Debe quedar claro que el término “Revolución Oriental” es de índole
nacionalista, pues este levantamiento forma parte de la Revolución del Río de la Plata, situada en la Banda Oriental. Pivel Devoto asegura que la campaña ante la crisis reacciona. Al estar la jurisdicción del sur bajo dominio bonaerense, se habían formado dos bandos, monárquicos y revolucionarios. Sin embargo, se generó gran molestia luego de que Soria (y luego Vigolet) determinaran un impuesto patriótico para financiar la guerra con Buenos Aires. Esto implicaba que los propietarios, ahora sí, debían presentar su título de propiedad en regla –el 90% no lo tenía-, dando un plazo de 40 días que una vez cumplido, debía pagarse. Pero en octubre del mismo año se estableció que cumplido el plazo las tierras pasarían a remate. La campaña apoya a la revolución entonces a favor de Buenos Aires, uniéndose peones y patrones, indígenas (con motivo de enfrentar a la guardia represiva de Montevideo), gauchos (perseguidos por el ejército español) y pequeños y medianos hacendados criollos, además de curas párrocos (cuyo acceso a los altos cargos les eran cerrados). Se trata de una Revolución Caudillista y Multi-Étnica, imbuida por la confluencia ideológica de un mundo sumido en la revolución, en donde se destacan la Libertad-Igualdad-Derechos- Vida. Comienza oficialmente el 28/2/1811 con el “Grito de Asensio” (fecha determinada por Artigas en diciembre del mismo año) o la “Admirable Alarma”, en una zona aledaña a la actual Mercedes –Lucia Sala asegura que ya desde 1810 existían movimientos revolucionarios- . Este movimiento fue liderado por Venancio Benavidez y Pedro “Perico” Viega. Aquí, Zum Felde habla de una estructura piramidal donde por encima de la masa rural, primero se halla un Caudillo del Pago y luego un Caudillo Regional, que son del pueblo, que luego serán reunidos por un Caudillo “Nacional” o Unificador, con facultades políticas. En Asensio, un pago es el que se levanta, siguiéndole otros. Pero les faltaba reconocer a un caudillo unificador. Este será José Gervasio Artigas, reconocido ya en la campaña y respetado. Buenos Aires intentaba ya incorporarlo a su plan de operaciones para extender la Revolución a toda la región, considerándolo imprescindible junto con Rondeau. Durante el movimiento de Asensio se hallaba a la orden de Montevideo, apostado en Colonia –para repeler ataques de Buenos Aires-, desertando entre Febrero y Marzo, huyendo del cuartel. Acto seguido, se pone a disposición de la Junta de Mayo; es encargado entonces de liderar la Revolución como “segundo jefe” –el primero era Rondeau, aspecto contrario a la historiografía nacionalista- y emite la “Proclama de Mercedes” en abril, exhortando a la población bajo la bandera del patriotismo. Enterados los pagos de que Artigas fue reconocido en Buenos Aires y encomendado, se unen a él y establecen el Primer Sitio a Montevideo, sumando más hombres y caudillos. Luego de un encuentro en San José – donde muere su hermano Manuel-, se instalan en Canelones para preparar el asalto a Montevideo. Los españoles, enterados, planearon anticiparse. Sin embargo, encuentran gran dificultad por las características de sus hombres; ya que no cuentan con jinetes, solo pilotos y convictos, bajo el mando del marino José Posadas. Ante la batalla inminente, los revolucionarios cuentan con una gran ventaja al ser hombres de campaña –esto no está explicitado por la historiografía nacionalista-. Estos vencen fácilmente en la Batalla de las Piedras el 18/5/1811, en la misma puerta de entrada y salida geográfica de Montevideo. El Primer Sitio a Montevideo se consolida con la llegada de refuerzos desde Buenos Aires -3000 hombres bajo el mando de Rondeau-, pero sin embargo, la ciudad puede ser abastecida desde el puerto, aunque necesitaban salir a realizar las vaquerías y escaseaban las fuentes de agua potable (solo existentes en la zona de la Aguada). El gobernador montevideano Francisco Elío expulsa a familias y franciscanos que considera simpatizantes revolucionarios y pide ayuda a la corte portuguesa instalada en Río de Janeiro, en forma de apoyo al territorio de la “Familia de los Borbones”, según la línea familiar entre las coronas. Portugal acepta, ya que su idea era expandirse por hacia el Río de la Plata y envía 5000 hombres, los cuales ingresan por la Laguna Merín. El gobierno de Buenos Aires duda ante esta situación, pues estaba perdiendo en sus otros frentes hispanoamericanos, por lo que busca firmar con Elío un Armisticio –entendido como un pacto de cese al fuego no definitivo, condicionado a ciertas bases-. Aquí comenzaría la identidad común de los orientales, al oponerse al armisticio negociado por Elío y Delgado, en donde el primero quedaría como absoluta autoridad y por ende, al mando de los sitiadores. Comienzan las “Asambleas Orientales”, la primera en la Panadería Vidal en Setiembre. En contra del armisticio, los orientales quieren continuar el sitio e incluso preparar un asalto, pero para ello necesitan del apoyo bonaerense – siempre había un representante de Buenos Aires (Dr. Pérez) en las asambleas- el cual es dilatado cada vez. En octubre, en la Quinta de la Paraguaya, se reafirma la postura de no aceptación y se da lugar a una ruptura con el gobierno de Buenos Aires, designando a Artigas como Jefe de los Orientales. Esto significaba que todos sus seguidores serían orientales, más allá de su lugar de nacimiento. El 20/10/1811 se firma Armisticio Montevideo-Buenos Aires, con 18 artículos, en donde se destacan: 1. Impuesto patriótico. Buenos Aires se compromete a auxiliar a la “Madre Patria”. 2. Artículo 6: Las tropas de Buenos Aires se retirarán “más allá del Río Uruguay”, reconociendo al Virrey. Sin embargo, Elío logra que el límite del Rio Uruguay no sea definitivo, al apropiarse, según el Artículo 7, de tres pueblos al occidente del mismo. El armisticio es ratificado por el Gobierno de Lima y la Junta de Buenos Aires tres días más tarde, dando lugar así a un retiro progresivo de la línea de sitio, desde Paso de la Arena, pasando por el Río Santa Lucía hasta la Picada de Varela en San José, un lugar bien alejado. Se realiza entonces la “Asamblea del Río San José”, en donde se toman tres decisiones políticas y militares, por parte de los orientales: 1. No acatar el armisticio. Esto es tomado como una desobediencia. 2. Continuar la guerra. 3. Emigrar siguiendo un “camino hacia la libertad”. Para no quedar solos a merced de españoles y portugueses (Rondeau, siguiendo órdenes, se había retirado), que hacían destrozos en el este. Se emigra al litoral norte, sumándose familias de la campaña. Según la historiografía nacionalista se trató del Éxodo del Pueblo Oriental, sin embargo estas familias se unían por miedo, buscando la protección del ejército oriental. Esto le generó gran preocupación a Artigas, ya que al llegar al Daymán no tenía idea de cómo organizar a este verdadero pueblo en marcha. El 3/11/11 le escribe a Mariano Vega, quien se había adelantado, explicándole su preocupación, advirtiendo del peligro y expresando por primera vez su idea de que la soberanía radica en los pueblos, ya que no siempre podrán protegerlos. Durante su estancia en el Daymán, Artigas ordena un padrón de familias –contando casi 12.000 personas-. Sin embargo, no hay documento alguno que refiera a la abolición de la esclavitud, aunque si se indica. Esto presenta un conflicto: la libertad de los pueblos era un derecho en contra de propietarios que habían comprado sus tierras y sus esclavos, ¿Acaso quitarles sus esclavos iba en contra de los derechos a la libertad de los propietarios? Además, el esclavo que optaba por enrolarse era recibido como liberto según el Derecho Revolucionario, ¿Acaso esto también era un camino hacia la libertad? Aquí pesaba el derecho español y por más que hubieran reclamaciones constantes por la pérdida de esclavos, se necesitaban para pelear, por sus características aguerridas (Regimiento de Pardos y Morenos), aparte de los que huían de las plantaciones. A fines del año 1811, llega a las costas del Río Uruguay y cruza el Salto Chico, uniéndose más familias y estableciendo un primer campamento.
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