*Norberto Soto Sánchez El General Juan M. Banderas nace el 24 de junio de 1872 muy cerca de Culiacán, Sinaloa, en un poblado llamado Tepuche, a unos 20 minutos al norte de la capital sinaloense. En su entidad natal tuvo una participación destacada en el conflicto armado de 1910 que derrocó a Porfirio Díaz. Posterior a la caída de la dictadura y al pacto de Ciudad Juárez acordado entre Madero y representantes de Díaz el 21 de mayo de 1911, Madero expide los nombramientos de generales brigadieres del Ejército Libertador de la República Mexicana en el Estado de Sinaloa a los generales revolucionarios Juan Banderas, Ramón Iturbe y Justo Tirado, por la participación destacada que habían tenido durante el conflicto. El General Banderas contaba con un amplio apoyo de los sectores populares y de las facciones revolucionarias en el estado, más no así de algunos grupos moderados del maderismo, encabezados por el Ingeniero Manuel Bonilla, y con los resabios porfiristas del estado que se identificaban con el grupo de “los científicos”. En el contexto del triunfo revolucionario de 1911, en Sinaloa también se generó un movimiento popular que exigía la sustitución de los restos de la estructura porfirista que aún se encontraban en posiciones dentro de los poderes legislativo y judicial en el Estado, el cual buscó la destitución del gobernador del Estado, Celso Gaxiola Rojo. Estos acontecimientos hicieron visible el descontento de muchos dirigentes maderistas del estado en relación a los tratados de Ciudad Juárez, en el cual quedaba estipulado en dos de sus puntos que “...las fuerzas revolucionarias iban a ser desmovilizadas, tan pronto como fuera posible y las fuerzas federales iban a ser el único ejército en México...”, así como que “...Los policías, jueces y legisladores estatales, que habían sido nombrados o ‘electos’ durante el gobierno de Díaz conservarían sus cargos”, tal como lo refiere Friedrich Katz en su libro “Life and times of Pancho Villa” (Vida y tiempos de Pancho Villa). No obstante el carácter conservador que estaba asumiendo Madero, el liderazgo de Banderas durante la entonces reciente lucha armada, le dieron la posibilidad de contar con el apoyo popular para ocupar el cargo de Gobernador Interino, posterior a la subsecuente renuncia de Celso Gaxiola debido a la presión popular. Esto a pesar de la oposición de Francisco I. Madero y, de manera general, del gobierno federal. El 2 de agosto de 1911, por gestiones de Bonilla, el gobierno federal nombra a Ramón F. Iturbe jefe de armas del Estado de Sinaloa, con el objetivo de quitarle a Banderas el liderazgo de los cuerpos rurales, en un claro esfuerzo por convertir al primero en un instrumento del gobierno federal contra Banderas. No obstante, dicho nombramiento no es del agrado de los jefes, oficiales y tropas de los cuerpos rurales del Estado, pues estos continuaron reconociendo a Banderas como su jefe. El General de Tepuche intentó mantener comunicación con Madero, demostrando a éste voluntad conciliativa y manifestando constantemente que tanto él como los jefes revolucionarios locales lucharon por el ideario del Plan de San Luis, sin embargo, para Madero esta no fue una declaración de su agrado, pues para él ya no eran vigentes los puntos del Plan de San Luis sino aquellos establecidos en el Pacto de Ciudad Juárez. A pesar de esta situación, Banderas fue nombrado gobernador interino de Sinaloa el 7 de agosto de 1911. Saúl Alarcón, historiador sinaloense, quien ha llevado a cabo un gran trabajo de investigación en torno a la figura del General Banderas, en su libro “En la línea de fuego: Juan M. Banderas en la revolución”, menciona que este, en tanto gobernador, ha sido el único que ha defendido, de manera exitosa, la soberanía de Sinaloa ya que resistió la injerencia en los asuntos estatales del gobierno del presidente interino Francisco León de la Barra así como de sus ministros y rechazó, de manera firme, las imposiciones antidemocráticas que pretendió Madero. Durante la breve gestión gubernamental del General Banderas, se logra garantizar la efectividad del sufragio a través del desarrollo tranquilo y legal de las primeras elecciones tanto para Gobernador como para Magistrados del Supremo Tribunal de Justicia del Estado a la caída de la dictadura porfirista. En dichas elecciones resulta triunfante el Coronel y Profesor José Rentería, lo cual significó la derrota electoral de la oligarquía porfirista-redista la cual fue aliada de los maderistas moderados en el Estado, liderados, como se mencionó, por el ingeniero Manuel Bonilla. Estas diferencias políticas que tuvo con Madero, así como el desacuerdo tajante de Banderas con los Tratados de Ciudad Juárez, aunado a la oposición que sostuvo a la injerencia del gobierno federal en la política estatal, motivaron a Madero para que, una vez en la presidencia de la república, en diciembre de 1911, encarcelara al General Banderas. A raíz de esto, en febrero de 1912, Banderas y sus más fieles seguidores se adhieren al Plan de Ayala. Entre 1914 y 1915, el General Zapata le extiende a Banderas el nombramiento de jefe de Operaciones Militares del Ejército Libertador en el Distrito Federal, mientras que en el Estado de Puebla se le reconoció con el grado de General de Brigada, y en el Estado de Hidalgo fue ascendido a General de División, todo ello a razón de su destacada actividad militar. Posteriormente, y por diferencias en la concepción de la estrategia militar con la organización zapatista para la guerra contra las fuerzas constitucionalistas, Banderas se incorpora al cuerpo de la División del Norte del Ejército Convencionista, a las órdenes del General Francisco Villa. En enero de 1916 después de varias derrotas que sufrieron los convencionistas durante 1915 en Sonora y al norte del Estado de Sinaloa –lapso de tiempo en el que combate junto a Bachomo- desmoralizado, considera que ya no era posible el triunfo de la causa convencionista, a razón de las derrotas de Villa en Sonora, y del reconocimiento que algunos países latinoamericanos daban al gobierno de Carranza, por lo que, frente a la oferta de indulto de parte del gobierno carrancista, decide rendirse en Movas, Sonora. Podría decirse que en el Estado de Sinaloa existieron dos tendencias que apoyaron al gobierno de la Convención: por un lado una relativamente conservadora en la que podemos ubicar a Felipe Riveros, Macario Gaxiola y Rafael Buelna, los cuales estaban más identificados con el sonorense José María Maytonera, y que tenía objetivos de corte meramente político, y por otro lado un sector más radical encabezado por los generales Banderas y Bachomo, más cercanos a los idearios de Villa y Zapata, con objetivos políticos, sociales y agrarios. Banderas, al salir de su segunda estadía en prisión, solicita a Carranza su incorporación al ejército conservando su grado militar. Desde octubre de 1917 y hasta su muerte, el 10 de febrero de 1918, fue comandante de una columna del Ejército Nacional. Sus ideas revolucionarias lo motivaron a establecer contacto nuevamente con los zapatistas a fin de reincorporarse con ellos, sin embargo la muerte lo alcanzó primero a manos del Coronel Miguel A. Peralta, quien lo asesinó después de una discusión en una calle de la Ciudad de México. Es posible que la ascendencia indígena del General Banderas probablemente sea Tahue o Acaxee, especulación que sostiene en base a los territorios que ocuparon dichas naciones indígenas en el pasado y a la ubicación que tiene el pueblo de Tepuche, Culiacán, Sinaloa, lugar de origen del General. Así, podemos decir que existió un zapatismo en Sinaloa, como también magonismo y villismo. Ahí están las figuras de Fernando Palomarez y del General Felipe Bachomo para sostener dicha afirmación. Lo importante de estas figuras, lo que las une, el carácter que les permite ser identificados como grandes personajes “a la izquierda” dentro del amplio espectro de facciones revolucionarias en Sinaloa, es que ellos coincidieron en referentes ideológicos de justicia, tierra y libertad que guiaron un actuar revolucionario congruente. Referentes ideológicos que son un punto de encuentro entre estos personajes de la revolución mexicana. Concepciones que fueron la guía de una praxis revolucionaria que asumieron dirigentes político/militares como el General Juan M. Banderas.
*Licenciado en Psicología y Maestro en Ciencias de la Educación.