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Henry David Thoreau

Todo lo bueno es libre y salvaje


1
THOREAU SEGÚN THOREAU
Yo no soy tú y tú no eres yo.

Diarios, 10 de octubre de 1851

Mi profesión consiste en estar siempre alerta para encontrar lo divino en la


naturaleza; conocer los lugares por los que acostumbra a merodear. Asistir como
espectador a todos los oratorios, a todas las óperas salvajes.

Diarios, 7 de septiembre de 1851

Al irme a la laguna de Walden, mi intención no era vivir allí de forma barata,


tampoco con lujos, sino sacar adelante algunos negocios minimizando las
dificultades; verme impedido para llevarlos a cabo por falta de un poco de sentido
común, espíritu emprendedor y talento comercial no parecía tan triste como
estúpido.

Walden

Mi mayor habilidad ha sido la de no aspirar más que a poco.

Diarios, 19 de julio de 1851

No puedo deciros lo que soy, más allá de un rayo de sol. Lo que soy, lo soy,
y no lo digo. Ser es la mejor forma de explicarse.

Diarios, 26 de febrero de 1841

He de confesar que no hay nada que me resulte más ajeno que mi propio
cuerpo. Siento más afecto por casi cualquier fragmento de la naturaleza.

Diarios, 21 de febrero de 1842

No vine a este mundo para convertirlo en un buen lugar donde vivir, sino
para vivir en él, sea bueno o malo.

«Desobediencia civil»
De vez en cuando, contemplo la tierra prometida, pero no siento que esté
viajando hacia ella.

Diarios, después del 29 de julio de 1850

Mi naturaleza es la de la piedra. Hace falta el sol del verano para calentarla.

Diarios, 21 de diciembre de 1850

Me resulta imposible sentir interés por lo que en general interesa a los


hombres. Sus cuitas y predilecciones me parecen frívolos. Cuando más soy yo
mismo y cuando veo con más claridad, los hombres son lo que menos percibo.

Diarios, 24 de abril de 1852

A quienes piensen que soy jactancioso, que me considero superior a los


demás y que me pavoneo por encima de sus cabezas, les diré que podría contarles
una historia igual de lamentable sobre mí que sobre ellos. Si mi ánimo se prestara a
ello, podría animarles con una nutrida lista de fracasos y fluir tan humildemente
como los mismísimos desagües. Podría enumerar una lista de los crímenes más
nauseabundos que jamás se hayan conocido.

Diarios, 10 de febrero de 1852

Yo no nací para ser sometido. Seguiré mi propio camino.

«Desobediencia civil»

Vosotros tendréis vuestros asuntos y yo tendré los míos. Vosotros pasaréis la


tarde preparando el fogón de vuestro vecino y os pagarán por ello; yo la pasaré
recogiendo las pocas bayas de Vaccinium oxycoccus que produce aquí la naturaleza,
antes de que sea demasiado tarde, y también se me pagará por ello después, de
otra manera. Siempre he cosechado unos beneficios inesperados e incalculables por
llevar a cabo, aun tardíamente, toda pequeña empresa que mi genio me sugiriera
como algo que hacer, algún paso que dar, aunque fuera corto, para apartarme del
rumbo habitual…

Diarios, 30 de agosto de 1856

Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentándome sólo


a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que la vida tenía que
enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido.
No quería vivir nada que no fuera la vida, pues vivir es algo muy valioso, ni
tampoco practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesario.

Walden

Creo que está en mis manos alzarme a mí mismo en este preciso instante
sobre el nivel más común de mi existencia.

Cartas a un buscador de sí mismo,

10 de abril de 1853

Aquí estoy, con treinta y cuatro años, y, sin embargo, mi vida apenas ha
comenzado a desarrollarse. ¡Cuánto alberga su germen! Hay una distancia tan
grande entre mi ideal y la realidad, en muchos aspectos, que podría decir que aún
no he nacido.

Diarios, 19 de julio de 1851

No he prestado ningún juramento. No tengo un esquema para entender la


sociedad, la naturaleza o Dios. Soy, simplemente, lo que soy, o comienzo a serlo.

Cartas a un buscador de sí mismo,

27 de marzo de 1848

Creo en el bosque, en la pradera y en la noche en la que crece el grano.

«Caminar»

Confío en que se dé cuenta de lo exagerado que soy, que exagero las cosas
cada vez que tengo oportunidad de hacerlo, que apilo el Pelión sobre el Ossa para
alcanzar así el cielo. No espere de mi parte una verdad trivial, a menos que me
encuentre en el estrado de los testigos. Soy tan incapaz de mentir como usted de
gobernar un coche de cuatro caballos.

Cartas a un buscador de sí mismo,

10 de abril de 1853
Un joven conocido mío, que ha heredado varios acres, me confesó que
pensaba que él también debería vivir como yo lo hago, y que lo haría si tuviera
medios para ello. No quisiera en forma alguna que nadie adoptara mi modo de
vivir, pues, más allá de que antes de que aquél lo haya aprendido bien yo puedo
haber encontrado ya otro distinto, prefiero que en el mundo existan tantas
personas diferentes como sea posible, y que cada una se ocupe de encontrar y
proseguir su propio camino y no el de su padre, su madre o su vecino.

Walden

Ansío vivir siempre de manera que obtenga mi satisfacción e inspiración de


los acontecimientos más comunes, de los fenómenos cotidianos, de forma que lo
que mis sentidos perciben hora a hora, mi paseo diario, la conversación de mis
vecinos puedan inspirarme y yo pueda soñar con un cielo que no sea más que el
que se extiende a mi alrededor.

Diarios, 11 de marzo de 1856

Sólo me conozco a mí mismo como entidad humana (el escenario, por así
decirlo, de pensamientos y afectos) y sé que existe una cierta dualidad en virtud de
la cual me mantengo tan alejado de mí mismo como de cualquier otra persona. Por
muy intensa que sea mi experiencia, soy consciente de la presencia y crítica de una
parte de mí como si no fuera parte de mí, sino un espectador que no estuviera
compartiendo la experiencia sino tomando nota de ella, y eso no es más yo de lo
que sois vosotros.

Diarios, 8 de agosto de 1852

Siento que mi vida es muy sencilla y mis placeres, muy baratos. Alegría y
pena, éxito y fracaso, grandeza y mezquindad y, de hecho, la mayoría de las
palabras de la lengua inglesa no significan para mí lo mismo que para mis vecinos.

Diarios, 18 de octubre de 1856

Durante muchos años fui, por propio nombramiento, inspector de tormentas


de nieve y lluvia, y cumplí fielmente con mi deber, aunque jamás recibí un centavo
por ello.

Diarios, después del 22 de febrero de 1846

Estoy tan unido a mi forma de pasar el día (necesito unos márgenes de ocio
tan amplios y un guardarropa de prendas viejas tan completo), que no estoy bien
preparado para salir afuera. A veces resulta agradable quedarse en casa, sentado
todo el día sobre un único huevo, en tu propio nido, aunque al final pueda resultar
ser un huevo de mentira.

Carta a Daniel Ricketson,

27 de septiembre de 1855

Doy muchísimos paseos, en todas las direcciones que marca la brújula, y


conmigo siempre es temporada de cosecha. Voy siempre recolectando los frutos de
estos bosques, campos y aguas, y no me cruzo con nadie ni nadie se interpone en
mi camino. Mi cosecha no es su cosecha. Hoy los veo recogiendo sus judías y su
maíz, y para mí son un espectáculo, pero pronto quedan fuera de mi vista. Yo no
voy a recoger judías y maíz. ¿Creen que no hay más frutos que ésos? Yo soy un
cosechador, no voy recogiendo lo que queda atrás después de la siega.

Diarios, 14 de octubre de 1857

Cómo vivir, ¡cómo obtener el máximo de vida!, como si tuvieras que enseñar
al joven cazador a atrapar a su presa. Cómo extraer la miel de la flor del mundo. A
eso me dedico todos los días. Me afano en ello como una abeja. Deambulo por los
campos con esa misión y nunca me siento tan feliz como cuando me noto cargado
de miel y cera. Soy como una abeja que pasa todo el santo día buscando los
dulzores de la naturaleza.

Diarios, 7 de septiembre de 1851

Me gusta que mi vida tenga un amplio margen.

Walden

Me siento dichoso. Me encanta mi vida.

Diarios, 1 de noviembre de 1851

Mi vida forma parte del infinito.

Diarios, 15 de marzo de 1852


2
VECINOS SALVAJES
Dedico una parte considerable de mi tiempo a observar las costumbres de
los animales, mis vecinos salvajes. Gracias a sus distintos movimientos y
migraciones, siempre sé en qué momento del año estamos. El vuelo de los gansos,
la migración de los Catostomus, etc., me resultan muy significativos. Pero, cuando
pienso que aquí se ha exterminado a los animales más nobles (el puma, la pantera,
el lince, el glotón, el lobo, el oso, el alce, el ciervo, el castor, el pavo, etc.), no puedo
evitar sentirme como si viviera en una región domesticada y, por así decirlo,
castrada. ¿No me habrían resultado más significativos los movimientos de esos
animales, más grandes y salvajes? ¿Acaso la naturaleza sobre la que estoy versado
no se encuentra mutilada e imperfecta?

Diarios, 23 de marzo de 1856

Veo a un zorro cruzar el camino bajo la luz del ocaso… Siento un cierto
respeto hacia él, porque, a pesar de ser tan grande, sigue siendo libre y salvaje en
medio de todos nosotros, y también por su originalidad, en lo que respecta a
cualquier parecido con nuestra raza. Tal vez por ese motivo me caiga mejor que su
primo domesticado, el perro.

Diarios, 25 de noviembre de 1857

Y, sin embargo, ¿cuál es la naturaleza de nuestra gratitud hacia estas


ardillas, estas plantadoras de bosques? Las consideramos alimañas y todos los años
las cazamos y aniquilamos en gran número porque —si es que cabe excusa alguna
— a veces devoran una parte mínima de nuestro maíz. ¿No sería mucho más
civilizado y humano, por no decir divino, reconocer una vez al año, por medio de
alguna ceremonia simbólica significativa, el papel que desempeña la ardilla, el
enorme servicio que presta, en la economía del universo?

Diarios, 22 de octubre de 1860

Los ratones que merodeaban por mi casa no eran de los que llaman
comunes, que parece ser que, en su día, fueron traídos a este país, sino ratones
nativos y salvajes de los que no se encuentran en la ciudad. Envié un ejemplar a un
distinguido naturalista que expresó gran interés. Cuando estaba construyendo mi
casa, descubrí que uno de ellos tenía su nido justo debajo y, antes de que hubiera
fijado la segunda capa del suelo y barrido las virutas, solía salir a la hora del
almuerzo para buscar las migas a mis pies. Es probable que yo fuera el primer
hombre que veía, pero congeniamos pronto, hasta el punto de corretear sobre mis
zapatos y mis ropas. Era capaz de encaramarse a las paredes de la habitación con
pequeños saltos, como una ardilla, a la que se asemejaba en muchos movimientos.
Al poco tiempo, un día que estaba acodado sobre un banco de trabajo, subió por
mi ropa, recorrió una manga, comenzó a dar vueltas en torno al papel que aún
envolvía mi comida y juntos jugamos con él al escondite, hasta que cogí un trozo
de queso con los dedos, se acercó, lo mordisqueó sentado en mi mano, se limpió
después el hocico y las patas, como si fuera una mosca, y se marchó.

Walden

No me desagrada el hedor de la mofeta al pasar por sitios sagrados. Más


bien, me revitaliza.

Diarios, después del 26 de abril de 1850

Tanto da que sea fácil o difícil el trabajo de un hombre; tanto da que éste se
sienta feliz o infeliz: siempre habrá un pájaro que le cante mientras está trabajando.

Diarios, 15 de abril de 1859

Aunque vivo en el bosque, no observo las aves con tanta atención como en el
pasado; me contento con oírlas de vez en cuando por la noche.

Carta a Horatio Robinson Storer,

15 de febrero de 1847, mientras vivía en Walden

Ayer, un ornitólogo dijo en Boston algo muy importante: «Si sujetan el


pájaro con la mano…». Pero yo prefiero sujetarlo con mis afectos.

Diarios, 10 de mayo de 1854

Quien tala árboles más allá de un determinado número está exterminando a


las aves.

Diarios, 17 de mayo de 1853

Una vez se posó un gorrión sobre mi hombro durante un instante mientras


escardaba en un jardín de la ciudad y sentí más orgullo por esa distinción que por
cualquier charretera que hubiera podido colgarme.

Walden

Me alegra que haya búhos. Que ululen idiota y maniáticamente para los
hombres. Es un sonido que conviene a la perfección a los pantanos y los bosques
oscuros que el día no llega a iluminar, y que sugiere una naturaleza vasta y
primitiva que los hombres no han reconocido. Representa el inhóspito crepúsculo
y los pensamientos sombríos que todos cargamos.

Walden

La estimada brema flota en el estanque como el centro del sistema, otra


imagen de Dios. Ningún hombre puede explicar la vida de la brema más de lo que
puede explicar la suya propia. Quisiera que percibierais el misterio de la brema.
Tengo un coetáneo en Walden. Tiene aletas donde yo tengo piernas y brazos.
Tengo un amigo entre los peces o, al menos, un nuevo conocido… Conocerlo va a
hacer que mi vida sea más plena y memorable.

Diarios, 30 de noviembre de 1858

¡El primer gorrión de la primavera! ¡El año comienza con una esperanza más
joven que nunca! Los tenues trinos plateados del azulejo, del gorrión melódico y
del zorzal alirrojo se escuchan en los campos húmedos y casi desnudos como si
fuera el tintineo de los últimos copos del invierno. En una época como la nuestra,
¿qué son las historias y las cronologías, las tradiciones y todas las revelaciones
escritas?

Walden

Conforme asciendo por la colina, oigo el canto vespertino del zorzal


maculado. Es la única ave cuyo trino me suena a música e influye en el discurrir y
el tenor de mis pensamientos, de mi fantasía y de mi imaginación. Eleva mi ánimo
y me llena de gozo. Me inspira. Es una pócima que cura mi alma, un elixir para mis
ojos y una fuente de juventud para todos mis sentidos. Transforma todas las horas
en una mañana eterna.

Diarios, 22 de junio de 1853

¡Qué sonido tan absolutamente propio de Nueva Inglaterra es el graznido


del cuervo! Si uno guarda silencio absoluto en cualquier punto de las afueras de la
ciudad y presta atención, acallando el casi incesante zumbido de la fábrica que
lleva dentro, ése será el sonido que casi con total seguridad oirá elevarse por sobre
todos los ruidos de la actividad humana y llevará sus pensamientos hasta alguna
bahía lejana, en los bosques en los que el cuervo está dando rienda suelta a su
indignación. Este pájaro ve llegar al hombre blanco y retirarse al indio, pero él no
se retira. Su trino indómito se sigue oyendo sobre el tintineo de la fragua. Ve que
una raza se extingue, pero él no se extingue. Permanece entre nosotros para
recordarnos la naturaleza aborigen.

Diarios, 4 de marzo de 1859

¿No estaría bien llevar conmigo un catalejo para observar las aves con mayor
nitidez, ya sean patos o halcones? En algunos aspectos, me parece que sería mejor
que un arma. La segunda te los acerca muertos; el primero, vivos. Es más fácil
identificar las especies matando al ave, porque es un espécimen muerto que se
describe minuciosamente, pero sus hábitos y apariencia se estudian mejor en un
espécimen vivo.

Diarios, 29 de marzo de 1853

El zorzal consigue, él solo, declarar la riqueza y energía inmortales que


pueblan el bosque. Cuando suena su trino, el hombre rejuvenece y la naturaleza se
llena de vida. Acentúa el significado de todo aquello que se ve a la luz de su
compás. Canta para que el hombre adquiera una visión de las cosas más elevada y
certera.

Diarios, 5 de julio de 1852

¿Quién escucha a los peces cuando lloran?

Musketaquid
3
ESCRIBID
Un diario es un libro que contendrá un registro de toda vuestra alegría, de
todos vuestros gozos.

Diarios, 13 de julio de 1852

¡Qué vano resulta sentarse a escribir cuando no te has levantado para vivir!
Se me antoja que, en el momento en el que mis piernas empiezan a moverse, mis
pensamientos empiezan a discurrir.

Diarios, 19 de agosto de 1851

De la literatura sólo nos atrae lo salvaje. El aburrimiento no es sino otro


nombre para lo domesticado.

«Caminar»

Observo que utilizo muchas palabras, con el fin de enfatizar, que en realidad
no añaden nada a la fuerza de mis frases y que éstas parecen aliviadas en cuanto
suprimo aquéllas. Palabras con las que expreso mi estado de ánimo, mi convicción,
en lugar de la simple verdad.

Diarios, 26 de enero de 1852

Los pensamientos de un hombre no son nunca nuevos, pero el estilo con que
se expresan es la novedad, siempre infalible, que alegra y revitaliza a los hombres.

«Thomas Carlyle and His Works»

[Thomas Carlyle y sus obras]

Es inútil intentar escribir a menos que sientas fuertes tus rodillas.

Diarios, 9 de agosto de 1841

Déjeme que le recomiende algo: escriba con precisión lo que ha supuesto


para usted ese paseo por las montañas, y vuelva a dicho ensayo una y otra vez
hasta que esté convencido de que contiene todo lo importante de su experiencia.
Dese a sí mismo un motivo tan importante para justificar su viaje a las montañas,
pues la humanidad está siempre caminando por una montaña. No crea que puede
expresarlo con claridad las diez primeras veces que lo haga, pero inténtelo de
nuevo, sobre todo cuando, tras una pausa necesaria, intuya que está tocando el
corazón o la cumbre de la materia, siga insistiendo y ríndase cuentas a usted
mismo sobre aquella montaña. No es que el relato haya de ser largo, pero le llevará
mucho acortarlo. No me llevó mucho llegar a la montaña, pensó. Pero ¿realmente
la coronó? Si ha estado en la cima del monte Washington, déjeme que le pregunte
qué encontró allí. Es así como se prueba a los testigos, ya sabe. Ir allí y exponerse al
viento no significa nada. No escalamos mucho cuando vamos, sino que nos
tomamos el almuerzo, etc., como si estuviéramos en casa. Es cuando volvemos a
casa cuando realmente podemos coronar la montaña: ¿qué nos dijo la montaña?
¿Qué hizo la montaña?

Cartas a un buscador de sí mismo,

16 de noviembre de 1857

En el transcurso de los últimos uno o dos años, mi mal llamado editor me ha


escrito varias veces para preguntarme qué destino darles a los ejemplares de
Musketaquid que aún tiene en su poder y, finalmente, para insinuarme que le tenía
otro uso buscado al espacio que ocupaban en su sótano. Así que le pedí que me los
enviara todos aquí y han llegado hoy por correo exprés, un carro lleno hasta los
topes: setecientos seis ejemplares de una edición de mil que encargué a Munroe
hace cuatro años y que aún no he acabado de pagar. Por fin he recibido la
mercancía y ya tengo la oportunidad de examinar mi adquisición. Suponen más
que la mera fama, algo que ya sabe bien mi espalda, después de haberlos acarreado
dos tramos de escalera hasta un lugar parecido a aquel del que proceden. Ahora
tengo una biblioteca de casi novecientos volúmenes, de los cuales yo he escrito más
de setecientos.

Diarios, 28 de octubre de 1853

No resulta sencillo escribir en un diario lo que nos interesa en cada


momento, pues escribir no es lo que nos interesa.

Musketaquid

¡Cuántas personas te aconsejan que publiques para los demás! ¡Qué pocas te
aconsejan que te ocupes de ti mismo!

Diarios, 16 de abril de 1852


Ojalá pudiera comprar en las tiendas algún tipo de goma que borrara de
inmediato todo aquello de mis escritos que ahora me cuesta tantas lecturas
escrupulosas, tantos meses, si no años, y tanta renuencia eliminar.

Diarios, 27 de diciembre de 1853

En esta parte del mundo resulta intolerable que los escritos de un hombre
admitan más de una interpretación.

Walden

Escribid mientras haya calor en vosotros. Cuando el granjero hace un


agujero en el yugo, lleva rápidamente el hierro candente desde el fuego hasta la
madera, porque cada segundo que pasa lo hace menos eficaz para atravesarla.
Debe usarlo al instante o será inútil. El escritor que aplaza el momento de dejar
constancia de sus pensamientos emplea un hierro que se ha enfriado para hacer un
agujero con él y no será capaz, así, de inflamar las mentes de sus lectores.

Diarios, 10 de febrero de 1852


4
LA CIÉNAGA URBANA
¿Quién puede ver estas ciudades y decir que hay vida en ellas?

Diarios, escrito en Nueva York,

24 de septiembre de 1843

Libradme de una ciudad construida en el lugar de otra más antigua, cuyos


materiales son ruinas, cuyos jardines son cementerios.

Walden

Es un disparate intentar educar a los hijos dentro de una ciudad. El primer


paso ha de ser sacarlos de ella.

Diarios, 25 de julio de 1851

Cada vez estoy más convencido de que, en lo que respecta a cualquier


asunto público, es más importante saber lo que piensa el campo que lo que piensa
la ciudad. La ciudad no piensa mucho. Preferiría saber la opinión de Boxboro sobre
cualquier asunto moral que la de Boston y Nueva York juntas.

«La esclavitud en Massachusetts»

¿Cuál es el gran atractivo de las ciudades? Es una verdad universal que los
seres humanos degeneran en ellas, indefectiblemente, y que no propagan su
especie. Y, sin embargo, prevalece la tendencia hacia la vida urbana, ya sea
trasladándonos a Boston o permaneciendo en Concord.

Diarios, otoño-invierno de 1845-1846

Saliendo de la ciudad; por propia voluntad, como es habitual.

Diarios, 9 de julio de 1851

No siento más aprecio por la ciudad cuanto más la veo, sino al contrario. Es
mil veces peor de lo que habría imaginado. Los cerdos que hay por la calle son la
parte más respetable de la población. ¿Cuándo aprenderá el mundo que un millón
de hombres carece de importancia en comparación con un solo hombre?
Carta a Ralph Waldo Emerson,

desde Staten Island, 8 de junio de 1843

Aunque la ciudad me resulta igual de poco atractiva que siempre, veo menos
diferencias que antes entre una ciudad y algunas de las ciénagas más lúgubres. Es
una ciénaga demasiado lúgubre y sombría, incluso para mí.

Diarios, después del 29 de julio de 1850

Puedo renunciar a las aparentes ventajas de las ciudades sin recelo.

Diarios, después del 8 de agosto de 1851


5
EN DEFENSA DE LA NATURALEZA
Han talado los bosques por los que paseaba en mi juventud. ¿No es hora de
que deje de cantar?

Diarios, 11 de marzo de 1852

Temo que quien camine por estos campos dentro de un siglo no conozca el
placer de coger manzanas silvestres. ¡Pobre hombre, hay muchos placeres que no
conocerá!

«Manzanas silvestres»

Veo que la generación que está creciendo en esta ciudad desconoce lo que es
un roble o un pino, al haber visto únicamente especímenes inferiores.
¿Contratamos a un hombre que dé clases de botánica, por ejemplo, sobre los
robles, nuestras plantas más nobles, mientras permitimos que otros talen los
escasos y mejores especímenes de estos árboles que quedan? Es como enseñar latín
y griego a los niños al tiempo que quemamos los libros escritos en esas lenguas.

Huckleberries [Arándanos]

Salvaría antes a uno de estos halcones que a cien pollos y gallinas. Merece
más la pena verlos planear, sobre todo ahora, que tanto escasean en el paisaje. Es
fácil comprar huevos, pero no halcones hembra. ¡Mis vecinos no dudarían en
disparar al último par de halcones hembra que quedara en la ciudad con tal de
salvar a unos cuantos pollos! Pero una economía así es limitada y rastrera. Supone
sacrificar, innecesariamente, el mayor valor por el menor. Yo preferiría no probar
nunca la carne de pollo ni los huevos de gallina antes que no volver a ver un
halcón surcando las alturas. Esa visión vale muchísimo más que una sopa de pollo
o un huevo cocido.

Diarios, 13 de junio de 1853

Por avaricia y egoísmo, y gracias a esa costumbre servil de la que nadie se


libra y que permite considerar la tierra como una propiedad, o como el medio para
adquirir una propiedad, el paisaje se deforma, la agricultura degenera con nosotros
y el granjero lleva una vida mezquina. Sólo conoce la naturaleza como un ladrón.
Walden

¿Por qué no habríamos de tener nosotros, que hemos renunciado a la


autoridad del rey, nuestras reservas nacionales, donde no sea necesario destruir
pueblos, donde el oso y la pantera, e incluso algunos de la raza cazadora, puedan
seguir existiendo, y no se «civilicen y erradiquen de la faz de la Tierra», donde
nuestros bosques no sirvan como mero divertimento del rey, sino para albergar y
conservar también al propio rey, señor de la creación, no para deportes inútiles o
alimento, sino para proporcionarnos inspiración y nuestro propio y auténtico
recreo?

Los bosques de Maine

¡Las hileras mismas de sauces podados cada tres años para obtener
combustible o pólvora, y todo gran pino y roble, u otro árbol del bosque, talado de
la memoria del hombre! Como si se fuera a permitir a los especuladores que
exporten las nubes del cielo, o las estrellas del firmamento, una a una. Nos
veremos reducidos a roer la corteza misma de la Tierra para alimentarnos.

Los bosques de Maine

Los hombres y los jóvenes aprenden todo tipo de oficios, pero no cómo
convertirse en hombres. Aprenden a levantar casas, pero no están bien alojados, no
son felices en sus casas, como lo es una marmota en su hoyo. ¿De qué sirve una
casa si no dispones de un planeta decente donde levantarla, si no soportas el
planeta en el que está?

Cartas a un buscador de sí mismo,

20 de mayo de 1860

¿Cuáles son los elementos naturales que hacen que una comarca sea
hermosa? Un río, con sus cascadas y sus praderas, un lago, una colina, una peña o
rocas sueltas, un bosque y viejos árboles en pie. Esas cosas son bellas; tienen un uso
elevado que los dólares y centavos no representan jamás. Si los habitantes de una
ciudad fueran sabios, tratarían de conservar esas cosas, aunque fuera a un coste
considerable; porque tales cosas enseñan mucho más que cualquier predicador o
profesor que se contrate o que cualquier sistema educativo reconocido en la
actualidad.

Diarios, 3 de enero de 1861


Toda ciudad debería tener un parque o, mejor, un bosque virgen de
quinientos o mil acres, donde nunca se pudiera talar madera para hacer fuego, una
propiedad común a perpetuidad, destinada al aprendizaje y al recreo. Oímos
hablar de predios comunes para el pastoreo y de fincas de la Iglesia, pero
queremos predios comunes para los hombres y fincas laicas, por siempre
inalienables. Mantengamos nuevo el Nuevo Mundo, con todos los beneficios de
vivir en el campo. Hay prados, pastos y bosques madereros para los pobres de la
ciudad. ¿Por qué no un bosque y un campo de arándanos para los ricos de la
ciudad? Todo el bosque de Walden podría haberse conservado como nuestro
parque, para siempre, con la laguna en el centro, y la campiña de Easterbrooks,
una extensión deshabitada de unas cuatro millas cuadradas, podría haber sido
nuestro campo de arándanos.

Diarios, 15 de octubre de 1859

Dice el catecismo que el fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar
de él para siempre, lo que, claro está, se aplica sobre todo a Dios tal y como lo
vemos en sus obras. ¡Sin embargo, con todos los bellos insectos (mariposas y otros)
que Dios ha creado y puesto ante nuestros ojos, el Estado únicamente dedica
dinero a escribir sobre los que resultan dañinos para la vegetación! Así es como
glorificamos a Dios y gozamos de él para siempre. Venid hasta aquí y contemplad
mil mariposas de vivos colores y otros hermosos insectos que pueblan el aire, y
luego id a las bibliotecas y ved qué tipo de oración y glorificación a Dios hay allí
guardado. Massachusetts ha publicado un informe sobre «Insectos dañinos para la
vegetación» y nuestro vecino, otro sobre «Insectos nocivos de Nueva York». Hemos
atendido a lo malo y no hemos dicho nada sobre lo bueno.

Diarios, 1 de mayo de 1859

Cuando surge la cuestión de la protección de las aves, los legisladores


contemplan únicamente un uso inferior, jamás un uso elevado; los que tienen
mejor disposición emplean uno, por ventura, sólo para examinar sus buches y ver
cuántos mosquitos o bayas contienen, y nunca para estudiar sus disposiciones o la
belleza de su plumaje, o para escuchar y describir la dulzura de su canto. Los
legisladores protegerán decididamente un ave no porque sea una criatura
hermosa, sino porque es buena carroñera o algo similar. Ésta, como mínimo, es la
estrategia defensiva. Es como si hubiera que plantearse si alguna cantante célebre
de la especie humana, como Jenny Lind u otra, causa más perjuicio o beneficio, si
debería destruirse o no y, por lo tanto, hubiera que elegir a un comité, no para
escuchar su canto, no, sino para examinar el contenido de su estómago y ver si ha
comido algo que resulte perjudicial para los granjeros y hortelanos o algo de lo que
éstos no puedan desprenderse.

Diarios, 8 de abril de 1859

En mis paseos vespertinos en barca, he asustado varias veces a una pareja de


patos joyuyos, de este año, que han crecido en nuestros prados. Me dejaban que
me acercara bastante y ayudaban a poblar el río. Hace varios días que no los veo.
¿Queréis saber el final de nuestra relación? Goodwin les disparó y la
señora________, que nunca ha navegado por el río, se los comió. Por supuesto, ella
no sabe lo que ha hecho… Eran míos, tan míos como de cualquier otro, cuando
estaban vivos, pero se consideró que el hecho de que la señora________pudiera
saborearlos, muertos, tenía más importancia que el que yo pudiera disfrutar de su
belleza, vivos.

Diarios, 16 de agosto de 1858

He oído hablar mucho de la asombrosa inteligencia del castor, pero esa


consideración por el castor es puro cinismo, se pagaría más por un gorro de castor
que para conservar la inteligencia de toda la raza de los castores.

Diarios, 8 de abril de 1859

El angloamericano puede, sin duda, talar y arrancar todo este bosque


ondulante, dar un discurso de campaña y votar a Buchanan [1] sobre sus restos, pero
no puede conversar con el espíritu de los árboles que derriba, no puede leer la
poesía y la mitología que se retiran conforme él avanza. Sin saberlo, va borrando
tablillas mitológicas para imprimir sobre ellas sus panfletos y sus invitaciones a las
fiestas en la ciudad.

Los bosques de Maine

Pretendo conocer la naturaleza, sus modos y sus maneras. La naturaleza


primitiva me resulta de lo más interesante. Sufro lo indecible por conocer todos los
fenómenos de la primavera, por ejemplo, creyendo que tengo aquí el poema
completo, y luego, para mi desazón, me entero de que lo que poseo y he leído no es
más que una copia imperfecta, de que mis antepasados han arrancado muchas de
las primeras páginas y los pasajes más grandiosos y de que lo han mutilado en
muchos sitios. No quisiera pensar que algún semidiós vino antes que yo y se llevó
algunas de las mejores estrellas. Deseo conocer un cielo entero y una Tierra entera.
Diarios, 23 de marzo de 1856
6
AMANECER Y ATARDECER
Como panacea, en lugar de esos frascos con mezclas extraídas del río
Aqueronte y del Mar Muerto que sacan los curanderos de sus carretas, alargadas y
ligeras como una goleta negra, fabricadas expresamente para transportar botellas,
dejadme respirar una buena bocanada de aire matutino y sin diluir. ¡Aire de la
mañana! Si los hombres no beben de él en el manantial del día, tendremos que
embotellarlo y venderlo en los comercios en beneficio de quienes han perdido su
suscripción al tiempo matutino en este mundo.

Walden

¿Conocéis la mañana? ¿Os despierta simpatías ese momento de la


naturaleza? ¿Estáis fuera temprano, sin que os importe el rocío? Si el sol sale
mientras estáis durmiendo, si no oís el canto del gallo por la mañana, si no
presenciáis los rubores de la aurora, si no conocéis a Venus como la estrella de la
mañana, ¿qué relación tenéis con la sabiduría y la pureza? Habéis olvidado a
vuestro creador en los días de vuestra juventud.

Diarios, 18 de julio de 1851

La mañana nos devuelve a los tiempos heroicos.

Walden

La mañana llega cuando estoy despierto y hay en mí un amanecer.

Walden

Ver salir o ponerse el sol cada día debería mantenernos cuerdos para
siempre, al ponernos en relación, por nuestra buena salud mental y física, con un
hecho universal.

Diarios, 20 de enero de 1852

La esperanza de la mañana se pierde pronto en lo que se convierte en la


rutina del día y no volvemos a recuperarnos hasta que desembarcamos de nuevo
en las orillas pensativas de la noche.
Diarios, 8 de enero de 1854

Jamás nos cansamos del espectáculo del atardecer. ¿Acaso en Washington


Street o en Broadway se puede ver algo igual de bueno? Cada día se pinta y
enmarca un cuadro nuevo, que se mantiene durante media hora bajo las luces que
elige el gran artista y después se retira y cae el telón.

Diarios, 7 de enero de 1852

Dichoso es el hombre al que cada día se le permite contemplar algo tan puro
y sereno como el cielo de poniente a la puesta de sol, mientras las revoluciones
irritan el mundo.

Diarios, 27 de diciembre de 1851


7
CONSEJOS SOBRE MODA
Conocemos sólo a unos pocos hombres, pero una gran cantidad de
chaquetas y calzones.

Walden

Nunca un hombre perdió mi estima por tener un remiendo en sus ropas.

Walden

Es extremadamente importante que inventemos unas ropas que nos


permitan estar fuera, impunes, bajo las tormentas más duras. No se puede decir
que hayamos acabado aún de inventar la vestimenta.

Diarios, 22 de abril de 1856

Por eso os diría: tened cuidado con aquellas actividades que os exigen ropa
nueva, y no, antes bien, una nueva persona que pueda usarla.

Walden

No adoramos a las Gracias ni a las Moiras, pero sí a la Moda, que hila, teje y
corta con absoluta autoridad. El rey de los monos se pone en París una gorra y
todos los monos de América hacen lo mismo.

Walden

Cuando veo a una dama o a un caballero elegantes, vestidos a la última


moda, me pregunto qué harían si se produjera un terremoto o si de pronto se
desatara un incendio, porque parecen haber contado sólo con el buen tiempo y con
que todo transcurrirá sin problemas ni empujones.

Diarios, 12 de julio de 1840

El caminante y naturalista no lleva un sombrero, un zapato ni un abrigo para


que lo miren, sino con otros fines. Cuando alguien de la ciudad da un paseo
conmigo, suelo darme cuenta de que cojea, impedido por su calzado. No cabe
duda de que sus zapatos se van a mojar, su abrigo se va a desgarrar y su sombrero
se va a quedar atrapado, y entonces surgen las cualidades superiores de mis botas,
mi abrigo y mi sombrero. Una vez me adentré en los bosques con un grupo.
Llevaba puesta mi ropa vieja normal, del tejido típico de la Nueva Inglaterra rural.
Ellos vestían, sin duda, lo mejor que tenían para una ocasión así, de color y calidad
acordes a la moda. Pensé que se avergonzaban un poco de mí mientras estábamos
aún en la ciudad. Todos sufrieron graves desgarrones en sus vestimentas, excepto
yo, pero como resultó que era el único que llevaba agujas e hilo, pudieron
arreglarlas. Cuando salimos de los bosques, yo era el mejor vestido de todos.

Diarios, 26 de marzo de 1860

Acabo de recibir una carta de Ricketson en la que me urge a ir a New


Bedford, algo que probablemente haré. Dice que allí puedo llevar mis ropas viejas.

Cartas a un buscador de sí mismo,

26 de septiembre de 1855

Hace poco me llegó a casa un abrigo de la sastrería; ay, ¿quién soy yo para
vestir ese abrigo? Estaba hecho a la medida de uno de los ángeles del Demonio con
una talla similar a la mía. ¿De qué sirve esa medida de mi cuerpo, si no se midió mi
carácter? Ésa no es la figura que corto yo, es la figura que corta el sastre.

Diarios, 14 de enero de 1854

Me complació ver, el otro día, a un hijo de Concord que regresaba después


de ocho años de ausencia, no ataviado con un resplandeciente traje negro, botas
brillantes y un gorro de castor o de seda, como si viniera en un descanso de los
quehaceres humanos, un simple tendedero, sino con un honesto traje de color
arcilla y un cómodo gorro de uso diario. Demostraba una humanidad poco
habitual.

Diarios, 8 de mayo de 1857


8
LA VERDADERA EDUCACIÓN
Yo haría que la educación fuera algo agradable tanto para el profesor como
para el alumno. Esta disciplina, que permitimos que sea el fin de la vida, no
debería ser una cosa en las aulas y otra distinta en las calles. Deberíamos tratar de
ser condiscípulos del alumno y aprender de él, así como con él, si quisiéramos serle
de la mayor ayuda posible.

A Orestes Brownson, 30 de diciembre de 1837

Ya terminé la época de aprendiz y, desde entonces, he trabajado mucho


como oficial en el campo de arándanos. Aunque nunca me pagué así los estudios ni
el vestido, fue una de las mejores escuelas en las que estuve y la he amortizado.

Huckleberries [Arándanos]

El conocimiento no nos llega mediante detalles, sino a través de destellos de


luz procedentes del cielo.

«Una vida sin principios»

Lo que hacemos mejor o con más perfección es lo que hemos aprendido más
concienzudamente a través de la práctica más prolongada y que al final cae de
nosotros sin que nos demos cuenta, como la hoja de un árbol.

Diarios, 11 de marzo de 1859

Vimos una escuela durante el paseo y nos quedamos oyendo los sonidos que
procedían de ella, pero parecía un lugar en el que estuviera ocurriendo un proceso
no de iluminación, sino de ofuscación de la mente, y en el que los alumnos
recibieran sólo la luz que pudiera atravesar la sombra de la Iglesia católica.

Un yanqui en Canadá

El conocimiento sólo se adquiere mediante la experiencia correspondiente.


¿Cómo podemos saber lo que simplemente nos dicen? Un hombre sólo puede
interpretar la experiencia de otro a través de la suya propia.

Musketaquid
Todas las ramas y ninguna de las raíces.

Al oír a Emerson señalar que la mayoría

de las ramas del conocimiento se impartían

en Harvard, según refiere John Albee,

Remembrances of Emerson

Es hora de que junto a las escuelas públicas usuales surjan otras inusuales en
las que continuemos nuestra formación como hombres y mujeres. Es hora de que
las ciudades sean universidades, y de que sus ciudadanos adultos dispongan de
tiempo libre —si su posición lo permite— para continuar durante el resto de sus
vidas los estudios liberales.

Walden

Durante la temporada de bayas, hay vacaciones en las escuelas y muchos


deditos se afanan en recoger estos pequeños frutos. Recuerdo lo feliz que era yo
cuando pasaba medio día fuera de la escuela cogiendo arándanos en una colina
cercana, completamente solo, para hacer un pudín para la cena en familia. Ah, ellos
no se llevaban más que el pudín, pero yo, además, me llevaba una experiencia que
no tenía precio.

Diarios, 16 de julio de 1851

Recuerdo muy bien la sensación de libertad y espíritu de aventura con que


me abría paso entre los campos con mi cubo hacia alguna colina o ciénaga lejanas,
cuando me dejaban salir todo el día, y no cambiaría esa expansión de todo mi ser
por todo el conocimiento del mundo. Liberación y ensanchamiento: ése es el fruto
que toda cultura aspira a garantizar. De pronto, sabía más de mis libros que si no
hubiera dejado jamás de estudiarlos. Me encontraba en un aula en la que no podía
dejar de ver y oír cosas que merecían ser vistas y oídas, donde no podía evitar
recibir la lección, porque la lección venía a mí. Esa experiencia, repetida a menudo,
fue el principal estímulo para ir a la Academia y estudiar, por fin, un libro.

Huckleberries [Arándanos]

Soy todavía un aprendiz, no un maestro, y me alimento de un modo algo


omnívoro, ramoneando tanto los tallos como las hojas.
Cartas a un buscador de sí mismo,

21 de mayo de 1856

El poeta dice que el objeto de estudio adecuado de la humanidad es el


hombre. Yo digo: estudiad para olvidar todo eso, haceos con una visión más
amplia del Universo.

Diarios, 2 de abril de 1852

Sólo cuando olvidamos todo lo que hemos aprendido empezamos a saber.

Diarios, 4 de octubre de 1859


9
ÉTICA Y DIETÉTICA
Llevamos una vida demasiado rápida y brusca, al igual que comemos con
demasiada rapidez y no conocemos el verdadero sabor de nuestro alimento.

Diarios, 28 de diciembre de 1852

La prisa y ordinariez indecentes con que engullimos la comida han


deshonrado el acto mismo de comer.

Diarios, después del 16 de julio de 1845

Un hombre puede desarrollar una dieta tan simple como la de los animales,
conservando, sin embargo, tanta salud como fuerza.

Walden

Suele decirse entre la gente del campo que, si comes muchas gachas fritas, se
te rizará el pelo. Mi experiencia, que ha sido considerable, no ha confirmado tal
afirmación.

Diarios, 20 de noviembre de 1850

A algunos hombres les entusiasma el olor de la pólvora ardiendo, pero yo


anoche soñé cuánto más sensato sería entusiasmarse por el olor del pan recién
hecho.

Diarios, 25 de septiembre de 1851

¿No es éste un reproche que recibe el hombre como animal carnívoro? Por
supuesto que el hombre puede vivir, y vive en gran medida, depredando a otros
animales, pero éste es un modo de vida miserable —como sabe cualquiera que
haya colocado trampas para conejos o haya degollado a un cordero—, y aquel que
enseñe a los hombres a ceñirse a una dieta más inocente y saludable será
considerado un benefactor de la humanidad.

Walden

Independientemente de mis propias costumbres, estoy convencido de que


dejar de comer animales es parte del destino de la raza humana y de su mejora
progresiva, al igual que las tribus salvajes abandonaron la mutua antropofagia
cuando entraron en contacto con otras más civilizadas.

Walden

Me dice un granjero: «No puedes vivir sólo de comer vegetales, se te


debilitarán los huesos». De modo que, religiosamente, él emplea parte del día en
proveer a su cuerpo con el rudo material de los huesos, caminando mientras habla
detrás de su buey, cuyos huesos, hechos de pasto, le arrastran a él y a su pesado
arado sin importar los obstáculos.

Walden

Un hombre puede considerarse afortunado cuando la que es su comida es


también su medicina.

Musketaquid

No puedo sino creer que las bellotas se crearon como alimento del hombre.
Son tan agradables al paladar como la leche de la madre para el bebé.

Diarios, 8 de octubre de 1851

Bebed los vinos no sólo de vuestras botellas, sino también de las botellas de
la naturaleza: no los que se guardan en pieles de cabra o de cerdo, sino en las pieles
de una miríada de simples bayas.

Diarios, 23 de agosto de 1853

A fuerza de beber té y café me he convertido en una persona ordinaria y


vulgar. Mis días se han convertido en mediodías, sin la bendita presencia de
mañanas y noches.

Diarios, 13 de agosto de 1854

Me alegra haber bebido agua tanto tiempo, ya que prefiero el cielo natural al
paraíso de un comedor de opio; prefiero mantenerme siempre sobrio y llevar una
vida sana, sin estar en deuda con los estimulantes. Sea cual sea mi práctica, pienso
que es la única bebida para un hombre sensato y que sólo los ingenuos consumen
habitualmente otra distinta.
Diarios, después del 9 de septiembre de 1850

En este cálido verano, cambiaría mi inmortalidad por un vasito de cerveza.

A su hermana Sophia, 13 de Julio de 1852

La fruta, consumida con moderación, no hará que nos avergoncemos de


nuestro apetito ni dificultará nuestras aspiraciones más dignas. Sin embargo,
añadid un condimento innecesario a vuestro plato y os intoxicareis.

Walden

No vale la pena vivir de una cocina opulenta.

Walden
10
LIBERTAD Y ESCLAVITUD
Tal vez sea más celoso de lo normal con respecto a mi libertad.

«Una vida sin principios»

Nunca he conocido a un hombre que proyecte una mirada verdaderamente


libre y sana sobre la vida.

Diarios, 1 de agosto de 1841

¿Y a esto lo llamamos la tierra de los libres? ¿Qué significa ser libres del rey
Jorge IV y seguir siendo esclavos del prejuicio? ¿Qué significa nacer libres e iguales
y no vivir? ¿De qué sirve la libertad política, si no es como medio para alcanzar la
libertad moral? Aquello de lo que nos jactamos, ¿es la libertad de ser esclavos o la
libertad de ser libres?

Diarios, 16 de febrero de 1851

Ni por un instante puedo reconocer como mi gobierno esa organización


política que también es el gobierno del esclavo.

«Desobediencia civil»

¡Hablemos de la esclavitud! No es una institución exclusiva del Sur. Existe


allí donde se compren y vendan hombres, allí donde un hombre permita que se le
convierta en un mero objeto o utensilio y renuncie a sus derechos inalienables a la
razón y la conciencia. De hecho, esta esclavitud es mayor que aquella que esclaviza
únicamente el cuerpo.

Diarios, 4 de diciembre de 1860

Hay miles de personas que, en teoría, están en contra de la esclavitud y de la


guerra y que en la práctica no hacen nada para ponerles fin; miles de personas que,
considerándose hijos de Washington y Franklin, se sientan de brazos cruzados y
alegan no saber qué hacer, y no hacen nada; miles de personas que anteponen la
cuestión del libre mercado a la de la libertad y que, después de la cena, se sientan a
leer tranquilamente las listas de precios y las últimas noticias procedentes de
México e incluso se quedan dormidos sobre ambas. ¿Cuál es el precio hoy por hoy
de un hombre honrado y patriota?

«Desobediencia civil»

Si tienes conocimiento del delito, eres cómplice.

A Parker Pillsbury, 10 de abril de 1861

Estoy absolutamente convencido de que, si mil, cien o diez hombres a


quienes pudiera nombrar, si diez hombres honrados, o incluso si un solo hombre
honrado en esta Commonwealth de Massachusetts dejara de tener esclavos y de ser
cómplice del gobierno y fuera encerrado por ello en la cárcel del condado, eso
supondría el fin de la esclavitud en América. No importa que el comienzo pueda
parecer pequeño: lo que se hace bien una vez perdura para siempre. Sin embargo,
preferimos hablar de ello: decimos que ésa es nuestra misión. La reforma cuenta
con muchos titulares de periódico a su servicio, pero no cuenta con un solo
hombre.

«Desobediencia civil»

¡Los hombres hablan de libertad! ¿Cuántos de ellos son libres para pensar?
¿Libres del miedo, de la perturbación, del prejuicio?

Diarios, 6 de mayo de 1858

Me maravilla lo frívolos que pueden llegar a ser los hombres en lo que se


refiere a la indecorosa esclavitud de los negros; por supuesto, hay muchos amos
astutos y sutiles que nos esclavizan a todos. Conseguir la emancipación de uno
mismo, incluso en las Indias Occidentales de la fantasía y la imaginación, debería
ser más importante que la de la tierra isleña. La emancipación del corazón y el
intelecto derribaría las prisiones de un millón de esclavos.

Diarios, 6 de julio de 1845

Ya sabes que, hasta el momento, apenas hemos hecho nuestros propios


actos, pensado nuestros propios pensamientos o vivido nuestras propias vidas.
Para que un hombre actúe por sí mismo, debe ser totalmente libre; de lo contrario,
corre el riesgo de perder todo sentido de la responsabilidad o del respeto por sí
mismo.

A su hermana Helen, 27 de octubre de 1837


Son los hijos de nuestros hijos quienes, por ventura, podrán ser
esencialmente libres.

Diarios, 16 de febrero de 1851

Pero a mis semejantes les diría y de una vez por todas: en cuanto os sea
posible, vivid libres y sin compromiso. Poco importa que estéis encerrados en una
granja o en la prisión del condado.

Walden

La cuestión es si se puede soportar la libertad. En estos tiempos, la inmensa


mayoría de los hombres, sean blancos o negros, precisan la disciplina del trabajo,
que los esclaviza por su bien.

Diarios, 1 de septiembre de 1853

¡Libertad de expresión! Vuestros corazones desconocen lo que significan


esas palabras. No es el permiso que vuestra secta me concede para decir esto o
aquello; es cuando se da permiso a vuestra secta para que se retracte. ¡La Iglesia, el
Estado, la escuela, los periódicos creen que son liberales y libres! Es la libertad del
patio de una cárcel. Sólo pido que una cuarta parte de mis pensamientos sinceros
se cuente en voz alta.

Diarios, 16 de noviembre de 1858

Si estás preparado para abandonar a tu padre y a tu madre, a tu hermano y a


tu hermana, a tu mujer, a tus hijos y a tus amigos, y a no volver a verlos; si has
pagado tus deudas, si has redactado tu testamento y has dejado tus asuntos en
orden; si eres, por tanto, un hombre libre, entonces estás listo para empezar a
caminar.

«Caminar»

Hacia el Este sólo voy cuando estoy obligado; pero hacia el Oeste me dirijo
por libre elección. Ningún asunto me reclama en el horizonte oriental, y me cuesta
creer que pueda encontrar allí paisajes bellos, lo suficientemente salvajes y libres.

«Caminar»

Llevo seis años sin pagar el impuesto del sufragio. Por este motivo ya me
encarcelaron una vez durante una noche y, mientras contemplaba las paredes de
piedra maciza de dos o tres pies de grosor, la puerta de madera y hierro y las rejas
por donde se filtraba la luz, no pude evitar que me impresionara la estupidez de
aquella institución que me trataba como si yo fuera mera carne, sangre y huesos
que encerrar. Me sorprendía sobremanera que alguien hubiera concluido que aquél
era el mejor uso que se podía hacer de mí y que no se le hubiera ocurrido nunca
valerse de mis servicios de algún modo. Me di cuenta de que, si había un muro de
piedra entre mis conciudadanos y yo, había otro aún más difícil de escalar o
atravesar antes de que llegaran a alcanzar mi mismo grado de libertad. En ningún
momento me sentí confinado y las paredes me parecieron tan sólo un derroche de
piedra y mortero.

«Desobediencia civil»

La mayoría de los hombres, incluso en este país relativamente libre, por


mera ignorancia y error, está tan preocupada con los cuidados artificiales y las
tareas rudas pero superfluas de la vida que no puede recoger sus mejores frutos.

Walden

También tengo en mente a aquellos que, en apariencia, son ricos, pero que en
realidad pertenecen a una clase terriblemente empobrecida, que han acumulado
basura, y no saben cómo hacer uso o deshacerse de ella, y que de esta forma han
construido sus propias prisiones de plata u oro.

Walden

Como prefería unas cosas a las otras y valoraba ante todo mi libertad, y
como podría haberme resultado arduo, y aún peor, llegar a tener éxito, no quise
cambiar mi tiempo por ricas alfombras o muebles macizos, o por una cocina bien
surtida, o por una casa de estilo griego o gótico. Para quien no suponga una
interrupción adquirir esas cosas, y sepa cómo usarlas una vez adquiridas, que se
dedique a su persecución.

Walden

En lo que a mí respecta, descubrí que el trabajo como jornalero era el más


independiente de todos, especialmente porque requiere sólo treinta o cuarenta días
al año para obtener un sustento. El día del jornalero termina cuando se oculta el
sol, y entonces está libre para dedicarse a su ocupación predilecta, independiente
de su trabajo; su patrono, sin embargo, especula de mes en mes y no tiene un
respiro a lo largo del año.

Walden

Justo antes de la puesta de sol llegamos a otras cascadas en el pueblo de


Bedford, donde varios canteros estaban reparando las esclusas de una parte
solitaria del río. Mostraron interés por nuestra aventura, en particular un hombre
joven, de nuestra edad, que preguntó primero si nos dirigíamos a «Skeag» y, tras
escuchar nuestra historia, y examinar nuestro equipamiento, nos hizo otras
preguntas, pero siempre con tono moderado, y siempre volviendo a su trabajo,
como si se tratara de una formalidad. Estaba claro que le habría gustado venir con
nosotros y, por la manera en que miraba río arriba, en sus ojos, así como en sus
pensamientos, podían verse reflejados muchos cabos distantes y orillas boscosas.

Musketaquid

Aquello que se produce con una pincelada libre nos cautiva, como las
formas de los líquenes y las hojas. En lo accidental hay un cierto grado de
perfección que nunca logramos de manera consciente.

Musketaquid

Ahora anhelo esos viejos caminos secos, desiertos, que nos apartan,
serpenteando, de las ciudades, que nos alejan de la tentación, que conducen al
exterior de la Tierra, sobre su corteza más externa, donde es posible olvidar el país
por el que viajamos, donde ningún granjero puede quejarse de que le estamos
pisando la hierba, donde ningún gentilhombre ha construido hace poco una casa
de campo cuyos límites estemos traspasando, por los que puedes caminar como un
peregrino, sin rumbo fijo. Donde no es frecuente que te cruces con viajeros. Donde
mi espíritu es libre. Ahí es donde tengo libertad de pensamiento y en mi alma soy
libre.

Diarios, 21 de julio de 1851


11
ELOGIO SOLITARIO DE LA AMISTAD
Tratad a vuestros amigos por lo que sabéis que son, sin atender a la
superficie. No tengáis en cuenta lo que hicieron, sino lo que pretendían.

Diarios, 31 de diciembre de 1851

El lenguaje de la Amistad no está compuesto de palabras, sino de


significados. Es una inteligencia por encima del lenguaje.

Musketaquid

Todo lo que se ha dicho de la amistad es como la botánica a las flores.

Diarios, entre 1842 y 1844

Detesto que mi motivo para visitar a un amigo sea que busco compañía. Que
se deba a mi pobreza y debilidad, y no a mis riquezas y fuerza, y a las suyas.

Diarios, 14 de febrero de 1852

¡Cuánto estimo a esas gentes de campo sencillas y reservadas, mis vecinos,


que se ocupan de sus cosas y me dejan en paz, que nunca me han abordado ni
disparado, que yo sepa, cuando he cruzado sus tierras, aunque todos ellos tienen
un arma en casa! Hace ya casi dos veintenas de años que conozco, desde la
distancia, a esos hombres sufridos a los que nunca he hablado, que nunca me han
hablado, y ahora siento una cierta ternura hacia ellos, como si este largo periodo de
prueba no fuera sino el preludio de una amistad eterna.

Diarios, 3 de diciembre de 1856

Veo dos enormes aves pescadoras (tal vez garzas azuladas) batiendo las alas
lentamente hacia el noreste, contra la tormenta, dando vueltas siempre cerca la una
de la otra, unidas por un curioso vínculo, y en la misma dirección. ¿Dónde está mi
compañero, batiendo las alas contra la tormenta junto a mí?

Diarios, 26 de octubre de 1857

De un hombre que no complazca a un amigo no puede decirse que tenga


una vida provechosa.

Diarios, 19 de febrero de 1857

¿Y si sentimos un anhelo al que no responde ningún pecho? Camino solo.


Tengo el corazón lleno. Los sentimientos obstruyen el discurrir de mis
pensamientos. Llamo a la tierra en busca de mi amigo. Espero encontrármelo en
cada recodo del camino, pero ningún amigo aparece, y tal vez ninguno esté
soñando conmigo. Estoy cansado de esta sociedad frívola, en la que el silencio es
siempre la mejor actitud y la más natural. Yo caminaría de buen grado sobre aguas
profundas, pero mis compañeros sólo caminarán sobre bajíos y charcos.

Diarios, 11 de junio de 1855

Tengo algunos buenos amigos de quienes tiendo a despedirme


decepcionado porque no les preocupa lo que pienso ni les importa lo que digo.

Diarios, 27 de enero de 1854

En aquello que más le importe, no piense que dispone de compañeros de


viaje. Dese cuenta de que está solo en el mundo.

Cartas a un buscador de sí mismo,

27 de marzo de 1848

Nada hace la Tierra más espaciosa que tener amigos lejos; son ellos quienes
crean las latitudes y las longitudes.

A Lidian Emerson, escrito en

Staten Island, 22 de mayo de 1843

A veces me despierto en mitad de la noche y pienso en la amistad y sus


posibilidades, una vida nueva y una revelación para mí, que tal vez no había
experimentado desde hace muchos meses. Esos pensamientos pasajeros han sido
mi aproximación y constatación más cercanas a la cuestión, pensamientos que no
tengo con quien compartir. Me despierto en mitad de la noche a estos niveles más
elevados de la vida, como a un día que empieza a clarear, como si la vida que ha
transcurrido entre medias hubiera sido una larga noche. Percibo un eco del gran
compás de la Amistad que suena en alguna parte y me siento compensado por
tantos meses y años de lugares comunes.

Diarios, 13 de julio de 1857

Ay de aquel que ansia un compañero, porque no es apto siquiera para ser


compañero de sí mismo.

Diarios, 9 de junio de 1850

Tengo en gran estima a mis amigos, pero no encuentro utilidad alguna en ir


a verlos. Casi siempre, cuando estoy cerca de ellos, los aborrezco. Se contradicen y
me desmienten constantemente.

Diarios, 16 de noviembre de 1850

Conseguir una relación auténtica con una criatura humana es suficiente para
hacer que un año sea memorable.

Diarios, 30 de marzo de 1851


12
LA ESQUIVA BONDAD
La mayor parte de las cosas que mis vecinos consideran buenas yo la creo
mala para mí, y si alguna vez me arrepiento de algo que he hecho, es muy posible
que sea de mi buen comportamiento.

Walden

Nuestra vida al completo es asombrosamente moral. Entre la virtud y el


vicio no hay un instante de tregua. La única inversión que nunca da pérdidas es la
bondad.

Walden

Todas las cosas buenas son baratas; todas las malas, muy caras.

Diarios, 3 de marzo de 1841

Si alguna vez hice algo bueno por alguien, en el sentido en el que la gente lo
entiende, sin duda fue algo excepcional e insignificante en comparación con el bien
o el mal que constantemente hago por el hecho de ser el que soy.

Cartas a un buscador de sí mismo,

27 de febrero de 1853

Cuando un ángel viaja, todo el espacio que recorre será el paraíso, pero,
cuando quien viaja es Satán, será marga ardiendo y cenizas.

«El paraíso (para ser) recobrado»

No sea simplemente bueno, sea bueno por algo.

Cartas a un buscador de sí mismo,

27 de marzo de 1848
13
CONTRA AQUELLOS
QUE NOS GOBIERNAN
Ése es, sin duda, el mejor gobierno: aquel en el que menos se recuerda a los
ciudadanos que hay un gobierno.

Diarios, 21 de agosto de 1851

Me complazco imaginando un Estado que por fin sea capaz de ser justo con
todos los hombres y trate al individuo con respeto como vecino; que no considere
incompatible con su propia tranquilidad que unos pocos vivan al margen de él, sin
interferir en sus asuntos, pero tampoco acogiéndose a él, sino limitándose a
cumplir con sus obligaciones como vecinos y compañeros. Un Estado que diera ese
fruto y dejara que cayera tan pronto como estuviera maduro prepararía el camino
para otro Estado aún más perfecto y glorioso, que también imagino, pero que
todavía no he visto por ninguna parte.

«Desobediencia civil»

¿No es posible que un individuo tenga razón y un gobierno no?

«Defensa del capitán Brown»

El otro día fui a la tienda a comprar un cerrojo para nuestra puerta principal,
porque, como le conté al tendero, iba a venir el gobernador. «Sí —dijo—, y también
los legisladores». «En ese caso, me llevaré dos cerrojos», respondí yo.

Diarios, 8 de septiembre de 1859

Lo que hace que el Gobierno de los Estados Unidos sea, en su conjunto, más
tolerable —quiero decir, para nosotros, los afortunados hombres blancos— es el
hecho de que haya muchísimo menos gobierno con nosotros.

Un yanqui en Canadá

Si aspiráis a algo mejor que la política, no esperéis la cooperación de los


hombres.

Diarios, 3 de abril de 1858


Bajo un gobierno que encarcela injustamente, el verdadero lugar para el
hombre justo también es la cárcel.

«Desobediencia civil»

Acepto de buena gana el lema de que «El mejor gobierno es el que menos
gobierna» y me gustaría verlo aplicado de manera más rápida y sistemática.
Llevado a cabo, al final nos conduciría a este otro, que también secundo: «El mejor
gobierno es el que no gobierna en absoluto» y, cuando los hombres estén
preparados para ello, será el tipo de gobierno que tendrán.

«Desobediencia civil»

Hay leyes injustas: ¿nos resignaremos a cumplirlas, intentaremos corregirlas


y las cumpliremos tan sólo hasta que lo consigamos o simplemente las
transgrediremos?

«Desobediencia civil»

La ley nunca hizo a los hombres ni un ápice más justos.

«Desobediencia civil»

El destino de la nación no depende de lo que se vote en los comicios; el peor


de los hombres vale tanto como el mejor en ese juego. No se trata del tipo de
papeleta que depositáis en las urnas, sino del tipo de hombre que depositáis en la
calle cada mañana.

«La esclavitud en Massachusetts»

Para alguien que acostumbra a esforzarse para contemplar el verdadero


estado de las cosas, el Estado difícilmente podrá existir, pues le parece irreal,
increíble e insignificante. Esforzarse en extraer la verdad de tan magro material es
como hacer azúcar con jirones de lino cuando se dispone de caña de azúcar.

Musketaquid

La ley nunca hará libres a los hombres; son los hombres quienes han de
hacer libre la ley. Los amantes de la ley y el orden son los que observan la ley
cuando el gobierno la infringe.
«La esclavitud en Massachusetts»

La autoridad del gobierno, incluso aquella a la que estoy dispuesto a


someterme —pues de buena gana obedeceré a quienes saben y pueden hacerlo
mejor que yo, y, en muchos aspectos, hasta a quienes no sepan ni puedan hacerlo
tan bien—, sigue siendo impura: para ser estrictamente justa, ha de contar con la
sanción y el consentimiento de los gobernados. No puede ejercer más derecho
sobre mi persona y propiedades que el que yo le conceda.

«Desobediencia civil»

No es por ninguna particularidad del impuesto por lo que me niego a


pagarlo. Simplemente deseo retirarle mi lealtad al Estado, apartarme de él y
mantenerme al margen de una manera efectiva. Aunque pudiera hacerlo, no me
molestaría en conocer adonde va a parar mi dinero, si se destina a comprar a un
hombre o un mosquete con el que dispararle —el dinero es inocente—, pero sí me
molestaría en conocer las consecuencias de mi lealtad.

«Desobediencia civil»

El efecto de un buen gobierno es hacer que la vida tenga más valor; el de un


mal gobierno, que tenga menos valor. Podemos permitirnos que el ferrocarril y
todo lo meramente material se devalúe, porque ello nos lleva únicamente a vivir de
forma más sencilla y económica, pero imaginad que se devaluara la propia vida.

Diarios, 16 de junio de 1854


14
LOS BOSQUES DE LA SALUD
No encontraréis salud en la sociedad, sino en la naturaleza.

Natural History of Massachusetts

[Historia natural de Massachusetts]

Al hombre sano nunca le llega el invierno de su descontento.

Diarios, 13 de octubre de 1851

Un hombre sano, en realidad, es el complemento de las estaciones, y durante


el invierno aloja al verano en su corazón.

Un paseo invernal

Es saludable estar enfermo a veces.

Diarios, después del 10 de enero de 1851

La naturaleza entera hace todo lo posible en cada momento por que estemos
bien; no existe para ningún otro fin. No debemos resistirnos a ella. Con una
mínima inclinación por estar bien, no deberíamos enfermar.

Diarios, 23 de agosto de 1853

Cultivemos el hábito de levantarnos temprano. No es sensato tener la cabeza


mucho tiempo al mismo nivel que los pies.

Diarios, 8 de junio de 1850

La enfermedad no es el accidente del individuo, ni siquiera de la generación,


sino de la vida misma. En cierta forma y hasta cierto punto, es una de las
condiciones permanentes de la vida.

Diarios, 3 de septiembre de 1851

Con la enfermedad, todo se trastorna. Ayer tenía un tirón en la espalda y un


resfriado y, como es habitual, equivalió a haber dejado de vivir. Durante ese
tiempo, perdí mi compenetración o relación con la naturaleza. La afinidad con la
naturaleza es muestra de una salud perfecta.

Diarios, 18 de noviembre de 1857

Llevo tanto tiempo enfermo, que casi he olvidado lo que es encontrarse bien,
aunque tengo la sensación de que sólo afecta a mi envoltorio.

A Daniel Ricketson, 15 de agosto de 1861

Medid vuestra salud de acuerdo con vuestra afinidad con la mañana y la


primavera. Si no hay en vosotros respuesta alguna ante el despertar de la
naturaleza —si la perspectiva de un paseo por la mañana temprano no os disipa el
sueño, si el trino del primer azulejo no os llena de emoción—, sabed que la mañana
y la primavera de vuestra vida han pasado. Así podréis tomaros el pulso.

Diarios, 25 de febrero de 1859

Los hombres han descubierto, o creen haber descubierto, los beneficios para
la salud de unas cuantas cosas silvestres, únicamente, y no de toda la naturaleza.
Pero «naturaleza» no es sino otro nombre para la salud y las estaciones no son sino
distintos estados de salud. Algunos hombres creen que no se encuentran bien en
primavera, en verano, en otoño o en invierno, pero ello sólo se debe a que no están
bien acompasados con las estaciones.

Diarios, 23 de agosto de 1853

Me inclino a pensar últimamente que la salud depende tanto del estado de


los intestinos como del estado de las estrellas.

Diarios, 12 de diciembre de 1859


15
A LA ESCUCHA
Cabría pensar que los salvajes hicieron un dios del eco.

Diarios, después del 31 de octubre de 1850

El tañido de la campana de la iglesia es un sonido mucho más melodioso


que cualquiera que se oiga dentro de la iglesia.

Diarios, domingo 2 de enero de 1842

Los sentidos viciados y exhaustos necesitan las violentas vibraciones de un


instrumento para excitarse, pero los sentidos sanos y aún jóvenes, no debilitados
por el lujo, oyen la música del viento, de la lluvia y del agua que corre. Al leer a los
críticos, cabría pensar que la música es intermitente, como un manantial en el
desierto, y que depende de algún Paganini o de algún Mozart, o que sólo se oye
cuando las piérides o Euterpe recorren los pueblos, pero la música es perpetua y
sólo el oído es intermitente. Lejos, muy a lo lejos, oigo el débil graznido de un
cuervo, que resuena en la linde invisible de un bosque, como amortiguado por el
vapor que, a semejanza de un manantial, el sol hace surgir del suelo. Se
entremezcla con el leve murmullo del pueblo, el ruido de los niños que juegan,
como un arroyo que se vierte suavemente en otro, y, así, lo salvaje y lo dócil se
hacen uno. ¡Qué sonido tan placentero! No se trata sólo de un cuervo que llame a
otro, porque también se dirige a mí. Yo, con él, formo parte de una gran criatura; si
él tiene voz, yo tengo oídos.

Diarios, 12 de enero de 1855

La otra tarde estaba determinado a acallar este ruido superficial, a caminar


en varias direcciones para comprobar si no habría algún silencio profundo
alrededor. De igual modo que Bonaparte envió a su infantería en todas direcciones
en el Mar Rojo en busca de aguas bajas, así mando yo mis pensamientos a caballo
en busca de aguas profundas. Abandoné el pueblo y remé río arriba hasta Fair
Haven Pond. Cuando se ponía el sol, vi a un barquero solitario que se divertía en el
plácido lago. El rocío parecía limpiar y purificar el aire, y sentí una infinita
tranquilidad. Tenía el mundo agarrado, por así decirlo, del cogote, y lo mantuve
bajo la marea de sus propios acontecimientos, hasta que se ahogó, y entonces lo
solté para que lo arrastrara la corriente, como a un perro muerto. Vastas y vacías
cámaras de silencio se expandieron en todas direcciones, y mi ser se expandió en
proporción, y las llenó. Fue entonces cuando, por vez primera, pude apreciar el
sonido y encontrarlo musical.

Cartas a un buscador de sí mismo,

8 de agosto de 1854

El silencio es la conversación de un alma consciente consigo misma.

Diarios, mediados de diciembre de 1838

He estado rompiendo el silencio estos veintitrés años y apenas le he hecho


un rasguño.

Diarios, 9 de febrero de 1841

Suena el silencio, es musical y me estremece. Una noche en la que el silencio


fue audible pude oír lo innombrable.

Diarios, 21 de enero de 1853

El silencio más prolongado es la pregunta más pertinente formulada con la


mayor pertinencia. Enfáticamente queda. Las preguntas más importantes, aquellas
cuyas respuestas nos conciernen más que ninguna otra, jamás se formulan de otro
modo.

Diarios, 4 de enero de 1851

La música es el sonido de la circulación en las venas de la naturaleza.

Diarios, 24 de abril de 1841

Anoche estuve navegando por el río del Norte con la flauta y mi música era
un arroyo tintineante que serpenteaba con el río e iba cayendo de nota en nota
como un riachuelo de roca en roca.

Diarios, 18 de agosto de 1841

Cuando oigo música no temo peligro alguno, soy invulnerable, no veo


enemigos. Me siento unido a los tiempos más antiguos y a los más recientes.
Diarios, 13 de enero de 1857

La vibración constante de las cuerdas de un piano desde más allá de los


jardines, atravesando los olmos: la melodía se cuela, por fin, en mi alma. No sé
cuándo empezó a invadirme. Por alguna feliz coincidencia de pensamiento o
circunstancia estoy en armonía con el universo, estoy capacitado para oír, mi ser se
mueve en una esfera de melodía, mi fantasía y mi imaginación sienten un
entusiasmo inconcebible. El lugar sobre el que me alzo ya no es la tierra sorda.

Diarios, 3 de agosto de 1852


16
ALZAD LA MIRADA
Aunque no haya nada nuevo sobre la Tierra, sí lo hay en los cielos. Siempre
tenemos un recurso en las alturas. Allí no dejan de pasar de página. El viento
define los caracteres en este fondo azul y el curioso siempre puede leer una nueva
verdad.

Diarios, 17 de noviembre de 1837

Sin duda, las estrellas fueron dadas al hombre como consuelo.

«A Walk to Wachusett» [Un paseo a Wachusett]

El mundo se apresura a ver el panorama mientras hay un panorama en el


cielo que pocos salen a ver.

Diarios, 17 de enero de 1852

Soy incapaz de ver el fondo del cielo, porque soy incapaz de ver el fondo de
mí mismo. Es el símbolo de mi propia infinitud.

Diarios, 23 de junio de 1840

El cielo siempre está dispuesto a responder a nuestros estados de ánimo.

Diarios, 28 de diciembre de 1851


17
EL HÉROE
El héroe es normalmente el más sencillo y oscuro de los hombres.

«Caminar»

Un hombre asienta tantos riesgos como los que corre.

Walden

El monstruo nunca se encuentra allí donde creemos que está. Lo realmente


monstruoso es nuestra cobardía y nuestra indolencia.

Cartas a un buscador de sí mismo,

19 de diciembre de 1854

Si un hombre quisiera ponerse en la situación de enfrentarse con valentía al


mayor mal que pudiera infligírsele, se daría cuenta de que no existe un mal
semejante que soportar.

Cartas a un buscador de sí mismo,

19 de diciembre de 1854

La grandeza está en el ascenso.

Diarios, 7 de febrero de 1841

Los cobardes sufren, mientras que los héroes disfrutan.

Cartas a un buscador de sí mismo,

20 de mayo de 1860

El héroe obedece a su propia ley.

Diarios, 1 de febrero de 1852

Las grandes personas no buscan jamás la oportunidad de ser grandes, sino


que convierten en ocasión para ello todo lo que les rodea.

Diarios, 1 de junio de 1841

Hemos olvidado lo que dicen los profetas y los oráculos están en


decadencia, pero seguimos recordando los hechos de los héroes y los santos. Y la
posteridad seguirá recordándolos hasta el fin de los días.

«Contra los reformadores»

¡Sea valiente! Es lo más importante.

Cartas a un buscador de sí mismo,

19 de diciembre de 1854
18
EL ANIMAL MÁS FEROZ
La mayoría de los hombres vive vidas de tranquila desesperación. Lo que
llamamos resignación no es más que una confirmación de la desesperanza.

Walden

Qué maravilloso sería tratar a las personas y las cosas según lo que son en
realidad, ¡aunque sólo fuera durante una hora!

Cartas a un buscador de sí mismo,

3 de abril de 1850

Así, las masas sirven al Estado no como hombres, sino básicamente como
máquinas con sus cuerpos. Estas constituyen el ejército permanente y la milicia, los
carceleros, la policía, los ayudantes de la autoridad. En la mayoría de los casos, no
ejercitan libremente ni el juicio ni el sentido moral, sino que se rebajan al mismo
nivel de la madera, la tierra y la piedra, e incluso podrían fabricarse hombres de
madera que tal vez sirvieran al mismo propósito.

«Desobediencia civil»

Los hombres se han convertido en las herramientas de sus herramientas.

Diarios, 16 de julio de 1845

Calumniamos a la hiena; el hombre es, sin embargo, el animal más feroz y


cruel.

«El paraíso (para ser) recobrado»

Los hombres consideran que es esencial que la nación comercie y exporte


hielo y hable gracias al telégrafo y viaje a treinta millas por hora, lo hagan ellos o
no; pero si vivimos como babuinos o como hombres, eso sigue siendo incierto.

Walden

Un hombre corriente trabajará cada día del año cavando la tierra para
sustentar su cuerpo, o una familia de cuerpos, pero aquel que trabaja un día al año
para alimentar su alma es un hombre extraordinario.

Cartas a un buscador de sí mismo,

27 de febrero de 1853

El aserrador, con sus esfuerzos por hacer bien su trabajo, no se convierte


primordialmente en un mejor aserrador, sino en un hombre mejor.

Cartas a un buscador de sí mismo,

19 de diciembre de 1853

Sólo piense, por un momento, en un hombre afanado en sus asuntos. ¡Cómo


lo respetaríamos! ¡De qué manera tan gloriosa se alzaría ante nosotros! Que no
trabajara para ninguna corporación ni agente, tampoco para su presidente, ¡sino
que cumpliera con el fin de su ser! Un hombre dedicado a sus asuntos sería el
blanco de todas las miradas.

Cartas a un buscador de sí mismo,

8 de agosto de 1854
19
LLEGAR A SER EL QUE UNO ES
Haga lo que nadie más puede hacer por usted. No haga otra cosa.

Cartas a un buscador de sí mismo,

9 de agosto de 1850

Si un hombre no marcha al mismo paso que sus camaradas, probablemente


esté escuchando otro tambor. Que camine al ritmo de esa música, aunque sea más
comedida y lejana.

Walden

¿Cuántos hombres habéis visto que no pertenezcan a ninguna secta, partido


o camarilla?

Diarios, 9 de agosto de 1858

Con cada paso, el hombre se mide frente al sistema.

Diarios, 31 de enero de 1841

Algo nos invita constantemente a ser lo que somos.

Diarios, 3 de febrero de 1841

Haced un poco más de esa obra que, en alguna ocasión, habéis confesado
que es buena, aquella que creéis que os exigen la sociedad y vuestro más justo
entendimiento. Haced lo que os reprobáis por no hacer. Sabed que no estáis
satisfechos ni insatisfechos con vosotros mismos sin motivo. Os lo digo, a vosotros
y a mí mismo, en un instante: cultivad el árbol que hayáis visto dar fruto en
vuestro suelo.

Diarios, después del 29 de julio de 1850


20
LA MUSA INDIA
Tengo mucho que aprender del indio y nada del misionero.

Los bosques de Maine

Miríadas de puntas de flecha yacen, dormidas, en la piel de la Tierra que


gira, mientras los meteoros dan vueltas en el espacio. La huella de las pisadas, del
intelecto de los hombres más antiguos.

Diarios, 28 de marzo de 1859

El tiempo no tardará en destruir las obras de pintores y escultores famosos,


pero la punta de flecha del indio se resistirá a sus embates y la Eternidad tendrá
que venir en su ayuda. No son huesos fósiles, sino, por así decirlo, pensamientos
fósiles, que me recordarán por siempre a la mente que les dio forma. Admitiría de
buen grado que estoy pisando las huellas de la actividad humana, que estoy en la
senda de la mente, y esos pequeños recordatorios no dejan nunca de ponerme en el
buen camino.

Diarios, 28 de marzo de 1859

Aquí y allá encontraréis aún a un hombre con sangre india en sus venas, un
granjero excéntrico, descendiente de un jefe indio; o veréis a un indio solitario, de
pura sangre, con el aspecto más fiero del mundo entre los pinos, de una de las
últimas tribus de Massachusetts, entrando en un vagón de ferrocarril con su arma
y su bebé.

Aquí y allá sigue habiendo una esposa india que habita alguna casa solitaria,
con su perro como única compañía, insultada por los niños de la escuela, haciendo
cestas y recolectando bayas para ganarse el sustento… Una india sola, sin hijos,
acompañada de su perro, tejiendo el sudario de su pueblo, prestando los últimos
servicios a su raza ya difunta.

Diarios, después del 16 de julio de 1850

Existe, en realidad, una semejanza notable e inesperada entre el salvaje


degradado y las clases más bajas de una gran ciudad. El uno no es más hijo de la
naturaleza que el otro. En el transcurso de la degradación, la distinción entre razas
se pierde pronto.

Los bosques de Maine

Aún se sigue encontrando, clavada en los árboles de nuestro bosque, la


flecha disparada por el indio.

Diarios, después del 1 de julio de 1850

Mas el indio ya ha sido olvidado por completo, con la excepción de algunos


poetas perseverantes. Es innegable que el hombre blanco ha comenzado una nueva
era. ¿Qué conmemoran nuestros aniversarios, sino los abusos del hombre blanco?
Debe haber un recuerdo indio para las hazañas de los indios; el hombre blanco
sólo recordará las suyas.

Diarios, entre 1842 y 1844

La constitución del pensamiento indio parece ser justo la contraria a la del


hombre blanco. El indio está familiarizado con una parte distinta de la naturaleza.
Mide su vida por inviernos, no por veranos. Su año no se mide según el sol, sino
que consta de un determinado número de lunas, y sus lunas no se cuentan por
días, sino por noches. Ha abrazado el lado oscuro de la naturaleza; el hombre
blanco, el lado luminoso.

Diarios, 25 de octubre de 1852

Para mí, el encanto del indio reside en que se alza, libre y sin ataduras, en la
naturaleza —es su habitante, no su invitado— y la lleva sobre sí con facilidad y
gracia. Pero el hombre civilizado tiene las costumbres de la casa. Su casa es una
prisión en la que se siente oprimido y confinado, en lugar de cobijado y protegido.
Camina como si estuviera sosteniendo el tejado. Pone los brazos como si los muros
fueran a caérsele encima y aplastarlo y sus pies recuerdan el sótano que tienen
debajo. Sus músculos jamás se relajan.

Diarios, 26 de abril de 1841

Nuestros oradores podrían aprender mucho de los indios. Éstos son


admirables por su precisión, no dejan ningún cabo suelto. Apelan a más de un solo
sentido para evitar las confusiones.

Diarios, 1 de enero de 1854


Yo había observado que no le gustaba responder la misma pregunta más de
una vez y que permanecía en silencio cuando se la volvía a plantear para despejar
dudas, como si estuviera de mal humor. No es que no fuera hablador, pues con
frecuencia iniciaba, por propia voluntad, una narración extensa: repetía con todo
detalle la tradición de alguna batalla antigua, o algún pasaje de la historia reciente
de su tribu en el que hubiera desempeñado un papel importante; de vez en
cuando, inspiraba largamente y retomaba el hilo de su relato, con el ritmo pausado
de todo un contador de historias, tal vez después de sortear un rápido,
anteponiendo un «bueno, adiós», etc., mientras remaba.

Los bosques de Maine

Si pudiésemos escuchar tan sólo por un instante el canto de la Musa india,


comprenderíamos por qué el piel roja no cambiará nunca su estado salvaje por la
civilización.

Musketaquid

El indio hace bien en seguir siendo indio.

Musketaquid
21
EL MEOLLO DE LA EXISTENCIA
Que no viva como si quedara poco tiempo. Seguir el ritmo de las estaciones.
Tener el tiempo libre suficiente para presenciar todos los fenómenos de la
naturaleza y albergar todo pensamiento que acuda a mi mente. Que la vida sea una
marcha pausada por el reino de la naturaleza.

Diarios, 11 de enero de 1852

Cuando la tarde se acorta y la temprana noche nos empuja a volver a casa


para terminar nuestras tareas, se nos recuerda la brevedad de la vida y nos
volvemos más pensativos, al menos en este crepúsculo del año. Se nos conmina a
que nos apresuremos a acabar nuestro trabajo antes de que llegue la noche.

Diarios, 1 de noviembre de 1858

No temo exagerar el valor y el significado de la vida, sino más bien no estar


a la altura de la ocasión que la vida representa. Sentiría tener que recordar que yo
estuve allí, pero que no advertí nada reseñable, como un príncipe disfrazado de
rana, o como quien ha vivido la época dorada como un jornalero, alguien que
incluso visitó el Olimpo, pero se quedó dormido después de cenar y no pudo
escuchar las conversaciones de los dioses.

Cartas a un buscador de sí mismo,

3 de abril de 1850

Normalmente, no vivimos la vida con plenitud, no llenamos de sangre todos


nuestros poros, no inspiramos y espiramos con la profundidad suficiente.

Diarios, 13 de junio de 1851

La vida más dulce es aquella que se acerca a los huesos.

Walden

Amad vuestra vida por pobre que sea.

Walden
El mundo es una vaca difícil de ordeñar —la vida no llega con tanta
facilidad— y, ay, ¡qué escasa mana la leche hasta que la conseguimos! Pero el joven
ternero lo logrará a fuerza de dar cabezazos. No hay forma más directa.

A Ralph Waldo Emerson,

14 de noviembre de 1847

Mi modo de vida me ofrecía al menos una ventaja sobre quienes para


divertirse están obligados a mirar afuera, hacia la sociedad y el teatro, pues mi
propia vida llegó a ser mi diversión y nunca dejó de aportarme cosas nuevas. Era
un drama de muchas escenas y sin final.

Walden

El hongo más simple y aletargado tiene un interés especial para nosotros, en


comparación con una mera masa de tierra, por ser tan manifiestamente orgánico y
asemejarse tanto a nosotros, aun siendo mudo. Es la expresión de una idea;
crecimiento según una ley; materia no dormida, no en bruto, sino inspirada e
imbuida de espíritu. Si tomo un puñado de tierra, por muy interesantes que
puedan ser sus partículas, consideradas de una en una, la relación que guardan
entre sí parece ser, en general, de mera yuxtaposición. Podría haberlas
amontonado de esa forma yo mismo. Pero el hongo más humilde revela una vida
similar a la mía. Es un poema llevado a buen término, en su especie. Se intuye algo
superior a una partícula de materia en la idea o mente que utiliza o dispone las
partículas.

Diarios, 10 de octubre de 1858

Cuando andamos sin prisa y con sensatez, percibimos que sólo las cosas
grandes y dignas tienen una existencia permanente y absoluta, que los pequeños
temores y los placeres despreciables no son sino sombra de la realidad. Esta
constatación es siempre regocijante y sublime. Al cerrar los ojos, adormeciéndose y
consintiendo en ser engañados por las apariencias, los hombres establecen y
confirman su vida diaria de rutina y costumbre en todas partes, la cual se edifica,
además, sobre bases puramente ilusorias. Los niños, que juegan a la vida,
disciernen mejor su verdadera ley y sus relaciones, con más claridad que los
hombres, que no logran vivirla dignamente pero se consideran más sensatos
gracias a su experiencia, es decir, a sus fracasos.

Walden
Nosotros, que caminamos por las calles e intentamos que el tiempo no se nos
escape entre los dedos, no somos más que los desechos de nosotros mismos, y esa
vida es para nuestro esqueleto —el de nuestro cuerpo y el de nuestra mente—,
para nuestra costra, una vida completamente costrosa. Es café hecho de granos
usados por vigésima vez, que sólo podría llamarse café en el primer uso, mientras
el agua de la vida salta y destella a nuestra puerta.

Cartas a un buscador de sí mismo,

28 de mayo de 1850

Esta vida, nuestra respetable vida diaria, sobre la cual se halla tan bien
plantado el hombre de buen sentido, el inglés de mundo, y sobre la que descansan
nuestras instituciones, es en realidad la más pura ilusión, que se desvanecerá como
el edificio sin cimientos de una visión. Sin embargo, un minúsculo resplandor de
realidad que a veces ilumina la oscuridad de los días de todos los hombres nos
revela algo más consistente y perdurable que el diamante, la piedra angular del
mundo.

Cartas a un buscador de sí mismo,

27 de marzo de 1848

Siga con su vida, persista en ella, gire a su alrededor, como hace un perro
alrededor del coche de su amo. Haga lo que ame. Conozca bien de qué está hecho,
roa sus propios huesos, entiérrelos y desentiérrelos para roerlos de nuevo.

Cartas a un buscador de sí mismo,

27 de marzo de 1848

No existe uno solo entre mis lectores que haya vivido ya una vida humana
completa.

Walden

Lo que sí me gustaría llevar es un registro de los momentos apacibles y


maduros.

Diarios, 23 de diciembre de 1851


No conservaría la cáscara de la vida, sino su semilla.

Diarios, 23 de diciembre de 1851

El arte de la vida, de la vida de un poeta, es, sin tener nada que hacer, hacer
algo.

Diarios, 29 de abril de 1852

Por encima de todo, no podemos permitirnos el lujo de no vivir en el


presente.

«Caminar»

Toda nuestra vida, es decir, de la parte viva de la vida, es un sueño


constante en estado de vigilia. El niño no acampa en el jardín de su padre. Ello no
supondría aventura suficiente; hay demasiadas imágenes y sonidos que
estropearían la ilusión, así que se aleja veinte o treinta millas y es allí donde planta
la tienda, donde gentes desconocidas duermen plácidamente en sus camas, igual
que su padre en casa, y acampa, tal vez, en el jardín de esas gentes. Sin embargo, el
niño sueña sin cesar que está en cualquier parte menos allí donde está.

Diarios, 27 de agosto de 1859

Abandoné los bosques por una razón tan buena como la que me trajo a ellos.
Me pareció que quizás tenía otras vidas que vivir y que no podía dedicar más
tiempo a ésta.

Walden
22
LA OBSCENA MUERTE
Empezamos a morir no en los sentidos ni las extremidades, sino en nuestras
facultades sagradas. Nuestros miembros pueden ser fuertes, perfecta nuestra vista
y perfecto nuestro oído y, sin embargo, nuestro genio e imaginación pueden
revelar síntomas de descomposición.

Diarios, 27 de enero de 1854

Del mismo modo que un año se convierte en otro por el centro del invierno,
nuestra vida se transforma en otra por el centro de la muerte.

Diarios, 8 de septiembre de 1851

Dejad que los muertos entierren a sus muertos.

«Defensa del capitán Brown»

Oigo a muchos fingir que se están muriendo o que incluso han muerto, qué
más da. ¡Sandeces! Los desafío a que lo hagan. No hay suficiente vida en ellos. Se
licuarán como los hongos y tendrán a den panegiristas limpiando el sitio donde lo
hicieron. Desde que comenzó el mundo, sólo ha muerto media docena de personas
o pocos más.

«Defensa del capitán Brown»

Imagino que no me quedan muchos meses de vida, pero, por supuesto, lo


ignoro por completo. Podría añadir que estoy disfrutando de mi existencia tanto
como siempre y que no me arrepiento de nada.

A Myron B. Benton, 21 de marzo de 1862

Sólo un mundo a la vez.

En respuesta a las palabras de Parker Pillsbury

en las que decía a Thoreau que estaba «tan cerca

del borde del río oscuro, que casi me pregunto


cómo se te aparece la otra orilla», según se relata

en The Personality of Thoreau, de Franklin B. Sanborn

No sabía que hubiéramos discutido.

Al preguntársele en su lecho de muerte si estaba

en paz con Dios, según se relata en Henry

Thoreau as Remembered by a Young Friend, de

Edward Emerson
23
LA SIEMBRA DEL CARÁCTER
Confieso que, en la práctica, tras conocer el verdadero carácter de un
hombre y a tenor del estado presente de las cosas, no espero cambio alguno ni para
mejor ni para peor.

Walden

Un hombre no ha de medirse únicamente por la virtud de las acciones que


describe ni por la sabiduría de los pensamientos que expresa, sino por el ser libre
que es, y que se percibe que es, en todas las circunstancias.

«Sir Walter Raleigh»

Atribuimos equivocadamente a los hombres un carácter determinado,


sumando todos sus ayeres y obteniendo el promedio, y damos por cierto que los
conocemos. ¡Ay del hombre que tenga un carácter que defender!

Diarios, 28 de abril de 1841

Supone una importante diferencia entre dos caracteres el que uno se sienta
satisfecho con un logro feliz, aunque elemental, pero que el otro no deje de apuntar
más alto. A pesar de que mi vida transcurre a baja altura, mi ánimo suele mirar
hacia arriba, en un ángulo elevado, y de este modo se redime, por así decirlo.
Cuando el deseo de ser mejores de lo que somos es, de verdad, sincero, nos
elevamos al instante y somos ya muchísimo mejores.

Diarios, después del 10 de enero de 1851

El talento indica únicamente una profundidad de carácter en alguna


dirección.

Diarios, 18 de febrero de 1841

Las maneras son conscientes. El carácter es inconsciente.

Diarios, 16 de febrero de 1851

Tendríamos que hacer una muesca cada día en nuestros caracteres, como
Robinson Crusoe en su palo de madera. Debemos ponernos ante el timón al menos
una vez al día, sentir el cabo de la caña en las manos y saber que, si navegamos,
dirigimos.

Diarios, 12 de febrero de 1841

¿No sientes como el fruto de tu primavera y tu verano empieza a madurar, a


endurecer su semilla en tu interior? ¿Tus pensamientos no empiezan a ganar
consistencia, además de sabor y madurez? ¿Cómo podemos esperar una cosecha
de pensamiento en quienes no han tenido una temporada de siembra del carácter?

Diarios, 7 de agosto de 1854

La mayoría de los hombres pueden trasplantarse con facilidad de un sitio a


otro, porque tienen muy poca raíz, carecen de raíz primaria o sus raíces penetran
tan poco en la tierra que es posible hundir una pala justo bajo ellos y sacarlos, con
sus raíces y todo.

Diarios, 14 de mayo de 1852

Ser un filósofo no consiste en tener pensamientos sutiles, ni en fundar una


escuela, sino en amar la sabiduría tanto como la vida que está de acuerdo con sus
dictados: una vida de simplicidad, independencia, magnanimidad y confianza,
consiste no sólo en resolver teóricamente algunos problemas de la vida, sino, ante
todo, en resolverlos en la práctica.

Walden

No merece la pena dejar que nuestros defectos nos molesten en todo


momento. La conciencia no puede ni debe monopolizar toda nuestra vida más de
lo que lo hacen el corazón o la cabeza, ya que puede enfermar como cualquier otra
parte del cuerpo. Conozco a gente cuya conciencia, merced sin duda a una
indulgencia pasada, ha crecido hasta llegar a ser tan irritable como los niños
consentidos, y al final acaba por no darle tregua.

Musketaquid

El mundo descansa sobre principios.

Cartas a un buscador de sí mismo,


19 de diciembre de 1854

En el transcurso de las generaciones, no obstante, los hombres te excusarán


por no hacer como ellos, si traes lo suficiente para recorrer tu propio camino.

Diarios, 27 de diciembre de 1858

La buena fortuna de contar con gruesas prendas que protejan del frío y la
lluvia es insignificante y, simplemente, negativa —una situación débil y defensiva
de la que no se puede obtener provecho—, en comparación con ser capaz de
obtener un cierto júbilo, un cierto calor incluso, del propio frío y de la propia
lluvia, y vestirlos con nuestra compasión.

Diarios, 12 de noviembre de 1853


24
LA BIBLIOTECA CELESTE
Más de un hombre ha iniciado una nueva época de su vida a partir de la
lectura de un libro.

Walden

Un libro que sea bueno de verdad es algo tan salvajemente natural y


primitivo —tan misterioso y maravilloso, tan celestial y fértil— como un hongo o
un liquen.

Diarios, 16 de noviembre de 1850

Leed primero los mejores libros, o puede que no tengáis la oportunidad de


leerlos nunca.

Musketaquid

Libros que no nos ofrecen un pequeño disfrute, sino donde cada reflexión es
de una audacia inaudita; libros que un hombre ocioso no leería, que no
entretendrían al tímido; libros que incluso nos harían peligrosos para las
instituciones existentes: a ésos los llamo yo buenos libros.

Musketaquid

Cuando leo un libro que me deja indiferente, parece ser lo mejor que puedo
hacer con él, pero un volumen que me inspira no me deja apenas tiempo para
terminar sus últimas páginas. Se me escapa de los dedos mientras leo. No crea un
ambiente propicio para que lo lea con detenimiento, sino, más bien, uno en el que
sus enseñanzas pueden ponerse en práctica. Me aporta tal riqueza, que lo suelto
sin el más mínimo remordimiento. Lo que empecé leyendo debo terminarlo
actuando.

Diarios, 19 de febrero de 1841

La mayoría de libros pertenece sólo a la casa y a la calle, y en los campos sus


hojas parecen demasiado frágiles. Son simples y obvios, y no hay halo o neblina a
su alrededor. La naturaleza se encuentra muy, pero que muy lejos de todos ellos.
Musketaquid

Un libro debería contener descubrimientos puros, destellos de terra firma,


aunque lo escriban marineros naufragados, y no el arte de la navegación explicado
por aquellos que nunca han perdido de vista la tierra.

Musketaquid

Aquel que recurre a una novela fácil porque se siente lánguido haría mejor
en echar una siesta.

Musketaquid

No todo aquello que está impreso y cosido es un libro, no necesariamente


pertenece a las Letras, sino que más a menudo puede catalogarse junto a los otros
lujos y apéndices de la vida civilizada. Se nos intenta endosar los elementos más
vulgares bajo miles de disfraces.

Musketaquid

Si la humanidad se extinguiera y los libros que se han escrito se


transmitieran a una nueva raza de criaturas, en un nuevo mundo, ¿qué constancia
se hallaría en ellos de un fenómeno tan notable como el arcoíris?

Diarios, 13 de marzo de 1859

Los libros sólo pueden revelarnos a nosotros mismos y con la misma


frecuencia con que nos prestan ese servicio los dejamos a un lado.

A Benjamin Bowen Wiley, 26 de abril de 1857

Es peor no saber leer que ser sordo y ciego; quien no sabe leer no está aún
más que medio vivo, es un mortinato.

Diarios, 10 de marzo de 1856

Un libro debería ser tan cierto como para resultarles íntimo y familiar a
todos los hombres, igual que el sol en su rostro. Lo mismo que una palabra que se
pronuncia de cuando en cuando a un acompañante en los bosques.

Diarios, 4 de septiembre de 1841


25
EL PRETENDIENTE
DE LA NATURALEZA
¿Dónde está la literatura que da lenguaje a la naturaleza?

«Caminar»

Quisiera hablar a favor de la naturaleza, de la libertad absoluta y de lo


salvaje, en contraposición a la libertad y la cultura meramente civiles, y considerar
al ser humano como un habitante o una parte constitutiva de la naturaleza, y no
tanto como miembro de la sociedad.

«Caminar»

Mi pulso debe latir con la naturaleza. Tras una ardua jornada de trabajo sin
un solo pensamiento, lo que convierte mi cerebro en una simple herramienta, sólo
en la quietud de la noche recobro mis sentidos y soy capaz de oír al grillo, que, en
realidad, lleva cantando todo el día. En mis mejores momentos, soy consciente de
la afluencia de una sabiduría serena e incuestionable que me incapacita en parte y
que, de rendirme a ella de forma más notable, me incapacitaría por completo para
lo que se conoce como los asuntos activos de la vida, pues no aporta nada sobre lo
que pueda posarse la mirada de la razón. ¿Cuál es ese otro tipo de vida por el que
me siento constantemente fascinado, que sólo yo estimo?

Diarios, 22 de junio de 1851

No puede haber una melancolía realmente negra para el que vive en medio
de la naturaleza y goza de sus sentidos.

Walden

Debemos salir y volver a aliarnos con la naturaleza todos los días del
invierno. Debemos echar raíces, al menos una pequeña fibra, incluso todos los días
del invierno. Soy consciente de que estoy absorbiendo salud cuando abro la boca al
viento. Permanecer en casa engendra siempre una suerte de enfermedad. Cada
casa, en este sentido, es un hospital. Una noche y una mañana es toda la reclusión
que puedo soportar en esas alas. Sé que, casi al instante en el que salgo, recupero
una cierta salud que había perdido.
Diarios, 29 de diciembre de 1856

La naturaleza siempre adopta los modos más sencillos que la lleven a lograr
su objetivo.

«The Dispersion of Seeds»

[La dispersión de las semillas]

Me encanta la naturaleza, en parte, porque no es el hombre, sino un retiro


del hombre. Ninguna de las instituciones humanas la controla ni la invade. En ella
prevalece un tipo distinto de derechos. En mitad de la naturaleza, puedo
regocijarme con total regocijo. Si este mundo fuera todo hombres, no podría
expandirme y perdería toda esperanza. Para mí, el hombre es restricción y la
naturaleza es libertad. Él me hace desear otro mundo y ella me hace estar feliz en
éste. Nada de la alegría que proporciona la naturaleza se somete a las reglas y
definiciones del hombre. Lo que él toca, lo contamina. Al pensar, moraliza. Podría
creerse que ningún trabajo libre y alegre le ha sido posible al hombre.

Diarios, 3 de enero de 1853

Me siento levemente halagado cuando la naturaleza tiene a bien utilizarme,


sin que yo sea consciente, como cuando ayudo a esparcir sus semillas durante mis
paseos o llevo cortezas o hierbecillas en la ropa de campo en campo. Siento como si
hubiera hecho algo por el bienestar común y me hubiera ganado el cobijo y la
comida. Me siento tan ufano como el niño que sujeta un caballo para el circo a
quien todos los espectadores envidian.

Diarios, 6 de febrero de 1841

Tengo una habitación sólo para mí, es la naturaleza.

Diarios, 3 de enero de 1853

Desconozco dónde buscar en cualquier literatura, sea antigua o moderna,


una descripción válida de esa naturaleza que conozco. La mitología es la que más
se acerca de todas ellas.

Diarios, después del 9 de febrero de 1851

La naturaleza era, en aquel lugar, algo salvaje y terrible, aunque bello. Miré
con asombro el suelo que pisaba, para ver lo que los Poderes habían hecho en él, la
forma, la manera y el material de su obra. Ésta era la Tierra de la que habíamos
oído hablar, hecha a partir del Caos y de la Noche Antigua. No había allí ningún
jardín humano, sólo el globo aún por estrenar. No era pradera, ni dehesa, ni
pastizal, ni bosque, ni campo, ni tierra labrantía ni baldía. Era la superficie, pura y
natural, del planeta Tierra, tal y como fue creada para siempre, para ser la morada
del hombre, decimos; así la creó la naturaleza, y el hombre puede usarla si es capaz
de hacerlo. No había que relacionar al hombre con ella. Era la Materia, vasta,
terrible: no la Madre Tierra de la que hemos oído hablar, no para que el hombre la
huelle ni para que se entierre en ella; no, dejar reposar allí sus huesos sería, incluso,
un exceso de familiaridad, siendo aquél el hogar de la Necesidad y el Destino. Allí
se sentía la presencia de una fuerza que no había de ser amable con el hombre. Era
un lugar para el paganismo y los ritos supersticiosos, para ser habitado por
hombres más emparentados con las rocas y los animales salvajes que nosotros.
Caminamos sobre ella con un cierto asombro, deteniéndonos de cuando en cuando
a coger los arándanos que allí crecían, y que tenían un sabor fuerte y picante. Tal
vez en Concord, donde se alzan nuestros pinos silvestres y donde yacen las hojas,
sobre el suelo del bosque, hubiera alguna vez cosechadores y los campesinos
plantaran cereales, pero allí el hombre ni siquiera había arañado la superficie de la
Tierra, sino que veíamos una muestra de lo que Dios juzgó adecuado crear en este
mundo. ¡Qué diferencia hay entre visitar un museo para ver un millón de cosas
curiosas y contemplar la superficie de un astro, la materia misma en su origen!
Observo con asombro mi cuerpo; esta materia a la que estoy ligado me es ahora
muy ajena. No temo a los espíritus, a los fantasmas, porque soy uno de ellos —mi
cuerpo podría serlo—, sino a los cuerpos, tiemblo al pensar en encontrarme con
ellos. ¿Quién es este Titán que me ha poseído? ¡Ah, qué misterio! ¡Pensemos en
nuestra vida en la naturaleza —presenciar a diario la materia, entrar en contacto
con ella—, las rocas, los árboles, el viento en las mejillas! ¡La tierra sólida! ¡El
mundo real! ¡El sentido común! ¡Contacto! ¡Contacto! ¿Quiénes somos? ¿Dónde
estamos?

Los bosques de Maine

¡Oh, querida naturaleza, el simple recuerdo, tras un breve olvido, de los


pinares! Acudo a ella como un hombre hambriento de una corteza de pan.

Diarios, 12 de diciembre de 1851

Me alegra ver qué poco espacio ocupan el ser humano y sus asuntos, la
Iglesia, el Estado, la escuela, los oficios, el comercio, la industria, la agricultura…
Incluso la política, cuya estrechez general, y el camino aún más estrecho que lleva
hasta ella, resulta inquietante.

«Caminar»

Si bien soy demasiado frío para la amistad humana, confío en que pronto no
lo seré tanto para las influencias de la naturaleza. Parece ser de ley que no se pueda
sentir una profunda empatía por el hombre y por la naturaleza a la vez. Las
cualidades que te acercan al uno te alejan de la otra.

Diarios, 11 de abril de 1852

Esta noche estoy sentado en mi barca, en Walden, tocando la flauta, y veo a


la perca, a la que parezco haber fascinado, merodeando a mi alrededor, y la luna
recorriendo el fondo estriado, y siento que nada, salvo la imaginación más febril,
puede concebir la forma de vida que llevamos. La naturaleza es una hechicera. Las
noches en Concord son más extrañas que las noches de Arabia.

Diarios, 27 de mayo de 1841

Cuando encuentro una planta nueva y extraña en Concord parezco pensar


que acaba de brotar aquí —que es ella, y no yo, quien acaba de llegar—, si bien
lleva siglos creciendo en este lugar, desde antes de que yo naciera.

Diarios, 2 de septiembre de 1856

¡Cuántos de nuestros problemas surgen en el hogar!

Diarios, 28 de marzo de 1858

¡Con qué poca frecuencia el amor de un hombre por la naturaleza se


convierte en un principio rector de su vida, como un amor de juventud por una
muchacha, pero más duradero! Toda la naturaleza es mi prometida. Esa naturaleza
que para uno es una soledad inhóspita y terrible es para otro una compañía dulce,
tierna y agradable.

Diarios, 23 de abril de 1857


26
LO QUE PIENSAN LOS DEMÁS
En realidad, la opinión pública es un débil tirano si la comparamos con
nuestra propia opinión. El destino de cada hombre está determinado por lo que
éste piensa de sí mismo.

Walden

Fijémonos un objetivo y trabajemos y hundamos nuestros pies en el barro y


el fango de la opinión, los prejuicios, la tradición, el engaño y la apariencia, en ese
aluvión que cubre el globo.

Walden

El deseo de resultar respetable para los vecinos es más fuerte que el de serlo
para uno mismo.

Diarios, invierno 1845-1846

Hay pocos hombres que no prefieran dar consejo a prestar ayuda.

Diarios, 4 de junio de 1850

Hace unos treinta años que vivo en este planeta y todavía estoy esperando la
primera palabra de un consejo valioso o serio de mis mayores. No me han dicho
nada, ni creo que puedan decírmelo. Aquí está la vida, un experimento que aún
debo realizar, y de nada me sirve lo que otros hayan hecho. Si poseo alguna
experiencia que considero de valor, estoy seguro de que mis mentores no dijeron
una palabra acerca de ella.

Walden

En la práctica, los ancianos no pueden dar consejos demasiado importantes a


los jóvenes, porque sus propias experiencias han sido parciales y sus vidas han
resultado miserables fracasos —siempre por razones coyunturales, según creen
ellos—; es posible que les haya quedado algo de fe con la que disfrazar esa
experiencia, y que finalmente sólo sean menos jóvenes de lo que eran antes.

Walden
El nivel de moralidad del predicador no es más alto que el de su público. El
predicador estudia para conciliar a sus oyentes y no ofenderlos jamás.

Diarios, 26 de febrero de 1852

Nunca he escuchado un consejo que me resultase útil en asuntos que no


fuesen triviales y pasajeros.

Musketaquid

¿Por qué ir al extranjero, aun cuando sea al otro lado de la calle, para pedir
consejo al vecino? Hay un vecino más cercano dentro de cada uno de nosotros que
constantemente nos dice cómo deberíamos comportarnos.

Cartas a un buscador de sí mismo,

19 de diciembre de 1854

No malgaste ninguna reverencia ante mí. Apenas soy capaz de mantenerme


sentado donde sea que me encuentre. Estoy seguro de que mis conocidos no me
juzgan con propiedad. Piden mi consejo sobre asuntos importantes, pero ignoran
incluso hasta dónde llegan mis carencias materiales. No tengo otra ropa que la que
visto cada día. Tan descuidado como soy con mi aspecto exterior, pues bien, aún
más descuidado soy con mi sustancia interior.

Cartas a un buscador de sí mismo,

9 de agosto de 1850

Así pues, de cuando en cuando me dejaría aconsejar por las aves.

Diarios, 12 de mayo de 1857

Sobre cómo impedir que se pudran las patatas, mi opinión bien puede
cambiar de año en año, pero sobre cómo impedir que se pudra el alma, no tengo
nada que aprender, sino algo que poner en práctica.

Cartas a un buscador de sí mismo,

27 de febrero de 1853
27
LAS POSESIONES
Tengo cuantas posesiones puedo dominar y emplear.

Diarios, 26 de enero de 1841

Yo tenía tres piezas de piedra caliza sobre el escritorio, pero me produjo


espanto pensar que era necesario quitarles el polvo cada día, mientras que aún
tengo que pasarle el plumero al mobiliario de mi mente, así que, disgustado, las
arrojé por la ventana.

Walden

Me divierte ver desde mi ventana lo afanosamente que el hombre ha


dividido y delimitado sus dominios. Dios debe de estar sonriendo al ver estas
vallas tan exiguas que recorren toda la Tierra de acá para allá.

Diarios, 20 de febrero de 1842

Hace algunas semanas me compré un catalejo. Compro muy pocas cosas y,


las que compro, no hasta después de llevar mucho tiempo deseándolas, por lo que,
cuando me hago con ellas, ya estoy preparado para darles un uso perfecto y
extraer el máximo placer.

Diarios, 10 de abril de 1854

Los tasadores me hicieron ir a su despacho este año y me dijeron que


querían hacer un inventario de mis posesiones; me preguntaron si tenía alguna
propiedad inmobiliaria. No. ¿Pagarés pendientes de cobro o acciones del
ferrocarril? No. ¿Alguna otra propiedad tributable? Ninguna que yo sepa. «Tengo
una barca», dije finalmente, y uno de ellos pensó que podría incluirse en la
categoría de vehículos de recreo, que es tributable.

Diarios, 30 de noviembre de 1855

Si entendéis por tiempos difíciles no aquellos en los que no hay pan, sino en
los que no hay pasteles, no siento simpatía alguna por vosotros.

Diarios, 28 de enero de 1852


Es magnífico considerar cuán independiente es el hombre de todos los lujos
que lo debilitan y que, cuanto más pobre con respecto a ellos, más rico es.

Diarios, 22 de noviembre de 1860

Conozco a una o dos familias en esta ciudad, aunque tal vez sean más, que
durante toda una generación han deseado vender sus casas en las afueras para
mudarse al centro, pero no han podido cumplir su deseo, y sólo la muerte los
liberará.

Walden

Hablando en términos absolutos, a más dinero, menos virtud, pues el dinero


se interpone entre un hombre y sus objetivos y los consigue para él; de modo que
conseguirlos no supone desde luego ninguna gran virtud. El dinero acalla muchas
preguntas que, de otra manera, tendría que responder y sólo plantea una nueva,
difícil y superflua: cómo gastarlo.

«Desobediencia civil»

Un hombre es rico en relación con el número de cosas de las que puede


prescindir.

Walden

No podéis servir a dos amos. Necesitáis dedicar más de un día a conocer y


poseer la riqueza de un día.

«Una vida sin principios»

Me habla de pobreza y dependencia. ¿Quiénes son pobres y dependientes?


¿Quiénes son ricos e independientes? ¿Cuándo comenzaron los hombres a respetar
las apariencias y no la realidad?

Cartas a un buscador de sí mismo,

3 de abril de 1850

Cómo río cuando pienso en mis vagas y abstractas riquezas. Ningún asalto
en el banco puede arrebatármelas, pues mi riqueza no es posesión, sino dicha.
Cartas a un buscador de sí mismo,

6 de diciembre de 1856

En las buhardillas de esta ciudad hay gran cantidad de sillas que os


regalarán a cambio simplemente de llevároslas de allí. ¡Mobiliario! Gracias a Dios
puedo sentarme y ponerme de pie sin recurrir a una tienda de muebles. Además
del filósofo, ¿qué otro hombre no se avergonzaría de ver sus muebles puestos en
un carro que recorre el país, expuestos a la luz del cielo y a los ojos de los hombres,
miserable recuento de cajones vacíos? Al ver uno de estos cargamentos, nunca sé
decir si pertenece a un hombre —así llamado— rico o a un pobre: el dueño siempre
parece un desamparado. En realidad, cuantas más cosas de este tipo se poseen,
más pobre es uno. Cada cargamento parece contener todo lo que había en una
docena de chozas; y si la choza es pobre, el propietario será doce veces más pobre.
Decidme, ¿para qué nos mudamos sino para liberarnos de nuestros muebles, de
nuestra exuvia[2] y, finalmente, para ir de este mundo a otro recién amueblado y
dejar que el primero se queme? Como si un hombre debiera llevar atados al
cinturón todos esos trastos, siendo así incapaz de moverse por esta tierra hostil
donde están trazados nuestros destinos, tratando de arrastrarlos, arrastrando así su
propia trampa. Fue un zorro afortunado el que abandonó su cola en la trampa. La
rata almizclera roerá su tercera pata para liberarse. No hay que asombrarse de que
el hombre haya perdido su vitalidad. ¡Cuán a menudo se encuentra en punto
muerto!

Walden

Me siento agradecido por todo lo que tengo y todo lo que soy. Mi


agradecimiento es perpetuo. Es sorprendente lo satisfecho que puede uno llegar a
sentirse sin nada definido, tan sólo con el sentir de la existencia.

Cartas a un buscador de sí mismo,

6 de diciembre de 1856

Una y otra vez me felicito por mi supuesta pobreza. Ayer casi me sentí
decepcionado al encontrar en mi escritorio treinta dólares que no sabía que tenía,
aunque ahora sentiría perderlos.

Diarios, 8 de febrero de 1857

En mi experiencia, no he encontrado nada tan ciertamente empobrecedor


como lo que se denomina riqueza; es decir, tener más medios de los que antes se
poseían, aunque, en comparación, sigan siendo pocos y exiguos, pues, así, es
inevitable adquirir unos hábitos de vida más caros, e incluso las mismas
necesidades básicas y comodidades cuestan más que en el pasado. En lugar de
ganar, se ha perdido cierta independencia y si, de pronto, los ingresos se vieran
reducidos, uno se creería pobre, aunque tuviera los mismos medios que una vez lo
hicieron rico.

Diarios, 20 de enero de 1856

Es una insensatez que el hombre acumule riquezas materiales; sobre todo,


casas y tierras. Nuestro capital en la vida, nuestros bienes raíces, son la cantidad de
pensamientos que hemos tenido, que hemos formulado. La tierra que así hemos
creado se convierte, para siempre, en pasto para nuestros pensamientos. Yo recurro
a visiones que ya he tenido. ¿Qué, si no, se suma a mis posesiones y me hace rico
en todas las tierras? Si alguna vez habéis hecho un trabajo con estas magníficas
herramientas, la imaginación, la fantasía y la razón, será una creación nueva,
independiente en el mundo, y una posesión para siempre. Habréis levantado algo
frente a un día lluvioso. Habréis despejado, hasta ese extremo, la tierra salvaje.

Diarios, 1 de mayo de 1857

Como es habitual, una gran parte eran baratijas que había empezado a
acumular en vida de su padre. Entre otras cosas había una tenia seca. Ahora,
después de yacer medio siglo en una buhardilla y en otros agujeros polvorientos,
estas cosas no se queman: en lugar de hacer una hoguera o realizar una destrucción
purificadora, hubo una subasta, o revalorización de las mismas. Los vecinos se
reunieron ávidamente para verlas, lo compraron todo y las transportaron
cuidadosamente a sus buhardillas y sus sótanos, para que yacieran allí hasta que
sus propiedades fueran liquidadas, y entonces empezar de nuevo. Cuando un
hombre muere, da una patada al polvo.

Walden

Ciertamente, nuestras mayores bendiciones son muy baratas.

«Thomas Carlyle and His Works»

[Thomas Carlyle y sus obras]


28
LOS ASUNTOS DEL CIELO
No tengo preferencia por ninguna religión o filosofía. No tengo simpatía
alguna por el fanatismo e ignorancia que hacen distinciones temporales, parciales y
pueriles entre la fe o la forma de la fe de un hombre y las de otro, como el cristiano
y el pagano. Si acaso rezo por que se me rescate de la estrechez, de la parcialidad,
de la exageración, del fanatismo.

Diarios, después del 26 de abril de 1850

Para el filósofo, todas las sectas y las naciones son iguales. A mí me gustan
Brahma, Krishna, Buda, el Gran Espíritu, además de Dios.

Diarios, después del 26 de abril de 1850

Si un hombre no revive con la naturaleza en primavera, ¿cómo va a revivir


cuando un sacerdote con alzacuellos ruega por él?

Diarios, 20 de marzo de 1858

Si no fuera por la muerte y los funerales, creo que la institución de la Iglesia


no duraría para mucho más.

Diarios, 16 de noviembre de 1851

El intolerante y el sectario olvidan que, sin religión o devoción de algún tipo,


jamás se ha logrado nada importante.

Diarios, 27 de julio de 1852

Las campanas me resultan especialmente agradables esta mañana. Oigo


más, me parece, que nunca antes. Hay mucha más religión en su sonido que
cuando llaman a los hombres a congregarse.

Diarios, 2 de enero de 1853

Supongo que lo que en otros hombres es religión en mí es amor por la


naturaleza.

Diarios, 30 de octubre de 1842


En la última etapa de la civilización, la Poesía, la Religión y la Filosofía serán
una.

Diarios, 17 de diciembre de 1837

Nuestra religión está donde esté nuestro amor.

A Isaiah T. Williams, 8 de septiembre de 1841

Todo acontecimiento es una parábola del gran maestro.

Diarios, 18 de abril de 1852

La inconsciencia del hombre es la conciencia de Dios.

Musketaquid

Cuando me sitúo sobre el insecto que se arrastra por el suelo del bosque
entre las agujas de pino y trata de esconderse a mi mirada, y me pregunto por qué
acaricia esos humildes pensamientos y oculta su cabeza en mi presencia, cuando
quizás yo podría ser su benefactor y proporcionarle alguna información alentadora
para los suyos, me acuerdo del Gran Benefactor y la Inteligencia que se sitúa a su
vez sobre mí, el insecto humano.

Walden

Mi deseo de conocimiento es intermitente, pero mi deseo de comulgar con el


espíritu del Universo —de intoxicarme incluso con los vapores, digámoslo así, de
ese néctar divino; de llevar mi cabeza a través de atmósferas y por alturas
desconocidas para mis pies— es perenne y constante.

Diarios, 9 de febrero de 1851

El hecho más glorioso de mi experiencia no es algo que he realizado o que


deseo poder hacer, sino un pensamiento, una visión o un sueño efímero que he
tenido. Cambiaría toda la riqueza del mundo, y todas las gestas de los héroes, por
una sola visión verdadera. Pero ¿cómo puedo yo, fabricante de lápices en la Tierra,
comunicarme con los dioses sin convertirme en un loco?

Musketaquid
Cuando emprenda viaje a la Ciudad Celestial, no porte carta de
recomendación alguna. Cuando llame, pida ver a Dios, y nunca a los sirvientes.

Cartas a un buscador de sí mismo,

27 de marzo de 1848

Dejemos tranquilo a Dios, si es necesario. Creo que si lo amara más, debería


mantenerlo —o mejor, debería mantenerme yo— a una distancia más apropiada.
No es cuando me acerco a Él, sino cuando me doy la vuelta y lo dejo solo, cuando
descubro que Dios es. Digo Dios. Aunque no estoy seguro de que sea ése el
nombre. Ya sabrá a quién me refiero.

Cartas a un buscador de sí mismo,

3 de abril de 1850

Hay más de Dios y de la ayuda divina en mi dedo meñique que en la


oración y la confianza inútiles.

Diarios, 29 de enero de 1841


29
LA RUEDA DE LAS ESTACIONES
La noche pasada fue la más fría desde hacía muchísimo tiempo. Las sábanas
se quedaban rígidas, congeladas, alrededor de los rostros. La gente no quería ni
pensar en irse a la cama. La tierra crujía en mitad de la noche, como si hubiera
estallado un molino de pólvora, y las maderas de la casa también. Hoy todos los
hombres barbudos que hay por la calle se han convertido de repente en ancianos
de barba cana.

Diarios, 7 de febrero de 1855

En invierno llevamos una vida más recogida. Tenemos el corazón templado


y contento, como una cabaña cubierta de nieve, con las puertas y las ventanas
medio tapadas, pero desde cuya chimenea asciende alegremente el humo. La nieve
acumulada que nos impide incluso salir aumenta la sensación de comodidad de
nuestra casa, y en los días más fríos nos sentimos felices al sentarnos junto al fuego
o al ver el cielo al final del tiro, al disfrutar de la vida tranquila y serena que puede
llevarse en un rincón caldeado, sintiendo nuestro latido junto al grave que
transmite el ganado desde allá afuera, o el sonido del cereal que alguien muele en
algún granero distante durante toda la tarde. Sin duda, un buen médico podría
determinar nuestro estado de salud observando cómo nos afectan estos sonidos
sencillos y naturales.

Un paseo invernal

Nunca hay tanta luz en el aire como en una de estas luminosas tardes de
invierno, cuando toda la tierra está cubierta de nieve recién caída y no hay ni una
sola nube en el cielo. El cielo es, con mucho, la parte más oscura, como el
revestimiento azulado de una cáscara de huevo. No parece quedar nada donde
atisbar la noche.

Diarios, 13 de febrero de 1859

El deshielo de enero nos enseña que el invierno es intermitente y nos


recuerda las otras estaciones.

Diarios, 14 de febrero de 1851

En una agradable mañana de primavera quedan perdonados todos los


pecados de los hombres.

Walden

Para nosotros, la nieve y el frío son un mero retraso de la primavera. ¡Qué


lejos estamos de comprender el valor de estas cosas en la economía de la
naturaleza!

Diarios, 8 de marzo de 1859

Fueron unos maravillosos días de primavera, en los que el invierno de


nuestro descontento se iba deshelando, al igual que la tierra y la vida, que se
habían mantenido aletargadas, comenzaban a desperezarse.

Walden

Ningún mortal está lo bastante alerta para presenciar el primer albor de la


primavera, pero en breve descubrirá alguna señal de que la vegetación se había
despertado, al menos, unos días antes.

Diarios, 17 de marzo de 1857

No parece que haga falta más que un día de verano para que tengamos aquí
el verano.

Diarios, 18 de mayo de 1851

Así se suceden las estaciones hasta el verano, como avanza el caminante


sobre hierba cada vez más alta.

Walden

La noche del año se aproxima. ¿Qué hemos hecho con nuestro talento? La
naturaleza entera nos incita y nos reprueba. A qué tempranas alturas del año
empieza a ser tarde.

Diarios, 18 de agosto de 1853

El sonido de los grillos se impone gradualmente, cada vez más. Oigo cómo
el año se va quedando dormido.
Diarios, 21 de agosto de 1852

Ahora, se me antoja, los tonos otoñales son más brillantes en nuestras calles
y en los bosques en general. De pie junto a media docena de grandes olmos que
penden sobre una casa, me parece estar dentro de la piel de una calabaza madura y
me siento tan blando como si fuera la pulpa.

Diarios, 6 de octubre de 1858

¿Por qué huye tan temprano, señor, a los teatros, salas de conferencias y
museos de la ciudad? Si se queda aquí un rato, le prometo espectáculos poco
vistos. Caminará sobre las aguas; todos esos arroyos, ríos y estanques serán su
carretera. Verá toda la tierra cubierta por un pie o más de los cristales blancos más
puros, en los que desplomarse o sobre los que deslizarse, y todos los árboles y
rastrojos centelleando con su armadura de hielo.

Diarios, 18 de octubre de 1859

Si la raza no hubiera vivido jamás un invierno, ¿qué pensaría que se


avecina?

Diarios, 8 de noviembre de 1850


30
SIMPLICIDAD, SIMPLICIDAD
Si aspiráramos a la perfección en todas las cosas, no deberíamos restar
importancia a la simplicidad.

«The ways in which a man’s style may

be said to offend against simplicity»

[Las formas en que cabe pensar que el

estilo de un hombre contraviene la

simplicidad], 27 de noviembre de 1835

La simplicidad es la ley de la naturaleza, tanto para los hombres como para


las flores.

Diarios, 29 de febrero de 1852

Creo firmemente en la simplicidad. Es asombroso y triste ver cómo incluso


los hombres más sabios pasan sus días ocupados en asuntos triviales que creen que
han de atender, en detrimento de otros asuntos más importantes que creen su
deber omitir. Cuando un matemático desea hallar la solución de un problema
difícil, empieza por deshacerse de todas las dificultades de la ecuación,
reduciéndola a sus términos más sencillos. Hagamos lo propio y simplifiquemos el
problema de la existencia, y diferenciemos entre lo necesario y lo real. Sondeemos
la tierra para ver hacia dónde se extienden nuestras principales raíces.

Cartas a un buscador de sí mismo,

27 de marzo de 1848

¿Acaso mi vida sencilla tiene una finalidad? ¿Una que yo pudiese enseñar a
los demás, con la que ayudarles a simplificar sus vidas? ¿De manera que todas
nuestras vidas pudiesen ser simplificadas sin más, como una fórmula algebraica?
O por el contrario, ¿acaso esa finalidad consistiría en utilizar el terreno que he
trabajado para vivir yo mismo más digna y provechosamente?
Cartas a un buscador de sí mismo,

26 de septiembre de 1855

Nuestra vida se pierde en los detalles. Un hombre honrado pocas veces


necesita contar más allá de sus diez dedos, y, en un caso extremo, puede añadir los
diez de los pies y olvidar el resto. ¡Simplicidad, simplicidad, simplicidad! Que
vuestros asuntos sean dos o tres, y no cien o mil; y en lugar de un millón, contad
media docena y llevad las cuentas con la uña del pulgar. En medio de este mar
picado de la vida civilizada, son tales las nubes, las tormentas, las arenas
movedizas y los otros mil asuntos que debe uno enfrentar, que un hombre, si no
quiere naufragar e irse a pique y bogar sin llegar nunca a puerto, no tiene más
remedio que navegar a estima, y para ello sin duda deberá ser un maestro
haciendo cálculos. Simplificad, simplificad.

Walden

La norma es llevar consigo lo menos posible.

Diarios, 22 de julio de 1857

Conforme simplifique su vida, las leyes del universo parecerán menos


complicadas y la soledad ya no será soledad, ni la pobreza tal pobreza, ni la
debilidad tal debilidad.

Walden

Lo que llamáis desnudez y pobreza es, para mí, simplicidad. Dios no podría
ser cruel conmigo si lo intentara. La mayor de todas las ventajas es no disfrutar de
ventaja alguna. Me parece indefectiblemente cierto: cuanto más pobre, más rico
soy. Lo que vosotros consideráis una desventaja mía es, para mí, una ventaja.
Mientras a vosotros os satisface adquirir conocimientos y cultura de muchas
maneras, yo estoy encantado de pensar que me voy librando de ellos.

Diarios, 5 de diciembre de 1856

Una y otra vez me sorprende observar la distancia que hay, en lo que se


llama vida civilizada, entre la cáscara y el habitante de la cáscara; qué
desproporción existe entre la vida del hombre y sus comodidades y lujos.

Diarios, 16 de septiembre de 1859


Existen dos tipos de simplicidad: una similar a la estupidez y otra, a la
sensatez. La forma de vida del filósofo es simple únicamente hacia afuera, pero
compleja hacia adentro. La del salvaje es simple hacia afuera y hacia adentro. Un
bobalicón puede llevar a cabo muchas tareas mecánicas, pero no es capaz de
elaborar un pensamiento profundo. Tiene una visión limitada, no sobre la forma
de vivir, sino sobre el objeto de la vida. A un hombre que tenga unas visiones
igualmente limitadas con respecto al fin de la vida no le será de ayuda la forma de
vida más compleja y refinada.

Diarios, 1 de septiembre de 1853


31
SOCIEDAD Y SOLEDAD
Obedeciendo a un instinto de su naturaleza, los hombres han erigido sus
cabañas y plantado maíz y patatas, a una distancia unos de otros que les permita
oírse, y así han creado ciudades y pueblos, pero no se han asociado, sólo reunido, y
la sociedad ha supuesto únicamente una convención de hombres.

Diarios, 14 de marzo de 1838

Siento que mi conexión y mi obligación para con la sociedad siguen siendo


muy débiles y pasajeras.

«Una vida sin principios»

Languidecemos, pasamos hambre y perdemos el ánimo con las escasas


gachas de la sociedad.

Diarios, después del 11 de septiembre de 1849

La sociedad para la que fui hecho no está aquí.

Diarios, 19 de julio de 1851

No veo nada permanente en la sociedad que me rodea y no estoy muy


entregado a ninguna de sus formas.

Diarios, después del 29 de julio de 1850

La inmensa mayoría son hombres de sociedad. Viven en la superficie, les


interesa lo transitorio y lo breve. Son como madera de deriva en la riada. Sólo
piden las novedades: la espuma y la cochambre del mar eterno.

Diarios, 24 de abril de 1852

Lo que los hombres llaman virtud social, buena fraternidad, no suele ser
sino la virtud de los cerdos de una camada, que se tumban unos junto a otros para
mantenerse calientes.

Diarios, 23 de octubre de 1852


Emerson cuenta que su vida es tan improductiva y mezquina la mayor parte
del tiempo, que se ve obligado a utilizar toda clase de recursos y, entre otros, a los
hombres. Yo le digo que sólo diferimos en los recursos. El mío es alejarme de los
hombres.

Cartas a un buscador de sí mismo,

8 de agosto de 1854

Hacia el final del primer verano, una tarde en que fui a la ciudad a recoger
un zapato del remendón, fui arrestado y conducido al calabozo porque —como ya
he contado en otra parte— no había pagado un impuesto ni reconocido la
autoridad del Estado para comprar y vender hombres, mujeres y niños, como si
fueran vacas, a las puertas del Senado. Me había ido a los bosques con otros
propósitos. Pero allá donde vayáis los hombres os acosarán a zarpazos con sus
sórdidas instituciones y, si pueden, os obligarán a pertenecer a sus lamentables
sociedades caritativas. Es verdad que podría haberme resistido por la fuerza con
mejor o peor resultado, podría haber lanzado un grito homicida y enloquecido
contra la sociedad; pero preferí que la sociedad enloqueciera contra mí, pues ella es
la parte desesperada.

Walden

Al igual que algunas cabezas no soportan mucho vino, podría decirse que yo
no soporto tanta sociedad como tú. Tengo un apetito inmenso de soledad, como el
que siente un bebé por el sueño, y, si no consigo suficiente este año, me pasaré todo
el siguiente llorando.

A Daniel Ricketson, 9 de septiembre de 1857

Todos los médicos coinciden en que sufro falta de sociabilidad. Nunca hubo
un caso como el mío. Primero, no tenía conciencia de sufrir. Segundo, como diría
un irlandés, pensaba que sufría una indigestión de sociedad.

Cartas a un buscador de sí mismo,

1 de enero de 1859

No estoy solo si estoy conmigo mismo.

Musketaquid
Mejor nos iría si no hubiera más que un habitante por milla cuadrada, como
donde yo vivo.

Walden

A menudo los hombres me dicen: «Me daba por pensar que allí te sentirías
solo y querrías estar cerca de la gente, especialmente en los días y noches de lluvia
y nevadas». Tengo la tentación de contestarles: «Esta inmensa tierra que habitamos
no es más que un punto en el espacio. ¿A qué distancia creéis que viven los dos
habitantes más lejanos de aquella estrella, cuyo disco no puede ser medido por
nuestros instrumentos? ¿Por qué habría de sentirme solo? ¿No está nuestro planeta
en la Vía Láctea?»

Walden

Tengo mucha compañía en mi casa, sobre todo por la mañana, cuando nadie
me visita. Voy a sugerir algunas comparaciones para ofrecer una idea de mi
situación. No me siento más solo que el colimbo en la laguna, con su sonora risa, o
que la propia laguna de Walden. Decidme, ¿qué compañía tiene esa laguna
solitaria? Y, sin embargo, en el azur de sus aguas no hay un solo pensamiento
negro, sino claras imágenes. El sol está solo, salvo cuando la bruma hace aparecer
otro, falso. Dios está solo, pero el diablo, lejos de estarlo, tiene mucha compañía, es
legión. No estoy más solo que un sencillo gordolobo, o un diente de león, o una
hoja de judía, o una acedera, o un tábano, o un abejorro. No estoy más solo que el
Mili Brook, o que una veleta, o la Estrella Polar, o el viento solano, o un aguacero
en abril, o el deshielo de enero, o la primera araña en una casa nueva.

Walden

Debido a mi intimidad con la naturaleza, me encuentro retirado del hombre.


Mi interés por la luna y el sol, por la mañana y la noche me empuja a la soledad.

Diarios, 26 de julio de 1852


32
LA FELICIDAD DE LAS MARMOTAS
El hombre es el artífice de su propia felicidad.

Diarios, 21 de enero de 1838

A pesar de la sensación de no ser digno que me embarga no sin motivo, a


pesar de que me considero un bribón de los buenos, casi siempre el espíritu del
universo es inexplicablemente bondadoso conmigo y disfruto, quizá, de una cuota
inusual de felicidad. Sin embargo, a veces me pregunto si en algún momento no
llegará una liquidación.

Diarios, 16 de noviembre de 1850

Como es habitual, me resulta más difícil explicar la felicidad de la que


disfruto que la tristeza que a veces me gobierna.

A Mrs. Lucy Brown, 25 de enero de 1843

Feliz quien observa las leyes terrenales y celestiales en su justa medida;


cuyas facultades, desde la planta del pie hasta la coronilla, obedecen estas leyes
según su nivel; que ni se encorva ni avanza de puntillas, sino que vive una vida
equilibrada, acorde tanto a la naturaleza como a Dios.

Cartas a un buscador de sí mismo,

10 de agosto de 1849

Me conformo fácilmente con una felicidad ligera y casi animal. Mi felicidad


es parecida a la de las marmotas.

Cartas a un buscador de sí mismo,

2 de mayo de 1848

Estar activos, bien, felices, implica una extraña valentía.

Cartas a un buscador de sí mismo,

20 de mayo de 1860
Preguntáis si no hay una doctrina del sufrimiento en mi filosofía. Del
sufrimiento profundo creo saber comparativamente poco. Mis más tristes y
genuinos sufrimientos no son más que lamentos transitorios. El lugar del
sufrimiento lo ocupa, tal vez, una suerte de dura y proporcionalmente estéril
indiferencia.

Cartas a un buscador de sí mismo,

2 de mayo de 1848

Los locos se quedan en su isla de oportunidades y miran hacia otra tierra.


No hay otra tierra; no hay más vida que ésta, o una similar. Allí donde está el buen
agricultor, hay buena tierra. Seguid cualquier otro rumbo y la vida será una
sucesión de lamentos. Que veamos naves avanzando con éxito delante del viento, y
no sólo barcas varadas. No existe un mundo para los penitentes y arrepentidos.

Diarios, 24 de abril de 1859

Nuestra compasión es un don cuyo valor no podremos conocer jamás.

Diarios, 2 de febrero de 1841

Sin lugar a dudas, la alegría es la condición de la vida.

«Natural History of Massachusetts»

[Historia natural de Massachusetts]


33
LA SALA DE PENSAR
Tal vez llegará un momento en que cada casa tendrá no sólo dormitorios,
comedor, sala de estar o salón, sino también una sala de pensar, y los arquitectos la
incluirán en sus planos. Estará amueblada y adornada con aquello que induzca a
un pensamiento serio y creativo.

Un yanqui en Canadá

El mayor cumplido que me han hecho jamás fue cuando alguien me


preguntó qué opinaba y esperó mi respuesta.

«Una vida sin principios»

Cuando me invitan a dar una conferencia en cualquier sitio —pues poseo


cierta experiencia en este asunto—, doy por sentado que existe un deseo de
escuchar lo que pienso sobre un tema determinado —aunque tal vez sea el loco más
rematado del país— y no que deba limitarme a decir cosas agradables o con las
que la audiencia comulgue; y decido, en consecuencia, darles una buena dosis de
mí mismo. Han venido a buscarme, se han comprometido a pagarme y estoy
decidido a entregarme en cuerpo y alma, aunque los aburra hasta lo indecible.

«Una vida sin principios»

Nunca nada me ha sido tan desconocido y sorprendente como mi propio


pensamiento.

Diarios, 10 de julio de 1840

Y así como el ganso salvaje es más rápido y más bello que el doméstico,
también lo es el pensamiento —ese otro ánade— salvaje que sobrevuela todo tipo
de ciénagas mientras comienza a descender el rocío.

«Caminar»

Así, hay un pensamiento para el campo y otro para la casa. Mis


pensamientos, al igual que las manzanas silvestres, serían alimento para los
caminantes, y no podría prometer que fueran apetitosos si se saborearan en la casa.
«Manzanas silvestres»

Los grandes pensamientos hacen grandes a los hombres.

Diarios, 7 de febrero de 1841

Mi pensamiento más elevado se parece a un águila que, de pronto, entra en


el campo de visión y, al hacerlo, sugiere grandes cosas y emociona a quien la
contempla, como si hubiera de venir aquí para entregarme un mensaje, pero no se
acerca, sino que vuela en círculos y se aleja planeando, cada vez más borrosa,
sumiéndome en la decepción, hasta que se pierde tras una colina o una nube.

Diarios, 26 de octubre de 1857

Me sorprende que mis afirmaciones o aseveraciones me lleguen ya


elaboradas, no premeditadas, de manera que, en ocasiones, me despierto en mitad
de la noche sólo para dejar caer, ya madura, una afirmación sobre la que nunca
antes había reflexionado conscientemente, y del modo más sorprendente,
novedoso y agradable para mí.

Diarios, 1 de abril de 1860

De buen grado llevaría un diario que contuviera aquellos pensamientos e


impresiones que con más probabilidad olvidaré haber tenido, y que sería, en un
sentido, lo más remoto y, en el otro, lo más cercano a mí mismo.

Diarios, después del 10 de enero de 1851

Los placeres del intelecto son permanentes; los placeres del corazón son
transitorios.

Diarios, 22 de enero de 1852

Estoy cargado de pensamientos.

Diarios, 26 de octubre de 1853

¡Con qué poca frecuencia conozco a un hombre que pueda ser libre, incluso
de pensamiento!

Diarios, 12 de mayo de 1857


¿No es hospitalario aquel que acoge pensamientos?

Diarios, 12 de junio de 1851

La mente no prueba más que unos pocos sabores en el transcurso del año.
No nos visitan más que unos pocos pensamientos que merezca la pena albergar, y
los masticamos incesantemente. ¡Somos unas almas rumiantes!

Diarios, 9 de agosto de 1858

Cuando era joven y me veía obligado a quedarme los domingos en casa sin
la ayuda de libros interesantes, acostumbraba a pasar muchas horas, hasta el
ansiado atardecer, mirando a los vencejos planear (desde una ventana del desván)
y me consideraba ciertamente afortunado cuando aparecía un halcón en los cielos,
aun en la lejanía del horizonte, frente a una nube aterciopelada, y buscaba durante
horas hasta encontrar a su compañero. Ellos, al menos, apartaban mis
pensamientos de las cosas mundanas.

Diarios, 17 de abril de 1852

Ansío encontrar a alguien a quien pueda hablar de mis primeros


pensamientos: pensamientos que me representan de verdad, que no son mejores ni
peores que yo; pensamientos en plena floración, que pueden ser, por sí solos,
sagrados y divinos.

Diarios, 24 de agosto de 1852

Hay que caminar como un camello, del que se dice que es la única bestia que
rumia mientras anda.

Diarios, después del 31 de octubre de 1850

Los pensamientos marcan las épocas de nuestras vidas: todo lo demás es el


diario de los vientos que soplaban mientras estábamos aquí.

Cartas a un buscador de sí mismo,

9 de agosto de 1850

Lo único que puedo decir es que vivo, respiro y tengo mis pensamientos.
Diarios, después del 29 de julio de 1850
34
EL CORTEJO DEL PRESENTE
Nada puede resultarle más útil a un hombre que la determinación de no ir
apresurado.

Diarios, 22 de marzo de 1842

No tengáis prisa; ocupaos de vuestros asuntos. Pensad en la tortuga. Un


verano entero —junio, julio y agosto— no es ni demasiado bueno ni demasiado
largo para que una tortuga salga del cascarón. Tal vez os hayáis preocupado,
hayáis perdido las esperanzas en el mundo, hayáis meditado sobre el final de la
vida y todas las cosas parezcan estar precipitándose hacia la destrucción, pero la
naturaleza ha avanzado, de forma constante y serena, a paso de tortuga.

Diarios, 28 de agosto de 1856

Contened el ritmo. Seguid las horas del universo, no las de los trenes.

Diarios, 28 de diciembre de 1852

El que no va con retraso es raudo.

Diarios, 13 de septiembre de 1852

Por salud tanto física como mental, hay que cortejar al presente.

Diarios, 28 de diciembre de 1852

El tiempo no oculta tesoros. No queremos su luego, sino su ahora.

Diarios, 9 de agosto de 1841

No recuerdo ninguna página que me diga cómo pasar esta tarde. No deseo
saber tanto la manera de ahorrar tiempo como la manera de gastarlo: de qué
manera hacerme rico.

Diarios, 7 de septiembre de 1851

Como si se pudiera matar el tiempo sin dañar la eternidad.


Walden
35
LA VIDA DE LOS ÁRBOLES
¿Qué podemos hacer con un hombre que teme los bosques, su soledad y su
oscuridad? ¿Qué salvación existe para él? Dios es callado y misterioso.

Diarios, 16 de noviembre de 1850

Nada se alza más libre de culpa en este mundo que un pino.

Diarios, 20 de diciembre de 1851

Nada es tan bello como las copas de los árboles.

Un paseo invernal

El aroma tonificante de los pinos recién cortados nos revitaliza, si es que ello
supone reparación alguna por esa devastación. Según mi parecer, la ciudad debería
tener más supervisión y control sobre los árboles de los que tiene. A todos nos
afecta el que ciertos propietarios decidan talar todos los bosques este invierno o no.

Diarios, 22 de enero de 1852

¡Estos bosques! ¿Por qué no siento más dolor cuando los talan? ¿Acaso no
me afecta de cerca? El hacha puede privarme de mucho. A Concord le están
podando su orgullo. Sin duda, en consecuencia, me siento menos unido a mi
ciudad natal. Se ha roto un vínculo único y primario. Iré a Walden con menos
frecuencia.

Diarios, 24 de enero de 1852

Lo único que sé es que un pinar es una realidad más sustancial y memorable


que un amigo. Es más seguro que volveré regocijado de él que de aquellos que más
se acercan a ser mis amigos.

Diarios, 17 de diciembre de 1851

¡La hoja escarlata del roble! ¡Qué contorno tan distinguido y agradable a la
vista! Una combinación de elegantes curvas y ángulos. Si fuera un maestro del
dibujo, pondría a mis alumnos a copiar estas hojas, que podrían aprender a dibujar
con firmeza y elegancia. Es una costa del mar aéreo, sobre la que bate sin descanso
el oleaje.

Diarios, 11 de noviembre de 1858

Estuve en el almacén de maderas, en la carpintería, en la curtiduría, en la


fábrica de pigmento negro de humo y allí donde se obtiene la trementina, pero, al
observar con detalle las copas de los pinos moviéndose y reflejando la luz en la
distancia, muy por encima del resto del bosque, me di cuenta de que aquellos
primeros no eran los usos más elevados del pino. Lo que yo más aprecio no son los
huesos, el cuero o el sebo de los pinos, sino el espíritu vivo del árbol, no el de la
trementina, con el que puedo simpatizar y que además cura mis heridas. Es tan
inmortal como yo y, tal vez, crezca hasta llegar al cielo, desde donde seguirá
alzándose sobre mí.

Los bosques de Maine

Todos los árboles, cubiertos esta mañana por una capa de escarcha, tan
bellos, mirando hacia el sol: los fantasmas de los árboles.

Diarios, 12 de febrero de 1855


36
LA VERDAD Y LOS HELADOS
Al acumular propiedades, para nosotros o nuestros herederos, fundando
una familia o un Estado, o incluso al adquirir fama, nos hacemos mortales; pero
cuando tratamos con la verdad, somos inmortales y no hemos de temer cambio ni
accidente.

Walden

Cualquier verdad es mejor que un engaño.

Walden

Es una gran satisfacción ver que sus más antiguas convicciones son
permanentes. Respecto a los hechos esenciales, nunca he tenido razón alguna para
cambiar de idea. El aspecto del mundo cambia de un año a otro, del mismo modo
que el paisaje se viste de otro modo, pero a mí me parece que la verdad es todavía
verdadera, y no reniego de uno solo de los énfasis que pueda haber inspirado.

Cartas a un buscador de sí mismo,

8 de agosto de 1857

Un mundo en el que hay demanda de helados, pero no de verdades.

Diarios, 24 de agosto de 1852

Es increíble durante cuánto tiempo los hombres pueden llegar a creer que un
lago no tiene fondo, en lugar de tomarse el trabajo de sondearlo.

Walden

No me importa si mi visión de la verdad es un pensamiento en la vigilia o el


recuerdo de un sueño, si se ve a la luz o en la oscuridad. Lo que me interesa es el
objeto de la visión, la propia verdad. El filósofo para quien los arcoíris, etc., pueden
explicarse no los ha visto jamás.

Diarios, 5 de noviembre de 1857

Vivir en relaciones de verdad y sinceridad con los hombres es habitar un


país fronterizo.

Diarios, 12 de enero de 1852


37
EL CAMINANTE
Pasear es un arte fabuloso.

Diarios, 26 de abril de 1841

Creo que si no pasara al menos cuatro horas al día —aunque por lo general
son más— deambulando por los bosques, las colinas y los campos, absolutamente
libre de toda atadura mundana, no podría conservar ni la salud ni el ánimo.

«Caminar»

Me alarma comprobar que a veces soy capaz de caminar una milla por un
bosque sin que mi espíritu llegue a pisarlo. Me gustaría ser capaz de olvidar todas
las ocupaciones de la mañana y mis obligaciones con la sociedad durante mi
caminata de la tarde. Pero a veces no me resulta sencillo sacudirme la ciudad.
Alguna idea de trabajo me da vueltas en la cabeza y de repente dejo de estar donde
está mi cuerpo, me hallo lejos de mis sentidos. En efecto, durante mis caminatas
me gustaría ser capaz de regresar plenamente a mis sentidos. ¿De qué sirve venir a
los bosques si me dedico a pensar en cosas que nada tienen que ver con ellos?

«Caminar»

En ocasiones se hace necesario caminar totalmente libre, sin ser entrometido


ni curioso, sin inclinarse a mirar cosas: malgastar un día entero para, sencillamente,
expandirse.

Diarios, 21 de agosto de 1851

Debo caminar más con los sentidos libres.

Diarios, 13 de septiembre de 1852

Una y media de la madrugada. Luna llena. Me levanté y fui al río a bañarme,


pisando con mucho cuidado para no molestar a la gente de la casa y aún con
cuidado, ya en la calle, para no molestar a los vecinos. No pude caminar con
naturalidad ni libertad hasta haber dejado atrás el muro.

Diarios, 12 de agosto de 1851


En el transcurso de mi vida he conocido sólo a una o dos personas que
comprendiesen el arte de caminar, es decir, de andar a pie, que tuvieran, por
decirlo de algún modo, el don de sauntering: un término de admirable etimología
que deriva de «los holgazanes que vagaban por los campos en la Edad Media y
pedían limosna con el pretexto de dirigirse à la Sainte Terre», por lo que los niños,
de tanto escucharlo, acababan gritando: «¡Ahí va un Sainte-Terrer!», uno que se
dirige a Tierra Santa, un saunterer, un peregrino. Aquellos que en sus caminatas
nunca van a Tierra Santa, aunque eso quieran hacer creer, no son más que meros
holgazanes, vagos; pero los que de verdad se dirigen allí, son auténticos saunterers,
en el mejor sentido de la palabra, tal como yo lo entiendo.

«Caminar»

Después de haber caminado durante un tiempo por la noche, ahora camino


de día, pero no encuentro en ello ninguna ventaja suprema. Veo mejor los
pequeños objetos, pero ninguno me resulta más iluminado. El día es más trivial.

Diarios, 15 de junio de 1851


38
CÓMO GANARSE LA VIDA
Si un hombre dedica la mitad del día a pasear por el bosque por puro placer,
corre el riesgo de que lo tilden de holgazán, pero si consagra todo el día a
especular, a talar los bosques y a dejar la tierra baldía antes de tiempo, lo tendrán
por un ciudadano solícito y emprendedor. ¡Como si el único interés de una ciudad
por sus bosques fuera talarlos!

«Una vida sin principios»

En nuestros días todos se quejan del peso de los compromisos y los deberes
triviales que les impiden dedicarse a algún otro asunto más elevado; y, no
obstante, no hay duda de que, si tuvieran madera para ocuparse de esos asuntos
más altos, serían capaces de liberarse de los compromisos, repudiándolos de forma
tan natural como el respirar. Nunca se verían sorprendidos diciendo que no tienen
tiempo para dedicarse a ellos, pues hasta el hombre más obtuso es consciente de
que precisamente para eso es para lo único que hay tiempo. Ningún hombre que
actúe guiado por el sentido del deber sitúa un minúsculo deber por encima de uno
más grande. Ningún hombre puede tener el deseo de trabajar en asuntos elevados
sin disponer de la capacidad para construirse una atalaya a buena altura.

Cartas a un buscador de sí mismo,

21 de julio de 1852

Me invitan a llevar a algún grupo de damas o caballeros de excursión —para


caminar o navegar o cosas similares—, pero lo evito con todo tipo de excusas, y
piensan de mí por ello que soy grosero y poco complaciente. No tienen en cuenta
que el sendero entre los árboles y la barca son mi estudio, donde mantengo una
soledad sagrada y no puedo admitir una compañía promiscua. De vez en cuando
los veré, no obstante, por la noche o alrededor de la mesa. No se les ocurre sacar a
un niño de la escuela para llevárselo consigo a coger arándanos. ¿Por qué,
entonces, no puedo esperar yo que se respeten mi escuela y mis horas de clase?
Que me pidan una determinada cantidad de dólares, si quieren, pero que no me
pidan mis tardes.

Diarios, 16 de septiembre de 1859

He encontrado una manera de vivir sin lo que habitualmente se conoce


como un trabajo o una industria. En realidad, mi trabajo más constante, si se le
puede llamar así, consiste en mantenerme en lo más elevado de mi condición,
dispuesto para todo aquello que pueda surgir en el cielo o en la Tierra.

A Henry Williams, Jr., secretario de

la clase de Harvard de Thoreau en

1837, 30 de septiembre de 1847

La idea de dedicar la mejor parte de la vida a trabajar y ganar dinero, y


disfrutar sólo más tarde de una dudosa libertad durante la peor parte de la misma,
me recuerda a la historia de aquel inglés que se fue a la India a hacer una fortuna
para volver después a Inglaterra y llevar una vida de poeta. Debería haberse
subido directamente a la buhardilla.

Walden

Está en nuestra naturaleza el exagerar la importancia del trabajo que


hacemos.

Walden

Un hombre haría mejor en morirse de hambre al instante que en perder la


inocencia durante el proceso de ganarse el pan.

Diarios, 26 de octubre de 1853

Existen ciertas expresiones habituales y formas blasfemas de ver las cosas,


como cuando decimos: «Está haciendo un buen negocio», que es algo más profano
que maldecir y jurar. En esas palabras hay muerte y falta. Ojalá los niños no las
oigan.

Diarios, 20 de abril de 1841

Si arrojasen a un hombre por una ventana cuando era niño y lo dejaran


lisiado de por vida, o los indios le dieran un susto de muerte, la gente lo lamentaría
sobre todo porque eso lo incapacitaría para… ¡trabajar! Creo que no hay nada, ni
siquiera el delito, más opuesto a la poesía, a la filosofía y a la vida misma, que este
incesante ajetreo.
«Una vida sin principios»

Una vez inventé una regla para medir leña apilada e intenté introducirla en
Boston, pero el tasador de allí me dijo que los vendedores no querían que su leña
se midiera correctamente, que él ya era demasiado preciso para ellos y, por tanto,
hacían que se la midieran en Charlestown antes de cruzar el puente.

«Una vida sin principios»

Qué triviales, carentes de interés, fastidiosos e insatisfactorios son todos los


trabajos por los que los hombres te pagan con dinero.

Diarios, 7 de agosto de 1853

El comercio maldice todo lo que toca, y aunque comercies con mensajes del
cielo, su maldición acompaña siempre al negocio.

Walden

Después de hacer negocios con los hombres, a veces siento desazón, pienso
que he hecho algo malo y me resulta difícil olvidar esas feas circunstancias. Me
doy cuenta de que, de prolongarse en el tiempo, tales tratos harían de mí un ser
totalmente prosaico, duro y embrutecido. Por el contrario, el trato más prolongado
con la naturaleza, aun en sus manifestaciones más crudas, no endurece ni
embrutece. Un hombre duro e insensible a quien asemejamos a una roca es, en
realidad, mucho más duro que una roca. Me alejo de los hombres duros,
embrutecidos e insensibles, por quienes no siento simpatía alguna, y voy a
comulgar con las rocas, cuyos corazones son, en comparación, blandos.

Diarios, 15 de noviembre de 1853

El modo en que la mayoría de los hombres se gana la vida, es decir, vive, no


es más que un arreglo provisional y una forma de esquivar el verdadero propósito
de la existencia, y es así sobre todo porque éstos no conocen nada mejor y también
porque no se lo plantean.

«Una vida sin principios»

La mayoría de los hombres consideraría un insulto que los emplearan en


lanzar piedras por encima de un muro y luego en lanzarlas en sentido contrario
con el único fin de ganarse el sueldo. Pero muchos no tienen un trabajo más digno.
«Una vida sin principios»

Si no fuera porque deseo hacer algo aquí (llevar a cabo una obra), preferiría
sin duda sufrir y morir antes que soportar las penas que implica ganarse la vida
según las maneras que proponen los hombres.

Diarios, 18 de febrero de 1851

No basta con ser trabajadores: también lo son las hormigas. ¿En qué se
emplea ese trabajo?

Cartas a un buscador de sí mismo,

16 de noviembre de 1857

Los modos por los que podemos ganar dinero nos envilecen casi sin
excepción. Hacer algo por el mero hecho de ganar dinero es ser un auténtico vago o
algo peor. Si el obrero no recibe más de lo que su patrón le paga, lo engañan y se
engaña a sí mismo.

«Una vida sin principios»

He estado más de dos años viviendo solo en los bosques, en una buena casa,
enyesada y con tejas, construida enteramente por mí, ganando sólo lo que quería y
sin apartarme de mi trabajo.

A Horace Greeley, 19 de mayo de 1848

En pocas palabras, estoy convencido, tanto por fe como por experiencia, de


que mantenerse a uno mismo en esta tierra no es una dificultad, sino un
pasatiempo, siempre que se viva de forma sencilla y sabia, así como las
ocupaciones de las naciones más sencillas son hoy por hoy los deportes de las más
artificiales. No es necesario que un hombre se gane la vida con el sudor de su
frente, a no ser que sude con más facilidad que yo.

Walden

Detesto las formas actuales de vivir y de ganarse la vida. La agricultura, el


comercio y trabajar en un negocio o profesión me resultan odiosos. Obtendría gran
placer ganándome la vida de una manera sencilla y primitiva. Creo en el gozo y
satisfacción infinitos de ayudarme a mí mismo y a los demás en la medida de mis
posibilidades.

Diarios, 5 de noviembre de 1855


39
UNA VIDA SALVAJE
Ojalá mis vecinos fueran más salvajes.

Diarios, 30 de marzo de 1851

La preservación del mundo radica en la naturaleza salvaje.

«Caminar»

Lo que nos deleita de Hamlet y la Ilíada, de todas las Escrituras y las


mitologías, es su visión incivilizada, libre y salvaje del mundo, esa que no se
enseña en las escuelas.

«Caminar»

Todo lo que no ha caído bajo la influencia del hombre es salvaje. En este


sentido, los hombres originales e independientes son salvajes, no domesticados ni
quebrados por la sociedad.

Diarios, 3 de septiembre de 1851

Lo que llamamos «estado salvaje» es una civilización distinta de la nuestra.

Diarios, 16 de febrero de 1859

La vida coincide con lo salvaje. Lo más vivo es lo más salvaje.

«Caminar»

Necesitamos el tónico de la naturaleza salvaje, caminar cada tanto por


marjales donde acechan el avetoro y el rascón, oír el grito gutural de la agachadiza,
oler la juncia susurrante en la que sólo labran sus nidos los pájaros más salvajes y
solitarios, allí donde el visón se arrastra con su abdomen a ras de tierra.

Walden

Me agradaría encontrar hombres en los bosques. Ojalá pudiera toparme con


ellos como con el caribú y el alce.
Diarios, 18 de junio de 1840

Que caiga una nieve ligera y cubra la tierra, y que las huellas de los hombres
muestren qué poco se frecuentan los bosques y campos.

Diarios, 3 de febrero de 1857

Ansío una vida salvaje, una naturaleza por la que no puedan pasar mis pies.

Diarios, 22 de junio de 1853

Algunos salen rara vez al aire libre. La mayoría se queda siempre en casa
por la noche. Muy pocos, de hecho, han pasado toda la noche fuera alguna vez en
su vida. Y aún menos han ido por detrás del mundo de la humanidad y visto sus
instituciones como setas venenosas junto al camino.

Diarios, 2 de abril de 1852

Amo lo salvaje tanto como el bien.

Walden

En una sola frase: todo lo bueno es libre y salvaje.

«Caminar»
HENRY DAVID THOREAU [Concord (EE. UU.), 1817 - Ibídem, 1862].
Escritor y ensayista estadounidense. Nacido en el seno de una familia modesta, se
graduó en Harvard en 1837 y volvió a Concord, donde inició una profunda
amistad con el escritor Ralph Waldo Emerson y entró en contacto con otros
pensadores trascendentalistas. En 1845 se estableció en una pequeña cabaña que él
mismo construyó cerca del pantano de Walden a fin de simplificar su vida y
dedicar todo el tiempo a la escritura y la observación de la naturaleza. En este
período surgieron Una semana en los ríos Concord y Merrimack (1849), descripción de
una excursión que diez años antes había realizado con su hermano, y, finalmente,
Walden (1854), que tuvo una notable acogida.

En 1846, concluida su vida en el pantano, Thoreau se negó a pagar los


impuestos que el gobierno le imponía, como protesta contra la esclavitud en
América, motivo por el cual fue encarcelado; este episodio le llevó a escribir
Desobediencia civil (1849), donde establecía la doctrina de la resistencia pasiva que
habría de influir más tarde en figuras de la talla de Gandhi y Martin Luther King.
Cercano a los postulados del trascendentalismo, su reformismo partía del
individuo antes que de la colectividad, y defendía una forma de vida que
privilegiara el contacto con la naturaleza.
Notas
[1]
James Buchanan (1791-1868) fue el décimoquinto presidente de los
Estados Unidos, que desempeñó su cargo desde 1857 hasta 1861. Su gobierno fue
criticado por su pasividad frente a la división del país que provocaría el estallido
de la Guerra Civil. <<

[2]
La exuvia es la cutícula o cubierta exterior (también llamado
exoesqueleto), abandonada por los artrópodos (insectos, crustáceos o arácnidos)
tras la muda. <<

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