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pul{)s en la mi ma dirección. Pero esto


no altera el hecho de que fué él quién,
con sus descubrimientos, colocó la base
para una psicología verdaderamente cien-
tífica. La ciencia no es el acto de pesar
y de contar; no es el emplear nuestros
sentidos y nuestro sentido común en la
obsen'ación mínuciosa de lo inmediato.
El método científico consiste, al contra-
rio, en la penetración de la superficie por
medio de la razón, y en la formulación
de hipótesis por inferencias de lo que se
ha observado. Luego se reúnen más da-
tos, algunos de los cuales c-onfirman y
otms rechazan las hipótesis, y así suce-
sivamente, en un interminable proceso
de pensamiento. El psicoanálisis es una
ciencia. Sus conclusiones a veces parecen
p;lradójicas, porque no caben dentro de
las observaciones del sentido común; en
esto son iguales a todas las declaraciones
verdaderamente científicas. Es un privile-
gio para todas las instituciones de cultura
superior el poder rendir homenaje al fun-
dador de una nueva psicolog:'a y una
psiquiatría científicas.

La ht/ul'ia dan:;ante El buitloe de L. de V·inci según Frreud

EL POETA y LA F.ANT ASIA


OSOTROS, los profanos, hemos te- Por Sígmu1'ld FREUD de discernirlo con exactitud de la reali-

N nido siempre vivísimo interés por


averiguar -más o menos en el
sentido de la pregunta que aquel
Cardenal dirigió a Ariosto- de dónde to-
el último poeta morirá con el último hom-
bre.
dad. Y el lenguaje conserva esta relación
de los juegos infantiles y la creación poé-
tica, en cuanto caracteriza tales intentos
del poeta asimismo como juegos con ne-
¿ No deberíamos acaso buscar ya en cesidad de apoyo en objetos palpables, ca-
ma sus asuntos esa destacada personali-
los niños las primeras huellas de actividad paces de representación: comedia (Lust-
dad, el poeta, y cómo con ellos logra con-
poética? La ocupación más intensa del ni- spiel), tragedia (Tmuel'sp'iel) , y la per-
movernos tan profundamente y despertar-
ño y que le es más cara, es el juego. Qui- sona que representa C0l110 actor (Schau-
nos emociones de las que tal vez ni
zá nos fuera posible asegurar que cada spieler). ** Mas de la irrealidad del mun-
siquiera nos' creíamos capaces. Nuestra cu-
niño que juega se comporta como un poe- do poético surgen consecuencias muy
riosidad sólo se acrecienta ante la circuns-
ta en tanto que se construye un mundo importantes para la técnica artística, pues
tancia de que el poeta mismo, al ser inte-
propio o, más bien dicho, en tanto que mucho de lo que C0l110 realidad no podría
rrogado, o no da respuesta alguna, o en
traspone las cosas de su mundo a un nue- proporcionar ningún placer puede, en
todo caso da una que resulta insatisfac- vo orden, satisfactorio para él. Sería en-
toria para la mejor comprensión de las cambio, procurarlo como juego de la fan-
ton'ces injusto opinar que no toma en se- tasía, y muchas emociones en sí penosas
condiciones de elección del tema poético, rio este mundo; por el contrario, toma el
además de que la ciencia del arte creador pueden convertirse en una fuente de pla-
juego muy en serio y emplea en ello cer para oyentes y espectadores del poeta.
ele la poesía en nada contribuirá a hacer- grandes valores afectivos. La realidad y
nos a nosotros poetas. no la seriedad es lo antitético de], juego. * La pre ente traducción se hizo en el Se-
i Si al menos pudiésemos descubrir en El niño distingue muy bien la realidad minario de Traducción Alemana de la Facul-
nosotros o en nuestros s.emejantes alguna del mundo y su mundo del jueg{), a pesar t-ad de Filosofía y Letras de la .N.A.M., di-
rigido por la Dra. Marianne O. de Bopp. Par-
acti vidad relacionada con la creación poé- del afecto con Cjue 10 llena, y gusta de ticiparon en ella, Cristina Rodríguez Vilchis,
tica! El examinarla podría permitirnos ~~poyar sus relaciones y objetos, por él Juan Ignacio Valdés y Manuel Michel; fué re-
la esperanza de alcanzar una primera luz imaginados, en cosas palpables y visibles visada Jlor éste último.
sobre la actividad creadora del poeta. Y, del mundo real. o otra cosa sino este El artículo se encuentra en Deutscher Gp.ist·
i.:.in/esebuch aus :;wei Jahr/l1mderteH, 1953. Surh-
l'll realidad, existe una tal esperanza: los apoyo es lo Cjue di ferencia el "jugar" del kamJl. Verl. Berlín., y la revista Universidad de
poetas mismos son afectos a reducir la niño, del "fantasear". M éxico lo publica C0l110 un homenaje al emi-
distancia entre su peculiar manera de ser Pues bien, el poeta hace lo m ismo que nente cient rico alemán cuyo centenario conme-
y la generalidad de los seres humanos, y el niño que juega: crea un mundo de fan- moramos.
con demasiada frecuencia nos aseguran
** Se hace referencia a la etimología ale-
tasía que toma muy en serio; esto es, le mana, sin aplicación en nuestra lengua. S pielel1,
que en cada hombre hay un poeta y que infunde un gran ,(alar afectivo¡ ~iq dejar en alemán es jltgar (M.M.S.) ..
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Existe otra característica, otra relación una diosa severa -la necesidad- impuso se existen aquí motivos de ocultación u-
de suma importancia: el antagonismo en- la tarea de comunicar lo que los hace su- ficientemente poderosos; a la mujer bien
tre la realidad y el juego. Cuando el ni- frir y regocijar e. Son éstos los enfermos educada, habitualmente se le reconoce só-
ño ha crecido y dejado de jugar, despué nerviosos, quienes deben confesar, incluso lo un mínimo de necesidades eróticas, y el
de haber'e empeñado animicamente al e ineludiblemente. sus fantaseas al médi- joven debe aprender a reprimir el exce o
travé de decenios en comprender con co de quien esperan la cu ración por medio de egoísmo, cuyo origen se cncuentra en
la seriedad necesaria las reaiidades de la de un tratamiento psíquico; es ésta la los mimos de la infancia, para obtener la
vida, puede un día inculTir en cierta dis- fuente que origina nuestros más valiosos incorporación en la sociedad, tan rica en
posición psíquica que haga ele aparecer conocimientos, lo cuales nos han llevado individuos semejantes en sus exigencias.
nueval11ente la oposición entre la realidad a la presunción, fuertemente cimentada, Los oroductos de la actividad de la fan-
y el juego. La persona mayor puede re- de que los enfermos nada nos comunican tasía, los distintos' ensueños, los castillos
cordar con cuánta seriedad se dedicaba que no pudiésemos saber también por me- en el aire o el "soñar despierto", no de-
antaño a sus juegos infantiles, y, al equi- dio de los sanos. bemos imaginarlos rígidos e inmutables,
parar ahora la supuesta seriedad de sus Vamos, pues, a examinar y estudiar al- pues más bien se pliegan a las impresio-
ocupaciones con aquellos juegos se sacu- gunos de los caracteres de la actividad de nes cambiantes, se transforman con cada
de la opresión demasiado agobiante de la la imaginación. Puede deci rse que el hom- oscilación de las circunstancias vitales, y
vida! y conquista el gran placer de! hu- bre feliz jamás fantasea, sino sólo el in- reciben de cada nueva impresión efectiva
monsmo. satisfecho. Los deseos insatisfechos son lo que podriamos llamar "el sello del mo-
Al dejar de jugar, e! adolescente re- la fuerza impulsora de la fantasía y cada mento". La relación de la fantasía con el
nuncia, en apariencia, al placer que obte- fantasía individual es un cumplimiento tiempo es, por 10 general, de gran impor-
nía del juego. Pero quien conoce el psi- del deseo, una' corrección que se hace a la tancia. Pudiéramos decir, valga la expre-
quismo del hombre sabe que nada le será sión, que una fantasía flota entre tres
más di fícil que la renuncia a aquello (L, tiempos, los tres factores temporales de
que pudo gozar una vez. Y en verdad, n0 nuestra imaginación. La labor psíquica se
renunciamos a nada; lo único que hace- enlaza a una impresión actual, un motivo
mos es sustituir unas cosas con otras v del presente capaz de despertar uno de los
lo que aparentemente es una renuncia,' ,~-s grandes deseos del individuo; desde este
en realidad una forma o imagen sustitu- punto capta regresivamente el recuerdo de
yen te. Lo mismo pasa al hombre que está alguna vivencia del pasado. generalmente
creciendo: al dejar el juego no hace otra de la infancia, en la cual dicho deseo fue
cosa que abandonar el apoyo en los obje- plenamente satisfecho, y crea entonces una
tos reales; ahora, en lugar de jugar, fan- situación referida al futuro que se presen-
tasea. Construye castillos en el aire, cre:!. ta como satisfacción de aquel deseo; pre-
lo que se llama "soñar despierto". A mi cisamente el "soñar despierto" o la fan-
juicio, la mayoría de los hombres cons- tasía, llevan en sí las huellas de su pro-
truyen fantasías en algunas épocas' de sú cedencia de la ocasión y del recuerdo: En
vida. Es éste un hecho inadvertido por tal forma, pasado, presente y futuro que-
mucho tiempo, y por esto su signi ficación dan engarzados en el hilo del deseo per-
no ha sido reconocida suficientement~. manente.
El fantasear del adulto es menos fácil El ejemplo más banal puede aclarar es-
de observar que el juego del nii":o. Este ta tesis. Imaginad el caso de un joven po-
puede jugar solo o bien organiza con otros bre y huérfano, a quien habéis dado el
niños, para los fines del juego, un siste- domicilio de un patrono que quizá pueda
ma psíquico cerrado, y, aunque no juega ofrecerle una colocación. Durante el tra-
para que los adultos lo observen, tampo- yecto posiblemente se abandone a un "so-
co les oculta sus juegos. El adulto empe- ñar despierto" y forje fantasías corres-
ro se avergüenza de sus fantasías y las pondientes a su situación. El contenido
oculta a los demás, las cul ti va como su de su fantasía será más o menos el de
más pers~nal. intimidad y por lo general que será aceptado, satisface a su nuevo
estana mas dIspuesto a confesar sus cul- patrón, se hace indispensable en la com-
pas que a compartir sus fantasías. Puede pañía, llega a introducirse en la familia
acontecer que esto 10 lleve a considerarse del patrón, se casa con su encantadora
como el único que elabora tales fantasías hijita; después maneja el negocio como
y nada sospecha de la general difusión de copropietario y más tarde como sucesor.
creaciones similares en los otros. Esta di- En esto el soñador ha hecho una sustitu-
ferente actitud del que juega y del que Interp¡'etación de Freud, por ]EAN COCTEAU ción de lo que poseyó antaño en la infancia
fanta ea encuentra satiSfactoria funda- feliz: hogar protector, padres amoro-
mentación en los motivos diferentes de realidad insatisfactoria. Los deseos im- sos y los objetos primeros de sus incli-
amb~ ac~i,vidades que son, sin embargo, pulsores varían de acuerdo con el sexo, naciones cariñosas. Este ejemplo tan sim-
cont1l1UaCIOn una de la otra. carác~er y circunstancias vitales de la per- ple nos pone en evidencia la forma en que
l.os juegos del niño están dirigidos por sonalldad que fantasea; pero podemos el deseo aprovecha una oportunidad del
sus deseos; en realidad por aquel que agruparlos sin di ficultad en dos tenden- pre ente para proyectar un futuro con-
tanto contnbuye a educarlo: el deseo de cias principales: o son deseos ambicio- forme al modelo del pasado.
se.r adl~!t~. ~l níño si:l11pre juega a "ser sos tendientes al enaJ.!C'cimiento de la per- Podría decir todavía mucho acerca de
glal.lde , lmlt~ en el Juego 10 que ha co- sonalidad, o bicn son de carácter erótico. las fantasías, pero quiero limitarme a las
nocl.do d~ la VIda de los mayores. Ningún En la mujer joven predominan casi' ex- indicaciones más necesarias. La exuberan-
motIvo tIene para ocultar esta ambición. clusivamente los deseos eróticos, ya que cia y predominio de las fantasías produ-
~ara el adulto, en cambio, es díferente: su ambición es por 10 general consumida cen las condiciones propicias para caer
~ste sabe, por. una parte, que esperan de por la aspiración amorosa. En los jóvenes en la neurosis o la psicosis; las fantasía
el ~a no que Juegue o fantasee, sino que junto a los deseos eróticos, se é1estacal~ son también los estados anímico precu r-
actue en el mundo real; además, entre los notablemente los deseos egoístas y ambi- sores de los síntomas morbosos de que se
deseos. que engendran sus fantasías hay CIOSOS. Slll embargo, no es nuestro inten- quejan nuestros enfermos. Aquí entron-
algunos ~ue es necesario ocultar; por esto to acentuar la contraposición de ambas ca un amplio camino lateral hacia la pa-
se a v.el-guenza de sus fantaseas Como de tendencias sino más bien su frecuente aso- tología.
algo mfantil e ilícito. cíación; d~ la misma mallera que en mu- o podemos pasar por alto las relacio-
. Se preguntará entonces de dónde es po- chos retablos aparece en un ángulo el re- nes de la fantasía con los sueños. Tam-
SIble tener conocimiento tan preciso o- trato del donador, así en la mayor parte poco nuestros sueños noctu rnos son otra
de las fantasías ambiciosas podemos des- cosa que tales fantasías, como se hace e"i-
bre el fantasear del hombre, ya que con
cubrir en algún ri ncón a la dama por amor dente a través de la interpretación oní-
tan velado y riguroso secreto lo conserva. de quien el individuo que fantasea reali-
rica. El lenguaje, con su sabiduría insu-
Pues bien, hay una clase de hombres a za tocbs aquellas hazañas, y a cuyos pies perable, ha resuelto desde hace mucho
10 cuales no precisamente un dios, sino ofrece todos us éxitos. Como puede ver- tiempo la cuestión de la esencia de los
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sueños, nombrando así también a las crea- be su singularidad, generalmente hablan-


ciones etéreas de los que fantasean: "so- do, a la inclinación del poeta moderno a
ñar despierto". Si a pesar de esta indica- desdoblar su "Yo" en egos parciales por
ción la mayor parte de las veces queda medio de la autobservación, y, en con e-
confuso el sentido de nuestros sueños, se cuencia, a personificar en vario héroes
debe a la circunstancia de que en noso- las corrientes antagónicas de su vida p í-
tros también toman vida nocturnamente quica. Parecen guardar un contraste muy
deseos de los cuales nos avergonzamos, peculiar con el tipo del "soñar de piert "
que debemos ocultar a nosotros mis- las novelas que podríamos clasi ficar co-
mos, y precisamente por ello han sido re- mo excéntricas, en las cuales la per ona
primidos y desplazados al subconsciente. introducida como héroe des mpeña el pa-
A tales deseos reprimidos y su prole no pel meno activo, y má bien leja pasar
puede permití rseles otra expresión que ant sí, en calidad de mero e pectador, la
una muy desfigurada. Una vez lograda la acciones y sufrimiento de lo demás.
interpretación de la deformación onírica este género pertenecen algunas d la n -
por medio de la investigación científica, vela últimas de Zolá. Pero hay que ha-
ya no hubo di ficultad en reconocer que cer notar que e te análisis psicológico de
los suer:os nocturnos son igualmente sa- individuos no d dicados a cribir, dif -
tisfacciones de los ensueños diurnos, las rentes en cierta forma de lo llamado nor-
fantasías tan conocidas para nosotros. mal, nos ha hecho conocer variacion
Dejemos las fantasías y vayamos 3 los análogas de la "en oñacion diurna ",
poetas. ¿ Podríamos, en rigor, compara r en las cuales el yo se limita a ten l' 1 pa-
al poeta con el que sueña un luminoso pel ele cs!)ectador.
día? ¿ Y sus creaciones con el. "soñar Si nuest ra campa ración del poeta con
despierto"? Aquí se nos impone desde el soñador y ele la actividad poética con
luego una primera distinción. Debemos el "soñar despierto", ha de tener alguna
separar a los poetas que adaptan temas da- La musa del poeta. G. DE CHIRICO validez, debe ante toelo mostrarse fructí-
dos, como los épicos y trágicos de la 3n- fera en alguna forma.
tigüedad, de aquellos que parecen crear con r;otoria renuncia a la múltiple mati- Tratemos de hacer uso ele nuestro aser-
libremente sus asuntos. Nos ocuparemos zación de los caracteres humanos que se to antel,ior de la relación de la fantasía
de los últimos y elegiremos para nuestra observan en la realidad; los "buenos" son con los tres tiempos -presente, pasado
comparación, no precisamente a aquellos siempre los amigos; los "malos", los ene- y futuro- y con el deseo que fluye de
poetas considerados por la crítica como migos y competidores del Y o convertido la obras del escritor, y con ayuda de di-
los mayores, sino a otros más modestos: en héroe. cha afirmación estudiar las relacione en-
los narradores de novelas, novelas cortas tre su vida y su obra. Por lo general nos
N o se nos escapa de ningún modo que
y cuentos (folletones) que encuentran hemos aproximado con ideas muy poco
lectores más numerosos y fervientes. En muchí simas creaciones poéticas se con-
claras a e te problema y con frecuencia
las creaciones de estos escritores nos sal- servan muy distantes del modelo del in-
se suponen estas relaciones demasiado
ta a la vista un rasgo principalísimo: en genuo sueño diurno, pero no puede elu-
simples. Partiendo de la comp¡'ensión lo-
todos ellos hay un héroe colocado en el dirse la sospecha de qu~ también las~
grada de estas fantasías, deberíamos es-
punto central del interés, para quien el diferencias más extremas podrían relacio-
peral' los hechos siguientes: una fuerte
poeta, por todos los medios, trata de ga- narse con este modelo al través de una
vivencia inmediata despierta en el escri-
nar nuestra simpatía y a quien parece ininterrumpida serie de transiciones. To-
tor el recuerdo de una vivencia anterior,
proteger con una peculiar providencia. davía en muchas de las llamadas novelas
la mayoría de las veces de la infancia, de
Cuando dejamos al héroe, al final de un psicológicas me ha llamado la atención el
la que ahora parte el deseo, el cual se crea
capítulo de la novela, desvanecido, san- que sólo una persona, otra vez el héroe,
su satisfactorio cumplimiento en la obra
grante a causa de tremendas heridas, po- esté descrita desde el interior; en su al-
poética; la poesía misma permite recono-
ma está el escritor y mira por fuera a las
demos tener la absoluta seguridad de en- cer tanto elementos de la ocasión reciente
otras personas. La novela psicológica de-
contrarlo al principio del siguiente capí- como del viejo recuerdo.
tulo bajo solícita asistencia y en vías de La complejidad de esta formulación no
recuperación; y si el primer tomo ha ter- elebe asustarnos; supongo que será com-
minado con el naufra2'io del barco a bor- probada en la realidad como un esquema
do del cual viajaba e]"'héroe en medio de demasiado pobre; pero podría contener
un huracán, tenenlOS la misma certeza una primera aproximación a los hechos
de leer en el principio del segundo tomo la reales, y después de algunos intentos, que
historia de su prodigiosa salvación, sin la ya he emprendido, opino que tal manera
cual la novela no podría continuar. de considerar las cosas poéticas no puede
El sentimiento de seguridad con que resultar infructuosa. No podemos olvidar
acompañamos al héroe a través de sus que el énfasis, quizá desconcertante, de
peligrosos destinos, es el mismo con el los recuerdos de infancia en la vida de los
que un héroe de la realidad se lanza al escritores, se deriva en última instancia
agua pa ra salvar a alguien en trance de de la hipótesis de que la poesía es, como
ahogarse, o se expone al fuego enemigo el "soñar despierto", continuación y sus-
para asaltar una batería; es aquel senti- tituto de los anteriores juegos in fantiles.
miento esencial de heroísmo expresado en No pasemos por alto el referirnos nue-
su forma más precisa por uno de nuestros vamente al género de obras en las cuales
mejores poetas (Anzengruber): "No te hemos de ver. no creaciones libres, sino
puede pasar nada." Me parece. sin em- adaptaciones de asuntos ya dados y co-
bargo, que en este signo delator de la in- nocidos. También en esto queda al poeta
vulnerabilidad se reconoce sin esfuerzo cierta libertacJ que puede expresar e en la
a Su Majestad el Ego, héroe de todo en- elección del tema y en u trans formación,
sueño y de todas las novelas. frecuentemente muy amplia. del mismo.
Otros rasgos típicos de estas narracio- Pues bien los asuntos dados tienen u
nes egocéntricas indican el mismo paren- fuente en 'el tesoro popular de los mitos,
tesco. El que todas las mujeres de la no- leyendas y cuentos de hadas. L~ in,ve.sti-
vela se enamoren siempre del héroe, no gación de estas formaciones pSlcolog1co-
puede concebirse como una descripción de étnicas no está en ninguna forma conclu-
la realidad, pero se puede comprender fá- sa. Por ejemplo, es muy probable que. los
cilmente como un contenido necesario del mitos correspondan a vestigios desflgu-
soñar despierto. Igualmente, cuando los rad.os de fanta'sías desicl'erativas de na-
otros personajes de la novela se dividen ciones enteras, es decir. a los seculares
rigurosamente en "buenos" y "malos", fuegos de niííos. DOROTHEA TANNING ensueños de la joven Humanidad.
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Se me ditá. que he habiado mucho má.s pórejue- sienle motivos para aVérgonzarse suaviza el carácter egoísta del ensueño
de las fantasías que del poeta y escritor, de ellas. Agregaré que, aunque él mismo diurno al través de cambios y oculta'ciones
a quien me refería yo en primer término nos las comunicara, taleS' revelaciones no y nos atrae con el aumento de placer pu-
en la intitulación de esta conferencia. Lo nos causarían placer. Cuando las conoce- ramente formal, es decir, estético, que nos
sé, e intento disculparlo con la indicación mos, sentimos aversión por tales fanta- ofrece la representación de sus fantasías.
del estado actual de nue tras conocimien- sías, o cuando mucho permanecemos fríos A tal aumento de placer ofrecido para fa-
tos. o he podido ofrecer sino impulsos hacia ellas. Pero cuando el poeta nos re- cilitarnos la liberación de un placer mayor
y sugerencias surgidas del estudio de las presenta sus juegos o 110S cuenta lo que procedente de orígenes psiquicos más pro-
fantasías y la imaginación en lo referente estamos inclinados a interpretar como sus fundos, se le llama "prima de atracción"
a la selección del tema poético. El otro sueños diurnos personales, entonces sen- o placer previo. En mi opinión, todo pla-
problema, es decir, el de los medios por timos un profundo placer que fluye pro- cer estético que nos confiere el poeta lleva
los que logra el poeta los efecto emotivos bablemente de muchas fuentes. ¿ Cómo el en sí el carácter de este placer previo, y
suscitados con sus creaciones, ni siquiera creador puede lograrlo?, es su secreto más el verdadero goce de la obra poética se
lo hemos tocado. Quisiera por lo menos íntimo; en la técnica de superar aquella produce por la liberación de tensiones da-
señalar el camino que lleva de nuestras aversión, de seguro relacionada con las das en nuestra alma. Quizá con"tribuya
di cusiones sobre las fantasías a los pro- barreras erigidas entre cada yo indivi- mucho al referido resultado el hecho de
blemas de los efectos poéticos. dual y los demás, se encuentra la verda- que el poeta 110S coloca en situación de
Queda dicho que el soñador oculta cui- dera A1's Poetica. Podemos intuir dos cla- gozar en adelante de nuestras propias fan-
dadosamente sus fantasías a los demás, ses de medios de dicha técnica: el poeta tasías sin ningún reproche ni vergüenza.

cómica cachucha con orejeras que lleva


SHERRI MARTINELLI puesta. Terminadas las formalidades,
Pound se aleja velozmente y con la ayu-
da de sus amigos nos arrima bancos para
de la nueva pintura norteamericana sentarnos. Quedamos instalados.
El vIento azota el cristal del Potomac
para llevar sus agujas punzantes a nues-
Por José VAZQUEZ AMARAL tras caras. Pound se vuelve a sentar. Ha-
ce tal vez un año que no visito al poeta,
Ficha biog1'áfica esc1'ita especialmente P01' el poeta Ezm Pound por eso ahora hago un rápido inventario.

"LA EDAD de Sherri Martin.elli fluctúa entre 6 meses y 5,000 años, se-
gún el capricho .del momento. Pero para los fines de la cronología
Lleva bien los setenta que acaba de cum-
plir. Su gran estatura va con los pinos
que sirven de marco a nuestro grupo.
Azules y vivaces, los ojos del poeta reco-
re sus órbitas en constante revuelo de
civil debemos decir que su edad aparente varía entre los 14 y los 40
y que se supone que radica entre esos extremos. Al reino de la mi- reconocimiento, de ansia de que no se
escape nada (Dualidad de N aniso y de
tología pertenece su vida pasada y sólo un Rock o Frobenius podría o que- Argos . .. ) y nada se le escapa. Completa-
rría desenredar tales ovillos. Pero para el historiador del arte es necesario decir mente blanca, la barba rala le cubre la
que el de ella arranca de los pavimentos de Nueva York con fondo de colec- cara y remata en las tres puntas clásicas
ciones y locales museos que la ensimismaron desde la más temprana edad en de los mandarines de Chang-an, en la
que una niña pueda escabullirse a los cancerberos cuando falta la compañía época de! celeste Hsuan Tsung y Yang
Kuei-fei. Pound es un hombre impresio-
de personas mayores. Nuestro orgullo patriotero se sustenta en que ella jamás nante que en nada da muestras de vejez
sufrió europea geografía, ni instrucción académica autóctona o ajena. En (Aquel que en Delfos contempla la api-
cuanto a o que quede por decir, bien podríamos traer por los cabellos aquel íiada. muchedumbre de los ,iollios ... )
lema hasta ahora asociado con obra muy inferior y con la cual la que aquí se sino, más bien, de eternidad. El porte es
pr:esenta no tiene mayor relación: Si mOnUl1'lentum requieres circumspice." mayestático, el pecho resalta poderoso,
casi ursina, abultando la camisa tosca de
cuello abierto. La impresiÓn de atleta que
L HOSPITAL de St. Elizabeth en paisajes de Doré, deambulan por el jar-

E Congress Heights, D. e, está sen-


·tado (La cánel de Cananea ... )
en la cima de un alcor. El conjun-
to arquitectónico recuerda el cementerio
dín. El viento es frío y sopla con fuerza;
el sol brilla y aclara los contornos de las
cosas sin calentar.
da e! poeta la acrecienta su vestuario él
base de gruesas lanas semejantes a las
de los esquiadores y ."sudaderas" como
de púgil que se entrena para "hacer el
En la oficina doy mis señales y declaro peso".
de Dolores en México, D. F. Las bardas que tengo una cita con Ezra Pound. Lo Escuchamos cortesmente la conversa-
son altas, de ladrillo. Fuerte reja cierra la saben, Claro. Me dicen que está afuera, ción que nuestra llegada interrumpió. Un
entrada. Allá abajo, la inconfundible cú- comprendéis?, afuem, en el jardín al aire poeta sueco relata con aparente fruición
pula postal del Capitolio; más lejos, el libre. Allá vamos. La búsqueda por el las dificultades anejas al deseo, por él
obelisco de vVashington apunta directa- jardín de pronto se torna improbable e realizado, ele anteponer el título poela en
mente al azimut. irreal como toda esta "secuencia de sue- la placa que lleva su nombre allá en su
Cada vez que se visita a Ezra Pound se ño" como dirían en Hollywood. ¿ Cómo casa de Estocolmo.
verifica una recurrencia sensorial: pare- encontra r, en nuestra parvedad, al mayor -¿ Sabe usted italiano? - le pregl¡nta
ce que el rodar del coche subiendo haci:l poeta de habla inglesa en el jardín más Pound a Jaime Ferrán, seguramente con-
su encierro se vuelve más pesado y lento súbitamente extenso de vVashington, ciu- vencido que yo sí sé ese idioma. Cercio-
a medida que se acerca a la gran puerta dad de árboles y estatuas, ausentes en las rado de esta incapacidad lingüística del
de St. Elizabeth's. La certidumbre de que demás urbes estadun idenses? Así pues, amigo y poeta catalán, el maestro traduce
nada de lo que los sentidos perciben es en pleno estado del que sueña, nos acer- rápidamente el artículo que Giovani Pa-
cierto también crece en el subconsciente. camos a varios grupos que encontramos pini dirigió a CIare Boothe Luce, emba-
unca como entonces parece el Potomac sin acerta r con el del maestro Pound. jadora norteamericana en Roma, pidien-
tan río de cieno o lava silenciosa. Caute- Pienso que todo ha de acabar en frustra- do la libertad del poeta aquí encarcelado.
losamente se atraviesa el ul11br;¡1 inhos- ción pura cuando, de pronto, columbro En seguida, Pound nos lec un articulejo
pitalario. Quién sabe por qué se espera una figura en escorzo sobre una silla de de \Vestbrook Pegler, leidísimo columnis-
que el guarda marque el alto o que la reja playa. ¡El! Pound se pone de pie con ta norteamericano de la derecha, en <111e
descienda para cerrar la salida. Pero el salto atlético de joven de veinte años (A éste asegura que le importa tres pito. la
guarda es cortés, sólo da direcciones. fu vejez sola1' . .. ), lanza de sí el cober- jerigonza que dicen que es poesía de Ezra
Adentro se despliega una vastedad de tor que le cubre las piernas gladiatorias y Pound pcro que sí protesta enérgic;¡l1lcn-
pinos. Desacelero el automóvil, la soledad con característicos movimientos rápidos te contra el hecho escandaloso que un
aumenta en inversa proporción. Pero 110 de buen tenista, me estrecha la mano y traidor condenado a prisión como Alger
estoy sólo, conmigo van dos compañeros. nos presenta a sus amigos. El frío le tie- H iss ande tan campante por esas calles
Figuras y grupos solitarios, como en los ne la cara enrojecida casi al color de la mientras Ezra Pound, sin juzgar, está

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