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UCA – Seminario II: - Prof. Lic.

Leonardo Caviglia Grigera

El bien y el mal desde la perspectiva agustiniense.

1.- Así, pues, magnífica y divinamente nuestro Dios dijo a su siervo: “Yo soy el que soy”. El es
verdaderamente porque es inmutable… Por tanto, aquél que es máximamente sólo puede tener como contrario
a lo que no es, y por eso, así como por él existe todo lo que es bueno, así también por él existe lo que es
naturalmente, porque todo lo que es naturalmente, es bueno.

2.- Toda naturaleza, en cuanto naturaleza, es un bien: toda naturaleza no puede provenir más que del supremo
y verdadero Dios: porque todos los bienes no pueden provenir sino del mismo bien supremo.

3.- Antes de preguntar de dónde procede el mal, es preciso preguntarse qué es el mal; mas éste no es otra cosa
que la corrupción del modo, la belleza o el orden naturales. Y así se llama mala a la naturaleza que está
corrompida; porque la que no está corrompida es sin duda buena. Pero aún la que está corrompida, es buena
en cuanto es naturaleza, es mala en cuanto que está corrompida.

4.- Ninguna naturaleza, por tanto es mala en cuanto naturaleza, sino que en cuanto disminuye en ella el bien
que tiene. Si éste al disminuir desapareciera por completo, así como no quedaría bien alguno, del mismo modo
dejaría de existir toda naturaleza.

5.- He aquí a Dios y he aquí las cosas que ha creado Dios, y un Dios bueno, inmenso, infinitamente más
excelente que sus criaturas; mas como bueno, hizo todas las cosas buenas, y ¡ved cómo las abraza y llena!
Pero si esto es así, ¿Dónde está el mal y de dónde y por qué parte se ha colado en el mundo? ¿Cuál es su raíz
y cuál su semilla? ¿Es que no existe en modo alguno? (Confesiones, VII, 5,7)

6.- De aquí nacía también mi creencia de que la sustancia del mal era propiamente corpórea y de que era una
mole negra y deforme; ya craza, a la que llaman tierra, ya tenue y sutil, como el cuerpo del aire, la cual
imaginan como una mente maligna que reptaba sobre la tierra. Y como la piedad, por poca que fuese, me
obligaba a creer que un Dios bueno no podía crear naturaleza alguna mala, las imaginaba como dos moles
entre sí, contrarias, ambas infinitas, aunque menor la mala y mayor la buena. (Confes. V, 10,20)

7.- El mal no es sino la privación del bien. (Confes, III, 7,12)

8.- Se me dio a entender que son buenas las cosas que se corrompen, las cuales no podrían corromperse si
fuesen sumamente buenas; porque si fuesen sumamente buenas, serían incorruptibles, y si no fuesen buenas,
no habría en ellas qué corromperse. Porque la corrupción daña, y no podría dañar si no disminuyese lo bueno.
Luego, o la corrupción no daña nada, lo que es posible, o lo que es certísimo, todas las cosas que se
corrompen son privadas de algún bien. Por donde si fueren privadas de todo bien, no existirían absolutamente
(…) Luego en tanto que son, en tanto que son buenas. Luego cualesquiera que ellas sean, son buenas, y el mal
cuyo origen buscaba no es sustancia alguna, porque si fuera sustancia sería un bien (…) Así vi yo y me quedó
manifestado que tú eras el autor de todos los bienes y que no hay en absoluto sustancia alguna que no haya
sido creada por ti.(Confes. VII, 12)

9.- La mala voluntad es la causa de todos los males. (Sobre el libre albedrío, III, 17,48)

10.- Pues Dios creó al hombre recto, El, autor de las naturalezas pero no de los vicios: pero él, por su propia
acción (sponte) depravado y justamente condenado... Y por eso, del mal uso del libre arbitrio ha surgido esta
serie de calamidades, que conduce al género humano, en una concatenación de miserias desde este origen
depravado, o raíz corrupta, hasta la ruina de la segunda muerte, que no tiene fin, y de la que sólo están
exceptuados aquellos que han sido liberados por la gracia de Dios. (De Civ XIII, XIV)

11.- Dios hizo al hombre recto: y por esto, dotado de voluntad buena. Pues no hubiese sido recto, si no
hubiese tenido voluntad buena. Por lo tanto, la voluntad buena es obra de Dios: porque el hombre fue
ciertamente hecho con ella. En cambio la mala voluntad primera, que precedió en el hombre a todas las malas
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obras, fue más bien un cierto defecto desde la obra de Dios hacia sus propias obras, que obra alguna. Y por
ello son obras malas, porque son según ellos mismos y no según Dios; de tal modo que de sus malas obras
como frutos malos la misma voluntad fuese como un árbol, o mejor el mismo hombre por su mala voluntad...
pueden existir bienes sin males, como el mismo Dios verdadero y sumo, ... en cambio, males sin bienes no
pueden existir, dado que las naturalezas en las cuales existen, en cuanto son naturalezas, son buenas. Se quita
por lo tanto el mal, no sustrayendo alguna naturaleza que hubiese advenido o alguna parte de ella, sino
sanando y corrigiendo aquellas que están viciadas o depravadas. (De Civ XIV, XI)

12.- Esto sé: la naturaleza de Dios nunca, en ningún lugar, por ninguna de sus partes puede fallar ( deficere); y
que pueden fallar aquellas cosas que han sido hechas de la nada. Las cuales sin embargo, cuanto más son, y
hacen bienes (pues en ese caso hacen algo (aliquid)), tienen causas eficientes: en cambio, en cuanto fallan
(deficiunt), y por ello hacen males (pues qué hacen en este caso sino vacuidades (vana)), tienen causas
deficientes. También sé en qué se hace mala la voluntad: en hacerse aquello, que si no quisiera no se haría: y
por lo tanto, no a defectos necesarios, sino voluntarios, sigue la justa pena. Pues falla no hacia cosas malas,
sino malamente (non ad mala, sed male); es decir, no hacia naturalezas malas, sino malamente, porque contra
el orden de las naturalezas va de aquello que es superior hacia aquello que es inferior. Pues no es la avaricia
un pecado del oro, sino del hombre que ama pervertidamente el oro, despreciando la justicia, que
incomparablemente debe anteponerse al oro. ... Y por esto quien pervertidamente ama el bien de cualquier
naturaleza, aún cuando lo alcance, él mismo se hace malo en lo bueno, y, miserable, se priva de lo que es
mejor. (De Civ XII, VIII)
... Y así sucede con toda creatura. Pues aún siendo buena, puede ser amada bien, pero también mal; bien, si es
respetado el orden; mal, si se lo pervierte. ... Pues el mismo amor debe ser ordenadamente amado, por el cual
es bien amado lo que debe ser amado, de modo que esté en nosotros la virtud, por la cual se vive bien. Por lo
cual me parece que una definición breve y verdadera de la virtud es orden del amor. (De Civ. XV, XXII)

13.- Pecado o iniquidad no es el deseo de naturalezas malas, sino el abandono de otras mejores. El hombre,
por tanto, no apeteció una naturaleza mala cuando tocó el árbol prohibido, sino que cometió una acción mala
abandonando lo que era mejor. Pues mejor que todas las cosas creadas es el Creador.

14.- Así resulta que ni aún aquellos bienes que desean los que pecan son en manera alguna males, ni lo es
tampoco la misma voluntad libre, que hemos reconocido que debe considerarse como uno de los bienes, sino
que el mal consiste en su aversión del bien inmutable y su conversión a los bienes mudables.

15.- Ninguna cosa puede hacer al alma espiritual esclava de la pasión, sino su propia voluntad. No resta sino
que sea propio de la voluntad aquel movimiento por el que ella aparte del Creador su voluntad para entregarla
a la creatura.

16.- Vive justa y santamente aquel que sabe dar justo valor a cada cosa.

17.- Tendrá un amor ordenado el que no ame lo que no se debe amar, ni deje de amar lo que se debe amar, ni
ame más lo que se debe amar menos, ni ame igualmente lo que se debe amar más o menos, ni ame menos o
más lo que se debe amar con igualdad. (De Doct. Christ. 1,25)

18.- Practica, pues, metódicamente sus grados, da a cada uno lo suyo. (Serm. 100,2)

19.- Debes proponerte diversos grados y por ellos ir subiendo; progresa en este amor, utilizando la oración y
la práctica de buenas obras. (Ep. 189,2-3)

20.- El precepto de la caridad se reduce a estas pocas palabras: ama y haz lo que quieras.
Si callas, calla por amor; si hablas, habla por amor; si reprendes, reprende por amor; si perdonas, perdona por
amor. Que la raíz de la caridad permanezca en tu corazón, pues de esta raíz sólo puede originarse el bien. ( Sol
2,1)
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