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Sección: M1
El hombre desde el inicio del mundo tiene valores y actos que no han variado (o
han cambiado poco) en el transcurso de la historia. Uno de ellos es la clasificación, un
acto para juntos los objetos que ha logrado obtener hasta un rango de ciencia según
algunas perspectivas. El mundo informacional y documental no es ajeno al acto de
clasificar, más bien ha desarrollado una clasificación propia, llamada clasificación
documental, una de las bases de los procesos técnicos que junto a la catalogación son
de las principales herramientas de los diversos profesionales de información. La
clasificación documental no solo se vale de enunciados que la definan, sino que ha
desarrollado teorías, criterios, estos últimos al mismo tiempo han creado perspectivas,
dando por último sistemas y modelos de clasificación que se usan hasta el día de hoy.
La clasificación documental es uno de los procesos más importantes que pueden
aplicar un Bibliotecólogo, Archivólogo, Documentalista (y en general profesional de la
información) para darle una representación a la información y a los documentos, pero
explicar este término no tendría sentido si no se delimitara primero la base del mismo,
es decir, la palabra clasificación.
1 Un buen ejemplo de esto es la clasificación de las ciencias hecha por Aristóteles. Esta las divida en
tres: Ciencias teoréticas (Física, Matemática y Teología), Ciencias prácticas (ética, política y moral) y
Ciencias poéticas (poética, retórica, entre otros).
El segundo criterio corresponde al bibliotecológico. El criterio científico técnico
está basado en criterios epistemológicos e ideológicos que han sido desarrollados
desde que las distintas ciencias y creencias racionales empezaron a ser diferenciadas
entre sí. La base epistemológica ha sido concepto de debate a lo largo de la historia,
pero es en los últimos siglos donde el auge ha crecido, permitiendo una renovación
constante que tuvo una revolución con Francis Bacon.
Ambas posturas tienen sus afirmaciones, principios y desertores, pero en ellas
están basadas las dos perspectivas más reconocidas o más extendidas de la
clasificación documental, es decir, la perspectiva archivística (clasificación archivística)
y la perspectiva bibliotecológica (clasificación bibliotecológica).
La clasificación archivística es la primera perspectiva a ser tratada. Según la
Cartilla de Clasificación Documental del Archivo General de la Nación de Colombia
“…la clasificación [archivística] permite la identificación y el agrupamiento sistemático
de documentos semejantes con características comunes, teniendo como base la
estructura orgánico funcional de las instituciones y los trámites administrativos que
adelantan las dependencias en el ejercicio de sus funciones.” (2001, p. 7). Otra
definición necesaria de mencionar es la dada por el Archivo General de México, el cual
“consiste en realizar un proceso de identificación y agrupación de expedientes
homogéneos con base en la estructura funcional de la dependencia o entidad.” (2004,
p. 2). A partir de estas definiciones dadas, se puede inferir una nueva definición de
clasificación archivística, este es un conjunto de procesos con el fin de identificar y
agrupar los documentos con características semejantes a partir de diferentes
estructuras para un uso administrativo, jurídico y/o histórico dentro de una dependencia
o entidad.
Los modelos de clasificación reconocidos y usados en la clasificación
archivística se dividen en 4: 1) Clasificación orgánica, 2) Clasificación funcional, 3)
Clasificación por asuntos o materias y 4) Clasificación mixta. Cada modelo de
clasificación contiene características propias que permiten su mejor uso y desarrollo al
momento de ser aplicado. Cuando las distintas clasificaciones son elegidas como
modelo a seguir para llevar a cabo la clasificación archivística se desarrolla el cuadro
de clasificación, producto final de los mismos, este cuenta con unas características,
estructuras y notación propia.
El primer modelo de clasificación corresponde a la clasificación orgánica, este
“tiene como base la estructura orgánica y el orden jerárquico preestablecido para cada
organización (organigramas) en el cual se parte de la idea que cada unidad
administrativa define las unidades mayores (secciones y subsecciones), y su
aplicabilidad en la mayoría de los casos es para fondos cerrados y/o organizaciones
que no varíen mucho en el tiempo.” (Sierra, 2006, p. 89). Entre las características
propias de la clasificación orgánica se encuentran: sigue el sistema orgánico de las
distintas entidades; su uso es preferible en fondos cerrados o entidades pequeñas; al
momento de cambiar la estructura estructural la clasificación orgánica cambia.
El segundo modelo es la clasificación funcional, definida “…mediante las
actividades básicas de la institución, es decir, por las grandes funciones que
desarrolla…” (Gavilán, 2009b, p. 7). Otra definición dada del modelo funcional es dada
por Luís Sierra: “…este modelo se encuentra ligado con las funciones de la entidad y
de las unidades mayores (secciones y subsecciones), siguiendo el criterio de lo general
a lo específico partiendo de lo misional, pasando por lo dispositivo o reglamentario y
terminando en las actividades propias encomendadas a cada unidad administrativa.”
(Sierra, 2006, pp. 89-90).
El modelo que sigue es correspondiente a la clasificación por materia no es más
que un modelo que basa su producción y desarrollo en base al contenido concreto de
los documentos. Al momento de desarrollar este tipo de clasificación en una entidad va
acompañado de herramientas de indización, tales como: tesauros, índices entre otros.
Este modelo a parecer del escritor de este ensayo es el más difícil de usar, o en otras
palabras, el más específico, ya que, para que su uso pueda ser efectivo necesita de
ciertas características especiales de la entidad a donde va a ser aplicado (una puede
ser la propia especificidad de la entidad en la que será usado).
Por último, el modelo mixto, trabaja conjuntamente con los modelos
precedentemente explicados. Como explica Luís Sierra (2006), este modelo de
clasificación es preferible de usar, ya que permite “interactuar conjuntamente con los
dos modelos anteriores y caracterizarse por ser las unidades mayores (secciones y
subsecciones) definidas por la estructura orgánica y las unidades intermedias (series y
subseries) por las funciones encomendadas por norma o reglamento a cada unidad
administrativa.” (p. 90). Las principales deficiencias de este sistema son: no es muy
flexible al momento de su actualización y su modificación es constante, en la medida
que la entidad recurra a eliminar o crear nuevas entidades dentro de sí.
Ya explicado todos los modelos sólo falta desarrollar el cuadro de clasificación
archivístico, y este no es más que “el primer instrumento de descripción de un archivo y
el único que permite una visualización conjunta de los fondos y las relaciones
jerárquicas entre los grupos, así como de la institución y la actividad que desarrolla.
Asimismo, es el elemento que permite planificar de manera sistemática todas las
operaciones de tratamiento del archivo, desde la transferencia y la evaluación y
eliminación, hasta la realización de los instrumentos de descripción y de los calendarios
de conservación.” (Gavilán, 2009b, p. 8). Entre las características propias del cuadro de
clasificación se encuentran: debe reflejar la estructura institucional; delimita las
funciones de cada dependencia estableciendo el lugar que ocupa en la formación y
gestión de la institución, entre otros. La notación propia de los cuadros de clasificación
puede valerse de 3 estructuras: 1) numérico (decimal o no), 2) alfabético y 3)
alfanumérico.
Cambiando la visión y enfocándola hacia el espectro bibliotecológico,
encontramos dos tipologías en las clasificaciones de esta área, específicamente 2,
estos son: por su contenido (Clasificaciones enciclopédicas, Clasificaciones
especializadas) y por su estructura (Clasificaciones enumerativas, Clasificaciones por
facetas, Clasificaciones mixtas).
La perspectiva bibliotecológica comienza con la clasificación por su contenido, y
el primer ítem de este es la clasificación enciclopédica, esta es desarrollada por la
autora Blanca Gil en su capítulo Lenguajes documentales (2011) como una
clasificación que “se presentan a modo de listas de términos normalizados de todas las
ramas del saber.” (p. 315), entre estos tipos de clasificación se encuentran: Sistema de
Clasificación Brunet, Sistema de Clasificación Cutter, Sistema de Clasificación Bliss,
Sistema de Clasificación Decimal Dewey (SCDD), Sistema de Clasificación Decimal
Universal (SCDU) y Sistema de Clasificación de la Biblioteca del Congreso (SCLC),
estos tres últimos especialmente serán desarrollados dentro de poco en este ensayo.
La segunda y última clasificación correspondiente a la clasificación por su
contenido es la clasificación especializada, en el cual se “profundizan en campos
específicos del conocimiento, por lo que los términos utilizados corresponden a un área
temática en particular.” (Gavilán, 2009a, p. 6). Entre las clasificaciones
correspondientes a este tipo de clasificación se encuentran: la Clasificación de la
National Libary of Medicine (EEUU), la Clasificación Decimal Astronáutica y la
Clasificación de la OCDE.
Las clasificaciones por su estructura se dividen en 3: enumerativas, por facetas,
clasificaciones mixtas. La primera es explicada del siguiente modo según Blanca Gil
(2011): “…enumeran o listan todas las materias que se prevén necesarias para tratar
una información en particular (clasificaciones especializadas) o tratan de abarcar la
totalidad del conocimiento, en el caso de las clasificaciones enciclopédicas.” (p. 315).
Entre los sistemas que siguen este modelo se encuentran: el SCDD y el SCLC.
La clasificación por facetas (o facetada) son “lenguajes documentales
precoordinados, que a través de su organización permite construir áreas de
conocimiento, creando un puente entre los sistemas jerárquicos y los asociativos,
convirtiéndolo en un sistema analítico-sintético; lo cual significa que primero se analizan
las distintas facetas relativas al documento y después, mediante síntesis, se llega a
materializar su correspondiente número de clasificación.” (Gavilán, 2009a, p. 7). Se
pueden inferir 3 características de esta clasificación: 1) La clasificación es menos rígida
que las jerárquicas; 2) se adapta fácilmente a la renovación de conceptos; 3) se
pueden añadir o modificar facetes sin perjudicar la estructura básica del sistema. Los
sistemas más reconocidos son: la Colon Classification de Ranganathan o la
Clasificación de Vickery.
La última de las tipologías corresponde a la Clasificación Mixta, esta explica
Blanca Gil que: “…tienen un carácter enumerativo básico, pero incorporan un creciente
uso de facetas que permiten mayor precisión para la caracterización de documentos.
[…] el nombre de mixtos responde a una combinación de las características propias de
los sistemas enumerativos y por facetas. Estos sistemas enumeran las materias
básicas en unas tablas principales y están provistos de una serie de subdivisiones
auxiliares y especiales que actúan como categorías fijas capaces de aplicarse a esas
materias básicas.” (2011, pp. 316-317).
Ya ha sido mencionado la palabra ‘sistema de clasificación’, pero antes de
adentrarse en ese punto es preferible hacer una comparación entre los modelos de
clasificación archivísticos y bibliotecológicos, dando como principal foco: los sistemas
bibliotecarios siguen patrones anteriormente establecidos por entidades o personas,
mientras que en los cuadros de clasificación archivísticos, se basan y desarrollan por el
profesional que aplica estos modelos a la entidad a la que será aplicada (modelos que
cambian de entidad a entidad), mientras que los bibliotecológicos siguen estáticos. Un
segundo punto necesario de mencionar es la cantidad de ramas que tienen las
clasificaciones bibliográficas a diferencia de los 4 modelos archivísticos.
Con las diferencias ya marcadas, se puede hablar de los sistemas de
clasificación, descritos por cantidad de autores como: “…una lengua artificial, cuyo
signo no es una palabra o frase, sino una notación y su sintaxis, en la mayoría de los
casos precoordinada.” (Martínez y Valdez, 2009, p. 122); “…es un conjunto ordenado
de conceptos que se presentan distribuidos sistemáticamente en clases conformando
una estructura.” (Gil, 2011, p. 314). Entre las características de los sistemas de
clasificación, las más importantes son: I) No utilizan términos de lenguaje natural, sino
signos o códigos normalizados basados en cifras, letras y otros símbolos gramaticales,
II) tienen que ser explícitos aunque concisos, es decir, que con el menor número de
signos posibles expresen bien el contenido del documento, III) siempre son lenguajes
precoordinados, IV) deben ser sistemáticos: proceder de lo general a lo particular,
formando una estructura donde los conceptos se relacionan y ordenan en función de
unas características específicas.
La tipología de los sistemas de clasificación se dividen en tres: decimales,
enumerativos y facetados. Los dos últimos términos han sido explicados con
anterioridad, por lo tanto sólo se hará mención del concepto de Clasificación decimal y
ejemplos de cada tipología.
Cuando se refiere a sistema de clasificación decimal corresponde a que la
notación (en este caso enumerativa) se contempla como si fuera fracciones decimales,
de manera que cuanto más largo es el número, más específica es la materia. Los dos
sistemas más reconocidos de este tipo son el Sistema de Clasificación Decimal Dewey
y el Sistema de Clasificación Decimal Universal, a este se le agrega otro modelo, el
japonés. Del primero sistema se desarrollaron los otros 2 (y una infinidad no
mencionados por razones de espacio).
El Sistema de Clasificación Decimal Dewey (SCDD) desarrollado por Melvil
Dewey es un sistema de clasificación decimal que se creó en 1876 para responder a
las necesidades prácticas de las bibliotecas que habían en ese momento. Este sistema
se estructura en 10 grandes grupos2 temáticos que se subdividen de 10 en 10 y luego
de cien en cien que van de lo general a lo específico. La notación es numérica y consta
de tablas principales, tablas auxiliares, subdivisiones generales y especiales y signos
de correspondencia, además de los índices. Actualmente es editada y mantenida por la
Decimal Classification Division de la Library of Congress, y va por su edición n° 22.
Este sistema es el más usado en las bibliotecas del mundo.
2Estos se dividen de la siguiente manera: 000 = Generalidades; 100 = Filosofía; 200 = Religión; 300 =
Ciencias sociales; 400 = Lenguas; 500 = Ciencias naturales y matemática; 600 = Tecnología; 700 =
Bellas Artes; 800 = Literatura; 900 = Historia y Geografía.
El Sistema de Clasificación Decimal Universal (SCDU) es una derivación del
Dewey propuesto por Paul Otlet y Henri La Fontaine a principios del siglo XX. Este
tiene ciertos cambios hechos al SCDD, ya que contiene un sistema de subdivisiones
mucho más avanzadas, y se le da un análisis en profundidad a las materias,
agregándole además innovaciones en la subdivisión y la notación. Su nombre proviene
del intento de constituir un repertorio universal de todas las obras conocidas desde los
comienzos de la imprenta. El SCDU contiene las 10 clases principales del Dewey y su
notación. Es especialmente usado en Europa donde originalmente fue creado (Francia
específicamente).
Entre los sistemas de clasificación enumerativos se encuentran: Cutter, Sistema
de Clasificación del Congreso (SCLC), Library National Medicine.
Por último, entre los sistemas facetados se encuentran: Clasificación colonada
de Ranganatangh, Clasificación de Bliss, Clasificación de Brown y Clasificación de
Vickery.
El desarrollo de ambas perspectivas de la clasificación documental, contienen
bases comunes correspondientes a la necesidad de crear métodos para juntar por
similitud los distintos documentos y soportes que existen y conviven en las unidades de
información. A pesar de que ambas estadios de la clasificación documental tienen
ligado a su raíz particularidades, no se puede negar que compartan unos mismos
principios, permitir que la información pueda ser mejor representada para ser mejor
conservada y luego diseminada. A diferencia de muchos autores, mi posición es
concerniente a que la clasificación archivística y la clasificación bibliotecológica
conviven y tienen una relación simbiótica necesaria para que cada una a partir de los
errores y aciertos de la otra pueda seguir desarrollándose. Tal como el conocimiento en
muchas épocas de la historia estuvo subordinado a distintas clasificaciones
cambiantes, la clasificación de la información y el mundo documental debe ir mejorando
para lograr nuevos cometidos y corregir nuevos errores.
Fuentes consultadas
Clasificar. En: Diccionario de la lengua española [en línea]. 2018 [Consulta: 13 de junio
de 2018]. Disponible en: http://dle.rae.es/?id=9Q4qW3G
Classify. En: Cambridge Dictionary [en línea]. 2018 [Consulta: 13 de junio de 2018].
Disponible en:
https://dictionary.cambridge.org/dictionary/english/classify?q=classifying#dataset-
american-english
GIL, B. Lenguajes documentales. En: José López Yepes y María Rosario Osuna
Alarcón (Coordinadores), Manual de Ciecias de la Información y Documentación.
Madrid: Pirámide, 2011, pp. 307-334. ISBN: 978-84-368-2527-5.