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CARAM

AGENDA PROVISORIA

Agenda en el maro d la mediación es hablar acerca de cuáles son los tema traídos –al inicio o en
el desarrollo- por las partes- para su discusión, reflexión o eventual acuerdo y que el mediador
sistematiza como ejes que pone a disposición de las partes para la conformidad con su
tratamiento.

Para Caram es una herramienta ordenadora para el mediador. También para las partes ya que a
través de la misma encontrarán quizá la primera sitematización del conflicto efectuada por un
tercero neutral.

Tiene un efecto incluyente y otro excluyente al mismo tiempo, porque mientras invitamos a
conocer sobre lo que si desean conversar, estamos excluyendo aquello que no será en principio,
materia de mediación.

La agenda provisoria se relaciona mas con una cuestión organizacional, que con un asunto de
fondo. Ve más los “títulos del conflicto” que su hondura o profundidad, se formula desde un plano
de observación del conflicto.

Tiene también consecuencias importantes en la comunicación con las partes, por la


demostración de la escucha activa del mediador, ya que devuelve a las partes la selección atenta
de los temas que ellos han presentado, de su percepción neutral del problema por el lenguaje y
forma equilibrados en la que los presenta y su sentido alentador del proceso, porque implica una
invitación a trabajar sobre esos puntos.

Por lo general, entre nosotros, la construcción de la agenda tiene lugar en la mayor parte de los
casos en oportunidad de abrir la mediación y luego de escuchar los relatos de las partes y
manifestación de sus letrados, cuando las hay.

Dinamismo de la agenda

Compuesta como borrador si hay algo que conserva la agenda es su dinamismo, es decir, la
aptitud de ser modificada, para cambiar su contenido, tanto para inclusión como exclusión de
algunos temas o por agregación o desplazamiento de aspectos parciales de ellos hasta el último
momento de la mediación.

Agenda y posiciones

Caram ha dicho que la primera agenda se construye a partir de la presentación de posiciones, no


que se identifique con éstas. Es la oportunidad de escuchar los temas primeros que las partes
acercan y extraer cuales se proyectan tratar.

Agenda e intereses

El avance de la exploración de la agenda hacia los intereses puede conducirnos hacia una
nueva formulación de la agenda originaria, que siempre Caram ha considerado provisoria.
Agenda y valores

La discusión sobre valores no forma parte de la agenda de trabajo del mediador, y dado que no
compondrá un tema de la agenda, los mediadores evitaremos enunciar la agenda refiriéndonos a
ellos, transparentado ésta situación.

No sólo es importante expresar la agenda en términos de imparcialidad, sinó además hay que
experimentarlo así. La experimentación debe realizarse de una manera auténtica que estamos
encarando un tema desde un lugar dirigido hacia las dos partes, sin saber cómo evolucionará el
desarrollo de la mediación.

Las palabras “cuestión”, “generalización”, “tema”, entre muchas otras suele ser de gran ayuda en
razón de su generalidad, éstas definiciones sugieren mas un título que una generalización.

Simultáneamente el verbo “haremos” sirve para involucrar a los protagonistas, incluyéndolos en


un tema que es de ellos y en el que podemos introducirnos desde nuestro rol de conductores del
proceso. Asimismo despersonaliza las acciones de uno de ellos y convoca más al problema que
a las personas, y en todo caso a los dos más que a uno.

A su vez debemos apartarnos del lenguaje jurídico de manera de utilizar términos que se
conjuguen de la mejor manera con los significados mas próximos a la persona.

La agenda y la relación entre las partes

El tema de la reconstrucción entre las partes se convierte en el tema central de la agenda. Ésta
es el presupuesto básico del modelo de mediación transformativa y la forma en que sus
postulados se reflejan en la agenda.

No desperdiciaremos oportunidades de enfatizar el reconocimiento y la legitimación.

Modalidades de la agenda

Una vez que se han identificado las cuestiones es necesario disponerlas en cierto orden para su
tratamiento.

Si bien Moore ha desarrollado ampliamente e éste aspecto, sistematizando criterios


posibles de ordenamiento. (importante, ver)

La modalidad más frecuente es organizar los temas de maneras simples, aunque las cuestiones
o subcuestiones sean muchas, a pesar de que por lo general no son tantas. Recurrimos a las
más usualmente sencillas primero, eventualmente a las más urgentes, y los vamos ordenando
según su implicancia lógica permitiendo una flexibilidad a conversar con las partes. Dicha
elasticidad debe ser relativa ya que evitaremos de manera prudente disensos en éste aspecto.

Antes de cerrar la primera reunión

No sabemos en que etapa del proceso el mediador cerrará la primera reunión pero antes de
convenir el próximo encuentro y despedir a las personas, resultará pertinente hacer evaluaciones
en relación a la continuidad el proceso.
a) Si alguna de las partes ha concurrido a través de apoderado, si éste tiene facultades
para avanzar, conocimiento de los antecedentes del tema y que instrucciones se
requieren para la próxima reunión.

b) Si están todos los que tienen que estar para poder avanzar en el tratamiento de las
cuestiones y eventualmente hacia el acuerdo, y en tal caso quienes faltan, para ver si se
hacen las citaciones necearías o si las partes se comprometen a traerlos

Es pertinente formular éstas preguntas con la modalidad abierta, en previsión de la


efectividad de la reunión siguiente, sobre todo si se sugiere la presencia de alguien con
mayor conocimiento del tema o facultades para tomar decisiones. (siempre con la
atención puesta en la legitimación de los presentes).

c) Si las partes se han comprometido a efectuar alguna tarea, como buscar una tasación,
obtener algún informe, etc. Precisar que espera de cada una antes de la partida.

Eje del trabajo del mediador: la escucha

Durante ésta etapa el mediador ha asumido un rol pasivo, las partes han sido protagonistas, y el
mediador se dedicó a escuchar, lo que no es poco.

En ésta etapa el eje de su tarea está centrado e la escucha:

a) No sólo el mediador escucha también las partes entre sí, por lo menos es lo que
deseamos si optamos por una reunión conjunta. Aunque a veces no siempre se puede.

b) El mediador no sólo escucha ahora sino mediante todo el proceso. Ello implica una
actitud mucho más abarcativa, intensa y espontánea del mediador y significa ponerse
por entero a disposición del hablante. De ahí la relación con los conceptos de
autenticidad y profundidad. De manera de hacerle saber a las partes que ese es su
lugar de trabajo del conflicto. Es imprescindible para la legitimación.

Escuchar implica entrar al mundo que el otro ofrece, nuestra mirada y atención genuinas
son nuestro elemento más valioso.

El mediador frente al despliegue de la comunidad

Mas allá de la singularidad de las percepciones, las personas est´n abriendo sus mundos y éstos
enriquecen notablemente al mediador

También vemos situaciones que se reiteran como problemáticas sociales mas generalizadas, y
recibimos una percepción del contexto global, a través de historias individuales.

Pasar a la dimensión de la presencia humana tiene una gran intensidad.

La presencia físia de todos en la sala nos impacta de diversas maneras. Aún cuando en las
tareas previas hayamos tenido contacto directo con quien se acerca al conflicto, generalmente
hemos estado con uno de los protagonistas, pero no con todos los involucrados en la situación.
Ésta circunstancia novedosa ubica un lugar especialísimo en donde vamos a desarrollar nuestra
actividad con enorme cautela.

El mediador debe estar preparado para ésta intensidad tanto de la presencia humana, como para
conducir el proceso a través de la palabra y donde él sostiene el eje desde este lugar sutil.

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