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La conversación
coloquial y la entrevista sociológica semiformal”, en Bravo, D. y Briz, A. (eds.): Pragmática
sociocultural. Estudios sobre cortesía en español, Ariel, Barcelona, pp. 109-134.
1. Introducción
En las últimas décadas muchos de los estudios en torno al fenómeno de la cortesía se han
centrado en una aprovechada y valiosa revisión crítica de los modelos tradicionales de Brown
y Levinson ([1978] 1987), Leech (1983) o Lakoff (1973). Una de las líneas de trabajo más
fructífera ha sido el reclamo de una perspectiva no etnocentrista del estudio de la cortesía (Ide,
1989; Mao, 1994; Matsumoto, 1988; Bravo, 1999, 2000; Hernández Flores, 2001). A tal fin se
han dirigido las aplicaciones del análisis de la cortesía en diferentes culturas del mundo
(diferentes lenguas y zonas geográficas), que han ido demostrando que ser cortés se manifiesta
y se entiende de diverso modo en cada una de ellas (Boretti, 2001; Placencia, 2001; Cordisco,
2003).
Si bien ya ha quedado suficientemente probada la variación cultural de la cortesía,
todavía debe profundizarse más en otros factores extralingüísticos que actúan en conjunción
con ella. La cortesía atañe directamente al ámbito de las relaciones humanas y tanto sus
manifestaciones lingüísticas como sus funciones se diversificarán allá donde existan distintos
modos de relación social. El lenguaje, herramienta en uso de la comunicación humana, varía
en el espacio (variación dialectal del lenguaje), en el tiempo (variación diacrónica), en función
de los estratos socioculturales (variación diastrática) y en función de las situaciones de uso
(variación diafásica). Cada uno de estos aspectos sugiere extensas perspectivas de reflexión.
Este trabajo se centra en la aproximación a uno de estos modos variacionistas del lenguaje, el
registro, esto es, la variación del lenguaje según la situación de uso (Briz, 1998: 25-26; Briz y
Grupo Val.Es.Co., 2002: 27). Se analizan dos modalidades discursivas orales prototípicas de
los tipos generales de registro (Briz y Grupo Val.Es.Co., 2002: 17-20): la entrevista
semidirigida entre hablantes de nivel sociocultural alto en el registro formal y en el informal,
la conversación coloquial entre familiares y amigos. Por otro lado, se ha tenido en cuenta que
los factores situacionales en los que se emplea el lenguaje no actúan aisladamente, sino que
también resultan afectados por las variables sociolingüísticas (sexo, edad, grado de
instrucción, nivel sociocultural, etc.) y geográficas de los interlocutores. Para centrar más el
presente trabajo la investigación se ha acotado a una determinada zona geográfica, el español
peninsular de la zona mediterránea y se ha considerado también la procedencia sociocultural o
diastrática de los interlocutores.
Imagen 1
1
Empleamos en este artículo la expresión tipos de discurso como es equivalente a tipos de interacción o
modalidades discursivas.
R. C. C. C.
Es posible que en una situación contextual encontremos algún factor que aisladamente
no sería propio de un registro coloquial, pero que se compensa por otro rasgo situacional de
carácter informal. Por ejemplo, el caso de un albañil y un profesor de universidad ingresados
en la misma habitación de un hospital: el marco cotidiano y la relación vivencial de
proximidad compensarían el factor de desigualdad funcional (Briz, 1995: 31). Obsérvese, en
este sentido, el predominio del factor funcional (situacional) sobre otros factores, tales como la
jerarquía social de los interlocutores, su grado de instrucción, etc. (Briz y Grupo Val.Es.Co.,
2002: 27).
2
4. Temática NO ESPECIALIZADA NO ESPECIALIZADA
9. ¿Dinamismo, tensión SÍ NO
dialógica? o muy poca
Estas diferencias de rasgos nos informan, pues, de que estamos ante discursos
4
diferentes. Según la modalidad discursiva empleada, existe una tendencia a emplear un tipo u
otro de registro en cada uno de los diferentes modos discursivos. Es decir, el tipo de discurso
favorece el grado de formalidad o informalidad del registro (Briz y Grupo Val.Es.Co., 2002:
27), aunque esto no significa que haya correspondencias uno a uno entre ambos aspectos. Así
sucede, por ejemplo, en los casos aquí presentados: la entrevista habitualmente se realiza en
espacios no cotidianos o desconocidos para uno de los participantes; la relación entre dichas
personas en principio es de desconocimiento y de ausencia de experiencias comunes; una de
ellas funcionalmente se encuentra jerárquicamente en una posición superior, dado que en esos
momentos ocupa el rol de entrevistador y responsable de la actividad; por último, la temática
dependerá del tipo de entrevista, y podrá ser tanto especializada como no. En definitiva, la
entrevista, en principio, tiende a cumplir muchos de los rasgos situacionales que predisponen
al empleo de un registro más bien formal.
2
Este rasgo dependerá del tipo de entrevistas. En principio, en las entrevistas aquí analizadas no se elige a la
persona entrevistada por el contenido o la temática de la información que va a proporcionar, sino más bien por
sus características sociolingüísticas. Lo que diferencia en este caso los dos tipos de temática en la conversación
y en la entrevista es que en esta última los temas, las preguntas, los roles, etc. están preparados y establecidos a
priori.
3
Transaccional en tanto que hay un propósito que guía estas entrevistas, el acuerdo entre dos personas por
solicitar y ofrecer una determinada información.
4
Por ejemplo, un juicio oral, un debate, una conferencia, una clase, etc.
3.Cortesía y descortesía. Actos de refuerzo de la imagen. Actos de amenaza a la imagen
cultura > variables geográficas > variables sociológicas > rasgos situacionales
En el mismo sentido, Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002: 27) señalan que las características
sociolectales y dialectales de los interlocutores limitan el tipo de variación lingüística que
pueden actualizar, dado que no poseen “la capacidad lingüística para realizar cierto tipo de
5
Edad, sexo y estrato sociocultural; este último viene determinado a su vez por el grado de instrucción de la
persona, por la profesión, por el nivel de ingresos económicos, por las condiciones del alojamiento (Gómez
Molina, 2001: 30).
actualizaciones”. En definitiva, “perfilan el registro de uso de un individuo” (Briz y Grupo
Val.Es.Co., 2002: 27).
Los valores lingüísticos se originan en la situación comunicativa, como resultado final de
todos los rasgos contextuales, es decir, los rasgos situacionales son los que en último término
determinan las funciones del lenguaje. De aquí, pues, que hayamos aludido a que la cortesía se
constituye como tal, adquiere su entidad y existencia en la situación de uso concreta, pues la
cortesía es una función del lenguaje.
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Véanse los numerosos trabajos que lo han puesto en duda: Boretti (2001), Bravo (1999, 2000, 2001), Cordisco
(2002), Fant y Granato (2002), Ide (1989), Mao (1994), Matsumoto (1988), Murillo (2002), Placencia (2002),
Strecker (1993), etc.
7
Para una profundización en el estudio de estas categorías en el español peninsular, vid. Hernández Flores
(2002).
Cuadro 2
4. Metodología de análisis
8
Este último forma parte del conjunto de materiales diseñados por PRESEEA, Proyecto para el estudio
sociolingüístico del español de España y América.
- actos que intensifican la amenaza a la imagen (FTAs intensificados)
9
- actos que atenúan la amenaza a la imagen (FTAs atenuados)
- actos que refuerzan la imagen (FFAs)
Son actos que se reconocen funcionalmente, es decir, a partir de las funciones y valores
que desempeñan en la interacción y no en cuanto a su determinada forma lingüística.
Identificar la presencia de estos cuatro tipos de actos en una interacción nos informa de qué
tipo de cortesía se realiza, mitigante o valorizante y/o si, por el contrario, se realizan
infracciones a la cortesía que no se reparan.
Junto a la extracción de este tipo de actos, se presenta una breve descripción de las
características situacionales de la interacción concreta estudiada como guía para conocer el
marco en el que tienen lugar dichos fenómenos.
En los siguientes cuadros aparecen los resultados cuantitativos del análisis del corpus.
Se señala el número de cada tipo de actos y los rasgos situacionales fundamentales de las
conversaciones analizadas, lo que permitirá observar a primera vista la dependencia de los
actos (des)corteses de los factores situacionales:
Cuadro 3
Clave FTAS FTAS FTAS FFAS RASGOS SITUACIONALES
CONVER- INTENS. ATEN.
SACIONES
- 4 chicos: 3 estudiantes, 1 profesor
- AMIGOS ÍNTIMOS
H.38.A1 50 33 1 58 - nivel sociocultural medio
( 30’) - tema: relaciones de pareja, alcohol, cine
- espacio físico: la playa
- 2 mujeres (> 55 años) e hijo de una
- FAMILIA: madre, cuñada, sobrino
10
G.68.B1 12 0 13 127 - nivel sociocultural bajo-medio
(39’) - tema: asuntos de familia cotidianos
- espacio físico: casa de la cuñada
- 3 mujeres, 1 hombre, 26-55 años
- COMPAÑEROS TRABAJO, ± AMIGOS
11
MT.97.A1 2 0 3 80 - nivel sociocultural alto
(21’) - tema: astrología, la educación
- espacio físico: sala de profesores
- 2 mujeres (27-33 años)
- FAMILIA: hermanas
IH.340.A1 3 0 1 38 - nivel sociocultural alto
( 7’) - tema: objetos casa, fotos de un viaje
- espacio físico: casa de una de ellas
- matrimonio, hijo, sobrina pequeña
- FAMILIA
RV.114.A1 37 8 8 14 - nivel sociocultural bajo
( 11’) - tema: enfermedades (discusiones)
- espacio físico: casa de la familia
En el cuadro 4 se presentan los resultados del análisis de las entrevistas. Los rasgos
situacionales han sido tomados de las fichas técnicas de las entrevistas (Gómez Molina
(coord.) 2001), por lo que cabe explicar sucintamente a qué se refieren estas expresiones. El
parámetro relación E↔I atañe a la relación entre el entrevistador (E) y el informante (I). Los
calificativos iguales solidarios e iguales no solidarios aluden a los tipos de relaciones sociales
establecidos por Brown y Gilman (1969): las relaciones de solidaridad, se oponen a las
relaciones de poder. Como sugieren Brown y Gilman (1969: 256), no todas las diferencias
entre personas suponen diferencias de poder; las diferencias o similitudes también atañen a
otros atributos como, por ejemplo, el lugar de nacimiento, edad, ciudad donde se vive,
empleo, relaciones de parentesco, etc. La relación iguales no solidarios se refiere a que no
existe ningún vínculo o avenencia en los modos de vida de los interlocutores. La expresión
iguales no solidarios pero que actúan como iguales solidarios significa que se neutraliza la
10
En estos casos, muchos de los FFAs coinciden con las manifestaciones de acuerdo entre los interlocutores
(claro, sí, etc.): al expresar acuerdo, un interlocutor puede estar pretendiendo a la vez mostrarse cortés.
Resultaría interesante dedicar un estudio a las concurrencia de ambos aspectos.
11
De aquí, sólo cinco son halagos o elogios dirigidos directamente a ensalzar la imagen.
carencia de vínculos comunes y/o se intenta favorecer o buscar dichos vínculos a lo largo de
la interacción.
El entrevistador siempre es el mismo, un hombre, profesor de universidad, de edad
comprendida entre 26-55 años. En todas las entrevistas también está presente un alumno,
quien será el encargado de realizar la primera transcripción, y que normalmente es el que
conoce al informante y se lo presenta al profesor; por lo tanto, ambos, informante y
entrevistador eran desconocidos hasta ese momento (Gómez Molina (coord.) 2001). Por otro
lado, se ha incluido también el tratamiento pronominal empleado en la entrevista, elemento
lingüístico revelador de la formalidad y confianza que se crea entre ambos interlocutores:
Cuadro 4
Clave FTAS FTAS FTAS FFAS RASGOS SITUACIONALES
ENTREVISTAS INTENS. ATEN. (todos son de nivel sociocultural alto; espacio
físico: un despacho de la facultad)
- mujer, 58 años
Nº 10 JRG.98-5 1 ¿? 0 8 22 - estudios superiores: profesora
( 39’) - relación E↔I: iguales no solidarios
- tratamiento: usted
- hombre, 59 años
Nº 12 JRG.99-1 0 0 5 9 - estudios superiores: inspector
(44’) - relación E↔I: iguales no solidarios
pero actúan como iguales solidarios
- tratamiento: tú
- mujer, 58 años
Nº 13 JRG.99-2 1 ¿? 0 5 12 - estudios superiores: profesora
(34’) - relación E↔I: iguales no solidarios
pero actúan como iguales solidarios
-tratamiento: tú
- mujer, 31 años
Nº 14 JRG.99-3 1 ¿? 0 11 4 - estudios superiores: profesora
(33’) - relación E↔I: de E a I, igual solidario,
de I a E, superior solidario
- tratamiento: E a I, tú; I a E, usted
- mujer, 48 años
Nº 19 JRG.99-8 1 ¿? 0 6 11 - estudios superiores: profesora univers.
(36’) - relación E↔I: iguales solidarios
- tratamiento: tú
12
En relación con el valor de la cortesía en actos aislados y en el contexto comunicativo en que se enuncia, vid.
en este mismo volumen la diferencia que Briz establece entre cortesía codificada y cortesía interpretada.
Dado que el número de minutos de grabación y transcripción de ambos corpus es
13
desigual, se ha hallado la media de la frecuencia de aparición de estos cuatro tipos de actos,
en el cuadro 5 se pueden observar los resultados:
Cuadro 5
FTAS FTAS FTAS ATEN. FFAS TOTALES
INTENS.
A partir de los valores del cuadro 5 se ha realizado un análisis estadístico de los datos
2
por medio del test de la χ (Murgui y Escuder, 1994: 234 y ss.; Tomeo y Uña, 1997: 278 y
14
ss.). Los resultados de dicho estudio permitirán aceptar o rechazar la hipótesis inicial sobre la
dependencia entre ambas modalidades discursivas y situacionales y los actos de imagen que se
realizan en cada una de ellas. El resultado es q< χ2 con el 99 % de probabilidad, lo cual se
interpreta como que la dependencia o asociación entre ambos parámetros es positiva: los
contextos situacionales determinan el número y el tipo de actos amenazadores de la imagen y
de actos corteses.
Junto a la comparación del número de actos de cortesía y descortesía entre estas dos
modalidades discursivas y situacionales, es importante observar si, además hay diferencias
cualitativas en cuanto al tipo de cortesía empleado.
Al analizar las diez interacciones se aprecia a primera vista que la cortesía en ambos
tipos de discurso y de situación es de diferente cariz; además, como se aprecia en los datos de
los cuadros de §4.3., la presencia de actos de carácter cortés/ descortés es mucho más reducida
en las entrevistas. Si bien es verdad que no podemos tomar estas cifras de manera absoluta y
15
que debemos contar con un margen de error de interpretación, llegamos a la conclusión de
que el marco contextual en el que se realizan las conversaciones coloquiales es más propicio
para desarrollar las relaciones sociales que en las entrevistas. Y por tanto, en las
conversaciones existe una mayor tendencia a poner en marcha mecanismos de trato social,
bien del refuerzo de las imágenes o bien de la amenaza a éstas. El resultado estadístico nos
habla también de otra diferencia en ambos tipos de discurso: en las entrevistas las relaciones
sociales son estáticas (se mantienen los roles sociales y funcionales previos), mientras que en
13
El cálculo de la media nos muestra el número de cada tipo de actos en cien minutos de grabación.
14
Para ello hemos observado las discrepancias entre las frecuencias observadas y las esperadas, medidas a través
del estadístico q, cuyo valor resulta q = 3‟391. El grado de libertad es 3, y si elegimos como nivel de
significación para χ2 α = 0‟01, es decir, un 99% de probabilidad, entonces, χ 2 3, 0‟01 = 11‟345, y, por tanto q =
3‟391 < 11‟345 = χ2 3, 0‟01 .
15
Dado que se trata de un fenómeno social enfocado por el análisis de un solo investigador.
las conversaciones coloquiales son dinámicas (pueden variar estos roles). Por otro lado, no
sólo el número y el tipo de fenómenos sociolingüísticos varía de un tipo de interacción a otro
sino que también dentro de la misma modalidad discursiva surge la diversificación,
dependiendo de la situación donde se realiza.
Con el objetivo de averiguar si se cumple nuestra hipótesis de partida, se examinarán las
funciones sociales que adquieren los actos que se han considerado como corteses o descorteses
aisladamente en el análisis cuantitativo.
5.1.1. ¿Descortesía?
16
Se marcan en letra negrita los actos que, aisladamente, se pueden considerar descorteses.
B: pueh l’ha pegao cada trago al güihqui ((...))
C: ¿y tú por qué has tomao güisqui↓ si sabías que tenías que pincharte hoy?((...))
A: ¡hombre! ¿¡pos no te lo dije ayer!?§
C: § PERO YO L’HE DICHO que habías ido a coger un (( ))
y t‟habías quedao ENGANCHAO↑§
A: § ENGANCHAO ¡NO!/// º( ((ya estoy hasta los cojones)) )º
No se han realizado estrategias de cortesía para reparar las peticiones a los actos que
Brown y Levinson, ([1978] 1987) habían calificado de intrínsecamente amenazadores:
17
quejarse o manifestar molestia, reprochar, polemizar, burlarse. Boretti (2001), refiriéndose a
la cultura argentina, pero también aplicable al español peninsular, señala que “la confianza,
contenido afiliativo, incluye la tendencia a usar un lenguaje directo” (Boretti, 2001: 85).
18
En definitiva, encontramos manifestaciones de desprecio, directivas sin atenuar,
reproches, réplicas, rechazos, etc., todos ellos actos amenazantes de la imagen, que podrían
funcionar en otro contexto más formal como auténticos debilitadores de las relaciones
sociales, pero que en estos casos no lo hacen. Es más, incluso puede hablarse de que en
19
ocasiones crean lazos interpersonales más fuertes y positivos.
17
Los actos descorteses en español se han estudiado preferente en relación con el discurso político, vid. al
respecto Blas (2001), Bolívar (2001).
18
Haverkate (1994) considera la manifestación de desprecio como un acto prototípicamente descortés.
19
Para un estudio más profundo, vid. Briz (2002), en especial la distinción establecida entre (des)cortesía
codificada o normativa y (des)cortesía estratégica.
(2) [G.68.A.1+ G.69.B.1: 333-405]
P: ¿qué? ¿cómo va el coche ya↓ Juan?
J: muy bien/ que lo diga la mamá→§
C: § ¡ay!/ está hecho un artista ((...)) le dije Juan/ no te duela lo
que estás pagando/ tú es que vas a las clases °(un)° poquito distraído/ porque °(como)° llevaba
tantas cosas en la cabeza↑§
P: § claro/ claro
C: pues le decían a lo mejor/ la segunda a la derecha// BUENO// y ya no se acordaba/ u- cuando
llegaba/ si era en la segunda o era en la tercera/ y eso es lo que fallaba/ mucho// entonces→/ como
tampoco tenía nadie/ una vez sacao el carnet/ a quien recurrir/ para sacar el coche y hacer unas
poquitas más prácticas/ tampoco era cuestión/ de que la chiquita del chalet dee Pili/ a las diez de la
noche nos fuéramos a dar una voltereta por ahí/ porque yo tampoco vengo pronto↑
P: claro§
C: § entonces/ no era cuestión d‟eso/ ¿qué pasa?// que ha hecho→//(2‟‟) tu novia/ por no
dejarlo mal/ dice (RISAS) °(en)° LA FAMILIA DICE QUE HA HECHO VEINTICUATRO
PRÁCTICAS/ Y HA HECHO CUARENTA Y TANTAS
J: pero ahora estoy or- or- o sea→§
P: § orgulloso§
J: § satisfecho de haberlas hecho/ [porque luego no he
tenido/ ninguna dificultad// y no he tenido=]
C: [porque ha
salido sabiendo del todo///(2’’) todas las pifias]
J: = que recurrir a nadie/ [para- para/// ponerme a tono]
C: [todas las pifias las ha hecho en las clases/ todas las pifias]§
P: § claro
20
Para una mayor profundización en el estudio de la cortesía valorizante, vid. M. Albelda (2002).
V: ¿cómo la has encendido↑?§
21
A: § tocando (3”)
V: ¡ay! pues sí/ sí que [ilumina=]
A: [es un mue(ble)]
V: = ¡qué cosa más bonita!¿eh?¡qué original! ((...)) es una monada ///(3”) es graciosísima/
¿qué más? ///(3”) ¿qué más lámparas tienes?
A: º(ya/ ninguna más)º ¡ah! sí/ las del cuarto
22
V: ¡ah! ((7”)) ¡ay qué mona!
En (3) los halagos no se refieren al interlocutor sino a objetos que tiene en su casa, de
manera que lo que se pretende alabar es el buen gusto de A y, en consecuencia, la coincidencia
con los gustos de V. Véanse en el ejemplo (4) halagos dirigidos directamente a la imagen del
tú:
21
B hace un gesto que demuestra cómo encender esa lámpara.
22
A y B se dirigen hacia el cuarto de baño.
- quería preguntarte yo ahora sobre el conflicto generacional (...) [nº 19: 456]
- bien Pedro/ ¿quieres hablarnoss sobre tu familia? [nº 12: 2]
- me gustaría saber cuál es tu opinión (...) [nº 14: 239]
- (...) háblanos un poco sobre el servicio militar// dónde lo hiciste [nº 12: 169-170]
- (...) háblanos lo quee quieras/ o lo que recuerdes sobre tuu infancia/ tu niñez [nº
13: 1-2]
- muy bien Julia/ ya terminamos/ vamos a ver/ (...) ¿te ha tocado la lotería? [nº
13:410-11]
- ya terminamos/ la última [pregunta] [nº 19: 596]
También por parte del informante se han encontrado algunos casos de cortesía
mitigadora. De manera más llamativa en una entrevista, la nº 10, la informante pide perdón en
varias ocasiones cuando se equivoca. Esta informante es de las pocas personas que ha tratado
de usted al entrevistador en el conjunto de las veinticuatro entrevistas del corpus (Gómez
Molina, (coord.) 2001). No es un problema de edad (incluso I es mayor que E) ni de diferencia
sociofuncional; se debe más bien al desconocimiento de ambos, a la diferencia de género y/o a
la costumbre de la informante.
En muchas de estas entrevistas, llegado a un punto más avanzado de la interacción, el
informante se siente más tranquilo, se ha conseguido una mínima confianza y ya solemos
encontrar risas, o incluso alguna broma. Puede surgir entonces el interés por reforzar los lazos
sociales y, por tanto, realizarse algunas formas de cortesía valorizante intermedia entre lo
convencional (normativo) y lo estratégicamente social. Encontramos algunos FFAs (actos de
refuerzo de la imagen), como por ejemplo, en la entrevista nº 19 el informante (B) ha
explicado el modo de elaborar un plato, el arroz a banda:
Otra de las formas de refuerzo de la imagen (FFA) son los apoyos a lo dicho por el otro
interlocutor (intervenciones colaborativas, afirmaciones, ratificaciones, manifestaciones de
acuerdo, repeticiones de lo dicho, etc.). También aparecen en ocasiones estas formas en el
corpus de entrevistas, aunque con menor frecuencia que en las conversaciones coloquiales.
Son estrategias afiliativas con una función más bien convencional, muestra de buena
educación y del comportamiento formal. Piénsese, por ejemplo en los marcadores fático-
apelativos con función afiliativa del tipo ¿eh?, ¿no?, ¿verdad?:
Por otro lado, tal y como se observa en el cuadro 4, en estas entrevistas no existen casos
de amenaza a la imagen (sin atenuar, es decir, FTAs), excepto uno en cuatro de las cinco
entrevistas analizadas, del cual no hay certeza de que realmente lo sea. Se trata de la entrevista
nº 10: A le ha preguntado a B qué haría si le tocase la lotería, B intenta contestar, pero no sabe
muy bien qué responder, y afirma: es que eso me ha pillado de sorpresa ¿eh? [nº 10: 530-
531]. Podría interpretarse como una recriminación del informante al entrevistador. Por otro
lado, al final de la entrevista nº 13 la pregunta de A también podría entenderse como un FTA:
En (9), si bien las risas pueden atenuar la pregunta, tal vez la segunda pregunta de A, por
la insistencia y el modo directo en que se formula, puede resultar amenazante a B. De todas
formas, queda abierta su interpretación.
El hecho de que sean casi inexistentes las realizaciones de FTA en este tipo de
entrevista, no es, sin embargo, razón suficiente para considerarlo como un rasgo característico
de tal tipo de discurso. Tampoco se puede interpretar como un hecho exclusivo de estas
entrevistas, pues es frecuente en otras modalidades discursivas.
En general, en un corpus de entrevistas no se pueden interpretar como descorteses las
preguntas que el entrevistador realiza al informante, pues forman parte constitutiva del
esquema de la interacción. Sin embargo, en la entrevista nº 14 hay una intervención de A
pidiendo información al informante de una forma más imperativa:
El último caso es el modo, un tanto sobrio, en que A pide información a B: alguna fiesta
que recuerdes/ de pequeña [nº 19: 126].
Vistos estos casos, no se puede concluir que estas posibles amenazas al interlocutor sean
una manifestación de descortesía. Más bien, se pueden explicar como una consecuencia del
tono de mayor confianza que se va creando según la progresión de la entrevista, no
considerándose inadecuadas socialmente a esa situación.
6. Conclusiones
6.1. DISTINTAS SITUACIONES SUPONEN DIFERENCIAS CUALITATIVAS EN LA
CORTESÍA
Tras este análisis, de acuerdo con Hernández Flores (2001: 105-106), “proponemos, por
tanto, que la cortesía en la conversación entre familiares y amigos tiene un valor en la
constitución de las relaciones sociales y que presenta unas particularidades (...) que la
diferencian de la cortesía en las relaciones formales”. Es, por tanto, un fenómeno de valor
relativo: una forma lingüística transmitirá un valor cortés en una determinada situación
comunicativa, contando con la presencia e influencia de todos los factores que la rodean. Para
evaluar este fenómeno, el investigador debe tener en cuenta cada uno de estos factores,
23
empezando por uno muy básico, la forma de ser de los interlocutores (su carácter, educación,
estado de ánimo) y también la relación que existe entre ellos, la intencionalidad con que se
usan dichas formas y, en definitiva, los rasgos situacionales, culturales y sociológicos de los
que ya hablamos.
El corpus ha mostrado que no es cierto que el empleo de estrategias corteses sea menor
en los casos de mayor familiaridad y que en relaciones sociales más distantes se realicen un
mayor número de actos corteses; y, por lo tanto, tampoco se puede hablar de suspensión de la
cortesía en las situaciones de familiaridad (cfr. Tusón y Calsamiglia, 1999: 163). La diferencia
estriba, más bien, en el tipo de cortesía, son tipos cualitativamente distintos, es diferente en
cada espacio (público y privado) la función y la finalidad de la cortesía. Carrasco Santana
(1999: 32) así lo señala: “no nos parece que un mayor „atrevimiento‟ en la comunicación, por
efecto del mayor grado de familiaridad, conlleve necesariamente una menor presencia de la
cortesía. Lo que sí creemos es que el tipo de cortesía, o si se prefiere, el estilo de cortesía, es
distinto”. Sin embargo, cabe señalar que, tal y como se infiere del análisis del presente corpus,
24
en situaciones que presentan características comunes, se hace uso de patrones de formas y
fenómenos similares, pudiéndose hablar de tendencias o propensiones en los usos lingüísticos,
susceptibles de ser estudiadas.
El empleo de la cortesía no es exclusivo de determinadas situaciones comunicativas.
Como se ha comprobado en el análisis del corpus, tanto en los resultados cuantitativos como
cualitativos, el empleo de actos corteses también es muy frecuente en situaciones informales.
Así, tal y como muestra el análisis, en 108‟ de corpus de conversaciones coloquiales, se han
encontrado 317 casos de FFAs y 26 de atenuación de FTAs. En definitiva, se puede concluir
que, no sólo en las situaciones formales, sino en cualquier tipo de actividad comunicativa, en
tanto que es una actividad social, se puede hacer uso de formas corteses. La cortesía se plasma
en actividades de imagen dirigidas al tú, al otro interlocutor, y la imagen como tal está siempre
presente en las interacciones verbales. Goffman (1959) ya se había referido a la configuración
25
de la imagen en la persona según su aparición en el espacio público o en el privado. El tipo
de comportamiento relacional en cada espacio será diferente. Si bien en ambos casos la
persona configura su imagen frente a los otros, en el ámbito privado la persona puede
23
Algunas personas, por su forma de ser, tienden a emplear más estrategias de cortesía en sus intercambios
comunicativos.
24
Piénsese, sin ir más allá, en la casi homogeneidad de los resultados estadísticos entre la mayor parte de los
distintos tipos de actos en las cinco conversaciones aquí estudiadas, y del mismo modo, entre las cinco
entrevistas.
25
Obsérvese que este es uno de los rasgos situacionales del registro del que hemos hablado, el espacio o marco
de interacción.
“descansar, quitarse la máscara, abandonar su texto y dejar a un lado su personaje”. Aunque la
persona “abandone su máscara” en el espacio privado, ello no implica que se evite el esfuerzo
del comportamiento cortés o que se exceda en el descortés. Abandonar la máscara, por otro
lado, no significa que la imagen desaparezca sino que la imagen es otra, más sincera y
auténtica, la imagen sin la máscara, y en consecuencia, el comportamiento social, y por tanto,
lingüístico, varía. La metáfora de la máscara explica de forma gráfica que en el espacio
público hay que actuar según unos modos establecidos social y convencionalmente, mientras
que, en el espacio privado, la ausencia de dicha máscara refleja que los modos no están
determinados, no hay normas sociales, solo los intereses propios de los interlocutores.
A partir de los resultados obtenidos en el análisis del corpus, se pueden generalizar una
serie de diferencias fundamentales en el empleo de la cortesía en función del tipo de situación
comunicativa (téngase en cuenta que estamos hablando de tendencias en el español peninsular
26
de la zona mediterránea):
- en las situaciones formales (vid. en relación con esto el análisis de las entrevistas
semiformales, §4.3 cuadro 4 y §5.2):
- es una cortesía necesaria, se exige para que el intercambio verbal sea
adecuado y en consecuencia exitoso, fructífero (ténganse en cuenta la
determinación que ejercen sobre el lenguaje los rasgos situacionales,
descritos en el cuadro 4 para cada una de las entrevistas)
- las formas corteses están más convencionalizadas y ritualizadas, son formas
más o menos estereotipadas (intercambiar saludos, dar las gracias, preguntas
realizadas mediante el verbo poder, intervenciones colaborativas,
manifestaciones de acuerdo etc.)
- como norma social de comportamiento: se trata de una cortesía establecida,
regulada, de carácter público (un hecho ilustrativo de ello es que con
frecuencia se repiten las mismas estructuras corteses en las distintas
entrevistas)
- predomina el respeto por la autonomía de los demás por encima del esfuerzo
por facilitar la afiliación (vid. cuadro 4, apenas se documentan FTAs y en
ningún caso se ha realizado un FTA intensificado).
- en las situaciones informales (vid. en relación con esto el análisis de las conversaciones
coloquiales, §4.3 cuadro 3, §5.1):
- no es necesaria en cuanto a norma social adecuada, pero sí es más o menos
conveniente para el éxito comunicativo y relacional
- predomina la función valorizante de la cortesía, es una cortesía
produccionista, por tanto de carácter más individual y libre (317 casos de
FFAs en 108‟ de corpus). Vid. especialmente los ejemplos de las
conversaciones [G.68.A.1+G.69.B.1] ej. (2), [IH.340.A1] ej. (3) y
[MT.97.A1], ej. (4).
- actúa con unos fines más estratégicos más directos (cfr. Briz, 2003); suele
realizarse para reforzar los lazos entre los interlocutores, puesto que en estas
situaciones sus deseos de imagen se dirigen a estrechar los lazos afectivos y a
mantener las buenas relaciones (Hernández Flores, 2001: 108) (vid. al
respecto la descripción de los rasgos situacionales de cada una de las
conversaciones del corpus en el cuadro 3).
26
Recuérdese que para que una situación se considere informal debe caracterizarse por los rasgos presentados en
§2.1 y para que se considere formal, deben cumplirse los rasgos situacionales expuestos en §2.2.
- se tiende a favorecer la afiliación al grupo, mientras que es más habitual en
estos casos no respetar la autonomía (se han documentado en el corpus 104
casos de FTAs y 41 casos de FTAs intensificados).
En definitiva, se ha observado que en las conversaciones coloquiales el fenómeno de la
27
cortesía se sitúa, en general, en un primer plano, puesto que el fin principal de estas
interacciones es el socializador, mientras que, en las entrevistas semiformales (y en general, en
las interacciones de carácter más formal), los fines comunicativos son otros (intercambio o
solicitud de información, aprendizaje, etc.) y el fin socializador, aun estando presente, pasaría
a un segundo plano. Claro está, hay que excluir de esta afirmación aquellas situaciones
formales de por sí sociales (presentaciones públicas, homenajes, recibimientos oficiales,
acontecimientos solemnes, etc.), donde la cortesía es plenamente una convención ritual.
Como resultado del análisis empírico realizado y teniendo en cuenta que la cortesía se
determina contextualmente, es necesario aclarar que no existe una relación biunívoca entre los
FTAs (actos de amenaza a la imagen) y la descortesía. De modo abstracto, parece lógico
pensar que amenazar la imagen conlleve ser descortés, pero este no ha sido el resultado que
nos han mostrado los FTAs del corpus de conversaciones coloquiales. En muchas de ellas, se
han realizado actos que aisladamente se pueden considerar amenazantes para la imagen, pero
que al observarlos contextualizadamente, se percibe que no existe en el hablante la intención
de ser descortés, como por ejemplo en la conversación [H.38.A1]. Esto ocurre
28
fundamentalmente en las situaciones donde hay proximidad social y relación de igualdad.
Uno de los valores sociales y culturales en España es que la existencia de conflictos no se
contradice con el hecho de que la imagen social sea aceptada y fructífera (Bravo, 1999: 169).
Y no sólo no es contradictorio sino que un efecto de la descortesía puede ser el de reforzar la
solidaridad dentro del grupo (Culpeper, 1996: 353; Leech, 1983), incluso reducir la posible
distancia existente o igualar más las relaciones jerárquicas si las hubiera (vid. al respecto las
conversaciones [H.38.A1], [ML.84.A.1], [J.82.A.1], [RV.114.A1] del corpus de Briz Gómez y
Grupo Val.Es.Co, 2002). Es más, en casos de estrecha relación interpersonal, si un hablante se
muestra muy cortés con su interlocutor, éste último puede sentirse ofendido o advertir una
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falta de confianza por parte de su interlocutor.
Por otro lado, no se puede seguir manteniendo la idea de que en las relaciones más
familiares la descortesía sea mayor, “es absurdo argüir que la mayor intimidad lleve a alguien
a emplear mayor descortesía” (Culpeper, 1996: 354). Como se ha visto, la diferencia
27
En este sentido tomamos el término de cortesía como autohiperónimo, es decir, refiriéndose tanto a la cortesía
como a la descortesía (Escandell Vidal, 1995: 33, n.4).
28
Estos casos en los que no coincide un acto amenazante con la función de descortesía, han llevado a Briz (2002
y en este mismo volumen) a establecer la diferencia entre una (des)cortesía codificada y una (des)cortesía
interpretada.
29
Que la descortesía sea una manifestación de confianza en determinadas situaciones es una prueba más para el
cuestionamiento de la concepción universal de imagen postulada por Brown y Levinson ([1978] 1987).
Muchos de los actos que Brown y Levinson han considerado descorteses funcionan de manera contraria en el
español peninsular, se consideran como muestras de afiliación al grupo, de sinceridad con este, y por tanto, de
refuerzo de los lazos sociales.
cuantitativa de FTAs en las conversaciones coloquiales con respecto a las entrevistas
semiformales no significa que exista mayor descortesía en las primeras, aunque sí mayor
posibilidad de realizar FTAs, debido a la mayor confianza en estos casos (vid. conversaciones
[H.38.A1] y [RV.114.A1]). Cabe más bien pensar que en estos casos interviene otro factor: la
existencia de conflictos (discusiones, divergencia de opiniones, desacuerdos). Y estos no son
propios de una determinada situación comunicativa, sino que pueden existir tanto en
relaciones formales como en informales. En las entrevistas aquí analizadas la presencia de
descortesía es casi inexistente, y ello se explica no porque la situación sea formal sino porque
dichas modalidades discursivas en principio no tienden a crear conflictos. Sí poseen una
mayor tendencia a la discusión otro tipo de discursos como, por ejemplo, los debates, los
juicios orales, etc. Del mismo modo, también es posible el conflicto en las conversaciones
coloquiales (Briz y Grupo Val.Es.Co., 2002: [RV.114.A1], [J.82.A], [MA.341.A.1], etc.), al
igual que existen conversaciones con abundante empleo de cortesía. En algunas de ellas
predomina de manera llamativa la cortesía valorizante (por ejemplo, encontramos 127 casos
en [G.68.A.1+ G.69.B.1], 80 en [MT.97.A1]) siendo muy reducidos los casos de FTAs (en las
mismas conversaciones anteriores sólo encontramos 12 FTAs en la primera y 2 en la segunda).
Por último, en las situaciones de mayor intimidad, en general, los FTAs amenazan la imagen,
pero no se corre el riesgo de perderla, por ello, no suelen ser descorteses, mientras que en las
situaciones formales el amenazar la imagen del interlocutor normalmente implica que éste la
pierda.
Bibliografía