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La Zamacueca
La Zamacueca
Características
La Marinera Limeña
Primera de Jarana
Segunda de Jarana
Tercera de Jarana
Resbalosa
Fuga.
La gracia de los bailarines pone el encanto y la alegría de su sentimientos
espontáneos acompañados de habilidad y destreza,
La Marinera Norteña
La Marinera Serrana
Es la expresion mas cabal del modo de ser, sentir, amar y divertirse de los
puneños, se baila en Carnavales, lo que hace que estos sean ansiosamente
esperadas durante un largo período lleno de preparativos, la fiesta dura 8
dias, las pandillas llenan de luz y colorido las calles de la ciudad. Bailada
primitivamente por la cholada o por las cholas y señoritas en busca del
amor, ha llegado a todos los niveles sociales.
La Marinera
SEÑORES QUE SUENEN LAS PALMAS
REPIQUEN LAS CASTAÑUELAS
Y RETUMBE EL CAJON
LLEGO... LA MARINERA..
Marinera : por Carlos Chinchayan C.
La marinera es nuestro baile Nacional. Expresión musical del sentir popular, libre y
espontánea. La alegría de su ejecución con pasos y figuras donde las parejas hacen
derroche de gracia, picardía, habilidad, dextreza y donaíre nos muestran un coloquio de
insinuación y enamoramiento con las características propias de un hecho folklórico.
Vestido :
Con respecto al vestido, utilizaban una túnica con abertura a los costados para sacar los
brazos, de color negro llamada " Anaco o Lotu ". Con este vestido bailaban "El Tondero",
que en aquel entonces era llamado "La Danza de la Pava", que significa el apareamiento
del Pavo y la Pava.
La Marinera es un BAILE CON PAÑUELO que se cultiva o practica en todo ámbito nacional,
sin embargo algunos lugares, la han tomado como propia, dándole su tinte costumbrista tal
es asi que podemos hablar de las siguientes marineras:
En esta danza popular los bailarines enarbolan pañuelos que hacen flamear con gracia y
elegancia, el hombre en acción conquistadora...
Percusión de cajón y palmas, cuerdas y canto, se dan bien en ambientes reducidos como
un salón o un patio; pero en escenarios más grandes estos acompañamientos desaparecen
para ser remplazados por bandas de música conformada principalmente por instrumentos
tales como cornetas y tambores.
Existen tres formas en que se puede adoptar el baile de la marinera: la limeña, la norteña y
la puneña. La marinera limeña se baila en los salones de las viviendas del departamento de
Lima y es de movimiento moderado y elegante. La versión que campea en el departamento
de la Libertad y el tradicional concurso nacional de la marinera es la norteña. La marinera
puneña se baila al aire libre en las alturas serranas del departamento de Puno. Sin
embargo, estas formas de marinera se pueden reducir a dos: la marinera de la costa y la
marinera de la sierra.
LA MARINERA NORTEÑA
Esta danza de influencia afro-hispana, tuvo su aparición en 1710, cuando los hijos de
españoles nacidos en el Perú, los esclavos negros y mestizos difundían y danzaban la
marinera que por entonces se llamaba "SAGUARAYA", "ZAMBA-CUECA", "ZAMA-
CUECA", "MOZA-MALA", en 1839 se llamó "CUECA" por haber sido llevada por los
chilenos cuando el Perú se vio comprometido en la confederación con Bolivia.
Este "baile del pañuelo". Llegó a argentina como Zamba-Cueca, y en Chile los soldados
araucanos la modificaron en ritmo y cadencia... Ante esta grave lesión surge un estudioso,
don Abelardo Gamarra "El Tunante" y dice: "no mas chilenas"... sustituyó el nombre...
tanto porque en aquel entonces la Marina Peruana llamaba la atención del mundo entero en
el pueblo se hallaba vivamente preocupado por las heroicidades del "Huáscar" ... cuando
porque el balance, movimiento de popa, etc., de una nave gallarda, dice mucho con el
contoneo y lisura de quien sabe bailar como se debe, el baile nacional... La primera
marinera fue la "Conche-Perla", escrita por el "tunante" en 1879 y fue tocada al piano por
Rosa Mercedes Ayarza cuando tenia 9 años de edad. A la fecha ha cumplido 106 años de
esta inspiración.
La marinera chola o chusca; la pueblerina, aquella marinera que bien podemos llamarle
campesina, neta es espontánea o "plantada" de la "china ferosa"y el "cholo lambido"; su
vuelta a la derecha con "picao" o punta, su "cepillado" adelante y atrás y su "taconeo" con
talón y punta. La alegría picara: insinuantes voces y palma dan gracia y ese sabor cholo con
olor a chicha, claro y "pescao" con "cancha" para "rematar" con el "enlace" del pañuelo en
la "nuca" que el cholo atrevido y caballero hace acompañado de silbos... y algunas veces la
baila de rodillas... típicas estampas que reflejan el autentico folklore.
Esta danza se bailaba poniendo en el suelo un cántaro de chicha con su poto o "cojudito" y
a veces, una jarra de "barro" o "callana"; otras, un "botea" de "cascaría", "menta", "pócma",
o vino.
Era muy común acompañar y tocar marinera, vals y tonderos con pianos de manijas, arpa,
vihuela, violín guitarra con cajón, luego vinieron las bandas.
Carlos Vega
Las Danzas Populares Argentinas
1952-Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega”
HISTORIA
En la Argentina y Paraguay. La zamacueca, con sus nombres modernos de Cueca,
Chilena y Zamba, se cultiva hasta hoy en las provincias del norte y oeste argentino.
En Santiago del Estero la vio Carranza en 1872, con el nombre de Zamba. "El 13
salimos, todavía en medio del Carnaval, viendo las reuniones que en cada rancho y
con la célebre zamba santiagueña, tocada por un clarinete, un violín y un bombo, se
forman"...
Origen africano le atribuye Juan María Gutiérrez, que escribe en 1871, y esta
afirmación, enteramente infundada, justifica las que a la sombra de su autoridad y
testimonio, hicieron luego muchos publicistas. "El cielo — dice — no tiene entre
nosotros como la Zamba - clueca peruana o el Bambuco neogranadino origen africano
y no participa por consiguiente del delirio sensual"...
Según se desprende del texto, fue por los años 1870-1880 cuando Alfred Ebelot vio en
la Pampa lo que recuerda en su libro de 1890. En el cuadro titulado "El Velorio"
cuenta que, en el baile, "al pasar delante del pequeño muerto, algunas de las
bailarinas, balanceándose sobre las caderas por el movimiento lascivo que exigen la
habanera y la zamacueca, hacían un signo de la cruz furtivo"...
En la "Revista Argentina" (año 1868), Carlos Paz cita la "zamacueca", sin ubicación
geográfica precisa, en una poesía dedicada a Gottschalk.
Martín de Moussy, que viajó por nuestro país entre 1841 y 1859, recuerda las danzas
criollas: "Aquí las bochas y el billar atraen a los curiosos; mientras que más lejos, en
alguna casa un poco grande, la guitarra de agudos sonidos agrupa a los amantes de la
zamacueca"... Añade "que son danzas para dos, tres o cuatro personas y que hoy
[1860] están abandonadas en el litoral"...
Strain la vio en San Luis, en 1849. "La música era una guitarra frecuentemente
acompañada por la voz, y las danzas consistían en minuetes [y otras], y
ocasionalmente la Sama cueca nacional..."
Estos testimonios documentan el cultivo de la danza en esta parte del continente hasta
mediados del siglo pasado. Es, sin duda, algo más antigua y general su adopción,
aunque no tengamos menciones.
El baile es hasta nuestros días cultivado con fervor y lo ha sido sin interrupción por
espacio de cien años.
"La bailarina — escribe Bellessort en 1897 — tiene en una mano el pañuelo que agita,
y con la otra levanta ligeramente la falda y escapa del asedio del bailarín. Este, la
mano izquierda en la cadera, hace dar vueltas a su pañuelo sobre la cabeza de ella,
mariposeando a compás a su alrededor deseoso de llamar su atención. Pero la
bailarina, con la mirada obstinadamente baja, se sustrae a la persecución. El la
persigue, la importuna, le corta la retirada; ella esquiva. El se impacienta, despliega
todas sus gracias, redobla su donaire, se pavonea, ondula, zapatea. Pero la insensible,
con la vista fija en la punta de sus botines, se desliza como un sueño.
"La música, los cantos, las palmadas, estimulan la persecución, pues la esperanza se
renueva con los signos de languidez que se advierten en la eterna fugitiva. En fin, ella
levanta la vista y el encuentro de las dos miradas decide el triunfo de ambos o, mejor,
la doble derrota".
Hasta en Punta Arenas se bailó esta danza. Así es, según la moderna narración
histórica de Braun Menéndez, "El motín de los artilleros", episodios de 1877. Escribe:
"Y enseguida se armaba la fiesta; como no faltaba guitarra ni una "cantora",
empezaba pronto la consabida "cueca", con tamborileo y huifa;"...
En 1876, nos auxilia una referencia de Charles D'Ursel que la vio en la localidad de
Chimborango.
"De pronto — escribe — una pareja avanza al medio de la sala, y al son de la música y
de los cantos, se pone a bailar la zamacueca;"...
Describe enseguida el tema del pañuelo — que la bailarina dejar caer al final—, los
pequeños pasitos saltados, la persecusión y la derrota de ella.
"La gente decente va [a las chinganas] a ver bailar a las otras, pero más de un pie
delicado, se agita bajo el vestido, pues aun cuando esta danza nacional ha sido exilada
de los salones, toda chilena, por aristocrática que sea, le conserva en el fondo del
corazón, una preferencia inconfesada".
Verdad es que Bresson vio bailar la Zamacueca, pero, sin duda alguna, leyó
descripciones de Max Radiguet — otro francés que veremos — a quién copió párrafos
enteros.
Del año 1863 nos ha llegado crónica periodística de un banquete, que fue, según el
periódico, uno de los más animados que se hayan realizado en Santiago. "... se
quitaron las mesas y la espaciosa bodega quedó transformada en un rústico pero
hermoso salón de baile. Inmediatamente se improvisaron parejas, se armaron círculos
de cuadrillas, y el baile se hizo general; un momento después, la animación exigió
más: las bandas hicieron oír la entusiasta música de nuestra danza nacional, la
zamacueca, que fue bailada por algunas señoritas y jóvenes galanes. La animación
pasó entonces a ser un entusiasmo loco, delirante, inmenso"...
Del mismo año es un articulo de Vicuña Mackenna con noticias sobre una localidad
situada a unas cuarenta leguas al norte de Santiago de Chile. Dice:
"Hai además en cada faena, fuera de las casas de juego construidas i de garitos
subterráneos, grandes ramadas de baile, en las que los mineros lucen su ajilidad i
pintorescos atavíos en la za¡uriana, baile que nuestros montañeses prefieren a la
misma zamacueca”.
Un alemán que residió varios años en Chile, anduvo por Tres Puntas en 1851 ó 52.
Cuenta: "Por razones de curiosidad yo visité con mi amigo el mayor de los locales de
baile para ver las danzas nacionales [...]. El local consistía en una gran carpa en que
aproximadamente 400 mineros bebían, cantaban y jugaban con mujerzuelas; en un
estrado, una especie de escenario, bailaba siempre un par la Zamba Cueca al son de la
más ruidosa música y los gritos de la muchedumbre, haciendo las mujeres lo posible
por mostrar sus encantos".
Y en las trillas de mediados del siglo pasado, que el tradicionalista Pedro Ruiz Adea
describe más tarde, "...se devoran las empanadas de horno, se abre la pipa de
chacolí... ¡Zambacueca enseguida!"
Edmond Reuel Smith, que fue a Chile hacia 1850 integrando una misión
norteamericana de astronomía, hizo un viaje al Sur de Chile y asistió en Antuco a una
tertulia familiar en que se bailó, entre otras danzas, la zamacueca.
"The zamacúca — dice Smith — ha sido muy difamada por los extranjeros que la han
visto en las ciudades costeras, en lugares de dudoso carácter; pero bailada en la buena
sociedad o por las bajas clases sociales en el interior, no es poco graciosa y sí mucho
más modesta que los "schottishes" y "redowas" de los modernos bailes de salón.
"Una de las niñas toma la guitarra y canta; luego ejecuta una polca y después "the
more national zamacúca". Una pareja se levanta y los compañeros se colocan de pie
frente a frente, uno apartado del otro algunas yardas.
Y añade Smith que en la alta sociedad y en las ciudades costeras la zamacúca ha sido
"tabooed" (prohibida) por el hecho de ser plebeya; pero que en los bailes y recibos,
después de comer, cuando todas las formalidades han desaparecido, las danzas
nacionales y la música vuelven generalmente a recuperar la anterior supremacía y son
siempre recibidas con entusiasmo. (Un cura que asistía a una tertulia, se levantó la
sotana y entró en la danza).
Más tarde, en 1856, comentará en "El Nacional" el escándalo de las matronas por la
desenvoltura de la coreografía francesa. Inexplicable repulsión — según Sarmiento —
en quienes consentían la Zamacueca...
Isaac G. Strain publicó en 1853 su libro "Sketches of a journey in Chili, and Argentine
Provinces, in 1849". Al referirse a la zamacueca, considera errónea la impresión de
que es indecente, y cree que tal impresión se origina en el hecho de haber sido vista
únicamente en el fandango y entre las más bajas clases del pueblo. Ahí la "Sama
Cueca", como todas las otras danzas, está lejos de ser modesta, pero cuando ella es
ejecutada, como él ha visto frecuentemente, entre gente respetable de Chile y al otro
lado de la cordillera, es tan agradable y más expresiva que ninguna otra danza. ..
"Apenas — dice — puedo enumerar las danzas, valses y galopes que he presenciado,
pero la que yo he saboreado más fue la danza nacional "Sama - Cueca"...
<< Pero pasemos al baile que es el objeto principal de nuestro artículo. Hasta ahora
sólo habíamos visto en la escena las graciosas boleras, la cachucha, la gaviota a veces.
Dos danzarinas, que sin duda no rivalizan con Miss Ester, habían arrancado aplausos
al público con sus movimientos airosos, sus maniobras acompasadas; pero esta vez ha
habido algo más encantador que ha electrizado, o más bien enloquecido al público.
Los aplausos han tocado en el frenesí i los gritos de ¡otro! ¡otro! tenían toda la viva
espresión de un deseo popular que quiere ser satisfecho a toda costa.
¿Qué nuevos atractivos tenia el baile para el público, qué nuevas habilidades venían a
escitar su admiración? Una bagatela insignificante en la apariencia, pero en realidad
una cosa muy grande i que remueve profundamente los corazones. Un Baile popular
comprendido de todos, que suscita simpatías, que trae recuerdos gratos, que se liga
con nuestra vida y nuestras afecciones, que hace vibrar todas nuestras fibras, que
llena el alma de las más dulces emociones i nos hace sentir la nacionalidad, la patria, el
pueblo, la existencia en fin. Era la zamacueca; pero la zamacueca que se presentaba
ante sus amigos, vestida de gala como una novia feliz, ejecutada a toda orquesta,
ataviada de mil adornos i acompañada i cortejada por las boleras que la precedían i
seguían con sus bulliciosas sonajas i las parleras castañuelas al fin. ¡Oh! ¡No! no se
rían los estranjeros que han visto a mil chilenos con la sonrisa en los labios, palpitante
el corazón, siguiendo de hito en hito cada movimiento de la graciosa danzarina,
acompañarla con mil golpes acompasados remedando el tamboreo, i haciéndole
hurras con los gritos de ¡leña! ¡leña! ¡fuego! ¡fuego! ¡dale! ¡dale! ¡No! no se burlen de
sus frenéticos aplausos, de su alegría infantil. No! el que no es chileno no puede juzgar
en tan grave materia, no puede comprender porque no sabe sentir, porque no es esta
la cuerda que pone en movimiento sus fibras, porque esta batería galvánica no está
montada para él, i por lo tanto no puede electrizarlo. >>
<< ¿Qué majia ha obrado este súbito entusiasmo? ¿Qué tarántula los ha picado?... El
cielito, la media caña... un simple baile nacional.
Esto, pues, importa un baile de chicoteo. Todo esto dice la zamacueca; esto significa el
júbilo de un pueblo entero que con las manos i los bastones ha tamboreado en coro, en
masa, a pluralidad, para acompañar con sus golpes acompasados a la bailarina que
elevaba al rango de un baile de espectáculo público la zamacueca nacida entre el
pueblo, i elevarla a una categoría, a ser un personaje que destierro de los bailes a la
desabrida contradanza, al ajitado vals i a toda esa caterva de insulsas monerías sin
sentido, sin placer, sin verdadero encanto, para apoderarse ella sola de la escena,
reanimar los espíritus i dominarlo todo. ¿I por qué no? ¿Quién osaría disputarle el
lugar que el sufragio universal le ha dado? ¿Quién le echaría en cara su orijen
plebeyo, después que la alta aristocracia de la moda, del tono i el buen gusto lo ha
hecho objeto mimado de la predilección de las bellas i el obligado fin de la fiesta de
toda tertulia en que no se le condene a uno a morirse de puro fastidio? ¿Por qué no
había de presentarse en el teatro? ¡Afuera los estirados criticones!
La zamacueca es el solaz del pueblo llano, llano porque no tiene el triste en qué se le
ataje un grano de arena. Después de las duras tareas diarias a que la necesidad lo
condena, lo aguarda en la chingana con los brazos abiertos la zamacueca su amiga, la
esperanza de verla lo alienta en su trabajo, i a fin de poder presentarse en la chingana
con el bolsillo un poco provisto para festejarla debida i chamuscadamente es que el
pobre proletario se desvive i se afana. Si no, no trabajara. ¿Para qué? La zamacueca
es el único punto de contacto de todas las clases de la sociedad, lo único que hai
verdaderamente popular. Baila el pobre como el rico; la dama como la fregona; el roto
como el caballero, con la diferencia sólo del modo. Los rústicos la bailan con un poco
de naturalidad, lo que llamamos a todo trapo, pero así lo hacen todo; cuando se ríen lo
hacen a carcajadas, si lloran aturden, si murmuran descuellan, si se enojan matan.
Las jentes cultas se andan con más tiento en todo. Ved una linda i apuesta joven que se
para a bailarla. Dobla graciosamente su blanco pañuelo, compónese y desarruga el
vestido, echa miradas furtivas al círculo de espectadores; en un santiamén ha contado
los jóvenes que van a verla bailar, i visto el lugar que ocupa el predilecto. Sus mejillas
se sonrojan, la sonrisa más dulce i más venenosa de que puede disponer asoma en sus
traidores i fementidos labios; principia el canto y se lanza como un cisne jugueteando
en las aguas, como un esquife dorado; las gracias la acarician i mil amorcillos
revolotean ahuyentados por las ondulaciones que el pañuelo describe; su lindo
cuerpecillo va en sus graciosas vueltas i revueltas haciendo efectivo punto por punto
este precioso verso popular, que es la pintura ideal de la zamacueca
La culebra en el espino
Se enrosca i se desparece,
Mil aplausos la siguen hasta su asiento. ¡Otro i otra! i me paro yo. Apenas ocupo el
centro de la sala cuando ya empiezo a sentir un hormigueo que me sube de los pies a la
cabeza, el placer i la dicha me rebosan por todos los poros. Tuerzo mi pañuelo, retoco
el peinado, paseo miradas de orgullo i satisfacción por toda la asamblea, clavo los ojos
en la cantora; ¡qué martirio! ¡se ha desafinado la prima! Cambio de postura, una
pierna principia a bailar sola, la traigo arrastrando a su puesto, miro a mi compañera
que ya pone, ya no pone la mano en el voluptuoso jarrete, las venas se me hinchan, el
corazón me late con tal fuerza que me sofoca; respiro fuego, ¡por fin cantan! i todos
los objetos terrenos se confunden a mi vista. Me desprendo del pavimento, siento que
la sangre se me va a la cabeza, no veo nada, no oigo sino una armonía lejana, lánguida
como el amor feliz, me parece que vago en el espacio acompañado de una sombra
celestial de mujer que revolotea en derredor mió, que aparece i desaparece a mi vista;
como Sancho en el Clavileño, toco las estrellas, las saco de sus casillas... ¡Eh!
pataratas! ¡no valen un cigarro! Los estrepitosos aplausos me vuelven al mundo, a la
realidad, a la vida material... ¡Dichosos los que ganan su vida bailando la zamacueca!
>>
Max Radiguet fue narrador romántico de grandes bríos. Sus aventuras tuvieron lugar
entre 1841 y 1845, y nos dejó varias interesantes descripciones y sagaces comentarios.
Traduciré aquí sus párrafos mejores sobre la danza en Chile.
"En Valparaíso, la danza no goza de menos favor que la música. Por desgracia, se
comienza a repudiar allí, como en España, esos dramas coreográficos en que el juego
de la fisonomía y la movilidad del gesto reemplazan maravillosamente a la palabra.
Así, la zamacueca, danza graciosa y coqueta, se ha visto relegada a las bajas clases de
la sociedad; las pocas damas de mundo que la saben bailar todavía, no confiesan este
talento, y se triunfa con trabajo de la extraña pertinacia con que ellas disimulan una
de sus seducciones. Un coro de voces, un rasgueado de guitarra, componen la orquesta
ordinaria de toda zamacueca".
"La bailarina y su compañero se plantan fieramente uno frente al otro, la mano
derecha sobre la cadera. A las primeras vibraciones de la vihuela, los asistentes
entonan una canción semiburlesca. Los bailarines siguen en seguida el movimiento
rítmico, y comienzan una serie de pases; la bailarina piruetea a menudo con cierta
afectación de desprecio; el caballero combina sus pasos de manera de encontrarse
cara a cara con la bella desdeñosa, y muestra durante este manejo una constancia
heroica que acaba por agradar a ella, pues se humaniza poco a poco y se acerca a él;
pero haciendo un llamado enseguida a todas las fuerzas de su voluntad, se aleja de
nuevo, piruetea todavía y trata de sustraerse al encanto que la embriaga. ¡Vanos
esfuerzos! La pasión la arrastra; un último impulso la conduce hacia su bailarín como
el fierro al imán y deja caer su pañuelo".
"Cuando la mujer del pueblo baila la zamacueca, aporta un calor sin par. Sus
movimientos son vivos y alegres, a veces desiguales como el vuelo de una mariposa, a
veces regulares como las oscilaciones de un péndulo; a menudo ella zapatea de una
manera ruidosa y particular, después, de pronto, la punta de su pie rozando el piso
describe curvas silenciosas".
"Esta danza, ejecutada por la dama de mundo, no tiene nada de que la moral severa
pueda ofuscarse. Apenas se ve allí otra cosa que pasos acompasados con arte, una
desenvoltura plena de muelle flexibilidad, en fin, gestos graciosos y moderados".
"En la época del año en que las bellezas de Santiago, la capital de Chile, vienen a
buscar en los baños del mar un alivio contra los ardores del verano, los salones de
Valparaíso presentan una animación desacostumbrada. Entonces, a las tardes, se
siente al piano despedir por las ventanas abiertas sus notas vaporosas, la danza
redobla de ardor; la atracción del placer prevalece sobre los absurdos prejuicios y la
zamacueca desechada, reaparece tímida al principio, después, en fin, triunfante, la
corona en la frente y saludada por numerosos bravos".
Cada chingana "tiene dos o más músicos cantores...; sus instrumentos son el harpa, la
guitarra y el rabel; y como los carros [?] y las ramadas están generalmente abiertos
unos frente a los otros, su música, si así puede llamarse, es para un extranjero el más
discordante ruido que pueda oirse. Para que el lector lo imagine por sí mismo,
alrededor de veinte o más personas, en un área de unas treinta yardas, cantan o gritan
tan alto como les permiten sus pulmones al son de los ya mencionados instrumentos;
otros tamborilean con las manos en la caja del harpa, mientras se danza la "Samba
queka" u otro baile favorito; éstas son las diversiones de las gentes bajas".
El mismo Zapiola esclarece enteramente el punto diciéndonos que desde 1824 hasta
1860, "Lima nos proveía de sus innumerables zamacuecas, notables o ingeniosas por
su música, que inútilmente tratan de imitarse entre nosotros".
Y prosigue: "La Zamacueca o Chileña, así se llama esta danza, es una verdadera
pasión para el pueblo boliviano y chileno, pero el carácter muy vivo de sus
movimientos la ha hecho proscribir de los salones de la clase rica, que se ha refugiado,
para obedecer a las conveniencias, en la cuadrilla y el vals de Europa".
En el Perú. Largas décadas corrió la Zamacueca en el Perú con ese nombre; después
adoptó los de Cueca y Chilena. Hoy se denomina marinera. Ligeramente diferenciada.
se baila con tal denominación en nuestros días, y se recuerda su culto ininterrumpido
hasta fines del siglo pasado. Aquí empieza la caza de los testimonios escritos, gracias a
los cuales iremos penetrando en los pasados tiempos.
Fodere Pradier publicó en 1897 un libro titulado "Lima y sus alrededores". Describe
las fiestas populares y en un momento dice: "Añadid a ésto una orquesta apropiada a
las circunstancias, que ejecuta chilenas y yaravíes — danzas y aires del país —
fuertemente apoyada por los cobres y la caja, y que excita aún más al pueblo
ensordeciéndolo". Y en otro lugar: "La madre, las hermanas, los hermanos, y los que
han sido convidados a esta fiesta monstruosa, se entregan a danzas lascivas y hacen oír
canciones obscenas, hasta que el exceso de bebida los reduce a silencio. Las danzas
ejecutadas en estas circunstancias son la Chilena y, preferentemente, la Zamacueca.
La orquesta se compone de uno o dos tocadores de bigüela, y de la voz nasal de los
bailarines. Se acompaña el paso de estos últimos batiendo palmas, o bien golpeando
con el puño sobre un cajón al cual se le han desclavado las tablas para comunicarle
más sonoridad. El indio, como el negro, se destaca en la percusión del cajón, en
observar el compás y en entusiasmar a los bailarines". "La música es siempre
acompañada por la voz de las mujeres y después de cada estrofa los parientes y los
invitados repiten en coro el refrán. Este es el momento en que los movimientos de los
bailarines se vuelven más rápidos y lascivos".
"Detalle extraño y que dejará subsistir más de una duda en el espíritu de los lectores
religiosos, poco dispuestos a creer en el escándalo, es que el cura de la parroquia, que
viene de pronunciar las plegarias de práctica, no retrocede ante la tentación de esas
danzas nacionales más de lo que resiste a la atracción del aguardiente. Así, no es raro,
una vez que su piadoso ministerio ha terminado, verlo echar a su sirviente con la cruz
y el vaso que contiene el agua bendita, arremangarse decididamente la sotana y,
después de haber invitado a una de las indias presentes a abandonarse con él a las
emociones de una Zamacueca desordenada, ejecutar con frenesí lúbrico movimientos
de torso, tan poco pastorales como es posible, a la vista de su rebaño".
El lector porteño acabará por convencerse de que nunca ha visto bailar una Cueca
"en forma". Refieren tradiciones que el extinto presidente argentino Victorino de la
Plaza fue llevado, cuando visitó la ciudad de Salta, a un lupanar, para que viera el
espectáculo más extraordinario: una pareja que iniciaba la Zamacueca con las ropas
puestas...
Saltemos veinte años hacia atrás. En 1877 tendremos el testimonio de Charles Wiener.
Al referirse a las diversiones de los limeños, dice Wiener que: "Se danza desde el vals
hasta la chilena, el baile de tierra y la zamacueca". Advierte que los bailarines de la
buena sociedad son de una elegancia perfecta y añade: "Estas danzas, llamadas como
en la costa, ya cueca, chilena, o bailecito de tierra toman en esta ciudad [Cuzco]
carácter muy distinto que en los salones de Lima. Tienen como la vida en general,
enteramente guardado el carácter arcaico de la época en que emigraron de esas
regiones con los españoles, al fin del siglo XVI (3). He aquí en qué consisten esos pasos
a tres tiempos. El bailarín se coloca frente a la bailarina, y uno y otro agitan su
pañuelo o cualquier chal; después hacen los en avant-deux, el bailarín da vueltas
alrededor de su compañera, que lo evita describiendo graciosas curvas. Estas curvas
se cierran cada vez más, hasta que al fin el bailarín enlaza el talle de su compañera
agitando triunfalmente su bandera. No hay generalmente más que un par de
danzantes por vez". Agrega que los presentes acompañan con su canto a la guitarra o
espineta, y que al final el público se entusiasma y bate palmas, "tomando por texto los
nombres de los dos bailarines indefinidamente repetidos".
Después de haber visto bailar la Zamacueca en Lima, en 1872, André Bresson nos
hace de ella una completa y expresiva descripción. Pero antes nos dice que la
coreografía nacional no tiene muchos adeptos en los salones peruanos, de donde la han
desterrado las exageraciones impúdicas del pueblo.
He aquí la descripción:
"Los bailarines, la mirada del uno clavada en los ojos del otro, parecen como
electrizados; sin embargo, la mujer, por un último sentimiento de pudor, ensaya aún
firme resistencia, pero está completamente fascinada. Entonces, vencida, pasmada,
desgreñada, jadeante, cae en los brazos de su vencedor, en medio de bravos frenéticos
de los asistentes, embriagada por esta pantomima, por el alboroto y por las grandes
libaciones".
Y termina Bresson: "Es inútil, creo, repetir de nuevo, que ninguna dama de sociedad
ejecuta esta danza, y que son generalmente las cholitas o las abundantes zambas, las
apasionadas de la resbaloza y de la zamacueca".
A Bresson le resultó más cómodo redactar sus impresiones con los textos de viajeros
anteriores a la vista. A pesar de ésto, concedo valor a sus testimonios en cuanto a
fechas y lugares.
"La Zamacueca, dice, es un baile de dos muy original, que permite a los danzantes
hábiles mostrar su capacidad de expresión. Empiezan con movimientos de una
extrema languidez, agitando un pañuelo que pasa de una mano a la otra, y cuyas
evoluciones significativas unidas a miradas húmedas acercan a los compañeros que
representan dos enamorados. El aire de la zamacueca, al principio lento y vago, se
acentúa poco a poco y anima a los danzantes que ejecutan fogosamente una
pantomima dibujada por la pasión. La zamacueca es más o menos indecorosa según
los actores".
Y añade en otro lugar: "el ruido de los besos se mezcla a los sonidos de la vihuela
anunciando zamacuecas descabelladas".
Max Radiguet llegó al Perú en el año 1841. Allí estuvo hasta 1845 y publicó sus
recuerdos en 1856. A este interesante escritor se deben las más bellas descripciones de
algunas danzas criollas. A la Zamacueca dedica buenos párrafos y consideraciones
circunstanciales que conviene traducir. "En cuanto a la coreografía — escribe — no
arroja sino furtivas lumbres: la zamacueca, la resbalosa, la zapatea, y otras danzas
nacionales llenas de carácter, encuentran apenas hoy intérpretes en los salones. Esto se
debe sin duda a las triviales exageraciones que las bajas clases les han hecho sufrir". Y
aquí explica Radiguet sintéticamente la razón del abandono: "Las jóvenes bailarinas
— dice — viendo aparecer en los labios de los hombres una sonrisa equívoca, han
acabado por sospechar que se atribuía a su inocente pantomima un sentido sospechoso
y desde entonces han debido renunciar a esas ocasiones de producir en público tesoros
verdaderamente incomparables de gracia y de flexibilidad".
"En un rancho — dice — estaban dos africanos danzando la sama cueca con música
de un harpa ruda, acompañada por las voces nasales de dos negras vistosamente
vestidas"... Describe minuciosamente la indumentaria de los danzantes y añade:
"La danza consistía en avances y retrocesos del uno hacia el otro, en rápidos pasitos al
compás de la música, y ocasionalmente ejecutaban los más lascivos movimientos, con
gran placer de los que miraban".
Ella tenía en una mano un pañuelo blanco que agitaba siempre y rápidamente en el
aire, mientras con la otra sostenía su vestido atrás".
Explica el marino que esta misma danza, ligeramente modificada se ejecuta en los
bailes y en las tertulias, y recuerda finamente que, maneras y vulgaridad son
convencionales en cada país...
Manuel A. Fuentes, fue un peruano que publicó en París, en 1866, su libro Lima,
desagradado por las relaciones fantásticas de los viajeros sobre su país. Dedica un
capítulo a sus antiguas danzas y, aunque no da fecha precisa... ¿a qué época puede
aludir? Antiguas danzas, de treinta o cuarenta años atrás, esto es, de 1830 más o
menos.
EN TORNO AL NOMBRE
Por otra parte, el juego coreográfico mismo ha sufrido con el tiempo pequeñas
modificaciones en la extensión del texto, en el número de vueltas o giros, en el
movimiento — aquí más rápido, allá más calmo—, en el ritmo de acompañamiento
según el capricho de arpistas o rasgueadores, en algunos temas mímicos — arrojar el
pañuelo al final, caer de rodillas el hombre, ella en los brazos de él, etc.—;
Pero aparte de todo eso, la danza, así andariega, desigual, oscilante, ha cambiado
varias veces su nombre. Hemos notado que la llamaron Zamacueca y todas las
variantes; y además Cueca, Chilena, Zamba y Marinera. He oído decir muchas veces
que tales nombres son otras tantas danzas distintas; conviniendo en que una o más
variantes mímicas, textuales o musicales hayan podido coincidir, a veces, con alguno
de los distintos nombres, quiero documentar la identidad histórica de todos ellos.
Zamacueca y Cueca son una misma cosa. Barahona Vega, chileno, publicó en 1910 un
artículo en que se refiere al punto diciendo que Zamacueca es nombre reservado para
los clásicos; que sólo un adocenado cursilón — son sus palabras se atrevería a
mantener en una tertulia la integridad del nombre; y que sería apedreado quien dijera
zamacuequero en lugar de cuequero. Cueca es simple aféresis de Zamacueca.
Don Ramón Vial, chileno, publicó en 1882 un artículo en que decía: "Presentar a la
zamacueca como baile peruano es un error, porque precisamente en el Perú la llaman
la chilena". (Dicho sea de paso, el argumento es ingenuo). André Bresson. que la vio
en Atacama escribió: "Zamacueca o Chileña, así se llama esta danza..." Y en cuanto al
nombre de Marinera, es muy curiosa la razón del cambio. Abelardo Gamarra,
peruano, citado por Mme. d'Harcourt, nos ha dado la clave en una confesión que
publicó en 1899. Dice así: "Sin acuerdo de ningún concejo de Ministros y después de
meditar en el presente título, resolvimos substituir el nombre de Chilena por el de
Marinera". Y luego añade: "Marinera le pusimos y Marinera se quedó". La causa del
cambio fue que a los peruanos no les hacía gracia que su danza nacional se llamara
Chilena precisamente cuando estaban en guerra con Chile. La elección del nuevo
nombre fue un homenaje a la marina peruana. Todo esto según el citado escritor.
Pero ¿cómo se explica que en muchas partes subsistan nombres distintos y que los
viajeros afirmen que en Perú, por ejemplo, se bailaban la Zamacueca y la Chilena?
Voy a dar una explicación.
Yo sé que esto parecerá inverosímil, pero no puedo extenderme. Recuerde el lector que
en el momento de redactar estas líneas tengo estudios completos de todas las otras
danzas y que el hecho no es raro en esta materia. Daré, brevemente, otro caso
ilustrativo por su curiosa analogía.
Al extenderme aquí, más de lo que pensé, sobre este punto, me veo obligado a dar
nuevas explicaciones.
La pasión por la danza, tenía en Lima su servicio autónomo: los maestros de baile.
Fuentes menciona a un célebre maestro negro llamado Tragaluz, creador de danzas
como el Ondú floreado, el Valse de Aguas, la Cachucha intencional; recuerda a
Elejaldo, negro del todo, especialista en el Vals y en la Zamacueca de sociedad; cita a
Monteblanco, también negro, de maneras distinguidas, tipo correcto, profesor favorito
de las señoritas de Lima y de algunos colegios; al maestro Martínez, de categoría más
elevada, elegante en sus maneras, siempre bien puesto, profesor de las señoritas de
buen tono; a Hueso, al maestro Hueso, zambo, de pies reumáticos y acción grotesca,
que vivió hasta mediados del siglo o poco más; y por fin, a Navarro, zambo, el último
profesor de piruetas que existe en Lima en el momento en que el autor escribe.
Como se ve, las danzas se modificaban y rebautizaban. Del Ondú, el Ondú floreado;
del Vals, el Valse de aguas; de la Cachucha, la Cachucha intencional. Si yo dijera aquí:
de la Zamba, la Zamba Clueca (muchos autores creen que cueca es clueca) o
simplemente Zamacueca — bautismo tan arbitrario como los demás — nadie se
asombraría; pero no quiero afirmarlo. Me mueve tan sólo el deseo de iluminar
entretelones de la creación de las danzas, el propósito de mostrar la falta de lógica en
la adopción de los nombres.
Esto de las "danzas españolas" no debe desviar al lector. Muchos viajeros llaman,
justamente, español a todo lo que estaba en las colonias o subsistía en ellas.
Zamba, Zamacueca y Chilena, se bailaron hasta en la provincia de Buenos Aires, pero
no en los salones de la ciudad capital, que siempre las rechazaron. Por eso Viera, el
famoso cantante argentino, le decía a un chileno en 1824:
"No tengo ganas de ir a Chile sino por bailar una zamba en el Parral". ("El Parral"
era una famosa chingana chilena de la época").
En efecto, José Zapiola nos da otra vez el dato preciso. Escribe: "Respecto a bailes de
chicoteo recordamos que por los años 1812 y 1813 la zamba y el abuelito eran los más
populares; ambos eran peruanos".
Baila la zamba
y cómo no
se dice en la "Resbalosa".
El eterno tema del asedio pasional, representado una vez más por la pareja criolla
en la célebre Zamacueca, ha dejado innumerables impresiones a lo largo del siglo
pasado en los carnets de los viajeros, en las notas de los historiadores, en las
páginas de los cronistas de recuerdos antiguos. El estudioso contemporáneo puede
seguir los rastros de la vivaz pantomima que chicotea el arpa y rasguean las
vihuelas, hacia el fondo del tiempo, sobre dilatada extensión geográfica.
Ninguna danza criolla más rica en referencias. Al promediar el siglo pasado los
datos se acumulan; muchos viajeros comentan su visión apasionante; pero
entrando en las páginas de más antiguos andariegos, hacia 1820, cesan los apuntes,
enmudecen los documentos, se esfuerzan los notadores de recuerdos, empiezan las
conjeturas de los historiadores. ¿Qué ha sucedido?
La pantomima de la Zamacueca corre con su música por casi todo el siglo pasado;
pero hoy, idéntica a la de nuestros abuelos, no se llama Zamacueca. Chilena,
Cueca, Zamba, Marinera, se llama, con una vuelta más aquí, más lánguida allá, o
más viva.
—"Vino del Perú" — escribe en 1882 Arturo Berutti. "Vino del Perú" — repite
Ventura R. Lynch un año después. ¿Hay una tradición oral que consagra su
procedencia, o ambos conocen el libro que publicó una década antes el ingenuo y
agraciado señor de los "Recuerdos de treinta años", don José Zapiola?
No. Algunos chilenos no estaban de acuerdo en aquella época con tal procedencia.
Don Román Vial escribió en el mismo año de 1882, palabras que hemos
reproducido antes: "Presentar a la Zamacueca como baile peruano es un error,
porque precisamente en el Perú la llaman Chilena". No es muy consistente el
argumento, pero elimina la idea de un consenso tradicional en ese sentido.
Pues se funda en la descripción que un viajero francés hace de una danza que en
1813 vio ejecutar en Quillota con expresa constancia de que fue introducida en
Chile por los negros de Guinea. Verdad es que la danza no se llamaba Zamacueca
sino "lariate", pero la descripción minuciosa de su mímica convence a Vicuña
Mackenna de que se trata de nuestro baile criollo.
"La pasión por ella es tan viva y general, que hasta los niños la ensayan tan pronto
como pueden tenerse sobre los pies.
"Esta danza tiene lugar al son de la guitarra y las voces. Los hombres se colocan
cara a cara con las mujeres, y los espectadores forman un círculo alrededor de los
danzantes y de los instrumentistas; uno de esos espectadores o de esos danzantes,
canta una canción, cuyo refrán se repite y a continuación se baten palmas; todos
los bailarines tienen los brazos semilevantados. saltan, dan vueltas, hacen
movimientos hada atrás y adelante, se aproximan a dos pies los unos de los otros, y
retroceden a compás hasta que el sonido del instrumento o el tono de las voces les
advierten que deben aproximarse de nuevo. Entonces se golpean el vientre los unos
contra los otros tres o cuatro veces seguidas. y se alejan después haciendo piruetas
para recomenzar los mismos movimientos con gestos muy lascivos e indecentes,
regulados por el sonido de los instrumentos; de tiempo en tiempo se entrelazan los
brazos y hacen muchas vueltas persistiendo en golpearse el vientre y dándose
besos. pero sin perder el compás".
Tal es la descripción que hace Mellet del "lariate"; Vicuña Mackenna cree que es
la Zamacueca y en eso funda la procedencia africana de nuestra danza.
Sin embargo, al revisar los libros de viajeros anteriores, aparece algo que incuba
sospechas. Es otra descripción de una danza llamada "Calenda" vista en
Montevideo por Anthony Helms. El viajero inglés publicó sus andanzas en 1806,
diecisiete años antes que Mellet, y algunas de sus expresiones coinciden con las del
francés de manera un poco inquietante. Escribe Helms: [Casi literal, en defectuoso
castellano:] "En Montevideo, una viva y muy lasciva danza es muy practicada; es
llamada calenda y tanto los negros como los mulatos, cuyas constituciones son
sanguíneas, son excesivamente amantes de ella. Esta danza fue introducida en
América por los negros que fueron importados del reino de Ardra, en la costa de
Guinea y los españoles la han adoptado en todos sus establecimientos".
No se puede hablar de un plagio. Aunque coinciden casi literalmente algunas
frases, la descripción de Mellet es más extensa que la de Helms. ¿No habrá una
fuente anterior de que han tomado ambos? Es necesario seguir buscando.
Esta es la descripción de Pernetty. Se comprueba así que la danza africana que los
esclavos habrían llevado a Quillota, y que según Vicuña Mackenna es la
Zamacueca, se ubicó en Chile a consecuencia de un plagio:
La danza—se dice en la "Histoire"—".. .qui leur plaít le plus. et qu'ont croit venue
du Roíaume d'Ardra sur la cote de Guiñee, se nomme le Calenda. Les Espagnols
l'ont apprise des negres et la dansent comme eux dans tous leurs Etablisemens de
l’Amérique.. ." Y así continúa idéntica, inclusive aquello de: "Tous les Danseurs
tiennent les bras á demileves, sautent, tournent, s'approchent a deux ou trois pieds
les uns des autres et reculent en cadenee...", etc.
Hasta que hallamos en "Nouveau Voyages...", etc. del padre Labat (La Haya,
1724), la primera versión de la famosa danza africana, que el autor vio en Santo
Domingo allá por el año 1698: "Celle qui leur plaít davantage, & qui leur est plus
ordinaire est le calenda, elle vient de la Cote de Guiñee, & suivant toutes les
apparences du Royaume d'Ardra. Les Espagnols l'ont apprise des Negres, & la
dansent..." etc. Textualmente, no hay por qué reproducir: "lis sautent, font des
virevoltes, s'approchent a deux ou trois pieds les uns des autres, se reculent en
cadenee...", etc. Sólo en algunas palabras se diferencian los extensos textos.
Una duda nos queda: ¿será el padre Labat el primero que la vio y describió con
palabras que han merecido los honores de tan persistente hurto? He buscado en
libros anteriores sin hallar nada.
Resulta, pues, que las danzas se difunden por los países de dos maneras: a través
de los campos y a través de los libros. Esta impresionante danza africana que vio el
padre Labat en Santo Domingo, fue conducida por Pernetty a Montevideo,
reeditada en el lugar por Helms, y trasladada de ahí a Chile por Mellet. En los
libros ha saltado casi el continente entero en cien años.
Cabe, sin embargo, una pregunta: ¿qué es lo que vio Mellet en Chile? Yo no creo
que este viajero se haya apropiado sin algún motivo de esa página de Pernetty -
Helms -Histoire - Labat. Mellet vio algo, y eso, en mi opinión, fue alguna de las
danzas criollas que se cultivaban en aquella época. Vagos sus apuntes, borrosa la
memoria del espectáculo diez años después, al publicar, Mellet creyó encontrar en
el relato de Pernetty el mismo baile que vió. Intencionalmente modifica algunos
detalles para que coincida la descripción que está copiando con sus notas y
recuerdos: cambia el nombre; en lugar de "instrumentos y voces" dice "guitarra y
voces", etc.
¿Que algunos pormenores no coinciden con los de las danzas criollas? Mellet no lo
advirtió. El mismo Vicuña Mackenna, que las observó toda su vida, cree hallar el
baile criollo en la descripción de la vieja danza negra de Santo Domingo. Y
Barahona Vega, chileno también, que cita y aplaude a Vicuña, cae en la misma
confusión. ¿Qué tiene de extraño que Mellet, extranjero y de paso, creyera que
copiando el relato de Pernetty se economizaba la redacción del cuadro de un baile
criollo?
Lo único grave que hay en la historia de este plagio, es que la procedencia africana,
lógica en 1698 y en Santo Domingo, ha corrido adherida a la narración hasta Chile
en 1813.
Sin embargo. Vicuña Mackenna añade que antes de 1824 — en que según Zapiola
habría venido del Perú — fue vista por Mrs. Graham en Chile. No. Lo que vio la
vivaz inglesa es la Zamba, no la Zamacueca; y no hay que olvidar que en aquella
lejana época, esos dos nombres representaban danzas análogas, pero
independientes. Más tarde, ambos bailes se identificaron totalmente, según hemos
visto en el capitulo anterior.
Queda así destruida la idea de que la Zamacueca llegó a Chile llevada por los
esclavos negros.
FORMA
La popular danza criolla se baila con gran entusiasmo hasta hoy. Yo la he visto en
el norte y oeste argentino y he reconocido en ella a la que los viajeros vienen
describiendo desde hace más de un siglo. Hay, pues, tradición ininterrumpida, y no
es temerario suponer que la forma o formas actuales son idénticas a las
tradicionales, o muy semejantes.
He visto en Jujuy hasta veinte parejas alineadas, al aire libre; pero la acción los
agrupaba en cuadros de dos parejas. Si quedaba una pareja aislada excedente, los
dos bailarines actuaban como si no existieran los demás.
"mira—me dijo—,
si tú por mí suspiras
si tú por mí suspiras
AURA: 3. Lai-la-la-ra-la-lai-la,
lai-la-la-rai-la.
Pues bien; a la primera estrofa corresponde una vuelta redonda; esto es, cada
bailarín pasa por donde estaban los otros tres de su cuadro y concluye en su lugar.
La segunda estrofa exige media vuelta redonda, con lo que cada pareja pasa al
lugar que ocupaba la otra; y en seguida media vuelta con el compañero (cambio de
sitio). La estrofa final pide una vuelta entera con el compañero. Al terminar la
"primera", pues, hombre y mujer quedan como al principio, pero en el lugar de la
pareja de al lado. Tan sólo al terminar la "segunda" — que requiere exactamente
los mismos movimientos de la "primera" — los cuatro bailarines recuperan la
posición inicial. Todas las vueltas se hacen hacia la derecha y el tiempo que sobra,
hasta la terminación de cada estrofa, se invierte en el asedio descripto por ios
viajeros. En algunas regiones el hombre zapatea.
Cuando baila una pareja solamente, el juego se reduce a una vuelta entera, dos
medias vueltas en la segunda estrofa y una media vuelta final, para cada parte. Y
no hace falta decir que hoy otras variantes.
La ley histórica exige que cuando una frase musical se repita, el verso que le
corresponde repita igualmente; pero en la práctica actual las excepciones son harto
numerosas. El tipo más difundido en el Norte argentino y en Bolivia, es el que
acabamos de reproducir. Puede esquematizarse así:
Preludio
Adentro: A. B; C, D; C, D.
A, B; C, D; C, D.
Aura: A, B; C, D.
Y sigue la "segunda". Como se ve, sólo tenemos cuatro frases musicales. Los versos
correspondientes suelen ser, por lo tanto, cuatro, repetidos de acuerdo al esquema;
a veces aparece un texto inconexo en la segunda estrofa y casi siempre los dos
primeros versos del "aura" son sílabas o vocalizaciones.
Deja la serranía
Deja la serranía
Preludio
Adentro: A, B; A, B; C, D; C, D.
A, B; C, D; C, D.
A, B; C, D; C, D.
Aura: A, B.
En otros lugares no se repite verso alguno y falta el pareado, con lo que el texto
queda reducido a doce versos. Hay otros tipos. Por otra parte, la impresión
fonográfica comercial exige mayor duración para llenar el disco, y asi son
retomados por el pueblo.
La Zamacueca, tal como la conocemos en la República Argentina a través de los
profesionales o ejecutada en las reuniones criollas y por el pueblo andino y
norteño, es pálida e inanimada por insuficiente comprensión del argumento
pasional. Bailada en el norte por descendientes de los aborígenes, puros o mestizos,
resulta francamente inexpresiva y sin gracia. Las vueltas se realizan
automáticamente, y en momento alguno se advierte el conflicto amatorio que con
expresiones tan vivas han descripto los viajeros. Acaso haya alguna exageración en
las descripciones; pero, en todo caso, no mucha: al llegar a Bolivia, el viajero
moderno se encuentra con el asedio amoroso intenso y cálido, y nota, sobre todo, la
intención en el bailarín, la noción precisa de lo que busca y quiere. La mujer
también sabe que bailar la Zamacueca no es dar tres vueltas, y comprende y
realiza el argumento. Me aseguran que en Chile el conflicto es aún más apasionado
y vehemente. Por mi parte, puedo decir que he visto bailar la Zamacueca a un
boliviano que estuvo ocho años en Chile y la aprendió allí. Lo distinguí entre todos.
Aun cuando se trataba de una reunión de las mejores familias del pueblo, el
hombre arremetía contra la dama con sin igual calor. Ella, una eximia bailarina,
contenía hábilmente sus arrestos, y pude ver cómo en una ocasión el galán,
agitando abajo el pañuelo — no puedo decirlo con otras expresiones—, arreaba
materialmente a su compañera a lonjazo limpio...
(1) El "otro y otra" del texto indica que la primer pareja de la sajuriana debe ser
reemplazada por otro bailarín y otra dama.
(2) Por "indígenas" debe entenderse aquí las gentes del lugar, los criollos.
La Zamacueca