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Fue hijo del coronel colombiano (nacionalizado peruano) Juan Manuel Grau Berrío y
de la dama piurana Luisa Seminario del Castillo. Aunque nació en Piura, vivió su
infancia en el puerto de Paita, donde forjó su vocación marina. A los 9 años de edad
se embarcó como aprendiz de grumete en un buque mercante, pero este primer viaje
se frustró al naufragar la nave frente a la isla Gorgona (1843). No obstante, no se
amilanó y se embarcó nuevamente al año siguiente. Durante diez años navegó en 12
distintas naves, recorriendo diferentes puertos de Asia, Estados Unidos y Europa,
completando además una circunnavegación, antes de retornar al Callao en 1853.
Francisco Bolognesi
Hijo del compositor italiano Andrés Bolognesi y de Juana Cervantes, nació en Lima el 4
de noviembre de 1816, según consta en su partida de bautismo. A la edad de ocho
años se trasladó con su familia a Arequipa donde cursó estudios en el Seminario
Conciliar de San Jerónimo. Luego trabajó como tenedor de libros (contador) de una
empresa (1832-1840) e incursionó en el negocio muy rentable de la cascarilla y la coca,
viajando para tal fin a las montañas de Carabaya (Puno). En 1853 ingresó en el ejército,
durante la amenaza de guerra entre el Perú y Bolivia. Se especializó en artillería. Poco
después, se sumó a la revolución liberal de 1854 encabezada por Ramón Castilla contra
el gobierno de José Rufino Echenique. Se mantuvo leal al gobierno de Castilla durante
la guerra civil de 1856-1858 y participó en la toma de Arequipa. Fue ascendido a
coronel y enseguida participó en la campaña de Ecuador (1859-1860), siendo enviado
luego a Europa para adquirir armamento para el ejército y cañones para los fuertes del
Callao. En 1868 asumió como Comandante General de Artillería. Al estallar en 1879 la
guerra de Chile contra el Perú y Bolivia, se hallaba ya retirado del servicio, pero solicitó
su readmisión y fue destinado como Jefe de la 3º División en el Sur, al frente de la cual
se destacó en las batallas de San Francisco y Tarapacá. Al replegarse los restos del
ejército peruano hacia Tacna, se le confió la defensa de la plaza de Arica con 2000
hombres, la misma que fue sitiada por fuerzas chilenas muy superiores en número y
poderío de fuego. Cuando el mando adversario, a través del mayor Juan de la Cruz
Salvo, le solicitó su rendición, se negó dando su célebre respuesta: «Tengo deberes
sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho».