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Así fue la histórica Operación Chavín de Huántar, contada

por sus protagonistas


En primera persona. Efectivos del Ejército, la Marina y de la Dirección contra
el Terrorismo, quienes tuvieron una participación determinante en la liberación de
los rehenes de la residencia del embajador japonés, narran con intensidad y emoción
los momentos vitales de su actuación hace 20 años, que concluyó con el rescate de
71 personas y la lamentable pérdida de dos militares y un civil.
Ni siquiera transcurrió 24 horas del asalto a la residencia del embajador japonés
Morihisa Aoki, en la medianoche del 17 de diciembre de 1996, cuando llegó la
orden al Batallón de Comandos, a la Escuela de Comandos y al Batallón de Fuerzas
Especiales, para iniciar el entrenamiento de un grupo de élite con el objetivo de
rescatar a los rehenes, que en un principio fueron 490. Nadie sabía que iban a
transcurrir 126 días para que se cumpliese con la ejecución del operativo.

Y todos esos días los efectivos no dejaron de adiestrarse, de aprender de memoria el


papel que se les había asignado, acuartelados, lejos de sus familias, tensos,
ansiosos, porque se jugarían la vida. Así lo recordó el general EP en retiro César Díaz
Peche, que entonces pertenecía al Batallón de Comandos Nº 61, y cumplió una
asignación determinante en la Operación Chavín de Huántar: La misma noche del
17 de diciembre se empezó a organizar al personal, básicamente a los oficiales de
comando que nos encontrábamos en la Guarnición de Lima, más el personal de la
Unidad Especial de Combate de la Marina.

PUEDES VER: Congreso aprueba declarar héroes a comandos Chavín de


Huántar

En la etapa de entrenamiento se comprendió la organización de los equipos de


asalto, apoyo, seguridad, francotiradores y el grupo de inteligencia. En los
entrenamientos llegamos a tener todo cronometrado.

Los trabajos eran hombre por hombre. Conocíamos qué accesos teníamos que hacer
en la residencia mediante brechas en las paredes. Sabíamos que el MRTA había
colocado explosivos en todos los caminos, puertas y ventanas. Hacer un ingreso de
forma convencional por esos lugares hubiera sido catastrófico.

Eso dio lugar a que parte del entrenamiento se realizara en túneles, de los que
también se hicieron réplicas en condiciones similares a los construidos por debajo de
la residencia.

La clave fue el estricto secreto sobre la operación. El silencio absoluto era clave para
el éxito del plan. No se debía decir una sola palabra, ni siquiera mirándose al espejo,
relató el general Díaz:

Todas las cadenas televisivas del mundo estaban a la expectativa, pero


prácticamente nadie descubrió cuál era el verdadero plan. Eso fue parte del secreto
de la operación y la convicción de la gran responsabilidad que teníamos todos los
comandos.

Para ingresar en la residencia teníamos que esperar a que se presenten tres


condiciones como mínimo: que al menos 10 del MRTA se encontraran en el primer
piso a la hora que jugaban fulbito, que ningún rehén estuviera en la planta baja y
que la puerta de acceso al segundo piso –que era metálica– estuviera abierta, previa
coordinación por beeper con las personas que estaban adentro.

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Las condiciones se dieron a las 3 y 32 de la tarde. Fue la hora exacta en la que se dio
la orden de ingresar y rescatar a los rehenes. Yo era jefe del equipo de apoyo dentro
de la operación, que tenía parte del equipo de médicos.

Catorce hombres estaban a mi cargo. El trabajo era estabilizar a los efectivos en el


sitio, evacuarlos rápidamente y facilitar la labor de los demás equipos que estaban
cumpliendo su misión simultáneamente. Ingresamos con armas cortas: pistolas
ametralladoras de pequeño calibre, para no causar daños colaterales.

Sufrimos tres bajas causadas por los terroristas, además de 26 heridos. Hubo
incendios provocados por el lanzamiento de granadas de los terroristas y por la
explosión del arsenal de munición que ellos tenían. Los 14 terroristas contaban con
armas de largo alcance, tipo AKM, que son fusiles de guerra, y habían entrenado en
la región de Pichanaki, en Junín.

Tenían lanzacohetes que pueden calcinar a decenas de personas y perforar cualquier


tipo de pared. Tuvimos que neutralizar a los terroristas porque hubo resistencia.

El capitán EP en retiro Álex Segura Figueroa tuvo frente a frente a los


"tupacamaristas". Intercambiaron disparos. Lo recibieron con fuego y devolvió el
fuego. Esto es lo que narró:

"Ellos nos dispararon"


De los 126 días de la toma de los rehenes, nosotros nos preparamos 125. Trabajamos
y entrenamos mañana, tarde y noche. Teníamos orden de inamovilidad. Yo era uno
de los comandos que integraban el equipo número tres del Grupo Alfa, grupo de
asalto encargado de dominar la primera planta. Bajo la responsabilidad de mi equipo
teníamos las cuatro primeras habitaciones, entrando por la puerta principal.

Como comando, de acuerdo con la técnica que empleamos, revisamos cada


habitación en pareja. Nos tocó ingresar a la residencia por el túnel más largo, que
medía aproximadamente 192 metros, y que contaba con cuatro salidas. Nosotros
tomamos la salida número cuatro, que era la más cercana a la puerta principal.

Salimos del túnel y nos colocamos en las columnas del frontis de la residencia,
volamos la puerta principal e ingresamos por esa brecha, dominamos las cuatro
primeras habitaciones, entre ellas la biblioteca que se encontraba cerca del pasadizo
principal. Cuando derrumbamos la puerta principal inmediatamente comenzaron a
dispararnos, pero teníamos que ingresar.

El capitán Segura cumplió rigurosamente cada detalle de la misión. Pudo sortear los
obstáculos y finalmente cumplir con el objetivo. Mientras avanzaba, por su cabeza
pasaba una película de su vida, con buenos y malos episodios. No quería pensar que
era una despedida. Así continuó su relato:

Detrás venía el equipo número cinco del Grupo Delta, que debía acudir directamente
al segundo piso. Nosotros teníamos que limpiar todo el acceso para que el grupo
cinco entrara sin dificultad. Yo era el segundo hombre en la brecha.

Sabía claramente cuál era mi habitación y cómo estaba dispuesta la infraestructura


de la residencia. La habitación que tenía que dominar estaba a la izquierda, vi la
puerta cerrada y lo primero que pensé es que podría tener una trampa cazabobo
(explosivo), así que la abrí cuidadosamente. Hice la dominación de la habitación, y
en el momento que recupero mi defensa, comenzaron a dispararnos desde el
pasadizo.

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Un terrorista entró en el pasadizo cercano donde me encontraba, levantó un fusil,
pero logré dispararle y dejarlo fuera de combate. Distinguí la silueta de un fusil AKM.
Nuevamente recuperé mi posición, y otro terrorista empezó a disparar desde la sala
principal hacia la puerta, donde estaban mis compañeros, que lograron abatirlo. En
el sector que estaba bajo nuestra responsabilidad murieron cuatro terroristas.

Eso es lo que pasó. Eso es lo que viví.

El comando militar que penetró en la residencia japonesa no solo estuvo integrado


por efectivos del Ejército. También hubo de la Marina, como el capitán de navío
Manuel Parrales Rospigliosi, actual jefe de la Policía Naval. Parrales tuvo la delicada y
peligrosa tarea de la colocación de explosivos. Esto es lo que rememoró:

"Tuvimos bajas"
El día de la operación, cuando se dio la orden de ingresar, se hizo una cuenta
regresiva para la activación de explosivos. Eso significaba la voladura de un área
donde los terroristas habían estado practicando actividades deportivas.

Yo me encontraba conformando el grupo número cuatro, y entré por un túnel


ubicado por el área posterior de la residencia. Fuimos 11 los integrantes de mi
equipo: cinco de la Marina y seis del Ejército. Nos encargamos de la activación de los
accesos por medio de explosivos. Por el sector donde ingresé rescatamos a 11
rehenes de origen japonés. En ese momento pensé que debía enfocar toda la
preparación en el operativo.

Por el sector en que había ingresado, los terroristas tenían preparadas trampas
explosivas. De los 11 integrantes de mi equipo, cinco quedaron con heridas
ocasionadas por explosivos. El momento más difícil que me tocó enfrentar llegó
después de la operación, cuando supe que teníamos bajas dentro de la organización.
Me enteré de la muerte del coronel del Ejército Juan Valer Sandoval, con quien había
hecho muy buena amistad.

El técnico superior de la Marina Freddy Rueda Chumpitaz es un especialista en


explosivos. Tiene nervios de acero. De su habilidad dependía volar las puertas y
otros obstáculos para que avanzaran los comandos. Vivió para contarla:

Soy explosivista. Mi función principal fue abrir, utilizando explosivos, dos vías de
acceso en una pared y en la puerta principal. También realicé el cálculo y el sistema
de activación de la carga explosiva que dio inicio a la operación.

Habíamos sido entrenados por las Fuerzas Especiales de Israel y Estados Unidos
antes de la toma de la residencia japonesa. Ya en la operación integré el tercer
grupo de asalto, que pertenecía al Grupo Alfa. También tuve la misión de tomar el
control de la parte baja de la residencia. Tuvimos que solucionar problemas que se
presentaron con explosivos en las habitaciones que nos tocó dominar. Felizmente,
todo se activó y voló de acuerdo con lo planeado.

Agentes de la Dirección contra el Terrorismo tuvieron una actuación clave en la


realización de la Operación Chavín de Huántar. Entre ellos se encontraba el mayor
PNP en retiro Marcos Castro Renwick, quien jefaturó el Equipo de Penetración
Electrónica a la residencia del embajador Aoki.

Fue el encargado de elaborar un esquema para la filtración de los micrófonos en


diferentes objetos que sirvieron para obtener información clasificada de los

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secuestradores del MRTA. Los micrófonos fueron vitales para planificar el operativo.
Cada frase, cada palabra, cada expresión era estudiada minuciosamente. En este
aspecto, agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés)
intervinieron. El mayor Castro dijo:

Los gringos de la CIA estaban probando la tecnología que tenían en vitrina. Un Grupo
Especial de Inteligencia de la Dirección contra el Terrorismo se instaló con todos sus
equipos y analistas en la clínica Virgen del Carmen, ubicada estratégicamente frente
a la casa diplomática. En esos momentos se me ocurre que el padre jesuita estaba
realizando misa los domingos en la residencia y que para ello se necesitaba un
crucifijo y una imagen representativa.

Fue entonces que se decidió camuflar micrófonos en un crucifijo de madera y luego


en una imagen del Señor de los Milagros. Una tarde escuchamos una conversación
capturada por el micrófono de la imagen del Señor de los Milagros.

Un personaje decía en voz baja: 'Mar de cielo, quiero saber si me copian por este
medio, cambio. Soy el almirante Luis Giampietri Rojas. Digo mar porque soy de la
Marina de Guerra del Perú y cielo porque hablo desde el segundo piso, cambio.

Espero que estén escuchando por este medio, porque ya estoy hablando con
ventiladores, baños químicos, colchonetas y la gente piensa que ya me estoy
volviendo loco. Si ustedes están escuchando, mañana denme un mensaje. Veo que
hay en lado norte un edificio celeste y que en la azotea está lleno de equipos de
prensa. Que alguien a las 12 en punto empiece a agitar un trapo blanco o un
pañuelo'.

Efectivamente se hizo esa acción y al poco rato Giampietri decía: '¡Conforme!


¡Conforme! Sé que me están escuchando'. Desde ese momento el almirante se
convirtió en nuestro informante. Él se reportaba a las 7 de la mañana, 3 de la tarde y
a las 6 cerraba transmisión.

"La cucaracha"
Hubo un momento crítico. Habían transcurrido varios días sin que se produjera la
liberación de los rehenes y Giampietri manifestó que todos estaban decepcionados.
Declaró el mayor Castro:

El almirante Giampietri trató de poner fin a las transmisiones. Estaba molesto porque
según él no veía alguna reacción de las autoridades por lograr la liberación de los
rehenes. 'Este es Mar del cielo, estoy bastante preocupado, así como mis demás
compañeros, ya tengo varias semanas informando pero veo que no le dan
importancia. Hagan algo.

Necesito saber si me están escuchando. Y si mañana a las 6 de la mañana no ponen


en alto parlante la música de La Cucaracha, mando todo al diablo y suspendo las
transmisiones. Cambio y fuera', fue lo que dijo Giampietri. Ni bien escuché el
mensaje salí volando para buscar la canción La Cucaracha y para mi mala suerte no
encontré a ningún ambulante. Hasta que luego de recorrer por varios lugares
encontré uno en la avenida Venezuela, en Breña, y al día siguiente se instaló la
música.

Ese mismo día escuchábamos por los micrófonos que despertaban a Giampietri y le
decían: 'Lucho, ahí esta la música, nos están escuchando'.Luego se oía que reían y
lloraban los rehenes. Desde ese día el almirante Giampietri empezó a enviar
información de primera línea. Nos decía la cantidad de terroristas que había en la

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residencia, el tipo y número de armamentos que tenían, el tipo de defensa que
habían puesto en las puertas y las cargas explosivas.

Todo lo que había visto el almirante nos proporcionó a través de los micrófonos.
Fueron 45 micrófonos que fueron insertados en 25 termos, el cuadro del Señor de los
Milagros, 5 escobas, en el estuche de una guitarra, en las cajas de fruta y en una
Biblia.

Por los micrófonos los agentes de la Dircote se dieron cuenta de que los terroristas
se percataron de la construcción de los túneles. Fue durante un diálogo entre Néstor
Cerpa Cartolini y "El Árabe", uno de los cabecillas. Recordó el mayor Marcos Castro:

Sabíamos lo que hablaban, lo que pensaban, sus traumas, sus miedos, hasta su vida
sexual y sus planes de escapar de la residencia tras negociar con el gobierno. Una
tarde y a mediados del mes de febrero se escuchó a Néstor Cerpa Cartolini (jefe del
comando terrorista) hablarle a su gente. Así se enteró que detectaron la
construcción del túnel: '¡Muchachos! ¿Qué novedades tenemos para hoy?'. El Árabe
contestó: 'Comandante, ayer en la noche dos compañeros salieron al jardín e
inspeccionaron todo el área y se percató que en una parte que colinda con la ONG
alemana, lugar por donde ingresamos, había un gran agujero que está cubierto con
pasto, pero debajo conduce a un túnel que da a la calle'. Cerpa dijo: '¿Y cómo
lograron detectar ese túnel?'. El Árabe le contestó: 'Rampando como en la selva para
detectar minas'.

Cerpa replicó: 'Entonces, nos están haciendo túneles, por ese motivo ponen música a
todo volumen. Saquen todos los tapizones y muevan los muebles para detectar los
túneles. Vamos a desenmascarar a Fujimori cuando regrese de su periplo por
Centroamérica'. En ese momento pensábamos que Cerpa iba a tomar alguna
decisión para ejecutar a los rehenes, a consecuencia de los túneles, pero no hubo tal
reacción. Toda esa información fue proporcionada por el almirante Giampietri, quien
había recomendado que la operación debería ejecutarse a las 3 de la tarde debido a
que los terroristas estaban completamente desarmados y eran vulnerables para el
ataque. Fue Giampietri el que dio la clave para entrar. Cuando dijo: 'Mary está
enferma' se inició el operativo. Así fue, como lo cuento.

La filtración de micrófonos fue determinante para el éxito de la Operación Chavín de


Huántar. Una acción militar que marcó la historia.

En la Corte Suprema hay un caso pendiente contra


Zamudio
La presidenta de la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh), Gloria Cano Legua,
recordó que Vladimiro Montesinos, Nicolás Hermoza y Roberto Huamán Azcurra
fueron absueltos de la denuncia como autores mediatos de la ejecución extrajudicial
del emerretista Eduardo Cruz Sánchez.

"En el caso de uno de los imputados, el coronel EP (r) Jesús Zamudio Aliaga, que era
el jefe de uno de los grupos de inteligencia, la Corte Suprema solicitó que se expidan
las copias para iniciar una investigación en su contra", señaló.

"Es así que la Segunda Fiscalía Anticorrupción solicitó a la Tercera Sala Penal
Liquidadora variar la acusación contra Zamudio: ya no se le imputaba ser autor
mediato, sino del delito de comisión por omisión.

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La Sala no se lo permitió. Por esta razón el juicio estaba destinado al fracaso. Si ya la
Corte Suprema había dicho que no había autoridad mediata y la acusación era por
autoría mediata, lo lógico era que lo absolvieran", indicó Cano.

"Para nosotros la actitud de la Sala era simplemente garantizarle impunidad a Jesús


Zamudio. Lo absolvieron y ahora el caso se encuentra en la Corte Suprema. La
Fiscalía ha presentado la nulidad con la finalidad de que regrese nuevamente el caso
a su fuero", apuntó.

"El caso está en manos de la Corte Suprema. Si se decide sellar esta situación con
impunidad garantizada a Jesús Zamudio, se comunicará a la Corte Interamericana de
DDHH para que decida si el Estado peruano nuevamente ha violado el derecho que
tiene la familia de Eduardo Cruz", afirmó.

"Todos sabemos que Eduardo Cruz fue reingresado con vida al interior de la
residencia del embajador de Japón, todos sabemos que Jesús Zamudio dio la orden, y
todos sabemos que él tenía deber de garantía con respecto a la vida de Cruz. Si la
Corte sella este capítulo con impunidad, pasará a la historia como eso".

En cifras
- 490 rehenes fueron al principio de la toma de la residencia japonesa.

- 71 rehenes fueron los rescatados. El juez Carlos Giusti falleció en el operativo.

- 148 comandos fueron los que participaron en la Operación Chavín de Huántar.

INFORME: Las claves para entender la operación Chavín de Huántar

Hoy, 22 de abril, se celebran los 21 años de la Operación Chavín de Huántar.

Pero ¿qué es la Operación Chavín de Huántar? Se trata de la operación más


exitosa de rescate de las Fuerzas Armadas del Perú. Veamos aquí los puntos clave
para entender qué pasó.

Rehenes en la casa del embajador de Japón

El 17 de diciembre de 1996, la residencia del embajador japonés en el Perú fue


tomada por 14 miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), un
grupo terrorista de izquierda. La toma ocurrió cuando se celebraba el natalicio del
emperador japonés Akihito, por lo que había varios invitados: políticos, empresarios,
diplomáticos, militares, entre otros.

Tras la irrupción del MRTA, a pedido de la Cruz Roja, los terroristas liberaron a los
rehenes que no tenían peso político, a todas las mujeres y a Javier Diez Canseco
(hoy fallecido) y Alejandro Toledo, ambos políticos de izquierda.

El secuestro fue dirigido por Néstor Cerpa Cartolini.

¿Qué pedían?

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– La liberación de 465 miembros del MRTA presos en todo el país, incluyendo a Lori
Berenson, hoy libre, y a la esposa de Néstor Cerpa Cartolini.

– Revisión de medidas de libre mercado implementadas por el gobierno de Alberto


Fujimori.

– Protestaron sobre las “condiciones inhumanas” de las cárceles peruanas.

¿Quiénes fueron secuestrados?

Tras la liberación de la mayoría de los rehenes, quedaron 72 capturados durante


125 días. Estaban el canciller Francisco Tudela, el ministro de Agricultura Rodolfo
Muñante, miembros de la Corte Suprema, incluyendo a Carlos Giusti Acuña,
diplomáticos extranjeros, el jefe de la DEA, entre otros. Además, un rehén clave fue
Luis Giampietri, almirante de la Marina de Guerra del Perú.

La actuación del gobierno

En el tiempo que duró la crisis, el gobierno se mostró dispuesto a negociar y el


ministro de Educación, Domingo Palermo Cabrejos, fue designado para dialogar con
los terroristas. Adicionalmente, Juan Luis Cipriani, en ese entonces arzobispo de
Ayacucho, fue parte de una comisión negociadora.

Mientras se llevaban a cabo las negociaciones, el gobierno entrenaba a miembros


del Ejército y de la Unidad Especial de Combate de la Fuerza de Infantería de
Marina de la Marina de Guerra del Perú (IMAP), para una operación secreta. El plan
era infiltrarse en la casa del embajador a través de túneles subterráneos para
rescatar a los rehenes.

Para el trabajo de excavaciones, el gobierno había reclutado a mineros de La


Oroya.

¿De dónde salió el nombre de la operación?

Mientras se preparaba la operación, se dijo que los túneles eran similares a los
templos construidos por la cultura preincaica peruana Chavín de Huántar,
construidos bajo tierra con varios pasadizos.

¿Cómo se logró cavar los túneles?

Evidentemente, la excavación de túneles bajo la residencia del embajador de Japón


produciría ruidos que revelarían las intenciones del gobierno. Por lo tanto, se ocultó
los trabajos a través de maniobras con tanques en las calles aledañas a la casa y
con la reproducción de música con el volumen alto.

¡El túnel sí existe!

Se acusa al diario La República de poner en peligro la operación del gobierno


peruano para el rescate. De hecho, en febrero publicaron información sobre un “plan

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de intervención” del gobierno y afirmaron que habría involucramiento de fuerzas
militares estadounidenses.

El viernes 7 de marzo de 1997 el mismo diario publicó el siguiente titular:

Este titular fue publicado luego de que los miembros del MRTA habían afirmado
escuchar ruidos fuertes bajo la residencia y tras declaraciones de Cerpa Cartolini
unos días antes sobre la existencia de los túneles. Luego de esto, los terroristas
habían decidido suspender las negociaciones con el gobierno.

También se acusa a Expreso y El Comercio de haber publicado sobre la existencia


de los túneles.

Preparaciones para la operación

Los militares se habían enterado, a través micrófonos y cámaras escondidas


filtradas, que ocho terroristas, incluyendo cuatro líderes, jugaban fútbol todas las
tardes dentro de la casa por una hora. Ese era el momento clave para entrar. Se

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logró informar a los rehenes que utilizaran ropa clara, para diferenciarlos de sus
captores.

A Luis Giampietri se le entregó una radio en miniatura a través de la cual, con un


mensaje cifrado, se le dio instrucciones para advertir a los demás rehenes 10
minutos antes de la operación.

La operación

El 22 de abril de 1997, a las 15:23, inició la operación, con 140 comandos peruanos.
Lograron ingresar a la residencia luego de tres explosiones.

Como resultado de la operación, fueron abatidos los 14 terroristas, el rehén Carlos


Giusti Acuña y dos oficiales: el teniente coronel Juan Valer Sandoval y el teniente
Raúl Jiménez Chávez. Sobre la muerte de los miembros del MRTA, se dice que
hubo algunas ejecuciones extrajudiciales. Sobre ese tema publicaremos otro
informe esta semana.

La popularidad de Fujimori

La operación se ejecutó en un momento en el que la popularidad del presidente


Alberto Fujimori había caído hasta un 40%. La operación se difundió como un triunfo
del gobierno, lo que aumentó la popularidad de Fujimori hasta casi un 70%. Hoy es
considerada la operación más exitosa de rescate del Perú y una de las más exitosas
del mundo.

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