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El amante es una novela seudo autobiográfica de Marguerite Duras, publicada en

1984;1 ganó para su autora el Premio Goncourt y fue traducida a 43 lenguas. De


tintes eróticos, está ambientada en la Indochina colonial. Fue llevada al cine por
Jean-Jacques Annaud con el título de El amante.

Marguerite Duras, pseudónimo de Marguerite Germaine Marie Donnadieu


(Gia Định, cerca de Saigón, Vietnam, 4 de abril de 1914-París, 3 de marzo de
1996), fue una novelista, guionista y directora de cine francesa. Nació en Saigón
(en la actualidad, Ciudad Ho Chi Minh) el 4 de abril de 1914. Pasó su infancia y
adolescencia junto a su madre en la Indochina francesa, experiencia que le marcó
profundamente e inspiró muchas de sus obras.

El amante alcanzó la fama mundial al ser una novela que refleja los
matices de una joven en indochina de clase baja que encuentra un entorno distinto
al de su disfuncional familia y su inconformidad con el estatus que tiene, la ropa
remendada y los accesorios de liquidación (Pág. 10).
“Llevo un vestido de seda natural, usado, casi transparente. Con
anterioridad fue un vestido de mi madre, un día dejó de ponérselo porque lo
consideraba demasiado claro, me lo dio. Es un vestido sin mangas, muy escotado.
Tiene ese lustre que adquiere la seda natural con el uso. Recuerdo ese vestido.
Creo que me sienta bien. Le puse un cinturón de cuero en la cintura, quizás un
cinturón de mis hermanos. No recuerdo qué zapatos llevaba en esa época, sólo
algunos vestidos. La mayor parte del tiempo voy con los pies desnudos en
sandalias de lona. Me refiero a la época anterior al colegio de Saigón. A partir de
ese momento siempre llevo zapatos, por supuesto. Ese día debo llevar el famoso
par de tacones altos de lamé dorado. No se me ocurre qué otros podría llevar ese
día, o sea que los llevo. Rebajas rebajadas que compró mi madre. Llevo esos
lamés dorados para ir al instituto. Voy al instituto con zapatos de noche ornados
con adornillos de lustrina. Por capricho. Sólo me soporto con ese par de zapatos y
aún ahora me gusto así, esos tacones altos son los primeros de mi vida, son
bonitos, han eclipsado a todos los zapatos que los han precedido, los zapatos
para correr y jugar, planos, de lona blanca.”
Después de todo la posición económica parecería no importar, el gran
problema de su familia eran las malas inversiones y tal vez algo de mala suerte,
Marguerite pude haber entrado en una idea de algún día posicionarse mejor que
su madre, mientras tanto los problemas y tal vez la mala suerte parecían
incrementar (Pág. 17).
“Después de ese encuentro mi madre regresa a Francia. Venderá todos
sus muebles. Y después irá al pantano por última vez. Se sentará a la veranda
frente al poniente, miraremos hacia el Siam una vez más, una última vez, nunca
prolongada, porque, aunque volverá a salir de Francia cuando cambie de opinión y
regrese otra vez a Indochina para retirarse en Saigón, ya nunca más estará
delante de esa montaña, de ese cielo amarillo y verde por encima de esa selva”.
Conforme logramos avanzar en la novela notamos a Marguerite inconforme con la
vida que lleva, yendo al pensionado en Francia, con ropa remendada y accesorios
de liquidación”.
En tiempos antiguos y algunos casos también en los actuales se puede
concebir la idea de un camino “fácil” para encontrar estabilidad económica: la
adaptación como concubina, dama de compañía, patrocinadores, etc. Se han
escrito tantos nombres a lo largo de la historia que para algunas personas podría
ser mal visto, ya que normalmente los tratos en estas situaciones van de cambiar
cariños y encuentros cercanos por incentivos y regalos, pero para Marguerite la
situación iba de un modo diferente ella era una niña conociendo al hombre de su
vida con los propósitos equivocados (Pág. 19).
“El hombre elegante se ha apeado de la limusina, fuma un cigarrillo
inglés. Mira a la jovencita con sombrero de fieltro, de hombre, y zapatos dorados.
Se dirige lentamente hacia ella. Resulta evidente: está intimidado. Al principio, no
sonríe. Primero le ofrece un cigarrillo. Su mano tiembla. Existe la diferencia racial,
no es blanco, debe superarla, por eso tiembla. Ella le dice que no fuma, no,
gracias. No dice nada más, no le dice déjeme tranquila. Entonces tiene menos
miedo. Entonces le dice que cree estar soñando. No responde. No vale la pena
responder, ¿qué podría responder? “
Hace años era normal ver a un hombre adulto en compañía de una
jovencita, en los pueblos esa era la forma de conseguir una vida mejor que te
“robaran”, tuvieras hijos, ser ama de casa y mantenerte hasta el día de tu muerte.
A pesar de que aquel desconocido resultaba atractivo para ella, no se imaginaba
en una vida plena a su lado, casándose de blanco, teniendo hijos y estar juntos
hasta el día de su muerte, ella quería más, quería solo lo que el dinero podía
comprar. (Pág. 20)
“Nunca más haré el viaje en el autocar destinado a los indígenas. En
lo sucesivo, tendré a mi disposición una limusina para ir al instituto y para
devolverme al pensionado. Cenaré en los locales más elegantes de la
ciudad”.
¿Qué es lo que pasa por tu mente adolescente, llena de hormonas
cuando tu vida es solo escuela y sobrellevar una pésima situación familiar? Un
escape, y podría ser a partir de cualquier actividad, pero cuando en tu vida tienes
a un hombre mayor deseándote de a poco, tu curiosidad por el placer es muy
intensa, claro que algunas opiniones apoyan que eso solo es una actividad con
base al amor en pareja, y Marguerite lo sabía, la sociedad se habría encargado
durante años de recalcarlo como identidad moral, que más da, si la vida no es
justa puedes hacer lo que quieras y tener el bono que quieras. Llenarte de placer y
experiencia, gustos culposos cuando eres joven (Pág.22).
“Le dice: preferiría que no me amara. Incluso si me ama, quisiera que
actuara como acostumbra a hacerlo con las mujeres. La mira como horrorizado, le
pregunta: ¿quiere? Dice que sí. El ha empezado a sufrir ahí, en la habitación, por
primera vez, ya no miente sobre esto. Le dice que ya sabe que nunca le amará. Le
deja hablar. Al principio ella dice que no sabe. Luego lo deja hablar. Dice que está
solo, atrozmente solo con este amor que siente por ella. Ella le dice que también
está sola. No dice con qué. El dice: me ha seguido hasta aquí como si hubiera
seguido a otro cualquiera. Ella responde que no puede saberlo, que nunca ha
seguido a nadie a una habitación. Le dice que no quiere que le hable, que lo que
quiere es que actúe como acostumbra a hacerlo con las mujeres que lleva a su
piso. Le suplica que actúe de esta manera”.
Tu nuevo mundo, tu escape, se enamora de ti pero también te desea
como loco, lo único que podría pasar ahora es complacerlo, un nivel más
avanzado a “la sonrisa fingida” avanzas tu vida de este modo, al fin y al cabo pone
el mundo a tus pies, no te falta nada, pero algo pasa, su amor por ti va creciendo y
creciendo, te procura, se preocupa por ti, te protege. Marguerite no tiene bien
definido que es eso, toda su vida fueron exigencias de su madre y ganas de
aniquilar a su hermano mayor, faltando el hombre más importante en su vida, su
padre. No sabe cómo reaccionar al respecto, sí lo aprecia y podría decirse que lo
ama, pero no lo demuestra como él quisiera, al paso del tiempo u paciencia se
desgasta y por una u otra circunstancia del destino se separan y es ahí cuando se
da cuenta, nunca tuvo a hombre como ese, nunca amó tanto a un hombre como a
aquel y tal vez no era el amor de su vida pero, tiene perfectmente clara una cosa,
fue su primer amor y a pesar de que consiguió lo que tanto anhelaba: superar su
antigua situación económica, cumplió su deseo de experimentar su placer,
complacer a alguien más, fundir su cuerpo con otra persona por sensaciones
increíbles y hacerlo por amor también, aprendió a querer a una persona a su
modo, dejó una marca, y eso ni el tiempo lo borra (Pág. 59).

“Años después de la guerra, después de las bodas, de los hijos, de los


divorcios, de los libros, llegó a París con su mujer. El le telefoneó. Soy yo.
Ella le reconoció por la voz. El dijo: sólo quería oír tu voz. Ella dijo: soy yo,
buenos días. Estaba intimidado, tenía miedo, como antes. Su voz, de
repente, temblaba. Y con el temblor, de repente, ella reconoció el acento
de China. Sabía que había empezado a escribir libros. Lo supo por la
madre a quien volvió a ver en Saigón. Y también por el hermano menor,
que había estado triste por ella. Y después ya no supo qué decirle. Y
después se lo dijo. Le dijo que era como antes, que todavía la amaba, que
nunca podría dejar de amarla, que la amaría hasta la muerte.”
Podemos concluir que cuando se juega con cariño el amor siempre gana y
podría ser bueno o malo, llevar a tomar las mejores o las peores decisiones, a
dejar salir tu lado más frágil y fuerte al mismo tiempo, pero siempre presente.
BIBLIOGRAFÍA:

- http://www.lacomunitatinconfessable.com/wp-
content/uploads/2009/09/8681626-el-amante-marguerite-duras.pdf
- https://es.wikipedia.org/wiki/El_amante_(novela)
- http://www.sopadelibros.com/book/el-amante-marguerite-duras
- http://actualidadhoy.com/sugar_daddys_la_nuva_forma_de_patrocinadores/
- http://historiademexico.com/costumbres_antiguas/robarse_a_la_madre_de_
sus_hijos

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