T. J. Klune Verania 1.5

T. J. KLUNE VERANIA 1.
5
T. J. KLUNE VERANIA 1.5
TRADUCCIÓN
Yadh, Esther, Vladik
CORRECCIÓN
Klaus
DISEÑO
Klaus
EPUB
Mara
Nota Del Autor
Así que se suponía que eran cinco mil palabras. En cambio, hay un
trasfondo de drama, y ahora son dieciséis mil palabras.
No sé cómo sucedió.
Oh, Dios mío, que alguien me envíe ayuda.
En fin.
Esta es mi forma de agradecer a todos los que han leído El

Relámpago Que Golpeó El Corazón. No sé cómo ni por qué, pero vosotros lo
habéis convertido en uno de mis más grandes éxitos de ventas. Un libro que
contiene dragones que follan con unicornios. No sé lo que eso dice de
vosotros, pero estoy seguro de que es algo bueno.
Pero basta con todo esto. Sé por qué estás aquí. Esta historia abarca
el antes, el durante y el después de los eventos de ERQGEC. Ten en cuenta
que, si no has leído ERQGEC, te estropeara algunos acontecimientos.
Señoras y Señores, les ofrezco la locura de Lady Tina DeSilva.
Con amor,
TJ.
Cuentos de Verania:
La trágica vida de Lady Tina
DeSilva
Lady Tina DeSilva no era una niña cruel. No,

definitivamente no era cruel. Después de todo, no era su culpa
que Melvin la obligara a apuñalarlo en la cara solo para ver cómo
su sangre se derramaba en el suelo mientras él gritaba para que
se detuviera.
Rystin era para siempre. Sin embargo, Marvin.
Mervin era solo un bache en el camino.
Bien, debería saberse que Lady Tina DeSilva nunca sería

considerada magnánima. Ella era consciente de eso. Ella incluso
podría haber cultivado eso. Pero no era porque ella fuera cruel;
no, era porque Lady Tina DeSilva sabía lo que se necesitaba para
hacerse con el mundo. A veces, te forzaban a tomar decisiones
difíciles para aplastar a los contrincantes bajo el talón de tus
botas, hechas a medida, para asegurarte de que obtenías lo que
querías cuando lo querías.
Primero se dio cuenta de la necesidad de ser cruel cuando

tenía nueve años.
Era su primer día del nuevo año escolar en St. Martin’s

Academy for Resplendently Matriculated Youths (así llamada en
honor a Martin Goodfellow, el rey que había sido canonizado
después de su muerte y más conocido por su preferencia por la
desnudez, especialmente cuando se reunía con dignatarios
extranjeros, para que vieran que no estaba escondiendo un arma
homicida. No fue hasta después de que se nombró a la escuela,
que la junta se dio cuenta de que el acrónimo era SMARMY1, pero
para entonces, ya habían grabado el letrero dorado e imprimido
las invitaciones en cartulinas gruesas, y se consideraba
demasiado tarde para tratar de cambiarlo. Además, pensaron
que el tipo de alumnos invitados a la escuela compensarían las
connotaciones negativas dada la riqueza de sus padres)
Lady Tina DeSilva llegó a SMARMY en el carruaje de sus

padres, con su institutriz sentada frente a ella. Sus padres
estaban demasiado ocupados para poder tomarse un tiempo
libre para algo tan insignificante como el primer día de su hija en
una nueva escuela y no es que lady Tina hubiera esperado algo
distinto. De hecho, cuanto más alejada estuviera de sus padres,
mejor. En realidad, nunca estuvieron de acuerdo en la mayoría
de las cosas, especialmente porque Lady Tina habría preferido
que no existieran en absoluto. El hecho de que ella entonces
tampoco existiría no cruzó por su mente, pero ese era el tipo de
persona que era Lady Tina. Ella prefería la prisa y el placer del
ahora en lugar de pensar en las consecuencias.
1
El nombre de la escuela es St. Martin’s Academy for Resplendently Matriculated Youths, en donde las
mayúsculas forman Smarmy que en español significa zalamero o hipócrita.
—Ya estamos aquí, niña, —dijo su institutriz.
Lady Tina puso los ojos en blanco. —De verdad. No lo

hubiera adivinado por la forma en que el conductor se ha
detenido frente a la escuela. Gracias, sin embargo, por señalar lo
obvio. Ni siquiera puedo pensar en lo que haría sin ti.
—Tu lengua se pone más aguda cada día, —dijo su

institutriz, entrecerrando los ojos—. Deberías mirarlo antes de
que la cubra con salsa de pescado.
Lady Tina se rio. —Oh, institutriz. Cómo me diviertes.

Estaría tan desesperadamente triste si algo te sucediera. Como
si alguien te acusara de abusar físicamente de una niña precoz
y te encontrases en la calle, sin poder encontrar trabajo nunca
más, probablemente muriendo de una infección por hongos
bastante perversa. Por qué, eso sería una parodia.
La institutriz sabiamente mantuvo su gorda boca cerrada

en ese punto.
Lady Tina estaba complacida por eso. Salió del carruaje y

el cochero la ayudó a bajar los peldaños. Se paró en el camino
que conducía a la escuela, se pasó las manos por el vestido y se
aseguró de que las arrugas del viaje se suavizaran. No podía
entrar en una nueva situación con arrugas, por el amor de Dios,
ella no era una campesina de los Barrios marginales. Una vez
que estuvo satisfecha de encontrarse presentable, tendió la mano
para buscar su bolso. Cuando no llegó enseguida, chasqueó los
dedos sin mirar al cochero.
La institutriz suspiró detrás de ella y un momento

después, el bolso estaba en su mano. Lady Tina se recordó a sí
misma hacer que la vida de la institutriz fuera un poco más

terrible cuando llegara a casa de la escuela.
—¿Necesitas que te acompañe? —Preguntó la institutriz.
—Absolutamente no, —dijo Lady Tina—. Tengo nueve

años. No necesito que te pegues a mi como una verruga. Fuera
de aquí. No quiero volver a verte la cara hasta que sea
absolutamente necesario. Y tal vez ni siquiera entonces.
—Que tengas un buen día, —dijo la institutriz, aunque su

tono sonó como si dijera todo lo contrario. Sí, Tina necesitaría
asegurarse de que la institutriz lo pagara.
Ella recorrió el camino a la escuela, otros niños pululaban

a su alrededor. Hizo una mueca cuando un chico se topó con
ella, y se preguntó por qué sus padres no podrían haber
encontrado una buena escuela solo para niñas para que no
tuviera que estar cerca de los chicos. Eran groseros y pegajosos
y olían a carne vieja, y casi nunca hacían lo que ella les decía que
hicieran, lo cual, en el manual de Lady Tina DeSilva, era un
pecado sin comparación.
Ella no conocía a nadie aquí, pero podría cambiar eso

fácilmente.
Echó un vistazo al patio, buscando el grupo adecuado de

chicas a las que hacer sus mejores amigas y permitirles adorarla.
Las encontró de pie cerca de un viejo roble, riéndose y charlando
entre ellos. El problema con ellas era que ya parecían tener a
alguien a quien adular, una chica bonita con rizos rubios y
brillantes ojos azules, y una amable sonrisa.
Tina la odió al instante.

Por eso no tuvo problemas en encontrar a la maestra más

cercana y explicarle entre lágrimas que la chica bonita la había
abordado, que la había llevado a un callejón oscuro el día
anterior, e intentado obligarla a drogarse y luego amenazó con
apuñalar a Tina si ella le contaba algo sobre eso. Fue tan
aterrador, explicó Tina entre lágrimas, diciendo que había
pensado que esta escuela sería un lugar seguro para ella, que
sus padres, Lord y Lady DeSilva, que habían donado tanto dinero
para SMARMY: estaría terriblemente decepcionados de que su
amada y única hija estuviera molesta en su primer día de
escuela.
La maestra, por supuesto, había corrido a buscar al

director. Para cuando empezaron las clases ese primer día, la
chica guapa con rizos rubios y ojos azules había sido escoltada
de la propiedad, para nunca regresar, y a la hora del almuerzo,
Lady Tina encontró al grupo de chicas, que estaban a la deriva
sin alguien que las guiara. Sus cabezas estaban inclinadas
mientras se acercaba a su mesa, solo mirándola con recelo
cuando se detuvo frente a ellos y carraspeó.
—Hola, —dijo ella, educadamente—. Mi nombre es Lady

Tina DeSilva. Y creo que todas deberíamos ser mejores amigas.
Una de las chicas dijo: —¿Por qué? Ni siquiera te

conocemos, —y Tina decidió que probablemente sería la primera
en irse si el grupo necesitaba ser sacrificado.
Tina sonrió, mostrando muchos dientes. —Porque creo

que nos llevaríamos bien. Y, por supuesto, necesitareis a alguien
como yo. Ahora, ¿qué estábamos discutiendo?
Al principio, nadie respondió. Luego, otra niña dijo, —

Umm. Estábamos hablando de Richie Nicholson y de lo bien que
luce en esos pantalones. ¿Porque están tan apretados?
Lady Tina se encogió internamente, pero sabía cómo

actuar. Ella lo había hecho la mayor parte de su vida. —Bien,
entonces, —dijo ella—. Señálame a Richie, y yo juzgaré eso. Y
después de que tome esa decisión, el resto de vosotras
probablemente deberíais estar de acuerdo conmigo. Hará las
cosas más fáciles.
Y así fue como Lady Tina DeSilva descubrió que, a veces,

tenía que hacer lo que fuera necesario para obtener lo que quería.
Entonces, no, ella no era cruel.
En todo caso, ella era simplemente ambiciosa.
Y esa ambición llevó a uno de sus mayores

descubrimientos.
El Caballero Ryan Foxheart.
Que le hizo caer por la madriguera del conejo de una forma

diferente.
La mágica, soñadora y palpitante ráfaga de sol capaz de

hacer que sus muslos vibraran, conocido como Rystin.
Ella los adoraba.
Ella los adoraba mucho.
Porque nunca hubo una pareja más destinada a estar

juntos que el Príncipe Justin de Lockes y el Capitán Comandante
Ryan Foxheart. Y nadie, nadie, los separaría jamás.
—¡Oh, Dios mío! —Dijo una de las chicas de SMARMY. Su

voz era ruidosa y estridente, y Lady Tina a menudo se
preguntaba qué hubiera sucedido si hubiera nacido muda. No se
había molestado en saber su nombre, aunque habían pasado
cuatro años. Ella no tenía tiempo para eso.
—¿Qué? —Preguntó Tina, sonando molesta y sin hacer

nada por ocultarlo.
—Están en el periódico, —exclamó la chica. Ella dejó

escapar un suspiro entrecortado y bajó los ojos al periódico que
se extendía frente a ella.
—¿Otra vez? —Preguntó otra chica, inclinándose. Tina

pensó que su nombre era Mildred o Mildew o algo así. (De hecho,
era Rebecca, pero Tina nunca lo sabría)—. Muéstramelo. ¡Tengo
que verlo!
Las dos chicas comenzaron a discutir sobre el papel como

cerdos fétidos peleándose por restos. Tina las miró con disgusto
hasta que no pudo soportarlo más. —¡Suficiente! —Dijo, y la
cafetería que los rodeaba se quedó en silencio, esperando ver si
hacía llorar a otra chica al echarla del grupo.
Las chicas la miraron horrorizadas.
Tina dijo: —Dámelo.

La primera chica deslizó el papel.
Tina lo arrebató de la mesa, planeando triturar el papel

justo en frente de ellos, sumergirlo en el vaso de agua a su lado,
y luego arrojar los trozos húmedos en sus caras.
Y ella hizo eso.
Hasta.
Hasta que vio la imagen a la que se habían referido.
Ahora, también debería decirse que Lady Tina DeSilva

nunca antes había experimentado la atracción. Todavía pensaba
que los niños eran asquerosos (y, en realidad, ¿por qué no iban
a ser así? Se tiraban pedos los unos a los otros y luego se reían
de eso mientras se limpiaban la nariz y los pegaban en las
paredes) y no tenían tiempo para relacionarse con ellos. Su
agenda estaba muy ocupada.
Pero este era diferente.
¡EL PRÍNCIPE JUSTIN SE ACERCA CON KNIGHT BEAU!

¡LAS COSAS SE CALIENTAN!
Sí, las cosas ciertamente se estaban calentando.
—Oh, mi… —ella respiró.
Porque ella había visto al Príncipe Justin antes. Era

realeza, y sus padres eran parte del Tribunal del Rey. Ella lo
había considerado guapo, pero había sido fugaz, casi superficial.
Y ella había oído hablar de este Caballero antes, un joven
reclutado del Ejército. Ella no recordaba haberlo visto realmente,
pero eso realmente no importaba.
Porque ahora.
Ella lo estaba viendo ahora.
Y ella los estaba viendo juntos.
—¿Qué es esto? —Preguntó ella en voz alta, sin siquiera

querer decirlo.
—El príncipe Justin y el caballero Ryan Foxheart, —dijo

una de las chicas, tratando de mantener la voz firme. Ella hizo
una mueca como si esperara un golpe que nunca llegó.
Tina ni siquiera pudo burlarse. Porque su corazón latía en

su pecho y, por alguna razón, sus malditos pezones estaban
duros.
Ella no entendía lo que estaba pasando. ¿Por qué dos

personas de las que realmente no podría importar menos por
separado la hicieron sentir así cuando estaban juntas? ¿Qué
hechicería era esta que la hacía querer desmayarse? Tina no se
desmayaba. Ella nunca lo había hecho.
Pensó brevemente en expulsar a las dos personas que le

habían llamado la atención, pero solo quedaban cuatro en el
grupo aparte de ella, y necesitaba mandar sobre las personas
para sentirse bien consigo misma. Así es como funcionaban estas
cosas.
Entonces hizo lo más difícil que había hecho en su vida.
Dobló el papel lentamente (¡con cuidado!). Lo deslizó en su

bolso y luego miró hacia atrás al resto de la mesa. Esperaron con
los ojos muy abiertos para que ella atacara. En cambio, ella dijo:
—Entonces, ¿Estábamos hablando del carnaval de primavera?
Normalmente, después de la escuela, Tina dejaba que su

grupo la siguiera, gorjeando como los pequeños pájaros molestos
que eran. La adorarían y alimentarían con sus chismes de la
variedad más deliciosa. Se daría un festín hasta que estuviera
hambrienta y luego las enviaría lejos.
Pero hoy era diferente.
La esperaron después de la escuela, pero ella les dijo que

no requeriría sus servicios hoy. Parecían un poco sorprendidos,
pero nadie le cuestionó. Prácticamente escaparon de ella, los
pobres. Tina estaba segura de que estarían confundidas y solas
durante el resto de la tarde sin nada que hacer.
Pero ella no tenía tiempo para preocuparse por eso.
Ya que una dama de su posición y disposición nunca

podría estar públicamente entusiasmada por nada, no dio
ninguna señal externa de que todo su mundo estuviera
cambiando cuando llegaron a recogerla. El cochero la ayudó a
entrar donde su institutriz estaba esperando. Ella había pensado
medio para esperar que el viejo murciélago tuviera un corazón
atacar o algo durante el día para poder estar sola, pero de alguna
manera se mantuvo viva.
—¿Pasaste un buen día? —Preguntó ella.

—Estuvo bien, —dijo Tina, en voz firme, a pesar de que

pensó que quizás sus axilas estaban húmedas. Se preguntaba si
eso era un signo de estar convirtiéndose en mujer: ver a dos
hombres atractivos en una relación homosexual y tener las axilas
sudorosas por eso. Contempló hacerle esta pregunta a su
institutriz, pero decidió no hacerlo, dado que parecería que
estaba buscando consejo y lady Tina DeSilva no pedía consejo ni
ayuda.
Llegó a casa, haciendo caso omiso de la institutriz que la

llamaba, diciéndole que la cena se serviría justo a las siete en
punto, y que sus padres no asistirían, debido a un compromiso
anterior.
Ella no podría preocuparse menos.
Ella era una mujer (porque sí, había decidido que esto la
convertía en una mujer ahora) con una misión.
Ella estaba en su habitación con la puerta cerrada y

cerrada antes de que recordara tomar aliento.
Escuchó para asegurarse de que la institutriz no la

hubiera seguido por las escaleras.
Estaba tranquilo.
Sus manos temblaban cuando colocó su bolso en la cama.

Ella alcanzó dentro.
Sus dedos tocaron el periódico.
Ella lo sacó.
Y enfrentó su destino.
El dibujo del príncipe Justin y Ryan Foxheart era

granuloso, la tinta ligeramente manchada y el papel arrugado.
Pero se les veia sonriéndose el uno al otro mientras caminaban
cerca del castillo, cogidos de la mano. Ryan tenía su cabeza
ligeramente inclinada hacia atrás, como si se estuviera riendo de
algo que el Príncipe había dicho, y el Príncipe mismo parecía
bastante satisfecho de sí mismo. El artista había capturado el
momento a la perfección.
—Oh, dioses míos—, murmuró Tina a nadie en particular.

—Me están sucediendo cosas. Realmente me están sucediendo
cosas.
Porque sí, el Príncipe era guapo, más aún cuando sonreía

con una sonrisa de alguien obviamente enamorado.
Pero fue Ryan Foxheart (y oh mis dioses, pensó, podría ese

nombre sonar como si fuera lamido) quien le llamó la atención.
En el dibujo, llevaba una túnica simple, la tela se tensaba

ligeramente contra los músculos de los bíceps.
El artista había capturado lo que obviamente era el

inmenso alcance de su torso. El torso que indudablemente tenía
un corazón que latía tan cierto, avergonzaba otros latidos del
corazón.
Y sus muslos.
(Lady Tina DeSilva no podía pensar más allá de ese

pensamiento sin reírse, porque qué).
Eran amables. Me gusta. Sólo es bonito.
Tanto el Príncipe como Ryan eran agradables.
Se preguntó cómo sería cuando se besaban.
Su cara ardió ante la idea.
El golpe en la puerta la sobresaltó. Ella casi gritó, pero fue

capaz de tragarlo.
Ella se llevó la mano a su abultado pecho, tratando de

calmarse.
—¿Quién es? —Preguntó, haciendo una mueca cuando su

voz sonó entrecortada y ligera.
—Mi señora, —dijo la institutriz—. Abre la puerta por

favor. —Tina nunca había deseado más la muerte de una
persona.
Empujó el papel debajo de la almohada y caminó hacia la

puerta, tiro y la abrió.
Sabía que debía parecer asustada, enrojecida y jadeante,

frunciendo el ceño profundamente. Pero ella no podía encontrar
que le importara.
—¿Estoy... interrumpiendo algo? —Preguntó su institutriz.
—Sí, —espetó Tina—. Vete rápido para poder volver a ello.
—Oh, mi, —dijo la institutriz—. ¡Mi Señora, es muy

inapropiado hacer eso justo después de la escuela! Al menos
espere hasta que caiga la noche antes de... tocarse carnalmente

a sí misma.
—¡Qué! —Gritó Tina—. No estaba tocándome carnalmente.

¡Cómo te atreves! ¡Soy una maldita mujer!
—No estoy diciendo que sea algo malo, —dijo la

institutriz—. Todos lo hacen. Yo lo hago. Tu madre lo hace. A
veces tu madre hasta lo hace con tu padre.
—No, —gimió Tina—. No, no, no. —Trató de cerrar la

puerta, pero la institutriz la detuvo. Tina se preguntó si ella
practicaba brujería. Eso explicaría su fuerza anormal. Tendría
que pedir a sus padres que la quemaran en la hoguera.
—Sí, —dijo la institutriz—. Para ser sincera, me

preguntaba cuándo sentirías el primer sonrojo de la feminidad.
La necesidad de simplemente... hacerlo. Esto es algo
perfectamente natural que sucede. Ves algo que... despierta tu
interés. A veces es una persona. Otras veces, podría ser un
recuerdo. A veces, incluso podría ser una ardilla o un árbol, el
punto es que te sientes así porque te estás convirtiendo en mujer.
Está bien poner tu mano sobre tu mono y...
—Si te vas ahora, —dijo Tina—. no les contaré a mis

padres sobre los brownies picantes que comes los fines de
semana. O sobre cómo me estás diciendo que ponga mi mano
sobre mi mono.
—Lo dejo, —dijo la institutriz, e hizo exactamente eso.
Tina cerró la puerta.
Ella no quería esto. Ella no quería ser como la institutriz

con su mono.
Ella no pudo.
Ella no miraría la imagen de nuevo. Ni siquiera pensaría

en Ryan Foxheart nuevamente.
—Y eso es definitivo, —dijo.
Para ser justo con Lady Tina DeSilva, no fue una batalla
que pudiera ganar ganado. Porque Ryan Foxheart era el sueño
más soñado que jamás se haya soñado. No tenía ninguna
posibilidad frente a su mandíbula cincelada, su sonrisa de
campesino, sus dientes y nariz y el pelo en sus brazos y la forma
en que parecía que todo lo que quería hacer era acunar a Justin
contra su pecho...
—Estará bien, —dijo—. Eso no será un problema. No lo

será.
Lo era.
Porque Lady Tina DeSilva no hacía las cosas a medias.

Cuando ella se comprometía con algo, se comprometía. Y cuando
se trataba de Knight Ryan Foxheart, ella lo hacía.
Antes de que terminara el mes, Tina estaba convencida de

que, sin lugar a dudas, ella sería la líder en el campo de estudio
de Ryan Foxheartology.
Ella leía todas las publicaciones dedicadas a Ryan

Foxheart que llegaban a sus manos.
¿Leyendas de Knight? Leído. ¿El orgásmico de Lockes?

Leído tres veces. Incluso compró el calendario anual que los
Caballeros del Castillo hicieron para algunas obras de caridad (y,
por Dios, ella sabía que todo había sido idea de Ryan, porque ese
era el tipo de persona que era. Ryan era el Míster Marzo. Cuando
llegó abril, no pudo soportar pasar al siguiente mes, y se dijo a
sí misma que estaba bien no saber la fecha. Siempre sería marzo
porque siempre sería Ryan.)
Y ella sabía muchas otras cosas sobre él.
(Hubo momentos en que se preguntó si ella y Ryan estaban

destinados a estar juntos, pero rápidamente desechó la idea
porque entendía lo que era Amor Verdadero. Ryan y el Príncipe
Justin tenían Amor Verdadero y ella preferiría arrojarse desde un
acantilado antes que meterse entre ellos, porque estaban hechos
el uno para el otro...)
¿Color favorito? Azul.
¿Época favorita del año? Otoño.
¿Animal favorito? Unicornio.
¿Comida favorita? Pastel de carne.
¿Lo que haría si no fuera un caballero? Tendría una granja

donde recogería perritos y gatitos rescatados de propietarios
abusivos.
¿Persona favorita en el mundo? El Príncipe Justin, por

supuesto. Como si pudiera haber alguien más.
También le gustaba el té, dar largos paseos por la Ciudad

de Lockes y sonreír como la luz del sol literalmente. Era
desinteresado y amable y cuando estaba sola y sin nadie a su
alrededor para verla sonrojarse, Tina le susurraba a la almohada
que creía que tenía un buen trasero y que probablemente le daba
los mejores abrazos y olía a sus sueños.
Así que eso era un problema, pero como todos los

problemas a los que se enfrentaba Lady Tina DeSilva, tenía
solución.
Y esa solución era dedicarse absolutamente a Ryan

Foxheart.
Por qué, nada más tenía ni remotamente sentido.
¡Lo vio en la parte posterior de All Knight Long! Ella

acababa de leer una entrevista en la que Ryan hablaba de lo
mucho que significaba para él ser un caballero, de cómo había
trabajado muy duro para ello, y de que estaba agradecido por
todo lo que se había cruzado en su camino. (¡tan soñador!
escribiría más tarde en su diario con un bolígrafo rosa brillante.
¡Es tan perfecto y solo quiero rozar su cara con mi cara !!!!
xoxoxox). Ryan se había desviado tanto de la entrevista que
cuando se dio cuenta había gastado las tres cuartas partes (tal
vez un poco más) hablando de lo mucho que admiraba a los
hechiceros, la magia y las cosas mágicas y lo geniales que eran y
cómo deseaba poder ser amigos de los magos, salir con ellos,
hablar con ellos y hacer cosas con ellos como magia e ir a por
pasteles. No sabía de dónde había venido, pero estaba segura de
que el periodista había escuchado mal la mayoría y había
documentado incorrectamente la conversación. ¡Lady Tina
estaba lista para escribir una carta al editor de All Knight Long!
para reprenderlos por sus fallas periodísticas cuando lo vio.
Hasta ese momento, Lady Tina DeSilva no había creído en

los dioses.
¿Ahora?
Era como si le estuvieran dando este regalo solo para ella.
El anuncio decía:
¿Eres fan de Knight Ryan Foxheart?
Sí que era. Su mayor fan.
¿Amas todo de él?
Si lo hacía. Literalmente amaba todo.
¡Nosotros también! ¡Ven a hablar con otros amantes del

caballero soñador! ¡¡¡¡¡El Club de Fans del Capitán Ryan Foxheart
del Castillo de Lockes, actualmente acepta nuevos miembros!!!!!
¡Nos reunimos tres veces al mes para hablar sobre el mejor
caballero de la historia de Verania, Ryan Foxheart! Serán
bienvenidas personas de cualquier edad. Por favor, pregunten por
Lady Karen Beckman para solicitar formulario.
Este iba a ser el mejor día de la vida de Lady Tina DeSilva.

Ese fue el peor día de la vida de Lady Tina DeSilva.
Ella completó el formulario para entrar en el Club de Fans

de Ryan Foxheart del castillo de Locke.
Se había puesto su vestido más bonito. Se había

maquillado con habilidad y precisión.
Iba armada con un arsenal de hechos sobre Ryan

Foxheart. Ella sabía todo sobre él.
La primera reunión a la que asistió se celebró en el salón

de té de Madam Christie's.
Esperaba ser alabada.
Esperaba ser adorada.
Pero todos en el maldito club de fans tenían corazones en

sus ojos para Lady Karen Beckman.
—Ella sabe todo sobre Ryan, —le susurró a Tina una

mujer llamada Nicole.
Tina frunció el ceño. —Pero... yo sé todo sobre él.
Nicole asintió. —Sí, pero ella sabe más.
Tina no había venido a su primera reunión del club de

admiradores esperando hacer un enemigo. Pero la desafortunada
realidad era que, a veces, los enemigos podían aparecer cuando

uno menos se lo esperaba. Tina lo sabía casi mejor que nadie.
Por un momento, sintió una punzada de culpa, sabiendo que
Lady Karen Beckman tendría que ser eliminada de su puesto
como presidenta del club de fans. Era realmente bastante
trágico, también. Tina pensó que podrían haber sido amigas.
Tres reuniones más tarde, Lady Tina DeSilva aceptó

gentilmente el puesto de presidenta del Club de Fans De Ryan
Foxherat del Castillo de Locke. Si le preguntabas a la gente, nadie
en el club de fans podría decirte cómo sucedió. Un día, Lady
Karen estaba allí, y al siguiente, aparentemente se mudaba a
Meridian City por razones relacionadas con la salud. Todos en el
club de fans fueron comprensivos y la invitaron a una fiesta de
despedida. Había té de menta y mini sándwiches. Nadie vio la
forma en que Lady Karen palideció cuando lady Tina le sonrió. Y
si lo hicieron, bueno, ella estaba enferma. Era de esperar.
Tina tenía todo lo que podría haber querido alguna vez.
Ella se tenía casi dieciséis años.

Era rica
Era hermosa.
Era poderosa.
Comandaba un grupo de mujeres que tenían los mismos

intereses que ella (bueno, tal vez porque no tenían nada más en
común y cuando no estaban hablando de Ryan o Rystin,
entonces no tenían nada que decirse las unas a las otras. Era
bueno que pudieran hablar sobre Ryan y Rystin durante horas).
Todo era perfecto.
Todo era maravilloso
Y luego cambio.
—Deidre, —dijo Tina desde la cabecera de la mesa en la

tetería—. ¿Podría leer las actas de la última reunión?
Parecía una pregunta educada, pero tanto Deidre como

Tina sabían que, si Deidre no levantaba el culo del asiento en los
siguientes tres segundos, iban a tener un problema.
Deidre chilló y se levantó rápidamente. Ella miró su

periódico y comenzó a murmurar. Tina apenas pudo contener el
impulso de extender la mano y abofetearla.
—Se abre la sesión. La presidenta Tina convoca la reunión

y presenta dos temas para discusión. La mandíbula de Ryan
Foxheart o la boca de Ryan Foxheart. Hubo un debate que duró
cuarenta y siete minutos donde las virtudes de cada tema se
discutieron en detalle y...
—Dulce melaza, —dijo una voz—. Sabía que iba a llegar

tarde... Maldito Gary y su estúpido...
El Club de Fans de Ryan Foxheart del Castillo de Locke se

calló y lentamente se volvieron para mirar al intruso.
La piel debajo del ojo izquierdo de Lady Tina palpitó.
Delante de ellos estaba un hombre joven con la barba más

ridícula que jamás había visto. Era larga y parecía descuidado y
probablemente estaba llena de piojos y enfermedades. Su cabello
simplemente caía sobre su cabeza y Tina dudaba que alguna vez
hubiera visto un peine. Realmente no podía decir su edad bajo
todo el pelo que brotaba de su cabeza, pero algo en él le
molestaba como la real mierda.
—Hola, —dijo el hombre, con la voz más profunda de lo

que había sido antes, como si estuviera haciendo gárgaras con
rocas—. Estoy aquí para unirme a tu... club. Me enteré por...
gente. A quién le gustan... estas cosas.
Tina no pudo evitar el desprecio de su voz. —Gente. A

quien le gustan las cosas.
—Sí, —dijo el hombre, ajustando sus espesas gafas—.

Cosas. Ya sabes. Y cosas.
—¿Sabes lo que somos? —Preguntó altivamente—. Somos

el primer Club de...
—Club de Fans de Ryan Foxheart, —dijo—. Sí, lo sé. Y me

gustaría unirme.
—Pero, pero, —balbuceó ella—. Eres un chico.
—No es que nos preocupemos por ese tipo de cosas—, dijo

Mary. Ella era la más vieja fuera del grupo y tomó la menor
cantidad de mierda. A Tina le desagradaba más. —Todos son
bienvenidos aquí—.
—Bien, —dijo el hombre alegremente.
—¿Qué pasa si es un espía? —Siseó Tina.
—¿Para quién? —Preguntó Nicole, mirando al hombre con

una nueva luz—. ¿Alguien nos está espiando? No sé nada sobre
la prostitución de la que me acusaron a mí y a mi esposo, es
decir, no tengo idea de qué estás hablando.
—No soy un espía, —dijo el hombre.
—Pruébalo, —dijo Tina—. ¡Por lo que sabemos, estás

informando a otro club, tratando de robar todas nuestras ideas!
¿Cómo sabemos que eres un verdadero fanático de Ryan
Foxheart?
—Está bien, —dijo el hombre, sacando una silla y

sentándose en la mesa junto a Mary como si él perteneciera a
esto—. ¿Cómo debería probarlo?
Mary le dio unas palmaditas en la mano. Esa estúpida.
Tina lo fulminó con la mirada. —Si eres un verdadero fan,

sabrías cuando es su cumpleaños.
—26 de marzo, —dijo sin dudarlo.

Maldita sea. —¿En qué lado de la cama duerme?
—Cualquier lado que esté más cerca de la puerta en caso

de ataque.
—Oooh, —dijo el resto del grupo.
Esas perras
—¿Cuál es su mayor aspiración?
—Convertirse en Comandante Caballero.
—¿Cuál es el tamaño de su cintura?
—32.
—Oh, dioses míos, —suspiró Nicole—. Eso es tan erótico.
—Nicole, —ladró Tina—. ¡Mantén tus mierdas para ti! —

Volvió su mirada hacia ese... ese intruso. Ella acabaría con él y
dejaría de joder porque nadie sabía tanto como ella—. El
promedio de calificaciones de Ryan en la Academia Knight.
—3.72
—Lo que más le gusta de Justin.
El hombre hizo una mueca. —Su sentido del yo.
Tina casi suspiró soñadora al oír eso, pero pudo

contenerlo. Después de todo, esto era la guerra. —Su segundo
nombre.
—No tiene.
—¿Cuánto tiempo puede contener la respiración bajo el

agua?
—Cuatro minutos y dieciséis segundos.
Wanda comenzó a abanicarse a sí misma.
—¡Tiene un talento que le avergüenza!
—¡Puede tocar su codo con su lengua!
—Puede tocar su lengua contra mi codo cuando quiera, —

dijo Courtney, y las otras chicas se rieron de acuerdo.
—¡Su libro favorito!
—¡El mayordomo y la mantícora!
Siguió.
Y así.
Otros diez minutos.
Para cuando terminaron, todos estaban jadeando

mientras se ahogaban en un diluvio de todo lo que hacía Ryan
Foxheart. Incluso el hombre parecía enrojecido.
—Necesito un cigarrillo, —dijo Nicole, echándose hacia

atrás con una servilleta sobre la frente—. Eso ha sido bueno.
—Creo que ha demostrado que es un fanático, —dijo Mary

deliberadamente a Tina.
—Bien, —Tina gruñó. Él no duraría mucho. Ella se

aseguraría de eso.
El hombre le sonrió.
—¿Cuál es tu nombre? —Preguntó Wanda.
—¿Y cómo sabes tanto sobre Ryan? —Preguntó Crissy.
El hombre se encogió de hombros y se aclaró la garganta.

—Uh. Bien. Él es. Yo solo. Él es. Quiero decir…
—Es muy guapo, —dijo Mary.
—Sí, —dijo el hombre, poniéndose rojo brillante—. Eso. Y

mi nombre es Mervin.
Mervin.
Tenía un nombre.
Y horrible también.
No importa.
Tina se aseguraría de hacerse cargo de Mervin como lo hizo

con todos los demás que se interpusieron en su camino. Cuando
acabara con él, nunca más trataría de cruzarse en su camino
otra vez.
Sucedió dos reuniones más tarde.

—Entonces, el avistamiento de Rystin de esta semana

ocurrió en el distrito de Arcadia, —dijo Tina—. Se ha confirmado
que estaban uno al lado del otro, pero por decoro, no estaban
cogidos de la mano. Los testigos dicen que Ryan parecía más feliz
de lo que había estado en toda su vida y que su único objetivo
era asegurarse de que Justin pudiera tener todo lo que siempre
quiso y de que estuvieran tan enamorados que el resto del mundo
no les importara en absoluto.
Mervin resopló.
Tina apretó los dientes. —¿Algo que agregar?
—No, no, —dijo Mervin—. Todo lo que dijiste parece

completamente realista.
—Bueno. Entonces, supuestamente Justin llevaba

puesto…
Así que Rystin. —dijo Mervin.
Tina suspiró y trató de encontrar cada onza de paciencia

que le quedaba. —Sí, Mervin. Rystin. Buen trabajo. Todo el
mundo sabe sobre Rystin.
—Pero eso ni siquiera suena genial. No como HaveHeart.
—¿Cómo qué? —Preguntó Deidre.
—HaveHeart, —dijo Delores—. ¿Qué es eso?
—¿Es eso algo nuevo de lo que ni siquiera somos

consciente? —Exigió Nicole—. ¡Dime lo que significa!
—Ooo, —dijo Mary, con los ojos muy abiertos—. Oh, mis
dioses, ¿cómo no lo hemos visto antes? Eso es perfecto.
—¿Qué es? —Preguntó Wanda—. ¿A quién estamos

uniendo ahora? ¡Dime a quién!
No, pensó Tina. No no no.
—Es Ryan Foxheart y Sam Haversford, —dijo Mary—. El

aprendiz de Mago del Rey.
—Oh, mis dioses, —Crissy gimió—. Mis ovarios.
—Eso, —respiró Courtney—. Eso podría ser realmente

genial.
—¿El mago? —Escupió Tina—. ¿Estás completamente

loco? ¿Qué diablos tiene que ver un mago con Ryan Foxheart?
¿Y HaveHeart? ¡Nunca he escuchado nada más ridículo en mi
vida! No puedes simplemente unir nombres como quieras. Así no
es cómo funciona esto. Rystin es real porque en realidad están
juntos. No puedes entrar aquí y arruinar eso. Están destinados
a estar juntos para siempre y tendrán bebés perfectos y vivirán
vidas perfectas, y todo será maravilloso y perfecto, y nada volverá
a doler nunca más.
Ella estaba respirando pesadamente cuando terminó.
Jadeando, realmente.
Tan impropio de una dama de su clase.
Todos los demás la miraban con expresión de miedo en sus

caras.
Excepto Mervin. Más allá del espectáculo de horror que era

su vello facial, pensó que tal vez parecía herido por un momento.
Pero pasó y él le guiñó un ojo. —No sé, —dijo—. HaveHeart podría
simplemente querer a Rystin por su dinero.
Y, oh, mis dioses, ella lo despreciaba.
Esa noche, ella gritó contra su almohada para tratar de

deshacerse de algo de la ira que manaba dentro de ella.
Casi funcionó.
Se preparaba para la guerra antes de cada reunión,

sabiendo por primera vez en su vida que tenía un enemigo que
no retrocedería solo por la fuerza de su voluntad.
Cada vez que se encontraban en el campo de batalla que

era la tetería, el combate verbal era profundo y cortante, y ella
sabía que ganaba todas las veces, aunque Mervin no parecía
verse afectado negativamente por ella.
Él siguió volviendo por más.
Ella no lo entendía.
Pensó que tal vez él era un demonio.
Y sabía que era su deber librar al mundo de este mal.

Hablaban de HaveHeart casi tanto como hablaron de

Rystin en las reuniones.
Ella hervía.
Su institutriz le contó la noticia de que el príncipe Justin

había sido secuestrado por un dragón y que Sam de lo Salvaje
había resultado herido en el proceso.
Nunca había experimentado un dolor tan abrumador y un

éxtasis de alegría, todo al mismo tiempo.
Fue una sensación realmente extraña, como si tuviera

gases.
Ella se afligió por Justin.
Esperaba que Sam de lo Salvaje se quemara más del 94%

de su cuerpo.
Tina sabía que era una persona emocionalmente compleja.
Los sentimientos eran duros.

Él estaba justo ahí.
El comandante Ryan Foxheart.
Estaba de pie cerca de ellos.
Estaba hablando con ellos.
Tina estaba casi no podía hablar. No podía creer que el

objeto de todos los deseos sexuales que había tenido siempre
estuviera de pie justo en frente de ellos.
De ella.
—Comandante, —ronroneó—. ¿Cómo es tan amable de

sacar tiempo de su apretada agenda para venir a mezclarse con
las mujeres?
Mervin murmuró algo, pero ella no le hizo caso. Ella no

tenía tiempo para él.
—¿Es algún tipo de grupo especial? —Preguntó Ryan, y

por los dioses, incluso su voz hacía que se le pusiera la piel de
gallina. Se preguntó si sería demasiado atrevido preguntarle si
podía tocar un mechón de su pelo y oler su cuello.
—No cualquier grupo social, —dijo—. Este es el Club de

Fans de Ryan Foxheart del castillo de Locke. Somos el mayor
Club de Fans de Ryan Foxheart del castillo de Locke. Somos Foxy

Ladies.
—Bueno, —dijo Mary, sin que le hubiera dado ningún

derecho a hablar—. La Foxy Gente. No discriminamos.
Tina decidió cambiar los estatutos para permitir la

discriminación.
—¿Club de Fan?, —Preguntó Ryan y parecía tan

sorprendido que Tina quería comprar galletas y darles de comer
a él con la mano. —Oh wow. No estaba bromeando cuando lo
dijo.
—¿Quién? —Preguntó Tina, preguntándose cuán lejos de

su alcance se había extendido. Ella iba a ser célebre…
—Sam, —dijo Ryan—. Es amigo mío...
¿Sam de lo Salvaje sabía de ellos?
Tina estaba agradecida de que no hubiera nada afilado a

su alcance, ya que temía que apuñalar a alguien. Y todo se
comenzó a decaer a partir de ahí.
—Haveheart hará que muera el emparejamiento, —gruñó

ella, tratando de recuperar el control de este lío que era todo
culpa de Mervin, aunque hubiera estado en silencio todo este
tiempo. —¡Viva Rystin!
Y se puso peor cuando Ryan dijo la cosa más estúpida que

podía decir.
—¿Te conozco de algo? —Preguntó a Mervin—. Me pareces

familiar.
—No, —dijo Mervin rápidamente—. No te conozco. Sólo

estoy aquí por negocios. Para mi negocio.
Y Tina lo supo.
Ella lo supo.
Mervin estaba mintiendo.
Lo había subestimado.
No iba a permitir que eso ocurriera de nuevo. Ella

averiguaría lo que estaba escondiendo.
No fue hasta que ella le gritó a Mervin, cuando Ryan ya

estaba lejos, que se dio cuenta que probablemente tendría que
matarlo.
Era su turno de traer panecillos en la próxima reunión.

Ella pondría muchos arándanos. Él era alérgico. Se ahogaría.
Moriría. Y Tina finalmente estaría libre de él.
Pero Mervin no se presentó en la próxima reunión.
O la siguiente a esa.
O en la que vino después.
De hecho, nadie parecía saber dónde estaba.

Y cuando se le preguntó, nadie alrededor del castillo de

Locke había oído hablar antes de un hombre de negocios llamado
Mervin.
Era como si no hubiera existido realmente.
Tina debería haber estado feliz.
Lo estaba. Principalmente.
Pero había una pequeña parte de ella que pensaba que tal
vez no había terminado.
El día que Justin y Ryan entraron en la ciudad fue el día

más grande en la historia de Verania. Estaba segura de que casi
todo el mundo estaba de acuerdo. Ella fue a las puertas del
castillo, junto con todos los demás y aplaudió, gritó y lloró
cuando Justin se quedó con el buen rey y Ryan, saludando a la
multitud, con una tensa sonrisa en su rostro.
Ryan sólo se veía miserable.
Ella esperaba que él estuviera bien. Probablemente estaba

enfermo y simplemente súper abrumado por estar al fin en casa
con el amor de su vida.
No vio a Sam de lo salvaje.
Ella esperaba que se lo hubiera comido algún dragón.

—¿Madre? —Dijo Tina.
—Si cariño.
—¿Sabes que Justin se va a casar con Ryan Foxheart?
Su madre suspiró. —Si cariño.
—Tenemos que estar invitados.
—Eso podría ser muy difícil de conseguir, —dijo su madre

lentamente—. Sabes que las invitaciones van a ser limitadas.
Tina ladeó la cabeza. —Oh, —dijo—. Puedo entender que

sea confuso para ti. Quizás pensaste que te estaba preguntando.
Permítanme tratar de dejarlo más claro para ti. Madre.
Su madre tosió un poco. Es muy posible que con miedo.

—¿Sí?
—Tenemos que estar invitados, —dijo Tina.
Su madre asintió rápidamente. —Veré lo que puedo hacer.
—¿Ves? —Dijo Tina—. No ha sido tan difícil. Va a ser el

mejor día de mi vida.
Se sentó en un asiento de pasillo. Ella tenía la más

maravillosa vista de Ryan Foxheart de pie en el altar. Se veía muy
gallardo e inmaculado. Sus axilas estaban sudando debido a eso.
Ella trató de no permitir que su expresión de aversión extrema
se reflejara en su cara mientras Ryan permitía que ese maldito
de Sam de lo Salvaje se paseara por el pasillo como Pedro por su
casa. Se suponía que era un unicornio, pero Tina tenía serias
dudas sobre su veracidad, dado que ni siquiera tenía cuerno.
Iban seguido de un gigante idiota que componía la última parte
de la camarilla de Sam de lo Salvaje, y apenas pudo contener
poner los ojos en blanco cuando se ofreció para seguir al
falsicornio.
Sam se anunció y Tina sonrió dulcemente mientras que

tenía pensamientos asesinos hacía el. Pero ella le echó la culpa
al calor de la habitación cuando lo único que podía hacer era
mirarlo mientras caminaba hacia ella.
No importaba. Hoy era el día de su victoria.
¡Larga vida a Rystin!
Él se detuvo frente a ella.
Ella se detuvo abanicándose.
Él la miró.
Ella le devolvió la mirada.

Pensó que iba a hablar, aunque sería extraño ya que él ni

siquiera la conocía. ¿Quién era él para pensar que podía dirigirse
a ella delante de todo el mundo? Era una vergüenza que no
merecía ser mencionado incluso en la misma categoría que Ryan
Foxheart, mucho menos de pie junto a él en el día más feliz de la
vida de Ryan. Tal vez podría…
—Mis muffins nunca estaban secos, niña detestable, —

dijo Sam de lo Salvaje. Y luego guiñó un ojo.
La respiración de Tina se quedó atrapada en su garganta.
Su corazón casi se detuvo.
Dijo entre dientes, —Tú.
—Nunca podrás probarlo, —dijo Sam de lo Salvaje antes

de regresar por el pasillo.
Ahora, se podría decir que Lady Tina DeSilva había

experimentado ira la mayor parte de su vida. Si le preguntabas,
tenía que admitir que sentía rabia... tenía problemas, pero nada
que no pudiera controlar. Por supuesto, puede que hubiera
momentos en los que su ira había sacado lo mejor de ella y ella
tal vez había rajado la garganta de alguien o intentado incendiar
su casa, pero era perfectamente normal al tener dieciséis años
en pleno inicio de condición de mujer. Las hormonas podrían
sacar lo mejor de ti en un buen día, por lo que no podía ser
considerada completamente responsable de sus acciones cuando
se enojaba.
Esto, sin embargo.
Esto era diferente.

Ya que esta era una rabia al rojo vivo por la que apenas
podía ni respirar, mucho menos centrar su ira.
Se sentía mortificada.
Estaba furiosa.
Quería asesinar algo lindo.
Casi siguió a Sam por el pasillo sólo para envolver sus

manos alrededor de su garganta y estrangularlo hasta que sus
ojos se salieran de su cabeza y su corazón se detuviera.
Y no era porque fuera Mervin.
No por lo de haveheart.
No era por nada que tuviera que ver con Ryan o Justin.
No, era porque Sam de lo salvaje había conseguido llevarle

ventaja a Tina.
Y lo había hecho durante meses.
Era casi como si... como si...
Como si fuera más inteligente que ella.
El chico de los barrios pobres.
Que no se merecía nada, pero le habían dado todo.
Pensó que había una posibilidad muy real de que ella

estuviera a punto de gritar, pero no tenía la almohada para tapar
su cara.
Apenas era capaz de detenerlo.

Pero lo hizo.
Ya que ella era Lady Tina De-jodida-Silva y no podía hacer

nada.
Pero, por supuesto, como cualquier trágico héroe, su caída

se produjo pocos minutos más tarde y comenzó su verdadero
destino.
Y todo fue por Ryan.
Ryan Foxheart, en el que ella había confiado.
El que ella había amado.
Y el que la estaba traicionando.
—Porque, —dijo Ryan Foxheart—. No amo a Justin. Mi

corazón pertenece a otro.
Gritó internamente.
Exteriormente, su cara era una máscara congelada de

sorpresa.
—Mi madre, —dijo Ryan—, me dijpo que tenía que seguir

a mi corazón en todas las cosas. Yo pensé que lo hacía. Pensé
que había hecho lo correcto. Pero entonces miré a las estrellas y
deseé lo único que quería más que cualquier otra cosa. No creía
que jamás pudiera hacerlo realidad, ni nunca pensé que sería
mío, pero luego sostuve su corazón golpeado por un relámpago,
dado libremente y sin reservas. Y yo lo hice, con mucho cuidado,
como si fuera un tesoro para el resto de mis días.
Estaba hablando de Sam.

Sam de lo Salvaje.
Haveheart era real.
Todo el mundo alrededor de ella suspiró.
Tina apenas se contuvo de vomitar.
No fue hasta más tarde cuando los oscuros irrumpieron

en la sala del trono que se dio cuenta de que esto era sólo una
leve piedra en el camino. Así como los Oscuros estaban en guerra
con el pueblo de Verania, Tina sabía con todo su corazón que ella
podría solucionar este problema.
Esta era su vocación.
La habían puesto en el mundo para este mismo momento.
Esto era sólo un bache en el camino.
Ella podría solucionar este problema.
Y lo haría.
Rystin para siempre.
Canceló las siguientes reuniones del club de fans de Ryan

Foxheart del Castillo de Lockes, sólo porque necesitaba un
tiempo lejos de allí. Ella sabía que pasaría poco tiempo antes de
que pudiera pensar en Ryan sin querer matar a todo ser vivo que
se cruzara en su camino, por lo que necesitaba un descanso.
Por supuesto, fue durante esta pausa que en realidad

pensó asesinarle, pero era una cosa necesaria. Después de todo,
no era justo que Sam de lo Salvaje pudiera entrar sin más y
arruinarlo todo.
Y, para empeorar las cosas, estaba empezando a ver que

era amado.
Esto no era algo que ella se esperara.
A pesar de su desprecio por haveheart, a pesar de su

enfado por Mervin o con los otros que nombraban a Sam una y
otra vez, la verdad era que en realidad no le había dado
demasiada importancia. Ella realmente no hablaba de él y
realmente no se enfocaba en los que sí lo hacían. Antes de todo
este lío... ella simplemente lo ignoró. No era importante para ella.
Por supuesto, otras personas le veian con Ryan, pero no hay
nada escrito sobre gustos, ¿verdad? Después de todo, había
sabido que la verdadera relación era Rystin, porque en realidad
habían tenido una relación.
Pero ahora que Sam se había convertido en un idiota

rompehogares, era como si estuviera en todas partes.
Y la gente lo adoraba.
Oyó muchos cuentos de cómo los más grandes y pequeños

villanos habían sido completamente encantados por Sam, aun
cuando habían estado a punto de capturarlo o matarlo. O como
las criaturas místicas como las hadas y todos los dragones
querían devastarle... sexualmente. O como tenía dos padres que
besaban el suelo que pisaba. Cómo tenía un mentor que era uno
de los más grandes magos de todos los tiempos. Cómo incluso el

mago oficial y el propio Randall, de mala gana parecían amar a
Sam. El maldito Rey de Verania solo se inclinó hacia atrás y
extendió sus piernas por el aprendiz de mago. Incluso Justin fue
visto con Sam después de la debacle de la boda. Por supuesto, él
siempre estaba haciendo muecas y parecía extremadamente
incomodo, pero aun así… ¿Por qué no estaba cortándole la
cabeza a Sam? ¡No habían tenido una buena decapitación
pública en mucho tiempo! ¡Tina asistiría! ¡Ella asistiría seguro!
En general, Tina no estaba contenta.
Por todo esto, Tina no estaba nada contenta.
Al principio, pensó que tal vez Sam había lanzado un

hechizo, que sus efectos de largo alcance habían abarcado todos
los rincones del Verania. Había rumores de su inmenso poder, y
se preguntó si era posible que él hubiera lavado el cerebro de
cada persona hasta que cagaran arco iris y rayos de sol. Porque
en serio, nadie podía ser tan querido.
Pero entonces, si ese fuera el caso, ¿por qué ella no se veía

afectada?
O bien ella tenía una inmunidad a la magia, o no había

lanzado ningún hechizo.
Ella no sabía lo que le deprimía más.
Pero cuanto más sutilmente preguntaba mas cuenta se

daba que desde los barrios pobres a la parte más rica de la
Ciudad de Locke, Sam tenía el favor y la voluntad del pueblo.
Y ella no sabía cómo cambiar eso.

Entonces pensó que tal vez algo le pasaba a ella y que tal
vez Sam era realmente agradable. Pero entonces se dio cuenta de
que no podría estar más lejos de la realidad, porque ella era
increíble y Sam de lo Salvaje habia arruinado todo lo bueno en
el mundo, por lo que, obviamente, no podía ser cierto. Se sintió
mucho mejor después de decidir eso.
Cuatro semanas después de la boda fallida, tuvo un breve

pensamiento que atravesó la niebla de la ira en la que había
estado envuelta. Estaba sentada en su escritorio en su
habitación, tarareando en voz baja mientras utilizaba un abridor
de cartas para rayar los ojos todas las fotos de Sam de Lo Salvaje
que había conseguido. Encima de su escritorio, en un estante,
estaban dos muñecos. Cada uno tenía un cuadro cosido en su
cara. El de la izquierda era el príncipe Justin. El de la derecha
era el caballero Foxheart. Estaban cogidos de la mano. Era
maravilloso.
Y mientras pensaba en una imagen fresca de Sam de Lo

Salvaje y comenzaba a rayar sus ojos, Tina tuvo un breve
pensamiento, un muy real pensamiento.
Tal vez me estoy volviendo demasiado obsesionada con

esto.
Ella se rio y negó con la cabeza
Por supuesto que no estaba obsesionado con Sam de Lo

Salvaje.
Por qué, eso sería ridículo.

Ella colocó un aviso, informando a los miembros del Club

de Fans de Ryan Foxheart del Castillo de Locke de que las
reuniones se reanudarían. En un momento de debilidad, ella
envió una nota al castillo dirigida al Príncipe Justin,
preguntándole si le gustaría asitir a la reunión. De acuerdo, ella
no lo llamó Club de Fans de Ryan Foxheart en la nota, porque
no era cruel, por el amor de Dios, pero ella simplemente estaría
en la luna si él pudiera asistir. Habría muffins. Muffins de
arándanos. De hecho, podría haber muchos platos de arándanos
para que cualquiera que fuera alérgico a los arándanos no pudiera
entrar en un radio de cinco millas sin tener una reacción alérgica
severa y morir de una muerte dolorosa y horrible en la calle,
mientras los demás le miraríamos, beberíamos nuestro té y
disfrutaríamos de la tarde de verano.
Ella esperaba que él entendiera su sutileza.
(Sería el crimen perfecto)
El día de la reunión, se vistió con su cuidado habitual. Su

maquillaje era perfecto. Su cabello era perfecto. Ella se sonrió en
el espejo. En realidad, era una hermosa sonrisa, pensó para sí
misma. Cualquiera sería afortunado de verla. Justin ciertamente
estaría complacido con eso. Tal vez incluso más que complacido.
Hoy iba a ser un día excelente.

Llegó temprano a la casa de té. El propietario le sonrió, a

pesar de que le salió más como una mueca. Ella le hizo saber que
hoy iban a tomar el té fuera. También preguntó si había
conseguido al fin los muffins de arándanos. Y los bollos. Y las
rosquillas. Y el pastel. Y el zumo. Y las tartas. Y tortitas, los
crepes y las mermeladas.
Él lo tenía todo. También le preguntó por qué necesitaba

tantos platos de arándanos. Y que sería mejor que fuera bueno
con él. Y que tal vez debería empezar a buscar otro lugar para
celebrar estas reuniones.
Ella dijo: —Usted sabe que mi padre conoce al dueño de

los edificios de estos bloques. Yo estaría muy molesta si te
desalojaran y te dejaran en la miseria y sin hogar y luego fueras
apuñalado por una banda en un callejón a altas horas de la
noche.
Él le hizo un descuento.
Estaba sentada a la cabecera de la mesa cuando los demás

llegaron.
Deidre tomó su lugar al lado de Tina, mirando

constantemente nerviosa, con los ojos mirando hacia abajo a sus
manos.
Tan pronto como se sentaron, Tina observó a cada uno de

ellas, a su vez, preguntándose si alguno había sabido de Mervin,
si alguna tramaba hacerse cargo del club de fans.
Su club de fans.
Había tomado la decisión anteriormente mantener la

identidad de Mervin en secreto, para ver si podía descubrir a
cualquier traidor más en el grupo. No confiaba en ninguna dama
en la lista.
Se detuvo mirando a Mary. Mary parecía era la que

probable hubiera convivido más con Sam de Lo Salvaje. Siempre
le trataba bien y se arrastraba por el culo de Mervin mientras
estuvo aquí. La mayoría probablemente lo habría llamado
simplemente ser agradable, pero Tina sabía lo que era.
Ellos comenzaron a inquietarse.
Ella dijo, —Bienvenidos, —con una voz amable, incluso—.

Es hermoso ver a todos de nuevo.
Ellos suspiraban relajándose.
Tina era tan buena con las pobres ovejas. Muy muy buena.
—Ahora. —dijo—. Las cosas han estado...tratándose,

cuanto menos. —Miró a lo lejos, dejando que sus ojos se llenaran
de lágrimas. Sorbió por la nariz, sólo un poco, para añadirle el
efecto completo—. Como estoy segura de que todos sabéis, Rystin
es... —Se paró a propósito, como si el solo pensamiento fuera tan
abrumador, que la había robado sus palabras. Y lo había sido.
Al principio. Pero había tenido tiempo. Para planificar. Para
maquinar.
Deidre vaciló sólo brevemente antes de entregarle un

pañuelo suave y bordado. Tina lo aceptó con una sonrisa llorosa
y se secó los ojos con delicadeza.
—Lo siento—dijo—. Pensé que había tenido tiempo para

aceptarlo. Pero aun así es muy duro.
—Estoy segura de que lo es—dijo Mary lentamente—.

¿Pero no deberíamos simplemente alegrarnos de que Ryan tenga
a la persona con la que quería estar?
—No, Mary, no tenemos que alegrarnos por eso—soltó

Tina, sus ojos secándose casi al instante—. De hecho, no
deberíamos alegrarnos por eso.
—Nosotras… ¿no deberíamos? —Preguntó Nicole, sonando

confundida.
—Pensé que estábamos felices, —Wanda susurró a Crissy,

que se encogió de hombros.
—Me gusta Sam—dijo Courtney, y Tina se preguntó si

alguien echaría de menos a Courtney si la encontraran
desmembrada accidentalmente.
—Pensé que se suponía que esto era sobre Ryan, dijo

Deloris.
—Exactamente, —dijo Tina—. Se trata de Ryan. Y sus

mejores intereses. Por eso he decidido que deberíamos
considerar cambiar el nombre del club por el de “Club de Fans
de Rystin del Castillo de Lockes”. Porque eso sería lo mejor para
el corazón de Ryan.
La miraron fijamente.
—Eso no es exactamente lo que quise… —Deloris intentó

decir.
—Gracias, Deloris, —dijo Tina en voz alta, haciendo caso

omiso de ella—. Tu aportación ya sin duda se ha dicho. No hay
necesidad de repetir, mis dioses, ¿alguna vez dejas de hablar?
Ahora, ya que esto realmente no tiene que ser votado…
—Pero, —Deidre dijo— nuestros estatutos dicen que

votamos sobre todo…
—Como todo el mundo ya está de acuerdo y no hay

necesidad de votar, sugiero que pasemos a la segunda parte de
la reunión, —dijo Tina, pateando a Deidre por debajo de la mesa.
—No sabía que nuestras reuniones tenían partes, —dijo

Nicole, sonando nerviosa—. Por lo general, nos limitamos a
hablar de lo que pensamos que parecen los pezones de Ryan
Foxheart durante tres horas.
—Todavía pienso que probablemente son como pequeños

bombones, —dijo Wanda—. Que se derretirían en mi boca.
—Nadie quiere oír hablar de tu retorcida fusión sexual del

pezón, Wanda, —dijo Tina—. Tus perversiones son raras y nunca
más deben ser pronunciadas en voz alta. —Respiró hondo y soltó
el aire lentamente, tratando de recuperar la compostura—.
Ahora. A lo que iba, la segunda parte de la reunión de hoy pasa
a ser un fan fiction original de personas reales que he escrito
sobre nuestras dos personas favoritas. Ryan y Justin. Me
gustaría leéroslo en voz alta, si me lo permitís.
—¿Va a ser porno? —Preguntó Wanda—. El último fan

fiction que escribiste y leíste en voz alta fue de diecisiete mil
palabras de pornografía y me hizo sentir incómoda cuando
empezaste a describir el felching1 con gran detalle. Durante siete

minutos.
—Tengo sólo doce años, —dijo Deidre miserablemente—.

No debería siquiera saber lo que es el felching.
—No es porno, —dijo Tina—. Es hermoso hacer el amor y

debe valorarse y respetarse y todo el mundo va a sentarse a
escucharlo y amarlo, válgame dioses.
—¿Dónde está Mervin? —Preguntó Mary, porque ella era

la perra más mala—. ¿No debería estar aquí…?
Tina entrecerró los ojos. —Mervin respondió a mi

invitación y me dijo que había perdido las piernas cuando trató
de follar con un oso, ahora, ¿por favor podemos centrarnos en
mi historia?
—¿Trató de qué con un qué?
—¡Mi historia! —Dijo Tina estridentemente—. Se llama “El

amor enamorado del amante: Rystin no rompas mi corazón”.
—Ooh—dijeron las damas, porque independientemente de

dónde estaba su lealtad, nadie podía resistirse a un relato de
ficción del amor verdadero entre personas reales.
Esto complació mucho a Lady Tina.
Y ella iba a romper la mierda de esto.
Ella dijo: —Érase una vez, había un precioso…
1Elfelching es un acto sexual que consiste en sustraer con la boca semen del ano o vagina
de la pareja después de que alguien haya eyaculado dentro (lo que se conoce como
creampie)
—Aquí están—dijo una voz entrecortada—. Sabía que los

encontraríamos. No puedo creer que intentara ocultarnos esto.
Esa perra. ¿Quién se cree que es?
Y Tina se crujió los huesos, porque, ¿quién se atrevía a

interrumpir su historia?
Todos miraron a la calle y vieron la escena más extraña.
Allí, de pie, mirando expectante, había un unicornio y un

medio gigante.
Tina frunció el ceño, porque le resultaban familiares.
Pero no podía entenderlo. Por un lado, tanto el unicornio

como el medio gigante tenían largas barbas marrones que le
recordaban a un cierto ex miembro del club de fans por el que
ella nunca perdería otro aliento. Por un momento, pensó que tal
vez eran el unicornio y el medio gigante que andaban alrededor
con ese idiota, pero este unicornio tenía un cuerno. Claro, que
estaba situado en un ángulo extraño y parecía que estaba hecho
de papel y pegado a la cabeza, pero Tina nunca había conocido a
un unicornio con un cuerno antes y no podía decir si así es como
normalmente se veían.
—¿Quiénes sois vosotros? —Preguntó con recelo.
—¿Quiénes somos? —Dijo el unicornio. Se giró y puso su

cabeza contra el medio gigante—. Oh dios mío, funcionó. Soy un
genio.
—Eres un genio guapo, —retumbó el medio gigante.
—Gracias, gatito. Soy bonito, ¿verdad? Yo diría que tiene

que ver con el estricto cuidado de la piel que tengo, pero ¿sabes
qué? El noventa por ciento de eso es sólo mi genética perfecta.

No puedo dejar de parecer bonito. Es difícil ser tan fabuloso todo
el tiempo.
—Yo también soy fabuloso, —dijo el medio gigante—. Mi

cara es fabulosa.
—Eso es, querido corazón. Cada vez que la veo, quiero

besarla.
—Besos de amigos.
—Eso somos. Sin embargo, no dejes que mi mejor mitad te

oiga decir eso. Probablemente pediría sentarse allí y mirar. Es
tan pervertido, es adorable.
—Disculpa —dijo Lady Tina—. ¿Quién eres y por qué nos

estás interrumpiendo?
—Oh, —dijo el unicornio—. Venimos...de fuera de la

ciudad. De visita. Sí, estamos visitándola por primera vez. Nunca
hemos venido. ¡Visitamos pueblos pequeños de la gran ciudad!
Haciendo turismo. Hemos oído hablar de este club mágico de...
personas. Y queríamos venir y ser testigos de la diversión... que
aparentemente sois vosotros. Me refiero a Ryan Foxheart.
Porque es... de ensueño. —El unicornio hizo una mueca de
asco—. O algo.
—Caballero cara deliciosa en mis sueños, —el medio

gigante estuvo de acuerdo.
—¡Nuevos miembros! —Dijo Nicole, aplaudiendo—. Ha

pasado mucho tiempo desde que hemos tenido nuevos
miembros.
Mervin fue el último, —Mary dijo con tristeza.
—Sí, —dijo el unicornio, sonando ligeramente

estrangulado—. Mervin. Su último nuevo miembro.
—Conozco a Mervin, —dijo el medio gigante—. Él es…
—El que nos habló sobre este club de fans—dijo

rápidamente el unicornio—. Y cómo os echa de menos a todos y
le gustaría poder estar aquí.
—¿Lo hizo? —El medio gigante—. Pero pensé que dijo que
no podíamos venir y mentiste y dijiste que no lo haríamos y aquí
estamos.
—Algo así, —dijo el unicornio.
—Qué diablos, —masculló Tina. Entonces, —Bien. Lo que

sea. ¿Cuáles son vuestros nombres?
—Uhh, —dijo el unicornio, moviendo los ojos de un lado a

otro—. Larry. Y este es mi mejor amigo…Wiggy.
—Nosotros vigilamos a los hombres. —dijo Wiggy.
—Esa es una cosa que hacemos, sí, —dijo Larry—. Nos

dedicamos a todo sobre los hombres.
—Tomamos el asunto de Ryan Foxheart muy en serio, —

dijo Tina—. Si no creéis que podéis adorarlo en el altar que es su
todo, entonces estoy segura de que hay otros clubes al que podéis
uniros, aunque probablemente sean terribles y vergonzosos y
nada como el mío.
—Claro, —dijo Larry—. Tomamos a Ryan Foxheart muy en

serio.
—Esa no es tu cara seria, —dijo Wiggy.
—No sabía que los unicornios podían dejarse crecer la

barba, —dijo Nicole.
—¿Conoces otros unicornios? —Preguntó Larry.
—Bueno…no.
—Está bien, entonces, —dijo Larry—. Cállate.
—Me gusta. —les dijo Nicole a los otros.
Los demás murmuraron su asentimiento.
Tina, por supuesto, los odiaba por principios. No sería

bueno que la gente nueva pensara que era una presa fácil. No
aceptaría cualquier discrepancia en las filas. Sabía que tenía que
gobernar con puño de hierro para asegurarse de que el club no
se desviara más de lo que ya lo hacía. La repugnante tragedia
que era la realidad HaveHeart ya había sacudido los cimientos
de lo que ella representaba. Si fuera una persona inferior,
probablemente ya habría estado planeando formas para eliminar
el tener de HaveHeart. Por suerte para todos, Tina no era una
persona inferior y sólo tramaba estas tramas en su cabeza.
Algunos de sus sueños favoritos eran cuando Sam, vestido como
Mervin, era mutilado por una mantícora y luego se caía de un
acantilado en un lago de lava, donde tenía una muerte lenta,
miserable y dolorosa mientras ella se sentaba en una silla
cómoda por encima de él bebiendo limonada y mirando.
Además, ni siquiera sabía dónde podría conseguir una

mantícora.
—¿Así que decidisteis asistir a una reunión del club de

fans de Ryan Foxheart a causa de vuestro amor profundo y
duradero por todas las cosas de Ryan Foxheart? —Preguntó Tina
a Larry y a Wiggy.
—Sí, —dijo Larry. Mi amor profundo y duradero.
—Es tan profundo, —dijo Wiggy—. Hasta el fondo.
—¿Cuál es vuestra cosa favorita de él? —Preguntó Tina,

entrecerrando los ojos.
—Umm, —dijo Larry—. Hay...tantas cosas. No sé si podría

elegir sólo una.
—Inténtalo, —dijo Tina.
—Bueno. Umm. Por ejemplo. ¿Sabes cuándo él habla...?

¿Sobre cosas?
—¿Sobre cosas? —Wiggy estuvo de acuerdo.
—¿Qué cosas? —Preguntó Tina.
—Como, —dijo Larry—. Los cachorros.
El club de fans suspiró. —¿Recuerdas cuando ayudó a

financiar la caridad para el refugio de animales? —Preguntó
Crissy—. Estaba tirado en el suelo y todos los cachorros fueron
subiendo por todo su cuerpo.
—Me produjo sentimientos, —admitió Nicole—. Ya sabes.

Ahí abajo. Siempre me produce sentimientos ahí abajo.
—Jodido Dios mío, —Tina murmuró, a pesar de que estuvo

de acuerdo.
No puedo tener esos sentimientos todavía, —dijo Deidre,

sonando triste.
—Llegarás allí, —dijo Mary—. Yo, por mi parte, no puedo

esperar hasta que termine. Estoy justo atrapada en medio de los
sofocos en estos días. Hay días en los que sólo quiero sentarme
en un bloque de hielo y nunca moverme.
—Me sentaría sobre Foxheart Ryan, —soltó Wanda—. Si

fuera un bloque de hielo. O una persona. O cualquier cosa, en
realidad.
—Por supuesto que sí, —dijo Delores—. Él es del tamaño

justo para sentarse.
—Y sus manos, —dijo Crissy—. ¿Has visto el tamaño de

sus manos?
—¡Quiero que me azote! —Gritó Courtney levemente, la su

cara poniéndose roja—. ¡Mi marido no lo hará, pero quiero Ryan
Foxheart lo haga!
—Y apuesto a que sería una muy buena zurra, —dijo

Nicole, con los ojos brillantes—. Sus manos están callosas de
llevar esa gran espada suya.
—Oh mi dios, —Larry se ahogó—. ¿Esto es de lo que

habláis todo el tiempo? No es de extrañar que S... uh, Mervin,
amara tanto estar aquí. Esto es increíble.
—¿Sigue siendo el asqueroso Mervin? —Wiggy susurró en

voz alta.
—Tan asqueroso, —dijo Larry—. Tenemos que soltarle

mucha mierda por esto más tarde. ¡Este es un club de
obscenidades!
—No es un club sucio, —gruñó Tina—. Hablamos de

cuestiones muy reales aquí pertenecientes a Ryan Foxheart.
—He visto sus abdominales, —dijo Larry.
—¿Qué? —Dijo Nicole—. ¿Cómo en el jodido nombre

has…? no. No. Me lo dirás todo, o te juro por los dioses…
—Y ahí está el sofoco, —Mary dijo, abanicándose.
—Mi marido no tiene abdominales, —dijo Courtney—.

Bebe demasiada cerveza y tiene un ombligo peludo. Estoy
decepcionada con todas las elecciones de mi vida.
—¿Crees que se toca su abdomen con las manos? —Crissy

preguntó en voz alta. Como, simplemente...se sienta allí sin
camisa y sólo... ¿se frota el estómago? Deidre estalló en lágrimas
mientras gritaba—: ¡Nunca voy a llegar a verlo hacer eso!
—¿Cuántos tiene? —Preguntó Wanda—. ¿Un paquete de

seis? ¿Un paquete de ocho? Oh mi dios, ¿un paquete de doce?
—Quiero rodar sobre ellos, —Delores anunció en voz alta—

. Y tal vez ponerles chocolate encima y decirle que ha sido un
chico malo, un chico muy malo y luego le daría nalgadas y luego
lo envolvería en una manta y lo acurrucaría para que se durmiera
y él sería mío para siempre.
—Esto es mucho mejor de lo que podría soñar, —respiró

Larry.
—¿Están todas estas señoras locas? —Wiggy susurró a

Larry.
—Probablemente, —dijo Larry—. Pero eso significa que

Mervin era una señora loca también.
Wiggy frunció el ceño. —Puedo ver eso.
—Mervin no se preocupaba de los abdominales, —dijo

Mary—. Realmente no.
—Oh dioses, —dijo Larry—. ¿Vas a decirme que él era todo

sobre el corazón de Ryan o su inteligencia o su caridad o algo
asqueroso como eso?
—Por supuesto que no, —dijo Mary—. A Mervin le gusta

el culo de Ryan.
—Ese es mi muchacho, —cantó Larry.
—¡Cállense todos de una puta vez! —Gritó Tina.
Todo el mundo se estremeció con excepción de los dos

nuevos. Eso estaba bien. Pronto los acobardaría.
—¿Has terminado? —Preguntó, sabiendo que su tono

implicaba que nadie debía responder a esa pregunta por temor a
la evisceración.
—Sí, —dijo Larry—. Terminé.
Tina lo miró fijamente.
Larry bateó sus pestañas hacia ella mientras sacudía su

melena.
Se sintió un poco derretida porque, oh mi dios, los

unicornios eran tan hermosos y perfectos y…
Ella sacudió su cabeza. No. No sería tan fácilmente

conquistada.
—Antes de que fuéramos...interrumpidos…
—Desagradable, —dijo Larry.
—…estaba preparándome para compartir la historia de

amor Rystin original que escribí. Porque todo el mundo sabe que
el mundo necesita más Rystin.
—¿Qué es Rystin? —Preguntó Wiggy a Larry.
—Todo eso de Justin y Ryan, —dijo Larry.
—Eso no es nada, —dijo Wiggy, pareciendo un poco

enojado—. Ryan ama a Sam.
—Bomba, —dijo Larry—. La bomba de la verdad acaba de

caer en tu mierda.
Tina sabía que el unicornio y el medio gigante estaban

protegidos por la ley (y también que el asesinato de algo tan puro
e inocente como un unicornio era una afrenta a los dioses y a la
naturaleza), pero todavía no podía dejar de preguntarse cómo se
vería su sangre derramada en el suelo.
—Es por eso que es ficción, querido, —dijo Mary.
Tina apenas pudo contener el grito. Porque no era ficción.

Había habido un tiempo en que Ryan y Justin habían estado
desesperadamente enamorados antes de que fuera arruinado por
Sam de lo Salvaje. Su amor había ardido tan brillantemente.
Habían sido devotos el uno del otro. Ryan besaba el suelo por el
que Justin caminaba, todo el mundo lo sabía. Y entonces, un
maldito aprendiz de mago tuvo que venir y arruinar todo…
—¿Por qué está apretando los dientes así? —Preguntó

Larry.
—A causa de la rabia, —Deidre susurró, con los ojos

abiertos—. Vete antes de que te consuma también. Es demasiado
tarde para mí. Pero tú...tú puedes todavía…
—La historia, —Tina gruñó—. se llama “Amor amoroso de

amante: Rystin no rompas mi corazón”.
Los labios de Larry se movieron bajo su barba. —Qué.
—Es un trabajo original sobre dos amantes cruzando las

estrellas, Ryan y Justin.
—No, —dijo Larry—. Pero en serio. Qué.
—La última era porno, —Nicole susurró a Larry y Wiggy.
—Estoy tan de acuerdo con esto, —dijo Larry—. Wiggy,

querido, nos vamos a quedar. Quiero oír la historia del amor
porno de Justin y Ryan o lo que sea.
—¿Qué es el porno? —Preguntó Wiggy.
—Sexo anal. ¿Me gusta el sexo anal?
—Probablemente. Todo el mundo lo hace.
—Eso es verdad, —dijo Nicole.

—Me gusta el sexo anal, —Wiggy decidió, y Tina casi le tiró

su taza de té en la cabeza mientras se sentaba junto a la mesa y
cogía al unicornio en sus brazos y lo tiraba en su regazo.
—Aaah, —dijo Larry, moviéndose hasta que estaba

cómodo—. Eso es mucho mejor. —Miró a Tina expectante.
Ella le devolvió la mirada.
—Puedes comenzar, —dijo Larry, como si fuera obvio.
Ella se mordió el interior de la mejilla con tanta fuerza, que

probó sangre.
Pero no sería disuadida.
Había trabajado duro en esta historia.
Durante días.
Era un trabajo de amor, y ella era su madre, después de

haber empujado hasta que había quedado fuera de ella, sin
aliento.
No podía haber estado más orgullosa.
Se aclaró la garganta y comenzó a leer.
Érase una vez en el Reino de Verania, había una cafetería

llamada Mitad del caballero. Había un camarero allí llamado
Justin. A Justin le gustaba trabajar en la Mitad del caballero,

porque todos los caballeros iban a tomar un café.
Pero había un caballero que era diferente a todos los demás.
Su nombre era Ryan y Justin estaba enamorado.
El problema era que Justin era muy tímido y no podía

pensar en mucho que decir. Pero Justin era súper inteligente y
leía muchos libros y la gente lo amaba y pensaba que era una
gran persona, mejor que los magos y otras personas como magos.
[—Oh, —dijo Larry—. Esto ya ha aumentado mis bajas

expectativas.]
Tina hizo todo lo posible para ignorarlo.]
Pero el mayor problema que tenía Justin era que Ryan ya

tenía novio.
Y su novio era el idiota más malvado de toda Verania.
A nadie le gustaba el novio de Ryan, y, a veces, Justin

pensó que tal vez el novio de Ryan era abusivo. Desde luego,
parecía que lo era. Tenía ojos pequeños de comadreja y una cara
extraña y olía a animales muertos en el lado de la carretera.
[—Apuesto a que sé quién es el novio de Ryan, —dijo Larry,

sonando alegre—. No sabía que había estado viviendo hasta este
momento.
—¡Sin spoilers! —Gritó Deidre.]
Y también, todo el mundo sabía que Ryan amaba a Justin,

pero no podían estar juntos, porque Ryan no sabía que Justin se
sentía igual y debido a su novio, que era horrible y terrible y
debería haber muerto hace mucho tiempo. Nadie lo habría echado

de menos si hubiera muerto. Como, ni siquiera una sola persona
en absoluto. Nadie podría incluso estar triste. Incluso sus padres.
Estarían felices.
Un día, Ryan entró en la cafetería y dijo: —Hola, Justin.
Justin, que estaba enamorado de la imagen de Ryan y de

toda su gloria magnífica (sus músculos estaban bronceados y se
veía muy fuerte y tenía un gran día de pelo y llevaba pantalones
ajustados, como los pantalones súper apretados que deberían
romperse de lo fuertes que eran sus muslos y lo bien que sus
nalgas parecían), trató de no sonrojarse cuando Ryan habló con
él.
—Ahh, —Ryan arrulló—. ¿Te estás sonrojando?
—Ryan, —Justin se rio—. Para.
[—Oh mi dios, —se quejó Larry—. Esto es increíble.
Tina, no muy acostumbrada a recibir elogios, frunció el ceño

al unicornio.] —¿Cómo está mi camarero favorito hoy? —Preguntó
Ryan.
— ¿Soy tu favorito? —Preguntó Justin, sorprendido porque

no lo sabía. Le causó sensación de hormigueo en la zona del
estómago y la ingle.
—Sí—dijo Ryan—. Eres mi favorito en muchas cosas.
—Gracias—dijo Justin—. Sé que no soy, como, un mago, o

cualquier cosa.
Ryan parecía que estaba a punto de vomitar. —Me alegro

de que no seas un mago. — ¿Lo haces? —Preguntó Justin—. Sin
embargo, sólo soy un camarero. No puedo hacer magia y no soy

rico ni nada.
—Eres rico en tu corazón—Ryan dijo con voz ronca.
[—En su corazón—exclamó Larry—. ¡Wiggy! En su corazón.
—No sé lo que está pasando—admitió Wiggy.]
Hubo un momento en el que Justin pensó que Ryan iba a

inclinarse y besarlo, pero, la cruda y fría realidad comenzó cuando
el estúpido novio de Ryan entró en la cafetería.
—Oh, no—exclamó Ryan—. Todo se va a arruinar ahora.
Y eso fue.
Porque Sam de lo Salvaje estaba aquí.
[—Giro argumental—dijo Larry—chocando pezuña/puño

con Wiggy—. Nunca lo vi venir.
—Lo hicimos—dijo Nicole—. Debido a que es más o menos

como cada historia.
—Nicole—dijo Tina, dulcemente ácida—a lo mejor puedes

mantener tu puñetera opinión para ti misma.
—Yep—dijo Nicole.]
— ¡Ryan! —Sam de lo Salvaje gruñó—. ¿Por qué diablos no

estás en casa en la cocina donde perteneces? ¡Mi estómago no va
a alimentarse solo!
[—Eso... es sorprendentemente preciso—murmuró Larry.
—¿Qué? —Dijo Tina.

—¿Qué? —Dijo Larry—. Es decir, ¡continúa! Esto es tan

bueno.]
Ryan dejó caer sus hombros, y Justin odiaba la vista. Ryan

siempre debía mantenerse erguido, y no dejarse intimidar por
nadie. Pero sobre todo por el aprendiz de mago.
—Hola, Sam—dijo Ryan torpemente, la luz dejando sus

bellos ojos—. Por favor, no te enfades. Lo siento.
—¿Perdón? —Sam siseó, sus rasgos poco atractivos

volviéndose aún menos atractivos, si eso fuera posible—. Vengo
a casa de un día duro de no hacer absolutamente nada, sólo para
encontrar mi guarida de sexo vacía. Te dije que siempre debes
estar esperándome con el culo al aire y un maldito sándwich.
[—Espera—dijo Larry—. Así que. Solo para que quede

claro. ¿Ryan debería estar en su casa en la cocina con el culo al
aire? ¿Y un sándwich? Recuérdame que nunca coma en esa
cocina.
—No quiero sándwiches de culo—dijo Wiggy, acariciando

la melena de Larry—. Me gusta la mantequilla de cacahuete.]
Pero, verás, Justin no podía mantenerse al margen y

simplemente ver cómo pasaba esto. Ya no más. Sabía que Sam
de lo Salvaje era malvado y no se le debería permitir ni siquiera
estar a una milla de la gloria que era Ryan Foxheart. Ryan
merecía ser tratado como la joya preciosa que era.
Sam siguió hacia adelante mientras Ryan trataba de dar

un paso atrás, encogiéndose bajo el puño levantado de Sam. —
Bwahaha—Sam rio
maliciosamente—. ¡Haveheart para toda la vida, hijos de

puta!
—¡No, Sam! —Gritó Ryan—. ¡No puedes!
—¡Puedo hacer lo que quiera! —Gritó Sam como una

pequeña perra—. Soy Sam de lo Salvaje. ¡Todo el mundo me
quiere! ¡Los hechicé a todos para asegurarse de que nunca
podrían no quererme!
[—Eso explicaría muchas cosas—dijo Larry—. Además, él

grita como una pequeña perra a veces.
—Haveheart para toda la vida, hijos de puta, —Wiggy

estuvo de acuerdo.]
¿Un hechizo? Pensó Justin. ¡Por supuesto, esa es la razón!

Él sabía que tenía que haber sido algo perverso. Esa sería la
única explicación absoluta, porque Sam de lo Salvaje no tenía
ninguna cualidad, se veía mal, no vestía muy bien, y tal vez uno
de sus ojos era vago. También, probablemente, olía mal, tenía
una actitud ofensiva, y, literalmente, a nadie en realidad en
Verania le podría gustar.
Justin saltó sobre el mostrador como un jefe.
[— ¿Cómo un jefe? —Larry se ahogó—. Oh mis dioses.
— ¡Eh! —Ladró Tina—. ¡Eso era bueno!
—Sí, —dijo Larry—. Era tan jefe.]
Justo cuando Sam estaba a punto de golpear a Ryan en el

duodeno, Justin cogió el puño de Sam y lo detuvo antes de que
magullara toda esa belleza.
—¿Qué cree que estás haciendo? —Sam exigió incrédulo—

. ¿No tienes idea de quién soy yo?
—No lo volverás a tocar de nuevo, —gruñó Justin—. Nadie

merece ser tratado de esa manera.
— ¡Bwahaha! —Dijo Sam—. Él me pertenece. ¡Puedo

tratarlo como quiera! Él no es una persona, es una posesión.
— ¡Nunca! —Exclamó Justin. Y luego le dio un puñetazo a

Sam en la garganta.
[—Guau, —dijo Larry—. Eso parece exagerado. ¿Sam sólo

quería recuperar lo que le pertenece, y Justin le golpea la
garganta? Duro.
— ¡Oh no, Sam! —Gritó Wiggy.
—Ryan no pertenece a nadie, —dijo Tina—. Él es como un

pájaro. Nunca debería estar enjaulado.
—Excepto por Justin.
— ¡Están enamorados de verdad!
—Ay, —dijo Larry.]
Sam se empezó a atragantar, incapaz de tomar una

respiración por el poderoso puño de Justin.
[—Asqueroso, —dijo Larry—. Eso sonó como otra cosa.
— ¿Cómo qué? —Preguntó Wiggy.
—Puño, gatito. Sonaba como fisting.
—Asqueroso, —dijo Wiggy con el ceño fruncido.]

Ryan se agarró a la parte posterior de la camisa de Justin,

lloriqueando. —Él te podría lastimar, —dijo Ryan—. Justin, no
puedes dejarle hacer eso. Por favor, sólo déjame ir. Voy a tratar
con su rabia sin fin. Por favor. Solo déjame ir.
—Nunca, cariño, —dijo Justin, con voz profunda e

impresionante y sexy—. Yo nunca podría dejarte ir.
Los ojos de Ryan se abrieron. —¿Qué? —Susurró—.

Justin, no lo digas si no es en serio. Mi corazón no podría
soportarlo.
Justin se giró y tomó a Ryan en sus brazos. —Siempre

hablo en serio cuando se trata de ti, cariño, —dijo, mirando a los
ojos a Ryan y enamorándose aún más—. Me haces volar.
—Oh, Justin, —dijo Ryan—. Me duele por ti. En mis

entrañas.
[—Mis dioses, —dijo Larry—. Si alguien te dice que tu

prosa es demasiado púrpura, diles que un unicornio dijo que no
es tal cosa. Tú púrpura a la mierda de esto.
Tina no estaba segura de sí eso había sido un cumplido o

no.]
—Lo sé, cariño, —dijo Justin—. También me duele por ti

en mis entrañas. Y pronto, voy a ayudarte a deshacerte de ese
dolor. Para toda la vida.
Los ojos de Ryan se llenaron de lágrimas. —¿De verdad?
—De verdad, —prometió Justin, y se inclinó para saborear

esos labios gruesos.
Pero antes de que pudiera, sintió... ¡la construcción de

magia detrás de él!
Se dio la vuelta, el corazón golpeando en su pecho.
Sam se levantó, ya no amordazado a causa del puño de

Justin.
[—Es posible que desees revisar esa parte, —dijo Larry—.

Si estás aceptando críticas constructivas.
—No lo estoy, —espetó Tina.]
Sus manos estaban por encima de la cabeza y estaban

brillando con una luz profana y poco natural. —Si no puedo
tenerlo—gritó Sam— ¡entonces nadie lo hará!
Disparó magia de las manos y, cuando la cafetería empezó

a desmoronarse a su alrededor, Justin se echó sobre Ryan para
protegerlo. Debido a que Ryan era hermoso y frágil y necesitaba
un hombre fuerte para cuidar de él.
Y entonces todo se volvió oscuro.
[— ¡Será mejor que no dejes esto en un precipicio! —

Exclamó Larry—. Yo jodidamente te rajaré.
—Sí, —dijo Wiggy—. Te rajaré tan duro.
Tina no pudo evitar sentir el placer de que su historia fuera

tan bien recibida.]
Justin abrió los ojos. Él estaba en el hospital.
[—Oh mi dios, —respiró Larry—. Por supuesto que estaba

en el hospital. Y entonces Ryan irá y ¡le confesará su amor! ¿Una
escena de hospital en un romance gay? Porque ¡esto nunca se ha

hecho antes! Tan fresco y emocionante.
—¡Deja de echar a perder mi historia!
—Oops. Mi error. Continúa.]
Ahora, ¿dónde estaba? Correcto. Él estaba en el hospital.

Parpadeó lentamente, tratando de aclarar su cabeza.
Sintió una presión en sus manos. Se volvió para mirar.
Ryan estaba sentado en una silla junto a él, sosteniendo

su mano. Estaba dormido, encorvado sobre la cama. Justin
nunca había visto a alguien más hermoso.
—Hola, —Justin dijo suavemente—. Bebé. Despierta.
—Para, —murmuró Ryan—. Trata de dormir—. Él

chasqueó los labios.
[—Ahh, —el club de fans suspiró.
—Es tan adorable cuando se despierta, —suspiró Deidre.
—Apuesto a que es eso lo que sucede en la vida real, —dijo

Nicole—. Es difícil despertarse y es duro cuando se despierta.
¿Estoy en lo cierto, señoras?] —Cariño, —Justin dijo de nuevo—
. Abre esos bonitos ojos para mí.
Ryan abrió los ojos. Dioses, eran preciosas. Azules como el

océano. Como el hielo en el océano. Reflejado por las estrellas.
En pleno invierno. Eran así de azules.
— ¿Justin? —Ryan susurró—. ¿Eres realmente tú?
—Sí, nene, —dijo Justin—. Soy yo. ¿Estás bien?

Los ojos de Ryan se llenaron de lágrimas. —No sé si alguna

vez volveré a estar bien otra vez.
[—Ryan seguro llora mucho en esto—dijo Larry.
—Esto se debe a que es sensible—dijo Tina—. No tiene

miedo de sus sentimientos y sabe que Justin es el amor de su
vida y deja de interrumpirme, oh mi dios.
—Llora como una pequeña perra, —tosió Larry.
— ¿Qué? —Dijo Tina.
—Lo siento, —dijo Larry—. Alergias.]
—Estarás bien, —dijo Justin profundamente, voz

masculina y atractiva, y como, la mejor cosa de la historia—.
Porque voy a estar aquí para que estés bien.
—¿Lo prometes? —Preguntó Ryan, una lágrima bajando

por su mejilla—. Porque no sé si puedo hacer esto sin ti. No sé si
quiero hacer esto sin ti.
—Nunca tendrás que hacerlo—dijo Justin. Extendió la

mano y tomó la cara de Ryan, el pulgar cepillando las lágrimas.
Ryan se acurrucó en su mano.
—Cariño, —dijo Justin con una sonrisa—, no quieres

seguir haciendo eso.
—¿Haciendo qué? —Ryan dijo inocentemente, todavía

frotándose la cara en la mano de Justin.
—Sabes el qué, pequeño descarado. Vas a hacer que te

asalte aquí mismo.
—Tal vez quiero eso, —dijo Ryan—. Tal vez quiero que me
asaltes. Sólo toma lo que quieras cuando lo desees. ¿Quieres
fóllame, Justin? ¿Solo follarme duro?
[—Umm, —dijo Larry—. Qué.
—Aquí es donde ella se pone porno, —susurró Nicole.
—Wiggy, cubre tus oídos, —dijo Larry.
—Pero quiero escuchar lo porno, —dijo Wiggy, haciendo

un puchero.
—Bien, —dijo Larry con un suspiro—. Pero luego no

vengas a mí llorando cuando tengas una inapropiada erección.]
—Cariño, —dijo Justin—. Estoy en el hospital. Has pasado

por un trauma. Es posible que tengas trastorno de estrés
postraumático. No quiero aprovecharme de ti.
—No lo harás, —dijo Ryan, con el pecho agitado—. E

incluso si tengo trastorno de estrés postraumático, sólo sé que
hacer el amor contigo será la cura.
[—No sé si eso está apoyado por la ciencia médica, —dijo

Larry.
—Quiero porno, —dijo Wiggy con el ceño fruncido.]
Justin no podía discutir con eso. Él sabía que el amor tenía

el poder de curar incluso los trastornos psicológicos más graves.
—Lejos de mí está discutir eso— dijo, y Ryan se rio por encima
de él, ligero y feliz.
—Ven aquí, —dijo Justin—. Déjame probar esos deliciosos

labios tuyos.
—Sé amable conmigo, —Ryan susurró mientras se

inclinaba sobre la barandilla de la cama del hospital.
—Siempre, —susurró Justin.
Y entonces sus labios se encontraron por primera vez.

Justin pensó que fuegos artificiales estallaban detrás de sus ojos.
Los labios de Ryan estaban calientes y húmedos y cuando él
gimió, con los labios separados, Justin lo tomó como una
invitación para lamerle la boca.
[— ¿Lamerle la boca? —Dijo Larry, sonando incrédulo—.

Eso no suena muy higiénico.
—Es sexy, —insistió Tina.
—Bieeeennn, —dijo Larry.]
Sus lenguas se batieron en duelo y bailaron, trazando la

boca del otro, trazando sobre las encías y los dientes. Justin trató
de meter la lengua en la medida de lo que podía, con ganas de
probar la parte posterior de la garganta de Ryan.
[—Siiiii, —dijo Larry.]
Ryan se apartó, jadeando, con los labios resbaladizos con

saliva. —Estoy ardiendo por ti, —dijo con voz ronca—. Necesito
más, Justin. Te necesito.
Justin sabía exactamente lo que Ryan necesitaba, debido

a que estaban destinados a estar juntos para siempre y se
amarían y tendrían hijos y envejecerían juntos—. Deberías
quitarte los pantalones, —dijo Justin—. Y déjame tragar tu pene.
[Wiggy se tapó los oídos.]

Ryan hizo justamente eso, deslizando sus pantalones por

sus muslos gruesos, peludos y musculosos. No llevaba ropa
interior, y su pene estaba tan duro. Justin pensó que medía al
menos 10 pulgadas de largo.
[Larry comenzó a cacarear. —Mmm… mierda—alcanzó a

decir.
—No sé si debería escuchar esto, —dijo Deidre.
Tina la miró fijamente. —Vas a sentarte allí y vas a

escuchar. Y Larry, ¡es mejor que dejes de reírte! ¡Esto es una cosa
seria!
—D… diez pulgadas de mi cu… culo.]
—Sí, —dijo Justin—. Eso es lo bueno.
Ryan empujó su pene entre la barandilla de la cama del

hospital y Justin se esmeró en ello. Chupó muy duro y bien y lo
lamió todo. Lo puso realmente mojado y el pene de Ryan estaba
llorando todo ese pre-semen, y Justin podía probar el sabor
amargo en su lengua. Se agachó y tiró de las bolas de Ryan
mientras Ryan gritaba por encima de él, gritando el nombre de
Justin, pidiendo más, diciendo que Justin era el mejor que había
probado y nadie más podría hacerlo tan bien como él y que iban a
ser novios después de esto.
Justin se sacó el pene de Ryan y dijo: —Sí, eso suena bien

para mí —y luego chupó un poco más.
—Voy a correrme si sigues haciendo eso, —dijo Ryan.

Justin se echó hacia atrás, arrastrando su lengua por el eje.

—No quiero eso, —dijo—. No quiero que te corras hasta que esté
dentro de ti.
—¿En serio? —Preguntó Ryan, sonando sin aliento y super

encendido—. Yo nunca lo he hecho antes.
Justin vaciló. —¿Quieres decir que Sam nunca…?
Ryan negó con la cabeza. —No, Sam era un amante egoísta

que sólo tomaba lo que quería de mí. Me hizo estar arriba todo el
tiempo porque era una pequeña perra pasiva. Nunca he llegado a
experimentar el placer de estar con un hombre de verdad antes.
[—El Ryan pasivo es mi Ryan favorito, —dijo Wanda.
Larry simplemente continuó riéndose, las lágrimas corrían

por su rostro.] —Bueno, me alegro por eso, —dijo Justin—. Voy
a ser tu primero.
—Y el último, —Ryan dijo con timidez.
—Sí, nene, voy a ser el último.
Justin se levantó la bata de hospital y su pene estaba lleno

de sangre y parecía increíble.
—¿Qué tan grande eres? —Preguntó Ryan.
—Doce pulgadas, —respondió Justin.
[—¿Cómo se te ocurren estas medidas? —Larry jadeó.]
—Dios mío, —dijo Ryan—. Eso es mucho más grande que

Sam. Voy a sentirlo en mis intestinos.
—Sí, lo harás, —dijo Justin—. Ahora ven aquí y siéntate en

mi cara y voy a joderte el culo con la lengua y te prepararé para
mi gran pene. Puedes chuparme y prepararme ahí abajo.
[—¿Porrrr quéeeee haces esto? —Se quejó Larry.
—¡Necesito un adulto! —Gritó Wiggy.]
Ryan no perdió el tiempo mientras se arrastraba en la

cama, mirando hacia el otro lado de la cara de Justin. Justin
levantó la mano y agarró ese culo, separando sus nalgas. Su
agujero era un capullo de rosa parpadeando, y Justin iba a ser la
abeja que polinizaba esa flor.
[—Sí, —dijo Crissy—. Tú eres esa abeja. Acabas de zumbar

por todas partes. Poliniza la mierda fuera de él. Completa ese
ecosistema.
[—No creo que debamos estar en esta reunión, —dijo Larry

a Wiggy en voz baja.
—Lugar feliz, —dijo Wiggy, balanceándose hacia adelante

y hacia atrás—. Encuentra mi lugar feliz.]
Justin lanzó su lengua y lamió el culo de Ryan. Ryan maulló

con la boca llena de pene de Justin, presionando su culo más cerca
de la lengua de Justin. Se quedó sin aliento cuando Justin agarró
a sus caderas, manteniéndolo en su lugar, presionando su cara
hasta donde le llegaba el culo a Ryan. Justin continuó lamiendo,
la cara manchada con saliva. El almizcle de Ryan era intoxicante.
[—¿Su almizcle? —Preguntó Larry agitadamente—. ¿Su

almizcle del culo? Oh, niña, no, no, niña. Qué estás haciendo.
Qué estás haciendo.
Tina sabía lo que estaba haciendo. Era una maestra de la

erótica. Había leído bastante de ello como para saber exactamente
cómo excitar.]
—Sí, —dijo Ryan mientras lamía la punta del pene de

Justin—. Pon toda tu cara allí—. Llegó detrás de él a la nuca de
Justin, sosteniéndolo en su lugar mientras le embestía el culo.
Justin estaba enterrado en el culo, y fue una experiencia

religiosa. El amor que sentía por Ryan le hinchó el corazón y el
pene.
Con el tiempo, la mandíbula de Justin se cansó de todo el

increíble beso negro. Se apartó del culo y dijo: —Tienes que
montarme, bebé.
—Sí, papi, —dijo Ryan.
[—Espera un minuto, —dijo Larry—. ¿Acaba de decir lo

que creo que dijo?
—Fetiche con papi, —dijo Wiggy, sonando triste—. Tiene

un fetiche con papi.
—El mejor tipo de fetiche, —respiró Deidre.]
—Eso es todo, bebé, —dijo Justin mientras Ryan se daba la

vuelta—. Sabes lo que le gusta a papi.
—Oh, papi, —dijo Ryan—. Te quiero mucho. Eres mi todo y

cualquier persona con la que estuve antes o con quien pueda estar
en alguna realidad alternativa absolutamente loca nunca se
comparará con la forma que haces que mi agujero tiemble con el
deseo.
[—Uh—Larry se amordazó. Uh. Uh.]

—Voy a follarte tan duro, —prometió Justin—. Tan duro que

me vas a estar goteando durante días.
—Oh, sí, —se quejó Ryan—. Ponlo en mí. Solo mete esa
mierda en mi culo.
[—Eso fue lamentablemente redactado, —Larry susurró a

Wiggy, que asintió con los ojos muy abiertos.]
Y eso es lo que hizo. Le metió esa mierda en el culo a Ryan.

Ni siquiera le dio a su bebé la oportunidad de acostumbrarse a él,
sólo metió las doce pulgadas en el culo con un movimiento suave.
Ryan se agachó por encima de él, arqueando el cuello hacia atrás,
montando a Justin como si fuera un preciado caballo de carreras.
[—Eso es tan racista, —Larry dijo entre dientes—. Oh mi

dios, ¿cómo te atreves?
—Aquí, aquí, —dijo Wiggy—. ¿Canto para ti?
Larry lo miró con lágrimas en los ojos.
—Yo canto para ti. —Wiggy decidió. Y a continuación,

sorprendentemente, en realidad comenzó a cantar—. Pollas de
queeesooo y candelabros, y palos de escoba y gatos y muffins y
tortugas…
—No creo que sea así cómo va la canción, —dijo Larry con
cariño (y también con ojos sospechosamente secos).]
Ryan se retorcía encima de él, y Justin se lo estaba dando

con fuerza, con los pies plantados en la cama del hospital, caderas
chocando con fuerza, empujando en esa caverna inexplorada.
Hacía espeleología en profundidades nunca antes invadidas por
ningún hombre.
—Voy correrme en ti, —gruñó Justin—. Y luego me lo

comeré.
—Sí, papi, —Ryan se quedó sin aliento—. Y entonces lo

lameré de tu boca porque somos sucios, ¿verdad papi? Somos muy
sucios.
[—No, —dijo Larry—. No, no. Ni siquiera puedo con esto.

Eres una puta pervertida. Me estoy sonrojando. Yo. Gary. La
reina de la perversión sexual ¿Quién coño eres tú que puedes
hacerme…? ¿Por qué me miran todos así?]
La mano de Tina se tensó sobre los papeles. —¿Qué acabas

de decir?
El unicornio puso los ojos en blanco. —Sólo digo que sin

duda eres más pervertida de lo que pensaba.
—Después de eso.
—¿Que soy la reina de la perversión sexual?
—Antes de eso.
—Umm. ¡Oh! Me ruboricé. Realmente, debes aprender a

escuchar mejor. Bueno, no me importa si escuchas mejor a
cualquier otra persona, sólo a mí, so… —Después de eso, —
gruñó Tina.
—¿Qué? Oh. Uh. Dije... ¿Qué dije?
—Te llamaste a ti mismo Gary, —Wiggy dijo

amablemente—. A pesar de que nos disfrazamos y me dijiste que
no podía llamarte así a pesar de que tu nombre es Gary y mi
nombre es Tiggy.
—Correcto, —dijo Gary—. Yo he dicho eso, ¿verdad?

Gatito, no podríamos decir nuestros nombres reales si íbamos de
incógnito. Somos espías, por amor de Dios. Es todo por eso de la
intriga y eso. Cierto. Veo el problema aquí ahora.
Gary y Tiggy miraron a Tina.
Una brisa agradable llegó y voló el cuerno del unicornio.
Se cayó al suelo.
Delante del club de fans de Rystin se encontraba un

unicornio gay sin cuerno y un medio-gigante.
El unicornio gay sin cuerno y el medio gigante.
Tina miró furiosamente a los dos, levantándose

lentamente sobre sus pies. ¿Espías? ¿En su club de fans?
No. Maldición. Probablemente. Su mano agarró el cuchillo

de mantequilla sobre la mesa. No les haría mucho daño, pero al
menos derramaría un poco de sangre. Y eso sería suficiente para
empezar.
—Bien, —dijo Gary—. Esto es muy incómodo. Tus ojos se

ven un poco de psicópata. Así que. Esto ha sido divertido,
¿verdad? Oh mi dios, sí. Muy divertido. Pero Tiggy y yo tenemos
esta…cosa. Tenemos que hacerlo. Muy importante. Sólo vamos a
irnos. A esa cosa.
Tina se levantó, subiendo hasta su altura de cuatro pies y

ocho pulgadas de pura, rabiosa, chica de dieciséis años.
—Oh mi dios, —dijo Gary—. Tu cara. ¡Está tan roja y

parece que vas a epp! Se ahogó cuando ella levantó el cuchillo y
comenzó a acechar alrededor de la mesa.
—¿Yo aplasto? —Tiggy gruñó, apretando los puños a los

costados.
—Sí, —gritó Gary— ¡Tiggy aplasta! No, espera. Maldición.

No puedes aplastarla a ella. Arruinaría el vestido que lleva puesto
¿y sabes lo caro que lo es?
—Aplasto, —dijo Tiggy.
Pero en lugar de aplastar a Tina, que realmente sólo estaba

pensando en bañarse en sangre de unicornio, el medio gigante
rompió la mesa de madera entre todos ellos. Todas las señoras
del club de fans gritaron mientras caían hacia atrás. Tina fue
derribada a sus pies, aterrizando en un montón de Deidre, que
gruñó por el codo de Tina apuñalando su bazo.
—¡Corre, Tiggy! —Gary gritó.
—¡GWAAAAAH! —Tiggy gritó, agitando las manos sobre su

cabeza mientras el unicornio y el medio gigante corrían hacia el
castillo.
Tina escuchó como el sonido de los cascos del unicornio

contra el empedrado se desvanecian en la nada.
—¿Estás bien? —Preguntó Crissy.

Y Lady Tina DeSilva dijo: —Estoy bien—con una voz suave

y plana que hizo que a todos los que estaban al alcance del oído
se les pusiera la piel de gallina.
—¿Estás bien? —Su madre le preguntó más tarde esa

noche.
Tina ni siquiera miró a su madre en la mesa mientras

cenaban, simplemente siguió mirando fijamente la pared del
fondo cuando dijo: —Estoy bien.
Su madre conocía ese tono de voz.
—¿Estás bien? —Le preguntó su institutriz unos días más

tarde de camino a la escuela.
Sólo la piel debajo del ojo de Tina se movió cuando dijo: —

Estoy bien.
Esa noche, la institutriz cerró con llave la puerta de su

dormitorio. No tenía nada que ver con el hecho de que Tina
dormía justo en el otro lado del pasillo. Era sólo más seguro así.
—¿Estás bien? —La maestra le preguntó tres días más

tarde.
Tina ni siquiera levantó la vista de su escritorio, donde

escribía febrilmente en una hoja de papel. El rasguño de la
pluma se detuvo y Tina dijo: —Estoy bien—. La pluma comenzó
a moverse de nuevo.
La maestra se alejó. Más tarde, encontraría el papel en el

que Tina había estado escribiendo. Escribió lo mismo una y otra
vez.
RYSTIN ES PARA SIEMPRE
RYSTIN ES PARA SIEMPRE RYSTIN ES PARA SIEMPRE
La maestra se estremeció y tiró el papel. Ella no dijo una

sola palabra al respecto. Le pagaban lo suficiente para hacer
frente a perras locas.
Y una y otra vez fue.

Lady Tina DeSilva estaba bien.
Ella estaba bien.
Ella estaba bien.
Pero había una manera de que pudiera estar mejor.
Haveheart era sólo...un giro menor.
Rystin era de por vida.
Rystin era para siempre.
Ella no podía ser la única que despreciaba el suelo que

Sam de lo Salvaje pisaba.
El canalla callejero de los barrios bajos.
El chico que había tenido todo en sus manos,

independientemente de su posición.
Solo porque podía hacer magia.
Y eso no era suficiente, no.
Se le había dado todo, sí, pero también se lo había llevado

todo.
Se había llevado a Ryan.
Se lo había quitado a Justin.
Se había llevado a Rystin.
Se lo había quitado a Tina.
Y eso era imperdonable.
Sin duda, no estaba sola.
No podía estar sola en esto.
Ella estaba bien.
Decidió poner un anuncio en el periódico.
Muy parecida a la que había visto para el club de fans.
Tal vez podría encontrar otras como ella.
Parecía un tiro en la oscuridad.
Pero necesitaba hacerlo. Debido a que ella estaba bien.
El anuncio apareció cuatro días más tarde.
Estaba en la esquina inferior izquierda de la última página

del periódico.
Era simple y limpio, y directo al grano.
Presentó un breve resumen sobre la visión general del

nuevo club y propuso una fecha para reunirse la semana
siguiente.
Todo lo que tenía que hacer era esperar.
El día de la reunión, Lady Tina DeSilva se despertó muy

temprano. El sol brillaba. No había ni una nube en el cielo. Iba a
ser un día precioso.
Se puso el maquillaje con un cuidado especial.
Su cabello estaba rizado y sedoso alrededor de la cara y el

cuello.
Llevaba su vestido más bonito. Era azul, con pequeñas

cintas blancas.
Se puso de pie delante del espejo, asegurándose de que

todo estaba en su lugar.
—Perfecto, —dijo con la sonrisa más pequeña. Se levantó

y sacó la foto que tenía de Rystin, del periódico en que los había
visto la primera vez hace tanto tiempo—. Os salvaré—susurró,
pasando el dedo a lo largo de sus caras—. Prometo que voy a
salvaros. Porque os amo a ambos mucho, mucho, mucho.
Dio un beso pegajoso contra ellos.
La puso de nuevo en la esquina del espejo.
El ruido de la mañana en la calle de abajo se elevó

mientras cerraba la puerta del dormitorio detrás de ella.
Esperaba que dos o tres personas se presentaran. Tal vez

cuatro, si tenía suerte.
Siendo realistas, pensó que tal vez uno, o ninguna en

absoluto.
Así que imaginen su sorpresa cuando llegó a la misma

tetería que había tenido las reuniones del club de fans y encontró
una gran multitud reunida.
Al principio, pensó que tal vez todos estaban allí para el té.
Pero entonces todos se volvieron a mirarla, las

conversaciones decayendo a medida que la observaban.
Esperándola.
Había docenas de ellos.
Hombres y mujeres, jóvenes y viejos.
Los ricos, los pobres.
Los campesinos y la clase alta.
Todo en el medio.
Fue glorioso.
—Hola, —dijo ella, con voz alta y clara—. Creo que todos
estáis aquí por mí. Os he llamado aquí porque estamos unidos
bajo un objetivo común. Estáis aquí porque estáis de acuerdo en
que esto ha durado demasiado tiempo. Que se supone que
debemos confiar el futuro de Verania en manos de alguien que
actúa como el hijo predilecto. Quien no aporta nada pone dolor
y miseria bajo el nombre veraniano. Quien susurra en los oídos
de tu rey sus pequeñas tramas y planes, envenenándolo hasta
que no sea más que una marioneta. Estás aquí porque es el
momento de poner fin a esto.
Su corazón latía con fuerza.
Estaba sin aliento.
Sus manos estaban sudorosas.
Y nunca se había sentido más viva.
Esta era su vocación.
Estas eran sus ovejas.
Les permitiría reunirse a su alrededor y los guiaría con

mano firme.
—Damas y caballeros, —dijo—. Estáis aquí debido a Sam

de lo Salvaje y por todo lo que se nos ha impuesto. Verania piensa
que él es universalmente amado, pero que estéis aquí demuestra
lo mucho cuánta farsa ha construido, las mentiras que ha dicho
para usurpar el trono. Al estar aquí, puedo prometerte que tu voz
será escuchada, que serás apreciado por tener tu opinión. Así
que. Piensa en lo que sea que desees. Puedes irte y nunca hablar
de esto otra vez. O bien, puede unirte a mí, y podemos comenzar
la primera reunión oficial del Club Nosotros-odiamos-ASam-Un-
Montón. He traído suficientes magdalenas para todo el mundo.

Son de arándanos. Deliciosas, ¿no te parece?
La gran multitud alrededor vitoreó.
Y Lady Tina DeSilva comenzó a sonreír.
FIN

T. J. Klune Verania 1.5

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T. J. KLUNE VERANIA 1.

Nota Del Autor

Oh, Dios mío, que alguien me envíe ayuda.

Esta es mi forma de agradecer a todos los que han leído El

Señoras y Señores, les ofrezco la locura de Lady Tina DeSilva.

Lady Tina DeSilva no era una niña cruel. No,

Rystin era para siempre. Sin embargo, Marvin.

Mervin era solo un bache en el camino.

Bien, debería saberse que Lady Tina DeSilva nunca sería

Primero se dio cuenta de la necesidad de ser cruel cuando

Era su primer día del nuevo año escolar en St. Martin’s

Lady Tina DeSilva llegó a SMARMY en el carruaje de sus

—Ya estamos aquí, niña, —dijo su institutriz.

Lady Tina puso los ojos en blanco. —De verdad. No lo

—Tu lengua se pone más aguda cada día, —dijo su

Lady Tina se rio. —Oh, institutriz. Cómo me diviertes.

La institutriz sabiamente mantuvo su gorda boca cerrada

Lady Tina estaba complacida por eso. Salió del carruaje y

La institutriz suspiró detrás de ella y un momento

misma hacer que la vida de la institutriz fuera un poco más

—¿Necesitas que te acompañe? —Preguntó la institutriz.

—Absolutamente no, —dijo Lady Tina—. Tengo nueve

—Que tengas un buen día, —dijo la institutriz, aunque su

Ella recorrió el camino a la escuela, otros niños pululaban

Ella no conocía a nadie aquí, pero podría cambiar eso

Echó un vistazo al patio, buscando el grupo adecuado de

Tina la odió al instante.

Por eso no tuvo problemas en encontrar a la maestra más

La maestra, por supuesto, había corrido a buscar al

—Hola, —dijo ella, educadamente—. Mi nombre es Lady

Una de las chicas dijo: —¿Por qué? Ni siquiera te

Tina sonrió, mostrando muchos dientes. —Porque creo

Al principio, nadie respondió. Luego, otra niña dijo, —

Lady Tina se encogió internamente, pero sabía cómo

Y así fue como Lady Tina DeSilva descubrió que, a veces,

Entonces, no, ella no era cruel.

En todo caso, ella era simplemente ambiciosa.

Y esa ambición llevó a uno de sus mayores

El Caballero Ryan Foxheart.

Que le hizo caer por la madriguera del conejo de una forma

La mágica, soñadora y palpitante ráfaga de sol capaz de

Ella los adoraba.

Ella los adoraba mucho.

Porque nunca hubo una pareja más destinada a estar

—¡Oh, Dios mío! —Dijo una de las chicas de SMARMY. Su

—¿Qué? —Preguntó Tina, sonando molesta y sin hacer

—Están en el periódico, —exclamó la chica. Ella dejó

—¿Otra vez? —Preguntó otra chica, inclinándose. Tina

Las dos chicas comenzaron a discutir sobre el papel como

Las chicas la miraron horrorizadas.

Tina dijo: —Dámelo.

La primera chica deslizó el papel.

Tina lo arrebató de la mesa, planeando triturar el papel

Y ella hizo eso.

Hasta que vio la imagen a la que se habían referido.

Ahora, también debería decirse que Lady Tina DeSilva

Pero este era diferente.

¡EL PRÍNCIPE JUSTIN SE ACERCA CON KNIGHT BEAU!

Sí, las cosas ciertamente se estaban calentando.

—Oh, mi… —ella respiró.

Porque ella había visto al Príncipe Justin antes. Era

Ella lo estaba viendo ahora.

Y ella los estaba viendo juntos.