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Cuando los fieles pueden responder adecuadamente a las oraciones del sacerdote,
nos encontramos con una modalidad de Misa rezada que se llama «Misa dialogada»,
actualmente la más extendida y la más deseable (Instrucción De musica sacra et sacra
liturgia, núm. 31). Como mínimo, la Misa dialogada implica que los fieles contesten
ordenadamente en latín las respuestas más fáciles (Amen, Et cum spiritu tuo, etcétera) o
aquellas que corresponden al que ayuda (oraciones al pie del altar, Confiteor, Domine
non sum dignus). También es deseable que reciten con el sacerdote ciertas partes del
Ordinario de la Misa (Kyrie alternado, Gloria, Credo, Sanctus, Pater noster, Agnus).
Donde los fieles tengan mayor formación y los subsidios adecuados (por ejemplo, la
ayuda de un misal o de un folleto con idéntica función), la Misa dialogada puede llegar a
su máxima expresión cuando todos rezan en voz alta con el sacerdote las antífonas que
no son exclusivas de él (Introito, Gradual, Ofertorio y Comunión) y que son propias de
cada Misa.
Los fieles, o un coro, pueden intervenir también con algún canto devocional que
no pertenezca al propio del día ni al ordinario de la Misa. Es lo que se llama un motete,
que puede ser cantado en latín o en lengua vernácula. Dado que generalmente se forman
sobre algunas palabras de la Sagrada Escritura, habrá que cuidar que estos motetes,
polifónicos o no, sean acordes al tiempo litúrgico y a la parte de la celebración en que se
interpretan. Estas breves composiciones musicales son adecuadas, por ejemplo,
acompañando la entrada (sin sustituir al Introito) o la salida del sacerdote, el ofertorio y
la comunión.
La Misa mayor, cantada o Misa con canto (Missae in cantu) es aquella que se
celebra solemnemente y con todo el aparato de las ceremonias de la Iglesia. Su
característica principal es que el sacerdote canta, efectivamente, las partes del
formulario que las rúbricas prevén que ha de decir de viva voz (Dominus
vobiscum, Oremus, colecta, evangelio, prefacio, Pater noster, postcomunión). Cuando
quienes ayudan en la Misa cantada no son ministros sagrados, sino simples
monaguillos, nos hallamos ante la Misa cantada en sentido estricto (Missae cantata). Si
la misa cantada está servida por ministros sagrados (diácono y subdiácono debidamente
revestidos y que actúan como tales) se denomina Misa solemne. En estos casos, el
sacerdote que preside la celebración de la misa se llama preste. Cuando la misa solemne
es celebrada por un obispo, se denomina pontifical y presenta algunas particularidades
adicionales.
En las simples Misas cantadas siempre se puede utilizar incienso, sin que sea
precisa ninguna otra razón especial. En las demás Misas con canto (Misa solemne y
pontifical), el incienso es preceptivo.
Después de la Misa cantada nunca se recitan las preces leoninas. Por su parte, en
las Misas rezadas estas oraciones se pueden omitir cuando ha habido homilía o cuando a
la Misa siga alguna otra función o ejercicio piadoso, y también en las misas dialogadas
que se celebran en domingo o en otro día festivo (Sagrada Congregación de ritos,
decreto de 9 de marzo de 1960).
D. Eulalio Fiestas