Está en la página 1de 40

4

- 24 ,
rn
<
<
3
o zgFGz
-
2z m ~ ; ?
"O"
4-
u 0 .
qz%
2 a%
:; %
$ m5+ - Q:
<-p: S Z J Z
w 3 ?m
2 "y-:g"
C ov>
S U n
m .a
4 Y
@ 2C
A ) LOS ACTOS DE COMPRENSION tampoco con respecto a las de procedencia marxista, como se
ha mostrado recientemente en el término de «presupuesto de
DEL TEXTO recepción» acuñado por los especialistas de la República Demo-
crática Alemana'. Ciertamente el texto es un presupuesto es-
tructurado para sus lectores; sin embargo, cómo debe pensarse
«la recepción* de este «presupuesto». (Es algo más que sólo
una forma directa de «internalización» por medio del lector?
Teorías de tal índole acerca del texto sugieren siempre In SO&
_
pecha
---.
de _. la - co.m~~.io.&.- SQLQ.. f-la reptesentage como
que .--
~

una via uni~reccligal.,.ent.cc


..- Jexta. y&?~*: Por esta r a w p a
_Y--

r E E necesario ~~.lograr
.~
.. describir la lectura como un p r o c e m ~ d e
I o ~ ? T ~ C t O O ~ a ~ g ~de
i a ncarácter
te, dinámico, entre text0.y 1.ector.
aúe570s--signos del texto o, en caso dado, sus estructuras ad-
quieren su finalidad en cuanto que son capaces de producir ac-
tos en cuyo desarrollo tiene lugar una traducibilidad del texto
Los modelos del texto sólo circuilscriben en todo momento en la conciencia del lector. Con ello se expresa a la vez que es-
un polo de la situación de la comunicación. Por tanto, reperto- tos actos, producidos por el texto, se sustraen a una conducción
rio y estrategias solamente disponen al texto +uyo potencial omnímoda que sería efectuada por el texto. Esta brecha, cier-
proyectan y preestructuran, pero que necesita de la actualización tamente, fundamenta en primer lugar la creatividad de -- ...- la re-
por medio del lcctor- para que pueda ser recibido. La estruc- cepcián.
tura del tcxto y la estructura del acto, consecuentemente, cons- Tal interpretación se puede apoyar mediante una relativa-
tituyen los coniplementos de la sitiiación de comunicacidn, que mente temprana corroboración en la literatura. Lniiri:nce Sterne
se realiza en la medida en que el texto aparece en el lector como notaba ya en Trirtrom Shondy (11, 11): c... ningún autor que
correlato de la conciencia. Esta transferencia del texto a la con- comprenda los límites precisos del decoro pretendería pensarlo
ciencia del lector, frecuentemente es atendida como si éste se todo: el respeto más profundo que se puede rendir al entendi-
viera exclusivamente suministrado por el texto. Cierto que el miento del lector es repartir este asunto amistosamente con él
texto inicia su transferencia; pero ésta sólo es capaz de lograr- y dejarle algo que imaginar por su parten '. Autor y lector, pues,
se, si por su medio se reclaman aptitudes de la conciencia - d e participan en sí el juego de la fantasía, que ciertamente no se
captación conio de reelaboracldii-. Mientras el texto se refiere a iniciaría si el texto pretendiera ser algo más que sólo regla de
esras realiddes dadas -a las quc sin duda tambikn pertenece juego. Pues la lectura se convierte sólo en placer allí donde
nuestra productividad entra en juego, lo que quiere decir: Allí
el repertorio social de conducta de sus posibles lectores- es ca-
donde el texto ofrece una posibilidad de activar nuestras capa-
paz de producir los actos que conduzcan a su interpretación. Si
cidades. Sin duda que existen límites de tolerancia de esta cn-
el texto se completa en la constitución de sentido que debe ser pacidad, que son transgredidos cuando se nos expresa todo muy
culminada por el Icctor, entonces funcion:~primariamente como claramente o cuando lo dicho amenaza a diluirse difusamente;
indicador de lo que hay que realizar y que por tanto todavía no de forma que el aburrimiento y el cansancio ilustran los puntos
puede ser lo producido. Hay que subrayar, pues, este hecho, límites que por lo general indican nuestra retirada de la pnrti-
porque una serie de teorías actuales acerca del texto, muchas cipación.
vcces transmiten la impresión como si un testo se *<fabulara» - -

en cierto modo desde sí mismo frente a la conciencia de sus lec- 1 V. Manfred NAULIANN, p.c., Ge~rllschriri-Lirrr~rtif.fcsen.
Liferslurrc.
zeptioti in rheoretircher Sichr, Iierlin y Wcirnar, 1973, png. 35.
tores. E,sto no es correcto, no sólo con respecto a las teorías 2 Laurrnce STERNE,Trirrrntn Sbnndy 11, 11 (Everymsn's Library). Liin.
acerca del texto que se orientan en el jmbito lingüístico, sino
jeto-olijeto, el lector como punto de perspectiva se mucvc U
Si todavía Sterne había coloquiado con su lector acerca de través de su ámbito de objetos. Como punto de visión móvil
la participación que se le adjudicnba en el suceso narrado, dos en el interior de lo que hay que interpretar, condiciona la pe-
siglas más tarde para Sartre -al que ciertamente no se le puede culiaridad de la comprensión de los objetos estéticos de los tex-
conceder ninguna afinidad interna con los humoristas del si- tos de ficción.
glos XVIII- la productividad exigida al lector se convíerte en
un «pacto,>': «El acto creador en la producción de iina obra es Este hecho general, todavía se complica, porque los textos
sólo un momento incompleto, abstracto: si sólo existiera el autor de ficción no se agotan en la denotadón de objetos dados em-
podría escribir como le placiera -la obra nunca nacería como píricamente. Ciertamente tales textos -como ha mostrado la
discusión acerca del repertorio- seleccionan del mundo de los
objeto, el autor debería dejar la o desesperarse. Pero el objetos empíricos; sin embargo, sólo la despragmatización que
acontecimiento de escribir influye como correlativo dialéctico el
acontecimiento de la lectura, Y ainbos actos relacionados exigen tiene lugar allí indica que ya no se trata de la descripción de
dos seres humanos que actúen diversamente. El empeño aunado los objetos, sino de la transformación de lo descrito. La deno-
tación presupone una referencia para poder aclarar en que! cene
de autor y lector permite que nazca el obieto conrrrro P im..
.- - .----
~ "
ginario que es la obra del espíritii. El arte'existe sólo para los
- A... tido tiene lugar la descripción. Pero la despragmarización de los
otros y mediante éstos» '. textos de ficción rompe estos marcos de referencia a fin de des-
cubrir cn lo descrito algo quc era imposible de ver cuando regia
la ~eferencia.Al lector se le impide de este modo una impor-
tante posibilidad de distancia que siempre se da, cuando un tex-
to lo que predominantemente hace es denotar. En lugar de
comparar si el texto describe el objeto pretendido correcta O
Hay que preguntarse en qué medida posee este hecho una
falsamente, adecuada o inadecuadamente, etc., el lector debe
estructura intersubjetiva accesible a ser descrita. Pues, por una
partc, cl texto rs sólo una partitura y, por la otra, las diferen- constituir frecuentemente el «objeto» en contra del mundo ha-
bitual del objeto que invoca el texto.
tes capacidades individuales dcl lector son las que instrumentan
la obra. Une fenomcnología de la lectura debe consiguientemen. D e ello se infiere teiihién, ciertamente, una relación entre
te explicar los actos de comprensión mediante los que el texto texto y lector; sin embargo, en vez de la relación habitual su-
queda traducido en la conciencia del lector. Nosotros no esta- jeto-objeto, que sirve de base al acto de comprensi6n en la per-
mos nunca en condiciones de asumir un texto en un solo ins- cepción, un texto que prescinde de la capacidad referencial, per-
tante, totalmente en oposición a la percepción del objeto, que manece trascendentemente frente al cambiante punto de visión.
quiz; no ha captado enteramente su objeto en el acto de acceder Estar inmerso y a la vez sobrepasado por aquello en donde se
a 61, pero que en tal acto lo tiene y 3 ante sí como un todo. Ya está, es-lo caracteriza la relación entre texto y 1ector.pun-
en este respecto, un texto se diferencia de los objetos de la per- que el lector es un punto que se desplaza incesantemente en el
cepcivn, aun cuando al igual que éstos tiene que ser compren- texto, éste sólo Se le hace actual en fases; es característico de
dido. Mientras el objeto de la percepción se presenta como un estas fases que ciertamente en ellas esté presente el carácter de
todo ante la mirada, un texto sólo puede abrirse como «objeto» objeto del texto, pero que a la vez aparezca como inadecuado.
cn la fase final de la lectura. Mientras al objeto de la percepción 'Pues el carhcter d e objeto siempre es algo más que lo que el
sicmpre lo tenemos enfrente, en el texto nosotros nos encontrs- :lector es capa& de actualizar de él en el tramo correspondiente
mos inmersos en él. De todo csto se sigue que sirve de base\ del momento de la lectura. Consecuentemente, el carácter-de ob-
a la releción entre texto y lector iin modo de comprensiin, di- 1 jeto del texto no es idéntico con ninguna de las formas de ma-
Icrentc al proceso de la percepción. En vez de una relación su- nifestación en el flujo constante de la l a t u r a que discurre' en
el tiempo, puesto que su totalidad sólo se adquiere mediante
' kan-Paul s . 4 ~ ~ W<~J
~ 8 . IJ Lileralur?, HnmLuigo; 1958, psg. 33, síntesis. Por su nirdio cl texto sc traduce en la conciencia del
': Ibirl., págs. 27 y s.
- 178 -
frases singulares, sino t;iiiibiEn sistemas completos de hechos dc
lector, así que cl carácter de objetividad del texto comienza a muy diversos tipos, coino situaciones objetivas, complicados pro-
construirse como un correlato de la coticiencia por medio de la cesos entre las cosas, conflictos y coincidencias entre ellas, etc.
secuencia de las síntesis. Estas síntesis ciertiimente no se pro- En último termino, juntamente con ello, un cierto mundo, así
ducen según determinados segmentos de la lectura, más bien o de otra manera, origina determinadas partes sustanciales y
esta actividad sintética se encuentra viva en todos los instantes las transformaciones que se realizan en ellas -todo esto como
que recorre el punto de visión móvil. un puro correlato intencional de un contexto de la frase. Si este
Por tanto, en lo que sigue, reducimos primeramente el pro- contexto finalmente constituye una obra literaria, entonces de-
ceso de la lectura a un instante paradigmático, a fin de poder nomina como el *<mundopresentado)) en la obra a toda la rea-
entender el carácter de actividad sintética de ese momento. Si lidad de los correlatos iritencionales de la frase que están inte-
en un primer paso limitamos el análisis a la perspectiva de la rrelacionadosn '. ¿Cómo hay que pensar las relaciones de estos
frase que se lee, entonces este hecho se puede sostener con los correlatos, sobre todo aquellas que no poseen aquel grado de
logros, empíricamente obtenidos, de la psicolingüística. Lo que determinación que corresponde a las expresiones y afirmaciones
allí se llama cdogitud de campo audiovisual,>S describe el espa- de las respectivas frases aisladas? Cuando lngarden habla de
cio del texto que siempre somos capaces de abarcar con la vista correlatos intencionales de la frase, en determinado sentido, yo
en los momentos correspondientes de la lectura y desde allí po- se cualifica de este modo a las expresiones, afirmaciones e in-
denlos divisar anticipadamente el siguiente. Be ello se infiere formaciones, puesto que cada frase, aquello que q u i e r e decir)),
«. .. que la decodificación procede por trozos más bien que por sólo es capaz de alcanzarlo en caso de que apunte hacia algo.
unidades de palabras y... que estos trozos se corresponden con Y ya que esto es así para todas las fra-s de los textos de fic-
las unidades sintdcticas de la irasen '. Las unidades sintácticas ción, sus correlatos se irradian permanentemente entre sí, con
de las frases marcan a la vez 13 dimensión de percepción míni- lo que se indica la realización semdntica queello3 apuntaban.
ma que permanece todavía en el texto, aun cuando estas unida- Esta realización no tiene lugar en el texto, sino,en el lector, que
des ya no son exclusivamente identificables como objetos de la debe «activar» el concierto de los correlatos preestructurados en
pcrcepción. Ia secuencia de la frase. Las mismas frases en cuanto expresión
En relación a las operaciones de los textos de ficción siem- y afirmación son siempre indicaciones sobre lo que sigue, que
pre hay que considerar que no se realizan en la denotación de es esbozado a través del correspondiente contenido concreto de
los objetos empíricamente dados. En consecuencia existe el má- aquéllas. Inician un proceso en el que el objeto del texto puede
ximo interés en cuál sea el correlato de la frase. Pues el mundo configurarse como correlato de In conciencia. Ilusserl ha nota-
presentado de los textos de ficción se construye a partir de es- do a propósito de la descripción de la conciencia interior del
tos correlatos intcncionales de la frase. «Las frases se vinculan tiempo: «Todo proceso originalmente constituido es animado
muttiamcntc de distinta manera en unidades de sentido del gra- por protenciones que constituyen y captan a lo que viene, en
do más alto, que muestran una estructura muy diversa, y así se cuanto tal, como vacío; lo conducen a la realizaciónn8. Esta ano-
originan estas totalidades, como, por ejemplo, una narración, tación destaca un momento dialéctico que también juega un
una novela, un diálogo, un d ~ a m a una
, teoría científica. Por otra papel central en el proceso de la lectura. El haz sernántico dr
parte, no sólo se constituyen los hechos que corresponden a las dirección de cada frase siempre implica una expectativa que
apunta a lo que viene. Husserl denomina a tales expectativas
V. 1. M. SCHLESINGE~, Senience Sfrucrure ond fhe Reading Process, protenciones. Porque esta estructura es propia de todos los co.
La Hayn, 1968, pdgs. 27 y SS. La amplia mincidencia entre ucye-voice spanu rrelatos de la frase en los textos de ficción, su conjunción ten-
con el espacio de la memoria momentánea lo ha mostrado Frank SMITH,
remrricndo a los hallazgos psicolingüfsticos, Underslanding Reading. A Psy-
7 Roma" INGARDBN. Vom Erkennen der lifervrirchen Kimsfwerkr, Tü-
cholinguistic Analysir of Reodiiig on Leorning to lieod, Nueva York, 1971,
págs. 196-200. AUí se exprexan referencias importantes acerca de la relación bingen, 1968, pág. 29.
8 Edmund Hussca~,Zur Pbiinomenologie der innerc>~Zeifbeiurisrfrei>ir
de la «ve-voice spanu con respecto o la aidentification of mcaning,,.
' SCHLESINGER, pág. 42; v. ulteriormente Ronald 'UA~DHAUG,
A 1-inguistic Perrpective, Nuevo York, 1969, pág. 54.
Redding. (Obras completas lo), La Haya, 1966, pág. 52.
5 $ 2 2 a M $ 4 c.$! M
u m X.S>ei
w ' 3 %8 x - 2
2-0 3 , .25 'o - u a z
W U w - m O . w u
='a 5 - 0 2
8w ."
2g ~ v a w 3~~ n ~c ~ g ~ c ~ . o ~
5 2.5.2
,z
9
u
:'zz
.z E
u
M . o u a
,Y
w
e-,
.2 m 7 1 3 u O - ; s m
E ~ n
.-.c.
m;
- eo u
2-0
2
L 2
m
~ u
9j-e; t
r c
1.-
x c'ea
-w * o E
-u 2u ,u
w C
- a
w
U-CI-Cl

o ::
5 =: 8-\u
yo . M -2 m
> -
3

m
U
,
C
.
O
a .S
M .5
4

k
-u ,gn
o
u
43
2E
w
-.-f 22
C
U w
,m
W E
k
c 4r
0
Ea"
C. m
c
:
U
w
a2
w
E ,o
8 0
a
o x ,
0 "O
U O "
c E
'i? .,u ::
3'0
'scuirou ap a i n d as !S orad 'aiueu!urop o8!p?s lap up!seu!urnj!p
el ua sopes!unuios 12s uaqap o!sua!suos o[ a p sosaso~dsol o!p
-1ns0 081e r!.rqnssap oaed [egas e1 osnpu! las apand sase13 sol ap
s
-sur odns rod ' s e p e ~ s ~ asauo!se!suaraj!p ap S?AEI~e sauoisenp
se!suansas se[ ap openu!iuos op!nlj Ia anb S e s a ~ d ~ osalel s seIIa
-1319 uasnpo~das a n b ~ o du i p a as epc~!ia!qo u?!seiuasard edns d
ap e ~ a d s a as aiuaures!sa~d anb ou!s 'so1!8 sope~adsau?ua usp
'sope[nurro$ las ap pwp!~!q!sod el E uaezisns as anb e!sua!suos
-unqe olas ou u?!ss!] ap soixai so1 ap sasesj ap sepuansas se?
a p salaA!u so1 ~eapirosap eleli as ' j ~ o oo!u!S~rA
~ ~ o asdo1 'rau
. l e i s a \ m a n p o r d epeliadsap u~!icuadxa e1 ap u?!soz!Ieal ou 01
- q n e d ua 'apuop !Ile e.!suansaq rodew u o s ucliuansua as sou8!s
sand 'aiua!n8!s el ~ o dpni!lduri: uos opcurlo3 ras aqap ase13 uun
soisa aiuaurleiuaurepunj ourps a p - oisa a p aiuei~odui! o[dura!a
ap u?!sed!s!iue EI anb r!say axalnb oisa 'openu!luns o!~[J Un
un sa rauylned a p C1112.~ ay7 pun punox ay^ .sasclj se1 ap e!> ouros saserJ se1 ap e!suansas C I esua!d as !S ~ F ~ ! J ~ ~ u B~J U! O[ Uo ~
-uansas el ap scur u!s ep!n8as as ou anb 01 aiuauiepaseisap re$
-IR oiuens u a '~s!%?[-os!ugSro a11c lap u?!x\asuos ns nlnisa[ e[
-rew ap ujj Ia uos uo!sa~dur! ap sod!i sol u e p e ~saloine soun81e
anb ua 'sauo!so!suaiaj!p seisa uaua!i anb erswi~oduire1 r e p a ~ d e ap osasoid 'le auodur! eptparu ?nb ua le8n1 raur!.~d ua elisaiiur
apand a s ,soi!s![dxa sou8!s aiuwpaur sorio ap soun sopc!sualaj as !se i( "~!sua!~jap eun sa oap1c2111 c ~ e d'sascrj se1 ap o!n~jIa
-!p op!s uasa!qnq 'saie1ns!irod saserj su1 ua s o p e ~ u a s a ~'up!sel
d ua Oiua!urpad~oiua otuos 'oie!i[ 12.6 q ! n ~u1n)JaI eun EJe8all
-uapo ap soriuas SOSJaA!p sosa ap soiuauSas soisa anb u!s '103 anb deq OAsnU ap anb sa 1s o p e ~ a d n sras aqap oiua!ur!sad~oi
-ua a i s z ,o!oua [a uos o 'zea!n souaur o sgur u?pe~!uipe eun E
-sal lap egidp y arqos o loine Iap u?!sero~eh n[ arqos <up!sse
ope!sose elloq as oie!q a i s z .oiua!ur!sad~oiua u n e epe8al1 as oi
7 ap ollmresap la alqos 'a!nuos~ad un a q o s 09[E e8!p as sasolj -ua!tuesuad lap aiua!nm e1 ua sasuoiua 'saiue aiUamElE!paUU~ ep
S" ap epuansas e[ ua anb rapasns apand . r o i s a ~le ep!nq!riu -esuad el uos alq!idas~ad U?!JE[al eun8uIu ua eleliuosua as OU
up!s!sod el u03 o u o s !se 'ugsse e[ ap ollolresap [a uos 'roine psp![enses rod <anZ!s anh aserj e[ ?S o l a 6 'oixai un ap ernisal
~ a pu?!suanlaiu! o1 u o s aiuauileioi uasa~edesapsaregas seisa d q ap osaso.rd la ozlanfsa u!s o z u e ~ u!se !saiuc aiuaurele!pauru!
'peprpqap rodeur alqe~~durosu!eun uos sope!nq!p uos 'sa!euos opesuad ase13 el u02 Epeuo!sr.lal criuansus ss anb lei eun a[>
-rad sol ap op!n!~ [a osnpu! o 'oisar!pu! ol!isa la od o l a 6 .eran aiuaureilap d aserf eun ap euiroj el ua ,,U?!senu!iuos,, 81 'ailed
-ou q ap a!euosrad un ap u p ~ s a ~ d xela ouros aserj eun r e ~ ~ s o u r erio rod 'resuad a p uo!qsods!p ua souicriuo~u2sou ' ~ s e r jeun
ered epeniuase seur legas el las ejrpod o!nepoi oisanp o[!isa ap oiua!uresuad la opcsardxa odoq as anb ap sandssp d a s s q e[
[ap ope[l!uosa~iua 1 3 'saselj se1 a p e!suansas e1 ua sareln8u!s a p oiua!uresuad lap o!n~j lo o p e p c ~ s e ~s io u a q sou anb zan cun
saseq se1 ap «u?!seni!s» el re[ns!i.~ad ira .iosicur u ~ e dopo[~o~.ic !SO :es!iyua~qo~ddnur uo!seia~d~aiu! eun o!p a[ opuens une
-sal' aiuaui[!q?p dnur salegas s p o p o i ~ a d aun
~ sasod o p s lesaua8 'oqsaq aisa e e!sualajal oz!q zan eun od uap1e8u1 .u?!suaia.I d
01 rod anb 'u~!ss!j a p oixai [ap opoi arqos '01%-ai lap sen!isad uop9aio1d ariua 'sapeilnsg!p u!s ' o s o ~ d j s aoisaja ~ un owo; uez
-srad se1 ap o u e ~ d[a ua ro!aur eloqe reides uapand as seis3 IP
-!real as opour u?8u!u ua sc!;uan;as se1 anb I F A I S S ~ Oapalld aS
'sauo!sesJeurap soisa aius!paur asJ!ni!isuos spand ascsj VI ap ~ A ! U la ua E,T, ~ u o z p a i s e ~ e01s anb sapap!Iopour se[
019s siuauraiuansssuos k e!sua!radxa o[ ap soia!qo sol ap pep!n!i ap u?prfuos oun lasalqeisa epand as anb emd saleiuaurepunj
-a!qo ap ,E!~~~yr$pso3nwe1 aasod ou ugps!j ap oixai [ap oia!qo soiuaura[a sns ua opei:s![dxa eroqe las a q a a ,elnisal e1 ap OS
ia anbrod asnpord as 01ps u~!sosrourap l?l ap pep!sasau e? . u g s - a s o ~ d[a ua op!siipord 'e!sua!suo2 c1 ua oixai Iap oie~arlosIap
~
-,A ap soixai sol ua ornisal ...o[.- .aiuei$ 1 ~ 8 n luaua!i anb. u 9 - e ~ osrcur-up!s!puos oun opeisaqueiu e y as 019s o[p U 0 3 013d
-rewap ap sosasord saiualafip sol ap ~ s ~ i ~ u i sa ~ ~o&eqtua
~ c ~ e d
US
! 'aserj e1 ap 1a.q (a ua legas ouros opes!j!u8!s o![duie u n
ejnspoi ~ a a s o d?nb ~ o daua!i ou epe~adsaup!selnsu!n o[ ap u o p .cn!isnpo~d uyssslaiu! eun
-driiiaiu! e 7 ,aselj o1 ap soie~arrossol aliua up!sesrewap eun ap sopow ouros zan o1 e JasoiroJ o ~ r d u a ! s ucp as SOA!IFUIIOJ
r68n[ aua!i o!pau ns ~ o dsand ,eil!s!sap up!sun] oun aasod euap -u03 solse sol anb wauerrr s p 'aiueu!uiop oZ!pps un aiuc!paur
-u03 anb nlo!q p ' s a s e ~ jso1 ~p op!n[] oiua!uicsuad un roi!qlos sope1n8a1 uos oii so~!ic~!uiiuios sosasord $01 apuop !11e 1e8n1
nrvd uaprrílu~laleil aseq anb sauozer so1 ua eroqe reriua u ! ~.oi
a cabo mediante la demarcación. Pero ésta presupone que cl ins-
en la sccuencia de frases del texto de la novela apenas se podrá tante pasado de la anterior situación de del punto
diferenciar con signos explícitos entre las distintas perspectivas de visión móvil permanece presente retencionalmente. Pues s610
del narrador, (le los pcrsonajcs, de la acción, nsí como de la fic- así queda marcada la diferencia del cambio de perspectiva. Pero
ción del lector. Pero con todo esto. las frases o la secuencia de como el nuevo instante no se da en el puro aislamiento, sino
frases tienen una correspondiente situación diferente en las pers- que se origina a través de la demarcación de los instantes pasa-
- ~ectivasmencionadas, que alcanzan hasta los extremos practica- dos, la presencia retencional de los pretéritos se transforma en
dos por Joyce, de rnonera que en alguna página del Ulysses, con una modificación permanente del ahora correspondiente. Ésta
cnda frase, se ilumina una nueva perspectiva. El concepto uti- es una estructura decisiva en referencia al flujo constante de la
lizado aquí de perspectiva implica que desde'un determinad? lectura. Por su medio se establece primeramente el punto de vi-
punto de visia se pretende un hecho. Después pretende una sión del lector del texto. Puesto que el punto de visión cam-
forma de acceso a este hecho !' Ambas características tienen un biante no se sitúa exclusivamente en ninguna perspectiva del
signiiicado central para un testo que no denota; pues aquí el texto, el espacio del lector puede establecerse a través de l a múl-
punto de vista y el acceso suministran ante todo las condicio- tiple combinación de las perspectivas del texto. Estas combina-
nes de orientación a las que debe ser llevado el objeto del ciones deben desarrollar las aptitudes de perspectiva del texto,
texto. Por tanto, en el concepto de perspectiva aquí utilizado lo que sólo es posible por medio de las modificaciones reten-
juega menos un papel la mirada óptica que el acceso a un he- cionales de los muchos instantes articulados en la lectura por
cho que es pretendido desde un determinado punto. medio de la deniarcación. Así esta estructura se convierte en
%
...

Porque las frases del texto siempre están situadas en las pers- presupuesto de la transferencia del texto e n la concieiicia del
pectivas que ellas trazan, también el punto de visión móvil, en lector.
cada instmte de la lectura, se encuentra también en una deter- Para ilustrar este proceso, al menos fragmentadamente, de-
minada perspectiva. Los instantes de la lectura empiezan a di- tengimonos este instante de la lectura con la ayuda de ,un ejem-
ferenciarse unos de otros porque este punto de visión móvil plo tomado de V a n i t y Fuir de Thackeray. Si el punto de visión
;
canibiti súbitamente entre las perspectivas. Así comienzan a des- del lector en una determinada fase de la lectura se sitúa en la
tacarse las perspectivas del texto y unas de otras, de manera perspectiva de Becky Sharp -cuando escribe una carta a su
que el punto de visión móvil se articula siempre como diferen- amiga Amalia para decirle que espera todo de su nueva tarea
ciación de estas perspectivas. Consecuentemente el hiato en la en la casa de campo de la familia Crawley- entonces se hace
secuencia de frases, rechazado por Ingarden, es un presupuesto presente la perspectiva del narrador como trasfondo. Es invo-
imprescindible para llegar a una demarcación recíproca de las cada mediante una señal del autor, que titula Ai-cadian S i n ~ p l i -
perspectivas del texto. Si no fuese éste el caso, entonces la lec- city el capítulo en el que se escribe esta carta 'l. Este rayo ilu-
turs se agotaría en In corriente inarticu1;ida de la pura duración. m i n a d o ~ Iiace presentes las opiniones que ha desarrollado el
Pero si se articiila el punto de visión móvil precisamente a tra- narrador acerca de la ambición social, pem mis todavía acerca
vés del cambio de perspectiva, esto quiere decir que, en los de la agilidad m n la que la little Becky puppet es capaz de mo-
instaiites de la lectura, la pasada situ;:ción de perspectiva perma- verse en su actuación social en el alambre del equilibrista. La
nece presente retencionalmente. De aquí se origina la particu- proclamación de la perspectiva del narrador condiciona la dife-
laridad de los momentos orticulados de la lectura, que siempre renciación. Pero así, en este instante, tiene efecto una modifi-
se producen allí donde la visión móvil cambia la perspectiva. cación de ambas perspectivas del texto referidas entre sí median-
De manera esquemática se puede describir esta particularidad te la diferenciaeióii. E1 ingenuo deseo de Becky de hacer todo
como sigue: La articulaciGn de los instantes de la lectura se lleva
1' Tanro los pormenores como el presupucsro de la argumentación, en
'O Para una caractetizacibn más
ptccisa de esta hinción, v. C. F . GR,,". des Ronianr von Dunyari bis
Der inrpiizirp Lerer. Xomnrunika~ionr)orn~~n
Beckerr (UTB 163), Munich, 1972, págs. 179 y ss.
MANN. Mofiuafion. Bixlútrung in die I'sycrycologie 1 , Derna y StUttgard, 19712,
pág. 118.
se. hace presente como marco del que esperamos sil matizado
lo neccsario para complacer a los nuevos señorcs se pierde en cumplimiento. En vez de orientarnos hacia la victoria o la de-
cuanto la expresión que ella pretendía de amabilidad y se ttans- rrota del oportunisino, esperamos mucho más las características
forma en expresión J c un oportunisiiio Iiabitunl. Al mismo tiem. específicas d e este comportamiento. D e ello se preocupa ya la
po la metáfora general del narrador acerca d e Becky como de orientación de la perspectiva de los personajes. Pues conside-
una marioneta e n la cuerda comienza a individualizarse en una rando a la ingenua y triste Amelia, a la que en el momento ci-
forma característica d e oportunismo, propia de la sociedad del tado escribe Becky, se produce otra variante del oportunismo
siglo xix. Pues ésta sólo garantizaba el éxito apetecido si se ac- que cuando se consideraba la noble sociedad en la que ahora
tuaba moralmente, sin que por ello se estuviera motivado por comienza a moverse Becky. El horizonte d e vacío que surge así
cl supuesto desinterés de la moral. Poder manipular' la moral permite esperar una individualización de aquella forma de opor-
-y con ello el código central de comportamiento de la socic- tunismo que el autor quería inculcar como signo de la sociedad.
dad burguesa del siglo xix- sc muestra entonces como la in-
Con ello se aclara el esquema del punto de visión móvil. El
dividualización que en ese instante experimenta la perspectiva
cambio de visión señalado al lector opera una demarcación de las
del narrador frente al trasfondo d e las pcrspectivas de los per-
perspectivas del texto cntre sí, que se organizan a través d e sus
sonajes. De esta forma, de cada instante de la lectura llega al
horizontes recíprocos ' l . E l horizonte ofrece a lo que se encuentra
recuerdo un rayo que despierta, más o menos perceptible, con
en el primer plano u n contorno correspondiente determinado;
el fin d e activar las perspectivas del trxto en cuanto tales me-
pues el contorno es la condición previa decisiva de la forma.
diante la opcreción retencional dc hacer presente; d e manera
E l renovado cambio del punto de visión comienza a diferenciar
quc la diferenciacióii entre ellas sc haga condición de su modi-
de nuevo la forma, si ésta se sitúa en el trasfondo para hacer-
ficación. Así, este ejemplo muestra ya que el flujo d e la vida no
se, en cuanto horizonte, contorno d e una nueva forma, que
se verifica en una dirección dc único sentido, irreversible, sino
consecuentemente permanece condicionado por ella. Si en cada
que la presencia retencional permite la vuelta atrás d e la mira- instante articulado de la lectura se llega a un cambio d e pers-
da; con lo que cl ahora presente se transforma en una modifi- pectivas, esto quiere decir que las perspectivas .del texto, de-
caciijn de lo que fue en cl pasado. Mientras que la perspectiva marcadas permanentemente unas de otrns, están indisolublemente
del narrador referida extingue lo explícitamente expresado por vinculadas; y ello desde el horizonte de vacío del recurso pali-
las perspecrivas de los personajes, surge una configuración del decido, continuando a través d e las modificaciones retencionales
sentido, que en el caso concreto hace aparecer al personaje como y de las irradiaciones de orientación que surgen allí y que po-
oportunista y al comentario del narrador como individualiado. seen carácter protencional, hasta llegar al horizonte de vacío de
Por otra parte esta modificación repercutc sobre la expecta- la expectativa. De esta forma, en el flujo constante de la lectu-
tiva. Pues la presencia retencional de la situación pretérita de ra, permanecen en cierto modo siempre presentes pasado y fu-
la perspectiva del punto de visión no sólo significa que el ins- turo, en gradual n~atización,d e manera que el punto d e vista
tante presente es modificado; también significa que, por su par- móvil, por medio de sus operaciones sintéticas, desarrolla el
te, esta modificacióii comienza a preesiructurar la protención. texto en la conciencia del lector como una red de relaciones.
La expectativa así generada es siempre plural en su irradiación, Así comienza también a adquirir caracteres espaciales el tramo
en lo que se refiere a la posibilidad de realizarse. Llevado al temporal de la lectura. Pues retención y protención condicio-
ejemplo citado, quiere decir: la expectativa aquí surgida, prime- nan que la formulación lingüística del texto sea operativa en
ramente se proyecta como alternativa dc los logros futuros o de cada instante articulado de la lectura, en cuanto instrucción para
los fracasos del oportunismo de Becky. E n u n caso, la realiza- la combinación d e las perspectivas del texto. Tenemos la ilusión
ción haría esperar algo de la sociedad; en el otro, algo del des-
tino del oportunismo en esta sociedad. Pero quizá en el instan- SMITH, pág. 165 y SS., manejando los hallazgos psicolingüísricos

te aducido, las perspectivas de los personajes están tan indivi- evidencia en qué medida deben descubrirse y estabiliiarse en la propia
lectura las diferencias a demarcaciones.
dualizadas que esta expectativa global en el mejor de los casos
acto no es reducible a ninguno de sus dos componentes. Micn-
dc una profundidad espacial escalonada y se nos transmite la tras este acto sitúa lo evocado en el horizonte de su observabi-
impresión de como si durante la lectura nos moviésemos en lidad, tiene lugar una apercepción, pues lo evocado y su inser-
un mundo. ción no se sitúan separadamente en el punto de vista del lector,
sino como una unidad sintética, mediante la que lo evocado
siempre suele hacerse presente, a la vez, como algo que ha sido
Este esquema general del punto de visión móvil necesita to- comprendido.
davía de una complementación a fin de marcar el espacio en el Este hecho es de gran importancia para la creación del ob-
que la estructura del texto se transforma en una actividad cons- jeto estético en el proceso de la lectura. Si el rayo animador
titutiva individual y diferenciada. La invocación recíproca de pone en movimiento la actividad de la conciencia mediante la
las perspectivas del texto por lo general no acontece en una es- que el contexto del recuerdo aparece siempre en una relación
tricta sucesión temporal. Si se comportase así, entonces lo pre- de horizontes, entonces vincula, a la vez, la configuración de
viamente leído debería desaparecer progresivamente de la visión, sentido, que se deduce de allí, con el instante animador de aque-
pues incesantemente se haría más inactual. En consecuencia, las lla perspectiva del texto, en la que precisamente descansa el
señales de las perspectivas del texto no siempre proclaman lo punto de visión móvil. Pero si la perspectivn evocada aparece
ya como una configuración de sentido y no como un elemento
inmediatamente pasado, sino que con frecuencia lo hacen con
los momentos de otras perspectivas del texto sumergidos en el
pasado. Así, el esquema del punto de visión móvil experimenta
aislado, entonces se dispone obligadamente como un espectro
de observación diferenciado con respecto a la perspectiva evo-
1
1
una importante diferenciación. Si un rayo animador se refleja cadora, que así experimenta una individualización creciente. I
sobre un hecho determinado, recogido en el recuerdo, entonces Esto se puede ilustrar acudiendo otra vez al ejemplo aduci- i
lo que ha sido intencionalmente evocado no queda aislado, sino do de Thackeray. La seíial del texto Arcadian Simplicity ex- i
que surgirá siempre en un entorno. Si del contexto del recuer- presa las perspectivas del narrador precisamente cuando el lec- ;
do se destaca algo determinado, entonces lo evocado aparece tor más o menos se halla en la perspectiva del personaje; pues
siempre como inscrito. Con ello se descrihe, en primer lugar, Becky escribe una carta, y esto quiere decir que tenemos ahí
el punto en el que el alcance dc la señal del texto tcica su 1í- una perspectiva del yo, de la que ha escrito Butor: «Si el lector
mite. Pues la señal no invoca que haya que inscribir lo que ha se coloca en el lugar del protagonista, debe también situarse en
sido suscitado, más bien esta relación se produce a partir de la su instante; no puede saber lo que aquél no sabe y le deben
parecer las cosas como le parecen a aquel» ". La señal del texto
concieiicia retencional del lector. El rayo que suscita solamente
Arcadian Siinplicity es una explícita señal de ironía y evoca
tienc validez con respecto a lo invocado en el sedimento del re-
el talante irónico de la perspectiva del narrador. Así, la «simpli-
cuerdo, por lo que de la conciencia retcncional del lector se de. cidad arcádica* parece ser comparativamente una forma dulcifi-
rivn 13 oniplitud y. modo de la iriscripción. Ésta ya no es capaz cada, mediante la que se hacen presentes o t n s formas de ironía
de determinar suficientemente la sefial misma. Pero debido a como contexto de inscripción. Ante el trasfondo de sus varian-
quc lo suscitado, que estaba inscrito, ya no es independiente de tes, se sitúa por lo menos bajo el punto de vista de su razona-
su medio, en relacióti a éste, se ofrece de forma que pueda ser bilidad. Se hace presente en una relación de horizontes, y esto
percibido desde un punto fuera de sí mismo. Ahora se hace po- significa que si mediante el rayo evocador la perspectiva del
sible que en lo suscitado se hagan visi'iles aspectos que no es- narrador y la perspectiva de los personajes aparecen como ho-
taban presentes ante la mirado, cuando se sedimentaba el con- rizontes recíprocos, así el deseo central de Becky de resultar a
tenido del recuerdo. De ello se deduce que la animación efectua- todos agradable no se puede situar en el horizonte de la mera
da por la señal del texto hace aparecer lo suscitado en el hori-
zonte de su posible observabilidad. Con ello se hace asible un 11 Midicl BUTOR,Répertoire (rraducido por 1-1. Schcffel), Munich, 1965,
punto esquemático, en el que se funden, en un acto producti- pig. 98.
vo, señal del texto y actividad de la conciencia del lector; este
los textos de ficción, señalada en el punto de visión móvil. Yero,
ironización, sino en uno tal que presente las intenciones de sin embargo, es la estructura intersubjetiva la que permite un
Beclcy con la valoración suplenientaria de la ironía adecuada o entendimiento sobre sus respectivas realizaciones subjetivas.
inadecuada, con lo que cier~amentela inadecuada' ofrece una di- Ciertamente permanece como hecho más importante que el
mensión a los planes de Becky; dimensión que -aunque táci- punto de visión móvil permita al lector desplegar el texto en la
tamente- posee un alto grado de individualidad semántica. multiplicidad relaciona1 de sus perspectivas, que se diferencian
Así, las superficies de proyección de ambas perspectivas del recíprocamente en el cambio del punto de visión. Así se produ-
texto se proveen mutuamente de un determinado relieve. La iro- ce una red de posibilidades de relaciones, cuya especificidad con-
nía invocada de la perspectiva del narrador se transforma en una siste en que no son datos aislados de las distintas perspectivas
exigencia de valorar aquello que desea el personaje, mientras del texto los que se asocian entre sí, sino que las perspectivas
que, por otra parte, ante el horizonte de la perspectiva del na- suscitadoras y evocadas convergen en las relaciones de los pun-
rrador, este deseo la contempla desde los criterios de adecua- tos de vista de las observaciones recíprocas. Con ello, el punto
ción. Con ello se ha diferenciado de nuevo la relación de ho- de visión móvil es capaz de desarrollar una red de relaciones
rizontes, constituida en la evocación retencional, y tal gradación que en los instantes articulados de la lectura es siempre poten-
de las relaciones de los puntos de vista, según se producen en cialmente capaz de mantener dispuesta la totalidad del texto.
el acto de la lectura, constituye, por su parte, el impulso al lec- Tal red de relaciones no puede realizarse totalmente; pero sin
tor para efectuar las síntesis; a partir de las cuales comienzan embargo ofrece la buse para las distintas decisiones selectivas
R desarrollarse en el texto determinados objetos de represen- que se toman en la lectura y que --como lo muestra la multipli-
tación. cidad de interpretaciones- ya no son intersubjetivamente idén-
Si las perspectivas proclamadas del texto se hacen ptesentes ticas, pero permanecen intersubjetivamente comprensibles en cuan-
menos en sus elementos, sino más bien en cuanto determinadas to que han surgido de la optimación pretendida de esta red de
configuraciones de sentido en el instante articulado de la lec- relaciones.
tura, entonces esta estructura intersubjetiva es siempre a la vez
la condición de su realiznción subjetiva. Pues dependerá de mu-
chos factores subjetivos del lector individual en qué medida las 3. Los C O R R C L ~ T O SDEL PUNTO DE VISIÓN MÓVIL
relaciones de sus perspectivas trazadas en el texto ~ u e d a nser
mantenidas por medio de la conciencia retencional. Si la ins- a) La co~istituciótid e la coitsisfencia con~obase del carácter
cripción de lo evocado intencionalmente juega un papel decisi- de l o aco!ifecido y de ln i?~iplicación
vo en la configuración del sentido de una perspectiva evocada, El punto de visión móvil designa el modo por el que el lec-
la cual sirve por su parte como horizonte de lo evocado, enton- tor se hace presente en el texto. Este presente se determina
ces su capacidad de recuerdo, interés, atención y competencia como estructuración del texto, que se despliega en los liorizon-
es la condiciíin en la que debe hacerse presente el espacio de las tes internos del recuerdo y la expectativa. El movimiento dialéc-
relaciones de inserción. En primer término, las apercepciones tico que así se origina efectúa una modificación constante del
quedan condicionadas por este espacio, ciertamente muy varia- recuerdo, a la vez que aumenta la complejidad de la expecta-
ble en su dimensión; estas apercepciones brotan de la fusión del tiva. De ello se ocupan las perspectivas del texto diferenciadas,
elemento evocado con su medio. Pero la relación de horizontes que se estabilizan como horizontes recíprocos y se relacionan
que surge de ello actúa sobre la individualización de la perspec- constantemente entre sí. La dialéctica de los horizontes se con-
tiv:i evocada y consecuentemente producirá diferentes matizacio- vierte en impulso de las actividades de síntesis que debe efec-
nes en los diversos lectores, en lo que se refiere a esta indivi- tuar el lector. Pero con respecto a ellos hay que decir: «... es
dualización de la perspectiva evocada. Aquí se encuentra, pues, el prerrogativs del preceptor, no una característica de los estímu-
punto fantal de los contenidos subjetivamente distintos, propios los, el decidir qué diferencias han de ser significntivns -qué
de la estructura intersubjetiva de los actos de comprensión de
- ..
--
I
- S S L O ~ 'sB@ 'sa?oCy 'y,
.c81 '8od 'brrlws Lr san e sop ap ?[[e syui e~ ou o[o [ap ~?!se[!~s p soiund ap o~
'6s 'IL61 'e!uo[o3 '(~3~08 'SI iod oppnpeli) B u n u
-qaufq~&, a y ~ ~ i a y ~pul1
s u .?!foaylIuo!lawro/rrI 'sziop~ 'v u i o q e l q ~9r -aui?u [a epenu!iuos elnisal e[ ua anb '(uaqs '~a[i!az 'neapnnqs
-N) sosa~dui! soixai sol ap elnisal E[ ap oi!s?doid e 'uppdas~ad
'sop!q!siad souZ!s ap sauo!se[al se[ ap uo!sezqnax h e[ ap ejZo[o?sd e1 ap sojeqcai sosoaaurnu ~ o dsouiaqes 'ugpea
u?!sed!s!iue ap o?in?uauriaq euranbsa Iap i p ~ e de 019s epes!J!l
-1ssqo ap lopadns I~A!U un u 3 xsnj!p A aiuaic[ ugsniuasa~da~
-uap! 'e!sua[eA!nba ouios a s n p o ~ das ein%!~E[ opusns une 'oixai
eun souiauai 019s sepez![!in sssa~dui! se1ia[ sq s p sewloJ se1 ap
[e oisandur! ope?~!ui?!s u~Zu!u uaiuasa~d ou sauo!ssaho~d sapi osn[sT :eis!~ elisanu ap oduies Iap o1iua3 la ua ualiuansua as
anb asnpo~das !se 019s h 'souZ!s so[ ap u?peIai e1 ap ugse?j!i
anbune '[aded Ia auap anb soisajap so~anbadsol e a8!np as ou
-uap! e1 ua ais!suos e~n8!j e1 ua soisa[ [ap uo!sed!s!i~ed e? .qs!~q uo!suaie Blisanu 'oixai un ap eu!8?d E[ Souiaa[ opuen3n :oius!ui
- m 0 3 ope~qtqmquq anb e[ ap u?!ssaLoid e11anbe 'sa oisa ' a i u a l e ~
-ednaZe Iap oisaja Ia aluerpaui 1~1801uapand as 019s anb ou!s
-!nha ns ouls 'eurs!ur u?!sep~ eisa sa ou ein8g e1 oiad : E J ~ ~ ! Je[
'se~qe[edo sena1 se1 ap oie!pauiu! osoduiei !u oie~pauio i u a p c q p
c a n u?!sqa~ 'oraw!id :soqsaq sop 'sand 'es![dm! uo!se[anos
-sap [a ~ o d?u sopeidcs las uapand ou sopeq~uZ!s so1 anb ope.Ii
-oine e? 'sauo!selaaloJ saiio ap souZ!s ua asi!ilaAuos uepand
-sow ueq sos!is!@uqos!sd soiuauipadxa so? .ioiss[ Iap sapnlpde
a i ~ e dns iod soixaiuos sale1 anb a[q!sod aiuaureila!s sa apuop
'e!suais!suos ouios soweuS!sap anb oiuaiuos un ua e ~ e n ~anb !~ se[ e !u oixai [ap sou8!s so[ E !u aiuauieqsnpxa ipnpal apand
heq :sou8!s ap u?!selanos e[ aiue!paui ou!uri?i lauipd ua ep!snp as ou 'oluei ~ o d'anb L ~ o i s a [h oixai aliua uopselaiu! e[ >p
- o ~ das einZg e 7 .~oi>a[[ap sapni~idesepou!uilaiap ap up!seui!uc eiInsa1 anb oisnpo~dun owos clissnui as aiuais!suos u?!seis~drsi
E[ ap ou EX oiad 'oninur ugse[al eun ap e i c ~ ias anb oiuens -9 oiuens ua eanB!J e? . c ~ n i s ae1~ ap osaso~d[s ua lean[ auap
ua 'u?pe[anoso?ne ouros oixai Iap souZ!s so1 ap u?!se[nsu!A anb 'e!suais!suos e[ ap upni!isuos e[ ap exsse oZ[e i e s a ~ d
q as~!q!issap aqap 'oiuei 106 oixai 1ap sou8!s so1 ap «u?!se[
',, -xa ap zades sa ugse1epe eLns 'euia~qo~d un euapua as -sau
-aliosoine» e[ ' s a 1 0 ~~ o dopegnse oidasuos un ap u?pez!pin -a8eui! se[ ap u?!seiap!suos el E opcpe[seil eq o8an[ h soixai
u[ u03 aslauaiqo eppod se~nZ!j sale1 ap eur!uju u?!qrnjap e? SO[ ap o!aueui ns ua asouosal aiuauie~auipd q?iquio3 anb-
~~?!sua~duiori a[q!sod eun uei![?q!sod sernZg ap sauop~dn18ese1 opezoqsa !nhc osaso~d [a u 3 .,,«epe~lcq op!s eq aiuais!srios
010s 'a!enZua[ [ap sa~e[ns!i~edsou8!s so1 ap epenqiuos u?pes!j u?!seiaid~aiu! sun opuens e t u ~ o jeun ua ~sz!1sis!is aseq e[ h
-!iuap! e[ ouios alinss!p ou elnisa[ e[ 'aiuauraiuansasuos 'A selq aiuassqos u?!seq?u8!s eun ap e q a n ~ del E SEUJOJ L salolos ap
-eled se[ ua eisag!ueui as ou opesg!uZ!s [a anb eia!nb ouio3 ezue[oszaur e[ aiauios anb e[ lopenlasqo lap e~nia!uos e[ s 3
~~~oiua!u!souosa~ [s ~ o deqsleui ua oisand u?psahold ap osas
.,, se~qe~ed
seiaui se1 L' asI!is!sal siduia!s apand OPB~?J;U~!S 13 .eunYp oun e -oxd [a ua souir?iiods so~iosouanb 01 ap ep sou as anb 01 J I ~ S
-oun e!suapuodsairos Leq ou a!en8ua1 [ap epun~oidelnisnlisa -u!is!p [!s!j!p a~duials sa 'e~qeq Iap uop!pne e1 ua o u o s sa&
q h p!sg~adns [aqu [a asiua anb leplosa1 ap somaq A .OA!~N se[ 3p elnisa1 e[ ua OIUELD :!nbe .re8n[ aua!i anb osaso~d
-8w 'os!iuyuas IaA!u Iap 'epun~oldclnisnlisa e[ ap a i ~ e deun sa [ap peppe!~n~ade1 e q d x a q s p q m o 3 ap u?pciiiasqo e u n
opes!j!uB?s [a ! . . . s e ~ q e ~ eS"d uasauai~adou anb [e a!enZua1 Iap .u?!sua~duios e1 ap aseq e[ ua ai
[aA!u un e e?i!s as opes!j!u8!s 13" .op!iuasap sapep!un uos ou -1a!~uos as lqe ap a 8 ~ n sanb sodwZ so[ ap pep!A!ise e[ samoiua
anb o ~ a d'sapepiun sale1 ap asaeioisras o ~ n dun ouros e!nnnssp 'uo!sse~aiu! ap selnisnlisa ua oixai [a ~ Z a ~ ~ d s[!AS>W ap u?!sp
einJsaI e[ ap osasaid [a h s~lopcindurosso[ ap oI!isa 1c selqer ap oiund [a opuen3 x.rnisa[ e [ ap [w!uas pep!A!ise eun eisag!u
-ed h selia[ elnisa[ e[ ua S O ~ B ! J E S ~ IS~O~~ I O S O U 'oisa unaas sand as jsv 'op!iuss ap uppni!isuos cun s p laisylcs [a aasod anb
.,, ope[sai [a ~es[ndap saIwalc[!un sauo!seiuasa~da~se1 ap eii aius~eA!nbs un us ueuna 2s ri~Ln[ju! as aiuauicnintu snb o i x ~ i
-u03 ua Ilvzsa3 e[ ap elioai e[ ap oiua!uipouo3ar [e s!Bo[oqsd lap s e ~ i r i ~ d s i asq
d o!)>~iu oÁns ~ o d'soiua!uiudii~Yu .1~811[laui
a1 8 uelia[[ sauo!seAlasqo se1 sepoi h '«se?je~8od!i sauo!sn[!» -!~d ua uos s!saiuys 'oiusi 106 «sspua[eqnba se[ ap oius!tu!s
.,
saioaaumu oisadsa~alsa e uaisixa ~ A E ~ O 'eqaI L epes ap e u i ~ o j qqeisa [a ua -e!suau!i~ad ap sopaips ap qA1as ap usq so8sei
DI aulde> o[o [a c ~ e da[q!sod aiuaur~c!.isieur sa ou anb 'eau!~ ~ o d
imaginarse que puramente se haga una representaciún simple.
Este hecho y las consecuencias qiie resultan de allí se pueden
explicitar mis o menos en el siguicnte ejemplo, que ya fue adu- mente falsa de lo que es un ideal. Percibir a uno como hip6crite
y al otro en su ingenuidad quiere decir que se ha constituido
cido otra vez en otro contexto Iq. En el Tom Jones de Fielding,
una equivalencia a partir de tres segmentos distintos d e las pers-
Allworthy es presentado como el «liomo pcrfectus~. Vive en
Pariidise I-Iall y «muy justamente podía ser considerado como pectivas de presentación (dos segmentos de la perspectiva dc los
personajes y uno de la perspectiva del narrador), que posee el
un hombre favorecido por la natiiraleza y por la fortuna* m. En
carácter de una figura consistente. En la figura se suprimen las
otro capítulo, el doctor Blifil es introducido en el círculo de la
tensiones que se derivan de los diversos coinplejos d e signos.
familia Allworthy y sc dice de él: «Además de este dudoso mé-
No está explícitamente presente en el texto, sino que surge como
rito, el doctor estaba en posesión de otro: su aparente gran re-
ligiosidad. Discernir si esto era auténtico o falso no es de mi una proyección del lector, que es dirigida en cuanto es resultado
de la identificación de las relaciones de signos. Pero e n el caso
incunibencia, puesto que no poseo indicios que me hagan dis-
t i n ~ u i rlo real de lo falso» * ". Sin embargo, se habla de que el presente es de tal tipo que por su medio se representa lo que
doctor actúa como un santo. Con ello, en este punto del texto, los signos lingüísticos no dicen o que rcpresenta lo pretendido
cn cl que queremos detenernos una vez más, se dan una serie como contrario a lo dicho.
de signos determinados que ponen en funcinnaniiento un deter- De esta forma, las signos lingüísticos sólo a través d e la co-
minado juego de relaciones. Los signos denotan en primer lugar herencia de la figura obtienen su sentido determinado, y éste
que BliIil se entrega a la apariencia de la religiosidad profunda -como en el caso presente- se ajusta mediante las modifi-
y quc Allworthy es un hombre perfecto. Pero a la vez el na- caciones respectivas a las que están sometidas las posiciones
rrador coloca una determinada señal de atención, que se refiere singulares en razón de la equivalencia pedida. Por ranto, la
a la diferencia necesaria entre la verdadera y falsa apariencia. coherencia de la figura se podría describir con un concepto de
Ahora, Blifil encuentra a Allworthy y así se hace presente la pers- Gurwitsch, el nnema perceptual". Con ello se quiere decir lo
pectiva de presentación retencionalmente mantenida. Dos seg- siguiente: Porque con cada signo lingüístico se ofrece a la con-
mentos de las pcrspcctivas de presentación de los personajes se ciencia algo mis que sólo este signo, éste debe. convertirse en
convierten en horizontes recíprocos -ante todo mediante la ex- una unidad, cohesionado con sus contextos referenciales. Pero
plícita señal del narrador-. Se llega a una correlación de signos la unidad de los poemas perceptuales se origina a través de los
lingüísticos mediante el lector, y con ello a una figura de ambos actos de comprensión del lector, que identifica la relación de los
complejos de signos. Los signos en el caso de Blifil denotan la signos lingüísticos a fin <le concretar el contexto referencia1 no
apariencia de la profunda religiosidad, y en el caso de ~lllworthy, manifestado lingüísticamente. En CI noema perceptual se cons-
perfección; así, los signos del narrador denotan una cierta ne- tituyen en unidad los signos lingüísticos, sus implicaciones, su
cesidad de criterios de diferenciación en el uso. La equivalen- relación recíproca, así como los actos de identificación del lec-
cin de signos tiene lugar en el instante en que nos damos cuen- tor; el texto comienza a existir en la conciencia como figura.
t;i dc la hipocrcsía de Blifil y de la ingenuidad de Allworthy, El noema perceptual puede todavía ser aproblemático para
y así, a la vez, se realiza la necesidad de la diferenciación de- la dimensión expresada hasta aquí en el ejemplo de Fielding;
notada por el narrador. Blifil se da el porte de religiosidad para la coherencia buscada de la figura podría reivindicar e n un alto
inipresionar a Allworthy, a fin de poder introducirse gradual- grado una validez intersubjeriva. Pero no existe esta figura en el
mente en la familia y qiiizás obtener sus bienes. Allworthy se aislamiento. Cuando los diferentes complejos de signos, Alwor-
fía dc las apariencias porque la perfección no puede en absoluto thy/Blifil, originan una tensión, que sin dificultades es subsu-
mible en una equivalencia, entonces hay que preguntarse si esta
V. capítulo 11, A, 7, p6gs. 104 y 107 y s.
Henry FIELDING, Tom loner 1, 2 (Evcryrnan's Library), Londres, 1962, V. Aran GURWITSCI-i,
Tbe I i d d o/ Ctiocioi,r~ierr, Pittsl>urgh, 19642,
p4g. 7. pdgs. 175 y SS., quieri desarrolla cstc coiiccpio eii coneriáii con CI dc
" Tomado de la traducción castellana, Eruguera, Barcelona, 1972. I Iusserl dc \Vahrncliiiiuiigsii~~c~~~s.
lL Ibid., 1, 10, pág. 20.
temporal frente al hombre perfecto, no deberíamos tambiCn q r -
figura, en la que Allworthy es representado como e1 ingenuo
cionarnos de lo que él posee y a nosotros nos falta. Las poai-
y Blifil como el hipócrita, por su parte ya ha sido definitiva-
bilidades mencionadas ilustran en qué dirección diferente puede
mente cerrada. Sabemos, por otra parte, que figuras incompletas
cerrarse la apertuni de la figura del primer nivel, mediante el
producen un sistema de tensión que rrclnma una coherencia de la
contexto referencia1 que aquello conlleva. La apertura, además,
figura, con grandes resultados en lo que se refiere a la integra-
permite reconocer que en ella están dispuestas distintas posibi-
ción. Dado el caso en que se tuviera la figura realmente cerra-
lidades, por los que la figura de primer g a d o puede ser asu-
da, en la que las posiciones de All\vorthy y Blifil fueran presen-
mida en una coherencia de segundo nivel. Pero esto significa
tadas como equivalentes a ingenuidad e hipocresía, entonces
que en la latente apertura de las figuras creadas hay dispuestas
ello significaría: Allworthy es engañado por un tartufo. Pero
decisiones de selección, con vistas a su posible cierre. El noema
con esta configuración de sentido, por lo general, no es fácil
darse por satisfecho, y se plantea la pregunta de apor qué» perceptual, que se forma despu&s, ciertamente ya muestra ras-
y «con qué razones)), para lo que, no en último lugar, es deter- tros de preferencia subjetiva en este acto de la comprensión
minante la señal del narrador, que nos indica lo difícil que es intersubjetiva de la constitución de la consistencia. Las citadas
encontrar una piedra de toque que permita diferencinr fidedig- posibilidades se muestran como paradigmas de selección con di-
iiamente lo verdadero de lo falso. Hacer al lector que atienda ferentes orientaciones. Todas son legitimas, aunque apuntan a co-
al problema de los criterios de diferenciación sólidos, a fin de sas muy diversas. El primer paradigma se dejaría describir como
qiie reduzca sólo a este caso la diferencia que él lia encontrado, la realización del tema: la capacidad de eniuiciamiento es un
significaría sustraer a la perspectiva del narrador su intención hecho central de la naturaleza humana. El segundo paradigma
generalizadora. Consecuentemente, con la coherencia efectuada de sería la realización de la significancia temática. La capacidad de
enjuiciamiento claramente hay que lograrla ahora por medio
la figura -que Allworthy ha sido engañado por un tartufe-
de la negatividad de la experiencia, y no es una capacidad que
no sólo se prctende esto, sino a la vez algo más. Pero este más
se hubiera dado ya mediante el favor de la fortuna. o incluso
no cs arbitrario; en primer lugar, y por el descubrimiento para-
por medio de la naturaleza. Por tanto, Fielding hace colisionar
dójico, hecho manifiesto en la figura, de que claramente algo
parece faltarle a la perfección. Sin embargo, se origina un cierto la capacidad de juicio con la perfección, a fin de subrayar la ne-
margen a causa de la manera como puede ser cerrada la latente cesidad de la experiencia. El tercer paradigma, finalmente, rea-
apertura de la figura producida. Se ofrecerían las siguientes po- liza la intención didáctica. El lector debe ser conducido a la vi-
sibilidades, sin que con ello se hubieran ya agotado todas: 1.6) Si sión de sí mismo en el espeio de las figuras, pues la agudeza
en enjuiciar sin la raíz moral es inútil, porque sólo conduciría
el lector se da cuenta de que Blifil es un tartufo, ¿por qué no
a la astucia que muestra Blifil.
le sucede lo mismo a Allworthy, supuesto que es perfecto? Ergo
le falta a la perfección un atributo decisivo: la capacidad de en- Con ello, es cierto, no se han agotado las posibilidades de
juiciar. Así se enfoca de nuevo una falsa decisión de Allworthy, diversas selecciones. Ciertamente, el ejemplo es desarrollado en
cuanto que se puede deducir de él una consecuencia general
mantenida rerencionalmente; antes, como juez de paz, a la vista
para la constitución de la consistencia en la lectura. Son reco-
de la apariencia presumible de culpa, había condenado a Jenny
nocible~dos modalidades diferenciales entre sí: la una se mues-
Jones, una muchacha dc servicio irreprochable. 2:) ¿Por qué
tra en la figura de Allworthy, engañado por un tartufo; la otra,
sc debe mostrar precisamente el fallo en la capacidad enjuicia-
en los paradigmas de selección presentados, con lo que en el pri-
civa del hombre perfecto? La inirersión paradójica parece des-
mer tipo debe dominar una intensa comunidad intersubjetiva;
tacar la importancia de la capacidad de cnjukiar -una figura
por el contrario, en los otros, un cierto margen en relación a las
dc sentido que cl narrador apoya con sus observaciones-. 3:) Si
posibilidades elegidas. Sin embargo, ambos tipos de la configu-
rios sentimos en el momento superiores al hombre perfecto, por-
ración de la Gestalt están estrechamente vinculados entre sí;
que nosotros percibimos lo que él no es capaz de ver, entonces
más aún, se fundan en un esquema de constitución de la con-
hay que preguntarse si nosotros, a la vista de esta superioridad
te. Sin embargo, se comprende así exactamente que uno cler~i
sistencia. La figura del primcr tipo rep:esenta constelaciones de optimizadón de este hecho previo es dependiente de lo com.
figuras y contextos de acción; dicho brevemente: lo que se pue- petencia del lector. En este sentido, Sartre tiene tazón cunndo
de designar en el sentido aristotélico corno la fábula del texto. juzga: <As{, para el lector todo está todavía por hacer y, sin
El ejemplo ha permitido ver muy claramente que la relación de embargo, ya está todo hecho; la obra sólo existe precisamente en
los personajes entre sí, así como las sc~ucnciasde acciones deri- el nivel de sus capacidades; mientras aquél lee y crea, sabe que
vadas, no se realizan mediante una pulsacióii de los signos lin- siempre avanza en su lectura, que podría siempre crear más pro-
güístico~dados, al estilo de las computadoras, sino como cons- fundamente, y , por tanto, In obra le aparece inagotable e impe-
titución de la figura. La figura -Allworthy es engañado por un netrable como una cosa. Este hecho de producir -independien-
tartuf* procede de las midificaciones retencionales de los sig- te de la cualidad, que corresponde a la subjetividad que reclama,
110s lingüísticos, mediante los que igualmente fueron transforma- se transforma ante nuestros ojos en objetividades impenetra-
das la denotada perfección de All\vorthy exactamente como la bles- lo compararía gustosamente con aquella aintuicióri ra-
denotada apariencia de la profunda religiosidad de Blifil en la cional)) que Kant ha reserviido a ln razón divina» ''. Cómo sea
equivalencia de la figura. Así pues, la misma producción del ni- posible pensar el «crear siempre mis profundamente» y las «im-
vel de 1;i acción de un texto en la conciencia de su recepción se penetrables objetividades» que surgen de ello permitían conocer
veriIica como constitución de la figura. Pero el nivel de acción los paradigmas de selección del ejemplo presentado, en los que la
no es un fin en sí mismo, pues por su medio siempre se significa figura del nivel de acción se desplegaba en la concreta plurali-
algo -colegible en el sencillo hecho de que una historia no es. dad de sentido de lo que por su medio significa. La decisión
narrada por su acción, sino por el valor ejemplar de tal acción. selectiva singular posee el carácter de una «objetividad impene-
Por tanto, la figura que representa un momento de la acción trablen, en cuanto que, en razón de la figura de sentido resul- i
no está todavía totalmente cerrada. Sólo se deja cerrar si lo que tante, permanece intersubjetivamente accesible, aun cuando, a la I
ella significa como el contenido de sentido de esta constelación vista del abanico de posibilidades existente, se pierda en el su-
de acción es representable mediante otra figura. E n este punto jeto concreto la determinación de la decisión encontrada. !

se origino +amo lo hn mostrado el e j e m p l e un abanico de De esto se infiere un punto de apoyo para una importante
posibilidades, que siempre sólo pueden ser realizadas selectiva- cualidad de la figura, que -así parece- el texto de ficción uti-
mente. Consecuentemente, en la constitución de la figura del liza para construir sus correlatos de conciencia. Una figura -así
nivel de la acción domina un alto grado de inequivocidad inter- '
lo sabemos- se cierra en la medida en que se elimina la ten-
subjetiva, mientras que en el nivel del sentido se producen deci- sión entre los signos que hay que agrupar. Esto también es así
en la secuencia de la figura que se constituye, en la medida en
sioncs selectivas, que no pueden ser consideradas subjetivas aun
que se considera la good conti~iuation como modo de conexión.
cuando estuvieren caracterizadas por la arbitrariedad, sino por-
La equivalencia de los signos tiene lugar mediante la. modifica-
que una figura sólo se deja cerrar si es elegido una posibilidad ción recíproca que se orienta en la medida en que se cumplen
y no lo son todas a un tiempo. Cicrtamente, la tensión que la las expectativas anticipadas. Es cierto que las expectativas incor-
figura del nivel de I;i acción deja tras sí exige -para ser su- poran una condición previa y central de la creación de una ilu-
primida- el grado de iiiequivocidad de una figura de sentido sión; nos dirige a lo determinado y, consecuentemente, difumina
cerrado, que sólo puede ser obtenida por medio de decisiones otras cosas. Por tanto, Gombrich tiene razón cuando piensa:
selectivas. Que éstas se vean influidas por las aptitudes indivi- ~Whenever consistent readiiig suggest itself ... illusion takes
duales del lector, por sus contenidos de conciencia, por sus vi- over» ". La constitución iiiisma de la consistencia no es iin hc-
siones condicionadas por la época y socialmente -dicho bre-
vemente, por su historia experiencial- no cambia nada en el
Ll SA~TRC, pig. 29; v. rsrnbi6n Pierrc Bounuieu, %,ir Soziolosip de,
hecho de que las figuras dcl nivel dc la acción tienen dispuesto e i ~ (stw 107), Frankfurt, 1974, pígs. 165 y 169.
s ~ ~ ~ b o i i r c hFor~irei
un abanico de posibilidades de significado, que estructuralmente GOMBKICH,
pág. 278.
se da previamente a toda realización condicionada subjetivamen-
sin embargo, todos estamos más inclinados a pensar en IPY ,CI.
cho de la ilusión, pero la constitución de la consistencia se rea- tegorías de Los tres ~ ~ ~ O S ~ I I P I P Ique
. O S en las de Ulysses: o mcjor,
liza en la sucesión de agrupaciones de figuras, que poseen un sólo puedo recordar la vid;i y enjuiciarla cuando pienso según
moinento ilusorio en cuanto que In totalidad respectivamente la novela tradicional» n. Pues -así se podría proseguir el ar-
mostrada por su medio -sobre todo si es un producto de la g u m e n t e sólo en el recuerdo domina la necesaria medida de
clccisióii dc 1:i sclccciJi1- iio ~>i.csciii;ialgo caractcrístico del tcx- libertad que permite contextualizar la multiplicidad desordenada
to, sino ya la configuración de una representación de sentido. de la vida experimenrada en la figura de sentido de un contexto
Pues el texto de ficción, como sistenia de signos no-denotadores, concertado, quizú porque sólo así pueden mantenerse los sig-
en primer término está abierto, y esto significa que no se agota nificados de la vida experimentada. La figura del recuerdo hace
en la relación de los datos empíricos previamente cncontrables. desaparecer la heteronomía de la vida, mediante el significado ad-
Consecuentemente, se ofrece al lector como una oferta de es- quirido en eUa. Las novelas del género favorecedor de la ilu-
tructuración, mediante la que algo puede ser constituido y que sión, según esto, ya no sc dejarían concebir inás como la re-
cn el mundo empírico de los objetos ciertamente no ha sido producción engañosa de una realidad dada, sino más bien a m o
dado. Pero para este proceso de constitución deben reclamarse el paradigma de la estructura del recuerdo, porque la realidad
los mismos presupuestos que los que en general son válidos para sólo es realidad en cuanto puede ser representada mediante el
los actos de comprensión: la constitución de la consistencia. Ésta significado. Pues caracteriza a «la ilusión el que ésta se hace
tiene lugar como consecuencia permanente de las figuras que pasar por verdadera percepción, cuyo significado procede del
hay que cerrar. Así, la constitución de la figura discurre en opo- mundo sensible y de nada mis. Imita aquella clase de experien-
sición a la apertura del texto, y la parte de ilusión se correspon- cia que resalta por la coincidencia entre sentido y mundo sen-
de con el grado en que está cerrado. sible, y ello mediante la articulación del sentido que se hace
Eco ha explicitado en la reacción de los espectadores de te- visible o se manifiesta en el mundo sensible» *. Por tanto, la
I novela moderna presenta también la realidad como contingente
levisióti ante las emisiones en directo en qué medida estas
porciones de ilusión son decisivas para nuestros actos de com- y carente de significado, con lo que ciertamente da a conocer
prensión. ~ l q u ise trata de «un tipo de narración que por muy que reacciona ante los hábitos ejercitados de la cuan-
conexionado y consecuente que pueda parecer, siempre utiliza do la realidad ahora es liberada de la estructura de ilusión del
como material de partida la cruda secuencia de los sucesos na- recuerdo. Sin embargo, el descubriiniento de una forma de com-
turales; aquí, la narración, aun cuando posea unos hilos conti- prender devenida histórica, por su parte, debe ser representado
nuados de acción, sin embargo, constantemente se desvía a la de manera que tampoco se pueda hacer desaperecer la necesidad
mera anotación de lo inesencial~ Consecuentemente, en las de la ilusión en relación a la constitución de la consistencia -ga-
emisiones en directo -muy semejantemente a lo que acaece en la rantizada ante todo por el hecho de concebir-, sobre todo cuan-
casualidad pretendida del cine m o d e r n e se llega a una «frus- d o se nos muestra tan ineludible la resistencia del texto a la
tración de los instintos 'novelescos' del espectador» '. «La emi- conformación de la ilusión, de manera que nuestra atención
sión en directo queda determinada en su discurrir por las expec- se ve dirigida hacia sus causas.
tativas específicas Y las exigencias de su público; de un público Así, en el momento de la ilusión de la constitución de la
al que si se le pide una información sobre lo que sucede, piensa figura, se ofrece un presupuesto decisivo para la comprensión
este acontece en categorías de la novela tradicional y sólo reco- I del texto: <El lector está interesado en lograr la necesaria infor-
noce la vida como real en cuanto que aparece sustraída a sus mación con el mínimo esfuerzo ... Si, por tanto, el autor se em-
azares y elegida y unificada en una acción ... Es sólo natural que peña en aumentar el número de los sistcrnas codificados y la
12 vida se parezca más al Ulysses que a Los tres mosqueteros;
lbid., pjg. 206.
" Umberto Eco, Dar offene Kunsrtucrk ltriducido por G. Memmert), * Maurice MERLEAU-PONTY, Phrn~menulogie des Wuhrhemut:g (rridii-
Frunkfurt, 1973, páx. 202. cid0 por R. Boehni), Berlin, 1966, pág. 41.
Ibid., p k . 203.
complejidad dc su cstructura, entoiices cl lector se siente incli- concisión, en la interpretacidn de la acción --como mostrabn
nado a reducirlos :i lo que a él le parece mínimo 'suficiente. La el ejemplo de Fielding- se llega a decisiones de selecci6n de
tendencia a complicar los signos es una tendencia del autor; la determinadas posibilidades. Esta estructura fundamental de los
estructura negro-blanco, rica en contrastes, es la del lector» ". actos de comprensión es reclamada de una manera determinada
por los textos de ficción, a fin de asegurar correspondientemente
la transferencia del texto a la conciencia del lector. Consecuen-
b) El carúcter de acontecin:ici:to conro correlato temente, la disposición del texto debe permitir conocer las mo-
d e la coi:ciencia del texto dalidades, mediante las que se puede actuar en el proceso de
La constitución de la consistencia es fundamento absolutamen- constitución de la figura, así como en las decisiones selectivas
te imprescindible para los actos de comprensión. Se lleva a cabo del lector que tienen lugar en él.
mediante la actividad agrupadora dcl lector, por cuyo medio Walter Pater ha notado en relación a la experiencia que se
sc identifican las rclacioncs de signos del tcxto y son represen- presenta en la lectura: «Pues para e1 lector serio las palabras
tadas como figuras. Si la figura surge de la relación presente en- son también serias, y la palabra ornamental, la figura, la forma
tre los signos, esto quiere decir que la relación misma no se accesoria, el color o la referencia rara vez se conforman con mo-
manifiesta lingüísticamcnte, sino que nace a partir de la modi- rir al pensamiento en el mismo momento, sino que inevitable-
ficación retencional de los signos condensados en la equivalencia. mente han de permanecer un rato produciendo tras sí una estela
De la misma manera que los signos pretenden una relación rc- de asociaciones tal vez totalmente ajenas a ellas»". Así, la cons-
producto del lector la equivalencia que brota de la modificación titución de la consistencia durante la lectura destaca también
retencional dc los misiiios. Con ello se imrca cl punto en el aquellos momentos que se sustraen a la integración en la figura
que la estrutcura del texto se transforma en una estructura del correspondientemente constituida ( t o die t o thorrght, «morir al
acto, en la que los signos lingüísticos efectúan la necesaria afec- pensamiento»). Ya la dialéctica de los horizontes del punto de
ción del lector en relación a su realización. La precedente dis- visión móvil había hecho conocer que la pluralidad de relaciones
cusión ha mostrado que las relaciones de signos identificados -abierta en la lec~ura- de las perspectivas expositivas del tex-
en principio se pueden representar en dos tipos distintos de fi- to unificadas en los abanicos de proyecciones obliga necesaria-
guras, aun cuando estrechamente vinculados entre sí: los de n@- mente a decisiones de selección en lo referente a determinadas
cesidad selectiva minimalizada y los de elevada necesidad selec- relaciones. De ello se infiere una determinada figura de sentido.
tiva, en relación a la equivalencia de los signos lingüísticos, Pero porque ésta se realiza mediante un proceso selectivo, la
~roducidamediante la figura. Con ello se marcaban a la vez dos multipliiidad relaciona1 no seleccionada permanece en el tras-
niveles del tcxto: el de la acción o el de la constelación de perso- fondo.
najes y el del cardcter sensible de la acción y del juego de los La necesidad de realizar mediante las decisiones selectivas
personajes. Ninguno cs iniaginable sin el otro. Pues el sentido sólo determinadas relaciones a partir de la red de relaciones des-
solo posee sentido en relación a la facticidad organizada en la arrollada por nosotros mismos ulteriormentc sc ve motivada por-
acción, y tsta, por su parte, ncccsita de la interpretación para que en la lectura pcnsamos las ideas de otro que --cualquiera
que se pueda concebir lo que se dice por su medio. La confi- que sean en d e t a l l e en cuanto ideas de otro representan en pri-
guración de la imagen del nivel de la acción, por regla general, mer término una rxperiencia extraha. Las experiencias extra-
tiene un alto grado de claridacl, y esto quiere decir que la equi- fias, en rnzdn de su naturaleza, desbordan nuestras propias ex-
xilencia de los signos rcprcscntables en la figura sc puede ce- periencias y, por tanto, siempre tienen dispuesto algo más que
rrar sin dificultad mediante la elevada coincidencia intersubje- 10 que nos es accesible por el momento. Por tanto, las decisiones
tiva. P e ~ ocomo sólo las figuras cerradas poseen la necesaria selectivas se orientan primeramente a aquel ómbito parcial de la
experiencia cijeiia que todavía parece ser fariiiliar. Esta orienta-
" J. M. LOTMAN, Die Sirakiur liiéroriicher T p x t e (UTB 103) (rradu-
" Wait:. Londres, 1920, pig. 18
n ~ T Appreci~tioni,
cid0 por Rolf-Dietrich Keil), Munich, 1972, págs. 418 v sr. ~ ~ ,

- 203 -
- 204 -
a poder ser abierto. De esta forma se originan efectos rctroac.
ción influir5 la figura dc sentido constituida y, consenientemen-
tivos con respecto al papel del lector. Mediante la constitucldn
te, dejari intactas determinadas posibilidades, aun cuando tales
de la figura participamos en el texto, y esto quiere decir que
posibilidades, en cierto modo, sólo son conjuntamente evocadas
nos encontramos asidos por lo que producimos. Por tanto, du-
mediante las decisiones selectivas tomadas. En principio;por tan-
rante la lectura, tenemos frecuentemente la impresión de haber
to, toda figura de sentido se encuentra siempre ensombrecida
vivido otra vida. Henry James, en esta «ilusión.. . de haber vivido
por las posibilidades que la decisión ha despertado pero no ha
otra vida» ", veía la cualidad decisiva de In prosa narrativa. Esta
elegido.
participación en el texto es un2 ilusión, en cuanto que mediante
Así, las decisiones selectivas producen a la vez en la lectura este sentirnos asidos dejamos detrás lo que somos: «... participar
un excedente de posibilidades, y esto significa que en tales ac- en un acontecimiento no supone el conocimiento de nuestra par-
tos también se encuentran presentes las posibilidades que han sido ticipación en él» ''. Gombrich, mediante experimentos psicológi-
virtualizadas. Ellas corporifican aquel ámbito de la experiencia cos figurativos, llega a coiiclusiones semejantes: «... aunque po-
ajena que en el acto de la lectura adquiere su contorno, sin que damos ser conscientes a nivel intelectual del hecho de que cual-
en un primer momento sean de interés. D e su virtualidad nacen quier experiencia dada podría ser una ilusión, no podemos, en
entonces aquellas alien arrociatioirs (aasociaciones ajenas))), que sentido estricto, observarnos teniendo una ilusi6n)p3. En este
se apoyan en las figuras de sentido estabilizadas y que son capa- hecho de ser asidos se valoriza otra cualidad de la ilusión, dis-
ces de irritarlas en cuanto que se mantienen indefinidas y, por tinta a aquella que teniamos ante 1s vista en la constitución de
tanto, pueden lograr una reorientacidn de los actos de compren- la consistencia. Allí, el momento de ilusión consistía en que las
sión. Así pues, en la lectura frecuentemente cobramos la impre- figuras encarnaban las totalidades a las que la multiplicidad de
sión de como si las características, los ncontecimientos y los pro-

I
relaciones de los coinplejos de signos había sido reducida, hasta
cesos hubieran cambiado su sentido; se nos aparecen «con otra el punto de que la figura podía. estar cerrada. Ilusión significa
luz», y esto significa que se ha cambiado la orientación de la entonces nuestra participación en la proyección, en lo que con-
decisi6n selectiva, porque las alien arrociations de las posibilida- cierne a la constitución de la figurs, en la que nos encontramos i
des que entonces sólo habían sido presentadas, pero que perma- asidos, puesto que la produciinos. Pero a la vista de la irritaciiin
necen virtuales, han relativizado de tal manera las figuras de de las figur:is, mediante las posibilidades que excluyen pero quc
sentido consdtuidas que comienza a variar nuestra actitud. . a la vez participan, este hect10 de ser asido jamás es completo.
Desde aquí se pueden también juzgar las estrategias del tex- Por el contrario, la latente perturbación de este hecho poduce
LO. Si la constitución de la figura materializa una decisión selec- una tensión que hace oscilar al lector entre hallarse totalmente
tiva, mediante las relaciones de signos que han sido identifica- asido y el distanciamiento latente. Así se produce una dialéctica,
das como su significado, entonces en principio puede verse animada por ei propio lector, de constitucióii de la ilusión y rup-
fucrtcmente difuminada la pluralidad de posibilidades, constituida tura de la misma. Provoca operaciones de equilibrio -aunque sólo
por tal elección, pero a la vez excluida. Si esto sucede, entonces sea porque una figura perturbada por el factor extraño de las alien
cl texto adquicre una intención didáctica o indoctrinadora. Las associations (aasociaciones ajenas») no es inmediatamente recha-
estrategias del texto pueden también estar establecidas de modo zada. Pues el hecho de ser asido repercute en la figura que pro-
que en cada caso fortalezcan la intención de los alien arrocia- ducimos, y esta repercusión es absolutamente necesaria para que
tioiir, y, así la equivalencia de los signos representada en la fi-
gura no establece ya más la orientaci6n de la intención. Las es-
" Ilenry J A ~ I B . Theory o/ Ficrion, ed. James E. Miller, Jr., Lincoln,
1972, pág. 93. La cita cxscta dice: «The sucess o f a work of art ... msy be
trategias de los textos de ficción, por lo general, están estable- nieasured by rhe drcgree to vhich it produces a ccrtsin illusion; thst
illusion rnakcs it appear to us tor tlie time rhat wc Iiavc lived annrlicr lije
cidas de modo que la constitución de la figura que tiene lugar -1liar \ve Iisvc Ii;id e niiraculous ciilargenient oí cspcricnce.~La cilircslon
en la lectura produzca a la vez su latente permrbación. Si las procede del año 1883.
32 Stanley CAVELL, Tbe World Vipwed, Nueva York, 1971, pig. 128.
figuras están sujetas a la modificación, mediante las posibilida- 3 G o u s n ~ c pág.~ , 5.
des que excluyen, entonces su encerramiento tiende siempre
prendentes se ven e n conexión con lo que ya ha pasndo, con
puedan repercutir a su vez las alieii associarionr. Estos <<con-
toda la corriente d e la experiencia; el goce d e estos valores a
flictos~,producidos permaneiitemente en la lectura, sólo se pue-
entonces extremadamente intenso. Por último, parece que debe
den amortiguar si ocasionan una tercera dimensión en la que
haber siempre un cierto g a d o d e novedad y sorpresa en todos
queden subsumidos. Ésta nace del movimiento ñ través del cual estos valores si se da una especificación progresiva d e la direc-
el lector oscila en una y otra dirección, entre ser asido y la suto- ción del acto total ..., y toda experiencia estética tiende a exhibir
contemplación, por lo que expetimcnta cl tcxto como un acon- un juego continuo entre las operaciones dcductivas e inciucti-
tecimiento. E n el acontecimiento se encuentran vinculadas unas vas» Y.
con otras las corrientes opuestas d e constitución de las figuras Así se sigue que el sentido del texto no se encuentra ni en
que se hallan guiadas por el texto. Al mismo tiempo, el aconte-
las expectativas, ni en las sorpresas o decepciones, ni mucho
cimiento adquiere su característica apertura en la manifestación menos en las frustraciones que hemos vivido en el proceso de
de las posibiiidades excluidas por las decisiones selectivas, que la constitucióii de la figura. 6stas representan más bien rcaccio-
a su vez repercutcn sobre el encerramiento de las figuras de sen- nes que tienen efecto a través de la irrupción, la perturbación y la
tido. E1 carácter de acontecimiento es un correlato central de la encrucijada de las figuras que hemos construido en la lectura.
conciencia del texto, que nace d e la irritación de la constitución Esto quiere decir que en la lectura reaccionamos sobre lo que
de la consistencia, producida por las estrategias del texto. Mien- nosotros mismos hemos producido, y este modo de reacción sólo
tras el texto d e ficción reclama de la manera descrita el pro- hace esto plausible porque somos capaces de experimentar el texto
ceso de constitución de la figura que subyace a todos los actos como un acontecimiento real. No lo captamos como un objeto
de comprensión, es capaz de producir un correlato d e la con- dado ni tampoco como un hecho objetivo que queda determi-
ciencia, mediante el cual el texto se convierte para el lector en nado por medio de juicios predicativos; más bien se nos hace
un acontecimiento y con ello, finalmente, en un mundo. presente mediante nuestras reacciones. El sentido de la obra
Cómo se realizan estas operaciones de equilibrio lo ha des- gana también con ello el carácter d e acontecimiento y porque
crito B. Ritchie atendiendo al juego de expectativas d e los textos. nosotros lo producimos como correlato d e la conciencia del texto
Cada texto, ya a su comienzo, constituye determinadas expec- experimentamos sil sentido como realidad
tativas, las transforma en su discurrir, circunstancialmente las
cumple en un momento teinporal, cuando desde hacía tiempo C) El hecho d e eriar i?~lplicodoconio condiciún
ya no creíamos en su realización y cuando aquéllas ya habían de la experiencia
desaparecido d e nuestra atención. «Además, decir simplemente Acontecer como correlato de la conciencia del texto es algo
que 'se satisfacen nuestras expectativas' es incurrir en otra seria que surge de un proceso de constitución d e las figuras, e n cuyo
ambigüedad. A primera vista, dicha afirmación parece negar que transcurso la figura particular es tanto unidad actual como mo-
nuestro placer proviene en gran medida d e la sorpresa ante la mento transitorio. La figura articula así un hecho realizable que
frustración d e nuestras expectativns. La solución a la paradoja se efectúa en la conciencia del lector. Presupuesto de ello lo con-
rndica en encontrar una base para la distinción entre 'sorpresa' figura la perturbación latente de las figuras producidas, mediante
y 'frustración'. Somersmente, la distinción puede hacerse e n tér- las posibilidades excluidas en la selección. Así, el texto de fic-
minos de los efectos que las dos clases de experiencias tienen so- ción reclaina de una manera que lo caracteriza la constitución
bre nosotros. La frustracióii bloquea o detiene la actividad. Es de la consistencia necesaria. Esta tendencia se puede intensifi.
necesaria una nueva orientación d e la misma para escapar del car cuando se destacan más claramente las posibilidades alter-
callejón sin salida. En consecuencia, :ibandonamos el objeto frus- nativas de la constitución <le la consistencia. Así, se d e b e d difc-
trante y retornamos a la actividad ciega e impulsiva. Por otra
parte, la sorpresa únicamente causa un cese temporal de la fase I ~ , Formal Structurc af the Aesthctic Objcctu,
Benbav R I T ~ I I*Thc
exploratoria de la experiencia y el recurso a In contemplación in- en 'I'he Proi>!enir o/ Aerlhelirr, ed. Elireo Vivas y Murray Krieger, Nueva
York, 1965, págs. 230 y s.
tensa y al escrutinio. E n esta segunda fase, los elementos sor-
- 60Z -
- OIZ - '?ora[/-.y.>oru OUT03 u?!3enursu! e i s ~e3g!n!p roinr 13
'LDZ .8yd '0961 'i!o'iaa 'or!deq~sqreq3 . p 'r1ani;y
~ yripu3 loa13 uo rAurr3
o p o u o~ia!s ua anb d 'e!sciue3 el ap lcnp?tdpu! osan! [a ua e!p IWU>S!JO a f l p m ~ .ua '«Apoqo~au!n!a a q .sassA~n»
~ 'NNVYTTCJ P J B C ~ ! ~
--
-en! anb 'epez!leura1qoid ejuoq nun ap opuo$seli [a uos e11o.1~~
-cap as ola& ,aiuaureua[d asieSa1dsap ap zedes sa o~odursieis? ',,!se op!puaiua ueq 01 'u?!suairi ay sou8!p 'asAol ap saloisa[
L o & ~ q u Ua!S .QIIP!A!PU! u ~ s m u 131
~ j ap t?h!le!Sosn pnp!s![d!llnm e[ ap a!ias eun souau 01 i o d 'aiuame.u?l! epcap! op!s eq e!suap
ua e p p n p o ~ dn!mais!suos e[ ~ni[esaseq as !se X 'e!suasa ns ua -!su!os eisa anb i!sap souepod $z!nO ¿pep!luap! aiuarede eisa
e ~ p n b ee esolse~i u i o o ~ aap oind oi~oiJ!s [a e!8o[oi!ur elsa U 0 3 ap opuo$sell le asnpuos sou as anb eson!nl>au! uel eiaunur ap
.~!ppu!os Jaseq !n3!5'?1oi!ui aiuaurniels sa eu!~eqe! e[ ap Es![!$ S
!' a ~ i u aueiedas as 'pep![euo!se[ai opexpu! ns aiue!pau 'aiuau
es![?qur!s e? ,snue!p!ios 4. ses!i?uoq sauo!sn[e se[ ap esoidzs - e i ~ a p'anb soiuaurala soisa sourez!ue810 our?3? .a!sadsa eurs!ur
-a1 u?!sez!uoq el lez![o!laieur ejsaied 019s seJiua!ur op!uai yqeq e1 ap oa@ ap e~.eiciias !S ouros uroo~aap 01-8~s la u02 i!p!s
ou anb ep!paui eun ua aiuaureiia!s X 'epez!ieura1qo~d e i n a ~e[ -u103 aseq a1 as 'aiuauraluaiede 'X <up?uroq [euo!sclar o d ~ o >[ ~ p
zaA C J ~ Oa~alodeoiuaurou aisa ua 'o3luquia u ~ .u)uor! s e1 ap e!s o!ioi~ada~lap oiuaurala opeu!ur~aiap un esonu! as 'asr(ol+ e ~ a ~
-ucdaJJs!p e[ J p n s q n s elpod as aiuauraiua~ednanb so[ aiue!pau -ou el ua 'eu!pqe! e[ u03 'seina!$ se[ ap up!sni!isuor, e[ ap pei
'SOU~!S ap u?!seIaJ c[ ap epuaS1a~uosE[ cqeiliasqo as sasaA seun -~ns!$!p e[ ~ e ~ i s oapand m as anb [a ua 'oixai ~ a p[eniund oluaur
apuop o q y j 01 ua eia le;uo~! e1 ua ap ic8nl u 3 'asAo1 ap o ~ d -82s .un e 019s l!pnse eied oisx (sas!ln ap eu!~eqo! e1 e apnle
-mala [a uos iclisnI! u?!qurel apand as oisx .n!i\qo u?!sriu!quros uroo~gap oind o ~ ~ e 8 ![as anb [a ua 'asXo1 ap 'sassXln [a ua ales
e[ op!ualsos eq as ou a n b ~ o de!suansaq uos aiuaurella!s 'ei -ed [anbn 'o1dua!a lod 'einisniisa as our?3? :oI[!suas aluauEA
-nSg "30 aiuepau souars ap u?!se[ai e[ a[qniuasa~da~ Jaseq ap -!in~al o[dura!a un uos .le.in~seapand as apasns jnbe anb q
oslndur ua aiia!iluos as es~ipwalqo~á p~p![!q!sod e[ 'o!le11~0~Ia 'soslndur! so[ ap u?!ses!j
106 .saiua!sgnsu! s~inS!j scisa i!nl!lsuos op!iuasu!s un e!~as anb -!sualu! a s a ~ ! i n s ~ a daqap
a ~ 0 ~ 9 asieiun8a~d
3 anb sasuoiua Xeq
.1es!~!u8!s aqap ou 'oa~equra u!s 'oisx .soua!s ap u?!scIai e1 ap 'sema!$'se~ ap sauo!sni!isuos seslanp se1 ap os~ndur! ap oluaur
e!sualeil?nba el ap e~opeil!iour ezianf aiua!s?fns cl ella ua EIIP.J - 0 0 ~~ 1 0 3-cp!puaiua sa pepa@!quie e[ !S .u?!sn~4alu! ap [an!u
a n b ~ o dep!inss!p sa ~ n 'es!leua[qoid
b pep!~!q!sod eun ua elnarf un ap pep!sasau e[ !nba ais!xa ~ i u a ~ l e n a'ugsn~!
! e1 ap u?!ssnli I
81 upuaiodsap ep!Sins !se e!suedaiss!p e? .e!~ua!s!jnsu! ns ai -=p e1 A up!3e~n8!juos e[ sepe~aalu! ueisa anb e[ ua 'ojua!ur I
-[esa1 as anb aseq iep!ni!isuos nina!~el alqos u p p e q ~ n i ~ aouros d -!saluo~c Iap u?!suau!p e1 ua aurnsqns as szin8!$ se1 ap ~ s o ~ d p
ainxadal 019s ou san& .ep!8ala op!s laqeq ou ap u?ze1 ua 'ep -91 ug!seipi! e[ 01110s !se san& 'op!sad~oiua o!iq![!nba [a aluam
-!n[sxa pep!~!q!sod eun anb seur o81e sa olsg .e!suedaiss!p eun -esuaiu! sow oiuel aua!lqo 'souS!ur soiiosou sourpnpold anb
a s n p o ~ du?!suaiduos e1 e ~ e dep!8pta e!sua~s!suos e1 oses opol seiaileq se[ aiue 'anb e~os[ndur! ej8iaua ouros ueuopun3 s e ~ n a g
ua 'as~ei~oduros olsa opol spand anb c~aueur ia!nb[ens a a Se1 ap u?!snl!isu<u ap osasoid Ia ua seppnpo~dsapepana!qurn
.nluoi! eisandns cun ap olpaur iod ope~evaslas Se1 ' o ~ e l i u o s [a .red !oalue~d sou as u?!sn[os oAns nur8!ua un
apand u?!qurei aiuaures!sa~d anbune 'e!uoi! e1 ap esnes e «u?!s ouros sew oixai 13 ua uasaqo sou as sapepar@!qure seisag!ueur
-n1nurio3* el E aeiisns as anb o91n u?!qurei apuaiaid se? .sern8!$ se1 ap u?!>ni!isuos e[ ap osaso~d[a ua pep!~!ise
.op
-eInuJo$ op!s ejqeq ou anb o%[e ipap a~a!nb ope[nurio$ oixai la -sanu ap opeu!8!ro auaqeq asaied anb ou!s 'sos!ls!nau![ sou8!s
'soses sol ap io[aw 1a u 3 .u??se[nur~o$e-[ ap o!~e~luos01 epual sopeu!ur1aiap e aiuaureA!snpxa lpnpa1 eA apand e[ as ON .seins!j
- a ~ do p e ~ n u r ~ ooixai
j [a anb ~asouosai!u~ad ou ~eurlouu?!suai SE[ap u?!ssn1lsuos ullsanu ap oisnpo~douo3 eiuasard as pcpan8
-u! ns 'jsv .ie![nsad eza[elnieu ap sa eis? okcqura u!s 'e!suai -!que e1 opuens aiue!uia~do aiuaurie[n?l~nd asnrl as eiss .pei
-s!suos ua ep!paui aiua!s!jns el n!uoJ! n[ ua qiqnssap rapod vals -Ins!HP eisa!$!mur ns u?!quici ou!s 'e!suais!suos U[ ap uo!seinil
as opuens une ola& 'eyuoi! e1 ua a u a s a ~ daiuauialua~ednnln'&$ -!]u03 ap osaso~dIa arqos oA!lseoiial olsa$a ns 011s ou ies!$!u8!s
E[ e u?!sa!qo eun es!f!ua!s eA ugisans eisa ap pep!iep aiua!s!$ap souaianb o[Ia u03 A 'pepafl!qurn ouros seil!ieurai[e sapep!I!q
87 ¿uroo~gap oind la o sasgn ap eu!~eqe! q ? ¿!núe eziuo~! -!sed sa[ei soueu4!sap alen8ua1 Iap euc!p!ios u?!sez![!ln e1 CJ
.e!sua!suos e[ ap o i n [ a ~ ~ ooiuens
s ua op!3aiuose o[ syur le!sual
as aiuaws!do~d anb o[ sa ? n o ? .soua!s sol ap u?!se[a~ e[ ~esg!l
.uap! uapand as Ions e1 aiuc!paur s~iiB!$ q E!UO.I! e1 'sand 'epas
timar ante aquellas problematizaciones que hemos producido.
hace que se trastoqiie pcrrnanentemente su constitución de las Debido a que este proceso se desarrolla en nuestra potenciu irno-
figuras. Tener que crear figuras para poder identificar las relacio- ginativa, no nos podemos desentender de él. Pero esto significo
nes de los signos y trastocarlas también de nuevo, a la vista del que nosotros estamos implicados en lo que hemos creado. Estar
deficiente éxito integrador, todo esto hace que e1 acto de com- implicado es cl modo por el que nos situamos en presencia del
prensión discurra como una reacción en cadena, que hace saltar texto, y mediante el que el texto se convierte para nosotros en
rotas las figuras. En estos casos 13 constitucióii de la consistencia presencia. «En la medida en que hay implicación, existe pre-
necesaria para la comprensión se utiliza con el fin de permitir sencia» n.
también discrepancias al lector. En tales implicaciones se funda esencialmente un momento
Sin duda, estos procesos en la lectura de los textos modernos decisivo de la lectura. Suceden varias cosas a la vez. Nuestras
son mucho más frecuentes que en la literatura antigua. Que anticipaciones, suscitadas por el texto, no alcanzan enteramente
la discrepancia, como condición de la explosión de las figuras, sus propósitos porque en el proceso de la constitución de la
no representa exclusivamente un fenómeno moderno lo atestigua consistencia destacamos posibilidades ocultas que experimenta-
un proceso permanentemente observable en la literatura narra- mos como competidoras de aquellas que estaban manifiestas.
tiva, en el que las discrepancias en el proceso de constitución Así, las previstas configurnciones de figuras de nuevo se ponen
de la consistencia son programadas de antemano. Desde Ckrvan- en movimiento, y no en último término por el hecho de que
tes a Fielding, la historia interpuesta funciona como inversión tengamos que apagar frecuentemente otra vez las expectativas
especular de la acción principal; con ello se lleva a cabo la crea- suscitadas por el texto, con lo que también las expectativas cum-
ción de las figuras como la rectificación recíproca de las líneas plidas ciertamente adquieren un trasfondo totalmente diverso.
de acción, a fin de poder originar la configuración del sentido, Mientras estamos implicados en el texto, no sabemos primera-
resaltando lo que estaba oculto. En el siglo xrx se escinde del mente lo que nos sucede con rol participación. Por tanto, tam-
narrador la figura de un unrealible narrafor («narrador no fide- bién constantemente vislumbramos la nccesidad de hablar acerca
digno»), que o abierta o lateralmente discute los juicios y valo- del texto leído -menos para distanciarnos, que mucho más
raciones del implied author («autor implícito») H. Desde el Lord para captar con esta distancia en dónde estábamos implicados-.
Jirn (1900) de Conrad nos hemos familiarizado con la disgre- No en últiino tériiiiiio radica aquí una necesidad latente de la
gación de las perspectivas del texto, que al desmentir su con- crítica literaria, que en amplios tramos es el intento discursivo
vergencia reducen la confianza en sus orientaciones respectivas. de recoger estas implicaciones. Si la implicación efectúa nuestro
Finalmente, Beclcett proyecta una estructura de frases, en la que estar presentes en el texto, entonces ello es un correlato de la
lo dicho por una es negado por la siguiente, que, por su parte, conciencia, mediante el que el cardcter de acontecimiento experi-
se hace frase en cuanto negaeión de lo dicho, con el propósito menta su complementación necesaria. Hacernos presentes a un
de hacer así de la motivación de estas rectificaciones un perma- acontecimiento significa que en tal presencia nos sucede tam-
nente proceso, que se aleja también permanentemente de las bién algo a nosotros. Cuanto mis se nos hace presente el texto
orientaciones del lector. tanto más se convierte en pasado lo que somos -en todo caso
Tales procesos de inversión efectúan en el proceso de la lec- mientras dura la lectura. Cuando un texto de ficción traslada al
tura una problematización de las figuras creadas por las discre- pasado los puntos de vista que nos dominan, se ofrece a sí mis-
pancias que producimos. Ponen en cuestión la acción integradora mo como experiencia, pues lo que ahora sucede o puede suceder
de las figuras obtenidas. Pero como la supresión de la discre- no crl pusiblc cuiindo las perspectivas que nos orientan también
pancia logra su propósito o partir de la posibilidad puesta en coiiíiguriib;iii iiucsiro prcsentc. Las experiencias ciertamente no
cuestión, la figura problematizada queda mantenida como tras- se logran mediante el puro reconocimiento de lo conocido. Pues
fondo, de manera que la acción integradora exigida se debe legi-
" Wilhrlin SCIIAPP, Iti Grrciiichten verrtrickt. Hamburgo, 1953, pá-
" V. Wayney C339. BOOTH,
ginas 211 ySS. p SS.
Tile Retoric o} Fictioit, Chicago, 19634, pá-
fiin:i 143.

- 211 -
por Dewey es instructivo, en doble perspectiva, en relncldn a Ii
<si se hablara sólo de expericncias con las que se coincide, no se estructura de la experiencia: primeramente en relación a la In.
hablaría de nada más» '.
Más bien las experiencias sólo se ori- teracción misma, así como para las repercusiones que se dcri-
ginan en la superación de lo sabido o en el proceso de mirarlo, van de esta interacción.
de manera que en la falsificación latente de lo que disponemos La nueva experiencia adquiere validez en la reestructuración
se constituye el inicio de toda experiencia. G. B. Shaw ha formu- de los nieveles de la experiencia sedimentada, que por su parte
lado estc h e d ~ o :Yo11 have l e a r ~ r t s o m e t h i n g («has aprendido es capaz de dot,ar de forma a la nueva experiencia, mediante esta
''.
algo») La lectura muestra la estructura de la experiencia, en reestructuración. Pero lo que verdaderamente sucede en esta
cuanto que el hecho de estar implicado desplaza al pasado nues- reestructuración, por otra parte, sólo puede experimentarse si
tras orientaciones con respecto a las representaciones intelectua- las sensaciones, orientaciones, perspectivas y valores producidos
les, y así suspende a la vez su validez para el nuevo presente. por este proceso realizan la fusión con la nueva experiencia que
Sin embargo, esto no quierc decir que desaparezca con ello había sido desplazada al Si la experiencia sedimentada
aquella experiencia relegada al pasado. Por el contrario: en cuan- crea la condición de la forma, entonces la forma de la nueva
to pasado es siempre mi experiencia, que ciertamente aparece experiencia se manifiesta en las reestructuraciones selectivas de
ahora en una intención con el presente del texto todavía des- niveles de la experiencia sedimentada. No es la identificación
conocido. El nuevo presente es desconocido sólo mientras la de dos experiencias diferentes lo que se muestra como base del
experiencia que en la lectura se ha convertido en pasado perma- acto de recepción, sino el efecto recíproco de la reestructuración
nece lo que era cuando todavía configuraba nuestras orienta- de niveles y de la donación de forma.
ciones. Pero ahora la adquisición de la experiencia no es un Esta relación de la interacción tiene absolutamente vnlor para
proceso aditivo, sino más bien, en el sentido de la formulación la estructura de la adquisición de experiencias, sin que por ello
de Shaw, una reestructuración de aquello de lo que dispone- mismo ya se hicieran captables las crialidades estéticas. Dewey
mos. Esto se atestigua también en los giros lingüísticos corrien- intenta destacar el momento estético de esta estructura me-
tes: así, más o menos, decimos que nos hemos enriquecido con diante dos argumentos distintos: «La característica distintiva de
una experiencia cuando hemos perdido una ilusión. la experiencia estética es la conversión de la 'resistencia y las
Pero esto significa: mediante la experiencia del texto sucede tensiones, de las escitaciones, que son en sí mismas tentaciones
algo con nuestra experiencia. Ésta ya no puede permanecer la a la dispersión, en un momento hacia un todo cerrado, inclusivo
misma, porque nuestro presente en el texto no se produce como y pleno ... Un objeto es peculiar y predominantemente estético,
un nuevo reconocimiento de aquello de lo que disponemos. Cier- y transmite el placer característico de la percepción estética, cuan-
tamente, existen en !os textos de ficción evidencias momentá- do los factores que determinan todo lo yue puede ser llamado
ncas; sin cmbargo, éstas sirven menos para confirmar aquello una experiencia se elevan por encima del umbral de percepción
que ya conocemos; más bien muestra que lo sabido sólo es lo y se hacen manifiestos por su propio valor»41. Un argumento
momentáneo. Cuanto más frecuentemente aparecen tales momen- coincide con las visiones de los formalistas rusos, que querían
tos en la lectura tanto más claramente se aleja en el pasado la ver en la demora de la un criterio central cualitativo
intcracción entre el presente del texto y el nuestro. «La unión de la experiencia estética. El otro argumento de Dewey afirma
de lo nuevo y lo viejo no es una simple composición de fuer-
zas, sino una re-creación en la que la impulsión presente toma 4' Ibiti., pigs. 56 y ss.; v. ulteriormeav pág. 272. Eliseo VIVAS, Crenfion
forma y solidez mientras que el material viejo 'almacenado' es ulid Dircovery, Chicago, 1955, pdg. 146, describe así la experiencia. estética:
«Groundcd on this asrumption the aesthetic experience can be clefined,
literalmente revivido, recibe una vida y un alma nueva al tener 1 advantages of such a definition are manifold, and the only difficulty it
que enfrentarse a una nueva s i t u a c i ó n ~ ~Este . proceso descrito prcsents is ilie rathcr easy rnsk o l distinguishiiig acrihctic atrention ftoni
rhni iiivol\-cd in othcr rnodcs ol expcrience. A brief siatement of such
* ME~LEAW-PONTY,
pág. 388. definition \vould resd as follows: An uerfhetic experience ir on evperietice
o/ ropf otteiifion whjch inuolver fhe infronririue upprehenrion o/ un objecf'r
39 G, B. SHAW, Mayor Borbrru, Londres, 1964, pdg. 316.
John DEWEY,Arf or Experience, Nueva Yark (Capricorn Books), init,ionenr rncu>ringr orrd uulrier iii their frill prerenfotionol inmediucy».
1958n. I
la comunicación entre texto y lector ya no está reglnda mdlatire
que la cxpericncia estctica dependc de la experiencia de que el la vigencia del código dominante. Pero si el código hn cenado
proceso de la conjunción de factores puede ser tematizado. En de ser regulativo, entonces la posibilidad de control d e In co.
una palabra: la cxperiencia estCtica hace también consciente de municación ya no se fundamenta más en el repertorio de señales
la adquisición de experiencias; la constitución de la experiencia del código, sino que debe ser remitida a los actos en que el
está acompañada de la comprensión permanente de las relacio- propio lector proporciona la forma, sobre todo si esto se efec-
nes que se dan entre las condiciones. Así, la experiencia estéti- túa como reestructuración de niveles de la experiencia sedimen-
ca cobra un moiiicnto trnsccnclciiial. Si nparecc 121 estructura tada y, por ello, como suspensión de la orientación previa dada.
de la adquisición general de la cxperiencia en el contexto de Porque estos actos, en los que se dona la forma, en oposición
acción pragmática, entonces la estructura estética de la expe- al código, superan o relegan las referencias estabilizadas, y así
riencia apunta a la transparencia de estos procesos. Su totali- la relación de participación y distancia que se produce por la
dad, así, no es tanto la nueva experiencia que se ha constitui- discrepancia en el proceso de la constitución dc las figuras resulta
do, mediante la interacción, como más bien la percepción de la ineludible para el carácter comunicativo de la experiencia esté-
imagen de esta totalidad. Por qu6 sea así lo responde Dewey tica. Pues sólo la observación controlada de aquello que el texto
con la referencia al carácter del arte libre de finalidades. produce en mí crea la posibilidad de constituir la referencia para
La respuesta a los hechos descritos por Dewey puede ad- lo reelaborado mismo en el proceso d e reelaboración. El --
elp-
---
quirir también otro giro. Si en la lectura de un texto de fic- mento trascendental de la experiencia estética gana en este punto
ciún se origina una interacción entre su presente en mí y mi su relevancia práctica.
experiencia desplazada al pasado, que se manifiesta en el efecto
recíproco entre reestructuración de niveles y donación de la for-
ma, entonces esto quiere decir que la captación de tal texto no
cs un proceso pasivo de rcccpciún, sino una respuesta productiva
ante la diferencia experimentada. Puesto que por lo general esta
rcacción desborda las orientaciones vilidas para el lector, hay
que preguntarse por qué medios queda controlada. Un código
dominante es tan poco capaz de proporcionar este control como
tampoco lo son las experiencias sedimentadas en el lector, pues
ambas cosas son trascendidas por la experiencia estética. En este
punto, adquieren su propia relevancia las discrepancias produci-
das por el lector cn el proceso de constitución de las figuras. Ha-
cen que el lector mismo pueda cerciorarse de las insuficiencias
de las figuras que ha creado y, consecuentemente, s e sitúe en una
distancia latente con respeeto a su propia participación en el
texto, de manera que sea capaz de observarse en una actividad
conducida por factores extraíios; Iwr lo menos sea capaz de
verse. Poder pcrcibirse a sí mismo en el proceso d e participa-
ción constituye un momento central de l n experiencia estética;
otorga un particular estadio intermedio: se ve dónde se está.
Por tanto, no se debería hacer equivnler tan exclusivamente la
experiencia estética con el carácter de finalidades del arte, pues
posee igualmente un innegable significado práctico. Esto es im-
portante para la comprensión del texto de ficción porque aquí
sino también porque estns síntesis discurren bajo el umbral dc
B) LAS SfNTESIS PASIVAS DEL PROCESO lo que se hace consciente y, por consiguiente, tampoco 8on ob-
DE LA LECTURA jetivas, a no ser que se las eleve más allá de este umbral, en
razón del análisis. Sin embargo, en este caso deben primeramente
ser constituidas antes de poder ser objeto de la observación.
Puesto que su constitución es tan independiente de la actitud
observadord, hay que designarlas, apoyándose en una terminolo-
gía propia de Husserl, como síntesis pasivas, a fin de diferen-
ciarlas de aquellas que tienen efecto mediante juicios y predica-
ciones. Síntesis pasivas son, por tanto, síntesis pre-predicativas,
qrie se producen debajo del umbral d e nuestros procesos de con-
ciencia, puesto que también durante la lectura nos encontramos
sumidos en esta actividad sintética. Hay que preguntarse en qué
medida las síntesis pasivas poseen un dererminado modo, cuya
indagación es presupuesto de la descripción de la interpretación
de lo leído, realizada e n las síntesis pasivas.
Los actos d e comprensión del punto de vista móvil organizan La imagen es el modo central de las síntesis pasivas. «La
la transfereneia del texto a la conciencia. E1 cambio del punto imagen -escribe Dufrenne-, que en sí misma es un metaxu O
d e vista entre las perspectivas d e prcscntación despliegan el texto término medio entre la presencia bruta en la que el objeto se
en la conciencia como el abanico de la protención y de la reten- experimenta y el pensamiento en el que éste se hace idea, per-
ción, por lo q u e la expectativa y el recuerdo se muestran en el mite al objeto aparecer para estar presente coino representado*'.
proceso d e la lectura como superficics de proyección. El texto D e esta manera la imigeii muestra algo que no es idéntico ni a
mismo no es ni expectativa ni recuerdo, de manera que la dia- la realidad dada del objeto empírico ni al significado de un objeto
léctica de la atiticipación y el acoplamiento retroactivo se con- representado. La pura experiencia del objeto es' superada en la
vierten en impulso para construir una síntesis, mediante la que imagen, sin que por ello sea ya uiia predicación de lo que se
puedan ser identificadas las relaciones de las signos y pueda muestra en la imagen. Tal característica d e la imagen nos hace
ser representada su equivalencia. Estas síntesis son ciertamente pensar en la narración de Henry James, discutida al comienzo,
d e naturnlcza propia. No se manifiestan ni en el lenguaje del texto e n la que el sentido de la novela no era entendido ni como un
ni tampoco son puros fantasmas d e la capacidad imaginativa del mensaje ni como un significado determinado, sino que se mostra-
lector. La proyección que tiene lugar aquí no discurre en una ba en una imagen: ala figura en la alfombran. Además, el carác-
sola dirección. Así como es una proyección del lector, que pro- ter d e imagen d e las síntesis pasivas armoniza con una experiencia
cede d e él, igualmente permanece conducida por los signos que de la lectura, que frecuentemente se ve acompañada por una
se {{proyectan en su interior». La participación del lector y la corriente de imágenes, más o menos clara, sin que esta secuencia
participación de los signos en esta proyección se muestran como de imágenes -incluso allí donde se funden en un panorama
difícilinente separable una de otra. «Hablando con precisijn, se completo- se conviertan para nosotros mismos en objetividad.
ve ascender aquí una realidnd compleja, en la que desaparece L a s condiciones constitutivas de estas imágenes, Gilbert lcyle,
la diferencia entre sujeto y objeto» '. Pero esta realidad es com- en su análisis de la capacidad imaginativa, las ha descrito como
pleja no sólo porque 10s signos del texto se realizan únicamente sigue: A la pregunta: n i c ó m o puede una persona imaginarse
en 13s proyecciones de un sujeto -prnyccciones ciertamente que, que ve algo, sin darse cuenio <le que no lo esrií viendo?», ofrece
por su parte, adquieren su contorrc. h j o condiciones ajenas-,
2 Mikel DUTRENNC,
Thr Phenonienology of Aexthrlic Experience (tia-
1Jean STARODINSXI. Psscunnaly~et ~ n dLiccrillur (traducido por Eckhart ducido por Edward S. Coiey), Evansron, 1973, pág. 345.
Rohloff), Frankfurr, 1973, p3g. 78.
- 218 -
- 217 -
ción y representación diferencian dos distintos accesos al mundo,
la siguiente respucsta: «Ver el 1Iclvcllyn [nombre de un monte porque previamente a la percepción siempre es dado un objeto,
que utiliza Ryle para cjemplificacibn de su hecho] en la imagina- mientras que la condición constiwtiva de l n representación con.
ción no conlleva lo que ver el I-Ielvcllyn y una fotografías del siste en que se refiere a lo no-dado o ausente, que por su medio
Helvellyn conlleva, el tener sensaciones visuales. lmpüca cierta- logra manifestarse6. por tanto, en la lectura de los textos de
mente el pensamiento de tener una visión del Helvellyn, y esto ficción siempre debemos configurar representaciones, porque las
es, por tanto, una operación más sofisticada que la de ver de «visiones esquematizadas» del texto sólo ofrecen un saber acerca
Iiecho cl 1Iclvcllyii. Sitponc una utilización, ciitre otras, del cono. de mediante qué presupuestos debe producirse el objeto imagi-
cimiento de cómo será el ISelvcllyn o, en un sentido, pensar nario. Así, el carácter de imagen de la representación se realiza
cómo debería ser. Las expectativas que se ven colmadas en el haciendo utilizable un saber ofrecido o solicitado en el lector, y
reconocimiento del Helvellyn por observeción directa no lo son esto no quiere decir que haya que representar el saber como tal,
ciertamente cuando uno se lo imagina, pero imaginárselo es algo sino que la combinación no-dada de los datos ofrecidos debe
así como un ensayo de alcanzar ia satisfacción de dichas expec- lograr manifestarse por medio de la imagen. Ryle dice, por tanto,
tativas. Lcjos de implicar el tencr sensaciones débiles, o sensacio- que la agrupación experimental del saber dado hace presente
nes fantasmas, la imaginación implica echar en falta lo que a algo en la imagen que por el momento no se me da como objeto.
uno le vendría dado si estuviese viendo la montaña» '. Conservemos por ahora lo siguiente: La imagen es la categoría
Gilbcrt Ryle no ha sido citado aquí sin intención. Pues sus central de la representación. Se refiere a lo no-dado o a lo
expresiones encarnan una revisibn notable del concepto de ima- ausente, que se hace prescnte mediante la actividad de la imagen.
gcm en 10 que se refiere a la tradición empirista. Para los empiris- Permite también representar innovaciones que surgen del rechazo
tas la imagen encarna siempre únicamente la manera como se del saber presupuesto o de lo inhabitual de las combinaciones
imprimen los objetos del mundo exterior en la cera de nuestro de signos. aPor último, la imagen se adhiere a la percepción al
cspíritu. Las imAgencs, pues, son cosas, en cuanto que pueden constituir el objeto. No es una pieza del equipo mental de la
ser percibidas. Hasta Bergson eran consideradas «como un con- conciencia; sino una forma de abrirse la conciencia ;i1 objeto, pre-
tenido, para el que la memoria sólo es recipiente, no como un figurándolo en sus mismas raíces como una función de su coiio-
momento vivo de la actividad espiritual» 4. Como tal lo compren- cimiento implícitos '. La peculiaridad de las imágenes de le repre-
dc Ryle, que así también purifica de sospechas la discusión si- sentación se puede captar particularmente allí donde se observa
guiente acerca de la imagen; las imágenes serían sólo a ghost la filmación de una novela leída. Pues así dispongo de una per-
in ihe machiires, como describe Ryle aquel fenómeno, que no cepción óptica, que se sitúa ante el transfondo de mi recuerdo,
existe, salvo en las especulaciones de nuestro espíritu. La con- acerca de las imágenes de mis representaciones. La impresión
templación d e imágenes propia de la capacidad imaginativa no espontánea que se produce en la filmación del Tonr Jones de
es sólo consecuencia de que los objetos se imprinian en nuestra Fielding contiene una cierta decepción sobre la relativa pobreza
nscnsación*, como solía decir Hume; no es una visión óptica en del personaje en comparación a aquella imagen que nos hemos
el sentido propio, sino prccisamente el intento de representarse hecho de él en la lectura. Cualquiera que sea la forma como se
lo que como tal jamás puede ser visto. El carácter propio de estas Iia producido esta impresión en cada caso particular, la reacción
irnigenes consistc en que en cllas se muestran perspectivas que inmediata de que uno se había imaginado el personaje de otra
no se hubieran producido cn la percepción inmediata del objeto.
6 V. Jean-P~ulSARTRE, DUI Imaginrirr. Phinonie,ialogirche Psychologie
Así, la visión de las imágenes presupone la ausencia fáctica de iier Einbildi<agrkraft (tr.iducido por 61. Schoneberg), Reinbek, 1971, phgi-
aquello que aparece en las imágenes. De esto se sigue que percep- ii;is 199 y SS. y 281; a<leni;is cl trab;ija <le Manfred S ~ ~ i i iquc h vn más alld
<le 1;i distinci6ri apuntada por SAI~TICC, ~ ~ o dGene-
K u ~ ~ s t i ~ ~ ~ ! i ~ t i ~ ~ uon ~lilO~e~~
rründlichkeit in biideitder Kioirr a ~ i dLilerotur (Escrito de habilitación,
' Gilbert RYLC,Tht! concept o f ,be ~llbfd,Hnrmondsworth, 1968, pági- íbnstanza, 1975); cn este trabajo se desarrolla esta diferencia para expllcar
n:is 244 v 255. I;, producción de los objetos imaginarios en el arre.
~eak-Par11SAICTRE,Die Traiinendcnr der Ego (traducido por Alesa DUFRENNT, pis. 350.
Wapnerl. Reinbek. 1964. aáz. 82.
ssim.
- 220 -
- ZZZ -O!JEJ!J!pouI c ep!iauros yisa eiaJej sun aiue!paur s~qeiuasarda~
eqJaq u?!s!~ epoi sand 'u?!s!~ epeu!urraiap eun e elre!!] anb Á-9
' o a ~Á o ~ z o u o0.4 ~ anb opunui un ,l .ella elod aiuasa~dÁoisa ori ou sauol u r o ~ap ua2cuq e[ anb aJnpap as oisa a a ~ue~!~!pour
01( anb seliuarur sur e ~ e daiuasa~dyisa e!je18oio~ eun ua pop
o uei!ur![ 'uauodradns a[ as anb s e ~ i osc1lanbo UOJ u?pe!~ose e1
-!lea.i el . , , u ? ! ~ ~ n p o r dap
a ~ ca1ei e1 ap oueuinq aiua2e lap u?!~!i
aiue!paui o p s opc~!~!uZ!s ns ara!nbpe sauol LUOJ ap u?!s!~ e p o ~
-edesap (e[)" ' c ~ a ~ o=un u ap u?!soui[!~ e1 ~ ~ 1 d u r a i u[eo '~u p c i u a s Á 'sealo e se!JualajaJ a~dura!s usua!iuoJ as seiaJej ssiua!puod
.aldar o1issnri ap o?!~ds~ape\ z!e1 ns u?!qurei o1iuan>ua lnbv -salloJ se] u 3 ,o~!i!pe osaso~doiuenJ ua ampoid as ou orad
.op!~npo~dsouraq anb ollanbo ap epuasa~de1 ua sorrieisa so~iosou ap uaZeur! aun u2 JodnlYe sowsqsp snb soiasej uop sou as 019s
aiib oraueur ap .o!paur olisanu ~ o dais!xa o p s 'u?!~eiuasa~ds~ so~iosoue '-pap!~~ioi o u o s u?!seni!s EPVJ ua aicra~a~d arduia!~
ns aiuernp 'opa sand :opciuasa~da~ 01 ap e!~uasa~del ua sour a x q as a!suosrad la spuop 'aup 1c u~>!s!sode~iuo~ ua- !se sauol
-eni!s sou zaA el e '021~sowoiuasa~da.~ sou seliua!ur ola6 .opcp w o e~ soureiuasa~daisou E ~ A O Ue1 ap exnisal e1 aluelnp !S
cisa ou 'u?!~daxad el ap r?!suaraJ!p e ' ~ e iowos anb o!reu!Deur!
oialqo ap uaaeui! eun sour!~npo~du?!Jeiuasardal e1 aiue!paur 'i!q!srad Á Jeiuasardar a1iua
:se!JuanJasuoJ sop uampap as oisa opoi ap 'o!d!~upd u 3 epuaraj!p e[ epoi aÁni!isuo3 oir epepoi oislqo lap epuasne el
'u?pJafe o u r o ~roiJa1 la 'aiuauramansasuo3 .u?!dasrad el ua oiaiqo la ep sou as opuenJ
ua asxpunj!p e ezua!uioJ a!euosrad Iap ua2eur! e1 saJuoiua anb e i s ! ~ e1 e risa opow u~2u!u ap anb o81e «a&» as oia!qo u11 ap
so1 aiumpaui 'soi~adse sohanu r.e~Saiu! anb Áeq anb sa !S 'u?!~ u?!~eiuasa1da~e[ ua anb opei!~eqp1c a!esed 1s ua opeiou eq e.4
-oiuasa~dareun u03 soureuo!mea1 zaA ns e anb el aiue u p e i u a s a1.4~11aq1!3 .op!uaiar oia!qo un e 'e130 u1 !opep aiuarue!~ald
-aldar eun e s o ~ o r dsa1c1n~~i1eds e i a q se1 ap u?!~e!mse ehanu oialqo un e ara!jal as eun anbrod !S s ~ i u auepualaj!p as 019s
c p c ~'1o9n1 ns u 3 .c!~u;l!~uoscl 313 ptsquln p p o!iqsp id ez!Icar ou u q ~ e i u a s a r d aap
~ uaaeur! a u?pdsxad ap ua8eui1 ~ss~e~!]ru8!s
as osam.~dla opoi anbrod 'orr!ur~?i our!i~? ua ou !ni!~!~dxa u?!> aqap o p u r ns rod snb 01 e soweiua!io sou 'sauo!seiuasa~dar
se1 ap s?heri e Á 'ua!q syur iseuosnad se1 sp u?!~d!~~sapBraur
-es!pard eun 1eSn1 auay sosed sns ap oun9u!u ua anb oiuonJ ua
OLUOJ sousa1 ou 1oiauaS 01 rod anb 'c1aAou o1 sp sa!euosrsd sol
e~!sed s!saiu!s cun o u r o ~allnJs!p anb 'u?rsoiuasarda~ el ap so~!i
ap ipeIIoiap aiuaureA!ie[al u?pdp>sap eun a x q o sou as apuop
-?iu!s s o i ~ csol a8!xa UI)UIOJ e oqiu?p!-ou 01 r e ~ a ~,pep!iuap! x
-ou ap u?!seni!s eun ua 019s c1n8!j eisa erisanur epeIs!e e i a ~ e ~ !I[E ')se u?!quiei sa ois3 .sopexj!u2!s ap ~ o p e i ~ oodu r o ~ou!s
e p e ~'o!re~iuo~la rod !a!euos~ad p p o.rnS!~el UOJ e~!iu?p! 'oiuei 'oiafqo o w o ~asrelisotu sqap ou a!euosrad la o!paur ns lod anb
.iod 'sa «le!sr.ed uyos!~» m r n a u ! ~,saiuaraJ!p seiaJej seisa aiue!p orissntu e ~ r i d ?e!~nuad ns ua!q syur !ela~oue1 ap a!euouad Ia
-sur aÁni!$suo~ as anb u?!~eiuasa~daie1 clod [e!laicur [a sris!u a[q!s!A a i u a w l e ~ o d r oiamq
~ uapuaiald ou seis? san6 .u?peiuss
-!urns 019s eis3 .erniJal e1'ap soiuaurow saiua!puodsa1~0~so[ ua -alda1 ap sauañyw! seiss ap e~!id? epnuad e1 oq!~rad saJuoiua
sepep s e i a ~ e jse1 anb syur o21c a.rdwa!s sa u?!~eiuasa~dare1 ua 'oraau oIlaqe.3 ap o salnze so!o ap 'o!eq o o i ~ ess sauol t u o ~ S! ap
eu!apo as anb a!euosrad Iap uaaeui! e1 ' o i u ~ ired . s o ~ ~ a d sns s e ap oJ1aJe sauopeiuasa~da~ ap us5eur! !u e O ~ O J J ~ ~ U0.4! !S .a!euos
srsaiu!s el ouros a!euosrad )e aiuasa~daldura!s souraxq u-q s y -1ad [ap uaZour! lo!atu e1 OUIOJ e ~ n ~ e1 ~ s~p ae dy d ? u?!~da~rade1
~auodnse eaznpuoJ atu u?!sa~dur! eisa anb u!s 'csnpp elaueur
'a!suosrad lap oi~adse0110 n oun IC!!J souiviuaiu! oir sauo!xiuas
ap aiuawe!do~d uepix 'eh!xa1jar u?peJsp!suoJ ap u?peiii!s o1
-arda1 se1 UOJ sand .oA!iJeo1iar o i q a un ap pnir!ii ua eurrojsue~i
ua 'eroqe 'rauol u01 ap sen!ieiuasa~dar sauaayw! s!ur ohanu ap
as oiuaurour asa eiseq soureluai anb aol?q Iap ua8ew! e1 anb
01 10d 'u~!Jelua~a.lda~ elisanu e u~pcu!meiuo~oisa rwodio~u! oso~u!e!~ua!radxa eisa ap e i s ! ~e1 e !S .oiua!uipa~qodwa OUOJ
B ~0pea!l90 sourah sou Á js a1iua uouo!s!~o~ seia~cjse1 !epe~ad
CL ou!s ' u » ! ~ d a ~o~w p o ~aiua!s as siib c1 uo!~ou!iu.iaisp uiss sa
-su! eiJnpuoJ eun erisanur aol?q [a anb a~dura!s s!>uap!Aa 1oÁeui '031equra u!S .u?peu!uilaisp ap ope18 ioLeur un uaasod 'sauo!~si
-uasardar se1 e u?p!sodo ua 'soia!qo so? .oia!qo un oisandnsa~d
e[ UOJ e p d e as oisx .eperna!~uo~uqipeiuasardai epe3 s a y
-sur soAanu aiue!paur emimnsaar s e i a x j ap e!JuanJas e1 anb ua sa al anb e[ e <.e3!id9 u p p i a s ~ a deun assod a u ! ~la anb ua ais!s
uiss!j!ueur as oisa Á 'erni~al.e1 aiuolnp oiua!ur!Aoui aiuairruirad -u03 ua8eur! ap sod!i soqwe aliua e!JuaraJ!p e 7 .u?!~eiuasardar
Ua 'oiusi 1od 'eriuanJua as sauol w o ap ~ uaZr.ur! e 7 ,saiueu!urop e1 ap se!dord sapep!ienn~ad se1 e ai!wai .4 'le~aua8 sa 'exaueur
uaJnr1 as sspualajar se1 aiua!n8!s el ua anb oisand 'saiuaiel sau
toda frescura,, '. Este caricter propiamente transitorio de 1s imu.
pero para el que, sin embargo, no estoy presente (sin que esto gen muestra cn qué medida se hacen presentes, mediante la i m a
se deba a falta alguna de mi subjetividad) es un mundo que gen, relaciones y asociaciones. Si, por tanto, la imagen manifiestn
pertenece al pasadon '. La imagen de la cámara no sólo reproduce algo, lo que aparece es el contexto referencia1 de los complejos
un objeto de la percepción, también me excluye de aquel mundo de signos. Por muy precisados que éstos puedan estar gracias a
que veo y en cuya constitución yo mismo no participo. Por su ordenamiento, sus relacioiies sólo logran sus objetivos me-
tanto, la sensación de Iieherse representado :11 héroe de la novela diante estas imágenes de representación.
<le otra forme coiistituye en menor medida la razón de la decep- D e todo esto se crea un contexto inseparable, con imagen
ción. MQs bien esto es uii epifenómeno en que se manifiesta la de represenración y sujeto lector. Pero esto no quiere decir que
decepción por hacer sido excluido, lo que ciertamente también la relación de los complejos de signos hecha presente en la iinagen
ole indica lo que significa producir en la representación una de representación se origine por la arbitrariedad del sujeto -por
iinagen de objetividad no-dada y situarse así en su presencia como muy subjetivamente que hayan podido ser coloreados sus conte-
si fuera una posesión. Lo que, por el contrario, aclara el cine es nidos-; más bien quiere decir que el sujeto, por su parte, se
que <la exterioridad de la cámara a su mundo y mi ausencia de encuentra afectado por el contexto presentado en la imagen. Si
él»'. La filmación de la novela suprime la actividad compositora 10s objetos de representación que constituimos en la lectura se
de la lectura. Todo puede ser experimentado sensiblemente, sin caracterizan porque hacen presente l o ausente o lo no-dado, así
que por ello tenga que hacerme presente el acontecimiento. Por esto implica, a 1s vez, que nos encontramos en la presencia de
tinto, en contraposición a la imprecisión de la imagen de la re- lo representado. Si uno está en una representación, no está en
presentación, también percibimos l n precisión óptica de la ima- la realidad. Encontrarse en la presencia de una representación
gen de la percepción, no como enriqlicciiniento, sino como em- siempre significa, por tanto, vivir una cierta irrealización "; pues
pol)rcciniiento. una representación es una irrealidad en cuanto quc por su medio
me ocupo de algo que me sustrae al dato de mi realidad. Por
tanto, con frecuencia se habla de reacciones de huida, que parece
que Ioiiiciit:i 13 I ~ I C L . H YI U~ ~~C~C ,U C I I L C I I I C L Ise
~ C cualifica coti ello
sólo aquellos procesos de irrealizacih que acontecen a la lectura.
Si un texto de ficción, por medio de las representaciones que
ocasiona, hace irreal al lector -por lo menos mientras dura la
La circunstancia paradójica de que el enriquecimiento a través lectura-, ello sólo es coherente si al final de este proceso tiene
del cine sea sentido como un empobrecimiento de la imagen de lugar un «despertar». Éste frecuentemente posee el carácter de
la representación, se deduce de la naturaleza de estas imágenes. sobriedad y se puede percibir cori particular claridad allí donde
En ellas lo no dicho, aunque pretendido por el texto, se hace re- nos La cautivado un texto. Como quiera que sea la cualidad de
presentable. «Toda imagen definida en la mente - c o m o dice este despertar, despertamos a una realidad a la quc provisional-
Williams James- está impregnada y teñida de aguas libres que mente hemos sido sustraídos en r a d n d e I:i irrealidad de la cons-
fluyen s su alrcdcdor. Va con ellas el sentido de sus relaciones, titución dc las representaciiines efectuadas por el texto. Este
próximas y remotas, el cco moribundo de sus orígenes y los albores aislamiento teniporal con respecto a nuestro niundo real, cier-
del sentido de su destino. La significación, el valor de la imagen, tamente no significa que regresemos en cierto modo con nuevas
esti en cse halo o penumbra que la rodea y la escolta -o más directrices. Más bicn, la irrcalidiid cairsada por el texto 110s
bien que se funde con ella y se vuelve hueso de sus huesos y perniitc que, despii6s dcl retorno, el inundo propio se nos mucs-
carne de su carne-. E s cierto que ln imagen queda como imagen
de la misma cosa de la que lo era antes, pero esto la convierte 10 William JAMES,Prychology, rtl. ron una introducción de Ashlcy
en imagen de esa cosa recibida de forma nueva y entendida de Montagn, Nueva Yark, 1963, pdgs. 157 y S S .
'1 V. rarnbién S,inrn~,Dm I,iiagiiriire, pág. 206.
"~lanlry CAVELI.,Tbe World Vieiued, N o ~ v aYork, 1971, pág. 23
9 Thid., pág. 135
- 224 --
- 223 ---
al control. Por tanto, son in~portantes las fases d c su procluc.
tre como una rcalidad observable. El sigiiificado de tal proceso ción; pues la configuración de la representación en los textos dc
se encuentra cn que en la configuración de las representaciones ficción se realiza por medio de determinados hechos previos que,
se elimina la escisión sujeto-objeto, imprescindible en toda obser- sin embargo, sólo poseen una función conductora, y que no deben
vación y en toda percepción; esta escisión ciertamente se acen- hacerse presentes en la imagen d e la representación. E n las fases
túa tanto más agudamente en el despertar a nuestro mundo de d e la configuración de la representación, se realizan las síntesis
vida. Esta acentuación nos proporciona la posibilidad de situarnos pasivas en el transcurso de la lectura de un texto d e ficción; en
cn una posicióii con respecto a nuesiro mundo y de percibir este proceso se originan las imágenes que manifiestan algo que
como uri objeto d e obscrvación aqurllo a lo que estamos ineludi- todavía no se había dado, si se atiende al saber presente.
blemente vinculados. Si en la imagen de la representación tiene El punto de partida de la configuración d e la representación
lugar una irrealización del lector, esta irrealización es la condi- sc puede entender como sig~ie,si tenemos en cuciita una reflexión
ciíiii de que en la imagen puede mostrársele como realidad lo de Wittgenstein: «En la frase -piensa éste- se resume, e n
no-dicho por la relación de los signos. Por su medio, la configu- cierto modo, una situación objetiva a modo d e experimento>>12,
ración de sentido producida por el lector se convierte en una que luego puede reclamar la verdad si a ésta le corresponde un
experiencia. hecho 13. Pero caracteriza la comunicación de los textos de ficción
el hecho de que no se ordena ningún hecho existente a una situa-
ción d e hecho o a una secuencia d e situaciones de hecho. Si carac-
terizamos el repertorio y las estrategias como situaciones de
hecho, entonces tenemos en el texto una secuencia de tales aes-
La imagen es la forma de manifestación del objeto imagina- quemas», cuya función se basa en que tienen que constituir un
rio. Éste, sin embargo. en relación a la literatura, posee una hecho para e1 que ellos sólo son situaciones objetivas1'. N o
par~icularidnd quc lo distingue dc aquellos objetos cuya pura existe ninguna duda de que los mencionados esquemas del texto
ausencia es registriida en la imagen. E n el ejeiiiplo d e Gilbert se manifiestan como si se refirieran a un hecho, que ciertamente
Ryle de la imagen de la representación cobraba evidencia que -en oposición a lo formolaciíin de IVittgensteiii- no está dado
el objeto -Helvellyn, el monte dc Gales- existía realmente, y, por tanto, sólo debe ser dcscubierto; mcjor, producido. E n
porque su imagen suprimía su ausencia momentánea, y así des- este sentido, el texto de ficción se sirve de una estructura de
cribía otro modo del objeto existente. E n el comportamiento comprensión por cuyo medio se deben expresar las afirmaciones
del inundo de la vida, la imagen d e la representación sirve ex- adecuadas sobre hechos. aun cuando el texto reclama esta estruc-
traordinariamcnte para hacer presente el objeto ausente pero, sin tura de manera que hay que conseguir la afirm~cióiidel hecho
embargo, existente, cuya forma d e manifestarse depende, natural- correspondiente. De todo ello se infiere que e n el lenguaje del
ments, del snber que se tiene acerca d e este objeto, y que conse- testo, a través de las secuencias de sus esquemas, sólo se dan
cuentcmentc tiene que ser aplicado en la actividad representadora. aspectos que implican dos clases de realidades: 1." La necesaria
Peto al objeto imaginario de los textos de ficción le falta la cua- constitución de un horizonte de sentido, que en lo dado de los
lidad dc la existencia presente empíricamente. Aquí no se hace esquemas sdlv posee sus aspecros. 2." La necesaria constitución
presente un objcto ausente, pei-o no por otro concepto existente, d e un punto de visión del lector, que ciertamente se sitúa «en
sino más bicn se producc uno quc no tiene semejanza. N o es la
auscricis In que co~istituyeel impulso para su producción; más
bien su forma de iiianifestarse es un plus con respecto a aquel 'ILudwil: WLTTC~~NSTEIN, 7 ' r d c l u l l , ~Lni(ico-l'hilnroj~I~!c~~~,
ciiii i~ntiinirii.

snber existente que desemperia tainbién un papel en relación a su


ducci6n .
ile L i ~ r t r a n d liussi:~.~I.oiidrr>. 19155,srcri6ii 4.031, pig. 69.
" V. rbiri., secciún 2, 11, 1>5g. 38. Este planteamiento argumenrarivo lo
producción. Con ello sc dice a la vez que la imagen de la repre- debo agradecer al articulo de Karlhcinz STIERLE, aDer Gebrouch der Ncjil-
iian in iikriunilcn T c s i r n n , en I'orition der NegoriuiUr (Poerik und
sentación de un objeto existente, aun cuando ausente, puede ser I%ernieneuiikVI), ed. linrold X'cinrich, hlunirh, 1975, págs. 236 y r .
controlada por el conocimiento dcl objeto: mientras que aquel V. ST~EXLC, págs. 237 y SS.
objcto, que se prcsenta como un plus, más bien hace sustraerse
- 226 -
aspectos formulados, sino que es sólo capaz de configursria cit
la rcpresentación, a travfs de la permanente calificaci6n de loa
el lado de acá de toda visión* 15, y esto significa que se halla
aspectos dados en el texto. Por tanto, permanece el sentido, refe.
fuera del texto; sin embargo, en tazón de esta propiedad que
rido a lo que el texto dice, y no es uii fantasma del lector; sin
inatcan los aspectos, el esquema del texto está decidido en cuanto
embargo, debe crearse en la representación, porque los aspectos
que ya no posee más que la libertad de elegir el punto d e obser-
del texto formulan situaciones de hecho con el propósito de sil
vación que existe en principio en la conducta perceptiva del
mundo de 151 vido. Si el horizonte de sentido se matiza en los calificación y, consecventernente, lo que pretendían ya no puede
tisl~cctos iiiaiiiícslados lirigüisticaniciicc cii el texto, quc coiistari ser lo mismo. Esto supone que la constitución del sentido del
texto que se realiza e n la configuración de la representación pre-
de la secuencia de esquemas, entonces esta característica de ma-
senta un acto creativo para e[ que ciertamente valen aquellas
nifestarse en aspectos condiciona el punto de vista del lector,
condiciones que Dewey, en otro contexto de la percepción del
cuya configuración de la representación discurre a través de los
arte, ha descrito d e esta forma: «Pues para percibir, el observador
esquemas oírecidos. El texto, en cuanto secuencia d e sus esque-
mns, permite conocer que éstos siempre son sólo aspectos d e debe crear su propia experiencia. Y su creación debe incluir rela-
ciones comparables a aquellas que el productor original experi-
una totalidad que constituye el punto ~ l cvisión del lector, de ma-
mentó. No son las mismas e n uii sentido literal. Por parte del
nera que el hecho pretendido por los esquemas, desde esa pers-
perceptor, como por parte del artista, h a d e haber una ordena-
pectiva, puede ser destacado como horizonte de sentido del texto.
ción de los elementos del todo, igual e n la forma, aunque no en
La totalidad se realiza en la medida en que el lector adopta la
los detalles, al proceso de organización que el creador de la obra
actitud quc se le ha prescrito, y esto por medio de los aspectos
experimentó conscientemente. Sin un acto d e recreación el objeto
del texto, cuyo sentido se manifiesta en sus representaciones.
no es percibido como objeto artístico» ".
Este sentido posee una cualidad peculiar: debe ser producido,
A fin de proporcionar una cierta medida de plasticidad al
aunque est5 esiructuriido por los sigiios lingiiísticos del texto.
proceso de configuración d e la representación, es recomendable
P e m (cóino puede producirse algo que parece estar ya dado nie-
desarrollar la observación en un ejemplo del que se puedan tornar
diante los signos del lenguaje? Es uiia verdad evideiile que cada
rasgos paradigmáticos del carácter de la represcntaci6n. Elijanios,
signo es sólo signo de algo y que, por consiguiente, el fundamento
piieq un ncjcinpli~eii quc el autor propoiic explícitainente a sus
de su existencia lo tiene en otra cosa. Esto no es ningún pro-
lectores que representen algo. En loseph Andrews, d e Fieldiiig,
bleina para el uso denotstivo de los signos. Por el contrario, en
ya al comienzo d e la novela, se encuentra aquella escena e n la
el texto de ficción se desborda esta finalidad de los signos lin-
que Lady Booby, una dama de la nobleza, anima a su sirviente
güístico~,que comienzan a abrirse a otra cosa. Ricoeur ha des-
-al que ya había logrado moverle a sentarse en la cama- a toda
crito así este hecho: «... allí donde el lenguaje se nos resbala y
clase de caricias. Ante estas solicitudes, el casto José finalmente
se resbala a sí mismo, entonces, por otra parte, llega a sí, porque
retrocede asustado, invocando su virtud. E n vez d e describir el
se realiza como decir. Si se entiende la relación mostrar-ocultar,
espanto de «Putifnr», prosigue Ficlding en el punto culminnnte
según el modo de los psicoanalistas o de los fenomenólogos de
d e la crisis: «Habr&s oído, ;oh lector!, hablar a los poetas de la
la religión (y creo que hoy hay que abordar conjuntamente ambas
'estatua d e la sorpresa'; hnbris oído también, o de lo contrario
posibilidades), tanto aquí como allí el lenguaje adquiere validez has oído pocas cosas, cómo la sorpresa hizo hablar a uno de los
coino una capncidad que desvela, manifiesta y trae a l;i luz; así hijos de Creso a pesar d e ser. mudo. Y habrás visto las caras de los
encuentra su propio elemento, se hiice él mismo; guarda silencio espectadores del paraíso cuando, por el escotillón, con música sus-
ante lo que dice» !' Este sileiicio «desvelador» puede sólo cobrar ve o en silencio, ascienden Mr. Bridgewater y Mr. Williams Mills
exis~cncia en la representación, porque produce algo que en el o algún otro actor d e faiirasmal apariencia, con la faz lívida a
lenguaje ya no s e manifiesta. Esto quiere decir, en rel:ición a los
textos de ficcirin, que sii sentido todavía no es idéntico a los
-~ 1' Arf Experierrcr, Nueva York (Capricorn Books), 195812,
John DEWEY,
pig. 54.
MERIEAU-PONTY, pág 117.
16 Paul Ricoeun, lierrtierieurik uird Sfrriktirrnlirnirir (traducido par Jahan-
n u Rüische), Munich, 1973, p:igs. 86 y s.
todas las fluctuaciones, sin embargo, queda controlada, porque
causa de los polvos y una camisa ensangreritada hecha girones; el marco referencia1 prestipuesto decide acerca de la evocacidn
pero nadie, n i Fidias ni Praxiteles si volvieran a la vida, ni
de lo recordado. E1 esquema, a través de la penuria de sus for.
siquiera en el inimitable lápiz de mi amigo Hogartz, podría mulaciones, se ofrece como forma cóncaba, en la que con inten-
pintar una sorpresa como la de Lady Booby cuando aquellas sidad diferente puede fluir el saber sedimentado del lector, pero
íiltimas palabras salieron d e los labios de Joseph. ';Tu pureza! también con matizaciones diferentes. Así, el esquema proporcio.
d i j o la señora, reponiéndose después de un silencio de dos na una forma a la representación del autor, que a la vez clarifica
minutos-. N o creo que puedn soportarlo'> * ''. la función decisiva del repertorio del texto en relación a la con-
E1 espacio que deja vacío la exposición de la escena es la re- figuración de las represeutaciones. Las normas sociales, alusiones
presentación de la sorpresa, que el lector debe «imaginarse» por de la época y literarias, etc., se muestran nhora como esquemas,
sí mismo. Para ello se le proporcionan esquemas que en el pasaje los cuales dan su contorno a la dimensión del recuerdo evocado
citado son formulados como secuencias de los aspectos. Estos o del acopio de saber suscitado.
esquemas tienen primeramente la función de ofrecer al lector Sin embargo, este proceso sólo se convierte en posibilidad
un determinado saber, con cuya ayuda pueda representarse la estética porque todos los esquemas en una determinada manera
sorpresa. Con ello los esquemas condicionan la actitud del punto adquieren modalidades propias. En el pasaje mencionado de
de visión del lector. Esto significa que la elección del punto de Fielding aparecen en la forma de su insuficiencia. Esta adquisi-
visión en un determinado sentido está decidida, y sea lo que ción d e modalidades permite entonces conocer el rol importante
fuere lo que el lector pueda representarse concretamente y en que es atribuido al saber muy individualizado, suscitado por los
particular, los contenidos de las representaciones son conducidos esquemas. Pues ahora le aparecen al lector las asociaciones de sil
por el esquema del texto. Por tanto, no debe preocuparnos que acopio de saber en la situación d e ser suprimidas. Pero con ello
muchos lectores, cuando se menciona a Fidias, Prnxiteles u Hogarth, el texto, mediante sus esquemas, ayuda a la historia de la expe-
verosímilmente se representen cosas muy diferentcs acerca d e su riencia individual de sus lectores, pero a la vez se sirve de sus
arte, que aquí es considerado como una primera orientación de propias condiciones. Ésta es t a m b i h una razón fundamental por
las representaciones. Pues en este caso tiene valor la misma obser- la que los esquenias del irpcrtorio clcl texto, la inayoría de las
vación que nos participa Joseph Albers a propósito de sus cursos veces, aparecen negados, suprimidos, segmentados o con validez
d e pintura, cuando hacía describir a sus alumnos el rojo en la cuestionada. Esto implica que el saber invocado ofrecido por los
etiqueta de las botellas de Coca-Cola y escuchaba tantos matices esquemas es declarado inválido en el momento en que se le rnues-.
del rojo como alumnos había en su curso 19. Incluso, e n la per- tra de nuevo al lector. A la vez, sin embargo, el saber caducado
cepción, el objeto idéntico no se «reproduce» de idéntica manera en su validez funciona como un análogo, por cuyo medio d e k
en los sujetos que lo perciben. E n la constitución de las represen- representarse el hecho pretendido. La conciencia retencional fija
taciones, esta amplitud se despliega todavía en mayor proporción. en tales momentos el saber invocado, pero a la vez insuficiente-
Peru esto no debe ser una desventaja; se ofrece así la posibilidad mente calificado, a fin de destacar, a partir de este trasfondo, la
de movilizar las sedimentaciones subjetivas del saber existente dirección del sentido que se presenta bajo la modalidad de los
en muy distintos lecrores, para servirse.de ellos en una determi- esquemas =.
nada manera. Esta movilización del lector es sobre todo válida Fielding, en el lugar citado, renuncia a presentar la sorpresa
para la constitución de las representaciones ocasionada por los de Lady Bobby. En su lugar ofrece esquemas, que se refieren
textos d e ficción. La participación de la subjetividad, a pesar de
Aquí Iiny que corrcgir rariihiCn l a opinióii dc Ingardcn de que el texto
ofrece esquemas con cuya utilización dcbc percibirse el abjeio intencional.
' Tomado de la rraducción castrlluna de José Luis López Muñoz, Tal hecho sólo re efectúa cuando los esquemas operan alga en nosotras,
Alia uara, pág. 40. antes de que puedan convertirse en análogos de la configuración de repre-
'f Henry F I E ~ I N GJostph
, Andreuis, 1, 8 (Everyrnan's Library), Lo"- senracioi~es.La mad~laciónnegariva de los esquemls dcl repertorio del texto
dres, 1948. pag. ~ 3 . hace desaparecer en el pasado la invacuble provisión de saber y movilizar
l9 J o ~ ALBEXS,
f Interaction of Color. Grundlegung einer Drd&ik des la atención del lecror ante la validez negada.
Schetis (traducido por Gui Bonsiepr), Colonin. 1970, pág. 25.

- 230 -

-
igualmente el hecho d e cerciorarse d e los idénticos apetito#, u Ii
Esta «preliistoriaa, en nuestro ejemplo d c Fielding, se halla vista de esta característica iirgativa, es un impulso para difci.cn.
vinculada al pasaje citado por medio de la señal explícita del ciar, por su parte, esta naturaleza humana -que no se puede
narrador. Un par de páginas antes de la escena entre Lady Booby agotar en los apetitos animales-. D e esta manera se estabilb~a
y su sirviente, Joseph, se había encontrado frente a la ebullición la significatividad del tema a través del contexto, pero a la vei
amorosa de Slipslop, una sirvienta en la casa de Lady Booby, y esta estsbilización produce un nuevo problema que solicita una
como en el caso de la señora, al lector sólo se le ofrecen un par positivización de aquella detcrmiiiación primeramente negativa
Jc esquemas, para que se «iinaginc» el ntnque no-narrado. Estos de la naturaleza humana. Pues sólo así se puede proveer d e la
esqueinas deben suscitar representaciones elementales; así, cuando garantía necesaria a la finura de juicio ganada en la percepción
se dice de Slipslop que acechaba a Joseph como una tigresa ham- clara de lo desfigurado. Con ello se da otra vez una «referencia
brienta, hasta que finalmente cayó sobre él. La asociación de vacía», que se convierte en condición de las representaciones de
tales escenas sucede en el texto mediante una constatación; en la secuencia, con lo que se muestra el «efecto de bola de nieve»
ln transición entre ellas, el narrador significa a sus lectores: «Es- de la configuración de las representaciones.
peramos, por consiguiente, que el lector juicioso se moleste en Habíamos p r t i d o d e la reflexión de quc el texto escrito se
observar lo que tanto nos hemos esforzado en describir: las dife- muestra como una serie de aspectos que implican una totalidad,
rencias d e la pasión amorosa en la mente refinada d e Lady Booby que, sin embargo, no está formulada, pero que condiciona la es-
y en la naturrileza más basta y áspcra d r Mrs. Slipslop* * =. El tructura d e estos aspectos. Consecuentemente, esta totalidad debe
narrador postula una diferencia, como consecuencia de 13 cual la constituirse, con lo que los aspectos adquieren su significado t o ~ a l ,
pasión amorosa actúa diversamente en cada estamento social. La puesto que logran su sentido pleno sólo mediante el reconoci-
cscena coi1 Lady Booby aparece, por tanto, bajo el presagio d e miento de su referencia. Ante todo, los aspectos lo son para el
que el lector se representaría la pasión de una aristócrata de lector, que se debe representar lo que le han proyectado previa-
manera distinta la de una sirvienta. E n la asociación explícita mente. Consecuentemente, a través de la representación, el texto
de ambas escenas, la estructura social de la sociedad del siglo xviii logra el necesario contexto en la conciencia del .lector. Esto se
se convierte en el esquema de representación. Al esquema se le niucstra yii cii la rcleción inclusiva que hace nacer, en la repre-
inscribe la norma central de esta estructura social: los seres hu- sentación, el texto citado de Lady Boody; por lo que por el
manos s e diferencian fundamentalmente mediante su rango social. momento tiene significado subordinado, si cn la exposición del
Pero esta afirmación de validez vigente se efectúa con el fin de ejemplo se sigue en todas sus particularidades la interpretación
1,acerla desfondarse al resaltar la homogeneidad de los apetitos dada, lo importante es la estructura que se manifiesta en la con-
humanos. La señal explícita del tcxto asigna al lector la capacidad figuración de la representación.
de enjuiciat (judicious reader), y ésta sólo puede sostenerse si el Tema, significatividad e interpretación los hemos reconocido
lector percibe menos la diferencia social, que le e s conocida, que, como los elementos centrales de la configuración de las represen-
por rl conttsrio, la comunidad de la naturaleza humana que taciones. No se debe, sin embargo, mal interpretar esta descom-
aquella diferencia oculta. Aquí, el propio lector está dispuesto a posición de la representación en estos elementos, como si hubiera
deshacer el esquema de la configuración de las representaciones representación del tema, también de la significatividad y, final-
que se le propone, por cuyo medio se estabiliza la significatividad mente, de ln interpretación; como si se manifestaran e n una re-
del tema: de descubrir en la clara percepción de las pretensiones presentación primero el tema y luego su significatividad. Más
sociales la condición d e la naturaleza humana. Si la supresión de bien, tema y significatividiid se muestran siempre containinndos,
las diferencias sociales sime a la intención estratégica de llamar lo q u e a su vez necesita de una interpretación y, por tanto, motiva
la atención del lector sobre la coiidición de la naturaleza humana, la representación d e la secuencia. «Jamis s e podrá realmente re-
ducir una representación, como dice Sartre, «a sus elementos,
' Tnrnndo de \. . . . l J n casrdlana de José Luis Lópcr Muñoz, Al- porque una representación, como por lo demás todas las síntesis
faguara, vág. 93.
" FIEI.DING, pág. 15.
tación que tienen carácter politético, se realiza lo que se calla en
psíquicas, son otra cosa y algo más que la suma de sus elementos. lo que se dice, configurándose un contexto de representacionci
Lo que cuenta aquí cs el nuevo sentido, que penetra a la totali- en la conciencia del lector.
dad» *'. En el «nuevo sentido), dc la representación se funden Estos actos de representación de carácter politético se encuen-
tema y significatividad. Esto se muestra no últimamente en el tran esencialmente condicionados en su secuencia por medio de
carácter propiamente híbrido que poseen nuestras representaciones la dimensión teinporal de la lectura. La lectura, en cuanto un
en el acto de la lectura; tan pronto tienen carácter imaginativo transcurrir, produce un eje temporal que se constituye porque los
coino significativo. objetos imaginarios, producidos por las representaciones, se re-
Tema y significatividad, consecuentemente, sólo son constitu- unifican en una sucesión. Consecuentemente, en este eje temporal
tivos de la representación. Un tema sc configura en relación a la todo discurre conjuntamente, lo que es contrapuesto y heterogé-
representación, gracias a la atención a la que obliga el saber pro- neo, sin que esta svinculáción» garantice ya una armonización de
blematizado del repertorio. La significatividad del tema se confi. lo heterogéneo. Por el contrario, el eje temporal sólo posibilita
gura en relación a la representación, a partir del espacio vacío del que podamos hacer presentes diferencias, oposiciones, contrastes
tema, que se origina porque el tema no es fin en sí mismo, sino y hechuras opuestas entre los objetos producidos en el proceso de
signo de lo que todavía no se ha dado en él. Así, la representación la lectura. Más aún, tales diferencias se acentúan, en el sentido
produce un objeto imaginario en el que logra manifestarse lo que más amplio, ante todo en el eje temporal, que así siempre incre-
el texto formulado calla. Sin embargo, el silencio nace de lo ex- menta al objeto imaginario con algo que todavía no tenía: se llega
presado; por tanto, lo expresado debe ser modulado de tal manera así, mediante la simple extensión del eje temporal, a la clarifica-
quc lo callado se haga representable. La modalidad central del ción de las diferencias entre los objetos imaginarios, que ganan
texto de ficción es la negatividad latente del repertorio, cuya or- su identidad porque se destacan unos de otros. Pero mientras esto
ganización horizontal2s llega así a su función total. Pues para la sucede, su autosuficiencia toca un límite y se explicita que la dife-
reprcseritación cs «constitutivo ... cl acto negativopZ6.El ejemplo rencia de 10s objetos imaginarios es sólo una cara del hecho, cuya
de Fielding permite conocer dos posibilidades diferentes de estas faz inversa la representa aquella de la referencia. Mientras el eje
niodalidades negativas. En el pasaje citado de Lady Booby, eran teniporal hace surgir la diferencia de los objetos iinaginarios, SU
los csquemas dcl repertorio los que debían funcionar como aná- relación se convierte en necesidad. <ES, pues, según formula
logos de la representación, marcados como insuficiei-ites; por el Husserl, una ley general, que a cada representación dada -por
contrario, el esquema del contexto, que el autor había asociado su propia naturaleza- se sigue una serie continuada de represen-
explícitamcnte al pasaje citado, cstnba de tal manera dispuesto taciones, de las quc cada una reproduce el contenido de las ante-
que era el lector mismo quien debía desvalorizarlo. Así, la nega- riores, pero de manera que siempre fije en la nueva el momento
iividad marcada en el texto se ve acentuada mediante una negati- del pasado. De esta forma In fantasía se muestra de manera propia
vidad quc supletoriamente debe realizar el lector; todo ello impli- como productiva. Aparece aquí el único caso en el que ista pro-
ca que aquí no sólo se trata de un objeto imaginario en relación duce un verdadero nuevo momento de la representación, esto es,
a la representatividad de una escena, sino que hay que configurar el momento temporal» n.
uno tal, que sea ciertamente significante con respecto a la inten- Así aparecen siempre los objetos particulares, imaginarios,
ción de la novela. Ésta, por su parte, no se puede realizar en un producidos por la secuencia de las representaciones, ante el tras-
único instantc o de alguna manera en un par de páginas del texto, fondo de un objeto pasado, cuya presencia la sitúa el nuevo; y
sino que sc manifiesta en el objeto imaginario de la escena descri- esto no sólo en la continuidad de su transcurso, sino que eviden-
ta, de modo que se inscribe como «referencia vacía» y con ello cia que los objetos imogin;irios sólo obtienen su sentido si, más
motiva una serie de representaciones. En estos actos de represen- allá de su correspondiente «enterramiento», comienzan de nuevo

SARTUE, Dos I»to~inirrr,pdg. 163. n Edmvnd HUSSERL,


Zur Phünomenologie der inneren ZeirbewurrIreins
liV. a este rcspccto el capítulo 11, A, 2 , págs. 93 y s X),La Haya, 1966, pág. 11.
[Obras completas
l6 SARTRE, Dds ImdginJre, pigs. 284 y s.
- 236 -
- 235 -
también juegue un papel. Puesto que en la primera lectura ir
a abrirse hacia algo. De esta forma, el eje temporal hace surgir realiza un determinado modo temporal de sentido, este horizonte
el horizonte de sentido de los objetos imaginarios, respectivamen- de sentido se refleja en la segunda lectura. Éste actúa como un
te escalonados, mientras que cada objeto pasado se hace presente saber adquirido, a través del cual se mira al texto idéntico. Influi-
en la modificación del que le sigue. Éste, por su parte, debe con- rá en la coiistitucicin, más aún en la continuidad del decurso de
vertirse en uno pasado, a fin de poder repercutir. De ello se in- los objetos de representación. Este hecho desempeña un papel no
fiere un efecto relaciona1 acumulativo, porque a cada nuevo objeto irrelevante en la ciencia literaria, cuando en la segunda lectura se
se adhieren los anteriores en razón de la modificación retencional. tematiza el proceso del testo desde la perspectiva del horizonte
Así, resulta también difícil destacar las fases particulares de de sentido ganado, con el fin de evidenciar las condiciones para
este decurso y designarlas como el sentido del texto, porque el la cons~itucióii dcl priiiiei. horizonte dc sentido. Curiosanientr,
sentido no se cncuentra en un punto aislado de esta continuidad, este modo de decurso no se agota en que ahora se me haga plau-
sino en todo su trayecto. De este modo, el propio sentido posee sible la forina originaria; más bien, esta plausibilidad se convierte
un carácter temporal, cuya peculiaridad consiste, sin embargo, en en presupuesto para que se me abra el particular carácter artístico
que la articulación temporal del texto, en pasado, presente y fu- del texto. Así he constituido un nuevo horizonte de sentido del
turo, Y condicionada por el punto de vista móvil, no opera su texto, que quizás antes sólo encarnaba iin momento marginal,
dispersión en el recuerdo ql:e se difumina ni en la expectativa porque el carácter artístico se hizo activo cuando yo constituía
arbitraria, sino en su síntesis. Si la fantasía del lector añade un aquel sentido determinado.
momento temporal a los objetos de las representaciones y las Así, el momento temporal adquirido en los objetos de repre-
provee así del ciirácter de decurso, de esta forma, por medio de sentación gana su dimensión plena. Si ello constituye lo único
este eje temporal, surge una determinada interpretación de aquello nuevo que el lector aporta al texto en cada lectura, entonces este
que comienza a configurarse en este proceso como lo idéntico. La espacio temporal, adquirido a partir de los objetos de representa-
constitución del sentido coincide con la interpretación del sentido, ción, condiciona su individualización: Pues sólo el espacio tempo-
dado que cste carjcter de identidad no es separable de las fases ral posibilita la distinción y la relación de los objetos de represen-
de la continuidad del decurso. Así, el momento temporal de la ~aci6iipor iiiedio de su coi~vcrgcnci;ien el eje teinporal. E1 espacio
fantasía manifiesta el sentido que puede ser interpretado, puesto temporal regulariza el modo como estas unidades se diferencian
que el lector le ha proporcionado una modalidad que regula su en su gradación o cómo se relacionan y cómo repercuten recípro-
desarrollo. El cje temporal articula el sentido como síntesis de camente. Así no sólo mantienen su relación, sino que por su medio
adquieren también su estabilidad individual. El espacio temporal,
sus fases de decurso y permite conocer que el sentido es una exi-
según dijo una vez Husserl, es «fuente originaria de la individua-
gencia de realización, producida en el propio texto.
lidad» ". Sin embargo, no está sujeto a ninguna referencia; sólo
En este proceso se da otra implicación, que se infiere de la se articula en el eje temporal de la Icctura mediante la diferencia-
dimensión temporal del sentido. El momento temporal adquirido ción de los objetos de la representación, a fin de indicar su rela-
suplementariamente por la fantasía de los objetos de la represen- ción. Si conozco el texto, entonces el saber influirá la manera de
tación no posee el carácter de una referencia, que adquiriría de vincularse, y esto quiere decir que los espacios temporales no
una determinada manera la continuidad del decurso. Puesto que poseen una determinación inapelable. Por tanto, de la deficiente
el sentirlo siempre se halla vinculado a un modo temporal, sólo rcferenciabilidad de estos espicios temporales brota la individua-
mediante el cual puede manifestarse, cstc modo, en cada momento lidad de los correspondientes sentidos realizados. El sentido debe
particular de su realización, poseerá un alto grado de individuali- poseer siempre densa concisión, si quiere ser sentido, y esto quiere
dad, que apenas podrá ser repetible en un mismo texto. Como decir que el sentido realizado de la primera lectura no se coloca
prueba de ello, basta sólo pensar en la experiencia que se deduce junto al sentido de la segunda, sino que en su densidad se integra
en la lectura rcnovada del mismo texto. Nunca será idéntica a la
primera lectura, y de ello ni siquiera se necesita hacei responsable Iúid., pág. 66.
a la cambiante situación subjetiva, aun cuando ciertamente ésta
- 238 -
- 237 -
algo ha sucedido con nosotros, cuyo significado intentamos ocli
rarnos. Sentido y significado no son lo mismo, en contra de lo
de nuevo. Así, cl espacio temporal constituye siempre la condi- sugerido por la norma de interpretación, criticada al comienzo,
ción de que los objetos de la representación se ordenen en relación que se empeña en orientarse según el arte clásico. «Cuando se ha
a una gradación del trasfondo, y de que los objetos pasados se interpretado un sentido, todavía no se tiene con seguridad un
inscriban en los presentes. La deficiente determinación de los es- significado» ". Pues el significado del sentido sólo se abre median-
pacios temporales es a la vez presupuesto de que toda realización te la relación del sentido con una referencia determinada; traduce
se convierta en un proceso de determinación. De aquí se infiere: el sentido a un sistema de referencias y lo interpreta en relación
aunque esta estructura sea siempre válida, el producto de la rea- a los datos conocidos. Ricoeur formulaba, por tanto, en conexión
lización correspondiente no es repctiblc cn cuanto idcntica. Esta con las reflexiones de Frege y Husserl: «. .. hay que diferenciar
irrcpetibilidad de carácter estructural del sentido idéntico condi- dos grados de comprensión: el grado del 'sentido' ... y el grado
ciona ahora por su parte la repetibilidad de la innovación del texto del 'significado', que representa el momento de la asunción del
idéntico. sentido por el lector, esto es, la acción operativa del sentido en
la existenciasU. De ello se infiere que la estructura intersubjetiva
de la constitución del sentido puede tener innumerables significa-
dos, según el código sociocultural o según las valoraciones indi-
Con ello se muestra el momento temporal como catalizador
de las síntesis pasivas mediante las que se abre a la conciencia el viduales de los hábitos; valorizaciones que comienzan a interpretar
el significado del sentido. Ciertamente, las disposiciones subjetivas
horizonte de sentido del texto. Las síntesis pasivas, así decía
nuestra reflexión de partida, se diferencian de las síntesis predica- juegan un papel en la realización correspondiente de la estructura
tivas en que no son un juicio. En contraposición al juicio, que es intersubjetiva. Sin embargo, frente al trasfondo de esta estructura,
permanecen accesibles las realizaciones subjetivas de la intersub-
temporalmente independiente, las síntesis pasivas proceden del
jetividad. Por el contrario, una atribución del significado, y con
eje temporal dc la lectura. Pero el uso lingüístico de las síntesis
eUo la asunción de sentido que tiene lugar en la existencia, sólo
pasivas sería uiia contradicción, si sólo describiera la aceptación
se hace de nuevo capaz de la discusión intersubjetiva si se descu-
o una actividad compositora, que discurriera bajo el umbral de
bren los códigos y los hábitos que han guiado la interpretación
la conciencia en cuanto mecánica organizada. La presentación es-
del sentido. Un hecho es el de la teoría del efecto del texto, el
quemática del proceso de constitución ha mostrado, sin embargo,
otro el de la recepción, cuya teoría será más bien una de carácter
en qué medida participamos en el emontajeo de la pluralidad del
sociológico.
texto; pluralidad quc desplegamos cn posibilidades de ser repre-
sentada, con el fin de constituir los objetos de representación
-por medio del eje temporal- en un horizonte de sentido. De
esta forma, la pluralidad es penetrada por nosotros y nosotros lo Pero, en todo caso, la diferencia de sentido y significado per-
somos a la vez por ella. Ofrecemos nuestra actividad sintética a mite conocer que la norma de interpretación, criticada al comien-
una redidad extraña, cuyo sentido producimos para llegar a tra- zo, configurada según el ideal clásico de arte, quedaba reducida
vés de esta producción a una situacióii que no habría sido lograda en una dimeiisión decisiva, siempre que al punto sc hacia la pre-
por nosotros mismos. Pero esto no sólo implica que el sentido gunta por el significado, y con ello propiamente sólo se pensaba
del texto de ficción sólo puede adquirirse en el sujeto y de que cn el sentido. Esta cuestión, ciertamente, sólo era adecuada en
no existe independiente de esta rclacióii; iinplica tainbibn que nos cuanto que en el arte se veía representada la verdad del todo,
constiluimos en una determinada manera en el proceso mismo de ~>uvstoquc también de parte del lector se esperab~sólo una acii-
constitución del sctitido. En este proceso, el uso del Iciiguajf de
las síntesis pasivas encuentra su cobertura adecuada. a G. FREUE,«Ue'orr Sinn und Beleutungu, en Zeirschrif! fiir Philorophie
rrrid phil~ropbirche Kririk 100 (19821, pág. 28.
Esta experiencia, ante todo, es comprensible en el deseo de U Ricou~n,p6g. 194.
querer penetrar el significado del sentido. La cuestión tenaz, por
inevitable, del significado indica que en la constitución del sentido - 240 -
- 1ez -
zbz -
S l l '8Fd '8961 ' V ~ 6H1 '(XI SE1
- ~ [ d u mseiqo) a!3'olor/~c(r<i ~ ~ J ~ ~ O ~ O U J ~ U O U ~ ~ ~ ~
punuim
'~awsn~ ,<
'anb X es!j?od a!sadsa eun8u!u .rod eqeui!1!8a[ as ou olaua8 OAanu
oiuons ua anb ' r r r ~ xol8!s ~ a pEIaAou e1 'o[dua[a ~ o d'erisanur ou OpIiuas pp u?!sni!isiiO~ el sand 'loisa[ [ap up!s!~ ap 03
01 J O I S ~ I~ a pu?!s!~ ap oiund [a 1espa1d 'c!~e~ai!~ s!xe~d eurs!ur -und la ~!snposiu! 'erauew epeu!uiaiap eun ap 'iued up!s!sod eisa
el ua 'eura~qo~d un amos op!iuas op!s cq pep!suaiu! ?iib u 0 3 ua l!nIJU! aqap oixai 13 'Oixai [ap op'q aisa e epi!s as a~dma!s
,u9!sua]ard esa as~ez!lca~eqap Icns el aiuwpaur c!?aie~isa .roisa[ la anb aslep!AIo aqap ou o8lequra ri!s 'op!iuas 1,-.ieisg!ueui
e1 axn8!~uos as ua!q s y X 'oqlqnd aisa ua l!nvu! e1ed opesuad ap u!f 'pcp!10!1d uos ep a1 as anb e1nistuisa a1 lez!luar aqap
op!iuas la souaur al(ni!isuos as o4reqwa u!s ' ~ o i ~ a~ la peisI.4 ap anb ~ o i s a llap u?!~ed!s!ised e1 ap!d oixai ~ a poppuas p p u?!>ni!i
oiund alsa e opua!puai une 'ml> las ou e -o>![qpd aisa ua ueqcu -su03 !S 'ic <~aiuauraiueisuosa~a!~asas aiib e1 e X e~nilnsel ap
- p o p anb sauo!seiua!~o se1 ap E J P Q I S ! ~ u?!ssn~isuosal e1 aiuelp opliuas la rod eisandnsa~dsa anb 'lea1 X ~ e . r n ~pep!~cuos~ad d el
-a= zar, a ~ i oOA!A aslaseq apand olor sasuoiua 'os!l?is!q os![q?d e u?pelar ua ' a i u a u r e ~ ~ i s ~ a Xl ~aois~ e dua ' o ~ a d!aiue~adoe u i ~ o j
opau!ui~ajap un ap scpep sauo!s!A se1 1od ope1n8!fuos sa ~ o i s a l ni ap X elni[nI e[ ap ours!ur opjiuas le u?!saIaI ua 'ai~edua ljnbe
JEZUCAE aqap ei\!ia!qo u?!>e8!isaAu! e1 'oiuci I& 'X ...sopeiuaui
1ap up!sp ap oiund la !S .op!snpo~da~ o%!p?s [ap ed!s!i~ed ou eX
roisal la opuens :eis!~e!sos Buos la eiseq sessale~eu~es sezard se1 -!radxa X sopescrad uos anb [a uos '~e!suasa op!uaiuos qdord ns
apsap <os!lqpd ue18 [e ep!8p!p e~nie~ai!g e1 ua elisanur as owo+ e asauairad soia!ns ap u?!se~a~e 7 .soia!ns aliua X csoia!ns, eied
e!ioied!s!iu~ u?!s!r,ard cun a p s?he~iE a~a!nbpo as ais? ap US)!S!A pep!~!ia!qo eun 'pep!~!ia!qo uaua!L 'si2 'o11a e1ed sopensape X o y ,
-?isa ~aseldns e1ed sopeu!w~aiap ouros !sepemape se!sueisun~r!>
ap oiund la apuop 111" 'roisa~la *red u~>!sua1dmosap sapeilnqj!p
se1 o!eq 'oun epes lod X so11a ~ o saIqez!I!in d soiuaurn1isu! owos
ñoq 'oiuei 106 'euiroj eisa ua oixai up8u1u s p e ! rapua~dwosap
'sol~aered s a ~ ~ ioiueiis
p ua 'uasal~o sal as Isaleuouad soia!ns
zcdes sa ou es!~?is!q pep!Ienp!A!pu! eXns 'saroi3a~saIq!sod sol ap oiuens ua soialns sol e ua8!~!p as ' a i ~ e de ~ i o~ o d'anb X oa!ia! 1
SI!A!IFIO[EAsauo!seiuasa~da~se[ X psp![ca.r e1 a p sauo!sciardraiu! -qns l-e~qoIap ueiorq anb 'so~!ia!qns clauew epeu!urlaiap ua uos
se1 'sauo!s!~oursos se1 'se~!iep!n!ua seur~ouse1 'oped!qiue olnslp ¡
sa1mniIns soialqo so1 ' s q a e uaia!fal as anb soia!ns so1 ap eslase
[a aiue!paur aslenisaja apand ou u?!s!~ ap oiund aisa ap uppez![ sauolisans urs 'uos anb o[ 1s ua uos sapsp![eal se1 reriua!HnIu
-eso1 el 'o!d!supd ux . J O I S ~ I ~ a pU?!S!A ap oiund lap u?!sni!isuos
¡
el ua es!j!ra~ as anb uppoia~d~aiu! ap osaso~dns ap e~!isads~ad !
e1 ernd 'o!paur ns ~ o d'u?!qwei ou!s 'oixai la ered o~!ini!isuos sa ~ 0 ~ 3 xOL31fls
7 Taa N ~ I ~ ~ L I L Svy ~
N O. .b
019s ou op!luas [a anb esg!uS!s oisa X !oixai [a ~ o aiuaweiun! d
-uos op!saIqeisa ras aqap 'e~aueweun81~ap '10i3.31 Iap u?!s!A ap
olund la 'aiuawaiu;>nsasuo3 uos 0 8 1 ~.ra>aiuo3c apand '~e!sua!l ' e ~ e l i x apepr1ea1 eun
-adxa e!~ois!q ns ap op!e~isns sa roisal [a !S 019s sand 'epeu!ur!~a ap eurs!ur up!siii!isuos el ua op!ni!isuos Los oX e~aueurepeu!ur
aiuauileioi las epand ou eis? opuens une 'salq!sod saloisal sol ap -1aiap euii ua anb ua ais!suos anb epuapadxa eun ap e~!ielado
le!~uapadxa epo~s!q el rod opeu!ur~aiap las apand ou ~ o i s a~~a p u?!ssc e[ 'sand 'aiuaweiun!uos uaz!iue~e8opes!j!u%!s X op!iua~.E!>
U?!S!A ap oiund la anb apua!iua a s .oixas lap soisadse so1 ua aiuaur -uais!xa ns ua roisal 1a rod op!iuas ~ a u?!sunse
p el sa OPC~!~!U~!S
-emnur sepeuojar sauoperado sop uos ~ o i s a loia!ns ~ s pup!sni 'esn~sa[e[ ua asl!ni!isuos aqap anb oixai lap soi3adse sol ua s p
-ysuos el X opyuas lap uppni!isuos t q '~oia!nsla alqos ~ ! i n s ~ a d a s -e~![dur! e!sua~aja~ ap pep![eioi e1 sa op!iuas 13.~naos!x eqeu!do
epand opeIIorresap op!iuas a p aiuozpoq la anb e1ed Teal loisal un8as 'u~!suasdwos ap sope18 uaq!lssap soqury .opesg[u8!~ x
la 1od oppajar las aqap anb roi3al lap u g s ! ~ap oiund un ai op!iuas' aliua epualapp e1 as1auaiueur sjqap 'oiuei 106 ,sope~iuos 4
- u a ~ ~ e n 8ou!s
! 'opguas ap aiuozpoq un ue>!ldur! 019s ou 'aiuaurai -u2 «sopes!f!u8!s>* so1 a i u a u n s o ~ d ~ sue~a!inss!p
a~ as anb lsrnleu
-uansasuos 'oixaj lap s o j s a d s e s o ~.oia[ns la ua s!insradar rapod aiuaueinlosqe 'op!iuas le ope~ed!nba op!s eq a~dura!s soi!qyq
n ~ s dou!s 'sours!w 1s ap u?ze1 ua sa ou oisa 'oia[ns ~ a puei!sas SO1 A s08!pps sol 1od ope!n4 opesg!u8!s la a n b ~ o daiuaurleiuaur
.au r s a ~ s s n i ~ nsoia[qo»
s ojuens ua soixai sor 'oiuei ~ o d'!S ,081s -EpUnJ op!s eq olsa 'up!sn]uos eiuei o p p n p o ~ doq oixai Iap opes!~
asaliio~sa1 ours!ur 1oim1 le osaso~daisa ua anbsod olps op!iuas -@!S [a ~ o du p s a n s e1 sasuoiua apsap !S .u?!se[duraiuos ap pnj
iii a4qnbp.a u q q syur :roisa~ [e oisai Iap leralel!un c!sua8!xa
1
1
. ...
que el sentido debe constituirse como condición del texto y no
por tanto, debía asegurar su validez, no en último término, por como condición de los hábitos del lector. Pues sobre Cstoi ea
medio de un diiilogo con su público. Desde esta época conocemos sobre los que hay que actuar en última instancia, puesto que el
la ficción del lector del texto. Por su medio se atribuye al lector texto no puede simplemente reproducirlos.
una posición que, por lo general, reproduce determinadas aptitu- Para captar la estructura subyacente al punto de visión del
des del público de la época. Así, esta ficción del lector se refiere lector, son dignas de atención las observaciones desarrolladas por
menos al lector pretendido que mucho más a aquellas disposicio- G. Poulet acerca de la lectura. Los libros, opina, sólo obtienen su
nes en el público supuesto de la lectura sobre el que hay que plena existencia con el lector. Ciertamente, constan de ideas que
influir. Pues no podemos olvidar que la ficción de 1;i lectura en- otro ha pensado, pero en la lectura el lector se convierte en sujeto
carna, en la prosa narrativa, sólo una pcrspcctiva dc preseiitnciSn, de estas ideas. Así desaparece la escisión sujeto-objeto, de validez
que es reforzada con las perspectivas del narrador, de los perso- para todo conocimiento, pero también para la percepción; su
najes y de la acción. De ello se infiere que las disposiciones del supresión hace aparecer a la lectura -así puede concluirse- como
público, invocadas en la ficción del lector, quedan encajadas en una categoría especial del acceso posible a la experiencia aje-
el juego de la interacción que está inscrito en las perspectivas na. E n esta «fusión» propia se encuentra también el motivo
expositivas del texto, y que es desarrollado en la lectura. Si, por central de por qué la relación al mundo de los textos se ha inter-
tanto, la ficción del lector se refiere a determinadas expectativas pretado'mal como identificación. Poulet, de la comprensión de
históricas y hechos dados del público buscado, por lo general esto que en la lectura pensamos los pensamientos de otro, saca esta
se hace con la intención de actuar sobre las disposiciones marca- conclusión: «Todo lo que yo pienso es parte de mi mundo mental.
das en la tensión con las restantes perspectivas expositivas. En Y sin embargo, heme aquí pensando un pensamiento que de for-
este aspecto, la ficción del lector solamente indica cuáles eran las ma manifiesta pertenece a otro mundo mental que está siendo
aptitudes favorecidas del público, mediante cuyo creciente extra- pensado en m í como si yo no existiera. La noción es ya inconcebi-
íiamiento en el texto debe crearse una posibilidad de comunica- ble y más lo parece todavía si reflexiono que, dado que todo
ción. A través de la problematización latente de las visiones invo- pensamiento ha de tener un sujeto que lo piense, este pensamien-
cadas en la ficción del lector, el correspondiente lector debe ser to que me es ajeno y sin embargo está en mí, debe'también tener
conducido a una relación con las orientaciones que le determinan; en mi, un sujeto ajeno a mi ... Cuando leo, yo pronuncio men-
el posible reconocimiento de lo que le orienta es pensado, por talmente un yo, y sin embargo el yo que pronuncio no es yo
tanto, wmo la presencia de una fatalidad. Pues lo que querría mismoa ".
abrir el texto, se extiende mis allá del horizonte que le es válido; Para Poulet esta inteligencia constituye, sin embargo, sólo una
sin rmbargo, para ello el lector debe ser situado en un punto reflexión provisional, pues el sujeto extrafio que piensa en el
perspectivista, que, por lo general, es establecido mediante las lector con ideas que le son ajenas, indica la presencia potencial
modalidades negativas de las orientaciones que lo dominan. Esto del autor, cuya presencia, por tanto, puede ser «internalizada»
es así hasta Beckett, que en sus primeras novelas inserta todavía por el lector en el proceso de la lectura, dado que el lector ofrece
ficciones rudimentarias de lectores. Así, se dice en Murphy: «El su conciencia a las ideas del autor: «Tal es la condición caracte-
párrafo anterior está cuidadosamente calculado para desviar al lec- rística de un trabajo que yo llamo a la existencia al poner mi
tor cultivado» ", y con ello se invocan las expectativas del lector conciencia a su disposición. No sólo le doy la existencia sino la
cultivado, que ahora deben ser «echadas a perder», a fin de abrirle conciencia de la existencia), '. Así, la conciencia cogstituiría el
los ojos a algo qiie hasta ahora no consideraba posible en la novela. punto de convergencia en el que coincidirían el autor y el lector,
La ficción del lector, ciertamente, es sólo una estrategia de con lo que a la vez se suprimiría la autoalienación temporal en
prescntación, aun cuando importante, con el fin de orientar el
espacio perspectivista del lector. En todo caso, permite conocer Georges Pou~Er, ~ P h e n a m e n o l u ~ of
y R e a d i n g ~ , e n Neru Literary
que al lector se le atribuye un papel al que debe adaptarse, si es I l i r / o r g 1 (1969), pág. 56.
31 Ibid., p9g. 59.
" Ssrnuel RCCICTT. Murpby, Nueva York, s a . , pág. 118
cidn continuada del autor en la obra y la traduccidn inveria da
la que cl lcctor se coloca durante la iectura, cuando su conciencia
la obra en el lector. Pero esto serfa pensar de manera muy meel-
piensa las ideas del autor. En este proceso, para Poulet, se da
nica, y no puede haber sido así pretendido por Poulet; sobre
comunicación. Pero, sin embargo, depende de dos condiciones:
todo, la homología es menos un principio explicativo que rn8s
la historia de la vida del autor debe quedar oscurecida en la obra,
bien la manifestación de una necesidad de explicación.
igual que las aptitudes individuales del lector en el acto de la
lectura. Pues sólo entonces las ideas del autor pueden encontrar
so sujeto en el lector, que piensa lo que él no es. De ello se infiere
que la misma obra debe ser pensada como conciencia, porque sólo Si se abandona la interpretación sustancialista de la conciencia
así se da un motivo suficiente de la relación entre autor y lector postulada por Poulet, entonces pueden mantcncrse determinados
--una relaci5n quc primcrnmente sólo se dctcrmiiia rnediantc la puntos de vista de la discusión que aquél presentaba y que, cier-
negación de la historia vivida por el autor, así como de las apti- tamente, hay que desarrollar de otra manera. Si la lectura elimina
tudes individuales del lector-. Esta consecuencia es también ex- la escisión sujeto-objeto, constitutiva de la percepción y el cono-
ttaída, de hecho, por Poulet cuando entiende la obra como auto- cimiento, entonces a la vez se obtiene así una «ocupación» del
representación o como la materialización de la conciencia: «Y de lector mediante las ideas del autor, que, por su parte, se convier-
este modo, no debiera dudar en remnocer que en tanto en cuanto ten en condición de una nueva «demarcación de límites». Ahora
está animada por esta inhalación vital inspirada por el acto de el texto y el lector ya no se sitúan como objeto y sujeto contra-
lectura, una obra literaria se vuelve (a expensas del lector cuya puestos; por el contrario, esta «escisión» acaece en el mismo
vida deja en suspenso) una especie de ser humano, y que es una lector. Si piensa las ideas de otro, entonces temporalmente sale
mente consciente de sí que se constituye en mí como el sujeto de fuera de sus aptitudes individuales, pues se ocupa de algo que
sus propios objetos» ''. hasta ahora -por lo menos, no de esta forma- no se situaba en
En este punto comienzan ciertamente las dificultades. ¿Cómo el horizonte de su historia experiencial. Esto tiene como conse-
hay que pensar esta conciencia hipostasiada que vuelve a sí mis- cuencia que en la lectura tenga efecto una escisión artificiosa de
ma en la obra literaria? El esquema hegeliano parece adecuado. nuestra persona, cuando convertimos en tema algo que no somos.
Sin cmbargo, contemplar la concicncia como una dimensión abso- La aceptación de esta estructura de contrapunto hay que inferirla
luta significa cosificarla. Pues la conciencia es la conciencia de del hecho de que nuestras orientaciones no desaparecen totalmen-
algo, y esto implica «que para la conciencia no existe ningún ser te cuando pensamos las ideas de otro. Por mucho que estas orien-
fueni de esta obligación estricta de ser el conocimiento inmedia- ciones puedan también replegarse hacia el pasado, sin embargo
tamente d e s c u b ~ i d o r » ~Si. la conciencia sólo gana su contenido configuran el trasfondo de los pensamientos del autor que ahora
en este proceso descubridor, en cuanto pura.conciencia está vacía. nos dominan. Consecuentemente, en la lectura se originan siem-
icué descubre entonces la obra como pura conciencia? Según pre dos niveles, cuya relación mutua, a pesar de tensiones cam-
Poulet, sólo podría descubrirse a sí misma porque las aptitudes biantes, nunca se rompe totalmente. Pues sólo somos capaces de
individuales del lector no pueden descubrirla. Pues éstas, para convertir en tema, que nos enseñoree, las ideas de otro, porque
Poulet, están oscurecidas. E n cuanlo autorrepresentación de la éstas permanecen constantemente referidas a las orientaciones de
conciencia, el lector solamente podtía contemplar la obra; sin em- nuestra persona, las cuales virtualmente se hallan presentes. Cuan-
bargo, así únicamente se reavivaría el ideal de la estética clásica do, únicamente por nuestro medio, se sitúan en primer plano los
coi1 objeto moderno: en lugar de la belleza, ahora la conciencia. pensamientos de otro y su actualización, entonces sólo se ha des-
S610 resta pensar la conciencia así hipostasiada según el modelo plazado el peso de los niveles.
de la homología estructural, puesto que ello garantiza la traduc- Pero todo texto que leemos produce otro corte dentro de la
estructura contrapunteada de nuestra persona, y esto significa
Ibrd. que la relación que organiza entre sus temas y nuestro horizonte
Y Jean-Paul Snnrn~,Dor Seiii rord dar Nichtr (traducido par K . A. Ott) de experiencias gana una diferente expresión. El tema particular
Ilarnburgo, 1%2, pág. 29.
no apela a todas nuesttas orientaciones y aptitudes, sino ~610d
secciones determinadas, porque en cada texto s e constituye de
minera distinta el ámbito pretendido de nuestras orientaciones.
nado que el tema del texto sólo es concebible mediante su rela-
ción a nuestro horizonte d e experiencia que permanece como vir-
tual y que es invocado en configuraciones varias, entonces 10s
~~

Y el futuro Permanece irrepresentable. Un presente que


-
mido sus determinaciones temporales, adquiere el cardaer de
Para quien se halla e n él. Hay que olvidarae de
si Para corresponder a lo exigido. D e esta forma surge la impre.
sión d e que se vive una transformación en la lectura. &a experien.
es Ya antigua y múltiplemente acreditada. Recuérdese que en
10s primeros días d e la novela del siglo xvir su lectura se sentís
ha tupd.

actos d e interpretación de la experiencia ajena no pueden perma- como una forma d e desvarío, ptiesto que en la lectura uno se
necer totalmente sin repercusión en la Persona. e n otra persona ". Dos siglos después, Henv James
s i la escisión contrapunteada de nuestra persona, originada describra la misma transformación que acoiitecía en la lectura
la lccturj, sitú;i coiiio trasfondo I:is orientaciones vigentes, en- como la experiencia admirable d e llevar temporalmente una vida
tonces en este hecho tiene lugar una demarcación que el sujeto distinta ". La demarcación del sujeto con respecto a sí mismo que
hace de sí mismo. Mientras piensa ideas ajenas, el sujeto debe se efectúa en la escisión contrapunteada configura el presupuesto
hacerse presente al texto y así dejar tras sí lo que le determina. analítico d e esta impresión.
D~ qué clase sea este presente, l o ha formulado Stanley Cave11 de La demarcación no sólo opera que e l sujeto se haga presente
forma paradigmática en relación al King Lear d e Shakespeare. «La al texto; provoca también una tensión que se plasma en la afee.
percepción o actitud exigida para seguir este drama es tal que ción del sujeto. <La 'afección' es, como formula ~ ~cvitali. ~ ~
requiere una atención continua a lo que ocurre en cada aquí Y dad en cuanto condici6n.de unidad'» ", y esto quiere decir que así,
ahora, como Si todo lo que hay d e significativo estuviese teniendo Por su medio, debe ser reganado el contexto que ha sido roto en
lugar en este instante, mientras cada cosa que ocurre pasa una el sujeto, a causa d e la demarcación d e sus hábitos. &ta falta no
págiiia del tiempo. Pienso en ella como una experiencia d e u n puede Ya cerrarse mediante la reactivación de los hábitos que
continuo presente. Sus exigencias son tan rigurosas corno las de entre tanto se han desvanecido en el pasado. L~ por
cualquier ejercicio espiritual, dejar irse al pasado Y que el futuro tanto, no invoca los marcos d e orientación; más bien moviliza
se tome su tiempo; de tal manera que nosotros n o permitimos espontaneidad del sujeto. La modalidad de la espontaneidad mo.
que el pasado dcterminc cl significado de lo que ahora está ocii- vilizada depende d e la naturaleza del texto al que nos hacemos
rriendo (podría haber ocurrido otra cosa), ni tampoco anticipamos presentes. Modifica la espontaneidad, que por su parte no carece
lo que va a derivarse de lo que h a ocurrido. Esto n o quiere decir totalmente de contornos. Pues existen «espontaneidades de ánimo
que cualquier cosa sea posible (aunque lo es) sino que no sabemos Y de la voluntad, valores espontáneos y espontáneas conductas
qué viene, y no viene, a continuación» ". Este hacerse presente prácticas del YO, el decidirse valorando y queriendo, todo en dife.
signifka demarcarse del tiempo; el pasado queda sin influencia [entes modalidades espontáneas» ". Estas espoiitaneidades djferen.
temente moduladas son tomas de posición del sujeto.lector, me.
37 sranlcy CLYELL, M U I ~u e Mean what we Sog, Nueva York, 1909, diante las que se intenta vincular de nuevo la experiencia
322; D,,FR~NNE, Pág. 555, ante una cuestión semejante destaca: ~ T h e desconocida de la presencia en el texto con el propio caudal ex.
spectntor alsa alienates himself in the aesthetic object, as if to sacrifice
himself for the nake of its advent and ns U this were a d u t ~which he periencial. Pero porque el texto dispone de la peculiaridad par.
fUlfi11. stiu, ~ ~ himself
~ iin this~ way,
g the spectator finds himself. He titular d e la espontaneidad liberada del sujeto, aparece a la lui
contribute something 10 the aesthetic object. This does not mean
that he should add to the objecr o comrnentaq consisting of images 01
representarians which ~ i 1evenrually
1 lead him away from oesthetic exper'ence.
" V. Michacl Fochurr, \ v a h ~ l s i i rroid
Kiipprnl, Fraiikfurt, 1969, psgs. 378 y
~ ~ Gesellrrhu/, (rr2d;icci6nde ~ , , ~ i ~ h
~ ~ he must
~ be hhimseli~ fully~by gathering
, himself together as a " V. Henry J~MES. Theors o1 Firfion, ed. Jnmes E . M ~ I IJ ~~ . ~, , i ~ ~ ~
whirl,out forcinp, the silcnt plenitudc of the work 10 bemme expliclt 01 1972, pág. 93.
exrractingony representnrions from this trcasiire trove. Thus the sp~tatqr's
alienntion is simply the ciilmination of the process of attentlon .by which
"XII,Edmund HUSSERL. Anolyreii zi,r porriuen Synrhedt (obras comple.
La Haya, 1966, pág. 388.
hc diswers that thc wor~dof the aesthetic obiect into which he 1s plunged
js also hjr world. f~~ is at homc in this world. He understands the
" [bid., pág. 361. En esre contexto Husserl destaca tanibién la estrecha
vinculación enrre espantnneidail y riceptivi<lad.
affcctive qualiry revealed by the work bwause he is that quality, just as the
srtist is his work*.
- 248 -
- 247 -

, ,
A'
,, , 7
que estos ;ictos de interpretación tienen éxito en la medida cn i(ui
una esfera que hasta ahora estaba siistraída a la conciencia. ~a por su medio se formula algo en nosotros. Pues las ideas de o t m
teoría psicoanalítica del arte ha mostrado este hecho mucha sólo pueden formularse en nuestra conciencia si. por su pattc,
claridad. Hanns Sachs pensaba en relación a este aspecto de la obra cobra forma la espontaneidad que el texto moviliza en nosotros.
de arte, acentuado en la lectura, impenetrable a la claridad coti- Porque esta formulación de la espontaneidad suscitada sólo sucede
diana de la conciencia: «Por este proceso se le abre un mundo bajo las condiciones d e otro, cuyas ideas convertimos en la lectura
interior que es y siempre ha sido el SUYO propio, en el que en un tema para nosotros; formulamos nuestra espontaneidad no
1
no puede entrar sin la ayuda y el estímulo procedente de esta en relación a las orientaciones que tienen validez para nosotros,
obra en particular» ' l . La movilización de la espontaneidad efec- pues éstas no habrían ayudado a la realidad de esta espontaneidad
tuada e n la demarcación del sujeto con respecto si mismo no La constitución del sentido realizada en la lectura im-
sólo recibe su mo<lalidad del texto, siiio quc bajo ]as condiciones plica, por tanto, no sólo que mostramos el horizonte de sentido
del texto se transforma cn tina reaiidad de la conciencia. hsí, el
texto constituye una correspondiente determinación del sujeto que . que está implícito en los aspectos del texto; además implica que
en esta formulación d e lo no formulado, siempre se encuentra a
lee. *Podríamos decir que el yo, en cuanto yo, se desarrolla conti. la vez la posibilidad de formularnos, y descubrir así 10 que hasta
nuamente por medio de sus decisiones primeras y es correspon- ahora parecía sustraerse a nuestra conciencia. En este sentido. la
dientemente un polo de la multiplicidad d e las decisiones ]iteiatura ofrece la posibilidad d e formularnos a nosotros mismos
polo de un sistema habitual irradiador de potencias actualizables por medio de la formulaci8n de l o no formulado.
1 e n relación a la adopción de actitudes positivas y negativas» O . punto, la fenomenologia d e la lectura desemboca en
Así se describe el efecto mutuo entre la constitución de sentido la moderna temática subjetiva. Ya Husserl había modificado in-
1 Y la realidad d e la conciencia, que no se efectúa como un proceso teneionadamente el cogito cartesiano en cuanto la autopercepción
unidimensional de las meras proyecciones guiadas por los hábitos, del yo en la conciencia de su pensar, de manera que destacó las
sino como movimiento dialéctico, en cuyo transcurso se hacen los discrepancias que sc producían entre los grados de certeza del
hábitos marginales, y así puede introducirse una espontaneidad, y los grados d e incertidumbre de la conciencia4'. Desde el
que aquéllos no controlan, en lo que se refiere a las formulaciones psicoanálisis sabemos que existe un gran ámbito en el sujeto que
1.
del texto en la conciencia. se articula en una multiplicidad de símbolos y que, por ello, per-
Con ello se asocia una idea descrita por W. D. Harding acerca manece enteramente cerrado a la conciencia. Estos límites en el
del carácter de la lectura: *Lo que a veces recibe el nombre de sujeto hacen plausible la implicación de la referencia de Freud:
satisfacción imaginaria en novelas y obras de teatro puede... des- yo debe hacerse donde estaba el ello.» Pues significan, segíin
cribirse de forma más plausible como expresión de anhelos O de- la de Ricoeur, que Freud aen lugar de la conciencia
finiciGn de deseos. Los niveles culturales en los que funciona el hacerre-conscie~~te~. «Lo que era origen, se convierte en
pueden variar ampliamente; el proceso es el mismo ... Parece tarea o fin. ib
acercarse más a la verdad . . . decir que las ficciones contribuyen a L~ lectura no es una terapia que tuviera que traer de nuevo
definir los valores del lector y del espectador y tal vez a e s t h u I a r los desprendidos de la conciencia y excomulgados. Sin
sus deseos, más bien que suponer que satisfacen e] deseo por me. embargo, permite conocer en qué poca medida es el sujeto un
dio de algún mecanismo de experiencia vicaria* ". pensaren el hecho dado a sí mismo, aun cuando sólo lo fuere para la propia
acto de la lectura lo extraño que todavía no hemos experimenta. pero si la certeza del suieio yn no se fundnmcnta
do, no sólo significa que debemos interpretarlo; significa tambiGn exclusivaiiiente en su conciencia, ni siquiera.cn aquell;~condición
'' 1Isrlns SACI~S,i b e Creative ~ilCOl~rC~r>~ir,
SfiiJicr ir, ibe 1>rycboarrBlgrir mínima de Descartes de que existe aquello que se percibe e n el
o1 Ari, Cambridp,e/Mass., 1942, pág. 197. --
"" D.
HWSSERL, Analyren, pág. 360.
W. HARDING, nPsycoIogical Processes in the Reading of Fictian»,
tas
45V; ~ d I I u s~ s ~ n ~Cmrsrior,ircbe
~, ~
1),La Haya, L973', págs. Si4 Y 61 y SS.
dhIediroiio?ie~i (Obras comple-
en Aerrbefics in thc Modern Worid, ed. Harold Osborne, Londres, 1968,
págs. 313 y s.; v. también Susanne K. LANGF.R,
Fceling arid Form A Theory Ricoeun, pág. 112.
o / Art, Nueve York, 1953, pig. 397.
-- 250 -
- 247 -

1
espejo dc su conciencia, cntonccs la lectura de la literatura de
ficción como movilizacíón de la espontaneidad adquiere una fun-
ción n o carente de importancia en el «hacerse-consc;cnte». Pues
esta espontaneidad dcl sujeto se manifiesta ante el trasfondo de
la conciencia presente, cuyo puesto marginal en la lectura sólo
sirve para asumir en la conciencia la espontaneidad formulada y
suscitada baio otras condiciones que las propias. Este hecho no
dejará intacta a la propia conciencia presente; pues la asunción
tiene lugar en la medida en que 12 misma conciencia empieza a
aceptar otra forma.

También podría gustarte