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INTRODUCCIÓN

Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de
violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual
o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la
privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la
privada».

La violencia de pareja se refiere al comportamiento de la pareja o ex pareja que


causa daño físico, sexual o psicológico, incluidas la agresión física, la coacción
sexual, el maltrato psicológico y las conductas de control.

La violencia sexual es cualquier acto sexual, la tentativa de consumar un acto


sexual u otro acto dirigido contra la sexualidad de una persona mediante coacción
por otra persona, independientemente de su relación con la víctima, en cualquier
ámbito. Comprende la violación, que se define como la penetración, mediante
coerción física o de otra índole, de la vagina o el ano con el pene, otra parte del
cuerpo o un objeto.
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

Violencia contra la mujer es la que se ejerce por su condición de mujer. Siendo


ésta «consecuencia de la discriminación que sufre tanto en leyes como en la
práctica, y la persistencia de desigualdades por razones de género». 1

En esta violencia se presentan numerosas facetas que van desde la discriminación


y el menosprecio hasta la agresión física, sexual, verbal o psicológica y el asesinato,
manifestándose en diversos ámbitos de la vida social , laboral y política, entre los
que se encuentran la propia familia, la escuela, las religiones, el Estado, entre
otras.2

En 1993, en asamblea general, las Naciones Unidas (ONU) aprobaron


la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, y en 1999, a
propuesta de la República Dominicana con el apoyo de 60 países más, declararon
el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la
Mujer.

En 2008 el Secretario General de la ONU puso en marcha la campaña «UNidos


para poner fin a la violencia contra las mujeres» apelando al «imperio de la ley»
como vehículo para su erradicación. Uno de sus objetivos fue el de procurar que
para 2015 todos los países hubiesen adoptado leyes específicas contra este tipo de
violencia de conformidad con las normas internacionales en materia de derechos
humanos.3

En febrero de 2008 el Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-moon lanzó


la campaña ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres, proclamando el
25 de cada mes Día Naranja. Entre otras actividades, en ese día se invita a llevar
alguna prenda de ese color para resaltar el llamado a erradicar la violencia contra
la mujer.

La violencia contra la mujer tratada en los organismos oficiales

Desde 1975 se celebra la Conferencia Mundial sobre la Mujer como una forma de
incorporar el tema a la política pública, y en 1993 las Naciones Unidas ratifican la
Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer8 en la que se afirma
que esta violencia es un grave atentado contra los derechos humanos de la mujer y
de la niña, reconociendo «la urgente necesidad de una aplicación universal a la
mujer de los derechos y principios relativos a la igualdad, seguridad, libertad,
integridad y dignidad de todos los seres humanos»; también reconociendo el papel
desempeñado por las organizaciones en pro de los derechos de la mujer,
organizaciones que facilitaron dar visibilidad al problema.

Siendo la violencia contra la mujer un problema que afecta a los derechos humanos,
que «constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente
desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la
mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto
pleno de la mujer, y que la violencia contra la mujer es uno de los mecanismos
sociales fundamentales por los que se fuerza a la mujer a una situación de
subordinación respecto del hombre», ve la necesidad de definirla con claridad como
primer paso para que, principalmente los Estados, asuman sus responsabilidades y
exista «un compromiso de la comunidad internacional para eliminar la violencia
contra la mujer».

La declaración incluye seis artículos en los que se define la violencia contra la mujer
y las formas y ámbitos de esta violencia, al tiempo que enumera los derechos de las
mujeres para alcanzar la igualdad y su pleno desarrollo e insta a los Estados y
organizaciones internacionales a desarrollar estrategias y poner los medios para
erradicarla.

En 1999, a propuesta de la República Dominicana con el apoyo de 60 países más,


se declaró el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia
contra la Mujer. La fecha del 25 de noviembre se eligió para conmemorar a las
hermanas Mirabal, tres activistas políticas que fueron brutalmente asesinadas en
1960 por orden del gobernante dominicano Rafael Trujillo.
En Canadá se celebra el Día nacional del recuerdo por las víctimas de la violencia
contra la mujer el 6 de diciembre, en conmemoración de la masacre de la Escuela
Politécnica de Montreal.

TERMINOLOGIA

Violencia contra la mujer» es el término que utiliza la ONU para referirse a la


violencia ejercida contra las mujeres por razón de su sexo, la define como: «todo
acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda
tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la
mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria
de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada».10
Es un término ampliamente utilizado.

Otro término de gran difusión es «violencia de género»l si bien este otro término
sería menos específico, ya que englobaría toda la violencia determinada por el sexo
o género, «se refiere a aquella dirigida contra una persona en razón del género que
él o ella tiene, así como de las expectativas sobre el rol que él o ella deba cumplir
en una sociedad o cultura.» Uno y otro términos suelen emplearse indistintamente.1

El término «violencia de género» surge a mediados del siglo XX desde ámbitos del
feminismo para dar visibilidad a la violencia ejercida contra las mujeres por su
condición de mujer como consecuencia del hecho histórico del patriarcado. Este
término tendría el inconveniente de su posible abstracción si no se contextualiza en
las relaciones de poder entre sexos que penaliza a la mujer y es causa de que,
aunque se pueda ser víctima de la violencia de género independientemente del
sexo, son las mujeres y niñas las mayoritariamente afectadas.

Raíces de la violencia contra la mujer

Actualmente la familia patriarcal puede aparecer borrada; en sus orígenes, convirtió


a la mujer en objeto propiedad del hombre, el patriarca. Al patriarca pertenecían los
bienes materiales de la familia y sus miembros. Así, la mujer pasaba de las manos
del padre a las manos del esposo, teniendo ambos plena autoridad sobre ella,
pudiendo decidir, incluso, sobre su vida. La mujer estaba excluida de la sociedad,
formaba parte del patrimonio de la familia, relegada a la función reproductora y a las
labores domésticas.

Este modelo de familia patriarcal ancestral sufrió durante la República y el Imperio


numerosas modificaciones. El derecho sobre la vida de la mujer fue abolido. A ésta
se le seguía reservando la pena de muerte en determinados supuestos, pero ya no
era el marido el que decidía sobre ello, siendo la comunidad la encargada de
juzgarla. En determinados momentos la mujer llegó a conseguir una cierta
emancipación: podía divorciarse en igualdad de condiciones con el hombre, dejó de
mostrarse como la mujer abnegada, sacrificada y sumisa y en la relación entre
esposos se vio matizada la autoridad del marido. Esto ocurría principalmente en las
clases altas y no evitó que la violencia siguiese dándose en el seno del matrimonio
«dirigida a controlar y someter a las mujeres mediante la agresión física o el
asesinato».

Los avances que pudieron darse durante la República y el Imperio romanos


desaparecieron en el periodo oscuro del medievo. Una sociedad que rendía culto a
la violencia, la ejerció también contra las mujeres y éstas se convirtieron
frecuentemente en moneda de cambio para fraguar alianzas entre familias. «En las
clases más bajas, además de cumplir con la función reproductora, constituían mano
de obra para trabajar en el hogar y en el campo».

En esta historia han jugado un papel importante las religiones, suponiendo una
justificación moral del modelo patriarcal: «Las casadas estén sujetas a sus maridos
como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de
la Iglesia y salvador de su cuerpo».
Estudios sobre hombres que ejercen violencia intrafamiliar

Una hipótesis es que el funcionamiento biológico del hombre es distinto al de la


mujer, especialmente a la testosterona, y por lo tanto está mayormente predispuesto
a la violencia.

Características de un hombre violento.

-Estos hombres suelen representar caricaturas según los mitos culturales de la


masculinidad patriarcal, que le indican lo que “debe” ser un hombre. Por ejemplo,
aun cuando no lo acepten, se manifiestan en formas que tienden a controlar y
dominar a cada integrante de la familia a quienes consideran inferiores,
especialmente las mujeres y los niños.

-Tienen dificultades para expresar sus sentimientos y lo que les afecta de cada
situación; esto es para ellos signo de “debilidad”, pues su ideología es que el hombre
debe ser fuerte.

-El aislamiento emocional, sus relaciones no tienen ningún grado de intimidad que
permita hablar o expresar físicamente sus sentimientos, especialmente el cariño, en
los conflictos afectivos.

Para la mayoría de los hombres que ejercen la violencia contra la mujer, en el


proceso de su crianza hubo un ambiente de madre sumisa, abnegada y un padre
autoritario, manipulador. Esto crea el ciclo de la violencia intrafamiliar. Actualmente
la violencia contra la mujer es definida así: Todo acto basado en la pertenencia al
sexo femenino que pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual
y psicológico para la mujer, así como amenazas de tales actos, la coacción o la
privatización arbitraria a la libertad, tanto si se produce en la vida privada o pública.
Consideración actual

Fueron las organizaciones feministas en la segunda mitad del siglo XX las que
dieron visibilidad plena al problema de la violencia contra la mujer. Es curioso que
en muchos países se confeccionasen estadísticas sobre accidentes de tráfico al
tiempo que se ignoraba la incidencia de feminicidios y violaciones, de la misma
manera que es curioso que ahora sean noticia los casos de violencia dentro de la
pareja con resultado de muerte pero no lo sean otro tipo de muertes no accidentales
como son los suicidios ni se analicen las causas que los provocan.[cita requerida]
En Francia, un artículo de Janna Hanmer, aparecido en la revista Questions
Feministes, dirigido por Simone de Beauvoir, se preguntaba por qué no se
elaboraban estadísticas sobre la incidencia de la violencia contra la mujer en el seno
de la familia; «encontraba la respuesta, precisamente, en que el fenómeno era
considerado como un problema particular y no un hecho social».20 Iberoamérica y
el Caribe han sido «una de las regiones del mundo que mayor atención ha prestado
a la lucha contra la violencia hacia la mujer», mostrándose especialmente activa en
la consolidación de redes sociales, sensibilizando a los medios de comunicación,
adquiriendo compromisos institucionales y legislando para erradicar un problema
que afecta al 50 % de la población mundial limitando y conculcando sus más
elementales derechos humanos. En aquellos tiempos costó hacer ver que las
agresiones hacia las mujeres no eran producto de momentos de frustración, tensión
o arrebatos, contingencias de la vida en común; sino que eran consecuencia de los
intentos de mantener la subordinación de la mujer, de la consideración ancestral de
la mujer como un objeto propiedad del hombre; y, por lo tanto, deberían dársele una
consideración especial.

1975-1985 se declaró Decenio de la Mujer. Especial importancia tuvo la celebración


del Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres en Bruselas en 1976,
siendo la primera vez que se tipificaron como crímenes diferentes tipos de violencia
cometidos contra las mujeres, creándose la Red Feminista Internacional con
programas de apoyo y solidaridad. Consecuencia de su resonancia, en 1979, la
Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer y en 1980 se celebró en México
la I Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer, activándose al año siguiente la
Convención para Erradicar la Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Estos
acontecimientos impulsaron toda una serie de medidas legislativas y modificaciones
de códigos penales que en los diferentes países se han venido produciendo desde
entonces. En 1993 las Naciones Unidas ratificaba la Declaración sobre la
Eliminación de la Violencia Contra la Mujer y en 1995, en Belem do Para (Brasil),
se adoptó la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia Contra la Mujer.

Hoy en día numerosos países cuentan con estrategias específicas para combatir la
violencia contra la mujer. Estos países han modificado su legislación incluyendo en
ella leyes contra la violencia hacia la mujer, diseñan planes generales y sectoriales
para combatirla y promueven campañas para interesar a los diferentes ámbitos de
la sociedad en este problema. Estas estrategias han servido a su vez para
sensibilizar a Estados y Sociedad ante otras formas de violencia: contra la infancia,
ancianos, minusválidos, colectivos minoritarios, etc.21 No obstante, la violencia
contra la mujer sigue produciéndose en altas tasas. También, habiendo sido las
sociedades occidentales las pioneras en esta lucha, siendo en estas sociedades
donde los movimientos por los derechos de la mujer antes y más se han
desarrollado, en otras muchas sociedades, esta lucha se encuentra sensiblemente
retrasada.

Violencia contra la mujer en la familia

La violencia contra la mujer comienza en la infancia y es en la familia donde


principalmente se ejerce esa violencia. La infancia es especialmente vulnerable a la
violencia y la niña sufre un plus añadido por su condición femenina. A la ablación,
generalizada en determinadas comunidades e ineludiblemente ligada al sexo
femenino, el comercio sexual que puede arrancar ya en el seno de la familia con la
venta de la niña, o el infanticidio y los abusos sexuales, más frecuentemente ligados
al sexo femenino, se une una más estricta autoridad paterna, ejercida también por
hermanos, y una educación discriminatoria que limita sus expectativas vitales.

El infanticidio femenino es habitual en determinadas culturas. «En la India la


proporción entre hombres y mujeres es la más desigual del mundo». En Pakistán y
Bangladés existen parecidos desequilibrios y en regiones de China el infanticidio
femenino está generalizado. Una percepción de la mujer devaluada, costumbres
discriminatorias, considerar la educación de las niñas como una carga y los deseos
del padre de perpetuar el apellido mediante un varón serían las causas de estos
infanticidios. «En algunas zonas de Pakistán –y también en el vecino Afganistán- el
nacimiento de una niña va acompañado de ritos de duelo». En China, la imposición
del «hijo único» en 1978, en un país con una marcada y ancestral preferencia por
la descendencia masculina, multiplicó este tipo de infanticidios. En la actualidad, la
posibilidad de detectar el sexo durante el embarazo ha venido a agravar el problema
con abortos selectivos.

Más del 80 % de las violaciones las perpetran miembros de la familia de la víctima,


y mayoritariamente a edades muy tempranas, cuando esta no pasa de ser una niña.
Padres, abuelos, tíos, adultos en los que ella confía pasan a ser sus agresores. Este
es un problema mundial que en muchas ocasiones no trasciende más allá de los
límites de la propia familia, la niña sufre la violencia en silencio, avergonzada y con
sentimientos de culpa.

La venta de niñas sería otra violencia sufrida por la mujer en la infancia y en la


familia. Estas ventas pueden tener diversas finalidades, pero el lucrativo negocio de
la prostitución, las enfermizas inclinaciones sexuales de clientes, unido a la miseria
en la que se ven sumidas muchas familias han extendido el comercio de niñas,
menores de diez años en muchos casos, destinadas a la explotación sexual.26
Podríamos decir que es un problema limitado a determinados países no
occidentales, pero es Occidente desde donde parten los clientes en un «turismo
sexual» que está adquiriendo auge. «El llamado "turismo sexual" es una de las
formas contemporáneas del saqueo al que viven sometidos los países pobres. […]
Según la UNICEF existen en torno a doscientos mil adeptos del turismo sexual»
(cuatro de cada diez turistas que visitan Tailandia lo hacen solos).

A estas violencias, aún habría que sumar otras muchas de menor carácter que irían
desde un mayor autoritarismo paterno y familiar, a los matrimonios forzosos. La
violencia ejercida contra la mujer, sea cual sea su naturaleza, tiene como marco
preferente la familia.

Violencia contra la mujer en la pareja

La violencia contra la mujer por parte de su pareja o ex-pareja está generalizada en


el mundo dándose en todos los grupos sociales independientemente de su nivel
económico, cultural o cualquier otra consideración. Aún siendo de difícil
cuantificación, dado que no todos los casos trascienden más allá del ámbito de la
pareja, se supone que un elevado número de mujeres sufren o han sufrido este tipo
de violencia. Estudios realizados en países por desarrollar arrojan una cifra de
maltrato en torno al 20 %, encontrándose los índices más bajos en países de
Europa, en Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón con cifras en torno al 3 %.29

Es un hecho que en una relación de pareja la interacción entre sus miembros adopta
formas agresivas». En todas las relaciones humanas surgen conflictos y en las
relaciones de pareja también. Las discusiones, incluso discusiones acaloradas,
pueden formar parte de la relación de pareja. En relaciones de pareja conflictivas
pueden surgir peleas y llegar a la agresión física entre ambos. Esto, que podría
alcanzar cotas de violencia que serían censurables y perseguibles, formaría parte
de las dificultades a las que se enfrentan las parejas. El maltrato nada tiene que ver
con esto; en el maltrato el agresor siempre es el mismo: «Por definición, el conflicto
es una modalidad relacional que implica reciprocidad y es susceptible de provocar
un cambio. Por el contrario, el maltrato, aunque adopte las mismas formas –
agresiones verbales y físicas-, es unilateral, siempre es la misma persona la que
recibe los golpes».
Las cifras de mujeres víctimas de violencia familiar llevada a cabo por quien sea o
haya sido su pareja señalan que anualmente decenas o cientos de mujeres son
asesinadas a manos de sus parejas en diferentes países del mundo.

En la pareja el maltrato es mayoritariamente ejercido por él contra ella. Tiene unas


causas específicas: los intentos del hombre por dominar a la mujer, la baja estima
que determinados hombres tienen de las mujeres; causas que conducen a procurar
instaurar una relación de dominio mediante desprecios, amenazas y golpes.

Este tipo de violencia contra la mujer también se da en parejas del mismo sexo
(lesbianas), en las que la víctima es obviamente una mujer. Sin embargo, este tipo
de casos violentos no suelen tener trascendencia en los medios de comunicación.

Los rasgos más visibles del maltrato son las palizas y los asesinatos, son los que
trascienden del ámbito de la pareja; sin embargo, los maltratos de «baja intensidad»,
los maltratos psíquicos que mantenidos en el tiempo socavan la autoestima de la
mujer, son los que mayoritariamente se dan.31 Cuando trasciende un caso de
maltratos, la mujer puede llevar años sufriéndolos. Y si los maltratos pueden
producirse en cualquier etapa de la historia de la pareja, es en el momento de la
ruptura y tras esta, si se produce, cuando llegan a exacerbarse. Las causas pueden
ser varias, desde trastornos psicológicos a predisposición socio-cultural, pasando
por infidelidades de la pareja o expareja.

Es frecuente tratar el tema de los maltratos como casos individuales: los


maltratadores sufrirían una suerte de trastornos que les conducirían a maltratar a la
mujer. Esta sería una visión del problema que evitaría tratarlo como un problema
social.

Violencia contra las mujeres en Guatemala

Cada año 66.000 mujeres son asesinadas en el mundo y uno de los lugares donde
esto ocurre con más frecuencia es Guatemala, que tiene una de las tasas más altas
de feminicidio del mundo.
¿Por qué es tan peligroso ser mujer en el país centroamericano?
"Nos están matando nuestros padres, hermanos, padrastos… la misma gente que
se espera que nos cuiden", dice Rebecca Lane, una rapera feminista de la ciudad
de Guatemala.
"La mayoría de nosotras ha tenido que vivir en silencio cuando alguien nos golpea
o nos grita, sólo cerramos nuestros ojos y aceptamos la situación. Tenemos que
unirnos a otras mujeres y hablar de ello para darnos cuenta de que no es aceptable,
no es normal", añade.

Cuando Lane tenía 15 años, se involucró con un hombre de mayor edad que no
sólo era controlador, sino también un abusador sexual.
"Sabía lo que estaba haciendo –afirma–. Me aisló de mi familia y amigos. Sé lo que
es sufrir la violencia desde una edad temprana". La relación duró tres años.
Ahora usa la música para promover los derechos de las mujeres. "La poesía me
salvó la vida. Empezar a escribir fue vital para mi recuperación", asegura.

Su canción más conocida, "Mujer Lunar", es un llamado al respeto al cuerpo de las


mujeres, a sus vidas y a su independencia.

También ha dirigido talleres para mujeres jóvenes en la ciudad de Guatemala para


enseñarles sobre sus derechos y cómo enfrentar el tipo de abusos que ella sufrió.

Alta tasa de feminicidio


Guatemala tiene la tercera más alta tasa de feminicidio del mundo, después de El
Salvador y Jamaica.
Entre 2007 y 2012 hubo 9,1 asesinatos por cada 100.000 mujeres, según la Policia
Nacional de Guatemala.

El año pasado, al menos 846 mujeres fueron asesinadas en una población de poco
más de 15 millones, dice la fiscalía nacional.

Las raíces de esta situación se remontan al pasado brutal del país y, en particular,
a la guerra civil de 36 años.
La tía de Rebecca Lane desapareció en 1981 tras unirse a la guerrilla. Al momento
de su muerte comenzaron a circular informes sobre el asesinato de decenas de
miles de mujeres y niñas, la mayoría de comunidades indígenas mayas, a las que
se acusaba de apoyar a los insurgentes.
Una década más tarde, un informe de la ONU afirmó que el abuso sexual había sido
generalizado y sistemático. Se estima que un 25% o 50.000 de las víctimas de la
guerra en Guatemala fueron mujeres.
La violencia sexual fue "usada al más alto nivel y fue un instrumento de guerra",
dice Helen Mack, de la fundación Myrna Mack.

"El estereotipo era que las mujeres eran usadas para el sexo y vista como objetos
y para servir a las familias, y eso continúa hoy en día", expresó.

Violencia sistemática

La hermana de Helen Mack, Myrna, murió tras ser acuchillada en las calles por un
escuadrón de la muerte en 1990.

Myrna había puesto al descubierto hasta qué punto el ejército había usado la
violencia física y sexual en contra de las comunidades maya durante la guerra.
Helen Mack sostiene que, tras la Guerra, unos 40.000 hombres que habían sido
entrenados para violar mujeres retornaron a sus hogares y no recibieron ayuda
para regenerarse.
Mack afirma que, por ello, redirigieron su agresividad contra de sus esposas,
madres y novias.

"Esta semana recibimos una llamada de una mujer. Su esposo había conducido su
vehículo sobre ella varias veces para asegurarse de que había muerto", dice Mack.

"Sobrevivió y la trajeron a la ciudad de Guatemala donde le trataron sus heridas.


Pero su esposo no se rindió y envió a su padre a permanecer a su lado en el hospital
y a amenazarla para que no denunciara el ataque ante los tribunales", dice Mack.
Es común, agrega Mack, que se mate a las mujeres y que las intimiden de esta
forma.
En 2008, Guatemala fue el primer país en reconocer oficialmente el feminicidio
como un crimen.

Pese a esto, la violencia en contra de las mujeres es, en la práctica, considerada


como un asunto doméstico.

Cómo cambiar estas actitudes

"La diferencia en Guatemala entre el asesinato de un hombre y el de una mujer es


que a las mujeres las hacen sufrir antes de la muerte, la violan, la mutilan y la
golpean", dice la procuradora guatemalteca Thelma Aldana.
En 2011, cuando era presidente de la Suprema Corte, Aldana contribuyó al
establecimiento de una red especial de tribunales en todo el país para lidiar con
casos de feminicidios.

"La justicia puede hacer mucha para cambiar esa cultura", dice.
"Le pedimos a las mujeres que denuncien y rompan el silencio. Casos de
feminicidios y otras formas de violencia contra las mujeres son hoy en día los
crímenes más reportados, con un promedio de 56.000 reportes cada año", explica.
Hay tribunales de feminicidios en 11 de los 22 departamentos o provincias del país,
donde los jueces y policías reciben entrenamiento sobre crímenes de género.

Aunque, en noviembre, en sólo una semana fueron hallados cinco cuerpos de


mujeres asesinadas en la ciudad de Guatemala, Helen Mack piensa que se ha
progresado.

"En los últimos 10 años hemos tenido avances. Ahora al menos las mujeres están
hablando", dice en referencia a una generación de juezas y activistas que están
impulsado cambios.
Magnitud del problema

Las estimaciones más precisas relativas a la prevalencia de la violencia de pareja y


la violencia sexual se derivan de las encuestas poblacionales basadas en los
testimonios de las víctimas. En un análisis llevado a cabo en 2013 por la OMS en
colaboración con la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y el Consejo
de Investigación Médica de Sudáfrica, en el que se utilizaron los datos de más de
80 países, se observó que, en todo el mundo, una de cada tres mujeres (o el 35%)
había sido objeto de violencia física o violencia sexual bien dentro o fuera de la
pareja.

 Estimaciones mundiales y regionales de la violencia contra la mujer

Casi un tercio (30%) de todas las mujeres que han tenido una relación ha sufrido
violencia física o sexual por parte de su pareja. Las estimaciones de prevalencia de
la violencia de pareja oscilan entre el 23,2% en los países de ingresos altos y el
24,6% en la región del Pacífico Occidental, al 37% en la región del Mediterráneo
Oriental y el 37,7% en la región de Asia Sudoriental.

El 38% de los feminicidios que se cometen en el mundo son perpetrados por la


pareja. Además de la violencia de pareja, el 7% de las mujeres refieren haber sufrido
agresiones sexuales por personas distintas de su pareja, si bien los datos a ese
respecto son más escasos. Los actos de violencia de pareja y violencia sexual son
cometidos en su mayoría por hombres contra mujeres.

Factores de riesgo

Los factores de riesgo de violencia de pareja y violencia sexual son de carácter


individual, familiar, comunitario y social. Algunos se asocian a la comisión de actos
de violencia, otros a su padecimiento, y otros a ambos. Entre los factores de riesgo
de ambas, violencia de pareja y violencia sexual, se encuentran los siguientes:

 un bajo nivel de instrucción (autores de violencia sexual y víctimas de


violencia sexual);
 un historial de exposición al maltrato infantil (autores y víctimas);
 la experiencia de violencia familiar (autores y víctimas);
 el trastorno de personalidad antisocial (autores);
 el uso nocivo del alcohol (autores y víctimas);
 el hecho de tener muchas parejas o de inspirar sospechas de infidelidad en
la pareja (autores);
 las actitudes que toleran la violencia (autores);
 la existencia de normas sociales que privilegian a los hombres o les atribuyen
un estatus superior y otorgan un estatus inferior a las mujeres; y
 un acceso reducido de la mujer a empleo remunerado.

Entre los factores asociados específicamente a la violencia de pareja cabe citar:

 los antecedentes de violencia;


 la discordia e insatisfacción marital;
 las dificultades de comunicación entre los miembros de la pareja;
 la conducta dominadora masculina hacia su pareja.

Y entre los factores asociados específicamente a la violencia sexual destacan:

 la creencia en el honor de la familia y la pureza sexual;


 las ideologías que consagran los privilegios sexuales del hombre; y
 la levedad de las sanciones legales contra los actos de violencia sexual.

Las desigualdades entre hombres y mujeres y la aceptación de la violencia contra


la mujer son la causa principal de la violencia ejercida contra estas.

Consecuencias para la salud

La violencia de pareja (física, sexual y emocional) y la violencia sexual ocasionan


graves problemas de salud física, mental, sexual y reproductiva a corto y largo plazo
a las mujeres. También afecta a sus hijos y tiene un elevado costo social y
económico para la mujer, su familia y la sociedad. Este tipo de violencia puede:
 Tener consecuencias mortales, como el homicidio o el suicidio.
 Producir lesiones, y el 42% de las mujeres víctimas de violencia de pareja
refieren alguna lesión a consecuencia de dicha violencia.
 Ocasionar embarazos no deseados, abortos provocados, problemas
ginecológicos, e infecciones de transmisión sexual, entre ellas la infección
por VIH. El análisis de 2013 reveló que las mujeres que han sufrido maltratos
físicos o abusos sexuales a manos de su pareja tienen una probabilidad 1,5
veces mayor de padecer infecciones de transmisión sexual, incluida la
infección por VIH en algunas regiones, en comparación con las mujeres que
no habían sufrido violencia de pareja. Por otra parte, también tienen el doble
de probabilidades de sufrir abortos.
 La violencia en la pareja durante el embarazo también aumenta la
probabilidad de aborto involuntario, muerte fetal, parto prematuro y bebés
con bajo peso al nacer. El mismo estudio realizado en 2013 puso de
manifiesto que la probabilidad de sufrir un aborto espontáneo entre las
mujeres objeto de violencia de pareja es un 16% mayor y la de tener un parto
prematuro un 41% mayor.
 Estas formas de violencia también pueden ser causa de depresión, trastorno
de estrés postraumático y otros trastornos de ansiedad, insomnio, trastornos
alimentarios e intento de suicidio. El análisis de 2013 concluyó que las
mujeres que han sufrido violencia de pareja tienen casi el doble de
probabilidades de padecer depresión y problemas con la bebida.
 Entre los efectos en la salud física se encuentran las cefaleas, lumbalgias,
dolores abdominales, trastornos gastrointestinales, limitaciones de la
movilidad y mala salud general.
 La violencia sexual, sobre todo en la infancia, también puede incrementar el
consumo de tabaco, alcohol y drogas, así como las prácticas sexuales de
riesgo en fases posteriores de la vida. Asimismo se asocia a la comisión (en
el hombre) y el padecimiento (en la mujer) de actos de violencia.
Repercusión en los niños

 Los niños que crecen en familias en las que hay violencia pueden sufrir
diversos trastornos conductuales y emocionales. Estos trastornos pueden
asociarse también a la comisión o el padecimiento de actos de violencia en
fases posteriores de su vida.
 La violencia de pareja también se ha asociado a mayores tasas de mortalidad
y morbilidad en los menores de 5 años (por ejemplo, por enfermedades
diarreicas o malnutrición).

Costos sociales y económicos

Los costos sociales y económicos de este problema son enormes y repercuten en


toda la sociedad. Las mujeres pueden llegar a encontrarse aisladas e incapacitadas
para trabajar, perder su sueldo, dejar de participar en actividades cotidianas y ver
menguadas sus fuerzas para cuidar de sí mismas y de sus hijos.

Prevención y respuesta

Cada vez hay más estudios bien concebidos sobre la eficacia de los programas de
prevención y respuesta. Se necesitan más recursos que refuercen la prevención y
la respuesta frente a la violencia de pareja y la violencia sexual, en particular en el
ámbito de la prevención primaria, a fin de impedir que llegue a producirse.

Existen datos procedentes de los países de ingresos altos que indican que las
intervenciones de sensibilización y la prestación de orientación psicológica para
mejorar el acceso a los servicios dirigidos a las víctimas de violencia de pareja son
eficaces a la hora de reducir dicha violencia. Los programas de visitas domiciliarias
en que participan los servicios periféricos de salud por medio de profesionales de
enfermería capacitados también parecen prometedores a efectos de reducir la
violencia de pareja. No obstante, aún han de evaluarse para poder ser utilizados en
entornos con pocos recursos.
Entre las estrategias de prevención que podrían dar buenos resultados en entornos
de bajos recursos cabe citar las siguientes: aquellas que permiten que la mujer se
emancipe económica y socialmente mediante una combinación de
microfinanciación y formación en materia de igualdad de género; las que fomentan
la comunicación y las relaciones interpersonales dentro de la pareja y la comunidad;
las que reducen el acceso al alcohol y su uso nocivo; las que transforman las normas
sociales y de género nocivas, mediante la movilización de la comunidad y la
educación grupal y participativa de mujeres y hombres con el fin de provocar una
reflexión crítica sobre las relaciones de género y de poder desiguales.

Para propiciar cambios duraderos, es importante que se promulguen y se apliquen


leyes, y se formulen y ejecuten políticas que promuevan la igualdad de género del
modo siguiente:

 poniendo fin a la discriminación de la mujer que persiste en las leyes relativas


al matrimonio, el divorcio y la custodia;
 poniendo fin a la discriminación que persiste en las leyes sobre sucesiones y
propiedad de activos;
 mejorando el acceso de la mujer al empleo remunerado;
 formulando políticas y planes nacionales para combatir la violencia contra la
mujer, y dotándolos de medios.

Si bien prevenir la violencia contra la mujer requiere un enfoque multisectorial, el


sector de la salud tiene un papel importante que desempeñar. El sector de la salud
puede:

 Concienciar con relación al hecho de que la violencia contra la mujer es


inaceptable y que ese tipo de violencia debe considerarse un problema de
salud pública.
 Prestar servicios integrales, y sensibilizar y capacitar a los proveedores de
servicios de salud para que respondan a las necesidades de las víctimas de
manera integral y empática.
 Prevenir que se repitan los actos de violencia mediante la detección
inmediata de las mujeres y los niños que sean víctimas de esta, derivándoles
a los servicios pertinentes y prestándoles el apoyo necesario.
 Promover normas de género que establezcan la igualdad entre hombres y
mujeres como parte de las competencias psicosociales y los programas de
educación sexual integral que se imparten entre los jóvenes.
 Generar datos científicos que permitan determinar las estrategias más
eficaces y la magnitud del problema mediante la realización de encuestas
poblacionales, o incluyendo la violencia contra la mujer en las encuestas
demográficas y de salud de ámbito poblacional, así como en los sistemas de
vigilancia e información sanitaria.

Respuesta de la OMS

En la Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2016, los Estados Miembros


aprobaron un plan de acción para fortalecer la función del sistema de salud para
abordar la violencia interpersonal, en particular contra las mujeres y las niñas, y
contra los niños en general.

 Plan de acción mundial de la OMS para fortalecer la función del sistema de


salud en el marco de una respuesta nacional multisectorial para abordar la
violencia interpersonal, en particular contra las mujeres y las niñas, y contra
los niños en general - en inglés

En colaboración con asociados, la OMS:

 Reúne datos científicos sobre la magnitud y la naturaleza de la violencia


contra la mujer en diferentes entornos, y apoya los esfuerzos desplegados
por los países para documentar y cuantificar dicha violencia y sus
consecuencias, en particular mejorando los métodos para cuantificar la
violencia contra la mujer en el contexto del seguimiento de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible. Esto es fundamental para comprender la magnitud y
la naturaleza del problema, y para adoptar medidas a nivel nacional e
internacional.
 Refuerza las investigaciones y la capacidad para evaluar las intervenciones
con que se afronta la violencia de pareja.
 Investiga las intervenciones en el sector de la salud eficaces para hacer
frente a la violencia contra las mujeres.
 Elabora orientaciones técnicas basadas en datos científicos sobre la
prevención de la violencia de pareja y la violencia sexual, y fortalece las
respuestas del sector de la salud a ese fenómeno.
 Elabora directrices e instrumentos de aplicación para fortalecer la respuesta
del sector de la salud frente a la violencia de pareja y la violencia sexual, y
hace una síntesis de los datos científicos disponibles sobre las medidas y
estrategias que funcionan para prevenir ese tipo de violencia.
 Apoya a los países y a los asociados para ejecutar el plan de acción mundial
contra la violencia mediante:
 Colabora con organismos y organizaciones internacionales para reducir y
eliminar la violencia en todo el mundo mediante iniciativas como la Alianza
para la Prevención de la Violencia Sexual, Together for Girls, el Grupo de
Trabajo sobre Violencia contra la Mujer de la Federación Internacional de
Obstetricia y Ginecología y el programa conjunto de las Naciones Unidas
sobre el “Paquete de servicios esenciales para mujeres y niñas que sufren
violencia”.

Violencia contra la mujer en política

Se trata de una forma específica de violencia ejercida contra las mujeres por el
hecho de participar o querer participar en política. Activistas, candidatas,
legisladoras y otras mujeres activas en política sufren distintas modalidades de este
tipo de violencia, en un espectro que puede ir desde los llamados micromachismos
dentro de las organizaciones políticas, pasando por acoso sexual, acoso
institucional, violencia física y asesinato o intentos de asesinato.
Existe cierta controversia acerca de si esta es una subcategoría de violencia política
en general o una forma más de violencia contra la mujer. Los argumentos para
considerarla una forma de violencia hacia la mujer por el hecho de ser mujer, se
basan en que esta violencia busca concretamente la retirada de las mujeres de la
política y que representa una reacción contra los avances en los derechos políticos
de las mujeres.

La violencia psicológica contra la mujer

La violencia psicológica es un tema que con más frecuencia se está escuchando y


de acuerdo a las encuestas de la OMS va ascendiendo, a pesar de la modernidad
y rápida urbanización de la población del mundo, la violencia en cualquier
manifestación, se sigue expandiendo. Dentro de la violencia generada hacia la
mujer, se encuentra la psicológica, sin duda sutil y grave a su vez. La violencia
psicológica podemos definirla como: el conjunto de conductas que generan
agresión, denigrando y modificando la autoestima de la mujer, así como la imagen
de sí misma. Hay tres formas en que se puede emplear este tipo de violencia.

Maltrato psicológico. Consiste en el trato degradante continuo que tiene como


propósito atacar la dignidad de la persona. Es difícil de detectar pues son muy
sutiles, pero con el tiempo afectan.

Acoso psicológico. Es generar violencia psicológica planificada para obtener un


propósito específico, donde el atacante está consciente de lo quiere lograr, en este
caso denigrar la autoestima de la violentada para someterla.

Manipulación mental. Es la forma de control que se da entre dos personas, en este


caso, del hombre hacia la mujer generando paulatinamente que ésta pierda su
autonomía, libertad y toma de decisiones haciéndola dependiente en todas las
formas: económica y emocionalmente.

En las investigaciones cualitativas se muestra de forma sistemática que las mujeres


a menudo consideran el maltrato psíquico más devastador que la violencia física.
Los actos específicos de maltrato psíquico infligido por la pareja que se incluyen en
el Estudio de la OMS son los siguientes:

 ser insultada o hacerla sentirse mal sobre ella misma;


 ser humillada delante de los demás;
 ser intimidada o asustada a propósito (por ejemplo, por una pareja que grita
y tira cosas);
 ser amenazada con daños físicos (de forma directa o indirecta, mediante la
amenaza de herirla a ella o a alguien importante para la entrevistada).

En todos los países objeto del Estudio, entre el 20 % y el 75 % de las mujeres había
experimentado, como mínimo, uno de estos actos, en su mayoría en los últimos 12
meses previos a la entrevista. Los que más se mencionaron fueron los insultos, la
humillación y la intimidación. Las amenazas con daños físicos fueron menos
frecuentes, aunque casi una de cada cuatro mujeres en los entornos provinciales
de Brasil y Perú declaró que había sido amenazada. Entre las mujeres que
informaron haber sido objeto de este tipo de violencia, al menos dos tercios había
sufrido la experiencia en más de una ocasión. "El maltrato psíquico es peor. Cuando
te están humillando continuamente y te dicen que eres una inútil, que no vales
nada." - Mujer entrevistada en Serbia y Montenegro

Dada la complejidad que supone definir y medir el maltrato psíquico de modo


relevante y significativo en todas las culturas, los resultados de la investigación del
Estudio de la OMS sobre la violencia psíquica y los comportamientos dominantes
deben considerarse más un punto de partida que una medida global de cualquiera
de las formas de maltrato psíquico. Sin embargo, en futuros análisis se examinará
la conexión que existe entre el maltrato psíquico y sus consecuencias para la salud,
el maltrato psíquico en sí mismo y el maltrato psíquico unido a la violencia física o
sexual infligida por la pareja.
Violación

La violación es, sin ningún género de dudas, la forma más evidente de dominación
ejercida, de manera violenta, por los hombres sobre las mujeres».35 En ella se
traslucen los iconos atávicos presentes aún en la mente del hombre, lo que se
conoce como machismo: implica un menosprecio de la mujer considerándola como
mero objeto destinado a satisfacer las apetencias sexuales y la convicción de que
la mujer debe estar sometida al hombre. No supone considerar a la mujer inferior al
hombre en una cuestión de grado sino el considerarla un ser inferior, un ser con el
que se pueden cometer todo tipo de excesos.

Más del 14 % de las mujeres estadounidenses mayores de 17 años admiten haber


sido violadas. Esta cifra se podría extrapolar a otras sociedades occidentales. Y
aunque en países este porcentaje puede bajar (8 % en Canadá, 11,6 % en Suiza,
5,9 % en Finlandia), en Sudáfrica, uno de los países en los que el problema es más
preocupante, el porcentaje sube al 25 % con 1 500 000 violaciones cada año.
Nuevamente es en el ámbito familiar donde se produce el mayor porcentaje de
violaciones, probablemente más del 70 %.

Feminicidio

Feminicidio o femicidio es un crimen de odio: el asesinato de una mujer por el hecho


de ser mujer. El concepto define un acto de máxima gravedad, en un contexto
cultural e institucional de discriminación y violencia de género[cita requerida], que
suele ser acompañado por un conjunto de acciones de extrema violencia y
contenido deshumanizante, como torturas, mutilaciones, quemaduras,
ensañamiento y violencia sexual, contra las mujeres y niñas víctimas del mismo.
Diana Russell, promotora inicial del concepto, lo definió como «el asesinato de
mujeres por hombres motivados por el odio, desprecio, placer o sentido de posesión
hacia las mujeres». Varios países lo han incluido como delito en sus legislaciones
penales, con variaciones en el tipo penal. El feminicidio, representa el extremo de
un continuum de terror anti-femenino que incluye una amplia variedad de abusos
verbales como físicos, tales como violación, tortura, esclavitud sexual
(particularmente por prostitución) abuso sexual infantil incestuoso o extra-familiar,
golpizas físicas y emocionales.

El feminicidio o femicidio es el homicidio de mujeres motivado por su condición de


mujer.50 Se trata de un término más específico que el de homicidio y serviría para
dar visibilidad a las motivaciones últimas de una mayoría de los homicidios de
mujeres: la misoginia y el machismo; siendo «la forma más extrema de violencia
contra la mujer».

Poner fin a la violencia contra las mujeres

La violencia contra mujeres y niñas es una violación grave de los derechos


humanos. Su impacto puede ser inmediato como de largo alcance, e incluye
múltiples consecuencias físicas, sexuales, psicológicas, e incluso mortales, para
mujeres y niñas. Afecta negativamente el bienestar de las mujeres e impide su plena
participación en la sociedad. Además de tener consecuencias negativas para las
mujeres, la violencia también impacta su familia, comunidad y el país. Los altos
costos asociados, que comprenden desde un aumento en gastos de atención de
salud y servicios jurídicos a pérdidas de productividad, impactan en presupuestos
públicos nacionales y representan un obstáculo al desarrollo.

Tras varias décadas de movilizaciones promovidas por la sociedad civil y los


movimientos de mujeres, se ha conseguido incluir la erradicación de la violencia de
género en las agendas nacionales e internacionales. Nunca tantos países han
contado con leyes contra la violencia doméstica, las agresiones sexuales y otras
formas de violencia. Sin embargo, continúan existiendo desafíos en la aplicación de
estas leyes, resultando en una limitada protección y acceso a la justicia por parte de
mujeres y niñas. Asimismo, no se hace lo suficiente para prevenir la violencia, y
cuando ésta ocurre a menudo queda impune.

Violencia en contra de la mujer

De acuerdo a la legislación vigente en Guatemala, el Instituto Nacional de


Estadística, es el responsable de dar cumplimiento a lo establecido en el Artículo 20
de la Ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer (Decreto 22-
2008), en el cual se norma que “El Instituto Nacional de Estadística -INE- está
obligado a generar, con la información que deben remitirle (…) indicadores e
información estadística, debiendo crear un Sistema Nacional de Información sobre
Violencia contra la Mujer”. Según Artículo 3, inciso j) de la Ley en mención, Violencia
contra la mujer se entiende como “Toda acción u omisión basada en la pertenencia
al sexo femenino que tenga como resultado el daño inmediato o ulterior, sufrimiento
físico, sexual, económico o psicológico para la mujer, así como las amenazas de
tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en
el ámbito público como en el ámbito privado”.

Definición de la violencia contra las mujeres y niñas

La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones a los derechos


humanos más sistemáticas y extendidas. Está arraigada en estructuras sociales
construidas en base al género más que en acciones individuales o acciones al azar;
trasciende límites de edad, socio económicos, educacionales y geográficos; afecta
a todas las sociedades; y es un obstáculo importante para eliminar la inequidad de
género y la discriminación a nivel global. (Asamblea General de las Naciones
Unidas, 2006)

Las Naciones Unidas definen la violencia contra las mujeres como “todo acto de
violencia basado en basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda
tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la
mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria
de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
(Resolución de la Asamblea General Resolución 48/104 Declaración sobre la
eliminación de la violencia contra la mujer, 1993)

Frecuentemente los términos “violencia basada en género” y “violencia contra las


mujeres” son usados de modo indistinto en la bibliografía y por los abogados, sin
embargo, el término “violencia basada en género” se refiere a aquella dirigida
contra una persona en razón del género que él o ella tiene así como de las
expectativas sobre el rol que él o ella deba cumplir en una sociedad o cultura. La
violencia basada en el género pone de relieve cómo la dimensión de género está
presente en este tipo de actos, es decir, la relación entre el estado de subordinación
femenina en la sociedad y su creciente vulnerabilidad respecto a la violencia. Sin
embargo, resulta importante advertir que tanto hombres como niños también
pueden ser víctimas de la violencia basada en el género, especialmente de la
violencia sexual.

Dado el enorme número de mujeres y niñas que experimentan la violencia, el


enfoque del presente sitio web lo constituyen las mujeres y niñas, y por ello el
término violencia contra las mujeres será usado a lo largo del mismo.

En escenarios de conflicto y posteriores a éstos así como en escenarios de


emergencia, el término violencia sexual basada en género (VSBG) es comúnmente
usado. La violencia sexual en estos escenarios es mayormente cometida contra
mujeres y niñas.

A lo largo de este web site, a menos que se especifique de manera distinta, el


término “mujeres” se refiere a mujeres de todas las edades, incluyendo niñas.
(Asamblea General de las Naciones Unidas, 2006)

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