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Clínicas de la Psicosis

Jorge Chamorro
Si frente al neurótico el analista trabaja contra la comprensión de su parte y el insigth de parte del
sujeto en análisis, el psicótico le ahorra el trabajo por su estructura misma. Es decir, el psicótico
escapa a la comprensión y es invulnerable al insight. Esto nos ha llevado a interrogar los recursos
del analista, frente a lo que allí se presenta como fuera de discurso pag.7
CUIDENSE DE COMPRENDER
La presentación de enfermos, es una escena que supone un diagnostico entre un analista y un
sujeto psicótico.
Para decirlo en una formulación heideggeriana, no se trata de hablar “sobre” el ser sino hacerlo
hablar. Francis Ponge lo dirá así: “Volvamos a lo esencial. Vean el momento afortunado, el
momento dichoso, y por consiguiente el momento de la verdad, que es cuando la verdad goza. Es
el momento en que el objeto se regocija, si puedo decirlo así, extrae de si mismo sus cualidades, el
momento en que se produce una especie de precipitado: la palabra, la felicidad de expresión”.
(Ponge, francis tentativa oral, Ed. Alción, pág. 32.)Pag9

Para la orientación del psicoanálisis, la presentación de enfermos no se trata de la simple


presentación del objeto psicótico, sino de establecer una interlocución donde la respuesta del
analista haga aparecer a ese sujeto psicótico, allí donde se presenta una persona.

La idea es que no se presente al psicótico sino que se presente el dialogo entre el sujeto psicótico
y el analista, es decir, que se trata de una presentación doble. A veces ocurre que el analista no
deja hablar al psicótico, lo interrumpe insistentemente. Pero otras veces, es el analista el que
queda borrado por el discurso psicótico. Es un fino equilibrio donde se trata de ir más allá de la
descripción del delirio.

Es un trabajo de construcción donde se trata de dejarlo hablar; que no solo hable el analista con
sus preguntas, con su necesidad de información sobre lo que el psicótico dice. Las cosas se inclinan
de un lado a otro y a veces se produce la construcción adecuada de es interlocución que va
poniendo en evidencia no a la persona del psicótico, sino la posición subjetiva (10) del psicótico, la
posición sujeto de esa persona, Estrictamente hablando hay que distinguir en esa construcción,
tanto subjetividades como sujeto en juego. Tenemos que saber cómo se detecta, bajo que
fenómeno y como se precisa un sujeto psicótico, en particular y en su diferencia con el campo de
la neurosis.
El programa cuenta con cuatro partes:
1) Los conceptos fundamentales de la psicosis en intersección con la neurosis
2) Diagnostico diferencial: Hay que tener el entendimiento acerca de la articulación de los
fenómenos, aquello que percibimos y escuchamos que nos den cuenta de la estructura del
sujeto en cuestión. Y para precisar una estructura tenemos que contar con dos elementos:
elementos conceptuales que posibiliten responder a la pregunta sobre que es una
estructura psicótica u que una neurótica, y los fenómenos que dan cuenta de una u otra
estructura. La estructura es lo que se construye, los fenómenos son los que percibimos.
Ahora nos preocuparemos de los fenómenos que dan cuenta de la estructura de la
psicosis.
3) Más específicamente nos referiremos a la estructura de la paranoia, de la esquizofrenia y
de la melancolía.
Referencia el seminario 3 sobre las psicosis de Jacques Lacan 13

El dialogo con el sujeto psicótico no es nada fácil, primera dificultad, que impide poder
identificarnos con ese sujeto, que nos resulta tan extraño y alejado de nosotros mismos.
Pero ya Lacan indicaba que, ubicados en la posición de analistas, debemos cuidarnos de
identificarnos a aquel que brindamos nuestra escucha.
Dentro del campo de la neurosis, esta es una función específica del deseo del analista: cuidarse de
comprender al paciente.
Es por identificación que podemos comprender a alguien, poniendo en juego nuestra propia
subjetividad.
Pero en la psicosis, el comprender queda impedido por la misma estructura. Nos resulta ajeno, no
podemos identificarnos.
Pero el analista no debe ubicarse en esta posición de amo, en aquella posición que define lo que
es un síntoma, lo que hay que analizar; no está en posición de saber lo que es la salud y la
enfermedad, sino que debe ubicarse en posición de escucha. Jacques Lacan en el seminario 3,
considera que esa buena posición del analista en la clínica de la psicosis es la del secretario del
alienado.
Se podría entender que escuchar es sólo estar en silencio y hacer hablar al sujeto,
transformándose en un analista en silencio que no habla. Pero cuando no habla, no conduce la
cura, y cuando no conduce la cura, en el campo de la psicosis, los que la conducen son el delirio y
la alucinación, así como en el campo de la neurosis es el inconsciente del paciente. Escuchar
quiere decir poseer los instrumentos para extraer las consecuencias de esa escucha, pero no
implica quedarse callado.

En el campo de la neurosis, el instrumento principal es la interpretación; y en el campo de la


psicosis, la construcción, lo cual o responde a una consigna para el analista, sino que responde a
las estructuras en juego, en uno y otro campo. Por eso debemos dar cuenta de la estructura que
determina que el analista interprete en el campo de la neurosis y construya en el campo de la
psicosis.
Lo que permite interpretar en el campo de la neurosis, es que el sujeto habla, y que su hablar
admite la metáfora y la metonimia. Pero en el campo de la psicosis no hay ni metáfora ni
metonimia, ni posibilidad de construcción de las mismas. Intentar ejercer en el campo de la
psicosis la metáfora y metonimia, construye lo poco que hay, un precario equilibrio que mantiene
al sujeto psicótico.

En el campo de la psicosis, se encuentra neologismos, un significante que no hace metáfora, por lo


cual no desliza sentido, convirtiéndose en un “plomada del discurso”, según Lacan que se repite
con la forma de estribillo. Si no hay desli8zamiento posible, lo que sí es posible es ubicar estos
puntos de plomada inamovible en el discurso del sujeto psicótico, para a partir de estos puntos
fijos realizar la construcción que le permita una estabilización.

Esto que llamamos plomadas, aquellos neologismos que no hacen metáfora, son los fenómenos
primarios. (el delirio)14
El delirio es el elemento con el cual nosotros analistas operamos en nuestra clínica, hacemos
nuestro trabajo, diferenciando un delirio que compensa al sujeto de aquel que no lo hace.
Mientras que en el campo de la neurosis es un sujeto que podríamos definir como móvil, que se
mueve con el juego de palabras, en el campo de la psicosis es fijo no se mueve.
Esto es un extremo, porque si se le dice a todo que si, volvemos a la escucha impotente. Hay uno
en el horizonte que opera la posición del analista, aunque se le sigue la corriente en el sentido, se
lo acompaña en su discurso, sosteniendo al sujeto algo de su certeza, y solo eliminando el
elemento descompensador de esa certeza. Estamos allí tratando de discernir el sujeto.

EL sujeto esta encubierto, y cuando uno confunde al sujeto con la persona que habla, el analista se
deriva al campo de la psicoterapia. Por lo tanto, tenemos que saber que es el sujeto. Cuando
decimos en la enseñanza de Lacan sujeto, decimos palabra, porque la palabra es la que habla al
sujeto.

Hay que distinguir entre palabra y significante, porque esta confusión habitual encubre el
deslizamiento del psicoanálisis en la psicoterapia, llamando a las palabras significantes. En esta
confusión, el sujeto se escapa. Las claves del diagnostico diferencial, puede encontrarse en la
realización del efecto sujeto, o en su inexistencia.

Para realizar un diagnostico diferencial, es fundamental precisar si hay efecto sujeto, y si no lo hay,
no podemos descartar la psicosis. Pero esto a su vez tiene otra consecuencia, que es que para 15
autorizar la entrada a un análisis tengo que verificar si hay efecto sujeto.

Para asegurarnos que no hay psicosis, debemos corroborar que haya efecto sujeto, sabiendo que
cuando buscamos efecto sujeto y no hay posibilidades estructurales de que lo haya, en el lugar del
efecto sujeto lo que viene del lado del psicótico es el delirio.
El efecto sujeto es una formulación a partir de la lingüística, de lo que Freud llamo el inconsciente.
El efecto sujeto se lee cuando decimos lo que no queremos decir. En el trasfondo del discurso
voluntario, hay algo que no esta apoyado en un piso firme, sino en lo que Freud llamo el
inconsciente, y en esa medida nuestro discurso siempre es endeble en su consistencia, lo que hace
posible la aparición de otro discurso, el que se denomina discurso del inconsciente, el significante,
etc. El nombre de Freudiano de lo que estamos describiendo es asociación libre, un que hay que
saber muy bien lo que es esta asociación libre, ya que se descubre las diferentes formas.

En la realización del discurso del sujeto, el efecto que se produce 16 es de división. Al aparecer el
sujeto, surge un sujeto dividido. Pero si la supuesta asociación libre no divide, el yo a disfrazado
bajo la forma de asociación libre algo que el mismo yo quería decir, y que siempre lo hace
converger en lo que ha estado diciendo.
Es decir, si un paciente dice algo que no quería decir, e inclusive lo desarrolla con ideas que no
hacen más que verificar el problema que estaba contando, esto no implica aun que nos
encontremos con la división del sujeto.
Al enmarcarse en la categoría de discurso, es decir, ubicados en el plano del yo, nos encontramos
con el discurso voluntario pronunciado.
El análisis debe ir en camino de no enviar al sujeto a la universalidad de una clasificación. De lo que
se trata es de precisar la particularidad de ese sujeto. Si no atendemos al discurso, no
encontraremos al sujeto que habla en su particularidad. 17
Lo cual no quiere decir que destituyamos el discurso voluntario, sino que busquemos en su
despliegue el punto de particularidad del sujeto que viene a nosotros.
La apuesta a la particularidad no es solo una consigna, sino que consideramos que es la mejor
forma de desarticular los síntomas de un sujeto y posicionarlo en la vida con la mayor firmeza
posible para enfrentar los traumas de la vida.
Podemos describir a este sujeto del que hablamos por su movilidad 18 como un sujeto del
significante, un sujeto del inconsciente o un sujeto de deseo. Pero Lacan distingue para el campo
de la psicosis, otro sujeto, que es el que denomina sujeto del goce. Es un sujeto atado a un
neologismo y no a un significante, es decir que solo puede construir a partir de ese neologismo. En
cambio cuando un sujeto está atado a un significante, es un sujeto que se representa por
diferentes significantes moviéndose de un significante a otro, creándose el problema de esa
imposibilidad de cierto anudamiento que detenga en algún punto el deslizamiento metonímico de
un significante a otro.

Otra forma de abordar esta cuestión, que hace a la intercepción neurosis psicosis, es que el
psicoanálisis se orienta hacia lo que llamamos la irrealización del referente. Lo cual quiere decir
que conducimos del discurso, no a la referencia, no a lo que el discurso quiere decir. Cuando
alguien describe lo que le pasa, es un discurso que está atado a la referencia. Es un discurso
anudado a una referencia precisa. Un discurso desatado de la referencia es el discurso en el que al
hablar se dice otra cosa de la que se quiere decir.
Querer decir todo lo que se quiere decir, es sostener no estar sometido a la castración que todo
sujeto padece; en este caso, la denominada castración de sentido.

El primer referente de una escucha psicoanalítica es el sufrimiento que padece quien nos consulta,
lo que conceptualmente se llama síntoma.

Cuando el yo dice que su problema es tal o cual, debemos estar atentos a cuál es en el discurso el
efecto sujeto, el que nos va permitir la formalización del síntoma.

Son dos cuestiones diferentes, La primera, es a nivel del yo que 19 puede verse, aquel que aparece
en la imagen del espejo. Pero además esta aquello que Freud llamo inconsciente y Lacan Objeto a
lo que escapa de nuestra percepción, lo que introduce en el mundo humano la castración y que
implica que no podamos decir: “yo soy yo”. El único que puede decir es Dios. Los hombres no
pueden decirlo, porque por definición. En el encuentro del sujeto con el lenguaje, el ser humano
pierde su ser, y al decir “somos” nos engañamos.

Por eso la respuesta psicoanalítica es una respuesta que tiende a hacer presentes las fragilidades
de toda consistencia yoica del discurso voluntario.

El psicoanálisis no es un concepción del mundo (y esto ya lo decía Freud) acerca de cómo se vive o
como se instala uno en la vida. Por eso interrogamos por las cuestiones y planteos más obvios que
forman parte de los ideales de alguien, para establecer allí una pregunta ¿por qué?

El deseo del 20 analista es un deseo abstinente de toda formulación valorativa.

En el seminario 3, Jacques Lacan dice: “Sin duda, es necesario que sea intensa para precipitar al
sujeto en experiencias que llegan ni más ni menos, hasta la desrealización no solo del mundo
exterior en general, sino de las personas mismas que lo rodean [al sujeto psicótico] hasta las más
próximas y del otro en cuanto tal…”.

Esta es la orientación del psicoanálisis, desrealizar al sujeto en relación al mundo u a las personas
que lo rodean: irrealizar el referente.
Freud sostenía que lo que en un neurótico esta encubierto, en la psicosis esta a cielo abierto. El
problema es cómo se regulan uno y otro. En este sentido podemos decir que la experiencia del
análisis es una experiencia delirante, un experiencia que permite al sujeto analizante poder captar
algo del mundo psicótico, en esa experiencia que el psicótico padece como una desrealización de
su mundo

El delirio de Schreber se presenta en su terminación con21 todos los caracteres megalomaniacos


de los delirios de redención en sus formas más desarrolladas (Lacan, Jacques, el seminario, libro 3,
las psicosis ibídem pág. 443). Esto es lo que se la formulado como la metáfora delirante.

Schreber encuentra su equilibrio en el delirio de ofrecerse y ser la mujer de Dios: este delirio le
permite restablecer, aunque de manera perturbada, algo de sus lazos con el mundo: no es solo
una producción que solo lo mantiene atado a su delirio, sino que además le permite restablecer
una cierta relación con el mundo.

Para nosotros la diferencia entre un neurótico y un psicótico, no es que uno perdió el contacto con
la realidad y el otro la tiene 22

Cuando Freud se refiere a la perdida de a realidad en la neurosis y en la psicosis, ya nos está


enseñando que hay perdida de realidad en ambos cuadros. “Es la diferencia genérica más
importante entre neurosis u psicosis. La neurosis es el resultado de un conflicto entre el yo y el
ello, en tanto que en la psicosis es el desenlace análogo de una similar perturbación en los vínculos
entre el yo u el mundo exterior” (Freud Sigmund, “la perdida de la realidad en la neurosis y en la
psicosis” Ibidem, pág. 155. Ed. Amarrortu. 1979).

Pero la realidad de la que habla el psicoanálisis, no es el mundo externo: de ahí la confusión.


A medida que avancemos en este curso, debemos ir reemplazando al yo de Freud por el sujeto de
Lacan, al ello por el goce. Pero es con Freud mismo que vamos a entender que tanto neuróticos
como psicóticos padecen conflictos con la realidad y también ambos padecen un conflicto
intrapsíquico.
En el texto de Freud va ubicar en la causalidad de la psicosis la frustración y Lacan va a completara
esta idea; que la causalidad esencial es la frustración del padre, la conclusión del Nombre del
Padre, con la que Lacan nombra a una frustración “subjetiva” del Nombre del Padre. 23

EL SUJETO- Y EL YO
La vez pasada habíamos recorrido tres o cuatro puntos esenciales, a los efectos de definir y
precisar la estructura de la psicosis, apuntando a temas referidos al diagnostico diferencial. El
primer punto es la categoría de sujeto, y decíamos que este es el hilo conductor.

La orientación de las presentaciones de enfermos es la búsqueda y precisión de lo que


denominamos sujeto. La pregunta que se debe hacer en estas presentaciones es dónde y cómo se
precisa al sujeto separado de la persona que está allí presente. El sujeto es de una inconsistencia
perceptiva drástica, no se ve; el sujeto se escucha, el sujeto se construye en el dialogo con el
analista, con las preguntas que hace el analista en la conducción de la entrevista, en donde sebe
quedar como resto un hilo, que evidencia la aparición de ese sujeto. 25

Se debe tomar en cuenta que la persona hablo en todo lo que dijo, y el sujeto hablo solo en
algunas de las cosas que dijo. Esto vale tanto para la entrevista con un neurótico como con un
psicótico.
El sujeto habla cuando excede con sus dichos la voluntad de decir, cuando lo que dice escapa a eso
que quería decir.
El analista lo que va ejercer en su respuesta, es que la palabra significa, desdiciendo lo que la
voluntad de decir del sujeto le atribuye a esa palabra, un recorte de todas esas otras posibilidades,
La respuesta del analista es lo que permanentemente va a ejercer esa otra significación posible.
El ejercicio de esta otredad, es en verdad instalarse en un punto constitutivo de todo sujeto.
Otro momento de lo mismo es cuando el sujeto se hace responsable de eso que dijo pero no
quería decir. Esto no se lee en términos de responsabilidad Yoica, sino de sujeto responsable. En
tanto tal el sujeto es llevado, podríamos decir que vertiginosamente por los dichos que pronuncia,
le ganan de mano, van delante del que elige el tema para hablar.

Esto es lo que en términos de Lacan se llama castración, y lo que Freud significaba en el pene 26.
La castración no es del pene sino del sentido; es decir que el lugar que en Freud ocupaba el pene,
en Lacan lo ocupa el sentido. La amenaza de perder el sentido de lo que se dice y de lo que se es,
es una amenaza que el analista ejerce sistemáticamente: por lo tanto, tenemos que saber que
cuando realizamos nuestro trabajo, estamos amenazando la consistencia yoica, estamos
amenazando todo lo que el sujeto sabe de si, para hacerlo escuchar una cosa que se encontraba
fuera de su perspectiva.

La categoría de sujeto implicada en todo lo que estoy diciendo es crucial para distinguir neurosis
de psicosis. No es suficiente decir que paso el tiempo y no aparecieron fenómenos elementales,,
porque además se debe demostrar que se trata de un neurótico, y para esto se cuenta con dos
categorías: el sujeto y el síntoma. Asociar libremente significa que el sujeto se deja representar por
lo que dice, por los significantes de su discurso.

Es la ocasión de distinguir palabra y significante. La palabra tiene dos funciones, una descriptiva de
la realidad y otra representativa, que es lo que la precisa como significante. El yo elige por la
función descriptiva y el analista por la función representativa. Hay una disputa entre la
interpretación del analista y el narcisismo yoica.

La función representativa de la palabra tiene como consecuencia la implicación subjetiva, lo que


quiere decir estar implicado en la función representativa de la palabra como sujeto. Es importante,
especialmente en un análisis, el efecto fenoménico que se produce en el yo cuando el sujeto se
deja implicar. Es la desorientación, no se sabe se que se habla, ni para que se habla, se pierde el
hilo, el hilo de su voluntad y de la orientación de lo que dice.

Hay implicación subjetiva en el neurótico y no en el psicótico, el grado de implicación subjetiva del


sujeto es una forma de precisar el diagnostico. Si no se encuentra el efecto sujeto, la estructura
psicótica se hace presente y las cosas cobran un sentido personal, no es un sentido compartidos
con otros. Llegamos entonces a una alternativa: o implicación subjetiva-efecto sujeto o
interpretación delirante.

En el psicótico también se puede dar estos fenómenos que parecen significativos. Entonces
implicación subjetiva que no es lo mismo que atribución subjetiva. Lacan habla de atribución
subjetiva en el campo de la paranoia (Seminario 3). Dice: no hay paranoia completa si no hay
atribución subjetiva, que sería una forma de subjetivar lo que en el mundo del neurótico se
simboliza, lo que tiene un valor simbólico, por ejemplo la existencia de Dios: en cambio para el
psicótico le atribuye una subjetividad diciendo que “Dios quiere hacerse escuchar”. Dispone una
subjetividad 28

En el seminario 3 decía que el psicótico, el Otro simbólico, abstracto, sin subjetividad, se convierte
en otro con minúscula, o sea en otra persona. Es el aplastamiento del valor simbólico de ese lugar,
para darle la atribución de una subjetividad en juego. Pero en el campo de la paranoia a este dato
de atribución subjetiva, se le agrega que además se lo dice a él, al sujeto.

La orientación del psicoanálisis es irrealizar la realidad, sin embargo cuando irrealizamos el


referente ¿Qué es lo que surge?, no es el idealismo, sino que se construye a partir de ahí otra
referencia. Cuando se ejerce la voluntad representativa de la palabra, o sea que allí representamos
un sujeto, entonces la pregunta es cuál es el referente, el referente se pierde se habla ya de otro
referente. Comienza a ser ya no de una persona de la que se habla, sino que a ejercer la función
representativa irrealizamos ese referente y ponemos la palabra como representación de ese
sujeto y en referencia a otra cosa. Lo que va estar en el horizonte del sujeto que se deja
representar por palabras que se llaman significantes, al ejercer la función representativa, más allá
de la persona, va ser el fantasma.

¿Qué es el fantasma? Es la relación entre el sujeto y el objeto, un objeto especial denominado a.


En el lugar donde estaba en trauma real se ubica al fantasma. Lacan dice que todos en la
estructura, tanto neuróticos como psicóticos 29, tiene su propia vinculación con la realidad
perdido. Esto se formula en su última enseñanza, como el concepto de forclusión generalizada:
todos somo0s delirantes.

Pero cuando hablamos de forclusión del lado del psicótico y represión del lado del neurótico:
cuando las cosas vienen de afuera, psicosis y cuando las cosas vienen de adentro neuróticos. Dicho
de otra forma: dicho de otra forma en el campo de la neurosis, los síntomas son del sujeto, en el
campo de la psicosis los síntomas son del Otro, lo que quiere decir: trastornos en la relación con el
mundo. Todo lo exterior al sujeto es lo que llamamos mundo, es lo que llamamos lo que nos
rodea, simbolizado por Lacan como el Otro. Cuando decimos valor representativo del sujeto,
empieza otro mundo, otro mundo del sujeto que ya no se llama mundo y que el sujeto ya no se
llama persona: se llama sujeto y Otro. Todo lo que Freud pensó como Edipo es el Otro, y todo lo
que queda del lado del sujeto es lo que llamamos pulsión.

En el campo de la neurosis nos encontramos con un sujeto que llamamos del significante, y en el
campo de la psicosis dado que ese sujeto no está en el mismo ejercicio, es un sujeto del goce.

El sujeto de un neologismo no es un sujeto que se representa por un significante para otro


significante, sino que se representa para ese significante y punto. Estrictamente hablando, no se
representa, sino que esta petrificado a ese significante. El significante neológico no hace cadena
con otros, porque la cadena está rota. Ruptura 30 del discurso interior en la psicosis. Y cuando el
discurso interior se rompe, lo que ocurre es que las palabras se sueltan y ya no las manejamos,
comienzan a hablarnos desde afuera, surgiendo la alucinación verbal, los ecos del pensamiento o
todos los trastornos que se pueden observar en el discurso psicótico. Cuando el discurso interior
permanece, nosotros creemos falsamente que las palabras nos sirven para comunicar mensajes
que se entienden y se comprenden. Esencialmente se trata de un engaño que desconoce que en la
estructura no sabemos lo que decimos aunque así lo creamos.

Lacan dice que el psicótico es riguroso, cree en lo que dice y actúa en consecuencia, hay una
relación necesaria con lo que dice, y el funcionamiento de esta rigurosidad es que esta petrificado
al significante.

Hay una nueva categoría que se desprende de esta cuestión, es la categoría de semblante. No hay
padre hay semblante de padre, el que se cree padre es como el que se cree Napoleón ¿qué quiere
decir esto? Que se identifica al lugar del padre en términos absolutos. Lacan lo llama el un-padre,
es el padre el que habla. Es el padre que Freud identifico como el padre de la horda, el que tiene
todas las mujeres, es el padre que es, todos los quedan son semblantes de ese padre pero nadie
puede ocupar su lugar, quedando todos sometidos a la Ley, no son la ley.

El un-padre es una función que esta conceptualmente ligada al desencadenamiento de la psicosis.


Cuando alguien para un sujeto, ocupa el lugar del un-padre, es decir el que dicta la Ley, eso 31
muchas veces es motivo de desencadenamiento. Es preciso precisar el punto de
desencadenamiento, porque es el punto entre otras cosas delimita la frontera entre la neurosis y
la psicosis o entre la pre psicosis y el desencadenamiento mismo.

Cuando alguien habla en un análisis, debemos saber que delira, en el sentido de que lo que
supone y aquello de lo que está convencido, es una interpretación de la realidad, que siempre esta
interpretando.

Ser neurótico es tener la capacidad de auto engañarse con respecto al contacto con la realidad, es
decir que invertimos la idea, y el neurótico no es que esta en la realidad sino que tiene la
capacidad de tener sentimiento de realidad acerca de lo que dice. Esto remite a lo que Freud habla
como principio de realidad, que puede entenderse ingenuamente como aquello que permite el
contacto con el mundo objetivo, mientras que el principio del placer conduce a la alucinación; esta
es la distinción que hoy se intenta desmentir. 32

El principio de realidad no termina en la adecuación a la realidad objetiva, sino que en verdad


sostiene un cierto sentimiento de realidad. Y Lacan se pregunta como hacen los neuróticos para
tener ese sentimiento de realidad objetiva. Es lo que podemos denominar actualitas, que define la
verdad como adecuación del enunciado y la realidad efectiva.

El neurótico obsesivo despliega al máximo esta cuestión, tiene tal sentimiento fuerte de realidad
que cree que cuando habla es objetivo, máximo delirio respecto de lo que estamos diciendo 33

El sujeto está dividido, entre lo que quiere decir y lo que dice, y como dice Freud, dividido entre el
yo y el inconsciente.

Hay un cierto tipo de desequilibrio y descompensación, ciertos momentos previos de trastornos,


que pueden ocurrir en un psicótico no desencadenado. Es a partir de esa certeza, que desarrolla
toda una serie de ideas alrededor de su posición respecto a Dios y en particular de las
determinaciones de Dios sobre él.
¿Qué es el desencadenamiento? Algo que se desprende del sujeto y aparece en el mundo
dirigiéndose hacia él. No es suficiente un cierto trastorno del equilibrio psíquico, sino es necesario
de que la luz aparezca afuera y diciéndole algo que el sujeto no toma coyunturalmente, sino que lo
aloja como un ordenamiento de su vida, de su pulsión y de su goce 35

Hay dos tipos de síntomas en el psicoanálisis, el síntoma en la neurosis y la alucinación en la


psicosis. Lacan va terminar diciendo que hay síntoma tanto en la psicosis como en la neurosis, en
la medida de que no hay un partenaire natural del hombre para la mujer u de la mujer para el
hombre; en la medida que no hay una complementación sexual establecida salvo para el animal.

Lo que perdemos al estar en contacto y al nacer en el mundo simbólico del lenguaje, es


justamente nuestro ser. Esto es lo que provoca nacer en un marco simbólico donde la lengua
transforma al padre, la madre y al hijo en significantes que circulan y en esa medida nadie es. Lo
demás son semblantes, por eso una cura analítica va de semblantes precariamente sostenidos a
semblantes bien articulados. Podríamos decir que un análisis permite al sujeto encontrarse con un
sólido semblante de padre, solido semblante de hombre de mujer. Pero el semblante de mujer
tiene sus propias particularidades, por eso habla Lacan de la impostura masculina u de la
mascarada femenina, que son las dos formas de decir que nadie es hombre ni mujer.

Lo real es aquello que no puede ser sostenido por un semblante y el semblante tiene una relación
con lo real que es de exterioridad. Es decir que lo real va por un lado y el semblante va por el otro.
Además el semblante es precario y se cae por cualquier cosa desencadenando una psicosis .

UNA MUJER PARANOICA: Diríamos en el campo del Otro, del Otro del sujeto, en el exterior hay un
tic tac, afuera, esto no es suficiente para desarrollar una paranoia completa, es el comienzo, que
se va articulando.

Miller distingue en el campo de la neurosis lo que llama la respuesta del Otro, y en el campo de la
psicosis, la respuesta de lo real, no solo porque lo escucha fuera del campo de ella, sino por la
relación que va establecer con eso que escucho. Noten la diferencia entre el joven y ella respecto
a este mismo dato, uno dice es una respuesta del otro, y otro dice es una respuesta de lo real.
Primero escucha el ruido y posteriormente lo interpreta. Esto va en la línea de lo que tenemos que
distinguir en el campo de la psicosis, lo que son los fenómenos primarios de lo que son los
fenómenos secundarios delirantes que interpretan lo fenómenos primarios. 37

Aquí hay Un hilo, que es como se interpreta en el campo de la psicosis, cuando la interpretación ya
está formando parte de la estructura, o sea que el psicótico ya dispone de una interpretación.

El joven interpreta que es un ruido en el campo del Otro, que no lo interpela, que no lo incomoda,
ni lo amenaza y que le permite mantener la escena en la que estaban inmersos; o sea que es un
ruido que el sujeto a incorporado significativamente a su mundo, no se encuentra fuera de él; lo
interpreta: es el reloj. En cambio la joven da una interpretación evidente, empieza el
encadenamiento de datos 38

Aquí noten como se va extendiendo, para la joven no queda en el tic tac, ella ve que secretean, ve
el cofre, y en el cofre una máquina fotográfica, y de allí ve un fotógrafo; pero la cuestión aun
continua, se sigue extendiendo, no se localiza, según esa cierta metonimia del delirio que no para.

No lo puede descartar, no lo puede tomar como una idea que se le ocurrió y sigue; la idea empieza
a absorberla, a tomarla, la empieza a convertir en sujeto de esa idea, no la suelta, la empieza a
articular y la empieza a representar en un sujeto fotografiado.

Desde ese momento no pudo acallar su suspicacia hacia el amado. Lo persiguió con la demanda de
una explicación tranquilizadora y también con reproches, esto es a lo que se llama atribución
subjetiva; no es que escucho un ruido que no encarna, sino que alguien que lo hace. Primera
atribución, es un fotógrafo; pero la atribución subjetiva completa está en la idea de que es el
amado, dice Freud de que esta articulando todo: es él el que le quiere sacar la fotografía. Por
supuesto en una persona neurótica esto puede pasar como una idea, como una sensación, como
una persecución que quedara ahí, desechada; pero en la psicosis no la suelta, la toma a la joven.

Se mostro inaccesible, lo que va mostrando lo que llamamos la certeza psicótica: es inaccesible a


los argumentos.
Sabemos ya a priori que es inaccesible a los argumentos, de modo que avanzamos con el
desarrollo mismo del delirio para tratar de ordenarla en el interior mismo de ese delirio, sin delirar
con ella, pero dejándola avanzar en su construcción, que ya es una tentativa de regular eso que se
disparó.

Este tic tac es lo que llamamos una deslocalización de goce. Cuando el goce se deslocaliza, el tic
tac aparece afuera, y Freud mismo va intentar trasmitir esta enseñanza a través del esquema
edípico.

Dirá que los fantasmas primarios de las fantasías primordiales de todo niño y la escena primaria
quedan incluidos en el aparato edípico, lo que Freud mismo definió como su instrumento
científico.

En los últimos dos capítulos del seminario 3, tienen algunas reflexiones de Lacan sobre el Edipo
freudiano y aquello que él propone en su lugar, que va ser la relación significante-goce, una
búsqueda, todo el Edipo freudiano reducido a la relación significante-goce. Pero hay que entender
por qué Lacan llega a esa elaboración, para no quedar tomados por lo que no dudaría en llamar un
semblante lacaniano sin sustento real.

¿Por qué Lacan opone Edipo a significante-goce? Primera cuestión a destituir: en verdad todo el
dispositivo lacaniano esta apuntado a no fascinarse con la persona, con el discurso voluntario con
más o menos radicalidad respecto de lo que Freud llamo el inconsciente.

Cuando decimos significante y goce, estamos planteando una reformulación lacaniana del incesto,
aquello que se produce en el 40 contacto de lo que tendría que estar excluido o prohibido. El
incesto es un goce que hace entrar en contacto lo prohibido, y pone en juego la falla del nombre
del padre, produciendo el incesto entre la madre y el hijo, lo que nos sumerge a toda la
problemática edípica.

Cuando Lacan dice significante y goce se debe entender que se está refiriendo a los avatares del
incesto freudiano en la relación significante-goce, goce excluido o goce incluido. De este modo el
neologismo, que une significante y goce, seria incestuoso, y el significante que excluye al goce,
sería el que cumple como tal la función del padre.

La prohibición freudiana, la amenaza del padre, es lo que hace imposible el goce incestuoso. En la
misma línea, Lacan dice que “la función del padre es excluir goce y significante, goce y simbólico”,
o sea que el significante nombre del padre es lo que excluye el goce del significante, algo así como
decir la prohibición del padre excluye la relación madre-hijo.

En un análisis no nos encontramos con la relación significante-goce, nos encontramos con un


relato que habla del padre, de la madre u del hijo, las experiencias incestuosas entre madre e hijo
y sus manifestaciones de goce. Es lo que podríamos llamar lo divinos detalles, la primera
experiencia de goce con la madre.

En el análisis no nos encontramos con significante y goce, sino que el dispositivo permite escuchar
un relato de esa escena de goce, donde se puede retener la escena como referencia, y lo que se
pone como primera instancia es el relato, o sea palabra y significante, como descripción o
representación del sujeto; y es con ese relato con lo que vamos a encontrar en el horizonte, no la
prohibición del incesto, sino la relación imposible entre significante y goce, que es a lo que va a
conducir la interpretación analítica.

Es decir que el análisis realiza un proceso similar al que aplica Lacan a la lectura del Edipo de
Freud, relativizando los discursos sobre las personas o los personajes, hasta encontrar en el final
del análisis una frase, lo que Lacan llama la frase fundamental de un sujeto, su fantasma
fundamental, aquella frase que lo ordena y sostiene su posición en el mundo. Retroactivamente,
con esa frase fundamental ultima, encontramos el significante y su goce articulado

Lacan dice que el análisis va más allá de las identificaciones, pero hay dos cuestiones: una en el
campo de la neurosis y otra en la psicosis. Cuando hablamos más allá de las identificaciones,
estamos pensando en el campo de las neurosis, porque en el de la prepsicosis las identificaciones
son frágiles, y más allá de las identificaciones, lo que hay es probablemente un agujero. Cuando
decimos eso en la neurosis, es porque se sabe que mas allá hay otra cosa, no un agujero como en
la psicosis, y por eso el horizonte no es la angustia, sino es lo que llame la frase fundamental,42 el
fantasma fundamental, la localización del goce, o el semblante bien arraigado a lo real, que no lo
absorbe pero lo arraiga.

Justamente cuando se dice función representativa del sujeto quise decir cuestionamiento a las
identificaciones del sujeto. Es decir que cuando interpretamos a un sujeto, teniendo en cuenta el
valor representativo de la palabra bajo la forma de ponerle en juego el referente, irrealizamos la
referencia. Le estamos cuestionando su identidad.

En la interpretación debe excluir alguna cosa. Este es el punto donde hacemos vibrar,
interrogamos movemos o finalmente destituimos una por una todas las identificaciones del sujeto.

Por eso hay un momento del análisis que se denomina “falta en ser”; es decir, hay un sujeto que
está claramente identificado a nada. Ya cuando hablemos de melancolía, vamos a distinguir la falta
en ser del dolor de existir, para descubrir que la falta en ser es un velamiento de dicho dolor.

Pero cuando hablamos de identificaciones, debemos distinguir varios registros, ya que hay
identificaciones imaginarias y hay identificaciones simbólicas.

¿Las identificaciones imaginarias cuantas son? Hablamos de tres niveles del discurso: uno
descriptivo, un nivel del discurso más vacilante, metafórico, también equívoco, o la interrupción
del discurso. Hay también un discurso auto explicativo, donde sabe por qué le pasan las cosas.
Pero cuando un análisis se monta sobre explicaciones sobre lo que a uno le pasa, está reforzando
el camino identificatorio, y entonces nuestra respuesta siempre va entender a no comprender las
43 auto explicaciones que alguien ha logrado en un análisis, ya que el análisis no tiene como
horizonte la auto conciencia, el saber sobre si, sino el fantasma fundamental, que pone a la
conciencia en otro lugar que en el lugar de la acumulación de saber sobre si.

En el campo de la psicosis tenemos otro movimiento. La pregunta sería: ¿qué hay detrás de las
frágiles identificaciones imaginarias en el campo de la psicosis? En el seminario 3, Lacan se refiere
a la “descomposición del mundo imaginario”, en el momento de la aproximación al
desencadenamiento, descompaginación del mundo imaginario que es desarticulación de las
identificaciones imaginarias no ancladas a un sostén simbólico del que a veces carecen. En la
neurosis el sostén simbólico de las identificaciones imaginarias es el Nombre del Padre,
significante que le da solidez a todas nuestras identificaciones y cuando no esta las identificaciones
se sostienen precariamente en un equilibrio entre sí con un agujero por debajo. Por eso en el
campo de la psicosis nunca hacemos esta búsqueda del efecto sujeto, por que el efecto sujeto es
en contra la identificación del yo y sobre lo que el sujeto sabe de si. Si hacemos esto en el campo
de la psicosis conducimos al sujeto al vacio, ya que carece de recurso, a ese agujero con el que el
sujeto se encuentra, Lacan lo llama forclusión del nombre del padre y es en el cual va instalar un
deliro, como respuesta delirante a ese vacío.

En el seminario 3 lo que queda subrayado que lo que hay debajo de todas esas identificaciones
imaginarias son “plomadas del discurso”, significantes que no están encadenados, lo que llama
neologismos, y con que aquí nos proponemos construir y ordenar a partir de ahí el equilibrio
delirante del sujeto. Esto tiene distintas versiones.

En el discurso neurótico podemos tocar las palabras, porque hay otras palabras que sostienen
mejor al sujeto simbólicamente que son los significantes. Y en el campo de la psicosis nos
remitimos a los neologismos sin tocar ese mundo imaginario, que sostiene todo el equilibrio
delirante del sujeto y por eso no hacemos juegos de palabras, no proponemos otros sentidos, no
desorientamos al sujeto. 44

Nota: Lacan agrega que tanto lo proyecta el tic tac hacia afuera, lo escucha tan de afuera, que va a
concluir que eso no es una proyección, eso es una forclusión, ya que nunca estuvo adentro y fue
para afuera, sino que siempre está afuera por estructura 45

IRREALIZAR EL REFERENTE: LA FICCION


Lacan con la formulación de la verdad como una estructura de ficción. Es decir que lo real y la
verdad se separan, quedando de esta forma desubicada la realidad. Ahí se cruzan tres o cuatros
elementos que son totalmente reformulados por el psicoanálisis: el lugar de la realidad, el lugar de
la verdad y el lugar de la conciencia.

La conciencia para ambas estructuras, es una conciencia equivocada


Ausencia de conciencia de enfermedad. Cuando hablamos conciencia es profundamente
desarticulada de la realidad, esto quiere decir que en el psicótico las cosas son visibles, que la
ausencia de conciencia de la realidad es patológica. Un sujeto neurótico puede dar muy buenas
razones por la cual está internada.

Lo que decimos que esa conciencia de enfermedad es lo que en el psicótico aparece a cielo abierto
mientras que en el neurótico esta encubierta, y aparece (esto es engañoso), que tuviera la
conciencia adecuada al objeto, adecuada a la realidad, y que fuera en ese sentido una conciencia
verdadera-

Por eso cuando decimos que la posición del analista apunta en sus respuestas a irrealizar el
referente consideramos la verdad como una ficción, que es la que se construye en el análisis
separando al sujeto de la realidad y de su conciencia.

¿Pero qué llamamos conciencia del sujeto en un sujeto neurótico? La conciencia de sus síntomas
Un sujeto implicado en lo que dice hace un diagnostico diferencial. Es decir el sujeto se define
como psicótico o como neurótico según pueda o no pueda por estructura entrar en la posición 50
sujetos. Esto quiere decir que el sujeto no puede representarse por lo que dice, lo cual en
términos estrictos, seria que no puede ponerse en posición de sujeto y ser representado por un
significante para otro significante.

Otra forma de decir lo mismo seria que no puede desidentidicarse del discurso que sostiene, no
puede quedar en posición de ser hablado por lo que dice. Y cuando lo es, es hablado por la voz
que le viene de afuera bajo la forma de alucinación verbal, pero no pudiéndose escuchar en lo que
dice ni mas allá de lo que le dice. No puede preguntarse por lo que le cuentan los enunciados que
pronuncia.

A los neuróticos tampoco les he fácil, pero tienen la posibilidad estructural de hacerlo. En un
análisis, podemos observar esto cuando el sujeto hace una observación sobre su propio discurso,
en el momento donde no está contando tal o cual dato sino cuando siente que lo que está
contando por ejemplo no es importante, o cuando el sujeto se enfrenta a lo que está diciendo y
siente que está hablando tonterías.
Tenemos que saber explorar todos los enunciados que nos van marcando esta posición donde el
sujeto se separa de su propio discurso, se separa de lo que él quiere decir. El símbolo de esto es el
lapsus, cuyo análisis, a partir de lo que se dijo y no se quería decir, debe conducir el discurso, a
separase de lo que se quería decir. Si no se produce este efecto de separación, no hay sujeto
dividido, aquel sujeto dividido entre lo que quería decir y lo que dice, esto es lo que llamamos
efecto sujeto o división. 52

No hay conciencia hay un agujero a partir del cual se construye una ficción
54

Lo que reprime, lo que produce un efecto de represión es la relación del sujeto con el lenguaje. Y
el trauma universal para ambas estructuras es el encuentro con el lenguaje, lo que produce
represión y forclusión; partiendo del modo en que cada sujeto se articula con el lenguaje 56.

De modo que tenemos una separación entre el orden simbólico-la represión-sujeto-, y el yo. Toda
la temática del sujeto lo ponemos en el orden simbólico y el significante, mientras que la temática
del yo la pensamos como desconocimiento de eso mismo.

“Pero eso-dice-todavía no es la neurosis misma, ella consiste más bien en los procesos que
aportan un resarcimiento de los sectores perjudicados del ello. Por tanto en la reacción contra la
represión y en el fracaso de está”. Este movimiento lo encontramos bajo la forma o viendo los
significantes con que se nombran dos cosas distintas. Pero la cuestión en realidad se define por su
forma de retorno.

En el seminario 3 cuando Lacan distingue la neurosis de la psicosis, habla de dos formas de


retorno; en la primera de ellas, la represión retorna en forma de síntoma, por el encuentro
traumático del sujeto con la lengua. Pero en la psicosis, no es un retorno en lo simbólico del
síntoma, sino en la realidad de la alucinación. Uno retorno de lo simbólico otro retorno en lo real.
Lacan describe en este seminario un funcionamiento que determina que aquello que se forcluye
en lo simbólico, reaparezca en lo real.
Lacan habla que lo que se forcluye en lo simbólico, reaparece en lo real. Piensen en el movimiento
de la psicosis y de la alucinación verbal: lo que esta forcluido es el nombre del padre, aquello que
está ausente en lo simbólico, produce una forma de retorno de una voz que debería estar muda,
que lo está en nosotros, pero que en el sujeto psicótico, en tanto existe una falla simbólica, se
produce como retorno en la realidad bajo la forma de la alucinación verbal.

Cuando algo que debería estar callado habla, estamos frente a un punto donde se junta lo que se
habla con un goce no reprimido. En otras palabras el goce no reprimido hace hablar a la voz que
debería estar callada. (lo que esta acallado es el goce)

En la psicosis hay algo que esta callado y que cuando empieza a hablar es porque el goce vuelve;
aquello que debería estar reprimido retorna en lo real como alucinación.

En el sujeto psicótico siempre deben distinguir entre lo que el sujeto sufre pasivamente del sujeto
trabajando sobre lo que le pasa. Son dos niveles, y el progreso del trabajo psicótico lo observamos
cuando el sujeto sale de lo que en el seminario 3 Lacan va a llamar la erotización, una cierta
pasivización que quiere decir que escucha una voz proveniente de afuera, que lo determina; pero
a partir de allí el sujeto se pone en posición de articular algo con eso que le ocurre pasivamente.
Se trata de eso que no compartimos, que este sujeto psicótico nos enseña, una invención de su
verdad, que también se debe lograr con un neurótico.
lo opuesto a esto, Es el neurótico referido, atado a la realidad, donde vamos a escuchar el
hundimiento. El significante universal va a ser, en este contexto, que se hunde o algo parecido 58
Por eso es interesante escuchar que hace cada uno con ese agujero y mientras algunos lo relatan y
anuncian lo que nos vendrá en términos lógico económicos, otros dicen que el recurso está afuera,
dibujándose la imagen del salvador externos, otros también dicen nosotros nos tenemos que
hundir solos pero juntos.

Ese es el trabajo del psicótico sobre si mismo, con distintos recursos creativos, en el sentido que
no son de sentido común, aquellos 60 esperados de un análisis de un sujeto neurótico, que no
siempre lo logramos porque la realidad tiene un peso mucho mayor en el neurótico. Digamos que
el psicótico en ese sentido tiene una cierta facilidad, porque se olvida de la pregnancia de la
realidad.
Freud nos habla de un aflojamiento del nexo con la realidad, porque ese procedimiento del yo y de
la pulsión, da como resultado ese retorno que es lo que Freud y Lacan van a llamar síntoma. Como
saben el síntoma se define como transaccional en la medida que manifiesta la represión y al
mismo tiempo una satisfacción sustitutiva. Es decir que en el síntoma hay pulsión que se satisface,
por eso no son tan fáciles de levantar, porque allí hay una pulsión que encuentra una satisfacción
ignorada.

Nuestra pregunta es cómo se trabaja la pulsión y separadamente no es denunciado al yo la


satisfacción oculta de la pulsión: El trabajo empieza cuando nos separamos de la conciencia, de la
realidad y empezamos por buscar este efecto sujeto. Ese es el primer trabajo con la pulsión, o sea
el momento en que el sujeto empieza a hablar por fuera de si mismo.

Recordemos lo que Freud dice nuevamente: el aflojamiento del nexo con la realidad en la
neurosis. Esto quiere decir que si con la neurosis se afloja el nexo con la realidad por la represión,
por el yo, entonces esto supone un sujeto que si tendría un fuerte nexo con la realidad. Este
supuesto aflojamiento del nexo con la realidad del neurótico, lo entendemos como la puesta en
evidencia de la estructura, donde la realidad tiene relación floja con el sujeto. 61

Cuando ajustamos o tratamos de ajustar a ese sujeto con la realidad, lo que hacemos es imponer,
sugestionar con nuestra realidad al sujeto, lo que deviene finalmente en identificación al analista.
Lacan opone identificación al analista por un lado e identificación al síntoma por otro.

Identificación al síntoma, es identificarse no al Otro, sino a lo que tenemos de más propio, a lo mas
particular que tiene uno, incompartible con el mundo. Este es el horizonte de un análisis de un
neurótico; en cambio en un psicótico lo tenemos no al final sino al principio. Supongamos que el
doble bostezo ocurriera en un neurótico, para el cual su frase fantasmática fundamental fuese el
“doble bostezo”, con lo cual se ordena su historia, su vida y todo lo que dijo en análisis se puede
articular alrededor de esa frase, ocupando el lugar de su síntoma. Primero empezó como síntoma,
pero se purifico del síntoma para ser una frase fantasmática. Cuando la frase fantasmática se
configura, no duele, no molesta, no trae displacer. Ósea que para discriminar la frase fantasmática
del síntoma, hay que preguntarse si duele o no duele. Si ordena es fantasma, su duele, aunque sea
un fantasma, es un síntoma. En el hombre de las ratas, este se presenta con un fantasma
sintomático, en la medida en que es una idea obsesiva que se le impone. Freud pasa por un juego
significante, que va desarticulando de la imagen de la rata que se mete en el ano, para
transformarlo en un juego significante. Y después va terminar diciendo que la rata forma parte de
su ser. Ahí la rata ya no es un significante sino que es una letra. Ya no se mueve más, no produce
distintas significaciones, sino que rata es lo que define para Lacan como nombre de goce. Esto en
el sujeto psicótico lo tenemos al principio, en lo que llamamos el neologismo.

Segundo párrafo. “En las psicosis se perfilan dos pasos- dice Freud- el primero de los cuales esta
vez arrancará al yo de la realidad”. El primer paso arranca al yo de la realidad, pero sigue
suponiendo un sujeto donde el yo esta en connivencia con esa realidad. En tanto que al segundo
paso, Lacan lo va llamar retorno, formas de retorno en las cuales especifica la diferencia entre la
estructura neurótica y psicótica”

“… esta vez arrancará al yo de la realidad en tanto que el segundo-el segundo paso- quisiera
indemnizar los perjuicios y restablecería el vinculo con la realidad a expensa del ello”.

El segundo paso de la psicosis, y esta es la clave de todo lo que estamos diciendo, quiere
compensar la pérdida de la realidad. (Suponemos que Freud pensaba que la realidad se tenía en
algún nivel, esto se diferencia con Lacan, porque la realidad está perdida desde el primer contacto
del hombre con el significante)

Entonces el problema es que tenemos que explicar por qué el neurótico consigue tener un
sentimiento de realidad, mientras que en el psicótico es mas claro, porque no cree tener un
ajustado contacto con la realidad. Lo que hay que explicar es como el neurótico tiene ese falso
sentimiento de ser objetivo y tener realidad, por qué cree que esto le pasa efectivamente.

Es necesario interrogar esta consistencia, este sentimiento que es muy claro en el obsesivo, pero
que en los histéricos tiene otra modalidad, la de sentir que no saben donde están, que tienen
miedo de volverse loco. El discurso obsesivo quiere ajustar la realidad, la verdad y el yo, porque en
la desarticulación que estamos planteando en términos conceptuales, intuye la amenaza de
castración.
Dicho en términos lingüísticos, el obsesivo está amenazado de 63 pérdidas del sentido, y el análisis
avanza en forma de hacer perder ese sentido, y de manera que se siente fuertemente amenazado.

“El segundo paso de la psicosis quiere también compensar la pérdida de realidad, mas no a
expensa de una limitación del ello como en la neurosis, que lo hacía a expensa de un vinculo con lo
real supuestamente tenido al principio, sino por otro camino más soberano (Es decir que la
psicosis hace un compensación de la realidad perdida por un camino más soberano) De una
realidad nueva (una ficción, no olvidemos que la verdad es ficción) que ya no ofrece el mismo
motivo de escándalo que la abandonada. En consecuencia, el segundo paso tiene por soporte las
mismas tendencias en la neurosis y en la psicosis. (El mismo soporte). En ambos casos sirven al
afán de poder del ello que no se deja constreñir por la realidad. Tanto neurosis como psicosis
expresan la rebelión del ello (de la pulsión) contra el mundo exterior.”

Este lenguaje que toma la forma de rebelión, Lacan lo va a pasar a término lógicos y va decir que
hay un imposible contacto entre la pulsión y la realidad. Freud le da un sentido casi ético a muchos
elementos del ello y el yo.

Dice: “…se rebela contra el mundo exterior. Expresan su displacer o si se quiere (y así subrayamos
nosotros) su incapacidad (agregaríamos estructural) para adaptarse al apremio de la realidad.”

Decir que la incapacidad es estructural, significa que no es sintomática, por lo tanto el análisis no
se coloca en lugar de levantar o reducir es incapacidad para que el sujeto entre en contacto con la
realidad.

Son las dos alternativas, o vamos a la reducción del síntoma de la incapacidad para restituir una
totalidad, o bien partimos de la incapacidad como estructural u construimos una ficción que es
altamente y exclusivamente particular del sujeto: el “doble bostezo”.

“Neurosis y psicosis se diferencian mucho más en la primera reacción, la introductoria, que en el


subsiguiente ensayo de reparación”. Lo que se quiere subrayar con todo esto es que cuando dice
que es una creación de una realidad nueva. “Nueva” quiere decir sin historia, no es el recuerdo de
la historia, la construcción de la historia, sino que es una realidad nueva, construida a partir de 64
nada, del vacío y del agujero. En ese punto donde Lacan aprende de las psicosis, es donde va a
construir toda la posición del neurótico y del sujeto en general, La nueva ficción que construye es
una realidad nueva a partir del agujero existente.

Pero en la neurosis, la pregunta es quien construye esa ficción. Por la experiencia en la clínica con
pacientes, es ficción no la construye ni el analista ni el paciente, sino que se construye en la
dialéctica entre los dos a lo largo de un análisis. Es una ficción que construimos en el momento
que extraemos una frase de la primera entrevista. De todo lo dicho subrayamos “bostezo”, y ahí
empieza la construcción de una ficción que no responde a la verdad histórica del sujeto, sino que
se construye a partir del agujero.

No quiere decir que esta extracción de la primera entrevista va a ser lo que encontremos al final,
sino sería muy fácil, sino que deberá dar pruebas de consistencia y de construcción de la ficción a
través de todos los recortes que la interpretación del analista produce. Por eso en la ficción final
va estar lo que dijo el paciente, lo que dijo el analista y plasmarse una ficción, que no se incorpora
desde afuera, al momento de una construcción, sino que va construyendo un sujeto desde el
primer día, incluido dentro de la ficción misma.

Cuando nosotros decimos efecto sujeto, hablamos del resultado de una interpretación. Cuando se
le hace un chiste al sujeto psicótico y es un poco paranoico, va entender que se burlan, un sujeto
neurótico se hubiera reído, y hubiera sentido eso como de buena convivencia entre todos. Pero el
sujeto se paro y dijo de qué se ríen. Del capítulo XIV del seminario 3, donde Lacan formula que
para que una paranoia sea completa, además de no haber implicación subjetiva, debe ocurrir la
atribución subjetiva Lacan llama atribución subjetiva.

. Quiere decir que la frase expresada como ¿por qué se ríen?, llega hasta cierto grado de paranoia,
no entiende pero tiene la certeza que se está burlando de él, y ese completamiento es lo que Esta
es la formulación que también hace Lacan que dice que para el psicótico el Otro simbólico es otro
imaginario que le habla, como en el caso de Schreber con Dios, con el que establece una relación
intersubjetiva. Dios le quiere hacer cosas, le hace cosas, le pide cosas y le habla y se dirige a el en
persona. No es una entidad abstracta que está allí, a la que él se refiere, sino que Dios se convierte
en una persona que tiene una intervención directa. Quiere decir que le concierne lo que debería
estar callado; a la voz de Dios Schreber la escucha y además se la dirige a él especialmente, esto es
“me concierne”.

Una paranoia por la mitad, sería como la de este muchacho, que dice “de qué se ríen”, y se
persigue pero no alcanza a decir “se ríen de mí, y además me lo hacen a propósito”, y “además
que quieren hacer no sé qué cosa”. Es una paranoia a media agua. Esto fue bueno para ilustrar un
dato paranoide de que el Otro “le hace cosas”.

AL final de este mismo texto, La perdida de la realidad en la neurosis y la psicosis, insiste Freud en
decir: “Apenas cabe dudar de que el mundo de la fantasía desempeña en la psicosis el mismo
papel, de que también en ella constituye la cámara del tesoro de donde se recoge el material o el
modelo para edificar una nueva realidad. Pero el mundo exterior fantástico de las psicosis quiere
remplazar a la realidad exterior”

“El mundo fantástico de las psicosis quiere reemplazar a la realidad exterior”, y de ahí tenemos
nuevamente la realidad, la conciencia de realidad, la conciencia de enfermedad. Freud incluye que
cuando decimos realidad exterior, a la conciencia de los propios síntomas como esa realidad
exterior.

“En cambio en la neurosis gusta de apuntalarse como el juego de los niños en un fracmento de la
realidad diverso de aquel contra el cual fue preciso defenderse. Le presta un significado particular
a una parte de la realidad y un sentido secreto que de manera no siempre del todo acertada
llamamos simbólico. Así para ambas, neurosis y psicosis, no solo cuenta el problema de la perdida
de la realidad sino de un sustituto de la realidad”.

Noten que en esta frase donde Freud esta distinguiendo, por un lado perdida de la realidad, u por
otro, su sustitución, se atribuye a dos patologías, neurosis y psicosis. Y nosotros esta frase se la
incluye a la constitución del sujeto. No solo cuenta el problema de la perdida de realidad, sino que
en un sujeto se produce una sustitución de esa realidad. Tengamos en cuenta que el primer
sustituto de realidad es la sublimación, que es sustituir la Cosa por 67 un significante, donde el
significante mata a la Cosa.
Por lo tanto lo que Freud está llamando el mundo o la realidad, es lo que llamamos el Otro. La
realidad del sujeto es el Otro, es el Otro que hace de mundo para el sujeto, pero es otro simbólico
que no es realidad. La realidad es un sentimiento, dice Lacan que cada uno posee de distinta
forma.

El sentimiento de realidad es lo que nos hace confundir cuando nos guiamos por él. A veces el
psicótico parece tener criterios de realidad y dice “antes yo deliraba, o tenia alucinaciones, pero
no eran cosas ciertas”. Esto nos deja frente a elegir entre dos opciones: o eran alucinaciones y
entonces él no puede decir “yo sabían que eran alucinaciones, no eran verdaderas alucinaciones”,
o no lo eran y está mintiendo su insight. De que antes alucinaba y ya no.

La diferencia radica en que en un momento estaba compensado y en otro no, pero el psicótico
sigue siendo de la misma forma y produce una versión neurótica que nos engaña acerca de su
pasado, porque en verdad no puede de ninguna manera, ya que su estructura no se lo permite,
entender, resignificar aquello como que no era una alucinación. Para el era una alucinación, por
mas que diga hoy que no lo era. Eso no podemos entender como una adaptación de su yo a lo que
le dijeron, a lo que significaron como loco en él, adaptándose y haciendo semblante ante los
psiquiatras. Muchos psicóticos se presentan como depresivos, cíclicos o tadas las cosas que
escucharon sobre las psicosis; hacen una adaptación de semblante imaginario de su yo y se
adaptan intentando de engañarnos con que hubo un insight. Pero sepamos que no hay insigh de la
alucinación.

Hago una pequeña aproximación del seminario 3, a la cuestión de la prepsicosis y la psicosis: En


una primera aproximación debemos decir que la prepsicosis va unida a la problemática del
desencadenamiento, porque es una 68 psicosis no desencadenada. Es importante distinguir una
prepsicosis no desencadenada o una psicosis no desencadenada de una desencadenada, porque
en primer lugar, el momento de desencadenamiento de una prepsicosis nos permite iluminar las
diferencias entre una estructura neurótica y una psicótica. Después del desencadenamiento ya no
hay dudas.

La prepsicosis tiene que tener síntomas de la psicosis, fenómenos elementales, porque si no los
hubiera, nunca tendríamos posibilidad de diagnosticarla
En el seminario 3 Lacan sostiene: “No hay nada más parecido a una neurosis que una prepsicosis”.
Cuando en un análisis se pone a un psicótico en el horizonte la irrealización de referente y el
efecto sujeto, se lo coloca en riesgo de desencadenamiento produciendo la desarticulación del
campo imaginario de un sujeto psicótico precariamente sostenido en relación a su estructura,
pero a veces sólidamente para el mundo.

Sabemos que el psicótico no tiene flexibilidad imaginaria y si le quitamos un pieza de dicha


construcción rígida lo amenazamos con derrumbar el edificio.70

LA PERPLEJIDAD
Hoy vamos orientarnos hacia cuestiones que tienen que ver con el seminario 3 Lacan define como
prepsicosis. Pero también se hará un recorrido por categorías tomadas por el sentido común,
aquellos que definimos como creencias o amenazas por ejemplo. 71

La historia vivida está perdida y lo que construimos son ficciones.


Lacan dibuja en el campo de la psicosis un vacio. Vacio que en este seminario va llamar forclusión
del Nombre del Padre. Lo que significa que falta algo en la estructura, que debería haber en la
constitución de sujeto. La cuestión es que cuando falta algo hay formas de completamiento, hay
formas distintas de tratar con el agujero y el psicótico lo hace bajo la forma de delirio.

En el campo de la interpretación se suele cree que ella extrae algo que esta allí en la estructura.
Cuando Freud dice “hacer conciente lo inconsciente”, parece decir que hay algo en la
interpretación de revela. Pero si consideramos la represión primaria, lo que vuelve en la
interpretación es una construcción sobre ese agujero, por lo cual no hay correspondencia, sino
que la interpretación crea una ficción a partir del agujero de esta represión primaria.

El fantasma fundamental también es una respuesta a lo que no hay. Es necesario aclarar que el
agujero tiene distintas versiones, según el registro en el que se lo piense. Frustración, privación y
castración, son algunos nombres de lo que no hay, que 72se puede profundizar en el seminario 4
sobre la relación de objeto.
La diferencia entre un agujero y la falta es que esta última implica ya el funcionamiento del campo
simbólico. No es lo mismo que no haya como falta, a que no haya como agujero, porque cuando
hay falta, el agujero está constituido como una falta; esto quiere decir que ahí falta algo y si falta
algo hay un objeto que debería estar y no está. La cuestión es que ese objeto nunca estuvo,
constituyéndose en el lugar de lo que falta un objeto que parece real pero es simbólico.

El pene de la madre no es el pene real de nadie, sino un objeto simbólico. Lo simbólico hace de
esos agujeros, faltas, definiendo objetos simbólicos que deberían estar y que nunca estuvieron.
Una de esas formas de tratar con la falta es el delirio, incluso la alucinación. Pero la más conocida
por los psicoanalistas es la angustia.

Las personas muy angustiadas dicen que tiene una relación con el vacio, que sienten una relación
con la nada, con que no existe nada, que nada tiene sentido.

En el seminario acerca de la angustia de Lacan, lo que se encuentra es una primera relación masiva
con el vacío, 73 donde el vacío no tiene formas, definiéndolo como falta de la falta, momento en
que no hay falta en el sentido simbólico del término y entonces la angustia es amorfa y no
enmarcada. Pero en la segunda parte del seminario, sostiene que a medida que alguien constituye
le agujero como una falta, va a tratarse no de angustia en general, sino de “puntos de angustia”,
es decir angustia enmarcada y localizada.

Esta es una indicación clínica, la angustia no se interpreta sino que se interpreta los significantes
que la enmarcan. A la angustia no se la calma ni se la tapa, se la enmarca en la lógica de un
análisis.

Lacan dice en el seminario sobre la angustia, que no hay nada más cerca a los fenómenos del
espejo, el extrañamiento y de la despersonalización en una histérica, que lo que produce el
comienzo de una psicosis.

La categoría que se denomina prepsicosis presignifica antes del desencadenamiento, momento en


que se plantean los problemas del diagnostica diferencial. Si se produce lo que se llama
genéricamente la descompensación psicótica o si trata de una descompensación neurótica.
Debemos entender que las conmociones de identidad que provoca un análisis, la entrada en el
diván, y todos esos movimientos 74 producen un efecto de descompensación del equilibrio
imaginario y simbólico de una persona, que se evidencia como fenómenos que parecen psicóticos
pero no lo son.

Hay que retroceder con el psicoanálisis frente a la prepsicosis, pero el psicoanálisis como
dispositivo en marcha, no como respuesta psicoanalítica.

El dispositivo en marcha quiere decir asociación libre, cuestionamientos sistemáticos de todos los
anclajes imaginarios yoicos, voluntad de decir y todo aquello que venimos viendo. Eso implica que
en todo análisis que funcione, es esperable un movimiento de malestar en el sujeto, porque nadie
conmueve las bases de su reconocimiento en el mundo sin un costo.

Por supuesto no tomamos en análisis a alguien que está en homeostasis, en equilibrio y se lo


cuestionamos, sino que buscamos, en primera instancia precisar un síntoma, condición de la
entrada en análisis, y al mismo tiempo verificamos diagnostico, en la medida que la posibilidad de
formalizar un síntoma nos aleja de la prepsicosis. Si salteamos la constitución del síntoma
analítico, el analista o el análisis hacen de un síntoma y esto invierte la demanda necesaria para
configurar la entrada a análisis. 75

Pero decimos que la entrada en análisis, para verificar y diagnosticar la psicosis, si hay psicosis o
hay neurosis, tenemos que poder constituir un síntoma. Y si podemos constituir un síntoma no hay
psicosis, porque el psicótico no puede hacerlo.

Cuando el sujeto puede conducir un síntoma analítico quiere decir que funciona como sujeto,
dejándose representar por fuera de su voluntad de decir, por las palabras que dice. Se reconoce
en lo que dice no en lo que quiere decir, lo cual implica una división. Esto es justamente lo que el
psicótico no puede hacer, reconocerse en lo que dice pero no quiere decir. Si uno enfrenta a un
paranoico en su consistencia sistemática se produce un desencadenamiento agresivo hacia quien
lo hace; en vez de producir el efecto sujeto, lo que se produce ahí es un quiebre del sistema
imaginario en el que el paranoico se sostiene.
Lacan usa una categoría que es la suplencia. Se suple lo que no hay, pero siempre hay que
distinguir entre suplemento o complemento. Mientras que el complemento restituye el todo, el
suplemento es la consecuencia de que el todo no es posible, lo que en términos de psicosis
significa que no hay vuelta atrás, que no hay restitución. En cambio el amor en términos
imaginarios, aspira al complemento, es lo que se supone que hace, junta a dos medias naranjas y
hace una. El amor hace un todo, hace un todo desconociendo la castración; por eso el amor-dice
Freud- exagera la diferencia entre una mujer y otra, es decir borra las diferencias y hace de una, La
mujer. El amor constituye de las series de las mujeres, una. La mujer que el sujeto ama es una
condición del sujeto, que si no la puede realizar implica una serie de trastornos. Hay neuróticos
que no pueden hacer de una mujer, su mujer. Hay dos temas nodales para el análisis: trabajo y
amor.

Es un síntoma no poder elegir a una mujer. Lacan dice que el hombre que se precie de ral y que
merezca respeto, es el que puede elegir a una sola mujer como madre de sus hijos. Y define asi al
hombre: el que pueda elegir una mujer y constituirla como madre de sus hijos, lo cual implica una
serie de complicaciones para el obsesivo, quien separa a la mujer de la madre. Por eso lo que
define como 76 masculino es poder elegir alguna mujer como una.

Hay sujetos psicóticos que tienen una inserción al mundo y un lazo social que no padece de
severos trastornos, que solo aparece con el desencadenamiento. Incluso hay sujetos que nosotros
reconocemos con un lugar en el mundo, pero que han sido psicóticos no desencadenados según
Lacan, por ejemplo Joyce y Jean Jacques Rouseau. Este último estableció el contrato social con
gran inserción en el mundo jurídico y en el mundo del pensamiento, y Joyce en el campo de la
literatura.

La suplencia implica dos cosas: el trabajo del psicótico sobre eso que le falta, como forma de suplir
esa falta; o también, el trabajo analítico con el psicótico. La suplencia a la altura de este seminario
e, se denomina metáfora delirante, que es lo que suple lo que no hay, suplencia que en la última
perspectiva de su enseñanza, Lacan llama síntoma. O sea que son dos formas de suplencia
distintas. Lo distinto que tiene una de la otra, es que la metáfora delirante es una suplencia que a
la larga se va demostrar frágil, porque no articula lo real, goce, pulsión, etc.
El síntoma es una suplencia que está pensada como una articulación de los tres registros, lo cual
implica una serie de cambios en la dirección de la cura del psicótico y en la concepción
psicoanalítica de lo que es cada uno de estos tres registros. Esto quiere decir que hay suplencia
posible, hay respuesta analítica posible.

En el texto de Miller “la psicosis en el texto”, indica que la psicosis esta en el texto, no esta en la
referencia, esto quiere decir que no se trata de verificar el ajuste con la realidad, sino verificamos
las articulaciones del texto psicótico. El trabajo no es neutralizarlo ni buscar un ajuste con la
realidad, sino trabajar en las articulaciones del texto. El texto se refiere a su discurso, es su delirio,
todo lo que dice sobre lo que le pasa y su relación 77 con el mundo.

El discurso del psicótico es desordenado y la respuesta del psicoanalista es que permite establecer
un hilo conductor (el ombligo del sueño) en lo que dice.

Recuerden que los articuladores de ese texto en el seminario 3 se llaman fenómenos elementales.
Un punto en el discurso o en el cuerpo que no se dialéctica. Es fijo, no se significatiza, lo cual
quiere decir que no se mueve, es como una plomada en el discurso que no se significa con la
respuesta del analista ni tampoco con el propio discurso del sujeto, Es decir que es un fenómeno
que está siempre en el mismo lugar. Esta es la formulación que utiliza Lacan para definir lo real, lo
cual implica que no tiene una consistencia específica, como podría pensarse respecto del
significante para lo simbólico, o la imagen para lo imaginario. Lo real puede ser cualquier cosa, aun
significante o imagen, en la medida que estén fijos. Justamente cuando un significante esta fijo lo
denominamos significante en lo real.

Se trata entonces de detectar estos fenómenos y también la forma particular en que los trata el
sujeto, ya que el sujeto psicótico no se posiciona siempre de la misma forma frente al fenómeno
elemental. La primera respuesta es la perplejidad y la segunda es la certeza.

La perplejidad es un dato esencial, en la medida en que es un límite entre la prepsicosis y el


desencadenamiento. Hay fenómenos que Lacan llama de frontera, y de ellos ha destacado uno
que se denomina la perplejidad, quedarse sin respuesta frente a lo que le pasa. Esto tiene una
relación con lo enigmático, con lo que no sabemos qué significa. Este fenómeno, en el psicótico,
tiene la particularidad de que el sujeto no sabe que significa, pero sí que 78 significa algo, a lo que
se agrega esa significación le concierne a él.

O sea que son dos elementos, por un lado el fenómeno enigmático, donde hay una suposición de
significación, pero por otro, de que eso le está dirigido. El delirio del paranoico, es un delirio que
esta sostenido en una certeza, que no es lo mismo que el dato de perplejidad, frente a algo que se
trastorno en el mundo y no sabe que significa y qué hacer con eso.

Para Lacan el inconsciente está estructurado como un lenguaje, lo que excluye los afectos, las
significaciones, lo que da lugar a los significantes

La interpretación entonces no será reveladora de sentimientos inconscientes ni de significaciones


ni de intenciones, sino que solo pondrá en juego significantes que están en lugar de la causa de
dichos efectos.

Por eso Lacan propone que trabajemos con el discurso, con los significantes y con el efecto sujeto,
porque esto se opone a toda posición del analista que ordena las significaciones del sujeto, aún
con 79 el Edipo freudiano.
Nuestra respuesta va ser siempre no significativa, es decir no reveladora, porque no hay nada que
revelar, hay un irrevelable en el inconsciente, lo que hacemos es construir una ficción verdadera.

Como distinguimos la certeza de lo verdadero. Hay certeza psicótica y certeza del lógico. Hay un
postulado un (axioma): “el me ama”, del cual se parte y se elabora todas las conclusiones que
están sostenidas en él, muchas veces aun cuando la realidad lo contraiga.

La diferencia radica en que el psicótico está identificado a este axioma, y el lógico puede cambiarlo
por otro. El axioma lógico es el lugar de donde parte un razonamiento lógico que no se discute; se
dice: “es axiomático”. Partiendo de ahí se hace un desarrollo coherente a ese axioma, y la
coherencia entre ese axioma y lo que deducimos de él, es donde se produce la verdad de ese
razonamiento lógico.
Pero la cuestión es cómo se articula el neurótico a estos temas. Decíamos que en la psicosis
contamos con el fenómeno elemental, la perplejidad o la certeza. Y la neurosis, con que se
enfrenta: no se enfrenta con el fenómeno elemental, en lugar de eso hay significantes.

Estos significantes no está aislados como en el caso de los neologismos, sino que están articulados
en red y son en los que su elemento van a permitir el efecto sujeto y la construcción de un
síntoma. Es decir que en el lugar de la perplejidad y la certeza vamos a encontrar la
indeterminación. La expresión clásica de dicha identificación se le como duda en el obsesivo y
metonimia en la histeria

PONER EJEMPLOS DE OBSESIVO, PSICOSIS


¿Y qué hacemos en un análisis con la indeterminación subjetiva? 80
Hacemos de ella efecto sujeto, como un primer movimiento de localización de la indeterminación,
donde representa a ese sujeto un significante y no otro. Es lo que ubicaba cuando decía que se
debe construir un texto.

Donde en el psicótico esta el delirio, en el neurótico hay un fantasma fundamental que es aquel
productor del desarrollo de la cura a partir de que “no hay”. Y que tiene según Miller tres
dimensiones. Una primera dimensión imaginaria, que es la significación de la frase. La segunda,
una dimensión simbólica, que es la frase tomada como tal sin su significación. O sea que la
formulación gramatical empieza a tener importancia allí donde se hace presente que el fantasma
no es una fantasía en el sentido de Melanie Klein, sino que es una frase. Y la tercera dimensión se
refiere a lo real ¿pero donde esta lo real en el fantasma? Sabemos que hay una oposición entre
real y fantasma, ya que cuando lo real se hace presente en el fantasma, este se desarticula; pero
sin embargo, el fantasma ocupa el lugar de lo real en tanto axiomático y fijo para el sujeto.

La certeza no solo es psicótica, sino que la certeza es también la certeza del acto, lo cual no es lo
mismo que la certeza del pasaje al acto. La certeza del acto es la de alguien en posición de sujeto
frente al mundo. El acto prototipo es el sepukú o el harakiri japonés, acto fundamental que Lacan
desarrolla en el seminario 11.
Un acto es aquello después de lo cual no hay retorno. Un acto se lee por sus resultados, se revelan
después y se revelan como tales en la medida que cambiaron la posición del sujeto. Pero se
revelan como pasaje al acto o acting out si no hay acto verdadero, porque después retorna lo
mismo, retorna el síntoma. 81

Por eso el divorcio verdadero al que prestamos atención es al divorcio con el goce, para entender
este divorcio se tiene que leer todo el recorrido del discurso de un sujeto, o sus actos
coyunturales, ya que de ellos somos siempre desconfiados, porque pueden ser actings.

Empezar a analizarse es un acto, pero puede ser un acting, lo cual quiere decir que me inserto en
el dispositivo, pero nada en la posición del sujeto cambio. Cuando es un acto es porque el sujeto
en la entrada misma del análisis sufre profundas transformaciones de su posición, y no es el
mismo que era, lo cual no siempre se verifica en una entrada a análisis.

La certeza en el discurso psicótico es una certeza esencial, digamos estratégica, lo cual no significa
que en el discurso coyuntural en algunas oportunidades, no tenga dudas, vacilaciones o
indeterminaciones. Puede darse que todo el movimiento de una persona puede basarse en una
certeza, más allá de que el sujeto dude sobre si esto es así o no, hay una certeza en la orientación
de su vida que gira alrededor de un fenómeno elemental, una alucinación producida a esa
temprana edad, por lo cual toda su vida y sus actos están determinados por esa certeza.

La relación significante/Cosas es crucial para entender diferentes estructuras.

Hay una formulación de Lacan, donde plantea que el significante mata la cosa. ¿Qué quiere decir
con esto? ¿Y qué ocurre cuando no la mata? Ocurre la psicosis, y si no el deseo. Todo lo que les
estoy diciendo respecto de lo que es el efecto sujeto, acerca del significante, de la articulación
significante, del significante que no se significa a si mismo, quiere decir que el significante se ha
separado de su voluntad expresiva y que puede cumplir otra función. En el discurso 82 habitual, el
significante se refiere a la cosa, tiene una referencia precisa a la cosa. Pero cuando vamos por el
efecto sujeto o la asociación libre, la significante mata la cosa, lo que quiere decir que ya no
representa lo que quiero decir sino me representa como sujeto. Este es el movimiento que implica
que el significante mata la cosa.
Este es el punto nodal de lo que Freud llamo la sublimación. Sublimar se refiere negativizar el
referente del significante. Las condiciones estructurales de la sublimación hay que pensarlas como
la acción del significante sustituyendo a la Cosa.

Para que haya constitución del sujeto como tal, el significante debe matar a la cosa; quiere decir
debe sublimarla, debe poder despegarse de ella y circular, como circulación de deseo, de nuevas
significaciones.

Es exactamente lo que no puede hacer el psicótico. En el discurso llamado esquizofrénico, que


muchas veces nos plantea un problema de diagnóstico en la presentación de enfermos, se
produce este no matar a la cosa, y todo el discurso es la cosa. La palabra es la cosa, tomando las
palabras por las cosas mismas.

Es difícil el diagnostico, porque muchas veces el discurso esquizofrénico es coherente, y hay que
poder detectar esquizofrenia en las implicaciones del hecho, de que el significante no mata a la
cosa. Tenemos toda una apariencia de ordenamiento de la historia, pero no hay movimiento de
retroacción. O sea que el significante, no resignifica, no implica al sujeto. Es una historia ordenada
por hechos que han ocurrido, es una memoria de hechos, pero no hay una interpretación de los
hechos, sino que es una historia de hechos que se los puede recordar muy bien pero no los tiene
significados y no los puede resignificar, aun con la intervención el analista. Por eso es una memoria
que Lacan distingue de la rememoración, que implica una reinterpretación de los hechos.

Pero al mismo tiempo es una paradoja, cuando decimos que el psicótico no cree pero tiene
certeza. O sea que no va de la mano la certeza de la creencia, que es un fenómeno de la división
del sujeto.

En esa línea distinguimos dos tipos de síntomas. Uno es el síntoma 83 que produce displacer,
donde síntoma y displacer siempre van de juntos, es lo que molesta, lo que angustia, lo que crea
problemas. Hay que preguntarse en un análisis, el punto en que aparece aquello de qué sufre.
Nuestra pregunta siempre tiene que interrogar el displacer en juego, porque hay personas que
sufren decididamente con un síntoma y hay personas que no sufren de él.
Pero al síntoma que no hace sufrir, al síntoma que es heredero de la metáfora delirante como
suplencia en el campo de la psicosis, no lo definimos por el displacer sino por el placer. Es lo que
el sujeto localiza de sí que le permite relacionarse con el mundo, el síntoma como una forma de
hacer lazo con el mundo y no con una dificultad. Ese síntoma no inhibe, y que en la medida que
tenemos localizada nuestra posición podemos relacionarnos al mundo a partir de él.
Cualquiera que venga a cuestionar ese síntoma 84 no resulta amenazante.

Recuerden que hay sujetos neuróticos que hacen de la falta una forma de presentarse en el
mundo. Y esto en el campo del psicoanálisis es serio. Presentarse siempre en menos, en yo no se,
no puedo, etc. Es un trabajo contra la transferencia que todo analista, por estar en posición de tal,
ofrece. El neurótico tiene como significante amo la falta, y se presenta al mundo con su falta. Hay
sujetos que lo manejan desde la infatuación y hay sujetos que lo manejan desde el –psi.

O sea que nadie puede estar en el lugar de mostrarse a otros con una consistencia inapelable,
todo el mundo en algún lugar siente que hay algo que no va a saber.

Son fenómenos acerca de cómo manejamos la división, y si un analista la maneja mostrándola


permanentemente, no convoca a la transferencia, sino que es un buscador de transferencia, en
verdad. Es un analista que circula entre analistas pero va convocando a la transferencia como otro
que es el que le va a decir “yo sé, podés suponer en mí el saber”; es un analista que da el mensaje
soy analizante destituyéndose de su lugar.

Volviendo a la psicosis y al tema de la perplejidad Lacan dice: “las relaciones del sujeto con el
exterior son de perplejidad”. Estamos hablando de la prepsicosis. “Son de perplejidad cuando
estamos en el punto de desequilibrio”. Esto no es en la certeza, ya que si hay certeza no hay
perplejidad.

Es la realidad que le habla. Es el Otro, es un lugar que enmarca lo que es exterior al sujeto. Por
eso, cuando nos referimos a la persona, decimos la realidad exterior; pero cuando nos referimos al
sujeto, decimos Otro, y suponemos que la realidad, el mundo de la persona en verdad, su esencia,
es el lugar que ocupa él como sujeto, el Otro. Y es por eso que decimos que nosotros como
analistas interrogamos la relación del sujeto con la falta en el Otro.
El lugar del Otro, para decirlo sencillamente, es un lugar asimétrico, no es un semejante, es otro,
Dios, el padre, la madre, los personajes de su vida. 85

“Lo que en el neurótico son las respuestas del Otro-que son respuestas significativas siempre- en
el psicótico-dice Lacan- funcionan como respuesta de lo real”. O sea que para el neurótico,
aquellas que son respuestas de lo real son significadas como respuestas del Otro, que son,
básicamente: “me reconoce” o “no me reconoce”, “me escucha o no me escucha”, esto se lee en
la neurosis como “me quiere-no me quiere” y todas las formas de tratar con lo que el Otro quiere
de uno.

Dice: es la realidad que le habla. Noten esto, en la perplejidad el sujeto se posiciona desde allí
frente al Otro, frente a la realidad, donde la realidad que le habla significa que hay algo que le
viene de afuera como mensaje. Y esto es la esencia de la cuestión, donde vemos que a un sujeto el
otro le habla, y que se lee solo en el hablar del sujeto. Es el psicótico hablando que nos muestra
que la realidad le habla. Entonces no vamos a definir a la psicosis solamente en el sujeto que
habla, sino cuando nos habla de lo que le hablo, dice Lacan.

Sostiene incluso que “en el psicótico, más allá de la realidad, hay otro que le dice cosas”. Y esto lo
van a leer en el Capitulo XIV, donde aclara que el Otro tiene su propia subjetividad. Es el Dios de
Schreber, que tiene subjetividad, se humaniza para él. Desde esa cierta humanización de ese Otro,
que para nosotros puede ser simbólico, al psicótico le habla.

Y dice lo que les decía antes: “El Otro es aquello por lo cual se hacen reconocer en la medida que a
su vez lo reconocen”. O sea reconocemos otro como tal, asimétrico, y buscamos el reconocimiento
de ese Otro. Esta es la clave de la posición del sujeto en relación al Otro.

No olviden que cuando hablamos de reconocimiento, implica un reconocimiento al yo o al sujeto.


Reconocer a una persona quiere decir saludarla, reconocer su nombre 86, es darle todo lo que
llamamos reconocimientos imaginarios.
Pero reconocer al sujeto, implica no reconocer a la persona, sino reconocer algo en su discurso
que es justamente lo que no quiere decir. Entonces reconocer al sujeto implica escuchar un
discurso.

Y dice Lacan: dos formas de dirigirse al Otro: Recibir de él el mensaje que nos concierne de una
forma invertida o bien indicar su dirección, su existencia, bajo la forma de la alusión. Este recibir el
propio mensaje en forma invertida, se lee clínicamente cuando uno subraya algo de la frase del
sujeto y el sujeto responde: yo no dije eso, lo está diciendo usted, me lo hace decir, me quiere
llevar para tal lado, lo que solo fue una interpretación por la cita, lo cual quiere decir que de todo
el discurso, se debe recortar algo, y confrontar al sujeto con eso mismo.

Lacan formula esta cuestión en dos tiempos del análisis; primer tiempo: “me lo hace decir”;
segundo tiempo y ulltimo: “yo lo digo”, “no hay Otro para mí”, “lo que digo, lo digo yo y lo asumo
yo”, “no se lo atribuyo a nadie”. Esto es recibir el propio mensaje en forma invertida, reconocerlo
como viniendo de afuera. 87

El neurótico puede decir que el analista en el fondo recortó esa frase por alguna razón; un
obsesivo dirá que está haciendo un experimento para provocar tal efecto. Yo les decía que las
respuestas de lo real que están en la estructura de la constitución del sujeto, el neurótico las
encubre bajo la forma de otro que le dice, que le hace decir y que le significan cosas. Borrado el
Otro, lo que aparece es la respuesta de lo real cuya expresión paradigmática es la alucinación
verbal. O sea que todo esto que el neurótico va significar, que expresa en la frase: “me lo hacen
decir”, el psicótico lo escucha con una voz que le dice por ejemplo “tonto”; es decir, no lo puede
constituir como otro, que lo desmerece, que es todo el disfraz neurótico, donde ese neurótico
inventa al Otro. No lo inventa porque si, lo inventa por estructura y porque en ese punto, ser
neurótico quiere decir poder hacer de esa respuesta, de lo real una respuesta del Otro. Detrás de
ese Otro, en la base de ese Otro, en verdad hay algo así como una alucinación verbal, donde el
Otro me manda mensajes, significados de todas las formas neuróticas que podemos imaginar.

¿Cuándo se lee esto más claro? Cuando en un obsesivo aparece lo que Freud llamo la voz de la
conciencia, una voz que le puede decir: moverte así…. Todos los rituales del obsesivo muchas
veces están sostenidos en esta voz de la conciencia, dice Freud. No siempre es evidente el límite
entre lo que se llama la voz de la conciencia y la alucinación verbal. Esto es el límite del
reconocimiento entre un neurótico obsesivo y un sujeto paranoico, por ejemplo que es lo que
viene de afuera. Voz de la conciencia o alucinación verbal.

En la histeria el límite entre la neurosis y la psicosis, se ubica en el cuerpo, en la


despersonalización, en el extrañamiento, en la descomposición corporal, todos fenómenos que
podríamos llamar especulares, aquellos que se padecen siempre en la histeria como en la
esquizofrenia.

La otra variante de esto mismo, pero en el campo de la psicosis, Lacan la denomina alusión, un
fenómeno que le resulta enigmático al sujeto, que no sabe lo que quiere decir, pero sabe que le
dice algo, y además sabe que se lo dice a él. Es decir, se trata de una relación alusiva con el Otro.
88

Ultimo punto: “Excluido el Otro -dice Lacan- en el campo de la psicosis, lo que concierne al sujeto
es dicho realmente –en este seminario quiere decir en la realidad- por el pequeño otro”. Es decir
que el psicótico subjetiva al Otro, al Otro simbólico, al de la conciencia moral, a Dios, etc., y lo
personaliza, quiere decir que lo pone como un pequeño a no como la voz de Dios sino como Dios
que se hace persona PONER EJEMPLO ANITA, se hace objeto a digamos imaginario, se hace otro
semejante que le habla y entra en una dialéctica imaginaria.

“El Otro está excluido verdaderamente de la palabra delirante. Detrás de ella no hay otra verdad”.
Detrás de la palabra delirante no hay otra verdad que le pueda decir el Otro, no hay supuesto sabe
alojado en el Otro que le pueda significar eso de una y otra forma 89 Hay una verdad que se
sostiene del delirio PONER EJMPLO CASO ANITA

“El sujeto no le atribuye verdad alguna y está frente a este fenómeno en la perplejidad”. O sea que
está enmarcado en el fenómeno de la alusión. Es aludido por el enigma que le presentifica el Otro
y ahí vendrá todo el trabajo de reducir esa perplejidad en el campo de la prepsicosis o avanzar con
la certeza que implica el desencadenamiento y la destitución de esa perplejidad no por nosotros
sino por la certeza psicótica y el delirio, que ya entra en el fenómeno de la certeza. 90
V. LA PSICOSIS EN LA INFANCIA (Silvia Elena Tendlarz) pag. 91
La cuestión que puede decirles ya es que no dije psicosis infantil sino psicosis en la infancia. Esto
no es casual, porque es ya una toma de posición en relaciona que pasa con la psicosis en los niños.
Si hay algo que se puede decir es que así como se habla de neurosis infantil, en ningún momento
Lacan habla de psicosis infantil, porque la psicosis como estructura es atemporal y se mantiene a
lo largo del tiempo. La hipótesis causal de la forclusión del nombre del padre funciona tanto para
los niños como para los adultos. La estructura no se modifica, puede producirse un
desencadenamiento, con suplencias o no, o ser una psicosis no desencadenada, pero la estructura
es siempre la misma. Eso se observa también en los niños a pesar de que se estaría tentando a
pensar de qué se trata de alguna otra cosa, sobre todo cuando son niños muy pequeños.

En cambio si se habla de neurosis infantil. Uno puede preguntarse si la neurosis infantil es la


neurosis en la infancia, porque en todo caso el sujeto se incluye en una estructura de entrada, no
hay un desarrollo con un sujeto que adviene a una estructura, sino que el sujeto si incluye en una
estructura de entrada, y hay un desarrollo en la estructura. El sujeto se incluye de entrada en la
psicosis, en la neurosis o en la perversión y hay un desarrollo en la estructura cuando se trata en la
neurosis. Por más que un sujeto tome ya una posición, que todos los elementos de la estructura se
den de entrada, hay algo que queda pendiente, que debe ser decidido con el pasaje a la pubertad.
Michel Silvestre indica que el niño se pregunta qué quiere mi madre, en cambio, el adulto se
pregunta qué quiere una mujer. Empiezan a funcionar las identificaciones sexuadas y la relación
con el goce de otra manera. Eso en si mismo daría todo un 92 desarrollo acerca de cómo se arman
estos fenómenos que se ven en los niños, si se puede rápidamente aprehender de qué estructura
se trata, etc. Pero lo que está claro es que hay neurosis infantil. Cuando se habla de neurosis
infantil, cuando se agrega el adjetivo infantil, es la reconstrucción por parte del adulto de la
neurosis de la infancia. Esta reconstrucción retroactiva es lo que denomina neurosis infantil.

La neurosis infantil en definitiva, es lo que resta de la infancia en el discurso de un sujeto.


Ven cierta diferencia. Hablando de la neurosis infantil, en cambio en ningún momento podemos
hablar de la psicosis infantil por que no se produce este sistema de retroacción significante como
tampoco se produce la significación fálica. Entonces la falta es esta retroacción significante no
hay una reconstrucción de la infancia, no hay una resignificación sino que lo que comprobamos en
la anamnesis con pacientes psicóticos es que hay un sucesión de acontecimientos, y en lo mejor de
los casos, a través de las entrevistas con el analista, se puede hacer una construcción y establecer
una secuencia de causa y efectos; pero esto es un trabajo de construcción por parte del analista.

El paciente psicótico no trae una biografía, a veces la trae si es un buen paranoico y tiene algo muy
bien armado, pero en general la infancia pasa como si no hubiera pasado nada, o son hechos
aislados, pero no es con todo el dramatismo y la pasión que presenta un paciente neurótico. Esta
es la primera cuestión a señalar.

La segunda es que es necesario hacer un diagnóstico positivo de psicosis; hay que poder encontrar
el fenómeno elemental, el fenómeno psicótico por el cual se puede decir que se trata de psicosis y
no de otra estructura, porque es a través de esos fenómenos que podemos establecer la hipótesis
causal que subyace a los fenómenos.

También es necesario poder hacer un diagnóstico positivo de la psicosis en la infancia, y esto


bastante complicado, primero porque muchas veces se tiende a pensar que es innato, que nació
psicótico. El momento del desencadenamiento es importante porque no es lo mismo hablar de un
niño psicótico de diez años y otro de dos años, la fenomenología no es la misma, no hubo
adquisición simbólica, el recurso simbólico no es el mismo. 93

Es necesario hacer un diagnóstico positivo, y vamos a ver rápidamente de qué manera podemos
llegar a establecerlo.

Leo Kanner en 1943, dos años antes de que termine la Segunda Guerra Mundial, hizo un
seguimiento de once casos para ver su evolución y a partir de allí estableció lo que llamo el cuadro
de autismo infantil precoz. ¿Cuáles son las características? Aparentemente es como si nacieran
psicóticos. De entrada, cuando se los quiere tomar en los brazos, no se adaptan a los brazos de la
madre, no fijan la mirada, tienen un mirada oblicua, hay un rechazo en la alimentación,
movimientos estereotipados, no juegan, si se caen o se golpean no lloran, no se enferman, no se
ríen, hablan en tercera persona o utilizan un soliloquio que no se entiende, o frases sueltas, como
si fueran hablados por el Otro repiten frases sin sentido.
Kanner establece como causalidad que estos niños experimentan 94 todo movimiento del otro
hacia ellos como una intrusión por la falla de simbolización –aunque no lo dice en estos términos.
De ahí este efecto de rechazo del otro. Pero añade que no hay que pensarlos en términos
deficitarios, y este es el gran giro que se le puede atribuir. No son débiles mentales; por lo
contrario, son niños que tienen una expresión facial muy inteligente, tienen una excelente
memoria y otros atributos desarrollados que muestran que de ninguna manera se trata de un
déficit intelectual. Y Leo Kanner dice que tampoco se trata de un déficit orgánico. No es
organicidad ni déficit intelectual, es un déficit afectivo. 95

Si afirmamos que la estructura de la psicosis es la misma en la infancia y en la adultez debemos


extraer sus conclusiones. Primero hay desencadenamientos de la psicosis también en la infancia,
aunque a veces sea muy difícil de situar. Sobre todo si es precoz, resulta a veces difícil de decir
cuál es el momento preciso.

Ejemplo: Una niña de 5 años es llevada a la consulta porque escucha una voz que le dice que la
maestra es un demonio. El asunto es que lo escucha como una voz, como un fenómeno
xenopático, no como un pensamiento. Cuenta que en una oportunidad se peleó con el padre
porque se porto mal, y el padre la castigó encerrándola en la habitación, y en ese momento
escucho una voz que decía que el padre era malo. Se ve con mucha simplicidad la coyuntura
dramática. Esta niña está en una relación dual con la madre. A parece un padre, que casualmente
es el suyo, en oposición simbólica. Ella no cuenta con los recursos simbólicos para inscribir esta
sanción, esta autoridad paterna, y en el lugar del agujero en lo simbólico aparece en lo real la voz
que le dice papá es malo. No es ella la que lo piensa sino que una voz se lo dijo. Y a partir de eso se
desplaza a la figura de la maestra que de alguna manera debe estar en relación metonímica. Es
interesante por su simplicidad. Son pocos elementos y se ve 96 claramente cómo se puede situar
bien en una nena de cinco años, que tiene alucinaciones y un delirio; un delirio poco estructurado,
pero algo está intentando armar con eso.

Lacan en distintas oportunidades se refiere al tema de la psicosis en la infancia. Podemos partir


de la metáfora paterna para establecer una distinción diagnóstica, en el que el Nombre del Padre
actúa sobre el Deseo de la Madre, y su incidencia sobre el Deseo de la Madre produce la
inscripción de la significación fálica.
Se puede ver en el articulo “El niño y su madre” de Eric Laurent, donde parte de esta parte de la
fórmula de la Metáfora Paterna e indica que en función de cuál es el valor que toma la x que
indica la significación para el sujeto podemos situarlo en la neurosis, en la perversión o en la
psicosis.

Cuando esta x cobra el valor de síntoma nos encontramos con el niño incluido en la estructura de
la neurosis, pero eso hay que verlo de los dos lados. Lacan dice que el niño es el síntoma. Revela la
verdad de lo que es el síntoma de la pareja conyugal. Lo dice en “Dos notas sobre el niño”. En esa
articulación entre el padre y la madre, como hombre y mujer, en ese desencuentro que siempre se
produce entre los sexos, en ese punto que hace síntoma en la relacione entre uno u otro, se sitúa
el niño como síntoma. Así en cierto nivel el síntoma del niño viene a interpelar a los padres puesto
que indica el punto sintomático de ruptura del discurso parental en el que el niño se sitúa como
síntoma.

Pero cuando recibimos a un niño no recibimos solamente el discurso que tiene el sujeto madre
sobre el niño sino que también recibimos a un sujeto que es niño. Por eso se establecen dos
niveles; está el nivel donde el niño ocupa un lugar como síntoma en la pareja conyugal y está el
otro nivel donde el niño trae su síntoma, por lo que las razones por las cuales un niño quiera
quedarse en tratamiento. Los niños tienen sus propios síntomas y sus propios padecimientos. 97

Tenemos así el doble vector de cómo ocupa el niño un lugar como síntoma en la pareja conyugal, y
el niño mismo como síntoma. Si este valor toma el valor de falo, si el niño queda identificado al
falo de la madre, nos encontramos con la perversión. Resulta muy difícil encontrar en la infancia
niños que se pueda diagnosticar directamente de perversión, aunque a veces sucede, pero como
hay un tiempo en la estructura, hay un tiempo de encuentro en el que se cristaliza ese saber sobre
el goce que caracteriza a la perversión

Se pueden ver atisbos, pero es como si faltara mayormente el momento en el que se toma una
decisión acerca de esa posición. Lo he encontrado más frecuentemente en adolescentes, pero rara
vez en la infancia. Tal vez sea porque simplemente no llegan a la consulta hasta que algo hace
ruido para ellos mismos. Hay que pensar que todo esto lo vemos bajo transferencia en un
dispositivo real, pero los debe haber seguramente.
Finalmente si el niño ocupa el lugar de objeto en el fantasma materno, objeto condensador de
goce, nos encontramos con la psicosis. Eso significa que el niño no entra en la serie de
equivalencias simbólicas donde puede tener un valor simbólico de sustitución de acuerdo a la
dialéctica fálica, a los tres tiempos del Edipo, al ser y el tener que se juegan en la neurosis.
Encontramos, en cambio, un 98 lugar fijo en el fantasma materno.

Vamos a establecer tres tiempos, tres conjuntos de referencias de Lacan en torno a la psicosis en
la infancia. El primer tiempo corresponde a los años 50, antes del texto sobre la cuestión
preliminar, y establece como hipótesis causal la forclusión del Nombre del Padre. Habla de la
psicosis en la infancia en tres oportunidades. La primera en el seminario 1 al comentar el caso Dick
de Melanie Klein. La segunda es cuando comenta el caso Roberto de Rosine Lefort. Y la tercera
referencia está en el seminario 2.

La primera se refiere a un comentario de un articula de Melanie Klein que se llama “La importancia
de la formación de símbolos en el desarrollo del yo” de 1930. La segunda se produce cuando
Rosine Lefort estaba en análisis con Lacan y a la vez hacia sus controles con él. La invita entonces a
presentar en su seminario el caso clínico y Lacan hace una intervención sobre el caso. La tercera se
trata de un artículo de Lang que se llama “el abordaje psicoanalítico de la psicosis en el niño”. En
estas referencias Lacan trata de mostrar cómo la acción de lo simbólico sobre lo real produce un
efecto de emergencia de lo imaginario.

La segunda serie corresponde a los años 60. Porque Lacan no hace referencia sobre la
especificidad en la infancia, el tema de la psicosis, en el seminario 3 o en cuestión preliminar.
Pienso que es porque si bien difiere la forma de presentarse los fenómenos, no hay ninguna
diferencia a nivel de la estructura, por lo que todo lo que dice sobre el análisis del Presidente
Schreber vale para el análisis de un niño psicótico.

EN los años 60 se produce un cambio de axioma: ya no se trata del predominio de lo simbólico


sino de lo real. Por eso surge la formulación de que el niño puede ocupar el lugar de objeto para
una madre y no solamente ser un síntoma.
Tenemos como primera referencia la del 23 de enero de 1963, en 99 el seminario 10, donde hace
un comentario de un artículo de Piedra Aulagnier presentado en la sociedad Francesa de Paris la
noche anterior. Lacan lo retoma en su curso. Ella había trabajado el tema de la madre del
esquizofrénico y situaba que para la madre del esquizofrénico el niño puede ser un objeto tomado
como algo orgánico más o menos molesto. Piedra Aulagnier utiliza esa expresión y Lacan la retoma
para señalar que si es un objeto más o menos molesto, es porque es tomado como un objeto real.

En una oportunidad recuerdo que a la madre de un niño psicótico que en una entrevista conto que
el parto consistió en que sintió que tenía ganas de ir al baño y allí lo tuvo. No sintió contracciones
ni tuvo la idea de que podría haber un parto. Cuando fue al baño se encontró con un bebé que
nació. Entonces con la pulcritud de alguien que evidentemente no se angustia, cortó el cordón
umbilical, limpió todo, agarro al bebé y siguió. Vemos ahí que en la anamnesis de esta mujer los
trastornos intestinales expresan la molestia en el cuerpo. No es la problemática de cómo se va a
llamar, de que sexo va ser, si lo quiere o no, qué me pasa a mí, etc. Ya empieza a perfilarse esta
idea de que no hay una metaforización de por medio, sino que es tomado como algo real.

La tercera referencia es del 67, cuando Lacan es invitado al discurso de clausura de unas jornadas
sobre la psicosis en el niño organizada por Maud Mannoni. Allí hace una intervención en la que
dice que el niño ocupa para la madre el lugar de objeto condensador de goce. No es el objeto
transicional de Winnicott, no se trata de sustitución significante, sino de algo que se cristaliza y se
vuelve un objeto de goce para la madre. Dos años después en “dos notas sobre el niño”, Lacan
afirma que el niño ocupa un lugar de objeto en el fantasma materno. Ese objeto es real, y es un
objeto de goce.

La tercera serie corresponde a los años 70 donde nuevamente 100 hay un cambio de axioma por
parte de Lacan y el énfasis ya no está puesto en lo real sino en el goce. En la disimetría entre los
sexos, en el planteo de la relación sexual que no existe, en el lugar de ese imposible lógico –Miller
lo dice de una manera muy bonita-, se inscribe la relación entre el padre y la madre. Es una vuelta
un poco diferente sobre el niño como síntoma en la pareja conyugal, porque establece la
modalidad de relación entre un hombre y una mujer que se vuelven padre y madre, y cómo el
sujeto queda posicionado frente a esto.
Hay un terreno de investigación en el tema porque siempre se habla del estrago de la relación
madre-hija. Mientras preparaba esta clase pensaba que en ningún momento se dice cuando se
habla de estrago de la relación madre-hija que eso signifique que la niña se vuelva psicótica. Se
puede reflexionar por qué el estrago queda más del lado de la neurosis, y en ningún momento se
piensa que un niño que ocupa el lugar de objeto en el fantasma materno podría ser un estrago.

A partir de esas consideraciones iniciales veamos cuáles son los fenómenos que se presentan en
los niños para poder hacer un diagnóstico diferencial. Podemos hacer una distribución de los
fenómenos tomando los tres registros: lo simbólico, lo imaginario y lo real.

Los niños diagnosticados como autistas infantiles precoces se presentan como niños que casi no
hablan, o lo hacen en tercera persona, no hay una apropiación del pronombre personal “yo”, son
hablados por el Otro. Utilizan partes de una frase, a veces solo utilizan una palabra una vez y
después no la vuelven a utilizar. Cuando hablan no se les entiende, y es como si las palabras o las
sílabas estuvieran pegadas unas o otras sin producir un efecto de discontinuidad. Esto expresa la
particular estructuración de lo simbólico en la psicosis. Como falta el ordenador central que el
Nombre del Padre, en lugar de establecerse un intervalo entre los significantes, quedan pegados,
quedan compactados. Es una explicación muy sencilla de algo muy complejo. De allí que no existe
ninguna posibilidad de volver hacia atrás sino que la cadena significante aparece en bloque. No es
un déficit fonoaudiológico ni de inteligencia, ni necesitan ser llevarlos para que alguien los eduque.
101 Se trata de un problema del uso del lenguaje. En la esquizofrenia se ve claramente la
metonimia significante, una palabra al lado de la otra, ininterrumpidamente, sin producir ningún
efecto de sentido.

Por otra parte no hay demanda al Otro, o no se dirigen al Otro sino que más bien están en una
posición de amos, hablan y se dirigen al otro de acuerdo a su voluntad.

Veamos otros elementos. Cuando se golpean o se lastiman no lloran o se enferman, es como si no


tuvieran cuerpo, de hecho no tienen cuerpo, son como ángeles, porque lo simbólico es lo que da
un cuerpo. Lo simbólico da un cuerpo, más allá que en ese cuerpo palpite un ser vivo donde se
aloja la libido, en donde se aloja el viviente. Lo simbólico permite la constitución yoica, su imagen
especular. Por otro lado, la noción espacio-temporal se lo da lo simbólico, por eso lo niños muy
pequeños se tropiezan se llevan los objetos por delante hasta que lo simbólico se pone en su
lugar, y eso tiene un tiempo de desarrollo en la estructura. Pero en los niños psicóticos persiste
esta ausencia de constitución espacio-temporal por lo que puede caminar por las cornisa de un
balcón sin noción de un espacio hacia abajo o de peligro. Justamente porque la falla simbólica
repercute en su constitución del espacio y del tiempo. No hay un cuerpo que ha afectado al
viviente y por lo cual pueden sentir dolor. Y esto es observable clínicamente que es notable cómo
los niños ni bien empiezan el tratamiento y hay algo que se modifica, empiezan a llorar si se caen y
se empiezan a enfermar. 102

Tenemos esto a nivel del cuerpo. Se dan cuenta que lo simbólico no es solamente el uso del
lenguaje, sino lo simbólico también es la estructuración del espacio y la posibilidad de tener un
cuerpo, y eso afecta en lo imaginario la constitución de la imagen especular. Estos niños por
ejemplo no reconocen su imagen en los espejos. El niño habla en tercera persona porque no hay
una apropiación de su yo, el sigue siendo el objeto del Otro, habla de sí mismo como es hablado
por el Otro, es como la marioneta del Otro. Eso muestra bien su lugar de objeto.

Se puede decir que en líneas generales en toda consulta de niños, incluso neuróticos, hay algo del
niño como objeto del Otro cuando es traído a consulta. Nosotros vamos a la búsqueda del sujeto
que emerge y eso posibilita que haya tal vez una entrada a análisis, pero sobre la base de la
posibilidad que hay un sujeto.

Entonces en lo imaginario se tiene que pensar que no se trata solamente de que hay imagen
especular sino que eso repercute en el uso del lenguaje (ecolalia) y en el uso de los movimientos
(ecopraxia). El fenómeno imaginarios recae sobre la cadena significante y aparece la ecolalia, o si
no recae sobre los movimientos y a parece la ecopraxia, pegado a la imagen del otro. Cuando un
niño no juega es un índice diagnóstico grave. Puede ser un niño neurótico con grandes
inhibiciones, porque el juego requiere un amplio y muy sofisticado nivel de organización simbólica,
y cuando hay una falla en la organización simbólica repercute en las posibilidades de jugar.
Encontramos en estos niños el uso rutinario y ritualizados de ciertos movimientos, por ejemplo,
tomar los trencitos, ponerlos uno detrás del otro, pero siempre igual. Los padres interpretan estos
movimientos como que al hijo le encanta jugar con trencitos, pero no hay ninguna estructuración
simbólica. Freud cuando habla 103 en el artículo sobre el creador literario dice que lo que es el
juego para el niño va a ser la fantasía del adulto, porque requiere todas las sutilezas de
organización simbólica que lo que es la fantasía en el adulto y también implica una subjetivación
de los acontecimientos.

Cuando el niño juega esta subjetivando lo que le paso a él siendo objeto del Otro. Reproducen sus
propias vivencias pero en ese momento ya no es el Objeto del Otro, sino que se trata de su propia
posición de sujeto, puesto que se apropia y hace un uso personal. Esto es distinto a esta
pantomima ritualizada, estereotipada, sonde es siempre lo mismo y no hay ninguna posibilidad de
modificación. Por eso lograr que haya algo de juego en una sesión con un niño psicótico es
importante, no es cualquier cosa.

Lacan dice que hay alucinaciones en el autismo. Lo dice en el discurso de Ginebra cuando afirma
que si el niño se tapa las en el orejas y no quiere escuchar es porque se está escuchando a sí
mismo. También habla de eso en el discurso de clausura sobre la psicosis infantil, sobre la base de
un caso que habían presentado, en donde indica que si el chico se tapa las orejas es porque
escucha voces, está alucinando.

La hipótesis de Lacan es que hay alucinaciones en el autismo aunque se manifieste de forma sutil
104. Los fonoaudiólogos les construyen un audífono, para que el niño este todo el día escuchando
ese sonido y obtienen resultados. La teorización que dan es que se tranquilizan porque escuchan
los sonidos que necesitan exactamente para su percepción. Estos niños son sensibles y tiene
problemas de audición a cierta sonoridad. Desde la perspectiva psicoanalítica parece un aparato
genial porque logran localizar a las voces. Le arman un aparatito que llevan consigo y las voces
quedan situadas en este registro de sonoridad que es un grabador. Por supuesto que eso alivia
porque ya no es la dispersión de las voces sino que quedan localizadas, es la buena manera de
entender la cura por grabador, no las sugiero.

La fenomenología indica que cuando estos niños empiezan a mirar para todos lados y dicen está
ahí, no remite a ninguna significación, lo que muestra es justamente el vacio de significación.
Me parece que por más que sea difícil hacer un diagnostico positivo de la psicosis en la infancia,
hay que tomarse el tiempo y el trabajo de apuntar a eso porque tiene consecuencia en la dirección
de la cura. 105

Caso: un niño es derivado por la pedagoga por que se aísla, no se dirige al otro, no dirige la mirada,
mira hacia un costado. En la entrevista con la madre parece que el niño acepta la alimentación de
una manera muy rígida. Cuando habla no se le entiende, habla en bloque. Utiliza sílabas que no se
le entiende, repite palabras que escucha en la televisión y las utiliza fuera de contexto sin dar
ningún sentido. Se golpea contra las paredes, nunca llora tampoco se enferma. Y cuando se le
niega algo patalea y hace un berrinche. Pero sabe prender la televisión solo y ya cuenta hasta más
de cien y escribe los números, este conteo es simplemente una serie y no remite a ningún objeto.

El niño construye series, pero lo particular es que en ellas siempre hay algo que falta, no es
completa sino agujereada.

Cuando lo traen a consulta la madre piensa que el niño no necesita tratamiento, que está bien,
que se aísla, que ella era así cuando era chica, y el que sostiene la consulta es el padre. El padre
dice que le parece que el niño no está bien, otro que la sostiene es el abuelo materno que lo trae a
las sesiones porque en medio del tratamiento la madre embarazada y pasa a estar ocupada por
ese otro objeto, hasta que va a volver la mirada sobre el hijo y tiene consecuencias en el
tratamiento.

Veamos cuales son los fenómenos psicóticos que se pueden repertorear. En lo simbólico
justamente por este uso particular del lenguaje se presenta el uso holofrásico del lenguaje. Esta
compactación de las frases, de las palabras, que impide entender que es lo que está diciendo. A la
vez si se golpea no siente dolor, es como si no tuviera cuerpo. Habla en tercera persona. Utiliza
palabras sin establecer un efecto de sentido. En lo imaginario no tiene imagen especular, no se
reconoce al espejo. Y aparece lo de la ecolalia y la ecopraxia. Y a nivel de lo real toma cubos y por
momentos se tapa 106 las orejas, mira hacia el techo haciendo movimientos de rotación. La madre
explica esto como que le molestan los ruidos, pudiendo establecer que el niño tiene alucinaciones
auditivas.
Al comienzo del tratamiento el niño rechaza el entrar solo. Entra como un apéndice de la madre, la
madre habla y el niño está concentrado moviendo sus autitos y en ningún momento se dirige n
con la mirada o la voz a mí. Hasta que un día le digo a la madre que no entra.

Dentro del movimiento lacaniano, Maud Mannoni en las instituciones para niños psicóticos, los
niños tenían que vivir en una misma institución separados de los padres, para evitar toda la
iatrogenia de la relación con la madre. Los analistas tenían que estar fuera de la institución para
evitar todo lo que tenga que ver con la endogamia. En lo lacaniano se trata de ver cómo entrar en
contacto con ese niño que no dirige con la mirada ni la voz hacia 107 mí. El niño se queda parado
10 minutos frente a la puerta sin hablar hasta que en un momento dice abrí. Yo no hago nada, me
quedo sentada hasta que el niño viene, se sienta simétricamente al lugar donde estaba sentado
con la madre reproduciendo su mismo gesto en relación al otro, se sienta sin mirarme, de espalda,
delante mío del lado derecho exactamente simétricamente y se pone a hacer los mismos
movimientos, y yo no hago nada.

Muestra bien cómo rápidamente restablece como un lugar de pseudópodo del otro, lugar de
objeto, como una simple prolongación del otro, lo vuelve a completar. Durante unos 20 minutos
donde no hablo, me quedo en silencio, hasta que el niño se da la vuelta y me mira. En ese
momento corto la sesión, le digo muy bien, seguimos la próxima vez, y a partir de ese momento
algo se modifica, empieza a entrar solo y se dirige hacia mí.

Para poder teorizar esta intervención necesitaría contar con el concepto de separación. La
dirección de la cura con un niño psicótico apunta a producir este efecto de separación que no
existe en la psicosis, pero que aun así uno intenta producir ese efecto de separación del objeto,
para que emerja un sujeto.

El tratamiento dura 3 años. Durante el primer año a partir de que puede entrar solo y empieza a
dirigirse a mí con la mirada y la voz, algo se modifica porque empieza rápidamente a caer sus
rituales, empieza a producir cierta movilidad. Cede un poco estas conductas estereotipadas con
los autos. Y aparece la constitución de la imagen especular. Y simultáneamente se produce la
apropiación del pronombre personal.
En este punto, en el momento en que puede reconocer su imagen y decir que soy yo hay algo de
lo imaginario que logra constituirse, esa imagen 108 que queda libidinizada por este movimiento
de constitución de lo especular hace que algo de su propio ser viviente quede libidinizado.
Empieza a reírse, cosa que antes no hacía.

Empieza a conectarse un poco más con los otros pero siempre de acuerdo a su voluntad, si quiere
responde; y cuando lo hace siempre es en monosílabos. Empieza a armar series. Segundo año,
empieza a ser escolarizado, 5 años de edad, escribe los números y sus nombres, los días de la
semana, arma series de días de la semana, después asocia los números con los días de la semana.
Su trabajo consiste en el armado de series escritas en el papel.

Ya el hecho de que pueda escribir hace que también esta pantomima en la relación a los cubos
puestos en los oídos ceda, puesto que esas voces quedan alojadas en la lecto-escritura, por lo que
l fenómeno alucinatorio cede.

En el 2° año, aparece la primera manifestación transferencial. Escribe en un papel la flaca escopeta


y dice que es su analista. Luego escribe Silvia y dice que yo soy su novia, que me quiere, y
mientras lo dice queda mirando al vacio, lo dice una sola vez y no vuelve a decirlo. Esto produce
efectos porque a continuación llega al consultorio llamándome por mi nombre y me da un beso.

Recuerden que estos niños no quieren que se los toque, el acercamiento es experimentado con
una sensación de intrusión corporal. Pero él entra en contacto y se multiplican las series. Arma
series de los meses del año y las cruza, los días de la semana, por ejemplo y el menú de lo que va a
comer en cada día. Dibuja ascensores y dibuja los pisos. Escribe palabras que escucha en ingles y
las escribe de acuerdo a su fonética y arma listas, etc.

Durante el último año empieza a confeccionar mapas de las calles. En algunos de esos mapas sitúa
la dirección de mi consultorio y dice que ahí está su flaca escopeta. Este mapa se construye bajo
transferencia. A continuación arma mapas de colectivos e indica el recorrido que tiene que tomar
para llegar al consultorio. Esto es un ejemplo de lo que Lacan dice en el seminario 3 acerca de que
cuando falta la carretera principal, que es el Nombre del Padre el psicótico se orienta con
pequeños letreros.
A falta de la carretera principal, este niño arma toda una geografía simbólica, pero se nota que
esta construcción solo se puede hacer bajo transferencia, porque en la medida en que pueda
situar su flaca escopeta en esos mapas, ese mapa cobra cierta orientación, le da un sentido.

El analista como secretario del alienado recibe su testimonio, que en lugar de ser hablado es
escrito, y eso le posibilita llevar a cabo ese trabajo, al mismo tiempo que le permite orientarse y
establecer una suplencia. Este niño no cambio de estructura sino que está organizando una
suplencia que lo sitúa en forma distinta en el mundo.

El cuarto año el niño empieza a dibujar y hace globitos de los comics y escribe algo, cualquier cosa,
y se mata de risa, pareciendo risas inmotivadas. Siempre nos reímos por algo en la neurosis
porque la risa tiene un sentido para quien se ríe. Pero la diferencia radica en que esta motivación
en el paciente psicótico, con 110 estas rizas aparentemente inmotivadas, tiene una significación
plena, tiene una significación personal. Lo que se ve es que algo de su producción empieza a
cobrar una significación personal.

Pero al mismo tiempo el niño va muy bien en el colegio. Este niño que es aceptado en el jardín de
infantes de una manera especial para que no vaya a una escuela especial, puede escolarizarse,
está constantemente trabajando con lo suyo, pero no se localiza demasiado. Llegado a este punto,
la madre dice que el niño va muy bien en el colegio, considera que no tiene nada, que en realidad
nunca tuvo nada, que jamás necesito venir, que el tratamiento no le sirvió de nada y que no lo va a
traer más, ni para que se despida.

Les voy a leer la última sesión antes de la despedida, podemos ver retroactivamente que paso en
la última entrevista antes que no lo volviera a ver más. La sesión anterior, sin saber que sería la
última, el niño escribe varias cosas en distintos papeles, porque siempre trabaja escribiendo, y en
cada uno de ellos pone el sello donde figura mi nombre, se la pasa sellando con mi nombre todos
los papeles. En una escribe la dirección del consultorio, en otro los nombres de los colores en
ingles, en el tercero la fecha de ese día y una serie de los días siguientes. En el cuarto anota la
línea de colectivo que utiliza para asistir a la sesión. En el último papel junto al lado de un
cuadriculado que dibuja, en las que incluye las letras del abecedario, escribe muchas gracias Silvia.
Pienso que es fue su despedida.
Chamorro: Para mí hay un ordenador de todo lo que dice Silvia, un núcleo conceptual, clínico, que
ordena toda su exposición, para mí se llama la separación que ordena desde los problemas del
lenguaje y la holofrase, hasta la separación entre los padres y el niño, hasta las
conceptualizaciones de Lacan del síntoma al objeto.

Siempre me parece que viene superpuesto este discurso de los padres sobre el niño y lo que el
niño aporta en particular, cada vez que escucho la presentación de un caso de un niño. Y es
necesario distinguir eso.

Según lo que planteo Silvia, Lacan concibió en un momento el niño en el lugar del síntoma de una
dificultad de una articulación entre el padre y la madre. Después Lacan desplaza eso a los términos
del objeto y demás. Lo que me preguntaba es el orden de la causalidad. Porque podemos
establecer dos cosas, el niño ocupa el lugar de un síntoma de la articulación del padre y madre,
cuando Lacan pasa a determinaciones más del orden de lo real-simbólico y se nos vela un poco a
los padres concretos.

En la primera formulación de Lacan están muy puestos los padres concretos. Entonces de ahí
surgen preguntas clínicas muy importantes, qué lugar le damos a los padres en el tratamiento de
un niño, convocamos a los padres, no los convocamos, traemos al niño, etc. Y donde ponemos una
cosa y la otra. 112

Cuando Lacan piensa al niño como síntoma de la articulación de los padres, está pensando un
oscurecimiento de los síntomas del niño al estar superpuesto con los síntomas de los padres o está
pensando un orden de la causalidad de los síntomas del niño. Son dos cosas diferentes.

Puedo pensar que hay una madre, cuando Silvia avanzaba, se me dibujaban distintos casos, una
madre por ejemplo, aparentemente una madre neurótica, que tenía una tendencia a pegar
compulsivamente, ella como tema. Pero los niños con sus propios síntomas se ubican y
convocaban a ese síntoma de la madre. Entonces en un momento uno no sabía si la madre le
pegaba al niño o el niño se hacía pegar por la madre. Una cosa es pensar esta determinacioncomo
que hay un cruce de síntomas y hay que retirar, separar el síntoma de la madre para vehiculizarlo
a un análisis de la madre para que aparezca el síntoma del niño; otra cosa es pensar ese síntoma
de la madre causa la psicosis, neurosis del niño. Son dos cosas diferentes.

La pregunta era esa entonces, hoy, con toda la enseñanza de Lacan desarrollada y demás, ¿cuando
estamos pensando en la interlocución con los padres, estamos pensando en la causalidad o
estamos pensando en trabajar la separación de los síntomas del padre para que se limpie la zona
de los síntomas del niño?

Silvia: Es el gran problema y cruce de aguas en lo que es el trabajo con los niños. Lacan distingue
entre el niño como síntoma del síntoma del niño.

El tema es por qué recibimos a los padres y no al niño directamente. Hay varias cuestiones. Van de
orden practicas a cuestiones éticas, porque primero tenemos que saber quien consulta, también
puede llamar una mujer diciendo vengo a consultar porque mi 113 marido tiene problemas,
quiero llamar porque quiero que mi marido entre en tratamiento. A veces lo recibimos y a veces
diríamos bueno por qué no llama su marido. En cambio jamás decimos a una madre por qué su
hijo de 5 años no llama. Son menores de edad, el que va a ser responsable de ese tratamiento es
quien lo va a traer, porque va a pagar y va a dar su consentimiento. Con quien se establece la
modalidad del tratamiento son los padres, es un real. Recibimos estos sujetos adultos que vienen
a consultar por el niño y el curso de esa consulta también depende de otros elementos, porque
hay que ver también que llega diciendo “vengo a consultar por mi hijo”, y después el hijo no
aparece nunca en su discurso y la madre llora toda la entrevista y es una consulta para la madre.
El asunto es determinar primero de quien es la consulta. Pero atención, son perspectivas, algunas
personas se detienen en que es el síntoma de la madre, entonces tomamos al sujeto madre en
tratamiento. Pero eso no significa que el sujeto niño tenga su síntoma y merezca ser recibido. A lo
mejor hay dos demandas en juego o ninguna, por eso se examina caso por caso. Peo lo crucial
para mi es que nos e trata de dejar a los padres fuera del tratamiento porque se pierde la consulta
y lo pueden sacar en cualquier momento, ni tampoco aplastar la consulta del niño a través de la
consulta de los padres. 114
DESENCADENANTES VI 119
Ahora tocaremos el momento del desencadenamiento, ese borde entre el antes y el después del
desencadenamiento y cuyo rasgo es la perplejidad.

Hay múltiples referencias a esta cuestión, que es un tema del diagnóstico diferencial. La
perplejidad y los datos que podemos observar alrededor de ella, son los fenómenos que tenemos
en cuenta para retirar el dispositivo analítico o incluirlo. Me interesa destacar porque estos
fenómenos son de una importancia fundamental respecto de lo que hacemos cuando se nos
demanda un análisis.

Entre la esquizofrenia y la paranoia, son particularidades dentro de la estructura clínica, donde se


duda más cuando se trata de esquizofrenia, ya que la paranoia es más nítida y más clara, e incluso
la esquizofrenia, a veces oscila de modo que no resulta tan fácil de diagnosticar.

Respecto a la bibliografía, para estudiar esquizofrenia la primera impresión es que hay pocas
cosas, 119 PARA VER REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS SOBRE TEMAS DE ESQUIZOFRENIA VER
PAGINA 120
Siempre que analizamos un tema, un concepto o una categoría, debemos tratar de pensar la
alternativa contraria. Para no entrar en ese discurso que se encierra sobre sí mismo, planteamos
el exterior de la perplejidad que propongo es la certeza. Es decir o perplejidad o certeza.

Esto nos permite ubicar lo que es el antes y el después del desencadenamiento. La perplejidad es
el dato esencial del antes, del pre-desencadenamiento; en cambio la certeza, ya sea del delirio o
del fenómeno elemental, es un dato que se ubica luego del desencadenamiento. O sea que en el
desencadenamiento, leemos certeza, y en el borde previo, preliminar al desencadenamiento,
leemos perplejidad. Rápidamente, quiere decir que la perplejidad es pregunta, y la certeza es
respuesta. 121

Hay que tomar en cuenta que se sabe que no quiere decir que alguien que no se ha
desencadenado sea pura perplejidad, sino que tenemos que descubrir la posición de perplejidad
que a veces se envuelve en un discurso que puede ser de certeza. Y sabemos también que la
certeza en un psicótico desencadenado cae en una zona de su discurso donde duda, vacila,
inclusive acerca de la realidad de su delirio. O sea que después tenemos que ver las certezas que
se leen no sólo en afirmaciones yoicas del psicótico, sino en sus actos, ya que estos y
fundamentalmente el pasaje al acto, están sostenidos en una certeza, pero no son discurso de la
certeza. O sea que en el relato que hace el psicótico, a veces encontramos la indeterminación,
pero leemos la certeza en sus respuestas, aquellas que se sostienen en una certeza no sostenida
por sus enunciados yoicos.

Lacan dice acerca de la perplejidad en el seminario 11: “Las relaciones del sujeto con el exterior
son de perplejidad”. La pregunta que nos hacemos cuando escuchamos una frase así es que es la
realidad. Y les había dicho la vez pasada que cuando hablamos de sujeto, del otro lado del sujeto,
no del yo, lo que hay en el lugar de esa realidad lo que esta es el Otro. O sea que el partenaire
natural de un sujeto es el Otro con mayúscula. Y en el fenómeno de que se trate, va a aparecer el
psicótico como persona en dialéctica con la realidad. En la estructura va a parecer el sujeto en
dialogo con el Otro. Por eso vamos a pensar todas las estructuras clínicas en el campo de la
psicosis como relaciones distinta al Otro y no distintas a la realidad, lo que quiere decir que en el
campo esquizofrénico el Otro va a ser el cuerpo. Mientras que en el paranoico, Lacan plantea que
es otro que tiene consistencia, e incluso que tiene consistencia amenazante.

Hay entonces un partenaire que es una persona, otro que es sujeto, otro que es el Otro.

Por supuesto si pensamos en el campo de la psicosis, Ese Otro del psicótico en su estructura, tiene
alguna fragilidad, y alguna debilidad. Cuando se dice forclusión del Nombre del Padre, esto quiere
decir que el Otro está mal constituido, que hay una complicación en la construcción de ese Otro. Y
la respuesta frente a ese Otro que esta fragilizado, debilitado, trastornado o desarticulado por la
falta del Nombre del padre, que es lo que lo constituye como un Otro, el 122 sujeto psicótico la
constituye de distintas formas, según las estructuras clínicas en juego.

Dice Lacan también acerca de la perplejidad: es la realidad que habla. Pero hay que aclarar que el
sujeto ve, vive y siente inmerso en la realidad de sus congéneres, de su mundo, que en esa
realidad algo habla.
Si decimos nada más que esto, no tenemos claro si esa realidad habla para un psicótico
desencadenado o habla para un pre-psicótico. El dato de la perplejidad es una primera respuesta
frente a la realidad que le habla, frente a lo cual el sujeto no tiene respuesta. Aparece algo que de
alguna forma lo interpela y frente a lo cual el sujeto no tiene respuesta, ni delirante, ni
interpretante, sino que queda perplejo frente a eso que lo invade. 123
….
TANTO EN LA NEUROSIS COMO EN LA PSICOSIS HAY SITUACIONES QUE NOS DEJAN PERPLEJOS. En
la neurosis puede resignificar aquello que le paso y que le provoco cierta perplejidad.

Dice Lacan: El Otro es aquello por lo cual se hacen reconocer en la medida que a su vez lo
reconocen. La problemática del reconocimiento, en sus variaciones, pasa por ser ubicada como la
posición esencial de un sujeto: hacerse reconocer.

Cuando un fenómeno nos deja perplejos, nos encontramos frente a lo opuesto a hacernos
reconocer. Si el Otro nos reconoce, no se da la perplejidad, nos alivia, nos tranquiliza, nos permite
dar respuesta, ubicarnos. El fenómeno que nos deja perplejos es el fenómeno donde el Otro no
reconoce al sujeto. Sabemos que en este punto de no reconocimiento hay dos cosas: el fenómeno
que se desprende del aparato psíquico del sujeto y la interpretación del analista, que se encuentra
en el lugar de lo que no reconoce al sujeto.

El psicoanalista es aquella respuesta sistemática pero 124 dosificada de no reconocer lo que el


sujeto está diciendo, en última instancia, no reconoce lo que el sujeto reconoce como su
problema. La respuesta del analista va poco a poco extrayendo de la voluntad de decir, los
elementos marginales a ella para hacerlos presentes. Cuando el analista hace presentes aquello
que el sujeto no reconoce de si mismo, se pone en lugar del fenómeno elemental, en la posición
de aquel que dice “no te reconozco, en eso que te querés hacer reconocer”.

Sin embargo cuando reconocemos el inconsciente, el yo se siente maltratado, abandonado,


excluido. Ahí podemos notar el tipo de relación que tiene el sujeto con su inconsciente, lo que
también se va hacer presente en la relación transferencial.
Cuando el analista interpreta produce esa significación distinta que no se incorpora a la
orientación del decir, y eso es lo que hace que se pueda decir que el analista se encuentra en el
lugar del inconsciente o que hace de fenómeno elemental. La respuesta que da el sujeto a esta
intervención, es la misma que proviene del inconsciente, pero con el inconsciente uno puede
tener distintas relaciones, incluso relaciones de rechazo profundo o de enojo. Por eso cuando uno
escucha decir no estoy de acuerdo con lo que usted dijo, se trata de la afirmación yoica frente al
inconsciente. En verdad si el analista está bien pegado al discurso del paciente.
A veces es difícil, porque se convierte en una ofensa el narcisismo. Teniendo en cuenta que el
inconsciente ofende el narcicismo. 125

Hubo un momento en la práctica del análisis donde inconsciente y síntoma se pegaron, y


entonces, levantando el síntoma, daba la impresión que se levantaba el inconsciente y uno deja de
estar dividido. Por eso afirmamos: al final también estamos divididos, pero de otra forma. Pero la
marioneta les decía, puede ponerse dura, rígida, respecto de esa otra cosa que hay más allá de
ella, porque eso la somete a la castración a yo no soy yo, yo soy eso, yo soy que soy, etc.

En cambio en la psicosis, y más precisamente la perplejidad lo que produce es la experiencia


contundente de ser nada más que una marioneta, debido a esa fragilidades identificatorias del
sujeto psicótico, en un equilibrio siempre inestable de su consistencia. Y ese dato que aparece
como exterior le provoca, esa experiencia de dejarlo como una marioneta. Así la perplejidad sería
la respuesta de la marioneta cuando algo le dice sos una marioneta, sería un modo de carecer de
respuesta para responder a ese dato que lo interroga.

Síndrome de exterioridad en la psicosis, es el dato que viene de afuera, como una respuesta que
no implica una pregunta previa, como una respuesta que no puede articular a una pregunta y lo
único que hace es chocar con el sujeto. Esta respuesta que viene de afuera, se va a formular como
una paranoia completa, respuesta que viene de afuera, que se dirige a mí y especialmente a mí
que me concierne.
Todo lo que estoy describiendo como exterior, como síndrome de exterioridad, son los síntomas
en el mundo, los síntomas en el 127 Otro, que hablan al sujeto, que le dicen, que lo interpelan,
que lo injurian.
Son síntomas y movimientos en el mundo que a veces son percibidos por el sujeto como
sentimientos de terminación del mundo, como caída del mundo. Pero no es solo que estén fuera
sino que además de estar afuera, lo que completa el movimiento es que se dirigen hacia mí.

Lo otro que va a decir como tercer término de completamiento de la paranoia es que además falta
un tercer elemento, que es la atribución subjetiva. En algún momento habíamos dicho que hay un
par, atribución subjetiva e implicación subjetiva. La atribución subjetiva es que “ese” el que me lo
dice. La implicación subjetiva es la resignificación, el efecto sujeto. En el campo de la psicosis y
mucho más en el campo de la esquizofrenia, no hay implicación subjetiva.

En la página 81, Lacan dice: Excluido el Otro con mayúscula, lo que concierne al sujeto es dicho
realmente por el pequeño otro. Les decía fragilidad del Otro con mayúscula, por su constitución,
forclusión del Nombre del Padre. O sea tal persona que encarna para el psicótico 128 lo que para
otros encarna la voz de la conciencia, Dios o formas más simbólicas de eso que le habla, se
encarnan en el personaje de la televisión que le está hablando a él en ese momento.

Es también una forma en que Lacan entendía esta cuestión en los primeros tiempos, donde decía
que en el campo de las psicosis el Otro era otro imaginario. O sea que en el campo de las
formaciones del inconsciente, en el año 58 lo dice así: en el campo de las psicosis no hay Otro, hay
otro con minúscula

El Otro para el psicótico tiene subjetividad. En verdad esto es una paradoja. Hay disyunción entre
el Otro y la subjetividad. Cuando decimos que la tiene, esto significa que es otro. El Otro con
mayúscula, y por eso Lacan lo llama lugar del código, lugar del significante, es un lugar simbólico,
que encarnan personas. Entonces Dios en el mundo de Schreber es como un personaje, es como
una persona, que tiene voluntad, incluso mala voluntad, agresividad 129

El psicótico esta en el lenguaje pero fuera del discurso 132. Es una fórmula que tiene
consecuencias sumamente importantes. Decir que el psicótico esta en el lenguaje quiere decir que
es posible tratarlo en el marco del lenguaje, y consideramos que su causalidad no está es su
organismo, sino que está en relación entre el organismo y el lenguaje. Se trata de las dificultades
de articulación de su relación al lenguaje, donde el organismo como tal aparece en los obstáculos
que encuentra en su relación al lenguaje, es decir que aparecer como organismo y no como
cuerpo, es un efecto de la lengua y de la relación con el lenguaje.

Lacan sostiene que el discurso del psicótico, en particular del esquizofrénico es real, no simbólico,
no hay metáfora, no hay metonimia y esta es una de las formas de entender la perplejidad y la
identificación a su propio discurso. Quiere decir que el sujeto psicótico no es ni puede ser sujeto
del significante 133………………………

VII
ESQUIZOFRENIA: EL DISCURSO ES REAL
El nombre esquizofrenia tiene una historia distinta al de paranoia.
En el campo de la neurosis nos encontramos con un sujeto de discurso, denominado sujeto del
significante 141
Lo que se produce en el efecto sujeto, donde el yo no habla, sino que es hablado por lo que dice.
Esta es la orientación en el campo de la neurosis que implica estar en el discurso. Lacan llama a
eso sujeto dividido y Freud inconsciente. Esta es la operación que en tanto no puede adjudicársele
al sujeto psicótico como un sujeto del discurso, impide pensarlo como sujeto dividido. No es
hablado, no tiene la posibilidad de ser hablado por su propio discurso. Entonces lo que
encontramos en el sujeto psicótico es una particular versión de ese ser hablado, lo que se ha
denominado alucinación verbal.

La alucinación verbal es solidaria con lo que Lacan llama la iniciativa del Otro. Eso que viene de
afuera que le habla al sujeto, lo interpela y frente a lo cual en un principio no encuentra respuesta,
es decir queda perplejo. Es el primer movimiento de lo que llamamos desencadenamiento de la
psicosis. Lo habíamos localizado como uno de los fenómenos primarios de la psicosis, aquello que
le habla frente a lo cual queda perplejo. Es la primera respuesta en el sentido común del término:
quedarse perplejo, no saber qué hacer con eso, no tener respuesta psíquica –dice Freud-, frente a
eso que interpela su mundo, lo que denomina trauma DAR EJEMPLO DEL CHICO EN PROCESO DE
DESENCADENAMIENTO.
Entonces en la neurosis el analista con su intervención causa que el sujeto sea hablado, en la
psicosis se encuentra con que ya habló.
La intervención del analista es segunda respecto de lo que el sujeto ya opero. Lo que hace con el
fenómeno elemental primario es lo que denominamos el trabajo de la psicosis sobre el fenómeno
elemental.

Cuando ustedes lean las memorias de Schreber, verán que no estamos solamente frente a
fenómenos primarios, sino frente a un trabajo muy importante de interpretación y construcción
del fenómeno primario. Schreber tiene una gran 142 capacidades de trabajo sobre los fenómenos
primarios.
Finalmente tenemos tres tiempos:
Fenómeno primario
Perplejidad
El trabajo de lo que llamamos la interpretación delirante de ese fenómeno primario.
La forclusión produce el efecto de que eso elemental aparezca allí en el discurso o en el cuerpo,
enfrentando a lo cual el sujeto no tiene posibilidad de significación, darle un sentido, y por lo tanto
esto retorna al campo del sujeto desde afuera. Forclusión quiere decir que retorna desde afuera,
por ejemplo en un fenómeno elemental que se llama alucinación verbal, donde el sujeto se queda
perplejo, lo que quiere decir que no lo puede significar. El sujeto responde a este fenómeno con
un delirio y el neurótico con la llamada significación fálica, que es una significación compartida,
que en el análisis dejara su lugar a la asociación libre, a la búsqueda de un sentido último que es el
fantasma fundamental.

Sujeto y discurso son interdependientes. Afirmamos al mismo tiempo que el psicótico esta fuera
de discurso, o sea que habla, pero no está en el campo del discurso. Por eso el discurso ahí no es el
del sentido común, sino es el discurso en su esencia y en su estructura de funcionamiento. Es lo
que produce el efecto sujeto. Por lo tanto el psicótico también se lo denomina sujeto. 143

El neurótico se deja representar por un s1 y en tanto tal se representa como sujeto dividido. Un
significante amo es un verdadero significante en la medida que se articula y se encadena a otro
significante que en este caso representa todos los otros significantes de lo que podríamos llamar la
cadena significante, por un s2
Esto dice Lacan en ese momento acerca de la naturaleza del significante, que para serlo nunca
puede estar solo, siempre tiene que estar encadenado. Si esta desencadenado es un neologismo y
se trastorna todo ese discurso.

Esto implica poder resignificar la propia historia, implica poder interpretarla, lo que pone en juego
una forma de memoria que se llama la rememoración, distinta a la memoria de hechos que puede
tener un esquizofrénico, que no puede resignificar su historia en este sentido, que es lo que
permite esa relación s1, s2donde lo que se representa no es lo que yo quiero decir sino al sujeto
dividido.

Decíamos entonces que cuando estamos en este dispositivo del inconsciente en ejercicio, no el del
inconsciente en ejercicio, no el del inconsciente mudo sino del inconsciente que está en marcha –
ósea que cuando somos hablados- el efecto es un producto que queda por fuera, el objeto a . Es lo
que se llama el lugar del producto.

Cuando el objeto a esta incluido en la cadena significante se rompe la cadena, y lo que se produce
es s1, s1, s1, sin ese s2 que proviene de ese movimiento de retroacción o significación.

Otra forma de explicar este mismo fenómeno, es decir que el sujeto psicótico está identificado a
su yo. Esto puede observarse particularmente en el caso del paranoico, que está absolutamente
convencido de lo que dice, piensa y siente. Es lo que se llama el fenómeno de la certeza

El sujeto psicótico no es el que se divide bajo los efectos del significante, sino un sujeto que
llamaremos sujeto del goce

PARANOIA: LA ALUCINACION VERBAL


Lacan hace hincapié en esto que el Otro habla, el Otro le habla, el Otro implica al paciente 163

Los verdaderos paranoicos, el delirio permanece absolutamente encubierto o es verosímil con la


realidad 164
Decía Kraepelin, la paranoia se distingue de las demás patologías porque se caracteriza por el
desarrollo insidioso de causas internas y siguen una evolución continua de un sistema delirante,
duradero e imposible de quebrantar, que se instala con una conservación completa de la claridad
y el orden en el pensamiento, la volición y la acción.

Lacan consideraba esta descripción como lo más elaborado acerca de la paranoia. Empieza a
analizar punto por punto esta definición y que es poco útil. 166

La estructura delirante está marcada por el no encadenamiento de un significante fundamental. Es


una estructura la de la psicosis donde aparece la falta de un significante primordial que retorna de
lo real y no se encadena al conjunto de los significantes. 168

En la psicosis el sujeto no quiere saber nada en el sentido de la represión, esta es de alguna forma
suprimir la representación y el afecto, y en ese sentido el sujeto se retira mas allá de las fantasías.
Cuando tiene que volver a la realidad lo hace con elementos presignificantes, o sea construyendo
una realidad que termina siendo bizarra. O sea a operado el mecanismo de la preclusión. 169

Lacan da origen al esquema Lambda donde distribuye el sistema imaginario y el sistema simbólico,
planteando al inconsciente como discurso del Otro que va a determinar al sujeto, no sin atravesar
esta barrera imaginaria. En este esquema el yo está entre a y a´, a´ es el otro en quien me veo a
partir del cual constituyo mis identificaciones y el inconsciente es el que habla atravesando lo
imaginario.

Es entonces cuando Lacan va a encontrar los parámetros para definir la estructura de los delirios.
Desarrolla lo que se ha conocido como palabra plena y palabra vacía. El dice que la palabra plena
es aquella que se constituye cuando el sujeto tiene fe en el otro, es decir, cuando el otro adviene
más allá de otro imaginario un lugar donde reside lo simbólico. Quiere decir que las palabras
llevan algo fundante, o sea que funda otro lugar, lugar que esta encarnado por 171 alguien. Ese
alguien es reconocido pero no es conocido. 172

Al rechazar ese significante primordial va a tener serias dificultades en la constitución de el como


sujeto. Que va aparecer entonces como suplencia. El sujeto como sujeto del deseo se constituye a
partir del Otro en una situación de rivalidad primordial que Lacan enlazo con el conocimiento
paranoico.

Es paranoico, porque al principio hay despedazamientos y el otro le presenta una unidad gestáltica
donde él puede organizarse, donde empieza a observar que el deseo del Otro es lo que le interesa
en tanto le provee una integridad.

Entonces los objetos que le provee el Otro, o los objetos a los cuales se dirigen el Otro, son los
verdaderos objetos de su deseo. Y ahí surge esa formula el deseo es el deseo del Otro, el objeto
del deseo es el objeto del deseo del Otro.

Pero esta es la dimensión imaginaria, que tiene muchos problemas, porque se va a encontrar
disputando y rivalizando con aquel que admira, se va a encontrar disputando y rivalizando por el
mismo objeto. O sea que en lo que en un sentido posibilita la constitución yoica por otro lado se
nutre de un componente de agresión y de rivalidad importantes.

Lo simbólico viene a ordenar esa relación imaginaria con el deseo, dice tal cosa te corresponde tal
no, en ese sentido lo simbólico es pacificante. Pero recuerden que lo simbólico se inserta en una
relación precia constituida por la rivalidad y la competencia. Esto hay que tomarlo en cuenta,
porque cuando el sujeto constituya al Otro, al Otro del cual le va advenir el mensaje en forma
invertida, no va a ser sin cierta desconfianza, este es el tema. Porque ese Otro exterior a él
enmascarado dentro de los límites de la fe, de pronto se percibe que de últimas es un humano
cualquiera, es un sujeto que es imparcial, es decir que puede tener intereses y que esos intereses
son leídos desde la dimensión imaginaria. Entonces diremos tambalea la relación con el Otro.

Lacan ahí trae un elemento fundamental y es el interrogatorio en 173 los pacientes psiquiátricos.
Dice un paciente psiquiátrico puede tener con nosotros una relación donde efectivamente nos
ubique en el lugar del Otro, diríamos reciba el mensaje en forma invertida, piense incluso en
mentirnos porque recuerden que la mentira es instituir al Otro. Se trata de engañar al otro, y el
Otro con mayúscula es justamente aquel al cual se miente.
Les decía entonces que con los pacientes sobre todo con los paranoicos no demasiados
descompensados, porque la paranoia desencadenada no consulta, el tema que se abre es que el
sujeto puede mantener con ustedes una relación donde los pueda reconocer como alguien con
autoridad, como alguien con saber y como alguien del cual se puede incluso recibir una palabra
distinta. Pero los delirios presentan algunas veces neologismos que no desean ser dichos. El
ejemplo que da Lacan es una paciente que tardó en decir que había una palabra “galopinar” que
había permanecido suprimida de su conciencia. Y el paciente suele entregar esos a disgusto. ¿Por
qué? Porque esa palabra es para él una palabra que tiene todo el valor de una incógnita es
estructurante, o sea que no puede prescindir de ella, esa palabra no se va a reflejar en el Otro. Hay
algo reservado donde los dos están en igual posición.

Ayer en la presentación clínica que efectúe veíamos a alguien que no lo podíamos catalogar como
un delirio parcial, porque los delirios parciales surgen de la escisión, que hace que el sujeto tenga
relación con otro del cual se espera una palabra plena pero a su vez hay zonas escindidas que no
entran en relación con el otro, o sea que no son dialectizables.

La equivocación psicoanalítica y esto es a propósito del pronóstico, es creer que tratando un


delirio parcial mediante la parte que se considera sana de la personalidad, se va a conseguir alguna
modificación en la otra. Lo que ha dicho Lacan es que él ha conocido son reeducaciones, porque
los neologismos como los fenómenos elementales, son palabras que no entran en la dialéctica
discursiva.

Ayer, presentamos un paciente donde su vida estaba tomada por un delirio, a tal punto que al
renovar el registro, le preguntaron si era taxista y si toma medicamentos. Contesto que tomaba
174 psicoframacos … En es punto el tiene que hablar de sus convicciones y nos constituimos en
sus portavoces.

El Otro toma la iniciativa y anonada al sujeto en el núcleo de su ser.

Ese Otro toma el lugar y hace del sujeto un despojo, sometidos a esas palabras y le deja a la
relación imaginaria muy poca movilidad. Un delirio de interpretación sistematizado (paranoico) se
sostiene.
MELANCOLIA: EL OBJETIVO

Cuando hablamos de sujeto nos referimos a aquello que está ligado a la escucha de la palabra, a la
escucha de la lengua. El sujeto nunca es perceptible por la mirada, sino por la escucha y por la
escucha de un discurso. El sujeto plantea una relación con los otros, con el Otro, que es una
relación que escapa a lo que habitualmente 181hemos llamado vínculo entre dos personas, y eso
hace a la dificultad de percibirlo, captarlo y construirlo. 181

Cuando desde el sentido común decimos que tal persona es un melancólico o una melancólica,
nos referimos a alguien que se pone en menos, a alguien que pierde, a alguien que se considera
minusválido en algún nivel. O sea que el melancólico en el sentido común refiere a lo que fue, lo
que ya no está y que produce ese efecto nostálgico. No está referido al presente, no es actual.

A la búsqueda de la estructura específica del melancólico, podemos ya decir algo: el melancólico


se refiere al pasado y no al presente ni al futuro, porque tiene una relación intima con la pérdida y
el pasado es el tiempo perdido.

Cuando decimos que una persona que se desmerece, que pierde, que está referido a lo perdido,
inmediatamente tenernos dos categorías en los conceptos que nos orienta para empezar a dividir
aguas. Uno es lo que se llama menos falo, y otro es objeto a.

Estas dos categorías permite dividir las aguas entre lo que aparece en el fenómeno como igual
pero es diferente. Una cosa es la relación a lo que llamamos menos falo, que son todos los efectos
de disminución que un neurótico padece en cualquier nivel.

Es también el menos falo un momento del análisis de alguien que tiene una consistencia tocada
por su síntoma o tacada por la vacilación de un fantasma, por hechos de la vida. La respuesta
analítica delimita las identificaciones, finalmente las hace caer y esto el sujeto lo 182 registra en
muchos momentos como menos. Cuando eso se toca hay un efecto de caída dentro de un análisis
hay un efecto de angustia, y un efecto de desorientación, hay un efecto de extrañamiento
también, son todos distintos efectos como fenómenos clínicos de lo que se llama la falta en ser,
que es un camino necesario de todo movimiento de las identificaciones en un análisis.
Un melancólico es alguien que pasó por el menos falo, lo atravesó y se encontró con el objeto; es
alguien que está identificado con al objeto, y no toda persona que habla en menos de si es alguien
que está identificado al objeto.

Está en una primera aproximación para dividir aguas entre un neurótico y un psicótico. Noten
también que cuando hablamos de esquizofrenias o de paranoia, no hay ninguna duda de que se
trata de la psicosis. Hay una temática persistente en lo social, de confundir el fenómeno de la
melancolía con cualquier depresión. Cualquier depresión da este menos, esta inercia, este
decaimiento, que tiene que enfrentarse con la mañana. Estos son efectos de una depresión que
pueden estar presentes en un melancólico, pero no alcanza de ninguna manera a constituir una
psicosis.

La particularidad del fenómeno melancólico, es la de confundirse con algo que ha tomado gran
vigencia por los antidepresivos, extendiendo la depresión a costa de la melancolía, confundirse
con la depresión, hace pensar a la melancolía como fuera del campo de la psicosis.

Uno podría decir que lo que hace evidente a la psicosis, cuando uno escucha a un psicótico
desencadenado, es el delirio, que permite destacar sin demasiadas vueltas que alguien allí esta
delirando. Este es un punto que tiene su particularidad, lo que se llama el delirio melancólico. El
delirio melancólico no es un delirio tan obvio como el delirio de la esquizofrenia o del paranoico.
Sin embargo desde Freud y desde Lacan hay un delirio melancólico que es el que se denomina el
delirio de indignidad.

Sin embargo si nos mantenemos en el plano de la significación del delirio que en este caso sería la
mentada indignidad, nos encontramos en un nivel que no es propiamente de la estructura. El
contenido del delirio permite clasificaciones, pero la clasificación no es la precisión de la
estructura. Sin embargo, cuando planteamos un sujeto identificado al objeto, tenemos que
interrogar si solo se puede sostener que la manifestación de la identificación al objeto perdido, e
solo signo de eso, es un contenido significativo del delirio.

Nuestro camino estaría facilitado en la medida en que toda persona que padezca de un delirio de
indignidad seria un melancólico, lo cual ocurre en un cierto nivel, pero a veces es posible hacer un
diagnostico de melancolía sin que este el delirio con contenido de indignidad; o sea debemos
saber interrogar los signos de la identificación al objeto que no solamente pueden ser expresados
en el delirio de indignidad, o sea en lo manifiesto del contenido del delirio.

Nosotros decimos siempre que el delirio es el trabajo de interpretación que hace un sujeto de su
posición. Dijimos que por un lado, hay fenómenos primarios de la psicosis, y por el otro delirio de
interpretación. El delirio es el trabajo que hace el psicótico sobre los fenómenos primarios.

Desde el punto de vista de la respuesta clínica, esta tiene en la melancolía su particular


complicación, hay algo a lo que el melancólico convoca, a cierta agresividad del interlocutor por lo
invulnerable de su cerramiento; pero además el melancólico tiene, por estructura, abierta una
puerta, que en verdad es la ventana, la ventana al pasaje al acto suicida.

Así como la paranoia tiene abierta la puerta al homicidio, por su estructura misma, el melancólico
tiene la puerta abierta al suicidio por su identificación al objeto. Por qué recuerden que el destino
del objeto a es un destino de estar afuera. Un destino de objeto caído, porque el objeto a es el
símbolo de lo que no se puede sublimar. Entonces por estructura, en toda la lengua, en todo el
lenguaje, en todo el discurso, hay algo que nos e logra absorber, es lo que se llama objeto a.

Lacan dice que el hombre tiene una relación de forclusión con su propio ser, al que llama detritus.
Es decir, lo que por estructura esta forcluido de lo 184 simbólico, y esto tiene una serie de
manifestaciones. Otra forma de decir algo es de esta imposibilidad es cuando habla de la verdad
185 Despues del acto no se puede volver atrás.

Cuando hablamos de melancolía, hablamos de pérdida y del objeto perdido, llamando a este
objeto un ser querido en términos freudianos y objeto a en términos lacaniano. 189

El pasaje del ser querido, de los ideales queridos con que Freud nombra la pérdida, a la pérdida del
objeto, implica el apuntar al más allá de las formas imaginarias del objeto. Así detrás del ser
querido, esta el objeto que ese ser querido encarna. Lacan va plantear que en el campo del amor
esta ese ser querido, pero en el campo de la estructura y del goce, esta el objeto a que lo
sostiene.
En el melancólico hay conciencia dolorosa pero no hay implicación subjetiva.
En la conciencia dolorosa la melancolía toma un giro particular que es donde Freud se orienta para
el diagnostico melancólico. Sorprendentemente la melancolía en Freud adquiere un sesgo moral,
desplazando su delirio a una problemática moral, por eso hablamos de delirio de indignidad. Se
distingue aquí dos tiempos, un tiempo de autodepresiación y un tiempo de autoacusación. Son
dos tiempos de la conciencia dolorosa para la psiquiatría. 193
Autodepreciación en la apariencia del melancólico, lo que se especifica en la autoacusación,
distinguiendo así autodepreciación de autoacusación para ubicar al melancólico. De la mano de la
autoacusación viene el problema moral, 194

Es necesario distinguir la paranoia de la melancolía. El melancólico es culpable y el paranoico un


inocente. En el melancólico el otro nunca es culpable, el culpable siempre es el sujeto. Por eso del
lado de la culpabilidad de la autoacusación del autoreproche, viene lo que se llama el deliro de
indignidad.

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