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Otro autor de nombre Garcilazo, también escribe sobre la diablada desde una
mirada de la cultura incaica. Sin embargo, una de las teorías más sustentadas es
el manuscrito del presbítero Emeterio Villarroel, quien recibió la confesión de
Anselmo Belarmino, alias el "Nina Nina".
Este personaje era un bandido al cual le tenían miedo todos los habitantes de la
villa, sin embargo, se enamoró de Lorenza Choquiamo, hija de un comerciante
que vivía por el Faro del Conchupata. Fue el Sábado de Carnaval de 1789 que él
intentó fugar con la mujer, pero, cuando lo hacía, fue descubierta por su padre,
Sebastián Choquiamo lucha contra el malhechor a quien llega a herirlo de muerte.
Botado en la calle, se le aparece una hermosa mujer vestida de negro. Ella lleva
hasta el hospital al "Nina Nina" y pide que un cura le tome la confesión, para luego
desaparecer. Cuando llega el cura Emeterio Villarroel, escucha que Anselmo es el
"Nina Nina", fiel devoto de la Virgen de la Candelaria, a quien le ponía una vela
todos los sábados en el paraje donde habitaba. Aquel relato se propagó en la villa
y originó que los mineros disfrazados de diablos le rindan culto de fe a la Virgen
del Socavón.
LA DANZA
El hecho religioso de la danza deriva también, según algunos autores, del relato
de la diablada escrita por el cura Ladislao Montealegre, de donde salen los
personajes de la diablada, el Arcángel Miguel, Lucifer, Satanás, la China Supay,
los osos, el Cóndor y las huestes infernales. Aquel relato fue adaptado por el
escritor Rafael Ulises Peláez, para su escenificación.
Cada conjunto folklórico tiene su propio repertorio, aunque las que aún persisten
en el tiempo son la "Diablada Nº 1", "Diablada Nº 2", "Diablada Nº 3", cual
sinfonías supervivientes en el tiempo. Se menciona también que antes la danza de
la diablada fue establecida en el incario por lo que se presume que su
interpretación era mediante tarkas o instrumentos nativos.
Con el paso del tiempo aquello cambió para que sean interpretadas mediante
instrumentos de metal, cuyo ritmo sufrió una transformación de algunas melodías
francesas, principalmente marchas militares. Antes las diabladas tenían una
inspiración hacia la Virgen del Socavón, hoy cambiaron a tener una "vena" más
institucional.