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50 FONÉTICA PARA PROFESORES DE ESPAÑOL: DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA NOCIONES DE FONÉTICA Y FONOLOGÍA GENERALES 51

a propiedades secundarias que en ciertos casos 'se añaden' al timbre ha- d) La du,ración. Numerosas lenguas distinguen entre vocales largas
bitual de las vocales en él representadas: y cortas, las primeras de las cuales se transcriben con el diacríti-
co [:] pospuesto: [e:], [a:] ... 6 . En espailol, en cambio, esta ca-
a) La nasalidad. En muchas lenguas, el hecho de que una vocal sea racterística no es definitoria de ninguno de los segmentos vocá-
oronasal o nasalizada es muy relevante, porque sirve para distin- licos, que pueden alargarse o acortarse por razones meramente
guir significados. En francés, por ejemplo, la palabra [b3] (=be- con textuales o por particularidades del hablante, pero sin que se
llo) se diferencia de [b 5] (= bueno), porque las dos vocales [ 3] son vea nunca afectado el significado de las palabras. Más abcyo, se in-
dos fonemas distintos, uno nasalizado, [ 5], y el otro no. Como se cidirá de nuevo sobre el fenómeno de la duración (cf. § 1.8.3. ) .
comprueba en estos ejemplos, la nasalidad se transcribe me-
diante uno de los signos diacríticos que el AFJpropone, del que,
por cierto, ya hablamos en el§ 1.7.2. En español, una vocal pue- 1.7.6. ClasificaCión en términos acústicos
de nasalizarse si está situada entre dos consonantes nasales o
ante una consonante nasal en principio de emisión, pero este Los sonidos también se pueden describir y clasificar desde el pun-
rasgo no tiene valor distintivo alguno, no distingue contenidos se- to de vista acústico, aunque el AFIno refleja tal clasificación, sino que
mánticos o significados. se sirve sólo de parámetros de naturaleza articulatoria, como acaba-
b) La retrojlexión. En algunas lenguas -pocas- existen vocales retrojlejas mos de ver. Apuntaré aquí unas breves notas acerca de esta cuestión,
o rotarizadas, es decir, vocales en cuya articulación el ápice de la len- pero la trataré ampliamente más adelante, en los capítulos dedicados
gua se curva hacia arriba, como en la pronunciación de las con- a las vocales y consonantes del castellano.
sonantes vibrantes ( [r], [r], etc.). La retroflexión de las vocales es El timbre es la cualidad acústica propia de cada sonido, lo que los di-
característica, por ejemplo, del inglés americano y también del ferencia entre sí. El timbre de una vocal, por lo tanto, depende de su es-
chino y, en ocasiones, puede llegar a tener valor distintivo, como tructura fonnántica, es decir de cuáles hayan sido en su caso los armó-
parece ocurrir en alguna lengua de la India. Las vocales rotariza- nicos componentes de la onda compleja generada en la glotis que se
das se transcriben con el diacrítico [ "]: [;r] [<r] ... hayan visto reforzados en las cavidades resonadoras del tracto vocal dan-
e) La tensión. En las lenguas germánicas, como el inglés o el ale- do lugar a los formantes (vid.§ 1.6.). Una vocal [a] será, por tanto, el re-
mán, existen diferencias entre pares de vocales que tradicional- sultado de reforzar unos armónicos determinados y sus forman tes serán,
mente se han expresado en términos de los rasgos de duración y por ello, diferentes de los de la vocal [o], por ejemplo, en la que se re-
tensión (sobre el concepto general de tensión, vid. cap. 2, § 2.5.6). fuerzan otros componentes distintos, y así en todos los demás casos.
Así la [r] de la palabra inglesa bit y la [i] de beat se han distingui- Para identificar una vocal y distinguirla de las demás, es suficiente por
do no sólo porque la primera es más abierta y un poco menos an- regla general especificar los valores frecuenciales de sus dos ptimeros
terior que la segunda, sino también porque es más corta y menos formantes, Fl y F2, si bien es cierto que, en algunas ocasiones, se hace
tensa que esta última. En tiempos recientes, se ha hecho uso para preciso consignar la situación del F3. ¿A qué me refiero con la expre-
dar cuenta de este contraste de otro parámetro o rasgo sustitu- sión 'valores frecuenciales de los formantes'? Con un ejemplo se enten-
torio, la disposición de la raíz de la lengua, como equivalente al más derá mejor lo que quiero decir: puede afirmarse, simplificando necesa-
resbaladizo de tensión: se ha observado que en las vocales tensas riamente mucho, que en la vocal castellana [a] se suelen reforzar los
y largas (como la [i] de beat) la raíz de la lengua está más ade-
lantada, mientras que ese avance no se produce en la articula-
6 Crothers (1978: 123) precisa que casi el 50% ele las lenguas por él estudiadas en su
ción de las vocales relajadas y breves (como la [ r] de bit). N o está
u·abajo sobre los universales fónicos tienen fonemas vocálicos largos y breves, y en el 70%
claro, sin embargo, que esta equiparación sea aplicable también de estos casos el número, la cualidad y la situación en el espacio vocálico de los unos y
a las vocales posteriores. los otros coinciden o presentan mínimas diferencias.
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armónicos que presentan una frecuencia de alrededor de 650Hz. y tam- timbre diferente si el número y la amplitud de las ondas simples ( ar-
bién aquellos otros que se sitúan en torno a los 1.200 Hz. Pues bien, el va- mónicos) que componen sus ondas complejas respectivas son, asimis-
lor frecuencial del primer formante F1 será, entonces, aproximadamente mo, distintos. Pero además, los sonidos pueden diferir entre sí, desde
de 650Hz. y el del segundo formante F2, de alrededor de 1200Hz. Los el punto de vista acústico/perceptivo, de tres maneras principales: por
valores frecuenciales de los formantes aluden, pues, a la posición, en la su tono, por su sonía y por su duración.
escala de frecuencias, de los armónicos reforzados que los componen. Voy a detenerme bastante en la presentación de cada uno de estos
La síntesis de habla ha confirmado, en efecto, que partiendo tan atributos del sonido, porque, como más adelante se comprobará, los tres es-
sólo de los valores de los dos forman tes más bajos, se puede reprodu- tán estrechamente relacionados con la prosodia de las lenguas, aspecto funda-
cir adecuadamente la cualidad de la vocal que se desea simular. Lo que _mental del que se habla en este mismo capítulo y que resulta determinante en
nos interesa recordar aquí es que, cuando un sonido tiene sus for- el proceso de corrección de la pronunciación de cuaú¡uier idioma. Naturalmente,
mantes en la zona de frecuencias bajas, es decir, cuando se han refor- como vengo subrayando desde el comienzo de esta obra, el profesor de es-
zado los componentes de menor frecuencia de la onda laríngea, el so- pañol no va a tener que explicitar esta información en ningún caso a sus
nido es grave; en el caso contrario, el sonido es agudo. Esta clasificación alumnos (sería un auténtico disparate), pero sí debe conocer cuál es la
nos resultará muy útil en el futuro 7. fundamentación científica última de los fenómenos prosódicos sobre
De igual modo, las consonantes se diferencian acústicamente. Pen- los que basará gran parte de sus estrategias correctivas.
semos en un perfil antero-posterior de la cavidad oral, como el que se
presentó en la Figura 8. Pues bien, en la composición de todas las con-
sonantes que se articulan más hacia los extremos de esa cavidad, es de- 1.8.1. El tono
cir, según puede comprobarse en la figura, las labiales, labiodentales, etc.
por una parte, y las velares, faríngeas, etc. por otra, predominan las fre- 1.8.1.1. Comenzaré por ocuparme del tono o la tonía, que se podría
cuencias bajas, mientras que en el espectro de las consonantes articu- definir como la impresión perceptiva que nos produce la frecuencia
ladas en las zonas centrales -las dentales, alveolares, patatales, etc.- des- fundamentals de la onda sonora. Es, por tanto, una cualidad subjetiva
tacan las frecuencias altas. Las primeras son, por consiguiente, graves u dependiente de una propiedad física. Cuanto mayor sea la frecuencia
oscuras, en tanto que las segundas tienen un timbre agudo o claro. de un movimiento oscilatorio, es decir, cuanto más deprisa se sucedan
sus ciclos de vibración, más alto será el tono del sonido resultante, de
forma que una onda de 100Hz. de frecuencia, por ejemplo, produci-
1.8. LOS ATRIBUTOS FUNDA.l\I!ENTALES DEL SONIDO rá un sonido más bajo que otra de 200 Hz.
La anterior definición, que en principio resulta sumamente senci-
Según se acaba de exponer, el timbre es la cualidad acústica propia lla, comienza a complicarse si tratamos de evitar la poco rigurosa
de cada sonido, lo que los diferencia entre sí: dos sonidos tienen un simplificación para ajustarnos más a los hechos. Si bien es cierto que,
al menos hasta los años treinta, se identificaba de forma exclusiva la sen-
7
Como más adelante se verá, algunos autores -especialmente los fonetistas verbo-to-
sación perceptiva de tono variable con las alteraciones de la frecuencia
nalistas, de los que se hablará ampliamente en próximos capítulos- prefieren utilizar los de vibración de las cuerdas vocales, e incluso muchas veces se emplea-
adjetivos oscuro y claro en lugar, respectivamente, de grave y agudo, y reservan estos dos últi- ban indistintamente los términos tono y frecuencia, hoy, sin embargo, es
mos calificativos para las variaciones de tono (cf. § 1.8.1.): el tono de la [e] que pronun-
cia un niüo, por ejemplo, será más agudo(~ más alto) que el de la misma [e] articulada,
con tono más grave ( ~ más bajo), por un hombre adulto, pero el timbre vocálico no va- s Recordemos que por frecuencia de una onda se entiende el número de vibraciones
riará. Por consiguiente, cuando aluda al método verbo-tonal de corrección fonética, o ciclos realizados en la unidad de tiempo, convencionalmente el segundo- cf. supra, §
emplearé sistemáticamente los adjetivos oscuro y claro para referirme a los sonidos con pre- 1.4.1. La frecuencia fundamental (F0) es, de entre todas las que componen un sonido com-
dominio de frecuencias bajas frente a los sonidos con predominio de frecuencias altas. plejo determinado, la de más baja frecuencia.
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generalmente aceptado que otros parámetros fisicos, como la amplitud entre 20 y 20.000 Hz. El límite inferior, en torno a los 16Hz., se co-
o la estructura que presenten los armónicos (especialmente desde el rrespondería, por ejemplo, con la nota más baja de un órgano y no re-
tercero hasta el sexto, que son los situados en la región dominante) sulta audible más que para ciertas personas. El límite superior, por su
pueden condicionar, aunque sea en menor medida y en circunstancias parte, varía con la edad, de manera que a los treinta al"ws suele estar si-
especiales, la impresión del tono. Fry (1968: 374) lo explica con clari- tuado alrededor de los 15.000 Hz., mientras que a los setenta puede des-
dad meridiana sirviéndose del ejemplo de una comunicación telefóni- cender hasta los 6.000 Hz.
ca. Una gran parte del habla transmitida a través de una línea de telé- Sabemos, por otro lado, y por lo que se refiere a los sonidos del
fono, expone Fry, no presenta energía en la zona correspondiente a la habla, que la velocidad de vibración de las cuerdas vocales, determi-
frecuencia fundamental, pero, en cambio, el oyente es capaz de perci- nante de la frecuencia fundamental, puede verse alterada dependien-
bir las variaciones tonales de los enunciados de idéntico modo a como do de la masa, longitud y tensión que presenten las propias cuerdas y
lo hace en la conversación en presencia. La razón es que el oído y el ce- -al parecer sólo secundaliamente 10- del grado de presión que ejerza so-
rebro a un tiempo asignan a los sonidos periódicos complejos9 un tono bre ellas la corriente de aire procedente de los pulmones, entre otros
que vendrá dado, en cada caso, por la distancia existente entre losar- factores (cf. 't Hart el al., 1990: 13-15). Estas alteraciones no se
mónicos sucesivos que los componen, estableciendo, por así decirlo, un corresponden, sin embargo, con cambios directamente proporcionales
máximo común divisor de todos ellos. Esto es, si en el sonido en cues- en el tono percibido. Es decir, la sustitución de una frecuencia de 100
tión hay un armónico a una frecuencia de 300Hz., otro a una de 450, Hz. por otra de 200 Hz. no es equiparable, por lo que hace a la discri-
otro a los 600, otro a los 750, etc., todos de amplitud aproximadamente minación de la tonía, al cambio de una frecuencia de 1500Hz. por
similar, el oyente interpretará que la frecuencia fundamental es de 150 una de 3000Hz., a pesar de que en ambos ejemplos las modificaciones
Hz. y percibirá la tonía correspondiente, porque esa es la distancia que guardan la misma proporción: la diferencia de tono apreciable entre las
se da entre cada dos componentes del sonido. primeras será mucho mayor que la detectable entre las segundas. Se
El sistema auditivo de un receptor ideal le capacita, en principio, demuestra, por consiguiente, falsa la antigua conclusión de A. H. Davis
para percibir sonidos cuyo tono esté comprendido entre los 16 y los (1934: 235) compartida durante mucho tiempo por diversos autores y
16.000 Hz., o, siguiendo la convención preferida por los ingenieros, recogida por Crystal (1969: 108) en el sentido de que "las ratios igua-
les de frecuencia dan lugar a intervalos iguales de tonía".
Muy al contrario, es un hecho comprobado que la capacidad
9 La práctica habitual en fonética, como ya he explicado, es clasificar los sonidos
discriminatoria del oído humano va variando según vamos descen-
como periódicos (o repetitivos) y ajxriódicos (o no repetitivos). Con todo, estrictamente ha-
diendo por la escala de frecuencias en la que se mueve. Si en las altas
blando, cualquier sonido que consideremos posee una onda aperiódica, porque las va-
riaciones de la presión del aire no se repiten exactamente igual de forma indefinida. Por frecuencias necesitamos que las variaciones sean de al menos 40 o 50
lógica, a medida que los sonidos se van amortiguando, la amplitud disminuye y los ciclos Hz. para apreciar una modificación en el tono generado, cuando nos
de vibración no son ya idénticos. Convencionalmente y en aras de una mayor simplicidad movemos en las frecuencias más bajas somos capaces de percibir alte-
en la descripción acústica, esta circunstancia no se tiene en cuenta y, por consiguiente, raciones muy pequeñas (de tan sólo 6 Hz. o incluso menos). Hay que
seguimos hablando de sonidos complejos periódicos: aquéllos cuya onda, resultante de la adi-
decir, no obstante, que existe todavía desacuerdo acerca de dónde situar
ción de un número determinado de ondas simples, repite el perfil de un ciclo a inter-
valos regulares de tiempo. La oscilación que producen las cuerdas vocales, al vibrar du-
rante la producción de los sonidos sonoros, se considera precisamente como una onda w La cuestión de si el control de la velocidad de vibración de las cuerdas depende en
compleja periódica compuesta por una frecuencia fundamental y unos armónicos que mayor medida de los ajustes musculares laríngeos o de la presión subglótica ha hecho
abarcan un amplio margen de frecuencias. Sin embargo y corroborando lo que antes se- correr ríos de tinta. Ohala (1978) resume las principales opiniones al respecto y concluye
ñalaba, diversos estudios han demostrado que la vibración glotal presenta, en realidad, que, para un gran número de lenguas, aunque no para todas, la acción de los músculos
un grado elevado de aperiodicidad. Como apunta Lehiste (1970: 61) este hecho expli- de la laringe es la más directa responsable de los cambios en la frecuencia fundamental,
caría la falta de naturalidad de muchas de las muestras de habla sintetizada, que estaría lo que no significa que los cambios en la presión subglótica no puedan influir decisiva-
motivada por la excesiva regularidad de la frecuencia fundamental del generador. mente en ciertos casos.
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el umbral de la percepción de los cambios (esto es, el limen), o, lo que sobre un hecho constatado repetidas veces, cual es el que las vocales que
es lo mismo, sobre cuál es el cambio mínimo reconocible por el oído. en la cadena hablada van situadas detrás de una consonante oclusiva ex-
Por lo hasta ahora visto, muchos factores influyen en la ubicación de esa perimentan una cierta variación en su tono: éste será más alto si la
frontera: el nivel de intensidad en el que se articule el sonido (Flet- consonante precedente es sorda, especialmente si es aspirada u, y será
cher, 1934), las características personales del oyente (Shepard, 1964), más bajo si la consonante es sonora. Con el paso de los aüos se han
o la complejidad de la sel'íal acústica en cuestión (Harris y Umeda, buscado diversas explicaciones para tal fenómeno, y aún hoy se conti-
1987), entre otros. núa trabajando en esta línea de investigación puesto que todas las hi-
Precisamente porque la relación entre los cambios frecuenciales y pótesis avanzadas hasta el presente ofrecen algunos puntos oscuros que
los tonales no es lineal, la unidad que se emplea para medir la tonía es el justifican su revisión. Aunque estas cuestiones, bcyo investigación to-
mel. De naturaleza subjetiva, puesto que está basada en la percepción del davía, trascienden con mucho el ámbito de este libro, las menciono
fundamental realizada por un oyente normal, la escala de meles repre- aquí en cuanto que pueden dar una idea de en qué medida es com-
senta incrementos iguales de tono, que pueden relacionarse con la escala plicado todo aquello que se relaciona con el tono. En líneas generales,
de frecuencias mediante determinadas fórmulas matemáticas. Por tanto, las teorías propuestas pueden agruparse en dos grandes bloques: a)
la sensación auditiva provocada por un sonido de 1000 m eles guardará aquellas que atribuyen la causa del fenómeno a factores aerodinámicos,
con la originada por uno de 500 la misma proporción que mantienen en- y b) aquellas otras que lo explican a partir de condicionamientos de
tre sí las impresiones producidas por un sonido de 4000 meles y otro de tipo articulatorio.
2000, siempre y cuando la intensidad no varíe (convencionalmente se
acepta un nivel de referencia estándar de 40 dB). a) Entre las primeras sobresale por su originalidad la teoría de-
Cabe seüalar también que la percepción de las diferentes tonías fendida por O hala en los primeros aüos setenta (vid. O hala, 1973),
puede alcanzarse aunque los estímulos sonoros sean muy breves. En de acuerdo con la cual, en el caso de las odusivqs sordas, el flujo de aire
diversos experimentos realizados sobre sonidos de tan sólo 30 ms. se procedente de los pulmones es muy elevado después de relajarse la
han obtenido resultados bastante satisfactorios, con una precisión de un oclusión consonántica y al comenzar la sonoridad de la vocal siguien-
1% o más., aunque, como sel'íalan 't Hart et al. (1990: 26), una cosa te, de modo que cuando las cuerdas vocales inician su vibración lo ha-
son las conclusiones extraídas de los trabajos en laboratorio, en los que cen, lógicamente, de forma muy rápida, dando lugar a un tono alto
el informante dispone de tiempo suficiente para procesar la informa- que luego tiende a descender hasta llegar al nivel característico de la
ción después de serle presentado el estímulo, y otra muy distinta son las vocal en cuestión. Por el contrario, en la fase correspondiente de la
deducciones a las que se podría llegar si se operara con habla real, en articulación de una consonante sonora, la corriente de aire proce-
la cual la información se sucede de manera continua. Pero este último , dente de los pulmones se ve reducida notablemente, la vibración glo-
objetivo todavía no ha recibido la atención deseable. tal es más lenta y, como consecuencia, es también más baja la tonalidad
de la vocal siguiente. Lamentablemente, uno de los problemas que
1.8.1.2. La dificultad que entraüa toda aproximación al complejo fe- ofrece esta hipótesis -que, por otra parte, no siempre se confirma en
nómeno del tono en el habla puede calibrarse aún mejor si se aüaden los experimentos- es que las condiciones aerodinámicas son diferen-
a las anteriores consideraciones la reflexión sobre otros dos aspectos re-
levantes dignos de tenerse en cuenta y de los que hablaré a continua-
ción. Uno es la influencia que ejerce sobre el tono de un sonido el con- 11 En una consonante sorda aspirada el comienzo de la sonoridad de la vocal si-

texto en que éste se halle; el otro, el modo en que la cualidad -el guiente no es inmediato tras la realización de la consonante, transcurren unas milésimas
timbre- intrínseco del propio sonido condiciona su tonía. de segundo durante las cuales el flujo de aire se escapa al exterior sin sonoridad. Es
muy característico el error que cometen muchos anglohablantes al pronunciar la con-
Tanto Jeel (1975) como Hombert (1978) pasan revista a la abun- sonante [p] del castellano como [ph], es decir, como una aspirada, en comienzo de sí-
dante bibliografía publicada (hasta el momento en que ellos escriben) laba ante vocal acentuada: [j!']ádre.
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tes en uno y otro caso durante tan sólo unos milisegundos a partir del su tensión horizontal, pero unas y otras se enfrentan con problemas no
comienzo de la sonoridad, y, en cambio, el efecto tonal que se supone resueltos hasta el momento, como lo es, por ejemplo, el que las vocales
desencadenan en las vocales se extiende durante 100 milisegundos o que preceden a las consonantes no se vean afectadas de igual modo que
incluso más tiempo. las que las siguen, u otras interrogantes sobre la influencia en el tono vo-
b) Las teorías del segundo grupo centran su explicación del fenó- cálico de las sonantes, que sorprendentemente parecen comportarse
meno, según apuntaba arriba, en la existencia de condiciones articula- en este punto como las oclusivas sonoras (recuérdese lo explicado sobre
torias divergentes en las oclusivas sordas y las sonoras, más concreta- el concepto de sonante en el§ l. 7.3).
mente en el desigual estado que presentan las cuerdas vocales en unas Valga, asimismo, como prueba adicional de la complejidad del fe-
y otras, entendiendo que ésta es la razón última de que el tono de las vo- nómeno tonal, el segundo aspecto que destacaba al comienzo de este
cales post-consonánticas resulte afectado de distinta manera en cada apartado, esto es, el modo y el grado en que el timbre de un sonido de-
uno de los dos contextos. Así, Halle y Stevens (1971) consideran que la termina su tonía. En efecto, ya hace tiempo se observó que cuanto más
clave del problema radica en el grado de rigidez horizonta1J2 de los plie- alta -o, si se desea, más cenada- es una vocal, más alto también es su
gues vocales, mayor en las sordas que en las sonoras, y sostienen que el tono 14 (para los datos del español, vid. cap. 6, § 6. 4.). Pues bien, de todas
hecho de que las cuerdas estén más tensas no sólo impide la sonoridad las posibles explicaciones elaboradas para este hecho -y las ha habido tan-
de las primeras, sino que provoca asimismo el descenso en la frecuencia to de naturaleza acústica como de carácter articulatorio- quizá la más co-
fundamental de la vocales que las suceden en el decurso fónico. En nocida y la más aceptada sea la que defienden Lehiste (1970) y, años
cambio, otros autores -desde Jespersen a Ohala (vid. Ohala, 1978)- después, O hala y Eukel ( 1976), quienes optan por un razonamiento de
piensan en la rigidez o tensión vertica1J 3 de las cuerdas como desencade- tipo fisiológico. Los músculos que conforman la lengua -vienen a de-
nan te del efecto estudiado. Según esta teoría, durante la producción cir- están ligados a la parte superior del hueso hioides, a cuya parte in-
de las consonantes sonoras la laringe está más baja para que aumente el ferior están también unidos algunos de los músculos laríngeos. Esta dis-
volumen de la cavidad oral y se eleve también la presión del aire en ella posición provoca que al articular las vocales cerradas, en las que la lengua
contenido, de forma que no coincida con la presión subglotal, lo que se eleva hacia el cielo del paladar, la laringe tienda asimismo a subir y los
provocaría el cese del flujo de aire necesario para la sonoridad. Esta po- músculos laríngeos se tensen. Con ello aumenta la tensión de las cuerdas
sición de la laringe, asociada a la menor tensión de las cuerdas y persis- y, consecuentemente, su frecuencia de vibración.
tente a lo largo de 100 ms. o más, explicaría que el tono sea más grave No obstante lo atractiva que pueda resultar esta hipótesis, no pue-
en las vocales contiguas. Como bien resume Hombert (1978: 81), los da- den soslayarse los contraejemplos apuntados por Ladefoged et al.
tos experimentales corroboran con más frecuencia las hipótesis basa- (1972), quienes observaron que, al menos en algunas emisiones de vo-
das en la tensión vertical de las cuerdas que aquellas otras centradas en cales altas, la laringe tiende a bajar más que a subir. Aunque estas
constataciones no refutan de manera absoluta la explicación fisiológi-
12
ca de los hechos, sí arrojan una cierta sombra de duda sobre ella, con-
Parece existir acuerdo entre los investigadores en que las cuerdas vocales se ten-
san horizontalmente por la acción del músculo cricotiroideo, que une los dos cartílagos
virtiendo así esta cuestión en uno más de los capítulos abiertos de la in-
principales de la laringe: el tiroides y el cricoides. La contracción de este músculo pro- vestigación fonética.
duce un cambio en la disposición de los citados cartílagos que conlleva necesariamente
el aumento de la tensión y de la longitud de las cuerdas, cuyos extremos anteriores, 1.8.1.3. La diferencia en el tamai1o de las cuerdas vocales de un
como se recordará, van unidos a la parte interior del tiroides y cuyos extremos posterio- hombre, de una mujer y de un niño, es la causa de que el nivel tonal
res se sujetan en los pequeños cartílagos aritenoides, situados éstos, a su vez, sobre el cri-
coides.
13
La tensión vertical de los pliegues vocales viene dada por la altura de la la1inge. Re- H Puede encontrarse un repaso de !os principales estudios dedicados a tratar este
cuérdese que toda ella puede desplazarse hacia arriba o hacia abajo provocando con sus punto en Hombert (1978: 96-98) y en t'Hart (1990: 14). Presenta también una intro-
movimientos que las cuerdas se estiren o se encojan .. ducción sucinta al problema Mateo (1988).
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medio en el que unos y otros se expresan sea también diverso. Así, característica física de las ondas, vinculada a su amplitud en la medida
mientras las voces masculinas suelen moverse entre frecuencias más que luego explicaré, como para hacer referencia a la impresión subje-
bajas, las femeninas y las infantiles son más agudas por presentar como tiva que de ella se desprende, esto es, a lo que es estrictamente la sonía.
promedio valores frecuenciales más elevados 15. Naturalmente, todo ha- Así pues, a pesar de disponer en nuestra lengua de dos vocablos dife-
blante, sea cual sea su condición, opera en un nivel tonal que le es pe- rentes (cf. ing. intensity 1 loudness, y fr. intensité 1 sonie), para recubrir dos
culiar pero que sufre determinadas fluctuaciones. Para empezar, he- conceptos también distintos, lo cierto es, sin embargo, que frecuente-
mos de tener en cuenta que cualquier tono, incluso aunque se sostenga mente el primero de ellos usurpa las funciones del segundo. Por esta ra-
prolongándolo en la misma nota, experimenta el fenómeno denomi- zón pueden resultar convenientes en este punto ciertas precisiones con
nado vibrato, esto es, micro-perturbaciones o ligerísimas desviaciones respecto a la cuestión.
tanto positivas como negativas -5 o 6Hz. por lo general- a partir del va- Subrayaré, entonces, que la intensidad en acústica es una propie-
lor medio básico; pero, además, lo cierto es que, cuando hablamos, el dad física inherente a la onda sonora, fácilmente mensurable en el
tono rara vez se mantiene en la misma nota por más de una fracción de laboratorio y definible como la potencia acústica -energía que posee
segundo. Todas las alteraciones casi continuas que presenta, y que pue- cualquier partícula en movimiento y que se transmite de unas a otras a
den ser más o menos grandes, tienden a producirse alrededor de un ni- partir de la fuente- que se propaga a través de una onda, medida en
vel central, el tono inherente propio del hablante en cuestión (por ser al una superficie de un centímetro cuadrado perpendicular a la direc-
que naturalmente se indina), inscrito aproximadamente hacia la mitad ción de propagación de dicha onda.
de los márgenes tonales -gama orgánica- en los que tal hablante es ca- La intensidad es proporcional al cuadrado de la amplitud de la
paz de moverse en función de los factores individuales relativos a su ana- onda sonora y, por tanto, es controlable por medio de la presión sub-
tomía laríngea y a su fisiología (cf. cap. 5). glótica, que, a su vez, está relacionada con el esfuerzo vocal realizado.
Como explican todos los tratados de fonética acústica 16 , la intensidad se
mide habitualmente mediante una unidad sin valor pref~ado, de
1.8.2. La sonía naturaleza relativa y logarítmica, el decibelio ( dB). En principio, se
puede valorar la intensidad de una onda sonora con respecto a cual-
1.8.2.1. La sonía es el atributo fundamental del sonido que trataré quier otra con la que la relacionemos, que será su punto de referencia,
en segundo lugar. Y he de empezar advirtiendo sobre el equívoco que pero en la práctica y para los frecuentes casos en que no se mencione
a menudo se suscita entre el propio término de sonía y el de intensi- explícitamente tal referente, los especialistas han establecido como so-
dad, en cuanto que este último se suele utilizar tanto para aludir a una nido base aquél que, con una potencia de 10-16 watios, marca aproxi-
madamente el umbral o límite inferior de la audición 17 ven torno al j

cual se ha elaborado toda la escala de decibelios.


15
Los especialistas no coinciden al establecer los márgenes entre los que fluctúan las La sonía es, en cambio, la impresión de fuerza, vehemencia o energía
voces de hombres, mujeres y niüos. Así, Lehiste (1970: 58) marca, para la voz masculi-
que apreciamos en los sonidos o en las secuencias ele sonidos, es decü~ es
na, la gama que va de los 134Hz. a los 146Hz.; para la femenina, de los 199Hz. a los 295
Hz., y de los 264 Hz. a los 270 Hz. para los niüos. Sin embargo, Landercy y Renard en última instancia el correlato perceptivo del aumento de la energía en
(1977: 51), al igual que Borzone (1980: 85) o Clark y Yallop (1990: 215), por ejemplo,
presentan otras cifras en sus manuales, reflejo de las ofrecidas en varios trabajos mono-
gráficos sobre la cuestión, y, a su vez, distintas entre sí. En consecuencia, como los pro- 16 Cf. al respecto, entre otms muchos manuales que pudieran citarse, los de Lade-
pios Clark y Yallop reconocen, es preferible no extraer generalizaciones en este punto; foged (1962); Lehiste (1970); Landercyy Renard (1977); Líeberman y B!umstein (1988),
primero, porque se tendrían que tener en cuenta factores determinantes, cual es la len- Stevens (1998) yJohnson (2003).
7
gua que hablen los sujetos estudiados; y, segundo, porque existe además un claro solapa- 1 Seüalaré al hilo de estas explicaciones que la capacidad auditiva varía mucho de
miento entre las gamas tonales en las que se desenvuelven los tres grupos, y porque no unos individuos a otros e, incluso, puede verse alterada, aun ti-atándose de la misma
es ésta, por otra parte, la única variable que los distingue. persona, en función de las circunstancias en que se desarrolle la audición.
62 FONÉTICA PARA PROFESORES DE ESPAÑOL: DE LA TEORÍA. A LA PRÁCTICA NOCIONES DE FONÉTICA Y FONOLOGÍA GENERALES 63

la corriente de aire procedente de los pulmones. La unidad de medición en los estudios fonéticos, pero de enorme actualidad desde que la no-
empleada para calibrarlo es el sono, que se corresponde convencional- ción de sílaba ha vuelto a formar parte de la teoría lingüística18 .
mente con la sonía producida por una onda sonora de 1000Hz. y de 40 Finalmente, el efecto del tiempo o la duración percibida del estí-
dB de intensidad. Los oyentes que hayan de juzgar sobre el grado de so- mulo sonoro sobre la sonía se deduce, en primer lugar, del hecho de
nía de un sonido determinado utilizarán la escala numérica construida en que, como regla general, el umbral de la audición de un sonido des-
virtud de esta unidad, según la cual una onda con una sonía de 2 so nos es ciende si aumentamos su duración. Y, en segundo lugar, se comprueba
dos veces más perceptible que una con sólo 1 sono, y ésta, por su parte, a partir de otro fenómeno experimentalmente confirmado, cual es que
será también el doble de intensa que la onda que posea 1/2 sono. la sonía es susceptible de variar como consecuencia de los cambios en la
duración de los estímulos, siempre y cuando dicha duración no supere
1.8.2.2. Naturalmente, el principal factor del que depende la sonía un cierto límite (20, 50 ó 65 ms., según el nivel de intensidad del soni-
es la intensidad de la onda sonora, entendida como expliqué más arri- do en cuestión) a partir del cual ambos atributos son independientes. Así
ba, pero, además, en la determinación de la so nía también influyen otros lo explica, por ejemplo, Lehiste ( 1970: 114-5), quien se hace eco de los
elementos como la frecuencia fundamental, las características espectra- resultados obtenidos por algunos investigadores que indagaron al res-
les y el tiempo o la duración del sonido de que se trate en cada caso. . pecto en los años sesenta. En dos de los estudios por ella citados, Miller
Que la frecuencia fundamental condiciona la sonía es un hecho se- (1948) y Small et al. (1962), sus autores, sirviéndose conw estímulos de
ñalado ya hace tiempo y que se ve corroborado cuando a menudo los ruidos turbulentos de explosión, concluyen que para que uno de tales
oyentes participantes en experimentos juzgan dos sonidos de intensidad ruidos breves tenga la misma efectividad que un ruido más largo, ha de
similar pero de distinta frecuencia como divergentes en cuanto al gra- ser necesariamente más intenso, y que, en efecto, la sonía es
do de sonía, debido a que uno de ellos se sitúa dentro de la gama de fre- independiente de la duración sólo cuando esta última supera un valor
cuencias a la que el oído es más sensible. Como precisan Clark y Yallop determinado, sea éste de 15, de 50 o de más milisegundos.
(1 990: 209) , en los sonidos de baja frecuencia, inferior a los 200 Hz.,
puede producirse una variación en la intensidad de hasta 40 dB. o más
sin que ello suponga una alteración de la sonía, y, aunque en menor me- 1.8.3. La duración
dida, sucede algo parecido en los sonidos situados por encima de los
5000Hz. La intensidad y la frecuencia fundamental mantienen entre sí, 1.8.3.1. La longitud de un sonido y su correlato perceptivo, la du-
en efecto, una cierta relación de dependencia, fácilmente explicable ración19, es la cantidad de tiempo empleada en su emisión, expresada
desde el momento en que las variaciones de la presión subglótica que
condicionan el valor de la p1imera conllevan, salvo que se realicen ajus-
tes compensatorios en la laringe para evitarlo, alteraciones correspon- 18
La jerarquía de sonoridad o perceptibilidad universal que se asume en los estudios
dientes en el valor de la segunda (vid. más arriba, la nota 10). fonológicos actuales suele ser la siguiente, de menor a mayor: obstruyentes sordas <
Por otra parte, la conexión de la sonía con las características espectrales obstruyentes sonoras < nasales < líquidas < paravocales < vocales. Para la discusión del
de cada sonido se deriva del hecho de que, en los sonidos complejos, concepto de jerarquía de sonoridad y de sus aplicaciones en fonología puede consultarse
el número monográfico que la Chicago Linguistics Society dedicó a la sílaba (CLS, 1990),
como lo son los del habla, la percepción final que tenemos de su sonía es
o bien algunos de los numerosísimos trabajos específicos, como Bell y Hooper ( 1978),
igual a la suma de la sonía de sus diversos componentes. Ello implica que Dogil y Luschützky (1989) y Butt (1992), además, claro está, de las obras clásicas de Sie-
cada sonido posee una cierta intensidad intrínseca, que viene dada en fun- vers,Jespersen o Saussure, a las que se remiten con frecuencia los autores contemporá-
ción de su propia cualidad fonética y que condicionará su posición en neos.
cualquier escala de comparación, como la basada en el sono. La constata- 19 Existe una considerable falta de precisión terminológica en este campo (comen-

ción de que los sonidos, por su misma naturaleza, difieren en cuanto a la tada, por ejemplo, por Fox (2000: 22), pero bastante evidente para cualquier persona que
maneje habitualmente la bibliografía pertinente). Sistematizando tm poco, puede decirse
so nía está en la base de las llamadas escalas de sonoridad, de larga tradición que los términos longitud y dur-ación se usan indistintamente en los estudios de carácter
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NOCIONES DE FONÉTICA Y FONOLOGÍA GENERALES 65

por lo general en milésimas de segundo. En principio, de una defini- 1.8.3.2. Diferencias en la extensión temporal de los sonidos como
ción tan sencilla podría deducirse la idea de que este tercer atributo éstas a las que vengo haciendo mención, fáciles de verificar en la cadena
fundamental de los sonidos resulta más fácil de estudiar que los dos hablada, pueden deberse a muchas causas: entre otras -y sin entrar en
anteriores, pero de nuevo encontramos complicaciones si analizamos las importantes alteraciones motivadas por el fenómeno lingüístico del
la cuestión con mayor detalle. acento, de las que hablaremos en el apartado correspondiente ( cf. cap.
El primer problema se plantea al tratar de medir la longitud de un so- 4 )-, la velocidad de emisión que emplee el hablante habitualmente o
nido. Como Lehiste (1970: 13) explica (cf. también Clark yYallop, 1990: la que sea característica del habla de su comunidad; el tipo de función
202), algunas veces los límites entre los distintos segmentos de la cadena paralingüística de que quiera dotar a su enunciado; el grado de ur-
hablada pueden establecerse con suficiente precisión a partir de su re- gencia o la carencia de tiempo que mediatice su comunicación. Pero,
gistro acústico: las transiciones entre elementos con un modo de articu- además, existen otros factores que determinan la duración de los so-
lación diferente, por ejemplo una consonante y una vocal, conllevan nidos y en los que me centraré a continuación.
cambios mayores y más fácilmente reconocibles que las transiciones en- Al referirme a la tonía ( cf. § 1.8.1.), explicaba que la de los seg-
tre sonidos que posean idéntico modo de articulación, por ejemplo dos mentos fónicos está condicionada por lo que se denomina tonía inttinse-
vocales. Evidentemente, si los límites de un segmento se pueden marcar ca, vinculada a su propia naturaleza, y por la influencia que el contexto
con cierta fiabilidad, su duración en milisegundos será también calcula- ejerce sobre ellos. Pues bien, algo similar sucede por lo que hace a la ex-
ble con bastante exactitud, pero si no es posible precisar dónde comienza tensión temporal de los sonidos. Ya Delattre ( 1962) hablaba de factores
o dónde acaba, determinar su duración se convierte en tarea harto difí- internos, aludiendo a aquéllos determinantes de la duración de los so-
cil. En todo caso, teniendo en cuenta que los sonidos del habla pueden nidos y derivados de la cualidad peculiar de estos últimos. Es así que,
durar entre 30 y 300 ms., lo importante es que las posibles variaciones en con respecto a las vocales, se ha observado repetidamente que las que
la medición derivadas de las dificultades que comporta todo el proceso son cerradas o altas presentan una duración menor que las más abier-
no sobrepasen la franja que va de los 10 a los 40 ms., porque ese es el mí- tas. Este hecho ha sido comprobado en varias lenguas, lo que ha lleva-
nimo espacio de tiempo a partir del cual el oído humano es ya capaz de do a pensar a algunos autores (cf. Lehiste, 1970: 19; Maddieson,
percibir diferencias en la duración de dos elementos. 1997: 624) que se trata de un universal fonético, determinado fisioló-
Ya veíamos en los apartados anteriores que los atributos funda- gicamente en cuanto que la mayor duración de las vocales abiertas se
mentales del sonido y las sensaciones de ellos derivadas mantienen en- debería a la mayor extensión espacial de los movimientos articulato-
tre sí una compleja red de interrelaciones. En este sentido, es intere- rios implicados en su producción2°( cf. § 6.4.1. para el espaúol).
sante seúalar que, mientras que la tonía no parece influir en la La duración intrínseca de las consonantes depende tanto de su
disniminación de la duración, cualquier cambio que se imprima a la so- zona como de su modo de articulación, aunque las diferencias entre
nía revierte, por el contrario, en la percepción del tiempo: por ejemplo, ellas son, comúnmente, menores que entre las vocales. Puede afirmar-
con una intensidad de 60 dB.la capacidad de discriminación es mayor se que, en general, las consonantes labiales son más largas que las den-
que con una de 1O dB., y se pueden apreciar diferencias en la dura- tales, alveolares o velares (mientras que la relación entre estas dos úl-
ción mucho más pequeúas en el primer caso que en el segundo. timas clases varía según las lenguas), y, también en líneas generales,
que las fricativas son más largas que las oclusivas ( cf. Pickett, 1980: 96).

fonético, mientras que el vocablo cantidad se emplea más bien en los trabajos de índole
2o El hecho de que este supuesto universal no se vea corroborado en todas las lenguas
fonológica. En los tres casos, los adjetivos correspondientes son lrreve (o corto) /largo, y,
asimismo, los tres se usan tanto para designar la extensión en el tiempo de un único seg- puede deberse, como bien explica Almeida (1999: 19) a factores de tipo fonológico:
mento, como la de una agrupación de segmentos cual es la sílaba. Para este último caso, cuanto menor sea la complejidad de un sistema fonológico, es decir, cuanto menor sea el
se ha generalizado últimamente el término peso (silábico), con sus adjetivos relacionados número de las unidades que lo integran, menor será también la necesidad de utiliz<u· la du-
pesado y ligero. ración como un rasgo adicional discriminatorio del timbre (vid. § 1.9. sobre fonología).
66 FONÉTICA PARA PROFESORES DE ESPAÑOL: DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA NOCIONES DE FONÉTICA Y FONOLOGÍA GENERALES 67

Estas dos últimas afirmaciones traducen ciertas intuiciones fáciles de en- segmento, se ha estudiado sobre todo en relación con las vocales y las
tender a priori: parece lógico, en efecto, que una dental o una alveolar, consonantes que las siguen en posición de coda sílábíca21 • Se ha observado así,
articuladas con un órgano tan móvil como es el ápice de la lengua, sean en primer lugar, que en muy diversas lenguas una vocal seguida de una
más breves que una labial, y, del mismo modo, es plausible que una conso- consonante sonora es siempre más larga que la misma vocal con una
nante fricativa pueda prolongarse durante más tiempo que una oclu- consonante sorda detrás. Dado que éste ha sido un fenómeno muy de-
siva, que diríamos momentánea por naturaleza. batido, no le han faltado explicaciones de todo tipo. Una de ellas, en-
Sin embargo, la realidad es más compleja, por lo que toda gene- marcada en la llamada "hipótesis del reajuste laríngeo" de Halle y Ste-
ralización en este terreno ha de aceptarse con cautela. Por ejemplo, vens (1967), es la que alude al hecho de que la amplia separación de las
Lehiste (1970: 28) a propósito del papel de la zona de articulación, cuerdas vocales durante la producción de las consonantes sordas se lo-
menciona un estudio de Falc'hun sobre el bretón, datado en 1951, en gra conformar más rápida y fácilmente que la separación, mínima y
el que las labiales presentan en contextos concretos una duración me- extraordinariamente ajustada, que deben ofrecer las cuerdas durante
nor que la de las dentales o velares (para los datos del español, vid. la articulación de las sonoras, siendo esa la causa del mantenimiento,
cap. 7). Y respecto a la influencia ejercida por el modo de articulación, durante más tiempo en este último caso, de la vocal precedente. Otra
lo cierto es que la fase de cierre o interrupción de una oclusiva puede posible justificación supone que toda sílaba comporta una cantidad
mantenerse durante un periodo de tiempo bastante largo siendo su ftia de energía y, concediendo más relevancia a la oposición de tensión
fase de resolución la propiamente "momentánea", de forma que no que a la de sonoridad en las consonantes, considera que la longitud del
hay razones objetivas para que una oclusiva sea más corta que una fri- elemento vocálico varía en función del esfuerzo articulatorio que con-
cativa. Catford (1977: 196) explica muy bien que los límites temporales lleva la consonante siguiente: si esta última requiere más energía, como
están determinados por consideraciones de carácter fisiológico o ae- sucede en las sordas, la vocal por compensación se acorta; si la conso-
rodinámico. En última instancia, será factible alargar una articulación nante entraña un menor esfuerzo, como es el caso de las sonoras, lavo-
oclusiva sorda todo el tiempo que se pueda aguantar la respiración, cal se alarga. Y aún otra línea de argumentación, expuesta por ejemplo
mientras que la duración máxima de una fricativa dependerá de la can- en Farnetani y Recasens ( 1993) y Maddieson ( 1997: 626), aventura una
tidad de tiempo que se consiga mantener un flujo de aire turbulento a explicación basada también en un efecto compensatorio, pero esta vez
través de las cavidades articulatorias, lo que a su vez está en función de de orden temporal, entre la longitud consonántica y la vocálica en los
la capacidad pulmonar y del volumen y velocidad de esa misma co- grupos CV2 2.
rriente de aire. En segundo lugar, ha podido comprobarse que el modo de
A todas estas consideraciones relativas a la duración intrínseca de articulación de la consonante no condiciona en gran medida el tiem-
un elemento, y que apuntan a un alto grado de variabilidad (en parti- po de la vocal a la que sigue, aunque sí se ha repetido frecuentemen-
cular en el caso de las consonantes), hay que añadir las que se refieren te que las oclusivas tienden a acortarla (hasta un máximo de 20 ms.
al contexto en el que este aparece. El contexto lingüístico o, por em-
plear la terminología de Delattre, los factores externos, pueden cierta-
21 En cambio, el papel desempeñado por la consonante que precede a una vocal en
mente influir en la duración de un segmento dado a través de la acción la determinación de la longitud de ésta última no ha sido objeto de tantos análisis debido
ejercida por ciertas variables, a saber: a) las características articulatorias al grado de dificultad que entraña establecer las fronteras entre ambos segmentos, lo cual
de los sonidos vecinos; b) la estructura segmenta! de la sílaba a la que explica, asimismo, que las mediciones realizadas por los relativamente pocos autores
pertenece el segmento en cuestión; y e) el lugar que dicha sílaba ocupe que se han ocupado de la cuestión no sean comparables y que hayan sido siempre, por
el contrario, objeto de controversia.
en el enunciado. 22 Todas estas teorías son de fundamentación estrictamente fonética. Entre las mu-

chas avanzadas las hay, sin embargo, de índole fonológica (cf., por ejemplo, Brauns-
a) La primera de tales variables, esto es, la influencia de las caracte- chweiler, 1997), que consideran el fenómeno como parte de todo un programa motor
rísticas articulatmias de los sonidos vecinos sobre la duración de un de más alto nivel relacionado con el procesamiento fonético-fonológico del habla.
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según Pickett (1980: 95)). En el capítulo 6 se hablará de los datos refe- co. Es cierto que los datos de muchas lenguas avalan esta hipótesis y que
ridos al español. una vocal en sílaba libre suele ser, ceteris paribus, más larga que la misma
Finalmente, se ha dicho también que la zona de articulación con- vocal en sílaba trabada (vid. por ej., Farnetani y Kori (1986) para el
sonántica influye en la duración de la vocal precedente de acuerdo italiano). Tan es así que Maddieson (l 985) llegó a proponer que la re-
con una regla postulada por Jespersen y que podría formularse en los gla de Acortamiento de la Vocal en Sílaba Cerrada (AVSC) podría
siguientes términos: cuanto más lejos esté situada la zona en la que se convertirse en un universal de la estructura silábica.
produce la consonante de aquella en la que se articula la vocal, más lar-
ga será esta última (vid. Fametani y Recasens, 1993). En otras palabras, e) Finalmente, el lugar que la sílaba o el segmento ocupe en lapa-
el tiempo de la vocal dependerá de la extensión del movimiento que los labra y en el enunciado influye asimismo en su duración. Se ha obser-
órganos articulatorios hayan de realizar para pasar de esa misma vocal vado repetidas veces que, como norma general, los segrnentos o las sí-
a la consonante siguiente. Como expone Lehiste (1970: 20), de esta labas situados a final de palabra o de enunciado tienden a ser más
norma general se deduce que todas las vocales serán más cortas de- largos que los emplazados en el interior de dichas unidades (vid. Lind-
lante de una consonante labial que delante de una dental o velar, pues- bloom, 1978; Nooteboom, 1997), pero sucede, además, que el número
to que en la secuencia vocal +labial los articuladores implicados son di- total de sílabas de una palabra también afecta a la duración de los seg-
ferentes (la lengua y los labios respectivamente), y no se consume mentos integrantes de cada una de ellas. Así, cuantas más sílabas sigan
tiempo alguno en trasladar un único órgano (la lengua) de una posi- a la sílaba tónica dentro de la misma unidad, más corta será la duración
ción -la de la vocal- a otra -la de la consonante- como sucede en el de dicha sílaba acentuada y de sus segmentos, lo que se conoce con el
caso de las secuencias con dentales o velares. No obstante, no parece nombre de 'acortamiento compensatorio'.
que pueda hablarse de universales fonéticos ni de teorías explicativas de ¿Qué se deduce de todo esto? En palabras de Nooteboom (l 997:
alcance general, sino de fenómenos aprendidos y específicos de cada 663):
lengua, que deben abordarse de manera particular en cada una de
ellas (vid., para el español, cap. 6). El hecho de que existan tantos factores diferentes que afectan simultá-
neamente a los patrones temporales del habla relevantes desde el punto
b) En otro orden de cosas y según avancé más arriba, muy a menu- de vista perceptivo complica la vida a los fonetistas que pretenden dar cuen-
ta de tales patrones de modo sistemático. Las cosas se complican más por-
do puede leerse que la estructura de la sílaba en la que va inserto un so-
que parecen darse fuertes interacciones cuantitativas entre diversos factores
nido influye claramente en la duración de éste y que, por consiguien- ( ... ) Tales interacciones extremas entre muchos factores diversos que afec-
te, el hecho de que una sílaba sea cerrada o sea abierta, es decir con tan a la duración de la sílaba y el segmento ( ... ) dan como resultado que los
coda o sin ella23 , también condiciona la extensión de su núcleo vocáli- efectos sistemáticos de cualquier factor particular sobre las duraciones de los
sonidos del habla sólo pueden establecerse de manera fiable cuando to-
mamos en cuenta los efectos de muchos otros factores.
23 Adelanto aquí que una sílaba se compone de dos tipos de elementos: el núcleo, áma

o centro silábico, y los má1genes, anterior y posterior. El núcleo, cuya presencia es im-
prescindible para que pueda hablarse de sílaba, está constituido (al menos en espaúol)
Y esto requiere trabajar con bases de datos muy amplias y herra-
por vocales: una (so[) o varias (cielo); el margen silábico anterim~ denominado también mientas estadísticas bien concebidas y desarrolladas, de las que no siem-
ataque, puede ser simple (ma.) o compuesto (prv) o puede no existir( e[); lo mismo suce- pre se dispone. En cualquier caso, lo que ha de quedar claro es que los
de con respecto al margen posterior o coda silábica (in)/ (ins)/ (ta) (no obstante, es obli- atributos fundamentales del sonido, frecuencia, intensidad y longitud, con sus
gado avanzar aquí que, frente a esta estructura silábica tradicionalmente admitida, la fo- correlatos perceptivos respectivos, tonía, sonía y duración, que tanta importan-
nología generativa postula otra en la cual la sílaba contiene sólo dos constituyentes
cia van a tener en la corrección de la pronunciación, son fenómenos mucho más
inmediatos, ataque y rima, cf. capítulo 4). Llamamos sílaba abierta o de vocalliiYre a aque-
lla que no presenta coda, mientras que una sílaba en la que sí existe el margen posterior complejos de lo que a primera vista pudiera pensarse.
se conoce como cerrada o de vocal tmbada.

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