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iiÁMON
L VALI. •:
UÇLAN
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EL M A R Q U E S DE B R A D O M I N
EL MARQUES
) E BRADOMIN:
OBRAS DEL A U T O R
OLOQUIOS ROMANTICOS:
FEMENINAS (agotada).
>R D O N R A M O N DEL VALLE-
EPITALAMIO (agotada).
CENIZAS (agotada)'.
LO L A N
JARDÍN N O V E L E S C O (segunda edición).
C O R T E DE A M O R (segunda edición).
S O N A T A DE P R I M A V E R A , I , (tercera edición)
S O N A T A DE E S T Í O , I I , (tercera edición).
SONATA DE O T O Ñ O , I I I , (tercera edición).
S O N A T A DE I N V I E R N O , I V , (tercera edición)
F L O R DE SANTIDAD (segunda edición).
A G U I L A DE BLASÓN.
A R O M A S DE L E Y E N D A .
E L M A R Q U É S DE BRADOMIN.
R O M A N C E DE L O B O S .
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HERNÁN C O R T É S .
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E L MARQUES D E BRADOMIN
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13. a • • —
L A QUEMADA FLORISEL
— 14 —
— iS —
FLORISEL
drefías ni silbar por divertimiento, salvo que
¿Y vienen de muy lejos?
no sea á los mirlos.
MINGUIÑA
L A QUEMADA
De San Clemente de Bradomín.
¿ T ú aquí sirves por el vestido?
LA QUEMADA
FLORISEL
¡Todo por monte!
Por el vestido y por la soldada. G a n o m e -
FLORISEL
dia onza cada año, y á cuenta ya, tengo r e -
Ya sé dónde queda. Allí tiene u n palacio
cibido los dineros para m e r c a r esta flauta.
el más grande caballero de estos contornos.
¿Vostedes es la p r i m e r a vez que vienen á la
MINGUIÑA
limosna?
¡También es puerta aquella de m u c h a c a -
L A QUEMADA
ridad! Agora poco hace, llegó el señor mi
¡Yo hace muchos años!
Marqués, al cabo de muchos años. Dicen que
MINGUIÑA viene para hacer u n a nueva g u e r r a por el
Yo es la p r i m e r a vez. Nunca creí verme Rey Don Carlos, á quien le robaron la c o -
en tanta necesidad. F u i criada con el regalo rona cuando los franceses.
de u n a reina, y agora no me queda otro triste L A QUEMADA
remedio que a n d a r por las puertas. Un hijo Aquél m u r i ó . El de agora es un hijo.
tenía, luz de mi tristes ojos, a m p a r o de mis
MINGUIÑA
años, y m u r i ó en el servicio del Rey, adonde
Hijo ó nieto, es de aquella sangre real.
fué por un rico.
—,17 —
« la p u e r t a del jardín a s o m a u n a h u e s t e d e EL MANCO DE GUNDAR
m e n d i g o s . P a t r i a r c a s haraposos, m u j e r e s es- Dile que tenemos de recorrer otras puertas.
cuálidas, m o z o s lisiados. R a c i m o de g u s a -
n o s q u e se a r r a s t r a por el polvo d e los c a m i n o s y se EL TULLIDO DE CELTIGOS
d e s g r a n a en los m e r c a d o s y feriales de las villas sal-
d a n d o cuitas y p a d r e n u e s t r o s , c a r a v a n a q u e des- No basta una sola para llenar las alforjas.
cansa al pie d e los c r u c e r o s , y r e c u e n t a la l i m o s n a d e
m a z o r c a s y m e n d r u g o s de b o r o n a , á la s o m b r a d e los EL MORCEGO
A l a d a r e s flor i d o s d o n d e cantan los P ^ « Los ricos, como no pasan trabajos...
á q u i e n e s da n i d o y pan Dios N u e s t r o S e ñ o r E to
d o s los casales los c o n o c e n , y ellos c o n o c e n toda las LA MUJER DEI, MORCEGO
p u e r t a s d e c a r i d a d . Son s i e m p r e los mismos. El
Marico d e G o n d a r ; el T u l l i d o de « l u g o s ; P a u U la Padre nuestro, que estáis en los cielos...
R e i n a , q u e da d e m a m a r á u n n m o ; la I n o c e n t e d e
B r a n d e s o ; D o m i n g a d e G ó m e z ; el s e ñ o r A « * l
s e ñ o r C i d r á n el Morcego y la m u j e r del M o r c e g ^ OR un s e n d e r o del j a r d í n a p a r e c e la S e ñ o r a
del palacio, q u e v i e n e c o g i e n d o rosas. A su
L l e g a n por el c a m i n o aldeano, f r a g a n t e y n e n t e b a j o
lado la M a d r e C r u c e s habla c o n q u e r i d o r a , y
el sol m a t i n a l .
la d a m a s u s p i r a c o n d e s m a y o . Es u n a figura pálida y
blanca, con a q u e l e n c a n t o d e m e l a n c o l í a q u e los
EL MANCO DE GONDAR a m o r e s m u e r t o s p o n e n en los ojos y en la s o n r i s a d e
algunas mnjeres.
Rapaz, avisa en la cocina que está aquí el
manco de Gondar, que viene por la limosna. LA MADRE CRUCES
EL TULLIDO DE CELTIGOS
¡Y cómo me place ver á mi señora con las
Y el tullido de Céltigos. colores de una rosa!
FLORISEL
LA DAMA
T i e n e dicho Doña Malvina, el ama de lla-
ves, que esperen á reunirse todos. De una rosa sin color, Madre Cruces.
— 19 —
L A QUEMADA
L A MADRE CRUCES
¡Parece una santa del cielo!
rados.
t
PAULA
L A DAMA
¡Gracias, mi señora! ¡Mi g r a n señora! ¡La
¿Es tuyo ese niño, P a u l a ? pobre madre se lo agradecerá en el cielo!
PAULA
L A DAMA
No mi señora. E r a de una c u r m a n a que se
Y á los otros pequeños tráelos también
ha muerto. T r e s ha dejado la pobre: éste es
contigo.
el más pequeño.
PAULA
L A DAMA Los otros, m a ñ a n a no sé dónde poder h a -
¿ Y t ú lo h a s r e c o g i d o ? llarlos.
E L SEÑOR CIDRAN
PAULA
L o s otros, aunque cativo, también tienen
L a m a d r e me lo recomendó al m o r i r .
a m p a r o . Los ha recogido B á r b a r a la Prisca,
LA DAMA una viuda lavandera que también á mí me
¿Y qué es de los otros dos? tiene recogido.
PAULA LA DAMA
t.
LA-DAMA.
sin acertar á responderle. Entonces sacó del
¡Lo que yo temo es ofender á Dios! ¡Sólo bolsillo la carta y me la entregó.
de pensar que puede aparecerse a h o r a mismo
LA DAMA
tiemblo y desfallezco! ¡Y la idea de no verle
¿No te habló más?
me horroriza! C u é n t a m e qué te dijo. ¿Cómo
LA MADRE C R U C E S
fué el darte esta carta?
Nada más, mi reina.
L A M A D R E CRUCES
LA DAMA
Esta m a ñ a n a llegó al molino como de c a -
¿No te dijo que yo le esperaba?
cería. Yo, al pronto, le desconocí. T i e n e t o -
L A M A D R E CRUCES
dos los cabellos blancos, que parecen de plata.
Quedóse parado en la puerta mirándome Nada me dijo.
LADAMA
muy fijo. A n t e un caballero tan lleno de ma-
jestad, m e puse de pie, y h a sido cuando me ¿Ni de dónde venía?
habló y le reconocí. LA M A D R E CRUCES
Nada.
LA DAMA
LADAMA
¿Y qué te dijo?
¿Y tú no le preguntaste?
L A MADRE CRUCES LA M A D R E C R U C E S
Pues, díjome estas mismas palabras: Ma- N o m e atreví. El verle aparecer de aquella
d r e Cruces, hace m u c h o que has visto á mi m a n e r a habíame impuesto. Eso sí, pareció-
pobre Concha? T o d a asombrada quedéme m e m á s triste.
— 28 —
LA DAMA
c r i a t u r a enferma que estuviese pensando en
peran. — 33 —
E L M A R Q U E S D E B R A D O M I N
L A MADRE C R U C E S
que pene u n o solo. Viendo triste al buen ca- Antaño, cuando niños, algunas veces los
ballero decíame entre mí: Suspira, e n a m o - he visto jugar bajo estas sombras. Apenas si
recordará.
rado galán, suspira, que todo lo merece
L A DAMA
aquella paloma blanca.
¡Me acuerdo tanto! No jugaba conmigo,
L A DAMA
jugaba con mis h e r m a n a s mayores, que t e -
¡Cuánto tarda! ¿Cómo el corazón no le
nían su edad. Solía traerlo mi abuelo en su
dice todo mi afán? yegua, cuando volvía de Viana del P r i o r ,
L A MADRE CRUCES
donde estaba con su tío. El viejo Marqués
El corazón es por veces tan traidor.
era tu padrino, verdad, M a d r e Cruces?
L A DAMA
LA MADRE CRUCES
¡El mío es tan leal!
Sí, mi reina. P a d r i n o como cumple, de
L A MADRE CRUCES
bautizo y de boda. Un caballero de aquellos
¡Cuitado pajarillo! Mas qué tiene mi reina
cual no quedan, un g r a n caballero, como lo
que tiembla toda? era su primo, el señor de este palacio.
LADAMA
L A DAMA
No es nada, madre Cruces.
¡Pobre abuelo!
L A MADRE CRUCES
• LA MADRE CRUCES
V a m o s al palacio.
L A DAMA Mejor está que nosotros, allá en el m u n d o
Quería esperarle aquí, en el jardín donde de la verdad.
— 35 —
nos separamos.
EL MARQUES DE BRADOMIN EL MARQUES DE BRADOMIN
nadie en este m u n d o tiene poder para hacer- ¡No diga tal, mi señora, no diga tal!
las cesar.
|N la escalinata, d o n d e verdean y e r b a j o s d e s -
LA DAMA m e d r a d o s q u e las p a l o m a s p i c o t e a n , a s o m a
u n a vieja a m a d e llaves vestida con h á b i t o
P o r q u e nosotros somos cobardes, porque del C a r m e l o . S e llama D o ñ a Malvina. A v e n t a u n p u -
ñ a d o d e maíz, y las palomas a c u d e n á ella. D o ñ a M a l -
tememos la muerte.
vina r í e con gritos d e damisela y l l e v a n d o u n a p a -
LA MADRE CRUCES l o m a en cada h o m b r o , baja al j a r d í n , alzada m u y
p u l c r a m e n t e la falda para c a m i n a r por los s e n d e r o s ,
Yo, mi señora, n o la temo. T e n g o ya tan-
y llega a d o n d e está la S e ñ o r a .
tos años que la espero todos los días, porque
DOÑA MALVINA
m i corazón sabe que no puede t a r d a r .
¡Que la humedad de esos árboles no puede
LA DAMA
serle buena!
Yo también la llamo, m a d r e Cruces.
LA DAMA
¿ C u á n d o ha tenido usted noticia de su lle- ¡Señor Abad, qué olvidado tiene usted el
— 38 —
EL ABAD EL ABAD
Es un muchacho. ¿Y qué magna empresa Hay que pensarlo, Doña Malvina: ¡Es un
le habrá traído? caso de conciencia!
LA DAMA LA DAMA
¡Señor Abad!
Las dos cosas.
EL ABAD
Yo me la figuro. Nuestro ilustre Marqués DOÑA MALVINA
trae una misión secreta del Rey. ¿Y cabello de ángel ó dulce de guindas?
LA DAMA EL ABAD
No creo...
T a m b i é n le haré honor á los dos. N o le
EL ABAD
dije que he tenido el gusto de ver á las niñas.
A mí no me e x t r a ñ a r í a que volviese á es-
Ya sé que la visitarán m u y pronto.
tallar una nueva guerra. Yo confieso que la
espero hace mucho tiempo. ¡Quieto, Carabel! ¡JESPUÉS de cambiar u n a mirada, se alejan d i s -
cretas, hacia el palacio la d u e ñ a y la Madre
¡Quieto, Capitán!
C r u c e s . Van c o m e n t a n d o en voz baja, y de
LA DAMA tiempo en t i e m p o se detienen en el s e n d e r o de m i r -
tos, para a r r a n c a r una b r i z n a de yerba ó enderezar
Usted tomará chocolate, señor A b a d . Ya un rosal q u e se deshoja al paso. Los m e n d i g o s que
lo sabes, Malvina. esperan sentados en la escalinata se i n c o r p o r a n l e n -
tamente y tienen una salutación de salmodia al verlas
DOÑA MALVINA llegar. Doña Malvina, con m o v i m i e n t o s de cabeza,
esos m o v i m i e n t o s graves y pausados de las d u e ñ a s
¿Prefiere bollos de Viana, ó bizcochos de gobernadoras, les r e c o m i e n d a paciencia, paciencia, ^QN
las monjas de Velvis?
LA DAMA fensor del Rey, y que sólo ha venido aquí
¿Yió usted á mis hijas, señor Abad? por la causa de la Religión y de la P a t r i a .
EL ABAD LA DAMA
Usted no sabe que yo tengo una h e r m a n a Señor A b a d , cree usted que haya venido
monja en el Convento de la Enseñanza. Pre-
por eso?
cisamente al e n t r a r en el locutorio lo p r i -
EL ABAD
mero que descubrí tras de las rejas fué á las
dos pequeñas. No sabía que se educasen allí. Yo, ciertamente.
Su padre estaba visitándolas. ¡Aquí, Carabel! LA DAMA
¡Aquí, Capitán! L e hallé muy viejo, y sobre
Pero usted no ignora...
todo desmemoriado. No creía que hubiese
quedado tan mal de este último ataque. H e - EL ABAD
mos hablado de usted. No, no ignoro.
LA DAMA LA DAMA
EL ABAD EL ABAD
le habría contestado, como era mi deber, que Sólo le veré para suplicarle q u e vuelva á
el señor Marqués de Bradomín es un leal de- su destierro, lejos, m u y lejos de mí.
- 4 2 — - 4 3 -
EL ABAD le ofreció el don de su cuerpo. ¡Quieto, Cara-
¿Y tiene usted derecho p a r a hacerlo? Si, bel! ¡Quieto, Capitán!
como yo creo, le trae el interés s u p r e m o de LA DAMA
una causa santa...
¡Qué g r a n consuelo me da usted, señor
Abad!
LA DAMA
¿ O t r a guerra? EL ABAD
¡Aquí, Carabel! ¡Aquí, Capitán!
EL ABAD
os p e r r o s van y vienen con carreras locas,
Sí, otra g u e r r a . Eso que algunos juzgan p e r s i g u i e n d o sobre la y e r b a la s o m b r a d e
imposible, eso que hasta á los mismos G o - un largo bando de palomas q u e vuela en
torno de la torre señorial. La d a m a y el clérigo con-
biernos liberales hace sonreír, y que, á des- versan en u n banco de piedra, sostenidos por dos gri-
pecho de la incredulidad de unos y de las fantes toscamente labrados,á los cuales da un e n c a n t o
de arte el musgo que los c u b r e . La Señora escucha
burlas de otros, será.
con los ojos bajos, entretenida en hacer u n gran r a m o
con las rosas. Algunas quedan deshojadas en su falda,
LA DAMA y las r e m u e v e lentamente, h u n d i e n d o en ellas sus
Y yo, qué debo hacer? manos de e n f e r m a , q u e parecen más pálidas entre la
sangre de las rosas. La dama solía buscar aquel p a -
EL ABAD raje del jardín para llorar sus penas. Le placía aquel
r e t i r o d o n d e mirtos seculares d i b u j a b a n los c u a t r o
Rezar. Prescindir de cualquier interés escudos del f u n d a d o r en torno de u n a f u e n t e a b a n -
mundano. Busque usted ejemplo en la vida donada. Con lánguido desmayo se i n c o r p o r a , y por
la h ú m e d a avenida de castaños se r e t o r n a al palacio,
de los santos. María Egipciaca, mirando al seguida del Abad. En la puerta del jardín a s o m a
piadoso objeto llegar á Jerusalén, no teniendo un ciego sin lazarillo, y los mendigos, al verle, hacen
comentos.
al pasar un río moneda que dar al barquero,
— 44 —
MINGUIÑA
ELECTUS
Ahí está Electus, el ciego de G o n d a r .
Muy poco á poco. C o m o tengo de irme
LA QUEMADA
para no tropezar.
¡Famoso prosero!
MINGUIÑA
ELECTUS
¡Santa Lucía bendita vos conserve la ama- Oye una fabla, Electus.
ble vista y salud en el mundo para ganarlo!
ELECTUS
Dios vos otorgue que dar y que tener. Salud
y suerte en el m u n d o para ganarlo. ¡Buenas Considera que bajo este peso me doblo.
almas del Señor, haced al pobre ciego un Deja tú que llegue adonde pueda reposarme.
bien de caridad!
L ciego sacude las a l f o r j a s escuetas, y algún
mendigo, escondida la m a n o e n t r e los h a r a -
EL MORCEGO
pos, se rasca y ríe. El ciego pone u n a a t e n -
Somos otros pobres, Electus. ción sagaz, p r o c u r a n d o reconocer las voces y las
risas. T a n t e a n d o con el b o r d ó n , busca sitio en el
ELECTUS c o r r o . Es u n viejo jocundo y ladino, q u e arrastra
luenga capa, y c u b r e su cabeza con parda y p u n t i -
¡Mía fe que os tuve por indianos! aguda m o n t e r a .
LA QUEMADA LA QUEMADA
¡Qué g r a n raposo! Aquí estamos esperándote con un dosel.
EL MANCO DE GONDAR
ELECTUS
¿Cómo vienes sin criado?
Pues agora voy á sentarme debajo.
- 4 6 -
MINGU1ÑA MINGUIÑA
T ú que andas p o r los caminos y tienes co- Deja las burlerías, Electus.
nocimiento en todas las aldeas, para un nieto
QUEL m e n d i c a n t e p r o s e r o , t i e n e un g r a v e
mío, no podrás d a r m e razón de una casa perfil m o n á s t i c o , p e r o el pico d e su m o n -
donde m e lo miren con blandura, pues nunca tera p a r d a , y su boca r a s u r a d a y a l d e a n a ,
s e m e j a n t e á u n a gran sandía a b i e r t a , g u a r d a n todavía
ha servido? m á s m a l i c i a q u e s u s decires, esos a ñ e j o s d e c i r e s d e
los j o c u n d o s a r c i p r e s t e s aficionados al v i n o , y á las
ELECTUS
v a q u e r a s , y á r i m a r las coplas. S u c e d e u n m o m e n t o
¿Qué tiempo tiene? d e silencio, y el ciego, q u e está s e n t a d o á par d e la
vieja m e n d i g a , alarga el b r a z o hacia el lado o p u e s t o ,
y palpa, q u e r i e n d o a l c a n z a r á la I n o c e n t e .
MINGUIÑA
EL ABAD MINGUIÑA
¡Adiós! No la lleva.
ELECTUS
LA QUEMADA
Vos queréis burlar del ciego. ¿Pues no
¡Vaya m u y dichoso!
lleva los canes?
EL ABAD
LA QUEMADA
¡Adiós!
¡Válate un diaño!
EL MANCO DE GONDAR
EL MANCO DE GONDAR
¡Páselo m u y bien!
¿Pues no dice?..
EL ABAD
LORISEL sale del palacio a c o m p a ñ a n d o á la
¡Adiós! d u e ñ a d e los cabellos blancos, cargado con
u n a cesta, de d o n d e d e s b o r d a n las espigas
ELECTUS del maíz. Aquella es la limosna q u e h a b r á de r e p a r -
tirse entre la hueste de mendicantes, y todos se a t r e -
¡Vaya muy dichoso el señor abade y la su pellan p o r acudir á cobrarla. Doña Malvina alza los
brazos con u n susto pueril.
compaña!
DOÑA MALVINA
LA QUEMADA
- 5 -
— 55 —
4
ELECTUS ELECTUS
DOÑA MALVINA
Ya te dije enantes que u n a buena moza.
Luego se enoja la señora.
ELECTUS
- ...
Déjame reposar p r i m e r o .
— 56 —
2SSS»
MINGUIÑA
E L TULLIDO DE CELTIGOS
¡Pobre rapaza! A la cuitada acúdela por ¿Y cómo has venido á servir en el palacio?
veces u n r a m o cativo, y mete dolor de c o r a - FLORISEL
zón verla c o r r e r por los caminos, cubierta
L a señora es mi m a d r i n a . Yo m e llamo
de polvo, con los pies sangrando.
Florisel.
OÑA Malvina, desde lo alto de la escalinata, vi-
gila el r e p a r t o de la limosna. Los mendigos, ADEGA LA INOCENTE
d e s p u é s de recibirla, salmodian u n rezo.
Florisel va de u n o en otro l l e n a n d o las alforjas. Las
¡Florisel! ¡Qué lindo pudo ser el santo que
dos viejas, Minguiña y la Q u e m a d a , la reciben j u n t a s tuvo ese n o m b r e , que mismo parece cogido
y besan las espigas.
en los jardines del cielo!
MINGUIÑA
«L Marqués de B r a d o m í n , llega á caballo, y se
Sé buen cristiano, mi hijo; que en buena
detiene en la puerta b a j o el arco q u e tiene
casa estás. cimeros c u a t r o blasones de piedra. Piafa el
FLORISEL potro q u e m o n t a , y sobre la losa del u m b r a l , que pa-
rece u n a sepultura, los h e r r a d o s cascos r e s u e n a n
A mí paréceme que la conozco. ¿Vostede fanfarrones, valientes y marciales, con el n o b l e e s -
trépito de las espadas y de los broqueles. La hidalga
n o me dijo que era de San Clemente?
figura del jinete desaparece b a j o u n capote de caza-
MINGUIÑA dor, y u n a boina de terciopelo c u b r e su guedeja r o -
mántica, que comienza á ser de plata.
De allí soy, y allí tengo todos mis d i -
DOÑA MALVINA
funtos.
FLORISEL ¡El señor Marqués! T e n l e el estribo, F l o -
¡Páguele Dios el haber venido! Ahora verá Cuando se halle con la señora m i Conde-
á la señorita. ¡Cuánto tiempo la pobre sus- sa póngale, sin que ella lo vea, estas yerbas
pirando por verle! No quería escribirle. bajo la almohada. Con ellas sanará. Las al-
Pensaba que ya la tendría olvidada. Yo he mas son como los ruiseñores, todas quieren
sido quien la convenció de que no. ¿Verdad volar. Los ruiseñores cantan en los jardines,
que no, señor M a r q u é s ? pero en los palacios del rey se mueren poco
á poco.
EL MARQUÉS DE BRADOMIN
DOÑA MALVINA
No... Pero dónde está?
¡No haga caso, señor! ¡La pobre es i n o -
DOÑA MALVINA cente!
ELECTUS
Quiso esperarle en el jardín. E s como los
niños, ya el señor lo sabe. C o n la impacien- Rapaces, que tocan las doce, y es cuando
cia temblaba hasta batir los dientes, y t u v o Nuestro Señor se sienta á la mesa y bendice á
que echarse. toda la Cristiandad.
— 61 —
AJO los v i e j o s á r b o l e s , q u e c u e n t a n la edad
del palacio, los m e n d i g o s se a r r o d i l l a n y re-
z a n á c o r o . Las c a m p a n a s d e la aldea tocan á
lo lejos, y pasa su a n u n c i o s o b r e la f r o n d a del j a r d í n
c o m o u n v u e l o d e t ó r t o l a s . U n a s o m b r a blanca a p a -
rece en lo alto d e la escalinata.
LA DAMA
¿Y ahora?
LA DAMA
LA DAMA
¿Y ahora?
LA DAMA
FLORISEL
¿Da su permiso?
M
EL MARQUES DE BRADOMIN
Adelante.
FLORISEL FLORISEL
FLORISEL FLORISEL
Servía en la casa de Don J u a n Manuel Pues á la señorita, que me los merca to-
Montenegro, que es tío de la señorita. dos. ¿No sabe que los quiere p a r a echarlos á
volar? L a señorita desearía que silbasen la
E L MARQUES DE BRADOMIN
riveirana sueltos en el jardín, pero ellos se
¿Y qué hacías allí?
- 6 9 -
— 68 —
E L MARQUES DE BRADOMIN
v a n lejos. Un domingo, por el mes de San
J u a n , venía yo acompañando á la señorita. ¿Y cómo has dejado el servicio de Don J u a n
Pasados los prados de L a n t a ñ ó n , vimos un Manuel Montenegro?
m i r l o q u e muy puesto en las ramas de un FLORISEL
cerezo, estaba cantando la riveirana. Acuér-
Porque ya tiene muchos criados. ¡Qué
dame que entonces dijo la señorita: Míralo,
gran caballero es Don Juan Manuel! Dígole,
adónde se ha venido el caballero.
que en el Pazo todos los criados le tenían
E L MARQUES DE BRADOMIN miedo. Don Juan Manuel es mi padrino, y
fué quien me trujo al palacio para que sir-
Es u n a historia digna de un r o m a n c e . T ú
viese á la señorita.
mereces ser paje de una reina y cronista de
un reinado. E L MARQUES DE BRADOMIN
LA DAMA LA DAMA
SSSSSZ
322-
retratos sostienen apenas los pañolitos de en- LA DAMA
caje iban deshojando las margaritas que Como en otro tiempo, cuando yo te guiaba
g u a r d a n el càndido secreto de los corazones. para que jugásemos, unas veces en la t o r r e ,
otras en la biblioteca, otras en aquel mirador
LA DAMA
ya derruido que daba sobre las tres fuentes.
¡Mis manos también las han deshojado! ¡Tiempos aquellos en que nuestra risas locas
EL MARQUES DE BRADOMIN
y felices t u r b a b a n el recogimiento del pala-
cio, y se desvanecían por los corredores os-
Y las hojas, al volar, te han dicho cuánto
curos, por los salones, por las antesalas.
yo te quería.
EL MARQUES DE BRADOMIN
LA DAMA
Y al abrirse lentamente las puertas de flo-
Me h a n engañado.
reados herrajes, exhalábase del fondo de los
EL MARQUES DE BRADOMIN salones el aroma lejano de otras vidas.
LA DAMA
¡Divinas m a n o s de Dolorosa!
¡Tú también te acuerdas! ¿Y te acuerdas
LA DAMA
de un salón que tiene de corcho el estrado?
M a n o s de m u e r t a . Allí nuestras pisadas no despertaban r u m o r
EL MARQUES DE BRADOMIN alguno.
- 7 8 - - 7 9 -
LA DAMA
ríen, con su risa de cristal, sin alma y sin
T o d o el jardín estaba cubierto de hojas y el edad.
viento las a r r a s t r a b a delante de nosotros con
LA DAMA
un largo susurro. L a s últimas rosas de otoño
T e escribí que vinieses, porque entre nos-
empezaban á m a r c h i t a r s e y esparcían ese
otros ya no puede haber más que un cariño
a r o m a indeciso que tiene la melancolía de
ideal... Y enferma como estoy, deseaba verte
los recuerdos. Nos sentamos en un banco de
antes de m o r i r . Y ahora me parece una feli-
piedra. Ante nosotros se a b r í a la puerta del
cidad estar enferma. ¿No lo crees? E s q u e tú
laberinto, y u n sendero, un solo sendero, on-
no sabes cómo yo te quiero.
dulaba entre los mirtos c o m o el camino de
una vida solitaria y triste. ¡Mi vida desde en- XHALA las últimas palabras como si fuesen sus-
tonces! piros, y con una mano se cubre los ojos. El
Marqués de Bradomin besa aquella m a n o
EL MARQUES DE BRADOMIN sobre el rostro, y después la aparta dulcemente. Los
ojos, los hermosos ojos de e n f e r m a , llenos de a m o r ,
¡Nuestra vida! le miran sin hablar, con u n a larga mirada. P o r la
vieja avenida de mirtos que parece flotar en el r o -
LA DAMA sado vapor del ocaso se ve venir al señor Abad de
Brandeso.
Y todo permanece lo mismo y sólo nosotros
EL ABAD
hemos cambiado.
¡Vamos, Carabel! ¡Vamos, Capitán!
EL MARQUES DE BRADOMIN
No hemos podido ser como los tritones de LA DAMA
la fuente, que en el fondo del laberinto aún Aquí tenemos al Abad de Brandeso.
-8o —
EL ABAD EL ABAD
Saludo á m i ilustre feligresa y al no menos Ya no soy aquel que era. Los años q u e -
b r a n t a n peñas: C u a t r o anduve por las m o n -
ilustre Marqués de Bradomín.
tañas de N a v a r r a con el fusil al h o m b r o , y
EL MARQUES DE BRADOMIN
hoy me canso apenas salgo á dar un paseo
Señor Abad, cuántos años sin vernos. Yo con la escopeta y los perros. ¿Y qué se ha
le hacía á usted cuando menos canónigo. hecho el señor Marqués d u r a n t e tantos años
EL ABAD por esas tierras extranjeras? ¿Cómo no ha
De esta madera se hacen, señor Marqués. pensado en escribir un libro de sus viajes?
EL MARQUES DE BRADOMIN EL MARQUES DE BRADOMIN
Y los papas también. Ya escribo mis memorias.
EL ABAD EL ABAD
Los papas yo no diré tanto. ¡Quieto, G a r a - ¿Serán m u y interesantes?
bel! ¡Quieto, Capitán!
LA DAMA
EL MARQUES DE BRADOMIN L o más interesante no lo dirá.
Y qué, hay todavía muchas perdices por
EL MARQUES DE BRADOMIN
esta tierra? .
Digo sólo mis pecados.
EL ABAD
EL ABAD
T o d a v í a hay algunas. De nuestro ilustre Marqués se cuentan
EL MARQUES DE BRADOMIN
cosas verdaderamente extraordinarias. Las
Usted siempre tan incansable cazador.
— 83 —
— 82 —
Viva la bagatela, como nuestro ilustre M a r -
confesiones, cuando son sinceras, encierran
qués.
siempre u n a g r a n enseñanza: recordemos
EL MARQUES DE BRADOMIN
las de San Agustín.
Y en cambio cuando llegaba la ocasión,
EL MARQUES DE BRADOMIN
c a n t a b a n , bailaban y tocaban el a r p a .
Yo no aspiro á enseñar, sino á divertir,
EL ABAD
señor A b a d . T o d a mi doctrina está en una
Señor Marqués de B r a d o m í n , procure u s -
sola frase. ¡Viva la bagatela! P a r a mí la
ted no condenarse por bagatela,
mayor conquista de la humanidad es haber
aprendido á sonreír. LA DAMA
ciertas negociaciones deben ser reservadas, Confieso que n o conocía esa clase de
pero, á fe, no creía que eso rezase con u n carlistas.
viejo veterano. EL MARQUES DE BRADOMIN
E L MARQUES DE BRADOMIN
Los carlistas se dividen en dos grandes
¡Pero, señor Abad, cómo imagina usted
bandos: uno, yo, y el otro, los demás.
que yo ande en u n a aventura tan loca?
L A DAMA
LA DAMA
¡Uno, tú!
P o r lo mismo que es loca.
EL MARQUES DE BRADOMIN
E L ABAD Y tú...
E L ABAD
¿No sigue usted fiel á la Causa?
Señor Marqués, usted está tocado de ese
EL MARQUES DE BRADOMIN
terrible gusano de la burla. ¡Volterianismos!
Sí.
- 8 7 -
¡Volterianismos de la Francia! P a l a b r a de EL MARQUES DE BRADOMIN
¡De veras que es magnífico! Ya le tenía T a m b i é n hace sus visitas á la rectoral. Ata
casi olvidado. ¡Y qué arrogante, á pesar de su caballo á la puerta, y éntrase dando voces.
los años! Se hace servir vino, y bebe hasta d o r m i r s e
en el sillón. C u a n d o se despierta, sea día ó
E L ABAD
noche, pide el caballo, y dando cabeceos
Se conserva c o m o cuando servía en la
sobre la silla, se vuelve á su Pazo de L a n t a -
Guardia N o b l e de la Real P e r s o n a .
ñón.
LA DAMA E L MARQUES DE BRADOMIN
Y si supieses qué existencia arrastra: Está
Don Juan Manuel Montenegro es el últi-
casi en la miseria. m o superviviente de u n a gran raza. •
EL ABAD EL ABAD
Pero es siempre un gran señor. Vive r o - Sí que lo es.
deado de criados que no puede pagar, ha-
E L MARQUES DE BRADOMIN
ciendo la vida de todos los mayorazgos cam-
H e r m a n o espiritual de aquellos a v e n t u r e -
pesinos: C h a l a n e a n d o en las ferias, jugando
ros hidalgos que se enganchaban en los
en las villas y sentándose á la mesa de los cu-
tercios d e Flandes ó de Italia por buscar
ras en todas las fiestas.
lances de a m o r , de espada y de fortuna.
LA DAMA
LA DAMA
Desde que yo habito en este destierro es
frecuente verle aparecer... T ú también eres de aquéllos.
— 92 —
E L MARQUES DE BRADOMIN
sermones. T e n g o encargo de predicar en la
fiesta de Santa María de A n d r a d e , que este
Yo pude serlo, si no hubiera tenido la
a ñ o se celebra con g r a n solemnidad.
manía de leer. Los muchos libros son como
los m u c h o s desengaños: no dejan nada en LA DAMA
el corazón. L a biblioteca entera está á su disposición.
LA DAMA
E L ABAD
Dejan al menos los recuerdos, porque tú
¡Gracias! ¡Mil gracias!
estás aquí.
L Abad sale s e g u i d o de sus galgos c o m o d e
E L ABAD dos acólitos, y en el c o r r e d o r , ya o s c u r o , s e
d e s v a n e c e n el b a l a n d r á n y el c l o q u e o c a m -
jCarabel! ¡Capitán! p e s i n o d e sus z u e c o s . Un reloj d e cuco da las seis.
LA DAMA
E L MARQUES DE BRADOMIN
¿Nos abandona usted, señor Abad?
Ese reloj, sin duda, acuerda el tiempo
EL ABAD del f u n d a d o r .
P o r breves momentos, contando con su LA DAMA
venia. Esta visita no es solamente para salu-
¡Qué t e m p r a n o anochece! Las seis todavía.
d a r á nuestro ilustre Marqués, lo es también
para t o m a r u n libro q u e recuerdo haber L M a r q u é s de B r a d o m í n se acerca á la s o m -
bra r o m á n t i c a q u e se destaca s o b r e el f o n d o
visto en la biblioteca del Palacio: «El Flori- l u m i n o s o d e u n a v i d r i e r a , y en s i l e n c i o le
legio de Nuestra Señora»: una colección de besa u n a m a n o . S e oye u n t e n u e s u s p i r a r .
— 94 —
EL MARQUES DE BRADOMIN
días con una sonrisa triste y lloran de noche
¡Lloras! en la oscuridad.
LA DAMA
LA DAMA
No debimos volver á vernos.
¡Es cierto!
EL MARQUES DE BRADOMIN
Y si yo te contase la mía.
LA DAMA
rante esos u n o s tan largos que estuvimos ¡Ay, Concha, son las penas!
sin vernos.
LA DAMA
E L MARQUES DE BRADOMIN
No, no son las penas..! Otras cosas son'
¡Mi pobre Concha! Una de esas vidas si-
T u s penas no pueden igualarse á las mías,
lenciosas y resignadas que m i r a n pasar los
y yo n o tengo blanca la cabeza.
- 9 6 -
— 97 —
EL MARQUES DE BRADOMIN
8 5 - ^ 8 ON u n a b l a n d u r a lema, de caricia sensua , a
mano del Marqués de Bradomín retira el a l - ¿Pero tiene hijas Isabel?
a t l i filerón de oro q u e sujeta la c r e n c h a de la
d a m a , y la ola de seda olorosa y negra r u e d a sobre LA DAMA
los h o m b r o s . No, son mis hijas.
EL MARQUES DE BRADOMIN EL MARQUES DE BRADOMIN
A h o r a tu frente brilla como un astro bajo ¡Tus hijas!.En otro tiempo me querían
la crencha negra. ¿ T e acuerdas cuando que- mucho.
ría que me azotases con la madeja de tu pelo?
L A DAMA
LA DAMA Y tú también las querías.
Me acuerdo de todas tus locuras... Xavier,
EL MARQUES DE BRADOMIN
he recibido una carta, tengo que e n s e ñ á r t e l a .
¿Qué tienes?
EL MARQUES DE BRADOMIN
LA DAMA
¿ U n a carta? ¿De quién? Nada.
LA DAMA EL MARQUES DE BRADOMIN
De tu p r i m a Isabel. Viene con las niñas. ¿Lloras?
LA DAMA
EL MARQUES DE BRADOMIN No.
JIsabel Bendaña?
EL MARQUES DE BRADOMIN
Nada... P e r o tenemos que ser prudentes. ¡Mi muerte! ¡Nada más que m i muerte!
X a v i e r . Si viene Isabel con mis hijas, sólo te T u amor tiene en mi alma raíces tan profun-
pido que á su llegada no te hallen aquí. Yo das como esos árboles que vemos desde
les diré que estás en L a n t a ñ ó n cazando con aquí. N a d a podrá separarnos, Xavier, nada,
nuestro tío. T ú vienes u n a tarde, y sea por- si n o es tu olvido.
que hay t o r m e n t a , ó porque le tenemos
E L MARQUES DE BRADOMIN
miedo á los ladronee, te quedas aquí, como
Desgraciadamente no sé olvidar.
nuestro caballero. No te ofendes, verdad?
— io3 —
FLORISEL DON JUAN MANUEL
¡Como que es el más ilustre de los linajes ¡Ah! ¿ T ú lo sabías? Es sin duda un secreto
de familia.
españoles!
DON JUAN MANUEL LA DAMA
Españoles y tudescos, sobrino. Los M o n - ¡Naturalmente!
tenegros de Galicia descendemos de una em-
DON JUAN MANUEL
peratriz alemana. Es el único blasón español
Como yo también desciendo de Don R o l -
que lleva metal sobre metal: espuelas de oro
d á n , por eso conozco bien esas cosas. Don
en campo de plata. El linaje de B r a d o m i n
— II3 —
LA DAMA
Roldán pudo salvarse, y en u n a barca llego
hasta la Isla de Sálvora, y atraído por una ¡Adiós, tío! ¡Xavier, hasta cuándo?
LA DAMA LA DAMA
Sé todo lo que va usted á decirme. No, después de haber sufrido tanto, quise
EL ABAD ser feliz, y ahora nada hay que pueda h a -
Ya no es un caso de conciencia donde el cerme renunciar á mi a m o r .
bien de la Iglesia debe considerarse antes que DOÑA MALVINA
ninguna otra cosa. La estancia del señor
Señorita, la noche se queda muy oscura.
Marqués de Bradomín en el palacio de Bran-
¿Le parece que vaya alguno de los criados
deso...
— 119 —
EL MARINERO
con un farol al desembarcadero del río, para
¡Hagan favor de atar el perro!
esperar á las niñas?
DOÑA MALVINA
LA DAMA.
¿Quién es?
¿A qué h o r a llegará la barca?
EL MARINERO
DOÑA MALVINA
Abelardo, el patrón de la barca.
Ayer llegó m u y de noche. LA DAMA
EL ABAD ¿Quién ha dicho? ¡Ya están ahí!...
T i e n e mejor viento que ayer. ¿Vienen hoy DOÑA MALVINA
las niñas? No vienen las niñas.
LA DAMA
EL ABAD
Hoy las espero. Hace ya dos días que están
H a b r á n temido al mal tiempo.
en Viana con su padre.
EL MARINERO
E oyen los ladridos de un perro, y se divisa ¡Santas y buenas noches tenga la señora y
una sombra que adelanta por el jardín. Trae
un farol en la mano, y la humosa llama de la compañía!
aceite tras los vidrios empañados, ilumina con tem-
LA DAMA
blona claridad aquel sendero entre viejos mirtos, y
los pies descalzos del h o m b r e que llega. Es una ügura ¿Cómo no h a n venido mis hijas?
negra que apenas se destaca sobre el fondo misterioso
del jardín. Los ladridos del perro le hacen detener- EL MARINERO
se, y explora en torno con el farol en alto. T o d a la Cuando ya Íbamos á largar llegó un criado
figura se ilumina: El t r a j e de aguas y el sudeste coa
q u e cubre su cabeza le anuncian como un marinero. mozo con esta carta.
— 120 —
L mismo tiempo que habla, el marinero se LA DAMA
descubre y del sudeste saca la carta q u e e n -
Quiero ir yo.
trega á la señora. Doña Malvina acerca el
velón, y a l u m b r a mientras lee la dama. DOÑA MALVINA
DOÑA MALVINA
¿Quiere usted que vaya yo al lado de las ASÍ TERMINA LA JORNADA SEGUNDA
niñas.
J O R N -ADA T E R C ERA
f P p p l j L viejo jardín en u n a tarde otoñal y dorada,
ü P a ' o m a s searrullan posadas en la piedra
' de armas, y los vencejos, que revolotean so-
bre la torre señorial, trazan en el azul signos de q u i -
m e r a con la punta negra del ala. De tiempo en tiem-
p o , u n estremecimiento recorre el jardín y luego todo
vuelve á quedaren silencio de misterio: El misterio de
los mirtos centenarios, de las fuentes abandonadas,
•de las rosas que se deshojan en los rosales... Doña
Malvina, la dueña, hace calceta sentada en un banco
de piedra y atisba por encima de los espejuelos hacia
la puerta del jardín, donde acaba de aparecerse el
señor Abad de Brandeso.
EL ABAD
E L ABAD
E L ABAD
Ya llevaba mucho tiempo desmemoriado.
¡El trance h a b r á sido al entrar en la alcoba Ultimamente habrá tenido noticia de la lle-
donde estaba el m a r i d o enfermo? gada del ilustre Marqués de Bradomín.
— 128 —
— 129 —
E L MARQUES DE BRADOMIN EL MARQUES DE BRADOMIN
MARIA ISABEL
MARIA ISABEL
¡Yo también!
T ú has crecido más, pero yo tamb.én
E L ABAD
crecí.
MARIA F E R N A N D A ¿Y además entiendes las cuentas?
E L ABAD E L ABAD
EL ABAD EL ABAD
— >34 — — 135 —
EL MARQUES DE BRADOMIN
EL MARQUES DE BRADQMIN
MARIA F E R N A N D A MARIA F E R N A N D A
¿Ásí como m a m á ?
¿ T ú la viste?
- I 3 9 -
EL MARQUES DE BRADOMIN EL MARQUES DE BRADOMIN
cintillos y ajorcas, pónense á elegir, y asi ¿No pasa usted Don Benicio?
— 140 — — 141 —
EL MARQUES DE BRADOMIN
EL MARQUES DE BRADOMIN
Sumiller, descubrimos un bando de perdi-
E L ABAD
ces. Díganle que á ver cuándo le caemos en-
P e r d o n e n que no les haga más larga visita. cima. Resérvenlo al Sumiller si viniese por
el palacio. Me ha encargado el secreto. ¡Aquí,
LA DAMA
Carabel! ¡Aquí, Capitán!
Señor Abad, que mañana celebra usted la
DOÑA MALVINA
misa en nuestra capilla. No lo eche usted en
olvido. ¡Qué gran raposo! Sóbrale de saber dónde
está el señor Marqués. ¿Adonde vais, niñas?
E L ABAD
No lo echo en olvido, no lo echo en olvido. MARÍA F E R N A N D A
¡Aquí, Carabel! ¡Aquí, Capitán! Díganle al Vamos con Florisel á ver los otros mirlos.
ilustre Marqués de Bradomin...
OÑA Malvina s u b e la escalinata con las d o s ni-
LA DAMA ñas d e la m a n o . El Abad d e s a p a r e c e en el
f o n d o d e la a v e n i d a s i l b a n d o á s u s galgos,
El Marqués de Bradomin, no está en el c o n el b a l a n d r á n flotante y el c h a m b e r g o en la m a -
n o por r e f r e s c a r la asoleada y varonil cabeza, d o n d e
palacio de Brandeso. la t o n s u r a a p e n a s se e s b o z a s o b r e el gris a c e r a d o del
cabello. L a s d o s p r i m a s q u e d a n solas.
DOÑA MALVINA
LA DAMA
Ya lo sabe.
Xavier llegará dentro de un m o m e n t o .
E L ABAD
LA DAMA LA DAMA
ISABEL B E N D A Ñ A
I S A B E L BEN DAÑ A
Es algo fatal.
¿Cómo lo sabes?
LA DAMA
L A DAMA ¡Fatal! Y prefiero estar prevenida. Yo sé
Lo presiento. Xavier vendrá, y yo volveré como puedo defenderme, y cómo puedo con-
á caer en sus brazos, sin que n a d a pueda seguir que se aleje de mí para siempre. Me
salvarme. bastaría pronunciar algunas palabras, pero
me falta valor para hacerlo. Yo puedo r e -
ISABEL BENDAÑA
nunciar á Xavier, no á que me recuerde sin
T ú debes luchar contra esa idea. carino. Q u i e r o vivir siempre en su corazón.
ISABEL BENDAÑA
ISABEL B E N D A Ñ A
Yo en tu caso no vería á Xavier. ¿Cuándo?
LA DAMA
L A DAMA
¡Nunca! ¿Quién has creído que soy y o > Ni
No le conoces. Se aparecería cuando yo
otro amante, ni otro amor que Xavier.
menos lo esperase.
— 146 — — ' 4 7 -
EL MARQUES DE B R A n n u r ,
ISABEL BENDAÑA
DON JUAN MANUEL
P u e s n o se lo digas. ¡"Adiós sobrino! Que me tengan avillado
un j a r r o de La A m e l a .
LA DAMA
LA DAMA
¿A ti te asusta? ¡Ahí está!
ISABEL BENDAÑA ISABEL BENDAÑA
¿Adonde vas?
Sí E s un sacrificio demasiado cruel. Y ,
LA DAMA
además, quién sabe si eso le alejaría para
¡Adonde mi ánimo se fortalezca! ¡Adonde
siempre. esta vivo mi remordimiento!
Í E
v S n h d n l a la P U e m d e l I a b e r i n t o - donde
vigilan d o s q u i m e r a s m a n c h a d a s d e m u s g o ,
SGnder
entre l o s m . Y t ' ° q u e s e <*esenvueFve
Í I ? c e n t e n a r i o s d e s a p a r e c e . El M a r q u é s
a e u r a d o m i n se acerca, c a m i n a l e n t a m e n t e baio los
sombra! ^ ^ * ~ - X ^
DON JUAN MANUEL
H&stssss:
w nue en eso no haces m i s que segutr l a , la, la besé: Concha, al cabo de tantos años,
me escribía, me llamaba á su lado con sú-
plicas dolorosas y ardientes. Los tres pliegos
traían la huella de sus lágrimas: Me hablaba
los corazones!... de la tristeza de su vida en el retiro de este
viejo palacio, y me llamaba suspirando. Aque-
ISABEL BENDAÑA
,1o F r e s el más admirable de los llas manos pálidas, olorosas, ideales, sus
— j 51 —
J ^ r s e n t i m e n t a l , célico.
— i5o —
EL MARQUES DE BRADOMIN EL MARQUES DE BRADOMIM
escribirme como otras veces. Sentí que los N o existió jamás... Isabel, tú bien sabes
ojos se m e llenaban de lágrimas. Yo siempre que hay tálamos fríos como los sepulcros, y
había esperado en la resurrección de nues- maridos que d u e r m e n como las estatuas y a -
centes de granito, maridos que ni siquiera
tros amores, era una esperanza que llenaba
pueden servirnos de precursores, y bien sabe
m i vida con un aroma de fe. ¡Era la quimera
Dios que la perversidad, esa rosa sangrienta,
del porvenir!
es una flor que nunca se abrió en mis a m o -
ISABEL BENDAÑA res. Yo he preferido siempre ser el Marqués
¿Y si Concha te suplicase ahora?.. de Bradomín á ser ese divino Marqués de
Sade. Esa ha sido la causa de pasar por s o -
EL MARQUES DE BRADOMIN
berbio entre algunas mujeres.
¿Que me fuese? Sería entristecer dos vidas.
Concha tampoco tiene otro amor que yo. ISABEL BENDAÑA
itj
LA DAMA
ISABEL BENDAÑA T a n t o como tu a m o r . ¡Xavier, tú no sabes
¿Y os separasteis? cuánto he sufrido desde aquella noche en
que nos separamos!
EL MARQUES DE BRADOMIN
EL MARQUES DE BRADOMIN
Sí: estaba como loca.
¿Más q u e mi a m o r ?
— ,56 —
EL MARQUES DE BRADOMIN
LA DAMA
E L MARQUES DE BRADOMIN
Son las infamias que impone el amor, pero T ú quieres decirme que el sacrificio debió
ser para no engañarle.
desgraciadamente ya soy viejo para que nin-
guna mujer las cometa por mi.
EL MARQUES DE BRADOMIN
LA DAMA
Acaso hubiera sido mejor, pero al culparte
¿Por qué me dices eso cuando sabes que
á ti, me culpo á mí también. Eramos jóve-
no puedo dejar de quererte? X a v i e r ,
nes y ninguno de los dos supo sacrificarse...
vieses un duelo, te batirías a pesar de mis
¡Esa ciencia sólo se aprende con los años,
r á oesar de mis lágrimas, aunque
súplicas, a pesar u* , c n r P f i e es cuando se hiela el corazón!
m e vieses morir. L o que á mi me sucede
" o parecido. Hay momentos en que una
LA DAMA
^ e r no debe retroceder, ni s i q u i e r a ^ -
¡Xavier, es la última vez que nos vemos,
¡Las mujeres no se baten,pero se sacrifican...
y qué recuerdo tan amargo me dejarán tus
EL MARQUES DE BRADOMIN palabras!
Hay sacrificios tardíos, Concha.
LA DAMA EL MARQUES DE BRADOMIN
EL MARQUES DE BRADOMIN
p e n a ' Y o ambicioné que tú m e quisieses
P
' novias de los quince años. ¡Po- ¿ U n o nada más?
como a esas novias de lo q ^ lo
u,« Wa< Y te oculte mi viaa, y w
¿ me h a s preguntado, y ahora, LÁ DAMA
Q e g u é cuando me h a s pr , adi_
Nada más.
ahora..! T ú m e adivinas, Xavier, tu
t a s , y no m e dices que me perdonas!..
E L MARQUES DE BRADOMIN
E L MARQUES DE BRADOMIN
Y conmigo, dos. Ese amante, mi sucesor
T e adivino. ¿Has querido á otros?.. sin duda...
LA DAMA LA DAMA
No.
Sí.
E L MARQUES DE BRADOMIN E L MARQUES DE BRADOMIN
L A DAMA LA DAMA
¿ P o r q u é reniegas del pasado? ¿Imaginas Despreciarte, no. T ú fuiste como todas las
que eso puede consolarme? M o d o s a hu- mujeres, ni mejor ni peor. ¡Adiós, Concha!
bieras sido callando.
LA DAMA
LA DAMA
Si todas las mujeres son como tú me j u z -
¿Qué hice yo? Xavier, olvida cuanto dije...
gas, yo tal vez no haya sido como ellas. ¡Xa-
Perdóname... ¡No, no |debes< olvidar m per- vier, mi Xavier, déjame que me vea en tus
donarme! ojos! ¡Es la última vez! ¡Compadéceme, no
EL MARQUES DE BRADOMIN
me guardes rencor!
— 164 —
EL PAPOUES DE BRADOMIN
£ L £ Í L BRADOMIN
LA DAMA
T e m o que reparen demasiado en mis c a - m.rtos como el camino misterioso de una vida
bellos blancos.
LA DAMA
LA DAMA ¡Qué hice yo, Dios mío!.. ¡Y si á pesar de
todo volviese!
¿Qué importan tus cabellos blancos? Yo
los buscaría para quererlos m á s . ¡Xavier,
adiós p a r a toda la vida!
EL MARQUES DE BRADOMIN
EN E S T E A Ñ O DE M C M V Ì I
EGUROS de que serán
gratas á nuestros lec-
tores, publicamos aquí las
páginas donde el admirable
escritor americano loa al
admirable escritor de Cas-
tilla.
( N O T A DEL E D I T O R . )
Mi l S
HI
— Lo ilimitado está en el Arte, como en el
Espacio;
una condensación de Infinito, eso es una:
Obra de Arte;
crear, es condensar el Misterio, en formas
visibles á los ojos espirituales;
inextricablemente complexo, el Arte, es,
como un Universo en gestación: creador
eterno de bellezas;
las formas varían: el Arte, es, Uno;
llenar estas f o r m a s en Armonía y Belleza
Superior, es, ser: Artista;
ELOGIO DEL AUTOR ELOGIO D E L A U T O R
el corazón de todos gime en ese corazón hoy, la vil Estulticia, la enemiga del Genio,
único, hecho de sinceridades radiosas; no se llama: Muchedumbre; se llama: k
el corazón del Artista, es hecho de f r a t e r - Crítica;
nidades; y, ningún Simulacro t u r b a su voz ya no se lapida al Genio con guijarros: se
confusa, que viene del p r o f u n d o Infinito; le lapida con vocablos;
su misma teatralidad, es sincera, porque los semi-intelectuales verbalizan contra él,
es la exteriorización de su fastuoso sueño; sentencias de proscripción, y, en n o m b r e del
el Artista, n o finge: expresa; Diccionario, insultan lo Sublime E x t r a o r d i -
su Visión, es vivida; nario;
el más a b s u r d o sueño, f u é Vida, cuando el salvaje elemento de la Envidia,
Valle-Inclán, no colinda por ningún lado de estar orgulloso de esa forma sagrada del
suplicio, que es: la Soledad;
con la popularidad;
no cultiva el género chico, que hace veinte la aparente Iniquidad de los hombres, llena
años triunfa en España, y, educa y divierte una tarea divina: aislando al Artista, lo su-
blimiza;
el alma heroica y triste de ese pueblo;
no es un profesor de hilaridad; confinándolo en su Reino, le vuelve su So-
no cultiva tampoco el enojo, que los escri- beranía Absoluta; y, extasiado por su Belle-
tores graves de su país, estilan en sus libros, za, el Artista entra en el Heroísmo de su
ese enojo mortal, capaz de hacer dormir de Destino, y cumple su Misión: Crear en Be-
pie, á u n neurótico en cólera; lleza;
los libros de Valle-Inclán, no son un éxito así la Obra de ese gran Solitario, de ese
de librería, son simplemente una victoria del Excelso Impopular, que es Valle-Inclán.
Arte;
él, no cultiva el Suceso
—180 —
¿Habéis visto el toro Farnesio, alzarse bajo turaleza, poderosa, arrogante y terrible.
llenos del vértigo enloquecido del Dolor y de cuadros tengan en tonos más acentuados: el
bajo el influjo de aquel espíritu de monje color querido á sus pintores, que más profun-
vosotros, los ya olvidados miedos de la i n - ya; rojo y negro con Velázquez; negro-lívido,
muertos y aparecidos, brujas y endriagos, negro y rojo, como sus poemas, sus d r a -
toman bajo aquella pluma medio-eval y c a - mas, toda su poesía y su prosa heroica, antes
balística, nuevas formas de vida, de una per- de la anemia claustral que la enervó y de la
sistencia enorme, y, pueblan y obsesionan y aparición de esa literatura delicuescente y
torturan el ánimo, moviéndose en un campo pálida, que marcó el cénit de su decadencia,
caliginoso de Visión; en la postrera mitad del siglo último;
- I85 —
el alma española, es, heroica y claustral; zados por un terrible Ideal, impulsados por
cuando habéis leído este Escritor, extraño y, con él, todos los poetas obsesionados de
Infinito;
y prodigioso, sentís, tal tristeza en el ánimo,
tal b r u m a de desolación, que vuestra alma, pero, místico, n o quiere decir, precisa-
mente, católico;
parece como hundida en esos mismos paisa-
jes m u e r t o s , en que aquella fantasía, hosca y el misticismo y, el catolicismo, pueden
genial, evocó é hizo gritar, la taciturna é i n - hermanarse y se h e r m a n a n , como en el
—192 —
el Misterio, será siempre la atracción s u - hay de ascetismo puro, en la vida intelec-
p r e m a de las grandes almas; tual de Valle-Inclán, en su a m o r fosco y apa-
el Arte, es como u n culto del Misterio, del sionado por la Belleza, en su culto al Arte,
cual la Belleza, es la Esencia Revelatriz; en el ardor con que lo defiende; en ia devo-
las dos, es fin y esencia del Arte; ni indican expresión, y, el grito de su elocuencia veraz
de la Belleza, que se transparenta del fondo mente cantado, como en el motivo de una
sinfonía coral: dolor de H u m a n i d a d , e n o r -
del Misterio;
m e , sereno, diáfano como un cielo de Estío;
Valle-Inclán, es un místico, como H u y s -
m a n , pero, sin ardores de sectario; Valle-Inclán, como toda la juventud inte-
lectual de España, desprecia la política y los
es, uno, como Revenant del Renacimiento,
políticos y se aisla de ellos, como de una l e -
un h e r m a n o de Vinci, con el cual guarda
pra contagiosa;
múltiples puntos de contacto;
y, yo, hallaría razón, á aquellos Caballe-
y, como todos los artistas de aquella época
ros del Ideal, desarzonados p o r el huracán
iluminada y bravia, es tan pronto á la inspi-
del pesimismo, sí n o viera, que confunden
ración como al combate; y, cerca á su pluma
lamentablemente, los hombres, con las ideas,
austera, está su sable desnudo;
—195 —
ELOGIO D E L A U T O R
sus creaciones superiores, ha de atraer sobre este Novalis peninsular, tan lleno de miste-
rioso encanto;.
si, en hora no muy remota, la entusiasta é
imperativa admiración, del mundo latino-in- la prueba de la Soledad, esa prueba que
infinitamente subtil de las ideas; parte de aquellos atrofiados, sin otro presti-
belde al Arte, Nuevo, Valle-Inclán, no triun- pero, hallará allí, un grupo mayor de al-
fará en España, pero, está llamado á triunfar mas, mejor preparadas para percibir y reci-
en América, y, á regir el imperio de la bella bir esa irradiación de Belleza que surge de
prosa hispana, más allá del mar; las obras singulares, las obras inquietantes,
— 202 — — 203
que escapan á la comprensión de los medio-
cres;
la juventud intelectual de América, ya tan
exquisitamente cultivada, esa juventud in-
novadora, que ha hecho del Arte, una como
Teología de la Belleza, esa, acogerá á Valle-
Inclán, aclamará á Valle-Inclán, seguirá á
Valle-Inclán, como á un Maestro, como al
INDICE
m á s alto y p u r o Maestro, que el Renaci-
miento de la España literaria, puede ofrecer
á la inquietud ávida de sus almas, enamora-
das de un severo Ideal.
VARGAS V I L A .
P a r í s , I9O7.
que escapan á la comprensión de los medio-
cres;
la juventud intelectual de América, ya tan
exquisitamente cultivada, esa juventud in-
novadora, que ha hecho del Arte, una como
Teología de la Belleza, esa, acogerá á Valle-
Inclán, aclamará á Valle-Inclán, seguirá á
Valle-Inclán, como á un Maestro, como al
INDICE
m á s alto y p u r o Maestro, que el Renaci-
miento de la España literaria, puede ofrecer
á la inquietud ávida de sus almas, enamora-
das de un severo Ideal.
VARGAS V I L A .
P a r í s , I9O7.
Págs.
DEDICATORIA G
EL MARQUES DE BRADOMIN
JORNADA PRIMERA G
JORNADA SEGUNDA
1
OBRAS MODERNAS EN PROSA
DS
INTERESANTE LECTURA
Pesetas
ACEB \ L ( rancisco)
Huella de Almas (novela) 3
D e .ni rincón...
° 75
ALARCÓA (Mariano)
Obras de tea e r o . - T o m o I: Moisés coníem-
•i oran 'o. Contiene este tomo Jas si guien-
tes obras: El éxodo (drama en cuatro ac-
t o s ) . - E n el desierto (drama en cuatro ac-
t o s - L a tierra de promisión (drama en
cu.Uro actos)
5
T a ñ o II. l)el dolor al olvido. Contiene
e , t e tomo las siguientes obras: Rescata-
da (drama en tres a c t o s ) . - R a y o de s o l
(drama en un acto). La fuerza de la c o -
m e n t e (La sinfonía de las aguas), drama
en cuatro actos
A R C E (Francisco de)
Pasionales (cuentos)
2
La calafrava (novela)
A R É V A L O (Joaquín)
Imprenta de Arróyave y González, Pizarro. 15- Misterios del lupanar (novela) r
4 CATÁLOGO D E 0 B K A S MODERNAS EN PROSA
LIBRSRÍA DE G . PTJEYO
.5
Pesetas
B A R K (Ernesto) Pesetas
3
G O N Z Á L E Z B L A N C O (Edmundo)
Filosofía del placer Las iglesias del Estado i
L a Invisible (novela contemporánea) 3
H É C T O R A B R E U (Manuel)
B A R R I O B E R O Y H E R R Á N (Eduardo) Aves d e paso (novela) 3 50
1 Novelerías 3
C e r v a n t e s de levita (crítica social)
Misterios del mundo (Filosofía del suicidio) i Amazona (novela) 3
D o n Q u i j o t e d e la Mancha (comedia lírica El Espada (novela del toreo) 3
sobre la b a s e de la obra del inmortal Cer- Dominio de faldas (psicología m a s c u l i n a ) . . 2
vantes) ^ H E R E D I A (Rafael)
G u e r r e r o y algunos episodios d e su vida A toda máquina 1 50
2
milagrosa (novela documentaría)
H O Y O S Y V I N E N T (Antonio)
B U E N O (Manuel) Frivolidad (novela) 3 50
2
Almas y paisajes (cuentos) 5o Mors in v i t a (novela) 4
1
A ras de tierra •• H U E R T O S (Luis G.)
H a m p a (novela) 3
CAMBA (Francisco)
2 R e r u m (prosas) 2
Camino adelante (novela)
I G L E S I A V A R O (Antonio de la)
D A R I O (Rubén)
- Angustias Salazar (novela) .... 3
Azul
3
T i e r r a s solares ^ L A R R U B I E R A (Alejandro)
D I C E N T A (Joaquín) Camino del pecado (novela) 2
Pesetas Pesetas
M A R T I N E Z S I E R R A (Gregorio) D e s d e el molino (edición e c o n ó m i c a ) i
Teatro de Ensueño 4 V i d a y d u l z u r a (comedia) 2
Motivos 5 B u e n a g e n t e (comedia e n c u a t r o actos).—
. L a t r i s t e z a del Q u i j o t e . 4 El e n f e r m o c r ó n i c o ( c o m e d i a en un acto). 5
Sol d e la t a r d e 3 5° L a fea (drama e n t r e s actos).—El b u e n p o -
H a m l e t y el c u e r p o d e S a r a h B e r n a r d 2 licía (comedia e n dos actos) 5
3
Pascua Florida
Diálogos fantásticos 2 S A L A Z A R (Rodolfo).
R e m e d i e t s y F r a s q u i t e t a (novela alicantina) O 50
L a feria d e Neuilly 4
R i s i s y l á g r i m a s ( n o v e l a en c u a t r o c a p í -
Aldea ilusoria...' 4
tulos) O 50
M U Ñ O Z (Isaac)
V i d a (novel V) 1 S A S S O N E (Felipe)
V o l u p t u o s i d a d (idem) 3 Malos a m o r e s (novela) 1
A l m a i n f a n z o n a (ídem) 3 A l m a s d e f u e g o (novelas c o r t a s ) 3
D e mi c a r i ñ o ( p r o s a s í n t i m a s ) 1
MURGER Y BARRIERE
L a b o h e m i a ( c o m e d i a e n c u a t r o actos) 2 S A W A (Miguel).
A v e fémina 1
Ñ E R V O (Amado)
A l m a s q u e p a s a n ( ú l t i m a s prosas) . . . . . . 35° S I L E S (José d e )
O t r a s v i d a s (novelas c o r t a s ) ,. 3 5o L a n o v i a de L u z b e l 1
L a c a s a d e la a l e g r í a 1
R A M O S ( F e r n a n d o ) y B R A V O (Marcelino)
El lobo y la o v e j a 1
A l m a y c a r n e (novela e x t r e m e ñ a )
El d r a m a del C a l v a r i o ( l e y e n d a s m í s t i c a s ) . . 1
R É P I D E ( P e d r o de) Boda buena y boda mala 1
La enamorada indiscreta.—Agua en cesti- El cincel y la p a l e t a 1
11o.—No h a y f u e r z a c o n t r a el a m o r . (Tves A c u a r e l a s del r e d o n d e l ( n a r r a c i o n e s t a u r i -
n o v e l a s e n u n tomo) 3 nas) i
Cielos y a b i s m o s 1
R O D E N A S (Miguel A . )
Memorias de un patriota r
Tierras de paz 3 L a estatua de nieve x
R U S I Ñ O L (Santiago) La copa de veneno 1
Pájaros de b a r r o . ! 5 El p a r a í s o d e los p o b r e s 1
D e s d e el molino ( i m p r e s i o n e s d e a r t e ) 5 L a hija del f a n g o (novela) 1
if'
-M • ti-V
8 CATÁLOGO DE OBHAS MODERNAS EN PROSA LIBRERÍA DE G. PUEYO
Pesetas •
Pesetas
1
Historias de amor D e s d e el a r r o y o j 3
El asesino de Lazara I T i k - N a y . El p a y a s o i n i m i t a b l e 3
L a p i c a r a Cornelia (novela p i c a r e s c a ) I L a c i t a (novela d e El Cuento Semanal)... o 30
El b a r ó n d e C h i c h a y n a b o (id.)
L a n i ñ a del fraile (id.)
i
* m Z A Y A S (Antonio)
S U A R E Z D E P U G A (Antonio)
P a n de c e n t e n o (novela gallega) 2
Ensayos de crítica histórica y literaria 3 50
w
T R I G O (Felipe)
L a s i n g e n u a s (novela pasional), dos t o m o s . 7
L a sed d e a m a r (novela)
A l m a en los labios (novela)
3
3
5o
5o
m%
D e l frío al f u e g o (ellas á bordo), n o v e l a 3 50 «
L a a l t í s i m a (novela) 3 5o
El amor e n la v i d a y en los libros 3
Socialismo individualista, 3
" V A L L E - I N C L A N ( R a m ó n del)
S o n a t a d e P r i m a v e r a (novela) 2
S o n a t a d e E s t í o (id.) 3 5°
S o n a t a d e O t o ñ o (id.) 3 5°
S o n a t a d e I n v i e r n o (id.) 3 5o
E l o r d e S a n t i d a d (id.) 2
A g u i l a d e B l a s ó n (id.) 3 5°
• J a r d í n novelesco.—Historias de santos: de
a l m a s e n p e n a : d e d u e n d e s y d e l a d r o n e s 3 50
0
Jardín umbrío 75
El Marqués d e B r a d o m í n ( n o v e l a ) 3 5o
Historias perversas 2
V I D A L (Pepita).
C o s a s q u e p a s a n (prosa ligera) 2 50
Z A M A C O I S (Eduardo)
Río abajo • 3
P u n t o n e g r o (novela) 3
C U Q U E R E L L A (Félix)
D 1 amor 2
C H O C A N O (José S a n t o s )
Lus c o n q u i s t a d o r e s ( d r a m a heroico en t r e s
actos) 2
D A l í I O (Rubén)
OBRAS M93EM1S M ' .'tiros d e v i d a "y e s p e r a n z a 5
P r o s a s profanas 5
DIEZ CAÑEDO (Enrique)
A B R I L (Manuel) Vers ;s d e las h o r a s 2
C a n c i o n e s del corazón y d e la vida. • v ;:A (Niio)
. er or 3
B A C H I L L E R C A N T A C L A R O (El)
„muamente 2
L o s señores d i p u t a d o s , 4 ° ° sexnb'
v e r s o , con un prólogo d e G a l d ó s N (Fernando)
'-i ¿ora r o m á n t i c a 2
B A R R A N T E S (Pedro)
G A R C Í A V A L E N Z U E L A (G.)
T i e r r a y cielo ••••
Rumor de notas 2
B R E N E S M E S E N (Roberto) G I L A S E N S I O (Federico)
E n el silencio • • C o m o la v i d a . j
B R I G A (Augusto) G O D O Y Y S O L A ( R a m ó n de)
Mundanas Aspiraciones 2
C A R R E R E (Emilio) G O N Z Á L E Z A N A Y A (Salvador)
O R T I Z D E P I N E D O Gosé) V A L E N Z U E L A ( J o s é de)
Dolorosas 2 Almas y Cármenes 6
2
Poemas breves V A L L E - I N C L A N ( R a m ó n del)
Huerto humilde 3 Aromas de leyenda 3
ORY ( E d u a í d o de)
VARIOS AUTORES.
1
La primavera canta •• 5o L a c o r t e d e los p o e t a s . — F l o r i l e g i o d e rit-
1
El p á j a r o azul 5o mas modernas.—Forma un elegante tomo
P U J O L (Juan) d e 348 p á g i n a s y c o n t i e n e 173 composi-
Ofrenda á Astartea 2 ciones e n v e r s o d e los m e j o r e s p o e t a s mo-
dernos españoles é hispano-americanos.. 4
R É P I D E ( P e d r o de)
V E R D U G O (Manuel)
Las c a n c i o n e s 3
Libertad 1 Hojas 2
Las c a n c i o n e s d e la s o m b r a 3
14 CATÁLOGO DE OBRAS MODERNAS EN VERSO
¡'eses-s
V I D A L (Pepita).
Lira andaluza 3 50
Cosas que p a s a n 2 50
Vibraciones •.... 1
V I L L A E S P E S A (Francisco).
3 de E s p e r a n t o
Tristiti® rerum 3
L a s c a n c i o n e s del c a m i n o 3
Carmen 2
Rapsodias 2 Pesetas
ZÁV" ' •• "• ' V"
Z A Y A S (Aotonio de). i s k r e s t o m a t i o d e la linguo E s p e -
Joyeles bizantinos 4 6
Retratos antiguos 3 VILLANUEVA
Paisajes 3
Esperanto-Español y Españjl-
N o c h e s blancas 4
; > 6
Leyenda 4
ÍN. VILLANUEVA
. . .1 . e ercicios d e la l e n g u a i n t e r n a c i o -
,J.»I E s p iranto 3
DLJ**üS S E D Ó é I N G L A D A O R S
C u r s o p r á c t i c o d e E s p e r a n t o , lecciones g r a -
d ú a ¡as y e j e r c i c i o s p a r a a p r e n d e r senci-
l l a m e n t e la l e n g u a i n t e r n a c i o n a l 3
GUINART
G r a m á t i c a d e la l e n g u a i n t e r n a c i o n a l a u x i -
liar E s p e r a n t o o 75
Diccionario Esperanto-Español de Raíces.. 1
X6 CATÁLOGO DE OBRAS DE RSPERASfTO
Pesetas
CART
P r i m e r a s lecciones d e E s p e r a n t o ° 75
H i s p a n a Jarlibro Esperantista (anuario e s - ^
perantista) para ° 5
Verba amuzajo
E n u m e r a c i ó n y significado de los afijos . . o 25
Ekzerco je tradukado, ejercicio de traduc- ^ ^
ción ••/•. „
Cent dek T r i humorajoj verkitaj au Espe-
. . • . . . o &o
;
Provo de Esperanta Nomigado de personaj ^ ^
nom
°j ; 0x0
Clave Esperanto :