Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Antonia Viu - Los Libros Al Mesón PDF
Antonia Viu - Los Libros Al Mesón PDF
ñ
o
s
135
5
4
ensayos / dossier
cono sur en imágenes:
Triple Alianza
La Revista, Revista del Salto
Zig-Zag
Caras y Caretas
textos
zurita
valenzuela
berti
testimonio
lorenzano
entrevista
revista de literatura / año XLV / número 135 / 2016
shúa
poesía
jaramillo agudelo
ficción
ramírez
jacobs
polémica
hamed
notas
borges
kohan
revista de literatura
Suscripciones y correspondencia a:
Saúl Sosnowski
P.O. Box 2009
Rockville, MD 20847, U.S.A.
e-mail: sosnowsk@umd.edu
copyright © Hispamérica
ISSN: 0363-0471
1
sumario
ensayos/dossier
3 edios de comunicación en el Cono Sur: La cultura y la
M
historia en imágenes
4 sebastián j. díaz-duhalde
Prensa y espectáculo. El periodismo paraguayo ante la
Triple Alianza (1867-1868)
14 oscar brando
La Revista y la Revista del Salto: Destellos modernistas
uruguayos
23 antonia viú
Los libros al mesón: Comercio y prácticas lectoras en “Pre
guntas y Respuestas” de Zig-Zag durante la década de 1910
35 ana moraña
Balconeando la historia: La Primera Guerra Mundial en
Caras y Caretas
textos
45 raúl zurita
SUEÑO 1986. Tú que fuiste desmembrado
53 luisa valenzuela
Palabra viva
57 eduardo berti
66 notas preparatorias para una conferencia sobre el tema
de la identidad
testimonio
65 sandra lorenzano
Nuestra herencia o la maldita mutación
2
entrevista
73 adrián ferrero
Ana María Shúa
poesía
83 darío jaramillo agudelo
Encuentros, Citas de las crónicas,
Monólogo de alguien sin voz
ficción
85 bárbara jacobs
Operación Lindona
87 sergio ramírez
Vivir mi vida
polémica
99 amir hamed
Paper v. ensayo: ¿Aún se puede decir “Hispanoamérica”?
notas
109 mónica bueno
La guerra y la patria (acerca de El país de la guerra de
Martín Kohan)
varia
119 reseñas: aizenberg, britos, cattarulla, estrada, goloboff,
martínez, ostrov
127 hemos recibido
Dossier
Medios de comunicación en
el Cono Sur: La cultura y
la historia en imágenes
ANA MORAÑA
Prensa y espectáculo. El
periodismo paraguayo ante
la Triple Alianza (1867-1868)
SEBASTIÁN J. DÍAZ-DUHALDE
1.
4. Una recopilación de la discusión histórica sobre la tasa de mortandad al final del conflicto se
encuentra en Capdevila, pp. 10, 31-5. Las estadísticas más aceptadas de la guerra están en los
trabajos de Whigham y en Barbara Potthast, ¿Paraíso de Mahoma o País de las mujeres? El rol
de la familia en la sociedad paraguaya del siglo XIX, Asunción, Instituto Cultural Paraguayo-
Alemán, 1996.
5. La edición de Cabichuí aparece en 1984 compilada por Ticio Escobar y Osvaldo Salerno,
editada en Asunción por el Museo del Barro. La de El centinela fue editada por el Centro de
Documentación e Investigaciones (CDI) del Centro de Artes Visuales y Museo del Barro de
Asunción en 1998. De ellas extraigo los textos y las imágenes que utilizo para este análisis.
6. Luego su título fue cambiado a Lambaré. Existe una edición moderna del periódico titulada
Cacique Lambaré: Cuatia Ñee Ybyty Güi Osè BAE, Asunción, Imprenta Nacional, 1995.
7. También salía el tradicional Semanario de Avisos y Conocimientos Útiles, publicado por
primera vez en el Paraguay en 1853.
8 EL PERIODISMO PARAGUAYO ANTE LA TRIPLE ALIANZA
2.
3.
4.
18. Para pensar el espectáculo como mediación de la realidad menciono una breve bibliografía ya
clásica sobre el concepto. Jean Baudrillard, “The Precession of Simulacra”, Art After Modernism:
Rethinking Representation, Brian Wallis, ed., Nueva York, The New Museum of Contemporary
Art, 1984; Jonathan Crary, Suspensions of Perception: Attention, Spectacle, and Modern
Culture, Cambridge, MA, MIT Press, 1999; Guy Debord, The Society of the Spectacle, Donald
Nicholson-Smith, trans., Nueva York, Zone Books, 1999; Michel Foucault, Discipline and
Punish, Alan Sheridan, trans., Nueva York, Vintage, 1977; Marshall McLuhan, Understanding
Media: The Extensions of Man, Nueva York, Signet, 1964. Algunos trabajos contemporáneos
ayudan desde la crítica al concepto de espectáculo para enmarcar el funcionamiento del mismo:
Jacques Rancière, The Emancipated Spectator, Nueva York, Verso, 2009; Slavoj Žižek, Welcome
to the Desert of the Real, Londres, Verso, 2002 y Looking Awry. An introduction to Jacques
Lacan through Popular Culture, Cambridge, MA, MIT Press, 1991. Para el caso latinoamericano
menciono solo dos trabajos cruciales que apuntan a la idea de espectáculo en el siglo XIX: el ya
citado de Andermann, González-Stephan y Jens Anderman, The Optic of the State. Visuality and
Power in Argentina and Brazil, Pittsburgh, PA, University of Pittsburgh Press, 2007.
12 EL PERIODISMO PARAGUAYO ANTE LA TRIPLE ALIANZA
Dejaban así registro de fiestas, eventos de gala en casas de las clases altas de
Asunción, celebraciones populares, religiosas y cívicas, presentaciones de
obras en el teatro o anécdotas de campamento. Al mismo tiempo, sus notas
de opinión y sus editoriales acompañadas de grandes xilografías, marcaban
el ideario del Paraguay, ya sea en el panegírico de la figura de López como
héroe máximo de las repúblicas del Plata, ya sea en relación a la filosofía
sobre la guerra y la soberanía de los países. En este último punto se atacaba
el aspecto más contradictorio de las políticas del Imperio del Brasil, esto
es, luchar aparentemente por valores democráticos de los países vecinos
llevándoles guerra y destrucción a costa de la esclavitud de sus súbditos.
Así, el espectáculo como distorsión y desplazamiento de la experien-
cia bélica se establecía como una forma efectiva de lidiar con la violencia
extrema y abyecta. Este es el funcionamiento mediador más importante de
estos productos culturales. Al mismo tiempo, el espectáculo como imagen
mediadora constituía y construía un mirar, una forma de ver que se impo-
nía desde los textos y los grabados como “imagen verdadera de la con-
tienda”, un discurso que hacía visible y legible la guerra desde la ficción de
la imagen espectacular y espectacularizada.19 Para concluir, baste analizar
en ejemplo revelador en “El arcoíris”, que recuerda la frustrada conferen-
cia para firmar un tratado definitivo de paz en Yatayty-Corá entre los jefes
de ambos bandos el 12 de septiembre de 1866, justo antes de la batalla de
Curupayty. El grabado en madera de El centinela ofrece en página completa
simplemente un arco humano coronado por el Emperador del Brasil, Pedro
II —distinguible por la corona— haciendo un arabesco (figura 3).
El artículo que acompaña a dicha xilografía hace “visible/legible” el espec-
táculo: el monumento humano se llama “el arco de la felicidad” y sus pilares
son el Marqués de Caxias a la izquierda y Joaquim José Inácio (Visconde de
Inhaúma, comandante de la flota imperial) a la derecha. La nota sigue: “Hoy
vemos levantarse un inmenso arco desde el campamento de Tuyucué hasta el
centro de Curupayty […] Ese arco negro que vemos levantarse entre el humo
de la pólvora y el trueno incesante del cañón, es el símbolo de la alianza con
que los aliados nos piden paz y concordia”. Más de un año después de Yata-
yty-Corá, El centinela afirma la imposibilidad de reanudar cualquier tipo de
conversación para detener el conflicto y registra un pedido de paz inexistente
por parte de la Alianza que, por otra parte, prometía continuar la batalla hasta
“hacer desaparecer el gobierno del Paraguay”.20
19 El centinela, 31 de octubre 1867, p. 2.
20. El tratado de la Triple Alianza, firmado secretamente el 1 de mayo de 1865, afirmaba que:
“Persuadidos [están los soberanos de la Triple Alianza de] que la paz, seguridad y bienestar
de sus respectivas Naciones es imposible mientras exista el actual Gobierno del Paraguay, y
que es una necesidad imperiosa reclamada por los más grandes intereses, hacer desaparecer
ese Gobierno. Colección de tratados celebrados por la República Argentina con las naciones
extranjeras: Tomo II. Publicación oficial, Buenos Aires, Imprenta de La Nación, 1877, p. 3.
SEBASTIÁN J. DÍAZ-DUHALDE 13
21. Jan Mieszkowski, Watching War, Stanford, CA, Stanford University Press, 2012, pp. 41-2.
14
OSCAR BRANDO
que en algún momento tenía que hacer crisis y su víctima fue La Revista.
Es probable que la pérdida del cargo que Herrera tenía en la administración
pública haya precipitado el final de La Revista, pero debería decirse que
no solo por motivos económicos. También la habría liberado del lastre del
mecenazgo y le habría dejado las manos libres (no estoy diciendo que fuese
lo que más deseaba sino lo que pudo hacer) para optar por la radicalización
de sus posturas políticas y estéticas.14
Cerradas sus publicaciones, ni Herrera ni Quiroga renegarían de las revis-
tas. Entendieron que sus experimentaciones resultaban sobre todo necesida-
des de sus carreras literarias y que, tal vez, las publicaciones duraderas del
900 no fueran las que buscaban, con desesperación, la belleza y la novedad,
sino aquellas comprensivas de otros aspectos de la realidad: Caras y Caretas,
Rojo y Blanco, Vida Moderna. Quiroga iba a mantener a lo largo de toda su
vida una relación profesional con las revistas de difusión masiva. Herrera
tendría, tardíamente, una nueva oportunidad místico-utópica con La Nueva
Atlántida, que tuvo dos entregas en mayo y junio de 1907.
Quizás en los dos, Quiroga y Herrera, lo que vino después no haya sido
más que el ahondamiento de obsesiones tempranas ya informadas. Los años
de Quiroga disimularon la repetición y dejaron la impresión de una vida calei-
doscópica. La década final de Herrera pareció un fulgor. Todo fue vertiginoso
y condujo a un proceso poético magistral e irreversible: tan irreversible como
su ruina económica y como la enfermedad que lo mató a los 35 años.
hace apenas una década: Tratado de la imbecilidad del país por el sistema de Herbert Spencer,
Aldo Mazzucchelli, ed., Montevideo, Taurus-Biblioteca Nacional, 2006.
14. Otro lugar en el que comprobar esta radicalización son las cartas que Herrera intercambió
con Edmundo Montagne, un asunto que excede este trabajo y que, por otra parte, ha sido objeto
de publicación y estudios.
23
de los centros urbanos, la emergencia de una nueva clase media ligada a las
funciones públicas y la educación, nuevas formas de asociatividad entre los
trabajadores y la aparición de una incipiente cultura de masas.
Uno de los cambios más elocuentes de esta transformación que se
advierte en las páginas de Zig-Zag es la modificación de los hábitos de con-
sumo en Chile. Como ha visto Jacqueline Dussaillant, durante las primeras
décadas del siglo XX se consolida un modelo de comercio que se desarrolló
en menor escala durante el XIX: las tiendas por departamentos progresiva-
mente reemplazan a los antiguos almacenes que desde un mesón abastecían
a sus clientes de infinidad de productos, en cantidades siempre limitadas
a los stocks que sus dueños lograban negociar individualmente y al ritmo
irregular que permitía la llegada de los embarques. Con la inauguración en
1910 de la tienda Gath y Chaves se consolidará la nueva organización como
un modelo más idóneo para lidiar con el significativo aumento en la varie-
dad y el volumen de las ventas que implementaron algunas casas comer-
ciales. Las tiendas de departamentos, de esta forma, instalarán la raciona-
lización de la administración por medio de “subdivisiones administrativas
correspondientes a la segregación física de ciertas mercaderías en relación
con otras, cada una con sus vendedores y supervisores, pero compartiendo
servicios, políticas y actividades comunes, además de tener una contabili-
dad y una administración central”.8
Zig-Zag sigue de cerca este proceso y como soporte participa de la trans-
formación cultural que implica la moderna tienda de departamentos. Sin
embargo, cuando un lector de la sección “Preguntas y Respuestas” pregunta
en 1913 sobre la moda reciente de llamar “magazine” a revistas como Zig-
Zag, el editor le responde: “‘Magazine’ significa almacén de provisiones . .
. y para el que sabe su significado, es muy expresivo aplicado a una revista.
Esta puede ser un almacén de conocimientos diversos. No hay en castellano
palabra equivalente. Una revista literaria no puede decentemente llamarse
en castellano almacén. ¿No lo Cree Ud. así? Hay pues que acudir al vocablo
inglés y conformarse con lo inevitable” (no. 417, s/p).
Esta analogía deja en evidencia la ambivalencia del magazine como una
revista moderna, pero cuyo carácter misceláneo permite leerla desde la cate-
goría analítica del almacén,9 es decir, como un tipo de comercio tradicional
que tensiona la racionalidad modernizadora del período.
Figura 2. Publicidad de Montgomery Ward y Cía. Zig-Zag, No. 424, 5 de abril de 1913,
s/p. Biblioteca Nacional de Chile.
12. Usamos aquí el término “protocolo” como una secuencia de reglas convencionalizada al
interior de un sistema. Tanto el catálogo como la enciclopedia implican la comprensión de
reglas: saber, por ejemplo, que las materias se indexan por orden alfabético, numérico o de
acuerdo a un código. Esa regla, a su vez, está al interior de una secuencia de otras reglas, como
la necesidad de saber que una vez que se encuentre el producto o el concepto buscado, este se
identificará con un precio en el catálogo o con una definición en la enciclopedia. En el primer
caso el protocolo tiene sentido al interior de un sistema comercial y en el segundo, en un sistema,
propedéutico, vale decir de enseñanza.
28 “PREGUNTAS Y RESPUESTAS” DE ZIG-ZAG
que dan forma a lo que puede identificarse como una cultura lectora de
referencias dispersas; vale decir, prácticas que remiten a un sistema orga-
nizado por datos aislados y funcionales, como los contenidos en diccio-
narios, almanaques, recetarios o enciclopedias, colecciones de esquemas
y fragmentos que pretenden delimitar y jerarquizar la información dispo-
nible de formas ilustrativas y útiles para los lectores. Se trata de datos de
fácil circulación en espacios de sociabilidad cotidiana, como aquellos sobre
recetas de uso doméstico o comercial o como los referidos a disputas acerca
de la correcta forma de expresarse, que la sección publica semanalmente.
Esto se pone de manifiesto tras un rápido recuento de las fuentes a las que
el redactor remite en 1913. A menudo cita historias y diccionarios históri-
cos como, por ejemplo, el Diccionario Biográfico Colonial de José Toribio
Medina o el Dictionary of National Biography de Leslie Stephen. Entre las
introducciones a la literatura y la filosofía, en tanto, es frecuente la mención
de la Iniciación filosófica de Emilio Faguet o la Introducción a la literatura
Española de Blanco García. Los diccionarios de la lengua y los enciclopé-
dicos también ocupan un lugar destacado: el Diccionario enciclopédico de
la lengua castellana de Elías Zerolo, el Diccionario de Conversación de
Herder, la Enciclopedia Británica, la Enciclopedia Espasa, o la Enciclo-
pedia Hispanoamericana, entre otras. Los almanaques y otros compendios
de información miscelánea son sin duda una fuente de información privile-
giada en el período y entre los más referidos destacan The Scientific Ame-
rican, Weekly Journal of Practical Information o Almanaque Hachette. Por
último, los recetarios y guías médicas aparecen profusamente y en diversos
idiomas: Cent consultations médicales pour les maladies des enfants de
Jules Comby, Diccionario de Medicina Popular de Chernovitz, El médico
de la infancia del Dr. Varlot, o la Enciclopedia de las familias en la ciudad
y el campo de J. Ghersi y A. Castoldi, entre otros. El hecho de que se trate
de obras de consulta que algunos lectores aspiran a tener en sus hogares
muestra que, tan importante como las respuestas que estos libros entregan,
es la relación que los lectores establecen con estos en términos materia-
les. Acceder a ellos implica saber dónde conseguirlos, conocer sus precios
y sistemas de venta (por catálogo, en una librería, mediante un distribui-
dor, etc.). ¿Están en librerías de Santiago o es necesario adquirirlos por el
catálogo de una librería en Europa o Estados Unidos?; ¿cómo se envía el
dinero? (460 y 610, s/p). Si un libro está en la Biblioteca Nacional, ¿cómo
pedirlo? (440 y 421, s/p). ¿Hay que suscribirse para solicitarlo a domicilio?
(459, s/p). Para los que no pueden comprar libros, la materialidad de estos
es de otra índole y las preguntas, por lo tanto, tienen que ver con ¿cómo se
puede desinfectar libros usados por un tuberculoso? (423, 424 y 772, s/p),
¿cómo quitar las manchas que impiden leer o los sellos que afean los libros?
ANTONIA VIU 33
(206, 374 y 432, s/p), o ¿cómo lograr que las letras desteñidas por el tiempo
puedan volver a leerse? (424, s/p).18
Con una industria editorial aún incipiente en Chile, los libros no se distin-
guen del todo de otros objetos que circulan sobre el mesón de “Preguntas y
Respuestas”. En la mayoría de los casos, se los percibe como insumos para
concretar metas de mediano y corto plazo, eminentemente prácticas. Incluso
cuando se trata de formación intelectual, el objetivo de las preguntas tiene
que ver con delimitar un campo que pueda dominarse en un plazo concreto,
ya sea aprender un idioma, traducir un texto o entender una discusión filo-
sófica determinada, como si esta pudiera aislarse de otras de manera per-
manente. En el No. 417 varias preguntas apuntan a conseguir un método
“práctico” para adquirir conocimientos en diversos temas, como literatura,
filosofía o latín. Asímismo, un joven que quiere saber si hay “algún depósito
en Santiago donde poder comprar libros de estudio por un precio módico para
un estudiante que empieza su carrera” también espera que el redactor le diga
qué debe leer para instruirse “totalmente”.
Esta cultura lectora limitada a conocimientos prácticos, fragmentados,
estandarizables y susceptibles de indexarse que el redactor de Zig-Zag pro-
mueve y que la revista difunde por medio de la publicidad de libros enciclo-
pédicos disponibles por catálogo, es el correlato de un esfuerzo titánico que
Emilio Vaisse llevó a cabo en la Biblioteca Nacional durante la misma época
como bibliógrafo: la modernización de los sistemas de clasificación, indexa-
ción y circulación de la producción intelectual chilena y extranjera desde la
Biblioteca Nacional. Parte de ese proyecto fue “Preguntas y Respuestas”,
en la medida que le permitió organizar y probar su sistema de referencias,
conectar lectores y Biblioteca, además de educar al público en iniciativas
centrales para este fin, como la edición de la Revista de bibliografía chilena
y extranjera19 desde enero de 1913.
A pesar de las dificultades que la sección enfrentó a lo largo de la década
en relación a los objetivos de su redactor, “Preguntas y Respuestas” puede
verse como un intento claro de democratizar la lectura y el consumo en Chile
y de acercar a los lectores populares a la Biblioteca Nacional. Vaisse y la sec-
ción educan a sus lectores en una cultura de catálogos, de obras de consulta y
referencia, de índices, lo que significa un paso intermedio e imprescindible en
el acceso a la educación para un lector popular autodidacta. Desde el punto de
vista de las tecnologías que acompañan estos procesos, la sección representa
un capítulo importante dentro de la historia de la documentación en Chile, un
momento de fuerte expansión de la economía escritural y un antecedente fun-
damental en el posterior desarrollo de la industria editorial en el país durante
18. Ver Leah Price, How To To Things with Books in Victorian Britain, Princeton, NJ, Princeton
University Press, 2013, pp. 6-8.
19, Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, I, 1 (enero de 1913), 32 pp.
34 “PREGUNTAS Y RESPUESTAS” DE ZIG-ZAG
los años 30. Esto, en tanto educó al público más que en contenidos de la alta
cultura, en las formas de acceso y circulación de los libros, entre otros objetos
de consumo.
Por otra parte, la sección ilustra muy bien la relación del magazine con lo
doméstico, esa “inclinación a la intimidad familiar-social” (p. 73) que según
Ossandón y Santa Cruz habían preparado la novela romántica y el folletín
durante el siglo XIX y que la revista refuerza. Sin embargo, aunque es cierto
que Zig-Zag dio circulación pública a lo privado, la intimidad que se natu-
ralizó en sus secciones principales fue la de la elite que podía consumir los
productos que la revista publicitaba. La ubicación de “Preguntas y Respues-
tas” hacia el final de cada edición y entre los avisos comerciales, abre paso
a otra intimidad: la de los lectores que se transforman en consumidores de
maneras menos inmediatas: aquellos que reproducirán lo moderno desde fór-
mulas caseras, recicladas y rudimentarias y para los que llevar la universidad
o una tienda de departamentos al hogar adquiere un sentido más literal y
apremiante que el de los catálogos comerciales.
35
Balconeando la historia:
La Primera Guerra Mundial
en Caras y Caretas
ANA MORAÑA
La historia en imágenes
2. Los estudios más recientes sobre esta revista son: Geraldine Rogers, Caras y Caretas. Cultura
política y espectáculo en los inicos del siglo XX argentino, La Plata, EDULP, 2008; Eduardo
Romano, Revolución en la lectura. El discurso periodístico-literario de las primeras revistas
ilustradas rioplatenses, Buenos Aires, Catálogos, El Calafate, 2004. Cf. También se suma mi
libro La fiesta de la modernidad. La revista argentina Caras y Caretas entre 1898 y 1910,
Buenos Aires, Corregidor, 2016.
3. Diccionario de la Real Academia Española, Real Academia Española. Diccionario de la
lengua española (versión electrónica) www.rae.es. Consultado: 4 de mayo de 2016.
4. Algunos autores que tratan el tema son Natalio R. Botana, El orden conservador, Buenos
Aires, Edhasa, 2012; Roberto Cortés Conde, The Political Economy of Argentina in the Twentieth
Century, Cambridge, Cambridge University Press, 2009; David Rock, Argentina 1516-1987.
From Spanish Colonization to Alfonsín, Berkeley, CA, University of California Press, 1987.
ANA MORAÑA 37
5. Rock, p. 172.
6. Los Aliados eran Francia, el Imperio Británico [Australia, Canadá, India, Nueva Zelanda,
Sudáfrica], Rusia, Italia [1915-1918], Estados Unidos [1917-18], Japón, Rumania, Serbia,
Bélgica, Grecia, Portugal, Montenegro y Brasil, entre otros. Las Potencias Centrales eran
Alemania, el Imperio Austro-Húngaro, Bulgaria y el Imperio Otomano.
7. David M. Sheinin, Argentina and the United States. An Alliance Contained, Athens, GA,
University of Georgia Press, 2006, pp. 31- ss.
ANA MORAÑA 39
Jesús Martín Barbero afirma que la “verdadera mediación” sería “la fun-
ción del medio, que cumple día a día la cultura de masa: la comunicación
de lo real con lo imaginario”.12 CC fue la gran mediadora en esta etapa en la
Argentina y su discurso también se tradujo a otros imaginarios latinoameri-
canos. Los expuso a imágenes e historias de atrocidades (muy a menudo en
la tierra nativa de los lectores mismos, inmigrantes radicados en Argentina o
sus descendientes) desde el resguardo seguro de un país que aún era capaz de
responder a las expectativas de un vasto sector de la población.
13. Walter Benjamin, “The Work of Art in the Age of Mechanical Reproduction”, Illuminations.
Essays and Reflections, Hannah Arendt, ed., Nueva York, Schocken Books, 1968.
44 LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL EN CARAS Y CARETAS
lector una imagen cercana a lo real y, a la vez, poseedora de la aureola del arte
mismo. Parecería que la pérdida del aura de la que Benjamin nos hablaría en
1936, CC ya la trataba de plantear en 1914 para brindar el horror de la guerra
en el glamour del arte masivo. No es desconocido el hecho de que las páginas
artísticas de CC eran a menudo arrancadas y enmarcadas, pasando a decorar
las casas de la clase media e incluso del proletariado. Es el viaje opuesto:
desde lo mecanizado a la valoración artística una vez que se aísla el artefacto
y pasa a formar parte de la apreciación estética.
CC nunca dejó de tomar partido (aunque veladamente a veces) pero siem-
pre actuó con lo que llamaré ingenuidad: se apoyó en el humor, expresó su
postura claramente ante los diversos hechos o situaciones que presentaba y
desconoció el arte de la manipulación de su público.
Ediciones
Pedidos a
Ediciones
P.O. Box 2009
Rockville, MD 20847, U.S.A.
e-mail: sosnowsk@umd.edu
I.S.B.N. 0-935318-23-2
310 p.
US$ 30.00
45
Textos
SUEÑO 1986
Tú que fuiste desmembrado
RAÚL ZURITA
Su estallado corazón
La cabeza cortada
pero lo hizo tan fuerte que al llegar se golpeó contra ellas y quedó aturdido.
Al verlo mandó a su mujer para que lo despertara y ella allegándose a su lado
comenzó a hacerlo. Primero le despertó la frente y se creó el cielo aún des-
nudo y luego los dos párpados que engendraron uno el día y el otro la noche.
Comenzó entonces a despertarle los ojos de los que nació el sol e inmediata-
mente después, cuando despertó el segundo, nacieron la tierra, la luna y todas
las estrellas de la noche. Le despertó entonces las primeras cinco lágrimas
de las que nacieron los cinco primeros ríos: el gran río Futaleufú, luego el
Huirkaleufú que es el río del cielo, el Michimahuida, el Yelcho, y más arriba
el sagrado río Toltén, y cuando los ríos de las lágrimas corrieron por sus
mejillas la madre se las despertó al unísono por lo que nacieron mezclados los
valles y las llanuras con las suaves lomas y los cerros. Al despertarle la boca
nacieron las grandes fosas del mar y sus hijos los dulces lagos, al despertarle
la nariz nacieron los vientos, y cuando le despertó las orejas nació el bramido
de las tormentas. Descendió entonces la madre por el cuello dormido de su
hijo que despertando formó las cavernas y los abismos, y al despertarle los
hombros se formaron las anchas espaldas del mundo: las cordilleras y los
acantilados que atajan el mar. Luego siguió con los mudos brazos, con las
ruidosas piernas y con los ágiles dedos de los que despertando nacieron las
criaturas silenciosas del agua, los animales de la tierra que rugen y ladran y
finalmente los pájaros. La madre siguió despertándolo y al final, cuando vio
nacer las flotantes nubes, las nevadas, las lluvias y los arcoíris, creyó que el
mundo ya estaba terminado y se fue. Pero el hijo siguió dormido porque se le
había olvidado despertarle el corazón y el corazón tuvo que despertarse solo.
De allí nació el hombre que sigue medio dormido y llegó tarde. Por eso es la
única criatura de la creación que no entiende y está condenada para siempre
a pensar y a temerle a la muerte.
El río del cielo seguía tronando pero su ruido se había vuelto más sordo
como si se hubiera encajonado, mientras abajo el resplandor de las primeras
piras había comenzado a subir sobre la masa amoratada de los cerros. Vienen
del mar de la noche y vuelven a la noche, me iba diciendo ahora la cabeza.
Qué cosa, le preguntaba yo. Los soldados, me respondía, no nosotros los
seres humanos, agregaba, y luego comenzaba a contarme de la pareja de her-
manos que le enseñó a cantar a los ríos. Antes los ríos eran mudos, me decía
la cabeza, pero un día que hacía mucho calor el hermano y la hermana Lienlaf
quisieron refrescarse lanzándose al torrente del gran Futaleufú y tan feliz se
sentían bajando por los cauces que comenzaron a cantar y mientras cantaba
la hermana se iba haciendo agua y cuando terminó de hacerse agua todos los
ríos quisieron seguir su canto y las aguas comenzaron a cantar. Al ver que su
hermana se había hecho agua, el hermano Lenlaf quiso ser ahora una gran
piedra azul en el medio del río para que al entrechocar con ella más sonidos
tuviera el canto de su hermana que era el cantar de todas las aguas. Sobre la
RAÚL ZURITA 49
piedra comenzó entonces a crecer una flor que al llegar la primavera soltó
su polen que fue subiendo y subiendo por el aire hasta llegar al cielo donde
formó las estrellas de la Vía Láctea que es el mismo hombre Lienlaf y que
está recostado sobre el gran río del cielo.
Poco a poco iba remontando el día. Habrá de ser el camino duro, me decía
entonces la cabeza, y luego me contaba que al caer al pasto vio el comienzo
y el final al mismo tiempo. Padre, me dijo entonces, yo ahora sé todo lo que
se viene, pero nadie podrá escucharme. Yo te escucho, le respondí. Entonces
yo sentí a los árboles gemir y mientras la soga en mi cuello me estrangulaba
tironeándome iba escuchando y diciendo. Fue cuando luchó el mar con la
tierra, me decía ahora. La gran Serpiente del agua, Kai-Kai, quería acabar con
el pueblo Lienlaf y mandó desde el mar una inmensa ola para que cubriera el
mundo. Pero la gran Serpiente de la tierra, Tren-Tren, le dijo que los salvaría
una vez, pero que después deberían regresar, y levantó una alta montaña y los
hizo subir hasta su cumbre. Kai-Kai saltó entonces sobre la montaña arras-
trando tras de sí todas las aguas, pero Tren-Tren, le respondió elevando toda-
vía más la cumbre. Y así continuaron luchando y al final las aguas cubrían
casi por completo la tierra, pero no la montaña del mundo. Así Tren-Tren
salvó a los seres humanos y todos los que no alcanzaron a subir fueron tra-
gados por el mar y ahora son peces. Enseñándoles ese océano casi infinito
que se rompía más abajo, Tren-Tren le dijo al pueblo Lienlaf que habrían
de volver allí como jotes o como espíritus porque todos debían pasar por el
monte Pillán antes de entrar en el azul. Hijo, le pregunté entonces a la cabeza,
¿estaba contigo tu amigo Chihuailaf? Sí, me contestó la cabeza, estaba en un
sueño y él cantaba. Allí nació también la lluvia, me decía la cabeza, y yo le
contaba que las grandes aguas se habían retirado y el monte del mundo, el
Pillán, se había esfumado tras la niebla Estábamos en los faldeos del volcán
Villarrica y los soldados nos seguían desde cerca.
Tenía que ser el camino duro, padre, me repetía la cabeza. De lejos mirá-
bamos a los soldados avanzar. Desde sus botas comenzaba a amarillarse el
aire y era tanto el temor que inspiraban que hasta los leones tenían miedo.
Los seres humanos habíamos tenido que remontar los torrentes, saltando
y ganándoles el quién vive y al llegar a lo más alto los jotes seguían pla-
neando en círculos al tiempo que las fogatas teñían de trecho en trecho las
nieves. Al final, cuando mi sombra se tendió entre las de los pájaros, ellos
habían adquirido forma humana y solo tenía el río del cielo encima de mí.
Abajo se dibujaban las islas, archipiélagos, canales y angosturas y más atrás
los nevados que cerraban el mundo. Todo se había despejado y sus empapa-
dos cuerpos rodeaban los fuegos calentándose y comiendo. Seguimos toda-
vía vadeando y cortando las aguas mientras sus cantos se sentían cada vez
más cerca y los paredones se angostaban. No habría de durar mucho más.
En un primer intercambio de bayonetazos y lanzas nos arrojamos contra
50 SUEÑO 1986 TÚ QUE FUISTE DESMEMBRADO
una de sus avanzadas y al despegarnos nos dimos cuenta de que nos habían
arrebatado a una hija. Durante tres noches escuchamos sus gritos irrumpir
desde su campamento junto a lejanas vivas y risotadas y al clarear el cuarto
día la soltaron. Tenía en los pechos y las piernas las marcas de la pesadilla
y hablaba pero estaba muerta.
El gran Huirkaleufú silbaba trozando la noche. Recostado sobre él, el
hombre Lienlaf seguía oliendo y mirando mientras la furia lo rompía. Gri-
tando llamó a su hermana para que le calmara las brasas de su corazón. Toda
su desesperación le soltó entonces y arrancándole con sus dedos los ojos se
los vació de lágrimas que comenzaron a recorrerle las abrasadas entrañas
echando humo. Nada puede calmar esta fiebre, hermana, le seguía diciendo,
y mirando los cuerpos y despojos inertes allá abajo más pena y furia sentía.
Fue allí cuando estalló su corazón. En miles de pedazos explotó y la tierra
entera, desde el Reloncaví hasta los últimos cabos, se reventó desperdigán-
dose en todos los archipiélagos, arrecifes e islas que desde el cielo se ven.
Para allá fueron a refrescarse las dolorosas almas. Fue la rabia, hermana, le
repetía Lienlaf a la niña sin ojos que corre por los canales del mar bañando
los restos de su corazón.
Largo hablamos entonces con la cabeza sobre los ríos de la noche y de
lo que vendría después del fin, y de tanto también lloraba diciéndome que
echaba de menos su cuerpo y yo le respondía que yo era ahora su cuerpo.
Luego, le contaba que me habían venido a visitar unos jotes que ofrecién-
dome una papas, me dijeron: Come con nosotros y ven, hemos llegado a bus-
carte. Fue justo en ese momento cuando escuché los gritos. La tierra entera
parecía estremecerse y abajo, donde el Río Grande se corta contra los neva-
dos, las descargas de fusilería arañaban el final mientras las mujeres corrían
con sus críos llorando a las espaldas. No, les dije a los jotes, si no vuelvo
ahora sus llantos se me quedarán pegados como las babosas. Todavía no me
toca morir. Los ojos que me miraban empezaron a licuarse en las pupilas de
los jotes y luego centenares de alas sobrevolaron por última vez la cumbre y
se alejaron. Bajé empujado por la corriente y a lo lejos distinguí mi cuerpo
tendido al borde del río. Todos penaban mirándolo y entonces, como si hasta
las uñas me llamaran, entré de nuevo en él trayendo tras de mí el infinito
caudal del río.
Eso es lo que le iba contando yo a la cabeza y ella me respondía. Frente a
nosotros se abrían los cientos de nombres del único río y arriba, iluminando
la noche, el Huirkaleufú alcanzaba a sombrear las siluetas de los soldados.
Como las crecidas, ellos nos fueron barriendo y en el mismo lugar en que yo
había regresado de la muerte reagrupé a los que quedaban y emprendimos
nuestra última marcha. El furioso aleteo de los pájaros recordaba la presencia
del Padre y en un augurio vi que todos estábamos dormidos. Nos salvaremos
y volveremos a morir, le dije entonces a mi mujer. Al llegar la matanza final,
RAÚL ZURITA 51
sobrevivimos dejándonos llevar por las corrientes. Más tarde, cuando las tro-
pas desfilaron cantando sobre nuestras tierras, volvimos a ver las almas de los
difuntos. Vagaban sin rumbo y sus ojos no decían nada.
Todo había terminado. Las tropas corrían sobre los cadáveres y a
bayonetazos les mutilaban los brazos y las piernas. Al otro día empeza-
ron a quemar los restos y después la lluvia y el granizo lo acabaron todo.
Durante semanas el olor de la carne a medio quemar más el humo de las
piras era tal que todavía ahora el viento acarrea en redondo esos humo-
res. Caminábamos a duras penas. Inclinándome entonces hacia mi cintura,
como si algo me impulsara a arañarla o golpearla o besarla, le dije, ya no
me quedan lágrimas para la congoja, por eso del cantar del hermano y la
hermana que les enseñaron su canto a los ríos ya solo se oyen los gemidos.
La piel arrancada de nuestro hijo abría la columna. En la bandera de piel
estaban marcadas las huellas de los bayonetazos. Sobre ella, los últimos
resplandores del fuego se confundían con las nacientes estrellas y la cru-
deza del cielo recordaba una vez más la carne viva. La última vez también
resplandecía la noche, susurró Lorenza, y al observar los ojos de los seres
humanos completamente anegados presintió que las aguas nuevamente se
saldrían. Fue el recuerdo: Antaño, cuando éramos niños, las grandes aguas
estaban al otro lado. Al darse vuelta barrieron con todo. Un caballo había
aparecido por la playa y las mareas lo seguían. Avanzó hacia las rom-
pientes y estas comenzaron a retroceder. Se internó aún más y el mar lo
precedía retirándose. Al final únicamente quedó el eco de sus relinchos y
la inmensa cuenca vacía. Por mucho tiempo esperamos a que el mar vol-
viera hasta que una tarde, por el otro lado del mundo, apareció el caballo
detrás nuestro y la gigantesca tropa de las aguas lo seguía cubriéndolo
todo. El mundo viejo fue arrasado y el nuevo nació donde antes estaba el
océano. Kai-Kai se llamaba el animal y los ríos son los hijos de Kai-Kai
volviendo donde su padre. Así continuábamos diciéndonos mientras atrás,
husmeando, los seres humanos miraban los cuerpos de sus parientes arder
en medio de las piras. La carne chirriaba ennegreciéndose y cuando el
fuego les agarraba el cráneo chisporroteaba una llama azul señalando la
salida del espíritu. Es así, continuaba diciéndome la cabeza de mi hijo
pudriéndose sigue conversando conmigo y me cuenta. Corriendo al lado
mío, mi mujer me ayudaba a sostenerme con una de sus manos mientras
que con la otra intentaba acariciar esas ensangrentadas crenchas amarradas
a mi cintura. Apretando filas las tropas caminaban apuntándonos mientras
tras ellos, como si aún no pudieran creer lo que veían, los seres humanos
se amontonaban cerrando los ojos a nuestro paso.
Al frente de nosotros el río se abría mientras empujándonos con sus bayo-
netas los soldados continuaban la marcha emergiendo entre la niebla. De tanto
en tanto el fuego de las piras alumbraba sus caras como monedas viejas y el
52 SUEÑO 1986 TÚ QUE FUISTE DESMEMBRADO
Palabra viva
LUISA VALENZUELA
Sin saber, sabía, y era la nada, la disolución total, más muerte que las muertes
que suelen proponernos, las fáciles de imaginar y hasta desear, el encuentro
con los seres queridos, por ejemplo, las nubes y los ángeles, los posibles
paraísos llenos de posibilidades, no.
No quise dar el paso, no quise saber si era eso o no, la muerte
(conocimiento poco aprovechable, por cierto).
No me gustó nada la idea de la nada, del desaparecer así en la absoluta negrura,
el desaparecer así como así en lo más negro jamás visto por mí; aterrador.
Y me apareció la lista, la larga lista de cosas por hacer antes de irme de este mun
do (como si una pudiera elegir y en ese momento pude porque no estaba lista).
Y la lista que me hice fueron cosas del escribir. Mil textos que me aguardaban,
perdidos.
Escribir para salvarme.
O quizá para cobardemente huir de la muerte.
¿Quién puede saberlo?
¿Quién atestiguará por el testigo ausente que soy yo?
Escribir como boya salvavidas o como pesado lastre para sumergirme más y
más en esta vida.
Y ahora escribo frases mandadas a hacer para llenar el espacio vacío que me
dejó la muerte, la misma que abandoné dando un paso al costado.
Porque allí la tuve a mano, a la muerte, aunque mano no sea la palabra.
No quise atravesar ni pensé en descorrer la cortina que era de negrura sólida.
Si bien habría podido no quise atravesarla. No me atreví a atravesarla y no
quiero convocarla para que a su vez no me atraviese como espada.
Espada de carbón, de la pura negrura, algo áspera.
Y basta.
Ni espada ni cortina ni pared.
Telón.
Y cuenta nueva.
***
Fue una única alucinación, única, pero me llenó el recuerdo del no-tiempo
con un único deambular y hoy parece tan breve aunque quizá fue eterno.
Tiempo y espacio con igual densidad y platitud, sin transcurrir.
Transcurrimos nosotros y entonces cuando creí avanzar por el espacio en
penumbra lo iba haciendo en el tiempo, sin medida, y avanzaba por esa oscu-
ridad parda, algodonosa y tibia, caminando en el tiempo porque el espacio
estaba reducido a una cama de hospital, imperceptible, mientras esa que fui
circulaba en el tiempo e iba bien acompañada por la parda penumbra.
Sola y en paz iba, deambulaba.
O mejor, progresaba sin contratiempo alguno. La suavidad de un tacto
sin roce, apenas, y así iba avanzando, sola como dicen que están solos los
LUISA VALENZUELA 55
***
***
***
01
El diccionario dice que identidad es un conjunto de rasgos propios de un indi-
viduo o de una colectividad: rasgos distintivos frente a los ajenos.
02
El diccionario agrega que identidad es la conciencia que una persona tiene de
ser ella misma y diferente de las otras.
03
El diccionario también dice que identidad es la cualidad de ser idéntico a otra
cosa.
04
Antónimos de identidad: inexactitud, diferencia, antítesis, disparidad,
disonancia…
05
Por supuesto, existe tanto la identidad colectiva como la identidad individual.
06.
En cuanto al concepto de idéntico, según el diccionario significa igual o
sumamente parecido
Buenos Aires, 1964. Ha publicado los libros de cuentos Los pájaros (1994, reeditado
en 2003), La vida imposible (2002, Premio Libralire, reeditado en 2014) y Lo inolvi-
dable (2010), los aforismos y miniprosas de Los pequeños espejos (2007) y las nove-
las Agua (1997), La mujer de Wakefield (1999, finalista del Premio Fémina), Todos
los Funes (2005, finalista del Premio Herralde), La sombra del púgil (2008) y El país
imaginado (2011), por la que obtuvo el Premio Las Américas y el Premio Emecé.
Editó varias antologías como Galaxia Borges (con Edgardo Cozarinsky, 2007) e
Historias encontradas (2010) y tradujo a Nathaniel Hawthorne, Henry James, Jane
Austen y Gustave Flaubert, entre otros. Como periodista cultural, publicó Rockolo-
gía (1990, reeditado en 2012) y Spinetta, crónicas e iluminaciones (1989, reeditado
en 2014). Obtuvo un premio Konex al Mérito en la disciplina “Novela: Periodo 2011-
2013”. Desde 2014 es integrante del OuLiPo. Su última novela, recién editada, se
titula Un padre extranjero.
Estas notas pueden ser leídas en clave con su más reciente novela (nota del editor).
58 66 NOTAS PREPARATORIAS SOBRE LA IDENTIDAD
07
No deja de ser curioso que la noción de identidad, que vinculamos con lo
singular, con lo que hace distinto a alguien, incluya en otro plano la noción
de igualdad y de semejanza.
08
La identidad, por lo tanto, ¿es singularidad dentro de lo igual?
09
Ego idem Sum
10
Identificar es reconocer. Reconocer es volver a conocer: ver lo idéntico a lo
que conocíamos.
11
La identidad es el título de una novela de Milan Kundera, la segunda que
escribió no en su idioma natal, sino en francés.
12
Cada identidad se construye a partir de un sistema de parecidos: soy católico,
soy judío, soy europeo, soy americano como ellos, soy escritor, soy químico,
soy estudiante como ellos, soy de esta ideología y no de esta otra como ellos,
soy de este equipo de fútbol igual que otros.
13
“Si él hubiera sabido cómo temía yo que pusiera a prueba mi sentimiento de
identidad…” (Joseph Conrad, El copartícipe secreto)
14
La poderosa autoridad de los pasaportes y demás documentos, ¿reside en que
establecen doblemente la identidad: en el plano individual y el colectivo, en
lo que diferencia y en lo que une?
15
El extranjero construye su identidad al revés: en que no es idéntico.
16
Cambiar de identidad, reiventarse un nombre, un apellido, un oficio, una
fecha de nacimiento, una nacionalalidad, ¿es buscar ser idéntico a otra cosa?
EDUARDO BERTI 59
17
“Identifíquese”, le ordenaron al camaleón. Y al identificarse con cuanto lo
rodeaba se desvaneció.
18
Demasiada identificación = poca identidad (Zelig)
19
Poca identificacion con lo social = identidad freak (buscar ejemplos de otros
personajes de ficción) o lo que algunos llaman “problemas de identidad”-
20
“Me pregunto si la identidad personal consiste en la posesión de ciertos
recuerdos que nunca se olvidan” (Jorge Luis Borges)
21
En lógica y filosofía, el principio de identidad determina que toda entidad es
idéntica a sí misma
22
En matemáticas, la identidad es la igualdad entre dos expresiones, o sea, la
comprobación de que dos objetos son el mismo objeto pese a que se escriben
en forma diferente.
23
Identidad es el título de una película de James Mangold.
24.
Identidad no el título de una novela de Juan Goytisolo, sino Señales de
identidad
25
Dejó de ser él adquiriendo el nombre de otro, haciendo un documento idén-
tico al de otro.
26
Estrategia literaria: un personaje de ficción que se identifica demasiado con
un personaje de ficción. El lector que asiste a esto no sabe si allí hay una
especie de peligro de contagio. ¿Y si él, a su vez, se identifica con el que se
identifica? Pero en un momento se identifica con las acciones y se olvida del
peligro.
60 66 NOTAS PREPARATORIAS SOBRE LA IDENTIDAD
27
Como lector, me identifico con tal personaje o tal hstoria y los hago parte de
mi identidad.
28
Extranjero, ¿antónimo de idéntico?
29
Problemas de identidad o “locura” (bovarismo, quitojismo = demasiada
identificación)
30
“Yo es otro”. Identidad = ser y parecer.
31
Je est un autre. O, en el caso de mi padre, “J. es un autre”.
32
“Identifíquese” ordenaron y, entre la masa de árboles y plantas, apareció un
soldado tan eficazmente camuflado que para que lo vieran tuvo que sacarse el
uniforme. Desidentificarse.
33
Desde Platón, la identidad del amor es la identificación
34
En el amor platónico, la otra mitad es idéntica: otro brazo y otra pierna con
los cuales identificarse.
35
Identidad es el título de un ensayo de Zygmund Bauman.
36
“El hogar natural de la identidad es un campo de batalla”, dice Bauman.
37
Identidad en chino: Shēnfèn. Es decir, el caracter de “cuerpo”, “ser” o “vida”
más el caracter de “parte”, “miembro” o “componente”. El mismo concepto
define nociones como “posición”, “estatus” o “rango”.
EDUARDO BERTI 61
38
Artilugio literario: identificar dos historias distintas, sin que ninguna pierda
su identidad.
39
Ejercicio de identidad: identificar a seres que queremos con seres que nos
provocan admiración.
40
Un personaje de ficción que identificamos con tal o cual persona (verosimi-
litud), pero que tiene una identidad especial (interés); si falla una de ambas
cosas, la identidad lector–obra se diluye.
41
Las 66 notas preparatorioas se inspiran en las 99 notas preparatorias, forma
inventada por Frédéric Forte, escritor oulipiano.
42
Usar formas inventadas por otros para hablar de nosotros mismos y de nues-
tras creencias. Identificarse para expresar la identidad
43
A fin de cuentas, ¿el mito de la individualidad romántica no se valió de for-
mas idénticas y fijas como el soneto?
44
Identificarse tan solo por lo que nos hace idénticos con otros: pensamiento
sectario.
45
Lengua y habla: identificarse en lo idéntico.
46
Dime lo que identificas (lo que ves idéntico) y te dire qué sabes.
47
Al nacer empezamos a identificarnos con las cosas del mundo
48
Al morir nos identificamos del todo con las cosas del mundo
62 66 NOTAS PREPARATORIAS SOBRE LA IDENTIDAD
49
Oh, for the time when I shall sleep without identity (Emily Brontë)
50
Dime lo que identificas (lo que ves idéntico) y te dire qué quieres.
51
Leer = identificarse
52
Los buenos libros suscitan la doble empatía; me identifico con lo otro, me
identifico a mí mismo.
53
En las señas básicas de identidad (nombre + apellido) se cifran las dos acep-
ciones; el nombre es lo singular, el apellido lo igual.
54
Dejó de ser él identificándose con el nombre, ya no más con el apellido.
55
Pasó a ser él identificándose con el nombre, ya no más con el apellido.
56
Traición e identidad es el título de un libro de Robert Hampson consagrado
a Joseph Conrad
57
Nao sei quantas almas tenho/ Cada momento mudei/ Continuamente me
estranho (Fernando Pessoa)
58
Ejercicio literario, digno de las viejas lecciones de Flaubert: identificar lo que
tiene de singular la hoja de un árbol frente a las otras mil hojas y, asimismo,
lo que tiene de idéntico a todas las demás hojas. Todo ello en pocas frases.
59
El hallazgo de una metáfora: identificar atributos o rasgos que parecían aje-
nos a tal o cual identidad.
60
Dime lo que identificas (lo que ves idéntico) y te dire quién eres.
EDUARDO BERTI 63
61
Most people are other people. Their thoughts are someone else’s opinions,
their lives a mimicry, their passions a quotation. (Oscar Wilde)
62
Identidad proviene del latin identitas.
63
Identitas proviene de idem.
64
Los verbos copulativos (ser, estar, parecer, semejar), verbos de identidad.
65
¿Cópula = identidad?
66
Hijos/padres = vínculo por excelencia de identidad. Tensión entre lo parecido
y lo singular.
Ediciones
Pedidos a
Ediciones
P.O. Box 2009
Rockville, MD 20847, U.S.A.
e-mail: sosnowsk@umd.edu
I.S.B.N. 0-935318 30-5
152 p.
US$ 20.00
64
Testimonio
Nuestra herencia o la
maldita mutación
SANDRA LORENZANO
Para Emilia,
por el polvo de oro en las heridas
*
5:30 de la mañana. Abro los ojos e inmediatamente enciendo el telé-
fono para revisar el correo. Casi de manera automática, pero con la certeza
de que no puedo estar haciendo otra cosa más que esa, porque durante un
instante —no: durante la milésima parte de un instante— estoy segura de
Buenos Aires, 1960. Doctora en Letras por la UNAM, se especializa en arte y litera-
tura latinoamericanos. Durante más de diez años fue miembro del Sistema Nacional
de Investigadores y actualmente los es del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
Desde 2004 y hasta 2016 se desempeñó como vicerrectora en la Universidad del
Claustro de Sor Juana, donde fundó y dirigió el Programa de Escritura Creativa.
Entre 2010 y 2016 creó y condujo el programa “En busca del cuento perdido” que se
transmitió en el Instituto Mexicano de la Radio. Asimismo es creadora, realizadora
y conductora de los proyectos televisivos “Las otras voces” (TV UNAM) y “Pasio-
nes y obsesiones” (Rompeviento.tv). Es coordinadora de los libros La literatura es
una película. Revisiones sobre Manuel Puig, Aproximaciones a Sor Juana, Políticas
de la memoria: tensiones en la palabra y la imagen y de las antologías Lo escrito
mañana. Narradores mexicanos nacidos en los 60 y Pasiones y obsesiones. Secretos
del oficio de escribir. Sus textos se encuentran en diversas antologías. Entre sus obras
están también Escrituras de sobrevivencia. Narrativa argentina y dictadura (Mención
Especial en el Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas), el poemario
Vestigios (2010) y las novelas Saudades (2007) y Fuga en mí menor (2012), ambas
consideradas por la crítica dentro de los mejores libros de 2007 y 2012, respectiva-
mente. Vive en Ciudad de México desde 1976.
Fragmentos de este texto forman parte de Herencia, libro que Vaso Roto publicará
en 2017.
66 NUESTRA HERENCIA O LA MALDITA MUTACIÓN
de cada una de sus hermanas, ¿quién? Antes de esa tía tan joven cuya foto me
recuerda a mi madre. Antes de la otra, casi igual de joven, que habiendo sido
testigo de la historia de la menor prefirió colgarse en una de las piezas del
hotel que administraba la familia. Vaya regalo para los padres. ¿Qué sabrían
ellos de la herencia que reaparecía no solo en el color de los ojos o en el tono
de la voz? ¿Dónde tendría que empezar el cuento de este bosque femenino?
Robles de hojas rojas en otoño como el que plantamos todos juntos en un
jardín que nunca más fue nuestro. O tilos tan tupidos como los que daban
sombra sobre la mesita del fondo, hecha para los deberes, el café con leche y
las siestas de verano. En las ramas del damasco leí completa la colección del
Príncipe Valiente a los siete años porque la habíamos recibido en cajas desde
la infancia de mi padre. Nadie ponía en duda que entre esos árboles jugarían
los hijos de nuestros hijos. Troncos cortados para recordar cada nombre, cada
gesto, cada mueca que se repite en mi rostro.
*
No hay dolor. Solo una sombra. Algo apenas perceptible en el ultrasonido.
Después vienen los médicos, los quirófanos, el corte, el miedo. No todo en
ese orden. El miedo siempre. Y la cadena es larga: una más de las mujeres de
la familia. La culpa es del gen. Adonai. ¿Y antes? También antes el miedo,
el corte, los quirófanos, los médicos. ¿Desde cuándo? O solo un largo rezo y
ahora sí el dolor y los hijos alrededor de la cama. Hijos para salvar cada día
el universo. ¿Quién podía saber cuál era realmente el elegido por el Señor?
Treinta y seis justos nos salvarán. ¿Yo? ¿Tú? Huella tan ajena, tan distante,
que vuelve tanto tiempo después en otro cuerpo. Solo una sombra que qui-
siéramos no reconocer.
*
La memoria de la sangre. La huella en el cuerpo como uno de los capítu-
los de la historia. Final abierto. Aunque mis colores recuerden más el calor
del sur que los hielos entre los cuales cuentan que se hundía el abuelo con
sus hermanos como parte de las diversiones de la infancia. Cada tanto una
llamada y la emoción, el gusto, las novedades, la despedida. Mi madre grita
como si en lugar de teléfonos —inalámbricos, digitales, ligeros— intentára-
mos cubrir los diez mil kilómetros con dos latitas y un piolín.
Llegó al verano porteño con trece años, ropa de lana y un violoncello.
Quizás sea lo único estrictamente cierto que cuento y provoca siempre un
gesto de incredulidad. Parece una escena filmada en Ellis Island para que
Hollywood recuerde a sus inmigrantes. No debe haber sido fácil viajar con
semejante compañía. Menos aún para un adolescente de apenas un metro
sesenta. La altura de mi hermano. También entre ellos hay un torrente memo-
rioso. Pero no el gen aquel que durante siglos ha acompañado el inacabable
balanceo frente al muro. ¿Se balancean también las mujeres al rezar? El cielo
SANDRA LORENZANO 69
*
Treinta y cinco mil elementos que hoy son riesgo. Y solo en dos pares
se encierra la amenaza. ¿Qué es lo que no quiero saber? Sí los rastros
de una lengua lejana en los tangos que cantaba mi abuela. Sí las huellas
que quedaban en el camino que llevaba al lago helado. Sí las velas de los
viernes y alguien que, tapándose los ojos, rezaba. Sí el secreto guardado
en el baúl con el que llegaron. Sí las paredes vacías hace un siglo. Par 11
y 15, ¿o 13 y 17? Y el tono de la risa que, estoy segura, explotaba cuando
alguien se equivocaba en las notas. Y el miedo a decidir. A saber. ¿O ese
es solo mío?
*
Todo empezó por el mensaje de mi hermano. “Operaron a Irene”. Y es
ahora mi generación la que se desangra bajo tubos fluorescentes en un qui-
rófano, junto a los picos nevados más bellos del invierno. Qué extraño es ser
heredera de esa historia apenas construida, precaria, incierta, que nos contá-
bamos al alba para no dejar que entraran los cuentos verdaderos. Una camilla,
las luces blancas, el corte. Silencio. Apenas un golpeteo metálico. Alguna
voz. Había música casi todas las noches, y una lengua antigua nacida para los
versos y el humor. Todos recibimos una herencia. Tengo el color de ojos de
la otra tierra. Del Mediterráneo dulce. ¿Qué otras marcas de mi cuerpo han
viajado a lo largo de los siglos? En alguno de los pares late suavemente una
condena.
*
Intenté contar la historia. Hilar causas y efectos. Voces y sombras. Rostros
y cuerpos. No se pudo. Nunca se puede porque hay una cuerda ahorcando las
palabras. Y no es mi nombre, ni mi aliento, ni el desafiante hueso que sostiene
mi pisada: es un nudo que corre en dirección al sur.
*
Una liga, jeringa y aguja, un tubo de ensayo. Tiene buenas venas, me dice
la enfermera. Pero primero una larga explicación. Árbol genealógico. Solo
sé los nombres de mis bisabuelos. Lo demás está en el libro. No es necesario
rastrear más la memoria: venimos todos del mismo desierto. Del mismo per-
sonaje desgarrado que se queda en el límite de la tierra prometida. Oh pala-
bra, tú que me faltas. Y ahí, en el instante mismo del encuentro con el propio
destino –click— ¿una mutación genética? Oh palabra. ¿Cuál fue la sílaba
mal pronunciada? Qué se yo de genes, adn, herencias… apenas conozco los
nombres de los bisabuelos. Una liga, jeringa y aguja… Las venas vienen en
el mismo paquete heredado. Manos grandes. Iguales a las de mi madre y mi
abuela. Como si hubiéramos arado la tierra, como si hubiéramos martillado
sobre un yunque. No parecen de plegarias y velas, sino de vida al aire libre,
de rostro enrojecido y leña recién cortada. Cada una con el par marcado. La
línea roja atravesada sobre el mapa. Me va explicando de a poco haciendo
signos sobre el escritorio. Si esta sí, y esta y esta y esta también, es necesario
conocer los dibujos de tu sangre. Los vacíos en el libro son el secreto apenas
pronunciado. Las veintidós letras pueden ser oscuras, como lo supo el rabino
de Praga.
*
72 NUESTRA HERENCIA O LA MALDITA MUTACIÓN
Espacio mutilado. Una lengua que dibuja la menos esperada de las des-
pedidas. El viaje era solo una quimera, un pretexto para llenar la maleta de
objetos inútiles. Hablaste siempre un idioma extraño. Lo gutural se perdía en
los abrazos como si no hubiera páginas de historia esperándote en la puerta.
Nadie sospechó el hormigueo en las sienes, la palpitación en la punta de los
dedos. Nadie. Nunca. Y a pesar de eso hubo domingos con café compartido,
deletreo minucioso del alfabeto de tu vientre. Correr la maratón llevándote
de la mano puede ser solo un modo de burlar los recuerdos. Hay un espacio
vacío. Sin piedad podríamos tatuar allí nuestras iniciales. Como marineros
melancólicos. Con las flechas de un Sebastián florentino. Bet. Guimel. Dalet.
*
Pierdo fácilmente el hilo de los cuentos. Prefiero enredarlo en la sombra
de cada una de las letras. Es mi manera de sembrar el trigo que se volverá pan
ácimo. Celebro así los colores de mi abuela en sus pinturas. Y hago honor al
tamaño de mis venas.
HISPAMERICA NOW
AVAILABLE ON JSTOR
We are pleased to announce that the entire back run of Hispamérica is now accessible
online through JSTOR, the not-for-profit digital archive. Back issues of Hispamérica,
from its first issue in 1972 up until the most recent three years, are available through
JSTOR’s Arts & Sciences VI Collection.
Hispamérica is proud to collaborate with JSTOR to make available the multiple
expressions of Latin American literature through essays, fiction, poetry, theater,
the retrieval of forgotten voices and texts, and the latest from the region's
new generation of writers.
For more information on how to access Hispamérica through JSTOR,
please contact: support@jstor.org.
JSTOR is a not–for–profit service that helps scholars, researchers, and students
discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive of over
one thousand academic journals and other scholarly content.
Entrevista
Ana María Shúa
ADRIÁN FERRERO
¿Cuál es la génesis y la evolución hasta el presente de esa zona de tu
producción como la minificción? Te lo pregunto porque en tu caso es bas-
tante sistemática y sostenida, con varios libros consagrados a ella desde que
empieza con La sueñera (1984) y sigue toda una serie con Casa de geishas
Ana María Shúa nació en Buenos Aires en 1951. Es egresada de la carrera de Letras de
la UBA. Trabajó como creativa publicitaria y guionista de cine. En 1980 ganó con su
novela Soy paciente el premio de la editorial Losada. Sus novelas son Los amores de
Laurita (llevada al cine), El libro de los recuerdos (Beca Guggenheim), La muerte como
efecto secundario (Premio Club de los XIII y Premio Municipal de novela), El peso de
la tentación (2007). Cinco de sus libros abordan el microrrelato: La sueñera, Casa de
Geishas, Botánica del caos, Temporada de fantasmas y, el más reciente, Fenómenos de
circo (2011). En el año 2009 se publicó en Madrid Cazadores de Letras, que reúne sus
cuatro primeros libros de minificciones. Sus libros de cuentos incluyen, entre muchos
otros, Los días de pesca, Viajando se conoce gente, Como una buena madre y Contra el
tiempo. Sus cuentos completos están reunidos en Que tengas una vida interesante. Con
Miedo en el sur obtuvo el Premio Municipal en el género cuento. Otra vertiente de su
producción la configuran una serie de compilaciones de cuentos populares de diversas
tradiciones. Entre otros, Cabras, mujeres y mulas (Antología del odio/miedo a la mujer
en la literatura popular) (1998), Sabiduría popular judía (1998), El libro de los peca-
dos, los vicios y las virtudes (2002) y Todo sobre las mujeres (2012). Compiló junto a
Alicia Steimberg una Antología del amor apasionado (1999). Ha cultivado asimismo el
cuento infantil y juvenil, por los que recibió varios premios nacionales e internacionales.
Su bibliografía incluye también algunos libros de difícil clasificación, como El marido
argentino promedio (1992), Risas y emociones de la cocina judía (humor costumbrista),
Libros prohibidos (memorias de una lectura, 2003) e Historias verdaderas (crónicas
urbanas). Algunos de sus libros han sido traducidos a más de doce idiomas. Hija (2016)
es su novela más reciente.
Adrián Ferrero nació en La Plata, Provincia de Buenos Aires, en 1970. Es Doctor en
Letras por la Universidad Nacional de La Plata, donde trabaja. Ha publicado trabajos
académicos en Estados Unidos, Alemania, Francia, Israel, España, Brasil, Chile y su
país. Editó los libros Verse (cuentos, 2000), Cantares (poemario, 2005) y, en carácter
de editor, Obra crítica de Gustavo Vulcano (2005) y Desplazamientos. Viajes, exi-
lios y dictadura (Antología de narrativa breve argentina contemporánea). Cuentos y
poemas suyos figuran en numerosas antologías. Entre 2000 y 2006 obtuvo tres becas
bianuales de investigación de su Universidad. En 2005 le fue otorgado un Subsidio
para Jóvenes Investigadores de dicha institución. Sus cuentos han aparecido en publi-
caciones académicas de Estados Unidos y México y ha sido traducido al inglés.
74 ANA MARÍA SHÚA
Todo empezó en el año 1974, cuando cayó en mis manos una colección
de la revista mexicana El cuento, dirigida por Edmundo Valadés. Esa revista
publicaba solo cuentos, algunos del ámbito iberoamericano, otros en magní-
ficas traducciones. Y en todos los números se incluía la publicación de varios
“cuentos brevísimos”, que así se llamaban entonces, antes de que a los críti-
cos se les hubiera ocurrido inventarles un nombre (y un casillero diferente del
que corresponde al cuento). Allí empecé a conocer a los autores que estaban
escribiendo en el género en el resto de América Latina y también a otros,
como el francés Henri Michaux, (a quien en su país se considera poeta) que
fue una fuerte influencia para mí. La revista tenía un Concurso Permanente
de Cuento Brevísimo y para presentarme a ese concurso escribí mis prime-
ros textos, que son los primeros que están publicados en La Sueñera, donde
los microrrelatos figuran por orden de aparición. Envié los textos con una
carta en que invitaba al director de la revista a probar mi “Menú Número
1 para Visitas”, que en esa época era pollo con cerezas a la crema. No me
publicó ningún texto, pero sí la carta. Lo interesante es que Valadés, en los
años siguientes, publicó muchos de mis microrrelatos, pero yo nunca lo supe
hasta hace un par de años, porque nunca más pude conseguir la revista en
Buenos Aires.
En cuanto a la evolución… ¿cómo saberlo? ¿Se lee realmente una evolu-
ción en mis libros? No estoy tan segura. Pero puedo contarte algunas cosas
que fueron marcando cambios. En La Sueñera hay muchos textos que no
son narrativos sino poéticos. En los libros subsiguientes decidí volcarme más
claramente hacia la narración (aunque no abandoné ciertas líneas que empa-
rentan los textos con la poesía). La sueñera es mi primer libro, el primero que
escribí, aunque me costó diez años publicarlo y tuve que pasar por un libro de
cuentos y una novela para que finalmente se me diera la oportunidad.
El microrrelato es un género muy poco comercial. En La sueñera los tex-
tos están numerados porque se me dio la gana. Es un libro muy espontáneo,
en el que no había todavía ninguna consideración que no fuera el placer y la
alegría de la literatura. No pensaba que mis textos iban a ser incorporados en
antologías. Recién cuando empezaron a buscarme para las antologías, me di
cuenta de que necesitaban un título y así aparecen en los libros que siguen.
En La sueñera y todavía en Casa de geishas hay muchos juegos de palabras
y piruetas con el lenguaje que son intraducibles… ¡no se me había ocurrido
que me podían traducir! Hoy escribo con menos espontaneidad y por más que
trato de olvidarme y recuperar la inocencia primigenia, saber que esos textos
se van a traducir provoca ciertos efectos en su construcción.
ADRIÁN FERRERO 75
Así es, la minificción resulta casi tan difícil de traducir como la poesía.
Por suerte tengo un excelente traductor al inglés (Steven Stewart) que es
poeta y además me consulta constantemente. Las traducciones al italiano y
al francés también las puedo controlar. Pero también tengo una misteriosa
traducción al chino, publicada en Taiwan, hecha a partir de una traducción
al inglés… ¡y vaya uno a saber qué dice! Mis libros no circulaban mucho
por Iberoamérica porque los únicos libros que circulan son los best-sellers…
hasta que en 2004 empecé a publicar en Madrid, en la editorial Páginas de
Espuma, que distribuye también en América Latina. Creo que a partir de ese
momento comencé a tener más visibilidad. Además, en España la crítica me
trató de maravillas (igual que aquí, pero con menos difusión) y los periodistas
españoles me nombraron la “Reina del Microrrelato”, un título nobiliario que
me hizo muy bien. Pero además, en Argentina, nuestros más grandes autores
escribieron minificción. Tanto que, cuando empecé, no tenía conciencia de
estar haciendo algo nuevo, me sentía, simplemente, parte de una tradición
nacional. En 1955, Borges y Bioy publican los Cuentos breves y extraordi-
narios, la primera antología del género en América Latina. Y aunque nunca
publicaron un libro propio íntegramente dedicado al género, los dos incorpo-
ran microrrelatos (magníficos) en sus libros de cuentos, como lo hace tam-
bién Cortázar, que además tiene la Historia de cronopios y de famas. Ahí está
Falsificaciones, de Denevi, y El mago, de Blaisten. Todos nuestros maestros
del cuento practicaron la brevedad. Este microboom que tiene el microrrelato
en los últimos años (y que es más un boom de autores que de lectores) lo atri-
buyo a dos causas concurrentes. Por un lado, hace unos veinte años la crítica
lo descubrió como un género nuevo, diferente del cuento. Todo un territorio
inexplorado sobre el que los críticos se lanzaron, felices, a escribir, describir
y taxonomizar (si se me permite el neologismo). Esto sucedió casi simultá-
neamente en varias universidades del mundo iberoamericano. Los profesores
interesaron a sus alumnos y se produjo una suerte de contagio que llegó hasta
una pequeña elite de buenos lectores. Por otro lado, por su brevedad, este es
un género ideal para leer en pantalla y la web ayudó muchísimo a difundirlo.
De hecho, muchos de mis lectores me conocen por haberme leído en Internet,
y no por los libros, que siguen vendiéndose muy poquito. En Argentina, en
todo el país, hay un fuerte movimiento de autores, interesante y valioso, que
está colaborando de todas las maneras posibles en la difusión del género.
76 ANA MARÍA SHÚA
Tenemos grandes escritores como Luisa Valenzuela, Raúl Brasca; otros más
cercanos a la poesía, como Eugenio Mandrini, la ironía salada de Roberto
Perinelli, y muchísimos autores jóvenes que se acercan al género de todas las
formas posibles.
entre uno y otro emprendo otro género para dejar el cerebro en barbecho.
Vaya a saber por qué, el primer texto que se me ocurrió fue el del Mago que
corta a su partenaire en dos. De la galera del mago asomaba un pañuelo.
Cuando tiré del pañuelo aparecieron dos enanos, después una écuyere, a con-
tinuación un trapecista y tres acróbatas, dos leones, siete elefantes…Y se fue
formando el circo. Supongo que todo lo que uno hace está asociado de uno u
otro modo a experiencias de infancia. A mí, de chica, no me gustaba mucho
el circo. Lo asocio con un olor muy fuerte a animal encerrado, unos payasos
siniestros y un conjunto general un poco triste. Pero el circo solo ha desapa-
recido en el avatar que conocí en mi infancia, ahora hay otros circos, como
el Cirque du Soleil, sin animales pero con pruebas espectaculares, difíciles
y peligrosas igual que siempre. A la gente le sigue gustando el circo, aunque
ahora lo vea por televisión.
para sus pueblos originarios. Las minificciones nacieron, por buenas razones
mnemónicas, como literatura oral. El cuento popular, en buena parte, fue
espontáneamente brevísimo. En Las Mil y Una Noches hay una sección que
su traductor llama “Silva de varia invención”, en que Sheherezada cuenta
cuentos brevísimos, tanto que necesita varios para completar una sola noche.
Y si se trata de productos literarios, cuando mi generación despertó a la lec-
tura, la minificción ya estaba allí. Por ejemplo: Aloysius Bertrand, con su
Gaspard de la Nuit; Kafka; Michaux, y antes todavía los franceses rebeldes
(Breton, Artaud, Schwob, Lautréamont, etc.); Ramón Gómez de la Serna,
con sus Greguerías… En la Argentina, habían producido ya sus obras más
importantes en el género todos nuestros maestros del cuento: Borges, Bioy,
Cortázar, Denevi...Y en México, Arreola y Monterroso.
Antes de este pequeño auge que está viviendo el género, había muy pocos
libros que fueran enteramente de minificción. En 2002 me pidieron una lista
de 16 libros de cuentos brevísimos y me resultó muy difícil completarla (hoy
tendría que elegir entre cientos de libros). Este fue el resultado y esos son
los libros que me formaron y a los que vuelvo una y otra vez. Por supuesto
también leo constantemente a los nuevos autores, pero son tantos que me
resulta difícil elegir… A esta lista tengo que agregar los de Luisa Valenzuela
y de Raúl Brasca.
Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, Cuentos breves y extraordinarios
Marco Denevi, Falsificaciones
Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas
Henri Michaux, Obras Completas
Aloysius Bertrand, Gaspar de la Noche
Isidoro Blaisten, El Mago
Augusto Monterroso, Obras Completas y otros cuentos
Cuentos de Kafka
Frederic Brown, Supershortstories
Javier Villafañe, Los ancianos y las Apuestas
Juan José Arreola, Confabulario total
Álvaro Menén Desleal, En el vientre el pájaro
La mano de la Hormiga. Antología
Juan Epple, Antología del Micro Relato Hispanoamericano
Antología de Robert Shapard y James Thomas, Ficción súbita
Italo Calvino, Las ciudades invisibles
Has escrito novelas con muy buena repercusión, tanto nacional como
internacional. Una es La muerte como efecto secundario. ¿Qué problemas,
80 ANA MARÍA SHÚA
Eso por un lado. Por el otro, la has definido como “novela de anticipa-
ción”. ¿Podrías referirte a por qué lo hacés en esos términos? ¿Estás intere-
sada en ese género a partir de lecturas? Lo digo porque si uno busca dentro
de tu corpus, encuentra algunos (pocos) textos de ciencia ficción, género
emparentado en cierto modo con la anticipación.
Bueno, creo que no es una opinión sino un hecho objetivo. Tanto La muerte
como efecto secundario como El peso de la tentación suceden en un futuro
próximo y posible. A eso se le llama anticipación. Sí, por supuesto que me
interesa tanto la anticipación como la ciencia ficción y tengo algunos cuentos
que son ciencia ficción bastante neta.
Para ir a tu narrativa breve, en 2009 publicaste Que tengas una vida inte-
resante. Los mejores cuentos (pero no minificciones, eso debe quedar claro).
¿Cómo surgió la iniciativa de reunir tus cuentos más importantes, con qué
criterio armaste la antología y por qué elegiste esos textos y no otros? Por
último: ¿Qué sentiste al tener esa suerte de casi “obra reunida” publicada?
¿Y el título?
Poesía
Encuentros
Pasan años
pasan más años que los años que creo haber vivido,
eras geológicas que me cambian,
que nos cambian
y tú sigues conmigo,
granos de arena del mismo remolino eterno,
en el secreto delirante de las noches que inventamos
a la hora del almuerzo,
desayunando juntos,
lejos o cerca,
con el mar de por medio.
Por siempre invocándonos,
tú sigues conmigo,
apacible y salvaje
por siempre sin ansias
a través de las edades
en secreto y contra todo,
en la intimidad más íntima,
inventando el deseo inacabado,
agotando la locura inagotable de la carne
nuestros cuerpos saben esperarse,
sin maravillarnos de no padecer en la espera.
Eso te agradezco,
tu inextinguible fuego que alimenta mis vísceras
tu mejor guardado secreto,
tu eternidad.
Santa Rosa de Osos, Antioquia, Colombia, 1947. Ha publicado nueve libros de poe-
mas, la mayoría con la Editorial Pre-Textos de Valencia, España. Editorial que tam-
bién ha publicado seis de sus siete novelas y sus libros de ensayo. Sus más recientes
libros publicados son: un libro de poemas, El cuerpo y otra cosa, la novela Historia
de Simona y el ensayo Poesía en la canción popular latinoamericana. Estuvo en el
International Writing Program, Universidad de Iowa, 1974-75. Fue Premio Nacional
de Poesía “Eduardo Cote Lamus”, 1977. Fue finalista en el Premio Rómulo Gallegos,
1995 y 2003, Poeta en Residencia de la Residencia de Estudiantes de Madrid, 2006 y
Becario de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation, 2008-2009, Miembro
correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua.
84 MONÓLOGO DE ALGUIEN SIN VOZ
Hombres con los pies al revés, de suerte que si persigues sus huellas te estarás
alejando de ellos.
Hombres con pies de avestruz.
La naturaleza puede hacer cosas grandes: peces que cantan con armonía,
invasiones de gigantes; Magallanes capturó uno que medía trece pies y que tuvo
miedo cuando se miró al espejo.
Trescientas leguas, más de sesenta pueblos habitados por mujeres solamente,
esmeraldas del tamaño de la palma de la mano,
árboles con gajos de incienso.
Jardín de flores curiosas: lo mejor contra el fuego es un vestido de salamandras
como lo acostumbró su majestad el emperador de la China en las batallas:
mil pieles entretejidas inmunes a las llamas.
Se sabe que el primer caballo salió de una ráfaga de viento condensada por Alá
y San Isidoro de Sevilla cuenta de hombres sin cabeza que tienen los ojos en
los hombros.
Entonces,
¿por qué no creerte?
Mi tierra ya no es mi tierra.
Fui expulsado de ella, salí a medianoche sin rumbo,
salvando la vida como si mi vida valiera alguna cosa.
El resto lo perdí, la casa, los muebles,
las fotos y las cartas que me conectaban con los muertos de mi sangre.
Todo quedó abandonado,
de alguna manera muerto,
muerto como yo que comencé a morir entonces.
Salí con las manos vacías, sin tiempo para llorar,
también sin pasado salí de esa tierra que ya no es mía.
El espejo de esta casa se niega a reflejarme,
nadie me reconoce.
Sin lugar y sin pasado,
esta tierra no me reconoce.
Ya no hay casa.
En el lugar habitan gentes que llegaron de ninguna parte.
Ahora soy un nómada, una planta sin raíces,
un hombre sin nombre y sin memoria.
85
Ficción
Operación Lindona
BÁRBARA JACOBS
César vivía a unas cuantas cuadras de la casa de Pati, en una calle empe-
drada como todas las del barrio, pero tal vez la más arbolada y amplia de
Chimalistac, con un camellón que desde hace más de medio siglo cubre un
brazo del Río Magdalena, que sigue corriendo subterráneamente al suroeste
de la ciudad.
No recuerdo cómo se conocieron, Pati y César, pero sí que su amistad fue
inmediata y duró hasta el día en que él murió, de neumonía, en un hospital y
recién regresado de un viaje a Nepal que había hecho con Raúl, otro amigo de
Pati, del que escribiré más adelante. César murió rodeado de sus padres y sus
hermanas. Pati y Raúl fueron los primeros amigos en ser avisados, y alcanza-
ron a ver a César en la habitación, antes de que lo prepararan para llevarlo a
la agencia funeraria, a sus treinta y tantos años de edad.
César tenía un puesto en el segundo banco más importante del país. Su
rango no era de los más altos, pero sí estaba entre los ejecutivos. En una
ocasión le pidieron que atendiera a no sé qué financiero japonés que había
viajado a México para cerrar un trato bancario. Y César le pidió a Pati que
lo acompañara a cenar con este personaje, en un restaurante exclusivo de
comida mexicana en el piso superior de uno de los grandes hoteles de lujo
en la zona hotelera de Polanco. A la mañana siguiente, Pati me contó que sin
querer había hecho llorar al banquero japonés, pues, desplegando una de sus
gracias, le había cantado una canción japonesa, en su lengua original, que
resultó ser, precisamente, la canción de cuna con la que su mamá lo arrullaba
Bárbara Jacobs nace en 1947 en la Ciudad de México, dentro de una familia de inmi-
grantes libaneses, los abuelos paternos judíos y los maternos cristianos. Cursa su
educación secundaria en Montreal, Canadá; obtiene el grado de licenciatura en Psico-
logía en la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue profesora e investigadora
de traducción en El Colegio de México, y de lengua inglesa en la Universidad Ibe-
roamericana. Es viuda de Augusto Monterroso. No tiene hijos. Vive con Vicente Rojo
entre la ciudad de México y Cuernavaca. Es narradora y ensayista. Entre sus novelas
destacan, la primera, Las hojas muertas (1987, Premio “Xavier Villaurrutia”) y la
más reciente, La dueña del Hotel Poe (2014); entre sus libros de ensayo, el primero,
Escrito en el tiempo (1985), y el que publicó más recientemente, Un amor de Simone
(2012). Entre otros, ha sido jurado del Premio Casa de las Américas 1997, en Cuba y,
en México, del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2012. Ha sido reconocida por la
comunidad libanesa en México con el Premio “Biblos” al Mérito 2013. Actualmente
trabaja en una historia de la literatura del siglo XX a través de los géneros literarios.
86 OPERACIÓN LINDONA
Vivir mi vida
SERGIO RAMÍREZ
Para Fer
Los jueves el niño salía a las tres porque tocaba entrenamiento de futbol, y
la madre lo recogía en el estacionamiento de la cancha. Mamá, voy llegando,
le avisaba, porque su regalo del último cumpleaños había sido un Samsung
Galaxy. Vestido con su uniforme de camiseta amarilla y calzoneta blanca, la
mochila escolar a la espalda y en la mano el maletín Adidas, sudoroso pero
feliz, se balanceaba en sus zapatos de taquitos al acercarse al Yaris, donde ella
esperaba al volante. En el camino de regreso iba contándole desde el asiento
trasero sus hazañas de mediocampista, baja la voz, cariño, te escucho muy
bien sin necesidad de que grites.
Marisa se llama la madre. Raymond el niño. Matías el padre, quien no
regresará sino pasadas las siete de la noche en el Corolla que le ha asignado la
empresa. Es vicegerente de marketing de Procter and Gamble y suele tener a
deshoras juntas donde se discuten las estrategias para no perder terreno frente
a Unilever, una cerrada disputa por el mercado de desodorantes, shampoo,
jabones, toallas sanitarias, papel higiénico y productos semejantes.
Viven en Residencial El Rialto, y cada vez que hace sonar el claxon para
que el guardián abra la reja eléctrica de acceso al reparto, Marisa no deja
de sentir un grato cosquilleo de satisfacción en el plexo solar. Dentro de las
murallas de la ciudadela no hay ruidos de talleres de soldadura ni vulcaniza-
doras donde los operarios destapan las llantas de los rines en plena acera, ni
humo de autobuses, ni pregoneros de lotería, como cuando vivían en casa de
sus suegros en el casco antiguo de la ciudad. Allí, además, en las piezas exte-
riores de las casonas coloniales vecinas se han instalado bares, restaurantes
chinos, salones de tragamonedas y almacenes de ropa que sacan a las aceras
sus maniquíes de fibra de vidrio, calvos o decapitados, y atraen a los clientes
con sones de cumbia y letanías de regatón.
El Yaris huele a ambientador floral. Las bolsas negras de la basura, debida-
mente selladas, esperan en los porches de las casas por el camión recogedor
que pasa a la hora puntual. El tráfico es escaso en las calles asfaltadas que
tienen la tersura del terciopelo, y solo pueden circular los autos de los vecinos
Masatepe, Nicaragua, 1942. Entre sus obras están: Castigo divino (1988, Premio Das-
hiel Hammet); Un baile de máscaras (Premio Laure Bataillon, 1998) y Margarita,
está linda la mar (Premio Alfaguara 1998). También obtuvo el Premio Latinoameri-
cano José María Arguedas (1999), el Premio Bleu Metropole, Montreal (2013), el Pre-
mio Iberoamericano de Letras José Donoso (2011) y el Premio Internacional Carlos
Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español (2015).
88 VIVIR MI VIDA
sigue estando en manos del banco, pero eso no los hace sentir menos dueños,
porque pagan cumplidamente; el trabajo de Matías en la compañía es seguro,
con posibilidades abiertas de ascenso, y ella aporta sus ingresos de agente de
bienes raíces por cuenta propia.
Eso les permite también tener a Raymond en el Saint Thomas. En las aulas,
la cafetería y las canchas, solo está permitido hablar inglés. Pagan quinientos
dólares mensuales, pero lo hacen con gusto. No solo recibe una excelente
educación, sino que tiene la oportunidad de relacionarse con niños de buenas
familias. Su suegra usa la palabra “rozarse” que a Marisa le parece vulgar.
Sus mejores amigos son Jorge y Clara Eugenia, padres de Wendy, compa-
ñera de clases de Raymond. Fueron ellos quienes cuatro años atrás los invi-
taron a escuchar una prédica del padre Graciano, guía del grupo catecumenal
del Verbo Encarnado. Jorge es ingeniero de sistemas y trabajaba en la planta
de ensamblaje de Entel en Majada Vieja, y Clara Eugenia regenta un gimna-
sio aeróbico en la calle Euclides Lucientes, cerca del pequeño enjambre de
rascacielos del distrito financiero.
Aceptaron con cierta reticencia, porque ninguno de los dos mostraba
entusiasmo por la religión, pero regresaron encantados del estilo llano del
sacerdote, con tanto sentido del humor como para permitirse contar chistes
a costillas de los personajes de las sagradas escrituras, y en poco tiempo se
integraron al grupo donde reina tal camaradería, que tras las sesiones en la
casa pastoral de la iglesia Redentor del Mundo, se organizan tertulias que no
excluyen las bebidas alcohólicas, y el padre Graciano siempre está entre ellos
con un vaso de Chivas on the rocks en la mano. La vida de ambos sufrió un
vuelco espiritual, y así lo hicieron patente, entre aplausos de los demás, en
el testimonio que les tocó ofrecer en una de las sesiones donde cada quien
ventilaba en alta voz sus asuntos de fe y sus problemas familiares.
Ese jueves Marisa acompañó como siempre a Raymond hasta su recá-
mara, y mientras ajustaba la temperatura del agua de la regadera, el niño iba
dejando por el piso las piezas del uniforme que luego la empleada doméstica
vendría a recoger. Lo empujó por la cabeza para meterlo bajo el chorro en
tanto él fingía resistirse, un juego del que ambos disfrutaban, y mientras se
duchaba fue a prepararle el sándwich de mortadela y el vaso de leche con
Nescao de la merienda, un acto amoroso que no deja nunca en manos de la
empleada. Minutos después el niño estaba ya en la cocina, oliendo a shampoo
de manzanas, y mientras comía siguió hablándole de sus proezas de medio-
campista, hasta que ella le recordó que era hora de las tareas.
─Tengo un nuevo amigo, mamá ─dijo Raymond.
─¿De tu año? ─preguntó ella.
De su mismo año, se llamaba Kenneth. Sus padres venían de Guatemala,
el headmaster había llegado a presentarlo a la clase, y el profesor hizo que
90 VIVIR MI VIDA
cada uno de los niños se pusiera de pie para saludar al recién llegado, hola
Kenneth, soy Raymond.
Después de terminar sus tareas, Raymond salió a patear la pelota a la calle
donde pronto se congregaron otros niños de las casas vecinas. Al rato empe-
zaron una discusión encendida acerca de Messi y Cristiano Ronaldo, dividi-
dos entre partidarios del Barça y del Real Madrid. A Marisa no le estorbaban
las voces en disputa mientras se ocupaba de colocar en la página web de su
agencia nuevas ofertas de casas en alquiler, ilustradas con fotografías que
ella misma había tomado. Así fue cayendo la tarde y vino la hora de la cena.
La bendición de los alimentos la hace Matías, pero a veces cede la pala-
bra a Raymond, como ocurrió esa noche, Señor, bendice estos alimentos que
vamos a tomar, bendice a mi papá, bendice a mi mamá, y ayúdame a mí
a portarme bien. Terminada su oración, Raymond volvió a repetir la noti-
cia sobre su nuevo amigo, hola Kenneth, soy Raymond, tengo nueve años y
vivo en residencial El Rialto, soy mediocampista del equipo infantil A, y mi
videojuego favorito es FIFA, mis papás ya me compraron el número 15 de
la serie.
─Demasiado pronto para llamarse amigos ─comentó Matías por decir
algo─, apenas tienes unas horas de conocer a Kenneth.
─Mamá, lo había olvidado, me convidó a su cumpleaños este sábado, hay
que llevar regalo.
─¿Y la tarjeta de invitación? ─preguntó Marisa.
─Vaya, reconozco que ha nacido una amistad ─dijo Matías─. ¿A cuántos
más invitó Kenneth?
─Solo a mí, y a Wendy ─respondió triunfante Raymond. Y pidió que no se
lo dijéramos a ninguno de los demás niños de la clase.
─¿Y la tarjeta? ─insistió Marisa.
─Déjate de protocolos ─dijo Matías. ¿Y dónde vive Kenneth?
─Dijo que en Lomas del Pinar.
─¿What? ─dijo Matías. Esas son palabras mayores.
Marisa sabía bien que sí eran palabras mayores. Las cotizaciones de
inmuebles en Lomas del Pinar, en el estrecho valle al pie de la sierras de
los Atacanes, eran las más altas del mercado. Las residencias diplomáticas
relevantes estaban allí, empezando por la Nunciatura Apostólica, y también
era el lugar preferido de los CEO de las transnacionales con filiales en el país.
─Dice que hay dos piscinas, una para grandes y otra para niños con cas-
cada y tobogán, y se puede andar en caballos pony en la propiedad ─les
informó Raymond. También hay un cine tipo VIP con butacas reclinables,
máquina de popcorn, y te ofrecen cocas y nachitos y hot dogs.
─Mansiones de abrir la boca hay en Lomas del Pinar, pero una como esa,
y con un terreno tan grande, es raro que yo no la tenga en mis registros ─dijo
Marisa.
SERGIO RAMÍREZ 91
─Eso no está bien, cariño ─dijo Marisa─, ¿de dónde ha sacado ese niño
billetes de cien dólares para repartir?
─Mamá, ¿me puedes poner un poco más de queso parmesano? ─dijo
Raymond.
─Si ya no tienes hambre, no desperdicies el queso ─dijo Matías.
─Raymond, te estoy hablando ─dijo Marisa. Tu papá y yo no podemos
quedarnos callados con esto de que un niño te da cien dólares así porque sí.
─Tenemos que dar cuenta al colegio, para que ellos informen a los padres
de tu amiguito ─dijo Matías.
─Esos cien dólares debemos devolverlos ─dijo Marisa, y acarició la
cabeza de Raymond. –¿Entiendes eso?
─¡Kenneth me los dio a mí! ─protestó Raymond, y los ojos se le llenaron
de lágrimas.
─Es un dinero que no le pertenecía, y tú no te lo puedes quedar ─dijo
Matías.
─¡Sí le pertenecía! ─dijo Raymond, desafiante. Cuando necesita dólares
se los pide al otro señor que se queda esperándolo en el parqueo junto al cho-
fer. Tiene orden del papá de darle todo el dinero que necesite.
─Eso no puede ser ─dijo Marisa─; es un niño fantasioso que te cuenta
esas historias para justificarse.
─Pero si fuimos donde ese señor, y Kenneth le dijo: “dame dos billetes de
cien dólares”, y el señor obedeció la orden ─dijo Raymond. –Se llama don
Jacinto, y el que maneja la camioneta blindada se llama don Romualdo.
Matías y Marisa se miraron.
─Aun así no me parece, y lo veo muy extraño ─dijo Matías.
−¿Qué son cien dólares para el papá de Kenneth? ─dijo Raymond. Hace
muchas obras de caridad.
─¿Obras de caridad? ─dijo Marisa.
─En Guatemala regaló una cancha deportiva con iluminación en un barrio
de gente pobre –dijo Raymond. ─También mandó a hacer nueva la torre de
la iglesia de otro barrio, porque el cura se lo pidió. Y cuando se vino de allá,
regaló los animales que tenía en su zoológico.
─¿Tenía un zoológico? –preguntó Matías.
─Claro que sí, pero solo se trajo los pingüinos ─dijo Raymond. La jirafa,
el hipopótamo y los cocodrilos los donó al gobierno para el Zoológico Nacio-
nal, y la cebra, que estaba embarazada, se les murió a los veterinarios en el
parto. Se puso tan furioso que mandó a darles cruz y calavera.
─¿Cruz y calavera? ─dijo Marisa.
─Bueno, mamá, es una forma de hablar ─dijo Raymond. Les dieron un
tiro en la nuca, y listo.
─¡Padre Santo, qué horror! ─se persignó Marisa.
─Es igual que en las películas, mamá ─dijo Raymond.
94 VIVIR MI VIDA
─Lo sabe todo, sabe que estamos saliendo de la ciudad, sabe que vamos a
cambiar a Raymond de colegio ─dijo Matías.
─¿Y cómo lo sabe? ─dijo Marisa.
─¿Qué cómo? ─dijo Matías, y volvió a señalar hacia el Corolla. Tu hijo
llamó a su amiguito por su celular, y le dijo que no iba a la fiesta porque su
papá era un narco, y que lo cambiaban de colegio.
─¿Pero qué fue exactamente lo que te dijo ese hombre? ─preguntó Marisa.
─Que no le gustaban los desprecios, y que en su vida prefería tener amigos
y no enemigos ─respondió.
─¿Eso fue todo? ─preguntó Marisa.
─Porque los amigos le duraban, y los enemigos no ─respondió Matías.
─¿Y luego? ─preguntó Marisa.
─Luego colgó ─respondió Matías.
Hay poco ya que contar.
El plano era suficientemente explícito como para llegar sin tropiezos hasta
La Macorina. Dejaron el Corolla en el estacionamiento exterior, y antes
de atravesar el portón de acceso fueron cacheados por los guardianes. Una
mujer, recia de contextura, se encargó de cachear a Marisa.
Raymond cargaba el regalo como si se tratara de una ofrenda. Eran unos
binoculares Bushnell Powerview empacados en una caja con un moño de seda,
que fue sometida al detector manual de metales. Otro de los guardianes, cal-
zado con guantes de cirujano, esculcó los maletines donde llevaban los trajes
de baño. El de Marisa, verde neón y de una sola pieza, tenía aún las etiquetas.
Pasado el trámite de ingreso, divisaron de lejos a Jorge y a Clara Eugenia
que caminaban rumbo a la mansión. Clara Eugenia conducía a Wendy de la
mano. Una orquesta de salsa tocaba “Vivir mi vida” en un estrado al aire libre
y el cantante imitaba a Marc Anthony.
─Mamá, me muero por conocer los pingüinos─ dijo alegremente
Raymond.
Masatepe, 2015/2017
98
ibero63(14x21).qxd 25/11/2016 3:38 Page 1
IBEROAMERICANA
A MÉRICA L ATINA IBEROAMERICANA es una revista inter-
disciplinaria e internacional de historia,
E SPAÑA - P ORTUGAL literatura y ciencias sociales, editada por
el Instituto Ibero-Americano de Berlín
Ensayos sobre letras
(IAI), el GIGA - Instituto de Estudios
historia y sociedad Latinoamericanos de Hamburgo y la
Notas. Reseñas Editorial Iberoamericana / Vervuert,
iberoamericanas Madrid y Frankfurt.
63
giosa en la América andina colonial. Representaciones, apropiaciones y medios
(siglos XVI-XVIII). Nº 62: Legacies and Repercussions of the Military Dictatorship in the
Brazil of Today. Nº 63: Pensar América. Enfoques teóricos y espacios de reflexión.
Número individual
€ 29,80
IBEROAMERICANA Editorial Vervuert, Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid, Tel.: +34 91 429
35 22 / Fax: +34 91 429 53 97 - VERVUERT Verlagsgesellschaft, Elisabethenstr. 3-9
D-60594 Frankfurt am Main, Tel.: +49 69 597 46 17 / Fax: +49 69 597 87 43
info@iberoamericanalibros.com - www.iberoamericana-vervuert.es
99
Polémica
Paper v. ensayo: ¿Aún se puede
decir “Hispanoamérica”?
AMIR HAMED
Da la impresión de que en el Cono Sur aumenta el malestar contra el
paper. Este modelo de producción textual, predominante en la academia esta-
dounidense, ha sido implantado en las agencias de investigación estatales y
en los requisitos de investigación universitarios en países de habla castellana.
Esta imposición comienza a acumular denuncias, contra el paper y contra los
parámetros que lo sustentan. Los chilenos José Santos Herceg y Leonidas
Morales1 consideran que la imposición absolutista del paper atenta contra la
expresión hispanoamericana y la denuncian como imperialista, en tanto la
uruguaya Alma Bolón entiende que se trata de la imposición de un fetichismo
neoescolasticista —hipotéticamente cartesiano— que acosa a las Humanida-
des.2 A estos trabajos, que condenan este modo de producción discursiva se
debe agregar un previo y recurrente fastidio en Argentina ante lo que Eduardo
Montevideo, 1962. Narrador, ensayista, investigador, también músico. Docente de
Universidad ORT, Uruguay. Es autor, entre otros, de las novelas Artigas Blues Band,
Troya Blanda y Semidiós, los libros de relatos Qué nos ponemos esta noche y Buenas
noches, América, y los volúmenes ensayísticos Retroescritura, Mal y neomal: rudi-
mentos de geoidiocia y Encantado (2014). Es autor de la primera versión al caste-
llano de The Two Noble Kinsmen, de William Shakespeare & John Fletcher, publicada
como Dos nobles de la misma sangre. Algunos de sus relatos han sido antologizados
en muestras uruguayas e iberoamericanas. En 2013 saca a luz Cielo ½, narrativa, libro
que habría que considerar un álbum. Alguna vez recibió un doctorado de la Northwes-
tern University. Es desde 2013 investigador de la Agencia Nacional de Investigación
e Innovación (ANII). Fue redactor jefe de la Guía del Mundo: el mundo visto desde el
sur, editor de Social Watch. Es el creador y director de H enciclopedia (www.henci-
clopedia.org.uy) y miembro del comité editorial de su columna interruptor, así como
de la revista interruptor, que empieza a publicarse trimestralmente en 2014. Desde
2003, compone música de rock y canta. Última banda: Amir y los elefantes. Es ade-
más el creador y director de las Veladas Beatnik-Rock & reading, festival que cruza
lectura literaria, performances y toques de rock, y viene realizándose en Montevideo
cada año desde 2010. Las Veladas Beatnik han sido declaradas de interés cultural por
el Ministerio de Educación y Cultura de su país.
1. José Santos Herceg, “Tiranía del paper. Imposición institucional de un tipo discursivo”,
Revista chilena de literatura, 82 (2012), pp. 197-217, Leonidas Morales T., Hispamérica, XLV,
133 (2016), pp. 107-14.
2. Publicado originalmente en Revista de ensayos, 3 “Escrituras”, Sandino Núñez, ed.,
Montevideo, Prohibido Pensar/Hum, julio/agosto de 2014. Versión corregida y revisada en
100 ¿AÚN SE PUEDE DECIR “HISPANOAMÉRICA”?
El olvido de la escritura
Logofobia
9. “Una de las características más interesantes de resaltar respecto del paper es que se trata de un
escrito fundamentalmente efímero y su contenido, por lo tanto, también lo es. Un paper que contenga
nuevos contenidos, nuevos productos de investigaciones más avanzadas, más modernas, más cerca-
nas a la verdad, habría de dejar atrás los conocimientos antiguos, superándolos. Así, un paper de hace
20 años está desactualizado, obsoleto, ha sido superado en estos años por otros muchos con sus nue-
vos enfoques y verdades, con datos actuales e información fresca”. Herceg, p. 205. Convendría por
otra parte recordar que los papers, en cuanto a extensión, se amoldan a otra instancia académica, los
congresos y sus lecturas de ponencia. Es decir, forman parte del gran engranaje burocrático de la insti-
tución académica. Se puede decir, sin exagerar, que en muchos casos, tanto la ponencia como el paper
tienen que ver menos con la presentación de un saber que con marcar la pertenencia a una institución
de saber: lo que escribo en un paper habla, por así decirlo, más de la institución que fija sus reglas que
de un saber. Al respecto de los congresos, Morales señala que funcionan como lugares de peregrinaje
turístico: “Quienes trabajan a la sombra del paper, en los centros de ‘estudios culturales’, esperan los
congresos todos los años con indisimulada ansiedad. Se preparan, buscan anticipadamente las fuentes
de recursos, programan estratégicamente sus compromisos académicos. Y cuando se abre la tempo-
rada, parten. A buscar información y, derivadamente, a hacer un poco de turismo financiado. […]
Es difícil no ver en estos desplazamientos, periódicos y casi rituales, una contrafigura posmoderna
del peregrino medieval. Y más difícil todavía es no recordar la analogía invertida que del peregrino
construye Agamben en el ‘Elogio de la profanación’: la del turista, afín notablemente al adepto de
los congresos. El peregrino va de templo en templo en un movimiento religioso, de renovación de
su fe, y en cada templo vive la experiencia de lo sagrado en una suerte de ofrenda y ‘sacrificio’. El
turista, a su turno, también entra en una suerte de movimiento ritual, pero un ritual degradado, prees-
tablecido por las agencias de turismo. Las ciudades que visita, los lugares por donde pasa, vaciados
de toda sacralidad, cerrados a una experiencia renovadora de su mundo personal, transformadora, se
convierten para él en espectáculos, en imágenes hedonistas, anecdóticas, de prestigio ya codificado”.
Morales, pp.110-11. Más allá de esta descripción, cabe recordar que, en ocasiones, el paper, en alguna
medida, puede terminar aportando para un libro. Y estos libros conformados por papers, típicos de las
humanidades en Estados Unidos, siguen por lo general la regla de establecer en el prólogo lo que se
desarrollará en su interior. Son libros-paper, para decirlo así. Ya han sido escrito antes de escribirse.
104 ¿AÚN SE PUEDE DECIR “HISPANOAMÉRICA”?
Por otra parte, la entronización del paper comporta, como asevera Leo-
nidas Morales, un himno a lo monocorde, hipercodificado, una monotonía
dentro de su recuento, quedan fuera varios nombres bien recibidos por esta
misma academia, por más que produzcan preferentemente en sus países de
origen, como por ejemplo los de Beatriz Sarlo, Josefina Ludmer, Antonio
Cornejo Polar, Bernardo Subercaseaux, Grínor Rojo, Pedro Lastra, quienes
han seguido pensando el problema de su país o de Hispanoamérica y su lite-
ratura. Si bien son ciertamente abarcadores, lo cual parecería, en primera
instancia, estar desmintiendo la impresión de Oviedo, estos proyectos de
escritura comparten esa especialización creciente a la cual refería.
El arte de conjugar
que los ensayos de antes, acaso por la balcanización de las letras hispanoameri-
canas desarrollada por las editoriales multinacionales pero acaso, además, por-
que la episteme de hoy no parece dispuesta a leerlos como sí lo hiciera antes.
La desconfianza en el carácter artístico del ensayo que declaraba Adorno; en la
escritura, que denuncia Bolón; la logofobia y uniformidad rampantes de la que
se hacen cargo Herceg y Morales, parecen actuar aquí como asordinadores del
género, justo cuanto más lo precisa el continente cultural.
Más aún, si hay que dar una lucha, es imprescindible generar los mecanis-
mos para restituirle repercusión (desbalcanizar la literatura, horadar la epis-
teme uniformadora, propiciar publicaciones que sean buenos huéspedes para
el ensayo), ya que la batalla por el género, por sus estrategias de resistencia,
lo es por la propia Hispanoamérica. Como he argumentado en otra parte, el
ensayo comporta una variante discursiva americana por excelencia, desde
sus comienzos en Michel de Montaigne, siendo el choque entre masas con-
tinentales (Europa y su inicial Terra Incognita) la protomateria con que se
habría de fundar el género en el siglo XVI, catapultando un Yo centrifugado,
siempre en busca de sí, que recién termina de enunciarse en el punto final
de cada pieza.20 Por otra parte, ese ensayo reactivo, insumiso, está siempre
alerta a su momento, uno que, en la modernidad industrial, con Baudelaire,
ha sido la cámara de resonancia de otras artes y otros géneros literarios, como
la narrativa o la poesía. Piénsese nada más en Rodó leyendo tempranamente
a Darío, en Mariátegui publicando a Vallejo antes de que este fuese Vallejo,
o en la función coagulante de La nueva narrativa hispanoamericana, libro
en que Carlos Fuentes leía a sus contemporáneos tratando de hacer sentido,
incluso de hacer movimiento de algunas novelas dispersas.
En el siglo XIX, reaccionando contra el positivismo de Augusto Comte,
Wilhelm Dilthey, el fundador de las ciencias humanas, aseveraba que las cien-
cias de la naturaleza dan explicación mientras las del espíritu permiten com-
prender. Si las de la naturaleza se apoyan en objetividad, las del espíritu son en
buena medida subjetivas. Una creciente sociologización y antropologización
de los estudios literarios, sobre todo resultado del rumbo que han tomado los
estudios hispánicos en la Academia de los Estados Unidos, ha desarrollado,
para repetir a Herceg, una sordera frente a la insurrección –o arte– que com-
porta la escritura de un ensayo. La ciencia blanda no es un arte, ni puede dar
cuenta de lo artístico en el arte. No puede calibrar esa insurrección connatu-
ral al ensayo, forma que sí participa del arte y que también es perplejidad,
esa perplejidad que vino conformando intelectualmente al continente cultu-
ral. Tomando en cuenta lo aquí expuesto, la pregunta que queda de momento
incontestada es la siguiente: si la sordera que enfrenta la escritura ensayística
continúa en pie, ¿será siquiera posible seguir pensando Hispanoamérica?
20. Ver: “Esta América y su género”, en www.henciclopedia.org.uy/Columna%20H/
HamedEstaAmericaysugenero.htm.
108
JOHANNY VÁZQUEZ PAZ 109
Notas
La guerra y la patria (acerca
de El país de la guerra de
Martín Kohan)
MÓNICA BUENO
Los comienzos
En “El ensayo como forma” Adorno define el género con dos elemen-
tos fundantes: pensamiento e imagen.6 La ecuación que Adorno diseña logra
en Kohan una forma peculiar porque las múltiples imágenes construyen la
escena de cada uno de los capítulos que integran el libro. Es en este sentido
que el montaje que Kohan decide como procedimiento engrana una disconti-
nuidad continua y propone una estructura abierta y dinámica que hace legible
aquello que estaba oculto, invisible y que produce pensamiento. El uso par-
ticular de la sintaxis en el comienzo de cada capítulo refrenda esta estrate-
gia. “Porque en definitiva la visión de Mitre prevaleció sobre la de Vicente
Fidel López, tenemos una historia de héroes” (p. 39). La conclusión del capí-
tulo anterior se hace comienzo de “Partes de guerra”, por ejemplo, donde
4. Maurice Blanchot, El libro que vendrá, Caracas, Monte Ávila, 1992, p. 12.
5. El país de la guerra, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2014, pp. 13-7. Todas las citas
corresponden a esta edición.
6. Theodor Adorno, Notas de literatura, Barcelona, Ariel, 1962.
112 ACERCA DE EL PAÍS DE LA GUERRA DE MARTÍN KOHAN
analizará la figura de San Martín. Por lo tanto, la oración causal del comienzo
está subordinada a los argumentos desplegados en el capítulo anterior.
En este ensayo Kohan también propone un modo particular de la cita
y del uso de la bibliografía. Cada escena (cada capítulo) tiene en el inicio
una serie de epígrafes colocados, macedonianamente. Son muchos, tienen
diferentes tonos y “atrasan” el comienzo del ensayo. De esta manera, rela-
ciona sus lecturas, los libros que le han provocado pensamiento, y la escena
que leeremos inmediatamente. Estas citas cuidadosamente elegidas funcio-
nan como una matriz doble: una red peculiar que dialoga entre sí y que,
al mismo tiempo, determina la hermenéutica del relato de la guerra. Por
ejemplo, Kohan elige para el primer capítulo una cita de Borges sobre El
crimen de la guerra de Alberdi, una reflexión de Ranciére sobre el mito de
la guerra y una de Foucault sobre la relación entre la historia y la guerra
junto a dos referencias sobre la Ilíada —una de Bespaloff y otra de Badiou.
Este capítulo, titulado “Historia de una derrota”, entra de lleno en la dis-
puta de la definición de la historia argentina, del concepto de guerra y del
de patria entendidos en esa tensión entre la historia de Mitre y la lectura
de Alberdi: “La guerra es una manera de entender las cosas; eso es lo que
Alberdi advierte como lector de las historias de Mitre” concluye (p. 27).
La conclusión es probada y exhibida: si Alberdi lee a contrapelo a Mitre y
muestra las fisuras del relato hegemónico, Kohan los enfrenta entre sí y nos
descubre la cadena de referencias escondidas. De esta manera, las citas del
inicio deben ser recuperadas porque son el marco preciso de este primer
cuadro de esta exposición de la guerra.
Es esta suerte de yuxtaposición la que hilvana las escenas contrapuestas;
así, si en un capítulo aparece la imagen del Manco Paz que delinea Sar-
miento (en “Guerra y paz”), en el siguiente (“La civilización de la guerra”)
Kohan analiza las Memorias de Paz. Yuxtaposición de espejos enfrentados,
de versiones y de imágenes contrapuestas: “Rosas ha hecho de la barba-
rie un sistema, decía Sarmiento; Rosas ha organizado con el gaucherío un
ejército, dice José María Paz”. El método de Kohan evoca el concepto de
imagen dialéctica de Benjamin: “Imagen es aquello en donde lo que ha
sido se une como un relámpago al ahora en una constelación. En otras pala-
bras: imagen es la dialéctica en reposo”.7 Es así como el libro exaspera
la marca del presente en las definiciones del pasado. Los acontecimientos
fundamentales de nuestra historia son revisitados y abordados a partir de las
escrituras que los refieren: la Revolución de Mayo, las guerras de la Inde-
pendencia, las luchas entre unitarios y federales, la guerra del Paraguay, el
debate por la Ley de Servicio Militar, la Revolución Cubana y la figura del
7. Completamos la cita: “Pues mientras que la relación del presente con el pasado es puramente
temporal, continúa, la de lo que ha sido con el ahora es dialéctica: no es discurrir, sino una
imagen, en discontinuidad”. Walter Benjamin, Libro de los pasajes, Madrid, Akal, 2005, p. 464.
MÓNICA BUENO 113
Coda
Una última cadencia de este libro: la guerra de Malvinas tiene una marca
diferenciadora en la estructura del libro respecto de los otros acontecimientos
históricos. Es evidente que algo del sentido de la experiencia individual y
social se juega en esa excepcionalidad. Para Martín Kohan, la guerra de Mal-
vinas es una de sus recurrencias, un motivo de reflexión. A ella vuelve pero
como un coleccionista, un curador, que en cada una de esas visitas intenta una
nueva mirada porque descubre otra faceta de ese objeto extraño. Sabe que
hay que volver y por eso construye máquinas ópticas que la iluminen mejor.
Basta recordar “El fin de una épica”, su artículo en Punto de vista de 1999
donde retoma, como lector atento a los relatos de guerra, algunas hipótesis
ya elaboradas en un trabajo anterior de 1993 junto a Adriana Imperatore y
Oscar Blanco. Su análisis de los textos de Gamerro y Fogwill lo llevan a
una conclusión taxativa: “Pero la guerra que se pierde en Malvinas se une
también a la democracia que la siguió, que a menudo se contabiliza como un
orden político que la sociedad argentina supo ganar, y que aquí no es más que
un orden político que la dictadura perdió, de la misma manera y al mismo
momento que perdió la guerra de Malvinas”.8
Kohan, como buen macedoniano, es un lector que escribe y sus ficciones
juegan con las hipótesis de lectura de sus ensayos. Dos veces junio (2002)
y Ciencias Morales (2007) son relatos oblicuos sobre la guerra donde los
narradores, en sus pequeñas historias, despliegan la eficacia del poder que
se expresa en la marca del detalle y que define su diseño reticular. De esta
manera, nadie se exime (tampoco nosotros, lectores de estas historias) de la
responsabilidad de esa red perversa y aniquiladora. Resonancia foucaultiana
pero también ética del escritor.
La guerra de Malvinas es recurrencia y El país de la guerra ilumina una
nueva faceta que le lleva a decir: “Tal vez habría que preguntarse por qué
razón tantas personas recuerdan o creen recordar, que en junio de 1982
contabilizaron al mismo tiempo, goles y aviones” (p. 267). La respuesta
8. “El fin de una épica”, Punto de vista, XXII, 64 (1999), pp. 6-11.
114 ACERCA DE EL PAÍS DE LA GUERRA DE MARTÍN KOHAN
9 Zona urbana, Ensayo de lectura sobre Walter Benjamin, Madrid, Trotta, 2007, p. 23.
115
presa, que “como todos los efectos literarios, pero más que ninguno sufre
por el tiempo”, debe entonces renovar continuamente sus recursos, de modo
que es necesario renovar también la creación de los ambientes o atmósferas
especiales, en este marco se puede considerar la conveniencia de que en un
mundo plenamente racional y lógico suceda algo que racionalmente no puede
ser. En este contexto se explicarían las típicas digresiones o detenciones del
relato borgeano que intercalan paréntesis en la acción mediante disquisicio-
nes filosóficas o religiosas con una práctica minuciosa del discernimiento, a
veces construido racionalmente o sobre una andadura silogística rigurosa o
interpolando hipótesis acompañadas de disquisiciones teóricas que funcio-
nan a manera de fundamentación de las hipótesis. Para un autor que aprecia
como valor estético que una obra “no sufra ninguna parte injustificada”, estas
detenciones responden a la construcción de una atmósfera racional y lógica.
Por otra parte, en este contexto también se explicaría por qué Borges
parece plasmar en sus narraciones premisas que provienen más que de la
experiencia humana, de la abstracción de esa experiencia: “en Borges, el tra-
tamiento de todos los temas tiene un rasgo distintivo de toda su narrativa: no
lo particular y accidental sino lo genérico y esencial”, nota Jaime Alazraki.8
Y también las características de los personajes, sobre los cuales nota Jitrik
que “la repetición casi mecánica de los actos hace de ellos simulacros de
personajes, en todo caso personajes amputados de caracteres secundarios: les
falta psicología, les falta historia, les faltan elementos de inserción social o
los tienen muy debilitados”.9 Estas características crean un contexto racional
y lógico, un universo abstracto y estático. Las leyes lógico formales requieren
un reino de formas rígidas donde todo está congelado en su lugar y orde-
nado en perfectas filas. En el mundo representado por la lógica formal todo
se mantiene inmutable y encuadrado en categorías inmóviles, en oposición
absoluta a cualquier otra cosa. “Por eso la lógica formal es esencialmente
lógica de lo inanimado, de las relaciones rígidas, de las cosas fijas, del reposo
y la repetición eternos”.10
Por último, de acuerdo con la visión paradójica de Borges respecto del rea-
lismo, según la cual allí “nadie es imposible”, termina sosteniendo que “esa
libertad plena acaba por equivaler al pleno desorden”. A partir de esta visión
podemos considerar a sus narraciones como un fantástico que se levanta
contra esa libertad plena y contra el pleno desorden e intenta encuadrar a la
en un mundo plenamente creíble sucediera un sólo hecho increíble. Por contraste, el efecto
resultaba más fuerte. […] Pero con el tiempo las escenas de calma […] son claros anuncios de
las peores calamidades” (pp. 6-7).
8. Jaime Alazraki, La prosa narrativa de Jorge Luis Borges, Madrid, Gredos, 1974, p. 29.
9. Noé Jitrik, “Estructura y significado en Ficciones de Jorge Luis Borges” en Juan Flo, comp.,
Contra Borges, Buenos Aires, Galerna, 1978, p. 152.
10. George Novack, Introducción a la lógica, Buenos Aires, Ediciones Pluma, 1975, p. 41.
118 ÁLGEBRA Y FUEGO: BORGES, IDENTIDAD Y FANTÁSTICO
11. “Más que lo irreal, Santiago sentía lo vano de las cosas. Ambos sentimientos
conviven en el cuento fantástico”. Borges, Prólogo a la obra de Santiago Dabove, p. 51.
119
Reseñas
Edna Aizenberg, The Shoah in Latin American Literature and Culture,
Waltham, MA, Brandeis University Press, 2016.
Aizenberg está entre los tres o cuatro investigadores académicos más importan-
tes que escriben en inglés sobre la literatura latinoamericana judía. Son ensayos que
siempre están bien informados, investigados y elaborados con ejemplar lucidez. Esta
colección, también de un estilo ágil, es un buen ejemplo del “musculoso” debate
judío, por lo cual se aprecian aún más las posturas que asume y defiende.
The Shoah cubre una laguna en la literatura del Holocausto al detallar cómo inter-
pretan la Shoá cinco escritores latinoamericanos: todas figuras señeras de la litera-
tura argentina, brasileña y chilena. Aunque los investigadores latinoamericanos han
escrito extensamente en castellano y portugués sobre la cultura judía de sus respecti-
vos países, el impacto de la Shoá, unido a la realidad y el imaginario de la presencia
nazi (presencia que se extiende hasta hoy día en ciertas reaccionarias formulaciones
nacionalistas, en particular durante la dictadura argentina neofascista de 1976-83),
poco se sabe fuera de América Latina referente al Holocausto y la cultura latinoa-
mericana si bien las comunidades de Buenos Aires, San Pablo y Santiago de Chile
albergan a muchos refugiados del Holocausto.
Los textos analizados representan la forma en que ciertos intelectuales judíos
(Gerchunoff y Lispector), un filojudío (Borges) y otros no judíos (Mistral, Rosa),
interpretaron la información que comenzaba a llegar sobre la Shoá a América Latina,
incluida la simpatía y la colaboración con el régimen nazi, en distinto grado, de los
gobiernos de sus países. Es comprensible que los artistas e intelectuales latinoa-
mericanos tuvieran reacciones diversas ante esas noticias y ante las circunstancias
de refugiados que provocaban la oposición de gobiernos filonazis. Es más, era de
esperar que muchos de ellos estuvieran en contacto con pares judíos que sufrieron
a manos de los nazis. El caso de Stefan Zweig, quien se suicidó en el Brasil en el
1942, es particularmente elocuente, dada la gran acogida que tuvo entre intelectua-
les latinoamericanos. Como se sabe, fue humillado como judío por Getúlio Vargas.
Llama la atención que investigaciones literarias latinoamericanas hayan hecho caso
omiso casi sistemático de las contundentes consecuencias de los textos que Aizen-
berg se encarga de caracterizar. Su obra va mucho más allá de una sencilla relectura
de textos que conocemos como parte de la obra de cada uno de los mencionados
cinco escritores. Más bien se ocupa de un exhaustivo trabajo de archivo; los docu-
mentos que halló le permitieron aproximarse a esos textos con una contextuali-
zación histórica y personal mucho más elaborada. Lo que se desprende en forma
admirable de sus análisis es cómo ir más allá de ya demasiado trillados lugares
comunes que ha generado el estudio de estos autores como, por ejemplo, las preo-
cupaciones intimistas de Lispector (la crítica canónica habla de su existencialismo),
las fantasías desterritorializadas de Borges, el casi neurótico distanciamiento de
Mistral, el regionalismo de Rosa, el compulsivo imperativo de Gerchunoff de asimi-
larse a la elite cultural argentina. Aizenberg no necesita convertir a esos escritores
120 RESEÑAS
Marcelo Britos, A dónde van los caballos cuando mueren, Buenos Aires,
Aurelia Rivera libros, 2015.
Federico G. Ferroggiaro
Este volumen analiza el imaginario italiano sobre los años de la dictadura y “post-
dictadura” argentina, señalando las razones de la relectura y reescritura de sus imá-
genes. Los ensayos se insertan en el debate sobre la memoria nacional, la historia
reciente y la defensa de los Derechos Humanos que han caracterizado la realidad
argentina de los últimos años, implicando no solo a los supervivientes, familiares de
desaparecidos y exiliados, sino también a intelectuales, políticos y organizaciones no
gubernamentales.
Vinculada con los estudios de biopolítica, esta propuesta se coloca en la actual
discusión acerca del testigo, que Agamben y Esposito sitúan en un umbral que el
imaginario devuelve mediante sus propios simulacros de lo real (Camilla Cattarulla,
“Immaginari e memorie collettive”, pp. 9-10). El acercamiento metodológico se basa
en el concepto de “second hand testimonies”: un testimonio recreado por ciudada-
nos solidarios y comprometidos que se encargan de transmitir el legado del testigo
originario. Se trata de una práctica testimonial nueva, que pertenece a la topografía
inmaterial del recuerdo y que incluye los conceptos de herencia, trasmisión y entrega,
gracias a los cuales dicha forma textual participa en la construcción de una memoria
colectiva “desterritorializada” y transnacional. La herencia remite a las posteriores
citas del relato de los testigos, cuya narración conlleva la idea de un sujeto póstumo
encargado éticamente de su transmisión: un sujeto diferido y sucesivo que logra con-
servar, continuar e intercambiar lo recibido como testimonio. Fundados en la escucha
de los supervivientes y el compromiso con la palabra por reproducir, los testimonios
recreados se centran en la trascendencia del ‘yo’ hacia un nosotros en cuyo nombre se
narra y hacia el cual se dirige la rememoración (Emilia Perassi, “Costruendo memorie
collettive: la dittatura argentina e la letteratura italiana”, pp. 20-22).
Junto a las novelas de Cojazzi, Correros, Maccioni, Perissinotto, Valsecchi, Pru-
netti, Buscarini y Viceconti, se examinan las obras de otros autores italianos: Carlotto
(Perassi) y Pariani (Laura Scarabelli, “La narrativa di Laura Pariani e la dittatura
argentina: immagini della violenza, immagini della resistenza”), y las novelas de
Genovese, Pernigo, Bianchi, Medaglia, Sirigu y Balboni que además remiten al tango
(Camilla Cattarulla, “Il tango tra migrazioni e dittatura nella narrativa italiana con-
temporanea”). También se analiza material audiovisual: las series de televisión Tango
per la libertà y La memoria e il perdono (Ilaria Magnani, “Le immagini della dittatura
argentina (1976-1983). Uno sguardo alla produzione televisiva contemporanea”) y
Nora, una docufiction (auto)biográfica realizada por Stella Di Tocco y Fabio Grimaldi
y basada en Una sola muerte numerosa de Nora Strejilevich (Rosa Maria Grillo, “Il
ritorno di Nora”). Asimismo se comenta el arte de Gentili inspirado por la desaparición
122 RESEÑAS
Federica Rocco
Desde Guatemala, Rodrigo Rey Rosa recupera las maneras en que la violencia
prolifera en las grietas de la vida cotidiana y se revuelve en sus archivos. A manera
de contrapunto, desde la teoría sobre la violencia de Slavoj Zizek, Alexandra Ortiz
Wallner propone en “Sobre la genealogía de la violencia. Una lectura de El material
humano de Rodrigo Rey Rosa”, un análisis de los cruces entre escritura, archivo y
violencia, así como los vínculos entre lo individual y la historia.
En base a estos fructíferos diálogos entre creación y crítica, Senderos de violencia
promete ocupar un lugar importante en los estudios sobre representaciones de la vio-
lencia política y las disputas por la memoria histórica en América Latina.
sacrificaron sus vidas por la revolución: Elizabeth Toumanovski, quien desde París
discutía con Marx “su estancia en Londres, deslizándole la sugerencia de ‘inacción’
durante tan álgidos momentos”.
La carta de Ismesa Armand a Lenin aceptando el distanciamiento, es introducida
con sabio suspenso. “Tú y yo hemos roto ¡hemos roto, querido mío! Lo sé, lo siento:
¡nunca vendrás aquí”.
Es imposible no mencionar las innumerables cartas que la actriz Olga Knipper, le
dirige a Chejov aún después de muerto, dialogando con él como si viviera.
Con intención nefasta —pero por la misma razón inexcusable no mencionar—,
leemos el poder atribuido a la correspondencia cuando es utilizada con fines perver-
sos. Se trata de las cartas apócrifas —sobre un supuesto vínculo homosexual entre
Rubén Darío y Amado Nervo.
Para concluir, es importante destacar que en Musas aguerridas Mario Goloboff
aísla un significante primordial, la Memoria. En el apartado “Feminidad, Historia,
Política y Literatura”, citando estos versos de John Donne “...pues las tumbas han
aprendido esa condición femenina / De ser lecho para más de uno”, conduce el texto
hacia el genocidio argentino, hacia las nuevas Antígonas.
Liliana Heer
Este libro es la tesis doctoral del autor por la Universidad de Córdoba y el resul-
tado de varios años de trabajo con el fantástico en la literatura argentina. Resulta de
utilidad tanto para académicos, como para docentes y estudiantes debido al énfasis
puesto en la organización recursiva del texto. Dámaso Martínez es autor de ensayos
y de múltiples relatos: Hay cenizas en el viento, El informante, Serial, El descubri-
miento, El amor cambia, entre otros. Y ese camino literario se manifiesta en la manera
en que introduce una voz narrativa que relata y comenta los textos literarios y los
aportes teóricos con los que trabaja.
Dámaso Martínez analiza el género fantástico con una extensa bibliografía (T.
Todorov, A.M. Barrenechea, R. Jackson) actualizada con las propuestas de Pampa
Arán y Rosalba Campra. Su interés por la producción de Adolfo Bioy Casares —que
recorre amplia y minuciosamente— se relaciona, como plantea en el subtítulo, con
la particularidad con que éste renovó el género: la presencia de la innovación técnica
(en particular, la influencia del cine en las tramas de Bioy), el tratamiento narrativo
del amor, la utilización de teorías científicas y filosóficas para construir la invención
fantástica y la apelación hiperbólica a la intertextualidad. Además, Dámaso Martínez
incorpora a su análisis el contexto cultural, literario, social e ideológico de las décadas
del 30-40 como un modo de pensar, precisamente, la radicalidad de la elección de
Bioy Casares.
Tomando el concepto de Pampa Arán del fantástico como hipergénero, Dámaso
Martínez otorga —contrariamente a lo que había afirmado la crítica— un valor teórico
RESEÑAS 125
Entre los cada vez más infrecuentes libros de conjunto dedicados a la narrativa
hispanoamericana contemporánea, el de Andrea Ostrov sorprende gratamente por su
atención a autores que a pesar de ser canónicos y fundacionales no gozan ya de la
atención que poseían hasta hace poco en la enseñanza y en las revistas especializa-
das; por la solvencia con que utiliza los aportes fundamentales de la teoría crítica
contemporánea y por su exhaustivo conocimiento de la crítica previa sobre los auto-
res que incluye. En el capítulo inicial (“I. Introducción: Lugar, espacio, territorio”),
Ostrov despliega sus objetivos y herramientas de trabajo. Dado que son las relaciones
de poder las que producen —y reproducen— los ordenamientos espaciales de los
cuerpos (atribuyendo límites, cierres, estructuras; condenando los desvíos, las des-
ubicaciones), la operación des-naturalizadora del espacio abre el camino a una com-
prensión más acabada de la función escrituraria. El orden espacial que hace visible
un relato se constituye así como una suerte de operación deconstructiva en la que
se despliegan los procesos de espacialización (o sea las relaciones de poder) y en la
que se construye un contra-espacio revelador de la producción y los efectos natura-
lizadores. Este modo de lectura permite entender las superposiciones, los montajes y
articulaciones que los textos construyen con las nociones de “espacio, poder, cuerpo,
legalidad, escritura y representación” (p. 15).
En las cuatro secciones siguientes la autora articula su mirada crítica con lecturas
de textos que eventualmente permiten su inclusión en más de una de ellas. En la
primera (“II. Espacio, poder y alienación”) se enfoca en cuatro relatos breves, cada
uno de los cuales exhibe el funcionamiento del poder a través del manejo textual del
126 RESEÑAS
espacio: exhibiendo las tretas para preservar la exclusión social, con “En la madru-
gada”, de Juan Rulfo; la definición identitaria inmutable según el lugar social de
trabajo, con “El acomodador”, de Felisberto Hernández; la construcción social de
la diferencia como amenaza a los valores hegemónicos, con “Un hombre muerto a
puntapiés” y “El antropófago”, de Pablo Palacio. En la segunda (“III. Espacio, cuerpo
y legalidad”) la lectura de la novela de José Donoso El lugar sin límites muestra la
organización del espacio del latifundio y del orden jurídico como límites a la resis-
tencia contra la normalización de un cuerpo travesti; la de Loco afán. Crónicas de
sidario, de Pedro Lemebel, exhibe el paralelo del cuerpo abyecto expulsado como
desecho a la periferia en tanto desborda el espacio de legitimidad; la dedicada a Hijo
de hombre de Augusto Roa Bastos, la destrucción del espacio, tanto de territorio como
de lengua. En la tercera sección (“IV. Espacio y representación”), El jardín de al lado,
de Donoso; Cagliostro, de Vicente Huidobro; y Yo El Supremo, de Roa Bastos, se lee
la problematización de los modos y los límites de la representación. Por último, en la
cuarta sección (“V. Heterotopías”) dos obras icónicas de la poesía vanguardista hispa-
noamericana, Altazor de Huidobro y Trilce de César Vallejo, sirven para mostrar en
acto la lengua lírica como subversión de los sistemas de comprensión y construcción
de sentido.
El de Andrea Ostrov es un libro de ejemplar rigor en la investigación y en el uso
teórico-crítico. Su estilo no falla en la persecución de inteligibilidad, precisión y cohe-
rencia; sus objetivos de investigación son demostrados con rigurosidad despojada de
jerga innecesaria; su selección de autores y textos demuestra una lúcida atención al
dibujo interior de la literatura latinoamericana contemporánea. Un título, en suma,
imprescindible en las bibliografías futuras sobre el tema.
Andrés Avellaneda
www.baquiana.com
E-mail: info@baquiana.com
P. O. Box 521108 Miami, Florida, 33152 EE.UU.
Hemos recibido
Luis Alberto Ambroggio, Todos somos Whitman/We Are All Whitman, Houston, TX,
Arte Público Press, 2016.
Esther Andradi, Sobre Vivientes – Über Lebende, Zurich, Teamart, 2003.
Roland Béhar y Annick Louis, ed., Lire Borges aujourd’hui, París, Éditions Rue
d’Ulm, 2016.
Álvaro Cepeda Samudio, Obra literaria, Fabio Rodríguez Amaya, ed. y coord.,
Poitiers/Córdoba, CRLA-Archivos/Alción, 2015.
Erminio Corti y Fabio Rodríguez Amaya, eds., Periplo colombiano, Bergamo,
Bergamo University Press, 2014.
Carlos Dimeo, Marco Antonio Ettedgui. Poéticas teatrales Pos(t)modernas
(Sacralización y Carnavalización / Dialogismo y Polifonía), Lublin, La Campana
Sumergida, 2013.
Carlos Dimeo Álvarez y Anna Wendorff, coords., Reflexiones sobre la literatura
venezolana. Un estudio monográfico, Bielsko-Biala, University of Bielsko-Biala,
2015.
Mara Favoretto, Alegoría e ironía bajo censura en la Argentina del Proceso (1976-
1983), Lewiston, NY, The Edwin Mellen Press, 2010.
_______, Charly en el país de las alegorías. Un viaje por las letras de Charly García,
Buenos Aires, Gourmet Musical Ediciones, 2014.
Claudia García, Karina E. Vázquez y Grazyna Walczak, eds., Insomne pasado:
lecturas críticas de Latinoamérica colonial. Un homenaje a Á. Félix Bolaños,
Guatemala, F&G Editores, 2016.
Nora Glickman, Hilván de instantes (novela de cuentos), Santiago de Chile, RIL
Editores, 2015.
Valentina Gnucci, 9 cuentos en el borde, Buenos Aires, Modesto Rimba, 2016.
Isaac Goldemberg, Dialogue with Myself and My Others, Jonathan Titler, trans.,
Cardboard House, 2016.,
_______, Philosophy and Other Fables, Stephen A. Sadow, trans., Introduction by
Raúl Zurita, Nueva York, Díazgrey Editores, 2016.
Alexis Gómez-Rosa, La tregua de los mamíferos (escrito en llamas de abril, 1965),
Santo Domingo, Colección 50 Aniversario de la Gesta Patriótica de Abril de 1965,
2016.
Consuelo Hernández, Mi reino sin orillas, Madrid, Torremozas, 2016.
Anna Housková, Visión de Hispanoamérica. Paisaje, utopía, quijotismo en el ensayo
y en la novela, Praga, Universidad Carolina de Praga, 2010.
Mauro Lo Coco, Mi sabiduría es arruinarla, Buenos Aires, Zindo & Gafuri, 2015.
Alfredo Martínez Expósito, Cuestión de imagen: cine y Marca España, Vigo, Editorial
Academia del Hispanismo, 2015.
Daniel Nemrava, Entre el laberinto y el exilio. Nuevas propuestas sobre la narrativa
argentina, Madrid, Verbum, 2013.
_______ y Ezequiel de Rosso, Entre la experiencia y la narración: ficciones
latinoamericanas de fin de siglo (1970-2000), Madrid, Verbum, 2014.
128 HEMOS RECIBIDO
MYRNA SOLOTOREVSKY
(Departamento de Estudios Españoles y Latinoamericanos de la Universidad Hebrea de Jerusalén)
La relación MUNDO-ESCRITURA
postula la oposición mundo vs. escritura como relación esclarecedora del
fenómeno literario. “Mundo” es comprendido como el estrato que resulta de la
enajenación de las frases miméticas; “escritura”, como la opacidad lingüística
que se pone de manifiesto al ser obstaculizado dicho proceso.
A partir de esos dos conceptos, Myrna Solotorevsky estudia obras de tres
autores latinoamericanos postmodernos: Reinaldo Arenas, Juan José Saer y
Juan Carlos Martini.
Pedidos a: Ediciones Hispamérica ISBN: 0-935318-20-8
P.O. Box 2009, Rockville, MD 20847, U.S.A. 272 p.
e-mail: sosnowsk@umd.edu US$ 20.00
Ediciones
...Entrevistas con con Leonardo Padura Fuentes, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Elena Poniatowska,
Ena Lucía Portela, Teresa Porzecanski, Sergio Ramírez, Julio Ramón Ribeyro, Cristina Rivera
Garza, Edgardo Rodríguez Juliá, Horacio Salas, Roger Santiváñez, Severo Sarduy, Ana María Shúa,
Julio Silva, Antonio Skármeta, Osvaldo Soriano, Rafael Spregelburd, Alicia Steimberg, Patricia
Suárez, Ricardo Talesnik, Jorge Teillier, Héctor Tizón, Pablo Urbanyi, Zoé Valdés, Leonardo
Valencia, Gaby Vallejo, Ana Lydia Vega, Juan Villoro, Mario Vargas Llosa, Atahualpa Yupanqui,
Raúl Zurita.
...Poesía de Daniel Samoilovich, Lelé Santilli, Roger Santiváñez, Esther Seligson, Mónica Sifrim,
Alberto Szpunberg, Susana Szwarc, Sara Vanégas Coveña, Carmen Váscones, Mónica Velásquez
Guzmán, Alberto Villanueva, Paulina Vinderman, Elina Wechsler, Saúl Yurkievich, Verónica
Zondek, Raúl Zurita. ...Muestras de poesía puertorriqueña (Juan Pablo Rivera, Carlos Vázquez
Cruz, Karen Sevilla, Ángel Antonio Ruiz Laboy, Johanny Vázquez Paz), uruguaya (Cecilia
Álvarez, Javier Barreiro Cavestany, Lalo Barrubia, Daniel Bello, Carlos E. Brandi, Jorge Castro
Vega, Ana Cheveski, Sabela de Tezanos, Roberto Echavarren, Daniel Erosa, Eduardo Espina, Faúl
Forlán Lamarque, Richard Garín, Silvia Guerra, Víctor Guichón, Amir Hamed, Circe Maia, Aldo
Mazzuchelli, Álvaro Ojeda, Diego Techeira).