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Virgen de Candelaria
Virgen de Candelaria
VIRGEN DE CANDELARIA
Sin duda, el culto extraordinario que se practica en honor a la "Virgen de la Candelaria" en buena
parte de occidente, e impulsó con fuerza desde las Islas canarias - justamente patrona de las
islas -, que por siglos fue el paso obligado de las naves que partían de la península ibérica con
destino a América. Ese culto fervoroso a la Virgen María se manifiesta entre oros hechos en el
bautizo como "Candelaria" a un importante y muy poblado municipio. Al respecto, nuestras
informaciones nos permiten saber que en 1450 la imagen de la Virgen de la Candelaria apareció
en una cueva de la hoy Villa de la Candelaria, imagen que después de un rico e increíble historial
de peripecias domina hoy el santuario de la Basílica del mismo nombre.
Allí aparece la virgen llevando al niño Jesús recostado en su brazo derecho (lo cual es un caso
singular) y en la mano izquierda una vela, es decir la candela, el fuego, el calor, la luz en lucha
contra las tinieblas.
A esa Basílica llegaron cientos o quizás miles de navegantes de paso a América, quienes recibían
el encargo de llevar la imagen multiplicada de la Virgen a los confines del mundo para convertir
a los descreídos. Es así como lo trajeron a América, como uno de los elementos de la
evangelización.
Por todo ello es posible afirmar sin temor a equívoco, que la devoción a la virgen de la Candelaria
en España y en América nació en las Islas Canarias "se popularizó especialmente entre los
marineros que la tomaron como abogada y la izaron al lado de los timones, en las procelosas
travesías hacia América. (Guillermo Vásquez Cuentas)
SOBRE LA APARICIÓN:
Según la leyenda relatada por Fray Alonso de Espinosa, iban dos pastores guanches a encerrar
su ganado a las cuevas cuando notaron que el ganado se remolinaba y no quería entrar.
Buscando la causa miraron hacia la desembocadura del Barranco de Chimisay y vieron sobre una
peña, casi a la orilla del mar, la santa imagen la cual creyeron estar animada. Como estaba
prohibido a los hombres hablar o acercarse a las mujeres en despoblado, le hicieron señas para
que se retirase a fin de que pasase el ganado. Pero al querer ejecutar la acción, el brazo se le
quedó yerto y sin movimiento. El otro pastor quiso herirla con su cuchillo. Pero en vez quedó
herido el mismo. Asustados, huyeron los dos pastores a Chinguaro, a la cueva-palacio del
mencey Acaymo, para referirle lo acontecido. El mencey fue a ver con sus consejeros. Ella nada
respondía pero nadie se atrevía a tocarla. El mencey decidió que fuesen los mismos dos pastores
ya heridos quienes la recogieran para llevarla al palacio. Ellos, al contacto con la imagen,
quedaron sanados. El mencey comprendió que aquella mujer con el niño en brazos era cosa
sobrenatural. El mismo rey entonces quiso llevarla en sus brazos, pero después de un trecho,
por el peso, necesitó pedir socorro. Es así que en lugar de la aparición hay hoy día una gran cruz
y en el lugar donde el mencey pidió socorro, un santuario a Nra. Señora del Socorro.
La llevaron a una cueva cerca del palacio del rey hoy convertida en capilla. Más tarde un joven
llamado Antón, que había sido tomado como esclavo por los castellanos y había logrado escapar
y regresar a su isla, reconoció en la imagen milagrosa a la Virgen María. Él, habiendo sido
bautizado le relató al mencey y a su corte la fe cristiana que él sostenía. Así llegaron a conocer
a la Virgen María como "La Madre del sustentador del cielo y tierra" (Guanche: Axmayex
Guayaxerach Achoron Achaman o Chaxiraxi) y la trasladaron a la Cueva de Achbinico para
veneración pública.
EXPLICACIÓN
La imagen fue robada por los españoles pero devuelta tras una peste que ellos atribuyeron al
robo sacrílego. Más tarde, cuando los españoles conquistaron la isla, la devoción ya estaba allí
arraigada. En 1526 se edificó el santuario por los muchos prodigios que Dios obraba por Nuestra
Señora de la Candelaria.
De las Islas Canarias la devoción se propagó a América. Hernán Cortés llevaba al cuello una
medalla de esta imagen. En 1826 la imagen se perdió víctima de una inundación.
Fue declarada Patrona Principal del Archipiélago canario por decreto de la Sagrada Congregación
de Ritos el día 12 de diciembre de 1867. Fue coronada canónicamente el 13 de octubre de 1889.
EN PERÚ:
Doce mil hombres se apostaron en las alturas de la villa de Puno, cercándola,. Los sitiadores eran
liderados por el caudillo aymara Túpac Catari, junto con el rebelde Pedro Vilcapaza, de Azángaro,
continuador de la lucha de Túpac Amaru. Eran los primeros meses de 1781 y los rebeldes
intentaron tomar la ciudad para reducir este bastión del virreinato y preparar su ataque a la
actual ciudad del La Paz. El reducido número de pobladores observaba cómo bajaban las huestes
desde Huajsapata, Yurac Orqo y Orcapata, en las afueras de la villa. En las pequeñas escaramuzas
los habitantes de la villa puneña se defendieron con el mayor coraje posible, pero su inferioridad
numérica no les daba mayor chance en la contienda. En su desesperada situación, los pobladores
optaron por sacar a la virgen, cuya imagen se veneraba en la iglesia de San Juan, en procesión.
Tras implorarle su protección durante toda la noche, los pobladores observaron, atónitos, cómo
los enardecidos sitiadores abandonaron el lugar.
La anterior, es la historia que más ha trascendido en la tradición popular. La misma que fue
rescatada por el estudioso Enrique Cuentas Ormachea en su libro "Presencia de Puno en la
Cultura Popular". Sin embargo, hay otras historias. Las tradiciones dicen, también, que en
aquella misma ocasión, durante la procesión matinal, las andas de la virgen empezaron a brillar
con gran intensidad, encegueciendo a los sitiadores y al mismo tiempo éstos fueron víctima de
un terrible espejismo: un enorme ejército a caballo llenaba la ciudad y sus armas brillaban
también intensamente. Ante esa visión, las tropas de Tupác Catari se replegaron. Al mismo
tiempo se dice que en las afueras de la mina de Laikakota, en 1675, el español don José Salcedo
mandó derribar las casas de los mineros que se encontraban en las bocaminas. Pero dicha orden
no se pudo cumplir: los mineros vieron a una virgen envuelta en llamas ("candela" en el giro
popular) luchando contra el demonio. La visión de este milagro desanimó a Salcedo y desde
entonces nació el culto y el nombre de la milagrosa virgen. Como apreciamos, durante toda la
festividad Puno se rinde y se transforma, la ciudad sitiada por imágenes divinas que finalmente
son una representación de nuestro propio cielo e infierno, una inolvidable expresión de color y
fe, un motivo más para sentirnos orgullosos de las maravillas que nos reserva nuestra cultura
popular.
Otras leyendas quieren relacionar a la imagen de la Virgen con la vida de los mineros. Hay que
recordar que en sus orígenes Puno era principalmente un asentamiento minero con las minas
de Laykakota y la fundición de plata de los hermanos Salcedo en San Luis de Alba ubicadas en
las faldas Oeste del Cerro Cancharani, también recordar que, en época de la Colonia, del Cerro
Azoguini se extraía en gran cantidad el precioso mercurio quien dio su nombre al cerro (el
antiguo nombre del mercurio era "azogue").
En esas leyendas también la imagen de la Virgen aparece milagrosamente en Puno, tal es el caso
de lo que cuenta Dionisio Quispe donde "la Virgen con el rostro de una Señora elegante
serenísima y con un niño en los brazo" apareció en el siglo XVII a un nativo de la zona quien por
orden de su amo cuidaba un pequeño caserío ubicado a las riberas de un riachuelo en las faldas
del Cerrito Huajasapata. En esos tiempos los españoles sancionaban drásticamente a los nativos
que no cumplían con sus trabajos en las minas, así que el hombre se encontraba entre el dilema
de obedecer a su amo cuidando el terreno o de obtemperar a las ordenes de los Españoles. La
Virgen le pidió el permiso de poder lavar las ropas de su hijo en el rio a cambio de cuidarle el
predio hasta su regreso. Cuando regresó con su amo, quien no creía en esta historia,
encontraron "el busto de la Virgen, toda vestida de blanco, con un niño en los brazos y sus
ropitas aún mojadas".
EN BOLIVIA:
El Carnaval de Oruro es una gran celebración popular celebrada cada año en la ciudad boliviana
de Oruro, y una de las más grandes manifestaciones de arte popular y cultura tradicional andina.
El año 2001 la UNESCO declaró al carnaval como "Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible
de la Humanidad".
La tradición señala que en 1789 apareció milagrosamente una imagen de la Virgen en el socavón
de la más rica mina de plata de Oruro, y desde esa fecha la celebración se centró en el culto a la
Virgen del Socavón (también conocida como "Virgen de la Candelaria"). En la actualidad, las más
importantes celebraciones se centran en el Santuario del Socavón.
La fiesta se lleva a cabo durante diez días y noches, durante los cuales cincuenta grupos de
diabladas recorren la ciudad por una ruta que tiene una extensión de cuatro kilómetros,
acompañados de bandas musicales y gran cantidad de celebrantes. La principal de estas danzas
En Bolivia, así como en el Perú, el culto a la Virgen de la Candelaria se propagó en muchos puntos
de sus espacios nacionales. En el vecino país hermano, bastaría transcribir el
siguiente párrafo de un folleto de la Casa de Folklore de Bolivia:
".... Así es Oruro, añeja y de repente nueva, silenciosa y bullanguera, febril de alma, religiosa y
profunda... tiene como herencia de su raza de fortaleza, su religión, su fe, su tradición, su
costumbre, su inigualable carnaval en honor a la Virgen de la Candelaria, para el orureño, la
Virgen Morena "Mamita de Socavón".
También respecto a Bolivia, puede afirmarse que la Virgen de Copacabana, que cuenta con
millones de leales devotos, es también la Virgen de la Candelaria. Para probarlo, basta que
cualquiera de nuestros lectores interesados examine el grabado que aparece en la parte inferior
de la gran puerta principal de madera de templo de esa ciudad. En ese grabado se advierte la
imagen de la Virgen de la Candelaria (así nombrada expresamente en letra alto relieve), llegando
sobre una balsa de totora a la playa de Copacabana, rodeada de un buen número de indígenas
que acompañan a los religiosos que participan el suceso. ¿De dónde venía esa imagen? Solo
podía del otro extremo del inmenso Lago, es decir de PUNO.
Mucho antes del nacimiento de Jesús de Nazareth, las leyes de Moisés eran parte fundamental
del ordenamiento jurídico de la sociedad hebrea.
En ese tiempo, entre las más aplicadas disposiciones mosaicas estaba aquella en la que se
establecía que cuando una mujer había tenido un niño varón, debía considerarse impura
durante siete días u obligada en consecuencia a obtener su purificación. Esta situación se
obtenía concurriendo al templo, pero sólo después de 33 días de cumplidos los primeros siete,
es decir a los 40 días de producido el nacimiento. Para tal efecto estaba obligada además de
llevar un holocausto, si era pobre, "un par de tórtolas o dos pichones". Hecha la ofrenda, el
sacerdote rezaba una oración por la mujer y así ésta quedaba purificada.
En los primeros tiempos del cristianismo, específicamente en la primera mitad del siglo IV, la
"fiesta de la purificación de la Virgen María o Fiesta de la Candelaria", era celebrada por la iglesia
de Jerusalén con una procesión hacia la Basílica de la Resurrección de Constantino. De allí se
propagó por todo el orbe católico y se mantuvo a través de los siglos en los pueblos católicos de
occidente, con una singular constante: procesiones con luces (candelas, velas) previamente
bendecidas. Por su parte, los católicos ortodoxos o de oriente, celebraban en igual fecha la
En La edad media, tanto en algunos lugares de Italia como "entre los carmelitas y otras órdenes
religiosas creadas bajo la advocación de María Santísima, se celebra la Candelaria con Octava".
DEVOCIÓN
Como patrona general del archipiélago, la Virgen de Candelaria (nombre empleado para
referirse a la imagen por encontrarse en el municipio homónimo), tiene un papel especial en las
celebraciones religiosas de las Canarias, España. Como la talla original desapareció, en el Siglo
XIX se creó una réplica que se encuentra actualmente en la Basílica de Candelaria, en Tenerife.
El autor de la misma fue Fernando Estévez. El 2 de febrero se celebra universalmente la Fiesta
de la purificación de la Virgen, si bien en Canarias la festividad de Candelaria se celebra en
verano, el 15 de agosto, por ser ésta una fecha vinculada a antiguas festividades de los
aborígenes canarios (guanches).
Devoción en el Perú
Los integrantes de estas bandas no bailan ni tocan todo el jubileo, sino que se relevan
constantemente ayudando a que la música, la veneración y la celebración continúen sin que
nada ni nadie pueda detenerla.
En los primeros días, los danzarines ensayan lo que será su paso por las calles en corzos
pletóricos de alegorías, para estar a punto cuando se dé su participación en el Concurso de
Danzas Folklóricas. A toda hora se escuchan por algunas arterias de la ciudad los más variados
ritmos de la región, interpretados por artistas que, acompañados de unas cervezas, empiezan
ya a circular como prólogo al jolgorio que en breve se desatará.
ofreciendo licores, rezos e incluso detonando bombardas por todo lo alto, haciendo vibrar al
expectante pueblo puneño.
Grupos ataviados con disfraces dirigiéndose al centro de la ciudad para participar en las
festividades multicolores atuendos mostrados a través de la danza de "La Morenada"
La noche previa al día central, tienen lugar las misas de vísperas para luego escuchar el tronar
de los fuegos artificiales que iluminan con su resplandor el cielo del altiplano puneño, teniendo
como fondo musical los melodiosos acordes entonados por bandas de músicos. La ocasión es
propicia para que el Alferado agasaje a la concurrencia con ponche, anisado y cerveza en la
entrada de la iglesia, hasta llegada la noche.
La Virgen de La Merced fue llamada por Su Santidad el Papa Juan Pablo II en su primera visita al
Perú en 1985, “La Estrella de la Fe y de la Evangelización”.
Esta Sagrada Imagen vio su culto nacer durante la época de la Evangelización constituyente,
cuando Francisco Pizarro llegó al Perú y fue acompañado por religiosos de la Orden de La
Merced, quienes se trazaron la meta de cimentar sus labores evangélicas y la inspiración al culto
a la Madre de Dios, bajo la advocación de “María de Las Mercedes”. Cuenta la historia que un
día 24 de septiembre en horas de la noche, incursionó en nuestro puerto una flota inglesa
conformada por los piratas más famosos de la época, invadiéndolo y aprovechando la fuga del
vecindario, no sin antes experimentar toda suerte de manifestaciones de pánico, desesperación
e importancia ante los intrusos, Según los testigos de aquellos tiempos, cuyo testimonio
registra la Historia, los ingleses entrenados para la destrucción y el pillaje, y dueños de la
situación, se apropiaron de las riquezas y luego incendiaron la ciudad, para luego organizar sus
acostumbradas orgías de triunfo bajo las actitudes morbosas y sanguinarias del pirata George
Anson.
Según la leyenda a santo Domingo de Guzmán, la Virgen María se le apareció en 1208 en una
capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos, que le enseñó a rezarlo
y le dijo que lo predicara entre los hombres. Además, le ofreció diferentes promesas referidas
al rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort
antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen María. Por ello, Montfort erigió
la primera capilla dedicada a esta advocación.1
En el siglo XV, la devoción al rosario había decaído. Alano de Rupe declaró que la Virgen se le
apareció y le pidió que la reviviera, que recogiera en un libro todos los milagros llevados a cabo
por el rosario; le recordó además las promesas que siglos atrás había dado a Santo Domingo.2
En el siglo XVI, San Pío V instauró su fecha el 7 de octubre, aniversario de la victoria en la Batalla
de Lepanto, donde las fuerzas cristianas derrotaron a los turcos que invadían Europa (atribuida
a la Virgen), denominándola Nuestra Señora de las Victorias; además, agregó a la letanía de la
Virgen el título de Auxilio de los Cristianos. Su sucesor, Gregorio XIII, cambió el nombre de su
festividad al de Nuestra Señora del Rosario.2 A causa de la victoria en la batalla de Temesvár
en 1716, atribuida por Clemente XI a la imagen, el papa ordenó que su fiesta se celebrase por la
Iglesia universal. León XIII, cuya devoción por esta advocación hizo que fuera apodado el Papa
del Rosario, escribió unas encíclicas referentes al rosario, consagró el mes de octubre al rosario
e incluyó el título de Reina de Santísimo Rosario en la letanía de la Virgen.2
En Guatemala, la imagen de la Virgen del Rosario del Templo de Santo Domingo, que posee
cuatro siglos de historia. Fue declarada Patrona de la Ciudad contra los terremotos en 1651. En
la época conservadora, fue nombrada por Rafael Carrera, Patrona de Armas del Estado. En 1934
recibió la corona pontificia, Patrona de la Ciudad de Guatemala contra los terremotos, por lo
cual el Alcalde Oscar Berger la nombró Alcaldesa Perpetua en 1992. Estos datos resultan
curiosos, dado que Guatemala tiene muchos patronos. Prueba de ello es que la misma Ciudad
lleva el nombre de la Asunción, pero la Primera y Principal Patrona de la Ciudad y la República
es la Inmaculada Concepción, que se venera en el Templo de San Francisco
LA APARICIÓN
"Viendo Santo Domingo que los crímenes de los hombres obstaculizaban la conversión de los
albigenses, entró en un bosque y pasó en él tres días y tres noches en continua oración y
penitencia. Un día, se le apareció la Santísima Virgen acompañada de tres princesas del cielo y
le dijo:
El Santo se levantó muy consolado y abrazado de celo por el bien de estos pueblos, entró en la
Catedral y en ese momento sonaron las campanas (por intervención de los ángeles) para reunir
a los habitantes. Al principio de la predicación se levantó una espantosa tormenta, la tierra
tembló, el sol se nubló y los repetidos truenos y relámpagos hicieron estremecer y palidecer a
los oyentes. El terror de éstos aumentó cuando vieron que una imagen de la Santísima Virgen,
expuesta en un lugar prominente, levantaba por tres veces los brazos al cielo para pedir a Dios
venganza contra ellos si no se convertían y recurrían a la protección de la Santa Madre de Dios.
Quería el cielo con estos prodigios promover esta nueva devoción del santo rosario y hacer que
se la conociera más. La tormenta cesó al fin por las oraciones de Santo Domingo. Continúo su
discurso y explicó con tanto fervor y entusiasmo la excelencia del Santo Rosario, que casi todos
los moradores de Tolosa le abrazaron, renunciando a sus errores, viéndose en poco tiempo, un
gran cambio en la vida y costumbres de la ciudad".
Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alan de la Roche y le dijo que
reviviera dicha devoción mariana. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes
inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del Santo Rosario y reiteró las
promesas dadas a Santo Domingo referentes al rosario.
Promesas de Nuestra Señora, Reina del Santo Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alan:
En poco tiempo comenzó la Virgen a derramar abundantes milagros y ello hizo fama a su culto
que creció de manera considerable, organizándose gran romería hasta su Santuario. La
celebración de su fiesta está a cargo de la antigua Cofradía y los populares quimichos (nombre
derivado del apellido Quimichi), son los encargados de llevar en procesión a la Virgen, por las
principales calles. Existen igualmente muchas otras réplicas de la imagen, producto de la gran
devoción que fue impulsada por aquella época por sus devotos fuera del departamento de
Apurímac, entre ellas las de mayor importancia se encuentran las de Lima, Sapallanga y
Orcotuna (Huancayo).
La Cofradía realiza diversas peregrinaciones con réplicas llamadas "Reina Grande" y "Reina
Chica" hacia las ciudades de Cuzco, Huamanga (Ayacucho) y otras localidades vecinas
recaudando las limosnas que erogan los devotos. Como parte de su gran celebración regional,
también se realizan corridas de toros y bailes tradicionales. Estas festividades tienen lugar
después de las cosechas, asociada con las lluvias y la fertilidad de la tierra.
Debido a una serie de desmanes que se cometían durante su fiesta, en 1793, el párroco de Pocsi
ordenó el traslado de la imagen hacia Sogay, pueblo próximo a Quequeña. Acatando la orden,
se procedió a trasladar la imagen. Ya se había avanzado un buen trecho, cuando la comitiva hizo
un alto para descansar y recuperar fuerzas. En ese momento el viento comenzó a arreciar,
produciéndose una gran tempestad de arena.
Al reiniciar la jornada, por más esfuerzos que hacían los cargadores no lograron levantar la
imagen. Lo intentaron una y otra vez, sin conseguir el objetivo.
El hecho fue considerado milagroso y se interpretó el hecho como la voluntad de la Virgen para
que su imagen se venere en el sitio en que se quedó inamovible. Allí se erigió una pequeña
ermita para su culto. La noticia se divulgó por toda Arequipa y los devotos se multiplicaron.
Muchos de ellos llegaban al lugar en romería.
En 1868 se registró un violento terremoto que destruyó la ermita, pero bajo sus escombros “la
mamita” se encontraba ilesa. En su lugar, se levantó una modesta capilla con los muros hechos
de piedra y adobe, y el techo de paja.
Probablemente fueron los misioneros franciscanos a principios del siglo XVIII ya que éstos tenían
a su cargo el curato de Pocsi del cual Chapi era una de sus capillas.
También puede que la hayan traído los misioneros jesuitas quienes estaban establecidos en
Moquegua desde el año 1709.
Fueron entonces estas mismas personas según los mayores los que dijeron: “La Virgen no sólo
quiere quedarse aquí sino que se ha dado el nombre”.
En la Edad Media había una devoción popular por los cinco gozos de la Virgen Madre, y por la
misma época se complementó esa devoción con otra fiesta en honor a sus cinco dolores durante
la Pasión. Más adelante, las penas de la Virgen María aumentaron a siete, y no sólo
comprendieron su marcha hacia el Calvario, sino su vida entera. A los frailes servitas, que desde
su fundación tuvieron particular devoción por los sufrimientos de María, se les autorizó para
que celebraran una festividad en memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de setiembre
de todos los años.
La devoción a Nuestra señora de los dolores viene desde muy antiguo. Ya en el siglo VIII los
escritores eclesiásticos hablaban de la “Compasión de la Virgen” en referencia a la participación
de la Madre de Dios en los dolores del Crucificado.
Pronto empezaron a surgir las devociones a los 7 dolores de María y se compusieron himnos con
los que los fieles manifestaban su solidaridad con la Virgen dolorosa.
La fiesta empezó a celebrarse en occidente durante la Edad Media y por ese entonces se hablaba
de la “Transfixión de María”, de la “Recomendación de María en el Calvario”, y se conmemoraba
en el tiempo de Pascua.
En el siglo XII los religiosos servitas celebraban la memoria de María bajo la Cruz con oficio y
Misa especial. Más adelante, por el siglo XVII se celebraba el domingo tercero de septiembre.
EL AMIGO BRAULIO
En ese tiempo era yo interno en San Carlos. Frisaba en los diez y ocho años y tenía compuestos
algunos centenares de versos, sin que se me hubiera ocurrido publicar ninguno ni confesar a
nadie mis aficiones poéticas. Disfrutaba una especie de voluptuosidad en creerme un gran
poeta inédito.
Repentinamente nacieron en mí los deseos de ver en letras de molde algunos versos míos. Por
entonces se publicaba en Lima un semanario ilustrado que gozaba de mucha popularidad y era
leído y comentado los lunes entre los aficionados del colegio: se llamaba El Una Ilustrado.
Después de leer veinte veces mi colección de poemas, comparar su mérito y rechazar hoy por
malísimo lo que ayer había creído muy bueno, concluí por elegir uno, copiarlo en fino papel y
con la mejor de mis letras.
Temblando como reo que se dirige al patíbulo, me encaminé un domingo por la mañana a la
imprenta de El Lima Ilustrado. Más de una vez quise regresarme; pero una fuerza secreta me
impedía. Con el sombrero en la mano y haciendo mil reverencias penetré en una habitación
llena de chivaletes galeras cajas tipos de imprenta.
En mangas de camisa, con un mandil azul, cubierto de sudor y manchado de tinta, se ocupaba
en colar fajas y pegar direcciones.
–Pasemos al escritorio.
Ahí se cala las gafas, me quita el papel de las manos y sin sentarse ni acordarse de convidarme
asiento, se pone a leer con la mayor atención.
Era la primera vez que ojos profanos se fijaban en mis lucubraciones poéticas. Los que no han
manejado una pluma no alcanzan a concebir lo que siente un hombre al ver violada, por
decirlo así, la virginidad de su pensamiento. Yo seguía, yo espiaba la fisonomía del director
para ir adivinando el efecto que le causaban mis versos: unas veces me parecía que se
entusiasmaba, otras que me censuraba acremente.
–Roque Roca.
No pude negarlo, mucho más cuando el buen coloso me daba una palmada en el hombro, me
convidó asiento y se puso a conversar conmigo como si hubiéramos sido amigos de muchos
años.
Al salir de la imprenta, yo habría deseado poseer los millones de Rothschild para elevar una
estatua de oro al director de El Lima Ilustrado.
II
Cuando el semanario salió a luz con mis versos, produjo en San Carlos el efecto de una bomba.
Poetam habemus!, gritó un muchacho que se acordaba de no haber podido aprender latín. En
el comedor, en los patios, en el dormitorio y hasta en la capilla escuchaba yo alguna vocecilla
tenaz y burlona que entonaba a gritos o me repetía por lo bajo una estrofa, un verso, un
hemistiquio, un adjetivo de mi composición.
Con decir que el mismo profesor lanzó una carcajada y me dirigió una pulla, basta para
comprender el maravilloso efecto de los dos pareados: a la media hora les sabía de memoria
todo el colegio y andaban escritos con lápiz negro en las paredes blanca y con polvos blancos
en las pizarras negras. No faltaban variantes, como:
Es un inconmensurable alcornoque.
Agotada la paciencia recurrí a las trompadas; mas como el remedio empeoraba el mal, acabé
por decidir que el partido más cuerdo era no hacerles caso y no volver a publicar una sola
línea.
Sólo encontré una voz amiga. Había un muchacho a quien llamábamos el Metafórico, por su
manera extraña y alegórica de expresarse. El Metafórico me llamó a un lado y me dijo con la
mejor buena fe:
–Mira, no les hagas caso y sigue montando en el Pegaso: el ruiseñor no responde a los asnos;
poeta–aurora, desprecia a los hombres–coces.
Las palabras me consolaron, aunque venían de un chiflado. ¿Qué voz no suena dulce y
agradablemente cuando se duele de nuestras desgracias y nos sostiene en nuestras horas de
flaqueza?
Yo contaba con un amigo de corazón: Braulio Pérez. Juntos habíamos entrado al colegio,
seguíamos las mismas asignaturas y durante cinco años habíamos estudiado en compañía. En
cierta ocasión, una enfermedad le retrasó en sus cursos: yo velé dos o tres meses para que no
perdiera el año. ¿Quién sino él estaría conmigo?
Como ni palabra me había dicho sobre mis versos ni salido a mi defensa, su conducta me
pareció extraña y le hablé con la mayor franqueza.
–Hombre –me contestó– ¿por qué publicar los versos sin consultarte con algún amigo? – De
veras.
–Cierto.
Acudí al amigo Braulio, le conté lo sucedido y le enseñé todo mi cuaderno de versos para que
me escogiera los menos malos; pero no logramos quedar de acuerdo: todas mis inspiraciones
le parecían flojas, vulgares, indignas de ver la luz pública en un semanario donde colaboraban
los primeros literatos de Lima. Imposible sacarle de la frase: "Todas están malas". A escondidas
del amigo Braulio, copié los versos que me parecieron mejores y se los remití al director de El
Lima Ilustrado.
La tormenta se renovó con mi segunda publicación; pero fue amainando con la tercera y
cuarta: a la quinta, las burlas habían disminuido, y sólo de cuando en cuando algún majadero
me endilgaba los pareados o me dirigía una pulla de mal gusto.
El único implacable era el amigo Braulio, convertido en mi Aristarco severo, todo por amistad,
como solía repetírmelo. Apenas recibía el número de El Lima Ilustrado, se instalaba en un
rincón solitario y, lápiz en mano, se ensañaba en la crítica de mis versos: uno era cojo, el otro
patilargo; éste carecía de acentos aquél los tenía de más. En cuanto al fondo, peor que la
forma.
–Mira –me lanzó en una de esas expansiones íntimas que sólo se concibe en la juventud–,
mira, el hombre no sólo se deshonra con robar y matar, sino también con escribir malos
versos. A ladrones o asesinos nos pueden obligar las circunstancias; pero ¿qué nos obliga a ser
poetas ridículos?
Hacía dos meses que publicaba yo mis versos, cuando en el (sino semanario apareció un nuevo
colaborador que firmaba sus m composiciones con el seudónimo de Genaro Latino. Mi amigo
Braulio empezó a comparar mis versos con los de Genaro Latino.
–Cuando escribas así, tendrás derecho a publicar –me dijo sin el menor reparo.
Fui constantemente inmolado en aras de mi rival poético: él era Homero, Virgilio y Dante; yo,
un coplero de mala muerte. Cuando mi nombre desapareció de El Lima Ilustrado para ceder el
sitio al de Genaro Latino, muchos de mis condiscípulos me reconocieron el mérito de haber
admitido mi nulidad y sabido retirarme a tiempo. Sin embargo, algunos insinuaron que el
director del semanario me había negado la hospitalidad.
Todos creían envenenarme las bilis con leerme los versos de mi rival, figurándose que la
envidia me devoraba el corazón Braulio mismo me atacaba ya de frente, y se le atribuía la
paternidad de este nuevo pareado:
Un día, Braulio, triunfante y blandiendo un papel, se instala sobre una silla, pide la atención de
los oyentes y empieza a leer una silva de Genaro Latino, publicada en el último número de El
Lima Ilustrado. De pronto, Cambia de color, se muerde los labios, estruja el periódico y le
guarda en el bolsillo.
– ¿Por qué no sigue leyendo? –le pregunta una voz estentórea–. Era el Metafórico.
Nota de la Dirección. Como, hay personas que se atribuyen la paternidad de obras ajenas,
avisamos al público (a riesgo de herir la modestia del autor) que los versos publicados en El
Lima Ilustrado con el seudónimo de
Genaro Latino es escrito por nuestro antiguo colaborador el joven estudiante de jurisprudencia
don Roque Roca.
Es la historia de un joven escritor, que había escrito muchos versos y dado en un momento
decidió publicarlos en un semanario “el lima ilustrado”, habló con el director, para ver si podría
publicar algunos versos, el director después de haber leído algunos versos, autorizó para que
se publicase.
Luego que se hubo publicado el semanario, muchos alumnos leyeron y todos se enteraron que
los versos eran del poeta Roque Roca, esto tuvo el efecto de una bomba, todos se burlaron del
poeta Roque Roca
Sólo encontró una voz amiga en el metafórico, quien le dijo: “Mira no les hagas caso y sigue
montando el Pegaso: el ruiseñor no responde a los asnos: poeta aurora, desprecia a los hombres
coces”
Roque Roca tenía un amigo de corazón, Braulio Pérez, a él fue para pedirle que escogiera los
versos mejores, pero este mal amigo, solo dijo que estos versos son malísimos y no eran dignos
de publicarse en un semanario, donde colaboran grandes escritores, dotados con la pluma,
literatos de verdad. Es así como Roque Roca armándose de valor decide publicar sus mejores
poemas. Pero como era de esperarse en San Carlos, nuevamente la multitud de críticos se
levantaron a opinar y Braulio era el único crítico implacable, quien opinaba con toda severidad
de los versos de Roque Roca
Los versos hacían dos meses que se estaban publicando pese a la oleada de críticas, algo
inesperado ocurrió, un nuevo colaborador escribía sus versos con el seudónimo de Genaro
Latino. Los críticos como Braulio no se hicieron esperar; y empezó a comparar sus versos de
Roque Roca con el de Genaro Latino. Y le decía a Roque Roca, cuando escribas así como Genaro
Latino podrás publicar con toda autoridad.
Braulio consideraba a Genaro latino un “Homero, un Virgilio, y un Dante”, mientras que roque
roca le parecía “un coplero de mala muerte”
Para su sorpresa un día que Braulio quiso humillar al poeta Roque Roca tomando el semanario
y leyendo un poema de Genaro Latino, quedó pálido y sorprendido y en su desesperación guardo
el periódico en su bolsillo, pues había leído que el escritor Genaro Latino su verdadero nombre
es el poeta Roque Roca Esto ha sido un breve resumen del cuento el amigo Braulio el amigo
Braulio