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Suma Teológica – Dios Uno - Parte Ia - Cuestión 19

Sobre la voluntad de Dios

Artículo 9: En Dios, ¿hay o no hay voluntad de mal?

Objeciones por las que parece que en Dios hay voluntad de mal:
1. Todo el bien que hace, Dios lo quiere. Pero hacer el mal es un bien, pues dice Agustín en el
Enchirid.: Aun cuando el mal en cuanto tal no es bueno, sin embargo, es bueno que haya no sólo
bien, sino también mal. Luego Dios quiere el mal.
2. Dice Dionisio en el c.4 De Div. Nom.: El mal contribuirá a la perfección de todo (el universo).
Y Agustín en el Enchirid. dice: Todo contribuye a la admirable belleza del universo, pues
incluso el llamado mal, correctamente dispuesto y en su sitio, realza el bien, que es más
placentero y más digno de alabanza cuando es comparado con el bien. Pero Dios quiere todo lo
que colabora para la perfección y belleza del universo, porque es lo que más desea Dios en lo
creado. Luego Dios quiere el mal.
3. Hacer y no hacer el mal son una contradicción. Pero Dios no quiere no hacer el mal, porque
cuando se hace algún mal, no siempre se cumple la voluntad de Dios. Luego Dios quiere hacer el
mal.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el libro Octoginta trium quaest.: No se corrompe
ningún hombre puesto en manos de un hombre sabio. Y Dios es más sabio que ningún sabio; por
lo tanto, mucho menos se corromperá alguien en manos de Dios. Al decir en manos de Dios, se
está diciendo su voluntad. Luego no se corrompe el hombre porque lo quiera Dios. Pero nos
consta que el mal es lo que corrompe. Luego Dios no quiere el mal.

Respondo: Como la razón de bien es la razón de lo apetecible, como ya se dijo (q.5 a.1), el
mal se opone al bien. Y es imposible que algún mal, en cuanto tal, sea apetecido ni por el apetito
natural, ni por el animal, ni por el intelectual que es la voluntad. Pero algún mal es apetecido
accidentalmente, en cuanto que reporta algún bien. Y esto se da en cualquier tipo de apetito.
Pues lo que busca el agente natural no es la privación o la corrupción, sino una forma a la que se
le una la privación de otra o la producción de algo que conlleva la corrupción de otro. Ejemplo:
Cuando el león mata al ciervo, busca comida, que conlleva la muerte del animal. De la misma
forma, quien fornica busca el placer, que conlleva la deformidad de la culpa.

El mal que va unido a un bien, conlleva privación de otro bien. Así pues, nunca será apetecido el
mal, ni siquiera por accidente, a no ser que el bien que conlleva el mal sea más apetecido que
el bien del que se ve privado por el mal. Dios no quiere ningún bien más que su bondad; sin
embargo, quiere algún bien más que algún otro bien. Por eso, Dios no quiere, de ninguna
manera, el mal de culpa, que conlleva la privación de orden al bien divino.
Pero quiere el mal como defecto natural, o el mal de pena, puesto que quiere
algún bien que conlleva dicho mal. Ejemplo: Queriendo justicia, quiere el castigo;
queriendo conservar el orden de la naturaleza, quiere la destrucción de algo de la naturaleza.

A las objeciones:
1. Algunos sostuvieron que, aun cuando Dios no quiere el mal, con todo, quiere que el mal exista
o se haga; porque, aun cuando el mal no es ningún bien, sin embargo es bueno que el mal exista
o se haga. Y sostenían eso porque decían que el mal en cuanto tal está ordenado a un bien; y éste
es el orden que consideraba incluido en la frase existir o hacer el mal. Pero no es correcto.
Porque el mal en sí mismo no está ordenado al bien; lo está accidentalmente. Que de un pecado
se derive un bien es algo ajeno a la intención del pecador; como ajeno a la intención de los
tiranos era el que con las persecuciones resplandeciera la paciencia de los mártires. Por eso no
puede sostenerse que la frase existir o hacer el mal incluya ordenación al bien, porque nada
puede ser justamente valorado por algo accidental, sino que debe serlo por lo esencial.
2. Como ya se dijo (ad 1), el mal no colabora a la perfección y belleza del universo más que
accidentalmente. Por eso, al decir Dionisio que el mal colabora en la perfección del universo,
está poniendo la inaceptable conclusión a la que le ha llevado su investigación.
3. Aun cuando hacer el mal y no hacer el mal sea una contradicción, sin embargo, querer hacer el
mal y querer no hacer el mal no es una contradicción, puesto que ambas expresiones tienen
sentido afirmativo. Así pues, Dios ni quiere hacer el mal ni quiere no hacer el mal; pero sí
quiere permitir hacer el mal. Y esto es bueno.
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Artículo 12: ¿Son o no son correctamente atribuidos a la voluntad de Dios cinco signos?

Objeciones por las que parece que no son correctamente atribuidos a la voluntad de Dios los
cinco signos: prohibición, precepto, consejo, operación y permisividad.
1. En nosotros, a veces lo que Dios ordena o aconseja, lo obra; y lo que prohíbe, a veces lo
permite. Luego no deben ser divididos como opuestos.
2. Como se dice en Sab 11,25s.: Dios no hace nada a no ser que lo quiera hacer. Pero la voluntad
de signo es distinta de la voluntad de beneplácito. Luego la operación no debe entrar dentro de la
voluntad de signo.
3. La operación y la permisividad alcanzan a todas las criaturas porque Dios obra en todas, y en
todas permite que se haga algo. Pero el precepto, el consejo y la prohibición alcanzan sólo a la
criatura racional. Por lo tanto, no deben ser incluidas en la misma división porque no entran en el
mismo género.
4. El mal se da de más formas que el bien; porque tal como nos consta por el Filósofo en II
Ethic., y por Dionisio en el c.4 De Div. Nom., el bien sucede de una sola forma, pero el mal, de
muchas. Así, pues, no es correcto que al mal se le asigne un solo signo, la prohibición; y que al
bien se le asignen dos, el consejo y el precepto.

Respondo: Son llamados signos de la voluntad por cuanto que con ellos acostumbramos a
manifestar querer algo. Por otra parte, alguien puede manifestar querer algo, bien por sí mismo,
bien por otro. Por sí mismo cuando hace algo directa, indirecta o accidentalmente. Directamente,
cuando obra por sí mismo; y entonces la operación es signo. Indirectamente, cuando no se
impide la operación, pues alejar obstáculos es mover accidentalmente, como se dice en VIII
Physic. Y entonces la permisividad es signo. Y alguien manifiesta querer algo por otro cuando
ordena a otro hacer algo; bien induciéndole necesariamente, cuando ordena lo que quiere o
prohibe lo contrario; bien induciéndole persuasivamente, y esto pertenece al consejo.

Así, pues, porque de estas distintas maneras manifiesta alguien querer algo, de estas
cinco maneras, en cuanto que son signos de la voluntad, se denomina la
voluntad divina.
Que el precepto, el consejo y la prohibición sean llamados voluntad de Dios, queda claro por lo
que se dice en Mt 6,10: Hágase tu voluntad en el cielo y en la tierra. Que la permisividad y la
operación sean llamados voluntad de Dios, queda claro por lo que dice Agustín en el Enchirid.:
Nada se hace, a no ser que el Omnipotente quiera hacerlo, bien haciéndolo El, bien
permitiendo que se haga.
Puede decirse que la permisividad y la operación van referidas al presente. La permisividad, al
mal; la operación, al bien. Y también van referidas al futuro: la prohibición, al mal; el precepto,
al bien necesario; el consejo, a la sobreabundancia de bien.

A las objeciones:

1. Nada impide que, con respecto a una misma realidad, alguien manifieste de diversas
maneras querer algo; como se encuentran muchos nombres con idéntico significado. Por eso,
nada impide que lo mismo esté contenido en el precepto, el consejo y la operación; y también en
la prohibición o en la permisividad. Y, como se dijo, estas manifiestan querer algo.
2. Así como Dios puede dar a entender metafóricamente que quiere algo que no acepta
propiamente, así también puede dar a entender metafóricamente que quiere lo que
propiamente quiere. Por eso, nada impide que en un mismo ser se dé la voluntad de
beneplácito y la voluntad de signo. Pero con la voluntad de beneplácito, la operación es
siempre la misma, no así el precepto o el consejo; porque mientras éstos se refieren al futuro,
aquélla se refiere al presente; porque mientras aquélla es en sí misma efecto de la voluntad, éstos
son efectos por otro, como ya se dijo.
3. La criatura racional es dueña de sus actos; y éste es el motivo por el que, con respecto a ella,
haya algunos signos especiales de la voluntad divina, en cuanto que Dios destina a la criatura
racional a obrar libremente y por sí misma. Pero otras criaturas no obran más que movidas por
la operación divina; y éste es el motivo por el que, con respecto a ellas, no puede darse más
que la operación y la permisividad.
4. Todo mal de culpa, aun cuando se dé de forma múltiple, sin embargo, coincide en que
discrepa de la voluntad divina. Lo contrario es para el de pena, no discrepa de la voluntad
divina. Y éste es el motivo por el que, con respecto al mal, se asigne sólo la prohibición. Pero las
diversas formas de bien están relacionadas con la bondad divina. Porque hay algunos bienes sin
los que no podemos conseguir gozar de la bondad divina. Con respecto a ellos, se asigna el
precepto. Hay otros con los que lo conseguimos más perfectamente. Con respecto a ellos se
asigna el consejo. También hay que decir: El consejo no sólo está destinado a alcanzar los bienes
mejores, sino también a evitar los males menores.

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