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Se presentan fuentes referentes a distintas visiones sobre los eventos que acontecieron previo y durante la
Guerra Civil de 1891, por un lado el ideario del Ex Presidente José Manuel Balmaceda y por otro las ideas del
bando congresista.
Cada grupo leerá con atención una de las fuentes asignadas con la finalidad de realizar un escrito que se
presente como una manifiesto de las ideas de cada bando.
Contribuyeron a reducir, en el imaginario y la concepción mental, las dimensiones físicas del país al “acercar”
zonas y áreas que antes de su existencia aparecían lejanas y, prácticamente, inaccesibles. Ejemplo de esta
evolución es la clara noción de Balmaceda tuvo respecto del papel integrador del ferrocarril cuando afirmó: “si
la naturaleza nos dividió de la región oriental por una muralla de piedra, si el mar nos separa del mundo,
ofreciéndonos una huella de comercio tan ancha y barata como el océano, debemos completar la obra de la
naturaleza, unificando y extendiendo la viabilidad Interior del territorio. Es la manera de sustituir a nuestra
voluntad las depresiones de los Andes y las relativas deficiencias marinas”
Mis amigos:
La crisis de 1891: civilización moderna versus modernidad desenfrenada Alfredo Jocelyn-Holt Letelier
Suplemento al "Ferrocarril", Santiago, Enero 7 de 1891
"Valparaíso, Enero 6 de 1891.- El Presidente de la República en un manifiesto dirigido a la nación, ha declarado que
no pudiendo gobernar de acuerdo el Congreso Nacional, como la Constitución lo ordena y como lo han hecho todos
sus antecesores, ha resuelto mantener las fuerzas de mar y hacer los gastos públicos sin ley de presupuestos.
De este modo i por vez primera en Chile el Presidente de la República se ha colocado fuera del régimen
Constitucional.
Ha renunciado la autoridad legítima de que estaba investido y ha querido asumir un poder personal y arbitrario que
no tiene otro origen que su voluntad, ni otros límites que aquellos que los acontecimientos puedan señalarle. En tan
grave emergencia, al Congreso Nacional corresponde tomar a su cargo la defensa de la Constitución y adoptar todas
las medidas que las circunstancias exijan para establecer su imperio.
En el desempeño de tan augusta misión, el Congreso Nacional debe contar con el apoyo eficaz de la fuerza del mar
y tierra por que éstas solo tienen razón de ser al amparo de la Constitución y nos ería posible que quisieran perder
la legitimidad de su existencia para ponerse al servicio de un régimen dictatorial implantado por móviles
exclusivamente privados del Presidente de la República.
Cincuenta y siete años no interrumpidos de organización constitucional y una larga tradición de sacrificios hechos y
de glorias alcanzadas en servicio de la Patria, marcan al Ejército y a la Armada de la República en camino del deber
y les obligan a resistir como contrario a su propia honra, todo atentado que se proyecte o ejecute contra el Código
que sirve de base a las instituciones nacionales y que da origen a los públicos.
Cumpliendo el Congreso Nacional con los deberes que la situación presente le impone, ha tomado los acuerdos que
se expresan en el acta anexa a esta comunicación y al mismo tiempo ha conferido a los infraserinos autorización
suficiente para presentarse a la Armada y demandar de ella que coopere en la esfera de acción que le es propia, al
más pronto restablecimiento del régimen Constitucional.
En tal verdad, los infrascritos disponen que se organice una división naval para hacer comprender al Presidente de
la República que la Armada obedece a la Constitución y que por lo tanto es indispensable que se dicte sin demora la
ley anual que autorice su existencia.
Se dará a conocer como jefe de esta división al capitán de navío don Jorge Montt, y los infrascritos quedarán también
embarcados para atender el desarrollo que pueda tener este movimiento en defensa de la Constitución de la
República."
Waldo Silva,
“Se ha hecho costumbre calificar como revolucionaria a la burguesía representada en los Cuerpos legislativos de
1890. Estos se habrían alzado contra el Código político, contra la autoridad legalmente constituida. Balmaceda
habría sido víctima de una revolución dirigida por el Congreso.
Los hechos revelan, sin embargo, todo lo contrario. El verdadero revolucionario fue el Presidente de la República y
no el Parlamento. Fue Balmaceda quien se desligó del deber de obedecer a la Constitución y a las leyes, usurpando
el poder público por la fuerza. El Congreso se limitó a resistir legalmente la dictadura, devolviendo a las leyes
atropelladas y violadas su antigua vigencia.
La versión de un Congreso alzándose contra el Presidente de la República para imponer por la fuerza el régimen
parlamentario es una de las tantas leyendas creadas por el balmacedismo como una estrategia revolucionaria y
condujo a una imagen de la crisis de 1891 totalmente reñida con la realidad histórica”
“Historia de Chile, el periodo parlamentario: 1861 – 1925” Julio Heise
Sabemos que venimos en la hora de una gran desgracia nacional, en que la mano del crimen i dé la insidia ha
sumergido en el mar uno de los grandes i queridos tesoros de la Patria chilena; pero también sabemos que
esa calamidad no tiene ni remotamente influjo decisivo en la suerte de logran contienda en que estamos
empeñados en favor de la República, de la Constitución i de las leyes. Sabemos que nuestras fuerzas
permanecen intactas, i que, con movidas por este tremendo crimen, apresurarán la hora de la venganza i de
la restauración. El único cambio sobrevenido es que ya no habrá ni podrá haber ni perdón ni olvido para los
culpables. Sí, la Restauración vendrá, la Restauración de nuestra vida política i social, la Restauracíon de
nuestros derechos, de nuestras libertades, de nuestra calidad de hombres, en fin, i junto con ella el castigo
tremendo, pero merecido, de todos los malos chilenos! que han cooperado a la obra maldita de la
aborrecida Dictadura de Balmaceda!
La actitud autoritaria de Balmaceda para no someterse a las prácticas parlamentarias que sometían su poder
llevaron a que el Congreso lo acusara de pervertir el sistema republicano al no escuchar la voz del pueblo
representada por los partidos políticos en el Parlamento y de querer imponer a su sucesor, aspiración que ya
para 1890 era intolerable.
Balmaceda constantemente se trasladó a las provincias donde siempre fue aclamado por las poblaciones
que se beneficiaban con las obras de adelanto material gracias a la riqueza del salitre. Estas salidas fueron
interpretadas por la opinión pública santiaguina como estrategia destinada a ganarse la adhesión popular,
gracias a las obras públicas que promovía, sin considerar a los partidos y al Congreso.
En 1890 el Parlamento intentó corregir la conducta del Presidente, luego de su fracaso los congresistas
decidieron inhabilitar a Balmaceda para embarcarse en la escuadra y maniobrar desde el Norte. Lo que sería
la primera acción dentro del marco de la Guerra.