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Jessop Robert El Futuro Del Estado Capitalistapdf PDF
Jessop Robert El Futuro Del Estado Capitalistapdf PDF
El futuro
del Estado capitalista
n
CATARATA
Robert Jessop
CATARATA
SERIE REVERSOS DEL LEVIATÁN
DIRIGIDA POR JUAN CARLOS MONEDERO
AGRADECIMIENTOS LUI
ABREVIATURAS LV
INTRODUCCIÓN 1
BIBLIOGRAFÍA 343
1. LA Q U IEBRA DE L A H EG EM O N ÍA N E O LIB E R A L
(O fA L A FU ERZA AH O RCAN ’)
Una de las escasas ventajas de las crisis económ icas es que clarifican la discu
sión sobre la sociedad. En verdad, esto, que se constata desde los años treinta
del siglo pasado, valdría para toda la ciencia social, perm itiéndonos afirm ar
que el verdadero saber social avanza no tanto "a hom bros de gigantes” como "a
lomos de crisis” . Más en concreto, estos m om entos de "peligro” y "oportuni
dad” (como rezan los dos ideogramas con que la caligrafía china se refiere a
este concepto), tienen la virtud de que los actores, con demasiada frecuencia
ocultos en la teoría y la práctica, em erjan con toda su fuerza para aumentar su
influencia social y política. Em presarios, grupos de presión, periodistas cor
porativos, banqueros con sus nom bres y apellidos, patronales, foros transna
cionales y políticos de todo signo expresan sus opiniones, aprem ian reuniones
y pretenden forzar la aceptación estatal de sus opciones. También el "gran
público” , si bien de m anera desagregada, deja caer sus opiniones, al igual que lo
hacen los sindicatos —en su pluralidad—-y diferentes francotiradores mediáticos
que raramente responden sólo a sus análisis. Curiosamente, esta reemergencia
de los actores que debilita las explicaciones estructurales o que pone en cuestión
el automatismo de las instituciones (especialmente del mercado) tenía como
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las ideologías, el auge de conceptos que cantaban el fin del conflicto social (glo -
balización, gobernabilidad, gobernanza, transparencia) o la aceptación del
liberalismo económico por parte de la socialdem ocracia y cerrando así el cír
culo abierto con su asunción del liberalism o político (la llamada tercera vía)
eran otros tantos hitos en ese paseo triunfal de lo que Susan Strange llamó capi
talismo de casino3.
Una de las victorias del neoliberalism o fue p roscribir el pensam iento crí
tico bajo la acusación de arcaísmo, carecer de fundamento o ser reo de teorías
conspirativas de la historia. De ahí que no es extraño que el recurso al nobel de
economía y vicepresidente del Banco Mundial, Joseph Stiglitz, se convirtiera
en una salida socorrida en el debate mediático. Stiglitz afirmaba en medio del
torrente de la crisis inm obiliaria norteam ericana y poco antes de que arrastra
ra también al sector financiero:
El mundo no ha sido amable con el neoliberalismo, esa caja de sor-
■ presas de las ideas que se basa en la noción fundamentalista de que los
mercados se corrigen a sí mismos, asignan los recursos con eficiencia y sir
ven bien al interés público. Este fundamentalismo del mercado estuvo
detrás del thatcherismo, la reaganomía y el denominado "consenso de
Washington", todos ellos a favor de la privatización, de la liberalización y
de los bancos centrales independientes y preocupados exclusivamente por
la inflación [...] El fundamentalismo de mercado neoliberal siempre ha
sido una doctrina política que sirve a determinados intereses. Nunca ha
estado respaldado por la teoría económica. Y, como debería haber quedado
claro, tampoco está respaldado por la experiencia histórica. Aprender esta
lección tal vez sea un rayo de luz en medio de la nube que ahora se cierne
sobre la economía mundial4.
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nuevo modelo. Pero al Igual que ocurrió con la crisis de los años treinta, una
pregunta quedaba abierta con los aprietos teóricos y prácticos del keynesianis-
mo: ¿se trataba de una crisis en el modelo o una crisis del modelo? El neolibe
ralismo siempre obró como si se tratara de una crisis dentro de un modelo que
aún era válido. En otra dirección, Robert Jessop explica en El futuro del Estado
capitalista que el hecbo de que las soluciones dentro del capitalismo cada vez
estrechen más su abanico, perm ite suponer que las contradicciones internas
propias del sistema invitan a considerar el segundo escenario.
No se trata de la enésim a anunciación de la crisis definitiva del capitalis
mo, sino de la consideración, con rigor científico, de la im posibilidad del capi
talism o de desarrollar su lógica sin agotar a las sociedades que lo sostienen.
A la carrera de obstáculos que marcó la crisis asiática de 1997 y 1998, siguió la
bancarrota rusa, el llamado efecto tequila en México, el ajuste en Europa previo
a la entrada en vigor del euro, el hundimiento del importante fondo Long Terra
Capital Management, el default argentino, el hundimiento de las empresas
punto.com, los diferentes rescates bancaríos, la quiebra de Enron y Arthur
Andersen, las quiebras de Lehmans Brothers, de M erril Lynch, de A JG , el res
cate urgente de bancos, la inyección ingente de capitales a grandes empresas
automovilísticas, inm obiliarias, etc. A este accidentado viaje hay que sum ar el
agotamiento de los tres grandes recursos tradicionalm ente usados dentro del
acuerdo capitalista para salir de la crisis: el endeudamiento público, el endure
cimiento de los procesos de obtención de beneficios del Sur y el uso intensivo
de la naturaleza.
El neoliberalism o articuló un modo de regulación —un acuerdo de garan
tía del orden social— y un régim en de acumulación —un sistema de garantía de
la reproducción económica. En térm inos gramscianos, logró articular: (1) un
bloque histórico que garantizó la cohesión de los grupos dominantes y la con
fianza social ~~el ámbito de las ideas y de la conciencia; (2) el poder del Estado
y de las instituciones; (3) la acumulación económica. Devolviendo el marco teóri
co a la práctica, se vio cómo fue en Am érica Latina donde el esquema neolibe
ral empezó a hacer agua. El académico y Vicepresidente boliviano Alvaro García
Linera, afirm aría que el neoliberalism o perdió en la frontera del cambio de
siglo sus tres principales herram ientas para construir la hegemonía; el Estado,
la calle y la batalla de las ideas5. Se había roto con la rutinízación del neolibe
ralismo, ese consenso que lo había vuelto intocable durante tres décadas. Al
igual que ocurrió en 191.7, la acción colectiva no suele esperar a los teóricos. Si,
como escribió Gram sci, en Rusia se hizo una revolución "contra el capital”
(cuestionando la teoría marxista de la revolución), en Am érica Latina se hizo
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una revuelta contra el neoliberalism o pese a que todos los marcos teóricos
hablaban de la im posibilidad de tal transform ación. La ciudadanía dejó de
aceptar como correctas las ideas*, se batió en la calle hasta convertirla en su
territorio y, finalm ente, alcanzó el poder del Estado a través de la vía electoral.
Estados Unidos, enredado en la guerra de Irak y dirigido por la doctrina neocon
(más preocupada por las relaciones con Israel y el mundo árabe que por el
mundo latino) perdió su patio trasero y abrió una nueva senda hacia un mundo
pluripolar. Gomo dem ostrarían las quejas europeas o chinas contra los EE UU
al calor de la crisis de 3008, cuando se pierde capacidad económica, los argu
mentos pierden tam bién cuando no contundencia, al menos sí parte de su gla
mour.
El colapso del neoliberalism o a finales de 3008 fue general: financiero,
alimentario, monetario, inm obiliario, energético y laboral. Una sociedad que
había hecho de un caníbal un símbolo amable (el Hannibal Lecter del Silencio
de los corderos), parecía ahora devorarse a sí misma. Esto no permite afirm ar el
fin del capitalismo, pero sí augurar muchas dificultades a la economía de casi
no, en el momento más bajo de su popularidad en la opinión pública (esto es,
con una pérdida de legitimidad que abre perspectivas de desafección). De cual
quier forma y como agenda de investigación, siguen quedando abiertas varias
preguntas: ¿es posible construir un acuerdo social y económico que garantice
la reproducción social en los marcos capitalistas heredados? ¿cuáles son sus
condiciones? ¿cuáles sus herram ientas? Ese marco de estudio es el que p re
senta Robert Jessop en El futuro del Estado capitalista.
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Sin embargo, no deja de ser cierto que usar el concepto de Estado sin refe
rencias de tiempo y espacio es igualmente una manera de forzar el análisis.
Guando Maquiavelo tuvo que definir la organización política emergente, nece
sitó recurrir a una nueva palabra, sfcaío, porque las viejas como regnum, res
publica o polis, no le servían. Nuevas realidades reclam an nuevos conceptos. De
ahí que Jessop, saliéndose de estériles discusiones sobre la ortodoxia, haya
enfrentado esa tarea concretando el ámbito de estudio —el Estado capitalista—
y asentando su análisis sobre nuevas bases m etodológicas. "Lo que pretendo
•—afirm a en este libro— es elaborar los conceptos básicos de un nuevo progra
ma de investigación sobre el capitalismo y el Estado capitalista” . Para ello,
sienta los cim ientos sobre cuatro perspectivas: (i) la teoría de la regulación (que
insiste en la condición social de las relaciones económicas); (2) la economía p olí
tica del Estado y de la política de G ram sciy Poulantzas (que ya entienden al Estado
como un relación social); (3 ) el análisis crítico del discurso y de las teorías que
insisten en la condición discursiva de las relaciones económ icasy políticas, epis
temologías todas realistas; (4,) los sistemas autopoiéticos (desarrollados por
Luhmann, pero que también fueron referidos por Marx cuando analizó la autova
loración del capital al reinvertír los beneficios anteriores) y los problemas de
gobernanza que genera la pluralidad de sistemas aut oorgani zativo s .
La discusión durante el último tercio del siglo XX no zanjó, ni mucho
menos, la comprensión del Estado. Y no deja de ser curioso que a ese debate le
siguiera de nuevo un gran vacío teórico, como sí el interés al respecto hubiera
decaído de nuevo. Entre otras interpretaciones de aquellos años, tenemos las
siguientes: el Estado como un reñejo de la correlación de clases (cayéndose en
diferentes grados de determinismo económico que supeditaban el Estado al
mero interés de clase); como una organización que poseía cierta autonomía rela
tiva respecto de la sociedad (el Estado poseería la capacidad de ir más allá del
corto plazo propio de las exigencias de algunos grupos, pudiendo así garantizar el
orden social); el Estado visto como un ente con vida e intereses propios al m ar
gen de cualquier presión social o función de preservación del orden-, también
como una desnuda máquina de poder al servicio de quien se hiciera con el con
trol de sus instrumentos ideológicos y del uso de la violencia; otras interpretacio
nes arrastraban la herencia decimonónica que seguía viendo al Estado bajo un
prisma normativo e. institucional heredero de la lectura hegelíana del Estado
como la máxima eticidad; etcétera. Acompañando todas estas escuelas, había un
séquito de reinterpretaciones que zanjaban las diferencias añadiendo un prefijo
al viejo paradigma, construyendo un abanico de neoparadigmas (neomarxismo,
neoestatismo, neoinstitucionalismo, neocorporativismo, neopluralísm o...).
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las opiniones de los académicos, siendo los excesos de Ruanda, Bosnia o Iraq,
así como los documentales del National Geographic sobre la violencia de la vida
natural la coartada de la nueva interpretación. Son precisam ente los académ i
cos los que han comprado la burda m anipulación que lleva a presentar las p ro
testas de clase media como revoluciones de colores y las protestas populares como
problemas degobem abilidadl4:. Rasgos, por otro lado, de un Estado que de m ane
ra creciente renuncia a su lógica como Estado capitalista y se mueve, como
plantea Jessop, más por criterios de excepcionalidad.
La concepción del Estado como relación social, núcleo duro de la concep
ción de Jessop, rompe con la idea de que el Estado es la variable independiente
del resto del entramado social. No le supone una realidad aparte como si fuera
un ente con vida propia y autónoma, pero tampoco lo supedita a la economía,
como si lo económico estuviera "colgado del cielo” y no necesitara para existir del
resto de articulaciones sociales. Esta mirada integradora ahonda en la idea de que
resulta prácticamente imposible entender el Estado al margen de los otros dos
grandes procesos en los que se ha desplegado el mundo occidental: el desarrollo
del capitalismo y el desarrollo de la modernidad. Tanto la implantación del siste
ma de Estados nación, como la extensión del capitalismo y del pensamiento
moderno que sustituyó a la teocracia medieval, nacen a finales del siglo XV,
siguen caminos paralelos aunque diferenciados y, sólo por razones históricas
—¡no por ningún tipo de determinismo!— term inan por converger en los dos
últimos siglos. El capitalismo triunfará a la hora de trasladar su lógica a casi todos
los rincones de la vida social, haciendo del trabajo una mercancía más y convir
tiendo al mercado no en un lugar de intercambio sino en el espacio consagrado al
beneficio. El Estado le ayudará, y en su pelea histórica contra el Imperio papal, las
ciudades libres y otras formas de organización política, encontrarán sinergias,
simbiosis, cuya expresión más obvia quizá sean los procesos de saqueo a otros
territorios o países. Igualmente el pensamiento moderno, articulado en torno a
la ciencia occidental y abanderado por la Ilustración, prestará sus ideas a ambos
desarrollos, transformando la ciencia en una mercancía, haciendo del Estado el
garante de su idea de Progreso y legitimando la colonización de otros pueblos. Al
tiempo, el capitalismo financiará la concepción occidental de la ciencia y el
Estado legalizará o ilegalízará un tipo u otro de pensamiento científico. Todos
estos complejos procesos sirven para entender que no caben explicaciones sim
plistas a los procesos sociales. Una vez más repetímos con Lippman que para los
problemas complejos siempre hay una explicación simple, pero equivocada.
Una mirada atenta a los principales cambios políticos, en especial a la glo-
balización (y a las formas de integración regional con que se pretende conjurar),
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termita hambrienta. Este modo de razonar, como veíam os, por lo general deja
fuera de foco dos asuntos de enorme relevancia: por un lado, el hecho de que el
Estado, lejos de ser una cosa, es una relación social y que, por tanto, no hace
sino reflejar el resultado de los conflictos sociales (o de su ausencia). En s e
gundo lugar, al atribuir una excesiva capacidad de causa a una explicación sim
plificada de lo económico, ni explícalas im plicaciones reales de las exigencias
de reproducción económica n i acierta a entender en su complejidad el entra
mado social. Hay que entender que no existe "la econom ía” , igual que no exis
te "la política” o 'la cultura” fuera de su relación social.
Aún con más frecuencia se cae en el error de atribuir las dificultades de
coordinación social de los Estados al proceso de globalización, cuando lo cier
to es que los cambios en el tiempo y en el espacio, con su gran importancia, sólo
vinieron a añadirse al agotamiento histórico de los modernos Estados naciona
les capitalistas p^ra dar respuesta a cambios que tenían lugar en todos los
ámbitos de lo social. Es el Estado el que perm ite la globalización que luego
debilita a los Estados. Es el paso, estudiado aquí por Jessop, del Estado de b ien
estar (welfare) al Estado de trabajo (workfare), donde el aparato organizador,
legitimador y coercitivo estatal se pone al servicio ya no de la inclusión social y
del aumento de calidad de vida de los ciudadanos sino de la competitividad de
las empresas en la arena internacional. Estos desenfoques del análisis no han
permitido ver con claridad que lo que se entiende por crisis del Estado a m enu
do no es sino la crisis del Estado social y democrático de. derecho, una form a de
organización que, partiendo de la reorganización del capitalismo al final de la
Segunda Guerra Mundial -—la fase del fordism o—, había entrado en un callejón
sin salida a mediados de los años setenta, buscando entonces superar sus lím i
tes hollando otros caminos menos exigentes con el conjunto de la ciudadanía,
con el medio ambiente y con otros pueblos, momento en el que nos encontra
mos. Los enemigos políticos del Estado nacional keynesiano empezaron a cons
truir un discurso que pretendía ocultar el Estado m ientras silenciaban que la
estatalídad (las funciones que antaño desarrollaba el Estado) iban a re elabo
rarse o a trasladarse a otros lugares, por ejem plo el ámbito internacional (FMI,
OMC, BM, etc.) Gomo afirm a Jessop, lejos de desaparecer, el Estado está sien
do "reimaginado, rediseñado y reorientado” .
Esta crisis, que afectaría a la unidad y eficiencia del Estado territorial, se
traduciría en incapacidad en tres grandes ámbitos. Por un lado, en incapacidad
para conseguir obediencia, esto es, en una crisis de legitimidad. Esta está vincu
lada a la desorientación del bloque histórico de poder -—con sus élites fragm en
tadas al rearticularse el capitalismo favoreciendo a unos sectores y perjudicando
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que fuera el Estado, así sería la posición política a la que invitaría cada respec
tivo análisis. No se trata igual a un héroe que a un villano; no recibe el mismo
respeto un santo que un canalla; no genera las m ism as sim patías Robin Hood
que el sheriff de Sherwood.
Hoy podemos afirm ar que si bien es cierto que todos los Estados deben
poder compartir algunas características comunes —por eso caen todos bajo esa
denominación— el Estado real es un producto histórico, fruto de la relación
dialéctica entre la organización que pretende concentrar la violencia física y la
sociedad civil a la que reclama obediencia. Son las ventajas de entenderlo como
una relación social. Por tanto, lejos de poderse solventar con categorías u n i
versales válidas urbi et orbi, exige explicaciones bajadas a cada espacio y tiempo
concretos. Siendo más claros: como no es posible solventar esa relación social
condensada en el Estado de m anera abstracta, corresponde a la hegemonía que
exista en cada sociedad el decidir en qué lugar del continuum "intereses p arti
culares-intereses universales" se decide la organización social. Y es bastante
probable que ese resultado, concreto e histórico, se presente discursivam ente no
como algo contingente, sino como universal y absoluto. Ya Marx diferenció las
categorías para pensar la realidad de la realidad misma, dejando claro que una
no podía ahogar a la otra: "Las categorías [...] son formas del intelecto que tie
nen una verdad objetiva, en cuanto reflejan relaciones sociales reales; pero
tales relaciones no pertenecen sino a una época histórica determinada” 20.
El escenario de investigación del Estado puede ordenarse junto a las otras
dos grandes autopistas que han conducido a la actualidad. Resulta muy c larifi
cador analizar el Estado nacional o Estado moderno, en el largo viaje en el que
ha estado acompañado, como veíamos, del desarrollo paralelo del capitalismo
y del pensamiento moderno. Estas tres grandes autopistas que nos acercan a
una interpretación de nuestras sociedades contemporáneas, están hoy sujetas
también a profundas transformaciones: el capitalismo, enredado en su actual
fase de globalización neoliberal con nuevas lim itaciones radicales como es el
agotamiento ecológico y las dificultades para garantizar al tiempo la tasa de
acumulación y la legitimidad; los Estados nacionales, buscando su inserción en
un mundo crecientemente global, por lo común a través de vinculaciones regio
nales que superan las fronteras nacionales, abandonando al tiempo su condición
de welfare y abrazando la de w orkfarela modernidad, viendo cómo sus grandes
discursos de linealidad, progreso, colonialismo, productivismo y machismo se
ven desbordados por algo que, a falta de m ejor nombre, se conoce comoposmo-
demidad y que, por la contaminación conservadora de este concepto, quizá haya
que definir como poscolonialismo^.
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tienen por qué ser las fronteras geográficas» pero que tienen que entenderse como
límites de la jurisdicción que le corresponde—, que le permiten hacer su parte en
el reordenamiento social. Y decimos su parte porque no es menos real que el
Estado ya no agota lo político. Hay un creciente sector público no estatal que quie
re hacer la suya, en relación con un Estado que debe comportarse como mater
nal —supervisor— pero no paternal —castrador. La complejidad apunta a que el
gobierno de lo público va a ser una tarea compartida. Toda la reflexión de Jessop
sobre la gobernanza, entendida como una respuesta funcional a todas estas trans
formaciones sociales y a las necesidades de acumulación del capital, pretenden dar
base teórica para entender este papel del Estado comoprimus interpares26.
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sí, a las siguientes lógicas y actores que influyen en las decisiones que afectan
al Estado. No hay que olvidar que es al Gobierno a quien le corresponde dirigir
en cada lapso de tiempo la capacidad coactiva del Estado, del mismo modo que
el Estado con frecuencia no deja espacio para que el Gobierno tome determ i
nadas decisiones (al contrario, encadena al Gobierno). El Gobierno de Hitler
fue capaz de cambiar al Estado alemán, de la misma manera, aunque en otra
dirección, que el Gobierno laborista de Lloyd George cambió al Estado británico.
Pero también vemos que cualquier Estado actual obliga al Gobierno correspon
diente a pagar la nómina de los funcionarios públicos, principal partida presu
puestaria que consume buena parte de la capacidad de gasto. Al mismo tiempo
que un Gobierno puede aprobar el rescate bancario con dinero público y endure
cer los requisitos para acceder a una pensión, otro puede cambiar las leyes para
aumentar las ayudas públicas en vivienda o educación. A l igual que un Gobierno
puede cambiar una Constitución para elim inar la autorización judicial de las
escuchas telefónicas, endurecer los requisitos para obtener la nacionalidad y e li
minar derechos sociales, otro puede impulsar políticas públicas redistríbutivas
participadas popularmente, vincular al Estado a unas formas u otras de integra
ción regional o renacionalizar servicios públicos antaño privatizados también por
un Gobierno. Separar al Estado de la sociedad, autonomizándolo, sólo sirve para
someterse con impotencia a los mandatos de quienes deciden sus movimientos;
ignorar que el Estado tiene su selección estratégica, su memoria vinculada a su
trayectoria, sus intereses propios, sólo sirve para caer en la confusión de pensar
que basta alcanzar el Gobierno para controlar el poder.
Vistas estas complejidades, veamos a quién escucha el Estado (insistiendo
en su compleja condición de relación social).-
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NOTAS
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desarrolla Jessop con la teoría del Estado al incorporar también el análisis de Luhmann a sus expli
caciones. Véase Pier Paoio Donati, /¡epmsar la sociedad, Madrid, Ediciones Internacionales
Universitarias, 2006. Por mi parte, la utilidad de este esquema rae sirvió en el desarrollo de mí tesis
doctoral El fracaso de la República Democrática Alemana: ía quiebra de la legitimidad, 1949-1989,
Madrid, TJCM, 1996.
11. Martín Shaw, Theory of the Global State: Globality as Unfinished Revolution, Cambridge. Cambridge
University Press, 3000.
12. Leo Panitch, "The Impoverishment of State Theoiy” , en Stanley Aronowitz y Meter Bratsis (eds.),
Paradígm Lost. State Theory Recomídered, Mi nneapo lis/Londres, University of Minnesota Press, 2002,
pp.89-104.
1 3. Es el caso emblemático de Díck Chermey, Vicepresidente con Bush y antiguo director de
Halliburton, la empresa más beneficiada con la invasión de Irak.
14. Para estas referencias en el caso latinoamericano, véase César Rodríguez Garavíto, Daniel Chave?,,
Patrick Garret (eds.). La nueva izquierda en América Latina, Madrid, Catarata, 2008.
15. Jessop va a coincidir en este abordaje del Estado con autores como Michael Mann, Las fuentes del
,
poder social I y l l , Madrid, Alianza, 1991 y 1997; y Charles Tilly, Coerción capitaly los estados europeos
Í910-1990, Madrid, Alianza Editorial, 199a.
16. Los Estados suelen realizar una selección estratégica a la hora de recortar el bienestar. La derecha y
la izquierda no compartieron inicialmente los sectores perjudicados, atendiendo a sus graneros
electorales (recordemos los conflictos con los mineros del primer gobierno de Margaret Thatcher).
Pero poco a poco fueron acompasando esa selección al compartir en las estructuras bipartidistas los
electores. Incluso, como ocurrió en España, fue la socialdemocracía la encargada de poner en mar
cha ese recorte, al resultarle más sencillo frenar las protestas obreras. En la actualidad, tanto la
socialdemocracia como la derecha (denomínese liberal, democristiana o centrista) coincidan en car
gar el peso sobre inmigrantes, obreros poco cualificados, mujeres y jóvenes.
17. De alguna manera puede ejemplificarse con la frase, aunque anterior a este periodo, de Hemy Ford:
"Todo el mundo puede tener un Ford T del color que desee, síem prey cuando sea negro” .
18. Pier Paolo Portinaro, Estado, Buenos Aires, Nueva Visión, so o 3, p.11.
19. Paul Pierson, Dismantling the Welfare State? Reagan, Thatcher and the Politics o f Retrenchment, ■
Cambridge; Cambridge University Press, 1994
20. Citado por Ludovico Silva, "Sobre el método en Marx” , enAntimanualpara uso de marxistas, mar¡só-
logos y marcianos, Caracas, Fondo Editorial Ipasme, 3006.
21. Es la apuesta de Boaventura de Sousa Santos, A gramatíca do tempo, Porto, Afrontamento, 2006.
Karl Polanyi, La gran transformación, Madrid, La Piqueta, 1989.
23. La diferencia entre poder despótico (mera fuerza) y poder infraestructural (normativo y reglado) la
desarrolla Michael Mann en su obra ya clásica citada Las fuentes del poder social I, Madrid, Alianza
Editorial, 1991.
«4. Para los intentos de construcción de un Estado transnacional, véase William I. Robinson, A Theory of
Global Capitalism: Production, Class, and State in a Transnational World, Baltimore, Johns Hopkins
University Press, 2004.
25. Ese es el título del libro de Joei S. Migdal, State in Society. Studying How States and Societies Transform
and Constitute OneAnother, Cambridge, Cambridge University Press, ?o oi.
26. La gobernanza es un concepto en lucha que caerá del lado de la emancipación como "gobernanza
democrática” , es decir, como Estado experimental que erapodera al pueblo, o del lado de la regula
ción, como gobernanza creadora de gobernabilidad, que zanja la retirada del Estado como actor des -
mercantílizador. Véase Juan Carlos Monedero, El gobierno de l as palabras. Crítica y reconstrucción de la
política, México, FCE (en prensa).
27. Norbert Lechner, "Podery orden. La estrategia de la minoría consistente", en l a conflictiva y nunca
alcanzada construcción del orden deseado, Madrid, CIS/Sigío XXI, 1986.
28. En las crisis financieras de 2008, uno de los elementos señalados como responsable era la enorme
"creatividad" de los instrumentos financieros, cuyo conocimiento incluso quedaba fuera de la
experticia del Presidente de la Reserva Federal norteamericana.
29. En conclusión, siguiendo la senda de Weber, incorporando una perspectiva relacional, y situando el
conflicto social apuntado por Marx como el elemento esencial, podemos definir al Estado como una
forma de organización política, dotada de un orden jurídico y administrativo estable, propio de una co
munidad identificada con un territorio determinado, que se caracteriza por la reclamación con éxito
por parte del cuerpo administrativo —a través de premios y castigos materiales o simbólicos—, de la
obediencia ciudadana, en tanto en cuanto satisfaga su compromiso con lo que los conflictos y con
sensos sociales han establecido que son los intereses comunes.
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PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
XLI
PRÓLOGO
esta área, relacionado, en parte, con una tan fundamental como ansiada reeva
luación de las contribuciones del propio Marx a la ecología política (véanse,
especialmente, Burkett 1999 y Foster 200 0 ); y, en parte, con el reconocim ien
to tanto público como científico del carácter aparentemente irreversible de los
cambios globales provocados en el medio natural por el rodillo de la dinámica
de crecimiento del capitalismo industrial y de la inform ación (Postone 1998;
Brennan 2000). La propia falta de reñexión en m is anteriores trabajos acerca
de este tema de vital importancia es, en realidad, reflejo de lo que perm anen
temente han mostrado por él capitalistas y gestores estatales: ejem plos clási
cos, respectivamente, de fallos del mercado y del Estado. La crisis del fordismo
en los años setenta sacó a la luz por prim era vez el problema del desarrollo sos-
tenible tras la Segunda Guerra Mundial, habiéndose convertido, en la actuali
dad, en un problema global como consecuencia de la integración del "Tercer
Mundo” en el mercado mundial. De hecho, como he señalado en las conclusio
nes de El futuro del Estado capitalista, situar a la ecología política en el centro del
escenario resulta crucial para completar la crítica de la economía política, y
constituye un paso esencial a la hora de lim itar y revertir la degradación
ambiental y social.
Un segundo tema novedoso relacionado con otros trabajos míos del
mismo período que El futuro del Estado capitalista (veáse, Jessop 2002; Jessop
2oo3; Brenner et al. s o o 3) es el de la economía política del territorio, el lugar,
la escala y las redes. Esto se trasluce en m i preocupación por la desterritoriali-
zación y la reterritorialización del poder político y por la "relativización de las
escalas” , así como en mí interés científico más general por los aspectos espa-
ciotemporales de la acumulación capitalista, del Estado y de la vida cotidiana
(véanse A lien 2oo3-, Brenner 20 0 4 ; H erody Wright 2002; Seppard y M cMaster
5>oo3; Gough 2004). Tres fueron las cuestiones que me llevaron a repensar m í
trabajo anterior: en prim er lugar, la significación del lugar en la competencia
interurbana y en las cambiantes form as de gobernanza local; en segundo lugar,
la importancia de la escala para aspectos como la crisis del fordism o, el su r
gimiento del posfordism o, el reescalado de economías y Estados, y la relativi-
zación de escalas; y, en tercer lugar, la relevancia de la com presión y distensión
espaciotemporal para los nuevos y los viejos arreglos espaciotemporales, al
igual que para los imaginarios espaciales. Estos im aginarios espaciales im p li
can nuevas interpretaciones de la economía, de lo extraeconómico, del alcance
y formas de lo político, y de la naturaleza del lugar, del espacio y de la escala, y
desempeñan un papel crucial, entre otras cosas, en las estrategias com petiti
vas, en la reestructuración del Estado, y en la resistencia a la globalización.
XLIÍ
PRÓLOGO
XLIII
PRÓLOGO
im prim e una dinámica más o menos distintiva en cada caso mediante las con
cretas form as de articulación de esos elem entos económicos y extrae cono m i
cos en los diferentes contextos. Pero ello sólo puede ocurrir dentro de los
márgenes de un arreglo espaciotemporal que establezca unos determinados
límites espaciales y temporales dentro de los cuales sea posible garantizar un
patrón más o menos duradero de "coherencia estructural” , desplazando ciertos
costes de dicha coherencia más allá de los límites espaciales fijados o difiriéndo
los hacia el futuro. No resulta sorprendente que los Estados desempeñen un
papel esencial en la búsqueda de la coherencia estructural entre las diferentes
divisiones espaciales y escalares del trabajo, y a la hora de intentar gobernar las
dinámicas de distanciamiento y compresión espaciotemporales entre diferentes
esferas de actividad (para un tratamiento más amplío, véanse capítulos i, 2, 5 y 7).
El tercero de estos nuevos temas ha supuesto un giro cultural ontológico y
temático que se refleja en un nuevo entendim iento de mi proyecto teórico
como una economía política cultural posdiciplinar1 del capitalismo (cf. Jessop y Sum
20 0 1; Jessop y Sum 2006). Este giro cultural se nutre, en mi caso, de mi tradi
cional interés en los análisis gram scianos sobre la hegemonía, de mí propio
trabajo sobre el papel de las estrategias de acumulación en el direccionam ien-
to del desarrollo capitalista y, adicionalmente, de mi preocupación sobre la
form a en que los proyectos estatales y las visiones hegemónicas dotan al Estado
de un m ínimo de unidad en sus aparatos y de una apariencia de finalidad en sus
estrategias y políticas. La economía política cultural combina conceptos y
herram ientas de los análisis semióticos críticos (término genérico que englo
ba a los análisis críticos del discurso y de otros sistemas de signos) y de la eco
nomía política crítica para construir un enfoque propio de las form aciones
sociales capitalistas. Se distingue de otros enfoques culturales, en parte, por su
preocupación por los m ecanism os clave que determ inan la coevolución de los
aspectos semióticos y extrasemióticos de la economía política. Estos m ecanis
mos aparecen mediados por los rasgos generales de la sem iosis y configurados
por las form as y dinámicas institucionales particulares del capitalismo (véase
Jessop 2007).
Desde el punto de vista sustantivo, la economía política cultural distingue
entre la economía como la suma caótica de todas las actividades económicas
sustantivas2 y la "econom ía” (o, m ejor, ''econom ías” en plural) como un sub-
conjunto más o menos coherente de dichas actividades imaginativamente
narrado. Es decir, por un lado, el funcionamiento del imaginario económico
presupone un sustrato de relaciones económicas como elementos del mismo;
de otro, cuando este imaginario se institucionaliza y se hace operativo con
X Lrv
PRÓLOGO
XLV
PRÓLOGO
XLVI
PRÓLOGO
XLVII
PRÓLOGO
XLVIII
PRÓLOGO
CONCLUSIONES
XLIX
PRÓLOGO
ROBERT JESSO P
Lancas ter
jo de septiembre de 3008
NOTAS
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L
PRÓLOGO
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LI
a g r a d e c im ie n t o s
Además de los tres gigantes, Gramsci, Poulantzas y Luhmann, sobre cuyos hom
bros intelectuales he tratado de alzarme para desarrollar mis argumentos y cuya
contribución se explica en la Introducción, he contraído también muchas otras
deudas personales al escribir este libro que me gustaría reconocer ahora. Se lo
debo a los investigadores y a los amigos con los que he compartido o, al menos,
debatido estas ideas durante muchos años. Señalar cuáles han sido de mayor
influencia resultaría odioso, además de que, por otra parte, ellos ya saben de
quiénes se trata. Por tanto, me limitaré a señalar a los que merecen especial m en
ción, por diferentes razones, grandes y pequeñas: Elmar Altvater, Ash Am in,
Bjorn Terje Asheim , H enrik Bang, Jen s Bartelson, Mats Benner, W erner
Bonefeld, Robert Boyer, Neil Brenner, Terrell Carver, Hee-yeon Cho, Myung-
Rae Cho, Simón Clarke, Chris Collínge, Ryan Conlon, Robert Delorme, Alex
Demirovic, Frank Deppe, Bülent Diken, Gérard Duménil, Josef Esser, Norman
Fairclough, Steve Fleetwood, Ann Haila, Colín Hay, Jer2y Hausner, Joachim
Hirsch, John Holloway, Garsten Jensen, Jane Jenson, Joo Hyoung Ji, Martin
Jones, Tetsuro Kato, Eleonore Kofman, Ernesto Laclau, Patrick Le Galés, Alain
Lipietz, Gordon MacLeod, Rianne Mahon, Birgit Mahñkopf, James Martin,
Margít Mayer, Marguerite Mendell, Tímothy Mitchell, Lars Mjoset, Ghantal
Mouffe, Yoshikazu Nakatani, Klaus Nielsen, Claus Offe, Joe Painter, Leo Panitch,
Ove Kai Pedersen, Markus Perkmann, Sue Penna, Jam ie Peck, Sol Picciotto,
LUI
AGRADECIMIENTOS
Moishe Postone, Martin Rhodes, John Roberts, Ralf Rogowski, Andrew Sayer,
Takeshi Shinoda, George Steinmetz, Gerry Stoker, Gunther Tetibner, Adara
Tickell, Bruno Théret, Adam Tickell, Chao-Ming Tseng, Constantine Tsoukalas,
John Urry, Jenn-hwan Wang, Helmut Willke y David Wolfe. Ninguno de ellos
posee responsabilidad alguna por los errores que hay en el libro; de hecho, sólo
dos de ellos han llegado a leer uno solo de sus muchos borradores en su integri
dad, y pocos son los que han seguido su tortuoso desarrollo de principio a fin,
aunque, pese a todo, sí hayan contribuido a mejorarlo con su influencia en las
diferentes fases de su gestación, Del mismo modo, he disfrutado inmensamente
del estímulo, las críticas y, en ocasiones, la más absoluta incomprensión, por
parte de innumerables investigadores y estudiantes durante todos estos años.
También quisiera agradecer el apoyo institucional en diferentes m om en
tos al Zentrum für Interdiszíplináre Forschung en la Universidad de Bielefeld
por su beca de un año como parte de un proyecto de investigación conjunto
sobre Staatsaufgaben (19 8 8 -9 ); a la U niversidad de M anchester por su
Hallsworth Sénior Research Fellowship (19 9 6 -7 ); a la Sociedad Japonesa para
la Promoción de la Ciencia por una productiva visita de dos meses a la
Universidad Hitotsubashi, Tokio (1997); al Consejo de Investigaciones Sociales
Danés por una Cátedra de Investigador visitante en la Universidad de Rosküde
(19 9 7-8 ); y al Centro para la Organización y la Gestión de la Escuela de
Negocios de Copenhague, por su ayuda en toda una serie de visitas académicas.
Muchas de las ideas que se exponen aquí tom aron form a durante un proyecto
de investigación de tres años sobre desarrollo económico y gobernanza local
financiado por el Consejo de Investigaciones Económicas y Sociales (Reino
Unido) con la beca L3ns>53o32-
Quisiera agradecer a David Held su interés y compromiso desde el m o
mento en que comencé este libro. Expresar mi gratitud a Lynn Dunlop y Rachel
Kerr por su estímulo permanente y sus educadas respuestas a m is cada vez
menos creíbles excusas para no term inarlo. Y agradecer a Sarah Dancy por su
sensata tarea de edición.
Por último, la.influencia más importante en m í vida durante estos últimos
doce años ha sido N gai-Ling Sum. Además de mi constante compañera in te
lectual durante los mismos, ha demostrado ser tam bién mi m ejor amiga y una
abnegada compañera. A ella va dedicado este libro con el más cálido afecto y el
más profundo aprecio por tantas cosas.
ROBERT JESSOP
Lancaster
L IV
a b r e v ia t u r a s
sin modificar su form a básica de organización. Pero, si se trata de una crisis del
ENBK, acaso sería necesario un nuevo régim en de reproducción social y eco
nómica. Uno de los argumentos más provocativos en este sentido ha sido fo r
mulado por Claus Offe quien, al escrib ir sobre cómo han obligado las crisis,
su gestión y resolución a ajustar las agendas políticas, ha señalado que "sí
bien el capitalism o no puede coexistir con el Estado de bienestar social, tam
poco puede existir sin él” (1984: 15 3; cursivas del autor). En el último capí
tulo vuelvo sobre este argumento para sugerir una solución a la "paradoja de
Offe” .
Al relacionar m i análisis del Estado de bienestar keynesiano con el capita
lismo, no pretendo dar a entender que las form as y funciones del Estado estén
de alguna forma determinadas en última instancia —y mucho menos en p rim e
ra—por algún tipo de lógica totalmente autónoma inscrita en el capitalismo. En
realidad, lo que m i análisis pretende es apartarse de una interpretación econó
mica simplista del Estado. Y lo hace principalm ente de tres maneras. En p r i
mer lugar, adopta una interpretación de lo económico mucho más amplia de lo
que es habitual en el análisis económico convencional-, en segundo lugar, sos
tiene que la economía, tanto si se toma en sentido amplio como en sentido
estricto, está constituida también por lo que convencionalmente se consideran
factores extraeconómicos; y, en tercer lugar, identifica importantes límites
estratégicos y estructurales a la determ inación económica. Estos dependen de
lo relativamente irreductible de otros órdenes institucionales, al igual que de la
resistencia que ofrece una amplia gama de fuerzas sociales dentro y fuera del
sistema económico. En particular, además de m ostrar cómo la dinámica de las
formas y funciones del Estado está modelada por los cambios en la acumula
ción del capital, señalo también que el proceso de acumulación está también
constituido, a su vez, por muchos otros procesos, incluyendo la dinámica de las
formas y funciones del Estado. Por ello, me concentro en el acoplamiento
estructural y en la coevolución de los regím enes de acumulación y de los regí
menes políticos, y en cómo se ven influidos por las pretensiones de distintas
fuerzas sociales de dirigir su desarrollo individual o conjunto.
A la vista de m is anteriores trabajos, me parece oportuno realizar tres
advertencias a los lectores para que sepan qué deben (o no deben) esperar de
este estudio. En prim er lugar, no es un manual de economía política marxista
ni de teoría m arxista sobre el Estado. Aunque me baso en gran medida en la
crítica de Marx a las categorías económicas de la economía política y en su aná
lisis del modo de producción capitalista (lamentablemente incompleto), no
estamos ante el último de los muchos intentos de reconstruir el materialismo
3
INTRODUCCIÓN
4
INTRODUCCIÓN
de ideología y sometida a debate teórico), y los modos en. los que la forma pro -
blematiza la función en lugar de garantizarla (sobre este último aspecto, véase
Jessop 1983). Lo que presenta mayor interés son los efectos de la dominación
(siempre tendencial, siem pre socialmente reproducida) de form as sociales
partículai’es (especialmente, las vinculadas al capital como relación social)
sobre la im probable reproducción de la acumulación de capital (incluyendo la
reproducción de la fuerza de trabajo como m ercancía ficticia) y la tendencia a
la aparición de una naturaleza burguesa en las form aciones sociales contem po
ráneas. Este objetivo particular no significa que no haya otras cosas que valdría
la pena decir acerca de las relaciones sociales desde un punto de vista teórico,
empírico o normativo, sino que dejo dicha tarea para los demás (o, quizá, para
mí mismo pero en otra ocasión).
En tercer lugar, este libro no quiere contribuir de manera directa al cre
ciente volumen de investigación comparada que, de manera empírica y con
base teórica, estudia los capitalismos y los regím enes de bienestar u otras ten
dencias del nuevo programa de investigación institucionalista. De cualquier
forma, he aprendido mucho de dicha literatura, y espero que m is reflexiones
críticas sobre la economía política de los regím enes de acumulación y sobre el
papel de los Estados capitalistas en su reproducción influyan, a su vez, en dicho
programa de investigación. Ahora bien, mi objetivo en esta obra, fundam ental
mente analítico-form al, sigue siendo relativamente abstracto y debe, por con
siguiente, dejar abiertos muchos aspectos comparativos concretos. En este
sentido, lo que pretendo es elaborarlos conceptos básicos de un nuevo progra
ma de investigación sobre el capitalismo y el Estado capitalista. Espero poder
refinar este análisis en un futuro inform e de investigación colectivo en el que
se comparen Gran Bretaña, Dinamarca, Alem ania y Suecia, y que podría servir
para demostrar en qué forma puede aplicarse el enfoque actual a estudios de
caso específicos.
Al analizar el Estado capitalista y su futuro en este y en otros textos, me he
inspirado librem ente en tres perspectivas teóricas complementarias que se
relacionan con los aspectos discursivos y extradiscursivos del fenómeno eco
nómico, del fenóm eno político y de otros fenóm enos sociales: (1) la economía
institucional y evolutiva, especialmente el enfoque de la teoría de la regulación
dentro de la economía política de la economía capitalista; (2) un enfoque, in s
pirado principalm ente en Gramsci y Poulantzas, de la política y de la economía
política del Estado; y ( 3) el análisis crítico del discurso y otros enfoques análo
gos de la constitución discursiva de las relaciones económicas y políticas (así
como de otras relaciones sociales). Una de las principales razones por las que
5
INTRODUCCIÓN
6
INTRODUCCIÓN
7
INTRODUCCIÓN
mercado mundial más o menos amplio y cambiante, con frecuencia sigue con
cibiéndose como una serie de economías nacionales o regionales demarcadas
de manera más o menos clara. Los recientes discursos acerca de la globaliza
ción suponen un cambio en las interpretaciones económicas o políticas, y se
reflejan tanto en la reestructuración de las relaciones económicas y políticas
como en la reoríentación de sus estrategias. De este modo, contribuyen a
modificar la materialidad institucional y el sesgo estratégico de los regím enes
de acumulación y de los marcos políticos relacionados con ellos. A fin de
demostrar la contribución clave de los discursos a la rem odelación global de las
estructuras y estrategias económicas y políticas en diferentes contextos y
coyunturas, emplearé argumentos sim ilares en otros ámbitos del análisis eco
nómico y político (respecto al análisis crítico del discurso, véanse especial-
mente Fairclough 1992 y 2000).
Cuarto, al explorar las interconexiones institucionales y sociales entre lo
económico y lo político, me baso en las teorías de la autoorganización. Mi fuen
te inicial de inspiración fue el análisis de Marx sobre la auto valorización del
capital, es decir, la capacidad del capital para reproducirse a través de la re in
versión rentable de beneficios anteriores, según se desplaza repetidamente a
través de lo que Marx denominó el circuito del capital. No obstante, sí bien
Marx limitó su análisis de la autoorganización principalm ente al modo de p ro
ducción capitalista, vale la pena considerar algunos otros sistemas potencial
mente auto organizativos (o autopoiéticos) de im portante significación para
él orden social en las sociedades modernas. Entre estos sistem as se cuentan el
sistema jurídico, el sistem a político, la ciencia, el sistem a educativo, la religión
y el arte. Cada uno de ellos tiene su propio código de funcionam iento, sus p ro
pios principios de organización, sus propias dinámicas institucionales, racio
nalidades instrum entales y lógicas de adecuación. En conjunto, forman una
ecología autoorganizativa de sistem as instituidos que se desarrollan a través de
la interacción entre sus respectivas autonomías operativas y sus interdepen
dencias materiales. Este enfoque posee im portantes im plicaciones para los
estudios del acoplamiento estructural y de la coevolución de lo económico y lo
político con respecto tanto a la acumulación del capital como al ejercicio del
poder del Estado. Junto a la esfera del sistem a tam bién existe un mundo de la
vida rico y complejo (algunas veces incorrectam ente descrito como "sociedad
civil”) que no puede reducirse a dichos sistem as y sus lógicas. Ese mundo de la
vida presenta muchos puntos de resistencia a esa lógica, y por derecho propio
constituye una esfera importante de conflictos y luchas, así como de reconoci
mientos mutuos y de solidaridades (acerca del enfoque de Luhmann sobre la
9
INTRODUCCIÓN
autopoiesis, véanse Jessop 1990b, Lange y Schim ank 2000, Rasch 2000,
Thornhill 200 0 , Willke 1997)-
A partir de este breve repaso a mis fuentes teóricas principales y a mis
preocupaciones fundamentales, habrá quedado claro que los argumentos que
desarrolla este libro tienen deudas con muchos estudiosos. Tres de ellos, todos
ya desaparecidos, m erecen especial atención. La mayor influencia es, sin duda,
la de Nicos Poulantzas. Apenas tuve la oportunidad de conocerlo, pero desde
hace mucho tiempo su teoría del Estado y sus análisis más generales han sido
para mí una fuente de inspiración. La obra de Antonio Gramscí también me ha
influido, especialmente en lo relativo a las conexiones orgánicas entre lo eco
nómico y lo político, al desarrollo contingente de los bloques históricos y a la
naturaleza relacional del poder. Quizá constituya una sorpresa para muchos
lectores, pero también he aprendido mucho de Niklas Luhmann sobre el papel
de la teoría de los sistem as en el análisis social. Luhmann hubiese estado en
total desacuerdo con el uso que he dado a sus ideas, especialmente con mi
intento de hacer una síntesis entre su teoría de los sistem as autopoiéticos y el
marxismo que, según él, era una teoría prem oderna totalmente inadecuada
para analizar las sociedades contemporáneas. Uno de los objetivos de esta obra
es refutar esa afirm ación de Luhmann.
El resto del libro aparece organizado en siete capítulos. El capítulo 1 p re
senta los principales conceptos teóricos que utilizo en el análisis de la forma
del Estado de posguerra dentro de los circuitos del fordism o atlántico, así como
en mis especulaciones sobre su futuro.
El capítulo 2 esboza la naturaleza de cuatro ámbitos: el fordism o atlántico;
el Estado nacional de bienestar keynesiano, que desempeñó un papel prim or
dial en la regulación del fordism o atlántico; el acuerdo espaciotemporal más
general, que contribuyó a estabilizar el régim en de acumulación fordista atlán
tico; y la crisis que emergió en el fordism o desde mediados de la década de
1960.
El capítulo 3 explora la naturaleza del posfordism o y sugiere que, tras la
incertidumbre inicial acerca de las características fundamentales de un régimen
de acumulación posfordista factible, éste está asumiendo gradualmente la forma
de una economía del conocimiento globalizadora. La medida en que esto pueda
llegar a ocurrir no quedará asegurada por una lógica puramente económica, sino
que dependerá de que esté constituida también por fuerzas extraeconómicas que
contribuyan a su estabilización y su gobernanza. Es en esos térm inos en los
que este capítulo esboza las características principales del posfordismo, las con
tradicciones y los dilemas estructurales inherentes a la acumulación de capital,
10
INTRODUCCIÓN
NOTAS
i. Schumpeterian Workfare Postnational Regime. No hay hasta la fecha una traducción que recoja el con
junto de determinaciones de la palabra inglesa. Es muy probable que no sea posible hacerlo, de ahí
que se opte por dejar el original Workfare. Éste se construye por analogía sobre welfare. Welfare. a su
vez, es la versión reducida de la oración desiderativa "Weli fare you! ” , originalmente, "¡Que tengas un
buen viaje!” y, luego, más genéricamente." ¡Que te vaya bien!” . Ya como palabra individual, su senti
do se desplazó hacia "bienestar" (a su vez, con una estructura semejante en castellano). La expresión
workfare se construye con el final de la palabra ■welfare (fare), quitándole significado y usándolo como
derivado. El calco en castellano sería, por tanto, "trabajoestar” lo que conservaría el paralelismo con
"bienestar” pero resultaría en exceso extraño e incomprensible. Optamos por la expresión "de traba
jo ” como paralela a "de bienestar” (y "trabajista’' para workfarist). El mismo Jessop afirma que "puede
describirse (sin duda no muy felizmente y con riesgo de malentendidos) como un régimen de traba
jo (workfare), en la medida en que subordina su política social a las demandas de la política económi
ca”. Para terminar de complicar la cuestión, el orden de los adjetivos en inglés no es el mismo que en
castellano, por lo que la traducción completa de Schumpeterian 'Workfare Postnational Regime exige
modificar el orden de palabras, lo que provoca que no haya una correspondencia perfecta con las
tablas ni con el orden de exposición en el texto original. [N. de lo sT T J
CAPÍTULO 1
CAPITALISMO Y TIPO DE ESTADO CAPITALISTA
En este capitulo se exponen tres tem as fundam entales que serán elaborados
posteriorm ente en el resto del libro. El p rim er tem a se refiere a que ni el
capitalism o como un todo ni la relación cap ital-trab ajo, de la cual depende
su dinám ica contradictoria y conflictiva, pueden reproducirse exclusiva
mente a través de las relaciones de m ercado. Am bos req uieren de modos
com plem entarios de reproducción, regulación y gobernanza, que incluyen
aquellos que se derivan en parte de la actuación del Estado. El segundo tem a
—ya más específicam ente—, expresa que, dado que la fuerza de trabajo es
una m ercancía esencialm ente ficticia, no puede reproducirse únicam ente a
través del salario y el m ercado de trabajo. Por ello, diferen tes tipos de
mecanism os ajenos al m ercado desem peñan aquí un papel clave. El tercer
tema recuerda que, a m edida que la acum ulación de capital se expande en
una escala cada vez más global, su dinám ica se vuelve más dom inante en la
configuración de la evolución general de los sistem as sociales y del mundo
de la v id a1 .
Al desarrollar estos tres tem as no pretendo sosten er que la dinám ica de
la acum ulación de capital explique todo cuanto pueda resultar significativo
en relación con la arquitectura y funcionam iento de los Estados y del
moderno sistem a estatal. Y mucho m enos en relación con cada uno de los
detalles de su desarrollo. Por el contrario, precisam ente porque el capita
i3
ROBERT JE S S O P
14
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
*5
ROBERT JE S S O P
16
ÉL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
(a pesar de la moda neoliberal de las listas com parativas y los Índices). Los
trabajadores no orientan sus vidas de form a sistem ática a la obtención de
m ayores in gresos (a pesar de que cada vez son m ayores las p resio n es para
que nos convirtam os en sujetos em p rendedores y aceptem os la conversión
de toda nuestra vida en m ercancía), en detrim ento de otras relacion es
sociales. En sín tesis, aunque la m ayoría de las personas debe ven der su
fuerza de trabajo para poder v iv ir y p articip ar plenam ente en la sociedad,
en realidad, no estam os en presen cia de m ercancías, aunque son tratadas
como si lo fuesen.
La autovalorizacíón del capital a través del mercado solamente es posible
cuando la fuerza de trabajo adquiere form a de m ercancía. La autovaloriza-
ción es el proceso por medio del cual el capital se expande m ediante la r e in
versión rentable de sus beneficios an teriores, lo cual ocurre a través de la
autotransform ación repetida del capital a m edida que se mueve reiterad a
mente dentro del circuito del capital. Comienza con la etapa del capital -
dinero, cuando el dinero como capital se usa para com prar m aterias prim as,
m edios de p roducción y fuerza de trabajo, que se com binan luego en un p ro
ceso de producción a través del cual se agrega valor (la etapa del capital p ro
ductivo). La producción capitalista com prende no sólo la transform ación
m aterial de la naturaleza para agregarle valor de uso, sino tam bién la v a lo ri
zación del capital a través de la apropiación con éxito de cualquier valor de
cambio agregado por el tiem po de trabajo socialm ente necesario invertido
en el proceso de producción. Ahora bien, el valor de cambio creado de esta
form a sólo puede hacerse efectivo si estas m ercancías se venden p or dinero
y se obtienen beneficios (la etapa del capital com ercial). Estas ventas no
están garantizadas. El circuito se com pleta y renueva con la re in v e rsió n —en
la m ism a o en otras áreas de producción— del capital in icial, aumentado con
una parte o la totalidad de estos b en eficio s. A m edida que el circuito del
capital se desarrolla y diferen cia m ás, es p osible que surjan distintas fra c
ciones de capital en torno a funciones esp ecíficas del circuito. A sí, en t é r
m inos elem en ta le s, puede d istin g u irse en tre c a p ita l-d in e ro , capital
productivo y capital com ercial, al m ism o tiem po que se reconoce que cual
quier capital individual, incluso sí está especializado en una determ inada
fase del circuito, debe ocuparse tam bién de las dem ás (B iyan 19 95: 94 -5)-
En un nivel de an álisis más concreto y com plejo, podrían ser necesarios o
convenientes conjuntos más ricos de distin ciones.
Al convertir la fuerza de trabajo en m ercancía ficticia, la apropiación de la
plusvalía del trabajo adquiere su característica mediación capitalista en y a través
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
CUADRO 1.1
En términos generales. ta ley del valor indica que se invertirá más tiempo en la producción de mer
cancías cuyo precio de m ercado esté por encim a de su precio de producción medido por el tiempo
de trabajo socialmente necesario invertido er> su producción! mientras que se invertirá menos tiem
po en la producción de mercancías cuyo precio de mercado sea menor que su precio de producción.
En ías economías capitalistas este mecanismo se complica, ya que la competencia tiende a igualar
las tasas de beneficio aunque los capitales individuales puedan utilizar diferentes proporciones de
capital físico y de trabajo asalariado, siendo este último ta única fuente de “valor agregado". En con
secuencia, son las fluctuaciones en tos beneficios (precio de mercado menos precio de costes) ías
que median la ley del valor en et capitalismo. En respuesta a estas fluctuaciones y anticipándose a
la forma en que podrían desarrollarse en el futuro, los capitales individuales deciden cómo distri
buir no sólo la fuerza de trabajo, sino también el capital físico entre La producción, la distribución y
la circulación. Que llegue a comprobarse que estos cálculos son correctos o no. y et hecho de que
puedan vender las mercancías resultantes obteniendo una ganancia, depende de ta posterior inter
vención de las fuerzas del mercado y es. por tanto, algo intrínsecamente incierto. La producción
total en las economías capitalistas depende de las decisiones no coordinadas de capitales que com
piten en busca de oportunidades para obtener beneficios con distintos patrones de inversión y pro
ducción. Las ganancias dependen no sólo de la demanda de tas distintas mercancías {que refleja su
valor de uso predominante), sino también de la tasa de explotación económica en ¡as distintas
ramas de la producción. Y se relacionan, por tanto, de manera crucial con el curso y et resultado de
las luchas entre capital y trabajo en muchos puntos distintos del circuito del capital y de la forma
20
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
21
ROBERT JE S S O P
supuesta lógica que se corrige y expande por sí misma, lo que nos lleva a consi
derar los mecanismos a través de los cuales, a pesar de las contradicciones del
capital, la acumulación puede regularse y reproducirse. Dichos mecanismos
van mucho más allá de la economía capitalista en sentido estricto (la produc
ción concebida en función de los beneficios, el intercambio mediado por el
mercado), e incluyen otros directa e indirectam ente extraeconómicos. Es más,
en la medida en que estos m ecanism os extraeconómicos tam bién reproducen
las contradicciones y dilemas inherentes a los mecanismos económicos de la
relación de capital, aumenta todavía más la posibilidad de que las actuaciones,
estrategias y tácticas modelen el curso de la acumulación y la forma en que estas
contradicciones y dilem as se expresan. Esto, a su vez, requiere que todo análi
sis de la naturaleza improbable de la acumulación del capital tome muy en serio
dichas actuaciones.
La m ejor manera de com prender esta cuestión es preguntarnos por qué el
capitalismo debe ser regulado. La respuesta estriba en la naturaleza indeterm i
nada pero antagónica de la relación de capital y de su dinámica. Tres son sus
aspectos claves:
22
E L FUTURO DEL ESTAOO CAPITALISTA
a3
ROBERTJESSOP
TABLA 1.1
FORMA ______ MOMENTO DEL VALOR DE CAMBIO MOMENTO DEL VALOR DE USO
Pu erca de trabajo (a) trabajo abstracto como factor (a) habilidades genéricas y concretas,
de producción sustituí ble distintas formas de conocimiento
(b> única fuente de plusvalía (b) fuente de orgullo profesional para
el trabajador
Dinero {a) capital que devenga intereses, (3) m edida de valor, re s e rv a de valor,
crédito privado m edio de cam bio
(b) moneda internacional (b) moneda nacional, moneda de curso legal
(c) expresión última det capital (c) forma general de poder en general en la
sociedad en sentido amplio
Capital Productivo (3) valor abstracto en movimiento (a) existencias de activos específicos
{0 capital-dinero) disponible para ser valorizados en
para alguna forma de inversión momento y lugar específicos
en momento y lugar Futuros en condiciones específicas
<b) fuente de beneficios de empresa (b) habilidades empresariales
y gerencia les concretas
«4
E L FUTURO D EL ESTADO CAPITALISTA
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E L FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
DETERMINACIÓN ECONÓMICA
2?
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E t FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
garantice que sus productos puedan com ercializarse. Sin embargo, debido a la
multiplicidad de centros de producción autónomos y distintos, y a los bienes y
servicios que se producen en forma de m ercancías, la coordinación de la eco
nomía capitalista es esencialmente anárquica y está mediada por las fuerzas del
mercado y la competencia. Las fuerzas del mercado actúan expost y no ex ante,
lo que siem pre constituye un problem a para la posible validación de las deci
siones y la producción del capital (para un análisis más amplio de los fallos de
mercado, véase el capítulo 6). Y esto es así, aunque las em presas confíen más
en la organización vertical y en la construcción de redes internas que en los
mercados internos, aunque también puedan cooperar con otros agentes eco
nómicos en proyectos conjuntos, ya que la competitividad subyacente y las
estrategias reales de competencia de dichas compañías y sus alianzas seguirán
estando expuestas a la auditoría de la mano invisible del mercado. Esta com
prensión de la determinación económica, con su énfasis en la producción,
posee importantes im plicaciones a la hora de analizar las contradicciones y
dilemas del denominado capitalismo posindustrial o del capitalismo del cono
cimiento (véase el capítulo 3 ).
DOMINIO ECOLÓGICO
de sus decisiones en las alteraciones de los mercados del dinero y del sistem a
tributario-financiero de los cuales dependen los ingresos de los Estados. A la
inversa, las actividades y el rendim iento de los Estados tienden a generar un
impacto sobre la economía a través de los cálculos de los actores del mercado
acerca de su efecto en las oportunidades de obtener beneficios (u otras formas
de ingreso). Así, mientras que el papel im perialista de Gran Bretaña y EE UU se
ha vinculado con sus poderosos complejos m ilitar-industriales, en los regím e
nes socíaldemócratas de bienestar lo que encontramos es un complejo "social -
industrial” bien desarrollado (O’Gonnor 1978). Otro ejemplo del acoplamiento
estructural y de la coevolución de los regím enes económicos y políticos (aco
plamiento y coevolución relativamente dependientes de la trayectoria de cada
país —path~dependence~~), puede encontrarse en las formas de flexibilidad
laboral fomentadas por los distintos regím enes de bienestar. Así, los regím e
nes de bienestar liberales con mercados de trabajo en donde hay contratación
y despido flexibles, alientan a los patronos a ejercer su derecho de mando, no
estimulan a los trabajadores a invertir en conocimientos específicamente rela
cionados con la em presa y prom ueven el crecim iento de servicios de bajos
salarios en el sector privado. En contraste, los regím enes de bienestar social-
demócratas y democratacristíanos (o corporativistas-conservadores), se aso
cian con unos derechos económicos y sociales que producen mercados de
trabajo relativamente inflexibles y con elevados salarios, lo que estimula a los
trabajadores a adquirir conocimientos específicamente relacionados con su
empresa -—o su ramo em presarial—, provoca que las empresas se b eneficien de
una fuerza de trabajo calificada, desarrolla procesos y productos de alta tecno
logía y alta productividad para recuperar sus elevados costos salariales, y no
estimula la cx-eación de sectores de servicios de baja productividady bajos sala
rios (Estevez-Abe et álii 20 0 1; Scharpf 1997). En lo que respecta al mundo de
la vida, el dominio ecológico del capitalismo depende de la medida en que los
cálculos monetizados de beneficios y pérdidas penetren el mundo de la vida a
expensas de otros modos de cálculo y de otra subjetividad. A su vez, identida
des, valores y modos de cálculo diferentes pueden afectar a la economía capi
talista en la medida en que modelen las oportunidades para obtener beneficios
(u otras formas de ingresos) actuando, por ejemplo, como fuentes de segm en
tación del mercado de trabajo, como amenazas a los diferenciales salariales o
como oportunidades de desarrollar nuevos mercados. En la siguiente sección
abordo sus im plicaciones para la resistencia al capitalismo.
El dominio ecológico es siem pre diferencial, relacional y contingente.
Así, un sistem a dado puede ser más o menos dominante ecológicamente.
3o
E L FUTURO D EL ESTADO CAPITALISTA
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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DOMINACIÓN ECONÓMICA
34,
E L FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
HEGEMONÍA ECONÓMICA
Las estrategias de acum ulación tratan de resolver los conflictos entre las
necesidades del capital en general y de los capitales particulares a través de
la construcción de un "in terés económ ico general” im aginado, que siem pre
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E L FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
Sólo a través de un uso muy elástico e im preciso del concepto, pueden todas
estas form as de resistencia ser reducidas totalmente a la lucha de clases.
Prefiero restringir este térm ino a las luchas por establecer, mantener o restau
rar las condiciones de autovalorización dentro de la economía capitalista
entendida en sentido inclusivo. Esto, ciertamente, va mucho más allá de las
luchas por el salario y las condiciones de trabajo, ya que incluye también algu
nos aspectos de los modos de regulación económica como la forma dinero, los
modos de com petencia, los regím enes económ icos y de políticas sociales, o
los regímenes económicos internacionales. Ahora bien, incluso en este contexto
amplio (pero que está lejos de abarcar la totalidad) vale la pena distinguir la
explícita "conciencia de clase” del impacto real de las distintas luchas. Esta d is
tinción es importante por dos razones principales: en prim er lugar, la procla
mada identidad de clase de una fuerza social o de una forma de lucha dada podría
ser tergiversada deliberadamente, del mismo modo que podría estar sim ple
mente equivocada o ser totalmente im aginaría; en segundo lugar, la polivalen
cia de todas las luchas sociales implica que, con frecuencia, sus resultados
3?
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38
E L FUTURO DEL ESTADO CAPiTAUSTA
TABLA 1.2
Desarrollo del mercado Lucha de clases en sentido (a) Personas 0 colectivos con identidad de
Mercantilización "ficticia" estricto, incluyendo las luchas clase
e imposición de la forma valor en contra las condiciones (b) Otras fuerzas sociales cuyas luchas
las relaciones económicas extraeconómicas necesarias son relevantes para la consolidación
para la dominación de las de esta base
formas valor
Imposición de ía lógica Luchas por la primacía de otros Diferentes categorías sociales que se
"economicista” en áreas que no modos de cálculo identifican 0 apoyan otros valores
pertenecen a la economía y modos de cálculo
Dominio ecológico de la economía Luchas para privilegiar la lógica Defensores de otras lógicas (por ejemplo,
capitalista operativa de algún otro sistema legalidad, seguridad militar, salud,
0 sistemas religión)
Hegemonía económica de una Luchas para consolidar un proyecto Fuerzas basadas en et "mundo de ta
estrategia de acumulación dada contrahegemónico que priorice vida" aliadas con categorías sociales
valores distintos de la lógica de ¡a provenientes de los sistemas no
expansión capitalista permanente económicos y con clases sociales
subordinadas
Estas luchas pueden convertirse en la
base de un nuevo bloque hegemónico.
es decir, una alianza duradera basada en
un proyecto hegemónico alternativo
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40
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
TABU 1.3
Determ inación económica en última instancia de (a) Primacía tendencial necesaria del capital productivo
ta formación saciat global y de su desarrollo. dentro del circuito del capital
Se produce a través del desarrollo de las fuerzas (b) Dominio ecológico contingente de la acumulación efe
productivas y del desarrollo de las relaciones capital en la saciedad en sentido amplia
sociales de producción__________________________
Autonomía relativa del Estado capitalista como (a) Sistemas políticos operacionalmente autónomos
"capitalista colectivo ideal", con el grado exacto e institucionalmente separados de manera que
de autonomía necesario para asegurar las complejas esta separación dificulta ta actuación del Estado
condiciones económicas, políticas e ideológicas en nombre y representación del capital
para la a c u m u l a c i ó n _____________
Bien sea (a) Acoplamiento estructural recíproco de sistemas
Papel determinante unilateral de la base económica operacionalmente autónomos bajo el "dominio ecológico"
sobre la superestructura jurídico-poiltica de 1a acumulación {más fuerte cuando el mercado
y las principales formas de conciencia social mundial está completamente desarrollado)
O bien (b) Un "arreglo espaciotemporal" puede ayudar a desplazar
Los enlaces funcionales recíprocos entre la base o posponer las contradicciones, dilemas, etc., siempre de
económica, la superestructura jurídico-política forma limitada y provisional, y no necesariamente
y tas ideologías sirven para reproducir la economía coincidente con las fronteras estatales
capitalista (c) Del acoplamiento estructural y de la coevotución de
diferentes órdenes institucionales en una formación
social puede surgir un "bloque histórico"
ROBERT JESSOP
TABLA 1.3
La sociedad civil es una esfera distinta, más aííá El "mundo de (a vida" es un reino de identidades, valores,
det Estado y el mercado, en la que las personas modos de cáículo y relaciones sociales que no está
persiguen sus propios intereses egoístas_______ anclado a ningún sistema específico ni a sus lógicas_____
La lucha de clases se desarrolla en la medida en que (a) Distingue tas "identidades de cíase" de (a "relevancia de
clases objetivamente determinadas de antemano cíase" de tas fuerzas y luchas sociales
(definidas por su lugar en las relaciones de producción) (b) El discurso desempeña un papel clave en la definición
se convierten en clases "para sí", más activas y con de todas tas identidades (tanto de tas que son de
conciencia de clase, creando también tas organizaciones “cíase" como de las que no)
económicas y políticas adecuadas para defender (c) Los intereses objetivos vinculados a cualquier
sus intereses identidad subjetiva dada son relativos, y sólo pueden
Estos últimos también están objetivamente calcularse para campos de lucha y coyunturas
determinados de antemano por tos lugares que ocupan específicos y no de manera permanente y total
tas respectivas clases en la producción, en ta formación
social en sentido amplio y en la lógica general det
desarrollo capitalista
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RO BERT JE S S O P
clave en el an álisis cien tífico -so cial (p ara la referen cia clásica, Evans et álii
19 85). Por el contrario, y como m uchos otros teóricos críticos del Estado,
considero que esas fronteras están constituidas discursivam ente, se m ate
rializan institucíonalm ente, están acopladas estructuralm ente a otras fro n
teras in stitu cio n a les, y son tanto esen cialm en te im p ugnables como
susceptibles de cambio (sobre el papel crítico de la frontera im aginaría
Estado-sociedad, véase especialm ente M itchell 19 9 1).
Es im portante reconocer, no obstante, que el tipo capitalista de Estado
posee ciertas características que lo distinguen tanto de los Estados de las
form aciones p recapítalistas o no capitalistas, como de algunas form as atípi-
cas de regím enes políticos (por ejem plo, las dictaduras m ilitares dep reda
doras) en sociedades en las que, con todo, alguna form a de capitalism o es
uno de los rasgos característicos de la organización económ ica19. Esto es así
porque el tipo capitalista de Estado posee una selectividad estratégica d ife
renciada, determ inada por su form a, con im portantes im plicacion es para la
organización y la eficien cia de la in tervención estatal (véanse esp ecialm en
te G ram sci 19 7 1; Krátke 19 84 ; O’ Connor 1978; Offe 19 7 ?; Pashukanis 19 78;
Poulantzas 19 73, 1978; Théret 19 9 2). En la tabla 1.4, recojo algunas de estas
características an alítico-form ales básicas, dándolas en adelante por sen ta
das para resaltar, en cam bio, otras características in stitucion ales más esp e
cíficas de este tipo de Estado en la form a en que se dio en los circuitos del
fordism o atlántico. Quizá valga la pena señalar, sin em bargo, que las carac
terísticas genéricas recogidas en la tabla no incluyen a las in stituciones
dem ocráticas, aunque en la actualidad la form a "n o rm al” del tipo de Estado
capitalista im plique una dem ocracia representativa basada en el sufragio
un iversal para los ciudadanos m ayores de edad de un Estado territo rial, y
una autoridad ejecutiva y un poder legislativo form alm ente responsables
ante sus ciudadanos. Este rasgo no es contem poráneo del Estado de tipo
capitalista, sino que se trata de un desarrollo m ás reciente e irregular en las
sociedades capitalistas avanzadas durante el siglo XX, si b ien a m ediados de
la década de los setenta todavía no existía en las tres econom ías capitalistas
fordistas p eriféricas del Sur de Europa. La dem ocracia representativa, sin
em bargo, tiene im portantes im plicaciones para las form as de lucha política,
especialm ente para la influencia cada vez m ayor de la p olítica de m asas d en
tro o en la p eriferia del Estado, así como para el sign ificado de la orien ta
ción del interés "n acion al-p o p u lar” en los intentos de d efin ir el Estado y los
proyectos h egem ón icos (véan se G ra m sci 19 7 1; Je sso p 19 8 2 , 19 9 0 b ;
Poulantzas 1973, 19 78).
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E L FUTURO D EL ESTAOO CAPITALISTA
TABLA 1.4
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TABLA 1A
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS CLAVE DEL TIPO DE ESTADO CAPITALISTA (CONT.)
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público, de la buena sociedad, del bienestar público o algún otro principio aná
logo de socialización. Estos proyectos dotan de contenido a los rasgos más fo r
males del Estado. Le corresponde a la contienda entre las diferentes fuerzas
sociales respecto a los proyectos que compiten entre sí actuar como m ediado
ra de los cambios estructurales y estratégicos en cada coyuntura.
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
cuadro 1.2
ALGUNAS FUNCIONES DEL TIPO DE ESTADO CAPITALISTA
1. Asegurar las condiciones generales externas para ta acumulación de capital como, por ejemplo, un
formas de aparición de las contradicciones estructurales y dilemas estratégicos det capitat. como del
R O B E R T JE S S O P
cambiante equilibrio de las fuerzas que impugnan el grado y consecuencias de dicha mercantilización
ficticia. En lo que respecta a la fuerza de trabajo, esto supone gestionar (a oferta de mano de obra, tos
3. Asegurar los derechos y capacidades del capital de controlar la fuerza de trabajo en el proceso pro
ductivo. y de regular los términos y condiciones de la relación cap ital-trabajo en el mercado de traba
h. Definir los límites entre lo económico y lo extra económico, y modificar los vínculos entre las precon
a la luz de la resistencia a la colonización de lo extra económico por parte de la lógica del capital
tructuras intensivas en capital que precisan un largo periodo para su reposición, y que son adecua
6. Gestionar la contradicción fundamental entre la naturaleza crecientemente social de tas fuerzas pro
8. Hacer frente al conjunto de repercusiones sociales y políticas producidas por los cambios de forma
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EL FUTURO DEL ESTAOO CAPITALISTA
(Goughy Eisenschitz 1996). Esto ayuda a explicar por qué se están reorganizando
los Estados locales a medida que nuevas formas de asociación locales o regionales
surgen para guiary promover el desarrollo de recursos también locales o regiona
les (véase el capítulo 5).
Otro ejemplo de las divisiones espacioescalares del trabajo es la distinción
entre relaciones exteriores y relaciones interiores inherente al sistema estatal
moderno, que provoca que unas partes del aparato del Estado se especialicen en
las primeras y otras en las segundas. No obstante, con el creciente impacto de la
globalización y las nuevas formas de competencia, las divisiones del trabajo
estatal heredadas están cambiando. Así, no sólo la distinción entre política exte
rior y política interior se hace cada vez más borrosa, sino que los gobiernos sub-
nacionales se están ocupando de la política exterior (en el ámbito económico)
mediante la cooperación transfronteriza, la localización internacional, y así
sucesivamente, al mismo tiempo que organismos supranacíonales se involucran
en el rediseño y reorientación de políticas sub nacionales.
También puede existir una división tem poral del trabajo en la que dife
rentes instituciones, aparatos u organismos respondan a contradicciones,
dilemas y paradojas en distintos horizontes temporales. Lo que se refleja, por
ejemplo, en la distinción convencional entre planificación y ejecución dentro
de las organizaciones, y en la prim acía de distintos horizontes temporales en
las diferentes organizaciones (por ejemplo, entre bancos centrales y otros b an
cos o entre fondos de arbitraje programados por ordenador y fondos de capital
riesgo a largo plazo). Del mismo modo, en numerosas ocasiones se han p ro
puesto soluciones corporativistas para resolver cuestiones económicas y socia
les a largo plazo que suponen una interdependencia compleja y recíproca que
exige cooperación tam bién a largo plazo, situando así estas áreas de las políti
cas fuera de los horizontes a corto plazo de los ciclos electorales y las luchas
parlamentarías. En ambos casos se abren oportunidades para que las activida
des puedan reequilíbrar las relaciones entre estas instituciones, aparatos u
organismos mediante la asignación diferencial de recursos, perm itiéndoles
competir por la legitimidad en circunstancias cambiantes.
5. GOBERNANZA Y M ETAGOBERNANZA
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
6 . O BSERVACIONES FIN A LE S
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
coherente. Esto tiene importancia porque el Estado es sólo uno entre varios
mecanismos a través de los cuales se realizan intentos de superar los fallos e
insuficiencias del mercado. La dinámica general del capitalismo y la naturale
za de la sociedad en sentido amplio dependen de su particular mezcla de m eca
nismos. Desplegando estas cuatro dim ensiones, presentaré a continuación las
características clave del Estado nacional de bienestar keynesiano, explicaré sus
tendencias de crisis y señalaré que está siendo tendencialmente reemplazado
por una nueva forma de régimen de bienestar.
NOTAS
i. La distinción entre sistema y mundo de la vida fue propuesta por Habermas (1975. 1987 y 1996). Yo
amplío la idea de sistemas mucho más allá de la pareja economía/sistema jurídico-político, inclu
yendo cualquier sistema aut ©organizativo (o autopoiético) con su propia racionalidad instrumental,
su propia matriz institucional y sus propios agentes sociales que de manera deliberada orientan sus
acciones siguiendo el código de dicho sistema. Mi interpretación del mundo de la vida también es
más amplia que la inicialmente empleada por Habermas. La empleo aquí para referirme a todas las
identidades, intereses, valores y convenciones que no están directamente anclados a la lógica dé
ningún sistema en particular y que sirven de sustrato y trasfondo a la interacción social en la vida
diaria, incluyendo tanto a la enemistad y el antagonismo como a la intimidad y la solidaridad.
Con el desarrollo continuo de la productividad y, consecuentemente, de la "producción de riqueza” ,
las normas sociales de consumo en las economías capitalistas avanzadas (tal como se reflejan en la
cantidad y calidad de los bienes y servicios de consumo) tenderán a situarse muy por encima de cual
quier mínimo de subsistencia. El que dicho incremento y la transformación en estos valores de uso
supongan también una participación mayor en el valor añadido total de la producción, es un asunto
completamente diferente que depende del resultado de luchas políticas y económicas muy variadas
dentro y más allá de las formaciones sociales capitalistas avanzadas (sobre la distinción entre rique
za y valor, véase Postone 1993). Más aún, incluso reconociendo la tendencia hacia una mayor riqueza en
las sociedades capitalistas avanzadas, no deberíamos olvidar que ello depende de una cada vez mayor
división global del trabajo marcada por condiciones de trabajo, salarios y condiciones de vida enor
memente desiguales,
3. Las contradicciones estructurales suelen aparecer en, al menos, tres tipos de condiciones diferentes. En
primer lugar, cuando la lógica global de un conjunto institucional genera tendencias de desarrollo
opuestas (por ejemplo, la creciente socialización de las fuerzas productivas frente al permanente control
privado de Jas relaciones de producción y de la apropiación del excedente); en segundo lugar, cuando
existe algún conflicto o tensión entre las exigencias de la reproducción del sistema y la lógica de la acción
individual (por ejemplo, con el capital en general frente a los capitales particulares); y, en tercer lugar,
cuando una relación social aparece constituida de forma tal que tiende a provocar conflictos socialmen
te estructurados entre intereses inherentemente antagónicos (por ejemplo, capital frente a trabajo).
4. Estamos en presencia de un dilema estratégico cuando los agentes se enfrentan a una elección tal
que, dados los parámetros y horizontes de acción, cualquier decisión que adopten (incluyendo la
inactividad) socavará alguna o algunas condiciones clave para su subsistencia y/o su capacidad para
hacer efectivos un conjunto más amplio de intereses. Los dilemas pueden quedar definidos en dife
rentes niveles de acción individual y colectiva. Pueden tener soluciones parciales si se modifican las
condiciones o los horizontes paramétricos de la acción. Por ejemplo, alternando entre los dos lados
del dilema, o mediante ei aprendizaje estratégico basado en la iteración, o difiriendo o desplazando
las consecuencias adversas de un determinado curso de acción, etc.
5. El término "explotación” se emplea aquí de forma moralmente neutra.
6. Esta "subsunción real" (por emplear la terminología de Marx) se ha extendido después al trabajo no
manual mediante el uso de máquinas de oficina inteligentes que controlan y regulan el trabajo
no manual. Sin embargo, no es suficiente por sí misma para asegurar la obediencia de la fuerza de
trabajo, por lo que aparece normalmente complementada por otras formas de disciplina y control,
63
R O B E R T JE S S O P
que incluyen la coacción, la burocracia, los sueldos asociados al rendimiento y los intentos de m ol
dear la subjetividad de los trabajadores (véase Marsden 1999).
7. Las relaciones de clase no aparecen nunca definidas exclusivamente en el nivel de las relaciones
económicas, sino que están sobrede terminadas por la intervención de estructuras jurídico-políticas
e ideológicas y por la articulación de las clases al resto de categorías sociales. Es más, desde el punto
de vista estratégico y/o táctico, los trabajadores, los capitalistas y otras fuerzas sociales pueden tra
tar de organizar los mercados y procesos laborales en términos de intereses o categorías diferentes,
lo que lleva a la segmentación del mercado laboral y a la división asimétrica del trabajo.
8. Las innovaciones que permiten a una determinada empresa producir mercancías por debajo del
tiempo de trabajo socialmente necesario habitual para ellas y/o mantener los costes de producción
por debajo de la medía, se transformarán en beneficios extraordinarios hasta que se generalicen
redefiniendo asi lo que se considera socialmente necesario. En este sentido, la competición capita
lista se realiza en torno a la tasa media de beneficios,
9. Estas leyes y tendencias incluyen: (1) la creciente acumulación de capital, es decir, la acumulación de
activos capitalistas por parte de empresas individuales mediante la reinversión de los beneficios ante
riores; (a) la creciente importancia de las mejoras en la productividad ("plusvalía relativa") por oposi
ción al aumento de la jornada o esfuerzo laborales ("plusvalía absoluta") en la creación del excedente;
(3) la creciente necesidad de superar los obstáculos a ta expansión capitalista que implica la baja ten-
dencial de la tasa de ganancia, tendencia general que emerge del hecho de que todas las empresas tra
tan de obtener una ventaja competitiva sustituyendo el trabajo asalariado por maquinaria, a pesar de
que el trabajo asalariado es. según Marx, la única fuente de beneficios del total de capital invertido para
adquirir no sólo bienes de capital y materias primas, sino también fuerza de trabajo; (4) la creciente
centralización del capital, es decir, la gestión áe los activos propiedad de diferentes personas o empre
sas, porparte de una sola compañía (por ejemplo, a través de sociedades anónimas o bancos); (5) la cre
ciente separación de propiedad legal y control efectivo de los medios de producción mediante el
desarrollo de sociedades anónimas y otras formas análogas de organización de los negocios; (6) la cre
ciente importancia del crédito para el funcionamiento del sistema capitalista, etc.
10. La fuerza de trabajo como mercancía ficticia es inusual a este respecto ya que no se produce como valor
de cambio; y, además, su valor de uso en el capitalismo es su capacidad de producir valor de cambio.
ít. Véase Cleaver sobre la forma salario: "Es precisamente porque los trabajadores tienen necesidades
y carecen de los medios para producir lo que necesitan por lo que el capital puede vender los valores
de uso y producir los que quiera. Es precisamente porque la fuerza de trabajo es un valor de uso para
el capital por lo que es un valor de cambio para el trabajo” (1979: 92).
12. Este mismo principio se aplica cuando el dinero circula dentro de espacios plurinacionales tales
como los imperios formales o informales dominados por un Estado.
1 3. El concepto embed presenta algunas dificultades. Nacido en la geología, su campo semántico, como
en tantos otros, se ha desplazado hacia la informática. En ella, entre otras cosas, por ser ia termino
logía propia de una gran empresa de software, se traduce por "incrustado” (y, a veces, por "empotra
do”). En un sentido más neutro, se podría traducir por adscribir, integrar o agregar. Ahora bien, en
estas traducciones se pierde la dimensión física que la etimología inglesa otorga al término. El con
cepto fue incorporado por Polanyi en La gran transformación (1944) para señalar cómo las acciones y
las estructuras económicas estaban siempre y necesariamente integradas, em,í>eí>¿cías. incluidas,
soportadas, empotradas o incrustadas socialmente, de manera que separarlas era un ejercicio válido
sólo con fines analíticos. Por ello y por su relativa difusión, hemos utilizado aquí "incrustado” (y sus
derivados). [N. delosTT.]
14. Este razonamiento acerca del dominio ecológico resultarla igualmente aplicable a otros tipos de
fuerzas sociales en otros tipos de ecología social, tales como organizaciones y redes. Las organiza
ciones y las redes pueden ser también más o menos dominantes en sus respectivos mundos sociales.
15. Para evitar malentendidos, aclararé que esta afirmación no implica que el Estado y el capital sean
entidades completamente autónomas y que, por tanto, el Estado sea capaz de intervenir desde una
posición totalmente exterior a un circuito de capital exclusivamente económico para suspender la
realización completa de sus leyes de movimiento puramente económicas. Pretendo, simplemente,
subrayar que la reproducción del capitalismo depende siempre de unas condiciones extraeconómi-
cas adecuadas, y que sus tendencias sólo se realizan por completo en la medida en que la "acumula
ción por la acumulación” se convierte en principio dominante de socialización.
16. Esta ingeniosa expresión procede del comentario de Blühdorn a Luhmann, pese a no reconocer la
propia contribución de Luhmann al análisis del dominio ecológico (aooo; 351).
17. Las estrategias de acumulación se formulan en escalas muy diferentes de la actividad económi
ca, desde las diversas unidades de una empresa, pasando por el sector o región, hasta el bloque
64
E L FUTURO D EL ESTADO CAPITALISTA
nacional o supranacional. En cada caso, son distintos los tipos de actores que desempeñan un
papel protagonista. Para un análisis de las dimensiones de las estrategias de acumulación en el nivel
empresarial, véase Williams et álii 19 8 3 y, en el nivel sectorial, Rmgroky vanTulder 1995.
18. Para una crítica estratégico-relacional y tina reinterpretación de las instituciones y del significado
del institucionalismo, véase Jessop 3001c.
19. Max Weber distinguió diferentes formas de capitalismo (por ejemplo, capitalismo de presa, capita
lismo político) que, sin duda, podrían existir, y hasta prosperar, en ausencia de lo que denomino
aquí tipo capitalista de Estado (véase Weber 1978; y, para una buena discusión, Swedberg 1998).
30. Sobre el concepto inicial de selectividad estructural, véanse Offe 1972 y Poulantzas 1978-, para un
concepto más reciente de selectividad estratégica, desarrollado a partir del trabajo de Poulantzas,
véanse Jessop 1985 y 1990b.
65
CAPÍTULO 2
EL ESTADO NACIONAL DE BIENESTAR KEYNESÍANO
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i. EL FORDISM O ATLÁNTICO
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
3. LOS ENBK
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ROBERT JE S S O P
TABLA 2.1
EL ESTADO NACIONAL DE BIENESTAR KEYNESIANO
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E L FUTURO D EL ESTADO CAPITALISTA
Envista de que cada una de sus cuatro características distintivas puede lograrse de
distintas maneras, no se esperaría encontrar una forma pura de ENBK. Pero esto
no excluye que sea desde el modelo estilizado básico desde donde existan varian
tes más o menos diferenciadas. De hecho, los economistas institucionalistas, los
especialistas en políticas sociales y los científicos sociales comparatistas han mos
trado un gran celo taxonómico en sus esfuerzos por identificar tipos y subtipos
empíricamente verificables e históricamente significativos de capitalismo, de
Estado de bienestar y de régimen político en el periodo de posguerra. Algunas de las
investigaciones más extensas en este sentido han recaído sobre los regímenes de
bienestar. Aunque este concepto es menos inclusivo que el de ENBK, el esfuerzo
dedicado a crear estas tipologías ilustra algunos de los problemas generales que
presentan este tipo de empresas. Si bien algunos autores emplean sencillamente
el término genérico "modelo social europeo” para describir las características dis
tintivas de los regímenes de bienestar en Europa (por ejemplo, Grahl y Teague
1 997 ; Palier y Sykes ?ooo), otros han invertido muchos esfuerzos teóricos y empí
ricos en identificar diferentes regímenes de bienestar en Europa y en el resto del
mundo. La más influyente de las tipologías resultantes fue desarrollada por
Esping-Andersen (19 8 5,19 9 0 ), quien hizo derivar su clasificación inicial de cier
tos criterios cuantitativos sencillos, relacionados con la desmercantilización de la
fuerza de trabajo en dieciocho países miembros de la OGDE en el periodo de pos
guerra, y luego, sobre la base de sus resultados agregados, se limitó a dividir a estos
dieciocho países en tres grupos de seis. A continuación, estudió la historia econó
mica, social y política de estos tres grupos y encontró que sus genealogías eran
lo suficientem ente distintas como para justificar la afirm ación de que existían
tres grupos diferentes de regím enes de bienestar, que coincidían con los que ya
habían sido previam ente identificados por él. Desde entonces, se ha agregado
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E L FUTURO D EL ESTADO CAPITALISTA
CUADRO 2.1
El tipo liberal tiene et grado más bajo de desmercantilizacion de {a Fuerza de trabajo. Se basa en tres pila
res fundamentales: papel mínimo det Estado {incluyendo un papel residual en la prestación del bienestar
pación en et mercado de trabajo, y preferencia por las soluciones de mercado para los problemas socia
les y económicos. Estos tres pitares se reflejan en características más específicas: asistencia sólo tras la
el mercado-, beneficios para personas de bajos ingresos, generalmente de clase trabajadora, dependien
tes del Estado; normas para optar a la protección social estrictas y estigmatizadoras: y estímulos esta
El tipo conservador tiene un nivel intermedio de desmerca ntitización (por definición) y se dice que posee
tres rasgos principales; el papel clave atribuido a la familia y al corporativismo para compensar los fallos
de meneado, el compromiso de mantener una diferenciación de status y los riesgos compartidos dentro de
grupos ocupacionates o estratos sociales particulares, y no en forma universal entre todos los ciudada
nos nacionales. El derecho a ta protección social privilegia a la familia tradicional, se atribuye a ta clase
reducir las desigualdades de clase y status existentes tas refleja- Los regímenes de bienestar conser
bles elegidas por Esping-Andersen. Está más desarrollado en las economías nórdicas, aparece ligado a
un sólido movimiento social y se muestra muy comprometido con la redistribución social. Acepta que el
Estado desempeñe un amplio papel en Ut compensación de tos fallos de mercado, socializa una amplía
salaríale o sociedad asalariada). También está comprometido a otorgar beneficios elevados y crecientes
cort base en la premisa del pleno empleo y vinculados al crecimiento económico global; extiende las
medidas de desmercantflízación a la clase media, asegurándose de este modo su apoyo al Estado: y per
Et régimen de bienestar fam iliar o det Sur de Europa es un Estado de bienestar residual. Confía en la
familia ampliada — sustentada por un varón— . para la reproducción económica y social frente a las con
tingencias del mercado. Proporcionando, de este modo, una forma distinta de desmercantítizadón inter
media.
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ROBERT JE S S O P
de recorte (por oposición a la expansión) que han surgido en respuesta a las c ri
sis de los regím enes de bienestar (Pierson 1995; pero véase también H u bery
Stephens 200 1).
Lo anterior parece indicar que cualquier nueva tipología no sólo debería
incluir los casos que quedaron fuera del original estudio de Esping-Andersen,
sino que debería reflejar también las críticas más incisivas a sus fundamentos
teóricos y em píricos e integrar las dem ás'dim ensiones de los ENBK5. También
debería prestarse especial atención a los modos de intervención económica,
previamente ignorados, y a los modos de gobernanza, tratados antes de m ane
ra bastante superficial. Se lograría así un análisis más refinado de cómo se aco
plan estmcturalmente —siem pre dependiendo de la trayectorias de cada p a ís -
ios modos de crecimiento económico, los modos de regulación y la naturaleza
de los regím enes de bienestar (véase la subseccíón siguiente). En térm inos de
formas de intervención económica y social, cabría distinguir entre: (1) regím e
nes socioliberales de mercado; (2) regím enes socialdemócratas tripartitos; (3)
regím enes corporativistas-conservadores en los que el bienestar se organiza
parcialmente sobre la base del tipo de empleo o del status y que, por lo tanto,
tienden a conservar, en lugar de a debilitar, las desigualdades económicas y
sociales*, (4) regím enes dirigistas con Estados fuertes y una fuerza de trabajo
relativamente fragmentada; (5) Estados regulacionistas que protegen la fuerza
de trabajo respaldando la negociación colectiva obligatoria y la legislación
laboral, y no a través de un Estado de bienestar universal ampliado; y (6) modos
más clientelares de intervención social y económica. Se corresponderían, re s
pectivamente, con los regím enes de bienestar fordista del Atlántico Norte,
nórdico, corporativista-conservador, francés, de las antípodas, y del Sur de
Europa. Para los casos que no caen dentro de los circuitos del fordismo atlán
tico, como por ejemplo las sociedades de Asia Oriental o de Am érica Latina, se
necesitarían otros modelos.
Del mismo modo, en térm inos de gobernanza cabría distinguir entre: un
modelo de economía mixta liberal que privilegia las fuerzas del mercado, con
un papel compensatorio residual para el Estado; un modelo de economía nego
ciada que se apoya en la concertacíón entre los actores sociales con el oportu
no respaldo del Estado; un modelo estatista en el cual el Estado define y regula
las obligaciones de los trabajadores y de los patronos, así como las actividades
de las organizaciones del mercado sin ánimo de lucro y de las organizaciones
civiles benéficas-, y el modelo fam iliar, en el cual la fam ilia ampliada y las orga
nizaciones paternalistas o "fam iliaristas” desem peñan papeles clave en la
redistribución. Estos diferentes tipos se corresponden con cuatro form as de
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R O B E R T JE SO P
gobernarla división del trabajo en las form aciones capitalistas (véase el capí
tulo 6). El liberalism o se corresponde con el principio del libre intercambio
entre propietarios de mercancías, sin que, en principio, quepa distinción algu
na entre los propietarios de la fuerza de trabajo y los propietarios del resto de
los denominados factores de producción. El modelo de economía negociada se
relaciona con el concepto ricardíano de las relaciones de clase en el capitalis
mo, que se centra en el regreso a los "factores de producción” dentro de una
cooperación potencialmente de suma positiva y que atiende a los aspectos de la
distribución, y no con la versión marxista centrada en unas relaciones de clase
intrínsecamente antagónicas y que considera la producción como un proceso
de valorización. Los modelos conservador-corporativistas, a su vez, se apoyan
en un enfoque funcionalista de la división del trabajo, que considéralas d istin
tas funciones o papeles en térm inos estatalistas, corporativistasu organicistas,
asumiendo el Estado la responsabilidad general de organizar las condiciones
de autoorganización, y de asegurar la cohesión social general. El modelo fam i
liar se relaciona con un enfoque subsídiarista de las responsabilidades sociales
colectivas dentro de una visión ternaria ("m ercado-Estado-sociedad civil”) de
las sociedades modernas.
La economía política de escala guarda menos relación con la tipología de
Esping-Andersen ya que, durante el lapso cubierto por su investigación, todos
sus casos estaban marcados por la prim acía de la escala nacional. Pero incluso
aquí, la dinámica de las políticas y las posibilidades de em prender reform as
radicales difieren de acuerdo con la form a y funcionam iento unitarios, federa
les o subsidiaristas del Estado nacional. Adem ás, tam bién vale la pena in cor
porar el tema de la escala para facilitar com paraciones con los periodos
anteriores y posteriores. Por una parte, el periodo anterior m erece atención
porque resulta especialmente relevante para los orígenes y el desarrollo de los
regímenes de bienestar. Las capacidades de los Estados locales y las form as de
las políticas nacionales afectaron de m anera significativa al equilibrio de las
fuerzas económicas y políticas durante el periodo formativo de los regím enes
de bienestar. Así, por ejemplo, los regím enes conservador-corporativistas y
los del Sur de Europa tienden a verse asociados con fuertes tendencias localis
tas o regionalistas, mientras que los regím enes socialdemócratas más un iver
salistas suelen relacionarse con gobiernos nacionales más centralizados. Por
otra parte, el periodo posterior tam bién resulta significativo porque la conti
nua diversidad de los regím enes de bienestar contemporáneos a escala nacio
nal se refleja en la prosecución de proyectos y estrategias diferentes para
promover la integración económica y construir una Europa social. De igual
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
forma, el TLCAN tam bién ha creado problem as para Canadá y México; aunque
más por la dominación económica de ciertos capitales norteam ericanos clave y
por el apabullante dominio ecológico, en forma general, de la economía de EE
UU, que por las actividades de un régim en político supranacional emergente.
En el capítulo 5 se examinan algunas cuestiones planteadas por las políticas
económicas y sociales de la UE.
Un análisis más concreto y complejo debería considerar variaciones
secundarias de lo que, desde la perspectiva teórica de la regulación y el Estado
que hemos adoptado, son las cuatro características clave de los ENBK. Dentro
de ellas cabría incluir su articulación interna, sus bases sociales, su m odula
ción de género, su carácter "sexualizado” y "racializado” , su grado de simpatía
por la fam ilia, sus preferencias generacionales (por ejemplo, respecto a los
niños, a los adultos trabajadores o a los pensionistas6), o sus proyectos p olíti
cos y sus proyectos hegemónicos característicos asociados7. Por poner un
ejemplo, existe en la actualidad una muy rica literatura respecto a las dim en
siones de género —cuando no a la naturaleza inherentemente patriarcal de los
regím enes de b ien estar—, que ha revelado un im portante contraste entre
los tipos del varón sustentador de la familia y el asalariado individual. El primero
asume una división de género del trabajo, prioriza las oportunidades de
empleo y el status del hombre como varón sustentador, trata a la fam ilia como
unidad de transferencias de ingresos y prestaciones sociales, adopta la tributa
ción conjunta de los cónyuges, y otorga distintos derechos a la m ujer y al m ari
do. El segundo tiende a ser neutral en lo que respecta a la división de género
del trabajo o, incluso, promueve la igualdad de oportunidades; considera el
empleo como base de las prestaciones sociales en una "sociedad de trabajo” ;
otorga derechos uniform es dependientes de los antecedentes laborales, ciuda
danía o residencia» en lugar de discrim inar basándose en el género o el estado
civil, e impone impuestos a las personas y no a los hogares (véanse, por ejem
plo, Bussem aker y van Kersbergen 19 94; Jenson 1997; Lewis 1992;; Sainsbuiy
1996; Süm 2000).
Resulta conveniente desarrollar distintas tipologías para distintos objeti
vos. Muchas investigaciones empíricas han confirmado la importancia de los
tres regímenes básicos distinguidos originalmente por Esping-Andersen y el
mayor poder descriptivo y heurístico de otras tipologías más complejas (véase
especialmente Pitruzello 1999)- No obstante, aunque su tipología inicial fue
defendida a partir tanto de sus raíces históricas como de los rasgos contempo
ráneos de los tres grupos, el propio Esping-Andersen ha señalado también
que:
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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Tras haber considerado los rasgos generales del fordism o atlántico y del ENBK,
y las posibles taxonomías de los regím enes de bienestar, señalaré ahora los
rasgos distintivos del ENBK como Estado nacional. Podemos resum irlos del
siguiente modo:
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ROBERT JE S S O P
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E L FUTURO D EL ESTADO CAPITALISTA
en las que el hombre recibía el "salario fam iliar” y podía esperar estar
empleado durante toda la vida, aunque no necesariamente tener un
mismo trabajo para toda la vida. La principal excepción eran los regí
menes de bienestar para el "asalariado individual” . Es más, el Estado de
bienestar keynesiano no sólo asumía la estabilidad de la forma patriar
cal de familia, sino que tam bién marginaba otras form as de hogares,
fam ilias y sexualidades alternativas (Carabine 1996).
5. Las unidades prim arias de la base social de los Estados eran los sujetos
políticos individuales; como ciudadanos del Estado nacional, estaban
dotados de diferentes derechos civiles, políticos y sociales, y se organi
zaban como miembros de corporaciones económicas (sindicatos y aso
ciaciones em presariales) y/o como simpatizantes de partidos políticos
responsables. Existían diferentes tipos de ciudadanía compatibles con
este modelo básico (Boris 1995? Fraser 1987, 1997; Jenson 1986, 1997;
Williams 1995), aunque la mayoría poseían una forma patriarcal y, con
frecuencia, existían lim itaciones tanto informales como formales al
acceso a los derechos de ciudadanía (véase la sección 4 infra sobre el
arreglo espaciotemporal del fordism o atlántico).
6. El eje de las luchas por la hegem onía política nacional era el "nacional-
popular". Se plasmaba en la expansión y protección de los derechos
ciudadanos en el seno de un proceso político preocupado principal
mente por la redistribución económ ica y social, dentro de una econo
mía cuyos rasgos capitalistas esenciales se daban por supuestos.
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ROBERT JE S S O P
de una entre otras formas posibles del Estado moderno en una sociedad de
masas fordista. Podemos abordar esta pregunta de cuatro modos, que se
corresponden con los diversos referentes del fordismo. Este ha sido conside
rado en térm inos de: (i) la naturaleza del proceso laboral dentro del propio
sector estatal (por ejemplo, Hoggett 1987); (2) el papel económico directo del sector
estatal en el régim en de acumulación fordista (por ejemplo, Overbeek 1990:
114,-19 ); (3 ) el papel más amplío del Estado en el modo social de regulación
económica asociado a dicho régim en (por ejemplo, Moulaert et álii 1988;
Painter 19 9 1); o (4,) su papel para garantizar la integración institucional y la
cohesión social de una form ación social dentro de la cual el fordism o en una o
varias de sus formas resulta dominante (H irsch y Roth 1986). Los tres últimos
criterios también tienen importantes repercusiones, como verem os, para el
arreglo espaciotemporal del fordism o atlántico.
Aunque podría resultar interesante investigar en qué medida el proceso
laboral es de carácter fordista (o cuasifordista) dentro del Estado, esto condu
ciría, en ausencia de otros criterios, a reducir al Estado a uno más entre los
diferentes espacios de actividad económica. De este modo se perdería lo que lo
distingue como Estado. Si nos concentramos en el papel económico directo del
Estado o del sector público, tam bién podríam os pasar por alto los rasgos d is
tintivos del Estado como un todo. Por el contrario, si nos fijam os en el papel del
Estado en la garantía de la socialización fordista, puede que nos resulte difícil
distinguir un Estado fordista propiamente dicho de un Estado que mantenga la
cohesión social en una sociedad que resulte ser fordista. Esto parece indicar
que el enfoque más prom etedor acerca de la naturaleza "fordista” del ENBK es
la específica contribución de su form a y funciones como Estado a la garantía de
un régim en de acumulación y de un modo de regulación característicamente
fordistas. Esto no debería interpretarse en el sentido de que el EN BK surgió
para realizar dichas funciones, n i entenderse que el régim en de acumulación
fue previo al desarrollo de su modo de regulación. Por el contrario, constituye
una invitación a explorar el acoplamiento estructural y la coevolución del régi
men de acumulación y de su modo de regulación, y la medida en que fueron
capaces de lograr un grado de coherencia estructurada (o integración estructu
ral) que contribuyó a asegurar la improbable reproducción de la acumulación
de capital durante un periodo significativo de tiempo (sobre el rechazo del fu n
cionalismo en el enfoque reguladonista, véanse Lipietz 1988; Jessop 1990a, b).
Enfocado en estos térm inos, la contribución característica del EN BK a la
regulación del fordism o atlántico fue su capacidad de gestionar, desplazar o
diferir, al menos durante un tiem po , las contradicciones en las diferentes
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E L FUTURO D EL ESTADO CAPITALISTA
formas de la relación del capital y los dilem as estratégicos tal como se expresa
ron en los regím enes de acumulación fordistas. Éstos disfrutaron de una matriz
espacíotemporal basada en la congruencia entre la economía nacional, el
Estado nacional, la ciudadanía nacional que incluía derechos sociales además
de los civiles y políticos, y la sociedad nacional; y de unas instituciones relati
vamente bien adaptadas a la combinación de las tareas relativas al asegura
miento del pleno empleo y el crecimiento económico, así como a la gestión de
los ciclos electorales nacionales. Este arreglo espacíotemporal, en ocasiones
denominado liberalism o incrustado (Ruggíe 19 8?), perm itió una resolución
concreta pero todavía parcial y provisional de las contradicciones de la acumu
lación de capital tal como se expresaron en el fordism o atlántico. Las principa
les form as estructurales (con sus contradicciones y dilemas correspondientes)
alrededor de las cuales se organizó esta solución concreta en y mediante el
ENBK fueron las form as salario y la form a dinero. A continuación, trataré de
justificar esta afirm ación elaborando el modelo estilizado presentado en la
sección 3 supra.
En prim er lugar, el aspecto más importante de la form a salario en el fo r
dismo atlántico por lo que se refiere al ENBK fue su papel como fuente de
dem anda in tern a más que como coste de producción in tern acio n al10.
Consiguientemente, el Estado concentró sus esfuerzos en garantizar niveles de
demanda de pleno empleo dentro de la economía nacional, y organizó sus
intervenciones y políticas en las demás áreas para contribuir, en la medida de
lo posible, a este objetivo. De hecho, aunque el logro del pleno empleo duran
te este periodo se atribuye con frecuencia al éxito del ajuste fino keynesiano1 1 ,
en realidad este resultado dependía en mayor medida de la dinámica básica de
la expansión fordista, que el ENBK contribuyó a garantizar mediante su p ro
moción de la producción y consumo de masas. El papel de los salarios como
coste de producción internacional tenía una importancia secundaria para el
ENBK. De hecho, el Estado estaba dispuesto a vivir económica y políticamente
con una pequeña inflación y a realizar pequeñas devaluaciones si lo considera
ba necesario para proteger los niveles de demanda de pleno empleo, que servían
a los intereses del capital industrial así como a la fuerza de trabajo fordistas
(véanse también los argumentos sobre el dinero y la inflación infra). Esto no
quiere decir que los costes salariales carecieran de interés para el Estado. Ya
que, además de su interés global en el crecimiento económico continuado, el
Estado era también un gran comprador de bienes y servicios del sector priva
do, y-un empleador cada vez más importante. Ahora bien, los salarios solían ser
contemplados con benigna displicencia por parte del Estado, siempre que se
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
ejemplo, las redes eléctricas, los transportes integrados, las viviendas m oder
nas) , la prom oción de las economías de escala mediante la nacionalización o las
políticas de estímulo a la fusión, la gestión de la demanda contracíclica, la legi
timación de la negociación colectiva responsable, y la generalización de n o r
mas de consumo de masas mediante el empleo en el sector público y el gasto en
bienestar. Las políticas urbanas y regionales orientadas a reducir el desarrollo
desigual contribuyeron a asegurar las condiciones para la producción, la d istri
bución y el consumo masivos, y a reducir las presiones inflacionarias provoca
das por los sobrecalentamientos locales en una economía esencialm ente
autocéntrica. Por último, además de su papel general en la creación de las con
diciones para la producción y consumo de masas, y de dar satisfacción a las
nociones ampliadas de derechos sociales de la ciudadanía, el consumo colecti
vo por parte del Estado sirvió para socializar y reducir los costes sociales de
reproducción de la fuerza de trabajo.
Muchas de estas actividades asociadas a la relación salarial estaban estre
chamente vinculadas con el modo de regulación y con los procesos laborales y
el régimen de acumulación fordistas. Particularmente importante resultó aquí el
apoyo estatal a un sin d icalism o resp o n sab le, a la negociación colectiva, a
la modernización industrial, a la consolidación de los grandes negocios y a las
formas de corporativismo bí o tripartito. Aunque existían diferentes modelos
de organización sindical que podrían haber servido para estos propósitos
durante el periodo de expansión fordista, la llegada de la crisis introdujo mayo -
res exigencias en el sistem a de relaciones industriales. Así, durante el periodo
de estanflación, la concertación bi o tripartita desem peñó, en comparación con
otros sistem as no corporativistas, un papel fundamental como moderador, y
contribuyó a un resultado económico comparativamente bueno en los tres c r i
terios macro económicos clave de las economías fordistas: el empleo, la in fla
ción y el crecim iento (Garrett 1998-, Katzenstein 1985; Keman et álii 1987;
Notermans 30 00; Scharpf 1991-, Western 1997; W índolf 1990). Al mismo tiem
po, la dominación del modo de crecim iento fordista en estas economías relati
vamente cerradas perm itió al ENBK vincular los intereses del capital interno y
del trabajo organizados (especialm ente, los trabajadores varones cualificados)
en programas de pleno empleo y bienestar social, siem pre que el salario in d i
vidual y social pudiera servir como fuente de demanda para una industria
orientada al mercado interior. Esta concertación corporativísta, en ocasiones,
implicaba la concesión de m ejores pensiones como parte del salario social a
cambio de la contención salarial. Sin embargo, en la medida en que estas p re s
taciones no estaban completamente dotadas presupuestariam ente, sí es que lo
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estaban, esta forma de salario diferido servía para posponer más que para
resolver los problemas económicos (véase el capítulo 5).
El aspecto principal de la forma dinero en el fordism o atlántico, en lo que
se refiere al ENBK,.es su carácter de dinero como crédito nacional. El desarro
llo de un sistema estadístico macroeeonómico nacional adecuado y la sosten i
da expansión del presupuesto estatal en tiem pos de paz proporcionaron al
ENBK una mayor fuerza en térm inos fiscales y monetarios para guiar la econo -
mía que aquella de la que dispuso en el periodo del capitalismo competitivo.
Aunque ciertamente es posible que se haya exagerado el éxito del ajuste fino
(especialmente porque aparecía con frecuencia sobredetermínado por los cál
culos electorales allí donde los bancos centrales carecían de autonomía real), el
aumento general del gasto público sí realizó una contribución esencial a la c re
ación de las condiciones para la expansión continuada. Además del papel del
gasto y endeudamiento públicos, la deuda privada también desempeñó un
papel importante en el boom de posguerra. El endeudamiento se convirtió en
un elemento cada vez más importante para la financiación del capital fijo y c ir
culante de los negocios, y sobre el crédito al consumo recaía un papel crucial
para lograr el crecimiento del consumo masivo. A su vez, el crecimiento, lu b ri
cado por el crédito público y privado, contribuyó a legitim ar las políticas de
bienestar keynesianas y a generar los ingresos fiscales necesarios para el con
sumo colectivo, la redistribución social y los derechos del bienestar, y para la
realización de infraestructuras. También ayudó a consolidar la base social del
régim en de acumulación fordista basado en un compromiso de clase entre el
capitalismo industrial y el trabajo organizado.
Todo esto quiere decir que, al menos durante la fase de expansión del fo r
dismo atlántico, el papel del dinero como divisa internacional era secundario.
Este aspecto se gestionaba mediante la combinación del régim en monetario de
Bretton Woods y el régim en de com ercio del GATT. De hecho, la mayor parte
de las economías nacionales estaban en realidad más cerradas en sus cuentas de
capital que en las com erciales, im poniendo los Estados un control efectivo
del capital, unos tipos de cambio fijos pero ajustables, además de contar con la
posibilidad de poner en práctica, en su caso, controles significativos y legíti
mos del comercio. Esto les permitió gestionar la economía nacional con re fe
rencia a lo que un economista keynesiano, Hícks (1959), denominó un patrón
de trabajo nacional (el com prom iso con el pleno em pleo) más que a un
patrón monetario (el compromiso con un tipo fijo de cambio), de forma tal que
los ajustes e intervenciones de política económica estaban prioritariam ente
dirigidos al crecimiento económ ico y al pleno empleo antes que a la defensa de
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EL FUTURO DEL ESTAOO CAPITALISTA
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E L FUTURO D EL ESTADO CAPITALISTA
5. C R ISIS
El ENBK experimentó una crisis en los años setenta y en los años ochenta. Esto
fue debido a varias causas generales de tipo económico, político y sociocultu-
ral. También tuvo que ver con factores más concretos y eoyunturales que afec
taron su ritmo, form as e incidencia en cada caso particular. En las crisis del
fordism o y dentro del fordism o, esto tuvo una incidencia inevitable y sobrede-
terminada. La m anifestación típica de la crisis económica en el fordism o fue la
creciente tendencia estanflacionista—qué era reflejo de la dependencia, típica
de este modo de regulación, de las form as salario y dinero— y una tendencia a
la caída en la tasa y el volum en del beneficio conforme se iba agotando la diná
mica de crecimiento fordista. La estanflacíón vuelve problemática la capacidad
del Estado de em prender una gestión contracíclica de la demanda y, frente a la
creciente internacionalizacíón, conduce a otros problem as adicionales. Entre
ellos se incluye el riesgo de que el increm ento de la demanda se satisfaga con
producción extranjera en lugar de nacional-, la creciente incapacidad del Estado
para controlar los tipos de interés y de cambio; y, con cada ronda sucesiva de
estanflacíón, un mayor endeudamiento público en un momento en el que la
internacíonalización estaba asociada con tipos de interés en ascenso. Ahora
bien, esta tendencia a la crisis pudo ser habitualmente superada mediante una
combinación de reestructuración económica inducida por la crisis y cambios
institucionales inórementales. Sin embargo, a medida que dichos problemas
aumentaron, la crisis del fordism o comenzó a m anifestarse de form a estructu
ral en la ruptura de sus m ecanismos de gestión de crisis típicos o, en expresión
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CRISIS ECONÓMICA
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1.0 0
et FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
CRISIS FINANCIERO-FISCAL
Como una de las formas del tipo de Estado capitalista, el ENBK debe ser consi
derado tam bién un Estado fiscal (véase la tabla 1.4 en el capítulo 1). Cuando
el ENBK se expandió, tam bién lo hizo su recaudación tributaria. Es más, como
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CRISIS POLÍTICAS
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prestaciones del bienestary, especialm ente, de las prestaciones más caras (por
ejemplo, la educación, la vivienda y la salud), tanto si se ofrecen medíante un
sistema de bienestar público o bien a través del llamado "Estado fiscal de bienes -
tar” , basado en la reducción de impuestos para ciertos tipos de gasto por parte
del consumidor. De hecho, las relaciones entre la provisión pública, fiscal o
laboral sirven no sólo para ocultar el grado en que el Estado sostiene la rep ro
ducción social de las clases medias, sino tam bién para crear nuevos focos de
conflicto distributivo y de status.
Hay también algo de verdad en la crítica que afirma que el Estado de bienes
tar posee una dinámica inherentemente expansionísta, en la medida en que la
definición de las necesidades de bienestar depende con frecuencia de quienes
poseen un interés en su expansión14. Esto es cierto no sólo respecto de los p olí
ticos (espoleados por la competencia electoral) y los administradores y profe
sionales del bienestar (para los que la expansión del bienestar supone empleos,
desarrollo profesional y expansión de su autoridad), sino también para los gru
pos de clientes y los lobbies políticos que articulan sus intereses. Y posee también
importantes implicaciones estructurales y de recursos para el fordism o, inclu
yendo el creciente presupuesto de bienestar social en el boom de posguerra y en
los años posteriores, y la consiguiente necesidad de reestructurar los sistemas
de impuestos y crédito para generar los ingresos necesarios para financiar dicho
gasto. Este problema se agudizó conforme los costes sociales y ambientales de la
expansión fordista y la dinámica de la adopción de las políticas de bienestar
crearon nuevos temas y nuevos intereses entorno a los cuales podían organizar
se los movimientos sociales. Entre dichos temas podemos destacarla creciente
descomposición de la forma "fam ilia nuclear” , que desempeñó un papel clave
en la socialización fordista como lugar de consumo privado y como sede de la
integración social y emocional en una sociedad atomizada (H irschy Roth 1986).
Además de que la proporción de hogares que se compadecían con este patrón de
fam ilia nuclear tam bién comenzó a descender. Lo que continúa traduciéndose
en una mayor necesidad de apoyo estatal (para, la educación, los enfermos, las
fam ilias m onoparentales, los ancianos, etc.) y en los intentos de estim ular a
las fam ilias para que carguen con el coste de la juventud sin empleo, la enfer
medad y el cuidado de los ancianos. Del mismo modo, el declinar de los barrios
céntricos concentró los problemas sociales y económicos en áreas con una base
fiscal en declive y con crecientes necesidades de gasto y programas de bienestar.
Es aquí, sobre todo, donde aparecen los problemas sociales de educación,
vivienda, salud, hogares de un solo miembro y fam ilias monoparentales, aisla
miento social, enfermedad mental y desequilibrio demográfico.
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
El desarrollo del ENBK estuvo marcado por un reform ism o moderado y opti
mista en los años sesenta. La respuesta inicial a la crisis del fordism o no p ro
vocó la exigencia de una transform ación radical ni de la economía ni del
Estado. Por el contrarío, intensificó los rasgos del ENBK, complementándolos
y reforzándolos con otras medidas. Lo que se produjo fue una transformación
coyuntural del ENBK provocada por sus intentos de gestionar la crisis del fo r
dismo y de lim itar las repercusiones de dicha crisis dentro de su propia orga
nización y unidad internas. En este sentido ¡
Al comienzo, los gobiernos respondieron a las dificultades económicas
con fórmulas tradicionales que implicaban el mantenimiento o el aumen
to de las prestaciones y los gastos en su intento de combatir la recesión y el
desempleo, así como de mitigar sus consecuencias sociales. Después de una
década de "tanteos a ciegas ”, gobierno tras gobierno, con independencia
de su color político, se embarcaron en nuevas políticas que con frecuencia
suponían poner freno al incremento de los gastos y el aumento los ingresos
[Huber y Stephens 20 0 1: 207].
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R O B E R T JE S S O P
n o
E L FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
sin embargo, que sólo una restringida gama de opciones resulte compatible
con una transición con éxito hacia alguna forma de posfordismo. La forma en
que se combinen y cuál predom ine en una determinada sociedad dependerá
del resultado de las luchas políticas y económicas sobre el terreno de los d ife
rentes regím enes nacionales de acumulación y regímenes políticos. Estas
cuestiones se abordarán en capítulos posteriores.
t a b la 2.2
PRINCIPALES SÍNTOMAS EN LA PERMANENTE CRISIS DEL ESTADO DE BIENESTAR
113
E L FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
ii3
ROBERT JE S S O P
NOTAS
1. Véase Lipietz 1982. Este autor señala igualmente que el círculo virtuoso del fordismo requiere tam
bién que el incremento en la productividad en el sector de los bienes de capital compense la cre
ciente composición técnica del capital (o la intensidad de la parte del capital en la producción) si no
queremos que aumente la relación capital/producción, haciendo caerlos beneficios.
2. Naturalmente, todas las economías poseen sus características propias, pero es importante destacar
aquí que Alemania resulta un caso peculiar por la importancia, dentro de su dinámica de crecimien
to global de sus industrias de bienes de capital para exportación. Con todo, el rendimiento general
de la economía alemana y su capacidad para desarrollar el consumo masivo en el interior dependie
ron de la demanda de bienes de capital generada, en buena parte, por la dinámica global del fordis
mo atlántico.
3. Se considera a Australia y Canadá como economías pequeñas ya que, pese a sus enormes territorios,
su población y su producción son relativamente reducidas,
4. Pitruzello (1999) sometió la tipología de Esping-Andersen a un análisis de conglomerados y, sobre
dicha base, elaboró un nuevo esquema de cinco partes. En él se repite la distinción hoy ya habitual
entre regímenes liberales de mercado angloamericano y de las antípodas, y reclasifica los otros casos
en tres grupos: universalista (Bélgica, Dinamarca, Noruega y Suecia), bismarekiano (Alemania,
Suiza y Países Bajos) y un nuevo conjunto dentro del régimen conservador-corporativista (Austria,
Finlandia. Francia, Italia y Japón).
5. Pitruzello (1999) nos ofrece un buen repaso de las críticas más difundidas; véanse también
Abrahamson 1999 y, para las críticas fem inistas, Bussemaker y van Kersbergen 1994 y Daly
1994.
6. Los datos de la OCDE indican que el gasto público en los Estados de bienestar del Sur de Europa, de
Japón y de EE UU está particularmente sesgado en favor de los ancianos, y en los regímenes de bienestar
de las antípodas y socialdemócratas. hacia los niños y los trabajadores adultos (OCDE 1996).
E L FUTURO D EL ESTADO CAPITALISTA
7. Estos rasgos son secundarios desde eí punto de vista de la teoría regulacionísta del Estado adoptada
como punto de partida del presente análisis. Si, por el contrarío, se adoptara, por ejemplo, el
género como foco primario de análisis, serían otros los rasgos considerados secundarios.
8. Véase, en este sentido, sobre Alemania, Gran Bretaña, Francia y el norte de Italia, Biernacki 1995.
9. Para Soskice (1999: 102), un régimen de producción incluye las relaciones financieras e industria
les, la educación y la formación, y los sistemas interempresariales.
10. La terminología "contradicciones principal y secundarias", y los aspectos primario y secundarios de
las mismas, deriva de Mao Tse Ttmg (1967) y fue revivida por Louis Althusser (1977) en un contexto
diferente. Mis propias veleidades con estas expresiones tienen un sentido heurístico. Véase también
el capítulo 4,.
u . De hecho, diversos estudios señalan que este ajuste fino tenía más probabilidades de provocar efec
tos pro cíclicos <jue contracíclicos.
1?,. Por el contrario, los nuevos regímenes internacionales de posguerra establecidos bajo la hegemonía
norteamericana servían a los intereses más generales de la acumulación de capital.
13. Esta reducción se vio agravada por el hecho de que la segunda guerra fría, que no era sólo un reflejo
de la crisis del fordismo sino que estaba ligada a la invasión soviética de Afganistán y al auge del neo -
liberalismo, condujo a un aumento del gasto militar.
14. El capitalismo, además, introduce nuevos productos, nuevas necesidades y, consecuentemente,
genera nuevos intereses creados. Es más, el consumismo privado puede llegar a amenazar la valori
zación mediante reclamaciones salariales y una expansión excesiva del crédito al consumo, tanto
como lo hace el consumo colectivo mediante los impuestos y el endeudamiento público.
15. Otros ¡Tactores relevantes aquí son las migraciones internacionales, la tendencia al muíticulturalis-
mo y ei surgimiento de importantes diásporas. Todo ello ha contribuido a minar las identidades
nacionales basadas, respectivamente, en la Volksnation, la Kidtwn.ation y la Staatsnation. Sobre
transnacionalismo, véase Smith 2000.
16. Considerados en términos de la dinámica fordista global, resulta tentador afirmar que incluso fac
tores tales como el cambio demográfico constituyen, en realidad, elementos integrales o consecuen
cias inevitables de una estructura social fordista.
17. Sobre la selectividad discursiva, véase Hay 1996; sobre la selectividad estructural, véase Jessop
1990b.
115
CAPÍTULO 3
EL ESTADO COMPETITIVO SCHUMPETERIANO
paradigmas tecno-económ icos asociados con una nueva onda larga de creci
miento económico. Ahora bien, este vinculo dista mucho de ser automático y
mecánico. Surge de una búsqueda m ediante ensayo-error que trata de encon
trar sentido a las tendencias de crisis del fordism o atlántico y de su modo de
regulación, al tiempo que quiere desarrollar algunas directrices estratégicas y
orientaciones en respuesta a los fallos iniciales al intentar superar la crisis
estructural y m oderar el conflicto social a través de los procedim ientos norm a
les de gestión de crisis. En efecto, en ciertos aspectos significativos la nueva
forma de Estado (considerada como una condensación estratégicamente selec
tiva que está determ inada por la form a del cambiante equilibrio de las fuerzas
políticas) está desempeñando un papel esencial en la constitución material y
discursiva de la economía globalizadora, en red y basada en el conocimiento,
que intenta gobernar con sus actividades.
La expresión "Estado com petitivo” se em plea aquí para caracterizar a un
Estado que trata de garantizar el crecim iento económico dentro de sus fro n
teras y de asegurar ciertas ventajas competitivas para los capitales estableci
dos dentro de las m ism as, aunque operen en el extranjero, promoviendo las
condiciones económ icas y extraeconóm ícas actualmente consideradas esen
ciales para triunfar en competencia con actores y espacios económicos lo cali
zados en otros Estados. Paradójicam ente, las econom ías deslocalizadas
(offshore) pueden ser un elemento en esta lucha al ser financiadas (o tolera
das) por los Estados localizados (onshore) para asegurarse ventajas com petiti
vas para los capitales nacionales o internacionales establecidos en su propio
territorio (Hudson 200 0; Palan 19 98). En térm inos más generales, como se
verá más tarde, un aspecto im portante de las actividades de los Estados com
petitivos se refiere a sus esfuerzos, ya sea en solitario o conjuntamente con
otras fuerzas (incluyendo otros Estados), por proyectar su poder más allá de
sus fronteras políticas con el fin de configurar los espacios económicos t r a s
fronterizos o exteriores relevantes para la acumulación-de, capital„y la re_p.ro”
duccipn. social? Aunque las estrategias de los Estados competitivos pueden
fijarse sobre lugares específicos, espacios y escalas concretos, y dirigirse con
tra com petidores específicos, éstas aparecen siem pre m ediadas por el funcio
namiento del conjunto del mercado mundial, especialm ente en la medida en
que se realizan esfuerzos por am pliar y profundizar este mercado mediante
estrategias de globalización neoliberal. El Estado competitivo como tal otorga
prioridad a la búsqueda de estrategias destinadas a crear, reestructurar o
reforzar —siem pre que resulte económ ica y políticamente viable— las ventajas
com petitivas de su territo rio, población, medio am biente, instituciones
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
mayores que las de los procesos de trabajo fordista en relación con el fordismo
atlántico. En este sentido, la "econom ía basada en el conocim iento" parece
contar con posibilidades reales de em prender una nueva onda larga de expan
sión económica.
Como modo de crecimiento macroeconómico estable, el posfordism o se carac
terizaría por su flexibilidad y su innovación permanente. En térm inos de tipo
ideal, y al contrario de lo que sucede con el fordism o, su círculo virtuoso se
basaría en los siguientes aspectos: la producción flexible y en red; el creci
miento de la productividad basado en alguna com binación de economías de
alcance, economías de redes e innovaciones en los procesos; salarios altos para
los trabajadores cualificados y para los trabajadores intelectuales (a menudo,
reclasificados conjuntamente como "trabajadores del conocim iento”); una
mayor demanda de mercancías diferenciadas y de servicios no exportables (y,
consiguientemente, no importables) favorecida por el componente cada vez
más discrecional de los salarios? mayores beneficios basados en las rentas tec
nológicas y otras rentas de innovación, y la utilización total de la capacidad fle
xible; reinversión en equipos y técnicas de producción más flexibles o en
nuevos tipos de productos; u n nuevo im pulso a la productividad como resulta
do de una nueva ronda de innovación destructiva y creativa, de economías de
alcance y de economías de redes. Aunque resulta fácil proponer un círculo v ir
tuoso de este tipo, dada la combinación en algunas economías nacionales de
una creciente apertura y una decreciente estructura de coherencia, es algo más
difícil identificar la escala en la que podría darse un patrón estable y coheren
te de produccióny consumo. Se trata de uno de los aspectos de la actual relati-
vización de escala, con su correspondiente lucha por establecer a alguna de las
escalas alternativas como nueva escala prim aria para un arreglo espaciotempo
ral adecuado al posfordism o (pp. 3 2 1 2 2 4 ) - Es más, dado que la dinámica de
crecimiento posfordista no, im plica necesariam ente generalizar las subidas
salariales de los trabajadores clave para incluir a los trabajadores periféricos o
a los económicamente inactivos, el régim en de acumulación posfordista podría
conducir a una polarizacióny a una exclusión social mayores que las del fordis
mo atlántico (véase el capítulo 4). Esto resulta particularmente evidente en los
regím enes neoliberales.
Como modo de regulación económica, el posfordism o im plica que las p rin ci
pales form as estructurales de regulación se dedican a la innovacióny la flexibi
lidad desde el lado de la oferta. Se produce así un desplazamiento desde el
predom ino de las form as burocráticas en la estructura corporativa, hacia fo r
mas de organización más planas, delgadas, descentralizadas y flexibles que
ROBERT JE S S O P
durante los ochenta (en los años noventa en los casos de Alem ania y Japón). Por
supuesto, todavía está vivo el interés acerca de las variantes del capitalismo y
sus respectivas fortalezas y debilidades, con un reconocimiento cada vez mayor
de las complementariedades y rivalidades mutuas e, incluso, de los posibles
beneficios evolutivos y adaptativos de m antener la diversidad institucional.
Gon todo, la hegemonía estadounidense se ha afirmado con mayor o m enor
'éxito en forma de proyecto neoliberal global como consecuencia de los avances
de los EE UU en sectores cruciales d éla economía del conocimiento, del dom i
nio estadounidense sobre los regím enes internacionales asociados a la globa
lización económica, y por la renovada supremacía m ilitar norteamericana
basada en el informacionalísmo y en nuevas form as de guerra "inteligente” en
red. En térm inos globales, Japón ha quedado eficazmente marginado a este
respecto, aun cuando conserve su papel como principal hegemonía local, con
China como único sustituto potencialmente serio; y, pese a que la reciente con
solidación de "Eurolandia” ofrece modos de regulacióny socialización alterna
tivos, todavía no supone una amenaza para la dominación estadounidense
dentro de la economía mundial global. En térm inos más generales, los patro
nes de socialización aparecen marcados por el auge de form as más complejas e
híbridas de organización social, y por las crisis de identidad nacional y de
cohesión social. Más específicam ente, podem os señ alar cómo —-aun a riesgo
de concentrarse unilateralmente en las clases y estratos privilegiados del
norte— el estilo de vida y de consumo se ha convertido en la base más im por
tante para la estratificación de las economías avanzadas. Se han increm entan
do las políticas identitarias y ha aumentado el significado de los nuevos
movimientos sociales en las políticas posmodernas. Esto puede vincularse al
argumento de que vivim os en una sociedad posmoderna, siem pre que no se
; utilice el posible desarrollo de modos de socialización posm odernos para jus-
J tifiear la posmodernidad como enfoque teórico propio.
El contraste entre fordism o y posfordism o ha servido (y todavía sirve)
para contextualizar las respuestas a la crisis del ENBK, en especial en el nivel
discursivo o paradigmático. Ahora bien, este contraste elemental oculta la v e r
dadera complejidad de los cambios subsumidos (y, de hecho, mistificados) en
lo que con demasiada frecuencia ha sido tratado en térm inos de ruptura rad i
cal. Es más, como vienen señalando los regulacionistas desde hace más de
veinte años, la transición desde el fordism o a un posfordism o estable no está
garantizada. Más en concreto, depende de com plejos procesos de búsqueda
mediante ensayo-error, del desarrollo de nuevas estrategias de acumulación,
de nuevos proyectos estatales y visiones hegem ónicas, de trascendentales
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E t FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
modo tal que una mayor parte de esto último se incorpore directamente al p ro
ceso de valorización del capital. Podemos expresarlo en térm inos de una dom i
nación creciente de la acumulación como principio de socialización, y verlo
reflejado en la colonización de los sistem as extraeconómicos y del mundo de la
vida por la lógica de la acumulación de capital (véase el capítulo i). Es éste uno
de los aspectos de la creciente dominación ecológica del capitalismo.
El desarrollo de esta paradoja aparece asociado con nuevas y fundam enta
les contradicciones y potenciales lugares de conflicto en el capitalismo con
temporáneo, que afectan tanto a su organización espacial como temporal. En
térm inos temporales, existe un conflicto cada vez mayor entre el cálculo eco
nómico a corto plazo (especialmente en los fhijos financieros) y la dinámica a
largo plazo de la competencia real dependiente de ciertos recursos (conoci
mientos, confianza, aprendizaje colectivo de técnicas, economías de aglom era
ción y tamaño) que tardan años en creai'se, estabilizarse y reproducirse. El
creciente énfasis en la reflexividad y en el aprendizaje en la economía basada
en el conocimiento refuerza esta contradicción. Ya que, precisamente porque
se tarda cierto tiempo en crear las capacidades de aprendizaje colectivo y una
vigorosa cultura em presarial, "[las] em presas, sectores, regiones y naciones
capaces de aprender m ejor o más deprisa (con mayor calidad o más barato para
una calidad dada) se convierten en más competitivos por la escasez del conoci
miento y porque no pueden ser imitados de forma inmediata por parte de nue
vos participantes, ni trasferidos por canales form ales y codificados a las
naciones, regiones o empresas com petidoras” (Storper 1-997-. 250). Del mismo
modo, en términos espacíales el capitalismo siem pre implica una potencial
contradicción entre la economía form al de mercado, considerada como un
puro espacio de flujos, y la economía instituida sustantivamente, considerada
como un sistema territorial —o soeialmente incrustado— de recursos y com pe
tencias extraeconómicas y económicas. Esta contradicción se ha visto recien
temente reforzada por tres cambios: (1) el surgimiento de nuevas tecnologías
basadas en sistemas más complejos de innovación transnacional, nacional y
regional; (3) el paso del paradigma fordista, con su énfasis en el crecimiento de
la productividad y anclado en las economías de escala, al paradigma p osfordis
ta, con su énfasis en las economías de aglom eración y de red, y en la moviliza
ción de fuentes de flexib ilid ad y em pren dim ien to sociales adem ás de
económicas; y (3) los intentos más generales de p enetrarlas relaciones micro -
sociales en interés de la valorización. La intensificación de estas contradiccio
nes se refleja, a su vez, en el mayor énfasis que recibe el capital social, la
confianza y las comunidades de aprendizaje, y en la im portancia de m ejorar
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R O B E R T JE S S O P
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
como consecuencia del desarrollo de las nuevas TIC, y por la creciente im por
tancia de la creación de conocimiento como fuerza motriz de la expansión eco
nómica, tanto en sus dim ensiones de valor de cambio como de valor de uso. De
hecho, la importancia de las economías de aglomeración y de red en las econo
mías basadas en el conocimiento subraya la contradicción desde ambos lados.
A sí, en el lado de las fuerzas productivas, la creciente socialización de la p ro
ducción del conocimiento en las econom ías en red hace más difícil distinguir
legalmente entre la propiedad intelectual de las diferentes em presas como
base para distribuir los réditos de la innovación (Kundnani 19 9 8 -9 : 56). Esto
resulta incluso más obvio en las contribuciones de los "trabajadores del cono
cim iento” individuales al sistem a global de innovación. Lo que a su vez condu
ce a la búsqueda de nuevas form as de em presa capaces de capturar las rentas de
estas economías de red sin destruir otras redes dedicadas a su producción. Las
empresas "virtuales” , las em presas en red y las alianzas estratégicas son algu
nas de las form as en que esto se produce (Gastells 19 9 6 :15 1 - 2,00) ■,la otra forma
es más territorial e im plícalos entornos de innovación, las regiones de apren
dizaje, etc., en los que las economías en red pueden quedar capturadas en
forma de bienes públicos impuros o bienes club (ejemplo clásico es Silicon
Valley). Igualmente, estimula los intentos de proteger a los vulnerables mono
polios del conocimiento o de la información incrustándolos en estándares tecno
lógicos generados por el m ercado, en el conocimiento tácito, o en derechos de
propiedad intelectual legalmente atribuidos. Estas soluciones, sin embargo,
contribuyen a intensificar las contradicciones en el lado de las relaciones
sociales de producción, a m enos que las redes resultantes abarquen a todos los
involucrados en la producción de economías de red. Ya que, m ientras que cada
capital desea un líbre acceso a la inform ación, al conocimiento y a las destre
zas, desea igualmente cobrar por la inform ación, conocimiento y destrezas que
puede ofrecer. Esta tensión genera asim etrías sistemáticas de intereses dentro
de la economía de la inform ación, dependiendo de las diferentes posiciones de
los actores en la producción, circulación o consumo del conocimiento. El régi
men de derechos de propiedad intelectual resulta en la actualidad, por supues
to, enormemente beneficioso para la economía de los EE UU.
Un sexto ámbito problemático se refiere a los horizontes de acción ade
cuados para el arreglo espaciotemporal -—si es que existen— dentro de los cua
les resulten m anejables las anteriores contradicciones del fordism o atlántico y
las nuevas e importantes contradicciones del actual periodo. Esto se relaciona
estrechamente con una nueva complejidad del espacio-tiem po en el capitalis
mo de la inform ación, consecuencia de la interacción de nuevas form as de
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*38
E L FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
3 . E L IMPACTO DE LA GLOBALIZACIÓN
13 9
ROBERT JE S S O P
14 °
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
cuales se crea una interdependencia global cada vez mayor entre las acciones,
organizaciones e instituciones en los diferentes subsistemas funcionales, tales
como la economía, el derecho, la política, la educación, la ciencia, el deporte,
etc. (pero no entre ellos), y en las diferentes esferas del mundo de la vida. Estos
procesos se dan en diferentes escalas espaciales, actúan de form a diferente en
cada sistem a funcional, suponen jerarquías complejas e intrincadas —más que
un movimiento sim ple, unilineal ascendente o descendente— y, con frecuen
cia, presentan un "anidam iento” de las diferentes escalas de organización
social no concéntricas. Aunque es obvio que la globalización se desarrolla de
forma desigual tanto en el espacio como en el tiempo, podemos afirm ar que
aumenta en la medida en que la covariación de las correspondientes activida
des resulta más extensa espacialmente o se da más rápidamente. De hecho, un
elemento fundamental que dota de novedad a las recientes tendencias de glo
balización es la celeridad con la que se produce tal covariación, así como su
cada vez más amplío alcance espacial. Las m ayores capacidades del capital para
el distanciamiento y la com presión espaciotem poral son un factor fundam en
tal en la creciente dominación ecológica de la acumulación en la escala global.
La globalización tam bién supone problem as considerables para la gobernanza
global, en la medida en que debe realizarse en m edio de una serie de horizon
tes temporales y espaciales potencialmente contradictorios. Esto nos lleva a la
dim ensión estratégica de la globalización.
Desde el punto de vista estratégico, la globalización se refiere a los d ife
rentes intentos de los actores de coordinar globalmente sus actividades en
(pero no necesariamente entre) los diferentes subsistem as funcionales y el
mundo de la vida. Esto no exige, naturalm ente, que los actores involucrados se
encuentren físicam ente presentes en todos los puntos del globo; tan sólo
requiere que traten de coordinar sus actividades unos con otros para producir
efectos globales. Estos últimos pueden ir desde el meta-pilotaje (diseño consti
tucional o institucional) para un orden global m ás o menos completo, a la bús
queda dfe intereses económ ico-em presariales concretos dentro de un marco de
este tipo. Entre los proyectos globales más am biciosos podríamos incluir los
proyectos de gobierno mundial, de gobernanza global o de un Nuevo Orden
Mundial. De cualquier forma, es evidente que existe un amplio margen de
variación en los proyectos, como nos m uestra la globalización neoliberal
liderada por el mercado (proyecto favorecido por el Banco Mundial), la gober
nanza global horizontal que prefieren quienes proponen regím enes interna
cio n a le s—especialm ente, las organizaciones no gubernam entales (ONG)—,
y los planes para un gobierno ín terestatal m ás vertical. Proyectos m enos
RO BERT JE S S O P
am biciosos, pero todavía globales, son los que van del intento de establecer
regímenes internacionales para gobernar ciertos campos de acción en la esca
la global mediante alianzas estratégicas orquestadas por las empresas transna
cionales —alianzas que pueden incluir una o varias empresas de base regional, así
como organizaciones sin ánim o de lucro—, a la cooperación entre las ciudades
globales para consolidar su dominio en esa jerarquía, pasando por el esfuerzo
por parte de empresas individuales por consolidar una posición dominante o
incluso su nicho dentro de la división internacional del trabajo o la circulación
de bienes y servicios.
Vista de este modo, lo que actualmente se denomina globalización econó
mica, en muy raras ocasiones (si es que alguna vez), supone una completa inte
gración estructural y una plena coordinación estratégica a través de todo el
mundo. Los procesos que actualmente se incluyen bajo esta rúbrica abarcan:
(1) la internacionalízación de los espacios económicos nacionales mediante la
creciente penetración (flujos hacía dentro) y extraversión (flujos hacía fuera) -t
(2) la formación de bloques económicos regionales que abarcan diferentes
economías nacionales incluyendo, especialm ente, la form ación de varios blo
ques formalmente organizados en las regiones triádicas de Am érica del Norte,
Europa y Asia del Este, y el desarrollo de vínculos form ales entre dichos b lo
ques, especialm ente m ediante el Foro de Cooperación Económ ica A sia-
Pacífico, la Nueva Agenda Trasatlántica y los Encuentros A sia-Europa; (3) el
crecimiento de la "internacionalízación local" o de las "regiones virtuales”
mediante el desarrollo de vínculos económicos entre autoridades locales y
regionales, contiguas o no contiguas, dentro de diferentes economías naciona
les (vínculos que con frecuencia puentean el nivel del Estado nacional pero que
también pueden ser promovidos por este últim o); (4,) la exten sión y la profun
dización de la multinacionalizacíón, entendida como el hecho de que com pa
ñías multinacionales, bancos transnacionales y em presas de servicios para
productores internacionales pasan de realizar ciertas actividades económicas
en el extranjero a desarrollar estrategias completas en todo el mundo, en oca
siones hasta la "localización global” , m ediante la cual las em presas montan su
estrategia global sobre la base de explotar o ajustar las diferencias locales; (5)
ampliación y profundización de los regím enes internacionales relativos a cier
tos asuntos económicos o de relevancia económica-, y (6) el surgim iento de la
globalización propiamente dicha m ediante la introducción y aceptación de
normas y estándares globales, la adopción de los indicadores globales, el desa
rrollo de mercados integrados globalmente junto con estrategias orientadas
también globalmente, y las em presas "erradicadas” que carecen de una base
14 2
E L FUTURO DEL ESTAOO CAPITALISTA
operativa nacional evidente. En cada uno de estos casos podría decirse que
estos procesos contribuyen, aunque de form a mediada e indirecta, a la integra
ción estructural y a la coordinación estratégica de la economía capitalista en la
escala global. De esta forma, estos procesos tam bién contribuyen en su inter
conexión a la form ación de un mercado m undial integrado como espacio en el
que opera la ley del valor. Lo que, a su vez, se relaciona con la creciente dom i
nación ecológica de la economía capitalista y de su dinámica contradictoria.
Ahora bien, estos procesos se producen de form a dispersa, fragmentada y p ar
cial, y están muy lejos de haber creado una economía mundial homogénea
donde esté ausente un desarrollo espaciotemporal desigual.
En resumen, lo que la globalización im plica tanto estructural como estra
tégicamente es la creación o la reestructuración de ía escala como relación
social y como lugar donde se dan las relaciones sociales. Esto resulta evidente
en diferentes ámbitos: en la perm anente, aunque a menudo transformada,
importancia de las escalas m enores, en especial, la urbana, la transnacional, la
nacional y la macrorregional, entendidas como lugares sustantivos de las acti
vidades de la economía real-, en las estrategias económicas orientadas a la arti
culación de las demás escalas con la global; y en los nuevos movimientos
sociales basados en el localism o, y los diferentes tribalism os o renacidos
nacionalismos que se oponen en diferentes formas a la globalización. Lo cual
implica, por su parte, que una estrategia global debería ser sensible a escalas
diferentes de la "puram ente” global, especialm ente si consideramos que esta
última sólo posee significado social en relación con las escalas menores. De
hecho, lo global actúa con frecuencia como horizonte último de la acción, más
que como verdadero lugar para la misma. O, en otras palabras, lo global, como
horizonte último de acción, sirve para orientar las acciones en las escalas in fe
riores. No se trata de un papel in sign ifican te, ya que el no tom ar en con si
deración estratégicam ente lo global puede conducir a una pérdida de
competitividad más o menos rápida, incluso si las acciones quedan confiadas a
las otras escalas.
La globalización es parte de una proliferación de escalas en forma de obje
tos discursivos e institucionalizados de acción, de regularización y de gober
nanza. El número de escalas de acción separadas que es posible distinguir es
potencialmente infinito, pero son muchas menos las que se han instituciona
lizado como objetos explícitos de regularización y gobernanza. Esto es debido a
que depende de la disponibilidad de tecnologías de poder específicas —mate
riales, sociales y espaciotemporales—- que trasform en estas escalas potenciales
de acción en verdaderos lugares de acción. Además de prestar atención a los
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144,
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
HS
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allí donde pueda adquirirse más barato; por el contrario, el enfoque más pro-
ductivista del capital industrial suele considerar que la mano de obra encarna
determinadas cualificaciones y conocim ientos que pueden aplicarse en lugares
y condiciones de producción específicos. Existen diferentes variedades de
capitalism o y de estrategias escalares asociadas con las d iferen tes form as
de hacer frente a esta tensión, y de d iferir y desplazar sus consecuencias. En el
capítulo i ya se abordaron las posibilidades de los diferentes enfoques de esta
tensión en las diferentes escalas (véase tam bién G oughy Eisenschhitz 1996),
siendo los Estados en cada una de ellas los que desem peñarán un papel crucial
en la gestión de esta tensión dentro de cada arreglo espaciotemporal concreto
(véase infra apartado 6).
14 6
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
14 7
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14.8
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
CUADRO 3.1
FORMAS DE COMPETITIVIDAD
formas de definirla o de medida, y tos debates actuales acerca de su gestión indican que son varias las
cuestiones políticas implicadas. Todos estos puntos están relacionados entre sf. ya que la competitividad
es una noción discursivamente construida con implicaciones estratégicas evidentes tanto en términos
políticos como económicos. Sus diferentes conceptos implican distintas formas de acción política con
La versión rícardiana. que toma su nombre de David Ricardo, uno de los primeros economistas políticos
ingleses, destaca ía importancia de las ventajas competitivas estáticas y de los precios relativos. Así. ta
competitividad depende de la capacidad de explotar los factores de producción más abundantes o más
baratos en una determinada economía (por ejemplo, la tierra, tas materias primas, ta mano de obra, el
capital, las empresas) y de intercambiar ios productos que incorporan estos factores por productos de
otros espacios dotados de factores diferentes. La competitividad rícardiana depende de la eficacia estáti
ca en la asignación de recursos para minimizar los costes de producción en una determinada división
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técnica del trabajo y bajo la presunción de que las condiciones económicas actuales persistirán en el
futuro.
La versión listiana. que toma su nombre de Friedrich Lisl. un economista político alemán deí siglo XIX.
sugiere que et Estado nacional puede desarrollar industrias o servicios jóvenes que no se basen en ta
abundancia o bajo precio de los factores de producción, siempre que rechace el libre comercio en favor
del proteccionismo, la ayuda estatal y la dirección estatal de la economía. Lo cual supone que la compe
titividad internacional dependerá de la eficacia en la asignación de recursos entre los procesos y productos
y de la capacidad de protegerá las industrias jóvenes de la competencia prematura por parte de empre
La versión schumpeteríana. que toma su nombre de Joseph Schumpeter, un economista político austría
co del siglo XX. sugiere que la competitividad depende del desarrollo de tas capacidades individuales y
colectivas para la innovación permanente, ya sea en el abastecimiento, las tecnologías, los productos, la
mico hasta abarcar una amplia gama de factores extraeconómicos. En este sentido, la competitividad
schumpeteriana depende de la eficiencia dinámica en la asignación de recursos para promover las inno
vaciones que alterarán el ritmo y la dirección del crecimiento económico, permitiendo a la economía com
La versión keynesiana no se refiere tanto a la competitividad internacional, ya que parte de una economía
nacional relativamente cerrada. Supone que la plena utilización de los recursos (incluyendo la mano de
obra) contribuirá a la eficiencia al reducir los costes unitarios de producción, al facilitar las economías
de escala y al reducirlos costes de tas prestaciones de bienestar derivadas de una mano de obra subem-
pleada. E incluso si esta plena utilización provocara inflación, sus efectos podrían controlarse mediante ta
devaluación.
* 5°
E l. FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
Revisaré ahora las principales formas de respuesta política a los d e sa fío s/opor
tunidades planteados por la actual descomposición del fordism o atlántico y por
el surgimiento de las tendencias económicas y extraeconómicas antes descri
tas. Algunas de las repuestas económicas en el nivel de las empresas y grupos
de em presas ya han sido apuntadas en m i resum en estilizado de los rasgos d is
tintivos del posfordism o como economía globalizadora basada en el conoci
miento, y en la medida en la que tam bién existían de form a fraccionada en el
momento de apogeo del fordismo, puede considerarse que han contribuido a
su crisis como régim en de acumulación. Las acciones de algunos Estados tam
bién han apoyado, como veremos enseguida, estos cambios en la dinámica del
fordism o atlántico y del ENBK. De forma general podemos resum ir brevem en
te la principal respuesta política como un intento por parte de los gestores
estatales, los funcionarios, las fuerzas económicas y no económicas, de tran s
form ar el Estado de pleno empleo keynesiano en un Estado competitivo
schumpeteriano, de reescalar y rearticular sus actividades, y de desarrollar
nuevas formas de gobierno y gobernanza para hacer frente a los emergentes
problem as derivados de los fallos del Estado y del mercado. Describir la rees
tructuración y reorientación estratégica del EN BK en estos térm inos no supo
ne que las diferentes fuerzas sociales im plicadas en la prom oción de la
resistencia frente a estas transform aciones actúen todas ellas de forma cons
ciente con un proyecto explícito de construcción de un Estado competitivo. Se
trata, tan sólo, de una etiqueta de conveniencia para caracterizar las tendencias
actuales. Debemos insistir igualmente en que no hay nada de automático o
mecánico en esta transformación. Muy al contrarío, se trata de un proceso de
e n sa y o -e rro r, de luchas para m ovilizar el apoyo d etrás de las estrategias
*5 *
ROBERT JE S S O P
tanto las funciones económicas genéricas del tipo de Estado capitalista como la
medida en la que las funciones económicas características del ENBK se han
visto m odificadas por su integración en los nuevos modos de funcionamiento
del Estado competitivo schumpeteríano. El capítulo 5 vuelve sobre las dim en
siones escalares de estas nuevas formas de intervención.
15 3
ROBERT JE S S O P
Al perder los Estados el control sobre la economía nacional como objeto de ges
tión económica keynesiana —o al abandonarlo voluntariamente—, se ven involu
crados en la dirección del proceso de internacionalización y tratan de derivar de
ello ventajas económicas, políticas o sociales. Esto acarrea el efecto paradójico
de socavar aún más la autonomía económica nacional y de complicar enorm e
mente el proceso de gobernanza económica. No sólo implica defenderlos intere
ses de las multinacionales cuya casa matriz está en su territorio, sino también
crear las condiciones favorables para atraer la inversión. En ambos casos, debe
prestarse atención al impacto global sobre la competitividad tecnológica y econó
mica nacional y a las posibles repercusiones sobre la cohesión social. Además, los
Estados se involucran en la redefinición del marco internacional dentro del cual
se producen dichos procesos económicos. Lo que está enjuego hoy en la compe
tencia internacional es la capacidad de cambiar rápida y fácilmente de procesos y
de productos innovadores, de modo que cada nuevo producto ofrezca mejores
cualidades funcionales y una mayor eficiencia en su producción-, cambios sim ila
res pueden observarse en relación con las industrias de la cultura y otros sectores
que hacen, un uso intensivo del conocimiento. Es en este contexto en el que la
transición al paradigma tecnoeconómico posfordista basado en el conocimiento
comenzó a reclamar una reorientación de las principales funciones económicas
del Estado. Esto era debido a que la combinación de la tendencia del fordismo
tardío hacia la internacionalización y la globalización, así como la insistencia
posfordista en la producción flexible y basada de manera creciente en el conoci
miento, impulsa a los gestores políticos a concentrarse en los aspectos de la ofer
ta de la competitividad internacional y a tratar de subordinar la política social a
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
INNOVACIÓN Y EMPRENDÍMIENTO
*55
RO BERT JE S S O P
este contexto, las fuerzas políticas se ven obligadas a movilizar no sólo sus apa
ratos ideológicos y políticos, sino tam bién form as de inteligencia organizativa
y m ecanism os de aprendizaje colectivo (Storp er 19 97; W illke 19 9 ? , *997) ■
El desarrollo de estas capacidades internas depende, más que del capital, de la
oferta de conocimiento e inteligencia organizativa adecuados; más que del
otorgamiento de subsidios, del rediseño del contexto institucional para que las
empresas puedan funcionar; más que de un espacio abstracto de flujos, de la
organización de ventajas específicas de cada lugar; por último, más que de su
emancipación de las limitaciones espacíales y tem porales, de la (re)territoria-
lización de las actividades. De esta forma puede lograrse que las ventajas com
petitivas dinámicas se conviertan en el objetivo, en lugar de las ventajas
comparativas estáticas, lo que entrañaba el correspondiente riesgo de carrera
de igualación a la baja.
Por último, los Estados nacionales, dadas las presiones presupuestarias y
fiscales que recaen sobre ellos conforme las economías nacionales se van
haciendo más abiertas, tienden a desplazar su apoyo industrial de los vanos
esfuerzos por m antener los sectores en declive sin trasform ar hacía la prom o
ción de sectores "jóvenes” o "de rápido crecim iento” (sunñse) o a reestructurar
los sectores maduros —aparentemente "de lento crecim iento" (sunset) — para
que puedan aplicar los nuevos procesos, actualizar sus productos existentes
y lanzar otros nuevos. En todos los casos, la cuestión crucial es que se necesita
la acción estatal para guiar el desarrollo de las nuevas tecnologías clave como
fuerzas de motivación y arrastre16 de la expansión económica, y para am pliar su
aplicación para prom over la competitividad. Estas tecnologías están creando
nuevos sectores industriales enteros y, m ediante su propia fertilización cruza
da o su incorporación a los sectores tradicionales, están contribuyendo a
ampliar las gamas de productos. Su control es cx-ucial para un crecimiento y una
competitividad estructural continuados.
*57
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EL RJTU RO DEL ESTADO CAPITALISTA
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
LO EXTRAECONÓMICO
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ROBERT JE S S O P
más amplia de fenóm enos, muchos de los cuales habrían sido considerados
como extraeconómicos en el auge del fordismo. Adicionalmente, el desarrollo
de normas mundiales que miden la competitividad internacional en un amplio
campo de factores económicos y extraeconómicos ha servido para generalizar
las normas neoliberales de competitividad entre los gestores, los gobiernos,
los medios de comunicación y la academia.
Todo ello está impulsando una orientación schumpeteriana generalizada-,
es decir, una preocupación por la innovación, la competitividad y el em prendi-
miento, asociada a las ondas largas de crecimiento y a las más recientes p resio
nes en favor de la innovación permanente. El Estado intenta conseguir rentas
tecnológicas en interés del capital. Lo que lleva, a su vez, a la subordinación de
la totalidad de los campos económicos al proceso de acumulación, de forma que las
funciones económicas pasan a ocupar el lugar dominante dentro del Estado.
Con ello, nuevas funciones adquieren significación económica directa para el
crecimiento económico y la competitividad, y esto tiende a politizar estos
terrenos que eran -—o aún los son form alm ente— extraeconómicos y que ahora
constituyen objeto directo de la intervención estatal. En este contexto, los
Estados participan en la gestión de los conflictos entre los horizontes tem po-
rales asociados con el distanciamiento y la com presión espaciótemporales, en
especial en lo que se refiere a la protección del capital social incrustado en las
comunidades, en la prom oción de las orientaciones económicas a largo plazo y
en el diseño de las instituciones que sustentan la innovación. Ahora bien, este
campo ampliado de intervención supone que el Estado tendrá más dificultades
para reconciliar las respuestas que da a unos im perativos económicos cada vez
más acuciantes con las demandas más generales de legitimidad política gene
ral y de cohesión social (Poulantzas 1978).
El auge del Estado competitivo se refleja y se refuerza con los cambios en el d is
curso económico, en las form as de cálculo y en los conceptos estratégicos.
Dichos cambios constituyen im portantes m ediaciones entre los cam bios
estructurales en la economía global y la transform ación del Estado nacional, ya
que los discursos sirven de marco interpretativo para entender estos cambios
estructurales, las crisis que con frecuencia los acom pañany las respuestas ade
cuadas a las mismas. Un cambio discursivo-estratégico fundamental a este re s
pecto es la degradación de la "productividad” y la "planificación” en favor de la
16 3
E L FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
i63
ROBERT JE S S O P
de los cambios agrupados bajo la rúbrica del posfordism o, así como la de los
problemas que es preciso afrontar para encontrar algo parecido a una solución
integral a las tendencias de crisis tanto del régim en de acumulación anterior
como de su modo de regulación. Esto se hace evidente en las sucesivas y contra
dictorias reinterpretaciones de la naturaleza general del posfordismo y de los
escenarios posfordistas alternativos; desde la especialización flexible, pasando
por la producción ajustada, hasta la economía globalizadora basada en el cono
cimiento o, acaso, más allá. Por ello debemos prestar especial atención a todo el
conjunto de cambios generales y específicos que afectan a cada economía for-
dista y a las form as en las que las contradicciones y las herencias dependientes
de la trayectoria anterior configuran la transición al posfordismo.
Con todo, el efecto global de este cambio en las funciones es una tran sfor
m ación en el papel económico del Estado. En el fordism o atlántico, esto supo
ne un paso de las versiones nacionales específicas del ENBK a formas regionales,
nacional y supranacionalmente específicas del Estado competitivo, especial
mente en su forma schumpeteriana. En Asia Oriental supone un cambio desde
form as de Estado nacional contributivo listían o18 a otras versiones de Estado
competitivo. De hecho, fue la aparente superioridad de las economías de Asia
Oriental en su persecución de Occidente y, especialm ente, el récord de in n o
vación en ciertas industrias basadas en el conocimiento de Japón, lo que
impulsó la reorientación de las economías del fordism o atlántico en una d irec
ción sim ilar.
Durante la crisis del fordism o, la unidad del ENBK tendió a desintegrarse
(véase capítulo 2) y hubo un periodo de transición en el que se produjo una
búsqueda mediante ensayo-error para encontrar nuevas form as y funciones
estatales que pudieran contribuir al descubrim iento y consolidación de un
nuevo régim en de acumulación y de un nuevo modo de regulación. No se trata,
en modo alguno, de un proceso automático, sobre todo si consideram os que los
modos de regulación emergentes desem peñan ellos mismos un papel clave a la
hora de constituirse sus eventuales objetos de regulación. El periodo de tran
sición puede resultar particularmente confuso y desorientador, especialm ente
si implica un intento de cambio radical de régim en en lugar de surgir de una
serie de cambios increm entales. Ya que aparece asociado con una com pleja
gama de tareas además de las típicas de cualquier tipo de Estado capitalista,
situación que se refleja en un conjunto aparentemente contradictorio de acti
vidades políticas.
Estas tareas derivan de su ubicación en la intersección entre un fordism o
consolidado que está en declive y un putativo posfordism o en ascenso. En este
16 4
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
los límites a 3.a actuación del imaginario económico y político. Ahora bien, los
intentos de reestructurar y reorientar el sistema estatal poseen un papel clave
en el diseño de la transición del fordism o al posfordism o tanto directamente
como a través de sus repercusiones en los cambios en los otros campos regula -
torios.
Antes de considerar las posibles bases para la descripción del Estado
competitivo como posfordista, conviene rep asarlas principales tendencias de
crisis en el fordism o atlántico. Los siguientes aspectos deben incluirse en el
análisis: el agotamiento gradual (y siem pre relativo) del potencial de creci
miento que se deriva de la extensión de la producción en masa a nuevas ramas-,
la relativa saturación de los mercados de bienes duraderos de consumo m asi
vo; la caída de los beneficios; la alteración del círculo virtuoso de acumulación
fordista mediante la internacionalización; la creciente incoherencia e in e fi
cacia de la gestión económica nacional conform e las econom ías nacionales se
hacen más abiertas-, el impacto estanflacionario del ENBK sobre la dinámica
de crisis fordista (especialm ente allí donde la intervención económica estatal
está excesivamente preocupada por la conservación del empleo en los secto
res en declive)-, una creciente crisis fiscal debida al aumento con efecto trin
quete (ratchet-like) de los gastos en consumo social; y una emergente crisis de
la seguridad social como consecuencia de la expansión de los trabajos a tiem
po parcial, tem porales y discontinuos en detrim ento de la norma fordista del
tiempo completo.
Podría decirse que un régim en de acum ulación p osfordista responde a
dichas tendencias de crisis de diferen tes form as: transform ando la produc
ción en m asa y trascendiéndola; segm entando los viejos m ercados y ab rien
do otros nuevos; ofreciendo oportunidades para restablecer la tasa de
beneficio m ostrando una m enor dependencia de las condiciones de la
dem anda nacional; e introduciendo nuevas exigencias en los sistem as
regionales y nacionales de innovación, sustituyendo la p lanificación macro -
económ ica en econom ías autocéntrieas por políticas de oferta que prom ue
ven la in n ovación ; la fle x ib ilid a d y la com p etitivid ad estructural en
respuesta a las enorm es ram ificacion es de las nuevas tecnologías. Del
m ism o modo, su preocupación por la com petitividad estructural o sistém i-
ca da cuenta de los nuevos térm inos y condiciones de la com petencia inter-
n acion aly de su m ayor sign ificación . O frece nuevas form as de regeneración
para las industrias anticuadas adem ás de sustituirlas, prom ete nuevas fo r
mas de organizar el consum o social que reduzcan los costes y lo hagan más
funcional para las em presas, y es capaz de aum entar la explotación de la
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R O B E R T JE S S O P
168
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
CUADRO 3.2
1. Modificación de los marcos regulatorios para facilitar ta flexibilidad y movilidad laborales «(entro del
directa.
— Participación en las diferentes luchas en competencia por definir las reglas de la armonización o
favorables para la movilidad internacional de las tecnologías, del capital industrial y comercial, de
4 Planificación y subsidio de arreglos espaciales que respalden las actividades del capital financiero,
5. Promoción de su propio capitalismo nacional o regional y de las condiciones idóneas para su expan
sión mundial.
formas de competencia basadas igualmente en el lugar, en un intento por fijar el capital móvil dentro
de los espacios económicos propios del Estado y de mejorar ta competitividad interurbana, interre
7. Gestión de las tensiones entre: (a) los intereses del capital potencialmente móvil en (a reducción de
su dependencia territorial o en liberarse de tas restricciones temporales y (b) el propio interés del
Estado en fijar capitales (presuntamente beneficiosos) en su propio territorio y de lograr que los hori
zontes temporales y ritmos det capital resulten compatibles con sus propias rutinas políticas, sus
— Haciendo frente a la cada vez mayor importancia de las múltiples zonas horarias (en el comercio,
cio programado por ordenador, promoviendo la "ciudad abierta 24 horas" como centro de consu
9. La socialización de las condiciones a largo plazo de producción como cálculos a corto plazo adquiere
10. Articulación de los procesos int erre lacio nados de desterritorialización y reterritoriatización, así como
16 9
R O B E R T JE S S O P
Notar la presente Usta es incompleta y sus actividades se solapan parcialmente. Las tablas de los otros
capítulos servirán para identificar nuevas actividades. Cada una de ellas puede aparecer asociada a dife
rentes estrategias de acumulación y a diferentes proyectos estatales (véase especialmente et capítulo 7).
NOTAS
1. El concepto de Estado competitivo fue utilizado por primera vez por Cerny (1986) y, como n a tio n a -
ler Wettbewerbstaat (Estado nacional competitivo) por Hirsch (1995). Mi enfoque difiere del de
ambos, pero está ciertamente nitás próximo al de Hirsch.
2. Según algunos cálculos, el uso de Internet en todos los sectores de la economía de Estados Unidos
aumentaría la productividad en un cinco por ciento durante el periodo 20 0 0 -20 10 (Grookes y
Wahhaj 2000),
3. Para la distinción entre hardware, software y wetivare, véase N elsony Romer 1996.
4,. Cuestión distinta es si, dada la importancia del comercio intraeuropeo, los salarios podrían servir
como fuente de la demanda en un keynesianismo en la nueva escala europea.
5. Alargo plazo, los beneficios de las carteras de inversión están ligados a la valorización del capital en
el proceso productivo; a corto plazo, en cambio, ello no es así. Éste es el origen del debate acerca del
cortoplacismo del capital financiero.
17 0
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
6. La OCDE acuñó en 1986 el concepto de competitividad estructural que continúa siendo un factor
clave de organización de sus políticas de competitividad. Hace referencia a "la eficacia mundial de la
economía nacional, a una estructura industrial competente y flexible, a la tasa y patrón de inversio
nes de capital, a su infraestructura técnicayalos demás factores que determinan las 'externalidades’ ” ;
es decir, a los marcos y fenómenos económicos, sociales e institucionales susceptibles de estimular
o retrasar de forma sustancial el empuje productivo y competitivo de las empresas nacionales
(Chesnais 1986; 86-7). La competitividad sistéraica resulta igualmente amplia. Messner la define en
términos del "resultado de un complejo patrón de interacción dinámica entre los Estados, las
empresas, las instituciones intermediariasy la capacidad organizativa de una sociedad dada" (1998:
xo).
7. Lo que puede llegar a darse tanto porque se reduzca el tiempo necesario para que se produzca un
determinado "acontecimiento" dentro de un determinado marco espacial de acción, como porque
aumente la capacidad para distinguir un mayor número de pasos dentro de un "acontecimiento” , lo
que permite aumentar las posibilidades de alterar su curso o su resultado interviniendo sobre el
acontecimiento mientras se produce.
8. La compresión espacíotemporal hace referencia aquí a procesos reales más que a cierto sentido de
desorientación generado por los cambios en el espacio y el tiempo asociados a la globalización.
9. Sobre la glocalización, véanse Brenner 1998, aooo y Swyngedown 1997? sobre la glurbanización,
véase Jessop y Sum 3 0 0 0 ; sobre la transnacionalízaeión. véase Smith 7,000.
ío . La dimensión temporal de su flujo se recoge con las metáforas de la "liquidez” o "rigidez” .
11. Con frecuencia, las diferentes teorías sobre la competitividad internacional aparecen asociadas a
distintas tipologías y desacuerdos acerca de las bases de las ventajas competitivas. Una revisión
reciente de once usos distintos déla competitividad en Blochy Kenyon ?,ooi. En la práctica, en cam
bio, los diferentes tipos de ventaja pueden resultar complementarios.
1?,. El correspondiente discurso rieardiano tiende a considerar "naturales" muchos factores de produc
ción que, en realidad, dependen de forma considerable de las condiciones sociales en su conjunto.
La abundancia de mano de obra barata constituye un ejemplo evidente de ello.
i 3. Como señala Warn "[la] teoría clásica de las ventajas comparativas descansaba en ciertas sim plifica
ciones injustificadas: que los precios del mercado internacional eran conocidos y estables; que no
había incertidumbre acerca de los precios que alcanzarían los productos para la exportación o los de
los bienes importados; que no existía el aprendizaje mediante la acción; que la tecnología era cono
cida; que se mantenían beneficios constantes en cualquier escala; que se empleaba toda la capacidad
instalada; y que las características de las mercancías eran estables y conocidas por todos” (1994.: 4).
14,, Al nombrar sólo a estos cuatro teóricos de la economía, no pretendo decir que se trata de las únicas
figuras relevantes o que sus acercamientos a la competitividad sean los únicos adecuados. En el con
texto actual, se tratan tan sólo como figuras emblemáticas.
*5. De hecho, si la imitación especulativa llega demasiado lejos, el exceso de oferta puede llegar a redu
cir los beneficios por debajo de los niveles normales.
16. Tal como se emplea en el enfoque neoschumpeteriano de la innovación y las ondas largas, una fuer
za motivadora (motive forcé) hace referencia a la adopción de una innovación importante en un sec
tor dinámico con potenciales repercusiones en toda la economía (por ejemplo, la introducción del
mícrochip), y una fuerza de arrastre (canterforcé) es un vector para la difusión de dichos efectos (por
ejemplo, la adopción de la tecnología del naicrochip en la fabricación de vehículos). Para una mayor
elaboración, véase Freeman y Pérez 1988.
17. Es interesante destacar que Castells, que introdujo el concepto de capitalismo mformacional, des
cuida el significado de la propiedad intelectual en su dinámica, concentrándose en cambio en el
conocimiento como factor de producción.
18. La principal excepción entre las mayores economías de. Asia Oriental era el régimen colonial contri
butivo rieardiano en Hong Kong (Sum 1998).
17 1
CAPÍTULO 4
LA REPRODUCCIÓN SOCIAL Y EL ESTADO DE TRABAJO
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R O B E R T JE S 50P
Con el desarrollo de los mercados de trabajo formalmente libres, las fuerzas del
mercado se convirtieron en el principal mecanismo de coordinación de todas
las actividades económicas del capitalismo. Ahora bien, la mano invisible, con
sus im perativos de m axim ización m onetaria form al, su funcionam iento
im personal (trabajando, en palabras de Marx, a espaldas de los productores),
su racionalidad procedimental y actuación post hoc, se ha visto siem pre com
plementada con otros modos de cooi'dinación que introducen objetivos su s
tantivos, elementos de deliberación interpersonal o interorganizacionales, una
orientación hacia fines colectivos, así como de concertación ex ante. Es aquí
donde los regím enes de bienestar pueden ayudar a asegurar algunas de las
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
l 75
R O B £ R T JE S S O P
Aun siendo bien importantes, una buena parte de la literatura acerca de las
recientes reform as del bienestar aborda cuestiones tan sólo tangenciales para
el presente capítulo. Un prim er problem a para nuestros fines actuales es que
algunos estudios se muestran demasiado preocupados con la austeridad y el
repliegue como respuesta a la crisis inicial en y del Estado de bienestar, o se
concentran excesivamente en lo que con frecuencia resultan ser variaciones
fiscales o financieras cuantitativamente m arginales. Sin duda, sabemos más
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
Así pues, aunque hay cierto m argen para el rediseño de la provisión del
bienestar y para la reubicación de las cargas del bienestar social, estos tres
conjuntos de factores (entre otros) lim itan el m argen económico y político
para un recorte masivo en su provisión pública, a m enos que se introduzcan
otros cambios de carácter com pensatorio. La reproducción social, ya sea que
se realice en el sector privado, en el público o en el tercer sector, im plica cos
tes. Más aún, es necesario prestar atención a la calidad y al coste de garantizar
tal reproducción de un modo u otro. En los EE UU, el caso de la atención
médica privatizada resulta particularm ente destacable, si no es que triste
mente célebre, ya que ofrece una cobertura muy desigual o inexistente y resu l
ta, por lo general, más cara que los sistem as europeos de salud pública. Con
todo, existe un margen muy amplío para volver a hacer funcional el gasto en
bienestar en los niveles que existen en los regím enes particulares (o en n ive
les sim ilares), para dar respuesta a ios cam bios en los regím enes de acumula
ción, en los modos de regulación y en sus correspondientes com promisos
institucionalizados.
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4. H A C IA E L E S T A D O D E T R A B A J O
En los tres ámbitos del bienestar del E N B K se han producido cambios: en el del
seguro, en el de la redistribución finan ciero-fiscal y en el del consumo colec
tivo. En las tres áreas hemos asistido a una creciente subordinación de la p o lí
tica social a la política económica, aunque naturalmente esté lejos de ser total.
En este capítulo se señalan tres dim ensiones interrelacionadas del rediseño,
reestructuración y reorientación del bienestar. En prim er lugar, se han produ
cido cambios cualitativos en las políticas sociales y en su articulación con la
política económica, habiéndose concedido la prim acía a esta última. En segun
do lugar, existe una creciente presión a la baja sobre el salario social, conside
rado como un coste de producción (internacional) o como una responsabilidad
electoral frente a la resistencia fiscal. Esto se refleja en m edidas de reducción
—o al menos de contención— de costes y en el rediseño de las transferencias
sociales para hacerlas más productivas. En tercer lugar, se han producido cam
bios en las formas y funciones del consumo colectivo. Muestra de este hecho
son: los cambios en las políticas públicas para los trabajadores desempleados;
el rediseño de las políticas de pensiones para reducir los costes a largo plazo de
su provisión y para prom over el sector de servicios financieros; y la reestructu
ración del sistema educativo en un intento de realinearlo con las presuntas
necesidades de una sociedad globalizadora basada en el conocimiento. Esas
opciones están ligadas a diferentes aspectos: al significado político y económ i
co del desempleo; al hecho de que las pensiones constituyen el rubro civil
mayor en los presupuestos de los Estados capitalistas más avanzados (norm al
mente, con la sanidad como segundo capítulo más abultado del presupuesto); y
al papel clave de la educación en el desarrollo económico y en la construcción
de las naciones. Un tratamiento más extenso de la reestructuración del Estado de
bienestar en otros campos de la política social, en especial en lo relativo a la
sanidad, resultaría de gran utilidad en un trabajo más amplio, pero las áreas
elegidas son lo suficientem ente significativas como para perm itirnos iden tifi
car las principales tendencias.
La globalización, tal como se define en el capítulo 3 (y, por tanto, con un sign i
ficado de mayor amplitud que el adoptado en la mayor parte de los m ás recien
tes estudios sobre globalización y políticas sociales), posee dos rasgos clave que
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
régimen del bienestar. Estos regím enes, por tanto, enfrentan un "dilem a con
tinental” (Sharpf 1997) ocasionado por el "efecto tijera” . Una hoja de las tije
ras tiene que v er con las crecientes tasas de inactividad provocadas
principalm ente por los cada vez mayores niveles de desempleo y de jubilación
(con frecuencia, anticipada); la otra, im plica un creciente gasto público como
consecuencia de las expectativas dependientes de los sistem as de seguro,
garantizadas y mediadas corporativamente. Esto ha conducido a una negocia
ción entre los diferentes gobiernos y los estamentos corporativos laborales,
con el objetivo de buscar mecanismos de reducción del coste del salario social
para las em presas y su transferencia a la tributación general, sin disparar
demandas salariales, que perm itan a los empleados m antener su ingreso d is
ponible real una vez descontada la inflación y los impuestos (véase también
Taylor-Gooby 30 0 1b ).
Incluso allí donde las políticas de activación ya eran una parte importante
del sistema del ENBK (por ejemplo, en las economías nórdicas), las obligacio
nes de trabajar se han hecho más explícitas, estrictas y coactivas que en los años
noventa. Ya no se trata de si el desempleado debe participar o no en un progra
ma, sino de cuál es el program a al que debe incorporarse voluntaria o involun
tariamente. Se ha hecho más difícil negarse a participar y las autoridades han
obtenido la capacidad de sancionarla no participación. Adem ás, el discurso ha
pasado de los derechos a las obligaciones, especialm ente en lo que se refiere al
desempleo juvenil. Todo esto, aunado a una reestructuración de los servicios
sociales enfocada al desempleo, a la exclusión social y a la reducción de los cos
tes asistenciales, supone un movimiento general de alejamiento de la tradición
socialdemócrata (Johansson 20 0 1: 70-4,).
Para los fines actuales, debemos destacar cuatro aspectos fundamentales
de las políticas de activación: (1) se dirigen a aumentar la flexibilidad de los
mercados laborales; (2) tratan de m ejorar la capacidad de obtener un empleo
de los trabajadores y de transform arlos en sujetos em prendedores en un
mundo posfordista donde los trabajos de por vida n i están garantizados ni ya
cabe esperarlos; (3 ) más que funcionar a través de políticas y medidas naciona
les estandarizadas, confían en las agencias locales para el diseño y gestión de
las políticas de form a experimental, en la creencia de que así se producirán
soluciones adaptadas a las necesidades locales que perm itirán movilizar capi
tales, competencias y recursos locales; y (4.) se orientan de manera creciente a
una economía basada en el conocimiento, en la recualificación y el aprendiza
je a lo largo de toda la vida. A sí, los beneficios por desempleo aparecen asocia
dos al trabajo, al adiestramiento o a otros program as diseñados para ayudar a
192;
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ROBERTJESSOP
para todos los participantes en el mercado laboral (véase Wílthagen 1998: 21).
Lafleziseguridad holandesa trata de ofrecer la seguridad de un trabajo (pero no
la seguridad en un trabajo) para los trabajadores clave, así como para los tra
bajadores contingentes, atípicos o flexibles. Esta com binación se sufraga
mediante el correspondiente sistem a flexible de políticas de seguridad social
y de activación. Además, muestra una particular preocupación por ofrecer
buenos mercados de trabajo de transición, para suavizar así el paso del d es
empleo al trabajo. De esta form a, se m uestra com prom etida con el "em pode-
ramiento de los trabajadores, la cooperación organizacional (en redes y en
cooperación público-privada), y la eficiencia dinám ica que conduzcan a una
efectiva prom oción del empleo y a un empleo sustentable (en lugar de a 'tra
bajos en v ía m uerta’) ” (Wilthagen 1998: 1). En un plano más general, la. fle x i
seguridad suele asociarse con las n ego ciacion es y pactos sociales
neocorporativistas en diferentes escalas (para una revisión general de las
políticas de tipo flexiseguridad en los m ercados laborales en Europa, véase
Schmid 1996).
A pesar de la crisis que comenzó a despuntar a finales de los años setenta, los
presupuestos estatales siguieron siendo altos en los años ochenta y continua
ron aumentando en los noventa (Garrett 1998, ? o o i; Garrett y Mitchell 3 0 0 1;
Huber y Stephens 200 1). Las peticiones de recortar el gasto público, sobre la
base de que bloqueaba el crecimiento económico, comenzaron a atraer aten
ción a mediados de los años setenta, y la OCDE se sumó pronto, en 19 8 1, al coro
de los que reclamaban estos recortes (OCDE 19 8 1). Con esto se refleja la op i
nión de que el salario social que representa el gasto en bienestar es un coste de
producción igual que el salario individual, y que la tributación es siem pre un
desincentivo al esfuerzo, al ahorro y a la inversión. Esto se asocia, a su vez, con
un modelo dél bienestar como carga pública, definido por 'Wilding como "la
percepción de que la mayor parte del gasto en bienestar tradicional es una
carga improductiva sobre el lado productivo de la economía y que, por tanto,
debería revisarse y reducirse” (1997: 417)- Podemos contrastar esta opinión
con la percepción alternativa de los impuestos como un precio de adm isión a la
sociedad civilizada (Hutton 3002). A pesar de estas demandas, la crisis condu
jo a un mayor y no a un m enor nivel de gasto. De hecho, los años ochenta a sis
tieron a un incremento medio anual engasto público en todos los regím enes de
bienestar, más acusado que durante los años setenta, periodo en el que el
194,
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
195
ROBERTJESSOP
196
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
posesión más extendida de las acciones; en otras, con una mayor participación
de la comunidad, una sociedad de accionistas partícipes (stakeholding society) y
la asociación público-privado con participación de las ONG. Ya existían prece
dentes de ello en los viejos regím en es de bien estar corporativo y en los r e
gím enes tripartitos de las socialdem ocracias, en los que los sindicatos
desempeñaban un papel clave en el seguro. La redistribución financiero-fiscal
tiende a hacerse más selectiva y se convierte en un mecanismo de contención
de costes. Y, en el contexto de las políticas schumpeterianas de competitividad, la
redistribución financiero-fiscal se asocia también a la promoción y no a la m o
deración de las desigualdades. Todo ello se refleja en la tendencia a la expan
sión del "bienestar para el capital" al tiempo que el "bienestar para el trabajo”
se contrae. Igualmente puede verse en form as más generales de reestructura
ción y recorte del bienestar. También se relaciona con la tendencia neoliberal
schumpeteriana a promover un desarrollo regional desigual antes que a com
pensarlo.
PENSIONES
197
ROBERT JESSOP
También en este caso existen diferencias entre los regím enes de bien es
tar. Los regím enes liberales aparecen asociados en mayor medida con una p re
sión a la baja continuada sobre las pensiones, con una gran confianza en la
desindexaeión de las pensiones respecto de los increm entos salariales para
asociarlas tan sólo a la inflación, y con un fuerte estímulo al ahorro privado que
posee el beneficio adicional --en una economía de mercados coordinados y
dominada por el dinero-- de im pulsar la demanda de servicios financieros. En
los regímenes socialdemócratas encontramos m edidas destinadas ap reven irla
199
ROBERTJESSOP
200
EL. FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
?o i
ROBERT JESSOP
203
EL FUTURO DEL ESTADO CAPiTALISTA
recursos hum anos” ) y en la necesidad de eficien cia, relación v alo r-p recio
y responsabilidad pública. En palabras del Departamento de Educación y
Empleo británico (después rebautizado como Departamento para la Educación
y la Cualificación), r'el aprendizaje es la clave de la prosperidad” (DfEE 1988).
Green realiza un buen resum en de estos cam bios al señalar dos tenden
cias:
En primer lugar, cada vez era más frecuente identificar la educación
con el interés nacional, lo que se ha venido repitiendo en las retóricas de
todos los gobiernos occidentales en los años ochenta y noventa, pero no en
términos de ciudadanía o cohesión social, sino en términos de economía
nacional y competitividad económica. En segundo lugar, en algunos de los
Estados-nación, más antiguos, se tenía la sensación de que la educación
ya no formaba parte de modo tan explícito del proceso cultural de cons
trucción nacional [.. J En la medida en que los países occidentales, en oca
siones a su pesar, comenzaron a reconocer la creciente diversidad y
pluralismo cultural de sus poblaciones, mostraron dudas acerca del signi
ficado de supropia nacionalidad y sobre qué tipo de ciudadanos había que
producir en las escuelas [1997: 14.2, i 4<3 ; véase M arginson 1999: 37].
?,o3
ROBERTJESSOP
En la actualidad se espera de las escuelas que perm itan a los niños conver
tirse en sujetos emprendedores y que desarrollen sus habilidades personales y
su capacidad para el trabajo en equipo. Se espera, igualmente, que ofrezcan una
base para la transición al trabajo y para forjar estrechos vínculos con sus futu
ros em pleadores. Lo cual se refleja en la proliferación de program as destinados
a integrar la educación y el trabajo m ediante un adiestramiento más vocacio-
nal, formas de partenariado, experiencias laborales, créditos de form ación,
etc. También se relaciona con ello la extensión de una nueva cultura de gestión
y auditoría en las escuelas (y en las universidades) que se concentra en los cua-
sim ercados, los centros de costes internos, la eficacia, los objetivos, la certifi
cación, la evaluación del personal, etc. (Clarke y Newman 1997; Power 1997).
Esta más estrecha conexión entre escuela, em pleo, productividad y
comercio se refleja en la reorientación nacional de la noción de cualificación,
con un mayor énfasis en la cualificación clave, el aprendizaje de por vida y la
capacidad de obtener empleo, en la medida en que se considera que la tecno
logía, la reestructuración em presarial y los m ercados volátiles han acabado con
la ilusión fordista de los trabajos para toda la vida (Lauder et álii 3 0 0 1). La edu
cación ha quedado integrada en el proyecto trabajista que desbanca el com pro
miso del Estado keynesiano con el pleno empleo y se concentra, en cambio, en
su contribución a la creación de las condiciones para una completa em pleabi-
lidad. De este modo, la responsabilidad de poder acceder a un empleo se
devuelve a los m iem bros individuales de la fuerza de trabajo, que deberán
20 4
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
30 5
ROBERT JESSOP
sólo ios licenciados sino los propios docentes universitarios deben form ar
amplios vínculos con los usuarios de las industrias, los negocios, los profesio
nales, el Estado y las comunidades locales. Se da una mayor insistencia en la
obtención de financiación externa, en las patentes, las transferencias tecnoló
gicas, los parques de investigación, las em presas de base tecnológica, los p ar
ques científicos y tecnológicos, las incubadoras de em presas y los servicios de
consultoría, lo que da como resultado la em ergencia de un verdadero "capita
lismo académico” en las economías liberales, que estimula a las universidades
emprendedoras y convierte a los docentes universitarios en em prendedores
portadores de capital intelectual (Slaughtery Leslie 1997). Esta transform ación
se vio impulsada en los EE UU (principal anim ador de la econom ía basada en el
conocimiento) por las correspondientes m odificaciones en la financiación
federal a la investigación —que perm itió a las universidades conservar la p ro
piedad intelectual de sus descubrim ientos—, y a través de una extensión más
general del alcance y duración de los derechos de propiedad intelectual.
Igualmente, se estimuló a las universidades para que comercializaran dichas
investigaciones. De esta forma, se pretendía estimular el carácter em prende
dor de la academia, subsidiar el I+D de las em presas y facilitar el desarrollo
económico regional. Es posible encontrar patrones sim ilares en otros sistemas
universitarios.
En resumen, en palabras de Etzkowitz, uno de los principales investigado
res de la interfaz de "triple hélice” entre la universidad, las em presas y el
Estado:
Puede decirse que todos los países que cuentan con una universidad,
ya sea que fuera fundada por razones educativas o de prestigio, están tra
tando de organizar el desarrollo económico basado en el conocimiento [...]
En la medida en que las universidades se vuelven más dependientes de la
industria y el gobierno, también la industria y el gobierno pasan a depen
der de la universidad. En el curso de la "segunda revolución académica " se
ha adoptado un nuevo contrato social entre la universidad y la sociedad en
su conjunto, en el que la financiación pública de la universidad se hace
depender de una más directa contribución a la economía [Etzkowitz
19 9 4 : 14 9 , 1 5 1 }.
En este campo se están empleando, pues, dos estrategias com plem enta
rias aunque aparentemente contradictorias. De un lado, el Estado afirm a la
importancia de la educación en la realización del interés económico nacional;
y, por otro, concede una mayor autonomía a las instituciones educativas en
206
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
6. CONCLUSIONES
207
ROBERT JESSOP
308
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
reflejo de una concreta coyuntura en la que tres diferentes tipos de cambio —-la
trasform ación en sistem as neoliberales de las sociedades postsocialistas, el
cambio en los regím enes liberales de las democracias anglófonas y los ajustes
de política neoliberal en la "m odernización” de los regím enes corporativistas y
estatistas—- se combinaron para dar algo de credibilidad a las enloquecidamen-
te triunfalistas fantasías neoliberales (véase la tabla 4.x). Esta coyuntura ha
comenzado a decaer como resultado de la desilusión con las experiencias post
socialistas y del carácter cortoplacista de los ajustes en las políticas de los
demás regímenes. Más aún, incluso durante el punto culminante de la fase
neoliberal, existió una ruptura mayor en la retórica que en la práctica. Las con
tradicciones de la política neoliberal comienzan ahora a aparecer en la medida
en que han perdido la protectora y m istificadora penumbra de las otras formas
de neoliberalism o. Lo cual se refleja en el rechazo de algunos elementos del
neoliberalism o, incluso en los regím enes neoliberales, si bien esto no elimina
el legado de las sendas emprendidas como consecuencia de los errores neoli
berales. Además, la ausencia de una oposición concertada frente a las formas
más radicales del Estado de trabajo neoliberal no constituye una garantía de su
funcionalidad global para la economía capitalista, aunque sí haya demostrado
su eficacia en la desestabilización de la oposición política al proyecto neolibe
ral global. Todo ello se relaciona con la exigencia de analizar las contradictorias
funciones del Estado de bienestar, ya que la necesidad de equilibrar las d ife
rentes funciones dentro de unos concretos lím ites espaciotemporales limita
las variaciones posibles a largo plazo. Esto es así ya que las necesidades del
capital en general se reafirm an medíante las contradicciones y oscilaciones de
las políticas sociales y económicas, así como a través del ajuste de las estrate
gias em presariales.
TABLA 4.1
FORMAS DE NEOLIBERALISMO
Ajustes de política neoliberal Modulación de las políticas para mejorar el rendimiento del régimen
de acumulación y del modo de regulación.
Neoliberalismo como transformación El neoliberalismo como estrategia para pasar del socialismo de Estado
radical del sistema a una formación social capitalista.
20 9
ROBERT JESSOP
2 10
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
a n
ROBERT JESSOP
NOTAS
1. Su práctica, en cambio, es mucho más antigua; véase, por ejemplo, de Swann 1988.
2. Esta expectativa es tanto económica como política. Se supone, cognitiva y normativamente, que el
Estado debe compensar los fallos del mercado. La fuerza del trabajo, por su parte, posee una pre
sencia específica tanto dentro del Estado como lejos de él.
3. La distinción entre lo activo y lo pasivo a menudo resulta borrosa en la práctica: "La administración
de las prestaciones ligadas al desempleo supone siempre algún tipo de control sobre la idoneidad del
beneficiario, incluyendo el hecho de que haya buscado un empleo y de que se muestre razonable
sobre el tipo de trabajo que estaría dispuesto a aceptar. Este tipo de actividad se mezcla fácilmente
con los programas destinados a facilitar la búsqueda de un empleo o a aumentar el rango de
empleos aceptables, lo que a su vez conduce a otro tipo áe programas destinados a facilitar la con
servación del empleo [...] [De este modo,] podemos afirmar que las políticas activas de empleo se
funden con el "trabajismo” (workfare) una vez que su obligatoriedad pasa a ser un factor absoluta
mente determinante del sistema” (Robinson 3000: 87).
4. Este cambio se evidenció en Gran Bretaña en el cambio áe denominación y fusión de los correspon
dientes Ministerios. Comenzó en el periodo de posguerra cuando el Ministerio de Trabajo, la Junta
de Comercio y el Departamento de Educación se fusionaron y rebautizaron como Departamento de
Empleo y Educación (y, posteriormente, como Departamento parala Educación y la Cualificación).
5. De ello no se deduce, sin embargo, que los Estados de bienestar sean Estados para la tercera edad.
Existen importantes variaciones en los beneficiarios intergene racional es de las transferencias (con
Italia como ejemplo máximo del Estado de bienestar para pensionistas, mientras que los EE UU
anteponen a los niños); al tiempo que otras prestaciones pueden beneficiar de forma igualmente
desproporcionada a generaciones más jóvenes (por ejemplo, la vivienda) antes que a los ancianos
(por ejemplo, la asistencia médica).
6. Paradójicamente, una parte de la respuesta fue seguir ampliando la educación superior como uno de
los medios para ocultar el desempleo juvenil.
7. Lauder et álii estudian otros dos modelos de Asia Oriental: Japón, que se apoyó en una cualificación
muy extendida, en una inversión mediana de capital en relación con las cualíficacionesy en una gran
intensidad de trabajo para generar niveles altos de productividad; y Síngapury Corea deí Sur, que lo
hicieron en una estrategia de alta cualificación basada en la difusión de la misma y en la inversión de
capital en relación con la utilización de las cualificaciones en el contexto de una cualificación rápida
pero desigual con una alta intensidad del trabajo para generar productividad.
CAPÍTULO 5
nueva escala en la que el orden posnacional pueda ser re-regulado así como
resueltos los nuevos problem as económicos y sociales. Mí conclusión es que el
Estado nacional conserva un papel político central, señalando, además, en qué
se diferencia del Estado propio del período del fordism o atlántico.
TABLA 5.1
TIPOLOGÍA DE LAS COMUNIDADES POLÍTICAS IMAGINADAS EN RELACIÓN CON LOS ESTADOS NACIÓN
1. E L ESTADO NACIONAL
Debemos distinguir entre Estado nación y Estado nacional para evitar las con
fusiones que provienen de las referencias al Estado nación en los trabajos
generales sobre el futuro del Estado. En prim er lugar, "la delim itación territo
rial fue previa a la política de form ación nacional, y esta última, como p rin ci
pio om nicomprensivo, todavía no ha sido totalmente realizada, mientras que el
principio de estatalidad territorial ya ha sido establecido en todo el mundo”
(Brock y Albert 19 96: 6). En segundo lugar, como ha sostenido Benedict
Anderson (1991), la nación es una "com unidad imaginada” . Surge como con
secuencia del reconocimiento mutuo de un gran número de personas descono
cidas entre sí, sobre la base de unos supuestos atributos compartidos que los
cualifican como miembros de la-misma nación'y que, debemos añadir, los d is
tinguen de las personas que por las m ism as razones son excluidas de tal perte
nencia. Estos atributos compartidos pueden dar lugar a la identidad imaginada
de una Volksnation en un Estado etno-nacional (por ejemplo, en Alem ania),
existiendo muy variadas rutas hasta dicha nacionalidad y autodeterminación
étnicas (Balibar 1990; Brubaker J.992; Gellner 1998; MacLaughlin 20 0 1).
Ahora bien, existen tam bién Estados territoriales estables (e inestables) con
dos o más naciones étnicas (los llamados Estados plurinacionales).
3 14
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
^5
ROBERTJESSOP
Aclararé aquí cómo los rasgos característicos del ENBK, en la forma en que
quedaron señalados en el capítulo 2, pasaron a finales de los años sesenta y
setenta a ser (considerados como) proclives a la crisis. Dado que con frecuen
cia estos rasgos distintivos del ENBK como tipo particular de Estado no fueron
advertidos, estas crisis y tendencias a la crisis se atribuyeron muchas veces a un
tipo genérico de Estado moderno o capitalista. Una vez identificadas las ten
dencias a las crisis asociadas a cada uno de sus rasgos, señalaré cómo en cier
tas ocasiones éstas quedaron condensadas en una crisis orgánica más global
que afectó a la totalidad del ENBK.
216
et FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
217
ROBERT JESSOP
318
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
2 19
ROBERT JESSOP
2,2.0
E t FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
LA RELATMZACÍÓN DE LA ESCALA
333
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALiSTA
Ello implica, entre otras cosas, que existe una mayor excentricidad de las
relaciones espaciales en comparación con los años iniciales y los de auge del
fordism o atlántico^. Las unidades territoriales mayores han pasado a incluir
una proporción m enor de las relaciones económicas, políticas y sociales que se
dan entre las unidades m enores comprendidas dentro de sus fronteras, en
comparación con la proporción que poseían en la plenitud del fordism o atlán
tico. Ello quiere decir que las unidades m enores ya no pueden ser tan fácil
mente consideradas como muñecas rusas encajadas unas dentro de otras, lo
cual se hace particularmente evidente en el surgimiento de la red de ciudades
globales que, como red, no aparece contenida dentro de ningún espacio terri
torial regulado por un Estado; al contrario de lo que sucedía en el siglo XIX,
cuando las ciudades del mundo funcionaban básicamente como capitales de los
imperios y de los bloques de comercio plurinacional organizados por los E s
tados (Hall 1998; ICnoxy Taylor 1995). Otro ejemplo de la excentricidad de los
nuevos espacios es el crecimiento de regiones transfronterizas, un buen
número de las cuales son expresam ente promovidas por sus respectivos
Estados o, en el caso de la Unión Europea, por un organismo político suprana
cional (para una discusión más completa de las regiones transfronterizas desde
esta perspectiva, véase Jessop soo^d). Existen además procesos de desfronteri-
zación (debordering), es decir, "cam bios que provocan el surgimiento de nuevos
espacios políticos que trascienden los espacios definidos territorialm ente sin
conducir a nuevas demarcaciones territoriales (esto es, a un sim ple cambio en
las fronteras)” (B ro ck y Albert 1995: 171)- En resumen, los antiguos arreglos
escalares y los antiguos arreglos espaciales se están descomponiendo bajo la
presión económica y política, y se están viendo reconstruidos mediante una
amplia gama de estrategias escalares, a menudo conflictivas entre sí.
La actual relativízación de las escalas implica, sin duda, oportunidades y
amenazas para las fuerzas económicas, políticas y sociales, muy diferentes de
las propias del periodo en el que la escala nacional se construía y se tenía como
obvia. Así, aparece asociada a reacciones tanto de aprovechamiento como de
resistencia a los procesos que producen la globalización. Aunque el mercado
mundial y las tríadas se han convertido en los espacios de competencia más des
tacados, los espacios de competitividad más importantes son, con frecuencia,
nacionales, regionales o locales (Brenner 2 000: 3 í;i)- En otras palabras, m ien
tras que la ley capitalista del valor actúa cada vez más en una escala global,
sometiendo a todas las actividades económicas o económicamente relevantes a
la auditoría del mercado mundial, la búsqueda de ventajas competitivas asocia
das a las ubicaciones por parte de las compañías, Estados y otros actores sigue
2^3
ROBERT JESSOP
PODER TRIÁD1C0
234
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
Los elogios que han recibido últimam ente las tríadas no deberían ocultar
nos otras tres importantes tendencias: (i) la creciente interpenetración entre
las propias tríadas, en la medida en que se está tratando de desarrollar y p ro -
fundizar su complementariedad global, y en cuanto que las multinacionales
con base en una de las tríadas form an alianzas estratégicas con socios de las
otras; (2) las m odificaciones en las jerarquías espaciales dentro de cada tríada
como consecuencia del desarrollo desigual, que se refleja no sólo en los des
plazamientos entre las "econom ías nacionales” , sino tam bién en el auge y caída
de las regiones, en las nuevas form as de división "n o rte-su r” , etc.; y (3) el
resurgimiento de economías regionales y locales dentro de las economías
nacionales o, en algunos casos, por encima de sus fronteras, ya sea que tal
resurgimiento forme parte del proceso general de globalización o que se desa
rrolle como reacción al mismo. Cada uno de estos cambios tiene sus propias
bases materiales y estratégicas y, por tanto, contribuye a la compleja rearticu
lación permanente de las economías m undial-regional-nacional-local.
Además de las macrorregiones triádicas, dos de las cuales emergen dentro del
espacio económico anteriormente dominado por el fordismo atlántico, se han
propuesto otro tipo de bloques o sistem as regionales que fragmentan, tras
cienden o atraviesan los espacios nacionales. Algunos teóricos explican estas
propuestas alternativas como dependientes de los "territorios económicos
naturales” , que habrían podido reem erger o desarrollarse con el declinar de
los Estados nacionales como contenedores no sólo políticos sino también eco
nómicos. Ciertamente, conviene destacar cómo los antiguos bloques y relacio
nes de comercio transfronterizo han resurgido tras la caída del Telón de Acero
en 19 89 -9 0 . Ahora bien, estos "territorios económicos naturales” han sido
discursivamente naturalizados, además de construidos económica y política
mente. El que un determinado territorio sea considerado natural o no, depen
de, por ejemplo, de las diferentes perspectivas acerca de los modos de
competencia económica dominantes y de los variados factores económicos y
extraeconómicos que pueden prom over un sistem a de competitividad sistém i-
ca o estructural. De este modo, como vim os en el capítulo 3 , una interpretación
ricardiana (basada en el crecimiento dependiente de los factores económicos
en una econom ía ab ierta) con d u ciría a id e n tific a r "te rrito rio s eco n ó m i
cos naturales” y estrategias económicas diferentes a los que aparecerían con
siderados en una interpretación listiana (basada en las dinámicas de inversión
1*5
ROBERT JESSOP
proteccionistas para la puesta al día, prom ovidas por un Estado nacional preo
cupado por su seguridad económica y político-m ilitar). Del mismo modo, una
lectura keynesiana (basada en la garantía de las condiciones interdependientes
de las economías de escala de producción masiva y de consumo masivo) supon
dría unos "territorios económicos naturales” y unas estrategias económicas
diferentes de las que se derivarían de una visión schum peteriana (basada en la
garantía de las condiciones para la competitividad sistém ica y la innovación
permanente).
El debilitamiento del cierre relativo del fordism o atlántico, el final de la
guerra fría, la descom posición del Bloque Soviético y la "apertura” de China al
capital extranjero han reforzado la relativízación de las escalas y creado espa
cios para nuevas estrategias económ icas y políticas por parte, tanto de las
em presas, como de los Estados. Estos cambios quedan reflejados en la p ro li
feración de escalas desde las que, en la actualidad, se pretenden reestructurar
las relaciones económicas, políticas y sociales, y que van desde la globaliza
ción económica, la gobernanza m undial y la cultura global, a la prom oción de
las economías locales, la democracia vecinal y las identidades "tribales” . En
un extremo nos encontramos la adopción entusiasta del libre mercado y de la
integración incondicional de espacios económ icos en la economía mundial
con la mayor rapidez posible. Desde el punto de vista histórico, la defensa del
libre mercado aparece asociada a los poderes económ icam ente dominantes,
es decir, a los poderes que lideran las nuevas tecnologías, que poseen un papel
predom inante en la producción y el consumo, y que controlan una divisa
hegem ónica o básica Y, por el contrario, no suele ser adoptada voluntaria
mente por las economías débiles, en las que el libre mercado generará, con
toda probabilidad, una menor coherencia económica o su desintegración y
subordinación a las influencias exteriores, ya sea como consecuencia de una
mayor dependencia tecnológica, de la penetración de las im portaciones a
expensas de las em presas locales (con pocas posibilidades de ajuste estructu
ral), m ediante la depreciación de la divisa y la inflación allí donde existen
divisas flotantes, o por la recesión en los casos en los que la divisa nacional
está referenciada a otra más fuerte (como el dólar norteam ericano). Con todo,
algunos elem entos de esta estrategia neoliberal fueron igualmente defendidos
en ciertas econom ías postsocialistas (reforzadas, naturalmente, por agencias
internacionales de tendencia neoliberal, por los EE XJU y por la Gran Bretaña
thatcherista); se incluyen igualmente en las condicíonalidades asociadas a los
program as de ajuste estructural propuestos por el Banco Mundial para las
economías africanas y latinoam ericanas en crisis; y han sido recomendados
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
327
ROBERT JESSOP
338
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
CIUDADES
Existe otra escala de acción que tam bién está haciendo su aparición (o más
correctamente, reapareciendo en diferentes form as) por encima de las jerar
quías geoeconómicas y geopolíticas convencionales: la escala urbana. En este
campo se han producido tres importantes cambios; (1) la enorme expansión
del tamaño y escala de las principales ciudades dentro de las jerarquías urba
nas, hasta el punto de que se han convertido en enorm es entidades m etropoli
tanas o regionales con varios centros (sobre las regiones metropolitanas
extendidas y los corredores urbanos en el Pacífico asiático, véase Forbes 1997);
(3) una creciente integración estructural y orientación estratégica de las activi-
dadés de las ciudades más allá del espacio nacional, orientación que puede
crear potenciales conflictos con los Estados nacionales en la medida en que
ciertas ciudades se convierten en potenciales "Estados regionales” , menos
orientados a sus respectivas territorios interiores que a sus relaciones con las
ciudades y espacios económicos extranjeros (lo que se m anifiesta en el cada vez
más extendido uso de las metáforas de la "puerta” , el "eje” y la "re d ”); y, para
dójicamente, (3 ) un mayor uso de ciertas ciudades principales (en lugar de,
como se hacía antes, de ciertas empresas o sectores) como campeones patroci
nados y protegidos por el Estado frente a la intensa competencia internacional.
229
ROBERT JESSOP
ALIANZAS ESTRATÉGICAS
23o
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
^ 3i
ROBERT JESSOP
s3s>
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
233
ROBERT JESSOP
TABLA 5.2
GLURBANiZACiÓN GLOCALIZACIÓN
Actores estratégicos Ciudades (puede que como Empresas (puede que en alianzas
campeones nacionales). estratégicas).
Gobernanza cronotópica Rearticula el tiempo y et espacio Rearticula lo global y lo local para lograr
para lograr ventajas competitivas ventajas competitivas dinámicas.
sistémicas o estructurales.
FUSNTEr JSSSOP Y SUM 2000.
con los diversos contextos y posiciones locales dentro de las jerarquías escala
res predominantes. Lo que comparten es el papel clave de las autoridades p olí
ticas en su diseño y promulgación globales. Podemos distinguir siete opciones
fundamentales en el nivel de las ciudades y regiones7:
^5
ROBERT JESSOP
*36
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
237
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^38
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
^39
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24 0
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
34a
ROBERTJESSOP
reconocimiento del alcance mundial de los viejos y los nuevos riesgos. Una de
las principales áreas para esta expansión funcional es la preocupación de los
organismos supranacionales por la competitividad estructural o sistém ica
dentro de los territorios que tratan de gobernar. Preocupación que va mucho
más allá de la gestión de las relaciones m onetarias internacionales, de la in ver
sión o el comercio exterior, para abarcar una amplia gama de factores en el lado
de la oferta, de naturaleza tanto económica como supraeconómica.
Este desplazamiento hacia arriba aparece especialm ente ligado a la dele
gación de poderes a los organismos supranacionales, y al resurgim iento de un
revitalizado y relativamente no impugnado "Superestado” norteamericano,
con sus renovadas capacidades de proyección de su poder en la escala global
(Shaw 2000). Como veremos más adelante, ello crea una tensión entre unidad
y particularismo en los organismos supranacionales, con los EE UU p rincipal
mente oscilando entre sus intentos de unificar dichos organismos bajo su
hegemonía, y su pretensión de utilizarlos para im poner su percepción actual de
sus propios intereses inmediatos. Este mismo desplazamiento hacía arriba, en
una escala m enor y con dinámicas diferentes, aparece tam bién en la UE.
Hooghe y Marks, actualizando los cálculos de Schm itter, demuestran que exis
te un incremento en la cesión de poderes hacia el nivel de la UE en 28 áreas
políticas, entre 19 50 y 2000. En particular, en el campo de la política económ i
ca, de las relaciones internacionales y de la política económica y de seguridad
exterior. Y menos marcadamente, en la política social e industrial con un nivel
también relativamente bajo en lo relativo a las políticas legal-constitucionales
(Hooghe y Marks 20 0 1: 47-8 ; véase W essels 30 0 0 ; véase tam bién infra la sec
ción 8).
Sin embargo, estos movimientos no equivalen al surgimiento de un
"Estado global” —al menos, si pretendem os que el concepto de Estado conser
ve su significado mínimo de territorialización de una autoridad política centra
lizada—, en el sentido de un Estado global equivalente a un solo "Estado
mundial” . Habitualmente con lo que nos encontramos, como indica Poulantzas
(1974b, 1975), es con una delegación parcial y condicionada de dichas funcio
nes con el fin de m ejorar la coordinación de la política económica entre los
diferentes Estados, como parte integral de las nuevas responsabilidades de
cada Estado nacional de gestionar el proceso de la internacionalización. Más
aún, incluso si se estableciera un Estado mundial, se vería inevitablem ente
sometido a una tensión entre su pretensión jurídico-política de unidad (la
soberanía) y la tozuda realidad de la pluralidad (competencia particularista
entre Estados en otras escalas por la capacidad de in flu ir en sus planes y por la
*42
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
finales de los años setenta a la am pliación del papel de los Estados regionales y
locales, conforme se adoptaban nuevas actividades tanto para compensar la
crisis como para buscar nuevas salidas (Moulaert et álii 1988-, van Hoogstraten
1983). Ello resulta todavía más claro en la actualidad. De hecho, mientras los
Estados nacionales e internacionales se retiran de algunas funciones económ i
cas clave, encontramos políticas más intervencionistas en los niveles regiona
les, urbano y local (Brenner 1 9 9 8 ,1999b, 2,000-, G oughy Eisenschítz 1996), al
tiempo que el propio capital recurre cada vez con más frecuencia a las redes y
otras form as de colaboración para satisfacer dichas exigencias. Esta tran sfe
rencia de poderes hacia abajo no se lim ita a la intervención económica, sino
que afecta a una amplia gama de políticas. Por ejem plo, Hooghe y Marks (2001)
inform an de que ningún Estado miembro de la UE se ha vuelto más centraliza
do después de 1980, mientras que muchos han descentralizado competencias
hacia el escalón regional de gobierno.
En tercer lugar, y estrechamente relacionado con los dos cambios anterio
res, cada vez existen mayores vínculos entre los Estados locales. Esta tendencia
se ve reforzada por la incapacidad del Estado central de desarrollar programas
lo suficientem ente diferenciados y sensibles como para hacer frente a los p ro
blemas concretos de cada localidad. Razón por la cual devuelve tales tareas a los
Estados locales y les ofrece recursos y un apoyo general. De hecho, "uno de los
desarrollos políticos más interesantes desde los años setenta ha sido el despla
zamiento errático pero gradual de un número creciente de autoridades locales,
de una concepción de su papel en térm inos puram ente locales hacia un nove
doso interés en las relaciones transnacionales" (Dyson 1989: 1). En Europa,
ello im plica tanto vínculos verticales con las instituciones de la UE, especial
mente con la Comisión Europea, como vínculos directos entre las autoridades
locales y regionales de los Estados m iem bros. Esta búsqueda de apoyo trans-
fronterizo se ve reforzada en la medida en que el Estado central emprende una
estrategia más neoliberal, pero puede encontrarse también en otros países
(Jónsson et álii ?o o o ; P erkm an n y Sum 2 0 0 3). Tendencias sim ilares se dan
en Asia Oriental (en especial, en los vínculos entre Hong Kong, Macao y
Guangdong, y en el llamado triángulo de crecim iento formado por Singapur,
Johore y Riau). Esta tercera tendencia tam bién se desarrolla en Am érica del
Norte con importantes ejemplos de la expansión de la cooperación transfron-
teriza entre ciudades vinculadas a lo largo de la frontera de EE U U y México, con
la prom oción de Cascadla como región transfronte riza m ultiestataly m ultipro-
vincial que abarca un pasillo en la costa de Am érica Noroceidental que se
extiende desde Vancouver hasta Seattle y Portland, y con una integración más
*44
EL FUTURO D £L ESTADO CAPITALISTA
245
ROBERTJESSOP
346
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
Una tercera y com pleja tendencia en la organización del Estado y sus p o líti
cas es la que tiende a la internacionalización de los regím enes de políticas.
El contexto internacional de la acción in terio r de los Estados (nacionales,
regionales o locales) se ha expandido hasta in cluir una am plia gama de fac
tores y procesos extraterritoriales o transnacionales; al tiem po, se ha vuelto
más significativa desde un punto de vista estratégico para las políticas in ter
nas. Los actores clave en los regím enes de políticas tam bién se han expandi
do para in cluir a diferentes agentes e instituciones extranjeros como fuente
de ideas, diseño e im plem entación de políticas (véanse Gourevitch 1978;
Doren et álii 19 96). Esta tendencia se refleja en las políticas económ icas y
sociales en la m edida en que el Estado m an ifiesta una m ayor preocupación
por la com petitividad internacional en su sentido más am plio. Tam bién
afecta a los Estados locales y regionales por debajo del nivel nacional, así
como al desarrollo de form aciones estatales supranacionales y al desarrollo
de los regím enes internacionales. Resulta igualm ente evidente en el d es
arrollo de vínculos interregionales y tran sfronterizos entre autoridades
locales y regionales, y regím enes de gobernanza en diferen tes form aciones
nacionales. Por últim o, esta tendencia s é refleja en un nuevo campo dé
investigación que
abarca no sólo el asesoramiento ofrecido a los gobiernos nacionales
por las agencias supranacionales, sino la capacidad de dichas agencias
para regular la actividad económica en la búsqueda de la protección
social; para redistribuir los recursos de un país a otro para lograr objetivos
de bienestar, y en ciertos casos, para subvenir a las necesidades sociales en
el nivel supranacional [D eacony Hulse *997; 44] ■
347
ROBERTJESSOP
CUADRO 5.1
Tendencias
Contratendencias
34 8
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
349
05
R E ERTJESSOP
350
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
152
EL FUTURO D£L ESTAOO CAPITALISTA
Conviene destacar que ios seis m iem bros iniciales de la entonces denom i
nada CEE, poseían modos de crecimiento y de regulación que pertenecían a
alguna de las variantes reguladas o coordinadas de capitalismo, y que o bien
poseían alguna forma de régimen de bienestar conservador corporativista o, en
el caso de Italia, poseían un régimen de bienestar clientelista mediterráneo
(véanse Hantrais ?ooo¡ Ruigrok y van Tulder 1996). Esto sugiere que el com
promiso institucionalizado con el liberalism o económico podría haber servido
de base inicial para la integración y consolidación de un capitalismo regulado
en una escala más amplia, más que como medio para impulsar un programa
liberal de largo alcance. Sin embargo, la situación se fue modificando confor
me nuevos miembros con diferentes modos de crecimiento, regulación y regí
menes de bienestar se incorporaban a la Comunidad Europea. De esta forma,
se introdujo una mayor heterogeneidad económica y social en la economía
europea, lo que facilitó el desplazamiento del equilibro de fuerzas en dirección
neoliberal. Consecuentemente, se ha hecho más difícil establecer las condicio
nes para el reescalado de la planificación estatal del nivel nacional al nivel
europeo, o para establecer el eurocorporativismo (sobre eurocorporativismo,
véanse Falkner 1998 y Vobruba 1995; sobre sus límites, Streeck 1995). Del
mismo modo, la política social dentro de la Unión adopta la forma de regula
ción social más que la de reescalado ascendente del Estado de bienestar hasta
la UE. Ya que, como señala Majone:
Las medidas propuestas por la Comisión en el campo social deben
resultar compatibles con la "constitución económica" de la Comunidad, es
decir, con el principio de un orden económico liberal. Este requisito crea un
clima ideológico bastante distinto del que permitió el desarrollo de los
Estados de bienestar en los Estados miembros [...] El liberalismo económi
co que destilan el Tratado Fundacional y sus ulteriores revisiones otorga
prioridad a la asignación de las políticas públicas por encima de los obje
tivos de redistribución. Por ello, la mejor justificación para las iniciativas
sociales en el nivel comunitario es la que enfatiza los aspectos de mejora de
la eficiencia de las medidas propuestas [19 9 8 :15 6 ].
3S3
ROBERTJESSOP
UME actúa como un nuevo "patrón oro” , que impone la conformidad con n or
mas de conducta económica y política relativamente rígidas y favorables a una
concepción liberal (monetaria) de la estabilidad y el crecimiento económicos.
Más concretamente, el cumplimiento de los criterios de Maastricht ha exigido
recortes o restricciones en el gasto público, reform as a la seguridad social y al
bienestar, privatizaciones más o menos significativas de empresas de propie
dad estatal y la comercialización de los servicios públicos. Sin embargo, inclu
so en este contexto, es posible detectar una preocupación cada vez mayor por la
implicación activa en la promoción de la competítívidad, la innovación y el
espíritu emprendedor, en línea con las perspectivas schumpeterianas. Aunque
la idea fundamental de este compromiso concuerda bien con la estrategia neo
liberal, aparece sin embargo flanqueada por estrategias neoestatístas y neocor-
porativistas ejemplificadas, respectivamente, por los rasgos fundamentales de
las políticas tecnológicas de la U E y por su política social (véanse pp. 3 1 9 - 3^z).
Una de las evoluciones más interesantes en esta área es, por supuesto, el resur
gimiento del corporativismo bajo una nueva apariencia: como pactos sociales
orientados a la moderación salarial, a la reforma de la seguridad social, a la
competitividad del lado de la oferta y a una conformidad general con la lógica
del nuevo sistema monetario (véanse Deppe et álii 3000; Regini 2000; Grote y
Schmitter 1999; Rhodes 1998; véase también el capítulo 6).
En segundo lugar, la política social y de bienestar siguió siendo una com
petencia nacional en los tratados fundacionales de la GE, por lo que las políti
cas en estos campos en el nivel europeo han ido sistemáticamente a la zaga de
las políticas macroeeonómicas, industriales y tecnológicas. Así, como señala
Kuhnle, "a día de hoy no existe todavía un derecho social europeo a partir del
cual los ciudadanos particulares puedan reclam ar prestaciones de Bruselas;
ningún impuesto directo o contribución social a la UE que pueda financiar el
bienestar social, y apenas sí existe una burocracia del bienestar en la U E”
(Kuhnle 1999= 6). Pese a todo, cada vez hay más indicios de una compleja y
enrevesada reorientación de las políticas de bienestar en el nivel europeo, en la
que aparecen implicadas dos tendencias aparentemente contradictorias. De un
lado, algunas políticas del bienestar (como la igualdad salarial, la igualdad de
oportunidades, la portabilidad de las prestaciones de bienestar, los estándares
mínim os de seguridad e higiene en el trabajo, o las normas sobre la jornada
laboral) se han ido reescalando gradualmente hasta el nivel de la UE para com
plementar las medidas de bienestar tradicionales a escala nacional; y ciertas
políticas estructurales también han ascendido a un nivel europeo para facilitar
la reconversión industrial, para compensar el desarrollo regional desigual,
254
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
255
ROBERT JESSOP
en el nivel de la UE, como hasta qué punto está relacionada con la expansión del
campo de lo "económ ico” a otras áreas consideradas anteriormente como no
económicas. Uno de sus aspectos, como señala Deppe et álii (3000: 15 -16 ) es
que, por primera vez, la envergadura de las directrices sobre el mercado labo
ral de la UE ha obligado a los m inistros de Economía, Cultura, Hacienda,
Bienestar y Trabajo a presentar un plan conjunto para relacionar cada una de
estas políticas independientes con las demás. Ello puede interpretarse como la
extensión de la lógica de la mercancía, o cuando menos del cálculo económico,
a la sociedad en su conjunto. Dichas presiones, además, van en aumento,
ascendiendo de forma irreversible con cada ciclo sucesivo de pactos naciona
les de empleo.
En tercer lugar, casi por definición, la política económica y social europea
ilustra la naturaleza posnacional de los regím enes de bienestar emergentes.
Sin embargo, antes de considerar el papel de la UE, debemos constatar que no
es sino parte de una más compleja internacionalización de la política económi
ca y social. Efectivamente, sus políticas se mueven dentro de un marco más
general de implicación creciente de las instituciones internacionales, aparatos
supranacionales, organizaciones y foros internacionales, think-tanks trasna-
cionales, grupos de interés y movimientos sociales trasnacionales, en la fija
ción de las agendas y en la realización de políticas (véase Deacon 1996; sobre la
transferencia de políticas, véanse Dolowitz y Marsh 1996; Peck y Theodore
20 0 1; Stella 2000), Es importante reconocer con Deacon (1996: 45-58) que
existen algunos desacuerdos reales entre estos diferentes organismos públicos
en lo relativo a sus recomendaciones sobre cada política; pero ello no debe exa
gerarse, ya que los organismos alineados con el "Consenso de 'Washington”
suelen ser los más influyentes en la internacionalización de la política econó
mica y social. Así, Deacon y Hulse (1997; 47) han destacado algunas conver
gencias entre las políticas de la UE y la OCDE, en la medida en que la UE ha
descubierto el impacto negativo sobre la competitividad de las políticas socia
les del EN B K y la Dirección de Educación, Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales
de la OCDE ha venido a reconocerlos beneficios económicos de los programas
más amplios de complemento a los ingresos. Su desarrollo, mediado por una
cada vez más densa telaraña de redes de poder paralelas, es reflejo de la cre
ciente formación de una clase capitalista trasnacional preocupada por asegurar
las condiciones de la acumulación de capital en la escala mundial. Todo lo cual
aparece asociado con un "nuevo constitucionalism o” (Gilí 1995, 20 0 1); es
decir, con la pretensión de establecer una nueva articulación entre lo econó
mico y lo político en una escala mundial, antes que en la mera escala nacional.
2 56
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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ROBERTJESSOP
«6o
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
262,
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
CUADRO 5.2
REESCALADO E INTERVENCIÓN ESTATAL
culancio así diferentes poderes, formas institucionales y capacidades regulatorias del Estado, y hacien
en la ubicación para fijar el capital móvil dentro de sus propios espacios económicos o para mejorar la
competitividad interurbana, interregional o internacional de los capitales con base en su propio terri
torio.
negociación íntertriádica.
í 63
ROBERT JESSOP
NOTAS
1. Empleo el término posfordismo (post-Fordism) para referirme al tipo ideal de régimen "posterior-
fordista” (After-Fordist) que se caracteriza por la coherencia estructural; y empleo el término "poste-
rior-fordismo" (After-Fordism) para los regímenes posterior-fordistas realmente existentes donde,
al no haberse establecido aún un nuevo régimen de acumulación y un nuevo modo de regulación,
aparecen marcados por una permanente incoherencia relativa.
2. En (el Estado nación] las diferencias quedan asimiladas, destruidas o atribuidas a guetos, a enclaves
delimitados por fronteras tan claras que permiten a la nación reconocer estas diferencias aparente
mente singulares y claramente cercadas dentro de sí misma, reafirmando simultáneamente la
homogeneidad privilegiada del resto, así como la diferencia entre ella m ism ayio que yace más allá de
sus fronteras” (Tolcilyan 1991: 6).
3. El ciberespacio, en realidad, está lejos de presentar una distribución o acceso homogéneos para
todos, y posee raíces en lugares concretos.
4. "Whitehead, citado por Harvey, afirma que "existe un número indefinido de series temporales dis
cordantes y un número igualmente indefinido de espacios distintos” . Por ello, es importante evaluar
cómo "los múltiples procesos fluyen conjuntamente para construir un único, aunque multifacético,
sistema espaciotemporal consistente y coherente” (Harvey 1996: 2,60).
5. Esta precisión resulta importante porque el fordismo atlántico supuso un paso atrás frente a los
niveles anteriores de intemacíonalización o globalización.
6. La siguiente enumeración se inspira en Harvey (1989: 9-10).
7. El presente análisis parte de un proyecto del ESCR realizado junto con Colin Hay, que participó acti
vamente en la creación de la inicial tipología cuádruple a partir de la cual se ha desarrollado la séx-
tuple que ahora se presenta (Beca ESCR L3n:?53o3s¡).
8. Interméstico (Intermestic) es un concepto acuñado por Duchacek para referirse al área expandida de
conexión internacional entre autoridades locales. Véase Duchacek et álii 1988.
CAPÍTULO 6
DE LA ECONOMÍA MIXTA A LA METAGOBERNANZA
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ROBERT JE S S O P
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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ROBERTJESSOP
268
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
creciente importancia del concepto monetario del capital (véanse los capítu
los a y 3). Ahora bien, su resonancia está tam bién enraizada más profunda
mente en la naturaleza general de las form aciones capitalistas. De ahí que
liberalism o puede ser considerado una filosofía más o menos "espontánea”
dentro de las sociedades capitalistas, en la m edida en que ofrece un im agina
rio económico, político y social casi autoevidente y convincentemente natu
ral, que se corresponde con los rasgos generales de la sociedad burguesa. Más
precisamente, es consistente con cuatro de estos rasgos.
El prim ero de ellos es la institución de la propiedad privada, es decir, la
ficción jurídica del control y la pertenencia privada autónomos de los facto
res de producción. De esta forma, se estim ula a los dueños de esta propiedad
individual y a quienes disponen de m ercancías ficticias como la fuerza de
trabajo, los recursos naturales y, en especial en las aproximadamente dos
últimas décadas, la propiedad intelectual, a considerarse con derecho a
em plear o enajenar su propiedad en la form a en que consideren convenien
te, sin tomar en consideración la interdependencia sustantiva de sus activi
dades en una econom ía y en una sociedad de mercado. En este reino, "rein a
la Libertad, la Igualdad, la Propiedad y Bentham, ya que tanto el comprador
como el vendedor de una m ercancía, digam os de la fuerza de trabajo, sólo
aparecen constreñidos por su propio libre albedrío” (Marx 1996: 186). En
segundo lugar, y relacionado con lo anterior, hace su aparición la "libre elec
ción” en el consumo, ya que quienes disponen del suficiente dinero pueden
decidir qué quieren com prar y cómo gastarlo. En tercer lugar, la separación
institucional y la autonomía operativa de la econom ía y del Estado hacen que
la intervención de este último parezca una introm isión exterior en las activi
dades de unos agentes, de otro modo, económ icam ente libres. En principio,
puede tratarse de una condición extraeconóm ica mal recibida pero necesaria
para un mercado libre ordenado. Sin embargo, sí se lleva más allá de la d efi
nición socialm ente prevalente acerca de su papel aceptable como guardián
nocturno m ínim o, aparecerá como un obstáculo al libre mercado o como
opresión política directa. Lo cual, obviam ente, sucederá incluso en mayor
grado cuando la intervención estatal, aunque no traspase este mínimo
socialmente aceptado, afecte intereses particulares inm ediatos. Y, en cuarto
lugar, debemos considerar la estrecham ente relacionada separación institu
cional entre sociedad civil y Estado. Con ella se estimula la creencia de que la
intervención estatal es una introm isión en las opciones form alm ente libres
de m iem bros particulares de la sociedad civil, una vez que se han establecido
las condiciones para el orden social.
269
ROBERTJESSOP
27°
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
271
ROBERTJESSOP
(véase el capítulo 2). Una tercera fase del corporativism o asistió a la aparición
del tripartism o en el contexto del fordism o atlántico de posguerra, y se asocia
con los ENBK. Surgido durante la reconstrucción de la Europa de posguerra
como alternativa al fascism o y al capitalismo liberal, fue defendido por los
democratacristianos y los conservadores ingleses de "Una Nación” , así como
por los socialdemócratas. Y reapareció de nuevo en algunas economías del
fordismo atlántico en los años sesenta y setenta, con la esperanza de moderar
las incipientes tendencias estanflacionistas (véase el capítulo 2). La cuarta
variante del corporativismo adquirió importancia en los años ochenta y noven
ta, y es probable que siga expandiéndose en la próxima década. Aunque es
menos frecuente discutirla en térm inos corporativistas (en parte, como conse
cuencia de su negativa asociación a las crisis de los años setentay a los sin d i
catos), en la actualidad existe un reconocim iento cada vez más general de la
existencia de pactos sociales corporativistas en los regím enes de bienestar
europeos en diferentes escalas. A ello se hace referencia en térm inos de
redes, partenariado público-privado, alianzas estratégicas, colaboración
interorganizativa, autorregulación regulada, accionariado social, solidarida
des productivas, coaliciones productivas, regiones de aprendizaje, economía
social y democracia asociacional.
Esta reaparición del corporativismo, aunque en distintas presentaciones, se
debe, como la reaparición del liberalism o, a ciertos rasgos materiales de las
formaciones capitalistas. Se trata de los m ism os rasgos que tienden a generar
límites a una forma de organización capitalista basada únicamente en el m er
cado, y que ya se especificaron antes. De form a resumida y para evitar repeti
ciones innecesarias, se trata de: (1) la creciente socialización de las fuerzas de
producción, a pesar de la continuidad de la propiedad privada de los m edios
de producción; (3) los dilemas que plantea el interés compartido de las clases
y grupos de productores en la maximización de los ingresos totales y el conflic
to sobre su distribución; (3 ) la necesidad de consultas entre fuerzas operativa y
organizativamente separadas pero funcionalmente interdependientes, acerca
del impacto económico de las políticas estatales y de la repercusión política de
la toma privada de decisiones económicas-, y (4.) los problemas generados por la
naturaleza de la sociedad civil como esfera de los intereses particulares. Cada
una de estas cuatro bases resulta inherentem ente contradictoria y provoca
inestabilidades en las propias tendencias corporativistas que ayudó a generar.
Encontramos aquí una parte importante de la explicación de los ciclos recu
rrentes de auge del corporativismo, caída y regreso bajo una forma diferente.
Este patrón puede detectase en los ciclos de políticas corporativistas dentro de
272
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
1A PARADOJA DE LA GOBERNANZA
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E t FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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R08ERTJESSOP
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EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
Los análisis del mercado y los fallos del Estado parecen con frecuencia d es
cansar en posiciones teóricas y político-ideológicas diam etralm ente opues
tas. Sin embargo, asumen ciertas presunciones de base. Am bas suponen una
distinción dícotómíca público-privado y una concepción de suma cero de las
correspondientes esferas del mercado y el Estado. De este modo, los críticos
de los fallos del Estado consideran, de un lado, a la economía como el lugar de
los intercam bios voluntarios y mutuamente ventajosos entre agentes econó
m icos autónomos, iguales y form alm ente lib res; por otro, ven al Estado
como dependiente de una coacción organizada que invade las libertades
privadas de los ciudadanos (especialmente en su condición de agentes econó
m icos). Por el contrario, los críticos de los fallos del mercado consideran al
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280
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
281
ROBERT JESSOP
TABLA 6.1
MODALIDADES DE LA GOBERNANZA
283
ROBERT JESSOP
384,
E t FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
mercado mundial. Esto ha provocado una preocupación cada vez mayor por la
competitividad económica internacional (al menos mediante la certificación
para establecer las m ejores prácticas) y por la intervención en el lado de la
oferta, esta últim a inicialm ente para com plem entar la gestión nacional de
la demanda, y posteriormente como objetivo y medio primario de la interven
ción económica. Es más, dada la relativización de escalas señalada en los capí
tulos 3 y 5, los intentos de estabilizar la economía basada en el conocimiento
y de beneficiarse de dicha estabilización, se realizan en un número mucho m a
yor de escalas.
También han crecido el alcance e inclusividad imaginarios de la economía
que es preciso gobernar. Esto ya no se interpreta en sentido restringido sino que
se ha ampliado para incluir en el régimen del ENBK muchos factores adiciona
les considerados "no económicos” , pero que afectan al rendimiento económ i
co. Esta expansión se m uestra en conceptos tales como competitividad
estructural o sistémica, conceptos que señalan el impacto combinado de dife
rentes factores sociales sobre la competitividad. Por ello, los gestores estatales
intervienen en una cada vez más amplia gama de prácticas, instituciones, s is
temas funcionales y dominios del mundo de la vida, económicamente relevan
tes para mejorar la competitividad. Esto posee dos interesantes y paradójicos
efectos sobre el Estado. En prim er lugar, aunque aumente el ámbito potencial
de intervención del Estado con fines económicos, la consecuente complejidad
hace que la típica intervención vertical del ENBK de posguerra resulte menos
eficaz, lo que exige que el Estado se retire de algunas áreas de intervención y se
reinvente como condición para su intervención efectiva en otras (Messner
1998). Y, en segundo lugar, aunque aumenta el número de actores cuya coope
ración se requiere para el éxito de la intervención estatal, también aumentan
las presiones dentro del Estado para crear nuevos sujetos que actúen como
socios. De este modo, los Estados tratan en la actualidad de transformar las
identidades, intereses, capacidades, derechos y responsabilidades de las fuer
zas económicas y sociales, para que se conviertan en agentes más flexibles,
capaces y fiables de las nuevas estrategias económicas del Estado, ya sea en
colaboración con el Estado y/o entre sí, o como sujetos emprendedores autó
nomos en la nueva economía basada en el conocimiento (Barry et álii 1996;
Deakin y Edwards 1998; Finer 1997)-
Esto también se refleja en la transferencia de paradigmas tecnoeconómi-
cos desde las empresas a campos más amplios de la gobernama. La transferen
cia se produce al menos de dos maneras: mediante la simple extensión de los
paradigmas tecnoeconómicos del sector privado a las organizaciones del sector
ROBERT JESSOP
386
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
política social tenía como premisa el pleno (o casi pleno) empleo, el trabajo
durante toda la vida (aunque no necesariamente con el mismo empleador) con
un salario fam iliar para los trabajadores varones, y la fam ilia nuclear patriarcal
como unidad básica de la sociedad civil (Esping-Andersen 1994). El ENBK se
basaba también, en un compromiso de clase entre el trabajo organizado y las
organizaciones empresariales, con el que el sindicalismo responsable y la
negociación colectiva permitían a los gestores gestionar, y a los trabajadores
beneficiarse del aumento en la productividad en su condición de perceptores
de salarios y bienestar. Existían, sin embargo, ciertos grupos marginados o
sobrecargados? en especial, las mujeres como amas de casa, madres y partici
pantes secundarias en la fuerza de trabajo, y tam bién los inmigrantes y otros
trabajadores (y sus familias) de segmentos desfavorecidos del mercado laboral
(Lewis 1998). Este patrón se vio minado tanto económica como politicamente.
La crisis del fordismo atlántico socavó la idea del pleno empleo, el salario fam i
liar y la división sexual del trabajo; igualmente, condujo a los gestores estatales
a considerar el salario social de forma creciente como un coste de la produc
ción internacional, más que como una fuente de demanda interna. El ENBK
también se vio afectado por el debilitamiento de la identidad y la solidaridad
nacionales que le dieron forma en su periodo inicial y que contribuyeron a sos
tener la coalición que lo defendía. Esto se reflejó en cambios en los valores,
identidades e intereses sociales asociados con el Estado de bienestar (véase el
capítulo 2). Estos desplazamientos han fragm entado la coalición de fuerzas
del ENBK, han provocado la demanda de formas más flexibles y diferenciadas de
políticas económicas y sociales, y han hecho surgir la preocupación por los
problemas de exclusión social y por la garantía del acceso durante toda la vida a
las prestaciones de un régimen de bienestar reestructurado (por ejemplo, for
mación de por vida).
En tercer lugar, la primacía de la escala nacional en la gobernanza econó
mica y social depende de la coincidencia de economía nacional, Estado nacio
nal y sociedad nacional, y de la supervivencia del Estado nacional como órgano
soberano. Esta coherencia estructural se ha visto debilitada. La economía
nacional se ha visto socavada por la internacíonalización, el crecimiento de
redes múltiples de ciudades mundiales, la formación de tríadas económicas
(como la UE), y el resurgimiento de las economías regionales y locales dentro
de los Estados nacionales (véanse los capítulos 3 y 5). Esta compleja articula
ción de las economías global-regional-nacional-local se relaciona con el
"vaciamiento” del Estado nacional, en la medida en que delega sus poderes
hacia arriba a los organismos suprarregionales o internacionales, hacia abajo a
287
ROBERT JESSOP
388
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
4. ¿FALLOS DE LA GOBERNANZA?
289
ROBERT JESSOP
público— tal como sucede en la coordinación coactiva por parte del Estado. El
punto principal de la gobernanza es que los objetivos se irán modificando
mediante la negociación y reflexión continuas. Lo cual sugiere que dentro de los
fallos de la gobernanza podemos incluir la incapacidad para redefinir los obje
tivos, ante el descuerdo continuado acerca de si aquéllos siguen siendo válidos
para los diferentes participantes.
Pero también es posible aplicar criterios procedimentales y sustantivos a
la heterarquía y valorar si producen resultados más eficientes a largo plazo que la
distribución de mercado, así como resultados más eficaces en la realización de
los objetivos colectivos en comparación con la coordinación coactiva de los
Estados. Esto exige una evaluación comparativa de los tres modos de coordina
ción en tomo a sus tres formas respectivas de racionalidad. Castells, el teórico
del capitalismo de la información y de la sociedad en red, ha defendido la supe-
rioridad de las redes en términos muy generales. Afirm a que la debilidad tra
dicional de las redes sociales estriba en que "tien en una considerable
dificultad a la hora de coordinar las funciones, de concentrar los recursos en
objetivos concretos y de gestionar la complejidad de una determinada tarea,
más allá de un cierto tamaño en la red” (3000a: 15). Esta es la razón, sostiene,
por la que podían verse superadas por organizaciones que confiaban en la
coordinación coactiva para la movilización de recursos, en torno a objetivos
definidos centralmente y perseguidos mediante cadenas verticales racionali
zadas de mando y control. Esta desventaja habría quedado definitivamente
superada en la actualidad, como consecuencia de la fusión de las nuevas TIC.
Estas permiten que las redes compriman el tiempo y el espacio para negociar y
ajustar sus objetivos en tiempo real y para descentralizar la responsabilidad de
su ejecución, lo que a su vez permite a las redes compartir la toma de decisio
nes y descentralizar la responsabilidad de su ejecución (Castells 3000a: 15).
Podría cuestionarse el elogio del milagro de las redes globales que perm iten las
TIC, considerando la importancia que siguen teniendo las divisiones verticales
del poder y la autoridad económica, así como las divisiones horizontales del
trabajo en las redes económicas y en el Estado en red. Pero no cabe duda de que
esta admiración ante los rendim ientos de la auto organización es compartida
por muchos, como puede comprobarse en el creciente interés en la heterarquía
(en todas sus formas) como mecanismo para reducirlos costes de transición de
la economía en casos de racionalidad limitada, interdependencia compleja y
especificidad de activos. También se refleja en un mayor interés del Estado en
el potencial de la heterarquía para mejorar la capacidad de garantizar los ob je
tivos políticos, compartiendo el poder con fuerzas exteriores a él y delegando la
290
E t FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
Existen muchas y buenas razones por las que las redes no conseguirán despla
zar totalmente a los mercados y las jerarquías como modos de coordinación de
la interdependencia compleja. Considerando que el presente libro se ocupa del
futuro del Estado capitalista, me concentraré ahora en tres grupos principales
de factores que pueden limitar el éxito del paso del gobierno a la gobernanza,
en lo relativo a la política económica y social. El prim er grupo afecta a todas las
formas de coordinación económica y social, y está inscrito en la naturaleza
misma del capitalismo. El último ha dependido siem pre del equilibrio contra
dictorio entre formas organizativas de mercado y no de mercado. Aunque esta
idea solía entenderse anteriormente en térm inos de equilibrio entre mercado
y Estado (una distinción basada en la separación institucional y en la autono
mía operativa de economía y política), la gobernanza no introduce un tercer
término neutral, sino que añade un nuevo lugar en el que es posible disputar
dicho equilibrio (por ejemplo, en térm inos de liderazgo en el partenariado
público-privado). Uno de sus aspectos es la medida en que las nuevas formas
de gobernanza ofrecen un nuevo lugar de encuentro para las lógicas de acumu
lación en conflicto y para la movilización política. Es ésta una de las razones por
las que la promesa de aparente sim etría en la autoorganización reflexiva apenas
llega a completarse cuando está en juego la gobernanza de la acumulación de
capital. Esto es asi ya que existen importantes asimetrías estructurales en la
relación capital-trabajo y en las formas de interdependencia entre las condi
ciones económ icasy extraeconómicas para la acumulación de capital. Es p re
ciso añadir dos cuestiones más. Deberíamos recordar que la lógica de la
291
ROBERTJESSOP
292
1
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
5. M ETAGOBERNANZA
393
ROBERTJESSOP
394
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
en los asuntos del rediseño institucional del mecanismo del mercado, su incrus
tación en mecanismos ajenos al mismo y las condiciones de máxima racionali
dad de las fuerzas del mercado. También podemos encontrar mercados dentro
del mercado, lo que puede conducir a la creación de "regím enes de convenien
cia” , aúna "carrera a la baja” competitiva y liberalizad ora o, bajo ciertas condi
ciones, a una "carrera al alza” para crear las condiciones más favorables para
una intensa competencia (véase el capítulo 3 ). Más aún, dado que el mercado
funciona a la sombra de la jerarquía y/o la heterarquía, se han intentado m odi
ficar los mercados, sus apoyos institucionales y sus agentes, para mejorar su
eficiencia y para compensar sus fallos o inadecuaciones.
(^) En segundo lugar aparece la metaorganización. Se trata del rediseño
reflexivo de las organizaciones, de la creación de organizaciones de interm e
diación, de la reordenación de las relaciones interorganizacionales y de la ges
tión de las ecologías organizacionales (en otras palabras, la organización de las
condiciones de evolución organizacionales en los casos de coexistencia, com
petencia, cooperación o coevolución de muchas organizaciones). Los gestores
organizacionales reflexivos pueden cumplir funciones metaorganizacionales
por sí mismos (por ejemplo, mediante la "m acrogestión” y la innovación orga-
nizacíonal) o dirigirse a supuestos expertos tales como abogados constitucio-
nalistas, economistas de la elección pública, teóricos de la administración
pública, think-tanks, defensores de la planificación reflexiva, especialistas en
evaluación política, etc. Esto se refleja a su vez en el rediseño, reescalado y
adaptación permanentes, en ocasiones de ruptura y en ocasiones más conti-
nuista, en el aparato del Estado y en la forma en que se inserta dentro del sis
tema político en su conjunto.
(3 ) En tercer lugar, la metaheterarquía. Se refiere a la organización de las
condiciones de la autoorganización, mediante la redefinición del marco para la
heterarquía o la autoorganización reflexiva. En ocasiones (incluyendo, hay que
admitirlo, en mis propios trabajos), se ha llamado también a la metaheterar
quía " metagobernanza ” , término que resultaría preferible reservar para lo que
Dunsire (1996) llama colibración y que puede entenderse como un concepto
paraguas para el rediseño de las relaciones entre los diferentes modos de
gobernanza. Incluye desde la creación de oportunidades para la sociabilidad
espontánea (Fukuyama 1995; véase tam bién Putnam 3000) a la introducción
de innovacionesparam ejorar la "densidad institucional” (A m inyThrift 1995).
(4) En cuarto y último lugar, aparece la metagobernanza. Se trata de la
rearticulación y colibración de los diferentes modos de gobernanza. Los aspec
tos clave para quienes contribuyen a la metagobernanza son: "(a) cómo hacer
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ROBERT JESSOP
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E t FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
6. FALLOS EN LA M ETAGOBERNANZA
297
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*99
ROBERT JESSOP
3oo
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
NOTAS
i . Existen tres acercamientos principales a la explicación de los milagros económicos de Asia Oriental:
una interpretación liberal que pone el acento en la emancipación de las fuerzas del mercado, una
interpretación estatista que destaca el papel del Estado desarrollista y una versión cultural que se
concentra en las especificidades del capitalismo confuciano. Sin embargo, y pese a sus diferencias
interpretativas, los tres enfoques adoptan el paradigma merca do - Es tado - s ocié dad civil. En ellos se
ignora basta qué punto falta en las sociedades asiáticas esa clara separación institucional entre mer
cado y Estado que se proclama típica de las sociedades occidentales; basta qué punto carecen de un
claro Estado soberano jerárquicamente organizado, y en qué medida está ausente una sociedad civil
burguesa con un individualismo intensamente desarrollado. Todo esto implica que estas interpreta
ciones ignoran también las redes de fuerzas económicas y políticas que atraviesan las fronteras
público-privado y que despliegan recursos económicos y políticos para lograr objetivos políticos y
económicos concretos; y pasan por alto hasta qué punto son las identidades colectivas antes que las
individuales las que configuran sus orientaciones en el mundo de la vida.
Z. El concepto de "libertad formal" se emplea aquí con el fin de realizar una comparación implícita con
la falta de una libertad sustantiva completa como consecuencia de las múltiples restricciones que
limitan la libertad de elección. Con todo, la institucionalización de la libertad formal constituye un
importante logro político y un elemento central de la ciudadanía liberal, además de una precondi-
ción para las economías de mercado.
3. La acumulación primitiva no es un acontecimiento único que termina una vez que han quedado esta
blecidas las condiciones de autovalor iza ción del capital, sino que sigue teniendo un papel perma
nente en la posterior acumulación de capital (véase deAngelis 1999). Contodo, su importancia varía
como lo demuestra su reciente auge en la mercantilización de los bienes comunes intelectuales.
4,. Quasi Autonomous Non Governmentaí Organisation, QUAsi Non-Governmental Organisation
(Organismo Gubernamental Cuasi Autónomo u Organismo Cuasi No Gubernamental) como, por
ejemplo, las Comisiones Nacionales de Valores o Jas Comisiones Nacionales de Energía Atómica o,
en el modelo neoliberal, incluso los Bancos Centrales. [N. de los TI'.]
5. "Dado que todo proyecto forma parte siempre de un conjunto mayor, aparece siempre entremezcla
do con la actividades de otros, por lo que no es posible garantizar que tales proyectos, pese a estar
conectados, resulten completamente consistentes unos con otros” (Malpasy Wickham 1995; 46).
3 oi
CAPÍTULO 7
3o 3
ROBERT JESSOP
3°4
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
3o 6
EL FUTUR O DEL ESTADO CAPITALISTA
307
ROBERT JESSOP
el RPTS está más preocupado por favorecer servicios de bienestar que b en efi
cien a los negocios, degradando por tanto las necesidades individuales a un
segundo plano. La subordinación trabajista (workfare) de la política social a la
economía es más probable cuando dichas políticas afectan a la población tra
bajadora actual o futura. Esta es la razón de que las políticas del mercado de
trabajo, educativas y de formación desem peñen un papel tan importante en la
estrategia trabajista. Desde luego, la preocupación por la formación y el funcio
namiento del mercado laboral ha sido desde antiguo un rasgo de la participa
ción del Estado en la reproducción social de la fuerza de trabajo, pero el RPTS
concede mayor importancia a la flexibilidad y le otorga un nuevo sentido
(Ainley 1997), además de redefinir la naturaleza de las habilidades y com pe
tencias que la educación y la formación deben aportar. Por ello, el Estado trata
igualmente de (re)constituir los agentes que se espera que sirvan como socios
en la economía innovadora, guiada por el conocimiento, emprendedora y fle
xible, y en su correspondiente régimen de trabajo, auto suficiente, autónomo y
empoderado (para un ejemplo reciente, véase Blair y Schróder 1999).
El trabajismo se asocia también con la presión a la baja sobre el gasto publi
co que se refleja en la reducción absoluta o relativa del mismo o, en su defecto,
en vigorosas medidas de reducción de costes. Esto sucederá con mayor probabi
lidad cuando el gasto social se refiera a quienes no son miembros (potencial
mente) activos de la fuerza de trabajo o la han abandonado. Ello resulta
particularmente evidente en el reciente tratamiento de las pensiones (el capítu
lo individual más abultado en los presupuestos del bienestar), y conlleva un
asalto sistemático y creciente a los derechos de pensión tanto en el sector públi
co como en el privado. También puede apreciarse en el servicio de saluda Los
recortes en gasto social son más probables cuando el salario social es considera
do como un coste de producción relacionado más con las demandas populistas y
la ingeniería social que con el resultado económico. Igualmente cuando se ve
como una deducción improductiva de los ingresos que podrían ser invertidos
más adecuadamente por los agentes económicos individuales en el mercado,
además de entenderse como una fuente de rigidez en el sector productivo. Por el
contrario, es menos probable que se den esos recortes cuando se pone menos
énfasis en los costes absolutos o relativos de los factores de producción, y más en
su contribución relativa al resultado económico; cuando se insiste menos en la
dimensión económica y más en la extraeconómica de la competitivídad; cuando
se enfatiza menos el coste fiscal inmediato del gasto social y más su contribución
a largo plazo a la producción; e, igualmente, cuando se insiste m enos en la
naturaleza inm ediatam ente im productiva del gasto social y más en su papel
3o 8
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
TABLA 7.1
309
R08ERTJESSOP
que ocupan los prim eros lugares en las filas de candidatos a nuevos Estados
miembros, resulta particularmente evidente-, pero también puede apreciarse
en su interés en las políticas sociales y económicas de los Estados miembros
asociados y de Africa del Norte (véanse Deacon 1995, 1996, 2 0 0 1; de Swaan
1992; Leibfried 1993-, Wilding 1997)- En el nivel de laU E se están imponiendo,
además, nuevas y más duras restricciones sobre las economías nacionales y la
gobernanza social, en especial mediante las norm as del Mercado Unico
Europeo, los criterios de convergencia económica de Maastricht y los requisi
tos de la Unión Monetaria Europea. Reflejo de ello es la tendencia a la europei
zación de las políticas del mercado laboral, la transformación de los acuerdos y
convenios corporativistas nacionales y el desarrollo de pactos sociales. Lo que
emerge en este contexto es una serie multínivel de regímenes de gobierno y de
gobernanza, orientados a la rearticulación ínterescalar de lo económico y lo
político, siendo la UE tan sólo uno de estos regímenes emergentes (Poulantzas
1978; Jessop 2000). Al mismo tiempo, se produce una tendencia a devolver la
adopción de ciertas políticas económicas y sociales a los niveles regional, urba
no y local, sobre la base de que las políticas dirigidas a influir sobre el lado
microeconómico de la oferta y sobre la regeneración social reciben un mejor
diseño en las proximidades de sus lugares de ímplementación. En algunas oca
siones, esto supone la cooperación transfronteriza entre espacios regionales,
urbanos o locales. En estos tres aspectos, los regím enes de regulación se han
hecho, por tanto, más posnacionales. Sin embargo y paradójicamente, puede
llevar a un mayor protagonismo de los Estados en el control de la transferencia
interescalar de dichos poderes, lo que sugiere un desplazamiento desde la
soberanía al rol deprimus interpares en las relaciones íntergubernamentales.
El momento posnacional de la reestructuración de la política y la econo
mía, se ve complicado como consecuencia de la proliferación de escalas y de la
relativización de las mismas con la que se asocia. Existen importantes diferen
cias entre las tríadas a este respecto. El TLC es fundamentalmente un sistema
continental de comercio basado en la dominación de Estados Unidos como
economía cuasicontinental (que incluye dentro de sí diferentes economías
regionales con diferentes niveles económicos), con Ganadáy México progresi
vamente obligados a internalizar las normas de producción y consumo de
Estados Unidos, así como a buscar como m ejor puedan un lugar en la em er
gente división continental del trabajo. La tríada de Asia Oriental ha desarrollado
una división regional del trabajo de creciente importancia, organizada p riori
tariamente sobre la hegemonía regional japonesa pero que carece de m ecanis
mos institucionales coherentes para garantizar su coordinación efectiva, al
di o
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
Como todos los tipos ideales, el ENBK y el RPTS se han elaborado mediante la
acentuación unilateral de ciertos rasgos empíricamente observables (en este
caso, los de las formaciones sociales del fordism o atlántico) para construir un
fenómeno social lógicamente viable. Con esto no se quiere decir que se parta de
una observación ingenua, teoréticamente inocente, de las apariencias superfi
ciales, sino que por el contrario se parte de una reconstrucción reflexiva, teo
réticamente informada de las tendencias y contratendencias básicas, y de un
intento de anclarlas en los mecanismos causales subyacentes3. Acentúan cier
tos rasgos distintivos de un fenómeno para identificar aquello que le brinda su
coherencia estructural (incluyendo, quizá, un patrón de incoherencias deriva
do de las contradicciones estructurales, de los dilemas estratégicos y de las
paradojas discursivas dotadas de especificidad histórica) y señalan sus tenden
cias distintivas de desarrollo. En este sentido, pretenden servir más como
puntos de referencia —teoréticamente inform ados— para los análisis em píri
cos, que como sustitutivos de dichos análisis, y perm itirnos así establecer rela
ciones entre estos análisis y un análisis realista crítico de la economía política
del capitalismo. Estos tipos ideales unilaterales nunca se hacen reales por
completo. De este modo, ni el tipo ideal de ENBK ni sus diferentes subtipos se
dieron nunca en su forma pura en el fordism o atlántico. Del mismo modo,
construir un tipo ideal de RPTS no presupone que existan realmente ejemplos
de RPTS en su forma pura, ni im plica que los posibles desplazamientos a lo
largo de sus diferentes dim ensiones se produzcan de manera regular y a un
mismo ritmo. De hecho, existe una importante diferencia en la búsqueda de
soluciones a los problemas del fordism o atlántico y del ENBK. No se trata de un
movimiento unidireccional ni de una convergencia multilateral entre todos los
regímenes nacionales. Lo que existen son mezclas de estos tipos dependientes
de su trayectoria anterior (fundidos con algunos rasgos incidentales o acciden
tales) que deben ser objeto de consideración en toda su complejidad, más que
unilateralmente. Aunque los rasgos característicos del RPTS aparecen más cla
ramente en esta comparación más bien eurocéntrica con el ENBK, existen
importantes ejemplos en Asia Oriental de su desarrollo, en ausencia de forma
3x3
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
alguna de ENBK con mayor o menor tendencia a la crisis. De hecho, estos últi
mos ejemplos se utilizaron durante un tiempo —antes de la llamada Crisis
Asiática— como modelos para resolver las tendencias a las crisis occidentales.
Conviene formular cuatro comentarios sobre este tipo ideal de RPTS. En
prim er lugar, la elección del término para la forma estatal emergente pretende
m arcar el contraste con el ENBK en la forma más clara posible. Por tanto, el
tipo ideal de RPTS establece una clara ruptura con el ENBK en la medida en que
(i) el pleno empleo nacional pierde su prioridad en favor de la competitividad
internacional; (2) los derechos de bienestar redistributivo ocupan un segundo
lugar tras la reordenación productivista de las políticas sociales? (3 ) la prim a
cía del Estado nación cede ante ciertas actividades del Estado en otras escalas-,
y (4) la gobernam a tiene más relieve en una sociedad negociada y en red que la
que posee el gobierno en la economía mixta. Naturalmente, en la práctica esta
oposición resultará menos marcada. Esta contraposición puede justificarse en
términos cx'íticosy en térm inos heurísticos, frente a una persistente tendencia
entre algunos estudiosos a indicar que el keynesianismo internacional podría
restaurarlas condiciones de expansión mundial o que el Estado de bienestar es
un logro histórico irreversible al cual no habría afectado mayormente la globa-
lización4. Mi intención al desarrollar este concepto alternativo es mostrar que
aunque el tipo capitalista de Estado se ve necesariamente implicado en el ase
guramiento de las condiciones para la reproducción económica y social, no
tiene por qué hacerse en forma de ENBK. De hecho, la actual reestructuración
parece exigir para el capital la ruptura con aquél. El hecho de que algunos
Estados sean incapaces de efectuar los cambios necesarios, sólo impugnaría
este argumento si fueran capaces de seguir compitiendo con éxito en la nueva
economía global, manteniendo al m ismo tiempo su forma anterior.
En segundo lugar, los dos tipos ideales presentan los rasgos distintivos del
EN BKy del RPTS, respectivamente, por oposición a todos sus rasgos histórica
mente existentes, dominantes en la actualidad o de posible existencia futura.
Por ejemplo, al designar al Estado de posguerra como "keynesiano” y enfatizar
consiguientemente su papel en el lado de la demanda, no quiere decirse que el
ENBK no tuviera políticas sobre la oferta. Como se indicó en el capítulo 3, tam
bién promovió una infraestructura nacional uniform e como base para la gene
ralización de las normas fordístas de producción y consumo, al igual que para
reducir el desarrollo nacional desigual. También contribuyó a la innovación
tecnológica mediante un mayor apoyo a la ciencia, una expansión masiva de la
educación superior sobre líneas fordistas y, en ocasiones, mediante el apoyo
militar al I+D. Ahora bien, existen importantes diferencias en la relación entre
3i 3
ROBERT JESSOP
B14
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
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3 i6
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
NE0 L1BEHALISM0
3i ?
R08ERT JESSOP
esta estrategia en otros espacios económicos y políticos, los efectos del proyec
to neoliberal global siguen actuando mediante su contribución a la creciente
dominación ecológica de la acumulación de capital y la dominación económica
de las fracciones de capital que se benefician de este proyecto.
El neoliberalismo trata de promover una transición regida por el mercado
hacia un nuevo régimen económico y social. Para el sector público, esto im pli
ca la privatización, la liberalizacióny la im posición de criterios comerciales en
un sector estatal residual; para el sector privado, supone la desregulación y un
nuevo marco legal y político que sirva de soporte pasivo a las soluciones de
mercado. A su vez se refleja en la promoción estatal de los mercados laborales
de despido libre y de horarios y salarios flexibles; en el crecimiento de los gas
tos fiscales guiados por iniciativas privadas basadas en los subsidios fiscales
para las actividades económicas privilegiadas; en las medidas destinadas a
transformar el Estado de bienestar en un mecanismo de apoyo y subsidio a los
salarios bajos, y a reorganizar la fuerza disciplinaria de las medidas y progra
mas de seguridad social-, y en una reorientación más general de la política eco
nómica y social hacia lo que se perciben como necesidades del sector privado.
Asociadas a estas medidas aparece el repudio de la participación social en favor
de las prerrogativas de los gestores, las fuerzas del mercado y un Estado fuerte.
El neoliberalismo también supone un enfoque cosmopolita que da la bienveni
da a la internacionalización del espacio económico interior en forma de inver
siones interiores y exteriores, y que aboga por la liberalización del comercio y
las inversiones internacionales dentro de los bloques regionales o de forma
más general. Se supone que la liberación del espíritu animal de los em prende
dores producirá innovación de forma espontánea, según vayan disfrutando de
las ventajas de los incentivos del nuevo clima guiado por el mercado y de una
promoción estatal más general de una cultura de empresa. A su vez, la com pe-
títividad nacional es entendida como el efecto agregado de la competitívidad
macroeconómica de las empresas individuales. De esta forma, apenas se apre
cia una preocupación estatal por m antener una serie profunda y coherente de
competencias económicas centrales en la economía nacional, y/o sistemas
adecuados de innovación nacional o regional que sirvan de base para la compe-
titividad estructural. En este contexto, se espera que los aparatos estatales loca
les e internacionales actúen como relés para el enfoque guiado por el mercado
hacia la innovación y el trabajismo. Aunque a veces se afirm a que el neolibera-
lismo supone un regreso al libre mercado y al Estado liberal, ninguna de estas
dos cosas es realmente factible en las condiciones actuales. Por el contrario,
suele implicar la subordinación de las empresas pequeñas y medianas a nuevas
3i 8
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITAUSTA
NEOCORPORATIVISMO
319
ROBERTJESSOP
CUADRO 7.1
Neotiberatismo
Neocorporativismo
Neoestatismo
Neocomunitarismo
NEOESTATÍSMO
321
ROBERT JESSOP
NEOCOMIJNITARISMO
3zz
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
COMBINACIÓN DE ESTRATEGIAS
Estas cuatro estrategias han sido formuladas como tipos ideales basados en
observaciones em píricas teoréticamente informadas y, como tales, no se dan
en ningún lugar en su forma pura. Por el contrario, los elementos de esas dife
rentes estrategias para la transición hacia una economía globalizadora basada
en el conocimiento suelen aparecer combinados en los casos reales. Esto puede
apreciarse en todos los niveles de la intervención política. Por ejemplo, m ien
tras que las principales organizaciones internacionales y supranacíonales sue
len obedecer a una estrategia neoliberal en el rediseño de la economía
mundial, siguen existiendo diferencias entre ellas, así como cierto grado de
fluctuación en el peso que se otorga a los diferentes elementos de estas cuatro
estrategias. Por ejemplo, Deacon, que ha trabajado especialmente la globaliza-
ción de la política social, ha señalado que:
sigue habiendo interesantes desplazamientos en La posición de cada
jugador individual en el debate. El FM l se ha tomado más en serio la
dimensión social de la globalización, tratando de establecer si un cierto
grado de igualdad resultaría beneficioso para el crecimiento económico. El
Banco Mundial ha presentado más claramente su enfoque de gestión del
riesgo para la protección social en el contexto de la globalización. La OCDE
advierte ahora de que la globalización puede conducir a la necesidad de
más y no de menos gasto social. La OITha comenzado a dar signos de estar
realizando concesiones a la visión del Banco Mundial sobre la seguridad
social. Más recientemente, el papel de la Organización Mundial del
Comercio y sus creencias acerca de la conveniencia de forjar un mercado
global de provisión de servicios sociales j de salud está adquiriendo una
preeminencia de la que carecía en el pasado h o o i: 6o~i].
3^3
R 0 8E R TJ8S 50P
etc., al igual que para crear un espacio de innovación europeo. Se trata del
momento más obviamente schumpeteriano de la estrategia económica de la
UE. También dentro del marco neoliberal, encontramos una emergente estra
tegia neocorporativista orientada hacia una Carta Social que impida el "dumping
social" y que apuntale los intentos de recualificación y readiestramiento de los
trabajadores a la búsqueda de un trabajo más flexible y fiable (Falkner 1998;
G rahly Teague 19 9 1; Perrin 1988). Se trata de una importante medida de flan
queo para la estrategia de formación del mercado neoliberal y, aunque todavía
no se encuentra muy institucionalizada, podría servir de base para im pedir
ulteriores pasos en la pendiente neoliberal. Y, por último, nos encontramos
con que la UE está activamente comprometida con la promoción de la econo
mía social en áreas más reducidas para combatir la exclusión social.
Este tipo de combinación de enfoques no necesariamente es síntoma de
eclecticismo o incoherencia. De hecho, la CE llegó a sostener hace diez años
(no sin insinuar una especial súplica y elusión política) que los elementos neo
liberales de su estrategia podían considerarse como el catalizador de la com pe
titividad estructural, m ientras los elem entos neoestatístas serían sus
aceleradores. También insinuaba que algunos aspectos del proyecto neocorpo
rativista podían ser vistos como requisitos del ajuste estructural y de una mejora
en la competitividad, en la medida en que promueven la cohesión económica y
social (Comunidades Europeas 19 91: s;3 )7. No es preciso tomarse estas afirm a
ciones en sus propios términos. Algo menos caritativamente, podríamos v e r
los como poco más que un signo de confusión y de estar intentando salir del
paso. Más plausiblemente podríamos considerarlas como una expresión de los
compromisos inevitables en cualquier estrategia de acumulación o en cual
quier proyecto estatal. Aunque también podría existir una coherencia estruc
tural más profunda en esta estrategia, cuando se la examina desde el punto de
vísta de los intentos de construir un nuevo arreglo espaciotemporal alrededor
de la prim acía del espacio económico europeo. En este contexto, el Mercado
Unico Europeo es un mecanismo neoliberal que pretende institucionalizar el
espacio económico europeo y blindar el concepto monetario de capital como
el eje primario sobre el que podrían definirse y tratar de alcanzarse las estrategias
de acumulación futuras. Con ello se integra la triada europea en el emergente
mercado mundial neoliberal activamente promovido desde los EE UU y las
organizaciones internacionales en las que es hegemónico. En este sentido, el
proyecto neoliberal es el que sirve para vincular la economía mundial, el espa
cio económico europeo y la cada vez más intrincada red de espacios económ i
cos por debajo del nivel europeo. Sin embargo, dado que el mecanismo de
3^4
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
3^5
ROBERTJESSOP
5. POSFORDISMO Y EL RPTS
El ENBK actuó como soporte estructural clave durante todo el largo boom de
posguerra, y entró en crisis al tiempo que el régim en de acumulación del fo r
dismo atlántico con el que se asocia. De hecho, esas crisis están relacionadas
y se alimentan recíprocamente. Así, conforme se desplegaba la crisis del
ENBK y fracasaban los esfuerzos por restaurar las condiciones del crecim ien
to de posguerra mediante la austeridad económica y el recorte social, en un
intento de controlar la inflación y reducir el gasto público, el énfasis se d es
plazó para tratar de reestructurar y reorientar el Estado a la luz de la nueva
percepción sobre las condiciones de la expansión económica. En la medida en
3^6
EL FUTURO DEL ESTACO CAPITALISTA
327
ROBERT JESSOP
3^8
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
GRÁFICA 7.1
fntervencián estatal
3^9
ROBERTJESSOP
Fases
I, III, V » Fase final del régim en de acumulación vigente y de su modo de
regulación. Los altos niveles de intervención estatal se derivan de la
com binación de las m edidas inducidas por la crisis para m antener
la dinámica de la fase actual, de las medidas para desarrollar tanto las
fases normal como inducida por la crisis del estadio actual, y del sur
gimiento por ensayo-error de las form as normales de intervención
asociadas con la siguiente fase.
II, IV = Formas normales de intervención estatal asociadas con la nueva
fase tras su consolidación y antes de que se acumulen sus tendencias
de crisis.
Dado que estos cambios suponen macho más que un simple ajuste técnico, es
fácil comprender por qué la transición del ENBK al RPTS aparece siempre políti
camente mediada y a menudo resulta difícil. En este sentido, aunque mi punto de
arranque para el análisis de la transición está inspirado en la crítica marxista de la
economía política, resulta igualmente necesaria una crítica de la política, que ser
viría no sólo para interpretar las mediaciones políticas de la transición (así como
sus posibles efectos "conservación-disolución"), sino también el papel constitu
tivo de la política en, por un lado, la definición de los problemas para los que la
transición es una respuestay, por otro, en la redefinición tanto de los objetos como
de los sujetos de la gobernanza. Ello, a su vez, ayudaría a explicar por qué pese a la
tendencia a la desnacionalización del Estado y al desplazamiento del gobierno
a la gobernanza, los Estados nacionales siguen desempeñando papeles funda
mentales en la definición de la forma en que se alcanzan los requisitos económi
cos y sociales de la reproducción del capital. Son ellos los que tratan de determinar
qué funciones ascienden, descienden o se desplazan, y las condiciones para su
mantenimiento; e igualmente, los que tratan tanto de diseñar los mecanismos de
gobernanza, como de organizar la autoorganización.
Sin embargo, con esta nueva configuración de las contradicciones y la rela-
tivización de las escalas, no podemos estar seguros todavía de que se haya estabi
lizado una forma normal de Estado posfordista. Gomo mucho, habremos podido
indicar los rasgos más probables de esta forma del tipo de Estado capitalista en la
medida en que contribuya a garantizar las condiciones para la reproducción de
33 o
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
la acumulación del capital (véase el cuadro 7.?). Ahora bien, no puede pretender
se que eso constituya un análisis exhaustivo del tipo capitalista de Estado con
temporáneo, ni siquiera en el espacio económico y político del antiguo fordismo
atlántico. Se trataría de una tarea mucho mayor de la que sería posible acomodar
en un trabajo como el actual. Pese a todo, ya hemos desarrollado lo suficiente
nuestros argumentos como para ofrecer una solución a la paradoja de Offe.
CUADRO 7.2
í . Garantiza las condiciones generales externas para la acumulación de capital, tales como un orden
legal formalmente racional y la protección de tos derechos de propiedad. Un orden legal más reflexi
formas de aparición de las contradicciones estructurales y de tos dilemas estratégicos del capital, y
— Garantizando la mercantilización ficticia del espectro electromagnético, del ciberespacio. del patri
— Modulando una mercanlilizaclón ampliada impulsada por el mercado del dinero no estala!.
3. Garantiza ios derechos y capacidades del capital para controlar la mano de obra en el proceso pro
ductivo y para regular ios términos y condiciones de la relación capital-trabajo en el mercado laboral
y en el proceso laboral.
—■ Modificando los marcos regulatorios para facilitar tas diferentes formas de flexibilidad y movilidad
libración o reorientación en línea con las presuntas necesidades de una economía flexible, com
33 i
ROBERT JESSOP
4. Traza los límites entre lo económico y lo extra económico y modifica (os vínculos entre ías condiciones
capital, y generalizando esta noción mediante la adopción de una amplia gama de indicadores
internacionales de competitividad.
nómica.
— Enfrentándose a la resistencia de los sistemas extra económicos y dei mundo de la vida a ta colo
ras de capital intensivo con un plazo de recuperación muy amplio, adecuadas para la fase y variedad
correspondientes de capitalismo.
— Socializando las condiciones a largo plazo de la producción a medida que ios cálculos a corto plazo
— Planificando y subsidiando tos arreglos espaciales que benefician a las actividades del capital
formas de competencia basada en la ubicación, en un intento de fijar ei capital móvil dentro de tos
propios espacios económicos del Estado y de mejorar ta competitividad de los capitales interur
. 6. Gestiona la contradicción fundamental entre la naturaleza cada vez más social de las fuerzas produc
flujos de capital.
directa.
33 :?
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
movilidad internacional de las tecnologías, del capital industrial y comercial, de la propiedad inte
petitiva y conflictiva para definir las reglas de la armonización y estandarización tecnológica, jurí-
dico-politica. sociocuttural y medioambiental.
ciones de producción, lal como se expresa en la tensión general entre sociedad de la información
y economía de la información.
otras), reescalando y rearticulando así diferentes poderes estatales, formas institucionales y com
petencias regúlate rías y posibilitando que tanto estos como otros actores "salten de escala". Se
les privadas (incluyendo los regímenes internacionales) y las cambiantes fuerzas del mercado.
— Intentado, en sentido inverso, hacer encajar ciertos problemas no territoriales en estructuras espacia
les (por ejemplo, haciendo que los Estados nacionales asuman la responsabilidad del cumplimiento
de los acuerdos internacionales sobre calentamiento global por parte de otros Estados nacionales).
— Tratando de gestionar la tensión entre (a) los intereses del capital potencialmente móvil de redu
lograr que los ritmos y horizontes temporales del capitat resulten compatibles con sus propias
cio programado por ordenador, promoviendo 1a ciudad de 24 horas como centro de consumo, ges
8, Hace frente a tas repercusiones políticas y sociales más generales de tos cambios en las formas de
aparición de las contradicciones y dilemas del capitalismo, según van apareciendo mediadas por for
— Deseslalalizando las actuales funciones del Estado al transferirlas ai partenariado priva do-públi
gobernanza.
Nota: la presente lista está incompleta y sus actividades se solapan parcialmente. Cada una de ellas
puede vincularse con diferentes estrategias de acumulación y con diferentes proyectos estatales.
334
EL FUTURO DEL ESTADO CAPITALISTA
335
ROBERT JE S S O P
régimen del fordism o atlántico. Sin embargo, mucho de lo que pasa por ser
"fallo del mercado” (es decir, de lo que fue construido discursivamente como
tal), y para lo que se pensó que el RPTS constituiría una respuesta adecuada, era
en realidad expresión de contradicciones más profundas del capitalismo. Así,
la intervención del ENBK con frecuencia sólo modifica las formas o los lugares
de estas contradicciones, introduciendo la lucha de clases dentro del Estado o
generando tendencias hacia crisis fiscales, de legitimación, de racionalidad,
etc. Y, en la medida en que la relación de capital se desarrolló de form a que
socavaba la economía nacional como objeto de la gestión estatal, las contradic
ciones subyacentes reemergieron. Si el Estado ha fracasado en la com pensa
ción de los fallos del mercado dentro del ENBK y ha generado, además, sus
propios fallos, de ahí no se deduce que una vuelta al mercado pueda arreglar las
cosas. El RPTS es el último intento de cuadrar este círculo de acumulación de
capital y (reproducción del) bienestar social. Como el ENBK, puede que se
consolide durante un tiempo; pero como el RPTS, es poco probable que llegue
a ser permanente.
NOTAS
i . En este sentido, no es posible explicar nada en términos de una tendencia al paso del ENBK al RPTS,
del "vaciamiento” del Estado o del cambio del gobierno a la gobernanza. Son Justamente estos cam
bios los que precisan explicación.
5. También hay otro sentido importante de la expresión "posnacional” . Se trata del paso del Estado
nación (ya sea como Volksnatíon, comoKu-hurnation o como Staamatíon.) aúna sociedad multiétnica,
multicultural y de "diáspora” dentro de unas determinadas fronteras territoriales nacionales.
3. El uso de tipos ideales es frecuentemente rechazado de forma inadecuada por empiricista y, conse
cuentemente, por incompatible con el tipo de realismo crítico adoptado aquí. No se hace justicia así
ni al uso del propio Weber de los tipos ideales en sus análisis históricos, ni a la naturaleza de ía crea
ción de conceptos en el marxismo. Sobre ios tipos ideales en Weber, véase Ringer 1997; y sobre la
formación de conceptos en la escuela regulacionista y en la teoría del Estado, Jessop 19 8 2 ,1990b y
2001b.
4.. Por ejemplo, Therborn y Roebroek estudian diferentes variedades del Estado de bienestar para, a
continuación, declarar su irreversibiiidad (en condiciones democráticas). Su argumentación se basa
en la simple ecuación entre grandes programas de gasto público y la presencia de un Estado de bienes
tar. Véase Therborn y Roebroek (1986); sobre el keynesianismo internacional, véase también Piore
y Sabel 1985.
5. Del mismo modo, he analizado en otra ocasión el tipo ideal de Estado nacional de trabajo lístiano y
el tipo ideal de régimen colonial de trabajo ricardiano en los países recientemente industrializados
de Asia Oriental, en términos de sus objetivos primarios de acumulación (véanse Jessop 1999c; Sum
1998). Podría construirse una tipología diferente basándose en cómo las diferentes formas de inter
vención económica y social contribuyen a ciertos proyectos estatales. Asi. podríamos oponer un
Sozialstaat imperialista y social bismarcldano a un Estado de bienestar democrático y social beverid-
geano (véase también capítulo 2) ■
6. Las presentes reflexiones derivan de Carpí (1997), si bien han sido reformuladas para que encajen
con el enfoque general adoptado en las secciones anteriores de este capítulo.
7. Las etiquetas que coloco a cada elemento son de mi autoría. El Boletín de la CE citado, se limita a
enumerar una serie de políticas y a describir sus respectivos papeles.
336
EL FUTURO OEL ESTAOO CAPITAUSTA
8. Esta cuestión no es más que una versión específica del problema general de la teoría del Estado mar-
xista (Jessop 1990b): ¿en las sociedades capitalistas hay Estado o Estado capitalista?
9. La mejor forma de entender la congruencia en este contexto es en términos de "selectividad estra
tégica” de las estructuras estatales; es decir, del grado en que formas y actuaciones estructurales
específicas privilegian ia realización de políticas favorables al fordismo.
10. Constituiría un error postular dos tipos distintos de Estado posfordista que se suceden el uno al otro:
el de transición y el consolidado. Hacerlo sería una reminiscencia de la torpe falacia estructuralista
que postula un modo de producción de transición entre cada modo normal de producción, quedan
do el primero definido en términos de su función estructural mente inscrita de garantizar la transi
ción de un modo de producción normal al siguiente (véase Cutíer et áíii 1977)- Es por eü.o por lo que
hago referencia al régimen de transición con una forma indefinida y al Estado normal con-una defi
nida. Incluso con relación a este último, habría que especificar sus diferentes variantes.
11. Para un estudio más detallado délos análisis ezpostfacto y de cómo es posible desarrollarlos median
te la observación de la coconstitución de los modos y objetos de regulación, véanse jessop 1990a,
1990b y %001b.
12. Lo mismo cabe decir del trabajo de Poulantzas sobre eí futuro del Estado de mediados de los años
setenta, igualmente limitado por ios horizontes del fordismo atlántico (véase Jessop 3002a).
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ÍNDICE TEMÁTICO acumulación, estrategia de 7, 34, 3 6 . 51, 88. 87,
lis , 131, 12 6 .15 3, i 63, 5.73, 275. 307. 322. 3?6
economía basada en el conocimiento como 208
y arreglos espacio-temporales 57 y s.
y hegemonía económica 37
acumulación primitiva 158 y s., 55,74., ^3o -3i
acumulación, régimen de 3, 4, 5 y s., 26, 87, 39,
40, g o ys., 68. 89, 9 6 ,173, 183, 208, 266
adquisición de recursos 236-7
África 226, 3io
Alemania 54, 71, 85,14 5 y s.. i3o, 168, 214. 219
nazi 87
Althusser, Louis «39
América Latina 73,77, 336
análisis concreto, véase también abstracción
análisis critico del discurso 6, 7-9, 40
análisis de las formas 1-4, 4,3-4
anarco-capitalismo 291
antagonismo 102
aprendizaje 16-7, 29-80, 32-3, 42-3, 8 9 -9 0 ,135 -
6, 204-5. 9.36-7, 245, 250, 289
a lo largo de toda la vida 202 y s.
en la práctica 171
estratégico 63
institucional 89
organizacional 4,2-3, 89-90
véase también refíexividad
Nota: el índice combina, nombres y ¿fimos. Los núme - apropiación, lógica de la 9
tos de página en cursiva se refieren a una discusión arreglos espaciotemporales 6 -8 ,12 . 23, 24-5 y s.,
más detenida sobre un terna determinado. Los 32, 36,4 2 , 49~5°- 51-21. 6 1- 2 ,88-95.97-
números de página específicos (por ejemplo, 3 ¡- 3) 8110, 12 0 -1, 123, 127 y s., 137-8, 145-6. 147,
indican que la discusión continúa en esas páginas; 175 -6 ,18 9 , 209, 215, 220, 2 2 4 ys., 324 ,33 4 -5
cuando no se específica número final de página arte (como sistema funcional) 9
implica que aparecen diversas referencias en una (3 i articulación interescalar 53, 57 y ss., 73, 85-6,
y s.) o varias páginas (3 1 y ss.). El Índice es temáti 100, i38yss-, 14 4 ,14 5 -6 ,2 10 y ss., 221, 285-6,
co, de manera que las entradas a veces se refieren a 239-40, 243. 247-9, 960-1, 287-8, 3jo, 328 y
un, tema de interés más que al uso concreto de una ss., 33i~4
palabra, concepto o frase. Los autores aparecen en el el papel del Estado en !a 2.39-40,250 y s., 260-
índice sólo cuando se citan directamente ose exami 3. 33i -4
nan afondo. véase también desnacionalización del Estado,
escala nodal, relativización de la escala, escala
Asia Oriental 73. 76-7, 101. 142, 164, 168, 179,
abstracción (como metodología) 3 y s., 14, 17, 22, 2 3 0 , 224, 228, 229, 2 4 4 ,3io. 3l2
4 7 y s- 78- 8o- 89.175, 374.- 5 ,305-6 Asía-Europa, encuentro 141
acopiamiento estructural 3-4,, 3i, 27-8, 40 y ss., Asia-Pacífico, cooperación económica 141
70-1, 77-8, 82, 84-5, 9 0 -1,14 4 , 165-6, 174-5. asociación de negocios 87. 218, 246, 287,319
179, 274 -5,30 6 -7,327 y ss. atractor institucional 274-5,281
acreditación 134, 290 austeridad
acumulación (como principio dominante de la véase también contención de costes, recortes
socialización) 36-37,3a, 38 y s. 176
véase también capital, capitalismo Australia 67, 7 1,10 3,17 6 , 317
acumulación de capital 3, ío y s., 22 Austria 71
improbabilidad de la 1-2. 5 y s., 11. ?,3, 6 1-2, autonomía operacional 47, 289 y s., 250, 291
90-91, 307 autonomía relativa 4,1,239
véase también régimen de acumulación, acumu autoorganización 6. 60,184, 282, 289, 296-8, 3io
lación estratégica, valorización véase también autopoíesís
359
In d i c e t e m á t i c o
36 o
ÍNDICE TEMÁTICO
ciberespacio i33~4, 159, 2 2 1- 2 ,23?, 331. código operacional 34,-5, ^7- 4 ° > ^7°- 228
ciclo de negocio 36, 92, 97 y s., 146 y s., 152 ,17 9 , coerción, véase coerción extra-económica
2o3 coevolución 6, 3i, 33-4, 4 o J ss-> 55~6- 70-1, 76,
político 36,179 84-5, 9 0 -1, 144,, 165, 174-5, 179 ' So, 306-7,
ciclos de productos i 32>14,6-7,152 327-8
ciclos electorales 59, 91, 97 coherencia estructural 7 y s., 12, 55 y ss., 62, 81,
ciencia 9, 35,14.1, 241 87, 89 y s., $c¡-joo, 10 1, 2 10 -1, 220, 227. 23?,
cinismo 299-300 251, 288-9, 3 i 3 -32 )
circuito dei capital 1 1 . 1 8. 21-2, 26, 27 y s., 32,3 4 , Collinge, Chris 6 2,221
42y s .,5 8 ,89,100, i2i, 128 y s., i33, 148, j 8i -3 colonización de sistemas y del mundo de ia vida
y primacía del capital productivo >8 y s. por el capital 32-3, 36 y s., 38, 184-5, 141-2-
véase también fracciones del capital 14 4 ,15 2 ,2 0 1-2 ,2 0 6 -7 ,2 5 7 ,2 7 7 -8 ,2 8 5 -6 ,32 6 -
círculo virtuoso del fordismo 69,70, 9 2 .3,16 6 -7 7 , 33i y ss.
ciudad 57-8 ,14 6 véase también mercantilinación, dominio eco
crisis en/de la 105 y s. lógico, mundo de la vida
empresarial 127, 2i3, 23i. 233 Comecom 227
interior 106 y s., 236-7 comercio exterior 86, 94, 225
mundo vs. global 222-3 comercio justo 32i
red global 57-8, 127, 14 0 -1, 222-3, 229~3o, compañías multinacionales 99, 142*3, 153 y ss.,
288 261, 263
reflexiva 229"3o, 232 ; '"rt competencia 11,14 .- 5 ,2 3 ,3 7
yéase también políticas urbanas dinámica t>s. estática 14 8 -9 ,3 2 1-2
ciudad mundial 223 económica2 0 -1,2 3 ,4 8 -9 , 6 8ys., 189, i4 6 y s.,
(?¿ase también ciudad global 16 8,26 0
ciudadanía 46, 59 y s., 79, 86 y s, 9 5 ,18 5 ,19 9 s s., estatal 1 0 - 1 1 , 118, 153, 164, 247
217-8, 281, 23$ internacional 201-2
deberes de la 4,6 oÜgopólíca 184,
derechos de la 51, 87, 91, 9 3,17 4 ,18 5 y s. keynesiana «26
participación de la 178 listiana 148-9, 226 y s.
regímenes de la 87,95 local 246-7
véase también derechos humanos, derechos del nacional i 36~7
bienestar neoliberal i 63
ciudadano, salario del 821 política de 289
ciudades internas 106 y 8., 236 ricardiana *49-50, 226
ciudad-región 229-80, 2 3g -6 ,2 8 9 ,3o8 schumpeteriana 119, >46-5#, 164 y s., 236-7,
clase 2 5 9 -6 0 ,3 o 4 y s.
capitalista transnacional 257 ventajas de la 7 9 -8 0 ,118 -9 ,12*3~4, i 33, 146-7, z3 i
conciencia de 39 -9 ,4 1 ys.
discurso de 4 2 ,10 5 y partidos políticos 9 5 ,10 6
dominación política de 289 competitividad 2 8 -9 ,4 2 -3 ,4 9 -5 0 ,5 9 ,10 0 , i8 9 y
importancia de la 21. 37y s,, 42-3 s., 2o3, 219, 2 2 1.229-3o, 3io
interés de 37 7 s., 42 extra-económica 127, i 32. 16 1-2
medía 105 desde el punto de vísta de la oferta 253-4
obrera 105 espacios de 14 4 ,14 6 -7 ,16 6 -7 , 223-4
pertenencia de 38-9 estructural y/o sistémica i 33, 185-6, 147-8,
visión teórica de la 14 ,18 1-2 152, 158, 168, 189, 2^6, 23o -3i, 233, 241 y s.,
clases 48-9 214, 2 8 5 -6 ,3o 8, 3io, 3i3-4 , 319-20,324.
análisis de 38 internacional 110 ,2 4 8 -9 ,2 6 3 ,2 5 4 -5
sociedad dividida en 25. 260.61, 292-3 ricardiana ig3
clases, lucha de i8 y s.. 21 y s. 25,36,3 7 -4 1,42, 99. complejidad 8-9, 3-4, 3i, 47, 6 1-2, 2i3, 223-4,
106 y s., 108-9, 27?y s., 326-7, 335-6 26 6-7,281. 285-6, 292 y ss.
y formas estructurales 18, 40, 42 y s. y carisma 47-8
Cleaver, Harry 64 metodológica 14.-5,48-9
clientelísmo 105, 253 complejo industrial militar 29“3o, 314
Cloward, Richard 179 complejo social-industrial 3o. 186-7
co-constitución 3, 10, 13-4,127, 164, 283, 299- complementariedad estructurada 284 y s,
3oo, 267-8 composición técnica del capital 114
36 i
In d i c e t e m á t i c o
comprobación de recursos 75, 105, 178, 192, 196, contradicciones fundamentales como sociali
199 y s. zación de la producción os. contra la propiedad
compromiso 7-8, 35. 37. 42-2, 4.8-9, 10 5 ,12 9 -30 privada y la apropiación 52-4,
véase también compromiso institucionalizado contradicciones
compromiso institucionalizado 25, 35-6, 42, 56, aspectos primarios i>s. secundarios 55-6. 90 y
89, 94, y ss.,96,102-3, 105 y s.. n o , 129-30, s., 94, 97-8, 10 0 ,12 8 -9
173-4.. 187-8, 201-2, 286-7 principales vs. secundarias 40, 55-6, 90-4,
comunidad imaginada 10 6 ,10 8 , 214-5. 267-8 10 0 ,110 ,12 8 y s., 139,16 1-2 ,17 3-4 .2 6 6 -7 ,19 y ss.
comunidad, participación en la 17 8 ,19 6 y s,, 204- y reproducción a través de la lucha 16 y s.
5 contratendencias 9 -10 , 26. 32-3, 14 0 -1, 274-5.
comunidad política 7 30 5 -6 .3 17
comunítarismo control popular democrático 246
véase también, neocomunitarismo 82, 317 cooperación público-privado 200 -1, 207-8, 272-
concentración de capital 64. 3, 286, 33i~4
concepto dinerario del capital 83 y s., 128. 145, cooperación social 186-7, 2°4 " 2 11.2 6 5
3^4 coordinación imperativa 11, 6 0 2 8 9 , 3n
coneertación 11,174.-5. 265-6, 370. 321-2 coordinación negativa 279 y ss. 297
véase también corporativismo Corea del Sur 33, 227
condensación del balance de las fuerzas 7 corporativismo 10, 4.9-9. 6 8 ,79 -8 0 ,8 3-4 , 87. 94,
véase también determinación de la forma, i29~3o, 197-8, 209, 253-4, 267-8, 271-3, 275,
materialidad institucional, estrategia selectiva 2 9 2 -3 .2 9 9 -3 0 0 .3io, 317
condición constitutiva incompleta del capital crisis del 104 -105, 271-2, 235
relación de la 22-4, 27-8, 3i, 42-3, 4.9 y ss,,55- períodización del 272-4
6, 59, 88, 238, 278-9 véase también concertación, economía negocia
condiciones generales de producción 49-50, 52, da, neo corporativismo, pacto social, tripartí-
condiciones generales externas de producción 4.8 dismo
y ss., 51-2, 274. 33o~4 costos, reduccción de 10 ,10 2 .3,19 5 -7 .2 0 9 ,3 0 7 -8
conducción contextual véase también recortes
véase también, guía social descentralizada coyuntura 21 y ss.. 3s y s., 38-9, 4 1-3 ,5 4 y s-, 97-
conducción social descentralizada 60-1, 245-6, 8 ,14 1- 2 .2 0 8 ,3 17
279-80,289-90, 292-3, 321-2 dirección de la 54
confianza i36 crecimiento dependiente de los factores econó
conflicto de status 105 y s. micos, 235
conocimiento 14 -5 ,17 . 24, 45-6, J57, 206, 267-8, crecimiento, triangulo de 236
279-80 crédito 28-9, 69-70, 94, 96-7. 124-5, *^3 y s ‘-
como factor de la producción 97, i29~3o, 205 *54 "5
como mercancía ficticia 17, 2 2 .2 5 ,15 7 crisis 10 ,33 y ss., 56-7, 6 o -i, 7 0 -1,9 6 -10 9 ,111
reflexivo 12 2 ,15 0 -1 africana 226
véase también bienes intelectuales comunes, como mecanismo de dirección 56-7,60, 89 y
propiedad intelectual, wetware ss.. 100
Consenso de Washington 256 de Asía Oriental i 33, 15 3 ,16 8 .2 2 6 .3 i2 "3
consociacionalismo 215 de dinero nacional i3o~i
construcción 69-70, 76, 102-3, 106 y s., 176-7, de Japón 234-5
i8 2 y ss., 2 35-6 ,32 2 -3 de la hegemonía de los EE UU too, 2 16 -7.34 0 -1
consumismo z3 z de legitimidad 113 -4 , 316 -7, 218 -9 . 277-8,
consumo 16-7, 5 3 ,10 0 ,12 6 ,14 8 - 9 ,2 3 2 ,3 6 9 2 9 3 -4 ,10 5 -6
normas de 6 ,15 -6 , 5 3 .19 6 -7 ,3 19 de racionalidad 277-7
privado 106-7 de representación 217 y ss., 293-4
véase también consumo colectivo, consumo del ENBK 8 5 . 1 9 5 , 283-5
masivo del Estado nacional, %i6-8, 2,38,216-7
consumo colectivo. 26-7, 57 y ss., 94 y s., 107-8, del fordismo 3-4 , 89-90,100-9, 128-9,
124-5, y ss > *76 y ss., i 83, t8$y ss., 165 y ss., 194.-5.2 4 4 .3 7 0 .2 8 3 -5 ,3 0 5 -8 ,326-7
188 del sistema de partidos 173-4 ,2 17 -8
contingencia 7 y s s ., 4.1-8 económica 51, 88 y s., 97-102. 265-6
contradicción 1 0 - 1,1 7 ,1 9 - 2 0 ,2 1 y ss., 26, 32 y s., en América Latina 226
40, 53, 89-90. io?.-3, 110 y s., 737-135, 18 0 -1, en/de 2-3, 84-5, 89, 97-9, 110 y s.. 113-4.119.
209 y s., 266-7, 270, 272-1 152 ,16 8 , 175 y ss., 189, 201 y ss., 265-6
3 6%
In d i c e t e m á t i c o
fiscal io 2 -3y $.. 10 6 -7 ,12 2 ,16 6 -7 , 215-6, 216- desplazamiento de las contradicciones 3i, 40, 6a-
7, 277-8 3, 8 8 ,14 ,5 -6 ,119 -2 0 , 270
institucional 218-9 y corporativismo 271 y s,
medioambiental io2-3, 106,14,4. véase también arreglos espaciotemporales
orgánica 216-7, 218-9 desregulación i3o -i, 170, 229 y ss.. 289-90, 24.1,
política j o £-7 32o -i, 323
y discurso sobre la 9 0 -1,111- 5 ,15 2 destemporalizaeión 51-2
crisis, gestión de las 3i. ss., 57-8 ,10 0 , ii2 -3 , desterritorialización 22-4, 52-3, 108-9, i3o -i,
117 -8 ,16 5 , 359-60, 33o -i 18 4 -6 .2 3 8 y s., 24,0y s., 245-6, 334-5
crisis (de la gestión de la crisis) 111 determinación de formas 7-8, 43-4, 8 4 .117 , 240
crisis, tendencias de las 2-3, 32. 4,0, 88-9, 111-2 . determinación
117-8 ,12 7 ,14 ,7-8 ,16 5 738 ., 17^-5, 213-4, 216-7, económica 2-3, i3 - 4 ,%yy ss., 4,1-2,100, 305-6
283-5, 288, 30 5 -6 ,334 -5 en última instancia 3 - 4 , 13-4, 27-28, 3 1,4 1-0
cualificación 2 4 .3 0 ,5 3 ,8 2 ,12 1.118 ,18 1-2 ,18 5 - 6 , tecnológica 2 7 -8 ,4 1-2
2 0 5 -6 ,3o8, 321-2 féase también, dominio ecológico, sobredeter-
multicualificación 12 0 -1 mínación
cultura empresarial 184., 155 y ss., 3o8, 3i 8 deuda 4.5-6, 97-8
currículum, diseño del 204-5, 206-7 devaluación 96-7, 226
curso vital 3 8 ,5 3 ,19 2 ,2 3 4 -5 diáspora 215-6,217-8, 288
Deacon, Bob 247-8, 256, 264, dictadura 4 4 -7 ,17 9 -8 0 , 273-4
decisión, trampa de la 250 diferencia, políticas de la 108-9
deliberación 221-2 diferir en las contradicciones 3i, 40, 59, 88-9,
Delors, Jaques 252 94.14,5 y ss., 270, 277-8, 291
demanda, gestión de la 69-70, 7 1-2 , 86-7, 91 y véase también arreglos espaciotemporales
ss,, 9 8 -9 ,10 0 ,17 9 ,19 0 -1, 251-2, 283-5, 255-6, dilema 10 - 11,16 - 7 , 21-2, 24.-5, ^2 y s., 38-9, 51-
3*3-4 2, 54-5. 88,102-3, n o y s., 135 y s-, 180-1, 209
democracia 45-6, 201-2, 226, 260 y ss., 278-4, y s ., 291-2
277-8 dilema continental 154-5
asociativa 26 Dinamarca 71, 85, 251
capitalista 11 dinero 15-7, 2 4 y s .,3 7 .4 9 ,5 1-2 ,5 6 ,9 1,9 5 7 3 .,9 7 -
y educación 301 y ss. 8. roo, j o 7 -8,210, 273-4,280, 294., 3 i 3 ~ 4
demografía 108-9, *97 como capital en general 25
véase también edad y bienestar, generaciones, como dinero nacional 16, 24, y s.
pensiones como divisa 24,y s., 9 4 y s ., 100, 210
densidad institucional 134-5, 14*4>222-3, 23o -i, como medio simbólico de comunicación 280
295, 321 como mercancía ficticia 18, 22-4.
dependencia de la trayectoria 29"3o, 33-/),, 70-1, como poder social 24
76 y s,, 79 y ss., 8 4 -5 ,10 2 y s, m , 119 -2 0 ,16 4 , en el fordismo 55-6
170 ,18 6 -7, 207 y ss., 228-9, 233,286-7, 291-2 en el posfordismo 56
304, y s., 3ziy s,, 3i 6, 325-7 funciones del 16, 24
derechos humanos 38 ,28 1 dinero capital 18, 2 8 ,12 9 -3 0 ,14 5 , 82 y s., 128-9,
desarrollo desigual 161, 225, 253, 263,178 14 5,32 4
desempleo 102. 179. i 83, 189, 190 y ss., 202. dinero vs. concepto de capital productivo 82 y s.
218 dirigísmo 78-9, 267,297-8
beneficios del 73,75, 81, 9 7 ,10 2 ,19 0 ,19 2 ,19 7 discontinuidad 312-5, ^17
trampa del 105 idéase también efectos de conservación-disolu
desestatización 19 5 -6 ,Z45-7, 259-60 ción
véase también gobierno y gobernanza discurso 8, 27-8, 54-5. 74-5. i 3 i~3 , 174-5. l 83.
des fronte m acíón 23,5 221, 298-300, 257-8, 326-7
des incrustación i33~4„ 14,5-6,153-4 de fallos de mercado 21.2. 37,335-6
véase también incrustación de naturalización 16, 43, 4 9 -5 0 ,7 3.2 2 4 -6
desindustrialización 122 de seguridad nacional 73 y s.
desmereantilinación 76 y s., 181.2. 321-2 e identidad de clase ,4 1- 2
desnacionalización de la sociedad civil 107753. enmarcado 5 4 .17 3 y ss.
desnacionalización del Estado 201, 24.0-5, 2$i~2, y competítivídad 37, 53, 103-4, i 33y s.,
260 y ss., 309, 321-2 152, i 63, 189, 203, 2847 ss,, 2 6 2 -3 ,3 3 i-4
véase también articulación interescalar y crisis 9 0 -1, ni - 3 , 153, 158-4
363
ÍNDICE TEMÁTICO
y economía 8-9, 52-53, 86-7, xo3 y ss., 137, nacional 8-9, 4 9 -5 0 ,18 4 , 216-7, 283-5, 287-8
14,7-8,14,8-9,161-2, «05-6 negociada 7 8 ,25 1,26 7
y economía basada en el conocimiento 154-5, ortodoxa 5 y s., 276
18 5 -6 ,3a6~7 piurinacionai 4 9 -50 ,222-3
y el interés general 270 regional 8-9, 87, 99 y ss., 217-8, 221, 224-5,
y estrategias 42-3 2 2 7 -8 ,2 8 7 -8 ,3io
y fronteras estatales 4,3,47-8 social 273-4 ,320 -2
y globalización 8 - 9 ,1 4 4 y s „ i 6a -3, 18 0 -1,2 2 1 social de mercado 77
y lo extradiscursivo 8-9 urbana 225
y papel en el dominio ecológico i3-4„ 29 virtual i 3a
yposfordismo 12 0 -2 ,12 6 véase también capitalismo, economía in te
discurso oficial 44-6 gral, economía mixta, economía estrecha,
diseño institucional 14 1,15 7 ,17 5 -6 , 2 6 3,2 7 8 y s., escala
2 8 6 ,2 9 6 ,3oi economía basada en el conocimiento 10, 28-9,
divisa principal y/o hegemónica 226 4 2 - 3 ,118 y s s ,i2 3 ,126 y s., i 33 y ss., 1 3 5 y ss.,
y¿ase también dinero i5 o y ss..155-6 5,17 4 ,15 0 -1, i8 8 ,2 o o y ss., 205-
división del conocimiento 245 6 ,2 0 8 ,2 3 9 ,2 5 7 ,2 8 5 -6 ,8 0 6 -7 ,3 i3 ~ 4 ,319-20 ,
división del trabajo 18 ,78 ,17 5,2 7 1-3 ,29 0 -1,34 8 -9 323-5» 3a6 y s., 33i~4
escalar 59 y ss., 85 y s., 144, 220, 223-4, 284.6, y Estado i5 7 y s .,3 3 i~ 4
257,292-3 economía coordinada de mercado 58, 82, 198,
espacial 6 0 ,14 4 ,2 2 3 -4 252-3, 267-8,274-5
global 144,, 194,-5, 3o 6 véase también corporativismo
internacional 71, 80 ,14 2 economía mixta 11 y s., 50-52, 72, 74. 77-8, 86,
regional 223 y s. 157-8168, 200, 288, 248-9 crisis de la 5 0 -1,
social y técnica 18 ,5 5 -6 ,2 9 2 -3 265-6
temporal 59 y ss., 144 de bienestar 201-2. 208
y género 79 y s. economías
véase también mercado mundial de aglomeración 101, i34 y s, 223, 335 y s, 3i 3
doméstico, trabajo 54, 9 6 ,14 7 ,28 7 de alcance 100,12? y s., 124, 3 í4
dominación económica 27 -8 , 33 - 6 , 7 8 -9 ,10 0 de escala 6 8 y s.,7 2 , 98 ,10 0 , i» i, 124-5, i 35~6,
véase también fracciones del capital, hege 16 1,2 2 6 , 252-3, 288,3i3~4
monía de red 730-1,122 y ss., 1 3 7 ,3i3~4
dominación política de clase 240 economicismo 2 - 3 , i 3- 4
Dot.com, burbuja 28, i 32 idéase también determinación económica
Dunsire, Andrew 61 edad y bienestar 10 8 ,19 3 ,19 6 ,19 7 ,2 0 4
idéase también generación, pensiones
Ebbinghaus, Burkhard 8 2 -3,18 2 educación 9 ,17 ,3 5 ,5 3 ,7 6 , 83, 1 0 7 y s., 14 1-2 ,17 5 ,
ecología 304 177,179 ,184,7 s., 188,19 6 ,201-# , 241 y ss., 247.
de sistemas instituidos 9 -10 255, 259, 3o 8, 3i3, 319 ,322
ecológica, relación 3o -1 crisis de la 202
ecológico, dominio i 3-4„ 27-8,39*34,34 y ss., 39, en el fordismo atlántico 2i3
41-2 , 78-9, 8 1,12 8 ,14 ,1,14 4 ,15 6 , 206-7, 239- y construcción nacional 18 8 ,16 2 y ss.
40 ,24 9 y s., 3i 8, 327-8 Edwards, Richard 14
y discurso 13-4, 29"3o EE UU 3 0 ,6 7 ,7 0 ,7 9 ,8 6 y s., 9 5,125, i 3i, 137,16 8,
y globalización 13,4 176, 2 0 5 -6 ,215 , 224,226, 24.4-5,3io
economía 9 - 1 0 ,1 4 0 - 1, 241-2 atención médica 187
continental 3io hegemonía 12 5 ,15 3 ,16 1, 317
de la información i 36 NewDeal 88
deslocalizada 10 0 - 1,118 , i 3i efecto Baumol en los servicios 122
de mercado 270 efecto conservación-disolución 119 -2 0 ,15 2 -4 .,
de mercado descoordinado 211, 267-8,274-5 176 -7, 2 10 y s., 247-9, 30 7 -9 , 3i 6, 33o,
estrecha 3 -4 ,14 9 -5 0 ,15 2 , 265-6 334-5
evolutiva 5 véase también periodización
institucional 5, i 63, 326-7 efecto expulsión 186-7,
instituida 13 5 ,14 1-2 electorado 46, 106, 174, 177-8, 18 0 -1, 186 y ss.,
integral 2-4, 6, 165-7, 265-6, 272-3 191, 217-8
local 87, 98y ss., 217-8. 221, 225y ss., 288 empleabilidad i 63, 19 0 ,19 3 . i 63y ss., 258-9
364
In d i c e t e m á t i c o
365
iNDIce TEMÁTICO
366
In d i c e t e m á t i c o
190, 215 J S.. 220, 222, 226, 24.3, 2$ 2, 265, 2#3" gatesismo 119
6, 3o6, 3ig, 3?8 generación 52 y ss., 62, 7 9 ,108, 198
crisis del 2,66, 7,68, 284, 287 género 4,, 38. 4.8, 54.. 79, 108, 175, i 83y s,, 215, 287
gobernanza en el 283-2,89, 3oo y Estado de bienestar 182
proceso de trabajo en el 68, 69 George.Vic 8i
modo de crecimiento del 68 global
modo de regulación del 286 ciudad 5 9 ,12 5 .14 0 , 223, 229~3o,233~4
modo de socialización 70 cultura 226
pensiones en el 197-200 Estado « i3 ,2 4 >-3
fordismo periférico 44.-7, 82, 179 localización 142
fordismo. transición al postfordismo 10 1-2 , 154- globalización 10, 26, 33-3, 42-3, 50-2, 59. 126,
5 . l ó ^ y s . , 30 5 , 337-30 i 3i y s.,139-46, 151, 154, 165-6, 180 y s., 188,
véase también fordismo atlántico 2 0 0 -1, 2o3, 208, 215, 222 y ss., 226, 239, 240,
forma dinero 12 4 - 5 ,12^, l 3a. 15 ^ 7 S’ 250, 26 0-1, 281, 284, 3oo, 323, 327
forma mercancía, forma, generalización a la fuer y neoliberalismo 2 6 ,33.8 4 ,-5,110 ,118 -9 ,14 ,0 -
za detrabajo ¡if-16, 42 1,14 5 , 15 8 ,18 0 -1, 189, 224-5, 24o " 1
véase también capital, mercantiiización, mer y regionalización 185-6, 250. 2 6 0 -1,18 0
cancía ficticia, conocimiento, fuerza de traba y el Estado de bienestar
jo, tierra, dinero, valor y forma de salario véase también mercado mundial
forma salario i3, 9 0 -1 y ss.. 97-8, 128-9, i3a, 15a glocalización 140,233-5
y ss. glurbanización 140, 14.4,165-6, 284
forma valor, dominio de la 28, 32i -3 gobernabilidad 293
formación de la trayectoria 1 1 1, 119 -2 0 , 215. bases materiales de la 266-75
282 ciclos de la 272, 275, 299-300
formación social 4,-6, i3~4, 21, 25, 68-9, 89-^90 en la sombra de la jerarefuía 249, 295, 297-8
fracciones del capital 18 y s., 33 y s., 48-9, 83 y s., global 116, 225-6
138 y s., i 38, 145,30 7 gobernanza 6, i2 -i3 , 22,59-3, 76,77,137. ¡33,14 7 ,
véase también circuito del capital, concepto del 182 y s., 238, 245-6, 266-7
capital cronotópica 284-5
Francia 7 1,7 7 objetos de 9 7 -8 ,14 8 ,283-8
Friedman, Mílton 3*5 y educación 205
fuerza de trabajo 5, )3 -$. 17-9, 25 y ss., 1.45, 174-5, véase también corporativismo, régimen inter
181, 267-8 nacional metagobernanza, economía mixta,
como un valor abstracto 25 y s. red, sociedad, estatismo
como creación 25 y s., 53, 83, 129-30, 180-1, gobernanza multinivel 2i3, 24.3, 24,6-7, 252-3,
20 8 ,2 10 -1 , ,
257 310 324-5
como un factor de la producción 24 y s., 53, 55. gobernanza, fallos de la 283.2^9-94, 296-7
83-4,, 14 5 -6 ,18 0 -1, 210 véase también fallos de la metagobernanza
como una mercancía ficticia 4-5, i3 -zir z%-3 , gobierno del interés privado 245
49 y ss.,53, 6 1-3. 73, 141-2, 18 5y s., 266, 276, gobierno hacia gobernanza 245y s., 250, 257y ss.,
307-1 266-7
como costefijo vs. coste variable i 3o -i ps. gobernanza 288-240
fuerzas de arrastre en las ondas largas 10 1,15 6 -7 véase también desestatización
función problematizadora de formas 4.41-2,47-9# gobierno hacía metagobernanza 249-51, 266,
funciones del Estado 2 - 3 ,5 o y ss., 16 2 ,2 4 0 -1,2 6 5 296, 3 0 9 - 1 1 .3 i2 -3 , 3i 6
primacía de las funciones económicas en el Goodin, Robert 82
RPTS 16 1 -3 Gramsci, Antonio 5, 7, 10, 27, 44, 58
Gran Bretaña 3o, 54, 71, 85, i3o. 176, 205, 215,
ganancias 6, 8-9, 15 y 19-20, 24. 35, 36-7, 48- 22 6 ,2 19 . 2 5 1,2 5 9 ,2 9 9 ,3 17
9. 68 y s., 96-7, 99 y ss., 14 9 -5 1,16 6 -7 , 176-7, Grande, Edgar 47
279-80 Grecia 179
de las empresas 24,-5 guerra 33
igualación de 21 guerra fría 226,
yplusvalía 14 9 -5 1,16 1 guerrerísmo, negación del 4,, 304
y tasa descendente de beneficio 98
gasto estatal *76-8, 18 6 -7 ,19 4 -7 ,30 8 Habermas, jftirgen 63
véase también salario social, fiscalidad habilitación continua 199-200, 2o3, 232, 324
367
ÍNDICE TEMÁTICO
368
(NOiCE TEMÁTICO
3? °
fNDÍCE TEMÁTICO
patriarcado 7 9 , 86 y s.. 387, 314,, 7 3, 94,, i o 2 -3 , políticas activas del mercado laboral 153. 191,792-
1 0 7 ,1 0 9 . i 3 2 , 188, 19Ó-200, 3 o 8 3, 197, 319
patriotismo constitucional 7,14. políticas de localización 169-70
pensiones 7 3 , 9 3, 10 2, 1 0 7 ,1 0 9 , i 3 2 , 188,79 6 -20 0 , políticas sociales 4-5 y s., n , 37, 4,9 -50,181 -2 y s..
3o8 188, 243, 253-4., 286-7, 3i 8, 325
pequeña burguesía 85,95 Polonia 228
pequeña economía abierta 7 1, 8 2 ,10 0 , 15 3 , 3 51, populismo autoritario 219
36 0 -2 Portugal 179
pequeñas y medianas empresas 82, 95, 122, 179, posfordismo 55-6, >19-28, 150 -1, 164-5, *93. ^ 2 ,
2 8 5 -6 ,3i 8 257y s., 285-6 ,327-8
periodízación 2 ,11,7 8 y ss., 83, n o y s., 113 -4 ,17 8 vs. posterior fordismo 264
y s., 18 9 y s., 2o 3y s., 328-3i continuidad/discontinuidad en 119-20 y ss.
véase también ondas largas, secuencias, tempo contradicciones 727-37
ralidad discursos sobre 119 -2 0 ,12 6
Pitruzello, Salvatore 114. empresarial 124-5
Piven, France Fox 179 proceso laboral en 121
planificación indicativa 184 despegue 165-6, 328-3o
pleno empleo u , 7 0,72.74, 9 17 ss., 99,104,, 179, véase también flexibilidad, economía basada en
20 4 ,2 16 y ss., 24.3, 287,3i3, 315,8 19 el conocimiento
en la Unión Europea 257, 359-60 posterior-fordismo 211
véase también desempleo (política de) véase también el posfordismo
pluralidad vs. unicidad en el sistema estatal 242 posmodernismo 214-5
plusvalía 2 0 -1,3 4 -5 , 83- 4, 124w5. *36-? posnacional 2i3, 251, 256, 259, 804, 3 o$ - 73
absoluta 64 Poulantzas, Nicos 5, 7 ,10 , 21, 39, 44,, 4 6 ,16 2 , 242.
relativa 64 246 y s., 259
plusvalía, beneficio 149-51 primacía de la escala nacional 10 -11, 71 y ss., 85 y
pobreza, trampa de 105 ss., i38, 209-10, 213-4, 220, 238, 259 y ss.,
poder 263-4,, 286-7, 304-5, 3*2-3
político 238 privado-público 43-44, i3 3 ~ 4 ,18 5 ,3 11
como relación social 9 -10 ,14 7 , 245-6 privatización 158, 177 ,18 0 ,18 5 , 195 y s., 199-200,
estatal 33, 245 2 0 8 ,2 5 3 -4 ,2 8 9 ,3i 8, 3ao-i
tecnología del 144, 22a proceso de trabajo 15 -6 ,5 1-3, 121, 173-4, 181-2,
territorialízación del 238, 240 y s. 33i -4
Polanyi, Karl 27 y fordismo 6 8-9 ,10 1-2
véase también incrustación y posfordismo 131 y $,, 3 3 i-4
polarización del ingreso i 23yss., 168 en el Estado 89 y ss., 285-6
política véase también producción
comercial 241-2 producción
como un sistema funcional 9 -10 ,2 4 1 primacía en los circuitos del capital 27-9
de infraestructuras 4 9 -5 0 , 7 1-2 , 92 y s., normas de 6 ,2 0 1-2 , 3 i3 -4
229-3o, 232, 5S43. 354"5. 5,84-5, 3i3"4, 321, véase también, procesos de trabajo
331-4 producción de calidad diversificada 122
económica 11, 37, 49-50, 98 y ss,, i32, 155-7, producción en masa flexible 123
182-3,18 8 ,239 -30 ,24 1-2.254 -5.28 6 -7.318 -9 producción en red 123
educativa 18 5 -6 ,2 5 5,313 productividad 3o, 68-9, 82, 91 y ss., 98 y s., 122-
industrial 99, 241 y $. 3,2 0 4 y s.
política de empleo 190 e internet 170-171
véase también keynesianismo y los Estados de bienestar 108-9
regional 9 2 -3 ,10 0 ,15 5 -6 , 217, 221, 242-3 productivísimo 14 6 ,3i 6
social 55-6 productos intensivos en conocimiento 124, 154
tecnológica 102-3,118-9 , lS5 ~^' 253 y s., 33i-4 profesiones de bienestar 10 5,18 7. 201
urbana 9 3,2 18 ,2 2 1 propiedad 78, 269-71. 273-4, 280
véase política de competencia. Ordnungpolitik véase también capital, propiedad intelectual,
política del mercado de trabajo 4,9, 169-70, 374- propiedad
5, 210, 24.3, 255, 307-8. 3 i3 “ 4 propiedad 24-5
activa 153, 191-3. 19 6 ,319 derechos de 2 4 -5 .2 6 9 -7 1.2 7 3-4
pasiva 190 relaciones de 269
371
ÍNDICE TEMÁTICO
373
In d i c e t e m á t i c o
como costo 15-6, 24, 53, 55,6, 100, 110 , 129- sociedad civil 7, 9 y 10, 14, 38, 4 2 y ss., 74,1847 s,
3o, 18 0 -1,18 8 ,19 4 ,, 2io, 287, 3o8 218-8
como demanda 15, ?4y s'., 53,57,91-2,129*30,181 sociedad de accionistas 19 3 ,19 6 -7
yfordismo 55-6 ,6 9-70 global 1 1 ,1 4 3
y post-fordismo 55-6 véase también mundo de la vida, esfera públi
en el sector público 176-7 ca
y la reproducción social 53 "sociedad de trabajo” 75,79
véase también salario familiar, salario de res Software 170
ponsabilidad, salario social solidaridad 9, 43-4, 200-2. 266-7, 272-3, 281,
salario mínimo 191 286-7
salario social 11,9 2 , n o , 188, 204, 2 0 8 ,2 8 7 ,3o8 sony sino 119
salto de escalas 263,33i~4 Soskice, David 82,182
salud, política de 254, Sozíalpolitik 54
salud, sistema de 3 5 ,7 6 ,10 9 ,17 7 ,18 4 ,18 7 ,19 5 -6 , Síaatsnaíiort 214
2 0 6 -7 ,3o8, 319 ,32 2 Standorcpolítik 169-70, 262 - 3 , 332-4
americano 187 Stephens, John D. 7 2 .7 7 ,18 2 ,18 7 ,19 8
europeo 187, 254 Storper, Michael 23o
global 3s 2 subordinación de lo social a la política económica
Sbragia, Al berta 252 líéüse también de trabajo (Workfare) 188-308,
Scharpf, Frita 80, 297 304-5, 3o 9 y s., 3i 6, 3i 8,3 3 i- 4
Schiller, Dan 17 subsidiariedad 78-9, 245, 257
Schmidt, Vivi en A. 80 subsunción
s e cu enci amiento 8 3 -4 ,10 0 ,17 9 -8 0 formal, de conocimiento 157-9
seguro social 75 y ss., 8 1 , 1 7 4 - 5 . 1 8 8 , 1 9 0 - 1 real 18, 158
selectividad discursiva n 2 - 3 Suecia 85, i 3o, 315
separación institucional de la economía y la polí superestado 24a
tica 41-3,4,5-6,4,7,49-50,2Ó9ys., 272-4,291-2 superganancias 15-16
servicios 69-70 superimperialismo 73
servicios financieros 12 3-4 ,19 9 -2 0 0 Swyngedouw, ErikA. 219
servicios sociales personales 10 7 ,18 4 ,19 6
Schumpeter, foseph A. 148 -50 ,16 2 Taiwán 33, 227
Silicon Valley 137 Taylor-Gooby, Peter 8i
sindicatos 82* 87, 9 9 ,10 5, j 3i, 218,287 tecnología 226
Singapur 2,10, del poder 284-5
sistemas funcionales u , 1 4 1,17 4 - 5 .2 4 1,2 8 0 ,285, véase también tecnologías de la información y la
319-20 comunicación
soberanía 43-4, 45-6, 216-7, 240-1, 343 y ss., tecnologías de la información y la comunicación
249,257-9. 2 6 0 - 1,2?3, 297-8 120 y ss., i36 y s., 144, 158, 160, 2o3, 2 11-2 ,
soberanía perforada 245 290
véase también desnacionalización teleología 87, 165-6, 328-3o
sobredeterminación 14, 111, 175-6, 94, 805-6, temporalidad 9 6 -7 .13 4 y ss., 14 0 -1, 145-6, 153-
326-7 4 ,2 2 2 -3 , 234-5, 2 39 -4 0 ,2 9 2 -3
idéase también determinación véase también tiempo
socialización 19, 26-7, 3a, 38-9, 48-9, 96, 101, tendencias 19 -2 1, 2 4 -5 ,3 9 -4 1, 5 5 -6 ,317
124-5 y s ’>134"5. i 63, 323, 3í 6-8 naturaleza doblemente tendencial de las 39-41
capitalista %~í>i 6 0-1, 90-1 véase también contra-tendencias
del consumo 184 tendencias y contra-tendencias 289-41, 258-60,
de la producción 51-128-9 y s., 184, 33i -4 2 6 5 -6 ,30 5 -7
de las fuerzas productivas 53, 83- 4, 128-9, 135 teoría del Estado 3-4
y s., 270, 2 72 -3ys. Tercera Italia 12 5.16 8
del riesgo 184, territorialización 2 2 -4 ,3 3 1-5
sociedad del poder político 288.9, 241 y ss.
crisol 214, 216 territorio 214-5. 231, 222-4. 238, 282, 292-3
de mercado 271 identidad 285-6
del aprendizaje 38 extra-territorialidad 33
mundial 62, 241 territorio económico natural 225-6
red 3i2-3, 281 thatcherismo 219, 226, 259, 298-99, 335
373
ÍNDICE TEMÁTICO
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