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l.

LA COACCH)N SOCIAL Y LA AUTOCOACCION

tiene que ver con la civilización la organización de la ;.;ociedad en


·,,la monopolización v cen!ralización de los ingresos y de la violen-
dentro de grandes t-erritorios? .
ni·'"'H>><im· del proceso civilizatorio se encuentra ante un conjunto
as. Por no meJH.:Íon<u· más que algunos importantes, en p;·ilner
la cucstic·m más geJleral: vc1nos qttc el proccst) civili1.atorio suptHic
m·nuw;;,., del comportamiento)' de la sensibilidad humanos en
>'A;,.,,.,.;;., determinada, como se ha tratado de demostrar en los <.Uióli·
volumen de este trabajo, realizados sobre un material ernpí-
""''"'"'''" Pero es evidente que en ningún momento ha habido seres hu·
\'l<tua\tcs· que havan tratado de realizar esta transformación, cs-
ltzacttlll>>, de modo consciente ,v «racional» por medio de una SL'ric
icc!Wias que persigan tal objetivo. Es evidente que la «civili!.aciún», co~
racioualización, no es un producto de la ratio humana, no es el res u l-
una planifícación que prevea <1 largo término. Serí;:1 impcnsahlc que
' de la paulatina «rae ionalizaci(¡n, se cucon t rara y<1 un comporta-
y una planificación ''racionales, que actuaran a lo largo de los si-
Es impensable que el proceso civilizatorio haya sido iniciado por se-
1\um:.\oos capaces de planificar a largo plazo y de dominar ordenada-
todos los efectos a corto plazo, ya que estas capacidades, prccismnen-
:prCS<c<POliCll un largo proceso civilizatorio.
ho, nada en la historia demuestra que esta transfonrwción se ha-
a cabo de modo «racional)>, por ejemplo, por medio de la educa
'a,Jc•cuaclla de personas concretas o de grupos de personas. En su con·
la trausformación se produce sin un plan previo, aunque sin embar-
un ordcu peculiar. Fn In primera parte de este trabajo se ha mos-
lladamcnte cútno las coacciones sociales e:xtl'rnas \'<Ht comirtil·n-
divcrsos modos en coacciones internas, cómo IH ;-.;atisfacl"iún de
humanas pasa poco a poco a rcali1.arse entn.- los lntstido-
la vida social y se carga de sentimientos de vergüenz~1 y cÚ!llO la re-
del conjunto de la vida impulsiva y afectiva va hacit~ndosc mús .v
¡,.,,¡v,,... ,_,,], igual y estable a través de una autodominación continua. Cicr-
quc todo esto no se remite a una idea racional que hubicnm concc-
. antes individuos aislados y que luego se fuera Íll1lJiantando a las
'l'l<ci<m<"' sucesivas como Finalidad de la acción y objetivo de los deseos,
finalmente, se cOtl\'ierte en realidad completa en los "siglos del
J>. No obstante, esta transformación tampoco t~s un c;:11nbio caóti-
cstructura alguna.
se plantea aquí desde el punto de vista del proceso civiliza torio
Jlf>lcmcnt< el problema general del cambio histórico: este cambio en
no c~tá planificado (( rncionalmcntc», pero tampoco es un i1· y
450 EL PROCESO DE LA CII'ILIZACIOK

venir adJitrario de figuras desordenadas. ¿Cómo es esto posible? ¿Cútno


de hab.er formas en el mundo humano que nadie ha imaginado y que,
. embargo, no son, ni mucho menos, figuras nebulosas, sin consistencia y
estructura?
Las investigaciones de los primeros capítulos, cspe~ialmcntc las dedi-
cadas a los problemas de la mecánica social, intentan dar una rcspucstn
a estas preguntas, respuesta que es bastante simple: los planes y las
e iones, los movimientos emocionales o racionales de los hombres ai,;lados
se entrecruzan de modo continuo en relaciones de amistad o enemistad.
ta interrelación fundamental de los planc:-; y acciones de los hombres aisla-
dos puede ocasionar cambios y configuraciones que nadie ha plancad 0 -0
creado.- De esta interdependencia de los seres humanos se deriva un orde~
de un tipo muy concreto, un orden que es más fuerte y más coactivo que
la voluntad'y'la razón de los individuos aislados que lo constituyen 12 Y.-Es~
te orden de interdependencia es el que determina la marcha del cambio hiS;
tórico, es el que se encuentra en el fundamento del proceso civilizatorio,
Este orden no es «racional)) (si por'' racional)} entendemos algo que su f.
ge, al modo de las máquinas, de la reflexión intencional de los hombres aiS,
lados) ni <drnicionah (si por <drracionah entendemos algo que ha surgid¿'
de modo incomprensible). A veces se le ha identificado· con el orden deJa
«m~-iuraleza)>, Hegel y muchos otro:-; lo. han interpretado como una especié
de '<espíritu)) supraindívidual y su idea de una «astucia de la razún)) mues--
tra, en realidad, que Hegel se preocupaba por el hecho de que de los
y de las acciones de los hombres surjan rnuchas cosas que ninguno de ello$
había pretendido en sus aceiones. Pero los hábitos mentales que pretendcO
someternos a alternativas con1o «raciona),, o «irracional», como «espíritQl)-:,
o <:<naturalez~l», son inadecuados. Tampoco en este aspecto está la realidad
construida del modo que pretende hacernos creer un aparato conceptual
de este tipo que, sín duda ninguna, prestó grandes servicios en su
como brújula en un mundo desconocido. Las leyes peculiares de las
fcstaciones de la interdependencia social no son idénticas a las leyes del «C5·
píritu)) del pensamiento o la planificación individuales ni a las leyes de eso
que llamamos <<naturaleza)), si bien es cierto que todas estas dimensiones
dl· la realidad t;stán unidas entre sí y no son Funcionalmente separables. Pe-
ro la rdcrcn.cia general a las leyes peculiares de las interrelaciones sirven
poco para incrementar la comprensión de tales manifestaciones, es una
fcn~ncia vacía si, al propio tiempo, no se muestran los mecanismos mn<'ll'O·
tos en la interrelación y, así, la eficacia de las leyes, tomando como
plos cambios históricos determinados. Tal es la tarea a la que hemos cuu""
grado el capítulo lll de esta obra. Lo que en él se in ten la es mostrar el
de entramado y la dependencia mutua o interdependencia de individuos
por ejemplo, puso en marcha el proceso de fcudalización. Se ha nt,:nta\ló.c
mostrar igualmente el proceso por el que la coacción emanada de ·
nes compet ítivas obliga a enfrentarse a una serie de seflorcs feudales
círculo de los competidores va reduciéndose lentamente, hasta que se
la posición Jc monopolio de uno de ellos y, finalmente --junto con
mecanismos productores de interacción social- se llega a. la cc>m;tJILU<,HJ!>
Rl·.Sl \11 \ llOSQIIJO DI l \.\ IIORI \ DI L\ ([\ ILI! \( 10\
4'il
Estado t\bsohlto. No hav duda de que toda esta rcorganizacion de I~L..,
humanas tiene una influcnci<.l directa en la consccuciún de l'SL'
¡0 de las costumbre.s humanas cuyo rcsullad() proYisionalcs nuestra
,,ciYilizada» de comporl<m1icnto ~-de sensibilidad. Toda da habn.-•mos
¡_u· de la correspondencia entre este ctunhiu CSfWcifico L'll b l'stntc-
dc las n:laciollL'S humanas~ d calllhio COtTL'spotHliente en la cstructu-
los psíquicos. L.l consideración de estos lllL'vanismos de itHL'lTelul'ÍÚn
teniendo imponancia en un sentido ,t..'.L'IlLTa] para hlt:omprcnsión del
ciYilizatorio: súlo una Yl'/. que sc lw ohsL·n-;:lllo t'l grado de tlL'l'l'SÍ·
con el que una dctcrnlinada estructura social. una funna conci\'Ul lk
lra,ll\mlo social. a causa de sus tensiones intvn.as, acaba por transfornmrs~.,_·
con\T'rtirse en otra fonnn de entramado 1111 • Ptlclk· lleg;¡r a co nprr._•n-
cúmo se produjenHl aqncllas translonnacíoncc-. de ht~ costu nbrt_•c-. hu
1
1
. aquellos e<.llubios en b lll<H.lelaci<.lll lk los ap<.\ratos p:-.íquko:-. qUL'
:.l·,c•••·•·:·•n siempn. • en la historia de la hlllll<.lllidad, lk'-'>de lo:-. tiempos n1<is
ÍYos hasta los actuales. Y solanwLltt_' l'llloHcl·:-. puede l"O!npr~.·ndcrst·
n que, en la base del c~unbio de las l'osttnnhrcs ps1quica:-. r._'ll el SL'Il!Í·
una ci\·ilización, ha_\· una di rece ion.\ un on..le11 defl'¡·minados, aunque
sido planificados por seres huni<I!HJs ai.-..bdo . . \ t_'stahkcidos por
nH.•didas
1 <<l'i.H:ionak""· esto t_'S, Íllll'nvion;~lv...,. l.;t ci\ili;;¡vion no
1', y tampoco ~._·s «ÍJT;H"Í(Jil;d,, ~itHJ quv "l' pone-' ..,e nlantít·-
mar~._· ha por tncdio lk• Í~1 din;.Hniv;¡ propi;l de un;t rvd de
cll.
iones, por nH:dio lk c;_unhios cspccil ico~ l.,_'l\ ];¡ lonna l'll que los ho1n"
cstún acostun1hr<Jdos a-' iYir. Pero no l'S in1po~ihlv en ah:--.oluto quepo-
hacer de ella al,!.!o ((1\lÚs racional'', <dgu l]tll' luncione 111cjor t'll el st'll·
de nucstr¿ls necesidades .Y de nuc:-.tros objcti\-os. Pul'S{o que pl\'t·isa-
tc en correspondencia con el pnn-eso ci\-ilizalorio, l'l illL'go ciq!o de lo.-.;
'\.,111 ¡". lH>S. de intcrrcbciún \-a abriendo povu <1 p<wo un uunpo lli<I_Yur de
lhr~ 1 s para las intl'l"Yenciont·~ pbnil il"<tdas Ctl l;t I"L'd dl' interrdacione"
costumbre.-.; psiquic;1s, intcnL'llciones qlll' se h;:~n·tl Ctl lunciún lk·l
I]()Cill¡:ICIIlU (\t_. L'Slas JL-yl'S ll(J pJanificad;Js.

;_qul· translonnauúnl's¡wdl il·<l t_'tl ·".u lonn;¡ dt· \"Í\-ir llHnkla el apn·
psíquico de los seres hlllllanos l'll d 'ol'll\ t~lo dl' u tl<J «CÍ\·i 1iF.ac ión,: Tam·
]a conkstacion <1 t's\(1 prqnlnl<ll'~ sen~,_·I]Ja.etl lunciún de lo qw.: mas
1 :-.e ha didw <lt"l'l\"<1 dv las ll-~lll'donn¡¡cioncs de b :-.ociedad Ot_Tiden·

·los tieHlpo_.., 111<1" primíti\o.., de b historÍ;¡ OlTidental ha:-.t<t ];_¡a~._·,


idad han \ l'll ido di lvrr._'tH"i:lndos.t· P rog t\'SÍ\ ::ulH,'Ill ~.,_. b . . . lutlciom·s 'oot·ia·
llllo cOllSlTlll'llci<l dvl <.lllllll"lllo de la prc~ion de la COIIlJWicncia '-OciaL
1110
m;.is Sl' dikt"t·ncían LJ..,Junciont_·~. lll<lVor es su cantidad as1 r._·o111o b
. indi\"iduo ... d~._· los que dc¡wn~._k·n cotltinuanK·n!t_> los den1ús par~l larca·
ión de los ;1ctos 111<.is '-'Íillpk.., \ lll~ls cotidi;.tnos. Fs prvciso ajust;:tr r._·]
pon amiento tk un Hlltllr._To '-.Tt_'CÍCllk dl' indi\ idtHJ...,; h;n quv organi _;
1 11
>r-\· 111 ;is ngidamcntl' b rnltk <.H"l"lOI\1,''> dl' lllodo t¡Ul' ];¡ ~¡n·ion itldi\ i
11~'!2.lll..'
a cu1nplir <.lSt su luncio11 "m'ia!. L1 indi\iduo se \l' IJb[igado ;1
.- r sucompol"lalllil'n\o tk tnodo cad;¡ \t·; ll\;1'-, dill'l"l'lki<Jdo. tl\Ü'o re
y 111 [1s estabk, Ya se 11<:1 SL'tlaladq qu~..· t¡o "l' ll"<ll<t sohulK'llk di.' Ull<t
!ación conscil'nte. Precisallli..'llk lq carauL'l"i . . . tiq¡ de t'.'>la ll"<lll'JornHI·
11. I'ROCFSO DI U ClriLIZACIO\

ciún del apar~1to psíquico en el proceso ci\'ilizatorio es que desde JX'(}Uetlo's


-.;e \-a inculcando a los indiúduos esta regulación cada vez rn{ts diftTcnciá~
da _\·estable del comportanJiento, cotno si fuent algo ~1utomático, como-si
lttcr~l un<-1 ~tutocoacción tJ.._, la que no pueden liberarse <Hitll}tK lo quiernn
~..-onscicntcnwnlc. La red de las acciones se hace tan complicada\" t;xtcns·a
\ la tensiún que supone ese componamicnto «COITCCIO>> en el interior de
cada cual alcanza tal ink·tJsi<.bd que, junto a los autocontrulcs conscientes
que se consolidan en el indi\'iduo, aparece l<lmbién un aparato de autoc()Jl.
!rol automútico y ciego (jiW por medio de utHI harn~ra de miedos, IntUí de
l'YÍ t ~~ r las in fnH_.cioncs tki l'l ,p, ool"t:itliÍcnto ~ot: ialnlcnl<.: accpt a do pero que,
prccisanwntc por ftll'l<.ll'll;tr {!(- c~tc lll!lllo JllCC~inico .Y ciego. suele pnn·ocat
infracciones contmla realidad soL'ial de 111mlo rndirccto. Pero, ya sea con:s-
cicn!L' o incon1ricntcmcnlt.', la oricnl<lciún de esta transrormación del c<mi·
portnmiento e11 el sentido de una rcg.ul¿1ción cada vez mús diferenciada del
conjqnto del aparato psíquico, esl<1 dcknninada por la orientación de la di-
fl'¡-enciacióll ...;ocia\, por l;1 progrcsint didsit)ll de funciones y la ampliación
de las cadenas de interdependencias Cll las que es tú imhdcado directa o in~
din-ci~HIIentc todo mm-illlÍeiJto, \ por 1<\nto toda 111;mikstaciún lkl homh 1;('
.ti~lado.
St\e quiere obtener una idea sin1ple que reflcjL' esta diferencia l'lllrl·tí
itnbt·icacir"l!l dL'l indh-iduo en una :-.ocicdad poco diferenciada y la imbriciJ;
ciún en Utl<l sociedad ntús diferenciada, puede JTCJIITifsl' al ejemplo de ló~
caminos-'' l~1s carreteras en una Y otra sociedad. Estas \·ias son, l'll cici'tá
tnodo, rttnciollL'S espaciales de[ entraJnado SOL'Í<JI tjlll', en Sll conjunto, IÍÓ
se pueden e\ ¡nesa r solallH.'lllc en el ('()// 1i llf/11111 de e un t ro d imens ion~s
blecido por el aparato conceptual. Pil'tlscsc en los caminos escabrosos, sih
asfaltar, batidos po1· el \·iento }"por la llu\·ií.l dL' una sociedad de gUL'lTct'{¡S.
n)JJ un<l t.'COIIOlll ía si 111 pie de ca rúckr na 1u ral. Con L'.\cc¡Kión de algunos
sos, el tt·ünsito l'S llllt~·cscaso ~-el peligro principal que, en este caso, es 'el
que representa el homhn: parad holllhre, IOill(l la forma de los asaltos de
gucrn'ros o de bandoleros. Si los hmnhres tnir~m en torno·su.vo, si buséan
a lo largo de su calllino úrholcs .\'colinas. se debe, en primer lugar, tú¡uc
han de estar skmpt'l' prn:;n·idos para no ser asa liados y, en SL'gundo o t"er~
nT lugar, porquv til'lwn que ocultarse de alguien. L1 \·ida en las granck~
\-i~IS d~..· cotlllttlicaciún d~._· v'sta socíl'dad l'\igc l'SI<H pl'l"lllallL'nil'llll'lllL' diS<
pue~to ~~ luch;_¡t· Y a d;¡r rienda suelta ;t hts pasiones L'll h1 defensa de la 1
pi a \-ida o de las posesiones contra un ~1taquc am1;1do. El trúnsíto en htS
lks pritJcip~de.-; de una gran ciudad de una sociedad diferenciada de 1
tro til'mpo t'L'qttÍL'rc una tnodclaciún muY distinta del aparato psíquico.
queda reducido al nhnimo el pcli)2I"O de un as;1\to de ht~ndolcros o de
!TL'ros. Los autom(·H·i\es circulan a \'clocid~td de un lado par:;1 otro; los
totlL'S \-los t'iclistas lral¡lll de csudnt!lirse entre la tnultitud de coches;
~~nanlias de la circulaciún L'll cad¡_t<.TUce importante con el fin de regul'
con !lll'jor o pcor fortuna. Pero esta rqwl<t~..·iún c\_termt l_'stú o1·icntad<1
d;uHcllt<-tlmcntc a consc¡!uirquc cad<~cualtenga que ad-ecuar del modo
c.\acto su propio colnpol'l~llllicnto, en cotTcspondcncí~l con las n 1
de es k entran1ado. Fl pcli)2ro principal que supunc ¡¡quf el hombre ¡nu
RESUII\ llOSQIEJOIJE L\1 LlORE\ IJE IACIIIIHICIO\

es que, en medio de esta acti\'idad, alguien pierda sH al!ufiucmlltroJl..


una autovigilancia constante, una autoneguladún dd com¡fJ(!Hf-
rnuy dircrcnciada para que el hombre aisktdo consigc,\! QJ>JrÚ._'I•ll~t~!lrse
esa multitud de actiYidadcs. Bast<l con que fa tensión que J:'Oí;tl:túen·Q;~s.­
torrcgulaciún permanente supere a un indi-..,:iduo- para pünerl'e a é\1 \-
en peligi"O de muerte.
supuesto, sólo se trata de una inwgcn. t.a rr...~d de intet:~u:1<:i.ones.: t'JI);
imbrica cada acto indi\'idual dentro de csta sociedad: ¡¡_Li.f~tTCI!Tdao:b:
111Ús complicada de lo que se deduce en este cj,cm:p-kr., com:HJ> U<.lll!lili-
cstú mús arraigado el autocontrol que se ÍIH.:ulca a rus ~nrJñt:ildl!w& «te "ir.
Pero esta imagen da una idea, cuaudo nu:nos, d~ t'ÚnH>-~li lh·illhii-
dcl hoJnbn..' <(ciYili/.ado", quv da a Cstc :.u carúctl•·¡,· ~,_•:-.p~·I.Ci·~l;li, y:
y dilercnciaciún dt..• la:-. autocoacciollt.':-. cstún: (¡_'J't pcrlk:da l:ül-·
COll ]¡_¡ diferenCÍ<\CÍÓil de ]a:-, i'UllCÍOJ'lC~ SOr,¡:ja]'~;_•s V t_'(!)]:l! {:¡,~ l•lilHiitii
los actos, que han de adapL;u·s..._· JllUIU~HtH.:ntc dr.." un mtH::.l'tY]pil'lf-

esquema de las autocoaccioncs, los 1nodclos de f.a c:on.t'iglitraó:ón~ iiJ:nl:-


son muy distintos, según la función y la postcfún de l~A"i- i-Jn.<l.E~vi:dm:JS-.
de este entramado v, aún hov di<-1, en di'-·e-rsus- sectores de~ lll!Ml.HIT.Iir«_JJ
<'H:tcmct, se dan diferencias en la ¡;-llt:nsidad v estabilfdad thd! apar<atltiHf't:·
que, sí se examinan mús de cerca, rcsuhan ser tírt:tt;.v uo-JJJ;s-ii€Ec--
Aquí se plantea una serie de pmblenws ;üslados. en nu:}a ¡,·fo..'s~>,iiut(l:::i:ún
ser de utilidad elm(~todo socio¡!ell(~ticu. 1\l;,:omp-aradas. <eO-llJi l!ots C;.:0&-
de los hombres en sociedudes menos dúf¡¿n.:-m_·fadas y ta gnt:m1l!úm.ea
¡,trallsJo,ITna,ciór, que aquí se trata de suhravar, apantt.T tk· Jim@i:r€} cl!atiH'
into: con la diferenciación del entramado sm:iat también :-;e hace- má:j-
generalizado y estable el aparato sociogcnéti<Ln de attfi~_)ii:üJlt··
psíquico.
la diferenciación pmgrcsi\'a de las fundoncs soóaks, WJ,~S mús.~l:lit¡¡:·
imera y 111Ús general de las trnnsfonnaciones suci·aks que sr:·o-Kt·cce-Ja:
Cflllsi<lcraci•)n del observador cuando éste fnve.:.-Li:ga ['as causa:-;. d'e- lbs-
-de los hábitos psíquicos que impone una «6viHzacióth>, ~)-aral!<:-lb:­
a la diferenciación, a la progn.'sÍ\'a división de fum:tones.,. se p;t:-u1iliue\l'·
reorganización total del entranwdo social. Mús arriba se-1m L'llHIStnNtho·
y por qué cuando hay una baja división de hmdoncs, 11o.s ó-n-gauw-S-Il.'t.'N>
de sociedades de cierta nmg11itud S(Jll rdativ;:uncntc- ii~H.'S-tahl'r.;,;s :~: c~t~
de seguridad. Tamt~ién se ha most radn t.·únu.J>, methaHhr..' kt Uvn~'~"'"i-¡;i.C Ú{).!íl;
mecanismo de ¡·elaciones coacti\'as, se anuhm fas- tcndt:n(l·ttbS- cclíl~tr~·í:­
los mecanismos de fcudalización y cómo-,. po\.:o- a poco',- \'~Hl• <.~«Hil!S--ÚUut­
órganos centrales mús estables e institutos monopúHc:t>-s. mús- hr.t.'lr-
admi!Jistran la \'iolcncia física. fA.l estahtfidad pecHhar-~Eii'l! alfh.ll\lahP
'"''""''u'"'" ión psíquica, que aparece como un rasgo decisivo en<¡::·]! k'tlb.ÍitüJ
indi\'iduo <<civil izado>}, se cncuen 1ra en í-ntima n .·ku.:t~.-_¡-n: cmr: ]ia: or·eJ-lll!S-
de institutos de monopolio de la \'inknda física .Y li..'On J!a f<.':-.-~~llhidli;-
crecientc de los úrganos sot.:iaks n:nt rales. SobmL'ntc- t.:übl! h· <c'ons-.rrúttw-
dc tales institutos monopól icos estabk·s sr..~ e n:a ese ap-arato lin-~;·J·na,fiiivü'
· · para Íllculcar al indi,·iduo desde pcqud1u b costmnhrc- pelalll'~U:Win:!tli'
EL PRO(TSO DEL\ CJUJJZt\CIO.\

de dominars-e; sólo gracias a dicho instituto se constituye en el i


un aparato de aulocontrol mús estable que, en gran medida, hu
1nodo automc:í.tico.
Cuando se constitu.ve un nwnopolio de la violencia surgen "''"''eioshl
L-ificados, ümbitos sociaks que normalmente estún libres de ''""'"" \<\, 8
ellos, las coacciones que pesan sobre los indi\"iduos aislados son dist'
a·Jas antcrion_ •s_ Cicrl<~s fonnas de \·iolcncia, que siempre han existido
que, hasta Clllonccs, sohuncntc se daban conjuntamente con la vh:Jil'll<'i;1(
sica, se separan de ésra y quedan aisladas en los CS(Xlcios
mús risibles para la conciencia habitual de la época presente son la
cia y la co¿1cciú11 L'conúmicas. En rcalldad, lo que queda en los iunbi
Jllanos una n:z que la \'iolcncia física inmediata se rctin1 !entamen
c~cena de la ,·id.:1 social 'l'otidinna \·-sólo funciona de fornia medl",'"'""':\.a.qr)\:
la creacit'¡n de co~'t\unbn.·s, es un ¿.onjunto de di\'ersos tipos de \'I<Jil''nc;;,•.;;ci;
de <.:oacciún.
En tét·n1inos generales, la dirección en la que se cambian d corn
nJicnto ~·la econo1niu afccti\a de los hoJllbres cuando se transfonrrai<L~i
tructura de las rdacioncs humanas del modo indicado es la siguien
sociedades que car¿·ccn de un Jnonúpoliü estable de la \'iolcn«·ia
ni propio)ÍCIJJpo;socicdadl'S c..·n las qÚe la di\"isi<)n de funciones es,,,.,,,,,, . ,,
mente csc..tsa y las secuencias de acciones que \"inculan a los indi\'irJuos,n•¡
lati,·an¡entc brc\.l'S. A la inn;rsa: sociedades con monopolios estables
il'ncia física. rcpn:suntados, en un principio, por una gran corte pri
·ca o rc<:d, son socit.xbdes l'Jl las que la didsiún de funciones es nlás o
complicada _Y t:ll las que las sccuenci~l~}"d~,;Jccione:-; que dncul~111 a
dduos, son mús pn>longadas, mient r~1s que también son rna_\;orcs las
dL'ncias fuJJci<H~nks de tinas personas con relaciún a otras. En ·.:stas:
dadl'S, L'l indiriduo cst;:·¡ protegido l"rcntc al asalto repentino, frente
1rOinisiún brutal de la \·iokncitl físil'<l en su \"ida; pero, ni mismo
l<.llllbíl'll está obligado a repri1nir Lis propias pasiones, la clrTvesc,enc;:J
le impulsa a <llacar físicamente a otl'o. Y lrts olms formas de la coacr:iót
que dmHinan en los ándúto~ pncificmlos,.modclan el comportamicntó
Jllan ifes tac iún de los afectos del i ndh·iduo en el mismo sentido. CtJalll!<J njl
densa es b red de interdependencias en que es tú itúbricado el í1ndividu,o
el <HIIlJento en la di\·isiún de- funciones, cuanto mús l'XlCIISOS son Jos
tos hlinwnos sobre los que se extiende es¡1 red· y qt~t..•·sc constituyeri
unidad funcional o institucional con-dich<1 red; 1~11110 más Jm<''""'"'o
cialna.·ntc es tú quien-cede a sus cnwcione~ y pnsiones espontáneas,
\·en taja socbl 1-iene.quicn consigue dominar sus afectos y tanto múS
~<tllll'll!L' se educa a los in~.li\'iduos desde peqttc11os paca que Jreil'lexi·onen···~
hrc los rdultndos de sus accione~ o de las acciones ajenas al· final de
lat·ga serie sun·si\·a de pasos. El dominio de las t:mocioncs espcllttar,e<rs;¡¡¡
contt:nciún de los afectos, /¡1 ampliación de la reflexión más üllá
prc.S.i.'nlc ¡iara alcanzar a la lejana cackna cnusal y· a las co•<t>;c''""'"''i<ts
t·as, son aspcc!m; distintos delmislllo tipo de cambio del cc11npc,rtan\i¡jt
que se p1:oducc ncccsaríamcnte al llliSlllO tiempo que la ruonopolmrcnw,'
h1 ,·jolencía física y la ¡unpliaciún de las seCuencias de acción y de las.
RLSl \11.\ BOS[)! LIO DI· l \_\ 11 OIH \ IJJ- ! \ ( J\ 11 !/Vttl\

ias t'lll'l úoJbito social. Se trata de una modil icacíon dclcotnpor


en l'1 sentido de b «Ci\·iliz~lciúnl).
t ransfonnación de la nobkza, qul' pasa de "'-l'l' una cbsl'-Lk' (_·<~h<dk
St'r una chtsl' de cortesanos t's un t•_ic¡nplo de lo anterior·. E11 <_tquello:--..
en que los" actos de \·iolcncia física constílliH'n un acontcchnicnto
le.\" cotidi;:mo ·" cJJ que las Sl'CUcncins de dcp~tnkncia del indiYiduo
atiuuncnte bn-'YL'S ya que, en gran medida. Yin.· innlcdi:ltumL'Ilh.>Lk·l
de su propic,htd, no es necesario, posible o útil un dotninio ¡wr-
c- intenso de los impulsos o de los afectos. La Yida de los gul'ITcros ·
Jnmbi,én la \"Ida de los demás, qliL' habitan en Ull~l sOl'il'Lbd do1ninad;:~
a el asé de gucrn..Tos-cstú atHL'Il<llada de modo const<:ulil' e innledia-
actos tk \·iolencia ~·. etl consecUell(·ia, se lllliL'\'e entre dos l,'.\trenlt>S
paraciún con la Yida en los úmbitos JHicif"ic;.Jdos. Esta \'ida ofrece
<'l<<c<-rc·rc" un margen c.\traonlinaria!llcnk' amplio ~l'll comparaciú11
ctla<<ql.lll'l otra sociedad~ en la man i ft:s! ac iún de sus sen ti miL·n !os y pa"
la posibilidad de diYersioncs sah-ajes, de s;,ltish.lccrsus apetitos car-
o de thtr rienda suelta a su odio e11 la dcstnJcci<.lJJ _Y clnuJI'tírio de todo
11ellli<~o o que pertenece alL'llemigo. Pero. por otro lado, tamhk•11 <lllll'-
, gUL'tTcro H'llcido con una entrega absolut<:l ~~~ podei· \"a bs pasÍolll'S
ro, con una csclm·i;r.aciún completa, con fonuas cxtn.:mas de torturas
los c!JC~Ircelamicntos y la htHnillaciún radical de las personas que ha·
\P<\sad!o a ser rnonopol io de un poder ccJll ral. Gracias <IL'SlL' monopolio,
m<'ll'lza física del indi\·íduo \"a hnciéndosc cada n·z Jnús impersonal ~­
flepentlc de modo tan directo de los afectos _,·los impulsos nwnH.·ntúncos,
\"a sometiéndose progresiYamcntc a nonúas y lcYL'S exactas y, fí-
t te, acaba suaYÍ:I.úndosc dentro de ciertos l ímitcs _Y con ciertas \'aria-
incluso L'll el caso del qucbnmtamicnto de la k_\'.
puede n..'rSL'. la falta·dc rcpn..'siún dt,· los instintos~- 1<1 ma~·or in-
de la amenaza física con que nos eni.:ontralllos ~dlí donde <:IÚn no
establecido monopolios centrales sólidos Y fuertes, son manift'.'il<:t-
cümplcmcntarias. En esta cstruclllr<.l '>uci¡\1 es ma_,·or la pos"1bilidad
rienda suelta a los instintos·'" a los Ín!Jntlsos cncl caso de los \-l·ncL;-
dc los ho1nbres libres, pe m wmhit·n cs-m~l\'or t·l peligro a que cada
somel ido a e~\ liSa de los impulsos akthl.'> \ l:.unhit•nestü IWI:-:> gCill'·
la posibilidad de b csd~l\'Ítud Y dl· !:1 hVn~~llltd(:n sin límites l~n
de que una persona caiv:<l ct1 pudcr de o! ;·d. 1,•.¡t, no solamcnll' rer,a
I'I'"H:Ic<!ll!Scntre los guerreros, cmrc,quiencs Se cstablcn· poco a po-
''" "'"""""de dulcifiGlciún de las costumbres l'll el curso de la monelari-
la reducción del ámbito de la compclenda; en el conjunto de
la libertad de la condición 1i1asl;ulina es mucho ma\·or de lo que
aespues· si se compara con la sumisión de la condición femenina_,. la
absoluta de los d01ninados, los \·encidos o \o:-; sien·os,
vida entre estos extremos, '¡a inseguridad pen~wnenk en que L'sta es-
ra social de entramado humano sítúa al indi\·iduo. se coJTt'sponde con
ructura del comportamiento indíddunl_\· el espíritu del hombre aishic
las relaciones entre los-hombres es mús c\·idente el pl'iigro .\"más
e incalculahle la posibilidnd de In \"Íl.ituria o tk la libL·raciún del
1.1 PRUt LS!J lll 1 1_( 1\ ll_l/.\C!O\

:i.nd!;)yi]:dnoi,j'tlii-cn. ~1 su \'t'Z. ta-1-nhién o:-.dla de nmdo 1nüs-pronunl'i~HI<i i.:


-í:i!:i:<Hco 1.'U:!Fc --eil placer y d ..,ufrimit.'nto. La I'Uih'ic")Jl social del g:uL'ITct·o 1'
-~w::inúp1ü.·.a que h:n·a qu~.-· pn. 'H'r·los peligros a bq~o plazo. o que-se 1
f>e:JnsaT por ¡·¡_{lcbntado· hn:--tü el tercer o cua1·to paso las (·onse~._·ucl
ila-s·-<K<dones lndjüdualcs. sl biL'nL·s l'ic,:to que,-con la ccntralizacion r1,
·dr!l i.~!iéa<d1o-é.H J:a Edad \h•d-ia, todo-\·¡¡ cambiando en L'Sa direcciúiL ·1
¡_·1p~-o. v~ L':l prcscH1-l' ÚHHJ..'{Húto L'l que (h\ d primer iJnpulso; cada \cZ:
{_',;n~ailC~:ia '-L''l nHJ.Il1-CH10 pn..'St'lllt.:, _c:.ullb i;:lll hts 111<111 i i"l-'S ínc iolll':-. afl•ct ivas. S'
J-il1PCS·t',J>lk' .;:'ICarn:,n pbccr. ~L' ~J_Uz'a de (•-S[l' pÜr L'll(t'J'O, SÍll llillgÚil tipo
Cita:IH., ~in pen-sar 't.'H la-s t:<J11'>C-L"lll.'llt.: las ¡iosíhlcs que- pueda ll'IK'I' en tui
t_·¡r¡_;_;¡:lquic.r:a. :S,i -d pn:s-cn~c au.\ITen Jnis.L'ri¡l, ¡Jdsi(lJl, derrota, l·stas han
!fwkScc ·s1H pa'haüyos. Y f<Pim-nwqu il ida el (,_'Olll i nua, la cercan Ít.l -consta11 tt· d•il}
if~cl]iigr•O, toda la .atnHJ<>fer.a de L'SI<I \·ida -insegura_\· l'SC<J:-;anwnte calcuJ
on H:;:;u_~uc -súJo -<.rcasiomdnw-n te ap;_l recen islotes en los que se cucn ta cotnu1íí 1\'"
d1nlcra JW<YI·-lX'l.jún de -la t.•·\tstencia, SIJek• j1nKh1ci r, muchas nxes sin
exh•;n:¡a,:;:dpuna, -c~unhios rúpü.los tk•sdc lú ale~ ría JnúS dcscnfrcn<.1da
.e·~ .;::dha1Ü:n;¡:,-n~o más pn::Jftjndo ~- la pcnitcnci<\~ El espíritu, por th..•ei.rlo
J.:'!-i:l:il =a·.cu:t·,¡,¡ mr-Kh5? .m~is -dLspuesto _r acos!Umbrado a s~dtar con-igual in
·&üd ,J!c UJl 4.~x1rcmO".aJ otro~- a_ menudo es suficiente con pequeiias impr
!l~cs-.y _;_!J.·StJci-<Jldones incHntroladas pa n1 desatar e 1 1n iedo ·'· la 1r·a11sf•oronl<·ii'
-pq1c-nl~:na 1 2
' •
LYma-nifcs-t.rH·lún ,de tos -afe<:los St' canaliza po1· ww línea -media de
lb~U,iUla-d, una \'CY.-L'rtmhüub la-cslrúctura th: las rclücioiH:S humanas,-u·i
L'<ms:¡ij:tlllid,;::ts il:as {H·gaui?.aóonl'S nwtwpol Í'!.aUoras d e-lü \'Íolcncia física_
lü-g;;;u>c.k• b -t..''O.<:H.:-ciún ík ~as b;:llallas ·'" las guc JTHS continuas, se nl<anuc,ne
(_\ám·:tro'J ilcH Jndh:l-duo pormc{lio-(le las coacciones pernlatll'IJle-s de
t11,cs -r)aciíf:i.e-as, m'icnfadns -!..'Ti futJc iún-dcl di n~ro \ del pn:st ígio Social.
«luie dl'Sf:\ij}~1f-t..•z-eui 1::i.s osc1-lacíi)ncs en el coíÚport~unicnto ~;en las"'"""''"''
l<M:.iüt1rs dt.: ilús -se-ntin:dcn tos, pero sí st.: 1110dernn. I ,as ose i laciolJcs hacia
ha:· :ba-uia ~:th¡~jo _\·a no son f<Ul pronuncindas ni loS saltos tan inmcdi
Cunt oCSÜ-1 1inagc-n put:dc n~rsc c·la l'(lllll'll 1e q uL· ·es In <.Jlll' ha camlbi<tdcc{,cr;
am-I..'R<17,a cruc--supoilt' él hombre-para el hombre se somcl'<..' a una rcgul
-cs~·r4cta -?>·se hace más -cakulahk·· graciaS; a _la collStituciún .de lll<Jilüpohi<i!f,
((_k la \'fl:<:,J1encia fisk<.L La ,·Jda .cotidiana ;.;e libera de sobresalto:-; que s·e:
n~fit..•s,;mn x_k·modo r-cpcntüw~ La y iolc nc hl física· se n:clu_vc en ·Jos ctw
-¡.,· nü!i :af{_"-L'L::t-a1 ~ndJ·dduo más que en los casos ext rL·mos, en épocas de
,;,> ·Lk s-u;hn.--L··t's~ón -.socinL Púr regla.gcncral, esta dolt·n~in queda red
tL1ilHllilon·opo:l~o {.ie uü grupo {Jc Qsrccialistas :y desaparece-de la \"1
'<-1i'H1:frs,_ -Es1os -cspe-eiaHstas, es decir,- toda la organización rn•e>llüJC>olistH 'tt
hl·t·íi-o~cJúda, <ejercen su vi-gilancia al margen· de la vida social cotid
~~~~'{J ·m·ra,-(H'g<ÜlÚ;Llc1ún <lé nmtrol th:l comj)orlwnicnto del indidd
h-;ic~'-d-5-ó ba:i-o -esa i{Jrma de {)rganizacián de conl rol, la \'iolenda
i/a-:<.H'BL'TÓ;f;a -que d-e- eHa -cnlana,-cjcrccn una influencia dctcrminnnte
ril ri~HJlj'!.<ú.h-w en L1 s-uciedad, tanto si é-ste la percibe como-~i no la
~~i_;iPO an i(jj!l:l·C 'r;if'(J~:LX'1-I_i ~n Ja YitLi déJ- individuo ya 00 CS_ una inscgu
Üt<:ÚIU'1Ufh:_,-:sj:n.o m1<.l forma pé-e-uJiar dc-scgul'idud.- Ya no le :t,<.U>a>><""'
.¡_.,;¡!I1C'auo .a ohx,., :tan pixmtü .agresor .como agrcd ído, nin('Cdor o ven e·
RE5U,IE~' B05QlEJO DE l\A TEORIA DE lACl\IUZACl(!\ 457

hodc!'"'"'s explosiones de alegría -Y -terrores- cc-naleS-; ·.s-hu.} que,. de l;sa


acumulada entre .los bastidores de la vida social coíidktn~t,.'c-HKiniT_ü
",,..,,,;;,,, continua, homogénea, sobre -la ,·ida del fndh:Iduu qtte é~~L'·apc~
porque se ha acostumbrado-a ·ella y porque tanto-sr} cmn:port~t-
como sus sen! imicn los han ven ido aju'státlúost.~- <.ksdcT;:rnhíi:·;r, a esta
ra de la $ocicdad. De hecho, -lo-é¡uc-cambla es d con_funtudekttJ{tira-
itmantc del comportainicnlÓ y.- en- conscnrcnda~ t·nnTü va,- ht~nws­
no solaJI1Cillc se ¡nodifica11 las fonnas irH(i,·idua_k-s de ¿untp~:wfia,'
sino toda la dctcrminaciún dcl-compofiarnientá htímttmJe. tot.Pa fa es--
del aparato de autoconlrol psíquico. La-ürgmúz'ación nionopu~ts.hl'
violeucia física no solamente coacdona al iodi·dduü rncd~ante- twt~ll ~uü~"
.ain1mt;diiata, sino ciue ejerce una coacciún·o-Pn:sión 'perrnauenks tllC"
J!za<I,,\S.- de nmclws müncras v, en gran nwdida, calcnbhtes-. Et-r ntu(hU\.">
. , esta organización actúa;;~ través de su propía superlorfdad. S-u-rrn.>
en In' sociedad es, habitualmente, uila mera po:úhiHdad, una ~nst<aT1>
control. La coacción real 'es una coacción que ejcn.T d huHvkfiuo so-
mismu c11 razón de su prccon{>cinlicnto de bs cünsccucncias qu~~ pttr.:.~·
cner su acción al final Je una larga sede dé- pasos ~~n una sünreuH::th,. ~Y
en razón de las reacciones ck los adulíos'qut5 han nloddadci sn ap~trak~>
infantil. El monopolio de hí violenéi~t física;- !a conl·cn~radmt-d'e
y de las perSonas armadas en üll solo lugar' hace que 'el ej.en.:ki.E}
violci~tcia sea rllús o menos calculable y ob!tga-a los hmnhrt:-s dcsanll'~t­
los ámbitos púéificados a contenerse por medio de- !a preüsfún .\.: dl"
En una palabra, esta oí·ga'uización rnúnopoHsta obHga a loS- s~>
anos a accplaJ>una forma más o menos.- tnrcnsa de ·autodonúnto-.
es que- siempre falte toda clase dc-autodorílinio en fa soci't:d'acY~uc-~
In E<lad Media o en cualcsqulcra otraS- Soc-k'dades slh ttn~fadn'l:fnis--'
monopolizada de la violcJtcia física. Ef aparato psfqukode-ant<Jt:-~>it·
el super-yo, la conciencia, _o como se le (txriera Hamm\ en t:stn stK'i-cd'~l:_l[ll
depende dircctamcnk de los actos de \'folenda Hsicn-y s-u.u:unfii!·
es coherente con este tipo de \'ida con-sus nmtrastes máy<n·c-s·\.
"""''"'!'"" rcpcntina!-i. En COiltparüciúil con el-de súcledalres.·rnA;_ -pac~~·i,
c!-ile aparato de autocoacción es difnso,_ ineStabfe Y ton--mtniefosas.
que permiten descargas repentinas .Y('ntocionafcs, Los renú.Hés.'qu~-­
cl comportamiento soc-ialmente «CülTCl:tü,,- no han'sldo tF~üls-f~ri:_-
la concíenda.del }ndividuo-a la llamada <<inh.:·dodda(L¡-:-El pdigro·
no-es aún el fracaso de la autorrcgulaóón; la-rcducdó-ri dé-- Ios-ant_or:
hl''"''"'sino que. es la amcnazú fLsica e inmediata del Cxtér·t·ory, de igtt<.tf
el temor que consolida las costumbres, loma dararncntc ht Konn<.t'
miedo inducido del exterior. Y, al ser menos estnhfc;.es.te apar-ato- (}S
menos amplio, mús unilater;:l] y parcial.' Etl tina-sqciedad de--este
puede haber una gran nutodominaciún t?n-el ·sufrirtlientn de los. dof:o:-
pero se cómpkmcnta, por otro lado, con un-raSgo que se cvidl:'ncht cu-
libcrtad-cxtrcma en la manifestación dd p!acb·- p-roduddu porta
de -los demás.- En lógica correspondcnciá,-podernos encontr<tr e~l'_de:
JllmaCIIOS sectores de la socicúad medieval formas rdativanu:nte extn.~­
dc ascctisn1o, autocoaccióit y autorrCJlUncia,-c¡ue s~ contraporíeil:- anta_-
11 i'R()( 1\IJ lll 1.\ CL\ 1111\CIO\

nifesfacioncs de plat'cr no menos extremas en otros sectores de la


\',- nm mucha rrecucncia tropezamos con cambios Tcpt:lltlílos de
lüd en la otra en la ,-ida' de un~1 sola ¡x·rsona, La autocoacciún a
mete aquí el individuo, la lucha contra el propio cuerpo, no es menos
sa ~-unilateraL menos radical y apasionada que su contrapartida,
la-lucha conlra los demás,- o el disfrute de los placeres:
Lo que se establece con el monopolio de la dolencia en los.,. '"'"""'P'l<
fkados es ot"ro tipo dc-autodominación o de autocoacciún. Es un ""'·'""c•rn
nio dcsapa:-;íonado. El aparato de .control y de \'igilan('ia en la s~~::~:~:',~d•l~l
corresponde con el ;,¡parato de control que se constitu_n.• en el e
indi,·iduo. El segundo, al igual que el primero, trata de son¡eter <-1 una
lución estricta In tot<-didad del <.,·oniportamiento .Y el conjunto de las
nes. Los dos "-el uno,>en buena parte, por intermedio del ot J"o--- CÚ?rccnt•i;,;;.
presión continua y regular para conseguir la n . •presión
. de lns ma1n1;i;~·~;~:::2/l~~i
nc:-; afectín1s y tratun de paliar las oscilaciones extremas en el<.> 1
n¡ÍL'nto ~·en las ¡nanifestacioncs'afcctints. L.1 monopolización de b
cin física disminun; el miedo\" el teiTor que el ho1nbrt: inspira alih)llll
Y, al mismo ticrnr;o, 1~\· posibilidad de atenorizar, ate111o1·izar o torttll'l>l''.
los dc1Jl<is, l'sto es, la posibilidad <k que se den cierta!-> rnanifcsta•:icnltlS.!éiCJ
alegría o de afectos; igualnwntc, 01 autocoutrol pe-rmanente a que caoa.\'<ili:
se acostumbrn má!-l el indi\·iduo, trata de dislllinuír los contrastes y
tcracio_nes J'cpcntinus·encl comportanliL'nto, así como la cnrga afee ti
todas la~ nwnifeslnciones. El indi\"icluo se \'C ahora obligado<:\ rcfornurr ''"'"
da su estructura espiritual en el sentido de una regulación continuada e
dt' su \"ida instintiYa y de su comportamiento en ,lodos los aspcc
En esta mis¡¡m dirección operan lambiún las coal.·ciülws ,. fuerzas
111adas a las que sl' SOilll'i<.":'dirCc!amcntc el individuo Cll Jos:.úmbitüs
cad()s, esto l'S, las <:oacciotH..'S económicas. También (:stas son.rnenos
nts, mós nH.l(krada!), má's estables y menos rept:ntinas qüc las co·accum9
que ejCIT(._'IJ unos sobre otros los hombres en una sociedad de
lllOIW'polio. Estas coacciones, incorporadas al conjunto de las posibil
que SL' abren a los indi,·iduos en la socil•dad, obligan a una-actitud"''"'.'"'''
ra ~· -rdlcxira del pasado, mús a lb del moJncnto~-prcscntc y en c·orrc>:r~''lé}
dcncia_con las scl...·uenciw.; mús largas y diferenciadas en que se imbrica
de Iúodo automúti'co toda acción. Exigen del indí\·iduo un donünio
ncnte de sus moYimicntos al"ccti\"oS e instÚJtiYos 1nonwntüncos a"""'"'"
la llcccsidüd de tonmr ell ·consideración las tonsccuencias·m:::ís lejal]llS'
s~¡s acc ioné-s-. -l ncu k~u1 en este m isn1o· indi\"iduo una a u Lodo m hwc ió11
ln1· (por_con(parnciún c.on la situación atllcri()r) que rodea todo Sil cotmiür
lami0IIlo_colllo u11 ~¡ro fírmc, así·c0111o 1111a 1q.wlaciú1l coJ\tiniJadn
instinros. en el sentido de las pautas soci<.tlcs. En este caso no· son las
ncs de los adultos las que inculcan din•ctamcntc esta represión y c:-;ta
laciútl constante de los impulsos v de los afectos en loS indh'idu;>s.
los <.1dultos enscüan-los n10dos de .contportamil'ntf> adecuado a los
l" iahnenle de modo a u tornú t ico y pa rcialim.'n te du nwdn consCÍCI.J te,
dio de sus propias forlnas de co111por!amiento. Desde su pril1l('_ra
~l' acostumb1·a <1l individuo a obscn·ar_csa contención y·pl-L'\'isiúll
Rr:'-.1 \\1_\- B<iSOl LIO !J!~ 1\\ !! llRI \ llf 1 1 ( 1\ i1 1/\t !O\

prL't.:b;n·;_¡ pal'<l su fui H.' Ion de <H.Iulto. Est;_t l"Oll!vl\t'ÍÍlll, L'~ta r"cgub
su comportamiento.\" de sü Yid<t inslilltiY<.t se-k con\-k•r!t'_t'll vo"
·'desde t<tn corta edad qUt' se colls!Ítun· l'll <-.'1 Cll llll<l cstw,·ioll de !'e
·las p<Ht(¡¡s soci;:dcs, en una <tuto\·!gi_lancia autom<-tliL'<I de los instiiJ-
c-1 sctllido de los.csqu~en¡;Js \"modelos an'pt;_thks pa.ra cada SOl'icdad,
¿, raZÓil», en Ull <<:-.tlpL'I"-.' o'' lll<is diflT~·nciado-' tH;tvvstahk·:-' tlll<l ¡ntrh-'
llíorilnicntos ~· -inclin:.H:ioncs i11:--;tinti\'os nJllh·nido~ no lt· rt·sullillll:ons-
l.'ll modo algun(J.
lci"ÍOI'llll'll\C, Cll Ja SOi,_' icdad .fHIC ITLT~I. t'l Í nd Í\'iduo pod Ü L'}LTL: j lilt'·];:\
siempre que IU\'icra el poder·' la fttt'rl.<l netL'sarius p;¡r;rcllo:-po'
rienda suelta a· sus inclinadoncs c11 Jnttt·lws dil\'tTÍont•s que des·
se han hecho impracticables a causa dt• las pmhibiL·ionvs soci¿dcs. Pe-
indi\·iduo lllt'clicval pagaba sus oportunidades lll<-IYOI\'S dv placer in·
ü\o ('011 lu rosibilic\ac\ f<llllhil•ll 1\W\"01" de pac\L'<-'L'I" Ull llli~·do dítt'l.'(O \-'
l.as·n·prcscntacioncs mcdie\<.ilc~ del inlkmo nos dnn un;:( i~k-.:1 d~·
y la ínicnsidad de este t-ipo de llliedo en ~·1 indidduo itlllll'hü 1.-'ll
l'st ructu nnlc -re! a e iones in ter·h liJHall~\s. Tanto el-placer t'Oillo t']; dolor
1 aquí Yi"a libre al L'XIt>riúr. Pero el indi\"iduo cr;1 so í)risiom·rd. Mtt_\·
licmtd•o d indiYidt10 L'ra zar;:ú H.iendo po1· sus propios SL'Ilt i 111 Ít'lllos· COlllO
fu0rzas naturales. Como·nn-dotninaha sus pasiones.~·¡·;:¡ domina-·
· ellas.
la •.:·poca posterior, al prolongarse las Sl'L'llt'ncbs q11c disutlTCll -,¡ lú
de la Yiti<_l-dc las·personas, el índi\'iduo aprL·ndc asimi:-.nw a domina¡·.
hornbrc ;_\islado ya no L'S el-pri"sionero de su:-. pasiones. Pero ahoi·a:
a la (\(;pendencia funcíonal, es tú llliÍ.s \"Íilculado que antes <tuna eaí1~
·de personas y en lü n:lallYO a su conipúl"tamienlo, a. In opohuc
de satisfal-cr dircctanwntc sus inclin::rciones e impulsos, cstü Jíüis-li-
que antes. En cierto sentido, la ,-ida cncil'!Ta JYlttdws JlK'lli)s.¡JL·Ii-
pcTo t-ambién ¡11'oporciona !llenos alcg Fías. por lo m t.:· nos t.'ll !o-r~·l;\1 in)
ifcStaciún inmediat~l del placer. Y. p;tr<t lo qut• l";:¡]t;:tt'll la renl1dad
sea substituto en los sucúos, en los libros, L'll los·cuadros: de L·stL.-llHJ
L'l pmceso de acortcSamunicntu, la nobkz:t con lienza ¡í.lccr nmclas
rcscas y L'l burguL;s \a a btiscar violdJt'i:_\ ,- -pa:-.iún ~{ las- pL·lícub-s.
cnfrcn tamicntos físicos, la-; ~)tWJTas ~· 1:1 ·; 1\ ;¡ -¡!,~ -.. dbminu\elr >.cualquier
que los reCuerde, haq~¡ el tk·scuanif;I;1~J·,_n!\· \k· aninwks mücrtos .\
'lllitlttZlllCton del cuchillo en l~.t mesa, tien_dL' a reprimirse o, por-lo mdwS-,
Sirm<,lc:rsca una regulación social cada \"CI. mús estricta. En t'il'l:lo scnli:
quc·succtk es que el campo de-hát<.dla se traslada ~11 ídícrior. Fllúml
tiene que rcsoh·er dentró de si mismo una P<trtc de ln.'. IL'ns-iones ~-,tk
· qüc untiguüuwnté se rcsol\-íatnlirectnmcntc L'n la lucluí entre
Las coacciones pacíficas que ('jcrcen s(Jbí·c él Shs n:htdoncs L'Oll
incrustúndose en su personalidad. SL' consolida un aparato
'ctJsliuttilJrc peculiar, un «super-yo,; espccífíco que prctl'mk regular, re·
o rcprimi r CO!JlinuaJnentc Sus afectos -dt• ¡\cuerdo t..'OIJ-1<:1 ·est ruc tu ra
Pero los impulsos, los afectos· pasionales, que ya no pueden maní res~
tic rnodo intnedhtto en las-rclacíoncs entre los hombres, stt~:kn eom-
r de modú igual!'ncntc intenso en el interio"r del indiYiduo Cdlilr"a hl p~IÍ'·
LL PIWl! '>(1 DI ! \ l 1\ !U/\( 10\

h.-· ',\-,igtiiL<:IIJ:Jf!<L' 'de i•:-.1'-L'. Y 110 s ícmpre L'llUIL'Ill ra u11a sol ucic))l fL'tiz es k coml
-cttl~!i :au,1,011l1l'i:l11ix~ 'LlcJ homhn.· ·t'onsitw Jll ismo; no siempre la a u lorrcl
<e'"Xii_g_:c l]<;¡ 1dJa <L'H 1:sta sücit.:·-daJ -conducL' <1 un cqu i l i b rio 11 LK'\'O de la
ll~<;t UrJws,tn~n~i\\·-(:1. MQa~- -<-ll'llt'1W(1·o se prodtlcCll rdwlicJilL'S de UIW p<.trtc de 1
«;•fliln'itl •no:nH:¡~ la 'U11~.a. o hlL·n -tkfonnac iom·s que dificultan P i 111 pi{kll el
:r,Pct>!JJl.c,HJlc ii~:IS !h.mcionc~ soc<iaks. Las o:-;.t·ilaciones \'l•rticaks, por t'-"'1"'"''"''"
'-íll.t·-·esh:' Hilorilo, ~us s·ahos dd IL'llJor a la akgda, del placer a la peni
·s·c ilu<Jtüt'H me-nones, nücntras .que el s~dto hot·izonud, que· atraYiesa a
llf~S S.l'IJ'L'sh•l:J!JUiram~s. Ja tensión entre el <<supcr~Yo», L'l <<iJJconscicJlll'» y el,,
<L\fl>JOS'i.'Út,m~•L')). se g~<:lC-C HHlY{H', . ._ ~
C.t!lltlndo :Jo e,¡ se "_.onStxlenm -las est rpcturas de llJod<) cstútico, sino S ti
~ii-s ~uciia 1 1, se =!n<Uesrtúl -~HJH í .erl rasgo ¡:(cnera l de _es las nwn ifestacioncs
:Ll~<liJMacil-t•l \l'Cmllo ~=rlgo 11111~· s-i m.ph.·: al <:Hillll'll tar los g n J pos d~
ibtcúm~'s ,dJc ii:t~le·rJepcndcncia y al L'.\<..'luirsc de l·stas los actos de
lrii--s,Ü.\H, -sttJiJ'g.e Hn <:~p¡u-:¡11-o -socüt:l rn el que las c_oaccioncs que los h01nbres
.c;c.m :unwos ·s<?hH'C ><~1-ros St~ 1ransfortn<lll en a u tocoacciones; estas m1 tc>e<Ht<:tí&}
na·cs, '!{JH-t" s·on funciones -de tHi<l pre\'isiún .Y reflexión permanentes
•t-rulkt.t~'~ 1..'H d ··;ru1dh·ú.hw Jesde. pequcüo en correspondcuc ia cou su i mlwí[',íi''''
<niÚ.Jil ,c,n ~I.N.'ncn.ci;.ts más h1:rg.:1s de acciones, t icnen pn rcia 1n !Cille la fo
an:1n "-lRa:tnd(il:tu~1.nJo•.c·ons-clcntc, parcialtnL'nte tan1bíén In fonna d~,.· cosiUilllil.l:cs,¡f
,. ili1.1mcii.mMn ,Jie modo auiiHJIÚIÍCo. Su resultado es tilla eontcJJción rcgutll\1';:
!{!le lb-s '!H<tn!ikst<.K'~mws ins-tlnt-ints _Y emocionales, según un '''"'"'""'
IJ<t:m_·ii_;,r¡,do a7)C1,_·u'lütr- ..:-~ G-ula -si:luación socia.!. Pero, según sea la presióq ·
·Jn.a y il·a ·s1ilqa.adún de 1a -sociulad y del individuo en ella, ta1nbién pn;d
il<t'~n-s~0m.cs y· ,p.cranhadont•s dl'lerminadas en el-cornporuunit:nto y en
.J!·a íillllS~ónnfii\·.a ~!ntdi\·ú.Jual. En -ciertas condiciones pueden conducíi' a
tr.anqu~U~da.d '-C 1nsat;isf:ac.cú.·m con t inw.ls del individuo prcc isamcn tc.pc>rq(I.C\
llili]ft<)t_aYall·~-c cdc s-us indinru:ioncs ..e illlJ)Uisos sólo CllCLIL'lltn:t satisfacc'IÚI1l:di!);
tUIIlila f¡,¡:rnJi:t ijns·ú1-ila, por·-e_jc.mp·to, en la f¡tntasía, en la contérnpll,,-;,-,,no
~:a .amt.¡Jl'i.citnt, ·en ·-t:d su.cüo o 4._',11 clcnsucllo. A vccL's, la c.ost tunbrc en ]_a C()•lllfc'.l'o.·
({_'_·riú:tH,qt:~ hts·.eJumóúmcs 1-\.cg.a hi-11 'lejos --los scntinlientos pcnnancntcs de
ttT,liH1Hic.m1H {;l :de so1edad -sun hucna muestra de ello--:-, que el indiYiduo
¡;ic:me ¡pos.ti'b.l'Hd.;:rd de m;mHeslar sin temor sus afectos n".'primidos, uc· '"''"''
!L:!Wt:";F_if!l:ir-ecUuucnk sus lnst-intos sofocados. Eu estos casos- sL' "''"';"'""'.!'
llt,JS Jimulú'bos<L·{)Hcrclos por medio de una estructura específica de la
rdbc!iorncs -en la -que -<.'1>ec-e d indi,·iduo cicsde niiio. Bnjo ~~~ ptTsiún
pc!lig-ros ,que su -t-nanifcs1<::c1ón acarrea en los úmbilos infnntilcs,
ii:nJ;}ijlt1il-s-os üoncrclos se anJrázan de tal modo co1l mi<:dos de '""''u'
¡¡¡;¡ÚrtÜ\f_,¡ 'éJ!UC, en {_·lcrlas con,:Ucioncs, pasan toda la vida sordos III'LidlocCI1A
'Cl'{!l'ülS {.'.<:l'S'OS, cd !.'.<lráclcr tOSCO, afect i\'0 _\' pas iona] dL' CStOS i lllpll
h!lS {;K'<asü-ona 4.:-onf:liclos 1nc\'itahles a los nillos en el curso de su modlclacj<jlt\
p;:11ra Don\'<L'rh:rsc t,;n seres <<l"i\"ilizados)>, de- tal forma que sus energías:
·l'.lill.'l~l'H'tr;un sa-lida por \ i;Js Ja tcrales a t r;_¡\·(·s de acciones conlpulsin·,,sv •liU.
·o1n1s :JHi,l<l1'ifcs1acJoncs ncurúl Jeas. En otros casos.,' estas energías,·
tkrr,Jinadas, St::('analú.an -a 1nwCs de fobias\' filias incontroladas v "''ilüt•eí'i:\'
:J..cs y -oB :b :inclinadún por t:ualesquiera c~u·iosas manías. En e~ te caso•(\\
IIHO ·CH. 't"l -ot~'o, una lntranqui_lidad interior y aparentcrnL'ntc ínji!SII!IC«"
RESt:ME\o BOSQI EJO DEL\,\ TEORJA DL L\ CI\'Jl.IZACIÚ\ 461

ra cuántas energías instintivas se orientan de-este nJodo.hacia_una


'"'''"'·ación qlie no permite ningnna gratificación mltc'ntica.
la actualidad, el proceso civilizatorio individual,-así como el :-;ocial,
cabo en gran rnedida de un modo ciego. Bajo la-cobertura de lo
los adultos piensan y planean, la relación que l'stahleccn co11' losado-
, suscila funciones-y efectos en el espíritu de éstos que aquellos no
previsto y de l_os que apenas saben n<~da. Espontúncas _en éste sen ti-
las rnanifcstacioncs más iiTcgularcs y socialmente anormales de la
ión, como lo muestran estos-ejemplos. No-consiclt:ramos aquí aqut,_·~
, anonnalidadcs psíquicas que, en realidad, 110 StÚJ Jnanifcstaciones,dcl
de formación sino que son consecuencia de cualidades hereditarias
)ll.tlal>l,es. Pero el hábito que se mant ienc en d IÍl<u,·co de I~Lcorrespondk'ntt:
social y, al propio ticrnpo; es satisfactorio desde el punto de Yista
no es menos espont{mco. El mismo aparato de modclación pro-
rcsult<lli<JS hun1~u10s más o menos adecuados a lo largo de una cUITa
'"u:lapt<JCíón. Los miedos que se reprodun_'lLde modo mcc(n1ico Y-lJUC, en
de los conflictos civiliza torios, se vinculan a dctcrininadus mani-
""''"""''' impulsivas,_ en ciertas cifcunstam:ias pucde11 110 ol·igilJHr_un atur-
to duradero o total de los impulsos concretos, sino solamente su_so-
ón y rcgu\¿1ción en el marco de lo qul· pas¡t por ser normaL A stt n__'z,
ación y la transformación dt::-bs energías impulsi\'as concretas, en
de n'mnifeslarsc como actos C()lllpulsivos sociahnentc inútíles, como
;,r,.,.,.n,,.,," y costumbres aberrantes, pueden cristalizar en una actividad
""''""'''"'muy satisfaclodas personalmente Y-ínuy fructíferas desde un
de vista social, En un caso y c11 el otr'o, la-red dc_rclacioncs_qul' se
lall>l<,cc en la etapa mús influible del hombre, en la infancia·'" la adolcs~
constituye su estructura individual; el aparato pSíq_uico de cada in-
como relación vntre su super-yo y_su centro iostintivo. En un caso
el otro, esta estructura individual-se consolida como un aparató de cos-
que se manifiesta y se dcsanolla en todas las dcn1ús rclaciónc-s con
otros-individuos. En los casos más favorables_"~por expresarlo en tér-
plásticos- puede que las heridas qtte los conflictos civilil'.atorios oca-
al- psiqu ismo de los individuos ckat ricen lc1Jtarnen te; en los _casos
ásch"l.'"'o!·al>lc>· estas heridas no cicatrizan nunca o vuelven a abrirse fú·
con los nuevos-conflictos. l,os conflictos humanos de la infm1cia,
1cladlos en el aparato psíquico, interfícren en las relaciones Íli.terhuwanas
re-s ya bajo la forma'dc contradicciones entre las costumbres com-
. coJH.:retas que se originan en las.divcrsas rclaciom~s y-la multipli~
de dependencias del nií1o, ya bajo la forma de conflictos que S<.~ rcpi-
continuamcntc entre este aparato compulsivo y el centro originador de
impulsos. En los casos espccialrnente fa\'orablcs se igualan lcnt::uncn!L'
contradicciones entre las diversas partes dd aparato-del supcr~yo; lüs
tos más patógenos entre este aparato y el centro generador de los
terminan por enquistarse y no solamente desaparecen -del hori-
dc la conciencia, sino que llega a superúrselcs de tahnnncra que y~1
interfieren inconscientemente en las relacíones interhurnanas poste río-
sin que esto-tampoco suponga unos costos excesivos desde el punto de
4ó2 El. PROCESO DEL\ CIIIIKICHl\

\isla de lú gradficaéiúi-¡ subjeti\'a, En un caso, d autúcontrol consc¡


inconsciente sigue siendo, en ~dgunos lugáres, difuso \-abierto a la
ciútHic L'ncrgías impulsivas sin intcncíonalidad social; en otro caso, cite;
Fohtrol que ;iúnlíoy, en las faseS juveniles, sude p~ln:ccrsc mús a
fusiún de tém¡nm\)s de hido que chocttn~entrc sí por encima ü por
del agua que a una pisÜ1 lwlada lisa, se hace cada \'CZ-mús-unitario-y
en juSta c'orrespondcncia ü>li la-cstl'uctura de la sociedad, Pero conio
rü ·que, en ntJcstra época; esta cst ruct ura es muy cambiante, exige al
tiempo una elasticidad de la? -costumbres que, en la ma_voría de los
se paga c(HJ una ·pérdida de 1~- cS_tabilid~td.
Desde el punto de-vista teórico no es difí<:il diferenciar-un proceso e·
zatorio indi,·idual cckonado por el éxito de otro que ha fracasüdo: eh ci
n1cr caso, -tras todos los esfuerzos y conflictos de este proceso, en el
de un modo de comportamienw hieú üdaptndo a la función social del
lo, acaba por const i tui rsc ltn n)Jljunto de costumbres quc-func ion a
damente y, al propicuícmpo -~-aunque lo uno 110 ,.-a neccsariamen<e<''"'"''
(Ji lo- un cquílibrip posítinJ-dcsdc t:l punto de vista del placer; en
caso LLautorregulación social ncccsariú- ha de comprarse al precio
tensión L'Xtrema para conseguir vencer las energías impulsivas cont
tórias, con· grandes costo!-> para la satisfacción personal, o bien jamús
sigue el-triünfo sobre estas energías y la renuncia· a su satislrHcc;im,cnff
qtÍtY tampoco se.übtiene un equilibrio positivo del placer y~t <1ue los
tos y prohibiciones sociales no sol amen le cstáí1 representados por los
seres húmanos-, sinó también por quien suFre lodos 'estos males,
en él una inst~mcia qué prohibe y-castiga prccísamcnie aquello que
instancia descn.
En realidad,: el n_:sultado del proceso ci\·ilizatorio individual se'> lo
r;1men1c desfavorable o favorable en un número rclat ivafncnk ha;ode
sos, en los extremos de la curnt de adaptación. La mayoría de l<.1s ners,oná
ciYi_lizadas \:ive en uÍl ptínto medio entre estos dos extremos. Los
cialmen te- favorables y ·desfavorables, las- tendcnc i<-is satisfactorias
t isfactorins Se -mezc Jan en -cllus e u pí·oporcí<~ncs -di\'Crsas.
El proceso de modclacíón séJCiall'H:el sentido de la civilización occi<l<dF'
tal escsjJccialmcntc difícil. Para con:->eguir al mct'Íos un éxito relativó
qtw·producir una diferenciaCión muy: intcnsn-, una regulación muy -f
y estable del aparato psíquico-de lo~- individuos, en consonaÍKia con
tructura de la sociedad- occidental. En- líneas generales,- eSpcci
h\s clases medías -Y bajas; este proCeso Bucle ser más lento que el
de- modelación de- las sockdades -n-¡ellos difercndadas. -La rcsistcnci
s-e ofrece <-Y la adaptación a las pautas ci\'ilizatürius dadas de
tensiones que cuesta al itHJividuo esta adaptndón, la prufuuda 11
ción de todo ;el aparato pskfuico,- son sie1Úpre in u y considerablt:s.
ntás,- a diferencia de las sücícdades menos diferenciadas, el in,dí'iítlwúliel.
sociCdad -occidental alqmza muy- tarde la cmtdición adulta-y,,c()ll
húbit.os de adulto, eL! ya aparición, por lo" general,- supone el fin del
ci\'ilizatorio individual.
Pero, aunque-en la sociedad occidental la_d.aboración·.dcl "'""""ato
RE'l \ll.\ llOSül FJO lll. l \ \ n:OW DE E\ ll\ ILIZ.\liO\ 463
m U\' intensa,. laboriosa, no hav duda di...' qu~~ en bs demús_soL~il·da­
!l;llllbi·ón. se produ~en procesos en l...'~ta misma din.:cciúlí, l'01Ü cs; pron..>
·¡iza torios indi,·iduaks.y sociales. Estos protesos se dan sienlpr<.·:aHí
bnjo la presiúh de la competl'ncia; la di\·isiún dt· funciones· Jíw.T po·
'nccesarü.dc1 dcpemkncb mutua de grandes cotK"<.'ntracíow:s huma·
de un monopolio de h1 ,·jole!Jcia física hacL· posíhlc y necc·sari~l UIHI
,.,..,.,.,.,"" dcsapúsionada entre los hmnbrcs;_sc producen, po·r lo_.tnú1o,
se cstabkccn funt.:ioncs qw: requieren una preYisiún _r rcflc.\ión con-
. sobre las acciones y las intenciones de -los dcmús, a lo largo de pro~
cadcnas intencionales, Lo determinante del tipo y el gl·ndo dl' la-
.a,·aronoscivilizatorios sigue siendo la amplitud de las íntcrdepcndcnL·í¡\S,
d0 la di\·isión de funcione:-.\. tambien, la esll'lldllra de t':...ltt:-. mis-

11. DlFUSIÚN IJI' LA PREVISI()N Y DE LA AlJTOCOACCI(JI\'

lte da s11 carácter espc<-:iaLy único.al proceso ciYilizatol'io de Occidente


hecho de que, por primera \'CZ l~n la historia, se havá 1\cptdo ~'tal com-
en-la di\'isiún de funciones, a ral estabilidad ~,_:nlos monopolios de
vi•>ll:Oilcioa física~· dt:-los impuestos y a unas interdependencias y comn_e-
ias de tales masas humanas en .espacios tcrrítoriak's t¡tl). <-Hi1plios.
anterioridad a esto sólo se dieron redes monclnrias y com<n"cialcs
con algunas organizaciones nwnopolislas de In \'iolcnci¡t física _L:n
en los _valles fluviales-~' en las riberas ¡narítinws. Las- gnwdl·s
le101sioo1oes de tierra finnc del interior seguían-encontnlndose mús.o nJe-
. claramente en el c'stadi.o de la eeono1nía natural,-esto es, cun escúsas
COJllercialcs y·_ con bastnnte autarquía.·auncua11do contaran con al_gu-
,.,.,,.,,.¡,,,. comerciales y con.alg:unos grandes mercados._ La sociedad' oc·
dio lugar a una_rcd de intcrdcpelH_kiKins.quc no solanwntc ahri()
mares, sino que ta1Í1hiún pcnetn) hasta el último rincón de: tic na
. A esto corresponde la necesidad de una compcnct rad(Ú1 del compor·
de los individuos ~obre extcnsioJh,'S tcrritorial_es tan amplhts; así
previsión de las cudenas de <li.Tiún "in prvn~dL'ntes hasta la éf)()
.I¡¡uahnc:ntcfuertc es el autodom_iiliu, wtwhn~'nt"-' Lünstantcs·b coacciú1l,
""'"''•noción de los a rectos y la- rcgulaci;~n de los ünpuls¡>s ·que in_l{)onc _la
en los_ centros -de ·esta._ red tan. compleja. Una de las _expres_iones. qw:·
cspcciahncnte de manifiesto esta correspondencia entre lü pre_sión ma-
.y nwnor dG la red de interdependencias por un ladó:y.la situadón;psí-
dcl individuo por el olro c.<:> lo que_ llaman_H)S <_<el ritmo)> de mu:st_ro
rn. lk hecho, L'Sic «ritnlOl> no es otra-cosa, que una cxpresiún.<-hr l_a
cantidad de_ imbricaciones de la red en que S\~ anudacada funclón.so-
asícomo de la presión compctiti\'a que imPulsa a cada acciún dentro
red amplía y tupida. Este ritmo puede oln>crvarsc, en el_ caso dc_l_,Jun-
rio ()del empresario, en la_cantida<-1_ de sus en_trcvistas o negociacio-
o, en el ca:-;;o de un trabajador, en la.dctc_rminaci0n exacta de cada <:ict_o
-16-1 rJ l'R.iJl LSO HL! \ti\ JLJZ \((O\'

1danual t'll cada nlinu lo; t'n unó y otro caso, el- rit1Úo es la expn·sí(m
junto de acciones que cst~"twen in!L'rdept)ndcncia, dt.-• la longitud-'. 1
dl·=l¡¡s c;¡dcnas-t'll las que se Jll<\lt'riuliz~ul las Úcciont;s indiYidual(s-:-
la's parr~,_·s de tUl tod~J. ~1si coino=de la- l'irerza de bs lut·lws de,,.,,,,,,,,.,;,';;
\- c.\clusiún que mantic1Jcn t'tuno\·illlicnto tod;:l "t.·sla_ á·d de inter<Jt'tw<>~liii
das, En uno,. otlü caso, ln:f11nción que se rc;diza t'nl'l punto w uttH:e
tantos üsbb(;llt'S de la-cadena dc>actos- rcqnicre una dh·isiún m 1
del ticrnpo\-i!al: Esta di\'isiún del tícmpo ,-ita! crea hú:ostumhrc 1
ditntr-li:ts inclinacion~.-·s ilJofllCiítúth·aS n -l~ls-net:esidades de una¡·, <lt'l'dt'n<'
dcncia rn;:'¡s illl1plia y capacita.dh pura excluir todas !ns dscilacioÍJcs en
pui·wniiento y para s(mH_;u:í·s·~·- <-1 un;_¡ au!ocoacciún contínll<l(hl. Esra
ruzún (juc e~ plica qtlc se dc>n !an a ·lnt?llUdo en el indi,·!d11o tendcnc
se or!L'ntan contra su propia (·poca, l"l'PE\'sentadas por su super-voY
ca, ~1sin1ismo, que hay~1 rantas_ personas L'n lucha consigo 1llism~1s ~,
pretenden ser autélllicas. Tomando L'll l.'UCilta el dcsaiTollo de los ¡1
de n1úlir cltictnpo yJa ¡'wopia conciencia del tkmpo, puede dctermi1
L'Oil relativa L'.\:actitud ----<ÍI igw.tl-(jtic pul;d¿~ húd:t:sc·tornan(fo en L'liL'IÚ;
des;.1rrollo del dinero ,Y de los otros instruJnentns <JllL' fonwrúancl entr~u
do-socinl-- CÓlliO av~tlíza Ja di\'i.SiÓ!l dl' funciotlL'S ~·,al prdjlÍO !Íel!lpo, la
rrcgülacíón a que CsUi sonletido el indidduo.
Es cierto que qucdn p(>í' responder la~ prcgun 1a ék' p'or-(í Lié, dentro
t'üs·c-ntnunados, los ~,_•s(¡ucmas de la n:..·gulación al'ecli\·Ú soh distint<is
clws n:speclüs. pot· qué la .scx.ualidád, por ejemplo, es tú nl<Ís rodeada''",.,,,,,,,,,
trice iones en un país que cn;otro~ Pero cualesquiera (juc sean h1s (!¡
U as cuH(·t'él<t's; la oríi:ntaciún g:L'tlL'I'i.d del cambio dtH:omport<.uniento, el
lkl lllo\'i!nil·nto ci\:ilizatoriu es por doquier el níisnw. La translon<""'ión''
¡·mpu l s~1 síci np rc·a un~t-<ltl rodgilanciü mús· o menos úu lomút ica, a
di nación de los Ílllpulso:-; tiHHllCntúneos bajo una prL'\·isiún a largo
ra-1<1 constituciún de un «supct'·yo;¡ 111ás dífcrei1ciado ~'máS-sólido. r .m;w
en fínc;_1s generales--, tambiL•n es igual el-modo ell que se difuudc es<1 l<tt,.:c'"''
da(ftk·supcditar los-afectos rnonwntáneos a objetiv()s a largó p!.ctZtCJ:enw:c'
das--partes comíen¡.an·ac·cpt<\ndol~l las cúspides de las-cbscs-dtHíllnan
luqr<f·se c:\tiendc a -las ;rcstantés Cl<::JS0s- de la sockd~1d.
Htl\' una diferencia illll_\' <.'onsi·dcrnbk entre el hecho ·de qm· tiiht nt't·siílítÚ
L'il:un·mundo cotJ \'Íilculos de depctJdcncia-den~os y co¡nplejos, ·
nú:n'lc com'o·un-ühjcto pasin; de la intcrdcpl'rídcncia, siendo afctt
hJS ;:lcontn'imientos lejanoS, Sin llcgúr a influir, tli Siquiera· a co,,¡prcndP
e;..; toS <.:ntr~unados a la'rgo plazo y el hechü de qué-alguien tenga
ul{a pdsicíún en J·a sociedad que, pM·tl su rc~dizaciún iumedi'ata, r
J)l\)_lüngaciún contiúw.t de la prc,·ísic'>n a-l~u'go plazo_\· unü
tn;:uicn!C'-dc su·propio cotnportamicnto L'n ·este sentido. EIJ·Ios ciJIIlJidl.Z(Í.~·
dcl·des<Yrrollo otcid('tltal :son ci(~rtas fu¡¡ciotws realízadas-pol·las ··'""'s'sú
pcri<frcs y-medias bs que· requieren d~__• sus rnieiHbros·una auto<IISCIJ""!.'
at:IÍ\'<:l', pl'rinanentc, oric'ntada a la pr'c'i-isi(m·a largo pl<:1zo; hts
tesal-ia~ en lo's ('en Iros· de dórni'nación püliti'ca de las- grandes
~~~~funciones cúrm-'rciak·s en los centro-s-de los cntn:ímadus lmt:n:aJlliles
~e c'ntucntl'an bajo h1 prdtecéiún de algún·monotiolio rcl<:ttivamcntc
RESUIE\: BOSQITJO DE 1\,\ TEORE\ DE E\ li\'IL\Z\CIO\ 465

viülcndá fíSícn.- Pcrü; crltrc la~ pct,_'úli'aridades- de lúS_-prócL'sos:-SúL:iú'


Occidente se cuenta-el hecho de qüi:, eón lú ám}1liaciói1 de-las intcí\lc-
ndcnci'''' la neccsida:d -de-tal previ:dóú ;Y I~H;go ·plazo :y de -tül tlctc:nnina:
del colnpot"tamicn(o ii}(lividu~d, se txticúdc t~)mbién- ~~ {tmhl[o's
''¡'rilc>ri::Jk's y temporales iüás ailiplios, a0í co1no a ótrús cl{l·s-es-dc l<l SodL<
1gm\1 m en te; laS- funciones: y ·Ia si tüaciúti social de L'oiljün ÍtJ: ele' -lns_ c;J~
'tspc•ildicntcs clases sociales inferiores posibilita cadtr\'cz mús u_n;:rprcri,
a largo ph,zo y coí"ilkva llila frnnsfonnaciún·o l'OIHénc-ióh cún'c-Sj1o1i:
de todüs acplellaS inc!ilíaciones é1üc ímplicün un{l-s<ftÚfacciún 1110~
<>lllá!'lea o ü coi'to plazo ri costa de las- satiSfúccione·s "<.1--m-~lS largó plazú.
l'"'a<"'"• las" !'uncioneS de las clases trahüjad01:as iMeríorés sólo estü-
im,bricctd,ts· de-t~il niodo en la red de ¡·nfen.kp~11dcnl'ÍaS que ~:.-(tS tnlerÍ1-
IinnilaiJ•an a irltuir las consCcuenciaS a largo phízo y ---,ctíando-erülí
avorablc'>"~ contestahán' con la- <:tgitadún )' b süblcntción, '0SW es. cniÍ
cctivas a corto-plazo. Pero sHs-funcioncs íl(J cstab¡ul t·'<)IJs-tituic
tal (fUC pudkrail convcrt i( Siempre de. müdó <tlitoln~'tt k o "lüs
oa•cciór>cs· externas efl autoc<niccioHcS; sus um.:as cotidian;:ts_no d;1bü1l po~
it>ll!CI""' parú contener Siis deseos :v afectos más inJnedí:uo:-; en bt:iH.'ficiu
que no pat'ccía din'damcntC:_acccsibk, t'azón por-la cüal slls sub lec
ctH«><<cs cüsi mttíÓ\ c'ünseguíaí1 Uíl éxito durüdero;
aquí diversos tipos de concatcnadotk's. Üentí·<¡ de cada gran-en"
'¡nnado humano hay una gradación con sectores cl'ntrak:--; y sectores me-
. centrales. J.as funciones en los sectores centrnk·s, por cictnplo, las fun-
: supremas de coonlinación oblig~lll a una cOJJtcnción- personal cOJltl-
y rigürósa no-solamCntc a:<.:aus'a 'de su po,cdción túüs t.:éntl·~d o:-¿¡c la
· plicidad de acciones concaletwdas. E u correspondencia con la din·r·
de acciones, que dependen de las de sus tindah_'s, ai:1uel1as illlúlic~ui
· fuer1.a social. UJ que da Su<tSf)cdo pcl·ulfar al dcsarróllú occi~
~s el hecho de éJUC, en el curso dcltnis·mo, va lwciéfld()sc más rc_gülür
tcrdcpcJídcílcid gcrk~ralizada. El CngbHiiljC-nill)'"difeí·vtú.'iadó ~'-Id (>OJrí;
divfsiún del't rabajü de l;:ú; suc leda des occídctl la leS depehdeh 'cad;:r \·éz
'· "'" ·rv•· medida del hecho de que también las-t.· 1ase:> baj~íS._ agt\i rüt~.; ú" ~o·,
regulen su coülportamicnlo-Y ·su acli\íiJad L'll ftiuci/Jh dé: ilíten;da-
á Ynás largo pbzo. EstaS clases dcjai1 de s<..'r 1<-ls:-clases i<bt_(jtt~>) ptYr
Se
';,~,~~~~~~~¡,;r~";·~a tdívisú)¡ydc[ tt·abajo üin
5
hace s'cn·síblc-:y L'(>I'nplicadtl __\í las
e_- en cualcsi.:¡uicra lugilres de las cadéüaS de 11101itaje .qÚC- b
celan Cll'lal grad_o·a- b lotalicüúJsocial que,bajo hi prcSióil dé
Íuchas de exclusión, las· clases dirigenteS, lhs ·pusl~edoí·~l~ deJ-pódci·,-:s.._;
obligadas a toiüár-cl'eticntcmentc en ·cónsidl'raciúrl n las illtipli"as·cJ-a~
po¡)ularcs. Pero, al -tiempo que sus -runciühcs· \'an h;Kiéndosc cada \'CZ
··cetttralcs en el cur!)o de es tú tn1nsfürmaciónj' alcatl:t:andú ilÜ pc::-;ú·ma-
cn el conjutíto del grarrent i·Lmwdó'hüinailü dc-dh'isioil-dcl h';:ibajó,: es-
clases precisan y posibilitan i.tn"a cap~\CÍda(Jck-¡irevisilHriTJayor pntü lü
oalizitción de tales fullcioncs. ·con el incrcmc1ílo de la presión sücial·éstas
acostwilbran ~r-córítcncr sus afcetüS momcntáncos:,-[l di~dplií~ár
c<HJ<Im:la y a prever·~· :más' largo plazo Ci1 el Chi!'Úmado Sódal gCÚ(~I_~pL '
rnancra·tambíén Se oblrga ·a las· élasCs quc-antúúo fliCron haJas a
FF I'R()(ESO DF L\ U\ IIJZ.\CIO\

• adaplal_· ~u compnrwrnk·nto en-una dirección qu~>, ni prmop10,


s~·n·ada a las c_lases. alt¡1s occidcntalc~. Cn.'CC- la fuerza social de
l'll ~Tiadún con l·stas, pero taJllbkn crece la capacidad para una provisii
a hr~o pl~tzo, se~\ quien St.'a quien orienta en un principio y quien
cío;l~~ los modelos ilkalcs p¡tra ello. También sobre estas clases actúa
H't-n 1ús.aqucltípo de coa<:cion~·s que se transforman en aulto•cc,,ttTion."
l'l ¡11 díYiduo; tambiL·n en ellas crece la tensión hodzontal.cntrc un
de _autocont rol. un «sttpcr~.\'o>> y· unas cncrgí¡ts impulsints inc\'itables,
Sellan transfonll<tdo, regulado o rcp!·irnidot·on mayor o menor
l-:-s- ~.:omo se arnplían de modo (.:<¡ntinu_o las <:structuras ci\'ilizatoria~
(_k la sociedad occidental y <.IS_Í es, también, como e! <;onjunto de (),·cido•nt.;;.
clase~ bajas y· altas al ~mi~l)lo tiempo, tiende a con\'crtirse en una espc<oi<f,
de cla~e alta y 1.:cntro de una 1·ed de relaciones desde el que se c'P'""¡,¡ 1j•!
las L:~tructuras ciYiliz<llorias sobre ;,onas pohladas-_r despobladas c·ada
rnúsc.-..:tcnsas d\.-·1 planeta. Sohunentc esta_visión dL~ un movimiento tan
p\io, l'Sla expansión a saltos d~,-· cie1·tas estructura~ funcionales y de
port alll kn to_ a nuc,·as ·e~ ases y 1.onns del planeta, solnnw_nte la conv·icc:io1i.
dc-qlw todavía nos encontramos en la cn_·.sta:dc la oln Y" no al final
oos permiten considerar correctamente el problema de la «chiJi,·."e"">'!..: V'
-cuando c¡unbiamos el presente_ por. el pasado, la pregunta es: ¿qué"'·"'"'''~''
tiene. el ElloYinlicnto de esta ola?

IJL DISMI"l!CIÚN PE LOS CONTRASTFS, AUMENTO DE LA VA

La _civilización, :-;e Í111pone en tm lento prqce_so de movimicnto»s>,~d~c· ~!~;i){¡i~


~o y dqsccnso .. Una dust~ social o sociedad inferior en proceso a 11
~¡._;tpropi~t la función\ _lil actitud (\t:; una superior frente a hts <kmús "'''"'"
0
::;ocÍcdade:; que también as pican a ascender. Y siempre encont ·
(,·las·c ~> grupo n1ús numeroso pis;:mdo los talones al que :ha suhido ,_v
cuEI\'ert_i-do. t'n cla~c superior.
i..a nwltiplkidnd.de c'ucstione:--; que plantean las difcnmcias y las,,.,,,,,,.
e iones ~n el comportamiento delns clases altas, medias y bajas
ún campo de t•studio.~n sí nlismo. En términos generales, cabe,,.,.,.'"'"«
las clases inferiores dan rienda <;Ueltq más directamente a sus afcctvs
tiillÚS ,_.-_qnc su co111portamicnt() estáTegulado de modo mucho 1'"'"'mes
1rido (JU_c_d de la:.; cln~cs :-;uperiores. _A lo l;:q·go de grandes pcríodüs
bí_stóda 1 las coacciones que se imponen a las clases inferiores son hrY·
ci_a cqrporal, dircc(a, la amcnar.adcl dolor físh;o y dc.la muerte por-lp
d~t. (le-la miscl'ia y del hambre. Esta \'~iolencb, csiHs situaciones no
l:~:n _a wía Lransformación-cstablc de--las_ coacdoncs cxtt;r_nas en mltn<:.O':\.f
cion~s. Un campesino medieval, que n-:nuncia a h1 carne porque
-siado pobre, p()rque la carne:: pertenece a l~l rncsa del scilor, e~ ,,.,., .. "u
l\~lltl'nciaa la carne a causa de una_ coacción externa, cederá sic1
anfH:lo _de- comerl~u.~Ltando pueda hac~rlo sin correr ricsgp "' l!'rnn
~~.¡lít;e_¡:cncüt del fundador.de In ordcnni<}lla_cal, procedente de las
RESl \lE\ llOS()li'JO I>L l \\ TEORL\ lll L\ ll\ IUI.\CIO\

que se 'prohibe d consunw de ca rnc debido a sli- preocu púcíúwpor


allú al sentimiento de pecado que suscita Cst' Consuilw. El pobre
, que s~ \'C ohlíg<.tdo a trabajar para otro bajo la amcnirl:a ¡wr·
del hambre o dci presidio,- dcjad1 de t1'abajé1r en cuanto <._ksapat'L':t--
aincnaza externa; a difcrctiéia del comcJ_'Cianlc enriquecido que con ti-
trabajando para si tnismo, ~IUJlqUc lt.·n~a-sul'icil·Htc ¡'mm \i\·ir.·y-que no
wtido a la anH~naza dt'- la miseria, sino a la presión dl' lü -lucha-de
,,,,.,,,,,,,; por el poder-o el prestigio en la ·sociedad, ya que· el scntidü ~
tificat::ión de su \'ida L's·su ¡wofcsiún y sn ck·Yada-posiclún social; de for~
que In a u tocoa<:cCÍÓ!l pt_'nnaJlentc h<l acab~1do por conn:rt ir el ¡¡·abüjo-~,._·n
costumbre JlCCl'saria para su equilíbríu espiritual.
a de -las peculinridades de la sociedad occidental cs que, l'tl;cl curso"
desarrollo, va red u e ii;ndose este con t ¡·aste c111 re la situación y (· 1cúd í·
conducta de lasdascs dominantes_\" de las clases -dominalbs. A lo lar·
esta cYolución \'an difundiéndose cnlt'c todas las l-Iases lüs rasgos dL·
icl'ascsdominadas. El hecho <k que la sociedad occidental hay-a a(·<~büdo
iiv<'<'ll;d,.cn-una sociedad regulada-por el {!'abajo, es un 1;asgo caractcrís-
dc lo anterior: con antcrioridad,-cl t1·abajo era un distintivo pcculiaí·
clases inferiores; Al propio tiempo. se difunden por toda la soL·k·dad
'ractc:rc·s que ünlcs' eran- privatin,s ·de las ·clases- supcdorcs; L1 transfor~
de las coaccione·s sociales externas t•.'n autocoacciones, _en una cos-
automútica, pcrfeclanicntc natural, de regulación dc.instintoss coíb
de afectos "-~sólo entre personas que nonTlalml'lltc cstún asulnl de
"''''"'7" física externa por la-e-spada o de la'nlllertc pór haml~re--quc_
se gcn'cralizü más Ctl"Üccidcntc.
O,h,cctv""llln con rnay(wdetCnimicnto una pcquc(la rorciún dc-Cstc tnoü"
lo puede parecer que la diferencia ('lltrc la modclaciún eJnociOJJal V,l'l
icnto dC las cl~tsl~s superiores l' ínferion's del mtuldt> ciYiÍizad-o
grande. En uunbio, si se considera ·rodo-cl mtn·imicnto a. lo ·]argo
siglos, puede obser\'arsc ut1~1 rcdutciútl e<Hllinua de lüS c'ontrasks
en el comporüuniento de-los din~rsos-grupos sociale.-,,- al igual que
contrastes-y vai'iaciones en el de ]os indí\'iduos ;:tislados.: Lü lll(H.Iéln-
de los instintos, las formüs de comportamiento, d conjunto de los-hú-
de la::; claseS· inferiores cnla':-:.ocicdad·civili;Hd;r~l· apí·oxinwn paulati"
a los de_ los otros grupos, L•:-;pt_Tf<dnwnll'-d lo~ dL' hís-clascs,medlas,
atliÍlcntando-la importancia de sus--funci(JJW-.,_ ,__,¡¡-r•l conJunto de lfl diü:
sock:il del trabajo. Es po:-:.ible que, en un pt icipio, faltt.· ~das-(lascs in!\:_,,
ttna p<-lrte de las úutocüacciones y·tabús que se origínan en las clases
·por su ll('cesidad de <{distinguirse», de alc~mzar ciert-o ¡iri.:stigio su·
y también es posible que, a causa ;de su mayor dqwndciKla-social.
·sociales inferiores no estén obligadas a alcanzar d mi.smo grado
emocional y previsión pcnnancnte que ha de pos·eer la cb1si?

iéfl es ca'ractcrístico de la evolución en In sociedad occidl·-ntnl csUI


dG los contrastes sociales i.' individuales, esta interpénctración
~~z.cc•lanzapeculiares de los modos_ Jc comportamiento qiJe ·odginaria~
se co-rresponden con situacio11cs sociales cxtrcJnadamentc,distintas:
11 PROl 1SO lll 1\ !1\ IIJIACIO\

St.• t ratu-dc una de las peculiaridades mús illlportantes del proceso de


Y-ilización». Pero clmm·imicnto de la sociedad y de la ci,·ilización no
tUí!Wo: Ochtro del 1110\'Ílllicnto gcncqd St.' produc~,_•n de continuq
das \llayoh.·s }"menores en-las cuales \'Uc!n.~n- ti-acentuarse los
:.;ocialcs, las oscilaciones en el c"omportami~;nto de los- individuos~­
nih.:stncitmcs crnocionalcs repentinas.
Lo que H--'lllos.e\'olucionar nquí a simple vísta, lo que acostuJmlm·,i(,,;,
i1 llamar ((expansión de" la ci,·ilizaciún>> en sentido estricto, el proc_eso
rusión de-nuestras instituciones y pautas (k• compürtamicnto por
Occidcnk constitu_vc, como hemos dicho, las últi1nas olcadas-dc.un
Jnicnto que se ha producido en Occidónlc a lo largo de los siglos .Y cuya
taciún Y fornws caractci'Ístkas se materializanm mqcho antes de
tiera-ci conc~.:pto de <<cLv,ilización)>, La sot·ie(hi(LO(-'í,_,¡¡Jental --~;a la que ll<Hiciie''
m os .cbnsidcrar aquí com~) una espcc ic de- e las e superior"-- di funde
dos de comportamiento occidentales <>cidliztú.losl),:por medio del '"'CI1'tarniói\;:
to de occidérúafcs, o-por medio de la ~tsínlilnciún de las clases
de otros pueblos, en cspaciüs territoriales no occidcft~ales,_al i que
tafi()- se genera 1izaban en- todo. Occidente ,nwde los de -cm:rtpor.tarniell to
~)uéstos po(· unas u otras clases supcriores_o por (!t;tcrmin_ados centros
(csanos-o comc•·cialcs-. Sólo en pcqudta medida está determinado el
de estas expansiones por-los _planes y los descos_de quienes impünen
modos de. comportamiento. Ni siquiera hoy-' las clnscs.quc.imponcn los
di.;! os _-son- las -creadoras u ,originadoras \'olun la rías .del ruovim lcti!U'. wc,~x
pansiún. Esta difusión de los 1i10dos de comportamiento anúlogo:s_de
patrias o 1Í1elrópolis blancas>> es conscútencia de la integración de estos
úmbitos humanos en d mismo-cntnunado .dl' interdependencias p_ol
Y cconúmíca.s, en la esfera de las luchas de e\:clusiún _entre las::~'~!:'/:;';~,':!/
Occidente y' dentro de ellas. Nü_es In {décnka•• la causa de tsta
dónde los comportamientoS, Lo_quc nosotros llaman JOS <<técnica.>> no
que uno de los símbolos de las últimas formas de ronso\idavión de at¡'lOII.tJ
¡1rcYisíón fwrrnancnll' a In que oh liga la constitución de Sl~cucncias caoave
niús--prolongadüs· de accíone's y la-l:ompctencia entre unidades vii1 JC.IJ!tcd~
de _es ti.~ rüodo, Las formas de comportamiento_ «CÍ\'ilizado.l? ;-;e
L'S tüs, otros ámhi tos porque,' y c1t'la -111edida en qué, merced a .su inlé¡!l'lWJQ[
en la'mtcnl red de interdependencias.- su centro pasa a-los países
les·y,-al propio tiempo, se transforman la estructura de la sociedad_
r('\acioncs ,JlUmauaS en su conj'unto. La técnica, In -en).ei1anz~, oscolat',;Si
manifestaciones parciales. También aquí, en las zonas de c'""ms
tiguo Occidente sé van transformando cada vez mús l~1s lnncin''"''
ótdas_qtic hü de integrarse el itidividuo, de forma tal que pc•sibilliU111
ctn obligatori~\ una- fol'rnación coillÍIJUa de previsión--y- urli\ ,.,,,,i;u:ióílit
L'St ricta dc_las emociones como en el prop_io Occidcmc .. EsJ.a-transffc mmtd
del conjunto de lncxistc.:ncia social es igualmente el fundai11cnto "' '"''
lir.aciófi dCI compórtamicnto. Precis~unentc-p(H: esto tambiéu va
se paso aquí, en la:J·elación d(' Occidente con ias otnls-.zonas
esa _disminución de los contr~lstes,quc es_ pcculi·ar a todas_-las otcaq<cs,:
1\l()\'iiiliCnto ci\'ilizatorio.
46Y
.Ec•la irnbric:acjón -recurrente de i<.ts normqs.dc coJúportamiento de las
fu.nc.iorralm<mllc.:su¡perio•res en las inferiores, que están en proceso as·
"'"nar no es menos caractedstica de la_p_osición.dual.de cst;;:_t-s clascs.su-
end curso de este_ proceso. La habituación _a_ u tia prcv_isión a nuís
pla;.o, la regulación mús estricta del comportntnicnto_y de lc:p; c'Jnocio-
sus funciones y su-posición convierten en costumbre _de h\s i l'Spcc·
ch\scs superiores, constituyen_ instrumentos ilnportantcs _dc_supc,;ió-
sobrc, los dernfiS. (,:o m o en el caso, por.cjempl<), de los _europeos colo e
:<r<lor·cs:ks sirven como rasgos distintivns y se cucnt<m cntrc-I;JS propios
ese¡ posición corno clase superior,- que-les propon,·ionau.prcstigío. Prcci~
por tal razón, esta clase condena-con mpcha-dureza.ehllcotado.t.::on-
C:"quema heredado. de la regulaci~ln de i_nstintos y. afectos, estq c·.s, el
•)aindono,, de alguno de sus miembros; custiga las infracciones tnn.(o múS
¡lumclcJJtem>~nle nwnto mayor. es la fue.rza sociul de las clases infcrio·
, cuarJJo más numerosas son éstas y más intensa la competc'rlcia, es de-
ilicha por.lasop'o_rtunidadc.s iguales entre las clases altas_y-las.bajas.
k~,':,~"~:.:;':,Y la previsión que suponen el mantenimiento dc·lasuperiúr.pü·
~¡ !-de la, clase alta se nwnifícsta claramente en las relaciones in:
de la sociedad, en el c_ankter _cstricto.dc la\'igi\an_cia s_o~iai·quc ejer-
miembros sobre otros. El. temor que :-;e orígina en h1 5ituación del
del g;rup(J¡Ci1 su lucha_ por mantener su po!->kiún s_upcrior·y CIV>~l
menor <-\menaza actúa de este modo in_mediatarnentc.conw-una fuer-
·linÍiva para el-mant_enilníento del código de comportan1ion"to,: p~lra. .cl
del supcr-yo.en-cad;-luno de sus nlicmbros ai~lados. Est.étcmor.cris~
en el miedo indivídmtl, en el temor dc.cacb.person<-' u h1 dt.'gnldnción
'·"'"''"·."' iiKluso, a_ la disminución de su pn,'s!igio crda propia sociedad.
¡)f<xisam<onl.cestc miedo (inducido conw.m1toconcción) frente n !u disiÍ1io
del prestigio a los ojos de los ckmús_~lanto-si lOJW\ lafornla.de la
,,.,,.,,,,,.,, c<)mo ·Ja del úrguiJú._.,.. es el que ascgunt la reproducdón:.(OiltÍ·
habitual de los·cornporlainientos difcrenciado1·cs y la cstHt.\(a.regllla-
dc -los instintos. el\ cada individuo.
lqdo, estas clases altas --y, como hemos dicho,Junciones
cumplen t;n muchos aspectqs _las nnciopcs occident<.dcs _en
:tói,JIIidad- pretenden y se ven obligadas ~d misnw-ti_empo cr mantener
sus.fuerzas sus comportamientos especiales y su rcgulü.ción.íns~
específica como rasgos característicos, p_or Ql¡:o Indo, l~~ntü stt posi.,
nsoerar como el-conjunto del movimiento CIJ el que ~G <.·.ncu_c¡it ran.Ocntle
phu.o, una reducción en las. diferencias de com¡wrta"
n1>)v:irnict1l\r de expansión -de la civil iza( ión .occide¡Jtal--rniwst ra
.lxtslanJeclar_ídad este carácter dual. Est¡l civ_iliza<,.·jón es el rasgo.dif(·,
y quc_da supcrioridnd a.los occidcnta!Cs. P:C'ro:_bajo la:prcsióq
propia lw.;:ha c.::ompctitiva, los habit~mtcs de Occidente originan -c.im-
cn ~.unplias zon<;\s. del planeta un cambio de las n.:-lacion~s- y 1\incio~
m.nllan<l' en rclncíún con sus propias pautas,dc cornporlan¡ien_to._ :con-
en dependientes n amplias zonas de la tiern.t pero, al misruo.tic¡ppo;
;(lrrsc•mm<:ra con las lcyc!) objetivas deJa progrcsi_Va división del (rabujo,
mismo::-; dependcn_dc sus dependencias._ De un lado, los occidcnJ::ilc$
470 1L I'ROCI'SO lll L1 11\ IIILICIOY

se \·a k· n-de L1na serie de instituciones o de laYigilancia estricta de-su


comporlaí1Ücnto para lrazai· ünü línea diyisoria Ciltrc· Sí mismos-y
pos a-los que colonizan y coi1sidcran sonididos en \'irtüd del <<dcrc<éh<>'it.
1nús h~t.'rtc~); por otro lado, t<mjuntamcntc con-sus r,)rnias sociales''""''""'
impofK·n en estaS zonas sus paut~ü; de cómr:iortamicnto y sus instiltl<•iuny·,
Los-occidéntalcs trabajtui, en gran parte sili'qücrcrlo;·cn un 1
tardt: o temprano, conduce a un<:t·disminuciói1 de las diferencias en
za so<..'ial-así com<) en el c01nport<imicnto de los: colonizad(HTs· y los
zados.-En 1·1uestra época comienzan a reducirse pcrce¡:<tilbi<'llltCII!c i<>s<'ótíÍ
trnst(?s. Según In forma de la-cülohización; In situación de cada m'"''"'''''''''
de hfgran J'cd de división' de funciones)'; finahnCntc, según las
HJI"ia- y es t nwt ura en cada c<.1Slf comienzan a- d~u-·sc en el las pm'''''""
tcrpenctraclún y de Jnczcúlan1A:i parecidos ü -los que se han bo'S<JU<'Jadc• n'tá
arrih~\ en rélación con los comportamientos cortcs~uio y burgués Cn
\'crsOs países de Occidente. ·también en los territorios cokmialcs, según
la situación y él polk·r social de lóS dh'erso.s grupos, penetra u formas
dcntak's de comportamiento-de arriba abajo y, ocasionalmcnh~, de abajó 1
ha si ¡YH\ntCncmos estas imúgcncs espcclalcs, y se ínczclan en nuevas
dl'S pcrtíliares, IILH.-'\'<IS Yüriacioncs del \'omponamicnto civiliz<ldo. "'''' ''"'"
trüstcs de com¡)orlatúknro entre lüs respectivos grupos süpcri<Wcs e·
l'iorcs d isminuyetl con la expa11siún de la civi 1izat:iún ,-al t icJll po que
tan las variaciones o los matices del col'nporLaJnicnto ci-í.'ilizado. Es
foi'maciún incipiente de-los úrientales 6-dc lüs afriuuiüs en el
las pautas de comp{H·taHlientÓúccidentalcs rt'prescnta haslü ahora 1
ma-olcada del -movimiento i.:ivilizalorio. Pcr<>; al tiempo que se kval'"'"''"'
ola, S(' producen ya los indiCios de otras nueúls-cn la n\ismü dirección;
que 1<1 clase ülfcÍ'ior- en ascenso cjuc en las colonias se aproxima a la
superior occidental. suele ser, a su vez, b -cl;:iSC alta- dC en da lllg~lr.-
Damlo un paso atrás podemos ob'sc!Tar 1.:1-últirna oleúcL:I del movi1ü"
to de Oc'cidcnte, 'de que :Xntcs- hablábamos: la inU:'graciúJi de ltls c.Li'"''~ilil'<i
rior~,.·s. urbanas y rurales, en las pauías del cürnportanúcfllo civilí·za<lu;'li!
cont-inua 'habituación dc--l·sas-clasl~S a Ulla prcvisihn'a inás largü .,¡,.;,,, .. ,.
una c01Henciún homogénea 'y a úm; reguladón ntús cstdctn de 1:,s
lll'S: b·solidificadón·cada'n~z may'or de ün 'apan.llo de autócmíú'.
bién <-Kjuí,- según cuál haya-sido la-estructüra de la hístorin dl' un
c'onstituyen níodclaciom:s ó \'ariaciones de la configuraéión Cií10<ci<JIH\I
del marc<J 'dd comportaniit"nto civilizado. Por ejcniplo,-cn lnglatcrbJ,
éonttiot·tamknto de los ührcros se trans¡Jarc'nta alg<) del de'los noblGN
ks y·d¿_-:Jos-mcrcadcrcs de t.ína gran r'cd comcrciül; en Francia se
¡·c¡ita algo del comporhuúiento del cOrteS~Hlo'y del de una
llegó"ttl-podcr jJor tr:lCdio'_dc la revolución. TrtÍlib.ién 'éS posible
rcgulricíónJnús'<.~stdcta de lns formas de cornpol'tanlicJll(r, und ci>rt<:sía•tfl
intenSamente tefúd~\ de tradk~fonülismos en n~lcioues'CJUl\ por nanerO<
potdncias' colonütle::.;durante 1úayor tiempo, han ejercí do la
daSe superior en el' cont<:iXfÓ de una ürriplia red de i1 er,dcpcílcletl<'ÍtíS
('<Hübio, se' obst:¡'va ut1ü regülación cmoéiünill menhs estricta, mdloS'ilí'
J;:ü_la;-cn·nacioncs que IICgat"on más tarde a la Cxpansiún-colonial
RISI 111\: llOSUl UO DE 1 \\ 1HJRJ\ DIE\ C1\ lUZ\( 111\ 471

110 lleganm a akcmzarlu en absoluto ya que tnrLbrontJlús que las otl';l\


· compctitl\'as en constituir uil fuerte monopolio de _la~riokn(,_·ia \
"''uc<<e«LY' una cCntralización de los llJL•dios mat~.-·rialcs dc-púdcr, todo
constituye ·el -presupuesto ele una cxpansiún coloniaL durade-ra.
toda\·ía más atrás, en los siglos XL\. X\'lfl o X\'tJ ~s~..•gun la L'Siructurú
rcspc<:tivos países en unos casos anlcs, en otros dcspu(·:-;--~ cncontra-
c:-1 misrno fenómeno- en un ún1bito m<is reducido: la intcr¡wnctrac-iún
formas de comportamiento de la nobleza.\" de la burgti~.-·sia. Cohcrcn,
coi1 las relaciones de fuerzas taJnbi(•n los procesos dt..>-.iJJterpelll'-
iún aparecen do!llinados en principio por los modelos qu(' se !..'OIT(·spon-'
1 lasituación de las clases supcrion.·s y, después, con las formas (k
m1oonamicnto de las clases inferion._·s, hasta que, por último, co1110 cri~­
liz:ac·iónde todo el proceso transcurrido, se d~1 una amalg:<.lllW, una nueqt
de Gtrúctur peculiar. Y tambii:n ~tquí tropezamos. con esa situación
de la el· superior en la cual S!..' encucntran hoy los abanderados dl.-·
c.'":JVHIZac¡¡m)):_la nobleza cortesana, la abanderada de la ci-t•ilité se \e obli"
a practicar una contención m_ús intensa de lnscmt_Jcioll!..~S y a tranSfor-
rnús profundamentl' su comportalllicnto.a medida quera integrümloS-c
red de Íntcrdcpendcncias. Este proceso sc-accntúa_con la tCrlaw en
la monarquía y-la burguesía atrapan a aqüclla clnsc. También In' nobh.J,
c<mcs,arJa utiliza esta reserva-~~ la que le obligan su situación y su fun'
como una forma de prestigio, como· un Jncdio de disting:uírsc· de la_s
· inferiores en ascenso_ y, por este moti\·o, hace_ todo cuanto puí..'(lc pa-
no su difuminen las diferencias. Unicamcutc el iniciado, el qul' IK'I""
a la clase, d~be-conocer el sl'tTeto de Ía buena _cd_UGtcióll; sülo etl el
con la buena socicdad cabe aprcll(kr esta forma de cduc::tción, Según
una princesa c()rtesana_en cierta ~)casión 1 '-1, Craciún manttn:o sic1ll,
oculto.su escrito sobre el-sa¡·oir_J'il'l"{', el famoso Oráculo nttullwl¡wnt
nadie pudiera ('OIHprnr por unos ct~ntimos este tipo dc conocirnknto
la inrroducciún de su Cii>i/ité, Courtin nooh·id~' ·scllalat~ que· escribió
para uso privado de <llgunos anli~üs )'que, _en la forma iíHpri:sa,
úni'carncn!e a las ¡x~rsonas dc buen<~ sociedad. Pero H' no aparL'·
uí la dualidad de esta .situación. En razún del cntram¡1do pccqlinr.(,'n
vivía, la- nobleza ·cortesana lW podía _impedir que_ sus llHUlert_ls,_ sus
SÍillllhJ·c:>, su gusto y su lenguaje se difundh·1 :n1 l'tttre las demás clases;_
in el uso contribuía di rectamcn te ;¡.,·:--.t;\ d !l u"iún- con- su_.s ·contados
scctorcs.burguescsri_cos 'l.lo.s qtk nece.sJ!~;ba por diversas nu.ont,•s. ES·
sión comenzó en el siglo XVil con_algunos grupos reducidos de-la
de la burgttcsía -la digrcsió1'1 «sobre la Inodci<wión cortesana_ del
» Ll 5 nos ofrece tUl ejemplo basi~HltC plástico_ de ello-,, luego se <Un·
capas de la burguesía_ en cl_sigloxvlll,-conw lo nwes!ra la gran
de e:-;critos de_ cit>ilité que aparecen en esta époc;:t, T;:unbit:·n ¡Jqui
del conjunto (le' la intcnlcpcndencia, las tcnsiónes y-luchas de-co111~
que favorecen en su seno una_ diferenciación y división de funcio·_
r()sivantcnte crecientes y un <npncnto de hule pendencia del-iudi\-i~
'c.r<«:w•n con un número cad~t vez: mayor de sus selllcjan tes 1 son lli<Í.s
.tcJu>:as que el muro que _la nobleza trata dG levantar.,L'n turno suyo.
1 L PROCLSO !JI L\ e 1\ 1111 \LIO\

L<~ ~,:oacciún que ejerce el cntnuHadoTI't-'ciciHc de llmcioncs


lli.T UJHI pn_·yísiún mayor,- una autodisci_plina HJÚs estricta~,
Ljón mús sólida dd_:supcr-yo se hace \'isible, primeramente, en
tros funcionalus.-Después \'a integrándose unacaotidúd su 1
l~)S funcionales·dcntro-d(' Occidcíltc. Finalmcnfc, comknza en lns
cw'opcos la misma transformación de las funciones sociales~·, con el
compúrtamicnto y del conjunto de-l aparato psíquico aunque wu""''"'"
dos en fol·tnas cidlizatorias antc1·iores: Esta L's la imagen que Se obtienl·
do Si.' tri\ln de ohscrntr el curso del tnodmiento dvilíz;:itorio occi
la- sociedad considerada en su conjunto.

IV,; EL ACORTESANI\MIHNTO DE LOS (;tJERREROS

Lü_sociedad coJ'tcsana de los siglos XVlly XVIII y-, cspcci<rlll'K'llt(;, la¡>nl>l,,,>/2


cortc:-.an<:r de Franci~l, -quc-consti t u~--.1.' su ceut ro,- t icncn una- púskión
liar en el conjunta de este moYirniCnt() de-oleadas, de este ·deScenso
fonmis de -Compol'lalnienn·J elevadas V ascenso-de las ii'Ifcriol·cs y u,''"',.,
bricaciún dl·finiti\'a en cíl·-culüs cada \'el. I!JÚS amplios;-COillO
los- cortesanos -no son los -inventores- o e 1:cadores de la
na! o 'tic-la --üJOdi[kacióll I~C'f?U lo1 r del cm¡jqntü del- comp()rlftniJel\lC>,
S(\ como las dcrnús pcrsonús dc11tni del mm·imicnto siguen las t:oiJC:·ck>ill):
hnp:ucstas por el en t nunado- dt: hú; n~lacioncs ·que no han sido pléHH:C\Cla~.
por indiYiduos o grupos nillg"líllos. Pcro-cs-cJi esta sociedad cürtcsana
de se acwnula-cl Gij)ital-dcmuchús fonnas-dc comporlamieniü .Y de
soci,\1 qLít>, luego; se mezclan cün otras, -se: transfonil<tll -según ·Ja sit
de_ l~'s rcspéct i\'as e l~tses y sed i fq ndc1f en cí re u los fimcionales rada
a1i1plios -C<-11':\ctcrizados por-la obligación de la previsión 'a lllÚS' largó
Su -slt nación especial -lmce-(¡uc los hombres de la buena- .soci,,d;o¡de<>rtcsanéG'
sean. 'owjores-cspcciüli~t~ls en la .tonfiguri.teiÚJí y modclaciúr¡.ckJ 1
1ilicnto en el trató social que cmdqukPotro'grupo occidentaL Ello se
a que-,'-~t dífercilda d¿_· todos lüS deniús-gh1pos que ocliparü¡)Jucgo lá
ción de clase-alta, cstos-cortcsanos-licncrr una función' social, por supuestQ';i;
(JCH>- cnrecé¡i--dc· prúfcsi6n.
Y nú solamente-en el proceso de-la ch·ilizaciún ocddcntal, _-sino en 'ot
p~·ócesos civi lizatorioS~ por cjcrnplo, loS de Asia Ccn t rnl;-¡ icne' la misma ·
pilrtaucia lü múdclaciún del comport-amiento en las grandes coi·t
('¡·-:n t rús-admi n ist rat ivos dt.~- los JúOllOpol i'us· da ve de los ingrt:Sos y --lci
da fís"ica.- En dedo, en la sede del Se-llor -mühopolisw cóncuiTcll ¡ndo<' lti's'
hilos de uí1~r 1-cd· dc_-_interdtpéJJdeiKias'lk~ cicrta-c.\.tensión, Aquí
sé-cTuz;:'r ün riwyor número de cadc!ül$ de acciones mús proJ,onge>cd<"
l~J(ó!idqtíü:Totf·a parte-del entrarnr\do.: Ni siquiera los h
de ltu'ga distancia en los que se cnúwntran liüplicados centros ftulCilüi'IU!\
de• t;dn ~~~'-~C ioS'ti rbanos rcSul L~Hl- 'ser duradci'Os y estables' si no cstáurlr<Hc'l\
düs ·durante una época coJlsidcrable por ün ¡x~dcr central fuerte-,
nJL'ncia, kl:prcvisión a hrrgo pt1zo, la--reg\daCión estricta dd comnort<\IYiÍQ!lj
RESEMEN: ilOSQUI'JO DE· E'\A.fEORÍA DEL\ CIVIUZACI<ÍN 473
Cstc_{)rg<:mo central a_IQ~-funciomlrios Y-<J los propios príndjK'S
rep 'y servidores, ~s mayor quc:cn cüalquicr otro p_untq.
las normas de ctiqut~J~\ pone de relieve esta situw:-ión._ l ht\
<>n<mm<' cantidad de asuntos prqccdcntcs tlc todo cJ_ámbito.de sobér<~­
t'.onvcrgen de modo directo o _indirecto sobre el scfwr (:cntraL y sú
m(ts inn)cdiato; cada gesto, <;ada_ paS<H1UC da este sc1lor central en
circünstancias, prqyoca consecuencias insospc<;hndas y de Jnqio al-
isamente porque clmonopolio__ aún _tiene un carát::tcr intenso de
¡)rivado o personal~ Sin esta división exuc_ta, sin_es_tn <.;ontcn<;iún
anciiunjcJ"to di[qccnci~H.ios, se produciría t~l di:RCOJícicrttJ Cll ül eqtJiU-
dc- la socie,::dad_que _r,onst_ituyc la l?<lsc·del trabajo .pacífico"
'""'''mm monopolista, De csl('_ modo Jodo nwyirnicnto y todo
importancia etl el ún1bito de sobcra_ní;t_dcl pdtlCipc-afccta
cort<:S<'IIl<\S)' al cntorno_clcLsci'ior en sentido estricto .v.amplio-lior in-
si no dirCcto, cuando mCnos indirecto, de la ¡wrson;_nJcl sc(tor cc'n-
y_dc sus l)linístros. De modo mediato e irÍmcdiatü,_el cntr<~mado en-el
: inCvitah(Gmcntc está inclusa tod~\ persona en la sociedad, obl_iga a uila-
'"'"'"c"' permanet)tt, a una vigqancja estrict~t de todo cuanto se _dic •.}_y'
cuanto se hace.
constitución de monopolios de la violencia y de _la h~lcien<-h:t,-así"comú
grandes ~ot:tes en torno-a estos monopol!os_.no.qs mús' que una-m~uli~
ión parcial en cl_cursod<J proccsos-_ch:ili?.~itorios gcncrnlcs.J\_'ro, al
tiempo, es una manifes-_tacion cla_vc, que nos da accc};(_).sin-grandt:s
'ic1ultadcs_al rnccanismo ~le este proceso. Durante una temporáda, la gran
rcar se cn~ucntra _en el centro de aquellos _ent-ramados sociales que
snllUV'en_y_manticnen una civil_izaciún dcl_comportamiettlo ..Cuando se, in-
géiw_sis so_clahlc la·Cortc, se descubre una dt: cs~\s tt·nnsfol'itt<lc-iü-
lVliiZal•:m"" que tiene Un<l:in_lportancia espt:cia\ y qucr ul mismo ticn-í-
;pr·esup'0111C u_n requisito para todos los demás_ cambios en -In din.>cdón
cnliiJzaci<)n: se descubn; que, poco-a poco, crl-lugar de lllla.lloblcza g:uc-
"''•."l'... ''"·~ uua noble-za domesticada, con sentirníentoscontenidos, úna
esa na. El acortesanam_iento_dc los guerreros es uno-de losJac-
ré>;d,ocisi\11JS no solamente del proceso civiliz_ntorio occidetilal_s.inü dc.to-
proccso_ciVilizatorío cn_lt) medida que se nps alcanza.:No.cs nt:ccs-a-
' sin embargo,_ quc_d_enlro de este acortc-sanamicnto, de csta_pacífi_,
interna -de la sociedad, ,se dan grados:y cscal01_1es_muy.-din>rsos. -En
se produce, el <Ú.;orteSatlatnicnto de- los gu_crreros de _nlt>tlt>-paula,_
Par_tir d~ _los, siglos XI y XII y a!G.m?<-l SlLcul_qtin_aciún-_en los siglos_ XVII

an-·iba hcm()~ expuesto etl_dctallc:cl mccanistno d~ este. prüccso: en


cncontramos_el ¿unpo libre c_oi:¡ sus castillos y sci)oríos; la intc·
de los seres hurnatl(JS cs. escasa; Ia intcnlcpcndt.mcia col idi~uw de
ros in_di_viduos y, ~!1 cqnscciJcnc-ia, el hQt'izontc de la rnayor:pat"tc de ·
UlliCt'nm.s- y dc __ los campesinos no supcra:d-drculo 1i1ás -inmediato:·
localislllO era la caractCríStk:a más úcusada del a gurójia de la .Alta
Media, CJ_localisn_Jo primeraincnte del a tribu v de la--J';lropicchtd tcl'ri·
q~Ieluego toma la forma de_ aqtú;llas_unidad¿s feudales y.scfíor_ialcs
474 IL I'ROliSO DI L\ UIIIIZ\CIO\

:--oh re las cuales descansaba la sociedad medievaL Estas unidades


Íltdcpcndicntcs tanto política cúmo socialmente y el intcrcah1bio de
tus L' ideas estaba reducido al mininül>} 1' 1'.
Poco a poco \'Cl1lOS surgir dc_l.conjunto de castillüs y sciioríos en
1\.'tTitorio algunos cU_\"OS sdiorL's han conseguido umt posición de .sUni·,.h[\H;•
cí~1 en un úmbito nut~·or o menor a tran:s de intensas luchas y del aí.u
continuo de su propiedad territorial, así como de su poder bélico". 1\
~idcncias de estos scfíon:s, en conscctK'nda, afluye una cantidad ¡···'"''·''2
bienes, por lo que hunbiL•il se com·krtcn c11 refugio para una can ti"""''"'"'
hit~IJ 11Ht~·or de indiYiduos, en (¡cortCS"l> en un sentido lHK'\"o dclténniiH_):· ;
pcrs01ws que acuden a busGu.<hportunidades, entn: ellas una cantidad·
da \"ez muyor de guctTeros'pobres: ~-a no son tün indcpeúdicntcs conio
guerreros libres que i•esidían en sus sefwrios mús o menos autárquico":L
dos ellos se enfrentan en una especie de competencia númopolista. Así
en este cín.'ulo, todavía reducido en comparación con las (orle::; '"·"'"uus' ,
las. la cotwin~ncia <.k' los seres liunwnos cu~·as acciones se influyen tn
mente·, obliga a éstos.-_-~: incluso a los guerreros que cstáil inmersos Cn
tramado, ü un cierto grado de consideraciún,·de pn..'visiún·a largo'"'""''·''
una t'l'Yisiún mús estricta del comportamiento y, en especiall·n el,,.,,,,.,,,
la se-flora de la cot'tc- de la que dependen, a una nw\"or contcnciú·n de las
cioncs y<.\ Úna transform<.Kit"Jll de la estructura ~{fectiva. El cúdígo de
portamiento cortesano nos da una idea de la regulación de la conducta:
cancione~ de los tro\·adon:s 1-"1 nos dan una impresión de la CO•Ill<•nw;,,,
bs pasiones que se hace ahora ncces<.~ria y conlún en estas cOrtes
\. llll'non:s. Son los testimonios de los prillleros impulsos en aquell
~.-'iún que, finalmente, h~1brún de llenu· a un acortesanamiento "'""""!'''"' il<•
la noblezn y· a una modificadún duradei·a de·su comportamiento en el
tido de In <<i.:iYilización». Pero la red de interdependencias en que
nwrso el guetTero tm.hn-ía no es muy amplia ni muy: tupida. Si en la
es IH..'ccsariú sonll'lersc a cierta contención, todada hay un sinnln ~
pcrsoÍHIS Y de situacioiH.'S frente r1 las t.Uaks 110 es nt.·n·sario aceptar"'''' ,,
cir"m alguna. Todada cabe abandonar al seilor ~·a la sdiora de una
con la esperanza de encontrar alo_jamiento y empleo en otro lugar.
minos e·slÚil llenos de encuentros desl:ados e indeseados (¡ue no
una regulación especialmente estricta del comportamiento. En la
el trato con la sel1ora, és posible" que ha~·a qw:' reprimir los actos
~·la nwnifcstadún de las pasiones, p<;ro el cabo\1\cro cortesano es aún,
cipalmente, un guerrero y su \"ida una sucesión casi ininterrumpida
ITas, de combates.\· de actos \'iokntos. f.as coacciones del entramado.
pacilkado, que tratan de conseguir Ltna rransformaciúli profunda de la
tri.ictura afectiva, todada no <\ctúan de modo PL'I"IlWilLnHc e igual en stf
da, sino que- solamente ajxu-cccn de modo parcial y se quiebran de co"n-tí
sustituidos por coaccíones bdicas que no pcnniien ni c.\.igen una'"""'''''''''"
ciún de los akctos. En consecuencia, las pautüs qtie- se impone e-1 catn1,il\'.'9';<;,;
cortes~mo en la Cortl...', ·sú_lo en escasa medida se t J·ansforman en cosllinllJ
inconscientes, e11 nwcanistúoS mús o-menos a"utom<lticos ·que ':,~¡',:;,¿t8~~'
le reprifnen. Durante la t.•pol·ü de flore.cimícnto de la sociedad c"h
RF.Sl \lE\, BOSOLTJO DE l \\ H ORI \DEL\ U\ llll\UO\ 475
W""'l<l, los preceptos de educación ---a los cuak:-; \anos hemos rcleridt) -~
tan, en buena rncdida,·talllo a los adultos como a h)s ni1los, El res-
a estos preceptos de cortcsia, no es tan c\·idcnte en el caso dl' _los adul-
pucda dejar de hablarw de ello. Las incitaciones contrarías. no dc-
jamús de l~t conciencia. Todndn no es muy fuerte ni cst<'\ dcsa-
el aparato dl' autocoacciún, vl <tsupcr-_\'<»>.
Ita aquí, adcnós, uno de los tll()Lorcs principales que postcríol'llll.'lltv
sociedad absolutista·cortcsana, c<)ntrihuirún cn gran medida a la con-
li<l<l<'iim de los buenos modales en los indiYiduos __\' a un r..:finamicnto pro-
·ivo de estas formas: el empuje de las ch\scs burguesas urbanas frcntl'
nobleza cs. todavía compara 1iv~Olll'll te pcquc!lo _por lo que t~unhiL·n- es
>mwíh]a competencia entre los dos estamentos. Sin duda, en las cortes
no,n;¡¡ ""'compiten ya lo.". guern.-s-os y Jos ciudadanos para conscg-ui r igua-
oportunidades. Ha~· trontdorcs hurgtwses y troYadoi\'S_aristocrútic()S
uc, tan1bién a este respecto, la corte caballeresca muestra ttna_cstruc-
parecida a la que habn;mos de encontrar más_lardl' complet¡ltnl'tHc
en la corte absolutista: ~tscg:w·a la con,·in_·ncia pcnnan_entc de
'rsonas de origen bl!rgués ~-de origen artistocrútico. Postcriormt~ntc-, en
monopolio de la \·ioil'ncia ya t'llll'I'<Hncnll' consti tú ido, l'n in tn··
opl'lH.JeJJCJ.a funcional de la nobleza~- de la burgués la, así como la posíbili-
de su contaclo permanente~- de sus tensiones duraderas, SlTÚil lllUY
·incluso fuer<-1 de la Corte. En cambio, los contactos ctHre lo~ bu 1·_
·y los guerreros en-las eones caballe1·escas siguen siendo toda da una
.<.lll.II'CS<ta<;Jc<Jil relativamente insólita. En los úmhitos no cortesanos· de esta
>oi•ednd la inlcrdep_cndcncia y las interrelaciones c'ntre la burguc~ía " la
son toda\'Ía mu~· c:-;casas en comparación cou las L•poc~1s antc.rio·
Las ciudades.\' Jos scilorcs feudales de su entorno más inmediato se. con-
mutuamente como unidades políticas-'. sociaks C:\tral'ias. Un;_t n 1a.
IIGSU\Cion clara de es la escasa diYisiútt fllncionaL Ull~l ·prudnl \"isibk de
Ita de n;bciún entre los distintos l"SU\llll'lllos. es el hecho de que la
~'la difusión de usos o ideas es n1a_Yor entre ciudades, entre cortes,
trc monasterios (po¡· tratarse de relaciones dentro de la 1nisma _cla0l' ci1
t•S•Ocic<Jad), que entre los r<1s1illos y las ciwbdcs de la mis111a zona 1\~- y
es la cst ructu rü social. pod riatnos decir L1 '·, ;¡¡ 1 ; <t--.vila que l'S nelTSLI rio
· sicmpn: a la vista para compn·n~kt· \':~.;o!_ l-.\ o,:strudunt, t..'sos otros
i'o<ce>;os socia k·.-; que nbocan paulatinamen_!..__ a una «ch·ilizución, cadn \"ez
intensa de la autorrcguhKiún psíquica.
este caso, como en toda sociedad de econoJUÍ<l prcdon1inantcnwnte IHt·
siguen siendo muy baj<JS el i nlcl-'l~tllnbio, el cnt ramado, _\;:¡ i n_tcrdepen-
entrc las distintas clases sociales. en comparación ron las épocas pos-
'n•m·s. Ie:ualmcnte, resulta menos ~:quilibrado el estilo de \'kl<1 c11 ""Cill',
El pod~r de las armas, el potencial bl·lico ~-la propiedad mantil'nc1~ un;:~
est l"l~cha.
<;ampcsino desarmado por lo tanto \'Í\"C l'l1 una sillwciún de supedit; 1-
y se encuentra a merced del caballero armado l'll una nwdida su¡w"
a cualquier otro ser humano en h1 \'ida cotidiana en las épocas poste-
en las que ya se han constituido monopolios de la \'iolcncia públkos
·tf6 EL PROCESO lll L\ Cl\ 111!\CIO\

' esta t a k~: Pqr otro '1 adp, el' cabal! e ro armado, -el guerrero,- es ""·'c'"".!l
·libre \, su dcpendcn-ci~l fundoiu:tl·dC loS ·individuos:dc La clase mqa•·----:·cl
pcíúJ~nda que, r)or supuéstü, nunca falta~-~·.-cstú mucho tnüs lit
cias a l.:ramcnaza inmediaUl y física q'ttc él1nismü Stlpont!, de lo
en las 0pocas posrCriórcs cualquit¡· vínculo de dl'íw-ndénCia dc-las-clas.os•,(lcJ
pcriores en relación con las inferiores. Y algo similar sucede- con el
de .;·ida; t<:únlfiCO Ü(juí c·s extraordinariamente graude el contrast<.' ,.,,,;.,eL
clase alta y l;l bajn en ésta-sociedad, especialmente, (_\csdc lucgü, en
crr que, cnt re ·]á !llaSa de ·guerreros, sl1rgc un núnwr()- c;üh--\·cz mcnot·;
séilorcs espcci~llmcnte-podcrosos y-c-nriqu<.::cidos.-Tütnbi{~n hoy encont 1
grandc·s-coiltrastcs al)álogos Cl_l-{unbitos humanos qnc.:•, pÓr suc,ili'UC'tlll'"
chil-, se encucntnú1 1nás ('~rca de la sociedad -medieval üccidcntal
Occidente actual; por cjcmplo,--cn la India (fCrl Abisi-nia lüs pert<,¡t,ec.ier•l.&i[\
a los grupos en !.n-cúspide social disponen de un ingreso muy
<:m¡Jkan e1i proporción mayíor a l_a que se aplica en Occidente L'n el uso
sonal. en cl·consuino d\,' lujo de lo que nosotros llarüaríamos su (<vida nriiv\>i'ic
da,-;-csto es, en \Tslinfcntas y joyas, l'CSidc¡k·ias y cahallos, en \'ajillus
c"onli(bs, en fiestas v··en otras diversiones. En c·~unbío,- los miembroS:
(,'la se- bajü, los c::úhp~sinos, viven crr la-miseria y hüjo·Ia- amcn.:tw pernduli''\
de Únü nHilü cosecha o de un período de hambre; pdr- regla gCnCral
dudo dé su trabüjo ape1ías t:tlcanza para protegerlos de la inanición;
\'ehk \:ida es considerabkmcnte infcríor al de las demú.S chlses en
cicdndes civilizadas. <<SOlamente cmi.ndo disnlinuycn e-stos contrastes,
dü, bajo la pf·cSión de la competcncia.-quc afecta-a tf)(_hda sodedad; ,-,a
tük•cit..'-lidos\~ poco a poco h1 divisiór'rdc fuiJcioncs,:la·interdepcndCJH:ia
L'IHn\mado de las divcrs~1s fnncíones sobre ámbitos cada vez más anmllii•'c
<.·üando_ tarnhiéJYaurnenta la depéndenciú-funciOilal de las clases aftas
n• -el poder social de las inferiores así como su nivel de "dda, s.•oll;llllcn
tonccS-IICga a establcccl;sc esa-previsión pennanen té a ·largo w; v "'"' ,,¡,
tcn(iúnl>- de-lns ch\scs altas, ese impulso- permanente de las
lúdas la_s ol ras modificaciones que con fluyen en la-difusión del
e h·i 1iz;.lt<iri"o.
Al ¡-n·indpio, en el co¡nicnzo de este movimit..•nt_o,'!os guerreros dn'n 1
\'ida -mcís o !llenos propia; <ll igual que viven-la Suya los ciudndanos o-1
C<nnpeslnos: La di'stnncia entre los" diversos estari1entüs, iíKluso cuan,d(l
nm cin:ontatto, sigue siendo muy gt'ande; unos y· otros tienen distintas
tumbr~·s, distintos húbitos, \·cstimentas:o modós de divcrtiri->c,'si bie1i
lo-quc:y~l-sc notáü bastantes influencias ll1Htuas. Los contrastes soclilléS
coíiiO- guStan deci ¡;·lüs ·perSonas de urf l'títi!ldo níás honw'géilCO,' la- vu·.ri•cd:,)t!.cF
de-Ja \'ida-es -rúuy !J:I'aildc. La clase su¡~crior, ·¡a Yfoblc"za, tüdavía lÍO cslaSQ\é
lllL't ida il il illt~tíua pn..·siúrr social-tíütablc de abajo, y la propi~1 bui'gucsi
naS lc-discuk sú_funcit'Hl o ~u pn~s-¡¡g¡o--sotiai.: La-noblc;r.a no se ve rii:C<5sita:<•
da de contener sus impulsos o de reflexionar de continuo-para
su pm~iCión (k cl<lsC superior it1tacta. El nóblc tiene su jJropicdad y
dat:d pdigl·ó fund~túlcn-tal para el guc(r"cro, s<Jn los otros·gucrrcrós.
st.,-cltenciÚ,- también cs-mCríár el contéol·quc -lo~ nobles ejercitan entJ\~
sobre sli tonipo-rt~tmknto·difcrenciado y;íncnor,: faiuhién, cn-este-pun
RESI'ME\o llOSQEEJO DE 1\,\ TEORf,\ IJF. LA CI\'IITZ\LIO\ 477
e~ el _a u tocont rol a q uc se ve obligado cada. caln1llcro; -El- guerrero se
nt,crnuch<i más- seguro y mucho mús-cómodo en su Condición social qtll,'
cortesano. No tiene por qué excluir de su-vida lns aspeCtos rudos
uJgaces. El n:cucrdo de las clases inferiores no tiene nada de preocupan-
él, puesto que no implica-ningún miedo-coiJCrcto y tampoco-cx-isk'
ión social alguna en la conducta de la clase supcriúr-_cn relación
lo que pueda recordar a las clases bajas.- La visiótl_dc-l!>s-mkm-
de las clases inferiores o de. los gestos de estas clases no-prodw_ .-{_' ~_~¡,-,_
sentimiento de c:-;crúpulo, sino de dcsiwCcio, qüc se manific$ta de for-
ii-rratente, sin ningún tipo de contención y sin ninguna consideración.- La
«Ojcadéi·:a la vida-de un caballero•> IW que echamos en 01 transcurso
trabajo, nos da cierta impresión de esta aCtitud, por mús quc.eiJ_-tJa·
dcrctttrlCl!Ud que allí empleamos procedía del período postcri()l· de h1
naitc,.·ta cortesana.
·arriba hemos examinado c"on detalle y·dcsdc diversos-puntos_ de \'is-
proccso por el que los guerre-ros _!)e ven inmersos poco a poco <--'11 una
de interrelaciones mús tupidas y mús arnplias con otrnS clases)! grupos
es, el proccs<fpor el que una cantidad cada vci. mayor dc;aqucllos- in·
en dependencia funcional y,Jinalnwnt_c; inst-itucion.nl. Se Ín:tla.dc-pro-
, que duran siglos; que transcurren en untúlinxción similar: la pl·rdi-
dc !~1 ~wrarquia militar y <~coÍlúúüca de los guerreros ,V el acortcsanamicnto
de .estos.
siglos XI y xrr se_obsen'anlos-cfcctos de estos mccanísmos.de
.fCIITCitaCHm,, al consolidarse los grandes poderes lcrritodalcs y-al·conccn--
grandcs cantidades de personas en las cOrtes principescüs nwyon·s
rncnor·es entre ellas una serie de guerreros menos-favorecidos que bus~
empleo.
a poco las grandes cortes de los príncipes feudales ücaban superan-
a las dem::ls;-únicarnente los pertenecientes a_la-<.::asa real tienen ahorá
'lidnd Jc n1r.:dil" sus-fuerzas con los otros. J.. a mús-rica y.bhllallf~
cortes de-este grupo en cornpctcncia, la corte borgoílona, nos pc¡'mi-
.h'"""""'"'lllla idea: del carácter lento y paulatino de-es le proceso de: acor-
icnto de los guerreros.
''''"""''""""en el siglo XV,- y especialmente en ci-XVI,_se acelera-todo el
icnto que da el _impulso a este acortesanamiCnto dé los gucrn.wos, y
se acelera lu divisióu de funciones, la ifllcgraciúll, la intc1'rclacióJi
'los y clases soda les cada vez tnús aiTl.plias;-E_sto--puc<.k verse con
cla"ridad en-el mo"viJilicnto de aquel inst-rumento Social cuyo uso y- Cll"
"'"""'""'"""'".muestran con exactitud la división-de funcioncsrla-atn-
cl tipo de las interdepcüdcncias soc-iales, esto es, en el 1110\;iln!Cnto
"ICUIWii"O: la masa monetaria crece_.rúpidamcnlc y con _igual r_apidcz dismi-.
c_apacidad adquisitiva o el valor_dcl dinero. Este -¡-úovimicnto, es de.;
tcnclt:ucia a lü <.ksvaloralización dcLdit_tcro acufíado, comienza, en la
Media temprana uJa par con el acortcsanamicnto de los gücrrcros;.Lo
en la transición de la Edad Mcdü1 a la-Echld--Modcrna no es la rnoí1é-
r)):ac:¡o,n, la disminución de la- capacidad adquisitiva del- metal.acutlndo
tal, sino la velocidad y. la-magnitud dd.movimiento. Como suc_cdc cotí
EL PROCESO DE 11 CIIII.IZ.KIO\

fru:uencia. lo que c'n un principio se nos presenta como una


ci(-Jll cuantitativa, si lo considcr~unos con mayor detenimiento es cxnr,,,;,;;,:C:;
dl' un cambio cualitatinJ, expresión de modificaciones en la estructura
las n:l:u.:'toncS humanas, de alteraciones en la estructura social.
Sín duda la dcsntlorización acclcnula del dint:ro no constituye por sí
la la causa de las t ransformacioncs sociales que son cada vez más CVI(I<·nlcs
en esta Cpoca: es una manifestación parcial, una tuerca en un tn<C'C;'lni"""·';.
complejo de intcrrdacioncs sociales. En esta época crece la necesidad
dinero bajo la presión de las luchas competitivas en un momento y cst
tura determinados; los seres humanos buscan y encuentran nuevos
Y lllK'\'OS medios para satí!Júccr la necesidad dineraria. Pero este '"'"""n'"'"''
tiene un significado m u~' distinto en los diversos grupos de la sociedad, cá-~
mo se ha se1lalado más ¡_uTiba HO; se muestra en esto el aumento en la dé:
pendencia reciproca y funcional de las di\'ersas clases: en el curso de toda
esta transformadón resultan favorcddos los grupos que, por la función
cun1plen, compensan la dis-minución del poder adquisitivo del dinero
siguiendo mús dinero o un aumento correspondiente de sus ingresos:
es, cspecialmentC.Ias clases burguesas y los titulares del monopolio real
1110 los reyes; en cambio, resultan perjudicados los grupos aristocráticos
gueiTcros que consen·an el mismo Íllgreso~nomiual, pero disponen de ~un
ingreso real menor en cuanto a la capacidad adquisitiva, a medida que vh
desvalorizándose el dinero, Las consecuencias de este movimiento son
que en los siglos XVI~~ XVII fomentan-el crecimícnto de las corlcs~y, poi·-
lanto, el aumento de la dependencia- inmediata de los monarcas
que, por otro lado, los~ ingresos-fiscaks de los reyes crecen de tal modo
cada \'ez pueden mantener a una cantidad mayor de personas en sus res.~
pecti\'as cortes.
Cuando consideramos la herencia del pasado como una especie de
de illlúgcncs .v. sobr<-· todo cuando concentramos la atención sobre el
bio de~ los :<estilos>>, nos da la impresión de que de vez en cuando
variado n:pcntínamcntc el gusto ó el c:-;píritu de los seres hurnanos mctHarí~
te una mutación interna: vemos <<_hombres góticOS>>, dwmhn~s del Rcnad"~
micntOl>, <<hombres del 13arroco''· Sin embargo, cuando tümnrnos en consF
de ración la estructura de la red de interrelaciones en que se encul·ntran in-
mersos todos los índi\'iduos de una época concreta, cuando estudiamos
dt.'lcnimicnto los can~bios de las instituciones en las que estos ho,nonhreil\'11 1
\'en, o lns funciones que fundamentan su existencia social, desa
prinwra impresión de que la mi'sma mutación se hubiera producido
momento dado,~ repentinamente, de modo ciego, en muchas ah nas i1
du~liCs. EstaS~transformacioncs precisan de mucho tienlpo y se nm on•uuw•·
cicndo paulatinamente, paso a paso, ·"en gran parte con todo si g-il ,
nos para se~nsibilidades que solamente pueden registrar los grandes ;w,nn·IJ ..
tecimicntos muy visibles. Las gnü1des e:-.;p\osioncs en las qm' se tru•usf<)r''0•·•
mande modo rctroacti\'o y, precisamente por ello, con mucha cllao·l<IHCOI, '"''
existencia y la actitud de los individuos, -nü son más que manifcstaciúoorc.!ic;
parciales 'dentro de cambios sociales lentos y a rnenucJo inadvertidos,
\OS efectos solamente son cornprcnsiblcs cstablccíendo-una co•rnparaci<~!~'i
RFSl \IF\: UOSQl EJO IJE 1 \ \ 1HlR\\ lll L\ lll IL\Li< lO\ -179

distintas generaciones _\" (.:Ollsiderando las difCrL'ncias entre l'"l dcst i no


de los padres_\' el de los hijos por un lado_,- el de los·padres y el de
nietos por otro. Esto es lo que sucede con el acortcsamuníento de lo~
ITLTos, con aquella transformación en <:UYo decurso una clase all<l de
,·icnc a sustituir a una clase alta d~· guerreros libres. Incluso en
imas épocas de este proceso, toda da muchos indi,·iduos considcran
a n:alizaciún de sus deseos, de sti existencia, de sus afl'ctos ,. (_k su~
:ltl:ínac¡otw,· se consigue llc,·ando una \'Ida de guerreros libres; ¡w.ro todas
apetencias y aft·ctos resultan cada ,·cz mús difíciles de realizar a i11C·
quc van t ransfonnándosc lentamente las relaciones ·hurmu1as. Las fu n-
que habían de constituir el úmbito de afectos desapan:cen del en! ra-
de las relaciones lnullanas. Y lo mismo sucede, por último, con la corte
uta, que-no es la im·cnción o creación de algún indi\"iduo concreto en
n mon1ento (hldo, sino que se constituye sobre la base de un dcsp\aJ.a-
iento paulatino de las relaciones sociales de fuerza. En esta Corte, todos
· individuos se ven oh ligados a integrarse en una forma esp~cífica de re-
iones por medio de una interdependencia concreta con los _demás. Esta
rrdc•m'n':lclleia cs la que mantiene a los indiYiduos t.'ll tal s:itua~...·iún. De
modo, este en traillado de interdependencia produce la corte- que, a su
se reproduce en cuanto que institución consolidada, conjunto de n~la­
humanas superado ras de los propios indiYiduos, en tanto esta forma
:¡,¡¡u·cta de dependencia recíproca \'(1 ampliúndose a círculos cadu \·e;, m<.is
de individuos en virtud de una estructura determinada del conjuh·
la sociedad. Así como la institución socíal de una fábrica no es cotll·
siblc si no se trata de entender sobre el trasfondo de la totalidad del
!'lodal que produce fúbrkas, la causa por la cual unos· índidduos
están obligados a prestar sus scn·icios como empleados o 1rabajadores
empresario J' la causa por la cual el empresario, a su \TZ, depende de
servicios y prestaciones tampoco es comprensible 1~1 itl:-;lituciún socitll
corte absoluta mientras se desconozca la fúrnwla de necesidades, cs-
·cs,·cl típo y la medida de la deí)l.-'ndencia rcctprocu por medio de lasual
recen éonjugados e integrados indiYiduos de distinto tipo. Solnmenic así
· aparece la Corte como lo que era realnwnt~.'; sola'nw·nte así dej;_¡: d~..-'
ír<nTrros· una aglomeración casual o urhitt·ari;t cu_\<l r;tzún de scí· no-es
ni neCesario averiguar, .v adquiere¡·\ -"l'lll id1J r.k un entramado· de
;¡an,cmes, humanas que, durant~...· una epot'a, Sl: rl;produ..._·...:·n de esta m<HK'ra
ofrecía a rnuchos individuos oportunidades para la satisl"ncciún de
necesidades, o (kpcndencias socialnieltlc e-stablecidas.
Más an'iba hemos mostrado la constelacíún de necesidades gracias a la
se reproduce continuamente la <icorlC>> como instituciún a lo-largo de
sucesivas gencr~Kiones: la nobleza: o, por lo menos, parte de la nobleza
qbn ¡il rey porque con la constitución progresiY<rdel monopolio, ha·
desaparecido la función del. guerrero libre en la sociedad~· porque, al
:thretlt¡\!··la inlerdependcnda monetaria, los productos de los sef1o1 ios só"
permitía llevar una existencia modesta en comparación con el nin'l
burgues.Íá-as<.;CtidcJltc y a menudo ni eso·.v. desde lu~...'go no le gara11tí·
una existencia social que mantuviera su pn;st igio cümo clase supt•l'i(Jr
~xo. U.I'ROI \S() 01 L\ 111 lUZ\\ 10\

1rt..~JHc a la f01·udcza creciente debs clases burguesas. Presionada por


cesidad, una parte de];;~ nobleza --que tenía espernnzas de encontrar
tipo de acomodo---, se integraba en la Corte y, con dio, en la tk'J)tOtHieJ~c
inmcdia_ta dé! rcv._ Sólo la vidn cortesana nbda a los nobles_ un ún1bito
cial en el que pu.dicran encontrar acceso ¡t las oportunidades ccon¡ (,.,,;;. ..,'
_\·de prcst igío social que pudieran satisfacer la aspiración de una exislen. ("
cia rcprcscnU\li\·a de clase alttt. Si los ~1ristócrutas se hubieran inte¡•·...........•.•
única o principalmente en las oportunidades cconón1icas, no huhkran
do que intcgran;c en la Corte; nmchos de ellos hubieran podidücnJr;iiqtw<·e•'•·
se po1· vía dcl_matrimonio mejor y con rnús eficacia que \'ivicndo en
te. Sin embargo, para cru-iquecersc median k el comercio, hubieran
que renunciar a su título de nobleza, se hubienm degt·adado a sus n,.,,,,;,;,,
ojos_\' í\ l<)s de lvs restantes aristócratas. Pero precisamente lo que daba ·S(]Il·
tido_v nteta a su Yida desde su propia scnsibili(lad, era la conservación dé
las (Ústancias fn.'nt\' a la burguesía, su carúcter nobiliario, su pcrtcncn¿·¡~j
a la clase superior del país. El deseo de conservación de su prestigio -
.mental, la cxigc.ncia _de (<distinguirse» corno motivación de sus
prim.ada sobre-'L:t necesidad de riqucza·o la acumulación de dinero.
bies no iban a la Corte y permanecían t:n dla sólo porque fueran ,¡, .. n,,,,¡;""""'
del Rey desde un punto_ de vista económico, sino que eran dc·pt>tHiit>ll
Rey porque sólo \'ivicndo en la Corte, en rueclio de la socie(l::.1d co,rt•CS<l.llJI,
podían mantener. las distancias frente a todos los demás w;í co_mo el nt·e,IL/c
gio_sobre los que descansaba su tranquilidad de espíritu,_ su existenci_a
mo miembros de una clase superior, la Society del país. Por supuesto,
parte de, la nobleza cortcsam1 al menos no hubiera podido vivir en"'"''"'
si no_ se le hubiera ofrecido una multiplicidad ck; oportunidades,.,.,,,,,;; ',
~·as_ delmús di\'Crso tipo; pero lo que esta cl~tSl' buscaba no en.tn posibil'
des dr existencia económica en cuanto tales -puesto que, como he·mos.di,;
eh o, hubieran podido encontrarlas y_ no sqlanwnte en la Corte~, sino
bílidadcS de ex_istenci<.l que fueran compatibles con la conservación
prestigio~~ de su carúcter arí_stoerúlico. Este vínculo doble, este \'ÍtKUI<>A <
t rav(~s de las necesidades económicas y de prestigio, es característico en
yor o menor graclo de _todas las clases_ superiorcs 1 no solamente de !Qs
presentan tes de la (.'il'ilit(;, sino tamhil'n de los de la l<ci.vilizución». ::~~~:;~~y}{,
ción que ejerce sobre el individuo el hecho de ser rnícmbro de u11a clase
modada)), ~~la ncccskhtd de seguir perteneciendo a ella, es tan f1.1crk ,, ''"''i '
Júodificadora como la coacción que _se deriva de _la simple necesidad
carse el sustento. Las dos rnotivacioncs constituyen una especie de"''""" ,,
doble e írrompibk que aprisiona a los pertenecientes a e_stas clases;
mero de los \'ÍnCLJ!os, la nt;cesidad de prestigio, el miedo a_.la
mismo, In lucha contra la desaparición.dc.las diferencias sociales, nQ
dt' explicarse únicamente en función del otro vínculo, como si fuera"'"' ''''''H
gt:ncin ocultü de mús dinero, de nta~'olTS ventajas ccouúmi{:as, pues
lo hallpmos tamhk·n en clases o f~unilins que, a causa de·una gran nresWi!
cxten1a, se encuentran ni borde del hamhrc y de. la miseria. La exig<:m•.!\\'
de mayor prestigio social en cuanto motivo primario de ll~a'u:~,~~:,~;'~·¡,~~·::~¡
ltll'nle aparece entre miembros ck.clascs sociales que, en r
RESUMEN' BOSQUEJO IJE C'A TEORÍA DE LA CIYIU7ACI()' 481

disponen de un ingreso no excesivamente bajo, o en crecimiento pcr~


y que se encuentran muy por cncinw del mínimo vital. Lo que im,
Sa a estas clases sociales a la aclividad económica Y~' no es simplemente
wcc<csiu;I,u de satisfacer el hambre, sino la necesidad-de-conservar cierto
de vida y prestigio social. Esto es prccbarncntc lo que explica por qut;
les clases áltas la regulación emocional y, ante todo, el estahlccimicn"
autocoacciüncs es, por lo general, mayor que en las claSes-bajas Cll'-
EI miedo a la pérdida o, incluso, a la disminución del prL's~
social es uno de los motores más poderosos del cambio de bs co~v:cio·
externas en autocoacdones. Al igual que en of ras-ocasiones,- CJI- estas
caracteres de la clase alta, lo~; cáracteres de la «buena socieda(h, de la
''''"""'''"<ia cortcs::uw de los siglos xvu y'XVIII, son evidentes prccísamcn-
<¿n este contexto el dinero es un instrumento imprescindihlc'de
y la riqtteza; un instrumento deseado para la misrna, pero tu(hwía
es el centro dl'i prestigio c'orno sucl;de en el mundo burgués. A los ojos
quienes pertenecen a la sociedad cortesann, esta pertenencia significa
más que la mera riqueza; precisamente por ello estún compll'tamcnte
lados a la Corte y no tienen posibilidad de cscapnloria; iwccisamcntc
ello, también, es tan intcnsü la coacción de la vida cortcsdna que confí,
su comportumienlo; no hny ningún-o! ro lugar en el que pudieran vivir
de aquí que dependan tan est rcchamentc del Rey.
su vez, el Rey depende de la nobleza por una serie de razones, Neccsi·
la compafíía de una sociedad cuyos puntos de vista C()mpar!c. El he(_J10
-que las personas que le títienden en todo momento, ya sea a la-hora de
·, de dormir o de cazar, sea h1 m{ls alta-nobkza del país, satisface su
dad de situarse por encima-de todos los demás grupos sociales. En
ncccsila a la nobleza como contrapeso frente a la burguesía,-~-~~ igual
utiliza a la burguesía como contrapeso frente a la nobleza,- sino quiere
rcch<tci'do su úmbito de dominación en ntanto a su disposición de-los rno·
esenciales. Sobre todo, lo que hace que el sc(¡or absoluto dependa
nobleza, son las leyes de:l «mecanismo re ah. El fundamento de lápolí·
real es conservar a la nobleza como una clase diferenciada ¡:mn.1 nwúte~
el equilibrio de tensiones entre la nobleza y la burguesía, si11 pcni1itir
uno de los dos estamentos prevalezca so!Jrc él otro.
to-la nobleza como la burguesía dependen, pues, del Rey, y lambi0il
depende de la nobleza. Pero, por supuesto, la dependcnda de los' no-
al Rey es incomparablemente 1nayor que la-dependencia del Rey
a cualesquiera nobles, lo cual se pone de manifiesto en la relación
el Rey y la nobleza en la vida que ésta lleva en la Corte.
F,l Rey no es sohHncntc el opresor de la nobleza, toll!o cree un sector
la aristocracia cortesana, y tampoco es exclusivamente el apoyo de la
, como creen amplb.s capas de la burguesía: es ninbas cos-;;_ú; y t<.úll·
la- Corte tíene este carácter duaL La Corte es un lugar de domcslíca-
y de mantenimiento de la nobleza. (<Un noble», dice La BruyCre en su
sobre la Corte, «Si reside en sus- dominios en la provincia, vive- li-
pero sin apoyos; si reside en la Corte eslá protegido, pero es-esclavo.)!
tnuchos aspectos esta relación es análoga a la qüc se da entre un peque-
El PROCESO DEL\ U\ IUL\U(l\

I'H)-comcrcinntc autúno¡no y el alto empleado de una podCro:-;a cnlúl·e'"'


1niliar. Eri la Col'lc,.unn jJartc de la nobleza tiene posibilidades
guir un nin.>l ck ,·ida acord~· con su posición social; pero los nobles
clfcuentran ya en una competencia lihrc.y belicosa, como-antafio lo
los cabnllcros, sino en una competencia condicionada por las OJ)(l'rtttílil(ltl,;i.
deS _que reparte el seilor monopolista.- La nobleza no solamente vive
ht preSión de-este sc!lo1· centr-al, ni t<Hnpoco está sometida solnmcnte-a
presión de la compeLL'nl'Ía que ejercen tanto ella como un cjé1-cito de
n:\ de nobles rurales, sino que, sobre todo, se encuentra soml'lida-a lam-.rk
sión de las clases burguesas asccl)dcntcs. La'- nobleza cortesana se
gada n enfrentarse a-la fortaleza social creciente de csw clase. La nc>blcz:C\cj
\'ive de los ingresos fiscales y de los impuestos que proceden csencilalmenlc
del-tercer estado. La intcrdcpcndencía, el-entramado de las dist
dones sociales v, sobre todo, la íntciTclaciún entn; la noble:;;a y la ourguw
sía se han hcch~) mucho mús C!-:itrechos que las tensiones entr~ ellas.- Y
tic¡rípo que !-:IC transforma la e~tructura de-las relaciones humanas, que
indiddüo se integra en el conjunto de interrelaciones humanas, siendo
ddado por éstas, t::uúbié-n se cambi~da cstrw:tura de la concícncía y"'"'"' "''
ti\1i.:tura cmücional individuales, Una interdependencia mús cstreclui entrc:éi:{
las mús-diversas parles, así como la presión intcns~' y contínuada de
partes, Cxige y fomenta un autocontrol mantenido, un super-yo más ""'"''IC>
\'nuevas forma:-. de comportamiento: los guerreros-se convierten en
sanos:
Dondequiera que encontremos procesos civiliza torios rclutivamen
plios, observaremos también que en la niaquinaria histórico-social
nc-cn marcha_ la tra'nsformaciún de los hábitos, los- procesos son de cata({'(
k¡; análogo.- Estos procesos pueden se-r más lentos o más rápidos, pulcdclí
darse de _nwdo inintcJ'i·umpido, como en el caso que nos ocupa, o bien a t
vús de diversos im¡'mlsos y fuertes reacciones; en-cualquier caso, u11 acotlé"'""
sanamknto estable o pasajero, müs o menos profundo, de los '"'"''"''ms"sé
cuenta cntr"c_loS prcsup't!Cstos sociales más t:lcmentalcs de cualquíet
lnicnto civiliza torio importante al-menos poi' lo que hoy-sabemos. Y
que. la- iustitución social de la Corte tcríga escasa signifi_caciún real_ a
ra vista para nuestra vida contcmporánea,.cíerta comprensión <--k !á"'""'"'"''"
tuta~ de la Corte resulta impresciúdiblc-con el fin de entender el proccs"•li
ch:ilizafodo. Sus diversas pel'uliaridades estructurales nos permitirrin
¡-ú·erlder mejor la vida en los centros de dominación rnás poderosos.

V.· LA CONTENCJ(lN DE LOS INSTINTOS" LA PSICOJ.ot;JZACIÓN Y


RAC!ONAIJZACION

«La vida.dc, la-Corte», dice La-BruyCre¡.¡ 1-, ,,es un juego grave y


cúlfco, que se juega del modo siguiente: es n<:;ccsario ordenar la-s
las baterías, tenc¡" un objetivo; inút,ilizar d cid advcrs¿u·io, a
IU.SI.\IE\' llOSQIEJO lli. 1 \\ TLOR\1 DE 1\ Cl\ 11.11\( 10\

la suerte. Y después de_ todas estas G\Yilaciuncs ~· medida<


se encuentra con uü jaque qu'c a \·eccs- es mat-e,,
En: la Corte, espeCialmente en la gnm conc absolutista, st.: constituh'
1 prhnct'<l vez un tipo de sociedad y de· relaciones humanas con peculi;u·i·
cstrucl uralcs'quc, de ahora en <.ldclan te~~ pesa¡· de todas SLL'> JliOdil i
"'""c'it'ndrún una inlpOrlí.tncia capital en muchos momcrllos de la histt)-
occidcntal. En el centro de LUla gran-extensión humana-libre d~-·-·riolcn­
física en líneas generales, se constítuyc una «buena socicd~\{h;- pero ;1
de que desaparece la \·iolcncia física en --el trato entre las pcrsonns-
sc prohiben los duelos, los hombres ejercen din:rsas formas de
!"'"'"" y de yiolcncia sobre los demás, Lo cierto l:S que, en este lllct_lio,
no es· una vida_ pacífica; muchas pcrs01ws dependen dt: otras de nw-
pcnnancntc.
La presión de_ la cornpt•tcncia por ~;l'¡wcstigio y el faYor del Rc,Y es mu~·
tensa. Tampoco desaparecen iw:,.affaires o las polémicas sobre ~~~1nas de
rquía o sobre el favor del Rey. ¡\unquL' la esp~1da ya no ticm: b impor-
ia que tuvo antallo en la-solución de los conflictos, aparecen ahora en
las íntrigas, las luchas que se libran con pal<.ihras ~-en bs que st~
asuntós de carn~ra y de éxito spcial. Estas exigen y fomentan ._pro-
.ie•:lades distintas de las de los.comb<lleS que se libn1ban con las ~tnmts l'n
ernano:: rcflcxiún, cálculo a mús largo plazo, autodolllinio, n\gulaciúu exacta
las propias c1nocioncs; conocimiento de lo\->_scrcs humanos,,. del medio
general, se convierten_ en ¡1n:supucstos inexcusables del é~it_<> social.
C~tda individuo pt.Ttencc'c a un agrupo)), a un círculo qw~ k apo~·a cuun·
necesario; pero los grupós cambian. El indiYiduo sella a!iwt/as--y, a
posible, alian_zas con personas situadas_cn la cúspitk de lajerarquia cor·
pct·o también el lugar de las personas en la jcran¡uía cambin, y· ¿'
WJm,uo con gran rnpidcz. El individuo tiene _compelido res; t lene e u cm igos
rados u ocultos, y la t<:ictica de lucha, al igu~d que la de alianza, tleccsi-
reflcxión cuidadosa. Es pt·eciso_dosific<:lt·conL'X~lctitud lá'-> actitudes
distanc iamien lo y de ncercamiento en- relación con los dctllús; -todo sal u~
toda convcl"sación tiene consecuencias que trusckndcn_\o que se ha, di-
y lo que se-ha hecho, y que-rcvclnn la cotización de c~tda ser luunano,
ás, cuadYuvan a la formación de l<t opi11iún col"!cs<Hla sobre este n\~

<<Que el favodto .se cuide pue:-~to que si nH· -lnn' ~._·spcnü· menos que dt::
en su antccúmjra,_sí mtiestl"a una-expresión más abierta, si fnu-1'-
.c¡neno,sel entrecejo, si me escucha conmnyot· atención y· si me acompail.n
trecho rnayor, pcnst.1ré que comienza a descender y· estaré c1i -lo
1-12

Corte es una especia de bolsa; al igual que cúülquicr «buena .socic·


))'en el intercambio entre ins pcrsonns que se da en ella-se fonn~t una
ooinitón)) sobre el valor de cada individuo. Pero este valor ticne-sul'tmda·
real, no ct"l' la riqueza de cada uno, ni tarnp_oco-cn las realizaciones
las posibilidades del individuo, _sino en el favor real de que goza,- "l.'n
nflucncia que ejerce sobre otras personas poderosas y crf sü imjJorUtn·
relación con las activi<.ktdCs de los grupos cortesanos. ELfavol'. b in<
EE I'ROCESO llE U (1\ ILIL\CIO\

/luenda, la importancia y todo lo que con:-:.tituyc este juego complejo y


).!roso del que están excluidos la violencia física v las explosiones
"innK·diatas, requiere una previsión continua en-todos los particii'"""",UIF
t:onocimíento cs;W_IO de todos los dcmús, así como de :-;u valor en
lacion de las opiniones cortcsanós; requiere asimís1no una dileJJ'CJKiat·ióli/
del co1nportamicnto pn)¡'Úo en-correspondencia con este \·alor de la
rrdaciún. Todo e--rror dt cükulo, todo paso en falso, dismiliuve el-valot
quien los h<l rcaliz;;ldo a los ojos de la opinión corlcs;_ina; ~· ~11 ciertas
cunswndas, rebaja su posición en In Corte.
''Un hombre que conoce la Corte es ·ducllo de sus gestos, de sus ojús
de su expresión; es profundo e inwenctr;;tble; disimula su.s malas in!ciJCi;)[
nes, sünríc a Al.ls enemigos, reprime su estado de ániúw, oculta sus
nes, desmiente a su corazón y actúa contra sus sentimientos>> 1-'-'
Se nwniiJeS! a aquí 'de ~forn~a inconi.rovcrt ible la t ransformaciún. de la .
blcza en el sentido del comportamiento <<civilizado)>. Esta transfonnació_~_)·
no es todavía en su.s comienzos tatl prof11nda -~'general como lo será dc;-s(
pués- en la sociedad burguesa. Sola-mente en relación con sus compaJ1cTóS;
de estamento, necesitan el cones~úw y la cortesana ímpolicrse una wac<:ióil'
ilHchsa que, en cambio, no es necesaria frente a los socialmente" i
El esquema de la rcgúlación impulsiV¿I y e!lloeional en la·socicdad
ll~í es distinto al de la sociedad burguesa y, además, el conocimfcnto de
s<;'- rrata de -tlln~ regulación debida a Tazot,H.~S sociales es -también menor;
pa:rte, las inclinaciones contrarias no-han-desaparecido de la conciencia
tidiana;·las autocoaccioncs 1ro se ha1i convertido del todo en u11 apaí'ató
costumbres que funcione de i11odo complcl.amente automútico '
da ; .1 todas la!<. I'Citiciones hwÚHIJaS.'Lo-éJuc sí-se manifiesta con i
solutrd~s el hecho específico de la mayor difcreuciación y división
hümano. En (·ierto modo, el ser humano pm'ecc eilfrclífarsc a sí miJSilla ..·>
«Oculta sus pasionüs>,,·«desmiénte a su corazón>> y·«actúa contrü Sus
míen tos>). Se reprimen la alegría o la inclinación momcntúncas c"ti ce""'"'''
ración deL perjuicio· que se puede sufrir si-se cede a nquéllas.- Tal
ntnto, el mt;canismo pOi' el que-los adultos __;____ya se 'trate de lós pad
otras pei·sonaS-~ crean un «supefcyo>)-estable en los nhlos desde pc·q<tciío,it\)
La incitación momentánea de caráCter instintivo o cmot'ivo, aparece
mida en cierto modo a causa del miedo que produce el pcrjuiéio qut
producirse hasta-que, finalmente, este míedo se conviene en una '"'"""''>d
hí·e Contrapuesta-a los modos de comportamiento e inclinaciones,
cuando no hay nadie presente que los suscite, al tiempo qttc las''"'"''"""
de estas inclinaciotlcs se orientan en un sentido inocuo que no esté
:t,ado por ningún 1ipo de perjuicio.
El sistema cmolivo del--individuo se tratisfónna de acuerdo conlós
bios de-la i::>ocicdad y la transformación de-las relaciones in <<ll,,.Ja,;:·t"f;,
Ja·suckdad awnent~lla cantidad de. ac(·ionCs yde individuos de los '"'Jc',tf~'<''
pcndeú' permanentemente las p-ersonas y sus-actos-; en él-individuo
\(icrte en custumbrc la capacidad de prever las eón secuencias de
das cadenaS de accioncs;Y aHgual que se transformar¡ el comnnrLanüeh!O
y el sistellHI ci11otivo del individuo; tarubién-Cambian cons.ccuc"!l:eJncntó'.l~·
RESUMENo BOSQUEJO DE UNA TEORÍA DE LA Ci\'ILIZACIÓ' 485

)sitd'"'!Ción rccíprocH qut;:-las personas se profesan: la-imagen que--el in~


tiene del individuo se hace más_ mntizada, más libre- de emociones
)ITIG!ttimt:ill>, es decir, se «pskologiza)>.
•.CIJHindo la estructura de las funciQnes sociales permite que el individuo
bajo la influencia de impulsos momentáneos en mnycw medida que
Corte, no es necesario ni posible ocuparse de-moJo detallado de la.C!:i·
de la conciencia y de las emociones personales de los otros--ni de
,.nwlh•<" ocultos o de los cálculos que-subyacen en su comportamiento.
socieJad civHiz~lda se reSponde ni cálculo cün el cúlculo; en la llo-civi-
sc responde al sentimiento con sentimiento. Este vigor de las cmo~
inmediatas,. sin embargo, vincula al individuü a un número limilndu
t<liTitJ<)!'tmni,cntos posibles: los demás son arnigos o enemigos, buenos-u
El cornportamiento de los individuos se rige por las imágéncs que
esta clasificación simplista. Todo parece depender de modo di rec-
Ias sensaciones que percibe el'indíviduo. Ya luzca el sol o esté nubla·
ya ría el otro_o frunza el entrecejo, dada esta estructura ·emotiva todo
imita al sentimiento directo del sujeto. Y si estas sensaciones prodJ.,Jccn
una sensación de alegría o tristeza, piensa que-los fenómenos tienen
lao:i<m<eo de ~~mistad o cnemistaJ-hacia su propia persona. No se le ocurr(:
ello, tanto el royo que está a punto de alcanzarle como el ceño-que
oJFeJlC!,e, pücdan explicarse en función de conexiones-muy lejanas que no
relación directa con él. Esta capacidad p~tra entender a largo pla-
cosas de la naturaleza y de los seres humanos, solamente-es accCsiblc
individuos- en la medida en que la división -creciente de funcionC.s y
en cadenas húmanas cada vez más- largas, ~1.cabai1
Oo,tumbrán"lt>k'''' a esta-previsión a largü plazo, a:una mayor cóntendón
las emociones. Sola'mc"nLC en este caso-se alza poco~\ po'co el velo quC
pasjones pone ante los ojos dc-las,pcrsonas y se abre-a su viSta un nuevo
un mundo qu'e puede ser-favorable-o desfavorable pnra los indivi"
sin que implique amistad o-encmistach.lirecfa para ellos, un-cncadc-
m"Jt.o '"e fenómenos cuyas conexiones precisan de una obscrvacióú de~
pc¡sio"""!a en su_ discurrir, con el fin de que re~mlten comprensibles.
igual que_ el comportamiento en su conjunto, l<:l observación de-lasco-
las personas en el curso de la civilización va haciéndose- más neu~
Ul(ll~S<lc el púnto de viSta afectivo. También la «imagen dCI mundo~> :se in~
jp,on,dbm progresivümcntc deJOs deseos y de loS miedos human(Js'y sé orícn-
vcz mús a lo que acostumbramos a llamar «Cxf)eric"ncias)~ o «cm pi~
a cadenas de causalidad que-ticncn'sus propias-leyes. A consecucn-
dc un movimiento de este tipo, el decurso -hiStórico y social surge hoy
inamentc-dc la niebla de las pasiones y cünsideraciones:persomdcs,
brumas, de los anhelos y miedos de los gnípoS, ofrcciéridose a-la coi1-
'IH11i'tción como una cadena de interdcpCndcncias autónomas. Algo Simi~
sucedido antes con la-n::lturalc:t.a y, en -menor grado, con -los- seres
Especialmente en los círculoS-niás o menos cercanos de la COrte;
"'''"''"'""'" lo. qué hoy llamaríamos una observadón-<{pskológka>> del ser
una observación exacta del otro y de su yo, en se'ries prolon'gndas
lijYiotiv:lcí.orics y en secuencias de: conexiones, -preCisamente Porque la -vi,
EE I'ROlTSO DE L\lWJLIZACIO\

gilancia de uno miSrno y la ob~CI'Vaciún pcnn'ancnte de los demás se


ball entre los presupuestos elementales de conservación ele la posicióú
cial. De hecho es este uno de los ejemplos del comienzo del desarrollo
lo que llamamos ({oricntacióri a la cxpcrienci<l>l, es decir, la ollscrv;¡cí(n,
interdependencias más prolongadas, cuando la estructura de la SO<OICd<;dc;
misma obliga a sus individuos a contener sus afectos momentáneos y a t
formar sus energías irnpulsi\'~\s.

1. 1
En cierta ocasión, Saint-Sirnon observaba a alguien cuy"':"::- '~Íl~I:~• 1~•:;:::~~ f
con n:sp'ccto a ('Jll)ismo desconocía. Y describe así su propio e
to:
<<Pronto advertí que se calmc:~ba. Mantuve la vigilancia sübrc su condue-
la a mi·rcspccto, para no cquivot!anne entré lo que podía ser accidental eh
un hombre lleno de asuntos espinosos y lo que yo le suponía. Mis sospechas
se convirtíenm en una Cvidencia que me obligaron a alejarme de él sin dar·
le la imprc!-iión de que estaba haciéndolo)> I_-H_
E!-ita habilidad cortesana de observar a los seres humanos ____:a ! 1
da de lo que hoy solemos lhunar .«psicología»~, ·no li'ata nunca de obsér.
\·ar <.l lo:; individuos concretos en sí mismos, como si fueran portadores de
los rasgos esenciales de conduela independientemente de sus relaciones con
los demús, y súlo posteriormente entraran en relaciones con -los otros. E_!
enfoque es mús realista por cuanto que !-iC considera al individuo siemp1:é
en su irnhric_Íción social, como un ser humano en sus relaciones con los de:
más, corno un individ'uo en una situación social.
MáS arriba--se ha sena lado 145 que los preceptos sobre buenas 111iC\IICI'<JS
del siglo XVl no se distinguen tanto de los del siglo anterior o, desde luego;-
no se distinguen por su contenido, sino,-sobn: todo por el tütlo, por el
bio en la atmósfera emotiva. Las conexiones psicológicas, las
nes personales comicJlzan a tener gran importancia. Así lo demuestra un<i
comparación de los escritos sobre buenos tuodalcs de I:.rasnw, o de De L-a
C.eisa, con las cüncspondientcs normas medievales. La explicaci/m se cucuen'
traen-la ínvcstigacióil sobre los cambios sociales de esta époGl, sobre-la
transformación que cxperilnentan Cll eSta rase las relaciones hwnanas. ES-
ta ,,psicologi:t.aciólh de los preceptos de comportamiento o, dicho con ma-
_vor exactitud, su mayor impn~gnación con observaciones y experiencias, és
una expresión del acortes<lllamiento l-rcdcnte de la clase superior y de b
estrecha imbricación de todas las partes de la sociedad en esta ép,lGL 1
llJps-encuntnlr huellas-de esta transformación no solamente en fos cscnw<>
que determinan las pautas de _los ~·bu¡.mos -níodales», sino también en
obras-que sirven para la dis-trocciún de estas clases. La observación
na-que requiere la vida en los círculos cortesanos,· encuentra su cx.p
literaria Cll-l~l-anc de la descripción de los tipos hum~tíws.
1~1 au1íJento de-demanda de libros dentro de-determinada sociedad
en sí miSmo, uú signo seguro de un movimiento civilinttorio mús
Es notable la transfortllación y regulación de los impulsos que requiere
d hecho de escdbir los-libros como d de leerlos. No obstante, d libro
cumple la misnia función en la- sochxbd cortesana que en la burguesa.
la C<nleel trato socíHI, d mercado-de los valores de prestigio, conS
RI:SC\IIS: BOSOCEJO DE l\,\ TI ORlA IJF LA CI\'ILIZACIÜ\ 487
1to ccnll'al de la vida de cada uno, y los libros están destinados menos
ura en las salas de estudio, o en la soledad de laS honls libres arre-
al ejercicio de la profesión, que para la convivcncia_socíal. O bien
parte y prosccuciún de las conversaciones y de los juegos sociales o,
sucede cou la mayoría de las memorias de corlcst\nos, couvcrsacio-
las que, por una ü otra razón, falta uuo de los iutcrlocutorcs, El el u:
arte de la descripción de-tipos humanos en las memorias, epístolas
cortesanos, nos da UlHI buena idea de la obscr\'acíón hunwna
ifcrcncia:daa la que acostumbra la propia vida en la Corte. Y también aquí,
que en muchos otros aspectos, la sociedad burguesa de Fnu1cia pro-
con especial ahínco la herencia cortesana. A ello-puede hahcr contri-
la permanencia de una <<buena sociedad)) parisina beneficiaria y con-
nuauo•a de los instrumentos de prestigio que se elaboraban en los círcu-
corlesanos después de-la Revolución y hasta la actualidad. En todo ca-
' cabe-decir que hay una linea de tradición directa desde la descripción
mcswm de individuos realizada por Saint-Simon y sus contcmporún'eos,
la descripción de la <<buena socieda(L> del siglo XIX de Proust, pa_san-
por Balzac, Flaubcrl, Maupassant y muchos otros, hasta acabar por ülti-
cn la descripción de la vida de amplias clases realizada por esc'ritüres
Julcs Romains o André Malraux, así como en una 'serie de pelíc~,-das
'arocc:s,os;los datos característicos de estas descripciones son la claridad
la oboervación de los seres humanos asi como la capacitl<td de \Tries den-
del conjunto de-los ~.:ntrarnados socia leo y de hacerles comprensibles en
relaciones recíprocas. La descripción de los tipos individuales no se des-
nunca de modo artificiül del conjunto de su-existencia social, de sus
cp,crlLI<on:ci,,s simples y sus relaciones con los dcmús, Precísamcnlc por es-
tradición m~ulticnc el clima y la plasticidad de lo qúc se ha expcri~
oennauo realmente,
miisnnoquc sucede ('011 esa «psicologil.ación>>, ocurre con la <1raciona:
, que va haciéndose notar lentamente a partir del siglo XVI en las
lVI',.''" manifestaciones de la sociedad. Esto 110 es un hecho vúlido por sí
sino que es únicarncnte una cxprcsiún del cambio de la organiza-
espiritual en general que se hace mús patente ef1 esta época, así con1o
aumento de la previsión que a partir de ahora requiere y fomenta una
cáda vez mayor de las funciones socia k·~.
este, como en otros muchos aspecto'>. la co111prcnsión del proceso
Jsll(H'lCO·:;o:cwl requiere flexibilizar los húhitos mentales con los que-hemos
Por supuesto, en el caso de esta racionalización histórica tantas ve-
110 se trata de que a lo largo de la historia muchos individuos
'";"'""'• en actividad armónica preestablecida, hayan elaborado un nuevo
o una nueva sustatJcia ctnanados en su «interior», una <<razóil» o una
haota ahora no cxisticnt. Cambia la forma en que los hombres
a convivir y, por lo tanto, cambia su comportamiento, se mo~
su conciencia y el conjunto de su eotructura impulsiva. Las ((circuns-
)) que se modifican no son algo pro_cedentc-dcl ucxtcrior)' de loo se-
humanos: son las relaciones entre los propios seres humanós.
El ser humano es extraordinariamente maleable y- variable; las transfor-
488 EL PROCESO IJE LA CI\'IUZACIÓ\

macioncs-dc las actitudes hUmaiÚ\S, de que hemos hablado aquí, son


plos dc-esttt maleabilidad qué no se limiff(solamcntc a lo que so'"'''"'''"
mar <<P~:;icológico,) a-díft.~rcncia de lo «fisiológico)>. A lo largo de la
~·consecuentemente con el entramado de dependencias en qqe
toda urnrvida humana, tarnbíén se moldea de modo distÜHo la «!Jhvsi,~,,
indi\riduo en conexión inscp::u·able co'n lo que llamarnos su «n•si•llllC»>T'iÍ•
soSc, por ejemplo, en la modclación de-los músculos faciales y, por
de -la expreSión del ·rostro a lo largo de la vida de un ser humano; nil''"''''
también en la constitución de los centros de lectura y de ~:scritura
rchro. Algo Sil'ililar sucede con todo aquello a lo que sustancl
m~imüs Arátfo,;-o «CO!Úprensión>) y <1razón)}. Estos conceptos no_son
pcnclicntes dél cambio histórico social ~-aul1que los términos; parezcan_-.·
gerit--lo-cóntrario~ del mismo_ modo en que lo son el corazón o el cstún·laf\ú, i.
por,Cjemplo, 'SOn expresiones de dctcnninada modclación -del conju'"'"''"·"
organización espiritual; son 'aspectos de una modelación que se próducc
latinamcntc a lo largo de una serié de acciones. y rcacdones, y que,,,e """.!ll;
fieSta en forma tanto müs intensa c'uanto que; en- relación con ln cSt""'"''"'''
de. las dcpcildcncias f1untanas, 'sobre las descargas ·impulSivas y C11lC!IiY<Úic
del-individuo gravita la amenaza -del dolór; 'el dCsecnso y la SlliJX,diiaci(>tf
~dOs demáS, o incluso el hundimiento de la:propia existeitcia sóciaL:Sc
ia de aspectos de aquella mOdclación con la cual cada vez se separan
claramente Cn la organización psíquica el -cchtro -impülsivo- y- el
yo, hasta que ,o finalnicntc, sc'const ituyc un aparato autócOactívo ennHIInrié
estable Y-mtiy difcJ;cnciado. En realidad no existe una <<mfiOJJ, sino aue.'cll
todo Caso, hay una: «-raciomllizacióJh.
Nues(ros l~ábitos:mentafcs nos-inclinan fácilmente a buscar los c.cnn1;.,,¡,
zos>)·dc laS cosas. PCro Cn la cvolucióil de los .sércs humanos"IÍo hay "P•uruo•.••
alguno a partir del cual pueda decirse: hasta ahora no-existía «ra''"'''"'''"
p;ütir de ahora «ha surgido)) una;- has la ahora no -había attlc>cc>at:cioll.l
<<súpcr"yo}} habiendo surgido i'epentínamcüte-a partir de tal -·
te un:punto ccnr en todas estas manifcstacióncs y tampocO se
contradicción manificstü Con los-hechos si se piensa que todo lo qiiccsatlcH'Ji
ra: ha sido siempre. El aparato de autocoücciún, la-organización
ciencia y de las emódoncs de los' seres- humanos <<CiVilizados}), se
en la totalidad de su estructura de modo 'claro yt'lítido de los llmm,dctS
n:íítivos_>>; aunque aíendiendó a su estructura,- los dos son mocllclacioiJC'S'.c)~
rameritc obsérvahlcs de funciories- naturales apí-üxünadamente igua]c,;fij
Lo;o:; húbito.s mCntales heredados nós obligan a enfrentarnos conu,nutannq
te corvahernativas estáticaS; en Cierto-modo esfos húbito.s están
sobre· la ba'sc de pautas-eleáticaS; sólo podernos imaginar "'"""'''"'·,:,ú1
CJ'ctos, cambios,cspccíficos separados-pero no transformaciones.
cipio es muy-difícil verse inínerso en una transfonnadón paulatina
creta con un orden y-unüs lcyc's determinadas, transformación """ ''" •ní<r
de dcvi$ta en la oScuridad, movirnicnto-quc, cn,la medida-de lo nc•siblcl;.J
de-ser cünsidcrado d.1 'su--totalidad; como-la- eurva del movimiento
flecha o dp-una:cbrricritC, y f!O-como-retorno de lo' igual-en diversos
o--_como-los saltos'dc-unjmnio a otr!? punto. Lo que se
RESUME\:' BOSQUEJO DE l\:A TEORJA DE L\ Cl\'IUZACJOX 489
que-llamarnos historia es, por decirlo una n~'l. mús,·tas rclaciont~s rt!·
de los seres humanos- y la modc!Hciún de los individuoS en ellas.
Pr·ccis;untcrltlccuando nos haccmo$ a· la idea de la historicidad fundmhi.;n~
humanos ,o observamos con toda claridad la regularidad- y
estructural de la eXistencia hwilana, sicmpré igual a sí mi.s·
ma-nifestaciones hurúanas concretas sólo son comprensibles cuando
ol>Sc·rvau dentro del contexto general de csk movimiento cóntímtú. La
'::~~~·~~~·,~·:;~~·no es separable, sino que se constituye dentro de eSta corrés-
:J1 de movimiento -el movimiento puede parecernos lento; como su-
en el caso de muchos primitivos, ü rúpiJo; como sucede en el tiucstro~
de- comprcndcr-!:>C en su propio- curso, como pat"tc de una escala o_ de
oleada concreta. Ciertamente-lo~ :-;eres humanos nunca han estado des·
bíos de regulaciones y i·estdccioncs sociales de los impulSos o de-cier·
,nrevi,;ió•u; pero esta- previsión, ·h1 dominación de las emociones, tiene un
müy distinto según se trate de pueblos de ganaderos simple¡.; o de
casta guerrera, o bien de cortesanos, funcionarios del Estado o 'partes
cj(~rcfto mecan-izado,- por citat algunos ejc1nplos. La dominació11 se
tanto-más-intensa y cornpleta cuanto mús amplia es la divisiófHle fun~
así como lá cantidad de individuos dC los que-depende la acción de
nc"''"""' concreta. El tipo de «comprensiúll» o de «penSilmicJ1tOl> al que
turnbra el individuo es tan parecido o distinto en relación- con los
huinanos de su ¡)ropü\ sociedad, como la siwaciún social y la posici()ll
entramado humano en el que ha crecido; tán parecido ú distinto-de
'"'"""'coú1o sUs funciones y las de suS'}xidrcs o·i<\s de las personús que
buido a moldbar su carácter. La previSión del impre$\;r o délmc~
es distinta de la-del contable,· la del iúgcnicro cs-distinta~de-la del
il·c:cl·ordc ventas,: la del ministl\) de Hacienda es distinta d<~ la dci-Cütnarl-
11-:Je Jcl ejérdto, si bien,cs cierto que todas estas modclacioncs-sü,
distintas tienden a igualarse y a: homologarse pcnnanelilC-
c hasta cíerto ~)un lo, gracias a la interdcpcndcticia de b:s· funciüncS.
el punto-de vista de las estructuras más profundas, tamhién-es;dis~
la modeladón de la raciorialidad y de laS emociones de quien lu-ccrCd·-
un hogar proletario, frente a quien hacrcddo en rncdio de' la ríquéza
abundaúcia; por último, en correspondencia -con las difct··cndas' dé
histrwia de interrelaciones, también soú distinta's la racionalidad'y la or-
'"'"'"'"' emocional, la conciencia y la estructura de los -im¡)úlsoS -de -los
de los ingleses; de los francesés y de los-italianos; DistintáS son
mo:;clchtciond. sociales de los oc<:idcntalcs en strconjtmlo_--frcnté~ a- Jc)s-
'''"""""·'·· Pero todas-estás diferencias son comprensihlcs-prcdsarí1cntc-pot;-
cllas sub)race la miSnla regularidad-humana. Las diferencias índivi-
dentro de todos estos grupós; pür cjcmp'lo las diferencias de (d!Úcli~
>>, no .s<)n ótra coSa que distinciones Cn el marco de formas Ue -modc-'
stóricas completamente determinadas, diferencias a las (JUC la So'
el entramado humano dentro del cual crece el individuo, da tna)i<:>r
espacio según sea s11 estructura. Pi6nsese;:por cjOmplo, en-cl'fcnó·
la -IIam'ada «inteligencia creadora>>' fucáemcnte individtfalizada.
1 atwac:w del pensamiento individual aul(morho y libré, la actitud por' me-
490 EL PROCESO DE LA CIVILIZACIO~

dio tic- la cual alguien dcniucstnl'scr una persona de «inteligencia


ra>>, no solamente prcsüponc una determinada estructura impubiva
dual. Esta audacia, además, sólo puede darse en función de de,tcrnlit 1b
cstntetura del aparato del po_dcr; su prcsupwJsto es una
específica; y adcmús depende dtl hecho de que, dentro de
eSta cslntelura, d individuo tenga acceso a la formación y
l~s bastante escasas que pcrmitali la expansión de 'eSta visión m-"'"""·'
a largo plazo, autónorna e individual.
En este sentido también son distintos la- previsión o cl_«pcttoarnt<ml'o
del n\1-Jaliero en. relación con los deL cortesano. Una escena que """""'''
en cierta ocasión Rankc 1.t 6, uo~<da una idea correcta úc la ucs¡•pau >•CIC>ndQ:S:
la coJúJic:ión propiamcntc--calndlerCsca de sus cosltlmbres Y "';,:~~':;:;l~~,jfii.
imponcr~c el monopolio de los medios del poder. Desde un puríto
general. además, es un ejemplo de la forma en que un cambio de la es
tura de hu> funciones sociales origina asimismo un cambio del eo•mport;\?
miento.
«ELduquc de Monlrnorcncy, cuyo padre había contribuido
te a la vil: lo ría de Enr'i(lUC IV, se había sublevado. Era un hombre caballó{
rcsco y principcsc_o, liberal y brillante, bravo y denodado; adcm{ls
al servicio del Rey; pero no comprendía y no aprobaba que el den•ch,;
gobernar recayera sobre_ e-ste solo, o por mejor decirlo, sobre Richclicq.:;.,.
»Por esta razón, comenzó a luchar contra el Rcv ucomp~1fíado de sus ¡;e' ·
guido res, a la manera de las épocas antiguas, cwm~lo a menudo los caballei•
ros y los señores feudales luchaban unos contra otros. Por último, se
dujó la- batalla decisiva. El general del Rey, Schombcrg, su enemigo,
nía una posición muy favorable. Esto, sin cmb;:rrgo, era una verítaja
duque de Montmorcncy no quiso aprovechar; -en cuanto tuvo a la v•ista <'IX
can1po enemigo, hizo n sus compailcros la propuesta de pasar
al ataque y<-HlUC consideraba que la guerra consistía sobre todo en un
do <W<HKt.>de la caballería. Un compai1cro experimentado, el conde de"''"";'''
le_ aconsejó esperar hnsta que, con algunos cai1ones, que cstaha~rn:,·~":):'~:'.;~:
de-llegar, sc_hubiera destruido el orden de batalla del enemigo. P
húbía apm.h:rado de Montmorcncy un verdadero furor guerrero;
no había tiempo que pcnler y el consejero, aunque preveía la ocsgrac"'' JlQii
se atrev[a a ()ponerse a la decidida voluntad del caudillo caballeresco.
il.or''¡-dijo, :'moriré a vuestros pies".
»Mont-morcncy e·ra reconocible por_su montura adornada con cs;pli,n.clü{
das plumas rojas, az:ulcs y blancas. COnsiguió atravesar el foso aconnpañW.'.
dq :-tém_ solo por _un puñado de compailcros, que derribaron cuanto "'--'"
traron a-su paso._Av;;mzaron destruyéndolo-todo hasta que llegaron a la
dádera línq_¡ de combate del enemigo. Allí les recibió uh graneado fuego
mosquete que hirió-y mató a caballos y caballeros. El conde Rieux y la
y.oría de los_ otros cuycron; el duque de MontmorcíKy, herido, cayó
c;aballo Y- fue hecho prisionero.
»Ríchclicu le hizo comparecer ante un tribunal de cuya sentencia
seguro y ppco después el último Montmorcncy fue decapitado c"n el
del_ayuntamiento de- Toulousc.>>
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEORI,\ DE IXCIVILIZACION 491

.ae<>Sl.mm>re de- ccdc;-r-sin más a los impulsos, y de no t_alculaí' a largo


"'''nee1a a las--épocas anteriores en las cuales-los guch'cros- toda_~
·p<Jc!Jian competir libremente- unos·con otros, a. las formas ele- compol'ta--
quc ....:.....::mnquc,Jlevaran al-hundimiento del indivi'-!ud-, se cor"rcspon-
con la estructura social en su totalidad y, en consecuencia·, eran acor-
la- realidad. El furor guerrero era aquí un presupucsto-ncccsclrio
éxito y el prestigio del aristócrat<L-Todü esto camhh con la consoli~
progresiva de :los- monopolios Y- con lú centralización.
distinta estructura de la-sociedad castiga ahora-con el-hundimiento
toda manifestación ¡:1fcctiva y todas-las acci01lcs que· no sc-rcüliccil
}a suficiente previsiún. Y-quien ahora no esté dc-ncüerdo·con las-cir·
ias dominantes, con d poderío del rey, tiene que proce-der de rilO•
llSllllllO. Escúchese por ejemplo :lo que dice Saint-Simon. Apenas una gc;
después de Montmorency, también él pasa su vida en lü oj)Qsíción;
todo lo que puede hacer es crear una especie de fac-ción en la corte
lo mús a que puede-aspirar siendo habilidoso es a ganar parn susjdcas
.sttccosow del't·cy, al-delfín. Pero se trata de un juego sumamente peligroso
corte de Luís XIV, donde l~s precisa: la mayor·prcctmción. Pdmera:
es necesario sondear con extrema cautela al pdncipc, y despUés- ir
'kt.ttiüHiolle en la- dirección- deseada:
me había propuesto principalmente>>, asLcxpone Snint~Simorl 147 su
c.ccdc.ren un;J conversación con el delfín, «sondearlc sobre todo-lo que in~
nuestn1 dignidad; me esforcé, pueS, por contrarrestar con clcg~ín~
las observaciones que se apartaban de-ese Objetivo; y por, llevar
't<m,,ct·sad•'>n y ,oricrttarla hada los difcrcnte.s-capHulos ... El delfín, in u y
gustaba todos mis razonamientos ... Se-enardeció ... y-sé-lamentó
ignorancia- y falta de Teflcxíón del Rey. Todas estas mntorias, Yo -m(~
"taba a enunciarlas y-a presentarlas sucesivamente al delfín siguiéndolO
con el fin de dejarle el -placer de hablar-y de hacerme ver que esta~
nsnl"w>o, y de dur lugar a.quC -se. persuadiera por- sí -mismo, a- (]UCSC
se indignara, ürticmpo qw.~-yó podía ver sus-sentitúientos;
cc•tl<:cl>ll y.de tori1ar las inlpresioncs para beneficiarme de este
>l¡<>cimietrll<J. -.Mi intención no Cra tanto impulsar los razonamietitós y los
~t"<éntc,ils ... como impregnarle dulce- y-sólidamente de_ mis--sentiúJiehtos_-y
puntos-de vista_: sobre cad<:t uno-de estos-temas ..._»
breve ojeada a la actitud de,estos dos hombres,,~d.cornportarnicnfo
duque de Montmorency; y del de Saint-Sitnon,-Cuando--frntan de cxpre-
-su oposición a la omnipotencia del Rey, puede ayud<irnos- a redondear
Aquél,- uno de los últimos caballeros, trata de alcanz.ar su objeti~
a lucha corpoi·al, éSte, el cortesano, _por medio de la -conversación.
~ctúa en-función de su-impulso, sin reflexionar rilás-cn los oüos, éste
su corhportümicntb de I-nodo.inh1tcrrumpido en relación cm1 los dc-
Lós dos, -tanto Montmorcncy comoSainl~Simon, se encucntraú en una
tu:acicón extraordinariamente peligrosa. El delfín tmcdeTompcr-lás- reglas
de In conversación cortés cuandéJ le venga en gana; puede, sh_,sí
co•nv·icJnc, terminar hú:onversación y la relac_ión en el momento qüe dcd-
pcrdcr- prácticamente -nada; y si Saint-Simon no-es suficiéntementc
492 EL PROCESO DE LA CIVILIZACIÓN

precavido; pticde,pcrcatarsc'de las ideas de oposición del duque y


c{trselas al Rey. Montmórcncy apenas -toma en consideración el pclígro;j
tú obligado por un comportamiento rectilíneo que lé impone
sión, y trata de domímir el peligro prCcisatncnic,por rnedio del
ta pasión. Saínt-Simon ve y ,conoc'e exactamente d alc<.~nce- del
pone- a la tarea con una caütcb y una circunspección cxtn1ordin•ar:ías.
quiere- conseguir nada por la violencia_:- trabaja-a-largo -plazo. Se "''"'"''º
con el_ fin de <dmprCgnarn al otro de modo -itnpcrccptiblc pero scgtltro•: ;,,~
Lo:qüe ctiContramos en esta autodescripción es una muestra caract•crls0
tica de racionalidad cortesana poco conocidarque ha teniduuna"in1tp<Jrtátí;c>;
citunayor en el dcsmTollo dc-ll(tqué llamümo~da <!Ilustración)) que wracuk
nalidad -urbana comercial por ejemplo, que la previsión que imponen
hombres-las funCione¡; comerciales. No-obstante no hay duda de
fotmas de la previsión a largo plazO, la racionalización y-la psic•oi<lgiizaci•ólfX'.
de los grupos-superiOres de la nobleza cortesana y la de los grupos oupcno
res .de las clases medias, a pesar dé tener rasgos diStintos,- se cntct!Ciltran
en la mús estrecha relación mutua y remiten a un intcúso entramado
la nobleza y_la hurguesia. Estas: formas de la-prcvis_ión se relhitcn a-la ,..,,.,., ·
formación de las relaciones humanas en la -totalidad de -la socicdad;-y
penden de aquel cambio en cuyo curso los grupos éstatlnl:~c:~":\t~a.~lc::s~·.,:~~~:,;~,:·~:~~~~"
fléxíblcs de 13 sociedad medieval vún convirtiéndose p
formaciones parcíalcs'de una sociedad intensamente centralizada
tado absoluto.
El proceso histórico de .la racionalización es un típico cjémplo de c,;cii
pode prücesós que el-pensamiento científico apenas ha óstudiado.hasta ut~vnt/
o -sólo. 10 ha :hecho do forma aproxinntda, Si respetamos el esquema
cíonal de las ciencias, hay qüc dccir;qué.cstc procesó pertenece al "nm11n'
de üna ciencia-que -todavía no-existe, ~d úmbito d_c_una psicología hiswt•xa; •
En el estado actual de los conociínicrHos cicntiricos;-suclc trazarsc-urü;¡-_1
y
nca nítida entre: el trabajo del historiador el del psk~úlogo. u:::~::~:~:':,;:;
los:contcmporúncos occidentales o, qn.-todo-caso, loS llamados
parecen ser acCesibles -a una- investigación psicológica y-estar
dc'clla.-I!,l Carnino de la história occidcntúl que conduce--desde la cstt'IJCtütt•¡t
espiritual simple y primitiva a la _má·s difercüciada d_e nuestros días;
siendo oscuro. Prccbamcntc por(¡uc-el psicólogo piensa de un modo
lutaincntc ahistórico: po-rque enfoca las Cst:ructuras: psíquicas del homl>rg·····
contemporáneo cdmo si se tratara de· algo ihcambiable.y que no-ha
proCesó-alguno, el historiador apeilas-pucdc utilizar para algo)· ;I:o~~s.,;;:~~.~~~~
dos:dc su investigación. Y prccisiünCntc poi·<Juc-el historiador;¡
p"or-lo.que= ól llúma los hechos, trata- en lü- medida de -lo- posible
1
lós- pt;oblemas psicológicos; a·penas. ticnc-algo:quC: decir a- los p s~~ ó:,•:,~)~~;;'
Tainpoco Csü1ejor la'sítuación de-la Sociológía.- En-h1 1 1
1~ en
ta ·ciencia-se ocupa de problemas históri<;os; aóipta-cnü:~ramdntc la límoa.def,
seíMraciún que traZa el histod;:t¡;:_lor entre la actividad psíquica-de los
humanos y s,Jsdistintas formas 'dC manifcstadún,-artes,,idcass· ~o·~·~~;'~;':~~\~:.\¡~~~
otras.:No se reconoce, pues, qüc es precisa-una-psicologías
unas invcstigáciones--psito'-'gcnéticas y soeio-genéticas; con-el firi de_ t
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEORiA DE LA CIVIIJZ,\CJÚN 493
línea de unión entre todas-estas manifcst?ciones do los;scrcs humanos
existencia sociaL Quien se ocupa de la_historia de la sociedad, así cc.nrÍo
se ocupa de la histOria del éspíritu, considera que <da'socicda(b por
y el mundo ideaL <le los hombres-, Sus «ideas,}, por cl-otto, son dos
co>n[iguracioncs distintas que, tic algún rnO<lo, deben separarse. Los dos pa~
Creer que-o: bien existe una sociedad con independencia de las 'ideas
' pensamientos, o bien existen ideas con independencia d~ la sodcdad;
ambos se limitan a discutir cuál de ambüs t'nanifcstüciónes-cs n1ás <dm~
"'"''"''''')}:los ünos dicen quc_son las ideas sin fundamento social las que
lrrtpttlsan a la sociedad, y los otros dicen qu~ es la sociedad, sinJUnd~1mcn~
ideal, la qüe- impuba a las ddcas)>.
El-procesO Civilizatorio y, dcritro de él. ciertas manifiestacioneS como
psicologización y racionalización paulatinas, no se adaptan en cSlc-csque-
Tamt)(JCO pueden separarse, aunque sea imaginariamente,_ del cambio
h;st<'wiico de las estructuras de las rclacioncsointcrhurnanas. Carece de sen-
preguntarse si In transición paulatina dc~dc las formas de pchsnn'licti-
y de comportamic"nto-mcnos racionalcs·a las más radonalcs-yambia a:
socicdad,-pucstó que este proécso de raciotlalizadún, al igual q~te el rnás
arnplio de civilización, es al mismo ticn1po un fcnótncno psíquicO y sociaL
tanipoco tiene_ sentido cOnsiderar el proceso civiliza torio éomo una_Sim-
«Supcn::structura>) o-como una _,<ideología)}' esto es, ex-plicarlo por su:fun~
eión-como- arma' en la lucha entre- los diversos grupos e intereses socia )es:
No_ hay duda de que la racionalización paulatina y:, adcrnás, lá t-ransfor~
mac'ifm civilizútoría general, se produce en correspondencia permanente con
":::~~~:!=:~:~,~,~~~:: entre las diversas clases y asociáeiones. El -conjunto 'del
~, relacional de Occidente; el subStrato del ülovirniento Chiilizato,
rHJ·I""»;ta ahora-más fuerte y avanzadp; no es sin duda esa unidad p(!-cífica
que prctcn~len démostrarnos las construcciones- armonizadoras; Nq·se tra~
ta de una totálidacl-originariamente armónica en la que -ya por tnft!a -voc
lmtad ya por 'falta de capacidad de algunos-- hubieran aparcdd_o ló$_-con~
Las tensiones y las luchas -al igual que Ía- dcpcndcnc'ia 'reciproca
los seres humúnos- éonsti'tuycn un elemento integral dq hi-estruCtura
esta sociedad;- y son de una importancia decbiva para la oriqntaciún,dc
transformaciones. No hay-duda de que un movimiento dviliz'atorió puede
• ·'Hcarwwur"' gran importancia en estós cnfrcntaú1ientos. Pücsto que l:::t ha~
bituadóu-a una medida mayor de previsión y a tina- inás intcnsa:conlellCión
_de los efectos n:lomentáneos -por no mcócionar más que est-;:Ú:; manifcStao
dones civllizatorias- en dértas- circunstanciaS da ·a -lós pCrtchcdéníCs:a
tul grupo una superioridad considerable sobre los dcm{\s.- Pero -en ciertas
situaciones; un grado mayor de r<:tcionalidad y de conteüción de los:_irnpul~
soS puede-resultar una debilidad, y con cllo 1 ,UÜ pctjuício a-quieillás r)üscé.
En ciertUs-circunstancias la <<.civilizadón)):cs un arma de dós filos-.-y al igual
que sucede en cLcasü de los individuos, estos movimientos civilizatorioS se
pt;oduccn.con independencia dé-si rcsülhtü cúmodos-o útiles p.ini. los grú"
j)ds o las agrup<:tciüncs en cuyo seno tienen lugar. Se produccú en razón de
mecanismos poderosos de cntn:nnado~rsocililes, cuya óricntndón general
pueden transfoni1nr los grupos aislados. A diferencia de los cotHcríidos
494 EL PROCESO DE LA CIVILIZACIÓN

mentales, estos movimientos dviliZatorios escapan a toda manipulación'


dente o_ inconsciente y a toda utilización como armaS en las luchas
les. Igual que la figura-del hábito psíquicó tOtal, las- estructuras eh·tiliizaíl>:
rias espécíficas se constituyen al mismo tiempo como un proUuct'o y
granajc en el mecanismo de procesos sociales generales eh los que· se nacen<<
ydéshaccn permanentemente formas nuevas de clases e intereses 'ocuuc,s;¡,;
La iransfórmnción civilizatoria y, subsiguicntcmcntc la racioóalmtciónt, ftó. '
es un proceso que afecte exclusivamente ·a nna esfera especial de las
o-dc-los:«Jicnsamicntos>>. Aquí )'arlo sc:trata solamente de las
cíoncs de los «conocimícntos)); de los-cambios en las «ideologías)>,"' "''"
palabra, de las alteracioneS en Jgs_contcnidos de-la conciencia, sinü
trata de los cambios de todos los hábitos humanos,- dentro de los
contenidos de fa concienc-ia, sobre todo los hábitos rnentalcs, sólo conslitui·.····.r
yen una ·manifestación ""pardal, un se<;tor aislado, Aquí se tráta de las .........
ficadones de toda la organizac:ión espiritual en la totalidad de sus án1b1llos
desde la orientación consciente del yo, hasta la orientación com¡Jt•OUU1Jtertte
incoúsciente de los instintos. Y pará la comprensión: de los ca'"''""
tipo, ya· no es suficiente-el csquCma mental que parte de la-distinción
«-súpcrcstructura)) e <<ideología-».
Hücc mucho tiempo que está arraigada en la conciencia de los l1tornbre1l'
la idcá de que la-<< psique}>, la estructura espiritual humana,-se componé
div-ersos aspectos, que funcionan y se manifiestan independientemente
de_- otros. Lo habitual suele-ser separar 'eri el examen_ uno de los aspcct<Js······i.
funciOnales de la organización espiritual diferenciada corno si fuera
cial>> en-la autoorientación psíquica de las personas. De esta
frcnta-la historb de las-ideas:Y la sociología del conocimiento contm> HOO<Jo
menósxognoscitivos y.mentalcs- propiOs del s<:~r humano. A la luz de
investiga-dones, en cierto modo, los pensamientos y las ideas aparecen co.
m o ló_ inás importaútc en la iTgulacíón psíquica de lós seres' humanos. Los
impulsos im;onscicntcs, el conjunto de .las estructuras im¡jtilsív<:ts o cmoth
vas,- en cambio, sigue siendo algo más o menos oScuro.
Pero- toda investigación que quiera entender la conciencia de los
bxes-~ su í<ratúJ>) o sus ddcas)) sin considerar al-misúw·ticrüpo la
de lOs ím¡iulsos,-la orientación y la configuración de los sentimientos
laS p~tsioncs sóló conseguírá resultados limitados,-pucsto que ignorará
cesa'riamcntc,gran parte de lo quC es imprescindible-para la co,mprcn>Si•ón,y
de los- Seres humanos. La racionalización de los contenidos de la propia
cic'nciá; asi como los cambios estructurales de las funciones del yo_ y uc• e<>
su¡)er'~yo, resultarán difícilmente comprensibles para la rcflexiónoosi<"'Í•or.
CrLtanto (c~ümo se ha dicho más arriba y aún ha de mostrarse con
detalle) la -'ln\tcstigw.:ión-se limite a Jos contcnídos de la coilciencia y
foúnas del yo y del supcr~yo con-ignorancia del dnnbio c.~~~:,~:;:,~~n,'~::~~'~,:~~····
las-estructuras nfcctivas e-impulsivas. Soh:unCntc se alcanza unn
sión vct·dadera de la historia de las ideas y de los pens;;Hniento,s ~::~;:~~~:;
n1áS del ca1'nbio dc.las relaciones interhum¡utas; se estudia la e 5
tomporlamíento, el entramado de la éstruCtura espiritual
Un enfoque inverso, acompañadó_ de la. correspondiente lirnilta<:ió·n
RESUMEN' BOSQUEJO DE UNA TF.OR!A DE LA CIVILIZACIÓN 495
de estudio, suele encontrarse hoy en la invcstigacióÍ1 psicoánalítka:
hora de estudiar al ser-humano, el psicoanálisis Lícndc a -destacar el
tnco,m;ctcnte», considerado como-un <<ello}} ahistórico, como la parte fun~
de la estructura cspfrítual.
Lí1S correcciones que se han introducido a este rcspcdo en los últhnüs
\c¡m¡>os quizá hayan mejorado la praxis terapéutica, pero aún no sc-hn sus-
una elaboración teórica del material cxpcricntal obtcríido en c'sicf pra-
lo que no se han refinado los instrumentos conccptualos á'qüc' la
hubiera debido conducir en último extremo. En esta elaboración tcó-
dondc suele parecer como si la orientación de los seres lünnanos-pot·
de los impulsos inconscientes tuviera forma y estructura-propias,: con
indcpcmlcJJc'ia de la situación relacional del individuo coucl'clo, con in-de-
n<:n<ICJIJcia también de la forma y estructura de las demás funciones de orien-
la organización espiritual y Como si tuViera asimismo mayor irri-
nort;mci'ia· que éstas para la existencia humana; No se distíngut~ entre la ha-
instintiva,- ruda- y natural, que quizá no cambie m_ucho a lo largo de la
ru"<H<a de los hombres; y las Cstntcturas y los canales cada vez, más sóli-
quc orientan las energías psíquicas de cada individuo en sus t'clacioncs
los demás desde el primer día- Je 'su vida.
embargo estas energías instintivas ya elaboradas qtté apar'eCcn en
ser humano vivo -pues, en las relaciones con los- ·demás, d honibre
ha- de habérselas con funciones psíquicos sin claborár, a-no-ser- (¡u e
trate de locos-, estas orientaciones y estructuras de-los instintos social~
determinadas son inseparables de las estructuras correspondientes
yo y del super-yo. Las unas son tan esenciales como las otras para el
c<m<p<Jrllatniento del ser humano y, a diferencia de lo que sostiene el psicoa~
naus!S, son tan sociales e históricamente cambiantes como la estrúctüra de
funciónes del yo y "del super~ yo.
Lo determinante de Cada ser humano no es el «ello)>, ni el <<YO>> o «sUper-
sino la-relación fundamental entre estas fimcione.s de aLitoóriCntación
n'''""''"'" que parcialincnte son antagónicas y parcialmente cOmplcmcnla~
. Sin embargo, estas relaciones de cada individuo concreto, es dccir,-la
·~•m•c•uu de su oríentación impulsiva, y la de su orierítadón dd yo y
supci·-y_o, se modifican Cn su Conjunto en el curso del proceso éivilizató~
en correspondencia ·con una transformación específica de las-- relacio-
entrc los seres humanos; de las .relaciones humanas, A lo largó -de-este
nrocesn. para decirlo en pocas palabras, la- conciencia se hace menos· per~
;nte,tble a los instintos y los instintos menos permeables a la concitin<;:ia;
De acuerdo _con-esta ley fundamental· de carácter sociogcnétic();'podc~
observar hoy procesos 'de análoga óricntación en los-tiíño~:- los -auto~
matismos inStintivos adquieren ese carácter que hoy soletnós atribuirles co-
mo si fuera una propiedad ahistórica y puramente <<-naturah;-esto es;el ca-
de lo <dnconsdcntc>,, únicamente-en el curso- de la historia de la hu~
maní dad o dd proceso- civiliza torio individual, cuando el yo y el supct~-yo;
¡j<w un lado, y los instintos por el otro, se diferencian cáda vez máS clanl"
~mente, es decir, únicamente con la constitución de funciones de la conciCn·
menos permeables a los instintOs.~
496 EL PROCESO DE LA CIVILIZACION ·

En el curso de la transfonnació!) cambia-asimismo la pi·opia concicJoc:ia


en _el-sentido de una «racionalización)) creciente: solamente con esta
renciación mayor y mús estable de la organización espiritual· alcanzan
funciones psíquicas directamente orientadas hada el exterior d cará•ct<•+J.
de una conciencia que funciona racionalmente, con independencia rclat.iva·····,·i
frente a-los in:::>tintos- y a los sentimientos.
Nunca podremos comprender u observar la forma y la estructura de
autooricntación psíquica consciente o inconsciente, sí nos-las nnagli11Hnos ;
cqnw cosas que existen y·funcionan_por separado. Las dos son igualmente
esenciales paru la <:,~xístcncia ,dd sc,r hunumo; conjuntarhcntc constituych
umt gran conexión fundon~tl, y <tampoco podremos comprender su-eS:trué-
tura y sus transforrn~1cioncs mientras-nos limitemos a la observación de- loS--
seres humanos aislados. Sobmentc resultan comprensibles en conexión con
la estructura de las rdacionés intcrhumanas- y con la red de interacciones
en qüc cambian estas estructuras sociales.
En consecuencia, para hacer inteligible el proceso cívilizntorio es prcéi~
so investigar ~11 mismo tiempo la totalidad de los cambios morfológicos, pSí-'
quicos Ysociales, que es el c·amíno que hemos querido seguir aquí. Desde
un punto de vista más cstriclo, es prccisfdambién una investigación psico.
genética orientada a la cmnJWcnsióu del ámbito de conflicto y de aplicación
de las cncrg(as psíquicas individuales; esto es, a la estructura y morfología
detautocontrol instintivo y del-consciente. DCsde un punto de vista más a m.
plio, para ser inteligible, el proccso_civilizatorio requiere una investigación
socio-genética; una investigación de In estructura general t~l.nto de un:ánh
hito .soci~1l concreto como del orden histórico en el que aquel se transfor-
rna.
Sin-cmbargü, para poder estudiar adecuadamente-tales procesos soda•
les, se precisa una corrección de los hábitos mentales análoga a la que ad~
milü~mos como ueccsariu más arriba cuando se trataba de aplicar un crite~
rio })sicogenético correcto. Tampoco se alcanza a entender lhs estructuras
y los proceso:-; sm~ialcs investigando exclusivamente una clase funcionál dctv
tro del ámhito :-::ocial. Para hacerse i1iteligibles estos procesos y estructuras
requieren qna investigación de las relaciones entre: las diversas clases fun•
cionalcs que aparecen vinculadas dentro de un mismo campo social; y que
se reproducen continuamente rnedütntc una transformacióJLmás-o menos
rúpida de las relaciones de fuerza en función de In estructura esf)cdficü de
este ámbito. Si.cn toda invc_stígaciún psicogenética es necesario considerar
no _solamente el orden funcional _de lo ·<dnconscicnlc>> o el de lo «COÚ!)Cicn"'
te•>, sino __ todo el movimiento de las funciones psíquicas, lo mismo sucede
con la inves_tig~tción sociogcnélica eü la que, _desde e.l principio, es necesa-
rio comddcrar la totalidad de un _ámbito social mús o menos diferenciado
y rico en tensiones. Esta empresa súlo e:::; posible gracias a que el cnirarna:
do social y su c:ounbio histórico morfológicO no es un caos; sino qüc -hasta
en las fases de mayores trastornos y desórdenes sociales. hay un ordcn,y
una estruCtura.claros. Investigar la totalidad de un úmbito socütlno impJí.;
ca que sea neces~trio estudiar todos los procesos individuales dentro de esa
lot~didad, sino que implica, sobre todo, descubrir las estructuras fundarrJCll)
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEORIA lllÍ LA CIVIL!ZACION 497

que señalan la orientación y la configuración específica -a ,todos loS pro-


individualizados dentro de dicho ámbito. Implica, asimismo, plaJJtcarsc
¡C'JCSIJ()n de la diferencia entre los ejes de tensión y las Ó\dcnas funciona-
e instituciones de una sociedad del siglo XV, y otra del siglo XV! o del
XVII, y por qué aquella evolución hasta convertirse en estas otras. :No
duda. de que para c:::;to se precisa una abundancia de conocimientos so-
hechos concretos. Pero, a partir de una etapa cn·cl conocimiento de la
material la historiografía alcanza una fase en la que ya no puede
con la mera recopilación de detalles y con la dc_scripción de lo
ya se ha recopilado, sino que tiene que pcnctrar_cn las leyes que haCen
los seres-humanos de una determinada sociedad se relacionen, se en-
ren inmersos en determinada morfología, y en cadenas funcionales ab-
ohJtlmtctJtc específicas, en su condición de caballeros y_siervos, de reyes
, de ciudadanoS-Y de nobles por ejemplo, leyes que _también
m;man la transformación de estas formas relacionales y estas institució-_
En una palabra, a partir de determinado conocimiento de la tcalidad,
reconocer un armazón sólida, una conexión- estructural dcutro
montón de innumerables hechos históricos individualizados. -Y :con ín-
ler>ctld•onci'a del enriquecimiento del panorama histórico-que puedan ofre~
todos los demás datos que sea posible enconttar sirven para rcvic
opinión que estas estructuh-1s merecen o bien para anlpliarla y pro-
l11<dl7om·la., Cuando dijimos más arriba que toda-investigación soci<:gcnéli-
ticne qüc orientarse a la totalidad del úmbito social-por encima ·de las
funcionales individualizadas, ello no supone que haya de orienlarsc
suma de todas las particularidades, sino-a la totalidad de su estructura.
En este -sentido éabc entender también =lo que se dijo más arriba sobre
,r¡¡ciorwliz<ociólL Hoy día se admite generalmente la corrcspondC.nda que
entre las funciones bui·gucsas y ra transición paulatina ü un comporta·
y un pensmnicnto mús <<raciona},,, así como ü un autocontrol.mús
Entre nuestnJs contcmpbr{meüs suele darse la sólida convicción
la burguesía ha «producido» o «inventado>> cl-pensamiciito-racional.
de contraste hemos expues1o aquí algunos proces-os- de racíot)()li-¡;a-
en la aristocracia. Pero no debe deducirse de ello que la aristocr~lcia­
)lcrcsana sea la «prodttctora>' social de este movimiento de racionalización.
ha «producido» a la aristocracia cortesana o a la burguesía rnanu-
[cturenOI. nadie ha_ dado origen -a este ·movimientO de racionalí:zación-. El
cambio del conjunto de las estructuras sociales en cuyo_curso se cons-
cstas fol'madones burguesas y aristocráticas, constituye por sí. mis-_
desde cierto punto de vista, una·racionalizaciún. Lo que-se hüct mús
no son solamente los produL~tos :aislados de los 'hombres y tampó-
sistemas concept-uales expuestos cn_los lil)l·os. Lo que se racionaliza
primer. lugar son las fonnas de comportamiénto de cienos grupos
La «racíonalización1>. no es otra cosa ~piénsese en el acortesanú-
dc los gucrrel"o:-.- que una expresión del sentido en que se. transfor-
la nwdclación de los seres humanos en ciertas formaciones sociales. in-
durante aquel período. :Los cambios de este tipo no tienen su <<origen>¡
u otro orden social 1 sino que surgen en correspondencia con las ten·
498 EL PROCESO DE LA CIVILIZACIÚN

siones entre los diversos grupos funcionales de un ámbito Social-, y:'


los seres humanos que compiten dentro de ellos. Bajo lavresión de
simí.es-dc' este tipo que penetran en todo el entramado social, se Inm:;fcrr·
la estructura de éste durante una determinada fase en el sentido de
tralización creciente de lós ámbitos de-dominación y de una cs. pcdaliztrci
níás rica, así como de una:intcgración más sólida dc,Jas ncrs·nnas.
es Uf transformación de la totalidad del ámbitó social va transl01•mimili\•
también--primero en sectores pequcilos y luego en scctorCs rnás am
la estructura de las funcionés soda les y psíquinu; hacia úna mayor
nalizficiún.
No es pOsible entender por sqparado la lenta dcsposcsión del primeic
tado, la pacificación del segundo y d ascenso paulatino del tercero;
tampoco es posible aisi<J.r el desarrollo del comercio de esta época de la
tituéión de monopolios fuertes de la violencia y de cortes p'odcrosas. "" '"'·'"'·
ta de piezas de un "proceso general de diferenciación y prolongación cr•ccien!<f
de todas las cadenas de acción quc·han tenido una importancia decisiva
hoy en l.a totalidad- de la historia occidental. A lo largo de ésta, cmúo
mostrado desde diversas- perspectivas, se transforman las funciones
nobleza y, en correspondencia continua con ellas, se transforman taminét)
las -funciones de 1~- burguesía y la morfología de-los órganos ccntrales:-
níultáneamcnte a-este cál'nbio paulatino del conjunto de las funciones e·
titúcioncs sociales se produce (primer'amente en las capa~<; superiores
nobleza y de la burguesía) un cambio del autocontroJ psiquíco hacia
previsión mayor y una regulación más estricta de los impulsos JTI<)!ll,cntá'c
neos -de carácter instintivo.
Cuando se hojean-Jos cstudiot> a luso que' exponen el desnrrollo del
ritu occidental, suele obtenerse la impresión de que sus autores atril,u:ye¡J'Z:
más o menos claramente a una serie de personalidades geniales clnroc,csil"!
de racionalización de la conciencia, el-cambio de las formas mentales m;\giiéo(
tradicionales a las racionales a lo largo de la historia dc-Ocddcntc.
estas exposiciones, tales individuos- ilustrados, valiéndose de su illliclig<o\1',),
da supei'ior habríttn-ensefiado al hombre occidental cómo utilizar su
innata,
Nuestro criterio es distinto. No hay duda de que la aportación de los
dCs pensadores de Occidente ha sido consídcrablc; consigüieron
ex-presar- con degnncia lo ·que sus contemporáneos ~~~:~~~~7;'¡~':~:~~~;;~S~~)
(¡uchacér cotidiano sin poder expre-sarlo con claridac~ -y precisión
la réflcxión; intentaron pudficar las fOrmas mentales ra·ci'<mal'"
güui del amplio cambio eStructural del entramado social y, valJérid<>SC (1~
ellas-, H-atarori de llegar a !_os fundamentos de la-existencia humana;
ron' a ·Jos -otros hombrés sobre su ·mundo y sobre ellos mismos; rrr<actrw
su posición en medio dC-un poderoso mecanismo social consiguieron ·
en-éste; actuúron como intérpretes y portavoces de un coro-social cú.
o~mcnór medida,--scgún su respectiva grandeza y posición'"'"'·'""'";
no fueron los creadores del hábito mental predominante en su .so;:ieda<l;n
fueron los creadores de JO que-solemos llamar <{pensah1iento raci<m'll'',
ComO puede-verse, esta -expresión es -algo-estática y cscasam;ontcüll
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEORÍA DE LA CIVILIZACIÓN 499
en ¡;elación con lo que se supone que ha de cxprcsnr. Dcmasiudo
puesto que la estructura de la c~onomía espiritual cambia de, he-
lenta o tan rápidamente coi11o la pl'opia estructura de las .relacib-
so•clal<;s. Escasameritc difcrcÍKiada puesto que-el csqqcma de-la ració·-
cra y es muy distinto en las diversas clases sociales (por ejemplo
nobleza cortesana o en las capas sup-eriores de la burguesía) en cuné-
las diferencias en sus funciones sociales- y con el conjunto -de su
histórica. Por último, puc(k dedrsc de la racionalización lo que
más arriba acerca de los cambios de la conciencia: en ella se ma-
solo-un cambio general del-conjunto de la economía espirituaL
cauu","' coincide con uila transformación correspondiente de las csti'uc-
instintos. En pocas palabras, se 1rata de una manifestación' ci-

VI. VERGÜENZA Y DESAGRADO

el proceso de la civilización, -lú «racionalización:>:>-del comportamiento


importántc como esa-modelación peculiar de la economía': instintiva
,,aco,stlmJbramos a llamar «vergüenza)> o «escrúpulos:>< Se trata de los
'"'"""""''de la misma transformación psíquica: el intenso moVimiento
·ac;wnat!IO«l<OJ(>ll, y el no menos intenSo avance del umbral (k la vcrgüen-
cscrúpulos que se lufcc especialmente manifiesto a partir del sí~
-en los hábitos de los hombres occidentales.
scJolimicnto de_ vergüenza es una excitación específica, urra especie
que se manifiesta de nwdo' automático y habitual en el individuó
tazones concretas. Visto superficialmente 'es un miedo a la degradación
o, dicho en términos más generales, a ·tos gestos de superioridad de
Pero también es una forma de disgusto y de miedo quc,se prodti-
manifiesta cuando el individuo que teme la supeditütión no-puede
encte'rsc de este peligro mediante un ataque físico di rectó u -otra-forma'
1g:rc:>iém. Esta indefensión frentC a la superioridad de lós·otros, esta en_-
complcta a su merced no surge directamente de la amenaza quesupo:
superioridad física de los demás, -si bien es- cierto que- se explica en
de las coacciones matórialcs, de la subordinación física del nitlo-en
con las personas que modelan sU carácter. En-el"casó de'los·n'dúl-
ernbargo, esta indefensión -se prodtice-pol' el hecho de que- los 'seres
· cuya superioridad se teme, se relacionan con el super-yo de la per:
in•delfct1sa y atemorizada, con-el aparato dc-autocoacción-modcladoen
uu.vnuuu gracias a la a:cción de aquellos de quienes- Cl-dcpendíu y qUe
sobre él cierto grado de poder y de superioricbd.-l~sto explica por'
miedo al que llamamos «vergüenza)) aparece muy ateriuado a la
los dt.~más; porqUe por muy fuerte quy sea no se expresa-directa·
externos; La vergüenza alcanza su configuración cspecífi--
dc que quien la padece está haciendo o piensa-- hacer- algo que
a incurrir cit contradicción con las person:as a las que se encucn-
500 EL PROCESO DE Lr\ CIVILIZACIÓN

tra unido de una u otra forma y consigo mismo, con el sector de su


cia mediante el que se autocontrola. El conflicto que se manifiesta
gücnza no es solamente un conflicto del individuo con la opinión
dOminante, sino un conflicto del comportamiento del individuo cc,naaucil
parte de su yo que representa a la opinión social; es un conflicto en 'su
ritu; es un conflicto en el que el propio individuo se reconoce como ·
rior. El individuo teme perder el aprecio ú la consideración de otros
aprecio y consideración le importa o le ha importado. La actitud dé
llos frente al individuo se ha consolidado en su interior en una actitud
él mismo adopta de modo-automático. Esto es lo que le hace cncontr¡u,sh
indefenso frente a los gestos ci8 superioridad de los dcmús que, de
modo, actualizan en él este automatismo.
Así se explica tamb~ién que el miedo a la infracción de las prohibi.ci<ln<'S
sociales se convierta en vergüenza con tanta mayor intensidad y nitidez
to más claramente se han transformado en autocoaccioncs las coaccK1nesf
externas y cuanto mús amplia y diferenciada es la gama-de auto'"""'''i''!l<•s'.
que se impone al comportamiento del individuo. La tensión interna y la
cifación que se dan cuando el individuo :c;c ::dente obligado a qriclmmltar·,c\;:•
las ¡wohibiciones en algún lugar o_cuanclo las ha quebrantado tienen_
t;,dntcnsidad según-sea la gravcdad_dc la prohibición y de la atlllo·co•acd<íl\
sociale:c;.- En la vida cotidiana solamente se hablará de vergüenza Ctl<t[)<tq ;.
se.dcn determinadas-referencias y cierta intensidad; pero, si
su estructurá, se trata siempre de la misma- manifestación a
diferentes matices y grados de intensidad. A semejanza dclas autoiOO,iCCiqi/
ncs, encontramos la vergüCnza en forma más desigual, menos cornJJicta:yc
menos estable, en grados inferiores del desarrollo sociaL rambi•ón
janza de las aufocoaccioncs esta- tensión y este miedo se intensi
cada nuevo mOvimiento civilizatoriü hasta que los miedos de este hp,o.:;(~
hacen tanto mús dominantes -frente a otros ~especialmente frente
do a la amcnnza y a la supremacia física de los demás~, cuanto más
plíau los úmbitos humanos pacificados, cuanta mayor importancia
las coacciones homogéneas para la modelnción de-los hombres, al ticm¡oo ;
que la violencia física mantiene la guardia al margen; en una palabra, ""m'" '
to mayor es la civilización del compürtamíento. Si sólo cabe hablar de
IÚJ)) ei1 yoncxión con los movimientos de racionalización y con la cons1ti(\l''
ción de funciones que exigen·Ja previsión y-la contención, sólo es pc,sil?W{'
también háblar de sentimientos de- vergüenza en conexión con SS1t~t ~<::~1f1¡~
social, ctm los- movimientos-en-los que avanza el umbral de la v 1
o, en todo caso, cambia, y en los que se transforma la estructura y
rna ele las coacci.ones exteriores-en cierta dirección, para rcproducí
zú en-un plazo_ mús o menos largo en-la mhma forma. Ambos fcltJÓili<lll\Jíii
la racionalización- al igual que el avance del umbral de la vergüenza
lcis esCrúpulos,.son rnanifcstaciones de un;:l disminución de los 11llC<M•:\!'C:
rectos ante la amenaza-o el a laque por parte de los demás; y un
miento de los. miedos internos automáticos, de las coacciones que-se
ncn ahora los_propios individuoS. En ambos fenómenos,, tanto en el
del-umbral de la vergüenza como-en el progreso de la racionaliz,rciótif¡
RESUMEN: BOSOUEJO DE UNA TEORÍA DE LA CIVIL!ZACIÚN 501

t$rrifie,;ta el incremento y la diferenciación de la l)rudcncia y la previsión


ahora resultan necesarias al aumentar la diferenciación soCial con el
asegurar la existencia social de grupos humanos más numerosos. No
explicar la correlación que existe entre estas transformaciones
:íquico-rrtm·to•lógi•::as aparentemente tan distintas, Ambos fenómenos, el
n<:mTrru•~••w de los sentimientos de vergüenza y el aumento-en la racio·
aliiutcion sólo son aspectos diferentes de la creciente divisiórrcn la como-
espiritual de los individuos que apal-cccn con-el aumento en la JiviSión
funciones, esto es, aspecto:-; distintos de la difcrcnciaciórí crccicntc'cn·
funciones instintivas y funciones de vigilancia de los instintos, entre «ello)}
o_ ''super~yo)). A medida que se perfila es'ta diferenciación del auto-
psíquico, más claramente incumbe unaJunción doble a ese sector:
rc•ntr·c.i psíquico ·al que llamamos {,yo)) en sentido amplio, y «super-yo)'
scmw·oestricto: de un lado este sector constituye el centro desde el que
individuo orienta sus relaciones frente a las otras cosas y pcrs<mas
otro, es también un centro desde el que cadá individuo orienta y rcgu-
<dntcrioridach, sus instintos-parcialmente de-modo conscientC y' par~
'"""e""~ de modo automático o inconsciente. En otras palabras"cl o'nlcn
funciones psíquicas que va diferenciándose lentamente de los ins"tin-
a lo largo de los cambios sociales descritos, esto es, las funciones del
del supcr~yo, tienen un cometido doble en la organización espiritual:
iUtHcn,Jtcva,r a cabo, al 'mismo tiempo, una política interior y una politicü
"'cntor t¡ue- no siempre coinciden y que n'luy a menudo son contradicto-
De este modo se explica que en c1 mismo periodo histórico-social en
oroo<rEcsa de forma evidente la racionalización se observe un avance-de
del pudor y de los escrúpulos. También se explica aSí que; de
;oJtll<mmidztd con la ley sociogcnética fundamental, todavía hoy se produz-
proccso análogo en la vida de cada niño concreto: la racionalización
comportamiento es una expresión -de la política exterior de la misma
titución del super-yo, ntya polhica interior se expresa en un avanccdc
límites de- lü vergüenza.
Cábc dcsarrollat-cstas ideas en múltiples direcciones. Habría <-1ue dcmos-
lr'e.r- <:iHno <:Sta inayor difcrcriCÍaCÍÓn Je·la oi·ganización cspiri tuaJ sC cxpr_c-
Cll un cambio nior[ológicó de-los impulSos individualeS. Y sQbrc 'todo,
conduce a una transfonnacJón de los i_mpulsos sexuales y a un desa-
acclcrado del pudor en )as ,-elacigne.s entre hombres y mujeres *.Aquí

,(·A pesar de sq importancia,- ha-sido preciso dejRr de lado este probleíTJu eBpc-
, Su soluciói1 n~quicre una descripción y un análisis-detallado de-los cambios a
ha estado sometida la cslructura de la familia y el \:oüjunto Lk bs-relacionCs sé·
· a Jo largo de In hbtoria- occidentaL Requiere, además, una investigación de
cambios eH la forma de educar a lo~ nifios, y-en-el tratamiento de los adolesccn-
. Los materiales-que hemos reunido con el fin de acbrar el prot:cso civilizatorio
este cat_npo y los anúlisis que de-ello se han derivado, han rcsult~1do cxccsivmneíl-
anlpllios,, excesivos para los límites que tiene marcados este trabajo, por lo que se
-, en otro volumen.
Lo mismo ca:bc decir del proceso civilizatoriü en las clases medias, de la tl'an~for-
502 EL PROCESO DE LA CIVILIZACJ(JN

habremos de contentarnos c_on-mostrar algo de-las líneas-de unión cnti·c


procesos sociales descritos más arriba- y estos avances de la línea de
y'·_dc escrúpulos.
En la historia moderna de Occidente, los sentimientos de vergüenza
ocupan siempre clniismo lugai· en la economía espiritual. El lugar que
pan -por no mencionar rnás que esta-diferencia~ cn-CI caso-de un ordecL'
social estamental y jerárquico no es exactamente el mismo (juc el
neo en el "Ordenamiento industrial-burgués posterior.
Los ejemplos que hemos citado mús a'rriba, y- especialmente los rcl'ati/,
vos- n las diferencias en eL desarrollo del-pudor-cuando-se trata de
brir diferentes partes del- cuerpo 148 !~nos pcrniitcn haCernos· una idea de
transformacioneS producidas.
Por razón de la estructuta peculiar de la sociedad cortesana el
que se origfna en determinados desnudos está lithítadü estamental ü '~·'"''' ..,,
quicamcnte a desnudez de los miembros de las clases altas en presocn•:ia
los de las bajas, por ejemplo la desnuUéz dd Rey ante sus ministros,·no
sometida a-ningún tipo de _prohibición social estricta, como tampoco 10
tú, en -una fase anterior,-la- (ksnudez del hornbrc ante la mujer que, pot
socialmente- rnás débil, -Se encuentra también en una posición sodal
ríor. Eu consecuencia con la menor-dependencia-funcional frente a lüs
riOI~cs; -aquella desnudez no suscita ningún sentirníento'dc r~::a!~~~~:~~~~·s~;
de vergüenza; es más, como lo expresa De La Casa, hasta puede
corno un signo de benevolencia frente a los inferiores. En carnbio,-la •1o•·"''' ' i
dez de las personas de rango inferior ante las de rango suPerior o; ante
sonas de igual rango, cada. veZ está más prOscrita del trato social,
sihtoma de falta de respeto;- llega a carac-terizarse cúmo una iniFntú:iónv:'

mación civilil:atoria de las clases-burguesas dudadanas y-de la nobleza


cortesana. Ciertamente, en estas clases la transformación del c:;:::~:.~;~~~;:::i~;;·:~í,{,¡';~
la estructura de las funciones psiquic~\S es paralela a una transforniación
en la estructura general del cnt rama do socüd occidental, y dc_lgual1'nancra.
tinguir el esquema de la línea civilizatoria de la clase media no cqrtcsana de_
lésana~ distinción_a la que nos hemo~ referido en _repelidas OCil.Siones más
especial no es coincidente la actitud frente a la_ sexualidad en los dos casos, parciial: ,;:
mente debido a la difcreílle eStructura familiar, y i'mÚ:iáimcntc a otrO
siones qlíe 'son cspe'cífiols ele' las funCiOnes pi·ofcsiOJÍales de las clasc~.S
análogO se muCstra cuando sé investiga la transformación civilízatorLa de la cdi•iiín
occich:ntal. La transformación civilizatoria de la sensibilidad religiosa a la
dedicado mayor atención los sociólogos, la tcn~lcncia a la interiOrización y cac:imlllli·
zación quü_Se expresa en los distintos movimientos puritanos y protestantes,
cucntra con algunas variúntes ·en estrecha relación con la situación y la
de las clases medias. La transformación civilizatoria concspondiente al u;.~~~~:,~;;[i }~
manificsta-étl'ia constitución y posición de poder de la orden de JesúS,
por la cst ructura jerúrqttico-ccntralista de lü Iglesia Católica, cncucótra .
ción en-la colaboración estreCha wn los órganos centn:dcs del absl)lutiSmo.
blemas también podríah resolverse cuando se tengú una idea clunnfe las inlcr•lC<,¡ü;.
ncs y' oposiciones entre las líneas-civilizatorias de-las clases mt.~dias no COII·tcsarras.),c
y las de las cortesanas, por no mencionar el movimiento civilizai.orio mucho
toque había de aparecer más tül'dc en las da~es campesinas-y -trabajadoras;-
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEORÍA DE LA CIVILIZACION 503

consecuencia, gcnc'ra miedo. El dcscubriri1icnto del cuerpo ante los ck~


fuera de ciertos enclaves estrictos se convierte en una infracción sólo
desaparecen las diferencias estamentales, cuando la dependencia
mciot1al de todos en relación con todos se hace más intensa y los hombres
,canz,an un valor_ aproximadamente igual en la sociedad.
En tal caso, este comportamiento del individuo se relaciona de modo üm
con el miedo dc~de pcqucií.o que desaparece de su conciencia el ca rúe-
social de la prohibición·y da la impresión de que el pudor surge como
"""""" de la propia interioridad de la pcrsonü.
Lo mismo puede decirse del desagrado que-constituye la contrapartida
nso'm:enm1cdc los sentimientOs de vergüenza. Si-los sentimientos de pudor'
urim.m<ll cuando una persona atenta-contra los mandat9s del yo-y de la·
Otic<la<J, el desagrado se produce cuando algo ajeno al individuo aFectá á
zonas de peligro, a formas de comportamiento, a objetos, inclinaciones
previamente su medio ha revestido de temor, hasta que este temor _-de
rtttcrdo con el modelo de un reflejo condicionado- vuelve a producirSe de
automático en ocasiones análogas. El desagrado es uná excitación de
l"¡~w;wo miedo que surge cuando otra persona quiebra o amenaza corrque~
·la escala de prohibiciones de la sociedad representada por el super-yo.
su vez estos sentimientos son tanto más variados y amplios cuanto más
y diferenciada la zona de peligro, dentro de la cual está regulado
modelado el comportamiento de los individuos, esto es, cuanto m;;í.s -ha
vanzacto la civilización del comportamiento.
se ha mostrado a través de una serie de, ejemplos, cómó·va
t.~~~~~~~. lentamente a partir del siglo XVI el umbral de la vergüenza y del
;H También aquí comienzan a coincidir las conexiones conccpútá-
Estc avance acompaña al acortcsanamiCnto acelerado do la clase-alta.
una época en la que los entramados de dependencia que se entrecrUzan
el individuo, se hacen más densos y más prolongados, una época en la
un número cada vez mayor de personas aparece más estrechamente uni-
y en la que aumenta la coacción del autocontroL Al igual que la intcrde~
Jerrdcmcia, también se-hace más intensa la observacíón reciproca de l'os honl~
sensibilidad Y1 consecuentemente, las prohibiciones, se hacén cada'
·ez m1ás diferenciadas y también más diferenciado, más amplio y más- va-
a tenor de un tipo superior de convivencia se hace aquello de lo que
personas se avergüenzan y que suscita el desagrado en los actos-de-loS

se ha advertido que, con la división crccieritc de funciones y lá -in te~


mtciim mayor de los individuos disminuyen los grandes contrastCi; enfre
uve<>;a,clascs y países, mientras que la:modelación'cn el marco de la civi~
íz:>cJón aUmenta en matices y en posibilidades diversas; Aquí nos encón~
con unü manifestación muy típica en el desarrollo del comportamicn-
y_de la sensibilidad individuales. Cuanto más se debilitan los fuertes ton-
del comportamiento individuál, cuanto más se comprimen; con tic~
o transforman por medio de autocoacciones las grandes manifestado"
de alegría o de dolor, tanto mayor es la sensibilidad para los matices
detalles del comportamiento, tanto m(ls'sens.ibles se hace-n laS personas
S04 EL PROCESO DE LA CIV!LIZAC!ON

para percibir los pcqucfios gestos y formas, y de modo tanto más difcrcn:
ciado se experimentan a-sí mismos los seres humanos así como a su mundo
en estratos que no conseguían penetrar en su conciencia a través del velo
de las emociones reprimidas.
Para recordar un ejemplo que nos es cercano, los hombres {(prinütivos))
cxpci'imcntan el ámbito humano y natural en la zona relativamente restrin-
gida que les es vital--restringida porque sus conexiones de dcpCtldcncia son
relativamente breves- en cierto modo de forma más diferenciada que los <<ci:
vilizados». La diferenciación es Qistinta según que se trate de agricultores,
cazadores o ganaderos. Pero, ct~" cualquier caso, en términos generales po·
demos decir que cuando resulta de interés vital para el grupo, los hombreS
primitivos poseen una.capacidad superior a la de los «civilizados}} para di,
ferenciar cosas en el bosque y en el campo, ya se trate de distinguir un áru
bol de otro o de identificar ruidos, olores o movimientos. Pero entre los pri-
milivm¡, el ámbito natun\l sigue siendo en gnm rnedida una zona de pelJ-
gros, llena de miedos -que el hombre civilizado ya no padece. En relación·
directa con ello encontramos lo diferenciado y lo no diferenciado. La forma
en que se experimenta la (<naturaleza)> al acabar la Edad Media y, de modo
más acelerado a partir del siglo XVI, se caracteriza por el hecho de que van
pacificándosc ámbitos humanos cada vez mayores; así, dejan de ser zona
de peligro de primer orden los bosques, las praderas y los montos, en cuyas
profundidades se escondían siempre sobresaltos y temores para la vida del
individuo. Ahora, cuando al hacerse más densa la red de caminos y las inte-
rrelaciones humanas, al desaparecer poco a poco los salteadores de cami~
nos y los animales de rapiüa, al dejar de ser el bosque y el campo escenario
de pasiones reprimidas, de caza salvaje de hombres y animales, de alegrías
y de miedos brutales, al modelarse todo ello por medio de actividades pací•
ficas, de la producción de bienes, del comercio y del tráfico, los seres-hu~
manos comprenden de modo nuevo también a la naturaleza pacificada. Y
en conexión con la importancia creciente que adquiere la mirada como gc•
ncradora de placer aL aumentar la contención de las emociones, la natura·
leza se convierte en objeto de contemplación, mientras que los hombres, so~
hre todo los ciutbdanos para quienes el campo y el bosque no son ya vida:
cotidiana, sino un ámbito de recreo, se hacen más sensibles, y ven el campo
abierto como algo más diferenciado, como algo que antes estaba oculto de~
bajo de los peligros y de la actividad-de las pasiones irrcprimidas. Los homi
brc.s disfrutan ahora de la armonía de los colores y las formas, se hacen tmlb·
sensibles a lo que solemos denomina¡· la belleza de la naturaleza, y se abren
a la conlctnplnción del cambio de l(malidades y formas en las nubes así co·
mo a los reflejos de la luz en las hojas de un árbol.
En el curso de esta pacificación también se transforma la sensibilidad
de los hombres en el trato rédproco. Los miedos exteriores disminuyen en
relación directamente proporcíonal al aumento de los miedos interiores, los
miedos que se profesan mutuamente los hombres. En razón de estas tensio·
ncs internas, los hombres comienzan a cxpcrimentarse unos a otros en su
trato recíproco de una forma diferenciada que no existe en aquellos ambien--
tes en que los seres humanos sólo pueden esperar amenazas terribles pro·'
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEORÍA DI' LA CIV!UZACIÓN 505
""'entes del exterior. En este momento, toda una serie de tensiones que an-
se manifestaban directamente en la lucha entre los individuos, se con~
en tensión interna en la lucha del individuo consigo mismo. El trato
deja de ser una zona de peli_gro en l_a medida en que los banquetes
bailes ya no dcgcnct·an en cnfrcntamtcntos, peleai-i y asesinatos y, en
'""'"'".>, se convierten en una zona de peligro siempre que el individl;o 110
contenerse y .su comportamiento afecte en lo más sensible a los lí~
del pudor o del desagrado de los demás. En cierto sentido la zona de
ncHcro atraviesa ahora el alma _de todos los in~lividuo:. Precism11 cntc por
los hombres se hacen scnstblcs en esta estera ¡t dl[ercncias que antcr-;
'ªp•en,<IS se manifestaban a la concienc~a, Si.L: naturaleza se.convicrtc en grado
que antes en fuente de alcgna ongmada en la mirada, también los
'indi,lid,uc>S se convierten en fuente recíproca de un placer de contemplación
la inversa, en fuente de un disgusto originado en esa contemplación en
· . desagrados de diverso orige~1, Disminuye el ~nied? inmediato ~uc
h<mrbt·c causa al hombre y en cambw aumenta el mtedo mtcrior en re la-
con aquél, miedo producido por la mirada y por el super~yo. .
Cuando la utilización de las armas en la lucha es algo común, los gestoR
:n1CJlcU<Jos, por ejemplo, el hecho de alcanzar a otro el cuchillo en la mesa
recordar uno de los casos de que hHblúbamos mas arriba~ carecen
inmMiancia . Pero al reprimirse el cmplc() de las annns, al aumentar las
·:c<Ja<octiorrcs· externas e internas que dificultan al individuo la m~mifesta-ción
su indignación y su ira por medio de ataques corpon\les, los hombres
haciéndose más sensibles a todo aquello que recu_erda a un ataque. Ahon~
el gesto del ataque afecta a la zona ele peligro; Y resLtlta des"agradabl¿
cómo un hombre alcanza a otro el cuchillo en la mesa con" la punta vucl,
la hacía él 149 · E.st~t prohibición se origina en los círculos rcstringídos, su-
'nra1"'""'" sensibles, de la buena sociedad cortesana, para la qtte la scnsibi-
cs un valor de prestigio, al tiempo que un medio para difcrenciarst.~
que la cultivan pr~cisame.n~e. por cst_a razón, y lu~g.o ~,e extiende pnulatina-
mccn1te a toda la socwdad ctvthzada. l~n esta prohlblCton resuena la asocia-
ción guerrera así corno otras reminiscencias en relación con los instintos
; reprimidos por el miedo.
Hcrnos ilustrado con una serie de cjcrnplos cómo va reduciéndose poco
a poco la utilización del cuchillo sobre el que pc~a todo un conjtmto de pro-
.· · mayores y menores. Queda por avcnguar en qué mcdiJa la re~
nuncia a la violencia física por parte de la aristocracia cortc~ann-constitu·
una coacción de origen externo y has taqué punto-se transforma en otra
origen interno. Puesto que, a pesar de todas las lirnitacioncs, sigue uti}i~
. z;muc.sc en gran medida el cuchillo de mesa, al igual que la espada. y si la
y la mu~r~c de los an.i~nalcs continu~\ sict~do una diversión señorial per"
mitida y cotiChana, laminen el descuart1zamwnto de los ani111alcs rnucrtos
en la mesa es una práctica permitida que no produce_ desagrados. Postel'ior·
mente con el paulatino ascenso de las clases burguesas, en las que culmina
pacificación y la transformación en autocoaccioncs por medio de toda
estructura de sus funciones .sociales el descuartizamiento de los_ anima~
se relega a la parte recóndita de la vida social, por más que, como_ suele
506 EL PROCESO DE LA CIVILIZACIÓN

suceder, en algunos países concretos, especialmente en Inglaterra, se


tengan algunas de las antiguas costumbres en las nuevas; aunque general•
mente se evita el uso del cuchillo o incluso su mera presencia, si no !:le pro¡
hihc por entero, crece la scnsihilidaú a este respecto.
Es este un cjcn1plo entre otros muchos de las transformaciones cstruc-
tundcs de la organización espiritual a las que hemos designado de modo
conciso como <'civilización)>: en la sociedad humana no hay punto cero-de
los miedos frente a las fuerzas externas y tampoco hay punto cero frente
a las fuerzas autómaticas internas. Ambas tienen distinto significado Para
los seres humanos pero tambiéri{S.on inseparables en último término. Lo que
se da en el curso de un proceso dvilizatorio no es la desaparición de .una
y la aparición de otra;~ lo que cambia en último término es la proporción
entre miedos externos e internos y su estructura general; los miedos del Ser
humano frente a las fuerzas externas disminuyen sin desaparecer por com~
plcto; los miedos latentes o realeS (pero jamás inexistentes) que surgen de
la tensión entre el insti~Ho y el yo, se fortalecen, se hacen más generales y ·
permanentes en relación con aquellos. Los testimonios del avance de los lí-
mites de la vergüenza y del desagrado que se encuentran en l~l primer volu-
rncn de esta obra no son nada más que pruebas simples y visibles de la orien-
tación y de lá estructura del cambio en la organización del espíritu huma-
no, que también puede mostrarse en otras perspectivas. Una estructura muy
similar aparece, por ejemplo, en la transición de la constitución católico-
medieval del super-yo a la protestante. También aquí se muestra un movi~
miento decisivo hacia la interiorización de los miedos. Sólo hay un aspecto
del que no cabe olvidarse: que hoy, como antaño, todas las formas de los
miedos internos de un adulto se corresponden con los miedos de los niños
en relación con los otros, con los miedos ante las fuerzas externas.

VII. MAYOR DEPENDENCIA DE LA CLASE ALTA.


MAYOR ASCENSO DE LA BAJA

Más arriba hemos podido comprobar que en ciertas imágenes 150 destina-
das a la clase alta caballeresco-cortesana de la Edad Media tardía, la repre-
sentación de personas de las clases bajas así como de sus gestos todavía no
se consideran desagradables mientras que la selección estricta que corres"
ponde al límite de desagrado de la clase alta cortesano-absolutista, solamente
permite ya la representación ck~ gestos grandiosos, moderados o, en toJo
caso, refinados, al tiempo que excluye de la representación cuanto pueda
recordar a las clases bajas, es decir, todo lo vulgar.
Este rechazo de lo vulgar, esta sensibilidad .superior frente a todo lo que
recuerda los gustos inferiores de las clases bajas irnpn.~gna todas las esfe-
ras del comportamiento social Jc los cortesanos. Ya hemos mostrado con
mayor detalle 151 cómo todo esto se manifiesta en la modclación cortcsa·
na del lenguaje. Como explica la dama de la corte, no se dice un mien ami,
o le pauvre def/unct, pucslo que todo esto ((huele a burgués)). Y cuando el
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEORÍA DE L•\ CIVILJZAC!ON 507
,ur·gctés se defiende y contesta que, a pesar de todo, hay muchas personas
la buena sociedad que se sirven de c~tas expresiones, se le responde: {(Es
posible que hnya personas elegantes que no captan suficícntcmcntc las
ícadczas de nuestra lengua.>> Esta «delicadeza>> ... cstú confiaJa exclusi-
:- vamente a un pcqucno número de personas.
() de una actitud categórica, como las exigencias de esa misma scn-
e ;;i!Hi>lcl,Ld. Las personas que ejercen este tipo de selección de comportamicn~
e no pueden ni quieren justificar detalladamente la razón por la que en
a "dt,temninados casos utilizan unas expresiones que les resultan más cómo-
e , mientras que otras les lksagradan. Su sensibilidad especial depende es-
a p·eehamentc de la regulación y transformación espccífiC<:\S y crccienks de
tt impulsos a las que se ven obligados en función de su posición social taro-
r específica. La contundencia con la que acostumbran a decir: 1<Esa ex-
¡, pt·e,;ión es agradable; esa combinación de colores estú mal elegida)), la se-
e "''""""' de su gusto, por decirlo en una sola palabra, dcscan::;a en la incons-
y ctcnteta de su autocontrol psíquico antes que ct1 reflexiones conscientes. Aquí
í- ucda patente, sin embargo, cúlllo en un principio son pcqueüos círculos
1- la buena sociedad co1tesana los qu<: entienden de «ddiGldc?.al>, lo.'i. que
1- nreslan atención a la sensibilidad crecie11te para las formas, los matices,
,_ ritmos, los tonos .Y los significados de las palabras habladas y" escritas;
y y los que consideran que esta sensibilidad, este 1<buen gusto)) es al mismo
,_ tiempo un valor de prestigio: todo lo que linda con el umbral de su desagra-
i- huclc a burgués, es socialmente inferior y, al contra1·ío, todo lü_quc-es
J burgués linda con el umbral de su desagrado, lo que agudiza esta scnsihili-
S cs la necesidad de distinguirse de todo lo burgués; y la posibilidad de
hacerlo viene dada por la peculiar estructura de la vida de la Corte en la
que el instrumento principal de la competencia por el prestigio y el favor
del no es la actividad profesional ni la acumulación de dinero, sino la
capa,ct•llacl de saber comportarse en el trato social.
A lo largo de esta investigación y a propósito de una serie de ejemplos
ht,rnos visto que, a partir del siglo XVI, se inicia un rúpido movimiento de
-las pautas del comportamiento social que se mantiene durante los-siglos
XVII y XVIII, y que algo transformado se difunde en toda la sociedad occi-
dental a partir de los siglos XVIII y XIX. Este movimiento de restricciones
y transformaciones de los impulsos se inicia con el cambio de la aristocra~
caballeresca en una aristocracia cortesana. Depende estrcchamentc-óel
"""nh;o en la relación de la clase alta con los otros grupos funcionales, del
hablado más arriba. La sociedad cortesana-guerrera toda\ría-está
a presión y aún tem-e las interrelaciones de la burguesía qüc con-
vienen a la aristocracb cortesana. Esta clase nlta cortesana es una forrnación
en un denso entramado de interdependencias. Es una clase que, en cie-rto
modo, vive entre la tenaza del sef10r feudal de la Corte, de cuyo favor dc-
p•cr"H', y de los grupos superiores burgueses, económicamente acomodados,
aspiran a ascender y que tratan d'~ arrebatarle la preeminencia. La tcn-
ióu enttc las dos clases no data solamente de fines del siglo xvm y comien-
dcl siglo XIX, sino que la nobleza se ve amenazada desde un principio
de modo intenso y permanente en su existenci-a social por las clases blir-
508 EL PROCESO DE LA CIVIUZACION

.gucsas que tratan de ascender. El acortesanamicnto de la nobleza se produ-


ce en conexión con una intensificación del ascenso de las clases burguesaS, ~
La eXistencia de una intenlcpcndcncia más intensa y de una tensión más -
fuerte entre las clases nobles y las burguesas es definitoria en sí misma del
carácter aristocrútico~cortcsano de los grupos superiores de la nobleza.
No hay que dejarse engañar por el hecho de que hubieran de pasar si-
glos para que el continuo tira y afloja entre los grupos nobles y los burgúo-
scs acabara resolviéndose a favor de uno de ellos. Tampoco hay que dejarse
engaílar por el hecho de que la dependencia de la clase alta, la intcrdcpcl!-
dcncia funcional y las tensiones Jatcntés entre las diversas clases en la so-
ciedad cstamcnta,l absolutista de rÍos siglos XVII y XVIII, fuera menor que en
las divcr:-;as sociedades nacionales de los siglos XIX y XX. En comparación
con la dependencia funCional de la nobleza gucncra libre medieval, la de-
pendencia de la aristocracia corlesana es ya muy grande. Las tensiones so_-
cialcs, especialmente las tensione~ entre la nobleza y la burguesía, toman
un carácter distinto con el incremento de la pacificación social.
Mientras la disposición sobre los instrumentos de la violencia física, so,
brc las armas y las tropas, sigue sin estar muy centralizada, se da una scríe
de tensiones sociales que conduct.:n de continuo a acciones regulares de ca-
rúe-ter bélico._
Los diversos grupos sociales, por ejemplo, los asentamientos de artesa-
nos y sus sefiorcs feudales, las ligas urbanas y las ligas caballerescas, se
enfrentan como unidades independientes que, al igual que harán posterior-
mente los estados, han de estar permanentemente dispuestos a resolver con
las armas sus conflictos de intereses. Dada esta estructura de las tensiones
sociales, los miedos pueden descargarse con mayor facilidad y frecuencia
en acciones guerreras, en una aplicación inmediata de la violencia física.
La estabilización paulatina del monopolio de la violencia y la interde-
pendencia funcional creciente entre la nobleza y la burguesía suponen un
cambio de la situación. Las tensiones se hacen permanentes y solamente pue-
den resolverse ahora por la violencia física, en momentos de crisis u de al-
teración revolucionaria; se manifiestan por medio de una presión continuada
que todo miembro de la nobleza se ve obligado a aceptar. Con e~ta transfor-
mación de las relaciones sociales los miedos socia les pier-den poco a poco
el carácter de súbitas llamara~las que se expanden bruscamente invadién-
dolo todo y vuelven a consumirse en sí mismas para reanimarse inmediata-
mente quizá; acaban convertidos en un fuego permanente cuya llama está
escondida y sólo se expande en raras ocasiones.
Vista en-esta perspectiva la aristocracia cortesana supone un tipo de clase
alta distinto al de los guerreros libres de la Edad Medía. Es la primera de
las clases altas muy condicionada a la que, en el curso ele la Edad Moderna,
seguirán otras clases altas también ínten:-;amcnlc condicionadas. Está ame-
nazada por las clases burguesas en el conjunto de su existencia social Y en
sus privilegios más directa e intensamente de lo que lo estaban los guerre-
ros libres. Ya en los siglos XVI y XVII, por lo menos en Francia, en ciertos
grupos superiores burgueses, especialmente entre los miembros de los al-
tos tribunales y órganos J~udkiales administrativos; se da una clara insís_-
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEURÍ>\ DE LA CIVILIZACIÓN 509
en la pretensión de sustituir· a la nobleza de espada o, c_uando menos,
ablc<:et·se como clase dominante del país, junto a esta nobleza de es-
La política de estas clases burguesas se orienta, en gran medida, a
tmcnwr sus privilegios a costa de la antigua nobleza, si bien está vincula-
a ella en una serie de frentes sociales comunes, lo cual da a la relación
las dos clases su carácter pcculianncnlc ambivalente. Precisamente
ello, los miedos que generan c;-;t<:ls tcnsíoncs permanentes se mantienen
en estas clases burguesas superiores en fonna controlable median-
decisiva imposición del super-yo. Tal es también la situación de la autén-
nobleza que, muy a menudo, se encuentra a la defensiva y que, adetTlá,s,
muestra las consecuencias del choque producido por la derrota y la pér~
que sufrió con la pacificación y el acortcsanamiento. Los aristócratas
)rtesanos están obligados a ocultar la inquietud que les produce el con ti-
tira y afloja con los grupos burgueses. Dada la estructura de la::; inter-
'I"""Jencia,s, la tensión social suscita, a su vez, una tensión interna entre
miembros de la clase !:>Uperior amenazada. Los miedos que producen es-
tensiones sociales en los individuos de la clase alta cortesana se hunden
arcllllrncntc, aunque nunca por completo, en las zom1s inconscientes eJe la
"'""uuua espiritual, y surgen de nuevo modificados como automatislnos
sp>,cíTir:os de autocontroL Estos miedos se cxpresnn especialmente en la
sensibilidad que muestra la aristocracia cortesana fn;:nte a
lo que puede afectar, aunque sea de lejos, sus privilegios hereditarios,
muamcntodc su existencia. Se evidencia con claridad en los gestos de re-
fuertemente emocionales conque los cortesanos desprecian cuanto
a burgués)). Estos miedos son también responsables de que la aris-
Ju ac'<a cortesana sea mucho más scrisible frente a los hábitos de las cla-
infclr·ic>rcrs que la nobleza guern~ra de la Edad Media, y que haya destc"
decisivamente de su ámbito vital todo lo que es «vulgar». Este micc.lo
penuanentcmcntc subyacente constituye por último el impuho más
ptllcrmro para el rígido control que ejerce todo miembro de tal clase supe-
cortesana sobre sí mismo y sobre el comportamiento de las otras per-
Je su círculo; se manifiesta asimismq en la tensa atención qm que
personas de la Society aristocrútico-cortcsana vigilan y censuran lo que
di[crcncia de los inferiores: no solamente los signos distintivos de su ran~
.sinO también el lenguaje, los movimientos, las diversiones y las formas
ucJaJ,cs de trato, en una palabra, el impulso permanente desde abajo y el
que suscita arriba no son la única fuerza impulsiva, pero sí la más
en ese refinamiento civilizatorio específico que permite a las pcrso-
Jc clase superior destacar sobre las demás y que acaba convertido en
segunda na turalcza.
La función principal de la aristocracia cortesana -su función en lo qttc
al poderüso seflor central- es precisamente la de distinguirse, la de
un grupo distinto y actuar como un contrapeso social frente a la bur-
. Su cometido no es otro que el de imponer el comportamiento social
pb;titltivo de los buenos modales y del buen gu~to. Las clases burguesas as-
:~;~~:;~:,~~ la siguen de cerca. Estas clas<;s no tienen tanto tiempo libre para
!~ las pautas de comportamiento y de gusto ya que han de cjen~er
SIO EL PROCESO DE lA CIVILIZACIÓN

una profesión; pero su ideal, en principio, es el de la aristocracia: viVir-ex-


, clusivamcnte de las rentas y, si es posible, acceder al círculo de la Corté·,-
La Corte constituye un paradigma par;;l buena parte de los burgueses qnc
se tienen en algo. Se convierten en Bourgeois Gentilhommes. Imitan a la nO-
bleza y sus modales; pero por esta razón, resulta que las formas de comp 01:_
!amiento que han establecido los círculos cortesanos se hacen inservibles
como medios de difcrcnciadúu y los grupos nobiliarios que marcan la pau-:
la cstún obligados a imponer nuevas formas de comportamiento. Usos y cos-
lumbrcs que anks eran <<finos))' se convierten en (<vulgares)) con el paso del
tiempo. Los modales se refinan continuamente y se desplaza el umbral del
desagrado hasta que, con el hun'dímicnto de la sociedad absolutista cmte-
sana en la Revolución Francesa, cesa este movimiento pendular o, por Jo
menos, pierde intensidad. El motor que en la fase cortesana impulsó con
cierta rapidez la transformación civilizatoria de la nobleza y, con ella, del
umbral de la vergüeuza y del desagrado -como lo dcrmrcstran los ejem-
plos citados en el primer volumen---.:..... estaba constituido por la competencia
agudizada para conseguir el favor de los poderosos dentro de la clase corte-
sana misma. Y por el impulso permanente de los de ahajo. A consecuencia
de la mayor interdependencia entre las diversas clases, que produce con-
tactos mús estrechos y tensioneo continuas entre ellos, la circulación de los
modelos es mú~ rápida que en la Edad Media. Las <>buenas sociedades)> que
vienen dctrús de b cortesana, dependen de modo rnús o menos directo del
entramado profesional y, aunque no faltan pautas de este tipo, no tienen
ni de lejos la misma fuerza modeladora del trato social puesto que, de aho-
ra en adelante, las fuentes primarias del prestigio sertm la profesión y Cl
dinero. Y el arte de refinar el comportamiento en el trato social deja de te-
ner h.! importancia decisiva que tuvo en la sociedad cortesana para el prcs·
tigio y el éxito sociales del individuo.
En cada clase social se modeb con el mayor cuidado y rigor el ámbito
del cornportamicnlo, de importancia vital para los hombres de esta clase,
a tenor de la función que cumplen. l .a exactitud con que se determina el
comportamiento en la mesa, todo acto de etiqueta o la forma de hablar ell
la sociedad cortesaua se corresponden con la importancia que se atribuye
a todas estas acciones, tanto como medios de distinción, frente a los de aba-
jo, como en la competencia por el favor del Rey. El gusto que se despliega
en la cas~1 o el jardín, la ornamentacíón ostentosa o íntirna de las habitacio-
nes -según sea la moda-, la espiritualidad que domina las conversado"·
nes o las relaciones amorosas Cll la f<lse cortesana, no son solamente piad~~
res personales de individuos aislados, sino exigencias vitales de la posición
social. Estas exigencias se cuentan entre los presupuestos necesarios pata
conseguir el respeto de los demás y el t~xito social, que tiene aquí la miSma
importancia que d éxito profesional en la sociedad burguesa.
En el siglo XIX, con el ascenso de las clases burguesas profesionales a
la condicíón de clase dominante, todo esto desaparece del núcleo de las ten-
dencias de la modclación social. Los terrenos principales de influencia de
las coacciones sociales que inodclan al individuo p;:tsan a ser la acumuln-
cíún de dinero y la profesión, mientras que la mayor parte de lo que en l<r
RESUMEN' BOSQUEJO DE UNA TEORIA DE LA CIVILIZACIÓN 511

)joicdad cortesana era fundamental para la existencia, y por lo tanto se mo-


con particular atención, entra ahora en una esfera que sólo mcdia-
,rrwr".c y en segundo lugar es determinante de la posición social de las per-
Las formas de la sociabilidad, la ornamentación de una casa, la eti-
110·
dc las visitas o el ritual dt: las comidas son actos pertenecientes aho-
Üf"-
a la esfera de la vida privada; sólo mantienen ya su función fundmncnta-
les
dc la existencia en aquella sociedad en la que, a pesar del ascenso de
au.: elementos burgueses, hasta ahora se han conservado con mayor fuerza
OS-
formaciones sociales aristocráticas, esto es, en Inglaterra. Pero también
Jet
esa peculiar amalgana de comportamiento propia de este país en virtud
:!el
una secular imbricación recíproca de modelos de comportamiento aris-
te-
ocn\t¡';n>s y burgueses, dominan el primer plano de la escena poco a poco
lo
rasgos burgueses de clase media. En cualquier caso, con el hundímien-
on
de la aristocracia pura, como quiera que se haya producido en todas Jas
le!
ocJc•cwuc'' occidentales, acaban imponiéndose de modo claro y directo las
10-
·ia 'de comportamiento y las modelacioncs emotivas necesarias para de-
cnlpcrlar funciones profesionales y para realizar un trabajo más o menos
~c­
·egu¡;u. Este es el motivo por el que la sociedad burguesa profesional re-co-
ia
11-
el ritual de la cortesana en todo lo relativo a la convivencia sociaJ, sin
>rc>sClctli"rlo con especial intensidad; este es el motivo, también, por el que,
lS
IC
ascenso de la burguesía profesional, no ha nvanzado apreciablemen-
eJl esta esfera la pauta de la regulación emotiva. En la sociedad cortesa~
el
m y, en parte también, en la Society inglesa, no se Ja la división de la exis-
a- humana en una esfera profesional y una esfera privada. Al gcnerali-
el esta dualidad comienza una nueva fase del proceso civiliza torio: el es-
de la regulación instintiva propio del trabajo profesional se diferen-
en muchos aspectos del esquema impuesto al individuo en su función
cortesano y en el jttcgo de la vida cortesana. La tensión que exige el man-
o . de la existencia social burguesa, la estabilidad del super yo,- la
de la regulación y la transforrnaciún de los impulsos que rcquic-
las funciones profesionales burguesas son mucho mayores -aunque ha-
cierta flexibilidad en las formas del trato en general~, que los rasgos
uicos que impone una vida de aristócrata cortesano. Lo más llamativo
la diferencia en la regulación de la educación sexual. Pero la modclación
1um:ma aristocrático-cortesana desemboca de un modo u otro en la bur:
gucsa-¡onot<osrorlal y se prosigue en ella. Encontramos esta impregnación
jnt'errsa de clases más amplias con formas de comportamiento y modelado~
instintivas que originariamente eran peculiares de la sociedad cortesa~
en regiones en que las cortes fueron grandes y ricas y los modelos que
m¡porüan tenían mucha fuerza. Los ejemplos son París y Viena. Se trata de
· centros de las grandes cortes absolutistas y rivales del siglo XVIII. To~
nos llega un eco de ello, no solamente en su Luna corno centros del
gusto» o como lugar de industrias de lujo, cuyos productos estaban
dcstinadcos a las «damaS>>, sino también en la modclación de las relaciones
~c;m:a!(IS' y en los caracteres eróticos de la población, si bien a este respecto
la realidad no se corresponda ya con una fama de la que suele
la industria cinematográfica.
512 !iL PROCESO DE LA CIVILIZACIÓN

-~Sin embargo, de una u otra forma los modelos de cc•mpc•rlan,lic,nlo ,Mi•


In bmme compagnie aristocrático-cortesana también han penetrado
pautas de comportamiento de la más amplia sociedad industrial, allí do•nclo'''
lns cortes fueron más pobres y menos poderosas y menos intensa, pt••cs, su
fücrza de impregnación. El hecho de que las formas de comportamiento
las unidades de dominación occidentales, así como los grados y el tipo
la regulación emotiva, tengan una vanidad evidente a pesar de todas las-di~
fercncias en los esquemas nacionales es una consecuencia evidente del el{.
tramado recíproco de estos grupos, de la interdependencia permanente ~le"
todos los procesos funcionales en J.qp diversas naciones.
Dentro de este contexto general, sin embargo, tiene importancia espc-
éial para la esencia del comportamiento civilizado occidental la fase de los
monopolios semi privados de la violencia y de la sociedad aristocrfttica cor-
tesana con su intensa interdependencia en toda Europa. Esta sociedad corte-
sana fue la primera que cumplió una función en forma especialmente pura,.
posteriormente ampliada a clases cada vez más numerosas de la socicdtld
occidental eli divcrsüs escalones y modificaciones, la función de ser una ,¡})lle-
na socicdath, una clase superior, que se encontraba bajo la presión de un
entramado intenso y amplio, bajo la presión de los monopolios de la violen"
ci~1 y de la hacienda por un lado, y de las capas bajas ~tscendcntcs por el
otro. La sociedad cortesana, de hecho, fue la primera representante de esa
Forma peculiar de clase alta tanto más manifiesta cuanto más t•strcchamenté
dependían unas de otras las diversas clases socíalcs en virtud ele la crccien·
te división de funciones, cuanto mayor era el número de personas y más
extensos los úmbitos humanos que se encontraban dentro de aquella inter-
dependencia. Era una clase superior muy condicionada, una clase superior
cuya situación requería una reserva continua y una regulación intensa de
los impulsos. Este tipo de clases altas es el que, de entonces en adclantC,
dominó en los ámbitos occidentales. Y el modelo de esta reserva, elaborado
en la sociedad aristocrático-cortesana en un principio para la esfera del trato
social, de la <<Vida privada,,, se transmitió, modificado y escalonado, de cla-
se en clase, al igual que In situación y la función misma de la chisc alta. La
herencia de la sociedad aristocrática-tenía mayor o menor importancia se-
gún que en cada clase o en cada pueblo tuviera a su vez mayor o mcnor·im•
portancia la ((buena-socicdacb. Dondequiera que cstC fue ei caso --y, comó
se ha dicho, lo fue en mayor o menor grado en clases cada vez más amplias
y, por último, en todos los pueblos de Occid-ente, especialmente en aquellos
que pronto tuvieron órganos centrales fuertes y que también se cünvirtic·
ron en-grandes potencias coloniales tempranamente- se intensificó la fOJ:·
talcza de los controles sociales de un esquema determinado, la sensibilidad
frente al comportamiento de los otros miembros de la sociedad, el autocon·
trol del individuo y la fuerza del super-yo, bajo la presión de un entramado
amplio, materializado en la fuerza de la competencia dentro de la propia
clase, y en la necesidad de mantener la elevada pauta de vida y el prestigio
de una clase superior y diferente frente a las clases inferiores. De este mo·
do se conjugaban las formas de comportamiento de una clase alta cortesa~
na aristocrática con las formas. de eomportámicnto de las diversas élascs
RESUMEN, BOSQUEJO DE UNA TEORÍA DE lA CJVIIJZACIÚN 513
.urguesas.,, una vez que éstas hubieron ascendido y accedido a la condición
· dominantes. Lo que en principio se impuso bajo la forma de la
encontró su superación y su prosecución -según la situación espe-
de los afectados-- en lo que pasó a denominarse ((civilización>•, o, dicho
exactitud, ((comportamiento civilizado>>. De este modo, en el siglo XIX
difunden estas formas de comportamiento civilizado entre todas las da-
inferiores a:;¡ccndentes de la sociedad occidental, entre las_divcrsas cla~
de los países coloniales y se conjugan con las formas de comportawicn-
corrcspondicntcs a su función y posición sociales. En cada uno de estos
movmmmos de ascenso, formas de comportamiento de las clases a has pe-
"""'''"'en las clases o asociaciones inferiores en auge. La pauta de compor~
de las clases ascendentes, el esquema de sus prohibiciones y pres-
cripci<Jncs, se corresponde con la estructura de la historia de este proceso
as,ccm;rorw<J.. Y así sucede que en el esquema de la organi?;ación impulsiva
de comportamiento de las diversas naciones burguesas, en su «carácter
nacionah, se ¡·cfle.ian con exactitud lo.'i rasgos de las relaciones primitivaS
las clases nobles y las burguesas y la estructura del en[rcntamícnto
· por medio del cual alguna de estas ha alcanzaJ.o finalmente el podct;.
Así, por no citar más que un caso, d esquema del comportamiento y de la
regulación impulsiva en Norl,~amédca tiene un carácter de clase media mu-
cho más puro y claro que en Inglaterra, a pesar de que entre las dOs hay
muchos rasgos comunes, porque en Nortcamérica la aristocracia desapa-
reció en una época relativamente temprana, mientras que en Inglaterra el
prolongado enfrentamiento entre las clases altas nobles y las clases medias
burguesas condujo en diversos momentos a una amalgama peculiar y gra~
dual cnüe las dos y, con ello, a una conjugación no menos gradual de sus
comportamientos. En el primer capítulo de esta obra se han seilalado pro-
cesos análogos en relación con las diferencias que se dan entre el canklcr
nacional de los alemanes y el de los franceses. Tampoco sería difícil dcrnos~
trar lo anterior en lo relativo al carácter m,cional de los demás países de
Europa.
Cada una de estas olas de difusión de la pauta civilizatoria en una nueva
clase, sin embargo, corre paralela con un aumento de la fortaleza social_ de
ésta, con una asimilación de su nivel de vida al de la clase inmt;diatamentc
superior o por Jo tncnos con un aumento dt su nivel de vida sin más. Las
clases que se encuentran perpetuamente bajo la amenaza del hambre o que
viven reducidas a la miseria y a la necesidad, no pueden comportarse de
modo civilizado; para crear y poner en funcionamiento un super-yo estable
era preciso, y sigue siéndolo, un nivel de vida relativamente elevado y un
grado razonable de seguridad.
Aunque a primera vista parece muy complicado el mecanismo de lns in-
terrelaciones dentro de las cuales se desarrolla la civilización del compor-
tamiento en Occidente, el esquema elemental de estas conexiones es muy
simple: todo lo que hasta ahora hemos mencionado como fenómenos aisla-
dos, esto es, la paulatina elevación del nivel de vida de capas más amplias
de la población, la creciente dependencia funcional de las clases altas o la
estabilidad de los monopolios centrales, son manife.stacioncs parciales y eón-
514 EL PROCESO DE LA CJVII.IZACIÓN

Secuencias de una división funcional creciente que unas veces es más


da y otras más lenta. Paralelamente a esta división funcional aumentó y
guc aumentando la productividad del trabajo; una mayor productividad del
trabajo es requisito de la elevación del nivel de vida de capas de la pobJa,
ción cada vez más amplias; con la especialización crece también la dcpcn,
dencia funcional de las respectivas clases altas; y únicamente con un grado
muy elevado de división funcional es posible constituir monopolios fisca-
les y políticos estables dotados de administraciones monopolistas muy es-
pecializadas, esto es, constituir e~tados en el sentido occidental de la pala-
bra, con lo que la vida del individUo adquiere poco a poco mayor «scguri·
dad)). Pero la creciente división de funciones también hace incurrir en de-
pendencia a una cantidall cada vez mayor de personas dentro de ámbitos
humanos mt\s extensos; requiere y fomenta una reserva más intensa por par·
te del individuo, una regulación más estricta de su comportamiento y de
sus emociones; exige una contcnci(;n mayor de los impulsos y, a paru'r de Sl
cierto motnento, una autocoacdón permanente. Se trata aquí, por así de- h
cirio, del precio que hemos de pagar por el aumento de h\ seguriJad y por e
todo lo que ésta nos aporta. q
Por lo demás, resulta de importancia decisiva para las pautas civilizato- y
rias de nuestn.l época el hecho de que la contención y la autocoacción, en
la fase actual del movimiento civiliza torio, no obtengan su forma solarncn- d
te de la necesidad de una cooperación pcnnancn te de cada individuo con e
· todos los demás, sino que están determinados en su esquema por la di vi·
sión peculiar de la sociedad en clases altas y bajas. El tipo de contención s
y de modelación de los impulsos que se impone a las personas de las res- e
pectivas clases altas alcanza su configuración específica, en principio, -en l
las tensiones permanentes que caracterizan a la sociedad. La constitución
del yo y del super-yo de estas pcrson;:ts está tan determinada por la presión
de la competencia y por las luchas de exclusión dentro de la propia clase,
como por la presión permanente desde ab<:~jo, producida por la creciente
división de funciones en formas siempre nuevas. La fuerza y la riquew de
matices del control social al que está sometido el comportamiento del indi-
viduo en las respectivas clases altas, representado por su super-yo, no de~
pende solamente del hecho de que surja del control de existencias competi·
ti vas y, en parte, de existencias en competencia libre, sino del hecho de que
los competidores tienen que defender su_ común prestigio difcrendador, su
posición más elevada, adoptando una precaución y una previsión especial-
mente cargadas de temores frente a las clases que tratan de ascender.
Cuando ::-;e observan estos procesos a lo largo de los siglos, puede verse
una tcndcncja clara a la igualación de las pautas de vida y de comportamien-
to, a la nivelación de los grandes contrastes. Pero no es éste un proceso de
trayectoria rectilínea. En cada una de estas oleadas de difusión Oc las for-
mas de comportamiento desde un círculo reducido a otro más <:unplio y as·
ccndentc cabe distinguir con claridad dos fases: una primera de coloniza·
ción o de asimilación, en la que la correspondiente clase baja más numero-
sa se encuentra en ascenso, pero todavía está supeditada a la clase alta, fa-
se en la que esta clase se oríenta claramente por el ejemplo de la alta y en
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEORIA DE LA CIVILIZACIÓN 5l5

que ésta impone sus fonlH\S de comportamiento consciente o inconscicn-


\.tcmcntc· una segunda fase de rechazo, de diferenciación o de emancipación,
la que el grupo ascendente aumenta evidentemente su fuerza social y su
iuttoconccicncia, en la que, en consecuencia, la clase alta se ve obligada a
)
mayor reserva, a un aislamiento mú:::; intenso y en la que se fortalecen
contrastes y las tensiones en la sociedad.
Como siempre sucede, en cada una de estas fases se dan las dos tendcn·
la de la igualacíón y la de la distinción, la de la atracción y la del rccha-
. Estas relaciones son f undamcntalmcntc ambivalentes. Pero cu la primera
que en la mayoría de los casos es análoga a la del ascenso individual
la clase inferior a la superior, se pone de manifiesto con mayor claridad
tendencia a influir de arriba aba.io y a igualarse de abajo arriba. En la
' s'egun¡da fase, en la que crece la forL<:tleza social Ue las correspondientes cla-
ses bajas en su conjunto y disminuye en cambio la de las altas, al aumentar
la rivalidad y las tendencias al rcchal',o, se fortalece también la autoconcien+
cia, la inclinaci6n a destacar y a consolidar lo diferencial, al menos p¡w lo
que hace a la clase alta. Los contrastes entre las clases se hacen mayores
y los muros qnc las separan, mús ckvados.
En las fnses del primer tipo, de asimilación, rnuchos individuos aislados
de la clase ascendente, no sólo dependen en gran medida de la clase alta
en cuanto a su existencia social, sino también en cuanto a su comportamien-
to, a sus ideaS e ideales, incluso en contra de su voluntad. En este proceso
sucede a menudo, si no siempre, que est~1s clases se transforman por el he-
cho de que las personas de la clase alta poseen una educación superior, por.
lo que aquellas se sienten impresionadas por su inferioridad social, por el
conjunto de prohibiciones, la regulación de los afectos y el código de com-
portamiento de la dasc alta, de modo que tnltan de orientar su p1·opia re-
gulación crnotiva según el esquema de ésta. Estamos aquí ante una de las
manifestaciones más peculiares del prot.:cso civilizatorío: los miernlwos de
la clase ascendente elaboran un «super-yo, según el modelo del de la clase
alta dominante y colonizadora. Pero, considcn.\do con detenimiento, este
super-yo, aparentemente modelado según la JX.ltlta de la clase dominante,
en muchos aspectos es muy distinto de su modelo. Es desigual y con fre-
cuencia extraordinariamente estricto y riguroso. No ignora nunca la fuerte
tensión que acompaúa al ascenso individual; tampoco ignora la amenaza per-
manente de ab<:ijo y de arriba, en fuego cruzado, de lodos los lados, a que
se encuentra expuesto quien asciende individualmente. La asimilación com-
pleta de abajo arriba sólo la consiguen algunos pocos, a título excepcional,
(~n cada generación. En el caso de la mayoría de las personas de las clases
que tratan de ascender, el esfuerzo que realizan conduce, inevitablemente,
a deformaciones específicas de su conciencia y actitud. Es lo que se conoce
como <dcvantinismo>), propio de Oriente y de los países coloniales, También
lo encontramos en los círculos pequcflo-burgueses de la sociedad occiden-
tal como un« barniz cultural», es decir, como el anhelo de ser algo que uo
se es, con la correspondiente inseguridad del comport<:unicnto y del gusto,
con la ({cursilería>> no solamente en muebles y atavíos, sino también en el
espíritu; todo esto pone de manifiesto una situación social que incita a la
516 EL PROCESO DE LA CIVIUZACJON

imitación de los modelos de otro grupo social de posición superior, pero;


al no conseguirse, la asimilación sigue siendo reconocible como un intentO
de imitación de modelos cxtrai'ios. La educación, el nivel de vida y el hori:
zonte vital de la dasc baja en ascenso y de la clase alta, son aún tan distin-
tos en esta fase que el intento de alcanzar la seguridad del comportamiento
y la confianza según el esquema de la clase alta, conduce a la mayoría de
los seres humanos de la clase ascendente a una posición falsa y a una defor-
mación de l<t aclitud tras de la cual, sin embargo, se encuentra una situa-
ción auténtica de necesidad en su existencia social: el anhelo de evitar tan-
to la presión que viene de arriba como la subordinación. Esta influencia en
el super-yo por parte de la clase alta hace que surja una forma muy especí-
fica de sentimientos de vergüenza y de supeditación entre la clase asccü-
dente, muy distintos de los sentimientos que tienen las clases bajas sin po-
sibilidades de ascenso individual. El comport~unicnto de estas últimas pue-
de ser más rudo, pero es más cerrado, más unitario, más íntimo y, por lo
tanto,_mejor configurado; viven mús en su propio mundo, sin esperanzad¿
alcanzar un prestigio' ·igual al de la clase alta, con lo que disfrutan de un
espacio mayor para las descargas afectivas. Estas clases viven de acuerdo
con sus propios usos y costumbres. Su supeditación frente a la clase alta,
sus gestos de subordinación, al igual que los de resistencia, son claros, re"
lativamente evidentes, al igual que sus emociones, y contenidos en formas
determinadas y simples. En su conciencia se asigmm a sí mismas, y a las
otras clases, una posición muy diferenciada.
Por el contrario, los sentimientos y gestos de inferioridad de las perso~
nas que pretenden ascender individualmente reciben una tonalidad espe-
cial que las identifica, hasta cierto punto, con la clase alta. Tienen esa es,
tructura que hemos descrito más arriba con relación a los sentimientos de se
vergüenza: las personas de esta condición reconocen, con una parió de su ri
conciencia, los códigos de prohibiciones y mandatos, las normas y formas dt
de comportamiento de la clase alta como si fueran vinculantes par~l ellas de
mismas, sin poder darles cumplimienlo con la misma naturalidad y la mis- bi
ma voluntad que esa clase alta. Lo que da a su vida afectiva y a su compor- al
tamiento su carácter especial es esta contradicción peculiar, esta tensión d<
interna permanente entre la clase alta en ellos mismos, representada por el<
su super-yo, y su incapacidad para dar cumplimiento por su parte a esta nc
exigencia. m
Al propio tiempo vemos aquí la iniportancia que para la clase alta tiene he
una regulación estricta del comportamiento: se trata de un instrumento dé P(
prestigio; pero al mismo tiempo -en una fase determinada~ es uu medio
de dominación. Resulta característico de la estructura de la sociedad occi- ln
dental el hecho de que la consigna de sus movimientos de colonh-:ación sea q1
la de (<civilización)>. Para los hombres de una sociedad con una intensa divi- g1
sión de funciones, ya no basta dominar con las armas en la mano, como sí d
se tratara de una casta guerrera, sobre pueblos y tierras sojuzgados; aun- v
que, sin duda en todo el movimiento de expansión occidental también ha n
tenido gran importancia el antiguo objetivo de la mayoría de las primitivas t
expansiones, esto es, la expulsión de otros pueblos de su suelo para consc~ C
RESUMEN: BOSQUEJO Dli UNA TEORÍA DE LA CIVILIZAC!ON 517

·nueva tierra de cultivo y asentamiento. Pero no soh:uncntc se·ncccsita


también son necesarios los hombres; es deseable incluir a otros
o\J,cblos· en el entramado propio de la división del trabajo, el del país de dá-
ya corno fuerza de trabajo, ya como consumidores. Ello, sin cmbar-
obliga a una cierta elevación del nivel de vida, al igual que a un fomento
los mecanismos de autocoacción y del super-yo entre los sometidOs al
tn''>d,clo de los occidentales; se fomenta realmente una civilización de los pue-
dominados. Si en Occidente, a partir de cierto grado de intcnlcpcndcn-
ya no fue posible seguir dominando a los hombres por medio de las
· y de las amenazas físicas para la conservación de los imperios, de
que no sólo se quería obtener más tierra de cultivo y más esclavos de
taciones, fue necesario dominar a los hombres parcialmente a. través
sí mismos, por medio de la modelación de su super-yo. Precisamente por
se produjeron en una parte de los dominados todas esas manifcstacio-
características de la primera fase del ascenso y de las cuales ya hemos
!uJbla<.lo: ascenso individual, asimilación del ascendente a la regulación emo-
y a los códigos de la clase alta, identificación parcial con cllá y cons-
: lllUCJ,:m o transformación del mecanismo del super-yo según su esquci:na,
;arn<JI¡:arna más o menos eficaz de las costumbres y autocoaé:ciones existen-
las otras, del ritual social civilizado occidental con todás las consc-
cu,crrCJas que ya hemos descrito.
Pero, para observar estos fenómenos, no es necesario ir muy·Jcjos. En-
contramos una fase análoga ~por no tncncionar más que una~, por ejem-
plo, en el movimiento ascensional de la burguesía occidental: la fase cortc-
sm1a. En un principio, el mayor anhelo de muchos individuos procedentes
de las capas superiores de la burguesía era comportarse y vivir como per-
sonas de la clase alta, como nobles. Estos individuos reconocían en su inte~
rior la superioridad del comportamiento cortcsano-arist<Jcrático y trataban
de modelarse y controlarse a si mismos según tal modclei. Buena prueba
de ello es la conversación del burgu(~s en los círculos cortesanos acerca del
bien hablar, que se ha mencionado más arriba. Y t~n la hbtoria de la lengua
alemana esta fase cortesana de la burguesía aparece claranlente dcliti1ita-
da por la conocida costumbre de quienes hablaban o escribían en la época
de intercalar una palabra francesa cada tres o cuatro alemanas, si es que'
no decidían servirse exclusivamente del francés, que era el-idioma cortesa-
no de Europa. Los nobles y hasta lOs burgueses de la Corte de -la época se
han burlado en muchas ocasiones de otros burgueses que tratabmYtlc: com-
portarse de modo «finO>> o cortesano, sin poder hacerlo.
A medida que aumenta la fuerza social de la burguesía, sC abandona la
burla. Más pronto o más tarde aparecen en primer plano esos fenómenos
que dan su carácter peculiar a la segunda fase del ascenso. Los grupos bur-
gueses dan prueba de una conciencia propia cada vez más fuerte y acentua-
da como algo peculiar y específicamente burgués. Imponen de modo cada
vez más decidido y consciente sus códigos de prescripciones y prohibicio-
nes frente al de los cortesanos aristócratas. Y, según sea su situación, 12on~
traponen el trabajo al ocio aristocrático, la «naturalez~n a la ctíqueta 1 el
cultivo del conocimiento al de los buenos t'nodales, por no mencionr- aquí
Sl8 EL PROCESO DE LA CJVILIZACION

l~texigencia cspccíf"icamcntc burguesa de participar en el control de los mo-


nopolios centrales clave, y de que cambie la estructura de la administrü~
ción fiscal y militar. Sobre todo, contraponen la <<virtwh a la «frivolidad))
cortesana; la regulación de las relaciones sexuales, la barrera con que se ro:·
dca la esfera sexual de la organización instint iv<.'l es mucho mús estricta en-
tre las clnscs burguesas medias asccndcntt:s, en consecuencia con su posi-
ción profesional, que entre la clase alta cortesano-aristocrática y, posterior-
mente, también será mús estricta que entre los grupos de la gran burguesía
que ya han ascendido, han alcanzado la cúspide y tienen d carúctcr social
de una clase dominante. Pero pot: i':nuy aguda que sea esta contn1posición
durante la lucha, por completa que sea la cmoncipación de la burguesía frcn: et
te a los paradigmas y al pTedorninio de la aristocracia el esquema de com, bi
porta miento que los grupos superiores burgueses observan una vez que se ci
apoderan de la función antaño reservada a 1<-1 nobleza, una vez se encuen· lll
tran en posición de clase dominante; es una mezcla de los códigos de la an- g<
tigua y la Nueva clase alta debido a que, en cada uno de estos movimientos xi
de nscenso, se ha dado también una fase de asimilación.
La línea príncipal de este movimiento civiliza torio, el ascenso progrcsi" 11
vo de capas cada ve/. más amplias, es el mismo en todos los países de Ocei·_ 11•
dente, y análogó en ámbitos no occidentales, siendo también las mismas las u
leyes cstruclurales que subyacen al movimiento, esto es la creciente espe- a
cialización funcional bajo la presión de la competencia, la tendencia cruna ci
interdependencia homogénea que iguala a largo plazo la fuerza de todos los Ji
grupos funcionales al tiempo que aniquíla los privilegios hereditarios. Idén· te
tico es asimismo el curso de las luchas de competencia libre: éstas condu- e:
cen a la constitución de monopolios concentrados en pocas manos y ¡)or úl- h
timo a la transferencia del poder de disposición sobre los monopolios ama· S(
nos de capas rnús amplias de población. Todo ello se manifiesta en esta eta-
pa de la lucha de la burguesía contra los pdvikgios ele la nobleza, en pri- d
mer lugar en el hecho de que los monopolios fiscales y políticos, autafw ad- j1
ministrados en interés de minorías, se «hacen públicos))' se aburguesan, se ¡,
cstatizan. Tarde o temprano, por una vía o por otra, esta evolución es igual S
en todos los países que tienen un sistema occidental de interdependencia. e
Diferentes, en cambio, según los países concretos y sus estructuras y situa- u
ciones, son los rasgos característicos del comportamiento, el esquema de ll
la regulación enwt iva, la organización de los instintos y del «super-yo)) que e
se imponen definitivamente en cada nación. r
Son diferentes, cabe recordar, en países como Inglaterra, dondc la fa- e
se cortesana absolutista fue relütivamcntc breve, donde hubo alianzas y con· d
tactos tempranos entre los círculos burgueses urbanos y las capas de la no· a
blcza rural, y donde, en un htrgo proceso de flujos y reflujos se produjo amal- i
gama de formas de comportamiento de las clases altas y de las clases me· f
dias ascendentes. También son distintos en Alemania que, a causa de la fal- e
ta de centralización y de la Guerra de los Treinta Aüos, fue un país pobre y
con_un hajo nivel de vida por un período mayor que sus vecinos occídcnta~
les, que vivió una etapa extraordinariamente larga de absolutismo con mu- 'e
chas cortes pequcfias ni siquiera medianamenle poderosas y qu<:, también.
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEORIA DE LA CJVIUZi\CIÓN 519

causa de la falta de centralización, llegó relativamente tarde y mal a la


0- de expansión exterior, a la expansión colonial. Por todas estas razo~
las tensiones sociales fueron mayores, la nobleza mantuvo un podero·
frente cenado contra la burguesía, lo que dificultó el acceso de lüs cl:.\-
burguesas al control de los monopolios centrales. Duran k la Edad Mt>
dia, las clases burguesas urbanas en Alemania fueron poderosas cíl algu-
morncntos desde el punto de vista político y económico: eran más mttú-
nomas y tenían mús consciencia que en cu<IIquicr otro país de Europa. Por
ello fue tanto más chocante su hundimiento político y económícCJ. Si anta-
íío habían surgido en muchas zonas alemanas tradiciones de clase media
>11 pura y específicamente burguesas debido a que las formaciones urbanas
1' eran tan ricas .Y autónomas, luego se perpetuaron como tradiciones tam-
h bién específicamente burguesas porque sus miembros se habían empobre·
iC ciclo y habían perdido su poder social. Sólo mucho más tarde se produjo
1- una mayor interpenetración de medios burgueses y nobiliaríos, una a:rnal-
l- gama de formas de comportamiento de ambos; durante largo ticmpo:toé-
xisticron sin relacionarse los códigos morales de las dos claseS y como du-
raute toda esta época las posiciones clave del monopolio fiscal de la a:dmi-
nistración de policía y del ejército eran competencia exclusiva más ü me-
nos evidente de la nobleza, la burguesía se hizo a la costumbre de admitir
una autoridad estatal extcrnn y Fuerte. Mientras en lnglatena, por ejemplo
a causa de su insularidad 1" 2 , la flota ejerció cierta influencia pero care-
a cieron de ella durante largo tiempo tanto el ejército de tiena como una po·
S lícía centralizada en cuanto instrumentos de socialización de los habitan~
l- tes, en la Alemania prusiana, en cambio, con sus fronteras territoriales tan
l- extensas y vulnerables los elementos esenciales en la socialización de suS
1- habitantes fueron el ejército de tierra dirigido por la nobleza y por las cla-
t- ses privilegiadas, así como una poderosa policía.
I- Esta estructura del monopolio de la violencia no obligaba a los indivi-
t- duos a aceptar el rnísmo tipo de autocontrol que tenían los ingleses pot' ejem-
I- plo; no les obligaba a una integración autónorna y casi aulomática eu un
e tcanz-lvork vitalicio, sino que les acostumbraba desde peqm::fios a la sumi-
1 sión jerárquica y a recibir órdenes de arriba. En la esfera de la convivencia
estatal, y a causa de esta cstructttra de los inst rumenlos de violencia, hubo
una menor transformación de coacciones exteriores en autocoaccioncs. Ade-
más de esto, durante largo tiempo falto en Alemania la función que en mu-
chos otros países, especialmente en Inglaterra, obligó a las clases nohilia·
rias y burguc~as a adopta¡· un criterio común de previsiún, a aceptar un auto"·
control intenso en función dd mismo esquema: faltó la función del centro
de un entramado de interdependencias muy difundidas, la función de la clase
~dta de un imperio colonial. De esta manera, la regulación de los impulsos
individuales dependió en gran medida de la t:xistencia de un poder estatal
fuerte y externo. Cuando éste fallaba, peligraba el equilibrio cmot ivo, el auto-
control de los individuos. Con el paso de las generaciones acabó constitu-
yéndose un super-yo en las masas burguesas acostumbrudo a delegar la pn>
visión específica necesaria para el dominio y la organización de toda la so-
ciedad en un círculo especialmente selecto y .socialmente elevado. Al comien-
520 EL PROCESO DE LA CJVIL/ZMJÓN

zo de este trabajo se mostró ya que esta situación, en una fase primera del
ascenso burgués, condujo a una forma específica de la conciencia burgue~~~
propia, a un alejamiento 15 ) de todo lo relacionado con la administración
del monopolio de la dominación política a una prof undizaciún hacia el in te.
rior, y a una reverencia especial por lo espiritual y lo cultural dentro del
código de valores.
Asimismo hemos moslr<tdo el curso distinto que e:-; te movimiento siguió
en Francia. Antes que en cualquier otro país de Europa, en Francia se cons.
tituycron círculos cortesanos desde la Alta Edad Media; primeramente cor-
tes pcqucfías, después cortes mayores, hasta que, por último las luchas de
exclusión de los diversos sol_orc::; culminaron el proceso de formación de
una corte real poderosa y rica:''a la que afluían los ingresos fiscales dc_todo
el territorio. En consecuencia, en Francia se implantó bastante pronto una
política de protecciófl económica dirigida desde el centro que, por supues-
to, en principio respondía al interés del sef10r monopolista, y a su necesi-
dad de asegurarse el mayor ing~·eso fiscal posible, pero que, al mismo tiem-
po, servía a la expansión del conllTCÍo y condujo al florecimiento ck unas
clases· bu rgucsas enriquecidas. También se establecieron contactos muy pron-
to entre los burgueses en ascenso y la aristocracia cortesana, siempre nece-
sitada de dinero. A diferencia de los scñorío,s absolutistas alemanes, relati-
vamente pequci'ios y pobres, el régimen absolutista francés, centralizado y
rico, fomentaba la t ransfonnación general de las coacciones externas en auto-
coacciones, y la amalgama de las formas de comportamiento cortesano·
aristocráticas con las burguesas. Y cuando, por último, se culminó en esta
etapa el ascenso desde abajo y, con él, la nivelación e igualación de las pau-
tas sociales características de Lodo el proceso civiliza torio, cuando la no-
bleza perdió sus privílegíos hereditarios y su existencia como clase supe-
rior especial, y los grupos burgueses pasaron a cumplir la función de clase
dominante, pudieron perpetuarse los modelos, la configuración impulsiva
y las formas de comportamiento de la Fase cortesana de modo más directo
e ininterrumpido que en las dcmús clases burguesa~ de l·:uropa, gracias a
aquella prolongada intcrpcnct ración anterior.

VIII. CONCLUSION

Cuando se repasa la totalidad ele los movimientos dd pasado se observa


que se trata de una transformación en una dirección muy determinada. A
medida que avanzarnos entre ]~1 multiplicidad de los datos aisli1dos hasta
encontrarnos con las estructuras y las coacciones de la interdependencia
del pasado, se va dibujando claramente una armazón sólida de procesos en
la que se integran los datos despe-rdigados. Al igual que antaüo los observa·
dores transitaron por muchos caminos falsos y callejones conceptuales sin
salida antes de conjugar todas las observaciones sobre la naturaleza en una
visión armónica de las leyes naturales, en nuestra época comienza a perfi-
larse. una imagen armónica de las leyes históricas y del coSmos humano con
RESliMENo BOSQUEJO DE UNA TEORIA DE LA CIVJLIZAClllN 521

los f ragmcntos del pasado humano que se amontonaban en nuestras


"""""·'"' y en nuestros libros, merced al trabajo de muchas generaciones.
PcTn.lÍ!ascnos resumir una vez más con algunos trazos, y desde un punto
vista determinado, las aportaciones de nuestro estudio a este cuadro ar-
cnrórlico desde la perspectiva de lo que nos sttccdc a nosotros mismos: las
modificaciones anteriores del entramado social adquieren rasgos nítidos pa-
el observador cu<1ndo éste las compara con los acontecimientos de su pro-
pío tiempo. En este caso, como sucede a menudo, la observación de los su-
cesos actuales ilustra la comprensión de los pasados y la profundización
lo que ha sucedido aclara lo que está sucediendo: muchos de los mcca-
ismos de interdependencia de nuestros días prosiguen los cambios del p~i­
cn el sentido de consolidar la estructura de la sociedad occidentaL
Como hemos mostrado 15 \ en las circunstancias de la más extrcn~a des-
integración feudal en Occidente comienzan a actuar determinados meca-
nismos de interdependencia que conducen a la integración de territorios cada
vez mús extensos. De las luchas de competencia y de exclusión de los pe-
queños sello ríos, de los pequeños centros d'~ dominación política, que, a su
vez, surgieron de luchas de exclusión cut re unidades aún mcnorc_s, surgen
paulatinamente algunos vencedores y, por último, resulta vencedora abso·
!uta una de las unidades en lucha. El vencedor se convÜ..Ttc en centro de
in~egración de una unidad de dominación mayor; constituye el núcleo HHJ·
nopohsta de una organización estatal en cuyo marco muchas de la~ zonas
o grupos humario~ que antaJlo ~e hallaban en competencia libre ~e integran
en un entramado mús o menos unitario, mús o menos denso y de mayoi· ex-
tensión.
Hoy día, estos estados constituyen· también sistema~ de equilibrio de aso-
ciaciones humanas en competencia libre, como antafío lo estaban las peque-
nas unidades que hoy forman parte de sus territorios. Estos est:o)dos se en·
[rentan unos a otros con intensidad creciente bajo la presión de las tensio-
nes, bajo la concción de los mecanismos competitivos que n1antícncn a nues-
tra sociedad en un movimiento permanente de lucha y de crisis. Por lo de-
más, las diversas asociaciones ele dominación rivales sou interdependien-
tcs, y cuando una de ellas deja de progresar, no incrementa su poderío", co-
rre el ric!:igo de debilitarse y de caer en una situación de dependencia frente
a los otros estados. Como siempre que hay una situación de equilíbrio con
una teusión competitiva creciente y sin un monopolio central, -los estados
poderosos, los ejes pdncipalc.s de este sistema de equilibrio, están inmer-
sos en un movimiento infinito de espiral que les fuerza a un proceso irnpa-
rabk de expansión y de engrandecimiento de su poder. El forcejeo para aSe-
gurarse la supl'cmacía y, en consecuencia, para constituir consciente o in-
conscientemente centros monopolistas en territorios 111ás extenso:-; no pue-
de detenerse. Y si por ahora sólo se trata de averiguar quién ejercerá la he-
gemonía sobre algunas partes del mundo, el aumento de interdependencias
en zonas más y más extensas hace que ya :::¡e perfilen en el horizonte las lu-
chas por la hegemonía en un sistema de interdependencia que aharcbrú a
toda la tierra habitada.
En la actualidad, al igual que en el pasado, ese mecanisrno de interde-
522
pendencia del cual hemos hablado tan a menudo en estas investigaciones
afecta al destino de los hombres y les obliga a modificar sus instituciones
'y el conjunto de las relaciones humanas. Estas experiencias de nuestra pro~
pia época contradicen la idea dominante hace. ya más de un siglo en el pen-
samiento occidental, la idea de que un sistema de equilibrio de unidades
en competencia libre ~estados, empresas, artesanos o cualquier otra cosa---.._
puede mantenerse indefinidamente e.n esta situación de equilibrio inesta-
ble. Hoy, como en el pasado, esta situacíón de equilibrio de una competen--
cia monopolista licndc a constituir monopolios. La razón de que esta situa-
ción de equilibrio sea tan profundamente inestable y tan probable que se
transforme en otra cosa, puede _deducirse de la explicación general ofn:ci-
da mós arriba sobre los mecaniShws de competencia y de monopolio L~s. s
Y hoy, al igual que antaflo, el impubo originario de estas transforma- z
cíones no parte sólo de lbs objetivos y coacciones ,<económicas» ni tampoco b
de los motivos y agentes políticos también aislados. Dentro de esta compc- d
tencia estatal la consecución de «más)) dinero, o de «más)> medios de poder P
económico, no son el verdadero y i:lltimo objetivo de la acción cuya Illásca- e
ra o excusa sería la cxp.nnsión del ámbito de dominación estatal, la consc.. t
cución de un mayor poder político y militar. Lo:-; monopolios regulares o
itTegulan:s del poder político y los de los medios de consLtnH) y de produc-
ción económicos est:m inseparablemente unidos sin que uno de ellos cons-
tituya exclusivamente la base real y el otro exclusivamente una ({superes-
tructura)). J ,os dos conjuntamente, de acuerdo con su respectiva posición, e
producen tensiones concretas en el entramado social que llevan a un cam- I-
bio del mismo. Los dos conjuntamente son la cerradura de las cadenas con
las que los seres hurnanos se maniattm. Las mismas coacciones de interre-
lación actúan en las dos esferas de interdependencia, en la política y en la
económica. Así como la tendencia del grrm comerciante a engrandecer su
empresa se origin<l en último término en la presión de las tensiones del en-
tramado humano que le rodea, y en primer término en el riesgo de disminu-
ciún de su {mtbito de posibilidades y en la pérdida de autonomía que sufri-
rá si tolera que las empresas rivales se hag~lll rnayores que la suya; de igual
modo, bajo la presión de l<-IS tensiones de su entramado, los estados rivales
se empujan mutua e inevitablemente en el torbellino de la espiral de la com-
pl'tcncia. Algunos desean poner fin a este movimiL~nto vertiginoso, a esta
traslación de( equilibrio entre competidores «libres•>, así coll\o a las luchas
y a los cambios que estas 1raslaciones provocan; a lo largo de la historia
la hnalidad de las interdependencias dt; este tipo ha sido siempre más fuer-
te que tales deseos. Y hoy día, las rclaclones íutercstatales, que no cstún
reguladas por un monopolio internacional de la fuerza, tienden de nuevo
a la creación de monopolios particulares de violencia y, en consecuencia,
a la constituCión de unidades de dominaciún de maguitud superior.
En nuestros días encontramos _ya las forll\as previas de tales unidadi..:s
de dominación mayores: los estados unidos, los imperios o las fcderacio-
lles. Todos son relativamente inestables. Si antafio nunca pudo predecirse
el resultado de la lucha secular de los scfJOríos territoriales, tampoco hoy
puede decidirse ni es claro que se decida dónde eslarú el cl:nlro y dólldc
RESUMEN: UOSQUI'JO DE UNA TEORIA DE lA CIVILIZACION 523
las fronteras de las nuevas unidades de dominación que han de surgir del
enfrentamiento entre los estados. Al igual que antaüo, tampoco aho-
ra podemos prever cuánto tiempo pasará antes de que esta lucha, con sus
acciones y reacciones, haya alcanzado su término. Y como los habitantes
de aquellas pcqucíl.as asociaciones en el curso de cuyas luchas fueron crcáu-
dosc paulatinamente los estados, tampoco tenemos hoy tsb mas que IHta, va-
ga idea de la estructura, la organización y las instituciones que caracteriza·
ron a esas unidades mayores de dominación, a cuya constitución- t icndcn
las acciones de hoy, tanto si los actores lo !-labcn como si no lo saben. Sola-
mente una cos;a es cierta: la dircccioú en que avanza nuestra interdepen-
dencia. Las tensiones competitivas intcrestatalcs no pueden suavizarse da-
da la intensidad de las tensiones que caracterizan a nuestras estructuras
sociales y en tanto no se estabilicen monopolios de víolencia física y organi-
zaciones centrales para unidades de dominación mayores, a través de com-
bates cruentos o incruentos, en el marco de los cuales muchos de los "esta-
dos)) más pcqueil.os consigan integrarse en una unidad de carácter superior.
Así pues, la maquinaria del proceso de interdependencias no presenta solu-
ción de continuidad alguna en el cambio del entramado humano occidental
desde la época de la mús abso!ttta desintcgracion feudal hasta la 'actuali-
dad.
Algo an{dogo sucede con los otros movimientos de la «actualidad>>, To-
dos ellos ofrecen un aspecto distinto cuando se les ~:onsidera como momcn~
tos dentro de esa corriente a la que, según los casos, llamamos «pasadm>
o «historia». Dentro de las diversas unidades de dominación, se observan
hoy luchas de competencia libre no monopolistas. Peru en numerosas oca·
siones las luchas de competencia libre están llegando a su fin. Por doquier
observamos que el resultado de estas luchas, en las que se emplean armas
económicas, es la constitución ele organizaciones monopolistas privadas: Pe-
ro si antaño, en la creación de monopolios fiscales y políticos en provecho
de dinastías principescas concretas, se hací~u1 visibles las fuerzas que ha~
bían de llevar a una ampliación del poder de disposición, )'a mediante la
subordinación del ejecutivo monopolista a un poder legislativo de elección
popular, ya mediante alguna otra fonnét de <>estatización», también en nues-
tros día}; son inequívocos los síntomas de que las fuerzas de la interdepen-
dencia están trabajando para limitar el poder privado sobt·e las más jóve-
nes org<:mizacioncs monopolistas --las organizaciones «económicas))- y de
que además están acercando su estructura a la de las antiguas organizacio-
nes monopolistas pudiendo alcanzarse así, quizá, una conjunción organiza-
Uva.
Lo mismo cabe decir de las otras tensiones que provocan cambios den-
tro de las Jiversas unidades de dominación, así como de las tensiones en-
tre quienes dü.;ponen de determinados instrumentos monopolistas como si
fueran una propiedad henxlitaria y quienes no disponen de tales instrumen-
tos, dependiendo en tal caso de las oportunidades que el scfíor monopolista
otorga, y no en una competencia libre sino en una competencia regulada.
También aquí nos cncotramos ante un movimiento histórico que absorbe
todos los movimientos ascendentes anteriores, al igual que una gran ola d<;
524 EL PROCESO DE LA CIVILIZACIÓN

la pleamar ahsorbe todas las olas menores y las arrastra en la misma dü·cc~
ción. Más nrriba, en la exposición del mecanismo del monopolio, hemos mos~
trado con carácter gcncral 157 , que, dada una cierta fuerza en la presión de
las tensiones, el equilibrio que preside las tensiones entre señores monopo.
listas y servidores del monopolio tiende a invcrtirsc con mayor o menor ra-
pidez. También hemos mostrado que en los tiempos primitivos de la socie-
dad occidental se daban ya movimientos en esta dirección. Los cncontra.
mos en el proceso de la feudalización, por ejemplo, si bien aquí, al princi-
pio, solamente .se tl'ataba de una inversión del tipo citado dentro de la clase
altn; por lo demás esta inversión, en perjuicio de la minoría y en beneficio- co
de la mayoría, coherente con el bajo grado de división funcional, lleva a la alJ
desintegración del poder sobr.c)as oportunidades monopolistas, a la Jiso- es
lución de los centros monopolistas. la.
Cuando avanza la división de funciones y, con ella, la interdependencia h:::
de todas las funcioneS, la traslación del centro de gravedad no se concreta C(.i
ya en la tendencia al reparto de las oportunidades monopolistas, antes ccn~ pe
tralizadas, entre muchos indivkbJos aislados, sino en la tendencia a organi- de
zar de distinto modo el poder sobre los centros de monopolio y las oportu-- m
nidadCs monopolistas,. Este cambio puede observarse con toda claridad en n<
la primera fase de esta transformación, en la lucha de las clases burguesas xi
por disponer de los antiguos centros monopolistas, los primeros que se es- d:
tablederon_enla Edad Moderna, que hasta entonces se habían considerado v<
casi como una propiedad personal fundamentalmente de los reyes y par- h
ciahncnte de la nobleza.- Las oleadas ascendentes de nuestra época son más e<
complicadas por una serie de razones. Lo son primeramente porque hoy no d1
solamente se da una Jucha por conseguir los nntiguos centros de monopo- d
Jio fiscal y polítíco, por un lado, y por otro controlar los modernos centros n
de monopolio económíco que están constituyéndose, sino porque hay una Cl
lucha simultánea para hacerse con los dos tipos de monopolio. No obstan- e
te, el esquema búsico de las fuerzas de interdependencia que actúan en este li
sentido es también muy simple: toda monopolización hereditaria de opor· h
tunidades que se de en una familia concreta provoca tensiones y despro- 1<
porciones específicas dentro de las organizaciones correspondientes. No hay n
duda de que en todas las organizaciones sociales este tipo de tensiones mo- u
difica el entramado relacional y, por lo tanto, también las instituciones, aun~
que si la diferenciación es escasa y si hl clase alta está compuesta por güc~ e
n·cros, tales modificaciones no serán muy importantes. Las organizaciones "
sociales con una diferenciación social más rica son infinitamente más sen-
sibles a las desproporciones y a los trastornos funcionales que siempre aca- r
rrean estas tensiones, pues les afectan antes en su totalidad y las desequili- l
bran más duraderamente que a las orgmlizacioncs menos diferenciadas. En
algunos casos estas organizaciones presentan no una sino varias vías para
resolver las tensiones y la direccíón de est.a superación está inevitablemen-
te predeterminada por la causa que originó las tensiones, por su génesis:
no es posible resolver las tensiones, bs desproporciones y los trastornos
funcionales que se dedvan del poder sobre las oportunidades monopolis-
tas en interés de las minorías-mientras no se haya superado esta organiza-
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEORÍA DE LA CJV!LIZAC!ON 525
ción del poder. Ciertamente, lo que no cabe decidir en este caso es cuánto
,_ tiempo será necesario para llegar a esta superación, ni cuánto tiempo se
e estará luchando por conseguirla.
,_ Por último algo muy parecido sucede en nuestra época, con el compor-
1- tamiento de los individuos y con toda la red de sus funcíones psíquicas. A
,_ lo largo de este trabajo, hemos pretendido demostrar que la estructura de
1- las funciones psíquicas, los modos habituales de orientar d comportamicn~
i- to, están relacionados con la estructura de las funciones !'>Ocialcs, con el cam-
e bio en las relaciones intcrhumanas. Tarea distinta es la de estudiar estas
o correspondencias en nuestra pmpia época. Resulta bastante fácil enunciar
a algunos principios generales. Las coacciones de interdependencia que hoy
)- están provocando evidentemente una modificación más o menos rápida de
las instituciones y una transformación de las relaciones intcrhumanas, se
a hacen sentir con igual fuerza en las correspondientes modifícaciones del
a carácter y de la estructura espiritual de los hombres. También en este cmn-
,_ po obtenemos una imagen más clara de lo que nos sucede cuando lo consi-
i- deramos como un avance en una dirección determinada en relación con los
movimientos del pasado en los cuales se origina el presente. Las conmocio-
nes provocadas por otros movimientos de ascenso también obligaron a fle-
S xibHizar las pautas de comportamiento de las clases altas. Con anteriori-
dad a la consolidación de cada nueva pauta se da siempre una época de re-
) volucii'm. Las formas de comportamiento no solamcnle se transfieren de arri-
ba abajo, sino también de ahaJo arriba en consonancia con el cambio en el
ceniro de gravedad social. Así, por ejemplo, en los movimientos de ascenso
de la burguesía, el código de comportamiento cortesano-aristocrático pcr·
dió ·mucha rigidez. Las formas de trato y de convivencia social se hicieron
más flexibles y, en parte, se vulgarízaron. Los tabúes estrictos que los cír-
culos de clase media habían impuesto a ciertas esferas de comportamiento,
especialmente al comportamiento en reh:tción con el dinero y con b sexua-
lidad, se generalizaron, con diversas graduaciones, a círculo~ más amplios,
hasta que, con la desaparición del equilibrio de las tensiones, con las osci-
laciones entre flexibilidad y rigidez y con los altibajos de la lucha, los cle-
_mcntos-de los esquemas de comportamiento de las dos clases acabaron en
un código único de comportamiento.
Las olas ascendente_s en medio de las cuales vivimos son distintas de to-
das las pasadas por razón de su estructura, por más que prosiguen los mo-
vimientos anteriores y arrancan de ellos. No obstante, en nuestro propio
tiempo también encontramos manifestaciones concretas con estructuras si-
milares a las anteriores. También hoy encontramos cierta flcxibilización de
los csqttcmas de comportamiento heredados, un asceiV>O de ciertas formas
de comportamiento desde abajo, y una mayor interpcnetración de formas
de comportamiento de tlivcrsas clases sociales; observamos asimismo una
mayor rigidez en amplias esferas de comportamiento y cierta vulgarización
en otras.
Períodos de este tipo, }kríodos de transición, .ofrecen una ocasión espe-
cial para la reflexión: las antiguas pautas son parcialmente inadecuadas y
todavía no existen pautas sólidas nuevas. Los hombres se sienten inseguros
526 EL i'ROCESO DE LA CIVILIZACION

a la hora de orientar su comportamiento. La propia situación social hace


que el <<comportamiento}> sea un problema agudo. En estas fases ~y (}uizá
·solamente en estas fases~ los hombres ponen en cuestión gran parte del
comportamiento de generaciones anteriores que éstas consideraban abso-
lutamente natural. Los hijos inician su reflexión en el punto en que los pa-
dres la abandom1ron; comienzan a preguntar por las razones allí donde los
padres no veían razón alguna para preguntar: ¿por qué hay que ,q_·ornpor-
tarsc» de una forma determinada aquí y de otra allí? ¿Por qué es tú pcnnili-
do esto y prohibido ;_¡que !lo?¿ Qué sentido tiene este precepto de buenos mo-
dales y aquel otro moral? Las convenciones que varínn transmitiéndose de an-
tiguo de generación en generación, sin comprobación alguna, se convierten
en problemas. Y gracias a la rnov'N'ídad social, gracias al trato mús frecuen-
te con person<ts de otras convicdoncs, aprendemos hoy a considerar lasco-
sas con mayor distancia-miento: (.por qué el esquema. de comportamiento
alemún es distinto del inglés? (.Por qué el inglés es distinto del arncrícano?
¿Por qué la estructura ele comportamiento de todos estos países es distinta
.a la del Oriente o a la de los pudílos primitivos?
Las investigaciones precedentes tratan de dar algún tipo de respuesta
a estas preguntas. En realidad solamente se ocurnm de problemas que «Se
encuentran en el ambiente>>. Pretenden aclarar estas preguntas e11 la medi-
da de las fuerzas del autor y abrir un camino que, con la colaboración de
otros, pueda haccrlns avanzar en el fuego cruzado de los debates. Por lo que
hemos vis lo, los esquemas de comportamiento de nuestra sociedad, que se
inculcan al individuo a través de la modclación desde pequcfí.o corno una
especie de segunda naturaleza y se mantienen vivos en ól por medio de un
control social poderoso y muy estrictamente organizado, no pueden enten-
derse en virtud de fines humanos generales y ahistóricos, sino como resul-
tado de un proceso histórico, derivado del sentido general de la historia oc-
cidental, de las formas específicas de relación que se producen en tal pro-
ceso, y de la fuerza de las interdependencias que en él se transforman y se
constituyen. Al igual que d conjunto de la orientación de nuestro conlpoi·-
tamiento y del entramado general de nuestras funciones espirituales, estos
esquemas son polifad:tícos: en su constitución y en su reproducción parti-
cipan los impulsos emocionales tanto como las funciones racionales, ins-
tintivas y relacionadas con el yo. Hace tiempo que se ha convertido en cos-
tumbre explicar la regulación a que cstú sometido el comportamiento de
los individuos en nuestra sociedad como algo racional, algo fundamentado
en !a reflexión racional. El resultado de uuestras investigaciones indica que
esto no es correcto.
Hemos comprobado 1 ~ 8 que la raCionalización así como !u configuración
r<Kional y la justificación de los tahúes sociales, sólo es un aspecto de un
cnmbio que abarca el conjunto de la organización C'-spiritual, tanto Jos as-
pectos impulsivos como los del yo y los del super yo. También se ha demos-
trado que el motor de este cambio de la autooricntaciún psíquica son las
f-uerzas ~ic interdependencia en una orientación determinada, las transfor-
maciones de las formas raéi_onales y del conjunto de la red social. Esta ra-
cionali:t.ación es coincidente con una diferenciación considerable de las ca-
RESUMEN: BOSQUEJO DE UNA TEORiA DE LA CIVILIZACIÓN 527
ce
den as f uncionalcs y de la transformación correspondiente en la organiza-

le! ción de la violencia física. El presupuesto de la racionalización es un aumento
>O-
del nivel de vida y de la seguridad, una mayor protección frente a la supedi-
la- tación o aniquilación físicas y frente a la irrupción de los miedos incontro-
lables que caracterizan más clara y f recucntcmcntc la existencia del indivi-
os
Jr-
duo en sociedades con monopolios menos estables de violencia y con una
li-
menor división de funciones. En la actualidad estamos tan acostumbrados
0-
a la existencia de estos monopolios de violencia, así como a la mayor cale u-
111-
labilidad del ejercicio de la violencia, que apenas somos conscientes de la
~11
importancia que tkncn para la estructura de nuestro comportamiento y de
n-
nuestro espíritu. Apenas somos conscientes de la rapidez con que se ven-
o- dría abajo y se destruiría lo que llnrnamos nuestra «razólll>, así como esa
'o
orientación previsora, desapasionada y diferenciada de nuestro comporLa-
>? micnto, sí se transformara el equilibrio de temores dentro de nosotros y en
torno a nosotros, si los miedos que cumplen una función en nucstt a vida
aumentaran o disminuyenm notablemente de pronto o, como sucede en mu-
ta
chas sociedades más simples, hicieran ambas cosas al mismo tiempo, es de-
;e cir, aumentar y disminuir simultáneamente.
li- Una vez que hemos establecido estas coJTcspondencias abrimos el cami-
le no para considerar el problema del comportamiento y de su regulación a
te través de los mnndatos y prohibiciones vigentes en la sociedad. El equili-
;e brio de temores, como el conjunto de la economía del placer, es diferente
a en cada organización humana, en cada clase y en cada fase histórica. Para
n comprender la regulación del comportamiento que una sociedad prescribe
l-
e inculca a sus miembros, no es suficiente conocer los objetivos racionales
1- que se aducen para justificar los t~andatos y las prohibic-iones, sino que es
preciso retrotraernos mentalmente a los fundamentos del mic.do que movi-
)-
liza a los miembros de esta sociedad y, sobre todo, a los guardianes de las
e prohíbicioncs, obligándoles a tegular su comportamiento. En consecuencia,
se consigue una comprensión mayor para las transformaciones del curnpor-
S
tamícnto en el sentido de una civilización cuando se es consciente de en qué
¡. medida dependen estas transformaciones de los cambios en la estructura
;- y la organización de los miedo~'> sociales. Más arriba hemos bosquejado la
orientación que toma esta transformación lS'>: disminuye el temor, los mie-
e dos inmediatos que sienten unos individuos frente a otros; en cnmbio, aumen-
}
tan comparativamente los miedos mediados o interiorizados. Y tanto los unos
como los otros se hacen más pcrnwncntes. Las oleadas de miedo y de temor
ya no ascienden de forma tan marcada para volver a descender quizá pro-
nunciadamente sino que, con oscilaciones pcqueüas en comparación con las
fases anteriores, suelen mantenerse a una altura media. Y, como hemos dc-
most rado cuando éste es el caso, el compoitamicnto torna un carácte1· <(ci-
vilizado>) con muchos escalones y grados. Aquí, como en cualquier parte.
la estructura de los miedos no es más que la respuesta psíquica a las coac-
ciones que los hombres ejercen sobre los demás dcnl ro de la interdepen-
dencia social. Los miedos constituyen una de las vías de unión -y de las
más importantes- a través de las cuales fluye la estructura de la sociedad
sobre las funciones psíquicas individuales. El motor de esa transforrnaciún
528 EL PROCESO DE LA CIVILIZACIÓN

civilizatoria del comportamiento, como el de los miedos, está constituido


por una modificación completa de las coacciones sociales que operan sobre
el individuo, por un cambio especifico de toda la red relacional y, sobre to.
Jo, un cambio de la organización de la violencia.
Con harta frecuencia han creído y creen los seres humanos que los man-
datos y prohibiciones que regulan su comportamiento recíproco, al igual
que los rnicdos correspondientes, son algo superhumano. A medida que se
profundiza en las conexiones históricas en cuyo curso se han constituido
y transformado las prescripciones y los miedos, va imponiéndose al obser-
vador una idea que e::-; de gran importancia para la comprensión de nuestra
acciún, así como de nosotros· mismos; va imponiéndose la idea de que los
miedos que movilizan a los hombres son creac'ión de los hombres. Sin duda
que la posibilidad de.sentir miedo, al igual que la posibilidad de sentir ale-
gría son un rasgo invariable de la naturaleza humana. Pero la intensidad,
el tipo y la estructura de los miedos que laten o arden en el individuo, ja-
más dependen de .su naturaleza y, por lo menos en las sociedades diferen-
ciada~, tampoco dependen jamás de la naturaleza en la que vive, sino que,
en último término, aparecen determinados siempre por la historia y la es-
tructura real de sus relaciones con otros humanos, por la estructura de su
sociedad y se transforman con ésta.
Nos encontramos aquí, de hecho, con una de las claves imprescindibles
de todos aquellos problemas que nos planteaban la regulación del compor-
tamiento y los códigos sociales de los mandatos y de los tabúes. No se con-
sigue que el adolescente-regule su comportamiento si no es por el miedo
que le inculcan los demás. Sin el mecanismo de estos miedos inculcados por
los adultos, la cría humana jamás se convertirá en un ser maduro que me-
rezca el nombre de ser humano y su humanidad será tan imcompleta que
su viJa no le producirá suficientes alegrías y placeres. Los miedos que los
adultos suscitan en los nii1os pequefios consciente o inconscientemente cn-
raizan en éstos y, en parte, se reproducen de modo más o menos automáti-
co. A través de los miedos se modela el alma impresionable dclniüo, de for-
ma que, al crecer, aprende a comportarse de acuerdo con las pautas corres-
pondientes, tanto si esto se consigue aplicando los castigos corporales dí-
rectos, como mediante la renuncia o las restricciones de alimento y de pla-
cer. Los miedos de origen humano, los internos y los externos, tienen tam-
bién a raya a los adultos. Todos los miedos son suscitados directa o inclircc·
lamente en el alrmt del hombre por otros hombres; tanto los sentimientos
de pndor, como el miedo a la guernl, el temor de Dios, los sentimientos de
culpabilidad, el miedo a la pena o a la pénlida del prestigio social, el temor
del hombre a sí mismo y el miedo a ser víctima de las propias pasiones. Su
intensidad, :-;u forma y la función que cumplen en la organi:l.ación cspiri~
tual del individuo, dependen de la estructura de su sociedad y del destino
que éste tenga t~n ella.
Ninguna sociedad puede subsistir sin canalizar los impulsos y las emo·
ciones individuales, sin una regulación muy concreta del comportamiento
individual. Ninguna de estas regulaciones es posible sin que los seres hu-
manos ejerzan coacciones recíprocas y cada una de <.:stas coacciones se trans-
RES UMENo BOSQUEJO DE UNA TEORÍA UE LA CIVILIZACIÓN S29

o forma en rnicdo de uno u otro tipo en el espíritu del hombre coaccíonado.


·e No hay que hacerse ilusiones, la producción y reproducción continua de los
). nücdc>S humanos por medio de los hombres es algo inevitable e inexcusable
siempre que los hombres traten de convivir de una u otra forma, siempre
que sus anhelos y sus acciones se interrelacionen, ya sea en el trabajo, en
la convivencia o en el amor. Pero tampoco debemos creer o imaginarnos
que los mandatos y los miedos que hoy dan su carácter al comportamiento
de los hombres tengan como «objetivo>>, en lo esencial, estas ncccsida-
clcs elementales de la convivencia humana, y que, en nuestro mundo, se li-
mitan a las coacciones y a los miedos imprescindibles para un equilibrio
•S de los anhelos de muchos y para el mantenimiento de la convivencia social.
a Nuestros códigos de comportamiento son tan contradictorios y tan llenos
de desproporciones como las formas de nuestra convivencia, y la estructu-
l, ra de nuestra sociedad. Las coacciones a las que hoy está sometido el indi~
\· vi duo, así como los miedos correspondientes están determinados, en su ca-
\· rácter, en su intensidad y en su estructura, por las coacciones específicas
de interdependencia de nuestro edificio social de las que hablábamos más
¡. arriba: por las diferencias de nivel y las poderosas tensiones que la:-; canlc-
l[ tcrizan.
Conocemos los movimientos y los peligros en los que vivimos,-y más arri-
S ba hemos hablado de las coacciones de interdependencia que determinan
su orientación. Las coacciones, tensiones e interdependencias de este tipo,
1· son las que suscitan los miedos en la vida de los individuos en mayor rncdi·
D da que la coacción simple de la colaboración social. Las tensiones entre los
r estados que luchan entre si por conseguir la supremacía sobre zonas de do-
minación cada vez más amplias dentro del mccanísmo de competencia se
e manifiestan en renuncias y restricciones muy concretas por parte del ciu-
S dadano; implican una mayor presión laboral y una insegurid<:1d profunda
para el individuo. Y todo ello, las renuncias, h1. intranquilidad, la mayor carga
laboral, suscitan miedo, tanto miedo como la amenaza directa a la vida.
Y lo mismo sucede con las tensiones dentro de las diversas unidades po·
líticas de dominación. Las luchas imprevisibles de competencia libre en-
tre los hombres de la misma clase social, por un lado, y las tensiones en-
tre las distintas clases y grüpos por otro, dan lugar a una situación de
intranquilidad continua para los individuos, así como prohibiciones y limi-
taciones determinadas. Todo lo cual suscita unos miedos específicos: mie-
do al despido, miedo a la posibilidad de estar a merced de los poderosos,
miedo a padecer hambre y miseria, como sucede con las clases más bajas,
miedo a la decadencia, a la disminución de la propiedad y de la autonomía,
a la pérdida del elevado prestigio y de la alt-a posición, todo lo cual tiene
una gran importancia para las clases medias y altas de la .sociedad. Precisa-
mente los miedos de este tipo, los miedos a la pérdida de lo difercnciador,
del prestigio heredado o heredable, como se ha demostrado más arriba 161l,
son los que han tenido hasta hoy una importancia decisiva en la configura-
ción del código dominante de comportamiento. También se ha comprobado
que estos miedos son los más propensos a la interiorización. Son estos mie-
dos y no el miedo a la miseria, al hambre o al riesgo físico inmediato, los
530 EL PROCESO DE LA CIVILIZACIÓN

que echan raíces en los pertenecientes a estas clases, en consonancia con


el tipo de educación que tuvieron, bajo la fonna de miedos intcriorizados
que les condicionan automáticamente bajo la presión de un fuerte super~_ y
yo, y con independencia de todo control por parte de los demás. La preocu-
pación permanente del padre y de la madre sobre si su hijo asimil<uá o no y
las pautas de comportarnicnto de la clase propia o de una superior, sobre d(
sí podrá mantener o aumentar el prestigio de la familia, sobre si poUrá sos- m
tenerse en las luchas de exclusión de la propia clase, sucitan unos miedos d(
qác rodean al nii'ío desde pequeño, especialmente en las clases medias con fe
voluntad de ascenso en g1;9;do mayor que en las clases altas. Los miedos de tL
este tipo tienen una importancia decisiva en la regulación a que se somete d(
al niílo desde pequci'io y en las prohibiciones que se le imponen. Estos mic~ ti
dos, que quizá sóÍo pa~cialmcnte sean conscientes en los padres y en gran d1
parte actúan de modo automático, se transmiten al niño a través de los gcs~ n
tos al igual que de-las pala.bras; contribuyen decisivamente a la constitu-
ci.(m de ese círculo de miedos internos que limitan el comportamicntv y la n
sensibilidad del adolescente, y que le obligan a aceptar una determinada C
pauta de sentimientos de vergüenza y de desagrado, una determinada for- d
ma de hablar y unos modales específicos, tanto si lo quiere como si no lo d
quiere; incluso las prescripciones que se imponen a la vida sexual y los mie- 1:
dos automáticos que suscitan no nacen hoy sólo de la necesidad elemental i1
de regular y equilibrar las necesidades de muchas personas que conviven, d
sino que tienen su origen, en parte muy considerable, en la elevada presión r
de tensiones en que viven las clases altas y, especblmcnte, las medias de
nuestras sociedades. Estos miedos se etJCuentran en estrecha corresponden- r
da con el miedo a la pérdida de las oportunidades de la propiedad y del
prestigio elevado, a la degradación social, a la disminución de las oportuni-
dades en la dura lucha de competencias que influyen de modo decisivo en
cluüío a través del comportamiento de los padres y de los educadores. In-
cluso cuando, en ciertas ocasiones, las coacciones y los miedos inculcados
por los padres acaban consigUiendo pn.::cisamente lo que trataban de evi-
tar, esto es, cuando el adolescente rcsulla ser incapaz de triunfar en las lu-
chas de competencia, debido a los miedos automáticos que le han inculca-
do ciegamente, cuando no consigue aumentar o mantener su prestigio so-
cial elevado, incluso en estos casos los gestos, las prohibiciones y los mie-
dos paternos proyectados en los niños transfieren siempre tensiones de ca-
rácter social. El carácter hereditario del monopolio y del prestigio social
se manifiesta dí rectamente en la actitud de los padres en relación con sus
hijos y el nifio experimenta los riesgos que amenazan a este carúcter y a
este prestigio, así como el conjunto de tensiones propio del entramado hu-
mano en que vive, antes de- saber nada de todo eiio.
F.sta conexión entre los miedos externos, condicionados directamente por
In posición social de los padres y los miedos internos, los miedos automáti-
cos del adolescente, es un fenómenos de un alcance mucho mayor que el
que hemos expuesto aqui. No hay duda de que se conseguirú una compren-
sión mayor de la organización espiritual del individuo, así corno del cam-
bio histórico en lo0: caracteres de las sucesivas generaciones, cuando este-
RESUiv\EN: BOSQt!EJO DE UNA TEORÍA DE LA CIYIUI.ACIO\'

·en una posición mejor que la actual para observar y reflexionar


la sucesión de las generaciones. Pero algo está ya claro: la profundidalt '--JUl.
~1lcanzan en el espíritu del individuo los diferentes nívclcs, las n:lacionc.s
y tensiones de la propia época.
No es po.siblc esperar de personas que viven en mcdi() de estas len~ iones
que oscilan iúocentemcntc de culpa en culpa, que se comporten de un mo-
do que --como parece creerse hoy tan a menudo~ suponga el punto culmi-
nante de la civilización. Se trata de uu mecanismo cmuplcjo de coacciones
de interdependencia que, a lo largo de wuchos siglos, produce una trans-
formación paulatina del comportamiento h;;1s1a a kan zar nuestra pauta ac-
tual. Estas coacciones son las que opcnm en el sentido de Si..~guir modifican-
do los col11portamientos para tntscendcr a nuestra pauta civilizatoria. Nucs-
tn) entramado .social no es definitivo y mucho menos un punto culminante
de una civilización, como tampoco lo es nuestra forma de cornportamicn1o,
nuestro nivel de coacciones, mandatos y miedos.
Se da además el peligro pcnnancutc de guerra. Las guerras no son sola-
mente, por decirlo una vez más con otras palabras, lo colltrnrio de la paz.
Como hclnos dernostr<ldo mús arriba, las guerras entre pcqucúas socieda-
des pertenecen a los instrumentos, hasta <d10ra imprescindibles en el curso
de la historia, de la pacífic<H:ión de las gnmdes sociedades. Por supuesto,
la sensibilidad del edificio soci<ll, ~lsí como el riese;o y los trastoruos que
implican los conflictos bélicos para todos los participantes crecen a medi-
da que se hace más inLe!ISa la divisiún funcional y mayor· la dependencia
recíproca de los rivales. En consecucnciu, en nuestra época sentimos una
inclinación creciente a realizar las luchas interestatales de exclusión con
medios de violencia distintos, menos peligrosos. Pero es suficientemente cla-
ro el hecho de que, en nuestro tiempo, al igual que antes, las coacciones de
interdependencia desembocan c11 estos cnlú-'nwrnicntos, en la constitución
de monopolios de violencia sobre zonas cada vez mús amplias del planeta
con lo que, a pesar de todos \fJs sobresaltos y luchas, con! ribuyen a su paci-
ficación. Y, como hemos dicho, tras li_ts 1cnsioucs que se dan en distintas
partes de la tierra, y en buena parte sepultadas en ellas, se pctúlan las- ten'
siones del escalón siguiente en el proceso. Pueden \'ct·sc va los primetos tra-
zos de un sistema planetario de 1cusiones compuesto por ligas de estados,
por U11idadcs superestatales del tipo más diverso, como preludio de las lu-
chas de exclusión y de suprc¡nacía sob1·c toda la tierra, presupuesto para
la constitución de un monopolio planetario de la violencia, un instituto po-
lítico central y de pacificación.
Lo rnismo sucede con las luchas cconúmlc<1s. Como vimos, la competen-
cia económica libre no es lo contrario de un onlt·n monopolista. En lodo
l:<:1so, esta competencia trasciende sus propios lillliles y se convierte en su
contrario. Vista también en esta perspectiva, nucsl ra l·poca no es, ni mu-
cho rncnos, un punto final o culminante por cuanto que en ella se producen
procesos parciales como en los pcdodos de tt·ansición de estructura simi,
lar. También en este aspecto nuestra época est{t llena de tensiones sin re-
solver, de procesos de interdependencia sin decidir, cuya duración apenas
es previsible, y cuyo proceso particular no es prcdcciblc, puesto que sólo
532 EL PROCESO DE LA CIVILIZACIÓN

su dirección está decidida: la- tendencia a la limitación y superación de la


competencia libre o, lo que es lo mismo, de la propiedad monopolista sin
organizar, la transformación de las relaciones humanas con la que el poder
sobre las oportunidades deja de ser tarea hereditaria y privada de una cla-
se alta para convertirse en una función social y públicamente controlable.
Y Ullnhién en este aspecto se anuncian en la actualidad las tensiones del
próximo cscalún, las tensiones entre los funcionarios altos y los medios de
la administración monopolista, entre la «burocracia>> de un lado, y el resto
de la socícdnd del otro.
Únicamente cuando se hayan solucionado y superado estas tensiones in-
tcn:statalcs e intracstatalcs podremos decir con mayor razón de nosotros
mismos que somos civilizados. Únicamente entonces puede hacerse desa-
parecer del código de compürtamiento que se inculca al individuo como su-
per yo, todo aquello cuya función no solamente es destacar su superioridad
personal, sino su superioridad hereditaria; pueden hacerse desaparecer las
coacciones que determinan en su comportamiento la necesidad de distin-
guirse de los otros individuos, no por sus realízaciones personales, sino por
las posibilidades de propiedad y de prestigio que le diferencian de los gru-
pos inferiores. Onicmnente entonces podrá limitarse la regulación de las 're-
laciones interluum\h<:ls exclusivamente a aquellos mandatos y prescripcio-
nes necesarios para conservar la elevada diferenciación de las funciones so-
ciales, así como el alto nivel de vida y la gran productividad dcllrabajo qttC
tienen como presupuesto una división creciente de las funciones, y limitar,
asimismo, las autocoacciones a aquellas restricciones que son necesarias
para que los hornbres puedan convivir, trabajar, y gozar sin trastornos y
sin temores. Solamente una vez que se hayan dulcificado las tensiones en·
tre los seres humanos, las contradicciones que se dan en la estructura de
las interrelaciones hunianas dulcificarán las tensiones y contradicciones en
el interior de los hombres. Solamente entonces podremos asegurar que, en
vez de ser una excepción, es una regla el hecho de que el ser humano en·
cucnt ra ese equilibrio de su espíritu que solemos dcfini r, con grandes pala-
bras, como ddicidad» y «<ibertad»; un equilibrio duradero o, más bien, la
congruencia entre su quehacer social, entre las exigencias de su existencia
social de un lado, y sus inclinaciones y necesidades personales del otro. úni-
camente cuando la estructura de las interrelaciones humanas tenga_ este ca~
rúcter, cuando la colaboración entre los hombres, fundamento de la exis~
tcncia de cada individuo, funcione de tal modo que todos los que tralx1.jan
en In larga cadena de tareas comunes puedan alcanzar aquel equilibrio, lo:;;
hombres podrán decir de sí mismos con razón que son civilizados. Míen·
tras no llegue ese momento se encuentran en _el proceso civilizatorio, obli-
gados a seguir diciendo: «La civilización no se ha terminado. Constituye un
pl\lCCSO>>.

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