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COL·LEGI D’ARQUITECTES DE CATALUNYA

1874-1962
Enric Granell, Antoni Ramon

El autor de la fotografía
de la cubierta es Klaus Erik Halmburger.
Gracias a la donación
de Enric Granell, hoy pertenece
al Archivo Histórico del
Colegio de Arquitectos de Cataluña.
Este libro ve la luz en un momento de crisis en que es útil repasar
nuestra historia para conocer el papel que tuvo el Colegio de Arqui-
tectos de Cataluña en otras épocas igualmente difíciles; asimismo
permite comprobar cómo, acompañando al conjunto de la profesión,
el Colegio ha sido capaz de evolucionar, siempre adecuándose a las
nuevas situaciones

Es igualmente positivo constatar que algunas constantes del Colegio,


y por extensión de los arquitectos catalanes, se mantienen más allá
de los cambios. Se trata de valores como por ejemplo la voluntad de
asumir la responsabilidad de construir el entorno de las personas,
de los propios conciudadanos, con calidad y compromiso social y cul-
tural, incorporando los requerimientos y la respuesta a las necesidades
producidas por la rápida transformación de las formas de vida y los
medios técnicos.

Desde 1874, la Asociación de Arquitectos de Cataluña, primero, y el


Colegio de Arquitectos de Cataluña, después, han aglutinado la pro-
fesión del arquitecto, han sido su representación pública y han cons-
tituido un nexo de vinculación entre los ciudadanos, los profesionales
y la arquitectura. Con la inauguración del edificio de la plaza Nova
de Barcelona, hace ahora cincuenta años, estos roles tomaron un largo
vuelo y adquirieron una nueva dimensión. Hoy, en un momento de
cambio global profundo, los objetivos son los mismos, y continuamos
avanzando en la búsqueda de nuevos caminos para hacerlos posibles.

Lluís Comerón
Decano del Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC)
PRÓL OG O 9
01 A RQUITECT OS Y SEÑ OR ES 13

02 BAN QUET ES, EXCU R SIONE S Y MON OG RAFÍAS 23

03 LA ASOCIACIÓN Y LOS PRIMEROS «CONGRESOS NACIONALES» 41

04 LAS R EVISTAS DE LA ASOCIACIÓN D E AR QUITECT OS


DE CATAL UÑA 53

05 PREMIOS EN LA BA R CEL ON A MODE R N ISTA 63

06 N OUCEN TISME: R EFO R MA UR BAN A Y EQUIPAMIEN TOS 77

07 LA CIUTAT & LA CASA Y LA G ASETA DE LES ARTS 93

08 HACIA LA FUN DACIÓN DE L COL EG IO 105

09 TIEMPO DE COHABITACIÓ N 115

10 ARQ UITECTURA i UR B AN ISME 131


11 DE SEÑ ORITOS A COMPAÑE R OS: 143
EL SIN DICATO DE AR QUITECTOS DE CATAL UÑA

12 EL «AÑ O DE LA VICTOR IA» Y LAS DEPU R ACION ES 163

13 CUADERN OS DE AR QUITECTURA (1944-1949) 177

14 EL COLEG IO : IN T R ODUCTOR DE LA CULTUR A


AR QUITECTÓN ICA IN TE R N ACION AL 189

15 LA N UEVA SE DE DEL COL EG I O: DE L P R IMER CON CURSO


A LA IN AUG UR ACIÓ N 203
PRÓLOGO

Los autores de las historias de la arquitectura suelen olvidar el papel que


ciertas instituciones han tenido en ella. En los relatos sobre la historia
antigua, las organizaciones no aparecen, puesto que no han dejado rastros
documentales que den testimonio de su acción, o bien nadie ha sabido dar
con tales rastros. En las historias modernas, dicha ausencia podría atri-
buirse al hecho de que las cosas más evidentes suelen pasar desapercibidas.
También es cierto que en muchas historias el protagonismo se centra en
los grandes nombres y en su obra. Pero las grandes figuras no dejan de vivir
situadas en un paisaje. Lo individual y lo colectivo coexisten, se necesitan
mutuamente, no sólo en su momento histórico, sino también en el nuestro,
cuando tratamos de comprenderlos. Este libro esboza un entramado más
complejo, que permite ver tanto a los arquitectos con nombre propio como
a los arquitectos entendidos en tanto que cuerpo profesional, como colec-
tivo. Los primeros son autores de la obra de referencia que los segundos
difunden. Vista así, la historia adquiere matices más sutiles, entre los que
la transparencia o la opacidad de las distintas capas hace que a veces se
perciba la fuerza de la individualidad, mientras que en otras ocasiones esta
historia se funde en lo colectivo.

Asociados, los arquitectos catalanes tomaron conciencia de que su tarea era


doble: por una parte, de puertas adentro, había que dedicarse a organizar
el trabajo y la defensa de las competencias y atribuciones propias; por otra
parte, de puertas hacia afuera, se debía hacer comprensible entre la socie-
dad que el trabajo del arquitecto, la arquitectura, es parte sustancial de la
cultura. No es pues extraño que se pensara así, dado que la arquitectura ha
sido siempre una de las fuerzas que han construido la ciudad y organizado
el territorio con obras significativas con las que la sociedad toma forma y
conciencia de sí misma. Durante un siglo y medio, los arquitectos catalanes
han entendido que tenían un lugar en la vida pública y el deber de ocuparlo.

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Este libro no es sólo la historia del Colegio de Arquitectos de Cataluña, sino revistas promovidas por la institución, unos documentos en que encontra-
la del conjunto de entidades en que, desde el último cuarto del siglo XIX , mos también discursos propios de la disciplina, crónicas internacionales,
se reunieron los profesionales catalanes. Nuestra historia arranca en 1874, así como noticias de otras ramas de la cultura.
cuando se fundó la Asociación de Arquitectos de Cataluña por iniciativa
de un grupo de académicos que preveían el crecimiento del colectivo, tan- El panorama que traza este libro es el de una historia de larga trayectoria,
to por el desarrollo del Plan Cerdà como por la creación de la Escuela de muy distinto del vistazo instantáneo sobre la actualidad. No obstante, cree-
Arquitectura, hasta entonces inexistente. Aquella asociación, de inscrip- mos que el relato proporciona suficientes claves para extrapolar antiguas
ción voluntaria, fue la única organización profesional de los arquitectos situaciones al momento presente. En la espiral de la historia, unos hechos
hasta el año 1931, cuando, por decreto, se creó el Colegio Oficial de Arquitec- regresan, mientras que otros no han dejado nunca de suceder. En diferen-
tos de Barcelona, este ya de afiliación obligatoria. Entre los años 1931 y 1936 tes épocas, la Asociación, primero, y el Colegio, después, se han planteado
ambas instituciones —la Asociación y el Colegio— cohabitaron, hasta el cómo responder a unos mismos interrogantes. Conducidos por distintos
alzamiento militar de 1936. En el ambiente revolucionario posterior el nue- presidentes, decanos, juntas, vocales y asociados, han llevado a la institu-
vo Sindicato de Arquitectos de Cataluña las confiscó y eliminó. A finales ción por senderos diversos y no rectilíneos. Han sido tantas las personas
de la guerra, en 1939, suprimiendo el Sindicato, las autoridades franquistas que han intervenido a lo largo de esta vida y tantas las ideas diversas que
sólo mantuvieron el colegio como representante de la estructura profesio- en ella han confluido, que el resultado debía estar forzosamente marcado
nal. Desde entonces el Colegio ha ido pasando por distintas etapas, siguien- por el signo del cambio y la pluralidad.
do la evolución del país, desde la autarquía inicial hasta la conquista de la
democracia, momento en el que el papel de los arquitectos como cuerpo Este es un libro abierto en dos sentidos. Lo es, por una parte, porque la selec-
profesional fue especialmente activo. La historia del Colegio podría abor- ción que ofrece de distintos episodios de la historia del Colegio y de la arqui-
darse desde muchos puntos de vista: se podría poner el énfasis en las cues- tectura en Cataluña abre la puerta a múltiples búsquedas posteriores: el in-
tiones estrictamente profesionales, en las de carácter legislativo, normati- menso fondo documental atesorado en los diferentes departamentos y archi-
vas, técnicas y, también, desde luego, políticas. vos colegiales, especialmente en el Archivo Histórico y la Biblioteca, prome-
te la gratificación de una recompensa segura a quien se adentre en él; por
Este libro se centra en el relato de la actividad cultural de las asociaciones otro lado, porqué tratándose de una institución viva, el libro no tiene final.
de arquitectos, tarea a la que esta profesión ha dedicado permanentemente
buena parte de sus esfuerzos y recursos, y escribe a su vez una historia de La inauguración de la sede del Colegio en la plaza Nova, hace ahora cincuen-
la arquitectura catalana vista desde los locales colegiales. ta años, fue la materialización del anhelo modernizador de generaciones
sucesivas de arquitectos, pero al mismo tiempo fue la plataforma que ha
La variedad de actividades organizadas —exposiciones, congresos, confe- permitido la proyección ciudadana de la institución.
rencias, visites, viajes, etc.— es un reflejo del tiempo y de las formas en que
cada manifestación se produjo. Son testimonio de ello las publicaciones y Enric Granell, Antoni Ramon

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01 A R Q UI T E C T O S
Y S E Ñ OR ES

El 19 de marzo de 1874 se funda en Barcelona la Asociación de Arquitectos


de Cataluña, origen del actual Colegio de Arquitectos de Cataluña. La ciu-
dad tenía entonces 250.000 habitantes y estaba en expansión. En el año 1854
las murallas se habían comenzado a derribar y el camino hacia el ensanche
estaba abierto. Pocos años después, en 1859, la aprobación del Plan Cerdà
desplegó la posibilidad de construir en el llano de Barcelona. ¿Qué profesio-
nales podían hacerlo? Solamente 24 arquitectos y 19 maestros de obra, según
el censo de 1852.

Las montañas rusas de los jardines de los Campos Elíseos en el futuro paseo de Gràcia,
proyectados por el primer presidente de la Asociación de Arquitectos de Cataluña,
La Asociación de Arquitectos se sumaba a una red de corporaciones bar-
Josep Oriol Mestres, en 1853. celonesas de cariz científico, literario y económico, que había comenzado
con la fundación de la Real Academia de Buenas Letras el 27 de enero de
1752. Sin embargo, las primeras asociaciones de carácter estrictamente pro-
fesional habían sido el Colegio de Farmacéuticos (1857) y la Asociación de
Ingenieros Industriales (1863). De todos modos, la Asociación no era la
primera entidad que agrupaba a profesionales vinculados a la arquitectura,
ya que el Centro de Maestros de Obras de Cataluña se había creado en 1870.

No había pasado un siglo desde que se institucionalizara el título de arqui-


tecto (1787) y hacía poco que la enseñanza de esta disciplina había dejado
de ser monopolio de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, para
ser impartida en la Escuela Especial de Arquitectura de Madrid (1845). En 1871

12 13
Josep Oriol Mestres: primer
emblema de la Asociación
de Arquitectos de Cataluña, 1874.

se habían iniciado, de manera provisional y sin la validación oficial del


título, las clases de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, que finalmente
fue reconocida en 1875, con la designación de Elies Rogent como director.

Al constituirse, la Asociación de Arquitectos no tenía sede propia y utiliza-


ba como tal el despacho profesional del presidente, y las juntas generales se
reunían en la Escuela de Arquitectura, por deferencia de Rogent. Como en
cualquier período constituyente, se formó una mesa de edad para ejercer las
tareas directivas de la institución. Josep Oriol Mestres, el patriarca de los
arquitectos catalanes, se convirtió en el primer presidente, y Lluís Domènech
i Montaner, el arquitecto más joven, en el secretario, cargo que también
desempeñaba en la Escuela de Arquitectura.

Al cabo de un año de haberse constituido la Asociación, el secretario de la


entidad redactó el informe anual, que leyó ante la junta el 5 de abril de 1875.
El texto, escrito en castellano, algo poco habitual en Domènech, comenzaba
con un símil naturalista-biológico común en la época: «En todo organismo
que nace dirígense los primeros esfuerzos a consolidar su existencia, a
dar robustez y aptitud a sus miembros y a asegurar, en una palabra, con una
constitución perfecta en lo posible, el fin para lo que fuera creado».

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El tono y la forma de esta memoria prefigura las futuras, que poco después
ya no firma el secretario sino el presidente. El escrito resalta que el objeto
principal de la Asociación es «el enaltecimiento de la clase». Para entender
bien el trasfondo del término clase, se debe aclarar que éste no se refiere
tanto a una clase social como a un estamento con una posición que defender
y reclamar.

El éxito de la constitución de la entidad —que no debemos olvidar que


no era una organización de obligada afiliación, sino una iniciativa de los
propios arquitectos— se basó en que, de los 30 arquitectos de Barcelona,
se adhieren 26, y de los cuatro restantes, tres manifestaban haber dejado
el ejercicio de la profesión. En cambio, la respuesta de los arquitectos de
las otras tres provincias fue más desigual. De modo que los cinco asociados
de fuera de Barcelona sólo cubrían el ámbito territorial de Tarragona. Los
arquitectos residentes en Lérida y Gerona no respondieron a la convocatoria.

Desde su reconocimiento legal, el 28 de marzo de 1874, la Asociación luchó


contra las múltiples infracciones relativas a los «derechos y dignidad de
la clase», para alcanzar y hacer respetar «nuestras atribuciones e intereses».

Entre las primeras reivindicaciones, la más definitoria fue suscitada por


el asunto Fontserè. El año 1871, el Ayuntamiento de Barcelona convocó un

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Josep Fontserè, maestro de obras: proyecto de parque y jardines El mercado del Born en construcción. Proyecto del arquitecto Antoni Rovira i Trias,
en los terrenos de la antigua Ciudadela de Barcelona, 1871. puesto en obra bajo la dirección de Josep Fontserè, maestro de obras, ca. 1875.

concurso para el proyecto de un parque y jardín en los terrenos de la antigua Fontserè no sólo continuó al frente de las obras, sino que hasta 1887 llegó
Ciudadela, cedida al municipio por el general Prim en 1869. Finalmente, a hacerse cargo también del mercado del Born y de la urbanización y cons-
después de varios contratiempos, el proyecto fue adjudicado al maestro trucción de las casas de su entorno. Un joven de diecinueve años, Antoni
de obras Josep Fontserè. Los arquitectos reclamaron con insistencia con el Gaudí, comenzaba su formación trabajando en estos proyectos.
argumento de que un maestro de obras no podía dirigir una obra de tal en-
vergadura y que, al conceder el proyecto a Fontserè, el Ayuntamiento había Al mismo tiempo, la Asociación se personó ante el Ilmo. Vicario capitular
infringido las leyes vigentes sobre atribuciones profesionales. Las reclama- de Barcelona, quejándose de que, en la ciudad, profesionales sin titulación
ciones contra el Ayuntamiento se enviaron primero a la Academia de San dirigieran obras de edificios religiosos; ante el presidente de la Audiencia,
Jorge de Barcelona y después a la Academia de San Fernando, en Madrid, defendiendo que para realizar peritajes cerca de los tribunales era necesa-
que remitió un informe al Ministro de la Gobernación en el que se afirmaba rio tener el título de arquitecto; frente al Ayuntamiento, para reclamar que
que «todo es anómalo, irregular y extralegal en este negocio, pues se da a los únicos que podían asumir la dirección facultativa de los panteones del
un maestro de obras, que no puede hacer una escuela de niños, ni un hospi- cementerio municipal eran los arquitectos. Se les dio la razón en todas sus
tal de diez camas, ni una fuente de vecindad, si se costea con fondos públi- reivindicaciones contra los maestros de obras, pero nada cambió. Como
cos y sí con privados, ni una capilla abierta, ni un teatro, ni un lavadero, un en el asunto Fontserè, otros maestros de obras continuaron encargándose
proyecto de tanta magnitud». Todas estas demandas fueron infructuosas. de edificios públicos y religiosos.

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Josep Oriol Mestres: sección transversal del Gran Teatro Lluís Domènech i Montaner: Proyecto final de carrera
del Liceo de Barcelona, 1863. presentado en la Escuela de Arquitectura de Madrid, 1874.

Además de esta dedicación inicial a delimitar su propio terreno profesio- Josep Oriol Mestres Lluís Domènech i Montaner El informe de Lluís Domènech i Montaner concluía con un elocuente
(Barcelona, 1815-1895) (Barcelona, 1850-1923)
nal, la Asociación manifestó la voluntad de acometer trabajos científicos y párrafo: «El afán del enaltecimiento de la clase, la unión más íntima entre
artísticos. En la memoria anual que la junta decidió publicar, vemos que en nosotros, el más decidido compañerismo, que aún después de su muerte
cinco comisiones se organizaban estas tareas: 1. Alcantarillado. 2. Arbolado. nos ha hecho honrar a nuestros comprofesores con un religioso recuerdo;
3. Precio de los materiales. 4. Precio del suelo. 5. Agrupación de arquitectos la moderación y serenidad en las reclamaciones y ante los ataques injustos
forenses. Las dos primeras especialmente operativas en el momento de de que hemos sido objeto, han sido nuestra guía hasta hoy, séanlo en ade-
emprender la urbanización del ensanche. Las dos siguientes vinculadas a lante y habremos alcanzado nuestro objeto».
la industria de la construcción, y la quinta encargada de asentar las bases
para la adscripción de los arquitectos en la Administración.

20 21
B A N Q U E T ES ,

02
E X C UR SI ON E S Y
M ON O G R A F Í AS

Nuestros arquitectos sabían bien que sus reivindicaciones «de clase»


solamente podían prosperar si ofrecían una imagen cohesionada, no sólo
de puertas hacia fuera sino también de puertas adentro.

En un club de libre afiliación, una buena manera de atraer nuevos asociados


consiste en ofrecerles espacios y momentos privilegiados que compartir.
Sin demora la Asociación pone en marcha esta estrategia. El 7 de febrero
de 1876, coincidiendo con el segundo aniversario de su fundación, los aso-
ciados recibieron la siguiente convocatoria: «Los infrascritos, arquitectos
inscritos en la Asociación de Cataluña: deseosos de estrechar más y más
las buenas relaciones que tanto interesan a todos los que nos honramos con
semejante título, y a fin de participar de la satisfacción que reporta una
reunión puramente fraternal, nos comprometemos a comparecer el día de
Santa Eulalia (el próximo sábado día 12) a la comida que tendrá lugar en casa
Justín —plaza Real— a las dos de la tarde; satisfaciendo cada uno la parte
que le corresponda».

Lo firmaban dieciséis arquitectos: Josep Oriol Mestres, Elies Rogent, Antoni


Gaietà Buigas:
Rovira i Rabassa, Leandre Serrallach, Josep Vilaseca, Lluís Domènech, August
Monumento a Colón. Font, Adrià Casademunt, Josep Torres Argullol, Antoni Rovira i Trias, Emili
Barcelona, 1888. Sala, Josep Artigas, Joan Klein, Laureà Arroyo, Magí Rius y Pere Falqués, que
El andamio para la
construcción es obra
constituían el núcleo dirigente de la Asociación. Éste fue el origen de una
de Joan Torras. reunión —masculina, sin esposas ni familia— que se convertirá en tradición.

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August Font: Restaurante Maison Dorée en la plaza de Catalunya de Barcelona, 1903.

Aquel encuentro en torno a una mesa festiva y fastuosa, en «amistosa y El 10 de febrero de 1880, aprovechando el banquete anual, Elies Rogent
fraternal reunión gastronómica», afianzó los vínculos entre los presentes propone que «la Asociación verificase periódicamente excursiones
y los hizo visibles en el seno de la sociedad burguesa. Las notas de prensa artísticas, cuyo predilecto objeto fuese visitar los diversos e importan-
que redactaba la propia Asociación permiten entender cómo querían ser tísimos tesoros arquitectónicos que Cataluña contiene». Seguramente
vistos los arquitectos: «Gran animación reinó en aquel acto al que asistieron Rogent, profesor, académico, arqueólogo y excursionista, veía en
buen número de arquitectos deseosos de pasar algunas horas en agradable aquellos actos festivos un exceso de mundanidad que dejaba poco para
reunión de compañeros [...] haciendo todos ellos votos por la prosperidad la posteridad. Además, las excursiones obligaban a uno de los miembros
de la clase, de la Asociación». de la Asociación a preparar una memoria histórica, que se leía a los
compañeros reunidos en torno al monumento. La iniciativa no acababa
Los locales, los menús y las facturas dan idea del lujo del acto. Los lugares en la visita arquitectónica: también iba acompañada del consiguiente
escogidos buscan lo más chic de Barcelona recorriendo una geografía para- ágape de hermandad.
lela al crecimiento de la ciudad: de la plaza Real a la plaza de Cataluña y de
ésta al ensanche. La comida y la bebida son abundantes y esnobs. La lista de Elies Rogent, predicando con el ejemplo, se ofrece como ponente de una
platos está escrita en francés, como solían encontrarla los viajeros cosmo- excursión al monasterio de Sant Cugat del Vallés, del que era arquitecto
politas en los mejores restaurantes de Europa, y se imprime en una cuidada conservador. Aprobada, realizada y ante el éxito alcanzado, la junta de la
tarjeta diseñada de acuerdo con los gustos más a la moda de aquel año. La entidad decide el primero de octubre de ese mismo año publicar la memo-
frescura del evento permite introducir los sucesivos cambios de gusto con ria leída por Rogent. De esta manera nacía la serie de monografías, primera
una gran inmediatez. aventura editorial de la Asociación de Arquitectos de Cataluña.

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Elies Rogent delante del ábside de la iglesia de Sant Llorenç de Munt, ca. 1888.

Las excursiones de los arquitectos, si bien se pueden vincular a un ricos, cronológicos y anecdóticos, si bien todo ello no acostumbra a explicar
espíritu bastante extendido entre las asociaciones catalanas, presentan el monumento visitado de un modo completo. En cambio, en los mejores,
rasgos diferenciales. No es difícil darse cuenta de que el excursionis- el análisis de la estructura, de la construcción, de la composición o el uso
mo de los arquitectos está muy lejos del excursionismo aventurero del edificio son la base teórica sobre la que se apoya una idea de arquitec-
de los exploradores. En nuestro caso podemos hablar de una mezcla de tura. En la parte gráfica, las monografías incluyen tanto fotografías como
excursionismo operativo y de lección académica, que se lleva a cabo plantas, alzados y secciones, preparados expresamente, y todavía hoy útiles.
de acuerdo con los protocolos y el lujo de la vida burguesa. Si el excur-
sionista aventurero viaja para descubrir lo desconocido —ya sea Casi toda la serie de monografías se concentra en el estudio de la arqui-
la geografía, las costumbres o la arquitectura del lugar visitado—, la tectura medieval catalana. En un primer momento, esta fijación respon-
Asociación, acostumbrada al gusto cosmopolita, no quiere sorpresas. de a los criterios teóricos à la page en el debate internacional, pero a
El edificio es conocido, así como los medios para llegar hasta allí. El medida que pasa el tiempo las monografías pierden intensidad, acercán-
discurso ya está escrito, sólo hace falta leerlo y, por lo que respecta dose peligrosamente a las guías de viaje. La propia Asociación se acaba
al banquete, una comisión se encarga de proporcionar las viandas y dando cuenta y vemos que las últimas se dedican a conjuntos contemporá-
bebidas que no se pueden encontrar lejos de la ciudad. neos: el parque Güell y la Casa Provincial de Maternidad y Expósitos.

Los textos suelen estar redactados con una prosa plúmbea, típica del Las excursiones propuestas a finales de siglo nos permiten hablar de un
discurso académico elaborado en la biblioteca, repletos de datos histó- cambio de rumbo. La de la iglesia de Nuestra Señora de la Aurora, la seo

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Monografías publicadas por la
Asociación de Arquitectos de Cataluña

de Manresa, se encuentra todavía dentro del espíritu medievalista de las 1881. San Cugat del Vallés. D. Elies Rogent 1886. Santa Catalina. D. José Casademunt
salidas anteriores, en cambio, la de los Talleres Joan Torras, expresa (excursión del 27 de junio de 1880) (recopilación y dibujo de Adriano Casademunt,
la apertura de miras de la Asociación hacia la vertiente tecnológica de 1882. Santa Maria de Pedralbes. D. José Oriol Mestres que presentó el proyecto de edición a la junta
finales del siglo XIX, representada por la arquitectura del hierro. (excursión del 23 de octubre de 1881) de la Asociación, que lo rechazó)
1884. Cartuja de Montalegre. D. Modesto Fossas Pi 1887. Monasterio de San Benito de Bages.
En la monografía de la seo de Manresa, Josep Torres i Argullol aplica las (excursión del 11 de mayo de 1884) D. Jaime Gustà Buendía (excursión del 17 de octubre
teorías de Viollet-le-Duc al análisis del monumento. Es una pena que el 1886. Monumentos romanos de Tarragona. de 1886)
discurso de Joan Torras, pronunciado con motivo de la visita a su empresa, Leandro Serrallach y Mas (excursión del 24 de mayo 1889. La catedral de Gerona. D. Joaquín Bassegoda
no se editara en aquel momento. En el caso de que se hubiera hecho se de 1885) (excursión del 23 de octubre de 1887)
habría convertido en un texto de referencia en la técnica de la construc- 1886. Castillo de Vilassar. D. Cayetano Buigas 1895. La real capilla de Santa Agueda. D. Buenaven-
ción metálica, en la que Torras era un pionero desde que construyó la Monrava (excursión del 6 de diciembre de 1885). tura Bassegoda (excursión del 21 de octubre de 1894)
torre-andamio del monumento a Colón de Barcelona. 1886. El monasterio de Santa Maria de Ripoll. 1896. Monasterio de Santas Creus. Memoria des-
D. José Artigas y Ramoneda criptiva por Juan Bautista Pons Traval (excursión
(excursión del 20 de junio de 1886) del 29 de mayo de 1892)

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«Ahora, con este descargo intermedio, no y a la cual se refieren por medio de la
os sorprenderá (aunque tal vez os pese), sencillez de varias rectas íntimamente
otra excursión anatómica, relacionada ligadas a la figura matriz, todas las partes
con la aplicación de las teorías geométri- del edificio; y añaden que de esa suje-
cas al caso que examino. Os consta que ción y dependencia nacen los efectos del
graves historiadores y eminentes arqui- agrado producido, las excelencias de la
tectos, entre ellos el genial Viollet-le-duc, armonía lograda y el mérito estético de la
aseguran que la Arquitectura es el arte construcción. Dicen que el triángulo equi-
geométrico por excelencia, y que, por látero, por sus intrínsecas condiciones de
lo tanto, la geometría preside o mejor igualdad de lados y de ángulos, y exacta
antecede o informa (como queráis) todas división en dos segmentos o partes de
sus manifestaciones. Suponen, en tesis la base por la perpendicular bajada desde
general, que todo en ella está sujeto a el vértice opuesto reúne las más adecua-
una figura elemental rígida (por decirlo das condiciones para ser régulo o punto
así) y fundamental, especie de envolvente de partida de ese canavás engendrador...».
o evolvente de las formas que constituyen Josep Torres Argullol: Iglesia de Nuestra Señora
la creación artística y de la cual surgen de la Aurora. Seo de Manresa

1897. Excursión a la fábrica Torras. 1900. La catedral de Ciudad Rodrigo. Luis María
Discurso de Joan Torras. Cabello y Lapiedra (Madrid, diciembre de 1899).
1899. Iglesia de Nuestra Señora de la Aurora. 1900. La catedral de Barcelona. Augusto Font
Seo de Manresa. D. José Torres Argullol y Carreras (excursión del 20 de junio de 1891).
(excursión del 28 de noviembre de 1897). 1903. El parque Güell. Salvador Sellés
1899. Monografía del monasterio de Santa (excursión del 4 de enero de1903).
María de Junqueras de Barcelona. D. Miguel 1903. El claustro del monasterio de San Pedro de
Garriga y Roca (memoria premiada el las Puellas. D. Ubaldo Iranzo y Eiras.
19 de noviembre de 1864 por la Sociedad 1903. Impresiones de viaje. Roma. Buenaventura
Económica Barcelonesa de Amigos del País). Bassegoda.
1900. Monasterio de San Llorens del Munt. 1904. La Casa Provincial de Maternidad y Expó-
D. Elies Rogent. sitos de Barcelona. D. General Guitart y Lostaló
(excursión del 7 febrero de 1904).

32 33
Excursión de la Asociación de Arquitectos de Cataluña al monasterio de Santes Creus, 1892. Excursión de la Asociación de Arquitectos de Cataluña a Carcasona, 1910.

Excursión de la Asociación de Arquitectos de Cataluña, 1900. Excursión de la Asociación de Arquitectos de Cataluña a la seo de Lérida, 1911.

34 35
Excursión de la Escuela de Arquitectura de Barcelona a la catedral de Tortosa. Octubre de 1901.
(Leyenda según anotación de época en el reverso de la fotografía.)

1. Domingo Calzada (bedel) 8. Ezequiel Porcel Alaban 15. Francesc Batlle Anfrés
2. Pere Domènech Roura 9. Damià Vives Roura 16. Josep Plantada Artigas
3. Eduard Balcells Buigas 10. Jaume Torres Grau 17. Vicenç Ferrer Pérez
4. Ramon Freixa Mallofré 11. Bernardí Martorell Ruiz 18. Josep Goday Casals
5. Pedro Guimon Eguiguren 12. Josep Coll Bacardí 19. Josep Granada Balcells
6. Enric Catà Catà 13. Antoni Maria Gallissà (profesor) 20. Roc Cot Cot
7. Melcior de Palau Simon 14. Ricard Bastida Bilbao 21. Jaume Gustà Bondia

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Excursión de la Asociación de Arquitectos de Cataluña a Empúries,
guiada por Josep Puig i Cadafalch, 1912.

38 39
03 LA A S O C I A C I Ó N
Y LOS PRIMEROS
« C O NG R ES O S N A C IO N A L ES »

La primera asociación de arquitectos de España había sido la Sociedad


Central de Arquitectos, fundada en Madrid el año 1849. Por iniciativa suya,
el año 1881 los arquitectos españoles fueron convocados a un primer con-
greso nacional. Este fórum fue la primera oportunidad para los arquitectos
catalanes de concurrir a un fórum más amplio del que hasta entonces había
acogido su actividad. Un marco donde diferentes posiciones teóricas podían
ser planteadas ante una asamblea más numerosa y diversa.

Fue el primero de una serie de congresos nacionales que de manera intermi-


tente e ininterrumpida se celebraron antes de la institución de los colegiados.

Los tres primeros congresos —Madrid (1881), Barcelona (1888) y nueva-


mente Madrid (1904)— desarrollan una discusión conceptual unitaria. Los
dos primeros persiguen consolidar la organización profesional en España.
El tercero, que se hizo coincidir con el cuarto Congreso Internacional de
Arquitectos, quiere dar la imagen de una arquitectura y de unos arquitectos
españoles integrados por sus propios méritos en el contexto mundial.

El 23 de mayo de 1881, en la Real Academia de San Fernando y con la presen-


cia del rey Alfonso XII, se inauguró el primer congreso. No nos debe sor-
Sala del Segundo Salón
Nacional de Arquitectura.
prender que se celebrara en Madrid, ya que era la sede de la primera escuela
Barcelona, 1916. de arquitectura y de la decana de las asociaciones de arquitectos de España.

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Asistieron 135 arquitectos, con una buena representación catalana, de la que tecto en el que se pensaba está magníficamente retratado en la intervención
destacamos Joan Torras, Josep Artigas, Leandre Serrallach, Modest Fossas de Francisco Luis y Tomás, presentada en el congreso con el larguísimo títu-
Pi, Josep Torres Argullol, Lluís Domènech, Joaquim Bassegoda, Elies Rogent, lo: «Ideal de la Arquitectura contemporánea; medios de realizarle, deducido
Francesc de Paula Villar, August Font, Josep Oriol Mestres y Bonaventura del estudio comparativo y razonado de las épocas precedentes». «El arqui-
Pollés. En un ambiente de exaltación nacionalista española, pues los actos tecto conviene que se empape —decía el ponente— en el arte de las diversas
coincidieron con los del centenario de Calderón de la Barca, Tomás Aran- épocas, pero con el objeto de estudiarlas en su forma y en su fondo, reunir
guren, presidente de la Sociedad Central, exclamó en el acto inaugural: elementos y materiales, y al examinar su coordinación reconocer también
«Loor eterna a Calderón, loor eterna al arte en todas sus manifestaciones». sus eminencias y bellezas, así como sus lunares y defectos. Es preciso que el
ideal de la arquitectura contemporánea se manifieste presentando, en medio
Unos meses antes, a raíz de la convocatoria del congreso, en septiembre de la complejidad relacionada con las necesidades, una gran simplicidad
de 1880, la Asociación de Arquitectos de Cataluña había nombrado una en su composición; formas racionales, aspecto monumental, amplitud en
comisión formada por Lluís Domènech, Leandre Serrallach y Josep Artigas. las disposiciones y cuanta dignidad en el arte es susceptible. Es preciso que
Su informe afirmaba que, puesto que la convocatoria se dirigía a los arqui- lo accesorio no se confunda con lo esencial, que la imaginación esté impre-
tectos personalmente, no era necesario que la Asociación tuviera una repre- sionada, pero que se respete la inteligencia, que la decoración participe
sentación directa en el congreso. No obstante, la importancia de los temas del carácter moderno de la arquitectura y venga a completarla, que se una
que había que tratar y, sobre todo, «la conveniencia de que sea conocida a la construcción, que la acuse y haga notar las principales partes estando
la vitalidad de la clase en Cataluña» eran motivos que justificaban que relacionada con la clase de materiales empleados. Es preciso que la idea esté
se promoviera que los arquitectos de la Asociación redactasen ponencias anchurosamente concebida, noble, imponente, simbólica; que desarrolle y
sobre algunas de las cuestiones que se debían discutir. tenga sus raíces en el gusto actual de nuestra época y no en otras pasadas.»

El trasfondo de estas primeras asambleas tiene un carácter académico que Pero no todo lo que allí se discutió se reducía a esta vacuidad academicista,
tan sólo superficialmente defendía posturas modernas. El modelo de arqui- una retórica en la que se mezclaban, en sintonía con la mentalidad ecléc-

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En el álbum de autógrafos del Segundo Congreso Nacional de Arquitectos del año
1888, el Marqués de Cubas encabeza su escrito con una cita de Nôtre Dame de Paris,
de Víctor Hugo: «ceci tuera cela», que hacía referencia a la idea de que la letra
impresa mataría la arquitectura entendida como portadora de un mensaje trascedente;
o, en un sentido amplio, a cómo lo moderno mata lo antiguo.

tica, cuestiones que estaban relacionadas con los materiales, con otras
históricas, estéticas o filosóficas. Al repasar las actas de estos primeros
congresos descubrimos tres núcleos de debate que se adentran en la senda
de las preocupaciones contemporáneas. El primero se centra en aquello
que en 1881 todavía se llamaba estilo, y que en 1904 ya recibe el nombre de
forma. El segundo procura definir la organización profesional, y en 1904
propone, por primera vez, la colegiación obligatoria. En este ámbito organi-
zativo, los congresos también se ocupan de la relación del cuerpo de arqui-
tectos con las diferentes áreas de la Administración, fundamentalmente la
municipal y la provincial, así como de acotar la responsabilidad profesional
y la seguridad en las construcciones. Finalmente, el tercer núcleo de discu-
sión trata del problema de la vivienda obrera, recorriendo el camino que va
de la construcción de barrios aislados a la incorporación de éstos en la urba-
nización general de la ciudad, deteniéndose especialmente en el estudio
de las condiciones higiénicas de las viviendas.

La secuencia histórica del debate entorno al estilo en los tres primeros


congresos es elocuente ya en el título mismo de las ponencias. En el con-
greso de Madrid de 1881 dos trabajos abordan el tema, el ya citado de
Francisco de Luis y Tomás, y el «Estudio sobre las construcciones de hierro
en España atendiendo al clima y a las costumbres; cómo deben establecerse,

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y qué condiciones han de satisfacer. Combinación del hierro con los mate-
riales del país», que tenía como ponente a Josep Domènech i Estapà.

En el congreso de Barcelona de 1888 también dos ponencias tratan esta


cuestión. La presentada por Joaquín Bassegoda: «Determinar el modo como
influyen la naturaleza y las condiciones de los materiales en las construc-
ciones arquitectónicas bajo el triple concepto artístico, científico y eco-
nómico», y la de Josep Torres i Argullol: «¿Cómo podría obtenerse que los
oficios e industrias auxiliares de la construcción arquitectónica recupera-
ran, en el concepto artístico, la importancia que tuvieron en otras edades?».
Por último, en el congreso de 1904 celebrado en Madrid, también encontra-
mos dos intervenciones al respecto: «La influencia de los procedimientos arquitectura: «¿Qué mejor que el hierro para la construcción de estos gran-
modernos de construcción sobre la forma artística» y «El arte moderno en des mercados, de estos inmensos palacios de exposición, de estos gigan-
la arquitectura» de Hermann Muthesius. tescos puentes, necesidades todas de la época actual y que algunas no eran
conocidas por nuestros antepasados?». Con afán reivindicativo Domènech
Aunque esta circunstancia se deba al azar de la Historia, lo cierto es que defiende que los arquitectos tienen que arrebatar a los ingenieros el uso
las fechas de los tres congresos nos presentan tres estadios del proceso de este material y el proyecto arquitectónico de estos nuevos programas
de definición de la arquitectura moderna: 1881, la arquitectura del hierro; funcionales. Pero su pensamiento no es todavía moderno, ya que continúa
1888, la síntesis soñada por los Arts&Crafts, y 1904, la llegada de la arqui- entendiendo que estos edificios son monumentos como lo habían sido una
tectura moderna, tal y como la interpretaba Otto Wagner. catedral o un teatro de ópera: «¿Qué mejor problema puede darse a un ar-
quitecto que el de construir uno de estos monumentos que hasta ahora han
En 1881, Josep Domènech i Estapà, recién titulado, se dirige a la asamblea sido sólo patrimonio de los ingenieros y que sólo han nacido de las fórmu-
con un lenguaje entusiasta erigiéndose en paladín del uso del hierro en la las mecánicas?».

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El II Salón Nacional de Arquitectura
se celebró en Barcelona en 1916.
El montaje expositivo no sólo reunía
la obra de arquitectos reconocidos,
sino también los proyectos de estudian-
tes de las dos escuelas de arquitectura
existentes en España: Madrid y Barce-
lona. Los antiguos vaciados de yeso
de la Escuela de Elies Rogent abandona-
ron su sitio en la Universidad Literaria
para mezclarse con dibujos de antiguos
cenotafios, maquetas y planos de
proyectos contemporáneos. Pasado y
presente, práctica profesional y ense-
ñanza, Madrid y Barcelona, se ponían
en relación en el marco del Salón.
Cabe recordar que hasta el año 1960
estas dos escuelas eran las únicas
del Estado donde se podía obtener
el título de arquitecto.

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Asistentes al VII Congreso Nacional de Arquitectos en el patio del Alcázar de Sevilla, 1917.

Veintitrés años más tarde, cuando Hermann Muthesius toma la palabra en


el congreso de Madrid de 1904, el sentido de sus palabras es bien diferente. poco después se teorizaría como ciudad jardín. Para Belmás, la construcción
Ya no se trata de monumentalizar la obra de los ingenieros, sino de apren- de «grandes grupos de construcciones donde se alojan por un tanto men-
der directamente de ella: «Las obras del ingeniero responden lo más since- sual de alquiler los humildes artesanos» se debería rechazar, mientras que
ramente posible al espíritu de nuestro tiempo, es decir, las estaciones, los si fueran «superficies en distintos puntos de las poblaciones, sobre las
ferrocarriles, los puentes, los barcos y las máquinas de vapor, las aplicacio- cuales se asientan casas con más o menos jardín para familias modestas,
nes científicas de todo género». El pensamiento de Muthesius ha avanzado benditos sean los barrios para obreros». Belmás reaccionaba frente a los
por el camino de la modernidad. La arquitectura no debe adaptar los mate- planteamientos del ponente que, imbuido de una ideología paternalista,
riales modernos a conceptos antiguos, como afirmaba Domènech i Estapà, concebía la ciudad como un espacio socialmente mixto: «al obrero es con-
sino que, por el contrario, debe entender que los nuevos materiales generan veniente albergarle en nuestra propia casa, tenerle al lado nuestro para
nuevas arquitecturas. De este modo, el discurso de Muthesius critica el Art socorrerle en sus enfermedades; y la sociedad no se arrepentirá de ello,
Nouveau por haber conducido el uso del hierro hacia “un cierto manierismo”, pues en caso de accidente es inseparable, y tiene probado que da su vida
en el que el deseo de ser moderno estaba sometido a la moda y no a unos por el que le tiende su mano».
principios. Las palabras de Muthesius: «Una arquitectura moderna no se
puede desarrollar racionalmente más que por la estrecha unión del arte La discusión, más que profesional, era política. Lluís Domènech ya se había
del ingeniero con el del arquitecto», anticipan las que Le Corbusier difun- dado cuenta cuando en el informe a la Asociación desaconsejaba enviar
dirá en Vers une architecture en 1923. trabajos al congreso nacional sobre este tema, ya que lo consideraba «más
un problema social que específico de la carrera y resultando actualmente
En cuanto a la problemática de la vivienda obrera, el primer congreso para nuestra región, de escasa o nula utilidad práctica». En el año 1880 esta
se cuestiona si «dada la organización actual de la sociedad, ¿es o no con- necesidad no era ni sentida ni vislumbrada. Pocos años después, con las
veniente la construcción de barrios obreros?». La respuesta del ponente obras de la Exposición Universal de 1888, el problema se revelará lacerante,
Lorenzo Álvarez Capra fue negativa. En la discusión abierta, Mariano ya que Barcelona duplicará su población de un cuarto de millón a medio
Belmás propone diferenciar lo que hoy se denominaría polígono de lo que millón de habitantes.

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L AS R E V IS TA S 04
DE LA A S O C I A C I Ó N DE
A R Q UI T E C T OS D E C ATA LU Ñ A

La publicación de las monografías, en los primeros años de la Asociación,


a la vez que recogía la actividad central de la entidad quería recuperar
el aura del monumento mediante la palabra escrita. Pasado este momento
fundacional y tras la celebración de los congresos de 1881 en Madrid y
de 1888 en Barcelona, la Asociación necesitaba acompasarse a la actualidad
con una publicación periódica, como la que ya tenía la Sociedad Central
de Arquitectos.

La Revista de la Asociación de Arquitectos de Cataluña publica su primer núme-


ro el 15 de mayo de 1893. Tal y como se anuncia en la presentación, el anhelo
no es nuevo: «Mucho tiempo hace que esta Asociación acariciaba la idea
que hasta hoy no ha podido tomar forma. En varias ocasiones se había pro-
puesto publicar una revista digna del decoro profesional y de los sagrados
intereses de los asociados que representa; diversas y opuestas circunstan-
cias habían hecho imposible la realización de tal idea».

En el primer número la cabecera de la revista, dibujada seguramente por


Josep Vilaseca, el diseñador del emblema de la Asociación, representaba una
especie de banderola de estilo medieval con el título de la revista rotulado
en el pendón. A la derecha, la musa Arquitectura está sentada en un trono
gótico con un compás en la mano. Dos palabras la acompañan: Arte y Ciencia.
En el mástil se abren cuatro ventanas al pasado. No solamente miran a la

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Edad Media, tanto románica como gótica, sino también a la Edad Clásica,
tanto romana como renacentista. La ornamentación, contemporánea, liga
estos fragmentos históricos en un único conjunto alegórico.

La revista tenía una presentación modesta, unas pocas páginas de texto a


dos columnas y grabados sólo en la cubierta. Pero estaba al día. En sus pági-
nas encontramos artículos cortos dedicados a temas de actualidad, tanto
culturales como técnicos: noticias de la Exposición Colombina de Chicago,
de las inauguraciones del puente transbordador de Portugalete, dibujado
por Lluís Domènech en un viaje del mismo año, o de la plaza de toros de
Salamanca, la primera que se construye en España con estructura metálica
en su fachada. También reseñas sobre las novedades técnicas, como el uso
del aluminio en la construcción o las «habitaciones metálicas». Sin olvidar
la realidad profesional; el intrusismo era el tema del momento, como lo
seguirá siendo hasta nuestros días.

Entre 1893 y finales de 1895, la periodicidad de la revista fue irregular,


a pesar de que en aquel lapso aparecieran 32 números. No consta la existen-
cia de un director ni de un consejo de dirección. A partir del número 33,
correspondiente al 15 de enero de 1896, el director será Manuel Vega i March,
que le imprimirá una periodicidad quincenal, introduciendo publicidad
en sus páginas por primera vez. Bajo su dirección la revista sólo durará hasta

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final de año, y desaparece con el número 55. Vega i March emprenderá una especie de enciclopedia como las que en la época se solían publicar en
entonces la publicación de Arquitectura y Construcción, la primera revista todas partes. Una miscelánea anual encuadernada y con tapas duras que,
privada de arquitectura en Cataluña. además de a los arquitectos, pretendía interesar a un público más amplio,
desde ingenieros, maestros de obras y constructores hasta propietarios y
Sin detenernos en el contenido teórico de la revista de la Asociación, aficionados. Debemos recordar que la adhesión a la Asociación era volun-
un texto es de cita obligada. Se trata del artículo de Lluís Callén sobre un taria y que, según los datos publicados, en aquel momento contaba con 63
término que entonces designaba fundamentalmente un movimiento lite- asociados, 54 de Barcelona y 9 del resto del Principado. Casi la mitad del
rario, y cuyo uso se consolidará algunos años más tarde en la arquitectu- cuerpo profesional, 47 arquitectos de la capital, no pertenecía a la Asocia-
ra: modernismo. Callén en «El modernismo y la arquitectura», publicado ción. Entre ellos algunos de los más importantes, como Lluís Domènech i
en junio de 1895, antepone una arquitectura con voluntad de estilo a otra Montaner, Antoni Gaudí, Josep Font i Gumà, Antoni Maria Gallissà, Josep
determinada solamente por el uso de los materiales y las técnicas moder- Puig i Cadafalch o Joan Rubió i Bellver. Para integrar a este colectivo hete-
nas: «No es por lo tanto el hierro, ni el cemento, ni los nuevos procedimien- rogéneo, el Anuario ofrecía un conjunto de materiales que abarcaban tanto
tos los que nos llevan al modernismo, sino al contrario, somos nosotros el pasado como el presente, tanto Cataluña como España y tanto la teoría
los que llevamos el hierro y demás materiales adelantados al modernismo, como la práctica. En palabras de sus promotores, en el “Propósito” que en-
como podríamos llevarlos a cualquier otra parte». cabezaba el primero de los anuarios, correspondiente a 1899: «lo principal
de su texto habrá de constituirlo forzosamente la inserción de monografías
Dos años después de desaparecer la revista, la Asociación de Arquitectos referentes a los estudios que la Asociación haya hecho, o en adelante hicie-
de Cataluña inicia la publicación del Anuario. El formato evidencia que no ra, de monumentos notables, emplazados en alguna comarca de la antigua
quiere ser ni una revista ni un diario de actualidad, sino más bien un libro, Corona de Aragón. En segundo término, la descripción y explicación de los

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edificios de nueva planta que en Barcelona o en cualquiera de las provincias La estructura del Anuario era extensa y rígida. El tiempo acabó demostran-
catalanas se erigieran, y en tercer lugar algún trabajo que esté conectado do que lo era demasiado, tanto que no fue capaz de asimilar las nuevas pro-
con sucesos, hechos o fábricas de otras provincias de España». En su afán puestas que la velocidad de la historia producía. La aparición de La ciutat
enciclopédico la publicación no olvidaba los aspectos más operativos, como i la casa en 1925 así lo demostró. La época dorada de los anuarios correspon-
la lista de arquitectos estructurada en categorías, de maestros de obras y de a la Barcelona modernista. De este modo lo intuyeron los redactores
de empresas vinculadas al sector. La publicidad, los anuncios, constituye del primer volumen, al explicar los propósitos de la publicación y recono-
un extenso capítulo, el último de cada anuario. El éxito inicial de la fórmula cer los valores de su tiempo: «Acontece que el crecimiento obtenido por
permite que la publicación no se detenga hasta 1930, año de la creación del la ciudad de Barcelona desde la aprobación de su plano de ensanche hasta
Colegio Oficial de Arquitectos de Barcelona. la fecha, ha sido tan rápido, tan inesperado y maravilloso que el trabajo
oficial no ha podido, o no ha sabido, correr parejo con el impulso y fuerza
A pesar de esto, la historia de los anuarios es discontinua y no sólo recoge la de de la iniciativa particular. Ésta, por doquiera, ha levantado edificios sun-
la Asociación, con sus altibajos, sino también refleja la historia del país y una tuosos con apariencias y dejos de palacios; por todas partes ha dejado y con-
cierta historia de la arquitectura en Cataluña. Por ejemplo, en 1914, bajo la pre- sentido que los arquitectos mostrasen sus particulares estudios y pujasen
sidencia de Josep Puig i Cadafalch, muestra el paso de una Asociación moder- en noble emulación tras de hallar la expresión artística de sus ideales arqui-
nista a una novecentista. Una transformación patente desde la portada hasta tectónicos». Este empuje era el motor de su empresa editorial, un relato
el contenido del número. Publicando un artículo sobre la Fábrica Casaramona de la febril actividad que involucraba a la ciudad entera. Los premios con-
y otro sobre la excursión de la Asociación a Empúries en la que él mismo hace cedidos por el Ayuntamiento de Barcelona a los mejores edificios construi-
de cicerone, parece que Puig da por concluida una etapa e inicia otra. dos constituyen un capítulo fundamental de esta narración.

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P R E M I O S E N LA

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B A R C EL O N A MO D E R N IS TA

El 23 de junio de 1899, aparentemente por iniciativa de Camil Oliveras,


el Ayuntamiento de Barcelona instituyó la concesión de unos premios «al
mejor edificio público o privado […] edificado dentro del año de la convo-
catoria». El premio consistía en una placa decorativa destinada a la fachada
del edificio, que inicialmente se pensó de azulejo y después se sustituye
por una placa de bronce para el edificio y un diploma para el arquitecto.
Estos cambios, que podrían parecer irrelevantes, responden a una voluntad
de significar la arquitectura y a los arquitectos de una ciudad que quería
ser moderna. Barcelona necesitaba un estilo que la caracterizara. Con
el tiempo lo hemos llamado modernismo y la institución de estos premios
reconocía y valoraba los edificios que lo definían.

La nota de presentación de los premios publicada en el Anuario de 1901, a


raíz de la primera convocatoria, muestra la acogida del concurso por parte
de los arquitectos. Hace hincapié en la necesidad de fomentar el espíritu de
competencia que permita establecer un escalafón de excelencia, tanto den-
tro de un colectivo profesional cada vez más numeroso como entre sus
clientes, ávidos de un lujo que los diferencie. «A nuestra clase le servía de
grato estímulo esa decisión, dada a luz después de laboriosa gestación,
y a la clase de propietarios de no menos gratos augurios, ya que en el terre-
no privado se despertó desde aquella fecha una ligera emulación, llena
de esperanzas de lograr un premio anunciado, y en otro terreno influyó
poderosamente en el ánimo de algunos capitalistas que desde entonces

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Antoni Gaudí: Casa Calvet. Premio del Concurso Anual Lluís Domènech i Montaner: Fonda España. Premio del Concurso Anual
de Edificios y Establecimientos Urbanos, 1900. de Edificios y Establecimientos Urbanos, 1904.

dejaron de entorpecer con positivistas cortapisas la libre acción de su jurado, que no sólo validaba lenguajes modernistas en el sentido que
arquitecto respectivo, lo cual es ya un paso largo o corto en pro del desa- hoy le damos al término, sino que ponía de manifiesto la convivencia de
rrollo de la ilustración en las clases directoras.» distintas tendencias en la Barcelona de inicios del siglo XX . Unas acaba-
ban de nacer, otras no acababan de morir.
El jurado incluía a las distintas instituciones implicadas: el Ayuntamiento,
la Escuela de Arquitectura, la Escuela Oficial de Bellas Artes, el Centro Por otra parte, una vez iniciado el certamen, las instituciones convocan-
de Maestros de Obras y la Asociación de Arquitectos, también incorporaba tes se dan cuenta de que tanto hacen ciudad las piezas grandes como las
a un reconocido crítico artístico y a un secretario. pequeñas. La distancia entre la alta y la baja cultura se acorta. La convo-
catoria de 1903 se amplía con los «establecimientos». Muchos de los loca-
Los premios otorgados en las tres primeras convocatorias permiten suponer les premiados serán locales de moda, y muchos serán proyectados por
cierta estrategia. Un joven arquitecto emergente, Antoni Gaudí, gana en arquitectos. Lluís Domènech i Montaner, por ejemplo, ganará un premio
1900 con la casa Calvet. El maestro Joan Martorell, con quien habían trabaja- tanto por la Fonda España (1904) como por el Hospital de Sant Pau (1913).
do tanto el mismo Gaudí como Lluís Domènech en los encargos de Comillas August Font por la reforma y ampliación de la Caja de Ahorros en la pla-
y en el proyecto de fachada de la catedral de Barcelona, gana el de 1901 con la za de Sant Jaume (1902) y por la glamurosa Maison Dorée (1904), en la que
sede de la Sociedad de Crédito Mercantil, con un lenguaje más clasicista que la Asociación celebra más de un banquete. Lo cotidiano —la farmacia,
medieval. El tercero, en 1902, lo recibe el arquitecto de las clases adineradas, el horno de pan, el café, la joyería, la perfumería— define a la ciudad
Enric Sagnier, por el chalé de Don Emili Juncadella, de un modernismo sen- modernista tanto como la arquitectura monumental, y los premios así lo
sato. Si observamos las obras premiadas, se evidencia el gusto ecléctico del quisieron reconocer.

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Enric Sagnier: Sede de la Caja de Ahorros.
Premio del Concurso Anual de Edificios y
Establecimientos Urbanos, 1919.

Josep Puig i Cadafalch: Fábrica Casaramona.


Premio del Concurso Anual de Edificios y Establecimientos Urbanos, 1912.

Lluís Domènech i Montaner: Hospital de Sant Pau. Lluís Homs, Eduard Ferrés y Agustí Mas: Jaume Torres Grau: Edificio en la calle de Torres
Premio del Concurso Anual de Edificios y Establecimientos Urbanos, 1913. Bazar Damians. Finalista del Concurso Anual de Amat. Finalista del Concurso Anual de Edificios
66 Edificios y Establecimientos Urbanos, 1916. y Establecimientos Urbanos, 1919. 67
Perfumería Ideal. Premio del Concurso Anual de Edificios August Font: Butzems y Fradera. Premio del Concurso Anual
y Establecimientos Urbanos, 1903. de Edificios y Establecimientos Urbanos, 1908.

Josep Bori: Joyería y relojería El Regulador. Ramon Puig Gairalt: Droguería Vicente Ferrer y Cía., en la plaza de Catalunya.
Premio del Concurso Anual de Edificios y Establecimientos Urbanos, 1912. Premio del Concurso Anual de Edificios y Establecimientos Urbanos, 1915.
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Josep Plantada: Cinema Ideal. Premio del Concurso Anual
de Edificios y Establecimientos Urbanos, 1912.

La diversificación de los premios no se detiene aquí. En el año 1906, el


Ayuntamiento también instituye un premio a la «mejor casa de tipo obrero».
Sin embargo el jurado no halló ninguna digna del premio, y consideró que
éste no se debía otorgar al arquitecto autor del proyecto, sino a la institu-
ción promotora, siguiendo las directrices de los congresos de arquitectos
que recomendaban que se promoviera la vivienda social. En 1907 se incor-
poran al concurso los «edificios de carácter público y privado» y las «casas
de particulares de alquiler para otros fines puramente utilitarios». Final-
mente en 1921, al reunirse el jurado tras dos años sin hacerlo, el abanico de
premios se amplía, seguramente sin ninguna necesidad, incluyendo galar-
dones «al edificio público de carácter monumental», a «la casa o chalé no
destinada a alquiler», «a la casa de alquiler», «al edificio industrial», a
«la habitación barata o casa para obreros», a «la restauración de un edificio
antiguo de interés artístico o arqueológico», y a «las tiendas o estableci-
mientos en general».

Desde nuestra perspectiva, la historia de los premios depara situaciones


paradójicas. En la convocatoria de 1907 sorprende que el premio recayera
Lluís Domènech i Montaner:
Dibujo para el Palacio de en el Colegio Condal de Bonaventura Bassegoda, descartando, entre otros,
la Música Catalana. Premio la casa Batlló, a pesar de que el jurado no pudiese dejar de reconocer su
del Concurso Anual de
Edificios y Establecimientos
«singular ingenio» y la «febril inventiva en un sinnúmero de detalles mo-
Urbanos, 1909. dernísimos» de su arquitecto, Antoni Gaudí.

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Jaume Torres Grau: Perspectiva para la Sede
Josep Maria Pericas: Farmacia Espinós. de Fomento de Obras y Construcciones,
Premio del Concurso Anual de Edificios en la calle de Balmes. Premio del Concurso Anual
y Establecimientos Urbanos, 1912. de Edificios y Establecimientos Urbanos, 1926.

La vida de los premios tuvo su propia crisis. A partir del entregado al cambio sólo concede el premio a Jaume Torres Grau por la sede de Fomento
Hospital de Sant Pau en 1913 para obras acabadas en 1912, la convocatoria de Obras y Construcciones ubicada en la calle de Balmes, número 36, en 1925.
se vuelve irregular. En 1914 y 1915, el jurado no se reúne. En 1916 el premio Es curioso que el mismo Anuario de 1926 recoja un extenso reportaje de diez
se concede a El Frare Blanc, acabado de construir en 1913. Desde entonces páginas, anónimo, sobre este edificio, titulado: «La casa» (sic).
los «desiertos» se vuelven más frecuentes. En los años 1914, 1915, 1918 y 1919
ningún edificio merece el galardón, y en 1916 y 1917 lo recibe Enric Sagnier, ¿Por qué desaparecen los premios? No cabe duda de que el Ayuntamiento se
lo que le da derecho al premio extraordinario. desinteresa. Con la política noucentista la época de los premios a la sociedad
civil había pasado. La instauración de un gusto oficial clasicista era incom-
Una nota en el Anuario de 1926 certifica la muerte de los premios. En una patible con el incentivo a la singularidad. Por otra parte, el creciente número
instancia dirigida al Ayuntamiento, Francesc Guàrdia i Vial, presidente de de proyectos promovidos por las instituciones públicas y, sobre todo, por el
la Asociación y yerno de Lluís Domènech, «suplica» la presencia de una ma- Ayuntamiento, hacía que estuviera mal vista la autoconcesión de galardones.
yoría de arquitectos en el jurado del certamen y solicita que se restablezcan
los concursos interrumpidos desde 1918, otorgándose los premios de 1920, Si estar de moda es consustancial al modernismo, los premios anuales certifi-
1921, 1922, 1923, 1924 y 1925, más teniendo en cuenta que «en los presupues- caban este cambio constante. Históricamente los premios acotan bien el ámbi-
tos municipales han venido consignándose las cantidades necesarias y según to de la arquitectura modernista, tanto la lista de clientes como la de arquitec-
nuestras noticias, incluso están fundidas y depositadas en una dependen- tos dibujan una buena radiografía de la ciudad de Barcelona, así como de sus
cia municipal las placas de bronce correspondientes». El Ayuntamiento en deseos, que no dictaba la Administración pública sino la iniciativa privada.

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Premios
1900. Antoni Gaudí. Casa Calvet. 1910. Desierto. Establecimientos: Miquel Moragas 1917. Enric Sagnier. Grupo benéfico de edificacio- 1920. Premio al edificio público de carácter
1901. Joan Martorell. Sociedad de Crédito Mercantil. y Salvador Alarma. Bar La Luna. nes del Instituto Provincial de protección a la infan- monumental: desierto. Premio al palacio, casa o
1902. Enric Sagnier. Casa Emili Juncadella. 1911. Juan José Hervás i Arizmendi. Casa José cia y represión de la mendicidad. Establecimientos: chalé no destinado a alquiler: Enric Sagnier.
1903. August Font. Reforma y ampliación de la Caja Pérez Samanillo. Establecimientos: Miquel Moragas Lluís Masriera. Joyería Masriera. Oleguer Junyent. Casa Lluís Rocamora. Casa de alquiler: Antoni Pons.
de Ahorros y Monte de Piedad en la plaza de Sant y Salvador Alarma. Establecimiento de Francisco Instalaciones y aparatos eléctricos Joan Pich. Casa Rafael Roldós. Edificio industrial: Hotel Ritz.
Jaume. Establecimientos: Ricard de Capmany y Josep Sangrà. 1918. Enric Sagnier (Premio extraordinario Gran Habitación barata o casa para obreros: desierto.
Puig i Cadafalch. Café Torino. 1912. Josep Puig i Cadafalch. Fábrica Casaramona. Medalla de Oro). «La Caixa d’Estalvis». Premio Restauración de un edificio antiguo de interés
1904. Desierto. Establecimientos: Lluís Domènech Establecimientos: Josep Bori. El Regulador. Juan ordinario: Joan Rubió i Bellver. Casa Joan Roig artístico o arqueológico: desierto. Establecimientos:
i Montaner. Fonda España. Llongueras. Café Restaurante Royal. Muebles y de- i Mallafré. Establecimientos: Modesto Castañé, Prats Antonio Utrillo. La Granja Royal.
1905. Josep Amargós. Torre de las Aguas de Dosrius. coración Esteva y cia. Josep Maria Pericas. Farmacia Fatjó y cia. 1921-1925. No se convoca.
Establecimientos: Café Novedades. del Dr. Espinós. Josep Plantada. Cine Ideal. 1919. Premio al edificio público de carácter monu- 1926. Jaume Torres Grau: Sede de Fomento de
1906. Lluís Domènech i Montaner. Casa Lleó 1913. Lluís Domènech i Montaner (Premio extraor- mental: desierto. Premio al palacio, casa o chalé no Obras y Construcciones. Establecimientos: M. André
Morera. Establecimientos: Joan Alsina. Restaurante dinario Gran Medalla de Oro). Hospital de Sant Pau. destinado a alquiler: Enric Sagnier. Casa Ignasi Coll. y J. Martrús. Joyería Valentí.
Casa Pince. Establecimientos: Enric Sagnier: Confitería Casa de alquiler. Francesc de Paula Nebot. Casa 1927. Arnald Calvet. Almacenes Jorba. Establecimien-
1907. Bonaventura Bassegoda. Colegio Condal. Guillermo Llibre. de alquiler de Lluís Pi i Gibert. Edificio industrial: tos: Antonio Utrillo. Farmacia Pujol i Cullell.
Establecimientos: desierto. 1914. Joan Rubió Bellver. El Frare Blanc. Estableci- desierto. Habitación barata o casa para obreros: 1928. Joan Baptista Serra. Ampliación de la casa Vicens
1908. Desierto. Establecimientos: Albert Joan. mientos: Enric Sagnier. Sastrería y camisería Comas. grupos de construcciones económicas acogidas de Antoni Gaudí. Establecimientos: No se convoca.
Farmacia del Dr. Domènech. Premio extraordinario: 1915. Premio extraordinario: Pere Falqués. Museo a la Ley de Casas Baratas de la «Sociedad Anónima 1929. No se convoca. Establecimientos: Antoni
August Font. Establecimientos Butzems y Fradera. de Bellas Artes. Establecimientos: Ramon Puig y Caja de Ahorros», situadas en Sant Andreu, Horta Badrinas. El Dique Flotante.
1909. Lluís Domènech i Montaner. Palacio de Gairalt. Droguería Vicente Ferrer. y Vallcarca. Restauración de un edificio antiguo 1930-1931. Pedro Muguruza. Estación de Francia.
la Música Catalana del Orfeó Català. Establecimien- 1916.Desierto. Establecimientos: Eduard Ferrés, de interés artístico o arqueológico: desierto. Esta- Establecimientos: Santiago Marco. Aplicaciones
tos: desierto. Ignasi Mas y Lluís Homs. Almacenes Damians. blecimientos: Bar Peña, izquierda del ensanche. del gas.

Café Torino (Barcelona). Premio del Concurso Anual de Edificios y Establecimientos Urbanos, 1903.

74 75
06 N O UC E N T I S M E :
R E FO R M A U R B A N A
Y E Q UI PA M I E N T O S

En 1906, Eugeni d’Ors inicia la publicación del Glosario, detonante teórico


del noucentisme. El tono programático de sus propuestas hizo que pronto se
convirtiesen en oficiales. La idea de la Barcelona-capital nace entonces.
Las glosas de Xenius intentaban, desde un punto de vista culturalista, siste-
matizar un proceso histórico que, iniciado a mediados del siglo XIX, nece-
sitaba la instauración de su edad clásica. Barcelona ya hacía unos años que
caminaba en esa dirección. ¿Cómo, si no, se entiende la secuencia iniciada
con el derribo de las murallas, el concurso del ensanche, la aprobación
del Plan de Ildefons Cerdà, la Exposición Universal de 1888...? Los arquitec-
tos intervenían en este proceso reconociendo que su trabajo consistía en
monumentalizar la ciudad. Consideraban que el Plan Cerdà era uniformador
y aburrido, y que coartaba la arquitectura tal y como ellos la entendían.

Elies Rogent había sido el primero en enfrentarse a la trama urbana del


ensanche en 1862 con el proyecto para la Universidad Literaria de Barce-
lona, un edificio que en muchos aspectos inaugura la arquitectura catala-
na moderna. Le seguirán la Sagrada Familia de Francesc de Paula Villar
(1887), continuada por Antoni Gaudí a partir de 1883, el Hospital Clínico
de Ignasi Bartrolí y Josep Domènech Estapà (1880), el Palacio de Justicia,
«La Barcelona de Jaussely», de Domènech Estapà y Enric Sagnier (1887), la nueva Aduana, de Enric
La Il·lustració catalana,
enero de 1911, número
Sagnier (1896), el Hospital de Sant Pau de Lluís Domènech i Montaner
extraordinario. (1901) y la Prisión Modelo, de Domènech Estapà y de Salvador Viñals (1904).

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Elies Rogent:
Universidad Literaria
de Barcelona, 1863.

Todos ellos, a su manera, contradecían el Plan Cerdà, y algunos lo atacaban


abiertamente, como la Sagrada Familia de Gaudí y el Hospital de Sant Pau de
Domènech i Montaner. La avenida que los une es el único trazado materiali-
Josep Domènech i Estapà
zado del proyecto que, con el lema Romulus, ganó el «Concurso Internacional y Ignasi C. Bartrolí:
sobre anteproyectos de enlace entre la Zona del Ensanche de Barcelona, Hospital Clínic,
los pueblos agregados entre sí y con el resto del término municipal de Sarrià Barcelona, 1880-1904.

y Horta» convocado por el Ayuntamiento de Barcelona en 1903. Este plan,


obra de Léon Jaussely, fue alabado por los noucentistes, que veían en él la
herramienta capaz de recortar, diagonalizándola, la estructura ortogonal del
ensanche de Cerdà. El escenario que dibujaba no era sólo el de una ciudad
«artística y monumental» sino, y sobre todo, el espacio para la vida cotidiana.
Un territorio en el que el edificio público se convertía en institución.

La Mancomunidad de Cataluña, creada el 6 de abril de 1914, formalizó polí-


ticamente el ideario orsiano. Si el mundo modernista necesitaba patricios,
el noucentista necesitaba ciudadanos, que para poder serlo necesitaban ins-
trucción y servicios: escuelas y bibliotecas, beneficencia y sanidad.

En esta coyuntura, Josep Puig i Cadafalch es elegido presidente de la Asocia-


ción de Arquitectos de Cataluña en 1913. Puig, mano derecha de Enric Prat Josep Domènech i Estapà
y Enric Sagnier:
de la Riba, hasta entonces apenas se había implicado en la vida de una aso- Palacio de Justicia,
ciación de la que durante muchos años no fue ni tan siquiera socio. Si aceptó Barcelona, 1887-1908.

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La Sagrada Familia vista desde el Hospital de Sant Pau, 1922.
Fotografía: Josep Lluís Ribera Llopis. Achivo del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau – AHSCP

tomar las riendas de la entidad, fue seguramente porque entendió que ésta ante la reacción de un colectivo poco propenso a los cambios. En la memo-
tenía un lugar preeminente en la sociedad civil catalana. ria leída el 28 de enero de 1913 expone su diagnóstico de la vida de la enti-
dad, «modesta, extremadamente modesta, más de lo que haría falta dada
Bajo su dirección, el Anuario cambia de aspecto. En la cubierta de la publica- la función que los arquitectos deberían ejercer en la vida colectiva de la
ción los números romanos sustituyen a las cifras árabes y un capitel dórico tierra catalana». La marcha de la Asociación se debería acompasar con la
al águila modernista. Este capitel es el símbolo del anhelo clásico, el águila de los «problemas complejos de una ciudad en formación: cuestiones de
era el blasón de una genealogía. Aunque, si nos fijamos bien, el capitel arte de un mundo que bulle en esta agitada Barcelona, ajena a nosotros».
está dibujado de una manera más científica que sentida. Sin duda —la axo- Puig, dándole la vuelta a la sempiterna defensa de las atribuciones profe-
nometría vista desde abajo lo delata— es una versión de los que Puig tantas sionales, señala que la culpa de esta situación radica en los propios arqui-
veces había visto en uno de sus libros favoritos: la Histoire de l’architecture, tectos y en sus clientes: «este problema antiguo entre nosotros no ha tenido
de August Choisy. solución. Es probable que no la tenga si no se eleva el nivel intelectual del
público, y si nosotros no elevamos el valor intrínseco de nuestros proyec-
El cambio no es sólo de forma. Los contenidos perfilan otra época, personi- tos». Para él, no toda construcción es arquitectura, y en consecuencia no
ficada por Puig en su propia trayectoria. La fábrica Casaramona, premio del hace falta que la dirija un arquitecto sino solamente un técnico. Las leyes
Ayuntamiento en 1912 para las obras acabadas en 1911, representa el canto proteccionistas, siempre reivindicadas desde la Asociación, serían innece-
de cisne del Puig modernista que se transfigura en noucentista, mentor de sus sarias si la arquitectura fuera auténtica.
compañeros en la excursión anual de la Asociación a las ruinas clásicas de
Empúries: «el núcleo arquitectónico más antiguo de Cataluña —según sus Para restablecer las relaciones exteriores, atenuadas desde hacía casi
palabras— donde por primera vez florece la civilización en nuestra tierra». una década, Puig asiste al comité permanente del Congreso Internacional
de Arquitectos que se reunía anualmente en París. Los anteriores presi-
Sus memorias presidenciales, leídas en las juntas generales de enero de 1913 dentes de la Asociación, a pesar de ser miembros natos del organismo,
y 1914, reflejan sus anhelos al principio del mandato y su desencanto final habían descuidado su presencia. Al darse cuenta de la importancia de la

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internacionalización de los problemas, reinicia el contacto interrumpido cinas entre nosotros» no era el suyo. Fuera, en «nuestra ciudad plena
desde el congreso de 1906. Frente al cerrado nacionalismo de las viejas y exuberante de vida», estaba a punto de nacer la Mancomunidad de
generaciones de la Renaixença, Josep Puig i Cadafalch encarna un naciona- Cataluña, de la que Puig fue uno de los protagonistas y su Presidente en
lismo internacionalista: «Hoy la mayor parte de las actividades humanas 1917, tras la muerte de Enric Prat de la Riba.
son estudiadas desde un punto de vista mundial, y los problemas toman así
nuevas claridades y aspectos antes desconocidos. Prácticas y métodos que El programa de la nueva institución necesitaba la arquitectura para hacer-
parecen locales tienen unas extensiones inmensas; necesidades que parecen se visible. Xenius ya lo había reclamado con urgencia en la famosa glosa
peculiares son compartidas por naciones diversas». «Hacia el humanismo», de junio de 1906: «Vengan museos, vengan acade-
mias, vengan exposiciones, venga educación, venga cultura, venga vida
El discurso cambia el año siguiente. Su despedida tiene un tono al mismo civil, venga urbanidad, venga frivolidad, venga Galería de Catalanas her-
tiempo de impotencia y de reproche: «Me voy con un único pesar contra mí mosas, venga el deseo de todos, y el valor de todos y el esfuerzo de todos».
mismo. Confieso que el ambiente pacífico, imperturbable, casi inmutable Entre 1906 y 1907, el Ayuntamiento de Barcelona había ido tomando algunas
de nuestra Asociación, que parece navegar por un lago tranquilo, sin causar decisiones con objeto de emprender esta amplia tarea edilicia. La instruc-
ni una ondulación en la superficie lisa y plana, no es mi medio apropiado. ción pública y, por tanto, las construcciones escolares fueron su primer
Siento que no deberíamos ser así. Además, creo que pocos somos los que objetivo. En 1910 se pone en marcha un concurso de escuelas públicas, que
colaboraríamos en una obra de renovación de nuestra vida». Puig reprocha no se falla hasta 1913, sin que los proyectos premiados se lleguen a cons-
a la Asociación no ser ni científica ni activa en la defensa de sus propios truir. Las páginas del Anuario de 1914 publicaron las propuestas ganadoras
intereses. Cree que debería ser ambas cosas al mismo tiempo. «Una forma de Antoni de Falguera, Jaume Torres Grau y Jeroni Martorell. Los tres pro-
de constitución extremadamente primitiva, propia de los rudimentarios yectos desarrollaban una composición racional del programa funcional y
organismos sociales en los que todo se discute y se vota en la plaza pública» una gramática arquitectónica en la que los antiguos elementos modernistas
sería la culpable de esta situación. Puig finaliza su mandato pensando que se mezclaban con otros de una simplicidad que anunciaba el clasicismo
aquel sitio «suave, pacifico, con la tranquilidad y la paz de las cosas morte- mediterráneo del noucentisme catalán. Estos proyectos eran utópicos, ya

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Josep Goday: Escuela Milà i Fontanals. Josep Goday: Escuela del Mar.
Barcelona, 1921-1931. Barcelona, 1922.

que las bases del concurso no les adjudicaban un solar concreto. Con el gran aparato clásico de piedra y órdenes, sino con materiales baratos,
título «Nuestras escuelas», el Anuario de 1913 ya había presentado una muros esgrafiados sobre obra de fábrica y cubierta de teja árabe. El clasi-
recopilación documental preparada por el entonces presidente Josep Puig cismo noucentista se convierte en ilusorio en estos grandes grupos escolares.
i Cadafalch, que reunía construcciones escolares de programas, ubicacio-
nes y financiaciones distintas. Arquitectos tan diferentes como Antoni Los anuarios hablarán, más que de las escuelas, de otro proyecto, éste tam-
Gaudí, Antoni de Falguera, Alexandre Soler i March o Bonaventura Basse- bién de larga gestación: la central de Correos y Telégrafos en la parte baja de
goda e Ignasi Mas compartían una arquitectura útil y expresiva, de estilo la recién abierta Via Laietana, entonces llamada “la reforma”. El concurso,
sencillo y monumental al mismo tiempo. Lo que en 1913 eran solamente convocado en 1912, no se falló hasta el 24 de octubre de 1914. Como muestra
ideales, en 1916 empiezan a materializarse con la creación de la Comisión de la importancia del acontecimiento, los cinco proyectos finalistas se expu-
de la Cultura y su campaña de construcciones de grupos escolares. El sieron al público en el Palacio de Bellas Artes. Finalmente, el jurado escogió
Anuario de 1923 publica los primeros resultados. A pesar de que las peque- tres: los presentados por Pere Domènech Roura, Josep Puig i Cadafalch y
ñas construcciones de Adolf Florensa, como las escuelas al aire libre de el del equipo formado por Jaume Torres Grau y Josep Goday, que resultó el
Montjuïc y del Guinardó o el internado de Vilajoana, en Vallvidrera, ya ganador. Tras el dictamen del jurado subyace todavía la permanencia de
estaban casi acabadas, los grandes grupos de Josep Goday están todavía unos criterios anacrónicos: la solidez, la salubridad, la buena conservación
en obras; y lo estarán hasta su inauguración definitiva el 29 de marzo de y la economía, coloreados con una mezcla de retórica hueca beauxartiana
1931, dos días antes de las elecciones que traerán la Segunda República. y espíritu de servicio noucentista. «La belleza arquitectónica y el carácter»
Una larguísima gestación afectada por la disolución de la Mancomunidad debían contribuir a que «los edificios públicos eleven el nivel del gusto
decretada por la dictadura de Primo de Rivera en 1925. Goday, al princi- educando el sentimiento popular y propagando la cultura pública del país».
pio de su carrera ayudante de Puig i Cadafalch, fue el encargado de estas La densidad del programa funcional demandaba un edificio compacto, que
construcciones escolares del Ayuntamiento de Barcelona. A él se debe un los arquitectos solucionaron al situar el patio de operaciones en el centro,
lenguaje clasicista de una cierta monumentalidad, conseguida no con el rodeado por las otras dependencias. Las referencias a la Postparkasse de Otto

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Climent Maynés y Lluís Girona: Concurso del Teatro de la Ciudad.
Barcelona, 1922.

Wagner en Viena y, más cerca, a la sede de Correos en Madrid, de Antonio


Palacios, parecen evidentes, a pesar de que el edificio de Barcelona se ajusta
a una envoltura académica, en la que los elementos del lenguaje clasicista se
estorban los unos a los otros sin mantener la proporción adecuada. La torre
de la esquina se sitúa como si fuera un campanario medieval, revestido de
un ornamento abarrocado. La escalinata y el pórtico de entrada exhiben una
forzada monumentalidad, obligada por una mal resuelta sección.

A lo largo de la nueva vía de «la reforma» se irán situando otras institucio-


nes del mundo económico, como la delegación de Hacienda y las sedes del
Banco de España y del Fomento del Trabajo. Allí también establecerá su
vivienda Francesc Cambó, en el ático de un bloque de oficinas por él promo-
vido. Un conjunto de arquitecturas académicas que introducen el america-
nismo en Barcelona. En este marco escenográfico el Ayuntamiento quiere
situar un equipamiento pendiente: el Teatro de la Ciudad. Después de
varias tentativas, en 1922 convoca un concurso que ganan Climent Maynés
y Lluís Girona. Un proyecto que, como tantos otros, no pasó del papel,
víctima de una política cultural indecisa y de la difícil situación política.
Josep Goday y Jaume Torres Grau: Concurso El Anuario de 1923 publicó los proyectos finalistas.
de Correos y Telégrafos. Barcelona, 1914.

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Salvador Soteras: Proyecto de Palacio Central
de la Exposición de Barcelona, 1927.

Veinte años después de las primeras arquitecto titulado en 1899 y que murió
glosas de Xenius, la Exposición Interna- prematuramente nada más presentar el
cional de Barcelona de 1929 permitió a proyecto, reúne las maneras compositivas
los arquitectos noucentistas materializar de Jean Nicolas Louis Durand, con un
los anhelados edificios monumentales. lenguaje próximo al de las arquitecturas
Desde 1927 las páginas del Anuario dibujadas por Léon Jaussely en su Plan
recogen algunas de las propuestas pre- de Enlaces. Sin embargo, el Anuario
sentadas a los concursos de los palacios nunca publicó los proyectos más innova-
de la exposición. La mayoría de estos dores presentados a los concursos, como
documentos han desaparecido, y si su el de Lluís Girona para el Palacio de la
memoria perdura, es gracias a que se Luz —reproducido en la página 103—,
publicaron en el Anuario. De todos estos que Rafael Benet, en cambio, destacó en
concursos, el del Palacio Central de la el primer número de Gaseta de les arts.
Exposición fue sin duda el más dispu- El estamento directivo de la Asociación Mario Giménez, Manuel Mújica y Lluís Girona: Reforma y urbanización
tado. El proyecto de Salvador Soteras, era refractario a la modernidad. del barrio de las Atarazanas. Barcelona, 1927.

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L A C I U TAT & L A C A S A
Y LA G A S E TA D E L E S A R T S

Descontenta por la marcha del Anuario, año tras año más desfasado, pero
al mismo tiempo obligada por los estatutos a continuar con su publicación,
la junta de la Asociación de Arquitectos decide en 1924 emprender una nue-
va iniciativa editorial. Para escapar de la endogamia corporativa, así como
para crear un producto más de su tiempo y de mayor difusión, se entra en
contacto con Rafael Benet, pintor, escritor y crítico de arte, que desde las
«Crónicas de arte» de La Publicitat se mostraba tanto atento a las novedades
artísticas como partidario de un clasicismo modernizante.

Desde la «&» que separa «la ciudad» de «la casa» en el título hasta el pri-
mer edificio publicado en la sección Arquitectura, los despachos de Albert
Juan en el número 25 de la Via Laietana, la revista expresa un americanismo
entendido como agente modernizador. Los subtítulos cambiantes: Revista
de arquitectura y artes aplicadas —los dos primeros números— Revista de
arquitectura, arqueología & bellos oficios —en el tercero y el quinto— y Revista
de arquitectura y bellos oficios. Arte viejo y nuevo —en el cuarto— señalan la
voluntad de perfilar un panorama abierto en el que la arquitectura com-
parta espacio con las bellas artes y las artes aplicadas, en un proyecto que
buscaba un público cada vez más amplio. La tarea, que se llevaba a cabo por
primera vez en España, no era fácil, y la periodicidad lo evidencia. Si en el
primer año se cumple el objetivo de aparecer trimestralmente, después la
frecuencia disminuye: un número en 1926 y dos en 1927. La implicación de
la Asociación en la empresa fue igualmente irregular. Si en los dos primeros

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números figuraban nominalmente como consejo de redacción seis arqui- en arquitectura copiando los órdenes clásicos, copiando, sobre todo, los
tectos: Miquel Madorell, Cèsar Martinell, Ramon Raventós, Lluís Girona, elementos de los órdenes clásicos, es decir, lo externo, la decoración, el
Climent Maynés y Adolf Florensa, a partir del tercero son sustituidos por acabado, la piel de la arquitectura. Estos respetables señores, a mi humilde
una genérica «comisión editora de la Asociación de Arquitectos de Cataluña». entender, han planteado muy mal el problema. Han llegado a la fatal con-
clusión de que, para la arquitectura y para todas las artes tiene más impor-
Al repasar la colección de la revista se observa que sólo los tres primeros nú- tancia el acabado que la estructura. Denunciamos esta modalidad estética,
meros cumplieron con el programa de Rafael Benet de reunir arquitectura, la cual, en pintura y escultura, en el siglo pasado se califica de pompier».
artes plásticas y artes decorativas. En cambio, a partir del cuarto número, cada
entrega responde al criterio de un único redactor. Así, el cuarto número, dedi- Ya en el tercer número, en el verano de 1925, Benet había dedicado un artícu-
cado al Castellnuovo de Nápoles, estaba apadrinado por Josep Puig i Cadafalch; lo a Josep Francesc Ràfols, «el arquitecto de la ternura», de quien destacaba
el sexto, monográfico sobre el monasterio de Poblet, era un resumen del libro no el lenguaje clásico, sino la pureza en el tratamiento de los elementos y
que Cèsar Martinell estaba preparando; como también lo fue el séptimo, de una sensibilidad capaz de gobernar la técnica y el cálculo: «Las puras estruc-
1927, dedicado al recientemente desaparecido Antoni Gaudí, avance del mítico turas de Ràfols nunca se confundirán con las puras estructuras de ingenie-
libro de Josep Francesc Ràfols que publicaría la editorial Canosa el año siguiente. ría». Las palabras de Benet nos hacen verlo como a un buen lector de L'Esprit
Nouveau; una revista, no lo olvidemos, muy presente en nuestro país entre
Del conjunto de la revista sobresale el quinto número, que salió en 1926 y los artistas plásticos pero no tanto entre los arquitectos, todavía adictos a un
fue escrito en su totalidad por Benet. «Arte nuevo. El mazazo» es el comba- clasicismo academicista.
tivo eslogan que lo encabeza. Las palabras de Rafael Benet, llenas de ironía,
sorprenden por el medio donde se difunden: la revista de la Asociación En ese mismo número, Benet explicaba su reciente viaje a París con motivo
de Arquitectos de Cataluña, ya que están dirigidas precisamente contra aque- de la Exposición de las Artes decorativas. La reseña muestra su fino olfato
llos que patrocinan la publicación. «Hay aquí muchos ciudadanos bien y para reconocer «[…] las cosas buenas de arquitectura de la Exposición:
muchos artistas y arquitectos que creen haber encontrado la piedra filosofal el audaz y formalmente cubista Pabellón de Turismo, del arquitecto Mallet

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Stevens; el Pabellón de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas del Tener un moderno en casa y una revista en la que la modernidad se diluía en
arquitecto Melnikov, y de éste, sobre todo, la arquitectura espiritual medio de su carácter misceláneo era del agrado de la junta de la Asociación.
de los grandes radios sobre la escalera; y el formidable Pabellón de L'Esprit Incluso el éxito de la empresa hacía ver la necesidad de acabar con la época
Nouveau de los arquitectos Le Corbusier y Pierre Jeanneret, un tipo de de los anuarios. En la junta del 29 de diciembre de 1927, el arquitecto Salva-
habitación de realización exclusivamente industrial utilizando sistemáti- dor Sellés, a pesar de alabar La Ciutat i la Casa, propone que «se estudie
camente elementos estándar». la manera de suprimir el Anuario fusionándolo con el Boletín que queda a un
nivel no muy airoso y así de dos cosas intentar hacer una sola con mayor
Un año después, con el «mazazo», Rafael Benet intenta introducir el mensa- interés y buen gusto».
je purista en el círculo de los arquitectos, todavía des yeux qui ne voient pas,
(unos ojos que no veían), según la expresión de Le Corbusier. Benet no utiliza Sin que la Asociación lo previera, los pasos de la fusión no se dieron puer-
solamente palabras sino también ilustraciones. Desde las página de su revis- tas adentro sino puertas afuera. Gaseta de les Arts (segunda época) nació por
ta, los arquitectos catalanes pudieron contemplar, por primera vez, la obra una iniciativa del crítico y escritor Màrius Gifreda que reunió La Ciutat i la
de Sant’Elia, Perret, Mallet Stevens, los constructivistas rusos y algunas imá- Casa con la antigua Gaseta de les Arts de Joaquim Folch i Torres. La cabecera
genes de Vers une architecture de Le Corbusier. El aprendizaje que los puristas de la nueva revista: Arquitectura, Escultura, Pintura, Bellos Oficios, Cine,
extraen del clasicismo es traducido en clave catalana por Benet: «Intentemos, definía su ámbito con una mezcla de bellas artes, artes aplicadas y el sépti-
pues, encararnos con el Espíritu Nuevo. Ya que, como decía mi estimado Josep mo arte recién llegado. La arquitectura, aunque se mencionaba la primera,
Maria Junoy en una conversación privada: «¡Pobres de nosotros si sobre la perdía peso en el amplio abanico de intereses que quería abarcar la revista.
Fundación Bernat Metge no sabemos construir los fundamentos de una mo- La capacidad de incidencia de la Asociación en la publicación fue casi nula;
dernidad!» Hace falta ser actual. Denunciemos que la juventud que viene valga como demostración que la sede de la Gaseta ya no estaba en la de la
está huérfana de este sentido» No obstante, si las generaciones aposentadas Asociación, sino en el despacho del director propietario, y que su consejo
en el noucentisme no reaccionaron al ruido de ese «mazazo», en la Escuela de redacción perdió su carácter institucional. En la redacción de la Gaseta
de Arquitectura había una nueva generación que sí lo escuchó. de les Arts no había arquitectos.

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Lluís Girona: Concurso para el Palacio de la Luz, 1927.

En el primer número, de junio de 1928, un mes después de la visita de la revista se sentía menospreciada, publica un largo artículo de Joan Sacs
Le Corbusier a Barcelona, propiciada en parte por Rafael Benet, éste se auto- sobre Adolf Florensa. Sacs, antimoderno convencido, era lo opuesto a Benet.
afirma al recoger los supuestos efectos de su «mazazo». Después de aque- Florensa, el arquitecto de confianza de Francesc Cambó, uno de los modelos
lla denuncia de falta de inquietud y del lamento por la ausencia entre las en los que se reconocía la Asociación, el representante, según Sacs, del es-
generaciones escolares de un «estado de espíritu similar al que existía en tadio más actual del retorno a lo clásico. «Después de tantos años de arqui-
los jóvenes núcleos selectos de otros países», Benet se congratula al descu- tectura caprichosa, empeñadamente excéntrica y extravagante», la obra de
brir un deseo de renovación. Primero, tal y como dice, en los proyectos de Florensa, clásica y moderna al mismo tiempo, era para Sacs «como un baño
pabellones de Jaume Mestres y Lluís Girona rechazados para la Exposición en plena canícula», el fermento imprescindible para llegar al «ansiado esti-
de 1929, y, sobre todo, en el proyecto de la Fábrica Myrurgia de Antoni lo nuevo». Un estilo que Sacs cree atrevidamente que, pese a haber nacido
Puig Gairalt, y del «Hotel en una playa» de los estudiantes de arquitectura en Cataluña, podría conquistar el mundo: «¿No podría ser que nuestra tierra
Josep Torres y Josep Lluís Sert con la colaboración técnica de Joan Baptista pudiera ofrecer a las otras más dedicadas a la invención de un nuevo estilo,
Subirana. Entre los arquitectos catalanes, unos pocos de «aquellos ojos un orden, unas proporciones, una modenatura, unas formas, una ornamen-
que no veían» habían «recobrado el sentido de la vista y la claridad». Benet tación que estuvieran suficientemente bien para que todo el mundo lo acep-
subtitula el proyecto de Torres y Sert: «Saludo a Le Corbusier», al ver en tara como una adquisición definitiva y rellano para una nueva ascensión en
dicho proyecto «el camino que entre nosotros realizará la nueva arquitec- la evolución natural de los estilos».
tura, hija del espíritu nuevo y de las normas eternas». El ojo de Benet no se
equivocaba. Un año después presentaba en el noveno número la Exposición Si la arquitectura de Florensa había sido el antídoto para el exceso moder-
de Arquitectura Moderna en la Sala Dalmau, la respuesta de la jovencísima nista, ahora debía serlo para la arquitectura moderna por la que apos-
vanguardia a la arquitectura oficial de la Exposición Internacional de 1929. taba Benet. En defensa de «la novísima arquitectura académica de Adolf
Florensa» Sacs propone un presente eterno, la esencia del clasicismo.
El último número de Gaseta de les Arts, del 14 de enero de 1930, quizá para En toda novedad descubría un peligro.
aplacar las quejas de la Asociación, que a pesar de ser patrocinadora de

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08 H A C I A LA F UN DA C I Ó N
D EL CO L EG I O

Aparte de las cuestiones culturales, la Asociación de Arquitectos tenía


la defensa de las atribuciones frente a otros profesionales y la cohesión
de «la clase» como motivos centrales de su existencia. Obtener del Estado
la obligatoriedad de la colegiación era el mecanismo para fortalecerse.
Ya en 1904, el III Congreso Nacional de Arquitectos celebrado en Madrid
se plantea el tema en una ponencia que prepara la Asociación de Cataluña,
concretamente Josep Torres i Argullol. En los próximos congresos la cues-
tión será recurrente. En 1915, en el sexto, en San Sebastián; en 1917, en el
séptimo, en Sevilla. En enero de 1918, la Sociedad Central de Arquitectos
tramita una petición al Ministerio de Gobernación y Fomento en la que so-
licita formalmente la colegiación obligatoria, y éste responde, displicente,
que el asunto no pertenece a su departamento. El año siguiente, el VIII
congreso nacional de arquitectos, en Zaragoza, acuerda presentar la solici-
tud a la Presidencia del Consejo de Ministros. En abril de 1922, el IX con-
greso nacional continúa con «solemnes» ratificaciones de la necesidad de
«la colegiación obligatoria como medida necesaria e indispensable para
la mayor prosperidad y prestigio de la clase» y con «atentas instancias»
recordando al Excelentísimo Presidente del Consejo de Ministros el interés
de que responda afirmativamente a la petición que se le había remitido
hacía cuatro años. «Las cosas de palacio van despacio». Peor aún, cuando
el 15 de octubre de 1923 su Majestad el rey responde, desestima la instan-
cia de la Sociedad Central de Arquitectos.

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Hizo falta que en 1928 se desmoronaran varios edificios en Madrid para que El Sr. Presidente dijo que se procedería a la lectura de un documento que había
la Administración nombrara una comisión con el objetivo de estudiar los recibido sin firma pero que teniendo en cuenta los conceptos que en él se conte-
problemas de la construcción, que en sus conclusiones señala, entre otras nían, creía oportuno dar cuenta de él a la Asamblea; dice así:
medidas, «como indispensable la colegiación forzosa de los arquitectos».
Distinguido compañero: el camino que sigue nuestra noble profesión, no es pre-
Ésta llega, al fin, con el Real Decreto del 27 de diciembre de 1929, que dispo- cisamente de rosas y los horizontes que desde el mismo se descubren, no tienen
nía «con carácter obligatorio para el ejercicio de la profesión de Arquitecto nada de halagüeños. El peor síntoma que anuncia el precario estado de la carrera
en España, a partir del 1 de marzo de 1930, además del título académico, de arquitecto, es la lucha desenfrenada de sus individuos para conseguir mejoras
hallarse incorporado en un Colegio de Arquitectos y pagar la contribución económicas particulares, y la más completa indiferencia ante las amputaciones
correspondiente». Con esta medida, además, se controlaba de manera más que constantemente se hacen a nuestros derechos.
eficaz la fiscalidad del trabajo de los arquitectos.
Propietarios, contratistas, aparejadores; Estado, Provincia, Municipio; todos,
Hasta entonces, sin colegiación obligatoria, la fuerza de la Asociación había de consuno y sin interrupción, con una rara unanimidad, maniobran para
sido reducida, y esta impotencia ocasionó sucesivas crisis. Una muy notoria hundir paulatinamente una profesión prestigiosa, noble y remuneradora. Pero
sucedió en 1927, a raíz del dictamen de unos ingenieros para el Ayuntamiento el mayor enemigo de la profesión radica, y no es exageración, en el arquitecto.
de Manresa, que consulta a la Asociación y finalmente recibe su visto bueno En el que vende su firma por un puñado de pesetas; en el que se limita a defender
para realizar el pago del informe. Este hecho provoca un encendido debate, los intereses de quien le paga, tenga o no razón; en el que da beligerancia a contra-
que se convierte en indignación. En la junta general del 29 de diciembre de tistas, mueblistas, jardineros, decoradores y demás que sin justo título invaden
1927, los 60 asistentes eligen a Jaume Torres Grau, que no estaba, como nuevo constantemente nuestras justas y legales atribuciones. En ellos !está el enemigo!
presidente. Nombrar para un cargo a alguien ausente siempre es un mal sín- Y si nosotros tiramos o permitimos que los demás tiren (es exactamente igual)
toma. Torres, al enterarse, dimitió de manera irrevocable, del mismo modo nuestro prestigio por el suelo; ¿por qué nos extrañamos que todo el mundo los
que el tesorero, el vicepresidente, Adolf Florensa —bibliotecario—, Pere Bena- pisotee? Tenemos una Asociación oficial y de utilidad pública, pero no privada,
vent y Bonaventura Bassegoda. Sólo Francesc Guàrdia i Vial, yerno y antiguo a la que sólo concurrimos los días en que debemos discutir o recriminarnos.
ayudante de Lluís Domènech i Montaner, permaneció como presidente en Tenemos un boletín en que aparecen noticias olvidadas de puro sabidas. Patroci-
funciones, y con este cargo tuvo que capear una tumultuosa junta extraordi- namos una revista redactada por críticos, pintores, escultores, músicos, jardine-
naria el 18 de enero de 1928. El libro de actas relata los hechos y transcribe ros, mueblistas, decoradores, etcétera. En la que de cuando en cuando un arquitec-
una curiosa carta, que se hace eco del malestar y está firmada por «muchos». to trata de arquitectura. Cada día somos más, pero no hemos podido constituir

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una mutualidad por falta de número. Hemos tenido juntas integradas por perso- Finalmente, el 31 de julio de 1930 se constituye el Colegio de Arquitectos de
nalidades y no hemos secundado ninguna de sus iniciativas; sus muchos aciertos, Barcelona, con capitalidad en esta ciudad y alcance territorial hasta «Lérida,
no los hemos visto; si creemos que en algún asunto no han interpretado nuestro Gerona, Barcelona, Tarragona, Huesca, Zaragoza, Teruel, Logroño y Balea-
particular punto de vista, hemos silbado estrepitosamente. res». El acto tuvo lugar «en el despacho de la primera autoridad civil de la
Verdaderamente, nuestro porvenir es lisonjero y nuestra vida social, ¡próspera! provincia», el Gobernador Civil. La autoridad gubernativa había previsto la
Hoy día, como digno remate de nuestra obra, la Asociación está en crisis; crisis constitución de una junta provisional presidida por el presidente de la Aso-
aguda; crisis de principios, crisis preagónica. ciación de Arquitectos de Cataluña, Don Manuel Vega i March, constando
¿Remedio? ¿Solución? ¿Panacea? como vocales los presidentes de las asociaciones de arquitectos de Aragón,
Caso de llegar a tiempo, es la colegiación. Baleares, Logroño y el presidente del Cuerpo de Arquitectos Municipales
¿Por qué no la tenemos? ¿Por qué la hemos pedido y no nos la han dado? de España. En el momento de reunirse, los convocados prefirieron consti-
!Qué importa!. tuir una mesa de edad, que quedó formada por Bonaventura Bassegoda,
Querer es poder. como presidente, y Ramon Paradell y Manuel Subiño, los más jóvenes, como
Nuestra digna actuación profesional no debe ser exclusivamente hija de un Real secretarios. En un mes el proyecto de estatutos queda terminado y el 30 de
Decreto agosto se aprueba en una junta con más de 70 asistentes. De los tres ponen-
Debe ser hija de nuestra voluntad. Nadie nos puede privar de ser dignos, entusias- tes, dos —Josep Torres Clavé y Manuel Subiño— firmarán el acta constitu-
tas, consecuentes, ecuánimes. yente del GATEPAC antes de dos meses. Podía ser la culminación de un pro-
Debe nombrarse nuestra junta uno de estos días. ceso, pero en realidad era el inicio. Un comienzo que no se pudo cerrar en
Prescindamos de nombres de representación, de edad, de simpatías. una primera etapa hasta el 13 de junio de 1931, fecha en la que se aprueban
Exijamos tan sólo la promesa formal y categórica y concreta, de conseguir oficial por decreto los «Estatutos para el Régimen y Gobierno de los Colegios de
o privadamente la Colegiación; y los que la presten obtendrán el voto unánime Arquitectos», ya con la República. Los estatutos establecían la obligatorie-
de los Asociados. Barcelona, el 10 de enero 1928. Muchos. dad de colegiación para poder ejercer la profesión, y al mismo tiempo reco-
gían el viejo ideario de afirmación del cuerpo: «el fomento y progreso de las
Al reclamar la colegiación, estos «muchos» asociados estaban firmando, artes y de las ciencias relacionadas con la Arquitectura», «mantener la armo-
sin saberlo, el acta de defunción de su entidad, pues si entonces pasaba nía y fraternidad entre los colegiados», «defender los derechos y las apro-
por una mala época, todavía la pasaría peor durante la cohabitación con piadas inmunidades de los colegiados». Pero junto con el viejo espíritu se
el Colegio entre 1930 y 1936. introducía una normativa que pretendía reglamentar el marco contractual

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y el régimen económico del trabajo de los arquitectos. La hoja de encargo y Ríos, delimita el que por muchos años fue el ámbito territorial del Colegio
el cumplimiento de la normativa en proyectos y obras fueron las principales en Cataluña y las Islas Baleares.
novedades en relación con el primer punto. Respecto al segundo, la tarea
era doble, por una parte proteger al colegiado: «controlar y cobrar las minu- Otro factor podía ser la edad y la ideología de los directivos de la Asociación,
tas de honorarios […] a tenor de la recta aplicación de las tarifas oficiales», que todavía pertenecían a la generación noucentista, que había perpetuado
y por otra fiscalizar el trabajo en nombre de la Hacienda Pública: «satisfacer su hegemonía en el seno de la institución, favoreciendo la defensa de una
a la hacienda el importe total de las contribuciones industriales de todos manera anticuada de entender la profesión. La declaración de la Asociación
los colegiados ejercientes en el territorio de su jurisdicción y los impuestos frente a la quema de conventos desatada por el advenimiento de la República
de utilidades correspondientes a los mismos». Para llevar a cabo este cometi- tiene un tono muy parecido a la realizada con motivo de la Semana Trágica,
do la nueva institución debía dotarse económicamente, imponiendo «a casi veinticinco años antes. Un posicionamiento que se radicalizará en 1932,
todos los colegiados una cuota de entrada o incorporación y otra mensual cuando el Gobierno de la República disuelva la Compañía de Jesús. Además,
uniforme, además de un tanto por ciento que no podrá exceder del dos por para acabar de complicar el escenario, la política entra en juego. El decreto
ciento autorizado por el Real Decreto de creación, sobre el importe de los de los colegios profesionales había sido promulgado por la Dictadura, pero
honorarios». El Colegio adopta una estructura más burocratizada que la de se había puesto en marcha durante la República, que, al aprobar el Estatuto
la Asociación, creando las juntas de gobierno, compuestas por el decano de Cataluña en septiembre de 1932, sitúa el problema en unas nuevas coor-
presidente, trece vocales, un tesorero, un secretario y un bibliotecario, que denadas. ¿Quién era el interlocutor válido en la organización de la vida pro-
debían reunirse una vez al mes con asistencia obligatoria de los miembros. fesional, Madrid o Cataluña? La Asociación quiso acercarse al Gobierno de
la Generalitat con un serie de iniciativas en las que el catalanismo estaba
A primera vista resulta extraño que la vieja institución, la Asociación de bien patente: la Exposición de arquitectura escolar de Cataluña, los dos con-
Arquitectos de Cataluña, no absorbiera la nueva, el Colegio de Arquitectos gresos de arquitectos de lengua catalana y la publicación de la revista Arqui-
de Barcelona, pero lo cierto es que había demasiados factores en contra. tectura i Urbanisme en catalán son los ejemplos. Pero el Colegio no tomó
Uno, el más evidente, era de naturaleza administrativa-geográfica. El de- este camino tan decididamente.
creto de constitución de los colegios de arquitectos dividía la geografía
española a su manera, sin tener en cuenta el funcionamiento real del país, Al cúmulo de contradicciones presentes en el momento fundacional del
y el ámbito del de Barcelona no era estrictamente catalán, ya que abarcaba Colegio sería necesario añadir la posición de los sectores más jóvenes,
lugares tan lejanos como Logroño o Teruel. Finalmente, el 28 de marzo que creían que sólo se podía modernizar la profesión eliminando el senti-
de 1933, el Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Fernando de los mentalismo historicista que representaba la Asociación. En este contexto

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destaca la aparición, por primera vez en Cataluña, de un grupo restringido
de arquitectos de tendencia, con local y revista propios: el GATCPAC.

Mientras convivieron, Asociación y Colegio compitieron por tener la auto-


ridad moral en la representación de los arquitectos. De modo que, poco
después de la aprobación de los estatutos del Colegio, en el verano de 1930,
el presidente de la Asociación de Arquitectos de Cataluña, Manuel Vega i
March, envió una carta a los socios que inicia un debate que sólo acabaría
con el estallido de la guerra. Lo que estaba en cuestión era la existencia
simultánea de ambas instituciones y sus funciones. Una posibilidad era
que fueran independientes. Otra, que aunque existieran ambas, se dedica-
sen a tareas diferentes, el Colegio a las estrictamente administrativas y
la Asociación a las culturales. La tercera opción conducía a la unificación
y a la consiguiente disolución de la Asociación.

El 3 de julio de 1931 se celebró la junta general extraordinaria del Colegio


para proceder a «su definitiva constitución y al nombramiento de su junta
de gobierno». Las votaciones muestran que los más votados fueron el en-
tonces presidente de la Asociación, Ricard Giralt i Casadesús, que obtuvo
48 votos, frente a los 33 de Manuel Vega i March, su antecesor en el cargo.
No deja de ser sorprendente que en medio de todo el revuelo descrito, los
arquitectos más votados para decanos del Colegio fueran personas signifi-
cativas de la Asociación. El tiempo de la cohabitación empieza formalmen-
te con esta junta.

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09
TI E M PO
D E CO H A B I TA C I Ó N

Con la creación del Colegio, la Asociación entendió que sólo podía sobre-
vivir si se mantenía como referente cultural, ya que todo el mundo estaba
de acuerdo en que la tarea de la nueva institución tenía que ser organiza-
tiva, burocrática y de defensa del estatus profesional.

El primer obstáculo que ambas entidades tenían que superar era la finan-
ciación. La Asociación, al ser voluntaria, solamente podía contar con las
cuotas de sus miembros. El Colegio, en cambio, era de afiliación obligato-
ria, cobraba cuotas de ingreso y un porcentaje de los honorarios del trabajo
profesional, que la junta del 31 de octubre de 1931 decidió establecer en el
dos por ciento, de acuerdo con el decreto-ley de creación de los colegios.
La medida causó la primera crisis de la institución, que se materializó en
la dimisión de la junta directiva, el 18 de diciembre de 1931. La intervención
del decano, Ricard Giralt Casadesús, resume bien el ambiente de la junta
general: «Aceptamos nuestros cargos, porque confiábamos en que todos los
compañeros sentirían entusiasmo por el Colegio y de todos obtendríamos,
cuando menos, el apoyo moral, pero puesto que en las asambleas celebra-
das se manifiestan claramente dos tendencias completamente opuestas:
una partidaria del Colegio, y otra que acepta el Colegio forzosamente y aún
manifiesta querer modificar los estatutos, no nos consideramos con auto-
ridad suficiente para continuar en nuestros cargos». El 21 de diciembre, en
una reunión de urgencia, la junta de gobierno nombra decano interino a

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Josep Puig i Cadafalch, seguramente el colegiado en ejercicio de más edad, Su acción la conocemos por el Boletín que publica. Un modesto pliego de
mientras se convocaban unas nuevas elecciones. Cèsar Martinell las gana pequeño formato sin ilustraciones en el que se recogían escuetamente las
como candidato de una junta de unidad en la que el joven Josep Torres Clavé noticias de la entidad. A pesar de que el editorial del primer número, de
era vicesecretario. marzo de 1932, fijaba unos quiméricos «propósitos», que nunca se cum-
plieron: «Muchos, y todos ellos encaminados a hacer de estas páginas algo
Simultáneamente, la Asociación tenía problemas similares, en este caso vibrante que además de informar de la vida del Colegio, desvelen en cada
motivados por la sangría de socios. Para frenarla, el 30 de enero de 1932, la colegiado sugerencias y dinamismos por el bien de la clase. Para cualquiera
junta llegó a un acuerdo para reducir la cuota a la mitad, de diez a cinco que lo reciba con interés y lo coleccione cuidadosamente».
pesetas mensuales, y compensar esta pérdida de ingresos arrendando al
Colegio por quinientas pesetas mensuales los locales de la Asociación, que Como había sido habitual en las actuaciones de la Asociación, el Colegio
aquél había ocupado de facto. trató las incompatibilidades, el intrusismo y las fricciones entre profe-
sionales. Se personó en «el asunto de los aparejadores», suscitado por el
Todo hacía pensar que el potencial de recaudación del Colegio le permi- «proyecto de ley sobre nuevas atribuciones de los aparejadores», hizo de
tiría generar actividades y hacerse visible con fuerza en la sociedad civil, árbitro en la larga disputa entre el señor Martino, arquitecto municipal
pero no fue así. Las tareas burocráticas que debía cubrir le obligaban de Sitges, y el GATCPAC, por el cobro de los honorarios de un proyecto de
a dotarse de personal, lo que agotaba casi la totalidad de los ingresos. escuela, e hizo valer los derechos del colectivo al solicitar la convocatoria
Parecían ricos, pero eran pobres. Quizá por eso o quizá porque el espacio de concursos públicos: «Teniendo noticia este Colegio de que en fecha
cultural estaba cubierto por la Asociación en cuanto a los colegiados próxima el Ayuntamiento de Barcelona deberá construir el aeropuerto y
de mayor edad, y respecto a las generaciones más jóvenes mediante la varios grupos escolares, se acordó dirigirse a tal corporación solicitando
revista AC y la actividad del GATCPAC, el Colegio únicamente se dedicó que se abra un concurso de proyectos, entre arquitectos, para llevar a
a los problemas profesionales. cabo tales construcciones».

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Adolf Florensa y Josep Goday: Josep Lluís Sert: Casa de renta
Fomento del Trabajo Nacional. Barcelona, 1931. en la calle de Muntaner. Barcelona, 1930.

Mientras tanto, la Asociación de Arquitectos de Cataluña, a pesar de su dencias del panorama arquitectónico en Cataluña, desde las tendencias
falta de recursos económicos, supo dar más presencia pública a su gestión. academicistas de Cendoya, Goday o Florensa, pasando por las cercanas
Alexandre Soler i March en el discurso anual, al pasar revista a las inicia- al art decó de Argilés, Benavent o Reventós, hasta las más modernas de
tivas que querían llevar a cabo en 1931, agradece expresamente el impulso Ramon Puig Gairalt o del GATEPAC. Como máximos exponentes de las tres
de Giralt, Mestres, Miró y Ramon Puig Gairalt, «que venían con una ansie- tendencias encontraríamos el edificio de «Fomento del Trabajo Nacional»
dad de iniciativas que iban desenredando de forma atropellada y acelerada: de Goday y Florensa, el «rascacielos» del Hospitalet de Llobregat de
intervendríamos en las corporaciones políticas, administrativas y culturales; Ramon Puig Gairalt y la propuesta de urbanización de la avenida 14 de
haríamos una campaña constante en la prensa diaria o especializada sobre abril —la Diagonal— del GATCPAC. Entremedio, chalés modernos o
asuntos arquitectónicos, sociales, urbanísticos, de saneamiento, de crítica noucentistes, hoteles y casas de alquiler, modernas o de art decó; el traba-
y otros; fundaríamos una revista, daríamos conferencias, emprenderíamos jo habitual de los arquitectos de Cataluña.
viajes colectivos, asistiríamos a congresos, etcétera». Un ideario que en
cierta medida llegó a materializarse. Con el material expuesto, la Asociación quería otorgarse, desde un posi-
cionamiento ecléctico, la representación cultural de los arquitectos catala-
Cuando el Colegio todavía estaba dando los primeros pasos y no se había nes. Con esta voluntad se escoge a Adolf Florensa y Josep Lluís Sert como
elegido a su primer decano, la Asociación organizó la Exposició d'Arquitectura portavoces de dos maneras contrapuestas de entender la arquitectura.
en la Sala Parés de Barcelona. Concurrieron 25 arquitectos y el GATEPAC El mismo Florensa reconocía en su conferencia que «siendo ésta una expo-
en bloque. Se expusieron más de un centenar de obras, «ya sea en pro- sición de carácter general en la que hay un poco de todo y teniendo en
yecto, ya en fotografías y, sobre todo, una gran cantidad de maquetas». cuenta que el compañero Sert expondrá los principios de la nueva arquitec-
Quería ser la primera de una serie que periódicamente diera a conocer al tura, yo hablaré en nombre de aquellos que todavía no han abandonado
público en general «los trabajos llevados a cabo por nuestros arquitectos». la arquitectura de inspiración clásica, o como si dijéramos, como represen-
La arquitectura expuesta era una buena muestra de la diversidad de ten- tante de los arquitectos pasados de moda».

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Selección de los proyectos presentados en la Exposició d’Arquitectura
de la Sala Parés de Barcelona, 1931.

Joan Carles Cardenal: Proyecto de Hospital General, ca. 1931. Ramon Puig Gairalt: Nicolau Maria Rubió i Tudurí: «Iberia», 1931.
«Rascacielos de L’Hospitalet», 1927.

Manuel Cases i Lamolla: Proyecto de chalé en Caldetas, ca. 1931. Josep Rodríguez Lloveras: Chalé en la Costa Brava, ca. 1931.

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Al leerla hoy, la alocución de Florensa tiene más interés por la explicación Arquitectura i Urbanisme, la recensión de la conferencia, redactada por
de los orígenes del noucentisme que por la estereotipada defensa del clasi- un autor anónimo, recogía que el señor Sert consideró que «entre todo
cismo. «Los resultados del arte modernista fueron muy tristes, sobre todo aquello que se denomina moderno, mucho pasará, por suerte, pero eso no
en Cataluña, pues aquellas tonterías arquitectónicas resultantes causaron justifica que tengamos que aferrarnos al pasado, ni que en la Escuela de
y todavía causan hoy, una gran vergüenza. Barcelona adquirió una fama Arquitectura no se enseñe a proyectar una casa económica y, en cambio,
mundial de mal gusto. Pasada la llamarada nos llegó a todos un gran remor- se proyecten palacios y catedrales».
dimiento, buscando la salvación en el uso de las formas clásicas. Este escar-
miento ha sido la causa principal que ha hecho que todos estuviéramos poco Si con la exposición y las conferencias la Asociación quería constituirse
dispuestos a entrar en nuevas aventuras, siendo los jóvenes que no habían en el eje cultural de los arquitectos catalanes, con la convocatoria del Pri-
conocido aquella racha vergonzosa, los que se han incorporado sin reservas mer Congreso de Arquitectos de lengua catalana, el objetivo se fortaleció.
en el nuevo movimiento».
En un año de cambios, los organizadores del congreso pretendían estable-
La del joven Josep Lluís Sert —titulado hacía tan sólo dos años y que ya cer vínculos no sólo dentro de la profesión, sino sobre todo implicar a
había pasado por el aprendizaje en el despacho de Le Corbusier en la Rue las instituciones de gobierno: la Generalitat y el Ayuntamiento de Barce-
de Sevres, 35— resumía las tesis de Vers une architecture, enumerando los lona. Los temas objeto de estudio se enunciaban desde la política, con
cinco puntos de la nueva arquitectura. La «machine à vivre», el uso del el propósito de «establecer los fundamentos de las leyes que deberán
hierro y del hormigón armado «para armazones» adquirían la fuerza, no regular el urbanismo y la habitación en la Cataluña autónoma». De modo
de formas definidoras de «una moda como la de 1900 y 1925», sino de coro- que en el momento de presentar el congreso, en diciembre de 1931, se
larios «del cambio profundo que se operaba en nuestra época con el trans- hablaba de «política urbanística» y no de urbanismo, de «política sanita-
atlántico, el avión, el automóvil». En la nueva revista de la Asociación: ria» y no de hospitales, de «política social» y no de vivienda obrera, de

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«política pedagógica» y no de edificaciones escolares, y la «política mu-
nicipal» se centraba en las relaciones entre los municipios y los arquitec-
tos. La Asociación nunca antes se había comprometido tan explícitamente
asumiendo que la arquitectura pública era una rama de la política. El
posterior desarrollo del congreso desdibujó la discusión sobre política
pedagógica acercándola a cuestiones más disciplinarias, que trataban,
sobre todo, de los edificios escolares y de la enseñanza de la arquitectura.

La modernidad del congreso reside en la voluntad de incardinar la profe-


sión con el poder político, interviniendo en sus decisiones. Por ejemplo,
al recomendar la planificación global del territorio, al fortalecer la autori-
dad del plan en detrimento de las decisiones particulares, tanto privadas
como públicas, y al introducir el concepto de zonificación como base del
estatuto urbanístico: el verde, el tráfico, la vivienda, la industria y la mine-
ría, el agua, la protección artística, arqueológica, monumental y sanitaria.

En la clausura de los actos, el pleno acordó celebrar un segundo congreso


en 1933, en la ciudad de Tarragona, que no tuvo lugar hasta octubre de 1935,
bajo la presidencia del casi octogenario Bonaventura Bassegoda Amigó.
Este tuvo un cariz más conservador que el primero, no sólo por las visitas
Cartel de Ramon Argilés. a Poblet y Santes Creus, sino también por el ambiente general.

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Primer Congreso de Arquitectos de lengua catalana, 1932. Segundo Congreso de Arquitectos de lengua catalana, 1935.

El tiempo político y el de la Asociación habían sufrido una involución. ma nacional» y que tenga por finalidad «sanear los barrios insalubres de
Bonaventura Bassegoda Musté, en la ponencia titulada «La tradición arqui- las ciudades catalanas y construir casas para los obreros».
tectónica y el progreso de la técnica», no se aleja demasiado de la que su
antepasado Joaquim presentó en el congreso nacional de 1888. En el sexto El congreso también fue la ocasión para ratificar las «bases en las que
tema: «el urbanismo en relación con los monumentos arqueológicos e his- podría inspirarse la intervención de la Generalitat en la ordenación de la
tórico-artísticos», el arquitecto Climent Maynés, al prever la apertura de la profesión de arquitecto en Cataluña», o dicho en palabras más directas,
Vía Transversal por delante de la catedral de Barcelona, «dejando el templo la fusión entre la Asociación y el Colegio. Los ponentes eran los directivos
visible», presenta un proposición que, con mentalidad historicista, solicita de ambas entidades. Justo el año anterior sus relaciones se habían entur-
el control del estilo, ya que «si una ordenanza no lo impide, se construirán biado. El precio del alquiler del local y algunas alusiones de la Asociación
edificios de estilo y características modernas, que romperán la armonía contra el Colegio habían generado tensión. Las conclusiones del congreso
de conjunto que actualmente existe entre las construcciones que rodean el anunciaban no sólo la reconciliación sino también la fusión sine díe:
templo». En medio de este marco retrógrado hay algunas excepciones, como «Las entidades profesionales de arquitectos existentes en nuestra tierra
las conclusiones del tercer tema «política de la habitación» que solicitan a se fusionarán en un único organismo rector, con la denominación de
la Generalitat que considere «el problema de la habitación como un proble- “Asociación de Arquitectos de Cataluña-Colegio oficial”».

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La sede de la Asociación de Arquitectos
en el n. 563 de la Gran via de les Corts Catalanes

Acogida primero en el domicilio de los Arquitectos, porque en su tarde, se


presidentes y después en la Escuela de celebró en esta casa la primera Junta
Arquitectura instalada en la Universidad General, de la que se levantó acta, y en
Literaria, la Asociación no tuvo un local ella se consigna y consta el recuerdo
propio hasta finales del siglo XIX, cuando de cariño, admiración y agradecimiento
alquiló unas dependencias en la calle dedicado a nuestro inolvidable Buena-
de Santa Anna, núm. 25. Gracias al lega- ventura Pollés por la generosa dádiva
do del arquitecto Bonaventura Pollés, de esta finca, que significa algo muy
en 1919 la institución se convirtió en pro- trascendental en la vida de nuestra
pietaria de un inmueble en la Gran Via. corporación [...] difícil es la situacíón
Ésta fue la sede tanto de la Asociación financiera por la que atraviesa esta
como del Colegio hasta el año 1962. Asociación; las obras que tan magistral-
mente ha proyectado y dirigido nuestro
La memoria presidencial de Francesc querido compañero Don Eusebio Bona,
de Paula del Villar, leída el 31 de enero para hospedar dignamente en esta
de 1921, recoge el estado de ánimo casa a la corporación de arquitectos de
del colectivo en el acto de inauguración Cataluña, han sufrido en su ejecución
de la nueva sede: las consecuencias del estado anárquico
que reina en nuestro país y que se tra-
«La fecha del 22 de diciembre próximo duce en producto negativo en el trabajo
pasado debe ser recordada siempre con de todos los ramos y oficios que inte-
entusiasmo por todos los compañeros gran la construcción y la decoración».

Bonaventura Pollés: Edificio de


viviendas. Calle Cortes 563, Barcelona.
Reformado para la Sede de la
Planta del local de la Asociación de Arquitectos de Cataluña Asociación de Arquitectos de Cataluña
en la calle de Santa Anna 25, Barcelona. por Eusebi Bona en 1919.

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10 ARQUITECTURA
I URB A N I S ME

Desde su creación, la Asociación de Arquitectos de Cataluña tuvo el conven-


cimiento de que las publicaciones eran su carta de presentación y, al mismo
tiempo, el medio de difusión de su ideario. Con la fundación del Colegio
en 1931 había que hacerse más visible que nunca. Para conseguirlo, la Junta
de la Asociación encargó a una comisión la tarea de confeccionar una nueva
revista, específicamente de Arquitectura, ya que la experiencia de Gaseta
de les Arts no había sido satisfactoria. A pesar de ello, y desde una perspec-
tiva histórica, la Gaseta de Marius Gifreda sirvió de puente entre la Gaseta
de Folch i Torres, revista exclusivamente dedicada al arte, tanto antiguo
como moderno, y Mirador. Setmanari de literatura, art i política, un noticia-
rio cosmopolita que por primera vez se hacía eco de la actualidad cultural,
incluyendo además de las artes plásticas, la literatura, la música, el teatro,
el music hall, el circo o el cinema.

Bajo la dirección de Ramon Puig Gairalt aparecerán los primeros cuatro


números de Arquitectura i Urbanisme. El título pretendía dar a la nueva
publicación un aspecto más moderno que el de la revista de la Sociedad
Central de Arquitectos: Arquitectura. Pero la modernidad que proponía no
quería comprometerse con ninguna tendencia. Así lo demuestran las por-
tadas cuya composición se basaba en un collage capaz de reunir arquitec-
turas diversas. El primer número, de octubre de 1931, recuerda el primero
de AC, que hacía seis meses que había salido, pero carece de la radicalidad

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de aquél. Mientras en Arquitectura i Urbanisme los edificios, ya sean más lo viejo y lo nuevo. Después del éxito de aquella exposición, la Asociación
o menos modernos o vanguardistas, conviven con la obra académica y organizó a finales de mayo de 1933 otra dedicada a la arquitectura escolar en
noucentista, en AC lo moderno aparece en escena expulsando a lo clásico. Cataluña, que se montó en el subterráneo de la plaza de Catalunya, delan-
te del Hotel Colón. La Asociación había conseguido un espacio central de
El mismo año 1931, desde finales de mayo hasta principios de junio, el viaje exhibición en Barcelona. Además, la muestra fue inaugurada por el Presi-
colectivo organizado por la Asociación al XIII Congreso Internacional de la dente Francesc Macià y por el alcalde de la ciudad, Josep Aiguader. El cuarto
Habitación y del Urbanismo, celebrado en Berlín, refleja el afán por ponerse número de la revista, de octubre de 1933, no sólo publicó los proyectos
al día, asistiendo a los acontecimientos internacionales de más renombre. expuestos, sino también la polémica suscitada a raíz de las críticas de AC a
La crónica del viaje, redactada por Ramon Puig Gairalt y Jaume Mestres, los grupos escolares de Josep Goday.
y las fotografías tomadas por el mismo Puig Gairalt nos muestran al grupo
visitando la experiencia berlinesa de las Siedlungen. «Al regresar del viaje El interés por las escuelas no era casual; la República había señalado la edu-
a la capital de Alemania hemos sentido el verdadero deseo de suscitar en cación como uno de los objetivos prioritarios de su política. Y así lo inter-
nosotros, arquitectos catalanes, aquel sentido de colectividad que ha de pretó el GATEPAC, que inauguró el mes de diciembre de 1932 una exposición
permitir la orientación de la gran tarea de la obra pública que se ha de llevar alternativa a la del ministerio en Madrid, que se pudo ver también en Barce-
a cabo en nuestra tierra.» lona en enero de 1933, en la Escuela Normal de la Generalitat. En 200 foto-
grafías y planos de escuelas, reunidos por los arquitectos Moser y Steiger, se
Con la perspectiva del tiempo, los cuatro números de la primera época de mostraban los más recientes edificios escolares del panorama internacional.
Arquitectura i Urbanisme son los más interesantes, ya que ofrecen una buena El número 9 de AC, del primer trimestre de 1933, recogía algunos de los pro-
crónica de las diversas corrientes de la arquitectura catalana del momento. yectos expuestos, junto con otros de arquitectos españoles. En el momento
Así, la noticia de la Exposición de Arquitectura en la Sala Parés (1931) y de ejemplificar lo que no debía ser una escuela moderna, el redactor de AC
de las conferencias que la acompañaron permitió percibir el conflicto entre no duda en escoger el grupo escolar Lluís Vives del Ayuntamiento de Barce-

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lona, obra del arquitecto Josep Goday. La crítica se esforzaba en demostrar
que aquella escuela no resolvía las necesidades de la enseñanza moderna.
Perdía espacio de aulas en beneficio de los pasillos. Daba diferentes orien-
taciones a las aulas. No buscaba el estándar mínimo. No tenía espacios
plurifuncionales. No relacionaba directamente las aulas con el exterior, ni
sustituía la cubierta inclinada por terrazas. Lo que pretendía el GATCPAC
era poner de manifiesto que los grupos escolares del Ayuntamiento de Bar-
celona se materializaban con una arquitectura caduca y que la nueva polí-
tica educativa sólo se podría llevar a cabo con una nueva arquitectura y con
nuevos arquitectos. Goday, junto con Torres Grau y Florensa, defensores de
«la composición de las plantas según ejes de simetría, la preocupación
por la monumentalidad, las alturas excesivas, etc.», eran los factótums de
la Asociación y los arquitectos que habían ejecutado con más claridad el
proyecto noucentista. Los jóvenes sabían muy bien a quien atacar. La Asocia-
ción había destacado el último proyecto de grupo escolar de Goday, el Cole-
gio Collaso i Gil, publicándolo en la cubierta del número 2 de Arquitectura
i Urbanisme, presentándolo, pues, como ejemplar. Un edificio que había
perdido los órdenes, pero no el orden, y que tenía como modelos no la arqui-
tectura holandesa, ni la de Wright, sino el Ayuntamiento de Estocolmo de
Ragnar Östberg, el último representante del romanticismo nórdico.

Goday, dándose por aludido y con toda seguridad ofendido, respondió desde
las páginas de Arquitectura i Urbanisme ratificando su obra. Justificaba el

135
Arquitectura i Urbanisme, 1934-1936.

papel de los espacios de circulación y los vestíbulos porque organizan y El número 4 fue el canto del cisne de una tentativa de dar cabida a tendencias
humanizan las relaciones: «Una población escolar de un millar de alumnos diversas en las páginas de una misma revista. El rumbo conservador de la
exige un amplio vestíbulo de ingreso para guarecer a los niños, tanto a la Asociación iba a afectar a la revista tanto en la forma como en los conteni-
entrada como a la salida de la escuela, así como tampoco las madres de los dos. En la primera época, época de aventuras, la revista salía irregularmente,
pequeños deben esperarlos al aire libre los días lluviosos de invierno y en cuatro números en tres años. En la segunda, de 1934 a 1936, la periodicidad
los calurosos de verano». Adoptando un papel que no le correspondía, fue lo único estricto, cuatro números al año. Comenzar la segunda época con
Goday pasa de la defensa al ataque haciendo suyas las críticas del realismo un número uno, otra vez, demostraba la intención de olvidar la experiencia
socialista a la arquitectura moderna, por burguesa y deshumanizada, anterior. A pesar del formato mayor, el aspecto de la revista era más anodino.
propagadas a raíz del concurso del Palacio de los Soviets en Moscú, y que En la portada, la tipografía había desplazado a la imagen. Era la manera de
resumía de una noticia aparecida en la revista Formes: «El funcionalismo del neutralizar un contenido que retomaba las viejas inercias de los antiguos
Estilo Internacional, a causa de su devoción a la técnica, no expresa más que anuarios. Pero en los años treinta, los temas históricos, tratados con un ro-
el ideal del capitalismo, que esclaviza el individuo a la máquina». Asumien- manticismo trasnochado, devenían extemporáneos. Junto con ellos, unas po-
do la ideología estalinista, una artillería excesiva para un arquitecto prác- cas cuestiones profesionales acaban llenando el grueso de la revista, relegan-
tico, Goday ataca al GATCPAC no sólo como moda formal sino como expre- do la actualidad a las últimas páginas, que se maquetan como un noticiario
sión del esnobismo burgués: «Yo, que he sentido una profunda admiración donde nada sobresale. Una manera de hacer creer que la institución estaba
por el talento y el esfuerzo de acometida de este grupo de compañeros, al margen de cualquier compromiso, tal como querían aparentar los discur-
como necesario para nuestra renovación, leyendo sus escritos, admirando sos anuales de Amadeu Llopart, presidente de la Asociación entre 1933 y 1935.
sus proyectos y asistiendo a las conferencias de sus líderes en las que se Tan sólo apariencia, ya que el supuestamente neutral Llopart interpretó,
reprobaba el arte putrefacto de nuestras generaciones burguesas, alabando desde el bando de la derecha, todos los papeles de la aleluya: catedrático de
su arte como un puro representante de la futura sociedad colectivista, me Topografía en la Escuela de Arquitectura en 1918, concejal del Ayuntamiento
he sentido decepcionado al observar que críticos de altos vuelos consideran de Barcelona por la Lliga en 1931, militante de Falange en 1937, fugaz decano
este nuevo arte como exponente y expresión del materialismo burgués». del Colegio y director de la Escuela entre 1953 y 1960.

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DE SE Ñ OR I T OS A CO M PA ÑE R O S:
E L S I NDI C AT O
DE A RQ U I T EC T O S
DE C ATA L U ÑA

El 31 de julio de 1936, poco después de la sublevación militar contra la


República, se reunieron en los locales de la UGT —en el incautado Cír-
culo Ecuestre del paseo de Gràcia 38— un grupo de arquitectos y algunos
estudiantes de arquitectura para constituir el Sindicato de Arquitectos
de Cataluña (SAC). A la reunión asistieron Josep Lluís Sert (título 1929),
Joan Larrosa, Joan Capdevila (1933), Enric Vilanova (1932), Pere Alapont
(1942), Josep Maria Liesa (1933), Josep Pellicer (1932), Josep Torres Clavé
(1929) y Antoni Bonet Castellana (1945). Cuatro días después, el 3 de
agosto, el grupo se amplió con Pere Pi Calleja (1933), Joan Pujol (1932),
Esteve Marco (1933), Joan Cullell (1941), Francesc Ubach (1934), Josep
Odena (1935), Francesc Detrell y Pere Ricart (1936). En la reunión se
acordó pedir permiso al Comité local de la UGT para incautar el Colegio
Oficial de Arquitectos de Cataluña y Baleares y la Asociación de Arqui-
tectos de Cataluña, y dirigir las correspondientes comunicaciones a
los honorables Presidente de la Generalitat de Cataluña y Consejero de
Gobernación. A las seis y media del mismo día, la comitiva formada por
Sert, Larrosa, Capdevila, Vilanova, Alapont, Liesa, Pellicer y Torres se
presentó en la Gran via de les Corts Catalanes 563, sede de la Asociación
y del Colegio, y procedió a la incautación de ambas entidades con sus
bienes muebles e inmuebles.

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El ritmo de reuniones del comité del SAC fue frenético. Del 31 de julio del
36 al 30 de noviembre del 37, fecha de la última, se levantaron 146 actas. Una
reunión cada tres días. El 4 de agosto el comité se estructuró en diferentes
áreas, siendo elegidos para el secretariado general a Sert y Larrosa, pese
a que el primero no estaba presente ni volvería a estarlo nunca más, ya que
se autoexilió a Francia por temor a las posibles represalias de la FAI por
su condición de noble. El día siguiente, los «señores» del comité, como se
nombraba aún en el acta a los arquitectos presentes en la reunión, recibie-
ron a la comisión técnica del Sindicato de la Construcción (sección albañiles
y peones) de la CNT, la potente rama de la Confederación, que, con sede
en la calle de Mercaders del barrio Chino, había tenido un papel clave en el
asalto al cuartel de Atarazanas donde murió Francisco Ascaso, uno de los
líderes cenetistas. La visita tuvo una repercusión formal: los arquitectos
pasaron de «señores» a «compañeros», y otra organizativa: el SAC dejó de
depender únicamente de la UGT y se vinculó también a la CNT. A la hora
de afiliarse al SAC, los arquitectos debían decidir a cuál de los dos sindica-
tos se apuntaban. En aquel momento las filas del SAC ya se habían incre-
mentado con la entrada de Sebastià Bonet, Francesc Adell, Josep Comas,
Antoni Ferrater, Marian Lassió, Sixte Illescas, Joan Bla y Joan Baptista
Subirana. Este último, afiliado a la CNT, ayudó a establecer el enlace entre
el SAC y el sindicato anarquista.

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Escrito mecanografiado con correcciones del discurso-memoria
de la actividad del comité, leído por Josep Torres Clavé
en la Asamblea General del SAC el 12 de diciembre de 1936.

El 8 de agosto el comité aprobó un documento de siete puntos que explicaba


sus objetivos y que se publicó en el número 13 de Arquitectura i Urbanisme
del mes de agosto. Este número, preparado antes del estallido del 19 de julio,
llevaba aún el pie de la Asociación, pero con una sobreimpresión en tinta
roja: «incautada por el Sindicato de Arquitectos de Cataluña». El ideario del
SAC reflejaba las características generales de cualquier sindicato de clase:
defensa de los intereses de sus afiliados, llamados «trabajadores de la cons-
trucción», y solidaridad con las otras organizaciones obreras, tanto nacio-
nales como internacionales.

El 12 de diciembre de 1936, el comité convocó a la junta general, supuesta-


mente para informar de sus actividades a la base sindical, aunque la inten-
ción de fondo más bien debió de ser la de pasar revista a la vieja «clase».
Asistieron 83 arquitectos, algunos por convencimiento, otros por miedo o
por curiosidad. En cuanto miembros del comité estaban: Torres, Bofill,
Liesa, Pellicer, Subirana, Pi Calleja y Alapont. La asamblea empezó a las
doce y media con una larga intervención de Josep Torres Clavé, alargándose
hasta las ocho y media de la tarde. Torres comenzó su discurso justifican-
do la actuación del comité como necesaria para afrontar el tiempo presente:
«Era necesario, para sobrevivir, cambiar rápidamente el concepto que
todos, profesionales y no profesionales, teníamos del arquitecto», si no
«nos exponíamos a ser eliminados de la nueva estructura de la sociedad».

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Nacido en circunstancias excepcionales, el SAC unifica de golpe el Cole- Una estructura conceptualmente bien construida, pero que llevada a la
gio y la Asociación en un ente nuevo, que asumirá tareas nuevas. En la praxis suponía la disolución del cuerpo de arquitectos en el conjunto de las
vertiente organizativa, arrogándose el papel de dador de trabajo, ya que fuerzas productivas del sector de la construcción. El acta de constitución
él mismo lo había de recibir de las organizaciones constituidas en el del Consejo de Industria (diciembre de 1936) situaba al representante de la
proceso de colectivización, como el Agrupamiento Colectivo de la Cons- Sección de Arquitectos, Joan Baptista Subirana, entre diecinueve represen-
trucción, de Barcelona. El proceso era «racionalizador» y basado en una tantes de otras secciones; en resumen, un cinco por ciento del organismo.
voluntad igualitaria: «un Arquitecto —continúa diciendo Torres en su
informe— es un trabajador como cualquier otro que vive de su trabajo En este contexto sorprenden algunos aspectos extemporáneos de la teoriza-
y, por tanto, no es justo que mientras unos pueden vivir holgadamente, ción de Torres en torno a «la misión social del arquitecto», publicada en el
debido a la suerte o a su mayor habilidad para procurarse el trabajo, número 14 de Arquitectura i Urbanisme de octubre de 1936. Junto con la defini-
otros menos afortunados se han de ver privados del trabajo indispensa- ción del arquitecto como técnico-arquitecto colaborador «franco, decidido,
ble para vivir dignamente. Hay que acabar con los favoritismos. Cada incondicional» de la nueva estructura social, que lo libera de su antiguo
Arquitecto tiene derecho y se merece el puesto que por su capacidad y estatuto «de hombre servil, esclavo, más que cualquier otro técnico, de una
preparación le corresponda». sociedad en período de descomposición del capitalismo inculto», pervive
la idea del antiguo arquitecto-artista: «técnico libre al servicio de las pro-
La memoria de las actividades enumeraba los trabajos del Sindicato. Los pias ideas y aficiones». El planteamiento de Torres basculaba entre las dos
proyectos para el CENU (Comité de la Escuela Nueva Unificada), las forti- tendencias en pugna en la arquitectura moderna que se manifestaron en los
ficaciones, el control de las empresas constructoras y el control sindical CIAM, al segundo de los cuales, el de Franckfurt (1929), había asistido el
del Ayuntamiento, la enseñanza de la Arquitectura, la racionalización joven Torres. Entender al arquitecto como técnico al servicio de la nueva
del trabajo, los estudios e investigaciones, la municipalización de la vivien- sociedad o entenderlo como artista; eso sí, moderno. La defensa de la arqui-
da y la participación en la colectivización del ramo de la construcción. tectura como constructora de la sociedad requería poder. «Somos nosotros

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Ficha de afiliación al SAC de Josep Lluís Sert.

con nuestra acción los que contribuiremos como nadie a la solución de


todos los problemas básicos que planteará inmediatamente la nueva
estructura social.» Una reivindicación desmesurada que los acontecimien-
tos fueron atemperando.

¿Qué hizo el SAC? Para comprenderlo hay que tener muy presente que el
Sindicato había nacido en el contexto inmediato al triunfo sobre el golpe
militar del 18 de julio, ocupando un espacio abierto por la creación del
Comité Central de las Milicias Antifascistas, en manos de la CNT. Es en este
marco de creciente poder sindical donde se inserta el SAC. Una vez elimina-
dos la Asociación y el Colegio y habiéndose constituido en Sindicato Único,
el SAC estableció, por primera vez, un fichero de los arquitectos catalanes.
Las fichas, con fotografía de carné, especificaban los campos de especia- en la comisión de control del Ayuntamiento de Barcelona, donde el repre-
lidad donde se situaba cada uno de los afiliados y el control económico de sentante del SAC era el mismo Josep Torres, y en el CENU. A los cuatro
su trabajo. Con esta información el Sindicato distribuía los encargos que meses de su creación, el SAC administraba 1.312 horas diarias de trabajo
recibía entre sus miembros, ya que en la nueva situación los arquitectos no de sus afiliados, de las que el 53 por ciento provenía de encargos generados
podían recibirlos privadamente. por el propio Sindicato, que pagaba tanto el sueldo de los arquitectos
como el de los delineantes y los gastos materiales del despacho, siempre
Los primeros trabajos del SAC como organización consistieron en situar que no superasen la tercera parte del sueldo del arquitecto. Asimismo,
a sus miembros en las comisiones de control de las empresas constructoras el SAC puso en marcha un sistema de seguro social por enfermedad, inva-
colectivizadas por la CNT, junto con un aparejador y un delegado obrero, lidez, vejez o muerte.

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Eusebi Bona Francesc Folguera Pere Benavent Jaume Torres Grau Enric Vilanova Francesc Detrell Francesc Ubach Pere Alapont

Cèsar Martinell Josep Maria Ros Alexandre Soler i March Sixte Illescas Joan Capdevila Joan Larrosa Esteve Marco

Francesc Guàrdia i Vial Manuel de Solà-Morales Francesc de Paula Nebot Joan Cullell

Fotografías de carné para las fichas del SAC. Joan Baptista Subirana Josep Torres Clavé

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F. de P. Quintana: Proyecto de adecuación de la Escuela Sagrada Familia,
uno de los encargos del CENU al SAC. Septiembre de 1936.

La actividad profesional de los arquitectos se concentró fundamentalmente tanto, la construcción de nuevos barrios de viviendas. Hoy mismo daré las
en los proyectos para el CENU. Creado el 27 de julio de 1936, el Comité bases de este proyecto para que sea estudiado según las orientaciones del
de la Escuela Nueva Unificada, heredero ideológico de la Escuela Moderna de GATCPAC.» Con este espíritu de conquista describía Torres la actividad del
Francesc Ferrer Guàrdia, se había propuesto como tarea prioritaria la escola- SAC en agosto del 36, en carta a Josep Lluís Sert, instalado en París. Pero la
rización de los 40.000 niños que aún estaban sin escolarizar, alrededor de una realidad de la guerra irá apagando este optimismo. De los grandes sueños
cuarta parte del hipotético censo escolar de Cataluña, y dotarse de una nor- se pasó a lo más necesario: fortificaciones, refugios antiaéreos, valoracio-
mativa para la construcción de escuelas: las «Instrucciones técnico-higiénicas nes y reparaciones de los daños de los bombardeos. Es más, algunas de las
relativas a las construcciones escolares», del 15 de julio de 1937. El trabajo iniciativas del SAC, como los doscientos proyectos de adecuación de las
del SAC consistió en distribuir en torno a 200 proyectos, la mayoría de ellos porterías para vivienda que se conservan en el Archivo Histórico del COAC,
reformas o pequeñas ampliaciones, que en general generaron más papel que incluso hacen pensar en proyectos puestos en marcha solamente para dar
arquitectura. También en el CENU, y en el marco de las discusiones de la po- trabajo a los casi doscientos arquitectos del Sindicato.
nencia general de enseñanza técnica, se planteó la intervención del Sindicato
en la Escuela de Arquitectura, desde la elaboración del Plan de Estudios hasta El 30 de noviembre de 1937 se reunió por última vez el comité, que el 8 de
la selección del profesorado. Con este fin, Torres fue nombrado comisario diciembre informó en menos de una hora a la Junta General. El 19 de abril de
delegado de la Generalitat en la Escuela, incautada el 24 de agosto de 1936. 1938 Josep Torres Clavé es movilizado y destinado a Hospitalet de l’Infant.
Una semana después se celebró la última Junta General del SAC ante 48
«Nos introducimos en todas partes, lo sabemos todo, controlamos todas las afiliados, donde se dio la noticia del Decreto del 22 de abril que movilizaba
oficinas técnicas, hacemos redactar todos los proyectos que se nos ocurren; las quintas de los años 1922 a 1926. Josep Torres Clavé morirá en el frente
entre ellos, como ya habrás adivinado, la demolición del Barrio Chino, y, por de Lérida el 12 de enero de 1939.

154 155
«También pasa a esta comisión de estudios y de investigaciones la tarea
de continuar publicando la revista Arquitectura i Urbanisme.
Hasta hoy, por dificultades debidas a las actuales circunstancias, no ha sido
posible publicar ningún número.
La semana que viene saldrá un nuevo número que no difiere, en esencia,
en lo referente a la presentación, de los últimamente publicados.
Más adelante se publicará, también, un boletín, que se repartirá a todos
los miembros del SINDICATO.»

En este fragmento del discurso dado en la primera junta general del SAC de
diciembre de 1936, Josep Torres Clavé incluye la continuidad de la revista
en el plan de acción del naciente Sindicato. Los seis números que aparecie-
ron en tiempos del SAC se pueden separar en dos bloques de tres números
cada uno. El primer bloque mantuvo la imagen de la revista de la Asocia-
ción. De hecho, cuando Torres pronunciaba estas palabras, ya habían salido
dos números que apenas diferían de los anteriores, a no ser por los hojas
Fotografía anónima que ilustra el artículo «El Sindicato único del ramo de la madera»,
de declaraciones políticas al principio y al final de cada número. El segundo
Arquitectura i Urbanisme, núm. 18 (junio 1937). bloque se dedicó, casi monográficamente, a la arquitectura hospitalaria.

156 157
Del primer bloque, iniciado por el número 13, destaca la publicación
—única en esta etapa de la revista– de un proyecto de arquitectura posterior
a julio del 36. Se trata de un «Proyecto de alojamientos populares en Lérida»,
obra de un extraño trío de arquitectos formado por Francesc Folguera,
Bonaventura Bassegoda y Raimon Duran Reynals. Firmado en Lleida el mes
de septiembre de 1936, este conjunto residencial es explicado como «un
grupo concebido con los miramientos que la higiene moderna y la técnica
moderna de la habitación imponen». El proyecto se podría emparentar con
la arquitectura noucentista, tanto por la composición de las fachadas como
por los materiales y el lenguaje, en cambio, la organización funcional de
los bloques de viviendas lo aproxima a la experiencia europea racionalista.

El número quince, de diciembre de 1936, se centró en el respeto a la arqui-


tectura del pasado. El tema, que parece propio de viejos tiempos, era, no
obstante, de rigurosa actualidad. Dado que «ante el curso de los aconte-
cimientos, la confusión de las condiciones artísticas con las religiosas, las
conveniencias urbanísticas locales han sido y son motivo de la pérdida de
obras de arte», la Generalitat se ve forzada a dictar un decreto (14 de octu-
bre de 1936) disponiendo que «en Cataluña no se puede derribar ninguna
obra de arquitectura civil y religiosa antigua, sin la autorización especial

158 159
Fotografía anónima del campanario de la iglesia de Paul Nelson: «Proyecto para una ciudad hospitalaria en Lille»,
Santa Maria del Pi de Barcelona que ilustra el artículo Arquitectura i Urbanisme, núm. 18 (junio 1937).
de Josep Gudiol: «Notas para la historia de la
restauración y salvamento de los monumentos de
Cataluña medieval y diversas consecuencias»,
Arquitectura i Urbanisme, núm. 15 (diciembre 1936).

del Consejero de Cultura». Es en este contexto en el que intervinieron los Los números 16-17, 18 y 19 de Arquitectura i Urbanisme constituyen la ter-
arquitectos del Sindicato, tal como Josep Torres explicó en el discurso cita- cera y última época de la revista. A partir del informe oficial del Doctor
do: «Es imposible enumerar, uno por uno, todos los casos en los que hemos F. Gallard sobre las «Necesidades hospitalarias en Cataluña» se publica, en
tenido que intervenir, pero cabe recordar a la Asamblea que casi en todos tres entregas, una monografía sobre arquitectura hospitalaria internacio-
ellos hemos acertado plenamente en la consecución de aquello que todos nal. La cuidada edición y el número de páginas, el doble que en los núme-
nosotros proponíamos». En un largo artículo, «Notas para la historia de la ros anteriores, demuestra la capacidad del Sindicato para captar recursos.
restauración y salvamento de los monumentos de la Cataluña medieval y La publicación se basaba en el trabajo de Xavier Pla Pujol, arquitecto titu-
diversas consecuencias», Josep Gudiol sitúa históricamente la intervención lado en 1934, que había obtenido una beca de estudios de la Asociación
de la Generalitat. Pero antes el comité ya se había encargado de proclamar de Arquitectos de Cataluña en 1936. Entre sus páginas encontramos tanto
su papel. El escrito «El respeto a la arquitectura del pasado» va acompañado los gigantescos hospitales americanos como los de los arquitectos de la
de una fotografía en contrapicado del campanario gótico de la iglesia del vanguardia europea: Alvar Aalto, Paul Nelson o Johannes Duiker. Según una
Pi, definida como «una muestra de la sobriedad de la arquitectura gótica lógica analítica, los ejemplos se presentan mostrando en primer lugar
catalana y de su carácter estrictamente funcional». La coincidencia de este la totalidad del organismo hospitalario para pasar después a diseccionarlo
mensaje con el del número 2 de AC, «Respetemos la buena arquitectura en sus partes funcionales. A pesar de los tiempos que corrían, la revista
del pasado», evidencia la mano de Torres Clavé. demostró la ambición arquitectónica de sus promotores.

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12
EL «AÑ O D E LA V I C TO R I A »
Y LA S D E P UR A C IO N E S

El 27 de enero de 1939, el día siguiente de la entrada de las tropas naciona-


les en Barcelona, en la sede social de la Gran Via, futura avenida de José
Antonio, Jaume Mestres Fossas, secretario del Sindicato de Arquitectos,
hizo «entrega al compañero Antonio de Ferrater Bofill, secretario del
Colegio de Arquitectos en la época anterior al 19 de julio de 1936, de las atri-
buciones directivas propias del cargo», y se levantó acta firmada por 15
colegiados. Cuando aún no había pasado un mes, el 24 de febrero, la junta
de gobierno del Colegio prebélico se reunió en casa del que todavía era su
decano, Francesc Guàrdia Vial, bajo la supervisión del «Delegado de la
Autoridad designado al efecto por el Excmo. Sr. Jefe del Servicio Nacional de
Seguridad». Trataron, tal como figuraba en el segundo punto de la reunión,
de la «Normalización de la vida legal del Colegio dentro del marco de la
España nacional». Tuvieron que encontrarse en casa del decano porque la sede
colegial había sido cerrada por la Jefatura del Servicio Militar de Recupera-
ción del Patrimonio Artístico y Nacional. Entre los acuerdos que tomaron
destaca el de «Elevar al Excmo. Sr. Ministro de Educación Nacional perti-
nente oficio expresivo del entusiasmo que para con el glorioso Movimiento
Nacional y los principios de patriotismo y justicia que le informan siente
este Colegio, rogándole a la vez quiera hacer llegar a su Excª. el Jefe del Esta-
do y Generalísimo de los Ejércitos Nacionales D. Francisco Franco Bahamonde
el testimonio de la más firme adhesión y agradecimiento ilimitado que
como españoles debemos a su espada victoriosa, que ha culminado su obra
de liberación con la recuperación para España de las provincias catalanas».

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Pedro Muguruza explica al Caudillo, a las autoridades militares y de Falange y a sus esposas
el proyecto del Valle de los Caídos el día de la colocación de la primera piedra. Abril de 1940.

En este proceso de «normalización», cuando las autoridades militares entra-


ron en el local para devolverlo al Colegio, descubrieron que su propietario Martinell, Manuel de Solà-Morales», que, una vez aceptados por la Direc-
legal era la antigua Asociación, y que Pere Benavent, todavía su presidente, ción General, entran en funciones el 2 de abril.
reclamaba los derechos de la entidad. Pero en los planes del nuevo Estado
no había sitio para la Asociación de Arquitectos de Cataluña. Las diferencias En el informe sobre los aspectos principales de su gestión, redactado un año
entre ambas organizaciones profesionales las saldó el jefe superior de poli- después, se insiste en la tarea emprendida para sanear la «moralidad» de la
cía entregando el 6 de mayo de 1939 la sede a los señores Francesc Guàrdia y profesión persiguiendo a los «firmones» y prohibiendo los descuentos en los
Lluís Tusquets, presidente y vocal de la comisión gestora del Colegio, nom- honorarios, problemas típicos todos ellos de la época del estraperlo.
brada el 21 de abril por los Servicios de Ocupación de Barcelona.
Esta junta colegial fue la que definitivamente absorbió la antigua Asociación,
El 23 de septiembre del mismo año, con la creación de la Dirección General al ejecutar la orden ministerial del 9 de mayo de 1940. En el organigrama del
de Arquitectura comandada por Pedro Muguruza, comienza a organizarse Colegio figura la denominada Academia. Una sección que continuó de hecho
el aparato estatal que dirigirá la profesión durante el primer período del la labor cultural propia de la antigua Asociación, llevando a cabo a princi-
franquismo. A la semana siguiente, Francesc Guàrdia se pone a sus órdenes pios de los cuarenta una tímida actividad centrada fundamentalmente en la
y recibe la ratificación en el cargo, que sólo ejerce hasta finales de enero del adquisición de nuevos volúmenes para la Biblioteca y en la organización de
año siguiente, cuando muere. Para sustituirlo, el omnipotente Muguruza unas pocas conferencias. Entre los escasos invitados figuraron Cèsar Cort,
designó momentáneamente a Amadeu Llopart. Sin embargo, el 13 de febrero que disertó sobre «El arquitecto ante el problema de la vivienda», o Bonaven-
de 1940 encarga a José Maria Ros Vila, Manuel Baldrich, Luis Gaztelu, Jaime tura Bassegoda, quien, coincidiendo con la exposición de arquitectura nazi
Feu y Juan Masriera que formen una comisión para proponer la composi- en el antiguo Parlamento de Cataluña en 1942, pronunció la conferencia:
ción de la nueva junta. El 26 de marzo esta comisión remite a Muguruza la «La arquitectura de Estado», acompañada de una proyección cinematográfi-
siguiente lista de cargos: «Delegado de Zona: José María Ros Vila. Secreta- ca en la Sala Mozart que, paradojas de la historia, había acogido a Le Corbu-
rio General de la Delegación: Juan Masriera Campins [...] Academia: Cèsar sier y a Theo van Doesburg una década antes.

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Pero la actuación más contundente de esta junta fue la ejecución de los al servicio del espionaje, que han disfrutado de coche oficial, han usado
procesos de depuración. galones y han conseguido ser oficiales del Ejército rojo. También hay otros
muchos de los que hoy están aquí que lucen la camisa azul de Falange. Y a
Tres meses después del final de la guerra, el 26 de junio de 1939, la Asam- este propósito debo recordar que José Antonio dijo que la camisa azul no
blea Nacional de Arquitectos se reunió en el Teatro Español de Madrid bajo es disfraz, sino hábito, y que quien la lleva para disfrazar cosas antiguas y
la presidencia de Pedro Muguruza. Las declaraciones inflamadas caracte- ocupar puestos en organizaciones profesionales, incluso en algunas que
rizaron el acto. Se habló de la profesión, del papel de los arquitectos en la nunca fueron profesionales, ésos no son otra cosa sino judíos. Un ejemplo
reconstrucción nacional, de las necesidades de vivienda y de urbanismo. de ello lo tenéis en la FUE.» La transcripción de la asamblea refleja la exal-
Pero en medio de estas discusiones, más disciplinarias, de vez en cuando se tación falangista con la anotación: «Muy bien. Aplausos».
lanzaban proclamas de carga política. Una de ellas, pronunciada por Euge-
nio Aguinaga, dio el disparo de salida al proceso de depuraciones políticas. Espoleado por los aplausos de sus camaradas Aguinaga continuó: «No quie-
Aguinaga, primo y colaborador de José Manuel Aizpúrua —a la vez que ro decir que con estos individuos no se pueda contar nunca. Mi mayor deseo
miembro del GATEPAC, Delegado Nacional de Prensa y Propaganda de Falan- estriba en que en el plazo más breve posible podamos contar con todos
ge Española, fusilado en San Sebastián en los primeros meses del alza- ellos y unirnos en estrecho abrazo; pero eso será después de una depuración
miento militar—, exigió que se juzgaran las responsabilidades políticas seria, después de una conducta verdaderamente ejemplar, que a lo largo
de los arquitectos que durante la guerra habían estado en la «zona roja». de la pena que les impongan, haga que entonces podamos abrirles nuestros
brazos, como acabo de decir. Entonces, amigos míos, puede que, en efecto,
«Somos unos», comienza su discurso, que continúa con un rotundo «yo no “todos seamos unos” para trabajar por el bienestar y la grandeza de España.
estoy de acuerdo. En estas butacas, están sentados muchos que han tenido Pero mientras eso no ocurra, “todos no somos unos”».
la desgracia de permanecer en Madrid, perseguidos, quizá encarcelados,
huyendo de casa en casa, “metidos” en el SIM. Y haciendo otras muchas Con esta directriz, seguramente activada por Muguruza, el 28 de febrero
cosas por el orden. Pero hay otros, algunos que incluso dicen haber estado de 1940 el BOE publica la orden del Ministerio de la Gobernación «dictando

166 167
BOE del 28 de febrero de 1940 donde se publicó
la orden que dictaba las normas para la depuración
de la conducta política y social de los Arquitectos.

normas para la depuración de la conducta política y social de los Arquitec-


tos». El texto legal ordenaba a los colegios remitir a la Dirección General
de Arquitectura la lista de los arquitectos sometidos a depuración. De los
colegiados catalanes, 166 no tuvieron «ninguna nota desfavorable» y en 69
se observaron conductas susceptibles de depuración. Entre las acusaciones
más frecuentes figuran: ser miembro del ejército rojo; actuación izquierdis-
ta; rojo; salió al extranjero y regresó a la zona roja; huido al extranjero; for-
mó parte del GATPAC (sic); formó parte de la junta incautadota del Colegio.
Y entre los atenuantes el más repetido es: favoreció a los compañeros de
derechas que estaban perseguidos. Por otra parte, la Junta de Depuración
se inventó otro atenuante, añadiendo en algunos expedientes de los arqui-
tectos del SAC una nota indicando que el libro de actas del Sindicato «no va
firmado, pero lleva un sello que dice “Sindicato de Arquitectos de Cataluña
UGT” y, según parece, las primeras actas se confeccionaron al cabo de algún
tiempo, poniendo, según dicen, otros nombres además de los que realmente
asistieron a la primera Junta en el antiguo local del Círculo Ecuestre».

La Junta de Depuración del COAC, compuesta por Eugenio P. Cendoya,


José María Pericas, Juan Masriera, José María Ribas, José Soteras y Antonio
Pineda, obligó a los acusados a contestar largos cuestionarios. Por ejemplo,
a Josep Gudiol se le preguntó: «Si no es cierto que durante su estancia en
París no frecuentase otros lugares y compañías que a los rojos separatistas»;
a Sixte Illescas: «¿A qué se debió su ingreso en la Asociación de tipo comu-

168 169
nista GATPAC y qué cargo desempeñó en ella?»; «¿Por qué dice en su decla-
ración jurada que no conoce a arquitectos izquierdistas, cuando son sobra-
damente conocidas sus relaciones con el grupo GATPAC y los destacados
comunistas Sert, huido al extranjero, y Torres, muerto en el frente rojo?»;
o a Joan Baptista Subirana: «¿Por qué oculta que fue uno de los firmantes
del manifiesto de los Amigos de la URSS?»; «¿es cierto que fue representan-
te de la CNT en el Comité de incautación?».

Finalmente el BOE de 9 de julio de 1942 publicó las sentencias. Las penas


iban de la amonestación privada a la inhabilitación a perpetuidad. La lista
completa de los arquitectos catalanes condenados a la «suspensión total
en el ejercicio público y privado de la profesión en todo el territorio nacio-
nal, sus posesiones y Protectorado» la integraban: Bartomeu Agustí,
Emili Blanch, Joan Capdevila, Francesc Detrell, Josep Maria Deu, Francesc
Fàbregas, Josep Florensa, Marià Lassus, Esteve Marco, August Miret,
Francesc Perales, Pere Pi Calleja, Joan Pujol, Ricard Ribas Seva, Germà
Rodríguez Arias, Nicolau Maria Rubió i Tudurí, Josep Lluís Sert, Jordi Tell,
Josep Gudiol y Josep Puig i Cadafalch.

En un gesto de honor, Puig i Cadafalch se negó reiteradamente a responder


a los cuestionarios de la Junta de Depuración, lo que motivó que el decano
se viera obligado a informar a la Junta Superior de Depuración, que acabó
dictaminando la pena máxima en rebeldía.

170 171
Pedro Muguruza preside una de las sesiones del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos
de España en la sede del Colegio de Cataluña y Baleares en la Gran Via de Barcelona
(entonces Avenida de José Primo de Rivera). Marzo de 1944.

En el libro de actas del Colegio hay un SAC, y los llevaron a Madrid con el fin
vacío temporal que se extiende desde el de utilizarlos como pruebas para incoar
19 de mayo de 1936 hasta el 28 de mayo los expedientes de depuración. Una vez
de 1946. Un vacío que, sin embargo, no se terminado el proceso, los libros volvieron
debe a que no se celebraran juntas cole- a Barcelona. La primera acta posbélica,
giales, tal como hemos podido comprobar. redactada el 28 de mayo de 1946, alude
Las actas que faltan de este período están de una manera lacónica y poco sensible
redactadas en hojas sueltas y en algunas a aquel paréntesis temporal de diez años.
de ellas aparece la anotación «para copiar Los años de guerra y los de la más dura
en el libro de actas». ¿Por qué no se hizo? posguerra pasaron a ser: «las anómalas
Todo parece indicar que las autoridades circunstancias atravesadas». Firmaron el
militares habían incautado los libros de acta: José Maria Ros Vila, decano-presiden-
actas de la Asociación, del Colegio y del te, y Manuel de Solà-Morales, secretario.

172 173
174 175
13 CUADERNOS
D E A R QU I T E C T U R A
(1944-1949)

El final de la guerra representó la desaparición de las revistas de


arquitectura, sepultadas bajo un férreo control ideológico. La
primera revista en aparecer, en abril de 1940, fue Reconstrucción, el
órgano de la más potente de las direcciones generales relacionadas
con la arquitectura: la Dirección General de Regiones Devastadas,
dirigida por José Moreno Torres. El año siguiente Pedro Muguruza,
tal vez movido por los celos, refunda la antigua Arquitectura, de la
desaparecida por decreto Asociación Central de Arquitectos, rebau-
tizándola como Revista Nacional de Arquitectura y poniéndola bajo
su dirección.

Tres años después, en enero de 1944, el Colegio Oficial de Arquitec-


tos de Cataluña y Baleares consigue publicar el primer número de
Cuadernos de Arquitectura, que de esta manera pasó a ser la primera
y única revista de arquitectura promovida por un organismo profe-
sional en España.

De gran formato y de presentación austera, sin imágenes en la


cubierta, Cuadernos inició su singladura con un militante progra-
ma de intenciones:

176 177
«No por rutina ni tanto por cortesía como por
amistad, un estrecho apretón de manos que
es saludo afectuoso para los amigos lectores.

Y nada más. Ni exordio, ni prólogo, ni preám-


bulo, que ni caben ni sabríamos hacerlos.
No somos periodistas; ni esto es un periódico.
Ni siquiera una revista. Ni programas, por
tanto, ni calendarios. Cuando el fruto está
maduro, cae por su peso. Ni hemos de recoger- Una retórica falangista muy del momento hace gala de la falta de ideología
lo antes de sazón, ni ver indiferentes cómo que guiará la publicación, hasta el extremo de negarla como revista y redu-
se malogra al estar en su punto. cirla a un sencillo cuaderno. La declaración inicial acompañaba la fotogra-
fía de gran tamaño de «la augusta efigie del Primer Español, guía de nuestro
CUADERNOS DE ARQUITECTURA. pueblo en la guerra y en la Paz», a quien se saludaba obedientemente.
Bloc de notas, apuntes y esbozos; cajón de sastre
si se quiere, de inquietudes y afanes. Sin embargo, este acatamiento se interpretaba menos férreamente desde
Amor a nuestra profesión en último término. Barcelona que desde la Dirección General de Arquitectura en Madrid. Así,
al girar la página con el retrato de Franco, Josep Francesc Ràfols —que vivía
Por ella y en su servicio, que es servicio a la en la casa de Sixte Illescas de la calle de Pàdua— firmaba el artículo «Arqui-
Patria, deseamos ver esta publicación espléndida tectura de las tres primeras décadas del siglo XX». Contraviniendo la doctri-
y floreciente. De vuestra colaboración depende. na oficial emanada desde la Revista Nacional, que calificaba la orientación
Con ella contamos y a ella nos remitimos. funcionalista de «arquitectura materialista, socialista y judía», Ràfols hace

178 179
Lluís Bonet-Garí: Banco Vitalicio de España,
en la esquina de la avenida de José
Antonio Primo de Rivera (la actual Gran Via)
con el paseo de Gràcia, Cuadernos de
Arquitectura, núm. 1 (1944).

un elogioso y personal repaso de la arquitectura moderna, que sorprende


no sólo por las condiciones políticas bajo las que se escribió, sino también
por el incipiente estado de la historiografía en aquel momento. «Sauvage,
Tony Garnier y los Perret en Francia», «Le Corbusier, Lurçat y Mallet
Stevens», «Oud y la revista De Styl» y «De Loos a Walter Gropius» son los
capítulos que pautan el texto, acompañado de una docena de ilustraciones
donde aparece la obra de los maestros modernos. El artículo incluye una
clasificación de los arquitectos españoles donde figuran Josep Goday —falle-
cido en 1936— y Pedro Muguruza —no fuera caso que lo leyera— como re-
presentantes de los «Arquitectos de inteligente transición», Pere Benavent,
Lluís Bonet-Garí y Antonio Fisas como «Arquitectos modernos, pero muy
ortodoxos» y los «funcionalistas utilitarios», entre los que cita a Rafael
Bergamín, José Luís Sert y Sixte Illescas —los tres depurados—. Concluye
la lista con Raymundo Durán Reynals —no lo olvidemos, socio del omni-
presente Muguruza en la obra de la Estación de Francia de Barcelona—
«el altamente sensitivo». El espíritu noucentista de Ràfols remata el escrito
sacando a relucir su visceral italianismo, que en el momento de escribir el
texto halagaba también al nuevo orden político: «Italia, en la arquitectura
moderna, toma lo mejor de cada nación y lo enlaza con lo mejor de la propia
Italia. En sus juegos de rectas no desprecia la continuidad en la tangencia
que tienen las aberturas de medio punto. Alberti, Brunelleschi y lo mejor de
los barrocos reaparece, en espíritu, con una oportunidad extraordinaria».

180 181
Clemente Maynés: «Casa de campo en San Pedro de Premià»,
Cuadernos de Arquitectura, núm. 2 (1944).

Pero tampoco nos hagamos ilusiones, el artículo de Ràfols constituye una eran recurrentes: la restauración de monumentos históricos —entendida
excepción en una revista que nadaba en un mundo en guerra, sin referen- más como una reinvención del pasado que como estudio del propio edifi-
tes internacionales que sirvieran de paliativo a la rígida interpretación cio—, los concursos de urbanización monumental —nunca construida—,
del estilo imperial franquista. La arquitectura publicada en los primeros los edificios religiosos de nueva planta y las monografías —como la enési-
cinco años de Cuadernos va a la deriva. Encontramos desde una «Casa de ma versión de un Bassegoda sobre Santa María del Mar o la más interesante
campo, en San Pedro de Premiá», de Climent Maynés, escenificación de Isidre Puig Boada sobre el palacio Güell, de Gaudí—.
rural del nuevo espíritu nacional-católico, donde la casa y la iglesia convi-
ven en una especie de monasterio en el que la bandera española ondea A pesar de ello, esta época de la revista permite seguir, por ejemplo, la
como en un campamento militar, hasta el monumental Banco Vitalicio trayectoria de José Antonio Coderch y Manuel Valls, que pasa en pocos años
de España, de Lluís Bonet Garí, edificio plurifuncional a la americana de del escorialismo defendido por Muguruza del «Refugio de montaña de 200
un depurado clasicismo al que se le han añadido pináculos y cornisas a camas en el Puerto de Navacerrada para Educación y Descanso», de 1944, al
la española, y en el que se sitúa una sala de cine en una galería comercial proyecto de urbanización de Las Forcas en Sitges, de 1946, verdadero arran-
que actúa de vestíbulo de una torre de oficinas. que de su obra. O ver cómo Francesc Mitjans ensaya la posibilidad de una
arquitectura moderna, en la fachada posterior del edificio de viviendas de
Los primeros cuatro años de Cuadernos mantienen una periodicidad semes- alquiler de la calle de Balmes 182, cuya fachada delantera, por el contrario,
tral, que se frena en 1948 y 1949 con una única entrega anual. Los diez pri- se desarrolla en lenguaje clasicista.
meros números de la revista carecían de estructura, a pesar de que los temas

182 183
J. A. Coderch y M. Valls:
«Refugio de montaña de 200 camas
en el Puerto de Navacerrada para
Educación y Descanso», Cuadernos
de Arquitectura, núm. 4 (1945).

La manera en que se presenta el pro- etcétera. Se grafían los ángulos de


yecto de Francesc Mitjans en la calle de giro de los coches en el garaje, la posi-
Balmes 182 en las páginas de Cuadernos ción del portero que controla simultá-
nos muestra, en primer lugar, lo que neamente el ingreso de los peatones
es aceptado por el gusto dominante. y el de los automóviles. En la perspecti-
La fachada clásica es estudiada incluso va aérea del bloque se refleja la triple
en maqueta, mientras que el alzado cara del programa. En el centro, el
posterior, limpio de ornamento y orga- ático moderno con piscina al aire libre
J. A. Coderch y M. Valls: nizado por la repetición de un único rodeada de parasoles y alegres usua-
«Viviendas en el sector de las hueco horizontal, se presenta sin énfa- rios. En la parte posterior, el terrado
Forcas de Sitges», Cuadernos sis. Las plantas muestran que la funcio- de servicio con ropa tendida, y en
de Arquitectura, núm. 6 (1946). nalidad prima sobre las viejas reglas la parte delantera, la seriedad fingida
compositivas de la simetría, la jerarquía, de la fachada clásica.

184 185
El año 1946, ya acabada la Guerra Mun- en la V Asamblea Nacional de Arquitec-
dial y delimitada la geopolítica europea, tos, celebrada en mayo de 1949.
se sitúa a España en el bloque Occidental. Organizada por la Dirección General
En el ámbito de la arquitectura oficial de Arquitectura y por el Consejo Superior,
española, la sustitución de Pedro Mugu- la Asamblea desplaza su sede habitual
ruza, gravemente enfermo, por Francisco en Madrid a Barcelona, Valencia y Palma
Prieto Moreno, hasta entonces arquitecto de Mallorca. Entre misas en las catedra-
de la Alhambra de Granada, propicia les, cenas de gala en el Ritz y representa-
un cambio significativo. Prieto Moreno ciones de ópera en el Liceo, se debaten
devuelve la Revista Nacional de Arqui- los temas del Congreso con la interven-
tectura al Consejo Superior de Colegios ción, no sólo de los arquitectos españo-
de Arquitectos, que delega la edición al les sino también, por primera vez en la
Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, posguerra, de arquitectos decididamente
e inicia la publicación del Boletín de la modernos. La mayoría de ellos eran los
Dirección General de Arquitectura, una delegados de los países presentes en
revista más importante que lo que el la Exposición de arquitectura iberoameri-
título hace suponer. Desde sus páginas cana celebrada en el Salón del Tinell don-
se iniciará el debate sobre el camino de, también por primera vez, se vieron
que debe seguir la arquitectura española en España los proyectos de la moderna
en esta nueva conyuntura. Una vía que arquitectura brasileña. Como figura inter-
la acercaría a las «tendencias actuales» nacional destacada intervino el arquitecto
y que en el terreno de la organización italiano Gio Ponti, invitado por la Dirección
profesional se manifestaría públicamente General de Regiones Devastadas.

Los «encantadores de serpientes»: Josep Maria Sostres, Francesc Mitjans, Antoni Perpinyà,
Antoni de Moragas y Ramon Tort durante la travesía de Barcelona a Palma de Mallorca.
V Asamblea Nacional de Arquitectos, 14 de mayo de 1949.

El discurso de Ponti ofrecía una visión de limitó a sus palabras. Al visitar la expo-
la arquitectura, alternativa a la interpreta- sición del Tinell, descubrió la obra de
ción dada por el ponente oficial Juan de José Antonio Coderch, y en ella vio la
Zavala. Para Ponti, la arquitectura italiana materialización del consejo que había
«está absolutamente al margen de estilos dado a los jóvenes arquitectos españo-
históricos» y, a la hora de clasificarla, les en su conferencia: «Haced tranqui-
especificaba tres tendencias: «una funcio- la, serena y honradamente la arquitec-
nal; otra, irracional, que sigue las ideas tura que salga de vosotros mismos».
Gio Ponti y José Antonio Coderch en Montserrat de Le Corbusier, y una tercera, orgánica, Tras esta unción, Coderch se convirtió
durante la V Asamblea Nacional de Arquitectos, de acuerdo con las normas de Frank Lloyd en el arquitecto español de referencia
celebrada en mayo de 1949. Wright». Pero la influencia de Ponti no se para las nuevas generaciones.

186 187
14
EL CO L EG I O: I N T R O DUC T OR
D E L A C ULT UR A A R Q U I T E CT Ó N I C A
INTERNACIONAL

Adelántandose unos días a los actos de la V Asamblea y, a la vez, desmarcán-


dose, el Colegio de Arquitectos de Cataluña y Baleares programó un ciclo
de conferencias sobre arquitectura y urbanismo, en el que intervinieron el
arquitecto belga Alfred Ledent, Gabriel Alomar y Alberto Sartoris, el prolí-
fico crítico italiano que el año anterior había publicado el primer volumen
de la Encyclopedie de l’architecture nouvelle. Ordre et climat mediterranéens,
que, con prólogo de Le Corbusier, constituía la summa de la arquitectura
moderna. Sin estar claramente enfrentados, Sartoris y Ponti representaban
dos modernidades diferentes. Mientras Ponti había depurado, modernizado,
los lenguajes populares, Sartoris pertenecía al núcleo duro del Estilo Inter-
nacional. El hecho de invitar a Sartoris parece indicar que los organizadores
Bruno Zevi y Eugeni d’Ors rodeados de colegiados del Colegio quisieran retomar el discurso arquitectònico del GATCPAC,
en el ciclo de conferencias de primavera. Mayo de 1950. optando por un moderno ortodoxo.

Las páginas del número 11-12 de Cuadernos, que inauguraba una nueva etapa
de la revista, dirigida ahora por Ramon Tort, transcribieron profusamente
ilustradas las conferencias. Alfred Ledent, seguramente invitado gracias a
los contactos que Josep Maria Sostres estableció con Bélgica el año anterior
a través de su cliente Joan Elías, impartió dos lecciones sobre el urbanismo
belga: una sobre el planeamiento nacional y la otra sobre Bruselas y su re-
gión. De un marcado enfoque cientifista, documentado con datos, gráficos
y esquemas, el discurso de Ledent se situaba en las antípodas del urbanismo
monumentalista de la España del momento.

188 189
Francesc Mitjans, (x), Alberto Sartoris, Josep Maria Sostres y Antoni de Moragas
durante la visita al parque Güell. Mayo de 1949.

De las dos conferencias de Alberto Sartoris, la primera: «Las fuentes de de Mallorca para asistir a los actos de la V Asamblea, Francesc Mitjans,
la nueva arquitectura», pronunciada el 7 de mayo de 1949, buscaba entron- Antoni de Moragas, Antoni Perpinyà y Josep Antoni Balcells acordaron
car con la historia el fenómeno de la arquitectura moderna bebiendo en presentarse en grupo. Al enterarse de que Josep Maria Sostres y Ramon Tort
varias fuentes. En la segunda, menos vaga, «Orientaciones de la arquitec- también querían presentarse les propusieron formar un único equipo, que
tura contemporánea», del 9 de mayo, exponía su punto de vista sobre los fue el ganador del concurso. Ante la composición mayoritariamente con-
objetivos que la arquitectura debía alcanzar. servadora del jurado —José María Ros Vila, Eugenio Cendoya, Bonaventura
Bassegoda, Adolf Florensa, Josep Maria Segarra, Josep Maria Ayxelà, Fran-
La visita de Sartoris a Barcelona fue el inicio de una larga relación con cesc de Paula Nebot, Francesc Felip y Manuel de Solà-Morales—, sorpren-
España. Pocos meses después, en septiembre, lo encontramos en la «Prime- de que ganara un proyecto que «contenía bastante más papel escrito que
ra semana de arte en Santillana del Mar», origen de la llamada Escuela de dibujado», y «no contenía ni una sola fachada; solamente algunas plantas
Altamira, donde entabla amistad con Rafael Santos Torroella, promotor de con diferentes distribuciones de diversos tipos de casas, como base para
la revista Cobalto 49. En noviembre vuelve a visitar Barcelona donde la noche un cálculo de superficies en relación con precios, financiación, alquileres,
del 16 recibe el homenaje de los amigos de Cobalto, entre los que se encon- terrenos necesarios, etcétera». En el artículo «Los diez años del grupo R de
traba el antiguo miembro del GATCPAC, Sixte Illescas, quien le acompañó arquitectura», publicado el año 1961 en Serra d’or, Antoni de Moragas expli-
a visitar, entre otras obras, el dispensario antituberculoso de Josep Lluís caba el ambiente de trabajo del equipo: «lleno de pintorescas incidencias,
Sert, Joan Baptista Subirana y Josep Torres Clavé, y el 18 asiste al acto de discusiones, acuerdos y discrepancias alrededor de una amistad naciente».
entrega de premios del «Concurso de proyectos para solucionar el proble-
ma de la vivienda económica de Barcelona». Sartoris, al regresar a Lausana después de haber estado casi veinte días
en Barcelona, bendice al grupo en una carta a Josep Maria Sostres: «Estoy
Convocado por el Colegio de Arquitectos, este concurso resultó ser la contento de saber que el “groupe des Six” continuarà con audacia y méto-
primera plataforma que los arquitectos catalanes con voluntad renovadora do su colaboración”. En 1952, el «groupe des Six» se convertirá en el núcleo
utilizaron para darse a conocer. En el viaje en barco de Barcelona a Palma del Grupo R.

190 191
Francesc Mitjans, Antoni de Moragas,
Antoni Perpinyà, Josep Antoni Balcells,
Josep Maria Sostres y Ramon Tort:
«Concurso de proyectos para solucionar
el problema de la vivienda económica
de Barcelona».

Josep Dou, Ramon Tort, Antoni de Moragas y Josep Maria Sostres


con Alberto Sartoris el 18 de noviembre de 1949 en la entrega del premio.

192 193
Bruno Zevi con Antoni de Moragas y Josep Maria Sostres Bruno Zevi con Josep Pratmarsó
en la azotea de La Pedrera. Mayo de 1950. en la sede del Colegio. Mayo de 1950.

El éxito de las visitas de Ponti y Sartoris debió de hacer pensar al Colegio moderna, con el banco del parque Güell en la cubierta, el 5 de enero de
en institucionalizar un ciclo de conferencias de primavera. El año 1950 el visi- 1951 le envió a Moragas un ejemplar para la biblioteca del Colegio, insinuán-
tante fue Bruno Zevi. Fundador y director de la revista Metron desde 1946, dole que le pidiera a Sostres una reseña, que nunca escribió.
autor de Verso un’architettura organica (1945) y Saper vedere l’architettura
(1948), de Zevi sólo se había publicado en España el artículo «La arquitectu- El año siguiente, 1951, los invitados fueron Gaston Bardet y Alvar Aalto.
ra orgánica frente a sus críticos», en el Boletín de la Dirección General de El primero, director del Instituto Internacional y Superior de Urbanismo
Arquitectura de septiembre de 1949. En el Ateneo barcelonés, compartiendo de Bruselas y presidente de la Comisión de Urbanismo de la ONU, había
cartel con Eugeni d’Ors, Zevi pronunció dos conferencias: «La crisis del criticado la manera de entender la ciudad de los funcionalistas en obras
racionalismo arquitectónico en el mundo», el 23 de mayo de 1950, y «El como Le Nouvel Urbanisme (1948) y Mission de l’urbanisme (1949). El 2 de abril
momento arquitectónico en Italia», el 25. Por su parte, D’Ors disertó sobre pronunció la conferencia «Los principios del nuevo urbanismo» y el 4
«Arquitectura y jardines», el día 26. La doctrina que Zevi propagó con la habló de «Nuevos métodos de análisis y composición urbana».
vehemencia que le caracterizaba halló un terreno abonado en Barcelona.
El organicismo y la crítica al funcionalismo confirmaban las ideas a las que La misma semana, Alvar Aalto pronunció su primera conferencia la tarde
ya había llegado Josep Maria Sostres estudiando la obra de Gaudí, y que del sábado 7 de abril. La segunda tuvo lugar el martes 10. La Vanguardia la
poco después de escuchar a Zevi publicó en el artículo «El funcionalismo y anunció con el título de «La elasticidad de las construcciones de arquitec-
la nueva plástica», en el Boletín de la Dirección General de Arquitectura de julio tura», una traducción libre del francés que no encaja con el pensamiento de
de 1950. Enfrentando funcionalismo y organicismo, Sostres ponía el dedo Aalto. Dado que entre 1951 y 1953 no se publicó ningún número de Cuadernos
en la llaga. Así lo entendió Alberto Sartoris, quien le replicó en el artículo de Arquitectura, de sus intervenciones solamente disponemos de un resumen
«¿Arquitectura funcional o arquitectura orgánica?», en Cuadernos hispano- periodístico redactado por un articulista anónimo: «El ilustre arquitecto,
americanos de marzo de 1951. Bruno Zevi, en cambio, reconoció en Sostres después de considerar con profundo análisis filosófico las condiciones de la
a uno de los suyos; por eso, nada más publicar la Storia dell’ architettura vida humana actual, propugnó una arquitectura armonizada con la dignidad

194 195
Josep Maria Sostres: Alzados de una de las versiones del proyecto de la casa Agustí. Josep Maria Sostres, Josep Antoni Balcells, Alvar Aalto, Josep Pratmarsó
Cuando Alvar Aalto visitó el estudio de Sostres, comentó la solución de la cubierta y Antoni de Moragas en el parque Güell. Abril de 1951.
e hizo unas anotaciones a lápiz en el margen del plano.

del hombre y que huya de la monotonía y de la unificación. Expuso así la Aunque breve, el artículo de Destino dibuja con claridad el proyecto teóri-
doctrina de la elasticidad de unas construcciones que, con los mismos co de Sostres. Después de resumir Pioners of the Modern Movement, enume-
elementos, pueden adoptar formas diversas, adaptadas a las condiciones de ra los cuatro historiadores de la arquitectura moderna: Curt Behrendt,
diferentes familias». La conocida fotografía de Alvar Aalto con Josep Antoni Siegfried Giedion, Bruno Zevi y el mismo Nikolaus Pevsner. «La obra de
Balcells, Antoni de Moragas, Josep Pratmarsó y Josep Maria Sostres en el Zevi como la de Pevsner ofrecen el mismo valor de objetividad. Ambas se
parque Güell no apareció hasta el número 20 de Cuadernos en 1954, publica- enfrentan con los hechos, tales como son, examinando las motivaciones
da a raíz de la visita de Barba Corsini al despacho del arquitecto en Helsinki. en su justa dosis. En cambio, en las obras de Behrendt y de Giedion la
Esta falta de información ha mitificado la estancia de Aalto en Barcelona. exposición de los hechos tiende a seguir el hilo de la demostración de una
Sólo nos han quedado unas pocas fotografías en el parque Güell y en la plaza tesis —como sucede con tantas historias generales—, insistiendo Behrendt
de toros Monumental, y unos garabatos en el margen de un plano de Josep en poner de relieve el perenne dualismo clásico-romántico —en términos
Maria Sostres. arquitectónicos racionalista-orgánico— y en Giedion, a evidenciar el con-
cepto evolucionista y del paralelo entre arte y técnica.» Ni Behrendt ni
En 1952 el invitado fue Nikolaus Pevsner. Con él llegaba el «primer historia- Giedion fueron invitados a Barcelona.
dor de la arquitectura moderna», tal como Josep Maria Sostres lo presentó
al público barcelonés desde las páginas de Destino. «La presencia en nuestra La selección de los invitados ya no nos puede parecer producto del azar, sino
ciudad de Nikolaus Pevsner, primer historiador del movimiento arquitectó- consecuencia de un proyecto cultural bien definido. Bruno Zevi, Alvar Aalto
nico moderno, profesor de las Universidades de Cambridge y Londres, expo- y Nikolaus Pevsner representaban respectivamente el profeta de la arquitetu-
niendo desde la tribuna del Ateneo Barcelonés los más sugestivos aspectos ra orgánica, el mejor de sus arquitectos y el historiador de los pioneros de la
del presente y futuro de la Arquitectura, tuvo ante todo un alto significado: arquitectura moderna. Detrás de esta elección sólo podía haber un nombre:
el renococimiento por parte de los arquitectos barceloneses de que la histo- Josep Maria Sostres, amigo de Antoni de Moragas, vicesecretario del Colegio.
ria de la Arquitectura y la Arquitectura misma no terminan en un “discreto” Sin éste, los acontecimientos que acabamos de revivir nunca se hubieran
neoclasicismo». La alusión al gusto aún dominante era directa. producido. ¿Acaso el futuro Grupo R no fue la conclusión de este proceso?

196 197
El valor didáctico de estas visitas y su
trascendencia son intuidas por el decano
Manuel de Solà-Morales en su «Memoria
presidencial» de 1955:
«... nos han puesto al día de las más
apasionantes teorías de la arquitectura
moderna. Es bien poco lo que se puede
lograr con una sola conferencia pero
cuando el desconocimiento de un asunto
es casi nulo, como era nuestro caso, una
sola conferencia puede abrir de golpe las
ventanas de un horizonte ilimitado. Yo
sé que alguien se extrañará que este año
no hayamos tenido conferencias y recabo
para mí toda la culpa de ello. Pero es que
el clima ha cambiado totalmente. Yo creo
que sin comprometerme mucho osaría
decir que hoy en día entre nuestros arqui-
tectos podríamos hallar a varios que, si
bien sin la fascinación de la personalidad
de aquellas figuras que he relacionado,
podrían ofrecernos lecturas tan sustancio-
sas, llenas de conocimientos y de doctrina
como las ofrecidas por aquellos insignes
arquitectos extranjeros. El momento de la
conferencia aislada y brillante ha pasado
su momento para nosotros. Yo creo que
ésta es hora de recapitulación, meditación
y, sobre todo, de trabajo, no sólo el tra-
bajo cotidiano del taller sino de un traba-
jo de mejoramiento técnico especializado
aunque siempre dirigido por estas normas
doctrinales, estilísticas y de principio
que entiendo ya empezamos a tener bas-
tante fijadas.»
Alvar Aalto y Manuel de Solà-Morales i Rosselló
Josep Maria Sostres, Bruno Zevi y Francesc Mitjans en la azotea de La Pedrera. en la arena de la plaza de toros Monumental. Abril de 1951.
Mayo de 1950.

Dedicatoria de Bruno Zevi en el ejemplar de su Storia dell’architettura moderna, Antoni Perpinyà, Josep Maria Sostres, Josep Antoni Balcells, Francesc Mitjans,
enviado a Moragas para la Biblioteca del COAC. Antoni de Moragas y Ramon Tort, 1949.
198 199
Titular???

Joaquim Gili, Josep Maria Sostres,


Nikolaus Pevsner, Oriol Bohigas,
Josep Maria Martorell, Joaquim
Mascaró y Antoni de Moragas
en el restaurante Can Costa de la
Barceloneta. Mayo de 1952.

Estas visitas no sirvieron sólo para abrir to de los arquitectos locales. Así, a la de Gaudí, de Juan Eduardo Cirlot, Bruno
los ojos de los arquitectos de Cataluña pregunta del profesor Bassegoda, Gio Zevi publicó en Metron un largo artícu-
a las corrientes arquitectónicas defen- Ponti respondió: «Confieso que cuando lo titulado: «Un genio catalano: Antonio
didas por los conferenciantes, sino tam- hace veinte años estuve en España, no Gaudí». Es evidente que Zevi quedó
bién para presentar a éstos la obra entendí nada de Gaudí [...] después de impresionado por la visión de la obra
más original de la arquitectura catalana: conocer la importancia de Picasso y de gaudiniana, y aún más si tenemos en
la de Antoni Gaudí. Aunque hoy nos Dalí, los estudios de Freud, de todo el cuenta que este descubrimiento eclipsó
resulte extraño, Gaudí era un descono- movimiento intelectual de estos últimos cualquier otra imagen, adueñándose de
cido para la historia de la arquitectura. veinte años; hoy, digo, la arquitectura la cubierta de la Storia dell’ architettu-
La fuerza de su obra vampirizó a los de Gaudí se ilumina con una extraordi- ra moderna que publicará a finales de
invitados, que se convirtieron ipso facto naria importancia artística y poética. año. La fotografía en colores del banco
en sus agentes exportadores. Le Corbusier ha dicho una gran verdad: del parque Güell, de Joaquim Gomis, se
“un edificio debe cantar”. Y en la obra convertirá en una de las novedades de
A pesar de ser una rara avis, Gaudí de Gaudí hay un canto potente». la lectura organicista de la historia de la
había disfrutado del reconocimiento arquitectura hecha por Zevi.
de sus colegas desde el año 1900, en Desconocedor hasta entonces de la
que se concedió el Premio de la ciudad obra de Gaudí, Alberto Sartoris se vio La llegada de Nikolaus Pevsner coincide,
de Barcelona a la casa Calvet. Desde obligado a ponerse al día visitándola no sabemos si casualmente o no, con
entonces la Asociación de Arquitectos en compañía de Sostres y sus compa- el centenario del nacimiento de Antoni La exposición Gaudí, celebrada en el Salón del Tinell y montada por Josep Maria Sostres,
de Cataluña no dejó de ser una de las ñeros. Cuando meses después se publi- Gaudí. Esta circunstancia proporcionó Oriol Bohigas y Joan Prats. Junio de 1956. Fotografía: Francesc Català-Roca
propagadoras de su mensaje. Muestras caron sus conferencias en Cuadernos, una ocasión de oro para convocar un
de ello son la excursión corporativa al Sartoris hizo añadir una nota en la concurso internacional de ensayos sobre
parque Güell de 1902, las páginas que explicaba: «Unos días después de el arquitecto. Halagando al distinguido
del Anuario dedicadas a la Exposición haber pronunciado esta conferencia, invitado con visitas a las obras de Gaudí
de París de 1910, el apoyo institucional he tenido ocasión de ver obras y y a los restaurantes de la Barceloneta,
y ecónomico ante la paralización de estudiar en Barcelona [...] la fantasía consiguieron que se presentara al con-
las obras de la Sagrada Familia a prin- creadora y sintetizante de Gaudí». curso, el cual ganó a pesar de que su «La fotografía ha sido el gran auxiliar porcionado el objetivo, desde las prime-
cipios de los años veinte y el número ensayo llegó fuera de plazo. Con estas de la arquitectura y sin ella, por otra ras fotos contemporáneas del Archivo
monográfico de 1927 de la La Ciutat Los tres conferenciantes siguientes tres visitas la marca Gaudí comenzó a parte, no podría presentarse la obra Mas, descriptivas, virtuosas, equilibradas
i la Casa. Una admiración que conti- reconocieron a Gaudí como uno de los extenderse por el mundo. La exposición de un arquitecto tal como en la exposi- de contraste de luz y sombra hasta las
nuó después de la Guerra Civil en los suyos. Para Zevi, como el ejemplo de que Joan Prats, Josep Maria Sostres y ción que nos ocupa. La fotografía, ade- más recientes de Gomis-Prats y Català-
primeros números de Cuadernos. un arquitecto orgánico avant la lettre; Oriol Bohigas montaron en 1956 en el más, ha influido considerablemente en Roca, en las que la influencia del arte
para Aalto, como aquel que había reco- Salón del Tinell fue el colofón de esta la evolución de la Arquitectura, como abstracto condiciona técnica y tema y
En 1949, ni Sartoris ni Ponti, como ya rrido su mismo camino; para Pevsner, operación, y el Colegio, uno de sus im- simultáneamente sucedía con las demás los valores espacio-tiempo, así como una
sabemos invitados respectivamente por como un profeta y un precursor. pulsores al dedicar monográficamente artes figurativas desde el impresionismo conciencia más clara del objeto.»
el Colegio y el V Congreso de Arquitec- a Gaudí el número 26 de Cuadernos al cubismo. Es interesante en la Exposi-
tos, mencionaron a Gaudí en sus confe- Cuatro meses después de su visita, que de Arquitectura, una especie de catálo- ción Gaudí seguir a través de la fotogra- Josep Maria Sostres: «Gaudí a través de la Exposi-
rencias, y sólo lo citaron a requerimien- coincidió con la presentación de El arte go del evento. fía esta “forma de ver” que nos ha pro- ción Gaudí», Diario de Barcelona, (13.06.1956).

200 201
15 L A NU E VA S E D E D EL C O L EG IO:
D EL P R I M E R C ON C U RS O
A LA I N A U GU R A C I Ó N

Las elecciones de mayo de 1955 supusieron el relevo de José Maria Ros


Vila, que ocupaba el cargo desde 1940, por Manuel de Solà-Morales
i Rosselló, que había sido secretario durante los mandatos de Ros. El 27
de mayo la primera Junta General Ordinaria presidida por él encarga
a la Junta de Gobierno que dote al Colegio de una sede social adecuada a
la categoría de la institución.

Desde sus orígenes, las organizaciones de arquitectos de Cataluña habían


vivido precariamente. Primero en casa del presidente de la Asociación;
después, y gracias a Elies Rogent, en la Escuela de Arquitectura, en el des-
ván del edificio de la Universidad Literaria de Barcelona; hasta que, a fina-
les del siglo XIX, la Asociación pudo alquilar un local propio en la calle de
Santa Anna número 25. Allí estuvo hasta el año 1918 cuando, gracias al lega-
do de Bonaventura Pollés, uno de sus miembros, la Asociación heredó la
casa del número 563 de la Gran Via. En 1931, año en que comienza su funcio-
namiento real, el Colegio se instaló allí en régimen de alquiler; y a partir
de 1941 pasó a ser el propietario, una vez absorbida la Asociación.

En 1955 las condiciones habían cambiado. Barcelona crecía y el Colegio,


gracias a los ingresos provenientes del visado obligatorio, disponía por
primera vez del capital suficiente para plantearse construir una sede social
Fotografía: Francesc Català-Roca representativa. Con toda seguridad las visitas de las figuras internacionales

202 203
de renombre habidas en los últimos años habían puesto de manifiesto lo secretario, con la presencia internacional de Gio Ponti y J. H. Van den Broek.
inadecuado de los locales de la institución, que les obligaba a recurrir Una elección que, sin romper con los compromisos institucionales, parecía
al Ateneo para disponer de sala de actos. Ahora era el momento de demos- apostar por la modernidad.
trar con arquitectura que se estaba al día y, además, de hacerse visible en
el corazón de la ciudad, donde se ubicaban las instituciones administrati- El solar estaba sometido a una ordenanza municipal que obligaba al futuro
vas, políticas y económicas. edificio a alinearse con la calle. En relación con la ordenanza, los proyectos
presentados podían clasificarse en dos grupos. El primero formado por los
De acuerdo con el mandato de la Junta General, en mayo de 1956 la Junta de que la cumplían; el segundo, la mitad de los presentados, no la consideraban
Gobierno propone la compra de un solar en la plaza Nova, una zona central vinculante y presentaron propuestas cuyas volumetrías no respetaban la
sometida recientemente a cambios profundos. La plaza Nova era una peque- normativa. Estos últimos interpretaban que la norma tenía su lógica en
ña plaza a punto de desaparecer comida por el esventramento de la avenida edificios de vivienda, pero que el nuevo edificio no lo era, y que la apertu-
de la Catedral, que rehacía el escenario con arquitecturas historizantes. Ni la ra de la avenida de la Catedral obligatoriamente debía cambiar las reglas
fachada de la catedral y la casa del arcediano ni los edificios situados frente urbanísticas. El jurado concedió tres premios y una mención, pero teniendo
a la basílica y el nuevo acueducto romano no tenían más de cincuenta años. en cuenta la interpretación que los concursantes habían hecho de la orde-
nanza, éstos fueron dobles. Como si se tratara de un juicio salomónico, cada
Con la conformidad de la junta se redactaron las bases de un concurso uno de los premios era compartido por un proyecto de cada grupo.
abierto a todos los colegiados, que se hizo público el 26 de octubre de 1956.
Presentadas las propuestas, veintidós con seudónimo, el jurado se reunió El primer premio lo compartieron Guillermo Giráldez, Pedro López y Xavier
en primera sesión los días 25 y 26 de abril de 1957, y en segunda el 9 y el 10 Subias con el proyecto: «Arbolé, arbolé, seco y verdé» (lema tomado de un
de mayo; el veredicto se emitió el 18 de mayo. El jurado estaba compuesto verso del Romancero gitano, de Federico García Lorca), y Xavier Busquets
por Manuel de Solà-Morales, Javier Carvajal, Adolf Florensa, José María Ros con el proyecto «Calamanda». El segundo fue para Josep Maria Martorell
Vila, Carlos de Miguel, Antoni Perpinyà y Jordi Vilardaga en calidad de y Oriol Bohigas con el proyecto «COACB 113», y Antoni de Moragas con

204 205
Proyectos presentados al primer concurso para la nueva sede
del Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña y Baleares, 1957.

Segundo premio: «Gárgola», Segundo premio: «COACB 113», Primer premio: «Calamanda», Primer premio: «Arbolé, arbolé, seco y verdé»,
Antoni de Moragas. Josep Maria Martorell y Oriol Bohigas. Xavier Busquets. Guillermo Giráldez, Pedro López y Xavier Subias.

Tercer premio: «Cany R 57», Mención: «Y», Tercer premio: «Sincere»,


Pau Monguió y Francesc Vayreda. Roberto Terradas. Eusebi Bona y Pere Marieges.

206 207
el proyecto «Gárgola». Y el tercero para Pau Monguió y Francesc Vayreda Con respecto a la búsqueda de referentes arquitectónicos, los concursantes
con el proyecto «Cany R 57» y Eusebi Bona y Pere Marieges con el proyecto demuestran un buen conocimiento de las dos arquitecturas más a la moda:
«Sincere». El número extraordinario 29-30 de Cuadernos de Arquitectura, la italiana y la brasileña, pero también de la arquitectura española contem-
dedicado monográficamente al concurso, publica también tres menciones: poránea. Albini y Gardella entre los primeros; Niemeyer y Costa entre los
«Y», «Cristal» y «2x3», sin desvelar a los autores. El fondo Robert Terradas segundos; Coderch y De la Sota entre los españoles. Las referencias al edi-
del Archivo Histórico del COAC nos permite hoy otorgarle al arquitecto la ficio de viviendas de la Barceloneta de Coderch y Valls son casi literales en
autoría de «Y». «Y», y las del Gobierno Civil de Tarragona, de De la Sota, las encontramos
en «Cany-R 57» de Monguió y Vayreda, que habían obtenido el segundo
Una visión panorámica de los proyectos publicados pone de relieve el afán premio en el concurso de Tarragona pocos meses antes.
de modernidad de los concursantes, con la excepción de Eusebi Bona, que
titulado en 1915 representaba la vieja guardia académica con un proyecto de Ante la bifurcación de las propuestas motivada por la ley urbanística, el
parti beaux arts académico, con eje de simetría en la esquina, asta y bandera. jurado concluyó y así consta en el acta: «Que el COACB proceda a la convo-
No obstante, Bona y Busquets fueron los únicos que situaron y representa- catoria de un nuevo concurso de anteproyectos, previa solicitud al Ayun-
ron el proyecto en su contexto urbano. Los otros no dan a entender dónde se tamiento de la autorización para que los Arquitectos de Barcelona puedan
ubican, parecen autistas. libremente, dentro de un determinado y concreto límite de alturas, crite-
rio de composición de volúmenes y solución de los problemas de mediane-
Si nos fijamos en la composición volumétrica, ésta es compacta —fiel a rías que podían presentarse, alcanzar la solución arquitectónica óptima
la normativa— o abierta —saltándosela—. En cuanto al aspecto exterior, que tanto este Colegio de Arquitectos como la Ciudad desean».
unos proyectos se presentan con muro cortina y otros con estructura apa-
rente; algunos levantan el edificio o parte de él sobre pilotis. Las secciones El acuerdo municipal llegó el 3 de enero de 1958 y el 29 del mismo mes se
nos muestran que, para los arquitectos, prima la definición de la volume- convocó el segundo concurso, al que se presentaron 25 anteproyectos.
tría general frente a los grandes espacios, que quedan encorsetados. La composición del jurado era prácticamente la misma que la del primer

208 209
Los tres proyectos premiados
en el segundo concurso para la nueva
sede del Colegio Oficial de Arquitectos
de Cataluña y Baleares. 1958.

Primer premio: «Forma».


Xavier Busquets.

Fotografía de una maqueta de


trabajo del proyecto ganador
del concurso, de Xavier Busquets.

Segundo premio: «El tío Dominique».


Oriol Bohigas, Guillermo Giráldez,
Pedro López, Josep Maria Martorell
y Xavier Subias.
concurso, con la incorporación de Antoni Bonet Castellana y Alfred Roth,
que sustituyeron a los madrileños Javier Carvajal y Carlos de Miguel. Con
el fin de fundamentar su decisión, el jurado estableció cuatro criterios para
valorar los proyectos: «1) Idea e integración urbanística. 2) Organización
funcional. 3) Composición de la planta y construcción. 4) Idea arquitectó-
nica y solución plástica». Considerando que las 25 propuestas presentadas
cubrían la totalidad de las posibilidades que el solar ofrecía, tanto respecto
a la ocupación —completa o parcial— como a la distribución volumétri-
ca y del programa funcional, el jurado eligió cinco proyectos, adjudicando
finalmente los siguientes premios. El primero para «Forma», de Xavier
Busquets; el segundo para «El tío Dominique», de Oriol Bohigas, Guillermo
Giráldez, Pedro López, Josep Maria Martorell y Xavier Subias; el tercero para
«Cuarenta», de Joan Antoni Ballesteros, Joan Carles Cardenal, Pere Llimona
y Xavier Ruiz Vallès; y otorgó dos menciones honoríficas a «Ocre», de Luis
Tercer premio: «Cuarenta». Gimeno y Claudio Carmona, y a «Silone», del que no se especifica su autor.
Joan Antoni Ballesteros,
Joan Carles Cardenal, Pere Llimona
Estos proyectos fueron publicados en el número 32 de Cuadernos de Arquitec-
y Xavier Ruiz Vallès. tura con los comentarios del acta del jurado sobre cada uno de ellos.

210 211
Carl Nesjar trabajando en los
plafones de hormigón del friso
de Pablo Picasso, 1962.

Al examinar el conjunto de las propuestas descubrimos que la de Xavier soportes de las esquinas y en la utilización de una combinación de rectán-
Busquets, el arquitecto ganador, compendia las lecciones de las propuestas gulos, aprendida de la planta de la casa Farnsworth, que le ayuda a adaptar-
presentadas en la primera convocatoria. Busquets se da cuenta de que se a la geometría del solar.
ocupar la totalidad del solar, la solución que había ensayado en la primera
fase del concurso, no era la mejor solución, ya que, si bien resolvía el pro- Una vez ganado el concurso, Xavier Busquets recibió el encargo de ejecutar
blema más grave del encargo: las medianeras, daba una imagen demasiado el proyecto. A lo largo de su desarrollo tenía que dar respuesta a una obser-
pesada del edificio. vación del jurado sobre «la falta de relación y de unión arquitectónica entre
el volumen bajo y el volumen alto, la cual resulta de una superposición
Los proyectos que en el primer concurso liberaban su volumetría de los independiente, en lugar de una composición». Busquets la resolvió no cómo
límites del solar se presentaban con prismas perpendiculares a la plaza debía de imaginárselo el jurado, es decir, componiendo los volúmenes, sino
Nova. En el segundo concurso, muchos de los proyectos insistieron en el introduciendo una tercera pieza que gobernara sobre ellos.
mismo esquema, dejando descarnadas las medianeras de la manzana que
requerían de muros pantalla que las escondiesen. Xavier Busquets resolvió En el proyecto ganador Busquets preveía revestir los paramentos exteriores
el problema de una manera elegante girando el sentido del cuerpo rectan- de la sala de actos con cerámica de gres de Antoni Comella. Mientras tra-
gular, situándolo paralelo a la plaza y elevándolo ligeramente respecto de bajaba en el proyecto ejecutivo, en octubre de 1958, Busquets viajó a París
los edificios vecinos. El resto del solar lo dedicó a los accesos; la sala de para visitar el edificio de la Unesco y allí vio el mural de Joan Miró y Llorenç
exposiciones, el foyer y la sala de actos, las partes más públicas del edificio, Artigas. Esto le sugirió la posibilidad de una colaboración de Pablo Picasso.
ocupaban un volumen bajo en forma de proa achaflanada sobre la plaza. Consultados el decano y la junta de gobierno y gracias a la mediación del
editor Gustau Gili, Busquets visitó a Picasso cargado de planos y fotografías
El proyecto de Busquets trasluce una cierta enseñanza miesiana en el trata- de maquetas del proyecto. Para despertar sutilmente la imaginación del
miento del muro cortina, en la colocación de la estructura que desplaza los artista, acompañó estos materiales de una serie de fotografías de manifesta-

212 213
Oriol Bohigas y Josep Maria Martorell: Pau Monguió y Francesc Vayreda: Publicaciones y oficinas
Visado de planos y administración, planta cuarta. del Centro Informativo de la Edificación, planta tercera.
Fotografía: Francesc Català-Roca Fotografía: Carlos Pérez de Rozas
Josep Maria Fargas y Enric Tous: Sala de juntas de gobierno, planta sexta.
Fotografía: Francesc Català-Roca

ciones populares de Barcelona. El arquitecto visitó al pintor unas sesenta


veces. Picasso aceptó la colaboración descartando desde un principio la idea
de un mural cerámico y proponiendo la construcción de unos grandes pla-
fones de hormigón sobre los cuales, proyectando arena, se reprodujeran sus
dibujos. El artista plástico noruego Carl Nesjar, especialista en esgrafiado
sobre hormigón, realizó el trabajo.

En el momento de definir los interiores del edificio Xavier Busquets y


Manuel de Solà pensaron en encargar cada una de las plantas a diferentes
arquitectos. La planta baja, el Centro Informativo de la Edificación, a
Francesc Bassó y Joaquim Gili. La primera, la Sala de asambleas, al propio
Xavier Busquets. La segunda, la Biblioteca, a Guillermo Giráldez, Pedro
López y Xavier Subias. La tercera, las Publicaciones y oficinas del CIDE, a
Pau Monguió y Francesc Vayreda. La cuarta, el Visado de planos y adminis-
tración, a Oriol Bohigas y Josep Maria Martorell. La quinta, la Oficina cen-
tral, a Antoni de Moragas. La sexta, el Decanato y Junta de Gobierno, a Josep
Maria Fargas y Enric Tous. Y las plantas séptima y octava, el Club y el bar
y restaurante, a Federico Correa y Alfonso Milà.

La elección parece responder a la voluntad de integrar en la sede colegial


Antoni de Moragas: Oficina central, planta quinta. las diversas tendencias de la arquitectura catalana que empezaba a mostrar
Fotografía: Francesc Català-Roca

214 215
Federico Correa y Alfonso Milà: Bar y restaurante, planta octava; club, planta séptima.
Fotografías: Francesc Català-Roca

Guillermo Giráldez, Pedro López y Xavier Subias: Biblioteca, planta segunda.


Fotografía: Francesc Català-Roca
216
Fotografías: Pérez de Rozas

síntomas de un cambio de época. No hay más que leer la memoria de Oriol


Bohigas y Josep Maria Martorell para constatar una nueva estética supues-
tamente fundamentada en un realismo comprometido, el de la «escuela de
Barcelona». En la memoria, las palabras sencillas adquieren valor de catego-
ría: tabiquería, zócalos, cantoneras, tapajuntas, arrimaderos...

El 29 de abril de 1962 se inauguró la nueva sede en presencia de una doble


comitiva: por una parte, las autoridades habituales —ministros, directores
generales, capitán general y gobernador civil—; por otra, y de una manera
poco común, además de Gio Ponti y Van den Broek, arquitectos extranje-
ros miembros del jurado del concurso, la ceremonia reunió a una serie de
amigos y familiares de Picasso, entre otros Michel y Louise Leiris, Douglas
Cooper y las viudas de Juan Gris y Manolo Hugué. Según la crónica de la
prensa, el tiempo parecía no haber pasado: «Minutos antes de las doce llegó
al nuevo edificio el ministro, que fue recibido y cumplimentado en el ves-
tíbulo de acceso al magno salón de actos por las autoridades barcelonesas
y la junta de gobierno del Colegio, con su decano-presidente, don Manuel
de Solà-Morales, procurador en Cortes. Seguidamente se procedió al rito
de bendición por el arzobispo-obispo de la diócesis, reverendísimo doctor
Francesc Bassó y Joaquim Gili:
CIDE, planta baja.
D. Gregorio Modrego Casaus, revestido de pontifical, con capa magna,
Fotografía: Francesc Català-Roca mitra y báculo. Siguió la santa misa en un altar levantado al efecto...».

219
Como si el tiempo no hubiera pasado... pero los tiempos estaban cambian-
do. Aquel abril de 1962, con la inauguración del nuevo edificio del Colegio,
la institución pasó de tener un local pequeño y desconocido a situarse
en el corazón de la Barcelona clásica, en un edificio espacioso, moderno y
polémico por su relación con el entorno en que se levantaba. Una arquitec-
tura que no solo resolvía las necesidades funcionales, sino que era una
vitrina abierta a la ciudad.

El Colegio de Arquitectos, con un carácter decididamente moderno,


convirtió su nueva sede no solamente en el hogar de un colegio profesional,
como otros había en la ciudad, sino en un verdadero foco de cultura,
abierto a todo tipo de manifestaciones. Instituciones que ahora forman
el mapa cultural del país, eran entonces inexistentes, y el Colegio tomó
un papel a un tiempo sustitutorio y propositivo.

Entre aquel 1962 y las primeras elecciones democráticas posteriores al


franquismo, en 1977, la sede de la plaza Nova alojó toda clase de actividades,
desde la política y el debate ciudadano a las bellas artes y las nuevas formas
artísticas, happennings, perfomances, poesía escénica o música, hasta las
más modestas artes aplicadas: todo encontró entre sus paredes un espacio
de acogida que proporcionaba una difusión multiplicadora. Si tuviéramos
Carlos Pérez de Rozas: reportaje fotográfico de
que destacar una de tales manifestaciones, esta sería la exposición Miró, la inauguración oficial de la nueva sede del Colegio
otro, de 1969. de Arquitectos, 29 de abril de 1962.

220 221
A partir de 1977, el nuevo poder político se ocupa de estructurar el sector
cultural. Museos, auditorios, teatros y centros cívicos se instalan en la
sociedad y, lógicamente, el espacio del Colegio se resitúa para concentrarse
en lo que era y es más propio de la disciplina arquitectónica. Son los años
de las exposiciones de grandes maestros históricos, de la refundación de la
revista colegial, rebautizada con el nombre de Quaderns, y de la llegada de
la nueva generación de figuras internacionales, como Frank Gehry, Norman
Foster, Jean Nouvel y Rem Koolhaas, entre otros. Son los años también de
la nominación, construcción y celebración de los Juegos Olímpicos de 1992.
La posición que Barcelona y los arquitectos catalanes alcanzaron en el
plano internacional se vio refrendada con la organización del Congreso de
la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) en 1996.

De 1874 a 1962, las páginas de este libro nos han llevado a recorrer cerca
de cien años. Un tiempo convulso, de guerras carlistas, de monarquía,
república, golpes de estado y revoluciones, dictadura y guerras mundiales.
Fijándonos en la arquitectura, pasamos de los revivals medievales a la
arquitectura de emisiones cero, pasando por el novecentismo, las vanguar-
dias y la posmodernidad. En el momento actual de crisis, recorrer esta
historia debe sernos útil para ver y saber qué papeles representó el Colegio
en otras épocas también criticas y, tal vez, para imaginar cuál puede ser
la función futura de los arquitectos de Cataluña.

222 223
Aalto, Alvar 161, 195, 196, 197, 199, 200 Carvajal, Javier 204, 211 Folch Torres, Joaquim 99, 131 Lassus, Marià 170 Paradell, Ramon 109 Sala, Emili 23
Adell, Francesc 144 Casademunt, José 31 Folguera, Francesc 152, 158 Le Corbusier 50, 98, 102, 122, 165, Pellicer, Josep 143, 147 Sant’Elia, Antonio 98
Aguinaga, Eugenio 166, 167 Casademunt, Adrià 23, 31 Font Carreras, August 23, 25, 32, 42, 180, 187, 189, 200 Perales, Francesc 170 Santos Torroella, Rafael 190
Agustí, Bartomeu 170 Català-Roca, Francesc 201, 214, 215, 65, 69, 74 Ledent, Alfred 189 Pericas, Josep Maria 72, 74, 169 Sartoris, Alberto 189, 190, 191, 192,
Aizpurúa, José Manuel 166 216, 219 Font Gumà, Josep 57, 74 Leiris, Michel 219 Perpinyà, Antoni 187, 191, 193, 194, 200
Alapont, Pere 143, 147, 153 Cendoya, Eugenio P. 119, 169, 191 Fontserè, Josep 17, 18, 19 Liesa, Josep Maria 143, 147 199, 204 Sauvage, Henri 180
Albini, Franco 209 Cerdà, Ildefons 77 Fossas Pi, Modest 31, 42 Llimona, Pere 210, 211 Perret, Auguste 98, 180 Segarra, Josep Maria 191
Alomar, Gabriel 189 Choisy, August 80 Gallissà, Antoni Maria 36, 57 Llopart, Amadeu 137, 164 Pevsner, Nikolaus 196, 197, 200 Sellés Baró, Salvador 32, 99
Alsina, Joan 74 Cirlot, Juan Eduardo 200 Garnier, Tony 180 Loos, Adolf 180 Pi Calleja, Pere 143, 147, 170 Serrallach, Leandre 23, 31, 42
Álvarez Capra, Lorenzo 50 Coderch, José Antonio 183, 184, Gardella, Ignazio 209 López, Pedro 205, 207, 210, 211, Picasso, Pablo 200, 213, 215, 219 Sert, Josep Lluís 102, 119, 122, 123,
Amargós, Josep 74 186, 187, 209 Garriga Roca, Miquel 32 215, 216 Pineda, Antonio 169 143, 144, 150, 155, 170, 180, 190
Arroyo, Laureà 23 Comas, Josep 144 GATCPAC / GATEPAC / GATPAC Luis Tomás, Francisco 43, 44 Pla Pujol, Xavier 161 Soler March, Alexandre 74, 86,
Artigas, Josep 23, 31, 42 Cooper, Douglas 219 109, 112, 116, 117, 118, 119, 133, 135, Lurçat, Jean 180 Pollés, Bonaventura 42, 128, 203 118, 152
Artigas, Llorenç 213 Comella, Antoni 213 136, 155, 166, 169, 170, 189, 190 Macià, Francesc 133 Pons Domínguez, Antoni 75 Sostres, Josep Maria 187, 189, 191,
Ayxelà, Josep Maria 191 Correa, Federico 215, 216 Gaudí Cornet, Antoni 19, 57, 64, 71, Madorell, Miquel 94 Pons Traval, Juan Bautista 31 192, 193, 194, 195, 196, 197, 198, 199,
Balcells, Josep Antoni 191, 193, 196, Cort, Cèsar 165 74, 77, 78, 86, 94, 183, 194, 200, 201 Marco, Esteve 143, 153, 170 Ponti, Gio 186, 187, 189, 194, 200, 200, 201
197, 199 Costa, Lucio 209 Gaztelu, Luis 164 Marieges, Pere 207, 208 205, 219 Soteras, José 169
Baldrich, Manuel 164 Cullell, Joan 143, 153 Giedion, Siegfried 197 Martinell, Cèsar 94, 116, 152, 164 Prat de la Riba, Enric 78, 85 Soteras, Savador 90
Ballesteros, Joan Antoni 210, 211 Curt Behrendt, Walter 197 Gifreda, Màrius 99, 131 Martino, Josep Maria 117 Pratmarsó, Josep 195, 196, 197 Steiger, Rudolf 133
Barba Corsini, Francisco Juan 196 de la Sota, Alejandro 209 Gili, Gustau 213 Martorell, Jeroni 85 Prats, Joan 200, 201 Stevens, Mallet 95, 98, 180
Bardet, Gaston 195 de los Ríos, Fernando 110 Gili, Joaquim 200, 215, 219 Martorell, Joan 64, 74 Prieto Moreno, Francisco 186 Subias, Xavier 205, 207, 210, 211,
Bassegoda Musté, Bonaventura de Miguel, Carlos 204, 211 Gimeno, Lluís 211 Martorell, Josep Maria 200, 205, Puig Boada, Isidre 183 215, 216
31, 32, 71, 74, 86, 106, 109, 125, 126, 158, de Paula Nebot, Francesc 75, 152, 191 Giráldez, Guillermo 205, 207, 210, 206, 210, 211, 215, 219 Puig Cadafalch, Josep 39, 57, 58, 66, Subiño, Manuel 109
165, 183, 191, 200 de Paula Villar, Francesc 42, 77, 128 211, 215, 216 Masriera Campins, Juan 164, 169 74, 78, 80, 81, 84, 85, 86, 87, 94, 116, 170 Subirana, Joan Baptista 102, 144,
Bassegoda, Joaquim 31, 42, 46, 74 de Solà-Morales Rosselló, Manuel Giralt Casadesús, Ricard 112, Masriera, Lluís 75 Puig Gairalt, Antoni 102 147, 149, 153, 170, 190
Bassó, Francesc 215, 219 152, 165, 172, 191, 199, 203, 204, 219 115, 118 Maynés, Climent 89, 94, 126, 182 Puig Gairalt, Ramon 69, 74, 118, 119, Tell, Jordi 170
Belmás, Mariano 50, 51 de Zavala, Juan 187 Girona, Lluís 89, 90, 91, 94, 102, 103 Melnikov, Konstantin 98 121, 131, 132 Torras, Joan 23, 30, 32, 42
Benavent, Pere Detrell, Francesc 143, 153, 170 Goday, Josep 36, 86, 87, 88, 118, Mestre Fossas, Jaume 102, 118, Pujol, Joan 143, 170 Torres Argullol, Josep 23, 32, 33, 42
106, 119, 152, 164, 180 Deu, Josep Maria 170 119, 133, 135, 136, 180 132, 163 Ràfols, Josep Francesc 94, 95, 179, Torres Clavé, Josep 116, 143, 147, 153,
Benet, Rafael 90, 93, 94, 95, 98, 102, 103 D’Ors, Eugeni 77, 188, 194 Gomis-Prats 201 Mestres, Josep Oriol 12, 14, 20, 23, 180, 182 155, 157, 160, 190, 109
Bergamín, Rafael 180 Domènech Estapà, Josep 46, 47, 50, Gropius, Walter 180 31, 42 Raventós, Ramon 94 Torres Grau, Jaume 36, 67, 73, 75,
Bla, Joan 144 77, 79 Grup R 191, 197 Milà, Alfonso 215, 216 Ribas, José Maria 169 85, 87, 88, 106, 135, 152
Blanch, Emili 170 Domènech Montaner, Lluís 14, 21, Guàrdia Vial, Francesc 72, 106, 152, Miret, August 170 Ribas Seva, Ricard 170 Tort, Ramon 187, 189, 191, 192,
Bofill, Emili 147, 163 23, 42, 51, 54, 57, 64, 65, 66, 71, 72, 74, 163, 164 Miró, Joan 118, 220 Ricart, Pere 143 193, 199
Bohigas, Oriol 200, 201, 205, 206, 210, 77, 78, 106 Guitart Lostaló, General 32 Mitjans, Francesc 183, 185, 187, Rius, Magí 23 Tous, Enric 214, 215
211, 215, 219 Domènech Roura, Pere 36, 87 Gudiol, Josep 160, 169, 170 191, 193, 198, 199 Rodríguez Arias, Germà 170 Tusquets, Lluís 164
Bona, Eusebi 207, 208 Duiker, Johannes 161 Gustà Buendía, Jaume 31, 36 Monguió, Pau 206, 208, 209, 215 Rodríguez Lloveras, Josep 121 Ubach, Francesc 143, 153
Bonet, Sebastià 144 Duran Reynals, Raimon 158, 180 Hervás Arizmendi, Juan José 74 Moreno Torres, José 177 Rogent, Elies 14, 23, 25, 28, 31, 32, 42, Valls, Manuel 183, 184, 209
Bonet Castellana, Antoni 143, 211 Elías, Joan 189 Illescas, Sixte 144, 153, 169, 179, Moser, Karl 133 48, 77, 79, 203 Van den Broek, J. H. 205, 219
Bonet-Garí, Lluís 180, 182 Fàbregas, Francesc 170 180, 190 Muguruza Otaño, Pedro 75, 164, Roig Mallafré, Joan 75 Van Doesburg, Theo 165
Bori, Josep 68, 74 Falguera, Antoni 85, 86 Iranzo Eiras, Ubaldo 32 165, 166, 167, 172, 177, 180, 183, 186 Ros Vila, José Maria 164, 172, 191, Vayreda, Francesc 206, 208, 209, 215
Buigas Monravà, Gaietà 23, 31 Falqués, Pere 23, 74 Jaussely, León 77, 78, 90 Muthesius, Hermann 46, 50 203, 204 Vega March, Manuel 54, 56, 109, 112
Busquets, Xavier 205, 207, 208, 210, Fargas, Josep Maria 214, 215 Jeanneret, Pierre 98 Nelson, Paul 161 Roth, Alfred 211 Vilanova, Enric 143, 153
211, 212, 213, 215 Ferrater, Antoni 144, 163 Juan, Albert 93 Nesjar, Carl 213, 215 Rovira Rabassa, Antoni 23 Vilardaga, Jordi 204
Cabello Lapiedra, Luis María 32 Ferrer Guàrdia, Francesc 154 Juncadella, Emili 64, 74 Niemeyer, Oscar 209 Rovira Trias, Antoni 19, 23 Vilaseca, Josep 23, 53
Callén, Lluís 56 Feu, Jaime 164 Junoy, Josep Maria 98 Òdena, Josep 143 Rubió Bellver, Joan 57, 74, 75 Vives, Lluís 133
Cambó, Francesc 89, 103 Fisas, Antonio 180 Junyent, Oleguer 75 Oliveras, Camil 63 Rubió Tudurí, Nicolau Maria 121, 170 Wagner, Otto 46, 88
Capdevila, Joan 143, 153, 170 Florensa, Adolf 86, 94, 103, 106, 118, Klein, Joan 23 Östberg, Ragnar 135 Ruíz Vallès, Xavier 210, 211 Wright, Frank Lloyd 135, 187
Cardenal, Joan Carles 120, 210, 211 119, 122, 135, 191, 204 Larrosa, Joan 143, 144, 153 Oud, Jacobus Johannes Pieter 180 Sacs, Joan 103 Zevi, Bruno 188, 194, 195, 197,
Carmona, Claudi 211 Florensa, Josep 170 Lassió, Marian 144 Palacios, Antonio 89 Sagnier, Enric 64, 67, 72, 74, 75, 77, 79 198, 200

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COL·LEGI D’ARQUITECTES DE CATALUNYA
1874-1962
Edita Directores de la edición
Col·legi d’Arquitectes Enric Granell, Antoni Ramon
de Catalunya (COAC)
Coordinación
Decano Laura Parellada
Lluís Comerón i Graupera Servei de Publicacions del COAC
Presidentes de las Demarcaciones Diseño gráfico
Frederic Cabré i Segarra Rosa Lladó, Roser Cerdà
Demarcació de Girona Salon de Thé
Antoni Casamor i Maldonado Impresión
Demarcació de Barcelona Igol
Joan Josep Curto i Reverté Traducciones y correcciones
Demarcació de l’Ebre Elaine Fradley
Montserrat Giné i Macià Ramon Torrents
Demarcació de Lleida
Documentación fotográfica
Josep Llop i Tous Klaus Erik Halmburger.
Demarcació de Tarragona Murnau - Oberbayern.
Secretaria Kottmüllerallee Zwölf: cubierta
M. Assumpció Puig i Hors Archivo Histórico del Col·legi
d’Arquitectes de Catalunya
Vocales
Fernando Marzá Pérez Archivo Fotográfico del Col·legi
Enric Mir i Teixidor d’Arquitectes de Catalunya
Cecília Obiol Cordón Archivo Fotográfico de Barcelona - AFB
Manuel Ruisánchez i Capelastegui Archivo del Hospital de la Santa Creu
y Sant Pau (AHSCP)
Ribera Llopis, Josep Lluís: p. 80
Casa Museo Lluís Domènech
i Montaner de Canet de Mar: p. 21
Català-Roca, Francesc:
p. 201, 202, 214, 215, 216-217, 218
Man Ray: p. 161
Los autores agradecen el testimonio
de quienes les han facilitado Pérez de Rozas, Carlos:
p. 219, 215, 220-221
recuerdos de la historia del Colegio,
y muy especialmente la colaboración Reproducción digital
del personal del Archivo Histórico Enric Berenguer
y la Biblioteca del COAC. Oriol Rigat

D.L. B-12122-2012
ISBN 978-84-96842-57-1
© de la presente edición
Col·legi d’Arquitectes de Catalunya
Plaça Nova 5, 08002 Barcelona
Tel. +34 93 306 78 06
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© de las imágenes: sus autores

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