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DIVISIÓN DE POSGRADOS
POSGRADO EN HISTORIA Y ETHONISTORIA
En defensa de la fe.
El relato de nación desde el Episcopado Mexicano durante el
conflicto religioso. 1917-1929
TESIS
PRESENTA
El trabajo realizado durante dos años y que cobra forma en esta tesis no se habría logrado sin
investigación.
Primero agradezco al Dr. Tomás Pérez Vejo por la guía brindada durante el proceso de
maestría y las sugerencias hechas. Así mismo, agradezco a la doctora Hilda Iparraguirre
admiro sobremanera.
A mis amigos que han soportado mi distancia, y a mis compañeros de maestría que soportaron
Por último, agradezco al CONACyT, institución que brindó los fondos para que ésta
2
Índice
Agradecimientos ………………………………..…………………………… 2
Introducción …….………………………….…………………………… 4
Bibliografía ………………………………………………………..….101
3
Introducción.
Entre los años de 1926 y 1929, la relación entre la Iglesia y el Estado mexicanos sufrió uno
de sus momentos de mayor tensión. En 1926 la Ley Calles reglamentó las disposiciones en
negaba a las asociaciones religiosas poseer o administrar bienes y expropiaba los que hasta
ese momento tuvieran; los templos fueron declarado propiedad de la nación y el gobierno
sería quien decidiera sobre la apertura o cierre de los mismos; prohibió a los ministros de
que los ministros de culto eran profesionales sujetos, como cualquier otra persona en el
ejercicio de su profesión, a lo que dictasen las leyes; las legislaturas estatales podrían decidir
el número de ministros para su territorio; los ministros debían ser nacionales; la Secretaría
de gobernación autorizaría los nuevos templos abiertos al culto; los ministros de culto se
vieron reducidos en sus derechos al no poder votar, no podrían criticar las leyes ni los actos
La Constitución tuvo aplicaciones parciales a nivel local, como nos muestran diversos
estudios, entre los que destacan los de Jean Meyer, Matthew Buttler, y González Navarro; la
ejecución de las medidas anticlericales dependió, desde 1917 y hasta 1926, de los gobiernos
locales. Sin embargo, el panorama cambió en 1926. La Ley Calles era una modificación al
código penal que le añadía un capítulo sobre “delitos y faltas en materia de culto religioso y
1 José Luis Soberanes Fernández y Oscar Cruz Barney Los arreglos del presidente Portes Gil con la jerarquía
católica y el fin de la guerra cristera, p. 2
4
disciplina externa”, de tal suerte que un ministro extranjero ejerciendo como tal era
por ejemplo. Dicha ley entraría en vigor el 31 de julio, y así fue. La respuesta de la Jerarquía
Católica fue igualmente contundente: a las 12 de la noche, por instrucción del Episcopado
Esta tesis tiene por objetivo es estudiar, dentro del contexto del Conflicto religioso, la
forma en que los obispos mexicanos concebían la nación mexicana, y cuáles eran los
mecanismos que impulsaban para protegerla. En este sentido, partimos, para comprender la
nación, de las propuestas teóricas de Benedict Anderson,4 Ernest Gellner,5 y Tomás Pérez
Vejo.6 Por otro lado, el tema de los obispos y la nación católica, no es nuevo, investigadores
como Brian Connaughton, Manuel Ceballos y Jorge Adame Goddard, lo han explorado para
el siglo XIX y para el porfiriato.7 También, entre los trabajos que se han aproximado al
Cannelli8Sin embargo, el enfoque de dichos trabajos está centrado en los católicos seglares.
Para el periodo posterior a la Revolución, los problemas referentes a la nación católica están
menos atendidos, aunque encontramos trabajos específicos sobre los obispos y su acción
2
Idem, p. 3
3
Idem. p. 4; Jean Meyer op. Cit, p. 13
4
Benedict Anderson, Comunidades imaginadas, reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo,
México,
5
Ernest Gellner, Naciones y nacionalismo,
6
Tomás Pérez Vejo, Nación, identidad nacional y otros mitos nacionalista..
7
Brian Connaughton, “El ocaso del Proyecto de «Nación Católica». Patronato virtual, prestamos, y presiones
regionales, 1821-1856”; “Nación y religión en el México del siglo XIX”; “Modernidad, religión e Iglesia
católica en México (1810-1910): vida de rasgaduras y reconstituciones”; Manuel Ceballos Martínez, “Los
católicos mexicanos frente al liberalismo triunfante: del discurso a la acción”; El catolicismo social: un
tercero en discordia. Rerum novarum, la cuestión social y la movilización de los católicos mexicanos (1891-
1911); Jorge Adame Goddard, El pensamiento político y social de los católicos mexicanos. 1867-1914.
8
Cfr. Riccardo Canneli, Nación católica y Estado laico: El conflicto político-religioso en México desde la
Independencia hasta la Revolución (1821-1914)
5
política, así como el papel que jugaron durante el periodo que esta tesis refiere. Hablamos
particularmente a los trabajos de Laura O’Dogherty, Yves Solís Nicot, el mismo Jean Meyer.9
A pesar de ello, los aspectos simbólicos no son abordados por estos investigadores.
O’Dogherty, por ejemplo, ha hecho esfuerzos por reconstruir el devenir de los obispos en el
exilio, después de 1913;10 Yves Solís se ha aproximado a la postura política de los obispos
formación, encontrando que, para el periodo entre 1926 y 1929, el Episcopado Mexicano
es el de Leticia Ruano Ruano, quien considera que el catolicismo fungió como un elemento
identitario vinculante entre las clases medias católicas; Ruano señala que, en el porfiriato y
derivado de la Acción Social Católica como experiencia del mencionado sector de seglares,
De los primeros trabajos con la Cristiada como eje, podemos encontrar varias obras
publicadas desde 1934 (La lucha entre el poder civil y el clero: estudio histórico y jurídico
del señor licenciado don Emilio Portes Gil), también encontramos el texto de Alfonso Toro
(La iglesia y el Estado en México), publicado en 1927.15 En ambos textos el clero es visto
9
Laura O’Dogherty, “El episcopado mexicano en el exilio: 1914-1921”; De urnas y sotanas. El Partido
Católico Nacional en Jalisco; Yves Solís Nicot, “La Cristiada y la radicalización del pensamiento de los
obispos mexicanos”; Jean Meyer, “¿Cómo se tomó la decisión de suspender el culto en México en 1926?;-
10
Cfr. Op. cit.
11
Cfr. op.cit.
12
Cfr. op. cit.
13
Andrea Mutolo
14
Leticia Ruano
15
Emilio Portes Gil, La lucha entre el poder civil y el clero: estudio histórico y jurídico del señor licenciado
6
como traidor, y como reaccionario. Tengamos en cuenta que, primero, Portes Gill, fue quien
llegó a “los acuerdos” con el obispo Mora y del Río; por su parte, Alonso Toro era un
trabajos como el de Aquiles Moctezuma (El conflicto religioso de 1926: sus orígenes, su
publicados por Editorial Jus (igual que los textos de Rius Facius, Méjico cristero: historia de
católico. Estos trabajos presentan la Cristiada como una lucha justa, si bien no por la vía
adecuada (la de las armas), por la libertad de creencia. El gobierno es tomado por perseguidor
y sanguinario, mientras el pueblo católico es visto como víctima.16 De cualquier forma, estos
trabajos (me parece) pueden ser considerados más como parte de la construcción del relato,
Entre los trabajos académicos más destacados que se han ocupado de dichos
conflicto religioso, el historiador francés analiza diversos aspectos entre los que destacan: la
relación entre la Iglesia y el Estado, el desarrollo del conflicto armado, el origen del ejército
alzado, la base social y financiera del mismo, etc. Meyer, en el primer y tercer tomo de su
7
obra, también señala la importancia del problema agrario y pone de relieve que los
hijos según los padres consideraran conveniente: fueron el crisol de múltiples reclamos que
quedaron sin respuesta tras el triunfo de los carrancistas y, posteriormente, con los gobiernos
de Obregón, y Calles.17 Meyer hace evidente que los alzados eran independientes de la
iglesia; también afirma que el centro y occidente del país fueron propicios para la revolución
pues la expresión religiosa y la cultura popular coinciden. 18El agrarismo y su relación con el
conflicto religioso también son objeto de análisis para Moisés González Navarro, quien
centra su obra en los reclamos sociales y de tierras en el estado de Jalisco; González Navarro
pone el acento en las confrontaciones entre las organizaciones sociales católicas y el gobierno
estatal, o entre aquellas y las organizaciones de corte socialista.19 En los cinco tomos de su
estudio recorre el territorio jalisciense mostrando las respuestas campesinas, las oposiciones
entre cristeros y agraristas,20 los motivos de alzamiento de unos y otros, etc. González
Navarro pone énfasis en las confrontaciones políticas y sociales en las ciudades (Guadalajara,
Mattew Butler, en uno de los trabajos más recientes sobre el conflicto religioso,
analiza el desarrollo del mismo en Michoacán, se centra en los campesinos y analiza los
motivos por los cuales algunos sectores se decantaron por alzarse al grito de “Viva Cristo
Rey”, y otros decidieron oponerse a los primeros, tomando el agrarismo como bandera. A
17
Cfr. Jean Meyer La Cristiada,
18
Idem, t3 p. 134-201; 293-301.
19
Cfr., González Navarro op. Cit.
20
Idem
21
Idem
8
decir de Buttler, los motivos de choque radicaban en diferencias en la cultura política y
religiosa entre unos y otros, discordancias derivadas de procesos históricos, por ello hace un
estudio, aunque superficial, del oriente michoacano, desde la conquista hasta la Revolución
y el Estado (que es, en todo caso, el sector en el que ésta investigación se centra); encuentra
territorio mexicano desde el virreinato y que siguió siendo parte importante de las relaciones
entre la Iglesia Católica y el Estado; afirma que la expulsión de los jesuitas, las reformas
Católica23. En esta sección de su obra, solo dedica cinco páginas a explicar las relaciones
internas del Arzobispado de México y la formación del Comité Episcopal (misma que es
Según Alicia Olivera Sedano, el origen del enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado
puede rastrarse hasta 1895 cuando, tras la publicación de la Rerum Novarum la Iglesia
Católica en México comenzó a tener mayor actividad y organización con intereses sociales;
22
Cfr. Matthew Buttler, Devoción y disidencia: religión popular, identidad política y rebelión cristera en
Michoacán, 1927-1929. Se han hecho trabajos que enfatizan el desarrollo del conflicto a nivel regional, pero
en su gran mayoría siguen la línea trazada por Meyer, es decir, considerar el conflicto a la luz de problemas
sociales y de proyectos políticos, como el agrarismo, y relacionando la idea de nación con Estado-nación, cfr.
González Navarro, op. Cit.; Lisbona Guillen, “La Iglesia Católica Apostólica Mexicana en Chiapas (1925-
1934)”; Anamaría González Luna, “Los cristeros en Jalisco; entre identidad religiosa y política” en María
Isabel Campos Goenaga, Massimo de Giuseppe (coords) La cruz de Maíz.
23
Cfr. Jean Meyer, “Los avatares de un conflicto”
24
Idem, pp. 180-185.
9
celebraran Congresos Católicos Nacionales, y a que, incluso, se fundara el Partido Católico
Nacional en 1911. Todo ello ocurrió a la par del crecimiento de sindicatos de corte anarquista
y socialista que bien pueden considerarse precursores de La Casa del Obrero Mundial y
acuerdo tácito. Pero tras la caída del régimen porfirista, los gobiernos emanados de la
Revolución recrudecieron las medidas anticlericales al tiempo que la acción social católica
población era mayoritariamente católica, era digno de preocupación por parte del Estado que
Algunos estudios más se han hecho teniendo a los obispos mexicanos como eje, pero,
igual que Meyer, solo han considerado los orígenes de los clérigos, las diferencias políticas
internas del Arzobispado, y, cuando más profundizan, se acercan a los proyectos políticos.26
Sin embargo, la pregunta de si hay un problema identitario (en sentido de nación) en las
acciones de los obispos, no ha sido abordado. Tampoco lo ha sido para los cristeros, siendo
Meyer y Buttler quienes han hecho los cuestionamientos más cercanos, sin abordar de lleno
la cuestión de la nación.
Hay estudios sobre temas más específicos, como el libro publicado por el instituto de
Investigaciones Jurídicas los arreglos del presidente Portes Gil con la Jerarquía Católica y
25
Cfr. Alicia Olivera Sedano, op. Cit.
26
Son particularmente importantes los trabajos de la doctora Julia Zamora, cfr., Julia preciado Zamora, El
mundo, su escenario: Francisco, Arzobispo de Guadalajara (1912-1936).
10
el fin de la Guerra Cristera. Aspectos Jurídicos e Históricos, sin embargo, en lo que refiere
al alto clero mexicano solo se presentan tres cuestiones,1) las divisiones internas del
Arzobispado,27 las relaciones entre México y el Vaticano tras los arreglos del 2928 y, la que
más interesante resulta para nuestra investigación en tanto que implica pensar la
conceptualización que el alto clero tenía de México como “nación” católica, la preocupación
que tenía el episcopado por la salud espiritual de los mexicanos.29 En este sentido, Massimo
de Giuseppe apunta que los estudios respecto al conflicto religioso han dejado de lado
importantes cuestiones simbólicas existentes durante la Guerra Cristera. Tampoco lo han sido
tampoco han recibido atención suficiente a pesar de que, en 1926 el obispo de Tamaulipas
publicó sus Normas para bien vivir en tiempo de persecución30. En ellas indicaba que los
fieles podrían bautizar a sus hijos aún sin un sacerdote, pero en lo tocante al matrimonio,
avisaba que las uniones debían estar bendecidas por la Iglesia. Sugería que los fieles
esperaran para casarse hasta que les fueran dadas indicaciones acerca de cómo resolver la
el episcopado concebía a México en sentido de nación (no como cuestión ligada al Estado,
Dentro de este enfrentamiento, al menos entre los católicos, podemos identificar tres
sectores claramente (no monolíticos, por supuesto, pero sí con diferentes intereses respecto
a los otros dos sectores): las clases bajas católicas que se levantaron en armas (campesinos);
27
Cfr. José Luis Soberanes Fernández y Oscar Cruz Barney, Los arreglos del presidente Portes Gil con la
Jerarquía Católica y el fin de la Guerra Cristera
28
Cfr. idem, pp. 261-277.
29
Cfr. idem, pp. 107-131.
30
AHAM fondo Pascual Díaz y Barreto, caja. 46, exp. 5.
31
idem
11
clases medias católicas que, organizadas, intentaron conducir los enfrentamientos armados;
y el alto clero mexicano que osciló entre el apoyo y el rechazo al movimiento armado y que
El tercer sector es el que resulta de interés para este estudio, particularmente las
cuestiones de si el alto clero mexicano tenía una imagen de la “nación mexicana” y, cómo es
1917 y 1929 ¿hay implícito un relato de nación diferente al abanderado por el Estado
mexicano posrevolucionario? ¿Cuáles eran los mecanismos promovidos para defender dicha
nación del Estado anticlerical por parte de los obispos mexicanos y por qué medios?
Considero que las cartas e instrucciones pastorales emitidas por los obispos
mexicanos en aquella época pueden contener información que nos permita echar luz sobre
los problemas arriba mencionados. Yves Solís identificó, en el Archivo Histórico del
Arzobispado de México (AHAM), cuatro grandes grupos de textos que aportan información
1. Un ramo fueron las cartas destinadas al clero en exclusiva y las de los sacerdotes
2. Otro ramo sobre las preocupaciones del clero, así como la fiesta a Cristo Rey34
32
Cfr. José Luis Soberanes, op. Cit.
33
Yves Solís. ”La Cristiada y la radicalización del pensamiento de los obispos mexicanos”, p.118
34
idem
12
textos que describían los males que sufría el pueblo católico mexicano, así como
patriótico.35
4. Y, por último, textos dedicados a la visión que los episcopados extranjeros tenían
Unidos. 36
Para esta tesis recurrí específicamente a los fondos Pascual Díaz y Barreto, y Leopoldo Mora
y del Río, resguardados por el AHAM, y a la colección Antonio Rius Facius, en el Centro de
estos fondos documentales es proporcional a la relevancia que tienen para esta investigación.
Pascual Díaz, 6 al fondo Mora y del Río, y 3 del archivo del CEHM.
moderno y el relato de nación en que éste se cimentó, como tal, los actores involucrados
tuvieron importante repercusión en la configuración del relato nacional. Interesa para este
definiciones y la que Gellner da sobre el concepto de nación es una herramienta bastante útil
1.- Dos hombres son de la misma nación si y solo si comparten la misma cultura,
entendiendo por cultura un sistema de ideas y signos, de asociaciones y de putas de
conducta y comunicación.
35
idem
36
idem
13
2.- Dos hombres son de la misma nación, si y sólo si se reconocen como pertenecientes
a la misma nación. En otras palabras, las naciones hacen al hombre … Es ese
reconocimiento del prójimo como individuo de su clase lo que los convierte en nación,
y no los demás atributos comunes, cales quiera que puedan ser.37
atendiendo a los mecanismos por medio de los cuales la comunidad se imagina, Tomás Pérez
Vejo afirma que debemos concebir a la nación como una representación simbólica; como
supone algunos elementos objetivos en la nación (lengua, historia, geografía, etc.), percibidos
por sus miembros40. Pérez Vejo afirma que la nación es el resultado de una “relativamente
rápida invención histórica”41 que recurre a elementos objetivos preexistente, pero que ellos
no son suficientes para dar origen a una conciencia nacional.42 Da, por lo tanto, mayor peso
donde los individuos se identifican como parte del mismo grupo, a partir de valores
simbólicos y culturales. Así, al entender la nación como una construcción basada en valores
simbólicos y culturales, debe tenerse en cuenta que también esos valores se construyen en
37
Ernest Gellner, Naciones y nacionalismo, p. 20.
38
Benedict Anderson, Comunidades Imaginadas.
39
Tomás Pérez Vejo, Nación, identidad nacional y otros mitos nacionalistas. p 12.
40
Ibid, p.15
41
Ibid, p 17.
42
Idem.
43
Idem
44
Idem.
14
Debemos atender ahora a la categoría cultura y señalar que parto de dos conceptos
comunidad.45 Mientras que, para Geertz, es un conjunto de símbolos cuyos significados son
públicos y compartidos por un grupo social determinado.46 Considero que ambas definiciones
se entrelazan toda vez que, según afirma Geertz, los símbolos son capaces de provocar
nación puede entenderse como una imagen mental49 constituida por un conjunto de símbolos
más o menos comunes a un grupo, que tiene la función de brindar identificación a los
individuos como parte del mismo, sin embargo, estos símbolos se nutren de eventos y
Seguido de ello podemos afirmar que, cuando los obispos mexicanos definían la
nación mexicana como católica, lo hacían a partir de una serie de comportamientos que,
desde su perspectiva, eran comunes a toda la población, tales como asistir a misa, ser
bautizados, casarse con la bendición sacerdotal, etc. De igual forma, las acciones impulsadas
45
Citado en Max Gluckman, “Análisis de una situación social en el país Zulú moderno”, p 73
46
Cfr. Clifford Geertz, La interpretación de las culturas
47
Op.cit.
48
Buttler, Judith, apunta a la forma en que se modifican repertorios identitarios entre los franceses frente a la
oleada de inmigrantes africanos y la emergencia de las discusiones en torno a la adopción homoparental. La
investigadora afirma que la relación entre símbolo y la realidad fáctica es muy estrecha; ambos niveles se
nutren del previo y al mismo tiempo lo delimitan. Cfr. Judith Buttler, “¿El parentesco es siempre heterosexual
de antemano?”, 1
49
Tomás Pérez Vejo, op. cit, p. 17.
15
Así, tras la Revolución, encontramos la conformación de un relato de nación que se
volvió hegemónico, sin embargo, podría haber existido otros mitos nacionales que, tras el
ascenso del grupo Sonora, quedaron a la sombra del relato construido desde el Estado.
Cristiada, la Iglesia Católica mexicana (que había recuperado cierto poder con la Acción
La defensa del relato nacional católico se vio exacerbada por diversas situaciones en
también prohibió la enseñanza católica, las prácticas religiosas fuera de los recintos
destinados para ello, y prohibió las publicaciones confesionales. De tal suerte que, a ojos de
los obispos, estos artículos eran “contrarios a los derechos de la Iglesia, a la libertad religiosa
y a la voluntad del católico pueblo mexicano”.51 Siendo así, la nueva legislación representaba
un ataque a la nación.
Las fuentes consultadas permiten señalar que entre 1917 y 1929, en líneas generales,
hubo tres aspectos que articularon las acciones promovidas por el episcopado, encaminadas
50
Jean Meyer, op. cit. p. 173
51
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp 16,
16
1. La caracterización de la nación mexicana como católica, el origen de la
la Constitución de 1917.
vez que implicaba un atentado contra la nación el ser gobernada por liberales.
del pueblo.
Barreto, y José Mora y del Río, resguardadas por el AHAM, buscamos analizar la idea de la
“nación mexicana” que tenía el alto clero mexicano; de igual forma buscamos estudiar tres
aspectos en los que focalizó para la defensa y reproducción del grupo que consideraba
sino en la medida que los sujetos la enuncian. Es por ello que, en el primer capítulo, procuro
la recapitulación del conflicto con las fechas extremas que proponemos en el título de la tesis.
52
Cfr. Evans Pritchard, Los nuer, Barcelona,
53
Cfr. Max Gluckman, “Análisis de una situación social en el moderno país zulú” pp. 1-27; Max Gluckman,
“El reino Zulú de Sudáfrica”.
17
La intención es observar que, en la Constitución de 1917, el proyecto nacional procurado
dejaba de lado a un importante sector y disminuía sus derechos: me referimos a los católicos
primordial, aún a pesar de los derechos de los católicos, toda vez que el pensamiento
dogmático religioso era visto como un peligro para el desarrollo nacional. En el primer
capítulo, así mismo, exploro la radicalización de las relaciones entre la Iglesia y el Estado
hasta llegar al punto sin retorno, la Ley Calles. Procuro, así mismo, presentar el crecimiento
de la violencia en múltiples espacios del territorio mexicano, considerando que, bajo ninguna
Mexicano entendía la nación mexicana, es decir, católica; frente a esto, las medidas
anticlericales del gobierno, desde Carranza hasta Calles, hacían que éste fuera visto como
ilegítimo; más aún, de la misma forma que los constitucionalistas de 1916 percibían al
catolicismo como un peligro para el desarrollo de la nación mexicana, los obispos percibían
a la laicidad, y al liberalismo como los problemas más grandes a enfrentar para lograr el
laicidad como algo necesario; los segundos pensaban que la nación era eminentemente
católica. El Estado laico, entonces, no solo era visto como ilegítimo, sino que la persecución
de la Jerarquía oscilo entre diversas sensibilidades, Jean Meyer presenta una división al
interior del episcopado, en tres grupos: uno moderado, otro radical, y uno mucho más difícil
18
de identificar, que se movió entre ambos.54 Por otro lado, Andes explica la división, siguiendo
radical del primero. Ambos, sin embargo, propugnando por la libertad de la nación católica
capítulo 3 resaltamos tres aspectos que consideramos clave para tal efecto. Primero, el
sociedad. En segundo término, como un vehículo por medio del cual explicar y justificar la
clave de historia nacional católica. Así, vemos que los mismos procesos históricos
54
Jean Meyer, ¿cómo se tomó la decisión de suspender el culto en México en 1926”
55
Stephen Andes, The Vatican &catholic activism in Mexico & Chile., p. 33; Roberto Blancarte, Historia de
la Iglesia Católica en México, p.11-27.
19
liberalismo.
Es así que, a pesar de las divisiones internas del Arzobispado, podemos pensar que la
idea de que México era una nación católica era común a los prelados mexicanos y existía
muestra de ello, sin embargo, no podemos afirmar, con la investigación en este punto, que la
idea permeara hacia las clases medias, ni a las bases en el campo y ciudad.
20
Capítulo 1. Recapitulación del conflicto.
El escenario en el que este estudio se inscribe está enmarcado por dos eventos de diferente
protesta púbica hicieron los obispos mexicanos frente a una serie de artículos anticlericales;
Si bien los eventos extremos del estudio son de diferente índole, se vieron vinculados
civiles de los católicos mexicanos, entre ellos, sacerdotes. La Carta Magna, como la
nacionales mexicanos; así lo intentó, solo que, importante para este estudio, parece que la
proyecto de la comunidad que ellos consideraban nacional, aún a costa de los derechos de
amplios sectores de la sociedad. Este proceso vivió años de recrudecimiento hasta que, en
armada. El proceso que llevó a los acuerdos de 1929 vivió un fuerte impulso con el asesinato
de Obregón a manos de un seglar católico, y con el proceso judicial en contra de él, José de
21
Iglesia y el Estado, todo ello, derivado de los esfuerzos gubernamentales por implementar la
legislación anticlerical y, por parte del Episcopado, por resguardar los derechos que
El fin de la Revolución mexicana, entre tantos procesos, implicó la escritura de una nueva
los diferentes grupos que participaron en el proceso bélico, desde los zapatistas en Morelos,
hasta los obreros en las ciudades. Los reclamos de índole social, política y económica serían
las Leyes de Reforma; sin embargo, cuando Carranza convocó a un Congreso Constituyente,
el objetivo ya era otro: la reforma de la Constitución.58 Debe señalarse que la postura de los
diputados en Querétaro fue todavía más radical de lo que Carranza esperaba. La nueva
Constitución, proyectada por el ex reyista fue criticada por moderada y sufrió constantes
modificaciones durante los debates del Constituyente de 1916. La Carta Magna de 1917 se
escribió con un tono anticlerical mucho más agresivo de lo que Carranza propuso.59 Resultó
56
Ricardo Pérez Montfort, “Nacionalismo y representación en el México posrevolucionario (1920-1940). La
construcción de los estereotipos nacionales” p. 250
57
Anna Ribera Carbó, “Radicalismo jacobino en la constitución de 1917” p. 129
58
Ibid., pp. 126-128
59
Ibid., pp. 126-134.
22
en una Constitución que ha sido considerada anticatólica y jacobina.
radicales. Debo señalar que los motes (moderados y jacobinos) fueron utilizados por los
mismos diputados.60 Marván, sin embargo, señala que la posibilidad de agrupar a los
hubo una votación consistente entre los llamados moderados, ni entre los llamados
Jacobinos.61
El primer paso es presentar las condiciones que la Constitución de 1917 imponía a las
asociaciones religiosas para, entonces, revisar más puntualmente los aspectos que pueden
asociarse a la idea de derechos individuales, y los que refieren a derechos sociales. Debo
señalar, por principio, que considero que las demandas de la Jerarquía Católica se parecían
mucho, al menos superficialmente, a los argumentos que dio el ala moderada en el Congreso
Constituyente; sin embargo, el fundamento último de las opiniones de unos y otros difería
sociedad mexicana (católica), y en el Derecho Natural,62 mientras que, los segundos, según
individuos.63
México pues afectaba severamente los intereses de dicha institución. Por ejemplo, el artículo
60
Ibid., p. 128
61
Ignacio Marván Laborde, Cómo hicieron la Constitución de 1917, pp. 138-144.
62
Cfr. Jorge Adame Goddard, El pensamiento político y social de los católicos mexicanos. 1867-1914.
63
Ana Ribera Carbó, op. cit. pp. 130-131.
23
3° estableció que toda institución educativa, privada u oficial, debía ser laica, de tal suerte
que la educación quedó en manos del gobierno y muchas escuelas católicas fueron cerradas.
de todos los que entonces tuvieran, de esta forma, la Iglesia perdió asilos, colegios, casas
curales, edificios dedicados a la difusión del culto; así mismo, declaraba los templos
El artículo 130 era, igualmente radical: daba al Estado la facultad de intervenir en materia de
jurídica de las Iglesias al establecer que los ministros de culto eran profesionales como
cualquier otro y, por lo tanto, estarían sujetos a la legislación vigente y, como tal, debían
registrarse ante las autoridades competentes. Así mismo, dejaba en manos de las legislaciones
locales la elección del número de sacerdotes que podrían ejercer en sus entidades, todos ellos
podrían votar, etc. Cada municipio debía tener un registro de los templos abiertos, y cada
nuevo templo debía ser autorizado por la Secretaría de Gobernación. De igual forma prohibía
las publicaciones confesionales les impidió informar acerca de asuntos políticos; por último,
La forma en que se haría cumplir estas medidas no fue clara sino hasta 1926, con la
Ley Calles; antes de ello, la aplicación de las disposiciones en materia de culto fue muy
irregular y desigual; dependió de los políticos locales: algunos más radicales, como el caso
64
Jorge Adame Goddard “¿Qué arreglaron «los arreglos”, p 2
24
de Tabasco, otros menos violentos, como el de Zamora.65 Veremos pues, que el
Los tres artículos expuestos renglones arriba (3°, 27° y 130°) dan muestra clara del
problema. Es decir ¿hasta qué punto la protección de la sociedad mexicana frente al peligro
profesar su credo? Considerar a los sacerdotes como simples profesionales restaba fuerza a
una institución extranjera (la Iglesia Católica Apostólica Romana que rendía cuentas al
papado) y evitar que la Iglesia se involucrara en política le restaba influencia, pero ¿no
vulneraba también los derechos políticos (votar, por ejemplo) de los sacerdotes en tanto que
religiosa ¿no atentaba contra los derechos de ciudadanos seglares priorizando la protección
puestos sobre la mesa durante los debates del constituyente de 1916, y en las protestas del
pueblo mexicano”,67 y ello trajo consigo un problema político que, desarrollado durante diez
años, estalló en la Guerra Cristera. Sin embargo, debo señalar que, como Carbó deja ver, el
un problema político en tanto que el gobierno buscaba someter a la Iglesia al control Estatal,
65
Jean Meyer, “¿Cómo se tomó la decisión de suspender el culto en México en 1926?
66
Del Refugio González, “Constitución, Revolución y reformas. Derechos individuales y derechos sociales” 6
67
Jorge Adame Goddard, “¿Qué arreglaron «los arreglos… p. 1. Cursivas mías.
25
pero también fue una confrontación entre dos formas de entender la nación mexicana; a ojos
pública.68 El gobernador de Nuevo león, hacia 1915, señalaba que “por motivos de salud
ha propuesto castigar, dentro de los límites del Estado de Nuevo León, al clero católico
romano”.69
artículo 3°, afirmaba que éste proclamaba la libertad de enseñanza, y explicaba que ésta
seguiría existiendo pues las escuelas oficiales eran de carácter laico; sin embargo, el
michoacano afirmaba que “la misión del poder público es procurar a cada uno de los
asociados la mayor libertad compatible con el derecho igual de los demás”,70 por ello
resultaba lícito restringir un derecho “natural” cuando el ejercicio de éste atentaba contra la
espíritu”.71 Era, bajo esta lógica, menester prohibir cualquier tipo de enseñanza religiosa en
las escuelas primarias con la finalidad de proteger a la sociedad, aún en detrimento de los
derechos individuales.
Por su parte, los obispos, señalaban que un derecho de la Iglesia era “enseñar
libremente sus dogmas y moral a los adultos y a los niños, no solo en los templos sino también
68
Ana Ribera Carbó, op. cit. p. 132
69
Ibid,. p 123. Cursivas mías.
70
Diario de Debates, México, t. 1. P. 541. Citado en; Anna Ribera Carbó, op. cit. p, 129
71
Idem
26
en sus escuelas, y proscribir teorías erróneas y las doctrinas malsanas”.72 Más aún, el
señalaba que “en un Estado no Católico… los católicos tienen derecho a gozar, por parte del
Estado, de plena libertad para cumplir sus deberes de tales, y que el Estado no ordene nada
intención resulta muy semejante: proteger a la sociedad de doctrinas que evitarían el correcto
desarrollo de la misma.
Como señala Anna Ribera Carbó, para los diputados más moderados, como Cravioto,
la supresión completa de la enseñanza religiosa, aún en las escuelas privadas, “daría al traste
Sobre el 27, por ejemplo, si bien no hay una tendencia clara del voto que permita
distinguir entre diputados jacobinos y moderados,76 los prelados afirmaban que atentaba
inicio del capítulo, este artículo versa sobre el régimen de propiedad;78 en materia religiosa
buscaba normar la propiedad de las asociaciones religiosas sobre los bienes que ya poseían
y aquellos que podrían adquirir.79 Las regulaciones de este artículo no solo afectaban a la
Iglesia como institución, sino a los sacerdotes como individuos. Por ejemplo, los prelados
72
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 16, fs. 8 bis.
73
Ídem. Cursivas mías
74
Anna Ribera Carbó, op. cit. p. 130. Cursivas mías
75
Ídem
76
Ignacio Marván Laborde, op. cit, pp 138-140
77
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 16.
78
María del Refugio González, op. cit, p. 182.
79
Adame Goddard, op. cit, p. 2
27
reclamaban que a los ministros “se les incapacita en general para ejercer un dominio
cualquiera sobre bienes raíces o capitales impuestos sobre ellos”,80 incluso, se concedía
anticlericalismo no solo afectaba los derechos que el obispado reclamaba como propios, sino
que desconocía los derechos de los sacerdotes en tanto que ciudadanos, como poseer, e
intervenir en beneficencia.82
preceptos contenidos en el artículo 27. En ocasión de la discusión del artículo 3°, el portavoz
administración de obras de caridad, bienes raíces y rentas sobre las mismas, etc., es decir, en
el artículo 27.83 El diputado moderado preguntaba ¿Por qué no aceptar la disciplina filosófica
artículo 27?84 Dicho artículo es muestra clara, como apunta María del Refugio González, de
que, terminada la guerra, se retomaron instituciones y normas que fueron vigentes antes del
Reforma.
Sin embargo, la atención puesta a los derechos sociales sobre los individuales es
mucho más visible en el artículo 130 y las argumentaciones que propició. De principio,
siguiendo a la tradición liberal, el artículo 129 del proyecto de constitución que presentó
80
Ibid., fs. 14
81
Ídem.
82
Ibid., fs. 12
83
Anna Ribera Carbó, op. cit. p. 132
84
Ídem.
85
María del Refugio González, op. cit., p. 17
28
Estado; los declaraba independientes entre sí; sin embargo, el tono jacobino se impuso y
supeditó a la institución Apostólica Romana a los designios del Estado. El artículo definitivo
establecía que era deber de la Federación ejercer en materia de culto religioso y disciplina
externa.86 Ello representó otro ataque a la institución católica, pero en materia de derechos
quienes determinaran el número de sacerdotes por entidad. Solo éstas limitantes, decían los
Constitución no solo se relegaba al culto a los templos, sino que “aun ahí se le sujeta a la
todavía más fuerte. Por ejemplo, el artículo 130 afectaba la libertad de asociación pues
prohibía a los seglares asociarse en organizaciones políticas cuyo nombre hiciera referencia
a confesiones religiosas. Se prohibía que los ministros heredaran. También atentaba contra
los ministros de culto como profesionistas y, al revés de lo que se hace con los demás
senadores… gozar de voz activa y pasiva, alistarse en los partidos políticos, opinar en
86
Anna Ribera Carbó, op. cit., p. 132
87
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 16, fs. 15
88
Ibid., p. 13
29
política”.89
A decir de Anna Ribera Carbó, los constituyentes se percibían como los portavoces
al darle forma en la ley constitucional a la ley obrera… al matar sin clemencia… la obra del
Los ejemplos aquí expuestos muestran que, en efecto, la Constitución de 1917, como
afirma Goddard, dejó de lado el catolicismo, sin embargo, también evidencian que ello derivó
mexicana un mejor desarrollo. Los derechos individuales de los sacerdotes fueron suprimidos
que las regulaciones en materia de culto fueran de una tendencia tan central que fortaleciera
la figura del Ejecutivo en el sentido que Marván estudia la división de poderes hacia 192091,
como sí ocurrió con la Ley Calles, lo que parece claro es que los artículos 3°, 27° y 130°, al
menos en lo que refiere al culto, fueron no solo anticlericales, sino regalistas.92 Es decir,
algunos mexicanos apuntando que, negar el acceso al culto, a la educación católica, etc.,
implicaba violentar derechos de algunos ciudadanos; sin embargo, como se ha expuesto, para
proteger los derechos de la sociedad y el desarrollo de ella bien valía la pena pasar por alto
89
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 16, fs. 12
90
Francisco Múgica, citado en Anna Ribera Carbó, op. cit. p. 35
91
Cfr. Ignacio Marván Laborde, “La revolución mexicana y la organización política de México: la cuestión
del equilibrio de poderes (1908-1932)” 4
92
Cfr. Jean Meyer, “Los avatares de un conflicto” en La cristiada,. 7-143.
30
Como Yves Solís afirma, es la promulgación de la Constitución de 1917 la que marca
que, sin ser abiertamente políticas, lograron gran fortaleza y presencia, siendo ellas quienes,
seglares; más tarde, dichos círculos cobrarían un cariz mucho más político.94 Estas
Sin embargo, debemos tener en cuenta que, si bien se había firmado una nueva
dejada por la Revolución no se esfumó al tiempo que los constituyentes discutían la Carta
política, en este caso, la Iglesia. La debilidad del gobierno era patente, como muestra Meyer,
en la política de acercamiento de Carranza quien, incluso, pidió una reforma de dos de los
artículos más problemáticos: el 130 y el 3°.96 Por otro lado, en Jalisco, en ésta misma línea,
Diéguez forzó al cuerpo legislativo a suprimir el decreto 1927.97 Las reformas legislativas
que habrían sido favorables para el clero no sucedieron, y lo que queda claro es que el proceso
93
Cfr. Yves Solís Nicot, “La Cristiada y la radicalización del pensamiento de los obispos mexicanos”
94
Cfr. Alicia Olivera Sedano, Aspectos del conflicto religioso de 1926 a 1929. Sus antecedentes y
consecuencias
95
Yves Solis, comunicación personal, 2018.
96
Jean Meyer, op. cit, 109
97
idem
31
de reconstrucción en la posrevolución fue mucho más complicado de lo que tradicionalmente
manera implícita, en el caso de los católicos, de forma explícita. Los intereses de los grupos
legislación.
El periodo entre 1917 y 1919 vio el regreso de los obispos que habían estado
descritos para Jalisco por González Navarro,99 el periodo de Carranza parece haber sido
marcado por una negociación tensa, donde la Iglesia presionó para la reforma de las leyes
caso de Jalisco, por ejemplo, hacia inicios de 1919, el obispo de Guadalajara, Mons. Orozco
y Jiménez, pudo volver a su diócesis, tras haber estado exiliado en jurisdicciones eclesiásticas
tanto en México como en el extranjero.100 A este respecto, Meyer afirma que la evolución de
las relaciones entre Iglesia y Estado durante el año anterior, precipitadas por los sucesos
relativos a los decretos 1913 y 1927,101 dieron muestra de la realidad del peligro que
98
Laura O’Dogherty, “El episcopado mexicano en el exilio: 1914-1921”, en,
99
Manuel González Navarro, Cristeros y agraristas en Jalisco
100
Laura O’Dogherty, op. cit. pp. 274-278.
101
Zuno, en 1918, promulgo el Decreto 1913, donde declaraba que habría solo un ministro por templo abierto,
y solo oficiaría uno por cada 5000 habitantes. Según estaba reglamentado desde la constitución, los sacerdotes
debían registrarse en la secretaría de gobernación, y ningúno podría tener a su cargo un templo, ni oficiar misa
sin autorización del gobierno. La respuesta, una manifestación en 22 de julio, generó que se modificara el
1913 y se reformulara en el 1927. Meyer, op. cit, pp. 104-110.
102
Jean Meyer , op. cit, p. 108
32
El tiempo de Obregón
A decir de Meyer, el gobierno de Obregón, en lo que respecta a las relaciones con la Iglesia,
implicó una serie de confrontaciones más bien a manera de guerrilla.103 Figuras clave como
Morones y Calles nos ayudan a comprender ésta dinámica: mientras la resistencia de los
Por principio debemos poner sobre la mesa que el Plan de Aguaprieta propició una
suerte de unificación entre los grupos detractores del Constitucionalismo. Esta situación,
como apunta Meyer, fue fundamental, a largo plazo, para la reconformación económica y
los sonorenses, como la llama el historiador francés, estuvo marcado por un proceso de
aquel 1920, la reconciliación podría haber incluido a la Iglesia.106 Sin embargo, la política de
Obregón, pese a tener un tinte conciliador, no redujo la presión sobre la Iglesia. A decir de
Meyer, la dinámica fue muy semejante a la existente en las administraciones de Porfirio Díaz
y de Carranza, sin embargo, la diferencia sustancial radicó en que hubo cada vez más
Carmen Alejos muestra que el gobierno, entre 1921 y 1923, mantuvo un doble
discurso: por un lado abrió las puertas a un nuevo delegado apostólico, Mons. Filippi, dando
103
Ibid, p.111
104
Idem,
105
Ibid, p. 110
106
Íbid p. 111
33
otro, presionando para la implementación de los artículos anticlericales de la Constitución.107
Fillipi arribó a México con intención de establecer relaciones diplomáticas entre el Vaticano
y el gobierno local, como parte de las políticas impulsadas por Benedicto XV. Éstas buscaban
explica Stephen Andes, sería una suerte de reconocimiento tácito de los derechos y
actividades del clero, por parte de los gobiernos,108 aún a pesar de que el delegado apostólico,
personaje encargado de dicha tarea, no tenía el peso diplomático que tiene el nuncio
apostólico.109
establece relaciones con Obregón. Las negociaciones pintaban bien, tanto así que cuando
presidente mexicano recibió una carta del cardenal Gasparri, secretario de Estado en
siendo ésta la primera ocasión en cincuenta años que el presidente mexicano escribía al Santo
Padre.110
107
Cfr. Carmen Alejos, “Pio XI y Álvaro Obregón. Relaciones a través de la Delegación Apostólica en
México (1921-1923)”
108
Cfr. Stephen Andes, The Vatican &catholic activism in Mexico & Chile. The politics of transnational
Catholicism, 1920-1940
109
Carmen Alejos, op. cit, p. 404
110
Ibid, p. 407
34
Basílica de Guadalupe, o en la residencia de Mons. Orozco y Jiménez, o en el Arzobispado
evidente que para los amplios sectores católicos mexicanos existía una vinculación directa
entre el gobierno obregonista y los agresores. Así, por ejemplo, los documentos publicados
involucramiento claro del gobierno para la investigación de los delitos y la detención de los
culpables,112 ii) pusiera un “hasta aquí” a la propaganda anticatólica que hacían algunos
Estos documentos no solo dejan ver cuál era la respuesta de los católicos frente a los
atentados con bombas, (Meyer narra la forma en que los jóvenes de la ACJM montaron
bolcheviques,116sino que también dejan claro que el gobierno, a ojos de los católicos seglares,
y no solo de algunos obispos, era ilegítimo y atentatorio contra el pueblo mexicano. Obregón
era llamado usurpador, y se acusaba al gobierno de brindar resguardo a todos los criminales
que atentaban contra la “Santa Religión”.117 Estos hechos ocurrían unos meses después del
Para 1922, Obregón se mostraba amable con las misivas del nuevo pontífice, Pio XI,
a quien garantizaba que México estaba regido por leyes tan liberales “que concede a todos
111
Meyer, op. Cit, pp. 112-114.
112
Carmen Alejos, op. cit. p. 426.
113
Ídem.
114
idem
115
Meyer, op. Cit. p. 113
116
Carmen Alejos, op. cit. pp. 424-427
117
Carmen Alejos, loc. cit.
35
los cultos las mismas franquicias y que, por tanto, dentro de ellas podrán actuar libremente
los ministros de la Iglesia Católica”.118 Obregón también señalaba que su gobierno jamás
había sido hostil a la religió Católica, que las fricciones se habían dado con algunas personas
encargadas del culto, y acusaba que “han confundido lamentablemente su elevada misión,
usando la investidura que la Iglesia les ha conferido para el desarrollo de actividades políticas
Jiménez como uno de los principales líderes en el terreno político y pedía a Filippi que pusiera
remedio a la oposición que algunos católicos mostraban hacia las disposiciones “emanadas
de nuestras leyes”.120
La experiencia vivida con los decretos 1913 y 1927 sentó un precedente y los
este punto, recordar que ni el gobierno era un bloque monolítico, ni lo era la Iglesia.
Típicamente, para el caso del Episcopado, reconocemos tres grupos. Uno radical, otro
moderado, y un tercero, indeciso.122 Meyer explica que, para el año de 1926, esta división
tuvo un impacto directo en la decisión de suspender el culto público. Por su parte, Carmen
fortalecimiento de Calles, para 1923 y 1924 derivado de su alianza con Morones. En cuanto
bombas contra la casa del Correo Mayor, y afirmando abiertamente que el gobierno estaba
118
Ibid, p. 418. (Original. ASV, Archivio Delegazione Messico, busta 45, fascicolo 203, fs. 15).
119
Ibid, p. 424. (Original ASV, Archivio Delegazione Messico, busta 45, fascicolo 203, ff. 20-21).
120
idem
121
Meyer, op. cit. p. 111
122
Cfr. Meyer, “¿Cómo se decidió la suspensión de cultos…
123
Cfr. Carmen Alejos, op. cit.
36
listo y dispuesto para responder a los ataques.124
a la Iglesia Católica, posterior a 1920. Uno de los puntos clave durante este proceso fue la
colocación de la primera piedra para la ampliación del monumento a Cristo Rey en el cerro
del cubilete, fue declarado sujeto non grato y expulsado de territorio mexicano en 1923.
Después de él, no habría delegado apostólico en México, sino hasta 1926, con Mons. Cimino.
Estado. Parece que después del 1923 no hubo intenciones de negociación con la Santa Sede,
sino hasta muy tarde, cuando el conflicto armado y abierto ya había estallado. Debe tenerse
en cuenta, también, que la expulsión de Mons. Filippi dejó abierta la puerta para que el
Episcopado Mexicano articulara sus propias relaciones con el gobierno mexicano, si bien con
la necesidad del visto bueno del Vaticano. Stephen Andes señala que la firma de concordatos
tenía dos funciones: la primera, como hemos dicho, normalizar las relaciones entre el
Vaticano y los gobiernos liberales para, así, brindar seguridad y reconocimiento a los cleros
proveyó a aquel un grupo de choque conformado por lo que Meyer llama anticatólicos
convencidos.126 La poderosa combinación tuvo suficiente fuerza como para impulsar una
Iglesia Católica Apostólica Mexicana que, se decía, solo difería de la Romana por no rendir
obediencia al Papa; es decir, una Iglesia nacional alejada de toda sujeción a algún poder
124
Carmen Alejos, op. Cit., p. 425
125
Stephen Andes, op. cit, p. 34…
126
Jean Meyer, “Los avatares de un conflicto”, pp. 144
37
extranjero; como patriarca, fue nombrado el padre Pérez. En febrero de 1925, unos meses
después de que Calles fuera electo presidente, se publicó un manifiesto que sentaba las bases
ICAM, según Meyer, fue un punto de quiebre: una agresión directa a la Iglesia Católica en
México a través de la promoción de un cisma.128 Este hecho, el impulso de una Iglesia que
sólo difería de la existente por la sujeción a Roma, refleja que Calles tenía perfecta noción
de la catolicidad del pueblo mexicano y, tal vez, la creación de una Iglesia Católica alejada
de Roma podría resolver el problema del impacto que tenía la implementación de leyes
anticlericales para la población no clerical; sin embargo, a pesar de que la relación entre el
Episcopado Mexicano y el Vaticano no fuera de total sumisión, como deja ver el estudio de
primera década del siglo XX, Roma y el Papa como ejes de la cristiandad, se vincularon, para
amplios sectores católicos, con una idea de nación donde ser mexicano equivalía a ser
católico.129
mexicana, toda vez que ésta era católica apostólica y romana. Ello demostraba, a ojos de
algunos obispos, la intención del gobierno por destruir a la Iglesia Católica,130 cosa que
atentaba contra el pueblo mexicano que requería de la Iglesia para la restauración moral y
127
Carmen Alejos, “Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón y la Iglesia Católica Apostólica Mexicana (1925-
1935),” p. 22
128
Meyer, La Cristiada, t. 2 p. 143
129
Brian Connaughton, “el ocaso de la nación católica”…
130
Véase capítulo 2 de esta tesis
38
nacional. Es decir, el gobierno, de por sí anticlerical, también era descrito como ilegítimo.
En marzo de 1925 llegó un nuevo delegado apostólico a México, mismo que contaba
con la aprobación del gobierno de Calles. Carmen Alejos, de nueva cuenta, es quien nos habla
gobierno, ello en un esfuerzo por explicar a la ICAM.131 Según Alejos, Monseñor Cimino
tomó posesión de la sede el primero de abril y fue expulsado de México un mes y medio
después, el 15 de mayo. En medio del escenario de por sí complicado para las relaciones
entre la Iglesia y el Gobierno, la llegada del nuevo delegado apostólico se anunció en prensa
a Tito Crespi que, durante el arribo de Cimino, se evitaran demostraciones de afecto efusivas
por parte de los católicos mexicanos.132 El nuevo delegado llegaría, entonces, en auto, desde
gobierno y Mons. Crespi donde el primero expresaba su negativa para el arribo de Cimino,
sin embargo, éste llegó a México el 31 de marzo.134 Para agosto del mismo año, fue expulsado
por Calles.135
(ACJM, Caballeros de Colón, Las damas católicas, etc.) se reunieron entre el 9 y el 14 del
mismo mes para discutir la creación de la Liga Nacional de Defensa Religiosa.136 Sirva como
131
Carmen Alejos, op. cit. p.
132
Ibid, p. 18.
133
Idem
134
Ibid, p. 19
135
Fernando Manuel González, Matar o morir por Cristo Rey, p. 47
136
Idem, La Liga, originalmente fundada como Liga Nacional de Defensa Religiosa, cambió su nombre por
39
muestra de las condiciones en las que se daba la relación entre Iglesia y Estado, el hecho
decisión de que viviría en Guadalajara; según Carmen Alejos, las comunicaciones entre el
Vaticano y el obispo de la ciudad jalisciense, Orozco y Jiménez, reflejan temor por la reacción
que tendría el gobernador del Estado, Zuno. No sabían si tomaría la decisión como una
católico, más allá de Roma: según Dooley, la influencia francesa fue visible en la Asociación
Católica de Jóvenes de México, fundada por el francés Bernardo Bergöend, quien sería su
vicario hasta la disolución de la asociación;138 por otro lado, la Unión Popular, fundada en
La Ley Calles.
La promulgación de la ley Calles fue el punto sin retorno. En esta modificación al Código
en dicha materia eran consideradas delitos penales. Así, las penas por incumplir la
constitución eran castigadas con prisión.140 Por ejemplo tipificaba como delito que un
40
religiosas de manera pública.142 La enseñanza religiosa se castigaba con 500 pesos de multa
además, si los miembros de éstas volvían a reunirse, se les castigaría de uno a dos años de
prisión.143 Se dictarían penas de cárcel a los directores de periódicos o revistas religiosas que
fuera de los templos, también implicaría penas de arresto y multas;144 incluso se castigaría
con arresto mayor a quien indujera a algún menor a hacer un voto religioso, además, la ley
publicó la Ley Calles, misma que entraría en vigor el 31 del mismo mes y estaría pegada en
culto público si la ley entraba en vigor;146 así fue a las 12 de la noche del 31 de julio, las
gobierno tomó posesión de los templos y envió federales a elaborar inventarios de los bienes
eclesiásticos147 y, según relata Meyer, ello provocó que grupos católicos en los pueblos se
Desde 1925 el discurso de los prelados, presente en las cartas pastorales revisadas,
muestra un claro cambio. Según Yves Solís, fue a partir de la ley Calles que el pensamiento
de los obispos mexicanos se tornó cada vez más radical.149 La ley de 2 de julio de 1926 marcó
142
idem
143
idem
144
Ibid, p. 4.
145
idem
146
idem
147
Ídem; cfr. Jean Meyer, La Cristiada, t1, México, FCE, 1973
148
Ídem
149
Cfr. Yves Solis Nicot “La Cristiada y la radicalización del pensamiento de los obispos mexicanos”
41
un antes y un después en la forma en que los prelados percibían la relación con el Estado y
las acciones de este contra la Iglesia. La documentación muestra que, aunque gravísima, los
cabía ninguna condescendencia por parte de la Iglesia,151 pues esta legislación vulneraba los
es tan contraria al derecho natural, que no solo asienta como base primordial de la civilización
la libertad religiosa, sino que positivamente prescribe la obligación individual y social de dar
católicos, al derecho Constitucional mexicano [que] sería para nosotros un crimen tolerar tal
situación, y no quisiéramos que en el tribunal de dios nos viniese a la memoria aquel tardío
lamento del profeta “vae mihi quis taqui” “Ay de mí, porque callé”152
A decir de Meyer, Calles posiblemente percibía la religión como una neurosis y en ese
expresó por dos mecanismos: “la resistencia política, eventualmente armada, en sentido de
ampliamente en la Guerra Cristera, la segunda practicada en Oaxaca y “en otros seis o siete
150
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 22, fs. 2
151
idem
152
Ibid, p. 2-3
153
Jean Meyer, “Resistencias católicas en el México revolucionario a la hora del conflicto religioso” , p. 5
154
idem
42
Estados” con bastante éxito.155 No puedo afirmar que las acciones del Episcopado Mexicano
filosófica; así, la posición de los prelados parece integrar elementos de ambas formas de
resistencia. Por un lado, los prelados exigían la independencia de la Iglesia del Estado, la no
interferencia de éste en asuntos de la grey (exigencia que se expresó en diversos métodos que
van desde la aceptación de medidas que controlarían el ejercicio del culto, hasta el reclamo
de no interferencia del Estado en asuntos de disciplina externa). Así mismo encontramos que,
como obligación de los católicos, la jerarquía católica señalaba la Acción Social, y la Acción
encontramos que la labor de los seglares se mantuvo ambigua entre ambos tipos de
resistencia, de tal suerte que, por ejemplo, Mons. Guízar, referido por Valdespino, obispo de
una Liga armada.157 Sin embargo, según demuestra el historiador francés, las sensibilidades
Las tensiones fueron creciendo pues, tras la suspensión del culto público, el Estado
cierre temporal de las iglesias para realizar inventarios, cosa que provocó motines.158 En tal
escenario, afirma Meyer, la LNDLR supuso que sería capaz de organizar una resistencia
armada que derrocara a Calles. No lograron el derrocamiento, sin embargo, las tensiones
155
idem
156
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 16. fs. 15
157
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja3 exp. 192.
158
Meyer, op. cit, 11
43
continuaron durante tres años. Es importante señalar que, si bien la liga se formó en 1925, no
pasó a la lucha armada sino hasta 1926 y en un momento bastante tardío, que va entre
Los arreglos.
Con mediación del embajador norteamericano en México, Morrow, Mons. Mora y del Río y
Mons. Pascual Díaz y Barreto, llegaron al establecimiento de los Acuerdos que dieron
término a la Cristiada. Según Adame Goddard, hubo varios problemas que los acuerdos
Respecto al problema político, Godard señala, y coincidimos con él, que el congreso
constituyente de 1916 aprobó una Constitución que era violatoria de la libertad de profesar
recrudecimiento del conflicto político, con los católicos luchando por el reconocimiento de
Bajo esta óptica, la LNDLR, las acciones episcopales y la guerra misma, tienen su
confrontación armada entre cristeros y federales entre 1926 y 1929. Siguiendo a Meyer,
señala que para 1929 los cristeros tenían dominio de trece estados en el occidente, “desde
Tehuantepec hasta Durango, salvo las ciudades capitales (Guadalajara, Morelia, Colima y
159
Ibid, p. 31
160
Jorge Adame Godard, “¿Qué arreglaron los “arreglos”?”, pp., 1-14
161
Ibid, p. 1
162
Ibid, p. 3
44
otras) que no intentaron tomar”.163 Los autores señalan que, para aquel año, había alrededor
del país. A esto hay que añadir la rebelión escobarista, el intento de acercamiento entre
Escobar y los cristeros, entre los cristeros y Vasconcelos, ambos sin éxito,164 que volvían
suspensión del culto se prolongó demasiado. La jerarquía católica, y aún Roma mostraban
preocupación por la salud espiritual y, ante todo moral, de la sociedad mexicana, toda vez
que habían pasado 3 años sin culto y sin cercanía con los sacerdotes166
existencia de dos relatos nacionales en confrontación. Ello, por supuesto, tiene un correlato
político, toda vez que la violación a la libertad de ejercer el culto católico se podía traducir
los obispos mexicanos concebían a la nación mexicana como católica, es claro que la guía
de la Iglesia era necesaria para lograr el desarrollo moral y civilizatorio buscado con el
Los arreglos fueron recibidos con diversas sensibilidades tanto por los seglares como
por los obispos, así lo muestran los trabajos de Andrea Mutolo167 y de Juan González
163
Ibid, p. 5
164
Idem.
165
Cfr. Massimo de Giuseppe, “Detrás de los arreglos: la Santa Sede, “lucha por las almas” y los católicos
mexicanos.
166
Jorge Adame Goddard, op. cit, p. 6
167
Cfr. Andrea Mutolo, “La polarización del episcopado mexicano en la firma de los arreglos”,
45
Morfín.168 Con mediación de Morrow, quien redactó los escritos donde ambas partes
declaraban el fin del conflicto, en julio de 1929 se “firmaron” los acuerdos. La presidencia
Flores, entonces arzobispo de México, leyó el documento preparado por Portes Gil, y el que
Morrow había preparado para él mismo. En él último se declaraba que “como consecuencia
de dichas declaraciones hechas por el c. Presidente, el clero mexicano reanudará los servicios
misma que se dio con tres condiciones: 1.- amnistía general para todos los alzados que se
rindieran, 2.- que se devolvieran las casas curales y episcopales, y 3.- que se garantizara la
estabilidad de las devoluciones.171 Si bien quedaron resueltos los problemas político, militar
y pastoral, no el identitario. Sin embargo, la resolución del conflicto duró poco tiempo: en
1931 al final del gobierno de Ortiz Rubio, la persecución religiosa se reactivó y radicalizó.172
a decir de Raúl González Schamal, los artículos con contenido anticlerical “quedaron
intocados, es decir, se consideraron verdaderas normas pétreas, artículos tabúes, que la clase
política consideraba que no eran susceptibles de modificarse sin que se afectara a las esencias
168
Cfr. Juan González Morfin, “Desconcierto y desilusión de los católicos a causa de los arreglos”,
169
Adame Goddard, op. cit, p. 8
170
Ibid, p. 9
171
idem
172
Ibid, p. 10
173
Raúl González Schamal, “La Dialéctica Constitucional en las relaciones Iglesia-Estado”, p. 46
46
modificaciones constitucionales, mismas que el autor señala como diversas formas y
profundidades en la aplicación del texto constitucional.174 No fue sino hasta 1992 que los
174
Ibid, p. 47
47
Capítulo 2. Nación, Estado y restauración moral.
de representar los intereses de los amplios sectores de la sociedad mexicana que habían sido
la promulgación de la Carta Magna fue de reconformación del sistema social tras varios años
de guerra; así mismo hubo modificaciones legislativas y de programa político.175 Una de las
múltiples cosas que se redefinieron fue la idea de nación ¿a qué se refería cuando se hablaba
La idea de una nación católica que se construyó durante el siglo XIX era uno de los
Católica mexicana defendió dicho proyecto, mismo que consideraba al Estado representado
por Obregón y, posteriormente Calles, ilegítimo. El presente capítulo estudia la forma en que,
Para los obispos mexicanos, México era una nación católica. La afirmación no era nueva.
Desde muy temprano en la vida independiente la Iglesia fue un pilar fundamental del nuevo
Estado.177 En el primer tercio del siglo XIX, la relación entre jerarquía católica mexicana y
el gobierno fue muy estrecha. Algunos investigadores, como Brian Connaughton, han llegado
175
Cfr. Ignacio Marván Laborde, (coord.), La revolución Mexicana, 1908-19320
176
Cfr. Ricardo Pérez Montfort, “Nacionalismo y representación en el México posrevolucionario (1920-
1940).
177
Brian Connaughton, “Nación y religión en el México del siglo XIX”, p. 246.
48
a señalar que aquella aceptó su sumisión al Estado.178 Por ejemplo, el autor señala que Diego
Aranda, en 1836 juró sobre los evangelios “guardar y hacer guardar la constitución y leyes
que se diere la nación mexicana”.179 Más aún, Connaughton afirma que México era un Estado
A decir de Abad y Queipo, la Iglesia era el miembro de la sociedad que más aportaba
al Estado.181 La inmunidad del clero y la noción específica que el mismo tenía de una nación
católica regida por un gobierno igualmente católico, exigían de la Iglesia una aportación
extraordinaria al Estado y a la sociedad civil. Pero desde 1846 las sumas de dinero exigidas
necesitaba.182 Sin embargo, a pesar de que las cuotas se volvieron impagables, cuando los
el bien nacional.183
nación por dos cuestiones principales: por un lado, el regalismo y el recurso del Estado a los
prestamos eclesiásticos, y por el otro el “cúmulo de pequeñas partes heterogéneas, cada una
Fue hasta la mitad del siglo, con la Constitución de 1857 y las leyes de Reforma, que
se presentó un punto de quiebre. Hubo una ruptura en la sumisión política que la Iglesia había
sostenido largamente: se declaró que “las Iglesias no son patronadas, sino libres como lo es
178
idem
179
Brian Connaughton, “El ocaso del Proyecto de «Nación Católica». Patronato virtual, prestamos, y
presiones regionales, 1821-1856”, p. 229.
180
Ídem.
181
Ibid., p. 258.
182
Ídem.
183
Ibid., p. 234
184
Ibid., p. 233
49
la nación”.185 Para los católicos conservadores, México era católico desde sus orígenes.186
Hasta la Reforma, jamás fue cuestionado el régimen sacramental e incluso en 1856 y 1857
los funcionarios públicos velaron por la presencia física, moral y litúrgica de los curas en los
pueblos.187
(libertad de enseñanza y de culto, por ejemplo), y el final del segundo imperio implicó una
reorganización para los grupos políticos mexicanos. En 1868, inspirados por la experiencia
de las “Sociedades para el fomento de los Intereses Católicos”, se fundó la Sociedad Católica
de México.188 Dicha organización fue acusada de ser un partido político, y el ataque trató de
desmentirse desde La Voz de México, periódico de la asociación, diciendo que formaban parte
[que tenían en común] ser ortodoxos en religión”.189 El mismo comunicado afirmaba que el
objetivo de la asociación era “avivar las ideas morales y religiosas”, y los asuntos políticos
de 1857 se relaciona con el entendimiento del catolicismo como parte integral de la sociedad
mexicana o, al menos, de un amplio sector, más allá de las filiaciones políticas. Por otro lado,
como más adelante se verá, para el periodo que va de 1917 a 1929, la jerarquía católica seguía
sosteniendo que su labor no era política, que esta materia sólo sería tratada en caso de
contravenir la moral.
185
Ibid., p. 26.
186
Ídem.
187
Ibid., p. 258
188
Jorge Adame Goddard, El pensamiento político y social de los católicos mexicanos. 1867-1914.p. 20
189
Ibid., p. 21
190
idem
50
La Sociedad contaba con el apoyo de los obispos mexicanos, particularmente de
Pelagio Antonio Labastida y Dávalos, y José María Diez de Sollano, prelados de México y
Papa y la instauración de Roma como centro de la cristiandad se unieron a las ideas de nación
socialismo, de Donoso Cortés; El cristianismo considerado como fuente del progreso de las
sociedades, de Celestino José Félix, ¿A dónde vamos a parar?, El miedo al papa, ¿En dónde
estamos?, de Juan José Gaume, etc. Entre las obras mexicanas estaban Algunas reflexiones
del liberalismo de autoría anónima, entre otros.194 El uso político de estas publicaciones se
pone de relieve si se considera que, cuando las leyes de Reforma fueron elevadas a dignidad
en San Sebastián, San Bernardo, Santa Brígida, y San Lorenzo en la ciudad de México. Ocho
191
ibid., p. 23
192
Manuel Ceballos Martínez, “Los católicos mexicanos frente al liberalismo triunfante: del discurso a la
acción”, p. 399
193
Ibid., p. 403.
194
Goddard, op. cit., p. 32
195
Manuel Ceballos, “Los católicos mexicanos…”, p. 409.
51
años después trabajaba en 22 templos.196 En materia educativa, la Sociedad Católica abrió la
Escuela Preparatoria de la Sociedad Católica en 1870, que en una segunda etapa estuvo a
cargo de la Comisión de Escuelas Gratuitas; ésta última dirigió sus esfuerzos, principalmente,
a niños menesterosos.197
que quisieran dar instrucción religiosa a sus hijos debían enviarlos a escuelas particulares. La
mantenimiento de escuelas católicas gratuitas.198 Por otro lado, también instaba a los padres
de familia a impartir educación cristiana a sus hijos y a sus “domésticos”, y los sacerdotes
debían examinar en el confesionario a los penitentes sobre sus deberes al respecto.199 En 1875
se celebró la Asamblea General de la Sociedad Católica, que acordó como líneas de acción
para los seglares, ayudar al sustento de las publicaciones católicas y fomentar la educación
jurisprudencia y artes para las clases acomodadas. Se buscaba la uniformidad de los textos
para los centros de enseñanza del país, y promover la apertura de escuelas profesionales
católicas.200
Más tarde, durante el porfiriato, la política conciliadora de Díaz para con la Iglesia
estuvo determinada más por el propio presidente que por el resto del gobierno, y se tradujo
en relaciones personales entre Díaz y algunos obispos.201 Esta postura fue juzgada “medio
196
Jorge Adame Goddard, op. cit., p. 21
197
Ibid., p. 24
198
Ibid, p. 90
199
Ídem.
200
Ibid., p. 26.
201
Cfr. Jorge Adame Goddard, op. cit.
52
régimen estableciera relaciones diplomáticas con la Santa Sede, sin embargo esto no
ocurrió.202 Las condiciones políticas permitieron el desarrollo de la Iglesia: entre 1876 y 1895
Siervas del Sagrado Corazón, entre otras.203 A partir de 1880, se fundaron obispados en
Tabasco, Colima, Sinaloa, y la provincia de Linares.204 Por otro lado, a partir de 1900, según
Cannelli, la relación entre el gobierno y la Iglesia comenzó a ser cada vez más irregular
debido al recrudecimiento de los conflictos al interior del primero, producto de la pugna entre
conciliadora, con el surgimiento de círculos liberales, llevaron a que la relación entre Iglesia
jacobinismo del siglo XIX, según el investigador italiano, para principios del XX se tradujo
en profundas críticas dirigidas no solo hacia la Iglesia, sino al mismo sistema porfirista.207
Por otro lado, en mayo de 1891, el papa León XIII publicó la encíclica Rerum
novarum. documento que sentó las bases para que la Iglesia católica comenzara a tener
del Papa León XIII eran los obreros, la Rerum novarum contenía información igualmente
social no tuvo mucha atención sino hasta unos seis años después;208 a decir de Manuel
Ceballos, la Acción Social Católica, al principio fue marginal a pesar de que su desarrolló
202
Idem, p. 105; Manuel Ceballos, El catolicismo social... p. 133
203
Ceballos, op. Cit, p. 116.
204
Goddard, op. Cit. p. 105
205
Cannelli, op. Cit., p. 157
206
Ibid, p. 159.
207
Idem
208
Según Alicia Olivera Sedano la discusión pública y el surgimiento de organizaciones católico sociales
comenzó en 1895. cfr Alicia Olivera Sedano op cit.
53
fue en zonas densamente pobladas, es decir, ciudades.209
Fueron cuatro las instituciones donde se gestó el pensamiento católico social: círculos
De particular importancia fueron las escuelas de artes y oficios, dirigidas a obreros, donde se
Guadalajara, y Aguascalientes.
enseñanza de la doctrina católica, pero con el nuevo cariz de la Acción Social. En 1911, se
Así pues, no es descabellado hablar de que el desarrollo del siglo XIX generó una
esta situación integrando algunos artículos abiertamente anticlericales. Ante ello, los obispos
mexicanos, en pastoral colectiva, definían a su institución como “una sociedad con derechos
209
Manuel Ceballos, op. cit .p. 153
210
ibid. p. 159
211
Ibid p. 161
212
Ídem
213
Alicia Olivera Sedano, op. Cit, p. 35.
214
Leticia Ruano define la identidad matriz católica como la interiorización de la cultura católica por sus
actores. Cfr. Leticia Ruano Ruano, “El catolicismo social mexicano en los albores del siglo XX: identidad
como ventana de reflexión histórica”
215
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp 16, fs. 7
54
La persecución religiosa: ataque a la nación
Pienso que una de las cosas que provocó una seria reacción por parte del Episcopado
Mexicano es que los obispos percibían la nueva Constitución como ajena a la nación
mexicana que, como se ha visto, fue entendida por la Iglesia como católica. Así lo deja ver
la protesta que hicieron y publicaron el día 24 de febrero de 1917, donde señalaban que en el
los otros grupos políticos que existen en el país (por lo cual fue desatendida la voluntad de la
Nación)” 216 La continuidad en esta idea es visible: para 1926, en pastoral colectiva, los
obispos hacían un llamado para “la reconstrucción de la patria querida sobre las bases del
amor y de la libertad bien entendidos”;217 el documento, pues, buscaba señalar que algunos
“por la persecución religiosa, que desde hace algún tiempo se ha desencadenado contra la
Nación Mexicana”.220
Las comunicaciones emitidas y preparadas por el Episcopado Mexicano dejan ver que
216
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 16, fs. 1-2g
217
Ibid., p. 1
218
Ibid., p. 2
219
cfr. Jean Meyer, op. cit.; Manuel Ceballos, El catolicismo social...”; Alicia Olivera Sedano, Aspectos del
conflicto religioso de 1926, a 129.; Moisés González Navarro, Cristeros y agraristas en Jalisco; Matthew
Butler, Devoción y disidencia: religión popular, identidad política y rebelión cristera en Michoacán, 1917-
1929.
220
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 22, f. 1
55
jurídica, culto público, libertad de enseñanza de corte confesional, etc.), y ii) la del
catolicismo como necesario para la vida de la nación mexicana. Derivado del segundo punto,
es decir, del carácter católico del pueblo mexicano, era necesario que el Estado garantizara
derechos y libertades para la Iglesia, toda vez que la sociedad misma encontraba su origen
jerarquía católica imaginaba la nación mexicana con una característica fundamental: ser
católica. Se afirmaba que “cuando una nación como la mexicana goza de las inmensas
El límite de este cuerpo político era la confesión católica, no una frontera territorial
y, de igual forma, exigía soberanía frente a las leyes que determinaban la sujeción del
origen, por su naturaleza y por su fin; es evidente que la Iglesia no debe, ni puede
221
Cfr, ibid., AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp 3.
222
Benedict Anderson, Comunidades imaginadas, reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo,
p. 23
223
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 16, fs. 8
224
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp 16, fs. 7.
56
mexicana equiparándola con nación católica, o pueblo católico; también es posible encontrar
observación de que ambas características no son opuestas. Por ejemplo, el fragmento citado
renglones arriba, que forma parte de un proyecto de pastoral colectiva, redactado hacia 1926;
sin embargo, el proyecto de pastoral difiere con la carta publicada. El párrafo referido fue
omitido de la pastoral y sustituido por un simple pero revelador “Si la Iglesia es una sociedad
católica [sobre el renglón: es decir universal] no hay título ninguno para creerla enemiga del
verdadero patriotismo”.225
A decir de Gellner “hay una forma concreta de violación del principio nacionalista
que afecta muy especialmente al sentimiento que le es propio: para los nacionalistas,
y, desde la óptica de la Jerarquía Católica mexicana, este era el caso. Respecto a Calles, con
ocasión de su Informe sobre la cuestión religiosa, la pastoral del Obispo de Huejutla señalaba
llama … a los sentimientos religiosos de toda una Nación”.227 Sin embargo las opiniones en
este sentido referían no al presidente como personificación del Estado, sino a todo el aparato
burocrático y legislativo que integraba al mismo. Así, en cuanto a este último aspecto del
Estado, el episcopado opinaba que “los decretos y leyes que entre vosotros han sancionado
gobernantes enemigos de la Iglesia, contra los católicos de la República Mexicana… tan lejos
225
Ibid., fs. 7 bis.
226
Ernest Gellner, Nación y nacionalismo, p 14
227
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 32, fs.1
57
contrario, ni siquiera merecen el nombre de leyes”.228
católica era perseguida por el Estado, éste carecía de legitimidad pues, como Gellner señala:
correlación necesaria entre Estado y nación era muy clara en el pensamiento católico de la
segunda veintena del siglo XX. Bernardo Bergöend definía la nación como:
patrias yuxtapuestas y aún de razas diferentes, que ahora viven unidos con
orden físico, intelectual y moral con una misma legislación, con unas mismas
instituciones para realizar unos mismos fines políticos y satisfacer unas mismas
con límites fijos, juntando sus varios elementos en un solo cuerpo social230
La propuesta de Bergöend involucra lo que Gellner define como principio básico del
1917, con la reforma de los artículos 3, 5, 24, 27, 55 y 130 que fue percibida como un ataque
228
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 22, fs. 1
229
Ernest Gellner, op cit. , p. 13
230
Bernardo Bergöend, La nacionalidad mexicana y la Virgen de Guadalupe, p. 5. La primera edición de este
libro data de 1931, dos años después de la temporalidad que abarca mi estudio, sin embargo, lo considero de
suma importancia pues Bergöend fue uno importante ideólogo del catolicismo social desde la última década
del porfiriato, al grado que Alicia Olivera Sedano le atribuye la introducción de las Cajas Raiffeisen, cfr.
Alicia Olivera Sedano, op. cit. Así, podemos pensar que el pensamiento de este sacerdote, si bien él era de
origen francés, muestra claramente que la idea de que México era una nación católica era preponderante en el
clero en México, de aquellos años.
231
Gellner, op. cit. p. 14. Gellner originalmente dice que los límites étnicos no deben contraponerse a los
políticos. Sin embargo, considero los límites de la nación no son equivalentes a los límites étnicos.
58
misma de una relación de congruencia entre la nación mexicana, católica, y el Estado
COMÚN.”233
remontar al siglo XIX, podemos, igualmente, rastrear aspectos como la legitimidad de los
Muy temprano en el siglo XIX, a decir de Abad y Queipo, la Iglesia era la institución
que más servía para el mantenimiento de la sociedad,234 debido a ello cooperó con las
medidas regalistas del Estado. Jean Meyer muestra que las confrontaciones entre la Iglesia y
el Estado durante los siglos XIX y la primera mitad del XX obedecen a las intenciones de
éste por controlar a aquella. El regalismo, según el autor francés, está presente desde el siglo
XVI y se extiende, cuando menos, hasta mediados del XX.235 Una de las muestras más claras
de esta búsqueda del Estado por supeditar a la Iglesia se materializó en las leyes de Reforma
misma que era dirigida por seglares, pero contaba con la venia de las autoridades
eclesiásticas.
232
El nacionalismo “Es un principio político que sostiene que debe haber congruencia entre la unidad
nacional y la política”. Gellner, op. cit., p. 13
233
La expresión se da en el contexto de la presentación el origen de la nación mexicana, que, para Bergöend,
estaba en la cooperación entre indios y españoles, vinculados por la aparición guadalupana. Bernardo
Bergöend, op. cit. p. 2. Mayúsculas en el original.
234
Brian Connaughton, “El ocaso del Proyecto de «Nación Católica», p. 229
235
Cfr. Jean Meyer, “Los avatares de un conflicto”, en: La Cristiada. t. 2, pp. 7-143.
59
político. El padre Cuevas, quien fuera el primer presidente de dicha organización afirmaba
que “si hasta aquí los católicos no hemos practicado todo el bien que deberíamos haber hecho,
no tenemos unidad de acción. La sociedad católica está llamada a producir esa unidad”.236
de Escuelas Gratuitas, todas dirigidas desde la Junta Central.237 Para 1877, la Sociedad, con
44 escuelas, que daba atención a 3 695 niños; 8 escuelas nocturnas atendían a 794 obreros; y
empuje con la encíclica Aeterni patris, publicada en 1897 por León XIII, documento que
buscaba la renovación de los estudios. Diez de Sollano, Obispo de León, como rector de la
moralidad social como el fin último del quehacer político”.240 Para él, siguiendo el
pensamiento de Santo Tomás, el sacerdote tenía una misión especial en este quehacer, y de
ello se surgía la perspectiva de que “el primer elemento político y social en México, era el
catolicismo”.241
236
Citado en Jorge Adame Goddard, op. cit, p. 27
237
Jorge Adame Goddard, op. cit., p. 26
238
Ibid., pp. 24-25.
239
Ceballos, op. Cit., p. 406
240
Ibid.
241
Diez de Sollano, citado en Manuel Ceballos, idem.
60
Agustín Abarca Cabrera introdujo el pensamiento tomista desde 1862; en 1882 pronunció un
“dejar a un lado la metafísica y trasladar el campo a las ciencias sociales para sostener la
Abarca afirmaba que “en la sociedad está la verdad, casi negada al individuo aislado; en la
sociedad la fuerza, en la sociedad la duración, en la sociedad las obras colosales del arte... en
Academia Teojurista de Santo Tomás de Aquino que se fundó entre 1885 y 1887. En este
lugar fue donde se formaron personajes como como Trinidad Sánchez Santos y Martín
Tritschler.244
Hubo, finalmente, otra postura entre los católicos mexicanos: los unionistas, que
intentaban acercarse al Estado liberal creando un nuevo partido Conservador, al tiempo que
aceptaban la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma; la Unión lucharía “por los
intereses de los católicos adaptándose a las circunstancias políticas de la época”. Para las
elecciones de 1872 lograron algunos escaños en la Cámara de Diputados, pero lograron poco,
siendo tachados de “oscurantistas” por la inmensa mayoría liberal.245 Los unionistas fueron
duramente criticados por otros grupos católicos por “aceptar la libertad de enseñanza y por
242
Abarca, citado en Manuel Ceballos, ibid, p. 407.
243
idem
244
Ibid, p. 411.
245
Ibid, p. 28
246
Idem.
61
reorganización que los llevó a proponer una alternativa autónoma247 frente a otras opciones
políticas. Llegaron a la esfera pública con una propuesta política de alcance nacional, que
partía de lo que consideraban que todo el sistema político inspirado en el liberalismo dejaba
de lado: la cuestión social.248 Según Cuevas, “La Iglesia pudo emprender un “nuevo género
de lucha” buscando “solucionar los problemas sociales a que dio origen el nuevo orden
liberal de las cosas”.249 León XIII publicó la encíclica Rerum novarum en 1891, y ello dio
La Acción Social católica emanada de ésta última encíclica, tenía una importante
relación con lo político en tanto que la “acción” implicaba una ética católica con el fin de
mecanismo de resistencia frente a la secularización del país; buscaba “reforzar los principios
naturales” y de las enseñanzas evangélicas, en la búsqueda del bien común y del orden
armónico entre las partes que componen a la sociedad”.251 La Rerum novarum, documento
fundacional de la catolicismo social, llamaba a los fieles y al clero a resistir frente al ascenso
del liberalismo (que la encíclica considera como decadencia moral), y del socialismo que
propugnaba por la abolición de la propiedad privada; la opción debía ser una política católica
social donde todos grupos sociales eran entendidos bajo el esquema de un ordenamiento
divino.252
247
Cfr. Manuel Ceballos, El catolicismo social...”; Alicia Olivera Sedano, Aspectos del conflicto religioso de
1926, a 129.
248
Manuel Ceballos, “Los Católicos frente al liberalismo...” p. 402
249
Idem, p. 404
250
Karla Espinoza Mote, La “reacción” en la UNAM. La Unión Nacional de Estudiantes Católicos en el
movimiento estudiantil y el rectorado de Manuel Gómez Morín, 1933, 1934, (Tesis de Maestría), p. 18
251
Ibid, p. 19
252
Ibid.., p. 20
62
El análisis hecho por el periódico El tiempo divide la encíclica en tres partes: la
exhorto para participar en mejorar y hacer justas las relaciones obrero-patronales. La primera
sección es la que nos interesa pues el papa León XIII propone cuestiones relativas al derecho
liberalismo político.
de guerra preocupaba notablemente, tanto así que el partido llamó a los católicos a trabajar
por reestablecer la autoridad para, así, poder volver a la tranquilidad. Es interesante notar que
tal llamado se hacía bajo el lema de Dios, patria y libertad.254 El PCN se presentaba como
una tercera vía política, alejada del liberalismo y del socialismo. Según O’Dogherty, la
revolución maderista era vista como una “revolución social”, en una asociación directa con
el socialismo, como una corriente desordenada y solo Dios sabía cómo “encarrilar”.255 En
el discurso del PCN, el Estado secular había propiciado un alejamiento de los principios
religiosos, mismos que eran rectores del mundo social y político.256 Esta idea no era privativa
del caso mexicano, encontraba sustento en el discurso de León XIII, quien señalaba que la
religión era la “única base posible de la moral pública y privada… condición indispensable
253
Laura O’Dogherty, De urnas y sotanas… p.81
254
Idem,
255
Ibid, p. 82
256
Ibid, p. 84
63
en cualquier orden social.”257 Por otro lado, respecto al liberalismo, afirmaba que había
dejado a los obreros solos, provocando la lucha entre capital y trabajo, dando carta abierta a
la inhumanidad de los patrones.258 Vale la pena señalar que, como O’Dogherty señala, el
Partido Católico Nacional contó con el apoyo del Episcopado;259 así mismo, debemos tener
en cuenta que el respaldo que algunos obispos dieron al Partido respondió a las políticas que
el papado impulsó durante la segunda década del siglo XX,260 mismas que dejaron la puerta
movimientos sociales que pudieran tener este cariz; a pesar de ello, el Episcopado Mexicano
reconoció las labores del PCN y, posteriormente, ya en 1926, las de la ACJM como defensa
de la patria.
La relación entre el Episcopado y el PCN propició una lectura muy directa en la que
el Partido, la Iglesia y la religión católica estaban asociados. Si bien el Partido contó con la
venia de la Jerarquía, no hubo tal asociación, sin embargo, la confusión entre los tres aspectos
fue una poderosa arma política y de propaganda,261 al grado de que las reuniones del Partido
Los obispos respondieron al PNC de manera diferenciada: algunos, como los obispos
apoyo;263 otros, como Mora y del Río, obispo de Linares, incluso publicaron instrucciones
257
Ibid, p,.85
258
Idem
259
Ibid., p. 99
260
Cfr. Stephen Andes, The Vatican &catholic activism in Mexico & Chile.
261
Ibid, p. 95.
262
Ídem
263
Ibid, p. 98.
64
pastorales donde instaban, en 1912, a “dar su voto a un candidato reconocido oficialmente
como propio, que corresponda con los ideales de la iglesia”;264 de igual forma, los obispos
de Zacatecas y Chiapas señalaban que los católicos tenían la obligación de votar como
soldados de Cristo265
Así como no todo el Episcopado respaldaba el proyecto del PNC, tampoco podemos
afirmar que ésta aglutinara a todos los católicos seglares. Por ejemplo, Trinidad Santos,
algunos miembros del partido afirmaban que la renuencia de Santos a participar del proyecto
político, y el Estado mexicano. A decir de Manuel Ceballos, para los católicos de la época, el
liberalismo era parte de un proceso definido como revolución. “Rebelión elevado a regla
donde, para Luis Gastón Segur la autoridad legítima devenía de los principios cristiano,
Esta revolución encontraba su origen en el siglo XVI con el regio patronato, y se había
sociedad religiosa; 2.- La destrucción de los tronos y de la legítima autoridad política y 3.-
264
Ibid., p. 100
265
Ibid. p. 101
266
Ibid. p. 97
267
Ceballos, op. cit., p. 36
65
La destrucción de la sociedad, es decir, de la organización que recibió de Dios... La
y 1891, decía que el objetivo de la revolución era “eliminar de hecho a Dios en el régimen
Iglesia y Estado, presentaban al liberalismo como una causal de la división del pueblo pues
el Estado liberal había permitido que el mal creciera en el seno mismo de la nación y, así,
cristiana… que durante más de tres siglos fuera su más completo gozo… lentamente va
mala yerba del liberalismo, se hizo necesaria la convivencia social de los buenos y los malos,
Estado como promotor de “los tres grandes horrores de los últimos tiempos”: el
interpretación de la biblia, y estaba bajo la tutela del poder civil; el regalismo, pues
268
Ibid., p. 37
269
Idem p. 41
270
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 23, fs. 1
271
Ídem. Cursivas mías.
272
El episcopado mexicano señalaba al liberalismo como responsable de la llegada del protestantismo a
México, cfr. AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exps. 16; 23; Bergöend, op. cit.
273
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 16, fs. 7
66
“reconociendo personalidad jurídica a la Iglesia, quiere sujetara al Estado”;274 el liberalismo
Frente a la nueva Carta Magna, los obispos declaraban “no podemos”. La nueva
legislación era abiertamente anticlerical, era liberal pues negaba personalidad jurídica a la
Iglesia; con ello, la jerarquía católica protestaba por considerar a los ministros como simples
profesionales(art. 130), les prohibía “el ejercicio de sus derechos políticos [tachado: como
ser presidente de la nación, (art, 27), de la Suprema Corte (art 95), diputados (art. 55),
Senadores (art. 59) alistarse en los partidos políticos, opinar en política (art. 130)]”,275 etc.
Las políticas regalistas del estado acusadas por el episcopado, tales como los ataques
niños no solo en los templos, sino también en escuelas”.277 A ojos de la Iglesia, su obligación
era promover la obediencia a las autoridades legítimas, el respeto a las leyes justas, y
promover la moral pública; es por esto último que era necesario y un “muy sagrado derecho
274
idem
275
Ibid., fs. 12
276
Ibid, fs. 7
277
Ibid, fs. 8 bis.
278
Ibid, fs. 9
279
Ídem (en el documento esta afirmación está tachada, sin sustitución)
67
de éste era “no estorbar a la pacífica difusión del catolicismo”.280 Podríamos caracterizar las
acciones del episcopado mexicano en materia de difusión y defensa de una forma particular
de nación, como parte de un movimiento nacionalista, toda vez que, siguiendo a Gellner un
El sentimiento nacionalista, entendido como el estado de enojo que suscita la violación del
posrevolución, el episcopado apuntaba que uno de los grandes problemas para defender la fe
del pueblo mexicano, objetivo que los congregaba,285 era “el afán desmedido de placeres de
280
Ídem (se repite la observación anterior)
281
Gellner, op. cit. p. 13
282
Ídem. Cursivas mías
283
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp 16, p. 26.
284
Cfr. Bergöend, op. cit.
285
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 16, p. 26.
286
idem
68
sería preocupación por la degradación moral de la nación, producto de la modernidad: la
discurso episcopal, una asociación clara entre i) la modernidad, ii) la degradación moral de
bien común. Sin embargo, todo ello estaba íntimamente relacionado con el liberalismo y el
¿Cómo defenderemos nuestra fe, con esperanza de auxilio divino, si por el afán
‘¿de qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo, si al fin pierde su alma?’?288
El liberalismo, por su parte, era visto como el origen de estos males pues según una pastoral
de la diócesis de Puebla, fechada en 1926, desde el siglo XIX se había infiltrado en las
escuelas y
287
Ibid., fs. 26 bis.
288
Ibid, fs. 26
69
injurias y denuestos a los pocos hombres de bien que en México han existido289
Ante tal escenario, la religión católica cobraba relevancia, y con ella la Iglesia, pues era la
esta forma, el episcopado mexicano, en las pastorales, enunció una serie de disposiciones
Así mismo, la jerarquía católica señalaba los deberes de los católicos, mismos que se pueden
resumir en: Acción religiosa, Acción social y Acción política. La primera era toda actividad,
la salvación eterna. Según el episcopado, debía ser la más importante, tanto para el clero,
como para los seglares.291 Sin embargo, se promovía la Acción social, término que definía a
las actividades que estudiaban las causas del orden social, lo que implicaba
289
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 23, fs. 4
290
Ibid., fs. 9
291
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp 16, fs. 18
70
a) el origen y naturaleza de la sociedad, b) sus elementos materiales, el individuo,
La Acción política, por otro lado, era toda la que se relacionara directamente con el gobierno
de la nación, integrándose al aparato estatal en cualquier nivel, o “para sustituirlo por otro
por medios v.g. electorales”.293 Esta última estaba reservada para los seglares, mientras que
la Acción social quedaba abierta para seglares y clérigos. Una lectura superficial de los
incisos referentes a la Acción social, dejan ver que la acción social, como Karla Espinoza
apuntó, tiene una estrecha relación con la Acción política. Desde la palestra de la reflexión
292
Ibid., fs. 19
293
Ibid., fs. 21
71
Capítulo 3. Dos naciones en conflicto
Como se ha expuesto en los dos capítulos anteriores, la Guerra Cristera, además de ser un
problema político entre la Iglesia y el Estado, derivado de la búsqueda del segundo por sujetar
de ésta con su gobierno, estuvo presente desde 1917, hasta, al menos, 1929. Dicha relación
diversas estrategias que ambos grupos utilizaron para difundir, defender y fortalecer su
proyecto de nación. Es decir, tanto el Estado como la Iglesia impulsaron una serie de acciones
que habrían sido de utilidad para el resguardo, continuidad y desarrollo de las comunidades
El interés de este capítulo es mostrar la utilidad que tenían las acciones propuestas
por la Iglesia para defender la fe católica, para la protección de una comunidad nacional, el
dicha nación católica. En ese sentido, el capítulo estudiará las propuestas del Episcopado en
de sacramentos, toda vez que los sacerdotes estaban fuera de sus parroquias y que el culto
público fue suspendido por disposición del arzobispado. Sin embargo, el problema
sacramental no era solamente por la realización del rito, sino por la implicación que ello tenía
72
En páginas anteriores hemos señalado que, desde finales del siglo XIX, hubo una
vuelta al pensamiento de Santo Tomás. Los seminarios mexicanos retomaron dicha doctrina
Debemos tener en cuenta que, con el matrimonio y la familia como fundamento para
la sociedad, se promulgó, en 1915 una ley294 que regulaba los divorcios, y en 1917, las otra
que regularía las relaciones familiares. Ley de corte liberal que da muestra del interés que
siglo XIX, según Lourdes Villafuerte nos muestra, se vivió un proceso en el cual la
confrontación entre Iglesia y Estado se expresó, entre otras vías, en el mecanismo por medio
vínculos por medio del sacramento, mientras que el segundo lo haría por medio de un
fundamento de la sociedad, de un cuerpo cuyo orden estaba dictado y reconocido por Dios,
sociedad misma.296
294
Anexo 1 de Oscar Cruz Barney, Derecho privado y revolución Mexicana Disponible en:
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/9/4091/9.pdf; también véase a éste respecto la Ley Sobre
Relaciones Familiares promulgada por Carranza en 1917, disponible en facsimilar en:
https://www.sitios.scjn.gob.mx/constitucion1917-2017/sites/default/files/venustianocarranza/
archivos/Leysobrerelacionesfamiliares1917.pdf
295
Cfr. Lourdes Villafuerte, “Matrimonio tridentino, matrimonio civil”
296
idem
73
La influencia del tomismo fue sustancial y, por ello, debemos revisar qué es lo que
dicha doctrina refiere en el tema que nos atañe. A decir de Sergio Ortega Noriega, en el
de quien todo procede. Todo lo que existe fuera de Dios, procede de él por creación y a él
tiende. Ello implica que todas las criaturas están sujetas a un orden natural dictado por Dios,
que las orienta a su fin último. Los seres irracionales tienden a este fin de manera
irremediable, y los racionales lo hacen por voluntad propia y razonada.297 Así lo comprendían
los obispos mexicanos que firmaron la carta pastoral, en 1926, que ordenaba la suspensión
del culto público. En el documento, los prelados señalaban que la ley Calles era contraria al
derecho natural, mismo que prescribe la obligación individual y social de dar culto a Dios.298
La condición de origen y fin que tiene el hombre, en el pensamiento tomista, implica que los
hombres tienen la obligación de ajustar sus actos al orden divino. Solo a través del libre
sometimiento de sus actos a la ordenación divina puede conducirlo al bien supremo, fin
último del hombre.299 Sin embargo, a decir de Ortega Noriega, la consecución del bien
supremo no puede lograrse de manera individual. Afirma que, para Santo Tomás, los hombres
fin último,300 los actos de los hombres entonces deben estar orientados no solo al bien
individual, sino al bien social, siendo éste último el que garantiza el bien del individuo.301
En ese sentido, es que el ejercicio sexual del hombre tiene por objetivo la procreación,
297
Sergio Ortega Noriega “El discurso teológico de Santo Tomás de Aquino sobre el matrimonio, la familia y
los comportamientos sexuales”
298
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp 22, fs. 2
299
Ídem,
300
Ibid, 35.
301
Ídem.
74
hasta que logren desarrollarse en tanto que hombres. Esta labor correspondería a los
individuos que engendraron, es decir, los padres.302 La ley natural, según santo Tomás,
establece una serie de normas para conseguir el bien de la generación humana. Según Sergio
Ortega, la primera implica que la procreación requiere que se establezca un vínculo firme y
estable que “permita conocer con certeza quienes son los padres de la prole, y que garantice
la coordinación de los esfuerzos para atender su cuidado y educación”.303 Es decir, para poder
separación entre la Iglesia y el Estado, el último retiraría “el poder que había delegado en la
Iglesia para que mediante su intervención en el contrato matrimonial, éste surtiera todos los
ante la autoridad del Estado”,306 del cual emanaban todos los efectos civiles.
consecuencia, es contra la ley natural que un hombre entregue su cuerpo a varias mujeres, y
viceversa;307 la ley natural, así mismo, establece que el vínculo matrimonial dure de por
302
Ibid., p. 43.
303
idem
304
Ídem.
305
Lourdes Villafuerte, op. cit
306
Idbid, p. 95.
307
Ídem, p. 45
75
vida.308 El vínculo único e indisoluble, entonces, tiene la función de proteger a la prole, es
la separación temporal de los cónyuges, pero también señalaba que las personas no podían
casarse de nuevo, pues persistía el vínculo.309 Esto sería reformado en 1915, con la
promulgación de la Ley del Divorcio impulsada por Venustiano Carranza, bajo el argumento
de que, la ley vigente, de 1874, generaba condiciones irregulares que lastimaban los afectos
enseñaba que “el divorcio que disuelve el vínculo es el único modo racional de subsanar,
hasta donde es posible, los errores de uniones que no pueden o no deben subsistir.311 Sin
embargo, para los obispos del periodo posrevolucionario, el liberalismo, visto como uno de
los grandes males, estaba minando las bases mismas de la sociedad por diversas vías, entre
las que podemos destacar el hecho de ignorar “la santidad de la familia”.312 La Constitución,
autoridad civil, y sin más facultades que las que éste le confiriera.313 Ello implicaba la
ley de 1915. Así mismo, la prohibición de la educación religiosa iba en detrimento del deber
divino impuesto a los padres de educar cristianamente a sus hijos, toda vez que se les obligaba
308
Sergio Ortega, op. cit. p. 45
309
Lourdes Villafuerte, op. cit. p. 95.
310
Ley sobre el Divorcio. Anexo 1 en: Oscar Cruz Barney, Derecho privado y revolución mexicana, p. 165.
311
Lourdes Villafuerte, op. cit. , p. 166
312
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 16, fs. 10
313
Ibid, p. 12
76
a enviarlos a escuelas “sin Dios, y del todo paganizadas”.314
esencialmente el mismo para todos los hombres en cualquier tiempo y lugar, sin embargo, su
perfección se alcanza solo con el cristianismo.315 Señala Ortega que, según esta doctrina, es
En este sentido debo señalar que, como Villafuerte indica, ya en el siglo XIX, la
encontraba sustento en la bula Acerbissimum Vobiscum, de Pio XI, que vio la luz en 1852,317
y argumentaba que, entre fieles, cualquier tipo de unión que no sea sacramentada, aún
sustentada por la ley civil, es “torpe y pernicioso concubinato […] y por lo tanto, el
importante, toda vez que, como en ésta tesis hemos expuesto, para los obispos, entre 1917 y
1929, existía la percepción de que la nación mexicana era católica. Si seguimos lo expuesto
González, obispo de Tamaulipas, en sus Normas para bien vivir en tiempos de persecución,
quien señalaba que “sólo el Romano pontífice tiene potestas de legislar para toda la
cristiandad; que sólo él y nosotros los obispos tenemos el derecho exclusivo de procurar el
314
Ibid. p. 15
315
Lourdes Villafuerte, op. cit. , p. 44.
316
Ídem
317
Enrique Denzinger, El magisterio de la Iglesia., p. 385
318
Lourdes Villafuerte, op. cit., p. 44
77
enseñar su doctrina, administrar sus sacramentos”.319
El matrimonio es una unión que se produce por el mutuo consentimiento que dan
hombre y mujer. Consentimiento que debe constar mediante palabras u otros signos
externos,320 y dicho consentimiento, para ser efectivo, debe darse en tiempo presente, no
como una promesa al futuro. Es importante señalar que la aceptación de la unión por parte
de los contrayentes se debe expresar en el tiempo de la ejecución del rito. Esto, para el
momento más álgido de la persecución religiosa tuvo serias implicaciones a ojos de la Iglesia,
toda vez que, para que el rito matrimonial tuviera efecto, debía ser bendecido por un
sacerdote. Así, el prelado de Tamaulipas decía: “recordamos que para el cristiano no hay
unión lícita delante de Dios, si no está bendecida por la Iglesia”.321 Sin embargo, pese a
afirmar que había disposiciones para resolver casos anormales como en el que se
unión entre los cónyuges; su causa, que es el consentimiento y, por último, su efecto que es
la prole y la comunidad de vida”.323 Ortega ve en este último aspecto, el fin del matrimonio,
al núcleo familiar, si bien Santo Tomás no refiriera este término. Bajo esta lógica, la familia
es la unidad base de la sociedad, toda vez que su función primordial es generar y educar hijos
y, por otro lado, como una de sus funciones secundarias, está el auxilio entre cónyuges “en
todas las cosas que atañen a la vida humana, lo cual podría incluir la cooperación en las
319
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 5, fs. 4
320
Sergio Ortega, op. cit., p. 47
321
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 5, fs. 7
322
Idem
323
Santo Tomás de Aquino, citado en Sergio Ortega, op. cit, p. 56
324
Ibid, p. 57.
78
A decir de Sergio Ortega, las relaciones de los individuos con su familia son de la
misma naturaleza que las que sostiene con el resto de la sociedad. La diferencia radica en que
las primeras se viven con mayor intensidad. Afirma que, desde la perspectiva cristiana, la
sociedad puede verse como una “amplificación de la comunidad familiar; la autoridad como
eventos relativos a los ciclos de edad de los hombres, es decir: el nacimiento, el matrimonio
y la muerte. Según Villafuerte, la Iglesia al vincularse con estos tres momentos por medio de
sacramentos, “marcaba no sólo su omnipresencia, sino una influencia moral y un control muy
efectivo sobre las personas”.326 Como señala la historiadora mexicana, la preocupación por
el vínculo matrimonial proviene, en buena medida, del hecho de que de él derivan buena
parte de los derechos y efectos civiles,327 por ejemplo, la legitimidad de los hijos, el acceso
a herencias, entre otros. Me parece que, para el escenario posterior a la constitución de 1917,
otro factor importante ligado con el fin reproductivo del matrimonio (tanto para autoridades
religiosas como civiles), era la continuación de la comunidad nacional, fuera ésta católica o
no. Es decir, a ojos de los prelados, los mexicanos, como colectividad nacional, siendo
la comunidad.
325
Ibid,, p. 63.
326
Lourdes Villafuerte, op. cit. p. 101
327
Ibid, p. 102.
79
Desde 1917, tras la promulgación de la Constitución, los Prelados protestaron por las
señalaban los obispos que la definición del matrimonio como un contrato civil es
prohibiendo religión alguna; afirmaban así mismo como creencia de los católicos y todas las
vehículo por medio del cual quien gobierna tiene el reconocimiento de aquellos a quienes
bienes, y iii) las formas de convivencia.330 Es decir, a través del matrimonio, se garantiza la
la familia, canciones, leyendas, libros, y escuelas.331 Por otro lado, según Pérez Vejo, la
historia es uno de los principales elementos que vincula a los miembros de una nación; a
decir del historiador español, la identidad nacional “necesita orígenes remotos y esencias
328
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 8, fs. 4
329
idem
330
Ibid, p. 113.
331
Tomás Pérez Vejo, Nación, identidad nacional y otros mitos nacionalistas, p. 115.
332
Ibid., pp. 114-15.
80
durante el periodo estudiado en ésta tesis, encontramos diversas reinterpretaciones de la
historia: frente a la historia nacional que se construía desde el liberalismo y la laicidad con la
Iglesia vista como un lastre para el desarrollo de la nación, surgió otra explicación, heredera
de la hispanofilia del siglo XIX,333 una historia donde la Iglesia católica era parte central de
España.
la historia para, a partir de ella, legitimar su propia posición al frente de la nación mexicana
católica.
una forma muy particular de construcción donde podemos señalar dos características
cohesión para la comunidad nacional. Son ficciones historiográficas porque recuperan del
pasado aquellos hechos que justifican la existencia de la nación; sin embargo, de igual forma
tienden a ocular aquellos elementos que justificarían una historia diferente a la propia.336 No
reconstruyen el pasado desde un criterio académico, sino como un mito que busca explicar
La historia, nos dice Pérez Vejo, en un primer término tendría la función de reconstruir
333
Cfr. Tania Hernández Vicencio, “Revolución y Constitución. Pensamiento y acción política de Miguel
Palomar y Vizcarra”
334
Tomás Pérez Vejo, op. cit., p. 124
335
Ibid, p. 124
336
Ibid, p. 116
337
Ibid., pp. 113-126.
81
el largo camino de la nación desde sus orígenes “oscuros y remotos”, y explicaría su
desarrollo a través del tiempo.338 Así, el libro de Bernardo Bergöend La virgen de Guadalupe
y la Nación mexicana, nos ofrece una lectura propia de la historia como fundamento de la
nación católica, al tiempo que señala un punto de origen: la aparición mariana en el Tepeyac,
bajo el argumento siguiente: Al llegar los españoles a México encontraron grupos viviendo
él, por intervención divina, la Virgen María en su advocación guadalupana, apareció para
representar que la unión de la población nativa con la religión católica, es decir, el mestizaje,
para el siglo XVI, no son factor. La idea de conquista no existe, sino la de unión y mestizaje
bajo la venia de la virgen María y, por lo tanto, de Dios. Es así como el olvido y la acción de
muestra como un relato mítico, no es un producto del interés científico sino de la búsqueda
Según afirma Tomás Pérez Vejo, para la identidad nacional, la historia es un elemento
de cohesión que rememora el pasado para explicar la nación del presente. En este sentido, la
este sentido debemos señalar el papel fundamental que la memoria juega en la construcción
de las historias nacionales. Pérez Vejo centra algunas páginas de su análisis en el peso del
olvido, sin embargo, la memoria, sobre todo en el sentido de anamnesis, según Ricoeur,341
338
idem
339
Cfr. Bergöend, Bernardo, La nacionalidad mexicana y la Virgen de Guadalupe
340
Tomás Pérez Vejo, op. cit. p- 119
341
Cfr. Paul Ricoeur, La memoria, la historia y el olvido
82
nos permite ubicarla en el centro de la construcción de historias nacionales como el
mecanismo de recuperación activa de los hechos del pasado para, así, legitimar la existencia
presente.
Desde esta perspectiva, el filósofo francés presenta dos formas de memoria. En primer
lugar, como una serie de recuerdos insertos en la mente, mismos que estructuran el
pensamiento y la acción de los sujetos, donde, por ejemplo, está la mecánica para lavarnos
los dientes. El segundo camino en que la memoria opera, según Ricoeur, es como una
recuperación activa del pasado por parte de los individuos, como cuando contamos una
historia.342 Es así que la memoria cobra relevancia en la construcción de las naciones pues,
como afirma Candau, “sin la memoria no hay más contrato, alianza o convención posible, no
hay más fidelidad, no hay más promesas (¿quién va a recordarlas?), no hay más vínculo social
Ejemplo de ello son las declaraciones que en 1926 hacía el obispo de Huejutla,
Manríquez y Zárate, en respuesta a los dichos del ministro de Relaciones Exteriores Aarón
Sáenz Garza; en el documento hay una serie de contraargumentos hechos por el prelado frente
a los señalamientos que Sáenz había hecho en Los Ángeles. Destaca, por principio, que el
obispo acusaba al ministro de incurrir en una falsedad histórica, pues éste había señalado que
“la Historia de México demuestra que desde el tiempo de la Colonia, la Iglesia fue un aliado
del Gobierno Virreinal para dominar no solo políticamente, sino también espiritual y
temporal”;344 tras denunciar lo que Manríquez consideraba una mentira, el prelado retaba al
342
Ibid pp. 15-24
343
Candau. Antropología de la Memoria. Nueva Visión. p. 5
344
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 17, fs. 2
83
ministro a una demostración documental de dichas afirmaciones. Sáenz señalaba que, al
iniciar la Guerra de Independencia, el bajo clero (a quién consideraba el verdadero amigo del
provocaron la reacción del alto clero quien excomulgó e, incluso, “pidió el sacrificio de los
América”.345
nacional construido durante el siglo XIX, sin embargo, no era menos ficticia que la
explicación que Manríquez y Zárate daba: en principio señalaba que quien excomulgó a
Hidalgo y demás sacerdotes del bajo clero fue el obispo Abad y Queipo, no la Iglesia;
señalaba que, según Zamacois, el alto clero no buscaba oprimir a los insurgentes, muy al
contrario , decía, la Iglesia había brindado apoyo a los eclesiásticos alzados; señalaba, por
Hidalgo, de Fray Bernardo del Conde y otros tres religiosos presos en Baján y otros
El prelado señalaba igualmente, que fue la idea religiosa la que hizo posible la consumación
propagó la masonería en México. Así mismo, frente a la acusación que Sáenz hacía de que la
345
Ibid, pp. 2-3
346
Ibid, p. 3
84
Iglesia había tenido actividad política una vez terminada la Guerra de Independencia, el
Obispo señalaba que era falso; acusaba como uno de los grandes errores de la Iglesia el
mantenerse al margen de la política durante el siglo XIX y apuntaba que de este hecho
el peligro exterior estaba representado por Poinsett. En segundo lugar, a decir de Pérez Vejo,
la historia nacional necesita lograr implicaciones afectivas y cuanto más dramático sea el
hecho histórico, más fuerte será la implicación; el historiador español afirma que “las derrotas
resultan más atractivas que las victorias como elementos de comunión nacional”.348 En ese
debido al descuido que ella tuvo del único partido “de verdadera consistencia y significación
que haya existido en México, formado por elementos católicos: el Partido Conservador”.349
también hacía una breve reconstrucción de la nación católica que, desde muy temprano en
su vida independiente, se había visto asolada por el liberalismo.350 A decir de Vera y Zuria,
arzobispo de Puebla, el liberalismo había sido una doctrina bastante marginal a principios de
siglo XIX, sin embargo, de la misma forma que Manríquez y Zárate hacía, indicaba que las
guerras entre liberales y conservadores, entre 1857 y 1876 habían sido la debacle. El prelado
347
Ibid, p. 4-5
348
Tomás Pérez Vejo, op. cit. p. 124
349
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 17, fs. 4
350
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 23, fs 1
85
afirmaba que
jamás la Religión y la impiedad lucharon con tanto denuedo y heroísmo tanto. A veces
los ejércitos del bien lograban imponer silencio a sus enemigos, y parecían dominarlo
todo; pero, al poco tiempo, los restos del enemigo disgregados acá y acullá soplaban
sobre la pira siempre pronta de las codicias humanas y volvía a enrojecerse el suelo
contemplar aquella gran tragedia cuyo desenlace fatal en el Cerro de las Campanas,
impiedad triunfó al fin del cuerpo de la Nación Mexicana; venció en los campos de
batalla y arrolló a las huestes enemigas de las que no queda hoy sino un triste
recuerdo351
Manríquez y Zarate declaraba contra las afirmaciones de Aaron Sáenz en 1926, sin embargo,
años antes en una carta pastoral con motivo de la Independencia Nacional, la Jerarquía
Católica apuntaba el lamentable hecho de que los festejos del centenario hubieran pasado por
alto a Dios, quien es “arbitro y soberano de los imperios y autor de las sociedades, como
reconocieron los primeros insurgentes”.352 La pastoral, así mismo, señalaba que la imagen de
se debían que Dios quería enseñar a México que había equivocado el camino, pues se había
351
Ibid, fs. 2
352
AHAM, José Mora y del Río, caja 79, exp. 20, fs. 1
353
Ibid., fs. 2
86
institucionalizado el alejamiento del orden divino.354 La pastoral llamaba a conmemorar la
Entre los hechos históricos rescatados por la pastoral están, por principio, el triunfo
de Hernán Cortés sobre la “heroica raza azteca”, inicio de la conquista de otros territorios.
La conquista era digna de conmemorar “por haberlo dios Nuestro Señor convertido, como
para compensar abundantemente lo que las razas indígenas perdían […] en el principio de
Así, en el primer tercio del siglo XX, los obispos mexicanos reconstruían la historia
de México, una historia permitía legitimar la existencia de la Iglesia Católica, pero también
era útil para explicar la realidad de la catolicidad del pueblo mexicano. La reinterpretación
de la misma, la opresión que ella había vivido frente a un gobierno que, por liberal e
irreligioso, resultaba ilegítimo. Expresaba el origen y las gestas de una nación que surgía de
Dios y a él tendía.
libertad de creencia. Tales aspectos quedaron reconocidos en las Constitución de 1857, sin
354
Ídem.
355
idem
356
Ibid, fs. 3
87
embargo, la aplicación de tales ideales expresó a través de la reducción de los espacios de
acción para la Iglesia Católica en materia educativa. Así, la libertad de enseñanza se tradujo
Cristiada forma parte de un proceso mucho más amplio que es la secularización iniciado a
mediados del siglo XIX, con la constitución de 1857, según apuntan Blancarte, y Meyer,
entre otros.357
establecimiento de las escuelas federales se dio hacia 1923.359 El punto clave en la cronología
hasta 1926, de la mano de Puig Casauranc quien, en febrero de 1926, emitió un reglamento
provisional para escuelas primarias particulares, donde el principio central indicaba que éstas
solo podían existir bajo vigilancia de la SEP, regulando así la prohibición a corporaciones
religiosas de dirigir instituciones de enseñanza pública.360 Sin embargo, Alfonseca señala dos
357
Cfr. Roberto Blancarte, Historia de la Iglesia en México, 1929-1982; Jean Meyer, op. cit.
358
Juan B. Alfonseca Giner de los Ríos, “El conflicto religioso en las escuelas rurales federales de Texcoco y
Chalco, 1923-1933”, p. 149.
359
Ibid p. 150.
360
Ibid, p. 151
88
ritos de los planteles cuya incorporación se autorizase […] Se trataba apenas de controlar y
excluir del currículo ciertos aspectos de las confesiones”.361 Segundo, que el reglamento de
Casauranc fue de débil impacto y su alcance fue muy limitado.362 En julio, el cierre de Iglesias
y la suspensión del culto público, las levas del ejército, etc., generaron en algunas localidades
“un clima que adquirió rasgos de cruzada contra las agencias del Estado”363 donde las
sobre las políticas culturales posrevolucionarias, Mary Kay Vaughan resalta la importancia
importancia de figuras como inspectores y directores del sistema federal educativo como
cobraba una doble dimensión: aquella que se impartía con un fin sacramental (como el
de corte católico; así, según Adame Goddard, para 1877, los trabajos de la Sociedad Católica
361
Ídem. Cursivas del autor.
362
idem
363
Ibid p. 152
364
Cfr. Mary Kay Vaughan, La política cultural en la Revolución, 2000
89
SOCIOS QUE LA FORMAN 2 074
NIÑOS QUE ASISTEN A LA INSTRUCCIÓN DOCTRINAL 5 725
ID. DE PRIMERA COMUNIÓN 1 386
CÁRCELES VISITADAS 13
PRESOS QUE RECURREN A LA INSTRUCCIÓN DOMINICAL 1 261
REOS DEFENDIDOS 759
HOSPITALES VISITADOS 12
ENFERMOS QUE ESCUCHAN LA INSTRUCCIÓN 790
ENFERMOS QUE HICIERON SU PRIMERA COMUNIÓN 50
UNIONES LEGITIMADAS 173
TEMPLOS AUXILIADOS 53
ESCUELAS GRATUITAS 44
NIÑOS QUE A ELLAS OCURREN 3 695
ESCUELAS SECUNDARIAS 19
ESCUELAS DE JURISPRUDENCIA 3
ALUMNOS QUE CONCURREN A LOS COLEGIOS SECUNDARIOS Y 1 235
ESCUELAS DE JURISPRUDENCIA
ESCUELAS NOCTURNAS Y DOMINICALES 8
OBREROS Y ARTESANOS QUE A ELLAS OCURREN 794
PERIÓDICOS DE LA SOCIEDAD 15
OBRAS Y FOLLETOS PUBLICADOS POR ELLA 19
LIBROS RELIGIOSOS Y CIENTÍFICOS REPARTIDOS 12 425
EJERCICIOS O RETIROS ESPIRITUALES QUE SE PROMOVIERON Y 58
REALIZARON POR CONDUCTO DE LA SOCIEDAD
FUENTE: Jorge Adame Goddard, El pensamiento político y social de los católicos mexicanos, 1867-1914,
México, UNAM, 1981, pp. 24-25.
Retomamos este ejercicio de registro hecho por Goddard, pues permite la identificación
espacios que pudieron ser útiles para la transmisión de la doctrina del Catolicismo Social, del
modelo tomista de sociedad, y de un relato nacional católico. En 1875, dos años antes del
90
informe referido en la tabla, se celebró la Asamblea General de la Sociedad Católica de
México, que acordó como líneas de acción para los seglares católicos, ayudar al
artes para las clases acomodadas.365 Se buscaba la uniformidad de los textos para los centros
La educación era uno de los principales ejes de acción para la Iglesia, no solo hacia
los seglares, sino hacia el mismo clero; según Brian Connaughton, Watson Foster apuntó que
en los setenta “se ha prestado mayor atención a la preparación del sacerdocio y los obispos
encíclica Aetemi patris, publicada en 1897 por León XIII, impulsó la renovación de los
estudios dando peso al pensamiento de Santo Tomás. Diez de Sollano impulsó esta
moralidad social como el fin último del quehacer político”.369 Para Sollano, siguiendo el
pensamiento de Santo Tomás, el sacerdote tenía una misión especial en este quehacer,
catolicismo”.370
365
Jorge Adame Goddard, El pensamiento político y social de los católicos mexicanos, 1867-1914, p. 23
366
Ibid, p. 26
367
Connaughton, Brian, “Modernidad, religión e Iglesia católica en México (1810-1910): vida de rasgaduras
y reconstituciones” p. 259
368
Ceballos Martínez, Manuel, “Los católicos mexicanos frente al liberalismo triunfante: del discurso a la
acción”,
369
idem
370
Diez de Sollano, citado en Manuel Ceballos, idem
91
En oposición, ya a principios del siglo XX, la Constitución de 1917 era vista por
igualmente, en el artículo 130 particularmente, los prelados acusaban atentados graves contra
la libertad religiosa, misma que, a su decir, se reducía a una mera ilusión.372 Entre los agravios
que los obispos señalaban estaba la posibilidad que tenía el gobierno de limitar el número de
locales de culto.373 Pero no acusaban menos atentados contra la libertad de enseñanza, pues,
culto.374
La prohibición señalada por los obispos atentaba contra la moral del pueblo.
Señalaban como su derecho sagrado enseñar a niños y adultos los dogmas y la moral
católicos, tanto en templos como escuelas; igualmente, era derecho suyo proscribir las teorías
erróneas y malsanas.375 Así, entre las principales doctrinas que la iglesia buscaba proscribir,
alejamiento, señalaban los prelados, radicaba en que “solo bajo la guía de la moral cristiana
honradez de los individuos y que, sin ella, los medios antes descritos se convertían en un
371
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 8, fs. 2
372
Ibid, fs. 3
373
idem
374
idem
375
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 16, fs. 6 bis.
376
Ibid. fs. 10
92
grandísimo peligro.377 Más aún, Mons. Manríquez y Zárate, por ejemplo, declaraba como
derecho divino “acaso el más sagrado de todos- enseñar en todas partes y sin trabas de
asunto civilizatorio y de salud pública; el peligro señalado por el alto clero frente a la nueva
materia, la Iglesia quedaba imposibilitada para llevar a cabo su acción “altamente civilizadora
y profundamente caritativa;”379 así mismo, si, como señalamos al principio de éste capítulo,
según el pensamiento tomista, la base de la sociedad era el matrimonio y los padres estaban
familia con el deber sagrado impuesto por Dios, de educar a sus hijos cristianamente, si se
cierran los colegios católicos y se les obliga a enviar a esos hijos a escuelas sin Dios y del
modernidad, misma que justificaba y favorecía el divorcio, las diversiones públicas malsanas
y bailes perniciosos, podía seguir su avance sin contrapesos.381 En éste sentido, es importante
señalar la recomendación que el obispo de Tamaulipas hacía de evitar llevar a los niños a las
escuelas anticatólicas; más aún, recomendaba que los niños más grandes enseñaran a los más
chicos.382
377
idem
378
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 48, exp. 2, fs. 4
379
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 16, fs. 15
380
idem
381
Ibid, fs. 17
382
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, caja 46, exp. 5
93
Ciudad de México, dejando abierta la puerta para el establecimiento de agencias en toda la
república, con el objetivo de fomentar la instrucción católica con el apoyo de todos los que
la integraban; así mismo, buscaba propiciar cooperación entre padres de familia y escuelas.383
Esta organización abría sus filas para cualquier colegio católico, primario, secundario, jardín
de niños, industrial, preparatorio, profesional, etc., siempre que la Junta Directiva de la Unión
agrupación, aunque conformada por seglares, contaría con la asistencia de la Iglesia católica,
Esto forma parte de la Acción Social que los prelados declaraban como una de
deberes de los católicos en tiempo de persecución, misma que implicaba estudiar “El fin
intelectual de la sociedad, con las cuestiones de enseñanza, - e) su fin moral con los
La enseñanza religiosa era un vehículo por medio del cual el relato nacional podía
momento había ostentado, como señala Alfonseca. Las acusaciones de la Jerarquía católica
en materia de libertad de enseñanza dejan ver que uno de los objetivos era la promoción de
un modelo de sociedad y civilización alejado del impulsado por la SEP; carente de un aparato
acciones por parte de sus feligreses y favorecía las mismas, tales como la agrupación de
escuelas de corte católico, y el alejamiento de los niños de las escuelas contrarias a la fe.
383
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 79, exp. 18, fs. 1
384
Ídem.
385
Ídem
386
AHAM, Pascual Díaz y Barreto, Caja 46, exp. 16, fs. 19
94
Si seguimos a Mary Kay Vaughan, la labor de los educadores y de las escuelas
constituyó un poderoso mecanismo para aculturar a la población bajo los esquemas de una
cultura nacional. Podemos pensar que la intención de los prelados se encaminaba a tal
objetivo. Debemos tener en cuenta, así mismo, que la ficción historiográfica que conforma
la historia nacional se transmite por diversas vías: en familia, por prensa, pero también por
medio de modelos educativos que, en última instancia son materialización de las conductas,
conformación social. Es claro que los prelados mostraban preocupación por la correcta
aculturación de la progenie, pero también las implicaciones negativas que tenía el aprendizaje
promovía el divorcio; por lo tanto, la enseñanza liberal en las escuelas atentaba contra las
matrimonio, y ii) la reproducción y transmisión del relato nacional católico. Es así que, a
católica.
387
Cfr. Mariano Urraco Solanilla y Gema Nogales Bermejo, “Michel Foucault: el funcionamiento de la
institución escolar propio de la Modernidad”
95
Consideraciones finales.
El conflicto religioso fue un proceso complejo con múltiples aristas, en los capítulos
nación mexicana. Es importante resaltar que, como he expuesto durante este ejercicio, dicha
símbolos que estructuraban el sistema social y cultural eran entendidos, por el Episcopado
términos de catolicidad, sin embargo, parecería que la no sujeción al dogma católico por parte
suponer que la población no era católica. En el relato de los obispos, raras veces es visible la
preocupación por la heterodoxia, lo que hace suponer que, aún fuera del dogma, se
consideraba que la población era católica. En este sentido, es importante notar que, según las
Vejo, parece que hay ciertos aspectos que forman parte de la idea de nación: una concepción
del territorio, una concepción de la historia, y una concepción de la cultura. Todas ellas son
interdependientes, así, el entendimiento del territorio tiene todo que ver con la cultura en
territorio; así mismo, la historia como reinterpretación del pasado permite reconfigurar la
96
en tanto que prácticas comunes existentes y propias de la comunidad nacional. El caso
fundamental era la práctica católica para uno u otro relato, aspecto que atañe a la
historia.
mexicano, o no; sin embargo, la expresión de esa divergencia se dio en formas harto
complejas, toda vez que la noción del origen de la sociedad (Dios como principio y fin de
todo; o un esquema voluntarista o cultural de una nación laica) dio origen a diversos
propició múltiples acciones por parte del Episcopado con la intención de proteger el
desarrollo de la nación; por otro lado, encontramos que la Constitución de 1917 también
promovía un modelo nacional y la segregación de los derechos de los católicos tenía fines,
entre muchos otros, profilácticos; dicho de otro modo, por medio de la legislación se buscaba
al gobierno callista como ilegítimo y perseguidor de la nación, sino que presenta diversos
97
mecanismos por medio de los cuales, los prelados mexicanos, buscaban proteger a la
prelados presuponía un gobierno que, según su perspectiva, era ajeno a la propia nación. Sin
mutación de ellos.
requiere un estudio aparte. Me refiero a las experiencias italiana, francesa y alemana. Páginas
arriba señalé que las organizaciones católicas mexicanas tenían fuerte influencia francesa, en
el caso de la ACJM, y alemana, para el caso de la Unión Popular, sin embargo, una mención
no explica la naturaleza de tales influjos. La figura del padre Bernardo Bergöend, por
ejemplo, es tema necesario de análisis en un estudio posterior, toda vez que, desde muy
temprano en el siglo XX, tuvo presencia en la Acción Social Católica en México. El peso de
sus ideas puede verse en la fundación y desarrollo de la misma ACJM, y de la Liga. Así
conformación y desarrollo del sistema político mexicano a finales del siglo XIX y, cuando
obispos procedentes del Colegio Pio Latinoamericano, formados por jesuitas, vuelve
98
El punto anterior da muestra de otra carencia de esta tesis: enuncié, siguiendo a
Andes,388 que había una suerte de confrontación política al interior de la Iglesia Católica
expresada a través del fortalecimiento de los Episcopados locales, frente al Vaticano, y los
esfuerzos de éste para lograr el dominio sobre aquellos. Se vuelve necesario estudiar dedicada
Católica y el Vaticano, así como la relación entre el papado y el gobierno mexicano, con la
el matrimonio como sustento de la sociedad, sin embargo, el ejercicio realizado deja ver que
persecución, así como contrastar dichos resultados con datos relativos al registro de
contrastación minuciosa entre los programas educativos de las escuelas católicas y los
permeabilidad que los sectores católicos tuvieron para las ideas vertidas desde la Jerarquía
pendiente un análisis de la recepción de este entre las clases medias y, más ambicioso aún,
entre las clases bajas. Puedo afirmar, siguiendo a autores como Mattew Buttler, Jean Meyer,
y Moisés González Navarro, que la idea de nación católica no era una motivación de peso
entre los alzados de clase baja, como sí lo eran reclamos de tipo agrario, y sensibilidades más
388
Véase capítulo 2
99
locales como la vinculación de los poblados con la Iglesia y los santos locales como parte de
ejercicios que reflexionen en torno a aspectos simbólicos del conflicto, en diferentes espacios
geográficos.
dicho relato a lo largo del territorio mexicano (si es que la hubo). Las diversas sensibilidades
mostradas por los prelados quedan oscurecidas y, lo que es peor, las individualidades son
ignoradas. Se vuelve necesario continuar el estudio considerando los intereses de los obispos,
para sí, y la feligresía de sus diócesis, y no como meros integrantes del Episcopado en tanto
que institución.
100
Fondos documentales:
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