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EL BUEN CLIMA LABORAL

(Por Alex David Troncos Chuquihuanga)


Los compañeros de trabajo, como los jefes, son seres que no se eligen, normalmente; es decir, son los que
se encuentran en el centro laboral cuando el nuevo empleado se incorpora; lo que supone que tengan
distintos niveles de conocimiento profesional, de actitud ante el trabajo, de espíritu de colaboración, de
superación, de formación profesional continua, de entrega laboral, de transparencia, de respeto, de
educación, de forma de ser y de sentir, de empatía, de simpatía, de discreción, de sigilo, que posibilite la
confianza mutua, etc., etc., etc.
Por lo tanto, la heterogeneidad del factor humano de la empresa, de las Administraciones Públicas, como de
las organizaciones, conlleva - para que se aproveche al máximo sus potencialidades y saberes, y,
subsiguientemente, cumplan con eficacia, con eficiencia, con rentabilidad económica y social, sus respectivos
objetivos sociales, legales y estatutarios- que sus equipos humanos estén consolidados, cohesionados,
motivados, bien dirigidos, bien orientados hacia la consecución de resultados medibles y cuantificables, al ser
posible, lo que requiere de líderes excelentemente preparados académicamente, con personalidad, con
psicología industrial, con don de gentes, con sentido de la humanidad, que apoyen la carrera profesional de
quienes, por su esfuerzo, espíritu de aprendizaje, afán de crecimiento en el trabajo, colaboración, aportación
de ideas, lealtad, etc., etc., etc., contribuyan en el mayor grado posible a la satisfacción de las demandas y
necesidades de clientes, administrados y ciudadanos. La política de personal es, pues, fundamental para
establecer planes de organización y recursos humanos que los aprovechen y evalúen correctamente, de
forma continua y objetiva, diseñando estrategias y tácticas viables y realistas, de forma y manera que
detecten, potencien y retengan el talento, recurso escaso, diferenciador y el mejor capital que empresas,
Administraciones Públicas y organizaciones puedan disponer para cumplir sus obligaciones con los
destinatarios de sus productos, competencias y actividades.
A tales fines, los procesos de selección de personal han de ser rigurosos, exhaustivos, metódicos, objetivos,
ecuánimes, que ponderen con conocimiento de causa el mérito y capacidad de los aspirantes, como que los
seleccionadores conozcan a fondo las materias y competencias objeto de calificación y, por supuesto, y por
encima de todo, que sean honestos
De la forma de ser y de sentir de los trabajadores, en resumen, depende la existencia de un clima laboral
adecuado que contribuya a que las entidades, privadas o públicas, contribuyan al bienestar general;
consecuentemente la importancia de que cuenten con los mejores.

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