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Geymonat, Ludovico

El pensamiento científico / Ludoüco Creymonat; trad. por


José Babini, 14a. ed. de la 3ra. edición en italiano de 1958,
Buenos Aires: EUDEBA 1994.
68 p. (Cuadernos)

ISBN 960-23-0563-X

37 DE EUDEBA
"rooERNos
EL PENSAIVTTET\To crnr{TÍrrco
LUDOVICO GEYMONAT

@
EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUEN OS AIRES
fitulo de la obra original: Il pensiero scienffico
Aldo Garzanti, Milán 1954

Traducido de la tercera eüción (1958) por:


José Babini

Decimocuarta edición: Ma¡zo de 1994.

EUDEBA S.E.M
Fundada por la Universidad de Buenos Airee

t
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@ 1994 EIJDEBA S.E.M. - Editorial Univergitaria de Buenos Aires Sociedad de Economla Mixta, Av.
Rivadaüa 1573, (1033) Buenos Aires, República Argentina

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Derechos reservados
ISBN 950-23-0563-X
IMPRESO EN LAARGENTINA PRINTED IN ARGENTINE
INTRODUCCIÓN

Ya ns se discute hoy en dia le importancia de l¿ ciencia. Sus descubrimientos


se suceden con ritmo apremiante; sus aplicaciones técnicas logran éxitos cada
vez más sorprendenrcs, de profunda repercusión en la vida de los pueblos, en
su economía, en su potencialidad. De ahi el interés día tras diá mayor
sólo entre los cientificos, sino también entre las personás sensibles a la -no
cultura-
por ver claro en ese largo y fatigoso proceso a tr¿vés del cuel la humanidad
elcanzó el "conocimiento científico"; por entender qué es lo caracteristico en
el planteo científico de los problemas, en la creeción de las teorias, en la elabo-
ración de las hipótesis, principios, métodos; en uná palabra, por comprender,
en sus líneas fundamentales, la estructure constitutiva del pensamiento cien-
tífico.
Dos son los senderos que permiten encaminar al lector en este tipo moderno
e interesante de investigación: uno es el histórico, el cual consiste en hacerle
seguir paso a ,paso el nacimiento y los sucesivos desartollos del pensamiento
cientifico; el otro es el teórico, y consiste en exponer, eunque sea esquemática-
mente, los grandes debates actuales acerca de los fundamentos de la cienci¿.
Eh este trabajo trataré de valerme unas veces del primero y otras del segundo,
para lo cuel los integraré alternativamente /r cuando sea posible, sintetizaré el
uno con el otro. En todo caso, evitaré cualquier discusión demasiado particular,
pues mi propósito es que de los propios hechos surja lo que constituye, a mi
entender, el núcleo central del problema.
Aun como expositor y defensor de Ia interpretación del pensamiento cien-
tifico e la que he llegedo gredualmente a trevés de muchos años de investiga-
ción personal, no trataré de ocultar las dificultades; mi propósito, ante todo, es
que el lector advierta el interés del problema y se sienta atraído a estudiarlo
por su cuentl con toda le amplitud que exige.
CAPÍTULO I

COMIENZOS DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO


(Pitágoras)

l. Suele afirmarse que la ciencia nació en de la investigación científica autónoma, pues


Grecia, con Tales, Pitágoras y los físicoi-filó- afirmó la exigencia de un saber racional, irre-
rcfos del siglo v a. C. Sin embargo; las inves- ducible a la simple y mera colección de expe-
tigaciones modernas dicen que no fueron los riencias de la vida cotidiana. Si es probable
griegos quienes inventaron las primeras no- se ha sostenido como consecuencia
ciones de gqometría, astronomía, etcétera; las -según
de investigaciones más modern¿5- que tam-
aprendieron de los egipcios y de los asirio- bién los egipcios y los asirio-babilonios dispo-
babilonios, que en estos campos de investiga- nían de algún método par^ probar los resulta-
ciones ya habían realizado descubrimientos dos obtenidos por lo menos en ciertos campos,
indudablemente muy importantes con varios queda en pie, sin embargo, que tal método no
siglos de anterioridad. ha llegado hasta nosotros, y que, en todo caso,
¿Cuál fue entonces la aportación decisiva no fue capaz d,e garantizar la validez general
de los griegos? ¿Qué justifica la atribución de de los teoremas y de las leyes científicas.
la gloria ellos asignada- de haber dado Tomemos como ejemplo la célebre proposi-
-aal pensamiento científico cabal y
nacimiento ción conocida comúnmente como teorem4 de
verdadero? Pitágoras: sin duda, su validez era conocida,
Proclo, un neoplatónico del siglo v d. C., en limitada a algunos o, mejor, a varios casos par-
oResumen histórico"
cl célebre contenido en el ticulares (por ejemplo, cuando las medidas de
prólogo a su comentario del Libro I de Eucli- los catetos sor los números J y 4 y la de la
des, escribe que de Tales y de otros hipotenusa es f ), por los sacerdotes egipcios y
estudiosos -después contemporáneos-
de matemática hasta por los chinos muy antiguos. Sin em-
'Pitágoras transformó ese estudio convirtién- bargo parece cierto que solamente los griegos
dolo en una enseñanza liberal que se remonta- supieron remontarse de la comprobación de
ba a los principios generales y estudiaba los tel validez en varios casos particulares a la
problemas abstractamente y con la inteligencia demostración de la validez general del teorema.
pura". Precisamente en esta transformación, Y, lo que es más importante, sólo ellos supie-
que luego será desarrollada con tanto éxito ron luego extraer las consecuencias más atre-
por Platón, Aristóteles, Euclides, etc., debe vidas del reconocimiento de dicha validez,
buscarse, según los historiadores modernos, la hasta deducir un hecho matemático que con-
verdadera novedad que introdujeron los grie- tradecía evidentemente no sólo la experiencia
gos. Tal transformeción señaló el comienzo de la vida diaria, sino las teorías filosóficas
entonces más difundidas, es decir, la existen- de los pocos testimonios que han llegado
cia de segmentos inconmensurables entre sí.r hasta nosotros respecto de las primeras 'de-
Este llamedo tla raz6n, ya en la búsqueda dc mostraciones matemáticas" indican que éstas
ün fundamento general de nuestras proposi- púti^n de algunas antítesis fundamentales
ciones, ya en el inexorable desarrollo de todas admitidas como evidentes (ser- no ser; uno-
sus consecuencias, constituye el primordial y muchos; par-impar; lleno-vacío; reposo-mo-
más importante carácter del pensamiento cien- vimiento, etc.), y trataban de demostrar por
tífico. el absurdo, apoyándose en tales anrítesis, la
2. Dijimos que los antigúos físico-filósofos imposibilidad de aceptar o de no aceptar cier-
griegos afirmaron la exigencia de la demostra- tas conclusiones.
ción. Pero, ¿cuál fue el verdadero significado Aun las discusiones más característicamente
que atribuyeron a este término? Es fácil res- 'fisicas" tendían, sobre todo, a explicar los
ponder que no podían atribuirle el significado fenómenos que presentaban aspectos aparen-
actual; más aún: no pudieron atribuirle nin- temente contradictorios. Por ejemplo, el fe-
gún valor lógico determinado, pues carecian nómeno del "devenir", del "transformarse",
todavia de una noción exacta de lo que debia resp€cto del cual se idearon las teorías más
ser la lógica (ésta, como disciplina autóno- variadas. Notable fue la fisica de Auaxágoras,
ma, sólo fue elaborada con posterioridad y que, para explicar l¿ trasformación de un
deducida precisamente del conjunto de racio- ser en otro *del pan que comemos en carne
cinios ya impuestos a la consideración gene- de nuestro cuerpo; de la semilla, nutrida por la
ral¡. tierra, en planta, etcétera-, sostuvo que "todo
está en todo", I eue, por lo tanto, una cosa
El análisis de los escasísimos fragmentos y puede suscitar la apariencia de transformarse
en otre porque contiene, lunque sea en forma
I Supongamos d¿dos dos segmentos! c (mayor) I invisible, los distintos elementos que compo-
á (menor), Llevemos á sobre 4 y suponS¿mos que esté nen esta última.
contenido, por ejemplo, dos veces co¡t un resto R. Llc-
vemos este resto R sobre á, y supoogamos que, por
En conclusión: el carácter 'científico" de los
ejcmplo, esté contenido tres veces con ün resto R'. L¡ primeros raciocinios se menifestaba demos-
trando con mayor generalidad
-y no
definición matemática de la medida nos dicc que si sólo
al repetir la operación ocurre que en ci':rto momento para los casos particulares- la imposibilidad
no existe resto, los dos segmei:tos dados son conmensu-
de admitir la coexistencÁ pacifica de catego-
r¡bles. Por ejemplo. si con l¿ hipótesis anterior .( se
enula, la medida de ¿ respecto de á será 2 * l/t = rias contradictorias; por lo tanto, en verificár
= 7i3, es decir ¿ serí los 7i3 de b, Ahorr bien, como toda noción de la experiencia común, son-
cada qesto es más pequeño que el anterior, rcabará por deándola en todos sus supuestos y en todas
ser indiscernible pera cualquier observación práctica y, sus consgcuencias, con el objeto de probar sus
por lo tanto, podemos admitir que prácticame¡te, en
eventuales contradicciories y, según los casos,
cierto momento, no habrá más resto. Esto equivale a
decir que, desde el punto de visu empírico concreto, rechazarle o buscar el camino de su justifica-
dos segmentos son qiempre conmensurebles. Lrs teori¡r ción.
filosóficas pitagóricas domi¡anles en le época e la quc
nos referimos confirmaban tal conclusión. En efecto, ]. A titulo de ejemplo scrá útil exponer un racio-
iostenian que todo segmento se compone de un número cinio muy antiguo, según el cual Pitágoras (o ¡lgunor
finito de puntos; y es evidente que, de ¡er las cosas de los primeros piragóricos) del teorema,
esí, dos segmentos resultari¿n siempre conmensurables, -partiendo
siendo su medida la razón del número de puntos de uno
entonces de conquista reciente, acerce de la equiva-
de ello¡ ¿l del otro. lencie entre el cuedrado de lr hipotenusr y I: suma de
los cuadredos de los catetos de un triángulo rectángu-
De ahi que la existencie de sggmenlos inconmensu-
r¡bles entre sí est¿ba en evidente contradicción, ya lo-- demostró l¡ existencia de segmentos incon-
con el punto de vista empirico concreto, ya con lrs mensurables, cn contre de toda ¡ptriencie empíricr y
tmri¿s filosóficrs pitagóricas. en contrr de lor propios principios de la filosofir pitr-

I
¡órice. Sc Io h¡ll¿ cn un rpéndiee del Libro X de lor repetirse si, en lugat del centiinetro, hubiéremos tome.
E!¿mc¡tos de Eucüdes, y ya Aristételes lo mencio¡a do un¿.unidad dc medida por pcqueña que fueo.
en los P¡ímerc¡ A¡diticot. . En definitiv¡, estos dos Eegmentos son inconmensutt-
C,on¡idérise cl cu¡dr¡do de hdo I y diagonal /. bles ent¡e si, hccho sorptendente t¡mbién ptra noiorros,
Supongrrnos que I y /
sern conmensumbles, es decir, ¡y no digimos para la menulid¡d de lbs pitegóricos r!
quc cxista une unidrd de rnedida contenid¡ un número
I
errcto de vec$ en y un número exacto de vccea en 4. C-onfor¡ne lo escribe Aristételes en la
fuIetafísica, "lo que origin¿riamente impulsó
a los hombres h¿ci¡ las primeras investigacio-
\ nes fue el esombro". Es indispensable advertit,
por lo tanio, en.qué $entido pudoráctu¿r y
'.{ desarrólla?se rquel impulso inicial.
L
\ La simple comprobeción de un'hecho que
ceus¿ esofnbro, inesP€rado por selir de lo co-
mún, no es de por sl suficiente para inici¡r un
d. Utiliz¡ndo unidrde¡ modern¡s de medid¡, suponga- proeso de investigaeión cientifica. Si el hom'
ñó3 qu! ün centimetro Gsté contenido rr vece¡ c¡ I bre se limita a contemplarlo cón estupor, 4
y n t** cn /. Dedúce¡e quc un ccntlmet¡o cu¡dr¡do
expr€s¿r.con pelabres más o menos vivas la
cahrá contcnido a¡2 vccc¡ cn cl cu¡dr¡do .cónstruido
conmoción de su ánimo, no d¡ el menor paso
rcbre I y ¿3 vcces cn el con¡truido sobre /, Pór trnto,
rplicando et teorem¡ dc Pitágoms ¡e deducirá.
h¡cia le ciencia. A lo sumo podrá hacer poesia
(t) Zm2=t* bella o fea (tento da, pero nada más que
Podemos $ufloner quc hcmos suprimido sn ,r, y n poesía)
sus f¡ctores éomunes de m¡ner¡ que 'resulten primol Pera hecer ciencie es necesario no perm¿ne-
entre si, de dondc se deducirá, cn perticulr, que si cer inmóviles ante el motivo del asombro; hay
uno es par el oro debe srr impar. que pasar del estado puro de contemplación al
De (l) resulte que a2 es par (por ser doble de ar2- de la accién. El acta de bautismo de la ciencia
y, por ttnto, cx¡ct¡mcnte divisible pot 2) y de ahí de- se vincula con tal ección, es decir, con la prb'
berá s¡rlo r¡mbién r, por rosúltrr imposiblc que cl ducción de los medios pare sondear lo esom-
curdr¡do de un númeto imper see per. Luego r es p¡¡
broso, analizándolo en sus elementos, compo-
tl', por trnto, a, i-p"t (por ser t prit, n| que es ¡ximo
con ¡ debe selirnpar).
niéndolo con btros hechos, reproduciéndolo
.Peto decir quc rr es par significr quc ec ex"cirmcnte
en circunstancias semeiantes o distirrtas. La
divi¡ible por 2. En fórmubs,,ll¡m¿ndo A ¡ la mit¿d más moderna filosofia de la ciencia da a estos
de.l medios el nombre de técnicas,'independiente-
' t=2 h fnénte dé que se obre con instrumentos emPí-
dc donde: ricos o con instrumentos conceptuales,
n2=4 k2 Para tratar'de eiplicar con eiemPlos qué
Sustituyendo este v¡lor en el segundo miembro 2 querle decir con. le proposición citad¿ a co-
dcducimos
mienzos de este párrafo, Aristóteles afirma,que
2 m2=1k2 uno de los hechos universalmente considerádos
¡s dccir:
(2) i2=2 k2
más asombrosos fue, precisamente, el descu.
I¡ cual rignifice qre tt? 6 plr y, por'lo tento,,que
1 Cuent¡ unr leyendr qué la existcncia de magnitu-
t¡mbiéo ,r es p^r. Pero esto es rbsurdo, pues hace poco
h¡bi¡mos concluido que nr cru imper. des inconrtensurebles se mttrtuYo én ¡ecfeto dur¡nte
mucho tiempo en l¡ .escuela picagóricl. Un discipulo
Como no criste nirigtln aúmc¡o quc al mismo tiempo
infiel, Hipeso de Metrponte, osó divulgerlr: fue expul'
r.r p.r c inprr, se deduce quc l¡ hipótesis de l¡ cual sado por el Maestro y tuvo que huir & le ciud¡d' t¡
re hr partido e¡ erró¡e¿ y qüe' por lo trnto, no puede alcanzeron l¡s ir¡s de Jtipiter, quien envié u¡1 grln tor'
erirtir ningun¡ unid¡d dc medide, ionte¡idr us número ment¡ que hundió la náve en {ue hebia emb¿rcrdo el
cxrcüo de yecÉs !n I y cd ú. El mi¡¡¡ro reciocinio podir inc¡uto.
brimiento de la inconmensurabilidad entre le ficas alguna comprobación susceptible'de cau-
diegonal y el lado del cuadrado (que hemoc sar asombro; el nacirrtiento de la ciencia con-
expuesro detalladamente en el $ I ). Y es pre- sistió siempre en la eliminación de tal estupor,
ciso reconocer que este eiemplo es perfecta- sustituyéndolo por un estupor contrario (cs
mente convincente, p'ues resulta indudable de-cir, haciendo comprender t¡n cl¡r¿mente
que lrs reflexiones sobre la inconmensurabili- le razón de los hechos estudi¡dos que nos
dad de los sesmentos, es decir, sobre los núqre- asombraría que lás cosas se produjeran de
ros irracion¡les, figuran entre las más fecundas otra manera). El pasaje de un asombro a otro
que registra la historia de la matemática. Pero es obra .esencialmente humana, es el fruto dc
el mismo Aristóteles añade que el asombro latenaz reflexión de los científicos, es el resul'
inicial desapareció muy pronto con las pri- tado de sus "técnicas". Comprender, pues, qué
mer:rs investigaciones de los geómetras; tanto es el "pensamiento científico" significa com-
es así que fue sustituido por un asombro con- prender el modo de proceder de estas técnicas,
trlrio, ".ye que nada produciria más estupor su creación, su desarrollo, el cncabalgarse de
a un geómetra que si la razón entre la diagonal una técnica sobre otra. Por lo tanto, nuestra
v el l¡do del cuadrado fuera conmensurable." investigación versará sobre las técnicrs, y muy
Del mismo modo podemos encontrar en la pronto ésta nos indicará cuán amplia he sido la
inici¡ción de todas las invéstigaciones cientí- revolución que esas técnicas produjeron.

CAPÍTULO U

DIFICULTADES DEL LENGUAJE COMÚN


Y FORMACIÓN DEL LENGUAJE GEOMÉTRICO
(Los sofistas - Euclides)

1. La primera técnica la más espontá- significados distintos; la expresión más espon-


-yhombres para do-
nea- a que acudieron los tánea debía abandonarse por ser incapaz de
minar la experiencia fue el lenguaje. Éste ser- reflejar las innumerables complejidades, ma-
vía al individuo para comunicar sus propias tices yrtortuosidades de la experiencia; a veces,
observaciones personales a otros individuos. el desarrollo del raciocinio ponia de manifiesto
Con ello era posible comparar los hechos per- gravísimas contradicciones, cuyo origen se ig-
cibidos por personas distincas en el mismo noraba si residia en el hecho expresado o en
instante o en instantes sucesivos, coordinar sus el lenguaje empleado para expresarlo. Con esta
esfuerzos para corregir cierras situaciones y crisis del lenguaje común se vincula una de
provocar otras; en una palabra, salir del estado las etapas más importantes en la formación
de asombro ingenuo y pasar al estado de co- del pensamiento científico considerado conio
participación humana en el'conocimiento. actividad autónoma y conscignte: fue, en efec-
Sin embargo, el lenguaje común no tardó to, esa crisis la que impulsó al hombre a in-
en demostrar su propia ineficacia ante los fi- tervenir decididamente en las estructuras lin-
nes que acaban de bosquejarse. Con frecuencia, güisticas hasta adueñarse, en cierto sentido, de
el mismo conjunto de palabras se usaba con ellas; lo cual posibilitó la construcción de sis-

l0
temas dotados de una coherencia controlada, cias de las llamadas verdades intuitivas; evi-
es decir, de sisternas racionales. denciar la invencible coherpncia del escepti-
El descubrimiento de los defectos insitos en cismo más exento de prejuicios.
el lenguaje común indujo al hombre a no No se llega a ser dueño del idioma como
abandonar esta técnica preciosa para su evo- instrumento de investigación cientifica si no
lución espontánea, sino a intervenir acti- se advierte la madeja de insidias que se ocul-
vamente en ella para indagar la raiz de los tan frecuentemente en los conceptos más co-
defectos hallados y posibilitar su elimina- munes; si no se adopta la costumbre de desen-
ción. También aquí, lo mismo que ante las traítar todas las implicaciones lógicas que se
situaciones de "asombro" mencionadas en el deducen de las tesis apareniemente más sim-
capítulo primero, el factor determinante del ples.
progreso ha sido el abandono de toda actitud El buen obrero moderno sabe que sólo hay
pasiva, remisa, fatalista. un medio de conocer a fondo una máquina:
Que el .lenguaje común oculte en sí mismo el de aprender a desmontarla y montarla de
algunas dificultades muy graves no consti- nuevo con el objeto de descubrir las fallas y
tuye una circunstancia penosa, ante la cual el repararlas. Del mismo modo, el griego del si-
hombre sólo deba inclinarse deplorándolo más glo v aprendió a conocer la dificilísima má-
o menos profundamente; por el contrario, de- quina del idioma, descomponiendo y recom-
be constituir 'una incitación al estudio de la poniendo los raciocinios más singulares,.cons-
logicidad intrínseca del lenguaje, a la capta- truvendo las argumentaciones más sutiles y
ción de la esiructura más íntima de su fun- artificiosas, despedazando los conceptos tradi-
cionamiento técnico; a la transformación y cionalmente más sólidos y respetables.
reelaboración para incrementar cada vez más Será oportuno ilustrar con algún ejemplo
su valor instrumental. la habilidad lograda en este tipo de análisis por
Esta profunda reflexión sobre el lenguaje esos pensadores tan antiguos.
fue una de las conquistas máximas del pensa- 3.. Por razones de comodidad nos referi-
miento griego durante el siglo v a. C. y, en remos a una de las conocidas antinomias que
particular, de las gloriosas escuelas sofisticas. Zenón opuso al movimiento (sin ser un'so-
2. Aún hoy algunos autores consideran las fista, Zenón fue sin duda más hábil en suti-
discusiones de los sofistas como cabales enfer- lezas dialécticas que muchos sofistas, por
medades del pensamiento. Es éste un profundo ejemplo que Gorgias).
error de interpretación que la historia moder- Sobre una recta se mueven en igual direc-
na de la filosofia ha heredado de les antiguas ción movimiento continuo y unifor-
polémicas antisofísticas de Platón y Aristóte- me--con
Aquiles y la tortuga; el primero con
les. En verdad, aquellas discusiones tuvieron una velocidad pien veces mayor que la de la
enorme importancia y representaron una gran segunda. En el momento de partir, Aquiles
contribución al desarrollo de la ciencia. sale con un retraso representado por la dis-
Para adquirir familiaridad con lá técnica tancia s respecto de la tortuga a la cual debe
lingüística habia que acostumbrarse a mane- perseguir.
jarla con solture, aun cuando tal manejo pu-
diese redundar en aspectos paradójicos. Nada A T6
más eficez a tal propósito que utilizarla para t-
demostrar, sobre el mismo argumento, tesis
contradictorias entre sí. O bien: servirse del Zenón observa que mientras el primero re-
arte de la palabra para demoler los prejuicios corre el espacio s, la segunda recorrerá el es-
más universalmente arraigados en la sociedad
contemporánea, deducir éxtrañas consecuen-
pacio
' '- . Mi"rrrras el primero recorre
100
el

1l
.100. cl conocido principio dc quc le partc es menor quc
cspacio ii:., la segunda recorrerá el nuevo es- cl todo,

,l
pt"io ¡ y así sucesiv¿mente.' Re¡iticndo El uso indiscriminado de los términoa lin-
t0ñ6 tiiísticos, 9n su ecefrción más groser¿, oculta
e¡te reciociñio a veces (ppr grandc gue sea z) a le visión comün las sutiles implicaciones
la conclusién aerá que la tortuga siémpre se contenidas en la palabra "movimiento". Es
adclmtr e Aquíles en una fraccién de s, aun- deber del científico descubrir estas implica-
que érte see, cottto es evidente, une fraccién ciones y las dificultadcs ínsitas en ellas.- P¿ra
exticmadamente pequcñe. cumplii tal obligación ha de saber vincular,
L¡ tr¡dicién, Poco resPetuose de'la cronblo- con rigor preciso, un término a otro, el que
gía, cuenta que Diégener, p*a refutar las su- se pronuncia cofi los gue se callan (en nues-
iiles antinomias de7*nón contre el movimien- tro ejemplo, debe vincular el 'movimiento
to, se limitó t pe&ú por su propia habitación, continuo uniforme" a la 'infinita pivisibili-
probando, empíricamente, que el movimiento dad" del espacio recorrido y del tiempo em-
e*itte y que, por lo tanto, es posible. pleado en recorredo)-; y saber extraer de tal
En verdad, e$ta respuesat era de todo punto vinculación todas las consecuiricias gue ésta
insuficiente, Nádie d.udab¿ gue también Ze: contiene, incluso las más extrañas 1.
nón conocí¡ la exictcncia del movimiento como Aunque Zenón no suID recoger con serene
hechq empírico. Pero él no polemiz¡ba contra tranquilidad eña conclusión y aun cuando se
el movimiento, tino contra el concepto de mo- limitó a evidenciar el profundo contnst€ €n-
vimiento, ei decir, contrt el conjunto de im- tre ella y la intuición-común, su obra no ha
plicaciones lógicat conexes con este término. sido pgr.ello menos benemérita. Bien compren-
Su polémica tenía su raz6n de ser: a) descubrir dida, su enseñanza nos introduce en uno de los
en dichb'concepto la idee de la infinita di- más complicados laberintos científicos, es de-
visibilidad del espacio y del tiempo; b) evi- cir, en la merañt de las innumerables nociones
denciar la oposición entre estr divisibilidad vinculadas con el término ---en apariencia
infinit¡ y los'resultados más simples de la ex- muy sencillo-- de 'movimiento".
periencia. Que el movimiento see un dato empírico
es indudable; así como es indudable que Aqui-
La dificult¿d puede traduci¡¡e fácilmente en té¡mi- ,..les alcanza a Ia tortugr; pero que la tentativa
nos rlgebnico¡: llamemos ¡ e l¡ v¡ri¿ble que exPresa . de traducir en conceptos este hecho sencillí-
los distiotos v¡lore¡ del cemino recbrridó por Aquilcs; simo choca con dificultades muy intrincadas
¡r la que erpres¡ lo¡ distintos v¿lores del c¡mino re- es también una.comprobación no menos in-
corrido por la torguga; i¡l dempo en fu¡ción del cual dudable. Advertir esto significa captar uno
verían ¡ e r. Suponiendo que Aquiles alcance a l¡ tor- de'los püntos esenciales y más delicados del
tugr cüando éste hrye rccorrido el espacio o, ocurrirá pensamiento cieirtífico; hacer oidos sordos an-
que. en cl mi¡mo ticmpo, x tomtrá todos los v¿lore¡
comprendidor entre O .y ! + o, mientras que ] tom¡
te tenta problemática significa que uno se
queda en la superficie de las cuestiones, sig-
todos los valores comprendidos entre O y o. Pero a cada
vaior dc * corresponde uno *y sólo uno- de los v¿- nifica que se deja escapar une de las estruc-
lores dcl tiempo t (puesto quc el movirhiento es uni- turas más características del idioma que em-
forme) y ¡ cada valor de f corresponde crmbié¡ uno pleamos.
sólo unc- dc y. Luego, los valorcs de ¡ so¡ tanios 4. Antes de iniciar la explicación de las
-y
como los ;velorcs dc y, cs decir, que el intervalo s * o
se pucdc subüvidir en tántos puntos como pueda sub' 1 En nuestro ejemplo: saber deducir que los puntor
dividirec cl intsrv¡to ú. En otns palabres: los puntos, comprendidos en el setmento parcial- 6 recorrido.¡or
-.
que conrtituycn lr prrtc (o)r son t¡¡tos cucntos son h tortuge son tantos culntos sean los comprcndidos
tos quc corutituyen cl todo (r * o), y esto contndicc en el segmento tot¡l s * d reco¡¡ido por Aquiles.

12
antinomias de Zen6n, Bertrand Russel escri- condenarla, si lo que impulsó su espíritu para
be con fina ironía: 'En este mundo capricho- que obrase de una rnrnera más que de otra
so, nada * yá: caprichoso que Ia fama pos- fue un raciocinio que presenraba todas las ca-
tuma. IJne de las vicrimas más notables d]e la racreristicas de Ia verdadl ¿Con qué derecho
faltt de sentido de la posteridad es Zen6n de podemos pretender que una p""torr" se sustr¡i-
EIea. A pesar de haber inventado cuarro argu- ga a la el.icacía, más, a Ia ?violencie,, lrle le
mentos todos extraordinariamente sudles- y palabra?
profundos, la estupidez de los fílósofos Dodte- evidenre que, aquí, el legendario c¿so de.
riores proclamó que Zen6n no era sino ún ju- -_Es
Helena no inreresaba en sí
gtar rngenmso, y que sus argumentos no eran -¡*; sóto cons-
tituye un hábil artificio para introducir el
sino sofismas. Después de dos, milenios de gravísimo problema de las responsabilid*des
constantes refutaciones, estos sofism¿s fueron mor¡les de la ciencia. ¿Puede admitírse un¡
enunciados nueyemcnte y sentaron las bases disert¿ción cíentifíea, unr investígacils r*
de un renacimiento matemático r . . -" cional que se desintereseri totalrne"rrte de I¡s
Las palabtas anreri,ores podrían reperirse, eonsecuencias ético.politicas que surgen de Ia
con justicia t p?re, casi toda l¡ sqfístiia an_ plopia disertrción? iCO-" áolr.."l* .orr-
tígua" medieval y moderna. Li¡nitándsnos e la flictos que surjan iventualmente, entre los
griega, es indud*ble que el significado de los enunciedos científicoa y lrs convicciotres mo-
ergurr¡cntos de Protágoras, Gorgias, pródico, rales?- ¿ Cuáles serán ttuistr¡s responsebilidades
fl. -y-y distlnto del que le atriñuyá la histo- cuando el desarrofb coherente ie los racioci,
riogrefía tradicionil. nic nos arre$tre más ¿llá de les coscumbres
Bqstará un ejernplo pere ilustrar le sericdad edrnítidas universalmente por le socied¡d ea
de lT problemas discutidos por lgs sofbtas. que vivimos? ¿Ffasta qué punto puede afir-
En el Elag:io de Helena, Gorgres se propo¡l€ marse l¿ ¿utonorníe dile investigación cien_
une. tesis peradíjicaz defensa a. l" h"rmÁ" y tifitca afite Lo que comúnrncne si admire sin
céIebre heroína, considerada comúnmente co- motivaciones cienflficx (es decir" la moral, la
mo el prototipo de las esposas infieles religión, ercétera) ?
¡ por.
lo tento, 1uz,ga!a, severamente- El punto rnás
interes¡nte de la rrgumengción dei so.fist¡ es
. El probleme quc' coo ropajes diitintos, se
presenta en todas las époces debía ser tanto
aquel en que se examina la hipótesis de que más sensible en eI siglo v a. C., cuando la in-
Helena se sinriera "persuadida'i por las paia- vestigación cientíÍice apenas ..cornenzaba ¡
bras de Paris, para abandonar el techo logr11 sus ¡rrimeros éxitos ¡n yt efTrorebam
g"f. :9i Ia palabra fu9 la qo" ""ryo- confliétos muy grave$ u"tre I" o¡ientación
eyg?ñ9la mente de F{elena, iteo.*o" -oo"o"ié y
en ver- ih¡minista de l.os primeros científicos v Ia
dad el derecho dc condenarl"?" No es difícil tentativa consertadora de las autoridades polí-
-+egún .Gorgias- contestar negativamerrte. tico-religiosas. ¿ÉIasta qué plrntc debería ccn_
En efecto, €cqrno preeender que elia conservare cederse libertad d pensanriento cicntífico,
intact¿ su capacidad de elecciórt anre un rl- cuando éste con dqpidedo es-
ciocinio convincentg, en virtud de su cons- piritu erítico-en*li"á¿n
tod* h,s srqlr¡csros áel lcngue;c
truccióo lógical ¿Cbn que derecho podemoo ordinerio- trscarr. de disgreger las opinlones
más s-agrada¡? ¿Hastr qué gunto, t"_
I Sc vio, cn cfccto, qpc h bnec úlr¡^¡ dc h n¿te, """ido
t*ra { envolver en t¿ cr¡iJ de su esceptieisao
máth¿ c¡rá co¡stiruid¿ Bor loo conjuntor bfiaitc; y no conccptcr pur¡rrrente fisicoi, como
ato¡ coriurto¡ ¡c c¡r¿ct¡rizrn preciramcnte por h pro-
picd¡d, nuy riaguLr, ss¡grd¡ dp ,l¡r arguicatecioneo lc TIo de 'movimiento", d€ .mensur¡bíided,',
& quc Ie pzw y c[ rodo di¡tintos
sino t¿mbiéir dclicados con€ep-ros polítibos,
cotrc rl-- ¡'ucdc¡ crtlr fornr¡dix por le --¿un
misme exntdrzd moralrs, religiosoc?
de cfco:¡o. Lr d¡Iéctica & Gorgies; Protágorar; etcé-

T,'
tere, se dirigió de manela muy especial a este bero como, "el gue afeita y sólo afeit¡ ¿ todo¡
cempo je nociones "más humanas", más ca- los habitantes del país quc no se afeitan por
paces de interesar a los numerosos grupos de sí mismos" (admitiendo, por supuesto, que en
jóvenes que trataban de aprender en la ense- el país no exista sino un barbero). Sabido cs
ñanza de los sofistas el camino del éxito polí- que, definidos así los términos, la pregunta:
tico; pero históricamente sería erróneo limitar "¿Quién afeitarí al barbero?" carece de res-
su eficacia a ese campo. En verdad constituyó puesta posible. En efecto: no puede decirse
la cabal preparación a los estudios de lógica que el barbero se afeite a si mismo, pues sólo
y de matemática que florecieron en los siglos ef.eita a 'quienes no se afeitan por si mismos".
siguientes. Ahora bien, este sofisma, de apariencia tan
f. Algunos sofismas como los del "mon- artificiosa, apunta a un objeto muy impor-
tón", del 'cornudo", del 'barbero", etcétera, tente: ponernos en guardia contra el acopla-
no suelen considerarse dignos de mención en miento bastante peligroso del pronombre oto-
los textos de historia de la filosofla y de la dos" y el adverbio 'sólo", que el lenguaje
ciencia. Sin embargo desempeñaron también común acostumbra á usar sin la menor pre-
su papel, y nada despreciable, en la formación caución critica. Parece curioso, pero es inne-
del pensamiento cientifico. gable que las discusiones más modernas acerca
El núcleo del primero de esos sofismas con- de los fundamentos de la matemática debieron
siste en la observación siguiente: un grario no detenerse frente a dificultades semejantes. Co-
forma un montón, dos granos no forman un mo lo veremos, la solución no fue nada simple.
montón, y tampoco lo forman tres, cuatro, El valor lógico de estos llamados a las di-
cinco granos, etcétera; sin embargo, un mon- ficultades que se ocultan en un término
tón está formado por muchos granos. Aquí lingüistico en otro es hoy unánimemente re-
es evidente que la antinomia depende del sig- conocido por los epistemólogos contemporá-
nificado impreciso de los términos 'muchos" neos. Por lo demás, no sería difícil mosrrar su
y "montón". Su aspecto, más grosero que las importancia también desde un punro de vista
antinomias d,e Zenón sobre el movimiento, re- histórico. Por ejemplo, toda la teoría aristo-
side exclusivamente en el hecho de que, mien- télica de la deducción deriva, ella también,
tras pocos advierten las dificultades lógicas de la necesidad de evitar equivocos y confu-
contenidas en el concepto de movimiento (no siones muy difundidos en el argumentar del
resultando claro a primera vista cómo este lenguaje común.
término implica el concepto de infinito), to- Obsérvense los dos ejemplos siguientes:
dos o casi todos captan inmediatamente la a) Pedro es mi padre; tu hermano es mi
imprecisión de los términos 'muchos" y padre; luego, Pedro es tu hermano.
tmontón". b)rSócrates es hombre; Aristóteles es hom-
bre; Iuego Sócrates es Aristótéles.
También el-segundo es de fácil solución:
ya no tienes lo que has perdido; por tanto, tie- Quien se limite a examinar la forma que
ambas argumentaciones poseen en el lenguaje
nes lo que no has perdido. Y como no has per-
ordinario, difícilmente dejará de ver su in-
dido los cuernos, eres, por lo tanto, cornudo.'
tima analogia. Sin embargo,'el simple senrido
Este sofisma tiende e poner de manifiesto la
común nos dice que una es admisible y la
imposibilidad de convertir el enunciado nega-
otra, no. ¿Dónde radica la diferencia?
tivo 'ya no tienes lo que has perdidoi' en el
enunciado positivo ' ienes [o que no has per- Quien tenga alguna familiaridad con Ia
dido" y, por ende, a poner en claro las.dificul- teoria de las clases r puede contestar inmedia-
tades. lógicas conexas con la operación de la 1 Pare una definición intuitiv¿ del concepto i. cl¡r"
negación. (o conjunto o agrcgado) ve( cap. IX, 3, segundo,
El tercer sofisma parte del concepto de bar- pírrúo.

t4
tamente: la diferencia reside en el hecho de gue.vician el lenguaje común y la consiguien-
que la clase 'padre" posee un solo elemento, te búsqueda de lenguajes diversos, más pre-
mientras que la clase 'hombre" posee más de cisos, más controlados, en una palabra, más
uno. Pero sería un error creer que la teoría de idóneos pare la investigación cientifica'
las clases resulte intuitiva para todas las inteli- Grecia supo descubrir un lenguaje muy ade-
gencias, ¡o que el lenguaje común sea perfecta- cuado par:- lt matemática; no suPo hacer lo
mente idóneo para expresar con exactitud to- piopio pert la física y demás ciencias natu-
dos los conceptos y las relaciones de tal teoría! rales.
Todos los hombres hacen uso muy frecuen- Sobre las causas del fracaso sustancial en las
te de argumentaciones en la vida dieria p*a investigaciones físico-naturales llevadas a ca-
confundir al adversario, desenmascarar al cul- bo en el mundo clásico volveremos en otro
pa,ble, convencer al dudoso, Pero, ¿poseen to- capitulo, cuando tratemos de explicar la,nue-
das l¡s argumentaciones igual valor? Y si no lo va senda por la cual el mundo moderno logró
poseen, ¿logra propórcionarnos el lenguaje co- hacer lo que los griegos no hicieron, es decir,
mún los medios eficaces para distinguir las construir una técnica precisa, válida para las
ciencias de la naturaleza. Aquí bastará con
argumenteciones válidas de las que no lo son?
que no6 detengamos en los grandes méritos
¿Puede esta distinción (entre proposiciones adquiridos por Grecia en el campo de la ma-
válidas y no válidas) poseer sentido absoluto,
temática.
es decir, independiente del idioma en que se
Es conocida, en este campo de la investiga-
expresan?
ción científica, la importancia decisiva de la
Ningún otro pueblo sintió como los griegos gran obra.de Euclides, los Elementos. Pero ha
v y rv la necesidbd de aclarar le
de los siglos de observarse que muy pocos fueron, con toda
naturaleza de l¿ demostración. Los oradores, probabilidad, los resultados nuevos que con-
los poiíticos, los filósofos, en una palabra, los tenía esta obra. La historiografia moderna dice,
hombres más eminentes de su é¡roca prefen- por ejemplo, que los dos primeros libros reúnen
dian demostrar continuemente esta o aquella conceptos y teoremas ya conocidos por la an-
tesisr' refutando otras; ¿cómo no preguntarse, tigua escuela pitagótica. Ilualmente, el Libro
entonces, cuál era el recurso más idóneo para V expone las investigaciones ya realizadas por
el objeto que se proponian? El Organon de Eudoxo ecerc de las proporciones, etcétera.
Aristóteles no nació por casualidad o por una Hubo hasta quien zvanzó la hipótesis de que
genial intuición del gran estagirita. Nació en el orden mismo de los 13 libro¡ de loi Ele-
un ambiente en que desde años atrás se dis- tnentos (es decir el orden de los argumentos
cutíe, a veces con exa¡¡peración, acerca de co- que tratan) seguía muy fielmente el orden
herencia'e incohcrencia, de deducibilidad y cronológico endue fueron tratados paso a paso
de no deducibilidad, de axiomas y sofismas; por los matemáticos griegos que vivieron en-
fue preparado por estas discusiones; mas aún, tre el siglo de Pitágoras y el de Euclides.
constituyó su culminación. Cualquiera que sea la conclusión al respecto,
6. Sin embargo, el Organon aristotélico no de ninguna manera resultará disminuida la
constituye, por lo menos a mi entender, la importancia de los Elementos. En efecrc: ésta
éonsecuencia más importe\te la histo- no depende del descubrimiento parte de
ria del pensamiento científico- -pera
de las innu- -por
Euclides- de propiedades desconocidas con
merables discusiones lógico-lingüísticas soste- anteriorided, sino de la forma que, él supo dar
nidas por distintas generaciones de sofistas que al tratamiento geométrico.
vivieron en la Grecia antigua. El fruto de En los Elementos hallamos catalogados por
mayor significación de sus discusiones fue el primera vez, con rigor casi perfecto, los con-
reconocimiento de lob {sfec¡os estructurales ceptos primitivos de la geometría, así como los

It
axiomas y postulados gue valen para ellos; común; pero mientres este último es, con fre-
cualquiera otra proposición estará incluida en cuencia, vago, nebuloso, con grandes zonas de
la medida que logre deducirse de esos principios incertidumbre, aquél es en cambio prcciso -v
según reglas bastante claras, aunque no enun- bien determinado, en virtud de la definición
ciadas explicitamente por el autor (reglas que, rigurosa. Los términos irreductiblemente equi-
de todas maneras, resultafi sin duda conexas vocos del lenguaje común no se presentan ._en
con la sistematización aristotélica de la lógica). general- en el lenguaje geométrico; y si por
En este grandioso edificio de conceptos y pro- excepción los vemos empleados en alguna
posiciones adquiere finalmente sentido preci- proposición primitiva de la teoría, Euclides se
so Ia afirmqción de resultar demostrado un esfuerza por no establecer la menor referencia
teorema, de ser un problema resoluble, de ser a ellos en el desarrollo de las. demostraciones.
un enunciado contradictorio. Revisando con máxima escrupulosidad los
Aqui cada término tiene su significado Ele'mentos de Eüclides, los criticos modernos
exaetamente circunscritor ) no existen posibi- lograron descubrir algunas fallas que sin du-
lidades de equívocos. Aqui toda proposición da afectan, aunque escasamente, al valor lógico
es llevada, por un camino más o menos largo, de alguna demostracién. Sin embargo no dis-
pero lógicamente indiscutible, a los principios minuyen el valor metodológico general de la
de la teoria; y resulta o no admitida según obra: ésta fue, y es, la primera tentátiva lo-
concuerde o no con ellos. Estos principios grada para construir un lenguaje cientifico
los cuales no cabe discutir- consti- riguroso, y como tal señ¿la una de las etapas
-sobre
tuyen los únicos criterioo de'verdad para todas fundamentales en la historia del pensamiento
las demás proposieiones¡ y la deductibilidad científico. Demuestra gu€, finalmente, el
lógica de ellos constituye el úniqo método ad- hombre habia llegado, en el siglo ur a. C., a
mitido en la demostración. tener plena conciencia del valor del lenguajé
Los Etremenlos de Euclides proporcionan el como instrumento indispensable de la investi-
primer ejemplo de una técnica expositiva ri- gación científica; y, sobre todo, demuestra
gutos", sin duda no des¡rrovista de vinculos que, reconocidos los defectos de una exPre-
con el lenguaje común, pero, de todos modos, sión meramente espontánea (que, según vi-
irreducible a é1. El significado de cada tér- mos, provoca muchas contradicciones), él su-
mino llega e adquirir dentro de ese trícnica, po co-ptettder la necesidad de un lenguaie
conforme a la definición rigurosa que ella pro- iontrolado, riguroso, racionalmente elaborado.
¡rorciona, resulta, en efecto, análogo, lo más Al convertirse en artifice de las propias téc-
posible, al significado ordin¡ri¿mente vincu- nicas de investigación, el pensamiento cien-
lado con el término en cuestión en el lenguaje tífico entra en una fase de plena madurez.
t

L6
CAPÍ'TULO UI

LA TENTACIÓN N4ETAFÍSICA
(Platón)

1. Al advertir que el lenguaje ordinario y no relativa, provisional, perfectible), era de-


el conjunto de nociones vinculado con él es- masiado grande para no dejarse engañar: el
taban colmados de imperfecciones, el hombre primer fruto resonante de este engarlo fue Ia
se encontró ante dos posibilidades: o consi- metafísica platónica.
derar el idioma ordinario como un instrumen- 2. Como sabemos, el núcleo central de
to imperfecto, pero perfectible, y tratar en- esta metafisica está constituido por la teoría
tonces de corregirlo, de extraer de él otros de las ideas. Frente al fluir de los fenómenos,
idiomas menos defectuosos, y de construir y a la relatividad de las nociones que se refie-
apartarse de Ia relatividad y provisiona- ren al mundo fenoménico así como al carácter
-sin
lidgd propias de toda búsqueda humana- convencional de los nombres empleados para
rnedios de expresión más adecuados a los dis- designar estos fenómenos, Platón trata de eri-
tintos campos - de las nociones tomadas en gir una ciencia filosófica (la dialéctica), que
consideración, o bien intentar un nuevo cami- capte directamente el ser puro e inmutable,
no, destinado a conducir al hombre fuera de más allá de los fenómenos. Los supuestos de
sus propios 1ímites, de la propia relatividad, es esta ciencia son, pues, dos: I ) que existan en-
decir, intentar un camino que, elevándose por tes subyacentes a los fenómenos que constitu-
encime de los inconvenienres del lenguaje hu- yan la verdadera realidad del mundo (entes
mano, permita (o pretenda hacerlo) caprer cuyos caracteres sean antitéticos a los Caracte-
verdades absoltrtas, indiscuribles, etern¿s. res de los fenómenos: lo absoluto frente a la
Si un obrero moderno, montando y des- relatividad; la inmovilidad fiente al fluir, et-
montando una máquin¿ que rnane¡t diaria- cétera); 2) que el medio para llegar a esros
ment€, acierta e descubrir en ell¿ algunas entes no sea Ia técnica lingüística, sino algo
fallas, muy graves inclusive, no siente la ocu- distinto (en,efecto, la técnica lingüística, por
rrencia por un instante- de buscar algo su misma fdrmación, se adapta a captar lo re-
-niuna potencia infinitamente superior
que posee lativo y no lo abaoluto; áun suitituyendo
a todas las máquinas, sino que se esfuerza por unos nombres por otros no podríamos modifi-
perfeccionar la que tiene entre manos, es decir, car los defectos constitucionales del lenguaje).
por construir otra que no se¡ la "máquine
perfecta", pero sí una máquina mefor que la ". . .¿No te pargce que cade cose posea también un¿
csencia, así como tiene un color y las demás propicdrdes
vleia y, también como ésta, perfectible. Esta que acabamos de mencionar? Y el propio color y le
ectitud tan esponÉánee del obrero resultó, cn voz, ¿no tienen cada uno su propia esencia? . . . Y cnton-
verdad, una de las conquistas más dificiles del ces, si existe discordia entre los nombres, y si unos
pensamiento científico. La tentación de lograr ¡firman que éstos son los nombres semelantes a la ver-
un saber absoluto, cualitativamente distinto dad y, otros, que son rquéllos, ¿con qué rncdio podre,
del común (es decir, de otr¿ n4tur*leza: ya mos decidit o a qué acudiremos? No acudiendo segur.-

t7
menre e otros nombres distintos de aquéllos , . . Y es sí misma, no podrá dejar de hellar las huellas
claro que deberemos buscar otr¿s cosas, fuera de los que el ser he impreso en ellas. El único acto
nombres, que nos muestren sin ayuda de los nombres,
cognoscitivo, el verdadero, es exclusivamente
cuáles de cstos nombres son los verdaderos, y nos iridi-
quen claramenrc la verd¿d de las coses. . . Los cntes el de contemplar el ser; dejar que el'ser se nos
deben aprehenderse no por sus nombres, sino por si mis-
revele en su integridad y pureza.
mos... Debemos considerar enronces si aquellos que No es dificil advertir las consecuenci¿s que
pusieron efectivamente los nombres los pusieron con la pueden extraerse de esta ¿ctitud: todo el saber
convicción de que las cosas se mueven y fluyen a vinculado con la observación empírice, con lo
mi t¡mbién me parece que tenian esa convicción-; -y sin
opinable, con lo provisional, todo el saber que
embargo puede ocurrir que no sea asi (es decir; que lleva consigo algo de insatisfactorio y de per-
las cosas no fluyan)." (Del diálogo Cratilo. de Platón.)
fectible jamás podrá ser un saber verdadero.
Las nociones del hombre común, la sabiduría
3. En época muy posterior a Platón, otros de los sofistas, las mismas verdades maremári-
investigadores iniciarán, ellos también, una cas, no constituyen ciencia verdadera en el
crítice muy enérgica tla eficiencia de la téc- sentido riguroso del término. Ésta debe bus-
nica lingüística; también ellos dirán, como carse en otra cosa, respecto de la cual las 'cien-
Platón, que el científico debe dirigirse di- cias inferiores" pueden, a lo sumo, constituir
rectemente al ser, no e la palabra. Pero, al una prePeración.
afirmarlo, se propondrán ---en ibrma mu¡' Admitir, en principio, una jerarquia en el
distinta de Platón la ciengia ló- saber humano con la distinción entre una
gico-lingüística por -5ss¡i¡1¡i¡
la ciencia exp€rimental, es ciencia superior por naturaleza (Plat6n la lla-
decir, el ser que ellos afirman será el ser ex- m^ba ¿ialéctica) y otras inferiores, ftmbién
perimental, fenoménico, sensible, no el ser por naturaleza, equivale a reducir estas últimas
absoluto. CriticaránJá- técnica lingüistica por al rango de no-ciencias, o de simples doncellas
su excesivo alejamiento del fluir de los feno- de la primera. En otras palabras: equivale a
menos, no por acercarse demasiadó a é1. En disminuir el interés del hombre por estas úl-
cambio, Platón, como vimosr quiere hallar el timas y apartarlo de su estudio.
camino pare alcanzar el ser en sí, irreducible, "Nadie seguramente se opondrá si decimos
según é1, al ser particular y fluyente de los que no existe otr¿ disciplina que trat€ de al-
fenómenos. canzar sistemáticamente el. conocimiento de
No quiero ahora detenerme aqui sobre las lo particular tal cual es que Ia dialéctica. Sólo
dificultades intrínsecas de semejante concep- la dialéctica, eliminando los postulados, llega
ción del ser; bastará subrayar sus consecuen- al principio mismo con el objeto de fundarlo
cias sobre la manera de enteniler el proceso sólidamente. . ." (Del Libro VII de La Reptí-
cognoscitivo. En la concepción platónica esté blica dg Platón).
proceso no puede ya vincularse con nuestre Se comprende fácilmente cómo une actitud
accióh, por cuanto es obvio que la acción se semejante haya sido acogida con gran entusias-
dirige su propia indole-- a lo que de mo por los místicos de todas las religiones. En
alguna-por
manera puede sufrirla (es decii, a lo efecto: sustituyendo el acto de fe por lo que
que puede modificarse, transforrnarse, descom- Platón llamaba 'dialéctica", se sintieron auto-
ponerse); en cambio, el conocimiento debe riz¿dos por el gran filosofo de Atenas para
fundarse en el contacto directo entre nosotros sostener la superioridad absoluta del conoci-
y el ser absoluto. La técnica del conocimiento miento del ser sobre todos los conocimientos
posee una función puramente negativa, prepa- de carácter mundano yr por tento, para pre-
ratoria, es decir, tiene la misión de eliminar dicar la renuncia de estos últi-or con el fin de
las ecciones perturbadoras y permitir al alma concentrarse tot¡lmente en el primero. Iden-
recogerse en si misma. Encerrada el alma en tificaron el ser absoluto de Platon con Dios.

18
4. En rigor de verdad, hay que reconocer' No comparto del todo est¿ interpretación
sin embargo, que las últimas conclusiones que del pensamiento griego, la récáme que descuid¡
acaban de mencionarse van más allá de la doc- todo un filón de la especu-
trina platónica. En efecto: Platón jamás llegó -fundamental--
lación helénica. Si bien es cierto que, por in-
a una desvalorización total de las disciplinas fluencii de Parménides y de Platón, la ciencia
'menores", más: buscó siempre el modo de griega se impregnó indudablemente de met¿-
osalvadas", aungue sólo fuera como prepara- física, tretando de hallar en esra última su
ción a la ciencia del ser. Todo su pensamiento propia justificación (sea porQue toda ciencia
oscila entre esos dos polos opuestos: l¿ admi- 'inferior" solo valdría como preparación a la
sión de un único saber absoluto y, también, metafísica, sea porque sólo la metafísica po-
el reconocimiento de pleno valor a los saberes dría explicar los fundamentos-posrulados, etc.
parciales y relativos. En realidad, el interés de de las demás ciencias), no es, empero, menos
su posición no sólo depende del hecho de no cierto que, bajo la influencia de la tradición
haberse desligado jamás del segundo polo, sino sofistica, el pensamiento científico -griego
de haber tratado por todos los medios de con- comprendió, mejor que cualquier otro pensa-.
ciliarlo con el primero. Este esfuerzo resülta miento de la antigüedad, el valor de las técni-
particularmente visibJe en sus úl¡imas obras, cas particulares y asimismo la necesidad de
que en cierto sentido constituyen ufia auto- tornarlas cada vez más rigurosas y eficientes.
crítica de su pensamiento anterior. Para comprender en su indecisión el sig-
No deseamos ahondar más el difícil debate nificado de la ciencia griega hay que tener
acerca de si debe concederse mayor peso a la presentes las dos instancias que acaban de
última o.a la primera fase de la especulación mencionarse. Deteniéndose en una de ellas se
platónica. Aqui sólo nos interesa una cosa: corre el riesgo de esquemetizar demasiado y,
aclerar los motivos que podían inducir al pen: con la esquematización excesiva, perder por
samiento griego a abandonar las ciencias "in- consecuencia de vista la complejidad del pro-
feriores" por una pretendida ciencia 'supe- blema histórico real.
rior", absoluta,'y subrayar los graves peligros
encerrados en esta posición. i. Lo expresado puede confirmarse con la
obra matemática de Euclides. Si, por una par-
Por otra parte, el origen de esta actitud es
te, es indiscutible que aparec€n en él (como
mucho más antiguo que Platón; es posible en-
traté de demostrarlo en el último párrafo del
contrada en Parménides y, en ciertos aspectos,
cap. II) algunos desarrollos interesantes de la
también en la escuela pitagórica. La influen-
cia de esta. actitud sobre todo el pensamiento
crítica sofística, pues Euclides ha elaborado
realmente un nuevo lenguaje, muy controlado
científico griego fue tan profunda que, según
'algunos historiadores modernos, habría que y eficiente, para el campo particular de las no-
buscar en ella la caracteristica principal de ciones geométricas, no es menos cierto, sin
la ciencia griega frente a la moderira. Mientras embargo, que en esta nueva lengua pueden
esta se muestra totalmente resuelta a desvincu- hallarse muchas not¿s de origen platónico.
larse del problema filosófico del ser general Para Platón, la matemática, lo mismo que
paru dirigirse, exclusivamente, al estudio de las demás ciencias 'inferiores", tampoco capta
los seres perticulares y variables, la ciencia el ser auténtico asible tan sólo por la dialécd-
griega no sería comprensible --cegún dichos ca. Con todo, goza de posición privilegiada,
historiadores- si se la privase de sus relacio- pues, entre todas las ciencias inferiores, resulta
nes con la metafísica, única ciencia que los la más próxirna a la dialéctica, la que más se
griegos reconocian como poseedora de '¿alor acerce al conocimiento de las ideas, siempre
absoluto, ctpez de trasmitir algún valor (aun se¡i- que se estudie 'para conocer
relativo) a las ciencias inferiores. -claro
y no para comercier".

t9
Taoto la aritmética como la gcometrle puedea crtu' actuales de la matemática griega' exPresa la
diarse eor¡ erpíritu cicntifico puro. "Er, Po,r tantor qpof- misma conviccién con estas claras prcguntas:
tuno. .. convencer a quieneg se han de ocuP¡r de lo! '¿:Quién no v€ (en Platón) la causa de ese
asuntos más importantes dql Est¡.do que se dediquen eseiúpulo por el cual Euclides iamás habla de
a l¿ ciencir del cátculo, Pero no ¿ lt maaera comrio, regla ni de compás, y sólo postula las eons-
¡ino de tal modo que su inteligencia puede contempler trucciones a las éuales lleva su usol Y en la
h naturalez¡ de los aúme¡gs. ... Est¡ cienci¡ eleva neta separación que Platón establece enffe 8eo-
el alnra y le obliga . t.l.onrr ¿cercl de Io¡ nírmeros
considerados en si mismos, y se niega a r^zon t si otrq:
metría pura (que ilumina) y geometria mé'
acuden r los núrnergs ¡soci¡dos can cu€rPos vi¡ibles o
trica (que ensombr,ec€) ¿quién no ve Ia causa
tangiblss." A.uo carg¿da oc¡sionelments con "un¡ tee de la abioluta ausencia de toda regla de medida
minologia misera y ridicula. . . comp si se tr¿t¿ra de en Euclides?" (La matematica del mondo gre'
'
príctice y de finalided práctica", t¡mbién 11 geometrie co, Rom4 l9ll, p.74).
puede culrivarss "p¡ra el conocimieeto de lo gue sipm- 6. La contraposición, hace poco menciona-
pre es, y Do para lo que nace y perece", y' por tanto'
da, entre geomitria Pura y geornetría prác-
"podría servir de árgana para levantar el alml haci¡ tica indujo a Platón a admitir como estudio
I¡ verdad, y podria convcrtir el raciocinio en filosófico
p¡ra nnlntencr hecie arriba lo que ahora mentenemot científico sólo el de las figuras que podían
indebidemente hecia abajo" (del Libro VII de f¿ Rc- construiise con rectes y circunferencias, ex-
pública, íd.). cluyendo en cambio el estudio de l¿s "curvas
meiánic¿s" (es dccir, en términos modernos,
Es indudable que esta exiSencia de pureza las curvas que no pueden trazatse con regla
influyó profundarnente sobre Euclides y sobre y compás, éo*o, pór eiemplo, las -cónicas, la
la *"temática griega traditional. En efeclo, cuedritriz de Hipias, la concoide de Nicome-
ha sido aquella lxigencia' sobre todo, la. que des, etc.). En efecto: según é1, acudir a los
eüminó di la geometría el uso de la intuición ,."rrrro, mecánicos oscurecería 'l¿ belleza de
y de las constiucciones Práctisas, rcm1lazá,n' la seometrí e.. . reb$iindola al esado prác-
áolo po. un nuevo tipo de concatenación con- tiJ', en lugar de elevarla y conferirle aomo
."p..r"l quizá pesado y laborioso' Pero, sin du- objetivo las figuras eternas e incor¡r'óreas"'
da rigurosamente preciso, hasta en sus pasaies Fue una suerte' para el Progreso de los estu-
miniáos. "Platón --escribe Proclo en el cRe- dios seométricos,-que los grandes matemáticos
demasiado obli-
sumen histórico> citado en el caP. I:- dio lri"gt no se hay"o senúdo
un enorme emPuie a la geometria con el gran gadós por aquel veto platónico, aunque no
amor que demostró por ella, tomo lo atesti- puede negarse que representó' Para.ellos' un
guan sutrcrentemen te sus escritos' rePletos incorro"rriittte sário en algunas cuestiones i:n-
áe corrsideraciones maternáticas que en todo portantes (por ejemplo, ante lo-s célebres-pro-
moiúento despiertan el entusiasmo por estas Ll.*"" de'ia cuadrrtot" del circulo, de la
ciencias en bdos aqrrellos que se dedic¿n a la duplicaciSn del cubo, etc.). Sin duda, quien
filosofía.- Según Zeuthen, hasta-la- misma in- [a condena platóaica dre las curY?s
de los postulado-s iniciales
^"ápt"t,
*"iá"i""t tendría que dejar de reconocer
vestigación
(sobie los "ü"lid""
cudes se f,u-nde todo el edificio eomo geométricos gran parte de los estudios
jeonrétrico) deriv¿ de Platón. Para \[ilamo- & ta feometrie müerna, cllf valor cientí-
litr toda ia obra del gran geómetra aleian- fico, s]n embargo, no puede hoy discutirse'
drino ft¡e concebida baio la inflr¡encie del fi- Es que nu€stro concePto de crencra-r€sultl ur-
lósofo ateniense. 'Los Ele*ettss áe Euclides finitamente más amplio que el platónico; y
.,--cscribe- deriv,an de la escuela de Platérr." es que para el estudioso moderno toda limita-
Otros llegan I coosiderac a Euclides eomo uE ción a fuiori drl\ c¿mpro de las investigaciones
discipulo-sobrino de Pl¡tóa" Atili'o Fraigse, científicas pareceria una Pretensión absoluta'
qu€ ; uno de los más aüorizedo estudiosoo m€nte gratui,te, d. ggmátk¡.

20
Si, por las consider¿ciones anteriores, la in- nomi¡ fue un¿ ilusión fltel que duró milenios
fluencia de Pl¡tón sobre d des¡rmllo de l¡ y constituyó uno de los principales obstáculos
geometría griega no puede considererse total- opuestos al surgimhnto del espíritu cicntifico
mente ¡rositiva, muclp menoc podrá juzgarse moderno.
positiva su influencia sobre las dernás ciencias. Le lucha @ntra el platonismo resultó la-
En efecto, ninguna de elles se hallaba en con- boriosa a la humanidad, y aún hoy surgen ¡
diciones de poseer, desde su nacimiento, todos menudo, en especial en el ecercamiento de la
los caracteres de pureza que Pletón exigia matemátice, concepciones claramente inspira-
a loa conocimientos. cientificos. A ninguna de das en é1. Le valoriz*cirin de la experiencia, la
ella les era posible, apenas superados lm lími- teoria a la práctica, el reconocimiento de la re-
to de vagas generalidades¡ adquirir una euto- latividad de los eonocimientos ciéntificos, se-
nomia absoluta respecto de las activid¿des rán los pu¡rtos de panida para el derrocamien-
prácticas; el esfuerzo para mentener tal euto- to de le tradición platonica.

CAPfTIILO IV

POR QUÉ LOS GRTEGOS NO TUVTERON UNA CIENCIA FÍSICA

1. Es ssbido que si buscár¡mos en los más guaje ciertos conceptoc a yeces muy elevados,
antiguos pensedores grieios una ciénci¡ fisica, axiomas, teoremas, problemas y discusiones
en el sentido uroderno del vocablo, en rnodo acerca de las condiciones de validcz de los pri-
alguno lograríamos hallarla. No es que no se meros y de resolubilidad de los últimos, nada
interesaron por los grandes problemis físicos de eso ocurrió con las nociones fisicas, que
(el problema de I¿ materia, por ejemplo, do- fueron quedando como argumentos de discu-
min6 en todos los desarrollos dcl pensamiento sión interesante pare la filosofía de la natu-
helénico) r p€ro, en la mayor parte de los casos, raleza, sin que jamás alcanzaran verdadero y
los trataron en términos filogSf,icos genereles, cabal nivel cientifico.
poco rigurosos desde el punto de vista estruc- Tomemos, por ejemplo, la noción de fuerza,,
tural. Así, la obra de Aristóteles intitulada No cabe duda que constituyó uno de los
Física se ocupa de los principios de l¿ existes- ejes fundarnentales de los sistemas filosóficos
ci4 de la materia y de Ia forma, del movimien- de Empedocles, Anaxágoras, Demócrito En
to, del espacio,, de las esferas celestes, del pri- efecto:. en estos sisten¡as aparecen diversas re-
mer'motor inmóvil; en un¿ palabra, es una refencias z fuerz*s de atracción,, repulsión,
obra ds filosofia pero no de ciencia. La vcrdad centrífugas, etcétera. Más: en Demócrito se
es que así como los griegos lograron para les halla una intuición muy genial ape-
nociones materráticas vimos- un nas esbozada- del principio de -aunque
inercia, quc
lenguajc técnico especial-eegún
que permitió el desa- pudo abrir a la dinámica la scnd¡ quc dos rni-
rrollo de largas cedenas de argtrmentos regidor lenios después recorrerían Lmn¡rdo d¿ Vinci
por leyes logicas clammcnte establecidas t ! esí y Galileo Gelilei. Pero el tránsito ¡ una formu.
fue posiblc formr¡ler ex.ct¡¡nente, con td len- l¡c6n cicntífic¡ del concepto de fucrzr ¡o
2t
:¡parece o, para ser más exactos, sólo se pre- construir la óptica geonétrica,la misma óptica
sente dentro de los límites de las fucrzas cn geométrica actual. Además, en su obra se en-
equilibrio y, por lo tanto, logra constituir ape- cuentmn los fundamentos de la perspectiva,
nas, cl fundamento de algunas investigaciones las leycs de la reflexión y dc la formación
exact¡s de estática (por obra de Arquímedes de las imágenes en los espejos planos y esféri-
y de Herón). Las teorias aristotélices del mo- cos. Se encucntran también en clla, eunque
vimiento continúan mczclando ¡'rocioncs fi- desJrdenadas, desvinculadas y a veces también
sicas e iders metafisicas tr¡tr de cxpliclr, mal intcrpretedas, numerosas obscrvaciones dc
-asi dc "gravcdad" y
por ejemplo, los conceptos óptica física, fisiológica y psicológica. Creemos
"levedad", refiriéndolos a inconrrolebles "ape- que todo esto cs suficicnte para colocar el nom-
tencirs" de los cuerpos h¡cin su lugar nltu- bre de Euclides entrc los dc los más grand"'s
r¡l- v no llega a proponcrse siquierr la inves- cultores de la óptice".
tigación de un meítodo prcciso de demostración Tras la estela de Euclides siguieron orros
de l,rs leyes enunciadas. Las teorias del ím- investigadores ilustres: Fliparco, Claudio Pto-
tu, de Hiparco y. luego, de Juln Filopono, lomeo, Damiano Heliodoro de Larisa, etcétera,
también se mantienen en lo genérico v no logrando progresos notables. Claro que el ma-
permiten ningún prosreso real cn el estudio teri:rl experimental sc mantuvo, aun en sus
dcl movimiento de los proyectiles. En une pe- trabajos, con bastante cscÍlscz, ¡ menudo con-
labra: no se loerr ningunl ventlil cl,rr,r sobre fundidos todavía los factorcs geométricos con
lls expliceciones propirs del scntido común, los más propiamente fisicos, fisiológicos, psi-
formul:rdrs en cl imprcciso lenguaje de la vida cológicos; asimismo, la heterogeneidad de las
draril i', por lo tanco, no se da ese primer paso nociones, del lenguaie y de las conclusiones
muv delicrdo quc puede significer el punto dc impidió un cxamen serio y fecundo de los dis-
prrtida para la iniciación y el desarrollo del tinros problemas. Pero, con todo, se habia dado
pensamiento científico. el primer paso indispensabl.-, "pues
2. L¡s consideraciones anteriores no se rpli- precisamente en-paso
virtud del estudio de este pri-
can idéntic,rmente a todos los capitulos de la mer m¡terial experimental y racional
cienci¡ n¡tur¡I. En óptica, por ejemplo, los ga Ronchi- los sucesores deducirán el-agre-
orden,
griegos realizaron algunos progresos de valor la clasificación, la conformación, la especializa-
indiscutible. Sc trltrr, sobre todo, del capitulo ción, la teoría".
llamado óptica geométrica, que alcanzó un 3. También en el campo de la acústica l¿
nivel científico casi moderno. contribución de los griegos fue relevante. Este
Aqui rcaparecc el nombre de Euclides, 1'a capítulo de la física nace de las primeras ob-
tantas veces cirado (aunque subsisten algunas servaciones experimentales de los pitagóricos
dudas acerca de si sc trrta, efectivamcnte, del v de lr inserción de los resultados observados
autor de los Eltntcttto.i o dc un hornónimo), a en teorías aritméticas fáciles pcro precisas.
quien se deben obr.rs de importancia funda- Escribe Enriques r: "Boecio narra cómo asomó
menrill. como la Óptica y la Catópttica. Se por primera vez en l¿ mente de Pitágoras la
desarroll;rn en forma deductiva, con el enun- relación entre sonidos y números. El racioci-
ciado de un sistema preciso de postulados 1' nio fisico que rquéI. deducc de las fuentes se-
con la intención cle deducir de é1, en rigurosa ñaladas se desrrrolla con orden y claridad,
forma lógica, las leyes dc los fenómenos lumi- pero se funde sobre un error que hubiera sido
nosos. Conforme escribe Vasco Ronchi (en fácil corregir. No es c;erto que el sonido pro-
su Slori¿ t{cllu lucr', Bolonia, 1952), "a Eucli- ducido por lo's martillos de un herrero se h¡llc
des cabe el mérito de haber creado el modelo
geomécrico de la luz, el ra1'o luminoso recti- I F. Exn,tqur.s y G or SeN-rrt-r-nsa, Storit del fen-
Iineo, sin estructura física, que sirvió para útro scirutifico, Bolonia, Zanichelli, t932., p.479.

))
en relación simple con su peso. Es más verosí- riódicos, repetidos con regularidad constante.
mil que las investigaciones de Pitágoras tuvie- ¿Era posible establecer una relacién entre estas
ran en cambio por objeto una cuerda vibrante, dos manifestaciones del tiempo? ¿Era posible
cuya longitud podía hacerse variar mediante introducir también la vida humana en una
ün puente corredizo; así se encuentra que a concepción cíclica del universo?
la octeva corresponde vnttez6n de longitudes Son conocidas las tentativas de los pitagó-
l:2, t la quinta 223, etcétera. Las leyes pita- ricos para responder positivamente a esta pre-
góricas de la armonía expresan precisamente gunta mediante la concepción del año cosmico:
estas razones de manera exacta." después del año grande todo volverá e comen-
Aristóteles, prosiguiendo las investigaciones zar, oasi también yo volveré a hablar, con
de los pitagóricos, explicará la trasmisión del este bastoncito eñ la mano, y ustedes estarán
sonido como un movimiento del eire que se sentados como ahorai I todas las demás cosas
propaga del objeto sonoro hasta nuestros oí- se comportarán igualmente" (de b Física de
dos; algo después se descubrirá también que Simplicio).
la lui se propage más rápidamente que el so- Sin embargo, la realidad de los fenómenos,
nido. En la colección de los proble.¡nata de la con sus irreductibles diferencias estructurales,
escuela aristotélica se discuten distintas cues- debía acabar por imponerse. La ciencia del
tiones de ese tipo, de gran interés no sólo his- movimiento cíclico de los astros y la ciencia
tórico sino también teórico. del curso irreversible de la vida animal debían
4. Sobre le medicina y sobre la astrongmía asumir fatalmente en cada caso características
de los griegos no podemos detenernos cuanto propias.
sería necesario. La primera se convirtió en una ciencia pre-
Sin duda, el interés por estas dos disciplinas ferentemente matemática, en la cual las fór-
nació en todos los pueblos con el primer desa- mulas matemáticas constituian, desde luego,
rrollo de la reflexión. En efecto; en ambos el instrumento más idóneo para expresar la pe-
casos (aunque en materia de astronomia pueda riodicid¿d de los fenómenos astrales; la se-
parecer absurdo) el interés fue sugerido por gunda'asumió un aspecto más de técnica que
la relación inmediata que el hombre percibía de ciencia, resultando obvia la imposibilidad de
entre su propia persona y el objeto de que aplicarle el rigor de las deducciones aritméti-
traten estas disciplinas. En un caso estaban en casy geométricas.
juego.las alternativas de la vida humana en La astronomía, estudiada preferentemente
sí misma ( nacimiento, desarrollo, enfermedad, en sus comienzos como Genetlialogia (es de-
muerte); en el otro, los cambios de la natura- cir, como búsqueda del destino de cada hom-
leza en contacto más inmediato con el hom- bre sobre la base de la determinación del punto
bre (la sucesión de las estaciones, la alterna- del zodíaco que aparecía por el oriente en el
ción del día con la noche, las fases de la l.una) . instante de su nacimiento), se convierte, por
Era obvio que la noción del tiempo constituíe aplicación de la matemática al cálculo de la
el fundamento dc un grupo de fenómenos tan- velocidad de los fenómenos celestes (en par-
to como del otro, aunque asumiera caracterís- ticular al cálculo de las diferencias de veloci-
ticas profundamente distintas. O sea: era evi- dad aparente entre los distintos signos del zo-
dente, aun para las mentes más primitivas, que díaco), en una ciencia cada vez más exacta. Se
en cuanto al objeto de la medicina (es decir la distinguen los distintos tipos de estrellas, se
vida humana), el endar del tiempo se refle- celculan las órbites de los planetas; se trata de
jaba en algo irreversible: el envejecimiento de medir las dimensiones del Sol, de la Tierra,
las personas y su marcha progresiva hacie la etcétere; se trat¿ de predecir los eclipses; se
muerte; mientr¡s que, en cuento a los objetos crean hipótesis más o menos artificiosas para
de la astronomíe, se traducía en carnbios pe- explicar los movimientos de los astros, se¿ res-

23
pecto de la Tierra, se¿ de unos respecto de los El método de la observación empírica, de
otros; se precisan dificultades; se plantean y la cuidadosa descripción de los hechos, de la
se resuelven problemas, se ecentúa el cerácter colección del mayor número posible de infor-
deductivo de las teorias. maciones, pasará de la medicina a la fisiología
En medicina, por el contrario, a medida gue y, en general, a la biologia, y permitirá la
se aleja de las primitivas prácticas mágicas, conquista de resultados notables, aunque no
se acentúe el carácter empírico-descriptivo. todavía científicos en el sentido moderno de
La escuela de Cos, en la cual prevalece el culto este vocablo. En este campo de investigaciones
de la observación, entabla una polémica cada son dignas de recordarse l¿s contribuciones de
vez más enérgica contra la escuela de Cnido, Aristóteles y de su escuela, sobre todo en
de tendencia racionalista, Le reprocha que sea cuanto se refiere a la clasificación de los ani-
excesivamente teórica y segura de sí misma, males y de las plantas, a los diversos tipos de
*que acuda a lo frío contra lo caliente, a lo reproducción, etcétera.
caliente contra lo frio, a lo húmedo contra f . Nada es más útil, para comprender'los
lo seco, a lo seco contre lo húmedo", mientras límites de la ciencia griega, que la comparación
que la experiencia enseña que nada existe que entre los distintos desarrollos de la astronomia
sea purámente frio, caliente, seco o húmedo. y de la medicina. La primera, según observa-
A las hipótesis generales sobre la vida opone mos, desarrolla su propio carácter científico,
le prácticr del clínico, su paciencia en seguir compenetrándose cada vez más con la mate-
al enfermo, su precisión parc c^ptar diferen- mática, incrementando su propia parte teórica,
cias, aun las minim¿s, entre un caso y otro, su formulando de manera caáa vez más general
habilidad en facilitar a toda costa la uis medi- las hipótesis de las cuales trata de deducir to-
catrix naturae, "No hay ningún derecho dos los fenórnenos. La segunda, en cambio, se
cribe Hipocrates- en fundar cl arte médico -es- ve obligada e reconocer con claridad cada vez
sobre una hipótesis. Sin duda, es el camino mayor Ia inutilidad de las hipótesis generales,
más cómodo. Todo se simplifica admitiendo de l¿s consideraciones abstractas y de toda
una sola ceuse fundamental de la enfermedad proposición que pretenda explicar cor untr so-
o de l¿ rnuerte mism¿ para todos- y la fórmula el variado y complejo proceso de la
representendo esá -la
causa mediante un factor, vida humane.
o dos, sean éstos lo caliente y lo frio, o Io hú- Una y otra carecen de la capacidad de fun-
medo y lo seco, u otre cosa cualquiera. Pero dir la teoria con la experiencia, de unific¿r
pm medio de tal arte se dio a la postre con el ciencia y técnica.
principio, asi como eon el método en virtud El único modelo de lenguaje científico siguc
del csal se realizaron en pooo tiempo muchos siendo siempre el .modelo matemático, / no
descubrimientoe hermosos-. Y también se des- se comprcnde la posibilidad de un tipo de de-
cubrirá el iestó si el invcstigador experto y mostración que no se reduzc¿ ¿ le deducción
conocedor de lo ye hecho inicia con ello nuevas lógica de principios generales. Más aún: se
investigaciones. Por ello debemos profundizar termina perdiendo de vista el carácter hr¡mano
nuestros conocimientos, de manera que los de la matemática (es decir, su carácter de
errores nos aP¿rtel¡ muy poco, en un sentido producción nuestra, siempre modificable sc-
o ep otro, del carnino recto; y el rnédico que girn las exigencias con arreglo a las cuales fue
sólo cometa errores leves será.elogiado. Pero es elaborada); en una palabra: la matemática,
difícil poseer la cnrteze absoluta... Creo que yr por tanto la ciencia, se convierte en algo
es muy largo eún el camino por recorrer ¡n- absoluto.
tes de ¡lcanzar una cierrcie qr:e puede decir- Y resulta entonces quc ciertos conocimien-
noe, h¡stá cn sus menores detalles, qué es el tos como los de la medicina, donde ese caráe-
hombre y pere que ha venido al rnundo." tcr absoluto es ineplicable, se conciben como

24
simples colecciones de d¡tos empiricos, co- bio, buscar el origen de ese diferenci¿ en un
mo conocimientos carentes de una racionali- hecho fácil de comprob¡r en la historia de la
dad efectiva. metodología científica, es decir, en el hecho -t
Muchos perjuicios surgieron de esta contre- de que los griegos lograron descubrir, trr-
^
vés de sus largos y sutiles análisis del lenguaje,
posición entre conocimiento científico (con-
cebido siempre como verdadero en sü gene- le estructura de la demostración lógico-deduc-
ralidad y abstracción) y conocimiento técnico tiva, y pudieron desarrollar con éxito, por en-
(o arte) concebido en cambio como dotado de, la ciencia matemática fundada precisa-
de una insuperable limitación y relatividad. mente sobre el método deductivo), mientras
Podemos decir que ambos se cerraron en sí que no lograron virtud de su desprecio
mismos, el primero sustrayéndose al control
-en descubrir
por el trabajo m¿nual- el método
vivo de las experiencias concretas y, por ten- de las demostr¿ciones experimentales (y, por
to, perdiendo la conciencia de su propio ca- Io tanto, no pudieron obtener éxitos igual-
rácter instrumental; el segundo, dispersán- mente notables en las ciencias naturales). En
dose en miles de observaciones desprovistas de otras palabras: los estudiosos griegos no supie-
carácter sistemático I¡ por lo tanto, eliminan- ron construir ninguna técnica demostrative
do toda posibilidad seria de cumplir progresos seria de la deducción lógica, exceptuada la
verdaderos y bien fundados. abstracta, y, por lo tanto, tuvieron que dete-
la nerse, impotentes, ante aquellos problemas
¿Tiene sentido preguntarnos causa del
que exigían tratamiento con técnicas distintas.
sustanciel fracaso de los griegos en las ciencias
de la naturaleza? En su Stoú¿ della Scienzo, Sólo el pensamiento científico moderno ha
yt citada, Enriques afirma que esttr pregunta, comprendido Ia posibilidad de manejar, asi-
en verdad, está mal planteada, pues, a su en- mismo, con rigor las nociones extraídas de le
tcnder, no se trata de un frac¡so objetivo, sino experiencia, y, por ende, extender la racionali-
aperente, provocado sobre todo por nuestro dad humana también e grupos de problemas
crróneo punto de vista, que busca enire los que van más alli del campo de las teorías abs-
griegos una ciencia física, quimica, biológica tractasi solo é1, por consiguiente, pudo funder
en utr serddo demasiado moderno del vocablo. una cienci¿ de la naturilezt crpaz de des¿-
Aun reconociendo el valor de esta última ob- rrollo serio y continu¿do, y fecund¿ en ver-
serv¿ción de Enriques, considero, sin embargo, daderos resulados inequívocos
que comete urr error ¿1 descono<¡er el sentido Reflexionar sobre este inferioridad historica
del problema planteado. En efecto; existe de los investigadores griegos, sobre el motivo
muy evidente contr'aste neto entre-ylos metodológico de su jaque frente a los proble'.
-un
enormes éxitos logradoe por los griegc en la mas físicos, puede resultar extremadamentc
rnatemátice y los indiscutibles lírni.tes de los úul para, pgmitirnos penerrer en el sentido
progres<xr quc alcrnzeron ec lá ciencias no profundo de lo que llamamos el "pensamiento
reducides a una formt mttetrlátirc* más o me- cientifico".
nos clar¡ (excluycndo, por sup¡¡€sto, la rrrcdi- 6, Una tentativt para superar Ia oposición
cina, qud loa griegos concibieror¡ corno sirnple dc principio ---qr¡e acaba dc exprcí¡rse- entre
¿rce, no coflro conocirniento científico) r p€to, matemática y experiencia existió en verd¿d
¿por $¡€ deberi¡sros renrurcia:r ¡ est¡blecer el t¿mbién cnue loc gr,iegos, pero no en el pe.
origen profuo-do de esta d.ifcrencie? Sin dud¿ ríodo áureo, sino varios siglos después. Se cen-
serí¿ erróneo btrscarl¿ <ofrro, atrgunos pretea- trtr en l* obra de {erón, que vivió, según
y acu- atrgunos, en eI siglo ¡ ¿. C. y, según ótros, en el
den
-en explicacioncs aaigzs equívocas,
dicndo I unl" Ilrctcndide 'inferiorided congé- rónd.C"
nia dcl cspíritu gricgsf' o a u¡¡¿ deficienci¡ En sx Dcfinicioms, estc gcnial estud,ioso
dc intcligcncie tecníca.. Tiene,scocido, Go cetÍl- ¡n*lizó y criticó v¿licntemeate lx más anti-

2t
gues y respetebles definiciones de los entes la industri¿ a fines del siglo xvur". Darnpier,
geométricos, tratando de sustituirlas por otras, en su ffisloria d9 la cimcia,llega a sostener
inspiradas en criterios experimentales. Pode- inclusive que el mec¿nismo de vapor inven-
mos decir, en términos modernos, que trató de tado por Flerón, *en el cuel el retroceso del
sustituir las construcciones de los clásicos, que vapor que sale por un caño se utiliza para ha-
estaban inspiradas principalmente en un espí- cer girar alrededor de un eje un brazo que
ritu lógico-estético, por une geometría esen- lleva el propio caño, puede considerarse como
cialmente operativa.' No podemos detenernos un lejanísimo predecesor de los ¿viones de
en detalles acerca de su obra, ni discutir el reacción". ¿Por qué, pues pregunta-
difícil problema histórico de su originalidad -nos
(es verdad que un planteo semejante puede temporáneos apodaron mecónico-, no logró
encontrarse ya en Arquimedes, pero éste, sin aplicar sus geniales mecanismos a una cons-
embargo, se limitó a cultivarlo junto al plan- trucción productiva, utilitaria, que habría lo-
teo clásico como dos formas paralelas de geo- grado sacudir las barreras de la antigua cul-
metría, sin.intención de sustituir la una por la tura, demasiado abstracta, y dt nacimiento
otra). Baste recordar que Herón investiga a nuevos intereses prácticos y teóricos? ¿Por
áreas y volúmenes no sólo de figuras exacta- qué no tuvo la capacidad de iniciar esa nueva
mente definibles mediante recursos matemá- senda del pensamñnto científico que en rea-
ticos, sino también de superficies y cuerpos lidad solamente encontraremos en la época
dados por la experiencia; y que siempre mues- moderna?
tra la necesidad de ilustrar los teoremas de La ingeniería de Herón no se convirtió en
equivalencia con ejemplos numéricos, en los instrumentb activo de progreso partle huma-
cuales emplea, hábilmente, valores calculados nidad porque las condiciones ecinómico-polí-
por aproximación. ticas de su tiempo no lo permitían. Dirigió su
La mentelidad de Herón no fue tanto la habilidad técnica no a la inserción valerosa de
del matemático cuanto la del ingeniero Como la ciencia en la vida, sino a la invención de
lo explica muy bien Enriques, 'dirigió la es- curiosos y complicados dispositivos que di-
cuela mecánica de Alejandría --el primer po- vertían a los refinados y decadentes señores
litécnico en sentido moderne, y sabemos que de su tiempo. 'La técnica alejandrina +iem-
los primeros cursos se dedicaban a las ciencias pre es Enriques quien habla- se dirigía casi
teóricas (geometria, aritmética, física, astro- toda a los juegos y a las diversiones, cada vez
nomía), mientras que solo después de ellos se más rebuscados y costosos, en un ambiente
pasaba a las ejercitaciones prácticas (trabajo donde los parásitos edinerados buscaban un
de los metales, teoria de las máquinas, arqui- lenitivo para el tedio vital. No habia rastros
tectura, etc). Su obra, que quiere ser una de ese vol¡¡ntarismo qüe vislumbramos en los
enciclopedia de las matemáticas aplicadas. . . , primeros presentimientos confusos del monje
refleje ese orden . . . Herón conocía la propie- Roger Bacon, en las geniales visiones de Leo-
dad de las palancas, de los engranajes'y de las nardo, en las creeciones revolucionarias de al-
máquinas que se componian con ellos; la hi- gunos ¡ibbres y oscuros ertesenos de Escocia
drostática y las más variadas aplicaciones del y de fnglaterra."
sifón; había construido áparatos fundados en Las condiciones sociales de la antigüedad
la dilatación del gas, del tipo del termoscopio, impidieron que la ciencia griega helenística lo-
y en la fverza de expansión del vapor de grase los grandes desarrollos para los cuales
egua. j. Tenía, pues, al alcence de la mano poseía, sin embargo, los supuestoo teóricos ne-
todos los elementos para construir une má- cesarios. Es que el pensamiento científico no
quina de va¡ror industrial, un telar mecánico constituye una activided privada de unos po-
o cualquiera de los aparatos que trensformaron cos espíritus selectos, aislados del resto del

26
muñdo, sino que es un fenómeno colectivo, de la ciencie. Ésta sólo resurgirá después,
intima¡nente vinculado al destino general de cuando la estructura social también evidencie
la humanidad. El avance y retroceso de uno nuevos fermentos de renacimiento. EI vinculo
y el avance. y retroceso del otro son. insepara- históricamente efectivo entre la sociedad y la
bles. La decadencia general de la sociedad ro- tiencia refleja el nexo profundo, indisoluble,
mana, que data de los primeros siglos de nues- entre el pensamiento y la acción, entre la
tÍt era, no podía sino arrastrar la decadencia teoria y la práctica.

CAPÍTULO V

FIDELIDAD AL PASADO Y EXIGENCIA INNOVADORA

l-. Con la decadencia general de la sociedad principalmente, en el conjunto de las demos-


europeo-mediterránea, desde el punto de vista traciones respectivas.
económico; politico, etcétera, también la cul- En un estudio esquemático como el presente
tura de Occidente sufrió una crisis larga y quedaria fuera de lugar la exposición de las
muy grave que duró algo menos de un mile- distintas etapas de la decadencia que hemos
nio. Los científicos y los filosofos limitaron mencion¿do; fue tan profunda, sin duda, que
su tarea a estudiar y trasmitir los resultados logró sumergir poco a poco casi toda la he-
logrados por las generaciones anteriores, sin rencia científica del pasado. Como ejemplo
esforzarse por aportar alguna idea nueva, al- sólo recordemos. la incomprensión de las más
gún desarrollo original. Además, esta misma elementales nocionés geométricas que demues-
pasividad repercutió negativamente sobre la tra Gerberto de Aurillac (Papa desde 999
eficacia misma de la conservación del viejo hasra 1003, con el nombre de Silvestre II).
patrimonio cultural: comenzó a perderse el Examinando el conocido reorema según el cual
interés por las demostraciones demasiado par- "el ángulo exterior de un triángulo es mayor
ticularizadas, por las discusiones demasiado que cada uno de los ángulos interiores no ad-
complicadas, por los desarróllos demasiado ex- yacentes"¡ afirmaba que no comprendía por
tensos; se terminó, a la postre, por reducir todo qué Euclides había creido necesario ofrecer
el saber a resúmenes ctda, vez más breves, que una demostración. En efecto: Gerberto pen-
en lugar de ser fáciles de aprender resultaban saba que las palabras "ángulo exterior" signi-
de lectura cada vez más incomprensible. En ficaban "ángulo obtuso", y las palabras "án-
efecto, es imposible aferrar el sentido preciso gulo interior", "ángulo agudo", de modo que
de una construcción racional si nos limitamos el teorema, según esto, se reducía a repetir la
a su enunciado, sin comprender los argumentos propiedad evidente de ser el ángulo obtqso
sobre los cuales se funda ese enunciado, los mayor que el ángulo agudo. ¡Y, sin embargo,
cuales constituyen precisamente su racionali- Gerberto era, sin duda, uno de los hombres
dad. En este sentido, la crítica metodológica más cultos de su tiempo!
más moderne sostiene que el'significado de un Tras un temporario y limitado retorno a los
teorerra matemático o de una ley física estriba estudios en el siglo IXr eD la corte de Carlo-

27
m¡gno y de sus sucqx)rcs, fue sólo err los si- nos y el llem¡do ¡ su indiseutible autoridad,
glm xr y xn cuendo las condiciones generalcs ofreciercn a Is estudiosos de Ia época el re-
dc la sociedad permitieroa --o, meior, fevore- curso más seguro para refirmar los derechos
cieron- ua renacimiento solido y duradero dele rraón contra Ia fe. Las encarnizadas po-
de los intcrese culturdes. C,omo es narural, lémicas entre los llamados *platónicos" de la
este renecimiesto se dirigió e¡rtc tdo a rect¡- escuela de Chartres y el místico San Bernardo,
perar el antiguo patrimonio perdido. en el siglo xlr, ofrecen, desde este punto de
Es fácil comprcnder, ente tal sittleción, el vista, uno de los más gloriosc y significativos
tipo de desarrollo que, a partir del siglo rr, episodios de la larga lucha que se libró en fa-
carecterizó durante mucho tiempo a Ia cultur¡ vor del renacimiento del pensamiento cienti-
occidental. Se trata de un desarrollo que ac- fico, en nombre del retorno más fiel a loe
túa sobre dm líncas fundarnentalcs: una, como textos clásicos.
diiimos, constituida por el e$udio dirigido a . Para un espiritu moderno, los términos de
la reeupereción de la gran hersrci¡ de le cicn- fa plénrica pueden perecer ingenuoe y despro-
cia clásic¿; le otra no podia f¡ltar en vistos de consistencia. San Bernardo acusaba
una fase de efectiva -gue
reconquista culrural-, a los maestros de Chartres de 'describir la
constituida ¡ror un conjuoto rrtás o rrrcno sis- creación del mundo por un camino filosófico
temático de investigaciones, eon pretensiones o hasta por ün carnino físico"; éstos se defen-
de auténtice originalidad. A veces prevalece dian sosteniendo el derecho de acudir también
el interés por lo entiguo, I veces por lo nt¡evo' a Platón cuando. éste exponia algo gue no se
y con su fusión siernpre ci¡re¡¡te de con- hellase en Ia Bibli¿. 'Nada nos asegura
-no y
trastes- se elabora fortifrce el m¡ravillco cian- que todo e[ saber se encuentre -de- en le
conjunto & naeioncs y prcblemrs que cürs- Biblia" I gue, por lo teoto, todo lo que no esté
tituye el pcnsamiento modcrno. escrito cn ella deba resultar necesariamente
2. Prevengo que resultaria un profundo contrario a le revelación y, por ello, erróneo."
error histórico idendficar, en general, la fide- Si en otras épocas l¿ referencia a Platón pudo
lidad ¡ la ciencia clásica con uri¿ actin¡d de tener un significado conservador, ¡en esta po-
exclusiva pasividad culrural Aun en los casm lénrica, evidenternente, tenia clara funcióa
en que tal estudio partiese de la hipótesis de revolucioneria!
que er los ftxtos antiguos est¡ba despositada l. El estudb de lo que h¡bían enseñ¿do los
casi toda la verdad I 9ue, por lo mismo, ha- cliskos lógica, matemática, f,isica, etc--
bía que busearla antes en dlos que en el libre -en varios siglos el prograÍle fund¿-
fue duraste
ejercicio de la razón y de la observeción, fue- rnental de las escuclas más zvanzadx. Se hur-
ron necesarios, con frecuencie, rnucha energíe, gaba en las bibliotecas & lo's conventos más
mucho espíritu de iniciativ¿, mrrch¿ agudeza entiguos, sd hacían viaies de estudio a los pai-
dc ingenio, para interpretar el seatido.Pro- ses de habla írabe y a las ciudedes del irnperio
fundo de los textos estudiados, asi como ¡rare bizantino, se cuid¿ben las traducciones (del
desarrollar y aplicar las verdades, qu. cott- iraúe y dél griego) de un nírmero c*d* vez
tenien" Y, sobre todo, es preciso no olvid¿r mayor de obres fibsóficas y científicas de la
que la reabsorciér¡ del pensarniento' eientífico entigúiedd- EX redescubrimiento de tantos. te-
dc los antiguos constituyó coc frccuencian goros aunilentaba. caúa vez rnrás le autorid¿d
tento en la Edad Medi¿ cor,¡to en épocas Poste- de bs clásicoe y proporcio'n¿be ¿rmas siempre
riores, una magnifica eiercitación de rigor, r¡uevar €o!¡tr¿ to&e aquelho q* denigraban
seriedad- conciencia critii¡.
y d pod.r de l¿ rezón-
Despues de la proftrnda criris cukr,rel y El triucfo de la aultur¿ antigua fue conr-
gencral dudida en el parígn{o antcrior, d pleto. Tcrminó pos corvence¡ a lo¡ mejores
re*¿ciente imerés por los, clásicoe grceo-lati- cspíritus. q,ue todo e¡taba conúenido en loc

2g
textos clásicos y que la máxima aspiraciÓn En ellos la recuperación del pasado acabará por
del filósofo, como la del científico, sólo podia c¡onvertirs€ en utt¿ función negativa; será más
ser la de aprender cuanto ellos habian ense- una rémora antes que una incitacién a la in-
ñado. 'Estimo dignos de admiración a los vestigación auténtice.
hombres del tiempo antiSuo --escribía el au- Y fuerbn precisamente esos ingenios me-
tor de una anónimt Practica Geonetriae de diocres quienis Presentaron la ciencia clásica
fines del siglo xrl-. Aprendieron perfecta- como urr dogma intangible Y, Por ende, como
mente muchas cosas maravillosas y casi in- cosa muert i, io"rpa, de nuevos desarrollos'
creíbles con la guía de la raz6n, mediante la Por su culpa, el estudio del pensamiento cien-
agúdeza de la mente. Éste es, pues, el motivo tifico de ios antiguos pudo aparecer, en al-
pór el cual no puedo igualarlos en el estudio, gunas circunstancias, como un obstáculo que
pero sería torpe si desdeñáramos imitarlos." áebia combatirse con máxima energia.
fmitar a los antiguos, ¡he ahi la tarea más 4. Me parece iñteresante observar que du-
específica del hombre culto! Alcanzar el nivel rarrte todo el largo y laborioso proceso del
científico de la antigüedad, ¡he ahi el ideal renacimiento de la cultura occidental se ad-
que parecia inalcanzable! vierten, en los más diversos canipos del saber,
Si¡ embargo debe observarse que alguno fermentos de rebelión contra el excesivo peso
de los estudioios medievales más serios no dejó atribuido a la cultura clásica. Un observador
de trasformar fines del siglo xrr- el superficial podría confundirlos a veces con
-desde que acaba de explicarse
programa de imitación las direcciones las que ya nos referimos-
rl" programa de superación, si bien extre- que se oponían -a
a la cultura blásica en nombre
"n
mad"me.tte resPetuoso. Y podemos leer asi, de la tradición mística. En verdad, se trataba
en las enseñanzas de un maestro de Chartres, sin embargo de una lucha completamente dis-
afirmaciones como las siguientes: "Somos co- tinta.
mo enanos trepados en las espaldas de gigantes; Los fermentos de que estamos hablando no
y de ahí que podamos ver más cosás que se oponen a le cultuia clásica por demasiado
állor y más lejos, no porque -nuestra vista sea e innovadora frente a la tradición mís-
^rdiz
tica, sino el contrario- la combaten
más penetrante que la de ellos, sino--porque
,o*oi tr"sportados por ellos y nos hallamos a precisamente-porPor demasiado conservadora'
mayor *ltura merced a su talla de gigantes"' benuncian, en una palabra, una atre'¿ide re-
El oasaie aue acabamos de referir denuncia belión contra el peligro de pasividad encerra-
.l prábl.á" de forrdo que se ocultaba en el do en el estudio del pasado, es decir, contra la
gt"tt pto."to del retorno al pasddo: ¿era posi- imitación pura, la repetición' la apelación a la
ble cónciliar la imitación de los antiSuos con autoridad ajena.
el descubrimiento de algo nuevo? Si los éstt¡- Esta acti,tud, muy justificable cuando se
diosos más inteligentes trataron de conciliar dirigía contra los espíritus mediocres ya men-
ambas exigencias, el peligro de la repetición cionados al final del $ 3, asumió emPero' a
pasiva era, empero, extremadamente grave' veces aspectos perjudiciales, transformándose
Evidentemente un Programa dirigido con en una r""uelt" indiscriminada contra todo
preferencia hacia la búsqueda de- lo ya expues- aquello que aparecía en el patrimonio cien-
io en libros ajenos se Presta hasta por tifico trasmitido por la antigüedad.
-diria
su misma rraturaleza- e que su realización Para ilustrar los caracteres positivos y ne-
corra también por cuenta de espiritus medio- getivos de esta revuelta (que no se limitó por
cres pero capaces de un trabajo intenso- y te- iupuesto a la Edad Media, sino que t-e Pzre'
n^r.i^ tendencia de estos espiritus mediocres ci6 en casi todas las épocas más agitadas) nos
será, pues, la de trasformarse en imitadores DroDonemos estudiarla en dos situaciones cul-
p¡rntuales, temerosos de cualquier innovación' lot"lo muy diferentes entre sí: en el siglo xu
29
y en el xvu. Los desarrollos diversos a gue borrico viejo? ¿A santo de qué eso de contar-
dio lugar servirán para comprender mejoi el nos los dichos y hechos de los antiguos? Nos
espíritu del conflicto entre la fidelidad al pa- hacemos sabios con nuestras propias fuerzasi
sado y la exigencia renovador¿. nuestre juventud se instruye por sí misma;
Los tratados generalmente más leidos de nuestro grupo no admite los dogmas de los an-
historia de le filosof ía y de la ciencia no ha- tiguos."
blan, o hablan muy poco, de las direcciones Uno de los espiritus más cultos del diglo,
hiperdialécticas (dirección cornificiana, es- Juan de Salisbury, obispo de Chartres, fir-
cuela de Melun, Adan de Petit-Pont y sus dis- memente convencido del valor de la tradición
cípulos, etcétera)' que en el siglo xrr comba- clásica, siente tal aversión por la arrogancia
tieron la escuela platónica de Chartres, no en de estos innovadores, por la excesiva agili-
nombre de un retorno a la tradición mistica dad de sus afgumentaciones, que se niega in-
sino en nombre de una mayor originalidad en cluso a trasmitirnos sus nombres. Se limita a
la investigación. Los pocos historiadores que señalados genéricamente con el nombre cla-
las mencionan, las presentan como direcciones sicista de cornificianos (por C-ornificio, el
toscamente anticulturales, como una especie gramático antiguo que denigró a Virgilio y
dc 'enfermedad del pensamiento". Yo las con- que se recuerda en la vida de éste, atribuida
sidero extremadamente sintomáticas, porque a Donato). Pero dedica a la polémica contra
demuestran, justamente, que la carga de la aquéllos tan extensa parte de su obra que lle-
herencia clásica fue advertid¿ desde comien- g¿ a convertirse involunteriamente en el me-
zos del renacimiento cultural de Occidente. jor testimonio de la importancia de aqüel mo-
Junto con ella se advirtió la neiesidad de bus- vimiento. Justamente de él deducimos que la
car nuevas sendas, autónomas, libres, más allá dirección cornificiana representé ---con su
de toda barrera representada.ya por la f.e re- ambicioso programa de ampliación de la in-
ligiosa, ya por la pasiva aceptación de la cul- dagación filosófica de las palabras a las cosas
tura clásica. y de renovación radical de la lógica- uno de
Si las expresiones de devoción hacia los anti- Ios obstáculos más serios a la identificación
guos (como las mencionadas' anteriormente) del renacimiento de le ciencia con la absorción
iurgian de espiritus firmemente convencidos pasiva del pensamiento de los antiguosr / ünN
de la imposibilidad de separar el renacimien- de las tentativas más enérgicas para desvincu-
to de la cultura de la imitación del pensa- lar la investigacién racional de toda esclavitud
miento clásico, las expresiones de rebelión de para con el pasado.
la corriente innovadora áe que estamos ha- Probablemente era demasiado temprano Pa-
blando no fueron, en modo alguno, menos ra que pudiese triunfar un intento de rebeldí¡
vigorosas o menos entusiastas. Lamentable- tan abiert¡mente opuesto al pasado. En efecto:
mente nos han llegado pocas noticias respecto aún era inmenso el patrimonio científico-fi-
de esta corriente, y todas ellas indirectas (en losófico tradicional que podía hacerse revivir,
su mayor parte a trayés de los adversarios); y los descubrimientos de nuevos textos'(sobre
sin embargo bastan para atestiguar la gran todo de Aristóteles) debían convencer a los
energia del movimiento: *He ahi que todo estudiosos del siglo xu que el programa de los
resultaba renovado: se renovaba la gramática, cornificianos era simplemente una locura. Por
cambiaba la dialéctica, se despreciaba la retó- lo tanto, los 'conservadores" triunfaron en
rica: abandonadas las norm¡s de los antiguos, su contienda con los 'innovadores", y durante
se ofrecían nuevos rumbos e todo el cuadri- mucho tiempo el término 'cornificiano" se
vio." Si alguien trataba de enaltecer la ciencia utilizó como atributo despectivo. Hoy, en
del pasado ante estos innovadores, ellos .rcs- cambio, estamos en condiciones de reconocer
pondian con acritud: "¿Qué pretende este el sentido y el valor de aquella rebelión y

l0
de ver en elle una de las tentativas más va- En general, sus argumentaciones se desarro-
lientes, aunque ingenuas, del pensamiento hu- llaban indirectamente, es decir, por el absurdo;
mano para ¡firma;. la imposibilidad de seParar y, por tanto, como todas las demostracionet
la investigación racional del espiritu de ori- indirectas, ocultaban el núcleo central de su
ginalidad absoluta. validez. Mientras era un verdadero goce espi-
f. Muy distinto ha sido el éxito que corres- ritual seguir la lectura de sus teoremas, resul-
pondió al segundo de los movimientos inno- taba algo dificil desarrollarlos más allá del
vadores que nos propusimos mencionar, mo-
punto que él había alcanzado, y afrontar con
el mismo método nuevos problemas.
vimiento que a principios del siglo xvu coligó
a gran parte de los mejores matemáticos ita-
-"I"rn"rr"t,
lienos, franceses, en una lucha De ahí que los ingenios mejores se encami-
áspera y tampoco carente de equí- naron hacia la búsqueda de nuevas sendas:
-bastante
vocos- en contra de la gran tradición de de admiradores de Arquímedes se convirtieron
Arquímedes en sostenedores enérgicos de la necesidad de
abandonarlo, de modo que, con el tiempo, se
Durante el siglo xvr el pensamiento cienti-
formó un verdadero "partido antiarquimedea-
fico europeo había asimilado las obras más
nott.
importantes del ilustre siracusano: comenza-
ron a publicarse traducciones de trabajos ya La tendencia que frecuentemente se designa
conocidos en la tardia Edad Media, Poco a con este nombre reunió a los estudiosos que
poco se agregaron otras' mientras se rehacian fueron después los más célebres (Kepler, Ca-
ias primeias én forma más correcta y más fiel valieri, Torricelli, etcétera), mientras que sus
al texto griego. Baste recordar la edición cui- adversarios muy fieles a Arquímedes-
dada poiTartaglia (Opera Arcbimedis Syra-
-losjesuita Guldin y, en genéral,
fueron el padre
'conservadores.
cusani pbilosoPbi et matbertatici ingeniosis los espíritus más Para com-
simi, per Nic. Tartaleum Brixianum,Yenecia, prender el espiritu de la polémica son sig-
1t43 ) y la muy célebre de Commandino, nificativos los titulos de algunos libros; por
(Arcbhnedis opera nonnulla a Fed. Cotnman- ejernplo, Suppl.eTnentum ad Arcbimedew de
dino nuper in latinum conuersa et commenta- Kepler, al cual se .contrapone la obra Vindi-
riis illustrsta,Yenecia, lttS). En aquel rena- cioe Arcbhnedis de Alejandro Anderson.
cimiento del interés por Arquímedes, las obras El interés filosófico de esta oposición es evi-
que' srtscitaron rhayor admiración fueron las dente: por un lado aparece la defensa del con-
referentes al cálculo de las áreas y volúmenes. servadorismo científico (que acude a la mejor
En efecto: en ellas través de argumenta- tradición de la matemática clásica) ; por el
-a pero siempre impe-
ciones a veces laboriosas, otro, el espíritu innovador, dispuesto a renun-
cables, lógicamente- se demostraban resul- ciar ela herpncia metodológica del más grande
tados tan novedosos que asombraban aun a de los matemáticos de la antigüedad con tal de
los espíritus más sutiles y más deseosos de los hallar el recurso para afrontar nuevos proble-
éxitos continuos de la ciencia. mas y resolverlos.
Pero, poco a poco, un punto fue demostran- Por supuesto, la seriedad cientifica de la
do su propia oscuridad: el método con que tendencia antiarquimedeana, que acaba de re-
Arquímedes había logrado intuir los resulta- cordarse, fue muy distinta de la de los cor-
dos de las cu¿draturas más difíciles e idear la nificianos; sin embargo, ambas tendencias tie-
demostración de esos resultados. Si, como dije, nen algo en común. En efecto, también los
los razonamientos expuestos en las obras del añtiarquimedeanos encernan en cierto modo
gran siracusano eran indudablemente impe- un retroceso respecto de los fieles a Arqui-
cables, el hilo conductor de sus argumentacio- medes: el método intuitivo que ellos contra-
nes se mantenía, sin embargo, en la oscuridad. ponen al llamado método de exhaución de los

3l
arquimedéanos r,
se fundaba en verdad más temático hacia nuevos problemes y fortalecia
sobre Ia intuición que sobre el raciocinio e en él la energia de la búsqueda.
implicaba graves renuncias en lo que atañe al Por todo ello, le actitud cientifice de los
rigor. Los procedimientos que de él nacían antiarquimedeanos, s[s¡¿¡te'sus defec-
tenían un aspecto más ligero, más rápido, pe- -¡q algo de más positivo
tos lógicos- manifestaba
ro a menudo no impedían el error: se justifi- que la actitud de sus adversarios, embarazados
caba también para ellos la acusación que siglos por su adhesión excesiva a la herencia lógica
antes se había dirigido a los cornificianos: del pasado. Su audacia se convirtió en uno de
constituir una 'gaya ciencia" más que una los elementos propulsores más eficaces de la
ciencia rigurosa. investigación; su misma (relativa) ligereza
Lo cierto es, empero, que los muy serios científica se transformó en un factor muy
secuaces de Arquimedes practicaban el método ef.icaz de progreso.
de exhaución sólo para repetir demoscraciones El ambiente cientifico por los
ya conocidas, y que éste no se revelaba como -preparado
estudios pacientes de las generaciones ancerio-
adecuado para resolver problemas radical- ¡ss- s5¡¿[x maduro para recibir aquel impul-
mente. nuevos. Aunquela " gaya ciencia" que so, y en verdad supo proPorcionar, con la nue-
Ie contraponían los innovadores conducía va sacudida, los frutos más maravillosos. La
a veces a conclusiones erróneas y, por lo tan- excesiva fe dispensada a los nuevos métodos
to, a abrigar la ilusión de haber resueko aque- (menos rigurosos) constituye indudablemente
llo que no lo estaba (y q,re, por ende, podía un error lógico, pero fue un error feliz, dada
ofrecer el flanco a la acu-sación de falia de la fecundidad que reveló. Condenarlo simple-
seriedad), aumentaba sin ernbargo la fe de la mente por su deficiencia de rigor significaria
mente humana en si misma, impulsaba al ma- no tomar en consideración el carácter concreto
del pensamiento.
1 P¡r¡ dar una ide¿ de esre método, muy compli-
6. Los dos impulsos contrarios de conserva-
cado, nos limitaremos e exponer cómo s: aplicaba para
demostrar el teorema según el cual entre les áreas de
ción e innovación están presentes en todas
dos circulos txiste l¡ misma proporción que entre los las épocas de gran desarrollo del pensamiento
cuadr¡dos de sus radios. Tal aplicación comprendir dos científico. Representan dos exigencias funda-
Partes: mentales de este pensemiento, que por una
Ptimera ltarte: considérese en primer lugar la serie parte ha de saber cómo atesorar la herencia de
de pcligonos re¡¡ulares de 4, 8, 16, !2,.. lados inscri- las épocas precedentes (asimilando los métodos
tos en un círculo cualquicra; será fácil demostrar que
la dif:rencia entrc el áre¡ del cirbulo y el área de cada y los resultados) y, por la otra, debe sentir el
uno d-' estos poligonos es menor que la mitad de la impulso de la investigación, no limitándose
difcrencia entre el área del circulo y la del loligono jamás a la pura y estéril repetición.
precedcnte (por ej:mplo, l¡ diferencir entre el circulo
y el octógono insc¡ito es mcnor que la mitad de le di-
Ni el u¡o ni el otro pueden eliminarse, y
ferencia entre el círculo y el cu¡drado inscrito). So
ninguna ciencia podría adquirir madurez ca-
deduCe qu: la diferencia entre el área del círculo y la bal si no supiese satisfacer a ambos. Es claro,
del z-ésimo poligono de la s:rie se va "agotando" poco además, que el impulso a la conservación cons-
a poco es decir, se hace tan pequeña como uno quiera tituye la garantía de la seriedad demostrativa
¡l crecer z.
---ronforme lo hemos comprobado en los dos
Seguida ltarte: pltntéesc ahora por el absurdo la hipó-
tcsis de que dos círculos Ct y Cz no estén entre sí en ejemplos si¡¿des-, mientras que el impulso
rezón igual a la de los cuadr¿dos de sus redios Rr y Rs a la renovación constituye la garantía de le
respectivos. Utiliz¿ndo la propiedad anterior (respecto vitalidad de la investigación. Aun en su opo-
del agotarse ahi, exhaución- de la diferencia entre sición dialéctica son tan necesarios el uno al
-de y el árca de los poligonos inscrito¡
cl ária del circulo
dc 4, 8, 16, 32 .. . lados) se demuestra que tal hipótesil
otro que si el impulso renovador llegara a
implica contradicciones insalvables. Por lo tentd, la hi- faltar durante mucho tiempo la inercia y la
pótesis es falsa y el teoremr es vcrd¿dero, esterilided que sobrevendríen con tal modvo

t2
*stfuizrn por reflejrrse en form¡ muy grtve . tfoco, irremedi¡blemcnte, en lastre, en peso
en I¿ mi¡me posibilidad de conservar el pa- totelmente inútil, en obstáculo a tudo pro-
tri¡nonio del pasado. La hisrcria de la deca- ireso serio.
dencia científica hasta el siglo xr ofrece ---se- Toda construcción teórica o práctica será
tit¡ yt lo se¡ialamos al comienzo de este capi- verdaderamente onuestrat' ('humana") solo
tulo- una notable confirmeción de esta en la medida en que nosútros, hombres, seamos
verdad. capaces de obr¿r eficazmente con ella; de do-
Todo pcnsamiento cientifico eficiene ha minarla, no de ser dominados. El pensamiento
de s¿bcr cómo sopesar ambos impulsos, inte. científico no logrará sino perder su condición
grándolos mutuamente. Y ha de saber con tal de ciencia si pierde este carecterística de ins-
objeto cómo eliminzr delt conservación todo trumento humano. Para evitar que tal cosa
cericter de servidumbre al pasa{o y de la in- ocurra, debemos sobre todo preocuparnos de
novación, todo carácter de pura negetividad. que no se cristalice, que no se repita; debemos
Debe transformar la herencia científic¿ del derribar todas las barreras que lo estorban
pasado en instrumerrto de nuevos desarrollos. o limitan, debemos ponerlo en situación de
Todo aquello que no puede asumir una fun- renovarse constantemente y de profundizar
ción de inst¡umento positivo se convierte poco el sentido de tal renovación.

CAPfTULO VI

EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXPERIMENTAL


(Galileo . Newton)

l. El rracimiento de la ciencia experimental caracterizando la nueva actitud de Desca¡


guarda relación con el descubrimiento tes-* (y podemos agregar: de Galileo y de los
-nada
simple, aunque hoy pueda parecernos obvio- demás creadores de la ciencia moderna) había
de que existen técnicas muy precisas para do- creído demasiado, confiaba en la palabra de
minar racionalmente el curso de la experiencia, Aristóteles, que Ia ciencia no debía ser sino
es decir, para provoc¿r ciertos fenómenos que una actividad del espiritu en si y por sí, por
pueden repetirse a voluntad y medirse con encima de fodas las demás, contemplación pu-
exactitud matemárica, en condiciones contro- ra, sin efecto práctico alguno.. La Edad
ladas por nuestro intelecto. Fue necesario un Media, en cambio, había creido sobre todo en
profundo c¿mbio filosófico para inducir a los el arte, en el gran artet arte secreto en el que
espíritus cultos e'estudi¿r ordenada y seria- no se temía la invocación de los podere5, so-
mente dichas técnicas, es decir, para superar brenaturales; el objeto ere actuar sobre la na-
el doble prejuicio de que tode ¿ctividtd púc- turaleza, transformar los cuerpos, acaso crear
tice resultase demasiado inferior para ser digna los. . . Pero se imaginaba que este objeto
de investigación racional, o demasiado recón- podia alcanzerse e tientas; se investigaba al
dite y misteriosa para ser accesible a las fuer- azat, sin método. Esto ocurria en todas las
zas humanas. artes particulares: cada una poseía sus propios
"La antigüedad -escribe Charles Adam procedimientos y sus ingredientes y, a veces!

33
lograbe rcúiz* obras meestret' pero con mc- dt va más extensos, hacia las ncÍ¡s tierr¡s
üos cmpíricos; erl necese/io pare ello el genio recientemente descubiertas.
de un aitista o, por lo menos, la habilidad dc 2. P*z darnos una ideá erecte de los obs-
un ertesano. No se pensaba que la ciencia pu- táculos que debían superarse bastará refle-
diera prescribir reglas al trabajo humano, quo xionar sea brevemente- rcbre la
pudiera hecerlo al mismo tiempo más simple -aunque
complicada historie del ingreso del anteojo cn
y nrás fecundo, que 1o colocase, con un poco el mundo de le i¡vestigacién astronómica.
de estudio, al alcance de todos" (Oeuures de Las más minuciosas búsquedas actuales no
Descarteq ed. Adam-Tennery, vol. XII, Pa. permitieron establecer quién fue el primer in-
ris, Cerf. 1910). El ideal de Galileo, Descar-- ventor de les lentes; muy probablemente fuc
tes, etcéteri, 'será el de unir íntima y defini- algún oscuro meestro vidriero que las cons-
tivamente la concepción de le ciencia de le truyó por arz^r y también Eor advirtió
^zdr
su utilidad pare corregir los defectos más co-
antigüedad con la del arte de la Edad Media",
oEl nombre lentes <scrtbe
es decir, edifrcer un saber fundedo sobre nue- munes de la vista.
vas técnicas, racionales, válidas ya no sélo en Vasco Ronchi en su obra ya citaida (ver cap,
el campo de las ideas abstractas, sino en el fV), nombre que significa, justamente, la le-
campo mucho más ricq de las experiencix con- gumbre lenteja- es muy vulgar, y basta por
cretas. si solo para colocar fuera del ámbito culto el
No es difícil comprender el supuesto social origen del objeto indicadc con tal nombre.
que posibilitó este cambio filosóficó: se trate Para ser más precisos hay que observar que,
de la consolidación victoriosa, deci{lda, de en verdad, se trataba de la lente de uidrio o cle
nueves riquezas directamente vinculadas con la lente cristalina, pues si alguien hubiese ha-
el trabajo y tanto- del surgimiento blado de lentes, omitiendo la calidad del mace-
<le
-por
grupos cada vez más numerosos de cientí- rial empleado, todos habrían creído que se
ficos profundamente sensibles a los intereses trataba de lentejas. Pero la mejor demostra-
de la producción y capaces de darse buen¡ ción de que las lentes nacieron fuera del ámbi-
cuenta de la unidad indisoluble entre la prác- to culto la proporcior:a, justamente, el rnodo
tica y la teoria. Y la propia organización con que dicho ámbito las trató una vez intro-
nueva del mundo político-económico fue la ducido su uso: las juzgó indignas de ser toma-
que impuso originales problemas a la investiga- das en consideración, y no se habló más de
ción científica, apartándola de las discusiones ellas en ninguna parte por más de tres siglos.
generales, de orden metafísico, para vincularla Ninguna otra conjuración de silencio fue tan
a cuestiones concretas. 'Las obras de paz y de unánime ni duradera."'
guerra A. Banfi en su hermoso vo- Todevie a comienzos del siglo xvrr la igno-
-escribe
lumen sobre Galileo Galilei (Milán, 1949\-, rancia de¡los 'científicos" sobre las lentes era
la canalización de los ríos, la construcción de casi completa, y no debe asombrarnos ---<on
puentes, la excavación de puertos, la erección mayor rtz6n- su desconfianza respecto de
de fo*alezes, el tiro de la artillería, ofrecen a los. primeros anteojos construidos por simples
los técnicos una serie de problemas que no artesanos. 'El anteojo ---escribían- hace ver
pueden resolverse empíricamente y que exigen figuras rnás grandes o más cercanas de los
necesariamente un planteo teórico. Y los nue- objetos vcrdaderos, las hace ver coloreadas y
vos estudiosos no egresan de las aulas acadé- deformádas; por tanto, engaña y no hace co-
micas sino de los ambientes del humanismo nocer le verdad. No puede, entonces, ser uti-
libre, de las profesionep civiles." Una impor- l:¿,,edo como instrumento de observación."
tancia especial adquirieion los problemas prác- Fue necesario el genio y la energia de Ga-
ticos planteados por la navegación, que en lileo para sacudir este seüdorraciocinio. "Es
aquella época debía afrontar nuevos viaies, ca- cierto que el anteojo da figuras distintas de

34
la realidad, por cuento las hace ver más grán- camente para producir objetos de uso y fun-
des o más pequeñas, más próximas o más dis- ción prácticos."
tent€s, coloreadas y e veces confusas, pero eso 3. ¿Podemos percatarnos de la transfor-
no quiere decir que engañe siempre, pues pue- mación que fue menester introducir en los
de ocurrir que, a través de las figuras vistas trabajos dc artesania para transformarlos en
en el anteojo se logre conocer la realidad mejor trabajo científico?
que a simple vista." Ya explicamos en el $ I que el primer im-
*Galileo
fue el primero en el mundo de la pulso para acometer seriamente los trabajos,
cultura y de la filosofia Ronchi- que habían sido hasta entonces prerrogativa
que llegó a la conclusión de-^grega
que se debia cree¡ de la artesania, los creadores de la éiencia ex-
en lo que se veía en el anteojo. Con est¿ pre- perimental moderna lo recibieron del interés
misa de orden filosófico dirige su anteojo al cade vez m^yor que la sociedad de la época
cielo y hace descubrimientos admirables, que manifestaba por la producción y, por ende, de
siembran la confusión en la astronomia, la fi- las exigencias siempre mayores de nuevas y
sica y la medicina de la época. Cuando los hizo más eficientes obras de paz y de guerra. Se
públicos. . . todo el ambiente académico, con ha demostrado, por ejemplo, que Leonardo da
unanimidad impresionante, enfrentó a Gali- Vinci, en virtud de las dificultades intrínse-
leo acusándolo de atribuir importancias a cier- cas de las tareas que se confiaban a su arte de
tas observaciones y de difundirlas como ver- ingeniero, se vio obligado a investigar de ma-
daderas a pesar de que, por haber sido hechas nera nueva y original los principios de la me-
solamente con el anteojo, instrumento f.aliz y cánica, de la dinámica y de la estática: los
misterioso, no podian ser sino ilusiones y qui- modelos muy ingeniosos que dibujó (y en
mer¿s. Pretender revolucionar la cienci¿ con parte construyó) de toda clase de máquinas
semejantes observaciones estaba completamen- ofrecen aún hoy un sorprendente testimonio
te fuera de lugar." del interés práctico que le guiaba en sus pri-
¡Sin embargo fue precisamente aquel acto meras investigaciones científicas. También en
de confianza de Galileo en los productos de la las investigaciones de.óptica y de anatomía se
industria de la artesania el que inició una de vio guiado, como es sabido, por las necesidades
Ias revoluciones cientificas más profundas! específicas de su propio oficio (en esre caso,
Aunque su origen obede- el oficio de pintor). Lo mismo podría repe-
-probablemente-
ció más a-una decisióri instintiva y valiente tirse de muchos otros: desde León Bautista
que a una mediuda conciencia critica, sin Alberti y \Tilliam Gilbert, Galileo, etcétera.
duda tomó aquella actitud como símbolo Frente á estas tareas prácticas, limitadas, de
de todo un'movimiento amplio y profundo nrda servían las concepciones generales de la
que transformó sustancialmente el vieio con- entigua filo¡ofía de la naturaleza. *La opinión
cepto de ciencia. ol-as lentes y la brújub, y de Aristótéles Dampier- servía
una cantidad {e instrum€ntos y de procedi- -escribe
muy poco para corregir la mala perspectiva de
mientos de las actividades prácticas. un cuadro, encauzar las aguas de riego o
-escribe
J. Dewey-, fueron utilizadas y adaptadas pa- construir una ciudad fortificada. Para estos
ra las exigencias de la investigacién cientifica. problemas el comportamiento de las cosas rea-
Aquellos procesos ordinarios que durante mu- les era mucho más importante que las opinio-
cho tiempo habían encontrado aplicación en nes del enciclopédico griego." Pero pi las cosag
la artesania e intensificer, combi- eran así y no resultaba posible utilizar la más
-debilitar
nar y separar, disolver y evaporar, calentar y antigua y respetada cultura en el estudio de
enfriar, s¡s{¡s¡¿- ya no fueron desdeñados. nuevos problemas, ¿a qué método podía acu-
Fueron adoptados para sustraer algún secreto dirse para diferenciar el trabajo cientifico del
a la natureleza, en lugar de empleárselos úni: trabajo ordinario de millares de artesanos?

3t
No cs pocible establecer linea precisa dg labontorio, ocult¡ndo r los drmás las tena-
demarcación entre esros dos tipos de trabejos. tives,realizadas, hs métodos que hayan per-
Seria ¡bsurdo, históricemente, pretender in- middo algún éxito. Se reeliza el esfuerzó de
troducir entre ellos una discontinuidad nete. describir con rnáxima precisión el procedi-
Sin embargo, algo nuevo aportaban enron- rniento empleado y, si birn con cautela, se lo.
ces aquellos que, e siglos de distancia, llama- comunica e otros investigadores pare que tam-
mos hoy cientificos; pero no es un método bién ellos lo experimeriten con la intención
perfecto, válido para roda investigacién, cons- común de conocer la verdadera realidad del
ciente de sí mismo. En cembio, es, sobre todo, fenómeno. Esa colaboración depara inmedia-
'un nuevo espiritu, r¡na nueva
manert de en- tamente todas sus .ventajas, y se abren nuevas
carar el trabajo. sendas con posibüdades cade vez más amplias.
Quizá podríamos intentar su determinacipn ¿Será posible el ejémplo helénico
con los dos caracteies siguientes: l) introduc- de la matemática--según
construir también ahora
ción de un¡ instancia racionel en el estudio un lenguaje técnico preciso pel^a lt formul¡-
2) conciencia de la.necesid¡d
de los probleriras; ción de las teorías del enunciado de las leyes,
f9 logr1, para tal estudio, le más amplie co- de la descripción de los problemas?
laboración. En algunos campos de fenómenos como, por
' En cuento al primer carácter, debe recor- ejemplo, en la mecánica, esta teree se vio muy
darse en seguida que ya la filgsofia de. lr facilitada por Ia posibilidad, vislumbrada ih-
naturaleza griega y medieval habia tratado dc mediatamente y pronto ensayada con gran
insertar los fenómenos de ést¡ en un esquema , éxito, de aplicar a la ciencia experimental el
de conceptos racionales. Pero estc esquem¡ mismo lenguaje usado en matemática (fór-
era demasiado general; pretendia ser una ex- mulas, figuras geométricas, etcétera). Los pri-
plicación completa .de todo el curgo de l¡ meros resultados admirables de Galileo, Ke-
neturaleza; en cambio, ahora se introducian pler, etcétera, fueron logrados, precisamente,
esquemas limitados, se intentaban modelos mediante este camino.
t¡óricos de un campo circunscrito de fenóme- En otros campos, en cambio, la situacién
nos (la caída de los graves, Ia trayectoria de se presentabe muy distinte y más ardua. Así,
los proyectiles, el funcionamiento de las len- por ejemplo, en el de los fenómenos quimicos,
tes, la etracción magnética, etcétera) deduci- 'resultaba
donde no sólo cisi imposible aplicar
dos de la observación de relaciones precisas. inmediatamente la matemática a la natura-
Y esto no bastaba: apenas forrnulade una hi- leza, sino que era ante todo necesario.penetrer
pótesis, se ensayaba su validez, verificando si con valentía en la secular tradición de los tra-
las consecuencias que se deducian de ella ha- bajos de los alquimistas, luego liberar paula-
llaban o no confirmación en los hechos. Los tinamerl¡e sus métodos y conceptos de un
resultados de estas comprobaciones se explota- sinnúmero de preiuicios de toda índole que
ban a su vez p^ri retocar la hipótesis, forman- los eqvolvían y estorbaban, limitar las tareas
do así un cícculo ininterrumpido entre le teo- de la investigación y proceder con gran caute-
ria y la práctica. la y constancia.
En la solución de un problema particular Para captar en toda su complejidad esta
comi€nza a sentirse un interés que excede los fase primitiva de la ciencia moderna me pa-
límites del problema en sí. Ya no se trata rece de sumo interés recordar que hombres de
solamente de ejecutar bien una determin¿da tanto valor como Newton --que indudable-
"obra de arte", sino de arrancer un secreto e mente habian alcanzado alto nivel cientifico
le náturaleza. Y por eso se'difunde en las investigaciones mecánicas y ópticas-
con extremada lentitud- la convicción -aunque de tropezaban con enormes dificultades para di-
que es ab,surdo trabajar en'el secreto del propio ferenciar sus propias investigaciones quíriicas

t6
de las de los alquimistas; sin embargo, no de- preparación de estos instrumentos (clabora-
jaron de reconocer la impc'rtancia de estas in- ción del 'r'idrio, de los mer¡les, de los gcnera-
vestigaciones, muy alejadas,aún de la erlcti- dores de energía, etcétera).'
tud científica, y las continuaron tenazmente, 4. Flemos dicho antes que en rlqirnos clm-
de modo que sus largos y p:rcientes trabr.jos pos particularlnence simples de los fcnótlcnos
resultaron prcmisas indispensables pera l¡s es- n¡turllcs la frrctrrr¡ e ntrc cl tr,rbe j'r Ir:'ccicn-
pléndidos éxitos del siglo siguiente. Si los an- tifico y la ciencia pro¡ril'r, r'crtl¡.lcrr fue
tiguos his¡oriadores de la ciencia preferian señalada por cl uso sistem.ático dcl v de
'ilgcbr-l
pasar por alto esta actividad poco rigurose de la geometría. ¿Cómo justific.rr c.tr :rfit'r,r¡-
Newton, hoy semejante silencio sería inadmi- ción si acnbln.ros dc cx;'lic¡r- la
sible. En efecto: es muy cierto que dedicó., por -se¡;írnsc carectcriz:r por un lcn*uaie
ciencia natural
lo menos durante muchos años, más tiempo y propio, vincule<!c oper¡tivamcnte crrn ll expc-
energía a las investigaciones alquimísticrs q'.re riencia I, por t¡nto, irrcduciirle ¡l !cneuaje
d sus celebérrimas investigaciones matemáticas abstracto dc les disciplin¡s mltcnr.ític rs?
y mecánicas. Aludimos aqui a uno de hrs m.is gr,tndes
En conclusión: sería ridícula la pretensión problemas del pcnsamicnto cicntífico moder-
de establecer una fecha precisa para señalar el no: explicar cómo los conceptos y teoremas
pasaje del trabajo experimental precientifico matemáticos pueden utilizlrse con trrnto éxito
al propiamente digno de., entrar en la ciencia. en la teorización de los fenómenos n:ltur¡lcs'
Más que la fecha del nacimiento del pcnsa- Desde el punto de vista histórico, recorda-
miento cientifico moderno, podemos,estable- remos que lá confianza en el valor cognosci-
cer la época de su adolescencia,.es decir, el tivo de la matemática pudo sostencrse' en sus
momento en que, ya. afirmado ese pensamiento comienzos, sobre un postulado met¡f isico-
en algunos campos particulares, comenzó a religioso que, si hoy puede parcccrnos casi
desarrollarse con ritmo creciente, a adquirir pueril, poseyó seguramente máximr eficacia
cadavez mayor conf.ianza en sus propias füer- prácrici en tiempos de Galileo, Se tr:rtrr del
zas y a afrontar nuevos problemas cadl. vez postulado según el cual Dios mismo, en el rcto
más difíciles. creador, impuso al universo un sistcma dc le-
La técnica de la ciencia experimental mo- yes concebidas matemáticamente, es decir, que
derna no surgió de golpe; se formó poco a el gran libro de la naturaleza fue escrito por
poco y, a través de una larga serie de éxitos su creador en símbolos matemáticos, de rnodo
y de derrotas parciales, logró adquirir final- que para leerlo fuera necesario y suficiente
mente esa estructura sólida que constituye el conocer estos símbolos y trsarlos con rigurosa
nuevo tipo de racionalidad práctica caracte- precisión.
rística de nuestra era. Es una técnica aún hoy El resulqdo más importante de tal actitud
en continuo desarrollo, que se ramifica en un (desde el funto de vista general¡ es que el
número cada tez mayor de lenguajes particu- investigador ya no va en busct dc oscuras
lares (para la termología, la óptica, la elec- 'esencias" de los fenómenos, ni de remotas
tricided, la quíóica,'etcétera), todos vincu- causas metafísicas, ni de inverificebles causas
lados entre sí y relacionados con el lenguaje finales. El lenguaje matemácico no pucde crp-
matemáticó, pero manteniendo de tar sino relaciones entre los fenómcnos, pero
este último -respecto
característica bien deter- estas rclaciones son algo qüe puede medirsc, y,
-una
rninada: la caracteristica de que la precisión por lo tanto, algo que puede verificarse o falsi-
de los conceptos r¡tilizados aparece indisoluble- ficarse 1. Quien pretenda utilizarlo dcbe limi-
mente vinculada con la precisión de los ins-
trumentos experimentales y, por lo tanto, con I "Filsificar una proposición" significa el len-
el grado de perfección logrado en la compleja guaje rnetodológico nrodcrnc- dcmostrat' -cn
que es falsr.

37
tarse e estudiar las leyes de la experiencia y que la matemática comenzara a sugerir nuevoe
renunciar a interesarse por su pretendido sus- métodos (por ejemplo, el análisis infinitesi-
trato metafísico. "El método cientifico mal) y que estos métodos se ievelaran ex-
plica rnuy bien Banfi en su ya citada-ex- obra traordinariamente fecundos en la investigación
sobre Galileo- no es sino la extensión del mé- fisica, aun antes de encontrar una precisa jus-
todo matemático; y consiste en analizar un tificación lógica en el edificio de la matemática
fenómeno físico en sus varios momentos, de- clásica, sugirió la idea de interpretar el len-
terminando las relaciones tanto recíprocas guaje matemático no ya como el modelo per-
como constitutivas del propio fenómeno. Es fecto del saber científico, sino simple-
obvio que el f"'rómeno considerado no puede mente- como un auxiliar útil-más en el estudio
analizarse en su complejidad inmediata, en de la naturaleza.
todo el conjunto de las relaciones que lo cons- Rebajada al rango dc instrumento puro, la
tituyen, sino sólo paulatinamente según los matemática perdia gradualmente cl valor ab-
varios planos que se intersecan, de esas rela- soluto que le atribuyeron los griegos y termi-
ciones. El fenómeno sufre de tal manera un naba buscando su propia justificación sólo en
proceso de abstr¿cción; y sólo sucesivamente la amplitud de las aplicaciones logradas. Ya en
los distintos planos de abstracción, a los cuales Galileo (que para justificar su propio método
corresponde el sistema complejo de leyes, se habí¿ acudido al postulado de que Dios mismo
van sistematizando, unificando, y reciproca- había escrito en términos geométricos el gran
mente ordenando." libro de la natvraleza) la teoría matemática
¿Existirá un plano privilegiado de esas abs- de los infinitésimos, que apenas nacía enton-
tracciones en que sea más fácil la reducción ces, se considera no como un capítulo cabal
del fenómeno a las relaciones que lo determi- y propio de la ciencia, sino únicamente como
nan? La respuesta de los prirneros científicos un método útil para las ciencias físicas. Igual
modernos es positiva: el plano privilegiado es opinión sostendrá varios decenios después el
el de la mecánica, donde entran en juegos los gran Newton, que, rehusando publicar. sus
conceptos sugeridos más inmediatam€nte por grandes descubrimientos sobre el cálculo de
la técnica de las llamadas máquinas simples. las fluxiones 1 (inseguro sobre su valor teórico
Por lo demás, este plano tiene la ventaja de y deseoso de no dejarse arrastrar a discusiones
poderse determinar por relaciones expresa- largas y abstractas) los utilizará correctamen-
bles en forma matemática elemental, forma te en las investigaciones físicas, convencido de
que nos permite penetrar en las propie- que bastará el éxito de las comprobaciones ex-
dades más características del plano inclinado, perimentales pxra gúantizar el valor lógico
de las palancas, etc. El extraordinario éxito del procedimiento empleado.
logrado sobre este plano por la aplicación de
I E,l mútodo newtoniano de las fluxiones parte de la
las fórmulas matemáticas constituye
-según comprobación intuitiva de que las líne¡s "no se des-
el iuicio de los primeros investig¿dq¡ss- r¡¡¡ criben mediante la adición de sus prrtes, sino por el
confi.mación indiscutible del valor cognosci- movimiento continuo de puntos, las superficics por el
tivo del método adoptado, y les estimula para movimiento de lincas, etc." 'Llamendo, en gcnertl,
extender el modelo de la interpretación me- "flucntcs" a las c¿ntidadcs producidas por tales movi-
mientos continuos, Newton da el nombre de "fluxio-
cánica a todos los planos de las reláciones in-
nes" a las vclocid¿des de crecimiento de esas fluentes,
terfenoménicas. Se convierten así las leyes de pero. observa que no intcresan en si mismas, sino solo
la mecánica en los principios generales de toda en sus razon€s recíprocas. Las reglas a que obsdece el
teoria fisico-matemática del universo. cálculo de las fluxiones cuando se dan l¿s fluentes co-
rresponden a las rcglas del actual cilculo de derivadas;
f. Los desarrollos de la investigación ex- en cembio, aquéllas, prra el cálculo de las {lucntes,
perimental modificaron poco a poqo la visión curndo se dan las fluxiones, corresponden rl ¡ctuel
que acaba de mencionarse. El hecho mismo de cálculo integral.

38
¿Estamos aún dentro de la tradición eucli- ceder ¿ priori un privilegio a uno respecto de
dea o nos hallamos más cerca de Herón que los demás no puede ser sino el fruto de un
de Euclides? No es fácil responder a esta pre- grave dogmatismo.
gunta, porque la concepción clásica de la geo- El criterio último, decisivo, para la adop-
metría como ciencia perfecca es aún admitida ción dc un tipo de funciones, de un grupó de
por varios contemporáneos de Newton y con- postulados, etc., será siempre, y solamente, la
tinuará su predominio en muchos espíritus experiencia. La más hermosa teoria matemá-
egregios. A su lado, sin embargo, nos hallamos tica, la más coherente, la más rica en desarro-
con algunas actitudes singulares que tienen ex- llos analíticos, carecerá de interés fisico si no
traordinario valor sintomático. Si bien falta logra vincularse de algún modo con los datos
todavía una conciencia metodológ{ca clara de empíricos.
la verdadera estructura de la matemática y 7. Lr aplictbilidad de los lenguajes mate-
de la fisica, Ia buena senda ya está individua- máticos (ya de uno, ya de otro de ellos) a la
lizada. Habrá que aprender r seguirla hasta teorización de los fenómenos es hoy un hecho
sus consecuencias extremas. indiscutible en ciertas ramas de l¡ ciencia na-
6. Hoy el físico sabe que nada garantiza tural. Para otros fenómenos, empero, la cues-
a priori la aplicabilidad, al tipo de fenómenos tión aún permanece sub iudice, y quizás aqué-
que estudia, de una determinada teoría ma- llos son justamente los más interesantes desde
temátice con preferencia a otra; por lo tanto el punto de vista metodológico.
siempre estará dispuesto --cada vez que ella En efecto: confirman lo que ya podemos
no logre la explicación buscada- a intentar descubrir mediante el estudio de la historia de
la aplicación de otra teoría. la ciencia, es decir que el uso de un lenguaje
Que cierto tipo de funciones o cierto gru- matemático constituye siempre, para cualquier
po de postulados geométricos o mecánicos teoria científica, un notable progreso en el
resulten útiles en el examen de este o de aquel rigor. O sea: emplear un lenguaje matemático
fenómeno no es para él sino una hipótesis de significa utilizar una técnica exposiriva parti-
trabajo, sugerida por el éxito ya comprobado cularmente controlada, donde cada término,
en fenómenos análogos. Ningún físico, para cada operación, cada regla, se define exacta-
aplicar determinado capítulo de análisis o mente; donde cad'a contradición surge eviden-
geometria o de cálculo de probabilidades, et- te, y cada tentativa de evadirse de ella ha de
cétera, necesita apelar al acto de fe según el revelar todos los instrumentos indispensables
cual Dios ha escrito justamente en ese lenguaje para tal objeto.
especial el libro de la naturaleza. Ensaya, y Sin embargo, todas las técnicas de las cien-
si un lenguaje no resulta útil, no se ofende ni cias de la n¡turaleza poseen algo irreducible
lo apostrofa (puede resultar útil en otras oca- a matemátita pura. Y este "algo" es la base
siones); se limita a buscar un nuevo lenguaje, fenoménica, es el llamado a'la experiencia, la
igualmente exacto pero estructurado en fbrma vinculación de las fórmulas con el dato ob-
distinta. ietivo.
Por otra parte, el desarrollo de la matemá- Esta vinculación surge a través de Ia pre-
tica más moderna ha demostrado, según ve- paración y ejecución del experimento, a tra-
remos en el capítulo IX, que no existe un solo vés de las mismas operaciones elementales im-
lenguaje matemático, como si debiera hacerse plícitamente envuelt¡s en lx determinación de
uso de él o renunciar a toda la matemática. los conceptos físicos, Extender sobre ella un
En verdad, los lenguajes rnatemáticos son mu- velo de silencio significaria desconocer la es-
chos, cada uno de ellos provisto de alguna tructura más íntima de tas ciencias de la natú-
característica peculiar gue pueda hacerlo ade- raleza. Reconocer su existencia, en cqmbio, no
cuado a un capítulo especial de la física. Con- significa aceptaúa tal cual eb, en su esponta-

t9
neidad intuitiva, sino corregirla, precisarla, quinas, de los materiales prácticos, de los apa-
pcrfcccionarlr. ratos de los artesanos. Estos ap¡ratos puditr.rn
La prrtida de nrcimiento de l¿ moderna ingresar en las técnicas cientificrs y somctcr'se
ciencir de la naturaleza aparece ligade al re- con ellas a un control continuo, a continuos
conocimicnto de qr.re la vinculación de que análisis 1' rccomposicicnes. Constitur-cron el
estamos h¡blando no constituve de por sí una punto de partida de nuevas invcsti.gacioncs y,
derrota de ta razón humana como, en cambio, a su \iez, fueron ¡rr¡strados por cl desarrollo
lo crci¡ Platón. Es dccir, aparece lig:rda al re- de estas investigacioncs.
con(jcimicnto de que lt razón humrna no La nucr'¡ scnda al¡iertl de cste rnancr¡ a la
renicga de sí misma, sino que se refucrza y se actividad humana logró t,rlcs úxicos quc ha
completa cuando intcnr¡ la consrrucción de demostrado a todos que acudir l clle signifrcr
teorias no ya dcsvinculadas cn¡re ¡bstraccio- una valorización dc l¡ raz.ón hum:rne, no un
nes puras, sino vinculedls por lr ri¡;urosl co- envilccimisnto. Los cscasos advers¡rios que htty
rrespondencir entre los pr<.,pios c()nceptos se atreven a estorbarla yx n() lo haccn en
(con sus reglas de aplicación) y los claros de nombre de la rrzón, sino en contrr dc ell,r: son
la rcalidad (con sus relacioncs empíricas). los denigredores del poder humano, son rque-
llos quc intentan sustraernos a l,r luch¡ activa
Galileo descubrió que el haccr descender los que tencmos la obligación dc emprendcr en
conceptos y los debetes cientificos dcl cielo de este mundo.
las abstracciones a la tierra concreta no equi- No obstantc todas las argumcntirciones ar-
vale a disminuir su r¿cionalidad viva. Sobre tificiales, anticientíficas, el hombre dc hoy
todo. dcscubrió que este dcscenso, cst¡ vincu- advicrte que ya no podrá renunciar a la sen-
Iación con la tierra, podía dominarse por obra de de !a ciencia experimentrl. Es la senda más
del hombrer / no constituía necesariemente idónea para la actuación dcl rci-no ccncrcto de
un hecho casual, como (,curríe con los expe- la humanided. Una renovación crític¡ dc esta
rimentos de los artesanos. cienci¡ sien'rpre podrá scr útil: srt abandono
Así fucron caycndo, uno por uno, los an- significaría una traición a lo quc constituye
tiguos prcjuicios contra el cstudio de las má- el fundrmento de nticstra civilización.

CAPÍTULO VII
t
LA CONFIANZA EN LA RAZÓN HUMANA
(Descartcs - Los iluministas)

l. En cuanto la cicncia dcmostró que podía ralczt part dominarla, trasformarla -,l' some-
inscrtarsc con éxito cn cl tipo dc investigrcio- terla al género humano.
nes quc durrnte milcnios habían qucdado rc- Pero cste programa cxigia, antc todo, que
servadas a las artcs secrctas y mistcriosas de la la propia ciencia se concibiera como una cons-
alquimia, astrología, etcétcra, t¡mbién hcredó trucción csencialmente humana, cs dccir, como
las ambicioncs dc esas artes y, cn primer tér- un instrumento creado Por nosotros Pare
mino, la de actuar sobre la marcha de la natu- nuestro uso y provecho; ya no como un ob.

40
sequio mas o menos gratuito de un intelecto car sobre un terreno totalmente mío. Y si,
superior, sino como una conquista gradual y por gustarme mucho, os muestro aquí mi la-
espontánea del hombre. Esta humenización bor como modelo, no pretendo con ello, sin
de la cicncia fue iniciada con gran energía embargo, aconsejar a nadie su imitación." Por
por los metodólogos del siglo xvrr parti- lo tanro, el nucvo método era considerado por
-en y con-
cular por Galileo, Bacon y Descartes- Descartes no como un canon absoluto que
tinuada y ampliada jactanciosamente por los debía imponerse a todo investigador, sino co-
iluministas dcl siglo siguiente. mo un ejemplo de una búsqueda de tipo nue-
Por no serme posible exponer detallada- vo que él ofrecía a los contemporáneos, bús-
mente el pensamiento de los tres autores men- queda cuya novedad debía consistir, ante todo,
cionados, y por haber ya hablado bastante en en el hecho de ser una construcción completa.
el capítulo anterior de la aportación de Ga- del hombre sobre un terreno totalmente suyo.'
lilco al descubrimiento de la nueva ciencia En este sentido asume particular significa-
experimental, me limitaré ahora a discutir do la célebre comparación del herrero; con la
brevemente la contribución metodológica de cual Descartes demuestra claramente el deseo
René Descartes. En efecto: a mi entender, la de vincular Ia labor del cientifico con la del
conccpción cartesiana necesita, más que otras, artesano y, precisamente, el propósito de va-
aclaraciones precisas, pues también ha sido, lerse de esta inscparable continuidad para po-
más que otras, redicalmente mal entendida. ner en claro el aspecto más característico para
La mayor parte de los intérpretes suelen é1, de la investigación cientifica. "Este método
presentarnos a Descartes como un convencido irnita aquellas artes mecánicas que no nece-
defensor de la validez absoluta y de la apli- sitan de auxilio ajeno, sino quc ellas mistnas
cabilid¡d universal del nuevo método que con- indican cómo debcn fabricarse sus instrumen-
trapuso al método silogistico de la vieja es- tos. Si uno deseara ejercitar una de esas arte!,
cuela aristorélica. Con tal presentación, sin por ejemplo la del herrero, y no dispusiera de
embaigo, se corre el riesgo de no advertir el las herrnmientos del oficio, al principio segu-
espíritu verdaderamente original del descubri- rxnrcnte sc vería obligado a utilizar una piedra
miento de Descartcs, es decir, el nuevo soplo drrra o algún tosco trozo de hierro como yun-
de humanidad viva que le anima en todo mo- qr¡e, tomar una piedra cotno martillo, adaptar
mento, v que constituye, sin duda, su mavor unos trozos de madcra como tenazas, v pro-
valor (valor reconocido aun por quien curxrse como puede otras cosas semejantes; v
-corno
el científico de hoy- está vx muy lejos de la finalmente, preparado todo esto, no tratará,
senda cartcsiana). en seguidr, de forilr pxr.r otros espad¡s o yel-
Si es verdad que el gran pensedor fran.:j. mos, ni ninguna de esas cosrs que se constru-
dedicó dos de sus obras principales /i¡- yen con higrro. sino que f¡bricará ante todo
gilac ad directionem ingcnii y el-las
Dlsc,, r,, martillos, vunques, tenazas y los demás obje-
del método- a la explicación de aquella nuer',r tos gue le son útiles." De manera análoga, la
senda que él había abierto, según entendír. a ciencia no es algo que pucda crearse de golpe;
la investigación cientifica, no es menos cic¡tir es uná. conguista gradual nueslra, y cada uno
que no deja de decirnos y repetirnos, con ir¡- de sus descubrimientos, en todo'caso, será vá-
labra.s mul' claras, que su intención no crl lido, antes que por su Valor intrínseco por su
'la de enseriar el mércdo que cada cual dcbe valor instrument¡l p?ra otras conquistas su-
seguir para bien ionducir su razón, sino sql:r- periores.
mente la de mostrar de qué manera yo (René 2. Dentro de este orden de ideas es neceserio
Descartes) he tratado de conducir la mia". incorporar la violenta rebclión contra la lógica
'Mi designio jamás fue más allá del propósito fsrmal (aristotélica) que proclamaron Des-
de reformar mis propios pensamientos y edifi- cartes y l,ts mejores científicos de su época.

41
Para los investigadores del siglo xvn aqublla de Ia tradición mística que dominaba en aque-
lógica se present*ba sólo bajo el aspecto de lla época; los metodólogos del siglo xvn no
un complicado aparato silogísgico desprovisto podían dejar de repudiarla, ya que sq m¿-
de con:xiones con las efectivas operaciones hu- nifestaba irremediablemente estéril ante los
manas de investigación, es dech, como una nuevos problemas, dirigidos sobre todo a au-
pesada armadura que no servía sino para suje- mentar el poderío del hornbre sobre la natu-
tar y sofocar la fértil originalidad de la labor raleza.
científica; un esgüematismo, en fin, derivado Conforme lo hemos dicho ya varias veces,
de viejos supuestos metafísicos ya superados e todo c,uanto se presenta con el carácter de una
impuesto a nosotros por algo extraño a nues- imposición extrínseca es, por definición, in-
tra mente. compatible con el pensamiento científico. En
Lalogicización de las teorías, para esos estu- cuanto la lógica formal adquirió tal carácter
diosos, no constituía un medio de adueñarnos (es decir, en cuanto pretendió imp_onersé a la
más de ellas, sino de convertirlas en algo ex- ciencia no por su reconocida utilidad, sino
traño a nosotros, revistiéndolas de piocedi- por la autoridad del nombre de Aristóteles, su
mientos artificiosos, perjudiciales para la in- fundador) se convirtió en un obstáculo para
vestigación. el progreso, y como tal fue combatida por las
"Alguno quizás se asombrará ---escribía inteligencias más abiertas y contraídas a la
Descartes- que en esta ocasión, cuando in- labor cultural. Si la situación hoy ha cambia.
vestigamos la manera de tornarnos más aptos do nuevamente, ello depende tan sólo del
para deducir verdades, unas de las otras, deia- hecho de que la lígicr ya no se presenta ante
mos de lado todos los preceptos con los cuales el estudioso moderno como un tropel de re-
los dialécticos estiman que debe dirigirse la glas silogísticas que es preciso tomar, ya ela-
razón humana. . . ; es que advertimos que a boradas, de los libros de Aristóteles, sino como
menudo la verdad se substrae a esos vínculos, un instrumento muy fino y muy variado que
rnientras que aquellos que los utilizan quedan nosotros mismos elaboramos, corregimos, mo-
atrapados en ellos." dificamos y construimos, pieza por pieza, se-
.Tomándo en consideración cuanto hemos gún nuestras necesidades.
explicado en el capitulo V, me parece opor- 3. Como consecu€ncia natural del planteo
tuno recordar que aquella misma lógica, a la programático de la labor cientifica que aca-
cual Abelardo y los demás lógicos medievales bamos de explicar se desarrolló la concepción
acúdían como precioso instrumento de inves- filosófica conocida históricamente con el nom-
tigación, era jtzgada por Descartes, y sus con- bre de <iluminismo>. Esta concepción no sólo
temporáneos, como un gstorbo meramente representa una importante tendencia del pen-
inútil. samientó que alcanzó notable gravitación en
Sería un error preguntarnos quién tenia el siglo xvlrt, sino que ¡¡i s¡¡s¡ds¡- ss
rczínt los lógicos medievales o los metodólo- uno de los aspectos más-a profundos de la acti-
gos del siglo xvn. Para jtzger con seriedad vidad científica, algo asi como uno de sus
ambas actitudes es necesario, ante todo, ubi- caracteres eternos.
carlas históricamerite, es decir, insertar la una La concepción iluminista generaliza, en el
y la otra en las respectivas épocas en que sur- plano filosófico, la confianza del científico en
gieron y se. afirmaron. 'Entonces será fácil le ra7ón, pero no la confianza de tipo meta-
comprender que los medievales no podían de- físico, fundada sobre la hipótesis, más o me-
jar de apreciar la lógica que, a sus ojos, cons- nos explicita, de que la rtzón constituya la
tituia un recurso realmente eficaz para desen- sustancia última de lo real, sino la confianza
volverse con sutiles distinciones entre los equí- de tipo operativo, fundada sobre los innume-
r'ocos, los sentidos traslaticios y las alegorías rables éxitos que el hombre ha logrado cada

42
vez que sustituyó un cornportlmiento dog- nidad, y por esta fe se les pueden perdonar
mático por un comportamiento racional; Es muchos pecados." (H. Hoffding).
une concepción en que la racionalidad no se 4. Los nombres y las obras de los grandes
admite como algo objetivo, casi como un su- iluministas franceses son muy conocidos: Vol-
premo principio de la naturaleza, sino como taire, Montesquieu, Helvetius, Diderot, d'
el principal elemento propulsor del progreso Alembert, Rousseau, etcétera. Su crítica com-
culrural de la humanid¿d. prende los más diversos problemas del-espíritu,
En el siglo xvm el impulso de b raz6n yt desde la economía a la educación, desde la
no opera sélo en el interior de la ciencia para religión a la física. A través de la gran Enci-
permitir a los investigadores la conquista de clopedia irradian su propia acción haci¿ es-
nuevos resultados; irrumpe en la ciencia del trados cada vez más amplios de la cultura,
mundo entendido en toda su amplitud de forman nuevas conciencias, alimentan orgu-
mundo cultural, civilizado, polírico. Los es- llosas esperanzas, preparan a Francia y a Eu-
piritus superiores se sienten en la obligación ropa par" la profunda renovación de la Re-
de no conservar pára sí lo que han apren- volución.
dido, de no concentrar todas sus energías en No es empero de nuestra incumbencie ex-
el desarrollo puro y simple de las verdades poner aqui, ni en sus grandes lineamientos, el
científicas, sino en el de divulgarlas de la ma- desarrollo de esta página que figura entre las
nera más comprensible para despertar, excitar, más hermosas de la historia moderna. A nos-
iluminai. No ha concluido aún Ia discusión otros el iluminismo nos inreresa exclusiva-
de una teoria'cientifice o filosófica en los ga- mente como exteriorización de un aspecto
binetes de los doctos, cuando ya se la discute fundamental del pensamiento cienrífico, as-
cn los salones yr poco después, en las calles pecto que es necesario absolutamente tener en
v en las plazas. cuenta si se quiere comprender la ciencia en
Esta vocación, que podríamos llamar 'mi- toda su real complejidad.
sionera", fue sentide sin duda con cierta inge. Seria con todo un error circunscribir al si-
nuidad yt para quien la contemple desde afue- glo xvllt la presencia --en la historia de la
ra, puede suscitar una impresión desfavorable. humanidad- de una actitud como la que
En efecto: detrás de tanto entusiasmo no es acaba de explicarse. Los estudios más moder-
difícil advertir un innegable dogmatismo, ex- nos hen comprobado, en efecto, el carácter
presión de una escasa conciencia íntima de la iluniinista de muchas tendencias del pensa-
cabal dificultad de los problemas. 'La falta de mientt. muy anteriores al siglo xvrrl; baste
preparación filosófica de las armas del pensa- pens.ir en el movimiento sofíscico-socrático en
mien-to con que se entró en la lucha no restó, la Arenas del siglo v a. C., o en la corriente
sin embargo, nada de su imporrancia a la mi- del pensamiento iniciada por Galileo. Además,
sión histórica de los hombres que iniciaron el el espíritü iluminista puede sin dudr encon-
combate. Cuando se trata de la vida se han de trarse nuevamente en much<¡s autores del si-
emplear las armas de que se dispone. Y aun glo xtx, y hoy mismo renace con grail energia,
cuando no siempre se tiene la impresión de si bic'n con algunas variaciones sustanciales.
que los filósofos franteses del siglo xvIn po- Expresa, como lo dice muv bien Banfi a
seían cabal superioridad intelectual, y aun propósito de Galileo, "el plano universal al-
cuando ellos, mediante su celosa preocupación canzado por Ia investigación científica, que
por simplificar y vulgarizar, empequeñecie- de los campos particulares . . . irradia a toda
ran ¿ veces lo grande y profanaran lo real- la realided física, como un¿ verdad infinite
mente sublime, detrás de su dogmatismo, de en progreso constante. Esto significa una tras-
la ceguera y angustia de sus menres, existía formación radicel del sentido de la vida, que
une fe ardiente 'en el progreso y en la huma- ya no se presenta predispuesta según un fina-

43
lismo ideal, sino que se revela como uni lucha aceptada antes como la más concordante con
activa en favor de la realización de un reino el dogma r.
concrcco de l¡ humanidad". iin otras palabras: No fueron, pues, las divergencias filosóficas
es Ia afirm¡ción yictoriose del hombre que, ni las científicas las que engendraron el choque
apoyándose cn las propias conquistas cientí' profundo entre el pensarnienro iluminista y la
ficas, seguro ya dcl poder de la propia razón, Iglesia católica. Su verdadera razón debe bus-
acepta v¡lientemente su lugar en'el mundo carse en el ambicioso programa de renovación
sin la ilusión de ser el 'centro natural" (es general que los iluministas prctendían extraer
decir, el ccntro por inescrutable predcstina- de su pensamiento científico-filosófico, es de-
ción del Creador), pero con la noción de tra- cir, en la carga de energía que se desbordaba
bajar con enereia revolucionaria para tras- de este pensamiento hacia todas las ramas de
fornrarlo y humanizarlo t part convertirse la vida civil.
efectiv¡rnente, por propia iniciativa y por su
denodedo csfucrzo, en el centro operarivo del
En el plano práctico, no en el teórico, tuvo
lugar el encuentro más áspero; y no por azar,
mundo renovado.
dade la energía con que los iluministas empe-
f . Después de lo que hemos dicho, en genc- ñaban su acción concreta sobre el mundo. Su
ral, sobre la actitud iluminista, es evidente que actitud científica era, como hemos tr¡tedo de
todos los movimientos que siguieron sus hue- ilustrrrlo, esencialmente extravertida de-
llas tenian que chocar, más tarde o más tem- cir, dirigida hacia el campo general de-es la cul-
prano, con les fucrzls conservadoras de su tura- y, por lo tanto, era fatel que eso les
épocr. Como en el siglo xvur las fuerzas con- lle.,':rra a luch¡r contra todos los mitos, en
servadoras se personificaban sobre todo en la ctrrlquier región de la cultura donde éstos se
Iglesia cacólica; contra clla, en particular, los anid¡ran. Su lucha fue una lucha dirigida ha-
iluministas dirigieron sus críticas. cia la humaniznción integral de la civilización
Pero hr de tenerse muy presente que, en y dc sus valores, y las zonas donde h¡llaron
verdad, no fueron las críticas filosóficas las resistencia mayor fueron, naturalmente, aque-
que determinaron la característica aspereza de llas de la vid¡ civil que hasta entonces se ha-
aquell.r polémica (la antitesis sobre filosofia bian sustraido en mayor grado al dominio del
racionalista y pensamiento cristiano es un he- hombre, al soplo renovador d,e la razón,
cho general, muy antiguo, ¡y de ninguna ma-
6. P*r dar un ejemplo de la posición ca-
nera especifico del siglo xvrn!), como tam-
rrcteristica de la mentrlidad iluminista ante
poco lo fue la imposibilidad de conciliar los
distintos dcscubrimientos de la nueva ciencia
el problema específico de Dios, puede ser
oportuno lugar de detenernos en los au-
tores más-en
con los dogmas de la religión. Respecto de esta
empeñados en la polémica antirre-
falta de conciliación considero útil observar t
que ella también debe ser considerada desde
l,Vale la pena recordar un caso perticularmentc sig-
un ángulo histórico, no desde un punto de nificativo. Hasta el siglo xvn la fe en la posibilidad
vista absoluto. La propia Iglesia vive en la de l¡ generación cspontánea estaba tan difu¡dida (por
historia, y puede, por lo tanto, transformar su cjemplo, se pensabe que las ranas pudiesen nacer del
patrimonio dogmático (o, por lo menos, mo- barro por le acción del sol). que las experiencias dc
dificar su interpreración) hasta conciliarlo Fr¡ncisco Radi, dirigidas a demostrar lo contrario, se
considcrero¡r incompatiblcs con las Sagradas Escritur¡r
con lo que a primera vista parece ser anties- y, por lo tanto, atacrdas por los teólogos. Menos de dos
tético. La alternativa de la condena del sis- siglos después (es d;cir en el siglo xtx) los pepeles
tema copernicano ofrece excelente ejemplo se h¡bian invcrtido completamcnt:: ahori los ceólogor
de cuan¡o se acaba de exponer. En algunos ca- estaban en contra dc la generación espontánea' y ctr
favor de ella csteban en cambio los materialistrs Vogt,
sos, por otra parte, el cambio es tan profundo
Hecckel, etc., que esperaban utilizarla para explicar cn
que tal vez resulte condenable le propia teoría términos natu¡¡lcs el origen de le vid¡.

44
ligiosa y que se vieron arrastrados pol e!l,r a -en su n<¡b!e brtrllx- es r.rnr fin¡lided ro-
actitudcs e-\trcm;rs-- menci<l.nrr :rlti:n otro t¡lnren¡c hurnen¡. 'r' Po. ctt.1 :.lii.rnz,r cl horn-
filisofo quc, .lun ,l¡ icnt.rcl,r indudrblemc:rte L-rs r¡o iric. LIL' r'1.r,-l¡ .ic sLl Prir:ri.i r:i-1.'1-tendcn-
haci¡ el ilr¡miirismo, afronró l:r cucsti,in.ccn ci,r, .rtlt, 1.,' siire ¡.tr'.t in1:Lr,l.l::j.: l,:n.rvide
ma\ror trrnquili<lad y cspíritu concili.rJor. e .rnti,tll-',t r ¡l l¡s l'rl'.ri:i.rs i,rr,l'¿ t-\ i cll lr pro-

Con totlo, el dcsacuerdo sustancial entrc lr ni¡ ll-risi,,ir. l-.t er:r:t.nci.r .lc I)it,s si)lr) .ii\-c p1r¡-
posición iluminist:r y la de l;r tcologia trrdi- r:r .q,rr'.rr-rtiz.rrlc l¡ s,,li.i¡: id r.l .lc iorir'¡s los seres
cionrl, cs p¡rticularmente útil para acl¡r:¡r bttclittsi pe:-o l;r lrrcIr ¡r,t.:ririj y cr]ircL'r\-x los
la novedrd del ilrrminismo. atributos Cc unr lr.rcl:.r hrin-,.ur.1. cn I.r que
Me refcriré. par¿ elegir un ejemplo entre CliJ¡ uno de nostltros nt.r!rtii.rl iili.lctos !os
los más fáciles y sienificativos, a la posición irru¡tios dcbcrcs, I rs plor-. i.i. i!.|.rr,i.ibil idxdr.s.
de .John Stuart Mill, que, si bien vivió en el el propio intcr'/-is t rrndrmcni,,l.
siglo xtx, se mantuvo al problemr de f)e lr :rntigu:r :'cligii,n. crrn <,r'c pr,,hlcmas
Dios- más próximo-f¡s¡¡c al pens:rmiento cle los metrf ísicos rcspcct() clc lr rr.r, -'.-'rCencir. tle lo
iluministas quc al de l:rs filosofías ochcccn- abs..-,llrto, puecir-' ci:cii-sc iluJ l!r) h.r .-,rrc.J.rJo 1'a
tistas. Mill no nicgn, por principio, l:r existcn- n¡de. El ilunrinismo lr¡ c.rnfirr;.¡rdo unr vcz
cia de un ser supremo, sino que se limita a más su c¡rrrctc'. tot¡lme ntc hurn,rno, I logran-
estudiarlo de la manera más rigurosa en su! do humaniz¡r hrstr el cr)¡1cr-pro dc ser supre-
relaciones con el mundo. Y como los aconce- mo!
cimientos del mundo resultan, ante el examen 7. Quien examine, dcsdc rrn punto de vist,r
de un observador atento y honesto, evidentc- actual, los .grlndes tem¡s clcl iluminismo J'l
mente irreconciliables con el dogma rr¡dicio- siglo >llllt no ¡od¡¡ dej:rr dc scntir, como ya
nal del infinito poder v de lr infinitr bondrd he dicho, cierto fastidio nnte c! inqenuo opti-
del Creador, rechaz.a (sin ninguna preocupa- mismo de que cst¡ rendencia a1'rlrcce total-
ción metafísica) el primero de los dos atribu- mentc imprctnada. I-a cxccsiv¡ confirnza en
tos y conserva sólo cl scgundo. que se fund¡ l:¡ actitud iluministe tiene, en
Por r¡zoncs de espacio no pueclo derenermb efccto, aleo dc innegabl'.mente dogm:irico, y
e exponer la argumcntación precisr, v sin pre- nin¡runa filosofia serie pucde :rbrigar la ilu-
juicios, con quc Mill dcmucstra la insanable sión de logrrr su justificación.
contradicción entre el curso dc los sucesos más Pcro si no se Io pucde justificar, se lo debe
ordinarios del mundo naturírl y humano y la sin emb:rrgo comprcnder: sc"csplic:r como ma-
hipótesis de un Dios omnipotente e infinita- nifestación de lá exubcranci:r iuvcnil c{el pen-
mente bueno. Para mí el punto más caracte- srmiento hurnlno. cldrr vcz mis os¡do ante los
rístico es la conclusión lograda por Mill: Dios admirablcs óxitos dc l:r invcstigrción cicntífi-
existe, es bueno, pero precisamente por dis- ca, 1, cotcicntc de tencr ante sí inmensos
poner de un poder limitado neccsit¿ absoluta- crmpos que c\plomr y \:ílstos debcres que
mente de l¿ colaboración human¡. Surge asi cumplir.
fundamcntal en el gran clrrma cós- El postulado de l¡ infabilided de la razón
mico- obrala -hasta
dccisiva dcl hombre. El Dios no erxr sin dude, mis que una fe, no muy
de Mill no cs un 'principio del mundo", sino distintr, teóricanente, dc la fc reli.giosa en un
un ser totalmcnte inserto en el mundo, como mundo trasccndente, gonti¡ la cual combatía
lo están los demás seres y, en ptrticular, esos con jrctancios:r er¡'os:¡¡rcia. Pero en la l¡rbor
preciosisimos colaboradores de Dios que son concrctír dc los iluminist¡s l,r nuevr fc sc con-
los hombres. vertí¡ en una fuerza muy eficaz, tcnazmente
Profundiztndoel examen se ve luego que el dirigidr a iluminar y dirigir el mundo.
veidadero centro de esta lucha no es Dios, sino ¿Qué significa la palabra 'razón"? Seríe
el hombre, puesto que la finalidad de arnbos inútil exigir al iluminismo una respueste a
,+,
este pregunta. En verdad, tampoco llega a bre, no es una fuerza que debemos implorar
plantearse la pregunta. Lo cual no le impidió, a seres superiores. Constituye lo que hay de
sin embargo, hacer cumplir notables progre- más profundamente humano en nosotros, y
sos a la raz6n, del mismo modo que el desco- iamás nos dejará de la mano si sabemos movi-
nocimiento de la naturaleza de la poesia no lizar con toda sinceridad nuestras energias, siJr
impide en modo alguno la composición de titubeos, sin términos medios, sin detenernos
poemas admirables al poeta sinceramente ins- ante ningunabtrrera exterior. Cuanto mayor
pirado. sea el empleo que hagamos de la razón, tanto
Si en una época de desarrollo científico ma- más completo será el conocimiento que de
duro la reflexión crítica es indispensable tanto ella adquiramos.
al matemático, al físico y al biólogo, como al Al proseguir coherentemente el camino
filosofo, puede resultar un estorbo para quien abierto por el iluminismo, el pensamiento
se halle empeñado en los primeros pasos del científico logró hoy, como veremos,'una con-
largo y duro camino de la ciencia. Cuando las ciencia crítica que a primera vista puede con-
técnicas especiales son aún inseguras, conviene trastar netamente con la juvenil eonÍianze
arriesgarse con ellas, poner concretamente a inicial. Calando más hondo en las cosas, ad-
prueba su eficacia, confiar en el primer im- vertiremos, sin embargo, que en realidad no
pulso, en lugar de esterilizarse en un examen existe tal contraste; la conciencia de hoy no
demasiado'arduo y delicado de los fundamen- es sino el desarrollo de la energía de ayer.Lt
tos. Nada más expresivo, en esta etapa de lr herencia legada por el iluminismo no es pasiva!
investigación, que la célebre frase atribuida a en efecto, no es un conjunto sistemático de
d'Alembert: "¡Proseguid y la fe vendrá!" És- dogmas, sino una fverza de propulsión in:
ta puede elevarse a la condición del carácter vencible. Si la confianza, inicial de esta fverza
general del pensamiento iluminista: proseguid, pudo parecer el fruto de una actitud dogmá-
tened fe enlt raz6n, y lt razón os demostrará tica,, la fecunda capacidad operativa que r€-
con sus mismos éxitos el poder infinito que veló garantizahoy su plena eficacia en el ám-
encierra. bito de los valores relativos de que el hombre
Lt rtz6n no es algo que trasciende al hom- dispone concretamerite.

CAPÍTULO \/III
t
EL PELIGRO DE TRANSFORMAR LA CIENCIA EN METAFÍSTCE
(Et positivirmo)

l.
Durante el siglo xrx logró prevalecer en nere clar.t el núcleo más vivo del iluminismo.
gran part€ de los filósofos y de los científicos Nos proponemos ilustrar ahora esta nueva in-
(no en todos, como lo veremos en el capitulo terpretación y subral'ar sus grayes peligros.
siguiente) una interpretación del pensamiento Conforme lo hemos mencionado ya, la con-
cientifico que si por un lado se vinculaba con fianza iluminista en l¡¡ ciencia se fundaba en
concepciones y esperanzas del siglo anterior' el supuesto de la capacidad indiscutida, de la
por el otro terminaba por contradecir de ma- razón humana, pere desentrañar la estructur¡

16
profunda de los fenómenos. Es cierto que el ron leyes naturales c:rdr vez más eenerales,
iluminismo, en \ez de detenerse sobre las im- convencidos de que la tarea últime de la in-
plicaciones metafisicas de tal supuesto, prefe- vestigeción cientifica era, precisamente, la de
ría insistir sobre el aspecto humano, operativo, captar los principios constirutivos del univer-
concreto, de la razón (también dijimos que, so. Fruto dc tal mentl!idad son lls conocidas
a nuestro entender, éste es el aspecto mejor de {ormulaciones de los grendes plincipios d'e
la actitud iluminista); pero también es cierto conservación de la mlteria, de conservación
que la carencia de una justificación del poder de la energía, de evolución, etc. Aun abri-
de la razón constituía un punto bastantc dé- grndo la ilusión de no sufrir ningunr influen-
bil y una posible fuente de no leves equír'ocos ci¡ de la metafísico, csos estudiosos eceptaron
filosóficos. dogmáticamente, como realidad última de la
En verdad, el problema había sido afrontado naturaleza, el modelo que de ella habían for-
con gran profundidad filosófica jado sus propias construccio¡es científicas.
en el siglo.xvrll- por Immanuel-justamente
Kant; pero Hoy esos mismos principios se conciben
su pensamiento careció de influencia decisiva como leyes fundamentales que poseen una
hasta el siglo xrx. Sin detenernos analítica- función normativa muy importante en el ám-
mente en é1, bastará recordar que Ia crítica bito teórico y experimental, pero, por eso
kantiana, desarrollada y acaso parcialmente mismo, susceptibles de todas las precisiones
disfrazade por los idealistas, cortdujo a une críticas, ampliaciones y transformaciones que
concepción de la ciencia que puede resumirse cartcterizan el desarrollo histórico concreto
así: nuestra r^z6n logrx captar la profunda de las ciencias construidas por el hombre. Fn
estructura de los fenómenos porque coincide cambio, durante el siglo pasado no se esta-
con el principio racional constitutivo del uni- blecía ninguna distinción entre el modelo
verso. En otras palabras: la garantía filosófica científico y la realidad; no se tomaba en
del poder cognoscitivo de la ciencia reside en consideración la dialéctica interna de las teo-
la identidad dela razón humana se hace rias, su continuo proceso de modificación
-que con
explícita en la investigación científica- autocrítica, profundización de los propios
le razón universal que constituye la base mis- principios; en una palabra, se confundia el
ma del mundo. conocimiento científico real con el conoci-
Admito, con la más reciente historiografia miento metafisico ilusorio.
filosófica, que este concepción de la reciona- 2. Ya el desarrollo del pensamiento griego
Iidad podemos llamar G¡e¡¡i¡¡i6¿r'- habia demostrado la formación de la
-que no sólo las escuelas idealistas
haya dominado filosofía platónica -con
y su'influencia sobre am-
poskantianas, sino también, pero con ctra'c- plios estratos de investigadores (sobre el mis-
terísticas distintas, gran parte de las corrien- mo Euclide¡, por Io menos dentro de ciertos
tes positivistas que se desarrollaron en el si- límites, según lo vimos en el capitulo terce-
glo xx. Me parece que desde Fichte hasta ro)- Ie existencia en la mente humana de
Hegel, desde Comte hasta Spencer, todos los una irresistible tendencia a revestir de carácter
pensadores más representativos del siglo esta- absoluto las proposiciones científicas, el cual
ban convencidos de que la ingenua y dogmá- es, en verdad, totalmente ajeno al desarrollo
tica fe iluminista en la razón podía justificar- de nuestras investigaciones efectivas.
se, en un plano superior al operativo, por la Pero los griegos se habían limitado a in-
rustancial compenetración de la realidad con tentar este revestimiento en una sola rama
la racionalidad. Y es interesante observar que de la ciencia propiamente dicha (es decir, de
también los físicos, los biólogos, etcétera, se la ciencia distinta de la filosofía); en otras
dejaron guiar, en sus iespectivas ciencias, por palabras, en la rama matemática, única que en
une concepción anóloge fr por ende, busca- Ia antigüeded había logrado un nivel seria-

47
mente riguroso. Tentativas semejantes En cuanto al primero de ellos, ya dijimos
-ya€n
la época moderna- no demoraron en mani{es- que la tentativa de interpretar la ciencia 'en
tarse también respecto de las dcmás ciencias, .sentido absoluto guarda relación con la fallida
en cuanto éstas alcanzaron una madurez seme- distinción cntre principio cientifico y princi-
jantc. Fsta tendencia constitu,ve, a mi enten- pio metafísico, entre función reguladora del
der, un gravisimo peligro p:,ra el pensamicnto primero y pretendida función productiva del
humano, tsnto más amenazador cuanto que segundo (como es sabido, según la filosofia
parece irresistiblcmente vinculado cón cicrto tradicional, cl principio metafísico sería el
grado de desarrollo de la ciencia. Es dccir: sustrato de donde surge la realidad).
en cuanto ésta adquiere conciencia de su pro- En cuanto al segundo, es decir, a la univer-
pia autonbmia f¡ente a la'metafisica, parece salidad de las proposiciones, la tentativa de in.
sin embargo fatal que tienda a atribuirse csos troducir en la ciencia l¿ universalidad de
mismos caracteres que antes se atribuían úni- la metafisica sólo pudo nacer de un equivoco;
camente a las construcciones metafisicas. Es es decir, de la confusión entre universalidad
como si se temiera confesar su carácter de y generalidad. En otras palabras: se trata de
técnica en continuo desarrollo-, de complejo atribuir a las proposiciones cienríficas una
teórico-experimental determinado por su mis- generalidad siempre mayor, con la esperanza
ma historia de verdad esencialmente humana, de que, en el límite, esa generalidad se tras-
relativa y siempre retocable. Surge así un formara en la antigua universalidad de los
resultado hibrido que no es ni ciencia ni me- metaf isicos.
tafisica, sino una infeliz combinación de En verdad, empero, cuanto más se genera-
ambas. lizaba una ley, tanto más se estaba obligado
Este peligro hizo sentir toda su gravitación ¿ renunciar a la exactitud de su siggificado;
especialmente en el siglo xlx; más entonces que en mayor medida se debia acudir a la analo-
en los siglos anteriores y, también, más gía en su demostración. O sea: más se alejaba
que en la época actual. Podría encontrarse, de lo efectivamente verificable y más se per-
ante todo, en las llamadas "filosofías de la dia, por lo tanto, el contacto con la busqueda
natvraleza" de tipo idealista (Schelling, Hegel, viva del laboratorio, con los problemas con-
etcétera) ; pero para quienes se ocupan como cretos que habían constituido la verdadera
nosotros del pensamiento cientifico cabal y fuerza y la máxima fuente de satisfacción pa-
verdaderor'esta confusión entre ciencia y me- ra los iniciadores del pensamiento científico
tafísica, revelada por las vagas e imprecisas moderno.
filosofias de la natutaleza, es un hecho de En lugar de continuar la humanización de
escasa importancia. Nuestro interés debe diri- la ciencia iniciada en el si-
girse a las concepciones de los científicos o de glo xvlr-r,-humanización
la mentalidad positivista trató de
los filósofos-científicos que pretendieron ex- hacer revivir en la ciencia, casi sin modifica-.
presar, en esa misma época, el máximo rigor ción, las mismas exigencias en cuya virtud los
cientifico. Ahora bien, es un hecho incontras- antiguos pensadores habian creado la metafí-
table que también estas concepciones sica. Temióse, casi, vincular la ciencia con la
-preci-
samente las llamadas'positivistas"- aparecen realidad del hombre concreto, gue esforzada'
profundamente, teñides de metafisica, no obs- mente la elabora y gradualmená la desarrolla
tante su' aparente polémica antimetafisica. y perfecciona; prefirióse hacer de ella un mito,
Paraconvencerse de ello baste recordar los dos' sin advertir que los defectos de la antigua me-
caracteres netamente metafisicos que los po- tafísica se vinculaban precisamente con esta
sitivistas intentaron introducir en le ciencia: forma mitológica de sus concepciones, ¡ro con
el carácter absoluto y la universalidad de las el contenido particular de los distintos mitos.
proposiciones. 3. Llegado 'a este punto, preveo una ob-

,+8
jeción. ¿Cómo puedo ecuser de rcndencia do sostener que tales preguntas carezcen de
metafisica a la filosofia positivista, si ésta significado científico; sólo quiero subrayar
realizó el máximo esfuerzó para deparar el que no pueden tenerlo mientras se mantengan
propio lenguaje de algunos de los más anti- en lo vago y en lo genérico. En otros términos.
guos y equívocos términos metafísicos como, para p¡sar del nivel metáfísico al nivel cien-
por ejemplo, el de causa? tífico no basta sustituir la palabra ocausa"
La respuesta no es difícil. Efectivamente, por, la'palabra 'ley"; es necesario precisar el
el concepto de causa fue eliminado por Comte, sentido dc los términos, delimitar el ámbitc
pero en su lugar fue introducido el concepto de la pregunta, vinculándola directamenre con
de ley, entendido en sentido tan escasamente determinados medios de verificación. Si-di-
crítico que, bajo su bandera, se colocaron gamosJ se quiere discurir el valor del meca-
casi todos los equívocos que la metafisica ha- nismo, es necesario dar, ante todo, una defi-
bía legado e la noción de causalidad. nición clara de éste, por ejemplo, la siguiente:
Uno de los aspectos más incomprensibles 'Es mecanicista toda teoria que reduzca la
de Ia causalidad era el carácter necesario del explicación de los procesos naturales a mode-
vínculo que afirmaba. Y bien: ¡este carácter los mecanismos." Pero en seguida surge la
reaparece indéntico en el concepto positivista pregunta: ¿en qué sentido entendemos el tér-
de ley! Se recuerde la crítica de David FIume mino 'mecánicos"? ¿Es 'mecánica" solamente
a la'noción tredicional de causa, pero no se la teoria newtoniana de las fuerzas de la gra-
advierte que la necesidad de la ley es tan in- omecánicas"
vedad o son todas las teorias que
justificable como la de la relación causal. expresan sus leyes mediante cualesquiera ecua-
Otro punto débil de la antigua concepcción ciones diferenciales? Hoy podríamos preci-
met¡fisica de causa era la carencia de una sar: ¿'son mecánicas" también las llamadag
escrupulosa precisión de su significado. Los mecánicas modernas: la mecánica cuántica,
positivistas son claros, sin duda, al denunciar la relativista, etcétera? Pues, ¿de dónde resul-
el c¡rácter equívoco del término, por ejem- t*ía le superioridad de una respecto de las
plo, al acldrar la diferencia existente entre el otras? ¿No se oculta aquí cierto peligro de
sentido con que puede hablarse de causa en la que la palabra omecanicismo" no tiende sino
relación entre un fenómeno y otro, y el sen- e enmascarar el reconocimiento de un mayor
tido con que se hebla de ocausa primera" del valor racional de los conceptos cientificos más
mundo; pero no advierten que el mismo cerác- antiguos (como los de masa, fuerza, movi-
ter plurívoco puede encontrarse de nuevo miento) respecto de los más modernos (carga
en el concepto de ley, si se lo emplee como eléctrica, probabilidad, entropía, etcétera)?
concepto general. En una palabra: no tienen Sin sostener que ocurra siempre así, es necesa-
le valentía de dar-el salto completo, refiriendo rio reconocer con franqueza que el peligro
el concepto de ley lo, pro".ros ope.ati"os, de equívocos dd este tipo estí -oy iif,ttr-
" sentido preciso (pro-
únicos que pueden darle dido; y debe combatírselo con la mayor ener-
cesos operativos que resultan, con todo, dis- gía, pues constituye una rémora implícita
tintos de un tipo de ley a otro, y que aclaran, para la renovación de las teorías científicas,
con esa diversidad, lo infundado que resulta es decir, para el libre desarrollo de la in-
cualquier tentative grosera de unificación). vestigación.
Y así vuelven, encuadrados en el concepto 4. Los'positivistas acostumbraban a hablar
de ley en vez de estarlo en el de caus¿, los a cada rato de leyes naturales, de experiencia,
mismos problemas muy generales debatidos de ciencia. Pero es fácil convencerse de que
inútilmente por los metafísicos durante un trataban todos estos conceptos con escaso es-
milenio: ¿determinismo o indeterminismo?, píritu crítico. Ya lo hemos comprobado res:
¿mecanismo o vitalismo?, etcétere. No preten- pecto del concepto de 'ley"; ahora observa-

49
remos que un carácter de generalidad aún tradicionales (de .'absoluto",'divino", etcé-
mayor se encuentra en el concepto positivista tera) iustamente Porque no sabía, despren-
de 'experiencia" o de 'hechos empiricos". derse del caricter abstracto de la filosofí¿ de
ohablaba" de
No vamos nosotros a negar la importancia peor tradición. En una palabra:
oexperiencia" en los experiencia, pero no se sumergía concreta-
del factor Procesos cog-
noscitivos, pero es evidente que este factor se mente en ella; "hablaba" de investigaciones
determina á. ttte distinta en los di- científicas fundadas,sobre hechos, Pero él mis'
-"ttera
versos campos de investigación (por ejeinplo, mo no realizebt ninguna efectiva investiga-
en la fisica, en la psicología, en la sociologí¿). ción de laboratorio.
Pretender insertai estas maneras en una sola Por lo demás, el propio concePto de ciencia
cetegoría es, pues, une Pretensión e-quívoca era, entre los positivistas, algo enormemente
qoe la incapacidad de captar las dife- impreciso, Exaltaban continuamente la supe-
"*pt"t"
rincias existentes entre los métodos de veri- rioridad del conocimiento cientifico sobre
ficación utilizedos en un campo de'investiga- todos los demás tipos de conocimiento' Pero
ción y los utilizados en otro, el distinto grado no se planteaban la pregunta: ¿qué distingue
de intersubjetividad, y así sucesivamente. al uno del otro?
Ya Galileo había comprendido muy clara- En este sentido su dogmatismo resultaba
mente la importancia de saber provocar los particularmente nocivo, pues en esos mismos
oleerlos" de
fenó'menos, saber v¿riarlos, saber años se estaban afirmando precisamente otras
una manera en lugar de otra (es decir, inser- muchas disciplinas o subdisciplinas nuevas,
tándolos en un lenguaje con preferencia a que aspiraban al nombre de ciencias (desde le
otro; por ejemplo, en un lenguaje puramente termología al electromagnetismo, desde la es-
cualitativo o en uno esencialmente cuantita- tedística ada psicología experimental, para no
tivo), saber rectificar' con instrumentos más mencionar la filologia, la lingüistica, etcétera).
o menos complicados (digamos, con el ante- ¿Debíase o no concederles el derecho que re-
ojo), las impresiones inmediatas de los senti- clamaban? Por otra parte, el desarrollo siempre
dos, etcétera. Ante esta rica ramificación de la creciente de la industria favorecía la forma-
búsqueda concreta en el laboratorio, ¿con q-ué ción de nuevas ramas de ciencias aplicadCI y,
detecho se pretenderá atribuir e todos los por lo tanto, era urgente decidir hasta dónde
hechos un modo igual de existencia y consi- esas investigaciongs prácticas debíen o no con-
derarlos indiscriminadamente como realidades siderarse, t¡mbién ellas, seriamente científicas.
últimas, absolutas, intangibles? Sin embargo, No sólo eso: la propia relación entre le ciencie
la actitud de los positivistas ante los 'hechos" del físico y la técnica del ingeniero reveleba
giraba precisamente alrededor de esta intan- una complejidad cada vez mayor. En efecto,
giUilia"a. No era.l¿ actitud del operario que por un ladg era evidente la dependencia de la
Je tl trozo de madera o de metal para técnica del ingeniero respecto de los descubri-
"""t""
trabajarlon plasmailo, transformarlo; sino la mientos científicos, pero, por el otro, no podía
del salvaje que se inclina per.a edorat. negerse que, a menudo, los descubrimientos
"El hecho tiene realidad de por sí -<scribe científicos aparecían precisamente condicio-
por ejemplo Roberto Ardigó-. Una realidad nados en form¡ íntima por los progresos técni-
inalterabie, una realidad que estamos obliga- cos. ¿Qué significado debía atribuirse enton-
ociencia", c*tcteñzeda en tel
dos a aceptar, tal cual está dada, tal cual la ces a-la palabra
enconffa;os: es absoluta la imposibilided de situación por un desarrollo tan tumultuoao
añadirle o de quitarle nada. Por lo tanto, el y caótico? ¿Con qué derecho los positivistas
hechb es divino." Leyendo estas palabras ocu- pretendían hacer palanca sobre un- té-rmino
rre espontáneamente Pensar que Ardigó se lan equívoco como ociencia", para-hallar fi-
veía en h obligación de acudir a loa atributos nalmente una solución única y définitiva ¡ las

t0
viejrr c intrinc¿das discusiones de lo¡ filósofoc? de les rel¡ciones entre un esl¡bón y otro de la
l. Las relaciones entre l¡s distint¡s cicnci¡s gran cadena; el claro rcconocimiento del valor
fue uno de los problemas más discutidos du- dc cada descubrimiento, que resulta del hecho
rane el período positivista.'Las tentativas p¡re de que éste constituye el instrumento indis-
lograr una solución están representadas por pensable en les investigaciones sucesivas ('los
los muy conocidos esquemes de clasificación resultados científicos de una ciencie se tras-
de las ciencias. forman en los recursos lógicos de otra"), et-
La primera y más célebre de esas clasifica- cétera. No obst¡nte, no es posible oculmr la
ciones es la de Comte. Se fundeb¡ sobre cri- peligrosa abstracción del esquema y su carác-
terios teóricos e históricos. En efecto, disponia ter irreconciliable con el verd¡dero desarrollo
l¡s ciencias en un orden que iba de l¡s ciencias del pensamiento cientifico. ¿Quién nos ta-
más simples (la matemática) a las que eran rentiz que las ciencias fundamentales sean
ceda vez más complejas, orden que, confir- verdaderamente es:ur seis gue considera Comte
m¡do por lo menos consideraba Comte- y no otras? Por ejemplor ipor qué la astrono-
-esi
por la correspondiente fecha de nacimiento, mía ha de ser más básica que la mecánica y
debia ser posterior el descubrimiento de las no éste más que aquélla? ¿Dónde deberán
ciencias que, por tener un objeto más corn- insertarse las nuev¡s disciplines que, por todas
plicado, estaban obligadas a utilizer en su pertes, apremian para obtener el titulo de
desarrollo los resultados de las ciencias más ciencias? ¿Cómo deberá iustificarse l¿ influen-
simples. cia ejercida tan a rirenudo obscrvada-
Sobre el fundamento de estos criterios,
-y superiores
por las ciencias sobre las llamadas
C-omte imaginaba la disposición de las seis inferiores?
ciencias fundamentales en el siguiente orden El problema de la clesificación de las cien-
jerárquico: l) matemática, dedicada a estu- cias preocupó, después de. Comte, a los más
diar el más elemental de los factores que cons- autorizados representantes del positivismd del
tituyen el mundo: la cantidad; 2) astronomía. siglo anterior (Spencer, Mill). Sin embargo,
que a la cantidad agrega el movi¡niento; 3) toda tentativa por encontrar una solución
física, que a los factores anteriores agrega las definitiva se reveló prácticamente inadecuada
propiedades mecánicas, térmicas, luminosas, y de ahi que los mejores y más modernos es-
eléctricas, etcétera, de los cuerpos y que estu- rudiosos tiendan hoy a reconocer que ese pro-
dia los fenómenos que no rlteran la neturaleza blcr-na estaba mal planteado. En efecto: adop-
de las sustancias; 4) química, que estudia en taba la forma de un problema de relacioneg
cambio., estas alteraciones de la sustancia; t ) cntre los resultados de las distintas ciencias,
biologir, que considera como objeto propio micntras que debió limitarse a estudiar las re-
de investigación los seres vivos, que añaden l¡ciones entre tps lenguajes científicos y las
una organización a l¿ materia bruta; 6) so- técnicas de investigación. El vicio original ra-
ciología, gue considera las relaciones entre los dicado en su base era !a prcrensión inconfesada
seres vivientes, y que por lo tanto comprende de iplicar al pensamienio científico una cate-
l¿ economía, la moral, el derecho y, sobre goria característica de la vicja merafísic¡: la
todo, el estudio de las leyes que regulan el' sistematización absoluta, la absolutr coheren-
curso de la historia. cia lógica de las investigaciones. Fn cambio, la
Algunos méritos de le clasificación que aca- historia humana, en su carácter concreto, de-
b¿ de mencionarse son evidentes: la unidad muestre que el pensamiento científico se ra-
entre les distintas cienci¿s que, ¿un dentro dc rnifica en nuevas formas relacionadas con
l¡ diferencia de los objetos relativos z ceda innumerables circunstancias, de hecho no pre-
invertigación, terminan --*gún C.omte- por visibles ni sintentizables en una única fórmule
form¡r un único árbol indivisible; le scncillez a prbri. La prctensión de dcscubrir una cl¡si'

'L
fic¡ción de todas las ciencias, sin advertirlo, critico exigíe el empleo de nuevos camiaos,
tendia e detener aquel desarrollo y a circuns- que el viejo positivismo, irremediablementc
cribirlo entre limites preconcebidos, y de ahí dogmático, no habí¿ sabido emprender. Sin
su fracaso, de ahí la imposibilidad de dar con embargo, alguna mención de estos nuevos ce-
una solución que no fuera irremediablemente minos pueden ya encontrarse en el propio si"
dogmática. glo xo<, no tanto en las discusiones generale
6. Si el positivismo del siglo xur fracasó de los filósofos (positivos o no) cuento er
completamente en su objetivo, logró sin em- las particuleres de los científicos. Estos, en
bargo aclarar la importancia, filoséfica tam- verdad, se vieron obligados, por las mismas
bién; del pensamiento cientifico. En efecto: exigencias de su labor técnica, a revisar el
demostró que toda filosofía seria debe refle- fundamento y el valor de las propias teorías
xionar muy escrupulosamente sobre la estruc- (matemáticas, físicas, biológicas), así como
tura de las efectivas investigaciones científicas, el significado de los conceptos de ley, ciencia,
pues no tendria sentido discutir en general y hasta de demostración. Fue precisamqnte
el problema de nuestra capacidad cognoscitiva, esta revisión, con sus enormes desarrollos, la
sin previo exem€n crítico preciso de todo que dirigió el pensamiento científico hacia
cuanto la humanidad logró alcenzer concreta- su íntima conciencia plena, que constituye
mente en el deserrollo de la ciencia. hoy su mayor mérito y su ceracterística más
Sin duda, le realización de este exemen destacada.

CAPTTULO Ix

LA NUEVA METODOLOGÍA

1. En los primeros capítulos trat¿mos de como ejemplo típico de una ciencia racional
explicar el proceso a través del cual se formó, perfecta. Es cierto que no todos sus axiomas
entre los antiguos griegos, el lenguaje exac- parecian demostrar la misma evidencia, pero
to de la matemática (que logró un grado existía la convicción de que aun el más dis-
de particular perfección en los Elementos de cutible de cllos (es decir, el quinto posrulado
Euclides). Y tratamos de aclarar cómo en es¡ de Euclides) habría podido reducirse a una
formación se. superpusieron dos influencias verdad más segura.
distintas: la de la critica sofístice y la de
Platón. O sea: mientras la primera tendía a ¿Qué afirma este postulrdol "Si dos rectas cortad¡s
presentar la matemática como una técnica por una transversal formen ángulos coniugados no su-
plementarios (en la figura los ángulos c y p) ambas
particulermente eficaz en la investigación de
rectas se cortln en el semiplmo respecto dc l. trans-
un determinado grupo de nociones, la segunda
versal que contiene los ingulos coniugedos cuy. sumt
tendía en cambio a interpretarla como un cs inferior a l80o (o menor de dos recrrs)." (Tradu-
seber absoluto. cido por Enriques Amaldi.)
Durante casi dos milenios prevaleció la in- Si, cn cembio, h suml dc c * p es 180o, la¡ dos
fluencia de Platón, y la matemátice --'+obre rectas serán prralclr. C.omo inmedi¡tamente sc dcducc
todo la geometría elemental- fue considerada dc él quc oor un punto cxterior de un¡ rectr r p¡s¿ una

t2
T una sola- parrlclr ¡ r, cs costumbre lhm¡r ¡ c¡tc cionada. Pero debcmos destecar el giro decisivo
gosohdo cl "postülado de las paralclas". Su csces¡ evi- que este descubrimiento imprimió al curso
dcncir depende dsl hecho de quc si sc v¡rí¿ lr figur: del pensamiento matemático. Señaló el co-
dc modo que la suma a * p se .cerque c¡d¡ vcz má¡
mienzo del abandono progresivo del punto de
¡ los 180o, sin deiar por eso de ser inferior, el punto de
inters¿cción d: las dos rectas se aleiari cade vcz mls
vista platónico, abandono que significó el
dc la transversrl y ninguu verificación cxperimental descenso de las teorías matemáticas desde la
condición jerárquica de verdades absoluras a
la de construcciones hipotético-deducrivas.
Mientras prevaleció la convicción de que
las teorías matemáticas representaban verda-
des absolutas, se había evidentemente alimen-
tado la fe en que, por lo menos, esta ciencia
proporcionaba proposiciones universalmenre
verdaderas (por ejemplo, que en cualquier
espacio quedaban satisfechos los célcbres teo-
podri gerantizar su existencia. Ahor¡ bien, ¿qué ocu-
remas de Pitágoras, Euclides, ercétera); y no
rriria en el edificio tan coherente de la geomrtríe do
se había sentido tampoco la necesidad de re-
Euclides si se admitier¡ la posibilidad de quc tel intcr-
sección no existe antes de que rquella suma alc¡nce lor
flexionar con excesivo rigor acerca de las
l80o? Se demuestra., sin dificultad, en trl supuesto, relaciones y de la diferencia entre intuición
quc muchos teoremas, ent¡e los más conocidor dc l¡ espacial y coherencia l6gica.
geometria elrm:ntal, rcsultari¿n falsos, y que crpítulor Pero en cuanto se descubrió la posibilidad
integros de esa cicnci¡ (por ejemplo, el dc l¡ rcrncirn- lógica de nuevas geometrías (y pocas décadas
zr) dcsaprrccctírn después de 1830 se demostró que éstas no
podían conducir e contradicción alguna, salvo
Desde comienzos del siglo x¡x h misma que fuese contradictoria la propia geomerría
gravedad de estas consecuencias habíe conven- euclidiana) toda la perspectiv¿ debió cam-
cido a la generalid¿d de los estudiosos que no biarse radicalmente. Hubo que volver a exa-
era científicamentc lícito abrigar serias dud¿s minar a fondo la exactitud de los procedi-
respecto de la validez del postulado. Sin em- mientos empleados en cada una de ellas y,
bargo, nadie había logrado demostrar que sobre todo, fue preciso comprender que no
debería admitírsela efectivamente (es decir, tenia sentido hablar de un 'teorema verda,iero
que la falta de acept¿ción habría conducido ¡ por sí mismo". Todo rcorema es verda(l ío,
una verdadera contradicción lógica). Ahora exclusivamente, dentro de los límites cle r.na
bien, hacia 1830, tres matemáticos (Nicolás teoría, en la medida que pueda deducir<,: ,le
Ivanovich Lobachevski, Janos Bolyai y Carl sus postulados. L¡ aceptación de un postr,' .lo
Friedrich Gauss), independientemente entre en lugar de otro no es un hecho lógico, .no
si, expresaron una idea totalmente nueva: la una simple convención. El. matemático debe
idea de que no ocurriría nada absurdo si so interesarse por todas las geometrías posibles,
negara el tal postulado (sustituyéndolo por dejando al fisico la tarea de utilizar, en los
un postulado distinto). Claro está que surgi- distintos campos de investigación, aquelh que
ríe.una geometría distinta de Ia euclidiana, resulte más adecuada a los hechos.
pero no menos coherente y precisa que la an- De esta manera, la geometria, considerada
tigua y enriquecida también con varios teo- durante siglos como el ejemplo más perfecto
remas inEeresantes. de ciencia universal, se fragmenraba en nu-
No podemos detenernos sobre el deserrollo meroses ciencias particulares. La mente hu-
de las dos geometrías (eliptica e hiperbólica) mana perdia la ilusión de lograr verdades
que surgieron de la, tudaz innovación men- absolutas, y se hallaba, de golpe, en posesión

tt
de distintas técnicas fundadas sobre axiomas s€ pregunte: '¿No es une vergüenza pal,: la
incompatibles entre sí, pero que, sin ernbargo, ciencia el mantener a oscuras un tema que
poseían todas ellas, a priori, igual validez. le es tan intimo y que par€ce tan simple?
2. El valor metodológico del descubrimien- No hay que hacerse ilusiones: si no se sabe
to oue acabamos de mencionar no fue ínte- definir el número uno, menos se sabrá decir
qué es un entero, en general. Ahora biert, si un
grr-"rra. comprendido inmediatamente Por
concepto que es fundamento de una ciencia
iodos los filósofos y científicos del siglo pasa-
tan grande como la aritmética presenta tantas
do. Se oponía tan abiertamente a la mentali-
dificultades, es sin duda un imprescindible
dad positivista, entonces predominante,- que
*o"Éor, aun después de la ionstrucción de las deber de nuestra parte hacer todo lo posible
para examinarlo con la mayor precisión y
geometrías no euclidianas, prefirieron conti-
resolver la dificultad, tanto más cuanto que
i.r". p.ttttttdo que la "verdadera" geometría resultaríd muy dificil explicar con perfecta
era la de Euclidás, y que las otras, 'en reali-
claridad los números negativos, fraccionarios
dad", eran simples y meras ficciones.
y complejos, si no se aclara completamente el
Pero la crisii iniciada en los principios de
fundamento mismo de todo el edificio arit-
la geometria debia originer muy Pronto otros
mético."
desarrollos, ya en la propia matemitica, ya
fi¡era de ella. El reconocimiento de la necesidad de tal
En el ámbito de la matemática correspondió examen lógico, sin prejuicios, de toda la arit-
al análisis infinitesimal llevar la crisis hasta mética puede considerarse como el desarrollo
sus últimos extremos. Como ya tuvimos oca- natural de esa 'crisis de la evidencia" que
sién de mencionarlo, esta disciplina maravi- unas décadas antes había iniciado en el edificio
llosa se creó en el siglo xvu y que muy matemático el descubrimiento de las geome-
pronto-que
demostró su riqueza de aplicaciones a trías no euclidianas. Sus desarrollos, sin em-
la mecánica, física, etcétera- no habia logra- bargo, fueron aún más sorprendentes que los
do obtener, en la época de su nacimiento, una ya notables derivados de la critica del quinto
forma lógica. coherente. Todos comprendian postulado de Euclides.
el carácter ambiguo de los conceptos de infi- Con un trabajo admirable por su precisión
nito y de infinitésimo sobre los cuales se fun- y rigor, Gottlob Frege (paralelamente al ita-
daba; y sólo aceptaban operar con ellos por su liano Giuseppe Péano) trató de dar a la arit-
enorme fecundidad cientifica. Pero el desarro- mética una sistematizaciín lógica completa,
llo de la teoría obligó, durante el siglo xD(, a ctpez de satisfacer las exigencias críticas que
rever los principios y desentrañar los delicados él mismo había formulado claramente en el
conceptos de limite y de número real, irhplí- pirtafo transcrito. La obra muy complicada
citamente contenidos en las operaciones bá- que para tál objeto compuso lleva por título
sicas de derivación, integración, etcétera. Grunilgesetze der Aritbmetik (vol. I, 1893;
La urgencia por definir los números reales vol. II, 1903) y fue escrita con símbolos para
aclaró gradualmente las oscuridades que se evitar toda intromisión, en el lenguaje mate-
ocultaban en el concepto de número fraccio- mático, de nociones oscuras y ambiguas pro-
óario, número relativo y, por último, en el cedentes del lenguaje común.
muy elemental- de núme- Pero no había terminado de imprimirse el
-aparentemente
ro entero. ¿Es posible dar una definición exac- segundo volumen cuando le llegó al autor una
ta de los números lr 2, 3r 4, t . . .? certa muy singular. Su remitente era un joven
Gottlob Frege, uno de los más grandes inglés, estudioso de los problemas lógicos,
lógico-matemáticos.de fines del siglo anterior, Bertrand Rusell, y contenía una grave obje-
después de exponer la incertidumbre de los ción al método empleado por Frege para de-
matemáticos respecto del concepto de unidad, finir los números enteros. Como lo veremo¡
t4
't
\. ¡

en el parágrafo siguiente,esta objeción consis- poteutes"? Si, bastará para ello que puede verificersc
te en un.raciocinio simple, que demuestra la que a rc¡de elemento del primero corresponde uno dcl
segundo y viceverse, y que a elementos distintos co-
posibilidad de construir, dentro del muy exac-
rrcsponden siempre elementos distintos (con un aná-
to sistema de la aritmética de Frege, nada lisis rlgo sutil por breveded dejrmos equi de
menos que una antinomia. (ei decir, una -que
ledo- podría demostrarse que esta definición no im-
pregunta que origina una contradicción, cual- plica en verdad l¿ idea del número uno), C-omprobado
quiera qu€ sea la respuesta que se dé a aquélla). este hecho, es fácil deducir, por abstracción, el con-
Fue para Frege un golpe muy fuerte; un golpe cepto de "potencia de un conjunto cualquiera", como
que destruía de pronto la pacientg labor de carecterístic¡ común a este conjunto y a todos sus
toda una vida. Por probidad de investigador, conjuntos equipotentes. Ahora bien, es¿ potencie
-se-
Frege publicó lr cartt de Russell como apén- gún Frege- será precisamente el "número cardinel"
dice al volumen, con un breve esquema de del conjunto.
respuesta, pero desde entonces su producción Para exponer la ¡ntinomi¿ de Russell, no es necF
sario ir más allá en la construcción ¡ritmética de Freqe,
cientifica cesó.
y nos ahorraremos, pues, el esfuerzo de mencionar, aun
El año 1903 (fecha de la publicación del someramente, 'las definiciones precisas con que deduce,
volumen que acábamos de mencionar), señala del concepto muy general de "número cardinal" quc
la iniciación oficial, en la historia de la ma- acaba de explicarse, los más específicos de uno, dos
temática, de una de las más graves crisis que tres, etcétera.
conoce el pensamiento científico, crisis alre- La objeción de Russel parte del concepto de "con-
junto", del cual puede deducirse, sir dificulttd, el
dedor de la cual aún bullen no poc¿s discu-
concepto más restringido de "conjunto normal". Exis-
siones. Señala el abandono definitivo, por
tea !'conjuntos" que no se contienen ¡ sí mismos como-
parte de los cultores más serios de la mate- elementos; asi el conjunto de todos los hombres (este
mática, de toda ilusión dogmática acerca de conjunto, en efecto, no es un hombre y, por t¡nto, no
la propia ciencia, es decir, de toda ilusión de está contenido en el conjunto de todos los hombres).
encuadrar su desarrollo real en fáciles esque- Existen, en cambio, otros "conjuntos", que se contie-
mas a priori, necesarios y universales. nen a sí mismos como elementos; así el conjunto de
todos los conceptos ebstractos (en efecto, este conjunto
3. El interés de la antinomia de Russell es muy no- es, a su vez, un concepto abstncto). Para distinguirlos
táblc también porgue presenta indudable analogía for- entre sí se denomin¡n "normales" los "conjuntos" del
m¿l con algunas paradojas singulares imaginadas en la primer tipo (es decir, aquellos que no se contiencn e
antigüedad (en particular con la del barbero que he- si mismos como elementos).
mos expuesto en el capitulo II, S t). Considero, pues, Ahora bien, imaginemos reunidos en un "conjunto"
conveniente detenerme algo sobre ella, aunque esto me N todos solos- los "conjuntos" normlles, y pre-
-y
guntemos: ¿el "conjunto" N, asi formado, es o tro eg
obligue, lamentablemente, a emplear ciertos conceptos
algo ibstractos y de comprensión no inmediata. Quien normal? Es decir, se contiehe o no se conticnc a si
h¿lle excesiv¿ dificultad en este parágrafo, puede omi- mismo como elemeno?
tir su lectur¡, sin menosc,abo alguno del desarrollo Supongamos qrr. Ñ ," contenga a sí mismo como
ulterior. elemento. En tal N contendrá también u¡
hipótesis
Para definir el número nrtural Frege parte del com- "conjunto" no normal, por curnto se contendrá a sí
cepto de clase (o conjunto, o agrrgado). A fin de no mismo, que no es normal. Pero esto es imposible, por-
sutilizar demasiado, podemos limitarnos a entender este que contraría la definición de N (por cuanto N con-
concepto en forma intuitiva, es decir (empleando la tiene solamente "conjuntos" normales).
fr¡se de G. Cantor), "como la reunión de lrrios ob- Supongamos, por el contrario, que N no se conten-
jetos entre sí- del mundo ext.:rior o de gr a si mismo como elemento. De esto ss dcduce que
-distintos
nuestro pensamiento". Estos objetos suelcn llamarse es un ejemplo de "conjunto" normal y, por trnto, es
"elementos del conjuntó". Si en t¡l reunión no hay absurdo que no pertenezca al "conjuncq" N ( por de-
ningún elemento, decimos que el conjunto cs vacio, finición, N conticne todos los "conjuntos:' norme-
¿Es posible, sin tener l¡ menor noción de número, les).
zfirm¡r que dos conjuntos son "equinumerosos" o "equi- Nos encentramos, pu€s, frente r una evidente anti-

'J
¡omi¡: nuertre pretunta adrnite sólo dos respuestes y mcnta ert¡ función: mientr¡s qüe cD el c¡¡o del "co¡-
¡mb¿s se han revel¡do imposibles. ¡unto" normel, no pudicndo h¡cer intervenir ningule
Más recient:mente se ha observado (por p.lrte de preocup;ción de adherenci¡ d; conceptos abstr¡ctos ¡
los lógicos Grellin y Nelson) que la dificult¡d anrerior entes concretos, le basc de le ¡ntinomi¡ s: revel¡ ab¡o-
puede transfcrirse de l¡ teori¡ de los "conjuntos" e h lut¡mcnte intangible-
teori¡ de los conceptos, hccho importente que justi-
fica el nombre de antintmias lógices que se confiere Para eliminar este 'jaque" tle razón
¡ la¡ antimonias de esta cl¡sc, Lo expliceremos brevc- to más humillante -tan-
cuanto aparece precisa-
mcnte.
Asi como hemos distinguido dos crtegorías dc "con-
mente en las propias raices de la más racionel
juntos", podemor distinguir dos categorias de concep- de las disciplinas cientificas- Bertrand Rus-
tos; los que expres¡n une propi:dad de que gozt cl sell tuvo que imaginer vne teoría de los tipos,
concepto mismo, y los que expresan una propieded no muy complicada, que altera irremediablemen-
s¡tisfech¡ por cl concepto. Pertenecc, por eiemplo. r te la tradicional noción de la lógica. Otros
h primerr categoria, el concepto de abstracto, por acudieron a distintos recursos, quizás más
cuanto puede ¡firmarse qu-. también él es abstracto. drásticos aún.
Pertenece, en cambio, a la segundr crtegoria cl con-
Pero el análisis de todos estos recursos, más
cepto de "roló", pues no puede afirm¡rse eue cl con-
ccpto de rojo sea rojo. Pare distinguir ambos tipos dc o menos artificiosos, para resolver tal antino-
conc€ptos suele decirse que un concepto cs "predica- mia, excede nuestro objeto actual. Una sola
ble", si pertenece a le primera categorir e "imprcdi- cosa nos interesa en ésta ocasión; adquirir
c¡ble" si pertcnece a la. segunda. conciencia de que la antigua ilusión de unr
Ahora bien, formcmor el concepto gene¡al dc "im- matemátice conexe y coh€rente, que se des-
prcdicabilidad" (bastará pare ello abst¡eerlo de lo¡ arrolla en un pacífico fluir sin fracturas in-
innumeiables ejemplos de conceptos impredicables) y ternas, puede decirse que se halla en su oceso
prcguntemos: ¿este nuevo concepto, asi formado, pcr- definitivo.
t:necerá a la primera o a la segunda categorir? Er
decir, el concepto de "impredicabilidad", ¿será predica-
4. También en el cempo de las cienci¿s
ble o imprediceble? experimentales (fisica, química, biología) se
Es fácil ver. como antes, que ambas hipótesis con- produio algo después- una pro-
-aunque
funda crisis de principios, análoga a la surgidr
ducen ¡ un rbsurdo, Supongamos que nuestro nuevo
concepto s:a pf€dicable, es decir, que pcrtenezcr a lr en la matemática. En efecto: a medida quc
primera de las categorias mencionadas. Esto significa- esas ciencias fueron afinando süs medios de
ría gue gozarir de la prcpiedad expresada por el propio observación, resultó cede vez más evidente la
concepto. Pero esto es absurdo, pues trl propiedad es, imposibilidad de encuadrar los hechos obser-
just:mente, h "impredicrbilid¡d"' y nosotros, en clrn-
vados en los esquemas conceptuales elabo-
bio, supusimos que nuestro concepto cra predlcable.
rados por el pensamiento científico anterior.
Supon¡¡rmos entcnces que nuestro nuevo concePto
En consecuencia, apareció más evidente quc a
sea impr:dicable, Surge .nuevemente una contr:dicción,
porqus, por hipótesis, gozr en cstc cáso de le "im- tales esqrlemas no era lícito atribuirles aquel
prcdicabilidad" es decir, de lr propiedrd que el mismo valor absoluto que el viejo positivismo, con
concrpto enuncir. En otris palabras, en la hipótesir una confianza demasiado ingenua, les habi¡
dc ser impredicable resulta prccisamente qu3 es pre' reconocido.
dicrblc. Veamos, a titulo de ejemplo, algún análisis
¿Cómo salir de estr mar¡ñ¡ de contr;dicciones? crítico muy sitnple, tomado de la física, co-
La anelocia entre ta paradofe anterior y lá d"l bar- mo el análisis del concepto de longittid. Es
bero es evidente; en éstr como en tquélla. la argu'
mentación se funda sobrc el acoplemiento de los dos
fácil comprobar que el propio sentido de
¡tributo: "todos" y "solos". Con la diferencia de quc cn
nuestras afirmaciones debe variar comPletl-
cl c¡so det b¡rbero srlt¡ a l¿ vist¡ inm'di:tamentc l¡ mente cuando +aliendo del campo de las
imposibilidad dc adaptar la definición abstracte dc longitudes comunes- hablamos de medidas
"brrbero" a h persone concret. qu: cjerce efcctiv¡- astronómicas o de medidas ultramicroscóPicas.

t6
L¿ afirmación de que una pieza de género es les llegamos ¡l número 'tres cienmillonési-
--digamos- de i metros tiene un significado mos". En verdad, este número se ha obtenido
táctil evidente, verificable por todos (entre resolviendo una ecuación gener.al deducide de
un extremo y otro de la pieza podemos colocar, la .teoría ondulatoria de le luz- ecuación en
uno al lado del otro, f patrones de madera que se introdujeron ciertos datos numéricos
de un metro cada uno), y, asimismo' par¿ recebados de experimentos con los rayos )C
mayores distanci¿s terrestres también se con- Por lo taRto, no sólo el carácter del cortcepto
serva este significado ¡unque las rnediciones de longitud se transformó de táctil en óptico,
se efectúen con instrumentos ópticos (en efec- sino que, además, nos hemos comprometido
to, siempre es posible una comprobación por en una teoria óptica bien determinada." Las
lo menos parcial de las medidas ópticas sobre cosas empeoraron más aúnrya se trete de me-
medidas táctiles). Nada de esto result¿ en didas subatómicas -+n las que resulta com-
cambio concebible en cuanto se pasa ¿ los dos prendida la teoría de la electricidad-, ya aún
nuevos cempos que ¡ntes mencionamos 'Al más en las medidas de longitudes de cuerpos
pasar de las distancias terrestres a las gran- en movimiento rápido (en que intervienen
des distancias estelares -<scribe P. V. Bridg- consideraciones relativistas) .
man (La logica della fisica moderna, Turín, En conclusión; el concepto de longitud es
l9t2)- el concepto de longitud cambia indudablemente 'plurivoco" ], por lo tanto,
completamente de carácter." En efecto, en el seri¿ un acto peligrosamente dogmático pres-
caso de las distancias astronómicas "el espacio cindir de est¿ plurivocidad imposible de eli-
es totalmente de tipo óptico, y no tenemos po- minar. Como se reproduce una situación aná-
sibilidad alguna de confronrar, ni parcialmen- loga con otros conceptos fundamentales de
te, el espacio táctil con el óplico. .famás se le fisica (por ejemplo, los de tiempo, fuerza,
realizaron medidas directas de longitud, ni po- etc.) se deduce que gran parte de las llamadas
demos medir los tres ángulos de un triángulo leyes generales de la nttura,leza
para controlar nuestre hipotesis de que sea jus- -formuladas
precisamente con tales conceptos- pierden
tificado el empleo de la geometría euclidiana necesariamente su carácter de proposiciones
rl extender el concepto de espacio. No pode- cientificas exactes. Hoy ya no tiene sentido
mos observar más que dos de los ángulos de alguno hacer referencia a Ia generalided de
un triángulo, por ejemplo, cuando medimos la una ley o de una teoría como prueba de su
distancia a la Luna observándola desde dos ex- valor. Este valor sólo puede-demostrarse por
tremos {e un diámetro terrestre. Par¿ exten- la capacidad de esa ley o teoría de acrecer el
der a distancias aún mayores nuestras medidas patrimonio de las observacion$ que contro-
de longitud, debemos introducir nuevas hipó- lamos y de los nuevos fenómenos que provoca.
tesis, como la de que see todavía válida toda Como no podemos exponer, por limitacién
consecuencia de las leyes newtonianas de la del espacio, los frümerosos resultados logrados
'mecánica". Otro tento ocurre en el cam¡ro en fisica, quimica, biología, eic. a través de
ultramicroscópico.'¿Qoé significa, por ejem- esta crítica de los conceptos demasiados gene-
plo, la afirmación de que la distencia entre los rales, me limitaré al caso del concepto más
dos plarlps de un determinado cristal es dc fundamental de todas las ciencias naturales: el
tres cienmillonésimos de cm? dicicndo concepto de causalidad.
Bridgman-. Queremos decir-sigue que une tercere Ante todo, ha de observarse a
parte de trescientos millones de estos planoa Birdgmen- que oel concepto causal-siguiendo
. . .. no es
¡uperpuestós dan un espesor de un cm, pero de pinguna manera simple. No tenemos un su-
resulte evidentc que no es éste el significado suceso simple A conexo ceuselmente con lm
efectivo. El significado efectivo aparccerá si sucéso simple B, sino que el concepto incluye,
¡e. examinan las operaciones merced a las cua- como parte vital del mismo, el trasfondo toal

t7
del sistema dentro del cual ocurren los sucesos. ciendo en ella conceptos y principios cada vez
Si el sistema, incluyendo su historia pasada, más generales, la conciencia hoy en día alcan-
fuese diverso, la naturaleza de la relación en- zada respecto del valor efectivo de los concep-
tre A y B podria cambiar totalmente. El con- tos y de los principios ha conducido a conclu-
cepto de causalidad es, por lo tanto, relativo, siones claramente opuestas. En éfecto: ha de-
en cuanto implica todo el sistema en que ocu- mostrado la necesidad de excluir de las teorías
rren los sucesos". cientificas todos los conceptos y principios
F.sta relatividad se agudizó particularmenre genéricos, y por eso mismo equivocos, dejando
con los descubrimientos realizados en el campo en ella sólo expresiones exactamente circuns-
subatómico, en relación con la discontinuidád critas, capaces de expresar problemas dotados
de la energía. Esta discontinuidad significa, en de sentido, que reflejen todas las particulari-
efecto, que la energía consumida por el ins- dades estructurales de las situaciones fenomé-
trumento de observación (indiquémoslo con nicas concretas.
C) para verificar la relación entre A y B no La llamada crisis de la ciencia ha sido, sobre
puede ser inferior a cierto límite: el átomo de todo, una crisis de la vieja concepción filosó-
energia cuyo valor depende de la frecuencia fica de la ciencia. Para decirlo con imágenes,
del rayo de energía empleada. Por lo tanto, fue una crisis de desarrollo, a través de la cual
si el intercambio energético entre A y B es, la ciencia ha tirado por la borda el acervo, ya
también é1, del orden de magnitud del átomo embarazoso, de las viejas nociones de origen
mencionado, la pura y simple emisión de la metafísico, para asumir mayor funcionalidad,
energía consumida por C hará variar de ma- para adecuarse siempre mejor a los nuevos y
nera nada desdeñable la "historia del sisrema" más delicados problemas de índole lógica y ex-
y, con ella, la'naturaleza de la relación entre perimental que enfrentaba.
A y 8". Y como un instrumento no puede f . La nueva filosofia cientifica o metodo-
medir la energía que él mismo emite, resultará, lógica que surgió de la actitud critica descrita
en particular, que no podrá determinarse la en los parágrafos anteriores no conservó
variación que C produce sobre la relación en- -de
positivista- sino el programa
la vieja herencia
tre A y B y, por lo tanro, perderá valor cual- de la lucha contra la metafisica. Pero el sig-
quier raciocinio sobre esta relación como algo nificado de esta lucha es completamente dis-
científicamente universal y objetivo. tinto.
Admitido .rto, ,ro cabe duda de que la Ya no se trata de eliminar los principios
"relación causal", dotada de sentido cientifico, generales de la metafísica para sustituirlos con
no podrá confundirse con la categoría de la principios no menos generales tomados de la
causalidad, grat^ los filósofos. Ésta, en'efec- ciencia, sino de combatirlos por el car^ctet
^
to, pretendía expresar un único tipo de rela- equívoco yrde imprecisión ligado a su preten-
ción, válido para todos los seres; aquélla, en dida generalidad. Se trata de demostrar {iie la
cambio, expresa tántos tipos bien dercrmina- insolubilidad de los más antiguos y respetables
dos de relaciones cuantos sugiera la infinita- problemas filosóficos no depende de las difi-
mente rica variedad de las situacione3 reales. cultades de su contenido, sino de su mal plan-
La aparente capacidad de las viejas catego- teamiento y, por ende, de su falta de sentido;
rías para aplicarse a casos muy diversos sólo se trata, pues, de sustraedes su antiguo hechizo,
depende de su extremado carácter genérico de denunciar el enorme daño que acaÍrearon a
y de su efectiva falta de idoneidad para in- la filosofía y a las ciencias y de librar para
tr¿ducir el carácter concreto de los hechos en siempre a la mente humana de su peso inso-
el razonamiento científico. portable.
Mientras la vieja filosofia habia abrigado la Así interpretade la lucha contra la mete-
ilusión de poder integrar la cienci¿ introdu- física se convierte en une luche contra todo

t8
lo que pr€tenda poseer los caracteres de abso- cia universaly absoluta, en ¡bierta contradic-
luto que los antiguos filósofos atribuian a la ción con el programa crítico a que aspira.
metafisica. Es, por lo tanto, una lucha que Quien desce mantenerse fiel a tal programa no
apunte no a sustituir una metafísic¡ por otra, podrá considerar como defecto la multiplici-
o a sustituir la metafísica por una ciencia más dad de los métodos de análisis critico; lo im-
o menos absoluta, sino a liberar la razón hu- portante para él scrá que cada uno sirva real-
mpna del mito mismo de lo absoluto (y, por meáte para aclarar la estructura de los procesos
ende, también de lo absoluto en la ciencia). cognoscitivos, para conformar una humanidad
'más consci€nte y, por lo tanto, más dueña de
El instrumento con que los metodólogos más
modernos lib4aron esta lucha consistió, sobre las teorías científicas y de sus aplicaciones.
todo, en el ¡nálisis preciso y muy riguroso del 6. Considero gue he aclarado suficiente-
lenguaje empleado pare expresar los diversos mente los caracteres fundamentalcs de las exi-
problemas. En un principio este análisis reveló gencias criticas que acaban de ponerse de ma-
su eficacia en la crítica del lenguaje matemá- nifiesto. Son caracteres que las vinculan a toda
tico, físico, etcétera; luego se extendió a las la tradición más viva de las investigaciones
propias cuestiones filosóficas, y no admitió matemáticas y naturales, es decir, de aquellas
que ést:rs se desarrollaran en una esfera propia tendencias que con mayor intensidad se esfor-
superior, inaccesible a las exigencias generales zaron en todas las etapas del pensamicnto cien-
de la raz6n. tífico por acercar la verdaá al hombre, por
No sería sincero afirmar que la crítica asi hacer de la ciencia algo esencialmente nuestro.
planteada haya tenido siempre fácil y paci- Según lo hemos visto, se desarrolló primero
fico trámite. En efecto, podemos advertir un en el interior dc cada disciplina particular
contraste innegable entre las dos instancias por el apremio de los problemas cada vez más
(lógico-matemática y experimental) presentes nuevos y sutiles que hemos ido tratando; luego
ambas en dicha crítica: la primera tiende a esas exigencias criticas se incorporaron al pro-
hacer prevalecer el análisis de los axiomas de grama filosófico general de algunas vastas co-
Ias reglas de deducción, de las tautologías, et- rrientcs de pensamiento, hoy muy difundidas
cétera; la segunda, en cambio, trata de hallar tanto en Europa como en América. Baste re-
en la referencia empírica el único criterio para cordar las corrientes pragmáticts yr se¡u"tt-
separar lo que tiene sentido de lo que no Io cionalistas origin:rdas a comienzos dc estc siglo
tiene. En el propio seno de la dirección meto- al disolverse la filosofía positivista del siglo xlx
dológica han surgido dos puntos de vista que (Mach, Poincaré, Vailati, Dewey, etcétcra),
si bien por un lado se integran mutuamente, así como elmuy recicnte neopositivismo o em-
por el otro se combaten, esforzándose cada pirismo lógico (Vittgenstein, Schlick, Carnap,
cual por imponer su propia superioridad. etcétera) que, nacido en Viena hacia 1930,
Sin entrar en los detalles de este conflicto desde hace unos veinte años gravita alrcdedor
veces abierto, a veces latente- debe con de algunos grandes centros de estudios ingle-
-a
todo reconocerse que de ningún modo ha ener- ses y estadounidenscs (en particular, Oxford
vado o enerva la, f.uerza de la crítica antime- y Chicago).
tafísica; antes bien, a menudo logró aumentar El ropaje filosófico general que estas co-
;u vivacidad. Verdaderamente, la propia acep- rrientes impusieron al fermento crítico del
tación de un método único para el análisis de pensamiento científico h¡ terminrdo a me-
las proposiciones cognoscitivas (es decir, para nudo por éisfrazar la estructura .ruténticíl de
la formación exacta de aquellas que tienen sen- dicho fermento, exagerando algunos caracte-
tido y la condena de las mal formuladas) sería res (sobre todo el de la pura convencionali-
un acto veladamente metafísico. En efecto, dad¡ y olvidando y subestimando, en cambio,
equivaldria a atribuir a ese método una efica- otros (sobre todo el de la historicided de las

t9
tcorías). De ahí que surgieran reacciones com- En l¿s páginas que siguen me limitrré ¡
plcjas en el interior y fuera del ámbito de l¡ €xlxrner algunas breves consideraciones perso-
ciencia, que hacen temer, inclusive, que se nales con respecto a los efectos que la crisis de
pierda la mejor parte de los resultados con- los métodos y de los principios analizados en
quistados anteriormente en cuanto se refiere e el presente capítulo ejerció sobre la lógica. Es-
le conciencia intima del pensamiento. to me permirirá exponer lo que hoy es, según
Empero, estamos ahora aludiendo involun- entiendo, el núcleo cons¡iturivo de la labor
teriamente a cuestiones demasiedo vivas quc científica.
no pueden encararse seriamente sin interés ii-
recto en los más ardientes debares acruales de donde r: cncuenra ecturliz¡d¡ una cxh¡ustiv¡ biblio.
[e filosofía de le ciencia. Y como tales debates grafie:
eon totalmente ajenos al programa que nos L. Gryvoxer, Stu¿i bcr tn atovo nziotalissro,
hemos propuesto, es mejor detenernos y dej* Iurin, Chiantore, l94f ; L. G¡y¡r¡o¡¡ar, Saggi dl fi-
losofia neo-razio*alistice, Turín, Eineudi, fgtr; N.
que el l¿sgs¡ quien cllo interes* reúna ADB,tcNlNo, y orros, Fondgmeüi logici ilella schrza,
por su cuenta-¿ las propias informaciones 1. Iurín, De Silva, 1947; N, A¡¡,rcxlxo, y otros, Sag-
gi li nitica delle tcierzc, Turín, Dc Silve l9f 0; F.
1 Para profundiz¡r los artumentos equí erbozados BenoxE, ll neo-positiaitmo logico, Edizioni Filisofi¡,
pucdea ser particulrrmcntc útile¡ l¡¡ obr¡¡ riguientcs, Turin, l9fl.

60
CONCLUSTt)N

1. A través dcl ex¡men de algunas etap¡s particularmente significativas del


desarrollo del pensarniento científico hemos tratado de darnos cuenta de los
c¿racteres más notables quc lo distingucn, ye del pensamiento común, ya del
pensamiento metafísico.
Ffemos seguido los esfuerzos que realizó perl superar las paradojas y equívocos
del raciocinio espontáneo, formando verios tipos control¡dos de lenguajes,
primero el matemático, luego los dirigidos a tratar las nociones de orden
experirnental. Subrayemos cn cada ctapa realmente rriva dcl pensamicnto cien-
tifico la existe$cia de varios conflictos; por ejemplo, entrc la instancia de con-
servación de los resultados obtenidos en las etapas anteriores y la instancia de
renovación de los métodos y problemas; o el cónflicrc más piofundo entre la
jactanciosa confianza en la razón humana y el temor de que esta confianza
constituyese un acto irremediablemente dogmático, Hemos analizado final-
mente el nuevo tipo de exigencia critica que se he afirmado en las últimas décadas
dentro del mismo ámbito de las ciencias particulares, el cual se presenta o bien
como n€cesidad de una delimitación cada vez mayor del significado operativo
dc los conceptos, o bien como neéesidad de una formulación cada vez más pre-
cisa de los principios científicos ¡ sobre todo, corno diferenciación de estos
últ¡mos ante los principios a que suele acudir la especulación metafísica.
No¡ proponemos agreger ahora algunas palabras r€spectb de esta diferencia-
ción, porque nos parece el camino más adecuado para descubrir la estructura
íntima, el significado y el valor del pensamiento científico.
Si se quisiera cartcterizar con dos atributos antitéticos la actitud del metafísico
y la del cientifico, considero que podríemos emplear las palabras 'pasiva" y
tactiva".
¿En qué sentido la actitud del metafísico puedc llamarse pasiva? En éster
cl objetivo final del merafísico es el de colocar la mente humana en las meiores
condiciones parr over" la realidad, es decir, para aprehender en su Pureza cuanto
existe, no p¡re alterarlo o perfeccionarlo. Para cl metafísico platónico se trata
de cáptar los principios univcrsales del scr; cn cambio, para el metafisico positi-
vist¿ se tr¡t¿ de clptar los d¡tos de las sensaciones. Pero lo uno y lo otro se

6t
interpretan como algo intangible, absoluto, ante lo cual sólo resta inclinarse
respetuosamente.
También el metefísico subjetivista comparte esa actitud, no obstante la apa-
riencia contraria. Para é1, la verdadera realidad es el sujeto universal, indude-
blemente más próxirno a le mente humane que el antiguo ser trascendente,
aunque también provisto de c*ácter absoluto; ante ese sujeto, nuestro deber
supremo será el de comprender las leyes, captar le naturaleza profunde de su
devenir, realizarlo lo más posible en nosotros; por lo tanto, adecuar también en
este caso nuestro ser contingente al ser universal, que asume para sí la plenitud
de la realidad. Actitud sustancialmente paSiva, pues, dirigida a captar aquello
que 'es en sí", aquello que, por su modo de ser, pueda gerantizar el carácter
absoluto de nuestros conocimientos.
La actitud del cientifico, por el contrario, es estructuralmente activa. El
pensamiento científico no capte "algo que ya está", sino que construye, tras-
forma, descompone y recompone, siempre convencido de que su construcción
puede ser ulteriormente modificada, ampliada, corregida. Trabaja sobre lo pro-
visional. Construye teorias matemáticas y fisicas, pero siempre con la reserva
de perfeccionarlas, extenderlas, reinterpretarlas. Se dirige a la experiencia, pero
sin conformarse jamás con lo que ella da espontáneamente; sabe que debe elabo-
rar con inteligencia la pregunta para lograr de la experiencia una respuesta
aceotable; y sabe que esta respuesta, aun siendo interesante, jamás excluirá una
interrogación ulterior más precisa, dirigida a profundizar el sentido de la pre-
cedente.
Pare el pensamiento científico ni el mundo exterior ni nuestra misma raciona-
lidad constituyen algo "divino", 'intocable". Todo puede y debe trasformarse
por obra del hombre. Se interviene en el desarrollo de los fenómenos para corre-
girlos a nuestro favor; se interviene sobre nuestros rnismos métodos de obrar
sobre los fenómenos para lograr una acción mis eficez. En otras palabras
guiendo la célebre glosa de Marx a Feuerbach- no nos limitamos a "interpretar -si-
el mundo"; se obra para 'modificarlo""
Comprender la estructura del pensamiento científico significa comprender
esta contraposición total entre ciencia y metafisica; significa comprender que
el trabajo del científico consiste en una perenne construcción de técnicas y no
en la enunciación de "verdades absolutas".
Fln el presente libro hemos tratado de aclarar ¡sta profunda estructura del
pensamiento científico, que aparece, inclusive, cuando los científicos no lograban
percatarse aún de la diferencia entre su propia tüea y la que los metafísicos
Frretendian imponer a la humanidad.
La confusión entre ambas tareas ha sido la causa principal de los obstáculos
que en las épocas más diversas frenaron el desarrollo de las ciencias. La misma
dificultad veces señalada por los filósofos- de 'justificar" el valor de la
-tantas
ciencia depende en última instancia exclusivamente de la pretensión de encontrar
una justificación no científica, sino metafisica. En el plano científico, la ciencia
se justifica por sí misma; es una actividad que se revela capaz de éxitos cada vez
mayores, y nuestra tarea de 'científicos" sólo puede ser la de mejorada, tornarla
más eficiente, y no la de buscar una justificación 'absoluta" de su valor. Nos
ofrece una prueba patente de ello esta misma exigencia critica (o metodológica)

62
desarrollada en estos últimos decenios dentro de las ciencias particulares. Basta
una rápida visión de sr¡s arSumentaciones para comprender que de ninguna rna-
nera pueda confundirse con la pretensión metafísica de "justificar la ciencia".
El metodólogo moderno desea, en efecto, saber qué es la cienciar no par¡ con-
denarla o absolverla frente al tribunal supremo de las verdades absolutas sino,
simplemente, para liberarla de conceptos equívocos v de problemrs mal plan-
teados, para poder construir teorías más coherentes, para ser mjs "ducric" de
las teorias construidas.
2. Si el pensamieirto científico es el conjunto de actividadcs que ecaban de
describirse, ¿cómo podrán ser sus relaciones con la racionalidad?
Nuevamente resulta necesario distinguir dos sentidos en la palabra 'racionali-
dad". Si se la entiende, como lo querrían los metafísicos, como frcult¡d de
captar la "verdad absoluta", entonces evidentemente nada tiene que ver con
la labor del científico. Pero si se la entiende como actitud dirigida a construir
raciocinios coherentes y a establecer, por lo tanto, sistemas dc proposiciones
formuladas exactamente, cuyas relaciones recíprocrs y cuy.rs relaciones con
los datos empíricos el hombre sel- capaz de controlar en rodos los crsos, en-
tonces ella constituirá la armazón fundamental de la ciencia.
Pero la racionalidad en este último sentido se muestra no como una actividad
que se enreda en esquemas fijos, sino como una actividad que fluye entre mé-
todos siempre nuevos de demostración, tantos cuantos sean, pr'ecisamente, los
métodos que poco a poco vaya ideando el pensamiento cientifico.
Hoy, después de haber aplicado a todas las ramas de la geometria y de la
a¡itmética su conocida crítica de la evidencia (iniciada como lo hemos rccordado
en el cap. IX, S l, con el descubrimiento de las geometrias no euclidianas), los
lógicos matemáticos han llegado a extender ese mismo análisis disgregante tam-
bién a la lógica clásica. Sostienen, por ejemplo, que los mismos principios fun-
dament¿les de la lógica son, exclusivamente, 'reglas sintácticas", de modo que
ningún motivo absoluto impediría su modificación, como nada impide sustituir
un postulado geométrico por otro. En especial hablan de lógica de tres .valores
en lugar de dos (los dos valores de la lógica clásica son overdadero" y "falso";
los tres de la nueva lógica serian *verdadero", 'falsot' e 'indeterminado"); y a
veces introducen, inclusive, una lógica de infinitos valores. Estas nuevas cons-
trucciones, evidentemente, ya no respetan las viejas reglas de la deducción y,
sobre todo, restan toda validez al principio del tercero etcluido (en ellas, en
efecto, una proposición ya no tendrá que ser necesariamente 'o verdadera o
falsa", pues también resulta'indeterminada").
Sin detenernos en los desarrollos particulares de estas nuevas investigáciones,
estamos dispuestos desde ahora a reconocer con toda franqueza que se han mos-
trado bastante útiles, ya para permitirnos tr^tat con profundidad mayor varios
problemas científicos (por ejemplo, los relacionados con el cálculo de probabilida-
des), ya pa:^a ayudarnos a proceder con mayor agilidad en la construcción de
nuevas teorias. Estos mériios son, sin duda, suficientes para justificar plena-
mente, desde el punto de vista científico, los esfuerzos de los lógicos y Para
considerarlos como una notable conquista del pénsamiento científico moderno.
Pero, con igual franqueza, debemos observar que estas investigaciones no
modifican en manera alguna el problema de fondo, al cual eludimos hace poco,

6t
que atañe a las relacioncs entre recionalidad y pensemicnto cientifico. Sería
erróneo, en efecto nuestro modo de ver-, identificar toda la racionalidad
-a
con la lógica matemática. Esta constituye una de las técnicas empleadas por la
razón humana con objeto de perfeccionarse (y, sobre todo, perfeccionar los pro-
cesos matemáticos) r p€ro no constituye la única técnica de la rezón
' Si por racionalidad en sentido científico (es decir, en sentido operarivo, no
metafísico) entendemos, como ye lo dijimos, aquella actividad caracteristica
del hombre que le impulsa a construir raciocinios cede vez más controlados
en todas sus relaciones, debemos reconocer que no puede agotarse con un¿ sola
técnica y, tampoco, con un número preciso de técnicas. No existe, en efecto,
ningún fundamento per.al. pretensión de fijar, a priori, cuáles serán las técnicas
racionales del mañ¡na. La originalidad, siempre presente en el pensamiento cien-
tífico, puede sugerirle caminós hoy imprevisiblás.
Nos oponemos a levantar cualquier tipo de barrera ante el pensamiento cien-
tífico en continuo desarrollo; no entendemos, empero, renegar de las relaciones
que constantemente vinculan la construcción de un¿ nueya técnica con los
resultados de las técnicas precedentes. Algunos lógicos del neopositivismo vienés
y estadounidense creyeron que podian dejarse de lado estos vínculos y han
caído en el error de presentar las teorías científic¿s como meros juegos, regulados
por lcyes rigurosamente convencionales.
Quien tengd presente --{omo tratemos de hacedo en cste trabajo- los pro-
fundos nexos que siempre existcn entrc una teoria cientifica, aun nueva y
originalísima, y el nivel cultural de la sociedad donde surge )r se afirma debe
rechtzet de Ia menera más enérgica este 'convencionalismo" excesivo. Afirmar
que no existe una lógica única, que no existen teorias científicamente 'absolu-
tas", no significa de ninguna ma¡rera desconocer la profunda e inevitable con-
tinuidad de la historia del pensamiento científico, y mucho menos el hecho de
que todo descubrimiento científico está condicionado por una realidad social.
Sin la pretensión de caracterizarse como 'racionalidad absoluta en sentido
metafisico", el pensamiento cientifico tiene plena conciencia de ser.una de las
más elevadas expresiones de la razón humana, la cual se desarrolla en el mundo
concreto de la historia, colabora poderosamcnte para mejorarlo y, iustamente por
tener conciencie del peso de su propia contribución, sabe que remplazar una
toria viei-a por une nueve no iignifica susriruir un juego por orro, sino propor-
cionar a la humanidad medios cade vez más eficaces para 'transformaJ' el
mundo.
El hecho, históric¿mente incuestionable, de que la ciencia exisra y de que,
visiblcs para todos, cxistan las transformaciones que ha provocado en el mundo,
cs, a mi entender, la mejor prueba de que existe una efective racionalidad en ei
gén*o hurnano; quien prefiera una dimostración a priori de tal racionalidad
puede ir a buscarla en las definiciones meufísicas del ser humano.
Ig'¡ralmcnte, el hecho de que cxista, incuestionablemenre, una profunda con-
tinuid¿d histórica entre las distint¿s f¡scs del pensamiento científico, no obstan-
te Ia multiplicidad dc las técnicas que gcnielmente ha inventado pera acrecenrar
l¡ ¡cción del hombre sobre el -nt do,1s, e mi entender, la mejór prueba de la
unidad de la razón que actúa en ese pensamiento. Es una únidad dinámica
quc ¡ceso no satisfaga ¡ los mct¿físicos porquc no se fund¿ rcbre
¡lruebas

61
¡bsolutas a friori, pero que setisfece .plenamente a los científicos, porque se
ve confirmada por innumer¡bles controles, es decir, por el éxito práctico cotidiano
de nuestros esfuerzos concretos para entendernos recíprocamente y para cola-
borar al unísono en el deserrollo del pensamiento cientifico, más allá de cual-
quier barrere a priori.
Así como la unidad, las demás ceracterísticas de la racionalidad humana pueden
recabarse del análisis de lo que la ciencia ha operado y está operando cn el mundo.
El breve examen que hemos realizado, aun en su esquematismo, puede ayudarnoe
a comprender que la ciencia es una racionalidad viva, animada por un esfuerzo
continuo p¡re comprenderse y mejorarse, eliminando de sus propios métodos y
principios todo residuo dogmático, para demostrar con su propio éxito que todo
cl mundo ----comprendido el mundo mismo de nuestras construcciones científi-
cas- es trasformeble ilimitadamente por le, rezón humana.
Quien, no obstante, se atreia todevía hoy e hablar de 'abstr¡cción" y de 'me-
canicidad" del pensamiento cientifico, quien pretenda presenrárnoslo como una
actividad inferior que cerece de interés para el pensamiento 'verdadero", se
erriesga, con sw propias palabras, a parecer un conocedor muy superficial de lo
que discute yr por lo hnto, un pésimo representante de ese pensamiento humano
gue cree defendcr.

6'
ÍNl>rcr

INrnonuccróN

CepÍrulo I. Comienzos del pensamiento científico (Pitágoras) 7

Cepírur,o II. Dificultades del lenguaje común y formación del lenguaje


geométrico (Los sofistas - Euclides) 10

CepÍrur-o III. La tentación metafisica (Platón) 17

C,rpírur,o IV. Por qué los griegos no tuvieron una ciencia física . 21

C¡.pírur,o V. Fidelidad al pasado y exigencia innovadora 27

CepÍrur-o VI. El nacimiento de la ciencia experimental (Galileo-Newton) 33

CapÍrur.o VII. La confianza en la razón humana (Descartes-Los ilumi-


nistas) 40

C,rpiru¡,o VIII. El peligro de transformar la ciencia en metafísica (El po-


sitivismo) 46

C,rpírulo IX. La nueva metodologia ; t2

C,oNc¿usróN 6t

67
Esta edición se terminó de imprimir
en La Ley S.A.E. e I. Av.Rivadaüa 130
Avellane da-Buenos Aires-Argentina
en el mes de Abril de 1994
EL PENSAM I ENTO CI ENTI FICO

L. Geymonat

Autor de importantes trabajos ceptos en función de los méto- OTROS TITULOS DE EUDEBA
sobre historia y filosofía de la dos de verificación.
ciencia, profesor en la Universi- Reproducimos a cont¡nuación un
dad cte Pavia (ltalia), Ludovico párrafo representativo de la ¡e- SOCRATES / R. Mondolfo
SOCI EDADES ANIMALES, SO-
Geymonat expone y defiende en rarquía del pensamiento del au-
este libro su interpretación del tor, que sintetiza algunas de las CIEDAD HUMANA P. Chau- /
chard
pensamiento científico, lo sigue ideas centrales de este libro: HISTOR IA DE LAS TECNfuAS/
a través de los momentos más "Sin la pretensión de caracteri- P. Ducassé
significativos de. su historia, ana zarse como 'racional idad absolu- INTRODUCCION A LA FILO.
liza su estructura constitutiva, ta en sentido metaf ísico', el pen- SOFIA ANTIGUA /A.H.Arms-
señala algunas de las característi- samiento científico tiene plena trong
cas más notables que lo distin- conciencia de ser una de las más
guen claramente del raciocinio elevadas expresiones de la razón
espontáneo y del pensam¡ento humana, la cual se desarrolla en
metaf ísico, advierte contra el pe- el mundo corrcreto de la historia,
ligro del positivismo, al que ca- colabora poderosamente para
racteriza como una mezcla hfbri- mejorarlo y, justamente por te-
da de ciencia metaf ísica. Explica ner conciencia del peso de su
la naturaleza de este peligro y propia contribución, sabe que
sus consecuencias y, finalmente, remplazar una tebría vieja por u-
destaca -de acuerdo con las exi- na nueva no significa sustituir un
gencias críticas o metodológicas luego por otro, sino proporcio
nar a ia humanidad medios cada
que se pusieron de manifiesto en
vez más eficaces para'transfor-
los últimos decenios en las cien-
cias particulares- la necesidad
mar'el mundo." cu 0370
de volver a definir muchos con- rsBN 9s0-23-0563-4

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