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Peculiaridades de la gestión de proyectos socioculturales.

Yohana Hidalgo Parra

Se reconoce que la gestión de proyectos no constituye una práctica reciente, viene

desde los albores de la civilización con la industria y las artes, caracterizando a la

sociedad humana como una entidad organizada.

Los proyectos sociales y culturales se reconocen en el proceso de gestión en la

categoría de los que “contribuyen al mejoramiento de los niveles de la calidad de

vida” (Ander Egg y Aguilar, 1994: 15). Esta categorización sitúa a estos proyectos

en una relación muy directa con el desarrollo social porque contiene indicadores que

expresan integralmente la calidad de todas las esferas de la vida social.

Atendiendo a las clasificaciones o tipologías de proyecto ofrecidas por los autores

antes mencionados podemos determinar fácilmente una serie de esferas de

actuación que constituyen campos de acción de los proyectos socioculturales, entre

ellos se identifican los relacionados con las clases de educación y cultura, salud,

desarrollo urbano y vivienda, nutrición y alimentación, seguridad social, familia,

minorías, deporte, recreación y defensa social, lo cual hace que tengan una

influencia muy significativa sobre la educación de los beneficiarios de estos

proyectos, quienes fortalecen sus relaciones sociales durante todo el ciclo de

ejecución, integrándose con ello al proceso de reproducción de la cultura. (ídem)

Es en este entorno de acciones dirigidas a un objetivo los proyectos se definen

metodológicamente como:

(…) una propuesta de estudio o de investigación científica dentro de un

campo más o menos definido, con unos métodos y técnicas

determinadas, que es posible o viable. Pero no sólo puede ser una


propuesta, sino también un conjunto de elementos o partes

interrelacionadas en una estructura diseñada para lograr objetivos

específicos. En algunos casos puede referirse a un conjunto de recursos

y etapas diseñadas para resolver problemas específicos (…) (Cerda, s.a

:2)

En la concepción de los proyectos se conjugan diferentes dimensiones entre las que

se encuentran las dimensiones técnicas, asociadas a los procedimientos; humanas,

que expresan las relaciones interpersonales, matizadas por los más diversos

intereses, generadores de las motivaciones que sustentan a las acciones; y de

gestión, en función de la armonía y del equilibrio de los componentes de la sociedad

como sistema.

La importancia de la gestión de proyectos se conforma por el proceso de planificar,

dirigir y controlar subsistemas sociales en un entorno económico de costo mínimo y

de tiempo breve.

Los proyectos se han concentrado tradicionalmente en el esquema de la creación de

un producto o servicio nuevos. Una peculiaridad de los proyectos sociales y

culturales es que rompe este esquema de producto y servicio para emerger con una

propuesta sin precedentes: la de estar formando parte del ciclo reproductivo de la

cultura, en el cual los resultados son mayormente de naturaleza cualitativa.

Los proyectos cumplen una función como instrumento de la gestión cultural que puede ser
empleado por las instituciones culturales, ellos:

 Se convierten en espacio de intercambio cultural


 Promueven el intercambio cultural.
 Conciben la cultura como relación dialógica, promoviendo el diálogo cultural.
Otro rasgo peculiar y distintivo de los proyectos sociales y culturales radica en que

mientras otras categorías de proyectos como los de producción de bienes o los de

prestación de servicios o los de infraestructura y equipamiento, tiene un vínculo muy

directo con la esfera de la economía, es decir con el ámbito de la administración de

bienes materiales o de procesos vinculados a su aseguramiento, los proyectos

sociales y culturales, en cambio, tienen un mayor distanciamiento de la vida

económica, en cuanto a su esfera de incidencia. (Ander Egg y Aguilar, 1994: 15)

Por tanto, los proyectos sociales y culturales tienen su centro de mira en el

comportamiento humano, principalmente en los espacios sociales con estructuras

sociológicas complejas, como puede ser el desarrollo local o la seguridad social.

Es frecuente también encontrar declarado a estos proyectos como comunitarios

porque generalmente tienen como escenario unidades sociales con ciertas

características entre las que se destacan su organización, un territorio bien definido,

todos los aspectos de la vida social con sus correspondientes instituciones,

jerarquías e intereses, así como manifestaciones de la conciencia social, entre las

que se destaca el sentimiento de comunión.

Es propio de los proyectos sociales y culturales, organizar y movilizar a la comunidad

en torno de un asunto o tema de bien público, estimulando la participación en la

identificación y toma de decisiones y en la elaboración y ejecución de soluciones y

respuestas a las necesidades propias de la comunidad, teniendo como rasgo

distintivo contribuir al mejoramiento de la calidad de vida, a partir de los recursos

materiales y físicos.

O como bien resume el investigador Dávalos: “esto significa un diseño participativo

que contemple el protagonismo popular en la comunidad desde múltiples formas,


ejercido por distintos actores, lo que implica no establecer fórmulas o recetas”.

(2005:54-55)

Atendiendo a que la participación y protagonismo de los beneficiarios de estos

proyectos juega un papel imprescindible en la ejecución y logro de los objetivos, es

necesario que sea asumida “como un proceso activo de protagonismo donde se

reafirma la autonomía e identidad en la solución de los problemas de la comunidad,

para lo que se hace necesario involucrar a la población en la toma de decisiones”

(Ibídem: 56), definiendo de este modo la calidad del proyecto.

Por tanto, desde esta visión, todo proyecto significa un proceso de aprendizaje y

deriva de él un saldo educativo que puede ser parte del impacto y el efecto del

proyecto en sus involucrados y en la comunidad misma.

Existen diferentes metodologías para el trabajo comunitario entre las que se

encuentran las propuestas por los autores, Ezequiel Ander Egg, Fernando

Cembranos, María Bustelos, la del Colectivo de Autores del proyecto Unicornio de la

Universidad de Oriente, sus criterios han servido para conformar los elementos

metodológicos. En particular el proyecto Universitas desarrollado por Rafaela

Macías Reyes en el Centro Universitario Las Tunas sirve de base para la

estructuración del proyecto, pues brinda un arsenal teórico metodológico importante

para explicar las generalidades de los proyectos socioculturales.

La metodología de proyectos culturales se propone como objetivo propiciar el

desarrollo comunitario, conseguir la participación de las comunidades en la solución

de sus problemas socioculturales y fomentar en ellas, una actitud crítica frente a las

situaciones colectivas.
En la actualidad, los proyectos sociales y culturales concentran sus objetivos en

reforzar las identidades nacionales, fundamentalmente la dinámica de conjugar y

preservar la compleja relación entre lo nacional y lo local.

Los proyectos sociales y culturales trabajan fundamentalmente las esferas cognitivas

y emocionales de la conciencia social, no siendo así de prioridad para otras

categorías de proyectos como pueden ser los de producción de bienes o los de

prestación de servicio.

Otro rasgo peculiar de los proyectos sociales y culturales está en que difieren de

otras categorías de proyectos en el proceso de investigación, necesario para

comenzar cualquier proyecto; se revela cuáles son las necesidades sociales y

culturales de la comunidad, además de las características de los recursos materiales

y humanos con que se cuenta, pero no sólo desde el punto de vista físico, sino

principalmente desde sus potencialidades culturales.

En los proyectos sociales y culturales se ofrece un diagnóstico como resultado de la

investigación, el cual aporta información sintetizada acerca de las características

económicas, antropológicas, sociológicas, psicológicas, comunicativas, jurídicas,

políticas y de la más diversa índole que pueden ser de interés para el proyecto.

(Moreno, 2006:5)

En la planeación de los proyectos sociales y culturales aparecen figuras claves como

los promotores, comunicadores, líderes formales e informales que, en otra categoría

de proyecto, a veces no son ni tan representativos ni distintivos.

La conjugación de los saberes populares con las teorías científicas es otra de las

distinciones de los proyectos sociales y culturales, que, si bien no se excluyen de un

proyecto de producción de bienes como el agrícola, aparecen en calidad de


referente, en función de una explotación eficiente. Pero en el caso de los proyectos

sociales y culturales, los saberes populares, folclóricos están en condición de objeto

y centro de atención como identidad y objetivo de los proyectos.

La intervención social y comunitaria distingue también a los proyectos sociales y

culturales, entendiendo la intervención como las influencias planificadas o no en la

vida social y cultural de pequeños grupos humanos sobre quienes inciden los

proyectos en una organización o comunidad.

Caracteriza también a los proyectos sociales y culturales los procesos interventivos

en función de prevenir o reducir la desorganización social a fin de promover entre

otros fines, el bien común de la comunidad.

En los proyectos sociales y culturales es imprescindible tener en cuenta una serie de

variables, que para otras categorías de proyectos no resultan tan significativas. Estas

variables son la económica, la ambiental, la de salud, la habitacional, la socio–

sicológica, la educacional, la cultural y la de infraestructura y servicios, disponibles

para los grupos humanos, beneficiados con los proyectos.

El desarrollo e implementación de proyectos nos ha demostrado que puede suceder

una separación entre los proyectos culturales y sociales propiamente dichos. Nos

acogemos en este sentido al criterio del autor Moreno Aragón al referir que es

necesario diferenciar también a los proyectos sociales de los culturales. Aunque lo

social también implica lo cultural, y viceversa, la respuesta está en que unos

proyectos están principalmente centrados en aspectos sociales y otros en culturales.

Por lo que resulta conveniente detenernos a analizar esos aspectos sociales y

culturales mencionados por el autor antes citado.


Nos estamos refiriendo a aspectos sociales cuando están relacionados

fundamentalmente a cuestiones que se vinculan con las estructuras y el bienestar de

los grupos sociales, esencialmente a sus condiciones de vida. Un proyecto cuyo

centro de atención se focalice en el desarrollo urbano y de la vivienda, sin dejar de

ser un proyecto referente a la cultura, es principalmente social porque da respuesta

a las necesidades prioritarias del bienestar social, de la convivencia, del

mejoramiento de las condiciones de vida.

En cambio, cuando el proyecto tiene su interés principal en el comportamiento

humano, en los valores y anti-valores, que como significaciones positivas y negativas

orientan el comportamiento, el proyecto es sin dejar de ser social un proyecto

principalmente cultural, si entendemos por cultura aquellas manifestaciones que

registran como la gente siente, vive y se expresa.

A través de los proyectos sociales y culturales, al lograrse una cobertura global de la

gestión de la cultura apoyada por la administración, se alcanza la eficiencia en la

operacionalización de las políticas sociales y culturales en escenarios locales.

En la gestión de los proyectos sociales y culturales, la administración de la cultura

se identifica con procesos de planificación, dirección, coordinación y evaluación, en

los cuales la participación de los beneficiarios de los proyectos es determinante

porque implica que sean escuchados y a la vez partícipes de la toma de decisiones.

En cuanto al quehacer cultural, componente indispensable de la gestión junto con la

administración, incluye procesos que complementan a la administración, incluye

procesos que complementan a la administración como la animación, preservación,

creación y divulgación” (Ídem)


Acerca de la clasificación de proyectos culturales, Russeau Pupo (1999) refiere la

existencia de diferentes tipos, entre los que se destacan los de rescate, preservación,

revalorización, valorización, identificación e intercambio de valores culturales.

Esta autora precisa que los proyectos pueden ser de rescate de valores cuando una

manifestación o hecho cultural, que se pretende abordar, se ha perdido o está a

punto de perderse y se considera necesario reactivarlo utilizando el conocimiento

que de ellos existe en la comunidad, aunque no lo ilustra, bien pudiera ser el rescate

de una fiesta popular desaparecida.

Los proyectos culturales de preservación son los que pretenden conservar los

valores, cuando, por ejemplo, una manifestación o hecho cultural tiene tanta

importancia, que se necesita adoptar medidas preventivas que aseguren su

presencia y desarrollo en la comunidad. La tumba francesa que se práctica en el

oriente cubano, recibió el premio Patrimonio Intangible de la Humanidad por la

UNESCO, como parte de un proyecto de preservación y el apoyo de Ministerio de

Cultura de Cuba.

Los proyectos son de revalorización cuando una manifestación o hecho cultural tiene

valor en un sector de la población y es necesario extenderlos a la comunidad total

para su afirmación y valoración. Este puede ser el caso de la práctica de artes

marciales que en un tiempo sólo tenían reconocimiento en un sector de la población,

descendiente principalmente de chinos.

Los proyectos culturales son de valorización cuando una manifestación cultural

constituye por sí misma un aspecto importante e integrado a la dinámica de

desarrollo de la población, pero ésta es, en cierta medida, indiferente al mismo. En


tal sentido podemos referir los proyectos para valorizar la música tradicional popular,

la cual le era indiferente a importantes sectores de la población.

Los proyectos culturales de identificación se refieren básicamente a la detección,

apoyo e impulso a nuevas expresiones culturales que necesitan reforzarse como

parte del patrimonio presente o canalizarse para su mejor desarrollo, en este sentido

están los proyectos comunitarios que han apoyado e impulsado el hip hop en Cuba.

Los proyectos culturales de intercambio comprenden la necesidad de difundir para

su fortalecimiento a lo interno y externo de una comunidad, expresiones o

manifestaciones culturales representativas de la propia cultura o de culturas ajenas,

como por ejemplo son los proyectos culturales de la embajada francesa en Cuba.

Como también destaca esta autora, los proyectos no se deben formular sólo por un

deseo cultural o artístico particular de un individuo o grupo. Ellos tienen que ser

contextualizados en el marco de las necesidades, expectativas y aspiraciones de la

comunidad, por tanto, deben fortalecer el desarrollo y la creación de espacios

sociales para garantizar la realización y continuidad de las prácticas culturales

comunitarias.
Bibliografía

Ander- Egg, E; Aguilar, María J. (1994) Cómo elaborar un proyecto. Guía para diseñar

proyectos sociales y culturales. Buenos Aires: Humanitas.

Cerda Gutiérrez, Hugo () Como Elaborar Proyectos. Diseño, Ejecución y Evaluación de

Proyectos sociales y Educativos. Colombia: Magisterio.

Cohen, E. y Franco, R. (2000) “El lenguaje de los proyectos”. En Evaluación de Proyectos

Sociales (pp. 85-108) México.

Dávalos Domínguez, Roberto (2005) “La participación y la comunidad” p.p 51-58. En

Trabajo comunitario. Selección de lecturas. La Habana: Caminos.

Gómez Arias, Rubén Darío (2009) M anual de gestión de proyectos. Colombia:

Universidad de Antioquia.

Góngora González, A. (abril, 2012): "Proyecto de animación sociocultural en la comunidad

de la Facultad de Ciencias Técnicas ", en Contribuciones a las Ciencias Sociales. Extraído

el 5/08/2015. Disponible en www.eumed.net/rev/cccss/20/

Hernández, Carmen Nora, comp. (2005) Trabajo comunitario. Selección de lecturas. La

Habana: Caminos.

Macías Reyes, Rafaela (2003) “Metodología para el trabajo social comunitario” Las Tunas.

Moreno Aragón, Jorge (2006): “Gestión de proyectos sociales y culturales”. La Habana:

Editorial Félix Varela.


Russeau Pupo, B (1999): “Instrumentos teóricos y metodológicos para la gestión

cultural”. Colombia: Fondo Mixto de Promoción de la Cultura y las Artes del

Atlántico, Universidad del Atlántico.

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