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INCERTIDUMBRE Y LA FORMACIÓN DE EXPECTATIVAS

Heiddy Thalía López Romero

RESUMEN

En nuestros días vivimos de expectativas las cuales están sujetas a nuestras decisiones lo

cual marca el inicio de nuestro futuro, pero que es lo que sucede cuando estas expectativas

toman un ámbito macroeconómico, como repercuten las decisiones de los agentes

económicos en el bienestar o inestabilidad económica de un país. Es el tema de centro

para este estudio el cual parte desde la incertidumbre para llegar la formación de

expectativas y los cambios que han ido surgiendo, desde las expectativas adaptativas hasta

las expectativas racionales las cuales son usadas hasta hoy por los economistas para la

formulación de los modelos macroeconómicos.

Palabras clave: Estado de bienestar. Expectativas racionales, expectativas adaptativas.

ABSTRACT

In our days of life expectations are in our decisions and what marks the beginning of our

future, but what happens when these expectations take a macroeconomic, as the decisions

of economic agents in the welfare and economic instability of a country. It is the center

theme for this study which starts from the uncertainty for the formation of expectations

and the changes that have arisen, from the adapted expectations to the rational

expectations which are up to now for the reason of the economics of economists

macroeconomic models.

Keywords: Welfare state. Rational expectations, adaptive expectations.


INTRODUCCIÓN

La incertidumbre es un factor que está ligado a lo largo de la existencia humana y sus

actividades, día a día estamos inmersos a lo “desconocido” y la toma de decisiones se

enfoca en base la necesidad y la libertad. La presencia de incertidumbre genera un

desconocimiento del resultado de alguna acción, este puede no siempre ser no siempre lo

esperado, si bien podemos encontrar una posible solución con ayuda de la teoría de las

probabilidades como se ha venido haciendo tradicionalmente pero no se cumple en

cuestiones repetitivas, es decir sucesos que han ocurrido antes.

Hoy en día la teoría económica exige comprender el proceso de decisiones económicas

para tener una predicción más exacta del sistema, las cuales dependen tantos de los

sucesos actuales y de las expectativas a futuro. La formación de expectativas puede ser

usada a modo personal como la conducta de un consumidor tanto como el campo

macroeconómico en el que se pueden plasmar temas referidos a la producción, política

macroeconómica; consumo e inversión; inflación; entre otros.


PARADIGMAS DE INCERTIDUMBRE

Según (Alba, 1989) el paradigma newtoniano encontró en Laplace su máximo exponente.

A principios de siglo, Laplace no sólo estableció que el universo era completamente

determinista, sino que fue más lejos, suponiendo que existían leyes similares gobernando

todos los fenómenos, incluso las relaciones con el comportamiento humano. El llamado

demonio de Laplace tenía un conocimiento perfecto y, para él, no existía lo inesperado.

Leyes formuladas en forma determinista, como «todos los cuerpos caen hacia la Tierra

con la misma aceleración», hicieron deducir a Goethe: «Grandes, eternas, inmutables

leyes señalan las sendas por las que nos deslizamos».

En la época en que solo se practicaba la ciencia de aquello que estaba determinado el

hombre no podía interferir. Según los economistas de la época clásica aspectos que no

representaban equilibrio económico no podía tener ninguna representatividad, se dejaba

de lado libertad del hombre, este paradigma comenzó a volverse obsoleto debido a que se

iba comprobando que ningún sistema físico, social, económico, etc funciona sin

fluctuaciones, es decir ningún fenómeno se repite en las mismas condiciones.

En el paradigma newtoniano el hombre como observador era omnipotente. Con su razón

podía entender la estructura lógica de un mundo cuyo orden estaba vinculado en la misma

naturaleza. Mientras respecto a lo micro era capaz de hacer predicciones (el precio de

equilibrio), en lo macro era incapaz de influir en estos resultados (en el precio). Es decir,

el hombre como actor económico resulta impotente frente al mismo hombre como

observador.
Esta contradicción, que en economía es la esencia del modelo competitivo, forma parte

de la visión determinista del mundo cartesiano-newtoniano en que el individuo se muestra

impotente ante las leyes de la naturaleza. Sin embargo, en el paradigma de Heisenberg

sucede lo contrario. La presencia de la incertidumbre priva al individuo de su

omnisciencia a nivel de lo micro, ya que el futuro se le presenta desconocido e

imprevisible, pero a nivel macro aparece reforzado el poder del hombre como actor sobre

la naturaleza. (Alba, 1989)Piénsese cómo en física se consiguió la desintegración del

átomo y relaciónese en la economía con todo el ámbito de la macroeconomía, la economía

del poder y del bienestar.

El Estado del Bienestar

La época del capitalismo del siglo XIX se caracterizaba por ser competitivo,

individualista y con empresas de escasa dimensión. Los precios y salarios fluctuaban

libremente a las respuestas de la demanda y la oferta. Por otra parte, el sistema de mercado

acusaba fallos en cuanto a la estabilidad y la redistribución.

Los sucesos que contribuyen al cambio de este capitalismo del siglo xx son: En la

interrupción del sistema de economía de mercado durante la Primera Guerra Mundial; en

la crisis de los años 30, que minó la confianza en este modelo de libre empresa, y en el

crecimiento de las grandes empresas, monopolios y poder del mercado.

El capitalismo del siglo xx tiene un carácter organizado, corporativo y gerencial con un

Estado que corrija los fallos del mercado como: distribución, estabilidad y asignación de
recursos a bienes públicos. Ello nos lleva a la economía del bienestar donde el actor

Estado. Es así como surgen los decisores públicos (políticos, tecnócratas, burócratas, etc.)

que, además de gestionar el Estado de bienestar, van a configurar una nueva clase social.

La acción del Estado del bienestar se dirige a cubrir las deficiencias del funcionamiento

de la economía de mercado, los llamados fallos de mercado. Los fallos de mercado se

refieren, en primer lugar, a la asignación de recursos: La producción de bienes públicos

puros (justicia, sanidad, educación, etc.) y de bienes en cuyo proceso de producción o

consumo se generan efectos externos (externalidades) sobre el resto de la economía

(inseguridad, concentración monopolística, etc.). Aparecen fallos también en relación con

la distribución de la renta y de la riqueza que, de acuerdo con la ética de la solidaridad,

ponen de manifiesto que el mercado no es corrector de desigualdades, lo que además

afecta a la estabilidad económica.

La economía del bienestar tiene el mérito de haber facilitado el avance de la economía

pública en los países occidentales y ello, tanto por el impacto sobre la economía

keynesiana, como sobre la Hacienda Pública (Alba, 1989).

eynes sentó los fundamentos de la macroeconomía, abandonando el modelo de economía

atomística e individualista y pensando en agregados macroeconómicos. Representó la

economía como un todo, como un sistema general en el cual todas las variables son

mutuamente interdependientes

En este sistema todavía aparecen las variables políticas (P), sociales (S) y el marco

institucional (MI) como variables exógenas de un sector público que capta los fallos del

mercado (en su dimensión social y económica). El grupo tecnocrático y burocrático (G¡)

es el que capta estos fallos del mercado y elabora los proyectos de normas que después el
Gobierno (Go), bien directamente o a través del Parlamento, transforma en marco

institucional. También el grupo social (S) recibe fallos del mercado y, a través de los

grupos políticos (P) o del Gobierno (Go), contribuye a crear el marco institucional. Ahora

las intervenciones son generadoras de incertidumbres para los agentes decisores que

actúan en el ámbito del mercado. Todo ello aparece en la siguiente figura.

Figura 1. Sistema de la Economía del bienestar

Fuente: Publicaciones de la Real Academia de Ciencias

Económicas y Financieras

EXPECTATIVAS
Todos nos enfrentamos día a día a las expectativas, aunque no nos formemos una

conciencia racional de que lo hacemos. (Cardenas, 2016) Cuando un padre está

considerando cambiar el automóvil familiar y se pregunta si valdrá la pena endeudarse

para adquirirlo, se pregunta cosas como ¿Cómo se comportara su ingreso en los próximos

años? ¿Que pasara con las cuotas del préstamo el próximo año? Ese padre se enfrenta a

las expectativas.

(Cardenas, 2016) Cuando un empresario analiza las ventas de su empresa y se da cuenta

que han aumentado de forma considerable seguramente se pregunta si esa tendencia se

mantendrá en el tiempo o será temporal; debe invertir en nueva maquinaria para

incrementar su producción o la bonanza actual es solo un espejismo económico de corta

duración.

Los anteriores ejemplos son una reducida demostración de que muchas de las decisiones

económicas que los agentes enfrentan no se basan, al menos en su totalidad, en lo que

ocurre actualmente sino también en las expectativas sobre el futuro. Se podría decir que

la mayoría de las decisiones de mayor importancia que los agentes económicos toman

están influenciadas de forma más determinante más por el futuro que por el presente. La

adquisición de bienes o activos durables, la inversión física o las decisiones de tipo

financiero son mucho más proclives a estar determinadas por lo que pensamos que

sucederá antes de por lo que está sucediendo ahora.


Herramientas básicas en la incorporación de las expectativas

Tipos de interes nominales y reales

En 1980 el tipo de interés de Reino Unido era del 16,3 %. En 2008, era del 4,7 solamente:

los tipos de interés a los que nos enfrentamos como consumidores también eran

significativamente más bajos en 2008 que en 1980. Era mucho más barato pedir

préstamos en 2008 que en 1980. ¿O no? En 1980, la inflación era del 18 %

aproximadamente. En 2008, era del orden del 3,6 %. Esta información parece importante:

el tipo de interés nos dice cuántas libras tendremos que pagar en el futuro para poder tener

1 libra más hoy (Blanchard, Amighini, & Giavazzi, 2012).

La paradoja es que consumimos bienes no libras, soles o cualquier monetaria. Lo que

deseamos saber cuándo adquiríamos un préstamo es a cuantos bienes tendremos que

renunciar en el futuro a cambio de los bienes que obtenemos hoy o cuantos bienes

obtendremos en el futuro cuando prestamos hoy. Es aquí donde entra la distinción entre

tipos de interes nominales y reales: Los tipos de interés expresados en unidades de la

moneda nacional se denominan tipos de interés nominales. Por ejemplo, cuando decimos

que el tipo de los bonos del estado a un año es del 4,36 %, queremos decir que por cada

euro que una persona pide prestado a un banco, tiene que pagar 1,0436 euros dentro de

un año ; Los tipos de interés expresados en una cesta de bienes se llaman tipos de interés

reales. Si llamamos rt al tipo de interés real del año t, entonces, por definición, si tomamos

prestado este año el equivalente a una cesta de bienes, tendremos que pagar el equivalente

a 1 + rt cestas de bienes el próximo año.


El tipo de interés nominal indica cuántos euros hay que devolver en el futuro para obtener

un euro hoya lo que el tipo de interés real nos dice cuántos bienes hay que devolver en el

futuro para obtener un bien hoy.

Las decisiones de inversión dependen del tipo de interés real. La elección entre el dinero

y los bonos depende del tipo de interés nominal. Por tanto, el tipo de interés real entra en

la relación IS, mientras que el tipo de interés nominal entra en la relación LM.

El modelo IS-LM describe las consecuencias del equilibrio simultáneo del mercado de

bienes y de los mercados financieros, a relación IS y la curva IS muestran las

combinaciones de tipo de interés y nivel de producción que son coherentes con el

equilibrio del mercado de bienes. Una subida del tipo de interés provoca una reducción

de la producción. Por consiguiente, la curva IS tiene pendiente negativa. La relación LM

y la curva LM muestran las combinaciones de tipo de interés y nivel de producción

coherentes con el equilibrio de los mercados financieros. Dada la oferta de dinero real,

un aumento de la producción provoca una subida del tipo de interés. Por consiguiente, la

curva LM tiene pendiente positiva.

El nivel de producción de equilibrio y el tipo de interés nominal de equilibrio se

encuentran en el punto de intersección de las curvas IS y LM. El tipo de interés real es

igual al tipo de interés nominal menos la inflación esperada.

Expectativas Adaptativas

La importancia de las expectativas es un viejo tema en macroeconomía. Pero hasta

principios de los años setenta los macroeconomistas analizaban las expectativas de una

de las dos formas siguientes:

• Una eran los instintos animales (procedente de una expresión introducida por Keynes

en la Teoría general para referirse a las variaciones de la inversión que no pueden


atribuirse a las variaciones de las variables actuales). En otras palabras, se pensaba que

los cambios de las expectativas eran importantes, pero no se explicaban.

• La otra era el resultado de sencillas reglas basadas en el pasado. Por ejemplo, a menudo

se suponía que la gente tenía expectativas estáticas, es decir, esperaba que el futuro fuera

como el presente. O se suponía que la gente tenía expectativas adaptativas. Por ejemplo,

si su predicción de una variable dada en un periodo dado resultaba demasiado baja, se

suponía que se adaptaba aumentando sus expectativas sobre el valor que tendría la

variable en el siguiente periodo. Por ejemplo, si observaba que la tasa de inflación era

más alta de lo previsto, revisaba al alza su predicción sobre la futura inflación,

Expectativas racionales

A principios de los años setenta, un grupo de macroeconomistas encabezados por Robert

Lucas (profesor de la Universidad de Chicago) y Thomas Sargent (que entonces estaba

en la Universidad de Chicago y actualmente en la Universidad de Nueva York) afirmó

que estos supuestos no reflejaban la manera en que los individuos forman las expectativas

(Robert Lucas recibió el premio Nobel en 1995 por sus estudios sobre las expectativas)

(Blanchard, Amighini, & Giavazzi, 2012).

Sostenían que cuando los economistas analizan los efectos de distintas medidas

económicas, deben suponer que la gente tiene expectativas racionales, que observa el

futuro y hace todo lo posible para predecirlo. Eso no quiere decir que supongan que la

gente conoce el futuro, sino, más bien, que utiliza la información que tiene de la mejor

manera posible. Utilizando los modelos macroeconómicos que se empleaban entonces,

Lucas y Sargent mostraron que sustituyendo los supuestos tradicionales sobre la

formación de las expectativas por el supuesto de las expectativas racionales, podían

alterarse fundamentalmente los resultados. Lucas puso en cuestión la idea de que la


desinflación exigía necesariamente un aumento del desempleo durante un tiempo.

Pensaba que con expectativas racionales una política creíble de desinflación podía reducir

la inflación sin que aumentara el desempleo. En términos más generales, las

investigaciones de Lucas y Sargent demostraron la necesidad de revisar totalmente los

modelos macroeconómicos partiendo del supuesto de las expectativas racionales, y es lo

que se hizo durante las dos décadas siguientes. Actualmente la mayoría de los

macroeconomistas utilizan el supuesto de las expectativas racionales como hipótesis de

trabajo en los modelos que elaboran y en sus análisis de la política macroeconómica, no

porque crean que la gente siempre tiene expectativas racionales. No cabe duda de que

existen momentos en que la gente, las empresas o los mercados financieros pierden de

vista la realidad y se muestran excesivamente optimistas o pesimistas, pero estos casos

son más la excepción que la regla y no está claro que los economistas puedan decir mucho

sobre esos momentos. Cuando se examinan los efectos probables de una determinada

medida económica, parece que lo mejor es suponer que los mercados financieros, los

individuos y las empresas hacen todo lo posible por averiguar sus consecuencias. Elaborar

una medida suponiendo que las respuestas de la gente serán erróneas sistemáticamente es

imprudente.

Según el supuesto de las expectativas racionales, lo que ocurre hoy depende de las

expectativas sobre lo que ocurrirá en el futuro. Pero lo que ocurra en el futuro también

depende de lo que ocurre hoy. El éxito de Lucas y Sargent al convencer a la mayoría de

los macroeconomistas de que utilizaran las expectativas racionales se debe no solo a la

fuerza de sus argumentos, sino también a que mostraron cómo podía hacerse en realidad.

Desde entonces se han realizado muchos avances en el desarrollo de métodos para

resolver modelos cada vez más complicados. Actualmente se resuelven algunos grandes

modelos macroeconométricos con el supuesto de las expectativas racionales.


Las expectativas y las decisiones de consumo y de inversión

Vías a través de las cuales las expectativas afectan al gasto de consumo y de inversión:

• Un aumento de la renta laboral real después de impuestos actuales y futuros, o un

descenso de los tipos de interés reales actuales y futuros esperados aumenta la riqueza

humana (el valor actual descontado esperado de la renta laboral real después de

impuestos), lo cual provoca, a su vez, un aumento del consumo.

• Un aumento de los dividendos reales actuales y futuros esperados, o un descenso de

los tipos de interés reales actuales y futuros esperados eleva los precios de las acciones,

lo cual provoca un aumento de la riqueza no humana y, a su vez, un aumento del consumo.

• Un descenso de los tipos de interés nominales actuales y futuros esperados provoca

una subida de los precios de los bonos, lo cual provoca un aumento de la riqueza no

humana y, a su vez, un aumento del consumo). • Un aumento de los beneficios reales

después de impuestos actuales y futuros esperados o un descenso de los tipos de interés

reales actuales y futuros esperados eleva el valor actual de los beneficios reales después

de impuestos, lo cual provoca, a su vez, un aumento de la inversión. Las expectativas

afectan a las decisiones de consumo y de inversión tanto de forma directa como a través

del precio de los activos.


Figura 2. Las expectativas y el gasto

Fuente: Macroeconomía- Blanchard, O., Amighini, A., & Giavazzi, F.


CONCLUSIONES

 Las expectativas afectan a la demanda y, a su vez, a la producción: las

variaciones de la producción futura esperada o del tipo de interés real futuro

esperado alteran el gasto y la producción hoy.

 Las expectativas racionales son el supuesto de que los individuos, las empresas y

los participantes en los mercados financieros forman sus expectativas sobre el

futuro evaluando el rumbo de la política futura esperada y calculando entonces

las consecuencias para la producción futura, para los tipos de interés futuros, etc.

Aunque es evidente que la mayoría de las personas no realizan este ejercicio

ellas mismas, podemos imaginar que lo hacen indirectamente basándose en las

predicciones de los expertos públicos y privados.

 Aunque hay casos sin duda en los que los individuos, las empresas o los

inversores financieros no tienen expectativas racionales, parece que el supuesto

de las expectativas racionales constituye el mejor punto de partida para evaluar

los posibles efectos de las distintas medidas. Elaborar una política suponiendo

que las respuestas de los individuos son erróneas sistemá- ticamente es sin duda

imprudente

En las decisiones públicas predomina lo macroeconómico sobre lo microeconómico, los

precios medios sobre los costes y los precios marginales. El cambio viene por una nueva

consideración de lo microeconómico, es decir, la estructura de las decisiones individuales

(del consumidor, familia, empresa, etc.) subyacente en los actos de demanda, oferta,

ahorro, inversión ... , debe ser tenida en cuenta en el análisis macroeconómico de la renta,

del gasto, de la inversión, etc.


e) El papel del economista como científico en el modelo del bienestar es buscar el bien o

interés público como una verdad objetiva y externa a sus propias preferencias y, como

consejero público, intentar ~laborar programas de política económica para un déspota

ilustrado y benevolente, considerando que las decisiones macroeconómicas (presupuesto,

inflación, paro, etc.) deben quedar en sus manos y ser ajenas al ámbito de las decisiones

políticas. Sin embargo, teniendo en cuenta que el orden social y el bien común no son

ajenos al grupo social y que la misión del' economista, como consejero político, debe ser

la de conseguir pactos y cambios institucionales mediante acuerdos voluntarios, también

aquí se va a acusar la necesidad del cambio de paradigma.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bibliografía

Alba, U. N. (1989). La incertidumbre en la economia . Barcelona.

Blanchard, O., Amighini, A., & Giavazzi, F. (2012). Macroeconomía (Vol. 5). Madrid, España:
Pearson.

Cardenas, A. (2016). Macroeconomía.

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