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Ensayos
Antonio Di Benedetto:
La materia del
por Nicolás Cabral

A Roberto Bolaño
constantemente ocultos. Una de las po-
Nuestras humillaciones, nuestros fracasos, sibilidades de que se exprese este perma-
nunca serán suficientes. ¿Cómo entender
The text of the article should probablynecerstartoculto es la fe enhere.
by about un dios personal.
But that’s
que,
notpese
setainlasstone.
evidencias permanentes del
chasco universal, preparemos cada instan- Ese elemento indestructible, ese dios perso-
te el escenario de nuestro hundimiento? ¿A nal da sustancia a los personajes de Kafka, de
qué atribuir la ingenua y difusa ilusión que Pessoa, de Beckett; sus creaturas perseveran
nos induce al acto, al deseo de seguir vivos? aun estando imposibilitadas para hacerlo.
Schopenhauer, que veía al mundo como Joseph K. busca incansablemente la manera
una constelación de voluntades, como un de zafarse del inexplicable proceso judicial
espacio de directrices ciegas e ingoberna- establecido, sin motivos aparentes, en su
bles, observó que actuamos animados por contra; Bernardo Soares insiste en la escri-
un impulso hacia la vida. Camus entendió tura de su libro, inventario de desengaños
que ese impulso nos lleva a ninguna parte: donde apunta: “La ladera lleva al molino,
sirve sólo para trasladar una enorme piedra pero el esfuerzo no lleva a nada”; El Innom-
hasta la cima, verla rodar cuesta abajo y, así, brable, cabeza que reposa sobre un tronco
recomenzar. Kafka, con la clarividencia que sin miembros, existencia ridícula que mono-
le era habitual, ubicó el núcleo esencial de loga sin fatiga, confiesa: “hay que seguir, voy
nuestra persistencia, sentenció: a seguir.” Estos seres parecen haber recibido,
como Sísifo, el castigo de los dioses: la ma-
El hombre no puede vivir sin una confianza nía del acto, la tenacidad inquebrantable, la
duradera en que hay algo indestructible en insistencia en la nada.
él; tanto lo indestructible como también
la confianza en ello pueden permanecer Los personajes del argentino Antonio Di

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Benedetto (1922-1986), pertenecen a esta Aquí estoy, sin nariz, sin labios, con restos
familia. Su prosa –que no es indigna de de oreja, vomitando, tirado en medio del
ninguno de los autores citados– se sitúa en círculo de ratones muertos. Ellos, muertos,
un territorio autónomo de la literatura his- se enfrían, y yo, con una maldita resistencia
pánica contemporánea, gobernado por sus involuntaria, no muero ni me desvanezco.
propias leyes narrativas. Quien se acerca a
sus libros enfrenta esa extrañeza inasimi- Otro cuya ropa es devorada constantemente
lable que Harold Bloom ha asociado con la por polillas, confiesa: “Yo quiero vivir, no sé
literatura canónica. Su estilo, de pasmosa para qué, pero quiero”; un becerro, una vez
originalidad, es inconfundible y, como ha desollado, se transforma en un hombre que
observado Juan José Saer, perceptible inclu- se transforma en una masa indescifrable que
so a primera vista: párrafos-frase llenan la se transforma en pan y luego en migas que
página de blancos, de silencios; un discreto se dirigen hacia otra muerte (u otra vida) en
lirismo asiste oportunamente a la precisión el estómago de un ave.
diamantina de la prosa; pausas y mises en
abîme establecen el ritmo respiratorio de la La voluntad de vivir, tal como la concibe
escritura. Di Benedetto es un estilista que, Schopenhauer, es un impulso exterior a
sumergido en la rigurosa lógica narrativa de nosotros, lo que nos convierte en marione-
sus relatos, toca, aquí y allá, las fibras sensi- tas del espíritu volitivo universal. Cuando
bles de la experiencia humana. el personaje del cuento “En rojo de culpa”
refiere la maldita resistencia involuntaria
Mundo animal (1953), su primer libro, mues- nos confirma que la voluntad de la que aquí
tra al precoz morador de un estilo. En estos hablamos no es aquella que depende de no-
relatos iniciales sorprende que, a pesar del sotros. El oxímoron voluntad involuntaria
parentesco con ciertas literaturas de corte no es en absoluto un término descabellado
existencial –Dostoievski, Pirandello, Kafka, para describir la obstinación nacida de la
por ejemplo–, la prosa parece nacida espon- indestructibilidad.
táneamente. Surge aquí una técnica que el
mendocino nunca abandonará: la fragmen- Luego de El pentágono (1955)2 , su primera
tación, el uso deliberado de intersticios que novela, Di Benedetto alcanza la cumbre
habilitan saltos espaciotemporales. Cada de su poética con Zama (1956), una de las
cuento se construye mediante el cruce de la grandes narraciones del siglo XX. Diego de
fábula y la parábola, ligadas por su esencia Zama, corregidor criollo abandonado por el
alegórica. Los personajes del libro están toca- gobierno español y el Universo en una región
dos ya por la perseverancia inquebrantable, del Paraguay colonial, personaje memora-
la indestructibilidad, como Ritchie Rober- ble que nos recuerda la soledad cósmica del
tson ha llamado al centro espiritual de la hombre que espera, aguarda en un período
literatura de Kafka, el principal maestro de de nueve años (1790-1799) una orden de sus
Di Benedetto1. Un hombre, mientras es de- superiores que le habilite para trasladarse
vorado por ratones, reflexiona: a un nuevo lugar. La orden, por supuesto,

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nunca llegará. ¿Qué ocurre en la desespera- alguna, de no retornar ni a mi cuar-
ción de quien aguarda? En el caso de Zama, to ni a la calle ardiente y polvorienta,
a pesar de la desintegración moral y física en de echarme allí mismo, aunque fuese
la que lo sume la espera, lo que ocurre es el en el suelo, y descansar, descansar.
fortalecimiento de la voluntad involuntaria.
Negativa tras negativa, consciente del acer- El colorido fácil y populista de ciertas no-
vo de deshonras, Diego de Zama persevera. velas del boom se contrapone al rigor con-
Su obstinación podría considerarse heroica ceptual de una prosa excepcional que, por
a no ser porque es un hombre que abriga momentos, disuelve sus fronteras con el
esperanzas a pesar de sí. Lejos del heroísmo verso. Quien encara Zama no encuentra
de la épica, Zama es la encarnación de nues- ningún rasgo “maravilloso” en el territorio
tros fracasos y la insistencia irracional que americano, sino una geografía de cotidiana
ponemos en ellos. La odisea de nueve años soledad. Diego de Zama va reduciéndose en
lleva al personaje a un desengaño cada vez todos los sentidos. Al final de la novela, en
más profundo que, sin embargo, no logra medio de ensoñaciones que confunden la
ahuyentar su estúpida resistencia. vida con el limbo, le es ofrecida la prolonga-
ción de su existencia frente a la inminencia
El absurdo de una vida en espera es de su desaparición: “Podía, pues, no morir.
­a rticulado por Di Benedetto a través de No morir aún”, nos dice el personaje sin ma-
una escritura de enorme sutileza, lacónica, yor convicción. Ese “aún”, que nos habla de
de intensidad sostenida. Lo que pudo ser el una prórroga pero no de un triunfo sobre
folclórico relato de una vida en el período algo que de todos modos llegará, es el centro
colonial americano es aquí un desolador de la persistencia involuntaria.
itinerario de ­degradación:

Comenzaba la tarde, pero tanto mal me


había dado aquel día que me espantaba
continuarlo. Sin embargo, no se puede Kierkegaard escribió en El concepto de la an-
renunciar a vivir medio día; o el resto de la gustia: “hay paz; pero hay, al mismo tiempo,
eternidad o nada. otra cosa que sin embargo no es guerra ni
[…] agitación pues no hay nada con qué gue-
Nada me importaría mi propia muerte, rrear. ¿Qué es ello? Nada. Pero ¿qué efecto
creí también, y me acometieron unas ejerce? Nada. Engendra angustia.” Éste es el
ganas fuertes de no ocuparme ya de cosa profundo misterio de la inocencia: que es al

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mismo tiempo angustia . En tal sentido es Todo lo que en Ugarte era frialdad, un
posible hablar de una profunda inocencia pulso preciso de neurocirujano, en el
en Diego de Zama y otros de los personajes libro era calidez, paisajes que se ale-
dibenedettianos, cuya angustia nace de esa jaban del lector muy lentamente (y
nada ignota que se insinúa al no tener contra que a veces se alejaban con el lector),
qué pelear. personajes valientes y a la deriva.

En dos de los libros de relatos que Di Bene- Ugarte es Zama, y el libro de cuentos es
detto publicó luego de Zama la indestruc- ­Caballo en el salitral, antología de relatos
tibilidad deja de ser el vórtice a partir del que pretendió dar a conocer el arte cuen-
cual funciona el relato. Grot3 y Declinación tístico de Di Benedetto en España. Cuando
y Ángel (ambos de 1958) incluyen cuentos Bolaño habla de calidez seguramente piensa
asombrosos por su exactitud y la lucidez en cuentos como “Aballay” (de Absurdos) o
indeclinable de su autor. Vale la pena dete- “El juicio de Dios” y As (de Grot).
nerse en ellos.
Los relatos de Declinación y Ángel llegan,
Las narraciones dibenedettianas se ambien- por un camino personal, a ciertos plantea-
tan principalmente de dos formas. La prime- mientos del nouveau roman. El objetivismo
ra, evidente en sus novelas, aunque también literario tiene, así, un padre francés –Alain
en sus relatos más abstractos, prescinde de Robbe-Grillet– y otro argentino –Antonio Di
la caracterización de un contexto concreto Benedetto. A mi juicio, las cercanías provie-
y se concentra en las geografías interiores de nen del mutuo interés por el cine. La prosa
los personajes. Aunque se nos informa que de “Declinación y Ángel” y de “El abandono
Diego de Zama es un corregidor del Para- y la pasividad,” relatos del libro, adquiere la
guay colonial en el siglo XVIII, los datos en sutileza descriptiva de un guión cinemato-
nada gravitan en la historia. El argumento gráfico. Una muestra del primero:
de Zama podría llevarse a muchos otros
entornos. Más evidente es esta situación en Una cabeza de mujer reposa sobre un res-
novelas como El silenciero o Los suicidas. Di paldo de cuero sujeto a leves sacudimientos
Benedetto abordó otra forma de ambienta- rítmicos. También en una atmósfera gris
ción que hace del paisaje y de una zona en azulada que diluye los contornos, se ve otro
particular la pampa argentina, muchas de las rostro, dormido, el de un adolescente.
veces elementos esenciales en la construc- Nace un sonido que se identifica mien-
ción del relato. Sobre esto ha escrito Roberto tras se pone de manifiesto que los dos,
Bolaño en un cuento excepcional: Sensini , mujer y adolescente, están sentados uno
de Llamadas telefónicas (1997), donde An- frente a otro. Entre ambos, la ventanilla
tonio Di Benedetto es enmascarado con el del tren revela, al fondo del campo, el
apellido que da nombre al texto. El narrador ascenso del sol que gana el horizonte.
repara por un momento en las características
de la escritura dibenedettiana:

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Además de en el cine, los antecedentes del ese propósito distribuyendo, pacientemente,
objetivismo se encuentran, si bien en estado ausencias en la página.
embrionario, en un novelista decimonónico:
Gustave Flaubert. Robbe-Grillet y Di Bene- …me perturba el sonido que acaba de lle-
detto entendieron, cada uno en su país, la gar. Pasa a mi lado. Lo veo como un punto
necesidad de una renovación formal en el móvil, que se dora en el aire. Es una abeja.
ejercicio narrativo.4 El zumbido me asedia. Se asienta en mi me-
jilla y no cesa su vibración sonora. Lo gol-
El cariño de los tontos (1961) abre con un peo y cae. No es una abeja, es una mosca.
cuento magistral del mendocino: “Caballo Desaparece la claridad que hacía tan
en el salitral.” En él, un caballo, a cuyo due- nítidos y creíbles esos sueños que yo estaba
ño ha fulminado un rayo, se pierde, ciego soñando. No obstante, el ruido continúa.
de luz, en la oscuridad de un salitral. Ahí
sobrevive dolorosamente, comiendo arbus- Si en Zama la espera establece una progresiva
tos y sorbiendo charcos. Pero el sol seca el degradación en el personaje central, en este
agua y los depredadores acechan. Huyendo, texto el ruido cumple esa función. La “dul-
el animal se ve atrapado en la ciénaga sali- zura de vivir” desaparece con el advenimien-
trosa, completamente debilitado luego de to del ruido, que en determinado momento
cargar el carro de su extinto amo todo ese alcanza un estatus metafísico. La lucha en su
tiempo. La perseverancia de los animales contra es inútil: en una reacción desesperada,
nos muestra que la terquedad de vivir no es ­acorralado, el antihéroe se impone la tarea de
exclusivamente del hombre; la obsesión por detenerlo, pero revela: “De día pensé que me
existir es el leitmotiv de todo lo vivo. El ca- faltaban, hasta en el sueño, dones o ambición
ballo muere, pero su cráneo, que forma una de héroe.” La ­novelística dedibenedettiana es
límpida cavidad, es aprovechado por un ave una consumada ­antiépica.
como el nido donde nacerán sus crías. Así,
en la muerte está la continuidad de la vida, En El silencio el ruido es una presencia ace-
esa dialéctica incomprensible. chante, de origen múltiple aunque indes-
cifrable. Las creaturas de nuestro autor se
“La salvación sólo es posible mediante la imi- enfrentan siempre a estas fuerzas ingober-
tación del silencio,” escribió E.M.Cioran, y lo nables que los oprimen. Sobre esto, Saer6 ha
mismo parece decirnos el personaje-narra- escrito: en un determinado momento de la
dor de El silenciero5 (1964), otra obra maes- lucha, y a veces quizás desde el principio, los
tra de la novelística hispánica. La vida es un personajes de Di Benedetto parecen cambiar
ruidoso paréntesis en el silencio universal: de bando y aliarse con el mundo, colaboran-
tal es la premisa de Di Benedetto en este re- do con él para consumar su propia derrota.
lato, admirable por el modo en que fusiona Esta becekettiana fidelidad al fracaso hace a
los preceptos conceptuales y estilísticos. La estos individuos empeñarse en sus derrotas,
restitución del silencio es el leitmotiv de El animados por su dios personal, esa obceca-
Silenciero, y la prosa parece confabularse con da parte de nosotros que nos llevará a las

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humillaciones más profundas antes que a la a la existencia y obligarlas a seguir viviendo,
tumba. Cavilando sobre posibles salidas, El con ayuda de una ilusión dispersa en todas
Silenciero nos despeja de dudas: “Realmente, las cosas” nos dice Nietzsche en El origen
es el único escape que no he pensado: mi de la tragedia. La “insaciable voluntad” es
propia muerte.” lo único que explica que nuestro personaje
siga vivo al final de Los suicidas. Su razón
Todo lo contrario ocurre en las reflexiones toda ­comprende la necesidad de matarse,
del personaje central de Los suicidas (1969), pero ahí está ese elemento indestructible,
una novela-inventario sobre las justificacio- autónomo, que se confabula con la vida para
nes del suicidio. El epígrafe de Camus que mantenernos en el juego de la desgracia. A
encabeza el escrito delata las afinidades de esto se suma una característica que recorre
este relato con la obra del argelino. El per- a los personajes de las novelas de Antonio
sonaje-narrador es un periodista al que se Di Benedetto: siempre se ven atraídos por
le ha encomendado un reportaje sobre un mujeres indescifrables, marcadas por algo
grupo de suicidios recientes y, con la misma confuso. Todo parece un ejercicio de la tira-
precisión conceptual de El silencio o Zama, la nía natural, un modo de inyectar esa ­“ilusión
prosa de Di Benedetto se funde con su objeto: dispersa” que fortalece la persistencia irra-
la novela es narrada con un estilo lacónico, cional.
seco, cercano al de un informa periodístico.
El tema del suicidio es abordado desde una Relatos variopintos conforman Absurdos
infinidad de puntos de mira, y el arranque de (1978), que explora las obsesiones de Di Be-
la novela no puede ser más turbador: nedetto ya desarrolladas en textos anterio-
res. “Onagros y hombre con renos” es una
Mi padre se quitó la vida un nouvelle que se inserta en el libro y sobresale
viernes por la tarde. por la explicitud con la que la reflexión sobre
Tenía 33 años. la indestructibilidad es puesta en escena. En
El cuarto viernes del mes próxi- una narración cuyos extremos delirantes se
mo yo tendré la misma edad. asocian a mundos oníricos, un par de indi-
viduos son atacados misteriosamente por un
Aunque tía Constanza, con reserva grupo de hombres que los arrojan a un pozo
pero sin tacto, mencionó esa coinci- lleno de agua. Los personajes, padre e hijo,
dencia, no he vuelto a ella mi pensa- sobreviven: “el impulso de vivir, hijo, tiene
miento hasta hoy que el tema, de cierta sus procedimientos.” En el desierto en que se
manera, ha salido a mi encuentro. hallan comienzan un periplo impensable que
los lleva a vivir al lado de perros, de asnos
A la edad de Cristo, el antihéroe de Los sui- salvajes onagros , de cabras. El padre decide
cidas se sumerge en una indagación sobre las llamarse, a partir de esa suerte de resurrec-
razones para quitarse la vida. “Es un eterno ción, Jonás. “¿Sabes qué significa Jonás? El
fenómeno: siempre la insaciable voluntad tenaz por existir,” le explica a su hijo Pablo, a
encuentra un medio para ligar sus criaturas lo que podríamos agregar: en el nombre lleva

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la penitencia. Durante los años siguientes Con los Cuentos del exilio (1983) y la novela
se alimentan de sobras, hongos, cualquier Sombras, nada más… (1985), Di Benedetto
cosa, y Jonás va adquiriendo el perfil de un cierra –en esta última sin alcanzar el nivel
santón, de un profeta que pretende ser fun- del resto de su narrativa– una de las obras
dador de desiertos . Pablo nos narra cómo más deslumbrantes e inteligentes de la litera-
cada mudanza de rebaño constituye un rena- tura hispánica del siglo XX. Georges Braque
cimiento: él y su padre forman una religión escribió que la nobleza, en el arte, proviene
de dos hombres, a la que posteriormente se de la “emoción contenida.” Todo en la prosa
incorpora una mujer. del escritor argentino confirma esta idea. A
base de contención, de un rigor poco común,
Di Benedetto no puede evitarlo, la religión sus novelas y cuentos demuestran que toda
de estos individuos es la de la superviviencia, gran obra literaria (y artística) se desarro-
y cuando Pablo nos rememora los hechos lla con base de sus propias normas, en su
que dieron inicio a la vida en el desierto, nos soberanía estética. Las dolorosas ironías de
dice de su padre: “Una audaz obstinación la vida hicieron que la trama absurda del
lo llevaba a enfrentarse con quienes preten- mundo, expresada tan convincentemente
dieron deshacerse de él sumiéndolo en ese en sus libros, invadiera la vida de Di Bene-
desfondado poro de la tierra.” Obstinación detto. Secuestrado por el terrorismo de Es-
audaz que no es otra cosa que la voluntad tado argentino al comienzo de la dictadura
involuntaria. Jonás y Pablo, al quesu padre militar, el autor de Zama vivió 17 meses de
ha rebautizado como Renato, llevan vida de sufrimiento en diversos campos de concen-
penitentes, y se enfrentan a la muerte cons- tración del régimen facista7 y, sometido a
tantemente: el hambre los asecha; los anima- torturas y simulacros de fusilamiento, vio
les con los que conviven son impredecibles; deteriorarse su salud mental y física. El pos-
el desierto ofrece todo tipo de dificultades. terior exilio en España no sería amable: llevó
“¡Padre, tenemos que seguir!” grita Pablo en una vida extremadamente modesta, llena de
un determinado momento, invadido por la carencias, esperando que el reconocimiento
obstinación absurda. Jonás, en un momen- a su obra finalmente llegara. El retorno a
táneo desfallecimiento, se precipita sobre el Argentina en 1984 no mejoró la situación:
suelo, “…más no para morir,” dice a su hijo. su propio mundo le había dado la espalda.
¿Cómo no relacionar esta frase con el “No Así, enfermo, disminuido, uno de los autores
morir aún” de don Diego de Zama? Estos más asombrosos de nuestras letras volvió a
hombres que vuelven a su condición primi- su país, ahora sí, para morir.
tiva nos confirman que la vida se impone,
absurdamente, gracias a la maldición de Sí-
sifo. Jonás rechaza la civilización, a la que
considera podrida; busca convertirse en el
primer hombre justo. Morirá, pero no debido
a su falta de perseverancia.

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Notas 6 Juan José Saer, uno de los mayores
1 Para Roberto Bolaño buena parte de escritores argentinos, ha escrito las mejores páginas
la obra dibenedettiana, y concretamente críticas sobre la narrativa de Antonio Di Benedetto.
Zama, recibió el influjo de las lecturas 7 Las razones de su encarcelamiento fueron,
rioplatenses de Kafka, en particular la de como tantas otras, poco claras, pues Di Benedetto
Ezequiel Martínez Estrada. no militaba políticamente: “nunca estaré seguro de
2 Reeditada como Anabella en 1974. haber sido encarcelado por algo que publiqué; mi
3 Reeditado como Cuentos claros en 1969. sufrimiento hubiese sido menor si alguna vez me
4 Robbe-Grillet y Di Benedetto coincidieron hubieran dicho qué fue exactamente, nunca supe las
como críticos en una edición del Festival de Cine de razones.” Se negó, eso sí, y de manera contundente,
Berlín. Ahí, discutieron intensamente la paternidad a ceder los archivos del diario Los Andes al ejército,
del “objetivismo.” Una frase del francés nos explica la por lo que fue consignado en 1976. La presión de un
incomprensible falta de reconocimiento de la obra del grupo de escritores que incluía, entre otros, a Hein-
argentino: “probablemente los dos tuvimos la misma rich Böll, Manuel Mujica Láinez y Ernesto Sábato
reacción contra la literatura realista, pero yo nací en logró su liberación.
París y usted en Mendoza.”
5 En su edición española de 1982, El hacedor
de silencio.

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