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DE ANENECUILCO A HUIRIVIS
3
4
De Anenecuilco
a Huirivis
Pueblos indígenas en
la Revolución Mexicana
Ricardo Ham
samsara
5
ISBN 978-970-94-2679-4
De Anenecuilco a Huirivis
© Ricardo Ham
Impreso en México
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A Celia y Juan
7
8
INDICE
PRESENTACIÓN 13
INTRODUCCIÓN 18
ETAPA COLONIAL 21
LA SEMILLA MAGONISTA 35
EPÍLOGO 66
ANEXO 1 68
Artículo 2 de la Constitución política
de los Estados Unidos Mexicanos
ANEXO 2 69
Programa del Partido Liberal Mexicano (fragmento)
ANEXO 3 70
Plan de Ayala (fragmento)
ANEXO 4 72
Primer manifiesto zapatista en náhuatl
BIBLIOGRAFÍA 75
9
10
No necesito ser soldado para ser revolucionario,
Ya que tengo mi pluma y con ello me basta para batirme
LUIS CABRERA
Convención de Aguascalientes, 1914
11
12
La crónica periodística en la memoria de los actores
de la Revolución Mexicana.
13
Mexicana, organizado por el Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) en febrero de 2010. Este
cambio debe conducir a la primera reflexión, el texto que
el lector tiene en sus manos no es obra de historiador,
etnohistoriador o antropólogo, es una iniciativa de un
periodista inquieto en búsqueda de la nota histórica que
llega a salirse, como lo han hecho algunos antropólogos,
de su zona de confort de la academia y los vicios
personales, y se suma a las reivindicaciones de su objeto
de descripción, los grupos indígenas. Es en este tenor
en el cual se ubica el presente texto, es una mezcla de
periodismo histórico con el periodismo comprometido,
es una lectura de ciertas fuentes que aportan una versión
accesible para el que no se especializa en temas históricos
o antropológicos, como los participantes en el coloquio
referido anteriormente.
Es extraño, y el autor debería aclararnos por qué
sólo los Yaquis y los campesinos de la zona de Morelos
fueron considerados en su estudio, junto con la
tangencial descripción del magonismo, ya que desde
la etapa de formación del Estado mexicano en el siglo
XIX, numerosas fueron las rebeliones indígenas,
por ejemplo la de los Olarte en Veracruz, indígenas
totonacos; la de Francisco Dieguillo “Palagustín”, nahua
de la Sierra Norte de Puebla; en ese mismo sentido se
debe rescatar la participación de grupos nahuas de la
zona de Zacapoaxtla, Puebla, en la defensa de la “nación”
sumadas a las filas de Juan Crisóstomo Bonilla y Juan
Francisco Lucas en contra de los invasores franceses.1
[1 Para estos casos consúltese Thomson (1991, 1993a,
1993b, 1996, 1999); Valderrama (1993); Masferrer
(2005; 2006); García Torres (2010).]Erick R. Wolf
(1976) ha dejado constancia de diferentes movimientos
campesinos en México (como en el extranjero); Leticia
Reina (1980), ha elaborado uno de los estudios más
importantes para conocer los diferentes movimientos
armados y rebeliones que han encabezado los indígenas-
14
campesinos en México. Es decir, existe un análisis formal
sobre los temas que Ricardo Ham aborda en este escrito,
pero en su forma de redactar, de presentar los datos
de una manera amable, denota un interés alejado de la
investigación académica, ¿sería pertinente, entonces,
hablar de un interés personal por entender los temas (la
rebelión Yaqui, el movimiento zapatista y el magonismo)
y su posterior comprensión transmitida en forma de
este escrito? Me parece que la respuesta es afirmativa,
ya que la información sobre esos eventos, en el marco
preciso del Bicentenario y Centenario, tuvieron que ser
entendidos y (des)escritos en la individualidad de forma
amigable; dicha información, para fortuna de nosotros
los lectores, ahora es presentada en forma de libro.
En el texto escrito por Ricardo Ham, se intenta
desmitificar la pasividad de los indígenas y se mencionan
brevemente diferentes movimientos donde éstos, junto
con algunos campesinos, participaron en la confrontación
con el gobierno Colonial y luego con el incipiente Estado
mexicano del siglo XIX. La lista de rebeliones indígenas
que nos presenta el autor, nos refiere un panorama muy
breve y conciso de algunos de esos movimientos, pero
el autor decide tomar dos casos fundamentales en el
país, el Ejército Libertador del Sur y el de los Yaquis. El
primero de ellos tal vez por el interés despertado por el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y los
momentos de juventud que le tocaron vivir al autor.
No obstante, en el contexto de las narraciones aparece
la tierra como demanda o respeto a los derechos de los
individuos, cosas ajenas a la jerga de los políticos, pero
no por ello excluido de la vida social, que conduce a la
convergencia de esos lugares en una sola demanda: tierra,
como sustento de la vida de los campesinos e indígenas
que la habitan. Esta se convierte en una motivación para
que Ricardo Ham diese el salto de un tema a otro, de
la nota roja a los indígenas-campesinos en su lucha y
defensa de la tierra.
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Como estudiante y enseñante de la antropología que
soy, considero que se debe anexar un breve panorama
actual sobre los Yaquis y la visión antropológica que ha
proporcionado sobre los mismos, cuyos fundamentos
son contundentes en el análisis a través del parentesco,
la cosmovisión, la configuración étnica, su economía,
etc. (Figueroa, 1993; Olavarría, 1995, 2003; Hernández
Silva, 2003, entre otros) es decir la etnograf ía del pueblo
Yaqui sobrepasa una visión instrumental de la tierra y lo
concentra en su cosmovisión, su forma de organización
social, en la forma en que conciben la tierra, su vida
cotidiana, lo cual daría explicaciones mucho mayores
a su afán de lucha. Los Yaquis, habitantes de la
parte centro sur del estado de Sonora, en el norte de
México, es un grupo indígena hermanado lingüística y
culturalmente con los Mayos. “El gobierno tradicional
de los yaquis es un complejo conjunto de instancias
civiles, militares y religiosas” (Figueroa, 1993, p. 47) lo
cual les ha otorgado un carácter sumamente complejo
de entender, pues su tenencia de la tierra comunal, su
autogobierno, ley tradicional que recae en la oralidad, el
consenso en la toma de decisiones, y su vinculación con
su cosmovisión (conjunto de ideas que explican el origen
del humano y su relación con sus semejantes, su medio
ambiente y principalmente con su deidad), son algunos
aspectos que, además de lo señalado por Ricardo Ham,
explicarían la presencia y participación de los Yaquis en
los momentos de resistencia indígena previo y después
de la revolución.
Por otro lado, en el estado de Morelos, la situación no
es muy diferente de la que vivieron los Yaquis respecto a
su anhelo de tierra y su participación en la lucha armada,
tal como lo muestra el trabajo de investigación de Ricardo
Ham, desde los altos de Morelos (los 11 municipios
incluidos en esta clasificación, Tepoztlán, Ocuituco,
Ycapixtla, etc.) hasta la zona de Cuautla y Anenecuilco,
son símbolo de ese anhelo de tierra, compartido por
16
Zapata y sus seguidores en la primera década del siglo
XX.
Aunque como lo muestra el autor, dos lugares y
circunstancias diferentes llevaron a la participación
activa de los indígenas y campesinos en movimientos
que determinaron un papel nacional, pero que con
la construcción histórica del discurso oficial, se han
olvidado o, mejor dicho, han quedado suplantadas por
la visión de los héroes de la historia de nuestro país.
De Anenecuilco a Huiviris representa una oportunidad
de leer con claridad, sin tecnicismos académicos,
una visión de los impulsos, de los líderes y de las
condiciones sociales, políticas, culturales de dos pueblos
hermanados por el anhelo de tierra, pero involucrados
en las cuestiones nacionales, como su enfrentamiento al
Estado, pero sobre todo, el legado histórico representados
por sus conjuntos de vivencias y situaciones narradas
por Ricardo Ham. De tal forma que aplaudo la iniciativa
del autor de incursionar en nuevas temáticas, en viejas-
nuevas problemáticas de lo antropológico-histórico con
el periodismo histórico-comprometido, como el hecho
por Ricardo Ham.
La bondad del texto De Anenecuilco a Huiviris, y
un aporte en esta maraña de información que nos
bombardea sobre el festejo oficial del Bicentenario de la
Independencia y del Centenario de la Revolución, es no
recurrir a las grandes figuras de dichos acontecimientos,
ni relata uno desconocido, más bien Ricardo Ham nos
trae a la memoria, con su descripción, la participación
de grandes sectores del pueblo que bien propiciaron
o participaron en la Revolución de nuestro país, y que
ahora dicha participación debe ser revalorada con el fin
de que la historia deje de ser sólo para las grandes figuras
o íconos nacionales. La descripción de Anenecuilco y de
los líderes Yaquis, nos refiere no sólo a Emiliano Zapata
o José María Leyva “Cajeme” como los héroes de dichos
movimientos, sino que fueron pueblos en su conjunto,
17
una forma de vida, de concebir la tierra por parte de esos
habitantes la que, finalmente, los llevó a participar en el
movimiento armado. Por eso, Ricardo Ham se encarga
de recordárnoslo.
18
INTRODUCCIÓN
19
La astucia militar de los pueblos originarios ha servido
no sólo para pelear por la autonomía de los territorios,
sino para disputar por la independencia del país, incluso
fueron los combatientes indígenas quienes en muchas
ocasiones debieron repeler los ataques Apaches a los
estados del norte de la república, basta con mencionar
que el histórico líder chihene “Victorio” fue abatido
por las balas de los rifleros de Araseáchic, un grupo de
tarahumaras liderados por Mauricio Corredor. Pueblos
como los pimas, pames y Kikapú también pelearon
contra las invasiones de indios norteamericanos, incluso
los kikapú poseen su territorio en Coahuila gracias a un
tratado establecido con Benito Juárez que les permite
habitar territorio mexicano a cambio de defender al país
contra las tribus apaches.
Podría decirse que, en gran medida, la actitud bélica
de los pueblos indígenas mantuvieron la larga lucha de
revolución, el Ejército Libertador del Sur, compuesto
mayormente por indígenas nahuas y el batallón yaqui
nombrado “Los fieles de Huírivis” son muestra palpable
de esto, no es nada lejano a la realidad decir que el éxito
del grupo sonorense en la revolución mexicana tuvo un
aporte indígena trascendente.
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ETAPA COLONIAL
21
incendiaba sembradíos, robaba caballerizas y ganado;
su contraparte española liderada por Diego Fernández
y Lázaro de Cebreros fueron incapaces de apresarlo
y tuvieron que pedir ayuda a Nuño de Guzmán quien
finalmente ordenó la ejecución y descuartizamiento del
cuerpo de Ayapín en 1539.
El 20 de noviembre de 1761, en la iglesia Cisteil,
terminada la misa religiosa, Jacinto Uc de los Santos,
mejor conocido como Jacinto Canek aprovechó la
asamblea de los vecinos para llamar a los presentes mayas
a levantarse en armas contra la dominación española.
Miles de indígenas creyeron que era el rey anunciado
por la profecía y que los días de los españoles estaban
contados. Jacinto Canek fue un hombre profundamente
religioso al que no le importó morir por su pueblo, lo
guió para poder revelarse contra los españoles por que no
soportaban las humillaciones y la forma en que trataban
a los esclavos. Jacinto Canek se proclamó rey y encabezó
la rebelión que tenía por meta el dominio político y
religioso del pueblo maya. En el primer encuentro contra
los invasores murieron el capitán Tiburcio Cosgaya y diez
soldados más, el gobierno español envió mayores fuerzas
al mando de Estanislao del Puerto quien venció a Canek
el 26 de noviembre de 1761. En la acción perecieron
quemados 500 indios, Canek huyó a Huatulchac, donde
fue nuevamente derrotado; finalmente se le aprehendió
en Sibac y se le condenó a morir. La sentencia se cumplió
puntualmente en la plaza mayor de Mérida el 14 de
diciembre de ese año. Después fueron ahorcados ocho
de sus cómplices y se ejecutaron las sentencias, azotes y
mutilaciones, contra los participantes.
22
para combatirlos, utilizando para ello indios
tlaxcaltecas.
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en parte de los actuales estados de Zacatecas,
San Luis Potosí y Jalisco.(1561) El levantamiento
se extendió hasta el Peñón Blanco, Y en el Sur
dejó sitiado el más importante centro minero del
virreinato: El Real de Zacatecas.
24
ü Rebelión de los indios de Tekax, Yucatán (1610)
25
ü Sublevación de indios en Oaxaca (1681)
26
ü Sublevación de los indios californios (1751)
27
LAS GUERRAS DEL YAQUI
HERIBERTO FRÍAS
Los perros de Tomochic
(Fragmento)
28
los yaquis, los decretos y comunicados de la presidencia
iban encaminados a la expropiación y anunciaban la
urgente ocupación militar de la zona. Ante la inminente
amenaza del reparto de tierras la comunidad yaqui se
vio en la necesidad de retomar las armas, esta vez bajo el
mando de José María Leyva “Cajeme”.
Cajeme, (el que no bebe agua) representa un parteaguas
para el pueblo yaqui, si bien es cierto que ya antes de él
los yaquis se caracterizaban por ser un pueblo guerrero
bajo las órdenes de caudillos como: Juan Banderas,
Calixto, Muni, Anabayuleti y José Marquín; es hasta
su llegada como capitán de la etnia que los ejércitos se
reorganizan y, como lo afirma el historiador Palemón
Zavala, “cuando Cajeme ingresó al cosmos yaqui, llevó a
la tribu a su época de oro”
José María Leyva lo mismo peleó al lado del gobierno
federal que en su contra, debe mencionarse que de
igual forma lidió contra yaquis, mayos y ópatas, para
posteriormente colocarse a su mando militar; es
recordado por su importante participación en la guerra
contra los franceses pues se enroló con los patriotas bajo
el mando del general José María Yánez. En 1867 dirigió
una guerrilla que combatió a sus hermanos de sangre que
servían como guardias armados a las compañías mineras,
los comerciantes y los ganaderos; en esta campaña por
méritos, fue ascendido a capitán de caballería del Ejercito
Federal. Al cumplir 37 años fue nombrado alcalde mayor,
el más elevado puesto jerárquico que concedía el Estado
a un miembro de la tribu yaqui.
Cajeme estableció un sistema de gobierno al lado de
los yaquis donde la autoridad superior era la voluntad
de los ocho pueblos que conformaban la Nación yaqui,
en asambleas nombraban “gobernadores” y “alcaldes”
que obedecían los mandatos populares; Cajeme y su
guerrilla luchó ferozmente contra las tropas al mando
de Guillermo Carbo y Bonifacio Topete, en los combates
de El Añil
29
En 1886 Cajeme dirigió un escrito al general J.
Hernández:
30
sorpresa fue la nueva táctica yaqui implementada por el
líder; Tetabiate asumió, como capitán general, el mando
de los yaquis, hasta hoy es recordado como uno de los
más prestigiados caudillos de la tribu, pues, bajo su
gobierno se reconstituyeron la religión y las estructuras
de gobierno tradicional que persisten actualmente.
Asimismo, bajo la dirección de Juan Maldonado se
reforzó la capacidad militar y volvieron a la capitanía de
la etnia los legendarios guerreros coyote.
Con Tetabiate al mando continuó la guerra contra el
gobierno pero también se consideró firmar la paz con
el enemigo, en 1897 se firma la “Paz de Ortiz” en la que
los jefes militares yaquis se comprometen a entregar las
armas siempre y cuando los yoris salgan por completo
de su territorio. El ejército federal decide enviar una
comisión de indígenas a la capital de la república para
entrevistarse con Porfirio Díaz. Hilario Amarillas y
Loreto Villa, asistentes de Tetabiate, visitan en palacio
nacional al primer mandatario quien inteligentemente
los lleva a un recorrido por La Ciudadela, sitio donde
reposaba el armamento y poderío militar del gobierno;
impresionados por lo presenciado, los soldados yaqui
regresan a Sonora intimidados por la experiencia vivida
en la capital del país.
La paz de Ortiz es rota por Juan Maldonado y Loreto
Villa bajo el argumento de presencia yori en tierras
yaqui, fueron solamente dos años de “tranquilidad” en
la región, dos años en los que la etnia aprovechó para
armarse y reunir el suficiente ganado y comida para
enfrentar una nueva ofensiva, los ataques recíprocos
comenzaron en 1899 y no cesarían pronto. En julio de
1901, Juan Maldonado “Tetabiate” es asesinado e inicia
una larga sucesión y resistencia de líderes yaquis que
tuvieron que enfrentar uno de los episodios más oscuros
en la hjstoria de las comunidades indígenas de nuestro
país, el periodo de deportación de los yaquis, de Sonora
a Yucatán, este período constituyó para el grupo un
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proceso de merma demográfica, pérdida de su territorio
y desajustes políticos, aprovechados por el gobierno para
continuar con la colonización del Valle.
En 1908, dos años antes del inicio de la lucha armada
por la revolución mexicana, se publicaron a manera
de crónicas periodísticas, una serie de textos firmados
por el periodista norteamericano John Kenneth Turner,
una de las crónicas llevó por título “El exterminio de
los yaquis” y ponía en evidencia la crueldad con que
los sonorenses eran tratados y prácticamente cazados
por las autoridades civiles de la época, por el gobierno
del General Diaz. Las prácticas para aniquilar al
pueblo yaqui iban desde arrebatarles por decreto sus
tierras poner un precio de 100 dólares por cada yaqui
asesinado y el aislamiento de los poblados de la sierra
del Bacatete; poner precio a la cabeza de los indígenas
se había convertido en una práctica común del gobierno
dictador, se sabe que durante las invasiones apaches a
territorio mexicano se ofrecían 250 pesos por cada indio
muerto, 200 por prisionero y hasta 2 mil por líderes
tribales como el caso de Victorio, mítico jefe chihene.
Finalmente, en 1908, fue publicado en varios periódicos
de Estados Unidos y de México la orden presidencial
de Porfirio Díaz disponiendo que todos los yaquis,
fueran hombres mujeres o niños y donde quiera que se
encontrasen, deberían ser apresados por la Secretaría de
Guerra y deportados a los campos de Yucatán para ser
vendidos como esclavos. Como lo menciona Kenneth
Turner en México Bárbaro: “El exterminio de los yaquis
empezó con la guerra y el fin de ellos se está cumpliendo
con la deportación y esclavitud; a los guerreros yaquis
simplemente se les cazaba, y millares de ellos optaron
por rendirse. Sus jefes fueron ejecutados, y a los que se
habían rendido se les cedió para ellos y sus familias nuevo
territorio más al norte donde se establecieron como si
fuera tierra de promisión; pero resultó ser un desierto y
uno de los lugares más inhóspitos de toda América”.
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Sin duda alguna las condiciones en que se encontraban
los pueblos indígenas durante la dictadura porfirista fue
uno de los puntos clave para el levantamiento armado.
Este combinado a la situación de pobreza generalizada
y principalmente al enorme problema agrario que
enfrentaba nuestro país; no solo los yaquis se habían
puesto en armas contra el gobierno, Porfirio Díaz se
vio obligado a apaciguar otros intentos de alzamientos
locales como el de los nahuas de Tlaxcala que el 27 de
mayo de 1910, bajo las órdenes de Juan Cuamatzin,
intentaron arrestar al gobernador Próspero Cahuantzin.
La revuelta fracasó y Cuamatzin y sus hombres se
replegaron a La Malinche, donde continuaron la lucha
hasta febrero de 1911 cuando Cuamatzin fue arrestado
y fusilado. Díaz también ordenó la aprensión de un líder
rebelde mixteco de la región de la montaña de Guerrero,
la orden fue llevarlo a Tlapa donde seria encarcelado,
sus seguidores, los habitantes de Potoichán, lo liberaron
en un enfrentamiento con soldados donde los indígenas
utilizaron machetes, palos y cohetes que ahuyentaron
a las fuerzas federales. La mecha de la revolución se
acercaba a la dinamita y los estallamientos estaban muy
cerca
33
Juan Malldonado “Tetabiate”
34
LA SEMILLA MAGONISTA
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tratados los pueblos mayo y yaqui. El problema étnico es
mencionado también en los puntos generales del PLM
expedido 5 años más tarde donde se solicita protección
para los pueblos originarios
Los hermanos Flores Magón nacieron en cuna
indígena, en el estado de Oaxaca, justo en la sierra
mazateca donde la diversidad étnica del país se hace
presente entre mixtecos, mazatecos, chinatencos y
sus vecinos nahuas de Puebla, sin embargo los Flores
Magón pronto dejaron la sierra para trasladarse a
la ciudad de México donde finalmente realizarían
estudios universitarios, participarían en movimientos
estudiantiles contra la reelección de Porfirio Díaz y
fundarían el periódico “Regeneración”. La presencia
indígena sería una constante en la lucha magonista, tanto
en el impulso para la conformación del PLM, como en la
lucha armada originada desde las filas liberales; algunos
delegados del partido como el mixteco Hilario C. Salas,
entablaba conversaciones con popolocas invitándolos a
unirse a la rebelión, Abelardo Beave recorría la sierra de
Oaxaca hablando a los indios sobre la revuelta que se
preparaba, lo mismo hicieron otros magonistas entre los
chontales de Tabasco y los yaquis de Sonora. Los liberales
impulsaron un fuerte recurso propagandístico entre las
comunidades indígenas, inculcaron la semilla liberal y
apoyaron luchas regionales en contra de terratenientes
y empresas extranjeras, tal es el caso de la batalla
de Acayucan donde la empresa “Veracruz Land and
Cattle” se apoderó más de 175 mil hectáreas de tierras
comunales pertenecientes a los pueblos originarios del
estado. En 1906 se organizaron partidas de campesinos
encabezados por Hilario Salas para lanzarse a la rebelión
agraria en contra de esta acción, sin embargo, y pese a
haber reunido cerca de mil combatientes indígenas, la
revuelta fue reprimida rápidamente por el gobierno de
Porfirio Díaz.
Por otra parte, Fernando Palomares, indígena mayo, fue
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puntal para la lucha liberal al norte del país, es recordado
como uno de los más entusiastas y coherentes miembros
del PLM desde su fundación. La relación de Palomares y
los magonistas inició en 1904 convirtiéndose en agente
de la publicación “El hijo del Ahuizote” distribuyendo
el periódico en Baja California, lo mismo hizo con
“Regeneración” y otros diarios más que buscaban adeptos
para la causa liberal; incluso Palomares y otros indígenas
magonistas como José María Leyva participaron durante
el movimiento obrero en Cananea. Palomares no sólo
tuvo como misión el distribuir periódicos y propaganda
liberal, también llegó a dirigir la publicación “Libertad
y trabajo” que manejaba exclusivamente contenido
magonista. En 1910 Fernando Palomares fungió como
delegado en Baja California y Sonora donde tuvo
importantes acercamientos con líderes y combatientes
yaquis como Sibaulame, posteriormente se concentró
en preparar la insurrección armada acompañado
del tarahumara Camilo Jiménez; en 1911 ocuparon
militarmente Mexicali y avanzaron sobre Tecate y
Tijuana permaneciendo en armas durante 6 meses hasta
su enfrentamiento con tropas maderistas.
La estrecha relación entre los yaquis y el magonismo
se plasmó desde los primeros intentos de formación del
PLM, al momento en que se preparaba el levantamiento
armado de 1908 el delegado del partido en Sonora
trató de establecer una alianza con el guerrero yaqui
Sibaulame. El 31 de agosto de 1911 500 yaquis tomaron
por asalto el cuartel general de Pitahaya, Sonora donde
plantaron una bandera roja con la inscripción “Tierra y
libertad”. La comunicación entre los líderes de la etnia y
el PLM fue constante como se consta a continuación:
37
15 de julio de 1914
Salud
38
No asombra la fraterna comunicación entre líderes
yaquis insurrectos y el PLM, es conocido que importantes
generales revolucionarios tuvieron correspondencia
y siguieron atentos los pasos que daba la revuelta
magonista, tal es el caso de Gertrudis Sánchez, teniente
coronel del 28º Cuerpo rural a las órdenes de Madero, en
pleno corazón de tierra caliente.
Del lado del pueblo yaqui, Javier Buitimea participó
en las filas del PLM entre 1906 y 1908, trabajó como
delegado en Sonora y Chihuahua donde recorrió a pie
enormes distancias sufriendo persecuciones y hambre,
en 1908 armó 200 combatientes para entrar a la lucha
armada; fue un importante ejecutor liberal y precursor
del vital papel que jugaría la tribu sonorense en la
revolución mexicana, no es cosa menor afirmar que los
yaquis fueron la etnia con la participación más definitiva
en el final triunfo del Obregonismo en la lucha armada.
Otro indígena y militante magonista más es José María
Leyva, homónimo del histórico líder yaqui “Cajeme”,
Leyva nació en El Fuerte Sinaloa se afilió al partido
liberal mexicano y participó en la huelga de Cananea
así como en los movimientos de Biseca y Las Vacas, se
afilio al antireeleccionismo y fue el primero en rebelarse
en Sinaloa en 1909, Leyva encabezó la disputa armada
en Baja California de 1911 donde también se unieron a
la lucha algunos indios cucapás y sus vecinos Kiliwas y
paipais liderados por Emilio Guerrero. Más tarde Leyva
se uniría al anti reeleccionismo; al asumir Madero
la presidencia lo nombra jefe político de Sinaloa y
posteriormente de Cuajimalpa en el Distrito Federal. José
María Leyva, coincidiría en Sinaloa con otro combatiente
homónimo de un histórico líder yaqui, Juan Banderas,
futuro gobernador del estado, capitán zapatista y villista
que sembró la revolución en tierras norteñas y a quien
se le atribuye la frase:
39
Lo que debería hacer Carranza es enviarnos,
en vez de soldados, a ingenieros con
teodolitos para que se haga el reparto de
tierras
40
EL PLAN DE SAN LUIS Y EL ZAPATISMO
41
Este pequeño párrafo fue lo que ayudó a que los
pueblos indígenas se acercaran a la causa maderista,
el antireeleccionismo era un concepto que no cabía
entre los pueblos originarios con sus propias formas de
elección de líderes tradicionales, pero de igual forma, el
párrafo antes citado del Plan de San Luis es motivo del
distanciamiento de varios líderes agrarios que llegaron
al extremo de señalar a Madero como un traidor de la
revolución debido a que una vez instalado en el poder,
el anti reeleccionista no mostró la capacidad necesaria
para cumplir la promesa del reparto agrario.
Madero ante el reclamo indígena por la tierra solo
supo reaccionar como un represor, ordenó el combate
militar contra el Ejército libertador del sur, el gobierno
maderista nunca vio con buenos ojos la legítima
demanda campesina que había sido pagada con sangre y
la destrucción de pueblos nahuas debido a los combates
contra las fuerzas federales. Una de las voces más cercanas
a Madero, su secretario de gobernación (y primo) Rafael
Hernández Madero no tuvo más que descalificaciones
y palabras que dejaban entre ver un verdadero rencor
contra los pueblos originarios, con lo que se deja abierta
la pregunta sobre si este odio contra lo indio era un
común denominador en el gabinete Maderista.
Rafael Hernández Madero se expresaba de Emiliano
Zapata y su ejército de campesinos nahuas de la siguiente
manera:
42
La principal figura de la lucha por la tierra es el General
Emiliano Zapata Salazar, brillante revolucionario de una
sola pieza y un solo ideal: “tierra y libertad”.
Emiliano inició su historia como representante
popular en 1903 al formar parte de una comisión
de campesinos que protestaban por el abuso de un
terrateniente en Yautepec, tras varios procedimientos
legales que incluyeron una reunión con Porfirio Díaz
y al padecer en carne propia como el poder se ejercía
contra los campesinos y a favor de los hacendados,
Zapata vuelve como representante popular en 1909 al
ser elegido como presidente de la Junta de defensa de las
tierras de Anenecuilco, un año más tarde recuperó por
la fuerza las tierras de Villa de Ayala para devolverlas
a los campesinos del lugar. Meses después, tras una
reunión en el mismo sitio, él y varios campesinos más
deciden apoyar el Plan de San Luis, iniciando así una
larga lucha que terminaría hasta el día de su muerte. En
marzo de 1911 el Ejército libertador del Sur conseguiría
su primera gran victoria al tomar posesión de Cuautla;
algunos de los compañeros de Emiliano en los orígenes
de la revolución fueron su hermano Eufemio, su primos
Amador Salazar y Rafael Merino, sin olvidar al redactor
del Plan de Ayala, Otilio Montaño. Las filas zapatistas
en un principio estuvieron formadas y comandadas por
indígenas nahuas de Morelos y estados circunvecinos,
posteriormente, en 1914, llegó al ejército un grupo de
intelectuales que se acercaron con admiración y simpatía
al zapatismo, entre ellos destacan las personalidades de:
Gildardo Magaña, Ángel Barrios, y Antonio Díaz Soto y
Gama.
El zapatismo fue quizás el mas fuerte de los movimientos
componentes de la revolución mexicana, la figura y
capacidad de dirigir de Emiliano pronto se convirtió un
auténtico reguero de pólvora que corrió en los estados
circundantes y la capital del país, incluso dentro de la
misma Ciudad de México los zapatistas consiguieron
43
la instalación de cuarteles. Probablemente la presencia
indígena en las filas del Ejército libertador del sur fue
un factor determinante en la cohesión del movimiento,
no solo la lucha por la tierra sino la identificación como
indios nahuas hablantes de una misma lengua facilitó la
adopción de una causa mutua entre los pobladores de
Milpa Alta, Xochimilco, Puebla, Tlaxcala, Veracruz y
Morelos.
El plan de Ayala
44
Manifiesto del General Emiliano Zapata
a la nación
Octubre de 1913
45
seguidores de Zapata, incluso en algunas zonas el rastro
de la revolución agraria fue más bien con tintes de caos y
destrucción debido a los constantes ataques de ejércitos
federales que siempre vieron en las tropas zapatistas
una verdadera amenaza para su estadía en el poder, esto
sumado a una terrible epidemia de influenza que asoló a
los soldados y líderes zapatistas que irremediablemente
caían enfermos sin contar con medicinas para combatir
el virus; personajes como Gildardo Magaña y el general
villista José Chávez García fueron víctimas en manos de
la epidemia que colaboró con la extinción de algunos
ejércitos revolucionarios.
La presencia zapatista en el centro y sur del país arrojó
una gran cantidad de liderazgos regionales, aunque
dispersos en el territorio nacional estaban unidos bajo
la premisa fundamental de los pueblos indígenas en la
revolución mexicana: “tierra y libertad”.
Genovevo de la O, Jesús Capistrán y Francisco
Pacheco pelearon al interior de Morelos en Santa María
Ahuacatitlán, Huitzilac y Tlaltizapán respectivamente.
En Puebla Benigno Abundez, Daniel Andrade, Fortino
Ayaquica, Francisco Mendoza y José Trinidad Ruiz
enarbolaron la causa zapatista, en Guerrero encontramos
a Jesús Salgado. En Sinaloa el feroz guerrillero Juan
Banderas y el indio mayo Felipe Bachomo dieron más
que dolores de cabeza a distintos líderes de la revolución,
aunque de igual forma se aliaron a los máximos caudillos
Villa y Zapata.
Los pueblos nahuas y campesinos en Tlaxcala
tuvieron en Juan Cuamatzi uno de sus primeros
referentes armados, desde muy joven simpatizó con el
anti reeleccionismo y los grupos liberales, en 1910 se
sublevó contra el gobierno estatal pero su revuelta fue
suprimida por el ejercito de Porfirio Díaz, Cuamatzi
decide ocultarse en Puebla para posteriormente apoyar
en Tlaxcala a las filas maderistas, aunque participó en
varios hechos de armas fue derrotado y fusilado por
46
fuerzas federales, cabe mencionar que su hermana
María tuvo una participación activa durante la campaña
electoral de Francisco I. Madero. Pese a estas primeras
derrotas la inquietud tlaxcalteca por las injusticias de
los terratenientes se mantuvo viva hasta la aparición de
nuevos caudillos.
Ascención Tepal es un ejemplo del caudilismo
tlaxcalteca; Tepal, de ascendencia indígena se afilio
al partido nacional antireelecionista levantándose en
armas entre 1910 y 1911, fue perseguido por el golpista
Victoriano Huerta lo que lo llevó a unirse al contingente
de Máximo Rojas para seguir en la lucha revolucionaria,
fue coronel de la brigada Leales de Tlaxcala, años más
tarde fue constituyente por el distrito de Calpulalpan
en el congreso de 1917. De origen tlaxcalteca, Domingo
Arenas es un referente de la lucha agraria en ese
estado. El 20 de agosto de 1914 al frente de más de 500
hombres tomó la capital de Tlaxcala. Arenas por su
abierta actitud agrarista, vinculada con el zapatismo
realizó adjudicaciones de tierras. Rompió con los
constitucionalistas y se plegó a los que habían sido
leales a la convención de Aguascalientes sublevándose
contra Carranza el 12 de noviembre de 1914. Arenas
seguido par la brigada Xicoténcatl salió de la ciudad
de Tlaxcala y sostuvo el primer encuentro en contra
de los constitucionalistas en el pueblo de Panotla. Su
cercanía con el zapatismo se vio quebrantada al tratar
de convencer a Gildardo Magaña de aceptar la amnistía
que ofrecía Carranza, esto llevó a una fuerte disputa
que ocasionó la muerte de Domingo, tras su deceso, su
hermano Cirilo Arenas enfrentó al zapatismo en busca
de venganza pero más tarde también desconoció a los
carrancistas cayendo prisionero en manos de éstos.
Aunque no afiliados al zapatismo, otros focos agraristas
al interior del país pueden encontrarse en las huastecas,
en la tamaulipeca con los hermanos Alberto y Francisco
Carrera Torres, en la hidalguense Encarnación Díaz
47
Mercado y en la potosina los hermanos Saturnino,
Cleofás y Magdaleno Cedillo lucharon junto a algunos
indios pames. En la región de la Laguna sobresalen
Calixto Contreras y Severino Ceniceros, éstos últimos
se levantaron en armas justo el 20 de noviembre de
1910 encabezando a numerosos indígenas de la región
despojados de sus tierras 5 años atrás.
Chiapas y Oaxaca
48
Meixueiro, caudillo de la sierra zapoteca operó en Oaxaca
contra el constitucionalismo de 1915 a 1920, antes había
sido diputado por el distrito de Villa Alta y suplente
por el de Etla, Oaxaca. Encabezó el movimiento que
derribó al gobernador Miguel Bolaños Cacho a fines del
huertismo y posteriormente se lanzó contra Carranza a
fin de separar a Oaxaca de la república, Meixueiro siguió
los planes de anteriores gobernadores que ya buscaban
la independencia del estado como Benito Juárez Maza
y José Dávila. Meixueiro lanzó en Ixtlán de Álvarez un
manifiesto dirigido a los oaxaqueños y otros estados en
los que les proponía desconocer el liderazgo Carrancista
y originar gobiernos y estados provisionales. Sin
embargo, Meixueiro al igual que otros líderes políticos
de la revolución se olvidó de los cerca de 8 mil indígenas
mixtecos y zapotecos que se afiliaron a las fuerzas de la
soberanía pero que buscaban la resolución de eternos
problemas agrarios en la entidad.
La rendición de Meixueiro se dio bajo la presión del
General de División Pablo González, Meixueiro y sus
separatistas: Isaac Ibarra, Onofre Jiménez, Guillermo
Delgado, Pedro Castillo, Luis Iñarritu, Aureliano
Hernández y Onésimo González negociaron sin armas
de por medio su rendición a cambio de la destitución de
líderes políticos en el estado.
En la misma línea separatista Arturo Garcilazo encabezó
las armas en Yucatán, estado que por segunda ocasión
buscaba separarse del país tal como lo hizo durante la
guerra de castas, en las que las hostilidades duraron
más de 50 años siendo el periodo más sangriento el de
1847 a 1851 arrojando alrededor de un cuarto de millón
de muertos; en la guerra de castas los indígenas mayas
de Yucatán deseaban independizarse de la república e
incorporarse al imperio británico.
49
Sinaloa y el pueblo mayo
50
sin embargo, al paso del tiempo “el misi” se unió a las
fuerzas villistas sosteniendo varios combates hombro
a hombro con las tropas de Juan Banderas, juntos se
rindieron ante el ejército de Enrique Estrada pese a que
contaban con más de 1200 hombres armados. Felipe
Bachomo fue fusilado en Los Mochis, él mismo eligió a
los hombres que jalarían el gatillo en el paredón; antes de
su fusilamiento fue torturado para que confesara donde
tenía escondido el dinero robado en sus múltiples asaltos.
Los restos de Bachomo fueron entregados al cobanahue
o gobernador indígena de la tribu mayo. Tras su muerte
mucho se habló sobre la inocencia de Bachomo en lo que
respecta a las violaciones y asesinatos ocurridos durante
su llegada a los pueblos sinaloenses, se aseguraba que
“el misi” no daba la orden de éstas atrocidades, sino que
eran cometidas por algunos yoris infiltrados entre los
indios seguidores de Bachomo.
Por su parte, Juan Banderas, uno de los pocos líderes
insurrectos que peleó tanto en el norte como en el centro
y sur del país junto a Francisco Villa y Emiliano Zapata,
fue asesinado una vez terminada la guerra de revolución
en la ciudad de México a manos de un congresista
con quien tuvo un altercado verbal en plena tribuna
legislativa.
51
“Chito Cruz” Cobanahue de la tribu mayo
52
María de Jesús León Fajardo también fue enfermara
del Ejército Libertador del Sur, estuvo a las órdenes de
Genovevo de la O recolectando parque y medicamentos
para utilizarlos al servicio del movimiento zapatista,
fue comisionada para llevar correspondencia a los
campamentos sureños. Rosa Bobadilla de Casas, obtuvo
el grado de Coronel zapatista y secretaria de acción
femenil de la Confederación Nacional Campesina, se
levantó en armas en San Lorenzo de las Guitarras, estado
de México, al frente de 50 hombres en 1911, luchó hasta
1919 en más de 168 acciones de armas. María Cavaría,
Coronel zapatista participó en los sitios de Cuautla,
Morelos, Puebla, y Chilpancingo. Un caso singular es
el de Ángela Jiménez, mejor conocida como “Teniente
Ángel Jiménez”, de origen zapoteco, juró matar federales
tras el intento de violación sufrido por su hermana, se
vistió de hombre y se unió a la Revolución junto con su
padre, fue soldadera experta en explosivos. Abandonó
su estado natal y luchó en el centro y norte del país con
villistas y zapatistas.
53
LOS YAQUIS Y EL TRIUNFO SONORENSE
54
revolución mexicana simplemente aplicó tácticas de
guerra aprendidas de sus históricos líderes de armas
como Cajeme y Tetabiate. La técnica tradicional de la
guerra de guerrillas, el pica y huye utilizado por casi todos
los caudillos revolucionarios encontró entre los yaquis
un alto nivel de eficiencia, atacar a los ejércitos yoris y
replegarse a la Sierra del Bacatete fue la constante entre
los combatientes yaquis, principalmente los liderados por
Sibaulame, encargado de liquidar a todo aquel soldado
federal que se atreviera a acercarse a la sierra. Incluso
se han llegado a mencionar en algunas crónicas que los
ejércitos yaqui llegaban a sincronizarse en sus batallas a
través de tambores y demás instrumentos utilizados en
las danzas de pascola, a partir de silencios y redobles los
guerreros sabían exactamente que movimiento realizar,
lo cual desconcertaba completamente al ejército federal
que irremediablemente caía rendido ante las armas de
los indios sonorenses
El Maderismo
55
presidencia le sería restituida a la tribu la totalidad de su
territorio y devueltos sus hermanos enviados a Yucatán y
Oaxaca. Al igual que ocurrió con la promesa del reparto
agrario, Madero fue incapaz de cumplir sus acuerdos y la
desesperación de la tribu se veía muy próxima.
En marzo de 1912 Orozco se levanta en armas en
contra del Maderismo, este momento fue aprovechado
por los líderes yaquis para continuar su propia disputa
contra los yoris (blancos) invasores en su territorio, para
esto los líderes Sibaulame, Espinoza y Gómez llegaron
a un acuerdo, entrarían a la guerra pero sin alinearse
al Maderismo ni al Orozquismo; incluso Luis Espinoza
concentró a más de mil hombres en Tocorobampo listos
para la insurrección, hecho que molestó de sobremanera
el gobernador sonorense Maytorena, quien no tuvo
más remedio que cumplir la orden de mesura dada por
Madero.
Una vez triunfante el maderismo, Adolfo de la
Huerta presionó al anti reeleccionista para solucionar
rápidamente el problema yoreme, incluso logró reunir
algunos representantes de la tribu con Madero en plena
ciudad de México, tras aquella visita, el vicepresidente
Pino Suárez visitó Sonora con el fin de terminar de una
vez por todas el problema entre yoris y yaquis. Madero
por su parte facultó al inglés Viljoen como representante
e interlocutor con la tribu, Viljoen quiso resolver el
problema colocando a todos los indios en las tierras del
río Yaqui ante lo que De la Huerta protestó directamente
con Madero y el comisionado, que desconocía la raíz
histórica del problema y además hablaba muy poco
español, fue retirado definitivamente de la negociación.
56
Madero y los capitanes yaquis
.
De la Huerta y el pueblo yaqui
57
hombres en armas, para lograr esto De la Huerta pidió el
respaldo de los guerreros yaquis que fácilmente podían
vencer en cantidad a cualquier otra fuerza armada
del estado. Los yaquis, encabezados por Sibaulame
respaldaron en varias batallas a las filas de De la Huerta,
tal es el caso de la ofensiva de Santa María, en la que
vencieron por completo a 4 mil federales, les quitaron las
armas y las guardaron en la sierra del Bacatete. Otra de las
acometidas donde los yaquis estaban resueltos a apoyar
a De la Huerta fue en el sitio de Ortiz, aquí De la Huerta
solicitó a Dolores Amarillas, el cobanahue o gobernador
yaqui, su participación en la batalla, la respuesta fue el
envío del general Sibaulame al frente de 800 hombres
dispuestos a deshacer cualquier resistencia federal,
como obsequio ante esta demostración de amistad, De
la Huerta obsequió a la tribu un fonógrafo comprado en
una tienda de chinos. Ya en campaña militar los yaquis
tuvieron dos encuentros más con tropas oficiales de las
que salieron triunfantes.
Cuando De la Huerta ocupó provisionalmente el
gobierno de Sonora, en mayo de 1916, encontró la
oportunidad de firmar la paz con los yaquis, aunque se
hallaba en comunicación con la tribu desde 1903. En
las memorias de Adolfo De la Huerta se recuerda una
conversación entablada por el político y un emisario
yaqui durante una de las muchas negociaciones de
pacificación, el indio de nombre José Crispín, enviado
por los generales yoremes Matus, Mori y Espinoza, se
presentó en la casa del entonces gobernador para decirle
lo siguiente:
58
persigue el gringo y no se acaba ... y no
tiene armas. Y a nosotros no nos persigue
más que el yori; porque el gringo no nos
persigue; allá tenemos nuestros parientes,
del otro lado, y no nos hacen nada. Así es
que no nos acabamos. Vamos a hacer la
santa paz porque te tenemos confianza.
60
militares. El 20º Batallón fue el único en no tener ninguna
baja en la primer batalla de Celaya y el que tuvo menos
merma en la segunda.
Mientras tanto, en la sierra, Sibaulame continuaba la
guerra tradicional en la que atacaba poblaciones yoris
para sustraer víveres y llevarlos a la tribu. El poderío
de sus fuerzas los llevó a cometer excesos durante sus
incursiones en territorios blancos; Joaquín Ochoa, uno de
los soldados de Sibaulame, atacó Guaymas acompañado
de 100 indígenas yoremes, iban por provisiones y se las
arrebataron a un grupo de comerciantes chinos del lugar,
pese a la resistencia los guerreros coyote de Sibaulame
asesinaron a todos los asiáticos presentes, tal pareciera
que la tribu deseaba vengar la afrenta que significaban los
matrimonios entre mujeres yaquis y chinos impuestos
por los hacendados henequeneros durante el destierro
a Yucatán. Esta acción de Joaquín Ochoa provocó que
un grupo de soldados les siguieran la pista sólo para
morir en una emboscada a manos de los compañeros de
Ochoa.
61
paz volvieron a escucharse, ahora bajo la palabra del
gobernador interino Adolfo de la Huerta, se llegó a un
acuerdo entre el gobierno federal y los jefes tradicionales
yaquis, el Estado se comprometía a retirar a las tropas
y entregar territorios a las orillas del Río Yaqui para la
tribu, de esta forma Vicam y Potam fueron los primeros
en desocuparse. La aparente paz a la que se llegaba fue
rota demasiado pronto, volvieron los ejércitos a abrir
fuego, esta vez debido al ataque sufrido por un grupo
de yaquis que llevaban a cabo una ceremonia tradicional
llamada “pascola”, en el ataque murieron 60 indígenas,
entre hombres, mujeres y niños. Del lado yaqui, los
soldados del general Luis Matus balearon a federales
que alimentaban a sus caballos en territorio del líder
sonorense; obviamente los acuerdos de paz volvieron a
romperse.
La nueva guerra entre constitucionalistas y yaquis
retomó el camino de la deportación, los gobiernos de
Yucatán y Sonora se preparaban para la expulsión de 10
mil indígenas rumbo al sur. Plutarco Elías Calles lanzó
un manifiesto a los pobladores de Sonora en el que se
explicada las causas que llevaban al gobierno estatal a
reanudar hostilidades contra los yaquis, aseverando
que su actitud era contraría al desarrollo del estado,
por tal motivo el General Calles buscaría la rendición,
sometimiento y reconocimiento incondicional del pueblo
yaqui ante las autoridades del gobierno de la República.
La cruzada contra los yaquis sublevados fue puesta en
manos de militares como Juan Torres y Roberto Cruz,
gente de toda la confianza de Calles que seguían la táctica
de atracción y rendimiento de los indios rebeldes.
En 1917 Adolfo de la Huerta retomaba la gobernatura
en Sonora y obtuvo la palabra de Carranza para
iniciar negociaciones con líderes yaquis, solo que el
constitucionalista aceptaba el reparto de tierras a la tribu,
siempre y cuando, se llevara a cabo fuera de Sonora.
Esto representó una contradicción tanto por parte del
62
gobierno carrancista Federal y el callista local, ambos
utilizaron tropas de indios yaquis para perseguir a sus
enemigos; Felipe Ángeles y Francisco Villa sufrieron el
acoso a través de las montañas de Sonora de mil guerreros
yaquis encabezados por el General Manuel Diéguez,
campaña que finalmente capturaría al brillante militar
Felipe Ángeles y lo entregaría al gobierno carrancista,
que por su parte no dudó nunca en poner miles de pesos
y de hombres a la orden de cualquiera que se animara a
combatir a los indígenas sonorenses.
De la Huerta logra el diálogo con los jefes Espinoza,
Matus y Mori y en 1920 la etnia regresa al Río yaqui para
negociar la entrega de la tierra. Ese mismo año, con el
triunfo del plan de Agua Prieta encabezado por Obregón,
Calles y De la Huerta, éste último es elegido presidente
provisional de la República para que convocara a
elecciones, De la Huerta se dirige a la capital escoltado
por guerreros yaquis y apresura la firma de la paz.
Una nueva traición por del grupo político sonorense
se daría en 1926, Obregón y Calles decididos a colonizar
el Yaqui ordenaron desaparición total de los indígenas
yoremes en Sonora, para esto el gobierno de Calles
dispuso de 19 batallones, artillería y varios aviones para
bombardear a la tribu. En septiembre del mismo año los
combatientes yaquis al mando de Luis Matus, cansados
de esperar las resoluciones del grupo sonorense decide
interceptar a Obregón, quien estaba de gira electoral
el Hermosillo, dinamitan las vías del tren y detienen
durante largas horas al futuro presidente del país con el
propósito de pedirle cuentas sobre los acuerdos nunca
cumplidos. Los yaquis tenían fama de actos atroces en
contra de viajeros y convoyes ferroviarios y Obregón los
conocía muy bien, él mismo los utilizó para combatir
a los zapatistas en la ciudad de México, los indios
sonorenses atacaban y robaban el armamento que el
ejército libertador del sur transportada por las vías del
tren, sobre todo en los largos caminos de San Ángel,
63
Mixcoac y Tulyehualco. El mismo Obregón, como
secretario de guerra de Carranza nunca dudó en plantar
oposición armada a los zapatistas del Ajusco y Contreras
usando para ello tropas compuestas exclusivamente por
indígenas mayos y yaquis.
En 1927 el gobierno decide poner fin a los largos años de
guerra yaqui con dos sencillas acciones, el ofrecimiento
de paz a la tribu y la construcción de un cuartel militar
en la estación de Ortiz, sede de la 4ta zona militar y base
de aviación. Después de años de cruel guerra desigual, el
presidente Portes Gil volvió a las negociaciones de paz,
para esto dispuso un tren que llevaría a 400 yaquis a la
ciudad de México para las conversaciones, a la cabeza de
los indios estaban Ignacio Mori y Luis Espinoza, quienes
desaparecieron a manos federales, fueron tomados
presos y encarcelados en Perote donde finalmente
murieron; el resto de los 400 soldados yaquis fueron
nuevamente deportados, sólo que ahora no terminaron
en Yucatán sino en Marruecos, África.
Según lo mencionado en las memorias de Obregón,
la justificante del General para no atender los reclamos
yaqui es la siguiente:
64
de una justa reparación debida a las tribus
del Yaqui, se sancionaba, en aquella forma,
la perpetuación de la barbarie entre ellas
y se le extendía dominio aún donde la
civilización lo había ya implantado.
Capitanes yaquis
65
EPILOGO
66
sobre los que se sostiene la nación en su conjunto,
cientos de años de lucha armada les dan ese derecho. El
reconocimiento a los pueblos y comunidades indígenas
debe mostrarse desde las perspectivas social e histórica.
67
ANEXO 1
68
ANEXO 2
69
ANEXO 3
Plan de Ayala
(Fragmento)
70
al presente Plan, se juzgarán traidores á la causa que
defendieron y á la Patria, puesto que en la actualidad
muchos de ellos por complacer a los tiranos, por un
puñado de monedas, ó por cohecho ó soborno están
derramando la sangre de sus hermanos que reclaman el
cumplimiento de las promesas que hizo á la Nación Don
Francisco I. Madero.
71
ANEXO 4
72
quichihua non neiz cuepaloni ipan amocualli tlahtuani
nan
mahuizotia huan qui tlipoloa neca inamiquiliztli de nan
mo tlahtlacol
tehuani tlen tic icxi chia man tlatlani ipehualoni
netehuiliztli huan nezetiliztli de to nochtin ti
mo tehuianime itlampa ze bandera
huan ihco mo hueichihuaz non neyolo cetiliztli
tlen aic quitlanizque non quez tecamacayahque huan
nochtin aquihque
quin micahuia non qui tlacachihuan Carrancismo;
tehuanti
ica nochi toyolo ticmati ilcahuazque nan yehuahca
nexicoaliztli
tan mech yolehua nan mo nochtin ihuan aquí
quinequiz
de namehua nan mo pohuazque itlampa to bandera ca
huel
yehua ihuaxca in altepetl ihuan tonahuac nan
tequitizque
ipampa nezetil-netehuialoni,yehuan nan axcan y huan
axcan
in cachi huei tequitl tlen ticcihuazque ixpan to
tlalticpac-nantzi, mihtoa patria
man tic tehuica neca, amo cualli oquichtli, Carranza, to
nochtin huel yehuatl, totecococayo; man ti mo
palehuica
to zepamiampa ihun ihcantic tlanizque neca huey
tlanahuatile
73
ipehualoni tlale, libertad ihun justicia; man ti
cumpliroca
to tequi de nete huiloanime huiztique yhuan quimati
tlen
quichihuazque; nan, tlen huei ihuan tlen tlalticpac
tlazohnantzi, nan mech yolehua nin cuartel general den
Ejercito libertador
Icanon nicchihua nin tlahtol tlanahuatiliztli, ihuan nochi
necate
Aquihque quitzizque to netehuiliz, yehuatl man ye aquin
zazo
Qui pahpaquilizpias hueli, huan melahuac cualinemiliz
Itech inin yahui to mahuiztica tlahtol, de cualli oquichtin
ihuan de cualli netechhuiloanime.
74
BIBLIOGRAFÍA
La frontera nómada
Aguilar Camín, Héctor
Siglo XXI Editores
75
Obras históricas, reseña histórica del estado de Sonora
Corral Ramón
Biblioteca sonorense de geograf ía e historia
México bárbaro
Kenneth Turner John
B. Costa – Amic, editor
76
Las mujeres en la revolución mexicana
Hernández y Lazo, Begoña (coordinación)
Instituto Nacional de Estudios Históricos de la
Revolución Mexicana
77
Pueblos indígenas del México contemporáneo: Yaquis
Moctezuma Zamarrón, José Luis
Comisión Nacional para el desarrollo de los pueblos
indígenas
78
La Revolución en el estado de Sonora
Almada, Francisco
Biblioteca del Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana
79
De Anenecuilco A Huirivis de Ricardo Ham se terminó de
imprimir en octubre de 2010 en los talleres de Tipográfica, S.A.
de C.V., Imagen 26. Lomas de San Ángel Inn. Está compuesto
en tipos Warnock. El papel de los forros es cartulina sulfatada
SBS de 12 puntos y el de interiores ahuesado de 75 g. La
edición y diseño estuvo al cuidado del autor.
80