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Allport- Capítulo XII - La personalidad madura.

Es difícil establecer el significado de los términos normalidad, salud y madurez de la personalidad. Los psicólogos no
pueden decirnos el significado de estos términos. Pero toda persona con sentido práctico, incluyendo a los psicólogos y
psicoterapeutas, reconocen esta cualidad. Se hallan por lo menos seis criterios que resumen el área de acuerdo a la
personalidad madura que son: tener una amplia extensión del sentido de sí mismo, ser capaz de establecer relaciones
emocionales con otras personas, en la esfera íntima y en la esfera no íntima, poseer seguridad emocional fundamental y
aceptación de sí mismo, percibir, pensar y actuar con penetración y de acuerdo con la realidad exterior, ser capaz de
verse objetivamente a sí mismo(de reconocerse a sí mismo) y poseer sentido del humor, y vivir en armonía con una
filosofía unificadora de la vida.

1. Extensión del sentido de sí mismo:

El sentido de sí mismo de forma gradualmente en la infancia y continúa extendiéndose a compás de la experiencia a


medida que se hace mayor el círculo de participación del individuo. Erikson señala que la adolescencia es una época
especialmente crítica. En su lucha contra la difusión de la identidad, el sujeto quiere saber quién es el. Los amoríos
transitorios del adolescente ilustran este punto. Se establece aquí una conexión entre el individuo y otra persona,
extendiendo rápidamente los límites del sí mismo, es decir, el bien de otra persona es tan importante para el sujeto
como el bien propio.

Pero no es solamente el amor del adolescente lo que amplía su individualidad. Se incorporan en el sentido del sí mismo
nuevas ambiciones, nuevas pertenencias a grupos, nuevas ideas, amigos, y sobre todo la vocación de cada individuo.

Es necesario aplicar el concepto de autonomía funcional. Para la persona madura, la vida es algo más que la comida, la
bebida, la seguridad y la sexualidad. Si no se desarrollan en una persona intereses fuera de ella misma (aunque
formando parte del sí mismo) vive en un nivel más próximo al animal que al humano. El criterio de madurez requiere la
auténtica participación de la persona en esferas significativas de la actividad humana, ser partícipe no es lo mismo que
ser meramente activo. La persona madura participa en diferentes actividades, como su trabajo, reuniones sociales, e
implicar su yo en esto, es decir, extiende su sentido de sí mismo en áreas significativas de la vida.

2. Relaciones emocionales con otras personas:

La adaptación social de la personalidad maura se denota por dos diferentes clases de relación emocional. En virtud de la
extensión de sí mismo, tal persona es capaz de gran intimidad en su capacidad de amar, ya sea en la vida familiar, como
en una amistad. Por otra parte huye de todo intento de dominar a los demás. Tiene en sus relaciones un cierto
desprendimiento que le hace respetar y apreciar a la condición humana en todos los hombres. Este tipo de relación
emocional puede llamarse simpatía.

La intimidad y la simpatía requieren que el sujeto no sea una carga o estorbo para los demás ni les impida la libertad en
la búsqueda de su identidad.

Las personas maduras logran este respeto a las personas y acaban por darse cuenta que todos los mortales se hallan en
una misma situación humana: todos vienen al mundo sin haberlo perdido, se les impone el instinto de supervivencia, se
ven asaltados por impulsos, pasiones, encuentran fracasos sufrimientos, pero van siguiendo su camino de un modo u
otro,

Es importante consignar dos signos de madurez la tolerancia y la estructura democrática del carácter. Las personas
inmaduras parecen creer que solamente ellas tienen las típicas experiencias humanas de pasión, miedo y preferencia. Al
inmaduro sólo le importa él mismo y lo que es de él. Cuando da amor, lo hace en términos de lo que le conviene, no lo
hace sin condiciones y el otro ha de pagar por el privilegio.

-Genitalidad: la consecución de una completa satisfacción orgástica en relación con una persona del sexo opuesto es
signo de madurez. Sin embargo esto no es una afirmación, no puede decirse que las personas maduras no experimentan
frustraciones y desviaciones en si comportamiento sexual.
3. Seguridad emocional (aceptación de sí mismo):

La aceptación de sí mismo: esta característica de madurez incluye la capacidad de evitar reacciones excesivas frente a
cosas correspondientes a impulsos segmentarios. El individuo maduro acepta su impulso sexual y se esfuerza en
comportarse respecto al mismo modo que se origine el mínimo de conflicto consigo mismo y con la sociedad. No busca
constantemente lo libidinoso, pero tampoco es deprimido. Hace frente con aceptación a los miedos como la muerte o
peligros inmediatos. Si no ocurre así se forma una preocupación neurótica.

Es importante la cualidad llamada “tolerancia a la frustración”. El adulto inmaduro, como el niño, reacciona a los
contratiempos con accesos de mal humor o irritación, se queja, culpa a otras personas, se compadece de si mismo. En
cambio el individuo maduro, tolera la frustración. Si ha habido falta o error en él, sabe aceptar este hecho en él. Espera
un momento oportuno, busca un medio de sortear el obstáculo y en caso necesario se resigna a lo inevitable. Sus fases
de mal humor son transitorias y ha aprendido a vivir sus estados emocionales de modo que no le conduzcan a actos
impulsivos ni perjudiquen el bienestar de otras personas.

Queda claro que no podría comportarse de este modo si no hubiese desarrollado un continuo sentido de seguridad en
su vida. Las experiencias de confianza básica en la infancia tienen mucho que ver con esto. El dominio de sí mismo es el
reflejo del sentido de la proporción. El sujeto maduro expresa opiniones y sus sentimientos guardando consideración a
las opiniones y los sentimientos de los demás y además no se siente amenazado por sus propias expresiones o por las de
otras personas. Este sentido de la proporción se forma porque el modo de ver las cosas es de tipo realístico y porque el
sujeto posee valores integrativos que rigen y encauzan los impulsos emocionales.

4. Percepción realística. Actitudes y tarea:

El pensamiento es parte integrante de la personalidad. En la personalidad sana, las percepciones y los conocimientos
cotidianos se caracterizan en conjunto por la eficacia y la exactitud. La persona sana posee disposiciones (sets) que
conducen a la verdad en mayor grado que en las personas inmaduras. El individuo maduro no tuerce la realidad para
acomodarla a sus necesidades y fantasías.

Se requiere además un mínimo de memoria, de capacidad verbal simbólica y de la capacidad general de resolución de
problemas. Ser maduro implica la posesión de estas capacidades intelectuales básicas. Sin embargo son muchas las
personas con una elevada inteligencia a las que les falta equilibrio emocional y la organización intelectual que constituye
una personalidad madura.

No sólo son verídicas las percepciones y las operaciones cognitivas exactas sino que además el individuo maduro posee
aptitudes apropiadas para la solución de problemas objetivos.

Junto con la percepción verídica y la aptitud, debemos situar la capacidad de perderse a sí mismo en la realización del
trabajo. La persona madura se centra en el problema. Le gusta trabajar objetivamente. Significa esto que es capaz de
olvidar los impulsos egoístas de la satisfacción de los instintos, el placer el orgullo y la defensa durante largos periodos
de tiempo mientras está absorto en su tarea. Con esto está relacionado la responsabilidad. Una persona madura está en
estrecho contacto con lo que llamamos el mundo real. Ve los objetos, las personas y las situaciones tales como son y
tiene ante sí una importante tarea.

Madurez económica: la lucha por ganarse la vida, para ser frene a la dura competición económica, sustentarse a uno
mismo y a la familia, exige muchos esfuerzos y origina a menudo crisis consigo mismo. Hacer frente a esta difícil tarea
sin ser dominado por el miedo, sin sentirse desgraciado y sin caer en una conducta defensiva, hostil y autoengañadora
constituye un signo de madurez.

5. Autoobjetivación: conocimiento de sí mismo y sentido del humor:

Decía Sócrates que en la vida hay una regla fundamental que es el conocerse a sí mismo. Se ha comprobado que
personas maduras poseen esta cualidad.
-Sentido del humor: la más destacada correlación del conocimiento de sí mismo es tal vez el sentido del humor. Las
personalidades con un buen conocimiento de sí mismo poseen también un elevado sentido del humor.

El sentido del humor consiste en la capacidad de reírse de lo que uno ama (incluyendo al propio sujeto y a todo lo que le
pertenece). Lo que se considera corrientemente cómico consiste por lo general en absurdos, juegos de palabras o
bromas gruesas. Por ejemplo, el niño tiene un agudo sentido cómico, pero raramente se ríe de sí mismo.

La razón de que el conocimiento de sí mismo y el sentido del humor se presenten asociados se trata de la
autoobjetivación. El hombre que tiene un gran sentido de la proporción relativamente a sus cualidades y a sus más
apreciados valores es capaz de percibir sus incongruencias y absurdidades en ciertas situaciones, e inclusive reírse de
esto.

-Afectación: en el polo opuesto del criterio anterior hallamos la tendencia de algunas personas a aparecer exteriormente
como lo que no son. La persona en la que se presenta este fenómeno no se la cuenta de que su engaño es transparente.
Es cierto que la mayoría de las personas procuran presentarse en el aspecto más favorable posible, con sus buenas
cualidades y éxitos. Pero el individuo maduro no llega hasta este punto. El conocimiento de sí mismo y el sentido del
humor mantienen un cierto freno sobre este egotismo (tendencia a darle excesiva importancia a sí mismo y a las propias
experiencias vitales).

6. Filosofía unificadora de la vida:

El sentido del humor es indispensable para la vida de un modo maduro, pero no es suficiente. Una filosofía de la vida
exclusivamente humorista conduciría al cinismo, es decir, no se confiaría en la razón y se rechazaría toda solución seria.
El cínico puede divertirse siguiendo este camino, pero en el fondo se siente solo, porque le falta la compañía de un
objetivo en la vida.

-Dirección: la investigadora Charlotte Bühler postuló que es necesario establecer el concepto de “dirección”. Observó
que cada vida estaba ordenada u orientada hacia uno o varios objetivos. Hay en cada individuo algo especial por lo que
viven, un propósito principal. Los objetivos varían en cada individuo. Un estudio demuestra que se hace intolerable la
vida a los que no encuentran ningún objetivo al cual pueden orientarla.

En la infancia, faltan los objetivos al principio, en la adolescencia están vagamente esbozados y en la madurez pronto se
definen.

Empleando entonces este concepto de “dirección” podemos decir que en las personalidades maduras la dirección es
más marcada, más enfocada al exterior que en las vidas inmaduras.

-Orientación a valores: Un modo de estudio de este criterio de madurez, estrechamente relacionado, consiste en buscar
una filosofía unificadora en términos de algún tipo de clasificación de valores. Podemos decir de una persona
determinada que es, por ejemplo, un comunista, un religioso, un pacifista. Esta unidad en la vida procede parcialmente
de seguir una determinada orientación de valores.

Spranger describe seis principales tipos de valores, hay que entender que no se refiere a que existan seis tipos de
personas, sino que se trata de una tipología de valores. Se usa como una tipología de “tipo ideal”, es decir, como un
esquema de comprensibilidad, una medida que nos permite determinar cuán lejos ha ido una determinada persona en
la organización de su vida siguiendo uno o varios de estos esquemas básicos que se presentan a continuación:

 El teórico: el interés predominante es el descubrimiento de la verdad. Adopta una actitud cognitiva, busca
identidades y diferencias y hace abstracción de sí mismo en los juicios de belleza. Busca únicamente observar y
razonar. SU principal objetivo en la vida consiste en ordenar y sistematizar sus conocimientos.
 El utilitario: se interesa por lo que es útil. Se basa en la satisfacción de necesidades corporales y es
completamente un hombre práctico que maneja muy bien el mundo de los negocios.
 El estético: los valores más altos son la forma y la armonía para este sujeto. Cada experiencia es juzgada desde el
punto de vista de la gracia, la simetría y la finura. En cuestiones sociales se interesa por las personas pero no por
su bienestar, tiende al individualismo y es autosuficiente.
 El social: para este sujeto “ideal” el más elevado valor es el amor a otras personas, a una o varias. Es amable,
simpático y sin egoísmo y ama a otras personas como fines. Considera inhumanas a las personas teóricas,
utilitarias y estéticas. El amor es la única fuente de poder.
 El religioso: el valor más alto es la unidad. La persona trata de comprender al cosmos como un todo. Su
estructura mental está permanentemente orientada a la creación de la experiencia de valor más elevada y
absolutamente satisfactoria.

Estas orientaciones a valores no agotan todas las posibilidades, Hay muchas personas que no tienen valores que vallan
más allá de lo hedonista, lo sensual, las necesidades primarias de la vida, lo estético, lo teórico o la religión. A pesar de
ello es una importante contribución al estudio de las orientaciones como factor integrante de la personalidad.

-Conciencia genérica: Los seres humanos están construidos de tal modo que no solamente sienten gusto o aversión por
determinadas cosas, sino que este gusto o aversión lo sienten respecto a sí mismos por gustarles o disgustarles ciertas
cosas o por realizar ciertos actos. Esta conciencia es una posesión universal del hombre, excepto en los individuos
psicópatas que tienen el sentido moral obtuso.

Una persona madura tiene una imagen de sí misma relativamente clara en virtud de la cual puede imaginar lo que le
gustaría ser y lo que debería hacer. No se siente abrumado por los pequeñas deslices y las faltas que pueda haber
cometido. No confunde las costumbres culturales con la personalidad moral básica, aunque como es natural, acepta del
medio cultural ciertos modelos que parecen concordar con su ideal de sí mismo.

Psicoterapia.

Sería más propio de un a ética y sana psicología estimular el desarrollo de las potencialidades humanas en las seis
direcciones antes mencionadas y descriptas, desde la infancia hasta el fin de la vida.

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