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Staff
Moderadora:
Melii
Traductoras:
Lalu aa.tesares
CrisCras Aimetz
Nico
Correctoras:
Andreina Karool
Alaska SammyD
Sofí Aimetz
Amy Melii
Meliizza Vanessa VR
Mel Markham
Revisión Final:
Mel Markham
Diseño:
PaulaMayfair
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Índice
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Sobre el Autor
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Sinopsis
A veces, Dallas se emborracha y no recuerda lo que hizo anoche. A veces,
pierde a sus amigos. A veces, el novio de su madre la golpea hasta que ya no
puede caminar. A veces, la vida es una mierda, pero a veces es hermoso.
Cuando Dallas baila su mundo es suyo y puede hacer lo que ella quiere que sea,
puede escapar de su horrible vida. Dallas ahora tiene que superar su pasado
para darse un futuro en la Academia de Danza de Allenwood Cabo Haven, CT.
Cuando sus pies están sangrando y su corazón se está rompiendo, Dallas debe
encontrar la fuerza para seguir adelante.
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Sólo muévete. Se decía mientras huía, corriendo tan rápido como sus
piernas le permitían a través de la oscuridad del bosque. Su respiración se hizo
dificultosa y reconoció que necesitaba encontrar un lugar para esconderse.
Podía oír al ridículo novio de su madre, Mike, tropezando entre los árboles
detrás de ella. Dallas sabía que no pesaba mucho, pero no estaba segura de lo
bien que su resistencia aguantaría en comparación con la de él. Su rabia le
daba más energía, estaba segura de ello. Agarró el paquete de seis que había
robado de su nevera y sonrió para sus adentros. No pudo evitarlo. Le gustaba
pasar un buen rato y la cerveza ayudaba con eso. Recordó la última vez que la
había golpeado, sólo unas semanas antes, cuando le había robado. No sabía
cómo la había descubierto, posiblemente, su propia madre la delataba, no sería
la primera vez. Pero mientras se escapaba, pensó que estaría a salvo.
Levantó los ojos del suelo con la esperanza de ver al viejo edificio en el
horizonte. Miró hacia atrás una vez más, el viento picó en sus ojos al darse
cuenta de que Mike ya no la seguía. Pensó que había superado lo de las
cervezas, la había estado persiguiendo por el bosque por sólo un miserable
paquete de seis. Algo que él podía terminar en apenas una hora. Desaceleró el
ritmo considerablemente, pero continuó corriendo, haciendo su camino hasta la
colina directo a su refugio. Nadie tenía la menor idea de que este edificio se
hallaba escondido entre el follaje, pero era donde disfrutaba de paz y soledad.
Desde que Dallas podía recordar este había sido su lugar, su sitio para
esconderse, su punto de escape.
Caminó hasta la colina con el barro pegado a los zapatos que difícilmente
le quedaban bien. Habían pasado años desde que Dallas consiguió ropa y
zapatos nuevos. Todo provenía de tiendas de segunda mano y aunque no le
importaba no tener ropa de marca como la mayoría de los chicos en la escuela,
por lo menos le hubiera gustado tener ropa que le quedara. No era alta, era de
estatura promedio, pero era delgada, por lo que su madre pensó que la ropa de
niña aún debía servirle, aunque fuera una estudiante de secundaria. Pero eso
no importaba ahora, ella tenía su cerveza, y tenía un lugar para esconderse y
beberla. Podía ignorar a su madre, a Mike y a todos los sentimientos que tenía
acumulados en su interior.
Las cosas no siempre habían sido tan malas para Dallas Tanner, una vez
tuvo una vida no muy diferente al sueño de un niño, dulce y honesta. Entonces,
7 su madre no podía dejar las drogas, comenzó a tener relaciones, y su padre, un
hombre de negocios, no podía encontrar la manera de salir del lío sin dejar a
Dallas atrás. Los adultos cometen errores, ella siempre se dijo eso, pero aun así
no significaba que su corazón no le doliera cada noche cuando pensaba en él.
Soñaba cuando él la cargaba como un bebé y la subía en el columpio. Él la
empujaba y ella creía que volaba. Era su padre, el que una vez la había llevado
a este estudio de baile hace mucho tiempo para su primera lección de ballet.
Era como si el edificio hubiera muerto cuando la relación de Dallas con su
padre murió. Las tablas del suelo crujieron cuando entró. Pasó el dedo a lo
largo de las paredes de espejos que quedaban y lentamente se dirigió a la
oficina donde guardaba todos sus secretos. Pocos años después de que el padre
de Dallas dejara el estudio, había sufrido un incendio terrible y el negocio se
había visto obligado a moverse. La estructura había sido considerada reparable
pero nadie en el pequeño pueblo de Illinois había tenido el corazón para
completar el proyecto. Así que aquí estaba. Una cáscara de lo que fue casi una
bailarina de Las Vegas, tratando de revivir su antigua gloria al recibir a Dallas
y a sus pies llenos de ampollas.
Dallas colocó el paquete de seis en la mesa que quedaba en la oficina con
una silla pequeña. Luego se quitó los zapatos y caminó de nuevo frente a los
pocos espejos que seguían ahí. Se desperezó lentamente sintiendo la tensión de
sus músculos que no había usado en casi un mes. Esta había sido su primera
oportunidad para escapar del malvado Mike. Todavía no podía creer que su
madre había considerado siquiera salir con él y mucho menos que le permitiera
mudarse a la casa. Lo que había sido una vez un adorable hogar, ahora parecía
un lugar donde la basura blanca iba a pasar el rato. La gran cantidad de
drogadictos que entraban y salían de la puerta principal hacía que su estómago
se revolviera mientras se extendía desde los dedos de los pies. ¿Cuándo su vida
se había convertido en una pesadilla?
Levantó los brazos, por encima de su cabeza hasta que la punta de sus
dedos se reunieron y se retorcieron en una pirueta mientras dejaba que sus
manos cayeran lentamente hacia sus costados. Rápidamente transformó su
cuerpo en hermosas figuras antes de volver a la primera posición. Su
instrucción fue mínima y su talento natural era algo digno de contemplar.
Nadie la había visto bailar en años y eso era una vergüenza. Dallas tenía la
capacidad innata que la mayoría de los bailarines morirían por poseer. Ella era
simplemente impresionante y mientras se reproducía la música en su cabeza,
llevaba a cabo una rutina simple y corta. El ritmo inaudito se movió
rápidamente a través de su cuerpo y sacó sus emociones a través de su
respiración mientras se movía. Cerró los ojos para imaginar una gran multitud
frente a ella, animándola, dándole el estímulo que necesitaba
desesperadamente. Cuando hizo una reverencia y el público terminó sus
aplausos, abrió los ojos para verse sólo a sí misma en ropa que no le servía y un
cabello muy sucio.
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Mejor consigo algo de ropa nueva pronto, pensó, o la trabajadora social
empezará a dar problemas. Dallas odiaba a su trabajadora social. La mujer
había sido recomendada después de que la madre de Dallas la había llevado a
terapia cuando su padre se fue. Dallas ni siquiera estaba segura de por qué fue
a terapia para empezar, se negó a hablar con el hombre corpulento que se
sentaba en la silla de la habitación diciendo cosas como "mmm" y "ya veo”. Todo
lo que hizo fue tomar notas, y se negaba a mirarla. Luego sugirió su caso a los
servicios infantiles y ahora tenía un trabajador social mal pagado y
verdaderamente triste, que tampoco la miraba a los ojos. Durante mucho
tiempo, Dallas sentía que la gente pensaba que, si la miraban, sus padres los
abandonarían también, como si fuera contagiosa o algo así. Pero viendo de
cerca a su reflejo en el espejo, se dio cuenta de que la gente últimamente había
estado lejos de ella porque parecía un caso de caridad. Era evidente que el uso
de drogas de su madre fue minando la seguridad de todos sus recursos. Sabía
que su padre pagó algún tipo de apoyo infantil, pero nunca había visto nada de
eso. En el fondo, realmente creía que su madre la guardaba solo para ella.
Como si estuviera ignorando el acuerdo de custodia. Eso explicaría la falta de
dinero.
Dallas lentamente caminó hacia el espejo con su brazo extendido,
llegando a tocar el rostro de la chica flaca en el antiguo cristal frío. El cabello
rubio natural que tuvo una vez, estaba teñido de un color rojo brillante y su
piel se veía realmente pálida. Era difícil imaginar en lo que se había
convertido, en otra chica de aspecto rudo. Sacudió la cabeza y se dirigió
lentamente hacia la oficina. Entreabrió no una, sino dos cervezas de las que se
había robado. Dobló su mano permitiendo que la sustancia espumosa viajara
por su garganta a una velocidad alarmante. Había terminado todo el paquete
de seis en menos de cinco minutos. Cruzó los brazos sobre su pecho y apoyó la
cabeza en la silla dejándose disfrutar del bullicio y cerró los ojos mientras
esperaba desmayarse. Sabía exactamente cómo lograr que su cuerpo haga lo
que quería, había hecho esto muchas veces antes. Respiró hondo y dejó que la
oscuridad tomara su mente, permitiéndole a la esperanza soñar con que esta
noche iba a viajar a un lugar nuevo en sus sueños, aunque no estaba segura de
a dónde iba a ir.
Por desgracia, el sueño de hoy fueron pesadillas. Recordó un altercado
reciente con Mike. Su cuerpo se estremeció, en respuesta a las terribles
imágenes que se cruzaron por su mente y por los recuerdos de cómo cada golpe
se sintió en su piel. Fue hace dos semanas cuando Mike la atrapó bebiendo de
un paquete de veinticuatro que había escondido debajo de la cama en su
habitación. Como de costumbre, él asumió que le había robado, sin causa
alguna. Dallas era una excelente ladrona. Aprendió la técnica hace unos años
cuando su madre dejó de darle dinero, dejándola sin nada. Dallas tuvo que
encontrar una manera de hacerse con las cosas que necesitaba, ropa, dinero
para el almuerzo en la escuela y cosas por el estilo, así que ella comenzó a
9 tomar dinero del monedero de su madre. También había una caja de zapatos
ubicada en el armario que contenía la mayor parte de lo que Dallas podría
considerar como los ahorros que tenía. Sólo tomaba el dinero mínimo para
sobrevivir, pero todavía era una ladrona.
En el sueño, era de noche cuando entró en su habitación y rezó en
silencio para que él pensara que dormía o se había desmallado y no le
molestara. Entonces vio su enorme silueta en el umbral, inundaciones de luz
detrás de él y se dio cuenta de que no importa que estuviera dormida, todavía
iría tras ella. Trató de huir de la cama, pero sin tener a donde ir sabía que su
destino era inminente. Ya estaba sobre ella mientras agarraba sus muñecas y
le golpeaba la espalda sobre la cama. Usó una de sus manos para tomar las dos
muñecas con el fin de liberar su mano derecha, que más tarde utilizaría para
golpearla. Pero primero, como siempre, puso su mano alrededor de su cuello y
la acusó de haberle robado su bebida.
—¿Creías que no te descubriría? Siempre sé cuándo te robas alguna de
mis niñas.
Movió su cabeza frenéticamente hacia atrás y hacia adelante. —¡Yo no
tomé ninguna esta vez! ¡Te lo juro Mike!
Se inclinó hacia ella, el olor a borracho llenando sus fosas nasales. —No
te creo —gruñó en su oído.
Cuando empezó a jadear en busca de aire para que le quitara la mano de
la garganta, ella usó toda su fuerza para tratar de empujarlo lejos, pero él llevó
la rodilla hasta su pecho y la sujetó más fuerte en la cama. Terminó con fuerza
llegando a su mandíbula, mientras se retorcía de dolor. Sabía que si dejaba de
luchar, los golpes pararían, por lo que permitió que su cuerpo se aflojara
mientras el dolor se extendía por su cara y cabeza. Él gruñó, tomando el alcohol
de debajo de la cama y saliendo de la habitación. Ella se aseguró de no escuchar
más sus pasos antes de dejar que sus lágrimas comenzaran.
El dolor de cabeza era intenso, pero el dolor en su corazón era mucho
peor. Se sentía impotente contra el hombre que su madre insistió que llamara
"padre". Pero no era cierto, un verdadero padre no trataría a su hija con tal
falta de respeto. Permitió que la ira fluyera a través de su cuerpo y se levantó
de la cama tambaleándose por el dolor en la parte posterior de su cráneo.
Levantó un vaso de su escritorio, que una vez había sido de su abuela, y lo
arrojó contra la puerta. Después de darse cuenta de que había destruido su
única conexión con su abuela, se dejó caer en el suelo sosteniendo los pedazos
del vidrio roto en sus manos.
Dallas estaba perdiendo el control.
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Dallas agarró el papel en sus manos con tanta fuerza que tuvo miedo de
rasgarlo. Las lágrimas fluyeron con mayor libertad cuando la felicidad
sobrepasó su decepción y se dio cuenta de que sus sueños finalmente se hacían
realidad. Iba a salir de este lugar y a hacer algo con su vida. Pensó por un
momento en llamar a su madre, pero no estaba segura de que las noticias la
emocionaran tanto como la habían hecho feliz a ella. Decidió que iba a saltarse
el autobús ese día y a comenzar a empacar sus cosas, llamando a un taxi más
tarde para conseguir los papeles en su escuela actual. Si podía estar en un
autobús hacia Connecticut mañana, lo haría.
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Dallas podía oír el estruendoso ritmo, que sabía era de un bajo, antes de
que abriera la puerta del taxi para salir. La casa era impresionante, grande al
estilo victoriano, que emanaba una sensación de estar ligeramente embrujada,
pero con la luz saliendo de las ventanas y la puerta, lo fantasmagórico era
borrado. Mila tomó su mano, sonriendo, mientras entraron a la casa buscando
a las personas que conocían. Dallas vio a Andre y avanzó hacia él y su grupo
mientras que Mila iba a buscar unos tragos. Se sorprendió por su confianza,
pero sabía que después de tener un par de copas estaría en perfectas
condiciones para hacer cualquier movimiento que quisiera sobre alguno de
estos chicos. Había ido a unas cuantas fiestas en su antigua escuela, pero sobre
todo fue a fiestas de fraternidades en la Universidad. Sólo utilizaba a los chicos
para conseguir lo que quería. Su madre había sido un excelente modelo a
seguir, antes de juntarse con Mike. Se había convertido en la perfecta
provocadora, a veces obtenía regalos o dinero, pero sobre todo sólo prefería la
atención. Andre le sonrió una vez que llegó a su grupo. —Mira quién decidió
aparecer. Luces bien, Texas.
—Me llamo así por la ciudad Dallas, no el estado en sí, idiota. —Sonrió
ante su rápida respuesta.
Mila llegó con dos cervezas en la mano y Dallas la había terminado antes
de que incluso Mila bebiera una cuarta parte de la de ella. —Guau, despacio
amiga.
Dallas sacudió su cabeza, —Es demasiado divertido para ir más
despacio. Voy a conseguir otra ronda, ¿quieres algo? —Mila negó la cabeza y
Dallas hizo su camino a la cocina. Oyó que había un barril allí. Pero primero se
encontró con un grupo de chicos tomando shots de Tequila. Eso sonaba como lo
mejor que había escuchado en mucho tiempo. En menos de una hora había
terminado dos copas más, dos tragos de Tequila e iba en su cuarto vaso de
cerveza cuando Mila vino a buscarla.
—¿Teniendo problemas con el barril?
—Nop, en absoluto. —La visión de Dallas empezaba a ponerse borrosa.
Sentía la perfecta excitación. Esta noche sería excelente.
La música sonaba mientras hizo su camino hacia el comedor lleno de
gente y encontró una silla donde pararse. La mesa la llamaba. Sosteniendo la
35 araña, bailó sobre la mesa mientras los chicos gritaban por ella.
—Oye, sexy, ¿por qué no vienes aquí y bailas para mí? —gritó un chico
mientras su amigo le pegaba en la espalda. Dallas sonrió pero los ignoró, había
visto a un chico de pelo oscuro al otro lado de la habitación y estaba más
interesada en conseguir su atención que en nadie más. Mientras se acercaba a
la mesa se atrevió a hacer contacto visual con él y con su dedo hizo un
movimiento de ven aquí. Ella sabía que podía ser peligroso, pero no le importó.
El peligro era parte de la diversión. Él extendió su mano y la ayudó a bajar de
la mesa y mientras lo hacía se dio cuenta de que no había visto a Mila en un
rato, pero eso realmente no era su problema, porque en ese momento el tipo de
la camisa negra tenía su brazo alrededor de su cintura y se alejaban del resto
de la fiesta. Cuando llegaron al patio trasero él la encamino hacia afuera a lo
que parecía un cobertizo y Dallas tropezó mientras caminaba. Empujó su
espalda contra el revestimiento del cobertizo y murmuró en su oído—: Luces
increíble.
Se rió atractivamente. —Soy increíble.
—¿Lo eres? —respondió—. ¿Por qué no me enseñas cuan increíble?
Elevó sus cejas con coquetería antes de colocar sus labios con los de él.
Sus manos se movieron desde la cintura hasta la parte exterior de sus pechos y
los apretó. Dallas probó el whisky en su aliento y lo lamió mientras le mordía el
labio inferior. Él gimió ligeramente debajo de ella. Se quedaron así por un
tiempo, pero no podía recordar exactamente cuánto tiempo. Cuando pensó que
las cosas iban un poco demasiado lejos, él ya se había quitado su camisa y
desabrochado los pantalones, así que ella intentó separarse.
—Uf, necesito un poco de aire. —Trató de alejarse y arreglarse pero él la
agarró por la muñeca.
—No tan rápido. No he terminado contigo todavía —le gruñó.
Se dio cuenta que no había visto a Mila en horas y empezaba a
preocuparse por ella. Su borrachera disminuyó, había ido demasiado lejos. —Lo
siento cariño, tengo que irme. Quizá en otra ocasión.
Apretó su agarre alrededor de su muñeca. —Dije que todavía no he
terminado. —Intentó jalarla de vuelta a él y luchó debajo de sus fuertes brazos.
—¡Suéltame! ¡Dije que no! —El miedo de Dallas crecía, no podía recordar
la última vez que había bebido tanto, pero pensó que era porque la última vez
se había desmayado. No tenía ningún control sobre su cuerpo mientras él
empujaba su espalda contra el cobertizo golpeando su cabeza contra el
revestimiento metálico. Tuvo recuerdos de cuando Mike le pegaba y la clavaba
en la cama. Mike acostumbraba a parar la violencia, sin embargo, este chico
quería más. Le besaba el cuello con fuerza y cuando liberó una de sus manos
ella intentó apartarlo, pero él agarró su camisa y la rasgó por la mitad. Su
pecho fue expuesto y sintió su propósito, pero era demasiado fuerte. La coloco
36 en el suelo y se puso a horcajadas sobre ella. Dallas continuó su ataque y arañó
su cara.
—Oye, hombre, ¿qué haces? —escuchó una voz varonil que reconoció y
abrió los ojos para ver a Andre quitándole al tipo de encima—. ¿Estás bien? —
le dijo con sus ojos llenos de preocupación.
Dallas asintió tentativamente cuando el tipo apareció por detrás de
Andre, haciéndole una llave. Pero Andre era demasiado fuerte y fácilmente dio
la vuelta al chico sobre su cabeza aterrizando en el duro suelo con su espalda.
Dallas no estaba segura, pero pensó que podía haber quedado inconsciente
cuando Andre extendía una mano hacia ella para ayudarla a levantarse. Se
quitó la chaqueta, poniéndola sobre ella, así su piel ya no era visible.
—Tienes que irte a casa, Dallas. Estoy seguro que Mila te recogerá, ha
estado buscándote por todas partes por más de una hora. Está realmente
preocupada.
— Es posible que me hayas salvado la vida. —Miró a Andre con asombro;
esta persona que difícilmente la conocía levantó a un tipo sobre su cabeza para
salvarla.
—No es gran cosa. Sólo odio a los asquerosos como ese.
—Es una gran cosa. Gracias. —Caminó obedientemente a la edificación
para encontrar a Mila, era hora de irse a casa. No podía creer lo que había
pasado con ese tipo, y que fue, en parte, su propia culpa. Necesitaba
concentrarse en salir de aquí.
Mila encontró a Dallas antes de siquiera tener oportunidad de buscarla.
—¿Dónde diablos has estado? —preguntó exasperada—. Y... ¿Qué estas
usando? No es esa la chaqueta de Andre. Oh mi Dios, ¿él y tú... ya sabes...
conectaron?
Dallas dio la vuelta para mirar a la pequeña chica frente a ella. Se sentía
desenfocada de alguna manera, la excitación del licor desaparecía pero de una
forma incómoda, esto no es algo a lo que estaba acostumbrada. —No. —Negó
con la cabeza—. ¿Podemos sólo irnos a casa?
Mila la miró sorprendida. —Pensé que la estabas pasando genial, quiero
decir, ese baile sobre la mesa fue algo de lo que podrías estar muy orgullosa.
—¿Quién bailaba sobre la mesa?
Mila miró a Dallas confundida. —Tú lo hiciste. ¿No recuerdas?
Dallas negó con la cabeza otra vez, pero estaba acostumbrada a que le
fallara la memoria. Se encogió de hombros mientras caminaba hacia la puerta
principal. Tropezando contra la gente y dando vueltas, le tomó mucho tiempo
encontrar su salida, cuando finalmente hizo su camino fuera, ya Mila no la
seguía. Se sentó en una silla en el porche esperando que viniera a buscarla, no
37 tenía suficiente dinero para conseguir un taxi por su cuenta. ¡Qué pesadilla se
había vuelto esta noche! Dallas no estaba acostumbrada a tener amigos que se
preocuparan por ella. Personas que vinieran a buscarla durante una fiesta o de
tipos imbéciles y asquerosos que trataban de conseguir lo que querían con ella.
Nada de esto fue lo que esperaba para esta noche, pero una vez su adicción fue
tomando control de ella, no había nada que pudiese hacer para detenerla.
Mila salió del patio más tarde viéndose terriblemente molesta. —¡Ahí
estás! ¿Le dijiste a Drew que me gusta? Te dije que era un secreto.
El mundo de Dallas todavía parecía borroso pero no podía recordar ni
siquiera ver a Drew esta noche. —¡No! —Se levantó, elevándose por encima de
su amiga—. ¿Por qué le diría eso?
Mila sólo sacudió su cabeza. —No tienes control. Ahora sé que no puedo
confiar en ti. ¡No puedo creer que le dijeras! Es mi compañero de baile, Dallas,
y tengo que estar con él todo el tiempo y, ¡ahora lo sabe! Es tan vergonzoso.
¿Sabes qué, Dallas? Creo que deberías sólo volver a la escuela. Hemos
terminado aquí.
—Pero Mila, lo juro, yo no... ¡No le dije! No le dije a nadie sobre ti.
Mila le dio una mirada dura y se alejó.
Dallas se desplomó en la silla del patio insegura de qué hacer con ella
misma. ¿Había contado los sentimientos de Mila por Drew? Sabía que estaba
bastante jodida, pero nunca olvidó una conversación entera antes. Y ahora la
única persona que había sido su amiga, no quería volver a hablar con ella.
Sacudió su cabeza, mientras las lágrimas corrían por su rostro, una vez más
estar sola parecía la mejor opción para ella.
Necesitaba salir de allí pero como se encontraba, todo su mundo se mecía
y se encontró con su cabeza en una maceta expulsando la mayoría del tequila
que había bebido. Cuando se levantó por aire podía oler el vómito en su ropa y
la garganta ardía.
Volvió a la fiesta e hizo su camino a la cocina, necesitaba un trago para
lavar el sabor desagradable en la boca. Tratando de encontrar el licor más
fuerte que sabía le haría no sentir ningún dolor, buscó en el gabinete y encontró
una botella de whisky. Lo escondió debajo de la chaqueta de Andre y salió por
la puerta delantera, dejando atrás la fiesta y la gente que pensó eran sus
amigos.
Caminó por lo que se sintió como horas tomando lentamente tragos de la
botella y dando tumbos en la oscuridad. Pensó que caminaba en la dirección de
la escuela, pero no podía estar segura y no le importaba. No sabía si quería
volver a Allenwood. Hasta ahora este lugar sólo le había traído más pena y
dolor a su corazón, algo que estaba más que acostumbrada en casa, no aquí, el
lugar que se suponía seria la tierra de oportunidades para ella.
38
Finalmente tropezó en un restaurante y se dio cuenta de que moría de
hambre. El sol apenas salía sobre el horizonte y supo que había estado
caminando toda la noche incapaz de encontrar su escuela. Se preguntó
brevemente lo que le había sucedido a Mila y Drew, y si Andre extrañaba su
chaqueta. Miró la botella en su mano. ¿Por qué había puesto esto en su cuerpo?
¿Cuál era el punto? ¿Estaba dispuesta a terminar como su madre? Dejó que
estos pensamientos se arremolinaran en su cabeza mientras la botella caía
vacía en la calle. Haciendo un fuerte ruido cuando el vidrio se destrozó. Agarró
la chaqueta más apretada alrededor de sí misma y entró en la muy concurrida
cafetería.
Inmediatamente al entrar una de las camareras intentó ayudarla y le
preguntó—: Cariño, ¿te encuentras bien? Parece que tuviste una noche difícil.
No le gustaba que esta mujer la estuviese tocando y quitó su brazo
chocando contra la caja de postres la cual inmediatamente paró de girar en
torno a sus deliciosos manjares.
Escuchó risas y giró su cabeza para ver a Trish y su pandilla sentadas en
una mesa tomando fotos con sus teléfonos. Se levantó algo atontada y
estupefacta sobre la mesa.
—Veo que tuviste un buen rato en la fiesta. Dios, ¡apestas! Es terrible lo
de Mila, ¿cierto? Pobres Drew y Mila —cacareó y el resto de su club de fans se
metieron en la conversación.
—¡Tú! —Apuntó con un dedo tembloroso a la chica—. ¿Le dijiste a Drew?
—Era obvio que le gustaba. Especialmente cuando la escuché
preguntarle sobre la fiesta durante la clase el otro día. Ya sabes,
conversaciones como esas realmente deberían mantenerse privadas. —Sonrió
diabólicamente y Dallas se levantó para agarrarla con ira.
Por el rabillo del ojo Dallas pudo ver a un hombre con uniforme parado al
final del mostrador. Dejó su café y se acercó lentamente con las manos en alto.
—¿Por qué no damos un paseo?
Dallas sacudió su cabeza con furia, pero la habitación comenzó a girar y
pronto estaba tumbada en el suelo, cerrando sus ojos esperando nunca poderse
despertar.
39
—Entonces está decidido. Voy a hacer lo que pueda para ayudarte con la
escuela, podemos encontrar un grupo de personas que puedan apoyarte a
través de este proceso. Las lecciones privadas también te ayudan a ponerte al
día.
Dallas miró a la Sra. Jessica asombrada por la fuerza en su maestra. A
medida que la mujer mayor se enjugó los ojos con un pañuelo descartable y
confirmó su decisión, Dallas podía ver el orgullo en su rostro. —¿Ha ayudado a
otros chicos como yo?
Jessica levantó una ceja que debería lucir como Dallas. —Ningún otro
chico ha sido jamás como tú, Dallas. Nadie lo hará. La forma en que te mueves
a través del suelo es puramente mágica. Tienes un don, y no se debe
desperdiciar.
Regresaron a la escuela en silencio, mientras Dallas consideró la decisión
que acababa de hacer. Había estado bebiendo mucho durante cuatro años y
sabía que sería un duro camino poner fin a su adicción, pero eso es lo que era,
una adicción. La Sra. Jessica tenía razón, Dallas sabía que en algún momento
podría lastimar a alguien más allá de la reparación, y no podía soportar la
preocupación al pensar que alguien muy cercano a ella resultara herido. No era
justo que alguien más, especialmente sus nuevos amigos, asuman la
responsabilidad de su decisión de beber constantemente. Pensó en todo el
alcohol que almacenó en su cuarto, le pediría a la Sra. Jessica que se
deshiciera de él por ella, para no ser atrapada. O tal vez sólo para asegurarse
de que en realidad se desharía de él. Dallas no estaba segura de qué tan fuerte
era su adicción, pero sabía que alguien que había empezado a beber a las ocho
de la mañana, como había estado haciéndolo, tenía un problema. Ahora era el
momento de hacer algo al respecto.
Mientras la Sra. Jessica aparcó su coche en el estacionamiento de la
facultad, Dallas se giró y le hizo una pregunta más. —Odio mi familia. Nunca
me he sentido como en casa en ningún otro lugar, solo aquí. Si voy a hacer esto,
no puedo volver a casa. ¿Sabe dónde podría quedarme durante las vacaciones
de invierno?
La Sra. Jessica asintió —Puedes quedarte en los dormitorios. Puesto que
eres una candidata de beca te permiten vivir aquí todo el año. No debería ser
45 difícil que te consiga la aprobación. Y te dará más tiempo para practicar —
terminó con un brillo en los ojos.
—¿No va a preguntarme por qué empecé a beber?
—No, eso no es asunto mío. Y por alguna razón, Dallas, estoy muy
segura de que se sentía como si tuvieras una buena razón para empezar.
Dallas se miró las manos quitándose el esmalte restante color rosa
fuerte de algunas de las uñas de los dedos. Sonrió por un momento al pensar
cuando Mila las había pintado para ella, pero sintió una punzada de tristeza al
recordar que no se hablaban. —Mi vida realmente solía apestar. Pero desde que
llegué aquí las cosas parecen casi normales, es decir, al menos es lo que
esperaría de sentirse como normal.
—¿Qué es sentirse normal?
Dallas pensó en ello. —Se siente bien, siempre sabiendo que vas a comer
la próxima vez, no tener que preocuparte por la ropa. Amigos. Me gusta mucho
tener amigos. Y puedo bailar cada vez que quiero. —Aunque tengo que hacer las
cosas de forma correcta con Mila, pensó para sí misma.
La Sra. Jessica sonrió —¿Cuánto te gusta bailar?
Dallas levantó la vista para mirarla a los ojos —Si no bailo, moriré. Es
mi oxígeno. —En un mundo tóxico, la danza era lo único que la hacía sentir
como si pudiera respirar. Había sufrido con ella y sabía que le ayudaría a
convertirse en magnífica. Dallas podría superar el alcoholismo, pero sólo por la
danza. Era su razón para seguir adelante.
—El aire que respiras ahora lo controlas tú. Disfruta de cada segundo
que tienes, y no permitas que nada interfiera en tu camino.
Dallas asintió. Su corazón puede haberse roto, pero sabía que sus pies
dirigirían el camino.
Cuando salió del coche vio a Mila sentada en los escalones de la entrada
de la escuela envuelta en una sudadera con capucha de color marrón.
—Hola —dijo Dallas silenciosamente mientras se acercaba.
—Hola —respondió Mila.
Las dos se quedaron en silencio por un momento antes de Mila dijera—:
Me alegro de que salieras.
—Sí, gracias. ¿Cómo sabían que estaba allí?
Mila no hizo contacto visual —Trish tomó fotografías de la policía
llevándote en la cena. Ella las envió a todos en Facebook. No me tomó mucho
tiempo darme cuenta de lo que pasó. Cuando me enfrenté a ella bromeó sobre
Drew y supongo que le habló de mí.
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Dallas sacudió la cabeza con disgusto —Lo siento.
—¿Lo sientes? —Mila preguntó con incredulidad, finalmente
mirándola—. Dallas, acabas de estar en la cárcel y ¿lo sientes?
Dallas sonrió. —No voy allí nunca más, aunque….
—¿Vas a dejar de beber? Te ayudaré si quieres.
Dallas asintió, orgullosa de su elección. —Sí, eso sería genial.
Se detuvieron y Dallas subió las escaleras de dos en dos, lista para
entrar en la habitación y encontrar algo de ropa limpia.
47
Dallas entró en lo que pensó que parecía ser una habitación vacía y
levantó una silla. La silla plegable de metal chirrió mientras la arrastraba por
el duro suelo de linóleo. La Sra. Jessica levantó una silla ligeramente detrás de
ella, dobló las manos y esperó por el orador para comenzar. Dallas esperó
ansiosamente mientras más gente se presentaba y sacaba sillas para formar un
círculo. Ella era parte del círculo esta vez, no alguien mirando desde el exterior.
Una vez que hubo una veintena de personas en el grupo, Dallas levantó la
cabeza para mirar a su alrededor, y lo que vio la sorprendió. Había gente de
todas las formas y tamaños, de edad y género. Un hombre llevaba un traje de
negocios azul marino y parecía muy relajado, mientras que una mujer con una
camiseta blanca se mecía en su asiento. Una mujer latina se sentaba junto a
Dallas y su ropa de enfermera tenía patitos por todas partes, y al otro lado de
ella había una chica con un bolso de la marca Coach que parecía tal vez solo un
año mayor que Dallas.
Dallas pensó que los alcohólicos eran personas que tenían problemas. Y
suponía que estas personas lo hacían, tenían un problema con el alcohol. Pero
no esperaba tanta diferencia en el grupo. La gente aquí estaba en su nivel
máximo de los altos, y en el más bajo de los mínimos. Imaginó que ella estaba
en algún lugar en el medio. Seguía luchando con los síntomas de la abstinencia,
pero había puesto recientemente toda su energía en las lecciones privadas con
la Sra. Jessica y se centraba más en las ampollas de sus pies que en la oscura
sensación en la boca de su estómago. Había hecho las paces con Mila y su
compañera de habitación le había explicado que uno de los amigos de Trish la
había delatado después de publicar fotos de Dallas en el tablero de mensajes de
la escuela. También fue Mila quien había informado a la Sra. Jessica del
problema de Dallas, y logró su liberación de la cárcel. La relación entre ella y
Mila era más fuerte que nunca, incluso aunque Mila pasaba mucho tiempo con
Drew ahora.
Dallas fue sacada de sus pensamientos cuando un hombre, que se
presentó como Steve, empezó la reunión.
—Buenas tardes a todos.
El grupo respondió—: Buenas tardes, Steve.
Él sonrió y continuó con su discurso. —Estoy contento de ver algunas
caras nuevas aquí esta noche. Esperamos que continúen uniéndose a nosotros a
48 través de su viaje para superar su adicción. Me gustaría darles la bienvenida
personalmente a todos y darles libertad para hablar libremente sobre lo que
esta semana ha supuesto para ustedes. —Gesticuló con sus manos y extendió
su mano mientras se sentaba de nuevo. A Dallas le gustó inmediatamente, le
gustaba la gente que gesticulaba con las manos, le parecían teatrales y
dramáticos. Se dio cuenta de que la gente artística era el tipo de gente con la
que encontraba más afinidad.
Unos pocos miembros del grupo hablaron de su semana, de las pruebas y
tribulaciones para superar el alcoholismo. Cuando el círculo llegó a Dallas, ella
no estaba segura de qué decir. Pensó que, por ahora, una presentación sería
suficiente.
—Hola. —Hizo un gesto nervioso—. Mi nombre es Dallas. —Tomó una
respiración profunda a través de la nariz y exhaló por la boca—. Y soy
alcohólica.
Fin
49
Sobre el autor
Brina Courtney es una joven escritora
obsesionada con el chocolate, los programas
de crimen y las películas de fantasía. Ha
pasado los últimos años como maestra de
primaria y entrenadora de animadoras en
la escuela secundaria. Vive en un pequeño
pueblo de Pennsylvania con su esposo y dos
muy ruidosos perros pequeños.
Traducido, Corregido y
50
Diseñado en:
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