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También con las exclusiones, con duelos difíciles, con sobre apegos, y con Secretos
de Familia.
En síntesis, ordenar todas las experiencias de vida que dejaron marca y destino en
la historia personal, familiar- genealógica- y que hemos condensado temáticamente
en “Los Diez Alcances” (ver en este sitio).
Para más información les sugiero leer mí escrito “Mapeo y Test Psicobiográfico” y
mis Prólogos a “¡Ay! Mis Ancestros” y “La Voluntad de Vivir” ambos libros de la
pionera en transgeneracional Anne A Schutzenberger.
- Muerte de un Hermano.
- Niños cuyos Padres mueren.
- Muertes súbitas.
- Duelos ambiguos.
- Ancianos en duelo.
- Duelos anticipados.
- “Apego” a muertos.
- Traumatismos Transgeneracionales
- Secretos de Familia
Vínculos hijos-padres
Vínculos entre hermanos
Vínculos de pareja
El crecimiento laboral
El desarrollo personal
Es normal que ante situaciones dolorosas se viva un duelo, por ejemplo ante la muerte
de un ser querido, la pérdida de un trabajo o de una relación. El verdadero problema
que existe es que se reprima dicho duelo y quede bloqueado en nuestro
inconsciente, generando una serie de síntomas que nos llevan a la enfermedad y el
fracaso.
El primer impulso ante una persona que está viviendo un duelo, es decirle “No
llores” “Disfruta…realiza algo que te haga olvidar”, si bien es cierto que estas
recomendaciones vienen cargadas de buenas intenciones, pueden perjudicar el proceso
natural del duelo sobre todo al principio del drama, porque obviamente el duelo es un
proceso que lleva implícita diferentes etapas para su total desarrollo y cierre.
Los duelos que cubren a otro duelo, por ejemplo la pérdida de una mascota ha
despertado la memoria inconsciente del fallecimiento de un padre.
La muerte de un amigo en nuestra adolescencia o de un ser querido, normalmente se
piensa que se supera pronto…pero mucho de nuestros miedos derivan de que en el
momento que se vivió el duelo quisimos ser fuerte y allí yace dormido “como sensación
de vacío” “No sé qué es lo que quiero” “No sé qué hacer con mi vida”
Duelos no vívidos por nuestros padres, ya sea la pérdida de un hijo o de cualquier ser
querido puede ser durante nuestro embarazo o durante nuestra más pequeña infancia.
Esto se vive muy profundamente por nuestros padres pero por nuestro bien no se
atrevieron a expresarlo y nosotros por lealtad a ellos “lo vivimos perenemente en
nuestra vida actual”