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Del vate soldado JOSÉ CORVACHO HERRERA.

TACNEÑA
Negros tiene los ojos, el cabello,
la sedosa pestaña, el suave bozo;
fúlgido el seno; alabastrino el cuello,
andar provocativo y de alborozo.
Rayos arroja su mirada ardiente
como carmines su mejilla pliega;
incita al beso su virgínea frente
como las guindas de su boca griega.
Y aunque hierve su volcán dentro su pecho,
soberbia oculta la explosiva lava,
porque sufre un patriótico despecho,
porque no quiere amor viéndose esclava.
Por eso, idilios son los que murmura;
fugitivos crepúsculos su risa
sus suspiros, poemas de ternura,
y sus ayes, quejidos de la brisa.
Generosa, galante, peregrina,
cuántas gracias existen (sic) atesora;
ritmos tiene su voz como el Caplina,
majestad su actitud como el Tacora.
¿Qué no es blanca? La tímida cuitada
no se guarda del sol, porque se empeña
en que le ponga el sol la piel tostada,
y como hija del sol, ella es trigueña.
Y ¿Qué no canta? Es tórtola enjaulada,
en su propio nidal mártir cautiva,
que ya no cantará mientras guardada
por carceleros araucanos viva.
Por eso, luto de continuo viste,
en el silencio de su aduar implora,
y siempre a solas meditando y triste,
fija los ojos en el norte y llora.
Y sabe odiar como odia la polaca
al ruso que codicia sus encantos,
y no permite que a su casta hamaca
llegue el arrullo de extranjeros cantos.
Tiene del inca la imperial nobleza,
gestos que saben desbordar desdenes.
¡Oh! No es ella quien doble la cabeza
al opresor que la ligó en rehenes.
Y piensa lo que piensa la alsaciana
con un yugo de espinas en la frente,
ella no olvida que nació peruana
y jura ser peruana eternamente.
Virgen tacneña: tu vehemente voto
lo escucha atento el dios de la venganza,
quizá se cumplirá día remoto,
mas no alejes de tu pecho la esperanza.
Reserva tus hechizos, tu hermosura,
para el que abra las cárceles chilenas
y torne vengador en su bravura,
a romper el baldón de tus cadenas.
Y ahoga, extingue tu precioso lloro,
y sigue altiva, indómita, exclamando:
¡No quiero libertad a costa de oro!
¡Yo quiero libertad, pero vengando!

(José Corvacho Herrera, Tacna)

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