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LOS ARQUETIPOS Y EL TAROT

La palabra “Arquetipo” es de origen griego y significa “modelo original o prototipo”. Pero no


se puede hablar de Arquetipos sin hablar del gran sabio suizo de la psicología transpersonal
que fue Carl Gustav Jung (1875-1961)

Aunque Jung fue un discípulo de Freud, ambos entendían al inconsciente de manera muy
distinta.

Para Freud el inconsciente era personal y lo más importante de la psique. Se le denominaba


“subconsciente” y opinaba que estaba constituido por un trasfondo de sentimientos y
emociones almacenados a lo largo de la vida de cada ser humano. Aunque hay pruebas de
que hacia el final de su vida, Freud llegó a estudiar profundamente el Tarot y sus
Arquetipos, relacionándolos con la terapia psicológica.

Para Jung la psique del ser humano está formada por la conciencia del yo conciente, por el
inconsciente personal, donde las experiencias se encuentran en la profundidad de la psique
individual, y por el inconsciente colectivo que rodea a ambos y que con sus componentes,
los Arquetipos, elabora las imágenes simbólicas, los comportamientos y los patrones de
conducta básicas del ser humano.

Carl Gustav Jung

Jung entendía un inconsciente mucho más amplio que el inconsciente personal de Freud.
Para él se trataba de un inconsciente universal al que llamó “inconsciente colectivo” y
alrededor del cual giró toda su psicología. Los Arquetipos son el contenido o estructuras de
ese inconsciente colectivo y su número es ilimitado.

El inconsciente colectivo está formado por los Arquetipos informativos del origen de la
conciencia del espíritu creador y del espíritu destructor, puesto que en él conviven
hermanados los dos polos opuestos de todo en todo.
La ciencia intenta demostrar la existencia del inconsciente colectivo y su influencia en las
personas. El prestigioso físico cuántico David Bohm que colaboró con Enstein y con
Oppenheimer, llegó a la conclusión de que el mundo físico y material que vemos o tocamos
es la manifestación ordenada de un orden implícito y éste último al mismo tiempo, proviene
de otro orden superesplícito en el que todo está en todo, al que llamó
“ Holomovimiento”

Jung investigó los Arquetipos estudiando las doctrinas esotéricas como el gnosticismo
cristiano, las religiosas, mitológicas, en las tribus primitivas, el Tantra, el Taoísmo, el I-
Ching, la Alquimia y también los símbolos de las láminas de Tarot.

A los Arquetipos no se les percibe por sí mismos sino a través de sus proyecciones, de forma
que el pensamiento no sólo es raciocinio o sentimiento sino que además es intuición, y todo
pensamiento tiene su raíz histórica. Por eso en los sueños o visiones pueden verse
informaciones y detalles desconocidos en la cultura actual, contenidos que ni se han oído ni
leído ni visto, pero que existe en la historia del inconsciente colectivo con el que se ha
conectado en ese estado alterado de conciencia.

Se trata de un patrimonio de imágenes comunes a toda la humanidad, independientemente


de la época y la cultura en la que se vive, y se encuentran en la profundidad de la psiquis
humana y en los centros energéticos colectivos, donde están almacenadas formando una
misma frecuencia de vida, con los mismos temores, debilidades, deseos y aspiraciones. Sólo
cambian sus manifestaciones dependiendo del ambiente y época en la que se ha nacido.

El simbolismo del Tarot está repleto de Arquetipos vivos del inconsciente colectivo, que
influyen en la imaginación consciente del cartomántico, de forma abstracta o llegando a
personificarse. Ellos son la clave de la intuición, de la videncia, de la percepción, de la
aprehensión, de la interpretación, de la comprensión y del discernimiento.

Pero es importante saber que forzar la mente para conectar conscientemente con los
Arquetipos del inconsciente colectivo a través del Tarot o de cualquier otro medio, es
peligroso si se hace sin control ni dirección profesional, porque los Arquetipos pueden
estimularse y adquirir una vida autónoma, controlando la personalidad psíquica del
aprendiz de cartomancia, y llegando a sustituir a su voluntad que queda anulada, a su débil
ego y a su débil deseo.

Como consecuencia pueden manifestarse informaciones de los Arquetipos colectivos


impersonales, que sirvan de alimento a personalidades psicóticas esquizofrénicas capaces
de tomar el control de la psique, y dando lugar a reacciones patológicas en las que el
descuidado, queda poseído por los Arquetipos que han adquirido fuerza, como si se tratara
de una posesión espirita.

Para que esto no suceda, es indispensable no identificarse con las informaciones de los
Arquetipos, a las que pueden accederse mediante la práctica del Tarot, puesto que para ser
un buen cartomántico es necesario conectar correctamente con el inconsciente colectivo,
donde se encuentra toda la información que se necesite, sin olvidar que en él no sólo se
halla la verdad sino también su opuesta, la mentira.

Si el futuro cartomántico está alerta de sus experiencia psíquicas cuando practica su


aprendizaje, y al conectar conscientemente con el inconsciente colectivo, comprende que
éste está formado por las caras opuestas que forman la moneda de la vida, donde el
trasfondo común al ser físico y psíquico es de otra dimensión neutral y trascendental,
entonces tendrá la oportunidad de conectar con lo que Jung llamaba “Unidad de la realidad”
y conocerse a sí mismo conociendo a Dios.
El Tarot es peligroso para los no iniciados o iniciados sin control, pero también es una gran
oportunidad para desarrollar en uno mismo el proceso de individualización en el camino al
autoconocimiento. En este proceso se desvelan las proyecciones del inconsciente personal y
colectivo, tomando conciencia de ellas, al igual que de la influencia de los Arquetipos en
nuestra vida. A medida en que el proceso de individualización se realiza, las proyecciones
desaparecen, se asume la oscuridad y la luz y se desarrolla la personalidad del céntrico
“Uno mismo”

Para conseguir completar el proceso es imprescindible seguir los siguientes pasos.

1. Ser consciente de las proyecciones desparramadas en las personas a las que conocemos
o en los objetos de nuestro alrededor, y que están relacionadas con lo que el Yo ha creído
no conveniente, impulsándonos a sentir rechazo o distanciarnos de ellos. Para
conseguirlo hay que observar directamente la parte oscura y negativa de la creación, que
es la parte opuesta de la luz.

2. Integrar conscientemente el Arquetipo de lo opuesto. Cuando los opuestos son aceptados


responsablemente, aparece la pasarela mediadora que nos conecta con los Arquetipos del
inconsciente colectivo.

3. Encuentro entre el Yo consciente y el Yo del ser total o Sí Mismo, donde todos los
opuestos se complementan equilibradamente en la conciencia de la chispa divina, de lo
que Jung calificó como “Unus Mundos”, donde los Arquetipos opuestos se fusionan
armoniosamente, dando lugar a la verdadera felicidad en uno mismo.

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