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DERECHO CONTRACTUAL
COMPARADO
Una perspectiva europea y
transnacional
TERCERA edición
TOMO I
Tercera edición, 2016
Este estudio ha sido realizado en el marco del Proyecto de Investigación DER2013-41156-P, titulado
«Derecho Contractual Comparado», del que es investigador principal el Dr. Sixto Sánchez Lorenzo,
y que ha sido financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y el Fondo Europeo de
Desarrollo Regional (FEDER).
El editor no se hace responsable de las opiniones recogidas, comentarios y manifestaciones vertidas por
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Civitas es una marca de Thomson Reuters (Legal) Limited
© 2016 [Thomson Reuters (Legal) Limited / Sixto Sánchez Lorenzo (edit.) y otros]
© Portada: Thomson Reuters (Legal) Limited
Editorial Aranzadi, S.A.U.
Camino de Galar, 15
31190 Cizur Menor (Navarra)
ISBN: 978-84-9135-925-8 (Obra completa)
ISBN: 978-84-9135-923-4 (Tomo I)
DL NA 2308-2016
Printed in Spain. Impreso en España
Fotocomposición: Editorial Aranzadi, S.A.U.
Impresión: Rodona Industria Gráfica, SL
Polígono Agustinos, Calle A, Nave D-11
31013 – Pamplona
Relación de autores
Parte I
Fuentes y derechos
1
En la secular búsqueda europea de un paradigma de
justicia contractual: El enfoque de justicia rela-
cional ................................................................................................. 55
Rocío Caro Gándara
I. Introducción ................................................................................. 55
II. Construcción del contrato y de la justicia (contractual) ............ 56
1. Claves del derecho romano ......................................................... 57
A. Quinto Mucio Escévola y la época tardorrepublica-
na .................................................................................... 57
B. Marco Antistio Labeón y el principado de Augusto ... 62
C. Domicio Ulpiano y la ética del Imperio ...................... 64
2. Del Derecho romano a los juristas medievales: glosadores y comen-
taristas ..................................................................................... 66
3. El iusnaturalismo de la Escuela de Salamanca .......................... 67
4. Las construcciones racionalistas ................................................ 68
A. Trasfondo filosófico ...................................................... 68
B. Polémica doctrinal ........................................................ 69
III. Deconstrucción: exaltación y crisis de la libertad individual .... 72
1. La diferente consolidación del dogma de la autonomía de la vo-
luntad en los códigos civiles europeos ......................................... 72
A. Del iusnaturalismo racionalista al «Code civil» ........... 72
12 Sumario
2
Los «nova negotia» como fuente de obligaciones «ex
re tradita» en el sistema contractual romano ........... 119
Javier Belda Mercado
3
La garantía por evicción en la compraventa como
elemento integrador en el Derecho Contractual:
el Derecho Romano clásico .................................................. 141
Javier Belda Mercado
4
El derecho contractual inglés ......................................... 169
Sixto Sánchez Lorenzo
5
El Derecho Contractual francés (2016) .......................... 243
Ana Quiñones Escámez
6
El Derecho Contractual alemán ....................................... 285
Rosa Miquel Sala
7
El modelo contractual italiano ....................................... 313
Rocío Caro Gándara
8
El Derecho Estadounidense de contratos: del
«common law» al Código Uniforme de Comercio
como Código global .................................................................. 381
Miguel Checa Martínez
9
Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los
contratos internacionales .................................................. 429
Ana Quiñones Escámez
10
La armonización del derecho de los contratos
por la Ohada ................................................................................... 479
Carmen Vaquero López
20 Sumario
11
Los usos del comercio en perspectiva comparada y
transnacional ............................................................................... 525
Miguel Checa Martínez
12
Ley aplicable a los contratos internacionales ....... 571
Patricia Orejudo Prieto de los Mozos
Ricardo Rueda Valdivia
Parte II
Formación y validez
13
La responsabilidad precontractual en Derecho
Comparado ....................................................................................... 627
Ángeles Lara Aguado
14
La oferta y la aceptación contractuales ..................... 681
Ángeles Lara Aguado
15
Las condiciones generales de la contratación: Una
lectura de los diferentes modelos de control ....... 753
Klaus Jochen Albiez Dohrmann
16
Formación del contrato electrónico ........................... 867
Ángeles Lara Aguado
17
La forma del contrato ............................................................. 933
Mercedes Soto Moya
18
La nulidad de los contratos ................................................ 965
Francisco Pertiñez Vílchez
19
La confirmación del contrato anulable ...................... 1007
José Joaquín Vara Parra
20
Causa y «consideration» ........................................................... 1041
Sixto Sánchez Lorenzo
21
La ilicitud contractual .......................................................... 1079
Rosa M.ª García Pérez
22
El error como vicio del consentimiento contrac-
tual ...................................................................................................... 1117
Fernando Esteban de la Rosa
23
La imposibilidad inicial ............................................................. 1161
José Joaquín Vara Parra
24
El dolo como vicio del consentimiento ....................... 1221
María Luisa Palazón Garrido
25
La violencia y la intimidación .............................................. 1269
Carmen Ruiz Sutil
26
El abuso de debilidad, confianza o dependencia ....... 1303
María Luisa Palazón Garrido
27
La contratación por los incapaces: Nuevas tenden-
cias ........................................................................................................ 1337
María Teresa Echezarreta Ferrer
Rocío Caro Gándara
28
La representación voluntaria en la contratación ... 1391
Ricardo Rueda Valdivia
Abreviaturas y siglas
AA VV = Autores Varios
ABGBG = Allgemeines bürgerliches Gesetzbuch
AC = Appeal Cases
AC/Act. Civ. = Actualidad Civil
AcP = Archiv für civilistische Praxis
ADC = Anuario de Derecho Civil
AEDIPr = Anuario Español de Derecho Internacional Privado
AER = All England Reports
AGBGB = Österreich Allgemeines Bürgerliches Gesetzbuch (Código
civil austríaco)
All ER = All England Law Reports
AJCL = American Journal of Comparative Law
A.J.T. = Algemeen Juridisch Tijdschrift
AP = Audiencia Provincial
APCc = Anteproyecto de modificación del Código Civil espa-
ñol en materia de obligaciones y contratos
App. D. = Apellate Division
Arch. Bürg. R. = Archiv für Bürgerliches Recht
Banking L. J. = Banking Law Journal
BB = Betriebs-berater
BBTC = Banca, Borsa e Titolo di Credito
BCE = Banco Central Europeo
BDA = Base de Datos Aranzadi
BGB = Bürgerliches Gesetzbuch (Código civil alemán)
BGH = Bundesgerichtshoff
BGHZ = Bundesgerichtshofzeitschrift
BIMJ = Boletín Informativo del Ministerio de Justicia
BOE = Boletín Oficial del Estado
40 Abreviaturas y siglas
Brooklyn J.
Int. L. = Brooklyn Journal of InternationalLaw
Bull.Civ. = Bulletin des arrêts de la chambre civile de la Cour de Cassa-
tion
BW = Burgerlijk Wetboek (Código civil holandés)
CA = Court of Appeal
Cambridge =
L. J. Cambridge Law Journal
Cass. = Cour de Cassation
CBNS = Common Bench Reports New Series
Cc = Código civil
C.Cass. = Corte di Cassazione/Cour de Cassation
CC AA = Comunidades Autónomas
Ccb. = Código civil belga
CcCat = Código civil de Cataluña
Ccit. = Código civil italiano
CcI = Cámara de Comercio Internacional
CcJC = Cuadernos Civitas de Jurisprudencia Civil
Ccom. = Código de Comercio
Ccp. = Código civil portugués
CDC = Cuadernos de Derecho y Comercio
CDJ = Cuadernos de Derecho Judicial
CE = Constitución Española de 1978/Comunidad Euro-
pea, según contexto
CEE = Comunidad Económica Europea
CEC = Código Europeo de Contratos
CESL = Normativa común de compraventa europea
CFR = Common Frame of Reference (MCR)
CG = Convenio de Ginebra
cg = Condiciones generales
cgc = Condiciones generales de la contratación
CGC = Comisión General de Codificación
Ch/ChD = Chancery Division
Chicago-Kent
LR = Chicago-Kent Law Review
Abreviaturas y siglas 41
Cir. = Circuit
cit. = Citado
CISG = United Nations Convention on Contracts for the Interna-
tional Sale of Goods (CV)
CLJ = Cambridge Law Journal
CLP = Current Legal Problems
CMLR = Common Market Law Review
CNUDMI = Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho
Mercantil Internacional
C.O. = Código de las Obligaciones suizo
Com LR = Commercial Law Reports
Coord. = Coordinado/coordinador
Cornell LJ = Cornell International Law Jounrnal
CP/CPD = Common Pleas Division
CV = Convenio de Viena, de 10 de abril de 1980, sobre
compraventa internacional de mercaderías
CR = Convenio de Roma, de 19 de junio de 1980, sobre
ley aplicable a las obligaciones contractuales
D. = Recueil Dalloz
DCFR = Draft Common Frame of Reference
DCGC = Derecho de las Condiciones Generales de la Contra-
tación
Dickinson LR = Dickinson Law Review
DIPr = Derecho Internacional Privado
Dir. = Dirigido/Director
Dir. com. int. = Diritto del commercio internazionale
DLR = Dominion Law Reports
DN = Derecho de los Negocios
DOCDEX = Documentary Credit Dispute Resolution Expertise
DOCE = Diario Oficial de las Comunidades europeas
DOUE = Diario Oficial de la Unión Europea
DP = Dalloz Périodique
DPCI = Droit et pratique du commerce international
Duke J.
Comp. Int. L. = Duke Journal of Comparative and International Law
42 Abreviaturas y siglas
Ed. = Etitorial/Editor
EDI LR = The EDI Law Review
Edinburgh L.
Rev. = Edinburgh Law Review
Eds. = Editores
EJB = Enciclopedia Jurídica Básica
EMLR = Entertainment and Media Law Reports (UK)
Emory LJ = Emory Law Journal
Eng. Rep. = England Reports
ERCL = European Review of Contract Law
ERPL = European Review of Private Law
eUCP = Electronic Uniform Customs and Practice for Documentary
Credits
European
Business LR = European Business Law Review
EuZW = Europaäische Zeitschrift für Wirtschaftsrecht
EVHGB = Verordnung zur Einführung handelsrechtlicher Vorschriften
im Lande Österreich
EWCA = England and Walles Court of Appeal
EWHA = England and Walles High Court
Ex. D. = Exchequer Division
FI = Foro italiano
GC = Giustizia civile
GI/Giur. It. = Giurisprudenza italiana
Giust. Civ. = Giustizia civile
Harvard L. =
Rev. Harvard Law Review
HGB = Handels Gesetzbuch
HL = House of Lords
H.L.C. = Clark's House of Lords Reports
HR = Hoge Raad
ICLQ = International & Comparative Law Quaterly
IECL = International Encyclopaedia of Comparative Law
InDret = Revista para el análisis del Derecho
Int. ALR = International Arbitration Law Review
Abreviaturas y siglas 43
Int. Business
L. Journ. = International Business Law Journal
INCOTERM = International commercial term (Término del comercio inter-
nacional)
InDRET = Revista para el análisis del Derecho (InDRET)
InsO = Insolvenz Ordnung
Int. Trade and
Business LR = International Trade and Business Law Review
IPrax = Praxis des Internationalen Privat-und Verfahrensrecht
ISBP = International Standard Banking Practices for Documen-
tary Credits
ISP = International Standby Practices
JBl = Juristische Blatter
JBL = Journal of Business Law
JCP = Jurisclasseur Périodique (La Semaine Juridique)
JDI = Journal du Droit International (Clunet)
JIBL = Journal of International Banking Law and Regulation
JL & Com. = Journal of Law and Commerce
JMHL = Journal of Mental Health Law
Journ. = Journal
Journ.dr.int. = Journal de droit international
JUR = Documento de Jurisprudencia disponible en http://
www.westlaw.es y, en su caso, en productos CD/DVD
JZ = Juristen Zeitung
KB/KBD = King's Bench Division
L = Law
LAR = Ley de Arrendamientos Rústicos
LAU = Ley de Arrendamientos Urbanos
LCGC = Ley de Condiciones Generales de la Contratación
LEC = Ley de Enjuiciamiento Civil
LG = Landesgericht
LGDCU = Ley General para la Defensa de los Consumidores y
Usuarios
L. Journ. = Law Journal
LO = Ley Orgánica
44 Abreviaturas y siglas
Op. = Opus
p./pp. = página/páginas
Pas. = Pasicrisie (Bélgica)
PC = Private Council Law Report (UK)
PCcI = Principios sobre los Contratos Comerciales Interna-
cionales
PCESL = Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y
del Consejo relativo a una normativa común de com-
praventa europea de 11 de octubre de 2011
PDCE = Principios de Derecho Contractual Europeo
PECL = Principios del Derecho Europeo de Contratos
PEL (Sales) = Principles of European Law (Sales)]
PIB = Producto Interior Bruto
PMCc = Propuesta de Modernización del Código civil
PMCR = Proyecto de Marco Común de Referencia
POHADAC = Principios OHADAC sobre los contratos comerciales
internacionales
PU = Principios UNIDROIT
QB = Queen's Bench
QBD = Queen's Bench Division
Rabels Z. = Rabels Zeitschrift für ausländisches und internationales
Privatrecht
Rass. dir. civ. = Rassegna did diritto civile
RCADI = Recueil des Cours de l'Académie de Droit international de
La Haye
RCDIP = Revue critique de doit international privé
RCE = Revista de la Contratación Electrónica
RCEA = Revista de la Corte Española de Arbitraje
RCP = Responsabilità civile e previdenza
RDAI = Revue de droit des affaires internationales
RDBB = Revista de Derecho Bancario y Bursátil
RDC = Revue de droit compraré
RDIDC = Revue de droit international et de droit comparé
RDM = Revista de Derecho Mercantil
RDP = Revista de Derecho Privado
46 Abreviaturas y siglas
Prefacio
1
En la secular búsqueda europea de un paradigma
de justicia contractual: El enfoque de justicia
relacional
I. Introducción
1. Todas las teorías jurídicas que pretenden explicar qué son los contratos
se estructuran en torno a una cuestión esencial: el fundamento de su fuer-
za obligatoria. Si es cierto que cualquier jurista contemporáneo estaría de
acuerdo con la afirmación de que los contratos se basan en un compromiso
56 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
libremente asumido por las partes, también es cierto que a renglón seguido
afirmaría que los contratos obligan a las partes porque así lo establece la ley.
Sin embargo, a excepción de los iuspositivistas, ninguno se conformaría con
fundamentar exclusivamente en la ley, la fuerza obligatoria de los mismos.
Así, el resto los juristas se pregunta por qué el legislador ha adoptado esa so-
lución y para resolverla no dudan en acudir a otras disciplinas, especialmen-
te la filosofía, la economía y la sociología. Si también es cierto que todas estas
disciplinas tienen interesantes respuestas a esa pregunta, ni siquiera todas
juntas resultarían suficientes si no tuviéramos en cuenta las enseñanzas que
proporciona la historia, en este caso, la historia del Derecho1, enriquecida
con el método de la comparación jurídica2.
Este trabajo plantea una lectura «de ida y vuelta» de la historia del contrato
y de la justicia (en el contrato), pues, tras analizar los diferentes escenarios
evolutivos, sugiere, recapitulando, una visión retrospectiva de los mismos, que,
a semejanza de lo que ocurre en el rugby3, no supone un retroceso, sino –muy
al contrario–, un avance, un paso adelante, en la necesaria búsqueda de un pa-
radigma de justicia contractual. Dicho paso viene dado por un nuevo enfoque
del contrato, que deja de observarse desde la óptica del acuerdo –localizado
en su momento inicial–, para centrarse en la relación, que abarca todo su de-
sarrollo funcional y lo trasciende, pues, como ha señalado un jurista español,
no toda convención es un contrato, sino la que genera una relación4.
(1) Como dijera J.-E.-M. Portalis, en su Discours Préliminaire du Première Projet de Code
civil (Bordeaux, Éditions Confluences, 2004), pronunciado en 1801, la historia es la «física
experimental de la legislación».
(2) Zimmermann ha señalado que el análisis crítico del Derecho desde la historia del
Derecho y el Derecho comparado, resulta esencial para su desarrollo orgánico y su reforma
o para la elaboración de nuevas reglas; vid., R. Zimmermann, «Roman and Comparative
Law: The European Prospective», Journal of Legal History, 1995, pp. 21 y ss.; id., «Compa-
rative Law and Europeanizarion of Private Law», en M. Remann & R. Zimmermann, The
Oxford Handbook of Comparative Law, Oxford, Oxford University Press, 2008, pp. 540 y ss.; id.,
«Roman Law and the Harmonisation of Private Law in Europe», en A. S. Hartkamp et al.,
Towards a European Civil Code, 4th. ed., 2011, pp. 27 y ss.; Así lo recuerda E. Arroyo en la In-
troducción a la obra del mismo autor El nuevo Derecho alemán de obligaciones. Un análisis desde
la Historia y el Derecho comparado, Barcelona Bosch, 2008, p. XXII, traducción de la original
The New German Law of Obligations, Oxford, Oxford University Press, 2005.
(3) La apreciación no es mía, sino de un economista italiano contemporáneo: L. Bru-
ni, Le nuove vurtù del mercato ne'll era dei beni comuni, Roma, Città Nuova, 2012, p. 238.
(4) J. A. Doral García, «La concepción del contrato en el Derecho europeo y su
proyección en la Propuesta de modernización», en K. J. Albiez Dohrmann (dir.), Derecho
privado europeo y modernización del Derecho contractual en España, Barcelona, Atelier, 2011, pp.
108 y ss., esp. p. 112.
II. Construcción del contrato y de la justicia (contractual) 57
(5) Aunque incluso esta misma afirmación ha sido contestada por quienes entienden
que los juristas romanos no hicieron teoría general, porque sólo estaban interesados en
resolver casos concretos; vid. en este sentido J. Gordley, The Philosophical Origins of Modern
Contract Doctrine, Oxford, Clarendon Press, 1991, reprinted 2011, p. 30. En el epígrafe de-
dicado al Derecho romano demostraremos cómo este punto de vista está exento de razón.
(6) Parafraseando el título de la obra de P. S. Atiyah, The Rise and Fall of Freedom of
Contract, Oxford, Clarendon Press, 1979, reprinted 2003.
(7) El Corpus Iuris Civilis es una recopilación de constituciones imperiales y obras de
juristas romanos realizada entre el 529 y 534 d. C. y se compone del Codex repetitae praelectio-
nis, los Digesta sive pandectae, las Instituta y las Novellae constitutiones.
58 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
(8) A. Schiavone, Ius. L'Invenzione del diritto in Occidente, Torino, Giulio Einaudi, 2005,
p. 156.
(9) Ibid., pp. 161-163.
(10) Aunque encuentra un remoto rastro en el formalismo ritualista y simbólico que
desde la antigüedad había caracterizado el Derecho romano, Ibid., pp. 169-170 y 177.
II. Construcción del contrato y de la justicia (contractual) 59
(16) «Nec paciscendo, nec leges dicendo, nec stipulatio quisquam alteri cavere po-
test», D. 50. 17.73.4
(17) Capítulo cuarto del Libro quinto de Etica a Nicómaco, dedicado a la justicia en los
contratos, 1132 a. D; A. Schiavone, Ius...,, p. 189.
(18) A. Schiavone, Ius..., op. cit., p. 193.
(19) 3. 17.70.
62 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
(20) M. Talamanca, «La bona fides nei giuristi romani: "Leerformeln" e valori dell'or-
dinamento», en AA VV, Il ruolo della buona fede oggettiva, Padova, Cedam, 2003; pp. 47 y ss.;
R. Martini, «Fides e pistis in materia contrattuale», Il ruolo..., op. cit., pp. 439 y ss.; A. Schia-
vone, Ius..., op. cit., pp. 173-174 y 194-195.
(21) Pomponio, 36, Ad Quintum Mucium, en D. 44.7.57.
(22) A. Schiavone, Ius..., op. cit., p. 196.
II. Construcción del contrato y de la justicia (contractual) 63
tractuales como una serie abierta reconducible al solo principio del ultro
citroque obligatio28.
Labeón personificó la potencialidad de la doble función que a partir
de entonces cumpliría el pensamiento jurídico elaborado: por un lado, la
de producir técnicas capaces de regular el mundo civilizado, y la de legi-
timar el uso de la fuerza, en manos de una política que encontraría en el
Derecho a partir de entonces su justificación y, a la vez, sus límites, lo que
caracterizaría la historia de Occidente hasta nuestros días29.
14. Para Ulpiano los contratos tenían una base eminentemente consen-
sualista, así dice más adelante, citando a Pedio, un jurista anterior:
«Pero el nombre de "convención", hasta tal punto es de ámbito general,
que Pedio dice elegantemente que no hay contrato, no hay obligación, que
no incluya una convención, sea realizado a través de la dación de una cosa,
sea a través de la pronunciación de palabras: de hecho incluso la stipulatio,
que se realiza con las palabras, si no tiene el consenso, no es nada»32.
A. Trasfondo filosófico
Algo más tarde, en el siglo XVIII, David Hume rechazó las teorías del
contrato social de Hobbes y Locke y negó cualquier posibilidad de funda-
mentar obligaciones morales en la razón, vinculándolas al ámbito de los
sentimientos. En su obra Treatise analizó la fuerza obligatoria de las pro-
mesas, para concluir que la misma encuentra su fundamento último en la
pura conveniencia humana, pues un hombre que rompe una promesa no
volverá a ser una persona de confianza y eso perjudicará sus intereses a lar-
go plazo; aunque, mediante la educación, los políticos hayan reconfigura-
do ese sentimiento hasta hacer creer a los hombres que se trata de una obli-
gación moral general, independiente del resultado en cada caso concreto.
En su pensamiento se atisba ya cierto utilitarismo pero fue un adelantado
de su tiempo, y no sería hasta más tarde cuando Bentham completara con
más éxito una teoría cuyas bases habían sido ya puestas por Hume45.
B. Polémica doctrinal
(46) El debate doctrinal en este sentido, en el ámbito jurídico de Common Law, pue-
de leerse en P. A. Hamburger, «The Development of the Nineteenth-Century Consensus
Theory of Contract», Law and History Review, Fall 1989, vol. 7 nº 2, pp. 241 y ss.
(47) Quien, en su famosa obra La Riqueza de las Naciones, publicada en 1776, partiendo
de la teoría de la harmonía entre intereses privados e interese públicos, ofreció una visión
sistemática de la influencia de los asuntos económicos y de las leyes en la prosperidad de los
pueblos; vid. P. S. Atiyah, The Rise and Fall..., op. cit., pp. 294 y ss.
(48) Hay que tener en cuenta que en esa época –más allá de la distinción entre cien-
cias naturales y ciencias morales–, el conocimiento aún no se había parcelado, por lo que
economía política, derecho, filosofía, teoría política e historia seguían formando parte de la
formación de las clases más educadas y muchos economistas fueron formados como juristas
y viceversa. Sin embargo, a partir del último cuarto del siglo XIX esa situación llegó a su fin.
Las ramas del conocimiento se separaron, se especializaron y se produjo una auténtica in-
comunicación entre las mismas, situación que se prolongó aproximadamente hasta media-
dos del siglo XX, tras la segunda guerra mundial, cuando de nuevo las teorías económicas
comienzan a influir en el pensamiento jurídico, lo que se pone claramente de manifiesto
años más tarde con el análisis económico del Derecho, vid. P. S. Atiyah, The Rise and Fall...,
op. cit., pp. 292 y ss.
(49) N. Barry, The French Law of Contract, 2nd. Ed., Oxford, Oxford University Press,
1994, p. 34. La doctrina francesa ha señalado que en el desarrollo del individualismo jurídi-
co del siglo XIX influyeron decisivamente, junto con la doctrina del Derecho natural racio-
nal, la doctrina económica liberal de la época, una concepción filosófico-política basada en
el individualismo y una antropología filosófica de esencia voluntarista, que se vino forjando
a partir de Hobbes, a lo largo de los siglos XVII y XVIII; vid. E. Savaux, La théorie génerale du
contrat, mythe ou réalité?, Paris, LGDJ, 1997, p. 168, y doctrina allí citada en nota 30.
70 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
19. Para otros autores, sin embargo, tales concepciones no eran real-
mente nuevas ni estaban influidas por las ideas filosóficas y económicas de
la época, pues los juristas del siglo XIX llegaron a afirmar que no preten-
dían resolver cuestiones filosóficas, sino que estaban haciendo simplemen-
te su trabajo, sin comprometerse con filósofos, politólogos o economistas,
y su trabajo consistía simplemente en interpretar el derecho positivo. Seña-
lan que el consentimiento de las partes ya era reconocido como principio
fundamental por la Escolástica tardía y el Derecho natural, que habían
permitido desarrollar teorías generales sobre el fraude, el error o la intimi-
dación, en la medida en que afectaban a la voluntad de los contratantes.
Igualmente, el justo equilibrio de los intereses de las partes encontraba su
origen en la virtud aristotélica de la justicia conmutativa. Sólo que en las
teorías voluntaristas desaparecía toda referencia a las virtudes morales, así
como a la esencia o naturaleza del contrato, conceptos propiamente aristo-
télicos. Es decir, que los juristas del Siglo XIX hicieron suya la concepción
iusnaturalista de que el contrato existía por el acuerdo de las partes, si bien
rechazaron que dicha fuerza vinculante estuviera fundada en las virtudes
aristotélicas del cumplimiento de las promesas, de la liberalidad o de la
justicia conmutativa50.
Estos autores defienden que las doctrinas jurídicas de la Escolástica tar-
día permanecieron vigentes durante mucho más tiempo, al ser extendidas
y popularizadas por el fundador de la Escuela nórdica del Derecho na-
tural, el holandés Huig van Groot, latinizado como Hugo Grotius51 y sus
sucesores, Samuel Pufendorf y Jean Barbeyrac, y que a través de los juristas
franceses Jean Domat y Robert Pothier influyeron en los redactores del
Code civil e, incluso, en los juristas decimonónicos del Common Law52. Por lo
(50) J. Gordley, The Philosophical Origins…, op. cit., pp. 7-8 y 215-216.
(51) Ibid., pp. 121-133, quien señala que Grotius creyó que la auténtica filosofía moral
consistía en principios simples y demostraciones claras, por lo que la hizo más accesible,
con el objetivo de elevar el nivel moral de la conducta humana, aunque no intentó rastrear
el fundamento filosófico último de cada concepto.
(52) La influencia de la doctrina del derecho natural en el Common Law resulta espe-
cialmente significativa, si tenemos en cuenta que los juristas ingleses habían venido recha-
zando tradicionalmente las construcciones doctrinales. En 1790 Powell publicó el primer
tratado de Derecho contractual, aportando una estructura sistemática que le había aporta-
do la escuela nórdica de Derecho natural y los juristas franceses Domat y Pothier. Si bien
hay que tener en cuenta que en el caso del Common Law, la liberalidad no constituye «con-
sideration», mientras que para la doctrina de la causa del Derecho continental –inspirada
en la distinción que hizo Aristóteles entre liberalidad y justicia conmutativa–, los contratos
pueden responder a dos razones: la liberalidad o la recepción de algo a cambio. Igualmen-
te hay que tener en cuenta que la doctrina de la «consideration» no nació con el objeto de
teorizar sobre porqué las personas tenían que cumplir sus promesas, sino con una función
mucho más práctica, la de determinar los supuestos en los que se concedía una acción por
ruptura de promesa (assumpsit), es decir, los casos en los que una promesa resultaba exigi-
ble y para el Common Law, las promesas gratuitas no eran exigibles. Sin embargo y a pesar
de las diferencias, los juristas decimonónicos de Common Law entendieron que tanto la «con-
sideration» cuanto la «causa», debían ser entendidas como «motivo» para contratar. Por su
parte, los juristas de Common Law entendieron que la aceptación perfeccionaba el contrato
desde el momento de su emisión. Igualmente consideraron intimidación, fraude y error
II. Construcción del contrato y de la justicia (contractual) 71
Desde este último punto de vista, la idea clave sobre la que juristas fran-
ceses, alemanes y angloamericanos reformularon en el siglo XIX la teoría
del contrato fue la de la voluntad de las partes considerada de forma exclu-
siva, pues no entendieron necesario acudir a ningún otro concepto ni dar
ninguna razón de por qué la voluntad de las partes debía ser respetada54.
Por ello, aunque la causa era un elemento constitutivo del contrato en el
Code civil, la doctrina de la causa dejó de tener sentido, porque la libera-
lidad ya no era la virtud de dar correctamente y el intercambio tampoco
era un acto de justicia conmutativa que requiriera igualdad en el valor de
las prestaciones55, pasando a ser cualquier motivo que llevara a las partes a
contratar, lo que hizo prácticamente imposible distinguir entre liberalidad
e intercambio y afectó a la teoría de la lesión, que dejó de ser una causa ge-
neral de rescisión del contrato. La escasez de argumentos también afectó
al consentimiento contractual, desde que se abandonara la idea de la Se-
gunda Escolástica de que para que una persona eligiera libremente debía
comprender la esencia de su acción. Los vicios del consentimiento fueron
así entendidos de forma exclusivamente psicológica, como «desviaciones»
como vicios del consentimiento, como habían hecho los iusnaturalistas; vid. J. Gordley,
The Philosophical Origins..., op. cit., pp. 134-160; W. B. Simpson, «Innovation in Nineteenth
Century Contract Law», Law Quarterly Review, 1975, nº 91, pp. 247 y ss.; P. A. Hamburger,
«The Development...», loc. cit., pp. 247 y ss., donde se analiza la evolución histórica de la
promesa y el contrato en el Common Law.
(53) Vid. J. Gordley, The Philosophical Origins…, op. cit., pp. 214-229; para quien, si
bien es cierto que Grotius había roto con la tradición escolástica y sus discípulos interpre-
taron esta ruptura como la creación de una nueva ciencia jurídica, sin embargo, resulta
engañoso identificar su rechazo a la tradición escolástica con el que los filósofos contem-
poráneos manifestaron respecto de la filosofía aristotélica. Igualmente para este autor, sus
discípulos Pufendorf y Barbeyrac flirtearon con las ideas de los filósofos contemporáneos,
sin embargo, nunca se comprometieron con los principios filosóficos modernos. Así, para
Pufendorf, como para Grotius y la Escolástica tardía, los contratos se forman por el con-
sentimiento de las partes, son vinculantes por la fidelidad que crean entre ellas y requieren
igualdad en sus términos. En este sentido vid., también H. Thieme, «Qu'est-ce que nous, les
juristes, devons a la seconde scolastique espagnole?, en P. Grossi (Ed.), La seconda scolas-
tica nella formazione del diritto privato moderno, Milano, Giuffrè, 1973, pp. 7-20; F. Wieacker,
«Contractus und Obligatio im Naturrecht zwischen Spätscholastik und Aufklärung», en P.
Grossi, La seconda scolastica, op. cit., pp. 223-238; R. Feenstra, «L'Influence de la scolastique
espagnole sur Grotius en droit privé: quelques expériences dans des questions de fond et de
forme, concernant notament les doctrines de l'erreur et de l'enrichissement sans cause», en
P. Grossi, La seconda scolastica…, op. cit., p. 377.
(54) Así lo pusieron de manifiesto las críticas de Ihering en Alemania, Duguit en Fran-
cia y Pound en Estados Unidos; vid. J. Gordley, The Philosophical Origins..., op. cit., pp. 163.
(55) Concepto que para ellos respondía a una actitud paternalista hacia las partes y
una mística noción de valor: vid. J. Gordley, The Philosophical Origins…, op. cit., p. 167.
72 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
bre el Proyecto de Code civil (1801) diría «la libertad contractual sólo puede
quedar limitada por la justicia, por las buenas costumbres, por la utilidad
pública» o «las reglas de justicia son anteriores a los contratos mismos, de
ellas derivan su fuerza los contratos y deben orientar los pactos. En ellas los
jurisconsultos romanos y después de ellos todas las naciones civilizadas han
fundado la legislación civil de los contratos sobre la reglas inmutables de la
equidad natural»64.
De ahí que el Code civil reservara una función esencial a la equidad en los
contratos, al disponer que los acuerdos obligan no sólo a lo que ha queda-
do expresado, sino también a todas las consecuencias que la equidad hace
derivar de la obligación según su naturaleza (art. 1.135). Igualmente el art.
1.134 en su párrafo tercero exigía que todos los contratos tuvieran que rea-
lizarse de buena fe65. Como ha señalado la doctrina francesa, el objetivo
del mismo era suprimir la distinción propia del Derecho romano entre los
contratos que conferían una acción «stricti iuris» y aquéllos que concedía
una acción «bonae fidei», como ya habían hecho los juristas medievales. Sin
embargo, esta concepción quedó relegada en favor de una lectura liberal e
individualista de las disposiciones del Code civil, especialmente de su artícu-
lo 1.13466, cuyo párrafo tercero no fue aplicado por la Cour de Cassation hasta
198567. En la reforma del Code civil de 2016 la buena fe adquiere un valor
más relevante en el art. 1.104, al establecer que los contratos deben estar
negociados, formalizados y ejecutados conforme a la buena fe. Señalando
expresamente en su párrafo segundo que se trata de un precepto de orden
público.
y al Código civil español de 1889 (arts. 1261 y 1274-1277); vid. P. Saborido Sánchez, La
causa ilícita: delimitación y efectos, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, pp. 59 y ss. Sin embargo,
la causa ha desaparecido finalmente en la reforma del Code civil, llevada a cabo por la
Ordonnace nº 2016-131, de 10 de febrero de 2016, publicada en el JORF nº 0035, de 11
de febrero de 2016, en vigor desde el 20 de diciembre de 2016. Su artículo 1128 considera
como elementos necesarios para la validez del contrato el consentimiento, la capacidad y el
contenido lícito y cierto. Este último ha venido a sustituir al objeto cierto y se ha eliminado
la mención a la causa.
(64) J–.E.-M. Portalis, Discours..., op. cit.
(65) Domat concibió el engaño como violación de la buena fe y para Pothier todo
vicio del consentimiento atentaba contra la equidad, equidad que consideraba principio ge-
neral del Derecho de los contratos, vid. J. F. Chamie «El principio general...», loc. cit., p. 228.
(66) J.-P. Chazal, «Les nouveaux devoirs des contractants: est-on allé trop loin?», en
AA VV, La nouvelle crise du contrat, Paris, Dalloz, 2003, pp. 99 y ss.
(67) Civ. 1, 20 mars 1985; Bull. 1985,1, nº 102, en la que consideró que una compañía
de seguros no actuó de buena fe al negarse a pagar la indemnización por robo de un vehí-
culo, so pretexto de que el antirrobo no era de un modelo aprobado, puesto que no consta-
ba que la aseguradora hubiera indicado tal extremo al asegurado; vid. E. Géraud-Llorca,
«L'Introduction des bonnes moeurs dans le Code civil», en AA VV, en Les Bonnes Moeurs,
CURAPP, Paris, PUF, 1994, pp. 69 y ss.
III. Deconstrucción: exaltación y crisis de la libertad individual 75
(68) Precisamente ese sería el título de su obra Über die Notwendigkeit eines allgemeinen
bürgerlichen Rechts in Deutschland, Heidelberg, 1814.
(69) Vid. F. Wieacker, Storia del Diritto privato moderno, vol. I, Milano, Giuffrè, 1980, pp.
161 y ss.; traducción italiana de su obra original Privatrechtsgechichte der Neuziet unter besonderer
Berücksichtigung der deutschen Entwiklung, 2. neubearbeite Auflage, Göttingen, Vandenhoeck
u. Ruprecht, 1967.
(70) Vid. F. Wieacker, Diritto privato e società industriale, Napoli, Edizioni Scientifiche
Italiane, 1983, pp. 5 y ss.; traducción de su obra original Industriegesellschaft und Privatrech-
tordnung, Frankfurt am Main, Athenäum, 1974.
(71) P. Grossi, Europa y el Derecho, op. cit., pp. 138 y ss.
76 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
(83) Vid. J. M. Miquel González, «Cláusula general y desarrollo judicial del Dere-
cho», Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, 1997, pp. 297
y ss.; F. Wieacker, Diritto privato..., op. cit., pp. 27 y ss.; id., El principio general de la buena
fe, traducción de la obra original Zur rechstheoretische Präzisierung des § 242 BGB, Madrid,
Civitas, 1982, passim; C. Jauffret-Spinosi, «Theórie et pratique de la clause general en
droit français et dans les otres systèmes juridiques romanistes», en S. Grundmann & D.
Mazeaud, General Clauses and Standards in European Contract Law, The Hague, Kluwer, 2006,
pp 23 y ss., esp. p. 28; S. Sánchez Lorenzo, «La interpretación del contrato», en esta obra.
(84) En ella los aspectos subjetivos de las intenciones de las partes fueron dejando de
tener relevancia para adquirirla los objetivos, concretados en todas las circunstancias cuyo
mantenimiento resulta necesario para la existencia del contrato; vid. J. V. Gavidia Sánchez,
«Presuposición y riesgo contractual», ADC, 1987, pp. 548 y ss.; M. De Cossio, Frustraciones...,
op. cit., pp. 44 y ss.; P. Salvador Coderch, «Alteración de circunstancias...», loc. cit., pp. 17
y ss.; F. Chamie, «El principio general...», loc. cit., pp. 249 y ss.; S. Sánchez Lorenzo, «La
frustración...», loc. cit.
(85) R. Zimmermann, El nuevo Derecho alemán de obligaciones..., op. cit., p. 49.
(86) El § 275 en su apartado I se refiere a la imposibilidad stricto sensu, que excluye
el cumplimiento específico cuando la prestación sea imposible. Se aplica a todo tipo de
imposibilidad (objetiva, subjetiva, original, sobrevenida, parcial y total). Además, la impo-
sibilidad se distingue de otras circunstancias en las que no habría sido razonable esperar
que el deudor hubiera cumplido la prestación. Así, según el apartado II el deudor puede
negarse al cumplimiento si este implica un esfuerzo desproporcionado en relación al inte-
rés del acreedor en el cumplimiento, al contenido de la obligación y al principio de buena
fe. Sin embargo y, por último, su apartado III presenta un supuesto que difumina la línea
divisoria entre la imposibilidad y el cambio de circunstancias; vid. R. Zimmermann, El nue-
vo Derecho alemán de obligaciones..., op. cit, pp. 46 y ss., esp. p. 53; S. Sánchez Lorenzo, «La
frustración...», loc. cit.
80 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
(87) Para un análisis de la influencia sobre este precepto de la regulación que la usura
recibe en el Codice penale, vid. G. Vettori (a cura di), Squilibrio e usura nei contratti, Padova,
Cedam, 2002; J. F. Chamie, «El principio general» loc. cit., pp. 236 y ss.
(88) La doctrina ha interpretado de muy diferentes formas este precepto: unos en-
tendieron que se trataba de un defecto sobrevenido de causa, que impedía la subsistencia
del contrato. Otros consideraron que se trataba de un problema que afectaba a su objeto;
para otros afectaba a su función o finalidad económica, acercando la excesiva onerosidad
a los supuestos de imposibilidad. No faltó el sector que consideró –por influencia todavía
del principio de autonomía de la voluntad– afectaba a los presupuestos o intenciones de
las partes. Por último, otros lo consideraron expresión de un deber de cooperación o soli-
daridad, interpretación que si bien surgió en la época del corporativismo, subsistió poste-
riormente como principio ético, despojado ya de su connotación fascista originaria; vid. la
polémica en J. F. Chamie, «El principio general...», loc. cit., pp. 254 y ss.
(89) Fracasó el intento llevado a cabo por Lord Denning en el famoso asunto Lloyds
Bank v. Bundy (1975), QB, 326, 339.
(90) J. Cartwright, Unequal Bargain. A Study of Vitiating Factors in the Formation of Con-
tracts, Oxford, Claredom, 1991; passim; R. Bigwood, Explotative Contracts, Oxford, Oxford
University Press, 2003, passim.
(91) Gordley señala que, si bien la causa y la consideration tienen poco que ver, fue
Blackstone quien comenzó a identificarlas y posteriormente lo hicieron los juristas anglosa-
jones del siglo XIX, tales como Powell, Taylor, William Story, Comyn, Parsons y Smith; bien
citando a Blackstone, bien citando directamente a juristas continentales; vid. J. Gordley,
The Philosophical Origins..., op. cit., pp. 135 y ss.
III. Deconstrucción: exaltación y crisis de la libertad individual 81
(96) E. A. Posner, «Contract Law in the Welfare State: a Defense of the Unconsciona-
bility Doctrine, Usury Laws, and Related Limitatios on the Freedom of Contracts», Journal
of Legal Studies, nº 24, 1995, p. 283.
(97) M. De Cossio, Frustraciones..., op. cit., pp. 64 y ss.; S. Sánchez Lorenzo, «La frus-
tración...», loc. cit.
(98) Lo que Josserand llamaría «forçage du contenu contractuel» (L. Josserand, «Le con-
trat dirigé», DH, 1933, pp. 89 y ss., esp. p. 91).
(99) J. F. Chamie, «El principio...», loc cit., p. 222.
III. Deconstrucción: exaltación y crisis de la libertad individual 83
(100) En cuanto a los tres textos franceses (Català, Gubernamental y Terrè), vid. Y.
Picod, «Les projets français sur la réfome du droit des obligations», InDret, 4/2009, passim;
E. Savaux, «L'objet et la cause», loc. cit.; por lo que se refiere a la Propuesta de Anteproyecto
de Ley de Modernización del Código Civil en materia de Obligaciones y Contratos, de la
Comisión General de codificación (BIMJ, año LXIII, enero 2009), vid. J. A. Doral García,
«La concepción...», loc. cit., pp. 146 y ss.; E. Bosch Capdevilla, «La anulación del contrato
por explotación injusta en la Propuesta de Anteproyecto de ley de Modernización del De-
recho de obligaciones y contratos», en E. Bosch Capdevila (Dir.), Nuevas perspectivas del
Derecho contractual, Barcelona, Bosch, 2012, pp. 365 y ss., esp. pp. 376 y ss., analizando el art.
1301; igualmente vid. P. Salvador Coderch, «Alteración de circunstancias...», loc. cit., pp.
24 y ss., abordando el art. 1213.
(101) J. F. Chamie, «El principio general...», loc. cit., pp. 240 y ss.
84 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
(106) M. Ebers, «El control de las cláusulas abusivas en un futuro instrumento opcio-
nal», InDret, 1/2012; F. Gómez Pomar y M. Gil Saldaña, «El futuro instrumento opcional
del Derecho contractual europeo: una breve introducción a las cuestiones de formación, in-
terpretación, contenido y efectos», InDret, 1/2012; E. Bosch Capdevila, «La anulación...»,
loc. cit., p. 374.
(107) S. Sánchez Lorenzo, «La frustración...», loc cit.; A. S. Hartkamp, «Principles of
Contract Law», en A. S. Hartkampet al., Towards a European Civil Code, The Hague, Kluwer,
2011, pp. 239 y ss.; D. Tallon, «Hardship», en A. S. Hartkampet al., Towards a European Civil
Code, 2004, p. 499 y ss.
(108) L. P. San Miguel Pradera, «La excesiva onerosidad: una propuesta de regula-
ción europea», en S. Spiau y A. Vaquer (Ed.), Bases de un Derecho contractual europeo, Valen-
cia, 2003, pp. 371 y ss.
86 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
Esta constatación, salvo contadas excepciones, como son las teorías po-
sitivistas, no ha llevado a la doctrina a concluir que el contrato obliga por-
que así lo establece la ley. En efecto, la mayoría de la doctrina no admite
que las normas que regulan las relaciones contractuales sean neutras, que
no expresen los fines últimos del Derecho para cada legislador y en cada
época114.
(113) El debate acerca de la justicia del contrato, que en este trabajo se aborda, espe-
cialmente en las páginas que siguen, queda muy lejos del debate filosófico-jurídico plantea-
do acerca del desfondamiento de la justicia en general tras la crisis de la modernidad (vid.
J. Habermas, Escritos sobre moralidad y eticidad, Barcelona, Paidós, 1998, pp. 149 y ss.; ibid,
Facticidad y Validez, Madrid, Trotta, 1998, pp. 571 y ss.; J. Habermas y J. Rawls, Debate sobre
el liberalismo político, Barcelona, Paidós, 1998, passim). En el caso de la justicia contractual,
como se sigue poniendo de manifiesto, son razones de índole práctica las que han manteni-
do este debate en términos reconducibles a la finalidad jurídico-económica que el contrato
sigue llamado a cumplir en la vida social (vid., en este sentido, P. Grossi, Europa y el Derecho,
op. cit., pp. 138 y ss.).
(114) En la doctrina francesa vid., en este sentido, E. Savaux, La théorie générale du
contrat..., op. cit., p. 70 y ss.; entre los juristas anglosajones, es famosa la obra de J. Adams &
R. Brownsword, «The Ideologies of Contract», Legal Studies, vol. 7, nº 2, 1987, pp. 205 y ss.;
id., Understanding Contract Law, 5th., ed., London, Sweet & Maxwell, 2007.
(115) Vid. supra.
(116) Esa afirmación es completamente falsa y ofende la dignidad humana. Téngase
en cuenta que el precio del grano de los países productores africanos se fija con años de
antelación en la Bolsa de Chicago, antes de conocer el resultado de las cosechas, lo que en
ocasiones provoca grandes hambrunas.
(117) J. Flour, J. L. Aubert et E. Savaux, Droit civil. Les obligations, t. 1, L'acte juridique,
15 éd., Paris, Dalloz-Sirey, 2012.
88 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
zación del derecho», por influencia del Derecho alemán (Escuela históri-
ca) y la sociología (Durkheim). Pero no sería hasta la siguiente generación,
cuando Demogue introdujera el término «solidarismo contractual», que
propugnaba como principios del derecho de los contratos las exigencias
de lealtad, de solidaridad y de buena fe, de los que se derivaría para los
contratantes la obligación de colaborar127. En los últimos años se ha apre-
ciado un resurgir de este pensamiento que propone una lectura neo-soli-
darista de la intervención pública en favor de la parte contratante débil,
sea en el ámbito del Derecho del consumo, del trabajo, de los seguros, de
la competencia, sea en cualquier otro sector donde se sienta la necesidad
de un reequilibrio del dispar poder económico, mediante la introducción
de remedios que las leyes especiales otorgan al juez128.
(127) Para Demogue: «Los contratos forman una suerte de microcosmos, una peque-
ña sociedad donde cada uno debe trabajar por un objetivo común» y donde «la oposición
entre el derecho del acreedor y el interés del deudor tiene a sustituirse por una cierta
unión», por lo que pesa sobre el acreedor una obligación no sólo de «cooperar en la eje-
cución» y de facilitar al deudor la ejecución del contrato», sino también una obligación de
minimizar su perjuicio (R. Demogue, Traité des obligations en général, t. VI, 1931, pp. 9 y ss.).
Para un análisis del surgimiento y la evolución de esta teoría, vid. P. Rémy, «La genèse du
solidarisme», pp. 3 y ss.; P. Mazet, «Le courant solidariste», pp. 13 y ss.; L Grynbaum, «La
notion de solidarisme contractuel», pp. 25 y ss.; D. Mazeaud, «Solidarisme contractuel et
réalization du contrat», pp. 57 y ss.; C. Jamin, «Le proces du solidarisme contractuel: brève
réplique», pp. 159 y ss.; todos en L. Grynbaum et M. Nicod, Le solidarisme contractuel, Paris,
Economica, 2004.
(128) Vid. C. Radé, «Le solidarisme contractuel en droit du travail: mythe ou reali-
té?», pp. 75 y ss.; M. Vignal, «Solidarisme, distribution et concurrence», pp. 95 y ss.; G.
Raymond, «Solidarisme contractuel en droit de la consommation», pp. 107 y ss.; G. Durry,
«Solidarisme contractuel en droit des assurances», pp. 125 y ss.; todos en L. Grynbaum et
M. Nicod, Le solidarisme..., op. cit.
(129) En este sentido Carbonnier utiliza el concepto de «cooperación antagonista»,
señalando que el contrato supone un vínculo conflictual, no fraternal, vid. J. Carbonnnier,
Les obligations, Paris, PUF, 22ème., éd., 2000, nº 114. Esta referencia a la fraternidad ha de
entenderse en el contexto de la causa de los contratos en el sentido aristotélico y en clave
sociopolítica francesa, por tanto, no necesariamente conectadas con la preocupación doc-
trinal actual por el sentido filosófico-político de fraternidad. En este sentido, puede leerse,
A. M. Baggio (ed.), Il principio dimenticato. La fraternità nella riflexione politologica contempora-
nea, Roma, Città Nuova, 2007, passim; id., Caino e i suoi fratelli. Il fondamento realizionale nella
politica e nel diritto, Roma, Città Nuova, 2012, passim.
(130) P. Rémy, «La genèse...», loc. cit., pp. 9 y ss.; L. Leveneur, «Le solidarisme contrac-
tuel: un mythe», en L. Grynbaum et M. Nicod, Le solidarisme..., op. cit., pp. 173 y ss.
IV. Reconstrucción: de la justicia contractual a la justicia… 91
(131) J.-P. Chazal, «Les nouveaux devoirs...», loc. cit., pp. 120 y ss.
(132) Al margen del movimiento solidarista, desde las primeras décadas del S. XX se
puso de manifiesto la necesidad de fundamentar «el contrato en la justicia y no la justicia
en el contrato» por civilistas clásicos como G. Ripert, La règle morale dans les obligations
civiles, Paris, LGDJ, 1925, p. 126; más próximo al solidarismo E. Gounot, Le principe de
l'autonomie de la volonté en droit civil. Contribution à l'étude critique de l'individualisme juridique,
Thèse, Dijon, 1912, p. 450. Sobre el debate, vid. E. Savaux, La théorie générale du contrat...,
op. cit., p. 203; Ph. Rémy, «Droit des contrats: questions, positions, propositions», en Le droit
contemporain des contats (Bilan et perspectives), Travaux et recherches de la Faculté de Sciences
juridiques de Rennes, Economica, Paris, 1987, pp. 271 y ss., esp. p. 279.
(133) Vid. J. Ghestin, «Le contrat en tant qu'échange économique», Revue d'économie
industrielle, vol. 92, 2éme. et 3ème. trimestres 2000, pp. 90 y ss. y doctrina allí citada.
(134) Vid. sobre la polémica, por todos, L. Cadiet, «Une justice contractuelle, l'au-
tre», Le contrat au début du XXI siècle..., op. cit., pp. 177 y ss.
(135) Vid. J. Flour, J. L. Aubert, E. Savaux, Droit civil. Les obligations, T. I, L'acte juri-
dique, op. cit.
(136) M. C. Gete-Alonso y Calera, Estudios..., op. cit., pp. 124 y ss.
(137) A lo que obliga, por cierto, la buena fe, según el artículo 2 (b) de la Propuesta
CESL y, en general, el deber de cooperar contemplado en todos los textos de Derecho
uniforme, vid. supra.
92 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
2. Lo útil y lo justo
44. Desde esta óptica el civilista Jacques Ghestin ha elaborado una teo-
ría general del contrato que pretende conciliar interés particular e interés
general, libertad, seguridad y justicia139. Partiendo de la consideración del
acuerdo de voluntades como elemento subjetivo esencial del contrato, acu-
de a la concepción que hace de lo útil y de lo justo las finalidades objetivas
del mismo140. Desde esta perspectiva se sustituye el valor de la voluntad de
las partes por un valor intrínseco a la propia relación jurídico-negocial, que
se corresponde con la función atribuida al Derecho de los contratos, de
realización de la justicia y no sólo de la libertad. De este modo la utilidad
y la justicia contractual vienen a ser los fundamentos mismos de la fuerza
obligatoria de los contratos y, por tanto, de una teoría general, de la que se
deriva el conjunto de su régimen. Ambos constituyen, a su vez, los límites a
la libertad individual de las partes, que ya no puede considerarse soberana,
sino sometida a la ley, de la que ambos constituirían auténticos principios
inspiradores141.
Como teoría general, explica los elementos esenciales del contrato del
Code civil antes de la reforma: capacidad, consentimiento, objeto y causa.
Así, por lo que se refiere a la teoría de los vicios del consentimiento, estos
sirven para corregir las diferencias de valor entre los términos del intercam-
bio y, por tanto, responden a la preocupación por la consecución de la jus-
ticia contractual. En relación al objeto, las reglas que lo regulan se diferen-
cian entre aquéllas destinadas a la preservación de lo justo y la salvaguarda
de lo útil. Así, la exigencia de un objeto lícito se orienta a la consecución de
la utilidad pública, porque tiende a poner en funcionamiento tanto medi-
(142) Vid. J. Ghestin, «L'Utile et le juste dans le contrat», Recueil Dalloz, Ch., 1982,
pp. 1 y ss.; «L'Utile et le juste dans le contrat», Arch. philo.droit, 1981, t. 26, pp. 35 y ss.; «Le
contrat: formation», en Traité de Droit civil, II, LGDJ, Paris, 1ª ed., 1980, 2ª ed., 1988, pp. 168
y ss.; «La notion de contrat», Recueil Dalloz, 1990, Ch., pp. 147 y ss.; J. Ghestin et B. Desche,
Traité des contrats. La vente, Paris, LGDJ, 1990, pp. 428 y ss.
(143) A ella respondería la responsabilidad delictual derivada de la ruptura abusiva de
las negociaciones, así como la sanción de nulidad de las cláusulas abusivas en los contratos
de consumidores (vid. E. Savaux, La théorie générale du contrat..., op. cit., p. 206) y, en general
la aplicación judicial de la buena fe y el abuso del derecho (vid. M. C. Gete-Alonso y Ca-
lera, Estudios..., op. cit., pp. 120 y ss.
(144) J. Ghestin, Les obligations..., op. cit., p. 186.
(145) Sin referirse al bien común, pero señalando que la función social del contrato
–en la línea de Betti respecto de la causa– supone tener en cuenta, junto a los intereses ju-
rídicos (función jurídica) y los económicos (función económica), los sociales de la realidad
en la que opera, se pronuncia M. C. Gete-Alonso y Calera, Estudios..., op. cit., pp. 130 y ss.
94 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
(146) J. Ghestin, Les obligations..., op. cit.; id., p. 191; «Le contrat en tant qu'échan-
ge....», loc. cit., p. 91.
(147) Id., Les obligations..., op. cit., p. 193; id., «Le contrat en tant qu'échange...», loc.
cit., p. 86.
(148) Id., «Le contrant en tant qu'échange...», loc. cit., pp. 92 y ss. Vid. supra la nota
referida a la fraternidad como categoría filosófico-política, a la que no se está refiriendo
este autor.
(149) J. Ghestin, «Le contrant en tant qu'échange...», loc. cit., pp. 95 y 96.
(150) Id., Les obligations..., op. cit., p. 194 y ss.; L'utile et le juste..., op. cit., pp. 5 y ss. Para
quien no constituye una directiva vaga, ni un precepto moral, sino un principio general
del derecho que consagra una exigencia general de lealtad en las relaciones contractuales.
IV. Reconstrucción: de la justicia contractual a la justicia… 95
(151) Es decir el contrato permite a cada parte dar un valor superior a aquello que
recibe, lo que enriquece a cada parte y a la comunidad; vid. J. Ghestin, «Le contrat en tant
qu'échange...», loc. cit., p. 96.
(152) Vid. este concepto en sentido filosófico-político en J. Rawls, A Theory of Justice,
Cambridge, Harward University Press, 1971.
(153) J. Ghestin, «Le contrat en tant qu'échange...», loc. cit., pp. 98 y ss.
96 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
(155) Así se declara expresamente como «el objetivo general de la propuesta» (ibid.,
p. 4). En las pp. 5 y ss. se alude a este proceso unificador, iniciado por la Comunicación de
la Comisión de 2001 [COM (2001) 398, 11.7.2001] sobre la fragmentación del marco jurí-
dico en el ámbito del Derecho contractual. En julio de 2010, la Comisión puso en marcha
una consulta pública con la publicación del Libro Verde sobre opciones para avanzar hacia
un Derecho contractual europeo para consumidores y empresas [COM (2010) 348 final,
1.7.2010]. Tanto la Comunicación de la Comisión «Europa 2020» como la Agenda Digital
para Europa [COM (2010) 245 final, 26.8.2010, p. 13] recogen expresamente la posibilidad
de que el avance hacia un Derecho contractual europeo se plasme mediante un régimen
de carácter facultativo. «Las reacciones al Libro Verde también expresaron preferencias en
relación con el ámbito material del instrumento. Como consecuencia de ello, la propuesta
se centra en los contratos de compraventa de bienes» (p. 8). Su art. 4 establece que el Regla-
mento será aplicable a los contratos transfronterizos. Los contratos B2B, se entienden como
tal si las partes tienen su residencia habitual en países distintos, de los cuales uno, al menos,
sea un Estado miembro. Los contratos B2C se consideran transfronterizos si la dirección
indicada por el consumidor, la de entrega de los bienes o la de facturación están localizadas
en un país distinto de aquél en que el comerciante tenga su residencia habitual y al menos
uno de dichos países sea un Estado miembro. El art. 13 posibilita a los Estados miembros la
extensión del Reglamento a los contratos intrafronterizos.
(156) Así se afirma que «[L]a normativa común de compraventa europea debe abar-
car todo el ciclo de vida de un contrato» (Exposición de Motivos, p. 4); pudiéndose men-
cionar referencias expresas a la relación contractual: Considerando 8, arts. 2.b) y 8.3 del
Reglamento y art. 77 del Anexo I (Normativa Común).
(157) La definición de «buena fe contractual» se recoge en el art. 2.b) de la Propuesta
de Reglamento. Los arts. 2 y 3 de la Normativa Común (Anexo I) establecen los deberes de
buena fe y cooperación, expresándose la conexión entre ellos de forma explícita en el Con-
98 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
siderando 31: «El principio de buena fe contractual debe servir de guía a la hora de decidir
la forma en que han de cooperar las partes». También los Considerandos 32 y 33 aluden a
los intereses legítimos de las partes como criterio para la preservación de la validez del con-
trato y el necesario equilibrio entre dichos intereses. Vid. también las dos notas anteriores.
(158) Son tres las razones por las que dicha crítica debe entenderse referida a un
ámbito más amplio, siendo la primera de ellas que el Derecho contractual clásico no cons-
tituye, como podría parecer, una realidad del pasado. Ciertamente el llamado «classical
contract law» es un cuerpo normativo que se consolidó en la segunda mitad del siglo XIX,
como fruto de la labor de los tribunales de justicia (R. Stone, The Modern Law of Contract,
London, Cavendish Publishing Limited, 2002, pp. 1-2; M. Chen-Wishart, Contract Law,
Oxford, Oxford University Press, 2010, p. 11), pero sigue teniendo efecto en el Derecho
inglés actual, en la medida en que las críticas doctrinales recibidas desde mediados del siglo
XX –y que han llevado en parte a que se hable del «moderno» o «neoclásico» Derecho
contractual–, han producido cambios verdaderamente, pero, en general, no consolidados.
Chen-Wishart (cit., pp. 10 y ss.) habla en este sentido de valores en competencia, corres-
pondientes al «clásico» y al «moderno» Derecho contractual, que siguen produciendo en
este una continua tensión. Además, en todo caso, los tribunales, incluso cuando puedan
evolucionar en cuanto a contenidos (reducidos prácticamente a los contratos con consu-
midores; vid. R. Brownsword, Contract Law..., op. cit., p. 64), siguen aplicando el mismo
lenguaje, categorías y estructuras propios del «classical contract law» (R. Stone, cit., pp. 2-3).
A esto ha contribuido mucho el hecho de que, pese a algún intento serio de codificación
(vid. M. Chen-Wishart, Contract Law, op. cit, p. 6: «En 1965, la Law Comission de Inglaterra,
Gales y Escocia anunció un ambicioso plan para codificar el contract law. Ocho años des-
pués fue abandonado cuando muchos desacuerdos sustanciales se revelaron irresolubles»)
el Derecho contractual sigue perteneciendo muy mayoritariamente al ámbito del common
law –entendido en sentido estricto–, aun con reducidísimos ejemplos de legislación [p.ej.
Misrepresentation Act 1967, Unfair Contract Terms Act 1977, Sales of Goods Act 1979, Con-
tract (Rights of Third Parties) Act 1999; vid. H. Beale, B. Fauvarque-Cosson, J. Rutgers,
D. Tallon y S. Vogenauer, Cases, Materials and Text on Contract Law, Oxford, Hart Publi-
sing, 2010, p. 83]. La segunda razón es que no sólo hablamos del Derecho contractual del
Reino Unido, sino también de Estados Unidos y de otros países del ámbito anglosajón (G.
Gilmore, op. cit.; P. S. Atiyah, Essays on Contract, Oxford, Oxford University Press, 1990; S.
Macaulay, «The Real and the Paper Deal: Empirical Pictures of Relationships, Complexity
and the Urge for Transparent Simple Rules», en D. Campbell, H. Collins y J. Wightman
(eds.), Implicit Dimensions of Contracts. Discrete, Relational and Network Contracts, Oxford, Hart
Publishing, 2003, pp. 51-102; I. R. Macneil, «Reflections on Relational Contract Theory
after a Neo-classical Seminar», en la misma obra colectiva, pp. 207-217). La tercera razón es
que la insuficiencia del Derecho contractual objeto de crítica consiste en una visión del con-
trato reducida a los términos explícitamente pactados por las partes, como consecuencia de
la importancia dada a la teoría de la autonomía de la voluntad (aunque se haya matizado
que esta teoría sólo penetró indirectamente en el classical contract law; vid. H. Beale, B. Fau-
varque-Cosson, J. Rutgers, D. Tallon y S. Vogenauer, Cases... op. cit., p. 84) y a la teoría
económica de la rational choice (D. Campbell, «Ian Macneil and the Relational Theory of
Contract», en D. Campbell (ed.), The Relational Theory of Contract: selected works of Ian Mac-
neil, London, Sweet & Maxwell-Thomson Reuters, 2011, pp. 9-15).
IV. Reconstrucción: de la justicia contractual a la justicia… 99
(162) S. Macaulay, «The Real...», op. cit., pp. 51 y ss. El autor alude al hecho de que
Shakespeare, en su obra «El Mercader de Venecia», rehusó tener en cuenta las dimensiones
implícitas del contrato, girando el argumento de la obra de forma principal –y asombrosa,
por desencajada– en torno al derecho de Shylock, conforme al contrato, de extraer una
libra de carne del cuerpo de Antonio, ante la imposibilidad por parte de este de devolver
el prestamo (pp. 69 y 70). La visión de Macaulay es sin embargo muy otra: considera extre-
madamente común que las relaciones comerciales sean de carácter continuado, y, además,
entrelazadas entre sí y poseyendo sus propios sistemas normativos, por lo que el Derecho
contractual debería incluir la dimensiones implícitas; en referencia a la mayor parte de los
contratos, él los entiende como «acuerdos para cooperar» (pp. 80 y 81). Y, citando a Gor-
don (R. Gordon, «Macaulay, Macneil and the Discovery of Solidarity and Power in Contract
Law», Wisconsin Law Review, 1985, pp. 565 y ss.) afirma que «las partes tratan sus contratos
más como matrimonios que como estancias de una noche». Es importante añadir que, al
igual que Macneil (vid. más adelante), Macaulay ha apoyado sus propuestas sobre la con-
sideración relacional de los contratos en evidencias empíricas, consistentes en la contrata-
ción en base a la idea de cooperación y en el poco uso que las partes hacen de los remedios
legales, tal como comenzó exponiendo en dos importantes publicaciones: S. Macaulay,
«Non-contractual Relations in Business: A Preliminary Study», American Sociological Review,
1963, 28, pp. 55 y ss.; e igualmente, «The Use and Non-use of Contracts in The Manufactu-
ring Industry», The Practical Lawyer, 1963, 9, pp. 13 y ss.
(163) R. Brownsword, Contract Law... op. cit., pp. 28-30 y 140-141.
(164) Se trata de dimensiones identificables de forma factible por parte de los tribu-
nales. Así, por ejemplo, Campbell y Collins afirman que «los abogados aprecian que existe
algo más para las relaciones contractuales que acuerdo y consideration» (D. Campbell y H.
Collins, «Discovering the Implicit Dimensions of Contracts», en D. Campbell, H. Collins
y J. Wightman (eds.), Implicit dimensions..., op. cit., pp. 25). John Wightman por su parte es-
cribe que «son una parte vital de la maquinaria del Derecho contractual inglés existente» (J.
Wightman, «Beyond Custom: Contract, Contexts, and the Recognition of Implicit Unders-
tandings», en D. Campbell, H. Collins y J. Wightman (eds.), Implicit dimensions..., op. cit.,
p, 145). Y menciona, concretamente: 1º) el lenguaje compartido y las instituciones sociales
mínimas, 2º) el entendimiento entre las partes, que emerge con el tiempo, relativo al com-
portamiento mutuo y 3º) la forma como se lleva a cabo la relación comercial en cada sector
(ib. 147 y 148); concluyendo que las dimensiones implícitas son fácilmente reflejadas por el
Derecho cuando existe una comunidad contractual, pudiendo también corresponder sólo
de forma unilateral –pero evidenciable– al proceso contractual (ibid. 186). Campbell y Co-
llins (cit., pp. 25-32) mencionan como dimensiones implícitas las intervenciones equitativas
del Derecho en referencia, en primer lugar, a la formación del contrato (relativas al control
de la validez del consentimiento, a la producción o ausencia del mismo, a la consideration y al
contexto del contrato); y, en segundo lugar, al contenido del contrato (términos implícitos
por referencia a la costumbre y al uso, así como el conjunto de la matriz fáctica; igualmente
IV. Reconstrucción: de la justicia contractual a la justicia… 101
(167) Aunque reconoce que su teoría es conocida ampliamente como teoría relacio-
nal del contrato, él la llama «teoría contractual esencial, una de las incontables teorías
relacionales posibles del contrato» (I. R. Macneil, «Reflections...», loc. cit., p. 208). De ahí
el título de este apartado, que alude tanto al «contrato relacional» como a su mencionada
teoría.
(168) I. R. Macneil, «Review...», loc. cit., pp. 176 y ss. En esta obra expresaba las cinco
características principales del intercambio comercial, como resultado de su estudio empíri-
co, siendo la primera de ellas la cooperación: 1ª) cooperación, 2ª) intercambio económico,
3ª) plan para el futuro, 4ª) potenciales sanciones externas y 5ª) control y manipulación
social.
(169) Así lo explica Macneil de forma retrospectiva: «Empezando por el comporta-
miento animal y el del hombre primitivo percibí cuatro raíces primarias del contrato: (1)
una matriz social, (2) especialización del trabajo e intercambio, (3) un sentido de elección
y (4) consciencia del pasado, presente y futuro [y cita al respecto su artículo "The Many
Futures of Contract", Southern California Law Review, 1974, 47, pp. 696-720]. Estas raíces
por sí mismas, sin embargo, eran demasiado generales para resumir el contrato de una
forma que pareciera útil. Por eso, intenté destilar lo que iba encontrando convirtiéndolo en
un número manejable de categorías básicas de comportamiento a partir de dichas raíces.
Como el comportamiento humano repetido invariablemente crea normas, estas categorías
de comportamiento son también categorías normativas» (I. R. Macneil, «The Relational
Theory of Contract», en D. Campbell, The Relational Theory..., op. cit., pp. 366 y 367). En
realidad, es algo más amplia la forma como el autor explica estas diez categorías comunes
del contrato, partiendo de la sociedad –que construye el «edificio del contrato», cuyo papel
tiene lugar en tres niveles: el primer nivel es el de las relaciones sociales ontológicamen-
te fundamentales en las que está inserto el ser humano, la estructura de los significados
compartidos, el lenguaje, la normatividad, etc.; el segundo nivel, la política de fondo de la
sociedad burguesa (denominando «background social matrix» a la suma de estos dos niveles);
el tercer nivel se compone de normas externas (impuestas no sólo por el Derecho positivo,
sino por los grupos sociales, las costumbres, usos, etc.) y las normas internas (íntimamente
ligadas a las externas) y que se concretan en las diez categorías contractuales (D. Campbell,
«Ian Macneil and the Relational Theory of Contract», en D. Campbell (ed.), The Relational
Theory, op. cit., pp. 12-15).
IV. Reconstrucción: de la justicia contractual a la justicia… 103
y 10º) armonización con la matriz social (es decir, con la norma supra-
contractual)170.
54. La enumeración anterior de las categorías, elementos o valores co-
munes del contrato, en base a los cuales Macneil explica el fenómeno de
la contratación como intercambio, es decir, como contrato envuelto en
una relación (y, en todo caso, ofrece un modelo contractual más amplio
que el contemplado por el «classical contract law»), requiere unas mínimas
explicaciones complementarias: la primera, la atribución de mayor impor-
tancia a dos de dichas categorías en la dinámica contractual: la reciproci-
dad y la solidaridad171; la segunda, que continuamente se refiere a esas diez
categorías como pertenecientes a dos dimensiones, es decir, son primero
conducta (dimensión conductual) y son norma después, como consolida-
ción de dicha conducta (dimensión normativa)172; y la tercera aclaración
consiste en que esas dos dimensiones, unidas, dan lugar a distintos tipos de
contratos –según el grado de relacionalidad–, que pueden representarse
en un spectrum de contratos (o eje relacional, o de solidaridad) en cuyos
extremos existen dos polos opuestos: el contrato discreto y el contrato rela-
cional (aunque en realidad Macneil afirma que el contrato discreto –es de-
cir, en el que las partes permanecen totalmente separadas, realizando una
transacción instantánea sin ninguna implicación relacional–, sólo existe de
forma ideal, por lo que él lo llama «as-if-discrete» –vid. infra–)173.
De forma añadida conviene plantear dos cuestiones: cómo aborda la
teoría contractual esencial la idea de justicia y cuál es su potencialidad en
términos estrictamente jurídicos. Respondiendo a la primera, Macneil no
plantea directamente una teoría de la justicia, sino del contrato. No obstan-
te, su enfoque relacional lleva a incluir en segundo plano implicaciones de
justicia, vinculadas precisamente a la relación. Aparte de alguna semejanza
con el enfoque de justicia relacional (ver apartado siguiente, en relación a
las tres explicaciones complementarias anteriores), cabe destacar, entre los
elementos o valores comunes del contrato, el último de ellos, que consiste
en la armonización con la matriz social; o su idea de intercambio (unida al
spectrum de contratos o eje relacional), que expresa una combinación de
elementos discretos y relacionales, en coherencia con lo que él llama «irra-
cional esquizofrenia en el centro de la naturaleza humana», según la cual
el ser humano es, al mismo tiempo, totalmente individualista y totalmente
comunitario174; por lo que propugna, para su propia supervivencia, como
principios de comportamiento, las dos categorías contractuales principales:
(170) I. R., Macneil, «Values in Contract: Internal and External», Northwestern Univer-
sity Law Review, 1983, 78, pp. 340-418.
(171) I. R. Macneil, «The Relational Theory of Contract...», loc. cit., p. 311.
(172) «Las dimensiones del contrato relacional son, primero, el trabajo diario de
transacciones y relaciones de intercambio (la dimensión conductual); en segundo lugar,
el derecho positivo de soberanía relativo a ese comportamiento (la dimensión jurídica)»
(ibid., 257).
(173) D. Campbell, «Ian Macneil and the Relational Theory of Contract», loc. cit., p.
28.
(174) Ibid., pp. 51 y 52.
104 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
(189) I. R. Macneil, «The Relational Theory of Contract», pp. 298, 299 y 311.
(190) D. Campbell, «Ian Macneil and the Relational Theory of Contract», loc. cit., p.
18.
(191) I. R. Macneil, «Review...», loc. cit., p. 177.
(192) B. Lurger, «The future of European Contract Law between freedom of Con-
tract, Social Justice and Market Rationality», European Review of Contract Law, Vol 1, Issue 4,
December 2005, pp. 442 y ss.; id. «The «Social» Side of Contract Law and the New Principle
of Regard and Fairness», en A. S. Hartkampet al., Towards a European Civil Code, The Hague,
Kluwer, 2011, pp. 355 y ss.
108 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
(193) No es una teoría del Derecho, ni una teoría del contrato. Ni siquiera es una
teoría de la relación, aunque es la relación el paradigma en el cual se apoya, sino, ante todo,
de la justicia, analizada en la relación. La justicia, pues, se convierte en referencia de los dis-
tintos elementos del contrato, los cuales, ensanchados al entorno de la relación contractual,
se ordenan en función de los tres mencionados ámbitos –institucionalidad, socialidad y re-
ciprocidad–. Al componer estos un marco ancho, dejan espacio para las diversas argumen-
taciones jurídicas convencionales (de forma compatible, al no vibrar en la misma longitud
de onda), cada una en su justo lugar, quedando así convenientemente contextualizadas.
(194) También, apoyando en la actualidad esta procedencia social del reconocimien-
to y mantenimiento legal del contrato, vid. M. C. Gete-Alonso y Calera, Estudios..., op.
cit., p. 131.
IV. Reconstrucción: de la justicia contractual a la justicia… 109
(195) También en este sentido Alain Supiot reivindica –en el siglo XXI– el valor in-
calculable de la confianza en la palabra, es decir, en el trato humano, en la interacción
personal y directa, que genera una dinámica (social) que no puede ser sustituida por el
contrato ni por la ley (A. Supiot, Homo juridicus. Essai sur la fonction antropologique du Droit,
Paris, Seuil, 2005, pp. 174 y 175).
(196) A. Schiavone, Ius..., op. cit., pp. 398 y 399.
110 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
(198) R. Brownsword, Contract Law…, op. cit., p. 129. Igualmente, entre los econo-
mistas, L. Bruni, Le nuove virtù…, op. cit., pp. 73 y ss.
112 1. En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia…
puesto que también aquí se percibe un menor desarrollo del aspecto de los
comportamientos por comparación con la función social atribuida a la cau-
sa (es decir, nuevamente en conexión con la socialidad). Con ocasión de la
reforma del Código Civil francés, Savaux propuso una nueva denominación
de la causa, de forma que describiera correctamente el «elemento dinámico
del contrato»199. Efectivamente, es accesoria la denominación de ese elemen-
to contractual y, además, la justicia relacional no es cuestión de elementos
contractuales, sino de permitir que tenga lugar la dinámica bilateral entre
institucionalidad y reciprocidad. Pero eso es precisamente la reciprocidad: la
parte dinámica y viva de la relación jurídica, a la que se refiere Savaux. Per-
mitir y reforzar el juego de adaptación mutua entre los dos componentes de
la relación, considerada particularmente, y no sólo de forma social general,
constituye ciertamente una exigencia de la justicia relacional.
Recordemos, para concluir, esta frase de Doral: «no toda convención
es contrato sino la que origina una relación, establece las reglas y está pro-
vista de acción de cumplimiento contractual»200. Dicha frase, por un lado,
recrea la doctrina de Ulpiano, contenida en su obra ad Edictum201, pero,
por otro lado, ahora resuena en el contexto de la justicia relacional, pu-
diéndose identificar en el ámbito de la socialidad la mención a la relación;
en el ámbito de institucionalidad la mención a las reglas; y en el ámbito de
reciprocidad la mención a la acción, ya que contiene una mención implíci-
ta a la causa. Efectivamente, Ulpiano, reclamando la protección mediante
acción para las relaciones contractuales en las que la prestación se hubiera
ya efectuado apuntaló con fuerza la idea de una reciprocidad orientada
a la institucionalidad, existiendo, en su estrecha conexión, una conside-
ración de justicia. Sirva, pues, este retorno a Ulpiano, para insistir en el
enfoque de justicia relacional del contrato, entendido como una relación
jurídica, en un contexto de socialidad, cuyo criterio de justicia se vea refle-
jado continuamente en una vida nutrida por la reciprocidad de las partes y
sostenida en el tiempo por la institucionalidad jurídica.
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539-549.
(200) J. A. Doral García, «La concepción del contrato…, loc. cit., p. 112.
(201) Concretamente, el libro IV, donde exponía la doctrina de los contratos bajo la
rúbrica «de los pactos y de las convenciones» (vid. supra).
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I. Introducción 119
I. Introducción
1. La teoría de los contratos innominados es una de los más interesan-
tes, y representa una de las más notables muestras del genio jurídico roma-
no, encontrándose en dicha teoría el fundamento que ha ejercido mayor
influencia en la elaboración de preceptos fundamentales de todos los de-
rechos modernos1. La idea central de los también llamados nova negotia es
el principio de la equidad, según el cual una persona no debe enriquecerse
injustamente en perjuicio de otro. Que un determinado negocio sea o no
un contractus no obstaculiza para que si ha habido cumplimiento de la pres-
tación por una de las partes, haya en base a la equidad una causa suficiente
para que nazca una obligación.
(2) Todas las dificultades emanan del gran número de interpolaciones que sufrie-
ron los fragmentos relativos al desarrollo de la teoría de los contratos innominados, en su
mayoría interpolados. La fuerza civil de los nova negotia emana de la jurisprudencia del
Bajo Imperio; los compiladores retocan en el Corpus Iuris los pasajes clásicos, y con este fin
fusionan las acciones otorgadas por los legisladores del Imperio con la civil bizantina. Los
juristas de la época clásica parecen conceder, a favor de la parte que ejecutó el convenio,
una actio civilis, cuando en realidad dichos juristas se pronunciaban por la acción pretoria
que resultaba del hecho. En numerosas ocasiones, el legislador aparece sirviéndose indis-
tintamente tanto de la actio in factum como de la actio civilis. Esta anomalía se subsana con
el nuevo sistema, según el cual, todo pasaje clásico referente a los actos innominados, que
presente tanto acciones civiles como pretorias, debe considerarse interpolado.
(3) Sobre la cuestión, P. Voci, La dottrina romana del contratto, Roma, Giuffrè, 1946,
pp. 231 ss.; M. Sargenti, «Svolgimento dell´ idea di contratto nel pensiero giuridico roma-
no», IURA 39, Editore Jovene Napoli,1988-91, pp. 25 ss.; E. Betti, Teoria generale delle obbli-
gazioni in diritto romano, Milano, Edit. Scientifiche italiane,1947, pp. 202 ss.; P. Bonfante,
Corso di Diritto romano. Le obbligazioni, Milano, Giuffrè,1979, pp. 279 ss.; G. Melillo, Il negozio
bilaterale romano. Contrahere e pacisci tra il primo e il terzo secolo, Napoli, Edit. Jovene,1986, pp.
130, 146; A. Burdese, «Recenti prospettive in tema di contratti», Labeo 38, Editore Jovene
Napoli,1992, pp. 200 ss.; F. Gallo, Synallagma e conventio nel contratto. Torino, Giappichelli,
1992, pp. 160 ss.; G. Grosso, Il sistema romano dei contratti, Torino, Giappichelli, 1963, pp.
31 ss.; G. Pugliese, «Lezione introduttiva sul contratto in diritto romano», Atti del Seminario
sulla problematica contrattuale in diritto romano, Milano, Giuffrè, 1988, pp. 1 ss.
(4) Por lo que se refiere al sistema contractual bizantino, permanecería todavía
como un sistema rígido y cerrado, sea para los contratos nominados como innominados,
tratándose siempre de esquemas fijos y bien determinados.
I. Introducción 121
(5) Aristón aporta la idea de que había en el acto do ut des y do ut facies un synallagma,
es decir, una operación que daba lugar a obligaciones civiles recíprocas: afirmaría la accio-
nabilidad de convenciones atípicas relativas a prestaciones recíprocas condicionadas a la
realización de una de las dos prestaciones, además del do ut des, o do ut facies; ello parece re-
sultar de la mención de la res quae non transit in alium contratum, a nuestro parecer indicativa
del objeto de la convención interpuesta entre las partes. Concesión pretoria de acciones in
factum praescriptis verbis, en analogía a los contratos consensuales (D.13,6,3,2, Ulpianus, lib.
XXVIII ad Edictum); D.19,5,2 (Celsus, lib. XIV Digestorum): Nam, quum deficiant vulgaria atque
visitata actionum nomina, praescriptis verbis agendum est.
(6) Contractum habría indicado el acto recíprocamente obligatorio, del que surge el
término griego αγωγμoυ σύvαλλαγμα: y podría entenderse referido a su específico signifi-
cado de equilibrio económico entre prestaciones recíprocas (A. Burdese, op. cit., p. 205).
(7) Stefano, jurista bizantino, tomando en consideración los textos clásicos que re-
velaban tratarse de convenciones sin un nombre edictal, los denominó contratos innomi-
nados; sobre la cuestión, cf. C. Accarias, Theoria des contrats innommés, Paris, Apollinaris,
1873; E. Betti, «Sul valore dogmatico della categoria «contrahere» in giuristi proculeiani e
sabiniani», BIDR 28, Roma, Istituto di Diritto romano V. Scialoja, 1915, pp. 4 ss.; H. P. Beno-
hr, Das sogenannte synallagma in den konsensualkontrakten des klassischen römischen Rechts, Ham-
burg, Cram. De Gruyter, 1965, pp. 8 ss.; A. Biscardi, «Quod Graeci synallagma vocant» Labeo
29, Editore Jovene Napoli, 1983, 137 ss.; A. Burdese, «I contratti innominati», Homenaje a
Murga, Madrid, 1994, pp. 63 ss.; Id., «Sul riconoscimento civile dei c.d cossidetti contratti
innominati» IURA 36,1985, Edit. Jovene Napoli, pp. 14 ss.; Id., «Sul concetto di contratto e
i contratti innominati in Labeone», Atti del Seminario sulla problematica contrattuale in diritto
romano, Milano, Giuffrè, 1988, pp. 1 ss.; Id., «Osservazioni in tema di contratti innominati»,
Estudios Iglesias 1, Madrid, Seminario de Derecho romano Ursicino Alvarez, 1986, pp. 128
ss.; Id., «In margine ai contratti innominati», BIDR 88, Roma, Istituto di Diritto romano V.
Scialoja, 1985, pp. 397 ss.; Id., «Ancora in tema di contratti innominati», SHDI 52, Roma,
Pontificia Univ. Lateranensis, 1986, pp. 442 ss.; P. Cerami, «Vulgaria actionum nomina ed agere
praescriptis verbis in D.19,5,2», IURA 33, Editore Jovene Napoli,1982, pp. 121 ss.; P. Collinet,
«L´invention du contrat innommé», Mnemosyne Pappulia,Paris, 1950, pp. 69 ss.; Id., «Le fr. 5
122 2. Los «nova negotia» como fuente de obligaciones «ex re tradita»…
produce obligación qualora subsit causa. El jurista entiende la causa como fundamento jurí-
dico de la obligación, y consiste en la ejecución de una prestación para obtener una contra-
prestación: causa en el sentido de que la obligación de una parte de realizar una prestación
es el fundamento de la obligación a cargo de la otra (M. Giorgianni, «Causa», ED 6, Mila-
no, Giuffrè, 1960, pp. 346 ss.; A. Palma, «Vicende della res e permanenza della causa» Scritti
Guarino 3, Napoli, Ed.Jovene, 1984, pp. 1489 ss.; E. Betti, «Causa del negozio giuridico»,
NNDI 3, Torino, Ed. Scientifiche italiane, 1959, pp. 32 ss.; P. Bonfante, «Il contratto e la
causa del contratto», Scritti giuridici 3, Torino, Giuffrè, 1926, pp. 125 ss.). Esta doctrina es el
punto de partida para el reconocimiento de aquella categoria de contratos que se califican
de innominados, en cuanto no responden a un determinado tipo.
(13) La jurisprudencia clásica, desde Labeón hasta Aristón, ha admitido, en orden a
las convenciones obligatorias recíprocas, la sancionabilidad de las mismas mediante medios
124 2. Los «nova negotia» como fuente de obligaciones «ex re tradita»…
(15) La mayor parte de los autores se inclinan por ver en los contratos innominados
una creación de los compiladores, negando su posible existencia en época clásica, y que
existiera una acción de carácter civil que tutelara estas acciones no reconocidas por el ius
civile del período clásico.
(16) G. Pugliese, op.cit., Padova, Giuffrè, 1986, p. 645.
(17) C. Accarias, op. cit., p. 408; E. Volterra, op. cit., p. 536.
(18) cf. D.2,14,7,2 (Ulpianus, lib. IV ad Edictum). Ello debió plantear graves proble-
mas de orden práctico, por lo que el pretor, en su función supletoria de suplir las lagunas
de derecho que se le plantearan, concedía actiones in factum quizás decretales, dado que no
parece haber huella de las mismas en el edicto (E. Volterra, Istituzioni, cit., p. 537, n.1).
(19) En realidad, en el caso de los contratos innominados, parecería que la obliga-
ción nacería unilateralmente, en cuanto que una de ellas, la relativa a la contraprestación,
sólo nace cuando la contraprestación ha sido ya realizada. Quizás este carácter, sobre todo
en los casos de permuta afín a la compraventa, no habría sido tenido en cuenta por los
bizantinos, y por tanto habrían visto en aquella hipótesis una obligatio ultro citroque, una
relación procesal bilateral, atribuyendo a la actio praescriptis verbis el carácter de acción de
buena fe.
(20) Al igual que la stipulatio: spondes centum mihi dare?, este punto representa la super-
vivencia de principios clásicos, en los cuales la obligatio nacía de la datio y es, como aquélla,
un residuo de las más antiguas concepciones, por la cual la obligación nacía por el hecho
126 2. Los «nova negotia» como fuente de obligaciones «ex re tradita»…
do el derecho reconoce que el simple consentimiento de las partes basta para que nazcan
relaciones jurídicas entre ellas –contratos consensuales–. Desgraciadamente, el Derecho
romano, al admitir el solo consensu como acto creador de obligaciones, no llegó hasta la au-
tonomía de la voluntad, puesto que para que el acuerdo de voluntad fuese obligatorio, era
necesario que la ley así lo declarase, otorgándole una actio.
(27) F. Gallo, Synallagma e conventio, cit., pp. 23 ss.; M. Talamanca, «La tipicità dei
contratti», cit., pp. 36 ss.
III. Tutela procesal de las convenciones obligatorias atípicas… 129
(28) R. Santoro, «Aspetti formulari della tutela delle convenzioni atipiche», cit, pp.
83 ss.
(29) A propósito de ello, habría que tener en cuenta la gama de medios diferentes
y análogos que los magistrados proponen para uso de los particulares, para la satisfacción
más adecuada a sus fines e intereses; A. Burdese, op. cit., p. 406.
(30) D.19,5,5,2 (Paulus, lib.V Quaestionum).
(31) Actio praescriptis verbis, en el sentido justinianeo, una incerti civilis actio, la cual
ex bona fide oritur, y se presta para narrar en el libellus conventionis el hecho sobre el cual
se funda la pretensión jurídica, que es un incertum, y reclamar la condena del convenido,
obteniendo así una contraprestación o el resarcimiento del daño: la acción decretal preto-
ria presentaría una fórmula constituida por praescriptio loco demonstratio, seguida de intentio
en el quidquid dare facere praestare oportet ex fide bona, y consiguiente condemnatio infinita. La
actio praescriptis verbis es una acción de buena fe, que tiende a indemnizar al demandante
de los perjuicios que le causase la inejecución del contrato; E. Cuq, Institutions juridique des
romains, Paris 1902.
(32) Los compiladores de Justiniano consideran la actio praescriptis verbis como acción
típica, imprimiéndoles el carácter de acción de buena fe; J. Paricio, «Sobre el origen y na-
turaleza de los bonae fidei iudicia», Estudios Reimundo Yanes, Burgos, AG. Benzal, 2000, p. 195;
130 2. Los «nova negotia» como fuente de obligaciones «ex re tradita»…
(40) Entre otros textos, D.19,5,15 (Ulpianus, lib. LXXII ad Sabinum... Et quidem con-
ventio ista non est nuda, ut quis dicat, ex pacto actionem non oriri, sed habet in se negotium aliquid:
ergo civilis actio oriri potest, id est praescriptis verbis..; D.19,5,24 (Africanus, lib. VIII Quaestio-
num)...Quare tutius esse, praescriptis verbis in factum actionem dari, praesertim quum illud quoque
convenisset, ut quod amplius praestitum esset, quax ex usuris redigeretur, sorti decederet: quod ipsum
ius est causam pecuniae creditae excedat; D,2,14,7,2 (Ulpianus, lib. IV ad Edictum).
(41) En el edicto pretorio pudieron ser propuestos aún fórmulas completas, para las
cuales, a una intentio en el praestare oportere se habrían podido asociar distintas demonstratio-
nes, dando así lugar a una actio praescriptis verbis para los contratos innominados, mientras la
condictio se habría sustituido, a partir de Aristón, por la actio praescriptis verbis para los contra-
tos innominados, dirigidos a un incertum del mismo tipo; R. Sotty, op.cit., p. 409.
(42) P. Cerami, op. cit., pp. 121 ss.; cf. Marciano D.19,5,25, o la posibilidad de agere
praescriptis verbis: dare para obtener la repetición; reconocimiento de agere praescriptis verbis
para hacer valer un oportere ex fide bona.
132 2. Los «nova negotia» como fuente de obligaciones «ex re tradita»…
La actio praescriptis verbis43 viene a ser en tal modo una clase de actio gene-
ralis44 para toda convención a la cual, en defecto o en la duda de la acción
a emplear, se podrían atribuir efectos constitutivos de obligaciones. La actio
praescriptis verbis45, o las acciones pretorias in factum con función análoga,
iban dirigidas al cumplimiento.
Del contrato innominado, sobre el supuesto que ello concerniese al
cambio de prestaciones recíprocas, y al menos una de las partes hubiera
realizado la suya, nacía una acción civil, directa a obtener la contrapresta-
ción, denominada civilis in factum o praescriptis verbis o incerti46, porque en
ella el hecho de la pretensión era descrito por una praescriptio, a diferencia
de la actio in factum pretoria47.
17. El pretor habría concedido, en hipótesis próximas a aquellos contra-
tos con prestaciones recíprocas típicamente reconocidas, a través de accio-
nes edictales, una actio in factum48, a veces calificadas como actio in factum
civilis o actio civilis incerti49, y con referencia a la cual se hablaría a partir de
Labeón, de agire praescriptis verbis50 de la fórmula contendría la descripción
del factum, seguido de una intentio en el quidquid ob eam rem N.m N.m A.a A.a
dare facere oportet ex fide bona, por considerarse por tanto in ius concepta, por
estar la bona fides basada sobre un oportere del ius civile.
Junto a la actio praescriptis verbis, directa a obtener la ejecución del con-
trato, encontramos la condictio, para obtener la restitución de lo dado51,
la cual tiene verdaderamente el aspecto de una acción directa a obtener
la resolución del contrato mismo. Que la condictio haya sido conservada se
demuestra porque se encuentra no sólo en textos genuinos, sino también
en textos interpolados. La parte que había cumplido su prestación, en el
caso de que la otra parte no siguiese a su vez la contraprestación, podía
reclamar la restitución de lo que había dado mediante una actio iure civilis,
probablemente designada originariamente con el término de condictio ob
rem dati re non secuta52. Y más tarde con aquél de condictio causa data causa
non secuta53. Fundamento de esta actio es la datio hecha a fin e obtener la
contraprestación, la cual no había sido realizada. La condictio faculta al que
ha realizado la prestación para resolver el contrato en el caso de inejecu-
ción de la otra parte, y exigir la restitución de la cosa dada. Es la acción
que permite reclamar la cosa que ha sido entregada con el fin de obtener
la cosa, que no fue entregada. Es la acción de repetición (condictio), de una
cosa que se transfirió con la intención de obtener una contraprestación (ob
rem) cuando esa contraprestación no es llevada a cabo por la otra parte.
Necesariamente la prestación debe consistir en la entrega de una cosa, y
este requerimiento supone que una cosa ha sido dada en vista de una con-
traprestación.
18. El principio de enriquecimiento sin causa constituye el fundamento
de esta acción. Existe enriquecimiento injusto cuando una persona recibe
algo del patrimonio de otra sin causa jurídica. El sujeto gravado por dicho
enriquecimiento injusto tiene contra el que se lucra una actio, una condictio,
ción pactada, sino una acción directa a la restitución de lo dado, y por tanto, diversa en el
fundamento sustancial, de la actio civilis incerti, perteneciente a Aristón, para la hipótesis do
ut des o do ut facies, además de la actio in factum prascriptis verbis concedida por Labeón en hi-
pótesis afines a figuras de contratos consensuales; D.19,5,25 (Marcianus, lib. III Regularum),
para una hipótesis de cambio, que recuerda la permuta, entre opera fabriles de esclavos. Se
menciona en el texto (en una frase infinitivo sin sujeto) la posibilidad de agere praescriptis
verbis. Se podría atisbar un fundamento genuino con el reconocimiento del agere praescriptis
verbis para hacer valer un oportere ex fide bona, en contraposición al reconocimiento de una
obligación de mera restitución sancionada con una condictio.
(51) B. Biondi, Istituzioni di diritto romano, Milano, Giuffrè, 1956, p.500; C. Accarias,
Précis, cit., p. 415.
(52) F. Schulz, Derecho romano clásico, Barcelona, Giuffrè, 1960, p.499; C. Sanfilippo,
Istituzioni di Diritto romano, Napoli, 1955, p. 246; P. Huvelin, op.cit., p. 102; P. Monier, op. cit.,
p. 185; V. Arangio Ruiz, op. cit., p. 317; la condictio ob rem dati en el derecho justinianeo pasó
a denominarse condictio causa data non secuta; la hipótesis se otorgó también a la hipótesis
de facio ut des y facio ut facies.
(53) Sobre todo merece observación una singularidad, que después de acordada una
actio civil al acreedor para obtener el cumplimiento de la promesa por parte del otro con-
trayente, no obstante se le otorga el ius poenitentia, esto es, la facultad de repetir mediante la
condictio causa non secuta su prestación hasta que el deudor no haya cumplido su obligación.
134 2. Los «nova negotia» como fuente de obligaciones «ex re tradita»…
doctrina de Aristón es que in alium contractam res non transeat, o sea, que la
relación no entre en el esquema de algún contrato típico.
(69) Vid. C. A. Maschi, La categoria dei contratti reali, Milano, Giuffrè, 1973.
(70) A. Guarino, op.cit., p. 548.
(71) Dicha exigencia quedó claramente reflejada en las fuentes: D.19,4,1,2 (Paulus,
lib. XXXII ad Edictum), y C.4,64,3 (Impp. Diocletianus et Maximianus).
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Giappicheli, 1963, pp. 31 ss.; Ricerche intorno all ´elenco dei bonae fidei iu-
dicia», RISG I (1928) pp. 3 ss. A. Guarino, «Il contrato secondo Labeone»,
Labeo 29, Giuffrè, 1983, pp. 327 ss. A. Magdelain, Le consensualisme dans l´e-
dit du pretéur, Paris, Tepac, 1958, pp. 76 ss. A. Mantello, I dubbi di Aristone,
Ancona, Giuffré Ed., 1990. G. Mccormack, «Contractual Theory and the
Innominate Contrats», SHDI 38, Roma, Pontificia Universitas Lateranensis,
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«pacisci» tra il primo e il terzo secolo, Napoli, Edit. Jovene,1986, pp. 130 ss. Id.,
«Un rescritto severiano e la identificazione dei nuda pacta», Estudios Iglesias
2, Madrid, 1988, pp. 851, 856 ss. K. Misera, «Julian, Afrikan D.19,5,24 ein
Beitrag zu agere praescriptis verbis», Sodalitas Guarino 6, Editore Jovene, Napo-
li, 1984, pp. 2591-2606. J. Paricio, «Sobre el origen y naturaleza de la bonae
fidei iudicia», Estudios Raimundo Yanes (Burgos, AG. Benzal, 2000) p.195. G.
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minario sulla problematica contrattuale in diritto romano, Milano, Giuffrè, 1988,
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pino, 1983. Id., «Aspetti formulari della tutela delle convenzioni atipiche»,
Siena, 1989, pp. 83 ss. Atti del Covegno di diritto romano, Siena, 1983, pp. 83 ss.
M. Sargenti, «Svolgimento dell´idea di contratto nel pensiero giuridico
romano», IURA 39, Editore Jovene Napoli, 1991, pp. 25-71.a. A. Schiavo-
ne, Studi sulle logiche dei giuristi romani. Nova negotia e transactio da Labeone
140 2. Los «nova negotia» como fuente de obligaciones «ex re tradita»…
3
La garantía por evicción en la compraventa como
elemento integrador en el Derecho Contractual:
el Derecho Romano clásico
I. Punto de partida
1. Ampliamente conocido y tratado es el tema de la responsabilidad por
evicción del vendedor, siendo a su vez uno de los más complejos del Derecho
romano, e incluso ya desde tiempos más remotos, cuando la venta se hacía a
condición de que el vendedor transmitiese la cosa por medio de la mancipatio,
quedaba aquél obligado a garantizar al comprador el dominus ex iure Quiritium.
Una vez planteada semejante hipótesis, en el caso de que una tercera
persona tuviese derecho a la cosa mancipada, el comprador reclamaba al
vendedor para que cumpliese su deber de praestare auctoritatem, y en caso
de que el vendedor faltase a ese deber, o que, a pesar de su apoyo, la cosa
le fuese judicialmente quitada al comprador, este podía obrar en virtud de
la obligación contraída al celebrarse la mancipatio – lege mancipi, iure auctori-
tatis–, con el fin de obtener el doble del valor de la cosa1.
(1) G. J. Impallomeni, «Evizione», Scritti giuridici varii, Padova, Giapichelli, 1996, pp.
11 ss.; Id., «Nota sulla limitazione della garantía per l´evizione nelle legislazioni dalla ro-
142 3. La garantía por evicción en la compraventa como elemento…
mana derivata», Scritti di diritto romano e tradizione romanística, Padova 1996, pp. 211 ss.; V.
Arangio Ruiz, La compravendita in Diritto romano II, Napoli, Ed. Giuffrè, 1954, pp. 309 ss.;
P. G. Girard, «La garantie d´eviction dans la vente consensuelle», NRH vol. 8,1884, Editore
Jovene, pp. 395 ss.
(2) En D.19,4,1 (lib. XXXII ad Edictum), Paulus describe así las obligaciones del ven-
dedor:»
Venditori sufficit ob evictionem se obligare, possessionem tradere, et purgari dolo malo;
itaque si evicta res non sit, nihil debet»; esto es, asumir la garantía por evicción, transmitir la
posesión de la cosa, y abstenerse de cualquier comportamiento doloso. Según la doctri-
na, en esta tripartición de Paulo enunciada en este texto, se individualizaría de manera
equívoca la obligación de garantía por evicción, siendo por tanto el corolario necesario
de la «suficiencia», a fines del cumplimiento del vendedor, de possessionem tradere, a la cual
se añadiría una obligación genérica de purgari dolo malo; L. Vacca, «Sulla responsabilitáex
emptodel venditore nel caso di evizione secondo la guirisprudenza clasica», Vendita e tras-
ferimento della proprietà nella prospettiva storico-comparatistica. Materiali per un corso di diritto
romano,Torino,1997, pp. 193 ss. El purgari dolo malo es un obligación basada en el oportere
ex fide bona, la cual recae, por otro lado, sobre el comprador; en base a ella, además de a
otras específicas obligaciones, el vendedor está obligado a abstenerse de cualquier com-
portamiento incorrecto; la ob evictionem se obligare comporta el deber de asumir, mediante
una stipulatio, la responsabilidad por evicción de la cosa vendida; sobre tal evolución, vid.
M Kaser, Römische Privatrecht I, München, 1975, pp. 275 ss.; M. Talamanca, «Vendita»
(diritto romano), ED. 48 (Milano, Edit. Joveni, 1948) p p. 382 ss.; c. Accarias, Precis de Droit
romain, Paris, Apollinaris, 1891, p. 280.
(3) D.19,1,11,2 (Ulp. lib. XXXII ad Edictum): Et in primis ipsam rem praestare venditorem
oportet, id est tradere: quae res, si quidem dominus fuit venditor, facit et emptorem dominum, si non
fuit, tantum evictionis nomine venditorem obligat, si modo pretium est numeratum, aut eo nomine sa-
tisfactum. Emptor autem nummos venditoris facere cogitur; E. Cuq, op. cit., p. 270; R. Monier, «Le
caractére de bonne foi du contrat de vente et l´obligation de manciper», Melanges Cornil 2
(Bruxelles, Apollinaris, 1926, p. 147, n. 2; sobre posibles interpolaciones, V. Arangio Ruiz,
La compravendita 2 cit., pp. 300 ss.; G. G. Archi, «In tema di trasferimento della proprietà per
compravendita», SHDI, vol. I, Giuffrè, 1935) p. 121; C. Arno, «Il passaggio della proprietà
nella compravendita romana», Atti Torino74, Giuffrè, 1939, pp. 750 ss. Confróntese también el
pasaje de Celso D.12,4,16, según el cual, quien ha pagado para recibir en propiedad al esclavo
Stico sin conseguirlo, tan sólo podrá reclamar la restitución del dinero otorgado; M. Girard,
«La garantie d´eviction dans la vente consensuelle», Mélanges de Droit romain 2, Paris 1923, p.
107; D.12,4,16 (Celsus, lib. II Digestorum); cf. V. Scialoia, «La L.16 Dig. de condicio causa data
12,4 e l´obligo di trasferire la propietà nella vendita romana», bidr vol. 19, Ed. Giuffré, 1907,
pp. 161 ss.; F. Appleton, Le fragment 16 D.12,4. L´obligation de trasferer la propriété dans la venta
romaine et la causa determinante dans le contrats, Paris, Apollinaris, 1928 p. 62;
(4) Al ser la compraventa consensual protegida por un iudicium bona fidei, las obliga-
ciones de las partes, esencialmente la obligatio auctoritatis derivada de la evicción, y la de
procurar la posesión de la cosa vendida al comprador, vacuam possessione tradere, –determi-
nadas por el hecho de entender el contrato mediante una interpretación de la mancipatio–,
encontraron en el principio de buena fe su propio fundamento; posteriores obligaciones
del vendedor fueron, en cambio, derivadas del principio de la buena fe, así, sobre todo, el
purgari dolo malo – cf. D.19,4,1 pr.– y la responsabilidad por custodia de la mercancía todavía
no entregada al comprador; M. Kaser, Das Römische Privatrecht I cit., München, 1975, p. 556;
V. Arangio Ruiz, La compravendita cit., pp. 149 ss.
I. Punto de partida 143
Según los principios romanos, para que haya evicción, es preciso en pri-
mer lugar que el comprador haya sido despojado judicialmente de la cosa
vendida y entregada, siempre que se prive al comprador de tener la cosa
como dueño, en virtud de una decisión judicial que autorice a un tercero
a tomar la cosa17.
(12) La relevancia jurídica de la responsabilidad del vendedor por evicción del com-
prador fue muy importante en el Derecho romano, más que la que pudiera tener en los
sistemas jurídicos actuales; una de las razones que se pueden argumentar de la importancia
de esta obligación del vendedor de garantizar por evicción sería el hecho de que no exis-
tiese en el vendedor la obligación de transmitir al comprador la propiedad de la cosa, sino
sólo la vacua possessio; además, el Derecho romano desconocía la existencia de un Registro
inmobiliario, en el cual la transmisión de la propiedad y la constitución de derechos rea-
les pudiesen ser inscritos; por la falta de estas reglas, los casos de evicción de cosas tanto
muebles como inmuebles fueron mucho más numerosos en el Derecho romano que en los
derechos modernos; H. Ankum, «Problemi concernienti l´evizione» cit., pp. 597 ss.
(13) La obligación de garantía por evicción se refiere al mismo hecho material que
supone la obligación anterior de transmitir la posesión: el vendedor primero transmite y
después garantiza; M. Ricca Barberis, «L´obbligo nascente dall´evizione e quello di tras-
ferire la proprietà», Studi Arangio Ruiz vol. 3, Napoli, Laterza, 1952, pp. 261 ss.; G. Girard,
«La garantie d´eviction dans la vente consensuelle» cit., p. 396; E. Betti «Diritto romano e
dogmatica odierna», Archivo giuridico 99-100,1928, pp. 129-139.
(14) H. Ankum, «Problemi concernienti a l´evizione» cit., pp. 597 ss.; M. Talamanca,
v. «Vendita» cit., pp. 385 ss., 393 ss.; J. Macqueron, Histoire des obligations, Droit romain, Aix-en
Provenze, Apollinaris, 1975, p. 125.
(15) L. L. Vacca, «La garantia per evizione e le obbligazioni del venditore nel siste-
ma romano en el sistema del códice civile italiano», Vendita e trasferimento della proprietà nella
prospettiva storico-comparatistica, Torino, Giapichelli, 1997, pp. 266 ss.
(16) G. Girard «L'actio auctoritatis», NRH 6,1882, pp. 181 ss.; T. Rubio Garrido,
Contrato de compraventa y transmisión de la propiedad, Bolonia, 1993, p. 178.
(17) Evicción, evictio, evincere: vencer, triunfar, ser vencido en juicio; H. Ankum, «Pro-
blemi concernienti l´evizione del compratore nel diritto romano classico» cit., p. 601.
II. El régimen de la «actio auctoritatis» como precedente de la… 145
(18) D.21,2,48 (Neratius, lib. VI Membranarum): «Cum fundus, uti optimus maximusque
est, emptus est et alicuius servitutis evictae nominae aliquid emptor a venditore consecutus est, deinde
totus fundus evincitur, ob eam evictionem id praestari debet, quod ex duplo reliquum est: nam si aliud
observabimus, servitutibus aliquibus et mox proprietate evicta amplius duplo emptor, quam quanti emit
consequeretur»; P. G. Girard, «Les stipulations de garantie» cit., p. 585; D. 21,2,75 (Venuleius,
lib. XVI Stipulationum):»
venditorem ob «evictionem» teneri non posse: nec enim evictionis nomine
quemquam teneri in eo iure, quod tacite soleat accedere: nisi ut optimus maximusque esset «traditus»
fuerit fundus: tunc enim liberum ab omni servitute praestandum
». D.50,16,126 (Proculus, lib. VI
Epistolarum): «Si, cum fundum tibi darem, legem ita dixi uti optimus maximusque esset, et adieci "ius
fundi deterius factum non esse per dominum, praaestabitur"; amplius eo praestabitur nihil, etiamsi
prior pars, qua scriptum est uti optimus maximusque sit liberum esse significat eoque, si posterior pars
adiecta non esset, liberum praestare deberum». D.50,16,169 (Paulus, lib. V ad Sabinum): «Non tan-
tum in traditionibus, sed et in emptionibus, et stipulationibus et testamentis adiecto haec: uti optimus
maximusque est, hoc significat, ut liberum praestetur praedium, non ut etiam servitutes ei debeantur».
(19) Cf. D.18,1,66 pr. (Pomponius, lib. XXXI ad Quintum Mucium); D.45,1,38,3 (Ulp.,
lib. XLIX ad Sabinum); la desposesión en virtud de una sentencia recaída en materia de
posesión, autorizaba también al comprador para ejercer su recurso de garantía contra el
vendedor; D.19,1,11,13 (Ulp., lib. XXXII ad Edictum).
(20) Aunque se habla de evicción siempre que sea interpuesta contra el comprador,
bien una actio reivindicatoria o bien otra actio real, como una vindicatio usufructus o una actio
serviana; H. Ankum, «Alla ricerca della repromissio e della satisdatio secundum mancipium», Atti
dell´Accademia Romanistica Costantiniana, III Convegno Internazionale, Perugia, Ist. V. Scialoja,
1977, p. 741.
(21) H.Ankum, op. cit., p. 742.
(22) La jurisprudencia incluye entre las obligaciones del vendedor, derivadas de la
bona fides, aquélla de prestar garantía por evicción a través de diversas estipulaciones – du-
plae, habere licere– concluidas entre comprador y vendedor; V. Arangio Ruiz, La compraven-
dita 2 cit., p. 345; M. Kaser, Römische Privatrecht I cit., p. 556.
(23) Esta figura de la auctoritas «se encontraría en la confluencia entre el Derecho
de personas, los Derechos reales y los Derechos de obligaciones»; J. Ourliac y Malafosse,
146 3. La garantía por evicción en la compraventa como elemento…
Droit romain et ancien Droit 2, Les biens, Barcelona 1963, pp. 514 ss.; F. J. Casinos Mora, La no-
ción romana de auctoritas y la responsabilidad por auctoritas, Granada, Comares, 2000, pp. 225 ss.
(24) La obligatio auctoritas nacía ipso iure de la mancipatio; F. Gallo, Il principio emptione
dominium transfertur cit., p. 33; w. Kunkel, «Mancipatio», RE PW 27,1928, 14,1, col.999; F. De
Visscher, «Le role de l´auctoritas dans la mancipatio», RHD12,1933, pp. 609 ss.; A. Domingo
Oslè, Auctoritas, Barcelona, Dykinson, 1998, p. 33.
(25) P. Voci, Modi di acquisto della proprietà, Milano, Giuffrè, 1952, pp. 33 ss.; C. Brez-
zo, La mancipatio, Torino 1892 (reimp. Roma 1972); E. Volterra, «Mancipatio» cit., p. 98; G.
Pugliese, «Compravendita e trasferimento della proprietà in diritto romano », Atti Pisa-Via-
reggio-Lucca (Milano, Giappicheli, 1991, pp. 25-73; J. Ourliac y Malafosse, Derecho romano
y francés histórico. Los bienes cit., Apollinaris, pp. 515 ss.; V. Arangio Ruiz, La compravendita I
cit., p. 40; ID., La compravendita 2 cit., pp. 309 ss.; F. Gallo, Studi sul trasferimento della proprietà
in diritto romano cit., p. 89; P. G. Girard, «Etudes hist. sur la formation du sistéme de la ga-
rantie d'eviction en Droit romain» cit., pp. 290 ss.; E. Cuq, op. cit., p. 272; E. Rabel, Haftung
des Verkäufers, cit., pp. 8 ss.; P. Fuenteseca, «Mancipium-mancipatio-dominium» cit., p. 79; M.
Kaser, Römisches Privatrecht cit., p. 158; ID.–, Eigentum und Besitz cit., pp. 130 ss.
(26) La eventual responsabilidad derivaba del incumplimiento de este específico de-
ber legal, y no de una obligación surgida directamente del acto mancipatorio; P. G. Girard,
«Les stipulations de garantie» cit., pp. 537 ss.; ID., «La garantie d´eviction dans la vente
consensuelle» cit., pp. 295 ss.; ID., «Histoire de la garantie d´eviction: L´actio auctoritatis»
cit., p. 183, «l´auctor n´est ni celui qui transfére la propriété, ni celui qui est tenu a garantie, c´est
celui qui intervient dans une situation pour compléter, fortifier, c´est-a–dire, dans notre cas, celui qui
assiste l´acquéreur dans le procés en revindication intenté contre lui, et l´auctoritass ce n´est pas le mode
d´acquerir, ni l´obligation a garantie, mais cette assistance méme»; cf. E. Rabel, Die Häftung des
Verkaufers I, Leipzig, 1902, pp. 7 ss.
(27) Cf. D.21,2,76 (Venuleius, lib. XVI Stipulationum),y D.21,2,48 (Neratius, lib. VI Mem-
branarum).
(28) O. Lenel va a encontrar terreno para la actio auctoritatis en el Edictum perpetuum;
Das edictum perpetuum cit., p. 290; en contra, M. Sargenti, «Per una revisione della nozione
di auctoritas», Studi Betti 4 (Milano, Giuffrè 1962) pp. 68 ss.; E. Costa, op. cit., pp. 388 ss.
(29) S. Pugliese, «Compravendita e trasferimento della proprietà in diritto roma-
no» Atti Pisa-Viareggio-Luca (Madrid, Ed. Giapicheli, 1991) p. 30.
(30) En virtud de ello, nacía a favor del comprador, contra el vendedor, una actio auc-
toritatis o de auctoritate, no sólo en el caso de que este sucumbiese en juicio reivindicatorio,
sino también en caso de negativa del transmitente a prestarle asistencia judicial, lo que se
indica en las fuentes con el término de auctoritatem defugere; F. Gallo, Studi sul trasferimento
della proprietà in diritto romano, Torino 1955, p. 89.
II. El régimen de la «actio auctoritatis» como precedente de la… 147
(31) Según H. Ankum, más correcto sería denominarla actio de auctoritate; Id., «L´actio
auctoritatis» cit., pp. 44-45; también vid. O. G. Girard, «L´actio auctoritatis» cit., pp. 181 ss.;
ID., «Les stipulations de garantie» cit., pp. 537 ss.; ID., «La garantie d´eviction dans la vente
consensuelle» cit., pp. 395 ss.; B. Biondi, «Vendita» cit., p. 884.
(32) V, Arangio Ruiz, La compravendita 2 cit., p. 312.
(33) XII Tab., 6,3 (Cic., Top., 4,23); E. Dezulueta, The Roman Law of Sale, Oxford
Univ. Press, 1945, p. 43, n.1; F. De Visscher, «Le role de l´auctoritas dans la mancipatio» RHD
12 (1933), pp. 603 ss.;
(34) Y en donde llama la atención el binomio de los vocablos usus y auctoritas; P.
Giffard «Le sens du mot auctoritas dans les lois relatives a l´usucapio», RHD17 (1938) pp.
339 ss.
(35) En este supuesto se consideraría un genitivo dependiente de la auctoritas.
(36) A Watson, The Law of Property in the later Roman Republic, Aalen 1984, p. 22; P. G.
Girard, «Histoire de la garantie d´eviction: l´actio auctoritatis» cit., p. 39 ss. (=NRH 6, 1882,
p. 161, n. 7).
(37) Cf. Gai, 2,42: Usucapio autem quae est corporalium rerum concesa, mobilium quidem
rerum anno completur, fundi vero et aedium biennio
; ó Gai, 2,54: Lex enim XII Tabularum soli qui-
dem res biennio usucapi iussit, ceteras vero anno
...
(38) V. Arangio Ruiz, La compravendita 2 cit., p. 312; P. G. Girard, «L'actio auctorita-
tis» cit., p. 161, n. 6; F. De Visscher, «Le role de l´auctoritas dans la mancipatio» cit., p. 617.
148 3. La garantía por evicción en la compraventa como elemento…
cero, sino también ante un caso de furtum, siendo desde esta perspectiva
desde la cual se pueden interpretar las conocidas referencias a la aeterna
auctoritas.
El principio –o excepción– que constituye la perpetuatio de la auctoritas
en relación a los hostis, XII tab. 6,4: Adversus hostem aeterna auctoritas «esto»45,
nos confirma la hipótesis de la función legitimadora y pública que cumple
el auctor.
Al ser la usucapio un negocio perteneciente al ius civile, accesible sólo
a los ciudadanos romanos, en el caso de un extranjero –hostis, en sentido
originario– no sería posible en modo alguno la adquisición por el paso del
tiempo o usucapio; era obvio que el vendedor, frente al comprador peregri-
no, debiese prestar aeterna auctoritas, esto es, una garantía de asistencia en
juicio ilimitada en el tiempo, una garantía por evicción perpetua, y serviría
para excluir de la usucapión, en virtud del principio de reciprocidad, los
bienes de un extranjero, que tampoco podía usucapir cosas pertenecientes
a romanos; en el caso de que la cosa venga robada o caiga en poder de ex-
tranjeros, la posición del dominus ex iure Quiritium se mantiene, y su título
legítimo se sostiene indefinidamente sin el uso o posesión de la cosa46.
Posteriormente, Aulio Gelio, en sus Noctes Atticae admite también el prin-
cipio de la aeterna auctoritas respecto a las res subreptae, pudiendo ser in-
terpretado en el sentido de que la condición de dominus ex iure Quiritium
permanecía hasta que la cosa robada no volviese bajo el poder dominical:
«Quod subruptum est, eius rei aeterna auctoritas esto»47.
La auctoritas desarrolla en la usucapio la misma función legitimadora que
en la mancipatio, y en el ámbito de adquisición de la propiedad, la auctoritas
refleja tanto en la mancipatio como en la usucapio la eficacia pública propia
de los modi acquirendi, constituyendo, no una garantía privada prestada por
el vendedor, ni el equivalente de propiedad, sino el soporte necesario para
alcanzar la legitimidad pública del dominium ex iure Quiritium48.
Por tanto, la auctoritas añade al usus fundi la legitimidad augural públi-
ca49 que, después de dos años, convertirá al emptor en dominus ex iure Qui-
ritium. Esta originaria legitimidad augural viene presentada en las fuentes
(45) Cicero, De off., 1,12,37: Hostis enim apud maiores nostros is dicebatur, quem nunc pere-
grinum dicimus. Indicant XII Tabulae: Aut status dies cum hoste, itemque «adversus hostem aeterna
auctoritas»; vid. M. Kaser, Eigentum und Besitz cit., p. 87; M. Horvat, «Reflexions sur l´usu-
capion et l´auctoritas», RIDA 3 (1956) p. 286; F. De Visscher, «Le role de l´auctoritas dans la
mancipatio» cit., p. 620.
(46) A. Magdelein, «Auctoritas rerum», RIDA 5,1950, pp. 127-153; A. Torrent, Dere-
cho público romano y sistema de fuentes, Oviedo, 1982, p. 132.
(47) Aulus Gellius, Noctes Atticae 17,7.
(48) P. Fuenteseca, «Trasferimento e auctoritas» cit., p. 102, n. 33, y p. 113.
(49) La auctoritas aparece como un elemento de carácter publicístico tanto en la
mancipatio como en la usucapio, y en cuanto tiene su origen en el derecho augural, descubre
esta profunda legitimidad pública del dominium ex iure Quiritium; cf. P. Fuenteseca, op. cit.,
p. 117.
150 3. La garantía por evicción en la compraventa como elemento…
(50) La auctoritas es la función pública del auctor, propia del dominus legitimus que,
en base a la ley decemviral, viene atribuida al emptor, el cual habría tenido el usus ex causa
emptionis durante dos años, una vez pagado el precio.
(51) Cf. también Paul. Sent. 2,17,2: «Si re simpliciter traditae evincatur, tanto venditor emp-
tori condemnandus est, quanto si stipulatione pro evictione cavisset. 3. Res empta, mancipatione et
traditione perfecta, si evincatur, auctoritatis venditor duplo tenus obligatur»; ss. Romano, Nuovi
studi sul trasferimento della proprietà e il pagamento del prezzo nella compravendita romana, Padova,
Laterza, 1934, p. 99; E. Albertario, «Il momento del trasferimento della proprietà nella
compravendita romana», RDC 27, Pavia, 1929, pp. 233-264; G. G. Archi, Il trasferimento della
proprietà nella compravendita romana cit., p. 180, para quien la actio auctoritatis estaría sometida
al pago del precio.
(52) Cf. también Frag. Vaticana 10: «Iniquam sententiam evictae rei periculum venditoris
non spectare placuit, neque stipulationem auctoritatis committere».
(53) P. Voci, Modi di acquisto cit., p. 36; V. Arangio Ruiz, La compravendita in diritto
romano 2 cit., pp. 299, 318 y 349 ss., que condiciona esta obligación del vendedor al pago
del precio; R. Monier, «Le caractere de bonne foi du contract de vente et l´obligation de
manciper» cit., p. 147; F. De Zulueta, The Roman Law of Sale, Oxford, 1945, p. 71; E. Levy,
Weströmisches Vulgarrecht, Das Obligationrecht, Weimar 1956, pp. 213 ss.; M. Kaser, Römisches
Privatrecht II cit., p. 132, n. 4, p. 554, n. 6; C. Arnò, «Il passaggio della proprietà nella com-
pravendita romana» cit., p. 596; H. Appleton, «A l´époque classique le transfert de la chose
vendue et livrée» cit., p. 189; F. Pringsheim, Der Kauf mit fremdem Geld, Leipzig, 1916, p. 78;
Id., «Eigentümsubergang beim Kauf», Zss 50,1930, pp. 333-437.
(54) Cf. Cicero, Pro Tullio, 7, 17: Nequedum fines auctor demonstraverat; M. Sargenti,
«Per una revisione della nozione di auctoritas», Studi Betti 4, Milano, Ed. Laterza, 1962, pp.
68 ss.; F. De Visscher, «Le role de l´auctoritas dans la mancipatio», RHD 12, 1933, p. 613.
(55) La auctoritas aparece como la función pública de un auctor – mancipio dans–,
destinada a sostener la legitimidad de la adquisición hecha por el emptor como detentador
II. El régimen de la «actio auctoritatis» como precedente de la… 151
zada por el emptor, bajo la pena in duplum – pretio accepto–56, e incluso esta
damnatio podría venir en línea paralela al legatum per damnationem y a la
damnatio judicial; el venditor sería el auctor, esto es, el agente legitimador de
la adquisición realizada por el emptor con su autorización – venditore auctore-:
se tendía, por tanto, a mantenerlo sujeto bajo pena a la función de garan-
tizar el usus legítimo del emptor, y de tutelarlo también de la acusación de
furtum.
El venditor podía ser llamado in iure, bajo amenaza de una manus iniecto
damnati, a fin de praestare auctoritatem, esto es, afirmar su legítima condición
de dominus ex iure Quiritium57.
Como se puede apreciar, no se menciona la mancipatio, ya que debe
sobreentenderse en este texto de las Pauli Sententiae. –2,17,1–, que, apa-
rentemente, establece un vínculo entre la auctoritas y el pago del precio
–pretio accepto–58, haciendo depender de este hecho no sólo el traspaso de
la propiedad, sino también la obligatio auctoritatis. En todo caso, más que
una relación directa entre la auctoritas y el precio, existiría una relación
entre la cantidad de la poena in duplum respecto al venum dare hecho por el
vendedor59 en función de auctor venditionis60.
El vendedor permanece vinculado a praestare auctoritatem, esto es, aque-
lla garantía pública que constituye la auctoritas, en cuanto agente –auctor–
transmitente de la legitimidad del dominium ex iure Quiritium, legitimidad
que por su parte debe ser asegurada por el mancipio dans mediante auctori-
tatem praestare.
Ahora bien, si el venditor rechaza esta función –auctoritatem defugere–61,
permanece responsable ob aes alienum por el dinero recibido in duplum,
de una titularidad legítima; el auctor resulta vinculado – obnoxius– a tal función pública de
legitimidad bajo poena dupli por el pago recibido, y damnatus quizás por haber sido un falso
auctor, quizás en base a un precepto decemviral (XII tab. 12,3): «Si vindicam falsam tulit, si ve-
lit is
, tor arbitros tris dato, eorum arbitrio
fructus duplione damnum decidito» (Fest. L.376, Mo. 84).
(56) W. Kunkel, «Mancipatio» cit., 1003; P. Fuenteseca «Trasferimento della pro-
prietà e auctoritas nella vendita romana» cit., p. 100.
(57) Cf. Paul. Sententiae 2,17,1,3; el vendedor quedaba sometido a la poena in duplum,
y en este sentido, damnatus, siempre en el caso de que no llegase a mantener al emptor como
dominus legitimus, una vez recibido el precio – pretio accepto–; la titularidad del dominio qui-
ritario dependía por tanto del pago del precio, en base al cual se mediría la poena in duplum
del venditor; esto puede explicar el surgir de la idea de vinculación entre el pago del precio y
transmisión de la propiedad que aparece en el controvertido pasaje de I.2,1,41; V. Arangio
RuizLa compravendita 2 cit., p. 299; E. Horvat, «Reflexions sur l´usucapion et l´auctoritas»,
RIDA 3, 1956, p. 290.
(58) G. Beseler «Eigentümsubergang und Kaufpreiszahlung», Atti Roma,1935,ed.
Laterza, pp. 333 ss., y donde a través de la recepción del precio se quiere hacer depender
aquí no sólo el traspaso de la propiedad, sino también la obligatio auctoritatis.
(59) Cf. Paul. Sententiae, 2,17,3:
auctoritatem venditor duplo tenus obligatur»; P. Voci,
Modi di acquisto cit., p. 36; M. Rabel, Häftung des Verkaufers wegen Mangels im Rechte, Leipzig
1902, pp. 5 ss.
(60) Vid. V. Arangio Ruiz, La compravendita 2 cit., p. 299.
(61) Vid., sobre ello, H. Ankum, «L´actio auctoritas» cit., p. 15.
152 3. La garantía por evicción en la compraventa como elemento…
(62) Cicero, en Pro Murena, 2,3, esclarece la función del auctor en la mancipatio: «Quod
si in eis rebus repetendis quae mancipi sunt is periculum iudicii praestare debet qui nexu se obligavit,
perfecto etiam rectius in iudicio consulis designati is potissimum consulem declaravit auctor beneficii
populi romani defensorque periculi esse debebit».
(63) E. De Visscher cree que la responsabilidad por evicción –esto es, la obligación
de prestar la auctoritas, y la actio auctoritatis–, asume en la mancipatio un carácter penal; id.,
«Le role de l´auctoritas dans la mancipatio» RHD 2 (1923) cit., pp. 603 ss.
(64) P. G. Girard, L´garantie d´eviction cit., p. 589.
(65) V. Arangio Ruiz, La compravendita cit., p. 227; P. G. Girard «L´action auctoritatis»,
NRH 6, Apollinaris, 1882, cit., 5-45, trató de hallar bajo la responsabilidad por evicción en la
emptio-venditio la idea según él oculta, de la actio auctoritatis, basada sobre la responsabilidad
ex auctoritate del mancipio dans; ID, «La garantie d´eviction dans la vente consensuelle», NRH
8, 1884, pp. 395-439.
(66) E. De Visscher, «Le role de l'auctoritas dans la mancipatio», RHD 12, 1933, pp.
72 ss.
(67) C. Llongo, op. cit., p. 226.
(68) P. Bonfante, op. cit., p. 144; E. De Visscher, «Le role de l´auctoritas» cit., p. 612.
III. Estipulaciones ajenas al contrato de compraventa como recurso… 153
(69) Parece claro que se refieren a la auctoritas en la mancipatio; cf. Paul. Sent. 2,17,1,3,
porque viene precisamente excluida la auctoritas, cuando la compraventa es realizada me-
diante traditio –Paul. Sent. 2,17,2–; V. Arangio Ruiz, Compravendita 2 cit., pp. 318 ss.
(70) Cf. E. De Zulueta, The Roman law of Sale cit., pp. 43,45.
(71) Spondes mihi duplam pretii si res a me evicta fuerit?; C. Accarias, Precis de Droit romain
cit., p. 288; sería innegable, –afirma C. Longo, op. cit., p. 220–, el propósito de esta estipula-
ción de seguir el modelo de la actio auctoritatis derivada de la mancipatio»; E. Ruggiero, «I
papiri greci e la stipulatio duplae», BIDR 14, 1901, Giuffré, pp. 93 ss.; aunque esta stipulatio
duplae solamente tendría lugar en caso de no haberse realizado la mancipatio, puesto que
esta implicaría ya la responsabilidad in duplum por auctoritas, se observó que en el Digesto
aparece la stipulatio duplae en caso de venta de res mancipi, y se pensó que ello se debía a la
pronta desaparición de la actio autoritatis, o bien a una vigencia meramente formal; V. Aran-
gio Ruiz, La compravendita 2 cit., pp. 327 ss.
(72) M. Talamanca, op. cit. p. 588; P. Bonfante, op. cit., p. 481.
(73) «Interés positivo», según la terminología moderna que se atribuye a R.V. Ihe-
ring; cit. por E. Betti, op. cit., p. 208.
(74) Según parece, la más antigua de las estipulaciones para garantizar a los compra-
dores de res nec mancipi parece fue la stipulatio rem habere licere; F. Hernández Tejero, «La
propiedad primitiva de las res nec mancipi», AHDE 16, 1945, pp. 290 ss.
(75) E. Cuq, op. cit., p. 463; E. Volterra, op. cit., p. 503; R. Monier, op. cit., p. 155; P.
Meylan, «La satisdatio secundum mancipium» cit., pp. 1-35; V. Arangio Ruiz, op. cit., p. 228;
P. G. Girard, «Les stipulations de garantie» cit., p. 585.
154 3. La garantía por evicción en la compraventa como elemento…
A pesar de la escasez de fuentes de las que disponemos sobre estas dos fi-
guras80, podríamos apoyar la tesis de que se trataba de promesas de garan-
2. «Stipulatio duplae»
(92) S. Perozzi, op. cit., p. 280, n. 2; P. G. Girard, «La garantie d´eviction» cit., p.
416.
(93) Varro, De re rustica 2,10,5; cf. P. Meylan, «Varron et les conditions du transfert
de la propietà dans la venta romaine», Scritti Ferrini 3, Milano, 1930, pp. 185 ss.; Randazzo,
Leges mancipii cit., p. 111.
(94) M. Kaser, Eigentum und Besitz cit., pp. 14, 210 ss.; Perozzi, «Servitù e obbligazio-
ni. Il contratto consensuale classico», Scritti giuridici I (Milano, Giuffrè, 1948) pp. 3 ss.; P. G.
Girard, «Les stipulations de garantie» cit., p. 555.
(95) P. Meylan, «Varro et les conditions du transfert de le proprietà» cit., pp. 176 ss.;
según unos formularios transmitidos por Varrón, –De re rustica 2,1,15, 2,6,3, 2,8,3 y 2,9,7–,
sabemos que existieron unas estipulaciones de garantía en las ventas de res mancipi, en las
que el vendedor prometía al comprador que le sería lícito –licere– tener la cosa –habere–. Esta
stipulatio tiene la misma forma que una obligatio verbis, con lo que el comprador, si era ven-
cido en juicio por un tercero, podía reclamar del vendedor a través de una actio ex stipulatu
la reparación de perjuicios que le hubiese irrogado; C. Arnò, «Il passaggio della proprietà
nella compravendita romana» cit., p. 588; M. Sargenti, «Problemi della responsabilità con-
trattuale» cit., p. 229, n. 67; A. Torrent, op. cit., p. 455; E. Costa, op. cit., p. 389. Varro, De re
rustica 2,1,15: «Quarta parte est de iure in parando, quem ad modum quamque pecudem emi oporteat
civili iure, quod enim alterius fuit, id ut fiat meum, necesse est aliquid intercedere, neque in omnibus
satis est stipulatio aut solutio nummorum ad mutationem domini, in emptione alias stipulandum
sanum esse, alias e sano pecore, alias neutrum». Sobre esta especie de promesa solemne tenien-
do por objeto el precio, expromissio numorum–, vid. la obra de G. Beseler, «Eigentumsüber-
gang und Kaufpreiszahlung» cit., pp. 339 ss.; C. ss. Tomulescu, «Et expromisit nummos», labeo
25,1979, Giuffré, pp. 290 ss.; P. Meylan, «La conception classique de la vente et le fragment
D.12,4,16» cit., p. 137; F. Pringsheim, «Eigentumsübergang beim Kauf» cit., pp. 339, 342,
343, 359; G. G. Archi, Il trasferimento della proprietà cit., pp. 110 ss.; E. Schonbauer, «Zur
Frage des Eigentumsüberganges beim Kauf» cit., pp. 207 ss.; Romano, Nuovi studi sul trasfe-
rimento della proprietà cit., pp. 166 ss.; E. Zulueta, The Roman Law of Sale cit., pp. 4 ss. Varro,
De re rust. 2,6,3: In mercando item ut ceteras pecudes emptionibus et traditionibus dominum mutant
(scil. asini) et de sanitate ac noxa solet caveri. Varro, De re rust. 2,8,3: Quos (scil. mulos) emimus item
ut equos stipulamurque in emendo ac facimus in accipiendo idem quod dictum est in equis. Varro, De
re rust, 2,9,7: Fit alterius (scil. canis) cum a priore domino secundo traditus est, de sanitate et noxa
stipulationes fiunt eaedem, quae in pecore, nisi quod hic utiliter exceptum est.
(96) S. Tafaro, «Emptio uno precioe id quod interest», labeo 19, Giuffrè, 1973, pp. 31 ss.
(97) Cf. Varro, De re rustica 2,3,5: De emptione aliter dico atque fit, quod capras sanas sanus
nemo promittit; 2,4,5: emi solent sic: illasce oves
y 2,2,6: Eam rem
recte habere licere spondesne? o habe-
reque recte licere, haec sic recte fieri spondesne?; P. G. Girard, op. cit., p. 539; ID., «Les stipulations
de garantie» cit., p. 542.
158 3. La garantía por evicción en la compraventa como elemento…
hacía nacer un crédito para resarcimiento del daño, al id quod interest, cré-
dito que debía ser proporcional al perjuicio sufrido, independientemente
del precio98.
Varrón, en De re rustica, 2,2,5, y 2,2,6, nos ha conservado la fórmula de
una estipulación relativa a la garantía de los defectos y a la evicción99: «In
emptionibus (ovium) iure utitur eo, quo lex praescripsit; in ea enim alii plura, alii
pauciora excipiunt: quidam enim pretio facto in singulas oves, ut agni cordi duo pro
una ove adnumerentur, et si quoi vetustate dentes absunt, item binae pro singulis
ut procedant. De reliquo antiqua fere formula utuntur; cum emptor dixit: "Tanti
sunt mihi empta?" et ille respondit "sunt" et ex expromisit nummos, (6) emptor
stipulatur prisca formula sic: "Illasce oves
sanas recte
habereque recte licere: haec
sic recte fieri spondesne?". Cum id factum est, tamen grex dominum non mutavit,
nisi si est adnumeratum; nec non emtor pote ex empto vendito illum damnare, sin
non tradet, quamvis non solverit nummos, ut ille emptorem simili iudicio, si non
reddit pretium»100, e igualmente aparece reflejado en De re rustica, 3,5101: «De
emptione aliter dico atque fit, quod capras sanas sanus nemo promittit, numquam
enim sine febri sunt. Itaque stipulantur paucis exceptis verbis, ac Manilius scriptum
reliquit sic: "illas capras hodie recte esse et bibere posse habereque recte licere, haec
spondesne?"»102.
liceat. 2. At si quis velit factum alienum promittere, poenam vel quanti ea res sit potest promittere. Sed
quatenus habere licere videbitur
?».
(103) H. Ankum, «L´actio auctoritatis» cit., pp. 19-20.
(104) Dicha stipulatio habere tendría por misión garantizar al comprador la lícita y pací-
fica tenencia de la cosa, prescindiendo a priori de un múltiplo del precio fijado, atendiendo
únicamente para establecer la medida de la indemnización a pagar por el vendedor al valor
de la cosa en el momento de la evicción –stipulatio incerta–; P. G. Girard, «Histoire de la
garantie d´eviction: l'actio auctoritatis» cit., p. 131.
(105) A. Calonge, Evicción cit., p. 32; A. Torrent, op. cit., p. 455; señala C. Longo,
op. cit., p. 230, «que para excluir dicha garantía es preciso proveerse del conveniente pac-
to, mientras anteriormente era precisa dicha convención para garantizarla»; cf. D.19,1,11,8
(Ulp., lib. XLVI ad Sabinum): Idem Neratius, etiamsi alienum servum vendideris, furtis noxisque
solutum praestare te debere, ab omnibus receptum ait, et ex empto actionem esse, ut habere licere emptori
caveatur, sed et ut tradatur ei possessio; M. Girard, «Les stipulations de garantie» cit., p. 580.
(106) Se establece que en caso de que fueran omitidas, el comprador podría obligar
al vendedor a prestarlas bajo pena de condena.
(107) Cf. D. 21,2,37 (Ulp., lib. XXXII ad Edictum): Emptori duplam promitti a venditore
oportet, nisi aliud convenit: non tamen ut satisdetur, «nisi si specialiter id actum proponatur», sed ut
repromittatur. D. 21.1.31,20 (Ulp., lib. I ad Edictum Aedilium currulium): Quia adsidua est duplae
stipulatio, idcirco placuit, etiam ex empto agi posse, si duplam venditor mancipii non caveat; ea enim,
quae sunt moris et consuetudinis, in bonae fidei iudiciis debent venire.
160 3. La garantía por evicción en la compraventa como elemento…
(108) C. Accarias, Precis de Droit romain cit., p. 285; P. Bonfante, Instituciones cit., p.
481; P. G. Girard, op. cit., p. 540; H. Huvelin, op. cit., p. 185; M. Kaser, «Das Ziel der actio
empti nach Eviction», ZSS 54 (1934) pp. 162 ss.; B. Biondi, op. cit., p. 369.
(109) Cf. D.21,2,8 (Iulianus, lib. XV Digestorum): Venditor hominis emptori praestare debet,
quanti eius interest hominem venditoris fuisse. Quare sive partus ancillae sive hereditas, quam servus
iussu emptoris adierit, evicta fuerit, agi ex empto potest: et sicut obligatus est venditor, ut praestet licere
habere hominem quem vendidit, ita ea quoque quae per eum acquiri potuerunt praestare debet emptori,
ut habeat. D.19,1,43 (Paulus, lib. V Quaestionum):
De sumtibus vero, quos in erudiendum hominem
emptor fecit, videndum est: nam empti iudicium ad eam quoque speciem sufficere existimo: non enim
pretium continet tantum, sed omne quod interest emptoris servum non evinci. D.21,2,16 (Pomponius,
lib. IX ad Sabinum): Evicta re vendita ex empto erit agendum de eo quod accessit, quemadmodum
ea quae empto fundo nominatim acceserunt si evicta sint, simplum praestatur. 2. Duplae stipulatio
committi dicitur tunc, cum res restituta est petitori, vel damnatus est litis aestimatione, vel possessor
ab emptore conventus absolutus est. D.18,1,66 (Pomponius, lib. XXXI ad Quintum Mucium):
Si
cum servitus vendidis praedis deberetur, nec commemoraverit venditor, sed sciens esse, reticuerit et ob
id per ignorantium rei emptor non utendo per statutum tempus eam servitutem amiserit, quidam recte
putant, venditorem teneri ex empto ob dolum, por los que se concede al comprador vencido en
juicio la actio empti por el interés que tuviera en poder retener la cosa comprada. D.21,2,51,3
(Ulp., lib. LXXX ad Edictum):
Non mirum autem est, ut evicto homine de evictione teneatur heres,
nam actione ex empto praestare debet hereditatem, quamvis defuncto in hoc tantum fuit utilis ex empto
actio, ut servus traderetur. D.21,2,70 (Paulus, lib. V Quaestionum): Evicta re ex empto actio non ad
pretium dumtaxat recipiendum, sed ad id quod interest, competit; ergo et, si minor esse coepit, damnum
emptoris erit; cf. P. G. Girard, «La garantie d´eviction dans la vente consensuelle» cit., p. 434.
(110) D.21,2,57 (Gaius, lib. II ad Edictum Aedilium curulium): Habere licere rem videtur
emptori;
tunc enim nulla competit emptori ex stipulatu actio, quia rem habere ei licet. D.21,2,24 (Afri-
canus, lib. VI Quaestionum): Non tamen ei consequens esse, ut et si ipsi domino nuptura in dotem eum
dederit, committi stipulationem dicamus, quamvis aeque indotata mulier futura sit, quoniam quidem,
etiamsi verum sit, habere ei non licere servum, illud tamen verum non sit iudicio eum evictum esse; ex
empto tamen contra venditorem mulier habet actionem.
(111) Aun así, los antecedentes anteriores no desaparecieron en el Derecho clásico;
así, se explicaría la actio auctoritatis, que tendría su propio contenido, la defensa judicial,
igual que la stipulatio duplae, sin la cual la actio empti no podría tener un contenido fijo, y
que funcionaría como cláusula de uso. La que presentaría mayor problema sería la stipu-
latio habere licere, la cual miraba al id quod interest, al igual que la actio empti; se puede decir
que quedó absorbida por esta última, aun cuando las fuentes no den testimonio de ello.
D. 12,2,13,3 (Ulp., lib. XXII ad Edictum): Si quis iuraverit vendidisse me ei rem centum, ex empto
agere poterit, ut ei cetera praestentur, id est res tradatur, et de evictione caveatur: an tamen ad pretium
consequendum ex vendito conveniri possit, videndum; et si quidem et de hoc ipso iuratum est, quod pre-
tium solutum est, nulla pro pretio actio superest: si vero hoc non fuerit iuratum, tunc consequens est de
pretium eum teneri. D.18,1,66 pr. (Pomponius, lib. XXXI ad Quintum Mucium): In vendendo fundo
quaedam, etiamsi non condicantur, praestanda sunt, veluti ne fundus evincatur, aut ususfructus
eius, quaedam ita demum, si dicta sint, veluti viam, iter, actum, aquaeductum praestatu iri; idem et in
servitutibus urbanorum praediorum. C.8,45 (Krueger 44), 6 (Imp. Alexander): Non dubitatur, etsi
IV. La evicción como elemento natural del contrato de compraventa… 161
specialiter venditor evictionem non promiserit, re evicta ex empto competere actionem; vid. GIRARD,
«Les stipulations de garantie», cit., p. 543. D.19,1,11,13 (Ulp., lib. IX ad Sabinum):
Nec videri
traditum, si superior in possessione emptor futurus non sit: erit igitur ex empto actio, nisi hoc praeste-
tur. D.19,1,11,2 (Ulp., lib. IX ad Sabinum): Et in primis ipsam rem praestare venditorem oportet, id
est tradere; quae res, si quidem dominus fuit venditor, facit et emptorem dominum, si non fuit, tahntum
evictionis nomine venditorem obligat
En el Código civil español, el art. 1475, se recoge esta figu-
ra: «Tendrá lugar la evicción cuando se prive al comprador, por sentencia firme y en virtud
de un derecho anterior a la compra, de todo o parte de la cosa comprada. El vendedor
responderá por evicción, aunque nada se haya expresado en el contrato. Los contratantes,
sin embargo, podrán aumentar, disminuir o suprimir esta obligación legal del vendedor»;
cf. M. J. García Garrido, «Los efectos obligatorios de la compraventa en el Código civil
español», Vendita e trasferimento della propietà nella prospettiva storico-comparatistica (Atti del Con-
greso Internazionale Pisa-Viaregio-Luca (abril 1990) pp. 344 ss.
(112) No así en caso de que la evicción fuese consecuencia de una falta del compra-
dor, como por ejemplo no ejercitar la usucapio de la cosa de la cual era bonae fidei possessor; cf.
D.21,2,56,1,3; también D.21,2,29,1 (Pomponius, lib. XI ad Sabinum), ó D.21,2,65 (Papinianus,
lib. VIII Quaestionum).
(113) C.4,48,1 (Imp. Alexander): Adversus eum, cui agrum vendidisti, venditi iudicio consis-
te: nec enim tibi in rem actio cum emptore, qui personaliter tibi sit obligatus, competit.
(114) D.19,4,1 (Paulus, lib. XXXII ad Edictum): «
Unde si ea res, quam acceperim vel dede-
rim, postea evincatur, in factum dandam actionem respondetur»; también D.18,5,10,1 (Scaevola,
lib. VII Digestorum).
(115) M. Sargenti, «Appunti sull´esperibilità dell´azione contrattuale nella compra-
vendita», Studi Arangio Ruiz 2, Milano, 1952, p. 233.
(116) M. Kaser, Römisches Privatrecht cit., p. 160.
162 3. La garantía por evicción en la compraventa como elemento…
(117) Véase stipulatio habere licere; cf. D.45,1,38 (Ulp., lib. XLIX ad Sabinum); D.19,1,11,8
(Ulp., lib. XXXII ad Edictum); D.45,1,83 (Paulus, lib. LXXII ad Edictum); F. De Zulueta, The
Roman Law of Sale cit., p. 43; P. G. Girard, «L´actio auctoritatis» cit., pp. 65-78 (= NRH 6
(1882) pp. 181 ss.)
(118) P. G. Girard, op. cit., pp. 46 ss., considera la stipulatio duplae como generadora
de un actio stipulatu, que vendría a sustituir a la arcaica actio auctoritatis, mientras que V.
Arangio Ruiz, La compravendita I cit., pp. 46 ss., afirma que en la stipulatio duplae se con-
densan las características de la actio auctoritatis –doble del precio–, de la satisdatio secundum
mancipium –posibilidad de intervenir como garante junto al vendedor–, y la stipulatio habere
licere –fijar como criterio para el reconocimiento de la evicción el no surgimiento del habere
licere–.
(119) M. Kaser, op. cit., p. 159.
(120) M. Sargenti, op. cit., loc. cit.; F. Thomas, op. cit., pp. 417 ss.
(121) E. Volterra, op. cit., p. 505.
(122) P. Voci, Modi di acquisto cit., p. 36; C. Brezzo, La mancipatio cit., p. 94; P. G. Gi-
rard, op. cit., p. 537, n. 3. También en los papiros de compraventa de Rávena (siglo IV y
V d. C.) hallamos la cláusula de la stipulatio duplae, y la obligación, en caso de evicción, de
resarcir al comprador las mejoras aportadas a la cosa; G.–Pugliese, «Compravendita e tras-
ferimento della proprietà» cit., p. 46. D. Pugsley, The Roman Law of Property und obligations,
Winberg, Apollinaris 1972, p. 16; H. Ankum, «L´actio auctoritatis» cit., p. 21.
(123) A. Costa, op. cit., p. 388.
(124) Con el reconocimiento de la posibilidad de utilizar la actio empti para reclamar
el resarcimiento de daños al vendedor, tres fueron las acciones posibles del comprador en
caso de evicción: la actio auctoritate, basada en la mancipatio; la actio ex stipulatu, basada en
una stipulatio de evictione; y la actio empti, basada en el contrato de emptio-venditio; de las rela-
IV. La evicción como elemento natural del contrato de compraventa… 163
ciones entre estas tres deriva la dificultad del tema de la evicción; H. Ankum, L´actio auctori-
tatis appartenant à l´acheteur mancipio accipiens a-t–elle existe? Atti dell´Accademia Romanistica
Constantiniana, III Convegno Internazionale, (Perugia, Giapichelli, 1979) pp. 3-45; R. Fernán-
dez Espinar, «La compraventa en el derecho medieval español», AHDE 25, 1965, pp. 295 ss.
(125) A pesar de la abolición de la distinción entre res mancipi y res nec mancipi, o entre
la mancipatio o la actio de auctoritate, los compiladores siguen incluyendo en el Digesto y en
el Código estos fragmentos de juristas clásicos, y las constituciones imperiales de los siglos II
y III que tratan de la mancipatio y la actio auctoritate, añadiendo numerosas interpolaciones,
lo cual contribuye a aumentar la complejidad del tema; H. Ankum, «Evizione» cit., p. 500.
(126) La garantía en caso de evicción tiene lugar de pleno derecho, sin que las par-
tes tengan necesidad de estipularla, y aun cuando ninguna falta pueda ser imputada al
vendedor; cf. D.19,1,11,2 (Ulp., lib. XXXII ad Edictum), pero las partes pueden derogar, por
convenciones particulares, este efecto natural del contrato, ya de una manera general, o ya
para ciertos casos de evicción –pactum de non praestanda evictione–; E. De Medio, «Il patto di
non prestar l´evizione e il dolo del venditore nel diritto romano classico», BIDR 16,1904, pp.
5 ss.; sin embargo, los derechos que se conceden al comprador para el caso de evicción son
renunciables, ya que las partes podían contraer dicho pactum, en caso de que este último no
quisiera asumir la responsabilidad por evicción, con lo cual, el vendedor quedaba liberado
de todas las consecuencias de la evicción. El efecto de dicho acto sería pues el de liberar
al vendedor de toda responsabilidad dentro de los límites fijados por la convención, salvo
el caso de dolo; cf. D.19,1,6,9 (Pomponius, lib. IX ad Sabinum): Si venditor sciens obligatum aut
alienum vendidisset, et adiectum sit, neve eo nomine quid praestaret, aestimari oportet dolum malum
eius, quem semper abesse oportet in iudicio empti, quod bonae fidei sit; D.19,1,11, frag. 15:, 16 y 18
(Ulp., lib. III ad Edictum); como consecuencia de este pacto, es de destacar que el vendedor
no estaría obligado ni siquiera a restituir el precio recibido, y si no lo hubiera aún cobrado,
podría exigirlo a través de la actio venditi; hay que tener en cuenta que en los casos de venta
de cosa pignorada o hipotecada, esta responsabilidad quedaría excluida por ese mismo
hecho; cf. D.21,2,68 (Papinianus, lib. XI Responsorum): «Cum ea conditione pignus distrahitur,
ne quid evictione secuta creditor praestet: quamvis pretium emptor non solverit, sed venditori caverit,
evictione secuta nullam emptor exceptionem habebit, quo minus pretium solvat
»; B. Biondi, «Vendi-
ta» cit., pp. 885 ss.; A. Guarneri Citati, «Gli effetti del " pactum de non praetandae evictione"»,
Annali Palermo 8 (1929) pp. 385 ss.; E. Volterra, op. cit., pp. 505 ss.; M. Marrone, op. cit., p.
644; A. Fernández Barreiro/J. Paricio, op. cit., p. 353.
(127) Vid. D.18,1,28 (Ulpianus, lib. XLI ad Sabinum).
(128) D.19,1,11,2 (Ulp., lib. XXXII ad Edictum): Et in primis ipsam rem praestare venditorem
oportet, id est tradere: quae res, si quidem dominus fuit venditor, facit et emptorem dominum, si non
fuit, tantum evictionis nomine venditorem obligat, si modo pretium est numeratum aut eo nomine
satisfactum. Emptor autem nummos venditoris facere cogitur.
(129) Cf. D.19,1,30,1 (Africanus, lib. VIII Quaestionum), y también D.18,1,25,1 (Ulp., lib.
XXXIV ad Sabinum): Qui vendidit necese non habet fundum emptoris facere, ut cogitur, qui fundum
164 3. La garantía por evicción en la compraventa como elemento…
stipulanti spopondit; D.12,4,16 (vid. infra), D.19,4,1 (Paulus, lib. XXXII ad Edictum); C.8,44,3;
D.19,1,50 (Labeo, lib. IV Posteriorum a Iavoleno epitomatorum).
(130) De ahí que se considere como un prius lógico de la responsabilidad del vende-
dor que este haya efectuado la entrega de la cosa al comprador; cf. D.21,2,62 pr. (Celsus, lib.
XXVII Digestorum): Si rem quae apud te esset, vendidissem tibi, quia pro tradita habetur, evictionis
nomine me obligare placet.
(131) Vid. H. Appleton, «Le fragment 16 D.12,4. L´obligation de transferer la pro-
prietà» cit., p. 62.
(132) Vid. V. Scialoja, «La l. 16 D. de condicio causa data 12,4» cit., pp. 161 ss.
(133) F. Schulz, Derecho romano clásico, Barcelona, 1960, p. 508; C. Maynz, op. cit., p.
231, n. 18; según V. Arangio Ruiz, no es clásica la decisión por la cual el comprador de bue-
na fe puede, sin que la evicción haya tenido lugar, intentar la actio empti contra aquél que
le hubiese vendido una cosa ajena; la decisión se basaría en el dolum malum abesse, sobre la
cláusula de la stipulatio duplae, y el pasaje estaría interpolado donde habla de agere ex empto,
ya que el original diría ex stipulatu, V. Arangio Ruiz, op. cit., p. 228.
V. Conclusiones 165
V. Conclusiones
20. Por tanto, la obligación de evicción, que en época clásica aparecía
como inherente al contrato consensual de compraventa, se encontraría
implícitamente unida a la exigencia de transmitir la pacífica posesión de
la cosa vendida, o procurar la vacuam possesionem tradere al comprador: en
consecuencia, garantía del verdadero cumplimiento de la obligación de
entrega es la responsabilidad del vendedor por evicción y vicios ocultos de
la cosa.
Bibliografía
H. Beale, Chitty on Contracts, 30ª ed., Londres, Thomson-Reuters/Sweet & Maxwell, 2008,
§ 1-070, pp. 53-54. De hecho este texto es una prueba evidente de la relatividad reseñada,
pues dedica su primer volumen a General Principles y reserva el segundo, no menos denso y
voluminoso, a Specific Contracts].
(4) Vid. D. Ibbetson, A Historical Introduction to the Law of Obligations, Oxford Uni-
versity Press, 1999 (rep. 2006), pp. 21-24.
(5) El requisito formal del sellado para los deeds fue abolido por la Law of Property
(Miscellaneous Provision) Act de 1989.
(6) Se ha afirmado la inspiración de esta fórmula en la action of fidei laesio caracte-
rística de la jurisdicción eclesiástica, que languidecía cuando la action of assumpsit precisa-
mente comenzaba su auge (cf. R. H. Helmholz, «Assumpsit and Fidei Laesio», 91 The Law
Quarterly Review, 1971, p. 406).
(7) Wiseman v. Cole (1585), cit. por D. Ibbetson,op. cit., p. 141, nota 63ª.
172 4. El derecho contractual inglés
ten, básicamente, en cumplir las promesas realizadas12. Son, sin duda, las
teorías contractuales que gozan de mayor predicamento y tradición en la
doctrina inglesa13. Las reliance theories cifran las obligaciones contractuales
en el principio de confianza o previsibilidad, de forma que su característica
es garantizar el cumplimiento de una expectativa generada14. Estas teorías
se alejan del elemento subjetivo o volitivo para fundamentar la obligación
en una circunstancia objetiva, fundamentándose en la fuente legal de la
obligación y aproximándose al régimen de la responsabilidad por daños
(torts). Las transfer theories, en contrapartida, aproximan el Derecho contrac-
tual, además, al régimen de los derechos reales: la exigencia del cumpli-
miento de la prestación contractual traería causa en un derecho transferido
o entregado por la parte obligada al acreedor15. Frente a las promissory theo-
ries, las dos últimas más bien impiden una consideración autónoma de las
obligaciones contractuales.
ducción que cohabitan en Europa (vid. «Legal Irritants: Good Faith in British Law or How
Unifying Law ends up in New Divergences», The Europeanisation of Law (The Legal Effects of
European Integration), Oxford, 2000, pp. 253-258).
(18) J. J. Powell, Essays upon the Law of Contracts and Agreements, vol. I, Walpole, 1790.
(19) Así lo entienden J. Gordley, «Contract in Pre-Commercial Societies and in Wes-
tern History», International Encyclopaedia of Comparative Law, vol. VII, chapter 2, p. 13, y S.
Waddams, Principle and Policy in Contract Law (Compeing or Complementary Concepts?), Cambri-
dge University Press, 2011, pp. 15-17.
(20) Vid. G. Gilmore, The Death of Contract, Columbus, 1975; P. Atiyah, The Rise and
Fall of Freedom of Contract, Oxford, Clarendon Press, 1979, esp. pp. 681-715; y las reflexiones
al respecto de G. Alpa, Il contratto nel common law inglese, 3ª ed., Padua, CEDAM, 2005, pp.
15-22, D. Ibbetson (op. cit., pp. 245-261) y R. Bownsword (op. cit., pp. 46-70).
176 4. El derecho contractual inglés
(21) Vid. R. Posner, «The Law and Economics of Contract Interpretation», Texas
Law Review, vol. 83/6, 2005, pp. 1.581-1.614. La contratación en masa y la concentración
empresarial frente a las pequeñas empresas han matizado la filosofía intrínsecamente libe-
ral e individualista del Derecho inglés, pero no puede hablarse drásticamente, si se prescin-
de del subsistema del Derecho contractual en el caso de contratos celebrados por consu-
midores o trabajadores, de una concepción «social» de los contratos mercantiles (vid. B.J.
Reiter, «The Control of Contract Power», 1 Oxford Journal of Legal Studies, 1981, pp. 347 ss.).
Se reconoce en alguna medida la posibilidad de un desequilibrio contractual entre comer-
ciantes (inequality bargaining power), que especialmente trata de garantizar la protección del
adherente frente a los abusos de las cláusulas de exención de responsabilidad al amparo de
la Unfair Contract Terms Act de 1977. Es cierto que, en ocasiones, parecía configurarse una
tendencia de la House of Lords a una protección más general del adherente [Schroeder Music
Publishing Co. Ltd. v. Macaulay (1974), 1 WLR, 1308], pero la evolución de esta jurispruden-
cia apunta a que un notable desequilibrio contractual finalmente encuentra un acomodo
más confortable en la nulidad amparada en vicios del consentimiento como el error, el dolo
o la undue influence [Pao On c. Lau Yiu Long (1980) AC, 614; National Westminster Bank plc. v.
Morgan (1985), AC, 686], o en una doctrina de la consideration más partidaria de la negativa
cuando sea grossly inadequate [Lloyd's Bank Ltd. v. Bundy (1975), QB, 326]. En el fundamento
de esta reticencia del common law y en las opiniones de Lord Scarman se encuentra, a mi
juicio, la clave económica de la filosofía liberal del Derecho inglés. El desequilibrio con-
tractual como una noción o cláusula general implicaría una determinación issue-by-issue
que sería fuente indudable de inseguridad jurídica. Corresponde al Parlamento, a través
de statutes y la adopción de leyes, establecer las restricciones de la libertad contractual, tal y
como ha hecho en muchos ámbitos, especialmente, pero no únicamente, de protección del
consumidor. No ve Lord Scarman por qué los jueces deberían asumir la tarea de formular
restricciones adicionales. La filosofía liberal del Derecho inglés no es, pues, una filosofía
puramente individualista. La santidad del contrato no sirve únicamente al respeto de la
libertad contractual. Busca asimismo una eficiencia que proviene de la seguridad de los
contratantes, cuando redactan un contrato, del reparto de costes y riesgos que están reali-
zando. No importa tanto que su libertad sea absoluta, como que las restricciones impuestas
a su libertad sean previsibles, bien porque estén previstas legalmente (implied-in-law terms),
bien porque resulten imprescindibles para que el contrato tenga sentido comercial (implied-
in-fact terms). Introducir cláusulas generales como la buena fe o el desequilibrio contractual
(inequality of bargaining power), capaces de hacer impredecible la eficacia del contrato, es un
mal negocio para la suerte de los negocios.
(22) Vid. D. Kennedy, «The Structure of Blackstone's Commentaries», 28 Buffalo L.
Rev., 1979, pp. 205-382, esp. pp. 234-237; M. Cohen, «The Basis of Contract Law», 46 Har-
vard L. Rev., 1933, pp. 553-592; R. Craswell, «Contract, Default Rules and the Philosophy
of Promising», 88 Michigan Law Review, 1989, pp. 489 ss.; id.: «Two Economic Theories to
Enforcing Promises», The Theory of Contract Law (New Essays) (ed. P. Benson), Cambridge
University Press, 2001, pp. 18-44; R. Unger, «The Critical Legal Studies Movement», 96
Harvard Law Review, 1983, pp. 616-648; R. Barnett, «A Consent Theory of Contract», 86
Columbia Law Review, 1986, pp. 269 ss.; J. Gordley, The Philosophical Origins of Modern Con-
I. Postulados del Derecho contractual inglés 177
tract Doctrine, Oxford, Clarendon Press, 1999, pp. 230-248; M. Trebilcock, The Limits of
Freedom of Contract, Cambridge (MA), Harvard University Press, 1993; M. J. Treibilcock y S.
Elliot, «The Scope and Limits of Legal Paternalism (Altruism and Coercion in Family Fi-
nancial Arrangements)», The Theory of Contract Law (New Essays) (ed. P. Benson), Cambridge
University Press, 2001, pp. 45-85. M. A. Eisenberg, «The Theory of Contracts», The Theory
of Contract Law (New Essays) (ed. P. Benson), Cambridge University Press, 2001, pp. 206-264.
178 4. El derecho contractual inglés
(28) Balfour v. Balfour (1919), 2 KB, 571. Vid. Al respecto las reflexiones comparativas
de A. Von Mehren, «A General View of Contract», International Encyclopaedia of Comparative
Law, vol. VII (Contracts in General), chapter 1, §§ 32 a 35.
(29) En este sentido, E. Dell' Aquila, op. cit., p. 94, y del mismo autor «Note compa-
ratistiche sull'elemento della intention nel diritto contrattuale inglese», Rivista trimestrale di
diritto e procedura civile, 1973, pp. 1.162 ss.
(30) Vid. P. S. Atiyah, The Rise..., op. cit., p. 690. Esta exigencia ha sido objeto de
críticas, en la medida en que implica una importación del Derecho continental que la doc-
trina de la consideration hace innecesaria, además de casar mal con el sistema objetivista de
interpretación del contrato en el Derecho inglés, ajeno a la búsqueda de la verdadera o real
intención de las partes (vid. S. Williston, Williston on Contracts, 3ª ed., Rochester, Lawyers
Co-operative Pub.Co., 1979, p. 21; A. G. Chloros, «Comparative Aspects of the Creation of
Legal Relations in Contract», 33 Tulane Law Review, 1958-1959, pp. 607-620; C. J. Hamson,
«The Reform of Consideration», 54 Law Quarterly Review, 1938, pp. 233-257; S. Hedley,
«Keeping Contract in its Place – Balfour v. Balfour and the Enforceability of Informal Agree-
ments», 5 Oxford Journal of Legal Studies, 1985, pp. 391-415; B. A. Hepple, «Intention to
Create Legal Relations», 28 Cambridge Law Journal, 1970, pp. 122-137; J. Unger, «Intention
to Create Legal Relations, Mutuality and Consideration», 19 The Modern Law Review, 1956,
pp. 96-100).
(31) Snelling v. John G. Snelling Ltd. (1973), 1 Q.B. 87. Merrit v. Merrit (1970), 1 WLR,
1.121.
(32) Taylor v. Brewer (1813) 1 M & S, 290; Carmichael v. National Power Plc (1999), 1
WLR, 2042.
180 4. El derecho contractual inglés
Como afirma Lord Cairns, en «Peek. v. Gurney» (1873)42: «el mero silen-
cio, en mi opinión, no es base suficiente para este procedimiento. La mera
falta de transmisión de datos fácticos, aunque moralmente censurable, no
basta para anular una adquisición de acciones sobre la base del dolo o frau-
de». No es, como se avanzó, la postura seguida por el Derecho norteameri-
cano, más cercano a los deberes genéricos de transparencia en la informa-
ción y a las consecuencias atribuidas al silencio malicioso por parte de los
sistemas continentales [Obde v. Schlemeyer (1960)43].
of the parties to negotiate their own bargains without the intervention of the courts». Cosa distinta
es que muchos autores anglosajones de peso hayan abogado por la conveniencia de esa
doctrina (ad ex. cf. H. Collins, The Law of Contract, 4ª ed., Londres, Botterworths, 2003,
capítulos 13º y 15º o las aportaciones de autores como J Beatson, D. Friedmann, N. Cohen
o E. Mckendrick en la obra colectiva editada por J. Beatson Y D. Friedmann, Good Faith
and Fault in Contract Law, Londres, Clarendon Press, 1995).
(38) Regalian Properties plc v. London Dockland Developments Corp (1995), 1 All ER, 1005.
(39) Seager c. Copydex, Nº 1 (1967), 1 WLR, 923.
(40) British Steel Corporation v. Cleveland Bridge & Engineering (1984), 1 All ER, 504, 274.
(41) Banque Financière de la Cité SA v. Westgate Insurance Co. Ltd. (1990), QB, 665.
(42) LR 6 HL, 377.
(43) 353 p. 2d, 672 (Wash. 1960).
(44) Recogiéndose finalmente en el § 90 del Second Restatement.
(45) Vid. R. Van der Mensbrugghe, «La bonne foi dans le commerce internatio-
nal», Revue international de droit comparé, 2000/3, pp. 303-328; R. Brownsword, «Good Faith
in Contracts Revisited», 49 Current Legal Problems, 1996, pp. 111-157.
182 4. El derecho contractual inglés
A. Oferta
11. No existe una diferencia esencial entre el Derecho inglés y los siste-
mas romano-germánicos por lo que se refiere a la perfección del contrato.
La regla fundamental es el concurso de declaraciones de voluntad de las
partes, la concurrencia de oferta y aceptación. No cambia mucho este plan-
teamiento el hecho de que, conforme al Derecho inglés, se pueda afirmar
que el eje central del contrato no es el acuerdo de voluntades (agreement),
sino el intercambio de promesas por la vía de la consideration49. Dentro
de las teorías dominantes en el Derecho inglés partidarias de construir el
Derecho contractual sobre la figura de la promise, cabe defender que una
oferta es simplemente una promesa condicional o condicionada a que el
destinatario realice a su vez una promesa en «consideración» a la prime-
ra50, pero en la práctica la calificación teórica no altera la similitud de
planteamientos.
(53) M. H. Whincup pone de manifiesto esta discrepancia en Contract Law and Prac-
tice (The English System, with Scottish, Commonwealth, and Continental Comparisons), La Haya,
Kluwer, 2006, p. 61.
(54) Grainger & Son v. Gough [1896] AC, 325. No han faltado las críticas a semejante
interpretación, por una parte señalando la posibilidad de evitarlas, al entender que la oferta
genérica al público incluye como término implícito la condición de que no se hayan agota-
do las existencias; por otra, denunciando los eventuales abusos que puede suponer una in-
vitación atractiva para el consumidor, cuyo rechazo puede generar perjuicios injustificados,
por ejemplo, después de hacer varias horas de cola ante las gangas anunciadas en períodos
de rebajas (vid. E. Peel, op. cit., pp. 13-14, § 2-1009; J. O'Sullivan y J. Hilliard, The Law of
Contract, 4ª ed., Oxford University Press, 2010, pp. 17-18). Con todo, existen otros supues-
tos característicos o típicos que son tratados como invitation to treat en el Derecho inglés:
las ventas mediante subasta [Payne v. Cave (1789), 3 TR, 148; British Car Auctions v. Wright
(1972) 1 WLR, 1519. Asimismo sección 57 (2) Sale of Goods Act 1979], las licitaciones –salvo
que se especifique el compromiso de aceptar la plica más elevada–, los contratos celebra-
dos en internet mediante un click de ratón o las ofertas públicas de acciones [Hebb's Case
(1867), LR 4 Eq., 9; National Westminster Bank plc v. IRC (1995), 1 AC 119, 126].
(55) 2 Q.B. 795, p. 802; 2 All ER, 456. Vid. T. Kadner Graziano, Le contrat en droit
privé européen (exercices de comparaison), 2ª ed., Bruselas, Bruylant, 2010, pp. 81-83.
184 4. El derecho contractual inglés
(56) Vid. A. Lara Aguado, loc. cit., op. cit., pp. 46-51. En consecuencia, el Derecho
inglés exige, para considerar la existencia de una oferta, acreditar la voluntad del oferente
y un contenido mínimo de la oferta, esencialmente de la prestación característica, sin que
sean precisos extremos relevantes como la determinación del precio o el lugar de entrega
de una mercancía. Obviamente, dependiendo de la naturaleza del contrato, es posible que
determinadas circunstancias, como la fecha de ejecución o la fijación del precio, puedan
resultar, siquiera sea presuntivamente, como elementos necesarios de la oferta. Pero, con
carácter general, el Derecho inglés y los sistemas tributarios del common law son proclives
a permitir la integración posterior de elementos esenciales del contrato, tales como la de-
terminación del precio u otros, a partir de estándares de razonabilidad o usos comerciales.
Los textos internacionales de armonización del Derecho contractual se han alineado abier-
tamente con esta flexible concepción de la oferta del Derecho inglés (art. 2:201 PECL, art.
4:201 DCFR, art. 2.1.2 PU o art. 2.1.2 POHADAC). Ahora bien, esta aparente aproximación
o convergencia dista mucho de ser real, pues, en la práctica, las ofertas o contratos perfec-
cionados sin precisar elementos esenciales requerirán de mecanismos de integración que
pueden articularse forma muy diversa según se siga un modelo de interpretación más am-
plio (sistemas romano-germánicos) o más estricto (common law), como luego se expondrá.
En todo caso, no debe subestimarse el juego que el enriquecimiento injusto y, en general,
los recursos relativos a la responsabilidad extracontractual pueden jugar en el Derecho
inglés cuando, aun no existiendo propiamente un contrato, el oferente o una de las partes
haya inducido a la otra a realizar gastos o anticipar la ejecución del contrato en beneficio
de la otra, si bien puede ser un obstáculo en ciertos casos la tradicional concepción de la
jurisprudencia inglesa favorable a limitar el estoppel a una causa de oposición o exoneración,
y no de fundamento de una demanda.
(57) Offord v. Davies (1862), 142 Eng. Rep., 1336 1486-1865. Routledge v. Grant (1828),
130 Eng. Rep., 920, 1486-1865. Vid. T. Kadner Graziano, op. cit., pp. 185-186.
(58) Dickinson v. Dodds (1875), 2 Ch. D., 463.
II. Formación y validez del contrato 185
B. Aceptación
15. La aceptación implica, al igual que la oferta, una expresión clara
de asentimiento a una oferta. En principio, el mero hecho de agradecer
una oferta no implica aceptación61, ni tampoco el silencio62, salvo que
vaya acompañado de actos concluyentes que impliquen la aceptación táci-
ta (acceptance by conduct)63. En determinadas circunstancias, sin embargo,
puede ser razonable interpretar que el aceptante, con su mero silencio, ha
inducido razonablemente al oferente a confiar en la perfección del con-
trato64. En contrapartida, la firma de un documento implica aceptación,
sin perjuicio de que el aceptante pueda invocar con éxito algún vicio del
consentimiento (signature rule)65.
El Derecho inglés opta por una interpretación muy estricta de la acep-
tación basada en la mirror image rule, de forma que una modificación de la
oferta implica en realidad una contraoferta, y el papel de oferente recae
(66) British Road Services v. Arthur V Crutchley Ltd (1968), 1 All ER, 811. Zambia Steel &
Building Supplies Ltd. v. James Clark & Eaton Ltd [(1986), 2 Lloyd's Rep., 225; Butler Machine
Tool Co. Ltd. v. Ex-Cell-O–Corporation (England) (1979), 1 WLR, 401. Tekdata Interconnections
Ltd. v. Amphenol Ltd (2009), EWCA Civ., 1209.
(67) Lark v. Outhwaite, (1991), 2 Lloyd's Rep., 132, 139.
(68) La opinión minoritaria en este sentido de Lord Denning en el asunto Butler Ma-
chine Tool Co. Ltd. v. Ex-Cell-O–Corporation (England), partidario de una mayor flexibilidad, no
ha tenido eco en la jurisprudencia inglesa, a pesar de cierto predicamento doctrinal (cf. S.
A. Smith, Atiyah's Introduction..., op. cit., pp. 53-56), de forma que el criterio sigue teniendo
vigencia hoy en día. La contradicción entre formularios implica ausencia de acuerdo, y en
el caso de que las partes emprendan la ejecución del contrato prevalece la regla del último
disparo, de forma que el comprador puede, por ejemplo, rechazar la recepción del bien o
aceptarlo condicionalmente, y en este último caso el vendedor puede aceptar o rechazar la
correspondiente contraoferta (vid. A. Von Mehren, «Formation...», loc. cit., 9-164; J. O'Su-
llivan y J. Hilliard, op. cit., pp. 39-41). En el caso de que ambas partes hayan ejecutado
sus obligaciones (entrega y pago) prevalecerán las condiciones de la contraoferta (last shot
rule).
(69) (1818), 12 Digest (Real.), 86, 477.
(70) Household Fire Insurance Co Ltd. v. Grant (1879), 4 Ex. D., 216. Para que se pro-
duzca este efecto es preciso que el envío haya sido apropiado y la dirección correctamente
indicadas [L.J. Kobertis v. Transgrain Shipping BV (2005), EWHC, 1345]. La justificación teóri-
ca de la mail box rule en el Derecho inglés es diversa. Según una primera teoría, el empleado
o servicio de correos actuaría como agente común de ambas partes, planteamiento anti-
cuado y abiertamente criticado por la doctrina (vid. S. Gardner, «Trashing with Trollope;
a Deconstruction of the Postal Rules in Contract». Oxford Journal of Legal Studies, 1992, pp.
170-194). Un segundo planteamiento se fija más en el equilibrio contractual, dado el am-
plio poder concedido al oferente para revocar la oferta, que trata de compensarse a través
de la mail box rule. En este sentido, el propio Posner parece defender el criterio tradicional
II. Formación y validez del contrato 187
(vid. la cita no identificable por S. A. Smith, op. cit., p. 191, nota 32), si bien parece más
razonable el juicio de S. A. Smith, en el sentido de que ambas reglas presentan ventajas
e inconvenientes desde el punto de vista de la eficiencia económica, pues la teoría de la
recepción desincentiva la confianza (después de la expedición) y favorece las revocaciones,
mientras que la mail box rule genera confianza tras la expedición, pero minimiza el riesgo
de revocación. El autor citado, señala, a su vez, una tercera posibilidad de justificación de
la regla basada en la doctrina de los términos implícitos (op. cit., pp. 188-192). Cualquiera
que sea su fundamento, lo cierto es que en la práctica, la mail box rule no funciona de ma-
nera drástica, sino como una fuerte presunción, pues las circunstancias del caso pueden
amparar una inaplicación de la regla cuando no resulte razonable (Holwell Securities Ltd. v.
Hughes, 1974, 1 WLR, 155). Por lo demás, resulta perfectamente disponible por las partes,
pudiendo el oferente exigir cualquier otro medio de comunicación o la recepción de la
notificación como condición de eficacia del negocio.
(71) (1978) Ch., 231 a 238.
(72) (1893) 1 QB, 256.
(73) Errington v. Errington (1952) 1 KB, 290 a 295.
(74) La doctrina de la consideration aparece vinculada históricamente a la action of
assumpsit a mediados del siglo XVI, y prevaleció a lo largo del siglo XVII y los comienzos
del siglo XVIII. Posteriormente se produjo una contestación a partir de que Lord Manfield
ocupara la presidencia del King's Bench en 1754. A partir de esa fecha, en varios casos Lord
Mansfield redujo la importancia de la consideration como un mero indicio de la voluntad
de obligarse de las partes, susceptible de acreditarse por otros medios, especialmente si
el contrato era escrito, si bien otros precedentes mostraron un criterio firme a favor de
la vieja doctrina. Lord Mansfield acabó aceptando su papel crucial, pero interpretándola
como sinónimo de una obligación moral, susceptible de preexistir a la promesa. Dicha
ecuación entre consideration y obligación moral pervivió hasta 1840, en que fue rechazada
en Eastwood v. Kenyone [(1840), 11 Ad & El, 438] por Lord Denman. A partir de entonces, la
vieja doctrina de la consideration puede entenderse rediviva (vid. M. Furmston, «Historical
Introduction», en Cheshire, Fifoot & Furmston's Law of Contract, 15ª ed., Oxford University
Press, 2007, pp. 93-97).
188 4. El derecho contractual inglés
(75) Vid. J. Gordley, loc. cit., p. 20. Por otra parte, el propio J. Gordley ha demostrado
en una obra extraordinaria y erudita el origen en los postglosadores de la doctrina de la
causa continental, vinculada a la distinción entre causa gratuita y la causa onerosa, en un
marco de lectura filosófica tomista y aristotélica del Derecho romano que quintaesencia-
ría la segunda estatutaria española, conformando la doctrina legal del contrato que ha
pervivido de una forma u otra hasta nuestros días [vid. «Contract Law in the Aristotelian
Tradition», The Theory of Contract Law (New Essays) (ed. P. Benson), Cambridge University
Press, 2001, pp. 265-334]. En dichos orígenes ya latía una preocupación muy parecida, o al
menos con notables analogías, a la que dio origen a la doctrina de la consideration (vid. The
Philosophical..., op. cit., pp. 49-57, 77-79; N. C. Dranias, «Consideration as Contract: A Secu-
lar Natural Law of Contract», 12 Texas Review of Law and Politics, 2007-2008, pp. 267-327).
Con todo, conforme a la doctrina de los jueces del common law la mera liberalidad no puede
conformar la consideration. Las promesas recíprocas tienen consideration, pero esta no equi-
vale a la causa de un contrato oneroso. Muchos casos afirman la presencia de consideration
en operaciones que una persona razonable estimaría como gratuitas. A juicio de Gordley
(ibid., pp. 137-139) ambas doctrinas obedecen a finalidades diversas. La teoría de la causa
respondía a una razón más teórica o de coherencia doctrinal, tratando de conformar la
teoría del contrato a la distinción aristotélica entre justicia conmutativa y liberalidad. En un
sentido opuesto, la doctrina de la consideration buscaba una finalidad eminentemente prác-
tica: limitar las promesas que podían ser ejecutivas in assumpsit. El empeño de entroncar la
consideration con la doctrina continental de la causa resultaba más bien de los tratadistas que
de los jueces, y no se compadecía con su diverso origen. Sin embargo, otros autores como B.
S. Markesinis estiman que la consideration, unida a otras instituciones como el orden públi-
co, la frustración del contrato, la ilegalidad o el enriquecimiento injusto, finalmente acaba
desplegando la misma función de la causa continental (vid. «Causa and Consideration: An
Study in Parallel», 37 Cambridge Law Journal, 1978, pp. 53-75). Con una posición parecida
a la de B. S. Markesinis, A. T. Von Mehren decanta esa misma funcionalidad a favor de la
mayor efectividad tanto del modelo continental de la causa como del sistema abstracto ale-
mán, con sus correctivos peculiares (vid. «Civil Law Analogues to Consideration: An Exerci-
se in Comparative Analysis», 72 Harvard Law Review, 1959/6, pp. 1.009-1.078). Lo cierto es
que desde la eclosión de ambas teorías muchos autores británicos de finales del siglo XVIII
y del siglo XIX entendían la consideration como una versión de la causa continental en los
contratos onerosos. A finales del siglo XVIII, Pollock reformularía el concepto de conside-
ration desproveyéndolo de su sentido sinalagmático o de equilibrio contractual, incidiendo
en la subjetividad del valor y en el alcance del trato o bargain, de forma que el promitente
es inducido a formular su promesa por algún cambio en la posición del destinatario de la
promesa. Así, la promesa hecha al futuro yerno puede realizarse en consideración o indu-
ciéndolo al matrimonio. Esta nueva concepción calaría en el pensamiento de O. W. Hol-
mes: en el texto de una carta remitida por Holmes a Pollock, el primero llega a afirmar,
agradeciendo el envío del libro del segundo: «I referred to your account of Consideration in one
of my articles as the best which I had seen» (vid. J. Gordley, The Philosophical..., op. cit., p. 173)
y acabaría incorporándose tanto en el primero como en el segundo Restatement on Contracts
en EEUU. Sin embargo, el planteamiento de Pollock no era capaz de responder a todas las
hipótesis, especialmente cuando por hechos previos ya consumados la promesa no tenía
sentido inductivo. Con el tiempo, en el otro lado del Atlántico la obligación de cumplir las
promesas sin contraprestación o causa aparente encontró su justificación en el concepto
de prommisory reliance o promissory estoppel, basada en los actos realizados por el destinatario
de la promesa en razón de la confianza generada, que Willinston introdujo en el § 90 del
First Restatement. Pero la jurisprudencia norteamericana reconocía aún la obligatoriedad
II. Formación y validez del contrato 189
(86) Dent v. Benett (1839) 4 My. & Cr. 269; Eastwood v. Kenyon (1840) 11 A. & E. 438.
Como recuerda G. Alpa, esta regla tiene las obligadas excepciones en materia de obligacio-
nes cambiarias (op. cit., pp. 77).
(87) Thomas v. Thomas (1842), 2 QB, 851, 859.
(88) Bolton v. Madden (1873), LR 9 QB, 55, 57.
(89) Thomas v. Thomas (1842), 2 QB, 851.
(90) E. Peel, op. cit., p. 72, § 3-004.
(91) Abundando en esta función formal, G.H. Treitel reconoce la inutilidad de la
consideration para distinguir entre promesas gratuitas y onerosas, pero pone en entredicho
la propia utilidad de la distinción: en realidad, el Derecho inglés no niega la eficacia de las
promesas gratuitas, sino de las informales, por lo que una simbólica o nominal consideration
es una forma legítima de dotar de carácter vinculante a una promesa gratuita, como un deed
sin consideration (E. Peel, op. cit., p. 78, § 3-014).
(92) Cf. M. Echezarreta Ferrer y R. Caro Gándara, «La contratación por los inca-
paces: nuevas tendencias», en esta misma obra.
192 4. El derecho contractual inglés
(93) El régimen de los contratos celebrados por incapaces mentales cuenta con una
regulación legal en la Mental Capacity Act de 2005. Los contratos, en general, son válidos. Si
la otra parte conocía la incapacidad, el incapaz conserva el derecho de anular el contrato.
En otro caso, la nulidad puede venir determinada, como ocurre con los contratos entre
capaces, por la vía de la undue influence o unconscionability, que serán analizadas más abajo.
Si los bienes del incapaz están bajo control de un tribunal, sus actos de disposición no le
vinculan, aunque sí al co-contratante. Si contrata la adquisición de bienes y servicios consi-
derados «necessaries», conociendo la otra parte su estado de incapacidad, el incapaz deberá
abonar un precio razonable (sección 7ª). El régimen de capacidad y representación de las
sociedades se deriva de las normas generales del Derecho de sociedades inglés, particular-
mente de la Companies Act de 2006. El principio tradicional establece criterios de nulidad
contractual en que el acto no se encuentra autorizado por sus estatutos o memorandum (ultra
vires doctrine). Esta doctrina, cuya finalidad es proteger a los inversores, ha sido criticada por
su ineficiencia, tanto desde la perspectiva del co-contratante como de la propia sociedad, lo
que ha llevado a establecer amplias correcciones en el Derecho societario inglés, partiendo
de una presunción del carácter irrestricto del objeto de las sociedades y la eficacia de los
contratos ultra vires cuando concurre buena fe del contratante, sujeta por lo demás a una
presunción prácticamente iuris et de iure (sección 40ª). Por lo demás, la ultra vires doctrine
no resulta aplicable a las sociedades de responsabilidad limitada en virtud de la Limited
Liability Partnerships Act de 2000, pero sigue rigiendo para las sociedades registradas a través
de un estatuto especial que contratan con sociedades de su misma naturaleza, dado que la
jurisprudencia sí ha venido prescindiendo de la doctrina cuando lo hacen con autoridades
locales o sociedades sometidas a la Companies Act.
(94) Vid. R. Rueda Valdivia, «La representación voluntaria en la contratación en la
Unión Europea», en esta misma obra.
(95) Millar v. Mitchel (1860) 22 D, 833, 845, 848; William v. Newlands (1861) 23 D,
1355; Langton v. White (1868) LR 6 Eq., 165.
(96) Ad ex. Crédit Agricole Indosuez v. Muslim Commercial Bank Ltd (2000), 1 Lloyd's
Rep., 274, 280.
II. Formación y validez del contrato 193
(97) Ad ex. People v. Evans (1969), 2 Ch, 255; Siu Yin Kwan v. Eastern Ins Co Ltd (1994),
2 AC, 199, 209.
(98) Vid. en particular W. Müller-Freienfels, «Die ‘Anomalie' der verdeckten Stell-
vertretung (undisclosed agency) des englischen Rechts», Rabels Z., 1952, pp. 578 y ss., 1953,
pp. 12 y ss.
(99) Vid. Siu Yin Kwan v. Eastern Ins Co Ltd (1994), 2 AC, 199, 207.
(100) Vid. J. Gordley. loc.cit., p. 34, nº 68.
(101) 2 H. & C. 906, 159 Eng. Rep., 375 (H.L. 1864).
(102) En realidad, para esas fechas la doctrina del error se había incorporado por
los tratadistas ingleses, importándola desde las doctrinas continentales iusnaturalistas con
la misma riqueza de variantes y aun de contradicciones: vid. especialmente la excelente
monografía de C. Macmillan, Mistakes in Contract Law, Oxford/Portland, Hart Publishing,
2010, que lleva a cabo un profundo estudio histórico de las influencias continentales en la
doctrina del error elaborada por la jurisprudencia del common law a lo largo del siglo XIX,
194 4. El derecho contractual inglés
22. El error (mistake) cuenta en el Derecho inglés con una doctrina mu-
cho más precisa y desarrollada –y tal vez, confusa– que la que se deduce
de la práctica o los códigos continentales. No debe extrañar, por cuanto la
filosofía y las reglas de interpretación del contrato hacen que el Derecho
inglés sea mucho menos permeable a corregir o adaptar los contratos y, en
consecuencia, a subsanar la desidia o los errores negociales de las partes.
El error es, pues, una pieza fundamental para obtener una «exoneración»
de la responsabilidad contractual por la vía de invalidar el negocio por
defecto de consentimiento. Incluso en aquellos supuestos en que, según
el common law, el error no dé lugar a la nulidad o anulabilidad, no deben
olvidarse los recursos que el equity law ofrece para equilibrar el desajuste
del contrato provocado por el error: acción de rescisión en caso de error
común (rescission on terms), acción de rectificación frente al error obstativo
(rectification), o acción de rechazo del cumplimiento específico con carác-
ter más general (refusal of specific performance).
El Derecho común inglés distingue, como primera categoría, el error
común (common mistake), que supone la identificación del mismo error pa-
decido por ambas partes del contrato, y que puede recaer tanto en los
términos del contrato como en las circunstancias fácticas que lo rodean103.
Si, como luego se dirá, el error recae sobre la imposibilidad del objeto del
contrato, se estima que el contrato es nulo de raíz (void: mistake nullifying
contract)104. Este tipo de error debe ser fundamental y puede recaer en la
se daba la circunstancia de que el contrato de alquiler se había celebrado una vez que ya se
había cancelado la procesión real y, en consecuencia, el contrato se entendió inválido por
error [Gryffith. v. Brymer (1903), 19 TLR, 434, cit. por Ch. Fried, op. cit., p. 58) a diferencia
de aquellos casos en que el contrato se había perfeccionado antes de la enfermedad del rey
y la correspondiente cancelación, abordados –como se verá– como supuestos de «frustra-
ción».
(105) Couturier v. Hastie (1856), 5 HLC, 673.
(106) Vid. F. Esteban de la Rosa, «El error como vicio del consentimiento contrac-
tual», en esta misma obra.
(107) Galloway v. Galloway (1914), 30 TLR, 531; Bell v. Leever Brost. (1932), AC, 161.
(108) Furness Withy (Australia) Pty Ltd. v. Metal Distributors (UK) Ltd. (The Amazonia)
(1990), 1 Lloyd's Rep., 236.
(109) Couturier v. Hastie (1856), 5 HLC, 673, HL.
(110) Vid. E. Peel, op. cit., pp. 310-311, § 8-001. A pesar de que a menudo se asocia
la doctrina jurisprudencial de la frustración del contrato con el error común y sus efectos
de nulidad absoluta del contrato, debe tenerse en cuenta que la frustración de la causa se
asocia con circunstancias sobrevenidas (enfermedad del rey en los coronation cases), que no
impiden que, en el momento de celebración del contrato, quepa afirmar la inexistencia
de error y la validez de las declaraciones. En estos supuestos, la doctrina de la frustración
apunta más bien a una respuesta por la vía de la resolución del contrato, como acredita la
propia solución legal para la devolución de las prestaciones ya realizadas.
(111) (1932), AC, 161.
196 4. El derecho contractual inglés
(112) No hay una doctrina clara al respecto de ambas posibilidades en el Derecho in-
glés. En Canadá se admite la mera presunción de que la otra parte debiera razonablemente
conocer el error [Belle River Community Arena Inc. v. Kaufmann Co. Ltd. (1978), 87 DLR (3d)
761], mientras que en Singapur es preciso que se acredite un conocimiento efectivo del
error por la otra parte [Chwee King Keong v. Digilandmall.com Pte Ltd (2005), 1 SLR, 502, 53.].
(113) Si bien el límite entre identidad y la cualidad personal no resulta pacífico en de-
terminados supuestos litigiosos, tanto si se contrata entre presentes como por escrito (vid.
el minucioso análisis de E. Peel, op. cit., pp. 331-338).
(114) King's Norton Metal Co. Ltd. v. Edridge Merret & Co., Ltd. (1897), 14 TLR 98, CA.
(115) Webster v. Cecil (1861), 35 Digest (Rep.), 115, 140.
(116) Foster v. Mackinnon (1869), 17 WLR, 1105.
(117) Así se desprende, al menos, del caso Torrance v. Bolton (1872), en que la nulidad
se basaba no tanto en el error como en el hecho de que la sordera le impidiese al compra-
dor entender que el inmueble subastado estaba gravado con tres hipotecas (LR 8 CA, 18).
(118) La obra clave en el Derecho inglés para la caracterización de la misrepresentation
tal vez sea la de J. Cartwright, Misrepresentation, Mistake and Non-disclosure, Londres, Sweet
& Maxwell, 2007.
(119) F. Esteban de la Rosa ha esquematizado en diez puntos las condiciones que
determinan que una declaración pueda ser causa de misrepresentation (op. cit., p. 214, nota
58ª).
II. Formación y validez del contrato 197
(120) La indemnización no sigue, sin embargo, las posibilidades alternativas que de-
rivan del incumplimiento del contrato. Se parte de la idea de que en supuestos de fraude
la parte afectada no habría celebrado el contrato [Esso Petroleum Ltd. v. Mardon (1976), QB,
801], por lo que se protege es el interés negativo, lo que implica posibilidad de indemnizar
los daños, incluso imprevisibles para el culpable, derivados de la celebración del contrato
(reliance loss) –o incluso la pérdida de oportunidad (lost of opportunity), como se desprende
de East v. Maurer [(1991), 1 WLR, 461]–, pero no así los daños amparados en el interés po-
sitivo por la pérdida de negocio, como el lucro cesante (loss of bargain).
(121) Derry v. Peek (1889), 14 AC, 337.
(122) En el asunto Polhill v. Walter [(1832), 3 B. & Ad., 114] el agente aceptó una letra
de cambio, sabiendo que carecía de poderes para ello, confiando en que el principal lo
ratificaría.
(123) Cf. E. A. Kramer y T. Probst, «Defects in the Contract Process», International
Encyclopaedia of Comparative Law, vol. VII (Contracts in General), chapter 11, § 248, p. 121.
(124) Cf. E. A. Kramer y T. Probst, loc. cit., op. cit., § 36, p. 21.
(125) Kates v. Cadogan (1851), 10 CB, 591.
(126) Fletcker v. Krell (1872), 42 LJQB, 55.
198 4. El derecho contractual inglés
(127) A menudo los matices son relevantes. Llevar un caballo para su venta en un
mercado público implica una conducta que induce a representarse un animal sano, mien-
tras que en una venta estrictamente privada ocultar su enfermedad infecciosa no permite
invocar a la otra parte misrepresentation by conduct [Bodger v. Nicholls (1873), 28 LT, 441, 445].
(128) (1975), AC, 653.
(129) En el asunto The Evia Luck [(1992), 2 AC, 152, 165] Lord Goff sentenció que
«resulta admitido actualmente que la presión económica puede ser suficiente para consti-
tuir duress... al menos cuando la presión económica pueda caracterizarse como ilegítima y
ha sido una causa significativa para inducir al actor a aceptar el contrato en cuestión» (vid.
E. Peel, op. cit., p. 443, § 10-005).
(130) Huyton SA v. Peter Cremer & Co (1999), Lloyd's Rep., 620.
(131) Fisher & Co. V. Apollinaris Co. (1875), 23 WR, 460. En contra, Universe Thanships
Inc. of Monrovia v. International Transport Workers Federation, The Universe Sentinel (1983), 1
AC, 366 (HL).
(132) Lo que diferencia esta institución de la laesio enormis admitida en muchos siste-
mas romano-germánicos con independencia de la debida influencia o el vicio del consen-
II. Formación y validez del contrato 199
timiento, por razones de objetivo equilibrio del contrato, que no resulta de recibo en el
Derecho inglés.
(133) Para un ilustrativo análisis de la evolución de este concepto en el Derecho nor-
teamericano, vid. E. A. Farnsworth, Farnsworth on Contracts, 3ª ed., vol. I, Nueva York,
Aspen Publishers, 2004, pp. 577-599.
(134) No así entre cónyuges: Royal Bank of Scotland v. Etridge (No. 2) (2001), UKHL, 44.
(135) Etridge Case (2002) 2 AC, 773.
(136) Inche Noriah v. Shaik Allie Bin Omar (1929), AC, 127, 135.
(137) Fry v. Lane (1888), 40 Ch.D., 312. Lloyd's Bank Ltd. v. Bundy (1975), QB, 326;
NatWest Bank v. Morgan (1985), AC, 686; Barclays Bank v. O'Brien (1994), 4 All ER, 417.
200 4. El derecho contractual inglés
influida, en supuestos por otra parte razonables a primera vista, como los
de salvamento marítimo138.
(138) Vid. el parecer de Lord Scarman frente a Lord Denning en las sentencias referi-
das por E. Dell' Aquila, op. cit., p. 141, nota 414ª.
II. Formación y validez del contrato 201
8 Sale of Goods Act de 1979; art. 15 de la Supply of Goods and Services Act de
1982), habilitando la fijación ulterior del precio o su determinación me-
diante criterios objetivos de razonabilidad, siempre, claro está, que pueda
aceptarse una verdadera perfección del contrato. Aunque algunos sistemas
romano-germánicos han avanzado en esta misma dirección, lo cierto es
que se trata de un signo de identidad muy propio de los sistemas jurídicos
angloamericanos146.
(146) Vid. sobre esta cuestión N. Marchal Escalona, «Determinación del precio en
los contratos», en esta misma obra. Incluso la jurisprudencia ha mantenido una flexibilidad
mayor que la propia Sales of Good Act cuando se trata de un precio determinable por un ter-
cero que no procede a dicha terminación sin que se haya entregado la cosa (art. 9). Frente
a la ineficacia prevista en el art. 9 de la Ley, la jurisprudencia ha tendido hacia la integración
y determinación del precio razonable si existe una posibilidad de hacerlo objetivamente:
Sudbrook Trading Estate Ltd. v. Eggleton (1983), 1 AC, 444.
(147) O. W. Holmes llega a afirmar que es una forma tanto como un seal (op. cit., p.
273).
(148) Beckham v. Drake (1841), 9 M & W, 79, 92.
(149) Un primer grupo de contratos sujetos excepcionalmente a una exigencia for-
mal como requisito de eficacia son aquellos que debe hacerse mediante deed. Es el caso de
los arrendamientos de inmuebles de duración superior a tres años (seccs. 52 y 54 de la Law
of Property Act de 1925). Un segundo grupo abarcaría aquellos contratos cuya validez sus-
tancial depende de una redacción por escrito [obligaciones cambiarias: Seccs. 3 y 17 de la
Bill of Exchange Act de 1882; garantías mobiliarias: Bill of Sale Act 1878 (Amendment) Act 1882;
contraltos celebrados por consumidores: Consumer Credit Act (1974, reformada en 2006); o
compraventa de inmuebles: Sección 2ª de la Law of Property Act de 1989]. Otro tipo de con-
tratos exigen la forma escrita o al menos una «note of memorandum» como mero requisito ad
probationem, como los contratos de fianza contemplados en la sección 4ª del Statute of Frauds
de 1677 (vid. A. Von Mehren, «Formal Requirements», International Encyclopaedia of Compa-
rative Law, vol. VII (Contracts in General), chapter 10, § 22).
III. Contenido e interpretación del contrato 203
(150) Obviamente también conocido en el Derecho inglés, que distingue entre con-
dición suspensiva (condition precedent) y resolutoria (condition subsequent) que convierten al
acuerdo en un conditional contract.
(151) Vid. Las reflexiones de Lord Diplock en Hongkong Fir Shipping Co. Ltd. V. Kawa-
saki Kinsen Kaisha Ltd. (1962), 1 QB, 26. Al respecto, C. Vaquero López, «La mora en los
contratos», en esta misma obra.
(152) No cabe negar, sin embargo, la singularidad de la evolución histórica del con-
cepto en el Derecho inglés, atinente esencialmente a las necesidades del transporte marí-
timo, y sus peculiaridades y elementos diferenciales, particularmente en relación con las
cláusulas contractuales de limitación de responsabilidad, que han sido objeto de un profun-
do estudio comparativo de R. Sefton-Green (La notion d'obligation fondamentale: comparaison
franco-anglaise, París, LGDJ, 2000).
204 4. El derecho contractual inglés
(153) Tweddle v. Atkinson (1861), 1B & S, 393; Dunlop v. Selfridge (1915), AC, 847. Vid.
H. Kötz, «Rights of Third Parties. Third Parties Beneficiaries and Assignment», Interna-
tional Encyclopaedia of Comparative Law, vol. VII (Contracts in General), chapter 13, § 15, pp.
12-14.
(154) Shanklin Pier v. Detel Products Ltd. (1951),2 KB, 854.
(155) Junior Books Ltd. v. Veitchi Co. Ltd. (1983), 1 AC, 520.
(156) Aunque el principio ya había sido constreñido por la Court of Appeal y la House
of Lords a términos puramente procesales en asuntos como Beswick v. Beswick (1968, AC 54).
(157) En este sentido, H. Beale, op. cit., § 18-002, pp. 1230.
(158) Vid. P. Kincaid, «Privity Reform in England», 116 Law Quarterly Review, 2000,
pp. 43 ss.
(159) Vid. el análisis comparativo de P. Jiménez Blanco, «Los contratos a favor de
tercero en el Derecho europeo», en esta misma obra.
III. Contenido e interpretación del contrato 205
(160) Three Rivers District Council v. Bank of England (1995), 4 All ER, 312.
(161) Cator v. Croydon Canal Co. (1843), 4 Y & C Ex., 593, 594.
(162) Re Steel Wing Co. (1921), 1 Ch. 349, 357.
206 4. El derecho contractual inglés
(175) Para un análisis comparativo más detallado vid. S. Sánchez Lorenzo, «La inter-
pretación del contrato», en esta misma obra.
(176) (1998), 1 WLR, 896.
(177) Con todo, algunos autores han relativizado el impacto de esta decisión en la
doctrina sobre la interpretación de los contratos en el common law (cf. K. Lewison, op. cit.,
pp. 3-4; H. Beale, Chitty on Contracts, 29ª ed., Londres, 2004, § 12-041 ss.; E. Peel, op. cit.,
pp. 207-211).
(178) Vid. B. S. Markesinis, H. Unberath y A. Johnston, op. cit., pp. 163-173.
(179) National Bank of Sharjah v. Dellborg (1997), cit. por K. Lewison, op. cit., pp. 7-11 y
36-39; BCCI v. Ali (2001), 2 WLR, 731.
(180) Hollier v. Rambler Motors (AMC) Ltd (1972), 2 QB, 71. Un profundo estudio com-
parativo puede verse en K. Kosche, Contra proferentem und das Transparenzgebot im Common
Law und Civil Law, Tubinga, Mohr Siebeck, 2011.
(181) Lancashire County Council c. Municipal Mutual Insurance (1996), 3 WLR, 493.
(182) Prenn v. Simonds (1971), 1 WLR, 1381.
(183) Union Insurance Society of Canton Ltd. v. George Wills & Co (1961), 1 AC, 281; James
Miller & Partners v. Whitworth Street Estates (Manchester) Ltd. (1970), AC, 583.
III. Contenido e interpretación del contrato 209
(184) Antaios Compañía Naviera SA v. Salen Rederierna A.B. (1985), AC, 191. Sin embar-
go, la reciente sentencia de la High Court en el asunto Yam Seng Ltd. v. International Trade
Corporation Ltd. [(2013) EWHC 111 (QB)] abre claramente la puerta a la buena fe como
criterio interpretativo capaz de suministrar términos implícitos en el ámbito concreto de la
ejecución de las obligaciones contractuales contraídas.
(185) (1977) AC, 239, 257. Un desarrollo sobre diferencias y elementos comunes en-
tre los términos implícitos at common law por oposición a los términos implícitos in fact
puede verse en R. Auster-Baker, Implied Terms in English Contract Law, Cheltenham, Edward
Elgar, 2011, pp. 30-50. Un análisis de algunos de los términos implícitos derivados del com-
mon law en diversos tipos contractuales puede consultarse en esa misma obra (pp. 51-78).
(186) En estos casos, el término implícito debe haberse utilizado de forma consistente
en un documento asociado a dicha transacción, antes o después de cada transacción, in-
210 4. El derecho contractual inglés
acordado por las partes, más bien atendiendo a la eficacia comercial que a
la justicia material195.
Uno de los casos más relevantes y recientes sobre la doctrina de los tér-
minos implícitos ilustra muy gráficamente esta tendencia restrictiva, que es
clave para establecer una de las disensiones esenciales entre el common law
y los sistemas romano-germánicos. Se trata del caso Baird Textiles Holdings v.
Mark and Spencer plc (2003)196. Cada 6 meses la casa Mark & Spencer había
renovado las órdenes de pedido de prendas de vestir a la demandante, y así
durante treinta años. Súbitamente interrumpió estos pedidos, y la deman-
dante alegó incumplimiento del contrato por desconocer un término implí-
cito que exigía un preaviso de al menos tres años antes de la terminación.
La Court of Appeal rechazó la demanda, por no considerar necesaria para el
funcionamiento del contrato la cláusula de preaviso, como demostraron
los treinta años ininterrumpidos de ejecución. Por lo demás, la presunta
obligación de Mark & Spencer de seguir adquiriendo productos no podía
ser determinada con criterios objetivos relativos a la cantidad y calidad de
la mercancía. Sin Andrew Morritt añadió: «La presencia en la formulación
contractual sugerida de deberes implícitos de buena fe constituye un obs-
táculo adicional... dado el rechazo general del Derecho inglés a reconocer
deberes de esta naturaleza como un término contractual implícito»197.
Court of Appeal en el caso Mid-Essex Hospital Services NHS Trust v Compass Group UK [2013,
EWCA Civ. 200], sin desautorizar esta doctrina parece limitarla notablemente. Por otra
parte, en asuntos como Union Eagle Ltd. v. Golden Ahievement Ltd. (1997: 2 All ER, 215) en
que se dilucidaba el derecho a resolver un contrato por una mora de diez minutos, revelan
las razones de la negativa de los jueces ingleses a corregir un auténtico abuso de derecho
sobre la base de una obligación genérica de good faith and fair dealing, cuando contradice un
acuerdo expreso de las partes. En el fondo, se trata de garantizar la seguridad jurídica y la
previsibilidad del contrato, pues si un juez puede corregir el derecho a resolver el contrato
por considerar insustancial una mora de diez minutos, ¿dónde se encuentra el límite tem-
poral de lo razonable? Es cierto que una corriente doctrinal minoritaria ha defendido la
incorporación de una cláusula general de buena fe en el Derecho inglés, como instrumento
para facilitar la justicia material del caso concreto pero su momento aún no ha llegado, o
acaba tal vez de llegar con el asunto Yam Seng Ltd. v. International Trade Corporation Ltd. (vid.
R. Brownsword, «Good Faith in Contracts Revisited», 49 Current Legal Problems, 1996, pp.
111-157; H. Collins, «Good Faith in European Contract Law», Oxford Journal Law Series,
1994, p. 229-254; R. Powell, «Good Faith in Contracts», 9 Current Legal Problems, 1956, pp.
16 ss.; J. Steyn, «The Role of Good Faith and Fair Dealing in Contract Law: A Hair-Shirt
Philosophy?», Denning L. Journ., 1991, pp. 131 ss.). Sea como fuere la filosofía liberal del
Derecho inglés se confirma no como un fin en sí mismo, sino como un puro instrumento
para dotar a los intercambios comerciales del máximo nivel de seguridad jurídica, y es en
este objetivo de previsibilidad donde radica precisamente el éxito comparativo del Derecho
inglés en las transacciones internacionales.
(198) Esso Pretoleum Co Ltd v. Alstonbridge Properties Ltf. (1975), WLR, 1474.
(199) Hughes v. Metropolitan Rly (1877), 2 AC, 439, 448.
214 4. El derecho contractual inglés
(202) La regla aparece expresamente prevista en el § 234 (1) del Second Restatement
norteamericano y en el art. 6.1.4. (1) de los Principios UNIDROIT 2010.
(203) Cutter c. Powell (1795), 6 TR, 320.
(204) Ritchie v. Atkinson (1808), 10 East, 295.
216 4. El derecho contractual inglés
A. Imposibilidad
(210) El principio aparece formulado con claridad en el procedente Reilly v. The King
(1934), AC, 176, PC (Can). Como afirma Lord Macmillan en el asunto Denny, Mott and
Dickson Ltd. v. James B. Frasers & Co. Ltd. (1944, AC, 265): «no puede haber falta en no ha-
cer lo que la ley prohíbe hacer». Es de señalar, por otra parte, que la imposibilidad legal
sobrevenida es uno de los supuestos más característicos de lo que se denomina «frustración
prospectiva del contrato» (la expresión es de G. H. Treitel, op. cit., pp. 398-409). Un buen
ejemplo se encuentra en el asunto Embiricos v. Sydney Reid & Co (1914, 3 KB, 45): se trataba
de un contrato de transporte desde el mar de Azov al Reino Unido en un buque griego que,
obviamente, debía cruzar el estrecho de los Dardanelos. Al sobrevenir, como consecuencia
de un conflicto armado, la advertencia de las autoridades turcas de que procederían a em-
bargar cualquier buque griego en dichas aguas, se produce una frustración «prospectiva»
del contrato.
(211) En los sistemas del common law se contempla asimismo la imposibilidad derivada
de la muerte o incapacidad sobrevenida de una de las partes del contrato, si la personalidad
forma parte esencial de la prestación, y con carácter general en los contratos laborales y de
agencia (P. Birks, English Private Law, vol. II, Oxford, Oxford University Press, 2000, p. 150).
Se incluyen, además, los supuestos de unavailability, en donde hay indisposición más que
incapacidad (ad ex. prisión del prestador del servicio). Este tipo de imposibilidad de suyo
es frecuente en contratos vinculados a la ejecución artística que estrictamente comercial,
donde las prestaciones son más bien objetivas que subjetivas. En el Derecho inglés [Condor
v. The Barron Knigts Ltd (1966), 1 WLR 87)] el riesgo grave para la salud del prestador es un
supuesto de imposibilidad personal, de seguro compartible por los sistemas romano-ger-
mánicos. En el common law la imposibilidad personal se ha estudiado asimismo en relación
con las personas jurídicas, y en particular en supuestos de disolución. El tratamiento de
esta cuestión se antoja mucho más restrictivo y complejo, no sólo porque en el caso de
sociedades existe mayor riesgo de «self-induced frustration», sino también porque concurre
un régimen específico de supervivencia de las obligaciones y contratos establecido por las
normas relativas a la disolución, liquidación y concurso de sociedades (cf. G. H. Treitel,
op. cit., pp. 261-306).
(212) Si bien, como manifiesta A. E. Farnsworth, el reconocimiento de la imposibi-
lidad económica por parte de los tribunales norteamericanos ha sido más bien «ocasional»
(vid. op. cit., t. II, p. 638, nota 24ª).
(213) Ésta es la opinión de G. H. Treitel, que observa, no obstante, que aunque en
el comentario cuarto del parágrafo 2-615 UCC se cite curiosamente un único precedente,
precisamente inglés [Ford & Sons (Oldham) Ltd. C. Henry Leetham & Sons Ltd. (1915), 21 Com.
Cas., 55], para sustentar la doctrina de la «impracticabilidad», este dato no es significativo,
pues en realidad el caso citado en absoluto sustenta una hipotética doctrina del Derecho
inglés favorable a la imposibilidad económica o impracticabilidad. Varios precedentes de
la House of Lords confirman más bien la postura contraria: [Tennants (Lancashire) Ltd. v. CS
Wilson & Co Ltd. (1917) AC, 495; Blackburn Bobbin Co Ltd. v. TW Allen (1918),2 KB, 467;
British Movietonews Ltd. v. London and District Cinemas (1952), AC, 166]. Otra cosa distinta es
que pueda concurrir la imposibilidad económica con otras circunstancias como imposibili-
dad temporal, legal o material, y, sobre todo, la eventual identificación de los supuestos de
inflación imprevisible como casos de «frustración de la causa» (cf. op. cit., pp. 280-286). Vid.
asimismo contra la eficacia de la doctrina de la «impracticabilidad» en el Derecho inglés,
R. Momberg Uribe, The Effect of a Change of Circumstances on the Binding Force of Contracts
(Comparative Perspectives), Cambridge, Intersentia, 2011, pp. 142-143.
218 4. El derecho contractual inglés
B. Frustración
40. La doctrina de la frustración de la causa o de la frustración del con-
trato, en sentido estricto, tiene su origen en los conocidos Coronation Cases.
El asunto Krell v. Henry (1903)217 ilustra a la perfección el concepto, tal y
como se gesta en el Derecho angloamericano. Trataba el caso del alquiler
de unas habitaciones con vistas al trayecto previsto de la procesión corres-
pondiente a la coronación del rey Eduardo VII. Ambas partes del contrato
eran conscientes de que tal era el único propósito del contrato. La proce-
sión fue cancelada con motivo de la enfermedad del rey, y las partes preci-
saban una clarificación del contrato. El Tribunal sentenció que se habían
producido circunstancias externas ajenas al control o responsabilidad de
las partes que habían hecho imposible el cumplimiento del contrato en la
forma en que se había pretendido y, consecuentemente, procedió a enten-
der resuelto el contrato. En cierto sentido, el alquiler de las habitaciones
resultaba posible materialmente, pero no, de hecho, el alquiler de las ha-
bitaciones con el objeto de asistir a una procesión que no iba a celebrarse.
La gran dificultad de estos casos estriba en determinar cuándo existe una
auténtica frustración del objeto o causa del contrato, y no una mera insatis-
facción de los «motivos» de una de las partes. Resulta crucial, a este respec-
to, que la causa o finalidad cuya frustración se invoca haya sido compartida
o asumida por ambas partes al celebrarse el contrato; en segundo lugar, es
importante que la frustración de la finalidad del contrato sea completa, y
no meramente parcial o tangencial; asimismo, es necesario que el contrato
se encuentre aún pendiente de ejecución, siquiera sea parcialmente.
En su formulación moderna, los supuestos de «frustración« stricto sensu
aparecen en la fórmula amplia empleada por Lord Radcliffe al hilo de la de-
cisión de la House of Lords en el asunto Davis Contractors Ltd. v. Fareham UDC.
(1956)218: «Existe frustración siempre que el Derecho reconoce que, sin cul-
pa de las partes, el cumplimiento de una obligación contractual deviene
imposible porque las circunstancias en que es exigido tal cumplimiento lo
convierten en algo radicalmente diferente a lo contemplado en el contra-
to. Non haec in foedera venit. No era ésto lo que habíamos convenido...». La
consolidación de este criterio, frente al primigenio principio de la «condi-
ción implícita» de Taylor v. Caldwell se confirma en decisiones posteriores
de la House of Lords, como National Carriers Ltd. v. Panalpina (Northern) Ltd.
(1981)219.
C. «Hardship»
41. En contraste, el Derecho inglés, a diferencia de muchos sistemas ro-
mano-germánicos, especialmente de tradición germanista, no ampara un
régimen legal favorable a la resolución del contrato y a la exoneración de
responsabilidad en supuestos de cambio de circunstancias, excesiva onero-
sidad o hardship. El hecho de que el cumplimiento devenga más oneroso,
incluso notablemente más oneroso, no exonera de la responsabilidad por
incumplimiento. De ahí que, para obtener una protección frente a seme-
jante eventualidad, se requiera la introducción en el contrato de «cláusulas
de hardship».
Este principio del common law aparece claramente evidenciado en los
supuestos referidos a la eventual frustración o excesiva onerosidad de los
contratos de transporte marítimo motivada por el cierre del canal de Suez220
en casos como Tsakiroglou & Co. Ltd. v. Noblee Thorl GmbH (1962)221 o Palmco
Shipping Co. v. Continental Ore Corp222 (1970). Salvo algún precedente ais-
lado, los Tribunales angloamericanos no consideraron una excusa para el
cumplimiento o el aumento del precio del flete el hecho de que los buques,
para realizar el viaje, tuviesen que seguir la ruta más larga y costosa de do-
blar el cabo de Buena Esperanza, incluso cuando la ruta del Canal de Suez
se había expresado en el contrato. En el precedente fundamental del Dere-
cho inglés (Davis Contractors Ltd. v. Fareham UDC. (1956), ya citado, la House
of Lords rechazó la demanda de un constructor que trataba de amparase
en la excesiva onerosidad de un contrato cuya ejecución requirió veintidós
meses, en lugar de los ocho previstos, por una escasez imprevista de mano
de obra. Con todo, no faltan autores partidarios de admitir la resolución del
contrato por excesiva onerosidad en el Derecho inglés, sobre la base de un
concepto funcional y más abierto de la frustración de la causa, particular-
mente en el supuesto de contratos indefinidos223. Lo que no parece caber
bajo ningún concepto es la posibilidad reconocida en muchos sistemas ro-
mano-germánicos y en la gran mayoría de textos internacionales de que el
juez pueda unilateralmente adaptar el contrato, al igual que tampoco cabe
dicha aceptación en caso de error o undue influence, cuyo único remedio
posible es la nulidad del contrato. Tampoco la obligación de renegociar
parece compatible con los principios del Derecho contractual inglés224.
D. Cláusulas de exoneración
42. Frente a la exoneración objetiva, el Derecho inglés reconoce con
amplitud la posibilidad de exoneración subjetiva. La generosidad con que
el Derecho inglés reconoce las exemption clauses225 es una consecuencia de
la filosofía liberal que subyace en su sistema de Derecho contractual y, en
particular, en sus reglas de interpretación del contrato. Evidentemente, la
evolución del régimen legal de los contratos celebrados por consumidores
hacia su protección frente a cláusulas abusivas, extensible a otros contratos
con parte débil, introduce una relevante modificación frente a la eficacia
de estas cláusulas de exoneración de responsabilidad cuando son pactadas
entre comerciantes, incluso si se trata de contratos de adhesión, aunque
también el adherente profesional goza de cierta protección frente a las
exemption clauses a través de la Unfair Contract Terms Act de 1977.
En la contratación comercial, las cláusulas de exención o limitación de
responsabilidad son, en principio, válidas. Las reglas sobre interpretación
del contrato, ajenas a la verdadera intención de las partes, facilitan este
reconocimiento desde el momento en que la firma de un contrato, se haya
leído o no, vincula a las partes. Con todo, el Derecho inglés ha introducido
algunas matizaciones relevantes que restringen la eficacia de estas cláusu-
las. Por un lado, la cláusula debe incluirse en un documento que razona-
blemente quepa considerar como apto para incluir obligaciones contrac-
tuales226. Si se trata de documentos firmados en la ejecución del contrato
(timesheets, albaranes, documentos de porte, recibos de pago, tickets. etc...),
su eficacia está condicionada a que exista una notificación o advertencia
suficiente de la presencia de dicha cláusula a la otra parte227. Pero incluso
esta advertencia puede resultar preceptiva en un documento propiamente
contractual, si se estima que la cláusula es particularmente onerosa o in-
usual228. No es preciso acreditar que la notificación haya sido efectiva, sino
que la advertencia se haya realizado de forma razonablemente suficiente
para que el destinatario de la advertencia haya podido observarla229. Final-
mente, una cláusula de exención o limitación de responsabilidad no puede
amparar un incumplimiento total de las obligaciones contractuales230.
(226) Grogan v. Robin Meredith Plan Hire (1996), CLC, 1127, citado por E. Peel, op. cit.,
p. 238, § 7-004.
(227) Lacey's Footwear (Wholesale) Ltd. v. Bowler Insurance Ltd (1997), 2 Lloyd's Rep.,
369, 378.
(228) Ocean Chemical Transport Inc. v. Exnor Craggs Ltd. (2000), 1 Lloyd's Rep., 446, 454.
(229) Thomson v. LM & S Ry (1930), 1 KB, 41.
(230) The TFL Prosperity (1984), WLR, 48.
(231) (1949), 1 KB, 532.
222 4. El derecho contractual inglés
3. Remedios
A. Resolución del contrato
43. Dentro de los remedios destinados a la terminación o resolución
del contrato, se suele distinguir en el Derecho inglés la rescission de la ter-
mination. La distinción obedece más bien a los efectos de la terminación
sobre la indemnización por daños asociada a la resolución. La rescission
opera en una fase del inicial o negocial del contrato, que no da lugar a
una indemnización por lucro cesante (expectation damages), sino sólo por
daños emergentes o reliance. La terminación, por el contrario, opera sobre
una fase ejecutiva del contrato, permitiendo la reclamación del lucro ce-
sante234, y constituye el remedio característico en caso de incumplimiento
contractual.
La distinción entre contratos unilaterales o bilaterales no es útil para
calibrar el remedio resolutivo en el Derecho inglés235. Más propiamente,
para que prospere la resolución es preciso que se trate de una obligación
contractual dependiente, de forma que el incumplimiento por una de las
partes del contrato legitima a la otra para rechazar el cumplimiento de
su propia obligación236. Pero, con carácter general, el Derecho inglés re-
(255) Tesis que había defendido, entre otros, J. Gordley, «The Foreseeability Limita-
tion on Liabality in Contract», Towards a European Civil Code, 3ª ed., 2004, pp. 215-228. Este
criterio, amparado en el reparto de riesgos que implica el contrato, se halla asimismo pre-
sente en la opinión de Lord Hofmann en Australia Asset Management Corp. V. York Montague
(1997), AC, 191. Vid. A. Kramer, «An Agreement-Centred Approach to Remoteness and
Contract Damages», Comparative Remedies for Breach of Contract (ed. N. Cohen y E. Mcken-
drick), Oxford, Hart Publishing, 2005, p. 280.
(256) Vid. las reflexiones comparativas de S. Rowan, Remedies for Breach of Contract (A
Comparative Analysis of the Protection of Performance), Oxford University Press, 2011, pp. 142-
155.
(257) Treitel ilustra estos dos sistemas partiendo del caso americano Peevyhouse v.
Garland Coal Co. (1962). Una empresa minera alquila un terreno para explotar una mina de
carbón, con la obligación, terminada la explotación, de realizar las obras de restauración
del terreno. El coste de la obras (cost of cure) ascendía a 29.000 libras, mientras que la deva-
luación de la propiedad si no se llevaban a cabo (difference in value) sólo era de 300 libras
que fue la cantidad a la que se condenó. El Derecho inglés, se apostilla, sigue el criterio de
la diferencia de valor para determinar los daños por incumplimiento de la obligación de
reparación por el arrendatario (vid. E. Peel, op. cit. § 20-040).
IV. Incumplimiento y remedios 229
(258) Ruxley Electronics and Construction Ltd. v. Forsyth (1996), AC, 344.
(259) London, Chatman and Dover Ry Co. v. South Eastern Railway Co (1893), AC, 429.
(260) Sempra Metals Ltd. v. Commissioners of Inland Revenue (2007), 3 WLR, 354.
230 4. El derecho contractual inglés
C. Cumplimiento específico
50. La concepción del Derecho contractual en el common law sobre la
teoría de la promise hace poco justificable la acción de cumplimiento es-
pecífico, en la medida en que el deudor siempre se puede liberar de su
promesa a cambio de un precio determinado a través de la indemnización
por daños y perjuicios. Se trata de una solución tradicional que, en la ac-
tualidad, parece sustentarse por las teorías de la eficiencia económica y el
análisis económico del Derecho262. Cuando la obligación incumplida es la
de pago, existe, no obstante una action for an agreed sum que debe diferen-
ciarse de una acción o remedio por daños y perjuicios, y que no es más
que una especie de remedio para el cumplimiento específico, en este caso
de pago, reconocida en la Ley y sometida a ciertas condiciones previas, tal
como la transferencia de la propiedad del bien vendido al deudor (secc. 49
Sales of Goods Act). Ciertamente, si el acreedor opta por resolver el contrato,
no cabe acción por cumplimiento específico del pago y la deuda será con-
siderada en la correspondiente acción por daños y perjuicios.
Al margen de la reclamación del pago, el common law no proporciona
al deudor una acción de cumplimiento específico para otras obligaciones
de dar, hacer o no hacer. Sí se halla previsto el remedio legalmente en
la sección 52 de la Sales of Goods Act de 1979, cuando se trata de bienes
específicos o determinados (no genéricos), sin necesidad de que sean es-
trictamente «únicos», como una obra de arte. Sin embargo, el equity law
proporciona excepcionalmente un remedio basado en la specific performan-
ce cuando se considere inapropiado el remedio resarcitorio, obligando
D. Enriquecimiento injusto
51. La acción de enriquecimiento injusto (unjust enrichment) tiene una
función esencial en el Derecho contractual inglés, como elemento de co-
rrección fundamental del sistema, donde la devolución recíproca de pres-
taciones no es un efecto legal de la nulidad, terminación, incumplimiento
parcial o frustración del contrato. El remedio puede tender, en algunos
casos, a la devolución del pago realizado sin contraprestación, sobre la base
de la falta total de consideration. Si sólo hay un fallo parcial de consideration,
el remedio resarcitorio será el remedio adecuado. El remedio sirve asimis-
mo para resarcirse del beneficio injusto obtenido por la otra parte median-
te una compensación por la prestación no dineraria realizada (quantum
meruit).
E. Prescripción
52. El Derecho inglés ha previsto legalmente los plazos de prescripción
(Limitations Act) en virtud de una normativa de 1980, cuya revisión se viene
planteando desde hace tiempo. El concepto de prescripción inglés es cla-
ramente procesal y su opción en cuanto al inicio del cómputo del plazo cla-
ramente subjetiva, a partir del conocimiento de los datos relevantes acerca
del incumplimiento del contrato por el interesado.
54. Por otra parte, para algunos autores, dado que el Reino Unido no es
parte del Convenio de Viena, no resulta evidente la necesidad de su apli-
cación cuando a tenor del CR o del RRI un Tribunal inglés deba aplicar la
ley de un Estado parte del Convenio de Viena271. Al margen del enunciado
del art. 1 CISG, lo cierto es que semejante conclusión no se compadece
con el propio sentido de la remisión conflictual a la ley de un Estado por
parte del CR o del RRI. Si las partes han elegido la ley de un Estado parte
del Convenio de Viena, el texto internacional forma parte del sistema jurí-
dico, sin perjuicio de que quepa interpretar la exclusión contemplada en
el art. 6. Del mismo modo ocurre si la ley aplicable en defecto de elección
es una ley de un Estado parte de la CISG. El concepto del Derecho material
aplicable no es un concepto susceptible de interpretación diferenciada,
sino autónoma, y no existe indicio alguno de que la ley de un Estado, en el
sentido del CR o del RRI, quede circunscrita a la ley de fuente interna; al
contrario, forma parte del Derecho aplicable todo el Derecho contractual
de ese sistema, con independencia de su fuente formal y material, ya se
trate de una ley interna, una costumbre, una disposición comunitaria o un
convenio internacional, respetando el ámbito de aplicación que el propio
Derecho interno reserva para cada una de tales fuentes o disposiciones.
(270) Vid. C. B. Andersen, «United Kingdom», The CISG and its Impact on National
Legal Systems (F. Ferrari ed.), Munich, Sellier, 2008, pp. 308-309.
(271) Vid. C. G. J. Morse «Chapter 30: Conflict of Laws», Chitty on Contracts (ed. H.G.
Beale), vol. I, 30ª ed., Londres, Sweet & Maxwell/Thomson Reuters, 2008, loc. cit., op. cit.,
p. 1987, nota 147ª.
234 4. El derecho contractual inglés
(272) Vid. Más en detalle S. Sánchez Lorenzo, «La propuesta de Reglamento relati-
vo a una normativa común de compraventa europea y el Derecho internacional privado»,
AEDIPr., t. XI, 2011, pp. 35-61.
(273) S. Whittaker, «The Optional Instrument of European Contract law», European
Review of Contract Law, 2011/3, pp. 396-397.
V. El Derecho inglés y los textos internacionales 235
Con todo, es posible que el giro germanista que provocó el DFCR haya
supuesto la definitiva distanciación del Reino Unido de los proyectos euro-
peos. En efecto, el Libro III del DCFR, retomando la vieja distinción entre
«Obligaciones» y «Contratos» parece rendirse a una teoría propia de los
sistemas continentales, ajena por completo a la concepción del Derecho
contractual inglés, y en consecuencia menos contemporizadora que los
PECL, aparentemente mucho más respetuosos con la idiosincrasia inglesa.
Desde un punto de vista más condescendiente, las reglas contenidas en el
Libro III DCFR pueden justificarse en la necesidad de superar problemas
calificatorios de supuestos difíciles (cuasicontratos, responsabilidad pre-
contractual) que en muchos sistemas arrojan una delimitación diferente
y equívoca entre los dos grandes sectores de los contratos y de la responsa-
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law», European Review of Contract Law, 2011/3, pp. 371-398. G. L. Williams,
«Language and the Law», Law Quarterly Review, vol. 61, 1945, p. 71 ss. S.
Williston, Williston on Contracts, 3ª ed., Rochester, Lawyers Co-operative
Pub.Co., 1979. T. M. Yeo, C hoice of Law for Equitable Doctrines, Oxford Uni-
versity Press, 2004. R. Zimmermann y S. Whittaker (ed.), Good Faith in
European Contract Law, Cambridge, 2000. R. Zimmermann, The Law of Obli-
gations (Roman Foundations of the Civilian Tradition), Oxford University Press,
1990, 1241 pp. K. Zweigert y H. Kötz, Introducción al Derecho comparado, 3ª
ed., México, Oxford University Press, 2002, pp. 337-569.
I. Introducción: motivos intrínsecos y extrínsecos a la reforma 243
5
El Derecho Contractual francés (2016)
française. Entre mythes et réalités. XIXe-XXe siècles, CNRS Éditions, Paris, 2013. Especialmente
pp. 283-284 y 289-290 citando los trabajos de X. Martin.
(3) El propio Napoleón supo comprender el papel que jugaba el texto en su cono-
cida cita: «Mi verdadera gloria no es la de haber ganado 40 batallas; lo que nada borrará, lo
que vivirá eternamente, es mi código civil».
(4) D. Mazeaud, «Droit des contrats: réforme à l’horizon», D. 2014, p. 291.
(5) Según la ya célebre frase de Montesquieu en Esprit des Lois, 1777, Liv. XI. Chap.
VI p. 327.
(6) La reforma del derecho francés de los contratos se inicia en el año 2004 con oca-
sión del bicentenario del Código Civil de 1804. A tal evento le sucedieron los trabajos doc-
trinales coordinados por los juristas P. Catalá y apadrinados por la Asociación H. Capitant
(P. Catalá(dir.)Avant-projet de réforme du droit des obligations et du droit de la prescription y Ra-
pport sur l’avant-projet de réforme du droit des obligations (arts. 1.101-1.386 del Cc) et du droit de
la prescription (arts. 2.234-2.281 del Cc), La documentation française,2005 (V.A. Cabanillas
Sánchez, «El Anteproyecto francés de reforma del Derecho de obligaciones y del Derecho
de la prescripción» (Estudio preliminar y traducción), ADC, 2007, pp. 621-848 y M. Poillot,
«Breve presentación del Anteproyecto de reforma francés del Derecho de obligaciones»,
Trad.: E. Arroyo, ADC, 2006, pp. 1309-1320). Le siguieron los trabajos del Anteproyecto de
F. Terré, que pueden consultarse en tres libros: Pour une réforme du droit des contrats, F. Terré
(dir.), Dalloz, 2009; Pour une réforme du droit de la responsabilité civile, F. Terré (dir.), Dalloz,
2011, y Pour une réforme du régime général des obligations, F. Terré (dir.), Dalloz, 2013), apadri-
nados por la Académie des Sciences morales et Politiques. Por último, los dos ante-proyectos de la
Cancillería 2008-2014 puede consultarse en la dirección web de la misma, http://www.textes.
I. Introducción: motivos intrínsecos y extrínsecos a la reforma 245
350 disposiciones (contenidas en los arts. 1.100 a 1.386-1 del Libro III del
Código civil francés), por obra de la Ley n.º 2016-131 de 10 de febrero de
2016 relativa a la reforma del derecho de los contratos, del régimen general y de la
prueba de las obligaciones, publicada en el Diario Oficial de la república fran-
cesa el 11 de febrero de 20167, y acompañada de un Informe explicativo8.
Las nuevas disposiciones se aplicarán a los contratos concluidos a partir
de próximo 1 de octubre de 2016 (art. 9). Los contratos celebrados antes
de esta fecha quedan sujetos todavía a la legislación vigente con algunas
excepciones9.
justice.gouv.fr/projets-de-reformes-10179/reforme-du-regime-des-obligations-et-des-quasi-contrats-22199.
html. Para una apreciación general de los proyectos anteriores al actual y sus antecedentes,
R. Cabrillac, «Le projet de réforme du droit des contrats. Premières impressions», JCP.
2008, I, 190; D. Mazeaud, «Réforme du droit des contrats: haro, en Hérault, sur le projet»,
D. 2008, p. 2675 y D. Mazeaud, «Une nouvelle rhapsodie doctrinale pour une réforme du
droit des contrats», D. 2009, p. 1364; Ph. Malaurie, «Petite note sur le projet de réforme du
droit des contrats», JCP2008, 1, 204; J. Mestre, «Une très heureuse initiative», RLDC, oct.
2008, p. 3; Ch. Larroumet, «De la cause de l’obligation à l’intérêt du contrat (à propos du
projet de réforme du droit des contrats)», D. 2008, p. 2441; Ph. Malinvaud, «Le contenu
certain du contrat dans l’avant-projet "Chancellerie" de code des obligations ou le " stoemp"
bruxellois aux légumes», D. 2008, point de vue, p. 2551; A. Ghozi, Y. Lequette, «La réforme
du droit des contrats: brèves observations sur le projet de la Chancellerie», D. 2008, p. 2609;
M. F. Chenédé, «L’utilité de la cause de l’obligation en droit contemporain des contrats».
Es de destacar que el primer Proyecto oficial de la Cancillería francesa (2008), aunque se
nutre de ambos textos, recoge en mayor medida las propuestas del Proyecto de F. Terré. Así,
el proyecto, acotado a la prescripción, dio lugar a la Ley n° 2008-561 del 17 de junio 2008
portant réforme de la prescription en matière civile y el proyecto gubernamental de 23 de octubre
de 2013 relativo al derecho contractual. Filtrado, algo incompleto, por el semanario Échos, el
15 de enero de 2014, se modificó en el año 2015. Este texto de la Cancillería se modificó en
substancial medida tras una consulta pública iniciada en el año 2015. El resultado de estos
trabajos doctrinales y gubernamentales y de las variadas modificaciones aceptadas en el cur-
so de la consulta es el texto que finalmente ha visto la luz en el año 2016.
(7) Ordonnance n° 2016-131 du 10 février 2016 portant réforme du droit des contrats, du
régime général et de la preuve des obligations, JORF, n° 35, 11 de febrero de 2016, n° 26. Dispo-
nible en el portal legifrance. Traducido en lengua inglesa por los profesores J. Cartwright,
B. Fauvarque-Cosson y S. Whittaker en, http://www.textes.justice.gouv.fr/art_pix/THE-LAW-
OF-CONTRACT-2-5-16.pdf
(8) Rapport au Président de la République relatif à l'ordonnance n° 2016-131 du 10 février
2016 portant réforme du droit des contrats, du régime général et de la preuve des obligations, JORF
n°35, 11 de febrero 2016, n° 25. Disponible en el portal legifrance.
(9) Las acciones ejercidas por un tercero sobre un pacto de preferencia (nuevo art.
1.123 Cc) o en el marco de la representación (art. 1.158) o en la forclusión (art. 1.183).
Estas acciones interrogativas se aplicarán a todos los contratos desde la entrada en vigor de
la ley el 1 de octubre de 2016.
(10) El ante-proyecto puede consultarse en el portal del Ministerio de Justicia (http://
www.textes.justice.gouv.fr/textes-soumis-a–concertation-10179/reforme-du-droit-de-la-responsabilite-ci-
vile-28936.html).
246 5. El Derecho Contractual francés (2016)
En cualquier caso, aunque se trate de una reforma más que una revo-
lución, no puede dejar indiferentes a los países que vieron cómo el texto
napoleónico influenciaba a sus propios códigos civiles,como es el caso del
Código civil español de 188911. Dentro de un contexto social en España,
que mostraba una burguesía débil, que apenas proyectaba un cambio polí-
tico a través del derecho privado. En nuestro país, tras la reforma del Títu-
lo Preliminar del Código Civil de 1974, la preocupación por reformar los
preceptos del Derecho general de obligaciones y contratos comprendidos
en los Títulos I y II del Libro IV del Código Civil (arts. 1.088-1.314) se ha
dejado sentir en el S. XXI, aunque todavía perviven sin modificaciones sig-
nificativas los textos que fueron promulgados y puestos en vigor en 1889.
Así, en enero de 2009 el Ministerio de Justicia publicó en su Boletín de
Información una Propuesta de Modernización del Código Civil en materia
de obligaciones y contratos, redactada por la Sección Primera de Derecho
civil de la Comisión General de Codificación12. Para los autores, se trataba
(11) La influencia del Código napoleónico, a través del Proyecto de 1851 de García
Goyena, es conocida. Si bien, como indica L. Díez-Picazo los redactores del código civil
apenas prestaron atención al derecho de obligaciones y contratos. La atención la acapara-
ron las cuestiones polémicas del matrimonio (canónico y civil) y la cuestión foral, de ma-
nera que en materia contractual no hubo discusión. Los autores del Código civil siguieron
en este punto el Proyecto de 1851 y, a través de él, al Código civil francés de 1804, aunque
teniendo en cuenta el Código civil italiano de 1865, entre otros. Vid., L. Díez-Picazo, ES-
TUDIO DOCTRINAL LA PROPUESTA DE MODERNIZACIÓN DEL DERECHO DE OBLI-
GACIONES Y CONTRATOS, Año LXV, N.º 2130, abril de 2011 Año LXV. BMJ n.º 2130.
Abril 2011. Disponible en, www.mjusticia.es/bmj, p. 1. Asimismo, N. Fenot y Picón, «The
Spanish Obligation and Contract Law and the Proposal for its Modernisation», en The Law
of Obligations in Europe: A New Wave of Codifications, Reiner Schulze, Fryderyk Zoll (eds.),
2013, pp. 397-430 y Antoni Vaquer, «Spain: Modernising Performance and Non-perfor-
mance», en The Law of Obligations in Europe: A New Wave of Codifications, Reiner Schulze,
Fryderyk Zoll (eds.), 2013, pp. 431-458.
(12) PROPUESTA DE ANTEPROYECTO DE LEY DE MODERNIZACIÓN DEL
DERECHO DE OBLIGACIONES Y CONTRATOS BIMJ, Año LXIII, enero de 2009.
http://www.mjusticia.gob.es/cs/Satellite/1292338957019?blobheader=application%2Fpdf&blo-
bheadername1=Contentdisposition&blobheadername2=SuplementosBoletin&blobheadervalue1=attac-
I. Introducción: motivos intrínsecos y extrínsecos a la reforma 247
hment%3B+filename%3DPropuesta_de_Modernizaci%C3%B3n_del_C%C3%B3digo_Civil_en_
materia_de_Obligaciones_y_Contratos.PDF
(13) Cabe contextualizar el tema teniendo en cuenta que Aragón promulgó en 2011
un Código de Derecho Foral de Aragón; que Cataluña, piensa introducir en su Código Civil
un nuevo Libro VI dedicado a obligaciones y contratos (ya en el año 2004 el Observatori de
Dret Privat elaboró un primer borrador denominado «Trabajos preparatorios del libro sexto
del Código civil de Cataluña en materia de obligaciones y contratos»), y que Galicia cuenta
con su Ley de Derecho Civil (2006) que tiene la estructura de un código.
(14) E. Hondius y A. Keirse, Does Europe Go Dutch? The Impact of Dutch Civil Law on
Recodification in Europe, en The Law of Obligations in Europe: A New Wave of Codifications Eds.:
Reiner Schulze, Fryderyk Zoll, pp. 303-320.
(15) C. Witz, «La nouvelle jeunesse du BGB insufflée par le droit des obligations»,
Dalloz, 2002, p. 3156 y R. Zimmermann, The New German Law of Obligations, Oxford Uni-
versity Press, 2005, p. 30.
(16) Reiner Schulze, «Changes in the Law of Obligations in Europe», en The Law
of Obligations in Europe: A New Wave of Codifications, Reiner Schulze, Fryderyk Zoll (eds.),
2013, pp. 3-25.
248 5. El Derecho Contractual francés (2016)
(17) S. Grundmann, «The Future of Contract Law», ERCL, 2012, p. 490, que consi-
dera que el derecho de los contratos será, en las próximas décadas, esencialmente europeo,
y que las cláusulas standard, la protección de los consumidores y la no-discriminación serán
los principios fundamentales.
(18) Con énfasis en la existencia del «modelo jurídico francés» en la Historia, pese
a su declive contemporáneo, R. Cabrillac, «Rapport introductif: Quel avenir pour le mo-
dèle juridique français dans le monde?», en R. Cabrillac (dir.), Quel avenir pour le modèle ju-
ridique français dans le monde?, Paris, Economica, 2011, p. 1-5, especialmente, pp. 3-4 (n.º 4).
(19) Los trece informes anuales Doing Business del Banco Mundial cubren 189 países.
El ultimo, Doing Business 2016 Measuring Regulatory Quality and Efficiency, 13.º Ed., puede
consultarse en www.doingbusiness.org.
(20) La Ley El Khomri que, como es usual en Francia se la conoce por el nombre
de la ministra que la adopta, ha sido adoptada el pasado 21 de Julio, tras cinco meses
de controversias y manifestaciones. El texto presentado al Parlamento está disponible en,
http://www.assemblee-nationale.fr/14/pdf/projets/pl3600.pdf. El Tribunal Constitucional debe
aún pronunciarse en la próximas semanas, por lo que es posible que el texto definitivo sea
publicado en el Journal officiel en otoño de 2016.
I. Introducción: motivos intrínsecos y extrínsecos a la reforma 249
(21) En la edición 2015 del Doing Business, Francia obtuvo el puesto 10 del ranking
mundial en el ámbito de la ejecución contractual y del comercio internacional. Cabe no ol-
vidar que París es una importante sede de arbitraje, aunque el derecho nacional más aplica-
do en el marco de la CCI sea el suizo. V. G. Cuniberti, «La faible attractivité internationale
du droit français des contrats», en Mélanges B. Audit: Les relations privés internationales,
LGDJ-Lextenso, 2014, p. 253.
(22) Rapport pour la Fondation pour le droit continental, bajo la dirección de B. Deffains
y C. Kessedjian, en http://www.fondation-droitcontinental.org/fr/.
(23) Alemania, Argentina, Brasil, Canadá, China, Francia, Italia, Japón, Marruecos,
Noruega, Reino Unido, Senegal y Estados Unidos. El grupo de investigadores cuenta no
sólo con expertos en economía sino con juristas. La coordinación corresponde a dos pro-
fesores universitarios del ámbito del derecho (Catherine Kessedjian) y de la economía
(Bruno Deffains). Se presta a la seguridad jurídica (accesibilidad, previsibilidad y estabili-
dad jurídica) y, también, al equilibrio entre los intereses de los diversos actores.
(24) J. M. Baïssus, director de la Fundación por el derecho continental (http://www.
fondation-droitcontinental.org/fr/), aboga por esta idea señalando que:»
existe una competen-
cia de modelos jurídicos donde la calidad intrínseca de un sistema de derecho no es vista
de manera objetiva, sino más bien en un contexto de conquista de partes del mercado» (J.
M. Baïssus, «Le droit français, modèle du droit continental?», en R. Cabrillac (dir.), Quel
avenir pour le modèle juridique français dans le monde?, Paris, Economica, 2011, p. 16.
(25) Doing Business 2015: Going Beyond Efficiency. Washington, DC: World Bank. Para
España, al igual que Grecia, Italia y Portugal, países afectados por la crisis económica, se
250 5. El Derecho Contractual francés (2016)
bilitación del gobierno para reformar el Libro III del Código civil por la vía del decreto-ley,
la entonces ministra de la justicia, Christiane Taubira, abrió el 23 de febrero de 2015 un
período de consulta pública hasta el 30 de abril de 2015. Se recibieron 257 respuestas del
mundo empresarial (MEDEF, AFED), de asociaciones de juristas de empresas (AFJE) de
bufetes de abogados y del mundo universitario. Finalmente,el texto fue publicado en el
diario oficial el 11 de febrero de 2016 con no pocas modificaciones. El Parlamento debía
ratificarlo antes del 10 de agosto de 2016 (6 meses después de su publicación conforme al
art. 27 de la ley de habilitación) y podía modificar el contenido (no es un paso obligatorio),
lo que no ha sucedido. De modo que la nueva ley entrará en vigor el próximo 1 de octubre
de 2016 y se aplicará a los contratos concluidos a partir de esa fecha (art. 9).
II. Disposiciones preliminares: definiciones y principios… 253
1. Definición de contrato
6. El nuevo art. 1.101 define el contrato: «Un contrato es un acuerdo de
voluntades entre dos o varias personas destinado a crear modificar, trans-
mitir o extinguir las obligaciones». Se refuerza la idea de que el contrato es
un acto jurídico que requiere un acuerdo de voluntades. El texto sometido
a consulta en el año 2015 se señalaba que el contrato está destinado a crear
efectos jurídicos43. El contrato requiere un acuerdo de voluntades entre al
menos dos personas lo que lo distingue del acto o compromiso unilateral
(art. 1.100-1). El que sea fuente de obligaciones permite distinguirlo de la
mera convención, que puede abarcar actos de liberalidad y de asistencia o
gentlemen’s agreement. El término convención, presente en texto napoleóni-
co, desaparece con la reforma haciendo innecesaria la distinción. Tampo-
co el art. 1.254 del Código Civil español menciona el término convención,
y también define el contrato por su objeto.
2. Principios contractuales
7. El Código Civil francés de 1804 no hace referencia expresa a los prin-
cipios contractuales. El texto de la reforma de 2016 no los singulariza for-
malmente con un apartado –aunque sí lo hacía en la redacción anterior,
que hablaba de los «Principios rectores»44–, pero sí los sitúa dentro de las
(42) El Código civil alemán (BGB) elabora una teoría general del acto jurídico apli-
cable notablemente al contrato. El Código civil francés, a la inversa, elabora una teoría ge-
neral del contrato aplicable mutatis mutandis, a todos los actos jurídicos, especialmente a los
unilaterales, como el testamento. El texto de P. Catalá (2005) proponía un art. 1.101-1 que
recogía los actos jurídicos («actos de voluntad destinados a producir efectos jurídicos»). C.
Witz, «Contrat ou acte juridique?», en F. Terré (dir.) Pour une réforme du droit des contrats,
Dalloz, coll. Thèmes et commentaires, 2009, p. 50 y P. Ancel, «Contractualisation et théorie
générale du contrat: quelques remarques méthodologiques», en S. Chassagnard-Oinet y
D. Hiez (dir.),Approche renouvelée de la contractualisation, PUAM, 2007, n.º 11.
(43) La redacción anterior era, quizás, más próxima al a priori filosófico de la auto-
nomía de la voluntad y más alejada de la idea de la idea de que los efectos que produzca el
contrato serán los contemplados en el ordenamiento jurídico y no los que puedan deducir-
se de la voluntad de las partes. El contrato es un acuerdo destinado a crear, transformar o
extinguir obligaciones, pero es la ley la que determina los efectos jurídicos.
(44) P. Dupichot, «Les principes directeurs du droit des contrats»,Revue des con-
trats,2013-3, p. 387, que hace el seguimiento de la modificación en los primeros textos.
II. Disposiciones preliminares: definiciones y principios… 255
(51) Cons. Const. 10 de junio de 1998, n.º 98-401, RTD civ. 1998, p. 796. Y, especial-
mente, Con. Const., 13 de junio de 2013, n.º 2013-672 DC (ley de ámbito laboral), JO 16 de
junio 2013, p. 9958, JCP G 2013, p. 929, nota de J. Gesthin.
(52) Cons. Const., 3 de Agosto de 1994, JCP 1995, II 22404, nota Broussole y RTD civ.
1996, p. 15 («ninguna norma de valor constitucional garantiza el principio de la libertad
contractual»)
(53) Cons. Const.; 13.1.2011, D. 2011, p. 415, nota PICOD.
II. Disposiciones preliminares: definiciones y principios… 257
4. El Principio de la buena fe
9. El proyecto de Código Civil napoleónico disponía que las conven-
ciones han de ser «contraídas» y «ejecutadas» de buena fe. Pero la prohi-
bición del dolo y el desplazamiento del artículo, dejó a la buena fe en la
única fase de la ejecución del contrato (art. 1.134, apartado 3 del Código
civil de 1804)56. El papel de la buena fe es relevante en la fase de formación
(54) A. Rieg, Le rôle de la volonté dans l'acte juridique en droit civil français et allemand,
LGDJ 1961, p. 17 y J. Hauser, Objectivisme et subjectivisme dans l'acte juridique, LGDJ, 1971, p.
15.
(55) E. Gounot, La liberté des contrats et ses justes limites: Semaines sociales de France,
1938, p. 321. y J. Rochfeld, Les grandes notions de droit privé: PUF, Thémis, 2011, p. 475, que
señala la influencia probable de la doctrina internacional-privatista.
(56) M. Fenet, Recueil complet des travaux du Code civil, t. XIII, p. 8.
258 5. El Derecho Contractual francés (2016)
(57) V. J. Mestre, «D'une exigence de bonne foi à un esprit de collaboration», RTD civ.
1986, p. 100; Y. Picod, Le devoir de loyauté dans l'exécution du contrat, L GDJ 1989, n° 83; y A.
Bénabent, La bonne foi, Litec, 1992, p. 291.
(58) S. Tisseyre, Le rôle de la bonne foi en droit des contrats, Essai d’analyse à la lumière du
droit anglais et du droit européen, PUAM, 2012, p. 12.
(59) Ph. Stoffel-Munck, L'abus dans le contrat, essai d'une théorie, LGDJ, 2000, n° 81.
(60) Ch. Jamin, «Plaidoyer pour le solidarisme contractuel», en Études J. Gesthin,
LGDJ, 2001, p. 441 y D. Mazeaud, «Loyauté, solidrité, fraternité: la nouvelle devise contrac-
tuelle?», en Mélanges F. Terré, Dalloz 1999, p. 603 y P. Rémy «La genèse du solidarisme»,
en L. Grynbaum y M. Nicod (dir.) Le solidarisme contractuel, Economica, 2004, p. 3. Vide.,
una visión crítica en Y. Lequete, «Bilan des solidarismes contractuels», en Mélanges Didier,
Economica, 2008, p. 247-269.
II. Disposiciones preliminares: definiciones y principios… 259
las críticas. Es el caso del art. L. 442-6 I 2.º que prohíbe «someter a una par-
te comercial a obligaciones que creen un desequilibrio significativo entre
los derechos y las obligaciones de las partes».
El contrato negociado (en el que se discute su contenido) y el contrato
de adhesión (al que uno se adhiere más que consiente) se distinguen, ade-
más, por las consecuencias que acarrean. Es el caso del mecanismo de las
cláusulas abusivas, de la sanción de las cláusulas que crean un desequilibrio
estructural (art. 1.171) y de las reglas de interpretación particulares en
contra del que las estipula (art. 1190).
(62) Mediante el art. 25-II de la Ley n.º 2004-575 de 21 de junio de 2004 y el art. 1 del
Decreto ley n.º 2005-674 de 16 de junio de 2005.
III. La formación del contrato 261
13. Más novedoso resulta el art. 1.112-1 que prevé un deber general de
información en esta fase precontractual («Aquélla de las partes que conoce
una información cuya importancia es determinante para el consentimien-
to de la otra debe informarla desde que, legítimamente, esta última ignora
esta información o hace confianza a su cocontratante»). Este deber de in-
formación es de orden público y «Las partes no pueden ni limitar, ni ex-
cluir este deber». La información es esencial para el consentimiento y los
intereses de las partes pueden ser divergentes en este punto (el vendedor
oculta información para obtener más beneficio). El deber es constatado
dada su importancia y no meramente integrado en la buena fe.
2. La oferta y la aceptación
14. La sub-sección 2 relativa a «La oferta y la aceptación» incluye un
clásico en la teoría general de los contratos. Si bien, su entrada detallada
y separada en el Código Civil constituye una novedad de la reforma (arts.
1.113 a 1.122). El derecho francés se acerca con ello al Código Civil alemán
(arts. 145 a 156 BGB) y al Código Civil del Quebec (arts. 1.388 a 1.397),
entre otros textos nacionales contemporáneos. La fuente de inspiración
inicial han sido los Principios UNIDROIT de 2010 (art. 2.1.1 a 2.1.14), se-
gún consta en el estudio de impacto del gobierno de 27 de noviembre de
201367. A los que podrían unirse los PECL (art. 2:201 a 2:211) o el DCFR
(art. II-4:201 a 4:208, II-4:211). Así lo constata el profesor G. Reiner68.
La primera norma introductoria (art. 1.113) ofrece una visión de con-
junto para la oferta y la aceptación («El contrato se formaliza por el en-
cuentro de una oferta y de una aceptación, por la cual las partes mani-
fiestan su voluntad de comprometerse». Y añade: «Esta voluntad puede
resultar de una declaración o de un comportamiento inequívoco de su
autor»). No se sigue la terminología clásica de la manifestación expresa y
tácita. La tácita es sustituida por la del «comportamiento inequívoco del
contratante» lo que es valorado por la doctrina69. Respecto a la oferta, el
nuevo art. 1.114 precisa que ha de contener los «elementos esenciales»
del contrato y puede hacerse a persona determinada o indeterminada. En
su defecto, solamente habrá invitación a entrar en negociaciones. Los dos
artículos siguientes (arts. 1.115 y 1.116) se refieren al retracto y a la revo-
cación de la oferta. El nuevo art. 1.115 dispone que: «(La oferta) podrá
ser libremente retractada mientras no haya llegado a conocimiento de su
destinatario». Respecto a la revocación, el nuevo art. 1.116 dispone que:
«(La oferta) no podrá ser revocada antes de que expire el plazo fijado
por su autor, o, en su defecto, antes de que expire un plazo razonable»70.
También se recoge la jurisprudencia, para poner fin a las discusiones sobre
la caducidad de la oferta en caso de muerte del oferente. Se opta por la
caducidad de la oferta y no por su transmisión a los herederos. Así, dispone
el art. 1.117 que: «La oferta caduca al expirar el plazo fijado por su autor
o, en su defecto, al término de un plazo razonable. También caducará en
caso de incapacidad o fallecimiento de su autor». En definitiva, la muerte
del oferente hace caduca la oferta.
En lo que concierne a la aceptación, el art. 1.118 da una definición al
uso: «La aceptación es la manifestación de voluntad de su autor de obligar-
se en los términos de la oferta». En un párrafo final se dispone que: «La
aceptación discordante con la oferta carece de efecto, salvo que se plantee
una oferta nueva». Es decir que en este último caso no sería una oferta sino
una contra-oferta.
15. En el supuesto de que haya condiciones generales a las que se sujete
el contrato, el art. 1.119 establece que: «Las condiciones generales que
invoque una parte no tendrán efecto frente a la otra salvo que se hayan
puesto en conocimiento de esta y las haya aceptado»; y que, «En caso de
discordancia entre las condiciones generales invocadas por una y otra de
las partes, las cláusulas incompatibles carecerán de efecto». La solución de
la batalla de cláusulas es la anulación de las que resultan incompatibles.
Queda abierta la cuestión de cómo se solventan los problemas que esas
mismas cláusulas trataban de manera dispar. Cabe entender que se alienta
el acuerdo entre partes para salir del embrollo. Por último, si existe discor-
dancia entre condiciones generales y especiales, se prioriza la especialidad
(«En caso de discordancia entre las condiciones generales y las condicio-
nes particulares, las segundas primarán sobre las primeras»).
16. Respecto a los efectos del silencio, el art. 1.120 recoge un principio
arraigado en la jurisprudencia («El silencio no valdrá como aceptación,
salvo que de la ley, el uso, las relaciones de negocios o circunstancias espe-
ciales resulte lo contrario»)71. Es destacar que si bien se sienta el principio,
(72) Cour Cassation Civ 1.º), 7 de enero de 1981, RTDciv., 1981, p. 849. Obs. E.
Chabas.
(73) Cour Cassation, (Civ. 3.º), 17 de septiembre de 2014, n.º 13-21824.
(74) B. Mercadal, Réforme du droit des contrats, Francis Lefevre, Paris, 2016, p. 78 (n.º
207)
(75) Sobre esta cuestión respecto a la normas de conflicto del 10.5 Código Civil es-
pañol, el trabajo de M. Virgos Soriano, El lugar de celebración y de ejecución en la contratación
internacional, Tecnos, 1989.
266 5. El Derecho Contractual francés (2016)
Por último, cabe añadir que el art. 1.122 estipula que si la ley o las partes
prevén un plazo de reflexión o de retracto, el destinatario de la oferta no
podrá prestar eficazmente su consentimiento antes de que expire dicho
plazo. En otras palabras, cuando la ley o las partes prevén un plazo de re-
flexión o de retracto este plazo debe ser respetado.
1. Supresión de la causa
20. Vimos que el art. 8 de la Ley de habilitación apelaba a la necesidad
de simplificar y hacer más inteligible –y, también, más «exportable»–, el
derecho contractual nacional. A tal fin, el nuevo art. 1.128 suprime una de
las cuatro condiciones de la validez del contrato: la causa, previstas en el
art. 1.108 del Código napoleónico77. Cabe traer a colación que, también,
se incluye la causa como elemento de validez del contrato en el derecho
español (art. 1.261 del Código civil).
Con la reforma de 2016 la causa desaparece como elemento de validez
del contrato, aunque no se suprimen todos los usos que de ella hacía la
(77) El art. 1.108 del Cc de 1804 indica que: «Cuatro condiciones son esenciales para
la validez de una convención: El consentimiento de la parte que se obliga, su capacidad de
contratar, un objeto cierto que forme la materia del compromiso, y una causa lícita en la
obligación». Y el art. 1.131 del mismo texto legal precisa, en consonancia con lo anterior,
que: «La obligación sin causa, o sobre una falsa causa, o sobre una causa ilícita, no podrá
tener efecto alguno», disposición que guarda, también, cierta correspondencia con el art.
1.275 del Cc español.
268 5. El Derecho Contractual francés (2016)
(78) D. Mazeaud, «Pour que vive la cause, en dépit de la réforme!», Droit et Patrimoi-
ne, 2014, oct., p. 38. En favor de su supresión, L. Aynès, «La cause, inutile et dangereuse»,
Droit et patrimoine, 2014, p. 40 (Inútil si no es aplicada sin rigor y peligrosa cuando no lo es).
(79) M. Planiol, La cause du contrat, 1931, pp. 396-397, que la consideraba una no-
ción falsa e inútil.
(80) Sobre esta cuestión y su similitud con la consideration, véase el trabajo de S. Sán-
chez Lorenzo, «Causa y Consideration», en este mismo volumen.
(81) M. P. Weller, «La cause dans l’avant-projet de réforme du droit des obligations
2013», en R. Schulze, G. Wicker, G. Mäsch, D. Mazeaud (dir.) La réforme du droit des obli-
gations en France, SLC, 2015, p. 146, y G. Wicker, «La suppression de la cause et les solutions
alternatives», en R. Schulze, G. Wicker, G. Mäsch, D. Mazeaud (dir.) La réforme du droit
des obligations en France, SLC, 2015, p. 14.
(82) L. Díez-Picazo, E. Roca Trías y A. M. Morales, Los Principios del Derecho europeo
de los contratos, Madrid, Civitas, 2000, pp. 172-177.
IV. Validez del contrato 269
(86) Aunque se trataba de una revisión para impedir el abuso más que de una revi-
sión para establecer el precio justo razonable, pues el juez debía atender a los estándares o
precios del mercado.
(87) Cour Cass. Pleno, n.º 91-15578, n.º 91-15999, n.º 91-19653 y n.º 93-13688, RJDA,
1996 (dic.), n.º 1459. Se trataba de un contrato de mantenimiento de una instalación te-
lefónica que prevé la eventualidad de contratos modificativos de las condiciones iniciales.
272 5. El Derecho Contractual francés (2016)
(88) «Art. 1.168. En los contratos sinalagmáticos, la falta de equivalencia entre obli-
gaciones no será causa de nulidad del contrato, a menos que la ley disponga otra cosa».
(89) «Art. 1.169. Un contrato a título oneroso será nulo cuando, al tiempo de su for-
mación, la contraprestación convenida en provecho de quien se compromete sea ilusoria
o irrisoria».
(90) El artículo 1.170 consagra la jurisprudencia con el célebre caso Chronopost de
1996 (Com. 22 oct. 1996, n° 93-18632).
VI. Efectos del contrato 273
(91) F. Buy, «Le "déséquilibre significatif" devant la Cour de cassation: en fin des
précisions?», D., 2015, pp. 1021-1024.
(92) Cons. Const., 13 enero 2011, n.º 2010-5 QPC, D., 2011, p. 415.
(93) Ph. Stoffel-Munck, «L’abus dans le contrat. Essai d’une théorie», LGDJ, 2000, n.º
411 Ph. Stoffel-Munck, «Les clauses abusives: on attendait Grouchy
», Droit et Patrimoi-
ne, oct. 2014, p. 56. Asimismo, R. Boffa, «Juste cause (et injuste cause)», D., 2015, p. 335.
274 5. El Derecho Contractual francés (2016)
ante el Conseil d'État, este revocó la decisión y ordenó la revisión del contrato, otorgando
una indemnización por las pérdidas sufridas hasta la fecha.
(97) Cour Cass. (com.), 3 de noviembre de 1992, Huard, RTD Civ, 1993, p. 124, nota J.
Mestre. En, https://www.legifrance.gouv.fr/affichJuriJudi.do?oldAction=rechJuriJudi&idTexte=JU-
RITEXT000007029915&fastReqId=1729803732&fastPos=1%29
(98) En Inglaterra son célebres los casos de la Coronación a los que los tribunales
respondieron in casu. Este conjunto célebres de casos tienen como punto en común la
coronación de Eduardo VII los días 26 y 27 de junio de 1902, tras el fallecimiento de la
reina Victoria. El evento incluía desfiles militares, paso del cortejo real y recorrido por el
Támesis desde la Abadía de Westminster hasta el Palacio de Buckingham. Muchos ciuda-
danos procedieron a alquilar balcones, terrazas y ventanas, incluso barcos, para observar el
desfile y el acto naval, pero la repentina enfermedad del Príncipe de Gales hizo suspender
los actos, dando así lugar a multitud de reclamaciones por parte de aquéllos que habían
pagado por adelantado los citados arrendamientos para sí o para terceros con perspectivas
de ganancia (H. Beale, B. Fauvarque-Cosson, J. Rutgers y S. Vogenauer, (eds.), Cases,
Materials and Text on Contract Law, 2a ed., Oxford, 2010, pp. 1095-1101 y 1130-1135). Otros
célebres casos son los del Canal de Suez, donde los tribunales consideraron que el cierre del
Canal no suponía una frustration del contrato, pues era un riesgo que el empresario había
asumido al contratar (M. García Caracuel, La alteración sobrevenida de las circunstancias con-
tractuales, Dykinson, 2014, pp. 63-106). En Alemania, aunque de manera restrictiva, la teoría
de la base del negocio intentó hacer frente a la revisión por cambio imprevisto de las circuns-
tancias contractuales (M. García Caracuel, La alteración sobrevenida de las circunstancias
contractuales, Dykinson, 2014, pp. 219-267).
VI. Efectos del contrato 277
32. Las partes pueden descartar previamente el nuevo art. 1.195. Es de-
cir, antes, paradójicamente, de que ocurra lo que se supone que es impre-
visto en el momento de concluir el contrato. Quizás, mediante cláusulas
que distribuyan los riesgos. La norma es dispositiva. Así parece indicarlo
el Informe que acompaña a la reforma: «Como se deduce de la redacción
adoptada, el texto reviste un carácter dispositivo, y las partes podrán acor-
dar previamente el descartarlo
»105. El contrato tiene fuerza de ley entre las
partes y no es revocable más que en los casos previstos en el propio contra-
to (cláusulas de revisión o renegociación) o en los casos que la ley autoriza,
como es ahora el caso del nuevo art. 1.195, y siempre que se cumplan sus
condiciones y entre ellas el que esa parte no haya aceptado asumir el riesgo
(¿imprevisible?).
se alcanzara un acuerdo entre las partes dentro de un plazo razonable, cualquiera de ellas
podrá exigir la adaptación del contrato para restablecer el equilibrio de las prestaciones o
la extinción del mismo en una fecha determinada en los términos que al efecto señale»).
(104) En los Códigos civiles de Italia (art. 1467, 1468), Portugal (art. 312), Holanda
(art. 6.258), Alemania (§ 313), Grecia (art. 388), Rumania (art. 969-970).
(105) Rapport, op. cit., pp. 19-20.
(106) Ph. Stoffel-Munck, «La résiliation pour imprévision», AJCA, 2015, p. 262. Indi-
ca este autor que la solución es hábil pues incita a las partes a negociar.
VI. Efectos del contrato 279
34. Hay otras disposiciones en las que dados los límites de este trabajo
no podemos detenernos como son las reglas de interpretación (aunque ya
se ha señalado alguna al hilo de otros temas), la duración del contrato y
la caducidad, y la cesión de crédito (art. 1.321), donde cabe destacar que
se aligeran las formalidades del ex art. 1.690 para la oponibilidad de la ce-
sión al deudor cedido, pues no es necesario que sea notificada ni que sea
aceptada en un acto auténtico. También se regula la cesión de deuda (art.
1.327) y la cesión de contrato (art. 1.216).
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(dir. R. Schulze, G. Wicker, G. Mäsch, D. Mazeaud), SLC, 2015, pp. 27-
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Cc), La documentation française, 2005. O. Cherednychenko, Freedom of
282 5. El Derecho Contractual francés (2016)
6
El Derecho Contractual alemán
I. Aspectos generales
1. Evolución del derecho contractual alemán
1. El derecho contractual alemán se encuentra regulado principalmen-
te en el código civil alemán (Bürgerliches Gesetzbuch, BGB). La doctrina cien-
tífica imperante en la época en que se redactó influyó de forma decisiva en
su sistemática y en la técnica legislativa adoptada, que se cuentan aún hoy
en día entre sus características básicas. A pesar de las reformas acontecidas
y de la notable influencia del Derecho privado europeo y del Convenio de
Viena en su redacción actual, el derecho alemán de contratos continúa
también estando marcado por la idiosincrasia del BGB.
El derecho civil que se aplicaba en Alemania con anterioridad a la entra-
da en vigor del BGB el 1 de enero de 1900 se caracterizaba por la dispersión
normativa, ya que los distintos Estados habían dictado, especialmente du-
rante los siglos XVIII y XIX, cuerpos normativos llamados a imponerse al
286 6. El Derecho Contractual alemán
(10) Gesetz zur Modernisierung des Schuldrechts vom 26. November 2001 (BGBl. I
2001 S. 3138).
(11) Ley sobre el crédito al consumo (Verbraucherkreditgesetz, BGBl. I 2000 S. 940),
Ley sobre las Condiciones Generales de la Contratación (Gesetz zur Regelung des Rechts der
Allgemeinen Geschäftsbedingungen, BGBl. I 2000 S. 946), Ley sobre Contratación a distancia
(Fernabsatzgesetz, BGBl I 2000 897), Ley de Aprovechamiento por turno (Teilzeitwohnrechte-
gesetz, BGBl. I 1996 S. 2154) y Ley sobre contratos celebrados fuera de los establecimientos
mercantiles (Haustürwiderrufsgesetz, (BGBl. I 2000 S. 955).
(12) H.-J. Musielak/W. Hau, Grundkurs BGB, 14.ª ed., Múnich, C. H. Beck, 2015, Rn.
111.
II. Formación y validez del contrato 289
(17) D. Looschelders, Schuldrecht Allgemeiner Teil, 14.ª ed., Múnich, Vahlen, 2016,
Rn. 287; M. Herresthal, en beck-online.GROSSKOMMENTAR, Múnich, C. H. Beck, 2016, §
311 BGB, Rn. 229; V. Emmerich, en MünchKommBGB, Band 2, 7.ª ed., Múnich, C. H. Beck,
2016, § 311, Rn. 64-69.
(18) M. Herresthal, loc. cit., Rn. 224-225, 236.
(19) M. Herresthal, loc. cit., Rn. 251-254.
(20) V. Emmerich, loc. cit., Rn. 82.
(21) H.-J. Musielak/W. Hau, op. cit., Rn. 586.
292 6. El Derecho Contractual alemán
(25) BGH NJW 1984, 2279; NJW 1990, 454; NJW 2002, 2325 ss.
(26) H.-J. Musielak/W. Hau, op. cit., Rn. 75.
(27) H. Köhler, BGB AT, 40.ª ed., Múnich, C. H. Beck, 2016, § 6 Rn. 12.
(28) NJW 2002, 2393.
(29) H. Reichold, en M. Herberger/M. Martinek/H. Rüssmann (eds.), juris-
PK-BGB, 7.ª ed., Saarbrücken, Juris Verlag, 2014, § 130 BGB, Rn. 30.1.
294 6. El Derecho Contractual alemán
desde que guarda en el servidor del proveedor del servicio, sin que deba
esperarse a que el destinatario acceda al mismo30. La declaración recibida
por un nuntius designado para esta finalidad (Empfangsbote) se considera
recibida en ese mismo momento por el destinatario. Si no se ha designado
a nadie, se considerará igualmente nuntius a quien acostumbre a realizar
esta función (parientes, dependientes, etc.). Si falta la cualificación de esta
persona para transmitir la declaración de voluntad, se considerará que se
trata de un nuntius del remitente y este asumirá las consecuencias de una
deficiente transmisión31.
A. Oferta
8. La oferta tiene que ser determinada y contener, por tanto, los llama-
dos essentialia negotii. El primero de ellos es la otra parte contratante, que
debe estar identificada o ser identificable. Si esto no fuera así se estaría
ante una mera oferta ad incertas personas. Los demás essentialia negotii va-
rían según el tipo contractual: en el contrato de arrendamiento lo serán el
objeto arrendado y la renta; en la compraventa, el objeto y el precio. Sin
embargo, también es suficiente con que estos elementos son identificables,
por ejemplo si expresamente se deja la determinación de los mismos a la
otra parte contratante (§ 315-319 BGB) o si se pacta una obligación alter-
nativa. La oferta se considera suficientemente determinada incluso si es
necesario interpretarla para conocer su contenido32. Si la oferta se realiza
sin voluntad de obligarse, se estará ante una simple invitatio ad offerendum.
En tanto que declaración de voluntad de recepticia, la oferta es eficaz con
la recepción. La ineficacia puede resultar de la revocación o del transcurso
del plazo fijado por el oferente (§ 148 BGB) o de acuerdo con el § 147 II
BGB. Esta última norma establece que la oferta realizada entre ausentes
puede aceptarse hasta el momento en que el oferente puede esperar una
aceptación en circunstancias normales. Este plazo se determinará pues te-
niendo en cuenta los intereses en presencia en el caso concreto.
B. Aceptación
9. Para la aceptación rige también lo que se ha expuesto sobre las de-
claraciones de voluntad recepticias. La aceptación a través de actos implí-
citos (§ 151 BGB) debe diferenciarse de la aceptación por silencio, que
en principio no es posible. Una excepción rige sin embargo para los con-
tratos entre comerciantes en virtud del § 362 HGB. Según este artículo,
un comerciante que regularmente proporciona negocios para otros debe
responder inmediatamente a una oferta realizada por quien esté en rela-
ciones comerciales y su silencio valdrá como aceptación de la oferta. Lo
mismo rige cuando la oferta proviene de alguien a quien el comerciante
C. Falta de consenso
10. En principio, para considerar concluido el contrato es suficiente el
consenso sobre los essentialia negotii. En caso de no haberse determinado
todos o parte de los accidentalia negotii siendo las partes conscientes de ello,
el § 154 BGB establece que dependerá de la voluntad de las partes consi-
derar concluido o no el contrato. La voluntad de las partes debe determi-
narse mediante la interpretación. En caso de duda debe considerarse que
no se ha concluido el contrato si de la interpretación se desprende que
un elemento era considerado esencial por una de las partes. Sin embargo,
el comienzo de la ejecución del contrato es un indicio de que las partes
lo han dado por concluido. No se considerará concluido el contrato si se
había pactado que el contrato se realizaría en escritura pública pero esta
no se ha llevado a cabo aún. Si la falta de consenso sobre elementos acci-
dentales no es evidente, el § 155 BGB exige también la interpretación del
contrato para identificar la voluntad presunta de las partes. El contrato se
considerará concluido si se llega a la conclusión de que las partes lo hubie-
ran concluido igual sin un pacto sobre el punto en cuestión.
B. Vicios de la voluntad
12. Los vicios de la voluntad recogidos en el BGB son el error (§ 119
BGB), el dolo (§ 123 BGB) y la intimidación (§ 123 BGB). La declara-
ción de voluntad por ellos afectada puede ser impugnada y con ello se
puede lograr la ineficacia ex tunc de todo el negocio jurídico. En todos
estos supuestos se plantea la cuestión de la validez del negocio dispositivo
subyacente, en principio inalterada teniendo en cuenta el Principio de se-
paración. Aunque puede ser que ambos negocios presenten el mismo vicio
de la voluntad, normalmente no se podrá impugnar por error el negocio
dispositivo porque la creencia posteriormente frustrada en la validez del
negocio obligacional se puede considerar un error en los motivos33.
13. El § 119 I BGB abarca el error sobre el contenido de la declaración
de voluntad y el error en la exteriorización de la declaración de voluntad.
También trata el § 119 II BGB sobre el error en las cualidades y afirma que
solamente podrá dar lugar a la impugnación del negocio cuando se trate
de cualidades relevantes en el tráfico. La cuestión sobre cuáles son las cua-
lidades relevantes en el tráfico no ha sido objeto de una respuesta clara por
parte de la jurisprudencia. Por último, en el § 120 BGB se trata del error
en transmisión del contenido de una declaración de voluntad por parte del
nuntius. En todos los casos descritos, es necesario que quien llevó a cabo
la declaración de voluntad no la hubiese llevado a cabo si hubiese cono-
(34) H. Brox/W. D. Walker, Allgemeiner Teil des BGB, 39.ª ed., Múnich, Vahlen, 2015,
p. 150.
298 6. El Derecho Contractual alemán
(35) Motive zu dem Entwurfe eines Bürgerlichen Gesetzbuches für das Deutsche Reich, II,
Berlín, Verlag von J. Guttentag (D. Collin), 1888, p. 727.
(36) El Geliebten testament o Mätressentestament fue considerado contrario a la moral
hasta 1970, vid. NJW 1970, 1273.
(37) H. Brox/W. D. Walker, op. cit., p. 153.
II. Formación y validez del contrato 299
(40) B. Grün, en Bamberger/Roth, BGB, 40.ª ed., Múnich, C.H. Beck, 2016, § 985,
Rn. 19.
(41) D. Einsele, en MünchKommBGB, Band 1, 7.ª ed., Múnich, C. H. Beck, 2015, §
125, Rn. 49.
(42) G. Spindler, en Bamberger/Roth, BGB, 40.ª ed., Múnich, C.H. Beck, 2013, §
826, Rn. 2.
302 6. El Derecho Contractual alemán
(47) Vid. por ejemplo el famoso caso Haakjöringsköd (RGZ 99, 147-149), resuelto por
el Reichsgericht en 1920, en el que vendedor y comprador estaban de acuerdo en que el
contrato tenía por objeto carne de ballena, pero mencionaron por error carne de tiburón
en el contrato.
(48) BGH NJW-RR 2004, 554.
(49) W. Riem, en beck-online.GROSSKOMMENTAR, Múnich, C. H. Beck, 2016, § 280
BGB, Rn. 22-24.
304 6. El Derecho Contractual alemán
1. Supuestos de incumplimiento
Se consideran incumplimiento la no realización o la realización tardía
de la prestación, y la prestación tardía. La doctrina habla en general de
alteraciones en la relación jurídica obligacional (Störungen im Schuldverhält-
nis) e incluye dentro de esta categoría a la imposibilidad y a la vulneración
de deberes de conducta que no constituyen los deberes principales previs-
tos en la concreta relación jurídica obligacional.
La constitución en mora del deudor (§ 286 BGB) presenta como un pri-
mer requisito la posibilidad de la prestación. Si la prestación es imposible
temporalmente, tendrá que determinarse si la finalidad del contrato puede
cumplirse aún con el retraso y si se le puede exigir al acreedor que espere
el cumplimiento de la prestación. Además la prestación ha de ser exigible y
estar vencida. Normalmente se requiere una intimación del acreedor para
que se inicie la mora. No será necesaria la intimación cuando se haya de-
terminado una fecha concreta para la prestación, cuando se determina un
plazo para la prestación a partir de la fecha en la que se produce un acon-
tecimiento determinado, cuando el deudor deniega la prestación de forma
seria y definitiva y cuando la aparición inmediata de la mora está justificada
en virtud de motivos especiales, ponderados los intereses recíprocos (§ 286
II BGB). Una norma especial rige para prestaciones monetarias que tienen
el carácter de contraprestación. Para las mismas rige, fruto de la transposi-
ción de la Directiva 2000/35/CE, un plazo de treinta días, sin necesidad de
intimación50. Por último, el retraso en la prestación debe ser doloso o cul-
poso. Consecuencia de la constitución en mora es el deber de indemnizar
por los daños y perjuicios derivados de la misma. El acreedor debe dejarse
en el estado en el que se encontraría de no haberse producido el retraso
en la prestación. Dado de que es imposible una restitución in natura, pro-
cederá una indemnización monetaria que abarcará, en particular, el lucro
cesante (§ 252 BGB) o los beneficios que se hubieran derivado del uso de
la cosa, si se hubiera recibido puntualmente. Están incluidos también los
costes de la persecución extrajudicial del derecho, siempre que se hayan
generado una vez que el deudor se haya constituido en mora. Si el retraso
lo fue en la entrega de una prestación dineraria, procederá el pago de in-
tereses, pero no se excluye la indemnización de mayores daños derivados
del retraso (§ 288 IV BGB).
Un cumplimiento defectuoso genera, en principio, los mismos reme-
dios que la ausencia total de prestación, excepto si se trata de un cumpli-
miento defectuoso irrelevante. En este caso, no procederán ni el derecho
a recibir una indemnización en lugar del cumplimiento ni la resolución
del contrato (§§ 281 I 3, 323 V 2 BGB). Como se verá, daños resultantes
del cumplimiento defectuoso reciben un trato algo distinto dependiendo
(52) Vid. para mayor detalle sobre la evolución del tratamiento de esta institución R.
Meyer-Pritzl, «§§ 313-314», en M. Schoeckel/J. Rückert/R. Zimmermann (eds.), Histo-
risch-kritischer Kommentar zum BGB, Band I Allgemeiner Teil §§ 1 − 240, Tubinga, Mohr Siebeck,
2003, Rn. 3-47.
IV. Incumplimiento y remedios 307
3. Remedios
A. Cumplimiento
La pretensión de cumplimiento tiene en el derecho contractual alemán
un papel predominante, puesto que, una vez producido el incumplimien-
to, el acreedor tiene que conceder al deudor un plazo de gracia (Nachfrist)
para que este pueda llevar a cabo la prestación o subsanar sus defectos. La
posibilidad de ejercer la pretensión de cumplimiento no se extingue con
el transcurso del plazo adicional concedido para el mismo, por lo que el
deudor no puede asumir sin más que va a condenársele a indemnizar56.
En el caso de los contratos sinalagmáticos, del § 320 BGB se deriva que las
prestaciones han de ejecutarse simultáneamente, puesto que cada una de
las partes contractuales puede negarse a cumplir hasta que la otra parte
no cumpla. Si se había pactado que una de las prestaciones tenía que eje-
cutarse primero y después de concluido el contrato quien debía cumplir
primero tiene dudas sobre el cumplimiento de la otra parte contratante,
puede negar también la prestación (§ 321 BGB).
B. Indemnización
En caso de resultar un daño del incumplimiento de la obligación,
procede su indemnización de acuerdo con el § 280 I BGB. Los requisitos
que pide esta norma son el transcurso del plazo adicional concedido
para el cumplimiento, a no ser que la concesión de un plazo no sea ne-
cesaria, y la atribución de la responsabilidad del incumplimiento al deu-
dor. Del § 283 BGB se deriva que en caso de imposibilidad no es necesario
conceder un plazo adicional para el cumplimiento antes de demandar la
indemnización. En los demás supuestos, no es necesario conceder plazo
adicional para el cumplimiento si el deudor niega de forma seria y defi-
nitiva la prestación (§ 281 II 1 BGB) o si se dan circunstancias especiales
que justifican la demanda inmediata de indemnización (por ejemplo, si
se tenían que entregar ciertos bienes en un plazo determinado para que
pudiera funcionar bien la cadena de producción)57. Lo mismo rige, mutatis
mutandis, en caso de vulneración de deberes de aseguramiento de la pres-
tación o de protección. Al lado de la indemnización de los daños derivados
por el incumplimiento, el § 284 BGB prevé también la posibilidad de pedir
una indemnización por los gastos que se han realizado en la confianza de
que la prestación se iba a producir.
La responsabilidad del deudor (Vertretenmüssen) se concretiza en los
§§ 276 a 278 BGB. La formulación del § 280 I 2 BGB tiene como conse-
cuencia que es el deudor quien deberá probar la ausencia de responsa-
bilidad. El § 276 I 1 establece que por regla general el deudor responde
por dolo y por negligencia, a no ser que una responsabilidad más o me-
nos estricta esté prevista en una ley especial (por ejemplo la limitación
de la responsabilidad a los supuestos de dolo o culpa grave en los §§ 300
I o 521 BGB) o se derive del contenido de la obligación o de la natura-
leza de la deuda. Un ejemplo de esto último sería la obligación del deu-
dor de suministrar cosas genéricas58. La responsabilidad por negligencia
puede excluirse contractualmente (§ 276 III BGB).
La indemnización puede serlo debido a la ausencia de prestación (in-
demnización en lugar de la prestación o Schadensersatz statt der Leistung) o
por daños derivados del incumplimiento, cuya pretensión de resarcimien-
to se hace valer al lado de la pretensión de cumplimiento (indemnización
paralela a la indemnización o Schadensersatz neben der Leistung). De pro-
ducirse un cumplimiento defectuoso, los daños en el objeto de la obliga-
ción generan una pretensión de indemnización en lugar de la prestación,
mientras que los daños a otros bienes jurídicos generan una pretensión
de indemnización paralela al cumplimiento59. De producirse daños como
consecuencia de la vulneración de un deber de conducta, procederá nor-
C. Resolución
La posibilidad de resolver el contrato por incumplimiento (Rücktritt) se
considera en derecho alemán un derecho potestativo, de origen legal o con-
vencional, que se ejercita mediante una declaración de voluntad recepticia.
Tiene como consecuencia la transformación de la relación jurídica obliga-
cional en una relación jurídica de restitución (Rückgewährschuldverhältnis)62.
La restitución propiamente dicha funciona según lo establecido en el § 346
BGB. De acuerdo con el mismo, en principio consistirá en la en la devo-
lución de las prestaciones recibidas y de los aprovechamientos percibidos.
Si ello no es posible, sea porque la prestación consistía en un servicio, sea
porque la cosa a restituir ha empeorado o ha perecido, deberá abonarse el
valor de sustitución. El § 436 II deslinda tres supuestos: la imposibilidad de la
restitución in natura, el uso normal de la cosa incluyendo su consumo, ena-
jenación o su modificación y el deterioro o destrucción de la cosa, sin tener
en cuenta el deterioro generado por el uso ordinario. El valor de sustitución
se calcula tomando en consideración una eventual contraprestación pactada
en el contrato. De acuerdo con el § 436 III BGB, no procede el deber de
entregar el equivalente monetario si el daño que justificó la resolución no se
hizo patente sino durante el procesamiento o la modificación de la cosa, si el
D. Prescripción
La prescripción también se vio afectada por la modernización del dere-
cho de obligaciones. La reforma se hacía especialmente necesaria debido
a los numerosos plazos especiales que excepcionaban el tradicional plazo
de treinta años. Solamente en el antiguo § 196 BGB se encontraban nada
menos que diecisiete supuestos distintos en los que regía en plazo de dos
años. Además, el plazo de prescripción de las acciones derivadas de vicios
de la compraventa era de seis meses, mientras que las acciones derivadas
de la responsabilidad extracontractual prescribían a los tres años desde el
conocimiento del daño. Sin embargo, de afirmarse la existencia de una
positive Vertragsverletzung, el plazo de prescripción era el general de treinta
años. A la vista de tan importantes divergencias, no es de extrañar que se
generasen enconadas discusiones doctrinales sobre la subsunción de un
determinado caso en un supuesto o en otro. Frente a ello se reaccionó
introduciendo un plazo general de tres años y dos plazos más, uno de diez
años y otro de treinta, que se aplican en supuestos muy concretos. Tam-
bién se modificó el inicio del cómputo del plazo de prescripción, que an-
teriormente coincidía con el nacimiento de la pretensión. Tras la reforma,
el cómputo del plazo de prescripción comienza, por regla general, con
el fin del año en el que nace la pretensión y el acreedor tiene o debería
tener noticia de las circunstancias que la fundamentan actuando con dili-
gencia (§ 199 BGB). Ambas condiciones deben darse cumulativamente63.
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I. Introducción: la necesaria referencia a la historia del «Diritto… 313
7
El modelo contractual italiano
(1) Vid. G. Alpa, La cultura delle regole. Storia del diritto civile italiano, Roma-Bari, La-
terza 2000, pp. IX-XII.
(2) Entre esas corrientes destacamos una minoritaria pero muy interesante, la de
quienes defienden la influencia de la Escolástica tardía y el iusnaturalismo de la Escuela de
Salamanca en las teorías voluntaristas, principalmente J. Gordley (The Philosofical Origins
II. El «Code civil» y las codificaciones italianas preunitarias 315
of Modern Contract Doctrine, Oxford Claredom, 1991, reimpreso en 2011, pp. 69-111), vid. R.
Caro Gándara, «En la secular búsqueda europea de un paradigma de justicia contractual:
el enfoque de justicia relacional», en esta obra, pp. 67-68.
(3) Vid. M. J. Rodríguez Puerto, La modernidad discutida: («iurisprudentia» frente a ius-
naturalismo en el siglo XVI), Cádiz, Servicio de Publicaciones Universidad de Cádiz, pp. 11-14;
este último autor, siguiendo a H.E. Troje (Humanistische Jurisprudenz Babiera, Keip, 1993
pp. 171-172), considera a Alciato auténtico fundador del Humanismo jurídico –el italiano
autor de los Comentarios al Corpus Iuris Civilis, entendía la filología la gramática y la historia
como instrumentos al servicio del análisis de los textos romanos, y creía en la necesidad de
su adaptación a la praxis forense–. Sin embargo no fue Italia –donde imperaba el rígido aca-
demicismo del mos itallicus– sino en Francia –Universidad de Bourges– donde Alciato pudo
desarrollar esas ideas. A ello hay que añadir la influencia de las ideas de juristas iluministas
de la segunda mitad del S. XVIII, como el Marqués de Beccaria, en la configuración de los
ideales de la revolución francesa y la de aquéllos que, un poco más tarde, tras la invasión
napoleónica, se pusieron al servicio de la administración francesa, llegando a colaborar en
la redacción de Code civil y del Code de commerce; en este sentido vid. G. Alpa, La cultura...
,
op. cit., pp. 22-27 y 98.
(4) C. Ghisalberti, Unità nazionale e unificazione giuridica in Italia. La codificazione del
diritto del Risorgimento, Roma-Bari, Laterza, 2007, pp. 76 y 140.
316 7. El modelo contractual italiano
(5) Vid. G. Astuti, Il Code Napoléon in Italia e la sua influenza sui codici degli Stati
italiani successori, Turín, Giappichelli, 2015, p. 4.
(6) Vid. G. Alpa, La cultura...
, op. cit., pp. 77-78 y 103; C. A. Cannata, Historia de la
Ciencia Juídica Europea, Madrid, Tecnos, 1996, pp. 187-191.
III. El «Codice civile» de 1865 como código de la unidad… 317
El código Albertino, aunque seguidor del Code Napoléon, resultó ser más
restrictivo en muchos aspectos, si bien perfeccionó algunas normas de este
que la experiencia había demostrado defectuosas. Fue extendido a algunos
de los nuevos territorios anexionados por la casa de Saboya al Reino de
Cerdeña a partir de 1859, sustituyendo paulatinamente al Code civil. Pero
antes de la unificación quedaba por aprobar el Codice per gli Stati Estensi de
1851, que hace referencia al último duque de Módena, Francesco V d’As-
burgo-Este. Téngase en cuenta que en Módena, en 1814 el duque Frances-
co IV también había derogado el Code y las leyes francesas, rehabilitando
las normas anteriores. Este último codice recibe influencias de todos los
anteriores, aunque presenta cierta originalidad respecto del resto, como,
por ejemplo, añade a los tres libros que todos heredaron de la estructura
del código francés (persona, derechos reales, sucesiones y contratos), un
libro IV con disposiciones de Derecho comercial. Sin embargo –qué duda
cabe– nació ya obsoleto7.
(7) Vid. G. Astuti, op. cit., pp. 28-36; C. A. Cannata, op. cit., pp. 188-192.
(8) G. Astuti, op. cit., p. 58-63; C. Ghisalberti, Unità nazionale...
, op. cit., pp. 223-
255; A. Grilli, «L’Italia dal 1865 al 1942: dal mito al declino della codificazione», Lezione
di storia delle codificazioni e delle costituzioni(a cura di M. Ascheri), Turín, Giappichelli, 2008,
pp. 157-172.
318 7. El modelo contractual italiano
(11) Vid. C. Ghisalberti, La codificazione...
, op. cit., pp. 87-104; G. Astuti, op. cit.,
pp. 69-70.
(12) C. Ghisalberti, La codificazione...
, op. cit., pp. 89 y 105.
(13) Como establecía la Relazione della Commissione Senatoria sul progetto del terzo libro
del Codice Civile, presentato dal Ministro Guardasigili Pisannelli: «il principio della libertà piena
delle convenzione e dei patti, che costituiscono legge tra i contraenti, nè consentono al
magistrato facoltà di variare o modificarne i termini e gli effetti giuridici. Così ad omaggio
della legge del contratto, si vuol rispettata la convenzione dell'interesse sugli interessi, la
quale attirato aveva il disfavore e le diffidence della maggior parte delle legislazioni a ca-
gion del volgare errore económico circa l'usura. Così al giudice non si concede l'arbitrio
discrezionale di variare le condizioni del contratto, mercè l'uso e l'abuso delle dilazioni al
pagamento (Libro III, Titolo 4)», vid. Codice Civile preceduto dalle Relazioni Ministeriale e Sena-
toria...
, op. cit., p. 311 y pp. 328-329.
320 7. El modelo contractual italiano
(14) Vid. G. Astuti, op. cit., pp. 80-83; C. Ghisalberti, La codificazione
..., op. cit., p.
106 y Codice Civile preceduto dalle Relazioni Ministeriale e Senatoria
, op. cit., p. 312.
(15) Vid. M. Nardozza, Codificazione civile e cultura giuridica in Italia (linee di una storia
della storiografia), Padua, Cedam, 2013, passim.
IV. ¿Contrato o negocio jurídico?: de Scialoja a Betti o la transición… 321
(16) Vid. G. Astuti, op. cit., pp. 87-90; C. Ghisalberti, La codificazione...
, op. cit., pp.
107-109.
(17) Vid., N. Irti, Codice civile e società política, Roma-Bari, Laterza, 1999, pp. 55-60; G.
Alpa, La cultura...,
op. cit., pp. 229-252 y 267.
322 7. El modelo contractual italiano
(18) F. C. De Savigny, Sistema del diritto romano actuale, trad. it. V. Scialoja, Turín,
Unione Tipográfico-Editrice, 1900; Scialoja (1856-1933) fue discípulo de Di Crescenzio, a
su vez discípulo del pandectista, sucesor de Thibaut en la cátedra de Derecho Romano de la
Universidad de Heidelberg, Vangerow; adentrándose desde muy joven en el conocimiento
de la doctrina alemana, concretamente de la Escuela Histórica y la Pandectística. Vid. M.
Brutti, Vittorio Scialoja, Emilio Betti. Due visioni del diritto civile, Turín, Giappichelli, 2013, p.
1-15.
(19) V. Scialoja, Resposabilità e volontà nei negozi giuridici, Roma, Stabilmento Tipo-
grafico Italiano, 1885; republicado en V. Scialoja, Studi giuruduci, I, 1, Roma, Anonima
Romana Editoriale, 1933, p. 272.
(20) M. Brutti, op. cit., pp. 65-69.
IV. ¿Contrato o negocio jurídico?: de Scialoja a Betti o la transición… 323
(29) Y así lo hace saber mediante carta remitida directamente al mismo Mussolini el
29 de diciembre de 1930; vid. M. Brutti, op. cit., p. 138.
(30) Una serie de leyes y disposiciones administrativas suprimen las libertades políti-
cas, disuelven las organizaciones declaradas subversivas y eliminan la libertad de asociación.
(31) M. Brutti, op. cit., pp. 101-108.
(32) Ibid., pp. 109-111.
(33) F. Calasso, Il negozio giuridico. Lezioni di storia del diritto italiano, Milán, Giuffrè,
1957, p. 340.
(34) Vid. supra.
326 7. El modelo contractual italiano
(35) E. Betti, Teoría general del negocio jurídico, Turín, UTET, 1950, passim; vid. N. Irti,
Letture bettiane sul negozio giuridico, Milán, Giuffrè, 1991, pp. 12-39. El autor propone una
lectura ambigua de la obra de Betti, que puede resultar discutible si leemos los extractos de
las cartas remitidas por este a Mussolini y otros escritos suyos de la época en los que exalta
el régimen fascista, recogidos en la obra de Brutti (M. Brutti, op. cit., pp. 138 y 150).
(36) G. Alpa, La cultura...
, op. cit., pp. 169-170 y 192.
(37) En los negocios típicos es necesario un juicio por parte del juez sobre la causa
concreta: que las partes se adecuen a la causa prescrita en el tipo legal. En cambio, en los
contratos atípicos la causa que mueve a las partes será sancionada por el Derecho –a través
del juez– cuando responda a los principios generales del ordenamiento jurídico –fascista–
(M. Brutti, op. cit., pp. 165-166).
V. El contrato en la redacción del «Codice civile» de 1942: una… 327
sión de señalar infra, ello permitirá que tales normas sigan sirviendo una
vez desaparecido el régimen fascista. Así, el párrafo segundo del art. 1322
hace referencia a la causa en los negocios atípicos: los intereses económi-
cos perseguidos por las partes deben superar el «giudizio di meritevoleza» del
juez, deben parecerle merecedores de tutela, lo que recuerda, sin citarla,
la causa idónea de Betti. Causa que, sin atributos, constituye un requisito
necesario del contrato (art. 1325, 2)41.
19. En relación a la interpretación del contrato, el art. 1371 párrafo
primero establece que si el contrato no es claro, debe ser interpretado
en el sentido menos gravoso para el deudor, si es a título gratuito; y en el
sentido que mejor responda a la equidad entre los intereses de las partes,
si el contrato es a título oneroso. Una vez derogado el segundo inciso, por
R.D.Leg. de 14 de septiembre de 1944 (establecía que la común intención
de las partes debía ser interpretada en el sentido más acorde con «los prin-
cipios del orden corporativo»), la parte conservada viene siendo aplicada
en las últimas décadas por la jurisprudencia a la luz de las cláusulas genera-
les de interpretación conforme a la buena fe, la «corretezza», por exigencia
del principio de proporcionalidad o equilibrio entre las prestaciones y, en
definitiva, de la llamada «justicia contractual»42.
20. La buena fe y la corrección, que se remontan al Derecho romano
clásico, son para Betti los parámetros a seguir. Como el mismo autor señala,
su carácter flexible les permite adaptarse a las exigencias de cada época43.
Así, el Codice del 42 regula por primera vez la responsabilidad precontrac-
tual, por influencia germánica (parágrafo 242 BGB que regulaba la culpa
(44) M. Brutti, op. cit., pp. 175-177; en cuanto al debate sobre las cláusulas generales
en la doctrina italiana, vid. entre otros, L. Mengoni, «Spunti per una teoria delle clausole
generali» Rivista critica del diritto privato, 1986, pp. 5 y ss.; para una revisión crítica de la
doctrina vid., últimamente, S. Mazzamuto, «Il rapporto tra clausole generali e valori» Giu-
risprudenza italiana, 7/2011, pp. 1697-1700.
(45) E. Betti, Per la riforma...
, p. 429.
(46) Vid. Supra.
(47) M. Brutti, op. cit., pp. 179-181.
330 7. El modelo contractual italiano
(48) G. Villanacci, «Autonomía privata e buona fede nella complessa relazione evo-
lutiva con la norma consumeristica», Contratto e impresa, 4-5/2013, pp. 917 y ss.; E. Navarre-
tta, «Diritto civile e Diritto costituzionale», Rivista di diritto civile, 5/2012, pp. 10643 y ss.;
F. Panetti, «Autonomia contrattuale e persona nella dialettica tra diritti sociali e libertà
individuali: un percorso europeo», 4/2007, pp. 10517 y ss.; G. Oppo, «Sui principi generali
del diritto privato», Rivista di diritto civile, 1/1991, pp. 477 y ss.; S. Patti, Codificazione ed evo-
luzione del diritto privato, Roma-Bari, Laterza, 1999, pp. 10-19; G. Alpa, La cultura...,
op. cit,.
pp. 290-293 y 318-320; P. Rescigno, Codici. Storia e Geografia di un’ idea, Roma– Bari, Laterza,
2013, pp. 30-57.
(49) La función del mercado se reduce a garantizar dicha elección mediante la pro-
tección de la libre competencia; vid. N. Irti, L’età della decodificazione, Milán, Giuffrè, 1979,
passim; idem, Codice civile...
, op. cit. pp. 60-70; S. Bastianon, «Nulilità "a cascata"? Divieti
antitrust e tutela del consumatore», Danno e responsabilità, 11/2003, pp. 1067 y ss.; E. Na-
varretta, «Principio di ugualianza, principio di no discriminazione e contratto», Rivista
di diritto civile, 3/2014, pp. 10547 y ss.; idem, «Buona fede oggetiva, contratti di impresa e
diritto europeo», Rivista di diritto civile, 5/2005, pp. 10507 y ss.
VI. El régimen jurídico del contrato en el Derecho italiano vigente 331
Los límites impuestos por la Ley son tanto los derivados de la produc-
ción en serie, como de la necesaria intervención de los poderes públicos.
Los primeros se concretan en la eficacia que la ley atribuye a las condicio-
nes generales de los contratos, impuestas unilateral y uniformemente por
uno de los contratantes, que son eficaces frente a la otra parte, si en el
momento de la conclusión del contrato esta las ha conocido o las habría
debido conocer observando la diligencia ordinaria, según el párrafo pri-
mero del art. 1341 C.c.
El párrafo segundo del mismo artículo prevé algunas excepciones a la re-
gla del párrafo primero con objeto de proteger al contratante débil: deben
ser específicamente aprobadas por escrito las cláusulas consideradas abusi-
vas; están sujetas a aprobación expresa las cláusulas abusivas incluidas en las
condiciones generales. El elenco de cláusulas abusivas se considera taxativo,
susceptible de interpretación extensiva, pero no de aplicación analógica.
Por su parte, las cláusulas abusivas contenidas en los contratos de consumi-
dores tienen un régimen especial regulado en el art. 33 C. cons.,que con-
tiene un elenco no exhaustivo de cláusulas abusivas, sujetas a nulidad de
protección en virtud del art. 36 del mismo código, con independencia de su
específica aprobación por escrito – vid. infra–.
(54) E. Leccese, «Note in tema di "approffitamento" dello stato di bisogno nella res-
cissione per lesione», Obbligazioni e contratti, 2/2008, pp. 115 y ss., comentando la sentencia
de la Corte di Cassazione (civil), sección II, de 9 de enero de 2007, n.º 140.
(55) Vicio de la causa la llama Santoro-Passarelli; vid. F. Santoro-Passarelli, Dottri-
ne generali del diritto civile, Nápoles, Jovene, 2012, p. 165; F. Galgano, Trattato
, op. cit., pp.
628-635.
(56) M. Grandi, «Usura e rimedi civilistici», La nuova giurisprudenza civile commentata,
10/2009, pp. 10988 y ss.
(57) M. Baraldi, «Il goberno giudiziario della discrezionalità contrattuale», Contrat-
to e Impresa, 2/2015, pp. 501 y ss.
(58) S. Guadagno, «Squilibrio contrattuale: profili rimediali e intervento correttivo
del giudice», La nuova giurisprudenza civile commentata, 12/2015, pp. 20744 y ss.
VI. El régimen jurídico del contrato en el Derecho italiano vigente 335
del art. 7 del Decreto Legislativo n.º 231 de 2002, sobre los retrasos en el pago en
las transacciones comerciales, prevé la nulidad de los acuerdos gravemente ini-
cuos para el acreedor, en línea con las previsiones contenidas también en la Ley
192/1998 sobre subcontratación o en el Decreto Legislativo n.º 24 de 2002 sobre
garantía en la venta de los bienes de consumo y en el Decreto Legislativo de n.º
170 de 21 de mayo de 2004 de contratos de garantía. En todas ellas el fundamento
es el carácter imperativo de las normas que prohíben el abuso de la libertad con-
tractual, a su vez consecuencia de la naturaleza inderogable de los intereses que la
norma de la UE y la norma de transposición pretenden preservar59.
(59) L. Valle, «L’inefficacia delle clausole vessatorie e le nullità a tutela della parte de-
bole del contratto», Contratto e impresa, 1/2005, pp. 149 y ss.; V. Pandolfini, «La nullità degli
accordi "gravemente iniqui" nelle transazioni commerciali», I contratti, 5/2003, pp. 501 y ss.
(60) G. Sicchiero, «Clausola complessivamente abbusiva – Brevi osservazioni sulle
clausole complessivamente abbusive», Giurisprudenza italiana, 4/2016, pp. 844 y ss.; F. Di
Marzio, «Deroga abusiva al diritto dispositivo, nullità e sostituzione di clausole nei contratti
del consumatore», Contratto e impresa, 3/2006, pp. 673 y ss.
336 7. El modelo contractual italiano
sustituida por las disposiciones legales sobre los plazos del pago y sobre los intere-
ses de demora (de forma análoga al régimen que establece el art. 1339 y 1419 C.c.
sobre inserción automática de cláusulas)61.
(61) De hecho ese poder de intervención atribuido al juez para preservar el equilibrio
del contrato encuentra determinados límites en las normas del proceso civil, como los prin-
cipios dispositivo (art. 99 Codice di procedura civile –Cpc–), de disponibilidad de la prueba
(art. 115 Cpc) y de congruencia de la sentencia (art. 11 Cpc), vid. V. Pandolfini, «La nullità
degli accordi
», op. cit,. pp. 501 y ss.; C. Scognamiglio, «Il pragmatismo dei principi: le
Sezioni Unite ed il rilievo ufficioso delle nullità», La nuova giurisprudenza civile commentata,
4/2015, pp. 20197 y ss., donde además de referirse al principio contradictorio del proceso
civil, lo hace a la cosa juzgada en el caso de las sentencias del Pleno (Sezzioni Unite) de la
Corte di Cassazione n.º 26242 y 26243 de 2014, en las que el juez aprecia una causa de nuli-
dad diferente a la alegada por la parte.
(62) El término se debe a Roberto Pardolesi quien lo utiliza por primera vez en R.
Pardolesi, «Prefazione», L'abuso di dipendenza economica tra disciplina della concorrenza e diri-
tto dei contratti, Un'analisi economica e comparata, (G. Colangelo), Turín, Giappichelli, 2004,
pp. XII y ss.; idem, «Nuovi abusi contrattuali: percorsi di una clausola generale», Danno e
responsabilità, 12/20012, pp. 1165 y ss.; vid. también AA VV, Il terzo contratto, (a cura di G. Gi-
tti-G. Villa), Il Mulino, Bolonia, 2008, passim; E. Minervini, «Il terzo contratto», I Contratti,
2009, pp. 493 y ss.
(63) F. Occelli, «Abuso di dipendenza económica. L’abuso di dipendenza económi-
ca come clausola generale?», Giurisprudenza italiana, 12/2015, pp. 2665 y ss.; V. Bachelet,
«La clausola squilibrata è nulla per abuso di dipendenza económica e il prezzo lo fa il giu-
dice: note a margine di un caso pilota», La nuova giurisprudenza civile commentata, 3/2015,
pp. 10218 y ss.; M. Libertini, «La responsabilità per abuso di dipendenza economica: la
fattispecie», Contratto e impresa, 1/2013, pp. 1 y ss.; R. Natoli, «Abuso del diritto e abuso
di dipendenza economica», I contratti, 5/2010, pp. 524 y ss.; idem, «Brevi note sull’abuso
di dipendenza economica "contrattuale"», Giurisprudenza italiana, 4/2003; G. Agrifoglio,
«Abuso di dipendenza economica e l’asimmetria nei contratti (B2B)», Contratto e Impresa,
6/2008, pp. 1333 y ss.; A. Zoppini, «Il contratto asimmetrico tra parte generale, contratti
di impresa e disciplina della concorrenza», Rivista di diritto civile, 5/2008, pp. 10515 y ss.; S.
Monticelli, «Considerazioni sui poteri officiosi del giudice nella riconduzione ad equità
dei termini economici del contratto», Contratto e impresa, 1/2006, pp. 215 y ss.; F. Macario,
«Abuso di autonomía negoziale e disciplina dei contratti fra imprese: verso una nuova clau-
sola generale?», Rivista di diritto civile, 6/2005, pp. 10663 y ss.; idem, «Recesso ad nutum
», op.
cit., pp. 1577 y ss.; T. Longu, «Il divieto dell’ abuso di dipendenza economica nei rapporti
tra le imprese», Rivista di diritto civile, 3/2000, pp. 20345 y ss.
VI. El régimen jurídico del contrato en el Derecho italiano vigente 337
(64) B. Windscheid, Die Lehre des Römischen Rechts von der Voraussetzung, Düsseldorf,
Buddeus, 1850, passim.
(65) La teoría de la presuposición evolucionó hacia postulados más objetivos con
la teoría de la base del negocio (Geschäftsgrundlage) de Oertmann, vid. P. Oertmann, Die
Geschäftsgrundlage ein neuer Rechtsbegrieff, Leipzig/Erlangen, Scholl, 1921, passim.
338 7. El modelo contractual italiano
(párrafo segundo del art. 1418 C.c.), no pudiendo asumir la función eco-
nómico-social que le es propia66; en el segundo caso se está ante un vicio
funcional que justifica la resolución67.
Ambos supuestos, utilizados indistintamente por la jurisprudencia ac-
tual, han sido netamente diferenciados en el sentido de considerar que
la causa abstracta, elemento esencial del tipo contractual, constituye el
parámetro para evaluar la adecuación al fin previsto por el legislador y,
por tanto, para declarar la nulidad del contrato por falta de un elemento
esencial. Aquí la causa se identifica con la función abstractamente asignada
por el legislador a un determinado esquema negocial, orientado a cumplir
determinados resultados económico-patrimoniales y sólo desde este punto
de vista, la causa puede servir de instrumento de control de la actividad ne-
gocial de los particulares, con objeto de valorar su compatibilidad con los
principios fundamentales, especialmente de rango constitucional. Sin em-
bargo la causa concreta o sustento finalista de un concreto contrato, asu-
me una relevancia sustancial, determinando el conjunto de prestaciones
derivadas de un contrato e identificando con claridad el propósito último,
objetivo, de la negociación, justificando la eficacia del contrato y la atribu-
ción patrimonial que tiene lugar en la fase ejecutiva del mismo, por lo que
su ausencia se sanciona con la resolución del contrato. Sólo en esta segun-
da dimensión de la causa pueden alcanzar relevancia los motivos, aunque
objetivados en el contenido del contrato o las circunstancias fácticas que
constituyen la razón última del concreto contrato u operación negocial.
De esta manera se consigue la superación de la tradicional contraposición
entre teoría subjetivista y teoría objetivista de la causa, reconduciéndolas a
dos distintos enfoques de un mismo problema que constituyen dos ámbitos
distintos en los que incide un mismo concepto: el primero referido al con-
trato como hecho jurídico y el segundo al contrato como autorregulación
privada68.
29. Como ocurría con la nulidad, la equidad intervenía en el pasado
sólo en casos excepcionales, mientras que en la actualidad con frecuencia
los tribunales recurren a la facultad que le atribuye el art. 1384 C.c. para re-
ducir la cláusula penal excesiva69. Igualmente vienen utilizando la buena
fe, más allá de su consideración como criterio de interpretación contenido
en el art. 1366 C.c., para imponer a las partes obligaciones de comporta-
miento en la formación del contrato (art. 1337 C.c.) y declarar nulas las
(70) G. Facci, «La nullità virtuale del contratto e la violazione del principio di buona
fede», Contratto e Impresa, 6/2012, pp. 1415 y ss.; C. Miriello, «La buona fede oltre l’auto-
nomia contrattuale: verso un nuovo concetto di nullità?», Contratto e impresa, 2/2008, pp.
284 y ss.; en contra G. D’amico, «Regole di validità e regole di comportamento nella forma-
zione del contratto», Rivista di diritto civile, 1/2000, pp. 10037 y ss.; A. Gnani, «Contrarietà
a buona fede e invalidità del contratto: spunti riconstruttivi», Rivista di diritto civile 4/2009,
pp. 20435 y ss.
(71) R. G. Piscitelli, «Esecuzione del contratto secondo buona fede e comportamen-
ti processuali delle parti», I contratti, 4/2003, pp. 342 y ss.
(72) Distintos a los usos normativos, que el legislador italiano incluye entre las fuen-
tes de integración del contrato en el art. 1374, son las cláusulas de uso usos o prácticas con-
tractuales de un determinado sector o un determinado lugar, que se consideran incluidos
en el contrato, si no resulta que no han sido queridos por las partes (art. 1340). Éstas, a
diferencia de los usos normativos, prevalecen sobre las normas legales dispositivas (Cass.
1965, n. 109). Sin embargo, no siempre resulta fácil distinguirlos.
(73) F. Galgano, Trattato...
, op. cit., p, 198-200.
340 7. El modelo contractual italiano
(74) F. Galgano, Trattato...
, op. cit., p. 200; S. Marullo di Condojanni, op cit., pp.
20191 y ss.
(75) Sentencia de la Corte di Cassazione, Sezzioni Unite, n.º 18128/ 2005, comentada,
entre otros, por S. Marullo di Condojanni, op cit., pp. 20191 y ss.; V. Pescatore, «Riduzio-
ne d’ufficio della penale e ordine pubblico económico», Obbligazioni e contratti, 5/2006,
pp. 415 y ss.; Ch. Medici, «La riductibilità ex officio della clausola penale manifestamente
eccessiva», Danno e responsabilità, 4/2006, pp. 411 y ss.; igualmente sentencia de la Corte di
Cassazione de 28 de septiembre de 2006, n.º 21066, con nota de V. Pescatore, «Clausola
"di irriductibilità" de la penale ed estensione analogica dell’ art. 1384 c.c»., Obligazioni e
contratti, 11/2007, pp. 890-906; igualmente sobre la posible extensión del art. 1384 a los
supuestos de arras confirmatorias del art. 1385 C.c. vid. F.P. Patti, «Il controllo giudiziale
della caparra confirmatoria», Rivista di diritto civile, 3/2014, pp. 10685 y ss.
(76) Sobre las reticiencias a la llamada «nulidad virtual» o no prevista expresamente
en la ley, vid., entre otros, U. Salanitro, «Squilibrio contrattual e tecniche rimediali tra
diritto privato e diritto del lavoro», I contratti, 5/2012, pp. 403 y ss.; P. Sclesinger, «L’auto-
nomia privata e i suoi limiti», Giurisprudenza italiana, 1/1999.
VI. El régimen jurídico del contrato en el Derecho italiano vigente 341
(81) Vid., entre otros, P. Gallo, «Buona fede», op. cit., p. 10239; idem, Tratatto del con-
tratto, vol. II, Turín, UTET, 2010, p. 1376, donde explica cómo las cláusulas generales y,
entre ellas, la buena fe, cuyo uso había estado relegado en las primeras décadas de vigencia
del Codice civile de 1942, han alcanzado gran protagonismo jurisprudencial en los últimos
tiempos; A. D’angelo, Il contratto in generale. La buona fede. Tratatto di diritto privato, (dir.
M. Bessone), vol. XIII, Tomo IV, Turín, Giappichelli, 2004, p. 33; L. Nanni, La buona fede
contrattuale, Padua, Cedam, 1988, passim; A. Ricci, La ragionevolezza nel diritto privato, Padua,
Cedam, 2007; F. Galgano, Trattato..., op. cit., p. 649; S. Troiano, «I riferimenti alla ragione-
volezza nel diritto dei contratti: una prima classificazione», Obbligazioni e contratti, 3/2006,
pp. 200 y ss.; idem, «"Ragionevolezza" e concetti affini: il confronto con diligenza, buona
fede ed equità», Obbligazioni e contratti, 8-9/2006, pp. 679 y ss.; V. Carbone, op. cit., p. 153;
sobre la distinción entre buena fe, equidad y razonabilidad, vid. F. D. Busnelli, «Note in
tema...», op. cit. pp. 10537 y ss.
(82) F. Romeo, «Dovere di informazione e responsabilità precontrattuale: dalle
clausole generali alla procedimentalizzazione della informazione», La responsabilità civile,
3/2012, pp. 173 y ss.; P. Gallo, «Asimmetrie informative e doveri di informazione», Rivista
di diritto civile, 5/2007, pp. 10641 y ss.; M. C. Perchinunno, «Informazione e giusto prezzo:
tutela del consumatore e tutela del mercato», Contratto e impresa, 6/2012, pp. 1550 y ss.; F.
Prosperi, «Violazione degli obblighi di informazione nei servizi di investimento e rimedi
contrattuali (a propósito di Cass.Sez. Un., 19 dicembre 2007, nn. 26724 e 26725)», Contratto
e impresa, 4-5/2008, pp. 936 y ss.
(83) F. Galgano, Tratatto..., op. cit., p. 654.
VI. El régimen jurídico del contrato en el Derecho italiano vigente 343
(84) P. Gallo, «Buona fede...
», op. cit., pp. 10239 y ss.; A. Riccio, «Culpa in contra-
hendo e pactum de tractando: rimedio risarcitorio contro l’ingustizia, contrattuale», Contra-
tto e impresa, 6/2006, pp. 1448 y ss.; F. Galgano, Tratatto...
, op. cit., p. 655.
(85) F. Galgano, Tratatto...
, op. cit., pp. 656 y ss.; V. Montani, «Responsabilità precon-
trattuale e abbandono injustificato delle trattative: un rapporto da genus a species», Danno
e responsabilità, 11/2012, pp. 1103 y ss.
(86) Sentencia de la Corte di Cassazione, sección I, de 24 de septiembre de 1999, n.º
10511, publicada en Il Corriere giuridico, 2000, pp. 68 y ss.; comentada por F. Galgano,
«L’eficacia vincolante del precedente», Contratto e Impresa, 1999, pp. 895 y ss.; más reciente
véase la sentencia de la Corte di Cassazione (civil), sección III, de 19 de febrero de 2008, n.º
4235, con nota de T. Gasparro, «In tema de leasing finanziario e di inversione del rischio
contrattuale», Giurisprudenza italiana, 7/2009; I. L. Nocera, «Collegamento negoziale, cau-
sa concreta e clausola di traslazione del rischio: la giustizia contrattuale incontra il leasing»,
La nuova giurisprudenza civile commentata, 3/2008, pp. 10256 y ss. A favor de la nulidad relati-
va de protección y aplicación más allá de las normas sectoriales, por considerar el art. 1337
C.c. una norma imperativa, expresión del orden público económico, superando la tradicio-
344 7. El modelo contractual italiano
El leading case de abuso de derecho fue resuelto por sentencia n.º 3775
de la Corte di Cassazione, sección I, de 20 de abril de 1994, conocido como
caso Fiuggi: el Ayuntamiento de Fiuggi había concedido a una sociedad
la gestión de los manantiales, previendo que el canon se estableciera en
función del precio de venta de las botellas de agua mineral. Sin embargo,
la sociedad consiguió, durante el período de tiempo que duró la concesión,
mantener fijo el precio no obstante la creciente inflación, vendiendo las bo-
tellas a una sociedad controlada, destinada a revenderlas a un mayor precio,
evitando así se le subiera el canon de concesión. La Corte di Cassazione lo ca-
lificó como una violación del art. 1375 C.c. y, por tanto, un incumplimiento
contractual, que permitía la resolución del contrato; considerando que el
modo en que la sociedad había fijado el precio de venta de las botellas cons-
tituía un auténtico abuso del derecho, pues lo había hecho perjudicando
los intereses de la contraparte del contrato89.
traffico giuridico», Rivista di diritto civile, 2/2014, pp. 10467 y ss.; G. Barillà, «Mancata
consegna del bene da parte del fornitore e violazione del dovere di cooperazione dell’utili-
zatore», I Contratti, 5/2013, pp. 463 y ss.; C. Scognamiglio, «L’abuso del diritto», I contratti,
1/2012, pp. 5 y ss., donde considera el abuso del derecho como cláusula general, con fun-
ción de control de la razonabilidad en el ejercicio de los derechos; distinguiéndola de la
buena fe, entendida como cláusula general de control de los comportamientos de las partes
desde el deber de lealtad y solidaridad.
(89) Nota de V. Carbone, «La buona fede come regola di governo della discreziona-
lità contrattuale...», Il Corriere Giuridico 1994, pp. 566 y ss.
346 7. El modelo contractual italiano
El art. 1366 C.c. establece que el contrato deberá ser interpretado con-
forme a la buena fe; como ya ha sido analizado esta, en el Derecho italia-
no, se reconduce a criterios de corrección y lealtad entre las partes y se
considera un criterio de interpretación objetivo o intermedio90. Otro de
los criterios objetivos es el contenido en el art. 1367 C.c., que responde
al principio de conservación del contrato, en virtud del cual, el contrato
y cada una de las cláusulas deben interpretarse en el sentido que les atri-
buya algún efecto, y no en el sentido en que serían ineficaces. El art. 1368
C.c., párrafo primero, añade otro criterio objetivo en virtud del cual, las
cláusulas ambiguas deben interpretarse según los usos, entendidos como
prácticas contractuales del lugar, aunque su párrafo segundo señala que
en caso de que una de las partes sea un empresario, habrá de estarse a los
usos del lugar donde se encuentre la empresa. Sin embargo, las cláusulas
insertas en las condiciones generales de los contratos, en caso de duda, se
interpretan en el sentido más favorable a la parte débil (art. 1370 C.c.).
Este artículo encuentra su correlativo en párrafo segundo del art. 35 C.
cons., en virtud del cual, en el contrato entre consumidor y empresario, en
caso de duda sobre el sentido de una cláusula, prevalece la interpretación
más favorable al consumidor91. El Codice civile también hace referencia, en-
tre los criterios objetivos, a la función económico-social del contrato, es
decir, a la causa. Así, el art. 1369 establece que las expresiones que pueden
tener más de un sentido, en caso de duda, deben interpretarse según la na-
turaleza y el objeto del contrato. Finalmente el art. 1371 C.c. establece que
si, a pesar de haber aplicado las reglas anteriores, el contrato sigue sin ser
claro, debe ser entendido en el sentido menos gravoso para el obligado en
los contratos a título gratuito, mientras que los contratos a título oneroso
deben interpretarse en el sentido que mejor garantice el equilibrio de los
intereses de las partes.
(92) P. Gallo, «La buona fede...
», op. cit., pp. 10239 y ss.
(93) F. Galgano, Trattato
..., op. cit., pp. 515-525; C. Gabbanelli, «Le parole conta-
no: l’importanza del significato letterale delle espressioni utilizzate dai contraenti nell’in-
terpretazione del contratto», Il Corriere giuridico, 10/2013, pp. 1227 y ss.
(94) F. Galgano, Trattato
..., op. cit., pp. 209-220.
348 7. El modelo contractual italiano
B. La causa
39. El segundo requisito de validez del contrato en el Derecho italia-
no, en virtud del art. 1325 C.c. lo constituye la causa. Al ser el italiano
un sistema causal, no son admisibles los contratos abstractos, es decir,
con ausencia de causa, vinculantes por la sola voluntad de las partes. En
principio, por influencia del pensamiento de Betti en el Codice civile de
1942 – vid. supra–, en los primeros años de vigencia del mismo, la causa
se consideró la función económico-social que caracterizaba cada tipo
negocial; sin embargo, esa definición, adscrita a las teorías objetivas de
la causa, resultó ser demasiado dirigista y controladora, por lo que, a
partir de la instauración de la República y de los valores de la libertad y
la democracia, fue abandonada; sustituida por una concepción más sub-
jetiva, se calificó como función económico-individual, como expresión
objetiva de los fines subjetivos perseguidos por las partes. Sin embargo,
la orientación individualista a la que respondía esta última noción ha
41. Los contratos típicos, los previstos en la ley o en cualquier otra fuen-
te del Derecho objetivo, tienen una causa típica, es decir, justificada por el
Derecho objetivo y respecto de los mismos no se plantea el problema –ya
resuelto por el Derecho positivo– de determinar una función económi-
co-social; es decir, en los contratos típicos no cabe el problema de falta de
causa en abstracto. Si es posible que falte la causa en concreto: así si alguien
adquiere mediante venta algo que ya es suyo, por no saber en el momento
de la venta que la había heredado, la causa del tipo contractual pre-elegido
(el cambio de cosa por precio) no puede, en concreto, realizarse, porque
el comprador no recibe nada a cambio del precio, y el contrato, aunque
típico, será nulo por falta de causa. Igualmente ocurre con el contrato de
asesoramiento entre una persona física y una sociedad, si aquélla ya realiza-
ba esa actividad como administrador de la misma. En algunos casos será la
propia ley la que sancione con pena de nulidad la falta de causa (nulidad
de la novación por inexistencia de la obligación originaria, art. 1234)102.
En el caso de los contratos atípicos o innominados también es posible
la ausencia de causa en abstracto. En relación a estos el juez deberá deter-
minar, en aplicación del criterio del párrafo segundo del art. 1322 C.c., si
están «dirigidos a realizar intereses merecedores de tutela según el orde-
namiento jurídico», operación que en los contratos típicos realiza a priori
el propio legislador. De esta forma se produce un control judicial de la
propia autonomía contractual, un aspecto del ya referido «gobierno judi-
cial de la discrecionalidad contractual» – vid. supra–; un control positivo,
a diferencia del negativo referido en el art. 1343 C.c. sobre la causa ilícita
–vid. infra–, y podrá no considerarlos merecedores de tutela, aunque los
intereses de las partes sean lícitos. El juez, en todo caso, debe pronunciarse
sobre la «meritevolezza» de los intereses perseguidos teniendo presente las
normas que regulan casos similares o materias análogas o, en defecto, los
principios generales del ordenamiento jurídico (párrafo segundo del art.
12 C.c.)103.
Un supuesto de ausencia de causa en los contratos atípicos sería la ven-
ta de un bien respecto de la que no se prevé una contraprestación. No es
venta porque falta el precio, tampoco es donación porque el enajenante no
hace referencia a ella y porque entre los contratantes sólo hay una relación
comercial; se trata de un contrato atípico de transferencia de propiedad a
título gratuito, nulo por falta de causa: ningún interés merecedor de tutela
justifica, en ausencia de un espíritu de liberalidad, la transferencia del bien
a título gratuito104.
C. El objeto
42. El objeto del contrato se regula en los arts. 1346 a 1349 C.c. En
virtud del art. 1346 el objeto debe ser posible, lícito, determinado o de-
terminable. Un objeto que no existe es imposible. Sin embargo puede ser
objeto del contrato una cosa futura si la ley no lo prohíbe (art. 1348 C.c.).
En el caso de venta de cosa futura, la propiedad será transferida cuando la
misma exista (art. 1472 C.c.): se trata del contrato sometido a condición
suspensiva o a término, que será válido si la prestación inicialmente impo-
sible deviene posible antes del cumplimiento de la condición o de la con-
clusión del término (art. 1347 C.c.). Además de la imposibilidad material
del objeto, existe la imposibilidad jurídica, cuando no se trata de un bien
en sentido jurídico, por ejemplo, las cosas no valorables económicamente
o sobre las que el hombre no puede disponer.
Por eso las donaciones de órganos no son donaciones en sentido ju-
rídico, porque sobre el propio cuerpo el hombre tiene un derecho de la
personalidad, no un derecho de naturaleza patrimonial. Lo mismo ocurre
con el derecho sobre la propia imagen. Se trata, en definitiva, de actos uni-
laterales de voluntad, siempre revocables –revocación sometida tan solo a
la obligación de indemnizar daños y perjuicios cuando sea claramente in-
justificada–, que pertenecen al ámbito del derecho de la personalidad, no
sometidos a las normas sobre los contratos106.
753 ss.
(105) Nota de A. M. Garofalo, «La causa del contratto tra meritevolezza degli inte-
ressi ed equilibrio dello scambio», Rivista di diritto civile, 6/2012, pp. 20553 y ss.
(106) F. Galgano, Trattato...
, op. cit., p. 268.
(107) G. Gitti, «Problemi dell’ oggetto», Trattato del contratto (dir. V. Roppo), II. Rego-
lamento (acura di G. Vettori), Milán, Giuffrè, 2006, pp. 3-81, esp. pp. 75-81.
352 7. El modelo contractual italiano
D. La forma
43. El principio general del sistema contractual italiano es el de libertad
de forma, salvo las excepciones previstas por la ley. Este principio responde
a la necesidad de facilitar la circulación de la riqueza. Para que el contra-
to sea válido basta que las partes hayan manifestado su acuerdo ya sea de
forma expresa (oral o escrita) o de forma tácita. La forma escrita enten-
dida como requisito de validez en los contratos inmobiliarios se satisface,
con carácter general, con el otorgamiento del solo documento privado sin
autenticación; por lo que la escritura pública o la autenticación tan solo
sirven como medio de prueba (art. 2700 C.c.), así como documento inscri-
bible en los registros públicos (art. 2657 C.c.). Sólo en los casos en los que
la seguridad del tráfico lo exija, el legislador establece excepciones a ese
principio general, lo que ocurre en los contratos que tienen por objeto,
mediato o inmediato, un derecho real inmobiliario, así como los arrenda-
mientos de inmuebles por tiempo superior a nueve años, o en cualquier
otro caso establecido por la ley; esos contratos deben otorgarse en escritura
redactada por fedatario público (art. 2699 C.c.), o en documento privado,
autenticado por el mismo (art. 2703 C.c.) bajo pena de nulidad (art. 1350
C.c.); en esos casos se habla de forma solemne110. Igualmente se exige for-
(108) G. Gitti, «Problemi dell’ oggetto» op. cit., pp. 3-81, esp. pp. 19-34.
(109) G. Gitti, «Problemi dell’ oggetto», op. cit., pp. 3-81, esp. pp. 35-52.
(110) M. C. Andrini, «Forma contrattuale, formalismo negoziale e documentazione
informatica», Contratto e Impresa, 1/2001, pp. 134 y ss.
VI. El régimen jurídico del contrato en el Derecho italiano vigente 353
A. Nulidad
45. El capítulo XI, del Título segundo, del Libro IV del Codice civile (arts.
1418-1424) se inicia con el art. 1418, cuyo párrafo segundo sanciona con
la nulidad del contrato la falta de uno de los requisitos indicados en el art.
1325 C.c. (acuerdo de las partes, causa, objeto y forma, cuando esta última
aparezca prescrita bajo pena de nulidad), la ilicitud de la causa, la ilicitud
de los motivos en el caso indicado en el art. 1345 C.c. y la falta en el objeto
de los requisitos establecidos en el art. 1346 C.c. (como ya se ha señalado,
el objeto debe ser posible, lícito, determinado o determinable). El contra-
to es nulo por falta del requisito del acuerdo de las partes cuando, a pesar
de la declaración emitida, falta la voluntad interna de las partes de produ-
cir efectos jurídicos, como ocurre en el caso de violencia física –distinta a
la violencia moral, que constituye un vicio del consentimiento que provoca
anulabilidad, como se verá infra–, o en los casos de falta absoluta de capaci-
dad de entender o de querer, provocados por un trastorno mental transito-
rio, procurado por la otra parte o por un tercero, con el consentimiento de
la otra parte. Diversos son los casos de divergencia entre voluntad interna
y declaración exterior: en estos el declarante quiere la declaración, pero
esta es formulada, por error, de modo que no corresponde con la voluntad
interna; se trata entonces de un vicio del consentimiento, causa de anula-
bilidad del contrato, como se analizará infra.
Conviene aquí destacar el concepto de contrato ilícito. Como señala
el art. 1418 C.c., directa o indirectamente, el contrato es nulo por ilicitud
de la causa, del objeto y de los motivos. El concepto de ilicitud expresa
una contrariedad con el ordenamiento jurídico más grave que la mera
contradicción con las normas imperativas. Por ello el contrato ilícito se
sanciona siempre con la pena extrema de nulidad, sin que el ordena-
miento jurídico italiano prevea excepciones. Debe entenderse que la cau-
sa, el objeto y los motivos son ilícitos cuando son contrarios a las normas
(114) Se consideran normas imperativas las normas no derogables por voluntad de las
partes. Son normas de Derecho estatal, pues el art. 117 de la Costituzione atribuye compe-
tencia exclusiva al Estado italiano para legislar en materia civil, por lo que la violación de
normas regionales tan solo podrá comportar sanciones administrativas.
VI. El régimen jurídico del contrato en el Derecho italiano vigente 355
B. Anulabilidad
46. Como ya se ha señalado, el contrato es anulable sólo en los casos en
los que la ley así lo prevea expresamente como sanción a la vulneración de
las normas imperativas. El Codice civile regula la anulabilidad del contrato
con carácter general, más allá de los supuestos previstos en determinados
contratos en particular, en el capítulo XII del título segundo (arts. 1425-
(115) G. Passagnoli, «Il contratto illecito», Trattato del contratto (dir. V. Roppo), II.
Regolamento (acura di G. Vettori), Milán, Giuffrè, 2006, pp. 435-510.
(116) F. Galgano, Trattato...
, op. cit., pp. 363-389; F. D. Busnelli, «Fatto illecito e con-
tratto illecito: quale conessione?», Contratto e Impresa, 4-5/2013, pp. 875 y ss.; G. Passagnoli,
«Il contratto illecito», op. cit., pp. 435-510.
356 7. El modelo contractual italiano
(119) A. Ricci, «Errore sul valore e congruità dello scambio», Contratto e impresa,
3/2001, pp. 987 y ss.
(120) F. Galgano, Trattato
, op. cit., pp. 399-409; P. Gallo, «Buona fede oggetiva e
trasformazioni del contratto», Rivista di diritto civile, 2/2002, pp. 10239 y ss.
(121) F. Galgano, Trattato...
, op. cit., pp. 410-411.
358 7. El modelo contractual italiano
C. Acciones
48. La nulidad y la anulabilidad producen consecuencias muy diferen-
tes. Así, está legitimado para solicitar la declaración de nulidad de un con-
trato incluso el tercero que demuestre tener interés, además puede ser de-
clarada incidentalmente de oficio por el juez (art. 1421 C.c.); mientras que
la acción de anulabilidad sólo puede ser instada por aquél a quien la ley
atribuya un interés legítimo, salvo en el caso de incapacidad del condena-
do sometido a pena de interdicción legal (art. 1441 C.c.). La acción de nu-
lidad es imprescriptible (art. 1422 C.c.), mientras que la acción de anulabi-
lidad está sometida al plazo general de prescripción de cinco años (párrafo
primero del art. 1442 C.c.); sin embargo, varían los términos a partir de los
cuales comienza a correr el plazo de prescripción, así, el en el caso del in-
capaz legal y de la víctima de un vicio del consentimiento, el plazo empieza
a contar desde el descubrimiento del error o del dolo, desde el cese de la
violencia, del estado de interdicción o de inhabilitación, o desde que el
menor alcance la mayoría de edad (párrafo segundo del art. 1442 C.c.); en
(122) F. Galgano, Trattato
..., op. cit., pp. 422-425; P. Gallo, «Buona fede...
», op. cit.,
pp. 10239 y ss.
(123) F. Galgano, Trattato...
, op. cit., pp. 414-421; P. Gallo, «Buona fede
...», op. cit.,
pp. 10239 y ss.
VI. El régimen jurídico del contrato en el Derecho italiano vigente 359
los demás casos, desde el día de la conclusión del contrato (párrafo tercero
del art. art. 1442 C.c.). El plazo de prescripción sólo afecta a la acción, no a
la excepción (párrafo cuarto del art. 1442 C.c.). Por otro lado, la sentencia
que declara la nulidad de un contrato tiene efectos retroactivos, mientras
que la sentencia que anula un contrato opera retroactivamente entre las
partes y los terceros de mala fe, que conocían la causa de anulabilidad del
contrato; sin embargo la anulabilidad que no dependa de la incapacidad
legal no perjudica los derechos adquiridos a título oneroso por terceros de
buena fe, salvo los efectos de la transcrizione de la demanda (art. 1445 C.c.).
En cualquier caso la seguridad del tráfico impide que la acción de nulidad
afecte a la adquisición de la propiedad a título originario, mediante pose-
sión de buena fe o mediante usucapión (art. 1153 C.c.).
Tanto la declaración de nulidad cuanto la anulación del contrato per-
miten a las partes reclamar la prestación ya realizada, acción de repetición
que queda sujeta al plazo general de prescripción de diez años, aunque si
el contrato es anulado por incapacidad de uno de los contratantes, el otro
sólo puede reclamar la prestación realizada, si demuestra que esta ha pro-
ducido una ventaja al incapaz y sólo en el límite de dicha ventaja (art. 1443
C.c.). Por otro lado, el contrato nulo no es convalidable (art. 1423 C.c.),
mientras que el anulable sí lo es, en los términos del art. 1444 C.c. Además,
la otra parte, en caso de error, puede proponer la rectificación del mismo,
siempre que no suponga un perjuicio para el que haya incurrido en error,
antes de que la parte legitimada inste la acción de anulabilidad, a lo que
no podrá negarse, precluyendo esta posibilidad en los términos previstos
en el art. 1432 C.c.
En cualquier caso, el principio de conservación del contrato permite la
conversión del contrato nulo, a instancia de parte, normalmente mediante
reconvención, en virtud del art. 1424 C.c., cuando presente los requisitos
de sustancia y de forma de otro tipo contractual, en atención al objetivo
perseguido por las partes (voluntad hipotética). Sin embargo, ello no será
posible, según la jurisprudencia, si las partes conocían la causa de nulidad
del contrato o si derivaba de ilicitud. El principio de conservación del con-
trato también permite la nulidad parcial, en virtud de la cual, la nulidad de
las cláusulas no esenciales no se extienden a todo el contrato; sustituyéndo-
se, las nulas, ex lege, por normas imperativas (párrafo segundo del art. 1419
C.c.). Así las cláusulas de exoneración de responsabilidad por dolo o por
culpa grave, del art. 1229 C.c., tan solo comportan la responsabilidad de la
parte por dolo o culpa grave124.
D. Ineficacia e invalidez
49. El contrato inválido es también ineficaz; por lo que la sentencia que
declara la nulidad o anula el contrato provoca la ineficacia del contrato
(124) F. Galgano, Trattato...
, op. cit., pp. 426-440; U. Salanitro, «Squilibrio contrat-
tuale...
», op. cit., pp. 403 y ss.
360 7. El modelo contractual italiano
frente a las partes y a los terceros con efectos retroactivos, salvo en los
supuestos de anulabilidad no derivada de incapacidad legal, los derechos
adquiridos a título oneroso por terceros de buena fe (art. 1445 C.c.). Sin
embargo, la ineficacia es más amplia que la invalidez. Así, las causas que
provocan la ineficacia del contrato a veces coinciden con las que provocan
la nulidad: la contrariedad con las normas imperativas. Recordemos que el
párrafo primero del art. 1418 C.c. establece que el contrato es nulo cuando
es contrario a las normas imperativas, salvo que le ley disponga otra cosa.
En este sentido, el párrafo segundo del art. 1341 C.c. establece que las cláu-
sulas abusivas son ineficaces si no han sido específicamente aprobadas por
escrito, aunque el art. 36 C. cons. las considera nulas. Produce ineficacia,
y no nulidad, la simulación del contrato, tanto entre las partes (art. 1414
C.c.) cuanto frente a determinados terceros (art. 1415-1416 C.c.); también
es ineficaz y no nulo el contrato en fraude de acreedores, frente al acree-
dor que haya ejercitado la acción revocatoria (art. 2901 C.c.); los contratos
que deben ser inscritos en virtud de los arts. 2643-2645 C.c. no producen
efectos frente a terceros que hayan adquirido derechos con base en un
acto inscrito anteriormente (art. 2644 C.c.). A diferencia del contrato nulo
(art. 1423 C.c.), el contrato ineficaz es convalidable. Así cabe ratificación
del contrato celebrado por el falsus procurator (art. 1399 en relación con
el art. 1398 C.c.), sin embargo no cabe conversión del contrato ineficaz,
frente al nulo (art. 1424 C.c.). Finalmente, la acción de determinación de
la ineficacia es imprescriptible125.
considerado merecedor de tutela por parte del legislador –por tanto con
una causa propia y distinta– y destinado a poner fin a la relación contrac-
tual ya constituida.
Al igual que la resolución judicial del contrato, que será analizada en
el epígrafe siguiente, la resolución consensual, disolución o mutuo dissenso,
tiene efecto retroactivo entre las partes, pero no perjudica los derechos
adquiridos por terceros durante el período en que ha sido eficaz. Además
libera a las partes de sus respectivas obligaciones, así como de la responsa-
bilidad por incumplimiento, permitiendo reclamar, por ser consideradas
indebidas, las prestaciones ya realizadas (art. 2033 C.c.). Una regla especial
se contempla para los contratos de ejecución continuada o periódica, en
cuyo caso, la disolución del mismo no afectará a las prestaciones recíprocas
ya realizadas127.
51. En virtud del art. 1373 C.c., el contrato también puede prever que
las partes puedan rescindir el contrato de manera unilateral, esa facultad
(recesso) podrá ejercitarse hasta que el contrato no haya comenzado a eje-
cutarse, aunque en los contratos de ejecución continuada o periódica tam-
poco afectará a las prestaciones recíprocas ya realizadas, salvo pacto en
contrario. Por ser considerado un acto unilateral, no exige la aceptación
de la otra parte (art. 1334 C.c.). La jurisprudencia lo considera una excep-
ción al principio general de irrevocabilidad de los compromisos negocia-
les, por lo que exige que se haya previsto un plazo para el ejercicio de la
facultad de rescisión unilateral128. En cualquier caso, no tendrá efecto re-
troactivo entre las partes, por lo que el contrato conserva su plena eficacia y
las partes no podrán reclamar la restitución de las prestaciones realizadas.
Se distinguen dos tipos de rescisión unilateral, la simple rescisión o recesso
ad nutum, que no exige justificación, aunque tampoco puede ser arbitra-
ria –por lo que queda siempre sometida a control judicial por abuso de
derecho, correspondiendo la carga de la prueba a la parte que alegue su
ejercicio abusivo–129; y la rescisión por justa causa, que deberá ser probada
por la parte que pretenda la rescisión130.
52. El párrafo segundo del art. 1372 C.c. consagra la regla general en
virtud de la cual el contrato no produce efectos frente a terceros, salvo en
(127) F. Toschi Vespasiani, «Riflessioni in torno al mutuo dissenso: spunti per il ri-
pensamento di un dibattito nell ottica di un raccordo tra opzioni dogmatiche e prassi ne-
goziale», Rivista di diritto civile, 3/2003, pp. 10271 y ss.
(128) Sentencia de la Corte di Cassazione, de 22 de dicembre de 1983, n.º 7599.
(129) Como establece la sentencia de la Corte di Cassazione de 18 de septiembre de
2009, n.º 20106, comentada por F. Macario, «Recesso ad nutum e valutazione di abusività
nei contratti tra imprese: spunti da una recente sentenza della Cassazione», Il Corriere giuri-
dico, 12/2009, pp. 1577 y ss, y por F. Salerno, «Abuso di diritto, buona fede, proporzionali-
tà: i limiti del diritto di recesso in un essempio di jus dicere "per principio"», Giurisprudenza
italiana, 4/2010; C. Scognamiglio, «Abuso del diritto, buona fede, ragionevolezza (verso
una riscoperta della pretesa funzione correttiva dell’interpretazione del contratto?», La
nuova giurisprudenza civile commentata, 3/2010, pp. 20139 y ss.
(130) F. Galgano, Trattato
..., op. cit., pp. 555-558.
362 7. El modelo contractual italiano
los casos previstos en la ley. Las excepciones previstas en la ley son de dos
tipos; en primer lugar, los casos en los que el contrato produce efectos
frente a terceros como acto: supuesto de contrato a favor de tercero; en
segundo lugar, cuando produce efectos frente a terceros como hecho ju-
rídico; en este segundo caso se distingue entre contratos que transfieren
la propiedad o constituyen derechos, contratos con efectos obligatorios
atributivos de derechos oponibles a terceros (venta con reserva de dominio
del art. 1525 C.c.) y, por último, contratos con efectos obligatorios que son
oponibles a terceros (contrato que confiere un derecho personal de goce,
del art. 1380 C.c.)131.
53. En el sistema del Codice civile, por tanto, el contrato es fuente de obli-
gaciones, pero también es modo de transferir la propiedad y otros dere-
chos reales o de crédito (art. 1376 C.c.). Los contratos que son solo fuente
de obligaciones entre las partes se denominan contratos con efectos obli-
gatorios o contratos obligatorios, mientras que los que producen, además,
el efecto de transferir la propiedad u otros derechos reales, se denominan
contratos con efectos reales o contratos reales. Como ya se ha señalado
supra, el sistema contractual italiano, heredó del Code Napoléon el principio
consensualístico en materia de contratos traslativos de la propiedad o de
otros derechos reales, en virtud del cual la propiedad o el derecho se trans-
miten y se adquieren –es decir, los contratos se perfeccionan– por efecto
del consenso entre las partes legítimamente manifestado (art. 1376 C.c.),
sin que sea necesario ningún otro requisito. Por lo que si la entrega de la
cosa o el pago del precio se aplazan a un momento posterior de la celebra-
ción del contrato, la cosa se entrega a o el precio se paga por quien es ya
propietario, lo que resulta muy relevante en materia de derechos reales, en
relación a la determinación del momento de la transmisión del riesgo de
pérdida de la cosa. Además, también como el Code Napoléon y a diferencia
del BGB alemán, el derecho italiano de los contratos es causalístico, es de-
cir, exige una causa para que pueda perfeccionarse el contrato (art. 1325.2
C.c.)132.
El principio consensualístico es el que mejor favorece la circulación de
la riqueza, en él, el iusnaturalismo se combina con el liberalismo económi-
co, actuando como activador de la economía, pues se adquiere la propiedad
de la cosa antes incluso de haber pagado el precio, pudiendo hacer frente al
mismo con la reventa de la misma. En la venta de bienes muebles con pago
del precio aplazado, el vendedor puede inscribir hipoteca legal sobre el
bien vendido en garantía de las obligaciones que derivan del contrato (art.
(131) F. Galgano, Trattato
, op. cit., pp. 559-574; A. Di Majo, «La protezione contrat-
tuale del terzo», Gli effetti del contratto nei confronti dei terzi nella prospettiva storico-comparatistica
(a cura di Letizia Vacca), Turín, Giappichelli, 2001, pp. 109-119; P. M. Vecchi, «La stipu-
lazione a favore di terzi da figura eccezionale a strumento generale», ibidem; pp. 273-298;
G. Alpa E A. Fusaro, Effetti del contratto nei confronti dei terzi, Milán, Giuffrè, 2000, pp. 1-88.
(132) Era la tesis mantenida en el Derecho Romano clásico por Ulpiano (frente a la
que exigía traditio, defendida por Giuliano, acogida por Savigny e introducida en el BGB
alemán), que pasó a las Instituciones de Justiniano y prevaleció en el Derecho común hasta
su introducción en el Code civil.
VI. El régimen jurídico del contrato en el Derecho italiano vigente 363
(133) F. Galgano, Trattato..., op. cit., pp. 317-326; N. Visalli, «La promessa di mutuo
nell’ambito della teoria del contratto reale», Rivista di diritto civile, 1/2000, pp. 1063 y ss.
(134) F. Galgano, Trattato...
, op. cit., pp. 575-578. Sobre esta distinción, que no siem-
pre tiene clara la jurisprudencia italiana reciente, vid. F. Maiolo, «Il controllo sulla causa
364 7. El modelo contractual italiano
tra assenza e illiceità», La nuova giurisprudenza civile commentata, 1/2009, pp. 10001 y ss.
(135) F. Galgano, Trattato...
, op. cit., p. 579; F. Rende, «Oblighi di informazione e
giudizio di gravità dell’inadempimento –Il commento», I contratti, 5/2014, pp. 457 y ss.; M.
Grondona, «Non scarsa importanza dell’inadempimento e potenzialità della buona fede a
difesa del contratto», I Contratti, 11/2013, pp. 1021 y ss.;. N.A. Vecchio, «La risoluzione per
inadempimento...
», pp. 270 y ss.
VI. El régimen jurídico del contrato en el Derecho italiano vigente 365
minada no sólo por la gravedad del mismo, sino también por su carácter
contrario a las obligaciones de corrección y buena fe que el art. 1175 C.c.
impone a las partes en relación a la naturaleza del contrato y a los fines por
este perseguidos139.
57. Se considera que es conforme a la buena fe el rechazo a la ejecución
que resulte de un comportamiento objetivamente razonable y lógico en
atención al carácter sinalagmático del contrato, mientras que la jurispru-
dencia ha entendido que la excepción es contraria a la buena fe cuando
no hay proporcionalidad entre la prestación incumplida y la rechazada,
es decir, cuando no se cumple el requisito de la relevancia del incumpli-
miento contemplado en el art. 1455 C.c.; igualmente es contraria a la bue-
na fe la excepción cuando el incumplimiento de la prestación se debe a
razones excusables; en fin, la excepción es contraria a la buena fe cuando
se hubiera estado de acuerdo con el incumplimiento de la contraparte140.
Igualmente, el cambio en las condiciones patrimoniales de una parte con-
tratante permite que la otra pueda suspender su propia prestación, salvo
que se preste una garantía adecuada (art. 1461)141.
58. Como se ha señalado al comienzo de este epígrafe, la parte que
ha sufrido el daño podrá reclamarlo (párrafo primero del art. 1453 C.c.),
ya haya solicitado el cumplimiento ya la resolución del contrato. Sobre la
parte que solicita el resarcimiento del daño recae la carga de la prueba
del mismo; sin embargo, el contrato puede prever una cláusula penal por
incumplimiento o por retardo en el mismo, que tiene un doble efecto:
dispensa de la carga de probar el daño, bastando el incumplimiento o el re-
tardo, y limita el resarcimiento a la cantidad pactada, salvo que no se haya
previsto el resarcimiento del daño ulterior (art. 1382 C.c.). Si la prestación
deviene imposible por causas ajenas al deudor, la cláusula penal no puede
ser exigida, pero la carga de la prueba de la imposibilidad recae sobre el
deudor. El juez puede reducir la cláusula penal por dos motivos: si la pres-
tación ya ha sido parcialmente cumplida y si el montante de la misma es
manifiestamente excesivo, teniendo en cuenta el interés del acreedor en el
cumplimiento (art. 1384 C.c.). El juez puede intervenir de oficio y no sólo
a instancia de la parte deudora. Los intereses perseguidos por la cláusula
penal manifiestamente excesiva no se consideran merecedores de tutela,
de modo que la equidad está dirigida aquí a corregir una cláusula que de
otro modo sería nula y, por tanto, susceptible de ser declarada así, de ofi-
(142) A. Spatuzzi, «L’entità della penale, tra lex contractus ed eterointegrazione giu-
diziale», I contratti, 4/2016, pp. 403 y ss.; M. P. Pignalosa, «Riducibilità della penale e au-
tonomía privata», Contratto e impresa, 6/2015, pp. 1377 y ss.; F. Galgano, T rattato
, op. cit.,
pp. 593-600; M. Mastrandrea, «Riduzione della penale ex officio: una lettura costituzio-
nalmente orientata dell’art. 1384 C.C.», Obbligazioni e contratti, 10/2008, pp. 824 y ss.; idem,
«Riduzione della penale e interesse all’adempimento», I contratti, 8-9/2009, pp. 812 y ss.;
I.L. Nocera, «Risoluzione per inadempimento e riduzione ex officio della clausola penale
nel leasing», La nuova giurisprudenza civile commentata, 3/2009, pp. 10234 y ss.; G. Barag-
gioli, «La riduzione della penale eccessiva: poteri del giudice e oneri di parte», La nuova
giurisprudenza civile commentata, 10/2008, pp. 11153 y ss.; C. Abatangelo, «La richiesta di
riduzione della clausola penale: un’ipotesi di c.d. eccezione in senso lato?», Rivista di diritto
civile, 1/2007, pp. 20043 y ss.
368 7. El modelo contractual italiano
all’obbligo di rinegoziare», Rivista di diritto civile, 1/2002, pp. 10063 y ss.; G. Sicchiero,
«Buona fede e rischio contrattuale», Contratto e impresa, 4-5/2006, pp. 919 y ss.
(144) Sobre la configuración de la excesiva onerosidad introducida en el Codice civile
de 1942, el debate doctrinal en torno a la misma y su aplicación al contrato preliminar, vid.
G. Belli, «Contratto preliminare, opzione ed eccesiva onerosità sopravvenuta», Obbligazione
e contratti, 3/2012, pp. 216 y ss.
(145) Vid. M. Marullo di Condojanni, op. cit., pp. 20191 y ss.
(146) P. Perlingieri, «Nuovi profili del contratto», Rivista critica del diritto privato,
2001, pp. 236 y 237.
370 7. El modelo contractual italiano
(147) Sentencia de la Corte di Cassazione, Sec. I., de 20 de abril de 1994, n.º 3775.
(148) F. Galgano, «La categoria del contratto alle soglie del terzo millennio», in
Contratto e impresa, 2/2000, pp. 919-929; idem, Trattato...
, op. cit., pp. 634-639.
(149) P. Perlingieri, Il diritto civile nella legalità costituzionale secondo il sistema italo-co-
munitario delle fonti, 3.ª ed.,Napoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 2006, passim; P. Rescig-
no, «Rilettura del Codice civile», Rivista del diritto commerciale, 1/1993, pp. 1 y ss.
(150) P. Perlingieri, «Equilibrio normativo e principio di proporzionalità nei con-
tratti», Rassegna di diritto civile, 2/2001, pp. 334 y ss.; M. Mastrandrea, «Riduzione della
penale ex officio...
», op. cit., pp. 824 y ss.; idem, «Riduzione della penale e interese...
», op. cit.,
pp. 812 y ss.
(151) M. Mattioni, «Sul ruolo della equità...
», op. cit. pp. 10567 y ss.
(152) Así el art. 2 párrafo segundo letra e) del Codice del consumo consagra entre los
derechos fundamentales de los consumidores y usuarios el derecho a la corrección, a la
VII. Recapitulación: ¿muerte del contrato o implementación de una… 371
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(162) F. Galgano, «Qui suo iure
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380 7. El modelo contractual italiano
8
El Derecho Estadounidense de contratos: del
«common law» al Código Uniforme de Comercio
como Código global
civil estatal yuxtapuesta y, por tanto, no es más que una manifestación más
del statutory law de origen estatal y que los tribunales interpretan y aplican
de un modo flexible e incluso subordinado o secundario en sus relaciones
con el Common Law estatal3.
(3) Vid. P. Stein, «The Attraction of the Civil Law in Post-Revolutionary America»,
Virginia L. R. 1966, pp. 403-408; G. Gilmore, The Ages of American Law, New Haven, Yale
University Press, 1977, pp. 19-40; Ch. Cook, The American Codification Movement: A Study on
Antebellum Legal Reform, Westport, Greenwood Press, 1981; M. Reimann, «The Historical
School Against Codification: Savigny, Carter and the Defeat of the New York Civil Code»,
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des 19. Jahrhunderts im amerikanischen Rechtsdenken, Berlin, Duncker & Humblot, 1993; G.
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pp. 435-532; K. Zweigert, H. Kötz, An Introduction to Comparative Law, 3.ª d., Oxford, Cla-
rendon Press, 1998, pp. 242-243.
384 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
(4) Vid. Ch. Clark, «State Law in the Federal Courts: The Brooding Omnipresen-
ce of Erie v. Tompkins», Yale L. J., 1946, pp. 267-296; H. Friendly, «In Praise of Erie and
the New Federal Common Law», NYU L. R., 1964, pp. 405-422; H. Hart, «The Relations
between State and Federal Law», Columbia L. R., 1954, pp. 489-542; J. Ely, «The Irrepres-
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Federal Courts and the Common Law», Alabama L R, 2002, pp. 891-925.
(5) Vid. D. Trautman, «The Relations Between American Conflicts Law and Fe-
deral Common Law», Law & Contemporary Problems, 1977, pp. 105-130; ID., «Toward Fede-
ralizing Choice of Law», Texas L. R., 1992, pp. 1715-1741; P. Borchers, «The Origins of
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West Publishing, 2015, pp. 354-357.
II. Las fuentes del Derecho americano de contratos 385
(9) Vid. D. Clark, loc. cit., pp. 177-204; El análisis histórico acerca de la influencia
del Derecho civil y, en particular, del Derecho alemán, es una de las constantes en el Dere-
cho Comparado norteamericano, vid. R. Pound, «The Influence of Civil Law in America»,
Louisiana L. R. 1938-1939, pp. 1-16; P. Stein, «The Attraction of the Civil Law in Post-re-
volutionary America», Virginia L. R, 1966, pp. 403-434; S. Riesenfeld, «The Influence of
German Legal Theory on American Law. The Heritage of Savigny and His Disciples», AJCL,
1989, pp. 1-7; ID., «The Impact of German Legal Ideas and Institutions on Legal Thought
and Institutions in the United States», en M. Reimann, The Reception of Continental Ideas in the
Common Law World 1820-1920, Berlín, Duncker & Humblot, 1993, pp. 88-97; R. Helmholz,
«Use of the Civil Law in Post-revolutionary American Jurisprudence», Tulane L. R. 1992,
pp. 1649-1684; M. Hoeflich, «Transatlantic Friendships in the First Half of the Nineteenth
Century», AJCL, 1987, pp. 599-611; id., «Savigny and his Anglo-American Disciples», AJCL,
1989, pp. 17-37; ID., Roman and Civil Law and the Development of Anglo-American Jurisprudence
in the Nineteenth Century, Athens, University of Georgia Press, 1997; ID., «Translation and the
Reception of Foreign Law in the Antebellum United States», AJCL, 2002, pp. 753-776; R.
Austen-Baker «Gilmore and the Strange Case of the Failure of Contract to Die After All»,
J. of Contract L., 2002, pp. 1-31.
II. Las fuentes del Derecho americano de contratos 387
(10) Vid. J. Klapisch, Der Einfluss der deutschen und österreichischen Emigranten auf
Contracts of Adhesion un bargaining in good faith im US-amerikanischen Recht, Baden-Baden,
Nomos, 1991; M. Lutter, E. Stiefel, M. Hoeflich, Der Einfluss deutscher Emigranten auf die
Rechtsentwicklung in den USA und in Deutschland, Tübingen, Mohr Siebeck, 1993; K. Graham,
«The Refugee Jurist and American Law Schools 1933-1941», AJCL, 2002, pp. 777-818; J.
Herget, S. Wallace, «The German Free Law Movement as the Source of American Legal
Realism», Virginia L. R., 1987, pp. 399-455.
(11) Vid. A. Dunham, «A History of the National Conference of Commissioners
on Uniform State Laws», L. and Contemporary Problems, 1965, pp. 233-249; F. Miller, P. Fry
y J. Burton, «The Centennial of the National Conference of Commissioners on Uniform
State Laws», Bus. Lawyer, 1991, pp. 1449-1454; R. Coulson, «The National Conference of
Commissioners on Uniform State Laws and the Control of Law-making», Oklahoma City U.
L. R., 1991, pp. 295-334.
(12) El texto original de 1952 ha sido objeto de múltiples reformas, en particular
cabe destacar la realizada en 1958 como consecuencia de la revisión efectuada por Rudolf
Schlesinger a iniciativa del Estado de Nueva York con el fin de facilitar su adopción en
ese Estado, que se produciría en 1962, modificación que seguida de otras de menor alcan-
ce permitió que a finales de la década de los sesenta el UCC hubiese sido ya adoptado en
todos los Estados menos Luisiana (vid. E. Taylor, «Uniformity of Commercial Law and Sta-
te-by-State Enactment: A Confluence of Contradictions», Hastings L. J., 1978, pp. 337-362;
B. Kozolchyk, «The Commercialization of Civil Law and the Civilization of Commercial
Law», Louisiana L. R. 1979, pp. 3-47; P. Winship, «As the World Turns: Revisiting Rudolf
Schlesinger’s Study of the Uniform Commercial Code in the Light of Comparative Law»,
Loyola LA L. R., 1996, pp. 1143-1162; A. Kamp «Uptown Act: A History of the Uniform Com-
mercial Code: 1940-1949», SMU L. R., 1998, pp. 275-292; ID., «Downtown Act: A History of
the Uniform Commercial Code 1949-1954», Buffalo L. R. 2001, pp. 359-47).
388 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
Entre los autores del UCC se encuentran grandes figuras del realismo
jurídico norteamericano como Karl Llewellyn (1893-1962), William
Schnader (1886-1968) y Grant Gilmore (1910-1982). Pero es sin duda
Karl Llewellyn quien ha conseguido ser recordado como el autor fun-
damental, entre otras razones por haberle correspondido el diseño general
del UCC, la redacción del Art. 1 que viene a establecer las reglas relativas
a su ámbito de aplicación, principios generales, definiciones generales, re-
glas de interpretación e incluso la solución a los conflictos de leyes, por lo
que equivale a un título introductorio al UCC, así como la redacción del
núcleo esencial del UCC, es decir, el Art. 2 sobre compraventa de merca-
derías13.
(13) Cuestión distinta sería la autoría de la idea original de elaboración del UCC y de
su impulso político a través de las dos organizaciones indicadas, mérito que cabe imputar a
W. Schnader (vid. J. M. Garrido, «Estudio introductorio» en Código Uniforme de Comercio de
los Estados Unidos, Madrid, Marcial Pons, 2002, pp. 43-44). Sobre Karl Llewellyn vid. W.
Twining, Karl Llewellyn and the Realist Movement, 2.ª ed., Cambridge, Cambridge University
Press, 2012, pp. 270-374; N. Hull, Roscoe Pound & Karl Llewellyn: Searching for an American
Jurisprudence, Chicago, Chicago University Press, 1997, pp. 125-343; E. Mooney, «Old Kon-
tract Principles and Karl’s New Code: An Essay on the Jurisprudence of our New Commer-
cial Law», Villanova L. R., 1996, pp. 213-258; J. Murray, «The Article 2 Prism: The Underl-
ying Philosophy of Art. 2 of the Uniform Commercial Code», Washburn L. J., 1981, pp. 1-19.
II. Las fuentes del Derecho americano de contratos 389
(14) Vid. J. M. Garrido, op. cit., pp. 35-39. En general, sobre el UCC vid. R. M.
Buxbaum, «Is the Uniform Commercial Code a Code?», en M. Rehbinder y U. Drobnig,
Rechtsrealismus, multikulturelle Gesellschaft und Handelsrecht. Karl Llewellyn und seiner Bedeutung
heute, Berlín, Duncker & Humblot, 1994, pp. 197-220.
(15) Vid. S. Sánchez Lorenzo, «El Derecho contractual inglés», en Derecho Contrac-
tual Comparado, 2.ª ed., Aranzadi, Cizur Menor, 2013, p. 140; F. Galgano, «Derecho civil y
mercantil», Atlas de Derecho Privado Comparado, Madrid, Fundación Cultural del Notariado,
2000, pp. 92-94.
390 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
del UCC. Y cuando existen normas generales son de difícil concreción por-
que se reducen a la enunciación de estándares como el de razonabilidad
o quedan cargadas de excepciones con tal previsión de detalles menores
que sería imposible reconocer en el UCC un verdadero Código visto desde
la perspectiva europea. Por otra parte, el inglés en que está escrito es un
ejemplo extremo del «legalese» utilizado en la familia jurídica del Common
Law y, por tanto, de difícil intelección incluso para un lector nativo16.
(16) Vid. J. M. Garrido, op. cit., pp. 73-74, con referencia a las propuestas de refor-
ma del UCC dentro del contexto favorable al uso del Plain English en la legislación y a las
dificultades que su lectura plantea hasta el punto de que algún autor británico al que llegó
la noticia de la existencia de una traducción oficial al español del UCC se preguntó si no
sería también conveniente traducirlo al inglés.
(17) No obstante, en favor de la federalización legislativa del UCC vid. R. Braucher,
«Federal Enactment of the Uniform Commercial Code», L. and Contemporary Problems, 1951,
pp. 100-113; W. Schnader, «The Uniform Commercial Code, Today and Tomorrow», Bus.
Lawyer, 1966, pp. 229-231.; F. Kennedy, «Federalism and the Uniform Commercial Code»,
Bus. Lawyer, 1974, pp. 1225-1230; K. Patchel, «Interest Group Politics, Federalism, and the
Uniform Laws Process: Some Lessons from the Uniform Commercial Code», Minnesota L.
R., 1993, pp. 156-162.
(18) Vid. D. Hawkland, «The Uniform Commercial Code and the Civil Code»,
Louisiana L. R., 1995, pp. 23-25.
II. Las fuentes del Derecho americano de contratos 391
10. Entre las reformas del UCC y por lo que afecta al ámbito del De-
recho de contratos cabe destacar la adopción del Art. 2A sobre arrenda-
mientos de bienes muebles en 1987 con un ámbito de aplicación de cierta
relevancia ya que no sólo se refiere al leasing financiero sino a todo tipo de
arrendamiento de bienes muebles, incluidos el renting y el alquiler de ve-
hículos o medios de transporte20. A esto cabe sumar el nuevo Art. 4A sobre
transferencias de fondos que fue añadido en 1990 para añadir una opera-
ción bancaria más que sumar a las ya reguladas por los Arts. 4 (Depósitos
y Cobros bancarios) y 5 (Créditos documentarios), en un momento que la
(19) Vid. E. Farnsworth, Farnsworth on Contracts, 3.ª ed., vol., I, New York, Aspen,
2004, pp. 48-52; S. Burnham, «Why Do Law Students Insist that Article 2 of the Uniform
Commercial Code Applies Only to Merchants and What Can We Do About It», Brooklyn L. R.
1997, pp. 1271-1281; R. Nimmer, «Services Contracts: The Forgotten Sector of Commercial
Law», Loyola LA L. R., 1993, pp. 725-742.
(20) Vid. A. Boss, «The History of Art. 2A: A Lesson for Practitioner and Scholar»,
Alabama L. R., 1988, pp. 575-694.; Ch. Heckman, «Article 2A of the Uniform Commercial
Code: Government of the Lessor, by the Lessor, and for the Lessor», St. Louis U. L. J., 1991,
pp. 309-331.
392 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
(21) Vid. C. Felsenfeld, «Strange Bedfellows for Electronic Funds Transfers: Pro-
posed Article 4A of the Uniform Commercial Code and the Uncitral Model Law», Alabama
L. R., 1991, pp. 723-750; ID., «The Compatibility of the Uncitral Model Law on Internatio-
nal Credit Transfers with Art. 4A of the UCC», Fordham L. R., 1992, pp. 553-575.
(22) Vid. B. Macdonald, «The Uniform Computer Information Transactions Act»,
Berkeley Tech. L. J., 2001, pp. 461-484; R. Hillman, J. Rachlinski, «Standard-Form Contrac-
ting in the Electronic Age», NYU L. R., 2002, pp. 429-495.
(23) Vid. U. Mattei, Il modello di Common Law, op. cit., pp. 222-224; H. Goodrich,
«The Story of the American Law Institute», Washington U. L. R., 1951, pp. 283-305; J. Gord-
ley, «European Codes and American Restatements: Some Difficulties», Columbia L. R.,
II. Las fuentes del Derecho americano de contratos 393
1981, pp. 140-157; W. La Piana, «A Task of No Common Magnitude: The Founding of the
American Law Institute», Nova L. R., 1987, pp. 1085-1126; G. Hazard, «The American Law
Institute is Alive and Well», Hofstra L. R., 1998, pp. 661-665; K. Adams, «Blaming the Mirror:
The Restatements and the Common Law», Indiana L. R., 2007, pp. 206-270.
(24) Vid. L. Friedman, American Law in the Twentieth Century, New Haven, Yale Uni-
versity Press, 2002, pp. 381-382; H. Yntema, «American Legal Realism in Retrospect», Van-
derbilt L. R. 1960, pp. 317-326; L. Kalman, Legal Realism at Yale 1927-1960, Chapel Hill,
University of North Carolina Press, 1986; J. Schlegel, American Legal Realism and Empirical
Social Science, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1995.
394 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
para el que han sido diseñadas25. Corbin fue el primer relator del Resta-
tement Second, aunque habría que añadir entre los relatores también a E. A.
Farnsworth (1928-2005) y R. Braucher (1916-1981).
13. El Restament Second (1981) vendría finalmente a superar el formalis-
mo y las contradicciones internas del Restatement First. Cabe destacar que el
Restatement (Second) of the Law of Contract (1981) es uno de los más utilizados
en la práctica profesional y más profusamente citados en la jurisprudencia
norteamericana. El Restament Second tiene un amplio grado de paralelismo
con las soluciones que en materia de compraventa de mercaderías ya ha-
bían sido alcanzadas en el Art. 2 del Uniforme Commercial Code de K. Llewe-
llyn. En efecto, el Restatement Second (1981) no puede entenderse sin tener
en cuenta que es muy posterior al UCC (1952) y que los cambios metodo-
lógicos y conceptuales que el UCC introdujo para la compraventa de mer-
caderías y otros contratos mercantiles llegaron para quedarse y trasladarse
en gran medida al modelo de regulación de la contratación general que es
el Restatement Second. En este sentido, siguiendo al UCC y en contraposición
al formalismo del primer Restatement, se rechaza la visión del juez como un
mero árbitro limitado a aplicar lo previsto en el texto del contrato, para de-
fender que en la solución de las controversias de naturaleza contractual el
juez no deberá limitarse a analizar el texto del contrato dejando al margen
los pactos orales que pudieran existir entre las partes (parol evidence rule),
sino que deberá también tener en cuenta la intención de las partes que
pueda deducirse de los tratos preliminares entre las partes y de los actos de
ejecución del contrato, así como las prácticas y usos propios de sector con-
siderado, a fin de proteger la expectativas razonables de cada una de las
partes. La exigencia de «consideration» como requisito de validez queda
matizada por la doctrina del «promissory estoppel» (reliance test) que es utiliza-
da para diversos propósitos a fin de aportar un mayor grado de flexibilidad
y adecuación a situaciones especiales. Asimismo, el juez tendrá la posibili-
dad de interferir sobre el contenido del contrato cuando este sea injusto
(unconscionable) en función de su carácter abusivo para una de las partes y
podrá asegurarse de que sea cumplido de acuerdo con las exigencias del
principio de buena fe (good faith), que actuará como herramienta integra-
tiva e interpretativa del régimen jurídico del contrato y principio director
de la actuación de las partes durante su cumplimiento. El contrato también
podrá ser rescatado de un cambio de circunstancias que hagan el cumpli-
1. Responsabilidad precontractual
14. El Common Law sigue una regla general contraria a los daños precon-
tractuales por la sencilla de razón de que no llegando a existir el contrato
no existiría consideration de la que pudiesen surgir obligaciones relativas
a la fase de negociación del mismo. Además, no existiendo un deber de
buena fe en la negociación del contrato cada una de las partes es libre de
seguir la conducta que estime conveniente para obtener el mejor acuerdo
posible a fin de maximizar sus propios intereses. Naturalmente este recha-
zo ha encontrado la respuesta de aquellos que han intentado introducir
en el Derecho americano el modelo alemán de responsabilidad precon-
tractual27. Por ello, la regla general encontrará excepciones fundadas en
otras categorías como pueden ser las basadas en un derecho de restitución
o enriquecimiento injusto cuando del proceso de negociación se haya ob-
tenido alguna ventaja que deba ser restituida o en el Derecho general de
daños en los casos en que se haya provocado un perjuicio por una falsa
representación de la realidad (fraudulent misrepresentation). En el caso nor-
teamericano ha tenido particular aplicación en este ámbito la doctrina del
promissory estoppel recogida en la Sección 90 del Restatement Second en aque-
llos casos en que las negociaciones han motivado una actuación basada en
la confianza sobre las manifestaciones o promesas realizadas por la otra
parte durante las negociaciones. Desde luego, siempre cabe pactar en un
contrato preliminar un acuerdo de negociación (agreement to negotiate) que
sirva para asumir una obligación de negociación de buena fe y establecer
las consecuencias de una ruptura injustificada de negociaciones, la viola-
ción de la confidencialidad asignada al proceso de negociación, el incum-
(26) Vid. S. Sánchez Lorenzo, «El Derecho contractual inglés», loc. cit., pp. 146-
147; D. Kennedy, «Form and Substance in Private Law Adjudication», Harvard L. R., 1976,
pp. 1685-1724; A. Corbin, «The Interpretation of Words and the Parol Evidence Rule».
Cornell L. Q., 1965, pp. 161-190; E. Farnsworth, «Contracts Scholarship in the Age of the
Anthology», Michigan L. R. 1987, pp. 1406-1462; ID., «Ingredients in the Redaction of Res-
tatement (Second) of Contracts», Columbia L. R.., 1981, pp. 9-12.
(27) Vid. F. Kessler, «Culpa in Contrahendo: Bargaining in Good Faith and Free-
dom of Contract: A Comparative Study», Harvard L. R., 1964, pp. 400-449.
396 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
(30) Vid. I. Mcneil, «Time of Acceptance: Too Many Problems for a Single Rule»,
U. Pennsylvania L. R., 1964, pp. 947-953; B. Eisler, «Default Rules for Contract Formation
by Promise and the Need for Revision of the Mailbox Rule», Kentucky L. J., 1990, pp. 557-
566; S. Bayern, «The Nature and Timing of Contract Formation», en L. Dimatteo, M.
Hogg, Comparative Contract Law. British and American Perspectives, Oxford, OUP, 2016, pp.
77-89.
398 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
promesa no necesita ser conocido sino que tan solo se exige que exista un
motivo aparente con independencia de su relevancia o insignificancia ob-
jetivas (Sección 81 del Restatement Second). Adicionalmente, la existencia en
forma escrita del contrato elimina la exigencia de «consideration» en mu-
chos Estados y desde luego, no cabe exigir una «consideration» negociada
en los contratos de adhesión o en los pactos modificativos del contrato
(Sección 89 Restatement Second of Contracts)34.
17. Pero el elemento con el que el Derecho americano de contratos ha
aportado una visión más propia limitadora de la exigencia de «considera-
tion» ha sido la doctrina del «promissory estoppel» (Sección 90 Restatement
Second) con origen en el Derecho de equidad (equitable estoppel) y que, en
última instancia, responde a la máxima non venire contra factum proprium,
de manera que una vez emitida una promesa unilateral u oferta esta será
válida como fuente de obligaciones, aunque no exista propiamente «con-
sideration», siempre que la parte destinataria de la oferta haya actuado
por acción u omisión (action or forbearance) motivadas por la confianza que
la promesa ha generado en ella (reliance test) y esto fuese previsible para
ambas partes, por lo que con estas condiciones y al objeto de evitar una
situación injusta, el promitente no podrá alegar (regla negativa o inhibito-
ria) la falta de «consideration» para quedar liberado de su obligación. La
vocación de esta doctrina para moderar o incluso para absorber o ser una
alternativa a la exigencia de consideration ha sido debatida en profundidad,
aunque la jurisprudencia de los diferentes Estados no haya llegado tan le-
jos como ha sido propuesto doctrinalmente35.
La ausencia de consideration ha significado también históricamente en el
Common Law un obstáculo para la eficacia del contrato en favor de terceros,
en la medida en que del contrato no podrían surgir derechos que pudie-
ran ser exigibles por terceros ajenos a la celebración del mismo y que no
(34) Vid. E. Patterson, «An Apology for Consideration», Columbia L. R., 1958, pp.
929-963; W. Keyes, «Consideration reconsidered: The Problem of the Withdrawn Bid»,
Stanford L. R., 1958, pp. 441-470; E. Farnsworth, «The past of promise: An Historical Intro-
duction to Contract», Columbia L. R., 1969, pp. 576-592; M. Eisenberg, «The Principles of
Consideration», Cornell L. R., 1982, pp. 640-665; ID., «The Bargain Principle and its Limits»,
Harvard L. R., 1982, pp. 741-801; J. Gordon, «A Dialogue about the Doctrine of Considera-
tion», Cornell L. R., 1990, pp. 987-1006; J. Gordley, «Enforcing Promises», California L. R.,
1995, pp. 547-614; J. Benedict, «Consideration: Formalismus und Realismus im Common
Law of Contract», RabelsZ, 2005, pp. 1-46.
(35) Vid. J. Gordley, op. cit., pp. 355-357; E. Farnsworth, Farnsworth on Contracts,
op. cit., pp. 164-185; S. Henderson, «Promissory Estoppel and Traditional Contract Doc-
trine», Yale L. J., 1969, pp. 343-387; Ch. Knapp, «Reliance in the Revised Restatement: The
Proliferation of Promissory Estoppel», Columbia L. R., 1981, pp. 52-79; J. Feinman, «Pro-
missory Estoppel and Judicial Method», Harvard L. R., 1984, pp. 678-718; R. Craswell,
«Offer, Acceptance and Efficient Reliance», Stanford L. R., 1996, pp. 481-553; R. Hillman,
«Questioning the New Consensus on Promissory Estoppel: An Empirical and Theoretical
Study», Columbia L. R., 1998, pp. 580-619; A. Viguri Perea, Los contratos comerciales interna-
cionales: análisis de la compraventa desde la perspectiva del Derecho Comparado, Madrid, Centro de
Estudios Registrales, 2007, pp. 44-47, con referencia a las Secciones 87 y 90 del Restatement
Second.
400 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
2. Unconscionability
(36) Vid. M. Eisenberg, «Third-Party Beneficiaries», Columbia L. R., 1992, pp. 1358-
1430; Como es bien conocido, el Derecho inglés también ha sabido corregir sus limitacio-
nes iniciales, si bien ha sido necesaria la actuación del legislador (Contracts, Rights of Third
Parties, Act 1999), vid. C. Macmillan, «A Birthday Present for Lord Denning: The Contracts
(Rights of Third Parties) Act 1999», Modern L. R., 2000, pp. 721-738.
(37) Vid. J. Harrison, «Quality of Consent and Distributive Fairness: A Comparati-
ve Perspective», en L. Dimatteo, M. Hogg, op. cit., pp. 132-146.
(38) Vid. J. Gordley, op. cit., pp. 364-366.
IV. Cuestiones acerca de la validez del contrato 401
(39) Vid. A. Leff, «Unconscionability and the Code-The Emperor’s New Clause», U.
Pennsylvania L. R, 1967, pp. 485-559; M. Ellinghaus, «In Defense of Unconscionability»,
Yale L. J., 1969, p. 757-815; S. Deutch, Unfair Contracts. The Doctrine of Unconscionability, Le-
xington, Lexington Books, 1977; R. Epstein, «Unconscionability: A Critical Reappraisal», J.
L. & Econ., 1975, pp. 293-315; L. Kornhauser, «Unconscionability in Standard Forms», Ca-
lifornia L. R., 1976, pp. 1151-1183; J. Fort, Understanding Unconscionability. Defining the
Principle», Loyola U. L. J., 1978, pp. 765-822; R. Hillman, «Debunking Some Myths about
Unconscionability: a New Framework for UCC section 2-302», Cornell L. R., 1981, pp. 1-44;
E. Brown, «The Uncertainty of UCC Section 2-302: Why Unconscionability has become a
Relic», Commercial L. J., 2000, pp. 287-293; Ph. Bridwell, «The Philosophical Dimensions
of the Doctrine of Unconscionability», U. Chicago L. R., 2003, pp. 1513-1531; Ch. Knapp,
«Unconscionability in American Contract Law: a Twenty-First-Century Survey», en L. Dima-
tteo, Commercial Contract Law: Transatlantic Perspectives, Cambridge, Cambridge University
Press, 2014, pp. 309-338.
(40) Vid. F. Kessler, como autor de origen alemán que desarrolló con mayor éxito en
EEUU el concepto francés de «contrat d’adhesion» y autor destacado dentro del denomina-
do realismo jurídico: «Contracts of Adhesion: Some Thoughts about Freedom of Contract»,
Columbia L. R., 1943, pp. 629-642; V. Bolgar, «The Contract of Adhesion: a Comparison of
Theory and Practice», AJCL, 1972, pp. 53-78. T. Rakoff, «Contracts of Adhesion. An Essay
in Reconstruction», Harvard L. R., 1983, pp. 1173-1284.
402 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
(41) Vid. A. Bagchi, «At the Limits of Adjudication: Standard Terms in Consumer
Contracts», en L. Dimatteo, M. Hogg, op. cit., pp. 439-454.
(42) Vid. E. Farnsworth, Farnsworth on Contracts, op. cit., pp. 609-613; J. Perillo,
Contracts, 7.ª ed., St. Paul, West Academic, 2014, pp. 355-359.
(43) Vid. J. Perillo, «The Statute of Frauds in the Light of the Functions and Dys-
functions of Form», Fordham L. R., 1974, pp. 39-82; E. Posner, «Norms, Formalities, and the
Statute of Frauds: A Comment», U. Pennsylvania L. R., 1996, pp. 1971-1986.
V. Contenido e interpretación del contrato 403
(44) Vid. F. Malinowski, «The Use of Oral Admissions to Lift the Bar of the Statute
of Frauds: UCC Section 2-201(3) (b)», California L. R., 1977, pp. 150-171.
(45) Vid. E. Farnsworth, «Meaning in the Law of Contracts», Yale L. J., 1967, pp.
939-965; J. Sweet, «Contract Making and Parol Evidence: Diagnosis and Treatment of a
Sick Rule», Cornell L. Q., 1968, pp. 1036-1068; J. Murray, «The Parol Evidence Process and
Standardized Agreements under the Restatement (Second) of Contracts», U Pennsylvania
404 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
23. La eficacia de los usos del comercio como implied terms en el régimen
jurídico del contrato propia del Derecho inglés ha tenido el lógico segui-
miento en el Derecho norteamericano. Con este punto de partida, no es
extraño que K. Llewellyn plantease una apertura del UCC a los usos del
comercio como herramienta funcional adicional integradora del contrato.
El Código de Comercio Uniforme ha regulado la cuestión en términos am-
pliamente favorables a su aplicación. El Art. 1-303 c) del UCC revisado en
2001 (Art. 1-205 en la versión original) contiene una clara definición de los
usos del comercio (trade usages) y les atribuye la doble función interpreta-
dora e integradora del contrato, si bien su aplicabilidad se hace depender
de que no resulten sorpresivos para la parte contra la que se invoquen46.
El Art. 2 UCC regula incluso los elementos esenciales de las ventas FAS,
FOB, C&F y CIF dentro de la tradición de los American Trade Terms, diferente
a la tradición inglesa del s. XIX que es la que finalmente ha llegado a los
Incoterms de la CCI. En el fallido intento de revisión del Art. 2 del UCC en
2003 los términos comerciales quedaban suprimidos a fin de facilitar una
mayor adaptación a la práctica internacional de la CCI47. En relación con
el Incoterm FOB, la Sección 2-319 distingue dos tipos: a) un FOB lugar de
expedición, donde el vendedor transmite el riesgo de pérdida de las merca-
derías desde que son puestas a disposición del primer porteador terrestre;
a no ser que se trate de un supuesto FOB Vessel, en cuyo caso se transmitirá
el riesgo desde la carga en el porteador marítimo; b) un FOB lugar de des-
tino, que responde a la tradición americana y donde el vendedor asume la
gestión del transporte por su cuenta y riesgo hasta el lugar designado, po-
sibilidad que naturalmente es contraria a lo previsto para los Incoterms del
grupo F y encaja con los Incoterms del Grupo D de la CCI. La regulación
de los Incoterms FAS, C&F y CIF (Secciones 2-319 a 2-324) sí es en rasgos
generales conforme con la contenida en los Incoterms de la CCI.
L. R., 1975, pp. 1342-1390; E. Posner, «The Parol Evidence Rule, the Plain Meaning Rule,
and the Principles of Contractual Interpretation», U. Pennsylvania L. R., 1998, pp. 533-577;
Q. Zhou, L. Dimatteo, «Three Sales Laws and the Common Law of Contracts», en L. Di-
matteo, M. Hogg, op. cit., pp. 347-378.
(46) Vid. J. White, R. Summers, Uniform Commercial Code, 6.ª ed., St. Paul, West,
2010, pp. 20-22 y 138-146; E. Farnsworth, «Unification of Sales Law: Usage and Course
of Dealing», Festschrift Sauveplanne, Deventer, Kluwer, 1984, pp. 81-89; L. Bernstein, «Mer-
chant Law in a Merchant Court. Rethinking the Code’s Search for Immanent Business Nor-
ms», U. Pennsylvania L. R., 1996, pp. 1765-1821; D. Snyder, «Language and Formalities in
Commercial Contracts: A defense of Custom and Conduct», Southern Methodist U. L. R.,
2001, pp. 617-644; H. Gabriel, Contract for the Sale of Goods: A Comparison of US and Interna-
tional Law, 2.ª ed., Oxford, OUP, 2009, pp. 74-78; J. Levie, «Trade Usage and Custom under
the Common Law and the Uniform Commercial Code», NYU L R., 1965, pp. 1101-1206; J.
Chen, «Code, Custom, and Contract: The Uniform Commercial Code as Law Merchant»,
Texas Int. L J., 1992, pp. 91-135; J. Dolan, «Changing Commercial Practices and the Uni-
form Commercial Code», Loyola LA L. R., 1993, p. 579-596; en sentido crítico sobre el pro-
ceso de reinvención de la voluntad de las partes que puede significar su aplicación vid. E.
Kadens, «The Myth of Customary Law Merchant», Texas L. R., 2012, pp. 1153-1206.
(47) Vid. J. Spanogle, «Incoterms and UCC Article 2. Conflicts and Confusions»,
Int. Lawyer, 1997, pp. 111-132.
V. Contenido e interpretación del contrato 405
(52) No cabe olvidar el carácter extraño que la introducción del principio de buena
fe puede tener en el Common Law, vid. G. Teubner, «Legal Irritants: Good Faith in British
Law or How Unifying Law Ends Up in New Divergences», Modern L. R. 1998, pp. 11-32;
J. Facco, «Good faith en el ejercicio de poderes contractuales discrecionales: ¿un punto
de contacto entre Common Law y Civil Law?», RDP, 2012, pp. 149-167. En general, vid.
E. Farnsworth, «Good Faith in Contract Performance», en J. Beatson, D. Friedmann,
Good Faith and Fault in Contract Law, Londres, Clarendon Press, 1995, pp. 153-170; S. Bur-
ton, E. Andersen, Contractual Good Faith, Boston, Little Brown, 1995; R. Summers, «The
Conceptualisation of Good Faith in American Contract Law: A General Account», en R.
Zimmermann, S. Whittaker, Good Faith in European Contract Law, Cambridge, Cambridge
University Press, 2000, pp. 118-144.
(53) Vid. E. Patterson, «The interpretation and Construction of Contracts», Co-
lumbia L. R. 1964, pp. 833-865; R. Braucher, «Interpretation and Legal Effect in the Se-
cond "Restatement of Contracts"», Columbia L. R., 1981, pp. 13-18; R. Craswell, «Contract,
Default Rules and the Philosophy of Promising», Michigan L. R., 1989, pp. 489-529; I. Ayres,
R. Gertner, «Filling Gaps in Incomplete Contracts: An Economic Theory of Default Ru-
les», Yale L. J., 1989, pp. 87-130; T. Rakoff, «Implied Terms: Of Default Rules and Situation
Sense», en J. Beatson, D. Friedmann, op. cit., pp. 191-230; J. P. Kostritsky, «Contract
Interpretation: Judicial Role Not Parties’ Choice», en L. Dimatteo, op. cit., pp. 240-286.
VI. Incumplimiento y remedios 407
(54) Vid. R. Kirst, «Usage of Trade and Course of Dealing: subversion of the UCC
Theory», U. Illinois L. Forum, 1977, pp. 811-871; E. Zamir, «The inverted hierarchy of con-
tract interpretation and supplementation», Columbia L. R., 1997, pp. 1710-1803.
(55) Vid. J. Gordley, op. cit., pp. 341-345.
408 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
2. Cumplimiento específico
28. Como ocurre en el Derecho inglés, en el Derecho norteamerica-
no la posibilidad de specific performance es conceptualmente un «equitable
remedy» y, por tanto, excepcional frente al remedio básico que ofrece el
Common Law en los supuestos de incumplimiento que es la indemnización
por daños. Sólo cuando el objeto del contrato sea difícilmente sustitui-
ble por la indemnización por daños (adequacy test) será posible obtener el
cumplimiento específico como sanción frente al incumplimiento. Así, es
posible en los contratos que tengan como objeto derechos reales sobre bie-
nes inmuebles, pero más difícilmente será admisible en los contratos que
tengan por objeto la venta de bienes muebles (salvo en el caso de obras de
arte o bienes específicamente fabricados para el comprador)59. En el UCC
miento específico, vid. Th. Ulen, «The Efficiency of Specific Performance: Toward a Uni-
fied Theory of Contract Remedies», Michigan L. R., 1984, pp. 341-403; R. Craswell, «Con-
tract Remedies, Renegotiation, and the Theory of Efficient Breach», Southern California L.
R., 1987, pp. 629-670; D. Friedmann, «The Efficient Breach Fallacy», JLS, 1989, pp. 1-24; M.
Eisenberg, «Actual and Virtual Specific Performance, the Theory of Efficient Breach, and
the Indifference Principle in Contract Law», California L. R., 2005, pp. 975-1050; R. Scali-
se, «Why no "efficient breach" in the civil law? A comparative assessment of the doctrine of
efficient breach of contract», AJCL, 2007, pp. 721-766.
(60) Vid. E. Peters, «Remedies for Breach of Contracts Relating to the Sale of
Goods under the Uniform Commercial Code: A Roadmap for Article 2», Yale L. J. 1963, pp.
199-287; E. Farnsworth, «Legal Remedies for Breach of Contract», Columbia L. R., 1970,
pp. 1145-1216.
(61) Vid. P. Huber, «Comparative Sales Law», en M. Reimann, R. Zimmermann, op.
cit., pp. 959-960.
(62) Sobre el origen de la regla de la previsibilidad en el Derecho civil francés y la ex-
tensión de la regla en el BGB, así como su adopción por el Common Law a partir de Hadley v.
Baxendale vid. J. Gordley, op. cit., pp. 395-407; F. Ferrari, «Comparative Ruminations on the
Foreseeability of Damages in Contract Law», Louisiana L. R., 1993, pp. 1257-1269; ID., «Had-
ley v. Baxendale v. Forseeability under Art. 74 CISG», en D. Saidov, R. Cunnington, Contract
410 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
Damages. Domestic and International Pespectives, Oxford, Hart, 2008, pp. 305-327, con énfasis en
el origen civilista de la fundamentación de la Sentencia Hadley v. Baxendale y la necesidad de
interpretación independiente del Art. 74 CISG frente a las formulaciones de la regla de la pre-
visibilidad en el Derecho angloamericano, pp. 324-326; R. Danzig, «Hadley v. Baxendale: A
Study in the Industrialization of the Law», JLS, 1975, pp. 249-284; R. Cooter, M. Eisenberg,
«Damages for Breach of Contract», California L. R., 1985, pp. 1432-1481; R. Epstein, «Beyond
Foreseeability: Consequential Damages in the Law of Contract», JLS, 1989, pp. 105-138; M.
Eisenberg, «The Principle of Hadley v. Baxendale», California L. R., 1992, pp. 563-613; F.
Faust, «Hadley v. Baxendale-Un Understandable Miscarriage of Justice», JLH, 1994, pp. 41-
72; L. Garvin, «Disproportionality and the Law of Consequential Damages: Default Theory
and Cognitive Reality», Ohio St. L. J., 1998, pp. 345-360; B. Adler, «The Questionable Ascent
of Hadley v. Baxendale», Stanford L. R., 1999, pp. 1547-1590; W. Barnes, «Hadley v. Baxenda-
le and Other Common Law Borrowings from the Civil Law», Texas Wesleyan L. R., 2005, pp.
627-648; A. Komarov, «The Limitation of Contract Damages in Domestic Legal Systems and
International Instruments», en D. Saidov, R. Cunnington, op. cit., pp. 245-264.
(63) Vid. C. Goetz, R. Scott, «The Mitigation Principle: Toward a General Theory
of Contractual Obligation», Virginia L. R., 1983, pp. 967-1024.
(64) Vid. L. Fuller, W. Purdue, «The Reliance Interest in Contract Damages», Yale
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VII. El Código Uniforme de Comercio como código global 411
(66) Vid. G. Gilmore, The death of contract, Columbus, Ohio State University Press,
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(67) Vid. Ch. Goetz, R. Scott, «Liquidated Damages, Penalties and the Just Compensa-
tion Principle: Some Notes on an Enforcement Model and a Theory of Efficient Breach», Co-
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(69) Vid. H. Landau, «Background to U.S. Participation in United Nations Conven-
tion on Contracts for the International Sale of Goods» Int. Lawyer, 1984, pp. 29-35.
(70) Vid. P. Herings, A. Kanning, «Harmonization of Private Law on a Global Le-
vel», Int. Rev. Law and Economics, 2008, pp. 256-262.
VII. El Código Uniforme de Comercio como código global 413
y remedios71. El objetivo del UCC fue aportar una modernización del Dere-
cho de contratos mercantiles, al margen de lo previsto por el Common Law,
y el resultado final ha tenido una vocación mayor de aplicabilidad como
inspiración para convenios internacionales de Derecho uniforme. En este
sentido, la influencia del Art. 2 del UCC sobre el Convenio de Viena de
1980 no sólo se refiere a su estructura, sino que también se constata en
relación con los principios y reglas de solución que en él se contienen, de
modo que para el conocedor del Art. 2 UCC la lectura del Convenio de
Viena supone una continuidad con pequeñas variaciones, que a veces son
sólo nominales o se refieren al orden en que aparecen la regla general y
las excepciones, siendo constante la similitud de conceptos, principios y
soluciones72.
36. No debe resultar, por tanto, inesperado que el Convenio de Vie-
na fuese ratificado por los EEUU y que se encuentre en vigor en ese país
desde el 1 de enero de 1988, junto con el Convenio sobre prescripción en
materia de compraventa internacional. Como Convenios ratificados por
los EEUU son Derecho federal que prevalece sobre el Derecho particular
(73) Vid. I. Dore, «Choice of Law under the International Sales Convention: A US
Perspective», AJIL, 1983, pp. 521-540; M. Reimann, «The CISG in the United States: Why It
Has Been Neglected and Why Europeans Should Care». RabelsZ, 2007, pp. 115-129. Desde
luego, el carácter facultativo del Convenio de Viena permite su exclusión por las partes y el
sometimiento expreso a la ley de un Estado y al UCC vigente en ese Estado de conformidad
con lo previsto en el Art. 1-301 del UCC sobre elección de ley. Sobre la regulación en el
UCC de las cláusulas de elección de ley aplicable entre comerciantes y en relación con con-
sumidores vid. E. O’hara, L. Ribstein, The Law Market, Oxford, OUP, 2009, pp. 133-160.
(74) Vid. B. Geva, «Uniformity in Commercial Law: Is the UCC Exportable?», Loyola
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zation Process», Alabama L. R., 1991, pp. 881-893. Por el contrario, el proceso ha sido inver-
so en la reforma del Art. 5 UCC donde la influencia predominante han sido lógicamente
las Reglas y Usos Uniformes de la CCI y así se reconoce expresamente en el comentario
oficial al Art. 5-101, vid. J. White, «The Influence of International Practice on the Revision
of Article 5 of the UCC», Northwestern J. Int. L. & Bus., 1995, pp. 189-214; J. Barnes, «Inter-
nationalization of Revised UCC Article 5 (Letters of Credit)», Northwestern J. Int. L. & Bus.,
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(75) Vid. P. Pfund, G. Taft, «Congress’ Role in the International Unification of Pri-
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and Uniform State Laws», Loyola L R., 2005, pp. 301-327, acerca del enfrentamiento entre
VII. El Código Uniforme de Comercio como código global 415
medida en que la técnica del Restatement como síntesis entre la tradición ju-
rídica existente y las posibles vías de innovación está presente en los diver-
sos intentos de «reafirmación» del Derecho europeo de contratos (PECL
y DCFR) y desde luego es una técnica que está llamada a perdurar79. Con
ello, el Derecho europeo de manera análoga al norteamericano adopta su
particular versión del Restatement como técnica de soft law, al mismo tiempo
que permite la competencia entre ordenamientos. Ahora bien, si habla-
mos de resultados normativos, la Propuesta de Reglamento relativo a una
normativa común de compraventa europea (CESL) ha sido políticamente
descartada y quizás tendrá que transformarse en algo muy distinto para ser
finalmente aprobado80. Este resultado negativo puede explicarse en parte
porque la técnica del Restatement es, en realidad, el resultado de la acción
de grupos de expertos y, por tanto, de una forma de privatización del pro-
ceso de creación del Derecho que también ha sido criticada por este mis-
mo motivo en EEUU en relación con el American Law Institute responsable
de los diferentes Restatements y la Uniform Law Commission (National Conferen-
ce of Commissioners on Uniform State Laws)81. En todo caso, un cambio meto-
dológico sí se ha producido en la cultura jurídica europea, de manera que
en el ámbito del nuevo Derecho privado europeo y como resultado de la
armonización comunitaria, el enfoque pragmático del Tribunal de Justicia
de la UE y el empleo de técnicas flexibles como los Restatements europeos
(PECL y el DCFR), se ha llegado a una visión más pragmática y funcional
del Derecho que nos acerca al antiformalismo característico del modelo
jurídico norteamericano82.
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426 8. El Derecho Estadounidense de contratos: del «common law»…
A. Quiñones Escámez
I. Presentación
(1) F. Fukuyama, The End of History and the Last Man, Free Press, 1992. La demo-
cracia liberal se impondría sin tensiones sociales tras el fín de la Guerra fría por la vía de la
democracia y el bienestar económico.
(2) P. Jorion, Le capitalisme à l'agonie, Paris, Fayard, 2011.
(3) J. Stiglitz, The Price of Inequality: How Today's Divided Society Endangers Our Fu-
ture, W. W. Norton & Company. 2012.
(4) En un artículo de The Guardian del 29 de octubre 2012.
(5) R. Skidelsky (miembro de la Cámara de los Lores y profesor de Economía
Política de Warwick), La Vanguardia, 25 de noviembre de 2012, p. 31.
(6) La diferencia con un seguro es que el que tiene un CDS no debe ser el propie-
tario de la cosa que asegura. Así, es posible asegurar el incendio de la casa del vecino con el
riesgo de que el tercero que tiene el seguro se vuelva pirómano.
(7) The Economist, 15 de marzo de 2003.
(8) L. L. Jacque, Derivative Debacles from Theory to Malpratice, 2010, p. 7.
I. Presentación 431
Aristóteles a Keynes pasando por Hegel y Marx. Y, por qué no, Tomas de
Aquino11 o Mahoma, en particular.
Prohibiciones, como la del interés (usura), no suponen un rara avis en
ninguna de las religiones monoteístas ni en el mundo de la Europa medie-
val, pues con distintas variantes, encuentran todas ellas sus raíces en la re-
ligión judía, que la prohíbe entre correligionarios. Pero su interpretación
no ha sido la misma en todos los tiempos, y es interesante ver los orígenes
y qué queda, hoy, de unos principios acunados en la época antigua, y reto-
mados en un sistema teocrático.
La reflexión puede trasladarse a la noción misma de contrato, conce-
bido este como intercambio más que como pacto, a la idea de la justicia
contractual o al llamado equilibrio contractual (a la necesaria cooperación
y la existencia de solidaridad en la empresa en común de los contratantes),
que sigue influyendo en algunas soluciones jurídicas12, y que encuentra
sus raíces en el humanismo griego (Aristóteles) y es recogida en la Edad
Media.
3. La vida humana, económica y social, ha estado regida durante siglos
por derechos de inspiración religiosa. Pero sería un error, hoy, estudiar
la incidencia del derecho musulmán en los contratos internacionales ha-
ciendo tal salto en el tiempo. Los sistemas teocráticos de la Edad Media
eran holísticos, cubrían toda la vida de la persona. La economía no era
una esfera separada de lo social o de la moral y de lo religioso. La misma
idea de un homo economicus, de la economía o, más aún, de la eficiencia
económica como fin, sería vista como una aberración dentro de un sistema
religioso. De hecho, al estudiar la incidencia de la Sharia en los contratos
internacionales, es menester preguntarnos por su significado, y por hasta
qué punto sigue siendo, hoy, el caso. Y no ya en los países no-musulmanes,
cuyos bancos ofrecen una ventanilla islámica (islamic windows), sino en los
propios países musulmanes.
En estos países la innovación en el ámbito contractual o patrimonial es
mayor que en el ámbito más conocido del derecho de la familia. Notable-
mente, con la aparición de la llamada «finanza islámica». De hecho, esta
surge como una banca ética, y no sólo en los países musulmanes sino en
los países occidentales. La coexistencia de la finanza islámica con la ban-
ca convencional, en la mayoría de países musulmanes, ha requerido un
derecho musulmán con soluciones flexibles, un derecho dispositivo más
que imperativo, y adaptado a los tiempos actuales marcados por un sistema
capitalista neoliberal.
4. En definitiva, la crisis de origen financiero, que ha contaminado la
economía real, ha puesto en evidencia las derivas especulativas y la con-
Para algunos se trata de une mera operación de marketing, pues las rela-
ciones entre el derecho, la moral y la ética están alejadas del actual mundo
de los negocios. Para otros, el discurso moral ha dejado paso al ético, y
este puede dar lugar a una banca al servicio de la economía real (no espe-
culativa) y alternativa. Y para no pocos, la ética se reduce, en la práctica,
al cumplimiento de la ley, y lo que faltan son reglas adecuadas en el con-
trol de la banca. En cualquier caso, no todo puede regularse, y los valores
son susceptibles de influenciar las normas y, también, los comportamien-
tos sociales y crear costumbres. En otras palabras, el derecho no ignora la
existencia de valores. Más aún, la llamada ausencia de valores traduce, en
realidad, otros valores, como la «ley» del más fuerte.
(16) Accounting and Auditing Organisation for Islamic Financial Institution antes FAOI-
BFI de Bahrein. Se compone de 200 miembros que representan a 45 países. Intentan armo-
nizar las normas contables y financieras para el desarrollo de esta banca alternativa y para
dar seguridad con respecto a sus operaciones.
(17) Desde 2010, los bancos islámicos de Malasia y el Golfo se sujetan a las normas
de Basilea II.
(18) Ch. Chéata, Essai d'une théorie de l'obligation en droit musulman hanéfite, Paris,
Sirey, 1969, pp. 60 a 67.
436 9. Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los contratos…
Nos interesan los principios de la Sharia a los que se refieren las partes
en sus contratos, notablemente de finanza islámica. Las cuatro nociones
básicas del derecho musulmán que inciden en el ámbito contractual, y par-
ticularmente incidirían en el ámbito financiero y de los seguros, son: el
riba, el gharar, el maisir y el haram.
A. El «riba»
9. El riba, que significa literalmente «aumentar» (viene de raba o engen-
drar una cosa a partir de ella misma), está prohibido por la Sharia.
Entre los pasajes del Corán que se refieren al riba, suelen citarse el ver-
sículo 39 del Capítulo de los Romanos y, notablemente, los versículos 275
a 280 del Capítulo de la Vaca (Al Baqara):
«Lo que prestáis con interés para obtener beneficios a costa de otros no
os fructificará ante Al-lâh. En cambio, de lo que dais en limosna (Zakat: li-
mosna o impuesto), deseando agradar a Al-lâh, recibiréis el doble» (30: 39).
«Quienes practican el interés usurero no se levantarán (en el Día del
Juicio) sino como se levanta aquél a quien el demonio ha derribado con
sólo tocarle. Ellos dicen que: "El comercio es como el interés", pero Al-lâh
ha autorizado el comercio y prohibido el interés. Quien, exhortado por su
Señor, renuncie (a la usura), conservará lo que haya ganado. Su caso está
en manos de Al-lâh. Los reincidentes, ésos serán los condenados al fuego y
en él permanecerán para siempre.
Al-lâh hace que se malogre la usura, pero hace fructificar la limosna. Al-
lâh no ama a nadie que sea infiel pertinaz, pecador.
¡Creyentes! ¡Temed a Al-lâh! ¡Y renunciad a los beneficios pendientes de
la usura, si es que sois creyentes!
Si no lo hacéis así, podéis esperar la guerra de Al-lâh y Su Enviado. Pero,
si os arrepentís, tendréis vuestro capital, no siendo injustos ni siendo trata-
dos injustamente.
Si está en apuros (el deudor), concededle un respiro hasta que se alivie
su situación. Y aún será mejor que le condonéis la deuda por caridad.
Temed un día en que seréis devueltos a Al-lâh. Entonces, cada uno recibi-
rá su merecido. Y no serán tratados injustamente» (2: 275 a 280).
Suele equipararse al riba con la prohibición del interés, pero no se lo
limita al contrato de prestamo con interés19. Alcanza a todo intercambio
de dinero –o cosas fungibles– que supongan para una parte un beneficio
sin contrapartida. La idea subyacente es que no cabe obtener una ganan-
cia que no esté justificada por el trabajo, la responsabilidad, el esfuerzo o,
también, el riesgo (se añade, hoy, en el ámbito de la finanza). Y también
(19) J. Schacht, Introduction au droit musulman, Maisonneuve & Larose, Paris, 1999,
p. 20.
II. Los principios de la «Sharia» y los contratos de financiación… 437
que el dinero no puede fructificar ex nihilo sin añadir el valor trabajo o por
el sólo transcurso del tiempo.
El contrato es un intercambio recíproco, que requiere equilibrio en las
prestaciones (contra-valor)20, por lo que se proscribe el «enriquecimiento
sin causa» o sin contrapartida. Tal aumento del patrimonio sería un benefi-
cio o ganancia ilícita, y tales contratos (ribawi) serían nulos al estar viciados
(fasid).
Mahoma era un comerciante y se movía entre comerciantes en las ca-
ravanas. No es extraño que el Corán se refiera de manera positiva a los
intercambios comerciales libremente consentidos (capítulo IV, versículo
33) y al enriquecimiento que proporcionan como un don divino (capítulo
II, versículo 282). Pero los creyentes tienen unos deberes y obligaciones
morales y legales, y su actividad está sometida a imperativos religiosos. Se
alienta la actividad honesta, que produce equilibro, equidad o reciproci-
dad entre los contratantes, y muestra al contratante musulmán como buen
comerciante21.
La polémica sobre el sentido que ha de darse a la prohibición del inte-
rés, particularmente si es el de la usura o el del mero interés, se inicia, bien
pronto, con los hadiths o dichos del profeta Mahoma. Para Averroes (Ibn
Rushd), es el riba (interés) practicado en la época pre-islámica, sin restric-
ciones, la práctica que proscribe el Corán22.
En su libro sobre el Islam y el capitalismo, M. Rodinson, retoma un pa-
saje del Corán que prohíbe a los musulmanes la práctica del «doble de la
suma prestada»23, que era frecuente en la época. El Corán la proscribe, lo
que permitiría, según Mahoma, a los musulmanes, en la época, ser consi-
derados como los mejores comerciantes a los ojos de todos.
Pero además de esta cuestión relativa a la tasa de interés, a la usura y a
las prácticas del buen comerciante, la polémica gira sobre si la prohibición
alcanza a las actividades meramente especulativas (la moneda por sí misma
no ha de fructificar), más que sobre la financiación o al interés en el ámbi-
to del comercio (economía real).
Indica el Corán (2-174) que «los que practican usura no se levantarán
de sus tumbas (…) Allah ha permitido el comercio y ha prohibido el riba».
(20) N. Comair-Obeid, Les contrats en droit musulman des affaires, Economica, 2004,
p. 45.
(21) N. Saleh, Unlawful gain and legitimate profit in Islamic Law, Graham and Trot-
man, Londres, 1984, p. 15. Señala Ch. Chéata que en el derecho musulmán la teoría de la
causa se reduce a una teoría de la equivalencia o del equilibrio de prestaciones, de la equi-
dad y la justicia contractual (Ch. Chéata, Essai d'une théorie de l'obligation en droit musulman
hanéfite, París, Sirey, 1969, p. 60 a 67).
(22) Bidayat al-mujtahid wa nihayat al-muqtasid, Beirut, 1981. T. II, p. 106, citado por
N. Comar-Obeid, Les contrats en droir musulman des affaires, Economica, Paris 1995, p. 47,
nota nº 4.
(23) M. Rodinson, Islam et Capitalisme, Seuil, 1966, p. 52.
438 9. Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los contratos…
El que el comercio (la venta) sea algo bueno, pero no el interés, se dirigía
a condenar el enriquecimiento personal (que no revierte en la sociedad)
que no proviene del trabajo o el esfuerzo, y que empobrece (esclaviza por
deudas) a otros. Durante los siglos XVI a XIX la práctica contractual va evo-
lucionando y adaptándose a los tiempos, siendo más la usura que el interés
lo prohibido, aunque formalmente subsista la prohibición.
10. A partir del siglo XIX se codifican las nuevas normas del comercio
en el Imperio Otomano. Entre los años 1869-1876 se elabora la Majallah24
o código civil otomano, que se inspira en el código napoleónico y se ocupa
del derecho de obligaciones y de contratos. La Majallah constituye el pri-
mer código original de un país musulmán moderno inspirado en una nor-
mativa no-musulmana, pero respetuoso con los principios islámicos. Fue
derogado en Turquía en el año 1926 por un código más occidentalizado,
inspirado en el suizo, aunque otros países como Siria, Líbano Jordania e
Iraq han continuado aplicando la Majallah o han incorporado sus normas
a su legislación25. Yemen, Arabia Saudita y Omán se han mantenido fieles a
la Sharia, pero también han elaborado leyes especiales respetuosas con los
principios de la Sharia. En Egipto, la reforma de la legislación en la época
de Ismaïl Pacha (1867-1873) toma como modelo el derecho francés, el có-
digo napoleónico, pero respetando los principios de la Sharia.
Esta influencia moderada de la Sharia se aprecia en la evolución del
concepto del interés. La cuestión de la riba como usura (no como interés)
en aras de proteger al débil frente al fuerte ocupó en los años 60 a los ex-
pertos. Instituciones como la Universidad El-Azhar en Egipto, en una fatwa
de 2001, estimaron que el interés bancario no era por sí mismo la usura,
lo que permitiría la remuneración de los depósitos mediante interés y el
desarrollo de la banca. Según el Cheikh al-Islam Ibn Taymiyya o el Cheikh
Ibn Outhaymine, el riba es el equivalente de la usura (el interés abusivo) y
un pecado mayor26.
11. Sin embargo, la evolución y la adaptación a los tiempos del dere-
cho musulmán de los contratos, explica, también, por qué surge la finanza
«islámica», en el Egipto de los años 70, como un modelo diferenciado y
alternativo con respecto de la finanza convencional. En la finanza islámica
se rechaza la referencia, directa e indirecta, al «interés», en una vuelta a los
orígenes de la religión. A veces, por motivos de índole político-religiosos
(27) N. Saleh, Unlawful Gain and Legitimate Profit in Islamic Law, London, Graham
& Trotman, 1992, p. 17.
(28) India (Rigveda, II milenio a.C)
440 9. Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los contratos…
B. El «gharar»
16. El gharar evoca la idea de lo que es incierto, lo aleatorio o lo que es
fruto del azar o de la especulación. La venta de cosas futuras está afectada
por esta prohibición si la cosa no está bien determinada o existe, de ante-
mano, la posibilidad de que se produzca un riesgo. Alcanza también a los
contratos de seguros. Estarían afectados los contratos basados en una pre-
dicción o una apuesta sobre un acontecimiento o en un resultado futuro
(38) STJUE de 14 de marzo de 2013 (asunto C-415/11). Por lo que se refiere a la interpre-
tación del concepto de «cláusula abusiva», el Tribunal de Justicia sentencia que incumbe al
Juez nacional apreciar el carácter abusivo o no de una determinada cláusula contractual en
función de las circunstancias propias del caso concreto, de conformidad con los criterios
del propio Tribunal sobre los conceptos de buena fe y desequilibrio de las partes contra-
tantes (STJCE de 26 de abril de 2012, Invitel, C 472/10, apartado 22). La Abogada General del
TJUE, Juliane Kokott, señaló (7 de noviembre de 2012) que la normativa española de
desahucios (divorcio express tras la reforma de la LEC en el 2011) vulnera la normativa co-
munitaria porque no garantiza una protección eficaz en el acceso de la justicia de los consu-
midores frente a posibles cláusulas contractuales abusivas en las hipotecas. Responde a una
cuestión presentada por el juzgado mercantil de Barcelona, que debe dirimir una denuncia
presentada por un ciudadano contra CatalunyaCaixa, que forzó su expulsión de la vivienda
por impago de la hipoteca. El ciudadano en cuestión solicita que se declare nula una de
las cláusulas del prestamo hipotecario y que, en consecuencia, el procedimiento judicial de
ejecución hipotecaria sea considerado también nulo. La LEC, modificada en este punto a
finales del año 2011 (desahucio express) no permite paralizar el desahucio invocando una
cláusula abusiva, sino que esta cuestión debe ventilarse en otro juicio una vez que ya se ha
ejecutado la expulsión. Es particularmente esta regulación procesal la incompatible con la
directiva, pues «No constituye una protección efectiva contra las cláusulas abusivas del con-
trato el que el consumidor, a raíz de dichas cláusulas, deba soportar indefenso la ejecución
de la hipoteca con la consiguiente subasta forzosa de su vivienda, la pérdida de la propiedad
que la acompaña y el desalojo, y que sólo con posterioridad esté legitimado para ejercitar la
acción de daños y perjuicios», resalta el Informe de J. Kokott.
II. Los principios de la «Sharia» y los contratos de financiación… 443
C. El «maisir»
17. El maisir (o, también, el qimar) responde a la idea de juego. Se trata
de prohibir el enriquecimiento moralmente injustificado de una parte en
detrimento de otra debido a la explotación de una debilidad como la del
juego. Y, en general, se trata de sancionar toda ganancia que provenga del
juego (lotería, subastas o apuestas) y que procuraría beneficios sin trabajo
o esfuerzo.
D. El «haram»
18. El haram o la ilicitud afecta en este caso al objeto del contrato o de
la actividad. El haram y el halal son ideas claves en el Islam y un perímetro,
también, para la finanza islámica. Lo que es halal y lo que es haram respon-
de a una dicotomía presente en toda la Sharia. Responde a la diferencia
entre lo que es lícito y lo que es ilícito. De lo que se extrae que lo no pro-
hibido es lícito, y el que haya cosas recomendadas, pero no exigidas. Esta
dicotomía entre el haram y el halal, ofrece un amplio marco para la autono-
mía privada de la voluntad (o al derecho dispositivo).
A. El contrato de «mudaraba»
20. Desde un punto de vista histórico y religioso, la más célebre de es-
tas operaciones es la mudaraba. Este contrato fue practicado por el propio
Mahoma, que cabe recordar fue él mismo un comerciante, que financiaba
sus actividades con la fortuna de su primera esposa. La idea es antigua. Los
griegos (Demóstenes) ya hablaban del prestamo a la gruesa (aventura).Im-
plica la asociación de manera fiduciaria entre el capital y el trabajo. El que
aporta el capital financia un proyecto tomando el riesgo, pero la gestión
del proyecto recae en el comerciante o el trabajador. En la mudaraba sólo
el prestatario puede perder su dinero. Es él quien soporta el riesgo finan-
ciero. El valor del trabajo prima sobre el del capital.
B. El contrato de «murabaha»
22. La palabra murabaha se vincula al vocablo árabe ribh, que significa
ganancia o beneficio43. Se trata de un intrumento de deuda, que implica
la compra y reventa de una mercancía con un margen de beneficio con-
venido inicialmente. El banco compra activos tangibles de un proveedor
a solicitud de su cliente fijándose el precio de la reventa con un plus o
(42) A. Udrovitch, «At the Origins of the Western Commanda: Islam, Israel, By-
zantium?», Speculum, 1962-2, nº 2, pp. 23-43 (passim).
(43) D. Saïdane, La finace islamique, Banque, Paris, 2009, p. 77.
446 9. Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los contratos…
diciones generales, este instrumento podrá prever que las partes puedan
elegir aplicar dichas normas».
Cabe entender que no estamos en este caso ante una posible autonomía
conflictual (tácita), sino material (auto-reglamentación del contrato). La
ley rectora del contrato dará fuerza –como limitará– tales estipulaciones.
31. El Reglamento «Roma I» permite que las partes se refieran a los
principios de la Shariaen su contrato de dos maneras distintas: o bien me-
diante la elección de un derecho musulmán que integre tales principios;
o bien mediante la incorporación por referencia de tales principios, con o
sin la elección de una ley estatal (es decir, al margen de dicha elección)53.
Esta última posibilidad es la que se adecúa a la finanza islámica por
cuanto, aunque siempre es posible el optar por el derecho de un país mu-
sulmán, la opción elegida por las partes suele ser la de auto-reglamentar
su contrato de finanza islámica (no sujetarlo al derecho de un país musul-
mán) al tener en su punto de mira que lo pactado sea compatible con los
principios de la Sharia, que estructuran y caracterizan el contrato (fuerza
islámica) y a los que dicen sujetarse las partes en el mismo contrato.
La consecuencia es que, si los principios de la Sharia son sólo incorpo-
rados sin referencia a la elección de una ley estatal de un país musulmán,
será la ley elegida (u objetivamente aplicable) la que establecerá los lími-
tes a las estipulaciones contractuales de las partes que son conformes a la
Sharia.
Nótese que la cuestión que nos ocupa queda, pues, en manos de las
partes, pues estas pueden tanto elegir la ley de cualquier país como rectora
de su contrato, y nada les impediría elegir la de un país musulmán que
integrara tales principios en lugar de incorporar sólo una referencia a los
mismos en su contrato.
Por consiguiente, la referencia a los principios de la Sharia incluida por
las partes en su contrato no puede considerarse como una elección conflic-
tual, sino material, y no cabe extraer de la misma la sujección tácita a un
derecho musulmán. Estaríamos dentro del amplio campo de la autonomía
privada material de la voluntad o de la posibilidad de auto-reglamentar el
contrato.
32. El art. 3 del Reglamento «Roma I» requiere determinar el ordena-
miento estatal que dará fuerza de ley al pacto de lege utenda. La dificultad
surge si se considera que el artículo 3 puede dar lugar a una norma ma-
terial de derecho internacional privado que aporte, directamente, fuerza
obligatoria a las normas elegidas por las partes para regular su contrato54.
Es decir, que si aceptara la hipótesis del contrato sin ley (nacional) este
(55) E. Loquin y L. Ravillon, «La volonté des opérateurs, vecteur d'un droit mon-
dialisé», en La mondialisation du droit, dir: E. Loquin y C. Kessedjian, París Litec, 2000, p.
92.
454 9. Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los contratos…
Sharia a los contratos que elaboran. Los expertos en la materia emiten fa-
twas o avisos para certificar la compatibilidad con tales principios de cada
nueva modalidad contractual. No obstante, el juez en caso de litigio puede
acudir a expertos distintos, y es posible que estos ofrezcan interpretaciones
distintas sobre el mismo contrato.
38. Todo lo que venimos diciendo acerca de la referencia a los princi-
pios de la Sharia en un contrato de finanza islámica se mueve en el marco
del derecho dispositivo y forma parte de la llamada autonomía privada
material (no conflictual) de la voluntad.
En definitiva, nada impide, en el marco del Reglamento «Roma I», el
que las partes incorporen –de común acuerdo– los principios de la Sharia.
Pero tal elección no es una elección de ley. Ni siquiera se trata de una elec-
ción de ley tácita, en el sentido conflictual del término. Cuando el contrato
incorpora por referencia tales principios no lo hace por referencia a un de-
recho musulmán nacional, aunque tal elección está en manos de las partes
al poder elegir cualquier ley como rectora de su contrato.
La incorporación de principios o de normas materiales por referencia
es posible, con independencia de la sumisión del contrato a la ley de un
país occidental o musulmán (autonomía de la voluntad conflictual) dentro
de una opción material. Pero la referencia a la Sharia lo es a unos principios
comunes en cuyo marco se ha elaborado el contrato (finanza islámica) y
no la sujección a una «ley» islámica (Sharia) ni, tampoco, a la ley nacional
de un país musulmán.
Para las partes, los principios de la Sharia constituyen una opción con-
tractual material. No se trata de una referencia a la Sharia ni como «ley»
más allá de la autoregulación del contrato o de la voluntad de las partes.
Si bien, dado el carácter religioso y prescriptivo (preceptos) de los prin-
cipios y la prohibiciones, y dada la existencia de países musulmanes cuya
legislación se inspira en tales principios, puede confundir tal elección con-
tractual, y sorprender el que tales preceptos religiosos formen parte de la
auto-reglamentación por las partes de su contrato.
39. La sumisión a esta suerte de «orden religioso transnacional» sólo
inter-partes. No vincula al juez como si se tratara de un orden público de la
lex fori o de las normas imperativas de la lex causae o de las de un tercer país
que incide en la ejecución del contrato. No estamos ante disposiciones im-
perativas internacionales externas al contrato. Se trata de normas contrac-
tuales (pactadas por las partes), y la respuesta al por qué será así en la ma-
yoría de los casos la hemos dado ya al referirnos a la finanza islámica como
una finanza alternativa (opcional) con respecto a la finanza convencional.
40. La relatividad de lo que venimos apuntando la aporta el foro desde
el que se plantee el asunto, pues en algunos pocos países la Sharia sí es
fuente del derecho de aplicación directa (Arabia Saudita) y la «banca islá-
mica» es exclusiva (Irán, Paquistán).
456 9. Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los contratos…
Entonces, las partes tendrían que respetar unos principios o límites (lo
que es ilícito o haram frente a lo que es lícito o halal) y los tribunales po-
drán dictaminar si el contrato es compatible con tales principios de acuer-
do con la interpretación de la escuela seguida en el país elegido y recaban-
do la ayuda de expertos (si son tribunales no religiosos) si fuera necesario.
Los tribunales del país musulmán elegido, como ley aplicable y juris-
dicción competente, aplicarán tales principios no sólo como parte de la
ley nacional sino como principios generales comunes, internacionales o
a-nacionales, propios al derecho musulmán, como una suerte de ius com-
mune romano o los principios del common law en otros momentos y ámbitos
jurídicos.
Pero no es esta la opción preferida por las partes (o la banca) en los
contratos de finanza islámica. De lo que cabe concluir que, en realidad,
la referencia a la Sharia puede cubrir tanto la autonomía de la voluntad
conflictual (si se elige un derecho nacional musulmán) como la autono-
mía de la voluntad material en el ámbito contractual (si se incorporan los
Principios). Las consecuencias, empero, son distintas dado que siempre ha
de haber una ley rectora del contrato, como veremos a través de algunos
célebres asuntos extraídos de la práctica contractual.
ría financiera islámica) y como un label o marca para los clientes. Es decir,
como contrato bancario diferenciado de los otros contratos creados en el
marco de la finanza convencional. Nótese que, ambos, suelen ser regula-
dos por el derecho inglés (y por su jurisdicción), al ser la City (Londres) un
gran centro financiero especializado al que el derecho inglés, que confiere
una amplia autonomía a las partes y a lo pactado, se encuentra adaptado.
44. El reglamento «Roma I» permite a las partes elegir el derecho apli-
cable (art. 3). Si la ley inglesa es la generalmente elegida en un contrato de
finanza islámica, no habrá duda sobre la lex contractus. Pero, ya se precise
o no en la cláusula de ley aplicable, se desprende del tipo de contrato (fi-
nanza islámica) y de las circunstancias del mismo (banca islámica o de las
cláusulas contractuales) que existe una opción (material y no conflictual)
por un contrato que se atenga a los principios de la Sharia. Se trata de una
opción expresa o explícita por una finanza ética o alternativa englobada
dentro de unos principios religiosos comunes.
45. La combinación entre el derecho inglés y los principios de la Sharia
no obedece a un problema de fraccionamiento del contrato ni supone la
combinación entre dos leyes aplicables. En realidad, el juez no está ante la
disyuntiva de qué ley ha de aplicar al contrato. No es que se encuentre ante
el problema de que un contrato está gobernado por dos sistemas jurídicos
distintos sin que pueda deslindarse claramente qué parte del contrato re-
gula tal derecho.
46. Las partes con los principios de la Sharia no buscan una elección
conflictual, sino una opción que se aviene al derecho inglés. Se trata de
asegurar la validez de un contrato, que se presenta como una financiación
alternativa compatible con los principios de la Sharia. La referencia a la
Sharia acompaña al contrato de financiación islámica sujeto al derecho in-
glés.
Es una situación cercana, pero no idéntica tampoco, a la de la teoría
de la «incorporación por referencia de normas de otros ordenamientos
jurídicos». Lo que se incorpora es una solución material. Pero no puede
extraerse de la misma la sujeción tácita a algún derecho musulmán cuyos
principios se han incorporado. Nótese que, si las partes hubieran querido
someter su contrato a un «derecho musulmán», hubieran incorporado sus
normas nacionales o estatales o combinado la elección del derecho inglés
con la de otro ordenamiento jurídico (musulmán), pues el Reglamento
«Roma I» no exige siquiera que haya una conexión entre el contrato y la
ley elegida.
Cualquier derecho de un país musulmán podría resultar elegido o com-
binarse con el derecho inglés. Sin embargo, lo que incorporan las partes
son unos principios o valores religiosos comunes (ideal moral o ético), que
inspiraron o inspiran a las legislaciones de tal familia jurídica o, más bien,
a la banca islámica.
III. Los principios de la «Sharia» y el derecho internacional privado 459
ser interpretado de modo distinto por los tribunales atendiendo a los prin-
cipios comunes a la Sharia o al derecho inglés, en el que prima la lealtad
contractual o lo estipulado por las partes. Si bien, y en cualquier caso, no
se trata de principios que no hayan estado presentes en la historia de la hu-
manidad. Pero la interpretación, más o menos rígida, que pudiera hacerse
hoy podría acarrear la nulidad del contrato.
49. Incluso la interpretación de los términos del contrato (batalla de
cláusulas contradictorias y de condiciones generales) no siempre es diá-
fana en los contratos que nos ocupan. Al igual que los principios pueden
resultar inciertos, notablemente para los jueces de países secularizados que
deben interpretar el contrato. En caso de conflicto, si las cláusulas pactadas
parecen contradictorias o incompatibles con las condiciones generales de
una propuesta de finanza islámica, es decir, de una finanza ética alternativa
con la finanza convencional, el juez deberá pronunciarse sobre la propia
validez del contrato, por lo que se decantará por salvarlo si es conforme al
derecho (inglés u otro) elegido. Este parece ser el problema encontrado
en los dos célebres asuntos Symphony Gems y Shamil Bank, relativos a contra-
tos de financiación islámica, y sobre los que se ha pronunciado la jurisdic-
ción inglesa.
«The relevant instalments of the Sale Price in respect of each Purchase Agreement
shall be payable by the Purchaser to the Seller on the due dates thereof, whether or not:
(a) any property in the Supplies has passed to the Purchaser under the relevant Pur-
chase Agreement and/or to the Seller under the relevant Supply contract…».
Tal cláusula en un contrato de murabaha cumple con dificultad los re-
quisitos propios a este tipo de contrato o con los principios de la Sharia,
pues esta exige que el objeto del contrato esté bien determinado. Más aún,
no cabe que las cláusulas del acuerdo se refieran a la existencia «si o no» de
los bienes que han de ser revendidos y entregados al comprador. Tampoco
se avendría a tales principios el que el comprador estuviera obligado, para
llevar a cabo su promesa de compra, a pagar las cuotas sin que el vende-
dor estuviera obligado a cumplir la suya (es decir, la promesa de vender y
colocar los bienes en posesión del comprador). Tal previsión resultaría,
además, especulativa, lo que plantería dudas con respecto a su compatibili-
dad con los principios de la Sharia examinados anteriormente. Por último,
y no menos importante, en el espíritu de tales principios se cuenta la idea
de que todo contrato es un intercambio, y que ha de existir y no romperse
el necesario equilibrio contractual. Por tanto, evitar el enriquecimiento de
una de las partes a costa de la otra.
53. Pero la cuestión más espinosa es que el contrato contenga una cláu-
sula de exoneración de responsabilidad a favor del banco en el caso de pér-
dida de las mercancías, lo que no se aviene con la estructura del contrato
de muradaba. En concreto, la cláusula 5.7 del contrato precisa que:
«In particular, the seller shall have no liability in respect of loss, damage or dete-
rioration of the supplies in transit…».
El banco (vendedor) quedaría exonerado de responsabilidad por la
suerte de las mercancías a entregar (y que no entregó). Esta cláusula no
es compatible con el contrato clásico de murabaha, porque transfiere los
riesgos en relación con los productos del vendedor (Sociedad de Inversión)
al comprador (Symphony) antes incluso de que las mercancías estén en po-
sesión del comprador.
Symphony argumentó que el acuerdo murabaha no cumplía la Sharia ante
la jurisdicción inglesa elegida por las partes. La Queens's Bench Division (Co-
mercial Court) llamó a dos expertos en finanza islámica para que determi-
naran la validez del contrato murabaha suscrito por las partes según los
principios de la Sharia. Los peritos confirmaron que el contrato murabaha,
en el caso que nos ocupa, no era compatible con la Sharia. Sin embargo, el
juez de la Queens's Bench Division J. Tomlinson, rechazó la demanda presen-
tada por el abogado de Symphony. El juez observó que no había nada en el
contrato que indicara que Symphony no estaba obligado a pagar las cuotas si
las mercancías no se entregan, más bien al contrario. El pago de las cuotas
no estaba condicionado a la entrega de las mercancías. Esta afirmación, en
sí misma, iría en contra de la Sharia, que exige al vendedor cumplir con su
promesa de entregar la mercancía al comprador, pero el juez rechazó esta
consideración, sobre la base Sharia, y se atuvo a lo previsto en el contrato.
III. Los principios de la «Sharia» y el derecho internacional privado 465
Asimismo, el juez observó que la ley inglesa era la elegida por las partes.
No tuvo en cuenta que se trataba de una transacción financiera islámica y
que, como tal, debía ser compatible con Sharia, debido al contenido con-
tradictorio del contrato. El resultado final es que el contrato fue tratado
del mismo modo que si fuera un contrato financiero convencional sujeto
al derecho inglés.
(59) Shamil Banco de Bahrein CE v Beximco Pharmaceuticals Ltd y otros [2004] 4 All ER
1072.
466 9. Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los contratos…
(60) Queen's Bench Division decision by Morrison J.[2003] 2 All ER (Comm) 849.
(61) En este sentido, Dicey, Morris & Collins, The Conflict of Laws, London, Sweet &
Maxwell, 2006, (32-081), p. 1.568.
III. Los principios de la «Sharia» y el derecho internacional privado 467
principios, lo que no siempre sucede. Todo ello pone en relieve, una vez
más, que estamos ante un tipo de operaciones amparadas en una elección
contractual. Tal elección puede obedecer a una operación de marketing en
la que no es siempre resulte diáfano el deseo de la banca de concluir, en
realidad, un contrato de finanza islámica. Sin embargo, de estos asuntos no
cabe deducir a la ligera que un juez laico descartaría la incorporación de
los principios de la Sharia o no atendería a los mismos al ser un juez secular.
Aunque el tema de la laicidad ha llamado la atención a los autores, no es
este el problema al que atender en tales contratos.
59. Vemos que, en realidad, la cuestión es más práctica que teórica. Resi-
de en la necesidad, no sólo de que tales principios los incorporen las partes
y sean ciertos sino, de que los principios no se vean contradichos en el con-
trato, de manera que en caso de conflicto cada parte invoque el aviso de
un experto distinto para proporcionar al juez diferentes resultados sobre
la validez o la nulidad del contrato.
De ahí, la importancia, para la industria de la finanza islámica, de que
los contratos que elaboran reciban el aval de algún organismo reputado de
que son compatibles con la finanza islámica, es decir, Sharia-compatibles
para evitar futuras y litigiosas contradicciones. Y, de ahí, la necesidad de
que tal label lo proporcionen organismos independientes de los bancos que
ofertan tales productos. Los tribunales de países secularizados difícilmente
pueden pronunciarse sobre un contrato incoherente y sobre la base de una
opción que no es clara por la finanza islámica sino que se situa dentro del
amplio campo que ofrece la autonomía de la voluntad contractual. Es decir
como pactos entre partes. La duda, aquí, y no es una cuestión baladí, es si
se está realmente ante un contrato de finanza islámica o ante una construc-
ción disfrazada como tal, dentro de una operación de marketing. Para paliar
estas dificultades, y garantizar la compatibilidad de los contratos de finanza
islámica con la Sharia están las fatwas o avisos de algunos organismos (inde-
pendientes de los Estados) como The Accounting and Auditing Organization
for Islamic Financial Institutions (AAOIFI). Pero, una vez más, es la autono-
mía de la voluntad material la que refuerza tal industria y los contratos.
60. Los jueces deberían vigilar, notablemente, que las cláusulas contrac-
tuales no contradigan los principios de finanza islámica cuando el cliente
es un consumidor de buena fe (parte débil) del banco, que confía en estar
contratando bajo el paraguas de una finanza «ética» como alternativa a la
convencional, es decir, en la que subyace un reparto de los riesgos. Pero
es la autonomía de la voluntad, que las partes opten por una financiación
distinta a la que ofrece la banca convencional, lo que daría fuerza a tales
principios y al contrato que se supone que los plasma y desarrolla. No pare-
ce adecuado, tampoco, que se descarte todo juego a tales principios cuan-
do el contrato dice ser de finanza «islámica». El salvaguardar un contrato
disfrazado de finanza islámica puede alentar el fraude o el abuso.
61. Los tribunales terminaron por aplicar sólo el derecho inglés, en los
casos que nos han ocupado. Pero cabe dudar de cuál es el motivo real. A
470 9. Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los contratos…
(66) Los hechos de este asunto son los siguientes: Un empresario francés plantea
ante un Tribunal arbitral (CCI), con sede en Ginebra, las dificultades relativas a la reali-
zación de una obra a entregar a un comprador soviético y por las que se enfrentaba a un
subcontratista yugoslavo. El empresario pretendía haber sufrido una serie de perjuicios
como consecuencia de la mala ejecución de las obligaciones de su subcontratarte. Este
último, rechazando estas alegaciones, exigía que el empresario le pagase las cantidades que
indiscutiblemente se le debían. El contrato de subcontrata no dice nada con respecto al
derecho aplicable, por lo que el Tribunal Arbitral tuvo que pronunciarse sobre este punto.
472 9. Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los contratos…
aplicar aquí este último principio, es decir, aplicar la lex mercatoria, dentro
de los límites y del marco que a continuación establecerá»67.
(69) Dictada por el árbitro ad hoc lord Asquith of Bishopstone, ICLQ, 1952, p. 247.
(70) «Artículo 42: (1) El Tribunal decidirá la diferencia de acuerdo con las normas
de derecho acordadas por las partes. A falta de acuerdo, el Tribunal aplicara la legislación
del Estado que sea parte en la diferencia, incluyendo sus normas de derecho internacional
privado, y aquellas normas de derecho internacional que pudieren ser aplicables. (2) El
Tribunal no podrá eximirse de fallar so pretexto de silencio u obscuridad de la ley. (3) Las
disposiciones de los precedentes apartados de este Artículo no impedirán al Tribunal, si las
partes así lo acuerdan, decidir la diferencia ex aequo et bono.
Artículo 43: Salvo que las partes acuerden otra cosa, el Tribunal en cualquier momento
del procedimiento, podrá, si lo estima necesario: (a) solicitar de las partes la aportación
de documentos o de cualquier otro medio de prueba; (b) trasladarse al lugar en que se
produjo la diferencia y practicar en él las diligencias de prueba que considere pertinentes».
(71) Sanghi Polyesters Ltd. (India) v. Int'l Investor KCFC (Kuwait), [2000] 1 Lloyd's Rep.
480 (2000).
474 9. Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los contratos…
IV. Conclusiones
67. El objeto de este trabajo no ha sido el ofrecer una exposición gene-
ral del derecho de los contratos en el ámbito islámico según cada una de
las escuelas jurídicas. El derecho musulmán de los contratos es casuístico
y complejo, y la legislación nacional se ha ido nutriendo de los derechos
occidentales como muestran los trabajos de Ch. Cheata, S. Jahel y N. Co-
mair-Obeid.
Nos ha interesado particularmente el significado de los principios de la
Sharia como mención que aparece en los contratos internacionales, nota-
blemente los de finanza islámica. La introducción de la palabra principios
–y no sólo de la Sharia a secas– no constituye una opción neutra. La expre-
sión Sharia, lejos de ser unívoca, es utilizada con objetivos diversos.
En la gran mayoría de países islámicos, por principios de la Sharia no
se entiende una ley o un sistema jurídico, sino la suma de valores que con-
forman la conducta del creyente, y que rigen el orden socio-jurídico de la
comunidad, de modo parecido al Preámbulo de una Ley Fundamental en
otros sistemas. De ahí que en la mayor parte de las constituciones de los
países musulmanes no se haga mención a la Sharia como ley islámica, es
decir, a su aplicación directa como ordenamiento jurídico, sino a los prin-
cipios de la Sharia, que informan el ordenamiento jurídico.
68. A partir del siglo XIX, el mundo musulmán no ha sido ajeno al fe-
nómeno de la codificación en el ámbito contractual. Han proliferado leyes
(72) Lo que para J. C. Colón demuestra que tal obstáculo tampoco debería existir
cuando se trata de jurisdicciones estatales, en «Choice of Law and Islamic Finance»,Texas
International Law Journal, 1997, p. 61.
(73) N. Najjar, L'Arbitrage dans les pays arabes face aux exigences du commerce internatio-
nal, LGDJ, 2004, p. 337.
IV. Conclusiones 475
nacionales tras la caída del Imperio Otomano, que han sido respetuosas
con los principios de la Sharia.
En el ámbito comercial los principios de la Sharia proporcionan un re-
ferente, una suerte de jus commune o common law, con pautas de compor-
tamiento moral que tienen su origen en preceptos religiosos. En cierto
modo, tales principios vendrían a ser los límites no ya de la ley sino de la
moral y de las buenas costumbres, a los que se refiere también el art. 1255
del Código Civil español.
Tales principios forman parte de un sistema social y económico, del
universo antiguo y medieval –holístico y teocrático–, inspirado en los grie-
gos (Aristóteles), que forman parte de nuestro pasado común. No se trata
tampoco de un corpus extraño.
69. Los principios de la Sharia entrañan consecuencias en el sector de
los seguros y, notablemente, en el de la banca.
En los contratos de financiación, imponen el respeto a varios principios
como la prohibición del interés (riba), de la especulación (maisir) o la pro-
hibición de los contratos aleatorios (gharar), y la prohibición de financiar
actividades ilícitas (haram). Sin embargo, en la mayoría de países musul-
manes coexiste la banca islámica junto a la banca convencional. La banca
islámica se ofrece, en los países musulmanes como en los países no-mu-
sulmanes, como una finanza ética alternativa. De hecho, la extensión de
los principios de la Sharia a los nuevos tiempos se neutraliza con astucias
jurídicas (hiyal) que crean productos de substitución (ingeniería contrac-
tual islámica).
70. Tener en cuenta todo lo anterior permite dar un correcto significa-
do a la inclusión de los principios de la Sharia en un contrato y su juego
en el ámbito del Derecho internacional privado, es decir, cuando a ellos se
refieren las partes en las cláusulas de elección de ley de sus contratos inter-
nacionales, notablemente en los contratos de finanza islámica.
Se ha demostrado aquí, que la referencia a los principios de la Sharia
en los contratos internacionales no supone una elección conflictual de las
partes. No se remiten las partes expresamente ni a la Sharia como ley islá-
mica ni cabe extraer que lo hacen tácitamente a la ley nacional de un país
musulmán. Las partes no buscan, con tal inclusión, una elección de «ley».
Si realmente quisieran elegir una ley que incluyera tales principios para
localizar el contrato elegirían un derecho musulmán, lo que les permite la
legislación vigente. Así, el Reglamento Roma I permite que cualquier ley
sea elegida por las partes. Pero lo que buscan las partes es que su contrato
de financiación islámica sea compatible con los principios de la Sharia. Se
trata de una elección material por una finanza aternativa a la convencional.
En definitiva, y limitada de este modo la previsión, es posible que las partes
incorporen a su contrato los principios de la Sharia, y que elijan una ley
nacional (como la inglesa) como aplicable a su contrato. Y si se abstienen
de determinar el derecho nacional aplicable y sólo hacen mención a tales
476 9. Derecho Islámico: Los principios de la Sharia en los contratos…
Bibliografía
10
La armonización del derecho de los contratos
por la Ohada
(1) Los gobiernos africanos han sido pioneros en los ensayos integracionistas; así
lo demuestra el hecho de que el primer intento de integración económica en el continente
y en el mundo se remonta al año 1910, fecha en la que se creó la Unión Aduanera de África
Austral. Recoge este dato y explica las características y las diferentes manifestaciones del
proceso de integración africana, J. C. Fernández Rozas, Sistema de Derecho económico interna-
cional, Madrid, Civitas, 2012, pp. 131 y ss.
(2) M. Kabunda habla de la «integración económica como instrumento o vector del de-
sarrollo en África». Sin embargo, el investigador africano reconoce que la proliferación de
agrupaciones y la pertenencia concomitante de un Estado a dos o varias de ellas conduce a
una «neutralización recíproca» de estas organizaciones, con rivalidades declaradas o latentes
entre ellas, que compromete su finalidad; vid. «Integración regional en África: obstáculos y
alternativas», Nova África, n.º 25, 2009, pp. 91-92.
(3) En general, «los procesos de integración regionales constituyen una vía para avan-
zar en un proceso universal de globalización debidamente equilibrado y respetuoso con los intereses
de todos los Estados que constituyen la Comunidad Jurídica Internacional»; vid. R. Dávalos Fer-
nández, «La proyectada Corte de Arbitraje de la Ohadac», Revista de Arbitraje Comercial y de
Inversiones, 2011, p. 141. Aún más, el Derecho regional se adapta mejor que los Derechos
nacionales a la regulación de las relaciones transfronterizas y, en general, la dinámica in-
tegracionista permite alcanzar un (necesario) equilibrio entre las exigencias económicas y
las necesidades sociales (empleo, educación, salud pública, inversión) de un determinado
espacio territorial; en este sentido vid. M. Salah, «Droit économique et droit international
privé», Revue International de Droit Économique, 2010, p. 34.
I. Introducción: los procesos de integración en África como mecanismo… 481
las normas sobre Derecho de los negocios adoptadas, que permiten un crecimiento econó-
mico más sostenido. Vid. A. Rocher, «L’évaluation de l’Organisation pour l’Harmonisation
en Afrique du Droit des Affaires (OHADA) pour le Doing Business», RDAA, mayo, 2015,
pp. 1 y ss.
(8) J. M. Cueto Álvarez de Sotomayor, S. Esono Abeso Tono y J. C. Martínez
García, La armonización del Derecho Mercantil en África impulsada por la OHADA, Madrid, Mi-
nisterio de Justicia, 2011, pp. 19-20.
(9) En el debate sobre las estrategias que debe seguir África para salir de su situación
de subdesarrollo, las dos grandes potencias que cooperan en la actualidad con el continen-
te, la UE y China, mantienen dos planteamientos absolutamente diferentes. Desde el punto
de vista de los inversores chinos, el objetivo es conseguir un crecimiento económico fuerte
y duradero, asegurando un desarrollo lato sensu (incrementando el número de población
activa, disminuyendo las situaciones de pobreza y de miseria, etc.) que tendrá como con-
secuencias la paz, la buena gobernanza y todas las virtudes de un Estado de Derecho. Sin
embargo, desde un punto de vista occidental, que compartimos, el buen gobierno de las
empresas, la primacía del Derecho y el respeto de los derechos humanos deben preceder
necesariamente al desarrollo económico y social del continente africano. Vid. R. N’guettia
Kouassi, «Coopération Afrique Europe: pourquoi faut-il changer de paradigme», en Civitas
Europa, n.º 36, 2016, pp. 86-88.
(10) Ibídem pp. 87 y 94. Una obligación moral nacida para resarcirse del «pillaje» de
los antiguos colonos europeos, que ha supuesto la subordinación del continente africano a
los intereses económicos e incluso a los presupuestos culturales de Europa; vid. M. Martí-
nez i Martínez, «Literatura y antropología: Conrad describe la colonización europea en
África», Thémata. Revista de filosofía, 39, 2007, p. 476.
(11) Puede el consultarse el texto íntegro del Anteproyecto en http://www.unidroit.
org/french/legalcooperation/OHADA%20act-f.pdf.
II. La Organización para la Armonización en África del Derecho de los… 483
(21) Que garantiza la autonomía institucional del Derecho OHADA y actúa como
órgano de casación en los litigios relativos a la aplicación e interpretación de los Actos
uniformes y, resolviendo los recursos prejudiciales sobre la interpretación del Derecho uni-
forme, una función que para algunos autores debiera ser la única del Alto Tribunal por lo
que debería ser reformado y configurado como un Tribunal de reenvío prejudicial similar
al TJUE; en este sentido, P. Meyer, «La sécurité juridique et judiciaire dans l’espace OHA-
DA», Recueil Penant, 2006, pp. 151-175. En general, sobre el papel de la CCJA, vid. J. Gatsi,
«La jurisprudence, source du Droit OHADA», RIDC, n.º 2, 2012, pp. 478-500; y J. Mbosso,
«Le rôle des jurisdictions nationales et le droit harmonisé», RDAI, n.º 2, 2000, pp. 216 y ss.
(22) J. Issa-Sayegh, «L’ordre juridique OHADA. Comunication au colloque ARPE-
JE/IDEF», ERSUMA, Porto Novo, 3-5 de mayo de 2004», OHADATA D-04-02.
(23) Sentencias de CCJA de 7 de julio de 2005, asunto 00043/2005, A. Y. y otros c.
Société TOGO TELECOM; Cour d’Appel de Zinder (Nigeria) de 27 de abril de 2006, n.º 27,
asunto Sociéte Sosaco c. Elhadji A.A.; Cour d’Appel de Littoral (Camerún) de 9 de julio de
2008, n.º 125/REF, asunto D. A. c. H. A.; Cour d’Appel de Bangui (República Centroafrica-
na) de 10 de junio de 2011, n.º 179, asunto BPMC c. Consorts M. En otro caso, si el Derecho
interno no es contrario al Acto Uniforme, se aplicará con carácter supletorio respecto del
Derecho comunitario; vid. Sentencia de la Cour d’Appel de Ouagadougou (Burkina Faso)
de 20 de marzo de 2009, n.º 014, asunto D.D.C. B.O.A.
(24) Sentencia CCJA de 13 de octubre de 1999, asunto n.º 2/99/EP y de 30 de abril
de 2011, asunto n.º 001/2001/EP, en la que el Alto Tribunal dispone que «salvo disposición
en contra de los Actos Uniformes, el efecto derogatorio del artículo 10 supone la derogación de todo texto
legislativo o reglamentario del Derecho interno actual o la prohibición de todo texto legislativo o regla-
mentario de Derecho interno futuro», sin que sea necesario proceder a una derogación expresa
de la legislación nacional contraria a los Actos Uniformes.
(25) Además el Consejo de Ministros, de conformidad con lo establecido en el artícu-
lo 4 del Tratado OHADA, podrá adoptar por mayoría absoluta reglamentos, de aplicación
directa y obligatoria en todos sus elementos, sobre cuestiones de organización y funciona-
miento de las instituciones y de los órganos y procedimientos seguidos ante ellos así como
sobre el estatuto de las personas que forman dichas instituciones, y decisiones para regular
situaciones personales, sin que ningún precepto del Tratado determine la jerarquía entre
ambas fuentes de Derecho.
II. La Organización para la Armonización en África del Derecho de los… 487
otro lado, no debe olvidarse que se trata de sistemas jurídicos cuyas normas
de Derecho comercial presentaban un origen compartido, heredado de la
metrópoli francesa, lo cual facilita el acercamiento26.
9. Desde su constitución, en el seno de la OHADA se han promulgado
nueve Actos Uniformes para la armonización del Derecho de los negocios
de conformidad con el procedimiento establecido en los artículos 6 y si-
guientes del Tratado constitutivo27. Sobre esta base se han publicado en
el Diario Oficial de la OHADA, el Acto Uniforme sobre la Organización de
Procedimientos Colectivos de Liquidación del Pasivo (AUPC), adoptado el
10 de abril de 1998 y revisado el 10 septiembre de 2015, el Acto Uniforme
relativo al Derecho de Sociedades Comerciales y de la Agrupación de In-
terés Económico (AUSC), adoptado el 17 de abril de 1997 y revisado el 30
de enero de 2014, el Acto Uniforme sobre el Derecho Comercial General
(AUDCG), adoptado el 17 de abril de 1997 y revisado el 15 de diciembre
de 2010, el Acto Uniforme sobre el Derecho de Garantías, (AUS), adop-
tado el 17 de abril de 1997 y revisado el 15 de diciembre de 2010, el Acto
Uniforme relativo al Derecho de Sociedades Cooperativas (AUSC), adop-
tado el 15 de diciembre de 2010, el Acto Uniforme relativo a los Contratos
de Transporte de Mercancías por Carretera (AUTMC), adoptado el 22 de
marzo de 2003, el Acto Uniforme sobre Organización y Armonización de
las Contabilidades de las Empresas (AUOAE), adoptado el 24 de marzo de
2000, el Acto Uniforme relativo al Derecho del Arbitraje (AUA), adoptado
el 11 de marzo de 1999, y el Acto Uniforme sobre Organización de Procedi-
mientos Simplificados de Cobro y de Vías de Ejecución (AUVE) adoptado
el 10 de abril de 199828.
El contenido de todos estos Instrumentos está claramente influencia-
do por el Derecho de mercantil de los países de tradición civilista, básica-
mente por el Derecho francés vigente en la mayor parte de los territorios
OHADA, en un intento de no provocar una ruptura total con el entorno
jurídico anterior a su promulgación, con el que los operadores jurídicos
estaban familiarizados desde hace más de un siglo. Pero también en los
textos adoptados se deja sentir la influencia del Derecho comunitario
europeo y se tienen en cuenta las soluciones de Derecho comparado,
(29) Vid. F. M. Sawadogo, «La prise en compte de droit comparé dans l’oeuvre
d’unification de l’Organisation pour l’harmonisation du droit des affaires en Afrique
(OHADA)», RDIDC, vol. 85, n.º 2-3, p. 347.
(30) Lo cual facilita la extensión del ámbito de aplicación del Derecho OHADA a los
Estados anglófonos (vid. F. Chliffot Bopurgeois, L. Bel Kemoun y S. Thouvenot, «Pé-
renniser le succès de l’OHADA: Pistes de réflexion», RDAI, n.º 2, 2006, pp. 229-240) pero
conlleva el alejamiento de las costumbres africanas, una falta de consideración que critica
F. M. Sawadogo en «Les 20 ans de l’Organisation pour l’harmonisation en Afrique du droit
des affaires (OHADA): bilan et perspectives», Droit et attractivité économique: le cas de
l’OHADA, París, IRJS, 2013, pp. 40-41.
(31) J. Mestre expresa esta admiración en el editorial del n.º 55, 2008, de la Revue
Lamy de Droit Civil y B. Martor habla de la labor de la OHADA como un ejemplo «edifican-
te»; vid. «L’intégration juridique au service de l’émergence du continent africain», Jeuneafrique.com,
2012, p. 1.
(32) Así se deduce de lo dispuesto en la Decisión n.º 005/2009/CM/OHADA de
22 de mayo de 2009 sobre la orientación estratégica quinquenal para la armonización del
Derecho de los negocios.
III. La armonización del Derecho de los contratos por la OHADA 489
(33) P. Meyer, «L’harmonisation du droit OHADA des contrats», Rev. dr. unif.,
2008, p. 381. Para explicar esta conexión entre el Derecho de los negocios (Droit des affaires)
y el Derecho de los contratos podemos acudir a la fórmula de D. Mazeaud para quien el
Derecho de los contratos permite «faire des affaires». Son palabras pronunciadas en la Con-
ferencia sobre «Droit des obligations: d’une réforme, l’autre» impartida en el Despacho
Gide Loyrette Nouel el 23 de diciembre de 2013 y que recoge Ph. Dupichot en «Regards
(bienveillants) sur le Projet de réforme du Droit français des contrats», Droit et Patrimoine,
n.º 247, 2015, p. 39.
(34) R. Decottignies, «La résistance du droit africain à la modernisation en ma-
tière d’obligations», Revue sénégalaise de droit,1977, p. 61.
490 10. La armonización del derecho de los contratos por la Ohada
(38) Encontramos una aproximación general a esta regulación parcial de los con-
tratos en el Derecho OHADA vigente en R. Njeufacktemgwa, «Les contrats partiellement
réglementés en droit OHADA», Petites affiches, n.º 192, 2015, pp. 40-47.
(39) Razón por la que un sector de la doctrina discute la oportunidad de incluir la
regulación de este contrato en el AUDCG; en este sentido vid. A. Pedro Santos y J. Yado
Toé, Droit comercial général, Bruselas, Bruylant, 2002, p. 10.
(40) A. Fénéon, «L’influence de la CVIM sur le nouveau droit africain de la vente
commerciale», Rec. Penant, n.º 853, 2005, p. 464. Ampliamente sobre esta cuestión vid. V.
P.-G. Pougoué y G. Ngoumtsa Anou, «L’applicabilité spatiale du nouveau droit Ohada
de la vente commerciale et le droit international privé: une réforme inachevée», Mélanges
en l'honneur du professeur Jean-Michel Jacquet: le droit des rapports internationaux économiques et
privés, París, LexisNexis, 2013, pp. 541-560.
492 10. La armonización del derecho de los contratos por la Ohada
(41) Así sucede a propósito de la prueba del contrato de compraventa, tal y como pone
de manifiesto la decisión de la CCJA de 31 de mayo de 2007, en el asunto n.º 024/2007,
W.B. c. SOCIMAT-CI (Rec. n.º 0, enero-junio 2007, Ohadata J-08-225). Para el Alto Tribunal
si bien aparentemente el silencio de las disposiciones del Libro VIII AUDCG sobre la prue-
ba del contrato de compraventa supondrían una remisión a las soluciones de los artículos
1315 a 1332 CC de la Costa de Marfil, que no admiten la prueba por todos los medios contra
quien no es comerciante, una aplicación coherente del Derecho Uniforme debe llevar a la
consideración de las disposiciones comunes adoptadas en el seno de la OHADA, en particu-
lar al artículo 5 AUDCG, que exige tomar en consideración la prueba por todos los medios
contra un no comerciante cuando existe un inicio de prueba por escrito.
(42) Como en el sistema del CV (arts. 2 y 3), el ámbito de aplicación material de
las disposiciones sobre la venta comercial se delimita en el AUDCG sin definir este contra-
to pero delimitando su aplicación exclusivamente a los contratos de venta de mercancías
(bienes muebles corporales) entre comerciantes, incluyendo los contratos de suministro
de mercancías destinadas a actividades de fabricación o de producción y excluyendo ex-
presamente la venta para un uso personal, familiar o doméstico (arts. 235 y 236 AUDCG).
Por otra parte, la referencia expresa a la condición de comerciante que han de ostentar las
partes del contrato –sobre la que guarda silencio el CV– se corresponde con la función de
armonización del Derecho de los negocios que corresponde a la OHADA por mandato de
los dispuesto en el artículo 2 del Tratado fundacional y sirve de argumento a favor de una
codificación del Derecho de los contratos exclusivamente referida a los contratos comer-
ciales. Vid. F. Ferrari, «International Sales law in the Light of the OHBLA Uniform Act
Relating to General Comercial Law and the 1980 Vienna Sales Convention», RDAI, n.º 5,
2001, p. 601.
(43) J. Issa Sayegh, «La vente commerciale en droit OHADA: apports et em-
prunts», European Journal of Law Reform, n.º 13, 2011, p. 346.
III. La armonización del Derecho de los contratos por la OHADA 493
sentido de una persona razonable (art. 238 AUDCG) y a tales efectos de-
berán tenerse en cuenta los usos y las prácticas seguidos entre los contra-
tantes (art. 239 AUDCG)44, que deben actuar conforme a las exigencias
de la buena fe (art. 237 AUDCG)45. Como veremos, todos estos criterios
serán también retenidos por el Anteproyecto para la armonización del
Derecho de los contratos, garantizando de este modo la coherencia del
sistema OHADA.
17. Quizás la mayor aportación del AUDCG en la materia que nos ocu-
pa sea la minuciosa regulación de la formación del contrato (arts. 241 a
249 AUDCG), que adelanta el esquema bilateral basado en la oferta y la
aceptación recogido por los artículos 2/1 a 2/21 del Anteproyecto de Acto
Uniforme en materia de contratos. En el sistema del AUDCG la oferta,
que debe incluir la designación de la mercancía y la determinación de su
cantidad y del precio o de los elementos que permitan determinarlo (art.
241 AUDCG), surte efectos cuando llega al destinatario, pero puede ser
revocada en cualquier momento antes de su aceptación, salvo que se indi-
que su irrevocabilidad fijando un plazo determinado para la aceptación,
o si el destinatario que confiaba en el carácter irrevocable de la oferta ha
actuado en función de este carácter (art. 242 AUDCG). Se exige también
la intención seria del oferente de quedar vinculado por la oferta en caso de
aceptación. Por su parte la aceptación, que surte efectos en el momento en
que llega al conocimiento del oferente (art. 244 AUDCG), debe efectuarse
dentro del plazo previsto por el oferente o, en su defecto, en un plazo ra-
zonable teniendo en cuenta las circunstancias; esta aceptación podrá reali-
zarse a través de una declaración de voluntad, oral o escrita, o deducirse de
la conducta del aceptante, por medio de un comportamiento concluyente,
sin que quepa un silencio por aceptación (art. 243 AUDCG).
18. En el Título III se regulan las obligaciones del vendedor (arts. 250-
261 AUDCG) y del comprador (arts. 262-274 AUDCG) siguiendo el mode-
lo del CV y alejándose en buena parte de las soluciones de Derecho interno
de los Estados OHADA que siguen la tradición romanista. Así sucede cuan-
do los artículos 256 a 259 AUDCG regulan la obligación de conformidad
con carácter autónomo y unitario ofreciendo al comprador la posibilidad
de interponer una acción por falta de conformidad de las mercancías con
lo pactado en el contrato o por tratarse de mercancías no apropiadas para
su uso normal (art. 258 AUDCG). Por su parte, la obligación de garantía
se reduce a una obligación de conformidad jurídica de las mercancías, que
deben ser entregadas por el vendedor libres de las pretensiones o dere-
chos de terceros (arts. 260 y 261AUDCG). Respecto a las obligaciones del
19. Dentro del Título IV, los artículos 281 a 300 AUDCG llevan a cabo
una regulación detallada del incumplimiento y de la responsabilidad de
las partes que se condice con algunas de las más modernas regulaciones
del Derecho de los contratos, a pesar de la supresión de figuras como la
resolución por incumplimiento anticipado que regulaba el antiguo 246
AUDCG. Así, se permite la resolución unilateral del contrato ante un
incumplimiento grave (art. 281 AUDCG), se reconoce a las partes la posi-
bilidad de fijar un plazo suplementario para el cumplimiento de las obli-
gaciones del deudor (arts. 283 y 286 AUDCG) y se permite a ambas proce-
der a una operación de reemplazo frente a un eventual incumplimiento
(283 y 288 AUDCG). Se admite también, al amparo de lo dispuesto en los
artículos 282 y 284 AUDCG, la suspensión del cumplimiento de las pro-
pias obligaciones ante un incumplimiento fundamental previsible por
causa de una grave insuficiencia en la capacidad de fabricación o de los
medios de producción del vendedor o de la insolvencia del comprador, si
bien deberá ser el juez quien autorice esta suspensión del cumplimiento.
También, en el supuesto de falta de conformidad de las mercancías, el
comprador puede reducir unilateralmente el precio con el fin de rea-
justar la autonomía contractual que se ve perturbada (art. 288 AUDCG),
salvo que el vendedor haya subsanado su incumplimiento a través del
reemplazo de las mercancías en los plazos establecidos por el artículo 283
AUDCG. Se recoge también el deber de mitigar el daño causado por el
incumplimiento (art. 293 AUDCG) y se exonera al deudor por causa de
fuerza mayor (art. 294 AUDCG).
(46) Vid. «Note explicative à l’avant-projet d’Acte uniforme OHADA sur le droit des
contrats», Rev. dr. unif. 2008, pp. 561-591. Disponible también en la página de UNIDROIT
(www.unidroit.org).
496 10. La armonización del derecho de los contratos por la Ohada
(51) Cuyo texto y los comentarios a sus disposiciones pueden consultarse en la pá-
gina de la OHADAC (www.ohadac.com).
(52) Que permitirá alcanzar una armonización coherente con el Derecho OHADA;
en este sentido vid. G. Kenfack Douajni, «La coordination de l’avant-projet d’Acte uni-
forme sur le droit des contrats avec les autres Actes Uniformes de l’OHADA», Rev. dr. unif.
2008, pp. 367-377.
(53) M. Fontaine, «Note explicative á l’avant-projet», mayo de 2006, op. cit., p. 9.
(54) R. Decottignies habla de una «estabilidad perfecta» en «La résistance du droit
africain à la modernisation du droit des obligations», Revue sénégalaise de droit, 1977, pp.
61-62.
(55) De este modo, una consideración de regla de la s’haria que prohíbe la usura
(versículos 2:276, 2:2277, 3:131 y 30:40 del Corán) obligaría a prohibir el cobro de intereses
en el caso de retraso por el incumplimiento de una obligación pecuniaria, lo que supondría
la revisión del art. 7/27 del Anteproyecto, referido al pago de intereses por el incumpli-
miento de una obligación pecuniaria.
498 10. La armonización del derecho de los contratos por la Ohada
(62) En este sentido, vid. P. Meyer, «L’harmonisation du droit», op. cit., p. 384 y M.
Fontaine: «L’avant-projet d’Acte uniforme OHADA sur le droit des contrats: vue d’ensem-
ble», Rev. dr. unif., 2008, pp. 210-211; ibídem: «Le projet d’Acte uniforme OHADA sur les
contrats et les Principes d’UNIDROIT relatifs aux contrats du commerce international»,
Rev. dr. unif. n.º 2, 2004, pp. 260-261.
(63) Vid. D. C. Sossa, «Le champ d’application de l’avant-projet d’Acte uniforme
OHADA sur le droit des contrats: contrats en général/contrats commerciaux/ contrats de
consommation», Rev. dr. unif. 2008, pp. 350-351.
(64) Referido a los Principios OHADAC, vid. S. Sánchez Lorenzo, «Claves para la
unificación
», op. cit.
III. La armonización del Derecho de los contratos por la OHADA 501
C. Principios estructurales
27. En el Capítulo I del Anteproyecto, bajo el título de «disposiciones
generales», se recogen los principios sobre los que se estructura la regula-
ción común de los contratos para la OHADA: el principio de libertad de
contratación, el principio de buena fe en las transacciones comerciales, el
principio pacta sunt servanda y el principio de libertad de forma.
28. En primer lugar, el artículo 1/1 del Anteproyecto proclama el prin-
cipio de libertad contractual cuya primacía en el ámbito que nos ocupa es
reconocida, aun de forma indirecta, por todos los códigos civiles de los paí-
ses OHADA (arts. 1.134 y 1.156 CC Benim, arts. 1.134 y 1.156 CC Burkina
Faso, arts. 1.134 y 1.156 CC Camerún, arts. 1.134 y 1.156 CC Comores, arts.
1.134 y 1.156 CC Costa de Marfil, arts. 1.134 y 1.156 CC Gabón, art. 1.354 CC
Guinea-Bisáu, art. 650 Guinea Cronaky, art. 1.255 CC Guinea Ecuatorial, art.
43 LO Mali, arts. 1.134 y 1.156 CC Nigeria; art. 42 CO Senegal, arts. 1.134 y
1.156 CC Togo). Este principio alcanza a la celebración del contrato y a la de-
terminación de su contenido, con los únicos límites de las disposiciones de
orden público, de las buenas costumbres y de las disposiciones imperativas,
a cuyo cumplimiento obliga el artículo 3/1 del Anteproyecto. Desde otro
punto de vista, el principio de autonomía privada sobre el que se articula el
sistema del Anteproyecto alcanza también al carácter de sus disposiciones.
cuya aplicación, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 1/2, puede
ser excluida por las partes, derogada o modificada a menos que el Antepro-
yecto disponga otra cosa, lo que particularmente sucede en relación con la
validez del contrato (art. 3/21) o con los plazos de prescripción (art. 12/3).
29. Pero además la libertad de las partes para decidir las condiciones, pac-
tos y acuerdos que estimen convenientes está también condicionada, como
en el sistema de los códigos napoleónicos que siguen la mayoría de los países
OHADA (art. 1.134 CC Benim, art. 1.134 CC Burkina Faso, art. 1.134 CC
Camerún, art. 1.134 CC Congo, art. 1.134 CC Comores, art. 1.134 CC Costa
de Marfil, art. 1.134 CC Gabón, art. 1134 CC Nigeria y art. 1.134 CC Togo)
y de los que mantienen la tradición española (art. 1258 CC Guinea Ecuato-
rial) y portuguesa (art. 1.362 Guinea-Bisáu), por el principio de buena fe
que proclama el artículo 1/6 del Anteproyecto. El alcance de este segundo
principio estructural del Anteproyecto se ve reforzado por la prohibición
expresa de contradicción del artículo 1/7, con la que se pretende sancionar
los comportamientos desleales, o por la obligación de colaboración entre
las partes del artículo 5/3, así como por su configuración como fuente de
responsabilidad precontractual en el artículo 2/15 o como causa de atenua-
ción del perjuicio en el artículo 7/26. Este lugar destacado de la buena fe
como principio general, a cuyo través se pretende garantizar la seguridad
de las transacciones comerciales y asegurar la protección de la parte débil65,
(66) Una solución bien acogida por doctrina (P.–E. Audit, «Esquisse d’un droit com-
mun des contrats à partir des actes uniformes», Petites affiches, n.º 192, 2015, pp. 56-58) que
también sigue el Proyecto de Texto Uniforme sobre Derecho General de las Obligaciones
en el espacio OHADA, cuyo artículo 34 recoge este principio director.
III. La armonización del Derecho de los contratos por la OHADA 503
(67) A pesar de la influencia del Code Civil heredado del legislador colonial francés;
vid. S. Melone, «Les résistances du droit traditionnel au droit moderne des obligations»,
Actes Colloque de Dajar, 5-9 juillet 1977, Revue Sénégalaise de Droit, n.º 21, 1977, p. 47.
(68) F. Onana Etoundi, «Formalisme et preuve des obligations contractuelles dans
l’avant-projet d’Acte Uniforme OHADA sur le droit des contrats», Rev. dr. unif. 2008, p. 356.
(69) J.–R. Gómez, «Un nouveau droit de la vente commerciale en Afrique», Rec.
Penant, 1988, pp. 156-157.
(70) F. Onana Etoundi: «Les Principes d’UNIDROIT et la sécurité juridique des
transactions commerciales dans l’avant-projet d’Acte Uniforme sur le droit des contrats»,
Rev. dr. unif. 2005, p. 702.
504 10. La armonización del derecho de los contratos por la Ohada
art. 1.108 CC Comores, art. 1.108 CC Congo, art. 1.108 CC art. 1.108 CC
Costa de Marfil, art. 1.108 CC Gabón, art. 1.373 CC Guinea-Bisáu, art. 649
CC Guinea Cronaky, art. 1.262 CC Guinea Ecuatorial, art. 28 LO Mali, art.
1108 CC Nigeria, art. 78 CO Senegal y art. 1.108 CC Togo), en el artículo
2/1 del Anteproyecto. Pero a diferencia de los códigos napoleónicos, que
guardan silencio sobre las circunstancias que deben concurrir para que
haya una oferta y una aceptación, en el sistema del Anteproyecto se reser-
va un lugar importante al proceso de formación del contrato (arts. 2/2 a
2/22) estableciendo reglas precisas y claras que evitan un recurso no de-
seado a la jurisprudencia de los distintos Estados OHADA71, y siguiendo el
modelo de los instrumentos internacionales de armonización del Derecho
de los contratos (particularmente del art. 2.1.1. P.U. cuyo tenor literal re-
produce) y de los modernos textos de Derecho comparado (ad ex., nuevo
art. 1113 CC francés).
(71) En los sistemas europeos de tradición civilista, la aplicación judicial de las dis-
posiciones referidas a la formación del contrato ha conducido a resultados conciliadores
entre las distintas concepciones respecto de la oferta y la demanda que han servido para
proteger la seguridad del tráfico; vid. A. Lara Aguado, «La oferta y la aceptación contrac-
tuales», Derecho contractual comparado (una perspectiva europea y transnacional), 2.ª Ed., Cizur
Menor, Thomson-Civitas, 2013, p. 315. Sin embargo, en los países OHADA, donde la cultu-
ra jurídica es muy débil, la aplicación de las normas sobre formación del contrato no puede
hacerse depender de una jurisprudencia, muchas veces extranjera, y en ocasiones fluctuan-
te, por lo que es preferible una regulación anglosajona de la oferta y la demanda; vid. P.
Meyer, «L’avant-projet d’Acte Uniforme OHADA sur le droit des contrats: innovations et
debats», RDA, n.º 3, 2008, p. 297.
III. La armonización del Derecho de los contratos por la OHADA 505
perfección del contrato, su artículo 2/11 permite una aceptación con mo-
dificaciones que no alteren sustancialmente los términos de la oferta sin
perjuicio de que el contratante que no quiere quedar vinculado exprese su
no conformidad con dicha aceptación, oponiéndose sin demora.
35. Dentro de la sección sobre la formación del contrato, el Antepro-
yecto dedica los artículos 2/19 a 2/22 a la regulación de las condiciones
generales contenidas en los contratos de adhesión partiendo de una de-
finición generalmente aceptada de las mismas como «cláusulas redactadas
unilateralmente por una de las partes para un uso general y repetido» (art. 2/19) y
considerando un principio general de protección del adherente indepen-
dientemente de su condición de profesional del comercio que es unáni-
memente admitido en todos los sistemas jurídicos OHADA73. Sobre esta
base, el artículo 2/20 priva de toda virtualidad jurídica a aquellas cláusulas
imprevisibles para la otra parte teniendo en cuenta su contenido, el idio-
ma utilizado o su modo de presentación en el contrato, circunstancias que
habrán de apreciarse siguiendo un test de razonabilidad que es común a
los sistemas de tradición civilista y a los que siguen los principios de common
law. También con la finalidad de proteger al adherente, el artículo 4/6 del
Anteproyecto introduce la regla contra proferentem en cuya virtud las con-
diciones generales del contrato que sean ambiguas deben interpretarse
en el sentido más favorable para el aceptante (art. 1.162 CC Benim, art.
1.162 CC Burkina Faso, art. 1.162 CC Camerún, art. 1.162 CC Comores,
art. 1.162 CC Congo, art. 1.162 CC Costa de Marfil, art. 1.162 CC Gabón,
art. 1.401 CC Guinea-Bisáu, art. 677 Guinea Cronaky, art. 1.289 CC Guinea
Ecuatorial, art. 75 LO Mali, art. 1.162 CC Nigeria, art. 103 CO Senegal,
art. 1.162 CC Togo). Finalmente, además de establecer la prevalencia de
las cláusulas negociadas individualmente sobre las condiciones generales
del contrato (art. 2/21), y en consonancia con la posibilidad reconocida
al aceptante de modificar las condiciones de la oferta (art. 2/11), el Ante-
proyecto dispone que el desacuerdo entre las partes sobre las condiciones
generales redactadas unilateralmente no impide la perfección del contra-
to, siempre que exista un acuerdo sobre los elementos esenciales, salvo
que una de las partes comunique a la otra sin demora su intención de no
concluir el contrato (art. 2/22).
36. El Capítulo II de la Sección II del Anteproyecto se completa con una
regulación detallada del poder de representación en los artículos 2/23 a
2/32. En las disposiciones propuestas únicamente se regulan las relaciones
entre el representado o el representante por un lado, y el tercero, por
otro (esfera externa de la representación), dejando fuera de su ámbito de
aplicación las relaciones existentes entre el representante y el representa-
do (régimen de la esfera interna), que estarán sometidas a las soluciones
generales de los artículos 169 y siguientes AUDCG referidos a los interme-
una regla extendida entre los sistemas civilistas del territorio OHADA (art.
2.009 CC Benim, art. 2.009 CC Burkina Faso, art. 2.009 CC Comores, art.
2.009 CC Congo, art. 2.009 CC Costa de Marfil, art. 2.009 CC Gabón, art.
2.009 CC Nigeria y art. 2.009 CC Togo) conforme a la cual la extinción del
poder solo tendrá efecto frente al tercero si este la ha conocido o la ha
debido conocer. Del mismo modo, como en la mayor parte de los ordena-
mientos jurídicos, el apartado 2 del mismo artículo 2/32 reconoce al repre-
sentante un «poder de necesidad» para seguir realizando, una vez extinguido
el poder, todos aquellos actos necesarios para evitar un daño a los intereses
del representado. En todo caso, como en los artículos 1.721 CC Guinea
Ecuatorial y 469 CO Senegalés, el artículo 2/30 del Anteproyecto reconoce
al representante la facultad de nombrar a un sustituto con el único límite
de aquellas tareas cuyo cumplimiento pueda razonablemente esperar el
representado que lleve a cabo personalmente el representante.
(74) Referido a los PU, S. Sánchez Lorenzo, «Causa y consideration» en esta misma
obra.
(75) Y para P. Meyer, no supone ninguna novedad, pues la principal innovación del
Anteproyecto a este respecto consiste en la exigencia de ausencia de lesión; vid. P. Meyer,
«L’harmonisation du droit
», op. cit., p. 300.
III. La armonización del Derecho de los contratos por la OHADA 509
(76) G. Cuniberti, «Le nouvel article 3.3.1. des Principes UNIDROIT sur le contrat
violan une règle impérative: un regard critique du point de vue du droit international pri-
vé», Uniform L. R., n.º 18, 2013, pp. 490-508.
(77) Vid. A. Ghozi, «Colloque annuel africain du DIU juriste OHADA», Petites affi-
ches, 29015, n.º 192, p. 53. Se trataría de evitar lo que se ha denominado «dumping contra-
tual»; J. Djogbenou: «La causa dans les contrats conclus sur le fondement des Actes Unifor-
mes de l’OHADA», Rec. Penant, n.º 867, 2009 p. 160.
(78) C. Chappuis, «Le renoncement à la cause et à la consideration dans l’avant-pro-
jet d’Acte uniforme OHADA sur le droit des contrats», Rev. dr. unif. 2008, p. 266.
(79) Gráfica expresión de A. A. Ngwanza, «L’équilibre contractuel dans l’avant-pro-
jet d’Acte Uniforme sur le droit des contrats», Rev. dr. unif. 2008, p. 499.
510 10. La armonización del derecho de los contratos por la Ohada
(80) La existencia de otras disposiciones que cumplen una función similar a la cau-
sa como razón para justificar la supresión de este elemento «moralista» del contrato es invo-
cada también por B. Mercadal, «Abécédaire sur les débats du Colloque de Ouagadougou
"L’harmonisation de droit OHADA des contrats"», Rev. dr. unif. 2008, pp. 490-491. Frente a
esta solución, llama la atención que el Proyecto de Texto Uniforme sobre Derecho General
de Obligaciones en el espacio OHADA presentado en 2015 por la Fundación para el Derecho
Continental retome el antiguo artículo 1108 CC francés, que reproduce literalmente en su
artículo 56, y mantenga la causa como elemento determinante de la existencia de un con-
trato «por comodidad», en tanto es utilizado en los códigos vigentes en el territorio OHADA.
Pero lo cierto es que el recurso a la causa no solo se vuelve incómodo en un espacio más
amplio, donde conviven sistemas civilistas y de common law, sino que además está siendo
objeto de una importante revisión en los sistemas de Derecho contractual comparado como
consecuencia de la cual la causa ha desaparecido como elemento de validez del contrato
(ad ex. el nuevo sistema del Código Civil francés vigente desde febrero de 2016).
(81) Siguiendo las consideraciones de J. J. Vara Parra, «La imposibilidad inicial»,
Derecho contractual comparado (una perspectiva europea y transnacional), 2.ª Ed., Cizur Menor,
Thomson-Civitas, 2013, pp. 430-436 p. 713.
III. La armonización del Derecho de los contratos por la OHADA 511
arts. 36 y ss. LO Mali, arts. 1.109 y ss. CC Nigeria, arts. 61 y ss. CO Senegal
y arts. 1.109 y ss. CC Togo) y en los Actos Uniformes vigentes (arts. 198 y
ss. AUSC). Por otra parte, en el artículo 3/10 del Anteproyecto se introdu-
ce la figura de la ventaja excesiva, categoría procedente de los sistemas de
common law que ha recibido también carta de naturaleza en los modernos
textos de Derecho de los contratos, en particular en el artículo 3.2.7. PU
que inspira la solución africana. Finalmente el artículo 3/11 del Antepro-
yecto se refiere a los vicios causados por un tercero a una de las partes del
contrato (como el art. 1.111 CC Benim, art. 1.111 CC Burkina Faso, art.
1.111 CC Camerún, art. 1.111 CC Comores, art. 1.111 CC Congo, art. 1.111
CC Costa de Marfil, art. 1.111 CC Gabón, art. 653 CC Guinea Cronaky, art.
1.268 CC Guinea Ecuatorial, art. 41 LO Mali, art. 1.111 CC Nigeria, art.
87 CO Senegal y art. 1.111 CC Togo) que permiten su anulación si la otra
parte es responsable de los actos del tercero, conocía o debía conocer su
implicación, o si en el momento de anularlo dicha parte todavía no había
actuado razonablemente de conformidad con lo previsto en el contrato.
En todos estos casos el contrato será anulable (art. 3/14 del Antepro-
yecto) y conforme a una tradición de inspiración anglosajona, contraria
la solución de los sistemas de inspiración francesa vigentes en el espacio
OHADA, en los que es necesaria una acción judicial ejercitada por el legi-
timado (arts. 1.304 y ss. CC Benim, arts. 1.304 y ss. CC Burkina Faso, arts.
1.304 y ss. CC Camerún, arts. 1.304 y ss. CC Comores, arts. 1.304 y ss. CC
Congo, arts. 1.304 y ss. CC Costa de Marfil, arts. 1.304 y ss. CC Gabón, arts.
1.301 y ss. CC Guinea Ecuatorial, arts. 1.304 y ss. CC Nigeria y arts. 1.304 y
ss. CC Togo), en el sistema del Anteproyecto la anulación se hará efectiva
mediante una mera notificación dirigida por quien ha sufrido el vicio a la
otra parte (art. 3/16). Esta notificación deberá hacerse, de acuerdo con lo
establecido en el artículo 3/17 del Anteproyecto, «en un plazo razonable, a
la vista de las circunstancias, a partir del momento en que la parte que tiene derecho
a anular el contrato tenga conocimiento de las causas de anulación o no pueda
ignorarlas o pueda actuar libremente». Mediante este sistema de anulación ex-
trajudicial, el Anteproyecto permite ahorrar costes procesales y refuerza la
posición de la parte protegida en la medida en que la anulación produce
efectos desde el momento de la notificación, a partir de la cual la parte
afectada tiene derecho a obtener la restitución de lo entregado y, en caso
de demora, la correspondiente indemnización. Con esta solución se trasla-
da la carga de litigar a la parte que incurre en error, dolo o intimidación,
que deberá acudir a los tribunales y probar la validez del contrato si preten-
de exigir el cumplimiento. En todo caso, de conformidad con lo dispuesto
en el apartado 3 del artículo 3/14 del Anteproyecto, el derecho a anular el
contrato se extingue por confirmación, siguiendo la tradición de los códigos
civiles vigentes (art. 1.338 CC Benim, art. 1.338 CC Burkina Faso, art. 1.338
CC Camerún, art. 1.338 CC Comores, art. 1.338 CC Congo, art. 1.338 CC
Costa de Marfil, art. 1.338 CC Gabón, art. 230 CC Guinea-Bisáu, art. 308
CC Guinea Cronaky, art. 1.309 CC Guinea Ecuatorial, art. 65 LO Mali, art.
1.338 CC Nigeria, art. 88 CO Senegal y art. 1.338 CC Togo).
512 10. La armonización del derecho de los contratos por la Ohada
F. Incumplimiento y remedios
que deberá ser legítimo, sin que la mera voluntad de no continuar con la
relación contractual pueda impedir este derecho del deudor que favorece
la conservación del propio contrato. En general, este límite al derecho de
subsanación se relaciona con la noción de incumplimiento esencial que
recoge el artículo 7/13 del Anteproyecto y se compadece con la figura de
incumplimiento anticipado que regula su artículo 7/15, pues debe enten-
derse que el acreedor podrá rechazar la subsanación legítimamente si tie-
ne razones para creer que el deudor no podrá reparar su incumplimiento.
42. En tercer lugar, también como los PU (art. 7.1.5), el artículo 7/5
del Anteproyecto recoge la institución alemana del Nachfrist permitiendo
al acreedor conceder al deudor un periodo suplementario para el cumpli-
miento. La concesión de este beneficio para el deudor ya se había intro-
ducido expresamente en el territorio OHADA a través del artículo 251 CO
Senegal y de los artículos 283 y 285 AUDCG, que permiten al vendedor y
al comprador, respectivamente, otorgar al deudor un periodo suplementa-
rio para cumplir sus obligaciones. Sin embargo, el principio que informa
esta figura puede encontrarse también en aquellas disposiciones de Dere-
cho interno que en los Estdos OHADA permiten al juez, si existen causas
justificadas, señalar al deudor un plazo para cumplir antes de decretar la
resolución del contrato (art. 1184 CC Benim, art. 1.184 CC Burkina Faso,
art. 1.184 CC Camerún, art. 1.184 CC Comores, art. 1.184 CC Congo, art.
1.184 CC Costa Marfil, art. 1.184 CC Gabón, art. 889 CC Guinea Cronaky,
art. 1.124 CC Guinea Ecuatorial, art. 105 LO Mali, art. 1.184 CC Nigeria y
art. 1.184 CC Togo).
43. En cuarto lugar, dentro de la Sección 2 del Capítulo 7 del Antepro-
yecto, bajo la rúbrica «derecho a la ejecución», se regula la figura del cum-
plimiento específico. El reconocimiento de este derecho es generalmen-
te aceptado en los ordenamientos internos de los países OHADA (arts.
1.143, 1.144 y 1.184 CC Benim, art. 1.143, 1.144 y 1.184 CC Burkina Faso,
art. 1.143, 1.144 y 1.184 CC Camerún, art. 1.143, 1.144 y 1.184 CC Co-
mores, art. 1.143, 1.144 y 1.184 CC Congo, art. 1.143, 1.144 y 1.184 CC
Costa de Marfil, art. 1.143, 1.144 y 1.184 CC Gabón, arts. 1.150 y 1.219 CC
Guinea-Bisáu, arts. 673 y 693 CC Guinea Cronaky, arts. 1.096 y 1.124 CC
Guinea Ecuatorial, art. 11 LO Mali art. 1.143, 1.144 y 1.184 CC Nigeria, art.
106 CO Senegal, art. 1.143, 1.144 y 1.184 CC Togo y secciones 8, 49 y 52
Sale of Goods inglesa vigente en Camerún) y sigue el modelo de los artículos
7.2.1. a 7.2.5. PU, cuyo tenor literal reproducen los artículos de esta Sec-
ción. El derecho al cumplimiento comprende, en su caso, el derecho a la
reparación de la prestación o al reemplazo de la cosa defectuosa por otra
conforme (art. 7/10 del Anteproyecto), un derecho que no se reconoce
expresamente en los códigos de los países OHADA pero que sí está ex-
presamente recogido en el artículo 283 AUDCG, que permite al vendedor
que no cumple su obligación de conformidad reemplazar las mercancías
defectuosas. Por su parte, para las obligaciones no dinerarias, el artículo
7/9 del Anteproyecto limita la pretensión de cumplimiento específico: (i)
cuando exista una imposibilidad física (por la pérdida o destrucción de la
III. La armonización del Derecho de los contratos por la OHADA 515
(82) Por todos, vid. C. Grimaldi, «Esquisse d’un droit commun des contrats à par-
tir des Actes Uniformes», Petites affiches, n.º 192, 2015, p. 59.
(83) Particularmente se tendrá en cuenta que el incumplimiento prive sustancial-
mente al acreedor de aquello que tenía derecho a esperar según la naturaleza y los térmi-
nos del contrato, salvo que el deudor no haya previsto razonablemente este resultado; la
naturaleza esencial de la propia obligación contractual; el carácter intencional o temerario
del incumplimiento; la intención del acreedor de no cumplir en el futuro el contrato; y la
pérdida desproporcionada que supondría la resolución del contrato para el deudor. Por
otra parte, en el sistema del Anteproyecto, siguiendo la inspiración de los PU, se combina
la exigencia de incumplimiento esencial con la técnica del Nachfrist, de manera que ante un
retraso en el cumplimiento, el acreedor puede resolver el contrato si el deudor no cumple
en el periodo suplementario otorgado para que realice la obligación que le incumbe, sin
necesidad de que en este caso exista un incumplimiento esencial.
516 10. La armonización del derecho de los contratos por la Ohada
deudor, que podrá realizarse por cualquier medio apropiado a las circuns-
tancias siguiendo el principio de libertad de forma que informa el Ante-
proyecto. Desde otro punto de vista, este derecho debe llevarse a acabo de
manera tempestiva, siendo necesario que la parte perjudicada comunique
su decisión de resolver dentro de un plazo razonable desde que conoció o
debiera haber conocido el ofrecimiento del cumplimiento fuera de plazo o
la falta de conformidad de la prestación. Notificada la resolución, esta pro-
duce un efecto liberatorio, desde que se ejercita el remedio por el contra-
tante afectado (art. 7/17 del Anteproyecto), y un efecto restitutorio (art.
7/18 del Anteproyecto), que no afectan a la subsistencia del contrato, de
manera que las cláusulas que no conciernen directamente al objeto de las
prestaciones continúan siendo aplicables, adelantando de este modo para
el territorio OHADA la solución del nuevo artículo 1230 CC francés. Nin-
guno de estos efectos, que ya se regulan en los artículos 281, 296, 297 y 300
AUDCG, excluye el derecho a reclamar una indemnización por los daños
y perjuicios sufridos, aunque la parte incumplidora no será responsable
de las pérdidas que hubiese sufrido la parte perjudicada en la medida en
que esta última hubiera podido reducirlas adoptando para ello las medidas
razonables conforme al principio de atenuación del perjuicio que regula el
artículo 7/26 del Anteproyecto.
«todo retraso en el pago del precio obliga al pago de intereses calculados según las
tasas de interés legal, sin perjuicio de los daños e intereses eventualmente debidos por
cualquier otra causa», garantizando de este modo la coherencia interna del
sistema OHADA.
Por lo que se refiere a la determinación de la cuantía de la indemniza-
ción debida, el sistema del Anteproyecto sigue la tradición de los códigos
civiles de los Estados OHADA (art. 1.149 CC Benim, art. 1.149 CC Burkina
Faso, art. 1.149 CC Camerún, art. 1.149 CC Comores, art. 1.149 CC Congo,
art. 1.149 CC Costa de Marfil, art. 1.149 CC Gabón, art. 1.321 CC Gui-
nea-Bisáu, art. 683 CC Guinea Cronaky, art. 1.106 CC Guinea Ecuatorial,
art. 124 LO Mali, art. 1.149 CC Nigeria, art. 134 CO Senegal y art. 1.149 CC
Togo) y parte de un principio de reparación integral (art. 7/20) que obliga
al deudor a indemnizar el daño emergente y el lucro cesante, incluyen-
do el daño no económico o moral. En cualquier caso, no basta el simple
incumplimiento del contrato para que surja el deber de indemnizar sino
que es preciso que dicho incumplimiento cause al acreedor un daño que,
aún futuro, sea cierto (art. 7/21) y que haya sido previsto, o hubiera podi-
do preverse por el deudor en el momento de la celebración del contrato
como una consecuencia probable de la falta de cumplimiento (art. 7/22),
sobre la base de un principio de previsibilidad que está también presente
en los sistemas romanistas que perviven en el espacio OHADA (art. 1.150
CC Benim, art. 1.150 CC Burkina Faso, art. 1.150 CC Camerún, art. 1.150
CC Comores, art. 1.150 CC Congo, art. 1.150 CC Costa de Marfil, art. 1.150
CC Gabón, art. 1.321 CC Guinea-Bisáu, art. 1.107 CC Guinea Ecuatorial,
art. 133 LO Mali, art. 1.150 CC Nigeria y art. 1.150 CC Togo). En todo
caso, cuando el daño se deba en parte a un acto u omisión del acreedor o
a cualquier acontecimiento por el que esa parte asuma el riesgo, la cuantía
de la indemnización se reducirá en la medida en que tales factores hayan
contribuido al daño teniendo en cuenta el comportamiento de las partes
(art. 7/25 del Anteproyecto), pues la conducta de la parte perjudicada
coadyuvante a la causación del daño constituye también un límite de la
indemnización debida expresamente previsto por el artículo 7/26 del An-
teproyecto.
Se recogen también en el texto del Anteproyecto los criterios para el
cálculo del daño causado por el incumplimiento, que responde a sistemas
de cálculo concreto, sobre la base de una operación sustitutiva o negocio
de reemplazo ejecutado en tiempo y forma razonable (art. 7/23), y abstrac-
to, atendiendo al precio de mercado de la prestación objeto del contrato
(art. 7/24). Estos criterios no están recogidos en los códigos civiles de los
territorios OHADA pero sí han sido retenidos por el artículo 292 AUDCG
para el contrato de compraventa, fiel al modelo del CV, y se alinean con la
solución del common law que se sigue en la parte anglófona del Camerún
[secc. 50(3) y 51 (3) Sale of Goods Act].
En los casos de incumplimiento de una obligación dineraria, el artículo
7/27 del Anteproyecto establece una regla especial por la que se da dere-
518 10. La armonización del derecho de los contratos por la Ohada
IV. Conclusiones
46. Comenzábamos estas páginas hablando de la integración en África
como instrumento para el desarrollo del continente y a lo largo de todo
este trabajo hemos insistido en la idea de la armonización del Derecho
contractual como mecanismo de modernización de los ordenamientos
jurídicos de tradición colonial vigentes en el territorio OHADA. Al con-
cluir este estudio queremos subrayar la función dinamizadora del contrato
para la economía de los Estados africanos que forman parte de esta Or-
ganización y llamar la atención sobre la necesidad de alcanzar un texto
de armonización del Derecho de los contratos en África que favorezca el
crecimiento económico del continente y su verdadera independencia en
el actual contexto de mundialización de los mercados. Ello exige alcanzar
un equilibrio (complementariedad) entre las modernas concepciones de
Derecho contractual comparado y los valores tradicionales del continente
africano.
Bibliografía 519
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terra, «La fragilidad de la República Democrática del Congo: problemas
y soluciones a la posesión de recursos minerales», REEI n.º 31, 2016, pp.
(84) Vid. E. Montcho-Agbassa, «Le favor contractus et le droit OHADA», Rec. Pe-
nant, n.º 122, 2013, p. 360.
(85) En los que no hay crecimiento económico o este es decreciente. Acepción que
tomamos de P. Collier, citado por M. Cervera Valterra, «La fragilidad de la República
Democrática del Congo: problemas y soluciones a la posesión de recursos minerales», REEI
n.º 31, 2016, p. 4.
520 10. La armonización del derecho de los contratos por la Ohada
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Bibliografía 521
11
Los usos del comercio en perspectiva comparada y
transnacional
I. Consideraciones introductorias
1. Los usos del comercio entre Derecho nacional, «lex
mercatoria», y Derecho transnacional
1. Analizar la incidencia de los usos en el Derecho contractual compara-
do requiere una reflexión profunda sobre los sistemas de fuentes en Dere-
cho contractual comparado, sobre su carácter cerrado o abierto, es decir,
sobre la unidad del sistema jurídico o la admisión de ciertas formas de
pluralismo jurídico. También es necesario abrir un diálogo entre diversas
fuentes del Derecho, entre el derecho consuetudinario y la jurisprudencia,
por ejemplo, conocer las relaciones de jerarquía entre las diversas fuentes
y estudiar los distintos cauces de codificación y positividad de cada una de
526 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
las fuentes. Además, el análisis deberá tener en cuenta los parámetros lin-
güísticos e históricos de un fenómeno jurídico extendido en el espacio y en
el tiempo, si queremos llegar a conclusiones de cierta validez.
2. Los usos del comercio como fuente del Derecho han tenido un origen
histórico extraestatal, habiendo surgido de la propia actividad comercial y
dando lugar al producto normativo que podemos denominar lex mercatoria
antica para referirnos al período histórico o clásico de origen, evolución y
consolidación de los usos del comercio en los siglos XII-XV. Sin embargo,
la codificación, tanto civil como mercantil, producida a lo largo del siglo
XIX, y la consiguiente autoafirmación de los Derechos nacionales frente a
las fuentes del Derecho extraestatales, motivó un repliegue de los usos del
comercio a dimensiones prácticamente inexistentes. Ha sido más reciente-
mente cuando se ha comenzado a decir que los usos del comercio revesti-
dos de internacionalidad han venido a constituir un ordenamiento propio
y específico del comercio internacional denominado nueva lex mercatoria.
Entre los fundamentos de legitimación de la nueva lex mercatoria se encuen-
tran precisamente su antecedente en la lex mercatoria antica y la posición
que aún ocupan la costumbre y los usos del comercio en las codificaciones
civiles y mercantiles como auténticas fuentes del Derecho; si esta perviven-
cia formal estaba orientada a certificar la irrelevancia de la costumbre y los
usos del comercio en el nuevo escenario de un Derecho codificado, sin
embargo ha servido a la postre para legitimar formalmente la eficacia de
los usos del comercio internacional.
(1) Vid. G. Teubner, Law as an Autopoietic System, Oxford, Blackwell, 1993, pp. 21-
25; id., «Global Bukovina: Legal Pluralism in the World Society», Global Law without a State,
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I. Consideraciones introductorias 527
(2) Vid. J. Wiener, Globalization and the Harmonization of Law, Londres, Pinter, 1999;
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dici aperti», L'incidenza del diritto internazionale sul diritto civile, Nápoles, Edizioni Scientifiche
Italiane, 2011, pp. 7-29.
(3) La lex mercatoria, como doctrina surgida en la década de los 60, tiene ahora un
nuevo espacio donde desarrollarse en el marco de las diferentes teorías acerca de la globali-
zación jurídica (vid. J. B. Auby, La globalisation, le droit et l'Etat, París, LGDJ, 2010, pp. 75-80).
(4) M. R. Ferrarese, Le istituzioni della globalizzazione, Bolonia, Il Mulino, 2000, pp.
31-50.
(5) Vid. J. Robert, Le phénomène transnational, París, LGDJ, París, 1988; A. T. Von
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Plural Account of the Transnational Law Merchant», Transnational Legal Theory, 2011, pp.
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Transnational Law, New Haven, Yale University Press, 1956, aunque con un sentido polisé-
mico también cercano al Derecho internacional económico.
528 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
Law, Londres, Everyman's, 1917; id., Dissertations on Early Law and Custom, New York, Henry
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(10) P. Grossi, L'ordine giuridico medievale, Roma-Bari, Laterza, 1996, pp. 71-74 y
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(11) Vid. A. Cavanna, Storia del diritto moderno in Europa, Milán Giuffrè, 1982, pp.
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(12) Vid. W. Tetley, «The lex maritima» en TH. E. Carbonneau, op. cit., pp. 43-51;
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530 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
7. Esta lex mercatoria antica entra en crisis a partir del siglo XVII, al
menos desde el punto de vista formal relativo al pluralismo jurídico –por-
que en lo relativo a su contenido, desarrollo y especialización el juicio de
valor puede ser bien diferente–, con la iniciativa legislativa de codificar
el Derecho consuetudinario existente que emprende la monarquía ab-
soluta en Francia a través de las Ordenanzas de Colbert (Ordonnance du
commerce du terre de 1673 y Ordonnance de la Marine de 1681)14. Finalmente,
se trata de un pluralismo jurídico que desaparece con la codificación
mercantil en el siglo XIX, la primera la francesa de 1807 –aunque esta
siga de cerca las Ordenanzas de Colbert en algunos ámbitos y, con ello, el
Derecho anterior a la intervención del poder soberano sobre el Derecho
mercantil–, pero el propósito de las codificaciones civiles y mercantiles
es la eliminación del pluralismo jurídico existente hasta ese momento y
aquí la costumbre será la que quede en una peor situación, desaparecien-
do prácticamente del ámbito del Derecho civil posterior a la codificación.
La posición de los usos y de los usos de comercio será algo mejor, puesto
que tendrán un reconocimiento explícito en las codificaciones civiles y
mercantiles. La eliminación del pluralismo jurídico se acompaña tam-
bién de la eliminación en el siglo XIX de la jurisdicción especializada
y ajena a los tribunales estatales que significaban los tribunales de los
consulados de comercio, quedando así sometidos los comerciantes a tri-
bunales, especializados o no según el caso, pero en todo caso designados
por el poder estatal15.
(13) Vid. F. Galgano, Storia del diritto commerciale, Bolonia, Il Mulino, 1976, pp. 9-11;
P. Grossi, L'ordine giuridico medievale, op. cit., pp. 71-74; R. S. Smith, Historia de los Consulados
del Mar (1250-1700), Barcelona, Península, 1978, pp. 29-48.
(14) Pese a la pérdida de pluralismo jurídico que representan las Ordenanzas de
Colbert, el s. XVII significa también un período de especialización profunda del Derecho
mercantil con la publicación en Inglaterra de la obra de Gerard Malynes, Consuetudo vel lex
mercatoria, 1622, considerada expresión del Law Merchant, y la influencia de un práctico del
Derecho mercantil, Jacques Savary, en las Ordenanzas de Colbert (R. V. Van Caenegem,
Introduzione storica al Diritto privato, op. cit., pp. 109-110).
(15) Vid. E. Gacto Fernández, Historia de la jurisdicción mercantil en España, Sevilla,
Servicio publicaciones Universidad de Sevilla, 1971, pp. 89-170, con referencia a la desapari-
ción de los tribunales de los consulados de comercio como consecuencia de la codificación
mercantil de 1829 y su sustitución por Tribunales de comercio, hasta que el Decreto de
unificación de fueros de 1868 eliminó dicha jurisdicción especializada. Sobre el origen de
esta jurisdicción en Castilla en los s. XV y XVI y su máxima expansión en el s. XVIII vid. S.
M. Coronas González, «La evolución de la jurisdicción consular en la Corona de Castilla
durante el antiguo régimen», en Estudios jurídicos en homenaje al Profesor Aurelio Menéndez, vol.
I, Madrid, Civitas, 1996, pp. 3-60.
II. Los usos del comercio en el Derecho Comparado 531
(16) Vid. P. Grossi, «Code civil, una fonte novissima per la nuova civiltà giuridica»,
Quaderni Fiorentini, 2006, pp. 83-114; F. Viola, Z. Zaccaria, Diritto e interpretazione. Linea-
menti di teoria ermeneutica del diritto, Roma-Bari, Laterza, 2001, pp. 311-315. La apertura del
sistema de fuentes anterior a la codificación no sólo se producía por la concurrencia de
diferentes instancias reguladoras y diversos tipos normativos, sino también por el peso de
la interpretación doctrinal o fuerza de la communis opinio (M. J. Rodríguez Puerto, Inter-
pretación, Derecho, Ideología. La aportación de la hermenéutica jurídica, Granada, Comares, 2011,
pp. 4-8).
(17) Vid. A. Ross, Teoría de las fuentes del Derecho, Madrid, Centro de Estudios Cons-
titucionales, 2007 (traducción del original de 1929), pp. 88-69; P. Orliac, Histoire du droit
privé français, París, Albin Michel, 1985, pp. 81-121; G. Tarello, Storia della cultura giuridica
moderna, Bolonia, Il Mulino, 1976, pp. 28-34; A. Cavanna, Storia del diritto moderno in Europa,
op. cit., pp. 392-394.
532 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
te de usages conventionnels que pueden ser excluidos por las partes, pero
si estas no lo hacen serán considerados usos incorporados al contrato en
virtud de una voluntad presunta de las partes. El régimen de este tipo de
usos implica tres consecuencias: a) deben ser probados por la parte que
los alegue; b) su aplicabilidad ha podido ser excluida por las partes en el
contrato; c) no será posible el recurso de casación por violación del uso de
comercio. También cabe pensar en usos normativos secundum legem cuando
la ley mercantil se refiere expresamente a los mismos para regular algún
supuesto concreto, usos praeter legem que complementan la ley mercantil e
incluso usos contra legem, pero en este caso sólo podrán ser contrarios a la
ley civil sobre la que prevalecen en virtud de un principio de especialidad
y nunca podrán ser contrarios a la ley mercantil a la que están claramente
subordinados18.
10. En Italia, una de las consecuencias que provoca el Código civil ita-
liano de 1942, dada su naturaleza de codificación unitaria civil y mercantil,
es la desaparición del término costumbre (costume o consuetudine) que no es
incluido en el catálogo de las fuentes del Art. 1.4 Codice civile, donde sólo
se menciona a los usos (gli usi), así como la subordinación de los usos, sean
civiles o comerciales, a la ley civil y no sólo a la ley mercantil, salvo que el
propio Código establezca una referencia específica a la aplicabilidad de los
usos20. En el marco legal anterior, es decir, con la codificación dual civil
y mercantil de 1865, y con la codificación mercantil de 1882, los usos eran
fuente del Derecho mercantil, siempre subordinada a lo que estableciese
el propio Código de Comercio, pero el Código civil sólo sería aplicable
(18) G. Ripert, R. Roblot, Traité de droit commercial, 13ª ed., vol. I, París, LGDJ,
1989, pp. 24-29.
(19) Vid. C.–W. Canaris, Handelsrecht, Munich, C. H. Beck, 2006, pp. 339-350; P.
Jung, Handelsrecht, Munich, C. H. Beck, 2006, pp. 6-7; K. Schmidt, Handelsrecht, Köln, Hey-
mann, 2009, pp. 21-30; E. Klunzinger, Grundzüge des Handelsrechts, Munich, Vahlen, 2011,
pp. 24-25.
(20) Vid. C. E. Balossini, Il diritto delle consuetudini e degli usi, Milán, Giuffrè, 1974,
pp. 7-8; A. Guarneri, «Gli usi e il sistema delle fonti del diritto civile», Riv. dir. civ., 2000, pp.
19-34; E. Del Prato, «Fonti legali ed usi», Riv. dir. civ., 2002, pp. 515-520.
II. Los usos del comercio en el Derecho Comparado 533
13. En el ámbito del Common Law existe una aparente dualidad termino-
lógica entre custom y customary law frente a uses y trade usages. No obstante,
esta dualidad terminológica no se refiere a ámbitos completamente separa-
dos, por el contrario, el Derecho privado inglés desconoce una separación
radical entre los ámbitos civil y mercantil. En efecto, la jurisprudencia del
antiguo Law Merchant (creada desde el siglo XII por diversos tribunales, pero
principalmente por la Court of Admiralty entre los siglos XIV y XVI) fue incor-
porada en el siglo XVIII como Derecho especial al Common Law como conse-
cuencia de la labor de Lord Mansfield al frente de la King's Bench, pasando a
ser competencia de los tribunales del Common Law, de ahí que persista una
visión unitaria del Derecho privado en la que el Derecho mercantil como
sector material está íntimamente ligado al Common Law y a la jurisdicción de
la sección conocida como Queen's Bench dentro de la High Court29.
(29) Vid. J. H. Baker, «The Law Merchant and the Common Law before 1700»,
Cambridge L. J., 1979, pp. 295-322; L. Trakman, The Law Merchant: the Evolution of Commercial
Law, Littleton, Rothman, 1983, pp. 7-33. D. R. Coquillette y otros, Lex Mercatoria and
Legal Pluralism: A Late Thirteenth-Century Treatise and its Afterlife, Cambridge, Ames
Foundation, 1998; U. Mattei, Il modello di Common Law, Turín, Giapichelli, 2010, p. 226.
(30) Vid. J. Austin, The province of jurisprudence determined, Cambridge, Cambridge
University Press, 1995 (reproducción del original de 1832), pp. 244-246; J. Raz, The Concept
of a Legal System, Oxford, Clarendon Press, 1980, pp. 39-40.
536 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
permite la integración del contrato con los usos del comercio31. Aunque las
condiciones del recurso a los trade usages siempre vendrán determinadas por
la jurisprudencia, sin embargo, su aplicabilidad está expresamente prevista,
con carácter general, por el Art. 55.1 de la Sale of Goods Act 1979 y, más parti-
cularmente, por el Art. 14.4 de la misma ley para indicar que los usos podrán
añadir implied terms al contrato de venta en cuanto a la cualidad e idoneidad
de la mercancía vendida32. Se trata además de una excepción importante a
la parole evidence rule conforme a la cual el contrato no debe ser interpretado
ni completado conforme a elementos externos al mismo.
14. En EEUU, el Art. 1.303 c) Uniform Commercial Code en la versión revi-
sada del UCC de 2003 (Art. 1-205 en su versión original) contiene una clara
definición de los usos del comercio (trade usages) y les atribuye las funcio-
nes de completar la voluntad de las partes por vía de interpretación o de in-
tegración del contrato y como tales se incorporan al régimen del contrato:
«A "usage of trade" is any practice or method of dealing having such regularity
of observance in a place, vocation, or trade as to justify an expectation that it will be
observed with respect to the transaction in question. The existence and scope of such
a usage must be proved as facts. If it is established that such a usage is embodied in
a trade code or similar record, the interpretation of the record is a question of law».
A esto se añade una regla sobre el conocimiento exigible a las partes
para la aplicación del uso del comercio:
«(g) Evidence of a relevant usage of trade offered by one party is not admissible
unless that party has given the other party notice that the court finds sufficient to
prevent unfair surprise to the other party.»
Se trata, por tanto, de elementos de interpretación e integración del con-
trato junto con otros a los que se abre el UCC como las prácticas entre las
partes (courses of performance y courses of dealing)33. Cabe recordar aquí que
el UCC norteamericano significa una ruptura fundamental con el Common
(31) Vid. A. B. L. Phang, «Implied Terms Revisited», JBL, 1990, pp. 394-413; id.,
«Implied Terms in English Law – Some Recent Developments», JBL, 1993, pp. 242-255; R.
Goode, Commercial Law, 3ª ed, Londres, Penguin, 2004, pp. 2-14; E. Peel, Treitel Law of Con-
tract, 13ª ed., Londres, Sweet & Maxwell, 2010, pp. 234-235; R. Austen-Baker, Implied Terms
in English Contract Law, Cheltenham, Edward Elgar, 2011, pp. 79-100; A. G. Guest en H. G.
Beale (ed.), Chitty on Contracts, vol. I, General Principles, 31ª ed., Londres, Sweet & Maxwell,
2012, pp. 1000-1004.
(32) J. N. Adams, H. Mcqueen, Atiyah's Sale of Goods, 12 ed., Harlow, Pearson, 2010,
pp. 207-208.
(33) Vid. E. A. Farnsworth, «Unification of Sales Law: Usage and Course of Dealing»,
en Festschrift Sauveplanne, Deventer, Kluwer, 1984, pp. 81-89; L. E. Bernstein, «Merchant
Law in a Merchant Court. Rethinking the Code's Search for Immanent Business Norms», U.
Penn. L. R., 1996, pp. 1766-1821; D. V. Snyder, «Language and Formalities in Commercial
Contracts: A defense of Custom and Conduct», S. Meth. Univ. L. R., 2001, pp. 617-644; H.
D. Gabriel, Contract for the Sale of Goods: A Comparison of US and International Law, 2ª ed.,
Oxford, OUP, 2009, pp. 74-78; J. White, R. S. Summers, Uniform Commercial Code, 6ª ed., St.
Paul, West, 2010, pp. 20-22 y 138-146. Una apertura a los usos del comercio ideada por K.
Llewellyn en la redacción del UCC que no deja de tener también sus críticos en función
del proceso de reinvención que obliga a realizar al juez en la actualidad en el curso del
III. Los usos del comercio en el Derecho Transnacional 537
Law y que no sigue la regla formalista o rígida que supone la regla del parole
evidence del Derecho inglés y que, por el contrario, el contrato (agreement) es
una realidad dinámica donde se tendrán en cuenta, en primer lugar, los ac-
tos de ejecución de las partes (courses of performance), en segundo lugar las ne-
gociaciones (courses of dealing) y, en tercer lugar, los usos del comercio (trade
usages) para interpretar el contrato; incluso la obligación general de buena
fe es un criterio de interpretación e integración del contrato, tal y como se
establece en el Art. 1-203 UCC, en una formulación que suele ser considera-
da inspirada por el Art. 242 BGB34. Ahora bien, la existencia y alcance de los
usos del comercio, así como su difusión generalizada y constante deberá ser
probada como si se tratase de hechos. Naturalmente, la necesidad de prueba
sólo operaría en los casos en que las partes no han hecho una referencia
expresa de incorporación «per relationem» a un texto internacional como
los Incoterms 2010 o las UCP600. En particular, sobre los Incoterms, debe te-
nerse en cuenta que los arts. 2-319 hasta 2-324 del UCC en su versión original
(eliminados en el intento de la revisión del UCC 2003 por su contrariedad
con la práctica comercial internacional, pero vigentes en tanto la versión
revisada del UCC ha sido finalmente abandonada) contienen referencia ex-
presa a la interpretación de diversos trade terms relativos a los términos de em-
barque o entrega (FOB, FAS, CIF, C&F)35. Y, sobre las UCP600, el art. 5-116
(c) UCC establece una referencia expresa a la aplicabilidad voluntaria de las
UCP de la CCI con carácter preferente sobre la regulación de las cartas de
crédito que se contiene en el propio UCC.
adjudication process (E. Kadens, «The Myth of Customary Law Merchant», Texas L. R., 2012,
pp. 1153-1206).
(34) Sobre las características y situación del UCC en el Derecho Comparado a medio
camino entre las técnicas del Statutory Law y las de una auténtica codificación vid. W. B.
Hawkland, «The Uniform Commercial Code and the Civil Codes», Louisiana L. R, 1995,
pp. 231-247; P. Winship, «As the World Turns: Revisiting Rudolf Schlesinger's Study of the
Uniform Commercial Code in Light of Comparative Law», Loyola LA L. R., 1996, pp. 1143-
1162. En particular, sobre las diferencias comparativas en relación con los mecanismos de
interpretación e integración del contrato vid. J. M.ª Garrido, «Estudio introductorio», en
Código Uniforme de Comercio de los Estados Unidos, Madrid, Marcial Pons, 2002, pp. 53-54.
(35) El Art. 2-319 UCC contiene una definición del término FOB que es distinta de
la habitual pues admite las formas FOB port of shipment, FOB place of destination con obliga-
ción de entrega en tal lugar, siendo la fórmula FOB nominated vessel la que se corresponde
con la habitual en los Incoterms CCI y la práctica internacional (vid. H. D. Gabriel, op. cit.,
pp. 305-306).
538 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
(36) Sobre la influencia del Art. 9 de la Ley Uniforme sobre Compraventa inter-
nacional de 1964 vid. S. Bainbridge, «Trade Usages in International Sale of Goods: An
analysis of the 1964 and 1980 Conventions», Virginia J. Int. L., 1984, pp. 619-665. Las in-
fluencias recíprocas entre las diferentes agencias codificadoras son una constante de la
labor armonizadora del Derecho del comercio internacional vid. J. A. E. Faria, «The rela-
tionship between formulating agencies in international legal harmonization: Competition,
cooperation, or peaceful coexistence. A few remarks on the experience of UNCITRAL»,
Loyola L. R., 2005, pp. 253-285.
(37) Entre los comentarios vid., A. Kappus, Lex mercatoria in Europa und Wiener
UN-Kaufrechts Convention 1980, Frankfurt, Peter Lang, 1990; F. Ferrari, «La rilevanza de-
gli usi nella convenzione di Viena sulla vendita internazionale di beni mobili», Contratto e
Impresa, 1994, pp. 239-258; id., «Trade Usage and Practices Established Between the Parties
Under the CISG», RDAI/IBLJ, 2003, pp. 571-580; B. Audit, «The Vienna Sales Convention
III. Los usos del comercio en el Derecho Transnacional 539
and the Lex Mercatoria», en TH. E. Carbonneau, Lex Mercatoria and Arbitration, La Haya,
Kluwer, 1998, pp. 173-177; A. Goldstajn, «Lex mercatoria and the CISG», en P. Sarcevic
y P. Volken, The International Sale of Goods Revisited, La Haya, Kluwer, 2001, pp. 241-258;
J. Oviedo Albán, «La costumbre en la compraventa internacional de mercaderías (Co-
mentarios a los artículos 8.3 y 9 de la Convención de Viena de 1980)», Rev. Der. Int. y del
MERCOSUR, 2003, pp. 17-4; C. P. Gillette,«The Law Merchant in the Modern Age: Ins-
titutional Design and International Usages Under the CISG», Chicago J. Int. L., 2004, pp.
157-179; G. C. Walker, «Trade Usages and the CISG», J. of Law and Commerce., 2005, pp.
263-280; Ch. Pamboukis, «The Concept and Function of Usages in the United Nations
Convention on the International Sale of Goods», J. L. & Com., 2005-2006, pp. 107-131; J.
Basedow, «Lex mercatoria und internationales Schuldvertragsrecht», en K. P. Berger, Zi-
vil– und Wirtschaftsrecht im europäischen und globalen Kontext. Festschrift für N. Horn, Berlín, De
Gruyter, 2006, pp. 229-247; P. Schlechtriem, C. Witz, Convention de Vienne sur les contrats
de vente internationale de marchandises, París, Dalloz, 2008, pp. 100-101; J. Honnold, Uniform
Law for International Sales under the 1980 United Nations Convention, 4ª ed., Alphen aan den
Rijn, Kluwer Law International, 2009, pp. 167-176; M. Schmidt-Kessel, en I. Schwenzer,
Schlechtriem and Schwenzer Commentary on the UN Convention on the International Sale of Goods,
3ª ed., Oxford, Oxford University Press, 2010, pp. 182-196; P. Perales Viscasillas, en S.
Kröll, L. Mistelis, P. Perales Viscasillas, UN Convention on Contracts for the International Sale of
Goods, Munich, Beck, 2011, pp. 154-173; W. P. Johnson, «The Hierarchy that wasn't there:
Elevating Usage to its Rightful Position for Contracts Governed by the CISG, Northwestern J.
Int. L. & Bus., 2012, pp. 263-303.
(38) G. Eörsi, «A propos the 1980 Vienna Convention on Contracts for the Inter-
national Sale of Goods», AJCL, 1983, pp. 333-356.
(39) Un ámbito donde se ha señalado la existencia de un uso del comercio inter-
nacional de ámbito local o incluso regional sería la eficacia del silencio frente a cartas de
confirmación (Kaufmännisches Beschtätigungsschreiben) enviadas con posterioridad a una ne-
gociación o modificación oral de un contrato, cuestión en la que el silencio del destinatario
equivaldría a su aceptación de las condiciones fijadas en la carta de confirmación en los
casos de Alemania, Dinamarca, Polonia y Suiza (vid. M. Schmidt-Kessel, loc. cit., pp. 194-
195; P. Perales Viscasillas, loc. cit., pp. 166-169).
540 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
Pero los usos tendrán también una eficacia supletoria del propio Con-
venio de Viena en los casos en que un uso del comercio sea capaz de re-
solver una laguna que se presente en el contrato y en el propio Convenio
de Viena. En cuanto a lagunas, el Art. 7.2 se refiere a la integración del
régimen del Convenio sólo conforme a sus principios fundamentales y a lo
previsto por el Derecho nacional que resulte de la aplicación de las normas
de Derecho internacional privado, pero puede no ser necesario recurrir
a estas técnicas. Son muchos los aspectos en que el Convenio de Viena
puede ser complementado por los usos del comercio (usos praeter legem).
Así, en el reparto de gastos asociados a las gestiones aduaneras, las obliga-
ciones de información sobre el envío de la mercancía y su fecha probable
de llegada, los medios y costes de examen o verificación de la mercancía,
la adecuación de las mercancías al propósito normal o particular para el
que han sido compradas, el medio o formalidades de comunicación de los
defectos de conformidad detectados en la mercadería una vez examina-
da, la obligación de entregar título representativos al comprador para que
pueda retirar la mercancía, las medidas que deban tomarse para cumplir
el principio de mitigación de daños que corresponde a vendedor y com-
prador, etc. En particular, respecto de la obligación de pagar intereses, el
Convenio de Viena no regula cómo determinarlos, ya que se limita a esta-
blecer la obligación del comprador de pagarlos en caso de incumplimiento
de su obligación de pagar el precio en el plazo establecido (Art. 78). Por
ello, podemos estar una laguna en el contrato y en la propia Convención
de Viena respecto de la que los usos del comercio pueden permitir llegar a
soluciones como la aplicabilidad del interés Euribor o Libor, según el caso,
siempre que se constate el cumplimiento de las condiciones previstas en el
Art. 9.1 para la existencia de una práctica entre las partes o en el Art. 9.2
para la constatación de la existencia de un uso integrativo de la voluntad
de las partes41.
(40) J. Ramberg, International Commercial Transactions, 4ª ed., París, CCI, 2011, pp.
35-36; M. Schmidt-Kessel, loc. cit., p. 188.
(41) R. Goode, H. Kronke, E. Mckendrick, Transnational Commercial Law, op. cit.,
pp. 303-305.
III. Los usos del comercio en el Derecho Transnacional 541
(42) Sobre las cláusulas típicas relativas a la entrega y medio de pago vid. P. Os-
tendorf, International Sales Terms, Munich, Beck, 2010, pp. 69-79; M. Checa Martínez,
«Cláusulas de entrega», «Cláusulas de pago», «Cláusulas sobre garantías personales», en
S. Sánchez Lorenzo (coord.), Cláusulas en los contratos internacionales, Barcelona, Atelier,
2012, pp. 331-379.
(43) Vid. M. J. Bonell, Le regole oggetive del commercio internazionale, Milán, Giu-
ffrè, 1976, pp. 21-49; F. Ferrari, «La rilevanza degli usi…», loc. cit., pp. 246-247; V. H. Holl,
O. Kessler, «Selbstgeschaffenes Recht der Wirtschaft und Einheitsrecht –Die Stellung der
Handelsbräuche und Gepflogenheiten im Wiener UN-Kaufrecht», RIW, 1995, pp. 457-460.
En particular, vid. M. Schmidt-Kessel, loc. cit., p. 196 y P. Perales Viscasillas, loc. cit., pp.
171-173 y referencias a precedentes jurisprudenciales nacionales de aplicación del Art. 9 del
Convenio de Viena en tal sentido recopiladas en CISG-online (Pace University).
(44) J. D. Feltham, «CIF and FOB contracts and the Vienna Convention on Con-
tracts for the International Sale of Goods», JBL, 1991, pp. 413-425.
542 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
los usos que han aceptado (usos voluntarios) y también por los usos que
son «ampliamente conocidos y regularmente observados» en el comercio
internacional en el particular sector comercial considerado (usos norma-
tivos), añadiéndose la exigencia consistente en que su aplicación al caso
concreto no resulte irrazonable45:
«(1) Las partes están obligadas por cualquier uso en que hayan conveni-
do y por cualquier práctica que hayan establecido entre ellas.
(2) Las partes están obligadas por cualquier uso que sea ampliamente
conocido y regularmente observado en el comercio internacional por los
sujetos participantes en el tráfico mercantil de que se trate, a menos que la
aplicación de dicho uso sea irrazonable».
(45) Entre los comentarios sobre la eficacia de los usos en los Principios Unidroit
vid. A. Hartkamp, «The UNIDROIT Principles For International Commercial Contracts
and the United Nations Convention on Contracts for the International Sale of Goods, en
Comparability and Evaluation, Dordrecht, Kluwer, 1994, pp. 85-98; G. B. Ferri, Il ruolo de-
ll'autonomia delle parti e la rilevanza degli usi nei Principi dell'Unidroit», Contratto e Impre-
sa, 1996, pp. 825-840; M. A. Pendón Meléndez, «Disposiciones generales», en D. Moran
Bovio, Comentario a los Principios de Unidroit para los Contratos del Comercio Internacional, 2ª ed.,
Cizur Menor, Aranzadi, 2003, pp. 86-93; S. Vogenaur, J. Kleinheisterkamp, Commentary
on the Unidroit Principles of International Commercial Contracts, Oxford, OUP, 209, pp. 192-201.
(46) S. Vogenauer, J. Kleinheisterkamp, op. cit., pp. 197-199.
III. Los usos del comercio en el Derecho Transnacional 543
«(1) Las partes quedan sujetas a lo usos que hayan aceptado y a las prác-
ticas entre ellas establecidas.
(2) Quedan asimismo sujetas a todo uso que cualquier persona en la
misma situación consideraría generalmente aplicable, salvo aquellos casos
en los que su aplicación no fuera razonable.»
Es una formulación que sigue de forma muy similar lo previsto en el Art.
9 del Convenio de Viena y más aún lo previsto en el Art. 1.9 de los Prin-
cipios Unidroit sobre usos integrativos, convencionales y objetivos50. En
cuanto a los usos como herramienta de interpretación del contrato, se aña-
de en el Art. 5:102 f) a los usos entre los elementos de interpretación del
contrato, de manera idéntica a lo previsto en el Art. 4.3 f) de los Principios
Unidroit51. Esta dependencia respecto del Convenio de Viena y los Prin-
cipios Unidroit hace que sea difícil encuadrar en el Derecho comparado
este aspecto concreto de los intentos de regulación a nivel europeo de los
Principios del Derecho de contratos, aunque sus autores se haya esforzado
en lograrlo aportando las correspondientes citas del Derecho y la jurispru-
dencia nacionales, porque sus verdaderos antecedentes se encuentran más
cerca del Derecho del comercio internacional uniforme que de las expe-
riencias jurídicas nacionales o comunitarias.
20. Con el Draft Common Frame of Reference (DCFR) elaborado por el Study
Group on a European Civil Code y el Research Group on the Existing EC Private
Law (Grupo Acquis) se repite en Art. II.–1:104 lo ya contenido en el Art.
1:105 de los PECL sobre los usos integrativos:
«(1) The parties to a contract are bound by any usage to which they have agreed
and by any practice they have established between themselves.
(2) The parties are bound by a usage which would be considered generally applica-
ble by persons in the same situation as the parties, except where the application of such
usage would be unreasonable»52.
Y de manera similar se incluye en Art. II.–8:102 f) la misma previsión
sobre interpretación del contrato conforme a los usos que se contenía en
el Art. 5:102 f) de los PECL53. Pero, donde más claramente se aprecia una
(50) O. Lando, H. Beale, Principios de Derecho Contractual Europeo. Partes I y II, Ma-
drid, Consejo General del Notariado, 2003, pp. 135-140.
(51) Ibid., pp. 421-425.
(52) Ch. Von Bar, E. Clive, Principles, Definitions and Model Rules of European Private
Law. Draft Common Frame of Reference (DCFR). Full Edition, vol. I, Munich, Sellier, 2009, pp.
138-144.
(53) Vid. V. Blaurock, «Lex mercatoria und Common Frame of Reference», ZEuP,
2007, pp. 118-129; G. Cordero Moss, «Contracts between Consumer Protection and Trade
Usages: Some Observations on the Importance of State Contract Law», en R. Schulze,
Common Frame of Reference and Existing EC Contract Law, Munich, Sellier, 2009, pp. 65-96; M.
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de Referencia, vol. I, Barcelona, Atelier, 2012, pp. 92-95.
III. Los usos del comercio en el Derecho Transnacional 545
toma de partido es al aceptar la tesis del Derecho inglés sobre los implied
terms al incluirse la referencia a los usos normativos (legally binding usage)
en la determinación del contenido del contrato («terms of the contract») en
Art. II.–9:101:
«The terms of the contract may be derived from the express or tacit agreement of
the parties, from rules of law or from practices established between the parties or usa-
ges»54.
Hay otras referencias más específicas a la función complementaria
que tendrán los usos en la determinación del precio del contrato (Art.
II.–9:104), la calidad (Art. II.–9:108) y el idioma a ser usado en las comu-
nicaciones entre las partes (Art. II.–9:109). También se tendrán en cuenta
los usos para la determinación de los casos en los que el destinatario de
la oferta acepta el contrato mediante la ejecución de un acto, momento
a partir del cual se considerará celebrado el contrato (Art. II.–4:205). En
sectores más específicos se alude a los usos en la determinación del precio
en el arrendamiento de cosas (Art. IV.B.–5:101) y en la determinación de
la razonabilidad del período de preaviso exigible para la notificación de la
terminación del contrato de agencia, franquicia o distribución por tiempo
indefinido (Art. IV.E-2:302).
21. Cuestión distinta es que dentro de la ya amplia producción del le-
gislador comunitario en Derecho privado mediante directivas armoniza-
doras se haya hecho referencia en alguna ocasión a la aplicabilidad de los
usos. Esta observación es pertinente en relación con el objetivo del Acquis
Group en la elaboración de los Acquis Principles: la inducción de los princi-
pios del Derecho de contratos a partir de la toma en consideración de los
elementos que ya existían en el Derecho comunitario a fin de facilitar la
redacción e interpretación del Derecho privado comunitario, así como su
adaptación por los legisladores nacionales55. Así, en referencia a la efica-
cia de los usos, el Art. 6 la Directiva 86/153 sobre el Contrato de Agencia
comercial, al regular la cuestión de la remuneración del agente se refiere
a los «usos», estableciendo que el agente comercial tendrá derecho a una
remuneración de acuerdo con los usos habituales del lugar donde ejerza
su actividad.
22. Naturalmente, puesto que uno de los objetivos del DCFR era la pre-
paración de un posible instrumento opcional de Derecho contractual eu-
ropeo, parte de lo ya mencionado sobre los usos en el DCFR fue trasladado
a lo que ya podemos considerar un intento fracasado de Propuesta de Re-
glamento del Parlamento europeo y de Consejo relativo a una normativa
común de compraventa europea (Proposal for a Common European Sales Law)
«1. Cuando sea necesario tratar una materia que no esté regulada explí-
citamente por el acuerdo de las partes, un uso o práctica o una regla de la
normativa común de compraventa europea, podrá inferirse una cláusula
contractual adicional implícita, habida cuenta, en particular, de: (a) la na-
turaleza y el objeto del contrato; (b) las circunstancias en las que se celebró
el contrato; y (c) la buena fe contractual».
(59) Vid. G. Treitel, Benjamin's Sale of Goods, 7ª ed., Londres, Sweet & Maxwell, 2006,
pp. 1457-1465; F. Lorenzon y otros, Sassoon: CIF and FOB Contracts, 5ª ed., London, Sweet &
Maxwell, 2012, pp. 3-11. En la doctrina italiana vid. G. Donadio, La vendita CIF, Bari, Macri,
1939; F Cavazzuti, La clausola CIF, Bolonia, Zanichelli, 1969. En España vid. A. Ménendez,
La venta CIF, Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado, 1955; M. A. Pendón Melén-
dez, La compraventa CIF, Madrid, Civitas, 2011. La referencia a los Incoterms como usos
del comercio, pero sin fundamentación jurídico-técnica de tal calificación es habitual en la
abundante bibliografía existente vid. F. Eisemann, Usages de la vente commerciale internationa-
le, París, Jupiter, 1980; PH. Fouchard, «L'Etat face aux usages du commerce international»,
Travaux com. fr. dr. int, pr., 1973-1975, pp. 71-91.
(60) M. A. Pendón Meléndez, op. cit., pp. 53-55 y pp. 147-156, con referencia a la
Sent. Wackerbarth v. Masson (1812) para el término FOB y para la compraventa CIF a las
Sentencias Tregelles and Another v. Sewell (1862) y Ireland v. Livingston (1871), donde queda
establecido que en la modalidad CIF las obligaciones del vendedor finalizan en el puerto
de partida, al expedir la mercancía asegurada, remitiendo al comprador los documentos
III. Los usos del comercio en el Derecho Transnacional 549
de 1951, 1962, 1974, 1983, 1993 y finalmente, la versión actual, las UCP600
de 2007. Las UCP constituyen uno de los ejemplos más característicos de
autorregulación en el ámbito de la lex mercatoria en la medida en que su
extensión y aplicación universal no encuentra prácticamente excepciones.
La institución regulada, la carta de crédito (letter of credit), se encuentra ya
ampliamente difundida en la práctica comercial anglosajona en el siglo
XIX y así lo refleja la jurisprudencia inglesa donde esa práctica comercial
encuentra sus primeras formulaciones jurídicas66. No existen demasiados
ejemplos en el Derecho comparado de regulaciones con rango legal rela-
tivas al crédito documentario, salvo el Art. 5 del UCC norteamericano que
sí regula de forma resumida, aunque con el suficiente detalle, la carta de
crédito67.
Será en 1926 cuando la CCI decida comenzar los trabajos para la elabo-
ración de unas Reglas sobre «Export Commercial Credits» que finalizan con
la aprobación del primer texto de las UCP en 193368. En el contenido de
las UCP se articula y enuncia, desde su inicio en 1933, el principio de inde-
pendencia de la carta de crédito respecto de la relación subyacente, impi-
diendo formular excepciones basadas en el contrato principal y que bien
puede ser expresión de un uso del comercio internacional que se remonta
al mismo origen de las cartas de crédito; las excepciones a dicho principio
en caso de utilización fraudulenta de la carta de crédito deben ser fijadas
por las jurisprudencias nacionales dado el carácter casi absoluto del prin-
cipio de independencia o abstracción en su formulación por las Reglas de
la CCI69. Otro principio material esencial en el crédito documentario es el
del cumplimiento estricto en la comprobación de la regularidad formal o
aparente de los documentos presentados al banco para el cobro de la carta
de crédito, matizado en la última versión de las UCP a fin de evitar el exce-
sivo número de no conformidades en la presentación de documentos que
se producen en la práctica. En el cumplimiento de esta obligación de la en-
tidad bancaria consistente en la comprobación de documentos son a su vez
de aplicación las ISBP (International Standard Banking Practices) elaboradas
26. Algo similar cabe decir respecto de las URDG 758 (Uniform Rules
for Demand Guarantees) de la CCI sobre garantías autónomas o a primera
demanda. Las actuales URDG 758 suponen el tercer intento de regulación
por parte de la CCI, desde su inicial intento en 1978 con las URCG 325
(Uniform Rules for Contract Guarantees), seguidas de las URDG 458 de 1991,
hasta la actual versión URDG 758 que comenzó a ser de aplicación el 1 de
julio de 201071. Por el contrario, cuando la garantía toma la forma de una
carta de crédito, siguiendo la práctica bancaria norteamericana, entonces
las Reglas aplicables son las ISP98 (International Standby Practices) sobre car-
tas de crédito contingentes (Standby Letters of Credit)72.
(70) Vid. P. Ellinger, D. Neo, op. cit., pp. 50-54; D. Horowitz,Letters of Credit and
Demand Guarantees. Defences to Payment, Oxford, OUP, 2010, pp. 15-36.
(71) Vid. G. Affaki, R. Goode, Guide to ICC Uniform Rules for Demand Guarantees
URDG 758, París, CCI, 2011, pp. 17-24.
(72) Vid. M. P. Perales Viscasillas, «La carta de crédito contingente (usos inter-
nacionales relativos a los créditos contingentes. ISP98. Reglas 590 de la Cámara de Comer-
cio Internacional)», RDBB, 2002, pp. 7-122.
(73) Entre las primeras formulaciones jurisprudenciales sobre el valor del perfor-
mance bond como garantía a primera demanda está la Sentencia Edward Owen Engineering
Ltd. v. Barclays, QB, 1978, vid. H. Bennett, «Performance Bonds and the Principle of Auto-
nomy», JBL, 1994, p. 574-579.
(74) R. F. Bertrams, Bank Guarantees in International Trade: The Law and Practice of
Independent (First Demand) Guarantees and Standby Letters of Credit in Civil Law and Common Law
Jurisdictions, 3ª ed., The Hague, Kluwer Law International, 2004, pp. 1-5.
552 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
(78) J. Ramberg, op. cit., pp. 109-110; M. A. Pendón Meléndez, op. cit., pp. 847-878.
(79) E. Mostacci, La Soft Law nel sistema delle fonti: uno studio comparato, Padua, Ce-
dam, 2008, pp. 100-103.
(80) M. A. Pendón Meléndez, op. cit., pp. 29-30.
554 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
(84) C. Murray, Schmitthoff Export Trade: The Law and Practice of International Trade,
11ª ed., Londres, Sweet & Maxwell, pp. 419-425.
(85) J. Langbein, «Comparative Civil Procedure and the Style of Complex Con-
tracts», AJCL, 1987, pp. 381-394.
556 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
(86) G. Teubner, «Global Bukovina: Legal Pluralism in the World Society», op. cit.,
pp. 21-22; id. «The King's Many Bodies: The Self-Deconstruction of Law's Hierarchy», loc.
cit., pp. 83-84.
(87) Vid. F. Dasser, Internationales Schiedsgerichtsbarkeit und lex mercatoria, Zurich,
Schulthess, 1989; E. Gaillard, Transnational Rules in International Commercial Arbitration,
París, CCI, 1993; id., «Transnational Law: a Legal System or a Method of Decision Making»,
Arb. int., 2001, pp. 65-66; L. Nottage, «The Vicissitudes of Transnational Commercial Arbi-
tration and the Lex Mercatoria», Arb. Int., 2000, pp. 53-78; H. P. Schroeder, Die lex mercato-
ria arbitralis, Munich, Sellier, 2007, pp. 65-170.
III. Los usos del comercio en el Derecho Transnacional 557
decir, precisar las normas –no necesariamente leyes estatales sino también
de la lex mercatoria– aplicables al fondo de la controversia y sin necesidad de
utilizar las normas de conflicto del foro. Esta vía directa ha sido seguida en
Suiza por la Ley federal de Derecho Internacional Privado (Art. 187) que
utiliza la expresión «règles de droit» y en España con la Ley 60/2003, de 23
de diciembre, de Arbitraje (Art. 34) donde el árbitro resolverá conforme a
las «normas que estime apropiadas»88. Incluso en el plano jurisdiccional
la vía directa ha sido expresamente prevista por la Convención interameri-
cana de la CIDIP sobre ley aplicable a los contratos internacionales de 17
de marzo de 1994, donde se establece que el juez podrá aplicar las normas,
costumbres y principios del Derecho comercial internacional, así como los
usos y las prácticas comerciales (Art. 10)89.
35. Los dos modelos anteriores, el que permite la vía directa para de-
terminar las normas que deben regir el fondo de la controversia (Francia,
Suiza, España, etc.) y el que insiste en la determinación del Derecho estatal
(88) Vid. M. Checa Martínez, «Arbitraje internacional y ley aplicable por el árbi-
tro», en J. L. González Montes (coord.), Estudios sobre el Arbitraje, Madrid, La Ley, 2008; S.
Sánchez Lorenzo, «Derecho aplicable al fondo de la controversia en el arbitraje comercial
internacional», REDI, 2009, pp. 39-74 y bibliografía allí citada.
(89) Vid. C. Giménez Corte, Usos comerciales, costumbre jurídica y nueva lex mercatoria
en América Latina, Buenos Aires, Depalma, 2010, pp. 314-318.
558 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
IV. Conclusiones
39. Una vez deslindados los términos costumbre y uso, cuando ello es
posible, en el marco de los principales ordenamientos jurídicos, se com-
prueba que en el Derecho comparado los usos (civiles y mercantiles) asu-
men, con diferentes fundamentaciones según el ordenamiento jurídico
de que se trate, una función supletoria de lo previsto por las partes en el
contrato. Así, en Francia la doctrina del usage conventionnel permite consi-
derar que los usos complementan lo previsto por las partes en el contrato
en referencia a una voluntad presunta de las mismas. La doctrina jurispru-
dencial inglesa expresa la misma idea en términos de implied terms y algo
similar ocurre, aunque con diferente fundamentación, en el ámbito del
UCC norteamericano en relación con los trade usages. En Italia y en España
los usos del comercio son considerados fuentes interpretativas e integrati-
lación de principios de la lex mercatoria, que posteriormente formulará a través del Center
for Transnational Law (CENTRAL) de la Universidad de Colonia (vid. K. P. Berger, «Lex
mercatoria online: the Central Transnational Law database», Arb. int., 2002, pp. 83-94) y
más recientemente como Translex-Principles (vid. K. P. Berger, «European Private Law, Lex
Mercatoria and Globalization», en A. Hartkamp y otros, Towards a European Civil Code, 4ª ed.,
Alphen aan den Rijn, Wolters Kluwer, 2011, pp. 55-67. Para otras referencias vid. F. Dasser,
Internationale Schiedsgerichte und lex mercatoria: rechtsvergleichender Beitrag zur Diskussion über ein
nicht-staatliches Handelsrecht, Zurich, Schulthess, 1989; P. Weise, Lex mercatoria: materielles Re-
cht vor der internationalen Handelsschiedsgerichtsbarkeit, Frankfurt, Peter Lang, 1990; F. De Ly,
International business law and lex mercatoria, Amsterdam, North-Holland, 1992.
(93) F. Marrella, La nuova lex mercatoria, op. cit., 419-422.
(94) F. Bortolotti, Diritto dei contratti internazionali, 3ª ed., vol. I, Padua, Cedam,
2009, pp. 26-33.
IV. Conclusiones 561
vas del contrato. En sentido estricto, la virtualidad o eficacia de los usos del
comercio se deja sentir sólo en ámbitos muy concretos o específicos de la
compraventa internacional, el transporte marítimo o los medios de pago
internacionales que son incapaces de ser reconducidos a una regulación
mediante fuentes de Derecho formales como, sólo a modo de ejemplo,
los sistemas de peso o medida en relación con la mercadería vendida, los
usos portuarios en la distribución de los gastos y la determinación de los
tiempos de carga y descarga en el transporte, los medios de examen o veri-
ficación de la mercancía por el comprador o la comprobación por el banco
de la regularidad aparente de determinados documentos en el ámbito del
crédito documentario. Cuando la aplicabilidad de los usos del comercio
es el cauce de aplicación de Reglas de la CCI, como puedan ser los INCO-
TERMS 2010, las UCP600 sobre créditos documentarios o las URDG758
sobre garantías autónomas la referencia es más forzada, en la medida en
que esos textos no son en realidad recopilaciones de usos del comercio
sino una categoría particular de fuentes dentro de la lex mercatoria. No obs-
tante, el Derecho uniforme del comercio internacional permite algunas
vías de aplicación de las Reglas de la CCI si se entiende que la referencia
del Art. 9.2 del Convenio de Viena sobre compraventa internacional de
mercaderías y del Art. 1.9 de los Principios Unidroit sobre Contratos Co-
merciales Internacionales son una referencia a usos, no sólo interpretati-
vos, sino también normativos, que complementan la voluntad de las partes
en defecto de previsión contractual específica distinta y, entre los cuales,
se hallaría el conocimiento generalizado acerca de la habitualidad de la
práctica consistente en interpretar e integrar el régimen del contrato en lo
relativo a las cláusulas de entrega y medio de pago conforme a las Reglas
INCOTERMS y UCP de la CCI respectivamente.
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568 11. Los usos del comercio en perspectiva comparada y transnacional
12
Ley aplicable a los contratos internacionales
(1) Vid. sobre la distinción entre autonomía conflictual (elección de la ley aplicable)
y material (inclusión en un contrato de las cláusulas, términos y condiciones que las partes
deseen), J. C. Fernández Rozas y S. Sánchez Lorenzo, Derecho internacional privado, 8.ª ed.,
572 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
el RRI: cf. A. Gugu Bushati, «The Albanian Private International Law of 2011», YPIL, vol.
15, 2013-2013, pp. 509-528, esp. p. 519.
(11) Cuya ley de DIPr de 9 de enero de 2014 también sigue al RRI: vid. M. Kos-
tic-Mandic, «The new Private International Law Act of Montenegro», YPIL, vol. 16, 2014-
2015, pp. 429-439, esp. p. 435.
(12) Donde la regla es de origen jurisprudencial: cf. E. Tyan, Précis de droit internatio-
nal privé, Beirut, Librairies Antoine, 1966, p. 240.
(13) Cf. H. Al Dabbagh, «Regards critiques sur les règles de conflit de lois en droit
international privé irakien», RIDC, 2006, pp. 885-924, esp. pp. 915.
(14) Cf. S. N. Ebrahimi, «An Overview of the Private International Law of Iran (Part
Two)», YPIL, vol. 12, 2011, pp. 413-441, esp. p. 436.
(15) Cf. T. Einhorn, Private International Law in Israel, 2.ª ed., Alphen aan den Rijn,
Kluwer Law International, 2012, p. 78.
(16) Vid. O. Vorobieva, Private International Law in Russia, 2.ª ed., Alphen aan den
Rijn, Kluwer Law International, 2015, pp. 21 y 81.
(17) Vid. Z. Huo, «Highlights of China’s New Private International Law Act: From
the Perspective of Comparative Law», RJT, vol. 45, 2011, pp. 637-684, esp. p. 672; Y. Xiao y
W. Long, «Contractual Party Autonomy in Chinese Private International Law», YPIL, vol.
11, 2009, pp. 193-209.
(18) Vid. al respecto Y. Okuda, «Reform of Japan’s Private International Law», YPIL,
vol. 8, 2006, pp. 145-167, esp. pp. 148-149; Y. Nishitani, «Party Autonomy and its Restric-
tions by Mandatory Rules in Japanese Private International Law: Contractual Conflicts Ru-
les», J. Basedow, H. Baum e Y. Nishitani (Eds.), Japanese and European Private International
Law in Comparative Perspective, Tübingen, Mohr Siebeck, 2008, pp. 77-103.
(19) T. H. Trinh Nguyen, Private International Law in Vietnam, Tübingen, Mohr Sie-
beck, 2016, p. 79.
(20) Vid. J. L. R. Davis, Casebook on the Conflict of Laws in Australia, Sydney/Melbour-
ne/Brisbane, Butterworths, 1971, pp. 177 y ss.; M. Tilbury, G. Davis y B. Opeskin, Conflict
of Laws in Australia, Melbourne, Oxford University Press, 2002, pp. 733 y ss.
(21) Vid. J. Blom, «Contracts», M. Baer et al, Private International Law in Common Law
Canada, Toronto, Emond Montgomery Publications Ltd., 1997, pp. 541-609; J. C. Castel
y J. Walker, Castel & Walker Canadian Conflict of Laws, vol. II, 6.ª ed., Ontario/Vancouver,
Butterworths, 2005, § 31.
(22) Cuyo Código civil también dispone la autonomía conflictual en la materia (vid.
art. 3111.1 CCQ).
(23) Vid. L-C. Wolff, «Hong Kong’s Conflict of Contract Laws: Quo Vadis?», Journal
of Private International Law, vol. 6, 2010, pp. 465-498, esp. p. 469.
(24) Vid. A. M. Setalvad, Conflict of Laws, Nueva Delhi, LexisNexis/Butterworths,
2007, pp. 627-628.
574 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
(25) Vid. A. H. Angelo, Private International Law in New Zealand, Alphen aan den Rijn,
Kluwer Law International, 2012, p. 34; P. R. Webb y J. L. R. Davis, A Casebook on the Conflict
of Laws of New Zealand, Wellington, Butterworths, 1970, p. 337
(26) «It is a fundamental principle of the English rule of conflict of laws that intention is the
general test of what laws to apply». Sobre este precedente, vid. por todos L. Collins (ed.),
Dicey and Morris on the Conflict of Laws, vol. 2, 11.ª ed., Londres, Stevens & Sons Limited,
1987 (última edición antes de la mencionada adhesión del Reino Unido al CR 80, en ade-
lante Dicey & Morris), regla 180, pp. 1161 y ss. La última edición manejada de esta obra,
que lógicamente incorpora el RRI, es L. Collins (ed.), Dicey, Morris & Collins on the Conflict
of Laws, vol. 2, 14.ª ed., Londres, Sweet & Maxwell, 2006. A ella se hará referencia como
Dicey, Morris & Collins.
(27) Cf. P. Hay, P. J. Borchers y S. C. Symeonides, Conflict of Laws, 5.ª ed., St. Paul,
West Publishing Co., 2010, p. 1087.
(28) Vid. R. Frimpong Oppong, «Private International Law in Africa: the Past, Pre-
sent and Future», AJCL, vol. 55, 2007, pp. 677-719, esp. pp. 682-683.
(29) Vid. C. F. Forsyth, Private International Law. The Modern Roman-Dutch Law inclu-
ding the Jurisdiction of the High Courts, 5.ª ed., Ciudad del Cabo, Juta, 2012, pp. 316 ss.
(30) Vid. I. O. Omoruyi, Theory and Practice of International Commercial Litigation. Aspects
of Private International Law, Benin City, Ambik Press, 2000, pp. 65-69.
(31) A. M. Tier, Private International Law in the Sudan. Cases and Materials, Jartum,
1981, pp. 253-256.
(32) Donde también se atiende, en defecto de normas específicas, a la jurispruden-
cia sudafricana: vid. J. Kiggundu, Private International Law in Botswana. Cases and Materials,
Gaborone, Associated Printers, 1995, pp. 214-216.
(33) Vid. J. De Burlet, Précis de droit international privé congolais, Bruselas, Larcier,
1971, p. 282.
(34) Vid. además en Venezuela art. 29 LDIPVE y en México art. 13.V CCME.
I. Elección de la ley aplicable 575
(41) Cf. L. Ravillon, «La recherche de la sécurité juridique: la stipulation quasi sys-
tématique d’une clause de choix de la loi applicable», S. Carneloup y N. Joubert (Dirs.),
Le Règlement Communautaire Rome I et le choix de loi dans les contrats internationaux, Paris, Litec,
2011, pp. 67-95, esp. pp. 67-69.
(42) Cf. C. Kohler, loc. cit.,§ 37. Cita también jurisprudencia brasileña favorable a
la autonomía de la voluntad conflictual M. M. Albornoz, loc. cit., p. 45. En Colombia se
mencionan decisiones judiciales que admiten la elección de ley extranjera en contratos
internacionales (cf. J. Oviedo Albán, «La Ley aplicable a los contratos internacionales»,
Revista Colombiana de Derecho Internacional, 2012, pp. 117-157, esp. p. 132), pero no queda
claro si estos órganos invocan, para justificarla, el principio de autonomía de la voluntad
como principio general.
(43) Vid. P. Nygh, op. cit., pp. 2 y 3; C. Kohler, loc. cit.,§§ 38-41; O. Lando, «Con-
tracts», loc. cit., p. 24-63; J. M. Jacquet, «La théorie de l’autonomie de la volonté», S. Car-
neloup y N. Joubert (Dirs.), Le Règlement Communautaire Rome I
op. cit., pp. 1-15, esp. pp. 6 y
7; M. Mandery, Party Autonomy in Contractual and Non-Contractual Obligations, Frankfurt am
Main, Peter Lang, 2014, pp. 85-89; S. Leible, loc cit., pp. 217-218.
(44) Sobre las funciones interpretativa, completiva y limitadora de la ley aplicable
al contrato, vid. S. Sánchez Lorenzo, «Derecho aplicable al fondo de la controversia en el
arbitraje comercial internacional», REDI, vol. LXI (2009), 1, pp. 39-74, esp. p. 44.
I. Elección de la ley aplicable 577
(45) Art. 3.1 CR 80; art. 3.1 RRI; art. 2 CH 55; art. 5 CH 78; art. 7 CM 94; art. 4 PLH;
art. 45 LM OHADAC. Vita Food Products Inc. v. Unus Shipping Co. Ltd; § 187.1 Restatement
(Second); art. 25 LCLCO; art. 38 LDIPMO; art. 3111.1 CCQ; art. 24.1 LDIPDPTUR; art. 6
LDACIPAR; art. 1210 CCFR; art. 58.I LDIPRD; art. 20 LDATA.
(46) O. Lando, «Contracts», loc. cit., p. 24-81; C. Kohler, loc. cit., p. 101: S. LEIBLE,
loc. cit., 2001, p. 221.
(47) Así, en el CR 80, RRI, CH 78, CM 94. Lo prevén expresamente Albania (art.
45.5 LDIPALB), Montenegro (art. 38.5 LDIPMO) y Suiza (art. 116.2 LDIPS); y se afirma del
DIPr de Israel (cf. T. Einhorn, op. cit., p. 95) y del ruso (cf. O. Vorobieva, op. cit., p. 82).
Vid. además el art. 2.3 CH 55 y el art. 6.1 PLH. Ni la LM OHADAC ni el DIPr dominicano
(inspirado en dicha LM) recogen disposiciones específicas, lo que no debe impedir que en
este Estado se adopte una solución similar.
(48) P. Hay, P. J. Borchers y S. C. Symeonides afirman que se contempla, p.e., en el
Código civil de Luisiana (Conflicts of Laws
, op. cit., p. 1131, nota 6); es de suponer que por el
juego de los arts. 3540 y 3537 (el CCLU, tras la revisión llevada a cabo por la Ley núm. 923
de 1991, puede consultarse en http://lcco.law.lsu.edu/).
(49) Esta parece ser, no obstante, la práctica en China, según Y. Xiao y W. Long,
loc. cit., p. 200.
(50) Cf. Dicey & Morris, op. cit., regla 180, p. 1177.
(51) Si bien hay instrumentos que en lugar de remitir la cuestión a una norma de con-
flicto con conexiones alternativas prevén, con idéntico favor validitatis, disposiciones mate-
riales específicas para la cláusula de elección de ley. P.e, el art. 5 PLH afirma la libertad de
forma, a salvo de la posibilidad de que las partes dispongan otra cosa. Y también se afirma
en el CH 78: cf. H. L. E. Verhagen, Agency in Private International Law. The Hague Convention
578 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
Así, p.e., mientras para el RRI el acuerdo debe «resultar de manera in-
equívoca
», la ley suiza y la ley de Quebec exigen que se derive «de manera
cierta» («de façon certaine»: vid. art. 116 LDIPS y art. 3111 CCQ); la CM 94
establece que el acuerdo debe desprenderse «de forma evidente» (art. 7.1);
el CH 55 y la ley turca55 obligan a que la elección tácita resulte «indubita-
damente»; la CH 78 parece conformarse con «una razonable certidumbre»
(art.5.2); mientras, en el Derecho ruso (art. 1210.2 CCFR), así como en los
(56) Sobre la elección tácita en este instrumento, más ampliamente, vid. J. L. Neels y
E.A. Fredericks, «Tacit Choice of Law in the Hague Principles on Choice of Law in Inter-
national Contracts», De Juri, 2011, pp. 101-110.
(57) Así, p.e., en Hong Kong: cf. L.-C. Wolff, loc. cit., p. 468.
(58) En China han sido los tribunales los que han declarado admisible una elección
tácita, según interpreta la doctrina, siempre que pueda ser «clearly demonstrated by the terms of
the contract or the circumstances»: vid. Y. Xiao y W. Long, loc. cit., p. 198.
(59) Vid., igualmente en el Restatement (Second), P. Hay, P. J. Borchers y S. C. Symeo-
nides, op. cit., p. 1131.
(60) Así, en Japón antes de la reforma de 2006: cf. Y. Nishitani, loc. cit., pp. 84-85.
Como la nueva ley cuenta con una norma de conflicto más adecuada para los casos en que
no hay elección, se aboga por una interpretación contenida de la elección tácita, en el sen-
tido indicado: debe ser real, y no hipotética o presunta. Ibidem, p. 85.
(61) La versión inglesa del art. 3 CR 80 parecía exigir una menor certeza (reasonable
certainty) que la francesa (de façon certaine) y la alemana (mit hinreichender Sicherheit), y en la
práctica los tribunales ingleses se mostraron mucho más flexibles. De ahí que en la trans-
formación del CR 80 en RRI se procurase una mayor armonización en las diversas versiones
lingüísticas: vid. N. Joubert, «Le choix tacite dans les jurisprudences nationales: vers une
interpretation uniforme du Règlement Rome I?», S. Carneloup y N. Joubert (Dirs.), Le
Règlement Communautaire...
, op. cit., pp. 229-252.
580 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
(62) Vid. ad ex., art.3 CR 80; art. 3 RRI; art. 7 CM 94; art. 5 CH 78, art. 45.2 LDIPALB;
art. 38 LDIPMO; art. 2651 CCComA; art. 25 LCLCO; art. 58.1 LDIPRD; art. 25.1 CCIRAK;
art. 10 CCIRAN; art. 6 LDACIPAR; art. 1210.2 CCFR; art. 116 LDIPS; art. 24.1 LDIPDPTUR.
En la Common Law inglesa también se atiende a «the terms and nature of the contract (...) and the
general circumstances of the case» (cf. Dicey & Morris, regla 180, p. 1182). Vid., en relación con
el DIPr chino, Y. Xiao y W. Long, loc. cit., p. 198.
(63) Vid., p.e., art. 3111.1 CCQ y art. 2 CH 55.
(64) Sobre todos estos criterios (y otros), vid. M. Penadés Fons, op. cit., pp. 110-179;
O. Lando, loc. cit., § 99 y §§ 174-176.
(65) El CR 80 no establecía nada al respecto, pero negaba la máxima qui eligit iudi-
cem eligit ius el Informe Giuliano/Lagarde,§ 3.
(66) Al respecto, M. C. Scherer, «Le choix implicite dans les jurisprudences natio-
nales: vers une interpretation uniforme du règlement? L’exemple du choix tacite résultant
des clauses attributives de juridiction et d’arbitrage», S. Carneloup y N. Joubert (Dirs.),
Le Règlement
, op. cit., pp. 253-283.
(67) Vid. considerando 12 RRI, rechazando, con ello, la propuesta de la Comisión de
establecer la presunción qui eligit iudicem eligit ius (vid. F. J. Garcimartín Alférez, loc. cit.,
pp. 66-67).
(68) No solo porque nada explicita acerca de la sumisión a terceros Estados o al arbi-
traje (y no cabe pensar que con ello quiera expresar que estas no son «factores que deban
tenerse en cuenta»); sino también porque en lo que sí quiere regular el considerando re-
sulta tan ambiguo que difícilmente permitirá reducir las diferencias interpretativas. Cf. M.
C. Scherer, loc. cit., pp. 271-280. También apunta a la necesidad de una interpretación por
parte del TJ M. Penadés Fons en op. cit. pp. 217-218.
I. Elección de la ley aplicable 581
bec (art. 3111.3 CCQ); la República Dominicana (art. 58.2 LDIPRD); Rusia
(art. 1210.4 CCFR); Turquía (art. 24.2 LDIPDPTUR); PLH (art. 2.2) y LM
OHADAC (art. 45.1). Otros ordenamientos disponen de una cláusula ge-
neral que se considera aplicable a los contratos, como ocurre en el DIPr
japonés74; y algunos instrumentos o países carecen de norma expresa, pero
cuentan con partidarios del fraccionamiento o jurisprudencia que parece
caminar en ese sentido, como ocurre en lo que respecta al CH 7875 y en
Israel76 y Suiza77.
(84) Así, en EEUU, vid. P. Hay, P. J. Borchers y S. C. Symeonides, op. cit., p. 1133; S.
C. Symeonides, «Party Autonomy in Rome I and II From a Comparative Perspective», K.
Boele-Woelki, T. Einhorn, D. Girsberger & S. Symeonides (Eds.), Convergence and Diver-
gence in Private International Law. Liber Amicorum Kurt Siehr, La Haya, Eleven International
Pub, 2010, pp. 513-550, esp. p. 517.
(85) Según propuesta doctrinal: c f. Dicey & Morris, regla 180, p. 1168.
(86) Cf. S. Leible, loc. cit., p. 223.
(87) Vid. P. Hay, P. J. Borchers y S. C. Symeonides, op. cit., p. 1133.
(88) Cf. T. Einhorn, op. cit., p. 95.
(89) Que guarda silencio al respecto: cf. Y. Xiao y W. Long, loc. cit., p. 200.
(90) Cf. Y. Okuda, loc. cit., p. 151.
584 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
(114) Que no contiene norma expresa, pero para el que lo propugna H. L. E. Verha-
gen, op. cit., p. 200.
(115) Críticos con esta disposición, introducida en el momento de transformación
del CR 80 al RRI, entre otros, F. J. Garcimartín Alférez, loc. cit., p. 65 y A. Bonomi, «Le
régime des règles impératives et des lois de police dans le Règlement "Rome I" sur la loi
applicable aux contrats», E. Cashin-Ritaine y A. Bonomi (Eds.), Le nouveau règlement européen
«Rome I» relatif à la loi applicable aux obligations contractuelles, Zurich, Schulthess, 2008, pp.
217-237, esp. 219-220.
(116) En Se Se Oil v. Mls Gorakhram Gokalchand (1962) 64 Bom LR 113 se consideró
aplicable la ley india a un contrato celebrado y ejecutado en India que las partes habían
sujetado a una ley extranjera con la pretensión de eludir determinadas prohibiciones indias
de comercio de frutos secos: A. M. Setalvad, op. cit., p. 629.
(117) Y, a este respecto, con razón se apunta a que en la práctica la diferencia puede
ser insignificante, toda vez que las normas contractualmente imperativas de las leyes nacio-
nales son excepcionales: vid. F. J. Garcimartín Alférez, loc. cit., p. 67.
I. Elección de la ley aplicable 587
Es el caso de los Estados que siguen la Common Law inglesa118; los vincu-
lados por el CH 55 (art. 2.1); el CR 80 o el RRI (art. 3)119; Argentina (art.
2651 CCComA) y China120.
A pesar de que esta restricción no se conoce en todos los sistemas121,
son pocos los que permiten que las partes designen un ordenamiento no
estatal sin añadir ningún tipo de matiz.
Se afirma, aunque no de forma incontestada, de la CM 94122; lo haría, en
la medida en que se declara seguidora de esta, la LM OHADAC, así como el
Derecho paraguayo (art. 5 LDACIPAR).
Es una solución intermedia la que se propugna ampliamente de lege fe-
renda123 y la que defiende la doctrina en algunos sistemas que no contem-
plan una solución clara al respecto124, como el suizo125, además de la aco-
gida en los PLH (art. 3). Consiste en diferenciar entre esas posibles normas
no estatales, a efectos de admitir la elección de una ley no estatal (como
lex contractus) solo si las partes designan «normas generalmente aceptadas
(118) Así, en India (A. M. Setalvad, op. cit., pp. 594-595) y (al menos en lo que res-
pecta a la designación de la lex mercatoria), en Hong Kong (L. C. Wolff, loc. cit., p. 470). Vid.
Shamil Bank of Bahrain EC v Bexmico Pharmaceuticals Ltd [2004] 1 WLR 1784.
(119) Sobre la regulación del RRI, v id. v.gr., M. Mandery, op. cit., pp. 71-73.
(120) En relación con el cual vid. Y. Xiao y W. Long, loc. cit., pp. 196-197.
(121) También las normas arbitrales suelen regular la posibilidad de eludir la aplica-
ción de una ley estatal al contrato. Así, en la LM de la CNUDMI sobre arbitraje comercial
internacional, entre otras. Al respecto, vid. G. Saumier, «Designating the UNIDROIT Prin-
ciples in International Dispute Resolution», Uniform Law Review, 2012, pp. 533-547, esp. pp.
538-539.
(122) Que la CM 94 admita la elección de una ley no estatal no es pacífico. Vid. un
resumen de las interpretaciones (y a favor de la indicada aquí) en J. Samtleben, «Los prin-
cipios generales del derecho comercial internacional y la lex mercatoria en la Convención
Interamericana sobre Derecho Aplicable a los Contratos Internacionales», D.P. Fernández
Arroyo y N. González Martín (Eds.), Tendencias y relaciones. Derecho Internacional Privado
Americano Actual, México D.F., Porrúa, 2010, pp. 15-27, esp. pp. 22 y 23.
(123) Ad. ex, por S. Leible, loc. cit., pp. 232-233; G. Saumier, loc. cit., p. 547. Propone
también esta lectura para Hong Kong L.-C. Wolff, loc. cit., p. 470; para una futura reforma
del sistema chino, Y. Xiao y W. Long, loc. cit., pp. 202-203. Vid., además, una opinión tam-
bién favorable a la designación de estos Principios como lex contractus, con una detallada
exposición de ventajas e inconvenientes, MAX PLANCK INSTITUTE FOR FOREIGN PRI-
VATE AND PRIVATE INTERNATIONAL LAW, «Comments on the European Commission’s
Green Paper on the conversion of the Rome Convention of 1980 on the law applicable
to contractual obligations into a Community instrument and its modernization», RabelsZ,
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Rozas, «Lex mercatoria y autonomía conflictual en la contratación transnacional», AEDIPr,
t. IV, 2004, pp. 35-78, esp. pp. 76-78; S. Sánchez Lorenzo, «La función de las técnicas
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Homenaje al Profesor Julio D. González Campos, t. II, Madrid/Eurolex, 2005, pp. 1765-1786, esp.
pp. 1775-1778; P. De Miguel Asensio, «Armonización normativa y régimen jurídico de los
contratos mercantiles internacionales», Dir. com. int., 1998, pp. 859-883.
(124) No en todos: p.e., la rechazan (en defecto, como se decía, de solución clara)
para el sistema japonés Y. Nishitani, loc. cit., p. 87, y para el vietnamita T. H. Trinh Ngu-
yen, op. cit., p. 105.
(125) B. Dutoit, op. cit., p. 501
588 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
señalados131, esto es, para obligar a que la ley elegida tenga necesariamente
una determinada vinculación geográfica con el contrato132 o para dar entrada
a la aplicación de otra ley, que podría ser diferente a la elegida. Esta segunda
opción, en concreto, basada en el preferential law approach133, consiste en que
la lex contractus determinada objetivamente establezca el estándar mínimo de
protección, de forma que la aplicación de las normas de la ley elegida no pue-
da rebajar tal estándar, pero sí sea posible aplicar dicha ley elegida cuando sea
más favorable a la parte débil134. La norma específica, por tanto, desplaza a la
dispuesta para los contratos en general, con arreglo a la cual las disposiciones
imperativas de la lex causae (aplicable en defecto de elección) son ignoradas
cuando las partes ejercitan la autonomía conflictual135.
(138) Aun cuando la Supreme Court of Appeal de este país no ha llegado a rechazar de
manera expresa el llamado «subjective approach» que aquél adoptara en el asunto Standard
Bank of South Africa Ltd v. Efroiken and Newman1924 AD 171, y que viene a conminar al juez
para que, a falta de elección de ley, busque, tomando en consideración todos los factores
relevantes, la intención presunta de las partes respecto de la ley aplicable al contrato, los
tribunales inferiores vienen efectivamente mostrando una clara preferencia por el «objective
approach», y, en concreto, por la aplicación, a falta de elección de ley por las partes, el sis-
tema jurídico que presenta con el contrato la conexión más estrecha y real –«the closest and
most real connection»–. A favor de este «objective approach» se muestra asimismo la doctrina su-
dafricana, C. F. Forsyth, op. cit., pp. 329-330; E. Schoeman, C. Roodt y M. Wehtmar-Lem-
mer, Private International Law in South Africa, Alphen aan den Rijn, Wolters Kluwer, 2014,
pp. 53-55.
(139) Vid. J. Dolinger, Private International Law in Brazil, Alphen aan den Rijn, Wol-
ters Kluwer, 2012, pp. 242-245.
(140) S. N. Ebrahimi, loc. cit., p. 438.
(141) La § 325 del Restatement (First) sujeta a la lex loci contractus la práctica totalidad
de las cuestiones suscitadas por los contratos (incluidasla forma y la capacidad contractual
ex§ 332), a excepción solamente de algunas cuestiones de ejecución, sometidas a la ley del
lugar de cumplimiento (§ 358). Este es el planteamiento de Alabama, Carolina del Sur,
Florida, Georgia, Kansas, Maryland, Nuevo México, Oklahoma, Rhode Island, Tennessee,
Virginia y Wyoming, si bien es cierto que algunos de estos Estados siguen la regla con ambi-
valencia: vid. S. C. Symeonides, American Private International Law, Wolters Kluwer, Alphen
aan den Rijn, 2008, pp. 223-225.
592 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
cuanto tiene que ver con su celebración se prevé con carácter subsidiario,
en defecto de ley personal común de los contratantes.
17. A favor igualmente de una reglamentación rígida de la ley objetiva-
mente aplicable al contrato, pero abandonando la ya referida distinción
entre formación y efectos del contrato, se pronuncian las legislaciones
de otros países, que sujetan las diferentes cuestiones relacionadas con el
contrato a una sola ley, cuya determinación llevan a cabo en atención a
criterios tales el lugar de celebración del contrato o el lugar de cumpli-
miento-criterios estos cuyos inconvenientes son de sobra conocidos–142, o
recurriendo incluso, con carácter preferente, al domicilio o a la nacionali-
dad de las partes contratantes.
Así, se acoge el locus celebrationis en Argelia (art. 18.1 CCAR) y el locus
executionis en Cuba (art. 17 CCCU); Perú (art. 2095 CCPE); Panamá (arts.
69 y 91-97 CDIPPA); Vietnam (art. 769.1 CCVI) y TMDCI 1940 (art. 37). Y
recurren con carácter preferente al criterio del domicilio o de la naciona-
lidad de las partes contratantes la nacionalidad o el domicilio de las partes
Egipto (art. 19 CCEG); Irak (art. 25.1 CCIRAK); Jordania (art. 20.1 CCJOR)
y Marruecos (art. 13 DCCMA)143. Esta reglamentación rígida es asimismo
acogida por la jurisprudencia de ciertos países africanos como Nigeria, Ke-
nia o Somalia144.
(142) El loci contractus puede ser un lugar fortuito, sin vínculos sustanciales con el
contrato y suscita dificultades de concreción en el caso de los contratos celebrados a distan-
cia. El lugar de cumplimiento raramente presenta carácter fortuito, pero plantea dificulta-
des cuando las partes han de cumplir sus obligaciones en diferentes lugares o las prestacio-
nes de una o de ambas partes se han de llevar a cabo en varios países.
(143) Según las legislaciones egipcia y marroquí, cuando, ante el silencio de las par-
tes, no sea posible inferir de las circunstancias la ley aplicable al contrato, habrá que aten-
der a la ley del domicilio común; en su defecto, a ley de la nacionalidad común y, en su
defecto, a ley del lugar de conclusión del contrato. La legislación jordana, sin embargo,
sólo prevé la aplicación de la ley del domicilio común y, a falta de este último, de la ley del
lugar de conclusión.
(144) A favor, p.e., de la aplicación de la ley del lugar de cumplimiento, cabe referir
la decisión nigeriana recaída en el caso African Continental Bank Ltd. v. Swissair Air Transport
Company Ltd., [1968] 1 A. L. R. (Comm.) 202, 205-06 o la resolución adoptada por las auto-
ridades keniatas en el asunto Karachi Gas Company Ltd. v. Issaq, [1965] A. L. R. (Comm.) 35,
47-48. La aplicación de la ley del lugar de celebración constituye en cambio la solución aco-
gida en la decisión recaída en Somalia en el asunto AdanDeriaGedi v. SheikSalim El Amoudi,
[1964] 1 A. L. R. (Comm.) 385, 390-91. Vid. R. Frimpong Oppong, loc. cit. p. 683.
II. Ley aplicable en defecto de elección 593
(145) La conducta subsiguiente de las partes, por tanto, no debe ser tomada en con-
sideración en orden a la determinación de la ley aplicable, a menos que las partes hayan
acordado modificar el contrato original o hayan celebrado un nuevo contrato. En todo
caso, como destacan algunos autores, no se trata de un proceso de localización del contrato.
El tribunal valora la importancia de los distintos factores relevantes, y cabe que un único
factor tenga más peso que otros varios juntos. En otras palabras, el tribunal determina el
centro de gravedad del contrato, por lo que su valoración es más cualitativa que cuantitati-
va. Vid. E. Schoeman, C. Roodt y M. Wehtmar-Lemmer, op. cit., p. 55.
594 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
Finalmente, hay que destacar que se trata del método por el que se in-
clina también la CM 94, en cuya redacción la Common Law ejerció una in-
dudable influencia152. Paradójicamente, los dos únicos países en los que
añade –cosa que no hace ninguno de los restantes instrumentos convencionales existentes
sobre la materia– el deber de tener en cuenta los principios generales del Derecho comer-
cial internacional aceptados por organismos internacionales, deber en el que incide el art.
10, al declarar con carácter general que, junto a la ley estatal aplicable ex arts. 7 a 9, «se
aplicarán, cuando corresponda, las normas, las costumbres y los principios del derecho comercial inter-
nacional, así como los usos y prácticas comerciales de general aceptación, con la finalidad de realizar
las exigencias impuestas por la justicia y la equidad en la solución del caso concreto».
(153) El art. 41 de la LADCH utiliza una fórmula ciertamente confusa, ya que dispo-
ne que «en ausencia de elección por las partes, la ley reguladora será la ley del lugar donde la persona
que haya de efectuar la obligación característica del contrato tenga su residencia habitual o la ley de
otro lugar que tenga una relación más estrecha con el contrato». No obstante, el Tribunal Supremo
Popular ha dictado unas Disposiciones, de 23 de julio de 2007, sobre ciertas cuestiones
concernientes a la aplicación del Derecho en la resolución de casos relativos a controversias
sobre contratos civiles o comerciales con elemento extranjero (ITSPCH 2007), vinculantes
para todos los órganos jurisdiccionales del país, en cuyo su art. 5, tras establecer como regla
general la de los vínculos más estrechos (aptdo. 1.º), prevé a continuación (aptdo. 2.º) los
factores a tomar en consideración por el juez para la determinación de la ley que presente
con el contrato los vínculos más estrechos (naturaleza del contrato en disputa, la obligación
característica y otros factores). Sentada la regla general, la ITSPCH 2007, en aras de pro-
porcionar a los jueces una mayor guía, ofrece el listado de presunciones especiales, listado
que recoge asimismo el aptdo. 2.º del art. 5. A este respecto, y crítico con la jurisprudencia
china posterior a la ITSPCHE 2007, vid. G. Tu, Private International Law in China, Singapur,
Springer, 2016, pp. 82-101.
II. Ley aplicable en defecto de elección 597
(154) También hay sistemas, como el japonés, en los que, a falta de cláusula expresa
de excepción, el carácter iuris tantum de las presunciones se ha de derivar de la regla gene-
ral de los vínculos más estrechos de la que se parte. Igual se puede decir de Suiza, donde la
doctrina infiere tal carácter de la presunción general prevista en el art. 117.2 de la LDIPS
exclusivamente de la regla general de los vínculos más estrechos consagrada en el art. 117.1.
Y ello por cuanto considera que la cláusula general de excepción establecida en el art. 15 de
la citada ley queda reemplazada, en materia contractual, por lo dispuesto en el art. 117.1.
Vid. B. Dutoit, op. cit., p. 391.
(155) Concepto que, es preciso subrayar, ninguna de tales normativas define, pero
que, en atención a lo establecido en el Informe Giuliano/Lagarde, alude a la prestación del
contrato que caracteriza este último y permite diferenciarlo de otros tipos contractuales –en
los contratos bilaterales o sinalagmáticos que oponen una prestación en naturaleza o no pe-
cuniaria a una prestación pecuniaria, la prestación en naturaleza–. Respecto a la prestación
característica en otros contratos, vid. en Suiza (país de cuyo DIPr el CR 1980 tomó el con-
cepto de «prestación característica») ibidem, pp. 391-392. Esta noción de prestación caracte-
rística es desconocida en los países de Common Law, si bien es cierto que en algunos de ellos
se ha recomendado su adopción, como es el caso, p.e., de Australia, donde la Australian Law
Reform Commission se ha postulado a favor de la adopción de dicho concepto en aras de la
uniformidad internacional. ALRC Report No 58, Choice of Law, Ch. 8, n. 7, para. 8.48.
598 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
(162) En los países de Common Law, si bien existe alguna decisión que parece contem-
plar el recurso a estos efectos a una ley distinta de la lex contractus (Forsikrings A/S Vesta v.
Butcher [1989] 1 AC 852), el planteamiento mayoritario es el de sujetar la interpretación del
contrato a lo establecido en su ley reguladora (Permanent Trustee Co (Canberra) Ltd v. Perma-
nent Trustee Co of NSW Ltd (1969) 14 FLR 246, 254; White Cliffs Opal Mines Ltd v. Miller(1904)
4 SR (NSW) 150; Ocean Steamship Co v. Queensland State Wheat Board [1941] 1 KB 402). Vid.
P. E. Nygh, Conflict
, op. cit., pp. 308-309.
(163) En relación con este punto, y en los países de Common Law, cabe referir la deci-
sión recaída en el caso Vita Food Products Inc v. Unus Shipping Co, cit. Vid. P. E. Nygh, Conflict
,
op. cit., p. 309.
(164) Pese a la existencia de algunas decisiones que, en este punto concreto, aplican
la lex fori (Hansen v. Dixon (1906) 23 TLR 56, 57; Kremezi v. Ridgway [1949] 1 All ER 662,
664), bien se puede afirmar que la aplicación a esta cuestión de la ley reguladora del con-
trato constituye la posición prevalente en los países de Common Law. Sirva de ejemplo la
decisión del Tribunal Supremo de Canadá en el asunto Livesley v. Horst [1925] 1 DLR 159,
161. Vid. igualmente D´Almeida Araujo Lda v. Sir Frederick Becker & Co Ltd[1953] 2 QB 329 y
Allan J. Panozza & Co PtyLtd v Allied Interstate (Q) Pty Ltd [1976] 2 NSWLR 192. P. E. Nygh,
Conflict
, op. cit., pp. 312-313.
(165) D´Almeida Araujo Lda v. Sir Frederick Becker & Co Ltd, cit.
(166) Vid. a este respecto, dentro de los países de Common Law, Merwin Pastoral Co v.
Moolpa Pastoral Co (1933) 48 CLR 565; McClelland v. Trustees Executors & Agency Co (1936)
35 CLR 483; Re Helbert Wagg & Co Ltd [1956] Ch 323. La lex contractus, según la jurispru-
dencia de tales países, rige igualmente la variación de las obligaciones. Wanganui-Rangitikei
Electric Power Board v. AMP Soc (1934) 50 CLR 483; Gosper v. Sawyer(1985) 160 CLR 548. P. E.
Nygh, Conflict
, op. cit., pp. 310-313.
(167) La sujeción de las cuestiones mencionadas a la proper law del contrato es asi-
mismo defendida en Sudáfrica (E. Schoeman, C. Roodt y M. Wehtmar-Lemmer, op. cit.,
pp. 60-62).
(168) A este respect puede verse Law Commission of India, 193rd Report on Transnatio-
nal Litigation-Conflict of Laws. Law of Limitation, junio 2005 (www.lawcommissionofindia.nic.in/
reports/Report193.pdf).
IV. Aspectos contractuales objeto de regulación diferenciada 605
(171) Especialmente significativas resultan las dos siguientes sentencias, una de Onta-
rio (Canadá) y otra del Reino Unido: Charron v. Montreal Trust Co. (1959), 15 DLR (2d) 240
y The Bodley Head Ltd v. Flegon [1972] 1 WLR 680. Por lo que respecta a la doctrina, es este el
planteamiento defendido, entre otros, por J. D. Falconbridge, Essays on the Conflict of Laws,
2.ª edic., Toronto, Canada Law Book Company, 1954, pp. 384-385; C. M. Schmitthoff, The
English Conflict of Law s, Londres, Steven & Sons, 1954, pp. 112-113; P. E. Nygh, C onflict
,
op. cit., pp. 3013-302. Asimismo se tata de la solución acogida en Dicey, Morris & Collins, re-
gla 209, pp. 1621 ss., si bien es cierto que este último contempla la posibilidad de atender
asimismo a la ley del domicilio o de la residencia como alternativas para favorecer la validez
del acto. En Escocia, la aplicación a la capacidad de la lex loci contractus, en tanto ley regula-
dora del contrato, es también defendida por A. E. Anton, Private International Law, 2.ª edic.,
Edimburgo, W. Green, 1990, pp. 276-279, aunque solo para los contratos comerciales, ya
que para los contratos no comerciales propugna el recurso a la ley del domicilio.
(172) Norma de redacción unilateral que ha sido bilateralizada por la jurispruden-
cia. Vid. B. Audit, Droit international privé, 7.ª edic., Paris, Economica, 2013, p. 596.
IV. Aspectos contractuales objeto de regulación diferenciada 607
(173) Y algunos prevén que, cuando la ley aplicable a una relación específica esta-
blezca condiciones específicas de capacidad o determine ciertas incapacidades, dicha ley
resultará aplicable: Italia (art. 23.1 LDIPI); Bélgica (art. 34.2 CDIPBE); Bulgaria (art. 50.1
CDIPBU); Montenegro (art. 14.1 LDIPMO); Polonia (art. 11.3 LDIPPO); República Domi-
nicana (art. 31.I y III LDIPRD).
(174) Vid. a este respecto Dicey, Morris & Collins, regla 162, pp. 1345 ss. El autor, no
obstante, propugna la aplicación conjunta de la ley del lugar de constitución y de la ley
reguladora de la transacción en la que intervenga la sociedad.
(175) No obstante, para el caso en que la sociedad no cumpla las condiciones de
publicidad y registros prescritas por la ley conforme a la cual se haya constituido, se prevé
la aplicación de la ley del país donde se encuentre su sede real administrativa (art. 154.2).
(176) Algunas de estas legislaciones prevén la aplicación de sus respectivas leyes en
los casos en que la persona jurídica de que se trate tenga en tales países la sede real admi-
nistrativa o el centro principal de explotación [Corea del Sur (art. 16 LCLCO); Eslovenia
(art. 17.3 LDIPPESLN); Estonia (art. 14.2); Italia (art. 25.1 LDIPI); Montenegro (art. 19.2
LDIPMO)]. Asimismo, algunas de estas normativas, aun partiendo de la aplicación de la ley
del Estado bajo la cual se hayan constituido las personas jurídicas, sujetan la capacidad, en
lo que respecta a las actividades de tales personas, a la ley del lugar donde tales actividades
se llevan a cabo (art. 3083 CCQ; art. 4 TMDCI 1889).
(177) Los dos Tratados de Montevideo de 1940 prevén que, para el ejercicio habitual
de los actos comprendidos en el objeto de la sociedad, esta última se sujetará a las prescrip-
ciones establecidas por las leyes del Estado en el que tales actos se lleven a cabo.
(178) Vid. K. Siehr, Internationales Privatrecht, Heidelberg, C. F. Müller, 2001, pp. 308-
309.
608 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
30. Junto a la vía de escape que, en los sistemas que la acogen, supone
el juego de la cláusula de interés nacional para evitar las consecuencias ne-
gativas de la aplicación a la capacidad de la ley personal, existe otra posible
vía para conseguir ese mismo objetivo, que es el recurso al reenvío, admi-
tido por un gran número de ordenamientos nacionales en relación con la
capacidad de las personas físicas
P.e., Alemania (art. 4.1 LICCA); Austria (art. 5 LDIPAUST); Bélgica (art.
34.1 CDIPBE); Bulgaria (art. 40 CDIPBU); Cuba (art. 19 CCCU); Corea
del Sur (art. 9 LCLCO); Eslovaquia (art. 35 LDIPESLQ); Eslovenia (art. 6
LDIPPESLN); España (art. 12.2 CCE); Estonia (art. 6.1 LDIPEST); Hun-
gría (art. 4 DLDIPHU); Italia (art. 13 LDIPIT); Lituania (art. 1.14 CCLIT);
Montenegro (art. 4 LDIPMO); Panamá (art. 23 CDIPPA); Polonia (art. 5
LDIPPO); Portugal (arts. 18 CCPOR); República Checa (art. 21 LDIPRCH);
Rumanía (art. 2559 CCRU); Taiwán (art. 6 LDATA); Túnez (art. 35 CDIP-
TUN); Venezuela (art. 4 LDIPVE).
32. Otro aspecto del contrato para el que los sistemas de DIPr propug-
nan una regulación diferenciada es el relativo a la forma, siendo este, ade-
más, un aspecto sobre el que los instrumentos supranacionales existentes,
salvo alguna excepción (como es el caso del CH 55, que excluye expresa-
mente la cuestión del ámbito de aplicación del convenio –art. 5.2–), sí que
arbitran una regla de conflicto específica. No obstante, es preciso destacar
que en el plano comparado se detectan dos planteamientos diversos para
el tratamiento de la cuestión: mientras algunos ordenamientos se orientan
materialmente a favorecer la validez del contrato, empleando normas de
conflicto con conexiones alternativas (vid. infra § 33), otros carecen de tal
orientación y disponen conexiones únicas (vid. infra § 34). También exis-
ten, por lo demás, diferencias en las normas específicas que se prevén para
los derechos reales inmobiliarios y el arrendamiento de inmuebles (vid.
infra § 35).
Pero también hay sistemas que contemplan tres, e incluso cuatro crite-
rios de conexión diferentes.
Así, concretamente son tres los criterios acogidos en el CM 94 y en el
Derecho dominicano, que, junto a los dos criterios que se acaban de men-
cionar, prevén asimismo la posibilidad de atender a lo dispuesto en la ley
del lugar de ejecución (art. 13.1 CM 94; art. 68 LDIPRD)184. Y cuatro son
los criterios de conexión acogidos por los Derechos de Quebec, Luisiana,
Egipto o Jordania, que coinciden en declarar la validez formal de los con-
tratos que se ajusten a lo dispuesto en la lex loci actus o en la ley reguladora
del contenido, pero que difieren en los criterios de conexión adicionales
que proponen185.
Es el caso de CR 80 (art. 9.3); RRI (art. 11.2) y Corea del Sur (art. 17.4
LCLCO).
34. En cualquier caso, ciertos ordenamientos, con carácter alternativo,
recurren a criterios de conexión distintos a los expuestos. Así, como alter-
nativa a la lex contractus, algunos ordenamientos prevén la aplicación de
leyes diferentes a la del lugar de conclusión (p.e., el Derecho turco, que
prevé la aplicación de la ley del lugar de ejecución –art. 7 LDIPDPTUR–);
otros, como alternativa a la lex loci actus, proponen la aplicación de una ley
distinta a la lex contractus.
El Derecho panameño, p.e., sujeta la forma de los actos a la ley elegida
a tal efecto por las partes o a la ley del lugar de celebración (arts. 3 y 75
CDIPPA); el Derecho argelino recurre a la ley nacional común de las partes
como alternativa a la aplicación de la lex loci (art. 19 CCAR); y el Derecho
vietnamita prevé la intervención de la ley del foro en aquellos casos en que
el contrato no resulte formalmente válido a la luz de lo establecido en la lex
loci actus (art. 770.1 CCVI).
Dentro de los ordenamientos que propugnan una regulación diferen-
ciada de los aspectos formales del contrato inspirada en el principio de
favor negottii, algunos de ellos, como Luisiana, tras enunciar los criterios de
conexión alternativos a los que cabe atender para decidir la validez formal
del contrato, fijan un límite a su juego, disponiendo que, en los casos en
que la ley reguladora del contenido exija para su validez una determinada
forma o solemnidad, esta forma siempre deberá ser observada (art. 3538.2
CCLU).
35. Junto al planteamiento de los sistemas –como se ha indicado, la ma-
yoría– que propugnan una regulación diferenciada de la forma sobre la
base de criterios de conexión alternativos, se sitúa el acogido por aquellos
otros sistemas que ofrecen una regulación rígida de la cuestión, al prever la
aplicación de una única ley para decidir la validez formal del contrato. Esta
puede ser la ley correspondiente al lugar de celebración [Brasil (art. 9.1
LICCBR, en relación con el art. 13)187; Chile (art. 17 CCCHI); Cuba (art.
13.1 CCCU); Ecuador (art. 16 CCECU); Filipinas (art. 17.1 CCFIL); Irak
(art. 26 CCIRAK); TMDCI 1940 (art. 36)] o la ley del lugar de cumplimien-
to [TMDCI 1889 (arts. 32 y 39.2)]. E incluso cabe hablar de algún sistema
que se inclina por una regulación aún más rígida, al someter la cuestión de
la forma del contrato a la aplicación conjunta de las dos mencionadas leyes
[Código Bustamante (art. 180)188].
(187) El art. 9.1 LICC, relativo a la forma de los actos, presenta una redacción uni-
lateral e incompleta, por lo que la doctrina recurre al art. 13, referido a la prueba de los
hechos, que se remite a la ley del lugar donde acontecen, para concluir que la regla general
en cuestión de forma en Derecho brasileño no es otra que la aplicación de la lex loci actus:
cf. J. Dolinger, op. cit., pp. 247-250.
(188) Adviértase, no obstante, que la doctrina en los países vinculados por este instru-
mento suele hacer caso omiso a esta regla, que califican de incoherente, y, atendiendo a lo
establecido respecto a los medios de prueba en los arts. 399 y 402, acaban concluyendo que
la regla general de forma del Código Bustamante no es otra que la regla locus: ibidem, p. 250.
IV. Aspectos contractuales objeto de regulación diferenciada 613
Dentro de los sistemas que optan por establecer una regulación dife-
renciada, los hay que ofrecen como tal una norma de conflicto que, al
igual que la general, se halla inspirada por el principio de «favor negottii»,
al contemplar la aplicación alternativa de distintas leyes, entre las cuales
se encuentra la lex rei sitae [tal es el caso, p.e., de Sudáfrica, país donde la
doctrina y la jurisprudencia proponen como solución la aplicación alter-
nativa de la lex rei sitae y de la lex loci contractus189]. Sin embargo, también
los hay que optan por exceptuar para estos contratos la regla general de
forma, imponiendo en su lugar una solución rígida, como es la sujeción
de la validez formal de tales contratos a lo establecido en la ley que, en
los referidos sistemas, esté llamada a regir los aspectos sustantivos –por lo
general, la ley del lugar de situación del inmueble, salvo en aquellos sis-
temas que, para este tipo de contratos, también reconocen a las partes la
libertad de elección de ley– [Corea del Sur (art. 17.5 LCLCO); Cuba (art.
14.1 CCCU); Japón (art. 10.5 LRGALJA); Túnez (art. 63 CDIPTUN) –que
admite la libertad de elección–; Vietnam (art. 770.2 CCVI)].
3. Modalidades de cumplimiento
P.e., los arts. 10.2 CR 80/ 12.2 RRI, en relación con la cuestión de las
modalidades de cumplimiento –a las que añaden las medidas a tomar por
el acreedor en caso de cumplimiento defectuoso– disponen que se «tendrá
en cuenta» lo establecido en la ley del lugar de cumplimiento; también art.
9 CH 1978.
(191) Adviértase que la doctrina de estos países insiste en el hecho de que los jueces
no siempre tienen claro lo que por «modo de cumplimiento» se ha de entender, recordan-
do que hay decisiones que sugieren que la expresión «modo de cumplimiento» incluye
cuestiones que realmente determinan la medida del cumplimiento, como es el caso de la
cuestión relativa a la moneda en que se ha de efectuar el pago (Adelaide Electric Supply Co
v. Prudential Assurance Co [1934] AC 122, 145; Auckland Corpn v. Alliance Assce Co [1937] AC
587, 606) o la de si la responsabilidad contractual se puede medir por referencia al estándar
oro (British and French Trust Corpn v New Brunswick Ry Co [1937] 4 All ER 516), cuestiones
que, como mantiene la doctrina, deben quedar sometidas a la lex contractus. P. E. Nygh,
Conflict
, op. cit., pp. 309-310.
(192) E. Schoeman, C. Roodt y M. Wehtmar-Lemmer, op. cit., p. 60
(193) En contraposición a las normas contractualmente imperativas, que son las que
no se pueden derogar por las partes a través del contrato, esto es, en ejercicio de la autono-
mía material de los contratantes. De este tipo, como ha indicado, son las normas a las que
se ha hecho referencia en los epígrafes anteriores, esto es, las declaradas aplicables a las
situaciones internas (como, en el RRI, los arts. 3.3 y 3.4) y las que se aplican en los contratos
de consumo y los contratos individuales de trabajo (en el RRI, arts. 6 y 7 respectivamente).
(194) Para un análisis terminológico, vid. I. Kunda, International Mandatory Rules of
a Third Country in European Contract Conflict of Laws, Rijeka, Rijeka Law Faculty, 2007, pp.
19-36.
(195) En efecto, no todas las normas internacionalmente imperativas presentan un
ámbito de aplicación extraterritorial claro. En ocasiones es el operador jurídico el que debe
determinar tal carácter, atendiendo a su contenido y finalidad. Vid., v.gr., STJUE (sala 5.ª)
de 9 de noviembre de 2000, Asunto C-381/98, Ingmar GB Ltd c. Eaton Leonard Technologies
Inc, Recueil 2000-I, pp. 9305 y ss., declarando internacionalmente imperativos los arts. 17 y
18 de la Directiva 86/653/CEE relativa a la coordinación de los derechos de los Estados
miembros en lo referente a los agentes comerciales independientes.
616 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
iuris favorable a una ley distinta, y se aplican también frente a lex contractus
determinada en defecto de elección196.
39. Es común que se considere que resultan obligatoriamente aplicables
las normas internacionalmente imperativas del foro.
Así, cuentan con disposiciones expresas al respecto CR 80 (art. 7.2); RRI
(art. 9.2); CM 94 (art. 11.1 CM); CH 78 (art. 16, en la medida en que se
refiere a un ordenamiento vinculado); LM OHADAC (art. 69.1); PLH (art.
11.1); Argentina [arts. 2651.e) y 2599.2 CCComA]; China (art. 4 LDACH);
Corea del Sur (art. 7 LCLCO); Montenegro (art. 10.1 LDIPMO); Paraguay
(art. 17.1 LDACIPAR); Quebec (art. 3076 CCQ); República Dominicana
(art. 66 LDIPRD); Suiza (art. 18 LDIPS); Taiwán (art. 7 LDATA); Turquía
(art. 6 LDIPDPTUR). Otros sistemas carecen de mención expresa, pero dan
por sentada la aplicación de estas normas, como el japonés o el israelí197.
Y tal aplicación se viene efectuando igualmente en los países de Common
Law, en defecto de un tratamiento específico, empleando los conceptos
de orden público, ilegalidad y validez esencial, o declarando determinadas
normas del foro «overriding status»: así, en Gell v. Levy(1864) 10 CB (NS) 73;
Boissein v. Weil [1950] 1 All ER 728; Foster v. Driscoll [1929] 1 KB 470 (CA); y
Regazzoin v. KC Sehia [1958] AC 301198.
También es habitual que se entienda que las normas de la ley rectora del
contrato deben aplicarse en su integridad y tengan el carácter que tengan,
esto es, aunque sean de Derecho público [expresamente, en este sentido,
los ordenamientos surcoreano (art. 6 LCLCO) y suizo (art. 13 LDIPS)], de
forma que si existen en dicha ley normas internacionalmente imperativa,
no hay otra razón para ignorarlas que la posibilidad de que su aplicación
resulte contraria al orden público del foro, en virtud de la cláusula general
a que se hace referencia infra,
Expresamente, sobre la aplicabilidad de las normas imperativas de la lex
contractus, art. 2599.2 CCComA.
40. Para el caso en que las normas internacionalmente imperativas que
pretenden aplicarse al contrato no sean las del foro ni de la lex contractus,
esto es, si son normas de terceros Estados, existen dos grandes tendencias.
Algunos países son reacios a la aplicación de tales normas, como China199
y Vietnam200. En otros sistemas, sin embargo, se entiende posible, y se pre-
vén disposiciones específicas que coinciden sustancialmente en dos pun-
tos. Primero, en el carácter facultativo de la aplicación de estas normas,
frente a la obligatoriedad de aplicar las que dispone la lex fori.
(201) Vid. excepción 2 a la regla 184 (que postula la aplicación de la proper law of
the contract a la validez del contrato) por motivos de orden público en Dicey & Morris, pp.
1225-1232. Ya el leading case en materia de autonomía conflictual (Vita Food
) advierte que la
intención de las partes debe ser de buena fe y legal. Otro ejemplo en el que se inaplica la ley
extranjera por contravenir el orden público, en Kuwait Airways Corporation V. Iraqi Airways
Company and others [2002] UKHL 19 15-18.
(202) Al respecto, T. Einhorn, op. cit., pp. 58-59.
618 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
mas que pertenecen al núcleo del sistema jurídico, a sus valores y princi-
pios fundamentales. Entre ellos se han propuesto, p.e., la protección de la
personalidad, la fidelidad contractual (pacta sunt servanda), el respeto de la
buena fe, la prohibición de abuso del derecho y la prohibición de medidas
discriminatorias o expropiatorias203, las normas que afectan a la libertad
de comercio, la libertad persona o la moralidad sexual204
En relación, ade-
más, con su contenido, un punto en el que muchos sistemas coinciden es
en diferenciar entre orden público interno y orden público internacional,
en el entendimiento de que sólo el segundo impide la aplicación de una
ley extranjera205.
42. En lo que respecta a la aplicación de las cláusulas de orden público,
también resulta habitual considerar que tal aplicación debe resultar excep-
cional206, lo cual suele expresarse en las normas con la exigencia de que
la contrariedad de la aplicación de la ley extranjera y el orden público sea
manifiesta.
Así, art. 16 CR 80; art. 18 RRI; art. 18 CM 94; art. 68.1 LM OHADAC;
art. 11.3 PLH; Albania (art. 7 LDIPALB); Montenegro (art. 9 LDIPMO);
Paraguay (art. 17.3 LDACIPAR); Quebec (art. 3081 CCQ); Rusia (art. 1193
CCFR); Turquía (art. 5 LDIPDPTUR).
Un punto en el que, sin embargo, se detectan diferencias es la exigen-
cia de que la situación presente vínculos con el foro, inexistente en otros
sistemas207.
Se exige el vínculo, p.e., en Common Law208; LM OHADAC (art. 68.1);
Suiza209; República Dominicana (art. 86.I LDIPRD).
Finalmente, también se detectan coincidencias en las consecuencias de
la activación de la cláusula de orden público. En primer lugar, porque re-
sulta común considerar que la ley rechazada no debe serlo in toto, sino en
las disposiciones concretas cuya aplicación resulte contraria al orden públi-
co210. Si basta con descartar esas normas, será lo que proceda. En segundo
(203) Así lo afirma del sistema suizo B. Dutoit, op. cit., p. 98.
(204) En Common Law vid. A. H. Angelo, op. cit., p. 31.
(205) Expresamente, el Código Bustamante; Quebec (art. 3081 CCQ). Se afirma tam-
bién en Suiza (B. Dutoit, op. cit., p. 98); Israel (T. Einhorn, op. cit., p. 59). En la Common
Law inglesa, Dicey & Morris, rule 184, p. 1228; y en particular en Nueva Zelanda, A. H. An-
gelo, op. cit., p. 31.
(206) En defecto de disposición expresa, lo afirman en el sistema serbio M. Stani-
kukovic y M. Zivkovic, «Serbia. Part I. General Principles (Choice of Law Technique)», B.
Veschraegen (ed.), International Encyclopaedia of Private International Law, 2014 (consultada
online), § 201.
(207) Expresamente, en Vietnam, T. H. Trihn Nguyen, op. cit., p. 63.
(208) Dicey & Morris, regla 184, p. 1127.
(209) B. Dutoit, op. cit., p. 100.
(210) Así se afirma para Albania (A. Gugu Bushati, loc. cit., p. 513); Israel (T. Ein-
horn, op. cit., pp. 58-59); Serbia (M. Stanikukovic y M. Zivkovic, loc. cit.,§ 203); Suiza
(B. Dutoit, op. cit., p. 99); Vietnam (T. H. Trihn Nguyen, op. cit., p. 66). En Taiwan, art. 8
LDATA. En la Common Law inglesa, Dicey & Morris, rule 184, p. 1127
VI. Conclusiones 619
VI. Conclusiones
43. La práctica universalidad del principio de la autonomía de la volun-
tad conflictual comporta una uniformidad casi absoluta en las soluciones
de los diversos ordenamientos para determinar cuál es, en primer término,
la ley aplicable a un contrato internacional. No sólo se respeta en casi todos
los sistemas lo que las partes hayan dispuesto a tal efecto, y con una ampli-
tud muy similar (en lo que respecta a la elección de ley desconectada, al
fraccionamiento, la posibilidad de cambio), sino que además resultan en
gran parte coincidentes las exigencias y limitaciones que se establecen (in-
ternacionalidad del contrato, intervención de las normas imperativas y del
orden público
). Una posible brecha a este respecto podría ser la referida
a la elección de leyes no estatales, pero en realidad la aceptación genera-
lizada al menos de la inclusión en el contrato, como autonomía material,
de normas como los principios de Derecho contractual reduce los efectos
prácticos de la disparidad entre los sistemas.
44. Las mayores divergencias se detectan en el plano comparado en la
regulación prevista para el caso de que las partes no hayan elegido la ley
aplicable. Aunque a este respecto existe una tendencia clara a sujetar el
contrato a la ley que presente los vínculos más estrechos con el contrato,
no sólo existen excepciones (ordenamientos que disponen normas rígi-
das), sino también diversos métodos para la determinación por parte del
operador jurídico de cuál sea esa ley más estrechamente vinculada, que
pueden arrojar soluciones muy diversas. Además existen diferencias nota-
bles en la regulación de los aspectos contractuales que no se someten ne-
cesariamente a la lex contractus, y en particular en lo referido a la capacidad
para contratar. No debe extrañar que la mayor disparidad se revele en una
cuestión que, salvo en lo relativo a la excepción de interés nacional, no
regulan el CR 80 y el RRI; pues, en cualquier caso, y para finalizar, interesa
destacar el importante papel que han desempeñado el CR y el RRI en la
(211) En Albania (A. Gugu Bushati, loc. cit., p. 513); Serbia (M. Stanikukovic y M.
Zivkovic, loc. cit., § 203); Suiza (B. Dutoit, op. cit., p. 101); Vietnam (T. H. Trihn Nguyen,
op. cit., p. 66) e Israel (T. Einhorn, op. cit., p. 60)
(212) La mencionada excepción 2 a la regla 184 de Dicey & Morris afirma la aplica-
bilidad de la ley inglesa cuando la properl aw of the contract es una ley extranjera contraria al
orden público inglés (p. 1226).
620 12. Ley aplicable a los contratos internacionales
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Bibliografía 621
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La responsabilidad precontractual en Derecho
Comparado
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than Cure: Fostering the Growth of Dynamic Networked. Organisations through the use
of Proactive Legal Measures», Scandinavian Studies in Law, (ed. Peter Wahlgren), vol. 49,
2010, p. 309.
(2) Así la define C. I. Asua González, «Responsabilidad en la formación del contrato
(Responsabilidad precontractual», Negociación y Perfección de los Contratos (dir. M. A. Parra
Lucán), Cizur Menor, Thomson Reuters/Aranzadi, 2014, p. 139.
(3) R. Ihering, «Culpa in contrahendo oder Schadenersatz bei nichtigen oder nicht
zur Perfektion gelangten Verträgen», Iherings Jahrbücher für die Dogmatik des Bürgerlichen Re-
chts, 1861.
I. Orígenes de la construcción jurídica de la responsabilidad… 629
(4) R. Zimmermann, Roman Law, Contemporary law, European Law. The Civilian Tradition
Today, 2.º ed., Nueva York, 2004, pp. 59-60.
(5) G. Tomás Martínez, «Naturaleza de la responsabilidad precontractual (culpa in
contrahendo) en la armonización jurídica europea», RDUCN, año 17, n.º 1 (2010), pp. 189-
190.
(6) K. Larenz, «Culpa in contrahendo, Verkehrssicherungspflicht und sozialer Kon-
takt», Monatsschrift für deutsches Recht, 8. Jahrgang, 1954, Heft 9, pp. 515-518; M. E. Rubín,
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de la teoría de von Ihering», El Derecho. Diario de Doctrina y Jurisprudencia, n.º 13.912, año LIV,
Buenos Aires, 10 de marzo de 2016, p. 2.
(7) G. Faggella, «Fondamento giuridico della responsabilità in tema di trattative
contrattuali», Arch.giur.Filippo Serafini, 1909, LXXXII, pp. 128-150; id.: Dei periodi pre-
contrattuali e della loro esatta costruzione scientifica, Roma, 1918, pp. 86-116.
(8) R. Saleilles, «De la responsabilité précontractuelle», R.T.D.Civ., París, 1907, pp.
712 y ss.
630 13. La responsabilidad precontractual en Derecho Comparado
(9) Para una explicación del alcance de la reforma de 2015, vid. file:///C:/Users/Pc/
Downloads/01de180e-fce3-4ac4-9cca-3531b78190d9.pdf.
(10) Vid. entre otros, F. Bennati, A responsabilidade précontratual, Coimbra, Almeida,
1970; G. Carrara, La formazione dei contratti, Milán, Dott. Francesco Vallardi, 1915; C. Co-
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Clarendon Press, 1996.
(11) Reichsgericht de 26 de abril de 1912, JW 1912, p. 743; Bundesgerichtshof de 20 de junio
de 1952, BGHZ 6, p. 330.
(12) Corte di Cassazione italiana de 6 de enero de 1925, R.D.C.o., 1925, p. 428.
(13) Barris v. Riezenkamp, HR 15 Nov. 1957, NJ 1958, 67.
I. Orígenes de la construcción jurídica de la responsabilidad… 631
1287, 1313 [HL 1857]). Y en el caso Regalian Properties plc v London Dockland
Development Cpn [1995] 1 WLR 212, se desestimó la pretensión del deman-
dante de que se le indemnizara por los gastos que había realizado en antici-
pación de un contrato que no llegó a materializarse, porque estaba «subject
to contract», expresión que debía ser respetada por el tribunal como una
manifestación de su libertad de retirarse de las negociaciones sin incurrir
en responsabilidad.
(23) Mid Essex Hospital Services NHS Trust v Compass Group UK and Ireland Ltd. [2013]
EWCA Civ 200.
(24) J. Cartwright, Misrepresentation, mistake and non-disclosure, Londres, Sweet and
Maxwell, 2007, p. 541.
634 13. La responsabilidad precontractual en Derecho Comparado
Así se explica que J. Sheppard, en el caso Sabemo Pty Ltd v. North Sydney
M.C [1977] 2 NSWLR 880 at 901, aun admitiendo que, hasta que el con-
trato no se celebra, cada parte es libre de romper las negociaciones, por
muy caprichosas que sean sus razones, reconociera la responsabilidad del
demandado por haber permitido que la contraparte estuviera durante tres
años realizando unos trabajos para la reurbanización de un terreno, siendo
impensable que lo hubiera hecho, si hubiera sabido que el demandado ha-
bía cambiado de opinión respecto a su propuesta contractual inicial27. De
los razonamientos del tribunal en el caso Yam Seng Pte Limited. v International
Trade Corporation Limited. [2013] EWHC 111 (QB), también se desprende la
admisión de un deber implícito de actuar honestamente (honesty and fidelity
to bargain) en las relaciones comerciales, concretamente, en un contrato de
distribución comercial, al que había faltado ITC, al permitir que Yam Seng
confiara en una información falsa en la que se basó para comercializar sus
productos. Este deber implícito conlleva la obligación de no mantener un
comportamiento «improper», «commercially unacceptable» o «unconscionable»,
claves de una conducta de buena fe.
(25) Socimer International Bank v Standard Bank London [2008] EWCA Civ 116; Mid Essex
Hospital Services NHS Trust v Compass Group UK [2013] EWCA Civ 200.
(26) F. Kessler y F. Fine, «Culpa in contrahendo», Bargaining in Good Faith and
Freedom of Contract: A Comparative Study», 77 Harvard Law Review, 1964, Paper 2724,
Faculty Scholarship Series, p. 441.
(27) Vid. también, entre otros, Brewer Street Investments Ltd v. Barclays Woollen Co. Ltd.
([1954] 1 QB 428); William Lacey (Hounslow) Ltd v Davis [1957] 2 All ER 712 at 716, así como
Interfoto Picture Library Ltd v. Stilletto Visual Programmes Ltd (1989) 1 QB 433, 439.
(28) P. Giliker, Pre-contractual Liability...op. cit., p. 48.
(29) Vid. en este sentido, Socimer International Bank v Standard Bank London [2008]
EWCA Civ 116; Yam Seng v International Trade Corp [2013] EWHC 111 (QB); Mid Essex Hospi-
tal Services NHS Trust v Compass Group UK and Ireland [2013] EWCA Civ 200; Bristol Grounds-
chool v Intelligent Data Capture[2014] EWHC 2145 (Ch); Emirates Trading Agency v Prime Mi-
neral Exports [2014] EWHC 2104 (Comm); MSC Mediterranean Shipping Co v Cottonex Anstalt
[2015] EWHC 283 (Comm).
II. Presupuestos de la responsabilidad precontractual en los sistemas… 635
(39) N. Cohen, «Pre-Contractual Duties: Two Freedoms and the Contracts to Nego-
tiate», Good Faith and Fault in Contract Law (eds. J. Beatson & D. Friedmann), Oxford,
Clarendon Press, 1995; A. F. Mason, «Contract, Good Faith and Equitable Standards in Fair
Dealing», 116 LQR, 2000, pp. 80-81; J. M. Paterson, «The Contract to Negotiate in Good
Faith: Recognition and Enforcement», 10 JCL, 1996, p. 120.
(40) En contra, Service Station Association Ltd v Berg Bennett & Associates Pty Ltd (1993)
117 ALR 393 at 406.
(41) Walley v Western Australia (1996) 137 ALR 561; Western Australia v Taylor (1996)
134 FLR 211; Hughes Aircraft Systems International v. Airservices Australia (1997) 146 ALR 1,
at 36-37; Hughes Bros Pty Ltd v Trustees of the Roman Catholic Church for the Arcdiocese of Syd-
ney(1993) 31 NSWLR 91; Alcatel Australia Ltd v Scarcella & Others (1998) 44 NSWLR 349; FMG
Pilbara Pty Ltd v Cox [2009] FCAFC 49; Full Federal Court of Australia, Paciocco v Australia and
New Zealand Banking Group Limited. [2015] FCAFC 50.
(42) Supreme Court of Canada, Bhasinv.Hrynew, 2014 SCC 71, [2014] 3 S.C.R. 494.
(43) Ng Giap Hon v Westcomb Securities [2009] SGCA 19.
(44) HSBC Institutional Trust Services (Singapore) Ltd (Trustee of Starhill Global Real Estate
Investment Trust) v Toshin Development Singapore Pte Ltd.1 [2012] 4 SLR 738.
(45) 2003 CanLII 9923 (ON CA),68 OR (3d) 457; [2003] O.J. No. 4656 Docket No.
C39314; 234 DLR (4th) 367; 41 BLR (3d) 1; [2003] CarswellOnt 4834; [2003] OJ No 4656
(QL); 127 ACWS (3d), disponible en http://www.canlii.org/en/on/onca/doc/2003/2003canli-
i9923/2003canlii9923.html.
(46) En la misma línea vid. Livingstone v. Roskilly [1992] 3 NZLR 230 at 237.
(47) Aun así, en alguna sentencia se deniega la responsabilidad en el ámbito comer-
cial, por falta de certeza en los acuerdos contenidos en el memorándum de entendimiento:
Baldwin v. Icon Energy Ltd [2015] QSC 12 at [51].
II. Presupuestos de la responsabilidad precontractual en los sistemas… 637
en este remedy para ejercitar una acción sin fundamentarla en otros motivos
aparte del promissory estoppel; por último, porque en el Derecho inglés sólo
se ha venido utilizando en el marco de la adquisición de inmuebles, bajo
la forma de property estoppel54. En cambio, el Derecho norteamericano lo ha
consagrado en el § 90 (1) Restatement (Second) of Contracts, convirtiéndolo en
un principio fundamental de la responsabilidad precontractual55: puede ser
utilizado en sentido ofensivo o defensivo; sólo se exige la existencia de una
promesa que genere una confianza en que la promesa se mantendrá y un
daño causado como consecuencia de esa confianza56. No obstante, pese a su
frecuente recurso, son contados los supuestos en que los tribunales califor-
nianos y neoyorquinos conceden las reclamaciones de promissory estoppel57.
También en el Derecho australiano se recurre al promissory estoppel para in-
demnizar por los daños y perjuicios en los supuestos de ruptura inesperada
de las negociaciones precontractuales58.
(54) Cobbe v. Yeoman’s Row Management Ltd [2006] 1 WLR 2964, [4]-[7] (Mummery LJ).
(55) D. Moura Vicente, Da responsabilidade pré-contratual em Direito Internacional Priva-
do, Coimbra, Livraria Almedina, 2001, p. 288.
(56) Arcadian Phosphates, Inc. v Arcadian Corp, 884 F. 2d 69, 73 (2d Cir 1989).
(57) «Note, The Warning of Promissory Estoppel», 79 Cornell L. Rev. 1263, 1271-73,
1289-90 (1994), citado por R. Monzer, La négociation des contrats internationaux...op. cit., p.
84.
(58) Werner v Xerox Corp. 732 F.2d 580, 582 (7th Cir. 1984).
(59) Vid. sobre el tema E. J. J. Schrage (ed.), Unjust Enrichment: The Comparative Legal
History of the Law of Restitution, Berlín, Duncker & Humblot, 1995.
II. Presupuestos de la responsabilidad precontractual en los sistemas… 639
Es necesario que una de las partes haya hecho una afirmación; que cono-
ciera o debiera conocer su falsedad; que se haya emitido la declaración falsa
con la intención de defraudar a la otra persona; que la contraparte haya
confiado en esa declaración y se haya comportado basándose en la misma y
que, como consecuencia de ello se le cause un daño que derive directamen-
te de la falsa afirmación65. Y, en el caso de la misrepresentation negligente, se
requiere que se hayan producido daños físicos66, pues hay una hostilidad ju-
dicial a indemnizar sólo los daños económicos67. Especialmente reticente se
muestra la jurisprudencia americana, que excluye cualquier indemnización
de las pérdidas si no existen daños físicos68. En cambio, la jurisprudencia in-
glesa es más flexible y permite su indemnización si las pérdidas puramente
económicas provienen de una relación especial entre las partes69. Pero, las
dificultades para acreditar la intención fraudulenta hacen poco frecuente
el recurso por parte de los tribunales estadounidenses a la misrepresentation
como fundamento de la responsabilidad precontractual70.
(71) B. Oppetit, «Éthique et vie des affaires», Mélange Colomer, 1993, p. 321.
(72) B. Martínez-Cárdenas y H. Tapias-Rocha, «La transformación del Derecho
privado en Colombia», Revista de Derecho. Universidad del Norte, vol. 45, 2016, p. 51.
(73) M. C. Dobrilă, «Unification of Criteria for the Assessment of Good Faith in Ne-
gotiating Contracts: From National to International Through the Intercession of the Euro-
pean Experience», AGORA International Journal of Juridical Sciences, 2015, n.º 2, p. 2.
II. Presupuestos de la responsabilidad precontractual en los sistemas… 641
(74) Cass com de 7 de enero y de 22 de abril de 1997 D 1998. 45; Cass com de 20 de
marzo de 1972, Semaine Juridique, 1973 II 17543.
(75) M. Braut Filipović y M. Tomulić Vehovec, «Precontractual liability in EU and
Croatian Law», p. 24, disponible en www.harmonius.org/dokumenta/01%20Precontractual%20
Liability%20In%20EU%20and%20Croatian%20Law.pdf.
(76) C. W. Canaris, El sistema en la Jurisprudencia, Madrid, Fundación Cultural del
Notariado, 1998, pp. 151-152.
(77) Y. Yeo, «Pre-contractual Liability on Quasi-contracts: a Comparative Study», Se-
cond Quarter Newsletter, 2015, p. 17.
(78) Respecto al Derecho sueco, vid., entre otros, NJA 1963 s 105, NJA 1973 s 175,
NJA 1978 s 147, NJA 1990 s 745, cit. por C. Ramberg, «The Hidden Secrets of Scandinavian
Contract Law», Stockholm Institute for Scandianvian Law 1957-2010, p. 253.
(79) K. Lilleholt, «Application of General Principles in Private Law in the Nordic
Countries», Juridica International, 2013, vol. XX, p. 15.
(80) I. De la Maza Gazmuri, «El retiro unilateral como un caso de responsabilidad
precontractual», Cuadernos de Análisis Jurídicos, Universidad Diego Portales, p. 142; R. Gó-
mez Balmaceda y H. Rosende Álvarez, Estudios sobre reformas al Código Civil y Código de
Comercio, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1999, p. 305.
(81) En este sentido, la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia colombiana de
1998, expediente 4962, cit. por J. O. Albán, «Tratos preliminares...», cit., p. 89.
(82) Vid. la STS de 31 de octubre de 2001, (RJ 2001, 9639).
642 13. La responsabilidad precontractual en Derecho Comparado
reño (art. 1546 Cc), luxemburgués83, malgache (art. 123 de la ley 66-003 de
1966 sobre teoría general de las obligaciones), maliense (art. 77 Ley 87-31
de 1987 sobre régimen general de las obligaciones), marfileño (art. 1134
Cc), mexicano (art. 1796 Cc), nigerino (art. 1134 Cc), portorriqueño (art.
1210 Cc), quebequés (art. 1375 Cc), salvadoreño (art. 1417 Cc), uruguayo
(art. 1291 Cc), o venezolano (art. 1160 Cc).
Otros países, como China (art. 6 de la Ley de contratos), Hungría (§
1:3 Cc), Lituania (art. 1.5 Cc), Japón (art. 1 (2) Cc), Suiza (art. 2 Cc) o
Turquía (art. 2 Cc), han reconocido el principio de buena fe de manera
amplia, al imponer a las partes el deber de observar la buena fe al ejercer
sus derechos y al cumplir sus obligaciones, lo que viene siendo entendido
como una extensión de este principio a las relaciones precontractuales84.
Así lo evidenció el Tribunal Supremo japonés en el caso Sumitomo Trust
& Banking Corp. v. UFS Holdings Corp.85, donde una institución financiera
japonesa demandó a otra por infringir el deber de negociar de buena fe.
Acusando una gran influencia germana, el tribunal afirmó que las partes
tienen la obligación de negociar de buena fe y que, aunque la ruptura de
las negociaciones se había producido en un momento no muy avanzado de
las mismas, ya se había entablado entre ellas una relación.
Y lo mismo sucede en los países de tradición islámica, donde el concep-
to de buena fe debe interpretarse en un sentido más amplio que en otros
países de tradición romano-germánica, ya que incluye un deber de actuar
altruistamente. Esto es debido a la falta de separación entre Derecho, reli-
gión y moral, por lo que el concepto de buena fe está estrechamente vincu-
lado a las reglas éticas derivadas de la Sharia. En estos países, se imponen
unas exigencias más estrictas que en otros sistemas legales86, ya que con
este principio se protegen no sólo los intereses de las partes contratantes,
sino los de la sociedad en general: un musulmán es hermano de otro mu-
sulmán, por lo que cada parte está obligada a considerar los intereses de
la otra lo mismo que los suyos propios, a comportarse honestamente y a
evitar el fraude y la ruptura de la confianza de la contraparte, debiendo
informarle de los vicios y defectos87.
Incluso en países que no han previsto expresamente un deber negociar
de buena fe, como en el sistema legal iraní, se admite doctrinalmente que
su violación puede dar lugar a responsabilidad en determinadas circunstan-
cias88. Lo mismo sucede en países como Afganistán (art. 697 Cc), Argelia
(art. 107 Cc), la Unión de las Comoras (art. 1134 Cc), Egipto (art. 148 Cc),
Jordania (art. 993 Cc) o Marruecos (art. 231 del Código de las Obligaciones
y Contratos), donde, aunque el principio de buena fe sólo se prevé en la
fase de ejecución de los contratos y se deja a la jurisprudencia la decisión de
si se extiende a la fase preliminar, se da por supuesta su extensión a esa fase.
Algunos ordenamientos jurídicos vinculan el abuso de derecho (abuse
of rights) con el comportamiento contrario a la buena fe. Así lo prevé el art.
106 Cc emiratí y lo ha entendido el Tribunal Supremo portorriqueño en el
caso Producciones Tommy Muñiz Inc v. COPAN89, en el que se consideró que
la actitud del demandado, al no manifestar su voluntad con la claridad y
minuciosidad que la naturaleza del negocio exigía, había provocado en el
demandante la creencia errónea de que se había perfeccionado la adju-
dicación de la subasta y de que podía continuar los preparativos, máxime
cuando le fue notificado que se le enviarían los documentos escritos rati-
ficando los acuerdos para su firma, lo que no sólo es un comportamiento
contrario a la buena fe, sino que constituye un abuso de derecho.
(92) Entre otras, Cour de Justice Civile de Genève de 8 de marzo de 1974, La Semaine
Judiciaire, 1975, pp. 7-14; Obergericht de Lucerna de 22 de mayo de 1989, Schweizerische Juristen
Zeitung, 1990, p. 159. Vid. E.H. Hondious, General Report, p. 16, disponible en file:///C:/
Users/Pc/Downloads/hondius_91_general_report.pdf
(93) N. Rouiller, «Devoirs précontractuels (Culpa in contrahendo): L’identification
exacte de leur violation et ses conséquences. Droit suisse et travaux d’harmonisation inter-
nationaux et européens», Bulletin CEDIDAC, n.º 45, octubre 2006, p. 2.
(94) E.H. Hondious, General Report...op. cit., p. 16.
(95) Vid. entre otros, M. P. García Rubio, La responsabilidad precontractual en la
Propuesta de modernización del Derecho de obligaciones y contratos, p. 150, Boletín del Mi-
nisterio de Justicia, año 65, n.º 2130, disponible en http://www.academia.edu/17260434/La_res-
ponsabilidad_precontractual_en_la_Propuesta_de_Modernizaci%C3%B3n_del_Derecho_de_obliga-
ciones_y_contratos; S. Grundmann, «Privatautonomie im Binnenmarkt. Informationsregeln
als Instrument», Juristenzeitung (JZ), 2000, pp. 1133-1143; B. Heiderhoff, Grundstruktu-
ren des nationalen und europäischen Verbrauchervertragsrechts, Munich, 2004, pp. 266-278; R.
Schulze, «Deberes precontractuales y conclusión del contrato en el Derecho contractual
europeo», Anuario de Derecho civil, 2006, n.º LIX, pp. 29-58; C. Twigg-Flesner, «Information
Disclosure about the Quality of Goods-Duty or Encouragement?», Information Rights and
Obligations(eds. G. Howells, A. Janssen y R. Schulze), Aldershot 2005, pp. 135-153.
(96) S. Aryan y B. Mirabbasi, «The Good Faith Principle and Its Consequences in
Pre-Contractual Period: A Comparative Study on English and French Law», Journal of Politics
and Law, 2016, vol. 9, n.º 2, pp. 238-239.
(97) M. Fabre-Magnan, «Duties of Disclosure and French Contract Law: Contribu-
tion to an Economic Analysis», Good Faith and Fault in Contract Law (eds. J. Beatson & D.
Friedmann), Oxford, Clarendon Press, 1995, p. 99.
(98) D. Moura Vicente, Da responsabilidade pré-contratual...op. cit., pp. 304-305.
II. Presupuestos de la responsabilidad precontractual en los sistemas… 645
(102) ATF 45 II 548 c. 5 y 6; 40 II 370 (372); 36 II 193 c. 4; ATF 110 II 360, citadas por
N. Rouiller, «Devoirs précontractuel», cit., p. 4.
(103) Sentencia de la Corte Suprema de Justicia colombiana (Sala de Casación Civil)
de 23 de noviembre de 1989, expediente 2435, Jurisprudencia y Doctrina, t. XIX, n° 217, Le-
gis, enero de 1990, p. 75.
(104) F. Benatti, La responsabilità precontratuale, Milán, 1963, p. 99; A. De Cupis, Il
danno. Teoria generale della responsabilità civile, vol. I., 3.ª ed., Milán, Giuffrè, 1979, p. 124.
(105) C.M. Bianca, Diritto Civile, vol. III, Il Contratto, Milán, Giuffrè, 1987, p. 173.
(106) J. Schmidt-Szalewski, «La période précontractuelle en Droit français. Rapport
au XIIIe Congrès International du Droit Comparé», Revue Internationale de Droit Comparé,
1990, abril-junio, vol. 42, n.º 2, p. 550.
(107) M. P. García Rubio y M. Otero Crespo, «La responsabilidad precontrac-
tual...», cit., p. 41.
(108) Cass. Com. francesa de 20 de marzo de 1972, Semaine Juridique, 1973 II, 17543;
Cass. Com. francesa de 7 de abril de 1998, D, 1999, 514; Cass. Com. francesa de 26 de no-
viembre de 2003, n.º 00-10.243 y n.º 00-10.949.
(109) Cour de Cassation egipcia de 9 de febrero de 1967. A Set of cassation Provisions.
S18. p. 334, n.º 52.
(110) STS español 1.ª, de 3 de junio de 1998 (RJ 1998, 3715); STS español de 13 de
diciembre de 1989 (RJ 1998, 8824).
(111) Supreme Court of appeal kuwaití, First Commercial Chamber. 30/1/1989, Classification
of Sentences Center, Faculty of law, Kuwait University, n.º 1374. p. 1112.
(112) ATF de 17 de noviembre de 2005 (JdT 2006 I 163) c. 3.1, 3e § i.i.
II. Presupuestos de la responsabilidad precontractual en los sistemas… 647
(113) Com. 7 abril 1998, Semaine Juridique édition entreprise, 1999, n.º 4, p. 169.
(114) Com. 20 marzo 1972, Bull. Civ., IV, n.º 93; Com. 22 abril 1997, RTD civ. 1997,
651.
(115) Sentencias de la Cour de Cassation francesa de 17 de noviembre de 2005 (JdT
2005 I 166) c. 3.1; de 29 de octubre de 2001 (SJ 2002 I 164) c. 1a; de 5 de marzo de 2001,
4C.356/2000 c. 5c; de 17 de octubre de 2000, 4p. 141/2000 c. 5 i.f.
(116) Sentencias de la Cour de Cassation francesa de 17 de noviembre de 2005 (JdT
2005 I 166) c. 3.1; de 29 de octubre de 2001 (SJ 2002 I 164) c. 1a; de 5 de marzo de 2001,
4C.356/2000 c. 5c; de 17 de octubre de 2000, 4p. 141/2000 c. 5 i.f.
(117) Cour fédéral suisse de 17 de noviembre de 2005 (JdT 2006 I 163) c. 3.1 (1er §, 2e
phrase); de 29 de abril de 2003, 4C.381/2002 c. 5.1; de 30 de octubre de 2002, 4C.202/2002
c. 3.2; de 29 de octubre de 2001 (SJ 2002 I 164) c. 3a; o de 5 de enero de 2001, 4C.356/2000
c. 5b.
(118) Sí exige este comportamiento negligente la STS español, 1.ª, de 16 de diciem-
bre de 1999 (RJ 1999, 8978), si bien vinculando la negligencia a la ruptura unilateral de la
negociación.
(119) Entre otras, la sentencia de la Corte di Cassazione civile italiana, sez. lav, de 7
de mayo de 2004, n. 8723; sentencia de la Corte di Cassazione civile italiana, sez. I, de 30 de
agosto de 1995, n. 9157.
(120) J. Cartwright y M. Hesselink (eds.), Precontractual liability in European Private
Law, Cambridge, Cambridge University Press, 2008, p. 217.
(121) BGH de 22 de febrero de 1989, NJW-RR, 1989, 627.
(122) M. P. García Rubio y M. Otero Crespo, «La responsabilidad precontrac-
tual...», cit., p. 37; S. Whittaker y R. Zimmermann, Good Faith in European Contract Law,
Cambridge, Cambridge University Press, 2000, p. 237.
648 13. La responsabilidad precontractual en Derecho Comparado
(130) Vid. Cour de Cassation francesa comm. de 3 de octubre de 1978, Bull.civ, 4, p. 208.
App. París de 19 de noviembre de 1976, Dalloz, I. R, p. 279.
(131) V. Bortkevicha, V. Barbolin y M. Kizenkova, «Changes to the Russian Civil
Code: What's new in the regulation of obligations?», Clifford Chance, mayo 2014, p. 6,
disponible en file:///C:/Users/Pc/Downloads/Client_Briefing___Amendments_to_Ci-
vil_Code_on_obligations__ENG__6027988.pdf.
(132) T. Rodríguez de las Heras Ballell, «La etapa precontractual...», cit., p. 1816.
650 13. La responsabilidad precontractual en Derecho Comparado
(133) Anastasiu c. Gestion d'immeubles Belcourt inc., [1999] R.J.Q. 3068 (C.Q.), p. 1.
(134) E. Opazo Barrientos, «Fundamento...», cit., p. 11.
(135) H. Shiyuan, «Culpa in contrahendo in Chinese Contract Law», Tsinghua China
Law Review, 2014, vol. 6, p. 161.
(136) D. Moura Vicente, Da responsabilidade pré-contratual...op. cit., pp. 272-273.
(137) Vid. entre otros, J. Santos Ballesteros, Instituciones de responsabilidad civil, t.
I, Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias Jurídicas, Bogotá, 1996, pp. 69 y
103 y M. Bernal Fandiño, «La naturaleza jurídica de la responsabilidad civil derivada de la
inobservancia de los deberes colaterales de conducta», 126 Vniversitas, 2013, p. 53.
III. Calificación de la responsabilidad precontractual 651
raux-des-contrats.html
(152) M. Braut Filipović y M. Tomulić Vehovec, «Precontractual liability...», cit., p.
24.
(153) ATF de 26 de mayo de 1910, ATF, vol. 36/II, p. 193; de 21 de mayo de 1975, ATF,
vol. 101/II, pp. 266-269; de 14 de junio de 1978, ATF, vol. 104/II, p. 94.
(154) Producciones Tommy Muñiz v Copan y Vilá & Hnos. v Owen Illinois, 117 D.P.R.
825, 1986; RBR Construction, S.E. v. Autoridad de Carreteras, 149 D.P.R. 698, 1987.
(155) En este sentido, R. Cabrillac, «Les pourparlers pré-contractuels...», cit., p. 13.
(156) H.P. Walter, «La responsabilité fondée sur la confiance dans la jurisprudence
du Tribunal fédéral», La responsabilité fondée sur la confiance (eds. C. Chappuis y B. Winiger
Zurich, Schulthess, 2001, p. 151.
(157) Que exige como requisitos que las partes hayan entrado en contacto para la
celebración de un contrato, que se haya infringido alguna obligación precontractual, que
el inclumplimiento sea culposo y que se haya causado un daño. Vid. H. Shiyuan, «Culpa in
contrahendo...», cit., p. 165.
(158) Si bien hay quien defiende su carácter contractual, por estar prevista legalmen-
te en el capítulo relativo a la formación del contrato. En este sentido, vid. A. Mordechai
Rabello, «La théorie de la "culpa in contrahendo" et la loi israélienne sur les contrats 1973
(2e partie)», Revue internationale de droit comparé, 1997, abril-junio, vol. 49, n.º 2, p. 454).
(159) Further Hearing 7/81 Pnidar v Castro, 37 (4) PD 673, 701.
(160) D. Friedmann y N. Cohen, Contracts, A, B, C, Tel-Aviv, 2002, s. 12.26.
(161) En este sentido, R. Arenas García, «La regulación de la responsabilidad pre-
contractual en el Reglamento Roma II», InDret 4/2008, pp. 7 y 23.
III. Calificación de la responsabilidad precontractual 653
Sin embargo, este instrumento normativo sólo ofrece una solución par-
cial al problema por varios motivos: por un lado, debido a su ámbito de
aplicación limitado a los países de la UE, pese a su carácter universal (art.
3). Por otro lado, porque se circunscribe sólo a determinados supuestos
de culpa in contrahendo: las obligaciones extracontractuales que tengan un
vínculo directo con los tratos previos a la celebración del contrato, lo que
permite cuestionarse si hay otros supuestos de responsabilidad contractual
en la culpa in contrahendo171. A ello se suman las críticas a la inclusión dentro
de la calificación extracontractual de determinados casos en que la respon-
sabilidad precontractual deriva de obligaciones libremente asumidas por las
partes, como el incumplimiento de preacuerdos o compromisos negociales
para determinar cómo se deben llevar a cabo las negociaciones del contra-
to172. Además, deja inalterada la regulación sustantiva de esta materia en los
Estados miembros.
(203) Cass. com., 4 janv. 2000, Contrats. Conc. Consomm. 2000, 79, citado por R. Mon-
zer, «Les effets de la mondialisation sur la responsabilité précontractuelle. Régimes juridi-
ques romanogermaniques et anglo-saxons», Revue internationale de droit comparé. 2007, vol.
59 n.º 3, p. 545.
(204) Halpert v. Rosenthal, 267 A. 2d 730 (R.I 1970).
(205) STS de 5 de marzo de 2010, (RJ 2010, 2390).
(206) STS de 5 de mayo de 2009, (RJ 2009, 2907). Vid. las críticas de S. Quicios Moli-
na, «Sentencia de 5 de mayo de 2009. Nulidad de contrato por dolo in contrahendo: dolo
activo y dolo omisivo; indemnización procedente por daño emergente y lucro cesante»,
Cuaderno Civitas de Jurisprudencia Civil, n.º 82, 2009, p. 375.
(207) Elcor Chemical Corp v. Agri-Sul, Inc, 494 S.W.2d 204, 214 (Tex. Civ. App-Dallas
1974).
(208) Cour d’Apellation de París, 14 febrero 1997, La Semaine Judiciaire G 1998, II, 10000.
(209) Univ. Computing Corp. v. Lykes-Youngstown Corp, 504 F. 2d at 539.
(210) Cass. com. 3 oct 1978., D. 1980, p. 55.
660 13. La responsabilidad precontractual en Derecho Comparado
(225) Vid. G. Mäsch, «Cour de Cass, 26.11.2003. Perte de Chance (Expectation Inte-
rest) and Liability of a Third Person in Case of Breaking Off Negotiations», European Review
of Private Law, n.º 3, 2005, pp. 443-447; L. Nau, «Responsabilité pré ou près contractue-
lle?...», cit., pp. 117 y 130.
(226) E. Montero y M. Demoulin, «La formation du contrat depuis le Code civil de
1804: un régime en mouvement sous une lettre figée», Le droit des obligations contractuelles et
le bicentenaire du Code civil (dir. P. Wéry), Bruselas, ed. La Charte, 2004, pp. 61 y ss.
(227) E.H. Hondius (ed.), Precontractual Liability-Reports...op. cit., p. 187.
(228) W. P. J. Wils, «Who should bear the costs of failled. negotiations? A functional
inquiry into precontractual liability», Journal des Ecnomistes et des Etudes humaines, vol. 4, Issue
1, 1993, pp. 93 y 122.
(229) Paris, 10 marzo 2000, Semaine Juridique édition entreprise, 2001, p. 422; Com.
26 noviembre 2003, Dalloz 2004, p. 869; Civ. 3.º, 28 junio 2006, Semaine Juridique 2006, III, p.
10130; Civ., 3.ª, 7 enero 2009, RTDCiv., 2009, p. 113.
(230) D. Mazeud, «La genèse des contrats, un régime de liberté surveillée», Droit et
patrimoine, julio-agosto 1995, n.º 21; p. 49; J. Mestre, «La période précontractuelle et la
formation du contrat», Petites affiches, 5 mayo 2000, p. 9; G. Viney, Tratité de droit civil. Intro-
duction à la responsabilité, 2.º ed., París, LGDJ, 1995, n.º 198.
(231) R. Cabrillac, «Les pourparlers pré-contractuels...», cit., p. 25.
(232) J. Kiršienė y N. Leonova, «Qualification...», cit., pp. 240-241.
V. La responsabilidad precontractual en los textos internacionales… 663
(243) J. Kleinheisterkamp, «Art. 2.1.15, Art. 2.1.16», Comentary on the Unidroit Princi-
ples of International Commercial Contracts (PICC) (eds. S. Vogenauer y J. Kleinheisterkamp),
Oxford, Oxford University Press, 2009, p. 302.
(244) O. Lando y H. Beale (eds.), Principios de Derecho europeo de contractos, Partes I y II,
edición española a cargo de P. Barres Benlloch, J. M. Embid Irujo y F. Martínez Sanz,
Colegios Notariales de España, Madrid, 2003, p. 268.
(245) A. Luna Serrano, «El régimen de los tratos preliminares en el Anteproyecto de
Código Europeo de los Contratos», Estudios de Deusto, enero-junio 2003, vol. 51, n.º 1, p. 315
(246) Principles, Definitions and Model Rules of European Private Law. Draft Common Frame
of Reference (DCFR), Full Edition, Munich 2009, p. 248.
V. La responsabilidad precontractual en los textos internacionales… 667
(248) O. Lando, «The common core of European Private Law and the Principles of
European Contract Law», 21 Hastings International and Comparative Law Review, 1998, p. 815.
(249) O. Lando y H. Beale, The Principles of European Contract Law...op. cit., p. 194.
(250) Ibid., p. 268.
(251) Vid. M. P. García Rubio y M. Otero Crespo, «La responsabilidad precontrac-
tual...», cit., p. 32; J. Kleinheisterkamp, «Art. 2.1.15, Art. 2.1.16...», cit., p. 309.
V. La responsabilidad precontractual en los textos internacionales… 669
mente a ambas partes contratantes para que colaboren entre ellas, ya que
no existe una posición asimétrica entre ambas, sino conocimientos dife-
rentes. Estos últimos deberes se conocen como deberes precontractuales
de advertir y a ellos se refiere el art. IV.C.–2:102 DCFR, en el marco de los
contratos de servicios (deber de advertir que puede que no se alcance el
resultado previsto o que puede que el contrato resulte más oneroso o que
lesione otros intereses...).
Al deber general de información como vía para llegar a un consenti-
miento informado se refieren los arts. II.–3:101 a II.–3:106 DCFR, arts.
II.–7:201, (b) (iii) y II.–7:205 (3) DCFR, los arts. 13-28 CESL, así como el
Anteproyecto de Código Europeo de Contratos, que establece en su art. 7.1
que, en el curso de las negociaciones, las partes tienen el deber de informar
a la otra de las circunstancias de hecho o de derecho de las que tengan o
deban tener conocimiento y que permitan a la otra parte hacerse una idea
de la validez del contrato y del interés que puede tener en concluirlo. Es-
tos deberes de información no están previstos sólo para los contratos con
consumidores, sino que se imponen también en las relaciones entre profe-
sionales, si la provisión de la información forma parte de la buena práctica
comercial, tal y como se desprende del art. II.–3:101 DCFR. No obstante, se
imponen unos deberes específicos de información para los contratos con
consumidores (art. II.–3:102 DCFR) y otros más estrictos en caso de que el
consumidor se encuentre en una situación de particular desventaja, deri-
vada del medio técnico empleado en la contratación o de la contratación
a distancia o por la naturaleza del contrato (art. II.–3:103 a art. II.–3:105
DCFR), imponiendo el deber de que la información sea clara, precisa y en
un lenguaje comprensible. También el art. 9.1 Anteproyecto de Código Eu-
ropeo de Contratos establece unos deberes específicos de información para
los contratos con consumidores, imponiendo al comerciante que propone
al consumidor concluir un contrato fuera de su establecimiento mercantil
la obligación de informarlo de su derecho de desistimiento y, en caso de
incumplimiento de esta obligación, se prevé la restitución de lo percibido
(art. 159.3 y 4 Anteproyecto de Código Europeo de Contratos), sin perjui-
cio de la indemnización que corresponda al consumidor conforme al art.
162, relativo a la responsabilidad contractual.
Estos requisitos son: que quien proporcione la información crea que era
incorrecta o careciera de base razonable para pensar que era correcta; que
supiera o pudiera razonablemente esperarse que supiera que el receptor de
la información confiaría en la información que se le proporcionaba para
decidir celebrar o no el contrato en los términos pactados (art. II.–7:204 (1)
(a) y (b) DCFR). Al alcance de la indemnización se refiere el art. II.–7:214
(2) DCFR, afirmando que la parte que tenga la facultad de anular el contra-
to tiene derecho, aunque no solicite la anulación del mismo, a la indemni-
zación necesaria para ponerla en la situación más semejante posible a aque-
lla en la que se habría encontrado si el contrato no se hubiera celebrado.
Ahora bien, si no solicita la anulación, la indemnización no podrá exceder
del perjuicio causado por el error, el fraude o la coerción (art. II.–7:214 (2)
DCFR).
672 13. La responsabilidad precontractual en Derecho Comparado
VI. Conclusiones
28. Las diversas respuestas que ofrecen los ordenamientos jurídicos a
las relaciones que se entablan entre las partes durante las negociaciones
precontractuales evidencia la complejidad de la materia, para la que di-
fícilmente se pueden proporcionar respuestas uniformes. Algunos países
han previsto normas que regulan detalladamente la materia, mientras que
otros guardan silencio al respecto, dejando su regulación en manos de los
tribunales, o bien sólo han dispuesto reglas generales sobre la responsa-
bilidad, ya sea contractual o extracontractual que pueden ser aplicadas a
las diversas situaciones que se planteen. Sin embargo, prácticamente to-
dos los sistemas han desarrollado las bases para admitir la responsabilidad
precontractual: los sistemas romano-germánicos, aplicando a las relaciones
precontractuales el principio general de la buena fe, del que extraen de-
terminados deberes de comportamiento; los sistemas de common law, que
no admiten la existencia de deberes de las partes en la fase de negociación
del contrato, recurren a mecanismos como la restitution, la promisory estoppel
o la misrepresentation. En ambos sistemas se produce un acercamiento en
los resultados, porque unos y otros acaban dando satisfacción a las preten-
siones indemnizatorias de los perjudicados por las conductas causantes de
daños en las relaciones previas a la celebración del contrato. A la postre,
la mayoría de ordenamientos jurídicos acaban reconociendo la existencia
de responsabilidad derivada de determinadas conductas que se producen
en la fase precontractual y concediendo indemnización por los daños cau-
sados como consecuencia de tales conductas. No obstante, la construcción
de esta responsabilidad sigue siendo una labor jurisprudencial, en la que
se tienen en cuenta todas las circunstancias del caso, tanto en los sistemas
romano-germánicos, como en los de common law, lo que hace impredecible
el resultado final.
Hay coincidencia en indemnizar el interés negativo o de confianza (re-
liance interest), aunque las razones que se esgrimen difieren de unos países
a otros: en unos casos se fundamenta en la conducta fraudulenta de una
de las partes, en otros en un comportamiento contrario a la buena fe, o en
la intención de causar un daño. Igualmente hay discrepancias en cuanto a
la calificación de esta responsabilidad, apreciándose una amplia mayoría
de países partidarios de su calificación como responsabilidad extracontrac-
tual, especialmente entre los sucesores del Código napoleónico, frente a la
tendencia de los países con influencia germánica a optar por la calificación
contractual. Aun así, lo sistemas no son puros, inclinándose por una califi-
cación u otra, dependiendo del tipo de infracción que se ha cometido. Del
mismo modo se aprecian diferencias en el fundamento en el que se basa la
responsabilidad precontractual, así como en la extensión de los daños cuya
reparación se concede, pues mientras en algunos casos sólo se reparan los
daños materiales, en otros países se indemniza, además, por los daños mo-
rales; hay países que sólo conceden indemnización si se prueba la pérdida
sufrida en términos ciertos, mientras que en otros también se indemniza
por la pérdida de oportunidades e incluso hay algunos que admiten la
indemnización del interés positivo. Uno de los puntos en los que más dife-
rencias existen es el de la ruptura de las negociaciones, pues mientras para
algunos países es muy importante el estado avanzado de las negociaciones,
para otros, la duración de las mismas no influye, si bien hay una cierta
coincidencia en admitir la necesidad de proteger la confianza que se ha
generado en la otra parte, pese a que no hay consenso respecto a cuándo
se puede considerar que se ha generado en la otra parte una confianza en
que se celebraría el contrato.
A pesar de la reticencia de los sistemas de common law, especialmente del
Derecho inglés a admitir el principio de buena fe en la etapa negocial, es
Bibliografía 675
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14
La oferta y la aceptación contractuales
I. Introducción
1. Una de las características de la sociedad actual es el considerable in-
cremento de la contratación internacional, propiciado por el desarrollo
científico y tecnológico. La cada vez más frecuente presencia de contra-
tantes de diferentes nacionalidades que celebran contratos en diferentes
países, para ser ejecutados en un Estado distinto de aquel en el que se
han concluido, evidencia la vinculación de los contratos con más de un
ordenamiento jurídico con virtualidad para regular las distintas fases de
la contratación y con principios inspiradores y reguladores muy diversos
entre sí. Esta mayor internacionalización de los contratos propia de la era
de la globalización obliga al Derecho a adaptarse a la nueva realidad. Sin
embargo, parece que corren malos tiempos para la seguridad jurídica en
el marco de la contratación internacional, si aquélla se entiende como la
seguridad objetiva que postula la existencia de un ius certum que permita
a las partes contratantes prever cómo serán resueltos los conflictos que
puedan surgir entre ambas1. La diversidad de reglamentaciones tanto a
nivel estatal como supranacional, así como la proliferación de esfuerzos de
unificación de la normativa contractual a nivel privado, dan lugar a lo que
algún sector de la doctrina denomina Mehrstufigkeit des Rechts2. Es verdad
que este desarrollo de la contratación internacional requiere, entre otras
condiciones, previsibilidad y seguridad jurídica y que las divergencias le-
gislativas se han visto como una fuente de inseguridad jurídica y como un
aumento de los costes de transacción, ya que obligan a los contratantes a
hacer un estudio del Derecho extranjero que podría resultar aplicable al
contrato y puede ser un desincentivo a la contratación al no permitir cono-
cer las responsabilidades que, finalmente, se les pueden exigir3. Por otro
lado, los operadores internacionales necesitan certeza respecto a la regula-
ción de los distintos aspectos de la conclusión de sus contratos, lo que no
siempre viene proporcionado por las regulaciones estatales.
Frente a la incertidumbre jurídica derivada de la plurilocalización del
contrato internacional se ha reaccionado intentando disminuirla a través
de la unificación jurídica, que se ha aprovechado, además, para intentar
cumplimentar detalladamente la insuficiente regulación estatal. A ello
responde la CV, los PECL, los PU y el proyecto europeo de los últimos
años de elaborar un Derecho Común Europeo que facilite las relaciones
transfronterizas y posibilite el funcionamiento del mercado único euro-
peo: MCR. Estos esfuerzos se materializan en el empeño en crear unas
reglas que superen las diferencias existentes en los sistemas de common law
(1) Sobre la distinción entre seguridad jurídica y seguridad del tráfico, a través de
un enfoque basado en el análisis económico del Derechi, vid. C. Paz-Ares, «Seguridad jurí-
dica y seguridad del tráfico», RDM, 1985, núms. 175-176, pp. 7-40.
(2) S. Leible, «Vías para la unificación del Derecho privado europeo», ADC, t. LIX,
fasc. IV, octubre-diciembre 2006, p. 1595.
(3) I. De Cuevillas Matozzi, La oferta contractual en el comercio internacional (Un
estudio a la luz del Derecho uniforme y del Derecho privado español), Valencia, Tirant lo Blanch,
2005, pp. 18-19.
I. Introducción 683
(4) R. Zimmermann, The Law of Obligations. Roman Foundations of the Civilian Tradi-
tion, Nueva York, Oxford University Press, 1996, pp. 559 y 564.
(5) R. J. Pothier, Traité des Obligations, en Oeuvres complètes, t. I, Dabo Jeune, París,
1825, nº 4.
(6) Ch. Wolff, Grundsätze des Natur-und Volkerrechts, Halle, 1754, nº 438.
(7) S. Puffendorf, De iure naturae et gentium, Lib. III, Cap. VI., nº 15.
(8) En este sentido, Adams v. Lindsell [1818], 1 B & Ald 681; Carlill v. Carbolic Smoke
Ball Company [1893], 1 QB 256.
II. Pervivencia del esquema bilateral de formación del contrato… 685
(12) Centrovincial Estates plc v. Merchant Investors Assurance Co Slade LJ [1983] Com LR
158 (CA) 158. Vid. al respecto J. Cartwright, Contract Law. An Introduction to the English
Law of Contract for the Civil Lawyer, Oregon, Oxford and Portland, 2007, p. 89; E. A. Far-
nsworth, Contracts, 4th Ed., New York, Aspen, 2006, 3.10-3.13.
(13) Aunque la protección de dicha confianza no llega a constituirse en principio
general del Derecho inglés de los contratos. Así lo destaca J. Cartwright, Contract Law...,
op. cit., p. 61.
(14) C. Paz-Ares, «Seguridad jurídica...», cit., p. 16.
(15) Para una comparación de los dos sistemas de interpretación, formalista y sus-
tantivista, vid. S. Sánchez Lorenzo, «La interpretación del contrato», en esta misma obra.
(16) I. De Cuevas Matozzi, La oferta contractual..., op. cit., pp. 70-71.
II. Pervivencia del esquema bilateral de formación del contrato… 687
(21) Vid. el § 147.I BGB, el art. 4.2 CO suizo y la STS de 3 de enero de 1948, RJ 11, a
modo de ejemplo.
(22) L. Díez-Picazo, Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, vol. 1º. Introducción.
Teoría del Contrato, 6ª Ed., Madrid, Thomson/Civitas, 2007, p. 369.
(23) I. De Cuevillas Matozzi, La oferta contractual..., op. cit., p. 142.
(24) I. De Cuevillas Matozzi, La oferta contractual..., op. cit., p. 165.
(25) L. Díez-Picazo, Fundamentos.., op. cit., p. 371.
690 14. La oferta y la aceptación contractuales
(26) Por todos, M. P. Perales Viscasillas, La formación del contrato..., op. cit., p. 225.
(27) Cifr. I. De Cuevillas Matozzi, La oferta contractual..., op. cit., p. 144.
(28) L. Díez-Picazo, Fundamentos.., op. cit., pp. 369-370.
(29) Bloom v American Swiss Watch Co. [1915] App. D. 100-102. El Tribunal Supremo
de Sudáfrica mantuvo que si la información fue proporcionada sin tener conocimiento de
que se había ofrecido una recompensa, el informante no podía reclamar el premio.
(30) I. De Cuevillas Matozzi, La oferta contractual..., op. cit., p. 183.
II. Pervivencia del esquema bilateral de formación del contrato… 691
Entre las declaraciones escritas hay que incluir también las que se hacen
por medios electrónicos. Ahora bien, determinar el momento en que la
aceptación llega al oferente suscita dificultades de interpretación en es-
tos supuestos. Conforme a la opinión sobre las comunicaciones electró-
nicas en la CV, emitida por el Consejo Consultivo de la CV, a petición de
la Cámara de Comercio Internacional, la recepción de la aceptación se
produce en el momento en que la comunicación electrónica entra en el
servidor del oferente65. Pero, para que esta regla funcione, es necesario
que el oferente haya consentido recibir, expresa o implícitamente este tipo
de comunicaciones electrónicas, en ese formato y en esa dirección. No se
requiere que el oferente haya leído la manifestación de consentimiento,
bastando con que esté accesible su lectura. Por eso, es suficiente que la
declaración del aceptante haya llegado al oferente, al haber entrado en su
esfera de control. Con ello se facilita la prueba, pues es más difícil acreditar
(66) Sobre la perfección del contrato electrónico vid. en esta misma obra A. Lara
Aguado, «Formación del contrato electrónico».
(67) En este sentido, la § 64 Restatement Second of Contracts.
(68) Comparar con la solución prevista en el art. 10.2º de la Convención de Naciones
Unidas sobre la utilización de las comunicaciones electrónicas en los contratos internacio-
nales (CNUCE) aprobada por la Asamblea General el 23 de noviembre de 2005 mediante
su Resolución 60/21. Disponible en http://www.uncitral.org. Vid. asimismo los comentarios
al respecto en esta misma obra en A. Lara Aguado, «Formación del contrato electrónico».
698 14. La oferta y la aceptación contractuales
(70) En la misma línea de mayor desarrollo de las reglas sobre formación del contra-
to y concretamente sobre la oferta y la aceptación se encuentra el CO suizo (arts. 1-10); el
Cc de la Federación de Rusia (arts. 435-445).
(71) Aunque el Cc español no utiliza la expresión «declaración de voluntad», el Tri-
bunal Supremo viene identificando la oferta como sinónimo de manifestación o exterio-
rización de una concreta voluntad: STS de 21 de febrero de 1994; 28 de septiembre de 1987; 8 de
noviembre de 1983.
(72) J. Cartwright, Contract Law..., op. cit., p. 99; I. De Cuevillas Matozzi, La oferta
contractual..., op. cit., p. 72; M. Furmston, Cheshire, Fifoot & Furmnston's Law of Contract, 5th
Ed., Oxford University Press, 2007, p. 40.
(73) E. M. Martínez Gallego, La formación del contrato a través de la oferta y la acepta-
ción, Madrid, Marcial Pons, 2000, pp. 41-46.
(74) A. T. Von Mehren, «The Formation of Contracts..», op. cit., p. 25.
(75) Savigny, System des heutigen ro mischen Rechts, t. III, Berlín, 1840, p. 258.
(76) J. Cartwright, Contract Law..., op. cit., p. 86.
700 14. La oferta y la aceptación contractuales
20. Salvo para algunos tipos de contratos, que exigen determinadas for-
malidades (contratos de prestamo o de crédito al consumo, OPAs, créditos
inmobiliarios, etc.), la comunicación se puede hacer de cualquier modo,
ya que rige la libertad de forma. La oferta puede comunicarse por cual-
quier medio de comunicación instantánea, como el fax, el teléfono y tam-
bién el correo electrónico, siendo en la actualidad menos frecuente el uso
del correo ordinario y del telégrafo, que, en cambio, tuvieron gran auge en
otras épocas. El problema que puede plantear el uso de la comunicación
telefónica como medio de emitir la declaración de voluntad constitutiva
de la oferta es su acreditación, por lo que se justifica una cierta reticencia
a su uso77. La emisión de declaraciones de voluntad a través de medios
electrónicos viene admitida en el Derecho comparado, en la medida en
que constituye una manifestación del principio de libertad de forma de los
contratos, que también está generalmente admitido en todos los sistemas
jurídicos: los arts. 1278 Cc y 51.I Ccom. españoles admiten la eficacia obli-
gatoria de las declaraciones emitidas por telégrafo, télex, telefax y correo
electrónico en todas sus variedades78. En el ámbito de la UE, el art. 9 de la
Directiva 2000/31, de 8 de junio de 2000, del Parlamento Europeo y del
Consejo, relativa a determinados aspectos jurídicos de la sociedad de la in-
formación, en particular el comercio electrónico en el mercado interior79
impone a los Estados miembros la obligación de no entorpecer la utiliza-
ción de la vía electrónica para la celebración de contratos ni de privar de
validez a los mismos por su vía de celebración, aunque se excepcionan de
esta obligación determinados tipos de negocios, como los que afectan a
derechos inmobiliarios, los contratos que requieren la intervención de una
autoridad pública, algunos contratos de crédito y caución, los sujetos al De-
recho de familia o a las sucesiones80. En cumplimiento de esta exigencia,
los arts. 1125-1127-6 Cc francés, al igual que el § 312 e) BGB admiten esta
forma de emitir las ofertas, condicionándolas al cumplimiento de deter-
minadas obligaciones de información, como la especificación de los pasos
técnicos a dar para la conclusión del contrato por vía electrónica, las reglas
profesionales a las que se somete el autor de la oferta, la lengua en que se
redactará el contrato, las posibilidades de archivar el contrato una vez cele-
brado y modos de acceder al mismo, qué medios técnicos hay de corregir
los errores de introducción de datos.. En esta misma línea, el art. 23.2º de
la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información admite que los con-
tratos celebrados por vía electrónica produzcan todos sus efectos cuando
concurran los requisitos para su validez, sin que esta quede subordinada al
21. En los países de la UE, así como en la CV, en los PU, en los PECL, en
el MCR y en los Principios OHADAC sobre los contratos comerciales inter-
nacionales se exige la intención seria del oferente de quedar vinculado por
la oferta en caso de aceptación (art. 869 AGBGB austriaco; STS español de
10 de octubre de 198083; STS español de 30 de mayo de 199684; art. 14.1º CV, art.
2.1.2 PU, art. 2:102 PECL y art. 4:201 MCR). Ésta es una consecuencia de
la consideración de la oferta como una declaración de voluntad cuyo fin es
perfeccionar el contrato con la concurrencia de la declaración de voluntad
del aceptante85. No obstante, siendo este un requisito esencial de la oferta,
ninguno de los textos explica qué palabras debe emplear el oferente para
indicar que tiene intención de quedar obligado si el destinatario de la ofer-
ta acepta. Sólo hay unanimidad en la exigencia de que la oferta se haga con
seriedad y con carácter definitivo, lo que implica que si se hace con reser-
vas o salvo confirmación, no constituirá una verdadera oferta86. Por eso, la
inclusión en la oferta de una cláusula del tipo «salvo confirmación»,«salvo
aprobación» o «sin compromiso», implica la voluntad del oferente de no
quedar vinculado y de provocar la vinculación del destinatario, en caso
y que, creyendo que podía haber una oferta contractual han podido sufrir
algún perjuicio.
En el marco del common law, la intención del oferente de quedar vincu-
lado con su declaración se desprende de lo que ha dicho o hecho. Ahora
bien, su declaración se analiza tal y como es interpretada por el tribunal,
de conformidad con el test objetivo, esto es, colocándose en la posición de
la otra parte contratante que ha recibido la comunicación89, pues se en-
tiende que es responsabilidad del que hace una declaración el asegurarse
de que los términos utilizados se corresponden con lo que él quiere decir.
En este sentido, Slade Lj afirmó que es un principio bien establecido del
Derecho inglés de los contratos el que una oferta debe ser interpretada no
subjetivamente, por referencia a lo que actualmente pasa por la mente del
oferente, sino objetivamente, por referencia a la interpretación que haría
una persona razonable colocada en los mismos zapatos que el destinatario
de la oferta [Centrovincial Estates plc v Merchant Investors Assurance Co]90. Y,
en el mismo sentido, Lord Diplock afirmó que para crear un contrato por
intercambio de promesas entre dos partes donde la promesa de cada una
de ellas constituye la consideración para la promesa de la otra, es nece-
sario que la intención de cada una de ellas coincida, tal y como ha sido
comunicada y entendida por la otra parte (incluso aunque lo que ha sido
comunicado no represente el estado actual de la mente del comunicante)
[Paal Wilson & Co A/S v Partenreederei Hannah Blumenthal (The Hannah Blu-
menthal)91. Y, por lo que se refiere al Derecho escocés, Lord Dunedin indicó
en el caso Muirhead & Turnbull v Dickson92 que los contratos mercantiles no
pueden resolverse por lo que piense la gente en su fuero interno, sino que
se concluyen conforme a lo que la gente haya manifestado.
Por tanto, cobra más importancia lo que se percibe como querido por
el oferente que lo que verdaderamente ha pretendido. Desde esta perspec-
tiva, podría llegar a admitirse que existe una oferta contractual, aunque la
intención del oferente no fuera esa, ya que se protege a la parte que cree
razonablemente lo que la otra ha dicho o hecho, o lo que Steyn LJ refiere
como expectativas razonables del hombre honesto93. Sólo si la confianza
generada en la otra parte es injustificada, porque no podía desconocer la
verdadera intención del declarante, podrá desvincularse del contrato94.
(89) D. M. Walker, The Law of Contracts and related Obligations in Scottland, 3ª Ed.,
Edimburgo, T&T Clark, 1995, p. 108.
(90) [1983] Com LR 158 (CA) 158.
(91) [1983] 1 AC 854 (HL).
(92) [1905] 7 SC 686, 694.
(93) G. Percy Trentham Ltd v Archital Luxfer Ltd [1993] 1 Lloyd's Rep 25 (CA) 27.
(94) En este sentido, el caso Hartog v. Colin & Shields, KB 27 junio 1939, All England
Law Reports Annotated, p. 566, en el que el comprador quiso aprovechar un error textual
contenido en la oferta de venta, donde aparecía «precio por libra de peso», donde debía
decir «precio por unidad», para comprar a un precio irrisorio y el tribunal entendió que el
comprador no podía desconocer que el precio consignado en la oferta no era el realmente
704 14. La oferta y la aceptación contractuales
querido por el oferente, por lo que el contrato no se entendía perfeccionado por la acep-
tación del destinatario.
(95) Cour de Cassation de 20 de junio de 1988 y Cour of Appeal de Bruselas de 26 de mayo
de 1996. Cf. O. Lando y H. Beale (Ed.), Principios de Derecho Contractual Europeo..., op. cit.,
p. 199.
(96) Vid. en este sentido, Com. 12 mayo 1987, Rec. Dalloz 1987.IR.134, en que la creen-
cia de estar contratando con el comprador se debió a que la oferta se remitió por teléfono
y por télex desde los locales de una persona, aunque esta no había dado su consentimiento.
Cf. Ch. Larroumet, Droit Civil. Les Obligations. Le Contrat, t. III, 1re Partie, Conditions de
formation, 6ª Ed., París, Ed. Economica, 2007, p. 205.
(97) O. Lando y H. Beale (Ed.), Principios de Derecho contractual Europeo..., op. cit., p.
199.
III. La oferta contractual 705
25. Entre los requisitos objetivos que debe cumplir la oferta suele desta-
carse la exigencia de que sea completa, de modo que contenga los elemen-
tos del futuro contrato o, al menos, los esenciales, para que no se precisen
posteriores acuerdos entre las partes para dar nacimiento al contrato100
[STS de 11 de abril 1996 101y 30 de mayo de 1996102, 26 de febrero de 1994103, 20 de
abril de 1993104, París 20 junio 1989105, Versalles 2 noviembre 1995106]. Sin em-
bargo, no sería eficiente en términos económicos exigir que la oferta hicie-
ra referencia íntegramente a todos los elementos del contrato, pues, aparte
de los costes de redacción del contrato, siempre podría haber alguno que
(98) L. Díez-Picazo, E. Roca Trías y A. M. Morales, Los principios del Derecho europeo
de Contratos, Madrid, Civitas, 2002, p. 178.
(99) En este sentido se pronuncia L. Díez-Picazo, cuando mantiene que sólo debe
primar una interpretación objetiva en los casos en que la interpretación de la oferta por el
destinatario le haya llevado a realizar determinados actos que modifican su situación eco-
nómica o jurídica, por ejemplo, a través de una aceptación tácita, o cuando ha comenzado
a realizar actos preparatorios de la ejecución o del cumplimiento del contrato: L. Díez-Pi-
cazo, Fundamentos.., op. cit., p. 331. En el mismo sentido, J. C. Menéndez Mato, La oferta
contractual, Pamplona, Aranzadi Editorial, 1998, p. 131.
(100) J. C. Menéndez Mato, La oferta contractual..., op. cit., pp. 144.
(101) (RJ 1996, 2917)
(102) (RJ 1996, 3864)
(103) (RJ 1994, 1198)
(104) (RJ 1993, 3104)
(105) Rec. Dalloz 1989, IR 223.
(106) Rec. Dalloz 1996, IR 32, RJD.A. 1996, nº 872. Cf. Ch. Larroumet, Droit civil..., op.
cit., p. 224.
706 14. La oferta y la aceptación contractuales
(107) Vid en este sentido, la propuesta de modernización del Código Civil en materia
de Obligaciones y contratos, cuyo art. 1246 está en plena consonancia con los PECL y el
MCR: BIMJ LXIII, enero 2009.
(108) I. De Cuevillas Matozzi, La oferta contractual..., op. cit., p. 85; L. Díez-Picazo,
E. Roca Trias y A. M. Morales, Los Principios del Derecho Europeo..., op. cit., p. 179.
(109) Vid. David T Boyd & Co v. Louis Louca (1973)1 Lloyd's Rep 209, en que se conside-
ró que la falta de precisión de cuál es el puerto danés en el que se debía efectuar la entrega
de los bienes no impide su determinación por el comprador.
(110) Harvey v. Pratt (1965) 1 WLR 1025.
(111) Russel Bros (Paddington) Ltd v John Elliott Management Ltd (1992) 11 Const LJ 337.
(112) Vid. al respecto, E. A. Farnsworth, «Formation of Internacional Sales Con-
tracts: Three Attempts at Unification», University of Pennsylvania Law Review, 1962, vol. 110,
p. 313; E. Peel, Treitel: The Law of Contract..., op. cit., p. 62.
III. La oferta contractual 707
(113) Pese a ello, doctrinalmente se mantiene que una falta de determinación del
precio puede indicar que las partes no han llegado a un acuerdo y que han dejado su con-
creción para una ulterior negociación: E. Peel, Treitel: The Law of Contract..., op. cit., p. 51.
(114) M. P. Perales Viscasillas, «The Formation of Contracts and the Principles of
European Contract Law», Pace International Law Review, nº 13, Fall 2001, p. 381.
(115) STS de 15 de junio de 1994 (RJ 1994, 4923).
708 14. La oferta y la aceptación contractuales
612 BGB para los contratos de servicios; § 632 para los contratos de trabajo
o § 653 para los contratos de corretaje de valores)122.
26. Ahora bien, es cierto que a través de estas vías que facilitan la inte-
gración de los elementos de la oferta que no hayan quedado precisados
a través de la intervención judicial se produce una cierta aproximación
entre los dos modelos, pero hay una diferencia importante: el juez, en el
Derecho norteamericano, no va más allá de la voluntad (objetiva o decla-
rada) de las partes, ya que, aunque el juez acuda a los usos de los negocios
y a las prácticas entre las partes para completar el contenido del contrato
(oferta), hay un presupuesto básico de partida, los implied terms: Los usos
y prácticas forman parte implícitamente de la voluntad de las partes, de
modo que estas no pueden sustraerse a ellos y forman parte del contenido
del contrato [§ 1-303 (d) UCC]. En cambio, el juez de los sistemas conti-
nentales, a la hora de interpretar el contrato, puede llegar a suplir dicha
voluntad y eso es lo que se está propiciando en las nuevas tendencias legis-
lativas, al permitir que sea el juez el que, partiendo de un acuerdo mínimo,
detecte la existencia de un acuerdo123.
Incluso un texto normativo como la CV que, en este punto, parece res-
ponder al modelo de rigidez de los sistemas continentales –ya que hace
una enumeración detallada de los elementos que debe contener la ofer-
ta–, se acerca al modelo de common law a través de la admisión de alguna
forma de determinación posterior de los elementos contractuales. Así se
desprende del art. 14 de la CV, que indica claramente que para que la
oferta sea suficientemente precisa debe indicar las mercaderías, señalar
expresa o tácitamente la cantidad y el precio. Por tanto, la falta de alguno
de estos términos implicaría la inexistencia de oferta y conduciría a una
mera invitación a ofrecer. No obstante, la relajación de la regla se produce
cuando admite la existencia de oferta si se ha previsto algún medio para
determinar el precio. El que la CV haya optado por incluir una enumera-
ción de elementos que debe contener la oferta puede plantear alguna di-
ficultad cuando no se desea incluir alguno de estos elementos en la oferta,
como puede ser el precio o cuando, por las características del objeto, se
requieran más especificaciones complementarias. Además, si se desea in-
cluir algún otro elemento en la oferta, porque el contratante lo considere
esencial, no debe haber obstáculo, en virtud de la libertad de pacto de los
contratantes. En ambos casos, será la intención común de los contratantes
la que permita precisar si hay una oferta susceptible de perfeccionar el
contrato o si es la fase previa a la configuración definitiva de la oferta124. En
todo caso, los términos no esenciales que no hayan sido negociados por las
partes pueden ser integrados acudiendo a los usos (art. 9 CV) o a las decla-
(122) Incluso en los casos de venta de bienes, ante la ausencia de normas legales, el
tribunal suple la falta de precisión del precio por las partes en OLG Hamm NJW 1976, 1212.
Vid. Münchener Kommentar-Kramer, § 154 nº 5.
(123) J. Marco Molina, «Las nuevas tendencias legislativas», cit., p. 36.
(124) M. P. Perales Viscasillas, «La formación del contrato...», op. cit., pp. 275-276.
710 14. La oferta y la aceptación contractuales
C. El destinatario de la oferta
(125) M. P. Perales Viscasillas, «La formación del contrato...», op. cit., p. 277.
(126) L. Díez-Picazo, Fundamentos.., op. cit., p. 335.
III. La oferta contractual 711
quedar vinculado frente a la primera persona que conteste cumpliendo las condiciones
propuestas, se considerará una oferta pública (vinculante).
(133) Carlill v. Carbolic Smoke Ball Co. (1893) 1 QB 256, C.A.; Billings v. Arnott (1945)
80 ILTR 50 H. C.; Lefkowitz v Great Minneapolis Surplus Store, 251 Minn. 188, 86 NW 2d
689 (1957).
(134) L. Díez-Picazo, Fundamentos.., op. cit., p. 337; M. P. Perales Viscasillas, La
formación del contrato..., op. cit., p. 286-287.
(135) E. A. Farnsworth, «Formation of Contracts», en International Sales: The United
Nations Convention on Contracts for the International Sale of Goods, Galston & Smith Ed., 1984,
3.03, M. P. Perales Viscasillas, «The Formation of Contracts..», cit., p. 379.
III. La oferta contractual 713
(136) Cour Paris 3 déc. 1959, D. 1960; JCP 1961, II, 12308. Aunque hay excepciones:
Cour de Cassation (civ. 3e) 28.11.1968 (Malztkorn v.Braquet), JCP, 1969, II 15797.
(137) Entre los primeros en proponer el carácter vinculante de estas propuestas, vid.
J. Bédarride, Traité des achats et ventes, 2ª Ed., París y Aix, 1894. Más recientemente, Ch.
Larroumet, Droit Civil..., op. cit., p. 222.
(138) O. Lando y H. Beale (Ed.), Principios de Derecho contractual Europeo..., op. cit., p.
224.
(139) T. Kadner Graziano, Le contrat en droit privé européen. Exercices de comparaison et
d'harmonisation, Bruselas, Bruylant, 2006, p. 35.
(140) En esta misma línea de considerar a la propaganda como oferta vinculante y por
tanto, convirtiendo al contenido de la publicidad en relevante jurídicamente, entre otras,
STS de 14 de junio de 1976 (RJ 1976, 2753), 9 de febrero de 1981 (RJ 1981, 533); 20 de marzo de
1982 (RJ 1982, 1386); 24 de diciembre de 1994 (RJ 1994, 9779), 8 de noviembre de 1996.
714 14. La oferta y la aceptación contractuales
(141) O. Lando y H. Beale, Principios de Derecho Contractual Europeo..., op. cit, p. 223.
En esta misma línea se hallaría el Derecho alemán, danés, francés, italiano y luxemburgués.
(142) O. Lando y H. Beale, Principios de Derecho Contractual Europeo..., op. cit., pp. 221-
222.
(143) E. Arroyo i Amayelas, «Formación y Perfección del Contrato», en S. Cámara
Lapuente (Coord.), Derecho privado europeo, Madrid, Colex, 2003, p. 350; M. J. Bonell, «The
UNIDROIT Initiative for the Progresive Codification of International Trade Law», ICLQ,
1978, vol. 27, p. 418.
(144) Vid. G. Quinot, «Offer, Acceptance...», cit., pp. 77-78.
(145) P. A. De Miguel Asensio, Derecho privado de internet..., op. cit., p. 837.
III. La oferta contractual 715
(146) T. Kadner Graziano, Le contrat en droit privé..., op. cit., pp. 45-46.
(147) Fisher v. Bell (1961) 1 QB 394-399; (1960) 3 All E.R. 731-733.
(148) High Court, QB: Pharmaceutical Society of GB v. Boots Cash Chemist (Southern) Ltd.
(1952) 2 All E.R. 456.
(149) Lasky v. Economy Grocery Stores 319 Mass 224, 65 NE 2d 305 (1946); Chapelton v.
Barry UDC (1940) 1 KB 532, (1940) 1 All E.R. 356.
(150) Münchener Kommentar (Kramer), § 145, nº 10; Dietrich, «Der Kauf im Selbstbe-
dienungsladen», DB 1972, p. 957. Vid. igualmente BGH de 7 noviembre 2001, NJW, 2002,
363.
716 14. La oferta y la aceptación contractuales
de mercancías en una tienda con un precio no es una oferta, sino una invi-
tación a hacer una oferta, la parte que defiende que un contrato existe por
la aceptación de una oferta implícita en la exposición tendrá que probar
que dicha exposición conducía a una oferta, mientras que para los PECL la
parte que reclama que no hay contrato en tales circunstancias, tendrá que
probar que la exhibición no conducía a tal oferta151.
Por otro lado, la exposición de productos se puede realizar de manera
virtual en internet. En el marco de las ventas a consumidores este tipo de
exposiciones puede considerarse como oferta vinculante hecha al público,
por lo que, ante la duda sobre si dicha propuesta puede llegar a ser vincu-
lante para el oferente, es recomendable que se deje constancia de forma
expresa de que la comunicación comercial no vinculará al que la efectúa
y que su aceptación ulterior es imprescindible, a fin de evitar resultados
indeseados152.
(158) Vid. M. P. Furmston, Cheshire, Fifoot and Furmston's Law of Contract..., op. cit., p.
40.
(159) [1868] 38 NY 248.
718 14. La oferta y la aceptación contractuales
(174) Vid. al respecto A. T. Von Mehren, «The Formation of Contracts..», cit., pp.
110-113.
722 14. La oferta y la aceptación contractuales
(175) En este sentido, A. T. Von Mehren, «The Formation of Contracts..», cit., pp.
110-111.
(176) Durany Pich, «Perfección del contrato –Dº Civil–», EJB, Madrid, Civitas, 1995,
p. 4842.
(177) Vid. A. T. Von Mehren, «The Formation of Contracts..», cit., p. 111, que recoge
una tercera vía de protección que podría haber consistido en la admisión de la responsa-
bilidad por culpa in contrahendo, pero que se descartó por las dificultades que podría tener
el aceptante de demostrar el daño causado y la confianza que le había suscitado la oferta.
(178) Se trata de una forma solemne de celebrar el contrato, sin necesidad de conside-
ration: E. Peel, Treitel: The Law of Contract..., op. cit., p. 40.
III. La oferta contractual 723
cado en la misma que era irrevocable, esta declaración será ineficaz, por lo
que si el destinatario aceptara, se perfeccionaría el contrato179.
Otro de los supuestos en que se puede considerar irrevocable la oferta
es cuando se fija un plazo para la aceptación. Ésta es una idea extendida
en los sistemas romano-germánicos, especialmente en los códigos de corte
germánico, para los que la previsión de un plazo de aceptación de la oferta
tiene un doble efecto: por un lado, impide que se pueda aceptar con poste-
rioridad a esa fecha y, por otro, se constata la existencia de una promesa de
no revocación de la oferta durante la vigencia de ese plazo, lo que equivale
a considerar estas ofertas como irrevocables. En esta línea se encuentran,
entre otros, también el art. 1.329 Cc italiano, el art. 6:219 Cc holandés, el
Derecho escocés (Paterson v. Highland Ry., 1927)180, la § 2-205 UCC, el art.
19 de la Ley de contratos de la República de China de 1999, el art. 1.390 Cc
de Québec. En cambio, el Derecho anglosajón y parte de la doctrina roma-
no-germánica estiman que la previsión de un plazo para la aceptación sólo
indica que, pasado ese período de tiempo, ya no cabe aceptar la oferta, sin
que ello constituya una causa de irrevocabilidad181. Para el ordenamiento
jurídico francés, la revocación de la oferta en estos casos impide que se
concluya el contrato, pero genera responsabilidad por daños y perjuicios a
cargo del oferente182 (art. 1.116 Cc francés). La tesis de la irrevocabilidad
de la oferta en estas hipótesis prevaleció en el art. 16 CV, en el art. 2.1.4:2
(a) de los PU, así como en el art. 2:202 PECL, en el art. 4:202 (b) MCR y en
el art. 2.1.5 Principios OHADAC sobre los contratos comerciales interna-
cionales, al disponer que la oferta será irrevocable, si indica, al señalar un
plazo fijo para la aceptación o de otro modo, que es irrevocable.
También hay otra razón por la que se puede considerar una oferta
irrevocable: el principio de confianza, esto es, si el destinatario puede
creer razonablemente que se trataba de una oferta irrevocable y hubie-
ra actuado en función de dicha oferta, contratando o haciendo ofertas
de contrato con terceras personas. Si el oferente, con su comportamien-
to o sus declaraciones induce al destinatario a confiar en el carácter
irrevocable de la oferta, debe protegerse esta confianza, pues una re-
vocación de la oferta sólo se podrá hacer faltando a la buena fe o a lo
que, la jurisprudencia norteamericana conoce como promissory estoppel.
En este sentido, los tribunales ingleses admiten la irrevocabilidad de la
oferta, en los casos en que, en un contrato unilateral se han comenzado
ya los actos de ejecución del contrato por el aceptante183. Una vez más
C. Caducidad de la oferta
38. Por regla general, se entiende que una oferta hecha a una persona
que se encuentra en el mismo sitio que el oferente, o cuando se emplea un
medio de comunicación instantáneo, como el teléfono, debe ser aceptada
inmediatamente, pues de lo contrario, caduca (§ 147.I BGB). En cambio,
cuando los contratantes no se hallan físicamente en el mismo lugar y no
se emplea un medio de comunicación instantáneo, transcurre un cierto
período de tiempo hasta que el oferente conoce la voluntad del aceptante.
Este plazo será el que haya fijado el oferente o, en su defecto, el que se con-
sidere razonable, según los usos de los negocios y la naturaleza del asunto.
Transcurrido dicho período de tiempo sin que haya recaído aceptación, la
oferta caduca.
(188) En contra, M. H. Whincup, Contract Law and Practice..., op. cit., p. 49.
(189) A estos efectos, vid. entre otros, el asunto Zambia Steel & Building Supplies Ltd v
James Clark & Eaton Ltd [1986] 2 Lloyd's Rep. 225. Vid. también el asunto Butler Machine Tool
Co Ltd v Ex-Cell-O–Corporation (England) Ltd [1979] 1 WLR 401.
(190) Vid. G. Quinot, «Offer, Acceptance...», cit., p. 78.
(191) SSTS de 19 de junio de 1950 (RJ 1950, 1028); 10 de octubre de 1962 (RJ 1962, 3792);
19 de junio de 1980 (RJ 1980, 3300); 7 de junio de 1986 (RJ 1986, 3296); 20 de julio de 1990 (RJ
1990, 6120); 26 de marzo de 1994 (RJ 1993, 2395); 30 de mayo de 1996 y 28 de enero de 2000 (RJ
2000, 454).
(192) Aunque el Cc francés no tiene un precepto que así lo imponga, la doctrina
francesa ha defendido esta regla, C.B.M. Toullier, Il Diritto Civile Francese secondo l'ordine
del Codice, vol. VI, Nápoles, 1839, 3ª Ed., p. 19. Vid. También Caen 20 abril 2006, JCP, 2007,
t. IV, p. 1899.
IV. La aceptación contractual 727
(193) G. Eörsi, «A propos the Vienna Convention on Contracts for the International
Sale of Goods», AJCL, 1983, vol. 31, p. 342. En el momento de la redacción del art. 19.1º CV,
también se mostraron partidarios de la concepción estricta, Argentina, Australia, Bélgica,
Bulgaria, Brasil, Grecia, Italia y la República Checa. Vid. M. P. Perales Viscasillas, La for-
mación del contrato..., op. cit., p. 629.
(194) Vid. la STS de 15 de febrero de 1974 (RJ 1974, 575), en la que consideró que la carta
remitida constituía una contraoferta y que, al no haber puesto objeciones al suministro de
la mercancía, se entendía aceptada por el comprador.
(195) Vid. a modo de ejemplo, entre otras, en la jurisprudencia francesa, Civ. 3e, 2
mayo 1978, Rec. Dalloz, 1979, p. 317, Com. 16 abril 1991, Bull. Civ. 4, nº 148, JCP, 1992, t. II,
21871; cf. Ch. Larroumet, Droit civil..., op. cit., p. 228.
(196) SSTS de 17 de febrero de 1998 y de 26 de mayo de 1998, entre otras.
(197) M. P. Perales Viscasillas, La formación del contrato..., op. cit., p. 643.
728 14. La oferta y la aceptación contractuales
Así se establece en la § 2-207 UCC, que considera que hay una acepta-
ción definitiva y tempestiva aunque contenga términos adicionales o dife-
rentes de los que se contenían en la oferta. Conforme a estas normas, el
contrato estará integrado por los términos de la primera oferta, first-shot
rule. Con todo, cabe la posibilidad de escapar de esta regla, si la aceptación
se condiciona al hecho de que el oferente consienta los nuevos términos,
en cuyo caso, ya no se puede hablar de aceptación, sino de contraoferta200
y sólo cuando sea esta aceptada, se entenderá perfeccionado el contrato.
Esta vía abierta por la sección 2-207 (1) UCC sólo se admite por los tri-
bunales norteamericanos si dicha condición se establece de manera muy
clara, de forma que no quede duda de que el aceptante sólo desea quedar
(198) J. Marco Molina, «Las nuevas tendencias legislativas..», cit., pp. 32 y 33.
(199) B. S. Markesinis, H. Unberath, A. Johnston, The German Law of Contract...,
op. cit., p. 72.
(200) Vid. Roto-Lith, Ltd v. F.P. Barlett & Co. (297 F.2d 497, 1st Cir. 1962), en la que el
tribunal entendió que la aceptación modificaba tan sustancialmente la oferta que constituía
una contraoferta. No obstante, las duras críticas que recibió esta sentencia, por haber segui-
do la regla tradicional, han provocado la desviación de la jurisprudencia norteamericana
de este criterio.
IV. La aceptación contractual 729
(201) En este sentido, entre otras, BGH NJW 2002, 817; BGB NJW 1975, 1116, 1117.
(202) Considerando las modificaciones relativas a la modalidad de pago como sustan-
ciales y, por tanto, como constitutivas de una contraoferta, vid., entre otras, la sentencia del
LG Giessen, 22 diciembre 1992 (6 0 66/92) (Alemania), confirmada por la de apelación del
OLG Frankfurt am Main, 4 marzo 1994 (10 U 80/93) y eso que el comprador estaba dispuesto
a cumplir con las garantías solicitadas, pero, a cambio, pedía que se le enviase una factura
pro forma. Igualmente, respecto al plazo de entrega de las mercancías se estima sustancial
por el OLG Hamm, 17 diciembre 1981 (2 U 125/81) Alemania. Y, una modificación en la
cuantía del pedido o una ampliación en los plazos de envío, también es sustancial para el
OLG Hamm, 7 diciembre 1978 (2 U 35/78) Alemania.
(203) A este respecto es conocido el caso Filanto S.p.A. v. Chilewich International Corp.,
14 de abril de 1992, 91 Civ. 3253 (CLB) Estados Unidos, 789 F. Supp. SDBY 1992. en que el
tribunal entendió que, ante la pasividad del destinatario de la oferta, había que entender
incluida en el contrato la cláusula de arbitraje.
(204) Vid. la sentencia del OLG Hamm, 22 de septiembre de 1992 (19 U 97/91), que con-
sideró como una modificación esencial la negativa a embalar beicon en sacos polietileno y
contraofreciendo un método de embalaje a granel. El silencio que adoptó como respuesta
el comprador al recibir la contraoferta, permitía la perfección del contrato, en los términos
contraofertados. En el mismo sentido, el caso Tinn v. Hoffman [1873] 29 LT 271, en que se
ofertó la venta de 1200 toneladas de hierro y se contestó pidiendo 800 toneladas.
(205) J. Marco Molina, «Las nuevas tendencias legislativas..», cit., p. 43.
730 14. La oferta y la aceptación contractuales
(206) Global Tankers Inc v Amercoat Europa NV [1975] 1 Lloyd's Rep 666, 671. Vid. E.
Peel, Treitel: The Law of Contract..., op. cit., p. 19.
(207) B. S. Markesinis, H. Unberath y A. Johnston, The German Law of Contract...,
op. cit., p. 73.
(208) V. Maurer, «The United Nations Convention on Contracts for the Internatio-
nal Sale of Goods», Syracuse Journal of International Law and Commerce, 1989, vol. 15, p. 373.
IV. La aceptación contractual 731
(209) F. Van der Velden, «Uniform Internacional Sales Law and Battle of Forms»,
Unification and Comparative Law in Theory and Practice. Contributions in Honour of Jean Georges
Sauveplanne, Deventer, Kluwer, 1984, p. 234.
(210) British Road Services Ltd v Arthur V Crutchley Ltd (1968) 1 All E.R. 811. Aunque
también hay otra línea en el Derecho inglés que consideraría no concluido el contrato y
si se han realizado actos de ejecución, se compensarían a través de algún tipo de solución,
como la restitución: British Steel Corporation v Cleveland Bridge & Engineering Co Ltd (1984) 1
All E.R. 504.
(211) BGH NJW 1985, 1838.
732 14. La oferta y la aceptación contractuales
(218) Vid. por todos, G. Eörsi, «A propos the Vienna Convention on Contracts for the
Internacional Sale of Goods», AJCL, 1983, vol. 31, nº 2, p. 317.
(219) M. P. Perales Viscasillas, La formación del contrato..., op. cit., p. 592.
IV. La aceptación contractual 735
(220) En este sentido, M. P. Perales Viscasillas, La formación del contrato..., op. cit.,
p. 589.
(221) Entre otras, SSTS de 23 de marzo de 1988 (RJ 1988, 2422); 3 noviembre de 1993 (RJ
1993, 8963).
(222) Entre otras, Civ. 3ème, 25 mayo 2005, RJD.A. 2005, nº 1335, Rev.trim.dr.civ.,
2005, p. 772; París 25 noviembre 2006, RJD.A., 2006, nº 331.
736 14. La oferta y la aceptación contractuales
(234) Vid. Specht v. Netscape and AOL (SDNY), 2001 US Dist. LEXIS 9073.
(235) P. A. De Miguel Asensio, «Contratación comercial internacional...», cit., pp.
271-272.
(236) A. Lara Aguado, «Formación del contrato electrónico», en esta misma obra; P.
A. De Miguel Asensio, «Contratación comercial internacional...», cit., p. 268.
IV. La aceptación contractual 741
V. Conclusiones
63. Las nuevas tendencias legislativas tienden a regular de una manera
muy detallada la formación del contrato basándose en el modelo bilateral
de la oferta y la aceptación, a diferencia de las codificaciones nacionales,
que suelen contener escasa regulación de este tema y resuelven los conflic-
tos que la oferta y la aceptación generan por vía jurisprudencial, coinci-
diendo en el resultado final, en gran cantidad de supuestos.
Esta exhaustiva regulación contrasta con la flexibilidad que se concede
a la hora de interpretar cuándo hay un acuerdo de voluntades formado a
partir de dicha oferta y aceptación. Por un lado, es suficiente con que las
partes lleguen a un acuerdo contractual mínimo, en el que pueden dejarse
términos abiertos y sin negociar, lo que aparentemente contrasta con las
codificaciones de corte francés y, en cambio, es tan propio del Derecho
norteamericano. Por otro lado, para fomentar la formación del contrato,
se admite que la declaración de voluntad que introduce modificaciones a
la oferta surta efectos como aceptación (ruptura de la regla del espejo),
lo que también contrasta aparentemente con la clásica regla del Derecho
inglés. Esto además se refuerza con la incorporación de la interpretación
del acuerdo de voluntades a través del principio de confianza o reliance, de
modo que si las declaraciones o conductas de una parte generan en la otra
una confianza en la existencia de un contrato, se protege dicha confianza,
si es lo que una persona razonable colocada en la misma posición que esa
parte contratante hubiera entendido. Esta tendencia a proteger la seguri-
dad del tráfico, a través de la tutela de las expectativas de las partes, de la
confianza que las palabras o la conducta de la contraparte ha generado en
ellas, provoca el que se fuerce la formación del contrato, incluso en contra
de la intención de alguna de las partes.
64. Quizás por lo atractivo que puede resultar para los juristas de sis-
temas romano-germánicos la labor judicial que desarrollan los jueces del
common law, se constata la concesión de un amplio protagonismo a los órga-
nos jurisdiccionales a la hora de decidir si existe un acuerdo de voluntades
y al integrar el contenido del contrato, aunque quizás se ha pasado por alto
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Bibliografía 751
15
Las condiciones generales de la contratación:
Una lectura de los diferentes modelos de
control
sobre las condiciones generales de la contratación. VII. Los límites de las con-
diciones generales de la contratación. 1. De los límites tradicionales
de la autonomía privada a la cláusula general de buena fe como límite nuevo de las
condiciones generales de la contratación. 2. La extensión de la cláusula general de buena
fe a los contratos con condiciones generales entre empresarios. 3. La cláusula general de
buena fe, ¿se extiende al objeto y al precio del contrato con condiciones generales?. 4. Una
nueva exigencia en la contratación adhesiva: la transparencia material de las condicio-
nes generales de la contratación. 5. El test de «abusividad». 6. Las consecuencias jurí-
dicas del carácter abusivo de una condición general de contratación. Bibliografía.
(1) Uno de los pocos trabajos de carácter histórico que se conocen es el de R. Pohl-
hausen, Zum Recht der allgemeinen Geschäftsbedingungen im 19. Jahrhundert, Munich, Abhand-
lungen zur rechtswissenschaftlichen Grundlagenforschung 30, 1977 (obra citada por H.
Coing, Derecho privado europeo, Madrid, vol. II, Fundación Cultural del Notariado, 1996, p.
543).
(2) Donde no hay libertad de mercado, el contrato normalmente está normado o
reglamentado. En las economías socialistas y comunistas el contenido viene previamente
fijado por el Estado (así era en el Derecho de la República Democrática de Alemania o de
Rusia –vid., M. García Amigo, Condiciones generales de los contratos, Madrid, Ed. Revista de
Derecho Privado, 1969, pp. 49 y ss. y pp. 71 y ss.–; después, en la República Democrática
de Alemania se aprobó en 1975 el Zivilgesetzbuch, en cuyo § 46.2 determinaba que las con-
diciones generales son dictadas en calidad de normas jurídicas por los órganos estatales
I. La aparición del fenómeno de la contratación con condiciones… 755
(5) K. Neumayer, Les contrats d'adhesion dans les pays industrialisés, Ginebra, Ed. Li-
brairie Droz, 1999, p. 18.
(6) Término ya utilizado por J. Kohler, en Arch. Bürg. R (1908), p. 247, citado por
L. Raiser, Das Recht der Allgemeinen Geschäftsbedingungen, Bad Homburg von der Höhe, Ed. Her-
mann Gentner, reimpresión, 1961 (la obra de Raiser es de 1935), p. 17.
(7) Op. cit., p. 17.
(8) Idem, p. 23.
I. La aparición del fenómeno de la contratación con condiciones… 757
2. El modelo comunitario
5. Un hito importante en la evolución del Derecho de las Condiciones
Generales de la Contratación (DCGC) es, como se ha podido comprobar
en los capítulos anteriores, la Directiva 93/13/CEE, de 5 de abril, sobre
cláusulas abusivas en los contratos celebrados con consumidores. Es una
norma comunitaria que tiene por centro las cláusulas no negociadas que
sean abusivas. Aunque es una norma que tiene un alcance limitado desde
el punto de vista geográfico, puesto que afecta sólo a los Estados que for-
man parte de la UE, no se puede negar su interés para la comprensión de
la evolución del DCGC, en primer lugar, por la importancia que ha tenido
dentro de la UE; en segundo lugar, para los países limítrofes del Mercado
Europeo; en tercer lugar, por las operaciones transnacionales con cual-
quier país del mundo y, en cuarto lugar, por ser un (posible) modelo para
otras entidades supranacionales. Donde más ha incidido la Directiva sobre
cláusulas abusivas ha sido en los ordenamientos internos de los Estados
miembros por ser obligada su transposición a los Derechos nacionales14.
(13) Esta concurrencia de distintos textos jurídicos –legales o no– introducen nuevos
interrogantes que afectan a la ya de por sí compleja construcción del Derecho europeo. La
transparencia y la claridad que siempre se desea, en el Derecho contractual se empieza a
cuestionar [vid., en particular, T. Pfeiffer, «Methodik der Privatrechtsangleichung in der
EU», AcP (208), 2008, pp. 228 y ss.].
(14) Para una visión global, y al mismo tiempo muy actual, puede ser muy útil el tra-
bajo de M. Ebers, «La revisione del diritto europeo del consumatore: l'attuzione nei Paesi
membri della directiva sulle clausole abusive (93/13/CEE) e le prospettive d'ulteriore ar-
monizzazione», Contratto e impresa/Europa, 2007, pp. 696 y ss. Este autor ha realizado un estu-
II. Diversos modelos legales de condiciones generales… 761
medidas que se deben adoptar: ¿sólo deben comprender las cgc?, o ¿deben
abarcar las cláusulas no negociadas en contratos individuales? o, incluso,
¿deben extenderse a todas las cláusulas contractuales? La Propuesta de Di-
rectiva, de 24 de julio de 1990, abarca no sólo la totalidad de las cláusulas
contractuales accesorias sino también las cláusulas que regulan las presta-
ciones principales (Hauptleistungen) –cgc, cláusulas no negociadas y cláusu-
las negociadas–. Parecía que el modelo francés iba a triunfar. Sin embargo,
una Directiva dirigida a un control tan amplio de las cláusulas abusivas
podía suponer para los ordenamientos nacionales un grave problema de
orden constitucional y sustantivo, puesto que podía poner en peligro la
autonomía privada, además de socavar posiblemente los pilares del orden
económico nacional. Afortunadamente aquella Propuesta de Directiva fue
lo suficientemente debatida, llegándose a un compromiso entre los mode-
los alemán y francés, el cual consistió en dejar fuera de la Directiva las cláu-
sulas negociadas y las cláusulas sobre elementos principales del contrato17.
La Directiva 93/13/CEE no alude en ningún momento a las cgc. El nú-
cleo de la misma son las cláusulas abusivas no negociadas. El artículo 3.1,
en su primera parte, habla de las cláusulas contractuales que no se hayan
negociado individualmente, es decir, cláusulas que no hayan sido objeto de
negociación. Lo característico, por tanto, de las cláusulas que comprende
la Directiva es que no se han negociado, que no ha habido negociación.
El objeto de la regulación de la normativa comunitaria son, en definitiva,
aquellas cláusulas que no se hayan negociado individualmente. La falta de
negociación es evidente en las cgc, dado que están pensadas para una plu-
ralidad de contratos, pero resulta más difícil imaginar que no hay negocia-
ción en un contrato individual aunque una de las partes sea un profesional
y el otro un consumidor. Aun así, es posible que en un contrato individual
no se hayan negociado las cláusulas. En tal caso, el consumidor encuentra
una protección en la Directiva y en la norma nacional transpuesta. En defi-
nitiva, la Directiva no se ocupa sólo de las cgc sino también de las cláusulas
no negociadas. Por esta razón no define las cgc, pero tampoco determina
cuándo las cláusulas no son negociadas, si bien establece unas presuncio-
nes de no negociación de las cláusulas en un contrato entre un profesional
y un consumidor.
No se puede separar las cláusulas no negociadas de las cláusulas abu-
sivas. El núcleo central de la Directiva es la «abusividad». El artículo 3.1
señala los presupuestos para saber cuándo una cláusula no negociada es
abusiva. El artículo 3.1 gira, principalmente, en torno a la buena fe obje-
tiva. Contiene una verdadera cláusula general. Cuando se dan los presu-
puestos del artículo 3.1, se dice, el profesional ha trasgredido la buena fe
(28) Un primer estudio reflexivo sobre estas cuestiones se puede encontrar en el tra-
bajo de M. Ebers, «El control de las cláusulas abusivas en un futuro instrumento opcional»,
Indret, enero, 2012.
(29) Vid. A. Stadler, «Anwendungsvoraussetzungen und Anwendungsbereich des
Common European Sales Law», AcP (212), 2012, pp. 473 y ss.
(30) Por todos, AA VV European Contract Law and the Digital Single Market, ed. A.,
De Franceschi, Intersentia, Cambridge, 2016. En esta obra, pueden consultar a R. Mom-
berg «Standard Terms and Transparency in Online Contracts», pp. 189 y ss. También a
770 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
directas a las cgc si bien inciden en los contratos que contemplan cuando
son contratos estandarizados.
B. El modelo portugués
conocimiento de las cgc y, con ello, también del consentimiento del que
se adhiere a un contrato no negociado (la comunicación de las cláusulas,
el deber de información, la prevalencia de las cláusulas pactadas, cláusulas
que quedan excluidas del contrato y las consecuencias de la no incorpo-
ración de las cláusulas). La mayor singularidad de la Ley portuguesa es
que los requisitos de incorporación rigen tanto para los contratos entre
empresarios como para los contratos con consumidores. Se puede estar en
desacuerdo con que los requisitos de incorporación sean los mismos, sobre
todo teniendo en cuenta que la celebración de los contratos entre empre-
sarios se rige por unos criterios de mayor flexibilidad. Así lo entendió el le-
gislador alemán, el cual no somete la incorporación de las cláusulas a unas
exigencias especiales cuando forman parte de contratos entre empresarios
(cf. §§ 24 AGB-G y 310 BGB). El legislador español, por el contrario, no
distinguió en cuanto a los requisitos de incorporación de las cgc (cf. art. 5
LCGC). El capítulo III establece reglas de interpretación, integración y nu-
lidad de las cgc. Como en la AGB-G, el núcleo central constituye el control
de contenido55. El capítulo V parte del principio general de buena fe, que
se concreta, después, en una norma independiente, de modo que ambos
preceptos (arts. 15 y 16), constituyen la cláusula general de buena fe56. La
Ley portuguesa es quizá la única ley que establece un verdadero listado
específico de cláusulas absoluta y relativamente prohibidas en los contratos
con cg entre empresarios, lo que implica un control a priori muy impor-
tante, que siempre fue rechazado en Alemania (el listado gris y negro rige
sólo para los contratos de consumo con cg). Supone una intervención muy
directa en el mercado nacional. En las operaciones transfronterizas, las
empresas portuguesas que fijen de antemano las cláusulas en las relaciones
empresariales se pueden sentir invitadas a recurrir a leyes extranjeras más
permisivas. El legislador portugués no ha considerado oportuno que para
la valoración de la buena fe de las cláusulas en las relaciones entre em-
presarios se tengan en cuenta los usos comerciales (cf. §§ 24 AGB-G y 310
BGB). La Ley portuguesa termina con la regulación de normas procesales
–que giran en torno a la acción inhibitoria– para una mayor protección
de los contratantes que se adhieren a cgc (cap. VI) y unas normas finales y
transitorias (cap. VII).
se aplique o si, por el contrario, resulta también necesario que se trate de cláusulas con-
tractuales que revistan el requisito de generalidad y la indeterminación (op. cit., p. 101). A
juicio de este autor, hubiera bastado una norma que mandase aplicar la Ley (excepto las
disposiciones sobre la acción inhibitoria) a todas las cláusulas redactadas previamente, en
los términos anteriormente expuestos, al menos en las relaciones con los consumidores
finales (p. 101).
(55) El control a instancia del Ministerio Fiscal, vid. J. Alves, «O Ministério Publico
Português e as Cláusulas Abusivas nos contratos de Consumo», Revista Luso-Brasileiera de
Direito Do Consumo, núm. 16, pp. 173 y ss
(56) Una lectura críticia ofrece M. Frota, «Das Condições Gerais dos Contratos e
das Cláusulas Abusivas em Portugal: Dos Males Diagnosticados aos Remédios Prescritos»,
Revista Luso-Brasileiera de Direito Do Consumo, núm. 16, pp. 123 y ss.
776 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
C. El modelo holandés
Esta decisión de regular las cgc dentro del Código civil, en lugar de
aprobar una ley especial, responde a un deseo claro de modernización del
Derecho contractual donde no pueden faltar los contratos de adhesión.
El libro VI del Nuevo Código civil holandés (NBW), que entró en vigor
el 1 de enero de 1992, regula en los artículos 231 a 247 las cgc (algemene
voorwaarden)58. En este sentido, el modelo holandés apostó claramente
por ubicar la regulación de las cgc en el Derecho de los contratos, como
una parte más, aunque especial, después del negocio jurídico y el contrato.
Los artículos 231 y ss. son de aplicación general a cualquier contrato con
cgc, con independencia de quién sea el adherente. Una singularidad del
NBW es que en la cláusula general para proteger a la parte más débil fren-
te a las cláusulas abusivas prescinde del concepto de buena fe. El artículo
233 a) admite que pueden ser impugnadas las cgc cuando perjudiquen
desproporcionadamente (onredelijk bezwarend)59 a la otra parte contractual.
Otra singularidad –art. 233 b)– es la impugnación de aquellas cláusulas
por quien no ha podido razonablemente tener conocimiento de las cgc
por causa imputable al predisponente. El artículo 234 establece una se-
rie de presunciones de puesta en conocimiento de las cgc a la otra parte
contractual. A diferencia del modelo alemán, el NBW se caracteriza por
un particularismo en cuanto a los contratantes que pueden impugnar las
cgc al amparo del artículo 233 (cf. art. 235)60. Para los contratos con cgc
con consumidores, el NBW establece, a semejanza del sistema alemán, una
lista de cgc que se consideran desproporcionadamente perjudiciales, sin
posibilidad de valoración (art. 236) y otras que se presumen desproporcio-
nadamente perjudiciales (art. 237). El NBW contiene normas procesales
(57) Sobre la reforma propuesta en su momento en relación con las cgc, vid. el estu-
dio de K. H. Neumayer, «Das Niederländische Recht in der Abwehr des Missbrauchs Allge-
meiner Geschäftsbedingungen», RabelsZ, 1973, pp. 718 ss. En España, vid. García Amigo,
op. cit., pp. 55 y ss.
(58) Vid., Neumayer, op. cit., pp. 344 y ss. Una breve referencia podemos encontrar
de Hartkamp en «Einführung in das neue Niederländische Schuldrecht», AcP (191), 1991,
pp. 397 y ss., en particular, 403-405.
(59) También se puede traducir por onerosidad injustificada (Neumayer, op. cit.,
p. 373). Existe una traducción al inglés del NBW realizada a instancia por la Ed. Wolters
Kluwer, 2009 (traducido por H. Warendorf, R. Thomas e I. Curry-Sumer).
(60) En la PR CESL sólo se protegen a las pequeñas o medianas empresas frente a
cláusulas abusivas (PYME). No sé si ha tenido alguna influencia en esta restricción subjetiva
el Derecho holandés (cf. el art. 7 de la Propuesta).
II. Diversos modelos legales de condiciones generales… 777
4. Modelos incompletos
A. El modelo italiano
11. De entre todos los Códigos civiles modernos (después del BGB), el
primero que menciona específicamente las cgc es el Código civil italiano
de 1942. La voluntad del legislador italiano de querer modernizar el Dere-
cho privado le llevó a incorporar en el Código civil expresamente las cgc.
Para ello contaba con la doctrina italiana, la cual seguía muy de cerca a
la doctrina alemana. En el capítulo dedicado a los requisitos del contrato
(arts. 1.325 y ss.), el Código civil da respuestas –sólo en dos preceptos– a al-
gunos problemas concretos que plantea la utilización de las cgc. El artículo
1.341 formula en el párrafo primero expresamente el principio de cognos-
cibilidad en la contratación con cg, esto es, que las cgc son eficaces si en
el momento de la celebración del contrato el contratante adherente las ha
conocido o las habría debido conocer de acuerdo con la diligencia media.
El párrafo segundo del mismo precepto niega en cualquier caso determi-
nadas cg por razón de su contenido, si no han sido específicamente apro-
badas por escrito. Se trata de cláusulas que por el legislador se consideran
vessatorie (expresión italiana que equivale a lo que se entiende por cláusu-
las abusivas), sin que puedan ser objeto de valoración judicial. La lista es
muy reducida, debiendo ser aplicada restrictivamente, sin que se pueda
aplicar analógicamente. Esta lista sólo tiene razón de ser cuando las cgc no
han sido aceptadas específicamente por el adherente. En caso contrario,
el control de las cgc pasa por las normas generales de la contratación. El
otro precepto que se refiere a las cgc es el artículo 1.342, que se ocupa de
los contratos celebrados mediante módulos o formularios, determinando
que las cláusulas individuales prevalecerán sobre las cgc que aparecen en
los módulos o formularios. A los contratos celebrados mediante módulos o
formularios es de aplicación el párrafo segundo del artículo 1.341. El Códi-
go civil italiano de 1942 es el primero en incorporar a su texto las cgc, aun
cuando parte del explícito reconocimiento de la autonomía de la voluntad
(art. 1322).
Los artículos 1.341 y 1.342 supusieron una ruptura muy importante con
el Código civil de 1865 (tan lleno del espíritu individualista como el Códi-
(62) Vid. F. Messineo, Il contratto in genere, del Trattato di Diritto Civle e Commerciale,
XXI, t. I, Milán, Ed. Dott. A. Giuffrè, 1968, pp. 466-468.
(63) Existe una traducción de la transposición de la Directiva al Código italiano de
P. Portellano Díez, en Condiciones generales de la Contratación y Cláusulas abusivas, dir. U.
Nieto Carol, Valladolid, Ed. Lex Nova, 2000, pp. 623 y ss.
(64) Sobre la nueva regulación, entre muchos otros, vid. la obra colectiva dirigida
por G. Alpa y S. Patti, Le clausole vessatorie nei contratti con i consumatori, t. I y II, Ed. Giuffrè,
Milán, 1997; A. Barenghi, «I contratti per adesione e le clausole vessatorie», en Diritto pri-
vato europeo, vol. II, Milán, ed. Cedam, 1997, pp. 617 y ss. Mas recientemente, L. Fernández
del Moral Domínguez, «Das condições Gerais dos contratos e das cláusulas abusivas nos
contratos de consumo na Italia», Revista Luso-Brasileiera de Direito Do Consumo, núm. 16, pp.
153 y ss.
(65) El artículo 1.341 es retocado con la Directiva al referirse al consumidor en el
párrafo segundo.
II. Diversos modelos legales de condiciones generales… 779
B. El modelo español
12. Desde los años ochenta del siglo pasado, España quería tener una
ley de cgc. Esta vieja aspiración se convierte en realidad cuando, con moti-
vo de la transposición de la Directiva 93/13/CEE, mediante la Ley 7/1998,
de 13 de abril, se regulan las cgc70. Hubo sucesivos anteproyectos en 1984,
1987 y 1992 que se acercaron, en gran medida, al modelo alemán71. La
falta de una decisiva voluntad política hizo fracasar que durante todo este
largo período se tuviera un modelo de cgc. El hecho de tener, además,
desde 1984, una Ley General de la Defensa de Consumidores y Usuarios
(LGDCU), seguramente aparcó cualquier intento de sacar verdaderamen-
(66) Sobre la misma, G. Alpa, «Nuevos aspectos de la tutela del consumidor. La Ley
italiana de consumidores de 2 de julio de 1998», Actualidad civil, 1999, I, pp. 15 y ss.
(67) Por todos, la obra colectiva, centrada en los artículos 33 a 37, I contratti del Con-
sumatorie, a cargo de E. Cesaro, 4ª Ed., Cedam, Padua, 2007. Para un primer contacto con
el Codice de Consumo y su relación con el Derecho comunitario y europeo, vid. L. R. Carleo,
«La codificación sectorial, entre límites y oportunidad: el código italiano de consumo»,
RdP, 2006, pp. 39 y ss.
(68) Desde el punto de vista del Derecho comparado y la actual normativa italiana en
materia de cláusulas abusivas, puede consultarse la obra de Nebbia, op. cit.
(69) S. Patti, «Sulla reforma del Quarto Libro del Codice Civile: i contratti per
adesione», Riv. dir. civ., nº 6, 2006, pp. 205 y ss.
(70) Por todos, vid. F. Rodríguez Artigas, «Antecedentes de la Ley sobre condi-
ciones generales de la contratación. Los sucesivos Anteproyectos de Ley», en Condiciones
Generales de la Contratación y Cláusulas Abusivas, dir. U. Nieto Carol, Valladolid, Ed. Lex
Nova, 2000, pp. 75 y ss.
(71) Rodríguez Artigas, op. cit., p. 83.
780 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
te adelante una ley de cgc. Más tarde, dentro del «Programa de Acción
(1996-2000) del Ministerio de Justicia», se propuso nuevamente una ley de
cgc, llegándose a formular varios anteproyectos, cuyas semejanzas con el
modelo alemán son manifiestas. Al final, se aprobó un proyecto de ley so-
bre cgc por el procedimiento de urgencia, el cual, sin embargo, se distan-
cia bastante del modelo alemán. Este proyecto se convirtió en la actual Ley
7/1998, de 13 de abril, sobre Condiciones Generales de la Contratación
(LCGC). Ha de precisarse que con la Ley 7/1998 se transpone la Directiva
93/13/CEE, adaptando al mismo tiempo la LGDCU de 1984 a los manda-
tos comunitarios72.
La LCGC tiene una parte general (cap. I) dedicada a los ámbitos ob-
jetivo, subjetivo y territorial. Entre los artículos más importantes está el
artículo 1 que define las cgc. En el mismo capítulo se regulan los requisitos
de incorporación (art. 5) y las reglas de interpretación [art. 6 y art. 80.2
TRLDGCU77]. Para los contratos con consumidores habrá que estar, a su
vez, al artículo 80.1, letras a) y b) TRLGDCU (la letra b ha sido reformada
por la Ley 3/2014, de 27 de marzo). El siguiente capítulo contiene todo
un régimen jurídico sobre los efectos de la no incorporación y nulidad de
determinadas condiciones generales (arts. 7 a 10). No encontramos en la
LCGC, por lo que se ha dicho más arriba, una cláusula general de buena fe.
Sólo el artículo 8.2 remite a la LGDCU (actual TRLGDCU) para las cláusu-
las abusivas78. Una de las singularidades del sistema español es la creación
de un Registro de Condiciones Generales de la Contratación (cap. III).
Este Registro no sólo publica las sentencias firmes y estimatorias de las
acciones de nulidad o declaración de no incorporación de las cláusulas
generales, así como las acciones colectivas de cesación, de retractación y
declarativa (art. 11.3), sino también las cláusulas contractuales que tengan
el carácter de cgc (art. 11.2), cuya inscripción puede ser hasta obligatoria
en determinados casos (cf. art. 11.2, frase última). El capítulo IV regula
las acciones colectivas (los arts. 14, 15, 18 y 20 han sido derogados por la
LEC 2000). Las sentencias que recaigan, previo ejercicio de las acciones
colectivas, deben ser publicadas (cap. V). El texto legal concluye con un
(79) El apartado 1 del art. 81 es reformado por la Ley 3/2014, de 27 de marzo. Por la
misma Ley se incorpora al artículo un nuevo apartado. El primero contiene un precepto
ex novo en virtud del cual se obliga al empresario de remitir, en el plazo de un mes y a peti-
ción de las entidades mencionadas en él mimo, las condiciones generales que integren los
contratos que celebren con consumidores. El mismo nuevo apartado en realidad no es tal,
puesto que figuraba en el antiguo apartado primero, con algún ligero toque de cambio.
II. Diversos modelos legales de condiciones generales… 783
C. El modelo francés
13. Hasta la edición anterior de esta obra colectiva ubicamos el modelo
francés entre los modelos que codifican las cgc en un Código de consumo.
Con la Reforma del Código civil francés en virtud de la Ordenannce 2016-
131, de 10 de febrero, la regulación de las cgc deja de ser patrimonio ex-
clusivo del Code la consommation. Por primera vez, se recoge en el artículo
1110-2 una definición del contrato de adhesión y una cláusula general de
«abusividad» de las ccg.
Mucho tiempo atrás, hubo en Francia, concretamente en la década de
los setenta del siglo pasado, un debate sobre la protección de los consumi-
dores en la contratación con cg, aunque el tema central fueron las cláusulas
abusivas. Francia siguió en aquel momento un camino muy diferente84 y 85.
En lugar de una ley de cgc, prefirió una ley de consumo. Y en lugar de un
control judicial específico, eligió un control administrativo. En la Ley nº
78-23, sobre la protección e información de los consumidores de produc-
tos y de servicios, de 10 de enero de 197886, los artículos 35 a 38 tienen por
materia la protección de los consumidores contra las cláusulas abusivas.
En el primero de los preceptos, de contenido denso pero al mismo tiempo
un tanto confuso, no contiene una cláusula general de buena fe, si bien
señala que la «abusividad» existe cuando el profesional abusa de su poder
económico y obtiene una ventaja excesiva frente al no profesional o con-
sumidor. La determinación del carácter abusivo de una cláusula impues-
(87) Por todos, la obra colectiva Le consommateur & ses contras, París, Ed. Juris Classeur,
2002.
(88) Vid. Roppo, op. cit., pp. 453 y ss.
(89) Vid. H. Temple, «Problématiques pour un Code de la Consommation», Revista
Luso-Brasileiera de Direito Do Consumo, vol. III, nº 11, 2013, pp. 127 y ss.En el nº 16 de la
Revista el mismo autor, «Les Clauses Abusives en Droit français Positiv».
(90) Se puede consultar la traducción al español de P. Portellano Díez, en Condi-
ciones generales de la contratación y cláusulas abusivas, dir. U. Nieto Carol, Valladolid, Ed. Lex
Nova, 2000, pp. 619-622.
(91) Para una primera aproximación, Le consommateur..., op. cit., pp. 261 y ss.
(92) En la literatura española, vid. J. Lete Achirica, «La transposición de la Directi-
va 5 de abril de 1993 en el Derecho francés: La Ley de 1 de febrero de 1995 sobre cláusulas
abusivas y presentación de los contratos», La Ley, D-49, 1996, pp. 1720 y ss.
786 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
(93) Son muy sugerentes las aportaciones de muchos de los autores que participan
en la obra colectiva Les clauses abusives entre professionnels, dirs. C. Jamón/D. Mazeaud, París,
1998. En esta obra se debate ampliamente sobre la conveniencia o no de un control especí-
fico de contenido de las cgc entre empresarios.
(94) En España, puede consultarse el trabajo de A. Cabanillas Sánchez, «El Ante-
proyecto francés de reforma del Derecho de obligaciones y del Derecho de la prescripción
(Estudio preliminar y traducción)», ADC, 2007, pp. 621 y ss.
II. Diversos modelos legales de condiciones generales… 787
control de legalidad sobre los mismos por las normas generales y especiales
de obligaciones y contratos.
A. El modelo griego
14. El modelo griego se alinea con los países que cuando han querido
ocuparse de las cgc ha sido mediante una ley especial95. Antes de la Direc-
tiva 93/13/CEE, Grecia aprobó en 1991 la Ley de Protección de los Con-
sumidores, la cual regula específicamente las cgc (arts. 22 y ss.), quedan-
do, por tanto, fuera las cgc entre empresarios96. El Código civil griego, de
1940, permite, no obstante, un control de contenido indirecto de las cgc
a través del artículo 200 (la interpretación de los contratos se debe hacer
conforme con la buena fe según los usos de tráfico) y un control de con-
tenido directo por medio del artículo 281 (la buena fe constituye uno de
los límites del ejercicio de los derechos), siendo calificado por la doctrina
como una cláusula general de buena fe97.
(100) Sobre el Derecho contractual europeo, como tal, pueden ser de utilidad, entre
otras, las obras de K. Riesenhuber, Europäisches Vertragsrecht, op. cit. (no obstante, es una obra
muy cercana al Derecho material comunitario); M. Schmidt-Kessel, M., «Europäisches Ver-
tragsrecht», en Europäische Methodenlehre, Ed. K. Riesenhuber, Berlín, De Gruyter Recht,
2006, 391 y ss. (3ª ed. 2015, pp. 373 ss). Desde una perspectiva más económica, vid. C.
Ott/H. B. Schäfer, «Vereinheitlichung des europäischen Vertragsrecht –Ökonomische
Notwendigkeit oder akademisches Interesse?, en Vereinheitlichung und Diversität des Zivilre-
chts in trasnationalen Wirtschaftsräumen», edts. C. Ott/H. B. Schäfer, Tubinga, Ed. Mohr
Siebeck, 2002, pp. 203 y ss.
(101) Entre los muchísimos trabajos que hay, una breve síntesis actualizada se puede
encontrar en «Vías para la unificación del Derecho privado europeo», de S. Leible, ADC,
2006, pp. 1589 y ss.
(102) Lando, op. cit., p. 3.
(103) Sobre la diversidad de los ordenamientos jurídicos resultan de mucho interés
algunos de los trabajos recogidos en la obra colectiva Vereinheitlichung und Diversität des
Zivilrechts in trasnationalen Wirtschaftsräumen, edts. C. Ott/H. B. Schäfer, Ed. Mohr Sie-
beck, Tubinga, 2002, como el de E. M. Kieninger, «Rechtsentwicklung im Wettbewerb
der Rechtsordnungen», pp. 118 y ss.
790 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
(104) Una revisión del concepto y la función de la lex mercatoria resulta sugerente el
estudio de Schmidtchen, D., «Lex Mercatoria und die Evolution des Rechts», en Vereinheit-
lichung und Diversität des Zivilrechts in trasnationalen Wirtschaftsräumen, edts. C. Ott y H. B.
Schäfer, Tubinga, Ed. Mohr Siebeck, 2002, pp. 1 y ss.
(105) Sobre el DCFR y sus funciones, vid. S. Leible, «Was tun mit dem Gemeinsa-
men Referenzrahmen für das Europäische Vertragsrecht? –Plädoyer für ein optionales
Instrument», BB, 2008, pp. 1469 y ss.; del mismo autor, «Europäisches Privatrecht am Schei-
deweg», NJW, 2008, 2558, ss; W. Ernst, «Der Common Frame of Reference», AcP (208),
2008, pp. 248 y ss. En España, en particular, E. Arroyo i Amayuelas, «La contribución
al marco común de referencia de los principios de Derecho contractual comunitario»,
en Derecho privado europeo: estado actual y perspectivas de futuro, Cizur Menor (Navarra), Ed.
Thomson-Civitas, 2008, pp. 49 y ss. En la misma obra, S. Leible, «¿Qué hacemos con el
Marco Común de Referencia? Alegato a favor de un instrumento opcional», pp. 221 y ss.; R.
Schulze, «Estado actual de los debates sobre el Marco Común de Referencia», pp. 407 y ss.
Una lectura crítica a las reglas europeas sobre el control de las cláusulas abusivas ofrece el
trabajo de H. Eidenmüller et alt., «Hacia una revisión del acquis de consumo», La revisión
de las normas europeas y nacionales de protección de los consumidores (dir. S. Cámara Lapuente),
Cizur Menor, Civitas-Thomson-Reuters, 2012, pp. 123 y ss.
II. Diversos modelos legales de condiciones generales… 791
poder de negociar las cláusulas. Coherente con otras normas de los PECL,
el apartado primero del artículo 4:110 no se refiere sólo a la buena fe (ob-
jetiva) sino también a la lealtad que debe tener el predisponente con el
adherente (la buena fe y la lealtad se convierten en arquetipos fundamen-
tales de la contratación en las normas de este texto europeo106). Los PECL
no recogen una lista de cláusulas abusivas, ni siquiera para los contratos
adhesivos de consumo107. El texto prevé el control de inclusión en el ar-
tículo 2:104. Para que una cláusula no negociada individualmente forme
parte de un contrato de adhesión, no basta con que haya una referencia a
ella, ni siquiera cuando está firmado el contrato por el adherente, sino que
el predisponente debe facilitar, según las circunstancias, el conocimiento
del contrato (principio de cognoscibilidad). Al igual que la Directiva, los
PECL amplían el ámbito objetivo de protección al incluir también las cláu-
sulas que no se hayan podido negociar individualmente. Por eso, el texto
no utiliza en ningún momento la expresión «cgc». Los PECL han influido
en los textos posteriores. Sus aspiraciones europeas han creado, desde en-
tonces, un clima favorable a un texto normativo a nivel europeo. Aunque
en la actualidad han perdido el peso que tenían en los primeros años de su
publicación, constituyen una referencia necesaria para profundizar en el
Derecho comparado de los contratos.
17. Para entender la regulación de las cgc del siguiente texto, las Reglas
básicas del Derecho contractual vigente en la UE del Grupo Acquis, hay
que partir de una premisa que condiciona todo el texto. Esta premisa es la
siguiente, según el artículo 6:101.1: Los principios y reglas que se formulan
se han elaborado sobre la base del Derecho contractual existente en la UE.
Se debería esperar, pues, que la regulación de las cgc siguiera las líneas
diseñadas en la Directiva. Sin embargo, el texto va más lejos, principalmen-
te porque se ocupa del contrato en general, como los PECL. El texto del
Grupo Acquis pretende ser el referente del acervo comunitario en materia
de Derecho contractual. Esto significa que el texto, en cuanto a las cgc,
no sólo comprende la Directiva 93/13/CEE sino también las legislaciones
nacionales de la UE, la jurisprudencia comunitaria y nacional y la doctrina
científica. Ello nos permite comprender las razones de un texto que es más
largo y mejor estructurado que la Directiva (ocupa diez artículos, algunos
de ellos muy extenso). Como en los PECL, se regulan las cláusulas no ne-
gociadas individualmente, si bien se distinguen las cgc, a las que el artículo
6:101.3 denomina cláusulas estándar. La estructura del texto legal recuer-
da básicamente a la regulación alemana (§§ 305 y ss. BGB). En un capítulo
(106) Vid. H. Beale, «General Clauses and Specific Rules in the Principles of Euro-
pean Contract Law: The Good Faith Clause», pp. 205 y ss., en General Clauses and Standards
in European Contract Law, edts. S. Grundmann/D. Mazeaud, Ed. Kluwer Law, 2006.
(107) Realizar una lista de cláusulas abusivas, aunque sea sólo gris, resulta más difícil
en la contratación entre profesionales, sobre todo a nivel europeo, por lo que no tenía
mucho sentido elaborar una lista (así, en la edición española de los PECL, preparada por
P. Barres Benlloch, J. M. Embid Irujo y F. Martínez Sanz, Principios de Derecho contractual
europeo, Partes I y II, Madrid, Colegios Notariales de España, 2003, p. 384).
792 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
llier, 2008, pp. 177 y ss. Vid. también A. Giménez Costa, que comenta los arts. II.–1:109 y
II.–1:110 DCFR en la obra colectiva Derecho Europeo de Contratos, coords. A. Vaquer Aloy et
al, tomo I, ed. Atelier, Barcelona, 2012, pp. 117 y ss.
(109) El Anteproyecto de Pavía merecería una revisión y reformulación en ulteriores
versiones, según C. Martínez de Aguirre, en «Notas sobre las «condiciones relativas al
contenido» del contrato (utilidad, posibilidad, licitud y determinación)», en Código europeo
de contratos, Comentarios en homenaje al Prof. Dr. José Luis de los Mozos y de los Mozos, dirs. C.
Vattier, J. M.ª De la Cuesta y J. M.ª Caballero, Madrid, Ed. Dykinson, t. I, 2003, p. 197.
794 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
A. El modelo israelí
20. Israel es, con toda seguridad, el primer país que aprueba una ley
especial de cgc. En el año 1964 (año 5724 según el calendario judío), se
aprueba la Ley de Contratos estándar110, cuyo ámbito es extenso, puesto
que no se ciñe sólo a la protección de los consumidores. Es una Ley que
constituye todo un avance para su tiempo. Ofrece una definición de los
contratos estándar; articula una cláusula general para valorar las cgc perju-
diciales; elabora una verdadera lista de cgc restrictivas; prevé, además del
control judicial, un control administrativo preventivo; concede la legitima-
ción activa de los intereses de los consumidores a determinadas asociacio-
nes.
La Ley define el contrato estándar como aquel que tiene por objeto el
suministro de bienes y servicios, cuyas cláusulas o algunas de ellas han sido
predispuestas, con el fin de establecer el contenido de los contratos esti-
pulados entre predisponentes y otras personas no determinadas en cuanto
a su número o identidad. Aunque no lo dice explícitamente, la ley israelí
comprende tanto las cgc entre empresarios como las cgc con consumido-
res. La Ley formula una cláusula general de «indebida onerosidad» (un-
duly disadvantageous) sobre la base de dos presupuestos: a) se valorarán las
cláusulas del contrato en su conjunto y toda otra circunstancia y b) si la
cláusula es perjudicial a los clientes o favorece al predisponente de modo
inequitativo con probable daño a los clientes (arts. 6 y 14). Las cláusulas
que son onerosas pueden ser declaradas nulas (art. 14). En el artículo 15
elabora una lista con cláusulas –restrictivas– que no admiten valoración
alguna111. El control no sólo es judicial, sino también administrativo –que
tiene un carácter preventivo y se ejerce para proteger a los consumidores–.
Por una Comisión se pueden aprobar cláusulas aun siendo restrictivas, las
cuales no pueden ser atacadas durante cinco años.
En 1982, Israel aprobó una nueva Ley de Contratos estandar. Aun cuan-
do en lo sustancial esta nueva Ley sigue las directrices de la anterior Ley, in-
B. El modelo brasileño
21. En Latinoamérica115, Brasil es una referencia en lo que se refiere
a la modernización del Derecho privado y, en particular, del Derecho de
consumo. Desde el 10 de febrero de 2002, Brasil tiene un nuevo Código
civil, cuya entrada en vigor se ha producido en enero de 2003. En la parte
dedicada a los contratos en general (arts. 421 y ss.), el Cc menciona ex-
(112) Vid. Neumayer, op. cit., pp. 494-495; S. Deutch, «Control of Unfair Terms in
Consumer Contracts in Israel: Law and Practice», Journal of Consumer Policy, 1990, pp. 181 y
ss. V. Lusthaus, «Standard Contracts in Israel. New Deveolopments», con amplia referen-
cia bibliográfica de la Ley anterior, RabelzZ, 1990, pp. 551 y ss.
(113) Deutch, op. cit., p. 189; por sectores, vid. Lusthaus, op. cit.., pp. 563 y ss.
(114) Idem, op. cit., pp. 189 y ss.; Lusthaus, op. cit., pp. 563 y ss.
(115) La situación de la protección de los contratantes débiles en los ordenamientos
latinoamericanos es analizada en la obra colectiva Las condiciones generales de la contratación y
cláusulas abusivas, Madrid, Civitas, 1996. Se recogen estudios de los ordenamientos de Mé-
xico, Argentina, Paraguay, Perú, Brasil, República Oriental de Uruguay, Chile, Venezuela,
Colombia y Puerto Rico. La misma diversidad de sistemas de protección de los contratantes
débiles que se dan en otros continentes se reproduce en Latinoamérica. La Revista de De-
recho Comparado, de los edts. Rubinzal Culzoni Editores, 1999, nº 1, dedica un estudio mo-
nográfico a las cláusulas abusivas, referido también a los ordenamientos latinoamericanos
(«Las cláusulas abusivas en Derecho puertorriqueño», de P. F. Silva-Ruiz, pp. 11 y ss.; «Las
cláusulas abusivas en la contratación (Informe del Derecho argentino)», de J. Mosset Itu-
rraspe, pp. 19 y ss.; «Cláusulas abusivas (Informe del Derecho chileno»), de C. Schmidt
Hott, pp. 43 y ss.; «Cláusulas abusivas (Informe del Derecho uruguayo)», de I. Creimer y
G. Muñoz, pp. 87 y ss.
796 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
(116) Regulado por la Ley nº 8078, de 11 de septiembre de 1990, la cual ha sido reto-
cada y reformada desde entonces en multitud de ocasiones.
(117) Una obra verdaderamente ejemplar para conocer el Derecho contractual de
consumo brasileño es la de C. Lima Marques, Contratos no Código de Defesa do Consumidor. O
novo regime das relações contratuais, 5ª ed., Revista dos Tribunais, Saõ Paulo, 2006.
(118) Vid. L. A. Rizzatto Nunes, «A Experiência Brasileira do Código de Defesa do
Consumidor –de setembro de 1990 a julho de 2013», Revista Luso-Brasileira de Direito do
Consumo, vol. III, nº 11, pp. 67 y ss.
(119) Vid., C. Heineck Schmitt, Cláusulas abusivas nas relações de consumo, Ed. Revista
dos Tribunais, Saõ Paulo, 2006, pp. 106-107. Trata el tema específicamente F. Siebenei-
chler de Andrade, en «As cláusulas abusivas no regime da lei brasileira de defesa do con-
sumidor», en Las condiciones generales de la contratación y la ley 7/1998, de 13 de abril, ed. S. Es-
piau Espiau y otros, Ed. Marcial Pons, Madrid-Barcelona, pp. 197 y ss.; R. M. López Cabana,
«Las condiciones generales de la contratación y cláusulas abusivas (República Federativa
del Brasil y República Oriental del Uruguay)», en Las condiciones generales de la contratación y
cláusulas abusivas, Ed. Civitas, Madrid, 1996, pp. 125 y ss.
(120) Un buen comentario a los arts. 46 y ss. ofrece N. N. Júnior, en la obra colectiva
Código Brasileiro de Defesa do Consumidor, ed. 7ª, Forense Universitaria, 2001, pp. 441 y ss.
(121) Lima Marques, op. cit., 898.
II. Diversos modelos legales de condiciones generales… 797
C. El modelo argentino
22. Con la aprobación del Código Civil y Comercial de la Nación en
Argentina por la Ley 26.994 (en vigor desde el 1 de agosto de 2015) las cgc
y el contrato de consumo se incoporan al principal Código de Derecho
privado de este país de América del Sur. Hasta entonces las cgc no estaban
reguladas y para las relaciones contractuales de consumo regía la Ley de
Defensa del Consumidor (1993), que convive actualmente con el nuevo
Código Civil y Comercial (CCyC). Habida cuenta de las últimas reformas
de códigos civiles (BGB, Codigo civil francés), se puede observar una cierta
tendencia de que tanto las cgc como las relaciones contractuales de con-
sumo deben tener su ubicación en el Código civil. La reforma argentina
es aún de un mayor alcance por regular en un mismo código también los
contratos comerciales. El CCyC seguramente es el primer código que es
capaz de reunir en un mismo texto legal, los contratos entre particulares,
los contratos de adhesión, los contratos de consumo y los contratos comer-
ciales (otros Códigos como el italiano unifican el Derecho civil y mercantil
de obligaciones, pero no insertan el contrato de consumo, y sólo regulan
parcialmente las cgc). Es un logro importante en estos nuevos procesos
codificadores que puede servir de referencia a los sistemas nacionales que
quieren reformar sus códigos.
Los artículos 984 y ss. regulan lo que el CCyC denomina «contratos ce-
lebrados por adhesión a cláusulas generales predispuestas». Como en el
Derecho francés, el CCyC da un macro normativo a los contratos de adhe-
sión general, es decir, a las cgc123. La predisposición unilateral es la nota
principal para definir las cgc (art. 984). Ello presupone que el adherente
no ha podido intervenir en la redacción en el contrato (en otros sistemas
se habla de no intervención en la negociación). El principio de transpa-
rencia formal adquiere valor normativo (art. 985). Rige también la regla
de preferencia de las cláusulas particulares, que son las cláusulas negocia-
das, sobre las cgc (art. 986). Estas normas muestran la uniformidad a nivel
mundial que tiene el DCGC. Por eso, tampoco falta la regla hermenéutica
contra proferentem (art. 987). El CCyC se separa, sin embargo, de otros textos
(122) Sobre cómo se resuelve la cuestión en Brasil, Lima Marques, op. cit., pp. 898 y
ss., donde se recogen referencias doctrinales y jurisprudenciales.
(123) Vid. R. Stiglitz, «Comentarios de los arts. 984 a 989», en Código Civil y Comerical
de la Nación Comentado, dirs. M. Herrera et alii, ed. 2ª, Ed. Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos, 2016, pp. 371 y ss.
798 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
8. El modelo anglosajón
23. Los sistemas que se adscriben al common law124 no tienen, por norma
general, leyes dedicadas a las cgc. Son los tribunales los que ejercen una
protección a quienes se sientan perjudicados por cgc lesivas para sus inte-
reses. Pero, como suele suceder, los distintos países que pertenecen al área
del common law, también tienen sus particularidades. El caso más evidente
es Inglaterra que por diversas razones tiene leyes específicas sobre la con-
tratación con cg. Por el contrario, una economía tan potente como la de
los Estados Unidos no dispone hasta hoy de un cuerpo legal eficaz para
proteger a los contratantes débiles.
A. El modelo inglés
(124) Entre los muchísimos trabajos sobre el common law en la doctrina extranjera,
citemos sólo algunos de los más recientes. B. Portale, Lezioni di Diritto Privato comparato, 2ª
Ed., Turín, Ed. Giappichelli, 2007, pp. 43 y ss.; G. Alpa, Il diritto privato nel prisma della compa-
razione, Turín, Ed. G. Giappicheli, 2004, pp. 21 y ss. Más modestamente, en la obra coordi-
nada por F. Galgano, Atlas de Derecho privado comparado, trads. J. A. Fernández Campos y R.
Verdera Server, Madrid, Fundación Cultural del Notariado, 2000, pp. 25 y ss.
II. Diversos modelos legales de condiciones generales… 799
(125) Una visión de conjunto del Derecho del Reino Unido en materia de cláusulas
no negociadas ofrece Neumayer, op. cit., pp. 144 y ss. (no pudo tener en cuenta la Reforma
de 1999). A nivel de obras generales, vid. E. Peel, The Law of Contract, Ed. 11ª, Londres, Ed.
Thomson Sweet&Maxwell, 2007, pp. 238 y ss.
(126) Según las Secciones de las que está compuesta esta Ley, es aplicable también en
Gales, Irlanda del Norte y Escocia.
(127) Por todos, R. Lawson, Exclusion Clauses and Unfair Contract Terms, ed. 8ª, Lon-
dres, Thomson Sweet & Maxwell, 2005, pp. 123 y ss. y Peel, op. cit., pp. 266 y ss. En España,
Sánchez Andrés, op. cit. p. 419; A. Marina García Tuñon, «El modelo ingles de control
de las cláusulas injustas. La Unfair Contract Terms Act de 1977», RDBB, 1987, pp. 59-63.
(128) Vid. Lawson, op. cit., pp. 162 y ss.; P. Nebbia, Unfair Contract Terms In European
Law, Oxford y Portland, Ed. Hart, 2007, pp. 58 y ss.; Peel, op. cit., pp. 290 y ss.
(129) Sánchez Andrés, op. cit., p. 422.
800 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
(130) Una traducción del texto legal, de P. Portellano Díez, se encuentra en la obra
Condiciones generales de la Contratación y Cláusulas abusivas, dir. U. Nieto Carol, Valladolid,
Ed. Lex Nova, 2000, pp. 623 y ss.
(131) Este control previo se quería atribuir en España a los Registradores de la Propie-
dad. Afortunadamente esta idea, propuesta por los redactores del proyecto, fue rechazada
de pleno durante la tramitación parlamentaria.
(132) Neumayer, op. cit., p. 165.
(133) EG-Verbraucherrechtskompendium –Rechtsvergleichendes Studium, dir. Schul-
te-Nölke, H., en colaboración con Twigg-Flesner, C. y Ebers, M., Universidad de Biele-
feld (Internet), 2007, p. 393.
II. Diversos modelos legales de condiciones generales… 801
B. El modelo norteamericano
24. Es difícil hablar de un modelo cuando no hay un texto legal es-
tructurado de cgc. Lo que dijo Sánchez Andrés en 1980 respecto de las
cgc en Estados Unidos sigue plenamente vigente. En los Estados Unidos
la cobertura legislativa para instrumentar un control sustantivo sobre la
contratación standard ha sido siempre muy escasa. El mérito de esta labor
es casi exclusivamente jurisprudencial, habiendo sido los jueces quienes,
desarrollando los principios generales del sistema, han logrado articular
ciertas doctrinas135 y 136.
A nivel legislativo, la principal norma de las cgc constituye el artícu-
lo 2-302 del Código Uniforme de Comercio (Uniform Comercial Code o, en
abreviatura, UCC)137. No es este el lugar para valorar el significado y la im-
portancia de este texto legal. El UCC está pensado para las operaciones co-
merciales transfronterizas entre los distintos Estados de los Estados Unidos
de América, aunque también sirve de modelo para la legislación interna
de cada uno de los Estados. Si bien la normativa está dirigida a las relacio-
nes comerciales (entre empresarios), puede servir para las relaciones par-
ticulares. Sólo una norma se refiere, con carácter general, a las cláusulas
unconscionable. Dice el artículo 2-302: (1) «Si el tribunal, como cuestión de
Derecho, determina que el contrato o cualquier cláusula del mismo eran
abusivos en el momento en que fue celebrado, el tribunal puede, o bien
denegar la ejecución del contrato, ordenar la ejecución del resto del con-
trato sin la cláusula abusiva, o limitar la aplicación de cualquier cláusula
considerada abusiva para evitar que se produzca un resultado inicuo». (2)
«Cuando el tribunal considere, a solicitud de una de las partes o de oficio,
que el contrato o alguna cláusula del mismo pueden ser abusivos, se les
concederá a las partes una oportunidad razonable de presentar pruebas
respecto de la situación comercial, propósito y efectos del contrato o de
la cláusula, a fin de auxiliar al tribunal en la determinación del carácter
abusivo del contrato o de la cláusula»138. Hay que precisar que el término
«abusivo» es el más aproximado, conceptual y funcionalmente, a la no-
ción unconscionable 139 y 140. Del contenido del apartado primero del artículo
2-302 se colige que no estamos ante una cláusula general, sino ante una
norma que determina los efectos de la declaración del carácter abusivo de
un contrato o de una cláusula. El apartado segundo del citado precepto
permite que a instancia de las partes o de oficio del tribunal se tengan en
cuenta, no obstante, las circunstancias del contrato o de la cláusula (situa-
ción comercial, propósito y efectos), para determinar su carácter abusivo.
El UCC no determina, sin embargo, cuándo un contrato o una cláusula se
considera que tiene carácter abusivo. Para ello, se deben tener en cuenta
las doctrinas elaboradas por la jurisprudencia. No obstante, en las defini-
ciones que figuran en artículo 1-201 aparece expresamente una referencia
a la good faith (buena fe) en los términos siguientes: means honesty in fact and
the observance of resonable commercial standards of fair dealing.
Se comprende ahora el enorme peso que tienen los tribunales para juz-
gar las cgc. Se han elaborado varios expedientes jurisprudenciales que ex-
pondremos a continuación brevemente.
sin negociación con la otra parte» (art. 2.1.19)151. Los Principios Unidroit
no se quedan en una definición de las cgc152. Se refieren expresamente a la
eficacia de las cláusulas de sorpresa y los criterios para su apreciación (art.
2.1.20), al conflicto entre cláusulas estándar y no-estándar (art. 2.1.21) y al
conflicto o guerra de formularios (art. 2.1.22). Entre los tres artículos, el
de mayor interés es la solución que se da a la guerra de cgc. En lugar de
negar cualquier eficacia a la operación económica en la que cada empre-
sario quiere utilizar sus cgc, procura salvarla, a no ser que una de las partes
niegue claramente que quiera quedar obligada por el contrato. Si bien
los Principios Unidroit no recogen una cláusula general de buena fe, sí
contemplan la anulación del contrato –si bien cabe también la adaptación
del mismo– por lesión económica para uno de los contratantes, derivada
de un desequilibrio entre las prestaciones de las dos partes del contrato
(art. 3.2.7), pudiéndose tener en cuenta, para su valoración, entre otros
criterios, la dependencia que tiene un contratante respecto de otro o su
falta de habilidad en la negociación y la naturaleza y finalidad del contrato
(art. 3.2.7 letra a y b).
(151) También en las relaciones contractuales del comercio internacional una parte
del contrato puede estar en inferioridad respecto del otro contratante. Vid., G. Alpa, que
dedica un capítulo al contratante débil en el marco de los Principios Unidroit en Il diritto
privato nel primsa della comparazione, Turín, Ed. G. Giappichelli, pp. 252 y ss.
(152) Vid. P. Perales Viscasillas y Pulido Begines, que comentan brevemente los
artículos de los Principios Unidroit que se refieren a las cgc (obra citada en la nota ante-
rior).
(153) El texto viene acompañado por un estudio previo y un comentario con amplias
referencias de Derecho comparado sobre cada uno de los puntos que trata.
806 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
BGB), que afirma: «Son cgc todas las cláusulas contractuales predispuestas
para una pluralidad de contratos, que una parte contractual (predisponen-
te) impone a la otra parte en el momento de la celebración del contrato».
Tres, son, en principio, los presupuestos para que una cláusula pueda ser
calificada de cgc: que haya sido predispuesta e impuesta para una plurali-
dad de contratos. La definición alemana es de las más claras sobre las cgc
que podemos encontrar en el Derecho comparado. La LCGC española, en
su artículo 1.1, ha sido muy fiel al concepto alemán de las cgc154. Para algu-
nos ordenamientos jurídicos, es suficiente que la cláusula haya sido predis-
puesta para una pluralidad de contratos (cf. art. 6: 231 NBW) o, como tam-
bién se dice, para una pluralidad de contratantes indeterminados (cf. art.
1.1 Ley portuguesa), incluso puede resultar suficiente que las cgc sean pre-
dispuestas (art. 1.341 Cc italiano). Algún sector de la doctrina alemana ha
sido crítico con la expresión «imposición», que debe ser desechada cuando
al menos se admite la libertad contractual. A nivel europeo, podemos tener
en cuenta la definición que da el artículo II.–1:109 DCFR: «Se entiende
por condiciones generales de la contratación todas aquellas cláusulas que
han sido formuladas previamente para varias transacciones con diferentes
partes, y que no han sido negociadas individualmente por las partes». En
el mismo texto legal, artículo II.–1:110, se definen las cláusulas «no nego-
ciadas individualmente». En los ordenamientos jurídicos en los que no hay
una definición de las cgc, se recurre a la doctrina y a la jurisprudencia para
rellenar esta laguna155. En cualquier caso, es fundamental que se tenga muy
claro cuándo se está ante unas cgc, ya que de ello depende necesariamente
la aplicación de las reglas especiales que rigen para este tipo de cláusulas.
Sin lugar a dudas, podemos hablar de una tipología general de cláusulas
–la más importante en el mercado–, con independencia de quién sea el
que las acepta. Cuestión distinta es que después se quiera limitar las reglas
especiales, por razones diversas, sólo a los consumidores.
En el marco comunitario se ha impuesto un nuevo concepto que preten-
de abarcar a cualquier cláusula no negociada. Desde la Directiva 93/13/
CE, conviven en varios textos normativos nacionales las cgc, pensadas siem-
pre para una pluralidad de contratos, con las cláusulas no negociadas in-
dividualmente, que comprende también las cláusulas no negociadas en un
contrato individual. La voluntad de querer extender también el control de
las cláusulas a contratos individuales no negociados –aun cuando estos no
tienen ninguna trascendencia económica en el mercado comunitario– ha
obligado a todos los países de la UE a asumir en su transposición, según el
artículo 3.1 de la Directiva, esta nueva formulación, a saber, «cláusulas con-
tractuales que no se hayan negociado individualmente», por lo que no era
necesario referirse expresamente a las cgc (también el art. 7 del Anexo I
(154) Por su precisión y extensión, por todos, Pagador López, Condiciones generales..,
op. cit., pp. 227 y ss.; también Alfaro Águila-Real, op. cit., pp. 112 y ss.; Ballesteros Ga-
rrido, op. cit., pp. 59 y ss.; Pardo Gato, op. cit., pp. 97 y ss.
(155) El concepto de las cgc se debe, fundamentalmente, a la doctrina y a la jurispru-
dencia alemana.
808 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
2. El predisponente (empresario-profesional)
29. Con el DCGC, ha entrado una nueva figura contractual que es el
predisponente. Nuevamente, tenemos que recurrir a la AGB-G –por ser
la primera– que en su artículo 1 (actual § 305.1 BGB) utiliza el término
Verwender, cuya traducción al castellano es comúnmente «predisponente».
No deja de tener un significado abstracto, puesto que cualquiera puede ser
predisponente, en tanto y en cuanto cualquiera puede determinar de ante-
mano el contenido de las cláusulas. En el marco de las cgc, el predisponen-
te se identifica necesariamente con el empresario, aunque cada vez más
son los textos legales que recurren al término profesional, que comprende
también la figura del empresario. Especialmente en el marco de los contra-
tos de consumo no negociados se sustituye el término «predisponente» por
el de empresario (el BGB define con carácter general el empresario en el §
14 y sirve de criterio de delimitación del ámbito subjetivo en el § 310.3) o
profesional (así, art. 132.1 de la Ley francesa de 1 de febrero de 1996, art.
1.469 bis Cc italiano y el art. 33 del Codice del Consumo), que son, al fin y al
cabo, los sujetos económicos que intervienen en el mercado y permiten la
circulación de los bienes de consumo. Muy aséptica es la redacción del ar-
tículo 4:110 PECL y del artículo 33 del Código Europeo de Contratos, que se
refieren, sin más, a las partes de la contratación con cg. En el Derecho comu-
nitario y en los derechos nacionales de la UE se suele encontrar definiciones
del empresario y el profesional [así, el art. 2, letra a, de la Directiva 93/13/
CEE, se dice que es profesional «toda persona física o jurídica que, en las
transacciones reguladas por la presente Directiva, actúe dentro del marco de
su actividad profesional, ya sea pública o privada»157 y 158]. No es de extrañar,
pues, que junto al término «predisponente» aparecen en los textos legales
también los términos empresario o profesional (cf. art. 1 LCGC). Se puede
discrepar con los textos legales que utilizan el término empresario o pre-
fieren el término profesional (en nuestro propio Derecho, el art. 2., letra
a, LCGC se refiere al profesional y el TRLGDCU, en el título dedicado a las
cgc y cláusulas abusivas, utiliza, en los arts. 80 y ss. la palabra empresario,
cuya definición viene en el art. 4). En el Derecho privado europeo tampo-
co hay unanimidad. Los Principios Acquis prefieren referirse al profesional:
«Es profesional cualquier persona física o jurídica, de titularidad pública
o privada, que actúe autónomamente con finalidad comercial, laboral o
profesional, incluso cuando no pretenda obtener lucro con tal actividad»
(art. 1:202). Se parte, pues, de un concepto amplio de profesional, habida
3. El adherente
30. En toda relación contractual hay al menos dos partes. Quien utili-
za cgc –predisponente, empresario, profesional– tiene clientes potenciales
que pueden aceptar las mismas si están interesados en un determinado
producto o servicio. En términos muy abstractos, los clientes son adheren-
tes (al adherente se refiere literalmente el art. 2.3 LCGC), pero, como su-
jetos económicos que son, es preferible identificarlos con lo que realmente
son: empresarios (también profesionales) o consumidores. Los ordena-
mientos que protegen a los empresarios –que no dejará de ser una pro-
tección diferenciada respecto de los consumidores– tendrán que referirse
necesariamente a los empresarios (incluido los profesionales). El término
adherente, que viene de la figura francesa del contrato de adhesión, sólo
expresa la idea de que no tiene posibilidad de negociar el contenido de
las cláusulas, sólo puede adherirse a ellas, siendo este su principal acto de
libertad contractual, que se manifiesta a través de la aceptación de las cláu-
sulas. Otra cosa bien distinta es la libertad económica que tiene cualquier
persona de poder elegir (y pagar) un determinado producto y servicio. La
doctrina suele referirse muchas veces al contratante débil, término este
que no deja de tener un significado muy relativo, ya que no expresa clara-
mente su posición contractual. La oleada de leyes de consumo que quieren
proteger al consumidor en su posición contractual frente al empresario y
en muchos otros ámbitos de la vida económica, ha hecho necesario definir
la figura del consumidor (en Alemania se define con carácter general en el
§ 13 BGB). Lo que era un concepto claramente económico ha sido elevado
a categoría jurídica. En las leyes de consumo encontramos comúnmente
una definición del consumidor para delimitar, así, el ámbito subjetivo de la
protección que dispensan. En la protección del consumidor que se adhiere
a cláusulas debe quedar claro quién es consumidor, con independencia del
grado de protección que se otorga cuando no se es consumidor. Cualquier
país desarrollado tiene hoy leyes de consumo. Sin embargo, no existe un
concepto único de consumidor. Puede haber una idea más subjetiva del
consumidor –en cuanto sujeto que se relaciona con un empresario– o más
objetiva –destinatario final de productos o contratante que adquiere pro-
ductos o servicios ajenos a su actividad (es la base de la definición comuni-
taria al menos en la contratación no negociada)–. Puede haber un concep-
to más amplio (el que sea destinatario final de un producto o servicio (art.
2 del Código de Consumo brasileño) o un concepto más estricto [nuestro
sistema, que adoptó inicialmente por un concepto amplio, ha elegido fi-
nalmente un concepto estricto –cf. la LGDCU antes del Texto Refundido
III. Algunas cuestiones conceptuales 811
(163) Uno de los mejores estudios comparativos, aunque limitado a los ordenamien-
tos alemán, francés e italiano, así como al comunitario, es el realizado por Rizzo, op. cit.
IV. La regulación legal de las condiciones generales de la… 813
2. El control preventivo
33. Los controles preventivos pueden ser muy diversos: autocontrol de
las cgc a petición propia de las empresas ante un organismo competente,
determinación del contenido de las cgc mediante acuerdos entre las em-
presas y determinadas asociaciones, intervención de organismos creados
ad hoc, autorización previa de las cgc por un órgano administrativo espe-
cial. Estos controles preventivos están más pensados para la defensa de
los consumidores que para los empresarios, que también pueden sufrir
las consecuencias de la falta de un poder de negociación. Cada uno de los
controles presenta sus características propias, a veces condicionadas por la
cultura y la praxis contractual de los países. Es frecuente que se utilicen va-
rios controles preventivos en un mismo sistema sin que haya coordinación
entre ellos. Los controles preventivos, por muy importantes que sean, no
aseguran una protección eficaz de los contratantes débiles, pero tienen la
ventaja de que son al menos controles integrales, siendo objeto de control
todas las cláusulas de determinados contratos en un determinado sector
económico. A nadie se le debe escapar que esos controles pueden venir
condicionados y presionados por toda clase de circunstancias y por los in-
tereses de los propios empresarios.
34. Quizá uno de los controles preventivos menos eficaces en el tiempo,
al menos en cuanto a la persuasión de que no se utilicen cgc perjudicia-
les frente a los consumidores, es la elaboración de códigos de conducta
y de prácticas comerciales en pro de los consumidores, tan frecuente en
los países anglosajones166. En España, los escándalos en el sector bancario,
como el uso de las preferentes, de las cláusulas suelo y de otras las cláusu-
las abusivas en los prestamos hipotecarios, demuestran que las normas de
buena conducta no han dado los resultados que se esperaban167. Más eficaz
es la protección que se obtiene mediante acuerdos sobre el contenido de
las cláusulas estándar entre las empresas y las asociaciones de consumido-
res, auspiciados normalmente por algún organismo independiente. En los
países más desarrollados incluso es frecuente que se logren acuerdos en
virtud de los cuales se establece el contenido de las cgc que se utilizan entre
empresarios en la contratación en un determinado sector económico. En
(166) En Gran Bretaña, la Fair Traiding Act, de 1973, instituyó la figura del Director
General de Prácticas comerciales, entre cuyas misiones figura la preparación y difusión
entre sus miembros en la defensa y promoción de los intereses de los consumidores en el
Reino Unido (desde 2002, viene regulado este control según la Enterprise Act). Con la Unfair
Terms in Consumer Contract Regulations de 1999 se ha creado la Office of Fair Trading (cf. PEEL,
op. cit., pp. 307-309).
(167) En este sentido, es muy significativa la STS 9 de mayo de 2013 que declara nula
una cláusula de suelo en un prestamo hipotecario, pero por falta de transparencia.
IV. La regulación legal de las condiciones generales de la… 815
3. El control legislativo
36. El control legislativo es un control preventivo, pero indirecto. Todas
las leyes que tienen por objetivo el control de las cláusulas abusivas esta-
blecen una lista de cláusulas que se consideran abusivas176. La AGB-G fue
(171) Su eficacia está más que probada, siendo menos eficaz la labor de los tribunales
ordinarios en el control de las cgc. Vid., Deutch, op. cit.
(172) Vid. Siebeneichler de Andrade, op. cit., p. 212.
(173) Vid. J. M.ª Abascal Zamora, «Las condiciones generales de la contratación y
cláusulas abusivas (México)», en Las condiciones generales de la contratación y cláusulas abusivas,
Madrid, Civitas, 1996, p. 56.
(174) En la misma obra citada en la nota anterior, vid., J. Melich Orsini, «Las condi-
ciones generales y cláusulas abusivas», pp. 169 y ss.
(175) En Brásil, vid. H. Carpena, «Ministerio Público –Prevenção e Repressão des
Cláusulas Abusivas nos Contratos de Consumo», Revista Luso-Brasileira de Direito Do Consumo,
núm. 16, pp. 11 y ss.
(176) Polo habla de una tipificación de cláusulas abusivas, op. cit., p. 62.
IV. La regulación legal de las condiciones generales de la… 817
de las primeras que estableció con claridad una lista de cláusulas abusivas,
llegando a diferenciar entre cláusulas absolutamente abusivas y otras re-
lativamente abusivas. Ha de precisarse que esta lista de cláusulas abusivas
provenía de la experiencia jurisprudencial alemana. Ello no ha impedido
que otros países hayan tomado como ejemplo la lista de cláusulas abusivas
según el Derecho alemán. Con una lista de cláusulas abusivas se quiere
lograr un efecto inmediato en los empresarios para que no utilicen cgc
abusivas en sus contratos, pudiendo evitar, así, un litigio y los costes (proce-
sales, económicos –directos e indirectos–) que se puedan producir en caso
de que se aprecie el carácter abusivo de determinadas cláusulas. No deja de
ser un control endeble, primero, porque la mayoría de las empresas hacen
omiso a la lista de cláusulas abusivas, y, segundo, porque la ingeniería jurí-
dica es capaz de inventar nuevas cláusulas que no siempre tienen encaje en
la lista. Este control pretende ser más eficaz con la elaboración de listas de
cláusulas abusivas que no admiten valoración judicial alguna (la llamada
lista negra de cláusulas abusivas). Es una clara distinción que aparece en
la AGB-G, a la que se ha acogido también la legislación portuguesa. Mu-
chos ordenamientos establecen, sin más, una lista de cláusulas abusivas,
sin distinguir si admiten o no una valoración judicial, debiéndose estar
a la interpretación de la norma concreta que determina la «abusividad»
de una cláusula. Éste es el caso del TRLGDCU, del Código de consumo
francés o de la legislación británica de 1994. Algunos textos parten de una
presunción iurs tantum de «abusividad» de las cláusulas que se consideran
ex lege abusivas (p. ej., en Italia el Código civil y el Código de Consumo),
lo que admite prueba en contra por parte del empresario. La Directiva
93/13/CEE sólo estableció una lista indicativa, sin mayor vinculación para
los Estados miembros de la UE, los cuales tienen libertad para determinar
qué cláusulas se consideran abusivas. Se consideró que una lista no era
materia de contenido mínimo, lo cual ha tenido, sin embargo, un efecto
negativo –al menos en atención al contenido a las leyes nacionales– en la
protección de los consumidores, dada la disparidad que hay entre las listas
de cláusulas abusivas177.
La lista de cláusulas abusivas es una técnica legislativa comúnmente uti-
lizada en la protección de los consumidores. Sin embargo, son pocos los
textos legislativos que elaboran una lista de cláusulas abusivas para las cgc
entre empresarios. Se argumenta que una protección tan específica puede
resultar negativa para el funcionamiento del mercado. Además, los em-
presarios tienen otros instrumentos para poder defenderse de cláusulas
abusivas. Aun así la Unfair Contract Terms Act de 1977 elaboró una serie de
cláusulas, algunas de las cuales se consideran también abusivas en las rela-
ciones entre empresarios. El texto más claro de cómo debe elaborarse una
4. El control judicial
(178) Sobre el control judicial, y en particular en relación con las cgc, por todos,
vid. L. Fastrich, Richterliche Inhaltskontrolle im Privatrecht, Munich, Ed. C. Beck, 1992. Son
interesantes las reflexiones de Hart sobre la evolución jurisprudencial en Alemania, expli-
cando cómo del control monopolista se pasó a un mayor control de la libertad contractual
y autonomía privada, op. cit., pp. 127 y ss. Vid. también la nota 93 de la obra de Polo (op.
cit.), donde se relacionan trabajos doctrinales sobre el control judicial de las cgc, así como
las reflexiones de García Amigo, op. cit., pp. 180 y ss. En Italia, entre otros, C. M. Masón,
Contratti di massa e controlli nel Diritto privato, Nápoles, Ed. Dott. Eugenio Jovene, 1975, pp.
167 y ss.
(179) Op. cit., p. 68.
(180) Idem.
IV. La regulación legal de las condiciones generales de la… 819
(181) El control judicial sólo puede ser eficaz si determina las líneas de conducta del
sistema económico (Hart, op. cit., pp. 132 y 133).
(182) Vid. J. M. Busto Lago, «El control abstracto de las condiciones generales de los
contratos», Actualidad Jurídica Aranzadi, nº 360, 8 de octubre de 1998.
(183) Es especialmente interesante la experiencia norteamericana, que en España ha
sido analizada por M. Cuchillo, Les «class actions» com a mecanismes de protecció dels drets econò-
mics i socials en l'ordenament dels Estats Units, Barcelona, Ed. Institut d'Estudis Autonòmics,
1991.
820 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
pronunciado claramente a favor). Son poco los países en los que el control
judicial es notable (un ejemplo claro es Alemania; en España el control
judicial es cada vez mayor); en la mayoría no es tan eficaz como debería ser.
5. El control de arbitraje
38. Se está extendiendo progresivamente el convencimiento político de
que el control mediante tribunales de arbitraje es más eficaz que el control
judicial, sobre todo, por razones de agilidad y rapidez, en particular en los
contratos con consumidores. España es un claro ejemplo de cómo un sis-
tema arbitral puede servir de instrumento de protección a los contratantes
adherentes, especialmente a los consumidores, frente a cláusulas que son
abusivas. El reconocimiento explícito de la antigua LGDCU a las cláusulas
de sumisión a arbitrajes de consumo o de órganos de arbitraje institucio-
nales creados por normas legales para un sector o un supuesto específico
constituyó, en su momento, un apoyo decisivo para que los tribunales de
arbitraje fuesen competentes para juzgar el carácter abusivo de las cláu-
sulas en los contratos con consumidores. (cf. el actual art. 90; así como,
la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje y el RD 231/2008, de 15
de febrero, Sistema Arbitral de Consumo que desarrolla los arts. 57 y ss.
TRLGDCU).
El control extrajudicial de las cláusulas abusivas mediante arbitraje o
mediación requiere en la mayoría de los ordenamientos jurídicos aún un
marco normativo y una reflexión orgánica.
2. El principio de cognoscibilidad
41. Los que quieran suscribir un contrato de adhesión deben conocer
las cláusulas, su contenido, pero, para ello, se debe facilitar su conoci-
miento. Surgen, así, dos deberes: uno por parte del que quiere utilizar
cgc (o cláusulas no negociadas individualmente), y otro por parte del que
las quiere aceptar. El principio de cognoscibilidad en la contratación con
cg fue formulado ya en el Código civil italiano, en el artículo 1.341, que
establece que las cgc «son eficaces frente al otro si en el momento de la
celebración del contrato este las ha conocido o las habría debido conocer
de acuerdo con la diligencia media». Cuando se trata de contratos por es-
crito, el mismo precepto exige que las cgc sean específicamente aprobadas
por escrito para que sean eficaces. En este precepto se ha inspirado sesenta
años más tarde el Código Europeo de Contratos (cf. 33). El conocimiento
sólo se puede asegurar si al mismo tiempo el predisponente da a conocer
las cgc, debiendo utilizar los medios adecuados según el tipo de contrata-
ción. Aunque el principio de cognoscibilidad se debe garantizar en toda
la contratación adhesiva, es en las relaciones con los consumidores donde
se debe acentuar al máximo el cumplimiento de este requisito. El conoci-
miento de las cgc debe asegurarse al menos en el momento de la celebra-
ción del contrato, aunque es deseable que sea antes (hay normas que no
distinguen, seguramente para facilitar la contratación con cg –cf. los textos
europeos arts. 2:104 PECL–; otras, por el contrario, lo determinan clara-
mente, como el art. 6:201.4 de los Principios Acquis: «Los consumidores no
quedan vinculados por las cláusulas que no han tenido oportunidad real
de conocer antes de la conclusión del contrato»).
Todos los textos de protección de consumidores en la contratación re-
cogen normas generales y otras más específicas para garantizar al consumi-
dor el conocimiento de las cláusulas. Debe haber una advertencia expresa
o una advertencia mediante medios claramente visibles para el consumi-
dor para que pueda tener conocimiento del contenido de las cláusulas, sin
exigir que sean cláusulas escritas (el § 305.2 BGB va más allá que el art. 5 de
la Directiva 93/13/CEE; incluso exige que se tenga en consideración la dis-
capacidad corporal del consumidor). Se debe garantizar, como dice el ar-
tículo 80.1, letra b, TRLGDCU la accesibilidad y legibilidad de las cláusulas
no negociadas individualmente. O, como precisan los artículos 12 y 13 de
la Ley de Protección al Consumidor venezolana, que las cláusulas impresas
deben ser visibles, y si limitan los derechos patrimoniales del consumidor
deben ser impresas en caracteres destacados que faciliten su inmediata y
fácil comprensión.
Hay textos legales que depuran al máximo los requisitos para asegurar
el conocimiento de las cgc, sin distinguir que el adherente sea un empre-
sario o un consumidor. Así, p. ej., el Decreto-Ley portugués de 1995 exige
en el artículo 5.1 que las cg «deberán ser comunicadas de forma íntegra»,
debiendo ser realizada la comunicación de modo adecuado y con la ante-
lación necesaria para que sea posible su conocimiento completo (vid. art.
V. Los principios de cognoscibilidad y de transparencia… 823
(184) Entre los estudios sobre la normativa española, uno de los más concisos es el de
Pagador López, Condiciones generales.., op. cit., pp. 345 y ss.
(185) Al menos en el plano legal, la normativa española es excesivamente rígida. Otra
cuestión distinta es que los requisitos se hagan valer ante los tribunales (no son frecuentes
las acciones de no incorporación de las cgc). Pueden consultar mi monografía, op. cit., en
particular pp. 119 y ss.
824 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
Estos deberes –dar a conocer las cgc e informar sobre ellas– deben en-
marcarse en el deber de colaboración que debe existir en toda contrata-
ción (es un deber especialmente valorado en dos de los textos europeos de
Derecho contractual –cf. arts. 1:202 PECL y III.–1:104 DCFR–). Estos debe-
res, que son típicamente precontractuales, están presididos por la buena fe
contractual (de naturaleza claramente subjetiva).
¿Qué grado de conocimiento debe tener el que quiere suscribir un con-
trato con cg? Los textos legales parten del contratante «medio», del con-
tratante «en general», al que cabe esperar una formación «media». Es muy
generalizada la expresión «diligencia media» como presupuesto de que el
contratante adherente pueda conocer y comprender las cgc.
Aunque no lo dicen normalmente los textos legales, corresponde al pre-
disponente la carga probatoria de demostrar que el adherente ha tenido
o podido tener conocimiento de las cláusulas y de su contenido (expresa-
mente establecido en el art. 5.3 del Decreto-Ley portugués, de 1995).
(186) NJW 1989, pp. 222 y ss. Así, F. Pertíñez Vílchez, Las Cláusulas abusivas por un
defecto de transparencia, prólogo de M. Pasquau Liaño, Cizur Menor (Navarra) Ed. Thom-
son-Aranzadi, 2004, p. 32 (vid. las notas 22, 23 y 24, que recogen datos de la bibliografía
alemana).
(187) Sobre su alcance, vid., entre otros, Pagador López, op. cit., pp. 53 y 54.
(188) Vid. Pertíñez Vílchez, op. cit., pp. 48 y ss. El mismo autor, «El deber de trans-
parencia en la redacción de las cláusulas contractuales predispuestas a la luz de la jurispru-
dencia del TJUE», Actualidad Civil, 2002, pp. 1351 y ss.
826 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
por el contrario, parecen defender que la cláusula sorprendente es una cláusula que no se
incorpora en el contrato (Ballesteros Garrido, op. cit., pp. 265-266; Pardo Gato, op. cit.,
pp. 163 y ss.).
(191) En las Propuestas de 1990 y 1992 se menciona expresamente la figura de las
cláusulas sorprendentes, si bien dentro del ámbito del control de contenido, lo que, a juicio
de M. Ruiz Muñoz, era criticable por la confusión que podía crearse entre el control de
inclusión y el control de contenido, «Control de las condiciones generales de los contratos
en Derecho comunitario», GJ, 1994, pp. 70-72.
(192) Aunque en el Proyecto de la LCGC había una mención expresa a las mismas,
fue suprimida en la tramitación parlamentaria. En la Propuesta de Modernización del Có-
digo Civil en materia de Obligaciones y Contratos, el art. 1261.3.1), se mencionan expre-
samente las cláusulas sorprendentes, que si son calificadas como tales, según la norma, no
se incorporan en el contrato. En la Propuesta de Reforma del Código civil 2015 se sigue el
mismo criterio de incorporación de las cláusulas de sorpresas en el contrato con cg.
V. Los principios de cognoscibilidad y de transparencia… 829
(193) Por todos, M.ª P. Perales Viscosillas, «La batalla de formularios en la Conven-
ción de Viena de 1980 sobre la compraventa internacional de mercaderías, una compara-
ción con la Sección 2-207 y los Principios Unidroit», La Ley, 1996-6, pp. 1498 y ss.
(194) Ha sido ampliamente tratado por la jurisprudencia alemana, la cual, en un pri-
mer momento, defendió la teoría de la última palabra, después formuló la teoría del di-
senso, y, últimamente, busca la solución en la llamada cláusula de rechazo (Abwehrklausel).
(195) La doctrina española se ha hecho eco de este problema, ofreciendo sus ar-
gumentos para resolver, en un sentido u otro, las consecuencias jurídicas que se derivan
para el contrato el hecho de que cada parte quiere hacer triunfar las cgc (vid., Alfaro
Águila-Real, op. cit., pp. 275 y ss.; Pardo Gato, op. cit., pp. 167 y ss.; J. Pagador López,
«Requisitos de incorporación de las condiciones generales y consecuencias negociales», en
Condiciones Generales de la Contratación y Cláusulas Abusivas, dir. U. Nieto Carol, Valladolid,
Ed. Lex Nova, 2000, pp. 265 y ss.).
(196) Puede consultarse mi monografía, op. cit., pp. 139 y ss.
830 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
(197) Me remito a su trabajo «La interpretación del contrato», publicado en esta mis-
ma obra.
(198) El artículo 4.6 de los Principios Unidroit expresa esta regla o máxima universal
en los siguientes términos: «Si los términos de un contrato dictados por una de las partes no
son claros, se preferirá la interpretación que perjudique a dicha parte».
(199) Puede consultarse mi monografía, op. cit., pp. 194 y ss.
(200) Así, V. Hippel, op. cit., pp. 54 y ss.
(201) Ésta es la valoración que hace J. Roca Guillamón del artículo 1288 Cc, en
«Reglas de interpretación de las condiciones generales de los contratos», en Condiciones
generales de la Contratación y Cláusulas Abusivas, dir. U. Nieto Carol, Valladolid, Ed. Lex
Nova, 2000, p. 331.
832 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
Los textos legales de los países comunitarios recogen, por norma ge-
neral, la interpretación pro consumatore o a favor del adherente (arts. 6.2
LCGC205 y 80.2 TRLGDCU, 11.2 Decreto-Ley portugués 1995, 1469 quáter
2 Cc italiano, 35.2 Codice del Consumo, 6 Legislación británica). Es más, si no
existe una norma al menos general en el ordenamiento jurídico, se debe
incorporar la regla de interpretación contra proferentem. En este sentido, es
significativa la STJCE de 10 de mayo de 2001, que declara que el Reino de
Holanda incumple la Directiva 93/13/CEE al no tener si quiera una regla
general de interpretación contra proferentem, no siendo suficiente que los tri-
bunales holandeses resuelvan las cláusulas no negociadas individualmente
dudosas o ambiguas conforme con la mencionada Directiva.
(202) P. Ulmer, «Zur Anpassung des AGB-Gesetzes an die Richtlinie über mißbräu-
chliche Klauseln», EuZW, 1993, pp. 337 y ss.; Nasall, op. cit., p. 160 (1ª ed., existe una
edición de 2011), si bien matiza que los efectos de una y otra regla interpretativa son, en el
fondo, los mismos.
(203) En España, se ha ocupado de esta cuestión específicamente Pagador López,
La Directiva Comunitaria..., op. cit., pp. 98 y ss. Argumenta que la redacción de la Directiva
se debe a que el predisponente puede ser un no profesional, por lo que es mejor que la
interpretación sea favorable para el consumidor. Me parece una explicación forzada, sobre
todo atendiendo al antecedente del Derecho alemán, incluso a tenor de los textos europeos
de Derecho contractual. Se debe señalar también que en España los tribunales recurrían
mucho antes a la interpretación favorable para el adherente en el ámbito de los contratos
de seguros.
(204) Palabras textuales de Basedow, op. cit., p. 1127.
(205) Sobre su alcance, además de los autores ya citados, vid. S. Díaz Alabart, en el
comentario al art. 6, en su versión original, en Comentarios a la Ley de Condiciones Generales de
la Contratación, dir. R. Bercovitz Rodríguez-Cano, Elcano (Navarra), Ed. Aranzadi, 1999,
pp. 229 y ss.
VI. Algunas reglas de interpretación de las condiciones generales… 833
(206) Sobre el alcance del art. 5:103 y su distinta redacción con los Códigos civiles (p.
ej., el art. 1288 Cc), A. Parra Lucán afirma que las cláusulas oscuras suelen admitir dos
interpretaciones: una que perjudica al estipulante y favorece a su contraparte y otra que be-
neficia al estipulante y perjudica a quien no es causante de la oscuridad, en «Interpretación
del contrato», en Derecho privado europeo, coord. S. Cámara Lapuente, Madrid, Ed. Colex,
2003, p. 473.
834 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
(207) Sobre la técnica de esta interpretación de las cgc, vid. Pagador López, «Reglas
de interpretación...», op. cit. pp. 332 y ss. y mi monografía, op. cit., p. 201; Alfaro Águila-Re-
al, op. cit., pp. 403 y ss.
(208) Ya fue denunciado por Parra Lucán, op. cit., p. 475, así como por Díaz Ala-
bart, op. cit., p. 209 y Pagador López, «Reglas de interpretación...», op. cit., pp. 333-334
(aunque este último autor parece dar a entender que el silencio del art. 6.2 LCGC puede
tener su justificación).
(209) Sobre la misma, vid. el comentario de F. J. Infante Ruiz, «La exclusión de la re-
gla contra proferentem en el procedimiento de control abstracto (A propósito de la Sentencia
TJCE, Sala 1ª, de 9 de septiembre de 2004 –Comisión Europea versus Reino de España–,
Asunto C-7003) (TJCE 2004, 227)», RdP, nº 15, 2005, pp. 159 y ss.
(210) Vid. para Alemania, Raiser, op. cit., pp. 1935 y ss. En España, Royo Martínez,
op. cit., p. 69.
VI. Algunas reglas de interpretación de las condiciones generales… 835
(215) Vid. Raiser, op. cit., pp. 278 ss. y pp. 302 y ss. Dice Hart que en la jurisprudencia
del RG (Reichsgericht) el concepto de posición de monopolio es realmente vago, jugando,
además, un papel de segundo orden en las resoluciones judiciales, op. cit., p. 128.
VII. Los límites de las condiciones generales de la contratación 837
Hay que esperar hasta 1976 para que por primera vez un texto legal
elabore una cláusula general de buena fe como norma de control de las
cgc. Es el § 9.1 AGB-G (actual § 307.1, frase primera, BGB), que establece
que las cgc «contrarias a la buena fe son ineficaces si perjudican de forma
indebida a la contraparte del predisponente». Debe haber, pues, un per-
juicio indebido para que una cláusula sea contraria a la buena fe. Queda
perfilado, pues, claramente el presupuesto principal de una cláusula con-
traria a la buena fe: que la cláusula en cuestión cause un perjuicio indebido
a la contraparte del predisponente. Este presupuesto, desarrollado por la
jurisprudencia alemana, se eleva a rango legal, y es el principal elemento
de Derecho positivo que se debe tener en cuenta para valorar una cgc.
Con ello, queda totalmente objetivada la buena fe como límite de la con-
tratación con cg. El tribunal no debe atender, pues, a criterios subjetivos,
sino a criterios objetivos, debiendo examinar el contenido de la cláusula
y comprobar en qué medida perjudica al adherente. Con posterioridad,
son muy pocos los textos legales que elaboran una cláusula general en el
sentido propuesto por el Derecho alemán. Entre los consultados por no-
sotros, cabe citar el artículo 233, letra b, NBW. El Decreto-Ley portugués
de 1985 sólo se refiere a la buena fe como principio general del Derecho
en el artículo 16 («están prohibidas las condiciones generales contrarias a
la buena fe»), sin ser propiamente una cláusula general, al menos en un
sentido técnico. Sin embargo, Francia, otro país pionero en la lucha contra
las cláusulas abusivas, no incorpora en su Ley de 10 de enero de 1978 la
buena fe en un sentido objetivo, sino que sigue anclada en una concepción
subjetiva del abuso, considerando en el artículo 35 in fine que las cláusulas
son abusivas cuando «aparecen impuestas a no profesionales o consumido-
res por un abuso del poder económico de la otra parte», si bien después
introduce un criterio también objetivo en cuanto las cláusulas «confieren a
este (al que impone las cláusulas) una ventaja excesiva». Cabe señalar que
ni antes ni después de la Ley de 1978 la jurisprudencia francesa ha desarro-
llado una cláusula general de buena fe221. Ello seguramente ha determina-
do que en la cláusula general de «abusividad», después de la Reforma del
Código civil francés en 2016, la buena fe no aparezca como referencia de
límite de las cgc.
(223) Vid. J. Calis-Auloy, «Le devoir de se comporter de bonne foi dans les contrats
de consommation», en la misma obra citada en la nota anterior, pp. 192-193; Lete Achiri-
ca, op. cit., p. 1721.
840 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
(224) Vid., por todos, Ebers, «Die Klauselrichtline...» op. cit., p. 361. A juicio de Ebers,
se debería precisar la relación que hay entre la buena fe y el desequilibrio importante (p.
365).
(225) Sobre el alcance de esta cláusula general, vid. S. Grundmann, «The General
Clause or Standard in EC Contract Law Directives –A Survey on Some Important Legal Mea-
sures and Aspects in Ec Law», en General Clauses and Standards in European Contract Law, edts.
S. Grundmann y D. Mazeaud, La Haya, Ed. Kluwer Law International, 2006, pp. 141 y ss.
VII. Los límites de las condiciones generales de la contratación 841
(226) Sobre el particular, en Brasil, vid. Lima Marques, op. cit., pp. 898 y ss.
(227) Tuvo una influencia decisiva P. Ulmer en su ponencia: «Welche gesetzgebe-
rischen Massnahmen empfehlen sich zum Schutz des Endverbrauchers gegenüber Allge-
meinen Geschäftsbedingungen und Formularträgen?», 50 DJT II. H. 8 y ss. (1974). Sobre la
historia legislativa, vid. B. Ohlendorf-von Hertel, Kontrolle von Allgemeinen Geschäftsbedin-
gungen im kaufmännischen Geschäftsverkehr gemäss. § 24 AGB-Gesetz, Heidelberg, Ed. Recht und
Wirtschaft GMBH, 1988, pp. 66 y ss.
(228) Sobre la cuestión, específicamente, por todos Pagador López, La Directiva...,
op. cit., en particular p. 46, nota 30.
(229) Ello no impide que haya debates abiertos sobre esta cuestión. Son muy inte-
resantes las aportaciones en un sentido u otro expuestos en la obra colectiva Les clauses
abusives entre professionnels, dirs. C. Jamin y D. Mazeaud, París, 1998. De interés es también
el estudio de L. Valle, «Clausole vessatorie, buona fede e contratti tra professionisti», en
Autonomia contrattuale e Diritto privato europeo, a cargo de G. Sicchiero, Milán, Ed. CEDAM,
2005, pp. 121 y ss.
(230) Pueden consultar mi obra, en particular, pp. 117 y ss. De obligada consulta es el
trabajo de M.ª N. Mato Pacín, «El control de contenido en la contratación mediante con-
diciones generales entre empresarios en el Derecho comparado y europeo», Cuadernos de
Derecho Transnacional, oct. 2015, vol. 7, nº 2, pp. 261 ss. Su tesis doctoral versa sobre la misma
temática, Cláusulas abusivas y empresario adherente, Universidad Carlos III (pendiente
aún de publicación).
842 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
Las dudas que pueden existir sobre una excesiva injerencia en el mer-
cado, admitiendo el control material de las cgc entre empresarios, no exis-
ten a nivel del Derecho privado europeo. Salvo el Código Europeo de los
Contratos, los otros tres textos europeos admiten, sin matizaciones, que la
cláusula general de buena fe rige también para las cgc entre empresarios.
Probablemente la experiencia y la influencia del Derecho alemán han pe-
sado en esta opción para el mercado europeo. Al menos en Alemania, el
recurso a la cláusula general de buena fe en los contratos de adhesión en-
tre empresarios no ha mermado el funcionamiento del mercado alemán;
al contrario, ha permitido una mayor seguridad jurídica en la contrata-
ción. Para evitar que en el mercado europeo haya excesivas diferencias en
el clausulado de los contratos entre empresarios, la propuesta de los textos
europeos a favor de una cláusula general de buena fe parece positiva, máxi-
mo teniendo en cuenta la experiencia de algunos países europeos. Por otra
parte, la confianza que algunos depositan en el Derecho de la competencia
de la UE no deja de ser una respuesta débil dado que los presupuestos para
sancionar cláusulas que lesionen reglas de la competencia son muy riguro-
sos y más bien excepcionales.
(231) En Alemania, no se consideró necesario transponer el artículo 3.3, dado que los
§§ 138, 242 y 307 BGB responden suficientemente para evitar la «abusividad» en los acuer-
dos de morosidad. Por todos, M. Schmidt-Kessel, «Verzug (§§ 280 Abs. 1 und 2, 286, 288
BGB)», en Zivilrecht unter europäischen Einfluss, eds. M. Gebauer/T. Wiedemann, Friburgo,
Ed. Booberg, 2005, pp. 123 y ss. (hay una edición de 2011).
(232) En España, se transpone la Directiva mediante la Ley 3/2004, de 29 de diciem-
bre (cf. el art. 9). En la doctrina, por todos, L. M., Miranda Serrano, Aplazamiento de pago
y morosidad entre empresas, Madrid, Ed. Marcial Pons, 2008.
(233) Ello no ha sido impedimento para que en Alemania haya un debate sobre la
conveniencia de mantener o de reformar la protección de los empresarios ante cláusulas
abusivas. Hay un informe elaborado bajo la dirección del Prof. Leuschner, concluido el
30 de septiembre de 2014, «AGB-Recht für Verträge zwischen Unternehmen», Universidad
de Osnabrück, con especial referencia a las cláusulas de limitación de responsabilidad (con
referencias a los sistemas de Francia, Inglaterra, USA, Austria, Suiza y Polonia).
VII. Los límites de las condiciones generales de la contratación 843
(237) En los comentarios alemanes de la AGB-G (en particular los §§ 9 y 24) y ahora
del BGB (§§ 307 y 310) se expone con generosidad la experiencia de la jurisprudencia so-
bre la cláusula general de la buena fe en las cgc entre empresarios.
(238) Sobre su alcance, en la doctrina española, por todos, Pagador López, La Direc-
tiva..., op. cit., pp. 40 y ss.
VII. Los límites de las condiciones generales de la contratación 845
(239) Las dudas que puede haber sobre el alcance del artículo 4.2, las quería resolver
la Propuesta de Reforma de la Directiva de 2008, de acuerdo con lo dispuesto en el aparta-
do 3 del art. 32, del cual se colige que el control de «abusividad» se extiende a las cláusulas
sobre los elementos esenciales del contrato si no se cumplen con los requisitos de trans-
parencia, de modo que pueden estar sujetos al mandato de transparencia material como
las demás cláusulas no negociadas individualmente (para interpretar el art. 32.3, pueden
consultar el Considerando 49 de la Propuesta de la Directiva). Vid. art. 80 del Anexo I de
la PCESL.
(240) Vid. S. Cámara Lapuente, El control de las cláusulas «abusivas» sobre elementos esen-
ciales del contrato, Ed. Thomson-Aranzadi, Elcano (Navarra), 2006, pp. 25 y ss. Sobre las
dificultades para una correcta aplicación de las normas nacionales a la luz del art. 4.2 de la
Directiva, vid. S. Whittaker, «Contratos abusivos, cláusulas abusivas y prácticas comerciales
desleales», la revisión de las normas europeas y nacionales de protección de consumidores
(dir. S. Cámara Lapuente), Cizur Menor, Civitas-Thomson-Reuters, pp. 509 y ss.
(241) La falta de este específico mandato en una norma nacional significaría incum-
plir la Directiva (cf. la STJCE de 10 de mayo de 2001, Asunto C-144/99, Comisión Europea
contra Países Bajos, que entiende que el NBW no contiene una norma en este sentido, por
lo que no se transpuso correctamente la Directiva).
(242) El TRLGDCU –tampoco la LCGC– transpuso el artículo 4.2. El RDLeg 1/2007,
de 16 de noviembre, sigue manteniendo el silencio de la normativa anterior (se podría
haber incluido el mandato del artículo 4.2 si se entiende que sólo era para mejorar el texto
vigente hasta ese momento). Cámara Lapuente propone un cambio legislativo, bien in-
corporando el precepto, o bien rechazándolo expresamente, op. cit., p. 184. En España, la
actual Propuesta de Modificación del Código Civil en materia de Obligaciones y Contratos
establece con toda claridad en el art. 1262.2 que «el carácter abusivo no alcanzará a las
prestaciones que sean objeto principal del contrato...».
(243) Sobre la cuestión, por todos, Cámara Lapuente, op. cit., pp. 71 y ss., que exami-
na la tesis liberal y la tesis intervencionista. En su opinión, siguiendo la primera tesis, y ali-
neándose con la postura doctrinal dominante, afirma que la idea de que el contrato mate-
rial de las cláusulas predispuestas sobre elementos esenciales es incompatible con el sistema
económico constitucional de libertad de mercado y precios y de libre competencia (p. 95).
846 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
(244) Ebers resalta que en aquellos ordenamientos nacionales que no han transpues-
to el artículo 4.2 de la Directiva, sería posible el control sobre las prestaciones principales
del contrato (en «Die Klauselrichtline...», op. cit., p. 414).
(245) En España, vid. Cámara Lapuente, op. cit., pp. y ss. 127 y ss.; Vid. también A.
Carrasco Perrera, en «Invalidez e ineficacia en los contratos con consumidores», en Las
Nulidades de los Contratos: un sistema en evolución, coord. J. Delgado Echeverría, Cizur Menor,
Ed. Thomson Aranzadi, 2007, p. 167. Este autor advierte de lo estéril que puede ser un
debate sobre lo que es esencial y no (p. 182), por lo que propone que debe primar la razo-
nabilidad (p. 184).
(246) Sobre el silencio del Código Europeo de los Contratos, vid. Cámara Lapuente,
op. cit., pp. 50-52.
(247) En Alemania, vean los comentaristas de los principales tratados (p. ej., Wolf, op.
cit., pp. 308 y ss.; Basedow, op. cit., pp. 1160 y ss.). En España, además de la citada obra de
Cámara Lapuente, en particular, pp. 127 y ss., donde se exponen casos judiciales significa-
tivos; vid. también F. Pertíñez Vílchez, «Los elementos esenciales del contrato y el control
de las condiciones generales», Aranzadi Civil, 2003, III, pp. 2171 y ss.
VII. Los límites de las condiciones generales de la contratación 847
(248) Comentada por H. Kötz, «Schranken der Inhaltskontrolle bei den Allgemei-
nen Geschäftsbedingungen der Banken», ZEuP, 2012, pp. 332 y ss. Este autor, que es crítico
con la sentencia, alude también al Derecho alemán y se pregunta por qué no se ha plantea-
do por los tribunales ingleses una cuestión prejudicial ante el TJUE.
(249) Entre los muchos trabajos que inmediatamente analizaron esta nueva jurispru-
dencia, cabe citar, entre otros, los de J. Köndgen, «Grund und Grenzen des Transparenzge-
bots im AGB-Recht», NJW, 1989, pp. 943 y ss. y H. P. Westermann, «Das Transparenzgebot
–ein neuer Oberbegriff des AGB –Inhaltskontrolle?» en Festschrift für Steindorff, Berlín-Nue-
va York, 1990, pp. 817 y ss.
848 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
(250) En España, una claro defensor de la transparencia material como otro requisito
de las cláusulas no negociadas individualmente es Pertiñez Vílchez, Las Cláusulas abusi-
vas.., op. cit., en particular, pp. 79 y ss.
(251) Una interpretación diferente mantiene Pertíñez Vílchez, quien, haciendo
una interpretación negativa del art. 4.2, afirma que si las cláusulas relativas al precio y al
objeto del contrato no son transparentes, están sujetas al control de contenido y pueden
ser abusivas, porque el defecto de transparencia puede provocar una alteración del equili-
brio económico, falseándose, por tanto, la competencia (Las Cláusulas abusivas.., op. cit., p.
120). Ha entrado directamente en este debate Cámara Lapuente, quien, por el contrario,
defiende que el art. 4.2, responde a un mandato de transparencia formal que deben reunir
también las cláusulas sobre el objeto y el precio de los contratos no negociados; pero este
mandato no contempla, según él, un control de transparencia material (op. cit., pp. 123-
126). La Propuesta de Modernización del Código Civil español en materia de Obligaciones
y Contratos no contempla el control transparencia material de las cláusulas no negociadas
individualmente (cf. arts. 1261 y 1262).
(252) Así lo pone de manifiesto Ebers en su estudio comparativo, «Die Klauselricht-
linie...», op. cit., p. 362.
(253) La Propuesta de Directiva de 2008 asume el mandato de transparencia material
en las cláusulas no negociadas individualmente, en el artículo 32.2 in fine: «Para evaluar la
equidad de una cláusula contractual, la autoridad nacional competente tendrá también en
cuenta la forma en que el comerciante ha redactado y comunicado el contrato al consumi-
dor con arreglo al artículo 31».
(254) Cámara Lapuente no hace, sin embargo, ninguna valoración al respecto, op.
cit.. Ninguna atención prestan a este problema Díez-Picazo, Roca Trías y Morales, op. cit.
VII. Los límites de las condiciones generales de la contratación 849
5. El test de «abusividad»
55. La determinación del carácter abusivo de las cgc requiere un juicio
de valoración conforme al Derecho. En una primera etapa, ese juicio de
valoración se hacía sobre la base de los límites tradicionales como las bue-
nas costumbres o el orden público. Los Códigos decimonónicos no cono-
cían más límites que los establecidos a la autonomía privada. No estaban
pensados para contratos en los que las cláusulas se predisponen y se im-
ponen por una de las partes del contrato. Por eso, cuando aparecen este
tipo de contratos y se formulan las primeras alegaciones contra cláusulas
que perjudican los intereses de la otra parte, los tribunales no encuen-
tran fácilmente una base legal, ni convincente, para condenar cláusulas
que sean lesivas. Esto puede explicar la muy lenta evolución en todos los
ordenamientos hacia nuevos parámetros y directrices jurídicos. En un
primer momento, anclado aún en los límites tradicionales a la autonomía
privada, los tribunales buscaban en el abuso del monopolio, o más am-
pliamente en el abuso de la libertad contractual, las respuestas jurídicas
para negar eficacia a las cláusulas abusivas. La jurisprudencia alemana,
en su primera fase, es un buen exponente de esta tesis de que el con-
trol de las cláusulas sólo procede cuando quien predispone e impone las
cláusulas abusa de su poder contractual256. Los abusos de la libertad con-
tractual son concebidos como comportamientos ilícitos que, como tales,
deben ser condenados por el Derecho por ser contrarios a las buenas cos-
tumbres. En el Derecho norteamericano, los tribunales se apoyaban muy
pronto en el bargaining power test para combatir cláusulas resultantes de
un abuso del poder contractual257. Pero no dejaba de ser una valoración
subjetiva, y que, como principal directriz jurídica, sólo servía en situacio-
nes de auténtico monopolio en el mercado, es decir, en situaciones más
bien extremas. Había que buscar otras directrices jurídicas más objetivas.
Una de las directrices más importantes que se desarrolló en la primera
mitad del siglo XX, y que sigue teniendo valor en la actualidad, es la jus-
ticia contractual que debe regir en cualquier contrato (Richtigkeitsgewähr
des Vertrages)258. Es una directriz más objetiva y que se sirve para cualquier
contrato, además no está condicionada por criterios de poder contrac-
tual de una de las partes del contrato. Los modelos contractuales parten
de una justicia contractual previamente establecida por el ordenamien-
to jurídico. Esa justicia contractual sirve como referencia para juzgar las
cláusulas que se apartan del modelo contractual establecido. Cuando ese
modelo contractual es sustituido por la exclusiva voluntad de uno de los
contratantes en beneficio suyo, lesionando los derechos de la otra parte,
el Derecho debe reaccionar. Y lo debe hacer examinando en qué medida
el modelo contractual instaurado por quien tiene el poder contractual
se aleja de la justicia contractual. Los tribunales pueden entonces inter-
venir negando la eficacia a cláusulas que resulten contrarias a la justicia
contractual preestablecida. No deja de ser un juicio valorativo, pero que
tiene en consideración lo que se entiende por justicia contractual según
el Derecho. La justicia contractual siempre responde a un equilibrio que
está presente en cualquier modelo contractual, en el que se tiene en con-
sideración los intereses de las partes contratantes. La autonomía de la
voluntad de los particulares puede buscar nuevos equilibrios, más allá
del modelo contractual establecido en normas dispositivas. El desplaza-
miento de las normas dispositivas es bueno, además necesario, para el
propio funcionamiento del mercado. La propia dinámica del mercado
así lo exige. Sin embargo, los ordenamientos jurídicos continentales deci-
monónicos no ofrecen, salvo en casos muy puntuales para cláusulas muy
concretas –p. ej., todos los Códigos permiten a los tribunales entrar en
una cláusula penal cuando resulte gravosa–, instrumentos jurídicos con-
cretos para proteger la justicia contractual cuando es desplazada en per-
juicio de una de las partes del contrato. Las impugnaciones de cláusulas
que rompen con la justicia contractual basadas en las trasgresiones de
los límites tradicionales, como las buenas costumbres o el orden público,
resultaban poco convincentes. Son muy poco los países que experimen-
taron una evolución positiva en la primera mitad del siglo XX dando
respuestas nuevas a los abusos contractuales. La evolución tenía que venir
de la mano de los tribunales. Esto se ve claramente en la jurisprudencia
alemana, que dio un paso decisivo al romper con el estrecho corsé del
§ 138 BGB –que prohíbe los negocios jurídicos contrarios a las buenas
costumbres–, encontrando en el § 242 BGB –la prestación se debe reali-
zar según las exigencias de la buena fe– el marco idóneo para valorar el
contenido de las cláusulas, pero siempre a partir de la justicia contractual
según el ordenamiento jurídico, valorando objetivamente cada una de las
(265) Sobre la relación de ambos textos legales, vid., Peel, op. cit., pp. 290-292.
VII. Los límites de las condiciones generales de la contratación 853
(266) La obra colectiva General Clauses and Standards in European Contract Law, op. cit.,
expresa muy bien el significado que tiene para el Derecho contractual en toda Europa las
cláusulas generales, y, en particular, la cláusula general de buena fe.
(267) Debe advertirse, no obstante, con Ebers, que el contenido de la cláusula gene-
ral está configurado de forma muy diversa («Die Klauslrichtiline...», op. cit., p. 413).
854 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
(268) Como sabemos, la Directiva 93/13/CEE tiene una lista indicativa de cláusulas
abusivas. En la Propuesta de 2008 de Reforma de la Directiva de los Derechos de los con-
sumidores, elabora dos listas claramente diferenciadas, una con cláusulas presuntamente
abusivas, y otra con cláusulas abusivas en cualquier circunstancia. En la fracasada PCESL
hay también dos listas de cláusulas abusivas, pero que son sólo de aplicación a los contratos
no negociados entre comerciantes y consumidores (arts. 84 y 85).
(269) Muy interesante es la jurisprudencia alemana que hace uso de las listas de las
cláusulas abusivas para aplicar la cláusula general de buena fe a las cgc entre empresarios,
utilizando las listas como posibles indicios del carácter abusivo de una determinada cg en
un contrato mercantil (vid. mi obra, pp. 38 y ss.).
(270) En Alemania, la doctrina y la jurisprudencia son favorables a la apreciación de
oficio de las cláusulas abusivas, y no sólo las contenidas en las listas de cláusulas abusivas,
sino también las que se pueden juzgar conforme con la cláusula general de buena fe (vid.,
por todos, Wolf, op. cit., pp. 402 y ss.).
(271) Vid., por todos en España, J. M.ª Miquel González, «La nulidad de las condi-
ciones generales», en Nulidades de los Contratos: un Sistema en Evolución, coord. J. Delgado
Echeverría, Cizur Menor (Navarra), Ed. Thomson-Aranzadi, 2007, pp. 216 y ss.
(272) Las sanciones de carácter penal, administrativo o de tipo indemnizatorio varían
mucho en cada sistema jurídico.
(273) En el Derecho comunitario, vid., en particular, Ebers, «Die Klauselrichtlinie...»,
op. cit. pp. 424 y ss.
VII. Los límites de las condiciones generales de la contratación 855
(274) La Directiva 93/13/CEE también dice en el artículo 6.1 que las cláusulas abusi-
vas no vincularán al consumidor.
(275) Por todos, A. D’adda, «Nullité partielle, clause réputée non escrite et integra-
tion corrective du contrat, perspectives de droit européen», Revue internationale de droit com-
paré, nº 4, 2015, pp. 901 y ss.
(276) En España ha sido analizado nuevamente por L. H. Clavería Gosálbez en
«Notas para una revisión general de la denominada ineficacia del contrato» y J. Delgado
Echeverría, en «¿Sanción de invalidez? Los conceptos de invalidez y de sanción», publi-
cados ambos en Las nulidades de los Contratos: un Sistema en Evolución, coord. J. Delgado
Echeverría, Cizur Menor (Navarra), Ed. Thomson-Aranzadi, 2007, pp. 59 y ss. y 89 y ss.,
respectivamente.
856 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
§ 306.3 BGB; art. 4:116 PECL). En tal caso, es preferible que el contrato no
produzca efectos. La principal consecuencia es, en sintonía con los térmi-
nos que se utilizan, la ineficacia o la nulidad total del contrato. Coherente
con la ineficacia o la nulidad, el efecto de la declaración estimatoria siem-
pre tiene carácter retroactivo.
La nulidad o ineficacia de las cláusulas por «abusividad» o, en su caso,
del contrato mismo sólo es factible cuando se ejercitan acciones individua-
les. Las acciones colectivas tienen otro efecto: la cesación o retractación de
las cláusulas que han sido declaradas abusivas278.
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son-Aranzadi, Elcano (Navarra), 2006, pp. 25 y ss. Id., «El concepto legal de
"consumidor" en el Derecho privado europeo y el Derecho español: aspec-
tos controvertidos y no resueltos», Cuadernos de Derecho Transnacional (mar-
zo 2011), vol. 3, nº 1, pp. 84 y ss. L. R. Carleo, «La codificación sectorial,
entre límites y oportunidad: el código italiano de consumo», RdP, 2006,
pp. 39 y ss. H. Carpena, «Ministerio Público –Prevenção e Repressão des
Cláusulas Abusivas nos Contratos de Consumo», Revista Luso-Brasileira de
Direito Do Consumo, núm. 16, pp. 11 y ss. F. De Castro, Las condiciones gene-
rales de los contratos y la eficacia de las leyes, Madrid, Cuadernos Civitas, 1985.
L. H. Clavería Gosálbez, «Una nueva necesidad: la protección frente a
los desatinos del legislador (Comentario atemorizado sobre la Ley 7/1998,
sobre Condiciones Generales de la Contratación)», ADC, 1998, pp. 1301 y
ss. L. H. Clavería Gosálbez, Condiciones generales y cláusulas contractuales
impuestas, Sabadell, Ed. Bosch, 2008. M. Cuchillo, Les «class actions» com a
mecanismes de protecció dels drets econòmics i socials en l'ordenament dels Estats
Units, Barcelona, Ed. Institut d'Estudis Autonòmics, 1991. A. D’adda, «Nu-
llité partielle, clause réputée non escrite et integration corrective du con-
trat, perspectives de droit européen», Revue internationle de droit comparé, nº
4, 2015, pp. 901 y ss. M. G. Dereux, «La nature juridique des «contrats
d'adhesion», Rev. droit civ., 1910, pp. 503 y ss. S. Deutch, «Control of Un-
fair Terms in Consumer Contracts in Israel: Law and Practice», Journal of
Consumer Policy, 1990, pp. 181 y ss. S. Díaz Alabart, «Comentario al art. 6»,
860 15. Las condiciones generales de la contratación: Una lectura…
16
Formación del contrato electrónico
(1) Sobre los orígenes de Internet, vid. entre otros, I. Carr, International Trade Law,
3ª edic., Londres, Cavendish Publishing Limited, 2005, p. 103; P. De Miguel Asensio, De-
recho privado de Internet, 5ª edic., Cizur Menor, Thomson Reuters/Civitas, 2015, pp. 33-34;
C. Glatt, «Comparative Issues in the Formation of Electronic Contracts», 6 Int'l JL & Info.
Tech., 1998, p. 35.
(2) Vid. A. Martínez Nadal, Comercio electrónico, firma digital y autoridades de certifica-
ción, Madrid, Civitas, 2000, pp. 27-29; A. Madrid Parra, «Aspectos jurídicos de la identifica-
ción del comercio electrónico», R. Illescas Ortiz (dir.), Derecho del comercio electrónico, Ma-
drid, La Ley, 2001, p. 190; P. Todd, E-Commerce Law, 1ª ed., Londres, Cavendish Publishing
Limited, 2005, pp. 220-221.
(3) A. Madrid Parra, «Contratación electrónica», Estudios jurídicos en homenaje a A.
Menéndez, t. IV, Madrid, 1996, pp. 2931-2937.
(4) A. Araguetes García, «El proceso de globalización de la economía en las úl-
timas décadas del siglo XX», Luces y sombras de la globalización, Madrid, UPC, 2000, p. 98.
(5) Sobre las ventajas del comercio electrónico, vid. entre otros, C. Paz-Ares, «El
comercio electrónico (Una breve reflexión de política legislativa)», en Derecho de internet.
Contratación electrónica y firma digital, Pamplona, Aranzadi, 2000, pp. 85-98.
I. Introducción: contrato electrónico, mensaje de datos, contrato… 869
(10) J. M. Díaz Fraile, «El comercio electrónico: Directiva y Proyecto de Ley español
de 2000 (Crónica de su contenido, origen, propósitos y proceso de elaboración)», Actua-
lidad Civil nº 2, de 8 al 15 de enero de 2001, p. 35; J. A. Echevarría Sáenz, «El comercio
electrónico en la sociedad de la información», J. A. Echevarría Sáenz (coord.), El comercio
electrónico, Madrid, Libros jurídicos, Edisofer, SL, 2001, p. 29.
(11) http://www.law.upenn.edu/bll/ulc/uecicta/eta1299.htm
(12) http://www.nccusl.org
(13) Arizona, California, Delaware, Florida, Hawaii, Idaho, Indiana, Iowa, Kan-
sas, Kentucky, Maine, Maryland, Michigan, Minnesota, Nebraska, North Carolina, Ohio,
Oklahoma, Pennsylvania, Rhode Island, South Dakota, Utah y Virginia. Vid. H. D. Gabriel,
«The New United States Uniform Electronic Transactions Act: Substantive Provisions, Draf-
ting History and Comparison to the UNCITRAL Model Law on Electronic Commerce», Rev.
Dr. Unif., vol. 4, 2000, pp. 651-652.
(14) Los contratos que consisten en la adquisición de bienes o material informático,
como equipos materiales (hardware) o programas informáticos (software), son contratos in-
formáticos, que pueden ser o no contratos electrónicos: M. A. Rodríguez Davara, Manual
de Derecho informático, Madrid/Pamplona, 1997, p. 91.
(15) Esta exigencia de emisión de los dos consentimientos por vía electrónica no
viene impuesta en los contratos informáticos: V. Carrascosa López, M. A. Pozo Arrans
y E. P. Rodríguez de Castro, La contratación informática: el nuevo horizonte contractual. Los
contratos electrónicos e informáticos, 3ª ed., Granada, Comares, 2000, p. 109.
(16) M. Arias Pou, «El consentimiento en la contratación electrónica a través de
internet», Diario La Ley, año XXVII, nº 6540, 1 septiembre de 2006, p. 1; F. Ontiveros Ro-
dríguez y C. Mora Lorenzo, La contratación electrónica, La Ley, 2003-2, p. 1377.
I. Introducción: contrato electrónico, mensaje de datos, contrato… 871
A todo esto hay que unir las dificultades que plantea la intervención de
consumidores en la contratación electrónica, donde se acrecientan los ries-
gos: por un lado, la comercialización de bienes sin que el consumidor los
tenga a su disposición físicamente puede conducir a la selección de bienes
más baratos, en detrimento de su calidad; el hecho de que el consumidor
pueda quedar vinculado por el contrato sólo por haber pulsado un botón,
lo que favorece la contratación de forma impulsiva y sin tiempo para me-
ditar; la posibilidad de cometer errores a la hora de teclear los datos; la
utilización generalizada de contratos de adhesión, sin ofrecer al consumi-
dor la posibilidad de discutir las cláusulas predispuestas.. De ahí la nece-
sidad de aplicar la normativa protectora de los consumidores frente a las
cláusulas abusivas, o frente a las prácticas comerciales engañosas, o la que
regula el derecho de información suficiente tanto sobre el empresario con
el que contrata [datos de identificación, forma de contactar con él], como
sobre el producto o servicio [condiciones de entrega de los bienes, coste
del servicio, servicios post-venta disponibles, garantías, la conformidad con
el contrato, las posibilidades de revocación del mismo...], así como sobre
las posibilidades de rectificar el pedido, confirmación del mismo, las for-
mas de resolución de posibles controversias..). Precisamente por ello, en el
marco de la Unión Europea se está trabajando al respecto y se ha elabora-
do la Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo relativa
a determinados aspectos de los contratos de suministro de contenidos di-
gitales22 y la Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo
relativa a determinados aspectos de los contratos de compraventa en línea
y otras ventas a distancia de bienes23. Ambos instrumentos comunitarios
pretenden armonizar las normas sobre la conformidad de los productos
con el contrato, los saneamientos en caso de no conformidad, las moda-
lidades para el ejercicio de dichos saneamientos, los recursos en caso de
(24) Vid. en este sentido, el Modelo Europeo de Acuerdo de EDI elaborado bajo los
auspicios de la Comisión Europea, en DOCE 1994 C 338/100.
(25) P. De Miguel Asensio, Derecho privado de Internet..., op. cit., p. 882.
874 16. Formación del contrato electrónico
las transacciones que se efectúan por medios electrónicos que a las que se
desarrollan por medios tradicionales.
5. Pero, ¿realmente existe un conjunto de normas armonizadas sobre
formación del comercio electrónico? Ha habido numerosos esfuerzos por
acercar posturas en la regulación de la contratación electrónica, lo que ha
dado lugar al desarrollo del Derecho del comercio electrónico. Éste abarca
desde las leyes modelo (como la Ley Modelo UNCITRAL sobre comercio
electrónico y la Ley Modelo UNCITRAL sobre firma electrónica)26, hasta
los usos comerciales (que han dado lugar a los Principios UNIDROIT sobre
contratos comerciales internacionales [PU], a los Principios de Derecho
Contractual Europeo [PECL] o al Marco Común de Referencia [MCR]),
pasando por la labor de Naciones Unidas (con su Convención sobre la
utilización de las comunicaciones electrónicas en los contratos internacio-
nales, hecha en Nueva York el 23 de noviembre de 200527 [en adelante,
CNUCE])–, la labor institucional de la UE (donde destaca la DCE) y las
normas de producción nacional. Entre estas últimas juega un papel desta-
cado el Derecho norteamericano, al haber sido pionero en la regulación
de la contratación electrónica, debido al desarrollo que alcanzó Internet
en sus comienzos en EEUU. Todas estas normas coinciden en la voluntad
de incrementar el uso del comercio electrónico, para lo cual inciden en la
necesidad de armonizar la normativa reguladora de la contratación elec-
trónica para garantizar un mayor nivel de seguridad jurídica. Sin embargo,
difieren en el tratamiento de algunas cuestiones y presentan carencias en
la regulación de aspectos controvertidos relativos a la formación de los
contratos, que pueden suponer un obstáculo al desarrollo del comercio
electrónico: qué constituye una oferta contractual, cuál es el momento
preciso de formación del contrato, dónde se entiende celebrado el con-
trato, etc., son cuestiones que no parecen estar resueltas en los distintos
ordenamientos jurídicos. A ello se une, en el caso de algunas Directivas
comunitarias la imprecisión de sus términos y su racionalidad poco cla-
ra, lo que dificulta una transposición armoniosa de sus disposiciones a los
ordenamientos internos de los Estados miembros28. Y es que, aunque se
han producido acercamientos importantes para incrementar la seguridad
jurídica con una regulación coherente de la contratación electrónica, las
tradiciones jurídicas de los distintos países siguen pesando.
Los primeros esfuerzos por crear un marco jurídico que proporcionara
seguridad jurídica a las transacciones electrónicas se desarrollaron en el
marco de UNCITRAL, a través de la Ley Modelo sobre comercio electróni-
co y la Ley Modelo sobre firmas electrónicas. Ambas normas han contribui-
(29) Para conocer la situación actual de los países que han promulgado normas basa-
das en la Ley Modelo sobre comercio electrónico, vid. la página de UNCITRAL: http://www.
uncitral.org/uncitral/es/uncitral_texts/electronic_commerce/1996Model_st
(30) P. De Miguel Asensio, Derecho privado de Internet..., op. cit., p. 868.
(31) Por el momento, también la han firmado, aunque sin ratificar, Arabia Saudí,
China, Colombia, Filipinas, Irán, Líbano, Madagascar, Panamá, Paraguay, República Cen-
troafricana, República de Corea, Senegal y Sierra Leona.
(32) J. Kaufman Winn y J. Haubold, «Electronic promises: contract law reform and
e-commerce in a comparative perspective», EL Rev., 20002, p. 574.
(33) DOCE L 257, de 28 de agosto de 2014.
876 16. Formación del contrato electrónico
(39) http://www.uniformlaws.org/shared/docs/electronic%20transactions/ueta_final_99.
pdf. Esta ley modelo fue adoptada en julio de 1999 por la National Conference of Commisioners
on Uniform State Laws (NCCUSL), http://www.nccusl.org.
(40) Arizona, California, Delaware, Florida, Hawaii, Idaho, Indiana, Iowa, Kan-
sas, Kentucky, Maine, Maryland, Michigan, Minnesota, Nebraska, North Carolina, Ohio,
Oklahoma, Pennsylvania, Rhode Island, South Dakota, Utah y Virginia. Vid. H. D. Gabriel,
«The New United States..», cit., pp. 651-652.
(41) 15 USC § 7001 (2000).
II. ¿Existen unos principios rectores comunes en la contratación… 879
presario que contrata por este medio42. Las normas sobre Derecho del
comercio electrónico arrancan del postulado de que los contratos elec-
trónicos no son un nuevo tipo de contrato, sino contratos celebrados con
unas técnicas diferentes, que permiten que el contrato se prepare, se per-
feccione y, a veces, se ejecute por vía electrónica, por lo que, es lógico que
se les apliquen las reglas clásicas de formación de los contratos celebrados
por medios tradicionales: reglas sobre cuándo se entiende perfeccionado
el contrato, en qué consiste la oferta contractual y su distinción con las in-
vitaciones a recibir ofertas, el lugar de celebración del contrato, etc., todo
ello, con las adaptaciones necesarias para atender a las exigencias de las
nuevas tecnologías. Se podría afirmar que los contratos electrónicos son
primero contratos y luego electrónicos43.
Lo que sucede es que, en ocasiones, las normas generales aplicables a
la formación de los contratos no regulan todos los aspectos. Las normas
sobre formación del contrato contenidas en la CV tienen un alcance ge-
neral, pero no pueden ser aplicadas a todo tipo de contratos electrónicos,
porque la CV sólo se aplica a los contratos de compraventa de mercaderías
(bienes muebles) y a las transacciones entre empresarios, lo que deja fuera
todo el conjunto de contratos electrónicos con consumidores. Y, por otro
lado, los sistemas jurídicos no resuelven las distintas cuestiones que inciden
en la formación del contrato de la misma manera44, lo que es fuente de
inseguridad jurídica. En lo que sí hay coincidencia es en la aplicación del
principio de libertad de pactos, como manifestación del principio de auto-
nomía de la voluntad de los contratantes, aunque sufra alguna limitación
con la finalidad de proteger a los consumidores, así como en la aplicación
del principio clásico del Derecho contractual de buena fe, que cobra, si
cabe, más importancia en este ámbito, pues contratar a través de una red
abierta como es Internet genera riesgos: las partes no se conocen, es im-
posible visualizar los bienes antes de su adquisición, hay riesgos de suplan-
tación de identidad, se desconoce el lugar desde el que operan las partes..
Esta exigencia de buena fe deberá estar presente en la consideración de la
conducta de las partes y en la interpretación del contrato45.
(42) En este sentido, el art. 1.4º DCE destaca que no pretende la «fijación de normas
de Derecho privado ni relativas a la jurisdicción de los Tribunales de Justicia».
(43) M. Arias Pou, «El consentimiento...», cit., p. 2.
(44) Sobre los aspectos de la formación del contrato por intercambio de oferta y
aceptación en el Derecho comparado, vid. A. Lara Aguado, «La oferta y la aceptación con-
tractuales», S. Sánchez Lorenzo (ed.), Derecho contractual comparado. Una perspectiva europea
y transnacional, 2ª edición, Cizur Menor, Thomson Reuters/Civitas, 2013, pp. 313-382 y la
bibliografía allí citada.
(45) A. Guisado Moreno, Formación..., op. cit., p. 103.
880 16. Formación del contrato electrónico
(46) Entre otros, S. Christensen, «Formation of Contracts by Email. Is Just the Same
as the Post?», Queensland University of Technology Law & Justice Journal, 2001, p. 23.
(47) H. D. Gabriel, «The New United States..», cit., p. 654.
(48) R. Julia Barceló, Comercio electrónico entre empresarios. La formación y prueba del
contrato electrónico (EDI), Valencia, Tirant lo Blanch, 2000, p. 169.
II. ¿Existen unos principios rectores comunes en la contratación… 881
(64) A. Guisado Moreno, Formación..., op. cit., p. 131; J. P. Van Cutsem, A. Viggria
y O. Güth (Coords.), E-Commerce in the World..., op. cit., p. 224.
(65) Art. 1106 Cc y comercial argentino.
(66) El art. 2 UCC revisado ha sustituido el término «escrito» por el de «documen-
to», para incluir las formas electrónicas y los escritos hechos de forma tradicional sobre
papel. R. Rosas Rodríguez, «Un enfoque comparativo sobre la formación de los contratos
886 16. Formación del contrato electrónico
(69) Sobre las exigencias que debe cumplir un documento electrónico para cumplir
las funciones del documento escrito, vid., entre otros, Ch. Hulmark: «European and US
Perspectives on Electronic Documents and Electronic Signatures», 14 Tul. Eur. & Civ. L. F.,
1999, pp. 131-133.
(70) Ch. Hultmark Ramberg, «The E-Commerce Directive...», cit., p. 6.
888 16. Formación del contrato electrónico
2005, p. 85; L. Díez-Picazo, E. Roca Trias y A. M. Morales, Los Principios del Derecho Europeo
de los Contratos, Madrid, Civitas, 2002, p. 179.
(89) E. M. Martínez Gallego, La formación del contrato a través de la oferta y la acepta-
ción, Madrid, Marcial Pons, 2000, pp. 41-46.
(90) Simons y Simons, E-Commerce Law, 1ª ed., Bembridge, Palladian Law Publishing
Limited, 2001, pp. 9-10.
892 16. Formación del contrato electrónico
(91) Así se interpreta el art. 11 (1)(c) de la Electronic Commerce (EC Directive) Regula-
tions 2002 británica: C. Reed, Internet Law: Text and Materials, 2ª ed., Cambridge University
Press, Cambridge, 2004, p. 206. En cambio, el art. 1127-1 Cc francés, lo considera una oferta
vinculante, mientras esté accesible en la página web.
(92) E. Siemer, Formation of Electronic Contracts under traditional Common Law Principles.
Offer and Acceptance in E-Commerce, Boernemouth University, Grin Verlag, 2008, p. 34.
(93) Así lo advirtió el Juez Rajah JC en un asunto relativo a una compañía de Singa-
pur que ofreció a través de una página web impresoras a 66 $ en vez de a 3448 $, lo que ori-
ginó una afluencia masiva de peticiones: Chwee Kin Keong v. Digilandmall.com Pte Ltd. [2005]
1 SLR 502 (CA): disponible en http://www.singaporelaw.sg/rss/judg/46654.html.
(94) Vid. A. Lara Aguado, «La oferta y la aceptación...», cit., pp. 51-57.
III. Formación del contrato electrónico 893
(95) Pharmaceutical Society of Great Britain v. Boots Cash Chemist (Southern) Limited (1955)
1 Q.B. 401, 1 All E.R. 482; Fisher v. Bell (1960) 1 Q.B. 345, 3, All E.R. 731 (C.A.); Partridge v.
Crittenden (1968) 2 All ER 421, (1968) 1 WLR 1204. Respecto al Derecho escocés vid. Hunter
v. General Accident Corporation [1909] SC 344. Vid. al respecto P. S. Atiyah, An Introduction to
the Law of Contract, 5ª ed., Oxford, Clarendon Press, 1995, pp. 59-61.
(96) Fischer v. Bell [1961] 1 Q.B. 394 (DC).
(97) Chwee Kin Keong v. Digilandmall.com Pte Ltd. [2005] 1 SLR 502 (CA): disponible
en http://www.singaporelaw.sg/rss/judg/46654.html.
(98) E. Siemer, Formation..., op. cit., p. 24.
(99) Argumento utilizado en el caso Esso Petrolium Ltd. V. Customs and Excise Commis-
sioners [1976] 1 WLR 1 (HL).
(100) E. Mackendrick, Contract Law. Text, Cases and Materials, 3ª ed., Oxford Univer-
sity Press, Oxford, 2008, p. 59.
(101) Carlill v. Carbolic Smoke Ball Co. (1893) 1 Q.B. 256, C.A.; Billings v. Arnott (1945)
80 ILTR 50 H. C.; Lefkowitz v Great Minneapolis Surplus Store, 251 Minn. 188, 86 N.W 2d 689
(1957); Re Mount Tomah Blue Metals Ltd (in liq) (1963) ALR 436.
(102) E. Siemer, Formation..., op. cit., p. 25.
(103) Vid., entre otros, E. Mackendrick, Contract Law..., op. cit., p. 59; E. Siemer, For-
mation..., op. cit., p. 25.
894 16. Formación del contrato electrónico
una invitación a hacer ofertas. Sería necesario que la página web contuviera
los dispositivos técnicos necesarios para poder efectuar la aceptación, com-
pletando toda la información necesaria sobre forma de pago, condiciones
de entrega, condiciones generales de la contratación, etc.112.
(117) Pharmaceutical Society of Great Britain v Boots Cash Chemists (Southern) LD (1953) 1
QB 401; Grainger v Gough (1896) AC 325 at 333-4; Esso Petroleum Ltd v Commissioners of Cus-
toms & Excise (1976) 1 All ER 117 at 126. E. Siemer, Formation..., op. cit., p. 32.
(118) S. Christensen, «Formation of Contracts by Email...», cit., p. 28.
(119) C. Glatt, «Comparative Issues..», cit., p. 51.
(120) E. Siemer, Formation..., op. cit., p. 27.
(121) E. Tosi, «La conclusione...», cit., p. 45.
(122) DOCE nº L 250 de 19/09/1984.
III. Formación del contrato electrónico 897
3. La aceptación electrónica
A. Requisitos de la aceptación electrónica
15. El momento crucial para la formación del contrato es la aceptación;
regla que rige también para los contratos electrónicos, que requieren obli-
gatoriamente que dicha aceptación se haya emitido por medios electróni-
esto es, una nueva oferta, que requiere de su aceptación por la otra parte,
a su vez, para la perfección del contrato. Este problema sólo se planteará
en la contratación electrónica que se desenvuelva a través de intercambio
de correos electrónicos, no así cuando se celebre el contrato a través de
páginas web interactivas, que sólo permitan seguir un proceso técnico cum-
plimentando las diferentes casillas y que no dé más opción que la de ad-
mitir el contrato con todas sus condiciones. La exigencia de concordancia
estricta de la aceptación con los términos en que se ha formulado la oferta
es conocida como la mirror image rule o regla de la imagen del espejo, de
la que han venido siendo partidarios el Derecho inglés134, escocés, surafri-
cano135, Alemania (art. 150.II BGB), Argentina (art. 978 Cc y comercial),
Austria, España136, Francia137, Italia (art. 1328 Cc), los países del Este138,
el § 60 Restatement First of Contracts estadounidense, si bien, en el § 50 Res-
tatement Second of Contracts se incorporan reglas diferentes para adaptarse
al UCC Si la aceptación modificativa de la oferta es una contraoferta, el
contenido del contrato estará integrado por los términos previstos en la
última contraoferta (last-shot rule)139. Esta regla ha sido consagrada como
punto de partida en el art. 19.1º CV, art. 2.1.11 PU y art. 4:208 MCR, aun-
que contienen otros preceptos que permiten invertir el criterio y conducir
a la perfección del contrato140. Para otros sistemas jurídicos la aceptación
modificativa de la oferta sólo se convertirá en una contraoferta si modifica
sustancialmente los términos de la oferta: § 204(b) UCITA, art. 19.2º CV,
art. 6:225 (2) Cc holandés, jurisprudencia española (SSTS de 17 de febrero
de 1998 y de 26 de mayo de 1998, entre otras), francesa y alemana. Para no
quedar vinculado por el contrato, habrá que oponerse sin demora, o den-
(134) A estos efectos, vid. entre otros, el asunto Zambia Steel & Building Supplies Ltd v
James Clark & Eaton Ltd [1986] 2 Lloyd's Rep. 225. Vid. también el asunto Butler Machine Tool
Co Ltd v Ex-Cell-O–Corporation (England) Ltd [1979] 1 WLR 401.
(135) Vid. G. Quinot, «Offer, Acceptance and the Moment of Contract Formation»,
H. L. Macqueen y R. Zimmermann (edit.), European Contract Law: Scots and South African
Perspectives, Edimburgh University Press, 2006, p. 78.
(136) SSTS de 19 de junio de 1950, RA 1028; 10 de octubre de 1962, RA 3792; 19 de
junio de 1980, RA 3300; 7 de junio de 1986, RA 3296; 20 de julio de 1990, RA 6120; 26 de
marzo de 1994, 30 de mayo de 1996, 28 de enero de 2000.
(137) Así se prevé en el art. 1118 Cc francés y viene siendo defendida esta regla por
la doctrina francesa: C. B. M. Toullier, Il Diritto Civile Francese secondo l'ordine del Codice, vol.
VI, Nápoles, 1839, 3ª ed., p. 19. Vid. también Caen 20 abril 2006, JCP, 2007, t. IV, p. 1899.
(138) G. Eörsi, «A propos the Vienna Convention on Contracts for the International
Sale of Goods», AJCL, 1983, vol. 31, p. 342. En el momento de la redacción del art. 19.1º CV,
también se mostraron partidarios de la concepción estricta, Argentina, Australia, Bélgica,
Bulgaria, Brasil, Grecia, Italia y la República Checa. Vid. M. P. Perales Viscasillas, La
formación del contrato en la compraventa internacional de mercaderías, Valencia, Tirant lo Blanch,
1996, p. 629.
(139) Vid. la STS de 15 de febrero de 1974, RA 575, en la que consideró que la carta
remitida constituía una contraoferta y que, al no haber puesto objeciones al suministro de
la mercancía, se entendía aceptada por el comprador.
(140) Vid. a modo de ejemplo, entre otras, en la jurisprudencia francesa, Civ. 3e, 2
mayo 1978, D. 1979, p. 317, Com. 16 abril 1991, Bull. Civ. 4, nº 148, JCP, 1992, t. II, 21871; cf.
Ch. Larroumet, Droit civil..., op. cit., p. 228.
III. Formación del contrato electrónico 901
(141) Vid. A. Lara Aguado, «La formación del contrato de consumo electrónico», F.
Esteban de la Rosa (ed.), La protección del consumidor en dos espacios de integración: Europa y
América. Una perspectiva de Derecho internacional, europeo y comparado, Valencia, ed. Tirant lo
Blanch, 2015, pp. 302-309.
(142) STS (Sala Primera, de lo Civil) de 12 de diciembre de 2011, rec. 621/2008, Dia-
rio La Ley, nº 7826, Sección Jurisprudencia, 27 de marzo de 2012, año XXXIII.
(143) Carnival Cruise Lines, Inc. v. Shute, 499 US 585, 592-94 (1991).
902 16. Formación del contrato electrónico
Por tanto, podrá afirmarse que, en la medida en que las cláusulas estén
a disposición de la otra parte contratante, no habrá problemas para admi-
tir su incorporación al contrato. Así lo admite también el Derecho chileno,
que exige como requisito para entender formado el consentimiento que
el consumidor haya tenido previamente un acceso claro, comprensible e
inequívoco de las condiciones generales del contrato y la posibilidad de
almacenarlo e imprimirlo (art. 12 A de la Ley 19.496 que establece normas
sobre protección de los derechos de los consumidores y su última modifi-
cación a través de la Ley 19.955 chilena). La ya derogada Directiva 97/7/
CE preveía, en caso de incumplimiento de este requisito, que «el consenti-
miento no se entenderá formado si el consumidor no ha tenido previamente un acceso
claro, comprensible e inequívoco de las condiciones generales». Aunque la DDC no
lo dispone expresamente, también habrá que entender que este es el senti-
do de la exigencia de que toda la información contractual se le proporcio-
ne al consumidor antes de quedar vinculado por el contrato (art. 6 DDC).
Sin embargo, la STJUE (Sala Tercera) de 5 de julio de 2012, asunto C-49/11,
Content Services163, dispone que, para entender satisfecha la obligación im-
puesta por el art. 5.1 de la Directiva 97/7 de facilitar al consumidor la infor-
mación, no basta con que la información pertinente (relativa al derecho de
desistimiento) esté accesible a través de un hipervínculo al sitio de Internet
del empresario, habiendo el consumidor indicado que la conoce, marcan-
do al efecto una casilla, puesto que la Directiva requiere que la información
sea «facilitada» por el empresario y que el consumidor debe «recibirla». La
información debe estar disponible en un soporte duradero, esto es, cual-
quier instrumento que permita al consumidor o al comerciante almacenar
la información y recuperarla en el futuro durante un período de tiempo
acorde con los fines de la información y que permita reproducir la infor-
mación almacenada sin cambios. Por tanto, debe estar la información en
un soporte que permita cumplir las mismas funciones que el papel. Ahora
bien, en el caso sobre el que se pronuncia el TJUE se dan unas circunstan-
cias concretas: el consumidor sólo tenía acceso a las condiciones una vez
transmitido el pedido, al recibir de la empresa un correo electrónico que le
(168) Specht v. Netscape Communications Corp., 306, F. 3d. 17, 31-32 (2d Cir. 2002).
(169) Ticketmaster Corp. v. Tickets.com, 2000 WL 525390, at 1-3 (CD Cal. Mar. 27, 2000),
aff.'d, 2 Fed. Appx. 7741 (9th Cir. 2001).
(170) Pollstar v. Gigmania Ltd., 170 F.2d 974 (ED Cal. 2000).
(171) A. Guisado Moreno, Formación..., op. cit., pp. 194; M. P. Perales Viscasillas,
«Formación del contrato electrónico», J. Cremades, M. A. Fernández-Ordóñez y R. Illes-
cas (Coords.), Régimen jurídico de internet, Madrid, La Ley, 2002, pp. 912-914.
910 16. Formación del contrato electrónico
de relación, que sirven para facilitar la relación entre los usuarios de In-
ternet y los prestadores de servicios de la sociedad de la información174. El
agente electrónico actúa según los datos de que disponga. Dichos datos
pueden ser del vendedor, como los productos disponibles en el almacén,
datos del cliente de los que disponga el servidor, datos introducidos por el
cliente, etc.175.
La polémica sobre la validez de los contratos electrónicos formados a
partir de la intervención de agentes electrónicos surge por la exigencia de
que exista intención de las partes de crear relaciones legales, prevista en
muchos ordenamientos jurídicos. Cuando son las máquinas las que reali-
zan las elecciones y responden a los mensajes, parece que el principio de
base no se cumple. Los correos electrónicos pueden ser enviados direc-
tamente por las máquinas y también los ordenadores pueden transmitir
información automatizadamente, sin intervención humana, si son progra-
mados para ello. En la contratación vía EDI, todo el proceso se desenvuelve
automáticamente, intercambio ofertas y aceptaciones sin que intervenga
ninguna persona. En todos estos supuestos se plantea la duda de si los con-
tratos que se forman son válidos y si estas actuaciones expresan la intención
de la partes de contratar176. No es un problema nuevo, generado por la
contratación electrónica; también existe contratación automatizada en las
adquisiciones de ticket en los parkings, puesto que las máquinas no expre-
san ninguna intención y cuando se recoge el ticket no se entabla ningún
tipo de comunicación con la máquina expendedora. Sin embargo, no se
discute la validez de estos contratos, ni se incardina esta transacción en el
esquema de la oferta y la aceptación contractuales177. En la medida en que
la máquina actúa según ha sido previamente programada por una persona,
la oferta y la aceptación automatizadas son válidas.
La validez y fuerza ejecutoria de los contratos formados por interacción
entre un sistema automatizado de mensajes y una persona física, o por la
interacción entre sistemas automatizados, ha sido reconocida en nume-
rosas normas: art. 11 Ley Modelo UNCITRAL178, §§ 112 (3)(c) y 202 (a)
UCITA, § 14 UETA, art. 12 CNUCE, § 21 UECA canadiense, § 2-204(4)
UCC o § 7001(h) E-SignAct. Esta posibilidad de que formación de contra-
tos a través de las máquinas deriva de la previa programación del agente
electrónico por una persona. Y eso, pese a que pudiera considerarse que
las sucesivas transacciones que realice el agente electrónico se desvincu-
lan de la inicial voluntad de la persona que la ha programado o en cuyo
nombre ha sido programado. Por muy complejo que sea el programa que
permite el funcionamiento de la máquina, el agente electrónico siempre
actúa previa programación. La persona por cuyo nombre actúa la máquina
habrá tomado la decisión de utilizar ese software y de quedar vinculado por
las declaraciones que haga la máquina. Las partes que aceptan un acuerdo
EDI tienen la intención de quedar vinculadas por las declaraciones que
realicen sus computadoras. Lo mismo sucede con las páginas web interac-
tivas que han sido diseñadas para realizar acuerdos vinculantes. En conse-
cuencia, el que el agente electrónico concluya el contrato no puede afectar
a su validez179.
electrónica equivalente (art. 27.2 DCE). Por otro lado, la DCE no prevé los
efectos que se derivan cuando no se hayan previsto mecanismos de segu-
ridad en la página web. En cambio, el art. 1127-2 Cc francés sí que recoge
expresamente que si el destinatario de la oferta no ha tenido la posibilidad
de verificar los detalles de su pedido, el precio total y corregir los eventua-
les errores antes de confirmarlo y expresar su aceptación definitiva, el con-
trato no se habrá concluido válidamente. La CNUCE; que tan sólo dispone
en su art. 14 que si el error se comete en el intercambio de comunicaciones
electrónicas con un sistema automatizado de mensajes, si el sistema no le
brinda la posibilidad de corregir el error, la parte que lo haya cometido
tendrá derecho a retirar la parte de la comunicación electrónica en que
se produjo el error. Pero, para que esto sea posible, es necesario que esa
persona comunique a la otra parte el error tan pronto como sea posible
y que no haya utilizado los bienes o servicios ni haya obtenido ningún be-
neficio material o valor de los bienes o servicios que haya recibido de la
otra parte. El MCR también ha prestado atención al error. Por un lado,
exige que el empresario proporcione una serie de informaciones a la otra
parte, antes de que esta realice o acepte la oferta (art. II.3:105), referida a
los pasos técnicos para identificar y corregir errores. Además, prevé que, si
una persona concluye un contrato habiéndose producido un error por el
incumplimiento de la obligación de información del empresario, este será
responsable de los daños causados a la otra parte, siendo el precepto inde-
rogable cuando el contrato se celebre con un consumidor (art. II:3:201).
Por su parte, la posibilidad de que se estén encubriendo supuestos de
fraude por parte del consumidor se ha tomado en consideración en la
UCITA, que tiene muy en cuenta los costes que debería soportar la parte
que recibe los datos erróneos. Tanto la UETA, como la UCITA admiten
que, si se produce un error en un mensaje electrónico, se pueden evitar las
consecuencias del error comunicándolo inmediatamente a la otra parte y
adoptando las medidas necesarias para evitar su propio beneficio y daños
a la otra parte. En ambas normas, los procedimientos de corrección del
error sólo se aplican si el consumidor está envuelto en una transacción au-
tomatizada, donde las transmisiones no son supervisadas por una persona.
Por regla general, se suele exigir la restitución y que el error no cause efec-
tos perjudiciales a una parte y beneficios a la parte que cometió el error.
Pero, parece advertir a los diseñadores de las páginas web de la necesidad
de introducir pasos en el proceso de formación del contrato, que obliguen
al consumidor a revisar los datos introducidos, ralentizando el proceso de
contratación y reduciendo el riesgo de cometer errores181.
La aplicación de las reglas sobre el error en el common law resulta pro-
blemática, habida cuenta de que habría que determinar quién cometió el
error, si el emisor, el receptor o el intermediario. Por otro lado, en el com-
mon law la rescisión del contrato sólo se permitiría si la otra parte conocía o
tenía razones para conocer el error cometido o si el efecto del error hace la
(193) Entores Ltd. v Miles Far East Corp [1955] LR 2 QB 327 y 2 All ER 493.
(194) Cifr. I. De Cuevillas Matozzi, La oferta contractual..., op. cit., p. 144.
(195) Bloom v American Swiss Watch Co. 1915 AD 100-102.
(196) I. De Cuevillas Matozzi, La oferta contractual..., op. cit., p. 183.
IV. Perfección del contrato electrónico 917
23. Estas reglas clásicas rigen para la formación del contrato electróni-
co, ante la ausencia de normas específicas sobre perfección del contrato
electrónico en la Ley Modelo UNCITRAL, la UETA, la DCE o la CNUCE.
La § 203 (4) UCITA sí fija ese momento cuando la aceptación se haya re-
cibido, si bien el alcance de esta norma es limitado, por el escaso número
de países que la han adoptado (Virginia y Maryland). Pero, ¿cuál de las
teorías se adapta mejor a las exigencias del comercio electrónico? Hay que
distinguir, según el medio electrónico de que se trate.
24. En los supuestos de contratación a través de páginas web interactivas,
se permite la comunicación bidireccional en línea, de modo que el mensa-
je será transmitido y recibido en el mismo momento. La contratación será
similar a la realizada entre presentes197. Si la comunicación no se hubiera
producido, el mismo sistema estará preparado para enviar un mensaje in-
dicando que el proceso no ha podido concluirse. En cambio, si la página
web es pasiva, los contratos electrónicos serán contratos a distancia y de
formación sucesiva198, aplicándose las reglas generales sobre los medios de
comunicación no instantáneos. En los supuestos de contratación vía EDI,
se crea un lazo directo entre las partes, por lo que pueden ser considerados
como medios de comunicación instantáneos: la formación del contrato se
produce cuando el mensaje es recibido en el sistema del oferente199.
25. Más problemática es la consideración del correo electrónico. Podría
equipararse al correo postal, pues, en ambos casos, el remitente envía su
comunicación a través de una tercera parte; la correspondencia llega al
mail box del destinatario y el mensaje no es leído hasta que sea abierto por
el receptor. No es un medio interactivo, ni facilita el intercambio simul-
táneo de información. Aunque permite recibir la aceptación de la oferta
contractual en cuestión de segundos, también pueden transcurrir horas,
días o semanas antes de que se lea o conteste el mensaje. En este sentido,
habría que considerarlo un medio de comunicación entre ausentes, ya que
no permite comprobar inmediatamente si el destinatario ha recibido el
mensaje. Esto justificaría la aplicación de la postal rule200 y el contrato se
formará en el momento de presionar el botón de enviar. Sin embargo, los
motivos que justificaron la utilización de esta regla decaen en el caso del
correo electrónico. No hay un retraso entre el momento del envío y el de
la recepción, pues el proceso puede ocurrir en cuestión de segundos. Por
otro lado, el que envía el mensaje no pierde el control sobre el mismo una
vez que lo remite, porque el remitente de un correo electrónico está en
condiciones de saber si el mensaje ha sido enviado correctamente o no,
al informarle el sistema de si ha habido algún problema en la remisión y
devolviéndole el correo que no ha llegado a su destinatario201. Incluso al-
gunos software permiten al remitente del correo obtener una confirmación
de lectura o de entrada del mensaje en el sistema del destinatario; confir-
mación que se obtiene automáticamente, una vez que el mensaje ha sido
enviado correctamente. Es verdad que esto dependerá de que el software
del destinatario así lo permita y que, en todo caso, una confirmación de re-
cepción del mensaje no indica que este haya sido leído, pero hay una ten-
dencia generalizada a hacer primar el momento de recepción antes que el
del conocimiento efectivo del mensaje. Todos estos argumentos pesarían a
favor de considerar el correo electrónico como un medio de comunicación
instantáneo, que requiere la comunicación de la aceptación para ser efec-
tivo202. Esto pesaría en contra de la aplicación de la postal rule203 y a favor de
la recepción del mensaje: el momento clave será cuando aquél entre en el
sistema del destinatario y esté listo para poder ser leído.
Algunas normas, aunque no se pronuncian sobre la formación del con-
trato, tienen reglas sobre el momento en que se entiende enviado o recibi-
do un mensaje electrónico, que inciden en la interpretación de las reglas
clásicas sobre formación del contrato, porque, implícitamente optan por
una interpretación que conduce a la teoría de la recepción. Buena prue-
ba de ello es que contienen normas sobre el momento de recepción del
mensaje; reglas que no serían necesarias si el contrato se entendiera forma-
do desde el mismo momento del envío del mensaje204. En estos textos, el
momento clave para saber cuándo una comunicación es recibida es el de
la recepción del mensaje en el mail box del destinatario, lo que implica un
alejamiento de la postal acceptance rule. Este es el caso del art. 10.2º CNUCE,
que se centra en el momento en que la comunicación electrónica pueda
ser recuperada por el destinatario en una dirección electrónica que él haya
designado, si bien se presume que la comunicación puede ser recuperada
en el momento en que llega a esa dirección, porque el destinatario lo pue-
de conocer y no puede ignorarlo sin faltar a la buena fe205. En la misma
línea, la § 15 UETA, la § 1-201 UCC, así como la § 215 (UCITA), consideran
Esta regla introduce una diferencia con los consumidores que contratan
por otras vías, como el correo postal, el fax, el teléfono u otras formas de
comunicación a distancia, para quienes el lugar de celebración del contrato
será el lugar en que el empresario tiene su establecimiento principal227. Por
su parte, para los contratos electrónicos celebrados en el sector interempre-
sarial rige el criterio del lugar donde se realizó la oferta, que coincide con
el establecimiento del oferente, salvo pacto en contrario entre las partes.
V. Conclusiones
28. A pesar de los esfuerzos por alcanzar un mayor nivel de seguridad
jurídica en la regulación de la contratación electrónica, aún queda mu-
cho camino por recorrer para que este objetivo se pueda satisfacer. Por
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I. El principio de libertad de forma 933
17
La forma del contrato
(1) En este sentido lo expresa la doctrina civilista española. Véanse entre otros, L.
Díez-Picazo y A. Gullón, Sistema de Derecho civil, vol. II, octava ed., Tecnos, Madrid, 1999, p.
47; F. De Castro y Bravo, El negocio jurídico, Civitas, Madrid, 1985, p. 277; M. Albadalejo
García, Derecho Civil I (Introducción y parte general), 17.ªed., Edisofer, Madrid, 2006, p. 743; R.
M.ª Roca Sastre, Estudios de derecho privado, T. I, Aranzadi, Madrid, 1948, p. 98.
(2) Vid. R. Von Ihering, El espíritu del Derecho romano, trad. esp., 1895, t. II, n.º 7, p. 9.
El autor afirma que: «la forma es el contenido desde el punto de vista de su visibilidad; este
la supone siempre a aquella porque no existe forma sin contenido, ni contenido sin forma.
Para admitir la existencia de la voluntad jurídica es preciso, ante todo, tener la posibilidad
934 17. La forma del contrato
por la doctrina francesa de los siglos XVII y XVIII que adapta el Derecho
romano a los principios derivados de la «razón natural», entre los cuales se
considera uno de los más evidentes el que toda convención tenga el efecto
de obligar. Se afirma así que nadie puede estar obligado sin haberlo querido
y que toda vinculación libremente querida es justa («qui dit contractuel dit
juste»)16. El Código civil francés de 1804 consagró finalmente la idea de que
todo convenio es obligatorio para aquellos que lo han concertado.
3. Desde su plasmación en el Código Civil francés el principio de espi-
ritualidad de los contratos ha ido extendiéndose por la inmensa mayoría
de los ordenamientos jurídicos y, actualmente, se puede sostener que se
encuentra plenamente admitido, al menos por lo que se refiere a los con-
tratos mercantiles. Es nuestro propósito en las próximas páginas constatar
si, efectivamente, el principio de libertad de forma presenta un alcance
general tanto en los sistemas de Civil Law como en los de Common Law, te-
niendo en cuenta que en todos ellos persisten heterogéneas disposiciones
que imponen requisitos formales cuyo incumplimiento acarrea diferentes
tipos de sanciones (nulidad, anulabilidad...). Tampoco obviaremos el aná-
lisis de aquellos ordenamientos jurídicos –la mayoría de países con tradi-
ción histórica de economía intervenida– en los que, a priori, la libertad de
forma no rige para los contratos internacionales. Igualmente, pondremos
de manifiesto cómo el principio consensualista ha impregnado también
los textos internacionales de armonización del Derecho contractual, aun-
que identificando las diferencias que presentan entre ellos. Este estudio
nos permitirá elaborar unas conclusiones que evidencien que quizás las
virtudes del principio consensualista se han revelado insuficientes en el
contexto actual y que hay que encontrar el equilibrio en aras a preservar la
seguridad jurídica.
se facilita, puesto que tiene una guía clara para conocer la voluntad de las
partes.
Por eso muchos autores llaman la atención sobre el progresivo resurgi-
miento del formalismo, si bien es cierto que limitado a ámbitos muy con-
cretos de la contratación como, por ejemplo, el Derecho de consumo36.
Las virtudes del principio consensualista se han revelado insuficientes en
un contexto en el que con frecuencia las partes contratantes no se sitúan
a un mismo nivel, prevaleciendo una sobre otra por razones de suprema-
cía económica, exceso de demanda, falta de competencia efectiva, etc., de
modo que la forma asume una serie de funciones que van más allá de ser un
mero cauce preestablecido de expresión de la voluntad. Se ha producido lo
que los autores convienen en denominar un renacimiento del formalismo37. Las
exigencias formales han irrumpido en el ámbito más típico de la libertad
de forma, el Derecho civil patrimonial, dentro del cual, la forma escrita se
ha instaurado definitivamente en el ámbito de la contratación suscrita por
consumidores y usuarios38. Y así, ha tenido lugar un considerable aumento
de los llamados contratos formales, si bien, las modalidades de este nuevo
formalismo son muy variadas, así como la finalidad perseguida y las conse-
cuencias de la ausencia de la forma prescrita para cada uno de ellos.
No vamos a entrar de manera específica en las exigencias formales, de
muy distinto tipo, que tienen por finalidad proteger al consumidor, pero sí
consideramos necesario realizar una mínima referencia a este resurgimien-
to del formalismo, sobre todo por lo que respecta a la obligación de infor-
mación. Esta obligación tiene dos funciones principales: una preventiva,
la de poner al alcance del consumidor información escrita que le permita
conocer con claridad aquello sobre lo que contrata y le permita su consulta
en cualquier momento. Y, otra, de control del consumidor sobre el empre-
sario, ya que permite a aquél comprobar si el contenido del contrato y el de
la información contractual son conformes39. Por ejemplo, en España, el ar-
tículo 98 TRLGDCU, establece que toda la información a la que se refiere el
artículo 97 TRLGDCU tiene que proporcionarse al consumidor por escrito
o «de forma acorde con las técnicas de comunicación a distancia utilizadas,
en términos claros y comprensibles»40. Y la consecuencia del no cumpli-
jo y la Directiva 97/7/CE del Parlamento Europeo y del Consejo. Esta Directiva incrementó
la protección de los consumidores en materia de información precontractual, toda vez que
la transposición de las Directivas 85/557/CEE y 97/7/CE sobre contratos celebrados fuera
de los establecimientos mercantiles y contratos celebrados a distancia, respectivamente, dio
lugar a una disparidad de legislaciones en los Estados miembros que mermó la confianza
de los consumidores y empresarios en las operaciones transfronterizas. (Vid. G. Izquierdo
Grau, «Los deberes de información precontractual tras la reforma del Texto Refundido
de la Ley General para la defensa de los consumidores y usuarios», Revista del OCCA, n.º 1,
julio-diciembre 2014, pp. 1-20).
(41) H. P. Westermann, «El Derecho de compraventa alemán bajo la influencia de
la regulación europea en materia de defensa del consumidor», Estudios sobre el contrato de
compraventa. Análisis de la transposición de la Directiva 2011/83/UE en los ordenamientos español
y alemán, Aranzadi, Navarra, 2016, pp. 27-48, p. 44.
(42) En concreto, para un estudio de la forma ad probationem, ad solemnitatem y sus
funciones véase S. Becqué-Ickowicz, Le paralelisme des formes en droit privé, Paris, éd. Pan-
théon Assas, 2004, pp. 59-60.
(43) A. Von Meheren, «Formal Requirements», International Encyclopedia of Compa-
rative Law, VII-10, Tübingen, Mohr, 1999, 1-140, p. 8.
942 17. La forma del contrato
(44) Para un estudio pormenorizado de los contratos que requieren la forma es-
crita como condición de validez o a modo de prueba en Italia véase, V. Roppo, Trattato del
contratto. Formazione. Vol. I, Milán, Giuffrè Ed., 2006, en especial, pp. 484-492.
(45) Asimismo, el contrato de arrendamiento de bienes inmuebles de duración
superior a nueve años, el de sociedad o asociación cuando se confiere el goce de bienes
inmuebles y otros derechos reales inmobiliarios por más de nueve años o tiempo indeter-
minado y las transacciones que tengan por objeto controversias relativas a alguna de las
relaciones jurídicas comprendidas en el propio artículo 1.350. En su último número, hace
referencia a «los otros actos especialmente indicados en la ley». Para un comentario del
artículo 1350 Cc italiano S. Pagliantini, «Artículo 1350 Cc», Commentario del Codice Civile,
(Dei contratti in generale), Vol. 2, UTET Giuridica, 2011, pp. 5-127.
(46) La actual estructura del Código Civil alemán (Bürgerliches Gesetzbuch; BGB) es
el resultado de la reforma realizada en el Derecho de obligaciones alemán en el año 2002
(Schuldrechtsmodernisierungsgesetz). Publicado en el Bundesgesetzblatt 2001, I, 3138. Para un
análisis de la importancia que ha supuesto esta reforma con una mirada retrospectiva pue-
de verse C. Herresthal, «10 Years after the Reform of the Law of Obligations in Germany.
The Position of the Law of Obligations in German Law», The Law of Obligations in Europe. A
new Wave of Codifications, SELP, Munich, 2013, pp. 173-200.
(47) B. Markesinis, H. Unberath, A. Johnston, The German Law of Contract. A
Comparative Treatise, Hart Publishing, Oregón, 2006, p. 81.
II. Alcance general del principio de libertad de forma en los sistemas… 943
(48) M. Pieck, «A Study of the Significant Aspects of German Contract Law», An-
nual Survey of International & Comparative Law: Vol. 3: Iss. 1, 1996, Disponible en: http://
digitalcommons.law.ggu.edu/annlsurvey/vol3/iss1/7.
(49) B. Markesinis, H. Unberath, A. Johnston, The German Law of Contract..., loc.
cit., p. 84.
(50) SSTS de 10 de septiembre de 2007 (Tol 1146774) y de 21 de junio de 2007 (Tol
1123875).
(51) I. Garrote Fernández-Díez, «Forma y documentación del...», loc. cit., p. 870.
944 17. La forma del contrato
Lawrie Ltd. (1997)1 WLR 38, 44)57. El segundo grupo de contratos exigen
la forma escrita como mero requisito ad probationem, como los contratos de
fianza contemplados en la sección 4.ª del Statute of Frauds de 167758 o los
contratos de seguros marítimos59. En el último grupo, el de los contratos
que han de hacerse mediante deed, están los arrendamientos de inmuebles
de duración superior a tres años (secs. 52 y 54 de la Law of Property Act de
1925)60.
(57) Para un análisis de esta jurisprudencia véase, E. Mckendrick, Contract Law. Text,
Cases..., loc. cit., pp. 261-264.
(58) A.W.B. Simpson, afirma que una de las razones por la que el Statute of Frauds
exige la forma escrita es para que las partes tomen conciencia de la importancia del con-
trato que están realizando (A History of the Common Law of Contract, Oxford University Press,
1975, pp. 599-600).
(59) Estos contratos serán inadmisibles como prueba a no ser que estén incorpo-
rados en una póliza marítima firmada por el asegurador (Marine Insurance Act 1906, ss.22
and 24).
(60) El artículo 52.1 establece: «All conveyances of land or of any interest therein
are void for the purpose of conveying or creating a legal estate unless made by deed».
(61) A. Giménez Costa, «Principios generales, criterios de interpretación y reglas
de aplicación», El Derecho común europeo de la compraventa y la modernización del derecho de con-
tratos, Barcelona, Atelier, 2015, pp. 75-107, p. 83.
(62) F. Pertiñez Vílchez, «La nulidad de los contratos», en esta misma obra..
946 17. La forma del contrato
en vigor la reforma del Código Civil ruso en relación con las normas de
DIPr65. Por lo que respecta a la forma del contrato los cambios fueron muy
significativos. Hasta ese momento era obligatorio realizar los contratos in-
ternacionales por escrito siempre que una de las partes (ya fuera persona
física o jurídica) tuviera nacionalidad rusa (art. 1.209 del Cc)66. En la actua-
lidad ya no es necesario y se establece que no se considerará un contrato
inválido por el simple hecho de no haberlo realizado según la legislación
rusa, sino que se permite que se haya concluido según la forma prevista
alternativamente en: a) la ley aplicable al contenido del contrato; b) la ley
del lugar donde se haya concluido el contrato. Si no se especifica establece
el artículo 444 Cc ruso, que se considerará el lugar donde tenga su domi-
cilio la parte que haya realizado la oferta; c) la ley rusa, si al menos una
de las partes ostenta dicha nacionalidad67. Por lo que respecta a contratos
relacionados con la propiedad inmobiliaria, antes de la reforma mencio-
nada, la ley aplicable a estos contratos era siempre la rusa. Se exigía que
se celebraran por escrito y se inscribieran en el Registro de la propiedad,
si cualquiera de las partes tenía la nacionalidad rusa o el inmueble estaba
situado en Rusia68. Actualmente se ha incluido la posibilidad de que resulte
de aplicación la ley del lugar donde está situado el inmueble. Por tanto, a
pesar de no poder proclamar el principio de libertad total de forma en los
contratos internacionales, si se han incluido un amplio abanico de posibles
leyes aplicables que facilitan la validez del contrato69.
(65) Federal Law No. 260-FZ on Amendments to Part Three of the Civil Code of the
Russian Federation.
(66) Vid. V.P. Mozolin y A. I. Masliaev, Russian Civil and Commercial Law, vol. I, Wildy,
Simmonds & Hill Publishing, Londres, 2009, pp. 249-250; M. Yefremova, S. Yakovleva y J.
Henderson, Contract Law in Russia, Oxford, Hart, 2014.
(67) O. Vorobieva, Private International Law in Russia, Wolters Kluwer, Países Bajos,
2015, pp. 85-89.
(68) V. Bortkevicha, V. Barbolin y M. Kizenkova, «Changes to the Russian Ci-
vil Code: What´s New in the Regulation of Obligations?», Clifford Chance, 2014, pp. 1-8,
disponible en file:///C:/Documents%20and%20Settings/Administrador/Mis%20docu-
mentos/Downloads/Client_Briefing___Amendments_to_Civil_Code_on_obligations__
ENG__6027988.pdf.
(69) A. N. Kucher, «Entry into Law of Bundle of Amendments to Russian Civil Code.
Section on Private International Law», Debevoise & Plimpton, octubre 2013, p. 1-10, p. 4.
(70) B.O de 8 y 10 de octubre de 2014. Entró en vigor el 1 de agosto de 2015 –ini-
cialmente lo haría el 1 de enero de 2016, lo que fue modificado por la ley n.º 27.077, publi-
cada el 19 de diciembre de 2014–.
948 17. La forma del contrato
una forma más exigente que la impuesta por la ley». Se advierte con facili-
dad que el nuevo Código establece el principio de libertad de forma para
exteriorizar la voluntad. Además, resulta convincente que ese criterio di-
fiere de las prescripciones que la ley pueda establecer como formalidades
para la instrumentación del acto jurídico. De tal modo, no puede incluirse
dentro del concepto de forma a los requisitos formales del instrumento
que es una cuestión distinta de la expresión de voluntad. En este sentido
dispone el nuevo artículo 285 del C.C.C.A.: «el acto que no se otorga en la
forma exigida por la ley no queda concluido como tal mientras no se haya
otorgado el instrumento previsto, pero vale como acto en el que las partes
se han obligado a cumplir con la expresada formalidad, excepto que ella
se exija bajo sanción de nulidad»71.
17. A pesar de las reformas realizadas estos países no han retirado la
reserva, como sí hizo la República Popular China (RCP), después de apro-
bar, en el año 1999, la Ley sobre Contratos de la RPC72. El legislador de la RPC
estableció el consentimiento mutuo de las partes que intervienen en el mis-
mo como premisa del contrato. Este consentimiento mutuo reflejado en
las cláusulas pertinentes del contrato se convierte, dentro de la legislación
sobre contratos de la RPC, en la manifestación de un acuerdo previamente
alcanzado entre las partes73. Así lo establece el artículo 4 de la citada Ley:
«The parties shall, pursuant to law, have the right to enter into a contract on their
own free will (...)». La reforma ha conseguido que se superen los antiguos
recelos hacia nociones como la libertad contractual o la autonomía de la
voluntad y evitar, así, la frecuente injerencia del gobierno, justificada por
razones de legalidad74.
18. En Chile la situación es diferente. En este país no se ha producido
ningún cambio de criterio a raíz de una modificación legislativa. A pesar
de haber hecho la reserva prevista en el artículo 96, reconoce expresamen-
te el carácter consensual de los contratos, como lo demuestra el artículo
1801 Cc., cuando dispone que «[...] la venta se reputa perfecta desde que las
(75) F. J. Grob Duhalde, «La reserva de Chile a la Convención de Viena...», loc. cit.,
p. 56.
(76) H. Collins, «Formalism and Efficiency: designing European Commercial
Contract Law», European Review of Private Law, Kluwer, 2000, pp. 211-235.
950 17. La forma del contrato
(83) Por ejemplo, determinar la validez de una cláusula arbitral, tal como afirma F.
Ferrari, H. Lechtner y R. Brand, The Draft UNCITRAL Digest and Beyond: Cases, Analysis
and Unresolved Issue in the U. N. Sales Convention, Londres, Sellier European Law Publishers,
2004, p. 208.
(84) A. Cabanillas Sánchez, «Art. 29», La compraventa internacional de mercaderías.
Comentario de la Convención de Viena, Madrid, Civitas, 1998, pp. 234-239, p. 235. Vid. Macromex
Srl v Globex International Inc, 23 de octubre de 2007, CISG-online 1645.
(85) Es usual que en los contratos internacionales concluidos por escrito se inserte
esta cláusula cuya función es blindar el contrato ante cualquier declaración o acto durante
la ejecución y cumplimiento del contrato. Su utilidad es mayor en los contratos de larga
duración. Vid. S. Sánchez Lorenzo, «Cláusulas de no modificación oral», Cláusulas en los
contratos internacionales. Redacción y análisis, Barcelona, Atelier, 2012, pp. 236-243, p. 238.
(86) L. P. Comoglio, «Libertá di forma e libertá di prova nella compravendta in-
ternazionale di merci», Rivista trimestrale di Diritto e Procedura civile, año XLIV, n.º 3, 1990, p.
755-768.
(87) 9 Caso CLOUT No 422 [Oberster Gerichtshof, Austria, 29 de junio de 1999],
Zeitschrift für Rechtsvergleichung, 2000, 33.
(88) U. G. Schroeter, «Article 29», en Commentary on the UN Convention on the interna-
tional sale of goods, Oxford, New York, 2011, pp. 841-865, p. 845. Vid. Raw Materials inc v Man-
fred Forberich GmbH&Co KG, U S District Ct (N D Ill), 6 de julio de 2004, CISG-online 925.
(89) Véase a este respecto el caso CLOUT N.º 120 Oberlandesgericht Köln, Alemania, 22
de febrero de 1994, en el que, aplicando la Convención, la Corte de Apelaciones de Colo-
nia concluyó que un contrato celebrado en virtud de un acuerdo verbal entre un vendedor
cuyo establecimiento estaba en Nigeria, y un comprador alemán, era perfectamente válido
y la posterior carta de confirmación simplemente probaba su existencia; En este mismo
sentido, el caso Oberlandesgericht München de 8 de marzo de 1995, en el que la Corte de ape-
laciones concluyó que la prueba sobre el envío de las mercaderías por parte del vendedor y
su recepción y aceptación por parte del comprador era suficiente para tener por acreditada
la existencia de un contrato de compraventa entre las partes. Vid. Compendio de jurispruden-
cia relativo a la Convención de Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional
de Mercancías, disponible en www.uncitral.org/pdf/spanish/clout/digest2008/article001.pdf, con-
sultada en 3 de noviembre de 2015.
952 17. La forma del contrato
por escrito pueden hacer una declaración bajo el artículo 96 CISG. Una
vez que ha sido excluida la Convención por medio de esta reserva, queda
por resolver qué legislación resultaría aplicable para regular la forma del
contrato de compraventa internacional cuando una de las partes tenga
su establecimiento en un Estado que ha realizado dicha reserva. Ni el
artículo 12 ni el 96 CISG establecen una respuesta obvia a esta cuestión
y por lo que respecta a la jurisprudencia y la doctrina hay dos vertientes
diferenciadas. La primera de ellas sostiene que resultarán de aplicación
los requisitos de derecho material impuestos por la legislación del Esta-
do que haya realizado una declaración a tal efecto. Si una parte tiene su
establecimiento en un Estado que ha formulado una reserva con arreglo
al artículo 96, el contrato estará sujeto a requisitos de forma escrita y
sólo podrá modificarse por escrito95. Desde una posición finalista este
planteamiento puede parecer lógico. El efecto de la reserva debe ser la
inaplicación de toda disposición contenida en el CISG en virtud de la
cual se permita a las partes la celebración, modificación o extinción del
contrato por cualquier medio que no sea el escrito, protegiendo así las
normas imperativas de los Estados reservistas en cuanto a la forma que
debe revestir dicho contrato.
Sin embargo, esto puede suponer una aplicación extensiva del dere-
cho interno del país que ha formulado la reserva96. Por este motivo, la
solución jurisprudencial que cuenta con un mayor grado de aceptación
actualmente es aquella que establece que el mero hecho de que una par-
te tenga su establecimiento en un Estado que ha formulado una reserva
con arreglo al artículo 96 no significa necesariamente que se apliquen
los requisitos de forma internos de dicho Estado97. En virtud de esa lí-
(95) Esta posición ha sido adoptada, entre otros, en estos asuntos: Rechtbank van
Koophandel Hasselt (Belgium), 2 mayo de 1995 (Vital Berry Marketing v. Dira-Frost), Rechts-
kundig Weekblad(1995-96), n.º 40, disponible en inglés en: http://www.cisg.law.pace.edu/cisg/
wais/db/cases2/950502b1.html; Presidio de la Suprema Corte de la Federación Rusa, 25 Mar-
zo de 1997, Resolución No. 4670/96, disponible en inglés en: http://cisgw3.law.pace.edu/
cases/970325r1.html: «el artículo 12 establece que un contrato de compraventa debe de ser
realizado o modificado por escrito»; Presidio de la Suprema Corte de la Federación Rusa,
23 Diciembre de 2009, Case No. VAS-16382/09, disponible en inglés en: http://cisgw3.law.
pace.edu/cases/091223r1.html; Presidio de la Suprema Corte de la Federación Rusa, 15 abril
en 2011, Case No. VAS-2499/11, disponible en: http://cisgw3.law.pace.edu/cases/110415r1.
html; Zhejiang Shaoxing Yongli Printing and Dyeing Co., Ltd v. Microflock Textile Group Corpora-
tion, U.S. District Court (S.D. Fla.), 19 mayo de 2008, disponible en inglés en http://cisgw3.
law.pace.edu/cases/080519u2.html: «El establecimiento del actor se encuentra en la Repúbli-
ca Popular de China. La declaración China requiere todos los contratos sean por escrito
para que sean obligatorios». Alto Tribunal Arbitral de la Federación de Rusia, Arbitraje, 16
de febrero de 1998, mencionado en internet bajo http://cisgw3.law. pace.edu/cases/980216r1.
html.
(96) O. J. Honnold, Derecho uniforme sobre compraventas internacionales (Convención de
las Naciones Unidas de 1980), Edersa, Madrid, 1987, p. 129.
(97) Suprema Corte (Austria), 22 octubre de 2001, disponible en ingles en: http://
www.cisg.law.pace.edu/cisg/wais/db/cases2/011022a3.html: la ley aplicada a la validez formal
de un contrato de compraventa Austriaco-Húngaro es la determinada por las normas de
conflicto de Austria; Landesgericht Innsbruck, 6 febrero de 2003 (Tantalum powder case): la
954 17. La forma del contrato
(99) Principios sobre los contratos comerciales internacionales, Roma, Unidroit, 2010, p. 9.
956 17. La forma del contrato
(100) Disponible en http://www.ohadac.com/textes/2/anteproyecto-de-los-principios-oha-
dac-sobre-los-contratos-comerciales-internacionales.html?lang=es.
(101) N. Jansen y R. Zimmermann, «A European Civil Code in all but name: discus-
sing the nature and purposes of the Draft Common Frame of Reference», The Cambridge
Law Journal, n.º 69, 2010, pp. 98-112.
(102) J. Gràcia i Casmitjana, «Cláusulas de formalización del contrato», Cláusulas en
los contratos internacionales. Redacción y análisis (S. Sánchez Lorenzo coord.), Atelier, Barce-
lona, 2012, pp. 64-73, p. 72.
(103) F. Oliva Blázquez, «El Anteproyecto de Código Mercantil en el contexto del
proceso internacional de unificación del Derecho privado de los contratos», Revista de Dere-
cho Civil, l. I, n.º 3, julio-septiembre, 2014, pp. 37-66, p. 51.
(104) G. García Cantero, «¿Es aplicable en España el Proyecto de Pavía? (En torno
a la noción de contrato europeo)», Anuario de Derecho Civil, T. LVII, fasc. I, enero-marzo,
2004, pp. 52-94, pp. 85 y 86.
(105) Así lo afirma A. Giménez Costa, «Principios generales, criterios de interpre-
tación y reglas de aplicación», El derecho común europeo de la compraventa y la modernización
del derecho de los contratos, Atelier, Barcelona, 2015, pp. 75-107, p. 81. Algunos autores han
puesto de relieve la innecesariedad de este artículo, al considerar que se trata de un prin-
cipio que resulta evidente, al tratarse de una concreción del principio general de libertad
contractual del artículo 1 CESL (H. Schulte-Nölke, CESL Commentary, Baden-Baden, CH
Beck/Hart,2012, p. 103).
IV. La forma en los textos internacionales de armonización del Derecho… 957
de las normas que resulten aplicables con carácter imperativo sin que las
partes puedan restringir o excluir su aplicación. En segundo lugar, como
consecuencia de la autonomía negocial. Por lo que respecta, en primer
lugar, a la posibilidad de que la ley aplicable pueda derogar el principio
de libertad de forma, el artículo 1.4 PU declara que: «estos principios no
restringen la aplicación de reglas imperativas, sean de origen nacional, in-
ternacional o supranacional, que resulten aplicables según las reglas per-
tinentes del Derecho internacional privado». Tanto el Derecho nacional,
como los tratados internacionales, pueden imponer requisitos esenciales
de forma, bien sea al contrato en su conjunto, bien a sus cláusulas indivi-
dualmente consideradas106. Igual sucede con los Principios OHADAC. En
virtud de lo dispuesto en el punto III de su Preámbulo, las formalidades
imperativas desde el punto de vista internacional, habrán de ser tenidas
en cuenta. Así, la ley del lugar de situación del inmueble o la ley del lugar
de constitución de la sociedad podrán ser aplicadas en la medida en que
afecten a contratos sobre inmuebles o sociedades constituidas en su terri-
torio. Tampoco cabe descartar que, dada la naturaleza de la elección de
los Principios OHADAC, un tribunal estatal decida limitar el efecto del
principio de libertad de forma establecido en los Principios cuando la ley
estatal aplicable al contrato exija una formalidad con carácter imperativo.
Esta posibilidad es mayor cuanto mayor sea la conexión del contrato con
dicha ley estatal, en particular cuando resultaría aplicable en defecto de
elección. En el CESL es el propio artículo 6 el que establece que la regla
general de libertad de forma se aplicará salvo disposición en contrario. A
diferencia del DCFR donde las excepciones se derivan de otros preceptos,
como hemos analizado.
(106) S. Sánchez Lorenzo, «La función de las técnicas conflictuales en los procesos
de unificación del derecho privado material», Pacis Artes (Obra homenaje al profesor Julio D.
González Campos), Madrid, Iprolex, 2005, pp. 1.765-1.786, p. 1773.
(107) Véase M. A. Pendon Meléndez, «Disposiciones generales», Comentarios a los
principios UNIDROIT para los contratos de comercio internacional, Madrid, Aranzadi, 2003, pp.
55-105.
(108) J. Gràcia i Casmitjana, «Cláusulas de formalización del...», loc. cit., p. 72.
958 17. La forma del contrato
PU)109 y con algunas reservas en los PECl (art. 2:106) y el DCFR (art.
4:105).
V. Conclusiones
25. El consensualismo, máximo exponente de la libertad individual, ha
sido calificado como una de las grandes conquistas del Derecho moderno,
llegando a ser considerado como axioma del Derecho contractual, tanto
en los sistemas de Civil Law como en los de Common Law. No obstante, a pe-
sar de las múltiples ventajas que implica este principio, también presenta
algunos inconvenientes, lo que ha propiciado que todos los sistemas con-
templen excepciones cuya intensidad varía de unos a otros. De los ordena-
mientos jurídicos analizados podemos concluir que todos ellos exigen la
forma ad solemnitatem para la donación (Alemania, Italia, España e, incluso,
el Reino Unido en el que la promesa gratuita ha de hacerse a través de un
deed.). También es muy común exigir la forma escrita o incluso la escritura
pública para los contratos constitutivos, traslativos o modificativos de de-
rechos reales sobre bienes inmuebles (art. 1.350 Cc italiano, art. 1.279 Cc
español), alquileres de más de un año (§ 550 BGB), obligaciones cambia-
rias (secs. 3 y 17 de la Bill of Exchange Act de 1882, Reino Unido), contratos
de garantía o seguro (§ 766 BGB y Bill of Sale Act 1878), compraventa de
inmuebles...
A pesar de las similitudes, se pueden encontrar diferencias en el tipo y la
función que cumple la forma cuando es requerida, y si ello afecta a la vali-
dez, eficacia o prueba del contrato. Esta cuestión influye decisivamente en
la determinación de la sanción que se debe imponer. Por eso no se puede
generalizar, y habrá que estar a lo que se prescribe en cada ordenamiento
jurídico para sancionar el incumplimiento de una determinada formalidad
cuando esta es requerida. Lo que sí resulta común es el reconocimiento de
dos tipos de invalidez de los contratos (la nulidad y la anulabilidad). Por
ejemplo, en el derecho español (nulidad y anulabilidad), alemán (Nighti-
gkeit y Anfechtbarkeit) o italiano (nullità y annullabilità). Con más matices, la
doctrina moderna francesa distingue entre nullité absolue y relative.
También contemplan este principio todos los textos internacionales de
armonización del Derecho contractual en los que el consensualismo es la
tendencia general (art. 11 CV, art. 2.1.1 principios UNIDORIT, art. 3.1.2
principios OHADAC, art. 5.2 Anteproyecto del Código Europeo de Contra-
tos, art. 1:106 DCFR y art. 2:101 PECL). Quizás sea criticable el hecho de que
algunos de ellos hayan eliminado el requisito de forma completamente, sin
(109) Precepto directamente inspirado en el art. 29.2 del Convenio de Viena como
ya analizamos El artículo 2.1.18 PU establece que: «un contrato por escrito que exija que
toda modificación o extinción por mutuo acuerdo sea en una forma en particular no podrá
modificarse ni extinguirse de otra forma. No obstante, una parte quedará vinculada por sus
propios actos y no podrá valerse de dicha cláusula en la medida en que la otra parte haya
actuado razonablemente en función de tales actos».
Bibliografía 959
Bibliografía
M. Albadalejo García, Derecho Civil I (Introducción y parte general), 17.ª
ed., Edisofer, Madrid, 2006. G. Angran, A Talk on Contract Law of the People’s
Republic of China, pp. 1-5, Law Press, 1999. J. Arias Ramos y J. A. Arias Bo-
net, Derecho romano, 18.º ed., 3.ª reimp., Madrid, 1991. E. Arroyo Amayue-
las, «¿Qué es forma en el derecho contractual comunitario de consumo?»,
ADC, tomo LXI, 2008, pp. 519-542. J. Bart, Histoire du droit privé, 2.ª ed.,
Paris, Montchrestien, 2009. S. Becqué-Ickowicz, Le paralelisme des formes en
droit privé, Paris, éd. Panthéon Assas, 2004, pp. 59-60. R. Bercovitz Rodrí-
(110) R. Zimmerman, The Law of Obligations: Roman Foundations of the Civilian Tradition,
Clarendon Press, Oxford, 1996, p. 88.
960 17. La forma del contrato
18
La nulidad de los contratos
cho francés, el actual art. 1.179 del Code Civil, tras la reforma introducida
por l’Ordonnance nº 2016-131 de 10 de febrero de 2016, acoge la distinción
asumida desde antaño por la doctrina francesa entre nullité absolue, como
sanción propia de la contravención de las normas que protegen un interés
general y nullité relative, como consecuencia propia de la violación de una
norma cuyo objeto sea la salvaguarda de un interés particular y que, en
consecuencia, sólo puede ser demandada por la parte a la que la norma
trata de proteger (art. 1.191 Code Civil). Sin embargo, la manera en la que
esta concepción, llamada dual o bipartita de la invalidez, se ha ido confi-
gurando en cada uno de los ordenamientos ha sido muy dispar, siendo en
algunos casos el resultado de una construcción doctrinal y jurisprudencial
(caso español y francés, hasta su acogida en el referido art. 1.179 del Code
Civil) y habiendo sido en otros casos estas dos categorías expresamente
asumidas por los textos legales (caso alemán, italiano o portugués). Un
caso singular es la regulación del Código suizo de las obligaciones, que sólo
conoce como causa de invalidez la nulidad y prevé como consecuencia de
los contratos celebrados con vicio del consentimiento simplemente la no
obligatoriedad para quien sufrió el vicio (arts. 23 a 31 del Código suizo de
las obligaciones de 1911).
2. El origen de la distinción entre nulidad y anulabilidad se remonta a
la doctrina francesa de la segunda mitad del siglo XIX, la denominada doc-
trina clásica de la nulidad. En realidad, el Code napoleónico no contenía
un sistema cerrado de la invalidez, por el contrario, sólo acogía de forma
casuística un ramillete de supuestos de imperfección del contrato, sujetos
a una profusa variedad de tratamientos, sin pretender ordenarlos en cate-
gorías conceptuales. Así, por ejemplo, señalaba el Code (nos estamos refi-
riendo ahora, al Code Civil en su redacción original, anterior por lo tanto
a la reforma introducida en materia de obligaciones y contratos por la ya
referida l’Ordonnance nº 2016-131 de 10 de febrero de 2016) que el acuer-
do contraído por error, vicio o dolo, no era nulo de pleno derecho, sino
que daba lugar solamente a una acción de nulidad (art. 1.117) cuyo plazo
de duración era el de cinco años, previsto para la acción de nulidad con
carácter general por el 1.304. En otro lugar, se hacía referencia a contra-
tos que no podrán tener ningún efecto, como son los contratos sin causa,
con causa falsa o ilícita (art. 1.131), lo que al menos apuntaba a un tipo de
invalidez de pleno derecho. Sin embargo, todavía se estaba en la mentali-
dad del legislador napoleónico lejos de organizar el sistema entero de la
invalidez en torno a dos categorías, nulidad e impugnabilidad o anulabili-
dad, con un régimen jurídico propio, en las que se vayan incardinando los
distintos vicios o deficiencias del contrato. La distinción de supuestos en
el Code, si acaso, parecía estar centrada en un par de conceptos distintos,
no muy bien perfilados, que en ocasiones se superponen, el de nulidad y
el de rescisión.
La rigidez de la concepción hasta entonces imperante de la nulidad en
el derecho francés, en virtud de la cual no existían más causas de nulidad
que las expresamente contempladas en la ley (pas de nullité sans texte), hizo
I. Las distintas clases de invalidez 967
(5) F. K. Von Savigny [Sistema de derecho romano actual, T. III (traducido por Mecía
y Poley), Madrid, 1878-1879, p. 345] ya distinguía entre acto nulo que no existe jurídica-
mente y no hay necesidad de impugnarlo y acto vulnerable, cuya nulidad depende de la
voluntad de la persona interesada.
(6) Según L. Ennecerus [L. Ennecerus, T. Kipp, M. Wolff, Derecho Civil, T.1. Vol.
II, Parte General (Traducción B. Pérez González y J. Alguer), Bosch, Barcelona, 1934, p.
356] «el negocio jurídico nulo, puesto que no existe jurídicamente, no surte efecto ni a
favor ni en contra de nadie».
(7) La nulidad no supone puramente la inexistencia, el negocio nulo puede tener
como consecuencia determinados efectos, si bien no es capaz de producir los efectos que se
persiguen: Vid. H. Lehmann, Tratado de Derecho Civil, Vol. I, Parte General (Traducción de
J. M.ª Navas), Ed. Revista Derecho Privado, Madrid, 1956, p. 246 y 247; igualmente, W. Flu-
me,, El negocio jurídico (Traducción de J. M.ª Miquel González y E. Gómez Calle), Fundación
Cultural del Notariado, Madrid, 1998, p. 643.
(8) L. Ennecerus, T. Kipp, M. Wolff, op. cit., p. 356; H. Lehmann, Tratado de Dere-
cho Civil, p. 248, Von Thur, Derecho Civil, V. II. Los hechos jurídicos (Traducido por T. Ravá),
Buenos Aires, 1947, pp. 311.
(9) L. Ennecerus, T. Kipp, M. Wolff, op. cit., p. 369, la define como «una nulidad
pendiente de la voluntad del titular del derecho de impugnación, unida a la admisión de
I. Las distintas clases de invalidez 969
la impugnación del contrato por la parte legitimada para ello está limita-
do en el tiempo, si bien los plazos varían según los casos –sin demora, en
caso de error de voluntad o en la declaración (§ 121) o en el plazo de un
año, en caso de dolo o intimidación (§ 124)– no es apreciable de oficio y
es renunciable mediante confirmación (§ 141). Aunque el BGB consagre
las dos categorías de la invalidez y los caracteres de cada una de ellas sean
perfectamente reconocibles y definidos por la doctrina, no establece en
abstracto los criterios de asignación de cada irregularidad negocial a cada
una de estas dos categorías10.
4. Sin lugar a dudas, la construcción más acabada de la concepción dual
o bipartita de la invalidez de los contratos es la que ofrece el Codice Civile
italiano de 1942. El régimen jurídico de la nulidad de pleno derecho esta
perfectamente delimitado en sus caracteres, previamente asumidos por la
doctrina clásica francesa y la pandectística alemana, de legitimación am-
plia y apreciación de oficio (art. 1.421), imprescriptibilidad de la acción,
meramente declarativa (art. 1.422) e imposibilidad de confirmación (art.
1.423), aunque quepa conversión en un contrato diverso (art. 1.424). Del
mismo modo, se define la disciplina de la acción de anulabilidad, que a
diferencia de cuanto ocurre en derecho alemán necesita hacerse valer por
una acción judicial y no por una mera declaración de voluntad, precisán-
dose que la legitimación se reserva a la parte en cuyo interés se ha estable-
cido (art. 1.441), en un plazo de cinco años (art. 1.442) y que cabe la con-
firmación tácita (art. 1.444). Además, se efectúa una adscripción clara de
las distintas irregularidades negociales, ya sea al régimen de la nulidad, que
con una clara vocación expansiva se configura como el régimen general de
invalidez (art. 1.418). Ya al de la anulabilidad, que deviene en una catego-
ría residual para los casos en los que expresamente sea así previsto por el
legislador: incapacidad legal o natural (art. 1.425 y 428), error, violencia,
dolo (art. 1.427) y error obstativo (art. 1.443). Con la sistematización del
Codice Civile, la doctrina dual de la invalidez ha llegado a su apogeo: las dos
categorías, su régimen jurídico y la adscripción de las distintas irregulari-
dades contractuales a una u otra modalidad están plasmadas en un sistema
normativo, al menos, aparentemente, sin fisuras y acabado.
5. De acuerdo con cuanto llevamos dicho, la construcción del régimen
dual o bipartito de la invalidez es un fenómeno transnacional o paneuro-
peo, plagado de imbricaciones y sinergias entre los distintos ordenamien-
una validez provisional». De manera explícita H. Lehmann (Tratado de Derecho civil, op. cit.,
p. 252) señala que debe ponerse el acento del negocio impugnable no en la posibilidad de
enervar el negocio, sino en su validez provisional y análogamente, A. Von Thur, define el
negocio anulable como un negocio que produce todos los efectos del contrato válido (De-
recho civil, op. cit., p. 329).
(10) M. Pasquau Liaño (Nulidad y anulabilidad del contrato, Civitas, Madrid, 1997,
pp. 50 y 51) en su descripción del sistema alemán de la invalidez señala que la nulidad o
la impugnabilidad son mecanismos técnicos puestos al servicio del legislador que decide
utilizarlos, caso por caso, al aludir a cada una de las irregularidades negociales, sin la servi-
dumbre de un criterio general.
970 18. La nulidad de los contratos
(12) R. Japiot (Des nullités en matiére d'actes juridiques. Essai d´une théorie nouvelle, Pa-
rís, 1909, especialmente, p. 141), para quien la nulidad, no es una manera de ser o una con-
dición del acto, es un derecho a la ineficacia del contrato, reconocido por el ordenamiento
jurídico a una pluralidad de personas más o menos amplia según la naturaleza del vicio y
cuyo ejercicio viene disciplinado diversamente caso por caso. Tesis a la que posteriormente
se adhiere, con matices, E. Gaudemet, Théorie générale des obligations, París, 1937, p. 149.
(13) En la doctrina española, esta crítica a la concepción rígida de la nulidad de
pleno derecho es obra de M. Pasquau LiañoNulidad y anulabilidad del contrato, op. cit., pp.
146 a 175. Una concepción similar, no rígida sino abierta de la nulidad de pleno derecho
en función de la ratio de los distintos supuestos es esbozada en la doctrina itialiana por G.
Filanti, Inesistenza e nullità del negozio giuridico, Eugenio Jovene, Napolés, 1983, pp. 43 a 91.
972 18. La nulidad de los contratos
A. La inexistencia
8. Como ya se ha dicho, el concepto de inexistencia surge en la doctrina
francesa de la segunda mitad del XIX como una necesidad para superar
la rigidez del principio no hay nulidad sin norma que la establezca, ante
la evidencia de que determinados actos que no podían ser considerados
(14) SSTJCE 27 junio 2000 (asunto C240/98 Grupo Océano Editorial vs Murciano Qui-
ñonero), 4 junio 2009 (Asunto C-243/08 Pannon GSM Zrt. vs. Ersébet Sustikne Györfi) y STJUE 14
junio 2012 (Asunto C-618/10).
I. Las distintas clases de invalidez 973
(15) Una completa exposición del ingente material doctrinal generado en la doctri-
na italiana sobre la inexistencia puede verse en G. Filanti, op. cit., especialmente pp. 61 y
ss., y más recientemente en F. Venosta, op. cit., pp. 61 y ss. En la doctrina española, efectúa
una defensa del concepto de inexistencia J. L. De los Mozos, «La inexistencia del negocio
jurídico», Revista General de Legislación y Jurisprudencia, 1960, pp. 486 y ss.
(16) En la doctrina alemana, W. Flume [El negocio jurídico (Traducido al español por
J. Mª, Miquel González y E. Gómez Calle), Fundación cultural del notariado, Madrid, 1999,
p. 646], aun sin negar la distinción entre negocio jurídico inexistente y nulo, considera que
su significación práctica es escasa. En la doctrina española ha señalado la inutilidad del con-
cepto «inexistencia» L. Díez-Picazo [Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, vol, I, 4ª ed,
Madrid, 1993, p. 429] y M. Pasquau Liaño [Nulidad y anulabilidad, op. cit., p. 164] hablan
974 18. La nulidad de los contratos
D. La rescisión
(20) Según explicaV. Roppo (Il contratto…, op. cit., p. 885), el peligro crea una pre-
sión psicológica más intensa que el estado de necesidad, por lo que el desequilibrio objetivo
que se exige para rescindir el contrato en situación de peligro es menor que el exigido para
rescindir un contrato concluido en estado de necesidad.
I. Las distintas clases de invalidez 977
que también puede ser la necesidad de un bien o servicio) que sirva para
evitar un perjuicio significativo, al que estaría expuesta la parte en su au-
sencia21. Desde luego, la insoportable incertidumbre que un concepto
tan laxo como el de «estado de necesidad» –que a modo de ejemplo, po-
dría amparar el caso del empresario que en grave crisis de liquidez decide
vender sus productos o bienes a precio de saldo– pueda tener sobre la
eficacia de los contratos concluidos, queda en gran medida atenuada por
el rigor de los otros dos requisitos sustantivos –la lesión en más de la mitad
del valor de las prestaciones y el aprovechamiento de la contraparte de la
situación de debilidad– y por un régimen procesal estricto, que no per-
mite contemplar la rescisión de oficio y sujeta la acción, y la excepción, a
una prescripción de tan sólo un año desde la conclusión del contrato (art.
1.449). Además, la rescisión no afecta a los derechos adquiridos por terce-
ros, salvo inscripción de la demanda de rescisión anterior a la adquisición
por el tercero (art. 1.452).
acuerdo con el § 104 BGB, son incapaces de obrar, el menor de siete años
de edad o quien se encuentra en un estado de alteración patológica de la
actividad intelectual que excluya la libre determinación de su voluntad–;
la declaración realizada en un estado de inconsciencia o trastorno men-
tal transitorio (§ 105.2); la reserva mental conocida por la contraparte (§
116); la simulación absoluta (§ 117.1); la declaración con falta de seriedad
(§ 118); los defectos de forma «ad solemnitatem» (§ 125); la contravención
de una prohibición legal, salvo que la ley determine otra cosa (§ 134); la
contravención de las buenas costumbres (§ 138.1) y el negocio realizado
aprovechándose de la situación de necesidad, inexperiencia o falta de jui-
cio de otro (§ 138.2). Por el contario, son supuestos de mera impugnabili-
dad (Anfechtbarkeit), el error vicio (§ 119), el error en la declaración (§
120), el dolo y la intimidación (§ 123). Conviene recordar, que los contra-
tos realizados por un menor de edad, mayor de siete años, sin el consen-
timiento necesario de su representante legal, no son nulos, ni anulables,
sino contratos imperfectos o en situación de pendencia, cuya eficacia que-
da condicionada a la ulterior ratificación del representante legal (§ 108).
(25) F. Galgano (Diritto civile e commerciale, vol. 2, t. 1, 3ª ed. Cedam, Milán, Padova,
1999, p 319) sostiene este carácter taxativo y residual de la anulabilidad, afirmando que
sólo procede en los casos en los que la ley expresamente la vincula a la violación de normas
imperativa.
(26) Vid. F. Galgano (Diritto civile e commerciale…, op. cit., p. 301), con cita Sentencia
Cass. 10 diciembre 1986.
(27) Así por ejemplo, en la doctrina italiana, V. Roppo (Il contratto, op. cit., p. 748)
distingue entre contratos ilegales nulos que son aquéllos cuyos efectos lesionarían directa-
mente el interés protegido por la norma y contratos ilegales simplemente irregulares, que
aun cuando incumplan la norma, sus efectos no lesionan directamente el interés protegido
por la misma, así que la ineficacia del contrato sería un remedio excedente respecto a la
exigencia de reconstruir el interés protegido por la norma, que se satisface mejor a través
de otros medios distintos de la nulidad. Pone como ejemplo de esta segunda categoría de
contratos ilegales pero no nulos, los que violan o eluden normas fiscales.
I. Las distintas clases de invalidez 981
naban el interés particular de una de las partes, como podía ser el caso del
contrato realizado bajo error obstativo.
Desde principios del siglo XX el criterio de la gravedad de la irregula-
ridad negocial se pone en cuestión. En concreto la doctrina denominada
del derecho de crítica (droit de critique) formulada por R. Japiot y más
adelante por E. Gaudemet, deja de concebir la nulidad como un estado o
cualidad del negocio, para considerarla simplemente como una sanción,
consistente en la atribución de un derecho a impugnar el negocio a ciertas
personas cuyo interés se puede ver afectado por la irregularidad negocial
sancionada por la norma29. Los autores de esta teoría siguen consideran-
do útil la distinción entre dos formas de invalidez, ahora nominadas nuli-
dad absoluta y relativa –frente a las categorías de inexistencia y nulidad de
la doctrina clásica francesa–, pero consideran que el criterio de asignación
a uno u otro régimen jurídico no depende de la gravedad de la irregula-
ridad negocial, sino del interés público o privado protegido por la norma
violada. Esta distinción entre nulidad relativa y absoluta que ha marcado
la posterior evolución doctrinal y jurisprudencial sobre la invalidez en de-
recho francés ha tenido finalmente acogida en el Code civil, en el actual
art. 1.179, tras la modificación del derecho de contratos producida por
l’Ordonnance nº 2016-131 de 10 de febrero de 201630.
20. En el ordenamiento español, de acuerdo con la dicción literal del
art. 1.300 CC («pueden ser anulados»), se consideran como supuestos de
anulabilidad los contemplados en el art. 1.301, esto es: la intimidación,
la violencia, el error, el dolo, la falsedad (error) de la causa, los contratos
celebrados por menores o incapacitados y los realizados por los cónyuges
(29) Vid. R. Japiot, Des nullités en matière d’actes juridiques, op. cit.; E. Gaudemet,
Théorie générale des obligations, op. cit., p. 166.
(30) La distinción entre nulidad absoluta y relativa en función del interés público
o privado protegido por la norma violada no ha estado exenta de crítica en la doctrina
francesa por la relatividad del criterio de distinción. Normalmente, interés público e interés
privado no se excluyen, sino que aparecen solapados en la norma que establece una causa
de invalidez negocial. La protección del interés privado está inspirada en un bien común
y recíprocamente el interés público se asegura a través de la tutuela de concretos intereses
particulares. Ello se ha puesto particularmente en evidencia con la proliferación de nor-
mas de derecho público económico en las que la protección del correcto funcionamiento
del mercado (interés público) se consigue tutelando concretos intereses particulares de la
parte contractual que se encuentra en una situación de inferioridad (arrendatario, asegu-
rado, inversor y principalmente consumidores). En estos casos, la lógica restricción de la
legitimación para hacer valer la norma de protección a la parte débil no debería conllevar
automáticamente por ejemplo la posibilidad de confirmación del contrato, efectos propios
de la nulidad relativa. Es más, la propia efectividad de la tutela pretendida por la norma
reclama la apreciación de oficio de la ineficacia. Es por ello que ciertos autores en épocas
más recientes defienden una relajación (assouplissement) de los diversos elementos confi-
guradotes de los regímenes de la nulidad absoluta y relativa, en función de la naturaleza del
interés protegido en cada caso concreto. Se propugnan así hipótesis de nulidad relativa, ca-
lificada como tal por la restricción de la legitimación para hacerla valer, pero que pueda ser
no confirmable y en sentido contrario, hipótesis de nulidad absoluta, sujetas a prescripción
y confirmables si desaparecen las exigencias de orden público que motivaron la sanción de
nulidad. Vid. J. Ghestin, Traité de droit civil, pp. 639 a 644.
I. Las distintas clases de invalidez 983
(31) Vid. F. De Castro y Bravo, El negocio jurídico, Madrid, 1971, reimpresión 1991,
p. 500.
(32) En relación al error obstativo, la STS 19 diciembre 2003 (RJ 2003, 9053) declara
que es anulable y la STS 10 abril 2001 (RJ 2001, 2027) lo califica como nulo de pleno dere-
cho. Por lo que respecta a los contratos realizados por el incapaz natural, la Jurisprudencia
mayoritariamente los ha calificado como nulos de pleno derecho, SSTS 19 noviembre 2004
(RJ 2004, 6910) y 14 febrero 2006 (RJ 2006, 887), si bien en alguna ocasión ha sido considera-
do como un contrato anulable, STS 7 mayo 1996 (RJ 1996, 37379).
984 18. La nulidad de los contratos
natural, han de ser de mejor condición que quien padece un error vicio o
el incapacitado por sentencia judicial, en cuanto a la imprescriptibilidad
del plazo para el ejercicio de la acción.
De igual manera tampoco parece razonable que la contravención de al-
guna norma imperativa dictada para tutelar el interés particular de alguna
de las dos partes del contrato, lleve aparejada la nulidad de pleno derecho
y la consiguiente legitimación amplia para impugnar el contrato. Se señala
como ejemplo, el caso del contrato realizado por los representantes de los
menores de edad o incapacitados sin la autorización judicial que exigen
los arts. 166, 271 o 272 Código civil33. Además, en todos estos casos, en los
que la irregularidad negocial protege el interés de una de las dos partes del
contrato, resulta contradictorio que no sea admisible su confirmación por
el propio interesado.
22. El criterio de distinción funcional basado en el carácter particular
o general del interés tutelado por la norma que sanciona la invalidez ha
sido tardíamente incorporado por la doctrina española, si bien puede con-
siderarse actualmente asumido dicho criterio como determinante de la
calificación de un contrato como nulo o anulable en ausencia de pronun-
ciamiento expreso del legislador, de manera que es posible admitir anu-
labilidades virtuales, esto es, no expresamente previstas por el legislador,
para ciertos casos en los que la irregularidad consiste en la falta de algún
elemento esencial del contrato34; Más controvertida es la admisibilidad
del régimen de anulabilidad para un supuesto de contravención de norma
imperativa cuando no haya sido expresamente previsto por el legislador,
puesto que en este caso afirma el art. 6.3 CC que la consecuencia será la
nulidad de pleno derecho, salvo que la norma disponga un efecto distinto.
El criterio del interés protegido ha sido asumido por la Jurisprudencia,
si bien la calificación de un negocio como anulable por afectar la norma
violada a un interés particular obedece no tanto a una intención de asig-
nar en abstracto una irregularidad negocial dada a esta categoría sino a la
necesidad de resolver la cuestión planteada en el litigio concreto, huyendo
de alguna de las consecuencias típicas de la nulidad, cuya aplicación al caso
concreto resultaría ilógica. Es decir, la Jurisprudencia se muestra abierta a
calificar como anulables negocios que con arreglo a un criterio estructu-
ral u orgánico de distinción, venían siendo considerados como nulos de
pleno derecho, porque en el caso concreto no resulta convincente admitir
la legitimación de la otra parte del contrato o de un tercero, o bien la im-
prescriptibilidad de la acción o bien la imposibilidad de confirmación del
negocio. Un buen ejemplo es la tendencia a calificar como anulables los
(33) Supuesto este recurrentemente señalado por M. Pasquau Liaño (Nulidad y anu-
labilidad, op. cit. p. 17 y 81) como ejemplo de la existencia de zonas de penumbra entre la
nulidad y la anulabilidad.
(34) Vid. A. Gordillo Cañas, Nulidad, anulabilidd e inexistencia, op. cit.; A. Carras-
co Perera, «Comentario al art. 6.3» en Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales (Dir.
M. Albaladejo y S. Díaz Alabart), tomo I, vol. 1 º, Madrid, 1992, pp. 800 y 801.
I. Las distintas clases de invalidez 985
(35) STS 30 mayo 1987 (RJ 1987, 1839) y STS 9 mayo 1994 (RJ 1994, 3894).
(36) Una buena excepción, puede ser la representada por la STS 21 mayo 1984 (RJ
1984, 2497) que también en relación al contrato realizado por los representantes legales de
un menor de edad sin autorización judicial, consideró el contrato como imperfecto, que no
anulable y por ello ratificable por el menor, una vez alcanzada la plena capacidad.
(37) Transposición del art. 4 de la directiva 85/577 que deja abierta a las legislacio-
nes nacionales la determinación de las medidas adecuadas para la protección del consumi-
dor a quien se le ha privado de información sobre su derecho de desistiminiento.
(38) Para superar la rigidez de la concepción clásica dual o bipartita de la invalidez
en el ordenamiento español –desde luego puesta en entredicho por las normas de pro-
tección de la parte contractual débil– se ha propuesto por la doctrina una flexibilización
de este sistema en el sentido de admitir que la protección de intereses particulares no
reclama necesariamente la anulabilidad como sanción, sino que es posible una nulidad de
pleno derecho relativa, cuyo régimen (legitimación, apreciación de oficio, prescripción,
986 18. La nulidad de los contratos
Por el contrario, son nulos (voids) los contratos en los que concurre
alguna de las formas de «fundamental mistake», lo que no debe llevar a
confusión al jurista de tradición continental, puesto que en esta categoría
se engloban una serie de hipótesis muy variadas no relacionadas con el
error vicio, sino con la imposibilidad sobrevenida de cumplimiento, con
la inexistencia inicial del objeto del contrato (secc. 6 Sales of Goods Act
1969), con el error de derecho, con el disenso sobre la cosa objeto del con-
trato o sobre las condiciones del contrato o con el error sobre la identidad
de la persona del otro contratante41. En los supuestos en los que el contrato
se realice en contra de una disposición legal prohibitiva, no se establece en
derecho inglés, como es habitual en los ordenamientos continentales, una
preferencia por la nulidad de pleno derecho como consecuencia de la con-
travención, sino que la propia norma prohibitiva es la que ha de establecer
la consecuencia de su contravención sobre el plano contractual, que puede
ser la nulidad, la anulabilidad, rendir el contrato o alguno de sus términos
inejecutables (unerforceable) o incluso la norma puede disponer que el
incumplimiento no afecte a la validez del contrato42.
articulación procesal o incluso confirmación) se articule de manera flexible, caso por caso,
en función del interés concreto protegido por cada norma. Desde este punto de vista, se
aclara que no se trata de sustituir la distinción entre nulidad y anulabilidad por la distinción
entre nulidad absoluta y relativa –como ha acontecido en la doctrina francesa– sino en
mantener la anulabilidad como una categoría autónoma de invalidez, cuya característica es
la atribución de un derecho potestativo o de opción al interesado para anular lo que per-
fectamente puede ser válido, junto con una nulidad de pleno derecho «ope legis» –y, por lo
tanto, indisponible para las partes– cuyo régimen se pueda configurar flexiblemente. Es la
tesis expuesta por M. Pasquau Liaño en Nulidad y anulabilidad del contrato..., op. cit.
(39) Peel, E. The Law of Contract (Treitel), Ed. 12ª, Sweet and Maxwell, London,
2011, pp. 403, 444, 447 y 464.
(40) Peel, E. The Law of Contract (Treitel), op. cit., p. 573.
(41) Sobre los distintos tipos de mistake, vid. Peel, E. The Law of Contract (Treitel),
op. cit., pp. 310 a 348.
(42) Peel, E. The Law of Contract (Treitel), op. cit., p. 573.
II. La nulidad de pleno derecho 987
(43) Por ejemplo, en la doctrina alemana señala A. Von Thur [Tratado de las obli-
gaciones (Traducido por W. Roces), Comares, Granada, 2007, p. 131] que un acto nulo no
opera desplazamiento jurídico alguno, ni de un contrato nulo pueden nacer obligaciones,
por lo que la sentencia que proclame la nulidad de un negocio jurídico, se limita a definir
una realidad anterior, pues no cabe, lógicamente cancelar los efectos de un acto que jurí-
dicamente no existe.
(44) Por todos R. Japiot, Des nullitès en matière d'actes juridiques., op. cit., especialmen-
te p. 43.
(45) Al respecto M. Pasquau Liaño (Nulidad.., op. cit., pp. 189 a 289) sostiene, en
derecho español, la necesidad de seguir distinguiendo entre la anulabilidad que confiere
a una de las dos partes el derecho a optar sobre la invalidez o ineficacia del contrato y la
nulidad de pleno derecho, que lo es por decisión del legislador.
II. La nulidad de pleno derecho 989
B. Legitimación amplia
29. Según los planteamientos tradicionales, la legitimación para impug-
nar un contrato nulo de pleno derecho está abierta a cualquier persona
con interés. Expresamente lo reconoce el art. 1.421 del Codice Civile. Si el
contrato es nulo por decisión del legislador («ope legis») es una consecuen-
cia lógica que cualquier persona, incluso un tercero ajeno al contrato, pue-
da hacer valer dicha nulidad, si tiene un interés legítimo en la nulidad del
mismo. Desde un planteamiento distinto, la doctrina moderna francesa del
«droit de critique» considera que lo que caracteriza precisamente a la nu-
lidad absoluta, por razón de interés general, es la atribución del derecho
a invocar la ineficacia del contrato a una pluralidad de personas, lo que se
concibe en aras de la protección del interés general que subyace a la nor-
ma que establece la nulidad: cuanto mayor sea el número de legitimados,
mayores serán las posibilidades de anulación47.
30. Una primera restricción a la legitimación amplia es la necesidad de
que el tercero que invoque la nulidad tenga un interés que se considere
legítimo, esto es, digno de ser tutelado mediante la nulidad de un con-
trato. Por un lado, la legitimación amplia no permite subvertir las reglas
generales de legitimación procesal y, por otra parte, el respeto al principio
de relatividad de los contratos, no consiente conferir sin más legitimación
para inmiscuirse en relaciones contractuales ajenas a cualquier persona. Se
hace preciso por lo tanto a este efecto precisar la noción de interés. En la
doctrina francesa, se ha aclarado que el interés que legitima a un tercero
para anular un contrato ha de ser un interés particular, distinto del interés
general que la norma violada trata de proteger. En este sentido, un terce-
ro tiene interés cuando es titular de un derecho subjetivo en pugna con
los efectos que resultan del acto impugnado48. De manera similar, en la
(49) Vid. S. Quicios Molina, S., Tratado de contratos (Dir. Bercovitz Rodríguez
Cano), t. 1º, Tirant lo Blanch, Valencia, 2009, p. 1248. Se ha negado en la STS 26 febrero
2004 la legitimación para instar la nulidad por simulación al hijo de uno de los contratantes
que alega el perjuicio de sus derechos legitimarios expectantes en la herencia de su madre,
puesto que la condición de heredero exige que se produzca el fallecimiento del causante
(art. 657 y 661 CC).
(50) Vid. G. Alpa y V. Mariconda, «Art. 1421», Codice Civile Comentato, Libro IV, 2ª
ed., Ipsoa, Milán, 2009, p. 1016.
(51) Vid. J. Ghestin, Traité de droit civil…, op. cit., p. 657.
(52) Vid. J. Ghestin, Traité de droit civil..., op. cit., p. 794.
(53) SSTS 30 mayo 1968 y 7 marzo de 1980.
II. La nulidad de pleno derecho 991
C. La apreciabilidad de oficio
33. La apreciabilidad de oficio de la nulidad de pleno derecho está su-
jeta a ciertas limitaciones de índole procesal. Por una parte, la naturaleza
dispositiva del proceso civil no permite que el juez sustituya a las partes en
la proposición de pruebas, por lo que la nulidad de pleno derecho podrá
estimarse de oficio solamente en aquéllos casos en los que resulte de las
alegaciones y pruebas que puedan tomar en consideración el juez. Ello
conlleva que difícilmente pueda estimarse la nulidad de oficio en supues-
tos en los que la causa de nulidad no resulta evidente, particularmente en
los casos en los que el juicio de nulidad no tenga un componente normati-
vo, sino eminentemente fáctico, siendo caso paradigmático en este sentido
el de la simulación55. Otro límite procesal es que deriva del principio de
congruencia con lo solicitado por las partes, por lo que los jueces no po-
drán declarar la nulidad de pleno derecho, cuando esta sea extraña al obje-
to del proceso, tal y como haya sido configurado por las partes. De acuerdo
con el principio de congruencia, la apreciación de oficio de la nulidad
requiere una pretensión, por alguna de las dos partes, que presuponga la
validez del contrato56.
(54) Vid. V. Roppo, Il contratto, op. cit., pp., 840 a 843. Es España firme defensor de la
categoría de la nulidad de pleno derecho relativa es M. Pasquau Liaño (Nulidad y anulabili-
dad…, op. cit., pp. 209 a 220. La razón de la proclamación de una nulidad relativa distinta de
la anulabilidad se justifica tanto desde un punto de vista conceptual, como de un punto de
vista pragmático. Conceptualmente, la nulidad relativa es una auténtica nulidad de pleno
derecho, por lo tanto, por decisión del legislador, aunque de legitimación restringida y no
un mero derecho potestativo a invocar la ineficacia de un negocio (en este sentido también
se diferencia de la nulidad relativa tal y como es concebida por la moderna doctrina france-
sa del droit de critique, más próxima a la anulabilidad). Mediante la nulidad de pleno derecho
relativa se persigue un interés que no es sólo el interés particular de la parte, sino un interés
colectivo o de masa, o incluso un más amplio interés de protección del correcto funciona-
miento del mercado. Desde un punto de vista práctico, la calificación de esta nulidad como
de pleno derecho permite excluir elementos del régimen de la anulabilidad que serían
perniciosos en virtud del interés mismo que se quiere proteger por la norma, por ejemplo,
la confirmación –especialmente la tácita– y además consiente que el interés protegido por
la norma sea tutelado de oficio por la autoridad judicial.
(55) Vid. V. Roppo, V., Il contratto, op. cit., p. 844.
(56) Vid. J. Ghestin, Traité de droit civil.., op. cit., p. 661; V. Roppo, Il contratto, op.
cit., p. 844, para quien la declaración de oficio de la nulidad de pleno derecho procederá
992 18. La nulidad de los contratos
D. La prescripción
35. Otro de los postulados clásicos de la nulidad de pleno derecho, in-
ducidos de su vinculación a la inexistencia del contrato, es la imprescrip-
tibilidad de la acción para hacer declarar la nulidad, en virtud del viejo
adagio latino «quod ab initium vitiosum est non potest tractu temporis
convalescere».
36. El postulado de la imprescriptibilidad de la acción de nulidad ha sido
acogido por el Codice civile en el art. 1.422, si bien el mismo precepto limita
los efectos de la imprescriptibilidad de la acción de nulidad, al establecer
que la misma se entiende sin perjuicio de la usucapión y de la prescripción
de la acción de repetición, esto es, de la acción de restitución o recupera-
ción de la prestación hecha (la usucapión de la propiedad sobre bienes in-
muebles –sin justo título– se produce en derecho italiano a los veinte años
de posesión ininterrumpida (art. 1.158 Codice civile) y tratándose de bienes
muebles a los diez años si hubiera buena fe y en caso de mala fe a los veinte
(art. 1.161 Codice civile). Por su parte, la acción de repetición de lo indebido
a la que se refiere el art. 1.422, prescribirá conforme a la regla general del
art. 2946 Codice civile en el plazo de diez años, que comenzará a computarse
desde el día en que el derecho a la repetición pudo hacerse valer (art. 2.935
Codice civile). Por lo tanto, el Codice Civile disocia la acción de nulidad de la
acción de restitución, que se concibe con un marcado carácter autónomo y
se identifica con la acción de repetición del pago de lo indebido («indebito
oggettivo») del art. 2.03358. Consecuentemente, la acción de nulidad podría
ejercitarse en cualquier momento por el legitimado para ello, pero pue-
(59) Vid. J. Ghestin, Traitè de droit civil…, op. cit., pp. 731 a 733. Para este autor, la
perpetuidad de la excepción de nulidad permite conciliar el respecto de las situaciones ad-
quiridas con la imposibilidad de imponer judicialmente la ejecución de un contrato ilícito
o inmoral.
(60) Vid. J. Delgado Echevarría, «Comentario al art. 1300», Comentarios al Código
Civil y Compilaciones Forales (Dir. M. Albaladejo y S. Diaz-Alabart), t. XVII, v. 2, Edersa, Ma-
drid, 1981, p. 241. En la Jurisprudencia, SSTS 25 marzo 2002 (RJ 2002, 2665) y 10 marzo 2004
(RJ 2004, 1818).
994 18. La nulidad de los contratos
E. La imposibilidad de confirmación
41. Los contratos nulos de pleno derecho no son susceptibles de confir-
mación por voluntad de las partes, ya que la nulidad es indisponible para
las partes. La confirmación es una manifestación del derecho de opción
propio de la anulabilidad64. En algunos textos legales se excluye expre-
samente la confirmación de los contratos nulos (art. 1.310 Código civil y
1.423 Codice Civile, art. 1.181 Code civil y 141 BGB in fine)65. Consecuente-
mente si las partes de un negocio nulo deciden sanar su defecto (por ejem-
plo, la falta de una determinada forma exigida como requisito ad solemni-
tantem) o, si una vez desaparecida la causa de nulidad, ratifican el contrato
nulo, este acuerdo dará lugar a un nuevo contrato, no a la reviviscencia
del contrato nulo con carácter retroactivo. Así lo dispone expresamente el
art. § 141 BGB66. A pesar de la contundencia con la que el BGB excluye la
confirmación del ámbito de la nulidad, desde la doctrina se ha sostenido
que la prohibición de actuar en contra de los propios actos puede impe-
dir invocar la nulidad al contratante que conoce la causa de nulidad y se
comporta como si el contrato fuera válido, cuando la otra parte desconoce
la causa de nulidad y, por lo tanto, pudiera verse sorprendida por la invo-
cación de la nulidad67.
F. La conversión
42. En virtud del principio de conservación del negocio, se admite que
el contrato nulo produzca los efectos de un contrato distinto si reúne las
exigencias de este, según el § 140 BGB, si puede suponerse que tal vigencia
se desearía una vez conocida la nulidad y, en términos análogos, según el
art. 1.424 del Codice Civile cuando resulte que las partes lo hubieran que-
rido si hubieran conocido la nulidad. La conversión implica en definitiva
un cambio de la causa del contrato; como ejemplo en la doctrina italia-
na, se cita la conversión de una subenfiteusis con una duración de veinte
años, nula conforme al art. 968 Codice civile, pero válida como alquiler con
una duración de veinte años; o el documento cambiario al que le falta un
requisito de forma, pero que puede producir los efectos propios de una
promesa de pago68.
Según los supuestos de hecho de las normas transcritas, son dos los re-
quisitos para que proceda la conversión de un contrato nulo. En primer
lugar, es preciso que el contrato que es nulo contenga otro contrato res-
pecto del cual sí se dan los presupuestos de eficacia. La idea de subsunción
del negocio válido en el nulo es consustancial a la conversión, ya que la
conversión implica la conservación cualitativa de una parte limitada del ne-
gocio nulo, no la sustitución de este por otro negocio que vaya más allá del
negocio originariamente querido. Es por esto, que en el derecho alemán
Flume niegue que sea posible la conversión de una promesa de donación
formalmente nula en un testamento con disposición de un legado, por
(66) «Si un negocio jurídico nulo es confirmado por la persona que lo celebró, tal
confirmación será considerada como una nueva celebración» (Código Civil Alemán, Tradu-
cido por A. Lamarca Marqués, Ed. Marcial Pons, Madrid, 2008).
(67) W. Flume, El negocio jurídico, op. cit., p. 648. Si bien más adelante, el autor aclara
que ni una ley prohibitiva, ni las buenas costumbres pueden ser eliminadas por el compor-
tamiento y la consiguiente apariencia generada por una de las partes, por lo que restringe
la limitación de la facultad de ejercer la acción de nulidad por el comportamiento de una
de las partes a los supuestos en los que el contenido de la reglamentación negocial no sea
reprobado por el ordenamiento jurídico, p. 654.
(68) Vid. F. Galgano, Diritto civile e commerciale, op. cit., p. 362.
996 18. La nulidad de los contratos
3. La nulidad parcial
44. Algunos ordenamientos han acogido la máxima utile per inutile non
vitiatur (Digesto 45, 1, 1, 5) para los casos en los que la nulidad afecte sólo
a una parte del contrato. El § 139 BGB parte de la nulidad total como re-
gla general y sólo excepcionalmente admite la nulidad parcial para aque-
llos casos en los que pueda suponerse que el contrato se habría celebrado
igualmente sin la parte declarada nula. El Codice Civile en su art. 1.419 y de
igual manera el § 20.2 del Código suizo de las obligaciones, el art. 181 del
código civil griego, el art. 292 del Código civil portugués y el art. 1.184 del
Code civil tras la modificación producida por l’Ordonnance nº 2016-131 de
10 de febrero de 2016, invierten esta presunción y consideran que la regla
general en ese mismo caso es la nulidad parcial y sólo excepcionalmente
el contrato será totalmente nulo cuando los contratantes no lo hubieran
concluido sin la parte que está afectada por la nulidad.
45. Pero en relación a estas normas, más importante que el criterio de
decisión previsto para optar por la nulidad parcial –la voluntad hipotéti-
ca de las partes– es la delimitación de su supuesto de hecho. Tanto el §
139 BGB, como el art. 1.419 del Codice Civile, objeto de análisis, establecen
como premisa de la aplicación de la norma que la nulidad afecte sólo a
(69) Vid. W. Flume, El negocio jurídico, op. cit. pp. 693 y 694. Este mismo autor conci-
be la conversión como un caso de «nulidad parcial» cualitativa, frente a la nulidad parcial
cuantitativa.
(70) Vid. V. Roppo, Il contratto…, op. cit. p. 860.
(71) Como ha dicho F. Galgano (Diritto civile e commerciale, op. cit., p. 363), la volun-
tad que apoya el contrato resultante de la conversión es aquella expresada por las partes en
la conclusión del contrato nulo.
II. La nulidad de pleno derecho 997
una parte del contrato. Esto es, la nulidad parcial sólo puede darse cuando
la nulidad afecta sólo a una parte del negocio, de tal manera que queda
otra parte que, tomada por separado, podría mantenerse como negocio
jurídico válido72. Por lo tanto, han de excluirse del ámbito de la nulidad
parcial aquéllos supuestos en los que una norma imperativa prohíbe un ne-
gocio en sí y no sólo un aspecto de la reglamentación negocial del mismo y
aquéllos casos en los que la nulidad determine que el contrato se quede sin
alguno de los elementos esenciales, así como los supuestos de ilicitud de la
causa o del íntegro objeto. Así, por ejemplo si el precio de una compraven-
ta es nulo, ha de serlo el íntegro contrato por falta de objeto.
III. La anulabilidad
1. El ejercicio de la opción de anular
48. Mediante la anulabilidad, el ordenamiento jurídico confiere a una
de las partes del contrato la potestad de decidir anularlo, siendo plena-
mente válido en caso contrario. El ejercicio de esta facultad difiere en los
distintos ordenamientos jurídicos en cuanto al plazo y en cuanto a su for-
ma (judicialmente o mediante una mera declaración de voluntad).
49. Lógicamente, la seguridad jurídica reclama que el derecho a optar
por la anulación se deba ejercer en un periodo limitado de tiempo. Por
lo que respecta al plazo, hay diferencias notables. El BGB lo limita a un
año en caso de engaño doloso o intimidación (§ 124.1 en relación con el
§ 123) o incluso exige que la impugnación se lleve a cabo sin demora en
caso de error vicio o de error en la declaración (§ 121 en relación con los
§ 119 y 129), aunque el rigor de estos plazos debe ponerse en contraste
con la relajación del comienzo de cómputo del plazo, que se hace depen-
der de un factor meramente subjetivo, que será en caso de engaño doloso
cuando se hubiera descubierto el engaño, en el supuesto de intimidación
(78) Por un plazo aún más breve, de seis meses, se ha optado en los Principios OHA-
DAC sobre los contratos comerciales internacionales (artículo 3.5.1).
(79) Leaf v International Galeries [1950] 2 K.B. 86.
(80) North Western Ry v M`Michael (1850) 5 Ex. 114 at 127.
(81) Erlanger v New Sombrero Phosphate Co (1978), 3 App.Cas. 1.218.
(82) Si bien el criterio de la consumación del contrato en derecho español ha sido
matizado por la Jurisprudencia a partir de la STS 12 enero 2015 (RJ 2015/608), que para
el supuesto de relaciones contractuales de tracto sucesivo establece como “dies a quod” el
1000 18. La nulidad de los contratos
momento en el que la persona que sufrió el error o el dolo pudo tener conocimeinto de
la realidad.
En el caso de contratos realizados por uno de los cónyuges sin consentimiento del otro
cuando sea necesario, según el art. 1.301 del Código Civil, el plazo comenzará a computarse
desde el día de la disolución de gananciales o del matrimonio, salvo que antes su hubiera
tenido conocimiento suficiente de dicho acto.
(83) Vid. W. Flume, El negocio jurídico, op. cit., p. 657.
(84) Vid. J. Carbonier, Derecho civil, t. II, v. II (traducido por M. Zorrilla), Barcelona
1971, pp. 363-364; J. Ghestin, Traitè de droit civil, op. cit., p. 629.
(85) Vid. L. Díez-Picazo, Fundamentos de Derecho civil patrimonial, v. I, Madrid, 2007,
pp. 593 y 594; J. Delgado Echevarría, «Artículo 1301», Comentarios al Código Civil y Compi-
laciones forales, t. XVII, vol. 2 (Dir. M. Albaladejo, S. Diaz Alabart), Edersa, pp. 249 y 250. Si
bien más recientemente se ha defendido el encaje en derecho español del modelo de im-
pugnación extrajudicial por C. Jerez Delgado, La anulación del contrato, Civitas-Thomson,
Cizur-Menor, 2011.
III. La anulabilidad 1001
(86) Así, se ha negado que pueda ejercitarse la anulabilidad por vía de excepción,
entre otras, las SSTS 6 octubre 1988 (RJ 1988, 7387), 9 mayo 2000 (RJ 2000, 7382) y 17
febrero 2006 (RJ 2006, 2930).
1002 18. La nulidad de los contratos
ganancial realizado sin su consentimiento (STS 19 octubre 1994 [RJ 1994, 8120]); el hecho
de recibir la prestación de la otra parte o de exigirla judicialmente o extrajudicialmente
(STS 10 marzo 1956); la realización de actos que impidan reestablecer el «status quo» an-
terior, como la disposición de la cosa recibida, su utilización, transformación, consumo o
destrucción (STS 21 mayo 1940) La novación del contrato anulable (STS 11 julio 2007 [RJ
2007, 5132]).
(91) Vid. F. De Castro y Bravo, Derecho civil de España, vol. III, El negocio jurídico y la
persona jurídica (reedición), Thomson-Aranzadi, Cizur-Menor, 2008, p. 514.
(92) Vid. L. Díez-Picazo, Fundamentos de derecho civil patrimonial, op. cit., p. 647.
(93) Vid. W. Flume, El negocio jurídico, op. cit., p. 668.
1004 18. La nulidad de los contratos
Bibliografía
G. Alpa y V. Mariconda, «Art. 1421» Codice Civile Comentato, Libro IV, 2ª
ed., Ipsoa, Milán, 2009. P. Aubry e Rau, Course du droit civil francais, t. I, 5ª
éd, París, 1897. J. Carbonier, Derecho civil, t. II, v. II (traducido por M. Zo-
rrilla), Barcelona, 1971. A. Carrasco Perera, «Comentario al art. 6 CC»
en Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales, t. I, vol. 1 (dir. M. Alba-
ladejo García, Ed. Edersa, Madrid, 1985. M. Cunym, La validité du contrat
suivant le droit strict ou l'équité: étude historique et comparée des nullités contrac-
tuelles, LGDJ, París, 2002. F. De Castro y Bravo, El negocio jurídico, Madrid,
1971, reimpresión 1991. Id., Derecho civil de España, v. III El negocio jurídico
y la persona jurídica (reedición), Thomson-Aranzadi Cizur-Menor, 2008. J.
Delgado Echevarría, J., «Comentario al art. 1300» y «Comentario al art.
1301», Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales (Dir. M. Albaladejo
y S. Diaz-Alabart), t. XVII, v. 2, Edersa, Madrid, 1981. C. Demolombe, Traité
des contrats ou des obligations conventionnelles, t. 1, París, 1868. J. L. De los
Bibliografía 1005
19
La confirmación del contrato anulable
(1) J. Flour y J.-L. Aubert, Les obligations. 1. L'acte juridique, 6ª ed., París, Ed. Armand
Colin, 1994, p. 258. «La convalida è atto unilaterale (...)» (F. G. Algano, Diritto civile e com-
merciale, Vol. 2º Le obbligazioni e i contratti, T. 1º Obbligazioni in generale. Contratti in generale, 3ª
ed., Milán, Ed. CEDAM, 1999, p. 360).
(2) N. C. Seddon y M. P. Ellinghaus, Law of Contract. Cheshire & Fifoot's, 8ª ed.,
Chatswood, Ed. LexisNexis Butterworths, 2002, p. 656.
(3) No obstante, el Derecho civil argentino aún se encuentra anclado en posicio-
nes jurídicas ya superadas en Derecho comparado. Así lo atestigua el art. 1.059 Cc argentino
para el que «La confirmación es el acto jurídico por el cual una persona hace desaparecer
los vicios de otro acto que se halla sujeto a una acción de nulidad» (M. U. Salerno y C. A. R.
1008 19. La confirmación del contrato anulable
comparado afirmar que «la confirmation est l'acte par lequel une personne renon-
ce au droit d'invoquer une nullité. La confirmation est la simple renonciation au
droit d'agir en nullité»4. «La convalida constituisce la rinuncia al diritto potestativo
di annullamento (...). La convalida (...) sottrae il negozio al pericolo dell'annu-
llamento cui è esposto e lo rende definitivamente valido»5. «La confirmation d'un
acte justiciable de l'annulabilité est prévue par le BGB (s. 144); elle consiste en une
déclaration de volonté qui émane du titulaire de la faculté d'annulation (Anfech-
tungsberechtigte) et qui a pour objet de renoncer à cette annulation»6. Así pues, esta
renuncia constituye el elemento más relevante de la concepción actual o
moderna sobre la naturaleza jurídica del referido mecanismo jurídico7.
Lagomarsino, Código civil argentino y legislación complementaria, Buenos Aires, Ed. Heliasta,
1993, p. 304).
(4) J. Flour y J.-L. Aubert, op. cit., p. 258. En el mismo sentido, vid. J. Flour, J.-L.
Aubert y É. Savaux, Les obligations. 1. L'acte juridique, 12ª ed., Paris, Sirey, 2006, p. 279 y
F. Nammour, R. Cabrillac, S. Cabrillac y H. Lécuyer, Droit des Obligations. Droit français-
Droit libanais. Perspectives européennes et internationales, París, Bruylant. Delta. LGDJ, 2006,
p. 141. «La confirmation présente la particularité d'émaner de celui qui était en droit d'invoquer la
nullité: il renonce à ce droit, ce que lui permet expressément l'article 1338» (A. Bénabent, Droit civil.
Les obligations, 10ª ed., París, LGDJ, 2005, p. 160). «Art. 1.338 Code civil: La confirmation,
ratification, ou exécution volontaire dans les formes et à l'époque déterminées, par la loi
emporte la renonciation aux moyens et exceptions que l'on pouvait opposer contre cet
acte, (...)». Conviene señalar que, tras la reforma del Code, la más importante en los más de
dos cientos años de su vigencia, en vigor desde el 1 de octubre de 2016, según prescripción
del art. 9 del Ordonnance nº 2016-131 du 10 février 2016, portant réforme du droit des contrats, du
régime général et de la preuve des obligations, el precepto de referencia en el C.c. francés es el
art. 1182, según el que «La confirmation est l’acte par lequel celui qui pourrait se prévaloir
de la nullité y renonce. (...)». El Ordenamiento jurídico español cuenta con el apoyo de los
preceptos 1309 («la acción de nulidad queda extinguida») y 1311 (voluntad de renunciar al
derecho a invocar la causa de nulidad) del Cc y sería coherente con la concepción pacífica
de la acción de impugnación entendida como un derecho potestativo destinado a privar de
validez al contrato: ahora bien, en sentido inverso, una vez renunciada a la acción, la validez
del contrato operaría ya sin posible contradicción. Línea que se mantiene en el art. 1307
(«La facultad de anulación queda extinguida (...)», de la Propuesta para la modernización del
Derecho de obligaciones y contratos de la Comisión General de Codificación, Madrid, ed. Im-
prenta Nacional del Boletín Oficial del Estado, 2009, p. 117.
(5) G. Bianchi, Nullità e annullabilità del contratto, Milán, CEDAM, 2002, p. 708.
A. Cataudella, I contratti, Turín, G. Giappichelli Editore, 1994, p. 155. «La giurisprudenza
è pacifica nell'affermare che la convalida del negozio annullabile, importando rinuncia al diritto di
chiedere l'annullamento, ha per effetto di rendere inoppugnabile il negozio e definitivi gli effetti che sono
stati prodotti» (N. Distaso, I contratti in generale, Turín, UTET, 1980, p. 2051). Efectivamente,
la jurisprudencia italiana se muestra a favor de esta concepción, como ponen de manifiesto,
por ejemplo, las sentencias de Cass. 13 maggio 1952, nº 1360, in Giur. compl. Cass. civ., 1953,
I, p. 210.; Cass. 23 apprile 1953, nº 1104, in Giur. it., 1954, I, 1, col. 303 (M. C. Diener, Il
contratto in generale. Manuale e applicazioni pratiche dalle lezioni di Guido Capozzi, Milán, Guiffrè
Editore, 2002, nota nº 102 de la p. 777).
(6) M. Pédamon, Le contrat en droit allemand, París, LGDJ, 1993, p. 90.
(7) «A party to contract, whose consent was caused by fraud or misrepresentation, may, if he
thinks fit, insist that the contract shall be performed, and that he shall be put in the position in which he
would have been if the representations made had been true» (P. C. Markanda, The Law of Contract,
1ª ed., Vo. 1, Nueva Delhi, Ed. Wadhawa and Company Nagpur, 2006, p. 429). «In the case of
voidability, all the effects of the juridical act occur, as if the act were valid, and these effects will remain
I. Concepto y delimitación de la confirmación 1009
if no one has recourse to the courts» (M. P. Stathopoulos, Contract Law in Hellas, Atenas, Kluwer
Law International, 1995, p. 113).
(8) M. Dupont, «Nullité absolue et nullité relative», La nullité des contrats. Patrick
Wéry (Coord.), Bruselas, Ed. Larcier, 2006, pp. 74-75. Así, el Ordenamiento jurídico filipino
prescribe, en su art. 1.396 Civil Code, que «ratification cleanses the contract from all its defects
from the moment it was constituted». «One of the consequences of ratification of the contract is its legal
purification and its being made as a regular and untainted contract» (E. L. Pineda, Obligations and
Contracts, Quezon City, Ed. Phoenix Press, 2000, p. 553. H. S. De León, Comments and Cases
on Obligations and Contracts, 4ª ed., Quezon City, Rex Printing, 2003, p. 781).
(9) X. O'Callaghan, Compendio de Derecho civil. Tomo II. Derecho de Obligaciones, 6ª ed.
correg., Madrid, Dijusa, 2009, p. 297. Según el art. 1313 Cc «La confirmación purifica al
contrato de los vicios de que adoleciera desde el momento de su celebración». A mayor
abundamiento vid. J. M. Lete del Río y J. Lete Achirica, Derecho de Obligaciones. Vol. I.
Teoría general de la relación obligatoria y del contrato. Derecho de daños, Pamplona, Thomson.
Aranzadi, 2005, p. 568. J. L. Concepción Rodríguez, Derecho de Contratos, Barcelona, Bosch,
2003, p. 120. I. Escobar Fornos, Derecho de Obligaciones, 2ª ed., Managua, Ed. Hispamer,
2000, p. p. 516. R. Bernad Mainar, Derecho civil patrimonial. Obligaciones, T. 2º, Caracas, Ed.
Gráficas León, 2006, p. 309. V. Aguilar Guerra, El negocio jurídico, 6ª ed., Guatemala, Ed.
Diamond, 2008, p. 534.
(10) A. M. Morales Moreno, «Anulabilidad del contrato», Código Europeo de Con-
tratos. Academia de Iusprivatistas Europeos (Pavía), t. II. Comentarios en homenaje al Prof. D. José
Luis de los Mozos y de los Mozos (Dirs. C. Vattier, J. M. de la Cuesta y J. M. Caballero), Madrid,
Dyckinson, 2003, p. 584.
(11) Propuesta de Reglamento del Parlamento europeo y del Consejo relativo a una norma-
tiva común de compraventa europea. Bruselas, 11.10.2011. COM (2011) 635 final. 2011/0284
(COD). El énfasis es nuestro.
1010 19. La confirmación del contrato anulable
(12) O. Gomes, Contratos, 11.ª ed., Río de Janeiro, Companhia Editora Forense, 1986,
p. 216.
(13) J. D. Delgado Echeverría y M.ª A. Parra Lucán reconocen que se trata de
«una teoría bastante extendida en nuestra doctrina» (Las nulidades de los contratos. En la
teoría y en la práctica, Madrid, Dykinson, 2005, p. 336).
(14) A mayor abundamiento, el art. 1.301 Cc guatemalteco dispone que «(...) los ne-
gocios que adolecen de nulidad absoluta no producen efecto ni son revalidables por con-
firmación» (V. Aguilar Guerra, op. cit., p. 512). A su vez, el art. 1.352 Cc venezolano pres-
cribe que «no se puede hacer desaparecer por ningún acto confirmatorio los vicios de un
acto absolutamente nulo por falta de formalidades» (J. S. Mélich-Orsini, Doctrina General
del Contrato, 4ª ed. ampliada y corregida, Caracas, Ed. Torino, 2006, p. 340. R. Bernad Mai-
nar, op. cit., p. 310). Y el art. 1.742 Cc de Colombia prohíbe la confirmación del acto que
adolece de una nulidad absoluta por objeto o causa ilícitos (J. V. Ledesma Gil, Teoría general
de las obligaciones, 1ª ed., Medellín, Biblioteca Jurídica Diké, 2003, p. 783). De acuerdo con
el art. 2.204 Cc de Nicaragua la nulidad absoluta no puede subsanarse por la confirmación.
Y ello porque la nulidad absoluta se establece en interés de la moral y de la ley, superiores
a la voluntad de las partes (I. Escobar Fornos, op. cit., p. 513). En relación a la nulidad
absoluta, el art. 2.227 Cc federal mexicano prescribe que «(...) de ella puede prevalerse
todo interesado y no desaparece por la confirmación o la prescripción» (S. T. Arzúa Reyes,
Teoría General de las Obligaciones, 4ª ed., México, Ed. Porrúa, 2004, p. 36. M. Borja Soriano,
Teoría General de las Obligaciones, 20ª ed., México, Ed. Porrúa, 2006, p. 97). Art. 1.410 Cc fili-
pino: «Void Contracts, Not Ratificable.–Void contracts cannot be ratified because in the contemplation
of the law, they do not exist. What does not exist cannot be approved. Only existing contracts, though
defective, may be ratified». E. L. Pineda, op. cit., p. 554. Para terminar, el art. 1.423 Cc italiano
dispone que «Il contratto nullo non può essere convalidato, se la legge non dispone diversamente»
(P. Rescigno, Trattato di Diritto privato. T. 2 Obbligazioni e contratti, 2ª ed., Turín, UTET, 1995,
p. 560). Asimismo, consúltense los preceptos 140 BGB y 145 Código Europeo de Contratos de
la Academia de Pavía: «La nullité absolue est ineffaçable, donc insusceptible de confirmation et de
prescription: aucun événement ultérieur ne saurait donner vie à un organisme mort-né» (J. Flour y
J.-L. AUbert, 1994, op. cit., p. 240). «Lorsque le contrat est entaché d'une cause de nullité absolue,
il est impensable de permettre aux parties d'éluder l'annulation de l'acte. Le droit de confirmation étant
une application du principe de l'autonomíe de la volonté comporte la même restriction que le principe
dont elle procède: la volonté de l'individu reste impuissante lorsqu'elle tendrait à porter atteinte à l'ordre
public» (M. Dupont, op. cit., p. 73. La nulidad absoluta es incurable. A. Von Tuhr, Tratado
de las Obligaciones, trad. W. Roces, Granada, Comares, 2007, p. 133). Finalmente, el art.
3.5.2 de los Principios de la Organización para la Armonización del Derecho Comercial en
el Caribe (OHADAC) sobre los contratos comerciales internacionales llevan por encabe-
zamiento «Confirmación del contrato anulable». Principios OHADAC sobre los contratos
comerciales internacionales, 2015., p. 43, en file:///C:/Documents%20and%20Settings/
USUARIO/Mis%20documentos/Downloads/Principios%20OHADAC%20sobre%20
los%20contratos%20comerciales%20internacionales.pdf
I. Concepto y delimitación de la confirmación 1011
(15) O. Gomes, Contratos, 2ª ed., Rio de Janeiro, Companhia Editôra Forense, 1966,
p. 197.
(16) El énfasis es nuestro.
(17) El énfasis es nuestro.
(18) F. Nammour, R. Cabrillac, S. Cabrillac y H. Lécuyer, op. cit., p. 139.
(19) M. Pasquau Liaño, Nulidad y anulabilidad del contrato, Madrid, Civitas, 1997, p.
323. Asimismo, no entendió el TS confirmado un contrato de compraventa con infracción
de la prohibición señalada en el art. 1459.2º Cc (compró el bien el mandatario, a través de
persona interpuesta) a pesar de que el representado cobró el precio (STS 11 junio 1966) y
declaró nulo un contrato de venta de un bien que en parte correspondía a la hija menor
de la vendedora, sin contar con autorización judicial, a pesar de que una vez alcanzada la
mayoría de edad la hija (demandante) había suscrito la escritura de testamentaría en la que
se excluía expresamente el bien vendido (STS 14 marzo 1983): Ibídem, p. 324. Una profusa
relación jurisprudencial se contiene en J. D. Delgado Echeverría y M.ª A. Parra Lucán,
op. cit., pp. 340-341. A mayor abundamiento consúltese, L. H. Clavería Gonsálbez, La
confirmación del contrato anulable, Zaragoza, Publicaciones del Real Colegio de España, 1977,
pp. 45-46.
1012 19. La confirmación del contrato anulable
(20) Según el art. 2.227 Cc federal de México la nulidad relativa se extingue por
prescripción o por la confirmación del acto y sólo la pueden hacer valer los directamente
interesados (J. Martínez Alfaro, Teoría de las Obligaciones, 9ª ed., México, Ed. Porrúa,
2003, p. 128). Conforme al art. 1.304 Cc guatemalteco «el contrato anulable puede ser re-
validable por confirmación» (V. Aguilar Guerra, op. cit., p. 531. Como se deduce del art.
2º de la Ley colombiana nº 50 de 1936, la nulidad relativa es susceptible de confirmación
(J. V. Ledesma Gil, op. cit., p. 782). La nulidad relativa puede subsanarse por la ratifica-
ción del acto o contrato nulo. Así lo establece el art. 2.205 Cc de Nicaragua (I. Escobar
Fornos, op. cit., p. 516). Conforme al art. 1.390 Cc de Filipinas «the following contracts are
voidable or annullable (...). These contracts are binding, unless they are annulled by a proper action
in court. They are susceptible of ratification». Y el art. 1.392 del mismo cuerpo legal prescribe
que la «ratification extinguishes the action to annul a voidable contract» (E. L. Pineda, op. cit.,
p. 551. H. S. De León, op. cit., p. 778). El art. 1.444 del Cc italiano de 1942 introduce la
posibilidad, para el contratante en cuyo interés es atribuida la acción de anulabilidad, de
convalidar el contrato (G. Alpa y M. Bessone, Effetti, invalidità e risoluzione del contratto, Tu-
rín, UTET, 1992, p. 746). Y la doctrina científica se manifiesta unánimemente en la misma
dirección. El acto anulable puede ser ratificado por quien podría demandar la nulidad (S.
T. Arzúa Reyes, op. cit., p. 27). La anulabilidad es sanable, esto es, admite la confirmaçao
y se purifica por el transcurso del tiempo (O. Gomes, op. cit., 11 ª ed., p. 214). En la hipó-
tesis de la nulidad relativa el vicio que afecta al acto es susceptible de confirmación (J. S.
Mélich-Orsini, op. cit., p. 340).
(21) «The general rule is that minors are not bound to honour obligations under contracts
which they have entered into unless and until they either expressly or by implication ratify (i.e.,
indicate that they intend to be bound by) the contract after reaching the age of majority. It must be
emphasised that contracts with minors are not void, in the sense that there is no contract between
the parties, but are merely unenforceable against the minor» (L. Kit-Wye, V. C. S. Yeo y L. Kee
Yang, Contract Law, Singapur, Ed. Butterworths Law for Business Series, 1998, p. 156).
«S. 2:5 Ratification at majority.– When a minor reaches the age of majority, he or she can ratify an
agreement made during infancy, which then becomes valid and binding» (H. O. Hunter, Modern
Law of Contracts, St. Paul, Thomson-West, 2007, pp. 2-6 y 2-7. P. C. Markanda, op. cit., p.
63). Por su parte J. Corrin Care recoge la posibilidad de confirmación en el marco del
contrato anulable por duress que vicia el consentimiento de la parte que sufrió la coacción
(J. Corrin Care, Contract Law in the South Pacific, Sydney, Cavendish Publishing Limited,
2001, p. 199).
(22) Con todo, la referencia se torna expresa en el Comentario que los autores L.
Díez-Picazo, E. Roca Trías y A. M. Morales realizan en el epígrafe «XII. La confirmación
de los contratos anulables» de la obra L. Díez-Picazo, E. Roca Trías y A. M. Morales, Los
Principios del Derecho europeo de contratos, Madrid, Civitas, 2002, p. 239.
II. Ejercicio de la confirmación 1013
(23) Según precisa la doctrina científica francesa –al margen de la numeración, per-
teneciente a la regulación anterior a la reforma del Code de 1 de octubre de 2016–, «la
confirmation est réglementée au titre III du livre III (Des preuves) par les arts. 1.338 à 1.340, ce qui
revèle un vice de méthode manifeste. Il faut distinguer la confirmation envisagée comme un acte juridi-
que, de l'acte confirmatif, acte instrumentaire qui n'est qu'un mode de preuve de la confirmation. La
rédaction un peu obscure de l'article 1338 est due à la confusion des deux sens» (F. Terré, P. Simler
e Y. Lequette, Droit civil. Les obligations, 8ª ed., París, Dalloz, 2002, nota nº 5 de la p. 395).
(24) Como afirma la doctrina francesa, la confirmación debe ser, en sí misma, irré-
prochable, es decir que la parte que renuncia a la nulidad debe hacerlo en conocimiento de
causa. Es preciso que el confirmante tenga, en el momento en que él confirma, la noción
precisa y cierta del vicio que hay que purgar (M. Dupont, op. cit., p. 75). Así, en la regula-
ción posterior a la reforma del Code de 1 de octubre de 2016, su art. 1182 exige que «Cet
acte mentionne l’objet de l’obligation et le vice affectant le contrat». Y en el Ordenamiento
jurídico alemán, «pour que la confirmation intervienne valablement, il est nécessaire que celui ou
ceux qui confirment aient connu la nullité ou aient eu des doutes sur la validité de l'acte. Le s. 144
BGB envisage la confirmation d'un acte susceptible d'annulabilité; il s'agit (...) d'une déclaration de
volonté émanant du titulaire du droit de contester l'acte (...)» (F. Ferrand, op. cit., p. 258. E. Eira-
nova Encinas, op. cit., p. 86. Por lo que a la doctrina italiana se refiere, vid., por toda ella,
P. Rescigno, op. cit., p. 560).
(25) J. Flour y J.-L. Aubert, op. cit., p. 258. Una declaración ambigua o mezclada con
protestas o reservas no puede ser considerada como una confirmación (M. Dupont, op. cit.,
p. 75).
(26) J. S. Mélich-Orsini, op. cit., p. 343. Permaneciendo en la doctrina científica ve-
nezolana, vid. también R. Bernad Mainar, op. cit., pp. 310-311. «Pour qu'il y ait confirmation,
il faut tout d'abord que le titulaire de l'action en nullité ait connu le vice qui affectait l'acte juridique
et qu'il soit animé par l'«intention de réparer» (art. 1.338 Code civil), c'est-à–dire par la volonté de
renoncer à agir en nullité. Sinon, il n'y aurait à proprement parler pas de consentement» (Cass. com.,
29 mars 1994, D. 1994, Inf. rap., p. 109: F. Terré, P. Simler y Y. Lequette, op. cit., p. 400).
1014 19. La confirmación del contrato anulable
(27) J. L. Concepción Rodríguez, op. cit., p. 122. X. O'Callaghan, op. cit., p. 298.
Igualmente, el art. 1307.II de la Propuesta para la modernización del Derecho de obligaciones y
contratos de 2009 de la Comisión General de Codificación, advierte que «la confirmación
no necesita el concurso de aquel de los contratantes a quien no correspondiese ejercitar la
facultad de anular».
(28) El art. 1.696 Cc chileno determina que «ni la ratificación expresa ni la tácita se-
rán válidas, si no emanan de la parte o partes que tienen derecho de alegar la nulidad» (A.
Guzmán Brito, Código civil chileno, Pamplona, Aranzadi, 2006, p. 424). Según el art. 2.207
Cc de Nicaragua prescribe que el acto confirmatorio se haga por quien tiene derecho a pe-
dir la rescisión (I. Escobar Fornos, op. cit., p. 516). Solo el afectado es el que puede pedir
la declaración de nulidad, pues a él y nada más que a él compete tomar sus determinacio-
nes, por ello el art. 2.230 Cc federal mexicano dispone que «la nulidad por causa de error,
dolo, violencia, lesión o incapacidad solo puede invocarse por el que ha sufrido esos vicios
del consentimiento, se ha perjudicado por la lesión o es el incapaz» (S. T. Arzúa Reyes, op.
cit., p. 37). Del mismo modo el art. 1.395 Cc filipino determina que la «ratification does not
require the conformity of the contracting party who has no right to bring the action for annulment».
Efectivamente, «it is the innocent party who has the prerogative to annul or not to annul a voidable
contract. The one who caused the vice of consent personally or through a third person is not allowed
to file a case of annulment because of the principle that «he who comes to court, must come with clean
hands», and «a guilty party is not allowed to benefit from his own wrong». Consequently, there is no
need to require the conformity of the said contracting (guilty) party before the innocent party may ratify
the defective contract» (E. L. Pineda, op. cit., p. 555. H. S. De León, op. cit., p. 781).
(29) STS, 8 junio 1973, Sala 1ª, Ponente Prieto Delgado (RJ 2460, 1973), tomo XL, p.
1977 (J. L. Concepción Rodríguez, op. cit., p. 123). Dicho requisito, por ejemplo, sirve de
nexo de unión entre el Derecho francés, y su art. 1.338 Code (en la numeración anterior a la
reforma de 1 de octubre de 2016), y el Derecho libanés, y su art. 236 Code des obligations et des
contrats (F. Nammour, R. Cabrillac, S. Cabrillac y H. Lécuyer, op. cit., p. 142).
II. Ejercicio de la confirmación 1015
tores hace una referencia constante al Derecho comparado así como a los arts. 1311 y 1309
Cc Español (Ibidem pp. 239-240).
(35) O. Lando y H. Beale, Principles of European Contract Law. Parts I and II, ed.
combined y revised, La Haya, Kluwer Law International, 2000, p. 277. O. Lando y H. Bea-
le, Principios de Derecho contractual europeo. Partes I y II, ed. de P. Barres Benlloch, J. M.
Embid Irujo y F. Martínez Sanz, Colegios Notariales de España, Madrid, 2003, p. 400.
Ciertamente, la débil posición jurídica de la confirmación del contrato sin conocimiento se
refuerza con llamadas externas: Intención y Buena Fe y Justo Trato. Está por ver la reacción
de los sistemas jurídicos estatales a lo que no es sino una propuesta de relajación del requi-
sito mismo constitutivo del acto confirmatorio, esto es, el consentimiento. Las perspectivas,
ciertamente, no son nada halagüeñas, si se presta atención, por ejemplo, al sistema jurídico
francés, cuya doctrina afirma que «no hay confirmación si, en el momento en que la parte
en cuestión lleva a cabo voluntariamente los actos de ejecución previstos en el contrato,
todavía no conoce los vicios de la obligación. (...). En caso contrario, la confirmación no
será la obra de una voluntad libre y consciente, condición de validez de todo acto jurídico
(Cass., 21 septembre 1995, Arr. Cass., 1995, p. 808, Pas., 1995, I, p. 837; Gand, 24 octobre 2002,
TGR, 2003, p. 207»: M. Dupont, op. cit., p. 75). Tal vez la referencia única al sistema por
excelencia de Derecho civil continental, con su vigoroso principio de seguridad jurídica, no
sea justo para la vanguardia propugnada desde los Principles of European Contract Law y no
aporte una visión objetiva del panorama general de esta concreta cuestión.
(36) Principios OHADAC sobre los contratos comerciales internacionales, op. cit., p. 43.
II. Ejercicio de la confirmación 1017
sation de la violence, et que, dans le cas de nullité pour incapacité, elle ne peut inter-
venir qu'après que celle-ci a pris fin. Or, si la première solution est pleinement exacte,
la seconde ne l'est que partiellement: les actes d'un majeur en curatelle peuvent être
confirmés, alors que la mesure de curatelle est encore en vigueur, soit par l'incapable
assisté de son curateur, soit même simplement par ce dernier (art. 510-1 Code civil).
Trop étroite, surtout, car la confirmation ne doit pas seulemente être exempte du vice
qui entachait le contrat confirmé, mais bien de tout vice qui la frapperait, en elle-mê-
me, de nullité: comme tous les actes juridiques, elle suppose un consentement libre et
éclairé, exprimé par une personne capable»37.
Si la causa de anulación no ha cesado todavía, es decir, si el sujeto sigue
siendo menor o incapaz, el error o el dolo no han sido descubiertos, o per-
siste la coacción, el acto confirmatorio estaría asimismo viciado y por ello,
sería ineficaz. Efectivamente, con carácter general, del art. 1311 Cc espa-
ñol se deriva una exigencia final: que la causa de anulabilidad haya cesado
por desaparición del vicio que la motiva38. Asimismo, el último apartado
del art. 1.444 Cc italiano establece que la convalidación no tiene efecto si
persiste el vicio del consentimiento o del estado de la incapacidad. Y el art.
1182 Code, en la reforma posterior al 1 de octubre de 2016, entiende que
«(...) En cas de violence, la confirmation ne peut intervenir qu’après que
la violence a cessé. (...)»39. Pero, obviamente, la convalidación es nula
también cuando la voluntad de convalidación aparece viciada por un vicio
diferente del que afecta al contrato en cuestión40.
La doctrina científica comparada muestra el mismo parecer unáni-
me. De este modo, se exige que «que la confirmation soit exempte de ce même
(37) Civ. 3ª, 26 janv., 1972, JCP 1972, II, 17 104 (J. Flour, J.-L. Aubert y É. Savaux,
op. cit., p. 280).
(38) STS 6 de noviembre de 1948, Sala 1ª, Ponente Valledor. RGLJ, IV, Jurisprudencia
civil, tomo 24, oct-diciembre 1948, p. 194. (J. L. Concepción Rodríguez, op. cit., p. 123. X.
O'Callaghan, op. cit., p. 299). Conforme al art. 2.207 Cc nicaragüense, el acto de ratifica-
ción hecho por el perjudicado, una vez cesada la incapacidad, ha de estar exento de todo
vicio de nulidad (sin violencia, sin error): I. Escobar Fornos, op. cit., p. 516. Asimismo, el
art. 2.233 Cc federal mexicano ordena que un acto nulo solo pueda ser confirmado cuan-
do los vicios que lo afectan hayan desaparecido y el que los padeció se encuentre libre de
cualquier otro que igualmente restrinja sus determinaciones (S. T. Arzúa Reyes, op. cit.,
p. 37). El art. 1.304 Cc guatemalteco requiere que el que emita la declaración de voluntad
tenga conocimiento de la causa de nulidad, y que esta haya cesado; requisitos que parecen
lógicos, pues hasta que no se den esas circunstancias el confirmante no es consciente del
alcance de su declaración, ni puede ser que cuente con el grado de libertad suficiente para
hacerla (V. Aguilar Guerra, op. cit., p. 535).
(39) Y, en la regulación anterior a la reforma de 1 de octubre de 2016, «Prenant
appui sur l’article 1115 du Code civil qui exige pour la validité de la confirmation, que la violence ait
cessé, la doctrine enseigne généralement que la confirmation est subordonnée à la disparition préalable
du vice» (F. Terré, P. Simler y Y. Lequette, op. cit., p. 400).
(40) G. Alpa y M. Bessone, op. cit., p. 750. Según el art. 1.060 Cc argentino: «Los
actos nulos o anulables no pueden ser confirmados por las partes que tengan derecho a
demandar o alegar la nulidad, antes de haber cesado la incapacidad o vicio de que ella pro-
venía, y no concurriendo ninguna otra que pueda producir la nulidad del acto de confirma-
ción» (M. U. Salerno y C. A. R. Lagomarsino, op. cit., p. 305). En este sentido, el art. 1.697
Cc chileno utiliza una fórmula general al determinar que «no vale la ratificación expresa o
tácita del que no es capaz de contratar» (A. Guzmán Brito, op. cit., p. 424).
1018 19. La confirmación del contrato anulable
vice»41. «The cause of voidability should have already ceased or disappeared at the
time of the ratification. Otherwise, if the cause of voidability is still present "such as
subsisting intimidation" the act of confirmation would also suffer from the very vice
or defect it is attempting to cure»42.
(41) J. Flour y J.-L. Aubert, op. cit., p. 258. «Il faut (...) que le vice ait disparu (par ex. le
contractant trompé a découvert la situation exacte)» (A. Bénabent, op. cit., p. 160). «Il faut (...) que
le vice affectant l'acte ait disparu au moment de la confirmation» (F. Nammour, R. Cabrillac, S.
Cabrillac y H. Lécuyer, op. cit., pp. 141-142).
(42) E. L. Pineda, op. cit., p. 551. La doctrina venezolana se manifiesta en el mismo
sentido: vid. J. S. Mélich-Orsini, op. cit., pp. 342-343.
(43) «Prenant appui sur l'article 1311 du Code civil qui exige pour la validité de la confir-
mation, que le mineur soit devenu majeur, la doctrine enseigne généralement que la confirmation est su-
bordonnée à la disparition préalable du vice» (F. Terré, P. Simler y Y. Lequette, op. cit., p. 400).
(44) De este modo, un menor de edad puede ratificar un contrato después de al-
canzar la mayoría de edad: E. Mckendrick, Contract Law, 4ª ed., Londres, Ed. Palgrave,
2000, p. 345. «The minor as a general rule becomes liable on the contract if he ratifies it after reaching
full age» (G. Treitel, The Law of Contract, 11ª ed., Londres, Ed. Thomson. Sweet & Maxwell,
2003, p. 549). En sentido inverso, la anulación o, al contrario, la ratificación del contrato
durante la minoría de edad carece de eficacia jurídica. Tales enseñanzas fueron establecidas
en el caso Slator v. Trimble (1841)14 Ir CLR 342, en las pp. 351-352, en los siguientes térmi-
nos: «The principle upon which it is held that an infant should not be absolutely bound by such a lease,
executed during his infancy, but that it is voidable against him, would also establish that he should
not be bound by any act done by him during minority, either in confirmation or avoidance of that lease;
but that the power of making his election when he attains full age, and of then avoiding or confirming
the lease, as he may think fit, should be preserved to him during the entire of his minority, and that he
should not be deprived of such power by an act done by him during that period» (B. M. Ho, Hong Kong
Contract Law, Hong Kong, Ed. Butterworth & Co. (Asia) Pte. Ltd., 1989, p. 147).
(45) P. Gillies y N. Selvadurai, op. cit., p. 265.
(46) La mayoría de la Corte Suprema de Canadá juzgó, en el caso litigioso Bawlf
Grain Co. v. Ross (1917), 55 SCR 232 (SCC) que cualquier contrato podría ser ratificado por
el alcohólico cuando se encuentre sobrio (G. H. L. Fridman, op. cit., p. 175). «Drunkenness
as a defence is similar to mental disorder. If a person was so drunk as to be incapable of transacting bu-
siness or knowing what he was about and the other party knew it the contract is not enforceable against
him. Such a contract may be ratified by the drunken person on recovery of his senses: Matthews v. Baxter
(1873) LR 8 Ex 132, pp. 133 y 134» (B. M. Ho, op. cit., nota nº 103 de la p. 157).
(47) Así, en Norfolk Southern Corp. v. Smith, 262 Ga. 80, 414 SE 2d 485 (1992), la
Corte Suprema del Estado federado de Georgia resolvió «(...) that the contract of a mentally
incompetent person who has never been adjudicated to be mentally incompetent to the extent that he is
incapable of managing his estate is not void but is merely voidable. However, one who is mentally in-
capable of making a contract or release may expressly, after being returned to mental competency, ratify
the contract, or may, by lapse of time after restoration of mental capacity, or sound mind, by implication
ratify the contract» (H. O. Hunter, op. cit., p. 2-27). «In the case of both drunks and those suffering
from temporary periods of mental disorder, a contract ratified during sober or lucid moments is valid»
(J. Poole, Textbook on Contract Law, 8ª ed., New York, Oxford University Press, 2006, p. 625.
A mayor abundamiento, consúltese J. D. Calamari y J. M. Perillo, The Law of Contracts, 4ª
ed., St. Paul, West Publishing Co., 1998, pp. 279, 283, 287, 296 y 300). «If the strict require-
ments for establishing incapacity are fulfilled, it should, nevertheless, be possible for ratification to take
II. Ejercicio de la confirmación 1019
A. Precisión de la categoría
place if the mental incapacity ceases» (L. Koffman y E. Macdonald, The Law of Contract, 5ª ed.,
Aberystwyth, Ed. LexisNexis UK, 2004, p. 483; P. Gillies y N. Selvadurai, op. cit., pp. 270-
271). «After reaching majority, the former infant has the power to ratify the contract, that is, surrender
her power of disaffirmance. Ratification renders the contract fully binding on both sides» (G. Klass,
Contract Law in the USA, Bedfordshire, Wolters Kluwer. Law & Business, 2010, p. 102).
(48) Como afirma la doctrina científica francesa, «le tout est de savoir si un tel consente-
ment s'est vraiment manifesté. Mais ce n'est pas un problème de fond; ce n'est qu'un problème de preu-
ve, (...)». De tal modo que, «stricto sensu, la confirmation n'est soumise à aucun formalisme. Elle
peut donc être expresse ou tacite» (J. Flour y J.-L. Aubert, op. cit., p. 259). «La confirmation n'est
(...) soumise à aucune condition de forme: elle peut être expresse ou tacite, (...) (art. 1.338 al. 2 Code
civil)» (F. Nammour, R. Cabrillac, S. Cabrillac y H. Lécuyer, op. cit., p. 142). El Código
civil italiano, en el art. 1.444, prevé dos tipos de «convalida»: expresa y tácita (N. Distaso,
op. cit., p. 2050). «La convalida può essere espressa o tacita» (A. Cataudella, op. cit., p. 155). El
Ordenamiento jurídico alemán se manifiesta en la misma dirección (F. Ferrand, op. cit.,
p. 258). Lo mismo hace el Derecho mexicano sobre la base del art. 2.231 Cc federal (S. T.
Arzúa Reyes, op. cit., p. 37). Conforme a los arts. 1752, 1753 y 1754 del Código civil colom-
biano la convalidación o confirmación de las nulidades puede ser expresa o tácita (J. V. Le-
desma Gil, op. cit., p. 779). A mayor abundamiento, en la doctrina científica guatemalteca
se afirma que la «declaración puede manifestarse de forma expresa o tácita» (V. Aguilar
Guerra, op. cit., p. 535). En lo que atañe a la doctrina brasileña, consúltese O. Gomes, op.
cit., 1966, p. 198. Finalmente, en la doctrina filipina, vid. E. L. Pineda, op. cit., p. 552.
(49) «Art. 4:114: Confirmation. If the party which is entitled to avoid a contract confirms
it, expressly or impliedly, after it knows of the ground for avoidance, or becomes capable of acting freely,
avoidance of the contract is excluded» (O. Lando y H. Beale, op. cit., p. 277).
(50) En los contratos internacionales el art. 3.12 de los Principios UNIDROIT dice
que «No habrá lugar a la anulación del contrato si la parte facultada para darlo por anulado
lo confirma de una manera expresa o tácita una vez que ha comenzado a correr el plazo
para comunicar la anulación». La confirmación puede ser, naturalmente, expresa o tácita
(J. M. Lete del Río y J. Lete Achirica, op. cit., p. 570).
(51) «(...) en los Principios, de acuerdo con el principio de libertad de forma (art.
3.1.2), la confirmación expresa no está sujeta a ninguna formalidad especial». Principios
OHADAC sobre los contratos comerciales internacionales, op. cit. p. 43.
1020 19. La confirmación del contrato anulable
B. Confirmación expresa
8. Sobre la base del art. 1.444.1º del Código civil italiano, la doctrina
científica italiana afirma que «il contratto annullabile può essere convalidato dal
contraente al quale spetta l'azione di annullamento, mediante un atto che contenga
la menzione del contratto e del motivo di annullabilità, e la dichiarazione che s'in-
tende convalidarlo»52. Asimismo, conforme al art. 1.338 Code civil francés –
en la regulación anterior a la reforma de 1 de octubre de 2016–, «[l]'acte de
confirmation ou ratification d'une obligation contre laquelle la loi admet l'action en
utilité ou en rescision n'est valable que lorsqu'on y trouve la substance de cette obli-
gation, la mention du motif de l'action en rescision, et l'intention de réparer le vice
sur lequel cette action est fondée»53. Y el art. 1182 Code, –en la regulación pos-
terior a la reforma de 1 de octubre de 2016,– exige que el acto de confirma-
ción «(…) mentionne l’objet de l’obligation et le vice affectant le contrat».
Ahora bien, conviene precisar el alcance de los citados preceptos franceses
advirtiendo que «(...) en dépit de la rédaction inexacte du texte, ce n'est là qu'une
condition de preuve, non de validité»54. Efectivamente, tales requisitos de los
arts. 1.338 y 1182 Code civil francés no son requisitos de validez formal sino
solamente de prueba. De ahí que «si les énonciations prévues ont été omises,
l'acte ne fera pas, par lui-même et à lui seul, pleine preuve de la confirmation. Mais
celle-ci ne sera pas nulle; et elle pourra être établie soit par l'aveu ou le serment, soit
même par témoignages ou présomptions si les conditions habituelles de recevabilité
de ces derniers modes de preuve sont réunies»55. Y esta misma precisión se ha-
lla en la doctrina italiana56. En consonancia con estas enseñanzas, cabe
(52) G. Bianchi, op. cit., p. 708. En el mismo sentido vid. P. Rescigno, op. cit., p.
560. A. Cataudella, op. cit., p. 155. M. C. Diener, op. cit., p. 777. A mayor abundamiento el
lector hallará igualmente este contenido en el art. 149 Cc brasileño (J. De Oliveira, Código
civil. Legislaçao brasileira, 45º ed., Sao Paulo, Ed. Saraiva, 1994, p. 36); en el art. 1.351 del Cc
venezolano (J. S. Mélich-Orsini, op. cit., p. 343. R. Bernad Mainar, op. cit., p. 310) y, por
ejemplo, en la doctrina científica colombiana (J. Cubides Delgado, Modos de extinguir las
obligaciones distintos del pago, Bogotá, Pontifica Universidad Javeriana, 1990, p. 185).
(53) A. Bénabent, op. cit., p. 151. Asimismo, el art. 1.061 Cc argentino es deudor del
precepto francés en los siguientes términos: «La confirmación puede ser expresa o tácita. El
instrumento de confirmación expresa debe contener, bajo pena de nulidad: 1º la substancia
del acto que se quiere confirmar; 2º el vicio de que adolecía; y 3º la manifestación de la in-
tención de repararlo» (M. U. Salerno y C. A. R. Lagomarsino, op. cit., p. 305).
(54) J. Flour y J.-L. Aubert, op. cit., p. 259. El énfasis es nuestro.
(55) Ibidem p. 259. «Il a même été jugé que la confirmation peut toujours être prouvée par tous
moyens (Civ. 24 déc. 1919, D. 1920, I. 12): et ce, suivant une règle applicable à toutes les renoncia-
tions (Civ. 25 juin 1958, Gaz. Pal. 1958, 2, 194; Civ. 3ª, 16 mai 1972, D. 1973, somm. 14)» (J.
Flour, J.-L. Aubert y É. Savaux, op. cit., nota nº 8 de la p. 280). «Il ne faut cependant pas se
méprendre sur la portée de cette disposition (art. 1.338, al. 1º). Elle n'a trait qu'à la preuve de l'acte
confirmatif. Faute d'être rédigé dans les conditions de précision indiquées, l'écrit ne pourra pas servir de
preuve. Mais la confirmation elle-même reste efficace, à condition que celui qui l'invoque puisse en faire
la preuve autrement, spécialement par témoins. L'acte confirmatif irrégulier peut servir de commence-
ment de preuve par écrit (art. 1.347) rendant recevable la preuve par tous moyens, sans limitation de
chiffre» (F. Terré, P. Simler y Y. Lequette, op. cit., p. 401).
(56) La ley italiana no exige al negocio de la convalidación el cumplimiento de una
fórmula sacramental, bastando con que la declaración de convalidación se haga en modo
tal que ponga de manifiesto claramente el concurso o la presencia de los elementos subje-
II. Ejercicio de la confirmación 1021
tivos y objetivos idóneos a la exacta calificación del acto. En particular, claramente está ne-
gado que la convalidación de los contratos anulables mediante confirmación expresa deba
ser necesariamente manifestada por escrito y ello porque la forma escrita no es un requisito
necesario y esencial a cada acto jurídico. Y además porque el legislador italiano, distin-
guiendo, dentro de la teoría de los contratos, aquellos en los que se exige la forma escrita
y aquellos para los que no es requerida, ha demostrado haber utilizado la locución «atto»
en el significado sustancial de manifestación de voluntad y no en aquel otro formal de
documento (Cass., 20 luglio 1967, nº 1867, I, 1776)». G. Alpa y M. Bessone, op. cit., p. 748.
(57) J. Flour, J.-L. Aubert y É. Savaux, op. cit., p. 283. F. Terré, P. Simler y Y. Leque-
tte, op. cit., p. 400.
(58) J. Flour, J.-L. Aubert y É. Savaux, op. cit., p. 283. Véase Bruxelles, 17 mai 2001,
RDC, 2003, p. 859. M. Dupont, op. cit., p. 77.
(59) J. Flour, J.-L. Aubert y É. Savaux, op. cit., p. 283. «Rappr. Civ. 1ª, 17 mars 1998,
Bull. civ. I, nº 120, Defrénois 1998, art. 36815, nº 75. obs. Aubert(«s'il est interdit de renoncer
par avance aux règles de protection établies par la loi sous le sceau de l'ordre public, il est en révanche
permis de renoncer aux effets acquis de telles règles»); Civ. 3ª, 27 oct. 1975, Bull. civ. III, nº 310
(«une partie peut toujours, après la naissance de son droit, renoncer à l'application d'une loi, fût-elle
d'ordre public»). En revanche, tant que ce droit n'est pas acquis, toute renonciation, anticipée à cet
égard, demeure interdite: Civ. 1ª, 10 avr. 1996, Bull. civ. I, nº 178; Civ. 1ª, 27 juin 1995, Bull. civ.
I, nº 228». (Ibídem nota nº 8 de la p. 282).
(60) «Lord Tenterden's Act-ratification in writing. No action shall be maintained whereby to
charge any person upon any promise made after full age to pay any debt contracted during infancy, or
upon any ratification after full age of any promise or simple contract made during infancy, unless such
promise or ratification shall be made by some writing signed by the party to be charged therewith» (N.
C. Seddon y M. P. Ellinghaus, op. cit., p. 811).
1022 19. La confirmación del contrato anulable
C. Confirmación tácita
10. La parte confirmante puede igualmente confirmar de modo tácito:
en ese caso, la voluntad de confirmar se deduce implícitamente de circuns-
tancias que no pueden interpretarse de ninguna otra forma sino como
indicativo de la voluntad de confirmar64. Es decir, la intención tácita o
implícita de confirmar ha de ser manifiesta, patente65. En este sentido,
(61) Williams v. Moor (1843) 11 M&W 256; 152 ER 798. Ibidem p. 810.
(62) Ibidem p. 825. P. Gillies yN. Selvadurai, op. cit., p. 265.
(63) 1938 Report of the New York Law Revision Commission 139, p. 286 J. D. Cala-
mari y J. M. Perillo, op. cit., nota nº 24 de la p. 286.
(64) Cass., 25 février 1943, Pas., 1943, p. 72. «An implied ratification may arise from
words, actions, or other conduct consistent with the terms of the agreement. Simply retaining the consi-
deration after reaching the age of majority may be sufficient to imply a ratification of the agreement»,
Holbrook v. Montgomery, 165 Ga. 514, 141 S.E. 408 (1928): H. O. Hunter, op. cit., p. 2-7.
(65) M. Dupont, op. cit., p. 75. G. Alpa y M. Bessone, op. cit., pp. 746-747. «Il faut (...)
qu'elle résulte d'une volonté certaine de la part de celui qui pourrait invoquer la nullité. (...) on admet
(...) une renonciation tacite à condition qu'elle soit non equivoque: la renunciation va se déduire d'un
comportement qui ne peut pas avoir plusieurs interprétations» (A. Bénabent, op. cit., p. 160. En
este sentido, el art. 1311 Cc español establece que «se entenderá que hay confirmación
tácita cuando, con conocimiento de la causa de nulidad y habiendo esta cesado, el que
tuviese derecho a invocarla ejecutase un acto que implique necesariamente la voluntad de
renunciarlo» (J.-L. Concepción Rodríguez, op. cit., p. 122. X. O'Callaghan, op. cit., p.
298). La nueva distribución de contenidos del art. 1307 de la Propuesta para la modernización
del Derecho de obligaciones y contratos de 2009 otorga una frase específica a la presente enseñan-
II. Ejercicio de la confirmación 1023
za jurídica, en los siguientes términos: «Se entenderá que hay confirmación tácita cuando
ejecutase (el titular de la facultad de anulación) un acto que implique necesariamente la
voluntad de renunciar a dicha facultad». Y, conforme al art. 1.306 Cc guatemalteco, cabe
la confirmación tácita «mediante la realización de actos concluyentes que revelen una vo-
luntad en este sentido, como la realización de un acto que implique necesariamente la
voluntad de renunciar al derecho a ejercitar la nulidad» (V. Aguilar Guerra, op. cit., p.
535). Por su parte, el art. 1.393 Cc filipino prescribe que «It is understood that there is a
tacit ratification if, with knowledge of the reason which renders the contract voidable and
such reason having ceased, the person who has a right to invoke it should execute an act
which necessarily implies an intention to waive his right» (E. L. Pineda, op. cit., p. 551. H.
S. De León, op. cit., p. 778).
(66) Snyder Enterprises, Inc. v. Ward, 872 F. Supp. 8 (EDNY 1995).
(67) Ibidem, p. 14.
(68) «Lorsqu'un plaideur veut démontrer la confirmation tacite d'un acte, il ne lui suffit pas
d'établir l'existence d'un acte de nature à fonder cette confirmation. Il lui faut encore démontrer qu'au
moment de cette exécution, le contractant connaissait le vice et avait l'intention de le réparer. À défaut
d'une telle connaissance du vice, l'exécution serait, en effet, dépourvue de signification. L'intention de
réparer doit résulter clairement des circonstances. Elle ne se présume pas. Ce n'est là que l'application
des principes généraux en matière de consentement» (F. Terré, P. Simler y Y. Lequette, op. cit.,
p. 402).
1024 19. La confirmación del contrato anulable
(69) M. Dupont, op. cit., p. 75. «Le Code civil lui-même, en son article 1338 alinéa 2, dispose
qu'il «suffit que l'obligation soit exécutée volontairement après l'époque à laquelle l'obligation pouvait
être valablement confirmée». Par exemple, dans un contrat de vente, si l'acheteur découvre la vérité sur
le vice, mais continue de payer le prix et utilise ou revend la chose, cette exécution ne se conçoit que par la
volonté consciente de ne pas demander la nullité du contrat» (A. Bénabent, op. cit., pp. 160-161).
«La confirmation tacite résulte de toute manière d'agir qui révèle l'intention de renoncer à invoquer
la nullité: spécialement, comme l'indique l'article 1338, de l'exécution volontaire du contrat. En effet,
celle-ci ne se comprendrait pas, de la part de quelqu'un qui souhaiterait se faire ultérieurement libérer de
son obligation» (J. Flour y J.-L. Aubert, op. cit., p. 259).
(70) «Si ha convalida tacita quando questi, conoscendo il motivo di annullabilità del con-
tratto, vi dia spontaneamente esecuzione (art. 1.444, co. 2º)» (A. Cataudella, op. cit., p. 155. N.
Distaso, op. cit., p. 2050. F. Galgano, op. cit., p. 360). En el mismo sentido se manifiestan
los arts. 1754 Cc colombiano (J. V. Ledesma Gil, op. cit., 779), 2.206 Cc nicaragüense (I. Es-
cobar Fornos, op. cit., p. 516), 1.351 Cc venezolano (J. S. Mélich-Orsini, op. cit., p. 343; R.
Bernad Mainar, op. cit., p. 310), 1.695 Cc chileno (A. Guzmán Brito, op. cit., p. 424), etc.
(71) O. Lando y H. Beale, op. cit., p. 277.
(72) A. M. Morales Moreno, op. cit., p. 584.
(73) Principios OHADAC sobre los contratos comerciales internacionales, op. cit., p. 46.
(74) A. Bénabent, op. cit., p. 160.
(75) N. Distaso, op. cit., pp. 2051-2054 y 2056.
II. Ejercicio de la confirmación 1025
The unexplained affirmation evidence meant that Haines had affirmed (tácitamente
o indirectamente) the contract»82.
Ahora bien, tal como observa la doctrina francesa –al calor de la re-
gulación anterior a la reforma de 1 de octubre de 2016–, «l'indication que
comporte l'article 1338 n'est pas limitative. De fait, l'exécution volontaire de la part
du débiteur n'est que l'un des cas où l'on peut induire de son attitude la volonté de
confirmer l'acte annulable. Par exemple, le fait de disposer, en connaissance de cau-
se, de la chose acquise en vertu d'un contrat dont on avait le droit de demander la
nullité, peut valoir confirmation tacite; de même, on peut induire une confirmation
tacite de ce que l'acheteur d'un immeuble, sachant qu'il pouvait demander la nulli-
té, démolit tout ou partie de celui-ci, car il se met sciemment dans l'impossibilité de
rétablir le statu quo ante»83.
12. Ciertamente, el interés de política legislativa de la protección del
menor en el ámbito de la confirmación detectado con anterioridad en De-
recho comparado también encuentra cauces de manifestación en el cam-
po específico de la confirmación tácita o implícita. Así, a diferencia del
régimen neutro general recién descrito, «part payment or other performance by
the infant, without more, will not ordinarily be deemed a ratification»84.
En Lee v. Thompson fue resuelto que «By the weight of authority the rule in
ratification of an infant's contract (...) is that mere acknowledgment that the obli-
gation has been incurred, or even a part payment thereon is not a ratification. Even
payment of interest, part payment of principal, and a mere acknowledgment of the
debt, or a statement, ‘I owe a debt and you will get your pay' was held not to be a
ratification»85. Y en International Accountants Soc'y v. Santana se resolvió que
«part payment made by an infant after attaining majority is not, without more, a
ratification»86.
13. El transcurso del tiempo puede implicar confirmación tácita, según
la doctrina mayoritaria87. Como si de vasos comunicantes se tratase, el
transcurso de un plazo razonable de tiempo para rescindir (anular) un
contrato equivale, en el campo de la confirmación, a una confirmación tá-
cita del contrato en cuestión: el principio de seguridad jurídica de las tran-
sacciones, el principio de promoción del desarrollo económico a través de
la contratación, el principio de justicia en la exclusión de la intromisión de
un cálculo especulativo de intereses privados y el principio de la autono-
mía de la voluntad (tácita) coadyuvan en la consecución de ese resultado
sustantivo o material.
Ahora bien, en el contexto de actuación referido, ¿qué hay que enten-
der por un plazo razonable de tiempo? ¿Se puede medir la razonabilidad
del tiempo con ocasión del ejercicio tácito o implícito del acto confirmato-
rio? Se trata de una cuestión práctica, de facto88, donde tiene mucho más
que decir el sentido común que los particularismos jurídicos.
Así, en North Ocean Shipping v. Hyundai Construction, «the parties negotiated
a contract for the construction of a ship, The Atlantic Baron, with the price fixed in
United States dollars. After payment of the first instalment, the United States dollar
was devalued by 10 percent and the defendant shipbuilder demanded a 10 percent
increase in the price as compensation. There was no contractual entitlement to the in-
crease but Hyundai made it clear that it would not continue with construction unless
it was granted. Because they were negotiating a particularly profitable charter which
they would not be able to perform unless the ship was completed on time, North Ocean
capitulated to Hyundai's demands. After delivery, however, they sought to recover the
additional payment alleging, among other things, that it had been obtained through
economic duress». Pues bien, en la resolución judicial el Juez Mocatta indicó:
«I think the facts found in this case do establish that the agreement to increase the
price by ten per cent reached at the end of June 1973 was caused by what may be called
«economic duress». The owners were (...) free from duress on 27th November 1974.
(...) after careful consideration, I have come to the conclusion that the important
(86) International Accountants Soc'y v. Santana, 166 La. 671, 117 So. 768, 59 ALR 276
(1928).
(87) «El contrato celebrado por un menor (...) se considerará válido si el menor
no ejercita la facultad de repudiación que le concede el legislador ‘within a reasonable time
after the attainment of majority'» (N. C. Seddon y M. P. Ellinghaus, op. cit., p. 797). «(...) for-
mer infant's failure to disaffirm within a reasonable time after reaching the age of majority is treated
as ratification». G. Klass, op. cit., p. 102. «"If the minor did not repudiate within a reasonable time
after attaining majority» el menor pierde su derecho a repudiar» (B. M. Ho, op. cit., p. 148). «(...)
an infant may disaffirm contracts until a reasonable time after reaching majority. Failure to do so is
a ratification» (J. D. Calamari y J. M. Perillo, op. cit., p. 284). «A failure to repudiate within
a reasonable period after regaining capacity will be tantamount to ratification» (P. Gillies y N.
Selvadurai, op. cit., p. 271). «La confirmación tácita se da por no intentar la acción (de
anulabilidad) en tiempo oportuno (...)» (S. T. Arzúa Reyes, op. cit., p. 37).
(88) «What is reasonable is a question of fact. Four to five years and 19 years have been held
to be unreasonable: Edwards v. Carter [1893] AC 360 (HL). Carnell v. Harrison [1916] 1 Ch 328»
(B. M. Ho, op. cit., p. 148=.
1028 19. La confirmación del contrato anulable
points here are that (i) since there was no danger at this time in registering a protest,
(ii) the final payments were made without any qualification, and (iii) were followed
by a delay until 31st July 1975 before the owners put forward their claim, the correct
inference to draw, taking an objective view of the facts, is that the action and inaction
of the owners can only be regarded as an affirmation of the variation (...)»89.
Asimismo interesa detenerse en el caso Allcard v. Skinner. En esta oca-
sión, «in 1868 the plaintiff, Allcard, entered a religious order, The Sister of the Poor,
the lady superior of which was the defendant, Skinner. Later, in compliance with her
vow of poverty, she handed over several large sums of money and some railway stock
to be held by Skinner on trust for the general purposes of the order. In 1879 Allcard
left the sisterhood and 6 years later, in 1885, commenced proceedings demanding re-
turn of her property»90. En la resolución judicial Lord Justice Bowen reconoció
que«at the time that Allcard made the gifts she was subject to Skinner's influence and
on that basis, she would have been entitled, on leaving the order, to recover so much of
her property as was then still in Skinner's hands. However, as she had delayed some 6
years before making demand, she could not succeed. By her delay she had acquiesced
in the continuation of the gift»91.
Las circunstancias que rodean al caso práctico en cuestión resultarán de
inestimable ayuda a la hora de desentrañar la presencia o no de una hipó-
tesis de confirmación tácita merced al transcurso del tiempo92. Así, puede
ocurrir que las circunstancias presentes en el caso práctico (la naturaleza
de la transacción comercial de que se trate, por ejemplo) demanden clara-
mente una rápida repudiación.
En Imperial Life Assur. v. Audette se discutió sobre la validez de una póliza
de seguro directo, celebrada estando el tomador ebrio. La resolución judi-
cial entendió que el tomador incurrió en una ratificación del contrato de
cobertura al no rechazarla cuando le fue entregada, estando ya sobrio93.
Y en el caso Bawlf Grain v. Ross se discutió sobre la venta de trigo por un
hombre que también estaba ebrio. Ahora bien, de inmediato tras la cele-
bración del contrato, –cuando el vendedor estaba sobrio y podía, en lu-
gar de haber adoptado una actitud pasiva, haber repudiado válidamente
el contrato,– el precio del trigo había subido sustancialmente. Pues bien,
el órgano judicial resolvió que el vendedor se encontraba vinculado por el
contrato de venta. La única posibilidad razonable para que el vendedor no
quedase vinculado por el contrato, habría consistido en un rápido rechazo
de la venta tan pronto como se encontrase sobrio. Su retraso en la repudia-
ción lo único que ponía de manifiesto era que el vendedor estaba atento a
las fluctuaciones del precio del trigo y no al deseo de repudiar, porque se
hubiera dado cuenta inmediatamente tras estar sobrio de que había hecho
un trato desventajoso cuando estaba bebido94. Es decir, en esta ocasión, las
circunstancias presentes en el caso en cuestión traen a colación, –en lo que
(89) North Ocean Shipping Co. Ltd. v. Hyundai Construction Co. Ltd. [1979] QB 705.
(90) Allcard v. Skinner (1887) 36 Ch D 145.
(91) Ibidem, p. 193.
(92) «What is a reasonable time depends of course upon the particular circumstances of each
case» (N. C. Seddon y M. P. Ellinghaus, op. cit., p. 809).
(93) Imperial Life Assur. Co. vs. Audette (1912), 1. WWR 819 (Alta SC).
(94) Bawlf Grain Co. v. Ross (1917) 55 SCR 232.
II. Ejercicio de la confirmación 1029
(95) «What is a reasonable time is often a question of fact dependent on such circumstances
as whether there has been any performance by either or both parties, the nature of the transaction and
the extent to which the other party has been prejudiced by any extensive delay in disaffirming» (J. D.
Calamari y J. M. Perillo, op. cit., p. 284).
(96) Casella v. Tiberio, 150 Ohio St. 27, 80 NE 2d 426 (1948).
(97) H. O. Hunter, op. cit., p. 2-7.
(98) Bobby Floars Toyota, Inc. v. Smith, 48 NC App. 580, 269 SE 2d 320 (1980).
(99) R. E. Scott y J. S. Kraus, Contract Law and Theory, 3ª ed. rev., San Francisco,
Ed. LexisNexis, 2002, pp. 499-500.
(100) In re The Score Board, Inc. and Score Board Holding Corp., 238 BR 1999 (1999).
1030 19. La confirmación del contrato anulable
had performed some contractual obligations by signing autographs for a year and a
half. The court stated, «it is clear that [Kobe] ratified the contract (...) because [he]
consciously performed his contractual duties»101.
ce qu'on appelle la confirmation, qui rend l'acte juridique irrégulier valable. Elle peut être tacite, par le
simple écoulement du temps; au bout de cinq ans après l'irrégularité, l'acte juridique devient valable, la
prescription est quinquennale» (P. Malaurie y L. Aynès, Cours de Droit civil. Introduction à l'étude
du Droit, París, Éditions Cujas, 1991, p. 70).
(104) X. O'Callaghan, op. cit., p. 298.
(105) «La falta de actuación de la impugnación del negocio jurídico anulable hace
que, llegado el término de vida fijado por la ley para que los interesados puedan proponer
la acción de nulidad, el negocio tenga unos efectos definitivos, lo mismo que si hubiese exis-
tido una confirmación auténtica» (A. Gullón, «La confirmación», ADC, 1960, pp. 1209-
1210).
(106) Art. 1.115 Código civil francés (en la numeración anterior a la reforma de 1
de octubre de 2016): «Un contrat ne peut plus être attaqué pour cause de violence, si, depuis que la
violence a cessé, ce contrat a été approuvé soit expressément, soit tacitement, soit en laissant passer le
temps de la restitution fixé par la loi». A partir de aquí cabe interpretar que el legislador francés
recoge o constata tres formas de aprobación de un contrato: las dos primeras pertenecien-
tes al instituto jurídico de la confirmación del contrato y la tercera perteneciente al de la
prescripción de la acción de anulabilidad. Así pues, indirectamente, a partir del referido
precepto se puede interpretar que confirmación y prescripción constituyen dos realidades
jurídicas diferentes, de donde resulta que el agotamiento del plazo de ejercicio de la acción
de anulabilidad no es confirmación tácita en relación a la propuesta doctrinal tendente
a identificar dicho plazo con el límite objetivo de ejercicio de la confirmación tácita no
intempestiva.
(107) Como afirman J. D. Delgado Echeverría y M.ª A. Parra Lucán, «(...) la pres-
cripción no se apoya en la voluntad real o hipotética del titular, sino en consideraciones
objetivas de seguridad jurídica y paz social» (op. cit., p. 350).
1032 19. La confirmación del contrato anulable
(108) «La confirmación puede concebirse como una declaración de voluntad –ex-
presa o tácita– mediante la cual la persona legitimada para anular un contrato anulable
opta por la validez del mismo, de tal modo que a partir de ese momento queda anticipada-
mente (pues no hay que esperar al transcurso del plazo de ejercicio de la acción de nuli-
dad) destruida la incertidumbre sobre su eficacia. (...) La finalidad y efecto principal de la
confirmación es, pues, la eliminación de la incertidumbre: a partir de la confirmación, el
contratante protegido por la anulabilidad ha perdido su derecho postestativo o facultad de
anulación» (M. Pasquau Liaño, op. cit., p. 325).
(109) Si las causas de anulabilidad son disponibles para las partes, renunciando al
ejercicio de la correspondiente acción, es lógico que exista un cauce para sanar el contrato
anulable antes de que la acción de anulabilidad prescriba. Dicho cauce sanatorio se conoce
con el nombre de confirmación o de ratificación (C. Lasarte, Principios de Derecho civil. T.
III. Contratos, 9ª ed., Barcelona, Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, 2006, pp. 161-
162).
(110) «Hay un período de incertidumbre para el otro contratante, desde la celebra-
ción del contrato hasta que se ejercita la facultad de anularlo o se confirma el contrato.
Ese contratante tiene interés en conocer cuál va a ser la salida a la situación de incerti-
dumbre que se crea mientras está pendiente la posibilidad de anular el contrato. El Có-
digo civil español no prevé un medio para proteger ese interés. El moderno Derecho de
la contratación sí lo toma en cuenta. Ha articulado medios para protegerlo: bien exigién-
dole pronto ejercicio de la facultad de anulación, o de otro modo. El Código Europeo de
Contratos otorga al otro contratante la facultad de interpelar al legitimado, para que en
un determinado espacio de tiempo ejercite ese derecho o renuncie a él (art. 148.4). Per-
mite al otro contratante señalar un plazo, no inferior a sesenta días, para que el legitima-
do (o su representante legal) proceda a anular el contrato. Si transcurre inútilmente ese
plazo, «se entiende a todos los efectos que el sujeto legitimado o su representante legal
han renunciado a ello» (A. M. Morales Moreno, op. cit., pp. 582-583). En los contratos
internacionales el art. 3.2.9 de los Principios UNIDROIT sostiene que «if the party entitled
to avoid the contract expressly or impliedly confirms the contract after the period of time for giving
notice of avoidance has begun to run, avoidance of the contract is excluded» (Unidroit, Principles
of international commercial contracts, Roma, Ed. Unidroit, 2010, p. 112). En esta cuestión
particular, conviene señalar que las reglas del DCFR han adoptado al citado precepto de
Unidroit como modelo o patrón, en su art. 7:211: Confirmation, en los siguientes términos:
«If a party who is entitled to avoid a contract under this Section confirms it, expressly or impliedly,
after the period of time for giving notice of avoidance has begun to run, avoidance is excluded».
Luego el Derecho privado internacional uniforme, no solo prescinde del plazo legal de
tiempo de ejercicio de la prescripción sino que tiende incluso a disminuir radicalmente
el período de tiempo de ejercicio de la confirmación, en lo que aquí interesa destacar,
tácita: «(...) si el efecto de la confirmación es el de impedir la anulación del contrato,
aquella no tendría sentido una vez que hubieran transcurrido los plazos señalados en el
Artículo 3.15 para notificar la anulación del contrato» (L. Alvarado Herrera, Capítulo
3 Validez, en «Comentario a los Principios UNIDROIT para los Contratos del Comercio
Internacional», Pamplona, Aranzadi, 1999, p. 204).
III. Efectos de la confirmación: los terceros de buena fe 1033
(111) Las bases del problema los suministra, a título de ejemplo, la s. 2-403(1) del
Código de Comercio Uniforme de los EE UU, que lleva por título «Power to Transfer; Good Faith
Purchase of Goods; ‘Entrusting'», y conforme a la que «a person with voidable title has power to
transfer a good title to a good faith purchaser for value» (Hunter, op. cit., pp. 2-19 y 2-20. J. M.ª
Garrido, Código uniforme de comercio de los Estados Unidos. Texto oficial, Madrid, Marcial Pons,
2002, p. 116).
(112) Los efectos de la confirmación del contrato son, esencialmente, la extinción
de la acción de nulidad (art. 1309) y la retroactiva convalidación del contrato anulable (art.
1313) (J. L. Concepción Rodríguez, op. cit., p. 123). En este sentido, el art. 1307.III de la
Propuesta para la modernización del Derecho de obligaciones y contratos de 2009 de la
Comisión General de Codificación aclara que «La confirmación purifica el contrato de los
vicios de que adoleciera, desde el momento de la celebración de este».
(113) La confirmación actúa ex tunc y el acto es válido retroactivamente. El art. 1.338,
párrafo 3º Code –en la regulación anterior a la reforma de 1 de octubre de 2016–, prevé
que «la confirmation, ratification ou exécution volontaire dans les formes et à l'époque
déterminées par la loi, emporte la renonciation aux moyens et exceptions que l'on pouvait
opposer contre cet acte, (...)» (M. Dupont, op. cit., p. 26). Y, –con posterioridad a la reforma
de 1 de octubre de 2016,– el art. 1182 Code determina que «(...) La confirmation emporte
renonciation aux moyens et exceptions qui pouvaient être opposés, sans préjudice néan-
moins des droits des tiers».
(114) La confirmación tiene una eficacia retroactiva (opera ex tunc). Esto es, el acto
anulable objeto de la confirmación, se reputa haber sido siempre válido, ab initio (art.
1351): J. S. Mélich-Orsini, op. cit., p. 344.
(115) Merced a la confirmación «The contract is purged or cleansed of its defects from the
moment of its constitution or establishment. The validation is retroactive to the day of its creation».
Por consiguiente, «The cleansing of the voidable contract retroacts to the time of its constitution (Art.
1396)» (E. L. Pineda, op. cit., pp. 555-556. H. S. De León, op. cit., p. 781).
(116) Por lo estatuido en el art. 767 del Cc, la convalidación o confirmación tiene
efecto retroactivo; esto quiere decir que el acto se considera válido desde su celebración y
no a partir de la convalidación (J. V. Ledesma Gil, op. cit., p. 779).
(117) En cuanto a sus efectos, el art. 1307 Cc preceptúa que «la confirmación surte
efectos desde la fecha de la celebración del negocio que se confirma (...)» (V. Aguilar
Guerra, op. cit., p. 535).
1034 19. La confirmación del contrato anulable
(118) «Suivant l'opinion qui reste aujourd'hui dominante, la confirmation entraîne validation
rétroactive du contrat nul. Celui-ci produit, pour le passé comme pour l'avenir, tous les effets dont, en
le concluant, les parties étaient convenues». J. Flour y J.-L. Aubert, op. cit., pp. 263-264. «L'acte
confirmé est valable et il l'est rétroactivemente, dès l'origine» (F. Terré, P. Simler y Y. Lequette,
op. cit., p. 402).
(119) «La confirmación o convalidación hace desparecer el vicio del que adolecía
el contrato con carácter retroactivo, de manera que se considera plenamente válido y, por
ende, surte efectos desde la fecha de su celebración, (...)» (R. Bernad Mainar, op. cit., p.
312).
(120) «(...) la confirmation valide l'acte rétroactivement: l'acte confirmé est considéré comme
ayant été valable ab initio» (F. Nammour, R. Cabrillac, S. Cabrillac y H. Lécuyer, op. cit.,
p. 142).
(121) L. H. Clavería Gonsálbez, op. cit., p. 50 y nota nº 42 de la misma página.
(122) «Les tiers dont il s'agit sont les ayants cause à titre particulier du confirmant ou, du
moins, certains d'entre eux: ceux qui, dans l'intervalle entre l'acte nul et la confirmation, ont acquis
un droit auquel celle-ci porterait atteinte si on lui reconnaissait pleine efficacité» (J. Flour y J.-L.
Aubert, op. cit., p. 264).
(123) F. Terré, P. Simler y Y. Lequette, op. cit., pp. 402-403.
(124) J. Flour y J.-L. Aubert, op. cit., p. 264.
(125) Ibidem, p. 264.
(126) «Le sens du texte est, précisément, que cette confirmation sera inopposable aux tiers (...)»,
Ibidem p. 264.
III. Efectos de la confirmación: los terceros de buena fe 1035
(127) «Ahora bien, han de respetarse los derechos de terceros a que alude el último
aparte del art. 1351, cuando dice: «La confirmación, ratificación o ejecución voluntaria,
según las formas y en los plazos precepctuados por la ley, produce la renuncia a los medios
y a las excepciones que podían oponerse a este acto, salvo los derechos de terceros» (J. S.
Mélich-Orsini, op. cit., p. 344. R. Bernad Mainar, op. cit., p. 312).
(128) «O ato anulável pode ser ratificado pelas partes, salvo direito de terceiro. A ratificaçao
retroage à data do ato» (J. De Oliveira, op. cit., p. 36).
(129) «Mais, cette confirmation se produit «sans préjudice néanmoins du droit des tiers» (art.
1.338 al. 3 C.civ.; art. 237 al. 2 COC)» (F. Nammour, R. Cabrillac, S. Cabrillac y H. Lécu-
yer, op. cit., p. 142).
(130) «(...) Este efecto retroactivo no perjudicará los derechos de terceros» (M. U.
Salerno y C. A. R. Lagomarsino, op. cit., p. 305).
(131) «A third party (...) who purchases goods which have been the subject of a voidable con-
tract acquires a good title to the goods and cannot be compelled to surrender them to their former owner
[Sale of Goods Act, 1979, s. 23]» (J. Beatson, op. cit., p. 21).
(132) «The rule of retroactivity shall not prejudice the rights of innocent, third persons for that
will result in injustice which is not the intention of the law» (E. L. Pineda, op. cit., p. 556).
(133) «(...) o négocio confirmatório torna-se ineficaz se prejudica o direito de terceiro» (O.
Gomes, op. cit., p. 198).
(134) «(...) la confirmation ne peut porter préjudice aux tiers. Celui qui confirme est garant
envers son ayant-cause à titre particulier du maintien de la situation existante au moment où il a traité
avec lui. Il ne peut la modifier par son fait» (M. Dupont, op. cit., p. 26).
(135) «Empero, ha de entenderse que (...) (el efecto retroactivo del art. 767 Cc co-
lombiano) se cumple sin perjuicio de terceros. Porque si en el lapso comprendido entre
la celebración del acto y su confirmación se constituye derecho sobre los bienes objeto del
contrato por la persona que podía solicitar la nulidad, la convalidación no afecta ni perju-
dica a la situación del tercero» (J. V. Ledesma Gil, op. cit., pp. 779-780).
(136) V. Aguilar Guerra, op. cit., p. 535.
(137) «(...) if a third party has obtained some interest in the subject-matter (bona fide, for
value, and without notice of the influence), the transaction cannot be set aside. Such an order would
disadvantage the innocent third party and equity will not act where that would be the result» (M. Che-
twin y S. Graw, An Introduction to the Law of Contract in New Zealand, 3ª ed., Wellington, Ed.
Brookers Thomson, 2001, p. 280).
(138) La retroactividad que predica el Código civil implica que el contrato confirma-
do sea válido y eficaz desde el momento de su celebración, lo que conlleva una eficacia erga
omnes, del mismo modo que si desde un principio hubiese carecido de vicios (J. L. Concep-
ción Rodríguez, op. cit., p. 123).
1036 19. La confirmación del contrato anulable
(139) «Si l'exécution volontaire est le mode le plus caractéristique de confirmation tacite, elle
n'en est pas le seul. On peut imaginer, par exemple, la revente d'un bien que l'on avait acheté en vertu
d'un contrat nul. En agissant ainsi, l'acquéreur initial se comporte comme propriétaire: pourvu qu'il
le fasse, ici encore, en connaissant la nullité, il manifeste donc l'intention de ne pas attaquer sa propre
acquisition» (J. Flour y J.-L. Aubert, op. cit., p. 260). Este razonamiento es muy interesante
porque, a diferencia del Derecho civil español, el Derecho civil francés considera la reventa
del objeto del contrato anulable por el confirmante, esto es, por quien tiene capacidad
para confirmar o anular el contrato inicial como un supuesto de confirmación tácita, por
lo que de este modo quedarán protegidos los derechos de terceros. Así pues, cuando el
confirmante es el comprador (es el vendedor el que, para poder realizar la venta, incurre
en una causa de anulabilidad contractual) se protegen los derechos de terceros; pero, ¿y si
el que tiene la capacidad de confirmar (y de anular) es el vendedor del bien que revende a
un tercero? En este caso, la reventa por el vendedor del objeto del contrato inicial anulable
(es el comprador el que consigue que el vendedor le venda un bien incurriendo para ello
en una causa de anulabilidad) a un tercero, aplicando el mismo razonamiento anterior,
significa que el vendedor, en su fuero interno, sigue considerándose el propietario del ob-
jeto del contrato inicial anulable por lo que tácitamente se considerará que el vendedor
opta implícitamente por la nulidad del contrato inicial por lo que aquí también igualmente
quedarán protegidos los derechos de terceros adquiridos en virtud de la relación jurídica
contractual de la que este tercero es parte contratante junto con el vendedor del contrato
inicial anulable y finalmente anulado.
(140) «A minor purchased a parcel of land. After becoming of legal age he sold the land to a
third person. The first sale has been ratified. (Rosales v. Reyes, 25 Phil. 495; Atacador v. Silayan, 67
Phil. 674)» (E. L. Pineda, op. cit., pp. 545 y 553).
(141) «La convalida tacita può desumersi per implicito anche dall'esplicazione di attività non
materiale da parte di uno dei partecipi al rapporto contrattuale affetto de nullità, o dall'acquisizione
della stessa da parte di un altro contraente» (N. Distaso, op. cit., p. 2057). El hecho de que el
confirmante disponga del bien hacia un tercero se puede entender como confirmación
tácita del contrato inicial, interpretación que tiene la virtud de proteger los derechos de
terceros de buena fe).
(142) «La pérdida puede ser también en nuestra opinión una «pérdida jurídica»,
cuando la restitución resulte jurídicamente imposible. Por ejemplo, el titular de la acción
de impugnación enajena la cosa a un tercero de buena fe frente a quien la restitución no
puede producirse» (L. Díez-Picazo, Fundamentos de Derecho civil patrimonial, 4ª ed., vol. 1º,
Madrid, Tecnos, 1996, pp. 477-478).
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I. Introducción 1041
Causa y «consideration»
S. Sánchez Lorenzo
20
Causa y «consideration»
I. Introducción
1. Pocos debates doctrinales en el ámbito jurídico muestran la intensi-
dad en espacio y tiempo de la discusión en torno a la causa y la consideration
como condiciones de validez de los contratos. La esencia de tal debate
entronca con los propios límites del fenómeno jurídico y esencialmente
atiende a determinar por qué determinadas promesas y ciertos acuerdos
tienen efectos jurídicos. Más allá de esta cuestión esencial, la causa y la
consideration han desplegado funciones muy distintas dentro de la dinámica
contractual, perfilando los límites de la autonomía de la voluntad frente
a las exigencias imperativas del sistema jurídico y los intereses públicos y
estableciendo a su vez el alcance del sistema jurídico para tutelar la propia
autonomía privada y garantizar a las partes el cumplimiento de sus propó-
sitos.
2. La diversidad de soluciones que ofrece el Derecho comparado no es
menor que la propia diversidad de doctrinas y tendencias que se observan
en un mismo sistema jurídico, circunstancia que complica sobremanera
el propio propósito de la comparación. En sí misma, dicha complejidad
1042 20. Causa y «consideration»
(1) Vid. R. Zimmermann, The Law of Obligations (Roman Foundations of the Civilian
Tradition), Oxford University Press, 1996, p. 549.
(2) Vid. E. G. Lorenzen, «Causa and Consideration in the Law of Contracts», 28
Yale L. Journ., 1919, pp. 623-630.
(3) Vid. H. Capitant, De la cause des obligations (contrats, engagements unilatéraux,
legs), Paris, Dalloz, 1927 (reimp. Paris, La Mémoire du droit, 2012), pp. 97-102.
II. La teoría de la causa en los sistemas romanistas 1043
(4) Vid. «Contract Law in the Aristotelian Tradition», The Theory of Contract Law
(New Essays) (ed. P. Benson), Cambridge University Press, 2001, pp. 265-334. La influencia
en esta evolución de la doctrina canonista debe ser puesta de relieve: la lectura teológica y
moral es esencial para comprender la crisis del principio ex nudo pacto y del formalismo ba-
sado en la stipulatio, a favor de la obligatoriedad de la promesa unilateral verbal e informal,
siempre que no fuera nudum a causa.
(5) Para un estudio de la evolución histórica de la doctrina de la causa en los autores
franceses, italianos y españoles, vid. L. H. Clavería Gosálbez, La causa del contrato, Bolonia,
Publicaciones del Real Colegio de España, 1998, pp. 24-114.
(6) Ordonnance n.º 2016-131 du 10 février 2016 portant réforme du droit des contrats, du
régimen général et de la preuve des obligations(JORF n.º0035 du 11 février 2016). El nuevo artícu-
lo 1.128 del Cc francés prevé: «Sont nécessaires à la validité d’un contrat: 1.º Le consentement des
parties; 2.º Leur capacité de contracter; 3.º Un contenu licite et certain».
1044 20. Causa y «consideration»
(7) E. Betti, Teoria generale del negozio giuridico, 3.ª ed., Turín, UTET, 1960, pp. 171
ss.
II. La teoría de la causa en los sistemas romanistas 1045
(11) Vid. J. Ghestin, Cause de l’engagement et validité du contrat, París, LGDJ, 2006,
pp. 95 ss.
(12) Vid. en este sentido el ilustrativo análisis de la reciente jurisprudencia francesa
en D. Sadi, Essai sur un critère de distinction des nullités en droit privé, Paris, Éditions mare &
martin, 2015, pp. 146-162. También J. J. Ghestin, op. cit., pp. 639-654.
(13) En palabras de U. Klinke, «la causa es difícil de comprender y aún más difícil
de manejar» (vid. Causa und genetisches Synallagma. Zur Struktur der Zuwendungsgeschäfte, Ber-
lín, Dunker & Humblot, 1983, p. 5).
(14) Vid. la expresión de esta paradoja por F. De Castro y Bravo, El negocio jurídico,
Madrid, Civitas, 1985, p. 164.
(15) Vid. Fundamentos de Derecho civil patrimonial, vol. I (Introducción a la teoría del
contrato), 6.ª ed., Cizur Menor, Thomson/Civitas, 2007, pp. 272-274.
II. La teoría de la causa en los sistemas romanistas 1047
por qué se debe ejecutar una obligación, y en este sentido apunta a la ra-
zón del deber jurídico de cumplir una deuda u obligación. Desde el punto
de vista continental, la causa de una obligación entronca con la idea de las
fuentes de las obligaciones: el deber de cumplimiento de una obligación es
la consecuencia legal aparejada por la ley a la realización de advenimiento
de un hecho, ya sea un contrato, una donación, un hecho ilícito o una
exigencia legal.
La causa del contrato, finalmente, resulta más equívoca. Por una parte,
la causa de un contrato puede responder a la cuestión de por qué se lleva
a cabo un contrato (causa finalis), pero también por qué un contrato me-
rece tutela jurídica (cur debetur). Las concepciones objetivistas se centran
en realidad en el segundo aspecto, cifrando la protección en aquellos con-
tratos que son idóneos para conseguir unos fines prácticos determinados,
confundiendo en realidad «causa» con «función». Sin embargo, la primera
cuestión se centra en la etiología del negocio, en la finalidad perseguida
por las partes que es «causa del consentimiento»16 y razón de ser del nego-
cio, y permite distinguir entre «negocios iniciales» y «negocios ejecutivos»
(que traen causa en un negocio antecedente).
6. Para calibrar convenientemente la doctrina de la causa, como condi-
ción de validez del negocio jurídico, conviene reparar en las funciones de
las distintas condiciones asociadas a la concurrencia de una causa lícita.
Dichas funciones, por lo demás, deben enmarcarse en un principio gene-
ral que presume legalmente tanto la concurrencia como la licitud de la
causa. El carácter consustancialmente confuso de las doctrinas de la causa
tiene que ver con la difícil delimitación de sus funciones respecto de otras
instituciones.
Desde un punto de vista general, la causa, al igual que la consideration,
despliega una «función caracterizadora»17 y busca definir qué promesas
o acuerdos tienen alcance jurídico y vinculante. De forma más concreta,
la teoría de la causa despliega una primera función vinculada a la licitud
del contrato, que busca controlar su conformidad con la moral y el orden
público, pero también evitar los contratos con causa lícita, pero irrisoria o
absurda. En este punto se produce una cierta confusión con el objeto del
contrato, al menos en aquellos casos en que se mantiene que la causa del
contrato para el acreedor es el objeto de la prestación del deudor. En se-
gundo término, la causa también se solapa y se vincula al régimen del con-
sentimiento, y en particular al error, la imposibilidad inicial y al abuso de
confianza o dependencia como vicios del consentimiento o causas de inva-
lidez del contrato18. Finalmente, no debe olvidarse que la causa sirve para
determinar y condicionar las interrelaciones entre dos contratos distintos.
(19) Así parece haberlo entendido el legislador francés de 2016, al eliminar la causa
como condición de validez del contrato, hecho que a su juicio no impide que la causa siga
cumpliendo las funciones que le atribuye la jurisprudencia: «...face à la difficulté de donner à
la notion de cause une définition précise, qui en engloberait tous les aspects, face aux critiques dont elle
est l’objet tant de la part d’une partie de la doctrine que de la pratique, qui la perçoit comme un facteur
d’insécurité juridique et un frein à l’attractivité de notre droit, il a été fait le choix de ne pas recourir à ce-
tte notion, pour la remplacer par des règles aux contours mieux définis, permettant au juge de parvenir
aux mêmes effets, tout en évitant le contentieux abondant que suscite cette notion. L’apport de la réforme
sur ce point consiste donc dans la suppression de la référence à la cause, tout en consolidant dans la loi
toutes les fonctions que la jurisprudence lui avait assignées» (Rapport au Président de la République
relatif à l’ordonnance n.º 2016-131 du 10 février 2016 portant réforme du droit des contrats, du régime
général et de la preuve des obligations, JORF n.º0035 du 11 février 2016).
II. La teoría de la causa en los sistemas romanistas 1049
libertad personal o defraudar las autoridades públicas, y, especialmente, los contratos cuya
finalidad es restringir las actividades comerciales y la libre competencia empresarial. Los
efectos sobre el contrato de la ilegalidad no siguen una regla clara. Si el objeto del contra-
to implica un ilícito (illegality as to formation), la sanción es la nulidad radical o, incluso, la
inexistencia del contrato [Mackender v. Feldia (1967), 2 QB, 590, 601]. El contrato puede ser,
sin embargo, lícito y una de las partes pretender ejecutarlo de forma torticera o ilícita (ille-
gality as to perform), en cuyo caso la eficacia del contrato puede ser objetable y resultar este
privado de la asistencia judicial. En los supuestos de contrariedad con el orden público, la
multiplicidad de efectos potenciales es más evidente. En el caso de los contratos restrictivos
de la competencia, la sanción puede implicar la invalidez de algunas cláusulas, conservan-
do el contrato. En otros casos, puede resultar la ineficacia o inexigibilidad parcial de la
prestación (severance) o a una sola de las partes, admitiéndose la no devolución de las pres-
taciones recibidas. Particularmente complejo resulta el tratamiento o la definición de una
parte «culpable» de la ilicitud, que puede conllevar supuestos de evidente enriquecimiento
injusto de la parte presuntamente inocente, habilitándose en tales casos una restitución
por vía extracontractual[Saunder v. Edwards (1987) 1 WLR, 1116]. Tampoco está claro el
criterio con que los tribunales permiten a la parte inocente utilizar remedios contractuales
[Bloxsome v. Williams(1824) 2 B & C, 232] o no [Re Mhamoud and Ispahani, (1921), 2 KB,
716], si bien parece que el origen de la ilegalidad en una prohibición legal escrita, expresa
o implícita (express or implied statutory provision) o, en contrapartida, deducida directamente
del Derecho escrito o amparada en el common law, puede ser un criterio a tener en cuenta,
recurriéndose en este último caso a un test teleológico que atienda a la finalidad de la regla-
mentación, a la luz de cada caso concreto [Vid. especialmente E. Peel, op. cit., pp. 538-539,
§ 11-121].
III. El principio de abstracción en los sistemas germánicos 1051
(21) Hay excepciones a este principio contenido en el § 821 BGB. Así, el reconoci-
miento de deuda o la promesa de pagar una suma de dinero determinada son actos para
obligarse de carácter abstracto (§§ 780 y 781 BGB).
(22) B. S. Markesinis, H. Unberath y A. Johnston, The German Law of Contract (A
Comparative Treatise), 2.ª ed., Oxford, Hart, 2006, p. 28.
1052 20. Causa y «consideration»
1. «Intention»
11. A diferencia de los sistemas romanistas, el Derecho inglés y, por ex-
tensión, los sistemas jurídicos de otros territorios del common law, exigen
como una condición adicional para la validez de los contratos, la intención
de crear una relación jurídica (intention to create a legal relation o animus con-
trahendi). El Derecho inglés desconoce, en realidad, un concepto similar
al de la causa de los sistemas continentales, a menudo útil para desvirtuar
la eficacia de determinados acuerdos. La consecuencia no es dudosa para
aquellos acuerdos que explícitamente excluyan su relevancia jurídica (gent-
lement agreement), pero resulta difícil negar efectos jurídicos a determinados
acuerdos no necesariamente desprovistos de consideration (reciprocidad),
cuya relevancia jurídica no se descarta expresamente, pero que tienen lu-
gar en ámbitos de las relaciones sociales (en el seno del matrimonio, la
familia o entre amigos) que pueden no merecer la tutela jurídica, aunque
sólo sea por razones de eficiencia en la labor judicial30.
(28) Vid. M. Stathopoulos, Contract Law in Greece, 2.ª ed. rev., Kluwer, 2009, pp. 103-
106.
(29) Vid. G. Shalev y L. Lerer, Contract Law in Israel, Kluwer, 2014, pp. 39.
(30) Balfour v. Balfour (1919), 2 KB, 571. Vid. Al respecto las reflexiones compara-
tivas de A. Von Mehren, «A General View of Contract», International Encyclopaedia of Com-
parative Law, vol. VII (Contracts in General), chapter 1, §§ 32 a 35; «Civil-Law Analogues to
Consideration: an Exercise in Comparative Analysis», 72 Harvard L. Rev., 1958-1959, pp.
1.009-1.078.
1054 20. Causa y «consideration»
(31) Vid. G. Klass, Contract Law in the United States, 2.ª ed., Croydon, Kluwer, 2012,
pp. 69-70; Id. « Intent to Contract», 95 Virginia Law Journal, 2009, pp. 1.437-1.503.
(32) El análisis de la intention en el Derecho inglés y norteamericano tampoco se ha
sustraído al análisis económico del Derecho (vid. G. Klass, «Intent to Contract», loc. cit.,
pp. 1.437-1.503).
(33) En este sentido, E. Dell’aquila, El contrato en Derecho inglés (aspectos de Derecho
comparado), Barcelona, PPU, 2001, p. 94, y del mismo autor «Note comparatistiche sull’ele-
mento della "intention" del diritto contrattuale inglese», Rivista trimestrale di diritto e procedu-
ra civile, 1973, pp. 1.162 ss.
(34) Vid. P. S. Atiyah, The Rise and Fall of Freedom of Contract, Oxford, Clarendon
Press, 1979, p. 690. Esta exigencia ha sido objeto de críticas, en la medida en que implica
una importación del Derecho continental que la doctrina de la consideration hace innece-
saria, además de casar mal con el sistema objetivista de interpretación del contrato en el
Derecho inglés, ajeno a la búsqueda de la verdadera o real intención de las partes (vid. S.
Williston,Williston on Contracts, 3.ª ed., Rochester, Lawyers Co-operative Pub.Co., 1979, p.
21; A.G. Chloros, «Comparative Aspects of the Creation of Legal Relations in Contract»,
33 Tulane Law Review, 1958-1959, pp. 607-620; C.J. Hamson, «The Reform of Considera-
tion», 54 Law Quarterly Review, 1938, pp. 233-257; S. Hedley, «Keeping Contract in its Place.
Balfour v. Balfour and the Enforceability of Informal Agreements», 5 Oxford Journal of Legal
Studies, 1985, pp. 391-415; B.A. Hepple, «Intention to Create Legal Relations», 28 Cambrid-
ge Law Journal, 1970, pp. 122-137; J. Unger, «Intention to Create Legal Relations, Mutuality
and Consideration», 19 The Modern Law Review, 1956, pp. 96-100).
(35) Snelling v. John G. Snelling Ltd. (1973), 1 Q.B. 87. Merrit v. Merrit (1970), 1 WLR,
1.121.
(36) Taylor v. Brewer (1813) 1 M & S, 290; Carmichael v. National Power Plc (1999), 1
WLR, 2042.
(37) Esso Petroleum Ltd. v. Commissioner of Customs and Excises (1976), 1 WLR, 1.
IV. «Intention» y «consideration» en el «common law» 1055
2. «Consideration»
13. En el Derecho inglés, y por extensión en otros países tributarios del
common law46, el carácter vinculante de las promesas o declaraciones, su
caracterización contractual, exige su formalización en un deed o, alterna-
tivamente, deben hallarse sustentadas en alguna consideration. La equiva-
lencia funcional entre forma (deed) y consideration evoca abiertamente los
orígenes históricos de la teoría de la causa, como alternativa a la rigidez de
la stipulatio.
La aparición de la doctrina de la consideration aparece vinculada histó-
ricamente a la action of assumpsit a mediados del siglo XVI, y prevaleció a
lo largo del siglo XVII y los comienzos del siglo XVIII. Posteriormente se
produjo una contestación a partir de que Lord Mansfield ocupara la presi-
dencia del King’s Bench en 1754. A partir de esa fecha, en varios casos Lord
Mansfield redujo la importancia de la consideration como un mero indicio de
la voluntad de obligarse de las partes, susceptible de acreditarse por otros
medios, especialmente si el contrato era escrito, si bien otros precedentes
mostraron un criterio firme a favor de la vieja doctrina. Lord Mansfield aca-
bó aceptando su papel crucial, pero interpretándola como sinónimo de una
obligación moral, susceptible de preexistir a la promesa. Dicha ecuación
entre consideration y obligación moral pervivió hasta 1840, en que fue recha-
zada en Eastwood v. Kenyone [(1840), 11 Ad & El, 438] por Lord Denman.
A partir de entonces, la vieja doctrina de la consideration puede entenderse
rediviva47.
(53) En los EE.UU. ya a partir de del siglo XIX, la inicial caracterización de la consi-
deration como un beneficio del promitente o un detrimento del promisario se trastocó por
el requerimiento de una consideration «bargaining for», es decir, buscada por el promitente
en virtud de su promesa y otorgada por el promisario a cambio de esa promesa. En conse-
cuencia, la consideration requiere un «bargain test». Inevitablemente este test, innecesario en
el tráfico comercial, acaba resultando difícilmente disociable de la intention como requisito
de eficacia de los acuerdos y promesas, singularmente en el ámbito familiar o en la «peri-
feria» del tráfico comercial (cf. E. A. Farnsworth, Farnsworth on Contracts, vol. I, 3.ª ed.,
Nueva York, Aspen, 2004, pp. 78-79).
(54) Un excelente análisis de esta tendencias contrapuestas en la evolución de la doc-
trina de la consideration puede verse en J. Benedict, «Consideration: Formalismus und Rea-
lismus im Common Law of Contracts», Rabels Z., 2005, pp. 1-46.
(55) LR 10 Ex., 153 (162).
(56) Vid. E. Dell’aquila, op. cit., p. 72.
(57) En palabras de J. Cartwright, haciendo o prometiendo algo a cambio, una
parte tiene derecho a que se cumpla la promesa hecha por la otra parte: vid. Contract Law
IV. «Intention» y «consideration» en el «common law» 1059
(An Introduction of the English Civil Law of Contract for the Civil Lawyer), Oxford, Hart, 2003,
p. 127.
(58) F. Pollock, Principles of Contract Law. Being a Treatise on the General Principles
Concerning the Validity of Agreements in the Law of England, 5.ª ed., Londres, 1888, p. 171.
(59) De esta forma, la promesa de una recompensa que realiza un tío a su sobri-
no por dejar de fumar no está exenta de consideration, pues la mera renuncia del sobrino
cumple esa condición, por más que le pueda resultar beneficiosa personalmente o no haya
tenido intenciones reales de regresar a su hábito (vid. Ch. Fried, op. cit. p. 30).
1060 20. Causa y «consideration»
(60) Williams v. Roffey Bros & Nicholls (Contractors) Ltd (1991), 1 QB, 1, 19. Vid. T.
Kadner Graziano, op. cit., pp. 211-215.
(61) Vid. R. Brown, The English Doctrine of Consideration in Contract, Glasgow, William
Hodge & Co., 1891, p. 10.
(62) El principio se formula de forma que la consideration must move from the promisee
[ad. ex. Pollway Ltd. v. Abdullah (1974) 1 WLR, 493, 497; Baber c. Cl Ltd (2006), B.C.C. 927].
(63) Still v. Myrick (1809), Digest (Rep.), 704, 4562; Collins v. Godefroy (1831), 109
ER, 1040.
(64) Dent v. Benett(1839) 4 My. & Cr. 269; Eastwood v. Kenyon(1840) 11 A. & E. 438.
Como recuerda G. Alpa, esta regla tiene las obligadas excepciones en materia de obligacio-
nes cambiarias (op. cit., pp. 77).
(65) Para los autores clásicos británicos este rasgo resultaba diferencial para distin-
guir la consideration de la causa continental (vid. R. Brown, op. cit., p. 15; F. Pollock, op.
cit., p. 692).
(66) Thomas v. Thomas (1842), 2 QB, 851, 859.
(67) Bolton v. Madden (1873), LR 9 QB, 55, 57.
(68) Thomas v. Thomas (1842), 2 QB, 851.
V. Diversidad funcional entre causa y «consideration» 1061
(77) Vid. en este sentido, B. Markesinis, «La notion...», loc. cit., p. 737. F. De Castro
y Bravo dedica un capítulo a esta cuestión, bajo el título «La continuada influencia de
las causa», op. cit., pp. 313-326. Otros autores, sin embargo, defienden que la doctrina de
la consideration en sí misma no puede ir más allá de la formación del contrato, aunque en
la jurisprudencia norteamericana existan algunos ejemplos que utilizan la doctrina para
equilibrar, adaptar o modificar los contratos a supuestos de cambio de circunstancias (vid.
E. Mckendrick, Contract Law,11.ª ed., Londres, Palgrave, 2015, pp. 80-82)
(78) Vid. L. Ebin, «UCC § 2-615; Defining Impracticability Due to Increased Expen-
ses», University of Florida L. Rev., vol. 32 (1979-1980), pp. 527-530.
(79) Vid. op. cit., p. 173.
(80) La propia exceptio non adimpleti contractus se ampara, según la doctrina conti-
nental, en el papel de la causa tras la formación del contrato (vid. H. Capitant, op. cit., pp.
261-287). De la misma forma, la restitución o devolución de las prestación del acreedor en
caso de resolución del contrato por incumplimiento se sustenta en el Derecho inglés en
una failure of consideration.
V. Diversidad funcional entre causa y «consideration» 1065
(84) Vid. en especial las reflexiones críticas de J. Ghestin, op. cit., pp. 180-211.
(85) Vid. M. Djordjević, «Article 4», UN Convention on Contracts for the International
Sale of Goods (CISG) Commentary (Kröll/Mistelis/Perales Viscasillas eds.), Munich, CH Beck,
2011, p. 71 y nota 51; P. Huber y A. Mullis, The CISG (A New textbook for students and practi-
tioners), Munich, Sellier, 2007, pp. 24-25. Además, la irrelevancia de la causa y de la considera-
VI. La causa y la «consideration» en los textos internacionales… 1067
No cabe duda de que esta parece ser la interpretación más conforme con la
intención del propio legislador convencional, pero es una apuesta arriesga-
da calificar la causa o la consideration como una cuestión relativa exclusiva-
mente a la formación del contrato, más que a la validez, por lo que es fácil
que los tribunales consideren esta cuestión como regulada por el Derecho
interno86. De hecho, la doctrina más acreditada en los EE.UU. entiende
que la consideration es una cuestión de validez del contrato, excluida de su
ámbito de aplicación y dependiente de la ley aplicable al contrato87.
2. Principios UNIDROIT
3. Principios OHADAC
24. Al igual que los Principios UNIDROIT, los Principios OHADAC (art.
3.1.1) no requieren la presencia de causa o consideration como requisito de
validez del contrato. En este caso, la exclusión está claramente expuesta
en los comentarios al citado precepto, y se justifica tanto por su incon-
veniencia en la contratación comercial internacional como por el hecho
de que sus objetivos fundamentales se encuentran garantizados por otros
preceptos. Así, el control de los acuerdos que persiguen una finalidad ilíci-
ta o fraudulenta se encuentra garantizada por la aplicación de las normas
imperativas internacionales o nacionales (art. 3.3.1 de los Principios). Otro
tanto cabría decir del requisito de la ilicitud del objeto: de forma más co-
herente que los Principios UNIDROIT, el art. 3.3.1 de los Principios OHA-
DAC excluye la cuestión de la ilicitud del contrato, por lo que dependerá
de los Derechos nacionales los efectos sobre la eficacia del contrato de un
acuerdo basado en una causa u objeto ilícitos.
Se añade en el comentario al art. 3.1.1 que la exclusión de la causa o la
consideration como condición de validez de un contrato no impide anular
el contrato cuando no exista auténtica voluntad de obligarse, cuestión que
debe dilucidarse conforme a las reglas sobre interpretación del contrato.
Por otra parte, se aduce que «[e]l hecho de que la causa o la consideration
no determinen la validez del contrato no implica que sean elementos in-
trascendentes a otros efectos. Así, la finalidad del contrato o la consideration
están en la base de muchas reglas, como por ejemplo la que prevé la re-
(89) Vid. especialmente G. Cuniberti, «Le nouvel article 3.3.1 des Principes UNI-
DROIT sur le Contrat violant une règle impérative: un regard critique du point de vue du
droit international privé», 18 Uniform Law Review, 2013, pp. 490-508.
(90) Vid. en este sentido E. A. Farnsworth, op. cit., p. 77, nota 1.ª.
VI. La causa y la «consideration» en los textos internacionales… 1069
solución del contrato por frustración de su finalidad (art. 6.3.2) o las que
determinan la existencia de un incumplimiento esencial (art. 7.1.2)».
(97) Vid. L. Díez-Picazo, E. Roca Trías y A. M. Morales, Los Principios del Derecho
europeo de los contratos, Madrid, Civitas, 2002, pp. 172-177; J. Fajardo Fernández, «Forma,
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Derecho patrimonial europeo, Barcelona, Bosch, 2011, p. 117; R. Sánchez Lería, «Los requi-
sitos para la perfección del contrato en el moderno Derecho contractual europeo», InDret
3/2014, 32 pp.
(98) J. O. Ohada n.º 1, 1/10/97, pp. 1 y ss.
VII. Conclusiones 1071
VII. Conclusiones
(101) Esta tesis aparece ya perfectamente expuesta por E. G. Lorenzen (loc.cit., pp.
641-646), lo cual no significa que la eliminación de la causa y la consideration como condicio-
nes de validez del contrato acabe con otras divergencias entre el common law y los sistemas
romano-germánicos acerca del alcance vinculante y la obligatoriedad del contrato, particu-
larmente en el caso de promesas gratuitas (cf. M. Storme, «The Binding Character of Con-
tracts. Causa and Consideration», Towards a European Civil Code, 2.ª ed., La Haya/Londres/
Boston, 1998, pp. 239-254).
(102) Pillans & Rose v Van Mierop & Hopkins (1765) 3 Burr 1663.
(103) En particular, sobre la función alternativa a la causa de este vicio del consenti-
miento en los Principios UNIDROIT, vid. R. Rolli, op. cit., pp. 128-144.
(104) Vid. particularmente el estudio de P. Saborido Sánchez, «La pervivencia de
la relevancia jurídica de los propósitos o intereses de las partes en el contrato (la situación
de la causa a través de la perspectiva europea y desde los proyectos de reforma francés y
español)», InDret,1/2013, 36 pp.
(105) P. Atiyah, Essays on Contracts, Oxford, 1986, pp. 179-243.
VII. Conclusiones 1073
(106) Vid. las reflexiones de S. A. Smith, op. cit., pp. 231-232. Célebres fueron, por
otra parte, las discusiones doctrinales entre P. S. Atiyah (Consideration in Contracts: A Fun-
damental Restatament, Camberra, 1971) y G. H. Treitel («Consideration: A Critical Analysis
of Professor Atiyah’s Fundamental Restatement», 50 Australian L. Journ.,1976, pp. 439 y ss.,
contestada a su vez en los Essays de Atiyah, ya citados).
(107) Vid. especialmente L. Díez-Picazo, op. cit., pp. 256-257.
(108) Sobre la analogía en este punto entre el Derecho francés y el alemán, vid. Ch.
Larroumet, op. cit., p. 442.
(109) Vid. P. G. Monateri, Le sineddoche: formule e regole nel diritto delle obbligazioni e dei
contratti, Milán, Giuffrè, 1984, pp. 159 ss.
(110) Vid. L. Díez-Picazo, E. Roca Trías y A. M. Morales, Los Principios del Derecho
europeo de los contratos, Madrid, Civitas, 2002, pp. 172-177.
1074 20. Causa y «consideration»
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and German Law), Oxford University Press, 2013, pp. 248-293. M. Hogg,
Promises and Contract Law (Comparative Perspectives), Cambridge University
Press, 2011. P. Huber y A. Mullis, The CISG (A New textbook for students and
practitioners), Munich, Sellier, 2007. G. H. Jones y P. Schlechtriem, «Breach
1076 20. Causa y «consideration»
La ilicitud contractual
R. M. García Pérez
21
La ilicitud contractual
I. Introducción
1. La libertad de contratación constituye un lugar común, explícita o
implícitamente reconocido, en la generalidad de los sistemas jurídicos y
en los instrumentos internacionales de armonización del Derecho contrac-
tual1. Este reconocimiento, sin embargo, dista de tener carácter absolu-
to, dado que de una u otra forma se restringe su operatividad por razones
de prevalencia de intereses superiores derivados de límites legales o están-
dares extralegales2, como los impuestos por exigencias morales o razones
de orden público. La conculcación de tales límites constituye la base para
The Law of Obligations (Roman Foundations of the Civilian Tradition), Oxford University Press,
1996, p. 709 y ss.
(3) Como advierte, con referencia a las legislaciones europeas, pero igualmente
aplicable a la generalidad de sistemas jurídicos, J. Fajardo Fernández, «Forma, Objeto y
Causa/Consideration», en Derecho Privado Europeo, coord. por S. Cámara Lapuente, Colex,
Madrid, 2003, pp. 422-423: «Todos los sistemas europeos niegan validez a los contratos con-
siderados ilegales o antisociales por contradictorios con la ley, el orden público o la moral.
Por lo demás, las formulaciones legales que instrumentan este control son relativamente
similares en todas partes: tienen lugar por medio de un concepto jurídico-social indeter-
minado, bastante general, referido al contrato en su conjunto, formulado negativamente,
cuyo contenido corresponde concretar posteriormente a la jurisprudencia aplicando el sen-
tir común da la sociedad».
(4) Así, S. Sánchez Lorenzo, El derecho inglés y los contratos internacionales, Tirant lo
Blanch, Valencia, 2013, p. 69.
II. La ilicitud estructural en los sistemas romanistas 1081
(5) Los orígenes de la doctrina francesa de la causa son brillantemente expuestos por
L. H. Clavería Gosálbez, La causa del contrato, Publicaciones del Real Colegio de España,
Bolonia, 1998, pp. 29 y ss.
(6) Sobre las funciones y utilidad de elemento causal, así como sobre la posibilidad
de su sustitución por otros expedientes, la bibliografía en los sistemas francés, español e
italiano es extraordinariamente amplia, además de los tratadistas en materia de Derecho de
obligaciones y contratos, entre otros, véase, G. Alpa y M. Bessone (coords.), Causa e consi-
deration, Padova, 1984; E. Betti, Teoría general del negocio jurídico (traducción de A. Martín
Pérez), 2.ª ed., Madrid, 1959, pp. 132 y ss.; H. Capitant, De la cause des obligations (Contracts,
Engagements unilatèraux, legs), Dalloz, París, 1923; L. H. Clavería Gosálbez, op. cit., pp. 149
y ss.; J. Dabin, La teoría de la causa(traducción de F. Pelsmacker), Madrid, 1955; F. De Cas-
tro y Bravo, El negocio jurídico, Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, Madrid, 1967, pp.
164 y ss.; G. B. Ferri, Causa e tipo nella teoría del negozio giuridico, Guiffrè, Milano, 1968; J. A.
Martín Pérez, «La causa del contrato ante el proceso de armonización europea (razones
de una desaparición evidente y quizás aparente)», Estudios de Derecho de obligaciones: homenaje
al profesor Mariano Alonso Pérez, T. II, La Ley, Madrid 2006, pp. 292 y ss.; y la obra colectiva
dirigida por L. Vacca, Causa e contratto nella prospettiva storico-comparatistica, Torino, 1997.
(7) De interés en este sentido, el análisis comparado de estos conceptos que se
realiza en B. Fauvarque-Cosson y D. Mazeaud eds., European Contract Law. Materials for a
Common Frame of Reference: Terminology, Guiding Principles, Model Rules, Selier. European Law
Publishers, Munich, 2008, pp. 122 y ss. Vid. también F. De Castro y Bravo, «Notas sobre
las limitaciones intrínsecas de la autonomía de la voluntad. La defensa de la competencia.
El orden público. La protección del consumidor», Anuario de Derecho Civil, tomo XXXV,
fasc. IV, octubre-diciembre, 1982, pp. 987-1085.
1082 21. La ilicitud contractual
(8) Casi todos los autores, cuando abordan la ilicitud causal, realizan una enume-
ración más o menos extensa de supuestos incluidos, a título ilustrativo, vid., L. H. Clavería
Gosálbez, op. cit., pp. 171 y ss.; E. Vázquez de Castro, Ilicitud contractual. Supuestos y efectos,
Tirant lo Blanch, Valencia, 2003, pp. 91 y ss. y doctrina y jurisprudencia allí citada; F. Terre,
P. Simler e Y. Lequette, Droit Civil. Les obligations, 5.ª ed., Dalloz, Paris, 1993, pp. 271-280.
(9) Vid. L. Díez-Picazo y Ponce de León, Fundamentos de Derecho civil patrimonial,
vol. I (Introducción a la teoría del contrato), 6.ª ed., Cizur Menor, Thomson/Civitas, 2007, pp.
229-234; M. J. Marín López, «El objeto del contrato», en AA VV Tratado de contratos, I (dir.
R. Bercovitz Rodríguez-Cano), Tirant lo Blanch, Valencia, 2009, pp. 589-590.
(10) Vid. J. Rams Albesa, «El objeto ilícito en los contratos», en Las nulidades de
los contratos: un sistema en evolución (coord. J. Delgado Echeverría), Thomson-Aranzadi,
2007, pp. 153 y ss.
(11) A la contravención de la ley, la moral y el orden público, añade el nuevo Códi-
go civil y comercial argentino: los hechos contrarios a la dignidad de la persona humana; los
hechos lesivos de los derechos ajenos; y determinados hechos vinculados con la disposición
de una persona sobre el propio cuerpo (Vid. Código civil y comercial de la Nación comentado, T.
III, dirs. M. Herrera, G. Caramelo y S. Picasso, 2.ª ed., Ministerio de Justicia y Derecho
Humanos, Buenos Aires, 2016, p. 403).
1084 21. La ilicitud contractual
1.108 y 1.128 camerunés; arts. 151 Cc catarí; arts. 1.445, 1.462, 1.464 y 1.466
Cc chileno; arts. 1502, 1519, 1521 y 1523 C.c. colombiano; arts. 1.108 y 1.128
Cc comorense; arts. 1.108 y 1.128 Cc congoleño; arts. 627 y 631 Cc costarri-
cense; arts. 1.108 y 1.128 Cc dominicano; art. 1.261 y 1.271 Cc ecuatoguinea-
no; arts. 1.461, 1478, 1480 y 1482 Cc ecuatoriano; art. 135 Cc egipcio; art.
129 Cc emiratí; arts. 1261 y 1.271 Cc español; art. 1.251 Cc guatemalteco;
art. 919 Cc haitiano; arts. 1.565 y 1.567 Cc hondureño; art. 1.332 Cc indone-
sio; art. 1346 Cc italiano); art. 1.971 Cc luisiano); arts. 1.108 y 1.128 Cc lu-
xemburgués; art. 90 de la Ley malgache 66-0003 de 1966 sobre teoría gene-
ral de las obligaciones; arts. 53 y 54 de la Ley maliense 87-31 de 1987 sobre
régimen general de las obligaciones; art. 985 Cc maltés; arts. 1.108 y 1.128
Cc marfileño; art. 57 del Código de las Obligaciones y Contratos marroquí;
art. 77 del Código de las Obligaciones y Contratos mauritano; art. 1.827 Cc
mexicano; art. 47 y 49 de la Ley de Obligaciones montenegrina; arts. 2.473
y 2478 Cc nicaragüense; arts. 1.108 y 1.128 Cc nigeriano; arts. 1.122 Cc pa-
nameño; art. 1.223 Cc portorriqueño; arts. 1411 y 1.413 Cc quebequés; arts.
1.225 y 1.236 Cc rumano; arts. 1.316, 1.333, 1.335 y 1.337 Cc salvadoreño;
arts. 47 y 74 del Código de Obligaciones Civiles y Mercantiles senegalés; arts.
1.108 y 1.128 Cc togolés; art. 62 del Código de Obligaciones y Contratos
tunecino; arts. 1.261, 1.282, 1.286 Cc uruguayo; arts. 1.155 Cc venezolano;
arts. 47 y 49 de la Ley del Contrato y Daños yugoslava, vigente en Serbia).
(12) Para una comparativa del Derecho peruano y otros ordenamientos europeos y
sudamericanos, vid. R. Morales Hervias, «Objeto imposible jurídicamente y objeto ilícito.
La supuesta eliminación de la causa del negocio jurídico –y en particular del contrato– por
obra de la jurisprudencia judicial», Diálogo con la jurisprudencia, n.º 202, págs. 21-46, ac-
cesible en http://www.academia.edu/15011924/Objeto_imposible_jur%C3%ADdicamente_y_obje-
to_il%C3%ADcito._La_supuesta_eliminaci%C3%B3n_de_la_causa_del_negocio_jur%C3%AD-
dico_y_en_particular_del_contrato_por_obra_de_la_jurisprudencia_judicial.
II. La ilicitud estructural en los sistemas romanistas 1085
(13) AA VV, Propuesta de Código Civil. Libros V y VI, ed. ASOCIACIÓN DE PROFESO-
RES DE DERECHO CIVIL, Tirant lo Blanch, Valencia, 2016.
(14) Boletín de Información del Ministerio de Justicia, año LXIII, enero de 2009, Suple-
mento. Una completa aproximación a los contenidos de la Propuesta se realiza en la obra
colectiva dirigida por K. J. Albiez Dohrmann y coordinada por M.ª L. Palazón Garrido
y M.ª M. Méndez Serrano, Derecho Privado Europeo y Modernización del Derecho contractual en
España, Atelier, 2011.
(15) Así, A. Luna Serrano, «Hacia el abandono de la mención de la causa en la
conformación definitoria del contrato», Cuadernos de Derecho Transnacional, octubre,
2010, vol. 2, n.º 2, p. 148, quien pone de manifiesto que con tal reconducción a la idea
del propósito práctico, la noción de causa queda remitida al concepto de contenido del
contrato.
(16) Para un análisis de las diferentes concepciones y dificultades de delimitación
de la causa en los sistemas romanistas, vid., en esta obra, el capítulo de S. Sánchez Loren-
zo, «Causa y consideration».
(17) Vid. P. Saborido Sánchez, La causa ilícita: delimitación y efectos, Tirant lo Blanch,
Valencia, 2005, pp. 112 y ss.
1086 21. La ilicitud contractual
la jurisprudencia española de los artículos 1305 y 1306, Vid., además del análisis realizado
por E. Vázquez de Castro, op. cit., pp. 362 y ss., P. Saborido Sánchez, op. cit., pp. 331 y ss.;
J. Delgado Echeverría y M.ª A. Parra Lucán, Las nulidades de los contratos en la teoría y en
la práctica, Dykinson, 2005, pp. 288-316; C. López Beltrán de Heredia, «La nulidad de los
contratos», Tirant lo Blanch, Valencia, 2009, pp. 277 y ss.; A. Carrasco Perera, Derecho de
contratos, Aranzadi Thomson Reuters, 2010, pp. 754 y ss.
(26) Vid. V. Mazeaud, Leçons de Droit Civil, II-1.º, 7.ª ed., París, 1985, pp. 312 y ss.
Sobre la aplicación por la jurisprudencia francesa durante el siglo XIX del adagio nemo
auditur, Vid. H. Capitant, op. cit., pp. 235-246.
(27) Vid. F. Terre, P. Simler e Y. Lequette, op. cit., pp. 269-270 y, especialmente,
308-309.
(28) Vid. P. Rescigno, «In pari causa turpitudinis», Rivista di Diritto Civile, 1966,
I, pp. 18 y ss.; A. Albanese, «Immoralità, illiceità e soluti retentio», Il Corriere Guiridico,
2005, pp. 865-875.
III. El recurso a fórmulas de carácter general en el modelo… 1089
Por su parte, el Derecho israelí, con influencia tanto del civil law como
del common law40, cuya Ley General sobre Contratos de 1973 contiene un
criterio de perfección y validez del contrato puramente consensual (sin exi-
gir la concurrencia de causa ni consideration), prescribe en su artículo 30 la
nulidad del contrato cuando, por su conclusión, contenido u objeto, sea
ilegal, inmoral o contrario al orden público41. No obstante, a diferencia de
los sistemas germánicos, no deniega protección jurídica a las partes a las
que sea imputable la ilegalidad («nemo auditur suam turpitudinem allegans»),
sino que deja a discreción de los tribunales, en función de las circunstancias
del caso, la valoración de la procedencia o no de restituir las prestaciones
ejecutadas con base en un contrato ilegal (art. 31).
(40) E. Zamir, «The civil codes-Israeli Report», Thematic Congress of the Interna-
cional Academy of Comparative Law. Taiwán, mayo 24-26, 2012, accesible en https://www.
researchgate.net/publication/228142349_The_Civil_Codes_-_Israeli_Report (fecha de consulta 1
de junio de 2016)
(41) Idéntica previsión, aunque con omisión del límite relativo a la moral, se contie-
ne en la sección 109 del Proyecto de Código civil israelí publicado en 2004 y aprobado en
primera lectura por el Parlamento israelí el 20 de junio de 2011, Vid. G. Shalev y L. Lerer,
Contract Law in Israel, Kluwer, 2014, pp. 65-68 y E. Zamir, op. cit.
(42) Vid. J. Cartwright, Contract Law (An Introduction of the English Civil Law of Con-
tract for the Civil Lawyer), Oxford, Hart Publishing, 2013, p. 127 y E. Dell’aquila, El contrato
en Derecho inglés (aspectos de Derecho comparado), Barcelona, PPU, 2001, p. 72.
(43) Sobre las funciones atribuidas a la consideration como elemento contractual,
Vid. N. Andrews, Contract Law, 2.º edición, Cambridge University Press, 2015, pp. 118-119.
(44) Sobre la noción de objeto y su delimitación en sistemas romano germánicos,
Vid. R. Fiori, «Il problema dell´oggeto del contrato nella tradizione civilistica», en AA VV,
IV. La categoría de los «illegal contracts» en el «common law» 1093
Modelli teorici e metodologici nella storia del Dirittto Privato», Jovene Editore, Napoles, 2003, pp.
169 y ss.; para una perspectiva comparada, Vid. G. Gorla, «La teoría dell´oggetto del con-
trato nel diritto continentale (Civil Law)», en JUS, 1953, pp. 289 y ss.
(45) Vid. R. M. Belle Antoine, Commonwealth Caribbean Law and Legal Systems, 2.ª
ed., Routledge-Cavendish Publishing, 2008, p. 66.
(46) Advierte E. Mckendrick (Contract Law, 11.ª ed., Ed. Palgrave,London, England,
2015, p. 270) que no hay dos autores que adopten la misma clasificación. En la doctrina
española, en un amplio y minucioso estudio de la ilegalidad contractual en los sistemas in-
glés y estadounidense, E, Vázquez de Castro («Los contratos ilegales en el Common Law»,
Anuario de Derecho Civil, Enero, 2002, pp. 122 y ss.) analiza estas clasificaciones distin-
guiendo entre: a. Contratos contrarios al derecho positivo, a la moral y a las buenas costum-
bres y al orden público; b. Contratos contrarios al Common Law y contrarios a un Statute; c.
Contratos ilegales en su formación y contratos ilegales en su realización; d. Contratos con
ilegalidad objetiva y contratos con ilegalidad subjetiva; y e. Contratos ilegales, void, voidable
y unenforceable
(47) Uno de los tratamientos más exhaustivos del tema, que parte de esta distin-
ción, puede encontrarse en la obra de R. A. Buckley, Illegality and public policy, Sweet and
Maxwell, London, 2002.
(48) M. Furmston, Cheshire, Fifoot and Furmston´s Law of Contracts, 16.ª ed., Oxford
University Press, 2012, pp. 451 y ss.
1094 21. La ilicitud contractual
turpi causa» (Holman v Johnson, 1775), debe ser entendido como la prohibi-
ción de todo contrato que ocasione un perjuicio al interés social o econó-
mico de la comunidad49. Se trata de una formulación abierta e indetermi-
nada con potencialidad para acoger supuestos muy dispares50: contratos
inmorales, cuyo objeto sea la prestación sexual; aquéllos que tienen por ob-
jeto realizar actos de interferencia en la acción de la justicia como limitar
el acceso a los tribunales o falsificar pruebas judiciales; contratos dirigidos
a defraudar o corromper a las autoridades públicas; contratos relativos a
la persona o al Derecho de familia (limitación de la libertad personal, pro-
mesa de matrimonio por una persona casada, preacuerdos de separación,
acuerdos fraudulentos de divorcio, cesión de la responsabilidad parental,
promesas de no contraer matrimonio); y, especialmente, contratos que in-
ciden en las actividades económicas (restricción la libre competencia) o
profesionales (intrusismo).
(56) Vid. E. Mckendrick, op. cit., pp. 270 a 272. No obstante, advierte E. Peel (op.
cit., pp. 532-541) sobre la complejidad que reviste la determinación de la culpabilidad o ino-
cencia de las partes en los contratos ilegales, así como del criterio en base al cual los tribuna-
les permiten a la parte inocente utilizar remedios contractuales [Bloxsome v. Williams(1824)
2 B & C, 232] o no [Re Mhamoud and Ispahani, (1921), 2 KB, 716], si bien parece ocupar un
papel relevante la atención al propósito o finalidad de la prohibición legal (statutory provi-
sion) o, de la regla infringida del common law.
(57) En Inglaterra, la Law Commission (www.lawcommission.gsi.gov.uk), en su Consul-
tation Paper, n.º 54 sobre «Illegal Transactions: The Effect of Illegality on Contracts and Trust» de
1999, proponía la siguiente definición: «transaction which involves (in its formation, purporse or
IV. La categoría de los «illegal contracts» en el «common law» 1097
performance) the commission of a legal wrong (other than the mere breach of the transaction in question)
or conduct which is otherwise contrary to public policy».
(58) Vid. J. M. Perillo, op. cit., pp. 729-730.
(59) En Rodriguez v Speyers Brother (1919) A.C. 59-79, Lord Haldane advierte: «What
the law recognises as contrary to public policy turns out to vary greatly from time to time». Esta es igual-
mente la visión de Lord Watson en Nordenfelt v Maxim Nordenfelt Guns and Ammunition Co.
Ltd (1894) AC 535, at 553-554, refiriéndose a la función de los tribunales, «when a case like the
present is brought before them, is, in my opinion, not necessarily to accept what was held to have been the
rule of policy a hundred or a hundred and fifty years ago, but to ascertain, with as near an approach to
accuracy as circumstances permit, what is the rule of policy for the then present time».
(60) Goldman v. Olmstead, 414 S.W.3d 346 (2013) at 357.
(61) Sección 178 Second Restatement of Contracts: «When a Term Is Unenforceable on
Grounds of Public Policy. (1) A promise or other term of an agreement is unenforceable on grounds of
public policy if legislation provides that it is unenforceable or the interest in its enforcement is clearly ou-
tweighed in the circumstances by a public policy against the enforcement of such terms. (2) In weighing
the interest in the enforcement of a term, account is taken of (a) the parties' justified expectations, (b)
any forfeiture that would result if enforcement were denied, and (c) any special public interest in the
enforcement of the particular term. (3) In weighing a public policy against enforcement of a term, ac-
count is taken of (a) the strength of that policy as manifested by legislation or judicial decisions, (b) the
likelihood that a refusal to enforce the term will further that policy, (c) the seriousness of any misconduct
involved and the extent to which it was deliberate, and (d) the directness of the connection between that
misconduct and the term».
1098 21. La ilicitud contractual
desbocado del Derecho [«the "unruly horse" of the law» (Richardson v. Mellish,
2 Bing. 229, 252, 130 Eng. Rep. 294, 303 (1824)]. Como ha advertido Vaz-
quez de Castro62, «nos encontramos ante un "cajón de sastre" utilizado
por la jurisprudencia como instrumento para controlar la juridicidad y mo-
ralidad de los convenios [...]. Si nos fijamos, la herramienta que para este
cometido usan los jueces y tribunales del Civil Law no es otro que la teoría
de la causa ilícita».
La doctrina del public policy está presente en otros países tributarios del
common law, tan alejados como Australia63, Canadá (excepto Quebec)64,
India65, Irán66, Irlanda, Nueva Zelanda, Ruanda67 y Singapur. De entre
ellos conviene destacar las previsiones contenidas en la sección 3 de la Ille-
gal Contracts Act 1970 de Nueva Zelanda que define el contrato ilegal como
«any contract governed by New Zealand law that is illegal at law or in equity, whe-
ther the illegality arises from the creation or performance of the contract; and includes
a contract which contains an illegal provision, whether that provision is severable or
not». Con carácter general, las consecuencias de la ilegalidad son la falta de
producción de efectos del contrato y la inexigibilidad de sus prestaciones,
no obstante la propia norma (sección 7) reconoce amplias potestades a los
tribunales para mitigar estas consecuencias en atención a ciertos factores,
entre los que asume particular relieve, la conducta de las partes68.
2. Principios UNIDROIT
18. Inicialmente los Principios UNIDROIT siguieron la misma línea que
el Convenio de Viena de 1980, sin embargo, en la tercera de sus versiones
(2010), introdujeron en el capítulo 3, una sección dedicada a la ilicitud71,
(75) COM (2011) 635 final. 2011/0284 (COD). Lo relativo a la licitud contractual
queda remitido, pues, a la Ley nacional aplicable al contrato.
(76) Las referencias a concretos artículos del Código Europeo de Contratos se realiza
siguiendo la traducción contenida en el trabajo «Traducción española de la Parte General
del Código Europeo de Contratos», Revista Jurídica del Notariado, 2002, n.º 4, pp. 299 y ss.,
que se enmarca en el Proyecto BJU2000-1021, del Ministerio de Educación y Ciencia, dirigi-
do por el G. García Cantero, bajo el título Ante la unificación europea del Derecho Contractual:
Incidencia en España del Anteproyecto del Grupo de Pavía.
(77) Como advierte M.ª A. Parra Lucán («Las anomalías del contrato: invalidez
e ineficacia en el anteproyecto de Código Europeo de Contratos. Estudio comparado con
el Derecho Español. (Aproximación a la Sección 1 del Título XI de la Parte General del
Código Europeo de Contratos», Anuario de Derecho civil, 2004-2, pp. 566-567) se alude a
supuestos como el alquiler de un piso para cometer un atentado terrorista o para alojar a
inmigrantes ilegales o para fabricar explosivos, si bien la expresión de que el contrato no
es nulo para una de las partes no parece muy afortunada y «seguramente el Código presu-
pone que quien no ha participado en la actividad ilícita ha cumplido su prestación, y por
ello se cuida de reconocer el derecho a exigir el cumplimiento de lo que se le debe. Pero,
proclamada la nulidad del contrato, ¿ninguna de las partes puede exigir su cumplimiento?
¿Cumplida la prestación por quien participa en la actividad ilícita (por ejemplo, paga por
adelantado el precio del alquiler), ¿puede la otra parte negarse a cumplir? La calificación
de la nulidad lleva a esta conclusión».
V. La ilicitud contractual en los textos internacionales… 1103
casos que las legislaciones nacionales de los Estados europeos pueden esta-
blecer. Entre los ámbitos más comunes con normas prohibitivas de deter-
minados comportamientos o condicionadas a la observancia de determi-
nados requisitos, se han destacado «leyes de defensa de la competencia, donde
las legislaciones de todos los Estados europeos (y prácticamente de todo el
mundo) prevén la invalidez de los contratos o acuerdos entre empresarios
que provoquen una restricción de la competencia, que puedan alterar la
producción o las condiciones del mercado o falsear la competencia; leyes
de ordenación de la actividad de seguros, que establecen la obligación en todos
los Estados de que la actividad de seguro sea realizada obligatoriamente
por un determinado tipo de sociedades y que sólo pueda desarrollarse con
la pertinente autorización administrativa; leyes de lucha contra el "trabajo ne-
gro", en las que se encuentra la prohibición de contratar el trabajo sin el
pertinente registro en el sistema de la Seguridad Social o la obligación de
registrar todo contrato de trabajo; leyes sobre juegos y apuestas, materia co-
mún de la legislación administrativa de los diferentes Estados con las que
se regulan los contratos de juegos y apuestas y las circunstancias bajo las
cuales los contratos de juegos y apuestas son ilícitos; o, por concluir con un
supuesto muy controvertido y extendido, como acaba de verse, el pactum
de litis quota, que en algunos países ha llegado a prohibirse legal (como es
el caso actualmente de Alemania) o reglamentariamente (como era hasta
hace poco el caso de España)»84.
Las consecuencias anudadas a la contravención difieren en función de
cual sea la causa de la ilicitud:
a) Si el contrato es contrario a los principios fundamentales, no surte
efecto (art. 15:102 PECL) o es nulo (II-7:301) en tanto («to the extent that»)
esa ineficacia total sea requerida para hacer eficaz el principio vulnerado,
dado que se recoge expresamente en ambos textos la posibilidad de nulidad
parcial (arts. 15:103 PECL y II-1:108 DCFR) cuando la contravención afecte
sólo a algunas de las cláusulas contractuales y el contrato pueda razonable-
mente subsistir sin la parte inválida.
b) Si el contrato es contrario a una regla imperativa, su ilicitud se resuel-
ve a través de los efectos que para el contrato establezca la norma infringi-
da; para el supuesto de no existir previsión al respecto, los artículos 15:102
PECL y II-7:302 DCFR siguen la línea de flexibilidad y discrecionalidad pre-
vista igualmente en los Principios UNIDROIT: el contrato puede ser válido,
la ley de un país determinado podrá darse efecto a las normas imperativas de otro país con
el que la situación tenga una estrecha conexión en la medida que tales normas, según el
derecho del último país, son aplicables cualquiera que sea la ley que rija el contrato. La
distinción de los PECL ha desaparecido en el DCFR, por lo que en art. II.–7:302 ya no se en-
cuentra el reenvío a las normas imperativas o prohibitivas aplicables. He aquí la diferencia
más fundamental entre una y otra regulación, ya que, por lo demás, el art. II.–7:302, salvo al-
gunos retoques de estilo, no modifica el art. 15:102 PECL. La razón estriba en que el DCFR
amplía el margen de la autonomía de los contratantes para elegir cualesquiera normas
derecho necesario como derecho aplicable». Vid., en este sentido, B. Fauvarque-Cosson y
D. Mazeaud eds., European Contract Law, cit., pp. 109 y ss.
(84) Vid. F. J. Infante Ruiz y F. Oliva Blázquez, op. cit., pp. 39 y 40.
1106 21. La ilicitud contractual
4. Principios OHADAC
22. En el ámbito de la Organización para la Armonización del Dere-
cho Comercial en el Caribe, en enero de 2015 se publicaron los Principios
OHADAC sobre los contratos comerciales internacionales87. A diferencia
de los Principios UNIDROIT y de los textos europeos (PECL y DCFR), los
Principios OHADAC (art. 3.1.1) no incorporan una regulación específica
de la ilicitud contractual, remitiendo a las normas imperativas de origen
estatal, internacional o supranacional, que resulten legítimamente aplica-
bles al contrato. La exclusión está claramente expuesta en los comentarios
al citado precepto, y se justifica por varias razones.
En primer lugar, por ser los principios OHADAC normas aplicables
al contrato por voluntad de las partes que no desplazan la aplicación del
Derecho estatal que resulte designado por las normas de Derecho Inter-
nacional privado. Siendo, además, un lugar común en el Derecho de los
contratos internacionales que las partes no pueden evitar la aplicación de
las leyes de policía y de las normas imperativas, tanto de origen estatal,
como internacional o supranacional, que se hallen vigentes en el país del
tribunal que conoce (lex fori), o incluso en un tercer Estado que presente
una vinculación estrecha con el contrato, singularmente el país de ejecu-
ción de las obligaciones pactadas (art. 9 Reglamento (CE) núm. 593/2008,
del Parlamento Europeo y del Consejo de 17 de junio de 2008 sobre la ley
aplicable a las obligaciones contractuales, vigente en el Reino Unido, Fran-
(86) Advierten F. J. Infante Ruiz y F. Oliva Blázquez (op. cit., p. 47) que «los
comentarios no aclaran cuál es el origen de la concesión de la indemnización en este caso.
Muy probablemente la inspiración se ha encontrado en la tradicional doctrina alemana de
la culpa in contrahendo incluida desde la reforma del derecho alemán de obligaciones opera-
da por la Schuldrechtsmodernisierungsgesetz de 2001 en los §§ 241 (2) y 311 (2) y (3) del propio
BGB. Se parece, además, al art. 1338 del Código Civil italiano en el que se prescribe que la
parte que conoció o debió haber conocido la existencia de un motivo para la invalidez del
contrato y no da noticia de la misma a la otra parte está obligada a compensar por el daño
sufrido por esta última en atención a la realidad del contrato».
(87) Accesibles en http://www.ohadac.com/.
1108 21. La ilicitud contractual
analogue), sans qu’il soit besoin de se référer à une quelconque "cause de ce contrat"» («L’avant-projet
d’Acte Uniforme OHADA sur le droit des contrats et les Principes d´UNIDROIT relatifs
aux contrats du commerce international», Revue de droit uniforme, Unidroit, 2004-2, p. 265).
(91) Accesible en http://www.fondation-droitcontinental.org/fr/wp-content/uploads/2014/07/
Avant-projet-droit-des-obligations-OHADA-texte-final-150603.pdf.
(92) Sobre las diversas iniciativas de integración del Derecho contractual en Amé-
rica Latina, Vid., R. Momberg, «Harmonization of contract Law in Latin America: past and
present initiatives», Uniform Law Review, v. 19, n.º 3, 2014, pp. 411-428 y A. Ferrante,
«¿Quimera o Fénix? El recorrido europeo y latinoamericano hacia un derecho común de
contratos», Revista de Derecho Privado, Universidad Externado de Colombia, n.º 30, enero-junio
2016, pp. 107-127.
(93) A. Morales Moreno, «Los Principios latinoamericanos de derecho de los con-
tratos. Un debate abierto sobre las grandes cuestiones jurídicas de la contratación», ADC,
tomo LXVII, 2014, pp. 227-254. El texto de los Principios se incorpora como anexo a este
trabajo en las pp. 241 y ss.
1110 21. La ilicitud contractual
Bibliografía
22
SUMARIO: I. Introducción. 1. Claves metodológicas para el estudio del régimen del error
en el Derecho comparado. 2. Las bases del régimen jurídico del error. II. Conexión
del error con otros aspectos de la dinámica del contrato.
1. Error e incumplimiento. 2. Error e interpretación. 3. Error y alteración del equilibrio
contractual (alteración de las premisas). 4. Error y compensación del daño causado por
la anulación o la conservación del contrato. III. Definición del error rele-
vante. 1. Impacto del error sobre la voluntad: teorías subjetiva, objetiva y mixta. 2. El
objeto del error. A. Tendencia hacia la superación de la distinción entre error en
la declaración (error obstativo) y error vicio. B. Hacia una nueva definición del
error relevante. IV. Presupuestos de la anulación del contrato.
1. Introducción. 2. El error provocado o la «misrepresentation». 3. El conocimiento del
error por la contraparte. 4. El error común. 5. El error clarificado a tiempo. 6. La culpa
de la víctima del error o la excusabilidad del error. 7. La asunción del riesgo por la vícti-
ma. 8. La imposible restitución. Bibliografía.
I. Introducción
1. Claves metodológicas para el estudio del régimen
del error en el Derecho comparado
1. La necesidad de garantizar que el contrato es producto de una vo-
luntad consciente, racional y libre representa un punto de convergencia
del Derecho de contratos comparado. No se trata de una constante mera-
mente geográfica, sino que también se extiende por la coordenada de las
diferentes épocas. En efecto, si las fuentes del Derecho romano arrojan
1118 22. El error como vicio del consentimiento contractual
(1) En el Digesto 44.7.57 se puede leer: «In omnibus negotiis contrahendis (...), si error
aliquis intervenit (...) nihil valet quod actum sit» (Pomponio). Y en el Digesto 50.17.116.2: «Non
videntur qui errante consentire» (Ulpiano). Sobre los antecedentes del error como vicio del
consentimiento en el Derecho romano, vid., R. Zimmermann, The Law of Obligations, Roman
Foundation of the Civilian Tradition, New York, Oxford University Press, 1996, pp. 587-592.
(2) E. A. Kramer, en E. A. Kramer y TH. Probst, «Defects in the Contracting Pro-
cess. II. Mistake», International Encyclopedia of Comparative Law, vol. VII, Chapter 11, p. 3.
(3) P. A. De Miguel Asensio en J. C. Fernández Rozas, R. Arenas García y P. A.
De Miguel Asensio, Derecho de los negocios internacionales, Tercera edición, Madrid, Iustel,
2011, pp. 245-256.
I. Introducción 1119
(4) Sobre los diferentes tipos de error y su régimen en el sistema inglés véase E.
Peel (TREITEL), The Law of Contract, 13ª edición, Londres, Sweet and Maxwell, 2011, pp.
310-359.
(5) JORF n° 0035 du 11 février 2016. Texte n° 26.
I. Introducción 1121
(6) Vid. A. E. Kramer: «Defects in the Contracting Process», cit., pp. 33-34.
(7) Al respecto vid. A. E. Kramer: «Defects in the Contracting Process», cit., pp.
55-56.
1122 22. El error como vicio del consentimiento contractual
(8) DOCE L 177, de 4 julio 2008. El texto es idéntico al del art. 8.1 del Convenio de
Roma de 19 de junio de 1980 sobre la ley aplicable a las obligaciones contractuales. Sobre
esta disposición vid. J. C. Fernández Rozas y S. Sánchez Lorenzo, Derecho internacional
privado, 4ª edición, Cizur Menor, Thomson-Civitas, 2007, p. 471.
I. Introducción 1123
(9) Sobre los Principios UNIDROIT vid. M. J. Bonell, I Principi UNIDROIT nella
pratica, Milán, Giuffrè, 2002.
(10) Vid. L. Díez-Picazo, E. Roca Trías y A. M. Morales Moreno, Los Principios del
Derecho Europeo de Contratos, Madrid, Civitas, 2002.
(11) Su análisis puede verse en la obra Principles, Definitions and Model Rules of Euro-
pean Private Law. Draft Common Frame of Reference (DCFR). Interim Outline Edition Prepared by
the Study Group On A European Civil Code And The Research Group On Ec Private
Law (Acquis Group) Based in part on a revised version of the Principles of European Con-
tract Law edited by Christian von Bar, Eric Clive and Hans Schulte-Nölke and Hugh Beale,
Johnny Herre, Jérôme Huet, Peter Schlechtriem†, Matthias Storme, Stephen Swann, Paul
Varul, Anna Veneziano and Fryderyk Zoll.
1124 22. El error como vicio del consentimiento contractual
2006, p. 277. Esta complejidad viene de lejos, y de ella ya da cuenta el propio H. Grocio.
Vid. H. Grocio, De Iure Belli ac Pacis, París, 1625, Lib. II, Cap. XI, VI, I.
(16) Vid. el trabajo de K. Zweigert, «Irrtümer über den Irrtum», Zeitschfrift für Re-
chtsvergleichung, 1966, pp. 12-22.
(17) Vid. A. M. Morales Moreno, «Los vicios de la voluntad en los principios del
Derecho europeo de contratos», La modernización del Derecho de obligaciones, Cizur Menor,
Thomson-Civitas, 2006, p. 291.
(18) Vid. J. M. Perillo, Hardship and its Impact on Contractual Obligations: A Compara-
tive Analysis, Centro di studi e ricerche di diritto comparato e straniero: Saggi, Conferenze
e Seminari, nº 20, Roma 1996, p. 13.
1126 22. El error como vicio del consentimiento contractual
10. El régimen del error se muestra también muy apropiado para mere-
cer explicaciones basadas en la teoría del riesgo. Según este planteamien-
to, quien hace declaraciones bajo la influencia de un error, es responsable
por los vicios asociados a su «esfera de riesgo». La declaración de invalidez
del contrato supone el traslado de un riesgo desde la víctima del error a su
contraparte. La cuestión del error, bajo esta perspectiva, puede ser contem-
plada como un problema de distribución de riesgos entre las partes20. El
error plantea un problema de reparto, entre los contratantes, de determi-
nados riesgos de la contratación: el riesgo de una defectuosa información
sobre hechos y circunstancias relevantes para el contrato, o el de una de-
fectuosa transmisión de la voluntad contractual.
11. De la mano de la teoría del riesgo es fácil llegar a la teoría del análi-
sis económico del Derecho. Desde esta perspectiva, el error como vicio del
consentimiento bien puede ser mirado como una cuestión de distribución
entre las partes de los costes de información soportados por motivo de la
contratación y, de acuerdo con este planteamiento, el Derecho de contra-
tos puede limitar las posibilidades de anulación del contrato cuando se
valore que la víctima del error debe asumir dicho coste por encontrarse en
mejor situación para hacerlo21. De igual modo, los deberes de información
(19) J. Ghestin, Traité de Droit Civil: Les obligations. Le contrat: formation, 2ª ed., París,
1988, p. 513.
(20) Para el Derecho español, vid. A. M. Morales Moreno, El error en los contratos,
Madrid, Ceura, 1988, pp. 88 y ss.; del mismo autor, «Los vicios de la voluntad en los princi-
pios del Derecho europeo de contratos, cit., p. 294.
(21) Sobre el objetivo de eficiencia a perseguir por el Derecho de contratos desde
esta perspectiva de análisis económico del Derecho, vid. J. Torres López, Análisis Económico
del Derecho, Madrid, Tecnos, 1987, pp. 56-60.
II. Conexión del error con otros aspectos de la dinámica del contrato 1127
(22) Vid. E. Rasmusen e I. Ayres, «Mutual and Unilateral Mistake in Contract Law»,
Journal of Legal Studies, vol. 22, nº 2, 1993, pp. 309-343.
1128 22. El error como vicio del consentimiento contractual
(23) Vid. M. Pasquau Liaño, «Comentario al artículo 1265», Jurisprudencia Civil Co-
mentada, tomo II, Arts. 1088 a 1976, Granada, Comares, 2000, p. 2180. Vid. allí las referen-
cias a las SSTS de 6 de junio de 1953 y de 3 de febrero de 1986. Según la primera de ellas,
«ningún precepto de nuestro Código excluye la concurrencia de la acción de impugnación
por error con las que se derivan de otros artículos, cuya elección corresponden a aquel a
quien asisten».
II. Conexión del error con otros aspectos de la dinámica del contrato 1129
2. Error e interpretación
15. En los diferentes sistemas jurídicos cabe apreciar una estrecha co-
nexión entre las cuestiones relativas al vicio del consentimiento por error,
y la interpretación del contrato. Esta interconexión es fácil de explicar: la
anulación del contrato viciado por error presupone que exista un contrato
anulable; al mismo tiempo, la existencia del contrato, en caso de error,
puede depender del método utilizado para la interpretación.
En términos teóricos es posible contraponer dos métodos de interpreta-
ción, el subjetivo y el objetivo24. El primero, propio del Derecho romano,
seguido por Pothier, e inspirador de los Códigos civiles francés y español,
considera que voluntad y declaración son una unidad inescindible. Por
ello atribuye a la declaración el sentido correspondiente a la voluntad del
declarante, que habrá de ser probada por medios distintos a la propia de-
claración. El segundo, el método objetivo, o germanista, separa voluntad
y declaración y atribuye sentido a lo declarado, conforme a su significado
típico, en el medio en que se produce la declaración.
Cuando se utiliza el método subjetivo de interpretación del contrato,
no es necesario dotar al contratante que padece error en la declaración de
una acción específica de impugnación del contrato, basado en el vicio de
error en el consentimiento. La interpretación hace desvelar el error, esta-
blece la verdadera voluntad del contratante y, en su caso, desvela la falta de
consentimiento contractual. Por el contrario, cuando se utiliza el método
objetivo de interpretación, el contrato se perfecciona sobre la coinciden-
cia de declaraciones, objetivamente interpretadas, y tiene sentido que el
contratante que ha padecido el error en la declaración pueda disponer de
un mecanismo de impugnación del mismo, la acción de anulabilidad por
error.
16. El profesor Morales Moreno ha expuesto con suma claridad el mo-
delo de interactuación entre los criterios de interpretación del contrato
que contienen los PECL, y la posibilidad de descubrir un consentimiento
viciado por error. El modelo resulta perfectamente trasladable a cuales-
quiera sistemas que respondan a criterios afines25.
El artículo 5:101 PECL contiene tres reglas de interpretación, que per-
miten resolver algunos casos de error en la declaración. Según la primera
regla, cuando la voluntad común de los contratantes no aparece cuestio-
nada, el contrato se basa en ella, con independencia del sentido que pue-
dan tener los términos empleados. La segunda regla impone interpretar
el contrato conforme a la voluntad de la parte que padece el error en la
declaración, cuando esa voluntad sea cognoscible para la otra parte. Esta
regla permite resolver el problema del error, modelando el contrato con-
forme a la voluntad de la parte que lo padece; es decir, utiliza un método
de protección distinto de la anulación. La tercera regla, oportuna en los
casos en los que no sean aplicables ni la primera, ni la segunda, ordena
interpretar el contrato según criterios objetivos: conforme al sentido que
personas razonables, de la misma condición que las partes, hubieran dado
a la declaración, en las mismas circunstancias. Ese sentido puede no coin-
cidir con la voluntad de alguna de las partes. En tal caso, estamos en pre-
sencia de un error en la declaración, al que será de aplicación el régimen
de anulabilidad del art. 4:104 PECL. Como solución innovadora, de las
relaciones entre el régimen del error como vicio del consentimiento y el de
la interpretación se ocupa de forma específica el artículo 3.4.4 (error en la
declaración) de los Principios OHADAC. En concreto, el último inciso de
la disposición tiene el propósito de recordar que el error en la declaración
puede quedar solventado a través de la aplicación de las reglas relativas a
la interpretación del contrato que aparecen contenidas en la sección pri-
mera del capítulo 4 de los Principios. De hecho, las soluciones que ofrecen
algunos códigos al error de cálculo o de cuenta, que no otorgan el derecho
a la anulación del contrato sino simplemente a la rectificación (art. 1.016
CC costarricense; art. 1.557 CC hondureño; art. 1.814 CC mexicano; art.
2.456 CC nicaragüense), aparecen orientadas por la idea de dar a esta clase
de error una solución de corte interpretativo. En los sistemas de common
law en ciertos casos también se asocia al error en la declaración el efecto
de la rectificación del contrato [Craddock Brothers v Hunt, (1923) 2 Ch.
136]. En el Derecho norteamericano la regla de la rectificación también se
contempla en la sección 155 Restatement Second of Contracts.
básica sobre la cual el contrato fue celebrado (a basic assumption on which the
contract was made) y que tenga un efecto esencial sobre el intercambio de
prestaciones acordadas (a material effect on the agreed exchange of performances).
En el comentario que se hace a esta disposición expresamente se menciona
que «la parte en error debe acreditar que el desequilibrio resultante en
el intercambio acordado es de tal magnitud que no puede justamente ser
requerido para realizarla». Una solución general en este mismo sentido se
contiene en la sección 6 (I) (b) de la Contractual Mistakes Act de Nueva Ze-
landa, de 1977, aludiendo expresamente al concepto de desequilibrio (in a
substantially unequal exchange of values).
Entre los segundos cabe mencionar al sistema francés, en donde los tri-
bunales como signo de que el error es esencial o sustancial, han tenido
en cuenta la lesión que sufriría la víctima26. El Derecho español también
se orienta en esta dirección cuando el TS, en su doctrina relativa al error
como vicio del consentimiento, ha desplazado el peso del error desde el
objeto hacia la causa del contrato, considerando que el error es relevante
únicamente cuando el mismo afecta a las premisas del contrato, esto es, a la
presuposición o base del contrato27.
(26) J. Ghestin, Traité de Droit Civil: Les obligations. Le contrat: formation, op. cit., p.
513.
(27) Vid. M. Pasquau Liaño, «Art. 1266», Jurisprudencia Civil Comentada, Tomo II,
Granada, Comares, pp. 2185-2188. También vid., A. M. Morales Moreno, El error, op. cit.,
pp. 81 y ss.
(28) A. E. Kramer, en E. A. Kramer y TH. Probst, «Defects in the Contracting
Process, II. Mistake», International Encyclopedia of Comparative Law, vol. VII, Chapter, p. 12.
(29) En opinión de E. A. Kramer, esta afirmación no excluiría la posibilidad de que
desarrollos futuros relevantes para el contrato puedan ser valorados también en el ámbito
del error. El argumento según el cual nadie se puede equivocar sobre el futuro no resultaría
convincente.
1132 22. El error como vicio del consentimiento contractual
(30) Sobre este tema en Derecho Comparado, vid. S. Sánchez Lorenzo, «Hardship
en la contratación internacional: principios comunes para una unificación desde el Dere-
cho comparado», Soberanía del Estado y Derecho internacional (homenaje al profesor Juan Antonio
Carrillo Salcedo), Sevilla, 2005, pp. 1.273-1.292.
(31) Sobre el tema de la frustración, vid. S. Sánchez Lorenzo, «La frustración del
contrato en el Derecho comparado y su incidencia en la contratación internacional», Revis-
ta de la Corte Española de Arbitraje, vol. XX, 2005, pp. 45-88.
(32) J. Beatson, Anson's Law of Contract, Oxford, 1998, p. 236.
II. Conexión del error con otros aspectos de la dinámica del contrato 1133
(33) Vid. A. E. Kramer, «Defects in the Contracting Process, II. Mistake», cit., p. 22.
También vid., B. Markesinis, H. Unberath y A. Johnston, The German Law of Contract, a
Comparative Treatise, Portland, Hart Publishing, 2006, p. 289; y A. E. Kramer, «§ 122», Mün-
chener Kommentar Bürgerliches Gesetzbuch, Allgemeiner Teil, 4ª edición, Múnich, Beck, 2001, pp.
1159-1163.
1134 22. El error como vicio del consentimiento contractual
como si no, para solicitar a la otra parte una indemnización por cualquier
pérdida sufrida a consecuencia del error, dolo, amenazas o explotación
injusta, siempre que esta otra parte supiese o quepa esperar que supiese
las circunstancias relevantes». La previsión que comentamos conecta con
la existencia de obligaciones precontractuales en las partes durante la fase
negocial, lo cual resulta congruente con la óptica de muchos de los Dere-
chos de la órbita continental. El artículo 3.5.3 (derecho a la restitución) de
los Principios OHADAC incorpora también modulaciones de esta clase en
la regulación ofrecida para el derecho de restitución que lleva consigo la
anulación del contrato.
(34) Vid. Sección 6 (1) (a) de la Contractual Mistake Act 1977 de Nueva Zelanda;
art. 1813 del Código Civil Federal de México (el error de derecho o de hecho invalida el contrato
cuando recae sobre el motivodeterminante de la voluntad de cualquiera de los que contratan); art. 84
del Código Civil de Polonia; y art. 73 del Código Civil de Cuba.
1136 22. El error como vicio del consentimiento contractual
(35) Vid. L. Díez-Picazo y A. Gullón, Sistema de Derecho civil, vol. II, Madrid, Tecnos,
9ª edición, 2001, 5ª reimpresión 2005, p. 54. Una excepción a esta concepción subjetiva la
constituye la sentencia TS 4 enero 1982. En ella se dice que «si la Sala 1ª TS ha apreciado
reiteradamente el criterio subjetivo, no por ello deberán desecharse los criterios objetivos
puesto que generalmente la común opinión en el tráfico económico-jurídico sobre lo que
es relevante y primordial en el bien objeto del contrato, coincidirá con lo deseado por las
partes al emitir sus declaraciones».
(36) Vid. M. Pasquau Liaño, «Art. 1266», cit., p. 2185.
III. Definición del error relevante 1137
(37) Vid. A. M. Morales Moreno, «Los vicios de la voluntad en los principios del
Derecho Europeo de Contratos», cit., p. 297.
(38) Vid. A. E. Kramer, «§ 119», [Anfechtbarkeit wegen Irrtums], cit., pp. 1092-
1153.
(39) La traducción es nuestra.
1138 22. El error como vicio del consentimiento contractual
(40) Vid. Ch. Larroumet, Droit civil, Tomo III, 1ª parte, 6ª edición, París, Economica,
2007, pp. 284-285. En el Derecho español vid. J. L. Lacruz Berdejo, Derecho de obligacio-
nes, op. cit., pp. 358-359. Aquí se congratula el autor de que algunas decisiones judiciales
consideren acertadamente que dicha clase de error excluye, en realidad el consentimiento
contractual, y deba dar lugar a la nulidad radical, cuando no a la misma inexistencia del
contrato (Sentencia TS 23 mayo 1935).
(41) Vid. B. S. Markesinis, H. Unberath y A. Johnston, The German Law of Con-
tract, op. cit., p. 277-278.
1140 22. El error como vicio del consentimiento contractual
(42) Sobre el sistema alemán vid. también A. E. Kramer, «§ 119», Münchener Kom-
mentar zum Burgerliches Gesetzbuch, cit., pp. 1092-1153.
(43) Vid. A. E. Kramer, «Defects in the Contracting Process», cit., p. 24; B. S. Mar-
kesinis, H. Unberath y A. Johnston, The German Law of Contract, op. cit., pp. 282-283.
III. Definición del error relevante 1141
tinciones, el artículo 1428 del Codice Civile dispone que el error es causa
de anulación del contrato sólo cuando es esencial y es reconocible por el
otro contratante. Tras definir qué se entiende por error esencial y error re-
conocible, el artículo 1433 dispone que el error en la declaración y el error
en la transmisión quedan sometidos al mismo tratamiento. La distinción
acogida por el anterior código civil italiano, que respondía a la distinción
entre error en la declaración, que provoca la nulidad del contrato (error
obstativo), y error que simplemente otorga el derecho de anular el contra-
to (error vicio), fue abandonada por el nuevo código. El Código Italiano
se adelantó así a los nuevos textos que han venido a someter el error en la
declaración a los mismos parámetros a que quedan sometidos el resto de
los posibles tipos de errores.
(44) Vid. R. Zimmermann, The Law of Obligations, the Roman Foundation of the Civilian
Tradition, op. cit., pp. 588-596, p. 590.
III. Definición del error relevante 1143
(45) Vid. art. 202.3 Código civil de Perú, Vid. A. E. Kramer: «§ 119», Münchener Kom-
mentar Bürgerliches Gesetzbuch, Allgemeiner Teil, 4ª edición, Múnich, Beck, 2001, nº 98.
(46) J. L. Lacruz Berdejo, Derecho de obligaciones, II, volumen primero, Madrid, Dy-
kinson, 2007, pp. 359-360.
(47) Vid. el artículo 1452 del Código civil chileno.
(48) J. Ghestin, Traité de Droit Civil: Les obligations. Le contrat: formation, op. cit., p.
497.
1144 22. El error como vicio del consentimiento contractual
De acuerdo con el art. 1132 del Code Civil, el error de derecho o de hecho
(…) es una causa de nulidad del contrato cuando afecta a las cualidades
esenciales de la prestación debida o recae sobre las relativas al cocontra-
tante (L'erreur de droit ou de fait, à moins qu'elle ne soit inexcusable, est une cause
de nullité du contrat lorsqu'elle porte sur les qualités essentielles de la prestation due
ou sur celles du cocontractant). Conforme al artículo 1135 Cc el error sobre
un simple motivo, ajeno a las cualidades esenciales de la prestación o del
cocontrantante, no es causa de nulidad, a menos que las partes lo hayan
incorporado como tal al contrato.
En modo similar, la redacción del artículo 1266 del Código Civil espa-
ñol no ha impedido a la jurisprudencia española «deformar», entiéndase
en el buen sentido de la palabra, la definición de los aspectos sobre los que
puede recaer el error para ser considerado como relevante. El examen de
la jurisprudencia española permite apreciar que la relevancia del error ha
basculado desde el propio objeto del contrato hacia la causa, considera-
da como finalidad propia del contrato. En concreto, la doctrina identifica
como relevantes el error sobre circunstancias que afectan a la finalidad
del contrato, el error sobre la persona, el error sobre las premisas del con-
trato (la base del contrato), y el error de Derecho49. Por otra parte, la
jurisprudencia española ha declarado reiteradamente que el mero error
sobre los motivos que decidieron a las partes a contratar no produce efecto
alguno50.
La definición de la relevancia del error resulta más incierta en los siste-
mas del common law, que aparecen caracterizados por el casuismo en este
ámbito. Según afirma J. Beatson, los principios en que se basan los tri-
bunales para decidir, y los criterios seguidos, no han llegado nunca a ser
establecidas de forma precisa. Incluso los casos ya decididos son objeto
de discusiones doctrinales, con amplia variedad de interpretaciones51. En
esencia, el sistema del common law inglés se aproxima al método casuístico
seguido por el Derecho Romano, y se basa en la categoría del error esencial
(fundamental mistake). Si bien, por el juego de la equity, el sistema llega a
aproximarse a los ordenamientos que cuentan con cláusulas generales52.
El Derecho holandés tampoco menciona en el artículo 228 del Código
Civil cuál es el elemento sobre el cual ha de recaer el error para ser relevan-
te. De acuerdo con este código, el único criterio decisivo será que el error
venga causado a través de una información falsa, la retención de informa-
(49) Vid. M. Pasquau Liaño, «Art. 1266», cit., pp. 2183-2188. Vid. L. Díez-Picazo y A.
Gullón, Sistema de Derecho civil, op. cit., p. 54.
(50) No obstante, el error en los motivos puede dar lugar a la impugnación cuando
el mismo haya supuesto un error sobre la existencia de alguno de los elementos y presu-
puestos que las partes consideraron esenciales al negocio. Vid. Sentencia TS 21 junio 1978.
Vid. J. L. Lacruz Berdejo, Derecho de obligaciones, II, volumen primero, Madrid, Dykinson,
2007, p. 363.
(51) Vid. J. Beatson, Anson's Law of Contract, Oxford, 1998, p. 294.
(52) Vid. A. E. Kramer, «Defects in the Contracting Process, II. Mistake», cit., p. 10.
IV. Presupuestos de la anulación del contrato 1145
(53) Vid. A. M. Morales Moreno, «Los vicios de la voluntad en los principios del
Derecho Europeo de contratos», cit., p. 296.
(54) Según esta disposición: «the absence of intention in a declaration cannot be invoked
against a person who interpreted another's declaration or conduct in conformity with the sense which he
1146 22. El error como vicio del consentimiento contractual
sobre el error que recae sobre la declaración. Éste no podrá ser invocado
si la declaración viciada fue congruente con el sentido razonable que se le
pudo atribuir, teniendo en cuenta las circunstancias.
La mayoría de los sistemas responden a este mismo principio de la con-
fianza legítima depositada por la otra parte en la validez del contrato y, a
tal efecto, suelen condicionar la anulación del contrato al cumplimiento
de requisitos adicionales a la mera constatación de un error relevante. Sin
perjuicio de los matices jurisprudenciales, de la diferente terminología, así
como de la posibilidad de identificar criterios adicionales en algún concre-
to sistema, el examen de los diferentes ordenamientos revela una elevada
dosis de convergencia en la definición de algunos requisitos de la anula-
ción del contrato. Por ejemplo, que el error haya sido provocado por la
contraparte mediante el suministro de una información falsa o inexacta,
que el error sea conocido, o reconocible, por quien recibió la declaración
viciada de error, o que el error sea común, son criterios, grosso modo, co-
munes a muchos sistemas. Pero partiendo de estas grandes líneas, en el
resto volvemos a enfrentarnos con el particularismo. Y no sólo porque sea
posible encontrar otros criterios determinantes de la anulación o la conser-
vación del contrato en algún que otro sistema, sino porque cabe también
la posibilidad de que la concurrencia del criterio en cuestión no origine
la anulación del contrato, sino que genere, simplemente, una acción por
daños y perjuicios contra la parte que incurrió en error55. A continuación
expondremos, sin ánimo de exhaustividad, los diferentes criterios utiliza-
dos, para verificar en qué medida cada sistema responde al correspondien-
te criterio. La falta de identidad absoluta entre unos y otros conceptos, así
como las diferencias en la definición e interpretación de los mismos en
cada sistema, no sólo hacen difícil la clasificación, sino que la vuelven nece-
sariamente inexacta, por lo que los desarrollos y clasificaciones que siguen
deben ser entendidos con un carácter meramente expositivo.
Esto puede pasar de dos modos distintos: por una parte, sin necesidad
de intención de engañar, es posible que tenga lugar una comunicación de
datos de forma inconsciente, sin que el emisor haya tomado conciencia
del defecto. Es más, dicho emisor podría incluso pensar, y tener buenas
razones, para creer en la realidad de la información suministrada, y que
precisamente es la que hace incurrir en error a la contraparte. Ello puede
suceder, por ejemplo, cuando existen informes que avalan la corrección
de la información suministrada; por la otra, el error puede ser provocado
como consecuencia del incumplimiento de especiales deberes de informa-
ción que pesen sobre la contraparte. En este segundo caso, la existencia de
error provocado será dependiente de la previa imputación de dicha obli-
gación de información56. Tanto en un caso como en el otro, pierde justi-
ficación la protección del interés de la confianza de esa parte y, en cambio,
la adquiere la protección de la confianza generada en el contratante que
ha sido inducido al error.
34. En el Derecho europeo son numerosos los sistemas que siguen esta
regla, con y sin matices. Por ejemplo, como condición para declarar nulo
el contrato, el artículo 228.1 letra a) del Código Civil holandés exige que
el error sea debido a información suministrada por la otra parte (if the error
is due to information given by the other party). No obstante, el Código holandés
incorpora a esta indicación un matiz importante que aparece como excep-
ción y que, cuando se da, permite la conservación del contrato. En efecto,
el contrato podrá ser anulado salvo que la otra parte hubiera podido asu-
mir que el contrato habría sido celebrado de todas maneras, a pesar de la
existencia de la información errónea.
La misma regla se repite en el § 871 del Código Civil austríaco (falls der
Irrtum durch den anderen veranlaßt war). En la modificación operada en este
precepto, ha sido introducido un nuevo apartado segundo que representa
cierta innovación respecto del Derecho austríaco de obligaciones. El inciso
introducido responde a la conexión que hemos mencionado entre el error
y la asignación de deberes de información. En concreto se refiere al caso
en el que una de las partes deja de proporcionar a la otra una información
que ha de ser suministrada al contratar por motivo de una exigencia legal,
lo cual sucederá con frecuencia en los contratos de consumo. La conse-
cuencia es que dicho error será considerado como relevante, y no como
un mero error sobre los motivos, que en general resultan irrelevantes57.
La relevancia del error provocado engarza en el Derecho inglés con la
figura de la misrepresentation, expresión que en español puede ser traducida
(56) Para un examen del Derecho de los sistemas europeos sobre este particular
tema, que pone en relación los deberes de información, por una parte, con el vicio de error,
por otra, resulta fundamental la consulta del libro R. Sefton-Green (dir.), Mistake, Fraud
and Duties to inform in European Contract Law, Cambridge University Press, Cambridge, 2005.
(57) En su versión original: «Ein Irrtum eines Teiles über einen Umstand, über den ihn
der andere nach geltenden Rechtsvorschriften aufzuklären gehabt hätte, gilt immer als Irrtum über den
Inhalt des Vertrages und nicht bloß als solcher über den Bewegungsgrund oder den Endzweck (§ 901)».
1148 22. El error como vicio del consentimiento contractual
(60) Vid. infra punto 6 de este epígrafe IV. Véase la nueva versión del art. 1132 Cc.
francés, según la cual se descarta expresamente que el error inexcusable sea motivo para la
anulación del contrato.
(61) Poniendo en relación el requisito de la excusabilidad con el deber de infor-
marse (error inexcusable) y el deber de informar (error excusable), vid. M. Pasquau Lia-
ño, «Comentario al artículo 1266», cit., p. 2189, y las sentencias allí citadas. En el mismo
sentido, vid. A. M. Morales Moreno, «Los vicios de la voluntad en los principios del Dere-
cho Europeo de contratos», cit., p. 299.
(62) Vid. A. M. Morales Moreno, «Los vicios de la voluntad en los principios del
Derecho Europeo de contratos», cit., p. 298.
1150 22. El error como vicio del consentimiento contractual
(63) Vid. J. L. Lacruz Berdejo, Elementos de Derecho Civil, op. cit., p. 365. También
vid., J. R. Verda y Beamonte, «Algunas reflexiones en torno a la excusabilidad y recognos-
cibilidad del error en los contratos», Anuario de Derecho Civil, 1997; J. R. Verda Beamonte,
Error y Responsabilidad en el Contrato, Valencia, Tirant lo Blanch, 1999.
(64) Vid. L. Díez-Picazo y A. Gullón, Sistema de Derecho Civil II, op. cit., p. 54.
IV. Presupuestos de la anulación del contrato 1151
37. Como sistema diferente a todos los que acaban de ser mencionados
cabe citar la solución del Código de las Obligaciones suizo. Este código
permite la anulación del contrato en caso de error no reconocible (art.
24). No obstante, si el error es reconocible (o ha sido reconocido) la anu-
lación se hace más atractiva para la víctima del error, debido a que, en este
caso, no se contempla la reclamación de la contraparte por compensación
en el caso de un error negligente (art. 26.1). Según esta disposición if a
party declares his intention not to be bound by the contract due to error attributable
to his own negligence, he is bound to make compensation for the damage resulting
from his rescission of the contract, unless the other party knew or should have known
of such error.
4. El error común
38. Los sistemas jurídicos estatales muestran cierta convergencia a la
hora de legitimar la anulación del contrato cuando el error en que ha in-
currido una de las partes a la hora de contratar es común a la otra. En estos
casos, en principio, no parece digna de protección la confianza depositada
por la contraparte en la validez del contrato y, por tanto, queda abierta la
posibilidad de anulación. Se desvanece así el interés en la conservación del
contrato.
El derecho inglés, que es bastante restrictivo a la hora de admitir la in-
validez de un contrato por error, llega a reconocerla si el error es común
y suficientemente fundamental (common mistake). En los derechos conti-
nentales también se utiliza el concepto de error común, para reconocerle
relevancia. Por ejemplo, conforme al artículo 228.1 del Código Civil ho-
landés, existe error común si la otra parte, al celebrar el contrato, se ha
basado en la misma creencia inexacta que la parte que ha cometido el
error (if the other party in entering into the contract has based himself on the same
incorrect assumption as the party in error). Si bien en este caso se contiene una
matización. Será posible la anulación del contrato salvo que la otra parte,
incluso aunque hubiera efectuado una valoración correcta de los hechos,
no hubiera estado obligada a pensar que la víctima del error habría evitado
por ello la celebración del contrato. El carácter invalidante del contrato
del error común también es reconocido por el artículo 1334 del Código
Civil de Filipinas, según el cual mutual error as to the legal effect of an agreement
when the real purpose of the parties is frustrated, may vitiate consent.
Otros sistemas no cuentan con una previsión legal al respecto. Sin em-
bargo, tanto la doctrina como la jurisprudencia coinciden en indicar que
el error común puede determinar la anulación del contrato, como sucede
por ejemplo en el Derecho austríaco. En el Derecho español la jurispru-
dencia del TS, y con ella la doctrina más autorizada, considera que el error
común es esencial conforme al art. 1.266 Cc Lo mismo sucede con el Dere-
cho italiano, que se basa en la teoria del affidamento, de que el error común
representa una razón independiente para anulación. Este error no tiene
IV. Presupuestos de la anulación del contrato 1153
que ser reconocible según el art. 1428 Cc65. Lo mismo ocurre con el De-
recho alemán, en el que no existe una base legal para el error común66.
39. En la órbita del common law algunos sistemas otorgan gran impor-
tancia a la distinción entre error común y error unilateral. Es lo que ocu-
rre por ejemplo en el Derecho norteamericano. El § 152.1 del Restatement
(second) of Contracts, regula el error común, estableciendo las condiciones a
que se somete la anulación en tal caso, que son distintas respecto del error
unilateral. Según esta disposición: «where a mistake of both parties at the time a
contract was made as to a basic assumption on which the contract was made has a
material effect on the agreed exchange of performances, the contact is voidable by the
adversely affected party unless he bears the risk of the mistake under the rule stated
in § 154». Si el error es unilateral (y no está causado por misrepresentation)
la anulación del contrato queda sometida al cumplimiento de mayores exi-
gencias. En el mismo sentido, la Contractual Mistake Act de Nueva Zelanda
dibuja una clara distinción entre error unilateral, que sólo es relevante en
circunstancias muy cualificadas, y el error común (sección 6.1.a). Por su
parte, la situación en el Derecho inglés ha sido entendida como extraor-
dinariamente opaca. No obstante, la regla también se desprende del prin-
cipio general que ha sido establecido por J. Beatson, según el cual «Where
the parties contract under a false and fundamental assumption, going to the root of
the contract, and which both of them must be taken to have in mind at the time they
entered into it as the basis of their agreement, the contract may be void»67.
40. En los PECL, el error común constituye también una causa para la
invalidez del contrato. No obstante, puede dejar de serlo si corresponde
a la parte que padece el error soportar el riesgo del mismo (art. 4:103 a)
iii) PECL. La misma solución fue acogida por el art. 48 de la propuesta de
Reglamento relativa a un régimen común de la compraventa cuando su
apartado segundo disponía que «una parte no podrá anular el contrato
por error si dicha parte hubiera asumido el riesgo de error o, atendidas
las circunstancias, debiera correr con el riesgo de error». Una regulación
similar se contiene en el artículo 3.4.3 de los Principios OHADAC.
(65) Vid. E. Gabrielli, I contratti in generale, Tomo I, Turín UTET, 2006, pp. 493-498.
(66) Sobre el error común en el Derecho alemán, vid. B. S. Markesinis, H. Unbe-
rath y A. Johnston, The German Law of Contract, a Comparative Treatise, op. cit., pp. 301-302.
(67) Vid. J. Beatson, Anson's Law of Contract, op. cit., p. 304.
1154 22. El error como vicio del consentimiento contractual
(68) Vid. A. E. Kramer, «Defects in the Contracting Process, II. Mistake», cit., p. 28.
(69) Vid. E. Gabrielli, I contratti in generale, cit., pp. 498-499.
(70) Vid. Ch. Larroumet, Droit civil, Tomo III, op. cit., p. 284.
IV. Presupuestos de la anulación del contrato 1155
(71) Vid. A. M. Morales Moreno, El error en los contratos, cit., pp. 217 y ss.
(72) Vid. M. Pasquau Liaño, «Comentario al artículo 1266», cit, pp. 2189-2192.
1156 22. El error como vicio del consentimiento contractual
8. La imposible restitución
48. Cabe finalmente dejar también constancia de un elemento que pue-
de ser decisivo para estimar o desestimar la pretensión de anulación del
contrato por error, y que está presente en algunos de los sistemas jurídicos
analizados. El Derecho inglés ha desarrollado la doctrina de que la anula-
ción por misrepresentation (también por mistake in equity) queda descartada
si la parte que sufre el error no puede restituir el objeto recibido en una
condición idéntica, en otras palabras, si no cabe la restitutio in integrum.
También en el Derecho neozelandés, la sección 8.I de la Contractual
Mistake Act dispone que el derecho de anulación se pierde si la cosa obje-
to del contrato ha pasado a otro. Según esta disposición, la anulación no
procederá si «before rescission, a third party acquires, for value and without notice
of the defect with which the contract is made, an interest in the subject-matter of the
contract».
Una solución del mismo tipo podemos encontrarla en nuestro mismo
Derecho. En concreto, el artículo 1314.1 del Código Civil español estable-
ce que la víctima del error pierde el derecho a anular el contrato si la cosa
del contrato es destruida por su culpa, ya sea intencionalmente o por negli-
gencia. Según el precepto, «también se extinguirá la acción de nulidad de
los contratos cuando la cosa, objeto de estos, se hubiese perdido por dolo
o culpa del que pudiera ejercitar aquélla».
Como regulaciones más innovadoras, en los textos internacionales cabe
apreciar la existencia de una regulación separada del derecho a la anula-
ción del contrato, por una parte, y del derecho a la restitución, por otra.
Lo que permite que el contrato sea anulado y, sin embargo, no tenga lugar
la restitución de la cosa entregada. Por ejemplo, el artículo 3.5.3 (derecho
a la restitución) de los Principios OHADAC contiene una regla especial se-
gún la cual, en caso de anulación, cada parte tiene derecho a la restitución
(73) La traducción es nuestra. Según el texto original «a party bears the risk of mistake
when... (c) the risk is allocated to him by the court on the ground that it is reasonable to do so».
Bibliografía 1159
Bibliografía
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Impact on Contractual Obligations: A Comparative Analysis, Centro di studi e
ricerche di diritto comparato e straniero: Saggi, Conferenze e Seminari, nº
1160 22. El error como vicio del consentimiento contractual
La imposibilidad inicial
J. J. Vara Parra
23
La imposibilidad inicial
I. Introducción
1. Los dos extremos que marcan los límites sustantivos o materiales del
presente estudio son los siguientes: Por un lado, el punto de partida, in-
evitable, es el principio de la santidad del contrato expresado merced al
conocido aforismo latino «pacta sunt servanda». Por otro, un sector de la
doctrina científica se ha negado a otorgar un carácter absoluto al referido
principio. Pues bien, tradicionalmente el supuesto de la imposibilidad ini-
cial ha encontrado, en este segundo polo de atracción, su contexto natural
1162 23. La imposibilidad inicial
(1) «The fundamental maxim is pacta sunt servanda –agreements must be kept. Even if
performance is impossible or senseless, the assessment of damages for non-performance remains a pos-
sibility» (J. Calamari y J. M. Perillo, The Law of Contracts, 4ª ed., Saint Paul, West Group,
1998, p. 529. Obviamente la doctrina de la imposibilidad inicial o del mistake rompe esta
dinámica. Ahora bien, conviene advertir que no se trata, como un trasunto del referido afo-
rismo latino, de afirmar siempre y en todo caso la responsabilidad contractual, sino de que
el camino hacia su verificación in casu permanezca siempre abierto y expedito.
I. Introducción 1163
(2) Vid. A. Hernández Gil, Derecho de Obligaciones, Madrid, Ceura, 1983, pp. 103-
104. La misma terminología aparece en M. Castilla Barea, La imposibilidad de cumplir los
contratos, Madrid, Dykinson, 2000, p. 28.
(3) El Derecho positivo se erige en una de las manifestaciones de esta dialéctica,
en el sentido de que las leyes estatales sobre frustration del contrato excluyen de su ámbito
de aplicación la imposibilidad inicial. A título de ejemplo, la Frustrated Contracts Act R.S.O.
1990, c. F. 34 canadiense determina lo siguiente: «Art. 1 (2) This Act does not apply, (...) (c) to a
contract for the sale of specific goods where the goods, without the knowledge of the seller, have perished
at the time the contract was made, or where the goods, without any fault on the part of the seller or buyer,
perished before the risk passed to the buyer» (J. Swan, B. Reiter y N. Bala, Contracts: Cases, Notes
& Materials, 7ª ed., Ontario, LexisNexis, 2006, pp. 815-816).
(4) Véase, por ejemplo, E. Mckendrick, Contract Law, 8ª ed., Londres, Palgrave
MacMillan, 2009, p. 235.
(5) «The doctrine of frustration is relevant when it is alleged that a change of circumstances
after the formation of the contract has rendered it physically or commercially impossible to fulfil the
contract or has transferred performance in to a radically different obligation from that undertaken in
the contract» (A. C. Moitra, The Law of Contract and Specific Relief, 5ª ed., Nueva Delhi, Uni-
versal Law Publishing, 2006, p. 1387). Consúltese, igualmente, J. D. Mccamus, The Law of
Contracts, Toronto, Irwin Law, 2005, p. 567.
(6) El límite del ámbito de aplicación material del presente trabajo tiene que ver
con el momento de conclusión del contrato o relación jurídica (límite temporal) en el sen-
tido de que lo exceden aquellas modalidades de imposibilidad que, hundiendo sus raíces
con anterioridad al momento de conclusión del contrato, son capaces de sobrevivir con
posterioridad: tal es el caso, como se verá en su momento, de la llamada imposibilidad
subjetiva o relativa no personalísima o de la mayoría de los supuestos pertenecientes a la
imposibilidad parcial.
1164 23. La imposibilidad inicial
or, with reasonable diligence, might have known, and which the promisee did not
know, to be impossible or unlawful, such promisor must make compensation to such
promisee for any loss which such promisee sustains through the non-performance of
the promise»7.
Pero esta no es la vía que va a ser adoptada en el presente estudio sobre
la imposibilidad inicial8. Precisamente la dificultad de la atribución de
una adecuada solución de justicia sustantiva o material in casu reside en el
hecho de que la institución jurídica de la imposibilidad inicial no contará
con la ayuda de elementos extrínsecos o endógenos.
(7) Vid. M. C. Bhandari, The Law of Contract, 2ª ed., Nueva Delhi, Ashoka Law
House, 2006, p. 349.
(8) Reflexión, por otro lado, también compartida en el campo de la frustration tal
como se pone de manifiesto en el siguiente pasaje doctrinal: «The essence of "frustration" is
that it should not be due to the act or election of a party and it should be without any default
of either party. If frustration occurs due to a party's own default, he would not be allowed to
rely on his own default to excuse him from liability under the contract» (P. C. Markanda,
The Law of Contract, 1ª ed., Nueva Delhi, Wadhawa and Company Nagpur, 2006, p. 844). Así
pues, la imposibilidad inicial y la imposibilidad sobrevenida comparten la ausencia de mala
fe en ambas estructuras jurídicas.
(9) R. E. Scott y D. L. Leslie, Contract Law and Theory, 2ª ed., Charlottesville,
LexisNexis, 1993, p. 660. R. Speidel y I. Ayres, Contract Law, 6ª ed., Nueva York, Thomson
West, 2003, p. 471. «The word mistake is generally used in the law of contracts to refer to an erroneous
perception –what the Restatement Second of Contracts calls «a belief that is not in accord with the facts»
(Sección 151): E. A. Farnsworth, Contracts, 3ª ed., Nueva York, Aspen Publishers, 2004, p.
589. Otras expresiones utilizadas para referirse al concepto de mistake son: First Restatement
of Contracts, Sección 500: «state of mind that is not in accord with the facts». First Restatement of
Restitution, Sección 6: «state of mind not in accord with the facts». Restatement (Third) of Restitution
and Unjust Enrichment, Sección 5 (2) (Tent. Draft #1, April 6, 2001): «misapprehension of fact or
law». UNIDROIT Principles, art. 3.4: «erroneous assumption relating to facts or law». Restatement
(Third) of Foreign Relations Law, Sección 331 (a) (1987): «factor or situation which was assumed
(...) to exist». Ibidem, nota nº 1 de la p. 589.
(10) «If the common assumption is false at the time of contract formation, the law treats this
as a mistake» (M. Chen-Wishart, Contract Law, Nueva York, Oxford University Press, 2005,
p. 286). «(...) common mistake as a doctrine is applicable only if the parties are mistaken as to a vital
existing fact, while ordinarily frustration and impossibility relate to future events» (J. Calamari y J.
M. Perillo, op. cit., p. 530).
II. Concepto y modalidades de imposibilidad inicial 1165
(17) Ibidem, p. 366. A mayor abundamiento, sobre el carácter esencial del objeto del
contrato o de la obligación, consúltese P. Foriers, «L'objet», Les obligations en Droit français et
en Droit belge. Convergences et divergences. Actes des Journées d'étude organisées les 11 et 12 décembre
1992 par la Faculté de Droit de Paris Saint-Maur et la Faculté de Droit de l'Université Libre de Bruxe-
lles, Bruselas, Dalloz, 1994, pp. 65-66.
(18) A. Larouche, Les Obligations. Tome I. Théorie générale des contrats, Otawa, Édi-
tions de l'Université d'Ottawa, 1982, p. 6.
(19) V. San Julián Puig, El objeto del contrato, Pamplona, Aranzadi, 1996, p. 53. E.
Serrano Alonso y E. Serrano Gómez, Manual de Derecho de Obligaciones y Contratos. Tomo II.
Vol. 1. Teoría General del Contrato, Madrid, Edisofer, 2008, p. 85.
(20) I. Barral Viñals, M. D. Gramunt Fombuena, M. R. Llácer Matacás y G. Ru-
bio Gimeno, Dret d'obligacions, Carlos J. Maluquer de Motes Bernet (Coord.), Barcelona, Edicions
Universitat de Barcelona, 2003, p. 25.
(21) R. Badenes Gasset, El contrato de compraventa, Tomo I, 3ª ed., Barcelona,
Bosch, 1995, p. 115. En el mismo sentido vid. J. M. Lete del Río y J. Lete Achirica, Derecho
de Obligaciones. Vol. II. Contratos, Pamplona, Thomson Aranzadi, 2006, p. 55.
(22) R. Sacco, Il contratto, 3ª ed., Turín, UTET, 2004, p. 49.
(23) G. Alpa, Corso di Diritto contrattuale, Milán, CEDAM, 2006, p. 66. N. Distaso, I
contratti in generale, Vol. II, Turín, UTET, 1980, p. 904. F. Galgano, Diritto civile e commerciale.
Volume secondo. Le obligazioni e i contratti, 3ª ed., Milán, CEDAM, 1999, p. 212. R. Sacco, «Le
contrat inexécuté. Conférence introductive», Il contratto inadempiuto. Realtà e tradizione del
diritto contrattuale europeo. III Congresso Internazionale ARISTEC. Ginerva, 24-27 settembre 1997,
II. Concepto y modalidades de imposibilidad inicial 1167
Así pues, la imposibilidad inicial que interesa en este estudio ha de ser «úni-
ca», en cuanto a su origen, y «común», en cuanto a su alcance inter partes. Es
este, pese a la exposición recién realizada, un hallazgo de Derecho uniforme.
(37) P. Pichonnaz, op. cit., p. 154. Véase también J. Flour y J.-L. Aubert, Les Obliga-
tions. 1. L'acte juridique. Le contrat-formation-effets-actes unilatéraux-actes collectifs, 6ª ed., París,
Armand Colin, 1994, p. 173, donde se alude a la ilicitud del objeto.
(38) Así, en el Primero de los Fundamentos de Derecho de la STS español de 25 de oc-
tubre de 1996 (RJ 1996, 7432) se hace referencia a «la proclamación jurisprudencial, ya hoy
unánime, a aceptar la validez de venta de cosa ajena, y así lo afirma la emblemática Sentencia
de esta Sala de 5 de julio de 1976 (RJ 1976, 3329), que se basa en otra anterior de 5 de julio de
1958 (RJ 1958, 2537), cuando en ella se afirma que habida cuenta del carácter meramente
obligacional de la compraventa, el vendedor, en efecto, no da, sino que se obliga a hacerlo,
sin que exista precepto alguno que disponga que quien vende tenga que ser propietario de
la cosa vendida y donde caso de ser ajena, surgirá el derecho a la pertinente indemnización
o al saneamiento si es reivindicada por el verdadero dueño. Esta doctrina jurisprudencial
superó la establecida en torno al art. 1599 del Cc francés, que no admitía la eficacia de la
venta de cosa ajena; (...)». Ahora bien, es menester puntualizar que en el Derecho civil
francés la celebración del contrato de venta ya tiene efectos reales por lo que, como se com-
probará en su momento, la solución del art. 1599 a los supuestos de imposibilidad inicial res
sua es natural con el planteamiento inicial.
(39) Precisamente en el Comentario a los preceptos que conforman los famosos
Principios UNIDROIT se indica que «Si la imposibilidad originaria de cumplimiento se
debe a una prohibición legal (v. gr. a una prohibición de exportación o de importación),
la validez del contrato dependerá de si, conforme al Derecho bajo el cual se ha dictado la
prohibición, esta tiene el propósito de invalidar o simplemente de impedir el cumplimiento
del contrato». UNIDROIT. Principios sobre los contratos comerciales internacionales, Roma, Ed.
Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado (UNIDROIT), 1995, p. 71.
(40) «L'impossibilité juridique désigne généralement la situation dans laquelle la prestation
est ou devient impossible en raison de circonstances juridiques. L'obstacle peut provenir du droit appli-
cable au contrat, du droit du domicile du débiteur ou d'un droit étranger» (P. Pichonnaz, op. cit.,
p. 153).
II. Concepto y modalidades de imposibilidad inicial 1171
14. Excusado es decir que un contrato que tenga por objeto un bien do-
tado de esa nota característica no observará, a priori, en el momento de su
conclusión, una fase crítica capaz de mediatizar su validez e, incluso, como
se verá más adelante en el campo de las soluciones jurídicas, su existencia.
Es decir, los casos prácticos relativos a bienes futuros soportarán, si hay lu-
gar a ello, el régimen jurídico regulador de la imposibilidad sobrevenida y
no pertenecerán a los dominios de la imposibilidad inicial. En efecto, en la
hipótesis de la existencia posible o eventual de la cosa objeto de la presta-
ción del comprador en la compraventa, los supuestos de emptio spei y emptio
rei speratae pertenecen al ámbito de la imposibilidad sobrevenida, esto es, a
aquella imposibilidad que se verifica tras la conclusión del contrato.
(45) J. Flour y J.-L. Aubert, op. cit., p. 173. A. Sériaux, Manuel de Droit des Obligations,
Paris, Presses Universitaires de France, 2006, p. 53.
(46) A. Larouche, op. cit., p. 6.
(47) J. M. Lete del Río y J. Lete Achirica, op. cit., p. 55.
(48) F. Galgano, op. cit., p. 213.
(49) M. J. De Almeida Costa, op. cit., p. 651.
(50) Más adelante, en el ámbito de las soluciones, se tendrá ocasión de retomar esta
concreta y particular cuestión a propósito de un supuesto práctico relativo a una plantación
de kiwis rociada, con motivo de la venta, con un producto químico equivocado.
(51) Sobre la base de este razonamiento, cabe afirmar que incluso los supuestos
contractuales de venditio spei pueden verse afectados si la «esperanza» se comprueba que
era absolutamente nula o inexistente con anterioridad al momento de la conclusión con-
tractual.
II. Concepto y modalidades de imposibilidad inicial 1173
(52) E. Serrano Alonso y E. Serrano Gómez, op. cit., p. 86. A. Valera, op. cit., pp.
67-68. M. J. De Almeida Costa, op. cit., p. 643.
(53) A. Von Tuhr, op. cit., p. 146.
(54) A. Hernández Gil, op. cit., p. 104.
(55) A. Lombardi, La risoluzione per impossibilità sopravvenuta, Milán, Giuffrè Edito-
re, 2007, p. 65. En este sentido M. J. De Almeida Costa entiende que la designación de
imposibilidad subjetiva es un tanto impropia –visto que la prestación es posible en sí misma,
al margen de que el deudor no pueda efectuarla– por lo que podría hablarse de «inaptidao»
del deudor (M. J. De Almeida Costa, op. cit., nota nº 1 de la p. 650). Se trata de la «impuis-
sance» de A. Larouche (op. cit., p. 11). Y también se utiliza la expresión «ineptitud del deudor»
(V. San Julián Puig, op. cit., pp. 271-272).
(56) N. Distaso, op. cit., p. 908.
(57) «Seule fait obstacle à la validité du contrat l'impossibilité absolue –celle à laquelle se heu-
rterait n'importe quel débiteur– non l'impossibilité relative: celle qui ne concerne que tel débiteur» (J.
Flour y J.-L. Aubert, op. cit., p. 173). En la imposibilidad subjetiva, el contrato existe, es
válido y el objeto existente, otra cosa es que a la hora de la ejecución, pueda plantearse su
realización por equivalente (V. San Julián Puig, op. cit., pp. 271-272).
(58) «Só a impossibilidade absoluta libera o devedor e nao a mera impossibilidade relativa
(«difficultas praestandi»), que se traduz na simple dificuldade ou onerosidade exagerada da prestaçao,
de ordem financeira, pessoal ou moral» (M. J. De Almeida Costa, op. cit., p. 1075.
(59) A. Von Tuhr, op. cit., p. 146. «L'empêchement initial qui frappe le débiteur dans sa
capacité de fournir la prestation sans réaliser les conditions de l'impossibilité objective n'affecte pas la
validité du contrat, mais la possibilité d'en obtenir l'exécution du débiteur. L'art. 20 n'est pas appli-
cable et le créancier, qui "ne peut obtenir l'exécution de l'obligation", peut exiger des dommages-intérêts
1174 23. La imposibilidad inicial
conformément à l'art. 97 al. 1. Le débiteur ainsi empêché ne peut en principe pas s'exculper car la
jurisprudence retient à sa charge une faute lorqu'il s'est engagé alors qu'il savait ou autait dû savoir
qu'il pourrait se trouver empêché dans sa capacité de fournir la prestation (Übernahmeverschulden). Le
créancier a droit à l'indemnisation de son intérêt à l'exécution du contrat (intérêt positif), qui comprend
à la fois la perte éprouvée et le gain manqué que lui causent l'inexécution. Puisque le contrat n'est
pas affecté dans sa validité, une éventuelle contre-prestation reste due» (L. Thévenoz, «Le contrat
inexécuté en Droit suisse», Il contratto inadempiuto. Realtà e tradizione del diritto contrattuale
europeo. III Congresso Internazionale ARISTEC. Ginerva, 24-27 settembre 1997, a cura di L. Vaca,
Turín, G. Giappichelli, 1999, p. 180).
(60) No hay obstáculo a la constitución de la obligación si la imposibilidad fuese
meramente subjetiva, exigiéndose una imposibilidad que lo sea en relación al objeto y no
simplemente en relación a la persona del deudor. L. M. Teles de Menezes, op. cit., pp. 117-
118.
(61) N. Distaso, op. cit., p. 909.
(62) D. Guggenheim, op. cit., p. 54.
(63) «The First Restatement contained a specific section (455) to the effect that a defense of
impossibility may not be based on subjective impossibility; objective impossibility was required. The
Restatement described (section 455) the difference between the two as the difference between "the thing
cannot be done" and "I cannot do it". The Restatement (Second, section 261), with a somewhat diffe-
rent approach, recognizes that subjective impossibility involves assumption of the risk or contributory
fault. (...) a person who is guilty of contributory fault of who assumes the risk is denied the defense of
impossibility» (J. Calamari y J. M. Perillo, op. cit., p. 521).
(64) D. Guggenheim, op. cit., pp. 54-55.
II. Concepto y modalidades de imposibilidad inicial 1175
18. Para concluir, tras las enseñanzas precedentes, y a los efectos de este
estudio, cabe afirmar que la imposibilidad originaria será en la práctica
absoluta. Por definición, la imposibilidad originaria no puede ser relativa.
La imposibilidad relativa será, en la práctica, sobrevenida67, lo que quiere
decir que no excluye el nacimiento de la obligación jurídica de que se trate
y que, por consiguiente, no observa en la fase de celebración del contrato
un momento crítico fiscalizador de su validez y de su existencia.
(65) «Lorsque le débiteur a été choisi en raison de sa personne, de ses qualités, de ses compé-
tences, de son renom, de sorte que toute exécution par un tiers serait soit impossible (seule la société Coca
Cola, Inc. dispose de la formule de cette boisson, personne n'ayant jusqu'ici su la reconstituer) soit de
moindre valeur pour le créancier (décès de Picasso avant l'exécution du portrait commandé), l'opinion
dominante est que personne d'autre que le débiteur définitivement empêché ne peut objectivement fournir
la prestation promise, de sorte que celle-ci est réputée objectivement impossible» (L. Thévenoz, op, cit.,
pp. 184-185).
(66) La imposibilidad objetiva es el supuesto más grave determinante de su exten-
sión no solo a la ejecución del contrato sino también a su validez. Por el contrario, la impo-
sibilidad subjetiva se extiende a la ejecución pero no a la validez del contrato. No obstante,
los supuestos más cualificados de imposibilidad subjetiva deberían encontrar su sanción en
el campo objetivo: imposibilidad inicial subjetiva personalísima.
(67) «La doctrine majoritaire, suivie par le Tribunal fédéral, assimile incapacité subjective
et impossibilité objective subséquentes et leur applique les art. 97 al. 1 et 119, de sorte que l'obligation
originaire est éteinte dès sa survenance et que le débiteur, s'il réalise un chef de responsabilité, este tenu
d'indemniser son créancier» (L. Thévenoz, op. cit., p. 185).
(68) V. San Julián Puig, op. cit., pp. 270-271.
(69) Idídem p. 271.
(70) J. L. Navarro Pérez, La compraventa civil. Antecedentes, Comentario Doctrinal, Ju-
risprudencia y Formularios, Granada, Comares, 1993, p. 422. A. Valera, op. cit., pp. 67-68.
(71) R. Badenes Gasset, El contrato de compraventa, Tomo I, Barcelona, 1979, p. 470.
1176 23. La imposibilidad inicial
(72) Ibidem, p. 423. N. Moralejo Imbernón, op. cit., p. 1772. Dicha facultad de
opción tiene su razón de ser en el hecho de que la prestación debe ser íntegra e indivisi-
ble y este carácter pudo ser el determinante de la compraventa, en cuyo caso no se puede
imponer al comprador una prestación parcial (J. M. Lete del Río y J. Lete Achirica, op.
cit., pp. 55-56).
(73) Si bien es cierto que en el caso concreto del art. 630 del Cc de Paraguay («Si la
prestación se ha hecho imposible solo en parte, el deudor se libera de la obligación ejecu-
tando la prestación en cuanto a la parte que sigue siendo posible de cumplimiento») no
se concede la referida facultad de opción al comprador, la doctrina científica de ese país
la reclama «por aplicación del principio de que no se puede obligar al acreedor a recibir
pagos parciales», de conformidad con el art. 558 (S. Martyniuk Barán, Obligaciones, Tomo
I, Asunción, Editora Intercontinental, 2005, p. 457).
(74) F. C. Dutilleul y P. Delebecque, Contrats civils et commerciaux, París, Dalloz,
1991, p. 91. J. Ghestin yD. Bernard, op. cit., p. 374. F. Terré, P. Simler e Y. Lequette, op.
cit., p. 275.
(75) A. Von Tuhr, op. cit., nota nº 289 de la p. 146. P. Pichonnaz, op. cit., nota nº
701 de la p. 137.
(76) «Uniform Commercial Code Section 2-613. Casualty to Identified Goods: Where the con-
tract requires for its performance goods identified when the contract is made, and the goods suffer ca-
sualty without fault of either party before the risk of loss passes to the buyer, (...); b) if the loss is partial
or the goods have so deteriorated as no longer to conform to the contract the buyer may nevertheless
demand inspection and at his option either treat the contract as avoided or accept the goods with due
allowance from the contract price for the deterioration or the deficiency in quantity but without further
right against the seller».
(77) «If at the time the contract of sale is perfected, (...) the thing should have been lost in part
only, the vendee may choose between withdrawing from the contract and demanding the remaining part,
paying its price in proportion to the total sum agreed upon» (E. L. Pineda, op. cit., p. 254).
II. Concepto y modalidades de imposibilidad inicial 1177
(78) En HR&S Sainsbury v. Street [1972] 1 WLR 834, el demandado acordó vender
una cosecha de alrededor de 275 toneladas de cebada que habrían de producir los terrenos
de su granja. Pero, debido a condiciones climáticas adversas, solo se obtuvo una cosecha
de 140 toneladas, que el demandado vendió y entregó a una tercera parte a un precio
sustancialmente más alto. Justice McKenna juzgó que, aunque el contrato quedó frustrado
respecto de la parte de la cosecha no obtenida, ello no exoneraba al demandado de ofrecer
la cosecha realmente producida a los demandantes.
(79) V. San Julián Puig, op. cit., pp. 270-271.
(80) V. San Julián Puig, op. cit., p. 271. M. J. De Almeida Costa, op. cit., p. 649.
«Temporary impossibility does not discharge the contract. The other party can require the affected party
to continue and be ready and willing to perform the contract. Only if impossibility persists for a length of
time sufficient to go to the essence of contract will non-performance justify the other party in rescinding»
(P. Markanda, op. cit., p. 841).
(81) Precisamente la STS español de 13 de junio de 1944 regula un caso de imposibilidad
temporal. Se trataba de la ejecución de un contrato de compraventa de aceite interrumpida
1178 23. La imposibilidad inicial
F. Conclusiones
24. Si en este estudio interesa aquella imposibilidad inicial para la que
el momento de conclusión del contrato se traduce en un momento críti-
co (verificación del problema de la validez del contrato), entonces este
trabajo ha de centrarse, dentro de la referida categoría jurídica, en la im-
posibilidad inicial, común, física (res extincta) o res sua, objetiva o subjetiva
personalísima, total y duradera.
En efecto, la imposibilidad puede presentarse de muy distintas maneras
y bajo diversas formas, pero para constituir defecto susceptible de provocar
la ausencia de objeto debe tratarse de una imposibilidad originaria, total,
duradera y objetiva, ya que, en caso contrario, serán otras las consecuencias
que produzca82. En consecuencia, el análisis de los efectos y de la teoría
de las nulidades que se llevará a cabo a continuación se refiere y debe en-
tenderse circunscrito a la imposibilidad inicial, común, física (res extincta)
o res sua, objetiva o subjetiva personalísima, total y duradera.
(83) Gustavus Couturier v. Robert Hastie (1853) All ER Rep 280, Court of Exchequer
Chamber and House of Lords; 10 England Reports 1065.
(84) Ibidem, p. 1065.
(85) Ibidem, p. 1066.
(86) Ibidem, p. 1068.
(87) Ibidem, p. 1069.
(88) P. S. Atiyah y J. N. Adams, The Sale of Goods, 10ª ed., Londres, Pearson Long-
man, 2001, p. 93. E. Mckendrick, op. cit., 2009, p. 238. La Sección 6 de la Sale of Goods Act
1180 23. La imposibilidad inicial
de 1979 dispone que: «Where there is a contract for the sale of specific goods, and the goods without
the knowledge of the seller have perished at the time when the contract is made, the contract is void».
(89) Strickland v. Turner (1852) 7 Exch 208.
(90) Pritchard v. Merchants' and Tradesman's Mutual Life Assurance Society (1858) 3 CB
(N.S.) 622.
(91) Strickland v. Sarah Turner, Excutrix of E. H. Lane, England Reports, Vol. 155, p. 919.
(92) Ibidem, p. 919.
(93) Ibidem, pp. 923 y 924.
(94) Griffith v. Brymer, The Times Law Reports. April 30, 1903. Vol. 19, p. 434.
(95) Ibidem, p. 434.
(96) Ibidem, p. 434. El contrato era nulo porque el mistake de las partes apuntaba al
corazón o a la raíz de su acuerdo. Aunque el contrato era aún física y legalmente capaz de
ejecución, la cancelación de la comitiva había socavado el objeto comercial del contrato (E.
Mckendrick, Contract Law, 4ª ed., Londres, Palgrave, 2000, p. 296).
(97) Scott v. Coulson [1903] 1 Ch 453; 1903 C.A. 249.
III. Efectos de la imposibilidad inicial: la teoría de las nulidades 1181
del caso fue la consideración unitaria por Justice Wright del conjunto de
los 700 sacos en discordia105. Así, con esta premisa, se comprende la expo-
sición del Juez en los siguientes términos: «The contract here was for a parcel
of 700 bags, and at the time when it was made there were only 591 bags. A contract
for a parcel of 700 bags is something different from a contract for 591 bags, and the
position appears to me to be in no way different from what it would have been if the
whole 700 bags had ceased to exist. The result is that the parties were contracting
about something which, at the date of the contract, without the knowledge of fault
of either party, did not exist. To compel the buyer in those circumstances to take 591
bags would be to compel him to take something which he had not contracted to take,
and would in my judgment be injust»106. De tal modo que la solución del Juez
fue declarar la nulidad del contrato por mandato de la Sección 6 de la Sale
of Goods Act de 1893107, cuya aplicación procedía «where part only of the
goods have perished at the time when the contract is made»108.
34. Ahora bien, la solución del Juez no es rígida como pueda parecer a
primera vista. Es cierto que la opción en favor del comprador, en los casos
de pérdida parcial, ya estaba legislada en el Common Law del Reino Uni-
do109. Sin embargo, el Juez, con su solución, lo que hizo fue fallar preci-
samente en favor de las pretensiones de la parte demandada, que eran los
compradores110. Se podría decir, en consecuencia, que el Juez ejemplificó
en los compradores la opción abstracta concedida por el legislador en fa-
vor de estos: Así pues, en el fondo, nada nuevo111.
(105) «I regard this parcel (los 700 sacos) as an indivisible parcel of goods (...)». Ibidem, p.
581.
(106) Ibidem, p. 583.
(107) Cuyo contenido, en su versión inalterada (en lo que a la dicción de este con-
creto precepto se refiere) de 1979, se reproduce en la nota nº 88.
(108) Ibidem, p. 574.
(109) Ibidem, nota nº 1 de la p. 578: «Sale of Goods Act 1893. Sect. 30: «(1) Where the seller
delivers to the buyer a quantity of goods less than he contracted to sell, the buyer may reject them, but if
the buyer accepts the goods so delivered he must pay for them at the contract rate».
(110) Las alegaciones de los abogados de la parte demandada, esto es, de los compra-
dores, son las siguientes: «The contract between the parties was for the sale of one entire parcel of 700
bags, and since at the date of the contract there were only 591 bags in existence, the subject-matter of the
contract was non-existent at that date and the contract was accordingly void. In the case of a contract
for the sale of a house, if, without the knowledge of the parties, the house is burned down at the date
of the contract, what is left of the house is not the subject-matter contemplated by the parties; and in a
case where two or more things are sold under an entire contract and one or more of them have perished
at the date of the contract, the remainder of them is not what the parties had in view; and in either of
these cases the contract is void; and the same principle applies in the present case. A contract for the sale
and delivery of so many tons of goods is a contract for the sale and delivery of an indivisible parcel of
goods, and if part of the goods is not forthcoming, the buyer may reject the whole. Where, as here, there
is a contract for the sale of specific goods and part of the goods, without the knowledge of the seller, are
non-existent at the date of the contract, s. 6 of the Sale of Goods Act, 1893, applies ant the contract is
void» (Ibidem, pp. 579-580).
(111) Por otro lado es menester advertir que, aunque leído literalmente el caso Ba-
rrow, Lane & Ballard v. Phillip Phillips podría pensarse que el perecimiento de la cosa a que
se refiere la Sección 6 abarca únicamente su destrucción física, la doctrina científica se
III. Efectos de la imposibilidad inicial: la teoría de las nulidades 1183
35. En Bell v. Lever Brothers112, Lord Atkin dijo: «So the agreement of A and B
to purchase a specific article is void if in fact the article had perished before the date
of sale. In this case, though the parties in fact were agreed about the subject-matter,
yet a consent to transfer or take delivery of something not existent is deemed useless,
the consent is nullified».
36. En Dominion Insurance113 el señor Maurice Tanner había suscrito
una póliza de seguro del automóvil que fue cancelada por falta de pago.
Aviso de cancelación fue enviado, por carta certificada, a Maurice Tanner,
quien firmó el certificado. Ni se produjo ningún restablecimiento de la
póliza, ni pago alguno de la prima. Estando así las cosas, Maurice Tanner
acudió a una oficina de la entidad aseguradora solicitando el cambio de
vehículo asegurado. El agente comercial que le atendió cometió el error
de no comprobar la cancelación de la póliza y emitió tanto el endoso de
una nueva póliza como una nueva tarjeta de seguro114. A continuación se
produce el accidente que da pie a la incoación del presente procedimiento
judicial. Dicho accidente causó daños materiales a la víctima que era una
empresa llamada Hostess Food Products Limited. La cuestión discutida en el
litigio consistía en dilucidar si la consiguiente reclamación entraba dentro
del arco de cobertura de la póliza de responsabilidad de vehículos de mo-
tor115. Pues bien, la solución del órgano judicial se produjo en los siguien-
tes términos: «Where an insurer, in ignorance that a motor vehicle liability policy
has been cancelled, erroneously issues an endorsement on receiving notice of a newly
acquired vehicle and issues a motor vehicle liability insurance card for that vehicle,
no policy of insurance comes into effect, and the insurer is not obligated to respond to
a claim by a person injured by the vehicle. On the cancellation of the policy it ceases
to exist, and the later endorsement is of no effect116. The evidence adduced as to the
mistakes that took place in the agent's office was admissible to show that there was
no contract, notwithstanding the words which appear in the endorsement and on the
pink card117. The subject-matter of the contract, the original policy, had been cance-
lled; it no longer existed. Therefore, the contract made respecting the substitution of
one vehicle for another on the policy was void as there was no subject-matter; there
was no contract to amend 118».
37. Finalmente, el caso res sua más importante es Cooper v. Phibbs119,
concerniente al arrendamiento de una piscifactoría de salmón por quien,
(120) Ibidem, p. 170. «Where a person agrees to purchase property which, unknown to itself and
the seller, is already owned by the buyer i.e. a res sua, the contract may be void» (J. Beatson, op. cit., p.
316. A. Gordon Guest, Chitty on Contracts, Vol. I, 26ª ed., Londres, Sweet & Maxwell, 1989,
p. 236). En Bell v. Lever Brothers [1932] A.C. 161 Lord Atkin señaló que: «Corrresponding to mis-
take as to the existence of the subject-matter, is mistake as to title in cases where, unknown to the parties,
the buyer is already the owner of that which the seller purports to sell to him. The parties intended to
effectuate a transfer of ownership: such a transfer is impossible: the stipulation is naturali ratione in-
utilis.» Ibidem, p. 218. Y en apoyo de su opinion citó el caso Cooper v. Phibbs: «There A agreed to
take a lease of a fishery in Ireland from B, though contrary to the belief of both parties at the time A was
himself tenant in tail of the fishery. The lease was set aside. The proceedings were brought in equity, but
it seems that the transaction would also have been completely void at Common Law» (Ibidem, p. 218).
(121) Cooper v. Phibbs, p. 174.
III. Efectos de la imposibilidad inicial: la teoría de las nulidades 1185
(122) «The Common Law approach is «all or nothing» (M. Fisher, Contract Law in Hong
Kong. Cases and Commentary, Hong Kong, Sweet & Maxwell, 1996 p. 216). Solución que se
muestra incapaz, por su sencillez, de tener en cuenta o de ajustarse a las particularidades
del caso concreto.
(123) En efecto, en el marco de la equidad, tratándose de un mistake at law, la san-
ción consistente en la rescission on terms se refiere a la posibilidad de que «the court has powers
to attach terms to the order that the contract be set aside» (W. T. Major y A. Harvey, op. cit., p. 138).
«The courts, in the exercise of their equitable jurisdiction to grant a decree in personam, may grant
specific relief against the consequences of mistake without declaring the contract a nullity. In this way
they may protect not only the innocent stranger (un tercero) who has become involved in the sequence of
events, but also one of the original parties if the demands of substantial justice are to be satisfied» (M.
P. Furmston, Law of Contract, 11ª ed., Londres, Butterworths, 1986, p. 217).
(124) Rufus H. Pope v. John Y. Cole, Supreme Court of Canada, British Columbia Reports,
Vol. XXIX, p. 291 y ss.
(125) Pretendidos por cuanto que con posterioridad a la conclusión del contrato se
comprobó que, desconocido para ambas partes contratantes, tales derechos no existían por
razón de una reclamación pre-existente.
1186 23. La imposibilidad inicial
39. Para concluir este epígrafe, y por lo que se refiere al Derecho po-
sitivo comparado de la mayoría de los países cuyo ordenamiento jurídico
pertenece al Common Law, cabe recordar la piedra angular que representa
la Sección 6 de la Sales of Goods Act inglesa de 1979. Normativa modelo de la
legislación de Australia127, Hong Kong128, Canadá129 y, dentro de los Estados
Unidos, de la Sección 7 (1) de la Uniform Sales Act y de la Sección 2-613 del
Uniform Commercial Code130. Ahora bien, el Second Restatement sobre contratos
hace gala de sendos desarrollos adicionales que le confieren una superior
flexibilidad: uno de estos avances tiene su sede en el ámbito concreto de la
imposibilidad inicial y el otro reside en la propia estructura de este cuerpo
legal. En efecto, por un lado, su Sección 152 establece la anulabilidad del
contrato tomando distancia del camino unívoco y rígido de la nulidad ab-
soluta ab initio del Common Law131. Y, por otro, está la cláusula de escape de
(126) Ibidem, pp. 295-296. «Where, by error of both parties and without fraud or deceit, there
has been a complete failure of consideration a court of equity will rescind the contract and compel the
vendor to return the purchase money»: Ibidem, p. 291. Se trata de la misma solución hallada en
Bingham v. Bingham 1 Ves. Sr. 126. En esta ocasión la resolución de Fortescue, M.R. fue del
siguiente tenor: «though no fraud appeared and the defendant (pretendido propietario) apprehended
he had no right, yet there was a plain mistake such as the court was warranted to relieve against, and
not to suffer the defendant to run away with the money in consideration of the sale of an estate to which
he had no right». La solución al caso fue la rescisión (con la devolución del dinero).
(127) «The Sale of Goods Act 1954, Section 11: Where there is a contract for the sale of specific
goods and the goods without the knowledge of the seller have perished at the time when the contract was
made, the contract is void» (N. C. Seddon y M. P. Ellinghaus, op. cit., nota nº 40 de la p. 601).
(128) «Sale of Goods Ordinance (Cap. 26). Section 8. Goods which have perished: Where
there is a contract for the sale of specific goods, and the goods, without the knowledge of the seller, have
perished at the time when the contract is made, the contract is void». «This section of the Hong Kong
legislation is identical to section 6 of the English Sale of Goods Act 1979 which followed section 6 of the
Sale of Goods Act 1893» (M. Fisher, op. cit., pp. 218-219).
(129) «Sale of Goods Act, R.S.O. 1990, c. s. 1, s. 8: Where there is an agreement to sell specific
goods, and subsequently the goods, without any fault on the part of the seller or buyer, perish before the
risk passes to the buyer, the agreement is thereby avoided» (G. H. L. Fridman, op. cit., pp. 698-699).
(130) «The Uniform Commercial Code's treatment of impossibility (...) is localized in Article
2 on Sales. Section 2-613 carries forward the rule previously codified in the Uniform Sales Act under
which the contract is avoided (i.e., the seller is discharged) if the goods are accidentally destroyed before
the risk of loss has passed to the buyer» (F. Kessler, G. Gilmore y A. Kronman, Contracts. Ca-
ses and Materials, 3ª ed., Boston, 1986, Little, Brown and Company, p. 966. G. H. Treitel,
Frustration and Force Majeure, 2ª ed., Londres, Thomson. Sweet & Maxwell, 2004, nota nº 2
de la p. 15).
(131) «Second Restatement. Section 152, When Mistake of Both Parties Makes a Contract
Voidable: Where a mistake of both parties at the time a contract was made as to a basic assumption on
which the contract was made has a material effect on the agreed exchange (...), the contract is voidable
by the adversely affected party unless he bears the risk of mistake» (G. Klass, Contract Law in the
USA, Bedfordshire, Kluwer Law International, 2010, pp. 104-105. R. Speidel y I. Ayres, op.
cit., p. 471).
III. Efectos de la imposibilidad inicial: la teoría de las nulidades 1187
(132) «(...) Section 300 makes it clear that if these rules will not suffice to do substantial justi-
ce, it is within the discretion of the court to supply an omitted term (...).The Reporter's Note to the Intro-
ductory Note to the Mistake chapter. Thus, the courts are invited to do «substantial justice», no matter
what Restatement Second may say» (F. Kessler, G. Gilmore y A. Kronman, op. cit., p. 865).
(133) «The comments to section 152 (...) point out that mistake can sometimes give the buyer
a claim for breach of warranty. Given the expectation measure of damages, a breach of warranty claim
will normally be of greater advantage to such a buyer than avoidance of the agreement»: G. Klass, op.
cit., p. 106.
(134) B. M. Ho, Hong Kong Contract Law, Hong Kong, Butterworth & Co. (Asia),
1989, p. 107 (M. Fisher, op. cit., pp. 217-218. «Common Mistake Empties the Agreement of
All Content». N. C. Seddon y M. P. Ellinghaus, op. cit., p. 601).
(135) N. C. Seddon y M. P. Ellinghaus, op. cit., p. 595. G. H. Treitel, Frustration
and Force Majeure, op. cit., p. 9. P. S. Atiyah y S. A. Smith, Atiyah's Introduction to the Law of
Contract, 6ª ed., Nueva York, Clarendon Press, 2005, p. 175. J. W. Carter, E. Peden y G.
J. Tolhurst, op. cit., p. 431. M. Chen-Wishart, Contract Law, 3ª ed., Nueva York, Oxford
University Press, 2010, p. 267. «(...) mistake voids the contract ab initio (the contract never comes
into existence)»: M. Chen-Wishart, op. cit., 2005, p. 287. «Where there is a mistake of fact which
prevents the formation of any contract at all, the court will declare the contract void» (W. T. Major y
A. Harvey, op. cit., p. 122).
1188 23. La imposibilidad inicial
(136) «A void contract is automatically no contract at all; it is treated as if it had never been
made, so that a void contract can have no effect. An agreement which is affected by "common mistake"
is void: the contract fails from the very beginning and no consequences can ensue from it» (J. Poole,
Textbook on Contract Law, 8ª ed., Nueva York, Oxford University Press, 2006, p. 21. E. A. Far-
nsworth, op. cit., p. 610).
(137) «(...) by returning the parties to their original positions to the greatest extent possible»: Si-
monson v. Fendell, 675 p. 2d 1218 (Wash. 1984): E. A. Farnsworth, op. cit., nota nº 55 de la p.
611. R. E. Scott y D. L. Leslie, op. cit., p. 663. «In a void contract, no obligation or debt can arise
and if any money has been paid thereunder it can be recovered by the payor» (B. M. Ho, op. cit., p. 82).
(138) J. Ghestin y D. Bernard, op. cit., p. 374. «Le contrat est nul faute d'objet. De fait,
un élément constitutif lui fait défaut»: J. Huet, Traité de Droit civil. Les principaux contrats spéciaux,
2ª ed., París, LGDJ, 2001, p. 143.
(139) F. C. Dutilleul y P. Delebecque, op. cit., p. 93.
(140) N. Moralejo Imbernón, op. cit., p. 1772. El art. 1.460 es sencillo: cuando la
cosa haya perecido totalmente, no hay contrato. Vid. J. L. Navarro Pérez, op. cit., p. 420.
(141) L. Thévenoz, op. cit., p. 179. D. Guggenheim, op. cit., p. 75. P. Pichonnaz, op.
cit., p. 79. «Si l'impossibilité survient avant la naissance de l'obligation, le contrat est frappé de nu-
llité (initiale; CO art. 20 I). La solution est donnée de manière générale par l'art. 119 CO, qui pose le
principe de la libération du débiteur; le risque est donc supporté par le créancier» (P. Tercier, Le droit
des obligations, 2ª ed., corregida y puesta al día, Zurich, Schulthess Juristische Medien, 1999,
p. 189). «Aux termes de l'article 119 al. 1 CO: "l'obligation s'éteint lorsque l'exécution en devient
impossible par suite de circonstances non imputables au débiteur"» (P. Pichonnaz, op. cit., p. 230).
III. Efectos de la imposibilidad inicial: la teoría de las nulidades 1189
(142) A. Lombardi, op. cit., p. 64. La sanción de la imposibilidad, según los arts. 1.325
y 1.346, que hacen del objeto posible un requisito del contrato, es la nulidad (N. Distaso,
op. cit., p. 906).
(143) A. Valera, op. cit., pp. 39-40 y 66. M. J. De Almeida Costa, op. cit., p. 649. L. M.
Teles de Menezes, op. cit., p. 117.
(144) De conformidad con los arts. 2.224 y 2.228 del Cc federal mexicano, hay inexis-
tencia cuando al acto jurídico le falta alguno de sus elementos esenciales que son, para to-
dos los actos, el consentimiento y el objeto y, para algunos actos en particular, la solemnidad
(J. Martínez Alfaro, Teoría de las Obligaciones, 9ª ed., México, Editorial Porrúa, 2003, pp.
126-127). El art. 2224 expresamente dispone que «El acto jurídico inexistente por falta de
consentimiento o de objeto que pueda ser materia de él no producirá efecto legal alguno
(...)». La ley mexicana es muy severa en cuanto al objeto del contrato, pues si no se satisfa-
cen ciertos requisitos no existe objeto capaz de configurar el acto jurídico. Si el objeto es
una cosa (como el automóvil del ejemplo) debe: 1. Existir en la naturaleza; 2. Ser deter-
minado o determinable en cuanto a su especie y 3. Estar en el comercio (art. 1825). Si el
objeto del acto es un hecho o una abstención, deberá ser: 1. posible y 2. lícito (art. 1827).
Vid. S. Azúa Reyes, Teoría general de las obligaciones, 4ª ed., México, Editorial Porrúa, 2004,
pp. 31-32.
(145) Conforme al art. 1.461 del Cc de Chile, cuando la imposibilidad es anterior
a la generación de la obligación, tal obligación carecería de objeto o tendría un objeto
imposible. Asimismo, el art. 1670 prescribe que «Cuando el cuerpo cierto que se debe pe-
rece, o porque se destruye, o porque deja de estar en el comercio o porque desaparece y
se ignora si existe, se extingue la obligación; salvas empero las excepciones de los artículos
subsiguientes» (R. Ramos Pazos, De las Obligaciones, Santiago de Chile, LexisNexis, 2004,
pp. 435 y 437).
(146) El art. 1.729 del Cc de Colombia preceptúa: «Cuando el cuerpo cierto que se
debe perece (...) se extingue la obligación (...)». Y el art. 1.518 condena a la ineficacia a los
actos jurídicos cuyo objeto sea física o legalmente imposible (G. Ospina Fernández, Régi-
men general de las obligaciones, 8ª ed., Bogotá, Editorial Temis, 2005, p. 1460).
(147) De acuerdo con el art. 2.201 del Cc de Nicaragua existe nulidad absoluta en los
actos y contratos: a) Cuando falta alguna de las condiciones esenciales para su formación o
para su existencia. Estos elementos esenciales son: el consentimiento, el objeto o cosa cierta
y posible y la causa (I. Escobar Fornos, Derecho de Obligaciones, 2ª ed., Managua, Hispamer,
2000, p. 507).
(148) El art. 1.493 del Cc de Filipinas es del siguiente tenor: «If at the time the contract
of sale is perfected, the thing which is the object of the contract has been entirely lost, the contract shall
be without any effect (...)» (E. L. Pineda, op. cit., p. 254).
(149) Sent. Cour de cassation 1º, 20 décembre 1960, Bull. civ., I, nº 554, p. 451.
1190 23. La imposibilidad inicial
(150) «Sur le premier moyen: vu l'article 1108 du Code civil; Attendu qu'aux termes de ce texte
la validité d'un contrat requiert notamment l'existence d'un objet certain qui forme la matière de l'en-
gagement; Attendu que le Tribunal, saisi par la demanderesse au pourvoi d'une demande de payement
de primes dirigée contre Lutz qui avait souscrit auprès d'elle une assurance contre l'incendie portant
notamment sur un mobilier, a dit nul et de nul effet le contrat en cause en énonçant d'abord «que le
mobilier est assuré pour un million, alors que Lutz déclare aux débats que sa valeur ne dépasse pas
100.000 francs; Qu'ainsi l'assurance ne correspond pas à son objet». Attendu qu'en statuant ainsi le
jugement attaqué a meconnu l'existence dans le contrat litigieux d'un objet constitué par le mobilier et
le risque assurés» (Ibidem, p. 451).
(151) Sent. Cour de cassation 1º, 10 février 1965, Bull. civ., I, nº 116, p. 87.
(152) Sent. Cour de cassation 1º, 16 avril 1973, Bull. civ., III, nº 303.
(153) En lo que aquí interesa destacar, el Considerando de la Sent. de la Cour de cassa-
tion es del siguiente tenor: «Mais attendu, d'abord, que, statuant sur la recevabilité de la demande
en nullité, sur le fondement de l'article 1599 du Code civil, c'est à bon droit que la Cour d'Appel la
déclare irrecevable, en énonçant que ce texte édicte une nullité relative en faveur de l'acheteur, qui a seul
qualité pour l'invoquer».
(154) STS de 4 de noviembre de 1999 (RJ 1999, 8001).
(155) STS de 25 de marzo de 1994 (RJ 1994, 2535).
III. Efectos de la imposibilidad inicial: la teoría de las nulidades 1191
set, op. cit., p. 116. N. Moralejo Imbernón, op. cit., p. 1772. V. San Julián Puig, op. cit., p.
55.
(160) «Se a impossibilidade for originária, o negócio considera-se nulo por impossibilidade do
objecto (arts. 401º, nº 1 e 280º, nº 1), pelo que a obrigaçao nao chega sequer a constituir-se» (L. M. De
Menezes Leitao, Direito das Obrigaçoes, 3ª ed., Coimbra, Almedina, 2005, p. 111).
(161) N. Distaso, op. cit., p. 906.
(162) A. Larouche, op. cit., p. 11.
(163) D. Guggenheim, op. cit., p. 75.
(164) «If the impossibility existed from the inception of the contract, the contract is void» (E.
L. Pineda, op. cit., p. 260).
(165) En las condiciones esenciales para la formación o existencia de un acto jurídi-
co o de un contrato, se comprenden todas aquellas que el derecho preceptúa como abso-
lutamente necesarias para la validez de las obligaciones en general, a saber: capacidad de
parte de quien se obliga; objeto o cosa cierta y posible que sirva de materia de la obligación;
y causa justa (A. Brenes Córdoba, Tratado de las Obligaciones, 8ª ed., San José de Costa Rica,
Juricentro, 2006, p. 250).
(166) En el caso de la nulidad el contrato nace viciado por la existencia de una pro-
hibición legal o de un defecto inherente a su estructura (sujetos, objeto, forma) que hace
que ese defecto invalide el acuerdo (S. Martyniuk Barán, Lecciones de contratos. Derecho
civil. Parte general. Parte especial. El contrato en el Derecho contemporáneo: la crisis del contrato, 2ª
ed. corregida y ampliada, Asunción, Editora Intercontinental, 2008, p. 200).
(167) J. L. Concepción Rodríguez, Derecho de contratos, Barcelona, Bosch, 2003, p.
111. Los efectos de la pérdida total es la inexistencia de la venta. De modo que el compra-
dor que hizo entrega del precio al vendedor y que no llegó a adquirir la cosa vendida por
haberse esta perdido totalmente, podrá reclamar la devolución de dicho precio (R. Bade-
nes Gasset, op. cit., p. 471. D. Guggenheim, op. cit., p. 76).
(168) N. M. Pinto Oliveira, Estudos sobre nao cumprimento das obrigaçoes, Coimbra,
Almedina, 2007, pp. 16-17.
(169) R. Zimmermann, The New German Law of Obligations. Historical and Comparative
Perspectives, Nueva York, Oxford University Press 2005, p. 63.
IV. Valoración crítica 1193
(170) Por lo que a la crítica se refiere, cabe reproducir un pasaje procedente, con-
cretamente, de la doctrina australiana, en los siguientes términos: «The narrowness of the
Common Law approach to mistake is largely explained by the limited remedies available. Treating a
contract as void relegates the parties to restitutionary remedies. (...)» (J. W. Carter, E. Peden y G.
J. Tolhurst, op. cit., p. 432). Por lo que a la doctrina española se refiere, resulta muy in-
teresante el parecer de F. Pantaleón, para quien «una justa tutela del (...) acreedor de la
prestación imposible, que no la sabía tal, exige no excluir absolutamente que pueda man-
tener el contrato (no resolverlo, si continúa interesándole desprenderse del bien objeto de
su prestación) y, lo mantenga o no, reclamar a la otra parte una indemnización, menor o
mayor según resuelva o no el contrato, pero en la medida del interés en el cumplimiento
o interés contractual positivo, cuando la otra parte haya conocido la imposibilidad de la
prestación que prometía, o quepa imputarle haberla prometido ignorando su imposibili-
dad. Y la solución de la nulidad del contrato imposibilita lo primero, e impele a restringir
la responsabilidad por daños a la medida del interés contractual negativo» (F. Pantaleón,
«Las nuevas bases de la responsabilidad extracontractual», Anuario de Derecho civil, Vol. XL-
VII, 1993, p. 1721).
(171) Obviamente, esta nueva empresa habrá de comenzar por la labor de acoso y
derribo de la normativa legal actualmente vigente. Así, ya en 1957 P. S. Atiyah afirmaba
que «It is no part of the policy of the Act to impose rules on the parties which they cannot exclude if they
wish –except of course insofar as third parties may be affected». P. S. Atiyah, «Couturier v. Hastie
and the sale of non-existent goods», The Law Quarterly Review, 1957, p. 349. Más tarde, P.
S. Atiyah y J. N. Adams señalan que «in the case where the goods have in fact existed but have
perished before the contract was made, it appears at first sight that the contract must be held void under
s. 6, but it is difficult to believe that this can be right» (P. S. Atiyah y J. N. Adams, op. cit., p. 96).
Y los citados autores concluyen afirmando que «the s. 6 gives rise to a rule of construction rather
than a rigid rule of law. Although this problem may appear to be of greater academic than practical im-
portance, it is perhaps unfortunate that s. 6 was written into the Act at all in its present form»: Ibidem,
p. 97. En el mismo sentido se manifiesta E. Mckendrick, aunque reconoce que la dificul-
tad de este razonamiento radica en que muchas Secciones de la Sale of Goods Act de 1979
explícitamente prevén su subordinación al acuerdo en contrario de las partes contratantes,
pero semejante disposición no aparece en la Sección 6. E. Mckendrick, op. cit., 2000, pp.
294-295. En la misma dirección M. P. Furmston señala que la doctrina científica inglesa en-
tiende que la Sección 6 de la Sale of Goods Act de 1979 no constituye una norma rígida, sino
únicamente una norma de interpretación que puede ser excluida por la evidencia de una
intención (subjetiva) contraria, pero no existe evidencia expresa en esta Sección que apoye
esta interpretación doctrina:. M. P. Furmston, op. cit., p. 222. Finalmente, y por lo que a
1194 23. La imposibilidad inicial
will be resolved by the process of construction of the contract and the implication of
terms»174. «The contract is first construed to determine if the parties had allocated
the risk of a mistake as to the correctness of the assumption underlying the contract.
If they had, then the loss falls on the party assigned the risk»175. En efecto, «One of
the main purposes of contract as a legal and commercial institution is precisely to
allocate the risks of such events»176.
B. La solución de la jurisprudencia
48. Conviene detenerse en primer término en la jurisprudencia austra-
liana, y concretamente en el caso McRae177.
Los hechos de este importantísimo caso litigioso son los siguientes: «The
Commonwealth Disposals Commission, which was authorized to make contracts on
behalf of the Commonwealth, invited tenders "for the purchase of an oil tanker lying
on Jourmaund Reef, which is approximately 100 miles north of Samari. The vessel is
said to contain oil". The Commission notified the plaintiff by letter that his tender had
been accepted and that a "sales advice note" would be sent him within a few days. The
plaintiff subsequently received the sales advice note, which described what was sold
as "one (1) oil tanker including contents wrecked on Jourmaund Reef approximately
100 miles north of Samarai. Price L285", and referred to conditions, one of which
was that the goods "are sold as and where they lie with all faults" and no warranty
was given as to "condition description quality or otherwise". The plaintiff was unable
to locate Jourmaund Reef on a map and, on inquiry, was supplied by the Commission
with the latitude and longitude at which the tanker alleged to be lying. At considerable
expense the plaintiff fitted out a salvage expedition and proceeded to the locality given
but found no tanker there; and in fact there was none in that locality at any material
time»178.
Suscitado el correspondiente procedimiento judicial, interesa señalar
que la alegación fundamental de los demandados conecta directamente
con la concepción tradicional ejemplarizada, sin ir muy lejos, por la Sec-
ción 6 del legislador inglés: «there had been a mutual mistake as to the identity
(174) J. W. Carter, E. Peden y G. J. Tolhurst, op. cit., p. 435. «(...) the doctrine of com-
mon mistake has a narrow field of practical operation, as it will not normally be needed if one party has
stated his version of the facts. It will only apply if the parties were mistaken about unstated assumptions,
or each relied on his own understandings rather than on what the other said. This no doubt explains
why there are so few cases» (H. G. Beale, W. D. Bishop y M. P. Furmston, Contract. Cases and
Materials, 5ª ed., Nueva York, Oxford University Press, 2008, p. 312). «The question of the effect
of common mistake in the law of contract is basically one of the allocation of risk. In most situations one
or other of the parties will be considered to have assumed the risk of the ordinary uncertainties which
exist when an agreement is concluded. (...) Thus it has been said that one must first determine whether
the contract itself, by express or implied condition or otherwise, provides who bears the risk of the relevant
mistake. Only if the contract is silent on the point is there scope for invoking the doctrine of mistake» (A.
Gordon Guest, Chitty on Contracts, op. cit., p. 231).
(175) B. M. Ho, op. cit., p. 126.
(176) G. H. Treitel, Frustration and Force Majeure, op. cit., p. 1. «(...) one of the primary
functions of contract law, which is the allocation of risks». G. Applebey, Contract Law, Londres,
Sweet & Maxwell, 2001, p. 387.
(177) McRae and another v.Commonwealth Disposals Commission and others, 84 C.L. R. 377.
(178) Ibidem, p. 377.
1196 23. La imposibilidad inicial
of the subject matter, and therefore no contract»179. De este modo la primera ins-
tancia fue resuelta en el siguiente sentido: «Webb Justice held that the contract
for the sale of a tanker was void –in other words, that no contract for the sale of a
tanker was ever made. He considered that the well-known case of Couturier v. Hastie
compelled him to this conclusion»180. En cambio la apelación se resolvió de la
siguiente manera: «On appeal, Dixon and Fullagar Justices considered that the
Commission had warranted the existence of an oil tanker at the locality specified and
was liable in damages for breach of this warranty»181. Y, finalmente, el parecer
de la Alta Corte de Australia que dirimió definitivamente el caso litigioso
fue el siguiente: «(1) The plaintiff was entitled to recover from the Commonwealth
damages as for breach of a contract which promised that there was an oil tanker at
the locality given. The case was not one of a purported contract nullified by mis-
take. Even if the case was to be regarded as containing an element of mistake, the
Commonwealth could not rely on the mistake, because it was induced by the fault of
the Commonwealth's own servants in recklessly and without any reasonable ground
asserting the existence of the oil tanker (...)182. (2) The amount the plaintiff was
entitled to recover as damages was the agreed purchase price together with the expen-
diture wasted in reliance on the promise that there was an oil tanker at the locality
given»183.
Ciertamente, lo que está haciendo la High Court of Australia es colocar,
por encima de la construcción objetiva de la inexistencia o de la nulidad
contractual absoluta ab initio por defecto del objeto o del consentimiento
del contrato como consecuencia del acaecimiento de un common mistake,
la construcción subjetiva que atiende, vía interpretación del contrato, a
la primacía del principio de la autonomía de la voluntad. Pues bien, este
planteamiento inicial le permite al órgano judicial, a la vista de las circuns-
tancias del caso concreto, señaladamente, por lo que se refiere a la presen-
cia de un elemento volitivo expreso o tácito– no solo afirmar la validez del
contrato sino también la exigencia a los demandados de una responsabili-
dad contractual (satisfacción del interés positivo). He aquí, pues, un caso
juzgado en el que la presencia de un common mistake no impidió al órgano
judicial declarar, conforme a Derecho, la validez del contrato y el surgi-
miento de la exigencia de una responsabilidad contractual.
Resulta ilustrativa una referencia en este contexto a la existencia y opera-
toria de las cláusulas «lost or not lost» de la actividad aseguradora, por cuan-
to se pueden considerar como una manifestación del papel novedoso, del
principio de la autonomía de la voluntad. La inclusión, en determinados
Ahora bien, la realidad fue que Tomlinson nunca fue capaz de entregar
la cantidad de gas natural exigida por contrato. Entonces Sunflower inter-
puso una demanda de resarcimiento de los gastos incurridos en la cons-
trucción de la infraestructura necesaria. Ya en sede judicial, y a partir de los
testimonios realizados durante la tramitación del litigio, el Tribunal de la
(184) «(...) marine insurance policies may contain «lost or not lost» clauses, the effect of which
is that both parties are bound even though the subject-matter is already lost at the time the policy was
made; that is, the insurer is liable for the loss if it was covered by the policy; and the insured is liable for
the premium, even though the loss which occurred was not covered by the policy» (G. H. Treitel, An
Outline of the Law of Contract, op. cit., p. 100).
(185) «One or other of the contracting parties may consciously take the risk of having made
even a fundamental mistake. In that case the contract is not void, and the party taking the risk may be
liable in damages»: Ibidem, p. 100. «Lost or not lost» terms in policies of property insurance may pre-
clude the insurer from claiming relief based on mistake where the property was destroyed before the policy
was issued» (E. A. Farnsworth, op. cit., nota nº 28 de la p. 604. Leslie J. Buglass: «Marine
Insurance and General Average in the United States», 558 (2d. ed. 1981), [quoting Marine
Insurance Act, 1906, Section 6 (1): «where the subject matter is insured "lost or not lost", the assured
may recover although he may not have acquired his interest until after the loss»].
(186) Sunflower Electric Co. v. Tomlinson Oil Co. Kansas Court of Appeals, 7 Kan.Ap. 2d
131, 638 p. 2d 963 (1981).
(187) Ibidem, p. 963.
1198 23. La imposibilidad inicial
51. Dentro del Common Law, es sobre todo la doctrina científica inglesa
la que muestra un entusiasmo con las enseñanzas extraídas del caso aus-
traliano McRae195. La ventaja evidente es el acceso a la institución de la
responsabilidad contractual capaz de satisfacer el interés positivo: «The
"implied term" approach (McRae), as opposed to the "void for mistake" approach
(Couturier) has the advantage that it allows damages to be paid as compensation
for breach rather than the simple return of money paid. Where, as here (McRae), the
plaintiff has suffered consequential loss, this is very important»196.
(197) Great Peace Shipping Ltd. v. Tsavliris Salvage (International) Ltd. [2003] QB 679.
(198) Ibidem, p. 679.
(199) R. E. Scott y D. L. Leslie, op. cit., p. 660.
(200) G. Klass, op. cit., p. 106.
(201) E. A. Farnsworth, op. cit., p. 608.
(202) G. Klass, op. cit., p. 106.
(203) N. Distaso, op. cit., p. 907.
(204) P. Maddaugh y J. D. Mccamus, op. cit., p. 384.
(205) Vid. D. Guggenheim, op. cit., p. 55.
1202 23. La imposibilidad inicial
la impronta de los Principios UNIDROIT resulta más que evidente, tanto por lo que se
refiere al art. 3.3 (edición de 1995) como por lo que atañe al art. 3.1.3 (edición de 2010).
A renglón seguido cabe indicar que el art. 1450, ya en sede de la compraventa, constituye
una simple aplicación particular ratione materiae de este régimen general de la imposibilidad
inicial plasmado en el art. 1303 con el siguiente contenido: «La imposibilidad de entregar la
cosa por causa anterior a la celebración del contrato no impide al comprador que hubiera
confiado razonablemente en su posibilidad ejercitar los derechos derivados del incumpli-
miento conforme al régimen de cada uno de ellos» (Ibidem, p. 121).
(222) R. Zimmermann, op. cit., pp. 49-50.
(223) N. M. Pinto Oliveira, op. cit., pp. 15-16. Igualmente, y a modo de colofón del
nuevo sistema que, sobre el particular, ha construido la Sección de Derecho Civil de la Co-
misión General de Codificación en la Propuesta para la modernización del Derecho de obligaciones
y contratos su art. 1460 prescribe terminantemente «[L]a imposibilidad de entregar la cosa
por causa anterior a la celebración del contrato no impide al comprador que hubiera con-
fiado razonablemente en su posibilidad ejercitar los derechos derivados del incumplimien-
to conforme al régimen de cada uno de ellos» (Sección de Derecho Civil de la Comisión
General de Codificación, Propuesta para la modernización del Derecho de obligaciones y contratos,
op. cit., p. 121).
(224) Vid. N. M. Pinto Oliveira, op. cit., pp. 21-22. R. Zimmermann, op. cit., p. 44.
Ciertamente, en casa de la doctrina científica inglesa cabe hallar una crítica unánime y
mayoritaria, por lo demás, absolutamente razonable, en relación al hecho incomprensible
conforme al que la aplicación de regímenes jurídicos gravemente dispares se hace depen-
der, única y exclusivamente, de la aleatoriedad temporal de su ocurrencia: por ejemplo,
cinco minutos antes o después de la celebración del contrato: «If A has contracted to hire his
theatre to B and the theatre, without the fault or knowledge of either party was destroyed, (a) five minu-
tes before they signed the agreement, (b) five minutes after they did so, it would be a strange law which
did not apply the same basic principles to the two situations» (J. C. Smith, «Contracts, mistake,
frustration and implied terms», The Law Quarterly Review, Vol. 110, 1994, p. 401). «The rules
of common mistake and frustration are related. A short difference in time may determine which set of
rules applies. When the coronation procession of Edward VII was cancelled owing to the King's illness,
contracts for the hiring of rooms to view the procession were dealt with as cases either of frustration or of
mistake, depending on whether the particular contract was made before or after the decision to postpone
the procession» (P. Heffey, J. Paterson y A. Robertson, Principles of Contract Law, Sydney,
Lawbook, 2002, pp. 444-445). En efecto, el caso Krell v. Henry (1903) 2 KB 740 fue calificado
jurídicamente como un caso de frustración, en tanto que Griffith v. Brymer (1903) 19 TLR
439 lo fue en términos de mistake. En el mismo sentido, vid. S. M. Waddams, op. cit., pp. 284-
285. Por todo ello, la doctrina del Common Law concluye afirmando que «pese a que «mistake»
IV. Valoración crítica 1207
C. Principios UNIDROIT
57. Las enseñanzas adquiridas en este estudio ponen de manifiesto que
la fuente de nacimiento de la imposibilidad inicial reside en el acaecimien-
to de un error. Un error que puede ser bien de hecho, bien de derecho.
Pues bien, y en lo que aquí interesa destacar, los Principios UNIDROIT
acogen idéntico punto de partida en el art. 3.4 de la versión de 1994226,
cuyo contenido se reproduce en el art. 3.2.1 de la edición de 2010227.
Ahora bien, los Principios UNIDROIT tienen la virtud de desplazar la
virtualidad de la figura jurídica del error (al menos en el radio de acción
de la imposibilidad inicial, como se comprobará de inmediato) desde los
dominios de las causas de nulidad del contrato hasta el ámbito de las causas
de incumplimiento contractual. En efecto, en lo que aquí interesa desta-
and «frustration» are ordinarily treated as separate topics, (...) in fact they represent aspects of the same
phenomenon. They are two names for the same problem» (A. Kull, «Mistake, Frustration, and the
Windfall Principle of Contract Remedies», Hastings Law Journal, Vol. 43, nº 1, 1991-1992, pp.
1-2). Y, por lo que al Derecho civil codificado se refiere, cabe señalar que el Segundo de los
Fundamentos de Derecho de la STS español de 23 de junio de 1997 señala que «la imposibili-
dad no originaria, que impide cumplir a fortiori con el resultado perseguido en el negocio,
encuentra apoyo analógico en el art. 1182 del Cc, y exige en todo caso que no derive de la
voluntad del contratante que la alega». Act. Civ., 1012/97. El precepto referido encuentra
su sede natural, en el estadio actual de evolución del Ordenamiento jurídico español, en la
imposibilidad inicial.
(225) N. M. Pinto Oliveira, op. cit., p. 22. Consecuencia lógica tras el cambio nor-
mativo radical experimentado por la imposibilidad inicial que provoca la anulación del
peso específico del acto de celebración del contrato como un momento crítico capaz de
mediatizar, jurídicamente hablando, un antes y un después: una imposibilidad inicial y una
imposibilidad subsiguiente, una imposibilidad objetiva y una imposibilidad subjetiva (ob-
viamente no personalísima). Véase nota nº 229. «La Sección 275.1, en su nueva redacción,
alude (...) a la imposibilidad de la prestación, pero de un modo muy genérico: «El derecho
a recibir una prestación queda excluido siempre y cuando sea imposible para el deudor o
para cualquier otra persona». Con esta fórmula tan amplia queda comprendido en la Sec-
ción 275.1 la imposibilidad objetiva, (...), y la imposibilidad subjetiva del deudor o de una
tercera persona, como se deriva de la expresión «imposible para el deudor o para cualquier
persona» –quedando equiparados los dos tipos de imposibilidad–. También se incluye la
imposibilidad inicial, que se iguala a la imposibilidad posterior, la cual está admitida al decir
la Sección 275.1 «cuando esta –la prestación– sea imposible» (K. J. Albiez Dohrmann, «Un
nuevo Derecho de obligaciones. La reforma 2002 del BGB», A.D.C., t. LV, fasc. III, julio-sept.
2002, pp. 1165-1166).
(226) Art. 3.4 (Definición de error): «El error consiste en una concepción equivo-
cada sobre los hechos o sobre el derecho, que debió existir al tiempo de la celebración del
contrato». Véase nota nº 9.
(227) Art. 3.2.1 (Definition of mistake): «Mistake is an erroneous assumption relating to
facts or to law existing when the contract was concluded». No hay diferencia de contenido con
el precepto originario 3.4 de 1994. Lo mismo se puede decir sobre el Comentario (p. 99,
en la edición de 2010 y p. 72, en la versión de 1994): UNIDROIT. Principles of international
commercial contracts, Roma, Ed. International Institute for the Unification of Private Law
(Unidroit), 2010.
1208 23. La imposibilidad inicial
car, el art. 3.3 de los Principios UNIDROIT de 1994, que lleva por encabe-
zamiento «Imposibilidad originaria de cumplimiento», tiene el siguiente
contenido: «(1) No afectará a la validez del contrato el hecho de que en
el momento de su celebración no sea posible la ejecución de la obligación
contraída»228.
El alcance material de este precepto 3.3(1) abarca todas las modalida-
des de imposibilidad inicial. Con todo, el legislador privado de UNIDROIT
ha querido hacer, en su nº 2, una llamada expresa a la imposibilidad inicial
jurídica o de Derecho, en los siguientes términos: «(2) Tampoco afectará
a la validez del contrato si al momento de su celebración una de las partes
no estuviere facultada para disponer de los bienes objeto del contrato»229.
Tal como afirma el Comentario de la versión de 1994 a este precepto,
ahora, con el art. 3.3(1) de los Principios UNIDROIT, la imposibilidad ini-
cial se convierte en una base idónea para la exigencia de una responsabi-
lidad contractual comprensiva, no solo del interés negativo (gastos) sino
(228) Art. 3.1.3 (Initial impossibility): «(1) The mere fact that at the time of the conclusion of
the contract the performance of the obligation assumed was impossible does not affect the validity of the
contract»: Unidroit, 2010, op. cit. Ciertamente, se percibe la impronta de esta solución jurí-
dica en el art. 3.1.3, –que lleva por rúbrica «Imposibilidad inicial»,– de los Principios de la
Organización para la Armonización del Derecho Comercial en el Caribe (OHADAC) sobre
los contratos comerciales internacionales, conforme al que «La imposibilidad de cumpli-
miento del contrato en el momento de su celebración no afectará a su validez, sin perjuicio
del derecho de las partes a invocar las normas de fuerza mayor». Efectivamente, según indi-
ca el Comentario al referido precepto, «(...) los Principios contemplan un concepto amplio
de fuerza mayor, que puede ser invocada en el caso de circunstancias imprevisibles sobreve-
nidas, pero también en aquellos casos en que las circunstancias imprevistas concurrían en
el momento de celebrarse el contrato y no eran conocidas ni podían haber sido conocidas
por las partes en el momento de contratar». Principios OHADAC sobre los contratos comer-
ciales internacionales, 2015, p. 73, en file:///C:/Documents%20and%20Settings/USUA-
RIO/Mis%20documentos/Downloads/Principios%20OHADAC%20sobre%20los%20con-
tratos%20comerciales%20internacionales.pdf
(229) Unidroit, 1995, op. cit. Este precepto tiene su origen en el art. 16 de un proyec-
to de ley (LUV) elaborado por el Max-Planck Institut für auslandisches und internationales Pri-
vatrecht que el UNIDROIT examinó y aprobó ya en 1972 (L. Alvarado Herrera, «Capítulo
3: Validez», Comentario a los Principios de Unidroit para los Contratos del Comercio Internacional.
David Morán Borio (Coord.), Pamplona, Aranzadi, 1998, p. 175). Art. 3.1.3 (Initial impossibili-
ty): «(2) The mere fact that at the time of the conclusion of the contract a party was not entitled to dispo-
se of the assets to which the contract relates does not affect the validity of the contract» (Unidroit, 2010,
op. cit.). Respecto a la primera redacción de los Principios UNIDROIT de 1994, y en lo que
aquí interesa destacar, se aprecia un simple cambio de numeración (art. 3.3, en la edición
de 1995, art. 3.1.3, en la de 2010), pero no de contenido, ni, por ende, de régimen jurídico.
Incluso el Comentario de la edición de 2010 (pp. 96-97) no cambia respecto del mismo de
la de 1995 (pp. 70-72). Ciertamente, la solución material de validez contractual tiene que
ver con el hecho de que nada indica que, con posterioridad a la celebración, el vendedor
no podrá disfrutar de la facultad de disposición inherente a la titularidad del bien objeto
del contrato. Pero, por eso mismo, no todos los casos de imposibilidad jurídica constituyen
en puridad y rigor jurídico supuestos pertenecientes al campo de la imposibilidad inicial.
Solo la propiedad por el pretendido comprador representa, en todo caso, un supuesto de
imposibilidad jurídica inicial y no subsiguiente. Adoptando, así pues, un criterio estricto,
el alcance del artículo 3.3(2) se reduce a los supuestos de desconocimiento por parte del
comprador de su titularidad del bien objeto de la transacción económica.
IV. Valoración crítica 1209
(230) UNIDROIT, 1995, op. cit., p. 71. El art. 7.2.2(a) (Cumplimiento de obligaciones
no dinerarias) de la edición de 1995 no intenta forzar al deudor a ejecutar una obligación
imposible. Y la edición de 2010 encomendó el mismo cometido a su homólogo 7.2.2(a)
(Performance of non-monetary obligation).
(231) Como se comprueba, el cambio de régimen jurídico de la imposibilidad inicial
pura del tipo delimitado en este estudio provoca que el momento de celebración del con-
trato deje de significarse como una fase crítica, razón por la que, a partir de aquí, cabe,
como el legislador estatal alemán ha hecho junto con el legislador privado del UNIDROIT
(y como harán los juristas O. Lando y H. Beale), su equiparación normativa con la impo-
sibilidad subjetiva no personalísima. Precisamente, por eso mismo, en este trabajo se ha
propuesto, si bien tácitamente, con ocasión de la delimitación de la imposibilidad inicial
que interesa a los efectos de la elaboración de este estudio, una nueva propuesta de enfoque:
en lugar de poner el acento en el momento cronológico de surgimiento del hecho impe-
ditivo, antes o después de la celebración del contrato, se considera mucho más razonable
atender a la fase contractual, anterior o posterior, en la que despliegan todos sus efectos
las consecuencias jurídicas derivadas del acaecimiento de ese hecho impeditivo, del que,
como tal, en sí mismo considerado, no interesa el dato de su aparición temporal. De este
modo, se justifica con mucha más fuerza y solidez la aplicación del régimen jurídico de la
imposibilidad sobreviniente, y con él, la validez del contrato en cuestión y la verificación in
casu de una hipotética responsabilidad contractual, a la imposibilidad jurídica no res sua,
subjetiva no personalísima, parcial y/o temporal. Se puede decir, en suma, que con estas
notables aportaciones procedentes de la vía de la reforma legal se cierra el círculo por lo
que a la imposibilidad inicial pura o genuina analizada en este trabajo se refiere. En efecto,
ya ese nuevo enfoque permitió hurtar a la imposibilidad inicial, aprehendida en términos
puramente formales, una notable variedad de supuestos que, por ende, quedaban fuera de
la sanción rigurosa y anacrónica dispensada tanto por la familia jurídica del Common Law
como por la del Derecho civil codificado (nulidad absoluta ab initio o inexistencia e interés
negativo) y, ahora, estamos en condiciones de poder afirmar que el camino felizmente ha
concluido por lo que toca a la imposibilidad más pura y genuina, y por ende rebelde, mer-
ced a la vía de la reforma legal, tras los intentos protagonizados por el elemento subjetivo,
cuya presencia, in casu, puede ser calificada de aleatoria.
(232) Un contrato es válido aun cuando los bienes a los que se refiere hayan pereci-
do en el momento de contratar, con la consecuencia de que la imposibilidad originaria de
cumplimiento se equipara a la imposibilidad que se presenta después de la celebración del
contrato (Comentario a la edición de 1995 de los Principios UNIDROIT, op. cit., pp. 70-71).
(233) Ibidem, p. 71.
(234) Chapter 7 (Non-performance) de la edición de 2010.
1210 23. La imposibilidad inicial
(238) Art. 3.2.4 (Remedies for non-performance) de la edición de 2010: «A party is not
entitled to avoid the contract on the ground of mistake if the circumstances on which that party relies
afford, or could have afforded, a remedy for non-performance».
(239) L. Alvarado Herrera, op. cit., p. 187. Una solución distinta a la prevista en
el art. 3.7 se contiene en los Principles of European Contract Law, cuyo art. 4:119 (Remedy for
non-performance) dispone lo siguiente: A party who is entitled to a remedy under this Chapter in
circumstances which afford that party a remedy for non-performance may pursue either remedy. Ibidem,
p. 188. En efecto, se aprecia que el precepto no limita su contenido al error, sino que se re-
fiere de forma genérica a cualquiera de las circunstancias que permiten anular un contrato.
Además, no establece la preferencia por las acciones derivadas de incumplimiento, sino que
concede la posibilidad de optar por estas o por la anulación.
(240) UNIDROIT, 1995, op. cit., p. 78.
(241) COMENTARIO. 1. Preferencia por los derechos y acciones por incumplimien-
to. Este artículo tiene el propósito de resolver el conflicto que puede surgir entre hacer
valer los derechos y acciones relativos a la anulación del contrato en virtud del error o hacer
valer los derechos y acciones por incumplimiento. En caso de conflicto debe preferirse la
segunda opción, puesto que ofrece una mejor solución y resulta más flexible que la solu-
ción tajante de la nulidad.
1212 23. La imposibilidad inicial
D. PECL
60. El esquema, pero no así el contenido, de los Principios UNIDROIT
en la materia de la imposibilidad inicial recién examinado se reproduce en
el Capítulo IV, que lleva por rúbrica «Validez», perteneciente a la otra gran
manifestación de la iniciativa privada en la empresa de consecución de un
Derecho material uniforme, esto es, los Principios de Derecho europeo de
contratos. Así, el art. 4:102, con el título «Initial Impossibility» prescribe que
«[a] contract is not invalid merely because at the time it was concluded performance
of the obligation assumed was impossible, or because a party was not entitled to dis-
(242) Art. 3.2.4 (Remedies for non-performance). COMMENT 1: «Remedies for non-perfor-
mance preferred. This Article is intended to resolve the conflict which may arise between the remedy of
avoidance for mistake and the remedies for non-performance. In the event of such a conflict, preference
is given to the remedies for non-performance since they seem to be better suited and are more flexible than
the radical solution of avoidance» (Unidroit, 2010, op. cit., p. 104).
(243) Dentro del ámbito de la UE, los supuestos más graves de conexidad (responsa-
bilidad por incumplimiento y nulidad del mismo contrato) reciben el tratamiento jurídico
de la litispendencia en el Reglamento (CE) nº 44/2001 «Bruselas I» (art. 27). No ya la eco-
nomía procesal, sino la anulación del riesgo de decisiones inconciliables militan a favor de
la acumulación de procedimientos por conexidad procesal.
IV. Valoración crítica 1213
pose of the assets to which the contract relates»244. A renglón seguido el art. 4:103
aporta el régimen jurídico de la materia que lleva por título: «Error esencial
de hecho o de Derecho»245. Y, de nuevo, este régimen jurídico se completa, en
(244) Vid. O. Lando y H. Beale, Principles of European Contract Law. Parts I and II, La
Haya, Kluwer Law International, 2000, p. 274. En relación a la dicción de la segunda parte
de este precepto, consúltese la nota nº 229. Asimismo, el art. 7:102: Initial impossibility or lack
of right or authority to dispose perteneciente al Draft Common Frame of Reference (DCFR) dispone
que «[A] contract is not invalid, in whole or in part, merely because at the time it is concluded perfor-
mance of any obligation assumed is impossible, or because a party has no right or authority to dispose
of any assets to which the contract relates» (Study Group on a European Civil Code. Research
Group on EC Private Law, ed. Ch. Von Bar, E. Clive y H. Schulte-Nölke, Principles, Defini-
tions and Model Rules of European Private Law, Draft Common Frame of Reference, Outline Edition,
Ed. European Law Publishers, p. 209).
(245) «(1) Una parte podrá anular un contrato por existir un error de hecho o de
derecho en el momento de su conclusión si: (a) (i) el error se debe a una información de
la otra parte, (ii) la otra parte sabía o hubiera debido saber que existía tal error y dejar a la
víctima en dicho error fuera contrario a la buena fe, o (iii) la otra parte hubiera cometido
el mismo error, y (b) la otra parte sabía o hubiera debido saber que la víctima, en caso de
conocer la verdad, no habría celebrado el contrato o solo lo habría hecho en términos
esencialmente diferentes. (2) No obstante, la parte no podrá anular el contrato cuando:
(a) atendidas las circunstancias su error fuera inexcusable, o (b) dicha parte hubiera asu-
mido el riesgo de error o debiera soportarlo conforme a las circunstancias» (O. Lando y H.
Beale, Principios de Derecho contractual europeo. Partes I y II, Ed. esp. a cargo de: Pilar Barres
Benlloch, José Miguel Embid Irujo, Fernando Martínez Sanz, Madrid, Ed. Consejo Gene-
ral del Notariado, 2003, p. 325). Igualmente, el contenido del art. 7:201: Mistake del Draft
Common Frame of Reference (DCFR) es el siguiente: «(1) A party may avoid a contract for mistake
of fact or law existing when the contract was concluded if: (a) the party, but for the mistake, would not
have concluded the contract or would have done so only on fundamentally different terms and the other
party knew or could reasonably be expected to have known this: and (b) the other party: (i) caused the
mistake; (ii) caused the contract to be concluded in mistake by leaving the mistaken party in error, con-
trary to good faith and fair dealing, when the other party knew or could reasonably be expected to have
known of the mistake; (iii) caused the contract to be concluded in mistake by failing to comply with a
pre-contractual information duty or a duty to make available a means of correcting input errors; or (iv)
made the same mistake. (2) However a party may not avoid the contract for mistake if: (a) the mistake
was inexcusable in the circumstances; or (b) the risk of the mistake was assumed, or in the circumstances
should be borne, by that party» [Draft Common Frame of Reference (DCFR), op. cit., pp. 209-210].
Conviene advertir que el contenido del precedente precepto 7:201 se reproduce, de forma
casi literal, en el art. 48 Mistake perteneciente al Chapter 5: Defects in consent del Annex I de la
reciente Proposal for a Regulation of the european Parliament and of the Council on a Common Eu-
ropean Sales Law, en los siguientes términos: «1. A party may avoid a contract for mistake of fact or
law existing when the contract was concluded if: (a) the party, but for the mistake, would not have con-
cluded the contract or would have done so only on fundamentally different contract terms and the other
party knew or could be expected to have known this; and (b) the other party: (i) caused the mistake; (ii)
caused the contract to be concluded in mistake by failing to comply with any pre-contractual information
duty under Chapter 2, Sections 1 to 4; (iii) knew or could be expected to have known of the mistake and
caused the contract to be concluded in mistake by not pointing out the relevant information, provided
that good faith and fair dealing would have required a party aware of the mistake to point it out; or (iv)
made the same mistake. 2. A party may not avoid a contract for mistake if the risk of the mistake was
assumed, or in the circumstances should be borne, by that party. 3. An inaccuracy in the expression or
transmission of a statement is treated as a mistake of the person who made or sent the statement» (Pro-
posal for a Regulation of the European Parliament and of the Council on a Common European Sales
Law. Brussels, 11 de octubre de 2011. COM(2011) 635 final, p. 57). Huelga señalar que si el
error, que está en la base, se canaliza a través de la vía que principia con el precepto recién
reproducido, significa tanto como conceptuar el error como un defecto del consentimiento
1214 23. La imposibilidad inicial
lo que aquí interesa destacar, con el art. 4:119 dedicado a las «Acciones
para casos de incumplimiento», que es del siguiente tenor: «[L]a parte
que tenga derecho a ejercitar alguna de las acciones de este capítulo en
circunstancias que le den también derecho a aplicar acciones para casos de
incumplimiento, puede utilizar cualesquiera de dichos medios»246.
61. Ahora bien, como se percibe del tenor literal del art. 4:119, y a di-
ferencia de los Principios UNIDROIT, los Principios de Derecho europeo
de contratos no hacen una apuesta decidida por la validez del contrato
como hipótesis de base del posible incumplimiento contractual previo a la
exigencia de una responsabilidad contractual in casu. Por el contrario, co-
locan en el mismo plano de jerarquía el error tanto entendido como causa
de incumplimiento contractual (imposibilidad inicial) como aprehendido
como causa de nulidad contractual247.
que desemboca en la anulación del contrato, sin perjuicio de las posibilidades de excep-
ción que permiten evitar ese drástico resultado sustantivo o material. Lo que es tanto como
impedir el examen de la imposibilidad inicial en el marco del cumplimiento o validez del
contrato. Y por lo que a esta segunda posibilidad se refiere, cabe indicar que los preceptos
de los que se nutre el régimen jurídico de dicho examen son: 88 Excused non-performance,
106 Overview of buyer's remedies y 110 Requiring performance of seller's obligations. Ibidem, pp. 72,
80 y 82, respectivamente.
(246) Vid. O. Lando y H. Beale, op. cit., p. 413. En este sentido en el Comentario a
este precepto se indica que «[E]n algunas situaciones, unos mismos hechos pueden ana-
lizarse como un supuesto de error o de información incorrecta o como un supuesto de
incumplimiento» (Ibidem, p. 413). Y en la misma dirección apunta el art. 7:216: Overlapping
remedies del Draft Common Frame of Reference (DCFR) al prescribir que «[A] party who is entitled
to a remedy under this Section in circumstances which afford that party a remedy for non-performance
may pursue either remedy». Draft Common Frame of Reference (DCFR), op. cit., p. 214. Igualmente
el art. 57, que lleva por título Choice of remedy, perteneciente a la Proposal for a Regulation of
the european Parliament and of the Council on a Common European Sales Law, prescribe que «[A]
party who is entitled to a remedy under this Chapter in circumstances which afford that party a remedy
for non-performance may pursue either of those remedies». Proposal for a Regulation of the European
Parliament and of the Council on a Common European Sales Law, op. cit., p. 59.
(247) Así, desde un punto de vista meramente formal, cabe señalar que los Princi-
pios de Derecho europeo de contratos estructuran algunos de sus Capítulos, como los Capí-
tulos II (Formación) y III (Representación), comenzando con una Sección 1 dedicada a las
«Disposiciones generales». Sin embargo, este no es el caso de otros Capítulos como, en lo
que aquí interesa destacar, el Capítulo IV que lleva por rúbrica «Validez» y cuyos preceptos,
en consecuencia, se presentan al lector en términos de estricta igualdad.
(248) «(...) cabe considerar también que la parte había asumido el riesgo de la impo-
sibilidad y que, en consecuencia, no tenga derecho a anular el contrato. El cumplimiento
específico del contrato resultará desde luego imposible, pero la parte que hubiera asumido
ese riesgo será responsable por daños y perjuicios por causa del incumplimiento» (O. Lan-
do y H. Beale, op. cit., p. 323). Y, a continuación, se aporta un ejemplo que no es más que
la abstracción del notable caso McRae.
IV. Valoración crítica 1215
(249) «(...) la parte que haya celebrado un contrato por error o desconocimiento,
ni siquiera debería estar autorizada a anular el contrato salvo que se trate de un desconoci-
miento muy grave. En tal sentido, solo cabrá anular el contrato por error en caso de error
esencial» (Ibidem, p. 326).
(250) L. Díez-Picazo, E. Roca Trías y A. M. Morales, Los Principios del Derecho euro-
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(251) R. Zimmermann, op. cit., p. 65.
1216 23. La imposibilidad inicial
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Bibliografía 1219
24
I. Introducción
1. El término dolo no es unívoco en el Derecho civil, sino que expresa
conceptos muy diferentes1. Señala Díez-Picazo que el dolo es todo com-
plejo de malas artes, contrario a las leyes de la honestidad e idóneo para
(2) Vid. Fundamentos del Derecho civil patrimonial, vol. 1.º. Introducción. Teoría del con-
trato. 6.ª ed., Cizur Menor (Navarra), Thomson-Civitas, 2007, p. 198.
(3) El Tribunal Supremo se ha preocupado de la distinción entre el dolo que in-
terviene en la ejecución del contrato y el que incide en su formación, así en sentencia de 28
febrero 1969 [RJ 1969, 1034] advierte que «el dolo al que se refieren los arts. 1.269 y 1.270
CC no puede ser confundido con el que se comete en el cumplimiento de las obligaciones,
a tenor del art. 1.101 del mismo Código, por ser distinta su naturaleza, pues aquel concurre
en el origen, génesis y celebración de los contratos, lo cual no sucede en el último».
De los tipos de problemas y sus remedios en la fase precontractual se ocupa A. M. Mo-
rales Moreno en su trabajo «¿Es posible construir un sistema precontractual de remedios?
Reflexiones sobre la Propuesta de modernización del Derecho de obligaciones y contratos
en el marco del Derecho europeo», Derecho privado europeo y modernización del Derecho con-
tractual en España (dir. K. J. Albiez Dohrmann, coord. M. L. Palazón Garrido y M. M.
Méndez Serrano), Madrid, Atelier, 2011, pp. 404 y ss.
(4) A. M. Morales Moreno, «¿Es posible...», cit., p. 407.
I. Introducción 1223
(5) Sobre el error como vicio del consentimiento en el Derecho comparado, vid. F.
Esteban de la Rosa, en esta misma obra.
(6) De ahí que, sobre la base de dicho principio, los sistemas jurídicos establezcan
limitaciones a la invocabilidad del error (vid. A. M. Morales Moreno, «Los vicios de la vo-
luntad en los principios del Derecho europeo de los contratos», La modernización del derecho
de obligaciones, Cizur Menor, Thomson-Civitas, 2006, p. 296).
(7) Cf. A. M. Morales Moreno, «Los vicios de la voluntad...» cit., p. 292.
Afirma De Castro que mientras en la mecánica del error o del miedo se tiene en cuen-
ta sólo la situación del contratante que lo sufre, en el dolo la atención se centra en el carác-
ter reprobable del actuar insidioso de quien induce a la declaración (op. cit., p. 149). Y en
el mismo sentido, vid. A. De Cossío y Corral, El dolo en el Derecho civil, Madrid, Editorial
Revista de Derecho privado, 1955, p. 316.
(8) Vid. J. R. García Vicente, «Comentario del artículo 1.269», Comentarios al Código
civil(dir. R. Bercovitz), t. VII, Valencia, Tirant lo Blanch, 2013, p. 9123.
(9) Un desarrollo de las diferencias entre ambos vicios, puede verse en A. M. Morales
Moreno, «Comentario de los artículos 1.269 y 1.270», Comentarios al Código civil y Compi-
laciones forales, tomo XVII, vol. 1.º B, arts. 1.261-1.280(Dir. M. Albaladejo y S. Díaz Ala-
bart), Madrid, EDERSA, 2004, consultado en vLex; J. R. De Verda y Beamonte, «El dolo
in contrahendo», Revista de Derecho Patrimonial, n.º 16/2006, 1.ª parte, Artículos, consultado
en Aranzadi digital,; García Vicente «Comentario del art. 1.269» op. cit., pp. 9123-9124;
y en M. J. Marín López, «§ 4. Elementos esenciales del contrato. Elementos accidentales
1224 24. El dolo como vicio del consentimiento
del contrato», en Tratado de contratos, t. I, 2.ª ed., (dir. R. Bercovitz), Valencia, Tirant lo
Blanch, 2013, pp. 631-632. Vid. asimismo en la doctrina francesa, C. Larroumet, Droit civil.
Les obligations. Le contrat. Tome III, 1re partie: conditions de formation,6.ª ed. París, Economica,
2007, pp. 331-332.
(10) Carrasco Perera señala que en un gran número de demandas en las que
se impugna el contrato por dolo se alega también el vicio de error. Y en los casos en que
concurren ambos vicios simultáneamente, los tribunales españoles suelen basar la sentencia
estimatoria en el segundo de los vicios, debido a su mayor facilidad de prueba, «i) porque
en el dolo la víctima tiene que acreditar el ánimo de engañar (animus decipiendi), lo que no
ocurre en el error; ii) y porque la mala fe del otro contratante es utilizada por los tribuna-
les como un indicio de error y de su carácter excusable» [Derecho de contratos, Cizur Menor
(Navarra), Aranzadi-Thomson Reuters, 2010, p. 335].
(11) Sobre las fronteras entre el dolo y el error en relación con los deberes de in-
formación precontractual desde el punto de vista comparado, vid. R. Sefton-Green (ed.),
Mistake, Fraud and Duties to Inform in European Contract Law, Cambridge, Cambridge Univer-
sity Press, 2005.
(12) Sobre el conocimiento del error por la otra parte, vid. F. Esteban de la Rosa,
op. cit., p. 655-659.
En los CC nacionales europeos, el criterio de cognoscibilidad es acogido por el § 871.1
AGBG; art. 1.428 y 1.431 CC it.; art. 6:228 (1) b) BW; § 49 CC de República Eslovaca (tam-
bién de la Checa); art. 84.1 CC polaco, y § 210.1 CC húngaro. Fuera de Europa, la s. 153 del
Restatement (2nd) of Contracts contiene la misma regla (ibidem).
(13) Vid. M. A. Malo Valenzuela, «Los vicios de la voluntad en los Principios de
Derecho contractual Europeo», RCDI n.º 689, mayo-junio 2005, consultado en vLex.
(14) De acuerdo con esta línea de pensamiento, el art. 1.401.I CC de Quebec equi-
para el error cognoscible al error causado por dolo («L'erreur d'une partie, provoquée par le dol
de l'autre partie ou à la connaissance de celle-ci, vicie le consentement dans tous les cas où, sans cela,
la partie n'aurait pas contracté ou aurait contracté à des conditions différentes»).
I. Introducción 1225
7. Si bien el concepto más generalizado del dolo como vicio del consen-
timiento es el engaño que provoca error en la otra parte contratante, algu-
nos ordenamientos manejan una noción amplia de dolo, comprendiendo
el dolo sin engaño o dolo sin error, a fin de abarcar las situaciones de abuso
de debilidad, confianza o dependencia, ante la ausencia de su consagra-
ción positiva como vicio del consentimiento. Es el caso del ordenamiento
jurídico español y también del sistema francés anterior a la reforma del
código civil en materia de obligaciones.
(25) Vid. J. Ghestin, op. cit, p. 1098-1099, n.º 1319; y C. Larroumet, op. cit., p. 320-
321, n.º 361.
(26) Vid. J. Ghestin, op. cit, p. 1101 y ss., n.º 1322 y ss.; y C. Larroumet, op. cit., p.
322 y ss., n.º 362 y ss.
(27) (RJ 2009, 2907); y en el mismo sentido, entre otras muchas, SSTS 12 junio 2003
(RJ 2003, 5631); 17 enero 2005 (RJ 2005, 517); 17 febrero 2006 (RJ 2006, 2930) o 31 mayo
2004 (RJ 2004, 3554). Puede verse una amplia relación jurisprudencial sobre la materia en
M. Pasquau Liaño, «Comentario de los artículos 1.269 y 1.270», Jurisprudencia civil comenta-
da. Código civil,(dir. M. Pasquau Liaño, coord. K. J. Albiez Dohrmann, A. López Frías), t.
II, 2.ª edición, Granada, Comares, 2009, pp. 2346-2347.
(28) Ya en el Derecho histórico, las Partidas (7, 15, 1) caracterizaban la reticencia
dolosa como «el callarse engañosamente, non queriendo responder; o si responde, dice
palabras encubiertas, de manera que por ellas non se puede ome guardar del engaño»
(29) Cf. J. R. García Vicente, «Comentario del art. 1.269» op. cit., p. 9125.
(30) Vid. op. cit., p. 52. Ya en los años setenta afirmaba Trabucchi que múltiples
pueden ser los comportamientos humanos que concretan «il raggiro» en cuanto «inimmagi-
nabili e sempre varie sono le risorse dell’astuzia umana»[«Dolo», Novissimo Digesto italiano, VI (dir.
A. Azara y E. Eula), Turín, UTET, 1975, p. 153].
1228 24. El dolo como vicio del consentimiento
(31) Vid. el debate doctrinal en J. R. De Verda y Beamonte, «El dolo...» op. cit., nota
la pie n.º 10.
(32) N. 3728.
(33) Vid. A. Von Thur, Tratado de las obligaciones, (traducción del alemán y concorda-
do por W. Roces, edición al cuidado de J. L. Monereo), Granada, Comares, 2007, p. 172; y
H. Kötz, Europäisches Vertragrecht, Tubinga, Mohr-Siebeck, 1996, p. 308.
(34) «Fraud is legally present when someone induces another person to perform a juridical act
by deliberately making an incorrect statement, by deliberately concealing a fact that had to be revealed
or by another artifice».
(35) «Entende-se por dolo qualquer sugestão ou artifício que alguém empregue com a intenção
ou consciência de induzir ou manter em erro o autor da declaração, bem como a dissimulação, pelo
declaratário ou terceiro, do erro do declarante».
II. Los elementos del dolo invalidante 1229
brir (art. 3.2.5 PU36; art. 4:107 (1) PECL37; art. II.–7:205 (1) DCFR38). Como
excepción, el art. 3.4.6 de los Principios OHADAC presenta una redacción
más escueta, sin aludir al dolo omisivo, a fin de evitar el choque con la tra-
dición anglosajona presente en el territorio caribeño39. No obstante, pre-
vén que haciendo uso de su autonomía de la voluntad, las partes puedan
introducir una cláusula de ampliación del dolo, que incluya los supuestos
de omisión de información40.
12. Por su complejidad, motivada por la relación con los deberes pre-
contractuales de información, la reticencia dolosa será tratada con más
detenimiento en un epígrafe posterior de este trabajo41. En lo que respecta
al dolo activo, en el Derecho continental, como también veremos que su-
cede en el common Law, una declaración puede considerarse dolosa cuan-
do versa sobre hechos pasados o presentes que son falsos. No cuando se
afirma un puro hecho de futuro, sin perjuicio de que pueda considerarse
como la asunción de una obligación, cuya falta de ejecución permitirá el
ejercicio de los remedios frente al incumplimiento, pero no la anulación
por dolo. Tampoco constituye dolo la declaración de una opinión o juicio
personal, si bien pueden existir opiniones insidiosas que deban valer como
declaraciones de hechos, si debido a las circunstancias del contrato o de los
contratantes, el receptor cree legítimamente que la opinión se sustenta en
hechos incontrovertidos42.
(36) Art. 3.2.5. PU: «Una parte puede anular un contrato si fue inducida a celebrar-
lo mediante maniobras dolosas de la otra parte, incluyendo palabras o prácticas, o cuando
dicha parte omitió dolosamente revelar circunstancias que deberían haber sido reveladas
conforme a criterios comerciales razonables de lealtad negocial».
(37) Art. 4:107 (1) PECL: «Una parte puede anular el contrato cuando su consenti-
miento se ha obtenido por medio de una actuación dolosa de la otra parte, de palabra o de
acto, o porque la otra parte ocultó maliciosamente alguna información que debería haber
comunicado si hubiera actuado de buena fe»
(38) Art. II.–7:205 (1) DCFR: «A party may avoid a contract when the other party has
induced the conclusion of the contract by fraudulent misrepresentation, whether by words or conduct, or
fraudulent non-disclosure of any information which good faith and fair dealing, or any pre-contractual
information duty, required that party to disclose».
(39) Art. 3.4.6. P. OHADAC: «Una parte puede anular el contrato si fue inducida a
contratar por error, incluso no sustancial, en razón de los actos fraudulentos o engañosos
de la otra parte».
(40) Dicha cláusula se redacta en el comentario al precepto en los siguientes térmi-
nos: «Las partes acuerdan que entre las situaciones de engaño relevantes para determinar
la anulación del contrato queden comprendidas no solo las acciones positivas sino también
los supuestos de omisión de la facilitación de información cuya información previa a la
celebración del contrato resulta en coherencia con las exigencias de la buena fe y la lealtad
negocial del comercio».
(41) Vid. epígrafe III, §§ 45-62.
(42) Vid. A. Carrasco Perera, Derecho de contratos, op. cit., p. 340.
1230 24. El dolo como vicio del consentimiento
(43) Cf. E. Mckendrick, Contract Law, Londres, Palgrave, 2015, p. 224. En el mismo
sentido, P. S. Atiyah y S. A. Smith, Atiyah’s Introduction to the Law of contract, 6.ª ed., Oxford,
Clarendon Press, 2005, p. 254.
(44) La clasificación tripartita se generalizó desde la sentencia Hedley Byrne & Co Ltd v.
Heller and Partners Ltd (1964) A.C. 465, ya que con anterioridad era habitual distinguir tan
solo entre misrepresentation fraudulenta e inocente. Esta triple distinción ha pasado también
a la Misrepresentation Act 1967 (vid. H. G. Beale, Chitty on contracts, 30.ª ed., Londres, Sweet
& Maxwell, Thomson-Reuters, 2008, § 6-005, p. 5005).
(45) 14 App. Cas. 337.
(46) «Fraud is proved when it is shown that a false representation has been made: (1) knowingly;
or (2) without belief in its truth; or (3) recklessly, careless whether it be true or false».
II. Los elementos del dolo invalidante 1231
assertion, or (c) knows that he does not have the basis that he states or implies in the
truth of the assertion»].
La clave del fraud es la ausencia en el contratante de honesta convic-
ción acerca de la certeza de la declaración que manifiesta, pues si cree que
la información proporcionada es verdadera, no le es imputable fraudulent
misrepresentation, sin importar cuán crédulo, cándido o incluso negligente,
haya sido47. La mera negligencia no es suficiente, ya que la temeridad de
la que habla la sentencia Derry v. Peek no se asimila al simple descuido (en
tales casos habrá negligent misrepresentation). Fraud es falta de honestidad (di-
shonesty)48, pero no es preciso demostrar el conocimiento de la falsedad
de la declaración por parte del demandado; basta con que se pruebe que el
contratante sospechaba que su declaración no era exacta, o que haya des-
cuidado comprobar su exactitud49 [Reese River Silver Mining Co Ltd v. Smith
(1869)50; Taylor v. Ashton (1843)51; Evans v. Edmons(1853)52].
15. Para que exista misrepresentation, al igual que hemos visto para el
dolo en el Derecho continental, la declaración debe versar sobre hechos
pasados o presentes, no sobre hechos futuros o intenciones del contratante
[Wales v. Wadham (1977)], ni tampoco sobre las opiniones del representor
[Bisset v. Wilkinson(1927)53].
Sin embargo, en determinadas circunstancias, una declaración de opi-
nión puede suponer una declaración sobre hechos. Por ejemplo, en Smith
v. Land and House Property Corp(1884)54, la descripción del inquilino de la
vivienda por parte del vendedor como «el arrendatario más deseable», a sa-
biendas de sus retrasos en el pago de las rentas, dio derecho al comprador
a la anulación del contrato. La cuestión debe, por tanto, ser analizada caso
por caso («all depends upon the particular statement in its particular context»)55.
El sistema estadounidense consagra la misma regla general respecto de
las expresiones de opinión por parte de uno de los contratantes: no pueden
fundamentar misrepresentation. Pero igualmente se contemplan excepciones
al principio, basadas en la justificación de la confianza del representee en la
declaración, que le induce a la perfección del contrato. La sección 169 del
Restatement (second) of contracts, identifica tres situaciones en las que la con-
fianza del contratante en la declaración está justificada: «(a) stands in such a
relation of trust and confidence to the person whose opinion is asserted that the reci-
(47) M. P. Furstom, Cheshire, Fifoot & Furstom’s Law of contract,15.ª ed., Oxford,
Oxford University Press, 2007, p. 341.
(48) Ibidem.
(49) H. G. Beale, Chitty...op. cit., p. 538, § 6-045.
(50) L. R. 4 H.L. 64.
(51) 11 M. & W. 401, 415.
(52) 13 C.B. 777, 786.
(53) AC 177.
(54) 28 Ch D 7.
(55) Jaffray v. Society of Lloyds (2002) EWCA Civ 1001; Foodco UK LLP v. Henry Boot Deve-
lopments Ltd (2010) EWHC 358 (Ch).
1232 24. El dolo como vicio del consentimiento
pient is reasonable in relying on it, or (b) reasonably believes that, as compared with
himself, the person whose opinion is asserted as special skill, judgment, or objectivity
with respect to the subject matter, or (c) is for some other special reason particularly
susceptible to a misrepresentation of the type involved»56.
En relación con las declaraciones de intención también existen límites,
pues los tribunales ingleses tienden a considerar que existe fraudulent misre-
presentation si fueron realizadas con consciencia de que tal intención no se-
ría mantenida. Así sucedió en Edgington v. Fitzmaurice (1885)57, en cuya base
fáctica los directores de una compañía mercantil solicitaron un prestamo
declarando que los fondos se invertirían en la mejora de los edificios de
la empresa y ampliación de su negocio, cuando en realidad se pretendían
destinar al pago de deudas pendientes58.
En Estados Unidos la mayoría de las jurisdicciones sostienen en la actua-
lidad que la realización de una promesa con la intención de no cumplirla
constituye misrepresentation [West v. JP Morgan Chase Bank, 214 Cal.App. 4th
780, 154 Cal.Rptr.3d 285 (2013); Dynacorp v. Aramtel, 208 Md.App. 403, 56
A.3d 631 (2012); Saddleridge Estates v. Ruiz, 323 S.W.3d 427 (Mo.App. 2010);
Abi-Najm v. Concord Condominium, 280 Va. 350, 699 S.E.2d 483 (Va.2010). En
contra, Hinchey v. NINEX, 979 F.Supp. 40 (D.Mass.1997)]. Otras jurisdiccio-
nes rechazan la doctrina, pero en la práctica alcanzan resultados similares59.
16. Por cuanto atiene a las declaraciones de Derecho, la postura tradi-
cional era que no podían fundamentar misrepresentation60, pero la Cámara
de los Lores abandonó esta tesis a partir de la sentencia Kleinwort Benson
Ltd v. Lincoln City Council (1998)61. Tras la decisión coincidente en el caso
Pankhania v. Hackney LBC (2002)62, parece poder sostenerse al presente
que las falsas declaraciones de Derecho comportan misrepresentation, a me-
nos que en el contexto concreto quede claro y manifiesto que se expresan
como una mera opinión en la que no es razonable confiar. No obstante,
debido a lo reciente del cambio jurisprudencial, la cuestión dista de ser
clara en la práctica, tal y como ha puesto de manifiesto la mejor doctrina63.
En Estados Unidos la regla tradicional es que la misrepresentation of law no
permite la anulación del contrato. Esta regla se fundamenta en dos proposi-
ciones contradictorias: 1.ª) se presume que todos conocen las normas; y 2.ª)
una declaración del Derecho aplicable a determinados hechos es sólo la ex-
22. Es preciso señalar que el espacio del dolus bonus se está restringiendo
progresivamente, debido en primer lugar a la evolución actual del Dere-
cho en Europa, caracterizada por la fuerte protección de los consumido-
res, el desarrollo de los deberes precontractuales de información, la fuerza
obligatoria de la publicidad, así como las limitaciones a la actividad pu-
blicitaria; y en segundo lugar, a la evolución jurisprudencial, consciente
del alcance del principio general de la buena fe y la lealtad negocial. En
consecuencia, lo que en otro tiempo podía considerarse como una simple
presentación hábil del producto por parte del vendedor, hoy día podría
calificarse como dolo o, en su caso, como publicidad engañosa82.
López, op. cit., pp. 633, 638. Francia: J. Ghestin, op. cit., p. 1076; F. Terré, P. Simler, Y.
Lequette, Les obligations,10.ª ed., París, Dalloz, 2009, p. 228. Italia.F. Ceppi, op. cit., p. 157.
Inglaterra, M. P. Furstom, op. cit., p. 343. Alemania, H. Kötz y S. Patti, Diritto europeo dei
contratti, Milán, Giuffrè editore, 2006, p. 349. Estados Unidos, J. M. Perillo, op. cit., p. 311.
Sin embargo, en los Principios Unidroit, siembra dudas el comentario al precepto al
afirmar «[d]icha conducta es dolosa al pretender inducir a error a la otra parte obtener, por
ello, cierta ventaja en detrimento de dicha parte».
(85) A. De Cossío y Corral, op. cit., p. 335.
(86) Vid. H. Kötz y S. Patti, Diritto europeo dei contratti, Milán, Giuffrè editore, 2006,
p. 349. En el mismo sentido, afirma Morales Moreno que el bien jurídico protegido es la
libertad del contratante («Comentario...» op. cit.).
(87) A. M. Morales Moreno, ibidem. Señala el autor que esta es la diferencia entre
el dolo como vicio civil y la estafa penal; esta exige, además del engaño, el ánimo de lucro y
el perjuicio (art. 248 CP español).
(88) Respectivamente, NJW1981, 1441; NJW1980, 2460.
(89) Vid. sobre la cuestión, A. M. Morales Moreno, «El dolo como criterio de impu-
tación...» op. cit., p. 608.
1238 24. El dolo como vicio del consentimiento
(90) Vid. C. Larroumet, op. cit., 320-321; y A. Gentili, «Le invalidità», Trattato dei
contratti(dir. Rescigno), tomo II, I contratti in generale(coord. E. Gabrielli), Turín, Utet,
1999, p. 1395.
(91) Vid. M. Pasquau Liaño, op. cit., p. 2346; J. Ghestin, op. cit., pp. 1091-1092;C.
Larroumet, op. cit., pp. 332-33; H. Kötz y S. Patti, op. cit., p. 348; F. Ceppi, op. cit., pp. 111
y ss.
(92) (RJ 1981, 4001).
(93) Vid. F. Ceppi, op. cit., p. 111 y ss. y la doctrina citada.
(94) FI,1995, I, 2502.
(95) GC, 1975, I, 662.
II. Los elementos del dolo invalidante 1239
29. Como es sabido, en el tratamiento del error como vicio del consen-
timiento, algunos sistemas consideran que un error inexcusable no es base
suficiente para la anulación del contrato101. Cabe entonces plantearse si
en los supuestos de dolo es exigible también al que padece el vicio una
diligencia media en su comportamiento.
(96) Vid. ad ex. Cass. com. 10 diciembre 1961 (Bull. Civ. III, n.º 492, p. 431); Cass.
civ. 1re 13 febrero 1967 (Bull. Civ. I, n.º 58, p. 43); Cass. civ. 3re 15 enero 1971 (Bull. Civ. III,
n.º 38, p. 25) y Cass. civ. 3re 2 octubre 1974 (Bull. Civ. III, n.º 330, p. 25).
(97) Mientras que el art. 1.135 CC fr., al disciplinar el error, establece que cuando
este recae sobre un simple motivo no es causa de anulación, a menos que las partes lo hayan
convertido expresamente en un elemento determinante de su consentimiento.
(98) BGE 108 II 102, 107.
(99) 56 L.J. Ch. 321.
(100) Vid. H. G. Beale, op. cit., pp. 523-525, §§ 6-034, 6-035.
(101) Vid. F. Esteban de la Rosa, op. cit, pp. 660-663.
(102) NJW 1971, 1795, 1798.
(103) SZ 27 n. 63 (pp. 150 y ss.).
(104) BGE 32 II, 337, 350.
(105) Vid. H. Kötz y S. Patti, op. cit., p. 351.
1240 24. El dolo como vicio del consentimiento
31. Esta misma lógica protectora del deceptus es la que parece inspirar
también los textos de armonización europea, pues si bien la cuestión no es
tratada expresamente, los comentaristas de los arts. 4:107 PECL y II. 7:205
DCFR señalan de modo general que en los supuestos de dolo no existe
motivo alguno para proteger los intereses del contratante doloso en lo que
respecta al mantenimiento del contrato, ni tampoco parece adecuado pre-
tender que la parte inocente tenga que soportar el riesgo de que alguien
le engañe de manera deliberada112. Igualmente, en el comentario al art.
3.2.5 PU se dice que el carácter reprochable de la conducta dolosa es razón
suficiente para anular el contrato, sin necesidad de que concurran los re-
quisitos de la relevancia del error establecidos en el art. 3.2.2 PU.
32. Sin embargo, el examen de la jurisprudencia italiana sobre la ma-
teria nos muestra dos líneas de decisión encontradas entre sí. La primera
prescinde de la valoración del comportamiento del deceptus, bastando que
el engaño haya sido «causa decisiva e determinante della volontà contrattua-
le»(App. Firenze 17 septiembre 1986113, y en la misma línea, Cas. 29 agosto
1991114). Y la segunda, por el contrario, entiende que la apreciación de
la conducta dolosa debe relacionarse con el despliegue por la otra parte
contratante de la normal diligencia y buen sentido, porque la buena fe se
protege sólo si no está fundada en la negligencia o en la ignorancia (Cass.
28 octubre 1993115). No obstante, apunta la doctrina que las divergencias
jurisprudenciales son sólo aparentes. Las diversas decisiones responden a
una única idea: la existencia de una presunción de no relevancia del dolo
en aquellos casos en que los medios utilizados son tales que no habrían
inducido a error a una persona de diligencia media. Esta presunción, sin
embargo, puede enervarse con la prueba contraria (precariedad de las
condiciones de salud del deceptus; modesta condición de personas del ám-
bito rural; relaciones de confianza entre las partes...)116.
B. El dolo incidental
34. Algunos sistemas de cuño romanista prevén junto al dolo causante
el llamado dolo incidental (dolus incidens) que, a diferencia del anterior, no
(118) Vid. M. J. Marín López, op. cit., p. 633; H. Kötz y S. Patti, op. cit., p. 349; A.
Von Thur, op. cit., p. 173; C. Larroumet, op. cit., p. 328.
Kötz y Patti señalan la rareza de los supuestos de omnimodo facturus. Si el vendedor
afirma de mala fe que la carpintería de la casa se encuentra en perfectas condiciones sien-
do falso, el comprador podrá pedir la anulación del contrato incluso si pensaba demoler
la casa adquirida, ya que normalmente habría ofrecido un precio menor si hubiese tenido
la información correcta. Sólo si el precio hubiera sido el mismo no tendría derecho a la
anulabilidad (Ibidem).
(119) 56 L.J. Ch. 321.
(120) Vid. H. G. Beale, op. cit., § 6-035, pp. 524-525; E. Peel, op. cit., p. 370.
(121) Vid. H. G. Beale, op. cit., § 6-035, p. 525.
II. Los elementos del dolo invalidante 1243
determina la celebración del contrato, sino las condiciones del mismo, ha-
ciéndolas más onerosas. Esto es, de no haber sido empleada la insidia por
una de las partes, la otra habría celebrado el contrato, si bien lo hubiera
hecho en otras condiciones más ventajosas para ella. Y además de esta con-
cepción subjetiva o voluntarista del dolo incidental, se ha propuesto otra
que entiende que el dolo será determinante si afecta a elementos esencia-
les del contrato, y será incidental si recae sobre elementos que no revisten
aquella transcendencia122.
35. La distinción entre dolo causal y dolo incidental se encuentra posi-
tivamente formulada en los arts. 1.270 II del CC español123 y 1.440 del CC
italiano124. En Francia, si bien no está recogida expresamente en el Code,
ha sido sostenida por la doctrina y la jurisprudencia a partir del antiguo art.
1.116 I CC fr., y lo mismo puede decirse del sistema belga. En Alemania,
por influencia francesa, tuvo algún predicamento entre los autores la dis-
tinción entre dolus causam dans y dolus incidens, aunque la doctrina mayori-
taria estima que la víctima del dolo puede anular el contrato incluso tratán-
dose de dolo incidental125, por lo que la distinción carece de efectos y ha
sido rechazada por un sector doctrinal, que la considera oscura e inútil126.
36. El dolo incidental carece de relevancia en el ámbito de la validez ne-
gocial, originando únicamente la obligación del contratante que utilizó el
engaño de indemnizar daños y perjuicios. El dolo incidental no vicia, pues,
la voluntad, sino que tan sólo determina una insatisfacción del interés con-
tractual cuyo efecto es el resarcimiento.
37. A pesar de que la distinción entre dolo causal y dolo incidental tiene
orígenes en la glosa y goza de una larga tradición, ha sido objeto de crítica
por parte de la doctrina científica por las dificultades de distinguir, desde
una perspectiva conceptual y también práctica, la voluntad de contratar en
sí misma considerada, de la voluntad de contratar en determinadas condi-
ciones127. Y porque desde el punto de vista objetivo, el contrato suele ser
querido por los contratantes como un todo, por lo que resultará compli-
cado asignar a los elementos contractuales un carácter principal o secun-
dario, debiendo tenerse en cuenta al efecto los intereses y de cada una de
las partes128.
38. Por cuanto respecta a los efectos, hay que tener en cuenta que, a
pesar de la redacción de los códigos, que invocan el dolo incidental para
establecer un límite a la anulabilidad, no es correcto decir que el dolo
causal determina la ineficacia del contrato y el resarcimiento es efecto
exclusivo del dolo incidental. Antes bien, es pacífico en la doctrina y en
la jurisprudencia de todos los sistemas que en los casos de dolo causal, el
contratante que lo ha sufrido tiene a su disposición las acciones de anula-
ción del contrato y la de indemnización de daños y perjuicios, pudiendo
ejercitarlas alternativa o conjuntamente129. Y por otra parte, es evidente
que si el dolo no provoca daño (sea causal o incidental), no procederá la
indemnización, por aplicación de las reglas de la responsabilidad; pero
la anulabilidad, que es remedio propio del dolo grave o determinante, es
pertinente haya o no lesión económica para el contratante que lo pade-
ció.
39. Probablemente esas dificultades de diferenciación entre dolo cau-
sal y dolo incidental expliquen por qué este último no tiene una clara
configuración en la jurisprudencia. En Francia, tras la importante de-
cisión de la 3.ª Chambre civil de la Corte de Casación de 22 de junio de
2005130, puede afirmarse que solicitada por la parte la anulación del con-
trato por dolo, no puede el tribunal sustituir la anulación por la con-
cesión de una indemnización de daños y perjuicios alegando que si el
demandante hubiera conocido la verdad, habría celebrado el contrato si
bien con otras condiciones más ventajosas. Según un importante sector
doctrinal, ello viene a descartar la noción de dolo incidental, pues ha
perdido la función que tenía: fundamentar la exclusión del efecto anula-
torio del contrato131.
40. En España, las sentencias sobre dolo incidental no trazan neta-
mente los perfiles de la institución, antes bien, se refieren a ella de modo
impreciso, para excluir funcionalmente la existencia de un engaño (por
actos o reticencia) con entidad suficiente para justificar la anulación, de-
biendo prevalecer entonces el principio de la estabilidad del contrato.
Resultan ilustrativas al respecto las SSTS 8 noviembre 1997132 y 11 julio
pues esto es tanto como decir que hubiera celebrado otro contrato. Por otra parte, la puesta
en marcha de la doctrina generalmente aceptada significa que hay una desviación entre
la voluntad contractual movida por el dolo incidental y el contrato que llegó a celebrarse,
lo cual significa establecer una comparación hipotética entre una realidad y un desiderá-
tum». («Notas sobre la indemnización del daño causado por el dolo incidental», ADC LXII,
2009/3, p. 1053-1054).
(129) Vid. en este trabajo, §§ 77-81.
(130) Bull. Civ. III, n.º 137, p. 126.
(131) Vid. extensamente sobre el tema, con referencias a la jurisprudencia anterior
y posterior y comentarios sobre la importancia del fallo, J. Ghestin, op. cit., pp. 1194 y ss.,
y espec. pp. 1201-1207.
(132) (RJ 1997, 7891). En este fallo se conoció sobre un supuesto de compraventa de
vivienda, tras cuya adquisición los compradores descubrieron que tenía las vigas podridas,
con peligro de desmoronamiento y grave riesgo para las personas. La vendedora, pese a
estar enterada de la presencia de los expresados vicios, anunció la venta de la casa en una
II. Los elementos del dolo invalidante 1245
3) Que haya ocasionado un daño importante. 4) Que no haya habido dolo por ambas
partes».
El actual art. 272 del Código civil y comercial de la nación (promulgado en 2014 y en
vigor desde 2016) establece que «el dolo es esencial y causa la nulidad del acto si es grave,
es determinante de la voluntad, causa un daño importante y no ha habido dolo por ambas
partes».
(146) Puede verse un estudio de las distintas interpretaciones doctrinales en Díaz
Alabart, op. cit., p. 2637 y ss.
(147) Defienden esta interpretación, entre otros, Díez-Picazo (Fundamentos...op. cit.,
p. 201); Quiñonero (op. cit., p. 350); De Verda y Beamonte («El dolo...» op. cit.); y Carras-
co (op. cit., p. 343). En la jurisprudencia, vid. SSTS 22 diciembre 2001 (RJ 2001, 1036); 3
julio 2007 (RJ 2007, 4676).
(148) Vid. A. M. Morales Moreno, «Comentario...» op. cit.
(149) Según De Castro, la gravedad puede apreciarse subjetiva y objetivamente.
Desde el punto de vista subjetivo equivale a dolo causante o determinante; y desde el punto
de vista objetivo, el requisito de la gravedad excluye que pueda calificarse de dolo viciante
el dolus bonus, la «sollertia» o artificios tolerados o naturales en el tráfico (vid. op. cit., pp.
153-154 § 204).
(150) Así lo entienden ad ex. De Cossío y Corral (op. cit., p. 328); Díaz Alabart
(op. cit., p. 2644-2646); Rojo Ajuria (op. cit., p. 232) y Marín López (op. cit., §§ 159 y 160,
pp. 639-640).
(151) Cf. Díaz Alabart, op. cit., p. 2645.
1248 24. El dolo como vicio del consentimiento
juicios causados, art. 1.645 CC fr.; art. 1.486 II CC; art. 1.494 CC it.); y una
norma similar se contiene en el § 442 (1) BGB.
48. Más allá de los deberes típicos, el principio de buena fe impone a las
partes la obligación recíproca de lealtad durante los tratos preliminares y
en el período de formación del contrato. Y es aquí donde el estudio de la
reticencia dolosa presenta el verdadero interés, porque como se ha dicho,
el principio de buena fe debe conjugarse con el de autorresponsabilidad;
es decir, el despliegue por el contratante de una diligencia regular o media
en orden al exacto conocimiento de las circunstancias determinantes de la
prestación de su consentimiento contractual. De otro modo, so pretexto de
proteger la bona fides in contrahendo, se estaría amparando comportamien-
tos negociales negligentes e ineficientes económicamente, a costa, quizás,
de sacrificar intereses más dignos de protección, más valiosos socialmente,
porque son generadores de riqueza165.
49. Así pues, la dificultad reside en establecer qué obliga a revelar la
buena fe en la fase de tratos preliminares. Las normas que los códigos eu-
ropeos dedican a la reticencia no son de gran ayuda. El art. 3.44 (4) BW
dice tan solo que existe dolo omisivo cuando un contratante «oculta deli-
beradamente un hecho que debía ser revelado». El código civil italiano,
en su art. 1.337 CC it. consagra que «le parti, nello svolgimento delle trattative
e nella formazione del contratto, devono comportarsi secondo buona fede», y el pre-
cepto siguiente (art. 1.338 CC it.) quiere concretar el anterior establecien-
do la obligación de las partes de comunicarse la existencia de las causas
de nulidad del contrato conocidas o cognoscibles mediante una conducta
diligente166. En realidad, como afirmó el legislador alemán, el problema se
sustrae de cualquier solución legislativa167. Y tampoco contribuyen a elabo-
rar una tesis segura las fórmulas generales elaboradas por la jurispruden-
cia168, ya que la cuestión debe examinarse caso por caso.
(165) J. R. De Verda Beamonte, «El dolo...» op. cit. y «La reticencia en la formación
del contrato», Revista doctrinal Aranzadi Civil-Mercantil, vol. III, parte estudio, 1998; consulta-
do en Aranzadi Digital,. En el mismo sentido, H. Kötz y S. Patti, op. cit., p. 353.
(166) En España, la doctrina ha consolidado la misma regla, vid. M. P. García Ru-
bio, op. cit., pp. 157-158.
(167) Motive zu dem Entwurfe eines Bürgerlichen Gesetzsbuches für das Deutsche Reich I
(1888), 208. Vid. H. G. Beale, B. Fauvarque-Cosson, J. Rutgers, D. Tallon y S. Voge-
nauer, op. cit., p. 522.
(168) El Tribunal Supremo alemán precisa que en el curso de los tratos preliminares,
los contratantes están obligados a «comunicarse aquellas circunstancias que podrían hacer
imposible la finalidad que la otra parte persigue con el contrato, y que asumen una relevan-
cia esencial para la determinación de contratar, cuando de acuerdo a la buena fe comercial
era esperable ser informado» (ad ex. BGH 2 marzo 1979, NJW 1979, 2243; BGH 27 febrero
1974, NJW 1974, 849, 851). En el mismo sentido, el alto Tribunal federal suizo califica como
dolo «le silence gardé sur des faits que la bonne foi commercial exigeait de signaler»(BG 13 mayo
1931, BGE 57 II 276, 280). Vid. H. Kötz y S. Patti, op. cit., p. 352.
También la Corte de Casación francesa apela frecuentemente a la buena fe, incluso de
forma exclusiva, para fundamentar la existencia de un deber de información cuya vulnera-
ción da lugar a la reticencia dolosa (Cass. civ. 3e 7 mayo 1974, Bull. Civ. III, n.º 186, p. 140;
Cass. Com. 13 octubre 1980, D. 1981, I.R., p. 309; Cass. com. 20 junio 1995, RJDA 1995, n.º
III. El dolo omisivo y el deber precontractual de información 1251
1321, p. 1023; Cass. com. 7 enero 1997, RJDA 1997, n.º 465). Vid. J. Ghestin, op. cit., p. 1107;
C. Larroumet, op. cit., pp. 323-325, y 327.
La Corte de Casación italiana ha sostenido que «la reticenza del contraente si atteggia invero,
quale tipico fenomeno di dolo omisivo realizzato in violazione del principio generale di buona fede»
(Cass. 14 octubre 1991, n.º 10779, GI, 1993, I, 1, 190). Y, en igual línea, el Tribunal Supremo
español señala que: «[e]n este sentido, la sentencia de esta Sala n.º 129/2010 de 5 marzo
destaca cómo (...) la jurisprudencia ha establecido que no sólo manifiestan el dolo la "insi-
dia directa o inductora de la conducta errónea del otro contratante sino también la reticen-
cia dolosa del que calla o no advierte a la otra parte en contra del deber de informar que
exige la buena fe", y añade la de 11 de diciembre de 2006 que también constituye dolo "la
reticencia consistente en la omisión de hechos o circunstancias influyentes y determinantes
para la conclusión del contrato y respecto de los que existe el deber de informar según la
buena fe o los usos del tráfico"» [STS 28 septiembre 2011 (RJ 2011, 6586)].
(169) Seguimos en este parágrafo la exposición de De Verda Beamonte («El dolo...»
op. cit. y «La reticencia...» op. cit.), que a su vez sigue la citada obra de Gómez Calle, pp.
18 y ss.
(170) Así por ejemplo, si el comprador de una finca tiene conocimiento de la exis-
tencia en ella de un yacimiento minero, no está obligado a transmitir esa información al
vendedor, que se prevaldría de dicha información para elevar el precio del contrato y para
obtener condiciones más ventajosas de otros potenciales compradores. Sin embargo, si el
vendedor de una casa sabe que está infectada de termitas está obligado a poner en conoci-
miento del comprador tal circunstancia.
En el caso Baldus (Cass. civ. 1re 3 mayo 2000, Bull. Civ. I n.º 131, p. 88, pouvoir n.º
8-11381) la Corte de casación rechazó que un adquirente con conocimientos profesionales
debiera informar a un vendedor no profesional sobre el valor de las obras fotográficas del
reputado Baldus, que luego revendió a precio muy superior.
1252 24. El dolo como vicio del consentimiento
55. Por consiguiente, por regla general, y a falta de una norma estatuta-
ria que así lo establezca en el caso concreto, las partes pueden, en la fase de
tratos preliminares, reservarse la información, aun cuando el conocimien-
to de la verdad pudiera afectar a la decisión de contratar de la otra179. No
obstante, existen situaciones en las que el contratante debe hablar, pues en
caso contrario, incurre en misrepresentation.
(177) Vid. J. Cartwright, Contract Law. An Introduction to the English Law of Contract
for the Civil Lawyer, Oxford y Portland (Oregon), Hart Publishing, 2013, p. 179.
(178) Cf. I. De la Maza Gazmuri, «Tipicidad y atipicidad...» op. cit., pp. 91-92.
(179) Smith v. Hughes (1871), LR 6 QB 597, 607: «...whatever may be the case in a court of
morals, there is no legal obligation on the vendor to inform the purchaser that he is under a mistake, not
induced by the act of the vendor».
(180) Walters v. Morgan (1861) 3 De G.F. & J. 718, 723.
(181) Vid. H. G. Beale, op. cit., § 6-015, p. 512; y E. Peel, op. cit., § 9-128, p. 425.
III. El dolo omisivo y el deber precontractual de información 1255
60. Junto a esta categoría y en cierto modo asimilados a ella, hay otros
contratos en los que existe un limitado deber precontractual de informa-
ción194. Así ocurre por ejemplo con las garantías, en las que el acreedor
está obligado a revelar circunstancias inusuales que quien constituye la ga-
rantía no podría razonablemente esperar195. También se incluye en esta
clase la compraventa de bienes inmuebles, donde el vendedor debe infor-
mar sobre la existencia de defectos del título de carácter extraordinario,
que no podrían ser descubiertos por un comprador diligente196. Finalmen-
te, existen algunos precedentes jurisprudenciales de exigencia de deberes
precontractuales de información en los contratos de transacción o com-
promiso197 y en los supuestos de «general releases»198.
61. Por último, en ocasiones, los tribunales han impuesto un deber pre-
contractual de información en la negociación de los contratos fundados en
una relación de confianza entre las partes: mandato, agencia y sociedad.
Y sobre la misma base de la confianza, en particular, los deberes de infor-
mación se vuelven muy exigentes en los casos en que sería de aplicación
la doctrina sobre la presunción del abuso de debilidad (presumed undue
influence)199.
(201) «Quando i raggiri sono stati usati da un terzo, il contratto è annullabile se essi erano
noti al contraente che ne ha tratto vantaggio».
(202) F. Ceppi, op. cit., p. 164.
(203) Vid. L. Corsaro, L’abuso del contraente nella formazione del contratto, Perugia, Edi-
zioni Scientifiche italiane, 1979, p. 153.
(204) Vid. J. Ghestin, op. cit., p. 1170-1171
(205) 1 A.C. 180.
IV. Los sujetos del dolo 1259
68. En este contexto, el Código civil español permanece como rara avis,
pues no contiene ninguna norma que discipline el dolo de tercero, a pe-
sar de que sí se refiere en el art. 1.268 al supuesto de empleo de violencia
o intimidación por un tercero, dándole relevancia al vicio. Que el dolo
viciante debe provenir de un contratante deriva, pues, del tenor literal del
art. 1.269 CC («palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno de
los contratantes») y de la interpretación a contrario del referido art. 1.268
CC206. Es clásica en la materia la STS 8 marzo 1929, según la cual el dolo
«ha de partir de alguno de los contratantes, y no existiendo respecto del
dolo precepto análogo al 1.268 del mismo Código que permite atribuir a
un tercero no contratante la violencia o intimidación anulatoria de la obli-
gación contenida en el contrato, es forzoso deducir de estos preceptos que
el dolo procedente de un tercero que no interviene directamente, por sí ni
debidamente representado, en el contrato cuya nulidad se pida por razón
del engaño de que fuese víctima quien la reclama, no anula en general el
consentimiento prestado mediante el alegado engaño».
2. El dolo recíproco
71. Hay dolo recíproco cuando las maniobras dolosas son empleadas
por ambas partes. El Código civil español contiene una norma en el art.
1.270 I según la cual el dolo, para que sea invalidante, debe «no haber
sido empleado por las dos partes contratantes»213. Por el contrario, el otro
código europeo que se ocupa del dolo recíproco, el CC portugués, esta-
(211) Son de esta opinión Rojo Ajuria (op. cit., pp. 115 y 116) y Marín López (op. cit.,
p. 641); en contra, Morales Moreno, «Comentario...» op. cit.
(212) Vid. L. Díez-Picazo, Fundamentos...op. cit. p. 206.
(213) Curiosamente, el precepto se mantiene tanto en la Propuesta de Moderniza-
ción del Código civil en materia de obligaciones y contratos (art. 1.300, párrafo 2.º); como
en la Propuesta elaborada por la Asociación de Profesores de Derecho civil de septiembre
2015 (art. 527-7, número 1, segundo párrafo).
IV. Los sujetos del dolo 1261
72. Dado que el precepto español niega a las partes la posibilidad de pe-
dir la anulación, pero no dice nada sobre el régimen jurídico del contrato,
la doctrina se ha planteado cuál debe ser la solución en el caso. La cuestión
no es pacífica. Para la mayoría el contrato con dolo recíproco es válido216,
sobre la base de que no pueden invocarse las reglas jurídicas por aquellos
que las despreciaron (nemo potest propriam turpitudinem). No obstante, se ha
sostenido también la nulidad absoluta o de pleno derecho del contrato por
ausencia de consentimiento217. Según esta tesis, «cuando se unen dos vicios
de la voluntad consistentes en una contravención de la buena fe, la tacha
de ilicitud provoca que no se encuentren ambas declaraciones de voluntad.
Luego quizá podría concluirse que no existe el consentimiento, con el fin de
no otorgar protección a quien no la merece por conducirse de mala fe»218.
transforma el contrato en válido, precisamente por esa nota de reciprocidad. No creo que
sea ese el efecto correspondiente a dos comportamientos contrarios a la buena fe que coin-
ciden en un determinado negocio» (op. cit., p. 151).
(219) Este efecto no se tratará en profundidad, al exceder del objetivo de este trabajo.
Para un estudio extenso, vid. en esta misma obra F. Pertíñez Vílchez.
(220) Gillet v. Peppercorne(1840) 3 Beav. 78; Aaron’s Reef Ltd v. Twiss (1896) A.C. 273 at
287; Armstrong v. Jackson (1917) 2 K.B. 822.
V. Los efectos del dolo: la anulabilidad del contrato y el dolo… 1263
art. 31 CO; art. 3:55 BW; art. 1.309 CC; art. 1.182 CC fr.; art. 1.444 CC it.; art.
288 CC portugués; Clough v. L & N W Ry(1871)221; art. 3.2.9 PU; art. 4:114
PECL; art. II. 7:211 DCFR; art. 3.5.2 P. OHADAC].
(225) Vid. H. Kötz y S. Patti, op. cit., p. 364; y C. I. De Asúa González, La culpa in
contrahendo. Tratamiento en el Derecho alemán y presencia en otros ordenamientos, Servicio Editorial
Universidad del País Vasco, 1989, pp. 135-136; BGH 2 marzo 1988, NJW1988, 2234.
(226) Bull civ. IV, n.º 69, p. 65.
(227) Bull. Civ. I, n.º 154.
(228) D. 11-11796.
(229) Vid. J. Ghestin, op. cit., p. 1174 y ss.
(230) C. I. De Asúa González, op. cit., p. 212.
(231) N.º 20260: «Il contraente il cui consenso risulti viziato da dolo può bene richiedere
giudizialmente il risarcimento del danno conseguente all'illecito della controparte lesivo della libertà
negoziale, sulla base della generalissima previsione in tema di responsabilità aquiliana di cui all'art.
2043 c.c. (discutendosi di condotta anteriore e prodromica alla formazione dell'in idem placitum con-
sensus), a prescindere dalla contemporanea proposizione della domanda di annullamento del contratto
ai sensi del citato art. 1439 CC». Vid. asimismo, Cass. 9 febbraio 1980, n. 921; Cass. 11 luglio
1968, n. 2445.
(232) Vid. por todos, A. De Cossío y Corral, op. cit., 365-372; A. M. Morales More-
no, «Comentario...» op. cit.
(233) (RJ 2007, 529).
(234) En su Fundamento Jurídico 3.º dice la sentencia: «[s]e plantea aquí, por pri-
mera vez en la jurisprudencia, una cuestión que había presentado la doctrina hace poco
más de medio siglo, que es el ejercicio de acciones derivadas del dolo. Sobre si cabe, prime-
ro, la acción de anulación de contrato y reclamación de indemnización de daños y perjui-
cios (acumulación de dos acciones), segundo, la acción de anulación, sin reclamación de
indemnización (una sola acción) y, tercero, la acción de reclamación de indemnización de
Bibliografía 1265
Bibliografía
P. S. Atiyah y S. A. Smith, Atiyah’s Introduction to the Law of contract,
6.ª ed., Oxford, Clarendon Press, 2005. H. G. Beale, Chitty on contracts,
30.ª ed., Londres, Sweet & Maxwell, Thomson-Reuters, 2008. H. G. Bea-
daños y perjuicios, sin ejercitar la acción de anulación (una sola acción, es el caso presen-
te). La respuesta debe ser afirmativa, tanto porque no hay norma que excluya cualquiera
de las tres posibilidades, como porque sí hay una norma aplicable a un caso similar de
ineficacia, que es la resolución que contempla el artículo 1124 del Código civil, que admite
como perfectamente compatibles y, al tiempo, independientes, la acción de resolución y la
de resarcimiento, que pueden ser ejercitadas conjunta o independientemente, sin que la
posibilidad de ineficacia excluya la indemnización, ni viceversa, ni la acumulación. En el
presente caso, no se ha pedido la nulidad de negocio jurídico alguno, sino se ha ejercitado
la acción de indemnización de daños y perjuicios por una actuación dolosa de los deman-
dados y tales perjuicios son la falta de posibilidad de cobro de aquel crédito que fue cedido
con sus intereses».
(235) Cf. op. cit., p. 369.
(236) Vid. P. S. Atiyah y S. A. Smith, op. cit., p. 260; H. G. Beale, op. cit., § 6-042, p.
529. E. Peel, op. cit., § 9-029, p. 374. Vid. en la jurisprudencia, Newbigging v. Adam (1886) 34
Cj.D. 582 at 592 Archer v. Brown (1985) Q.B. 401 at 415; Tang Man Sit v. Capacious Investments
Ltd (1996) A.C. 514 at 521.
(237) Vid. J. M. Perillo, op. cit., p. 325.
1266 24. El dolo como vicio del consentimiento
La violencia y la intimidación
C. Ruiz Sutil
25
La violencia y la intimidación*
1
Carmen Ruiz Sutil
Profesora contratada doctora de Derecho internacional privado
de la Universidad de Granada (España)
I. Introducción
1. Los ordenamientos jurídicos prevén normas relativas a la ineficacia
de los contratos por vicios del consentimiento que, bajo ciertas condicio-
nes, permiten a la parte perjudicada desvincularse del contrato. Las ca-
(22) [1840] 11 Ad and El 983, citada en M. P. Furstom, Cheshire, Fifoot & Furstom’s
Law of contract,15.ª ed., Oxford, Oxford University Press, 2007, pp. 383-384, en espec. p. 384.
(23) [1992] 2 AC 152, 165.
(24) E. Mckendrick, Contract Law, 10 edition, London, Palgrave, 2015, pp. 203-308,
en espec. p. 294, párrafo segundo; J. M. Perillo, Contracts, 7.ª ed., Estados Unidos, West Aca-
demic Publishing, 2014, pp. 287-300, en espec. pp. 293-294.
(25) (1975) AC, 653, citada en S. Sánchez Lorenzo, El Derecho inglés y los contratos
internacionales, Valencia, Tirant Lo Blanch, 2013, pp. 66-67.
(26) J. Cartwright, Contract Law. An introduction to the English Law of contract for the
civil lawyer, 2.ª ed., Oxford and Portland (Oregón), Hart Publishing, 2013, pp. 183-185. Lo
dispuesto en M. P. Furstom, Cheshire and Fifoot’s Law of..., op. cit., p. 384 va en el mismo sen-
tido y, además, nos permite constatar que duress at common law y legal duress son sinónimos:
«Duress at common law, or what is sometimes called legal duress, means actual violence or threats of
violence to the person, ie threats calculated to produce fear of loss of life or bodily harm».
(27) M. A. Malo Valenzuela, «Los vicios de la voluntad en los principios de Dere-
cho Contractual Europeo», Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, n.º 689, mayo-junio 2005,
pp. 887-926, consultado en Vlex.
(28) Sobre el DCFR, vid. E. Valpuesta Gastaminza, (Coord.), Unificación del De-
recho Patrimonial Europeo, Bosch, 2011. Una comparación entre el DCFR y los Principios
Unidroit puede verse en M. J. Bonell y R. Peleggi, «Unidroit Principles of International
Commercial Contracts and Draft Common Frame of Reference: a Synoptical Table», Uni-
form Law Review, 2009, pp. 436-554.
II. La violencia en los ordenamientos nacionales y en los textos… 1275
los problemas de validez por vicios del consentimiento que surgen en el co-
mercio internacional. Una respuesta de este tipo es conveniente debido a
que dicha materia es excluida por el art. 4 del Convenio de Viena de 11 de
abril de 1980 sobre la compraventa internacional de mercaderías (CCIM).
De hecho, Boggiano35 llama a la necesidad «de unificar o armonizar el
derecho nacional llamado y que la Convención de Viena no ha elegido por
normas de conflicto».
(35) A. Boggiano, Contratos internacionales, 2.ª ed. Buenos Aires, Depalma, 1995,
p. 83.
(36) A. M. Morales Moreno, «Comentario de los artículos 1.267...», Comentarios al
Código civil y..., loc. cit., op. cit.
(37) Tal y como expone P. Del Olmo García, «La renegociación de los contratos
bajo amenaza (Un comentario a la STS de 29 de julio de 2013)», Anuario de Derecho Civil,
tomo LXVII, 2014, fasc. 1, pp. 313-328.
(38) Estos preceptos tratan de la «fuerza y del temor, el primero de los cuales estable-
ce: "Habrá falta de libertad en el agente, cuando se empleare contra él fuerza irresistible.
Se juzgará que hubo intimidación cuando por injustas amenazas alguien causare al agente
III. La intimidación en derecho comparado y en textos internacionales 1277
un temor fundado de sufrir cualquier mal inminente y grave en su persona, libertad, honra
o bienes, o en la de su cónyuge, descendientes, ascendientes o parientes colaterales [...]"».
(39) Se puede consultar el comentario de este precepto en G. Shalev y L. Lerer,
Contract Law in Israel, AH Alphen aan den Rinj, Wolkers Kluwer Law International, 2014,
pp. 60-62. La section 17 a) Israel Contracts Law no ampara el caso en que la fuerza tenga una
magnitud mayor y la víctima quede sin voluntad, sino que básicamente se refiere a supues-
tos de intimidación.
(40) Aunque el art. 276 CC argentino emplee la fuerza, queda enmarcado en el
capítulo cuarto del CC y de Comercio denominado violencia como vicio del consentimien-
to. Véase A. J. Bueres (dir.), El Código civil y comercial de la Nación, analizado, comparado y
concordado, T. I (arts. 1-1429), Buenos Aires, edit. Hammurabi, 2014, pp. 251 y 252; R. L.
Lorenzetti, Código civil y comercial de la Nación comentado, T. II (arts. 257-445), Buenos Aires,
Rubinzal-Culzoni, 2015, pp. 78-90: L. Moisset de Espanés y M. P. Hiruela de Fernández,
«La intimidación como vicio de la voluntad», Anuario De Derecho Civil de la Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales, T. IX, 2004, pp. 173-203, consultado en Vlex; A. Kemelmajer de Carluc-
ci, «Informe Argentina», Proyecto de Principios Latinoamericanos de Derechos de Contratos, en
http://fundacionfueyo.udp.cl/wp-content/uploads/2014/09/catedra_der_cont_informe_colombia.
pdf (consultado 9 de septiembre de 2016).
(41) El Derecho brasileño regula la coação (arts. 151 a 155) y el estado do perigo (art.
156 CC).
(42) El hecho de que el art. 1.456 del Cc chileno se haya referido especialmente a la
fuerza moral, no significa exclusión de la fuerza material, tal y como aclara A. Allessan-
dri Rodríguez, De los contratos, Jurídicas de las Américas, México D. F., 2009, pp. 45-210,
consultado en vlex. Más sobre el tema véase también A. Guzmán Brito, Código civil chileno,
Pamplona, Aranzadi, 2006, p. 424; Id., «Causales de nulidad relativa», La Nulidad y la Resci-
sión en el Derecho Civil Chileno. Tomo II, Santiago de Chile, edit. Jurídica de Chile, 2010, pp.
17-171, en espec. 45-57, consultado en Vlex; C. Águila Jorguera y S. I. Alarcón Guridi,
Hacia una teoría del temor reverencial, Memoria para optar al Grado de licenciado en
Ciencias Jurídicas y Sociales, Santiago de Chile, Facultad de Derecho de la Universidad de
Chile, 2006, en http://repositorio.uchile.cl/tesis/uchile/2006/de-aguila_c/pdfAmont/de-aguila_c.
pdf (consultado el 2 de junio de 2016); C. Bahamondes Oyarzún y otros, «Informe Chile»,
Proyecto de Principios Latinoamericanos de Derechos de Contratos, en http://fundacionfueyo.udp.cl/
wp-content/uploads/2014/09/catedra_der_cont_informe_colombia.pdf (consultado 9 de septiem-
bre de 2016).
1278 25. La violencia y la intimidación
(43) Más ampliamente Y. Pérez, «Análisis económico de los vicios del consentimiento
en el régimen colombiano y en los principios sobre los contratos comerciales internacio-
nales Unidroit», Dikaison, 2007, año 21, n.º 16, pp. 179-194; AA VV, «Informe Colombia»,
Proyecto de Principios Latinoamericanos de Derechos de Contratos, junio 2010, http://fundacionfue-
yo.udp.cl/wp-content/uploads/2014/09/catedra_der_cont_informe_colombia.pdf (consultado 9 de
septiembre de 2016).
(44) Sobre el Derecho de Nicaragua vid. I. Escobar Fornos, Derecho de Obligaciones,
2.ª ed., Managua, ed. Hispamer, 2000
(45) Vid. E. Urdaneta Fontiveros, El error, el dolo y la violencia en la formación de los
contratos, Caracas, Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Serie Estudios, N.º 83, 2009, p.
245. J. F. Annicchiarico Villagrán y C. Madrid Martínez, «Informe Venezuela», Proyecto
de Principios Latinoamericanos de Derechos de Contratos, en http://fundacionfueyo.udp.cl/wp-con-
tent/uploads/2014/09/catedra_der_cont_informe_colombia.pdf (consultado 9 de septiembre de
2016).
(46) Promulgated by The National People’s Congress on 1999-3-15, consultado en
China Business Laws & Regulations, 2005, pp. 578-622.
(47) Para una visión general vid. S. Sánchez Lorenzo, El Derecho inglés y los contratos...,
op. cit., pp. 66-67.
(48) Vid. E. Peel, The Law of contract,13.ª ed., Londres, Sweet & Maxwell, 2011, pp.
440-447, en espec. pp. 443 y ss.
(49) [1979] QB 705, pronunciamientos, junto con otros, que marca una etapa decisi-
va en la coacción económica en Derecho inglés, tal y como ha puesto de relieve E. Peel, The
Law of Contract..., op. cit., en espec. pp. 442 y 443, ya que las presiones comerciales no pue-
den ser suficiente para evitar la validez del contrato si el demandante en la acción prueba
que dichas amenazas vician su consetimiento. Al centrarse en la libertad de consentimiento,
los tribunales ingleses se acercan a la solución que se plantean en la civil Law.
(50) [1980] AC 614 (PC), donde se fijó de forma definitiva la doctrina de la economic
duress. Posteriormente, en el asunto The Evia Luck (1992), 2 AC, 152, 165, Lord Goff senten-
ció «que resulta admitido actualmente que la presión económica puede ser suficiente para
III. La intimidación en derecho comparado y en textos internacionales 1279
constituir duress...al menos cuando la presión económica pueda caracterizarse como ilegíti-
ma y ha sido una causa significativa para inducir al actor a aceptar el contrato en cuestión».
(51) Vid. en esta misma obra M. L. Palazón Garrido« El abuso de debilidad, confian-
za o dependencia».
(52) Sobre los tribunales de equidad puede consultarse E. A. Farnsworth, Intro-
ducción al sistema legal de los Estados Unidos, Buenos Aires, Zavalía, 1990.
(53) [2004] CA 198/03 (N.Z.) 98. En primer lugar, tiene que haber una amenaza
o presión; en segundo lugar, la amenaza o la presión debe ser inadecuada; en tercer lugar,
la voluntad de la víctima tuvo que originarse por la presión indebida, de tal manera que su
libre albedrío y el juicio fuesen desplazadas; en cuarto lugar, la amenaza o la presión debe
inducir al consentimiento de la víctima; en quinto lugar, la amenaza o la presión deben ser
lo suficientemente grave, en el sentido de que deja a la víctima sin razonable alternativa; en
sexto lugar, la coacción hace que el acuerdo sea anulable a instancia de la víctima y en sépti-
mo lugar, el perjudicado puede evitar la anulación del contrato mediante su confirmación.
El comentario de esta resolución puede verse en F. E. Chapman, «Canadian Contractural
Duress and Criminal Duress: "Irrational, Anomalous, Perverse, Illogical and Fundamentally
Wrong" or Just Misunderstood?», Washington University Global Studies Law Review, 2012, vol.
11-2, en http://openscholarship.wustl.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1309&context=law_globalstu-
dies; S. Todd, J. F. Burrows and J. Finn, Contract Law in New Zealand, AH Alphen aan den
Rinj, Wolkers Kluwer Law International, 2014, pp. 127 y 128.
(54) [1982] 1 S.C.R. 726.
(55) [2010] 79 WIR 204, comentada en G. Kodilinye y M Kodilinye, Commonweal-
th Caribeean Contract Law, London and N. York, Routledge, 2014, pp. 173-175, en espec. 175.
(56) 25 III.2d 181, 185, 182 N.E. 2d 706. 709 (1962). Véase esta definición en P. Del
Olmo García, La amenaza de incumplir un contrato como vicio..., op. cit., p. 85 y nota 143.
(57) Que dispone: «If a party´s manifestation of assent is induced by an improper threat by
the other party that leaves the victim no reasonable alternative, the contract is voidable by the victim».
Sin embargo, los casos de violencia física el contrato puede considerarse nulo por falta de
consentimiento más que anulable según la sección 174 Restatement Second of Contracts.
1280 25. La violencia y la intimidación
(58) Vid. N. Bhadbhade, Contract Law in India, AH Alphen aan den Rinj, Wolkers
Kluwer Law International, 2012, pp. 131-132
(59) http://www.singaporelaw.sg/sglaw/laws-of-singapore/commercial-law/chapter-8#sec-
tion11. Sobre la duress en dicha legislación vid. A. B. L. Phang y G. Yihan, Contract Law in
Singapure, AH Alphen aan den Rinj, Wolkers Kluwer Law International, 2012, pp. 287-292.
(60) Véase M. J. Bonell, «The Unidroit Principles 2010: an International Restate-
ment of Contract Law», Diritto del Commercio Internazionale, 2011, n.º 4, pp. 881-908.
(61) M. A. Malo Valenzuela, «Los vicios de la voluntad en los principios...», loc. cit.,
pp. 911-913.
(62) Este instrumento opta por el término amenazas (threats) y no el de coerción,
que queda explicada en R. Schulze (edit.), Common European Sales Law (CESL): Commentary,
Baden-Baden/München/Oxford, C. H. Beck-Hart-Nomos, 2012, pp. 272-276, en espec. p.
273.
(63) http://www.derechocivil.net/esp/pdf/PROPUESTA-DE-LIBROS-QUINTO-Y–SEX-
TO-DEL-CODIGO-CIVIL.pdf
(64) En Derecho chileno, la fuerza puede recaer directamente sobre la persona
que debe prestar el consentimiento o sobre un tercero. La figura del tercero es también
omnicomprensiva en relación al artículo 1.456 del Cc chileno, ya que no sólo se refiere a
terceros taxativamente establecidos por el legislador, sino que es extensible a otro tipo de
terceros, como los amigos o los subalternos.
(65) Dispone que «para que la fuerza vicie el consentimiento no es necesario que la
ejerza el que es beneficiado por ella; basta que se haya empleado la fuerza por cualquiera
persona, con el fin de obtener el consentimiento»
III. La intimidación en derecho comparado y en textos internacionales 1281
(66) Tal y como señala E. Bosch Capdevila, «Libro II. Capítulo 7. Causas de in-
validez del contrato», Derecho europeo de contratos. Libros II y IV del Marco Común de Referencia
(coord. A. Vaquer Aloy, E. Bosch Capdevila y M. P. Sánchez González) tomo I, Barce-
lona, Atelier, 2012, pp. 487-491, en espec., p. 488, nota 72.
(67) Como explica L. Díez-Picazo, Fundamentos del Derecho civil patrimonial, 6.ª ed.,
Navarra, Thomson Civitas, 2007, p. 191, el significado de la inminencia del mal es el relativo
al efecto del mismo que sea próximo, más o menos inevitable y supere a la víctima en su
posibilidad de contrarrestarla. Si el mal fuese remoto y no siguiera a la amenaza, el amena-
zado se encontraría en situaciones de prevenirlo y hasta de evitarlo, ya sea por sus propios
medios, ya reclamando la intervención de la autoridad publica.
(68) La gravedad de la fuerza se mide en relación con la idoneidad del mal para
influir sobre el ánimo del agente. La amenaza debe ser apta para intimidar a una persona.
La gravedad, por tanto, está relacionada directamente con el valor que quepa atribuir al
derecho o bien amenazado.
(69) Véase J. W. Tobías, El vicio de intimidación, Sup. Academia Nacional de Derecho
y Ciencias Jurídicas de Buenos Aires, 2015, en LA LEY 2015-B, 962 (AR/DOC/362/2015).
1282 25. La violencia y la intimidación
(75) M. A. Malo Valenzuela, «Los vicios de la voluntad en los principios...», loc. cit.,
pp. 911-913.
(76) Para una explicación de estos presupuestos en dicho texto vid. R. Schulze
(edit.), Common European Sales Law..., op. cit., p. 274.
(77) M. Pérez García, «Los elementos del contrato en la Commont Law americana»,
Revista de Derecho Notarial Mexicano, n.º 118, 2003, pp. 127-158, en espec. p. 143, en http://
www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/dernotmx/cont/118/est/est6.pdf.
(78) Su desarrollo se puede consultar P. Del Olmo García, «La renegociación de
los contratos bajo amenaza...», loc. cit., pp. 320 y 321, donde recuerda la explicación de
Savigny que aclaraba este punto: ante una amenaza, la víctima puede elegir entre tres líneas
de actuación: puede (a) negarse a contratar y soportar el mal anunciado; (b) negarse a
contratar y tratar de escapar al mal anunciado; o (c) plegarse a la amenaza y contratar. Esta
última situación es la que describe un estado de voluntad coaccionada. Si el contratante se
encuentra en esta última situación, el consentimiento se ha realizado bajo intimidación y el
ordenamiento le abre la posibilidad de escapar a esa situación de falta de libertad. Como se
ve, el amenazado no tiene más alternativa razonable que consentir.
(79) Esta observación se cita con frecuencia en la doctrina italiana, como G. D´ami-
go, «Violenza (Diritto privado)», Enciclopedia del Diritto, XLVI, Milán, 1993, p. 862
1284 25. La violencia y la intimidación
B. La injusticia de la amenaza
(80) P. Del Olmo García, «La renegociación de los contratos bajo amenaza...», loc.
cit., pp. 323-324, formula las ventajas de someter un test sobre la alternativas tiene en rela-
ción a las amenazas de incumplir un contrato. En el contexto mercantil y empresarial, con
ocasiones de renegociación bajo presión, la formulación de la common Law es más acertada.
(81) L. Alvarado Herrera, «Validez», Comentario a los principios de Unidroit para los
Contratos del Comercio Internacional, en D. Morán Bovio (ed.), Pamplona, Editorial Arazan-
di, 1999, pp. 161-224, en espec., pp. 191-194.
(82) Sobre ello véase M. Pasquau Liaño, Jurisprudencia civil comentada: Código Civil,
(dir. M. Pasquau Liaño, coord. K. J. Albiez Dohrmann, A. López Frías), t. II, Granada,
Comares, 2000, p. 2193. En general, la jurisprudencia española suele entenderse que el
ejercicio de un derecho puede ser injusto, y susceptible de calificarse como intimidación,
cuando se procura para forzar el consentimiento para otorgar un contrato con el fin ilegí-
timo de obtener beneficios que no son inherentes al derecho.
(83) Requisito previsto expresamente en el anterior art. 939 CC.
(84) Vid. M. Maya Achicanoy, Teoría general de los contratos en Colombia, Facultad
de Derecho de la Univesidad Libre de Colombia en https://es.scribd.com/doc/8459922/TEO-
RIA-GENERAL-Y–ESPECIAL-DE-LOS-CONTRATOS-EN-COLOMBIA (consultado el 13 de sep-
tiembre de 2016).
III. La intimidación en derecho comparado y en textos internacionales 1285
(92) [1988] 19 NSWLR 40, citada E. Clark, L. Griggs, G. Cho, A. Hoyle, Contract
Law in Australia, AH Alphen aan den Rinj, Wolkers Kluwer, 2013, p. 72.
(93) [2000] BLR 530 at [134]. Véase también Carillion Construction Limited v. Felix
(UK) Limited [2001] BLR 1, ya que se proporciona otro ejemplo de presión ilegítima.
(94) Entre los que se incluye, por ejemplo, si la persona que ejerce la presión ha actua-
do de mala o buena fe; si la víctima no tenía ninguna alternativa más realista que someterse
a la presión; que si la víctima protestó en el momento...
(95) [1994] 4 All ER 714 (CA). En este pronunciamiento se confirma una vez más que
cualquier presión hecha sobre la ejecución o la renegociación de un contrato no es equi-
valente a la coacción económica. A través de los hechos, hay que equilibrar la necesidad de
presión para mantener una cierta justicia en la economía de mercado, es decir, deslindar
los avatares de las presiones comerciales frente y los elementos de coacción que no permite
a las parte la libertad para celebrar el contrato. Vid. J. M. Perillo, Contracts..., op. cit., p. 298;
E. Peel, The Law of Contract..., op. cit., p. 444.
(96) [2012] EWHC 273 (Comm).
(97) UKPC 22. Vid. J. M. Perillo, Contracts..., op. cit., p. 294.
(98) Vid. J. M. Perillo, Contracts..., op. cit., p. 296.
(99) M. Pérez García, «Los elementos del contrato en la common...», loc. cit., p. 143.
III. La intimidación en derecho comparado y en textos internacionales 1287
(100) Vid. G. Klass, Contract Law in the United States, 2.ª edit., AH Alphen aan den
Rinj, Wolkers Kluwer Law International, 2012, pp. 157-158.
(101) P. Del Olmo García, La amenaza de incumplir un contrato como vicio..., op. cit., pp.
92-94, detalla estas dificultades para los casos de amenaza de incumplimiento para arrancar
la novación del contrato.
(102) Más sobre el tema P. Del Olmo García, La amenaza de incumplir un contrato como
vicio..., op. cit., p. 44, nota 62.
(103) Ahora bien, como pone de relieve O. Lando y H. Beale, Comentarios a los Prin-
cipios de Derecho Contractual Europeo. Partes I y II, Madrid, Consejo General del Notariado,
2003, p. 370, no todas las advertencias de incumplimiento pueden considerarse amenazas.
Por ejemplo, una de las partes avisa a la otra de que si no se revisa el contrato devendrá
insolvente y no podrá cumplir el contrato, ello supone más que una amenaza, la advertencia
de un hecho inevitable.
(104) Vid. P. Del Olmo García, La amenaza de incumplir un contrato como vicio..., op.
cit., p. 56 y notas 86 y 87.
1288 25. La violencia y la intimidación
del ejercicio del derecho) puede constituir elemento para calificar como
intimidación105. Esta idea nos ubica en la doctrina de la injusticia de resul-
tados que la amenaza persigue106.
37. Las referidas doctrinas quedan reflejadas en los textos internaciona-
les, como en la segunda parte del art. 3.2.6 de los Principios UNIDROIT
y en el art. 3.4.7 apartado segundo de los Principios OHADAC, que de-
limitan la amenaza injusta en dos dimensiones similares a las doctrinas
señaladas107. Asimismo, el art. 4:108 PECL dispone que un hecho puede
ser ilícito por sí mismo (producir la muerte o lesiones) o si se usa como
medio para lograr la conclusión del contrato y proporcionó un resultado
ilícito. El art. 152.2 CEC se decanta por calificar como injusta a la amenaza
de ejercitar un derecho cuando haya servido para obtener ventajas injustas.
Menos explícito es el art. II 7:206 DCFR108, aunque de su lectura también
se desprende las ideas ofrecidas por las doctrinas referidas.
38. En definitiva, aunque en muchos sistemas la ilicitud o injusticia está
reglamentada de forma básica, los textos de armonización nos pueden sir-
ven de guía para poder calificar como intimidación, además del acto ilíci-
to, toda actividad, aun siendo lícita, cuya utilización resulte reprochable
en relación a la celebración del contrato. Algún autor reclama solucionar
la interpretación de la ilicitud de las amenazas recurriendo a una cláusu-
la general para la exigencia de este presupuesto109. Independientemente
del método, lo incuestionable es la necesidad de concretar qué formas o
grados de precisión serían aceptables para determinar qué amenazas cons-
(105) Hay que ir con cautela en este aspecto, pues la jurisprudencia española ha con-
siderado que «no cabe confundir la intimidación causante de nulidad con el planteamiento
legítimo de una de las partes en el contrato en el sentido de no suscribirlo si no es con
determinadas condiciones que le salvaguarden frente a posibles eventualidades, no impu-
tables a dicha parte, que pudieran frustrar su finalidad», en la STS n.º 122, de 15 de marzo
de 2012 (RJ 2012, 4886). Asimismo, la SAP de Madrid n.º 243, de 11 junio de 2015 (JUR
2015, 184330), donde el demandado no quería contribuir con mayor cantidad en su inver-
sión, decisión que, en principio, es lícita y no se aprecia un ejercicio abusivo en su negativa
a suscribir un contrato (el de novación del prestamo) que le supondría una mayor carga
financiera.
(106) P. Del Olmo García, La amenaza de incumplir un contrato como vicio..., op. cit.,
p. 44. Precisamente, la STS de 21 octubre de 2005 (RJ 8548) expone que «no es injusto el
mal que dependa del ejercicio de un derecho o facultad legítima, siempre que el ejercicio
del derecho que se anuncia sea correcto y no abusivo». Es decir, que «con la amenaza del
ejercicio del derecho se pretenda obtener lo mismo que se lograría si realmente se ejerciera
ese derecho. En caso contrario, sería ilícita».
(107) Véase M. J. Bonell, «The Unidroit Principles 2010: an International...» loc. cit.,
pp. 881-908.
(108) E. Bosch Capdevila, «Libro II. Capítulo 7. Causas de invalidez...», Derecho euro-
peo..., loc. et. op. cit., p. 488.
(109) F. Pantaleón, La responsabilidad civil de los auditores: extensión, limitaciones y pres-
cripiciones, Madrid, 1996, p. 120, señala que cuando el legislador emplea cláusulas generales
está pidiendo la cooperación al juez para dar con una norma concreta que resuelva el caso.
Esta idea es tomada para dar solución a la calificación de amenaza injusta por P. Del Olmo
García, La amenaza de incumplir un contrato como vicio..., op. cit., pp. 43-44.
III. La intimidación en derecho comparado y en textos internacionales 1289
(119) [1904] 1 K.B. 591. En dicho asunto, la parte demandada, la señora Gerson,
evidenció de que ella fue inducida un acuerdo con Kaufman con el fin de evitar un proceso
penal contra el Sr. Gerso n. Ella pagó una gran suma de dinero durante un período de años
para preservar el nombre de los hijos de Gerson.
(120) [1990] 65 D.L. R. 4th 641 (Can. B.C.C.A.).
(121) Las ilustraciones adjuntas a este articulado de los Principios UNIDROIT abre
el camino para que el comportamiento malicioso dirigido contra la reputación de una per-
sona, de su propiedad o las amenazas que conllevan consecuencias económicas o chantaje
económico sean elementos de la intimidación, en AA VV, Unidroit Principles of International
Commercial Contracts, Roma, Unidroit, 2010, pp. 106-107.
(122) Así lo aclara E. Bosch Capdevila, «Libro II. Capítulo 7. Causas de invalidez...»,
loc. cit., p. 488.
(123) En nuestra doctrina es habitual explicar que el temor a que lleva la amenaza
convierte a la intimidación en vicio de la voluntad. Vid. M.ª R. Valpuesta Fernández, Dere-
cho de obligaciones y contratos, 2.ª ed., Valencia, Tirant lo Blanch, 1995, pp. 371 y ss.
(124) Vid. L. Díez-Picazo, Fundamentos del Derecho civil..., op. cit., pp. 197-198.
1292 25. La violencia y la intimidación
(125) Esta denominación aparece en P. Del Olmo, La amenaza de incumplir..., op. cit.,
p. 38.
(126) A. Von Tuhr, Tratado de obligaciones..., op. cit., p. 175
(127) [1886] LR 12 P. D. 21.
III. La intimidación en derecho comparado y en textos internacionales 1293
(128) Vid. Moreno Morales, Comentarios..., loc. cit., p. 355; P. Del Olmo, La amenaza
de incumplir..., op. cit., pp. 38 a 40.
(129) La fuerza como vicio de consentimiento debe haber sido empleada con el fin de
obtener la declaración de voluntad; está debe ser el efecto de aquélla. Vid. C. Águila Jor-
quera y S. I., Alarcón Guridi, Hacia una Teoría General del Temor Reverencial..., op. cit., p. 40.
(130) Se trata de una fórmula muy repetida que, según M. Pasquau Liaño, Jurispru-
dencia civil..., op. cit., 2.ª edic., p. 2340, aparece por primera vez en la STS 27 de febrero de
1964 (RJ 1964, 1153). Particularmente, en el FJ 4.º de la STS 20 febrero 2012 (RJ 2012,
4042) no se estimó nexo eficiente entre la amenaza de resolver la relación el mismo día en
que fue notificada la resolución y el consentimiento expresado en el contrato, donde «la
precipitación y la falta de previsión de la aquí apelada lo que le obligó a buscar la solución
que estimó pertinente».
1294 25. La violencia y la intimidación
55. El Derecho alemán otorga relevancia a la amenaza por ser una con-
ditio sine qua non para la anulación del contrato, pero del § 123 BGB se
desprende que debe existir una relación causal entre el temor y el consen-
timiento prestado por el amenazado132. En el marco de la ilegalidad de la
amenaza de los sistemas common Law133, junto con la exigencia de una falta
de alternativa razonable que no sea la de aceptar el contrato[The Universe
Sentinel (1983)]134, se viene igualmente exigiendo la demostración de una
relación causal entre la presión ocasionada y consentimiento del amenaza-
do (causal link)135. Esta relación se describe en Barton v Armstrong (1976)136;
Dimskal Shipping Co. v. International Transport Workers’ Federation(1992)137;
Huyton SA v. Peter Cremer GmbH & Co (1999)138 o Kolmar Group AG v Trax-
po Enterprises PVT Limited (2010)139. En una línea similar, en Australia, el
pronunciamiento Crescendo Management Pty Ltd v. Wespac Banking Corpora-
tion140 sigue la exigencia de causalidad expuesta en Barton v. Armstron.
(131) F. Carresi, «La violenza nei contratti», Rivista trimestrale di diritto e procedura civi-
le, 1962, n.º 2, año XVI, pp. 411-432. Para ver la discusión de la doctrina en Italia vid. P. Del
Olmo, La amenaza de incumplir..., op. cit., p. 41
(132) A. Hadjian, Duress and Undue Influence in English and..., op. cit.
(133) Vid. E. Mckendrick, Contract Law..., op. cit., p. 295.
(134) [1983] 1AC 366.
(135) J. Poole, Contract Law, Oxford, Oxford University Press, 2010, p. 680, donde
confirma que la presión ilegítima tuvo que constituir una importante causa para inducir a
la otra parte a concluir el contrato.
(136) [1976] AC 104, pronunciamiento que consideró que la amenaza de Armstrong
fue la causa para contribuir al consentimiento y no fue necesario demostrar que era la ra-
zón predominante.
(137) [1992] 2 AC 152, que confirma que la presión económica puede ser suficiente
para constituir coacción y que induzca al amenazado a prestar su consentimiento.
(138) [1999] 1 Lloyd’s Rep. 620, que insiste en que la presión ilegítima debe derivar
en el consentimiento, ya que de otro modo no se hubiera realizado o, al menos, en térmi-
nos en se acabó realizando.
(139) [2010] EWHC 113 (Comm).
(140) (1988) 19 NSWLR 40. Los pronunciamientos posteriores, como en DSND Sub-
sea v. Petroleum Geo-Services [2000] 530 BLR o en Carillion Construction Ltd v. Félix (UK)
Ltd [2001] BLR 1, adoptan la línea de Huyton v Peter Cremer, al considerer que en la coacción
económica, la presión ilegítima debe haber sido una causa importante, pero no rotunda.
III. La intimidación en derecho comparado y en textos internacionales 1295
C. Temor reverencial
58. El temor reverencial es una sujeción psicológica en la que el sujeto
incurre en relación a otra persona, debido a la importancia de la posición
privilegiada en el ámbito de la familia, del trabajo o social141. Ello origina
que el temor de desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y
respeto no baste para viciar el consentimiento142.
59. En múltiples sistemas jurídicos se ha excluido el temor reverencial
como vicio del consentimiento básicamente por dos razones: la omisión
de gravedad y la falta de ilicitud, que son requisitos de la intimidación.
En el Derecho español, la finalidad del mismo es establecer un límite a la
apreciación subjetiva del temor, tal y como recoge el último párrafo del art.
1.267 CC. No obstante, un sector minoritario de nuestra doctrina conside-
ra que esta eliminación no se debe a la falta de racionalidad, sino por no
estar clasificado como un temor injusto143. En la misma línea, dicha salve-
dad aparece recogida en algunos Derechos continentales, como sucede en
el art. 1.437 CC italiano o en el art. 1.114 CC belga.
60. Ciertos ordenamientos iberoamericanos siguen pautas muy simila-
res al Derecho español en la consideración del temor reverencial para no
anular el contrato144, tal y como indican el art. 480 CC boliviano; el art.
1.513, segundo inciso CC colombiano; el art. 1456.2 CC chileno; el art.
1.472, segundo párrafo CC ecuatoriano; el art. 1.114 CC dominicano; el
(141) C. Máximo Bianca, «Diritto Civile il contrato», Milán, Editorial Multa Paucis,
1998, p. 622.
(142) Es llamativa la SAP de Les Illes Balears, de 16 de abril de 2016 (La Ley
49951/2012), que estimó la intimidación en la prestación del consentimiento de la de-
mandante que prestó su consentimiento bajo una situación de temor reverencial hacia
su compañero (prestatario) por las constantes amenazas de muerte y con su personalidad
totalmente anulada a causa de los malos tratos psíquicos y físicos y amenazas graves de los
que era víctima.
(143) A. De Cossio y Corral, Instituciones de Derecho Civil, Tomo I, Madrid, edit.
Civitas, 1988, p. 386.
(144) Un estudio en Derecho comparado podemos consultarlo en C. Aguilera Jor-
quera y S. I., Alarcón Guridi, Hacia una Teoría General del Temor Reverencial...op. cit., pp.
149 y ss.
1296 25. La violencia y la intimidación
IV. Conclusiones
63. Hemos comprobado cómo el fenómeno de la violencia en el con-
sentimiento que soporta una constricción física (que no mera amenaza
o violencia moral) y termina por suplantar la voluntad del declarante no
aparece recogido en muchos ordenamientos jurídicos ni en los textos in-
ternacionales de armonización.
Por el contrario, la intimidación como causal de anulación del contrato
se encuentra en un proceso de renovación y armonización para ser ajusta-
da a la nueva realidad negocial internacional. Con motivo de esta revisión,
conviene que revitalicemos su utilidad práctica y la despojemos del perfil
teórico. Dejando a un lado las diferencias en la terminología empleada, es
necesario que nos concentremos en los elementos que integran la catego-
ría de intimidación con la idea de armonizar el régimen de la misma en el
ámbito comparado y de los textos internacionales. A pesar del origen y la
Bibliografía
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nos de Derechos de Contratos, junio 2010, http://fundacionfueyo.udp.cl/wp-content/
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130. A. Allessandri Rodríguez, De los contratos, Jurídicas de las Américas,
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dad relativa», La Nulidad y la Rescisión en el Derecho Civil Chileno. Tomo II,
Santiago de Chile, edit. Jurídica de Chile, 2010, consultado en Vlex. L.
Alvarado Herrera, «Validez», Comentario a los principios de Unidroit para los
Contratos del Comercio Internacional, en D. Morán Bovio (ed.), Pamplona,
1298 25. La violencia y la intimidación
26
El abuso de debilidad, confianza o dependencia
(3) Vid. The Law of Obligations: Roman foundations of the civilian tradition, Oxford,
Oxford University Press, 1996, p. 220.
(4) De esta opinión, L. Díez-Picazo; E. Roca Trías; A. M. Morales Moreno, Los
principios del Derecho europeo de contratos, Madrid, Civitas, 2002, p. 232.
1306 26. El abuso de debilidad, confianza o dependencia
(5) Mediante la undue influence, era posible en los tribunales de Equidad la anula-
ción de un contrato que una de las partes había realizado bajo presión o abuso de la rela-
ción existente entre los contratantes, pero que no constituía duress en Derecho común, por
falta de entidad en la amenaza o ser esta meramente implícita o inexistente, por haberse
aprovechado de mala fe un contratante de su posición o influencia respecto del otro (vid.
J. Cartwright, Contract Law. An introduction to the English Law of contract for the civil lawyer,2.ª
ed., Oxford and Portland (Oregón). Hart Publishing, 2013, pp. 185-186).
En Royal Bank of Scotland v. Etridge (No 2) [(2001) UKHL 44], explica Lord Nicholls: «[7]
...Equity extended the reach of the law to other unacceptable forms of persuasion. The law will investiga-
te the manner in which the intention to enter into the transaction was secured: "how the intention was
produced", in the oft repeated words of Lord Eldon LC, from as long ago as 1807 [Huguenin v. Baseley
14 Ves 273, 300]. If the intention was produced by an unacceptable means, the law will not permit the
transaction to stand. The means used is regarded as an exercise of improper or "undue" influence, and
hence unacceptable, whenever the consent thus procured ought not fairly to be treated as the expression
of a person's free will. It is impossible to be more precise or definitive. The circumstances in which one
person acquires influence over another, and the manner in which influence may be exercised, vary too
widely to permit of any more specific criterion. [8] Equity identified broadly two forms of unacceptable
conduct. The first comprises overt acts of improper pressure or coercion such as unlawful threats. Today
there is much overlap with the principle of duress as this principle has subsequently developed. The
second form arises out of a relationship between two persons where one has acquired over another a
measure of influence, or ascendancy, of which the ascendant person then takes unfair advantage...».
II. La doctrina de la «undue influence» del Derecho anglosajón 1307
sutil de «dominación»6. Por otra parte, tampoco está claro cuándo esa in-
fluencia es «indebida», pues la aproximación a la figura puede efectuarse
desde dos puntos de vista: i) en primer lugar, puede ponerse el acento en
la posición del contratante cuya voluntad ha resultado mediatizada por la
existencia de un desequilibrio, confianza o dependencia de la otra (con-
tratante B); ii) y en segundo lugar, se puede tomar en consideración la
conducta impropia, inmoral o reprobable del contratante que emplea el
abuso (contratante A)7.
(18) Smith v. Henline, 174 III. 184, 203, 51 N.E. 227, 233 (1898): «...[a]ny improper or
wrongfull constraint, machination, or urgency of persuasion, whereby the will of a person is overpowe-
red, and he is induced to do or forbear an act which he would not do, or would do, if left to act freely».
(19) Vid. J. M. Perillo, Contracts, 7.ª ed., Estados Unidos, West Academic Publi-
shing, 2014, pp. 300-301.
(20) Or. App. 289, 15 P. 3d 67 (2000).
(21) Vid. J. M. Perillo, op. cit., p. 301.
(22) 1 A.C. 180, 189-190.
(23) (1990) 1 Q.B. 923.
(24) [2001] UKHL 44; [2002] 2 A.C. 773.
II. La doctrina de la «undue influence» del Derecho anglosajón 1309
y presumed undue influence «can be confusing», y estableció que hay una sola
doctrina de la influencia indebida y sólo son distintas las formas de aplicar-
la: bien mediante prueba directa del abuso; o bien mediante presunciones
iuris tantum en aquellos casos en que el contrato, por sus condiciones, «calls
for explanation»25.
(25) Vid. H. G. Beale, Chitty on contracts, 30.ª ed., Londres, Sweet & Maxwell, Thom-
son-Reuters, 2008, § 7-059, p. 627; J. Cartwright, op. cit., p. 186; E. Peel, op. cit., § 10-014,
p. 448.
(26) EWCA Civ 711; All ER 205 (Jun).
(27) Vid. E. Mckendrick, op. cit., pp. 302-303.
(28) Leading case en la materia es Williams v. Bayley (1866) LR 1 HL 200.
(29) Vid. Royal Bank of Scotland v. Etridge (No. 2).
(30) H. G. Beale, op. cit., § 7-065, p. 630-631.
(31) 1 A.C. 200.
(32) Para Mckendrick, sin embargo, en los casos en que la actual undue influence
se manifiesta bajo la forma de abuso de una relación de confianza entre las partes, por la
fuerte semejanza con los supuestos de presumed undue influence, es precisa la prueba de que
el contrato no puede explicarse en razón de dicha relación (vid. op. cit., p. 301).
1310 26. El abuso de debilidad, confianza o dependencia
de la parte influida («preferred his own interest»33). Esto es, como antes se ha
señalado, debe existir algo reprochable en la conducta de la otra parte34. Y
en cuanto al requisito de la causalidad, la doctrina ha entendido que basta
con probar que la influencia indebida fue uno de los factores que indujo a
la víctima a contratar, sin que sea preciso que sea el único35. En este punto,
el test de causalidad en la actual undue influence se aproxima al que rige
para el dolo o la intimidación, y de esta analogía resulta también que es al
otro contratante a quien incumbe la prueba de que la influencia ejercida
no fue en absoluto causa que determinara el contrato36.
14. La segunda categoría de casos – presumed undue influence– es más
frecuente en la práctica y también presenta mayores dificultades desde el
punto de vista jurídico. Fue desarrollada por la jurisdicción de equidad a
propósito de la denominada tiranía espiritual [Allcard v. Skinner (1887)37].
Sobre la base de la buena fe y la moral, la equity elaboró el principio general
de que nadie debe abusar de una posición de dependencia o confianza38.
Los elementos básicos de la configuración moderna de la presumed un-
due influence fueron establecidos en la citada sentencia Royal Bank of Scot-
land v. Etridge (No. 2) y merecen un breve estudio por separado.
Según palabras de Lord Nicholls (párrafo 14): «[p]roof that the complai-
nant placed trust and confidence in the other party in relation to the Management
of the complainant’s financial affairs, coupled with a transaction which calls for
explanation, will normally be sufficient, mailing satisfactory evidence to the contrary,
to discharge the burden of proof».
(39) Vid. Royal Bank of Scotland v. Etridge (No. 2), párrafo 18: «[e]xamples of relations-
hips within this special class are parent and child, guardian and ward, trustee and beneficiary, solicitor
and client, and medical adviser and patient. In these cases the law presumes, irrefutably, that one party
had influence over the other. The complainant need not prove he actually reposed trust and confidence
in the other party. It is sufficient for him to prove the existence of the type of relationship».
(40) EWCA Civ 1602.
(41) 1 Ch 289.
(42) 1 W.L. R. 1442, 1445.
(43) EWCA Civ 50.
(44) Vid. E. Mckendrick, op. cit., p. 301-302; E. Peel, op. cit., § 10-022, p. 453, y amplia-
mente, H. G. Beale, op. cit., §§ 7-074 a 7-077, pp. 636-637.
(45) Cf. H. G. Beale, op. cit., § 7-078 y E. Peel, op. cit., § 10-022, p. 454
(46) Ch 14.
(47) Señala Peel (op. cit., § 10-023, p. 455) que el carácter flexible de este grupo de
supuestos puede bien ilustrarse con el caso clásico Tate v. Williamson (1866) L. R. 2 Ch. App.
55, donde el demandado era asesor financiero de un extravagante estudiante de Oxford
que vendió a aquel su propiedad inmobiliaria a mitad de precio y luego bebió hasta morir
a la edad de 24 años. Y un ejemplo más moderno es la sentencia O’Sullivan v. Management
Agencia & Music Ltd(1985) Q.B. 428, donde se trataba de un compositor e intérprete de
música y su manager.
Para un amplio catálogo de ejemplos, vid. H. G. Beale, op. cit., § 7-084, p. 641.
1312 26. El abuso de debilidad, confianza o dependencia
(48) AC 686.
(49) Sobre la cuestión, vid. ad ex. E. Peel, op. cit., § 10-019, p. 451; E. Mckendrick,
op. cit., p. 301.
(50) Cf. P. S. Atiyah y S. A. Smith, op. cit., p. 286.
(51) Vid. J. Cartwright, op. cit., p. 187.
(52) Vid. M. P. Furstom, Cheshire, Fifoot & Furstom’s Law of contract, 15.ª ed., Oxford,
Oxford University Press, 2007, p. 396; P. S. Atiyah y S. A. Smith, op. cit., p. 287; H. G. Beale,
II. La doctrina de la «undue influence» del Derecho anglosajón 1313
(59) Bauermeister v. McReynolds, 254 Neb. 118, 575 N.W.2d 354 (1998); In Re Corporate
Dissolution, 132 Wash. App. 903, 134 p. 3d 1188 (2006).
(60) Israel v. Sommer, 292 Mass. 113, 197 N.E. 442 (1935); Cleary v. Cleary, 427 Mass.
286, 692 N.E. 2d 955 (1998).
(61) Vid. J. Perillo, op. cit., pp. 303-305.
(62) 8 Ch App 484.
(63) 40 ChD 312.
(64) 1 WLR 255.
(65) Vid. J. Cartwright, op. cit., pp. 188-189.
(66) Vid. H. G. Beale, op. cit., §§ 7-129 a 7-132, p. 662-665.
III. «Unconscionability», «inequality of bargaining power» y otras… 1315
(78) «(1) If the court as a matter of law finds the contractor any clause of the contract to have
been unconscionable at the time it was made the court may refuse to enforce the contract, or it may en-
force the remainder of the contract without the unconscionable clause, or it may so limit the application
of any unconscionable clause as to avoid any unconscionable result.
(2) When it is claimed or appears to the court that the contractor any clause thereof may be uncons-
cionable the parties shall be afforded a reasonable opportunity to present evidence as to its commercial
setting, purpose and effect to aid the court in making the determination».
(79) Vid. H. G. Beale, op. cit., § 7-136, pp. 666-667 y G. Klass, Contract Law in the United
States, 2.ª ed., Wolters Kluwer, 2012, p. 117.
(80) G. Klass, op. et loc. cit.
IV. El abuso de debilidad, confianza o dependencia… 1317
(81) Vid. sobre la materia, G. Loiseau, «La violence», Traité de Droit civil. La formation
du contrat. Tome 1: Le contrat. Le consentement (J. Ghestin, G. Loiseau y Y. M. Serinet), 4.ª
ed., París, LGDJ, 2013, § 1487, pp. 1214-1217.
(82) Vid. C. Larroumet, Droit civil. Les obligations. Le contrat. Tome III, 1re partie: con-
ditions de formation, 6.ª ed., París, Economica, 2007, pp. 333-334.
(83) D. 1970, 297, nota de Alfandari, JCP 1971.II.16609; nota de Loussouarn, Rev.
trim. dr. civ. 1970.755. obs. Loussouarn.
(84) D. 1984.IR.476, obs. Martin.
(85) JCP 1996.II.22736, nota de Lucas.
(86) Bull. Civ. I, n.º 108; RJDA 2001, n.º 4
(87) Vid. el debate doctrinal en G. Loiseau, op. cit., § 1507-1508, pp. 1241-1243;
asimismo, E. Bosch Capdevila, «Estado de necesidad y consentimiento contractual. ¿Una
reinterpretación de los conceptos de violencia e intimidación como vicios del consenti-
miento a la luz del Derecho contractual europeo y comparado?», RCDI, n.º 711, 2009, p.
82, nota al pie n.º 56.
(88) N.º 00-12.932: Juris Data n.º 2002-013787.
Los hechos enjuiciados fueron los siguientes: Mme. Kannas, escritora empleada por la
editorial Larousse-Bordas desde 1972, cedió a esta mediante acuerdo firmado en 1984 to-
dos los derechos de explotación de su diccionario Mini débutants, por la cantidad de 30.000
francos. Kannas fue despedida en 1996, y al año siguiente demandó la nulidad del contrato,
alegando que fue perfeccionado en un estado de dependencia económica y bajo el temor
de la pérdida del empleo. El TGI de Paris denegó la pretensión por prescripción; fallo que
fue recurrido ante la Cour d’appel de Paris, que apreció la nulidad del contrato. En su fallo,
la Cour de Cassation, pese a casar la sentencia de 2.ª instancia, admitió que una situación de
dependencia pudiera invalidar el consentimiento por vicio de violencia.
1318 26. El abuso de debilidad, confianza o dependencia
por sentencias posteriores, entre las que puede citarse la de Cass. Civ. 2ème
5 octubre 200689, pero tanto la Sala civil como la comercial han sido escru-
pulosos a la hora de apreciar el vicio, por lo que las sentencias estimatorias
de la pretensión de ineficacia por esta causa no son muy numerosas90. De
esta jurisprudencia es posible extraer los elementos definitorios de la vio-
lencia económica: i) un estado de dependencia económica de la víctima;
ii) la explotación de esta situación por el autor de la violencia, cuyo abuso
supone una presión ilegítima; y iii) su repercusión en el contrato a través
de la obtención de un beneficio por el contratante que comete el abuso. El
fundamento de la ineficacia es la falta de libertad del consentimiento vicia-
do por el miedo, lo que justifica para los tribunales galos el sometimiento
del supuesto a las reglas de la violencia, y no a las de la lesión91.
25. El legislador de la reforma del CC ha consagrado esta jurisprudencia,
recogiendo el abuso de dependencia como una forma de violencia (violence
economique), y no como un vicio aparte. El art. 1.143 CC dispone que «il y a
égalmente violence lorsqu’une partie, abusant de l’etat de dépendance dans lequel se
trouve son cocontractant, obtient de lui un engagement qu’il n’aurait pas souscrit en
l’absence d’une telle contrainte et en tire un avantage manifestement excessif». Como
puede observarse, el precepto limita la apreciación del vicio desde el punto
de vista subjetivo a las situaciones de abuso de dependencia92, pero no la
circunscribe expresamente a la dependencia económica; por lo que en prin-
cipio (a falta aún de interpretación jurisprudencial del precepto), pueden
incluirse en el supuesto de hecho de la norma todas las hipótesis de depen-
dencia (psicológica, ligada a una enfermedad o a la edad de la persona,
etc.)93. Desde el punto de vista objetivo, se exige el requisito de la obtención
de una «ventaja manifiesta», que no estaba en el art. 1.143 del Projet d’ordon-
nance publicado en 2015, ausencia que había sido alabada por la doctrina,
porque alejaba el abus de faiblesse de la institución de la lesión94.
26. Fuera del especial caso del Derecho francés, los demás ordena-
mientos europeos que han optado por considerar el abuso de debilidad,
confianza o dependencia como vicio del consentimiento han preferido
(95) Art. 3:44 (4) BW: «Abuse of circumstances is legally present when someone who knows
or should have known that another person might be induced to perform a juridical act because he is
under the influence of particular circumstances, like a state of emergency, dependency, thoughtlessness,
an addiction, an abnormal mental condition or inexperience, nevertheless has stimulated this other
person to perform this juridical act, although what this someone knew or should have known, should
have refrained him from doing so».
(96) Art. 1.118. 1 CC Luxemburgo: «Sauf les règles particulières à certains contrats ou à
l'égard de certaines personnes, la lésion vicie le contrat, lorsqu'elle résulte d'une disproportion évidente
au moment de la conclusion du contrat entre la prestation promise par l'une des parties et la contre-par-
tie de l'autreet que cette disproportion a été introduite dans le contrat par exploitation d'une position de
force, en abusant sciemment de la gêne, de la légèreté ou de l'inexpérience de l'autre partie. La charge de
la preuve incombe à la partie qui se prétend lésée».
(97) Art. 21 CO suizo (Lésion): «En cas de disproportion évidente entre la prestation promise
par l'une des parties et la contre-prestation de l'autre, la partie lésée peut, dans le délai d'un an, déclarer
qu'elle résilie le contrat et répéter ce qu'elle a payé, si la lésion a été déterminée par l'exploitation de sa
gêne, de sa légèreté ou de son inexpérience».
Sobre la cuestión, vid. A. Von Thur, Tratado de las obligaciones, (traducción del alemán
y concordancias por W. Roces, edición al cuidado de J. L. Monereo), Granada, Comares,
2007, pp. 181-182.
(98) Art. 282 CC portugués (Negócios usurários): «É anulável, por usura, o negócio ju-
rídico, quando alguém, explorando a situação de necessidade, inexperiência, ligeireza, dependência,
estado mental ou fraqueza de carácter de outrem, obtiver deste, para si ou para terceiro, a promessa ou
a concessão de benefícios excessivos ou injustificados. 2. Fica ressalvado o regime especial estabelecido
nos artigos 559.º-A e 1146.º».
(99) Art. 388 I CC polaco (Exploitation): «If one of the parties, exploiting a forced situation
or the inefficiency or inexperience of the other party, in exchange for its own performance accepts or sti-
pulates for itself or for a third party a performance the value of which at the time the contract is executed
grossly exceeds the value of its own performance, the other party may demand that its performance be
reduced or that the performance due to it be increased, and if both are extremely difficult, it may demand
that the contract be declared invalid».
1320 26. El abuso de debilidad, confianza o dependencia
lituano100, sección 31.1 Finland contract Act101 y sección 31.1 Danish contract
Act102.
27. Para el Derecho italiano se trata de un supuesto de ineficacia del
contrato no originaria, sino sobrevenida. En efecto, al regular la rescisión
del contrato, la admite en el art. 1.448 CC it. (azione generale di rescissione
per lesione) para los contratos en que exista notoria desproporción entre
las prestaciones, y esta desproporción haya sido causada por el estado de
necesidad de una parte, del cual la otra se haya aprovechado para obtener
una ventaja especial. Para que la acción pueda ejercitarse, es preciso que
la lesión exceda de la mitad del valor de la prestación, al tiempo de la
conclusión del contrato. Y el art. 1.447 CC it. (contratto concluso in istato di
pericolo) declara rescindibles los contratos celebrados en estado de peligro
o de necesidad cuando una de las partes haya asumido obligaciones en
condiciones inicuas, por la necesidad conocida por la otra parte de salvarse
a sí mismo, o a otra persona, de un peligro actual de un daño grave.
El aspecto objetivo de la lesión es muy importante, ya que el art. 1.437
CC it. no considera vicio el solo temor reverencial, que puede concurrir
también en algunos de los casos que forman parte de los supuestos de
hecho de los preceptos estudiados. En realidad, se trata de supuestos de
lesión cualificada.
28. Mención aparte merecen los sistemas en los que el abuso de debili-
dad, confianza o dependencia se regula como límite a la autonomía con-
tractual, dando lugar a la nulidad del contrato. El modelo de este régimen
es el sistema alemán, que en el § 138 (1) BGB establece que es nulo el
contrato contrario al orden público, concretando en el párrafo segundo
que, en particular, es nulo el contrato en el que uno de los contratantes ob-
tiene para sí o para un tercero una ventaja desproporcionada, explotando
la situación de necesidad, la inexperiencia, la falta de buen juicio o la débil
voluntad de la otra parte.
A propósito de este segundo párrafo, relativo a los comúnmente de-
nominados contratos usurarios o leoninos, la jurisprudencia del BGH ha
(100) Art. 6.228 I CC lituano (Gross disparity of parties): «1. A party may refuse from the
contract or a separate condition thereof if at the time of the conclusion of the contract, the contract or its
condition unjustifiably gives the other party excessive advantage. In such cases, among other circum-
stances, regard must also be paid to the fact that one party has taken unfair advantage of the other's
dependent position, or of the other party's economic difficulties, urgent needs, or of the latter's economic
weakness, lack of information or experience, his inadvertence or inexperience in negotiations; regard
shall also be taken of the nature and purpose of the contract».
(101) Secc. 31.1 Finland Contract Act: «If anyone, taking advantage of another’s distress,
lack of understanding, imprudence or position of dependence on him/her, has acquired or exacted a
benefit which is obviously disproportionate to what he/she has given or promised or for which there is to
be no consideration, the transaction thus effected shall not bind the party so abused».
(102) Secc. 31.1 Danish Contract Act: «If a person has exploited another person’s financial or
personal distress, lack of knowledge, thoughtlessness or an existing dependency relationship to obtain or
contract for a benefit that is substantially disproportionate to the consideration or for which no conside-
ration is to be given, the person so exploited is not bound by his declaration of intention».
IV. El abuso de debilidad, confianza o dependencia… 1321
(103) BGH LM § 154 Nr. 1 = NJW 1951, 397; LM (Ba) Nr. 2; BGHZ 80,153; WM 1982,
849; RGZ 93, 27, 29; OGH SZ 42/2. Vid. asimismo, C. Armbrüster, § 138, en AA VV Mün-
chener Kommentar zum Gesetzbuch, Band 1, Allgemeiner Teil, 6.ª ed. Munich, Verlag C. H. Beck,
2012, parágrafos 141 y 142, p. 1508; H. G. Beale, B. Fauvarque-Cosson, J. Rutgers, D.
Tallon y S. Vogenauer, op. cit., p. 567 y 576; y H. Dörner, § 138, en AA VV Bürgerliches
Gesetzbuch Handkommentar (dir. R. Schulze), 6.ª ed., Baden-Baden, Nomos, 2009, parágrafos
15 y 16, p. 130.
(104) Vid. BGH 8 julio 1982, NJW 1982.2767, 2768. Vid. también K. Larenz y M.
Wolf, Allgemeiner Teil des Bürgerlichen Rechts, 9.ª ed., Munich, CH Beck, 2004, § 41, par. 64,
p. 750.
(105) C. Armbrüster, op. cit., par. 142, p. 1508.
(106) Vid. C. Armbrüster, op. et loc. cit.; H. Dörner, op. cit., par. 16, p. 130; y H. G.
Beale, B. Fauvarque-Cosson, J. Rutgers, D. Tallon y S. Vogenauer, op. cit., p. 577.
(107) NJW 1979, 758.
(108) Son palabras de la sentencia del BGH 12 marzo 1981, BGHZ 80,153.
(109) Vid. C. Armbrüster, op. cit., par, 129 y ss., pp. 1505-1506.
(110) BGH WM 1696, 1255, 1257; BGH, NJW 1979; 758; BGHZ 80,153.
1322 26. El abuso de debilidad, confianza o dependencia
ABGB111 y los arts. 178 y 179 CC griego, que reproducen el § 138 (1) y (2)
BGB; y el § 1.796 CC checo112.
(111) § 879 ABGB: «1) Ein Vertrag, der gegen ein gesetzliches Verbot oder gegen die guten
Sitten verstösst, ist nichtig. 2) Insbesondere sind folgende Verträge nichtig: 4. wenn jemand den Lei-
chtsinn, die Zwangslage, Verstandesschwäche, Unerfahrenheit oder Gemütsaufregung eines anderen
dadurch ausbeutet, dass er sich oder einem Dritten für eine Leistung eine Gegenleistung versprechen
oder gewähren lässt, deren Vermögenswert zu dem Werte der Leistung in auffallendem Missverhältnisse
steht».
(112) § 1796 CC checo (Usury): «Illegal is a contract which someone misuses the closure
constraints, inexperience, mental weakness, upset or recklessness of the other party and give each other
promise or provide indemnity or whose property value is to the mutual benefit in gross disproportion».
(113) «Quien haya sufrido lesión enorme, a causa de un contrato oneroso que hubie-
re aceptado por apremiante necesidad o inexperiencia, podrá pedir la rescisión del mismo.
Se entenderá por lesión enorme el perjuicio de más de la mitad del valor de la prestación,
estimada al tiempo del contrato. Si el perjuicio excediere de los dos tercios de aquel valor,
la lesión se entenderá enormísima».
(114) En el Derecho marítimo encontramos una aplicación específica del supuesto
en el art. 8 de la Ley 60/1962, de 24 de diciembre, sobre auxilios, salvamentos, remolques,
hallazgos y extracciones marítimos, que establece: «[t]odo convenio de auxilio y de salva-
mento estipulado en el momento y bajo el influjo del peligro podrá ser, a petición de una
de las partes, modificado por el Tribunal Marítimo Central, si se estima que las condiciones
estipuladas no son equitativas. En todos los casos en que se pruebe que el consentimiento
de una de las partes ha sido viciado por dolo o engaño, o, cuando la remuneración esté, por
exceso o por defecto, fuera de proporción con el servicio prestado, el convenio podrá ser
anulado o modificado por el Tribunal a requerimiento de la parte interesada».
(115) En tal sentido se pronunció tempranamente De Castro (El negocio jurídico, Ma-
drid, Civitas, 1997, § 198, p. 150), para quien ello permite considerar anulables contratos
en los que una de las partes provoca o aprovecha una situación de temor o de falta de
libertad sin las notas del art. 1.267 CC. Asimismo, Morales Moreno entiende que «en la
descripción del supuesto del art. 1.269 no aparece como requisito necesario el de la induc-
ción al error, sino el de la captación ilícita de la voluntad. Esto permite ampliar el campo
de aplicación del dolo, abarcando casos en que hay abuso de situación» [«Comentario de
los artículos 1.269 y 1.270», Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, tomo XVII, vol.
1.º B, arts. 1.261-1.280(Dir. M. Albaladejo y S. Díaz Alabart), Madrid, EDERSA, 2004,
consultado en vLex]. Y en el mismo sentido se pronuncia L. Díez-Picazo [Fundamentos del
Derecho civil patrimonial, vol. 1.º Introducción. Teoría del contrato. 6.ª ed., Cizur Menor (Nava-
rra), Thomson-Civitas, 2007, p. 204]; y M. J. Marín López [«§ 4. Elementos esenciales del
IV. El abuso de debilidad, confianza o dependencia… 1323
contrato. Elementos accidentales del contrato», en Tratado de contratos, t. I, 2.ª ed., (dir. R.
Bercovitz), Valencia, Tirant lo blanch, 2013, p. 635].
Para otro sector doctrinal, los casos de abuso de posición no tienen cabida en el con-
cepto de dolo. Así, para Rojo Ajuria la solución a estos supuestos debe buscarse en el art.
7 CC (El dolo en los contratos, Madrid, Civitas, 1994, p. 253). Y Carrasco Perera considera
que con la interpretación amplia se cae en el «riesgo de mezclar en un totum convolotum
el dolo, la intimidación contractual y la justicia contractual contraria a la buena fe, que
deben mantenerse como remedios separados» [Derecho de contratos, Cizur Menor (Navarra),
Aranzadi-Thomson Reuters, 2010, p. 335]. Además, se muestra contrario a la implantación
de una norma que tipifique el vicio en nuestro ordenamiento jurídico, argumentando la
contradicción que supone en un sistema que no admite la rescisión por lesión, y que «vacía
de contenido instituciones más seguras de control de contenido, como la causa ilícita o el
control de orden público (arts. 1.255 y 1.275 CC)» (op. cit., p. 382).
Por su parte, Bosch Capdevila propone una reinterpretación el concepto «violencia»
empleado en el art. 1.267 CC para incluir los casos en los que el sujeto no provoca la situa-
ción de necesidad o debilidad («fuerza irresistible»), pero sí la explota injustamente en su
beneficio [vid. «Libro II. Capítulo 7. Causas de invalidez del contrato», Derecho europeo de
contratos. Libros II y IV del Marco Común de Referencia (Coord. A. Vaquer Aloy, E. Bosch Cap-
devila y M. P. Sánchez González) tomo I, Barcelona, Atelier, 2012, pp. 495-496; y «Estado
de necesidad y consentimiento contractual...», op. cit. pp. 66-73 y 90-95].
(116) Entre otras, SSTS 23 febrero 1934 (RJ 1934, 278); 6 noviembre 1948 (RJ 1948,
1264); 25 noviembre 1967 (RJ 1967, 3766); 20 diciembre 1967 (RJ 1967, 5173); 15 julio
1987 (RJ 1987, 5494); 27 febrero 1989 (RJ 1989, 1403), 21 julio 1995 (RJ 1995, 5596); y 28
de septiembre de 2011 (RJ 2011, 6586). Vid. respecto de esta última el comentario de G.
Minero Alejandre, CCJC n.º 89/2012, consultado en Aranzadi Digital.
(117) Cf. M. Pasquau Liaño, «Comentario de los artículos 1.269 y 1.270», Jurispruden-
cia civil comentada. Código civil,(dir. M. Pasquau Liaño, coord. K. J. Albiez Dohrmann, A.
López Frías), t. II, 2.ª edición, Granada, Comares, 2009, p. 2347.
(118) Estoy de acuerdo con Pasquau Liaño cuando afirma que «[s]ería muy intere-
sante que el TS precisara los contornos de esta peculiar modalidad de dolo, en la que lesión
y prevalimiento de circunstancias se dan la mano: el desequilibrio en las prestaciones (o la
falta de justificación objetiva del negocio gratuito) puede precisamente, en concurrencia
1324 26. El abuso de debilidad, confianza o dependencia
con otros datos de hecho, denotar la falta de libertad contractual de la otra parte; pero el
vicio de la voluntad no será la lesión, ni la situación de debilidad contractual, sino su utili-
zación de mala fe, es decir, el dolo».
V. La configuración del vicio en los textos de armonización… 1325
(119) Vid. E. Bosch Capdevila, «Libro II. Capítulo 7...» op. cit., p. 496.
1326 26. El abuso de debilidad, confianza o dependencia
ja excesiva. A tal efecto, se deben tener en cuenta, entre otros, los siguien-
tes factores: (a) que la otra parte se haya aprovechado injustificadamente
de la dependencia, aflicción económica o necesidades apremiantes de la
otra parte, o de su falta de previsión, ignorancia, inexperiencia o falta de
habilidad en la negociación; y (b) la naturaleza y finalidad del contrato».
A diferencia de lo que veremos para los demás textos, la redacción del
precepto permite en ocasiones la anulación del contrato sin la concurren-
cia de elemento subjetivo alguno, es decir, por causa tan solo de laesio
enormis120. El precepto requiere una excesiva desproporción entre las pres-
taciones que otorgue a una de las partes una ventaja excesiva y despropor-
cionada. Según el comentario, hay ventaja excesiva cuando el desequilibrio
de las prestaciones es de tal magnitud, de acuerdo con las circunstancias,
que resulta escandaloso para una persona razonable. Y por lo que se refie-
re a la falta de justificación de la ventaja, puede valorarse en virtud de dos
parámetros. El primero es un parámetro subjetivo: aprovechamiento de
circunstancias de debilidad de la otra parte, como dependencia, necesidad
(sea o no económica), falta de previsión, ignorancia, etc. El segundo, sin
embargo, es un parámetro objetivo: el tipo y la finalidad del contrato, vía
por la que se introduce un peligroso control puro del contenido del con-
trato.
35. Los textos europeos regulan el supuesto de forma idéntica en los
arts. 4:109 PECL121 y II. 7:207 DCFR122, atendiendo fundamentalmente a
la existencia de defectos en el proceso de formación del contrato. Para que
pueda apreciarse la concurrencia del vicio se exigen tres requisitos.
a) El primero de ellos es la situación de debilidad de una de las partes,
que puede deberse a circunstancias de muy diverso tipo: unas resultan de
la relación existente entre los contratantes (de dependencia o de confian-
za); otras de la situación económica de dificultades o de urgente necesidad
(por ejemplo, necesitaba el servicio); o bien puede derivar de otras cir-
cunstancias subjetivas que determinan su posición de debilidad negocia-
dora, como ignorancia, inexperiencia, falta de capacidad de previsión o
(123) Vid. A. M. Morales Moreno, «Los vicios de la voluntad en los principios del
Derecho europeo de los contratos», La modernización del derecho de obligaciones, Cizur Menor,
Thomson-Civitas, 2006, p. 320; y E. Bosch Capdevila, «Libro II. Capítulo 7...» op. cit., p.
493.
(124) Vid. Comment C art. II.–7:207 DCFR
http://ec.europa.eu/justice/policies/civil/docs/dcfr_outline_edition_en.pdf, p. 532
(125) Vid. Comment D art. II.–7:207 DCFR, loc. cit., p. 533
(126) Vid. Comment E art. II.–7:207 DCFR, ibidem.
(127) «1. Una parte puede anular el contrato o alguna de sus cláusulas si la otra par-
te, para contratar, ha abusado de una situación de confianza o dependencia existente entre
las partes, o bien de la ignorancia, dificultades económicas, estado de necesidad o falta ma-
nifiesta de experiencia de la otra parte. 2. La anulación solo procede si la otra parte conocía
o cabía esperar que conociera la situación y se aprovechó de tal situación, produciendo un
perjuicio excesivo en la otra parte».
1328 26. El abuso de debilidad, confianza o dependencia
(128) Vid. los Comentarios al art. 3.8.8 Principios OHADAC de F. Esteban de la Rosa
(http://www.ohadac.com/textes/2/45/seccion-4–consentimiento-viciado.html).
(129) Ibidem.
(130) Vid. por todos, H. G. Beale, op. cit., pp. 648 y ss.
(131) 350 F2d, 445, DC Cir.
VI. Las consecuencias del abuso de debilidad, confianza o dependencia 1329
Prevén también la revisión del contrato, sin establecer quién puede so-
licitarla, el § 36 Finland contract Act y Danish contract Act.
41. Los problemas que presenta la revisión del contrato en los casos de
abuso de debilidad, confianza o dependencia son análogos mutatis mutandi
a los que se suscitan en los supuestos de hardship, y tienen que ver con lo
que supone de intromisión en la autonomía de la voluntad de las partes.
Más aún cuando, en el caso que nos ocupa, la adaptación no se configura
jurídicamente como una renegociación del contrato, sino como una pro-
puesta de revisión por una de las partes. Sobre todo en las hipótesis en que
la adaptación funciona como excepción, me parece oportuno preguntarse
si es razonable que el juez imponga a la parte perjudicada determinadas
condiciones contractuales, cuando se trata de supuestos en que concurre
en la conducta de la otra parte un componente de reprobabilidad. Desen-
mascarada la mala fe de la otra parte, seguramente el contratante víctima
del abuso no deseará continuar el vínculo contractual (aún modificado),
pues habrá perdido la confianza.
(147) Vid. en esta obra el capítulo «El dolo como vicio del consentimiento», § 63 y ss.
1332 26. El abuso de debilidad, confianza o dependencia
(148) Vid. G. Loiseau, op. cit., n. 1492, pp. 1222-1223; y H. G. Beale, B. Fauvar-
que-Cosson, J. Rutgers, D. Tallon y S. Vogenauer, op. cit., p. 599.
(149) NJW 1994, 1341, 1343.
(150) Vid. en esta obra el capítulo relativo al dolo § 68.
(151) Vid. H. G. Beale, op. cit., § 7-104, p. 651.
Bibliografía 1333
Bibliografía
C. Armbrüster, § 138, en AA VV Münchener Kommentar zum Gesetzbuch,
Band 1, Allgemeiner Teil, 6.ª ed. Munich, Verlag C. H. Beck, 2012, 1449-1517.
P. S. Atiyah y S. A. Smith, Atiyah’s Introduction to the Law of contract,6.ª ed.,
Oxford, Clarendon Press, 2005. H. G. Beale, Chitty on contracts, 30.ª ed.,
27
La contratación por los incapaces: Nuevas
tendencias
I. Introducción
1. La sombra de los asuntos relacionados con la capacidad de las per-
sonas físicas se alarga por todos los campos del conocimiento. Problemas
relacionados con la determinación del nivel de discernimiento y autogo-
bierno en relación con la protección de la autonomía, de la libertad y de
la dignidad del ser humano, ocupan la mayor parte del debate: un de-
bate que se presenta cada día más interdisciplinar por la complejidad de
un fenómeno que se encuentra en constante evolución en función de los
avances de la medicina, de la farmacología y de la tecnología, así como
del desarrollo jurídico, social y personal de los límites de la autonomía
personal. Todo ello sitúa el análisis en unas coordenadas de incertidumbre
1338 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
Numerosos textos de hard law y de soft law se han sucedido en los últimos
veinte años promocionando dicho paradigma9 que otorga un carácter
subsidiario al principio de protección frente a la primacía de la libertad10.
Y ello porque ni la familia, aunque de contornos cada vez más amplios y
flexibles para extender la onda expansiva del socorro mutuo, ni el Esta-
do de Bienestar en crisis fluctuante, son suficientes ni los más adecuados
en ocasiones, para gestionar los intereses personales y patrimoniales de
ne passe pas forcément par une déclaration d’incapacité de celui-ci. L’adulte peut rester à la tête de ses
affaires, continuer à les gérer sans l’assistance d’une tierce personne, mais gtre mis "sous la sauvegarde
d’une autorité judiciaire ou administrative" qui pourra, le cas échéant et par exemple, annuler ou
faire annuler certains actes passés par l’adulte. Tel est notamment l’objet de l’institution française du
"placement sous sauvegarde de justice”». Id., RCDIP, 2, 2000, pp. 171-179.
(17) Vid. el comentario de las reformas alemana e inglesa de M. García Ripoll
Montijano, en «Sinopsis sobre la protección civil de los enfermos mentales en Inglaterra y
Alemania», Geriatrianet.com, vol. 4, n.º 2, 2002.
(18) Vid. amplia información de estas leyes en http://www.dca.gov.uk/menincap/legis.
htm; G. Asthon, P. Letts, L. Oates y M. Terrel. Mental Capacity: The new Law, Jordans,
Bristol, 2006; D. Lush, «The mental Capacity Act and the Cour of Protection», JMHL, mayo
2005, pp. 31 y ss.; P. Letts, «Mental Capacity Act: The Statutory Principles and the Best
Interest Test», JMHL, noviembre 2005, pp. 150 y ss.
(19) Loi 2007-308 du 5 mars 2007 portant réforme de la protection juridique des majeurs
(JO n.º 56 du 7 mars 2007, p. 4325, texte n.º 12); vid. T. Fossier, «La réforme de la protection
des majeurs. Guide de lecture de la loi du 5 mars 2007»; JCP/La Semaine Juridique, édition
générale, n.º 11, 14 mars 2007, pp. 13 y ss.
(20) R. Caro Gándara, «La protección de los adultos discapaces en Derecho com-
parado. Sistemas más representativos», en M. Echezarreta Ferrer (dir.), El lugar europeo
de retiro..., ob. cit., pp. 303 y ss.; ibid., «La protección legal de las personas discapacitada en
Alemania, Francia y Reino Unido», ponencia presentada en la VII Jornada Anual de Funda-
I. Introducción 1343
ción Manatial, II de Futupema, «La institución tutelar y las figuras afines de protección en
Derecho comparado», celebradas en Madrid el 17 de octubre de 2008.
(21) A. Muñoz Fernández, La protección del adulto en Derecho Internacional Privado,
Thomson-Aranzadi, 2009, p. 57.
(22) Estas tendencias han sido puestas de manifiesto también en distintos trabajos
sobre la materia, como es el caso de C. González Beilfuss, «La protección de adultos en
Derecho internacional privado», en A.-L. Calvo Caravaca y J. L. Iriarte, Estatuto personal
y multiculturalidad de la familia, Colex, Madrid, 2000, pp. 87 y ss.; A. Durán Ayago, «Nue-
vos escenarios en la protección internacional de los adultos», en M. Alonso Pérez, E. M.
Marínez Gallego y J. Reguero Celada, Protección jurídica de los mayores, La Ley, Madrid,
2004, pp. 469 y ss.; ibid., «La fragilidad del estatuto personal en la protección de menores y
adultos», en A.-L. Calvo Caravaca y E. Castellanos Ruiz, El Derecho de familia ante el siglo
XXI: aspectos internacionales, Colex, Madrid, 2004, pp. 334 y ss.; S. Adroher Biosca, «La pro-
tección de los adultos vulnerables: una cuestión pendiente», en E. Llamas Pombo (coord.),
Nuevos conflictos del Derecho de familia, La Ley, Madrid, 2009, pp. 719 y ss.
(23) J. M. González Porras, «Algunas cuestiones sobresalientes en la reforma del
Código Civil sobre la protección de las personas discapacitadas o incapacitadas», en R. Ca-
sado Raigón, I. Gallego Domínguez (Coords.), Personalidad y capacidad Jurídicas, tomo II,
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba, Córdoba, 2005, p. 700.
1344 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
subjetiva y patrimonial». Vid. F. De Castro y Bravo, Derecho Civil de España, Madrid, 1984, p.
293. Para este autor, la naturaleza de la incapacitación hace que no se la pueda considerar
sólo como simple causa modificativa de la capacidad de obrar, pues tiene una eficacia más
amplia, al afectar a toda la situación jurídica de la persona. Siendo, por tanto, determinante
de un cambio de estado civil. Por otro lado, hace una distinción de enorme utilidad práctica
entre capacidad de obrar plena y capacidad de obrar restringida (pp. 53-55).
(28) M. Boada y A. Robles (Edit.), Análisis y reflexiones para tomar decisiones durante
la evolución de una demencia: Documento Sitges. 2005, Editorial Glosa. Es un documento en
el que han participado el Comité Ético de Investigación Clínica, la Sociedad Española de
Neurología y la Universidad Pompeu Fabra y ha resultado del debate interdisciplinar entre
neurólogos, notarios, médicos, antropólogos, trabajadores sociales, abogados, periodistas,
geriatras y neuropsicólogos. http://www.sen.es/noticias/documentoħsitges.htm.
(29) El Documento Sitges estudia las funciones cognitivas que son necesarias para
«medir» la competencia de una persona relacionada con decisiones específicas. Distingue
también los aspectos neurológicos que intervienen en la toma de decisiones: nivel de con-
ciencia; percepción de estímulos; funciones cognitivas como atención, gnosias, lenguaje,
comprensión, expresión, cálculo, memoria episódica de hechos recientes, memoria epi-
sódica autobiográfica, orientación espacial y praxia constructiva; funciones ejecutivas, ra-
zonamiento abstracto, motivación-autocontrol-introspección, ideación espontánea, afec-
tividad-estado emocional. Para la valoración de cada una de estas funciones se aplican
diferentes test protocolizados de los que resulta la siguiente escala unificada: 1. Normal, 2.
Deterioro ligero, 3. Deterioro moderado, 4. Deterioro intenso, 5. Función abolida. La pre-
misa inicial es que cualquier paciente adulto (o menor maduro) se presupone competente.
Además, se debe tener en cuenta el posible carácter transitorio o reversible de algunas
situaciones de incompetencia, como sucede, por ejemplo, en ciertos estados psiquiátricos y
en la fase aguda de algunos procesos médicos.
1346 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
2. Soluciones materiales
10. En la actual regulación española, la capacidad como tal no aparece
como requisito esencial del contrato (art. 1261Cc)31, aunque sí como ele-
mento directamente dependiente del consentimiento de los contratantes,
este sí elemento esencial (art. 1263 Cc)32, a los que debemos añadir la for-
ma cuando esta tenga el valor ad solemnitatem33. Sin embargo, como dice
Díez-Picazo, no se trata de que el consentimiento pueda ser o no prestado,
sino de si el contrato generado por ese consentimiento es válido y eficaz.
Por ello, más que de «capacidad para consentir», debe hablarse de «capa-
cidad para contratar»34. F. Badosa Coll, por su parte, distingue entre ambos
conceptos por entender que no son expresiones sinónimas «prestar con-
sentimiento» que «contratar». La primera utilizada en los arts. 1263 y 1265
se vinculan al concepto «consentimiento» del art. 1262 (realizar oferta o
aceptación) y la segunda se vincula al art. 1254, de donde extrae que «con-
tratar» significa asumir obligaciones, intervenir en el contrato en forma de
deudor. Esta diferenciación la extrae de la desaparición de la «capacidad
para contratar» como requisito autónomo de validez del contrato en el
proceso codificador español. El Anteproyecto de 1882-1888 redujo a tres
los requisitos esenciales para la validez de los contratos: consentimiento,
objeto y causa (art. 1274), a diferencia de lo que se había dispuesto hasta
entonces (el Proyecto de 1851, antecesor inmediato del Anteproyecto, con-
sideraba como elementos necesarios del contrato, además de los tres cita-
dos, la capacidad y la forma35. La capacidad por tanto perdería la cualidad
de requisito esencial de validez del contrato para pasar a formar parte del
consentimiento, este sí esencial. Otros autores separan los presupuestos
del contrato o condiciones necesarias para su validez (capacidad y ausencia
de vicio en el consentimiento) de los elementos esenciales del contrato
imprescindibles para su existencia (consentimiento, objeto y causa)36.
De otro lado, Betti señala que la capacidad es un presupuesto para la rea-
lización del acto, no un requisito intrínseco del mismo. El ordenamiento
puede exigir respecto de un negocio, no sólo la existencia de sus elementos
constitutivos, sino también el concurso de determinadas circunstancias, sin
las cuales el negocio no es eficaz, pese a que su estructura interna responda
al tipo establecido. Tales circunstancias, «si bien son extrínsecas al negocio
en sí considerado, se integran en el seno de una compleja situación de
hecho (inicial) de la que forman parte y en la que el negocio se inserta.
Cuando tales circunstancias integradoras deben estar presentes en el mo-
mento en que el negocio se realiza o alcanza vigor, se llaman presupuestos
del negocio». A continuación señala como tales presupuestos son la capa-
cidad, la idoneidad del objeto y la legitimación37. En definitiva, y esto es
lo que nos interesa, la capacidad se integra, de una u otra forma, en el pack
del consentimiento38 y por ende del contrato, junto con cuantos vicios o
defectos afecten a la voluntad en cuanto que contribuye a la quiebra de esa
voluntad libre y consciente en que consiste el consentimiento contractual,
por lo que su estudio dentro del ámbito contractual quedaría justificado.
Todo este debate parece que ha comenzado a remitir, como podemos com-
probar en la propuesta de Anteproyecto de Código Civil en materia de
Obligaciones y Contratos de 2009 (APCc)39, donde se sigue hablando de
elementos necesarios y esenciales del contrato en los arts. 124240, 124641
y 125242 y sin embargo, deja ya de existir un precepto de las características
del actual art. 1261. El APCc al igual que el Anteproyecto de Ley de Código
(36) J. Castán Tobeñas, Derecho civil español, común y foral, t. I, Reus, Madrid 1978, p.
484; D. Espín Cánovas, Manual de Derecho Civil Español, vol. I, Madrid, 1982, p. 371.
(37) Teoría del negocio jurídico, traduc. por Marín Pérez, Madrid s/f., pp. 166 y 167 y cit.
por M. García-Ripoll Montijano, La protección civil..., ob. cit. p. 45.
(38) Para F. Badosa Coll, la capacidad quedaría absorbida dentro del requisito
del consentimiento, como una de sus condiciones, al no existir en el art. 1261 del Cc una
referencia específica a la misma, ob. cit, p. 193.
(39) BIMJ, año LXIII, enero de 2009.
(40) Art. 1242 APCc: «No impedirá la perfección de un contrato, si las partes están de
acuerdo en sus elementos esenciales y quieren vincularse ya, el que hayan dejado algún punto
pendiente de negociaciones ulteriores...».
(41) Art. 1246 APCc: «La propuesta de celebrar un contrato dirigida a una o varias
personas determinadas constituirá oferta siempre que precise los elementos necesarios del con-
trato o prevea la forma de determinarlos y revele la voluntad del oferente de obligarse...».
(42) Art. 1252 APCc: «Cuando en el proceso de formación del contrato ambas par-
tes hayan utilizado formularios de condiciones generales diferentes, si han llegado a un
acuerdo sobre los elementos esenciales del contrato y las demás condiciones particulares,
existirá contrato regido por las condiciones particulares convenidas y aquellas condiciones
generales que sean sustancialmente comunes. En lo demás se aplicará lo dispuesto en el
artículo 1243 de este Código...».
1348 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
(43) Art. 1239 APCc: «Los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento,
cualquiera que sea la forma en que se haya manifestado, salvo que por ley o por voluntad
de las partes se exija para su validez que consten por escrito u otro requisito adicional...».
(44) Artículo 1297 APCc: «1. Los contratos celebrados por personas que carezcan
de la capacidad de obrar necesaria podrán ser anulados por sus representantes legales, por
aquellos a quienes les corresponda prestar su asistencia o por ellas mismas cuando adquie-
ran dicha capacidad o por sus herederos. 2. Asimismo, podrán ser anulados los contratos
celebrados por quienes por cualquier causa, aunque sea transitoria, carezcan de la capaci-
dad para entender su alcance o para querer sus consecuencias».
(45) Artículo 1310 APCc: «1. Son rescindibles: 1.º Los contratos que, sin autoriza-
ción judicial, pudieren celebrar los tutores o los representantes de los ausentes si las perso-
nas a quienes representan han sufrido lesión en más de la cuarta parte del valor de las cosas
que hubiesen sido objeto de aquéllos».
(46) R. J. Friel, The Law of Contract, 2nd., Ed., Dublin, Round Hall Sweet &Maxwell,
2000, pp. 60 y ss., en especial, p. 71. El Common Law establece cuatro requisitos del contrato:
consent, consideration, form y capacity, sin incluir el requisito del objeto. Sobre el Derecho in-
glés vid. G. Alpa, Contratto e Common Law, Padova, 1987, pp. 74-78; G. Criscuoli, Il contratto
nel diritto inglese, Padova, 1990, p. 307.
(47) G. Alpa e R. Delfino, Il contrato nell Common Law Inglese, 3.ª Ed., Padova, Ce-
dam, 2005, p. 83.
(48) A. Natucci, en V. Roppo, Trattato del Contratto, I. Formazione, Milano, Giuffrè,
2006, pp. 323 y ss.; R. Sacco, «Il consenso» en E. Gabrielli, I contratti in generale, 2.ª Ed.,
Torino, UTET, 2006, pp. 448 y ss.
(49) B. Markesinis, H. Unberath, A. Johnston, The German Law of Contract, 2nd.
Ed., Oxford & Portland, Oregon, Hart Publishing, 2006, p. 230.
II. La capacidad y su importancia en el contrato 1349
3. Propuestas unificadoras
12. La consideración de la capacidad ha sido desigual en los diferentes
proyectos de unificación de derecho material. El proyecto de Pavía, sin
incluir la capacidad para contratar entre los elementos esenciales del con-
trato, su art. 5 la vincula con el contrato:
«Capacidad de contratar y elementos esenciales del contrato:
1. Salvo disposición contraria que fije un límite de edad inferior, el con-
trato puede celebrarse por una persona física que ha cumplido dieciocho
años, o bien que esté emancipada y haya obtenido las autorizaciones reque-
ridas por su ley nacional.
2. El contrato celebrado por un menor no emancipado, por una perso-
na declarada legalmente incapaz, o que, incluso con carácter transitorio,
no está en condiciones de entender o de querer, es susceptible de ser anu-
lado conforme al art. 150.
(50) D. M. Walker, The law of contrats and related obligations in Scotland, 3 rd. ed,
Edinburgh, T&T Clark, 1995, p. 52.
(51) A. Cabanillas Sánchez, «El Anteproyecto francés de reforma del Derecho de
obligaciones y del Derecho de la prescripción (Estudio preliminar y traducción)», ADC, n.º
LX-2, abril 2007, pp. 621-848; Id., «Observaciones comparadas de los Proyectos», conferen-
cia en el I Coloquio franco-español sobre Derecho de obligaciones, Santiago de Composte-
la, febrero 2011; P. Saborido Sánchez, «la pervivencia de la relevancia de los propósitos o
intereses de las partes en el contrato, la situación de la causa desde la perspectiva europea
y desde los proyectos de reforma francés y español», In Dret, 1/2013.
1350 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
Por otro lado, tanto el Convenio de Roma de 1980 sobre ley aplicable
a las obligaciones contractuales como el Reglamento 593/2008 de 17 de
junio de 2008 del mismo nombre, optan por la exclusión del régimen de
(55) Vid. la Resolución del Parlamento Europeo, de 18 de diciembre de 2008, con recomenda-
ciones destinadas a la Comisión sobre la protección jurídica de los adultos: implicaciones
transfronterizas (2008/2123(INI), en la que el Parlamento pide a la Comisión que examine
la posibilidad de que la Comunidad se adhiera al Convenio de La Haya, al considerar que
este podría ser un ámbito de cooperación reforzada entre los Estados miembros.
(56) A. Dyer, Note sur la protection des incapables majeurs. Doc. prél. No 14 pour la
Dix-huitième session, pp. 38-39. Actes et documents de la Commission spéciale à caractère
diplomatique (1999). Protection des adultes. 2003, pp. 38-39.
II. La capacidad y su importancia en el contrato 1355
(65) «Lo previsto en el artículo anterior se entiende sin perjuicio de las prohibi-
ciones legales o de los requisitos especiales de capacidad que las leyes puedan establecer».
(66) L. Díez-Picazo y A. Gullón, Sistema..., ob. cit, p. 40 y vol. I, undécima edición,
Tecnos, 2005, pp. 214 y ss. Vid. SSTS 11 junio 1966 y 14 de marzo de 1983 citadas en esta
obra por Vara Parra, J.J.
(67) M. R. Valpuesta Fernández, Derecho de obligaciones..., ob. cit., p. 333. En la doc-
trina española se han destacado como supuestos de inoponibilidad frente a algún tercero
y no de nulidad las prohibiciones contenidas en los arts., 71, 323, 397, 489, 1.317, 1.331 o
1.714 del Código Civil, A. Carrasco Perera, «Comentarios al Código Civil y Compilacio-
nes Forales (Dirigidos por Manuel Albaladejo)», Edersa, 1992. Vid. F. Pertiñez Vílchez
«La nulidad de los contratos», cap. I de esta obra.
(68) Consideran que no estamos ante casos de incapacidad, M. García-Ripoll Mon-
tijano, La protección civil..., ob. cit. p. 44.; M. E. Rovira Soueiro, Relevancia de la voluntad de
la persona para afrontar su propia discapacidad, Ramón Areces, Madrid, 2005, p. 16.
(69) El art. 1001 del nuevo Cc argentino, publicado en el Boletín oficial de la Repú-
blica Argentina n.º 32985 de 8 de octubre de 2014, en vigor desde el 1 de agosto de 2015,
establece que no puede contratar en interés propio o ajeno, los que están impedidos para
hacerlo conforme a disposiciones especiales. Esos contratos tampoco pueden ser celebra-
dos por persona interpuesta. El art. 1002 regula las inhabilidades especiales respecto de
funcionarios, abogados y procuradores, auxiliares, mediadores, cónyuges y albaceas.
(70) Cuando se prevé el supuesto de subcontratación del servicio en el art. 1106 (2)
PEL SC, se exige expresamente que el subcontratista tenga también la capacidad necesaria
para realizar el servicio que se le solicita. Al respecto, vid. P. De Barrón Arniches, «Cues-
tiones sobre el contrato de servicios diseñado en el Marco Común de Referencia», InDret,
Revista para el análisis del Derecho, julio, 2008, www.indret.com. Estas mismas circunstancias
personales de carácter especial pero referidas al contrato de obra, las denomina S. Sánchez
1358 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
1. Alternativa pública
21. En Derecho español la incapacitación prevista en el art. 199 Cc, ha
sido y es aún una institución protectora controlada por el poder judicial
pero con una fuerte intervención familiar. En el Derecho comparado per-
vive en la mayoría de los ordenamientos jurídicos como institución pro-
tectora aunque con distinto grado de relevancia y alcance jurídico, y en
claro retroceso. En la práctica española se reserva para los supuestos en
los que hay «causa»80 y además «sea necesaria» para proteger a la persona
capable de discernement au sens de la presente loi». Incluso los ordenamientos menos desarrolla-
dos legalmente como el uruguayo (art. 1279 Cc) –que declara la incapacidad absoluta de
los impúberes, los dementes y los sordomudos que no puedan darse a entender por escrito
o gestualmente– ha cambiado en la práctica, como expone W. Howard, merced a la san-
ción de la ley n.º 17.535, promulgada el 21 de agosto de 2002, que modifica los arts. 432 y
1279 del Cc uruguayo, en el sentido de excluir del elenco de los incapaces absolutos a los
sordomudos que si bien no pueden darse a entender por escrito, pueden hacerlo a través
de la Lengua de Señas Uruguaya, de conformidad a la ley n.º 17.378, de 25 de julio de 2001,
Incapacidad e inhabilitación. Incidencia de las alteraciones mentales en la condición jurídica de la
persona, Universidad de Montevideo, 1.ª Ed. 2005, p. 18; El nuevo Código civil argentino ha
modifica significativamente su regulación anterior en la materia, adaptando su legislación
a la Convención internacional de los derechos de las personas con discapacidad, de 13 de
diciembre de 2006 ya las nuevas tendencias internacionales en la materia. Así, su art. 25
establece la mayoría de edad a los 18 años, siendo considerado adolescente la persona que
ha cumplido 13 años, que considera, sin embargo, adulto, para las decisiones que atañen
a su cuerpo, la persona mayor de 16 años. Su art. 32 distingue entre personas con incapa-
cidad y personas con capacidad restringida. En relación a estas últimas señala que el juez
podrá restringir la capacidad, para realizar determinados actos, de una mayor de 13 años
que padezca una adicción o una alteración mental permanente o prolongada de suficiente
gravedad, siempre que estime que del ejercicio de su plena capacidad pueda resultar un
riesgo para su persona o sus bienes y designarle los apoyos necesarios. Mientras que la
declaración judicial de incapacidad y el nombramiento de un curador sólo está prevista,
con carácter excepcional para los supuestos en que la persona se encuentre absolutamente
imposibilidad de interaccionar con su entorno y expresar su voluntad por cualquier modo,
medio o forma adecuado y el sistema de apoyos resulte ineficaz. De igual modo el art. 414
del Cc italiano dispone que deben ser sometidos a interdicción el mayor de edad y el menor
emancipado que se encuentran en condiciones de habitual enfermedad de mente que los
torna incapaces de proveer a sus propios intereses. Il maggiore di età infermo di mente, lo stato
del quale non è talmente grave da far luogo all’interdizione, può essere inabilitato (417 e seguenti,
429). Possono anche essere inabilitati coloro che, per prodigalità (776) o per abuso abituale di bevande
alcoliche o di stupefacenti, espongono sé e la loro famiglia a gravi pregiudizi economici. Possono infine
essere inabilitati il sordomuto e il cieco dalla nascita o dalla prima infanzia, se non hanno ricevuto
un’educazione sufficiente, salva l’applicazione dell’art. 414 quando risulta che essi sono del tutto
incapaci di provvedere ai propri interessi (art. 415). En Colombia y Ecuador, se consideran inca-
paces absolutos los dementes, los impúberes (menores de 14 años en Colombia y de 12 y
14 en Ecuador) y los sordomudos que no puedan darse a entender. La incapacidad relativa
se predica de los llamados menores adultos (mayores de 14 y menores de 18 años) y de los
declarados en interdicción. En Perú son incapaces absolutos los dementes, los impúberes
(menores de 16 años –o de 14 si tienen prole–) y los sordomudos, ciegosordos y ciegomu-
dos, para realizar determinados actos referidos a sus hijos, y tienen incapacidad relativa los
llamados menores adultos (mayores de 14 con prole o 16 y menores de 18), los que sufren
retraso mental, los pródigos y los que sufren de toxicomanía o embriaguez. Por su parte,
en la República Dominicana son incapaces absolutos los impúberes (menores de 12 y 14
años), los enajenados mentales y los locos; por su parte, tienen incapacidad relativa los me-
nores adultos (mayores de 12 ó 14 y menores de 18) y los pródigos. En Derecho portugués
se distingue entre interdicción e inhabilitación. «Pueden ser interdictos del ejercicio de los
derechos todos los que por anomalía psíquica, sordomudez o ceguera, sean incapaces de
gobernar su persona y bienes» (art. 138). Los interdictos son equiparados a los menores de
18 años (art. 139 en relación con el art. 130). «Pueden ser inhabilitados los individuos cuya
anomalía psíquica, sordomudez o ceguera, a pesar de su carácter permanente, no sea de tal
manera grave que justifique su interdicción, así como aquellos que por su habitual prodi-
galidad o por el consumo de bebidas alcohólicas o estupefacientes, se muestren incapaces
para gobernar convenientemente su patrimonio» (art. 152). El Cc brasileño establece que
son absolutamente incapaces los menores de 16 años, los que, por enfermedad o deficien-
cia mental, no tuvieren el necesario discernimiento para la práctica de sus actos y los que,
1362 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
aún por causa transitoria, no puedan expresar su voluntad (art. 3). Por su parte, tienen una
incapacidad relativa, para realizar ciertos actos, los mayores de 16 años y menores de 18,
los ebrios habituales, los toxicómanos y los que, por deficiencia mental, tengan el discerni-
miento reducido y los pródigos (art. 4).
(81) La incapacitación protege «subsidiariamente» a la familia como dice, entre nu-
merosos autores, F. De Castro, Derecho Civil de España, tomo II, Derecho de la Persona, Insti-
tuto de Estudios Políticos, Madrid, 1952, p. 298, en Derecho Civil de España, Civitas, Madrid,
1984, p. 305. C. De Amunátegui Rodríguez, llama a esta protección «indirecta», Incapa-
citación..., ob. cit., p. 71. Nosotras creemos que dicha protección «subsidiaria» o «indirecta»
también se extiende al Estado, pues no olvidemos que la protección deberá sufragarse con
el patrimonio propio y sólo en su ausencia despliega su eficacia la obligación de socorro
mutuo del art. 68 Cc y la obligación de alimentos de los arts. 142 y ss. Cc En palabras de la
exposición de motivos de la ley 41/2003 «las (...) nuevas formas de discapacidad como (...)
la enfermedad de Alzheimer y otras, hacen aconsejable que la asistencia económica al disca-
pacitado no se haga con cargo al Estado o a la familia, sino con cargo al propio patrimonio
que permita garantizar el futuro del minusválido en previsión de otras fuentes para costear
los gastos que deban afrontarse».
(82) Lo que no es nada fácil. Vid. la sentencia del TS de 29 abril del 2009, Res.
282/2009 en la que el MF se manifiesta en los siguientes términos: «(...) el principal proble-
ma del recurso no es que se hayan o no cumplido los requisitos para la incapacitación de
la demandada, sino ver si la interpretación de los artículos 199 y 200 CC son acordes con la
Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, firmada en Nueva York
el 13 diciembre 2006, ratificada por España en 23 noviembre 2007 (...). Esta Convención
obliga a los estados partes a reconocer que "todas las personas son iguales ante la ley y en
virtud de ella y que tienen derecho a igual protección legal y a beneficiarse de la ley en
igual medida sin discriminación alguna", obligándoles a prohibir "toda discriminación por
motivos de discapacidad" y a garantizar a "todas las personas con discapacidad protección
legal igual y efectiva contra la discriminación por cualquier motivo" (artículo. 5. 1 y 2). La
igualdad que se proclama es efectiva en todas las facetas de la vida incluidas las referidas a
las tomas de decisiones. El artículo 12 de la Convención se refiere a la capacidad jurídica de
las personas con discapacidad. A tal efecto señala el Ministerio Fiscal que debe desterrarse
la regla de acuerdo con la cual, la incapacitación priva al declarado incapaz de ejercer todos
o parte de sus derechos y de obrar conforme a sus preferencias, siendo sustituido por un tu-
tor y añade que "la figura sustitutiva y vigente más acorde en el derecho español sería la del
curador, en cuanto que se configura como graduable y abierta al apoyo para actos determi-
nados en función de las necesidades del caso y de las circunstancias concretas, siempre que
su actuación cuente con la voluntad de la persona incapaz, con sus preferencias, para actos
concretos y su apoyo a los actos que se le marquen sea revisable por los tribunales". Señala
asimismo que a la vista de la citada Convención, "la declaración de incapacidad vulnera la
dignidad de la persona incapaz y su derecho a la igualdad en cuanto la priva de la capacidad
de obrar y la discrimina respecto de las personas capaces". (...) mientras no se modifique el
ordenamiento español para adaptarlo a la Convención, "[...] la curatela, reinterpretada a la
luz de la Convención, desde el modelo de apoyo y asistencia y el principio del superior in-
terés de la persona con discapacidad, parecen la respuesta más idónea. De un lado porque
ofrece al juez, el mecanismo más eficaz para determinar las medidas de apoyo para que las
personas con discapacidad puedan ejercer su capacidad de obrar. De otro, porque la curate-
la ofrece un marco graduable y abierto, en función de las necesidades y las circunstancias de
apoyo en la toma de decisiones. Ya no se trata de hacer un traje a medida de la persona con
IV. Incapacidad e instrumentos jurídicos de protección 1363
discapacidad, sino de hacer los trajes a medida que hagan falta"». Vid. C. De Amunátegui
Rodríguez, «¿Crisis de la incapacitación?...», ob. cit., p. 11.
(83) Salas Murillo, S. Los mecanismos de guarda legal de las personas con discapacidad
tras la Convención de Naciones Unidas(Vol. 12). Editorial Dykinson, SL. 2015. Pág. 20 y ss.; De
Pablo Contreras, P. «La incapacitación en el marco de la Convención sobre los derechos
de las personas con discapacidad. Comentario a la Sentencia de 29 de abril de 2009», en
Yzquierdo Tolsada, M. Comentarios a las sentencias de unificación de doctrina (civil y mercantil).
2008-2009. Dykinson, p. 559; Sillero Crovetto, B. «Respuesta del Derecho Civil Español a la
protección de las personas mayores vulnerables» en Echezarrreta Ferrer, M. (Dir.) El lugar
europeo de retiro. Indicadores de excelencia para administrar la gerontoinmigración de ciudadanos de
la Unión Europea en municipios españoles, Comares, Granada, 2005. pp. 267.
1364 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
(84) www.publicguardian.gov.uk
(85) Journal officiel de la République Française, 7 mars 2007, en vigor desde el 1 de
enero de 2009.
IV. Incapacidad e instrumentos jurídicos de protección 1365
2. Alternativa semipública
25. La autonomía privada está llamada cada vez más a mitigar la com-
plejidad de la alternativa pública de protección mediante la participación
del propio interesado en su proceso de incapacitación87. De un lado, el
Derecho español apodera al individuo para promover su incapacitación
en los primeros estadios de las patologías que conlleven severos deterioros
cognitivos progresivos88, solución que se contempla en otros ordenamien-
tos como por ejemplo el coreano y el argentino89, aunque en la práctica
son escasos los supuestos en los que se muestra eficaz pues requiere un alto
potencial humano de autogobierno y decisión, poco frecuente aún en la
sociedad española actual, interdependiente y con escasa cultura de auto-
protección. Asimismo, podrá ser el propio interesado el que inste la revi-
sión de su incapacitación dada la temporalidad de la misma, posibilidad
con mayor índice de eficacia dados los numerosos casos de intervalos lúci-
dos y de recuperación o mejora de las enfermedades cognitivas en función
del avance de la medicina90. En cuanto a la representación, la autonomía
3. Alternativa privada
26. La alternativa privada se abre camino como la opción más ágil, res-
petuosa y eficaz, aunque no exenta de complicaciones. Suprime costes de
gestión, descarga la función jurisdiccional, disminuye la tensión emocio-
nal familiar y personal, respeta la libertad individual y garantiza mayores
probabilidades de acierto en el diseño protector, aunque supone mayores
dosis de esfuerzo emocional individual para realizar un diseño autoprotec-
tor de futuro acertado, siempre arriesgado por el peligro de manipulación
externa, desconocimiento de futuros acontecimientos y bajos niveles de
intervención pública.
(91) Art. 223 Cc: «Asimismo, cualquier persona con la capacidad de obrar suficien-
te, en previsión de ser incapacitada judicialmente en el futuro, podrá en documento públi-
co notarial adoptar cualquier disposición relativa a su propia persona o bienes, incluida la
designación de tutor». La persona designada por el interesado tendrá carácter prioritario
en el momento de la designación (art. 234 Cc).
(92) Art. 1732: «El mandato se extinguirá, también, por la incapacitación sobrevenida
del mandante a no ser que en el mismo se hubiera dispuesto su continuación o el mandato
se hubiera dado para el caso de incapacidad del mandante apreciada conforme a lo dis-
puesto por este. En estos casos, el mandato podrá terminar por resolución judicial dictada
al constituirse el organismo tutelar o posteriormente a instancia del tutor».
(93) C. De Amunátegui Rodríguez opina que la reforma de los contratos de man-
dato tuvo que haberse incorporado a una reforma coherente y global de la incapacidad,
Incapacitación y mandato..., ob. cit., p. 55.
IV. Incapacidad e instrumentos jurídicos de protección 1367
(94) En el Derecho alemán, la ley prevé la posibilidad de que el sujeto aún capaz
nombre a un representante para cuando ya no pueda encargarse de sus asuntos, total o
parcialmente, a consecuencia de una enfermedad física o psíquica, mediante el llamado
«Vorsorgevollmacht».
(95) En el R. U. (Escocia y Gales), podrá otorgar un apoderamiento preventivo
(«Lasting Power of Attorney»), que habilite al apoderado a adoptar decisiones sobre su perso-
na o bienes, para cuando el poderdante ya no tenga capacidad. También regula las volunta-
des anticipadas («advance decisions») para rechazar tratamientos futuros.
(96) Art. 11 Code civil de Québec.
(97) En Francia, la ley de 5 de marzo de 2007 (Section 5, Chapitre II, Titre I), ha
introducido el «mandat de protection future», mediante el que las personas interesadas po-
drán, en documento privado o ante notario, designar a una o varias personas para que las
representen cuando ellas no puedan atender, por sí solas, sus propios intereses. Igualmente
permite a los padres organizar la protección de su hijo menor o mayor sometido a tutela o
curatela para cuando ellos no puedan protegerlo por sí mismos. También puede otorgarlo
un sometido a curatela, asistido por su curador. El mandato produce efectos a partir de su
registro en el Tribunal de instancia acompañado de un certificado médico.
(98) Mandat pour cause d’inaptitude, arts. 360 y ss. Cc, introducido por Ley federal de
19 de diciembre de 2008, en rigor desde el 1 de enero de 2013 (RD 2011, 725).
(99) El Convenio de La Haya de 13 de enero de 2000 sobre la protección interna-
cional de los adultos y regula el «mandat d’inaptitude conféré par l’adulte», en el art. 15 de su
Chapitre III (loi applicable). Respecto al desarrollo de la voluntad del adulto en el Convenio,
vid. A. Borrás Rodríguez, «La protección internacional del niño y del adulto...», ob. cit.
pp. 1302 y ss. Id., «Una nueva etapa en la protección internacional de adultos», Geriatrianet.
com, vol., 2, n.º 1, 2000.
(100) Así parece desprenderse de las palabras de E. Arroyo i Amayuelas, «Del man-
dato ordinario al mandato de protección», RJN, n.º 49, p. 53 y bibliografía allí citada.
(101) La no extinción del mandato ordinario a pesar de la incapacitación posterior
del mandante, se hace depender no sólo de la voluntad de este último, sino también de la
discrecionalidad judicial. E. Arroyo i Amayuelas, «Del mandato ordinario al mandato de
protección», loc. cit., p. 13.
(102) Desde nuestro punto de vista resulta muy desafortunada la redacción del art.
1732, ya que en ambos contratos, ordinario y de protección, existe una previsión expresa de
representación, de carácter recepticio y suponen una finalidad tuitiva. ¿Por qué en el «man-
dato ordinario» se va a exigir para su prórroga la incapacitación legal y, sin embargo, para
el «mandato de protección», basta con la incapacidad sobrevenida para que nazcan los po-
deres del mandatario sin control público alguno? ¿Podría bastar con un certificado médico?
1368 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
(103) L. Díez-Picazo, E. Roca Trías, A. M. Morales, Los principios del Derecho Europeo
de los Contratos, Civitas, Madrid, 2002, p. 211.
(104) Vid. en esta misma obra el estudio sobre la representación voluntaria de R.
Rueda Valdivia. Vid. las modificaciones introducidas por los arts. 477 y ss. Cc francés (en
vigor desde 17/3/09), art. 35 405 Cc suizo, art. 1732 Cc español y art. 3.72 Cc holandés.
(105) Lo que no es posible en el Derecho alemán, BGB §§ 675, 672, 168.
(106) La Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica, reguladora de la autonomía del
paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clí-
nica dispone, en su artículo 11, bajo la rúbrica «instrucciones previas», que en virtud de
dicho documento una persona mayor de edad, capaz y libre, manifiesta anticipadamente
su voluntad, con objeto de que esta se cumpla en el momento en que llegue a situaciones
en cuyas circunstancias no sea capaz de expresarla personalmente, sobre los cuidados y el
tratamiento de su salud o, una vez llegado el fallecimiento, sobre el destino de su cuerpo
o de los órganos del mismo. Además, añade, el otorgante del documento puede designar
un representante para que, llegado el caso, sirva como interlocutor suyo con el médico o
el equipo sanitario para procurar el cumplimiento de las instrucciones previas. En Espa-
ña, cada Comunidad Autónoma dispone de una reglamentación específica al respecto, así
como en gran parte de Europa, EEUU y Canadá. Respecto a un análisis comparado de los
Derechos autonómicos, vid. la tesis doctoral de J. Zabala Blanco, Autonomía e instrucciones
previas: un análisis comparativo de las legislaciones autonómicas del Estado Español en http://www.
tesisenrEd.net/TDR-0123108-125532/indexħcs.html
V. Efectos del contrato realizado por persona incapaz 1369
vos del Cc; sin embargo, en otros Derechos como el francés, existe cierta
coordinación entre el Código civil y el Código de la sanidad pública107.
La tendencia actual, por tanto, en el Derecho comparado, es a una cla-
ra personalización de las medidas protectoras del incapaz, con una fuerte
apuesta por la participación del sujeto en su diseño protector y por la tem-
poralidad de las medidas que conlleva revisiones periódicas y controles
puntuales para actos concretos. Esta tendencia jurídica viene acompañada
de políticas públicas fortalecedoras de la autonomía personal, tanto en el
terreno funcional, emocional, social y jurídico y de nuevos instrumentos
de relación de los terceros con los incapaces.
(107) Art. 479 Cc francés: «Lorsque le mandat s’étend à la protection de la personne, les
droits et obligations du mandataire sont définis par les articles 457-1 à 459-2. Toute stipulation con-
traire est réputée non écrite. Le mandat peut prévoir que le mandataire exercera les missions que le code
de la santé publique et le code de l’action sociale et des familles confient au représentant de la personne
en tutelle ou à la personne de confiance. Le mandat fixe les modalités de contro le de son exécution».
La Ley 25/2010, de 29 de julio, del libro segundo del Código civil de Cataluña, relativo a la
persona y a la familia, también incorpora, en su capítulo II, la autonomía de la persona en
el ámbito de la salud.
(108) Respecto al Derecho español, vid. por todos, la síntesis de los principales proble-
mas que ofrece en A. Gordillo Cañas, «Nulidad, anulabilidad e inexistencia (El sistema
de las nulidades en un Código latino situado entre la primera y la segunda Codificación)»,
Centenario del Código Civil (1889-1989), I, Asociación de Profesores de Derecho Civil, Ma-
drid, 1990, p. 935 y ss. Asimismo, C. De Amunátegui, Incapacitación...,...ob. cit. pp. 76 y ss.
M. Pasquau Liaño (Nulidad y anulabilidad del contrato, Civitas, Madrid, 1997 y F. Pertíñez
Vílchez en esta obra.
1370 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
2. Soluciones materiales
28. El mapa de soluciones jurídicas se construye con las siguientes va-
riantes: de un lado los supuestos de «incapacidad legal», declarada ex lege
como la menor edad aunque matizada como vimos anteriormente, o decla-
rada judicialmente ad casu, bien como «incapacidad absoluta», predicable
para la generalidad de los negocios jurídicos, bien como «incapacidad re-
lativa» vinculada sólo a determinados actos. De otro lado, la «incapacidad
natural»109 predicable de aquellas personas con limitaciones de autogo-
bierno pero no incapacitadas aunque, en algunos casos, asistidas mediante
alternativas privadas de autoprotección como los mandatos preventivos;
esta incapacidad podrá ser permanente o transitoria igual que la incapaci-
dad legal. En cuanto a los efectos contractuales, las soluciones pasan por la
«inexistencia», «la nulidad absoluta», «la nulidad relativa o anulabilidad» y
la rescisión, sin que exista unanimidad en la interpretación terminológica
de todos estos conceptos110; y en cuanto a los intereses en presencia se im-
pone el máximo respeto a la autonomía personal del individuo111, además
de un difícil equilibrio entre la defensa de los intereses del incapaz por un
lado y del tráfico jurídico por otro.
29. Las consecuencias jurídicas de las limitaciones de la capacidad de los
contratantes que han manifestado, de una u otra forma, su consentimiento
obligacional son diferentes según la opción que adoptemos. De un lado, la
nulidad y la inexistencia del contrato112 expresan la máxima sanción del
(109) Vid. la distinción terminológica –incapacidad legal vs. incapacidad natural–, es-
pecialmente en la doctrina italiana en A. Natucci, en V. Roppo, Trattato del Contratto..., ob.
cit., p. 326; ibid. en G. Alpa e A. Delfino, Il contratto..., ob. cit., p. 145; E. Gabrielli, I Con-
tratti in generale, op. cit., p. 449, aunque, como señala este autor, la expresión «incapacidad
natural» no aparece en el Cc y es rechazada por algunos autores, nota 24, p. 449.
(110) Vid. la diversidad conceptual en M. A. Parra Lucán«Invalidez e ineficacia...»...,
ob. cit. F. Pertiñez Vílchez en esta obra.
(111) Vid. el art. 12 del Convenio sobre los Derechos de las Personas con Discapaci-
dad de 1996, ya citado,
(112) Según algún sector de la doctrina española la inexistencia es un concepto artifi-
cioso de la doctrina francesa para salvar la regla pas de nullité sans texte respecto a los matri-
monios del mismo sexo que no habían sido tenidos en cuenta por la ley. Vid. L. Díez-Pica-
zo, Sistema de Derecho Civil, vol. II, novena edición, 2003, pp. 102; Sin embargo, la inexistencia
es una categoría utilizada por toda la doctrina continental y es defendida por A. Gordillo
Cañas, «Violencia viciante, violencia absoluta e inexistencia contractual», RDP, marzo 1983,
pp. 214 y ss. Asimismo, «la inexistencia» tomó cuerpo jurídico en el Anteproyecto de Pavía
que la configura tanto como una anomalía típica de los contratos, cuanto como un tipo
especial e independiente de ineficacia contractual; vid. al respecto, C. Funezalida, «Inexis-
tencia...», ob. cit. pp. 562 y ss. Igualmente existe dicha categoría en el Código libanés de las
Obligaciones y Contratos de 1932, cuyo art. 216 considera inexistentes los actos realizados
por persona totalmente desprovista de discernimiento, mientras que declara anulables los
realizados por incapaz que posea cierto grado de discernimiento.
V. Efectos del contrato realizado por persona incapaz 1371
(113) Vid. el interesante trabajo de M. Pasquau Liaño «La acción de nulidad si pres-
cribe», en, J. Delgado Echevarría, Las Nulidades de los contratos: un sistema en evolución,
Thomson, Aranzadi, 2007, pp. 225 y ss. Id., M. Pasquau Liaño, «La acción de nulidad sí
prescribe», 2006 (Especial Coloquio) NUL. Revista Electrónica Nulidad de los actos jurídicos,
http://www.codigo-civil.net/nulidad/lodel/document.php?id=288#tocto2.El APCc, más restrictivo
con las causas de nulidad, sin embargo opta por el carácter imprescriptible de la acción de
nulidad en el art. 1269.
(114) Es lo que en Derecho anglosajón se conoce como contratos ilegales por con-
travenir el Public Policy. Vid. E. Vázquez de Castro «Los contratos ilegales...»; G. Alpa
e R. Delfino, Il Contratto..., ob. cit., p. 140; R. J. Friel, The Law of Contract, op. cit., pp. 61 y
ss.; Cheshire, Fifoot and Furmston, Law of Contract, 15th Ed., Oxford, Oxford University
Press, 2007, pp. 460 y ss; G. H. Treitel, Frustration and Force Majeur, 2nd. Ed., London,
Thomson, 2004, pp. 349 y ss.; J. Cartwright, Contract Law, Oregon, Oxford and Portland,
2007, pp. 177 y ss.
(115) Éstos son contratos protagonizados por personas con «síndrome disociativo
de dependencia grupal», manipuladas por grupos que se presentan formalmente ante la
sociedad como entidades sin ánimo de lucro, con finalidades altruista de signo religioso,
cultural, etc. y que someten a las personas a control mental para influir en su personalidad
en beneficio del grupo manipulador. Sólo se aboga por su incapacitación en los casos más
graves, por lo que se opta por accionar el mecanismo de los vicios de la voluntad y del inte-
rés público para alcanzar la máxima sanción. M. del Carmen Gete-Alonso y Calera (dir.
y coord.), La protección civil de personas sometidas a manipulación mental, Valencia, 2003, pp.
35, 79 y ss.
1372 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
30. La opción más garantista para el tráfico jurídico pasa por la bús-
queda de estándares objetivos que aporten seguridad y ahorren costes de
gestión, y nada mejor para ello que las presunciones generales que ope-
ran en gran parte de los ordenamientos jurídicos, según las cuales toda
persona mayor de edad (sin perjuicio de algunas singularidades según el
tipo de acto) se presume capaz aunque sufra patologías limitantes de su
discernimiento118, y todas las personas incapacitadas se presumen incapa-
ces aunque tengan intervalos lúcidos salvo que la ley diga lo contrario119.
(116) L. Díez-Picazo, Sistema..., ob. cit. vol. II, novena edición, pp. 104 y ss.; J. Del-
gado, «Comentario...», ob. cit., p. 316 y ss. Respecto al debate doctrinal sobre el carácter
declarativo o constitutivo de la acción de impugnación y sobre la posibilidad de admitir o
no el ejercicio extrajudicial de la anulación del contrato, vid. C. De Amunátegui, Incapaci-
tación..., ob. cit., pp. 108 y ss.
(117) En el Derecho italiano, la acción de rescisión es utilizada para los supuestos de
contratos celebrados en estado de peligro para una de las partes (estado de necesidad), vid.
M. C. Gete-Alonso, La protección..., ob. cit. pp. 82 y ss.
(118) Sin que la edad senil pueda ser considerada como causa incapacitante aun-
que en ocasiones suponga un desapoderamiento de las habilidades de autogobierno y, por
tanto, implique mayores márgenes de vulnerabilidad y manipulación, ello nos llevaría al
ámbito de los vicios del consentimiento pero no al de la incapacidad. S. Torres Escámez,
«Un estudio sobre el juicio notarial de capacidad», RJN, n.º 34, 2000, p. 211. Esa presunción
se encuentra también en el Derecho de algunos países árabes, como es el caso del art. 86 del
Código argelino de estatuto personal, promulgado por la ley 11 de 1984 y modificado por
el decreto n.º 05-02, de 27 de febrero de 2005; vid. C. Ruiz-Almodóvar, El Derecho privado
en los países árabes: Códigos de estatuto personal, Granada, 2005, p. 22.
(119) Art. 665 Cc en cuanto a los testamentos o 56 Cc en cuanto al matrimonio en
el Derecho español. Con carácter general, el Código marroquí de estatuto personal, en su
V. Efectos del contrato realizado por persona incapaz 1373
art. 217 establece que se considera a la persona privada de razón de manera intermitente
plenamente capacitada durante los intervalos en los que le vuelva la razón.
(120) Aunque en ocasiones la posterior incapacitación ha servido para probar en
juicio la existencia de una enfermedad incapacitante en momentos anteriores a la declara-
ción y coincidentes con la realización del acto y por tanto ha activado la aplicación del art.
1263.2 Cc Vid. A. Gordillo Cañas, «Comentario a la STS de 1 de febrero de 1986», CcJC,
n.º 10, enero-marzo, 1986, p. 3405.
(121) S. Salas Murillo, ob. cit., pp. 42 y ss. Para C. De Amunátegui Rodríguez, no
será posible considerar válido el acto realizado por el declarado incapaz en la esfera de
capacidad recortada por la sentencia, ni siquiera intentando el recurso a la posible exis-
tencia de un intervalo lúcido (Incapacitación...p. 85). En el Cc nicaragüense, el art. 344 lo
deja claro: «Todos los actos y contratos celebrados por el incapacitado desde el día en que
se registra y publique la sentencia de interdicción, serán nulos de derecho». Respecto a
los actos celebrados con anterioridad a la sentencia, el art. 345 Cc de Nicaragua establece:
«Los actos y contratos celebrados por el incapacitado antes de la sentencia, sólo podrán ser
anulados probándose que en ese tiempo ya existía y era notoria la causa de la interdicción
o era conocida del otro estipulante».
(122) Vid. la crítica a la redación del precepto antes de la reforma de 2015 de L.
Díez-Picazo, y A. Gullón, Sistema..., ob. cit., vol. II, 2003, p. 39. En este sentido, M. García
Ripoll Montijano, La protección civil..., ob. cit., p. 170.
(123) Vid. el exhaustivo estudio de la reforma de R. Evangelio Llorca, ob. cit., pp.
43 y ss.
(124) El artículo 1503 Cc de Colombia resuelve el supuesto: «Toda persona es le-
galmente capaz, excepto aquéllas que la ley declara incapaces». Igualmente se entiende
en Derecho Búlgaro, los actos realizados por incapaces no incapacitados producen ple-
nos efectos jurídicos. V. E. Tadjer, «Derecho Civil de la República Búlgara», Tomo II, Ed.
Nauka i Izkustvo, 1973, pp. 41 y ss.; M. Pavlova, Derecho civil, Parte General, Tomo I Ed.
Sofi-P, pp. 233 y ss.
(125) Como por ejemplo la del art. 544.3 del Cc de Bolivia: El contrato será anulable
(...) 3. Porque una de las partes, aún sin haber sido declarada interdicta, era incapaz de
querer o entender en el momento de celebrarse el contrato, siempre que resulte mala fe en
la otra parte, apreciada por el perjuicio que se ocasione a la primera, según la naturaleza
del acto o por otra circunstancia.
1374 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
Aquí enlazamos con el tercer travesaño del andamiaje jurídico que in-
tegra el art. 1261: «No hay contrato sino cuando concurren los requisitos
siguientes: 1. Consentimiento de los contratantes. 2. Objeto cierto que sea
materia del contrato. 3. Causa de la obligación que se establezca». El legis-
lador opta por una redacción que nos lleva a la conflictiva categoría de la
«inexistencia» que, como hemos visto, un sector amplio de la doctrina ha
reconducido a la categoría dogmática de la nulidad tratando de despejar el
enmarañado terreno en el que nos movemos132. Pensar que no ha habido
consentimiento cuando se ha manifestado externamente una voluntad por
persona limitada mentalmente, no responde a los estándares de la autono-
mía, de la libertad y del libre desarrollo de la personalidad que conforman
la dignidad de la persona y menos aun, cuando esta persona no tiene re-
presentante alguno por no estar incapacitada, o por no tener un manda-
to preventivo de representación. Distinto del problema de la capacidad,
volvemos a insistir, son los casos en los que no ha existido una voluntad de
obligarse por no haber una manifestación externa que responda a unos
parámetros objetivos de consentimiento, una persona en coma profundo
por ejemplo. En estos casos no existe un elemento estructural de la consti-
tución del negocio por lo que no podemos hablar de contrato133.
Las cuestiones más conflictivas son las protagonizadas por los incapaces
naturales134. Desde nuestro punto de vista el régimen jurídico de los actos
de estas personas no puede ser diferente del previsto para las personas in-
por menores son nulos (Paragraf 105 I BGB), pero si no le causa ninguna desventaja jurídi-
ca, el acto será válido (Paragraf 107 BGB); vid. B. Markesinis, H. Unberath, A. Johnston,
The German Law of Contract..., ob. cit., pp. 230 y ss.
(132) J. Delgado Echevarria, «Comentario a los artículos 1300 a 1314 del Código
Civil», en Comentarios al Código civil y compilaciones Forales (dirigidos por Albaladejo y Díaz
Alabart), tomo XVII, vol. 2, Edersa, 2.ª ed., 1995, pp. 306 y ss.
(133) R. Evangelio Llorca, distingue entre la incapacidad permanente (que coin-
cide con la que sirve de base a la incapacitación) y una incapacidad transitoria (que recuer-
da a los vicios del consentimiento). Distingue también entre una incapacidad total (que
provoca la ausencia absoluta de consentimiento) y una ineptitud relativa que no impide
la existencia de consentimiento, pero sí su correcta formación, ob. cit. p. 95. Ambas distin-
ciones también aparecen en la doctrina francesa, vid. Gallant, Responsabilité parentale et
protection des enfants en droit international privé, Paris, 2004; B. Dutoit, «La protection des
incapables majeurs en droit international privé», RCDIP, 1967, pp. 466 y ss.
(134) Vid. en general, R. Evangelio Llorca, Los contratos celebrados...ob. cit.; S. De
Salas Murillo, «La opción por la nulidad...», ob. cit.; M. J. Calvo San José, «Eficacia de
los actos y negocios jurídicos realizados por el enfermo mental», La Ley, n.º 6364, 22 de
noviembre de 2005.
1376 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
(135) En este mismo sentido se manifiesta gran parte de la doctrina española. Por
todos vid. C. De Amunátegui, Incapacitación..., ob. cit. pp. 117 y ss. y doctrina citada. Respec-
to la a falta de acuerdo en la doctrina italiana sobre los efectos de los actos realizados por
incapaces naturales, vid. C. Granelli, Trattato del Contratto..., ob. cit., p. 326; R. Sacco en E.
Gabrielli, I Contratti in Generale..., ob. cit., 449.
(136) Sin embargo, F. Jordano Fraga afirma que si bien de lege ferenda, podría dis-
cutirse cuál es la solución más conveniente respecto a los incapaces naturales, de lege lata
el régimen aplicable, en su opinión, y tras una interpretación conjunta e integrada de los
arts. 6.3.º, 1255, 126l, 1300 y 1310 Cc, es el de la nulidad radical de los contratos. Partien-
do de que la cuestión del tipo de ineficacia no debe resolverse en abstracto sobre la base
preconceptual de postulados doctrinales, sino que se resuelve en concreto sobre la base
de las disposiciones legales, aprecia la existencia del siguiente sistema: a) la nulidad como
tipo general de ineficacia que nuestro ordenamiento jurídico asigna a los actos y contratos
que lo contravienen, salvo que la propia ley infringida establezca una sanción diversa; b)
anulabilidad como régimen especial de ineficacia que dispone el legislador en función de
necesidades o conveniencias de política jurídica libremente apreciadas por él; c) pero a su
vez, es el legislador el que excluye de este régimen de anulabilidad los contratos en los que
no concurran los requisitos del art. 1261 Cc, a los que en consecuencia aplica la sanción
de nulidad. Dado que no hay una norma específica que sustraiga el caso de los incapaces
naturales del régimen de los arts. 6.3, 1300, 1310 y 1261 Cc, ha de aplicarse necesariamente
el régimen de la nulidad radical, «Falta absoluta de consentimiento, interpretación e ineficacia con-
tractuales», Publicaciones del Real Colegio de España, 1988, en especial, pp. 19 a 22, y 321 a 324.
(137) V. Torralba Soriano, «La llamada incapacidad natural», en Libro homenaje al
Prof. Luís Martín Ballestero, Zaragoza, 1983, pp. 572-575.
(138) V. Pietrobon, El error en la doctrina del negocio jurídico, traducción y notas de
M. Alonso Pérez, edt. Revista de Derecho Privado, Madrid, 1971, pp. 421 y ss. El Código
civil de Honduras establece la nulidad absoluta para los actos y contratos celebrados por
personas absolutamente incapaces (art. 1586), y la nulidad relativa para los celebrados por
personas relativamente incapaces (art. 1587). Igualmente el Cc de Nicaragua (arts. 2.201-
V. Efectos del contrato realizado por persona incapaz 1377
(143) Vid. C. Amunátegui, Incapacitación..., ob. cit, pp. 121 y ss. Esta opción es seguida
por el Proyecto de Pavía como veremos posteriormente, y, en particular también por nu-
merosos ordenamientos materiales como el francés, italiano y portugués. En España, opta
claramente por ella la ley 13/2006, de 27 de diciembre de Derecho de la Persona de Aragón
(art. 34), el APCc (art. 1297) y el proyecto de Cc de Cataluña, arts. 223-8 y 226-3.
(144) C. Fábrega Ruiz, La guarda de hecho y la protección de las personas con discapaci-
dad, Ed. Ramón Areces-Fundación Aequitas, 2006, pp. 54 y ss., y doctrina allí citada.
(145) M. C. Gete-Alonso y Calera, La protección civil..., ob. cit., pp. 85 y ss.
(146) Reformado por Ley 15/2015, de 2 de julio, de la Jurisdicción Voluntaria. Vid. J.
Delgado Echevarria, «Comentario a la STS de 4 de abril de 1984», CcJC, n.º 5, abril-agos-
to, 1984, p. 1576. S. De Salar Murillo, opta mejor como base legal por el art. 3.7 del
Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal (Ley 14/2003, de 26 de mayo, de modificación de
la Ley 50/1981, de 30 de diciembre), en el que se atribuye al Ministerio Fiscal, entre otras
misiones: «7. Intervenir en los procesos civiles que determine la ley cuando esté comprome-
V. Efectos del contrato realizado por persona incapaz 1379
tido el interés social o cuando puedan afectar a personas menores, incapaces o desvalidas
en tanto se provee de los mecanismos ordinarios de representación», ob. cit. p. 50. En este
mismo sentido, M. García Ripoll, La protección civil..., ob. cit. p. 198. Dicha posibilidad está
recogida en algunos ordenamientos jurídicos como en el paraguayo, cuyo art. 359 estable-
ce: «Cuando el acto es nulo, su nulidad debe ser declarada de oficio por el juez, si aparece
manifiesta en el acto o ha sido comprobada en juicio. El Ministerio Público y todos los in-
teresados tendrán derecho para alegarla. Cuando el acto es anulable, no podrá procederse
sino a instancias de las personas designadas por la ley. El Ministerio Público podrá hacerlo,
cuando afectare a incapaces o menores emancipados».
(147) En los sistemas Common Law se contempla la imposibilidad derivada de la
muerte o incapacidad sobrevenida de una de las partes del contrato, si la personalidad
forma parte esencial de la prestación, y con carácter general en los contratos laborales y de
agencia. Vid. la extensa referencia de Derecho comparado referida a la imposibilidad personal
de ejecución de una obligación dentro del estudio de S. Sánchez Lorenzo, «La frustración
del contrato en el derecho comparado y su incidencia en la contratación internacional»
RCEA, 2005, pp. 45-88, en especial notas 15 y 64.
(148) Igual solución se ofrece en el art. 1301 APCc a los contratos que, en el momen-
to de su celebración, otorga a la otra parte una ventaja excesiva si, teniendo en cuenta la
naturaleza y fin de aquél, resulta que se ha aprovechado injustamente de una situación de
dependencia, de extraordinarias dificultades económicas o de necesidad apremiante, o de
su ignorancia, de su inexperiencia o falta de previsión. A petición de la parte perjudicada,
puede el Juez introducir en el contrato aquellas modificaciones que sean necesarias para
adaptarlo a las exigencias de la buena fe y lo que sea usual en el tráfico jurídico.
1380 27. La contratación por los incapaces: Nuevas tendencias
3. Propuestas unificadoras
36. Como adelantábamos al comienzo, en lo que concierne a la capaci-
dad de los contratantes y su relación con las anomalías del contrato, ni la
Convención de Viena de 1980, ni los Principios UNIDROIT, ni los PDCE,
ni el MCR, ni instrumento alguno unificador de DIPRregulan la capacidad
contractual ni los efectos del contrato celebrado por incapaz150, por lo que
sólo podremos referirnos al Código Europeo de Contratos de la Acade-
mia de Pavía que entre las «anomalías» del contrato incluye la nulidad, la
anulabilidad, la ineficacia, la nulidad parcial y la inoponibilidad151 y opta
por la inexistencia del contrato con ausencia total de efectos jurídicos sin
perjuicio de las obligaciones de restitución o de responsabilidad por daños
(art. 138), para los contratos celebrados por persona incapaz jurídicamen-
te:
Art. 137.
Inexistencia
1. No hay contrato cuando no existe un hecho, un acto, una declaración
o una situación que puedan ser reconocidos exteriormente y reconducidos
a la noción social de contrato.
2. En particular, no hay contrato:
a) si no existe o carece de capacidad jurídica el destinatario de una ofer-
ta o de una declaración dirigida a producir efectos como acto de autonomía
privada, salvo que exista el sustrato de lo que pueda llegar a ser el sujeto
(152) S. De Salas Murillo, «La opción por la nulidad...», ob. cit. p. 62.
(153) A. M. Morales Moreno, «Anulabilidad del contrato», Código Europeo de los
contratos. Academia de Iusprivatistas Europeos (Pavía). Comentarios en homenaje al Profesor D. José
Luis de los Mozos y de los Mozos, Dykinson, Madrid, 2003, vol. II, pp. 575 y ss. http://www.unizar.
es/derecho/nulidad/vattier.pdf.
(154) A. Gordillo, Capacidad, incapacidades..., ob. cit....pp. 83-84.
V. Efectos del contrato realizado por persona incapaz 1383
1 del presente artículo puede ser emitida y opuesta como excepción por el
sujeto al que se le demanda solicitando el cumplimiento del contrato, in-
cluso después del citado plazo de tres años. El proyecto de Pavía por tanto,
soluciona el mayor problema que objetan a la anulabilidad los defensores
de la nulidad de los contratos realizados por los incapaces naturales, cual
es la superación del plazo del art. 1301Cc al no tener representante y en el
caso de que no llegaran a ser incapacitados.
Bajo el epígrafe de «caducidad», el art. 142 se ocupa del fenómeno de
la desaparición de un elemento esencial para la validez del contrato como
consecuencia de un acontecimiento sobrevenido a su formación. El trata-
miento que se dispensa en este caso es el mismo que si el contrato fuera
nulo, si bien la nulidad del contrato carece de efectos retroactivos, aunque
tenemos serias dudas de que el hecho sobrevenido de la incapacidad pue-
da considerarse un supuesto subsumible en el precepto.
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I. Introducción 1391
28
La representación voluntaria en la contratación
I. Introducción
1. Agency, representación, représentation, rappresentanza, representaçâo, Stell-
vertretung, son solo algunos de los términos con los que en los países de
nuestro entorno se alude a una misma realidad: la posibilidad de que
una persona, llamada representante, actúe por cuenta de otra, llamada
representada, y vincule a esta última con los efectos del acto realizado por
aquélla posibilidad, que encuentra su fundamento en el llamado poder
de representación, que, según tenga su origen en un acto de voluntad del
representado o en la ley, permite hablar de representación voluntaria o
de representación legal. La primera de ellas, objeto del presente estudio,
deviene en la actualidad una necesidad inexcusable en cualquier sistema
económico moderno basado en la división del trabajo en la producción y
1392 28. La representación voluntaria en la contratación
(1) Recuérdese además que los instrumentos con normas de conflicto uniformes
en materia de obligaciones contractuales actualmente en vigor, o bien excluyen expresa-
mente la cuestión de la representación de su ámbito de aplicación material, como sucede
en el Reglamento nº 593/2008 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 17 de junio de
2008, sobre la ley aplicable a las obligaciones contractuales (art. 1.2 g) –que desde el 17 de
diciembre de 2009 sustituye al Convenio de Roma de 19 de junio de 1980 sobre la misma
materia, donde asimismo se establecía tal exclusión (art. 1.2 f)–, o bien se remiten para su
regulación a las normas, las costumbres y los principios del derecho comercial internacio-
nal, así como a los usos y prácticas comerciales de general aceptación, como en el caso de la
Convención interamericana de Ciudad de Méjico de 17 de marzo de 1994, sobre Derecho
aplicable a los contratos internacionales (art. 15, en relación con el art. 10).
1394 28. La representación voluntaria en la contratación
(2) El artículo 1984 del Cc francés define el mandato o poder como «el acto por el
cual una persona da a otra el poder de hacer alguna cosa por el mandante y en su nombre».
(3) La teoría o doctrina de la separación («Trennungsprinzip») se ha venido atri-
buyendo tradicionalmente al jurista alemán P. Laband (P. Laband, «Die Stellvertretung
bei dem Abschluss von Rechtsgeschäften nach dem Allgemeinen Deutschen Handelsge-
setzbuch», ZHR, 10, 1866, p. 183), si bien es cierto que, con anterioridad, ya había sido
propuesta por otros autores alemanes (R. Von Ihering, «Mitwirkung für fremde Rechts-
geschäfte», Jahrbücher für die Dogmatik des heutigen römischen Deutschen Privatrechts, 1, 1857,
pp. 330 y ss.; A. Brinz, Lehrbuch der Pandekten, A. Deichert, Erlangen, 1857, p. 467...). Sobre
esta teoría, que fue finalmente acogida en el BGB alemán, vid. W. Müller-Freienfels, «Die
II. Modelos de regulación de la representación voluntaria y esfuerzos… 1395
mente unilateral del representado por el que este último confiere al repre-
sentante la facultad de representarle y vincularle con sus actos. El contrato
base, por su parte, se presenta como un negocio jurídico bilateral que solo
genera derechos y obligaciones entre representado y representante en el
marco de sus relaciones internas. De ahí que las normas que a la represen-
tación se dedican se apliquen exclusivamente a la relación externa entre
representado o representante, de un lado, y tercero, de otro, aplicándose
a la relación interna entre representado y representante, bien la normativa
general sobre contratos, o bien las reglas específicas destinadas a la regula-
ción de las distintas modalidades de contratos de representación (manda-
to, comisión, agencia).
El primero de estos modelos es el que siguen en Europa, además del
viejo Código civil (Cc) francés –1804– [arts. 1984-2010], en vigor para Bél-
gica y Luxemburgo (el Cc francés actual, como se ha apuntado, ya no lo
sigue, al haberlo abandonado con la reforma del Derecho de contratos),
el ABGB austriaco –1811– [parágrafos 1002-1044], el Cc maltés –por el
que se consolidan las Ordenanzas de 1868 y 1873– [arts. 1856-1890] y el
Cc español –1889– [arts. 1709-1739], textos todos ellos que coinciden en
regular solamente el mandato, aun cuando hay que destacar que tanto la
doctrina como la jurisprudencia de estos países han acabado desarrollando
la distinción entre relación interna y externa de la representación4, dis-
tinción que acogen asimismo los proyectos de modernización del Derecho
de Obligaciones y Contratos en los que se viene trabajando en algunos de
tales países5. También es este primer modelo el que siguen en América
dedicado a la representación (Capítulo VI: arts. 1282-1293), que pasaría de este modo a
regularse separadamente del contrato de mandato, que seguiría rigiéndose por las disposi-
ciones actualmente vigentes.
(6) Téngase presente que este Código ha sido objeto de varias codificaciones oficiales
desde su creación. La última de ellas (la octava) es la vigente desde 2005.
(7) Adviértase, no obstante, que el Proyecto de nuevo Código Civil y Comercial
de 2012, actualmente en trámite parlamentario, sí que establece una clara distinción entre
poder y contrato base, al regular de forma diferenciada la representación (arts. 358-381) y
el mandato (arts. 1319-1334).
(8) Código que, tras su reestablecimiento a raíz de la independencia de Letonia,
y desde su primera actualización llevada a cabo en 1992, ha sido objeto de sucesivas modi-
ficaciones.
II. Modelos de regulación de la representación voluntaria y esfuerzos… 1397
(12) Concretamente, según el artículo 2.1 del CG, este último solo se aplicará en los
supuestos en que el representado y el tercero tengan su establecimiento en Estados diferen-
tes y, además, o bien el intermediario tenga su establecimiento en un Estado contratante,
o bien las reglas de Derecho internacional privado del foro conduzcan a la aplicación de la
ley de un Estado contratante. Respecto al referido Convenio vid. M. J. Bonell, «The 1983
Geneva Convention on Agency in the International Sale of Goods», AJCL, vol. 32, 1984, pp.
717 y ss.
(13) De conformidad con el artículo 33 del CG, se requieren a tal efecto un total de
diez ratificaciones o adhesiones. Y, a día de hoy, el texto convencional solo ha recibido dos
ratificaciones (Francia e Italia) y tres adhesiones (Méjico, Países Bajos y Sudáfrica).
(14) O. Lando y H. Beale (ed.) Principles of European Contract Law. Parts I and II
Combined and Revised, Kluwer Law International, La Haya, 2000.
II. Modelos de regulación de la representación voluntaria y esfuerzos… 1399
lización, desde que en 1994 se publicaran por vez primera, había ido exten-
diéndose en la práctica, convirtiéndose en un instrumento de amplia acep-
tación tanto por parte de las instancias judiciales como arbitrales15. Y entre
las novedades de esta segunda edición se hallaba precisamente la inclusión
de una regulación uniforme de la relación externa de representación gene-
rada en la conclusión de contratos comerciales internacionales, regulación
a la que, bajo la rúbrica «Apoderamiento de representantes», dedicaba la
Sección 2ª de su Capítulo 2, manteniéndose inalterada en la última versión
de los PCCI publicada en 2010. Esta regulación, como ya sucediera con la
establecida en el CG, se halla claramente inspirada en el modelo de common
law, sujetándose la relación interna entre representado y representante a las
reglas generales sobre contratos que los PCCI contienen.
(15) Vid. M. J. Bonell, I Principi UNIDROIT nella pratica, Giuffrè, Milán, 2002.
(16) C. Von Bar y OTROS (eds.), Principles. Definitions and Model Rules of European
Private Law. Draft Common Frame of Reference (DCFR), Outline Edition, Sellier. European Law
Publishers, Múnich, 2008.
(17) El MCR deja en el aire la cuestión de saber si sus normas resultan de aplicación
a todos los contratos transfronterizos o solo a los intracomunitarios, así como si aquéllas po-
drán o no ser aplicadas igualmente a los contratos internos. Vid. P. Lagarde, «Cadre común
de réference et droit internacional privé», en R. Schulze (ed.), Common Frame of Reference
and Existing EC Contract Law, Sellier. European Law Publishers, Múnich, 2008, p. 268.
(18) Para un estudio comparado de la regulación que de la representación ofre-
cen los instrumentos supraestatales mencionados, vid. M. J. Bonell, «Agency», en A. Har-
tkamp y Otros (eds.), Towards a European Civil Code, 4ª edic., Wolters Kluwer. Ars Aequi
Libri, Alphen aan den Rijn, Nimega, 2011, pp. 515 y ss., donde cabe igualmente encontrar
referencia a la regulación ofrecida por el Restatement Third of Agency adoptado por el Ameri-
can Law Institute en 2006.
1400 28. La representación voluntaria en la contratación
(19) Art. 5: «El representado o el intermediario que actúa conforme a las instruc-
ciones expresas o implícitas del representado puede convenir con el tercero excluir la apli-
cación del presente Convenio o, bajo reserva del artículo 11, derogar cualesquiera de sus
disposiciones o modificar su efecto».
(20) PCCI (Preámbulo, puntos 2 y 3); PDCE (arts. 1:101.1 y 1:101.3); P.OHADAC
(Preámbulo, punto I). Respecto a la posible aplicación del MCR como instrumento opcio-
nal vid. igualmente P. Lagarde, «Cadre commun de réference...», op. cit., pp. 265 y ss.
II. Modelos de regulación de la representación voluntaria y esfuerzos… 1401
ferido poder no son las mismas en todos los ordenamientos, pues mientras
que en unos se considera que el contrato concluido por el representante
en tales situaciones es también nulo26, en otros, en cambio, los efectos que
del referido acto se derivan son los mismos que, como más adelante se
verá, se vinculan a la actuación del representante sin poder o excediéndose
de sus límites27.
(26) Italia (art. 1389 Cc); Países Bajos (art. 3:63.2 BW).
(27) Inglaterra y Escocia (Kelner v. Baxter [1866] LR 2 CP 174; Anderson v. Croall [1903]
6 F 153). En ambos ordenamientos se considera que el representante queda personalmente
vinculado frente al tercero, frente a quien deviene responsable por el fracaso contractual,
ya que se entiende que aquél, al contratar, garantiza a este último la existencia de su poder
para celebrar el contrato.
(28) Exigencia que, sin embargo, sí se prevé en Eslovaquia y República Checa (pa-
rágrafo 22.2 Cc), así como en Francia (art. 1160 Cc).
(29) Algunas legislaciones establecen límites adicionales. Tal es el caso, p. ej., de
Guatemala, donde se prevé que no podrá ejercer como representante «el fallido mientras
no se le rehabilite, el sentenciado por cualquier delito mientras no haya purgado la conde-
na o sido rehabilitado y, en casos especiales, las personas a quienes la ley lo prohíbe o tienen
incompatibilidad o impedimento» (art. 1698 Cc).
(30) En Europa, tal posibilidad viene admitida en Alemania (parágrafo 165 BGB –im-
plícitamente–); Austria (parágrafo 1018 ABGB –implícitamente–); Chipre (parágrafo 144
Ley de Contratos); Hungría (art. 219.1 Cc); Italia (art. 1389.1 Cc); Países Bajos (art. 3:63.1
BW); Polonia (art. 100 Cc) y Portugal (art. 263 Cc). Y, por lo que concierne al continente
americano, cabe referir aquí el caso de Argentina (arts. 364 y 1323 Cccom); Bolivia (art.
812.II y III Cc); Colombia (art. 2154 Cc); Costa Rica (art. 1260 Cc); Ecuador (art. 2032 Cc);
El Salvador (art. 1888 Cc); Nicaragua (art. 3301 Cc); Uruguay (art. 2062 Cc) y Venezuela
(arts. 1172 y 1690 Cc). Determinados ordenamientos, no obstante, fijan un límite de edad
para que los menores puedan actuar como representantes, como sucede, p.ej., en Brasil,
donde solo se admite la posibilidad de apoderar al mayor de 16 años, independientemente
de que este se halle o no emancipado (art. 666 Cc), o en Paraguay, donde se requiere que
el menor haya ya cumplido 18 años (arts. 343 y 882 Cc). Otros, en cambio, lo que exigen
es que el menor se halle emancipado, pudiéndose mencionar en este sentido el caso de
España (art. 1716 Cc); Panamá (art. 1407 Cc); Puerto Rico (art. 1607 Cc) y República Do-
minicana (art. 1990 Cc –precepto que llama la atención por la mención que en él se hace
a la mujer casada–). También es este el caso de Honduras (art. 1895 Cc) y Chile (art. 2198
Cc), donde se habla de la necesidad de que se trate de un «menor adulto».
1404 28. La representación voluntaria en la contratación
(31) Tal posibilidad, sin embargo, no está tan clara en ciertas legislaciones. Tal es
el caso, p. ej., de Guatemala, cuyo Cc, en su art. 1607, dispone que para que las personas
jurídicas puedan ejercer como representantes «es necesario que las operaciones a las que
el poder se refiera entren en el curso de los negocios de aquéllas, o que, de conformidad
con el instrumento de constitución o respectivos estatutos, estén facultados los gerentes o
representantes para aceptarlos».
(32) Inglaterra y Escocia (E. Peel, The Law of Contract, op. cit., 16-012; D. M. Walter,
The Law of Contracts..., op. cit., 6.5); Malta (art. 1869 Cc).
(33) Así se encargan de recordarlo algunas legislaciones nacionales, especialmente
latinoamericanas: Argentina (arts. 1323 Cccom); Brasil (art. 666 Cc); Chile (art. 2128 Cc);
Colombia (art. 2154 Cc); Costa Rica (art. 1260.2 Cc); Ecuador (art. 2032 Cc); El Salvador
(art. 1888 Cc); Honduras (art. 1895 Cc); Nicaragua (art. 3301 Cc); Panamá (art. 1407 Cc);
Paraguay (art. 882.2 Cc); Puerto Rico (art. 1607 Cc); República Dominicana (art. 1990 Cc);
Uruguay (art. 2062 Cc); Venezuela (art. 1690 Cc).
(34) Argentina (arts. 378-379 y 1326 Cccom); Bolivia (arts. 819 y 825 Cc); Brasil
(arts. 672 y 680 Cc); Chile (arts. 2126-2127 Cc); Colombia (arts. 2152-2153 Cc); Costa Rica
(art. 1259 Cc –solo pluralidad de representantes–); Cuba (art. 402 Cc –limitado asimismo a
pluralidad de representantes–); Ecuador (arts. 2030-2031 Cc); El Salvador (arts. 1886-1887
Cc); España (arts. 1723 y 1731 Cc); Guatemala (arts. 1701 y 1716 Cc); Honduras (arts. 1902
y 1910 Cc); Méjico (arts. 2573 y 2580 Cc); Nicaragua (arts. 3300, 3320-3321 y 3344 Cc); Pa-
namá (arts. 1414 y 1422 Cc); Perú (arts. 147-148 y 150 Cc); Puerto Rico (arts. 1614 y 1622
Cc); República Dominicana (arts. 1995 y 2002 Cc); Uruguay (art. 2061); Venezuela (art.
1703 Cc –solo pluralidad de representados–).
III. El poder como fundamento de la representación voluntaria 1405
(35) Bolivia (art. 825 Cc); Brasil (art. 680 Cc); España (art. 1731 Cc); Guatemala
(art. 1716 Cc); Honduras (art. 1910 Cc); Méjico (art. 2580 Cc); Nicaragua (art. 3344 Cc);
Panamá (art. 1422 Cc); Puerto Rico (art. 1622 Cc); República Dominicana (art. 2002 Cc);
Venezuela (art. 1703 Cc); P.OHADAC (art. 2.3.8.1). El Derecho argentino también se refie-
re a los supuestos de pluralidad de poderdantes, pero para señalar que, en tales supuestos,
el poder p uede ser revocado por cualquiera de ellas sin dependencia de las otras (art. 379
Cccom).
(36) Argentina (arts. 378 y 1326 Cccom); Bolivia (art. 819 Cc); Brasil (art. 672 Cc);
Chile (art. 2127 Cc); Colombia (art. 2153 Cc); Costa Rica (art. 1259 Cc); Cuba (art. 402 Cc);
Ecuador (art. 2031 Cc); El Salvador (art. 1887 Cc); España (art. 1716 Cc –implícitamente–);
Guatemala (art. 1701 Cc); Honduras (art. 1902 Cc –implícitamente–); Méjico (art. 2573
Cc –implícitamente–); Nicaragua (art. 3300 Cc); Panamá (art. 1414 Cc –implícitamente–);
Perú (art. 672 Cc); Puerto Rico (art. 1614 Cc –implícitamente–); República Dominicana
(art. 1995 Cc –implícitamente–); Uruguay (art. 2061.2 Cc); MCR (art. II.–6:110); P.OHA-
DAC (art. 2.3.8.2).
(37) Chile (art. 2127 Cc); Colombia (art. 2153 Cc); Ecuador (art. 2031 Cc); El Salva-
dor (art. 1887 Cc); Uruguay (art. 2061.2 Cc). En Brasil, sin embargo, se habla simplemente
de ineficacia del acto, admitiéndose la posible ratificación del mismo (art. 672 Cc).
(38) En Europa, Alemania (parágrafo 167.1 BGB –implícitamente–. Vid. H. Heinri-
chs, Palandt BGB, 61ª edic., C. H. Beck, Múnich, 2002, parágrafo 167, 1); Austria (parágra-
fos 863 y 1005 ABGB); Chipre (parágrafos 146-147 Ley de Contratos); España (art. 1710.1
Cc Vid.L. Díez-Picazo y Ponce de León, La representación en el Derecho Privado, op. cit., pp.
144 y ss. y 155 y ss.); Estonia (parágrafos 118 y 121.2 Cc); Francia, Bélgica y Luxemburgo
(art. 1985 Cc); Inglaterra y Escocia (Bowstead & Reynolds on Agency, op. cit., 3-003; E. Peel,
The Law of Contract, op. cit., 16-015-16-019; D. M. Walter, The Law of Contracts..., op. cit., 6.8 y
6.19-6.21; Italia (Sentencias C.Cass. 20 marzo 1973 y 1 septiembre 1990 –GI 1974, 1, 1, 1094
y NGCc 1991, 1, 353–. Vid. asimismo en la doctrina italiana F. Gazzoni, Manuale di diritto
1406 28. La representación voluntaria en la contratación
privato, 5ª edic., Utet, Turín, 1994, p. 981; F. Galgano, Diritto civile e commerciale, II, Le obbliga-
zioni e i contratti, 1, Obbligazioni in generale e contratti in generale, 2ª edic., Cedam, Pádua, 1999,
p. 412; M. Magri, La raprresentanza nel contratto, Cedam, Pádua, 2007, pp. 74-75); Letonia
(parágrafo 2290 Cc); Lituania (arts. 2.133.3 y 2.137.1 Cc); Malta (art. 1857.2 Cc); Países Ba-
jos (art. 3:61.1 BW) y Rumanía (art. 1533 Cc). Y en América, Argentina (arts. 1319 Cccom);
Bolivia (arts. 805-807 Cc); Brasil (arts. 657 y 659 Cc); Chile (arts. 2123-2124 Cc); Colom-
bia (arts. 2149-2150 Cc); Costa Rica (arts. 2151-2152 Cc); Ecuador (arts. 2027-2028 Cc); El
Salvador (arts. 1883-1884 Cc); Honduras (art. 1889 Cc); Nicaragua (arts. 3293.1-3294 Cc);
Méjico (arts. 2547.3 y 2550-2552 Cc); Panamá (art. 1401 Cc); Paraguay (art. 880-881 Cc);
Perú (art. 156 –implícitamente–); Puerto Rico (art. 1601 Cc); República Dominicana (art.
1985 Cc); Uruguay (art. 2053 Cc) y Venezuela (art. 1685 Cc).
(39) CG (art. 9.1); PCCI (art. 2.2.2.1); PDCE (art. 3:201); MCR (art. II.– 6:103.2);
P.OHADAC (2.3.2.1).
(40) Algunos países, no obstante, como es el caso de Cuba o Guatemala, no con-
templan tal posibilidad, al imponer siempre la forma escrita. En estos dos países, concre-
tamente, se parte de la exigencia de poder notarial (art. 414.3 Cc Cuba y art. 1687.1 Cc
Guatemala), si bien se contemplan algunas excepciones a esta regla (art. 415 Cc Cuba y art.
1487.2 Cc Guatemala).
(41) Según el Derecho alemán, además, el otorgamiento expreso del poder podrá
llevarse a cabo mediante declaración dirigida a la persona del representante o al tercero
frente al que se deba ejercer la representación (parágrafo 167.1 BGB).
(42) Tal es el caso, p.ej., de Italia (art. 1393 Cc); Lituania (art. 2.143 Cc); Países
Bajos (art. 3:71 BW –si bien se limita el derecho del tercero a requerir la prueba del poder
en los supuestos en que el representado ya hubiera informado a aquél con anterioridad de
su existencia o cuando el poder en cuestión se hubiera hecho público de conformidad con
lo previsto en la ley o en los usos–); Paraguay (art. 345 Cc); Perú (art. 164 Cc); Portugal
(art. 260 Cc) y Rumanía (art. 1302 Cc). En Italia, Lituania, Portugal y Rumanía se reconoce
además al tercero la posibilidad de exigir, en los supuestos en que el poder figure en docu-
mento escrito, copia del mismo firmada por el propio representante.
III. El poder como fundamento de la representación voluntaria 1407
En cualquier caso, hay que señalar que algunos países exigen que la
concesión del poder, en los supuestos en que este se otorgue para la rea-
lización de actos para los que se requiera la observancia de determinados
requisitos formales, se lleve a cabo de forma expresa, y aún más, que en su
otorgamiento se observen los mismos requisitos formales exigidos para el
acto que con aquél se vaya a realizar45. Otros países, en cambio, contem-
plan formas diferentes de otorgamiento en función del tipo de poder de
que se trate, del acto o negocio para el que aquél se confiera o del valor del
acto o negocio46. Finalmente, se encuentran aquellos países que, salvo en
los casos en que así lo prevean normas especiales, nunca exigen una forma
específica para el otorgamiento del poder47, forma específica que tampoco
gen una forma específica para ciertas modalidades de poderes. En Costa Rica y Nicaragua,
p.ej., se supedita la validez de los poderes generales a su otorgamiento en escritura pública
(art. 1251.2 Cc Costa Rica –donde se exige incluso la inscripción del poder en la sección
correspondiente del Registro de la Propiedad–; art. 3293.3 Cc Nicaragua). Y en Bolivia,
Honduras y Uruguay se requiere poder expreso para transigir, enajenar, hipotecar o ejecu-
tar cualquier acto de riguroso dominio (art. 810.II Cc Bolivia; art. 1892.2 Cc Honduras; art.
2056.2 Cc Uruguay), actos estos para los que en Costa Rica y Perú se precisa poder notarial
(art. 1256.2 Cc Costa Rica –que sin embargo no impone inscripción del poder en el Regis-
tro–; art. 156 Cc Perú).
(48) Expresamente, CG (art. 10).
(49) Ciertamente, desde un punto de vista teórico, el poder aparente difiere del po-
der implícito o tácito, en tanto que este último se ha de derivar de la interpretación de la
voluntad del representado declarada al representante. Sin embargo, en la práctica, la dis-
tinción entre uno y otro no siempre es tan clara.
(50) Argentina (art. 367.1 Cccom); Eslovenia (art. 70.3 Código de Obligaciones);
Estonia (parágrafo 118.2 Cc); Francia (art. 1156.1 Cc); Lituania (art. 2.133.3 y 9 Cc); Países
Bajos (art. 3:61.2 BW); Portugal (art. 23 Decreto Ley nº 278/1986 sobre Representación
Mercantil); Rumanía (art. 1309.2 Cc).
(51) Alemania y Austria (donde se distinguen dos tipos de poder aparente: el Dul-
dungsvollmacht, o poder que se entiende otorgado al conocer el representado la conducta
del representante y no hacer nada por evitarla, y el Anscheinsvollmacht, o poder que nace al
provocar el representado un error en torno al poder del representante. Vid. en Alemania
H. Heinrichs, Palandt BGB, cit, parágrafo 173, 9 y ss., y en Austria H. Koziol y R. Weser,
Grundriss des bürgerlichen Rechts, op. cit., pp. 182 y ss. Especialmente significativa resulta la
Sentencia BGH alemán de 22 octubre 1996 –NJW 1997, 312, 314–); Bélgica (Sentencia C.
Cass. 20 junio 1988 –RW 1989/90, 1425-1426–); España (Sentencia TS 28 junio 1984 –RAJ
[RJ 1984, 3439]. Vid. asimismo L. Díez-Picazo y Ponce de León y A. Guyón Balleste-
ros, Sistema de Derecho Civil, I, 11ª edic., Tecnos, Madrid, 2005, p. 572); Italia (admitida
por primera vez en Sentencia C.Cass. 14 diciembre 1957 –FI 1958, I, 380–, se reconoce su
III. El poder como fundamento de la representación voluntaria 1409
mente conocido en los países de common law, que se refieren al mismo bajo
los términos apparent u ostensible authority, diferenciándolo claramente del
actual authority, término con el que se alude tanto al express como al implied
authority52, viniendo también reconocido en los distintos instrumentos su-
praestatales con reglas uniformes sobre representación53.
14. El alcance o extensión del poder, cuando este sea expreso, será en
principio el que el representado fije para el mismo, por lo que habrá que
estar a la declaración del representado y a cómo se interprete esta última
existencia tanto en caso de que el representado haya tenido sin más un comportamiento
de tolerancia de la actividad del representante, como disponen las Sentencias C.Cass. 19
enero 1987 y 1 marzo 1995 –NGCC 1987, I, 486 y Mass 1995, 2311–, como en aquél en que
el comportamiento del representado pueda considerarse culposo, según se desprende de
la Sentencia C.Cass. 19 septiembre 1995 –Mass 1995, 9902–. Con carácter general respecto
al planteamiento de la jurisprudencia italiana en relación con el poder aparente vid. A.
Chianale, «La rappresentanza», en E. Gabrielli (dir.), I Contratti in Generale, 2ª edic., tom.
II, UTET, Milán, 2006, pp. 1292-1293 y M. Magri, La rappresentanza nel contratto, op. cit., pp.
208-212. Vid. asimismo P. M. Vecchi, «Apparenza e rappresentanza "tollerata"», RDC 1985,
II, pp. 399-404). También en Francia, con anterioridad a la consagración legal del poder
aparente llevada a cabo con la reforma del Derecho de contratos, la existencia del referido
poder venía siendo admitida tanto por la jurisprudencia como por la doctrina de aquel país
(vid. Sentencia C.Cass. 13 diciembre 1962 –JCP 1963, II, 13105 y ss., con nota de P. Esmein–,
donde se reconoce la existencia de poder aparente aun en ausencia de falta por parte del
representado. Vid. igualmente J. LÉAUTÉ, «Le mandat apparent», RTDC 1947, pp. 241 y ss.;
P. Lescot, «Le mandat apparent», JCP 1964, I, pp. 1826 y ss.; J. L. Sourioux, «La croyance
légitime», JCP 1982, I, pp. 3058 y ss. y L. Leveneur, Situations de fait en droit privé, LGDJ,
París, 1990, núms. 114 y ss.).
(52) Chipre (parágrafo 197 Cc Ley de Contratos); Inglaterra y Escocia (Summers v.
Solomon [1857] 7 E & B 879 / The Shamah [1981] 1 Lloyd´s Rep 40 / First Sport Ltd v. Barclays
Bank Plc [1993] 1 WLR 1229. Vid. Bowstead & Reynolds on Agency, op. cit., 3-013 a 3-050); Ir-
landa (Barret v. Irving [1907] 2 IR 462 (K.B.) /Allied Pharmaceutical Distributors Ltd. V. John
F. Walsh [1991] 2 IR 8-15 y 17 (H.Ct.)). En los países de common law se conocen asimismo
otras dos categorías de poder: el denominado usual authority (entendido aquí en un sentido
distinto a aquél que se le atribuye como sinónimo de customary authority, que, como se han
indicado supra, no es más que una modalidad de implied authority) y el authority of necessity.
El primero de ellos, reconocido a ciertas categorías de representantes en el marco de de-
terminadas actividades comerciales, será el que haga posible que se desencadene el efecto
representativo y, por tanto, que el representado quede vinculado frente al tercero, en cier-
tos casos en que el acto realizado por el representante queda fuera del ámbito de su poder
expreso, implícito o aparente. El authority of necessity, por su parte, no es más que el poder
que, por razones de necesidad, y a fin de proteger los intereses de una persona, se reconoce
en ciertas ocasiones a otra, y en virtud del cual va a poder esta última actuar por cuenta de
aquélla y vincularla con un tercero. Pero en ninguno de estos dos supuestos cabe hablar de
representación voluntaria, al no tener el poder su origen en la voluntad de las partes, por
lo que se excluye su estudio en estas páginas. Respecto a las dos mencionadas modalidades
de poder puede verse más ampliamente E. Peel, The Law of Contract, op. cit., 6-029 a 6-041.
(53) CG (art. 14.2); PCCI (art. 2.2.5.2); PDCE (art. 3:201.3); MCR (art. II.– 6:103.3);
P.OHADAC (art. 2.3.2.2).
1410 28. La representación voluntaria en la contratación
(art. 1892 Cc); Paraguay (arts. 883-884 Cc); Perú (art. 155 Cc); Puerto Rico (art. 1604 Cc);
República Dominicana (art. 1988 Cc) y Venezuela (art. 1688 Cc). Costa Rica, Letonia y Ni-
caragua, como se viera, no contemplan dos, sino tres categorías de poderes, previendo que
los poderes generalísimos o universales permitirán la realización tanto actos de administra-
ción como de disposición (actos estos últimos que en Letonia solo se permiten con carácter
excepcional, para proteger al representado de potenciales pérdidas), los poderes generales,
solo actos de administración, y los poderes especiales, el acto concreto de administración
o de disposición para el que los mismos se otorguen (arts. 1253-1257 Cc Costa Rica; pará-
grafos 2291 y 2301.2 Cc Letonia; arts. 3295-3298 Cc Nicaragua). Guatemala, por su parte,
admite la posibilidad de realizar ciertos actos de disposición mediante un poder general, si
bien exige en tal caso cláusula especial (art. 1693 Cc). Finalmente, Méjico prevé la existen-
cia tanto de poderes generales dados para administrar bienes como de poderes generales
dados para realizar actos de dominio, calificando como poderes especiales los otorgados
para actos concretos, sean estos de administración o de disposición (art. 2554 Cc).
(59) Alemania y Austria (parágrafos 48-53 HGB); Dinamarca (parágrafos 60-62 Ley so-
bre Empresas Públicas –versión consolidada llevada a cabo por Ley nº 324/2000–); Estonia
(parágrafo 121.1 Cc –que también exige poder especial para la suscripción de prestamos–);
Finlandia (Ley nº 130/1979 sobre la Procura); Italia (arts. 2203-2204 Cc); Lituania (arts.
2.176-2.185 Cc); Polonia (arts. 109.1-109.9 Cc).
(60) Alemania y Austria (parágrafo 54 HGB); Estonia (parágrafo 121.2 Cc); Italia
(arts. 2210-2213 Cc). Vid. igualmente en Eslovenia la precisión legal que se lleva a cabo del
poder de los viajantes de comercio (art. 81 Código de Obligaciones).
(61) Como recuerda el Derecho chipriota, la delegación o sustitución no se ha de
confundir con aquellas situaciones en las que el representante es expresa o implícitamente
autorizado a designar a otra persona para que, junto con él, actúe también en nombre del
representado en ejecución de la tarea que al representante le hubiera sido encomendada.
La persona designada no será un sustituto, sino un representante más del representado en
aquella parte de encargo que le hubiera sido confiada (parágrafos 154-155 Ley de Contra-
tos).
1412 28. La representación voluntaria en la contratación
A. Sustitución
15. Por lo que concierne a esta primera cuestión, hay que comen-
zar destacando la existencia de una clara división entre los ordenamien-
tos nacionales. Mientras que un primer grupo de ordenamientos acoge
como regla general la de que, salvo en los casos en que el representado
lo autorice expresamente o resulte necesario por la naturaleza del encar-
go, no le viene permitida al representante la designación de subrepre-
sentantes o sustitutos –delegatus delegare non potest–62, un segundo grupo,
partiendo del principio inverso, reconoce al representante la facultad de
nombrar a un sustituto siempre que el representado no lo haya prohibi-
do ni le haya exigido su actuación personal63. No obstante, hay que tener
presente que los países que no admiten de partida la delegación del po-
der, contemplan, sin embargo, ciertas excepciones, como sucede con las
autorizaciones legales, que hacen posible que el representante delegue
su poder en un sustituto cuando carezca de la capacidad necesaria para
llevar a cabo el acto que se le ha encomendado o cuando la ley no se lo
permita, resultando por ello indispensable la delegación64, y como igual-
mente se prevé en los casos en que el representado no tenga un interés
especial en que sea el representante quien lleve a cabo el negocio perso-
nalmente65, el mandato se refiera a bienes que se encuentren fuera del
(62) Alemania (H. Heinrichs, Palandt BGB, cit, parágrafo 181, 12); Austria (parágra-
fo 1010 ABGB); Bulgaria (parágrafo 43 Ley de Obligaciones y Contratos); Costa Rica (art.
1264 Cc); Eslovaquia y República Checa (parágrafos 24 y 33a Cc); Eslovenia (arts. 71.1 y
2 y 770.2 Código de Obligaciones); Estonia (parágrafo 119.1 Cc –si bien se prevé que en
aquellos casos en que el poder haya sido otorgado para la realización de un contrato que
razonablemente no quepa esperar que sea celebrado personalmente por el representantes,
cabrá presumir que el representante dispone de la facultad de delegar su poder–); Francia,
Bélgica y Luxemburgo (art. 1994 Cc); Grecia (arts. 715-716 Cc); Guatemala (art. 1707 Cc);
Italia (art. 1717 Cc –aunque la doctrina mayoritaria es favorable a la admisión de la subre-
presentación en atención a consideraciones de orden práctico y sistemático. Vid. M. Magri,
La rappresentanza nel contratto, op. cit., p. 86–); Lituania (art. 2.145.1 Cc); Malta (art. 1876
Cc); Méjico (art. 2574 Cc); Nicaragua (art. 3313 Cc –donde se señala además que, en el caso
de los poderes especialísimos, la sustitución solo podrá hacerse en la persona o personas
que el representante señale en el mismo poder–); Países Bajos (art. 3:64 BW); Perú (art. 157
Cc); Polonia (art. 106 Cc); Portugal (art. 264 Cc); Rumanía (art. 1542 Cc).
(63) Argentina (arts. 377 y 1327 Cccom); Bolivia (art. 818.I Cc); Brasil (art. 667 Cc);
Chile (art. 2135 Cc); Chipre (parágrafo 150 Ley de Contratos –a contrario–, si bien prevé que,
aun en los supuestos en que el representante haya asumido de manera expresa o implícita
una actuación personal, la sustitución vendrá permitida siempre que esta última sea práctica
habitual en el sector comercial de que se trate o venga impuesta por la naturaleza del encar-
go–); Colombia (art. 2161 Cc); Cuba (art. 407.1 Cc); Ecuador (art. 2039 Cc); El Salvador (art.
1895 Cc); España (art. 1721 Cc Vid. al respecto L. Díez-Picazo y Ponce de León, La representa-
ción en el Derecho Privado, op. cit., pp. 192 y ss.); Honduras (art. 1900.1 Cc); Panamá (art. 1412.1
Cc); Paraguay (art. 904.1 Cc); Puerto Rico (art. 1612.1 Cc); República Dominicana (art. 1994
–implícitamente–); Uruguay (art. 2067 Cc); Venezuela (art. 1695 –implícitamente–).
(64) Austria (parágrafo 1010 ABGB); Eslovenia (art. 71.1 Código de Obligaciones);
Grecia (art. 715 Cc); Inglaterra (Bowstead & Reynolds on Agency, op. cit., 5-001, b); Lituania
(art. 2.145.1 Cc); Países Bajos (art. 3:64 b) BW).
(65) Alemania (Sentencias OLG Frankfurt 28 noviembre 1974 y OLG Múnich 30 mar-
zo 1984 –VersR 1974, 173 y WM 1984, 834–); Inglaterra (Bowstead & Reynolds on Agency, op.
III. El poder como fundamento de la representación voluntaria 1413
cit., 5-003).
(66) Países Bajos (art. 3:64 c) BW).
(67) Inglaterra (De Busseche v. Alt [1878] 8 ChD 286, 310-311); Países Bajos (art. 3:64
a) BW).
(68) Bulgaria (parágrafo 43.1 Ley de Obligaciones y Contratos).
(69) PCCI (art. 2.2.8); PDCE (art. 3:206); MCR (art. II.– 6:104.3); P.OHADAC (art.
2.3.7).
(70) El Cc de Guatemala recuerda expresamente que en ningún caso va a poder el
representante conceder al sustituto facultades más amplias que las que a aquél le fueron
concedidas (art. 1702).
(71) Expresamente, Chipre (parágrafo 152.1 Ley de Contratos); Lituania (art.
2.145.1 Cc); PDCE (art. 3:206); P.OHADAC (art. 2.3.7.2). E implícitamente, tanto los or-
denamientos que declaran la no vinculación del representado frente al tercero en los su-
puestos en que la sustitución no venga permitida (Chile: art. 2136 Cc; Colombia: art. 2161
Cc; Ecuador: art. 2040 Cc; El Salvador: art. 1896 Cc y Paraguay: art. 907 Cc), como aquéllos
que proclaman la nulidad de lo hecho en tales casos por el sustituto (Panamá: art 1412.2
Cc; Puerto Rico: art. 1612.2 Cc y Uruguay: art. 2067.3 Cc). Para el Derecho brasileño, en
cambio, el negocio realizado por el sustituto se considerará celebrado por el representante
(art. 117.2 Cc).
(72) En Europa, Chipre (parágrafo 152.3 Ley de Contratos –aunque solo en caso de
fraude o daño intencional–); Eslovenia (art. 770.5 Código de Obligaciones); España (art.
1722 Cc); Francia, Bélgica y Luxemburgo (art. 1994.2 Cc); Grecia (art. 716.2 Cc); Italia (art.
1717.4 Cc); Lituania (art. 2.145.1 Cc) y Rumanía (art. 1542.2 Cc). Y en América, Argentina
(art. 1327 Cccom); Bolivia (art. 818.III Cc); Chile (art. 2138 Cc); Colombia (art. 2164 Cc);
Costa Rica (art. 1266.2 Cc); Ecuador (art. 2042 Cc); El Salvador (art. 1898 Cc); Honduras
(art. 1901 Cc); Méjico (art. 2576 Cc); Nicaragua (art. 3315.2 Cc); Panamá (art. 1413 Cc);
1414 28. La representación voluntaria en la contratación
Paraguay (art. 906 Cc); Perú (art. 158.2 Cc); Puerto Rico (art. 1613 Cc); República Domini-
cana (art. 1994 Cc); Uruguay (art. 2067.2 Cc) y Venezuela (art. 1695 Cc).
(73) Costa Rica (art. 1266.2 Cc); Francia (Sentencias C.Cass. 9 noviembre 1987 y
19 marzo 1991 –Bull.Civ. 1987 IV, 233 y Bull.Civ. 1991 IV, 102–); Lituania (art. 2.145.1 Cc);
Méjico (art. 2576 Cc); Nicaragua (art. 3315.2 Cc); Paraguay (art. 906 Cc).
(74) Argentina (art. 1327 Cccom); Bolivia (art. 812.II Cc); Brasil (art. 667 Cc); Chile
(art. 2135 Cc); Chipre (parágrafo 152.2 Ley de Contratos); Colombia (art. 2161 Cc); Costa
Rica (art. 1264 Cc); Cuba (art. 407.3 Cc); Ecuador (art. 2039 Cc); El Salvador (art. 1895
Cc); Eslovenia (art. 770.3 y 4 Código de Obligaciones –donde se distingue según que la
designación de sustituto se haya llevado a cabo con autorización del representado o sin
ella, contemplándose para el primer caso la responsabilidad del representante por la elec-
ción del sustituto y por las instrucciones dadas a este último, y, para el segundo, la respon-
sabilidad del representante en general por la actividad del sustituto y por la destrucción
accidental o el daño causado a los bienes que le hubieren sido encomendados–); España
(art. 1721.2 Cc); Francia, Bélgica y Luxemburgo (art. 1994.2 Cc); Guatemala (art. 1707.3
Cc); Honduras (art. 1900 Cc); Lituania (art. 2.145.4 Cc –aunque solo en los casos en que
el representante no haya notificado al representado la designación del sustituto proporcio-
nándole todos los datos necesarios sobre este–); Méjico (art. 2575 Cc); Nicaragua (art. 3313
Cc); Panamá (art. 1612.1 Cc); Paraguay (art. 904.2 Cc); Perú (art. 158.1 Cc); Puerto Rico
(art. 1612.1 Cc); República Dominicana (art. 1994 Cc); Rumanía (art. 1542.2 Cc); Uruguay
(art. 2067.1 Cc); Venezuela (art. 1695 Cc). Algunos de estos ordenamientos, no obstante,
excluyen la responsabilidad del representante frente al representado en los supuestos en
los que la sustitución haya sido autorizada por este último con designación de la persona en
quien haya de hacerse tal sustitución. Tal es el caso de Cuba (art. 407.2 Cc); Guatemala (art.
1707.2 Cc); Lituania (art. 2.145.4 Cc –donde sin embargo se impone la responsabilidad
del representante en los casos en que, siendo este conocedor de la falta de honestidad y de
confianza del sustituto, no se lo hubiera hecho saber al representado–); Méjico (art. 2575
Cc); Nicaragua (art. 3313 Cc); Paraguay (art. 904.3 Cc); Perú (art. 158.1 Cc) y Venezuela
(art. 1695 Cc).
(75) No obstante, en algún país, como es el caso de Chipre, se prevé que, en tales
situaciones, el representante mantendrá frente al sustituto la misma relación que mantie-
nen un representado y un representante, y será aquél responsable de los actos del sustituto
tanto frente al representado, como frente a los terceros con los que el sustituto hubiera
contratado, disponiendo igualmente que el representado no será responsable de los actos
del sustituto, no siendo tampoco este responsable frente al representado (parágrafo 153
Ley de Contratos).
III. El poder como fundamento de la representación voluntaria 1415
B. Autocontratación
(79) Austria (H. Koziol y R. Weser, Grundriss des bürgerlichen Rechts, op. cit., pp. 191-
192); Bolivia (art. 471 Cc); España L. (L. Díez-Picazo y Ponce de León, La representación en
el Derecho Privado, op. cit., pp. 207 y ss., quien asimismo alude al planteamiento favorable de
la jurisprudencia española a la aceptación del autocontrato en estos supuestos); Guatemala
(art. 1694 Cc –a contrario–); Italia (art. 1395 Cc); Países Bajos (art. 3.68 BW); Perú (art. 166
Cc); Polonia (art. 108 Cc); Portugal (art. 261.1 Cc); Rumanía (art. 1304 Cc).
(80) Expresamente, Bolivia (art. 471 Cc); Brasil (art. 117 Cc); Lituania (art. 2.134.1
Cc); Perú (art. 166 Cc); Rumanía (art. 1304 Cc). El Derecho francés, por su parte, declara
la nulidad del contrato (art. 1161.2 Cc).
(81) PCCI (art. 2.2.7); PDCE (art. 3:205); MCR (art. II.– 6:109); P.OHADAC (art.
2.3.6). El CG nada dispone al respecto.
(82) PCCI (arts. 3.2.9 y 3.2.11 a 3.2.15); PDCE (arts. 4:112 a 4:116); MCR (arts. II.–
7:209 a II.– 7:213); P.OHADAC (arts. 3.5.1 a 3.5.3).
(83) Mitchell v. Scott's Trustees [1874] 2 R 162 / Albright & Wilson (UK) Ltd v. Biachem
Ltd [2002] All ER (Comm) 753. Vid. asimismo D. M. Walter, The Law of Contract..., op. cit.,
6.6; E. Peel, The Law of Contract, op. cit., 16-010.
III. El poder como fundamento de la representación voluntaria 1417
(84) Alemania (parágrafo 168 BGB); Grecia (art. 222 Cc); Italia (art. 1396 Cc);
Portugal (art. 265.1 Cc).
(85) Argentina (arts. 380 a) y 1329 b) Cccom); Bolivia (art. 827.1 Cc); Brasil (art.
682.IV Cc); Chile (art. 2163.1º y 2º Cc); Chipre (parágrafo 161 Ley de Contratos); Colom-
bia (art. 2189.1 y 2 Cc); Costa Rica (art. 1278.1º y 2º Cc); Cuba (art. 409 d) y e) Cc –donde
la terminación de la relación subyacente y la conclusión del acto para el que se otorgó el
poder se recogen como causas de extinción diferentes–); Ecuador (art. 2067.1º y 2º Cc);
El Salvador (art. 1923.1º y 2º Cc); Eslovaquia y República Checa (parágrafo 33b.1 a) Cc);
Estonia (parágrafo 125.2.3º y 8º Cc –que recoge como causas de extinción diferentes la ter-
minación de la relación subyacente y la expiración del plazo por el que se otorgó el poder.
Igualmente se contemplan como causas de extinción tanto el hecho de que la realización
del acto para el que se otorgó el poder devenga imposible, como el cumplimiento de la con-
dición resolutiva que para la terminación del poder se hubiera fijado. Parágrafo 125.2.2º
y 4º Cc–); Guatemala (art. 171.1º y 2º Cc); Inglaterra y Escocia (Black v. Cullen [1835] 15 D
646 / Stevenson v. North British Rly Co [1905] 7 F 1106. D. M. Walter, The Law of Contract...,
op. cit., 6.45); Letonia (parágrafo 2312.2 y 6 Cc); Lituania (arts. 2.142.1 y 2.147.1 Cc); Malta
(art. 1886 c) y d) Cc); Méjico (art. 2595.V Cc); Nicaragua (art. 3345.1 y 2 Cc); Paraguay (art.
909 a) y b) Cc); Perú (art. 1801.1 y 2 Cc); Uruguay (art. 2086.1º y 2º Cc).
(86) En Europa, Alemania (parágrafos 168, 671, 675 BGB); Austria (parágrafos 1020
y 1021 ABGB); Bulgaria (parágrafos 38.2, 41.1 y 287 Ley de Obligaciones y Contratos);
Chipre (parágrafo 161 Ley de Contratos –que además admite la posibilidad de que tanto la
revocación como la renuncia sean expresas o tácitas. Parágrafo 167–); Dinamarca, Finlan-
dia y Suecia (parágrafos 12.1 y 18 Ley Nórdica de Contratos); Escocia (Walter v. Sommerville
[1837] 16 S 217 / Douglas Goodfellow v. Gordon [1987] SCLR 864. Bowstead & Reynolds on
Agency, op. cit., 122; D. M. Walter, The Law of Contract..., op. cit., 6.45); Eslovaquia y Repú-
blica Checa (parágrafo 33b.1 b) y c) Cc); Eslovenia (arts. 77.1, 782.1 y 783.1 Código de
Obligaciones); España (arts. 1732.1 y 2, 1733 y 1736 Cc); Estonia (parágrafo 125.2.5º y 6º
Cc); Francia, Bélgica y Luxemburgo (arts. 2003-2007 Cc); Grecia (arts. 222, 724 y 725 Cc);
Hungría (arts. 223.2 y 481 a) Cc); Italia (art. 1722.2 y 3 Cc); Letonia (parágrafo 2312.1, 3
y 4 Cc); Lituania (arts. 2.146.1 y 2.147.2 y 3 Cc); Malta (arts. 1886 a) y e), 1887 y 1889 Cc);
Países Bajos (art. 3:72 c) y d) BW); Polonia (arts. 101.1 y 746 Cc); Portugal (art. 265.1 y 2
Cc) y Rumanía (art. 1305 Cc). Y en América Latina, Argentina (arts. 380 c) y d) y 1329 c)
y d) Ccom); Bolivia (art. 827.2 y 3 Cc); Brasil (art. 682.I Cc); Chile (art. 2163.3º y 4º Cc);
Colombia (arts. 2189.3 y 4 Cc); Costa Rica (art. 1278.3º y 4º Cc); Cuba (art. 409 a) y b) Cc);
Ecuador (art. 2094.3º y 4º Cc); El Salvador (art. 1923.3º y 4º Cc); Guatemala (art. 1717.3º
y 4º Cc); Honduras (art. 1911.1 y 2 Cc); Méjico (art. 2595.I y II Cc); Nicaragua (art. 3345.3
y 4 Cc); Panamá (art. 1423.1 y 2 Cc); Paraguay (art. 909 c) y d) Cc); Perú (arts. 149 y 154
Cc); Puerto Rico (art. 1623.1 y 2 Cc); República Dominicana (art. 2003 Cc); Uruguay (art.
2086.3º y 4º Cc) y Venezuela (art. 1704.1º y 2º Cc). Algunas de estas legislaciones prevén
además que en los casos en que se produzca la revocación o la renuncia en un momento in-
1418 28. La representación voluntaria en la contratación
oportuno y sin causa justificada, y se genere por ello un perjuicio para el representante o el
representado, la parte perjudicada podrá exigir de aquélla que hubiera puesto fin al poder
una indemnización por los daños y perjuicios ocasionados o, en su caso, una compensación
por los gastos en que hubiera incurrido. Cuba (art. 410 Cc); Eslovenia (art. 783.2 Código
de Obligaciones –solo en caso de renuncia–); Letonia (parágrafo 2313 Cc –solo en caso de
revocación–); Méjico (art. 2596.3 Cc); Polonia (art. 746.1 Cc).
(87) Se exceptúan, no obstante, determinados países, donde se considera que la
incapacitación del representante no extingue su poder: Chile (art. 2163.5 Cc); Colombia
(art. 2189.5 Cc); Costa Rica (art. 1278.5 Cc); Ecuador (art. 2067.5º Cc); El Salvador (art.
1923.5º Cc); Finlandia (T. M. Kivimäki y M. S. Ylöstalo, Lärobok i Finlands civilrät, Allmän
del., Vammala, 1961, p. 275 –citado en los PDCE–); Guatemala (art. 1717.5º Cc); Letonia
(parágrafo 2312.5 Cc); Méjico (art. 2595.III Cc); Nicaragua (art. 3345.5 Cc); Panamá (art.
1423.3 Cc); Puerto Rico (art. 1623.3 Cc); República Dominicana (art. 2003 Cc).
(88) Argentina (arts. 380 b), e) y h) y 1329 e) Cccom); Bolivia (art. 827.4 Cc); Brasil
(art. 682.II y III Cc); Bulgaria (parágrafos 41.1 y 287 Ley de Obligaciones y Contratos);
Chipre (parágrafo 161 Ley de Contratos); Cuba (art. 409 c) y ch) Cc –que incluye además
la ausencia–); Eslovenia (arts. 79.3, 784.3 y 4 y 785 Código de Obligaciones); España (art.
1732.3 Cc); Estonia (parágrafo 101.1.5º y 8º Cc); Francia, Bélgica y Luxemburgo (art. 2003
Cc); Grecia (art. 223 Cc); Honduras (art. 1911.3 Cc); Hungría (arts. 223.3 y 481 b) y c) Cc);
Inglaterra y Escocia (Wink v. Mortimer [1849] 11 D 995 / Lodgepower Ltd v. Taylor [2005] 1
EGLR 1-aun cuando existe alguna decisión en la que se considera que los actos realizados
por el representante de buena fe ignorando la muerte del representado se reputan válidos
frente a los bienes de este último. Campbell v. Anderson [1829] 3 W & S 384 / Kennedy v. Ken-
nedy [1843] 6 D 40–. Vid. D. M. Walter, The Law of Contract..., op. cit., 6.45; E. Peel, The Law
of Contract, op. cit., 16-105 y 16-106); Italia (art. 1722.4, primer inciso Cc, si bien se considera
que el poder conferido para la realización de actos relativos al ejercicio de una empresa
subsiste, pese a la muerte o incapacidad del representado, en caso de que la actividad de
la empresa continúe –art. 1722.4, segundo inciso–, no extinguiendo tampoco tales circuns-
tancias el poder conferido en interés del representante o del tercero –art. 1723.2 Cc–);
Lituania (art. 2.147.1.5º y 7º Cc); Malta (art. 1886 b) Cc); Paraguay (art. 909 e) y f) Cc);
Perú (art. 1801.3 Cc); Polonia (arts. 101.2, 747 y 748 Cc); Portugal (arts. 265 y 1174 a) Cc);
Rumanía (art. 1307.1 y 2 Cc –salvo que se acuerde lo contrario o así resulte de la naturaleza
del negocio–); Uruguay (art. 2086.5º y 7º Cc); Venezuela (art. 1704.3º y 4º Cc). Adviértase,
no obstante, que en algunos de estos países se prevé la no extinción del poder por muerte
del representado cuando aquél se hubiera otorgado en interés común o de un tercero,
como sucede en Bolivia (art. 827.4 Cc –aun cuando solo se refiere al poder otorgado en
interés común–), Perú (art. 1803 Cc) y Uruguay (art. 2098 Cc). En otros lo que se prevé es
la no extinción del poder por muerte del representado en aquellos casos en que el poder en
cuestión hubiera sido otorgado precisamente para ser utilizado tras la muerte del represen-
tado. Por ejemplo: Eslovenia (art. 79.3 Código de Obligaciones) y Uruguay (art. 2096 Cc).
III. El poder como fundamento de la representación voluntaria 1419
(89) Austria (parágrafos 1022 y 1023 ABGB y Sentencia OGH 20 mayo 1953 –SZ 26,
132–); Chile (art. 2163.5 Cc); Colombia (art. 2195 Cc); Costa Rica (art. 1278.5 Cc); Ecuador
(art. 2067.5º Cc); El Salvador (art. 1923.5º Cc); Eslovaquia y República Checa (parágra-
fo 33b.2 Cc); Estonia (parágrafo 125.2.9º y 10º Cc); Guatemala (art. 1717.5º Cc); Letonia
(parágrafo 2312.5 Cc); Méjico (art. 2595.III Cc); Nicaragua (art. 3345.5 Cc); Panamá (art.
1423.3 Cc); Países Bajos (art. 3:72 a) BW); Puerto Rico (art. 1623.3 Cc); República Domi-
nicana (art. 2003 Cc). No obstante, los Códigos civiles de Chile (art. 2169), Colombia (art.
2195), Ecuador (art. 2073) y Letonia (parágrafo 2316.2) prevén que la extinción del poder
no se producirá en caso de que se trate de un poder destinado precisamente a ser utilizado
después de la muerte del representado.
(90) Alemania (parágrafos 168, 672 y 675 BGB); Dinamarca, Suecia y Finlandia (pa-
rágrafos 21 y 22 Ley Nórdica de Contratos). En Finlandia, a favor de la extinción del poder
en caso de muerte o disolución del representado, pero no en caso de incapacitación, T. M.
Kivimäki y M. S. Ylöstalo, Lärobok i Finlands civilrät, op. cit., p. 275).
(91) Argentina (art. 380 g) Cccom); Chile (art. 2163.6 Cc); Colombia (art. 2189.6
Cc); Costa Rica (art. 1278.6 Cc); Ecuador (art. 2067.6º Cc); El Salvador (art. 1923.6º Cc);
Eslovenia (art. 785 Código de Obligaciones); España (art. 1732.3 Cc); Estonia (parágrafo
125.2.11º y 4 Cc); Francia, Bélgica y Luxemburgo (art. 2003 Cc); Guatemala (art. 1717.6º
Cc); Honduras (art. 1911.3 Cc); Inglaterra y Escocia (McCall v. Australian Meat Co Ltd [1870]
19 WR 188 / McKenzie v. Campbell [1894] 21 R 904. D. M. Walter, The Law of Contract..., op.
cit., 6.45); Malta (art. 1886 b) Cc); Nicaragua (art. 3345.6 Cc); Países Bajos (art. 3:72 a) y b)
BW); Panamá (art. 1423.3 Cc); Puerto Rico (art. 1623.3 Cc); República Dominicana (art.
2003 Cc); Rumanía (art. 1307.3 Cc); Uruguay (art. 2086.6º Cc); Venezuela (art. 1704.3º Cc).
(92) Alemania (parágrafos 115-117 Insolvezordnung 1994. Vid. H. Heinrichs, Palan-
dt BGB, op. cit., parágrafo 168, 3); Austria (parágrafo 1024 ABGB); Chipre (parágrafo 161
Ley de Contratos); Finlandia (T. M. Kivimäki y M. S. Ylöstalo, Lärobok i Finlands civilrät,
op. cit., p. 275); Italia (arts. 42, 44 y 78 RD 267, de 16 de marzo de 1942, sobre Quiebra. Vid.
U. Natoli, La rappresentanza, Giuffrè, Milán, 1977, p. 111; M. Magri, La rappresentanza nel
contratto, op. cit., pp. 106-107); Lituania (art. 2.147.1.5º Cc).
(93) Portugal (arts. 110 y 112 Código de Insolvencia y Recuperación de Empresas
–2004–. Se exceptúan los casos de representación mercantil, en los que también la insolven-
cia del representado se considera causa de extinción del poder).
(94) Inglaterra y Escocia (Rhodes v. Forwood [1876] 1 App Cas 256 / Turner v. Golds-
mith [1891] 1 QB 544. Vid. asimismo D. M. Walter, The Law of Contracts..., op. cit., 6.45).
(95) Bolivia (art. 827.IV Cc); Brasil (art. 682.II Cc); Chile (art. 2163.7 Cc); Colom-
bia (art. 2189.7 Cc); Costa Rica (art. 1278.7 Cc); Ecuador (art. 2064.7º Cc); El Salvador (art.
1923.7º Cc); Guatemala (art. 1717.5º Cc); Honduras (art. 1911.3 Cc); Méjico (art. 2595.IV
Cc); Nicaragua (art. 3345.7 Cc); Panamá (art. 1423.3 Cc); Perú (1801.3 Cc); Puerto Rico
1420 28. La representación voluntaria en la contratación
(art. 1623.3 Cc); República Dominicana (2003 Cc); Venezuela (art. 1704.3º Cc). Cabe men-
cionar también el caso de Francia (art. 1160 Cc), si bien en este país solo se considera causa
de extinción del poder la interdicción del representante.
(96) Art. 3:209.1.
(97) Arts. 17 y 18.
(98) En Europa, es este el caso de Alemania (parágrafos 170-173 y 674 BGB); Austria
(parágrafo 1026 ABGB); Bulgaria (parágrafo 41.2 Ley de Obligaciones y Contratos); Chipre
(parágrafo 168 Ley de Contratos); Dinamarca, Suecia y Finlandia (parágrafos 19-23 Ley
Nórdica de Contratos); Eslovaquia y República Checa (parágrafo 33b.5 Cc); España (arts.
1734 y 1738 Cc); Eslovenia (art. 78.1 y 3 Código de Obligaciones); Estonia (parágrafo 127.1
y 4 Cc); Francia, Bélgica y Luxemburgo (arts. 2005-2006 y 2008-2009 Cc); Grecia (arts. 224
y 225 Cc –donde se considera que hasta en los supuestos en que el tercero hubiera llegado
a tener conocimiento de la extinción del poder, el representado deberá responder frente al
mismo por daños y perjuicios si le hubiera resultado fácil a aquél comunicarle la noticia de
III. El poder como fundamento de la representación voluntaria 1421
la extinción del poder y no lo hubiera hecho–); Hungría (art. 223.2 Cc); Inglaterra (Blades
v. Free [1829] 9 B & C 167 / Overbrooke Estates Ltd v. Glencombe Properties Ltd [1974] 1 WLR
1335); Italia (art. 1396 Cc); Letonia (parágrafo 2314 Cc –limitado solamente a los casos de
revocación–); Lituania (arts. 2.147.3 y 2.148 Cc); Malta (art. 1888 Cc); Países Bajos (art. 3:76
BW –donde se enuncian asimismo las situaciones en las que se considera que la extinción
del poder podrá ser invocada frente al tercero–); Polonia (arts. 105 y 749 Cc); Portugal (art.
266 Cc); y Rumanía (arts. 1306 y 1307.4 Cc). Y en América Latina, es esto lo que sucede en
Argentina (arts. 362 y 381 Cccom); Chile (art. 2173 Cc); Colombia (art. 2199 Cc); Costa
Rica (art. 1287 Cc); Ecuador (art. 2076 Cc); El Salvador (art. 1931 Cc); Nicaragua (arts.
3349-3350 y 3355 Cc); Paraguay (arts. 910-911 Cc) y Uruguay (art. 2101 Cc), ordenamientos
que coinciden en dejar en manos del tercero la decisión de exigir o no al representado
el cumplimiento del contrato que aquél hubiera suscrito con el representante ignorando
la extinción del poder; y ello, cualquiera que sea la causa de terminación del poder, sea o
no esta conocida por el representante, salvo que dicha terminación hubiera sido anotada
en un Registro –de ser la extinción conocida por el representante, podrá el representado
exigir indemnización–. Asimismo, cabría referir aquí el caso de Bolivia (art. 830 y 833.I Cc);
Brasil (arts. 686 y 689 Cc); Cuba (art. 66 Cc); Guatemala (arts. 1719 y 1723 Cc); Honduras
(arts. 1913 y 1917 Cc); Méjico (arts. 2597 y 2604 Cc); Panamá (arts. 1425 y 1429 Cc); Perú
(arts. 152.2 y 1802 Cc); Puerto Rico (arts. 1625 y 1629 Cc); República Dominicana (art. 2205
y 2008-2009 Cc) y Venezuela (arts. 1170, 1707 y 1710 Cc), aun cuando hay que advertir que
en estos ordenamientos la subsistencia del poder solo se contempla en los supuestos en que
la extinción de este último sea también desconocida por el representante, si bien la mayoría
de ellos también la prevén, con mayor o menor amplitud, en los casos de revocación notifi-
cada al representante. Vid. asimismo CG (art. 19); PCCI (art. 2.2.10.1); PDCE (art. 3209.1);
MCR (art. II.– 6:112.1); P.OHADAC (art. 2.3.10.1).
(99) Concretamente para aquellos casos en que el representante, conociendo la
extinción del poder, contrata con el tercero, determinados ordenamientos reconocen ex-
presamente al representado el derecho a reclamar del representante daños y perjuicios. Así
sucede, p.ej., en Eslovenia (art. 78.2 y 3 Código de Obligaciones).
(100) Chipre (parágrafo 166 Ley de Contratos); Estonia (parágrafo 127.1 Cc); Litua-
nia (art. 2.148 Cc).
(101) Italia (art. 1397 Cc); Portugal (art. 267 Cc).
(102) Cuba (art. 412 Cc); Paraguay (arts. 912 y 918 Cc).
1422 28. La representación voluntaria en la contratación
(103) Dentro de estos los hay que prevén la ampliación del poder solo por causas de
terminación referentes al representado [muerte de este último –Francia, Bélgica y Luxem-
burgo (art. 1991.2 Cc)–; muerte y quiebra –Malta (art. 1871A.3 Cc)–; muerte e incapacidad
–Argentina (arts. 380 b) y 1333.2 Cccom); Chipre (parágrafo 169 Ley de Contratos); Hun-
gría (art. 482.2 Cc); Italia (art. 1728.1 Cc); Países Bajos (art. 3:73. 1 y 2 BW); Polonia (art.
747 Cc) y Portugal (art. 1175 Cc)– o muerte, incapacidad y quiebra –Dinamarca, Finlandia
y Suecia (parágrafo 24 Ley Nórdica de Contratos)], por causas de terminación relativas solo
al representante [muerte, renuncia, interdicción e inhabilitación –Perú (arts. 154 y 1804
Cc)–] y los que la contemplan tanto por causas de terminación relacionadas con el repre-
sentado como con el representante [muerte del representado y renuncia del representante
–Eslovaquia y República Checa (parágrafo 33b.6 Cc)–; muerte del representado y muerte
del representante –Eslovenia (arts. 79.3 y 784.2 y 4 Código de Obligaciones); Guatemala
(arts. 1722 y 1724 Cc); Letonia (parágrafos 2316.3 y 2317.2 y 3 Cc); República Dominicana
(arts. 1991.2 y 2010 Cc) y Venezuela (arts. 1711-1712 Cc)–; muerte del representado, muer-
te del representante y renuncia del representante –Bolivia (arts. 832-833.I Cc); Chile (arts.
2167-2168 y 2170 Cc); Colombia (arts. 2193-2194 y 2196 Cc); Costa Rica (arts. 1283-1285
Cc); Ecuador (arts. 2071-2072 y 2079 Cc); El Salvador (arts. 1927-1929 Cc); Honduras (arts.
1897.2, 1916 y 1918 Cc); Méjico (arts. 2600-2603 Cc); Nicaragua (arts. 3351-3353 Cc); Pa-
namá (arts. 1409.2, 1428 y 1430 Cc); Puerto Rico (arts. 1609.2, 1628 y 1630 Cc) y Uruguay
(arts. 2093-2095 Cc)– y muerte, incapacidad e interdicción del representado y muerte del
representante –Brasil (arts. 674 y 690-691 Cc)–].
(104) CG (art. 20); PCCI (art. 2.2.10.2); PDCE (art. 3:209.3); MCR (art. II.– 6:112.4);
P.OHADAC (art. 2.3.10.3).
(105) Se habla también de tiempo «razonable» –aunque solo para el caso de renun-
cia– en Chile (art. 1267.1 Cc), Colombia (art. 2193.1 Cc), Ecuador (art. 2071.1 Cc), El
Salvador (art. 1927 Cc) y Uruguay (art. 2093 Cc).
(106) Tal aplicación, no obstante, se reconoce de manera expresa en Eslovenia (art.
78.1 Código de Obligaciones), Estonia (parágrafos 121.1 y 127.2 Cc), Portugal (art. 266.1.
Cc), Venezuela (art. 1170 Cc), asi como en el MCR (art. II.– 6:112) y en los P.OHADAC (art.
2.3.10).
III. El poder como fundamento de la representación voluntaria 1423
(113) Bolivia (art. 825 Cc –que admite, no obstante, una excepción, en los casos en
que exista «justo motivo»–); Perú (art. 150 Cc).
(114) Determinadas legislaciones exigen que el poder irrevocable se haya otorgado
en interés del representante o del tercero. Tal es el caso de Estonia (parágrafo 126.2 Cc);
Finlandia (T. M. Kivimäki y M. S. Ylöstalo, Lärobok i Finlands civilrät, op. cit., pp. 271-272);
Grecia (art. 218 segundo inciso Cc); Inglaterra (Gaussen v. Morton [1830] 10 B & C 731, 734
/ Frith v. Frith [1906] AC 254); Italia (art. 1723.2 Cc); Países Bajos (art. 3:74 BW) y Portugal
(art. 265.3 Cc). Otras legislaciones, en cambio, requieren que el otorgamiento del poder se
haya llevado a cabo en interés del representante y del representado, como sucede en Bélgi-
ca (Sentencia C.Cass. 28 junio 1993 –Pas. 1993 I 628, 630–) y Francia (P. H. Malaurie y L.
Aynés, Droit civil. Les contrats spéciaux, 8ª edic., Cujas, París, 1994, 557). Un tercer grupo de
países admiten los poderes irrevocables otorgados en interés del representante y del repre-
sentado o de un tercero, como es el caso de Bolivia (art. 829.I Cc –que también admite los
poderes irrevocables cuando la irrevocabilidad se estipule para un negocio especial o por
tiempo limitado–) y Perú (art. 153 Cc). Finalmente, hay legislaciones, como la argentina,
que admiten que el interés legítimo sea solo del representante, solo del tercero, común a
representante y representado, común a representante y tercero, o común a representado
y tercero (art. 380 c) Cccom). El MCR y los P.OHADAC, por su parte, solo contemplan el
supuesto de poder irrevocable en virtud de obligación asumida por el representado frente
al tercero (arts. II.– 6:112.2 y 2.3.10.2, respectivamente).
(115) Inglaterra (F. M. B. Reynolds, «When is an Agent's Authority Irrevocable?»,
Making Comercial Law. Essays in Honour of Roy Goode, Clarendon Press, Oxford, 1997, pp. 273
y ss.)
(116) Alemania (Sentencia BGH 13 diciembre 1990 –NJW-RR 1991, 439–).
(117) Austria (R. Strasser, en P. Rummel (ed.), ABGB Kommentar, 2ª edic., Manz,
Viena, 1997, parágrafos 1020-1026, 4); Perú (art. 153 Cc –que limita a un año la vigencia
del poder irrevocable–).
(118) Brasil (arts. 685-686 Cc); Inglaterra (Powers of Attorney Act 1971, s.4 y s.5.3 y Men-
tal Capacity Act 2005, s.9, s.11 y s.13); Paraguay (arts. 916.2 y 917 Cc –si bien se admite la
IV. Actuación del representante en el ejercicio del poder… 1425
legal que de este tipo de poderes llevan a cabo algunas legislaciones nacio-
nales, que declaran nula cualquier renuncia por parte del representado a
su facultad de revocar119.
Por otra parte, hay que señalar que los efectos de la cláusula de irrevo-
cabilidad no son los mismos en todos los ordenamientos. Así, mientras que
en unos la inclusión de dicha cláusula excluye totalmente la posibilidad
de una revocación del poder por parte del representado, salvo que exista
una razón de peso para ello120, en otros, sin embargo, se considera que la
inclusión de dicha cláusula no impide que el representado pueda revocar
el poder, si bien se prevé que, en estos casos, el representado incurrirá en
responsabilidad frente al representante por los daños que la revocación le
pueda ocasionar121, responsabilidad de la que, no obstante, determinados
ordenamientos eximen de existir una razón de peso para la revocación
del poder122. Esta posibilidad, en cualquier caso, queda por lo general ex-
cluida en los supuestos en que el poder irrevocable haya sido otorgado
en interés del representante o de un tercero, al exigirse en ellos, en or-
den a la revocación, bien el consentimiento de la persona interesada en
su otorgamiento, o bien la concurrencia de justa causa123. Finalmente, en
relación con los supuestos de poder irrevocable –o irrestringible–, el MCR
y los P.OHADAC disponen que el poder del representante se considerará
subsistente, pese a la extinción o restricción que del mismo pueda llevar a
cabo el representado, incluso en el supuesto de que el tercero haya tenido
conocimiento de tal extinción o restricción124.
(125) En Europa, Alemania (parágrafo 164 BGB); Austria (parágrafos 1002 y 1017
ABGB); Bulgaria (parágrafos 36 y 292.1 Ley de Obligaciones y Contratos); Dinamarca, Fin-
landia y Suecia (parágrafo 10.1 Ley Nórdica de Contratos); Eslovaquia y República Checa
(parágrafos 22.1 y 32.2 Cc); España (arts. 1259 y 1717.1 –implícitamente– Cc y art. 247.1
Ccom.); Estonia (parágrafo 95.1 Cc); Francia (art. 1154.1 Cc); Bélgica y Luxemburgo (arts.
1984.1 y 1998 Cc); Grecia (art. 211 Cc); Italia (art. 1388 Cc); Letonia (parágrafo 1515 Cc);
Malta (arts. 1856.1 y 1870 Cc); Países Bajos (arts. 3:60.1 y 3:66.1 BW); Portugal (arts. 258
y 1178 Cc) y Rumanía (art. 1296 Cc). Y en América Latina, Argentina (art. 359 Cccom);
Brasil (arts. 653 y 663 Cc); Chile (arts. 1448 y 2151 Cc); Colombia (arts. 1505 y 2177 Cc);
Costa Rica (art. 1275 Cc); Ecuador (arts. 1454 y 2055 Cc); El Salvador (arts. 1319 y 1911
cc.); Honduras (arts. 1896 –implícitamente– y 1904 Cc); Méjico (arts. 1801, 2560 y 2561
–implícitamente– Cc); Nicaragua (arts. 2440.1 y 3331 Cc); Panamá (arts. 1110.1 y 1404
–implícitamente– Cc); Paraguay (arts. 897 y 901 –implícitamente– Cc); Puerto Rico (arts.
1211.1 y 1608 –implícitamente– Cc); República Dominicana (art. 1984 Cc) y Uruguay (arts.
1254 y 2068 Cc).
(126) En Europa, y con carácter general, Bulgaria (parágrafo 292.2 Ley de Obliga-
ciones y Contratos); España (art. 1717 Cc); Italia (art. 1705 Cc); Malta (arts. 1871 y 1871A.2
Cc) y Portugal (arts. 1180-1184 Cc), y en el ámbito mercantil, y en relación con la figura
del comisionista, Alemania y Austria (parágrafo 383 HGB); Bélgica (art. 12 Libro I, Título
VI Ccom., resultante de la reforma llevada a cabo por Ley de 5 mayo de 1872); Dinamarca
y Suecia (parágrafo X Ley sobre Comisionistas, Agentes Comerciales y Representantes de
1917); España (art. 247.2 Ccom.); Francia (arts. 1154.2 Cc y L132-1 Ccom.); Italia (arts.
1731-1736 Cc); Letonia (parágrafo 1516 Cc); Países Bajos (arts. 7:425-7:427 BW); Portugal
(arts. 266-277 Ccom.) y Rumanía (art. 1297.1 Cc). En el ámbito latinoamericano cabe citar
el caso de Argentina (art. 1321 Ccom); Brasil (art. 663 Cc); Chile (art. 2151 Cc); Colombia
(art. 2177 Cc); Ecuador (art. 2055 Cc); El Salvador (art. 1911 Cc); Honduras (1896 Cc);
Méjico (arts. 2560-2561 Cc); Nicaragua (art. 3331.1 Cc); Panamá (art. 1408 Cc); Paraguay
(art. 897 Cc); Puerto Rico (art. 1608 Cc) y Uruguay (art. 2068 Cc).
(127) Cuba (art. 57 cc.); Bolivia (arts. 467 y 826 Cc); Eslovenia (art. 70 Código de
Obligaciones –que considera que hay representación, además de en los supuestos en los
que el representante informa al tercero del nombre del representado, en aquéllos en que
no lo hace, pero el tercero conoce o puede inferir de las circunstancias que el representan-
te actúa en condición de tal–); Guatemala (art. 1686.2 Cc); Lituania (arts. 2.132.4 y 2.133
Cc); Perú (arts. 160, 164, 1806 y 1809-1813 Cc); Polonia (arts. 95 y 96 Cc); Venezuela (art.
1169 Cc).
IV. Actuación del representante en el ejercicio del poder… 1427
lleva a distinguir entre disclosed y undisclosed agency (y, por consiguiente, en-
tre disclosed y undisclosed principal –pudiendo ser aquel primero un named o
un unnamed principal, en función de que el representante haya revelado o
no al contratar la identidad del representado–), aun cuando, como se verá,
no existe entre uno y otro supuesto tanta diferencia en cuanto a efectos
como la que puede existir entre representación directa e indirecta.
Por lo que concierne a los instrumentos supraestatales, tampoco en ellos
es posible hablar de una regulación uniforme de la cuestión de los efectos,
pues mientras que los PDCE, siguiendo abiertamente el modelo continen-
tal, acogen la distinción entre representación directa e indirecta128, el CG,
los PCCI y los P.OHADAC,, claramente inspirados en el modelo de common
law, distinguen en función de que el tercero haya tenido o no conocimien-
to de la existencia de la representación129. El MCR, por su parte, tratando
de conseguir una solución de compromiso entre los modelos continental y
de common law, establece una nueva distinción, al regular, por un lado, las
situaciones en las que el acto del representante afecta a la posición jurídica
del representado –que, según afirma, son aquéllas en las que, disponien-
do el representante de poder, aquél actúa en nombre del representado o
de cualquier otra forma indicativa para el tercero de que su intención es
afectar la posición jurídica del representado–, y, por otro, las situaciones
en que tal afectación no tiene lugar –lo que sucederá cuando el represen-
tante, pese a disponer de poder, actúa en nombre propio o de cualquier
otra forma que no sea indicativa para el tercero de que su intención es la
de afectar a la posición jurídica del representado–130.
vid. D. Busch, Indirect Representation in European Contract Law, Kluwer Law International, La
Haya, 2005, pp. 18 y ss.
(132) Vid. supra notas 125 y 127. Algún ordenamiento, como el lituano, predica los
efectos de la actuación contemplatio domini también en aquellos casos en que el represen-
tante, al contratar con el tercero, hubiera dejado de informar a este último que actuaba en
nombre y por cuenta del representado, pero el tercero se hallara en posición de inferir de
las circunstancias en que la conclusión del contrato se llevaba a cabo que este se celebraba
con un representante, así como en aquellos supuestos en que para el tercero no tuviera
importancia la identidad de la persona con quien se concluyera el contrato (art. 2133.4 Cc).
(133) Millar v. Mitchell [1860] 22 D 833, 845, 848 / Langton v. Waite [1868] LR 6 Eq.
165. Bowstead & Reynodls on Agency, op. cit., 73; D. M. Walter, The Law of Contracts..., op. cit.,
29.5; E. Peel, The Law of Contract, op. cit., 16-055. Vid. asimismo Chipre (parágrafo 186 Ley
de Contratos).
(134) Ireland v. Livingston [1871] LR 5 HL 395 / Credit Agricole Indosuez v. Muslim
Comercial Bank Ltd [2000] 1 Lloyd´s Rep 275, 280. E. Peel, The Law of Contract, op. cit., 16-016.
(135) Alemania (Sentencia BGH 17 mayo 1988 –NJW 1989, 26–. En este mismo sen-
tido H. Heinrichs, Palandt BGB, op. cit., parágrafo 164, 13); Austria (Sentencia OGH 13 fe-
brero 1991 –SZ 64, 13–. También en este sentido H. Koziol y R. Weser, Grundriss des bürger-
lichen Rechts, op. cit., pp. 190-191); Bulgaria (parágrafo 40 Ley de Obligaciones y Contratos).
(136) Vid., p.ej., Grecia (art. 281 Cc); Italia (art. 1394 Cc); Portugal (art. 269 Cc).
IV. Actuación del representante en el ejercicio del poder… 1429
(137) Macmillan Inc v. Bishopgate Trust (No 3) [1995] 1 WLR 978, 984 / Hopkins v. TL
Dallas Group Ltd [2004] EWHC 139.
(138) E. Peel, The Law of Contract, op. cit., 16-016. En este mismo sentido, Chipre
(parágrafo 198 Ley de Contratos).
(139) Así se establece expresamente en Argentina (art. 366 Cccom); España (art.
1725 Cc); Honduras (art. 1904 Cc); Panamá (art. 1416 Cc); Puerto Rico (art. 1616 Cc) y
Uruguay (art. 2075 Cc). Otros ordenamientos lo que contemplan es la posibilidad de que el
representante, mediante pacto, garantice frente al representado la solvencia de los terceros
con los que contrate o asuma la incertidumbre del cobro, si bien tal obligación se circuns-
cribe al marco de las relaciones internas entre representado y representado, no generando
por tanto vínculo alguno entre el representante y el tercero. Tal es el caso de Chile (art.
2152 Cc); Colombia (art. 2178 Cc); Ecuador (art. 2056 Cc); El Salvador (art. 1912 Cc); Ni-
caragua (art. 3332 Cc) y Paraguay (art. 896 Cc).
(140) Méjico (art. 2582 Cc).
(141) Respecto a la ausencia de obligación, Robins v. Bridge [1837] 3 M & W 114 /
Boyter v. Thomson [1995] 2 AC 629, 632, y en cuanto a la ausencia de derechos, Lucas v. Beale
[1851] 109 CB 739 / Fairlie v. Fenton [1870] LR 5 Ex. 169. Vid. asimismo Chipre (parágrafo
190.1 Ley de Contratos).
(142) Basma v. Weekes [1950] AC 441 / The Sun Apiñes [1984] 1 Lloyd´s Rep 381.
1430 28. La representación voluntaria en la contratación
(154) PDCE (art. 3:202); CG (art. 12); PCCI (art. 2.2.3.1); P.OHADAC (art. 2.3.3.1).
(155) Art. II.– 6:105.
(156) PCCI (art. 2.2.7); PDCE (art. 3:205); MCR (art. II.– 6:109); P.OHADAC (art.
2.3.6).
(157) De manera expresa, en CG (art. 12 in fine), PCCI (art. 2.2.3.2) y P.OHADAC
(art. 2.3.3.2), e, implícitamente, en PDCE (art. 3:202, Comentario c).
(158) Art. II.– 6:105 in fine.
(159) Alemania (Sentencia RG 2 marzo 1933 –RGZ 140, 335–); Austria (Sentencia
OGH 17 mayo 1950 –SZ 23, 163–); Bolivia (art. 472 Cc); Francia (PH. Malaurie y L. Aynès,
Droit civil. Les contrats spéciaux, op. cit., 535); Malta (art. 1860 Cc); Países Bajos (art. 3:67 BW).
1432 28. La representación voluntaria en la contratación
(160) Bolivia (art. 472.III Cc); Francia (P. H. Malaurie y L. Aynès, Droit civil. Les
contrats spéciaux, op. cit., 535); Países Bajos (art. 3:67.2 BW).
(161) Alemania (parágrafo 179 BGB y Sentencia BGH 20 marzo 1995 –NJW 1995,
1739, 1742–); Austria (parágrafo 8.11 EVHGB, en los negocios mercantiles. Respecto a las
transacciones civiles, la doctrina, a falta de regulación legal, considera que el representante,
haya o no tenido conocimiento de su falta de poder, siempre deberá indemnizar los daños
negativos. Vid. H. Koziol y R. Weser, Grundriss des bürgerlichen Rechts, op. cit., pp. 189-190);
Grecia (art. 231 Cc).
(162) Brasil (arts. 467-471 Cc); Italia (arts. 1401-1405 Cc); Portugal (arts. 452-456 Cc
y art. 465 Ccom.).
(163) Brasil (art. 469 Cc); Italia (art. 1404 Cc); Portugal (art. 455.1 Cc).
(164) Italia (art. 1402 Cc); Portugal (art. 453 Cc).
IV. Actuación del representante en el ejercicio del poder… 1433
(165) Brasil (art. 470 Cc –aunque también se prevé la eficacia del contrato entre los
contratantes originarios en otros dos supuestos: incapacidad e insolvencia de la persona
designada. Art. 471 Cc–); Italia (art. 1405 Cc); Portugal (art. 455.2 Cc).
(166) Sims v. Bond [1833] 5 B & Ad 389 y 393.Vid. asimismo Bowstead & Reynolds on
Agency, op. cit., 73; D. M. Walter, The Law of Contracts..., op, cit., 29.7.
(167) Dores v. Horne and Rose [1842] 4 D 673 / Gibb v. Cunnigham & Robertson [1925]
SLT 608.
(168) The Virgo [1976] 2 Lloyd's Rep 135, CA.
(169) The Santa Carina [1977] 1 Lloyd's Rep 478, CA.
(170) PDCE (art. 3:203); MCR (art. II.– 6:108); P.OHADAC (art. 2.3.3.3).
1434 28. La representación voluntaria en la contratación
25. Sin duda alguna, el punto en el que más se alejan los países de tra-
dición continental de los de common law es en el de la regulación de los
efectos que se derivan de la actuación del representante con poder cuando
este interviene de cualquier forma distinta a hacerlo en nombre del repre-
sentado, lo que cubre tanto los supuestos en que el representante actúa
en nombre propio, pero por cuenta de otra persona, conociendo el terce-
ro esta última circunstancia (supuesto típico del comisionista mercantil),
como aquéllos otros en que, actuando el representante por cuenta de otra
persona, el tercero ni conoce ni puede conocer tal circunstancia (supuesto
del testaferro, strawman o prête-nom).
(171) Vid. supra nota 126. En determinados países, no obstante, se establece una
excepción a la regla según la cual, en los supuestos en los que el representante actúa en
nombre propio, es el representante quien queda obligado directamente frente al tercero:
cuando se trate de cosas propias del representado. España (art. 1717.2 Cc); Honduras (art.
1896.2 Cc); Méjico (art. 2561.2 Cc); Panamá (art. 1408.2 Cc); Puerto Rico (art. 1608.2 Cc).
(172) Alemania (parágrafo 392.1 HGB –en relación con el comisionista–); Argentina
(art. 1321 Cccom); Bolivia (art. 826.II Cc); Francia, Bélgica y Luxemburgo (art. 1116 Cc
–aunque se considera que el representado no podrá adquirir para sí mismo los beneficios
de la acción ejercitada, por tratarse de una acción pensada en beneficio del representante,
como señalan en Francia las Sentencias C.Cass. 20 julio 1871 y 16 junio 1903 y Tribunal de
Paris 12 junio 1946 –DP. 1871, I, 232; DP. 1903, I, 454 y D. 1947, 112.–, y en Luxemburgo
la Sentencia Cour Supérieure de Justice 19 marzo 1920 –Pas. 11, 84–); Italia (art. 1705.2 Cc);
Paraguay (art. 897 Cc); Portugal (art. 1181.2 Cc). Algún ordenamiento, como el peruano,
prevé expresamente la obligación del representante de transferir al representado los bienes
adquiridos, así como la obligación del representado de asumir las obligaciones contraídas
por el representante (arts. 1810-1811 Cc).
IV. Actuación del representante en el ejercicio del poder… 1435
(173) Bélgica (art. 103.2 Ley de Insolvencia de 1997); Luxemburgo (art. 567.2
Ccom.).
(174) Parágrafo 57.2 Ley sobre Comisionistas, Agentes Comerciales y Representan-
tes.
(175) Parágrafo 57.1 Ley sobre Comisionistas, Agentes Comerciales y Representan-
tes.
(176) Parágrafo 392.2 HGB.
(177) En Alemania, parágrafos 404 y 406 BGB.
1436 28. La representación voluntaria en la contratación
ningún caso podrá hacer el tercero será actuar al mismo tiempo contra el
representante y el representado178.
El derecho del tercero a dirigir su acción contra el representado se re-
conoce igualmente en Derecho español, aunque en un solo supuesto: el
del factor mercantil que, pese a venir obligado a actuar en nombre de su
representado, haya contratado en nombre propio tras haber llevado a cabo
la negociación por cuenta del representado, supuesto en el cual se recono-
ce al tercero la posibilidad de dirigir su acción contra el factor o contra el
representado179.
El único ordenamiento que, como excepción al que se considera efecto
general de la representación indirecta, reconoce a la vez el derecho del
representado a dirigirse contra el tercero y el de este a actuar contra el
representado, es el de los Países Bajos. Además, es el único Derecho na-
cional que realiza una enumeración completa de las circunstancias y de las
condiciones que, en tales situaciones, se han de dar para que tenga lugar el
establecimiento de una relación jurídica directa entre representado y ter-
cero. Concretamente, a la luz del Derecho holandés180, las circunstancias
que pueden determinar una vinculación directa entre representado y ter-
cero son las siguientes: 1) que el representante no cumpla sus obligaciones
con el representado, se declare en quiebra, o se haya declarado aplicable
respecto del mismo una deuda personal, supuestos en los que se prevé que
el representado va a poder exigir al representante que le dé a conocer el
nombre del tercero, asumiendo y ejercitando frente a este los derechos del
intermediario derivados del contrato principal, y 2) que el representante
no cumpla sus obligaciones con el tercero, se declare en quiebra, o se haya
declarado aplicable respecto del mismo una deuda personal, previéndose
en tal caso la posibilidad de que el tercero exija al representante que le dé
a conocer el nombre del representado, y, una vez conocido este, asuma y
ejercite frente al mismo los derechos del representante derivados del con-
trato principal. El Derecho holandés, además, requiere una notificación
previa de la intención. Así, para que el representado pueda proceder con-
tra el tercero, exige que aquél haya comunicado su intención tanto a este
último como al representante. Y, para que el tercero pueda actuar contra
el representado, considera necesaria la notificación escrita de su intención
tanto al representante como al representado.
26. En los países de common law, sin embargo, el planteamiento ante las
situaciones aquí consideradas es diferente, ya que tanto en el caso de que
el tercero haya tenido conocimiento de la existencia de representación al
tiempo de contratar, como en el caso de que no, se admite como principio
el establecimiento de vínculos jurídicos directos entre el representado y el
(178) F. Terré, P. Simler e Y. Lequette, Droit civil. Les obligations5ª edic., Dalloz, París,
1993, pp. 391 y ss.
(179) Art. 287 Ccom.
(180) Arts. 7:420 y 7:421 BW (referidos al contrato de mandato).
IV. Actuación del representante en el ejercicio del poder… 1437
(181) En relación con estos últimos supuestos, Universal Steam Navigation Co v. James
McKelvie & Co [1923] AC 492 / Benton v. Campbell, Parker & Co Ltd [1925] 2 KB 410.
(182) Sims v. Bond [1833] 5 B & Ad 389, 393 / Boyter v. Thomson [1995] 2 AC 629, 632.
Chipre (parágrafo 190.2 b) Ley de Contratos).
(183) G. H. L. Fridman, Law of Agency, 6ª edic., Butterworths, Londres, 1990, p. 230.
(184) Pople v. Evans [1969] 2 Ch 255 / Siu Yin Kwan v. Eastern Ins Co Ltd [1994] 2 AC
199, 209.
(185) Craig v. Blackater [1923] SC 472, 486./ Siu Yin Kwan v. Eastern Insurance Co. Ltd.
[1994] 2 AC 199, 209. Chipre (parágrafos 191.1 y 192 Ley de Contratos –donde se establece
asimismo que el tercero podrá hacer oponer frente al representado las mismas excepciones
que aquél tuviera frente al representante–).
(186) Bennett v. Inveresk Paper Co [1891] 18 R 975, 983 / Laidlaw v. Griffin [1968] SLT
278. Chipre (parágrafo 193 Ley de Contratos).
(187) Kendall v. Hamilton [1879] 4 App Cas 504 / Green, Holland & Sons v. A/S City of
Richmond [1894] 1 SLT 483. En Chipre, sin embargo, se contempla la posibilidad de que el
tercero se dirija contra ambos, representado y representante (parágrafo 193 Ley de Con-
tratos).
(188) UK Mutual Steamship Assurance Association v. Nevill [1887] 19 QBD 110.
1438 28. La representación voluntaria en la contratación
(189) Humble v. Hunter [1848] 12 QBD 310, 316 / The Astyanax [1985] 2 Lloyd´s Rep
109.
(190) Collins v. Associated Greyhound Racecourses Ltd [1930] Ch 1. Chipre (parágrafo
191.2 Ley de Contratos).
(191) Creer v. Downs Suply Co [1927] 2 KB 28. Chipre (parágrafo 191.2 Ley de Con-
tratos).
(192) Nash v. Dix [1898] 78 LT 445 / Said v. Butt [1920] 3 KB 497.
(193) Archer v. Stone [1898] 78 LT 34 / Berg v. Sadler & Moore [1937] 2 KB 158.
(194) Browning v. Provincial Ins Co of Canada [1873] LR 5 PC 263, 272.
(195) George v. Clagget [1797] 7 TR 359 / Montague v. Forwood [1893] 2 QB 350.
(196) Waring v. Favenck [1807] 2 Camp. 85.
(197) Irvine v. Watson [1880] 5 QBD 414.
(198) Con carácter general respecto de la undisclosed agency pueden verse E. Peel,
The Law of Contract, op. cit., 16-056-16-064 y F. M. B. Reynolds, «Practical Problems of the
Undisclosed Principal Doctrine», CLP, 36, 1983, pp. 119 y ss. Vid. asimismo el célebre estu-
dio comparado que de la figura de la undisclosed agency llevara a cabo Müller-Freienfels
en «Die «Anomalie» der verdeckten Stellvertretung (undisclosed agency) des englischen
Rechts», RabelsZ, 17, 1952, pp. 578 y ss. y 18, 1953, pp. 12 y ss., en «Comparative Aspects of
Undisclosed Agency», MLR, 18, 1955, pp. 33 y ss. y en «Law of Agency», AJCL, 6, 1957, pp.
165 y ss.
IV. Actuación del representante en el ejercicio del poder… 1439
Los PDCE, al igual que hacen las legislaciones de los países que acogen
el modelo continental, disponen que, en los supuestos de representación
indirecta, la actuación del representante (al que se refieren bajo el término
«intermediario» para diferenciarlo del representante en los supuestos de
representación directa) solo va a obligar en principio a este último con el
tercero199. No obstante, también admiten la posibilidad de que, en deter-
minadas circunstancias, y bajo estrictas condiciones, se establezca de mane-
ra excepcional una relación jurídica directa entre representado y tercero,
y, por tanto, resulte posible el ejercicio de acciones directas entre sí200,
pudiéndose apreciar en la regulación que de tal extremo ofrecen una clara
influencia de la legislación holandesa. Concretamente, según los PDCE, las
circunstancias que pueden determinar el establecimiento de una relación
directa entre representado y tercero son:
1) que el intermediario devenga insolvente, incurra en incumplimiento
esencial o se advierta de manera evidente, con carácter previo a la fecha
del cumplimiento, que incurrirá en incumplimiento esencial respecto del
representado. En tales casos, se afirma, podrá este último exigir al interme-
diario que le comunique el nombre y la dirección del tercero, y, una vez
conocidos, dirigirse contra el mismo en reclamación de los derechos que el
intermediario hubiera adquirido por cuenta del representado. El tercero,
ante tal reclamación, únicamente podrá hacer valer las excepciones y defen-
sas que pueda oponer al intermediario, y
3. Conflicto de intereses
28. El representante que actúa en ejercicio de su poder necesariamente
lo ha de hacer en interés de su representado, al configurarse la tutela por
el representante de los intereses del representado como una condición
inherente a la relación de representación. Pero puede suceder que, en la
actuación del representante, el interés del representado entre en conflicto
con otros intereses, contrapuestos e incompatibles, o sencillamente que el
representante desatienda el interés del representado, al hacer caso omiso
a las instrucciones internas recibidas de este. Y en ambos supuestos el acto
del representado, llevado a cabo en conflicto de intereses –entendida la
expresión en sentido amplio–, puede llegar a generar un daño para el re-
presentado.
Sin duda, los casos de conflicto de intereses más frecuentes son aquéllos
en los que el representante actúa a la vez por cuenta de dos representantes,
así como aquellos otros en los que el representante concluye el contrato
que le ha sido encomendado consigo mismo o con una sociedad en la que
tenga intereses (aun cuando haya que admitir que, en tales situaciones, no
siempre tiene que existir un conflicto de intereses –piénsese, p.ej., en el
caso en que la actuación del representante por cuenta de dos representa-
(213) Brasil (art. 119.1 Cc); Estonia (parágrafo 131.1 Cc); Italia (art. 1394 Cc); Litua-
nia (art. 2.135.1 Cc); Portugal (art. 269 Cc); Rumanía (art. 1303 Cc); PCCI (art. 2.2.7.1);
PDCE (art. 3:205.1); MCR (art. II.– 6:109.1); P.OHADAC (art. 2.3.6.1)..
(214) PCCI (art. 2.2.7.2); PDCE (art. 3:205.3); MCR (art. II.– 6:109.3); P.OHADAC
(art. 2.3.6.3).
(215) Italia (art. 1395 Cc); Portugal (art. 261.1 Cc). Estonia, sin embargo, contempla
los mismos supuestos de exclusión del derecho de anulación que los instrumentos supraes-
tatales (parágrafo 131.2 Cc).
(216) Alemania (parágrafo 177.1 BGB); Argentina (art. 366 Cccom –a contrario–);
Austria (parágrafo 1016 ABGB); Bulgaria (se infiere de la lectura conjunta de los pará-
grafos 36 y 42 Ley de Obligaciones y Contratos); Chile (art. 1450 Cc); Chipre (parágrafos
156 –implícitamente– y 188 Ley de Contratos); Dinamarca, Finlandia y Suecia (parágrafo
11 Ley Nórdica de Contratos); Eslovenia (art. 72.1 Código de Obligaciones); España (arts.
1259.2, 1725 y 1727.2 Cc); Estonia (parágrafo 129.1 Cc); Francia (art. 1156 Cc);, Bélgica y
1444 28. La representación voluntaria en la contratación
Luxemburgo (art. 1998.2 Cc); Grecia (art. 229 Cc); Hungría (art. 221.1 –implícitamente–);
Inglaterra y Escocia (Xenos v. Wickham [1866] LR 2 HL 296 / Hopkinson v. Williams [1993]
8 CL 581. D. M. Walter, The Law of Contracts..., op. cit., 6.9, 6.27 y 29.9); Italia (art. 1398
Cc –implícitamente–); Letonia (parágrafo 1518 Cc); Lituania (arts. 2.133.7 y 2.136.1 Cc);
Malta (art. 1880.2 Cc); Méjico (art. 2583 Cc); Países Bajos (art. 3:66 Cc –a contrario–); Pa-
raguay (arts. 346 y 348.1 a) Cc); Perú (art. 161 Cc); Polonia (art. 103 Cc); Portugal (art.
268.1 Cc); Rumanía (art. 1309.1 Cc). Algunos ordenamientos, no obstante, contemplan
la posibilidad de que el representado acabe quedando vinculado frente al tercero por el
contrato celebrado por este último con el falsus procurator. Y ello en atención a la conducta
del representado posterior a la celebración del contrato. Así, p.ej., en Estonia, se prevé tal
vinculación en aquellos casos en que el representado no informe al tercero de su rechazo
al contrato inmediatamente después de tener conocimiento de su celebración (parágrafo
676.4 Ley de Obligaciones). E igual sucede en Inglaterra, donde se admite la vinculación
del representado frente al tercero cuando aquél, tras la celebración del contrato, adopte un
comportamiento que no permita negar que el contrato fue concluido por su cuenta (Spiro
v. Listern [1973] 1 WLR 100 / Worboys v. Carter[1987] 2 EGLR 1).
(217) CG (art. 14.1); PCCI (art. 2.2.5.1); PDCE (art. 3:204.1); MCR (art. II.– 6:107.1);
P.OHADAC (art. 2.3.5.1).
(218) Alemania (parágrafo 139 BGB); Chipre (parágrafo 187 Ley de Contratos); Es-
tonia (parágrafo 129.2 Cc); Grecia (art. 181 Cc); Lituania (art. 2.136.1 Cc); PDCE (art.
3:204 Comentario B).
(219) Collen v. Wright [1857] 8 E & B 647 / V/O Rasnoimport v. Guthrie & Co Ltd [1966]
1 Lloyd´s Rep 1. Vid. asimismo Chipre (parágrafo 195 Ley de Contratos).
(220) Bulgaria (parágrafo 42.1 Ley de Obligaciones y Contratos); Dinamarca, Fin-
landia, Suecia (parágrafo 25.1 Ley Nórdica de Contratos); Lituania (arts 2.133.1 y 2.136.3
Cc); Países Bajos (art. 3:70 BW y Sentencia HR 28 marzo 1997 –NJ 1997, 454–); Rumanía
(art. 1310 Cc).
V. Actuación del representante sin poder o excediéndose de sus límites… 1445
(221) CG (art. 16.1); PCCI (art. 2.2.6.1); PDCE (art. 3:204.2); MCR (art.II.– 6:107.2);
P.OHADAC (art. 2.3.5.2).
(222) Vid. en Inglaterra Nelson v. Nelson [1997] 1 WLR 233 / AMB Generali Holding AG
v. SEB Trygg Liv Holding Aktiebolag [2006] 1 WLR 2276, 63.
(223) En los Países Bajos, no obstante, se excluye la responsabilidad del representan-
te en los casos en que este haya actuado sin poder por no haber tenido conocimiento de
la extinción del mismo, siempre que tal extinción resulte oponible frente al tercero (art.
3:70.2 BW).
(224) Habton Farms v. Nimms [2003] 1 All ER 1136.
(225) Admitida doctrinalmente en Francia (Ph. Malaurie y L. Aynès, Droit civil. Les
contrats spéciaux, op. cit., 575), esta solución viene consagrada jurisprudencialmente en Lu-
xemburgo (Sentencia C.Cass. 7 enero 1975 –Pas. 23, 68–). No obstante, hay que señalar que,
tanto en uno como en otro país, se exceptúan los casos en que el representante hubiera
garantizado su poder de manera expresa o tácita, en los que se considera que aquél deberá
responder por la totalidad del daño causado al tercero –art. 1997, último apartado Cc–.
Ambos países, además, coinciden en atribuir al representante en estos supuestos respon-
1446 28. La representación voluntaria en la contratación
32. El efecto que, como se acaba de indicar, se deriva como regla gene-
ral de la actuación del representante sin poder o fuera de sus límites, no
se llegará a producir, según coinciden en señalar tanto los ordenamientos
nacionales237 como los instrumentos supraestatales238, en los supuestos
en que el representado proceda a ratificar el acto llevado a cabo por el
representante por cuenta de aquél. Y ello por cuanto se considera que la
ratificación del representado subsana cualquier deficiencia existente en el
poder del representante, incluida la ausencia absoluta de poder, determi-
nando, habida cuenta de su efecto retroactivo, que el acto realizado por
el representante pase a considerarse autorizado, y, por tanto, despliegue
los mismos efectos que si aquél se hubiera llevado a cabo disponiendo el
representante de poder, obligando desde el principio al representado y al
2584 Cc); Nicaragua (art. 3333 Cc); Panamá (art. 1416 Cc); Puerto Rico (art. 1617 Cc) y
Uruguay (art. 2075 Cc), coincidiendo prácticamente todos ellos en exceptuar el caso en
que el representante se hubiera obligado personalmente. Finalmente, en cuanto a los ins-
trumentos supraestatales, así se establece en CG (art. 16.2); PCCI (art. 2.2.6.2); PDCE (art.
3:204.2 in fine); MCR (art.II.– 6:107.3) y P.OHADAC (art. 2.3.5.2).
(236) Art. 3:204 Comentario C.
(237) En Europa, Alemania (parágrafo 177 BGB); Austria (parágrafo 1016 ABGB);
Bulgaria (parágrafo 42.2 Ley de Obligaciones y Contratos); Chipre (parágrafo 156 Ley de
Contratos –aunque con algún límite, como el previsto en el parágrafo 160–); Dinamarca,
Finlandia y Suecia (parágrafo 25.1 Ley Nórdica de Contratos); Eslovaquia y República Che-
ca (parágrafo 33.1 y 2 Cc); Eslovenia (arts. 72.1 y 73.1 Código de Obligaciones); España
(arts. 1259.2 y 1727.2 Cc); Estonia (parágrafo 130.1 Cc); Francia, (arts. 1156.3, 1161.2 y
1998.2 Cc); Bélgica y Luxemburgo (art. 1998.2 Cc); Grecia (art. 229 Cc); Hungría (art.
221.1 Cc); Inglaterra y Escocia (Bird v. Brown [1850] 4 Ex 786, 789. D. M. Walter, The Law
of Contracts..., op. cit., 6.9-6.11; E. Peel, The Law of Contract, op. cit., 16-042-16-052); Italia (art.
1399.1 Cc); Lituania (arts. 2.133.7 y 2.136.1 Cc); Malta (art. 1880.2 Cc); Países Bajos (art.
3:69 BW); Polonia (art. 103.1 Cc); Portugal (art. 26.1 Cc) y Rumanía (art. 1311.1 Cc). Y en
América Latina, Argentina (arts. 369 Cccom); Bolivia (art. 821.II Cc); Brasil (art. 662 Cc);
Chile (arts. 1450 y 2160 Cc); Colombia (arts. 1507 Cc y 2186 Cc); Costa Rica (arts. 1027-1029
y 1275 Cc); Cuba (arts. 420-422 Cc); Ecuador (arts. 1456 y 2064 Cc); El Salvador (arts. 1321
y 1920 Cc); Guatemala (arts. 1611-1612 y 1712 Cc); Honduras (art. 1906 Cc); Méjico (arts.
1802 y 2583 Cc); Nicaragua (arts. 2440 y 3339-3341 Cc); Panamá (arts. 1110 y 1418 Cc);
Paraguay (art. 346-348 a) Cc); Perú (art. 162 Cc); Puerto Rico (arts. 1211 y 1618 Cc); Repú-
blica Dominicana (art. 1998 Cc); Uruguay (arts. 1255 y 2076 Cc) y Venezuela (art. 1698 Cc).
(238) CG (art. 15.1); PCCI (art. 2.2.9.1); PDCE (art. 3:207.1); MCR (art. II.– 6:111.1);
P.OHADAC (art. 2.3.9.1).
V. Actuación del representante sin poder o excediéndose de sus límites… 1449
(239) En Europa, Alemania (parágrafo 184 BGB); Austria (R. Strasser, en P. Rum-
mel (ed.), ABGB Kommentar, op. cit., parágrafos 1016 y 1017, 15); Chipre (parágrafo 156
Ley de Contratos); Eslovenia (art. 72.3 Código de Obligaciones); España (L. Díez-Picazo
y Ponce de León, La representación en el Derecho Privado, op. cit., pp. 238 y ss.); Estonia (pa-
rágrafo 130.1 Cc –implícitamente–); Francia (P. H. Malaurie y L. Aynès, Droit civil. Les
contrats spéciau, op. cit., 584); Inglaterra y Escocia (Bolton Partners v. Lambert [1888] 41 ChD
295 / Boston Deep Sea Fishing and Ice Co Ltd v. Farnham (Inspector of Taxes) [1957] 1 WLR 1051.
E. Peel, The Law of Contract, op. cit., 16-050.); Italia (art. 1399.2 Cc); Lituania (art. 2.133.7
y 2.136.2 Cc Cc); Países Bajos (art. 3:69.1 BW); Portugal (art. 268.2) y Rumanía (art. 1313
Cc). Y en América Latina, Argentina (art. 369 Cccom); Brasil (art. 662.2 Cc); Costa Rica
(art. 1029 Cc); Guatemala (art. 1611 Cc); Nicaragua (art. 3341 Cc); Paraguay (art. 347 Cc)
y Perú (art. 162.2 Cc). Asimismo, CG (art. 15.1); PCCI (art. 2.2.9.1); PDCE (art. 3:207.2);
MCR (art. II.– 6:111.2); P.OHADAC (art. 2.3.9.1).
(240) Vid. en Italia las Sentencias C.Cass. 5 mayo 1989 y 15 noviembre 1993 –RN
1989, 930; RGSa 1995, 228–. Asimismo vid. S. Tondo, «Atti in nome di societá di capitali non
ancora iscritte», en Scintillae iuris. Studi in memoria di Gino Gorla, III, Giuffrè, Milán, 1994,
pp. 2473 y ss.
(241) Vid. también en Italia art. 2822.2 Cc.
(242) Argentina (art. 369 Cccom); Bélgica (Sentencia C.Cass. 6 febrero 1953 –Pas.
1953, I, 436, 437–); Costa Rica (art. 1029 Cc); Inglaterra (Smith v. Henniker-Major [2003] Ch
182, 71, 73 / The Borvigilant [2003] 2 Lloyd´s Rep 520, 70. E. Peel, The Law of Contract, op. cit.,
16-051); Italia (art. 1399.2 Cc); Nicaragua (art. 3341 Cc); Paraguay (art. 347 Cc); Perú (art.
162.2 Cc); Portugal (art. 268.2 Cc); PDCE (art. 3:207.2); MCR (art. II.– 6:111.2). Idéntica
conclusión cabe extraer de las reglas generales sobre los efectos de una aprobación existen-
tes en Luxemburgo (art. 1338 Cc) y Grecia (art. 238, segundo inciso Cc).
(243) Expresamente, Brasil (art. 662 Cc); Chile (art. 2160 Cc); Colombia (art. 2186
Cc); Costa Rica (art. 1275 Cc); Ecuador (art. 2064 Cc); El Salvador (art. 1920 Cc); Méjico
(arts. 1802 y 2583 Cc); Nicaragua (arts. 2440 y 3339 Cc); Panamá (art. 1110 Cc); Paraguay
(art. 346 Cc); Puerto Rico (art. 1211 Cc) y Uruguay (art. 1255 Cc). Vid. asimismo en Italia
las Sentencias C.Cass. 7 enero 1993 y 11 marzo 1998-MGC 1993, 15; GI 1998, 2099–.
1450 28. La representación voluntaria en la contratación
(257) Vid. en Inglaterra Moon v. Towers [1860] 8 CB (NS) 611 / Michael Elliott & Part-
ners v. UK Land [1991] 1 EGLR 39. La mera aquiescencia pasiva, no obstante, sí que implica
una ratificación tácita en Argentina (art. 1935 Cc) y Nicaragua (art. 3340.2 Cc).
(258) Italia (art. 1399.1 Cc. Respecto al planteamiento de la jurisprudencia italiana
sobre el tema vid. M. Magri, La rappresentanza nel contratto, op. cit., pp. 227-228); Méjico (art.
1802.1 Cc –aun cuando más tarde se contradice, al admitir en el art. 2583 Cc la ratificación
expresa o tácita–); Perú (art. 162.1 Cc); Rumanía (art. 1311.1 Cc).
(259) Bulgaria (parágrafo 42.2 Ley de Obligaciones y Contratos); Estonia (parágrafo
129.6 Cc); Países Bajos (art. 3:69.2 BW); Portugal (art. 268.2 Cc).
(260) Alemania (parágrafo 177.2 BGB); Estonia (parágrafo 129.4 Cc); Lituania (art.
2.133.7 Cc). En los tres casos se señala el plazo de 2 semanas.
(261) Eslovenia (art. 72.2 Código de Obligaciones –donde se habla del plazo habi-
tualmente requerido para el estudio y aprobación del contrato, aunque solo para los casos
de exceso de poder, ya que para los supuestos de actuación de sin poder se prevé que la
ratificación se habrá de llevar a cabo dentro del plazo estipulado. Art. 73.3–); Inglaterra
(Re Portuguese Consolidated Copper Mines [1890] 45 ChD 16 / Bedford Ins Co Ltd v. Instituto de
Ressaguros do Brasil [1985] QB 966, 987); Rumanía (art. 1311.2 Cc). Algunos ordenamientos
solo hablan del plazo fijado por el tercero, como sucede en Cuba (art. 420 Cc) o en Polonia
(art. 103.2 Cc).
(262) Eslovaquia y República Checha (parágrafo 33.1 Cc).
(263) Italia (Sentencia C.Cass. 10 marzo 1981 –GC 1982, I, 1031–).
(264) Alemania (parágrafo 177.2 BGB); Argentina (art. 370 Cccom); Cuba (art. 420
Cc); Eslovenia (arts. 72.2 y 73.2 Código de Obligaciones); Estonia (parágrafo 129.3 Cc);
Grecia (arts. 229 y 233 Cc); Inglaterra (Metropolitan Asylums Board v. Kingham [1890] 6 TLR
217/ Dibbins v. Dibbins [1896] 2 Ch 348); Italia (art. 1399.4 Cc); Lituania (art. 2.133.7 Cc);
Países Bajos (art. 3:69.4 BW); Polonia (art. 103.2 Cc); Portugal (arts. 260.1 y 268.3 Cc); Ru-
manía (art. 1311.2 Cc); PCCI (art. 2.2.9.2); PDCE (art. 3:208 –precepto que limita la facul-
V. Actuación del representante sin poder o excediéndose de sus límites… 1453
tad del tercero de demandar la confirmación del poder o la ratificación a los supuestos en
que, por las declaraciones o la conducta del representado, pudiese considerarse existente
un poder aparente, pero el tercero tenga dudas acerca de la existencia del poder–); MCR
(art. II.– 6:111.3); P.OHADAC (art. 2.3.9.2).
(265) Alemania (parágrafo 177.2 BGB); Argentina (art. 370 Cccom); Eslovenia (arts.
72.2 y 73.2 Código de Obligaciones –en el último, referido a la actuación sin poder, implíci-
tamente, estableciéndose además en él que la no ratificación en plazo por el representado
llevará a considerar el contrato como no concluido–); Estonia (parágrafo 129.4 Cc); Italia
(art. 1399.4 Cc); Lituania (art. 2.133.7 Cc); Polonia (art. 103.2 Cc); Portugal (art. 268.3 Cc);
Rumanía (art. 1311.2 Cc).
(266) Eslovaquia y República Checa (parágrafo 33.1 Cc); PDCE (art. 3:208 in fine).
También en Portugal cabe encontrar una disposición similar a la contenida en los Derechos
checo y eslovaco y en los PDCE, aunque en relación únicamente con los representantes
mercantiles. Se trata del art. 22 del Decreto-ley nº 178, de 3 de julio de 1986, modificado
por Decreto-ley nº 118, de 13 de abril de 1993, donde se establece que en los casos en que
el representado tenga conocimiento pleno del contrato no autorizado llevado a cabo por
el representante, y no informe al tercero de su disconformidad en el plazo de 5 días desde
que se hubiera enterado de la existencia de dicho contrato, este se considerará ratificado.
(267) Art. 2.3.9.2.
(268) McEvoy v. Belfast Banking Co [1935] AC 24.
1454 28. La representación voluntaria en la contratación
(269) Implícitamente, Argentina (arts. 369 y 370 in fine Cccom); Méjico (art. 1802.1
Cc); Nicaragua (art. 2440.2 Cc); Panamá (art. 1110.2 Cc); Perú (art. 162.3 Cc) y Puerto Rico
(art. 1211.2 Cc).
(270) Italia (F. Carresi, «Il contratto», en A. Cicu, F. Messineo y L. Mengoni (dir.),
Trattato di diritto civile e commerciale, Milán, Giuffré, 1987, p. 181, quien considera que una
ratificación condicionada o parcial debe ser considerada como una propuesta al tercero de
nuevo contrato).
(271) Países Bajos (art. 3:69.4 BW). En este mismo sentido, el CG (art. 15.4).
(272) Alemania (parágrafo 178 BGB –donde se reconoce la posibilidad de que la
revocación sea declarada frente al representante–); Eslovenia (art. 72.4 Código de Obliga-
ciones); Estonia (parágrafo 129.5 Cc); Lituania (art. 2.133.8 Cc); Países Bajos (art. 3:69.3
BW); Portugal (art. 268.4 Cc); Rumanía (art. 1314 Cc).
(273) Inglaterra (Bolton Partners v. Lambert [1889] 41 Ch D 295, cuyo planteamiento,
no obstante, fue objeto critica en Fleming v. Bank of New Zealand [1900] AC 577. El no reco-
nocimiento al tercero de este derecho fue asimismo criticado en su día por W. A. Seavey,
«The Rationale of Agency», Yale LJ, 29, 1920, pp. 886-892, aunque ha tenido asimismo sus
defensores, como S. J. Stoljar, The Law of Agency, Sweet & Maxwell, Londres, 1961, p. 191,
e I. Brown y G. Borrie, Commercial Law, Oxford University Press, Oxford, 2001, pp. 36-37).
(274) En concreto, en aquellos casos en que el representante hubiera contratado
«sujeto a ratificación» del representado (Watson v. Davis [1931] 1 Ch 455. / Warehousing &
Forwarding Co of East Africa Ltd v. Jafferali & Sons Ltd [1964] AC 1).
(275) Art. 15.2 y 3.
Bibliografía 1455
Bibliografía
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tariales de España, Madrid, 2003. G. M. Badr, «La tendance objective en
matiére de représentation dans le common law et en droit islamique», Rev.
int.dr.comp., 1965, pp. 379 y ss. C. M. Bianca, Diritto civile, III, Il contratto,
Giuffrè, Milán, 2000. E. Boland, De la représentation dans les contrats, Lieja,
1927. M. J. Bonell, «The 1983 Geneva Convention on Agency in the Inter-
national Sale of Goods», AJCL, vol. 32, 1984, pp. 717 y ss. Id., I Principi UNI-
DROIT nella pratica, Giuffrè, Milán, 2002. Id., «Agency», en A. Hartkamp y
OTROS (eds.), Towards a European Civil Code, 4ª edic., Wolters Kluwer. Ars
Aequi Libri, Alphen aan den Rijn, Nimega, 2011, pp. 515 y ss. Bowstead &
Reynolds on Agency, 16ª edic., Sweet & Maxwell, Londres, 1996. A. Brinz,
Lehrbuch der Pandekten, A. Deichert, Erlangen, 1857. I. Brown y G. Borrie,
Commercial Law, Oxford University Press, Oxford, 2001. D. Busch, Indirect
Representation in European Contract Law, Kluwer Law International, La Haya,
2005. H. Capitant, Introduction à l´étude du droit civil, 3ª edic., París, 1912.
F. Carresi, «Il contratto», en A. Cicu, F. Messineo y L. Mengoni (dir.),
DERECHO CONTRACTUAL
COMPARADO
Una perspectiva europea y
transnacional
TERCERA edición
TOMO II
Tercera edición, 2016
Este estudio ha sido realizado en el marco del Proyecto de Investigación DER2013-41156-P, titulado
«Derecho Contractual Comparado», del que es investigador principal el Dr. Sixto Sánchez Lorenzo,
y que ha sido financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y el Fondo Europeo de
Desarrollo Regional (FEDER).
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CAPÍTULO III
Contenido e interpretación
29
Contenido y condicionantes de las obligaciones
contractuales: Tipología en derecho comparado ... 45
Pilar Jiménez Blanco
I. Planteamiento ............................................................................... 45
II. Obligaciones expresas y obligaciones implícitas ........................ 46
1. Configuración y tendencias en los Derechos nacionales ............... 46
2. Perspectivas de los instrumentos de armonización ....................... 49
3. El criterio de las expectativas razonables del contrato .................. 50
III. Obligaciones de medios y obligaciones de resultado ................ 52
1. Configuración y tendencias en los Derechos nacionales ............... 52
2. La perspectiva de los instrumentos de armonización ................... 56
3. Relevancia de la distinción ....................................................... 60
4. Criterios para identificar a las obligaciones ................................ 61
A. Las cláusulas expresas e implícitas del contrato .......... 61
B. La finalidad del contrato .............................................. 63
C. La importancia del riesgo ............................................. 65
D. Estándar de diligencia exigible al deudor ................... 66
IV. Obligaciones condicionales ......................................................... 69
1. Configuración y tendencias en los Derechos nacionales ............... 69
2. Perspectivas en los instrumentos de armonización ...................... 72
3. El carácter retroactivo o irretroactivo de las condiciones ............... 73
12 Sumario
30
Autonomía de la voluntad y normas imperativas ..... 89
Carmen Vaquero López
31
Buena fe y lealtad contractual ......................................... 133
Ana Quiñones Escámez
32
El principio de cooperación en la contratación .... 197
Gloria Esteban de la Rosa
33
La interpretación del contrato ........................................ 235
Sixto Sánchez Lorenzo
34
La determinación del precio en los contratos in-
ternacionales ................................................................................ 283
Nuria Marchal Escalona
35
Pluralidad de partes en la contratación: Especial
referencia a la solidaridad ................................................... 321
Patricia Orejudo Prieto de los Mozos
36
Los contratos a favor de tercero en el Derecho
Europeo ............................................................................................. 365
Pilar Jiménez Blanco
37
La cesión de créditos ................................................................. 403
José Joaquín Vara Parra
38
La asunción contractual de deuda .................................. 451
Ángel Espiniella Menéndez
39
La cesión del contrato ............................................................ 501
Nuria Marchal Escalona
40
Modificación y novación del contrato ......................... 535
Gloria Esteban de la Rosa
CAPÍTULO IV
Cumplimiento e incumplimiento
41
La obligación de pago ............................................................... 571
Nuria Marchal Escalona
42
El cumplimiento de las obligaciones no pecunia-
rias ........................................................................................................ 609
Ricardo Rueda Valdivia
43
Medios de pago y garantías: «Lex mercatoria» y De-
rechos nacionales ...................................................................... 659
Miguel Checa Martínez
44
La frustración del contrato ............................................... 703
Sixto Sánchez Lorenzo
45
Las cláusulas de exoneración o limitación de res-
ponsabilidad ................................................................................... 765
Carmen Ruiz Sutil
46
La mora en los contratos ...................................................... 819
Carmen Vaquero López
47
La resolución del contrato como medio de tutela
en caso de incumplimiento ..................................................... 867
María Luisa Palazón Garrido
28 Sumario
48
La acción de cumplimiento específico en la contra-
tación internacional ............................................................... 925
Gloria Esteban de la Rosa
Esperanza Gómez Valenzuela
49
La indemnización de daños y perjuicios derivados
del incumplimiento del contrato .................................... 973
María Luisa Palazón Garrido
50
Compensación de créditos ..................................................... 1023
Rosa Miquel Sala
51
La prescripción en el Derecho Europeo ......................... 1057
Rosa Mª García Pérez