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Gómez Palacio (1998) considera que el lenguaje al ser escrito, tiene un carácter más formal
que en la expresión oral. Esto es así porque aunque se haga uso de un lenguaje coloquial en
la escritura, la imposibilidad de interlocución frente a frente con el lector requiere que lo
escrito tenga claridad, precisión, coherencia y cohesión para estar seguros de que se dice lo
que se desea.
Por todo lo anterior, enseñar ortografía implicaría promover una variación en las estrategias
de modo que se promueva la involucración activa de los niños en su proceso de aprendizaje
de las convenciones de la escritura, entre ellas, la convención ortográfica. Esto a su vez
implicaría despertar una conciencia ortográfica en los alumnos.
Esto no se contradice con lo que afirman Cassany y Sanz (2000), en el sentido de que la
innovación de los ejercicios de ortografía despierta curiosidad y motivación. La
involucración activa se logra en parte gracias a la curiosidad y a la motivación.
Cassany (1999b) afirma que, despertar una conciencia ortográfica conlleva a una
combinación interpersonal dirigida a otros conocimientos más allá de lo predeterminado en
el código de la lengua escrita, por lo tanto, hablar, escuchar, leer y escribir significan
formas de comunicar pensamientos y emociones. Es decir, la conciencia ortográfica es la
conciencia por parte del alumno de que existen formas convencionales de escritura, el
deseo de conocer esas convenciones y la habilidad para buscar cómo escribir de acuerdo
con ellas. Para que esto se logre se necesita que el niño utilice la lengua, y en particular la
legua escrita, o sea, que el niño haga un uso funcional.
Leyes de ortografía
Asimismo no dudan en establecer que los menores adquieran libros específicos para el
aprendizaje de las citadas reglas ortográficas, compuestos de un sinfín de ejercicios que les
ayudarán a adquirirlas sin demasiado esfuerzo.
Un ejemplo de regla ortográfica es aquella que indica que, después de la letra M, se escribe
la letra B y no la V. Por eso debemos escribir “también”, “cambiar” y “tambor”, y no
“tamvién”, “camviar” o “tamvor”.
De manera similar, una regla ortográfica señala que tras la N, se debe escribir la V en lugar
de la B: “convidar”, “envío” e “invitación”, pero no “conbidar”, “enbío” o “inbitación”.
Se establece que, además de estas reglas ortográficas expuestas, en castellano hay otras que
están consideradas como las más importantes y significativas:
-Bra, bre, bri, bro y bru siempre se escriben con la letra b.
-Se establece que se escribe con b cuando después hay una consonante. Ejemplos de esto
son obvio y obstruir, entre otras.
-La z nunca se utiliza para escribir con la e ni con la i. Es decir, no se escribe zepillo sino
cepillo.
-Se escribe con j las palabras que acaban en -aje y -eje. Ejemplos: cortometraje y despeje.
-Sólo se usará doble ere cuando va entre vocales: carro, parra, turrón…
-Se escribe con g los verbos que terminan en -ger, -gir y -igerar. Este sería el caso, por
tanto, de coger, dirigir y aligerar.
CONCLUSION
En realidad, la ortografía cobra sentido para el niño cuando necesita usarla. La forma en
que esto puede ocurrir es mediante la producción de textos. Para todo profesor según
McCormick (1998), es indispensable no tener miedo a enseñar y dar peso a la reflexión
cuidadosa sobre qué tipos de intervención docente serán útiles para los alumnos. Así el
profesor en la medida de lo posible tratará de proporcionales ayuda para que descubran que
tienen algo que comunicar y sobre todo que encuentren el interés, el placer y los beneficios
que les proporcionará la expresión escrita. Por ejemplo, el poder de signos gráficos, la
elaboración de cuentos e historias personales, el humor, la diversión etc. (Gómez Palacio,
1998).
La SEP (1993) en relación con los temas gramaticales y ortográficos, en la propuesta de los
programas, insiste en integrarlos a la práctica de la lectura y la escritura, no sólo como un
convencionalismo del lenguaje correcto, sino como recursos sin los cuales no se puede
lograr una comunicación precisa y eficaz. Por
Esta razón, se promueve el observar, escuchar, preguntar, buscar e indagar para una mejor
apropiación y construcción de estrategias que orienten a los alumnos hacia la reflexión
sobre el significado de lo que escriben y puedan valorarlo, la búsqueda de la autocorrección
es indispensable para alcanzar grandes logros en el ámbito de la ortografía (Cassany, 1998;
Gómez Palacio, 1998; McCormick, 1998).