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Diciembre de 2012
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La tensión anarquista.
A. M. Bonanno
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Comenzando a hablar siempre me encuentro más bien en un embarazo, por
lo menos al principio. Y este embarazo aumenta respecto a lo que
erróneamente se llama una conferencia, o como más modestamente se la
intenta de disfrazar, una conferencia-debate. Después de todo se trata de un
discurso de alguien que viene de fuera, probablemente de otra generación,
como si lloviese del pasado, alguien que sale a esta cátedra, hace un discurso,
y consecuentemente se asemeja extraña, y peligrosamente, a quien os
machaca el cerebro con otros fines, con otras intenciones. Sin embargo, si
ponéis un poco de atención, tras esta semejanza exterior, en los conceptos
que ahora seguirán, habrá una considerable diferencia.
¿Por qué? Porque no es una definición que una vez conseguida se pueda
conservar en caja fuerte, poner a parte, y considerar como un patrimonio al
que sacar poco a poco. Ser anarquista no es el haber logrado una certeza, el
haber dicho de una vez por todas: “Ya está, yo, finalmente, desde este mismo
instante, estoy en posesión de la verdad, y como tal, por lo menos desde el
punto de vista de la idea, soy un privilegiado”. Quien razona así es anarquista
sólo de boca. Mientras que es realmente anarquista quien se cuestiona a sí
mismo como anarquista, como persona, y quien se pregunta: ¿qué es mi vida
en función de lo que hago y en relación a lo que pienso? ¿Qué relación
alcanzo a mantener diariamente, cotidianamente, en todas las cosas que
hago, es una manera de ser aún en acuerdos, pequeños compromisos
cotidianos, etc.?
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traje, sin corbata, tan sencillo, una persona que de cerca parece un
compañero y que como tal se declara, esta persona también puede ser muy
perfectamente un policía, no cambia nada. ¿Por qué no?, hay policías
demócratas, se acabó la época de uniformidad de la represión, hoy la
represión tiene aspectos simpáticos, nos reprimen con un montón de ideas
brillantes. Bueno, esta persona, este demócrata, ¿cómo podemos distinguirlo,
cómo podemos localizarlo, como podemos verlo? ¿Y si ante los ojos nos
ponen un velo que nos impida verlo, cómo podemos defendernos de él?
Identificándolo mediante este hecho: que para él la vida es realización, su
vida son hechos, hechos cuantificables que se devanan ante su vista y nada
más.
Entonces, este señor tan bien dispuesto respecto a nosotros nos vierte
encima una crítica y dice: “Sí, los anarquistas son simpáticos, pero son
incoherentes, ¿qué es lo que han hecho en la historia, qué Estado ha sido
anarquista? ¿Han realizado alguna vez un gobierno sin gobierno? ¿No es una
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contradicción una sociedad libre, una sociedad anarquista, una sociedad sin
poder?” Y esa roca crítica que nos llueve encima es verdaderamente de gran
dimensión, porque en efecto incluso en aquellos casos en que los anarquistas
han estado muy cerca de realizar sus utopías constructivas de una sociedad
libre, como por ejemplo en España o Rusia, examinándolas bien, esas
construcciones son bastante discutibles. Son ciertamente revoluciones, pero
no son revoluciones libertarias, no son la anarquía.
Por lo tanto cuando estos señores nos dicen: “Sois utópicos, vosotros los
anarquistas sois ilusos, vuestra utopía no se puede realizar”, nosotros
debemos decir: “Sí, es verdad, el anarquismo es una tensión, no una
realización, no es un intento concreto de realizar la anarquía mañana por la
mañana”. Sin embargo también debemos poder decir: pero vosotros, muy
estimados señores demócratas que estáis en el gobierno, que nos reguláis la
vida, que pretendéis entrar en nuestras ideas, en nuestros cerebros, que nos
gobernáis por medio de la opinión cotidiana que construís en los periódicos,
en la universidad, en las escuelas, etc., vosotros, señores, ¿qué habéis
realizado? ¿Es un mundo digno de ser vivido? ¿O bien un mundo de muerte,
un mundo en el que la vida es un suceso allanado, falto de calidad, sin
significado, un mundo en el que se llega a una cierta edad, en la antesala de la
jubilación, y nos preguntamos: “¿Pero qué he hecho de mi vida? ¿Qué sentido
ha tenido vivir todos estos años?”.
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somos utópicos, lo somos como una tensión hacia la calidad; si los
demócratas son utópicos, lo son como una reducción hacia la cantidad. Y a la
reducción, al apergaminamiento vivido en el ámbito de un dimensión del
mínimo daño posible para ellos y del máximo daño verificable para la gran
cantidad de personas que resultan explotadas, a esta realidad miserable,
nosotros contraponemos nuestra utopía que al menos es una utopía de la
calidad, una tensión hacia un futuro diferente, radicalmente diferente del que
vivimos ahora.
Por lo tanto todos los discursos que os son dirigidos por cualquiera que os
habla en nombre del realismo político, cuando os hablan los hombres del
Estado, los profesores, que son los servidores de los hombres del Estado, los
teóricos, periodistas, todos los intelectuales que transitan por aulas como
estas, con sus discursos os dirigen las palabras calmas y tolerantes del hombre
realista, afirmando que no hay otra manera de actuar, que la realidad es la
que es, que es necesario hacer sacrificios, aquí, esta gente os está liando. Os
está liando porque es verdad que se puede actuar de forma diferente, porque
es verdad que cada uno de nosotros puede alzarse en nombre de su dignidad
herida ante el engaño, porque es verdad que cada uno de nosotros se puede
sentir engañado porque, finalmente, ha podido tomar conciencia de lo que
están haciendo en su perjuicio y alzándose cada uno puede cambiar no sólo,
en los límites en que es posible conocer, la realidad de las cosas, sino que
puede cambiar su vida, puede convertirla en digna de ser vivida, puede
levantarse por la mañana, poner los pies en tierra, mirarse al espejo y decir:
“Al final he alcanzado a cambiar las cosas, al menos en lo que a mí respecta” y
sentirse un hombre digno de vivir su vida, no un títere en manos de un
titiritero que ni siquiera es posible ver bien para poder escupirle a la cara.
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coacción dentro del cual está forzado a vivir. Pero el anarquismo no es sólo
eso, sino que es también la tensión de la vida, de la calidad, aquella fuerza
que conseguimos sacar de nosotros mismos cambiando la realidad de las
cosas. Y el anarquismo es el conjunto de este proyecto de transformación
unido al proyecto que se realiza en el interior de nosotros mismos, con el
progresar de nuestro cambio personal. No se trata por tanto de un hecho
cuantitativamente considerable desde el punto de vista histórico, no es un
hecho que se realiza simplemente con el desarrollo del tiempo y que se deja
ver mediante determinadas teorías, mediante algunas personas, mediante
ciertos movimientos y tampoco, por qué no, mediante bien precisas acciones
revolucionarias. En esta suma de elementos hay siempre algo más, y es este
algo más que hace vivir continuamente el anarquismo de forma diferente.
Y aquí hay una gran equivocación. ¿Por qué? La estructura que nos oprime
sugiere la idea de que los problemas son solucionables y que es ella misma
quien los soluciona. Y aún más, esta estructura sugiere el ejemplo (creo que
muchos de los presentes son estudiantes) de los problemas que se resuelven
en geometría, en matemáticas, etc. Pero este tipo de problema, el problema
matemático, que es considerado como un ejemplo del problema solucionable,
no es más que un falso problema, por lo que es posible resolverlo ya que en el
momento en que afrontamos un problema matemático la respuesta al
problema está ya contenido en la presentación del problema mismo, es decir
la respuesta es una repetición del problema de forma diferente, o sea, como
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se dice técnicamente, una tautología. Se dice una cosa y se responde con la
misma cosa, por lo que, a grosso modo, no hay solución al problema, sino que
hay una repetición del problema de forma diferente.
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llega nunca, porque estas mejoras no se materializan nunca, porque el poder
permanece, cambiando y transformándose en la historia, permanece siempre
el mismo, permanece siempre: un puñado de hombres, una minoría de
privilegiados que gestiona las palancas del dominio, que realiza sus propios
intereses y tutela las condiciones de supremacía de quien está al mando, de
quien continúa dominando.
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para hacernos sentir bien, como todas las cosas que por lejanas constituyen
una esperanza, una fe, una creencia. En otras palabras, aquello intocable que
resuelve los problemas de hoy no porque en efecto los resuelva sino porque
simplemente los tapa, los empaña, los modifica, impidiendo una clara visión
de todas las desgracias que tenemos hoy. Bueno, un día seremos libres,
bueno, estamos en dificultades, pero en estas dificultades hay una fuerza
subterránea, un orden involuntario que no depende de ninguno de nosotros,
que trabaja en nuestro lugar, que poco a poco hará modificar las condiciones
de sufrimiento en que vivimos y nos llevará a una dimensión libre en la que
viviremos todos felices. No, la libertad no es esto, esto es un engaño que se
parece mucho, y trágicamente, a la vieja idea de Dios, la idea de Dios que nos
ayudaba tantas veces, y ayuda también hoy a tantas personas en el
sufrimiento, porque éstas se dicen: “Bueno, hoy sufrimos, pero en el otro
mundo estaremos bien”, o mejor como dice el Evangelio los últimos serán los
primeros, consecuentemente esta inversión anima a los últimos de hoy
porque serán los primeros de mañana.
Para darse cuenta de conceptos de este tipo, para darse cuenta de los riesgos
que se corren manejando conceptos peligrosos de este tipo, debemos ser
capaces de construir en nosotros las ideas, de tener las ideas.
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aquella platónica de la idea como punto de referencia abstracto, lejano, etc.
Pero no es éste el concepto al que nos referimos nosotros cuando hablamos
de idea. La idea es un punto de referencia, es un elemento de fuerza que
transforma la vida, es un concepto que ha sido cargado de valor, es un
concepto de valor que se convierte en concepto de fuerza, algo capaz de
desarrollar de manera diferente nuestra relación con los demás, todo esto es
la idea. Sin embargo, en efecto, la fuente a través de la que nos llegan los
elementos para que podamos elaborar ideas de este tipo, ¿cuál es? La
escuela, la academia, la universidad, los periódicos, los libros, los profesores,
los especialistas y similares, la televisión. Pero a través de estos instrumentos
de información y de elaboración cultural, ¿qué nos llega? Nos llega un cúmulo
más o menos considerable de informaciones que llueve sobre nosotros en
cascada, hierve como en una olla, dentro de nosotros, y nos hace producir
opiniones. No tenemos ideas, tenemos opiniones.
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Siempre están nuestros folletos, siempre están nuestros libros. Estamos
supercargados de periódicos y tenemos mucha capacidad haciendo este tipo
de publicismo. Pero no es sólo ése el trabajo que debemos hacer, y cuando
ese trabajo hagamos no debe contener elementos de contra información, o
que si los contenga se trate de hechos accidentales. Este trabajo está dirigido
esencialmente, o debería estar dirigido, a constituir una idea o unas pocas
ideas de base, unas pocas ideas fuerza.
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Mientras que el concepto de justicia sobre el que nosotros deberemos tratar
de reflexionar es diferente. ¿A qué nos debería llevar el concepto de justicia?
Nos debería llevar a admitir que sin son responsables Craxi o Andreotti al
mismo título que ellos es responsable gente como Borrelli y Di Pietro. Porque
si los primeros eran hombres políticos los otros son magistrados. Concepto de
justicia significa fijar una línea de demarcación entre quién es sostén y
justificación y fuerza del poder y quien a éste se contrapone. Si el poder es
injusto en cuanto a su misma existencia lo vuelve injusto, y si todos los
intentos para justificarse a sí mismo, algunos de los cuales hemos visto antes,
se revelan timos, cualquier hombre del poder, más o menos demócrata, sea lo
que sea que haga estará siempre en el extremo opuesto de la justicia.
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idea de justicia. Ideas de este tipo no hay muchísimas. La idea de libertad, por
ejemplo, es lo mismo. Quien por un instante piensa en qué es la libertad, no
puede contentarse con hacer algo para que se pueda aumentar un poquito las
libertades de la situación en que vive. Desde aquel momento en adelante él
se sentirá culpable y tratará de hacer algo para aliviar su sentido de
.sufrimiento. Se sentirá culpable por no haber hecho algo hasta ese momento,
y desde ese momento entrará en las condiciones de una vida diferente.
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de saber escoger entre dos posibilidades, un botón amarillo, un botón rojo;
un botón negro, un botón blanco. Helo aquí, este tipo de mentalidad están
construyendo. ¿Y dónde lo están construyendo? Lo están construyendo en la
escuela, pero lo construyen también en la vida de todos los días.
¿Qué harán con un hombre de este tipo? Les servirá para poder realizar todas
las modificaciones que son importantes para la reestructuración del capital.
Les servirá para poder gestionar mejor las condiciones y las relaciones de
mañana. ¿Cómo serán estas relaciones? Éstas estarán basadas en
modificaciones cada vez más veloces, apelando a la satisfacción de deseos
absolutamente inexistentes pero pilotados y queridos de una manera
determinada en pequeños grupos paso a paso más consistentes. Este tipo de
hombre nuevo es exactamente lo contrario de lo que nosotros podamos
desear e imaginar, lo contrario de la calidad, lo contrario de la creatividad, lo
contrario del deseo real, de la alegría de vivir, lo contrario de todo esto.
¿Cómo podemos combatir contra la realización de este hombre tecnológico?
¿Cómo podemos luchar contra esta situación? ¿Podemos esperar a que llegue
un día, un hermoso día, para poner el mundo patas arriba, lo que los
anarquistas del siglo pasado llamaban "la grande soirée", la gran tarde o el
gran día -"le grand jour"-, en el que fuerzas que nadie puede prever acabarán
por tomar las riendas y explotar en el conflicto social que todos esperamos y
que se llama revolución por el que todo cambiará y será el mundo de la
perfección y de la alegría?
Ésta es una teoría milenarista. Ahora que se avecina el fin del milenio podría
incluso volverse a erguir. Pero las condiciones son diferentes, no es ésta la
realidad, no es esta espera lo que nos puede interesar. En vez de eso nos
interesa otra intervención, una intervención mucho más pequeña, más
modesta pero capaz de conseguir algo. Nosotros, como anarquistas, estamos
llamados a hacer algo, somos llamados por nuestras responsabilidades y por
lo que decíamos antes. En el momento en que la idea se enciende en nuestra
mente, no la idea de la anarquía, sino la idea de la justicia, de la libertad,
cuando estas ideas se encienden en nuestra mente y cuando a través de estas
ideas alcanzamos a entender cómo es el engaño que tenemos enfrente, que
podremos definir, hoy como nunca, un engaño democrático, ¿qué hacemos?
Nos debemos poner manos a la obra y este "manos a la obra" significa
también organizarse, significa crear las condiciones de enlazamiento y
referencia entre nosotros anarquistas que deben ser diferentes de las que
eran las condiciones de ayer.
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Hoy la realidad ha cambiado. Como decíamos antes, están construyendo un
hombre diferente, un hombre descualificado y lo están construyendo porque
tienen necesidad de crear una sociedad descualificada. Pero, descualificado el
hombre, han quitado del centro de la concepción de la sociedad política de
ayer la que era la figura del trabajador. El trabajador ayer soportaba el peor
peso de la explotación. Por este motivo se pensaba que debiese ser él, como
figura social, quien diese inicio a la revolución. Basta con pensar en el análisis
marxista. En el fondo, todo "El Capital" de Marx está dedicado a la
"liberación" del trabajador. Cuando Marx habla del hombre, se sobreentiende
el trabajador; cuando desarrolla su análisis sobre el valor, habla de tiempos de
trabajo; cuando desarrolla su análisis sobre la alienación, habla del trabajo.
No hay nada que no tenga que ver con el trabajo. Pero eso porque en el
análisis marxista, en los tiempos en que fue desarrollado, el trabajador
permanecía central, efectivamente la clase trabajadora podía ser teorizada
como centro de la estructura social.
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agregación del medio telemático, sino que es la fábrica telemática, que es
absolutamente otra cosa. Tengamos en cuenta que de todos estos conceptos
naturalmente podemos hablar de manera muy general porque requerirían un
tiempo considerable para ser mejor profundizados. Consecuentemente la
imposibilidad de utilizar este patrimonio, y por lo tanto este pase, camina
paralelamente al final del mito de la centralidad de la clase obrera.
Y es hacia este tipo de realidad que nos acercamos. No porque este sea
nuestro deseo, no porque nos gusta la violencia, la sangre, la destrucción o 1a
guerra civil, las muertes, las violaciones, la barbarie, no es eso, sino porque es
el único camino plausible, es el único que las transformaciones queridas por
quien nos domina y por quien nos manda han convertido necesario. Se han
dirigido ellos hacia este camino. No podemos ahora sólo con un simple vuelo
de nuestro deseo, una simple imaginación, cambiar algo. Entonces, si en la
teoría pasada, en la que existía aún una fuerte clase obrera, se nos podía
ilusionar con aquel pase, se nos organizaba en consecuencia. Por ejemplo, las
hipótesis organizativas del anarco-sindicalismo preveían un fuerte
movimiento sindical que, penetrando en la clase obrera y organizándola casi
en su totalidad, realizase esa expropiación y ese pase. No estando ya este
sujeto colectivo que probablemente ha sido mítico desde su nacimiento, y
que en cualquier caso ahora no existe ni siquiera en su misma visión mítica
transcurrida, ¿Qué sentido tendría, y qué sentido tiene, un movimiento
sindical anarco-sindicalista? Ningún sentido.
Por lo tanto la lucha debe partir de otros sitios, debe partir con otras ideas y
debe partir con otros métodos. De ahí que nosotros hayamos desarrollado
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desde hace aproximadamente quince años una crítica del sindicalismo y del
anarco-sindicalismo, de ahí que nosotros seamos y nos definamos anarquistas
insurreccionalistas. No porque pensemos que la solución sean las barricadas.
Las barricadas quizá pueden ser una trágica consecuencia de elecciones que
no son las nuestras, sino que somos insurreccionalistas porque pensamos que
la acción del anarquismo debe necesariamente afrontar problemas gravísimos
que no son queridos por el anarquismo pero que son impuestos por la
realidad que los dominadores han construido, y que no podemos eliminar con
un simple vuelo de nuestro deseo.
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cualquier cosa. Por el contrario un grupo que se reúne para discutir pero que
discutiendo se coloca en conjunto para hacer y que haciendo contribuye a
desarrollar la discusión que llevada adelante se transforma en otras ocasiones
de hacer, éste es el mecanismo de 1os grupos de afinidad. ¿Cuál puede ser
después el modo en que a los grupos de afinidad les sea posible entrar en
contacto con otros grupos de afinidad respecto a los cuales no es necesario el
conocimiento profundo que por el contrario es indispensable dentro de cada
grupo? Este contacto puede ser asegurado por la organización informal.
¿Pero qué es una organización informal? Entre los diversos grupos de afinidad
que entran en contacto entre sí, para intercambiarse ideas y hacer cosas
conjuntamente, puede haber una relación de naturaleza informal y
consecuentemente la construcción de una organización, incluso amplísima a
nivel territorial, incluso de decenas y, por qué no, de centenares de
organizaciones, de estructuras, de grupos, que tienen una característica
informal que es siempre justamente la discusión, la periódica profundización
de problemas, de las cosas a hacer juntos, y cosas así. Esta estructura
organizativa del anarquismo insurreccional es diferente de la organización de
la que habíamos discutido antes a propósito de las formas del anarco-
sindicalismo.
Pero este análisis de las formas organizativas, dicho acá en pocas palabras,
merecería una profundización, cosa que no puedo hacer aquí, en el ámbito de
una conferencia. Una organización de este tipo, en efecto, quedaría a mi
modo de ver sólo como un hecho interno al movimiento si no se realizase
también en relaciones con el exterior, esto es a través de la construcción de
grupos de referencia externos, de núcleos externos basados también en una
característica informal. No es necesario que estos grupos de base estén
constituidos sólo por anarquistas: en su interior podrá participar la gente que
tiene intención de luchar para alcanzar determinados objetivos, aunque sean
circunscritos, a condición de que estén basados en algunas condiciones
esenciales. Primero de todo la “conflictividad permanente”, es decir grupos
que tienen la característica de atacar la realidad en la que se encuentran, sin
esperar la orden de alguien. Después la característica de ser “autónomos”,
esto es de no depender ni relacionarse con partidos políticos u organizaciones
sindicales. Por último la característica de afrontar los problemas uno cada vez
y no de proponer plataformas sindicales genéricas que inevitablemente se
traducirían en la gestión de un mini-partido o un pequeño sindicato
alternativo. El resumen de estas tesis puede parecer más bien abstracto y es
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por eso que antes de concluir quiero poner un solo ejemplo para que en la
práctica algunas de estas cosas se entiendan mejor.
Las ligas eran por lo tanto núcleos autónomos con las siguientes
características: tenían como único fin el de atacar y destruir la base. Por lo
tanto no tenían una serie de problemas, porque si se hubiesen propuesto una
serie de problemas se habrían convertido en grupos de sindicalistas con él
objetivo, pongamos, de la defensa del puesto de trabajo, o de encontrar un
trabajo, o quizá de resolver otros problemas inmediatos. En vez de eso tenían
como fin sólo el de destruir la base. La segunda característica era la
conflictividad permanente, esto es desde el primer momento en que estos
grupos fueron constituidos (no eran grupos anarquistas, sino grupos de
personas en los cuales había también anarquistas) desde el primer momento
en que fueron constituidos, decía, estos grupos entraron en conflicto con
todas las fuerzas que querían construir la base, sin que esta conflictividad
fuese determinada o declarada por organismos representativos o
responsables de los grupos mismos. Y la tercera característica era la
autonomía de estos grupos, es decir que estos no dependían ni de partidos, ni
de sindicatos ni similares. Las vicisitudes de la lucha contra la construcción de
la base en parte son conocidas, en parte no y no sé si viene al caso retomar
acá su historia, quería sólo referirme a ésta a título de ejemplo.
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cierto punto deben decidirse, deben superar esta línea de demarcación,
deben dar un paso del que después no es fácil dar marcha atrás. Deben entrar
en relación con personas que anarquistas no son, en función de un problema
que es intermedio, que está circunscrito (la destrucción de la base de Comiso,
por cuanto fantástica esta idea pudiese ser, o interesante, o simpática,
evidentemente no era la anarquía, no era a buen seguro la realización de la
anarquía). ¿Qué habría sucedido si realmente se hubiese alcanzado a entrar
en la base y destruirla? Yo no lo sé. Probablemente nada, probablemente
todo. No lo sé, no se puede saber, nadie puede saberlo. Pero la belleza de la
realización de aquel hecho destructivo no se halla en sus posibles
consecuencias.
Los anarquistas no aseguran nada de las cosas que hacen, sino que identifican
las responsabilidades de personas y las responsabilidades de estructuras y por
lo tanto en base a una decisión se determinan a la acción y desde ese
momento en adelante se sienten seguros de sí, porque aquella idea de justicia
que actúa dentro de ellos ilumina la acción, hace ver las implicaciones de una
persona, de más personas, de una estructura, de más estructuras y por lo
tanto las consecuencias de estas implicaciones. Aquí se coloca la
determinación de actuar de los anarquistas.
Sin embargo una vez que actúan junto a otras personas, deben también tratar
de construir organismos sobre el territorio, esto es organismos que tengan la
capacidad de aguantarse, de causar consecuencias en la lucha contra el
poder. No debemos olvidar en efecto, y es importante esta reflexión, que l
poder se realiza en el espacio, es decir, el poder no es una idea abstracta. El
control no sería posible si no estuviesen los cuarteles de policía, si no
estuviesen las cárceles. El poder legislativo no sería posible si no estuviese el
Parlamento, si no estuviesen los parlamentitos regionales. El poder cultural
que nos oprime, que construye la opinión, no sería posible si no estuviesen las
escuelas o las universidades.
Ahora, las escuelas, las universidades, los cuarteles, las cárceles, las industrias,
las fábricas, son lugares que se materializan en el territorio, son zonas
acotadas en las que nosotros podemos movernos sólo si aceptamos
determinadas condiciones, o sea si aceptamos el juego de las partes. Estamos
aquí dentro porque hemos aceptado el juego de las partes, en caso contrario
no habríamos podido entrar. Esto es interesante. Podemos utilizar incluso
estructuras de este tipo, pero en el momento del ataque estos lugares nos
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son prohibidos. Si entrásemos aquí dentro con la intención del ataque, la
policía nos lo habría impedido, me parece claro.
Debemos localizar pues los que son los objetivos significativos y si éstos están
y, mira por dónde, estos objetivos están siempre y por doquier, contribuir a
crear las condiciones para que la gente, los explotados, sobre cuya piel
aquellos objetivos están prosperando, hagan algo para impedirlos.
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[1] Craxi: ex secretario general del PSI (Partido Socialista Italiano), ex jefe de gobierno,
implicado en muchos juicios por financiación ilícita del partido, corrupción, etc. Ya
condenado, en algún juicio, por la justicia italiana (8 años), se encontraba bajo varias
órdenes de busca y captura. Falleció recientemente después de vivir varios años de
“exilio” en su lujosa villa de Hammamet, cerca de Túnez.
[3] Riina: actualmente en la cárcel, está considerado, por los media y los jueces, el
jefe supremo de Cosa Nostra (mafia siciliana). Fugitivo por decenas de años, ahora,
algunos arrepentidos mafiosos lo relacionan con Andreotti. Al parecer los dos han
sido vistos besarse en las mejillas, en el ritual mafioso sinónimo de hermandad y
complicidad entre jefes.
[4] Di Pietro: ex policía, ha sido el fiscal más destacado del equipo de “Mani Pulite” de
Milán, el organismo que primero empezó a derribar el imperio del PSI. Exaltado por la
muchedumbre como el salvador de la nación, dejó la fiscalía para entrar en política y
ha sido ministro de obras públicas del gobierno durante unos meses, hasta que él
mismo se ha visto involucrado en juicios por corrupción.
[5] Borrelli: fiscal jefe de Milán, coordinador del equipo de “Mani Pulite”.
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EL PLACER ARMADO
A. M. Bonanno
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PRÓLOGO A LA EDICIÓN INGLESA DE 1993
Esa era la situación en Italia, pero algo similar estaba teniendo lugar en
Alemania, Francia, Reino Unido y otros sitios.
Parecía esencial impedir que las muchas acciones llevadas a cabo cada
día por los compañeros contra los hombres y las estructuras de poder, fueran
arrastradas hacia la lógica planeada de un partido armado como las Brigadas
Rojas en Italia.
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Este libro ha recobrado vigencia, pero de una manera diferente. No
como crítica a la pesada estructura monopolizante que ya no existe, sino
porque puede hacer notar las potentes capacidades del individuo en su
camino, con placer, hacia la destrucción de todo lo que le oprime y le regula.
Alfredo M. Bonanno
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En París, 1848, la revolución fue una fiesta sin un principio o final
Bakunin
Por supuesto que sí. Pero además habría sido más grave. Más vengativo y
sombrío. Dejar coja a una bestia como esa puede tener un lado más
significativo, más profundo, que va más allá de la venganza, del castigo por la
responsabilidad de Montanelli, periodista fascista y siervo de los amos.
Lisiarle significa obligarle a claudicar, hacerle recordar. Por otra parte, es una
diversión más agradable que dispararle en la boca, con pedazos de cerebro
saliendo a chorros por los ojos.
Nunca hay nada sobre el placer en estos tomos. La austeridad del claustro no
tiene nada que envidiar de la atmósfera que uno respira en sus páginas. Sus
autores, sacerdotes de la revolución de la venganza y el castigo, pasan su
tiempo pesando y contabilizando culpas y penas.
Por otra parte, estos vestales en vaqueros han hecho voto de castidad, por
tanto lo esperan y lo imponen. Quieren ser recompensados por su sacrificio.
Primero abandonaron los cómodos ambientes de su clase de origen, después
pusieron su capacidad al servicio de los desheredados, después se han
acostumbrado a utilizar un lenguaje que no es el suyo y a soportar sábanas
sucias y camas sin hacer. Por tanto, que les escuchen, al menos.
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Llamo a un gato un gato
Boileau
II
El capitalismo y aquellos que luchan contra él, se sientan el uno junto al otro
sobre el cadáver del productor, con tal de que el mundo de la producción
continúe.
Todos necesitamos algo sólido y duro. Piedras sobre las que construir un
muro contra los impulsos que empiezan a ahogarnos. Todos necesitamos
objetividad. El patrón jura por su cartera, el campesino por su arado, el
revolucionario por su pistola. Abre un respiradero crítico y todo el andamiaje
objetivo caerá.
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En su pesada objetividad, el mundo cotidiano nos condiciona y nos reproduce.
Todos somos hijos de la banalidad diaria. Incluso cuando hablamos de “cosas
importantes” como la revolución, nuestros ojos están todavía pegados al
calendario. El patrón teme la revolución porque le privaría de su riqueza, el
campesino hará la revolución para conseguir un pedazo de tierra, el
revolucionario para verificar su teoría.
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Los hombres, si no alcanzan lo que es necesario,
Goethe
III
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mercantil se encarga de esto. El espectáculo se expande hasta el punto de
devorarse a sí mismo junto a sus contradicciones. El escenario y el público
entran en una misma dimensión, proponiéndose a un nivel superior, más
amplio, del espectáculo mismo, y así hasta el infinito.
Los explotados casi sienten nostalgia por esta ilusión. Han crecido
acostumbrados a sus cadenas y se han aficionado. De vez en cuando sueñan
con sublevaciones fascinantes y baños de sangre, pero luego se dejan engañar
por los discursos de los nuevos líderes políticos. El partido revolucionario
extiende la perspectiva ilusoria del capital a horizontes que nunca podría
alcanzar por sí mismo.
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mayor sea el número más se pavonearán arrogantemente los líderes y más
exigentes se convertirán. Elaborarán programas de conquista. El nuevo poder
se prepara para extenderse sobre los despojos del viejo. El alma de Bonaparte
sonríe satisfecha.
Qué bonito es contarnos. Hace que nos creamos fuertes. Los sindicatos se
cuentan. Los partidos se cuentan. Los amos se cuentan. Contémonos también
nosotros. El corro de la patata.
No, todo eso está equivocado. ¿De qué modo podríamos impedirles hacer
bobadas? En el plano del espectáculo ilusorio de la organización hay algunos
que son capaces de hacer más ruido que nosotros. Y tienen aliento de sobra.
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Lucha en el lugar de trabajo. Lucha por la defensa del empleo. Lucha por la
producción.
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El hombre deforme siempre encuentra espejos que le hacen ser bello.
De Sade
IV
Qué gran habilidad escénica la del capital, que ha sabido hacer que el
explotado ame la explotación, el ahorcado la cuerda y el esclavo las cadenas.
El único camino que los explotados pueden tomar para escapar del proyecto
globalizador del capital es el que pasa por el rechazo del trabajo, de la
producción y de la economía política.
Pero el rechazo del trabajo no se debe confundir con “falta de trabajo” en una
sociedad basada en el trabajo. El marginado busca trabajo. No lo encuentra.
Se le empuja a la guetización. Es criminalizado. Todo esto forma parte de la
gestión del espectáculo productivo como un todo. Tanto los que producen
como los desempleados son indispensables para el capital. Pero el equilibrio
es delicado. Las contradicciones estallan y producen varios tipos de crisis, en
cuyo interior se produce la intervención revolucionaria.
Pero los revolucionarios son gente obediente y tienen miedo a romper todos
os esquemas, incluido el de la revolución si éste constituye –en cuanto
esquema- un obstáculo a la plena realización de cuanto el concepto significa.
Tienen miedo de encontrarse sin arte ni parte. ¿Alguna vez te has encontrado
con un revolucionario que no tenga un proyecto revolucionario? ¿Un
proyecto que está bien definido y presentado claramente a las masas? ¿Qué
raza de revolucionario sería aquella que pretendiera destruir el esquema, la
envoltura, el fundamento de la revolución? Golpeando los conceptos de
cuantificación, clase, proyecto, modelo, misión histórica y otras antiguallas
similares, uno podría correr el riesgo de no tener nada que hacer, de ser
obligado a actuar en la realidad, modestamente como cualquier otro. Como
millones de otros que están construyendo la revolución día a día sin esperar el
signo de un fatal vencimiento de plazos. Y para hacer esto se necesita coraje.
Con los esquemas y los juegos cuantitativos se está en lo ficticio, esto es, en
el proyecto ilusorio de la revolución, una amplificación del espectáculo del
capital; con la abolición de la ética productiva se entra directamente en la
realidad revolucionaria.
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Es difícil incluso hablar sobre tales cosas porque no tiene sentido hablar de
ellas en las páginas de un tratado. Pero reducir estos problemas a un análisis
completo y definitivo sería perder el punto. Lo mejor sería una discusión
informal capaz de ocasionar esa sutil magia de los juegos de palabras.
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Las noches de verano son pesadas.
Es la Vigilia de la guillotina.
Zo d’Áxa
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verá llevado a envidiar la posesión de lo que le han quitado. Hasta la
abstracción suprema, la expropiación de plusvalía.
El mundo del futuro debe ser un mundo en el que todos trabajen. ¡Bien!
Entonces habremos impuesto la esclavitud para todos excepto para aquellos
que la hacen funcionar y que, precisamente por esto, serán los nuevos amos.
Sea como sea, los amos deben “pagar” por sus culpas. ¡Bien! Habremos
llevado de este modo la ética cristiana del pecado, de la condena y de la
expiación al interior de la revolución. Sin hablar de los conceptos de “deuda”
y “pago”, de clara derivación mercantil.
48
En el cementerio del trabajo siglos de explotación han acumulado una
montaña de venganza. Los jefes del movimiento revolucionario se sientan
impasibles en esta montaña. Estudian el mejor modo de beneficiarse de ella.
La carga de violencia vengadora debe ser dirigida hacia los intereses de la
nueva casta de poder. Símbolos y banderas. Slogans y complicados análisis. El
aparato ideológico se dispone a hacer lo que sea necesario.
Qué inmenso engaño. La ética del trabajo es la ética cristiana del sacrificio, la
ética de los amos, gracias a la cual las masacres de la historia se han sucedido
con preocupante regularidad.
Esta gente no puede comprender que es posible no producir plus valor, que
incluso pudiendo producirlo se puede rechazar hacerlo. Que es posible
afirmar contra el trabajo una voluntad no productiva, capaz de luchar no sólo
contra las estructuras económicas de los patronos sino también contra las
ideológicas, que atraviesan todo el pensamiento occidental.
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En la medida en que te lanzas a ti mismo,
todo es destreza y fácil victoria; sólo si de
repente te conviertes en quien coge la pelota que
una eterna compañera de juegos te lanza,
a tu centro, en todas sus fuerzas,
en uno de esos grandes y divinos arcos de
constructores de puentes,
sólo entonces saber cogerla es una fuerza,
no tuya, de un mundo.
Rilke
VI
Todos creemos tener experiencia del placer. Cada uno de nosotros cree haber
gozado al menos una vez en la vida.
Sólo que esta experiencia de placer ha sido siempre pasiva. No ocurre que
gozamos. No podemos “desear” nuestro placer ni tampoco obligar al placer a
presentarse.
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explotadores es letal. Te hace desear ir a trabajar. Uno acaba por preferir un
muerte cierta a una vida aparente.
Ningún placer real nos puede llegar a través del mecanismo racional de la
explotación capitalista. El placer no ha fijado reglas que lo categoricen. Aun
así, debemos poder desear el placer. De otro modo estaríamos perdidos.
Por una extraña ironía, los papeles están invertidos. Si la vida es algo serio, la
muerte es una ilusión, en cuanto que mientras estamos vivos la muerte no
existe. Ahora, el reino de la muerte, es decir, el capital, que niega nuestra
verdadera existencia como seres humanos y nos reduce a “cosas”, es
“aparentemente” muy serio, metódico, disciplinado. Pero su paroxismo
posesivo, su rigurosidad ética, su obsesión por hacer, esconden una gran
ilusión: el vacío total del espectáculo de la mercancía, la inutilidad de la
acumulación indefinida, el absurdo de la explotación. Así la gran seriedad del
mundo del trabajo y de la productividad oculta una total carencia de seriedad.
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juego nos hace sentir vivos. Nos da la emoción de la vida. De la otra forma
asumimos todo como un deber, como algo que “debemos” hacer, como una
obligación.
53
La vida es tan aburrida que no tenemos otra
cosa que hacer que gastar nuestro sueldo en la
última falda o camisa. Hermanos y hermanas,
¿cuáles son vuestros deseos reales?
¿Estar sentados en un bar, la mirada distante y vacía,
aburrido, bebiendo un insípido café? O quizás
VOLARLO O PEGARLE FUEGO.
VII
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Además de las crisis, además de las contradicciones del subdesarrollo,
además de la miseria y el hambre, el capital deberá sostener la última batalla,
la decisiva, contra el aburrimiento.
Dejemos solos a los que aman el espectáculo del capital. Aquellos que están
tranquilos y felices recitando hasta el final sus papeles. Esta gente piensa que
realmente las reformas pueden cambiar las cosas. Pero esto es más una
cubierta ideológica que otra cosa. Saben muy bien que cambiar los papeles es
una de las reglas del sistema. Ajustando las cosas un poco en el momento se
obtiene el resultado de ser útil al capital.
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insistencia en imponer modelos pasados que ya se han convertido en parte
del espectáculo de la mercancía.
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atacada con medios similares. Lo hacemos porque estamos convencidos de
que estos medios son legítimos, emergentes del mismo terreno del
enfrentamiento con el capital. Rechazamos admitir que alguien pueda no ver
las cosas como nosotros lo hacemos. Nuestra teoría es idéntica a la práctica y
la estrategia de nuestras organizaciones.
Date prisa, compañero, dispara pronto al policía, al juez, al jefe, antes de que
una nueva policía te lo impida.
Date prisa en decir no, antes de que una nueva represión te convenza de que
es inútil, loco, de que aceptes la hospitalidad del manicomio.
Date prisa en atacar al capital, antes de que una nueva ideología lo haga
sagrado para ti.
Date prisa en rechazar el trabajo, antes de que un nuevo sofista de diga, una
vez más, que “el trabajo te hace libre”.
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No habrá Revolución hasta que no bajen los cosacos.
Coeurderoy
VIII
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Hazlo tú mismo.
Manual Hazlo tú mismo.
IX
El fácil, puedes hacerlo por ti mismo. Sólo o con unos cuantos compañeros de
confianza. No se necesitan grandes medios. Ni siquiera grandes
conocimientos técnicos.
Quien está decidido a llevar a cabo sus actos no es una persona corajuda. Es
simplemente alguien que ha clarificado sus ideas, que se ha dado cuenta de la
futilidad de hacer esfuerzos por jugar bien el papel que le ha sido asignado
por el capital en la representación. Consciente, ataca con fría determinación.
Y al hacerlo se realiza como hombre. Se realiza a sí mismo en el placer. El
reino de la muerte desaparece ante él. Incluso si crea la destrucción y el terror
de los amos, en su corazón, y en el corazón de los explotados, hay placer y
calma.
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espectaculares, explotar los efectos negativos en los productores para
agrandar el espectáculo. El capital acepta el enfrentamiento en el campo
cuantitativo porque allí conoce todas las respuestas. Tiene el monopolio de
las reglas y produce él mismo las soluciones.
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La estructura revolucionaria que busca el momento del placer en la acción
dirigida a destruir el poder considera los instrumentos usados para llevar a
cabo esa destrucción como instrumentos, como medios. Los que usan estos
instrumentos no deben convertirse en sus esclavos. Así como quienes no
saben usarlos no deben convertirse en esclavos de los que sí saben. La
dictadura del instrumento es la peor de las dictaduras.
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Por tanto empuja a las organizaciones y a sus militantes a asumir un papel.
Una vez en este “papel” el juego pierde todo sentido. Todo se vuelve “serio”,
por tanto ilusorio, espectacular y mercantil. El placer se transforma en
“máscara”. El individuo se hace anónimo, vive en su papel y ya no es capaz de
distinguir entre apariencia y realidad. Para romper el cerco mágico de la
dramaturgia mercantil debemos rechazar los roles, incluido el de
“revolucionario profesional”.
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Que vuele la lechuza.
Proverbio ateniense.
Que vuele la lechuza. Que las acciones mal empezadas lleguen a buen puerto.
Que la revolución, tanto tiempo aplazada por los revolucionarios, sea
realizada a pesar de sus deseos residuales de paz social.
El capital dará la última palabra a los batas blancas. Las prisiones no durarán
mucho. Viejas fortalezas de un pasado que sobrevive sólo en la fantasía
exaltada de algún reaccionario jubilado, caerán con la ideología basada en la
ortopedia social. No habrá más presos. La criminalización, que el capital
llevará a cabo en sus formas más racionales, pasará por los manicomios.
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Pongamos atención a no allanarles el camino, con nuestro embotamiento
crítico, a los funcionarios estatales de camisa blanca.
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revolución apretamos las correas de una camisa de fuerza; cuando decimos:
estas acciones son objetivamente una provocación, nos ponemos las camisas
blancas de los torturadores.
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viceversa. La misma muerte física, por la que tanto se llora en el mundo de la
muerte, es menos mortal que la muerte que se vende como vida.
De ahí la gran facilidad del capital para mistificar los mensajes del placer.
Incluso los revolucionarios, en una lógica cuantitativa, son incapaces de
comprender las experiencias del placer en profundidad. A veces, vacilantes,
hacen insignificantes aproximaciones. A veces lanzan condenas que no
suenan muy diferentes a las condenas lanzadas por el capital.
¡Adelante todxs!
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