“Yo no estaba hecho para vivir más tiempo. boom.

boom. Eran sus hijos, sus herederos, pero
Estoy enormemente cansado, decepciona-
do y triste, y estoy seguro de que cada día
que pase, cada una de estas sensaciones o
sentimientos me irán matando lentamente.
Entonces prefiero acabar de una vez”, escri-
bió a su madre antes de lanzarse al abismo
de lo incierto. Para Caicedo, la idea de
vivir más de 25 años, era absurda. El esla-
bón perdido del boom, no quiso ser Sísifo.
Durante toda su obra, Andrés sobrevivió.
Todo, para él, debió ser simple: tenía una
vida acomodada, pero a la vez, absurda.
Se negó a entender un por qué. Sucumbió
que todas mis fuerzas, y me las ha desba-
en las calles sólo encontraron sombras y
le dieron la espalda.
Aunque Caicedo no perteneció a este
grupo, en su obra había orfandad polí-
tica, utopías pisoteadas, tristeza. Andrés
tenía rabia y nostalgia: se agotaba a cada
letra. Y lo advertía. Lejos del realismos
mágico que estaba de moda, él describía
la realidad social, con todas su llagas. En
sus textos no había utopías políticas, ni
dictadores, ni sueños. Sólo la orfandad
de esperanza, el hastío del día a día y las
drogas, que fueron sus compañeras. “Cai-
ratado”.
Desbaratado. La vida es una espiral. La
ansiedad es como invitar a tu peor ene-
migo a casa. Te acaba desde dentro. Te
destruye poco a poco. Sentirse lejano a
todo, de todo, ajeno; la muerte parece una
caricia.
El sociólogo Émile Durkheim realizó un
estudio en 1987, lo llamó El suicidio. Estu-
dio de sociología. Para él, existen diferen-
tes razones por las que alguien se quita la
vida. Son tres los tipos de suicidios: egoís-

LA (TRISTE) HISTORIA
ante la angustia. Pero antes escribió: escri- cedo es el eslabón perdido del boom. Y ta, altruista, anómico y fatalista.
bió y escribió hasta agotar su sufrimiento. el enemigo número uno de Macondo. No
sé hasta qué punto se suicidó o acaso fue Cada uno corresponde a una serie de
Publicó cuatro novelas mientras estuvo asesinado por García Márquez y la cultu- eventos y situaciones. Por ejemplo, el
vivo. Varios libros de cuento, guiones de ra imperante en esos tiempos. Era mucho altruista, quien lo comete, lo ve como un
cine y teatro. Como escribió en la carta menos el rockero que los colombianos beneficio para la sociedad, para sus seres
a su madre: dejó algo de obra. No tenía quieren, y más un intelectual. Un nerd cercanos. La muerte de Cristo, según las

DEL PRIMER ENEMIGO

planta de escritor, era un joven escuálido, súper atormentado. Tenía desequilibrios, creencias religiosas, podría considerarse
de lentes de montura de carey que ocupa- angustia de vivir. No estaba cómodo en como uno. Lo hizo, dice la tradición, para
ban buena parte de su cara y cabello largo. la vida. Tenía problemas con mantenerse salvar al mundo. El de Caicedo, más bien,
Escribía sobre cine. Para el chileno Alberto de pie. Y tenía que escribir para sobrevi- podría considerarse como uno fatalista.
Fuguet, tenía “cara de estrella de pop”. vir. Se mató porque vio demasiado” dice

DE MACONDO
Fuguet.
Entre 1960 y 1970 se dio el boom de la
literatura latinoamericana. Pero en medio Su última novela narra la vida de los
del movimiento al que pertenecieron auto- jóvenes clasemedieros de Cali en los años
res como Gabriel García Márquez, Mario 70. Tiene influencia en la música, en las
Vargas Llosa y Jorge Luis Borges, algunos drogas, en las calles. Y afirma, durante
escritores decidieron tejer otro tipo de el texto, que vivir más de 25 años es algo
textos: el desencanto de vivir en ciuda- absurdo: 25 años, la edad que tenía ese 4
des inhabitables donde la sangre era algo de marzo de 1977.
normal. Fuguet pertenece a la generación
del MacOndo, un grupo de escritores lati- Suicidio y literatura
noamericanos que negaron y rechazaron el
cultura Pep Balcárcel ContraPoder / alicia.alvarez@contrapoder.com.gt
La muerte trágica es frecuente en la
literatura. No sólo en los personajes,
también en sus autores. De hecho, en su
libro Antología de poetas suicidas: (1770
Era 4 de marzo de 1977. La editorial Colcultura, del Ministerio de Cultura - 1985), José Luis Gallero escribe: “los
escritores suicidas fueron personas con
de Colombia, recién había enviado el primer ejemplar de la novela ¡Qué una sensibilidad tan desbordante que los
viva la música! a su autor, Andrés Caicedo. El libro que narra la histo- llevó a su propia autodestrucción”.
ria del Cali under, fue su cuarta novela. Pero también la última. Ese día, Para Andrés Caicedo, la vida, luego de los
25 años era una constante en deterioro.
luego de tener el ejemplar en sus manos, Caicedo tomó 60 pastillas de Algo que no podía soportar. Cuando se
despidió de su madre, también dijo: “Soy
secobarbital y murió. incapaz ante las relaciones de dinero y
las relaciones de influencias, y no puedo
resistir el amor: es algo mucho más fuerte
El suicidio fatalista sucede cuando una
persona considera que es imposible salir
de la situación a la que están sometidos.
Varios estudios coinciden que son comu-
nes en las sociedades esclavistas.
“Odio la Avenida Sexta por creer encon-
trar en ella la bienhechora importancia de
la verdadera personalidad. Odio el club
campestre por ser a la vez un lugar estú-
pido, artificial e hipócrita. Odio el teatro
Calima por estar siempre los sábados
lleno de gente conocida. Odio al mucha-
cho contento que pasa al lado, perdió al
fin del año cinco materias, pero eso no le
importa, porque su amiga se dejó besar
en su propia cama. Odio a mis maestros y
sus intachables hipocresías. Odio las mal-
ditas horas de estudios por conseguir una
buena nota. Odio a todos aquellos que se
cagan en la juventud todos los días”, escri-
bió el autor. Angustiado, como tuitero que
no puede más. Esclavo de la propia vida.
Pero quizá Caicedo no escribió nunca:
gritó, gritó y gritó desesperado. Pidió
auxilio a las letras. Pero también en ellas
encontró su propia tragedia.

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