Los compañeros de trabajo, como los jefes, son seres que no se eligen, normalmente; es decir, son los que se encuentran en el centro laboral cuando el nuevo empleado se incorpora; lo que supone que tengan distintos niveles de conocimiento profesional, de actitud ante el trabajo, de espíritu de colaboración, de superación, de formación profesional continua, de entrega laboral, de transparencia, de respeto, de educación, de forma de ser y de sentir, de empatía, de simpatía, de discreción, de sigilo, que posibilite la confianza mutua, etc., etc., etc. Por lo tanto, la heterogeneidad del factor humano de la empresa, de las Administraciones Públicas, como de las organizaciones, conlleva - para que se aproveche al máximo sus potencialidades y saberes, y, subsiguientemente, cumplan con eficacia, con eficiencia, con rentabilidad económica y social, sus respectivos objetivos sociales, legales y estatutarios- que sus equipos humanos estén consolidados, cohesionados, motivados, bien dirigidos, bien orientados hacia la consecución de resultados medibles y cuantificables, al ser posible, lo que requiere de líderes excelentemente preparados académicamente, con personalidad, con psicología industrial, con don de gentes, con sentido de la humanidad, que apoyen la carrera profesional de quienes, por su esfuerzo, espíritu de aprendizaje, afán de crecimiento en el trabajo, colaboración, aportación de ideas, lealtad, etc., etc., etc., contribuyan en el mayor grado posible a la satisfacción de las demandas y necesidades de clientes, administrados y ciudadanos. La política de personal es, pues, fundamental para establecer planes de organización y recursos humanos que los aprovechen y evalúen correctamente, de forma continua y objetiva, diseñando estrategias y tácticas viables y realistas, de forma y manera que detecten, potencien y retengan el talento, recurso escaso, diferenciador y el mejor capital que empresas, Administraciones Públicas y organizaciones puedan disponer para cumplir sus obligaciones con los destinatarios de sus productos, competencias y actividades. A tales fines, los procesos de selección de personal han de ser rigurosos, exhaustivos, metódicos, objetivos, ecuánimes, que ponderen con conocimiento de causa el mérito y capacidad de los aspirantes, como que los seleccionadores conozcan a fondo las materias y competencias objeto de calificación y, por supuesto, y por encima de todo, que sean honestos De la forma de ser y de sentir de los trabajadores, en resumen, depende la existencia de un clima laboral adecuado que contribuya a que las entidades, privadas o públicas, contribuyan al bienestar general; consecuentemente la importancia de que cuenten con los mejores.