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Desde mi infancia hasta mis días de quinto de media me causa estupor los
cambios agigantados de la sociedad nefasta y ahogante; lo mismo percibo de
mis amigos y compañeros bolivarianos. Los adolescentes de hoy y del ayer nos
alejamos más, cada minuto, cada segundo y cada latir de las manecillas del
reloj. Me encuentro en el hoyo de si amar el quechua y mis raíces o adoptar el
inglés para progresar y lograr reconocimiento a través de ella; he aquí la
disonancia de aquellos años cuando Arguedas narra en los Ríos Profundos al
viejo, quien desde las cumbres grita con voz de condenado advirtiendo a sus
indios que: “él está en todas partes” (los RíosProfundo; José María
Arguedas;2003, Lima Perú. Pág. 8); lo mismo pasa en pleno siglo, los
poderosos quieren amainarnos con su disque entretenidos programas y floridos
discursos; sino obedecemos a sus vanagloriosas disertaciones nos darán el
grito de su presencia.
Quiero expresar con libertad mis ideales andinos, como: mi año nuevo andino,
mi vestimenta, mi lengua quechua, mis alasitas, mis challas, mi agradecimiento
a mis Apus. Todo ello no podré realizar si me inculcan teorías y conocimientos
que no son propios de mí, realmente me encuentro en medio de dos mundos,
siento una gran dicotomía en mi estado mental. Estoy a puertas de egresar del
nivel secundario, al igual que mis antecesores tendré que salir de mi tierra
añorada, dejando mis padres, mis hermanos, mis abuelitos, mis animalitos; si
quiero sobresalir y ayudar a los míos tengo que migrar al mundo de los
señoritos donde debo hablar el castellano, vestir pantalón, usar zapatos
acharolados, comer embutidos, escuchar reguetón y otros que aún desconozco
¡Esto es lo que me ofrece la educación de mi Perú!
Tengo dos posibilidades de subsistir llevar consigo mis ojotitas, mi traje típico,
mi lengua quechua, mi ideal andino; si hiciera lo mencionado posiblemente me
marginen, me señalen, me ignoren, me rebajen, me desprecien…eso harán los
señoritos de las grandes urbes.
Mi otra posibilidad es imitar la vanidad de los adolescentes actuales; espero no
sentir la condición de pongo (los Ríos Profundos; José María Arguedas; 2003,
Lima Perú, Pág. 18) en las grandes ciudades, espero no cambiar mi mundo por
otro sin práctica de valores.
José María Arguedas, hermano del alma por tus venas fluyen sangre española
y un corazón indigenista. José gran escritor peruano, etnólogo, inspirador de
mis versos, amante de mi cultura indigenista. Aunque creciste entre dos
mundos distintos nunca dejaste de querer a nuestra tierra inca. El gran afecto
que le tuviste a nuestra cultura y a nuestra lengua quechua. Desde niño
compartiste nuestro sufrimiento, valoraste nuestra cultura, inspiraste a poetas;
tú estás en nuestros corazones, aunque, tu sangre te llevó al enemigo. Los
Apus no permitió tal situación.