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EXPERIENCIAL
EL APORTE DE
EUGENE GENDLIN
AL DESARROLLO
DE LA
TERAPIA PSICOLOGICA
ROBERTO A. CHIANG
TODO NUEVO PODER GANADO POR EL HOMBRE
ES TAMBIEN PODER GANADO SOBRE EL HOMBRE
C. S. LEWIS
INDICE
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1.
CONTEXTO FILOSÓFICO Y SOCIAL DE LA OBRA DE EUGENE GENDLIN.
1.1. INTRODUCCIÓN.
1.7. RESUMEN.
CAPÍTULO 2.
CARL ROGERS Y LA TERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE.
2.6. RESUMEN.
CAPÍTULO 3.
EUGENE GENDLIN Y LA TERAPIA EXPERIENCIAL.
3.1. INTRODUCCIÓN.
3.7. RESUMEN.
CAPÍTULO 4.
CONCEPTO CLAVE: "EXPERIENCING", EL PROCESO DE EXPERIENCIAR.
4.1. INTRODUCCIÓN.
4.7. RESUMEN.
CAPÍTULO 5.
EL FOCALIZAR.
5.1. INTRODUCCIÓN.
5.5. RESUMEN.
CAPÍTULO 6.
LOS LOGROS DE LA TERAPIA EXPERIENCIAL.
6.1. INTRODUCCIÓN.
6.11. RESUMEN.
PRÓLOGO.
Sentido de la obra.
Surgen entonces ideas como la importancia de ser conscientes del "Proceso de Experienciar"
(Experiencing), lo que se convierte en la meta de la terapia y la necesidad de desarrollar la
habilidad de vivir el “Proceso de Focalizar” (Focusing), que resulta ser un camino útil para
muchas personas, un modo de acercarse a la propia experiencia corporal.
Nos proponemos revisar con cierta detención el surgimiento de este modo de conceptualizar el
trabajo de los psicólogos y las consecuencias que ello ha implicado en la forma de entender la
manera de vivir de las personas.
El presente libro se estructura a partir de la idea que los procesos de "experienciar" y "focalizar"
son claves para conocer la vida emocional de una persona y que esa "vida emocional" es parte
esencial de la vida humana, por lo que ella no puede ser ignorada en un trabajo que pretende
revisar el modo en que una persona estructura su vida, tarea inevitable en una terapia de
orientación humanista.
Para lograr desarrollar dicha tarea, comenzaremos por una rápida revisión, en el Capítulo 1, de
los antecedentes filosóficos existencialistas y el contexto social, contracultural y postmoderno
en que trabaja Eugene Gendlin.
El Capítulo 2 está dedicado a una rápida revisión de la obra del psicólogo Carl Rogers, su
aporte a la modificación del rol del terapeuta a mediados del siglo XX y las técnicas por él
desarrolladas.
El Capítulo 3 nos acerca a la persona de Eugene Gendlin y su trabajo en diversos ámbitos de la
Psicoterapia Experiencial.
El Capítulo 4 está dedicado a describir el Proceso de Experienciar en la vida cotidiana, como
es considerado por Gendlin y a revisar su importancia para la psicoterapia y la vida en general.
El Capítulo 5, se centra en el Proceso de Focalizar, entendido tanto como un Proceso, como
considerado una Técnica que nos facilita el contactarnos con la propia experiencia en nuestra
vida cotidiana..
El Capítulo 6, por último, se dedica a la descripción de los efectos finales buscados por la
Psicoterapia Experiencial, lo que implica ocuparse de la vida de todos los días de las personas
comunes.
CAPITULO 1.
CONTEXTO FILOSÓFICO Y SOCIAL DE LA OBRA DE EUGENE GENDLIN.
1.1. INTRODUCCIÓN.
Eugene Gendlin es, como todo ser humano, un hijo de su época. Su obra, desarrollada durante
la segunda mitad del siglo veinte, está marcada por el Existencialismo. Al igual que la obra de
muchos psicólogos que, a partir de los movimientos sociales de los años sesenta, rechazan el
determinismo, interno o externo, de las teorías vigentes durante la primera mitad del siglo
veinte (psicoanálisis y conductismo, respectivamente), Gendlin se orienta al “humanismo”.
A partir de los ideales de autodeterminación y libertad interna y externa, representados por los
estudiantes de Berkeley y de Valparaíso en 1967 o de París en 1968, psicólogos como Abraham
Maslow y Carl Rogers, desarrollan un estilo de trabajo en psicología que se orienta a la
práctica, más que a la teoría. Es frecuente llamar a este enfoque: “Humanista”, aunque dicho
apelativo resulta un poco vago. Sin embargo otros nombres como “Tercera Fuerza”, como
alternativa a la “primera” (Psicoanálisis) y a la “segunda” (Conductismo), resultan demasiado
coyunturales y, hoy fuera de contexto.
Toda actividad humana se inspira en alguna ideología explícita o implícita. El marco ideológico
en que surgen los estilos de hacer psicología a partir de mediados del siglo XX, está
fuertemente influenciado por el concepto de libertad desarrollado por el Existencialismo
sartreano y por su antecedente filosófico, la Fenomenología. A continuación revisaremos
brevemente que implican estos dos conceptos.
1.2.1. La Fenomenología.
Los orígenes de la Fenomenología se remontan a épocas tan antiguas como la de San Agustín.
Más adelante filósofos como Descartes se acercaron al tema, pero sobretodo es el pensamiento
de Franz Brentano quien toca más de cerca este enfoque. Brentano se refiere a la
Fenomenología a través de diversas conceptualizaciones entre las que encontramos:
• la naturaleza intencional de todo acto psíquico, concepto referido al hecho de que cada
aspecto del funcionamiento psicológico de una persona, va dirigido a una finalidad concreta, la
que le da sentido. Nuestra vida “se dirige” a alguna parte, esta naturaleza intencional le da una
dirección y un sentido a nuestra vida.
Este método, en su intento por evitar preconcepciones cognitivas, opera a partir del análisis
descriptivo y se enfoca en lo que considera dos aspectos centrales de la vivencia de cada
persona. Por un lado explora las experiencias significativas para las personas, los eventos que
resulten relevantes para ellas. Desde otro punto de vista observa el significado concreto que la
vivencia tiene para cada persona en su experiencia, en todas sus fases y variedades. Para lograr
lo anterior, Husserl subraya la importancia de la experiencia personal por sí misma,
independiente de las condiciones objetivas en que ella se dé.
Si aceptamos que la filosofía investiga la realidad del ser y que para ello depende de la
conciencia, asumiremos que el acceso al ser se produce a través de la descripción de la
conciencia y esta, a su vez, es accesible a través de la intencionalidad.
Dicho de otro modo en la fenomenología se intenta describir los fenómenos, poniendo entre
paréntesis todos los juicios, teorías, afirmaciones o especulaciones del observador. Esta actitud
debe permitir a la conciencia dejar de atender a los objetos y a los juicios (contenidos), para
volcarse a los actos puros (procesos), en este caso el estudio de la conciencia en sí.
Los pilares fundamentales de la Fenomenología, como ha sido planteada por Husserl, son las
nociones de "Intencionalidad de la Conciencia" y de "Reducción Fenomenológica", conceptos
que revisaremos a continuación.
Al considerar todo lo anterior, llegamos al hecho de que el "fenómeno" de estudio central para
este método es la experiencia en sí, sin importar realmente cuál es el contenido de dicha
experiencia, dado que este es pasajero.
1.2.2. El Existencialismo.
El Existencialismo es una corriente filosófica opuesta a la filosofía académica y que tiene sus
raíces en el siglo XIX.
El Existencialismo se presenta como una filosofía que tiene como tema central la existencia
humana en las condiciones del mundo actual. Se trata de describir como vivimos en un mundo
en el que prima el materialismo y en el que el ser humano vive lejos de cualquier dios.
El resultado de lo anterior es "un mundo caótico, sin fundamento" ya no hay pauta religiosa que
nos diga qué es lo que debemos hacer, ni cómo dirigir nuestra vida. A partir de ello la vida no
tiene una orientación previamente establecida. Ahora la vida recibe su sentido a partir del ser
humano, es decir de lo que cada persona logre establecer como sus objetivos.
Cada persona es libre de establecer en qué dirección lleva su vida, esto es que sentido le dará a
su desarrollo vital. Lo anterior es importantísimo, porque de allí surge el hecho de que las
pautas valorativas considerarán positivo lo que nos acerque a los objetivos establecidos por
nosotros mismos.
A partir de esta "Actitud Existencial", se postula un "Pensar Existencial" en el que el sujeto que
piensa, se incluye a sí mismo en el pensar. Ahora somos parte del mundo que estamos
pensando, entonces es imposible pretender reflejar objetivamente la realidad. Al estar inmerso
en la realidad que observo debo considerar que la influyo, entonces no es ya posible observarla
sin modificarla con mi presencia. A partir de lo anterior, se plantea que la objetividad
realmente no existe. Sólo nos es posible asumir una visión de la realidad y vivirla como una
alternativa entre otras.
El existencialismo implica una preocupación por el ser humano individual, cada uno de los
seres humanos es único y diferente a todos los demás. Este considerar al ser humano como un
ser único e irrepetible, es el sello que caracteriza el pensar existencialista.
Para el Existencialismo la Libertad humana es el eje en torno al cual gira todo el existir. En la
medida que el ser humano no está determinado a priori por voluntades ajenas, tiene la
posibilidad y la responsabilidad de elegir.
Para los pensadores existencialistas, "la existencia es anterior a la esencia", esto significa que el
ser humano existe y luego piensa, generando solo entonces conceptos respecto del existir. Esto
implica, por lo tanto, que la realidad es anterior al pensamiento y que la voluntad es anterior a la
inteligencia, en la medida que primero quiero algo y después busco cómo conseguirlo. Esta
preeminencia hace que el poner el pensar por delante de la vivencia sea invertir el orden de los
elementos que me permiten comprender la vida. Resulta esencial rescatar las prioridades y dar
a la vida el lugar preponderante que le corresponde respecto del pensar y teorizar.
En este contexto, el existir sería la manifestación actual de la vida del individuo en cuanto a ser
responsable y consciente de su relación con el medio y hasta con sus más lejanas posibilidades.
En términos existencialistas, el ser humano es un ser "religado", esto es, tiene que hacerse a sí
mismo continuamente, su vida es un camino que lo lleva a realizarse como persona. La
existencia humana, por su misma inestabilidad y dinamismo, por el hecho de hacerse
continuamente, es problemática; esto es, nos presenta a cada momento un problema a resolver
y, por esto mismo, está presidida por el signo de la angustia.
Resulta central considerar que el hombre, para el pensar existencial, no es una conciencia, ni
siquiera una conciencia de la realidad, es la realidad misma. Ese es el objeto de nuestro
estudio. Por lo anterior es que decimos que el Existencialismo es la filosofía de la importancia
de la subjetividad individual y de la comunicación y la coexistencia de estas subjetividades.
Como una forma de buscar una solución al problema del estudio de la existencia humana y
dadas las evidentes limitaciones de la razón lógica para dar cuenta de la experiencia, propone la
"intuición", dado que la considera un método adecuado al objeto de estudio. La intuición es la
primera percepción, en el momento de tomar conciencia de algo, antes de que ella se sature de
interpretaciones cognitivas. Los caminos de la elaboración cognitiva nos llevan a alejarnos de
lo que queremos conocer.
Para describir la experiencia humana respecto de los eventos centrales de su vida, Heidegger
acuña en concepto de "Dasein" (ser en el mundo). Este estar en el mundo, implica la relación
de cada persona con los otros y a partir de ello, inevitablemente una interinfluencia. Pero este
"ser en el mundo", implica el surgimiento en la persona de una preocupación por el existir. A
esta "pre-ocupación" Heidegger la considera fuente de la Inautenticidad dado que nos saca de la
vivencia del presente, nos descuidamos del estar viviendo para ocuparnos en el estar haciendo.
Esta preocupación, a su vez, nos lleva a la angustia ante el descubrir que la auténtica verdad de
la existencia, el único futuro cierto que nos espera, es el morir, esto es volver a la nada que
éramos antes de ser concebidos.
Heidegger plantea que la existencia es dinámica: no es simplemente "ser", sino "llegar a ser" y
"poder ser", incluso "ser hacia". De allí que el elemento clave en relación al "ser" sea el
"tiempo" que es lo que posibilita la "construcción" de la persona que vamos siendo.
En la obra de Heidegger se suele reconocer dos épocas: la primera (llamada del "Primer
Heidegger") centrada en su obra "Ser y Tiempo" y la segunda (llamada el "Último Heidegger")
centrada en el tema del lenguaje y el pensar conmemorativo.
Según Heidegger, la conciencia del existir, hace que el hombre trascienda y esta conciencia lo
hace darse cuenta de sus limitaciones. El luchar contra estas limitaciones, lo hace, entonces,
irse construyendo a sí mismo: esto se constituirá en la base de la libertad humana.
Para Jaspers, la vida humana está dominada por la inquietud de la búsqueda de algo que está
siempre más allá, como un horizonte trascendente e inalcanzable. Esta también constituye una
vivencia frecuente de encontrar en el trabajo psicoterapéutico.
A partir de ello, surge la idea de que "lo importante en la existencia, son las experiencias límite,
las que nos llevan más allá de la experiencia posible hacia una Existencia posible." Las
Experiencias límite, son aquellas en las que debemos optar por alternativas que nos llevarán a
un ámbito de vida diferente al que hemos vivido asta el momento previo.
Para Sartre el ser humano no es fruto de la planificación ni fabricado por nadie. Como fruto de
esta concepción, el ser humano primero existe y luego piensa, entonces construye su esencia a
través de sus acciones. Es un “llegar a ser” lo que sea que vayamos construyendo, no un llegar
a ser lo que estaba preestablecido que debíamos ser.
La idea de la existencia que precede a la esencia se relaciona a la del "sin sentido de la vida".
Para Sartre la vida humana, al no responder a una planificación que persiga determinado
objetivo, no está direccionada a priori. Surge entonces el planteamiento de que no tenemos
una orientación, finalidad o un sentido predeterminado. Cada persona debe estableces sus
objetivos, por lo que tenemos que ir decidiendo por nosotros mismos cada acción, esto es lo que
se traduce en el proceso de ir construyéndonos a nosotros mismos. Este es otro elemento clave
de la Terapia Experiencial.
Cada momento es ocasión de una elección nueva; podemos cambiar todo a cada momento en
nuestra vida y el no cambiarlo es también fruto de un acto de libertad. Debemos decidir cada
acción y son estas decisiones las que constituyen nuestra libertad. En palabras de Sartre,
"Somos libres para actuar, pero debemos actuar para ser libres".
Sartre señala que el asumir tanto la libertad como la impredictibilidad, genera "angustia
existencial". Esta “angustia” surge ante al conciencia de la responsabilidad que implica el
tener que elegir sin mas guía que el propio criterio. Una vez más nos encontramos ante un
elemento característico de la Psicoterapia Experiencial; la persona en terapia intenta no asumir
la responsabilidad de elegir, solicita para ello “consejos del terapeuta” y ante la negativa de este
vivencia la angustia en los términos que Sartre los ha descrito.
Es frecuente que las personas pretendan negar su propia libertad, este escape ilusorio pretende
evitar la angustia que genera el saberse eligiendo y por lo tanto responsable de cada acto grande
o pequeño de la propia vida. Algunas veces nos enfrentamos a situaciones en que todas las
opciones son desagradables y, peor que eso, afectan notablemente a otras personas de modos
socialmente cuestionables. Para evitar la culpa de saberse afectando negativamente a otro, las
personas recurren a argumentos como "no me queda otra", o "tengo que hacerlo". Sartre insiste
en que siempre podríamos haber elegido otra opción que la que hemos preferido, el que las
alternativas nos resulten inaceptables, no nos libera del haber elegido. Es por lo anterior que
Sartre llama a estas justificaciones que niegan la propia responsabilidad "conductas de Mala
Fe", porque pretenden engañarnos para no asumir la propia libertad.
Sartre subraya la necesidad de que cada uno asuma su libertad, con la responsabilidad
correspondiente. La responsabilidad es la capacidad de asumir, esto es responder por las
consecuencias de cada acción propia. Para ello sostiene "Que cada uno haga lo que quiera".
En esta frase, se encuentra implícita la confianza de que en general "lo que uno quiera" no suele
ser algo muy terrible, ni dañino para otros, pero se orienta prioritariamente a asumir la
responsabilidad por los propios actos.
La libertad y la responsabilidad, aparecen en relación con otros conceptos claves en la filosofía
de Sartre, como son la moral, las emociones, la personalidad y la sociedad en general.
En relación a la moral, Sartre sostiene que "Todo juicio moral, surge del reconocimiento de la
libertad y de la mala fe". Y como la libertad es, por definición, individual, no hay valores
objetivos: No hay tesis "verdaderas" que todos debiéramos suscribir. El juicio moral es
individual y está determinado por los propios objetivos de vida.
Respecto de las emociones, afirma que "las emociones no nos sobrevienen; son modos de
aprehender el mundo". En esa medida somos responsables de nuestras emociones, ellas son
modos que elegimos de reaccionar ante el mundo. En otras palabras no somos pasivos frente a
emociones que nos sobrevienen, en realidad, elegimos modos de vivir que nos generan
reacciones emocionales. Al ser conscientes de las emociones, podemos superarlas.
Afirmaciones como estas resultarán de alta importancia al trabajar en psicoterapia.
Sartre dedica bastante espacio a reflexionar sobre la personalidad. Cada uno construye un
visión de sí mismo y luego actúa según esa preconcepción. Al respecto postula que "decir "soy
feo" o "soy estúpido" no es afirmar un hecho ya existente, sino anticipar cómo las mujeres o la
sociedad reaccionarán a mi comportamiento en el futuro y esto solo puede ser descubierto
intentándolo". Esto es importante como llamado a la acción; no a seguir pensando cómo irá a
ser mi vida, sino a ver cómo me resulta. Aquí encontramos un importante antecedente a
algunos conceptos de Carl Rogers respecto del “si mismo”.
Al referirse a la sociedad, Sartre dice que somos responsables ante nosotros mismos y ante los
demás, de nuestra conducta. De allí la importancia del compromiso con la sociedad y el
momento en que se vive. Una vez más la libertad se ve enfrentada a la responsabilidad.
Otro concepto clave en la filosofía de Sartre es la conciencia. Sartre diferencia entre el "Ser en
sí", ligado a la existencia y propio de todo ser y el "Ser para sí", ligado a la conciencia de
existir, propio del ser humano. La conciencia, esto es el "ser para sí", nos remite una vez más a
la libertad.
Al referirse a la experiencia de cada persona, Sartre dice que "Toda verdad y toda acción
humana, implican tanto un ambiente como una subjetividad humana".
Por último es importante señalar que un concepto central de la filosofía de Sartre es la Nada.
La Nada es eso que éramos antes de nacer y a lo que volveremos luego de morir. La Nada es el
elemento clave de la dialéctica "ser - no ser".
"La Nada" y "el Sin Sentido" de la vida, llevan inevitablemente a la vivencia de lo que Sartre
llama "Nausea Existencial". Resulta llamativo que Sartre descubriera que estos conceptos se
explican más claramente de modo metafórico que lógico. La psicoterapia Experiencial
recurrirá reiteradamente a la metáfora para describir las vivencias centrales de la vida de la
persona.
Tan importante como el marco filosófico en que surge la Psicoterapia Experiencial es el marco
sociocultural en que ella se desarrolla. Las condiciones socioculturales de mediados del siglo
XX se destacan por poseer dos características. El primero de ellos es el generar lo que se llamó
una “contracultura”; el segundo por lo que se ha dado en llamar “postmodernidad”.
1.3.1. Contracultura. Por contracultura entendemos la tendencia, surgida a mediados del siglo
veinte, de cuestionar el orden establecido, esto es revisar las normas y pautas, los usos y
costumbres vigentes en el momento. El carácter de “contra”, surge de la referida tendencia a
revisar críticamente la cultura imperante, al continuo cuestionamiento de las pautas vigentes.
Como su nombre lo indica, la “contracultura” se define por su carácter contestatario que
generara expresiones en una gran gama de variedades que irán desde el “antiarte” hasta la
“antipsiquiatría”; desde las caricaturas (Mafalda) hasta la música (rock).
1.3.1.1. Antecedentes: La Contracultura, como se estructuró a mediados del siglo XX, es fruto
de un largo proceso de desarrollo y tiene sus raíces, por un lado, en la Filosofía Existencialista y
por otro, en la oposición de la eficiencia tecnológica al humanismo liberador comunitario.
- La Filosofía Existencialista, descrita en la primera mitad de este Capítulo, especialmente
la de J.P. Sartre, marcó especialmente a la generación de jóvenes de los años 60, potenciando su
postura individualista e independiente ante la vida. Sartre llegó a ser la lectura favorita de los
jóvenes del movimiento estudiantil de la Universidad de Paris en 1968 y sin duda un elemento
clave de la ideología de los estudiantes que el año anterior (1967) se habían organizado para
modificar el orden universitario en Berkeley (California) y la Universidad Católica de
Valparaíso.
-
- La oposición de la eficiencia tecnológica al humanismo liberador comunitario, toma
unas características específicas. Los jóvenes de los 60, descubren y denuncian el potencial
deshumanizante del proceso industrializador y desarrollan entonces iniciativas destinadas a
rescatar los valores humanos que tienden a ser relegados a un segundo plano en medio del
pujante desarrollo tecnológico.
Los escritores "beat", Allen Ginsberg, Norman Mailer, Jack Kerouac y William Burroughs se
convierten en verdaderos líderes con miles de seguidores, los que leen sus libros como fuentes
de conocimiento y vehículos de la verdad. Por primera vez en esta cultura, los jóvenes
comenzarán a marcar las pautas de conducta. En el cine proliferarán las películas que
muestran cómo se vive según este estilo; en la música, los grupos de jóvenes inundarán los
medios de comunicación con su música; no casualmente el grupo musical emblemático de la
actitud de los jóvenes frente a la cultura de la época se llamó "The Beatles".
Durante la década de los años 60, todo esto poco a poco transita desde su origen en una relativa
marginalidad, hasta ser el modo de vida dominante. El sistema intentará mantenerlos al
margen y ellos inundarán la sociedad. Emblemática es la reacción de los jóvenes en las calles
de Paris en 1968, que ante la descalificación del gobierno derechista del general De Gaulle
afirmando que son "unos pocos" marginales descontentos, llenan por miles las calles de la
ciudad con el irónico y multitudinario grito "¡Somos un grupúsculo!".
Como fruto de todo esto surgen las "Acciones alternativas". El arte, la educación, la
sexualidad, etc., comienzan a ser vividas de "otros modos", de hecho más libres, los que surgen
de la creatividad y la improvisación, convertidos estos dos últimos en valores sociales, ante la
ineficacia de los modelos establecidos. Los slogans que describen esta postura son fruto de la
referida valoración de la creatividad y se expresan el declaraciones como "La imaginación al
poder". En este contexto libertario la única prohibición aceptable es "Prohibido prohibir".
La avanzada de este proceso posee dos puntos clave, liderados por la juventud, con el respaldo
de muchos adultos, que se suman a esta iniciativa. Por un lado podemos observar lo que se ha
llamado “la revuelta estudiantil” y por otro el ingreso de los jóvenes a los grandes círculos del
consumo masivo.
La Revuelta estudiantil surge del aumento de la proporción de estudiantes en la población. Los
jóvenes toman conciencia de su número y del aumento de su poder económico y presionan por
dejar de obedecer las normas de los adultos y luego por cambiar las normas en general.
Los jóvenes son conscientes de la realidad política de la llamada Guerra Fría; forma de
conflicto que enfrenta a los bloques del este (Rusia y asociados) con el oeste (Estados Unidos y
asociados), principalmente en lo ideológico, pero también en guerras armadas generadas en los
extramuros de ambos imperios (Cuba y Viet-Nam). El nombre de fría surge de que en general
esta guerra no implica agresión física directa entre ambos bloques, aunque por momentos llegue
a ser “caliente” en zonas alejadas de los centros de poder, como por ejemplo en Viet-Nam.
En este contexto los proyectos sociales encarnados en la Revolución Cultural China propugnada
por Mao Tsedong, la Revolución Cubana, encabezada por Fidel Castro e incluso el idealista y
fallido intento del Che Guevara en Bolivia llenan los ideales de mayor justicia social de la
juventud. La convicción de que es posible construir un mundo mas justo que el que nos dieron
los adultos, mueve a los jóvenes al compromiso activo con los cambios de la organización
social. La respuesta en el mundo capitalista es liderada por John Kennedy y Martin Luther
King y también apuesta por el cambio, aunque en este caso sea el tradicional "cambiar todo para
que nada cambie", es decir mejorar la imagen del viejo capitalismo para que aparezca mas
humanizado y así no tener que cuestionarlo desde sus implicancias económicas.
Toda esta dinámica política, induce a la rebelión a los jóvenes que se sienten impulsados a la
acción y confían en su poder de modificar las estructuras sociales en pro de una sociedad más
justa.
En Latino América surge una versión integrada de lo político y lo hippie. Los jóvenes
latinoamericanos integran los ideales libertarios del Che Guevara con la libertad sexual y la
experimentación con drogas, en busca de una sociedad diferente. Quizá a instancias de que,
para muchos, el aspecto físico de guerrilleros y hippies no sea muy diferente.
1.3.2. Postmodernidad.
El concepto de “postmodernidad” surge de la constatación de que la sociedad actual ya no es
“moderna”, ha ido mucho más allá de lo establecido por esta. A falta de un mejor nombre, la
sociedad actual es la que viene “después de la moderna”.
1.3.2.1. Antecedentes:
La Postmodernidad es un fenómeno que surge como respuesta al racionalismo de filósofos
como, Rousseau, Enmanuel Kant o Hegel. Considerada por muchos como una anti-filosofía,
coincide perfectamente con los postulados contestatarios de la contracultura.
Impulsada por pensadores como Nietzche, a partir de afirmaciones como "Dios ha muerto",
marca el fin de la era racionalista "moderna". Dios, considerado el absoluto incuestionable ya
no es posible en la sociedad del siglo XX. Al no haber absoluto, tampoco hay una verdad. En
la práctica, en el mundo actual ya no hay una verdad, sino diversas "verdades" que pueden ser
enfrentadas y contrastadas. En ese sentido ya no hay un dios que nos diga qué es lo correcto.
Muchos filósofos, a partir de Nietzche postulan que ahora estamos solos, solos para decidir qué
hacer, eso nos lleva a la responsabilidad que ya encontramos en Sartre.
1.3.2.2. Desarrollo:
La postmodernidad asume que nada es homogéneo. La realidad es diversa y dinámica, lo que
hace difícil describirla. Cada vez que intentamos captarla racionalmente la naturaleza de esta
realidad dinámica la distorsionamos al tratarla como si fuera homogénea. Surge la necesidad,
entonces, de generar nuevos modos, también flexibles de acercarnos a esta realidad. La
postmodernidad es el triunfo de la heterogeneidad no solo de las concepciones, sino de las
metodologías.
Al asumir la heterogeneidad, nos encontramos con que es imposible establecer normas válidas
para todos los casos. Esta visión abre las puertas para el fin del fundamento absoluto de lo
axiológico. Surge entonces un cúmulo de valores sin punto de referencia. Los valores de la
Postmodernidad son del tipo de hedonismo, ecologismo, pacifismo y egoísmo. Pero es difícil
saber qué es lo correcto en cada caso. Como ya lo señalara la filosofía existencialista, lo
adecuado depende de los objetivos que se tenga en cada caso.
En este esquema postmoderno, las preguntas clave son "¿Quién decide lo que es saber?, y
¿Quién sabe lo que conviene decidir?", las respuestas a estas preguntas serán individuales.
1.3.2.3. Realizaciones:
En la práctica la postmodernidad, se traduce en un cúmulo productos que llamamos
realizaciones. Estos productos pueden ser categorizados como "Realizaciones Ideológicas" y
"Realizaciones Prácticas".
Uno de los efectos más importantes de la postmodernidad sobre la educación actual es que, en
el mundo actual, el saber se fundamenta en la comunicación. De allí se desprende el hecho de
que lo importante ahora no es acumular información, sino comunicarla, y sobre todo, lograr el
acceso a ella. Algo así como “No sé cómo es esto, pero sé como conseguir la información”.
La diversidad no sólo se refiere a las cosas, también a las personas. En este contexto, cada día
cobra mayor valor la importancia de ser uno mismo, esto es no ser como otros me sueñan, sino
como yo me quiero. De aquí surge un profundo cambio en las relaciones interpersonales, ya no
se trata de ser complaciente; incluso la relación de pareja se reformula. Ya no debo "hacer
feliz" a la persona a la que amo, prefiero "ser feliz" con ella.
Como fruto de todo lo anterior, hoy los jóvenes tienen clarísimo que: "Más importante que
saber es poder inventar". Este planteamiento abre las puertas de la creatividad y ya no es
necesario ser “experto” o “estar preparado” para enfrentar una situación. Esta última condición,
al ser cada situación totalmente nueva y diferente de las anteriores, se hace cada vez más difícil
en el mundo contemporáneo. No hay modo de estar preparado para todo. La única alternativa
es poseer la capacidad de general ante los hechos, modos eficaces de enfrentar las condiciones
vitales presentes-
-Cultura del "autoservicio": La postmodernidad se caracteriza por la tendencia a que cada uno
elige personalmente lo que quiere. Elegimos nuestros alimentos en las tiendas, pero también
en el restaurant, elegimos personalmente la ropa que usamos y, con la ayuda de la tecnología,
elegimos los pasatiempos y a comienzos del siglo XXI elegimos incluso la información que
recibimos a través de ese gran autoservicio virtual que es “Internet”.
En el contexto descrito hasta aquí, el mundo de relaciones de una persona, aparece ya como
muy complejo. Pero esto es mucho más difícil si asumimos que la red de relaciones de cada
uno de nosotros es múltiple. Cada uno de nosotros se encuentra al centro de una red de
relaciones que resulta complejísima. Existe una amplia gama de relaciones en la que nos
involucramos. A continuación revisaremos en detalle cada una de estas relaciones.
1.4.1. Consigo mismo.
Cada uno de nosotros necesita comunicarse en primer lugar consigo mismo. La relación más
básica en mi vida la constituye la relación conmigo. El contacto conmigo y el conocimiento y
valoración concomitante resultan centrales en la vida cotidiana. Solo a partir del contacto
conmigo mismo sé qué necesito y qué deseo; sólo a partir de ello llego a saber quién soy.
Lo más complejo es que cada uno de estos conjuntos de elementos no actúa aislado, es el
conjunto , la interacción de ellos lo que afecta nuestra conducta. El conjunto de relaciones
descritas debería ser observado desde un punto de vista sistémico. El juego de todas estas
relaciones genera una dinámica compleja, surgiendo innumerables problemas potenciales. En
importante considerar además que cada relación implica la posibilidad de conflictos. Es
imprescindible considerar esta complejidad al acercarnos a estudiar la vida de una persona.
1.5. GENDLIN: EL HOMBRE Y SU OBRA.
Eugene Gendlin, psicólogo nacido en Viena en 1926 y exiliado en Estados Unidos el año 1938,
a la temprana edad de 12 años, se formó originalmente en Filosofía en la Universidad de
Chicago. La experiencia concreta de su trabajo llevó a Gendlin a acercarse a la psicología; a
partir de ello es que llega a conocer y trabajar con Carl Rogers. Desde allí en adelante,
Gendlin comenzó un trabajo que se ha plasmado en innumerables escritos a lo largo de los
últimos treinta años.
El ser considerado Gendlin un "seguidor" de Carl Rogers, resulta ser, a la vez, cierto y erróneo.
Esto, que en principio puede ser considerado contradictorio, se aclara al acercarnos a ambos
planteamientos y compararlos con detención.
Para Rogers y Gendlin el "sentir" del Cliente resulta el eje del desarrollo de la psicoterapia. La
psicoterapia se orienta, entonces, hacia lo emocional, por ser "el sentir" el elemento que
determina y dirige las conductas claves que orientan la vida humana. Es "desde el sentir" que
una persona decide qué curso toma su vida, qué tipo de trabajo prefiere realizar o quién llega a
ser su pareja.
Gendlin se adscribe en la tradición que ve al ser humano como alguien libre y valioso. Desde
allí suscribe la visión de Rogers del hombre como impredecible y necesariamente, el centro y
fin de toda actividad humana. Tanto la psicoterapia concreta, como la teorización en
psicología no tienen sentido si se separan de la realidad de la vida de las personas.
Ambos comparten con Abraham Maslow la convicción de que el ser humano nace con una
potencialidad que debe desarrollar a lo largo de la vida y de que es la experiencia vital lo que
va permitiendo, o no, dicho crecimiento. En ese contexto, la terapia se convierte en una
instancia que aporta las condiciones básicas para el desarrollo de las capacidades que cada
persona posee potencialmente.
Desde el aspecto teórico, Gendlin cuestiona a Rogers conceptualizaciones tan básicas como el
modelo de personalidad. Para Gendlin, Rogers se contradice al plantear que la personalidad es
dinámica y luego conceptualizarla de un modo claramente estático, a cambio de eso él propone
un modelo de personalidad que refleja dicha dinámica. (Ver Capítulo 3)
A partir de ello Gendlin genera las técnicas (ver Capítulo 5 dedicado a la Focalización) que
facilitarán al cliente el contactarse son su corporalidad, para así poder orientar su conducta de
un modo más fiel a sí mismo porque, como dice en uno de sus libros "Tu cuerpo sabe la
respuesta"
En psicología nos encontramos con una dificultad que no existe en otras áreas del
conocimiento. En nuestra profesión teoría y práctica se atribuyen como actividades al mismo
profesional. En áreas tan diferentes como la salud física y la construcción de edificios existe
clara delimitación de funciones entre profesionales diversos. En salud el científico, el
investigador es profesionalmente el Biólogo. El profesional que aplica los conocimientos
desarrollados por el Biólogo a la salud humana se llama Médico. En construcción los
conocimientos teóricos que permiten calcular un edificio provienen de la Física, el profesional
que construye el edificio se llama Ingeniero Civil. El problema de la Psicología es que el
científico que realiza la investigación que genera técnicas de trabajo con personas se llama
Psicólogo y el profesional que aplica el conocimiento a la vida humana se llama Psicólogo.
Esto nos lleva a una cierta confusión de los roles profesionales del Psicólogo.
A los Psicólogos, por formación académica, suele importarles mucho la ciencia. La ciencia
tiene como meta el conocimiento objetivo de la conducta humana y sus factores. Como
aprende el alumno de Primer Año de la Escuela de Psicología, nuestra meta es Describir,
explicar predecir y modificar la conducta humana. Pero la psicoterapia tiene como objetivo el
bienestar personal. Cuando el Psicólogo Clínico trabaja en psicoterapia se encuentra más cerca
del Ingeniero civil que del Físico Teórico. El objetivo de la psicoterapia no es ser ciencia, es
servir a la persona que consulta. Esta simple verdad llega a ser olvidada por muchos
psicólogos y (lo que puede ser grave) por algunos psicoterapeutas.
1.7. RESUMEN.
En este Capítulo hemos revisado el contexto general en que surge y se desarrolla la Terapia
Experiencial.
Partiendo de la revisión de las condiciones ideológicas imperantes a mediados del siglo XX,
revisamos la filosofía existencialista y los filósofos que influyeron más cercanamente el
surgimiento de la Terapia Experiencial.
El contexto socio-cultural generado por la “Contracultura” y la “postmodernidad” terminaron
por dar un marco que permite explicar las condiciones que generan este acercamiento a la
psicoterapia.
El siguiente punto nos llevó a Acercarnos a Gendlin y su rol en el desarrollo de la
Psicoterapia.
Terminamos revisando la naturaleza de la Psicoterapia en el mundo de hoy y la importancia de
ocuparnos no solo de el Cliente, sino también del Terapeuta como persona.
CAPITULO 2.
CARL ROGERS Y LA TERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE.
Durante la década del 60, uno de los psicólogos más importantes fue Carl Rogers. Formado en
lo que se llamó la "Tercera Fuerza" (1), Rogers había establecido la importancia de tres factores
claves para la realización y el avance del proceso de psicoterapia:
- El rol activo del "Cliente" (ya no más paciente). Para Rogers, la persona que va a
psicoterapia no es un ente pasivo, es una persona activa y responsable de su vida. Este
“cambio” de las características del rol de la persona que va a psicoterapia hace cuestionable el
denominarlo “paciente”. Al buscar un adjetivo que describa el nuevo estilo de “ir a terapia”,
Rogers propone el de Cliente, para subrayar el rol activo. Hablar de “Cliente” implica que la
persona que viene a psicoterapia elige “qué se lleva de aquí”. Para utilizar el refrán
tradicional, “El cliente siempre tiene razón”.
- La necesidad de que el terapeuta comprenda empáticamente al cliente. La persona que
asiste a psicoterapia, necesita sentir que habla con alguien que realmente lo escucha y
comprende lo que él está viviendo. No se trata de entender lógicamente lo que escuchamos,
sino de “ponerse en el lugar del Cliente”, esto es “sentir con él”. Esto requiere que el
Terapeuta pueda contactarse con sus reacciones emocionales ante lo que está escuchando y
atienda a los significados que los hechos tienen para la persona que tiene enfrente.
-La preponderancia de la relación entre dos personas en los resultados de la psicoterapia.
Rogers subraya que el avance en el proceso psicoterapéutico depende la las características que
revista la relación entre el Cliente y el Terapeuta. No basta que el Cliente pueda
autoobservarse, no basta que el Terapeuta sea hábil técnicamente, es imprescindible que al
terapeuta atienda a la relación concreta que se genera entre ambos y valore lo que allí sucede.
Esta visión empapa todo el quehacer del terapeuta en este enfoque. Ya no es el terapeuta quien
pregunta y el paciente el que responde, ahora "el cliente habla y el
terapeuta responde" (y sigue el curso temático determinado por el cliente). El concepto de
"respuesta terapéutica" es clave en el trabajo clínico de la terapia experiencial.
Si bien hoy estas son verdades asumidas por casi todos los terapeutas, en esa época, mitad del
siglo XX, constituyeron una proposición revolucionaria y pusieron a Rogers en un rol de
psicólogo innovador en un grado notable y lo convirtieron en un teórico que abrió caminos que
más tarde utilizarían la mayoría de las líneas psicoterapéuticas.
A partir de su experiencia clínica, Rogers generó una teoría de la personalidad y una teoría del
cambio en psicoterapia, temas que revisaremos más adelante.
__________
(1) Se llamó "Tercera Fuerza "al enfoque clínico alternativo a Psicoanálisis y Conductismo,
las dos fuerzas primarias del desarrollo de la Psicología la primera mitad del Siglo XX.
En el marco del estado de a psicología y el mundo de los 60's, descrito en el Capítulo anterior,
Rogers contribuye notablemente al cambio de paradigma en psicoterapia:
Antes de Rogers la psicoterapia podría ser descrita como trabajando, a partir de la tradicional
postura en salud, de que el terapeuta dirige la terapia; esta postura al ser común tanto a la
psicoterapia realizada por terapeutas psicoanalistas como a conductistas de la época, podría ser
llamada humorísticamente "freudiano-skinneriana", Este postulado básico, implica que el
terapeuta sabe qué es lo que hay que hacer, asunción que lo autoriza a establecer metas y modos
de lograrlas, en lo que podríamos describir como "Todo el poder para el terapeuta".
En la terapia desarrollada por Rogers, el terapeuta, con sus respuestas, orienta el nivel de la
revisión de la experiencia del cliente, pero nunca establece el tema a explorar ni lo que se
descubrirá en dicha exploración. Es el Cliente quién decide de qué se habla en cada sesión de
la terapia. Es el Cliente quién explora y descubre contenidos específicos de su propia
experiencia.
Cuando el terapeuta responde a lo que dice el cliente, este último puede estar de acuerdo o en
desacuerdo con lo dicho por el terapeuta. Si está de acuerdo, esto será considerado en el
desarrollo del proceso terapéutico, si no lo está, será desechado como un distractor de la
experiencia presente del cliente, que es lo central de la exploración y el objetivo último de la
terapia.
A partir de lo presentado hasta aquí, resulta claro que el centro del proceso terapéutico es la
persona y no el conocimiento. Lo que interesa, la meta de la terapia, es que la persona se
encuentre bien y esto es algo que cada persona, sea cliente, terapeuta o no esté en terapia, puede
evaluar solo desde su interioridad. No olvidemos que lo que trae a terapia a una persona es su
sensación interna de que está en problemas y necesita ayuda. La búsqueda de información, no
resulta un aspecto relevante de la terapia, salvo en los aspectos que ayuden a la persona a
clarificarse qué le sucede. A partir de esta visión, la información relevante es la que cada
cliente pueda encontrar para sí dentro de sí mismo, cada cliente es el centro y único objetivo de
la terapia.
Podemos afirmar que los planteamientos de Rogers, respecto de la psicoterapia, surgen desde el
ejercicio de la clínica y no desde lo experimental. Sin embargo, la validación de estos
planteamientos, se realiza de modo experimental y no clínico. Rogers ha sometido a
validación experimental todos los planteamientos que él ha realizado respecto de modos
innovadores de realizar la psicoterapia. De hecho, Rogers es uno de los psicólogos clínicos
que realizó más investigación empírica en torno a la formulación de su teoría en la segunda
mitad del siglo XX.
Todo ser humano es "Positivo". Rogers sostiene que todo ser humano está orientado al
crecimiento. Esta "positividad", este estar orientado al crecimiento, es inherente a la
naturaleza humana, en la medida que no hay ser humano que no la posea. Al respecto es
importante señalar que el ser “positivo” no significa creer simplistamente que todo ser humano
es por naturaleza “bueno”. La positividad es simplemente “estar orientado” hacia algo, en este
caso el desarrollo personal.
Todo ser humano es "Confiable". Podemos esperar, en otras palabras confiar en que, cada ser
humano actúe en cada momento del modo más adecuado que su visión de su realidad presente
le permita. Una vez más hay que señalar que no estamos hablando de ser “bueno”.
Simplemente se trata de que en cada ocasión optamos por actuar del mejor modo posible dada
nuestra percepción actual de la situación. No es que no hagamos “cosas malas”, simplemente
las llamadas "malas acciones" provienen de trastornos en la percepción de realidad que una
persona tiene en determinado momento; de algún modo son "errores", no "maldades".
Quizá lo más importante de estableces a esta altura es que la idea central de Rogers respecto de
la vida es que "El valor de vivir se encuentra en el proceso de la vida y no en una meta estática
que hay que alcanzar."
El trabajo de Rogers implica una larga evolución tanto teórica como metodológica que marca
gran parte del siglo XX. Rogers comenzó trabajando en la década del 30. Desde ese
momento estuvo siempre revisando sus planteamientos; esto lo llevó a reformular varias veces
su quehacer, hasta lograr una cierta estabilidad alrededor de los años 60. A partir de esa época,
sólo observamos reformulaciones parciales, no ya profundas al planteamiento básico. Hoy
hablamos de tres etapas de la terapia de Rogers.
Como fruto de la influencia de la "terapia de reacción pasiva" de Otto Rank y como fruto de su
interés por acercar la terapia al análisis crítico, Rogers comienza a trabajar en terapia
reduciendo sustancialmente el rol, hasta entonces, protagónico del psicólogo. El terapeuta ya
no es quién dirige la terapia al fin que él estime conveniente. Esta característica es la que se
denomina “no directividad”. La "no directividad" entrega la responsabilidad del avance de la
psicoterapia al paciente.
Rogers explicita que el peso del proceso terapéutico se deposita en la capacidad del cliente. No
obstante el terapeuta no debe ser pasivo, ante la actividad del cliente, sino que debe acompañar
y hacer posible el cambio; esto nos lleva a conceptualizar al terapeuta como "facilitador" del
proceso. El Terapeuta sigue o acompaña al Cliente en la exploración de sus propios procesos
internos.
Esta nueva definición del rol del Terapeuta, implica que la actividad del psicólogo no lo
involucra en el cambio del Cliente. El proceso de cambio del Cliente le pertenece a él, sin
embargo la función del Terapeuta es imprescindible dado que él es una especie de catalizador
del proceso. Esto implica que la actividad del terapeuta es necesaria para el cambio
terapéutico, aunque, como ya fue planteado, él no se involucra en dicho cambio.
El Terapeuta desencadena el proceso, en esa medida su presencia es central, pero lo que ocurre
en dicho proceso no depende de él. En la práctica Rogers propone un terapeuta que renuncia al
control y dirección del proceso psicoterapéutico, porque el "dueño" del proceso debe ser el
Cliente.
Esta visión de la psicoterapia, se basa en la confianza del terapeuta en el potencial humano del
cliente, a este potencial, el terapeuta debe responder empáticamente. La comprensión de la
experiencia del cliente es el motor del proceso terapéutico. La terapia avanzará en la medida en
que el Cliente sienta que el Terapeuta comprende su experiencia.
Rogers evita tanto diagnóstico como pronóstico porque estos procedimientos implican una
evaluación externa a la persona del cliente. Lo que busca la Psicoterapia Experiencial es que
sea la propia persona quién se evalúe.
Las categorías diagnósticas tienen el efecto secundario de encasillar a las personas, alejándolas
de su experiencia real y llevándolas a una conceptualización de la vida más que a la vida
misma. Eso nos llevaría por el camino de la lógica, pero no por el de la experiencia. Es la
experiencia la que va a traducirse en cambios concretos a nivel de la forma de vivir de la
persona.
Rogers postula que la "comprensión" y la "aceptación" de la persona del cliente, por parte del
terapeuta, debieran ser suficientes para el cambio psicoterapéutico. La Comprensión es posible
gracias a la Empatía, que nos ayuda a "ponernos en el lugar" de la otra persona, desde el punto
de vista emocional. Esto implica comprender cómo se siente la persona ante una experiencia
determinada, porque nosotros alguna vez nos hemos sentido así, aunque sea ante una
experiencia diferente. La Aceptación debe ser incondicional y surge del respeto por el ser
humano que tenemos enfrente, lo que nos lleva a no evaluar, y por consiguiente no condenar, a
la persona con la que hablamos. En este contexto y ante el peso de las dos condiciones
descritas, el uso de cualquier técnica pasa a segundo plano. Esto último, constituye otra de las
características centrales de la psicoterapia centrada en la persona.
En este período Rogers, influido por lecturas de Martin Buber y S Kierkegaard, se orienta hacia
una psicoterapia más personal y subjetiva. A partir de estas lecturas rechaza el enfoque de
relaciones objetales, para referirse a las relaciones interpersonales. La relación entre personas
no es el encuentro de un "yo" con un "ello". El enfoque debe considerar el encuentro de un
"yo" con un "tú", esto es "dos personas que se encuentran en un nivel significativo y profundo,
no es el encuentro que se genera entre una persona y un objeto". En ese sentido la percepción
e interacción entre personas es completamente diferente de lo que ocurre entre una persona y
una cosa.
Ahora Rogers establece que además de Aceptación y Comprensión, la persona necesita notar
que el terapeuta es "Congruente". El ser congruente implica dos procesos relacionados. En
primer lugar, el ser Congruente, requiere que el Terapeuta sea consciente de sus propios
procesos emocionales frente a la persona con la que trabaja. Entonces se genera el segundo
proceso, luego de llegar a ser consciente de lo que le sucede emocionalmente, el terapeuta debe
consentir en que eso sea notado desde fuera, por dicha persona.
El punto anterior, el que el Terapeuta permita que el Cliente lo vea como una persona completa,
es uno de los elementos más innovadores de la terapia Experiencial y otro aspecto que ha
generado notables polémicas con terapeutas conservadores. Para los psicólogos de 1950, esto
resultaba incluso amenazante y rompía con las normas de “neutralidad terapéutica” de una
terapia psicoanalítica que se cuida de la transferencia y contratranferencia o de un psicólogo
conductista que se acerca a la psicoterapia desde un marco científico.
Para Rogers, la necesidad de este tipo de acercamiento surge de las necesidades metodológicas
para el logro del ambiente de confianza que se pretende crear entre cliente y terapeuta. Si el
Cliente puede ver al Terapeuta como una persona real, con ideas y sentires humanos, será más
fácil que pueda entrar en confianza con él.
El motor del Proceso Terapéutico, sigue siendo el cliente; el psicólogo es sólo un "facilitador" y
las técnicas son simples instrumentos susceptibles de utilización según las habilidades del
terapeuta y a partir de las necesidades del cliente.
El esquema presentado hasta aquí representa el marco básico del planteamiento de la terapia de
Carl Rogers. Es sobre este esquema que Eugene Gendlin realizará sus aportes, tanto a nivel
teórico como técnico. Pero antes de involucrarnos en la descripción de dichos aportes
revisaremos la teoría de la Personalidad, las Técnicas terapéuticas y la Teoría del cambio en
psicoterapia, desarrolladas por Rogers.
La concepción de Personalidad desarrollada por Carl Rogers se asienta en varios conceptos que
la hacen posible. Los conceptos de autoactualización, la valoración organísmica y, sobre todo,
el “si mismo” se relacionan entre sí para lograr una visión de la personalidad como un ente
dinámico que da coherencia a nuestra conducta. Los conceptos referidos son elaborados por
Rogers de un modo característico.
2.3.1. Autoactualización.
Para Rogers, la personalidad es un ente dinámico, esto es algo que está cambiando
continuamente, dado que se adapta a las contingencias, también cambiantes, de la realidad en
que vivimos.
Para Rogers, todo ser humano posee múltiples habilidades potenciales. Cada una de estas
potencialidades podría ser desarrollada si se dan las condiciones favorables para ello. Pero
para que esto sea posible se requiere además de una fuerza interna que responda a dichas
condiciones ambientales favorables. Es como que una semilla brotará si le damos agua, pero
esto no basta porque se requiere que ella tenga latente dentro de sí la energía germinal. En
otras palabras, toda persona tiene una tendencia inherente a desarrollar las potencialidades de su
organismo. Rogers llama a esto la "Tendencia Actualizante".
Todo el cambio del ser humano a través de su vida depende de esta capacidad y del proceso
resultante. La idea de que no nacemos “listos”, es clave en la visión existencialista de la vida.
Nos vamos conformando poco apoco a nosotros mismos a partir de las opciones que asumimos
frente a cada situación y las posibilidades que ello implica. De lo anterior se deriva el que
hablemos de "Desarrollo Personal", al referirnos al proceso que atraviesa una persona en el
camino que "desarrolla" sus capacidades..
La percepción es considerara, entonces, clave en nuestra vida. Sin embargo, toda vez que algo
amenace al sí mismo, surgirá una distorsión de la percepción para defenderlo. Esto nos llevará
a un desarrollo inadecuado de la percepción y, por consiguiente, a una reacción inadecuada
frente a la realidad, lo que sería patológico.
Para lograr el desarrollo de esta “noción de yo” que resulte coherente con la experiencia, el ser
humano requiere de un proceso que lo lleve a experimentar, en primer lugar, "Consideración
Positiva Incondicional" de los otros respecto de sí y luego “Consideración Positiva” respecto de
sí mismo. Lo anterior implica que la persona vivencie que lo que él percibe y experimenta en
general, no es cuestionable por principio, la propia vivencia es válida por definición y nadie
tiene derecho a cuestionarla ni a cuestionarme al respecto. Sólo al vivenciar esto estaremos
libres de amenazas que dificulten nuestra autoactualización.
Rogers asume que este “organismo” es confiable como totalidad, como base para tomar
decisiones en torno a la propia vida y las conductas concretas que ello implica. Ante cada
decisión vital, el Organismo dispone de mecanismos autónomos de valoración que nos llevarán
a tomar la decisión más adecuada, dadas las condiciones en que nos encontremos. En otras
palabras, hay una “valoración organísmica” omnipresente, en nuestras decisiones vitales y estas
resultarán altamente confiables llegado el momento de decidir el curso conductual más
aconsejable, dadas las condiciones presentes.
Por "totalidad del organismo", se entiende el conjunto de la propia experiencia; esto incluye una
amplia gama de procesos psicológicos. Entre ellos encontramos el razonamiento, tanto digital
o lógico como el analógico o metafórico; la emocionalidad, esto es los sentimientos, las
emociones y las sensaciones y además los recuerdos, esto es el recuento de la experiencia
previa.
La idea de la valoración organísmica es que toda decisión respecto de una acción concreta, sea
fruto de considerar armónicamente estas diferentes áreas. El decidir organísmicamente, nos
llevará a tomar la “mejor decisión posible” dadas las condiciones que enfrentamos y la
información disponible.
2.3.3. Sí mismo.
Rogers considera que el elemento básico de la personalidad es el "Sí mismo" (self). La
"noción de yo" que cada uno de nosotros genera y que evoluciona de modo dinámico a partir de
la experiencia, es lo que Rogers llama el "sí mismo".
Evidentemente dicha "visión", no resulta siempre idéntica a la realidad, como toda percepción,
es sólo una versión de la realidad. Rogers habla entonces de el "Si mismo experimentado", que
es como cada uno "se ve" a sí mismo o, en otras palabras, la vivencia que cada persona tiene de
sí. Todos actuamos desde como nos vemos, este es el referente básico de la conducta. El otro
referente conductual es el cómo quisiéramos ser. El "si mismo ideal" que es ese “como cada
uno de nosotros quisiera ser”.
Evidentemente, el "si mismo ideal" no es igual al "sí mismo experimentado", de hecho muchas
veces resulta ser radicalmente diferente. La infelicidad, surge ante la diferencia notable de
ambos "sí mismos". En la medida que me doy cuenta que no soy como quisiera, me siento
incómodo. Podríamos decir que la magnitud de la discordancia entre sí mismo experimentado
y el si mismo ideal, es la magnitud de la angustia.
El trabajo tanto de cliente como de terapeuta en psicoterapia, busca acercar ambas concepciones
del "sí mismo". Sucede que toda experiencia que resulte notablemente diferente del "sí
mismo" resulta difícil de asumir. La persona, enfrentada a esta posibilidad, tenderá a "no darse
cuenta" y a "negar" dicha experiencia. El resultado es un distanciamiento de la citada
experiencia con la consecuente disminución de adecuación de la propia conducta a la realidad.
Una concepción básica en terapia Experiencial es la de que el Terapeuta responde a lo dicho por
el Cliente. Esto implica que es el Cliente quién lleva la terapia y el terapeuta lo sigue. Cada
intervención del Terapeuta será entonces una “respuesta” a lo dicho por el Cliente. Nos
referiremos entonces, de aquí en adelante, a la “Respuesta Terapéutica”.
En este libro ya hemos establecido que Carl Rogers considera a las técnicas como algo
secundario a la relación interpersonal, la que es vista como lo central de la psicoterapia. Sin
embargo Rogers ha dedicado tiempo a desarrollar y describir algunas técnicas básicas.
Podemos señalar que un modo básico de acercarse al cliente, es el Reflejo. En "Psicoterapia y
Relaciones Humanas", libro escrito en colaboración con Mariane Kinget, se establece que hay
tres tipos básicos de Reflejo.
2.4.1. Reiteración.
Es el tipo más simple de reflejo; consiste en simplemente repetir textualmente lo señalado por
el cliente, como una forma de subrayar lo dicho por él para que tome conciencia de lo dicho y lo
revise. Pero no se trata de una mera repetición, la Reiteración, como técnica implica que el
Terapeuta selecciona contenidos del discurso del Cliente considera importantes y que quiere
subrayar.
La Reiteración, puede incluir amplificación de tonos de palabras y frases, así como de gestos
del Cliente. Además existe la posibilidad de solicitar que sea el propio Cliente quien reitere
una declaración, instándolo a que la llene de intencionalidad; se lo lleva así a asumir realmente
lo que ha dicho.
El Reflejo de Sentimiento tiene por función que el Cliente tome conciencia de lo que está
expresando a través de sus gestos, tonos de voz e indicadores en general de sus estados
emocionales. Esta información complementa notablemente a la obtenida a través de la
verbalización. No olvidemos que gran parte de los reales significados de las palabras se
encuentran en “como” las decimos. Resulta importantísimo el que el Cliente sea capaz de
asumir los significados implícitos en lo que él está diciendo, los que se comunican a nivel
analógico.
El terapeuta puede llegar a “ver” a través del discurso del Cliente ciertos significados “ocultos”
para él. Es importante que el Terapeuta pueda mostrar al Cliente estos significados que él está
viendo y, aparentemente el cliente no. Estos significados son "sacados a la luz" y, al igual que
los tipos de reflejos antes descritos, apuntan a la toma de conciencia de lo que el cliente está
sintiendo respecto de la situación de la que habla. “Elucidar” significa literalmente “sacar a la
luz”.
Este tipo de respuesta se basa en la concepción de que el objetivo de la terapia es que el cliente
y, no el terapeuta, aumente su información. La intervención del terapeuta, entonces partirá de
lo que el Cliente está planteando y lo invitará a explorar los "sentires" referidos al tema tratado
por el cliente.
Lo contrario al tipo de respuesta recién descrito, sería aquella en que el Terapeuta busca
información que para él es nueva, pero que el Cliente ya conoce. Llamamos a esto “Respuesta
Exploratoria desde el Marco de Referencia del Terapeuta”. Este tipo de exploración puede
ser importante para el Terapeuta, ante su necesidad de tener un contexto de comprensión de los
mensajes del Cliente, pero no hace avanzar el proceso terapéutico.
2.4.4.3.- También dentro del contexto del uso de la simbología en psicoterapia, encontramos el
trabajo con sueños. Al igual que los recuerdos, los sueños son producciones simbólicas del
Cliente. En Terapia Experiencial un sueño se explora desde los significados emotivos que este
tiene para el Cliente. Considerado una producción analógica, nos acercamos al sueño desde la
metáfora, pero nos interesa la metáfora como expresión de sensaciones del Cliente. En la
medida que el sueño ayude a clarificar los sentires del Cliente, será aportativo para el avance de
la psicoterapia.
2.4.4.5.- Más cercano al reflejo, surge el uso de lo que se ha llamado “Sondas”. Una Sonda es
una forma de “metáfora” corporal de lo que el Cliente está sintiendo. El Terapeuta propone al
Cliente una sensación que describe lo que él está sintiendo, como un a forma de clarificar dicho
sentir. Se trabaja dos tipos de sonda.
La “Sonda Auditiva” implica que el Terapeuta describe verbalmente lo que el Cliente siente.
Puede ser algo como “Es como cargar un peso en tus hombros”. El Cliente toma la
proposición del Terapeuta y considera esta descripción para comprobar si calza con la sensación
que él realmente tiene a nivel corporal.
La “Sonda Kinestésica” es una acción física directa del Terapeuta sobre el cuerpo del Cliente.
Una sonda kinestésica en el caso de la sensación descrita en el párrafo anterior, el Terapeuta se
acercaría al Cliente y poniendo sus manos sobre ambos hombros del Cliente presionaría hasta
generar una sensación física que sea posible comparar con la sensación emocional descrita
analógicamente como de peso en los hombros.
En la práctica, existen diversos modos de acercarse técnicamente a la vivencia emocional. No
debemos olvidad que, independiente de la técnica utilizada, el objetivo de la psicoterapia es el
autocontacto emocional y toda acción terapéutica se orienta a dicho objetivo.
Para que se logre estos dos objetivos, se requiere de un proceso terapéutico que tenga ciertas
características. Ellas serán descritas a continuación.
5. Que el terapeuta experimente una comprensión empática del marco de referencia interno
del cliente. Es decir que se pueda "poner en el lugar" del otro emocionalmente y así
comprender el tipo de experiencia que está viviendo en ese momento. La capacidad empática
del Terapeuta es clave en el proceso terapéutico. Esto ya ha sido explicado en otro punto.
Con estas condiciones presentes, es posible que hablemos de proceso terapéutico. La persona
comenzará a observarse a sí misma sin temor, entonces conocerá aspectos de sí mismo que
hasta ese momento tenía aislados de su conciencia.
Aceptar a una persona no es estar de acuerdo con lo que ella hace, dice, piensa o siente, sino
reconocer el derecho del otro a existir y ser considerado valioso independientemente de sus
características personales. Se trata de aceptar a la persona que tengo enfrente, no importa que
sus conductas no me parezcan adecuadas. En otras palabras se trata de aceptar personas, no
conductas.
2.5.2.1.2. Congruencia:
La Congruencia es también llamada Autenticidad; esto implica que el Terapeuta sea capaz de
mostrarse tal cual es. Rogers sostiene que es esencial para el proceso terapéutico el que el
Cliente pueda ver al Terapeuta como persona viva y real. No solo es necesario que el
Terapeuta sea capaz de conocer lo que siente él mismo, sino que el Cliente también debe verlo.
Es una forma de Transparencia, esto es, que se vea desde afuera cómo uno es y lo que le pasa
dentro.
Esta condición es una exigencia notable para el Terapeuta porque implica no fingir ni ocultar lo
que nos ocurre. Si algo de lo que el Cliente expresa, afecta emocionalmente al Terapeuta, éste
le comunica el efecto que le produce dicha expresión.. El Terapeuta utiliza sus propias
reacciones emocionales como herramientas terapéuticas. Al ver las reacciones del Terapeuta,
el Cliente se sentirá comunicándose con una persona real, no una fachada, y podrá sentirse
cómodo y confiado en su interacción. “El Terapeuta es una persona como yo, con sentires e
ideas”, entonces podemos esperar que disminuyan las barreras defensivas contra aspectos de la
propia experiencia que puedan resultar amenazantes para la autoimagen del Cliente.
2.5.2.1.3. Empatía:
Condición clave del proceso psicoterapéutico, la Empatía es la capacidad de entender lo que a
otra persona le sucede desde su punto de vista. Es lo que se ha llamado el "Como si". El
terapeuta debe ser capaz de ponerse en el lugar del cliente y comprenderlo emocional e
intelectualmente.
Esta comprensión emocional e intelectual, implica que "sentimos" como el cliente, porque "nos
ponemos en su lugar". No se trata de haber vivido el mismo hecho, sino de compartir la
vivencia; aunque no me haya sucedido lo mismo que el Cliente relata, o aunque yo no me
sentiría de ese modo frente al hecho que refiere, yo sí me he sentido de ese modo frente a otra
situación, por lo que la experiencia emocional resulta equivalente.
Las condiciones arriba descritas, tendrán determinados efectos en la persona del cliente. De
hecho estas condiciones facilitan el autocontacto y, desde allí, el cambio en la persona del
cliente. Dichos efectos pueden ser descritos a nivel de capacidades generales y a nivel de
habilidades concretas. Revisaremos ambas posibilidades.
Esta persona logrará un mejor nivel de autoconocimiento, dado que disminuirá notablemente
los aspectos no reconocidos y distorsionados de sí mismo. Paralelamente su percepción de los
acontecimientos del mundo que lo rodea serán también más realistas y menos distorsionados.
Para decidir entonces, cuál será mi curso conductual adecuado en la situación inmediata,
requiero de otros parámetros. La decisión debe surgir de una fuente más amplia que la mera
experiencia previa. Para decidir que voy a hacer ahora, debo recurrir a todo lo que soy; la
totalidad de mi organismo tiene la respuesta. Al hablar de la totalidad del organismo nos
referimos a la acción conjunta de lógica, intuición, emoción e historia personal. Para tomar
una decisión vital disponemos de la racionalidad (digital y analógica), la emocionalidad, y la
experiencia previa. Ninguna de ellas aislada me permite llegar a conclusiones adecuadas. Es
la combinación de todos estos aspectos lo que nos orientará de modo más confiable. Funcionar
organísmicamente implica decidir que conducta realizar considerando dicha totalidad
organísmica.
1.- El cliente se siente cada vez más capaz de expresar sus sentimientos de modo verbal y no
verbal. Esto implica que la persona es capaz de contactarse conscientemente con su sentir
corporal y, como fruto de un aprender a identificar lo que está sintiendo va aprendiendo,
entonces, a expresarlo tanto con palabras modo que llamamos digital, como con gestos y tonos,
modo que llamamos analógico.
2.- Los sentimientos que expresa el cliente, se refieren cada vez más al yo, por oposición al no-
yo, es decir, al ambiente. Poco a poco el cliente se refiere cada vez más a su experiencia
interna, lo que llamamos Proceso Experiencial, que a los hechos externos que la motivan,
llamamos a esto Contenido. Este hablar más de cómo vive la experiencia que de los detalles
objetivos de ella misma hacen avanzar notablemente el proceso terapéutico.
3.- El Cliente se vuelve cada vez más capaz de distinguir los objetos de sus sentimientos y de
sus percepciones. Esto es, logra reconocer qué es lo que genera sus reacciones emocionales y
cómo llega a “ver” las cosas como las ve. Esto implica que la persona logra una percepción
cada vez menos rígida de sí mismo y de sus experiencias.
4.- Los sentimientos que expresa el Cliente se refieren cada vez más al estado de desacuerdo
que existe entre ciertos elementos de su experiencia y su noción de yo. Esto sucede porque al
atreverse a mirar su propia experiencia, va descubriendo cómo es ella. Surgen entonces
evidencias de la incongruencia entre lo que él cree de sí y lo que hace y siente realmente. El
reconocer esta incongruencia resulta vital para el avance en el proceso de la psicoterapia.
5.- El Cliente llega a sentir conscientemente la amenaza que lleva consigo este estado de
desacuerdo interno. Esto significa que se da cuenta de lo incómodo que le resulta asumir que
no es como quisiera creer. La persona se da cuenta también de los peligros que implica estar
considerando la realidad de modo distorsionado, dado que las reacciones ante ella no serán las
adecuadas. Este avance es posible gracias a la captación de la consideración positiva
incondicional de parte del terapeuta.
6.- Como fruto de lo anterior, el cliente llega a experimentar plenamente ciertos sentimientos
que, hasta entonces, había deformado o no confesado. La persona comienza a asumir que
experimenta respuestas emocionales que podrían no ser consideraras “positivas” por la pauta
social. El verse a sí mismo como alguien temeroso, egoísta o celoso, ya no resulta una
amenaza al derecho a ser digno de ser querido.
7.- La imagen del yo cambia hasta permitir la integración de elementos de la experiencia que
habían sido deformados o no confesados. Esto permite enriquecer la autopercepción. Ya no
necesito percibirme como sin defectos, ahora puedo ver mis fallas sin temer que impliquen
condenación ni de parte mía ni de parte de los demás. La autopercepción se amplía, entonces
dando cabida a aspectos negados o distorsionados y da como resultado una visión más completa
de sí mismo.
8.- A medida que continúa la reorganización de la estructura del yo, el acuerdo entre esta
estructura y la experiencia total aumenta constantemente. Esto sucede así porque el Yo puede
asimilar la experiencia sin sentirse amenazado y por lo tanto, sin necesidad de estarla
distorsionando. En otras palabras, cada vez nos vemos de modos más realistas.
9.- El Cliente es cada vez más capaz de sentir la Consideración Positiva Incondicional que el
Terapeuta le muestra, sin sentirse amenazado por esta experiencia. Esta percepción resulta
especialmente reconfortante, dado que contar con alguien que me acepta sin condiciones es
muy respaldante.
10.- Como fruto de captar que el Terapeuta lo valora sin condiciones, el Cliente siente una
actitud de Consideración Positiva Incondicional cada vez mayor, respecto de sí mismo. Este
logro es esencial en la vida humana. Ser yo mismo el que me valoro, independiente de que
pueda no gustarme algo de lo que hago, siento o pienso, marca el paso definitivo al autoapoyo,
signo de madurez y verdadero hito en el proceso de Desarrollo Personal.
11.- Al valorarse a sí mismo, el cliente se va dando más cuenta de que el centro de valoración
de su experiencia es él mismo. Entonces podrá comenzar a tomar las decisiones vitales
considerando en primer lugar su propio criterio. Esta habilidad abre las puertas de la
autonomía y por consiguiente convierte a la libertad en una realidad experiencial.
12.- La valoración de su experiencia se hace cada vez menos condicional esto es menos
controlada y más autónoma. Ahora esta valoración se lleva a cabo, cada vez más, sobre la base
de datos "organísmicos", es decir, de experiencias vividas. El proceso de valoración “cobra
vida” haciéndose más dinámico y por consiguiente más flexible, adaptándose ahora a las
condiciones de cada momento que vivamos.
Como fruto de todo lo anterior la persona se encuentra "en proceso". Lo que llamamos
Desarrollo Personal comienza a ser notorio y notable. En este momento del proceso, la
persona no necesitará de respaldo externo para dirigir su vida y estaría en condiciones de seguir
adelante sin compañía del Terapeuta. Podríamos considerar, entonces logrado el objetivo de la
terapia, independientemente de la existencia de problemas relevantes en la vida personal del
Cliente.
2.6. RESUMEN.
Hemos partido desde la evolución de las formas de trabajo de Rogers a través del tiempo
considerando tres etapas de desarrollo del estilo psicoterapéutico. Hemos comentado las
condiciones necesarias para el cambio psicoterapéutico, Aprecio positivo Incondicional,
Comprensión Empática y Congruencia. Hemos llegado así a describir los múltiples efectos
que la captación de la presencia de estas condiciones tiene en el Cliente.
Hemos revisado la Teoría de la Personalidad, como es propuesta por Rogers, con los conceptos
relacionados de “Autroactualización”, “Valoración Organísmica” y “Sí Mismo”. Al referirnos
al Sí Mismo hemos podido diferenciar entre “Sí Mismo Percibido” y “Sí Mismo” Ideal”.
Hemos visto las Técnicas básicas desarrolladas por Rogers en psicoterapia, específicamente las
tres modalidades básicas de Reflejo. Hemos revisado también otras modalidades de Respuesta
Terapéutica” que podemos identificar y describir a partir del estilo de trabajo de Rogers.
Finalmente hemos revisado la Teoría del Cambio en Psicoterapia incluyendo las Condiciones
Básicas del proceso y las Características del Proceso en psicoterapia que llevan al logro del
Desarrollo Personal..
CAPITULO 3.
EUGENE GENDLIN Y LA TERAPIA EXPERIENCIAL.
3.1. INTRODUCCIÓN
Al tener una formación en Filosofía, Gendlin dispondrá de las herramientas para fortalecer la
base teórica de la Terapia Experiencial. Como era de esperar, podemos encontrar alusiones a
los filósofos existencialistas en gran parte de los planteamientos teóricos de Gendlin en
referencia al trabajo psicoterapéutico.
Las influencias filosóficas más evidentes en el trabajo de Gendlin son las ideas desarrollas por
Edmund Husserl, Martín Heidegger y Jean Paul Sartre. Revisaremos a continuación los modos
concretos que toman cada una de esas influencias.
Rogers y Gendlin, parten de una concepción en la que resulta central la necesidad de describir
desprejuiciadamente lo que le sucede a la persona con la que trabajamos. Como decía
Husserl, la Existencia debe ser estudiada tal y como se da en el Presente, como un fenómeno
Aquí y Ahora de la experiencia inmediata.
Según Gendlin, una terapia genuina, se da "solo cuando tanto terapeuta como cliente hablan y
se relacionan permaneciendo en contacto con la experiencia directa, sentida y en movimiento,
de sí mismos". Esta experiencia de sí mismos, debe ser conocida (referida) directamente.
Solo entonces la psicoterapia será Experiencial y cualquier terapia lo será si parte de estos
elementos.
El motor de la psicoterapia es el atender a los fenómenos tal como son vivenciados por la
persona, sin apresurarse en conceptualizarlos. Si esperamos obtener algo de la
conceptualización, deberemos postergarla hasta después de que hallamos logrado un nivel
aceptable de claridad respecto de la propia experiencia. Cualquier conceptualización nos aleja
de la percepción del fenómeno.
Como fruto de lo anterior es que podemos decir que el ser humano nunca está aislado. Este
principio surge claramente de los planteamientos de Heidegger. De hecho la influencia de "Ser
y Tiempo" en la obra de Gendlin es notable.
Para Gendlin, resulta evidente que una persona no puede seguir viviendo si interrumpe su
interacción con el medio en que se halla inmersa. Si nos acercamos a su cosmovisión
podríamos decir que "no podemos separar un cuerpo vivo de la interacción con su medio".
Toda conducta motriz y toda reacción emocional de una persona, surge de la relación con el
medio que nos rodea. A partir de ello, no es posible comprender la conducta humana, sin
remitirnos a las condiciones en que ella se da. En la medida que la conducta es función del
medio en que se origina, asumimos que existe una relación de la persona con su medio, tanto
físico como social.
La experiencia del trabajo con personas con diagnóstico de esquizofrenia, pone en dificultades a
los acercamientos más tradicionales, los que deben ajustarse notablemente para acercarse al
mundo de la persona con esquizofrenia.
El psiquiatra chileno Otto Dörr señala que probablemente lo único que no pierde un
esquizofrénico sea la razón. Por el contrario, lo más característico de la esquizofrenia es la
hiperracionalidad. Según Dörr, “La esquizofrenia nada tiene que ver con la irracionalidad.
Ella es, por el contrario, el producto de un imperio ilimitado de la razón, de ese afán totalizador
y abarcativo que pretende coger la realidad toda en un solo acto de conocimiento, obteniendo
con ello que los límites de la realidad se difuminan” (Dörr 1997). Podríamos decir que en la
esquizofrenia lo que se pierde es el sentir.
Es esta “hiperracionalidad” la que hace necesario un acercamiento más emotivo. Este enfoque
resulta eficaz incluso en el caso de personas que no son psicóticas, sino simplemente demasiado
racionales.
Muchas personas que enfrentan el mundo exclusivamente desde la razón llegan a psicoterapia
planteando su desconcierto ante la dificultad de solucionar un problema por mas racionalidad
que utilicen. Con frecuencia estas personas se sorprenden de la facilidad con que la
problemática desaparece al ser enfocada desde lo emotivo. Aunque no es difícil explicarles
después, qué es lo que sucedió. En la medida que la metodología aplicada no era la correcta
para el tipo de problema que se enfrentaba, al insistir con más de lo mismo persistía el
problema, al cambiar la metodología, surgieron respuestas que aparecen totalmente nuevas y
resultan eficaces.
La evidencia llevó a Gendlin a concluir que, en la medida que existe un problema de código
comunicacional, el trabajo con elementos pre-verbales, facilita el acercamiento con pacientes
psicóticos. Esto llevó a Gendlin a considerar que lo importante en la psicoterapia ya no será
tanto el contenido, esto es lo que se dice, sino el proceso, es decir la vivencia de la persona. En
palabras de Gendlin "lo que constituye a psicoterapia es el proceso experiencial".
Los significados sentidos concretos del paciente son pre-verbales e incluso pre-conceptuales.
El terapeuta buscará acercarse a la experiencia sentida del cliente, dado que ese es el objetivo de
la terapia, no el generar verbalizaciones y conceptos, ni menos frases objetivamente correctas
acerca de dicha experiencia, esto último es solo un medio para llegar a vivenciar la experiencia.
Lo anterior, ha veces resulta difícil con personas muy entrenadas en habilidades conceptuales y
verbales. Ellos suelen creer que lograremos mayor claridad si podemos conceptuar y nominar
algo. Ya hemos mostrado que esta hipótesis puede ser engañosa aplicada a la comprensión de
la propia experiencia, continuaremos argumentando al respecto.
Resulta claro que lo anterior, es una necesidad en cualquier relación con cualquier persona. Es
frecuente que en muchas relaciones parezca olvidarse que estamos tratando con personas. A
nivel de trabajo, escuela e incluso a nivel de vida familiar, suele tratarse a los demás como
“objetos”. Resulta de primera importancia no olvidar que, como dicen los filósofos
existencialistas, siempre somos sujetos. Cada ser humano con el que interactúo es una
persona, no una cosa y eso es esencial en mi trato con ella.
Si bien el considerar al Cliente como una persona importante, no debemos olvidar que el
Terapeuta también lo es. Aquí nos encontramos con la importancia de considerar tanto "la
persona del Cliente" como "la persona del Terapeuta". El Terapeuta Experiencial cobra un
nivel de importancia nunca antes asumido en la psicoterapia. De hecho, como ya hemos vista,
lo central de la terapia no es ya el uso de técnicas, son las personas involucradas en la relación.
La persona del Terapeuta resulta ser crucial en la relación terapéutica y en el proceso mismo.
Lo anterior implica que el Terapeuta debe encontrarse en condiciones específicas para realizar
una psicoterapia y que debe ocuparse de estarlo. El desarrollo personal del Terapeuta resulta,
entonces, central en el proceso psicoterapéutico. El Terapeuta es un ser humano, no un ser
idealizado e inalcanzable. El Terapeuta responderá al Cliente desde sus reacciones personales
y el uso de técnicas se supeditará a ello.
Resulta interesante constatar el hecho de que las dificultades descritas no son exclusivas del
trabajo con esquizofrénicos. De hecho las dificultades referidas son elementos que también se
presentan al trabajar en psicoterapia con el común de las personas. Así la experiencia de
Gendlin con esquizofrénicos, aportó a su trabajo con el resto de los Clientes.
3.3.4.1. El silencio.
Uno de los puntos clave de la terapia con esquizofrénicos en el silencio. Al intentar conversar
con pacientes esquizofrénicos es frecuente que ellos no conversen de nada. Esto sucede no
sólo en los casos en que realmente no hay ningún contacto verbal, también hay personas con las
cuales se alterna momentos de conversación con momentos de silencio. En este caso en
importante diferenciar el silencio “vacío” del silencio activo, que implica que la persona no
habla porque está explorando su experiencia interna.
Muchas veces sucede algo equivalente en psicoterapia con personas no psicóticas. En algún
momento de la sesión el Cliente permanece en silencio y nos parece que no está revisando la
propia experiencia, simplemente está distraído. El silencio vacío implica falta de
autoexploración, en este caso la persona está en "nada". Este silencio que no implica
autoexploración es un tipo de incomunicación mucho más parecido a la persona que habla
continuamente de temas triviales externos. En este caso nos encontramos con un habla que no
implica real comunicación. Para fines operativos, este tipo de acción del Cliente es una
especie de silencio.
En este sentido una vez más los esquizofrénicos se parecen a muchas personas que asisten a
terapia. Estas personas rechazan los intentos de explorar los procesos vivenciales internos y
"no entienden" cuando el Terapeuta les solicita se refieran a ellos y consideran este interés
como irrelevante.
Es frecuente que una persona que asiste por primera vez a psicoterapia actúe sobre la idea de
que se trata de describir los detalles objetivos de su `problema o “motivo de consulta”, para que
el “experto” le diga que hacer. La mayoría de estas personas descubren con rapidez que la
psicoterapia no se trata de eso, pero hay un grupo que insiste en largas descripciones que no
consideran las condiciones personales subjetivas en que se da determinada experiencia
problema. Para la psicoterapia Experiencial, el reconocimiento de los propios estados
emocionales es una clave para el trabajo.
Es frecuente observar este tipo de reacción en personas de cualquier condición de salud que no
asisten a terapia por su propia iniciativa, por ejemplo, adolescentes “llevados” a terapia por sus
padres. En este caso también se trata de llegar a ser aceptados por la persona del Cliente.
Sin embargo, Gendlin asume que una simple actitud puede no ser suficiente para hacer avanzar
el proceso terapéutico y propone algunas formas concretas de trabajo, algunas de las cuales
revisamos a continuación.
Muchos Clientes, Esquizofrénicos o no, reportan mas adelante, lo importante que resultó para
ellos que el terapeuta actuara a partir de esa suposición cuando ellos no se encontraban en
condiciones de expresar lo que les sucedía interiormente. Resulta que el permanecer
suponiendo explícitamente que estamos frente a una persona sensible funciona como una
invitación a “abrirse”, que resulta cada vez más difícil de rechazar.
Según Gendlin, es útil, en estos casos, suponer que se está produciendo algún efecto en el
paciente fruto de nuestra presencia, aunque esto no sea notorio. El terapeuta puede comunicar
lo que él cree que le sucede al Cliente, explicitando que él sabe que es solo una suposición, pero
que lo hace desde la escasa información de que dispone. La experiencia muestra que mucho de
lo que el Terapeuta hace, es registrado por el Cliente sin evidenciarlo y muchas veces el
paciente termina respondiendo positivamente.
Los Clientes no psicóticos, también pueden involucrarse en alguna actividad que implique salir
productivamente del estado en que se hallen atascados. El involucrarse en una acción concreta
que me acerque a la salud, implica un esfuerzo activo por el propio bienestar y eso de por sí
implica una mejora en el estado general de la persona.
Resulta interesante observar que la información comunicada resulta nueva para el Terapeuta
como protagonista del sentir y no solo para el Cliente como interlocutor. Expresar lo que me
sucede requiere atender a mis propios procesos internos y poder entonces, contactarme con
ellos, diferenciarlos y poder expresarlos. Este proceso resulta, entonces, aportativo para el
propio Terapeuta. Es interesante señalar que el expresar los propios estados emocionales tiene
un efecto de modelaje respecto de la autoexploración emocional y el autocontacto del Cliente.
Cara respuesta del Terapeuta puede tener efectos positivos o no en el Cliente y ello no implica
que como respuestas estas sean erróneas o exitosas. Lo importante, para la terapia es que las
respuestas del terapeuta inviten al Cliente a la exploración de su estado emocional actual. De
hecho, es esa autoexploración lo que hace terapéutica a una respuesta.
El Terapeuta debe responder flexiblemente a lo que sea que aparezca como fruto de la
exploración del Cliente, sin preconcepciones de qué es lo que debería suceder o ser encontrado.
3.3.5.6. Ofrecer significados afectivos.
El trabajo psicoterapéutico, implica orientar al Cliente a la exploración de sus propios estados
emocionales. Cuando la persona se refiere sólo a hechos externos sin implicarse
emocionalmente en lo que relata, el terapeuta buscará el sentir implícito en dicha comunicación.
Cuando no sea posible identificar los sentires del Cliente, el Terapeuta puede incluir la
suposición de qué es lo que el Cliente estará sintiendo.
Este tipo de intervención sirve para guiar la exploración hacia la experiencia del Cliente. Al
mismo tiempo estas respuestas del Terapeuta establecen el tipo de comunicación deseable en
psicoterapia.
Si bien las experiencias iniciales de Eugene Gendlin fueron relativas a personas que padecen
esquizofrenia, todos sabemos que la mayoría de las personas que asisten a psicoterapia, así
como los que no asisten a ella, viven en estados que más bien son neurosis.
Los aportes de Gendlin a la psicoterapia que hemos revisado en los puntos anteriores se ven
potenciados por una manera especifica, y diferente de lo desarrollado hasta entonces, de
conceptuar la neurosis misma.
Nuestra vida implica estar continuamente relacionándonos con eventos que se suceden
interminablemente. Cada segundo de vida nos trae nuevas experiencias. Nuestra experiencia
se modifica, entonces momento a momento.
A esta dinámica, fruto del devenir de los hechos debemos sumar otra, la que surge de nuestra
conciencia de la experiencia. El mero atender a lo que sentimos, afecta a ese sentir. Cada vez
que nos damos cuenta de que estamos sintiendo algo, tenemos una nueva experiencia. Como
fruto de esta experiencia se genera un nuevo sentir, el que a su vez puede ser conocido, la
sucesión nos lleva a un proceso que de hecho no termina nunca y que genera la dinámica del
sentir y la experiencia toda.
Hay un “paso” que aún lleva más allá nuestra dinámica. Cada vez que pensamos nuestra
experiencia esta se modifica. Todo análisis o reflexión cambia nuestra comprensión del
fenómeno que estamos revisando, esto necesariamente modifica las características de dicho
fenómeno.
Gendlin señala que la neurosis ha cambiado desde hace un siglo a la actualidad. Las neurosis
que describió Freud hoy son escasas. De hecho, cuando los alumnos de la Universidad leen
acerca de los casos de ceguera o parálisis histérica descritos en la obra de Freud, ellos
reaccionan con incredulidad. Hoy el Cliente típico busca una sensación de identidad, de
autonomía, de fortaleza para la vida. Hoy se busca la sensación de estar involucrado en la
propia vida. Lo importante en esta búsqueda es que no pone el acento en hechos concretos,
sino en un modo de ser y funcionar, independiente de las situaciones concretas en que ello se
dé.
Para Gendlin esto es una característica central de la neurosis, como la enfrentamos hoy. La
persona no consulta porque tiene un problema, sino porque no sabe qué hacer frente a él. En
otras palabras, la neurosis no es un contenido concreto, sino una forma en que se da el proceso
vital. El neurótico es una persona que "carece de una cierta forma de vivir, una forma de
experienciar, una forma de sentir, una forma de estar en las situaciones " (Gendlin, 1967).
El llegar a tener más claro el cómo se está viviendo la propia vida, requiere una rápida
alternancia entre dos procesos clave que son la vivencia concreta y la conceptualización de ella.
Cada conceptualización aclara la vivencia anterior y a su vez la modifica. Esta reacción nos
lleva a necesitar una nueva conceptualización de esta nueva vivencia. Esta conceptualización
nos llevará a otra vivencia y así en un interminable "zig-zag" de enriquecimiento mutuo. Es un
proceso en que cada paso nos lleva a necesitar el siguiente en una interminable alternancia de
vivencia y conceptualización. La lógica nos aporta precisión en el enunciado de la vivencia; la
vivencia nos aporta información que modifica la conceptualización.
Gendlin señala que el neurótico tiene problemas para contactar con el sentir del modo que
hemos descrito. En esa medida su proceso se atascará. Al no saber alternar entre vivencia y
conceptualización, no podrá enriquecer a ninguno de ambos fenómenos ni al proceso que
resulta de dicha alternancia. En otras palabras, no solo no sabrá qué es lo que siente, lo más
complejo es que su vivencia será estática y no dinámica. Esta falta de dinámica, es la
característica que hará más neurótica su situación.
Gendlin señala que lo medular de la neurosis se basa poseer en dos características. La primera
es tener un problema. La segunda es no saber cómo solucionarlo. La psicoterapia se orienta a
solucionar el problema que implica poseer esta última característica.
3.5. IMPORTANCIA DEL CUERPO Y LA EMOCIÓN.
A partir de esta constatación, Gendlin avanza hacia la idea de que las respuestas a las preguntas
que la persona se hace vienen también desde el cuerpo. Incluso va más allá, Gendlin sostiene
que las soluciones a los problemas planteados a lo largo de la vida vienen, según él, desde el
cuerpo. La validación, incluso de las conclusiones aportadas por la racionalidad, proviene de
las sensaciones corporales. Resulta esencial, entonces, saber contactarse con el cuerpo, para
aprovechar toda la información que nos viene desde él. La psicoterapia debe enseñarle a la
persona a desarrollar la habilidad de contactarse corporalmente para acceder a este
conocimiento.
El contacto con la corporalidad, el darnos cuenta del estado de nuestro cuerpo, nos involucra,
necesariamente, en el sentir. El sentir es un conjunto de procesos complejos, todos ellos de
origen corporal, pero de diferentes características unos de otros.
Tradicionalmente suponemos que sentimos emociones y que ellas guían nuestra conducta.
Gendlin sostiene que mucho más importantes que las emociones para regir nuestra conducta,
son las sensaciones. Resulta importante asumir que "sentimos sensaciones" y que estas nos
orientan conductualmente.
Las emociones son intensas, específicas y pasajeras, esto las hace fácilmente nominables. En
contraste, las sensaciones resultan vagas y difíciles de describir, incluso para quién las esté
experimentando concretamente. Pero no debemos caer en el error de concluir que, por ser
difíciles de describir no sean importantes y podamos ignorarlas.
Las emociones son claras y fácilmente identificables, una opresión en el pecho acompañada de
una sensación de que eso sube, es identificable como pena; si siento el estómago comprimido,
puedo decir que tengo miedo. Este tipo de reacción resulta adaptativa, porque me prepara para
reaccionar en situaciones de emergencia, pero en la vida social y frente a decisiones
importantes, la reacción descrita resulta, a menudo, contraindicada.
Las sensaciones sentidas no son tan concretas como las emociones, de hecho no es fácil
nominarlas, incluso al explorarlas en psicoterapia, debemos recurrir a metáforas como una
forma adecuada de describirlas; podemos sentirnos "como volando", o "votados como trapo
viejo". Sería difícil ponerle un nombre a un sentir como el recién descrito, debemos
conformarnos con la metáfora, que resulta ser lo más cercano a la descripción de nuestro sentir
de ese momento. De alguna manera, las sensaciones sentidas, son menos "asibles”
conceptualmente, pero resultan ser terriblemente influyentes en las decisiones importantes en
nuestra vida. De allí la necesidad de conocerlas.
La otra diferencia importante entre emoción y sensación sentida es que mientras la emoción
estrecha la conciencia, la sensación sentida la amplía. Cuando vivimos una emoción,
especialmente si ella es intensa, no somos conscientes de los hechos que no están directamente
relacionados con ellos, todo lo que percibimos es lo que se relaciona con la emoción que nos
compromete en ese momento. Cuando tenemos una sensación sentida, nuestra captación se
hace más clara y diferenciada, podemos notar con qué se relaciona ella, qué implica y qué es lo
que queremos hacer. El problema es que una sensación sentida es muy poco frecuente.
Gendlin dice que la Sensación sentida es "el cliente del cliente", porque cuando el Terapeuta le
solicita información al Cliente, este debe solicitarla, a su vez, a la Sensación Sentida. Se
produce entonces una especie de "psicoterapia interna". De hecho las personas que tienen
entrenamiento en contactar su sensación sentida, generan una especie de psicoterapia interna en
cualquier situación que apliquen dicha capacidad. Estas personas, estarían mas lejos de la
neurosis, porque, si bien, como todo el mundo, ellos tendrían problemas, sabrían como
solucionarlos.
Los procedimientos de Gendlin en psicoterapia, se edifican sobre los dos pilares constituidos
por el Experiencing y el Focusing. El conocimiento y la comprensión de estos, constituye el
eje de la comprensión de la Terapia Experiencial, como ha quedado estructurada después de
Gendlin. El estudio de estos dos procesos claves en la psicoterapia, constituirá el eje de los dos
próximos capítulos de este libro.
3.7. RESUMEN.
4.1. INTRODUCCION.
Como fruto de sus años de trabajo en psicoterapia Eugene Gendlin genera el concepto de
“Experiencing”. Concebido como el proceso de ser consciente de la propia experiencia, el
"Experiencing", se constituye para Gendlin en la meta de la psicoterapia. En ella se trata de
que el Cliente, a través del proceso terapéutico, pueda llegar a conocer su propia experiencia a
partir de tomar contacto con ella. En un segundo momento, la psicoterapia pretende que el
Cliente llegue a aprender a diferenciar matices en las sensaciones resultantes. El objetivo de
esto último es lograr una mayor claridad en su experiencia emocional, para llegar finalmente a
una expresión satisfactoria de ella.
El “Proceso de Experienciar” implica que la persona sea capaz de darse cuenta de la propia
experiencia en el presente y de cómo ella evoluciona de un momento a otro. La observación de
Gendlin es que, si logro un buen contacto con mi experiencia en este momento, tendré claridad
de lo que realmente quiero. Incluso si mi opción no resulta la más adecuada, en la práctica, mi
contacto con mi propia sabiduría me llevará a poder corregir el curso conductual y a través de
él, tomar una nueva decisión. Si esto sucede en cada momento de la vida, la persona podría
mantenerse continuamente actualizada con sus necesidades y deseos organísmicos.
Desde el punto de vista de Gendlin, el propio cuerpo es un mejor "consejero" respecto de líneas
de comportamiento, que cualquier otro referente. Esto es así porque el cuerpo está en
condiciones de evaluar tanto mis necesidades personales, como las condiciones físicas externas.
La terapia se orientará entonces a desarrollar la capacidad de "Contactar, diferenciar y expresar"
los sentires provenientes del cuerpo.
Gran parte del trabajo desarrollado por Gendlin se orientará a dicho objetivo, "contactar,
diferenciar y expresar la propia experiencia" y las técnicas psicoterapéuticas buscarán ayudar al
Cliente a concretizar esto.
Considerado por algunos como un discípulo de Rogers y por otros como un innovador y creador
de un nuevo estilo de acercamiento al Cliente (aspecto que hemos comentado en el Capítulo 1
de este libro), Eugene Gendlin aporta dos conceptos claves de la actual psicoterapia
experiencial: "Experiencing" y "Focusing".
Ambos conceptos subrayan el carácter de proceso de la experiencia humana. No se trata de la
experiencia y el focalizar, sino del estar "experienciando" y "focalizando" lo que nos sucede.
4.2. CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DEL "EXPERIECING"
Considerado como un proceso continuo, el "estar experienciando" es una de las metas del
trabajo psicoterapéutico propuesto por Gendlin. El logro de este estilo, nos lleva a notar que la
experiencia posee cuatro características básicas:
- Se da en el ámbito corporal.
- Ocurre en el Presente Inmediato.
- Es Preconceptual.
- Guías la Formación de Conceptos.
A continuación revisaremos cada una de estas características.
Esto es algo esencialmente simple y paradojalmente, puede ser muy difícil de realizar. Si bien
el sentir corporal es una capacidad básica y espontánea, muchas personas parecen haberla
perdido de algún modo y en el presente “no saben” atender a su cuerpo. Como fruto de lo
anterior, estas personas, deben ser entrenadas en recuperar esta habilidad que dejaron de ejercer
en algún momento de su vida.
El experienciar es un proceso dinámico, esto significa que fluye con la vida de cada momento.
El experienciar en conocible por referencia directa, es la propia experiencia la que da cuenta de
sí, esto implica que no es adecuable a un esquema abstracto. Solo en contacto a cada momento
con el propio cuerpo nos informará de esta experiencia.
Como ocurre en el presente, para conocerla debo contactarme directamente con ella, antes de
que entre a mediar otro proceso. Es por esto que decimos que el Proceso Experiencial es un
“referente directo”. El Proceso Experiencial es reconocible sin mediar ningún otro recurso, no
requiere de intermediarios para ser conocido, uno atiende directamente a él y puede conocer su
estado en cada momento.
Por lo anterior, es posible que sea difícil traducir el Proceso Experiencial a otro ámbito, e
incluso es posible que otros elementos, las palabras por ejemplo, contribuyan a enmascararlo.
El rol de enmascaramiento que las palabras cumplen con el proceso de experienciar, es notable.
Esto se debe a la naturaleza de ambos fenómenos, la experiencia es dinámica y el lenguaje es
estático. Cada vez que ponemos en palabras nuestros procesos, estos dejan de ser
concienciados como dinámicos, esto es pierden vida. De allí que Gendlin no recomiende
apresurarse en calificar los propios procesos experienciales, para permitirles ser conocidos en
su dinámica natural.
4.2.3. Es Preconceptual.
El Proceso de Experienciar se encuentra presente en la vivencia de cada situación en que nos
involucramos. Este Proceso ocurre antes de que nos demos cuenta y que podamos pensar en
él. Simplemente ocurre. Es aquí donde cobra importancia la “intuición eidética” propuesta por
Husserl a la que aludimos en el Capítulo 1 de este libro. La Intuición Eidética en su carácter de
técnica que acepta los hechos simplemente como se presentan, esto es, sin estructuración
cognitiva, contribuye al logro del objetivo de conocimiento del propio Proceso de Experienciar.
Como no incluye palabras, resulta muy difícil verbalizar nuestro experienciar. Esto no es un
problema en Psicoterapia Experiencial, dado que incluso activa la observación descriptiva,
demorando la calificación verbal de él. Lo más concreto es asumir que el experienciar es
referido corporalmente.
Sin duda, la psicoterapia es un evento relacional; no hay terapia sin relación interpersonal. En
Psicoterapia Experiencial, lo relacional toma un carácter especial. Hay dos niveles en los que
las relaciones resultan ser un aspecto clave en el proceso psicoterapéutico experiencial. Uno de
ellos es el de la relación Experiencia - Cuerpo. El otro es la relación Terapeuta - Cliente.
El cuerpo nos "dice" que sucede con nuestro experienciar, es él quién reacciona a cada
Experiencia que vivimos. Se genera así un continuo juego entre cuerpo y experiencia. Ambos
están en continuo contacto. Es la conciencia del cuerpo lo que hace avanzar el proceso
psicoterapéutico.
Esta relación Terapeuta – Cliente, resulta tan importante como la Experiencia – Cuerpo,
descrita anteriormente. Es ella la que activará la conciencia del propio sentir. El Terapeuta
invita al Cliente a atender a su cuerpo, en busca del sentir, en la medida que esto suceda, el
Cliente será mas consiente de su experiencia.
La base del Experiencing es la corporalidad, pero para eso debemos ser conscientes de lo que
nuestro cuerpo siente; el cuerpo es un cuerpo sentido. Es la vivencia de la propia corporalidad
y de las sensaciones que con él vienen lo que buscamos al trabajar en psicoterapia. Esto es
central en psicoterapia porque, como dice Gendlin, "tu cuerpo sabe la respuesta".
La base del proceso Psicoterapéutico son las sensaciones concretamente sentidas y percibidas
por la persona. En la medida que el terapeuta lleve al Cliente a activar dicha percepción,
habremos avanzado en el proceso referido.
4.4.2. Fluidez.
El Experiencing es Fluido. Nos referimos a algo dinámico, el Experiecing siempre se
encuentra en movimiento. A cada momento lo que sentimos es diferente, porque nuestra
experiencia es diferente y porque, a su vez, nos enfrentamos a una realidad diferente.
Ese estarnos adaptando momento a momento a nuevas realidades, es lo que genera esta
dinámica de la experiencia. La dinámica surge de la característica de fluidez, que es una
condición intrínseca del Experienciar.
Cuando alguien nos pregunta "¿Cómo estás?" y queremos contestar francamente, atendemos a
nuestro interior y sabemos inmediatamente cómo estamos, esa es la cualidad corpórea del
Experiencing. Es nuestro cuerpo el que sabe, esto es posible porque es en el cuerpo donde se
da la sensación y, en definitiva, la experiencia.
4.4.5. Siempre Presente en la Vivencia de una Situación.
El Experiencing está siempre Presente en la Vivencia de una Situación, aunque no se la
Conceptualice. No es posible no experimentar la vivencia de una situación, experimentarla es
consustancial al sentirse viviendo. Puede que muchas veces no prestemos atención a su
omnipresencia, pero el hecho es que el Experienciar está siempre allí.
De hecho, el Experiencing no tiene nada que ver con la conciencia y menos con la
conceptualización. El no pensar en él no le quita su carácter de proceso vital concreto. El no
conceptualizar una vivencia cualquiera no le quita su realidad; al pensarla, le agregamos algún
grado de claridad, pero ella ya existía antes de ser pensada y de hecho no se requiere pensar
para tener alguna experiencia.
Sin embargo, a pesar de que el Experiencing es Simbolizable, debemos señalar que sus
Significados no se agotan en esta simbolización. Al atender a lo que sentimos, nos damos
cuenta de la existencia y las características de lo que estamos Experienciando. En esas
condiciones, las palabras nos ayudan a clarificar lo que nos sucede. Sin embargo, esta
conceptualización, que, como ya vimos, nos acerca a una mejor comprensión, no logra abarcar
totalmente lo que nos sucede.
Nuestra vivencia resulta una y otra vez más amplia y profunda que lo que nuestras palabras
logran abarcar. Podemos avanzar acercándonos cada vez más a una descripción acabada de la
vivencia, pero no llegaremos a lograr una descripción que finalmente abarque toda la vivencia.
No basta con entender racionalmente lo que nos sucede para mejorar nuestro nivel de
Desarrollo Personal. Con frecuencia en psicoterapia el Cliente sabe lo que le pasa, pero eso no
cambia su modo de sentir ni de actuar. Es como un fumador que sabe detalladamente el daño
que se causa al hacerlo, pero que no modifica en nada su conducta de fumar.
Contra lo que se podría suponer, tampoco basta con ubicar la emoción que tenemos frente a
alguna situación. Identificar que tenemos temor frente a algo, suele no modificar ese temor,
por lo que su presencia continúa limitando nuestra conducta.
Es el contacto con la Experiencia y subsecuentemente con las sensaciones subyacentes, lo que
generará el cambio psicoterapéutico. Por esto el trabajo del psicoterapeuta se orienta a
contactar al Cliente con su experiencia.
-Lo central en psicoterapia no es que la persona aprenda a hacer cosas que no sabe, aunque a
veces pueda necesitar aprenderlas.
-Lo importante en psicoterapia no es que el Cliente logre darse cuenta de lo que está sintiendo,
aunque este suela ser un paso necesario para avanzar hacia el cambio.
-Lo importante no es que el Cliente entienda lógicamente qué le sucede, cómo ocurre y por qué,
como la mayoría de los Clientes (y más de algún terapeuta) cree.
-Lo central en psicoterapia es que el Cliente se contacte con su proceso experiencial y, a través
de él, con sus sensaciones corporales, son ellas las que orientarán el cambio vivencial que
afectará entonces su conducta.
Como todo fenómeno complejo, el Experiencing implica un proceso. Este proceso, puede ser
descrito como poseyendo diversas etapas, las que nos permiten a su vez describir las
características de él. A continuación revisaremos los cuatro "Pasos del Experienciar" descritos
por Eugene Gendlin. Estos son:
- Sensación Sentida.
- Diferenciación.
- “Llevar adelante” (Carrying forward).
- Interacción.
La Sensación Sentida, como toda vivencia, es dinámica. Al ser respuesta a las condiciones en
que nos encontramos en el aquí-ahora, evoluciona dinámicamente, transformándose segundo a
segundo. Esto es, necesitamos atender continuamente a nuestro cuerpo para saber cómo es
“ahora” nuestra Sensación Sentida.
4.6.2. Diferenciación:
Al contrario a lo que el común de las personas cree, nuestra reacción a los hechos cotidianos no
es uniforme ni unidimensional. Ante cada hecho, experimentamos no una sino un conjunto de
reacciones emocionales.
Ante esto, la necesidad de Diferenciación, se refiere a la necesidad de buscar aspectos de lo que
estamos sintiendo frente a una situación concreta. Vi nos detenemos ante lo que sentimos en
determinada situación presenciaremos el surgimiento de diversas facetas del sentir, desde el
todo original que es la Sensación Sentida.
Al atender a nuestro sentir e ir mas allá de la emoción dominante, nos contactamos con la
Sensación Sentida. Entonces descubrimos que ésta es compleja; no sentimos una sola cosa
ante determinado evento, nuestra sensación ante él implica diversas facetas, las que podemos
diferenciar desde un todo original, en la medida que atendamos a sus características.
4.6.4. Interacción:
Finalmente, la "Interacción" implica una conexión e intercambio entre lo que nuestro cuerpo
siente y aquello que lo refiere y que pone en movimiento la experiencia. En otras palabras es
un proceso de interacción mutuamente enriquecedora entre la sensación sentida y la vivencia de
ella.
La rápida alternancia entre “lo que nuestro cuerpo siente” y “Aquello a lo que se refiere” va
generando un proceso dialéctico en el que cada una se ve complementada y va evolucionando
de modo que, a cada paso, avanzamos en el conocimiento y la experiencia, tanto de nosotros
mismos, como del mundo en que nos encontramos.
4.7. RESUMEN.
Hemos partido revisando tanto las Características Básicas del Experiencing: Se da en el ámbito
corporal, Ocurre en el presente inmediato, Es Preconceptual y Guía la formación de conceptos.
Luego hemos descrito las Características Generales de él, estableciendo que es Vivencia
sentida, Fluido, Conocible por referencia directa, Sentimiento corpóreo, Siempre presente en la
vivencia y Simbolizable, señalando la importancia de la corporalidad en cada uno de estos
aspectos.
Nos hemos detenido en los aspectos de lo relacional, tanto la relación Experiencia – Cuerpo
como la relación Terapeuta – Cliente.
Hemos llegado finalmente hasta la descripción de los pasos del Experienciar: Sensación
sentida, Diferenciación, Llevar adelante ye Interacción, todo eso considerado como proceso que
nos contacta con lo más vital de nuestra existencia.
CAPITULO 5.
EL FOCALIZAR
5.1. INTRODUCCIÓN.
Tal como ha sido descrito por Gendlin, el Focalizar es un proceso. Dicho proceso implica una
secuencia de vivencias personales. Es necesario diferenciar el “Proceso de Focalizar” de la
“Técnica de Focalización”, que se describirá más adelante.
Como Proceso, el Focalizar implica una habilidad que podemos poseer. Una persona necesita
ser capaz de contactar su propia experiencia, esto se logra a través de la capacidad de
contactarse con sus sensaciones internas y sentirlas conscientemente. Gendlin ha descrito
cuatro habilidades implícitas en el proceso de focalizar.
Como técnica, el Focalizar es una serie de pasos que podemos enseñar para que la persona
desarrolle la habilidad, en el caso de no poseerla. Es una especie de algoritmo que permite
capacitar a cualquier persona para lograr la habilidad necesaria. Esta técnica consta de seis
etapas.
Focalizar implica atender a una Sensación Sentida. Para lograr esto, se necesita, en primer
lugar, generar un silencio interno y externo. El cliente debe tomar contacto con su cuerpo y
esperar ahí hasta que se forme una sensación sentida. Es de esta manera que la persona podrá
percibir un cambio, el que se expresará físicamente. El cambio vendrá desde el cuerpo de la
persona que focaliza.
La Sensación Sentida, fruto de esta atención al cuerpo, puede ser definida como una clase
especial de conocimiento interno y corporal. Gracias a él, llegamos a saber qué es lo que
necesitamos.
Este conocimiento tiene una doble naturaleza, ya que surge tanto desde el cuerpo como de la
cognición. Por una parte es una sensación corporalmente vivenciada, algo físico y por otra es
consciente, un algo simbólico, aunque todavía no está diferenciada completamente.
El focalizar, como ya fue señalado, implica cuatro habilidades básicas. Gendlin las describe
claramente. Cada una de ellas, implica un paso en un proceso que nos acerca a la toma de
conciencia de nuestra corporalidad y de la importancia de las sensaciones en la toma de
decisiones vitales. De alguna manera, entonces, podemos considerarlas como parte de una
secuencia, aunque no son necesariamente requisitos unas de otras, ni aparecen
independientemente, sino que están interrelacionadas y suelen suceder más de una a la vez.
Muchas personas no tienen el hábito de prestar atención a su corporalidad, eso tiene como
resultado el que muchos de sus procesos y reacciones corporales frente al medio ambiente
pasen inadvertidas para ellas. Al no notar lo que le sucede a su propio cuerpo, la persona no
puede responder a sus requerimientos. En primera instancia esto puede llevar a desequilibrios
en la fisiología corporal, lo que puede ser peligroso.
El actuar desde la emocionalidad desbordada, puede ser muy espontáneo, pero no resulta
necesariamente auténtico si lo que quiero es, simplemente, producir dolor en la persona con la
que me encuentro y para ello digo cosas que en realidad no son ciertas.
El objetivo del Desarrollo Personal propugnado por la Terapia Experiencial, implica ir más allá
de este nivel impulsivo y asumir que nuestras decisiones de fondo en la vida, se afirman en un
aspecto más estable de nuestra vida emocional.
Cuando una persona puede atender a sus sensaciones corporales, será consciente de lo que está
necesitando y abrirá la puerta a su propia motivación. Paralelamente también se abrirá a los
pasos siguientes, lo que implica iniciar el proceso de cambio, aunque la atención al propio
cuerpo es una habilidad que debe seguir activa en todo momento de la vida.
5.3.2. Dejar un Espacio Interno:
"Dejar un espacio interno" es hacer un "silencio" dentro de nosotros, es dejar de pensar y
simplemente ser testigo de nuestra experiencia. Nuestra conciencia suele estar llena de
pensamientos, pero, con un poco de práctica, puede llegar a estar ocupada íntegramente por
nuestra conciencia de la experiencia, esto es por nuestro darnos cuenta de la vivencia presente.
En esas condiciones no hace falta pensar, solo el sentirnos viviendo copa la conciencia. El
objeto de esto, es llegar a ser consciente de nuestra experiencia presente para así llegar a
observar el acontecer interno; solo así podremos conocerlo nuestra propia experiencia.
Una de las características que Gendlin solicita en este paso, es que necesitamos acercarnos a “lo
que sea que descubramos”, sin sumergirnos en eso. La idea es, mantener una leve distancia
con los sentires experimentados para sí explorarlos mejor.
La idea es que si nos acercamos demasiado, podemos “inundarnos” de sentir; esto traería como
consecuencia un estrechamiento de conciencia y por consiguiente dificultará la autoexploración.
Se trata entonces, de lograr una distancia óptima respecto del sentir, para poder "observarlo" lo
más claramente posible.
Para esto, tenemos que lograr un estado que implique no rechazar lo que estamos sintiendo,
dado que esto implicaría irnos demasiado lejos de ello; ni dejarse inundar por sensaciones o
imágenes, porque esto equivaldría a quedarnos demasiado cerca del sentir. Ambas
posibilidades dificultan la exploración de la propia experiencia emocional.
El encontrar lo que podríamos llamar una “distancia óptima” respecto del sentir, nos llevará a
lograr un contacto adecuado con nuestra sensibilidad, este resultado es esencial en el trabajo
con uno mismo.
Asumimos que muchas experiencias emocionales son difíciles de describir en palabras, Rogers
señaló que resulta útil, entonces, la ayuda de la metáfora. Muchas veces lo que sentimos no
cabe dentro de las categorías preestablecidas. Gendlin señala que esto ocurre especialmente
cuando estamos hablando de sensaciones.
Habitualmente las emociones son fácilmente calificables. Las sensaciones, sin embargo,
resultan complejas de ser "bautizadas" con algún nombre, esto obedece al hecho de que son
muy variadas, específicas y con frecuencia menos concretas que las emociones.
Es entonces cuando surge el valor de la metáfora. Todos podemos entender lo que implica
sentirse “como volando en las nubes" o "como un zapato viejo". El poder evocador de la
metáfora potencia a las palabras, llevándonos a un nivel diferente de significados. Esto resulta
notablemente útil cuando necesitamos representar nuestra experiencia para clarificarla.
Esta experiencia es lo que nos sucede cuando olvidamos el nombre de una persona y alguien
nos ayuda a recordarlo proponiéndonos posibles alternativas. Podemos saber que muchos de
los nombres que nos van diciendo no son el nombre que buscamos y notamos que “algo” no
avisa cuando escuchamos el nombre correcto. Hay algo en nuestro sentir que nos permite
identificar cuando hemos encontrado el nombre correcto.
Pero la capacidad de vivenciar este fenómeno implica una habilidad que también puede ser
desarrollada. Necesitamos aprender a reconocer este cambio, esta sensación de “alivio” que
surge cuando encontramos el descriptor adecuado. Esto implica que podemos tener diversos
grados de capacidad o incluso no poder vivenciar ese cambio. Lo importante es descubrir en
qué grado nos encontramos y poder, entonces, aumentar dicha capacidad, para lograr un
funcionamiento adecuado.
Al hablar de "permitir" que el cuerpo cambie, estamos implícitamente admitiendo que uno
podría no permitirlo. Las condiciones en que nuestro cuerpo se encuentra pueden facilitar o
dificultar la sensación de cambio. Determinadas tensiones musculares o incluso algunos
hábitos posturales pueden dificultar la sensación corporal de cambio. En esos términos
"permitir que el cuerpo cambie" implica restaurar equilibrios físicos, desbloqueando tensiones o
cambiando hábitos corporales negativos o posturas corporales inadecuadas, de modo de facilitar
dicho cambio.
Con esas capacidades expeditas, podremos vivenciar el cambio que será un claro indicador del
hallazgo que hemos descrito.
Una persona que posee estas cuatro capacidades, tendrá un Desarrollo personal que le permitirá
estar abierto a la claridad, respecto de las decisiones, grandes y pequeñas, a tomar en su vida.
En términos de Gendlin, si poseyéramos estas capacidades, idealmente no necesitaríamos
psicoterapia.
Es por esto que la "Focalización" se erige como la técnica central en el trabajo psicoterapéutico
de Eugene Gendlin y constituye en elemento central del proceso de Desarrollo Personal. La
observación, ha llevado a E. Gendlin a afirmar que el éxito de la terapia descansa en la
capacidad del cliente de contactar sus propios procesos de sentir corporal.
Dado que el gran objetivo, desde la Psicología Experiencial, es contactar el "sentir" del Cliente
y que muchos de dichos Clientes no tienen facilidad para contactar su sentir corporal, se
requiere una forma de entrenamiento que los "capacite" para lograr dicho objetivo.
La Técnica de Focalización es, en la práctica un "algoritmo" que permite el logro del contacto
corporal incluso a personas muy desconectadas de sus sensaciones corporales. En seis pasos,
una persona es "monitoreada" para acercarse a la percepción y posterior simbolización de sus
sensaciones físicas. Una vez que la persona es capaz de "contactar" sus sensaciones y
validarlas como tales, se ha puesto en marcha un mecanismo clave en la toma de decisiones
para la vida.
Dado que, como fruto de lo anterior, la persona sabe lo que quiere en cada situación, se
establece lo que, desde otro marco de referencia, podríamos llamar un claro "locus de control"
interno. Esta fuente de "autocontrol" está disponible cada vez que se la requiera y le permite a
la persona, tomar decisiones y corregir sobre la marcha cualquier curso de acción que aparezca
poco adecuado.
El Proceso de Estar Focalizando o "Focusing", es la técnica propuesta por Eugene Gendlin para
facilitar el logro pleno del "Experiencing".
Gendlin comienza recomendando determinadas condiciones que él considera las más adecuadas
para la aplicación de la técnica. En primer lugar se necesita encontrar un lugar donde se pueda
estar tranquilo por un rato, para asegurar que no habrá interrupciones al trabajo. La técnica
puede aplicarse por el propio cliente, independientemente de la presencia de otra persona, pero
idealmente resulta más fácil con la ayuda de un acompañante que pueda dirigir cada etapa, para
que quien focaliza, se ocupe solo de seguir al guía. Entonces se procede con el primer paso.
Para ello se sigue las etapas son las que se describen a continuación.
Este paso implica atender a la propia subjetividad y hacerse preguntas del tipo "¿Cómo me
siento?" y "¿Hay algo que me moleste?". Una vez planteadas estas preguntas, debemos esperar
tranquilamente que venga lo que sea que aparezca, sin dirigir el proceso.
Es frecuente en esta exploración, que lo primero que ocurra sea que uno no nota nada. El
sentir suele surgir lentamente desde nuestro interior, así como surgen lentamente las imágenes
cuando entramos a un lugar en penumbras, una vez que nos vamos acostumbrando al contraste
visual entre una zona más luminosa y otra de mayor oscuridad.
A veces puede que durante mucho rato no surja nada, en ese caso hay que hacerse de paciencia
y esperar hasta que aparezca algo. En otros casos puede que surjan muchas respuestas en
rápida sucesión, entonces no hay que apresurarse a amarrarse a ninguna de ellas, suele ser
preferible hacer una especie de lista de problemas o asuntos y mirarlos desde una cierta
distancia.
5.4.2. Formando la Sensación Sentida:
El segundo paso es el contactarse con esa sensación vaga que sentimos corporalmente cuando
atendemos a nuestra corporalidad luego de preguntarnos "¿Cómo estoy?". Surge entonces una
respuesta, habitualmente en nuestro pecho, en todo caso "en nuestras vísceras" en ese espacio
que va de nuestra garganta a nuestro estómago. Lo importante entonces es dedicarse a sentir la
sensación, no se trata de ponerle un nombre sino de sentirla simplemente, para poder así
explorarla.
Idealmente se busca poder explorar la sensación para conocerla mejor y así poder llegar a
diferenciar lo que sentimos. Para lograr una mejor descripción de la sensación, es que dicha
"percepción" debe ser levemente distanciada, para evitar que nos inunde, como ya describimos
al referirnos al Proceso de Focalizar.
Entonces hay que acercarse al problema elegido, sin adentrarse en él. Se trata de simplemente
"mirar" desde una distancia que me permita explorarlo adecuadamente. Entonces hay que
plantearse preguntas amplias del tipo "¿Cómo siento la totalidad de este problema?".
Como el objetivo es contactarse con el sentir, a la pregunta anterior no hay que responder con
palabras. Buscamos simplemente contactarnos con cómo sentimos la totalidad del problema.
Habremos dado entonces con la Sensación Sentida, esa vivencia absolutamente emocional y
corporal, sin elementos de conceptualización.
Encontrar un asidero, implica contactarse con lo esencial del problema y luego relacionarlo a
diversas imágenes que puedan surgir de él. De alguna manera es el paso central del proceso,
implica identificar realmente qué es lo que estamos sintiendo.
A un nivel mas concreto, “encontrar un asidero” implica el proceso de buscar una imagen o
palabra que describa simbólicamente la sensación sentida, para que esto la haga más fácilmente
manejable.
En el intento de llegar a referirnos verbalmente a la sensación sentida, una vez que esta ha sido
concretamente experienciada, el lograr referirla con una palabra o un grupo de ellas, ayuda a
clarificarla. Esta palabra puede ser un “nombre” o puede ser una imagen que nos remita a una
metáfora de cómo se siente la persona, en este caso, será más la descripción de una imagen. En
el caso de imágenes estas pueden ser simbólicas, algo así como: “Me siento como un trapo
botado en un rincón”, o parte de recuerdos de la propia persona, por ejemplo: “Me siento como
una vez cuando tenía ocho años y mi papá me retó en la puerta del colegio”.
Una vez que hallamos encontrado ese asidero nuestra percepción de la sensación se hará mas
clara. Sea palabra o imagen, el asidero nos permite referirnos a la sensación y hablar de ella,
teniendo más claro a qué nos referimos.
5.4.4. Resonando:
A través del paso "Encontrando un Asidero”, podemos generar una o varias representaciones
simbólicas de nuestra Sensación Sentida. Es en este momento que buscamos (y encontramos)
un nombre estable para lo que estamos sintiendo.
En la práctica este paso implica cotejar con la sensación sentida, cada imagen o palabra surgida
en el paso anterior. Se procede, entonces, a comparar cada descriptor obtenido en
“Encontrando un Asidero”, con la Sensación Sentida a la que él pretende referirse y observar si
ambos "resuenan" adecuadamente entre sí.
La idea, como es planteada por Gendlin, es que alguna de las simbolizaciones propuestas como
fruto de buscar un asidero, "calzará" mejor que las demás en lo que estamos sintiendo. En la
medida en que un determinado descriptor se ajuste de un mejor modo a la Sensación Sentida,
aparecerá una sensación de alivio que confirma que ella es la simbolización correcta.
5.4.5. Preguntando:
Una vez obtenido un descriptor aceptable de la Sensación Sentida, necesitamos asegurarnos que
es realmente adecuado. Esto implica ocuparse de chequear si la representación propuesta
coincide realmente con nuestra experiencia.
Para realizar esto, es necesario volver sobre la propia experiencia con la representación
obtenida y comprobar su validez. Se trata de una comparación con fines de asegurarnos que el
descriptor es adecuado. Es por ello que Gendlin llama a esta fase “Preguntando”. Se trata de
“preguntar” a la “Sensación Sentida” si el descriptor encontrado realmente lo describe
adecuadamente.
El acto de “preguntar” abre una perspectiva de búsqueda. Preguntar siempre abre puertas.
Gendlin pretende que nos aseguremos que el descriptor es adecuado a nuestra Sensación
Sentida.
Gendlin propone ir más allá de este punto, preguntándose: "¿Qué es lo que hace que la
totalidad de este problema sea tan . . . ?". Preguntas abiertas de este tipo ayudan a encontrar
respuestas que se ajusten naturalmente a la problemática y continúan en la línea de “abrir
puertas” propuesta en este paso de aplicación de la Técnica.
5.4.6. Recibiendo:
El último paso de la Técnica de Focalización, implica acoger lo que se ha descubierto. Esto
nos lleva a revisar nuevamente la experiencia presente, a partir del descubrimiento de nuevos
significados. Se trata de acoger lo que ha aparecido, como fruto de la exploración,
recibiéndolo como una clarificación del sentir.
En todo caso, es importante para el proceso de focalización, darse cuenta del cambio corporal
que ocurre como fruto de él. Este cambio, que es solo un paso en el proceso, es importante
porque nos permite un notable avance en el nivel de clarificación interior.
El descubrir como fruto de haber focalizado, que nos enfrentamos a una nueva Sensación
Sentida nos puede llevar a descubrir que se hace necesario dar otra vuelta del proceso.
Profundizaremos así, aún más, nuestro contacto con la propia experiencia.
En ese sentido la Focalización podría ser un "cuento de nunca acabar". Por supuesto no
podemos dedicarnos a focalizar toda la vida. El Terapeuta o el mismo Cliente, deberán
establecer en qué momento es suficiente el nivel logrado por ahora; esto ocurrirá con frecuencia
a la primera vuelta del proceso, y continuar con la vida cotidiana.
La “Focalización” vista tanto como Proceso como considerada una Técnica, resulta central en el
Desarrollo Personal y clave en la Psicoterapia Experiencial. Favorece el “Experiencing” y
abre camino al Proceso que describiremos en el próximo capitulo de este libro.
5.5. RESUMEN.
La Focalización, junto con el “Experiencing” resulta clave para el Desarrollo Personal, objetivo
último del trabajo de la Psicología Experiencial.
CAPITULO 6.
LOS LOGROS DE LA TERAPIA EXPERIENCIAL.
6.1. INTRODUCCIÓN.
El resultado del trabajo terapéutico depende de muchos elementos. Siempre partimos de (al
menos) dos personas que se encuentran Desde allí, se genera una relación, en la cual una de las
personas involucradas expone uno o varios problemas y la otra aporta sus recursos para el
enfrentamiento exitoso de dichos problemas. Entre los recursos disponibles para el
enfrentamiento referido, encontramos las habilidades de cada una de las personas involucradas
y algunas técnicas de psicoterapia, desarrolladas a lo largo de los años.
Para el enfoque Experiencial, las técnicas ocupan un lugar secundario. Lo central del proceso
terapéutico, ya está dicho, es la relación entre dos personas. Es lo que suceda entre esas dos
personas lo que determinará el resultado del proceso, el que, en definitiva apunta al Desarrollo
Personal de ambas personas involucradas. "Lo que suceda" entre dichas personas depende, a
su vez, de cómo son ellas dos. Entonces lo que nos importa es "la persona del cliente" y " la
persona del terapeuta". La Terapia Experiencial dedica bastante reflexión a estos dos
elementos.
Si nos detenemos, aunque sea solo un poco, a revisar esta concepción de la psicoterapia,
notaremos que se hace necesario que el Terapeuta sea una persona con determinadas
características personales. Un Terapeuta que se asume como activo no desde las técnicas que
utiliza, sino desde la persona que él es, necesita encontrarse en condiciones personales que
faciliten el proceso de psicoterapia.
No podemos esperar que todo Terapeuta posea dichas características de modo espontáneo.
Pero no debemos complicarnos por esto, dado que dichas características son desarrollables y
que todos podríamos capacitarnos para llegar a ofrecerlas a cualquier Cliente. De hecho, hoy
existe un conjunto de técnicas para desarrollar la capacidades como la “Comprensión
Empática” o la “Congruencia”. Esto, si bien se incluye en la formación habitual de los
psicólogos experienciales, queda dentro del ámbito de la responsabilidad con que se ocupe el
Psicólogo de su rol de Clínico.
Sin querer nos encontramos hablando del "Desarrollo Personal" del Terapeuta. Resulta
importante para todo Terapeuta, no solo para psicoterapeutas experienciales, el disponer de un
grado notable de autoconocimiento y desarrollo personal. Mucho de lo que relacionamos, con
"rapport" y pautas éticas de la psicoterapia, surgen en realidad del Desarrollo Personal de
Terapeuta. Un buen acercamiento a uno mismo, facilita el acercamiento al Cliente.
Para muchos psicólogos jóvenes resulta respaldante saberse apoyado en técnicas que hayan
demostrado ser eficaces y eficientes en determinada problemática. Pero es importante no
olvidar que las técnicas no son autónomas. Es quién aplica una técnica quién determina "para
qué" y "cuánto" sirve una técnica determinada. La mejor técnica, utilizada sin criterio, puede
ser ineficaz y hasta peligrosa. Esto sucede en cualquier área, no sólo en psicoterapia.
Es la experticia de quién la aplica la que asegura que una técnica funcione como es deseable.
Cuando digo experiencia no me refiero solo a la experiencia profesional, sino también a la
experiencia vital. En otras palabras, una vez más, es en la persona del Terapeuta, además de la
persona del Cliente, no en las técnicas, en quién recae la responsabilidad del proceso
psicoterapéutico.
Al hablar de las habilidades de la persona del Terapeuta, nos referimos a un conjunto de
capacidades. El Terapeuta debe, como señala Rogers, en primer lugar, encontrarse en un
estado de acuerdo interno. En segundo lugar, debe ser capaz de experimentar valoración
positiva incondicional de su interlocutor. Por último el Terapeuta debe encontrarse en
condiciones de poder comprender empáticamente al Cliente.
Por otro lado es necesario considerar que el Terapeuta, al ser un ser humano, se encuentra con
notables limitaciones personales. Entre ellas, una de las más importantes de identificar, es la
presencia de barreras a la recepción del mensaje. Al escuchar la comunicación del Cliente, es
importante que le Terapeuta pueda identificar las barreras propias a la recepción del mensaje.
La fuente de las barreras del Terapeuta a la recepción del mensaje, suele ser una defensa del yo.
Esta defensa la usa el Terapeuta sin darse cuenta y que le impide recibir realmente lo que el
Cliente está manifestando.
Si algo en la comunicación del Cliente resulta amenazante para mí como persona, mi respuesta
de Terapeuta se verá limitada, porque intentaré defenderme de lo comunicado. Se producen así
"zonas ciegas", esto es aspectos de la experiencia del Cliente que ni él ni yo vemos. Si no
olvidamos que la función de la psicoterapia es "alumbrar" áreas oscuras, resulta que mi rol de
Terapeuta se ve en problemas.
En estas condiciones, resulta de primera importancia que el Terapeuta haya antes trabajado en
minimizar la existencia de barreras en sí mismo y que conozca las que persisten, de modo de
trabajar considerando su existencia. Aquí el trabajo del propio Terapeuta en el desarrollo de
las capacidades incluidas en la tríada "Contactar - Distinguir - Expresar" resulta clave.
Barrera, como ha sido descrita, se refiere a una "ceguera" del Terapeuta que constituye una
incapacidad personal que se traduce en no poder captar aspectos de lo comunicado por el
Cliente. En ese sentido la barrera dificulta el avance del proceso psicoterapéutico.
El Terapeuta como persona necesita, entonces desarrollar una amplia gana de características
que le ayudarán a ejercer de mejor modo su rol.
Los estilos racionalistas actuales en Psicoterapia, se ubican a lo largo de una amplia gama que
va desde la Terapia Cognitiva, pasando por la Terapia Sistémica a la Terapia Psicoanalítica.
La Terapia Cognitiva analiza el cómo pensamos antes de actuar, se trata de pensar sobre el
pensar, para los psicoterapeutas racionalistas, incluso la emoción es un subproducto del pensar.
En el extremo contrario a la Terapia Cognitiva se encuentra, desde este punto de vista, el
Psicoanálisis, que busca analizar directamente la emoción, pero siempre desde la lógica. El
Enfoque Sistémico, se encuentra en una posición intermedia respecto de los dos enfoques
anteriormente comentados, dado que partiendo de una postura claramente racionalista se acerca
indistintamente a razón y emoción. Para la Psicoterapia Experiencial, en cambio, lo adecuado
es estudiar la emoción desde el sentir (no desde la lógica); desde este punto de vista, se notará
determinados procesos en la vida del Cliente, los que, desde la perspectiva racionalista, pasarán
desapercibidos.
Estudiar la emoción resulta difícil de por sí. El sentir no es fácilmente asible, estamos
hablando de algo un poco vago y además cambiante. Como si lo anterior no fuera suficiente,
resulta que la emoción suele estrechar el campo de conciencia de la persona, por lo que resulta
complicado trabajar con ella.
El sentir implica un conjunto de "procesos" que en realidad son diferentes unos de otros. No es
solo que sintamos cosas distintas, sino que la naturaleza de algunos de los fenómenos
emocionales que experimentamos resulta sustancialmente diferente de la de otros. Resulta útil
entonces, diferenciar entre al menos tres tipos de sentires.
El sentir más obvio en nuestra experiencia es lo que llamamos "Emoción". Este sentir resulta
ser una experiencia que podemos ubicar claramente en nuestro cuerpo. Todos podemos
recordar haber sentido nuestro estómago apretado en un momento de susto, nuestros puños
apretados en un momento de enojo o el centro de nuestro pecho apretado en un momento de
pena.
Aunque no siempre las tengamos en primer plano, las emociones nos son familiares. Estas
emociones nos resultan tan cercanas que las podemos identificar mas o menos fácilmente con
alguna palabra. El lenguaje, y a través de él la cultura, evidencia una notable cercanía con las
emociones. Ellas son fáciles de nominar, lo que contribuye a su claridad.
Una persona al momento de pensar en casarse, se pregunta si sus sentimientos serán estables,
porque una emoción pasajera, no justificaría una decisión de esa magnitud. Un sentimiento
resulta ser una experiencia difícil de contar y sin duda alguna, no es respuesta a una situación
puntual. El sentimiento parece tener elementos cognitivos que le dan estabilidad en el tiempo.
Un tercer tipo de sentir es la sensación. Este sentir resulta ser más vago que los estados
anteriores. En general no hay palabras para describir este tipo de experiencias, pero esto no se
debe a que sean experiencias de un tipo notablemente diferentes o que ellas tengan implicancias
"ocultas". Simplemente al ser menos específicas, las Sensaciones resultan más difíciles de
describir experiencialmente y, en consecuencia, más difíciles de describir con palabras.
Una de las metas del trabajo en psicoterapia es lograr la comprensión de la experiencia del
Cliente por parte de él mismo. Es importante señalar que, en Psicoterapia Experiencial, esta
comprensión es importante, en primer lugar, para el Cliente, no para el Terapeuta.
La comprensión de sí mismo, por parte del Cliente, le permite ponerse en contacto con la propia
experiencia y realmente poder asumir la responsabilidad que ello implica. Todo lo anterior,
nos lleva a considerar importante revisar la relación entre el Cliente y el Terapeuta; al respecto
se recomienda revisar los puntos dedicados al tema en otros lugares de este libro.
El objetivo de la Psicoterapia Experiencial es, entonces, facilitar el contacto del Cliente con su
experiencia; de allí el apelativo de "Experiencial". Para ello, el Terapeuta utiliza, en la
psicoterapia, sus fortalezas personales, las que no son sino las habilidades interpersonales
utilizadas en sus interacciones cotidianas. Al respecto resulta útil que el Terapeuta sea capaz
de observar "qué" hace en su trabajo psicoterapéutico para así identificar sus fortalezas y
debilidades.
En la relación Cliente - Terapeuta, toda intervención del Terapeuta busca clarificar al Cliente.
Así el preguntarle algo al Cliente, utilizado como un tipo de Respuesta Terapéutica, busca
focalizar la atención del Cliente en su experiencia para que él se clarifique.
En la medida que se alcance los objetivos de la Psicoterapia, el resultado será un ritmo más
lento del discurso del Cliente. Esta lentitud del discurso del Cliente, será resultado directo del
estar contactado con su experiencia y le dará un notable grado de frescura a su verbalización y
lo llevará a encontrar sus propios significados, los que constituirán información nueva para él.
El preguntar por parte del Terapeuta, "¿Puedes verte en . . .(determinada situación que el
Cliente está recordando)?", implica una invitación a la "Evocación". Al respecto es
importante el que, aunque la descripción sea en el "entonces", el sentir sea en el "ahora". Se
trata de revivir en el presente la experiencia que se está recordando. El significado asignado al
contenido de Ia evocación se relaciona a la emoción, pero va mas allá de ella. Es importante
que el Terapeuta atienda a lo que el Cliente hace en la relación terapéutica, tanto de palabra
como de obra. Ambas vías resultan fuentes relevantes de información para ayudar a activar el
proceso de autoexploración del Cliente. Esta Autoexploración es, como ya hemos visto, el
objetivo último de la psicoterapia
Para todo Terapeuta, resulta útil identificar los elementos que le indican que la terapia avanza.
Cada estilo psicoterapéutico suele describir lo que considera son los indicadores adecuados.
En Psicoterapia Experiencial, los indicadores del avance, no tienen que ver con lo que el
Cliente dice que hace en su vida cotidiana. Los indicadores más confiables del proceso
psicoterapéutico, son los cambios de conducta que el Terapeuta puede observar directamente en
el Cliente durante la sesión. En relación a las respuestas del Cliente, podemos identificar
diversos tipos de Indices respecto de sus procesos. Carl Rogers ha desarrollado un detallado
listado de dichos indicadores.
Es frecuente que la persona ocupe mucho tiempo en contarnos detalladamente, hechos relativos
a lo que le ha sucedido en una experiencia concreta. En la medida que el Cliente comienza a
describir lo que él siente y piensa respecto de los hechos objetivos, comenzamos a acercarnos a
la exploración de su vivencia, que es la meta de la psicoterapia. Lo central de la psicoterapia no
es el que nos enteremos de los hechos que ha vivido la persona, lo esencial es que conozcamos
cómo esos hechos la han afectado.
Al escuchar un discurso cuyo eje prioriza la descripción de la vivencia personal sobre los
hechos objetivos, decimos en términos técnicos, que se remite al proceso más que al contenido.
Lo anterior es considerado un indicador de que la terapia se encuentra en estado de avance.
Una persona que nos habla de su vivencia, más que de las anécdotas vitales, genera una
psicoterapia que tiene mejor pronóstico, porque la persona “se mueve” hacia el logro de un
mejor conocimiento de sí mismo.
Es también muy frecuente el que, aún al hablar de la propia experiencia, esta se trate como si
fuera ajena. Es decir, el Cliente habla de sí, no de otro, pero el modo en que lo hace es “como
si” hablara de otra persona. El lenguaje utilizado, entonces, suele expresarse en sujeto neutro
(“Uno se enoja ante algo así”, en lugar de “Yo me enojo por eso”), o en segunda persona
(“Porque si alguien te hace algo así es obvio que tu te enojes” en vez de “Tengo razones para
enojarme por eso”). En ambos casos el mensaje se refiere en realidad a la experiencia de quien
está hablando, pero se maneja como si no lo fuera. Resulta una forma de alejar la descripción
del ámbito personal y tratarla en el contexto de “a todo el mundo le pasa”.
Es frecuente que al comienzo del proceso terapéutico el Cliente hable de modo impersonal para
referirse a su experiencia y que, a medida que el proceso referido comienza a avanzar, y el
Cliente sienta menos necesidad de defenderse de su propia experiencia, el discurso se hace más
personal.
En relación a esto, resulta importante ayudar al Cliente a lograr que estas expresiones sean cada
vez más directas y claras. El Terapeuta debe contribuir a que el Cliente tome conciencia de sus
estados emocionales y se refiera explícitamente a ellos.
Al hablar con niños pequeños es frecuente notar que, por ejemplo al mentir, su expresión
analógica desmienta su verbalización. Esa discordancia es la clave que nos permite detectar la
“mentira” dado que asumimos que es más fácil alterar la información verbal que la gestual. En
psicoterapia, una persona puede estarse “engañando” a si misma, dado que el reconocimiento
de su experiencia le resulte muy amenazante; en esas condiciones es altamente probable que la
persona aparezca declarando verbalmente algo que es desconfirmado claramente por su
comunicación “no verbal”.
Al respecto, la pregunta ¿Son contenidos nuevos para el cliente, los está descubriendo ahora, o
más bien está contando un cuento que el ya sabe? ayuda a identificar si está o no obteniendo
información nueva y aportativa.
El tono y el énfasis, son entonces aspectos claves que comunican si el Cliente nos está hablando
de algo que es producto de la exploración presente de su experiencia y que, por consiguiente, él
está descubriendo en el momento que nos lo comunica.
Con frecuencia las personas establecen el “como son” , esto es, a partir de determinadas
características, determinan, “Yo soy así”. Este modo de conceptualizarse a sí mismo, fija las
bases de una autoconcepción rígida. Sería distinto si la persona se conceptualizase como
dinámica o, como diría Rogers, “en proceso”, dado que eso facilitaría el cambio.
La pregunta central es entonces, ¿Utiliza el cliente conceptos flexibles del tipo ahora, a veces, o
utiliza conceptos rígidos como siempre y nunca? Afirmaciones como “Yo soy así” o peor,
“Yo siempre he sido así” reafirman modos de relación consigo y con el mundo que pueden ser
obstáculos para el cambio personal. Si ante la afirmación “Yo siempre he actuado de este
modo” el Terapeuta responde “Dejémoslo en que hasta ahora has actuado de este modo”, el
Cliente puede visualizar la posibilidad de cambiar.
Respecto a esto, el ritmo del discurso nos indica si el cliente está procesando su experiencia en
este momento, si está "buscando" significados (silencios, vacilaciones) o si nos está contando lo
que ya sabe. Un ritmo lento, incluso vacilante, nos indica que la persona va descubriendo poco
a poco lo que le sucede; un discurso veloz señala que la persona nos comunica lo que conoce
desde antes, en ese sentido el discurso veloz, no resulta aportativo desde el punto de vista
psicoterapéutico.
Con frecuencia la mirada, dirigida en diagonal (al costado y arriba o al costado y abajo, como lo
ha descrito la PNL) “mirando” dentro de la persona, en lugar de hacia delante, dirigida al
interlocutor, indica que la persona está “buscando” información nueva para él.
6.5.8. Lenguaje.
El tipo de lenguaje que utilice el Cliente es también un indicador importante del proceso
terapéutico. En general todos los aspectos anteriormente descritos se harán evidentes en la
manera de hablar del Cliente.
En realidad tanto los aspectos de contenido (palabras, temas), como de forma del lenguaje
(vacilaciones, tonos), nos indicarán si la persona se encuentra o no en proceso. La importancia
de detectar estos indicadores, estriba en que el terapeuta puede evaluar, a partir de ellos, el
avance de la psicoterapia. Dado que el objetivo de la psicoterapia experiencial es la
exploración de la propia experiencia para contactarla, diferenciar sus contenidos y poder
expresarlos, el identificar los indicadores de la ocurrencia de estos fenómenos resulta un
aspecto central del proceso.
La Psicoterapia afecta la persona del Cliente de diversos modos. Algunos de estos cambios
serán evidentes para cualquier observador, otros sólo formarán parte de la vivencia de la
persona. El Cliente ve modificada tanto su forma de ser como su modo de actuar.
Un ser humano en “Acuerdo Interno”, es una persona que “sabe lo que le pasa”, una persona
que “está conectada con su interior” o alguien que “está comunicado consigo mismo”. El
acuerdo interno es una de las características centrales del hombre realizado y por consiguiente
una de las metas de la Psicoterapia.
Al poder explorar sus experiencias más directamente, el Cliente podrá también conocerlas más
en detalle y descubrir matices que permiten diferenciarlas unas de otras y hacer diferencias en
su interior. Descubrirá entonces que las experiencias son altamente complejas; no sentimos
“una cosa” frente a un hecho, sentimos “diversas cosas” simultáneamente. Al diferenciar las
percepciones, la persona se enfrentará a la riqueza de la experiencia, descubriendo las muchas
cosas que puede sentir frente a un solo hecho. El resultado es que las percepciones serán más
parecidas a como se dan los estímulos originales.
Que la persona tenga percepciones más realistas, más diferenciadas y más objetivas implica que
ella necesita defenderse menos de los aspectos desagradables de su experiencia. Entonces
distorsiona menos sus experiencias, puede explorarlas con mayor tranquilidad y dedicación y el
resultado será mas parecido a lo que podrían ver los demás. En el fondo se produce un circuito
de enriquecimiento mutuo entre la experiencia y el nivel de defensividad que tenemos frente a
ella. A más realista la e3xperiencia, menos defensivo necesito ser, a menos defensivo soy, más
realista será mi experiencia.
Como resultado de el Desarrollo Personal aludido, el Cliente se hace cada vez más capaz de
solucionar propios sus problemas. Al desarrollar habilidad para solucionar problemas, estamos
en condiciones de seguir adelante solos en nuestra vida. La meta de la psicoterapia es dejar ser
necesaria.
A partir de ello, resulta más fácil el fortalecer aspectos débiles de la propia personalidad y, en
consecuencia, desarrollar aspectos que ayudan a completar el desarrollo de la persona.
En la medida que me percibo de modo más realista y me exijo poseer menos características
complejas, estos dos modelos de Yo tienden a parecerse. Un resultado importante de esto es,
que la angustia resultante de vivenciar la diferencia antes existente, tiende a desaparecer.
Paralelamente esta autoevaluación deja de centrarse en las acciones concretas (el hacer) y pasa a
basarse en el “ser” completo de la persona. Surge entonces, una capacidad de considerarse
positivamente sin condiciones a sí misma. Esta especie de respeto por si mismo, resulta uno de
los pilares de la autonomía funcional y un factor central en la capacidad de autoevaluarse y
constituirse en el principal juez de la propia conducta.
Resulta interesante que el proceso llegue finalmente a lograr que la Aceptación Positiva que al
comienzo proveía el Terapeuta, sea ahora originada en el propio Cliente.
6.6.10. Aumento de la Autovaloración.
Como fruto del proceso descrito anteriormente, la persona se percibe, cada vez más, como el
centro de la valoración de sí mismo. Ahora es ella la que evalúa lo que hace. La dependencia
de la evaluación externa disminuye notablemente.
Si escuchamos a Maslow, veremos que siempre nos importa que los demás reconozcan nuestras
habilidades, pero eso no es lo mismo que depender de la evaluación externa para saber si
estamos bien o no. Una mayor confianza en sí mismo le permite a la persona abrirse a la
valoración organísmica, esto es a decidir por sí misma qué es lo correcto en su vida.
.La visión de la realidad que logra la persona poseerá un menor grado de distorsión y por lo
tanto, estará más acorde con lo que realmente sucede en su mundo inmediato. La consecuencia
directa de esto es que sus acciones serán más adecuadas a las condiciones concretas que
enfrente.
Al aumentar el número y la variedad de las experiencias compatibles con la imagen del yo,
aumenta el número de conductas que pueden ser aceptadas por el yo.
Es más fácil ver que cambie la conducta de una persona que notar el cambio en su autoimagen y
sus vivencias personales. Entonces, la imagen pública puede no cambiar mucho cuando el
Cliente de vuelve cada vez más contactado con sus vivencias o cuando se autovalora más; pero
al comenzar a cambiar la conducta, el cambio se hará evidente para los demás.
Esta última característica engloba los cambios ocurridos en la persona y establece con claridad
el “nuevo” tipo de persona que esta será.
Carl Rogers postula que existen determinadas características que toda persona posee de modo
incuestionable. Estas características parten de la Tendencia Actualizante y constituyen el
verdadero motor del cambio en psicoterapia. Desde este punto de vista, la energía que
posibilita el cambio en psicoterapia, se encuentra dentro de cada persona. Es por ello que el
cambio es visto en Psicoterapia Experiencial como autopropulsado. El Terapeuta se constituye
así sólo en el catalizador del cambio psicoterapéutico a que Rogers hace alusión en múltiples
escritos. Son las características personales del Cliente las que hacen posible en cambio
psicoterapéutico, no algún poder especial de Terapeuta.
A continuación, revisaremos las características de la persona que hacen posible el cambio, para
ello comenzaremos por la ya citada Tendencia Actualizante.
El resultado del uso pleno de esta capacidad, es lograr una percepción de la realidad y de sí
mismo que no diste mucho de las características que el mundo y uno mismo posee. A esto lo
llamamos acuerdo entre la noción de yo y la experiencia e implica un alto nivel de “acuerdo
interno” es decir de concordancia entre lo que veo de mi y lo que soy.
6.7.6.1. La persona está abierta a su experiencia presente; esto es, capta la realidad de su
entorno y su interioridad sin zonas ciegas ni distorsiones, esta persona no manifiesta conductas
defensivas, porque no se siente amenazado en su autoimagen.
6.7.6.2. Como consecuencia de lo anterior, todas las experiencias de la persona son accesibles a
su conciencia. Es decir, no hay aspectos de su experiencia que él no pueda captar, por resultarle
amenazantes.
6.7.6.3. Las percepciones de la persona son tan correctas como lo permiten los datos de su
experiencia presente. En otras palabras, no habrá distorsiones preceptúales ocasionadas por la
persona; cualquier error de apreciación de la realidad, dependerá de algún problema en la
obtención de los datos que conforman la información.
6.7.6.4. La estructura del yo de la persona concuerda con la experiencia concreta. Aquí nos
referimos a que la percepción sin distorsiones que opera respecto de la realidad externa, se
activa también respecto de la realidad interna de la persona.
6.7.6.5. La estructura del yo es una "gestalt" fluida que se modifica con flexibilidad durante el
proceso de asimilación de experiencias nuevas. Es decir la personalidad llega a ser realmente
dinámica, dado que está en continua interacción con la realidad.
6.7.6.6. El sujeto se percibe como el centro de la valoración de su experiencia, es decir la
valoración de toda experiencia surge desde dentro de la persona y lo hace de un modo continuo
y organísmico. La instancia evaluadora del propio quehacer, se establece claramente como
interna.
6.7.6.8. Esta persona se porta en toda ocasión de un modo adaptado y manifiesta una actitud
creadora hacia toda situación nueva. La conducta personal, considera, en todo momento, las
condiciones del medio en que se está viviendo. Esto permite una flexibilidad que se traduce en
la capacidad de generar alternativas de reacción novedosas y creativas.
6.7.6.9. La persona llega a confiar en su capacidad de valoración organísmica, como guía para
lograr conductas satisfactorias. Se llega a estar convencido de que el propio criterio es el mejor
determinante para tomas decisiones respecto de cómo actuar en determinadas situaciones.
Llegamos finalmente a una condición que permitirá que la relación con los demás mejore de
modo sustantivo, dado que se basará en el respeto mutuo de las personas involucradas. Esta
“bidireccionalidad” de la Valoración Positiva Incondicional resulta esencial en las relaciones
interpersonales sanas.
Rogers señala que el resultado de la psicoterapia es una persona en proceso. Dicho proceso se
orienta al desarrollo de lo que él llama una persona madura. Una persona madura tiene las
características que hemos detallado en el punto anterior y podrá, por lo tanto, actuar de modo
autónomo; en términos de Rogers, será libre.
La valoración de la realidad que realiza una persona, sufre una evolución que va de ser el
Centro Evaluador de la propia conducta, a evaluar la conducta con pautas ajenas. Este proceso,
que es reversible, suele atravesar diversas etapas.
El niño, a medida que crece, observa su propia conducta. A partir de dicha observación, cada
uno detecta consistencias en su propio estilo y asigna rasgos específicos a su “sí mismo”.
Establece así, el modelo descriptivo del “cómo soy”. A partir de la autoimagen resultante,
podemos decir que la persona aplica un modelo evaluativo (valora) de las características de su
"sí mismo"
El primer tiempo, mientras somos bebés, los adultos que nos rodean buscan adaptarse a
nuestras necesidades y deseos del mejor modo posible. Pero a partir del momento en que
comenzamos a hablar, los mayores comienzan a trabajar para adaptar nuestra conducta a sus
hábitos.
Prácticamente todo niño ha sentido que los adultos que lo rodean son más felices si él se adapta
a los gustos de ellos. Surge, entonces, la presión por ser un “niño bueno”. Incluso muchos
pequeños “saben” que si ellos no se “portan bien”, los adultos podrían dejar de quererlos. Esto
es lo que Rogers llama la presión del cariño. A partir de entonces, lo que yo quiero puede “no
ser bueno”, lo correcto será entonces lo que los adultos digan que lo es.
6.8.3. Abandono de la Sabiduría Organísmica.
En ese momento del proceso el niño deja de preguntarse a sí, qué es lo que él quiere y comienza
a preguntarse “¿qué querrán los demás?”. Este “cambio de pregunta” da paso al desarrollo de
un niño más complaciente y fácil de llevar. Este fenómeno presenta diferencias de grado de
una persona a otra, pero ocurre en todos nosotros.
Al asumir que los demás son el parámetro para lo que es correcto o no en la propia vida y las
propias conductas, el niño pierde el contacto con los centros internos que le dicen qué es lo
correcto para él. Rogers dice que perdemos la principal fuente de evaluación, la sabiduría de
nuestro propio Organismo, entendiendo este último concepto como lo entiende Goldstein.
El Organismo siempre sabe qué es lo que queremos y tiene decisiones que orientan nuestro
actuar. Nadie puede asegurar que una decisión, cualquiera sea su fuente, sea lo mejor para la
persona; pero, desde el punto de vista de la autonomía, es preferible que una acción bien
intencionada surja de la persona que la realiza, que de otros que normen desde fuera dicha
conducta.
Jóvenes que estudian carreras que “les convienen” pero no les gustan, adultos casados con “la
persona correcta” a la cuál no aman, padres que educan a sus hijos como dicen los abuelos que
hay que criarlos, etc. son frecuentes en el trabajo de un psicólogo clínico. En todos esos casos
esas personas no son felices y la “infelicidad” proviene de no hacer lo que ellos “en el fondo “
saben que necesitan hacer y actuar desde el “deber”. Es impresionante como una y otra vez en
psicoterapia confirmamos que todos ellos saben dentro de sí qué es lo que realmente desean,
pero no se atreven a hacer. Uno podría casi postular a priori que “la infelicidad proviene de
vivir con valores ajenos”.
Las condiciones del proceso de recuperación de la propia valoración, lo que Rogers llama “El
Proceso de Valoración de la Persona Madura”, son las descritas por el mismo Carl Rogers.
Quizá los planteamientos más conocidos de Carl Rogers sean los relativos a las condiciones
para el desarrollo humano.
Todo ser humano necesita “Aprecio positivo incondicional”, esto es que alguien me quiera y
valore sin condiciones; esto es valorar a la persona independientemente de sus acciones. Todo
ser humano necesita “Comprensión empática”, esto es que alguien se ponga emocionalmente en
mi lugar y comprenda lo que estoy sintiendo y por qué; en otras palabras, comprender lo que
siente la persona ante la vida presente. Todo ser humano necesita Congruencia, esto es que
alguien con quien me relaciono sea transparente, en el sentido de no ocultarme sus estados y yo
pueda notar sus reacciones con respecto a mi conducta, para que yo sienta que puedo confiar en
esa persona.
Como resultado de dicha apretura, esta persona podrá captar una cantidad de situaciones
(internas y externas) mayor que antes y tendrá, entonces, mayor cantidad de información
respecto de su vida presente.
La persona comienza entonces a valorar cada experiencia como única e irrepetible. Esto es
necesita adaptarse a cada situación porque esta no es una mera repetición de experiencia
semejantes previamente vividas
Cuando observamos como funciona una persona a lo largo de su vida, somos conscientes del
proceso de estar viviendo. Una persona que se observa a sí misma a lo largo de la vida, nota
cómo va adaptándose a las diversas situaciones que le toca vivir. En esas condiciones, el
concepto de "sí mismo" va evolucionando lentamente al darse cuenta la persona de su modo de
interactuar con el mundo externo y consigo mismo. Esto resulta de primera importancia en el
proceso vital, porque nos permite reaccionar ante los hechos de la vida, desde lo que somos
realmente a cada momento.
A lo largo de la vida, el ser humano se esfuerza por lograr consistencia entre la auto imagen y la
experiencia. Hemos visto como, cuando esta coherencia no se alcanza, se excluye y/o
distorsiona parte de la experiencia, para lograr que ella no contradiga a la autoimagen.
Al respecto, las primeras relaciones sociales resultan de gran importancia. El niño requiere
imprescindiblemente de estima, cariño y aceptación parental y, en el caso de sentir que no
cuenta con ella, puede llegar a distorsionar su experiencia para lograr la aprobación de sus
padres.
Quién distorsiona o niega aspectos importantes de sí mismo, tiene una imagen incompleta y
poco realista del "sí mismo". Tendrá, entonces, que fabricar defensas contra experiencias que
no concuerden con su autoimagen y, al no percibir la realidad interna ni externa de modo
realista no podrá actualizar su potencial.
En cambio, quién esté bien adaptado, al no distorsionar ni negar aspectos de sí mismo, tendrá
una imagen más ajustada a la realidad y, por consiguiente, funcionará plenamente. La persona
que “funciona plenamente” posee determinadas características que han sido descritas por
Rogers.
Una de las consecuencias de lo anterior es que la persona llega a tener una autoestima elevada.
Lo anterior implica que la persona autorrealizada vive plenamente cada momento de su vida y
cambia continuamente como persona, ganando así complejidad; esta “evolución” le permite
aprovechar cada vez más sus diversos potenciales.
El “trabajo” de vivir, con o sin psicoterapia, es una empresa desafiante. Lo importante es tener
la flexibilidad que nos permita adaptarnos a las diferentes situaciones que nos toca vivir. Es
cierto que herencia y ambiente establecen límites al desarrollo, pero más importante que ser
consciente de las limitaciones inevitables, es captar las limitaciones que uno mismo se impone
en la vida y que se puedan ensanchar. Lograr esta capacidad nos dará la flexibilidad necesaria
para enfrentar los problemas. Como plantea Gendlin, la persona que necesita terapia no es la
que tiene un problema, es aquella que, teniendo un problema, no sabe que hacer con él.
La psicoterapia no es necesaria para todo en mundo ni en todo momento. Pero hay momentos
en que la colaboración de alguien que nos ayude a mirarnos resulta esencial. A lo largo de la
vida, en muchos momentos, necesitamos modificar nuestros hábitos, actualizar nuestra
autoimagen, el simple paso del tiempo hace que, poco a poco, tanto hábitos como autoimagen
vayan quedando fuera de la realidad presente.
El resultado del Proceso Terapéutico es el logro de una cierta "Madurez". Esta madurez
implica que la Personalidad evidencia las siguientes características:
- Flexible ante los requerimientos de la realidad. Esto es, nuestra forma de ser se
adapta a los cambios que experimente la vida que enfrentamos.
Las características recién descritas no aseguran que cada elección sea, óptima, pero no podemos
olvidad que no hay pauta alguna que nos asegure a priori que hemos hecho la mejor opción. Lo
importante de este sistema es que, en caso de problemas, la apertura permite redecidir.
Por último, las personas con un "si mismo percibido" semejante al "sí mismo ideal", tienen un
mejor autoconcepto que aquellas en que ambos son muy diferentes. El acercamiento de ambos
conceptos es un indicador de desarrollo personal y de avance en terapia.
Si el motivo que lleva a las personas a buscar psicoterapia es el “sentirse mal”, esto es, el no ser
felices, muchas veces porque no hacen lo que realmente quieren; resulta claro que el objetivo de
la psicoterapia es acercar a las personas a la felicidad, a través del lograr ser libres de presiones
externas para actuar en su vida cotidiana. Mi experiencia personal indica que esto se logra con
la el desarrollo del amor a sí mismo.
Al final, resulta que este trabajo, que involucra disciplina e investigación, ciencia y búsqueda de
la verdad, termina en el encuentro de los valores tradicionales de nuestra cultura: Felicidad,
Libertad y Amor.
6.11. RESUMEN.
En este capítulo, a modo de cierre hemos partido de la reflexión respecto de la Persona del
Terapeuta y la importancia del sentir.
Luego hemos revisado el proceso de la Psicoterapia y nos hemos detenido en sus Objetivos,
Índices y Efectos.
Gendlin,E. Thinking Beyond Paterns: Body, Language and Situations. In The Presence of
Feeling in Though. Eds. B. DenOuden and M. Moon 1991. Peter Lang
Rogers, C. La Naturaleza del Hombre. 1957. En "El Desarrollo Del Potencial Humano"
Lafarga y Gomez, Compiladores Trillas.