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Como toda guerra, la del Chaco ha sido una reiterada fuente temática en la narrativa
boliviana. Las circunstancias bélicas, pues, ponen sobre la mesa una de las cuestiones más
inmanentes al ser humano: la muerte. Como diría Kundera, ¿y de qué otra cosa habla la
literatura sino de la condición humana? El año 1936, cuando el país aún despertaba de la
pesadilla, Augusto Céspedes publica Sangre de Mestizos y, así, desde la literatura, es uno
de los que reflexionan sobre aquellas cuestiones. Los ocho cuentos que constituyen su libro
tienen como denominador común la experiencia trágica de lo que significó la guerra. En ese
sentido, “Seis muertos en campaña”, relata la historia de un personaje fragmentado por su
entorno. Esta vez, nos detendremos en la batalla que se libra con la muerte y cómo esa
lucha, que escinde al personaje, se manifiesta en una dualidad, un estar en la vida y la
muerte o, más bien, entre la palabra y el Chaco. Hacia el final de nuestro desarrollo, pues,
veremos una de las reflexiones más particulares que suscita el cuento: la redención, por más
inútil que sea, del lenguaje.
El narrador muere preso en Paraguay pero, ¿está también la muerte del otro lado de
la dualidad? Lo más lógico es que sí, pero la última oración del cuento, nos sugiere lo
contrario. «Yo soy dichoso, por fin» (Céspedes: 134). Una tierra llena de malezas, árida y
asfixiada, no parece precisamente una redención. En efecto, Cruz Vargas muere, pero no
totalmente, nos encontramos ante un nuevo participante: la escritura. En unos de los
conflictos por las digresiones, el narrador dice: «lo único que ya vive de mi cuerpo son mis
palabras y mis piojos.» (Céspedes:111). No queda casi nada. Dentro y fuera, palabras y
piojos, está totalmente acabado a excepción del lenguaje que es lo último que pelea por la
vida. Mediante su escritura, conocemos la vida de Juan Cruz Vargas, ya no es un
“desaparecido”, su escritura lo hace existir. Sin embargo, la victoria sobre la muerte no es
precisamente beneficiosa. La reflexión sobre las palabras en el capítulo III es clara:
«Mi vida antigua, los mil años que me separan de mi terruño, dormido en las faldas de la
montaña, mi madre, mi hermana, mis terribles dolores de la campaña, todo eso ¿acaso
existe ahora? Sólo mis palabras lo desentierran de mi corazón ¡Las palabras! Son lo más
inútil y lo más cierto de la creación. »
(Céspedes: 111)
El narrador vive por sus palabras pero, ¿de qué le sirve?
Bibliografía
Freudenthal, Jessica. (2011) “Traidores del alma: Sobre “Seis muertos en campaña” de
Augusto Céspedes”. Disponible en: http://ensayodebolivia.blogspot.com/2011/03/traidores-
del-alma-sobre-seis-muertos.html . Fecha de entrada: 12 de septiembre de 2016.