La cultura Grecorromana como base de la civilización de Occidente
La antigua Grecia tiene su génesis alrededor del siglo XI a.c en la península
balcánica e islas aledañas, con grupos de familias de origen micénico, minoico y protoeslavo que formaron caseríos y aldeas con idiosincrasias, cultos religiosos y formas de organización productivas y de gobiernos muy diversos y que con el paso de las generaciones definieron sus rasgos característicos y crecieron hasta formar ciudades-estado a las que les dieron el nombre de polis. Por razones de estrategia y defensa, las ciudadelas se ubicaron en las simas de lomas o montañas, se amurallaron, dispusieron los campos aledaños para la agricultura y ganadería, y construyeron puertos cercanos para el embarque de mercaderías y trasporte de personas y tropas. Así se configuraría la clásica forma de las llamadas acrópolis, como ciudades centrales. La autarquía y la autonomía fueron consecuencias directas de esta configuración urbana, siendo estas independencias los pilares esenciales de la soberanía de cada polis. En base a las costumbres ancestrales propias, formaron sus sistemas éticos (ethos: costumbre) y desde la sujeción al mismo se establecieron las primeras normas legales de las que se tiene registro y en base a las cuales constituyeron el derecho (norma deriva de gnomona= escuadra o regla y, también, persona de buen discernimiento). La idea de la regla es dar a todos un trato igual o equitativo, de donde se desprende el debate sobre la justicia y el trato justo (dike) propio de los justos (aristos), así como también las normas de organización del gobierno. Pero esto terminaría de definirse doctrinariamente en la época Clásica. A mediados del s. VII a.c comienza la época Arcaica, en la que surgió una casta de comerciantes adinerados que no tardaron en reclamar el poder político. Estos eran los llamados “Tiranos”, o “gobernantes ilegítimos”, en oposición a las monarquías y aristocracias que hasta ese entonces gobernaban las polis, como herederos del poder de las familias originarias y conforme a la justicia. Las tiranías duraron casi tres siglos y con la caída de Hipias, el último tirano, en 510 a.C. comenzó el periodo democrático y la era Clásica griega. En la era Clásica se consolida el pensamiento griego, principalmente en las obras de Sócrates, Platón, y Aristóteles, considerados los mejores exponentes de esta era. La figura de Platón es trascendental en el desarrollo del pensamiento político, porque en sus diálogos reflexiona sobre los tipos de gobiernos históricos y hace una escala de mejor a peor comenzando por la Monarquía (en La Republica y en la Carta Séptima), completando este análisis Aristóteles (en Ética a Nicómaco), que explica como degeneran las formas de gobierno. La Monarquía (monos: uno arkhos: liderazgo) significa “el poder de uno solo”, quien era definido “Basileo” o “Rey”. Este era generalmente un héroe militar o descendiente de héroes o dioses históricos de la ciudad-estado y ejercía el poder de manera justa y legal tanto en el aspecto religioso como en el político. La Oligarquía (oligos: pocos arkhos) es “el poder de pocos”. Si bien actualmente la palabra tiene connotaciones negativas, el término no lo es en sí, sino que en sus diversas formas, pueden darse tanto especies contrarias a las libertades e intereses de la población general tanto como formas legítimas y legales. Estos oligos podían ser personas de areté -los denominados kaloskagazós-, virtuosas y de un carácter moral intachable y ejercer el poder conforma a justicia y derecho -lo que define a la Aristocracia (aristos: mejor krathos: poder). Pero también podían ser parte de una Timocracia (time: honor krathos), que era un orden dado tanto por la importancia económica que la persona tenía en la sociedad como por el poder militar que detentaba. Según Platón, Esparta era el estado Timocrático por excelencia, estratificado del siguiente modo según el ordenamiento de Solón: Pentacosiomedimnos: Los que daban al menos 500 fanegas anuales de producción. Hippei: Caballeros Jinetes que daban al menos 300 fanegas anuales de producción. Zeugitai: infantería pesada que daban al menos 200 fanegas anuales de producción. Tetes: Quienes no tenían producción suficiente o eran artesanos y servían como remeros de barco o infantería liviana. [Fanega: unidad de antigua de volumen equivalente a 55,5 litros con que se medían los cereales] Los Tetes no pagaban impuestos, pero tampoco tenían intervención parlamentaria (una de las primeras asociaciones entre tributación y representación en la política). Otro tipo de oligarquía era la Plutocracia (ploutos: riqueza krathos), término acuñado por Jenofonte, que solo considera la posesión de riquezas como fundamento para detentar el poder, sin incluir los honores o fuerzas militares. Más abajo se encontraban las formas populares de gobierno. Primero concebían la Democracia (demos: pueblo krathos), pero muy distinta de como la conocemos hoy, puesto que en la Grecia antigua estaba limitada a los polites (hombres libres, adultos y nacidos en la polis) excluyéndose de la toma de las decisiones -no necesariamente en la formación de opiniones o debate- a las mujeres, los inmigrantes, los menores de edad y los esclavos. Quienes eran polites y no participaban en la política se los denominaba “idiotes”, (de donde proviene “idiota”). El poder democrático no puede entenderse sin comprender que el polite era el único habilitado a rendir culto en el hogar familiar. Según Fustel de Coulanges ( La Ciudad Antigua, Libro II), no solo bastaba la comunidad política para ser parte de la polis, sino también la comunidad en el culto religioso, siendo aún más valorado esto último, favoreciéndose más un hijo adoptivo con culto que uno de sangre sin culto. Aristóteles explica que la Democracia se deforma si el Pueblo no se instruye y deviene en una Masa sin formación y criterio, lo que da lugar a la Oclocracia (okhlo: Muchedumbre krathos). Esta Oclocracia se distingue de la Demagogia (demos: pueblo agos: dirección) en cuanto a que en la primera hay una masa no dirigida imperando de manera tiránica y desorganizada, mientras que en la segunda se presenta la figura de un Demagogo o grupo de demagogos que dirigen a esta masa mediante la argumentación retórica falaz, justificando sus fines con la opinión de la mayoría, generalmente pobres (los llamados “argumentos ad populum”). Entre estos demagogos finalmente se destaca un líder populista que, al llegar al poder, se emplaza como Tirano. Y así, la tiranía es un gobierno ilegitimo que bien puede llegar al poder de manera legal (mediante el proceso de elección democrática, por ejemplo) o ilegal, mediante golpes de estado con financiamiento y finalidades propias o con apoyo de potencias extranjeras. En este orden de ideas, la degeneración del poder solamente puede regenerarse con la vuelta a la Democracia o a la Monarquía.