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Rock, son, blues, huapango, géneros y conjugaciones estructurales

por Rockdrigo González

Publicado en Revista BANDA ROCKERA Especial, 1987

Desde los primeros inicios del rock en México, cualquiera que haya observado bien, se puede dar
cuenta de las infinitas posiblidades que tenía el rock manufacturado en español; nestro idioma se
prestaba muy bien y hubo quien supo darle la cadencia necesaria para que no se desentonara con
las combinaciones armónicas que caracterizan al rock y al blues.

Los primeros rocks mexicanos (o rocks en español), estaban totalmente saturados de temas
estudiantiles, romanticismo adolescente, vivas al baile y a las fiestas: aventuras infantiles que
pretendían pasar por travesuras o simplemente "fusiles" a medias (o totalmente distorsionados) de
canciones en inglés, que sobresalian comercialmente y en ocasiones, de una manera u otra (cosa
que aún siguen haciendo algunas personas) los temas de las canciones en español estaban
inspirados en realidades sociales o individuales que no nos pertenecían. La cuestión es clara, la
identidad era básicamente emotiva, el ritmo y los temas eran algo novedoso y se gozaban tal cual
eran y, siendo una corriente que nos venía del extranjero, por lo cual no había una identificación
cultural que le diera un carácter más nacional, tanto en el campo de la música como el de la letra;
la conciencia social brillaba por su ausencia entre los jóvenes de aquellas generaciones.

En las generaciones posteriores y a pesar de los "baches" con los cuales se enfrentaban el rock y el
blues mexicanos, el rock en español tuvo un salto cualitativo en toda su estructura, las relaciones
musicales se hicieron más complejas y las letras se enriquecieron poética y temáticamente, pero
desgraciadamente la mayor parte se mantuvo en la posición de tratar de componer como lo hacían
los grupos y cantantes que admiraban, aún seguían fuera de nuestra realidad vital y ahí nació una
división entre los rocanroleros que componían; había (y hay) los que seguían totalmente los modelos
extranjeros y los que empezaron a conjugar elementos nacionales con? los elementos extranjeros
del rock y el blues.

Existen, a mi entender, dos maneras de hacer rock y blues más nacionalistas sin que se excluyan
entre sí, y en un momento dado, la combinación de las dos, de la que podría ser una forma más
completa del movimiento rockero en español; la primera forma consiste en respetar el ritmo y la
armonía original, tal cual es, pero utilizando el lenguaje y las experiencias cotidianas que nos
pertenecen, para componer temas propios. El lenguaje en español es lo suficientemente rico
sintáctica y semánticamente, para lograr combinaciones adecuadas, prácticamente para cualquier
ritmo musical. Los ejemplos son prolíficos, no solamente en el rock, sino también en el country,
samba, bossa, balada neoclásica europea y otras formas musicales; la segunda forma consiste en
hacer una especie de extrapolación de ritmos, es decir, respetando los cambios armónicos del rock
o del blues, se le conjugan golpes rítmicos que caracterizan formas nacionales de creación musical:
o a los cambios armónicos nacionales se les dota del golpe o del carácter que son inherentes al rock
and roll; aquí los ejemplos no abundan tanto como en su literatura, pero eso no quiere decir que no
se pueda o que no se haya hecho; la tercera forma consiste en la utilización simultánea de las dos
antes descritas, que dan lugar -aunque de una manera híbrida- a un concepto más completo
(relativamente) del rock mexicano o en español.

La relativa facilidad por lo que esto puede pasar, se desprende de la similitud o elementos afines
que poseen en diferentes formas de composición popular; pongamos por caso el corrido, el rock, el
huapango y el blues. Los cuatro coinciden armónicamente en su estructura básica (a excepción de
rocks y huapangos más elaborados) sencillos y directos: los cuatro se apoyan sobre tres acordes,
subdominante, tónica y tónica dominante; los cambios armónicos son similares, no sólo
fortuitamente, y lo que invariablemente cambia solamente es el ritmo, el rápido, cadencioso y de
golpe ela?borado; el rock es violento y matizado; y en el corrido, el golpe es cerrado, veloz e
inmediato, y aunque se dan versiones lentas, éstas siguen prácticamente los mismos patrones.

Algo bastante característico del blues, es que no solamente su ritmo le da el carácter melancólico
que tiene, sino también las llamadas "notas blues" que definen más su intención (terceras y
séptimas disminuidas) que en un momento dadp se pueden trasladar al huapango; aparte del
paralelo armónico, el blues y el huapango, coinciden extraoficialmente en su improvisación, en los
dos, ésta ocupa un lugar privilegiado, si no es que el principal; los violines y los requintos no son por
lo general melodias prefabricadas, sino formas libres y de carácter constante: en los versos, tanto
bluseros como huapangueros, hay una igualdad o superioridad con flexibilidad musical; partiendo
de alguna frase conocida, o de un hecho en general (o particular) se le van inventando otras frases
que rimen entre sí, para así poder redondear una serie de imágenes que crean espacios similares,
para hacerlos aún más afines.

Ahora bien, no solamente se puede experimentar de esta manera, sino que utilizando otros recursos
se pueden incorporar y recombiar entre sí los mismos instrumentos musicales; pongamos por
ejemplo: en un rock-ópera con temas nacionales o autóctonos, se pueden utilizar instrumentos
prehispánicos, adecuándolos a los eléctricos (hay alguna gente, en el campo comercial, que utilizan
el sintetizador con los mariachis).

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