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DERECHO COMPARADO

VENEZUELA

Artículo 1.142 del Código Civil de Venezuela:

El contrato puede ser anulado Por:

1-. Incapacidad legal de las partes o de una de ellas:

Tienen incapacidad natural y legal: Los menores de edad, los mayores de edad
que por causa de enfermedad reversible o irreversible, o que por su estado de
discapacidad, ya sea de carácter físico, sensorial, intelectual, emocional,
mental o varias de ellas a la vez, no puedan gobernarse, obligarse o manifestar
su voluntad, por si mismos o por algún medio que la supla.

La Capacidad:

Esta es la aptitud de las personas para ser titulares de derechos y obligaciones


y para hacerlos valer por sí mismas, que la ley reconoce a la persona, existe
capacidad de goce y capacidad de ejercicio (jurídica); la capacidad de goce es
la aptitud de las personas para ser titulares de derechos y obligaciones.

La tiene toda persona sin excepción, desde el momento de su concepción


hasta el momento de su muerte. La capacidad jurídica de las personas físicas
se adquiere por el nacimiento y se pierde por la muerte; pero desde el
momento en que un individuo es concebido, entra bajo la protección de la ley y
se le tiene por nacido

2-. Por vicios del consentimiento:

El consentimiento es la manifestación de voluntad, que debe ser libre, esto es


sin vicios (error, violencia, dolo o mala fe); por la que una persona da su
aprobación para celebrar un contrato.

El consentimiento puede ser expreso o tácito. Es expreso cuando se manifiesta


verbalmente, por escrito o por signo inequívocos. El consentimiento tácito
resulta de hechos o de actos que lo presupongan o que autoricen a presumirlo.

Concepto de Anulabilidad:
Son anulables los Contratos regulares con vicios leves, que no impiden la
existencia de los elementos esenciales. Si, dicha anulabilidad debe ser
solicitada en sede judicial por la Administración. Sin embargo puede ser
revocado, modificado o sustituido de oficio en sede administrativa si el
interesado:

hubiere conocido el vicio,Si la revocación, modificación o sustitución lo favorece


sin perjudicar a terceros,Si el derecho hubiera sido otorgado a título precario.

Un Contrato es anulable, y por tanto saneable, por ejemplo, cuando:

El vicio fuera del objeto, en razón de no resolverse todas las peticiones


formuladas.El vicio fuera de la causa en razón de haber realizado la
Administración una errónea apreciación de los hechos que forman la causa del
acto, siempre que tal errónea apreciación no impida la existencia de este
elemento.Se tratare de un vicio leve de procedimiento.

Anulabilidad por violencia, por error y dolo:

Anulabilidad por Violencia:

Hay violencia cuando se emplea fuerza física o amenazas que importen peligro
de perder la vida, la honra, la libertad, la salud o una parte considerable de los
bienes.

Cuando se convierte en una fuerza física irresistible, configura ya no un


consentimiento viciado, sino falta absoluta. Que sea grave, debe importar al
peligro de perder la vida, la salud o una parte considerable de los bienes del
contratante o de una persona allegada a él. Que sea actual e inminente, que
sea injusta, debe implicar un hecho contrario a las leyes o a las buenas
costumbres, y que sea el motivo determinante de la voluntad del sujeto.

Como requisito objetivo de la violencia se requiere, por un parte, que la


amenaza importe el peligro de perder la vida, la honra, la libertad, la salud o
una parte considerable de sus bienes del contratante, del cónyuge, de sus
ascendientes, descendientes, o de sus parientes colaterales dentro del
segundo grado.
Como requisito subjetivo, se necesita que la amenaza sea seria, es decir de tal
naturaleza que puede impresionar a una persona razonable.

Se trata de una coacción efectuada sobre la voluntad de una persona y que la


neutraliza hasta el grado de obligarla a celebrar el contrato,

Artículo 1.151 del Código Civil de Venezuela.

El consentimiento se reputa arrancado por violencia, cuando ésta es tal que


haga impresión sobre una persona sensata y que pueda inspirarle justo temor
de exponer su persona a sus bienes a un mal notable. Debe atenderse en esta
materia a la edad, sexo y condición de las personas.

Artículo 1.152 del Código Civil de Venezuela.

La violencia es también causa de anulabilidad del contrato, cuando se dirige


contra la persona o los bienes del cónyuge, de un descendiente o de un
ascendiente del contratante. Si se trata de otras personas, toca al juez
pronunciar sobre la anulabilidad, según las circunstancias.

Artículo 1.153. del Código Civil de Venezuela.

El solo temor reverencial, sin que se haya ejercido violencia, no basta para
anular el contrato.

Anulabilidad por Error: Es el conocimiento o falsa apreciación de la realidad, es


el conocimiento inexacto de la realidad, que consiste en creer cierto lo que es
falso o falso, lo que es cierto. Para que el error pueda considerarse como un
vicio del consentimiento y por lo tanto originar la nulidad del contrato, debe
recaer sobre el motivo determinante de la voluntad de cualquiera de los que
contratan.

Artículo 1.146 del Código Civil de Venezuela.

Aquel cuyo consentimiento haya sido dado a consecuencia de un error


excusable, o arrancado por violencia o sorprendido por dolo, puede pedir la
nulidad del contrato.

Artículo 1.147 del Código Civil de Venezuela.


El error de derecho produce la nulidad del contrato sólo cuando ha sido la
causa única o principal. El error en función de sus efectos en error vicio, que
aunque no impide que se forme el contrato, sin embargo, lo afecta de nulidad;
el error obstáculo, que impide la formación del contrato, el error que no produce
efectos; el error de derecho producirá la nulidad del contrato cuando ha sido la
causa única o principal.

Dado que la causa es un elemento esencial a la existencia del contrato, es


obvio que el acreedor debiera estar en la necesidad de demostrarla, lo que
ocurre la mayoría de las veces demostrando el contrato mismo.

Es por ello que algunos autores deducen que en todo contrato la causa del
mismo sea tan evidente que no requiera de demostración alguna de su
existencia y licitud.

Artículo 1.148 del Código Civil de Venezuela.

El error de hecho produce la anulabilidad del contrato cuando recae sobre una
cualidad de la cosa o sobre una circunstancia que las partes han considerado
como esenciales, o que deben ser consideradas como tales en atención a la
buena fe y a las condiciones bajo las cuales ha sido concluido el contrato.

Es también causa de anulabilidad el error sobre la identidad o las cualidades de


la persona con quien se ha contratado, cuando esa identidad o esas cualidades
han sido la causa única o principal del Error.

Artículo 1.149 del Código Civil de Venezuela.

La parte que invoca su error para solicitar la anulación de un contrato, está


obligada a reparar a la otra parte los perjuicios que le ocasione la invalidez de
la convención, si el error proviene de su propia falta y la otra parte no lo ha
conocido o no ha podido conocerlo.

No procederá la nulidad por error, si antes de deducirse la acción o hasta el


acto de la contestación de la demanda, la otra parte ofrece ejecutar su
prestación subsanando el error sin perjuicios para el otro contratante.

Artículo 1.150 del Código Civil de Venezuela.


La violencia empleada contra el que ha contraído la obligación es causa de
anulabilidad, aun cuando haya sido ejercida por una persona distinta de aquella
en cuyo proyecto se ha celebrado la convención.

Anulabilidad por Dolo:

Es cualquier sugestión o artificio que se emplee, para inducir a error o


mantener en él a alguno de los contratantes, es decir el dolo es el empleo de
cualquier medio ilegal para inducir o provocar el error y así obtener la voluntad
de una persona.

Se distingue el dolo incidental del dolo principal, el dolo principal recae sobre la
causa o motivo determinante de la voluntad de los contratantes, esto es,
cuando induce a éstos a celebrar un contrato que de otra manera no hubieran
celebrado.

El dolo incidental recae sobre otros aspectos o circunstancias que hacen a un


contratante contratar sólo en condiciones menos favorables o más onerosas.

Las sugestiones, los artificios o medios ilegales, son los medios para obtener el
resultado de inducir a error o mantener a error o mantener en él a una persona.

Este vicio es causa de nulidad relativa del contrato, si el error a que induce o
que es mantenido por el mismo, recae sobre el motivo determinante de la
voluntad del sujeto en su celebración.

Artículo 1.154. del Código Civil de Venezuela.

El dolo es causa de anulabilidad del contrato, cuando las maquinaciones


practicadas por uno de los contratantes o por un tercero, con su conocimiento,
han sido tales que sin ellas el otro no hubiera contratado

Efectos de la nulidad y anulación:

Efectos de la declaratoria de nulidad:

Establece el Art. 196. Los efectos. La nulidad de un acto, cuando fuere


declarada, conlleva la de los actos consecutivos que del mismo emanaren o
dependieren.
Sin embargo, la declaración de nulidad no podrá retrotraer el proceso a etapas
anteriores, con grave perjuicio para el imputado, salvo cuando la nulidad se
funde en la violación de una garantía establecida en su favor.

De este modo, si durante la audiencia preliminar se declarare la nulidad de


actuaciones judiciales realizadas durante la fase de investigación, el tribunal no
retrotraerá el procedimiento a ésta fase. Asimismo, las nulidades declaradas
durante el desarrollo de la audiencia de juicio oral no retrotraerán el
procedimiento a la etapa de investigación o a la de la audiencia preliminar.

Contra el auto que declare la nulidad, las partes podrán interponer recurso de
apelación, dentro de los cinco días siguientes a su notificación.

PARAGUAY

El Código Civil Paraguayo lo legisla dentro de “los actos jurídicos en general”,


conforme a la doctrina contemporánea, en razón de que no constituye vicio de la
voluntad, sino “un defecto del acto jurídico” o vicio en el acto jurídico que afecta
a la buena fe. A diferencia del error, dolo y la violencia, que constituyen vicios de
la voluntad porque cuando faltan uno de los elementos internos de la voluntad
(discernimiento, intención, libertad), los hechos cumplidos por el agente no son
ACTOS JURÍDICOS, técnicamente, sino UN HECHO.

Esta es la razón por la que el Código Civil Paraguayo, dentro del CAPITULO I,
“De los hechos en general”, regulan “el error”, “el dolo” y “la violencia” y dentro
del CAPITULO II, “De los actos jurídicos en general” regula “la simulación y el
fraude”.

DISPOSICIÓN: El art. 311 dispone “Los actos de disposición a título gratuito


practicados por el deudor insolvente, o reducido a la insolvencia por causa de
dichos actos, pueden ser revocados a instancia de los acreedores”

El art. 312 dispone: “Serán igualmente revocables los actos onerosos


practicados por el deudor insolvente, cuando la insolvencia fuere notoria, o
hubiere fundado motivo para ser conocida del otro contratante y el crédito en
virtud del cual se intenta la acción sea anterior al acto fraudulento”.
Si por virtud del acto se tratare de eludir la responsabilidad derivada de la
comisión de un delito penal, no hará falta que el crédito sea anterior a dicho acto.

ESPAÑA

I. CONCEPTO Y REGULACIÓN

El fraude de ley está representado por aquellas conductas aparentemente lícitas,


por realizarse al amparo de una determinada ley vigente, pero que producen un
resultado contrario o prohibido por otra norma tenida por fundamental en la
regulación de la misma materia, lo que ha de manifestarse de manera notoria e
inequívoca.

El concepto de fraude a la ley aparece contenido en el artículo 6.4 del Código


Civil, que establece que "los actos realizados al amparo del texto de una norma
que persigan un resultado prohibido por el ordenamiento jurídico, o contrario a
él, se considerarán ejecutados en fraude de ley y no impedirán la debida
aplicación de la norma que se hubiere tratado de eludir”.

Con la introducción en el Código Civil, por la reforma operada en el año 1974, de


este artículo, da entrada al fraude de ley, que aparecía recogido en la doctrina
civilística, la jurisprudencia e incluso en Derecho Positivo en la Ley de usura, Ley
de Arrendamientos Urbanos o en la Ley de Ventas a Plazos, aunque con distintas
denominaciones, en cuya Exposición de Motivos se razona que su inclusión en
el Código Civil “prepondera la idea de considerar el ordenamiento jurídico como
un todo; por eso es reputada fraudulenta la sumisión a una norma llevada a cabo
con el propósito de obtener un resultado prohibido o contrario al conjunto del
ordenamiento jurídico”.

En relación al fraude se ha considerado en la Sentencia de 21 de diciembre 2000


que "es sinónimo de daño o perjuicio conseguido mediante un medio o
mecanismo utilizado a tal fin, valiendo tanto como subterfugio o ardid (...) e
implica en el fondo un acto contra legem por eludir las reglas del derecho, pero
sin un enfrentamiento frontal, sino al revés, buscando unas aparentes normas de
cobertura", de manera que "requiere como elementos esenciales una serie de
actos que pese a su apariencia de legalidad, violen el contenido ético de los
preceptos en que se amparan ya se tenga o no conciencia de burlar la ley".

El artículo 6.4 del Código Civil sanciona lo que constituye una técnica de
aplicación de la norma jurídica, que tiene como consecuencia deshacer la
apariencia de protección que un acto recibe de una norma de cobertura, para
someterlo al imperio de aquella que se trató de eludir. A tenor de dicho precepto
los actos realizados al amparo del texto de una norma que persiga un resultado
prohibido por el ordenamiento jurídico, o contrario a él, se considerarán
ejecutados en fraude de ley y no impedirán la debida aplicación de la norma que
se hubiere tratado de eludir.

El negocio en fraude a la ley consiste en la utilización, instrumentada


normalmente mediante simulación, de un tipo negocial para evitar la norma
aplicable al negocio que corresponde al fin perseguido por las partes, por lo que
es preciso distinguir la siguientes clases:

 Si a través de la simulación se ha vulnerado una norma prohibitiva o


imperativa que impondría la nulidad de pleno derecho del acto que la
contraviene, o
 O una regla sobre la eficacia del negocio real, ya que en este caso no
procederá la sanción de nulidad, sino la aplicación de la norma que
corresponda a la verdadera finalidad perseguida.

Como caracteres del fraude de ley suelen fijarse:

 Ha de tratarse de un acto jurídico, no siendo suficiente la mera


intencionalidad.
 En apariencia, dicho acto encuentra apoyo en una norma jurídica, pues,
de no ser así, se trataría de un acto contra ley,
 El acto fraudulento debe perseguir un fin condenado por otra norma del
Ordenamiento. En principio, es indiferente que el actor tenga intención de
eludir la norma defraudada, siendo suficiente con el resultado ilícito.

II. REQUISITOS
El fraude requiere la concurrencia de dos normas: la de "cobertura", que es a la
que se acoge quien intenta el fraude; y la que a través de ésta y en forma
fraudulenta se pretende “eludir", de modo que se reputa fraudulenta la sumisión
a una norma llevada a cabo con el propósito de obtener un resultado prohibido
o contrario al ordenamiento jurídico, la que por dicha razón bien podría ser
designada con el nombre de “norma eludible o soslayable”.

La jurisprudencia de forma reiterada recoge la interpretación del artículo 6.4 del


Código Civil, según la cual el fraude de ley requiere como elemento esencial, un
acto o serie de actos que, pese a su apariencia de legalidad, violan el contenido
ético de los preceptos en que se amparan, ya se tenga o no conciencia de burlar
la Ley. Se caracteriza por la presencia de dos normas: la conocida,
denominada "de cobertura", que es a la que se acoge quien intenta el fraude, y
la que a través de ésta se pretende eludir, que es la norma denominada "eludible
o soslayable", amén que ha de perseguir un resultado contrario a lo ordenado o
prohibido imperativamente.

En definitiva se trata de una maniobra, que en algunas resoluciones se califica


de “pseudo legal”, por cuanto a medio de ella lo que se pretende no es un ataque
directo o una directa infracción a la norma aplicable, que supondría la nulidad
radical del acto o negocio jurídico realizado, sino intentar conseguir la finalidad
pretendida con apariencia legal para defraudar la finalidad práctica de la ley,
siendo ofrecida una legalidad aparente por quien acude a esa norma.

En cuanto a los requisitos que han de reunir los actos para estimar lo son en
fraude de ley, pueden reflejarse del siguiente modo:

 Que el acto realizado sea contrario al fin práctico que la norma defraudada
persigue y su pongan en consecuencia su violación efectiva,
 Que la norma de cobertura en que el acto pretenda apoyarse no vaya
dirigida, expresa y directamente a protegerlo, bien por no constituir el
supuesto normal, bien por ser el referido acto un medio de vulneración de
otras normas, bien por ir dirigido a perjudicar a otros.
 Es claro que no se requiere la intención, o conciencia, o idea dirigida a
burlar la Ley, pero es preciso que la ley en que se ampara el acto
presuntamente fraudulento no le proteja suficientemente y que la
actuación se encamine a la producción de un resultado contrario o
prohibido por una norma tenida como fundamental en la materia, y tal
resultado se manifieste de forma notoria e inequívocamente.

Como consecuencia de lo anterior para que el fraude de ley exista no se exige


prueba de la intencionalidad, siendo una manifestación objetiva que surge, y es
de apreciar por concurrir los requisitos señalados, si bien para quien pretenda
obtener una indemnización o una sanción será necesario probar la existencia de
la intencionalidad en el fraude.

Para que un acto o serie de actor pueda declararse han sido realizados en fraude
de ley, es preciso que quien lo propugna suministre al Juzgador los elementos
de hecho precisos para llevar a su ánimo el convencimiento de que con el
procedimiento empleado se pretendió evitar la actuación de las normas dictadas
para regular otro supuesto, y ello con el objeto de lograr unas veces un fin ilícito
y otras una eficacia legal, distinta a la propia finalidad de la normativa actuada.

III. EFECTOS

El efecto del fraude es la aplicación de la ley que se ha tratado de eludir, de modo


que sólo serán nulos si son simulados o con causa ilícita, porque "la sanción del
acto fraudulento es el sometimiento del mismo al imperio de la ley defraudada",
según dispone el artículo 6.4 del Código Civil. Consecuentemente, de acuerdo
con lo dispuesto en aquel mismo artículo 6.4, lo procedente es someter el
negocio jurídico en cuestión al régimen que se pretendía eludir.

El artículo 6.4 del Código Civil sanciona lo que constituye una técnica de
aplicación de la norma jurídica, que tiene como consecuencia deshacer la
apariencia de protección que un acto recibe de una norma de cobertura, para
someterlo al imperio de aquella que se trató de eludir.

A tenor de dicho precepto los actos realizados al amparo del texto de una norma
que persiga un resultado prohibido por el ordenamiento jurídico, o contrario a él,
se considerarán ejecutados en fraude de ley y no impedirán la debida aplicación
de la norma que se hubiere tratado de eludir.
Como resulta del mencionado texto, no sigue el precepto un concepto clásico o
tradicional del fraude (el del llamado fraude intrínseco), que resultaba de la
exclusiva aceptación de una interpretación literal de la norma y llevaba a
entender que un acto que no fuera respetuoso con la letra de aquella era
contrario a la ley, mientras que si la respetaba y violentaba la interpretación legal
resultaba fraudulento.

El reconocimiento de comportamiento con abuso de derecho y fraude de ley


presupone carencia de buena fe, principio consagrado en el artículo 7, apartado
1, como base para el eficaz ejercicio de todo derecho, ya que mal puede
entenderse que actúa con buena fe quien trata de obrar con abuso o fraude de
ella; el apartado 1 del artículo 24 de la Constitución Española al proclamar
que “todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los Jueces
y Tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos sin que, en
ningún caso, pueda producirse indefensión”, lo que garantiza es que en ningún
supuesto pueda producirse denegación de justicia, pero no que pueda ser base
para convalidar situaciones desprovistas de amparo legal, y emanantes de
abuso de derecho, fraude de ley y falta de buena fe, no amparable en el campo
del Derecho.

El artículo 6.4 responde a una visión moderna del fraude de ley, a partir de la
idea de que la interpretación no se detiene en la letra de la norma, sino que ha
de dirigirse a la búsqueda de su voluntad. Conforme a ese planteamiento los
actos jurídicos contrarios al espíritu de la ley, pero respetuosos con su letra no
son fraudulentos, sino contra legem y, como tales, deben ser tratados con la
directa aplicación de la sanción establecida para la infracción.

El régimen del fraude de ley se aplica a aquellos actos, uno o varios, que reciben
la cobertura de alguna norma, aunque sea básica o esté caracterizada por su
generalidad, que los ampara o tolera, bien que de una manera insuficiente por
ser otra su finalidad y que persiguen un resultado prohibido o contrario al
ordenamiento jurídico, considerado como un todo; esto es, un resultado contrario
a cualquiera de las normas que integran el ordenamiento, aunque resulten de
una interpretación sistemática o de los mismos procedimientos de integración.
Precisamente por ello el precepto no sanciona directamente con la nulidad el
acto fraudulento, sino que provoca, como consecuencia inmediata, la aplicación
de la norma que se quiso eludir porque prohibía el resultado perseguido o porque
imponía otro distinto.

La norma defraudada que cumple aplicar es, por tanto, la reiteradamente


señalada por la jurisprudencia, que excluye la admisibilidad de comportamientos
contradictorios, la cual, nacida del principio de buena fe, en su proyección ética
u objetiva, impone a las partes un deber de coherencia con la conducta anterior
exteriorizada en su ejecución y, por tanto, en un conjunto de comportamientos
aptos para generar confianza en los demás, que, por su significado objetivo,
opera como limitación al libre ejercicio del derecho perteneciente al sujeto.

IV. BREVE REFERENCIA A LA DOCTRINA DEL LEVANTAMIENTO DEL


VELO DE PERSONAS JURÍDICAS

La doctrina jurisprudencial ha creado la doctrina del levantamiento del velo de la


persona jurídica, al efecto de descubrir lo que está debajo y ver quien
verdaderamente es y al objeto de evitar el fraude de ley o el abuso del derecho
en perjuicio de tercero.

En esa materia es de referencia obligada la sentencia del Tribunal Supremo de


fecha 28 mayo 1984, cuando en ella se dice “ Que ya, desde el punto de vista
civil y mercantil, la más autorizada doctrina, en el conflicto entre seguridad
jurídica y justicia, valores hoy consagrados en la Constitución (artículos primero,
uno, y noveno, tres), se ha decidido prudencialmente, y según casos y
circunstancias, por aplicar por vía de equidad y acogimiento del principio de la
buena fe (artículo séptimo, uno, del Código Civil), la tesis y práctica de penetrar
en el "substratum" personal de las entidades o sociedades, a las que la ley
confiere personalidad jurídica propia, con el fin de evitar que al socaire de esa
ficción o forma legal (de respeto obligado, por supuesto) se puedan perjudicar
ya intereses privados o públicos o bien ser utilizada como camino del fraude
(artículo sexto, cuatro, del Código Civil), admitiéndose la posibilidad de que los
jueces puedan penetrar "levantar el velo jurídico", en el interior de esas personas
cuando sea preciso para evitar el abuso de esa independencia (artículo séptimo,
dos, del Código Civil) en daño ajeno o de "los derechos de los demás" (artículo
diez de la Constitución) o contra el interés de los socios, es decir, de un mal uso
de su personalidad, en un "ejercicio antisocial)"su derecho (artículo séptimo, dos,
del Código Civil), lo cual no significa que haya de soslayarse o dejarse de lado
la personalidad del ente gestor constituido en sociedad anónima sujeta al
Derecho privado, sino sólo constatar, a los efectos del tercero de buena fe (la
actora y recurrida perjudicada), cual sea la auténtica y "constitutiva" personalidad
social y económica de la misma, el substrato real de su composición personal (o
institucional) y negocial, a los efectos de la determinación de su responsabilidad
"ex contractu" o aquiliana, porque, como se ha dicho por la doctrina extranjera,
"quien maneja internamente de modo unitario y total un organismo no puede
invocar frente a sus acreedores que existen exteriormente varias organizaciones
independientes" y menos "cuando el control social efectivo está en manos de
una sola persona, sea directamente o a través de testaferros o de otra sociedad",
según la doctrina patria.

La idea básica es que no cabe la alegación de la separación de patrimonios de


la persona jurídica por razón de tener personalidad jurídica, cuando tal
separación es, en la realidad, una ficción que pretende obtener un fin fraudulento,
como incumplir un contrato, eludir la responsabilidad contractual o
extracontractual, aparentar insolvencia, etc. Tal como dice la sentencia de 3 de
junio de 1991 se proscribe la prevalencia de la personalidad jurídica que se ha
creado si con ello se comete un fraude de ley o se perjudican derechos de
terceros.

V. FRAUDE PROCESAL

De conformidad con lo establecido en el artículo 11, 2º de la Ley Orgánica del


Poder Judicial: “Los Juzgados y Tribunales rechazarán fundamentalmente las
peticiones, incidentes y excepciones que se formulen con manifiesto abuso de
derecho o entrañen fraude de ley o procesal”.

Por su parte la Ley de Enjuicimiento Civil en el artículo 247 establece “Los


tribunales rechazarán fundadamente las peticiones e incidentes que se formulen
con manifiesto abuso de derecho o entrañen fraude de ley o procesal”.
Las normas procesales fundamentales escapan al poder dispositivo de las
partes, son de orden público, y por ello el Tribunal debe velar por su cumplimiento
descubriendo en su caso los posibles fraudes procesales.

La acción procesal y, por lo mismo, todo recurso a la jurisdicción han de estar


sostenidos por un fin e interés legítimo y justificado, careciendo, por tanto, de
legitimación procesal para recurrir la parte que no viene perjudicada, ni gravada,
por la resolución que impugna.

Son numerosas la resoluciones que identifican el fraude procesal como un


verdadero fraude de ley, existiendo entre ambos una notoria semejanza,
pudiendo ser comprendidas ambas en la norma del apartado 4 del artículo 6 del
Código Civil, y en punto a su existencia exigen la concurrencia de una serie de
actos que, pese a su apariencia de legalidad, violen el contenido ético de los
preceptos o normas legales en que se amparan, Siendo los requisitos a tener en
cuenta para calificar los hechos de "fraude de ley":

 Que el acto o actos sean contrarios al fin práctico que la norma


defraudada persigue y supongan, en consecuencia, su violación efectiva,
y
 Que la norma en que el acto pretende apoyarse (de cobertura) no vaya
dirigida, expresa y directamente, a protegerle, bien por no constituir el
supuesto normal, bien por ser un medio de vulneración de otras normas,
bien por tender a perjudicar a otros,
 Debiendo señalarse, asimismo, que el fraude no requiere la prueba de la
intencionalidad, siendo, pues, una manifestación objetiva a apreciar por la
circunstancia de concurrir los requisitos que la configuran.

De lo expuesto, se puede decir a modo de resumen, que el fraude legal supone,


en definitiva, un acto humano por el que se trata de obtener la tutela de una
norma jurídica, que está dada para un concreto fin y que el causante del fraude
pone en juego los medios suficientes para otra distinta y contrapuesta finalidad,
pretensión que no puede ser amparada por los Juzgados y Tribunales.

DERECHO FRANCÉS
Respecto al derecho francés, basta explicar que, si bien es cierto, fue recogido,
en sus diferentes leyes y códigos, la figura fue prácticamente reducida a un fósil
de museo, solo se menciona ocasionalmente, muy de vez en cuando, como dice
el Dr. Labaure para referirse a temas de derecho romano, sin que fuera un
verdadero uso y aplicación en la institución.

Sin embargo, no por ello la legislación francesa no protegía contra fraudes y


enajenaciones de deudores, pues si el deudor enajenaba bienes de su
patrimonio a terceros, el acreedor podría interponer acción contra el tercero a
quien el deudor había enajenado los bienes en fraude de su acreedor. Fuera
tanto para el caso de donaciones o actos onerosos.

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