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Un argumento similar es el de Maurizzio Ferraris al respecto de la inenmmendabilidad y la fricción de la
facticidad, de los hechos: “Sobre todo, en lo que respecta a la experiencia no científica, el agua moja y el
fuego quema, sea que yo lo sepa o que no lo sepa, independientemente de los lenguajes, esquemas y
categorías, por más que, en algunas circunstancias, nos resistamos a ello. Es lo que llamo
inenmendabilidad, o el carácter saliente de lo real” (Ferraris, 2012: 29). Lo real es lo que es y cuya
existencia no depende del hombre. La realidad no es una construcción del sujeto ni una instancia de la
construcción materialista del mundo. Ferraris escribe: “[…] propongo definir este carácter fundamental
de lo real inenmendabilidad”: el hecho que lo que está frente a nosotros no puede ser corregido o
transformado a través del mero recurso a esquemas conceptuales, al revés de lo que ocurre en la hipótesis
del construccionismo. (Ferraris, 2012: 49). La fricción de lo real es “una versión ética de la
inenmendabilidad” (Ferraris, 2012: 68), que se refiere a la incuestionable presencia del otro que confronta
al yo y que no puede ser negado. Con la fricción de la realidad Ferraris se esfuerza por clarificar que existe
un ámbito de realidad que sí depende del ser humano y comprende aquello cuya existencia depende de
textos, acuerdos sociales, de un “textualismo débil” en que se instauran objetos que existen en el ámbito
de la documentalidad (Cfr., Ferraris, 2012: 78). Lo real, en consecuencia, no se reduce a la explicación
materialista, pues existen objetos ideales, naturales y sociales. “propuse distinguir los objetos en tres
clases: los objetos naturales, que existen en el espacio y en el tiempo, independientes de los sujetos;
los objetos sociales, que existen en el espacio y en el tiempo, dependientes de los sujetos; y los objetos
ideales, que existen fuera del espacio y del tiempo, independientes de las materias.” (Cfr., Ferraris,
2012: 74)
sistema nervioso central reaccionan ante ciertos estímulos, o por su propia participación para
recibir esos estímulos. La respuesta de Gabriel se fundamenta en lo que denomina el argumento
de la facticidad. La premisa mayor de este argumento es sencilla: “LA FACTICIDAD es el hecho
de que hay algo” (sic) (Gabriel, 2016: 153). El argumento de la facticidad se contrapone al
constructivismo al asumir que existen realidades no subjetivas, que no dependen de la fisiología
del cerebro ni de las construcciones culturales. La existencia de objetos reales no construidos
parte de que la realidad no depende de un sistema epistémico, menos uno absoluto ni único. El
neuroconstructivismo es falso porque la experiencia ordinaria lo anula.
2- “El materialista afirma que sólo existen nuestras fantasías de objetos no materiales,
pues nos encontramos en ciertos estados materiales que tratan sobre algo” (Gabriel, 2016: 44).
Pero si esto es cierto, el materialista mismo no puede distinguir la realidad de su expresión de
una fantasía. Los estados materiales cerebrales se refieren a estados no materiales por el sólo
hecho de nombrarlos, de tener idea de que existen; si esto es así, entonces aquello otro que no
es material sí existe, incluidas las teorías científicas, las brujas en las historias y los objetos
sociales.
4- “El propio materialismo no es material”, lo que significa que su calidad de ser una
teoría confirma la existencia de lo inmaterial.
Esta serie de objeciones conducen a una conclusión tajante: “el materialismo no es una
afirmación comprobable […] es simplemente falso” (Gabriel, 2016: 44). Dicho con mayor
precisión, el materialismo no escapa a su tesis absolutista. Existen objetos, realidades
inmateriales de las cuales el caso más claro es el de los pensamientos, los objetos que se avienen
a la conciencia, la memoria, o cualquier facultad intelectual en que precisamente no hay
materia. La sinapsis no es la realidad, la supone.
“EL CIENTIFICISMO (sic) es la tesis según la cual las ciencias naturales penetran en la
capa fundamental de la realidad, precisamente en el mundo en sí mismo, mientras, al final, todas
las demás aspiraciones de conocimiento deben reducirse siempre a los conocimientos de las
ciencias naturales o, en su defecto, deben cotejarse contra éstas.” (Gabriel, 2016: 123)
Si bien el proyecto científico es deseable -así lo admite Gabriel- en la medida en que las
ciencias nos ayudan a superar prejuicios, a conducir a la humanidad a un bien común e incluso
a democratizar el saber, el afán reductivo que reconduce toda realidad a los principios de la
ciencia materialista es, para este filósofo, “sencillamente erróneo”. La sencillez de la evidencia
de tal error muestra que su confirmación está a la mano; esto es, contrariamente al afán del
discurso científico de negar la realidad que no responda al materialismo, la realidad del mundo
que escapa al poder de las ciencias se muestra inobjetable, insoslayable, irrevocable.
Además de las objeciones ya mencionadas, Gabriel señala que el principal defecto del
cientificismo es la elaboración de una imagen del mundo limitada a lo que hay en la naturaleza,
entendida como lo que estudia el científico moderno, es lo único que existe y que todo lo demás
es simple ilusión. Lo que estudia el científico es una especie de monismo materialista a partir de
el cual todo debe ser explicado desde las leyes de la naturaleza. El error del cientificismo está en
atenerse a la falsedad del monismo materialista. La falacia materialista se exhibe en el
reconocimiento de que “[…] hay muchos objetos (por ejemplo, nosotros en cuanto personas) a
los que podemos referirnos con rigidez y cuya identidad lógica debe distinguirse estrictamente
de su realización material” (Gabriel, 2016: 133). Nosotros “no somos lógicamente idénticos
nuestro cuerpo” ni a nuestro cerebro (como lo explicara Gazzaniga), de lo que no se sigue que
podamos existir sin uno ni otro. La voluntad, la libre capacidad de decidir si hacer o no, la
disposición para imaginar, recordar o evadirnos de lo indeseable, cualquier acto o movimiento
humano (y casi podría decirse lo mismo de algunas especies de animales con cierta capacidad
cognoscitiva) que rompa con el determinismo mecanicista de una reacción fisicoquímica es una
objeción inmediata al cientificismo y al monismo materialista.
Bibliografía:
Ferraris, Maurizio (2012) Manifiesto del Nuevo Realismo. Ariadna Ediciones, Chile.